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Pereció en la Soledad [Desafío]

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Mensaje  Sigel Sáb 25 Mar 2017, 17:12

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Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, se encontraba en el bosque del Este. Había escuchado rumores (procedentes de las voces que solo habitaban en su cabeza) acerca de una carta que jamás había sido entregada. Tenía que encontrar esa carta. Encontrar cartas perdidas era una parte de su función como mensajero. Quizás la parte que menos utilizaba. Lo cotidiano y lo simple era coger las cartas de las personas de carne le daban y luego entregarlas a otras personas de carne. En ese simple acto se podía resumir, con una simpleza abismal, todo cuanto hacía diariamente como mensajero. Sin embargo, llevar cartas de un lado a otro era apenas el 19% de todo lo que un buen mensajero tenía que saber hacer, además de ser el 91% de lo que un buen mensajero hacía habitualmente. Adie era el mejor de los mensajeros. El único (al menos él no conocía a otro que lo hiciera) que abrazaba como regla personal su función de mensajero. Si una carta se encontraba perdida en alguna zona desconocida del bosque del Este; sin necesidad de pensarlo dos veces, Adie cogía su zurrón negro y caminaba a grandes zancadas entre los árboles buscando dónde se escondía dicha carta.

Cada 217 zancadas exactas, Adie utilizaba su función de excavar y cavaba un hoyo en la tierra. La carta se tenía que encontrar en algún lado y si no estaba en la copa de los árboles ni dentro de ellos, tenía que estar bajo de la tierra. En la copa de cada árbol ya había mirado un par de veces. Los más frondosos tenía que golpearlos con fuerzas para quitarles sus molestas hojas (los árboles no dejaban ni ver el bosque ni ver las cartas). Nada, allí no había nada. Dentro de ellos también buscaba. Adie, cibernético mensajero entre muchas otras funciones, tenía enormes manos acabadas en garras con las que podía desgarrar la corteza de los árboles de un solo arañazo y ver lo que se esconde en su interior: Solo lombrices y suciedad. La carta, de estar en algún lado y Adie sentía que estaba muy cerca, tenía que estar bajo tierra. Pero, por mucho que cavaba y por muchos agujeros que hacía, no encontraba nada. Nada de nada. Tenía que estar allí. Muy cerca de dónde estaba. ¡Podía sentirlo! ¿Estaba loco por poder sentir cómo le llamaba una carta? ¿Alguna vez, en su corta vida, había estado cuerdo? Quizás en el siguiente agujero que haría cuando diese otros 217 pasos encontraría la carta perdida, o quizás en el que hiciera 434 pasos. Las dos opciones eran igual de probables, según calculaba Adie; pero su instinto de mensajero le llevaba a pensar que encontraría la carta cuando diese 217 (2+17=19) pasos más, no 434. No existía ninguna combinación de números con el 434 que le pudiera llevar a su amado número.    

_____________________

Lejos, muy lejos de los ojos de los hombres y mujeres (y mensajeros) de Aerandir había un misterioso altar en el bosque del Este. Hacía años que nadie iba a visitarlo y quien lo construyó murió hacía años. En el centro, se encuentra la estatua con el más blanco y fino mármol. De lejos, parecía el hogar de un Dios que nadie nunca visitará. Tan níveo y tan puro como el mismo Varhalla. Unos metros más cerca, cruzando el sendero de rosas blancas que llevaba hasta la misma estatua, se podía distinguir que la imagen que representaba la figura pertenecía a la de una joven elfa vestida con unas túnicas gentiles y finas. Quien fuera que había esculpido esa maravillosa obra había hecho un indiscutible buen trabajo pues, con un solo vistazo, nos podíamos imaginar a la elfa danzar entre las hogueras y la música. A pesar de que el mármol fuera blanco, sabríamos a la perfección que la chica tenía el pelo de color avellana y que olía al mismo perfume que olían las rosas del sendero. Un poco más cerca, tan cerca que podríamos besar a la chica, notaríamos que la estatua de la elfa estaba llorando y ese llanto servía como alimento a las rosas blancas que crecían en su pedestal.

Entre las rosas había una caja de madera y dentro de la caja de madera la carta que Adie buscaba desesperado.

Gracias:

_____________________

Bienvenido buscador de cartas: Estás en el bosque del Este aunque, debo señalar que no me importa cómo has llegado ahí, por mi parte no seré estricta con tu cronología. A lo largo de tu estancia aquí, te encontrarás con Adie. En este primer post, deberás ayudarle a encontrar el altar y, una vez estés allí, ampliar mi descripción sobre éste con cualquier detalle que se te ocurra.
Para más información acerca del personaje: Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, pinchar ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).
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Pereció en la Soledad [Desafío] Empty Re: Pereció en la Soledad [Desafío]

Mensaje  Fredericksen Dom 26 Mar 2017, 08:18

Había estado rondando en los bosques mientras buscaba comida, era de esos días donde me fijaba que me había quedado totalmente sin reservas y me tomaba la libertad de dar un “pequeño” paseo, recolectando frutas y practicando el tiro con arco, aquello ultimo era lo mejor que podía hacer para no perder habilidad.

Estar vagando por el bosque siempre resultaba agradable, me hacía olvidar mis problemas pasados y me concentraba solo en el ahora, disfrutaba la fresca brisa en el rostro y admiraba como las hojas de las ramas caían lentamente impulsadas por el viento, no había nada mejor que aquello. En aquel momento tomé la elección más sabia del mundo referente que hacer en medio de la fauna, debía tomar una siesta.

Trepé en uno de los árboles cercanos y acomodándome lo mejor posible cerré los ojos, ya tenía práctica de cómo quedarme relajado para no caerme, una lección que aprendí de mala manera y después de muchas caídas. Ya estaba comenzando a dormitar cuando el sonido de unas ramas ser desgarradas captaron mi curiosidad, ¿Acaso había algún animal cerca? Si era así podía significar algo de comida extra, use mis piernas para tomarme con fuerza de la rama en la que había reposado y me deje colgar de cabeza para observar que podía estar cerca, esperaba que fuese uno de esos ciervos que sacian el apetito… no, un ciervo no desgarra ramas “Un momento ¿ Qué animal desgarra ramas?” Nunca me había hecho tal pregunta.

Ahora temía que el animal que encontrase fuese una criatura malvada que me descuartizara 5 veces antes de siquiera tocar el suelo, traté de subir nuevamente la rama pero cuando iba a medio camino esta sucumbió ante el peso. Si aquella caída la frenaba el suelo la cosa sería grave, era una altura peligrosa y nada grata, lo mejor que podía hacer era buscar la manera de reducir velocidad. Así comenzó mi plan de estrellarme con cada rama que veía, en algunas trataba de sujetarme pero terminaba resbalando y cortándome, pude contar al menos 7 golpes antes de llegar al suelo.

 Me senté adolorido en el suelo mientras miraba mis manos sangrantes y sucias, sentía como si me hubiesen vuelto a golpear sin piedad, aquella sensación cada vez era más continua y nada grata. Por si fuese poco el animal que hacía aquella clase de ruidos se acercaba, escuchaba sus pasos cada vez más cercanos y el miedo se apoderaba de mi cuerpo, ya no tenía oportunidad de hacerle frente o huir.

  Al ver que aquello a lo que tanto temía había sido el bio-cibernético que me entregó la carta hace un tiempo no pude evitar reír,  aun recordaba la primera impresión que me había causado, aquel ser era algo agradable, me sentía tan idiota por haber temido.

- Saludos Adie ¿Qué te trae por esta zona? ¿Acaso traes otra carta que me indique que debo quemar figuras de madera? – Bromeé mientras limpiaba la sangre de mis manos en el pantalón y me levantaba con cierta molestia, si los golpes ya me dolían en aquel momento mañana sería mucho peor.

Adie me explicó el motivo que lo llevaba hasta aquella zona, por lo visto tenía el presentimiento de que había una carta cerca que debía ser entregada, no entendía exactamente como podía presentir aquello… generalmente uno presentía el peligro pero no una carta extraviada.  El método de búsqueda que usaba parecía ser algo confuso y complicado, simplemente daba 217 pasos y buscaba, es como si aquel número significara algo pero ni loco planeaba preguntar.

- ¿Pero estás dando 217 pasos de que distancia? Podrían ser de distancia común y no como las zancadas que tú puedes dar… existe mucha diferencia. – Al parecer Adie no había tomado en cuenta aquel dato. – Pero no te preocupes mi estimado Adie, hoy es tu día de suerte, te ayudaré a cumplir tu deber aunque nos tome todo el día. – Comenté mientras trataba de alcanzar la espalda del bio-cibernético para darle unas palmadas. – O dejaré de llamarme Fredericksen Candau.

La búsqueda con el bio-cibernético al principio fue amena, el revisaba por las alturas y yo la parte terrestre, nuestras alturas eran perfectas para una búsqueda sin tener que hacer muchas pausas, a veces hasta hacía caso y cavaba con la esperanza de conseguir la carta enterrada. Pero según iba pasando el tiempo la diversión iba desapareciendo, el cansancio se hacía presente y solo me daban ganas de retirarme, el problema es que ya había hecho la promesa a Adie y no planeaba romperla.

Si tuviese tenido que decir todas las veces que conté hasta 217 hubiese mentido, la verdad es que habían sido tantas que ya hasta se me había olvidado, las piernas comenzaban a quemarme pero el gigante de Adie seguía como si nada… seguramente porque estaba hecho para eso, vaya fortuna. Me percaté que casi siempre habíamos estado caminando en línea recta, si mi sentido de la orientación estaba bien hacía al frente no había nada y a los otros lados tampoco había nada.

- Adie, si te soy sincero dudo que vayamos a encontrar algo.- Levanté la mirada para observar al Bio-cibernético, él claramente se negó a aceptar mis palabras, estaba convencido que había una carta que encontrar y no planeaba desistir de su misión “Que ser tan testarudo.”

Me pasé las manos por el rostro buscado una manera de convencerlo, algo debía hacer, estaba por conseguir las palabras exactas cuando el tenue sonido de las gotas caer llegó a mis oídos, en aquel sitio no había fuentes de agua cercanas ¿O sí? Levanté la mirada observando a todos lados, en la lejanía había algo que no combinaba con el bosque, parecía una construcción “¿Qué rayos hace aquello en la mitad de la nada?” Sentía curiosidad, hubiese dejado al bio-cibernético con tan solo querer ir a revisar pero no podía solo.

- Un momento, creo que siento… siento el llamado de la carta. – Mentí tratando de llamar la atención de Adie, sabía que estaba mal pero sería la única cosa que podía hacer  para que hiciese caso. – Creo que viene desde allá. – Señale a la estructura que me había llamado la atención mientras daba un paso y apuraba a Adie con una mano. – Vamos amigos, no podemos dejar que esa carta se escape.

Apresuré el paso hacía el sitio ignorando los múltiples puntos de dolor presentes en mi, había sido grato saber que Adie me seguía, de cierto modo me sentía mal por mentirle pero también me alegraba haber tomado un descanso de esa eterna búsqueda sin resultado.

Realmente la estructura quedaba muy bien posicionada, le rodeaba un pequeño lago y se podía ver a las mariposas danzar en el aire, si antes había creído que el bosque resultaba relajante me había equivocado, aquel sitio lo era mucho más, inspiraba cierta paz interior difícil de describir. Los árboles cercanos estaban posicionados de tal manera que leves rayos de luz iluminaban el altar, la claridad de estos no resultaba molesta, era tenue pero más que suficiente, por alguna razón intuí que podía pasar el mismo efecto con la luz de luna,  si así era me agradaría quedarme para presenciar como la luz lunar pasaba sin problema entre las hojas e iluminaba la estatua del altar.

Caminé con cuidado con el temor de que mi simple presencia pudiese arruinar aquel paisaje, Adie me seguía de cerca y sin necesidad de mirarlo sabía que solo estaba atento al sitio donde se pudiese hallar aquella carta que tanto buscaba. La estatua en el altar era una obra, no tenía comparación con ninguna de las que había visto antes, sus rasgos eran finos y delicados e iban a compás con el ambiente, un sinfín de emociones se hacían presentes con tan solo mirarla, hasta parecía que tarareará una dulce y melosa canción al ritmo de la corriente del lago.

- ¿No es hermoso? – Pregunté a Adie sin poder esconder una sonrisa que se dibujaba en mi rostro, aquel sitio me había cautivado por completo.
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Pereció en la Soledad [Desafío] Empty Re: Pereció en la Soledad [Desafío]

Mensaje  Sigel Miér 29 Mar 2017, 21:07

El chirrido que emitió al ver, después de tantas horas buscando, parecía que fuera el agudo grito de un niño pequeño. No lo hizo intencionadamente. Entre sus muchas funciones, no estaba la de usar su voz metálica para expresar sentimientos. Lo más probable es que, aquel chirrido, fuera algo que se produjo por el roce de algunas de sus placas de metal. Nada importante  ni nada intencionado. Solo casualidad, simple y pura casualidad. Una lástima que Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, no poseía la función de creer en la casualidad. Todo cuanto veía era obra del 19: El chirrido que parecía un gritito de emoción, haber encontrado a Fred en el bosque y que le ayudase a encontrar la carta, dar exactamente 217 pasos e, incluso, el nombre de Fredericksen Candau (1 nombre con 18 letras, 1+18=19) era parte importante para el 19 que glorificaba Adie como si fuera un Dios.

-Confirmo, es muy hermoso- tampoco fue casualidad que contestase a Fred con una frase de 19 letras.

Se adelantó a su compañero con unas grandes zancadas. Sentía como la carta le llamaba: Quería ser entregado. Y no había mejor mensajero que Adie. Nadie discutiría tal afirmación. Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, jamás dejaba carta por entregar.

Se quedó enfrente del pedestal, tan cerca que parecía que estuviera besando al busto de mujer que había ahí tallado. Cogió la carta sin dejar de mirar cómo las lágrimas (¿estarían dentro del 19?) caían poco a poco por el rostro de la mujer de piedra. Cuando la carta se elevó un palmo del pedestal, la mujer dejó de llorar. Las rosas blancas del suelo se marchitaron al instante. Adie bajó la vista hacia ellas y emitió otro chirrido mecánico involuntario que bien podría parecer una disculpa. Tenía que cumplir su función principal. Costase lo que costase entregaría la carta pérdida a su destinatario.

¿Quién era ese destinatario? Adie no lo sabía. La carta estaba completamente en blanco. Por muchas vueltas que le diese, no había absolutamente nada. El sobre estaba en blanco, al igual como lo estaba la nota de su interior. Pero, había un destinatario. Adie podía sentirlo. Sentir esas cosas formaba parte de su función como mensajero.

-Hay pocas posibilidades de que encontremos a su destinatario,- el tercer chirrido era como un llanto- muchas menos que 19%. Las rosas blancas realizan la función de morir si no dejo la carta. La mujer de piedra realiza la función de llorar si tiene la carta. ¿Qué debemos hacer?-

_____________________

Fredericksen Candau: Créeme que hubiera sido mucho más divertido que tu nombre fuera de 19 letras y no de 18. He tenido que hacer algo raro para poder hacer la gracia de Adie. Ya entenderás, en un futuro, muy futuro, por qué es tan importante el número 19 para Adie. Pero dejemos de hablar de tramas futuras y hablemos de lo que hemos venido a hacer aquí y ahora. Tienes que tomar una decisión, una muy importante.
¿Dejar la carta o cogerla?
Una de las opciones lleva consigo un futuro mastereado personalizado en el cual resolveremos en profundidad toda esta historia.
Debo señalar que éste será tu último turno en el desafío.
Si crees que tu personaje no hará nada de eso y se te ocurre una idea más original como, destruir el pequeño altar, hazla. No lo dudes. La originalidad y la fidelidad hacia el propio personaje es algo que me gusta premiar.
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Pereció en la Soledad [Desafío] Empty Re: Pereció en la Soledad [Desafío]

Mensaje  Fredericksen Dom 02 Abr 2017, 09:16

No estaba preparado para el sonido que emitió mi colega, era algo sin comparación y no recordaba haber escuchado un sonido similar en el pasado, hasta me había asustado, un susto pasajero pero susto a fin de cuentas.  “Por suerte estaba cerca para saber de dónde venía.” Si hubiese escuchado aquello en la lejanía lo más probable es que me hubiese alterado, más de lo normal.

Era grato que Adie estuviese de acuerdo en que aquel panorama era hermoso, era algo que casi nunca se veía y consideraba una fortuna poder apreciarlo en aquel momento, lo mejor es que no había alguien que me pudiese molestar, por primera vez estaba pasándolo bien y no arruinaba nada, un gran avance.

Mientras yo seguía atontado observando el paisaje Adie se dirigió directo a un pedestal que había en el altar, quizá su forma de ser no le permitía contemplar cómo era debido aquel sitio. No sabía que había hecho exactamente Adie pero había estado mal, las rosas blancas perecieron al instante y la estatua había dejado de llorar. Nuevamente el chillido de aquel ser se hizo presente, debía saber qué rayos significaba aquel sonido pero debía luego, ahora lo importante era aquel sitio.

Algo tenía que ver la carta que había tomado el Bio-cibernético, de eso estaba seguro ¿Acaso era aquello lo que le daba la “magia” a aquel sitio? No quería inclinarme a creer que tan fantástico panorama era obra de magia, pero al ser retirada la carta había ocurrido un leve cambio, quizá sí sucedía algo más allá de mis conocimientos.

- Así que la mujer piedra llora si tiene la carta y las rosas mueren si no están… déjame veo bien eso. – Extendí la mano esperando a poder obtener la carta, podía haber una pista allí de aquello.

 Realmente la carta no parecía tener nada, estaba totalmente en blanco, me hubiese arriesgado a mojarla a ver si así resultaba algo pero temía que pudiese dañarse, si se dañaba lo más probable es que aquel sitio padeciera. Otro problema es que seguramente Adie se esforzara en llevarla para entregarla a quien sabe que, no había nombre alguno allí, podría usar una mentira piadosa para resolver el asunto o ser sincero… quizá un poco de ambas.

- Bien Adie, deja de hacer ese ruido raro y usemos la lógica un momento. Quizá la carta es para el que la consiga en este lugar, es una invitación a adorar la excelencia de este sitio… así que es lógico que nunca se hubiese entregado ya que no es para alguien en especial. – Quizá aquello no era mentira, podía ser cierto, los secretos que tuviese esa carta solo los sabía la persona que la había dejado allí. – Creo que lo más adecuado es dejar la carta, así la invitación seguirá presente y viéndolo desde cierto punto de vista… estás entregando la invitación al mundo ¿No crees que así es mucho mejor?

A final de cuentas casi ni le había mentido a Adie, había tratado de ser lo más sensato posible y esperaba que al regresar la carta el altar recuperara su antiguo estado, con las rosas blancas y la estatua de la chica llorando.

- Así que te dejo el honor Adie, entrega la carta. – Con cuidado le regresé la carta al Bio-cibernético, esperaba que no tuviese otra idea rara en mente.
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Mensaje  Sigel Vie 07 Abr 2017, 18:03

Ninguna de las muchas funciones de Adie era capaz de entender cómo una carta podía estar destinada a todas las personas de Aerandir a la vez. Una carta sin membrete y dirección le parecía tan absurda como una casa sin número ni puerta. Preguntarse cómo se diferencia esa metafórica casa de las demás y por dónde entraría sus habitante, era lo mismo que preguntarse cómo diferenciaría la carta de la mujer de piedra de las demás y cómo leerían el destinatario (Aerandir entera) su contenido si no había nada escrito en ella.

Movió la cabeza de lado a lado mientras trasteaba con sus largos dedos acabados en uñas; parecía como si sus manos acabasen en unas largas serpientes de metal que se enroscaban y se desenroscaban. Los hombres de carne llamaban a esa clase de gestos: “tics nerviosos”; Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, lo llamaba: “fallo en el sistema de funciones”. Cuando no sabía qué hacer o cuál de sus muchas funciones realizar, tenía que pararse a hacer algo similar a pensar mientras movía sus dedos.

Por fortuna, entre la  funciones de Fredericksen, hombre del bosque y muchas otras funciones,  estaba la de tomar decisiones difíciles referidas a las cartas dirigidas a toda Aerandir. Lo que propuso hizo que Adie ladease la cabeza en dirección a Fred. Las cartas se debían entregar a sus destinatarios. No podía dejarla ahí. Era su carta. La carta sin nombre, dirección ni texto. La carta debía de ser entregada. No podía dejarla ahí. No debía hacerlo. Estaba en contra de sus principios y en contra de su función de mensajero. Lo único que Fredericksen tenía a su favor es que él era quien poseía la función de toma de decisiones difíciles y no Adie.

Lentamente, puso la carta en el pedestal de la mujer de piedra. La calibró con una precisión milimétrica para que estuviera en el centro justo del pedestal con las  pupilas de los ojos llorosos de la mujer clavadas en la carta. Perfecto.

-Deberías dedicarte a la mensajería. Tú función de mensajero es mucho mejor que la de hombre del bosque-.

_____________________

* Fredericksen Candau: Lástima. La elección que has tomado es la que no lleva una misión detrás.

Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Los puntos han sido sumados directamente a tu perfil.
Objeto: Rosa blanca y lágrimas de mujer.
Rosa blanca y lágrimas de mujer:
Al final me voy a quedar con las ganas de hacer esta misión. Ya van dos intentos de hacerla jaajaja y los dos habéis dejado la carta.

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