Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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Rescatar al prisionero
13 días antes del colapso: Roilkat
Había pasado algo de tiempo luego de los eventos de Dundarak, pero, luego de atrapar a los culpables de este incidente en el domo de espejos, Belov no dejaba de pensar en el único sospechoso que habían encontrado en otra ocasión: el chico que se encargaba de la máquina de fuerza. Lo curioso es que, según el Oráculo, ese hombre era inocente, por lo que Belov se había planteado la tarea de liberarlo para obtener un poco más de información.
Si el Oráculo podía probar la inocencia de aquel chico y, además, encontrar al verdadero culpable, seguramente sería un significativo salto de popularidad para su creciente negocio de espejos, algo que, desde luego, no pensaba desaprovechar. Para ello, solicitó un pequeño grupo de aventureros que pudieran cumplir la tarea de rescatar al prisionero antes de su ejecución.
Las instrucciones para los valientes que tomarían la tarea eran bastante precisas, aunque nada fáciles de lograr, pues el trabajo no era simplemente sacar al prisionero y convertirlo en un prófugo, sino que debían encontrar la verdad detrás de aquel asunto y revelar al verdadero culpable. Si la información que había dado el Oráculo era cierta, algo que Belov confiaba que sí, el verdadero culpable podría estar en el público para asegurar la eliminación del joven.
Había sido un viaje largo: dos días volando en bégimos hasta llegar al recién construido Begipuerto de Dundarak, desde donde los viajeros tendrían que emprender su viaje hacia la prisión en donde mantenían cautivo al chico que respondía al nombre de Laud, aunque sin relación con el instrumento; una estafa, sin duda, pero inocente de los cargos que se le acusaban.
Nuestros valientes guerreros se encontrarían, sin embargo, con una sorpresa que cambiaría sus planes por completo: el joven Laud ya no estaba en la prisión donde les habían ordenado escabullirse, sino que era transportado a la plaza central de Dundarak, la misma donde las mariposas habían causado una masacre, y ahí sería ejecutado públicamente; un desesperado intento por recuperar la confianza del pueblo e intimidar a los criminales.
Una gran cantidad de personas marchaban hacia la plaza, así que bastaba con seguirlos para llegar al lugar indicado, donde, tras un momento de espera, llegaría un carruaje con decoraciones púrpuras. De él bajaron a un joven humano de unos 17 años, de cabello largo y descuidado, y unos ojos que delataban una evidente preocupación y miedo, así como unas ojeras que reflejaban la ausencia de descanso, pero eso último lo compartía con muchos en esos días.
Se encontraba en un patíbulo rodeado por una multitud de más de cien personas, y estaba custodiada por cerca de una docena de caballeros dragón.
Sacar al chico de ahí, a la vista de todos, no sería una tarea nada fácil, pero contaban con un par de objetos que les había proporcionado Belov antes de abandonar Roilkat. Una de ellas era un Mini Oráculo, una versión pequeña que ofrecía 3 respuestas, y que les sería de gran ayuda si formulaban las preguntas correctas. La otra era un pequeño paquete de galletas con forma de oso que les servirían para comer durante el viaje.
∞ Han pasado tres días desde que terminó el festival de los espejos. Ha sido un viaje largo hasta el norte, pero el tiempo ha pasado muy de prisa, considerando que no han sentido la necesidad de dormir durante todo el viaje, aunque no es un problema tan serio como el que han encontrado en Dundarak.
∞ El prisionero al que debían capturar está ahora a punto de sufrir una ejecución pública. Deberán idear un plan para liberarlo. Pueden sacarlo de ahí por las malas y convertirse todos en prófugos, o tratar de dar con el verdadero culpable para exonerar a Laud. Podrán hacer uso de lo que les ha entregado Belov para garantizar el éxito.
∞ Este desafío se deberá resolver en un par de rondas. Si logran cumplir la misión con éxito, recibirán 5 px y 200 aeros. Pero si fallan, no todo estará perdido: en ese caso recibirán un funeral con honores.
Si el Oráculo podía probar la inocencia de aquel chico y, además, encontrar al verdadero culpable, seguramente sería un significativo salto de popularidad para su creciente negocio de espejos, algo que, desde luego, no pensaba desaprovechar. Para ello, solicitó un pequeño grupo de aventureros que pudieran cumplir la tarea de rescatar al prisionero antes de su ejecución.
Las instrucciones para los valientes que tomarían la tarea eran bastante precisas, aunque nada fáciles de lograr, pues el trabajo no era simplemente sacar al prisionero y convertirlo en un prófugo, sino que debían encontrar la verdad detrás de aquel asunto y revelar al verdadero culpable. Si la información que había dado el Oráculo era cierta, algo que Belov confiaba que sí, el verdadero culpable podría estar en el público para asegurar la eliminación del joven.
10 días antes del colapso: Dundarak
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Había sido un viaje largo: dos días volando en bégimos hasta llegar al recién construido Begipuerto de Dundarak, desde donde los viajeros tendrían que emprender su viaje hacia la prisión en donde mantenían cautivo al chico que respondía al nombre de Laud, aunque sin relación con el instrumento; una estafa, sin duda, pero inocente de los cargos que se le acusaban.
Nuestros valientes guerreros se encontrarían, sin embargo, con una sorpresa que cambiaría sus planes por completo: el joven Laud ya no estaba en la prisión donde les habían ordenado escabullirse, sino que era transportado a la plaza central de Dundarak, la misma donde las mariposas habían causado una masacre, y ahí sería ejecutado públicamente; un desesperado intento por recuperar la confianza del pueblo e intimidar a los criminales.
Una gran cantidad de personas marchaban hacia la plaza, así que bastaba con seguirlos para llegar al lugar indicado, donde, tras un momento de espera, llegaría un carruaje con decoraciones púrpuras. De él bajaron a un joven humano de unos 17 años, de cabello largo y descuidado, y unos ojos que delataban una evidente preocupación y miedo, así como unas ojeras que reflejaban la ausencia de descanso, pero eso último lo compartía con muchos en esos días.
Se encontraba en un patíbulo rodeado por una multitud de más de cien personas, y estaba custodiada por cerca de una docena de caballeros dragón.
Sacar al chico de ahí, a la vista de todos, no sería una tarea nada fácil, pero contaban con un par de objetos que les había proporcionado Belov antes de abandonar Roilkat. Una de ellas era un Mini Oráculo, una versión pequeña que ofrecía 3 respuestas, y que les sería de gran ayuda si formulaban las preguntas correctas. La otra era un pequeño paquete de galletas con forma de oso que les servirían para comer durante el viaje.
- Laud:
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∞ Han pasado tres días desde que terminó el festival de los espejos. Ha sido un viaje largo hasta el norte, pero el tiempo ha pasado muy de prisa, considerando que no han sentido la necesidad de dormir durante todo el viaje, aunque no es un problema tan serio como el que han encontrado en Dundarak.
∞ El prisionero al que debían capturar está ahora a punto de sufrir una ejecución pública. Deberán idear un plan para liberarlo. Pueden sacarlo de ahí por las malas y convertirse todos en prófugos, o tratar de dar con el verdadero culpable para exonerar a Laud. Podrán hacer uso de lo que les ha entregado Belov para garantizar el éxito.
∞ Este desafío se deberá resolver en un par de rondas. Si logran cumplir la misión con éxito, recibirán 5 px y 200 aeros. Pero si fallan, no todo estará perdido: en ese caso recibirán un funeral con honores.
Ansur
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Re: Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Una vez solucionado el problema con los espejos del domo de cristal, gracias a la colaboración de los defensores de Belov y también a la intervención de otros de los asistentes al evento, por fin los ánimos se calmaron, al menos entre los inocentes. El Oráculo dejó en evidencia a los culpables de todo el asunto, con lo que mientras algunos de los invitados salían del recinto en busca de un poco de aire fresco, los guardias procedieron a hacer los arrestos pertinentes.
- Parece que por fin se acabó, deberíamos irnos. - comentó Ivaran, nada más llegar junto a la cuerva. - Ah… sí… - murmuró ella, relajándose un poco tras su pelea contra la sombra e iniciando el camino hacia el exterior. El elfo andaba a su lado, mirándola de soslayo mientras cavilaba acerca de todo lo sucedido aquella caótica noche.
Su breve estancia en el interior de uno de los espejos de la sala había despertado muchas más dudas acerca de la morena, ya que su “mundo ideal” no incluía a Celene por ninguna parte, es más, estaba casi seguro de que su ausencia se debía a algún conflicto entre ambas, y debía averiguar el motivo. - ¿Cómo podría sacar el tema? - se preguntó mentalmente, mientras se acercaban a la salida.
Nada más traspasar la barrera del domo, vieron el alivio reflejado en los rostros de aquellos que se encontraban fuera, pero no se detuvieron demasiado, siguieron su camino hacia la posada, donde esperaban poder descansar hasta la mañana siguiente. Sin embargo, ninguno de los dos pudo conciliar el sueño con facilidad, su visita a la ciudad de cristal les había dado mucho en lo que pensar en apenas un par de horas.
Para cuando se reunieron en el comedor, ambos estaban más callados que de costumbre, Ava porque había estado dando vueltas a la fantasía que el espejo le había mostrado, e Ivaran porque aún no sabía cómo preguntar a la joven sobre su madre sin exponerse o hacer que se cerrase.
- Por cierto… el truco que usaste, lo de la armadura… no me lo esperaba, parece útil. - comentó para romper el silencio, consiguiendo que la alada apartase la vista de su plato momentáneamente. - Ah, e… eso, la encanté hace algún tiempo, pero no había tenido oportunidad de poner a prueba la ilusión. - contestó ella, bastante conforme con el resultado de su trabajo. - Pues funciona, a mí por lo menos me engañó por completo. - intervino de nuevo, mostrándose amable para que la muchacha se sintiese cómoda y siguiese hablando.
- Gra… gracias, hay eventos a los que no dejan entrar a gente armada… pero no quería renunciar a la seguridad que me hace sentir… por eso lo hice. - reveló, bajando un poco la voz. - Te entiendo. - soltó, viendo en aquel resquicio de sinceridad por parte de la cuerva la ocasión que estaba esperando. - Te has acostumbrado tanto a llevarla que no te sientes a gusto sin ella, pero no es algo malo… - continuó, midiendo cada una de sus palabras para crear el ambiente adecuado antes de abordar el tema que le interesaba realmente.
- No es agradable verse indefenso cuando surge algún imprevisto como el de anoche, así que entiendo que no quieras desprenderte de tu armadura, pero a veces el peligro va más allá de lo físico… - dijo con tranquilidad, clavando sus grisáceos ojos sobre la Midgardiana. - También hay que trabajar la mente para no caer en trampas como la de los espejos… y hablando de eso, ¿estás bien? - preguntó, provocando que de forma inconsciente, el cuerpo de la alada se tensase un poco.
- Cuando intenté sacarte del sueño me dio la impresión de que algo te estaba atormentando, por eso te aferrabas a la fantasía… ¿se trata de tu pasado? Hablar de ello podría ayudarte a pasar página, yo te escucharé. - se ofreció el peliblanco, con fingida amabilidad. - Gra… gracias Ivaran, gracias por haberme ayudado a ver la verdad cuando tenía la mente nublada… pero… - respondió con lentitud la mujer bestia, dispuesta a rechazar educadamente su oferta, ya que no se veía capaz de revelar su historia al elfo, no todavía, pero para su fortuna, un extraño los interrumpió justo en aquel momento.
- Buenos días, mi nombre es Eidan, vengo en nombre de mi señor, Belov. - se presentó, mientras Ivaran lo atravesaba con una fría mirada y maldecía para sus adentros por su inoportuna llegada. - Al defender a mi señor durante el incidente de anoche se han ganado su confianza, es por eso que me ha enviado a buscarlos, tiene una oferta para ustedes, hagan el favor de acompañarme. - pidió, y movida por la curiosidad, Ava no dudó en levantarse de la mesa, con lo que el hijo del bosque no tuvo más remedio que hacer lo mismo.
La reunión con el humano fue más bien breve, quería contratarlos para que lo ayudasen a salvar a un prisionero que según él, era inocente de los cargos de los que se le culpaba, y por los que se le iba a ejecutar. Su intención era la de salvar una vida, y eso, sumado al detalle de que para llevar a cabo el trabajo tendrían que viajar a Dundarak, la capital del territorio de los dragones, fue suficiente para convencer a la joven.
Y así fue como ambos terminaron embarcándose en algo que no habrían imaginado al llegar a la ciudad de cristal, un encargo que los iba a llevar hasta la otra punta del continente.
- Gracias a Imbar. - soltó sin pensarlo el peliblanco al pisar tierra de nuevo tras dos días de vuelo a lomos de un bégimo. Nunca se había alegrado tanto de sentir el suelo bajo sus botas, quedaba claro que no estaba hecho para las alturas, todo lo contrario a la morena, que había disfrutado del trayecto mucho más que él.
La diferencia entre ambos era más que evidente, Ava estaba acostumbrada a volar y se sentía cómoda en aquel ambiente, mientras que el arquero, atado a la tierra por haber heredado unas alas que solo le servían de adorno, solo podía limitarse a mirar al cielo con cierta envidia y frustración.
Pero no era momento de dejar que aquellas emociones lo embargasen, estaban allí por trabajo, y cuanto antes lo terminasen mejor. El problema era que la tarea que Belov les había encomendado no era nada sencilla, debían rescatar al tal Laud, nombre de lo más curioso para un humano, de la prisión en que estaba retenido, y pronto encontrarían que las cosas se habían complicado aún más justo antes de su llegada.
Cuando entraron en la ciudad se dieron cuenta de que había mucha gente en la calle, y que por algún motivo, todo el mundo iba en la misma dirección. - ¿A quién dices que van a ejecutar? - preguntaba una mujer, a la que iba a su lado. - A un chico, el que estaba en la máquina de fuerza cuando lo de las mariposas, ¿cómo se llamaba? ¿Laud? - respondió, captando la atención de los hermanos.
Sin querer precipitarse, Ivaran tomó la iniciativa y decidió acercarse a un pequeño grupo para preguntar qué ocurría, valiéndose de la excusa de que acababan de llegar a Dundarak, y pudo confirmar sus sospechas, el tiempo se les acababa. - Ava, rápido, tenemos que llegar a la plaza, han adelantado la ejecución. - la apremió, abriéndose paso entre el gentío para alcanzar el sitio en cuestión y situarse lo más cerca posible del cadalso.
El carruaje no tardó en hacer acto de presencia, y los guardias escoltaron al asustado muchacho hacia el patíbulo, donde de un momento a otro se leerían los cargos y se procedería a llevar a cabo la sentencia. - ¿Qué hacemos? - preguntó la alada, ya que irrumpir por las malas para sacar al chico no parecía una buena idea, estaban en clara desventaja. - Deja que piense… - replicó, analizando los alrededores en busca de algo que pudiese ayudarlos, aunque no encontró gran cosa. - Esto no tenía que ser así, Belov nos ha metido en un buen lío. - soltó, algo molesto con la situación.
- Lo sé, pe… pero no podemos quedarnos mirando sin más mientras castigan a un inocente. - habló la joven, buscando en su bolsa hasta dar con el pequeño espejo que el humano les había entregado como recompensa por haberlo defendido. - Po… podemos usar el Oráculo para demostrar que no es culpable. - propuso, pero ¿creerían a unos completos extraños? Esa era la cuestión.
- Que remedio, al menos lo intentaremos. - cedió el peliblanco, haciendo un gesto de cabeza a su compañera para que intentasen acercarse un poco más al prisionero. Traspasar la línea de los caballeros dragón sería complicado, así que tendrían que interrumpir la ejecución de algún modo para que les dejasen hablar en favor del humano. - ¿Está el verdadero culpable aquí, entre el público? - preguntó Ava, al pequeño espejo que sostenía aún en sus manos.[1]
No sería raro que el causante del problema se encontrase allí para asegurarse de que otro pagaba por su crimen antes de seguir su camino, o eso pensó ella, el Oráculo diría si sus sospechas iban bien encaminadas o no.
Off: [1] Utilizo el primer uso del mini oráculo.
Si se les ocurre algún plan pueden acercarse a Ava e Ivaran y contar con ellos para que los apoyen.
- Parece que por fin se acabó, deberíamos irnos. - comentó Ivaran, nada más llegar junto a la cuerva. - Ah… sí… - murmuró ella, relajándose un poco tras su pelea contra la sombra e iniciando el camino hacia el exterior. El elfo andaba a su lado, mirándola de soslayo mientras cavilaba acerca de todo lo sucedido aquella caótica noche.
Su breve estancia en el interior de uno de los espejos de la sala había despertado muchas más dudas acerca de la morena, ya que su “mundo ideal” no incluía a Celene por ninguna parte, es más, estaba casi seguro de que su ausencia se debía a algún conflicto entre ambas, y debía averiguar el motivo. - ¿Cómo podría sacar el tema? - se preguntó mentalmente, mientras se acercaban a la salida.
Nada más traspasar la barrera del domo, vieron el alivio reflejado en los rostros de aquellos que se encontraban fuera, pero no se detuvieron demasiado, siguieron su camino hacia la posada, donde esperaban poder descansar hasta la mañana siguiente. Sin embargo, ninguno de los dos pudo conciliar el sueño con facilidad, su visita a la ciudad de cristal les había dado mucho en lo que pensar en apenas un par de horas.
Para cuando se reunieron en el comedor, ambos estaban más callados que de costumbre, Ava porque había estado dando vueltas a la fantasía que el espejo le había mostrado, e Ivaran porque aún no sabía cómo preguntar a la joven sobre su madre sin exponerse o hacer que se cerrase.
- Por cierto… el truco que usaste, lo de la armadura… no me lo esperaba, parece útil. - comentó para romper el silencio, consiguiendo que la alada apartase la vista de su plato momentáneamente. - Ah, e… eso, la encanté hace algún tiempo, pero no había tenido oportunidad de poner a prueba la ilusión. - contestó ella, bastante conforme con el resultado de su trabajo. - Pues funciona, a mí por lo menos me engañó por completo. - intervino de nuevo, mostrándose amable para que la muchacha se sintiese cómoda y siguiese hablando.
- Gra… gracias, hay eventos a los que no dejan entrar a gente armada… pero no quería renunciar a la seguridad que me hace sentir… por eso lo hice. - reveló, bajando un poco la voz. - Te entiendo. - soltó, viendo en aquel resquicio de sinceridad por parte de la cuerva la ocasión que estaba esperando. - Te has acostumbrado tanto a llevarla que no te sientes a gusto sin ella, pero no es algo malo… - continuó, midiendo cada una de sus palabras para crear el ambiente adecuado antes de abordar el tema que le interesaba realmente.
- No es agradable verse indefenso cuando surge algún imprevisto como el de anoche, así que entiendo que no quieras desprenderte de tu armadura, pero a veces el peligro va más allá de lo físico… - dijo con tranquilidad, clavando sus grisáceos ojos sobre la Midgardiana. - También hay que trabajar la mente para no caer en trampas como la de los espejos… y hablando de eso, ¿estás bien? - preguntó, provocando que de forma inconsciente, el cuerpo de la alada se tensase un poco.
- Cuando intenté sacarte del sueño me dio la impresión de que algo te estaba atormentando, por eso te aferrabas a la fantasía… ¿se trata de tu pasado? Hablar de ello podría ayudarte a pasar página, yo te escucharé. - se ofreció el peliblanco, con fingida amabilidad. - Gra… gracias Ivaran, gracias por haberme ayudado a ver la verdad cuando tenía la mente nublada… pero… - respondió con lentitud la mujer bestia, dispuesta a rechazar educadamente su oferta, ya que no se veía capaz de revelar su historia al elfo, no todavía, pero para su fortuna, un extraño los interrumpió justo en aquel momento.
- Buenos días, mi nombre es Eidan, vengo en nombre de mi señor, Belov. - se presentó, mientras Ivaran lo atravesaba con una fría mirada y maldecía para sus adentros por su inoportuna llegada. - Al defender a mi señor durante el incidente de anoche se han ganado su confianza, es por eso que me ha enviado a buscarlos, tiene una oferta para ustedes, hagan el favor de acompañarme. - pidió, y movida por la curiosidad, Ava no dudó en levantarse de la mesa, con lo que el hijo del bosque no tuvo más remedio que hacer lo mismo.
La reunión con el humano fue más bien breve, quería contratarlos para que lo ayudasen a salvar a un prisionero que según él, era inocente de los cargos de los que se le culpaba, y por los que se le iba a ejecutar. Su intención era la de salvar una vida, y eso, sumado al detalle de que para llevar a cabo el trabajo tendrían que viajar a Dundarak, la capital del territorio de los dragones, fue suficiente para convencer a la joven.
Y así fue como ambos terminaron embarcándose en algo que no habrían imaginado al llegar a la ciudad de cristal, un encargo que los iba a llevar hasta la otra punta del continente.
- Gracias a Imbar. - soltó sin pensarlo el peliblanco al pisar tierra de nuevo tras dos días de vuelo a lomos de un bégimo. Nunca se había alegrado tanto de sentir el suelo bajo sus botas, quedaba claro que no estaba hecho para las alturas, todo lo contrario a la morena, que había disfrutado del trayecto mucho más que él.
La diferencia entre ambos era más que evidente, Ava estaba acostumbrada a volar y se sentía cómoda en aquel ambiente, mientras que el arquero, atado a la tierra por haber heredado unas alas que solo le servían de adorno, solo podía limitarse a mirar al cielo con cierta envidia y frustración.
Pero no era momento de dejar que aquellas emociones lo embargasen, estaban allí por trabajo, y cuanto antes lo terminasen mejor. El problema era que la tarea que Belov les había encomendado no era nada sencilla, debían rescatar al tal Laud, nombre de lo más curioso para un humano, de la prisión en que estaba retenido, y pronto encontrarían que las cosas se habían complicado aún más justo antes de su llegada.
Cuando entraron en la ciudad se dieron cuenta de que había mucha gente en la calle, y que por algún motivo, todo el mundo iba en la misma dirección. - ¿A quién dices que van a ejecutar? - preguntaba una mujer, a la que iba a su lado. - A un chico, el que estaba en la máquina de fuerza cuando lo de las mariposas, ¿cómo se llamaba? ¿Laud? - respondió, captando la atención de los hermanos.
Sin querer precipitarse, Ivaran tomó la iniciativa y decidió acercarse a un pequeño grupo para preguntar qué ocurría, valiéndose de la excusa de que acababan de llegar a Dundarak, y pudo confirmar sus sospechas, el tiempo se les acababa. - Ava, rápido, tenemos que llegar a la plaza, han adelantado la ejecución. - la apremió, abriéndose paso entre el gentío para alcanzar el sitio en cuestión y situarse lo más cerca posible del cadalso.
El carruaje no tardó en hacer acto de presencia, y los guardias escoltaron al asustado muchacho hacia el patíbulo, donde de un momento a otro se leerían los cargos y se procedería a llevar a cabo la sentencia. - ¿Qué hacemos? - preguntó la alada, ya que irrumpir por las malas para sacar al chico no parecía una buena idea, estaban en clara desventaja. - Deja que piense… - replicó, analizando los alrededores en busca de algo que pudiese ayudarlos, aunque no encontró gran cosa. - Esto no tenía que ser así, Belov nos ha metido en un buen lío. - soltó, algo molesto con la situación.
- Lo sé, pe… pero no podemos quedarnos mirando sin más mientras castigan a un inocente. - habló la joven, buscando en su bolsa hasta dar con el pequeño espejo que el humano les había entregado como recompensa por haberlo defendido. - Po… podemos usar el Oráculo para demostrar que no es culpable. - propuso, pero ¿creerían a unos completos extraños? Esa era la cuestión.
- Que remedio, al menos lo intentaremos. - cedió el peliblanco, haciendo un gesto de cabeza a su compañera para que intentasen acercarse un poco más al prisionero. Traspasar la línea de los caballeros dragón sería complicado, así que tendrían que interrumpir la ejecución de algún modo para que les dejasen hablar en favor del humano. - ¿Está el verdadero culpable aquí, entre el público? - preguntó Ava, al pequeño espejo que sostenía aún en sus manos.[1]
No sería raro que el causante del problema se encontrase allí para asegurarse de que otro pagaba por su crimen antes de seguir su camino, o eso pensó ella, el Oráculo diría si sus sospechas iban bien encaminadas o no.
Off: [1] Utilizo el primer uso del mini oráculo.
Si se les ocurre algún plan pueden acercarse a Ava e Ivaran y contar con ellos para que los apoyen.
Ava Kenrith
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Re: Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Dundarak.
Invierno.
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Tras mi encuentro inusual con aquel escolta que me reconoció luego de aquel caos en el domo, ahora había accedido a apoyar al enano de Belov una vez más en un encargo a mi tierra natal, Dundarak.
- Ahora que tenemos los días de vida contados ¿Quieres ver a nuestros hermanos y ...? - No terminó de hablar. Mi gélida mirada lo paralizó. En primera porque nadie debía enterarse de semejante mensaje, eso solo podría empeorar las cosas, y segundo... no iba a tocar ese tema, no ahora.
- Nos enfocaremos en la tarea y una vez que salgamos de esto, hablaré con Belov de lo ocurrido en el domo. - Corté sin más. El hecho de no dormir me ponía de mal humor y pensar siquiera en hacerlo generaba pesadillas bastante perturbadoras. Es decir, podía lidiar con cosas peculiares , no lo sé, como tentáculos recorriendo el cuerpo pero lidiar con mis propios demonios, eso... eso era otro nivel.
El primer encuentro con Belov fue fugaz, aunque lleno de sorpresas, me alegraba ver al niño anciano sano y salvo. Le expliqué al mismo tiempo que en esta ocasión llevaría conmigo a mi hermano, quien se presentó tímidamente y agachado para no intimar al niño. Tampoco esperé ver caras familiares que me generaron cierto alivio, sabía por experiencia que eran buenos aliados. Los detalles de la tarea se nos fue otorgado así como ciertos objetos. Entendía el efecto del pequeño oráculo, pero preferí reservarme su uso para luego debido a mi reciente no tan buena experiencia con él, lo segundo me generó duda. ¿Por qué galletas? ¿Por qué de osos? - ¿Para que sirven las galletas? - Sería una de las preguntas que haría en aquella reunión.
Básicamente había que salvar la vida de alguien. Al principio pensé que sería tonto, es decir el fin estaba cerca para todos. De inmediato negué ese pensamiento.Si estaba allí era para tratar de hallar una solución. Hallar a alguien tomaría tiempo por lo que francamente la opción de sacarlo si bien era absurda podía al menos garantizar la vida del muchacho.
La llegada a Dundarak, sitio que creía en este punto maldito, los planes cambiaron de repente. Íbamos detrás de Ava e Ivaran entre aquella multitud ¿Qué sucedía? La respuesta no tardó en llegar entre los comentarios de los aldeanos. - Tch... Mierda. - Bufé.
- La cosa se complica. - Agregó Meleis. - Necesitamos distraer a la gente y sacar a ese chico de ahí. Tu has vivido aquí toda la vida, alguien debe conocerte ¿no? - Pregunté en un intento desesperado a mi hermano.
- ¡Vivía entre libros Merax!... pero puedo intentarlo. - Dijo algo inseguro. Con eso me bastaba, de inmediato miré a la pareja de en frente. - Trataremos de atrasar esto y darles tiempo, si es que está, al mal nacido del culpable. Si la cosa no sale bien, verán mi señal. - Expliqué en la pedida que comenzaba a dar empujones entre las personas para abrirme paso hacia el frente.
Meleis iba detrás de mí, disculpándose en mi nombre. - Tu turno. - Lo miré al estar ya en primera fila. Tensó sus manos, y a pesar del frío sudaba de los nervios. Tragó saliva. - ¡Ay por amor de...! -
- ¡Habitantes de Dundarak! - Proyectó de un modo que me dejó boquiabierta. - ¡Loados sean los Antiguos! ¡Mi nombre es Meleis Balerion! Uno de ustedes, nacido aquí. ¡Me gustaría tener su permiso de decir unas palabras en nombre de ese joven! - Se notaba el esfuerzo sobrehumano que hacía para poder hacerse notar, esperaba que aquello llamara la atención de guardias, aldeanos y verdugo por igual. Por mi parte me fui haciendo un poco para atrás, pues, si la cosa no funcionaba bien habría que improvisar. (*)
- Ahora que tenemos los días de vida contados ¿Quieres ver a nuestros hermanos y ...? - No terminó de hablar. Mi gélida mirada lo paralizó. En primera porque nadie debía enterarse de semejante mensaje, eso solo podría empeorar las cosas, y segundo... no iba a tocar ese tema, no ahora.
- Nos enfocaremos en la tarea y una vez que salgamos de esto, hablaré con Belov de lo ocurrido en el domo. - Corté sin más. El hecho de no dormir me ponía de mal humor y pensar siquiera en hacerlo generaba pesadillas bastante perturbadoras. Es decir, podía lidiar con cosas peculiares , no lo sé, como tentáculos recorriendo el cuerpo pero lidiar con mis propios demonios, eso... eso era otro nivel.
El primer encuentro con Belov fue fugaz, aunque lleno de sorpresas, me alegraba ver al niño anciano sano y salvo. Le expliqué al mismo tiempo que en esta ocasión llevaría conmigo a mi hermano, quien se presentó tímidamente y agachado para no intimar al niño. Tampoco esperé ver caras familiares que me generaron cierto alivio, sabía por experiencia que eran buenos aliados. Los detalles de la tarea se nos fue otorgado así como ciertos objetos. Entendía el efecto del pequeño oráculo, pero preferí reservarme su uso para luego debido a mi reciente no tan buena experiencia con él, lo segundo me generó duda. ¿Por qué galletas? ¿Por qué de osos? - ¿Para que sirven las galletas? - Sería una de las preguntas que haría en aquella reunión.
Básicamente había que salvar la vida de alguien. Al principio pensé que sería tonto, es decir el fin estaba cerca para todos. De inmediato negué ese pensamiento.Si estaba allí era para tratar de hallar una solución. Hallar a alguien tomaría tiempo por lo que francamente la opción de sacarlo si bien era absurda podía al menos garantizar la vida del muchacho.
La llegada a Dundarak, sitio que creía en este punto maldito, los planes cambiaron de repente. Íbamos detrás de Ava e Ivaran entre aquella multitud ¿Qué sucedía? La respuesta no tardó en llegar entre los comentarios de los aldeanos. - Tch... Mierda. - Bufé.
- La cosa se complica. - Agregó Meleis. - Necesitamos distraer a la gente y sacar a ese chico de ahí. Tu has vivido aquí toda la vida, alguien debe conocerte ¿no? - Pregunté en un intento desesperado a mi hermano.
- ¡Vivía entre libros Merax!... pero puedo intentarlo. - Dijo algo inseguro. Con eso me bastaba, de inmediato miré a la pareja de en frente. - Trataremos de atrasar esto y darles tiempo, si es que está, al mal nacido del culpable. Si la cosa no sale bien, verán mi señal. - Expliqué en la pedida que comenzaba a dar empujones entre las personas para abrirme paso hacia el frente.
Meleis iba detrás de mí, disculpándose en mi nombre. - Tu turno. - Lo miré al estar ya en primera fila. Tensó sus manos, y a pesar del frío sudaba de los nervios. Tragó saliva. - ¡Ay por amor de...! -
- ¡Habitantes de Dundarak! - Proyectó de un modo que me dejó boquiabierta. - ¡Loados sean los Antiguos! ¡Mi nombre es Meleis Balerion! Uno de ustedes, nacido aquí. ¡Me gustaría tener su permiso de decir unas palabras en nombre de ese joven! - Se notaba el esfuerzo sobrehumano que hacía para poder hacerse notar, esperaba que aquello llamara la atención de guardias, aldeanos y verdugo por igual. Por mi parte me fui haciendo un poco para atrás, pues, si la cosa no funcionaba bien habría que improvisar. (*)
- Off:
- - Pregunto de que van las galletas solo para saber si tienen algún uso en particular como el mini oráculo.
- Uso a Meleis de distractor como ciudadano de Dundarak.
- * Tras comenzar a escabullirme un poco más atrás en la multitud, meto la mano en mi bolsa para sostener la Bomba de Luz. Señal que será usada de ser necesario en mi siguiente ronda.Outfit[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
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Re: Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
No había podido dormir. Eso era un problema que se agravaba con cada nuevo día. Al principio, simplemente eran más horas en las que podía entrenar mi magia, quizás. ¿Entrenar? ¿Eso hacía?... Sí, entrenaba, lo recuerdo, quizás. Lo seguro es que mantenía mi mente ocupada para no pensar en lo que sea que sucedió durante mi última muerte. También había intentado practicar mi arte arcano o tocar la ocarina, pero tales actividades suponían un nivel de concentración que ya no poseía.
Xana, por otro lado... ¿Qué hacía ella?
En cualquier caso, alguien vino a nosotros para solicitar nuestra ayuda en el rescate de un individuo polémico. Sabiendo lo que sabía, no vi la necesidad de hacer algo al respecto. Xana, aun así, aceptó por los dos y me arrastró con ella a esta nueva misión, cuyo resultado, a pocos días del fin, parecía que perduraría como un castillo de arena bajo la lluvia.
No, un momento, hay algo que no conté bien. ¿Primero aceptamos la misión y luego pasamos nuestros días entrenando sin dormir? ¿Cuándo sucedió cada cosa?
No importa, es irrelevante recordar el orden de los eventos. El punto es que partimos rumbo a Dundarak, volando en bégimos, de esos mismos que protagonizaron un catastrófico vuelo tiempo atrás.
Ahora lo recuerdo: Xana intentó conversar conmigo en el viaje, pero eso desembocó en una discusión, ya ni recuerdo sobre qué, seguramente una tontería, pero que dejó en manifiesto que yo no era el único con mal humor.
Luego pasamos el tiempo sin iniciar otra conversación. Días después me enteraría de que Xana, tras la discusión, había llorado en silencio por ser terriblemente consciente de que vivía sus últimos días peleándose con la persona que amaba y, sobre todo, sin haber logrado lo que tanto se había propuesto conseguir.
Una vez en la ciudad de los dragones, nos concentramos en la misión, dejando de lado todo lo demás. Incluso cuando un pensamiento impertinente nacía, era enterrado con un repaso mental de las instrucciones dadas por Belov. No obstante, las nuevas circunstancias problemáticas fueron lo suficientemente estimulantes para evitar recordar lo absurdo de nuestra situación ante el inminente final.
Mis compañeros... Ah, sí, olvidé mencionarlo. Estaba con dos parejas que ya había conocido antes, pues el mundo, a pesar de su inmensidad, daba lugar a reencuentros con una frecuencia sospechosa. Entre ellos estaban Ava la alada, que fue avalada por Belov, y hasta Meraxes por mera coincidencia.
–Vigilaré desde un lugar alto –nos dijo Xana–. Si encontramos al verdadero culpable, podré atraparlo fácilmente. –Y se marchó hacia un edificio cercano sin decir más y sin pensar en cómo se suponía que ella reconocería al sujeto.
–Bueno, creo que iré a echarle un vistazo a Laud –dije sin demasiado ánimo–. Por si las cosas no salen bien, estaré listo para sacarlo de aquí. Ah, y no se preocupen si me veo un poco diferente.
Me fui a un lugar apartado y, con discreción, me comí un chocolate especial cuando la atención del público fue atraída por las palabras de Meleis. En un instante, mi aspecto se transformó, tal como lo pensé, en el de un guardia que vi en el begipuerto.[1] Esperé que dicho sujeto no asomara sus narices en la plaza y me delatara.
Sin perder más tiempo, me dirigí hacia el prisionero. Algunos guardias que lo custodiaban notaron mi presencia. No supe si era recelo o una pugna contra el cansancio lo que había en las miradas que me lanzaron.
–¿Qué está pasando? ¿Quién es ese tipejo? –exigí saber en voz baja, señalando a Meleis, antes de que alguno de ellos cuestionara mi presencia.
–No lo sé –se apresuró entonces a responder un guardia.
Chasqueé la lengua con hastío fingido, quizás no tan fingido.
–Esto no me gusta –murmuré–. Estén atentos. Hoy no podemos permitirnos ningún error. –Dicho eso, continué hacia Laud–. ¿No será algún amiguito tuyo? –le pregunté con los ojos entornados–. Ni pienses que podrás zafarte de esto. –Presioné la punta de un dedo índice en su pecho, amenazante, y acerqué mis labios a uno de sus oídos–. Tranquilo, te salvaremos –susurré antes de mirarlo a los ojos, serio, y voltearme hacia Meleis–. Qué fas-ti-dio –exhalé.
Xana, por otro lado... ¿Qué hacía ella?
En cualquier caso, alguien vino a nosotros para solicitar nuestra ayuda en el rescate de un individuo polémico. Sabiendo lo que sabía, no vi la necesidad de hacer algo al respecto. Xana, aun así, aceptó por los dos y me arrastró con ella a esta nueva misión, cuyo resultado, a pocos días del fin, parecía que perduraría como un castillo de arena bajo la lluvia.
No, un momento, hay algo que no conté bien. ¿Primero aceptamos la misión y luego pasamos nuestros días entrenando sin dormir? ¿Cuándo sucedió cada cosa?
No importa, es irrelevante recordar el orden de los eventos. El punto es que partimos rumbo a Dundarak, volando en bégimos, de esos mismos que protagonizaron un catastrófico vuelo tiempo atrás.
Ahora lo recuerdo: Xana intentó conversar conmigo en el viaje, pero eso desembocó en una discusión, ya ni recuerdo sobre qué, seguramente una tontería, pero que dejó en manifiesto que yo no era el único con mal humor.
Luego pasamos el tiempo sin iniciar otra conversación. Días después me enteraría de que Xana, tras la discusión, había llorado en silencio por ser terriblemente consciente de que vivía sus últimos días peleándose con la persona que amaba y, sobre todo, sin haber logrado lo que tanto se había propuesto conseguir.
Una vez en la ciudad de los dragones, nos concentramos en la misión, dejando de lado todo lo demás. Incluso cuando un pensamiento impertinente nacía, era enterrado con un repaso mental de las instrucciones dadas por Belov. No obstante, las nuevas circunstancias problemáticas fueron lo suficientemente estimulantes para evitar recordar lo absurdo de nuestra situación ante el inminente final.
Mis compañeros... Ah, sí, olvidé mencionarlo. Estaba con dos parejas que ya había conocido antes, pues el mundo, a pesar de su inmensidad, daba lugar a reencuentros con una frecuencia sospechosa. Entre ellos estaban Ava la alada, que fue avalada por Belov, y hasta Meraxes por mera coincidencia.
–Vigilaré desde un lugar alto –nos dijo Xana–. Si encontramos al verdadero culpable, podré atraparlo fácilmente. –Y se marchó hacia un edificio cercano sin decir más y sin pensar en cómo se suponía que ella reconocería al sujeto.
–Bueno, creo que iré a echarle un vistazo a Laud –dije sin demasiado ánimo–. Por si las cosas no salen bien, estaré listo para sacarlo de aquí. Ah, y no se preocupen si me veo un poco diferente.
Me fui a un lugar apartado y, con discreción, me comí un chocolate especial cuando la atención del público fue atraída por las palabras de Meleis. En un instante, mi aspecto se transformó, tal como lo pensé, en el de un guardia que vi en el begipuerto.[1] Esperé que dicho sujeto no asomara sus narices en la plaza y me delatara.
Sin perder más tiempo, me dirigí hacia el prisionero. Algunos guardias que lo custodiaban notaron mi presencia. No supe si era recelo o una pugna contra el cansancio lo que había en las miradas que me lanzaron.
–¿Qué está pasando? ¿Quién es ese tipejo? –exigí saber en voz baja, señalando a Meleis, antes de que alguno de ellos cuestionara mi presencia.
–No lo sé –se apresuró entonces a responder un guardia.
Chasqueé la lengua con hastío fingido, quizás no tan fingido.
–Esto no me gusta –murmuré–. Estén atentos. Hoy no podemos permitirnos ningún error. –Dicho eso, continué hacia Laud–. ¿No será algún amiguito tuyo? –le pregunté con los ojos entornados–. Ni pienses que podrás zafarte de esto. –Presioné la punta de un dedo índice en su pecho, amenazante, y acerqué mis labios a uno de sus oídos–. Tranquilo, te salvaremos –susurré antes de mirarlo a los ojos, serio, y voltearme hacia Meleis–. Qué fas-ti-dio –exhalé.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[1] Consumible: Chocolate de Equinocio, para adoptar por dos turnos el aspecto de alguien que haya visto en el tema.
Rauko
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Re: Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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Rescatar al prisionero
13 días antes del colapso: Roilkat
La multitud se congregaba, expectante, para presenciar el discurso del recién aparecido Meleis. Pero en su seno acechaba un asesino, que haría cualquier cosa por evitar ser descubierto. Al fondo de la plaza, una joven mujer bestia y su acompañante, presas de la incertidumbre, reflexionaban sobre la mejor forma de encontrar al verdadero culpable si se encontraba realmente entre la multitud.
La mujer bestia, en su afán por encontrar respuestas, decidió recurrir a su espejo encantado y formular una pregunta que bien podría ser considerada como poco fructífera. Podría haber cuestionado su paradero o la identidad del culpable, pero en vez de ello, se limitó a preguntar si se encontraba allí. La respuesta obtenida por el espejo era predecible, y no podía proveerle la claridad que ella anhelaba -Cuarenta y dos- Al oír esto algunos de los presentes, atónitos ante la situación, también se volvieron hacia ella con gesto de extrañeza, aunque no todos.
Un enigmático guardia, que acechaba entre la multitud y que parecía reconocer el objeto mágico y sus propiedades adivinatorias, al no conocer exactamente la respuesta que había sido brindada, giró su semblante hacia la dirección opuesta y comenzó a alejarse de Ava, chocando en el camino contra una anciana antes de continuar su camino.
De súbito, la anciana llamó la atención de todos, tambaleándose de manera espantosa y soltando espuma por la boca. Unos pocos acudieron en su ayuda, pero antes de lograr algo, comenzaron a sufrir los mismos efectos. -¡Un médico! ¡Ayuda aquí!- gritaron los más cercanos en un arrebato de voz mientras se alejaban. La multitud se volcó hacia ellos, dejando momentáneamente en el olvido el discurso de Meleis.
En ese instante, la joven Xana, aguzando su perspicacia, podría vislumbrar a un hombre sospechoso que intentaba huir por el borde de la plaza. Con la intuición de una cazadora, sabría que debía actuar con rapidez. Pero el misterioso guardia sería muy astuto, y volviéndose hacia una mujer que estaba a su lado, usó un juego de manos para robar una pulsera de ella y ponerla en las manos de otro sujeto. Cuando ella notó su pulsera en posesión del otro hombre, malinterpretó la situación y comenzó una acalorada discusión que atrajo la atención de todos.
La multitud, absorta en la caótica escena, no reparó en el hombre que huía, quien se desvaneció en la masa sin ser detectado. Aunque no sería la última noticia que se tendría de él; si estaba en ese lugar era por una única razón: asegurarse de que el joven Laud fuera silenciado en una ejecución para que no quedaran cabos sueltos.
Y así, mientras el elocuente discurso de Meleis prosiguió, la plaza de Dundarak quedó sumida en un caos, ajena a la oscura presencia del asesino que acechaba en su interior. Los guardias de la ciudad actuaron de inmediato para poner orden -¿Qué hacemos con el prisionero? Seguro todo esto es una artimaña para rescatarlo- dijo uno de los guardias -Hay que sacarlo de aquí- dijo otro guardia entrando a escena -Hay que matarlo aquí mismo- respondió un tercero que salió de entre la multitud.
Si nuestros valientes aventureros querían salvar a Laud, tenían que actuar de inmediato y quizás, incluso, ensuciarse un poco las manos. Se debatían en un gran dilema: sacar a Laud con vida quizá significaría que escaparía siendo considerado culpable, pero, por otro lado, demostrar su inocencia podría tomar más tiempo del que tenían para actuar. La elección no era sencilla; era la inocencia de Laud o su vida.
∞ Un poco más de espera y Laud moriría de viejo antes de ser ejecutado, pero ya estamos de vuelta, los eventos nos han llevado a una encrucijada en la que deberán tomar decisiones importantes y trascendentales. El desafío tendrá dos finales exitosos posibles dependiendo de lo que elijan, y podrá influir en el desarrollo futuro de esta trama y de sus propias historias, así que deben ser cautelosos.
∞ Por un lado, liberar a Laud implicaría luchar contra los guardias, pues si el verdadero culpable es uno de ellos (o lo aparenta), seguro que lo usará a su favor para hacerlos ver como cómplices del acusado. Por otro lado, centrarse en encontrar al verdadero culpable los haría quedar como héroes, pero puede que el peligro para Laud aumente, si el culpable se ve acorralado no dudará en tomar medidas drásticas que podrían amenazar al acusado o incluso a todos los presentes.
∞ Adicionalmente una mujer entre el público ha sido infectada con un terrible virus que se transmite por contacto y causa una muerte lenta y dolorosa, alguien tendrá que ocuparse de esto para evitar que se salga de control y la gente de la plaza termine afectada, será válido utilizar habilidades u objetos de curación, o incluso profesiones acordes al problema.
La mujer bestia, en su afán por encontrar respuestas, decidió recurrir a su espejo encantado y formular una pregunta que bien podría ser considerada como poco fructífera. Podría haber cuestionado su paradero o la identidad del culpable, pero en vez de ello, se limitó a preguntar si se encontraba allí. La respuesta obtenida por el espejo era predecible, y no podía proveerle la claridad que ella anhelaba -Cuarenta y dos- Al oír esto algunos de los presentes, atónitos ante la situación, también se volvieron hacia ella con gesto de extrañeza, aunque no todos.
Un enigmático guardia, que acechaba entre la multitud y que parecía reconocer el objeto mágico y sus propiedades adivinatorias, al no conocer exactamente la respuesta que había sido brindada, giró su semblante hacia la dirección opuesta y comenzó a alejarse de Ava, chocando en el camino contra una anciana antes de continuar su camino.
De súbito, la anciana llamó la atención de todos, tambaleándose de manera espantosa y soltando espuma por la boca. Unos pocos acudieron en su ayuda, pero antes de lograr algo, comenzaron a sufrir los mismos efectos. -¡Un médico! ¡Ayuda aquí!- gritaron los más cercanos en un arrebato de voz mientras se alejaban. La multitud se volcó hacia ellos, dejando momentáneamente en el olvido el discurso de Meleis.
En ese instante, la joven Xana, aguzando su perspicacia, podría vislumbrar a un hombre sospechoso que intentaba huir por el borde de la plaza. Con la intuición de una cazadora, sabría que debía actuar con rapidez. Pero el misterioso guardia sería muy astuto, y volviéndose hacia una mujer que estaba a su lado, usó un juego de manos para robar una pulsera de ella y ponerla en las manos de otro sujeto. Cuando ella notó su pulsera en posesión del otro hombre, malinterpretó la situación y comenzó una acalorada discusión que atrajo la atención de todos.
La multitud, absorta en la caótica escena, no reparó en el hombre que huía, quien se desvaneció en la masa sin ser detectado. Aunque no sería la última noticia que se tendría de él; si estaba en ese lugar era por una única razón: asegurarse de que el joven Laud fuera silenciado en una ejecución para que no quedaran cabos sueltos.
Y así, mientras el elocuente discurso de Meleis prosiguió, la plaza de Dundarak quedó sumida en un caos, ajena a la oscura presencia del asesino que acechaba en su interior. Los guardias de la ciudad actuaron de inmediato para poner orden -¿Qué hacemos con el prisionero? Seguro todo esto es una artimaña para rescatarlo- dijo uno de los guardias -Hay que sacarlo de aquí- dijo otro guardia entrando a escena -Hay que matarlo aquí mismo- respondió un tercero que salió de entre la multitud.
Si nuestros valientes aventureros querían salvar a Laud, tenían que actuar de inmediato y quizás, incluso, ensuciarse un poco las manos. Se debatían en un gran dilema: sacar a Laud con vida quizá significaría que escaparía siendo considerado culpable, pero, por otro lado, demostrar su inocencia podría tomar más tiempo del que tenían para actuar. La elección no era sencilla; era la inocencia de Laud o su vida.
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∞ Un poco más de espera y Laud moriría de viejo antes de ser ejecutado, pero ya estamos de vuelta, los eventos nos han llevado a una encrucijada en la que deberán tomar decisiones importantes y trascendentales. El desafío tendrá dos finales exitosos posibles dependiendo de lo que elijan, y podrá influir en el desarrollo futuro de esta trama y de sus propias historias, así que deben ser cautelosos.
∞ Por un lado, liberar a Laud implicaría luchar contra los guardias, pues si el verdadero culpable es uno de ellos (o lo aparenta), seguro que lo usará a su favor para hacerlos ver como cómplices del acusado. Por otro lado, centrarse en encontrar al verdadero culpable los haría quedar como héroes, pero puede que el peligro para Laud aumente, si el culpable se ve acorralado no dudará en tomar medidas drásticas que podrían amenazar al acusado o incluso a todos los presentes.
∞ Adicionalmente una mujer entre el público ha sido infectada con un terrible virus que se transmite por contacto y causa una muerte lenta y dolorosa, alguien tendrá que ocuparse de esto para evitar que se salga de control y la gente de la plaza termine afectada, será válido utilizar habilidades u objetos de curación, o incluso profesiones acordes al problema.
Ansur
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Re: Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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Lo que por un momento pareció ser la distracción perfecta, se fue completamente al caño ante los eventos que se desencadenaron en un abrir y cerrar de ojos. El caos se apoderó del lugar en un abrir y cerrar de ojos en una especie de todos contra todos.
Desconocía el paradero especifico de mis compañeros, pero había que actuar ahora o nunca antes de que la cosa se pusiera peor.
Meleis estaba en medio de su discurso antes de que lo interrumpiera abruptamente con un grito. - Deja de hablar y transfórmate. ¡Toma al chico y lárgate! - Le ordené con un grito en la medida que, cerrando momentáneamente los ojos luego de apuntar, lanzaba la bomba que estaba en mi mano hacia la muchedumbre enfurecida a espaldas de mi hermano que había logrado escuchar mis palabras.(1) Esperaba que eso por lo menos eso sirviera de distracción e inhabilitara a la horda enfurecida.
Lo siguiente de lo que había que encargarse era de los guardias, abrirle camino a Meleis para que el chico subiera tan rápido como pudiera a este. Tomé mi látigo y corrí hacia ellos, la distancia era un poco más de lo esperado para el alcance, pero con algo más de técnica podría extenderse. (*) El primer golpe iba dirigido al más cercano, hacia sus piernas, eso le evitaría moverse por unos segundos. El siguiente azote, ya un poco más cercano apuntaría a sus muñecas, si estas lograban quedar rígidas, le sería difícil esgrimir algún arma en lo que lográbamos sacar al muchacho de allí. (**)
El rugido de mi hermano se hizo notar, con coletazos y planeando llegó hacia ellos con intención de quitarlos de en medio usando fuerza bruta y mojando la plataforma con su aliento. (2)(3)(4) - ¡Sube al dragón! - Grité a Laud.
No sabía si en medio del caos las cosas funcionarían, lo que sí sabía era que no estaba sola en esto, tenía aliados ingeniosos y fuertes que seguro ya estaban lidiando con la situación.
Por ahora, una vez que llegara a esa plataforma la velocidad no sería problema en el rato que se mantuviera lo suficientemente mojada.
Desconocía el paradero especifico de mis compañeros, pero había que actuar ahora o nunca antes de que la cosa se pusiera peor.
Meleis estaba en medio de su discurso antes de que lo interrumpiera abruptamente con un grito. - Deja de hablar y transfórmate. ¡Toma al chico y lárgate! - Le ordené con un grito en la medida que, cerrando momentáneamente los ojos luego de apuntar, lanzaba la bomba que estaba en mi mano hacia la muchedumbre enfurecida a espaldas de mi hermano que había logrado escuchar mis palabras.(1) Esperaba que eso por lo menos eso sirviera de distracción e inhabilitara a la horda enfurecida.
Lo siguiente de lo que había que encargarse era de los guardias, abrirle camino a Meleis para que el chico subiera tan rápido como pudiera a este. Tomé mi látigo y corrí hacia ellos, la distancia era un poco más de lo esperado para el alcance, pero con algo más de técnica podría extenderse. (*) El primer golpe iba dirigido al más cercano, hacia sus piernas, eso le evitaría moverse por unos segundos. El siguiente azote, ya un poco más cercano apuntaría a sus muñecas, si estas lograban quedar rígidas, le sería difícil esgrimir algún arma en lo que lográbamos sacar al muchacho de allí. (**)
El rugido de mi hermano se hizo notar, con coletazos y planeando llegó hacia ellos con intención de quitarlos de en medio usando fuerza bruta y mojando la plataforma con su aliento. (2)(3)(4) - ¡Sube al dragón! - Grité a Laud.
No sabía si en medio del caos las cosas funcionarían, lo que sí sabía era que no estaba sola en esto, tenía aliados ingeniosos y fuertes que seguro ya estaban lidiando con la situación.
Por ahora, una vez que llegara a esa plataforma la velocidad no sería problema en el rato que se mantuviera lo suficientemente mojada.
- Off:
- - Pregunto de que van las galletas solo para saber si tienen algún uso en particular como el mini oráculo.- 1[Meleis] [Uso 1/2]
[En la ronda anterior esta pregunta no me fue respondida. Para saber si las galletitas tienen alguna utilidad además de comerse.]
- [Meraxes] Uso Bomba Luminosa hacia la multitud.Bomba Luminosa: [Artilugio, Limitado, 1 Uso] Esfera que, al ser reventada (puede ser en la mano, no causa daño), libera por un instante una intensa luz, capaz de encandilar severamente a quienes la vean.Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad
-* [Meraxes] Efecto especial.Látigo [Arma Flexible Superior]: [Arma Flexible] como un látigo o boleadoras. Hecha de extraños cueros de calidad Superior. Posee la propiedad de extender su largo hasta en 2 metros cuando es necesario.
- **[Meraxes] Se activa encantamiento.Castigo de Piedra [Encantamiento de Arma] Al golpear, se generará una delgada pero moderadamente pesada capa de piedra sobre la zona del impacto, por 30 segundos.
- 2, 3 y 4 [Meleis]Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón.Durito y fuertecito [Nivel 2] [Pasiva] Mi armadura natural de escamas se encuentra mejor potenciada para resistir ataques físicos y proporcionar con más potencia embestidas o coletazos en mi forma bestial,Aliento elemental: Puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón.Outfit[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
- Galleta de Humo.
- Bomba Luminosa.
- Inventario Meleis:
- Bomull [Gomejo]
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Diluida. [Dentro del Bolso]
- Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
Meraxes
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Re: Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Todo se descontroló de tal forma que ni yo, cuando fui oblivionado por culpa de Nousis, fui tan olvidado como lo fue Meleis en su intento de discurso.
Procuré seguir con la mirada a los que me parecían más sospechosos cerca de cada incidente que surgía, pero con la aglomeración de la multitud era imposible seguirles el rastro desde mi ubicación. Chasqueé la lengua, frustrado, pero, inconscientemente, dejando de lado el cansancio para centrarme en la situación.
«¿Qué debía hacer?», era la pregunta que se repetía en mi mente, instándome sin tregua a buscar la respuesta. Belov nos había dado varios objetivos, pero, le gustara o no, apenas podríamos cumplir uno, y era más importante la vida de Laud, o, mejor dicho, la información que podría tener sobre el verdadero responsable de las mariposas explosivas; Belov, siendo quien era, tendría otras oportunidades para hacer florecer su negocio de espejos.
Mis cavilaciones acabaron en cuanto varios guardias se acercaron para discutir las acciones a tomar. Dos opciones surgieron, ambas autoexcluyentes, una fácil de seguir y conveniente para cualquiera que quisiera silenciar a Laud.
–¿Tú quién eres y de dónde saliste? –interpelé a aquel guardia de la propuesta letal, que, además, había salido de entre la multitud, donde alguien había causado el caos.
–¿Ah? ¿Y tú quién eres? –replicó.
Maldije para mis adentros.
Toda aquella discusión, sin embargo, murió en cuanto Meleis se transformó en dragón, atrayendo la atención de los guardias. Aproveché la oportunidad para dirigirme hasta Laud mientras sacaba de mis bolsillos un dulce que al fin serviría de algo.
–Toma esto, te ayudará para salir de aquí –le expliqué con prisa y, en cuanto abrió la boca para preguntar o algo, no sé qué quiso decir, le metí la galleta mágica a la fuerza–. Perfecto, pero no lo tragues todavía; hazlo cuando subas a ese dragón para que huyas sobre él, ¿entendido?
Potencié mis músculos e intenté romper sus grilletes: fallé. Desistí y me di la vuelta. Encontré a Meleis dragón, que se apresuraba en nuestra dirección. «Excelente, ya estamos juntos para…», y hasta ahí llegó mi pensamiento antes de que empezara a dar coletazos y a vomitar agua por todos lados, haciéndome salir impelido fuera de la plataforma ahora resbaladiza. «Debí avisar que me disfracé», aprendí para nunca olvidarlo.
Tras la dolorosa caída, me incorporé y tosí para expulsar el agua que tragué. No era el único: otro guardia había sufrido una suerte similar cerca de mí, y era el mismo que propuso asesinar al prisionero.
Busqué en mis bolsillos algún objeto mágico conveniente y hallé algo que me desconcertó. Lo saqué y lo observé: era la galleta mágica que creí haberle entregado a Laud. «¿Entonces qué le di?», me pregunté, ignorante de que le había entregado una simple galleta oso de Belov.
Miré en dirección al prisionero, encontrándolo en buen estado, yendo hacia Meleis. Algunos guardias intentaron evitarlo. Dos estrellas azules cayeron del cielo y colisionaron entre ellos, engendrando una explosión escarlata que los repelió, aunque sin afectar a Meleis y a Laud; Xana había hecho algo por fin.[1]
Con ella protegiéndolo, miré al guardia sospechoso, sabiendo que era la mejor oportunidad para capturar a un posible responsable del caos.
Gritos, no propios del simple pánico colectivo, sino de agonía, capturaron mi atención. Miré en la dirección de donde provenían. «Otra vez no», rogué, con viejos recuerdos destellando en mi mente, recuerdos de la enfermedad que asoló Aerandir años atrás y que inició también en Dundarak. El mal del norte.
Tragué saliva. ¿Podría sanarlos? No, apenas podría con una persona y, al exponerme, me pondría en riesgo sin tener cómo sanarme a mí mismo. Incluso si llamaba a Xana y al otro elfo que nos acompañaba, serían apenas tres curados. Debían ser todos, cuanto antes.
«No», pensé, producto de un frío razonamiento, «no puedo salvarlos, pero puedo ahorrarles el sufrimiento; asesinarlos rápido y sin dolor, y eso espantará al resto para que nadie más se acerque».
Negué con la cabeza. Debía existir otra manera. Debía… ¿Cierto?
Debía, pero yo me había forjado como una fuerza de muerte. Mi magia de luz, de vida, la desarrollé corrompiendo su uso en destrucción. Mis armas, mis objetos… Todo apuntaba al mismo objetivo: asesinar, asesinar criminales para proteger la vida. Y ahora no podía proteger a nadie.
Recordé la existencia del guardia sospechoso. Lo miré fijamente, ladeando la cabeza, sin emoción en mi rostro. Yo no tenía la cura, pero quizás él…
Debía apostar en la única opción que podía ver.
Entregué éter a mi diadema. La magia se activó y nuestro mundo cambió, convirtiéndose en uno de lava, piedras negras y calor elevado. Solo dos existíamos en aquel mundo infernal: el sospechoso y yo.[2]
En un parpadeo me situé delante de él, con mi espada doppelsäbel punzando su garganta.[3] No aparté mi mirada de sus ojos.
–Me habías preguntado quién soy, ¿cierto? –dije, mortalmente serio–. Soy quien juzgará tus acciones y quien decidirá si volverás a Dundarak o si permanecerás aquí, en la Isla Volcánica, para morir calcinado, morir devorado por alguno de los numerosos demonios de fuego que habitan aquí o morir sacrificado por algún nigromante desquiciado. O, bueno, «morir» no es la palabra correcta; los nigromantes te atraparán entre la vida y la muerte y tu alma jamás encontrará descanso, estarás atrapado eternamente en un cuerpo putrefacto. Horrible, ¿no? –Mostré mi mejor y más macabra sonrisa–. Una única cosa pido: la cura para sea cual sea la enfermedad que liberaste en Dundarak. Así que te pregunto, caballero corrupto, ¿intentarás salvar tu alma salvando a tus víctimas o… piensas que este paisaje es un lugar maravillo para vivir?
Procuré seguir con la mirada a los que me parecían más sospechosos cerca de cada incidente que surgía, pero con la aglomeración de la multitud era imposible seguirles el rastro desde mi ubicación. Chasqueé la lengua, frustrado, pero, inconscientemente, dejando de lado el cansancio para centrarme en la situación.
«¿Qué debía hacer?», era la pregunta que se repetía en mi mente, instándome sin tregua a buscar la respuesta. Belov nos había dado varios objetivos, pero, le gustara o no, apenas podríamos cumplir uno, y era más importante la vida de Laud, o, mejor dicho, la información que podría tener sobre el verdadero responsable de las mariposas explosivas; Belov, siendo quien era, tendría otras oportunidades para hacer florecer su negocio de espejos.
Mis cavilaciones acabaron en cuanto varios guardias se acercaron para discutir las acciones a tomar. Dos opciones surgieron, ambas autoexcluyentes, una fácil de seguir y conveniente para cualquiera que quisiera silenciar a Laud.
–¿Tú quién eres y de dónde saliste? –interpelé a aquel guardia de la propuesta letal, que, además, había salido de entre la multitud, donde alguien había causado el caos.
–¿Ah? ¿Y tú quién eres? –replicó.
Maldije para mis adentros.
Toda aquella discusión, sin embargo, murió en cuanto Meleis se transformó en dragón, atrayendo la atención de los guardias. Aproveché la oportunidad para dirigirme hasta Laud mientras sacaba de mis bolsillos un dulce que al fin serviría de algo.
–Toma esto, te ayudará para salir de aquí –le expliqué con prisa y, en cuanto abrió la boca para preguntar o algo, no sé qué quiso decir, le metí la galleta mágica a la fuerza–. Perfecto, pero no lo tragues todavía; hazlo cuando subas a ese dragón para que huyas sobre él, ¿entendido?
Potencié mis músculos e intenté romper sus grilletes: fallé. Desistí y me di la vuelta. Encontré a Meleis dragón, que se apresuraba en nuestra dirección. «Excelente, ya estamos juntos para…», y hasta ahí llegó mi pensamiento antes de que empezara a dar coletazos y a vomitar agua por todos lados, haciéndome salir impelido fuera de la plataforma ahora resbaladiza. «Debí avisar que me disfracé», aprendí para nunca olvidarlo.
Tras la dolorosa caída, me incorporé y tosí para expulsar el agua que tragué. No era el único: otro guardia había sufrido una suerte similar cerca de mí, y era el mismo que propuso asesinar al prisionero.
Busqué en mis bolsillos algún objeto mágico conveniente y hallé algo que me desconcertó. Lo saqué y lo observé: era la galleta mágica que creí haberle entregado a Laud. «¿Entonces qué le di?», me pregunté, ignorante de que le había entregado una simple galleta oso de Belov.
Miré en dirección al prisionero, encontrándolo en buen estado, yendo hacia Meleis. Algunos guardias intentaron evitarlo. Dos estrellas azules cayeron del cielo y colisionaron entre ellos, engendrando una explosión escarlata que los repelió, aunque sin afectar a Meleis y a Laud; Xana había hecho algo por fin.[1]
Con ella protegiéndolo, miré al guardia sospechoso, sabiendo que era la mejor oportunidad para capturar a un posible responsable del caos.
Gritos, no propios del simple pánico colectivo, sino de agonía, capturaron mi atención. Miré en la dirección de donde provenían. «Otra vez no», rogué, con viejos recuerdos destellando en mi mente, recuerdos de la enfermedad que asoló Aerandir años atrás y que inició también en Dundarak. El mal del norte.
Tragué saliva. ¿Podría sanarlos? No, apenas podría con una persona y, al exponerme, me pondría en riesgo sin tener cómo sanarme a mí mismo. Incluso si llamaba a Xana y al otro elfo que nos acompañaba, serían apenas tres curados. Debían ser todos, cuanto antes.
«No», pensé, producto de un frío razonamiento, «no puedo salvarlos, pero puedo ahorrarles el sufrimiento; asesinarlos rápido y sin dolor, y eso espantará al resto para que nadie más se acerque».
Negué con la cabeza. Debía existir otra manera. Debía… ¿Cierto?
Debía, pero yo me había forjado como una fuerza de muerte. Mi magia de luz, de vida, la desarrollé corrompiendo su uso en destrucción. Mis armas, mis objetos… Todo apuntaba al mismo objetivo: asesinar, asesinar criminales para proteger la vida. Y ahora no podía proteger a nadie.
Recordé la existencia del guardia sospechoso. Lo miré fijamente, ladeando la cabeza, sin emoción en mi rostro. Yo no tenía la cura, pero quizás él…
Debía apostar en la única opción que podía ver.
Entregué éter a mi diadema. La magia se activó y nuestro mundo cambió, convirtiéndose en uno de lava, piedras negras y calor elevado. Solo dos existíamos en aquel mundo infernal: el sospechoso y yo.[2]
En un parpadeo me situé delante de él, con mi espada doppelsäbel punzando su garganta.[3] No aparté mi mirada de sus ojos.
–Me habías preguntado quién soy, ¿cierto? –dije, mortalmente serio–. Soy quien juzgará tus acciones y quien decidirá si volverás a Dundarak o si permanecerás aquí, en la Isla Volcánica, para morir calcinado, morir devorado por alguno de los numerosos demonios de fuego que habitan aquí o morir sacrificado por algún nigromante desquiciado. O, bueno, «morir» no es la palabra correcta; los nigromantes te atraparán entre la vida y la muerte y tu alma jamás encontrará descanso, estarás atrapado eternamente en un cuerpo putrefacto. Horrible, ¿no? –Mostré mi mejor y más macabra sonrisa–. Una única cosa pido: la cura para sea cual sea la enfermedad que liberaste en Dundarak. Así que te pregunto, caballero corrupto, ¿intentarás salvar tu alma salvando a tus víctimas o… piensas que este paisaje es un lugar maravillo para vivir?
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[1] Habi de Xana: Idilio de estrellas, para generar una vistosa explosión para alejar a los guardias de Laud y Meleis.
[2] Uso la habi del objeto legendario: Diadema del duelista, para transportar a Rauko y al guardia sospechoso, que espero sea el malulo, a una realidad alterna.
[3] Uso la habi nvl 5: Impulso destellante, para hacer flash bien fiush fiush.
En resumen, ayudo despejando el camino para el escape de Laud, que es lo importante, e intento persuadir a mi sospechoso (el guardia que salió de la multitud y que propuso asesinar al prisionero) para que entregue la cura (que espero que exista y que él la tenga) para sanar a los infectados o, si no tiene suficiente, que lo vea algún alquimista decente y convenientemente oportuno que aparezca y pueda hacer más antídoto sabiendo cuál es (?)
Qué triste ser elfo y fallar en sanar gente, lo sé, pero entiéndame, es que todavía estoy chiquito =')
[2] Uso la habi del objeto legendario: Diadema del duelista, para transportar a Rauko y al guardia sospechoso, que espero sea el malulo, a una realidad alterna.
[3] Uso la habi nvl 5: Impulso destellante, para hacer flash bien fiush fiush.
En resumen, ayudo despejando el camino para el escape de Laud, que es lo importante, e intento persuadir a mi sospechoso (el guardia que salió de la multitud y que propuso asesinar al prisionero) para que entregue la cura (que espero que exista y que él la tenga) para sanar a los infectados o, si no tiene suficiente, que lo vea algún alquimista decente y convenientemente oportuno que aparezca y pueda hacer más antídoto sabiendo cuál es (?)
Qué triste ser elfo y fallar en sanar gente, lo sé, pero entiéndame, es que todavía estoy chiquito =')
Rauko
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Re: Rescatar al prisionero [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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Rescatar al prisionero
Ava-ndonados
El caos no tardó en hacerse presente y crecer a cada instante, la multitud confundida y alterada corría en todas direcciones estrellándose unos con otros mientras los guardias, sin saber qué hacer o cómo controlar la multitud, no podían más que enfocarse en su principal objetivo, el joven Laud al que tenían muy bien vigilado ¿o no?
Con algo de astucia y oportunismo, aprovechando que todos estaban cegados por una bomba de luz, Meleis el dragón aprovechó para cubrir con sus babas dracónicas el piso y tomar al prisionero para liberarlo, o más bien, convertirlo en prófugo de la justicia junto con todo el equipo de liberadores -Claro, gracias- Dijo Laud mientras tomaba la galleta que le ofreció Rauko y la devoraba obedientemente.
Las babas del dragón hicieron estragos en la plataforma, haciendo que los presentes resbalaran y salieran despedidos en varias direcciones, entre ellos Rauko y el misterioso guardia que a este punto solo podía mirar con frustración el escape de su objetivo junto al dragón.
Y por si fuera poco, su propio escape se hizo más difícil cuando Rauko lo atrapó con un objeto mágico que lo desterró a un lugar inhóspito y caliente, acompañado de un discurso de intimidación que era a la vez una grandiosa muestra de elocuencia y creatividad, aunque no de efectividad.
¿Morir?- Dijo el guardia con una sonrisa que comenzaba a desdibujarse junto al resto de su rostro -¿Qué es morir?- Una larga melena crecía casi sin parar mientras un rostro formado por manchas que parecían danzar sin dar una forma específica -Son ustedes quienes pueden y van a morir, y los más fuertes prevaleceremos, cuando ella llegue, será muy tarde para ustedes- Aquellas palabras parecían una declaración de un plan a gran escala pero por ahora no se sabría mucho más.
Aquel guardia que se había terminado convirtiendo en una espantosa figura humanoide cubierta de pelo, terminó sacrificándose a sí mismo en una poderosa explosión, tras unos instantes en que su cuerpo comenzó a brillar, estalló en pedazos dejando a Rauko con más preguntas que antes.
De vuelta a la plaza de Dundarak el escenario no era nada alentador, pues los infectados parecían ir en aumento, cada vez que alguien intentaba ayudar a otro terminaba contagiado. Tras la experiencia previa de una pandemia, las autoridades de Dundarak no estaban dispuestos a repetir la historia, así que tomaron medidas drásticas. Uno de los generales tomó su forma de dragón y casi sin detenerse a pensarlo, roció a los enfermos con un manto de fuego que los hizo arder en apenas unos instantes.
No habían sido muchas víctimas, y habían podido contener aquello que pudo haber desatado algo peor, y aunque el costo había sido alto, los dragones no dejarían pasar aquella terrible ofensa cometida por algunos terroristas que realizaron el escape del criminal Laud, entre los que se encontraba una pareja de dragones, cuyas imágenes no tardarían mucho en decorar las paredes de la ciudad junto con una recompensa por sus cabezas.
Rauko por su parte, había cambiado su apariencia, poniéndolo a salvo de aquellas represalias, pero en cambio, algo se había alojado sigilosamente en su cuerpo y podría causar muchos daños si no era rápidamente contenido.
∞ Felicidades, gracias a su formidable y bien elaborado plan, Laud ya no es sospechoso, sino culpable de terrorismo y prófugo de la ley. Retratos de Laud y de Meleis se podrán ver por todos los rincones de Dundarak acusados de criminales, por lo que quizá sea buena idea no asomarse por un buen tiempo, al menos hasta haber aclarado las cosas.
∞ Rauko y Meraxes pueden salir discretamente aprovechando la confusión y el caos, aunque llevarán un pasajero en su interior, del que deberán librarse en menos de dos temas, o las consecuencias podrían ser catastróficas.
∞ No podemos decir que hicieron un buen trabajo limpiando el nombre de Laud o atrapando al culpable; el chico acabó peor, murieron muchas personas y ahora hay indicios de algún peligro mayor. Pero las risas no faltaron, así que Rauko y Meraxes reciben 5 px, 200 aeros y un Espejo Brújula.
Con algo de astucia y oportunismo, aprovechando que todos estaban cegados por una bomba de luz, Meleis el dragón aprovechó para cubrir con sus babas dracónicas el piso y tomar al prisionero para liberarlo, o más bien, convertirlo en prófugo de la justicia junto con todo el equipo de liberadores -Claro, gracias- Dijo Laud mientras tomaba la galleta que le ofreció Rauko y la devoraba obedientemente.
Las babas del dragón hicieron estragos en la plataforma, haciendo que los presentes resbalaran y salieran despedidos en varias direcciones, entre ellos Rauko y el misterioso guardia que a este punto solo podía mirar con frustración el escape de su objetivo junto al dragón.
Y por si fuera poco, su propio escape se hizo más difícil cuando Rauko lo atrapó con un objeto mágico que lo desterró a un lugar inhóspito y caliente, acompañado de un discurso de intimidación que era a la vez una grandiosa muestra de elocuencia y creatividad, aunque no de efectividad.
¿Morir?- Dijo el guardia con una sonrisa que comenzaba a desdibujarse junto al resto de su rostro -¿Qué es morir?- Una larga melena crecía casi sin parar mientras un rostro formado por manchas que parecían danzar sin dar una forma específica -Son ustedes quienes pueden y van a morir, y los más fuertes prevaleceremos, cuando ella llegue, será muy tarde para ustedes- Aquellas palabras parecían una declaración de un plan a gran escala pero por ahora no se sabría mucho más.
Aquel guardia que se había terminado convirtiendo en una espantosa figura humanoide cubierta de pelo, terminó sacrificándose a sí mismo en una poderosa explosión, tras unos instantes en que su cuerpo comenzó a brillar, estalló en pedazos dejando a Rauko con más preguntas que antes.
De vuelta a la plaza de Dundarak el escenario no era nada alentador, pues los infectados parecían ir en aumento, cada vez que alguien intentaba ayudar a otro terminaba contagiado. Tras la experiencia previa de una pandemia, las autoridades de Dundarak no estaban dispuestos a repetir la historia, así que tomaron medidas drásticas. Uno de los generales tomó su forma de dragón y casi sin detenerse a pensarlo, roció a los enfermos con un manto de fuego que los hizo arder en apenas unos instantes.
No habían sido muchas víctimas, y habían podido contener aquello que pudo haber desatado algo peor, y aunque el costo había sido alto, los dragones no dejarían pasar aquella terrible ofensa cometida por algunos terroristas que realizaron el escape del criminal Laud, entre los que se encontraba una pareja de dragones, cuyas imágenes no tardarían mucho en decorar las paredes de la ciudad junto con una recompensa por sus cabezas.
Rauko por su parte, había cambiado su apariencia, poniéndolo a salvo de aquellas represalias, pero en cambio, algo se había alojado sigilosamente en su cuerpo y podría causar muchos daños si no era rápidamente contenido.
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∞ Felicidades, gracias a su formidable y bien elaborado plan, Laud ya no es sospechoso, sino culpable de terrorismo y prófugo de la ley. Retratos de Laud y de Meleis se podrán ver por todos los rincones de Dundarak acusados de criminales, por lo que quizá sea buena idea no asomarse por un buen tiempo, al menos hasta haber aclarado las cosas.
∞ Rauko y Meraxes pueden salir discretamente aprovechando la confusión y el caos, aunque llevarán un pasajero en su interior, del que deberán librarse en menos de dos temas, o las consecuencias podrían ser catastróficas.
- Maldición:
- Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
∞ No podemos decir que hicieron un buen trabajo limpiando el nombre de Laud o atrapando al culpable; el chico acabó peor, murieron muchas personas y ahora hay indicios de algún peligro mayor. Pero las risas no faltaron, así que Rauko y Meraxes reciben 5 px, 200 aeros y un Espejo Brújula.
- Espejo Brújula:
- Espejo Brújula [Consumible]
Si se concentran durante un instante y piensan en un objetivo, el espejo les indicará la dirección donde se encuentra el mismo. Además, a través del espejo, solamente se verá la persona a la que buscan. El efecto dura todo un tema.
Ansur
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