Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
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Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Aquella mañana, la ciudad de Ulmer rebozaba alegría y diversión. La fiesta otoñal era el último gran acontecimiento social antes de que las lluvias, el frío y la posible nieve aparecieran.
Los días anteriores habían llegado a la ciudad numerosos mercaderes. Los mismos pasaban por Ulmer a mediados de primavera para ir a tierras norteñas durante la época estival. Con la llegada del frío, hacían su viaje de vuelta hacia el sur, teniendo Ulmer como su última parada antes de Verisar. Algunos, incluso, viajaban en barco hasta Lunargenta o Baslodia desde allí.
Trébol estaba despierto desde temprano. Acostumbrado a dormir en el bosque, en el más absoluto silencio, sólo roto por los propios sonidos de la naturaleza. Había estado ayudando a sus padres a montar un pequeño puestecillo. En sus ratos libres en el bosque, Trébol tallaba figuras de madera que encandilaba a muchos niños en la ciudad. Pocas distracciones quedaban en Ulmer para jovencillos.
A mediodía, se escabulló y puso rumbo a la taberna, dónde pidió una jarra de cerveza negra y pagó los 50 aeros de una partida de Black Jack. Cinco rondas más tarde, finalizaba el juego con 64 aeros en su bolsillo, por lo que había conseguido aumentar su pequeña fortuna.
Tras la segunda jarra de cerveza, recordó que se había comprometido a ser supervisor del juego de tiro con arco, por lo que se dirigió veloz al otro lado del recinto. Sin embargo, se paró unos segundos junto al puesto de los dulces, devorando con ganas un pastelito de calabaza y dando un par de aeros por él a la señora Neven.
Aún masticaba el dulce cuándo llegó hasta la zona dónde se desarrollaba la prueba de puntería. Allí, con los brazos en jarras y cara desencajada, se encontraba aquella estirada mujer, algo odiosa, cuyo nombre nunca lograba recordar.
―Siempre llegando tarde… Ya le dije a tus padres que no me parecía bien que…
―Es un día para divertirse y estar feliz. ¡Vaya a tomar algo, mujer! ¡Yo la invito! ―dijo, depositando un par de aeros en una de sus manos.
Sin darle tiempo a reaccionar, se dirigió al puesto que debería haber ocupado desde hacía un rato. Para su sorpresa, un extranjero ocupaba su puesto. Un elfo de piel oscura le devolvió una mirada verdácea, mientras explicaba brevemente a uno de los niños cómo debía apuntar a la diana. [1]
Trébol acudió a preguntar al joven Sammy, que pasaba a escasos metros de allí, con aquella hermosa chica debajo de su brazo.
―¡Ey, Sammy! ¿Sabéis quién es? ―preguntó señalando al elfo.
―¿Aún no conoces a Isildam? ―al negar Trébol con la cabeza, Sammy prosiguió― Es del Clan de Varessil. Viene a Ulmer de vez en cuando. Es raro que no hayáis coincidido antes… Es un arquero muy bueno… Ya sabes, la vista de los elfos…
El joven y la que parecía su novia continuaron su camino y Trébol observó al desconocido con detenimiento. Instruyendo al niño, lanzó una flecha hacia la diana, impactando ésta justo en el centro de la misma.
―Así que Isildam…
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Los días anteriores habían llegado a la ciudad numerosos mercaderes. Los mismos pasaban por Ulmer a mediados de primavera para ir a tierras norteñas durante la época estival. Con la llegada del frío, hacían su viaje de vuelta hacia el sur, teniendo Ulmer como su última parada antes de Verisar. Algunos, incluso, viajaban en barco hasta Lunargenta o Baslodia desde allí.
Trébol estaba despierto desde temprano. Acostumbrado a dormir en el bosque, en el más absoluto silencio, sólo roto por los propios sonidos de la naturaleza. Había estado ayudando a sus padres a montar un pequeño puestecillo. En sus ratos libres en el bosque, Trébol tallaba figuras de madera que encandilaba a muchos niños en la ciudad. Pocas distracciones quedaban en Ulmer para jovencillos.
A mediodía, se escabulló y puso rumbo a la taberna, dónde pidió una jarra de cerveza negra y pagó los 50 aeros de una partida de Black Jack. Cinco rondas más tarde, finalizaba el juego con 64 aeros en su bolsillo, por lo que había conseguido aumentar su pequeña fortuna.
Tras la segunda jarra de cerveza, recordó que se había comprometido a ser supervisor del juego de tiro con arco, por lo que se dirigió veloz al otro lado del recinto. Sin embargo, se paró unos segundos junto al puesto de los dulces, devorando con ganas un pastelito de calabaza y dando un par de aeros por él a la señora Neven.
Aún masticaba el dulce cuándo llegó hasta la zona dónde se desarrollaba la prueba de puntería. Allí, con los brazos en jarras y cara desencajada, se encontraba aquella estirada mujer, algo odiosa, cuyo nombre nunca lograba recordar.
―Siempre llegando tarde… Ya le dije a tus padres que no me parecía bien que…
―Es un día para divertirse y estar feliz. ¡Vaya a tomar algo, mujer! ¡Yo la invito! ―dijo, depositando un par de aeros en una de sus manos.
Sin darle tiempo a reaccionar, se dirigió al puesto que debería haber ocupado desde hacía un rato. Para su sorpresa, un extranjero ocupaba su puesto. Un elfo de piel oscura le devolvió una mirada verdácea, mientras explicaba brevemente a uno de los niños cómo debía apuntar a la diana. [1]
Trébol acudió a preguntar al joven Sammy, que pasaba a escasos metros de allí, con aquella hermosa chica debajo de su brazo.
―¡Ey, Sammy! ¿Sabéis quién es? ―preguntó señalando al elfo.
―¿Aún no conoces a Isildam? ―al negar Trébol con la cabeza, Sammy prosiguió― Es del Clan de Varessil. Viene a Ulmer de vez en cuando. Es raro que no hayáis coincidido antes… Es un arquero muy bueno… Ya sabes, la vista de los elfos…
El joven y la que parecía su novia continuaron su camino y Trébol observó al desconocido con detenimiento. Instruyendo al niño, lanzó una flecha hacia la diana, impactando ésta justo en el centro de la misma.
―Así que Isildam…
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Última edición por Trébol el Lun Nov 21 2022, 15:26, editado 1 vez
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Llevaba ya varios días de viaje a la espalda cuando, fascinada por la visión del mar, la cuerva decidió desviarse ligeramente de su rumbo para recorrer la costa tranquilamente. Su siguiente destino estaba al otro lado del Tymer, en los bosques del oeste, pero ya que viajaba solo para conocer otros lugares no tenía prisa por llegar, disfrutaría del camino y de todo lo que encontrase en él.
- Esto me recuerda a cuando fui a pescar con Karen. - comentó por lo bajo, esbozando una sonrisa mientras sus ojos se perdían en aquella inmensa masa azul. - Me pregunto qué estará haciendo ahora. - prosiguió, trayendo a la mente la imagen de su amiga y también la conversación que habían tenido aquel día en la playa de los ancestros. - Supongo que como mercenaria también estará de un lado para otro… ojalá nos volvamos a encontrar pronto. - susurró, volviendo a ponerse en marcha.
El murmullo de las olas al alcanzar la orilla se le antojaba de lo más relajante, tanto que la tentaba a detenerse y quedarse allí sentada un rato, pero no podía hacer tal cosa, sus provisiones empezaban a escasear. De haber tenido el equipo necesario habría intentado atrapar algún pez, pero sin nada que pudiese servirle de caña ni cebo no le quedaba otra opción que cazar por la zona, cosa que armada con un hacha a dos manos, tampoco parecía posible.
- Igual si consigo los materiales necesarios… podría fabricar una trampa. - se dijo, llevándose una mano al mentón. - Pero utilizar a Segadora para eso sería muy aparatoso… tengo que comprarme un cuchillo. - continuó hablando, dejando escapar un suspiro de resignación. Lo mejor que podía hacer era buscar algún poblado para reabastecerse, así que siguió andando, confiando en encontrar un asentamiento próximo al mar.
La gran águila debió escuchar la plegaria de la joven, pues tan solo unos minutos después, alcanzó a atisbar una columna de humo a lo lejos, señalando sin duda alguna la presencia de vida. Movida por la curiosidad, Ava aceleró el paso y se dirigió hacia el origen, descubriendo una animada aldea, especialmente decorada para la celebración de la llegada del otoño.
- Esta debe ser Ulmer. - rememoró, reconociendo el lugar que ya había visto señalado en su mapa de viaje como punto de interés. Multitud de adornos, de los diferentes tonos rojizos y marrones que representaban a la nueva estación, estaban esparcidos por puestos de todo tipo y también por las casas circundantes.
Decenas de mercaderes se habían congregado para la ocasión, y ofrecían sus productos a viva voz, intentando captar la atención de quienes, como la mujer bestia, decidían acercarse a echar un vistazo. - Seguro que aquí puedo conseguir todo lo que necesito. - pensó, justo antes de que su estómago empezase a rugir, dejándola en evidencia. Con las mejillas enrojecidas a causa de la vergüenza, optó por ir primero a por algo de comer, consiguiendo algo de carne asada y pan por unas pocas monedas.
- Ahora sí. - musitó, encaminándose hacia otra zona, en la que se reunían varios artesanos. Según tenía entendido, los licántropos eran expertos en el curtido de las pieles y la fabricación de equipamiento con ellas, por lo que no dudó en acercarse a comprobar con sus propios ojos si era verdad. - Ojalá pudiese aprender de ellos. - susurró, mientras examinaba varias piezas de una armadura ligera. El material estaba finamente trabajado no solo para que fuese práctica sino también para que resultase bonita a la vista.
La morena se tomó su tiempo para revisar los diferentes artículos que estaban a la venta, hasta que uno en concreto captó toda su atención. Sin pensarlo, alargó la mano para tomarlo y verlo más de cerca, provocando que la dueña del puesto se sobresaltase. - ¡Cuidado muchacha! Está recién afilado. - la advirtió, deteniéndose a observarla. - Oh… per...perdón. - se disculpó Ava enseguida, devolviéndolo a su sitio. - No te preocupes, no quiero que nadie se corte, solo es eso. - habló con suavidad, mostrándose amable con la visitante.
- ¿Buscas algo en particular? Tenemos todo tipo de armas. - preguntó, señalando el amplio surtido que yacía sobre la mesa. - Sí… que… quería un cuchillo de caza. - respondió la córvida, desviando la mirada hacia el que acababa de dejar. - Entonces ibas bien encaminada, este es de los mejores que tengo ahora mismo, es ligero y muy resistente. - explicó la mercader, sosteniéndolo entre sus manos. - Me lo llevo. - indicó, buscando su bolsa de aeros para hacer el pago correspondiente. - ¡Estupendo! Espera un momento, le buscaré una funda. - contestó, girándose para rebuscar entre un montón de ellas hasta dar con la adecuada.
Una vez terminada la transacción, Ava dio las gracias y siguió avanzando por entre los distintos puestos, alejándose de la zona central hasta llegar a una algo más apartada, en la que al parecer iba a tener lugar un concurso de tiro con arco. - En Verisar no me fue bien, pero aquí parece que hay menos gente… podría intentarlo. - comentó en voz baja, aprovechando que aún era relativamente temprano y que la multitud estaba más repartida por la zona comercial.
- Ho… hola, me gustaría participar. - dijo, al elfo de piel morena que parecía estar al cargo de la actividad. No le interesaban los premios ni nada de eso, lo único que la híbrida quería comprobar era que su puntería no había empeorado y que, por tanto, su fracaso de la última vez había sido por la presión de sentirse observada.
- Esto me recuerda a cuando fui a pescar con Karen. - comentó por lo bajo, esbozando una sonrisa mientras sus ojos se perdían en aquella inmensa masa azul. - Me pregunto qué estará haciendo ahora. - prosiguió, trayendo a la mente la imagen de su amiga y también la conversación que habían tenido aquel día en la playa de los ancestros. - Supongo que como mercenaria también estará de un lado para otro… ojalá nos volvamos a encontrar pronto. - susurró, volviendo a ponerse en marcha.
El murmullo de las olas al alcanzar la orilla se le antojaba de lo más relajante, tanto que la tentaba a detenerse y quedarse allí sentada un rato, pero no podía hacer tal cosa, sus provisiones empezaban a escasear. De haber tenido el equipo necesario habría intentado atrapar algún pez, pero sin nada que pudiese servirle de caña ni cebo no le quedaba otra opción que cazar por la zona, cosa que armada con un hacha a dos manos, tampoco parecía posible.
- Igual si consigo los materiales necesarios… podría fabricar una trampa. - se dijo, llevándose una mano al mentón. - Pero utilizar a Segadora para eso sería muy aparatoso… tengo que comprarme un cuchillo. - continuó hablando, dejando escapar un suspiro de resignación. Lo mejor que podía hacer era buscar algún poblado para reabastecerse, así que siguió andando, confiando en encontrar un asentamiento próximo al mar.
La gran águila debió escuchar la plegaria de la joven, pues tan solo unos minutos después, alcanzó a atisbar una columna de humo a lo lejos, señalando sin duda alguna la presencia de vida. Movida por la curiosidad, Ava aceleró el paso y se dirigió hacia el origen, descubriendo una animada aldea, especialmente decorada para la celebración de la llegada del otoño.
- Esta debe ser Ulmer. - rememoró, reconociendo el lugar que ya había visto señalado en su mapa de viaje como punto de interés. Multitud de adornos, de los diferentes tonos rojizos y marrones que representaban a la nueva estación, estaban esparcidos por puestos de todo tipo y también por las casas circundantes.
Decenas de mercaderes se habían congregado para la ocasión, y ofrecían sus productos a viva voz, intentando captar la atención de quienes, como la mujer bestia, decidían acercarse a echar un vistazo. - Seguro que aquí puedo conseguir todo lo que necesito. - pensó, justo antes de que su estómago empezase a rugir, dejándola en evidencia. Con las mejillas enrojecidas a causa de la vergüenza, optó por ir primero a por algo de comer, consiguiendo algo de carne asada y pan por unas pocas monedas.
- Ahora sí. - musitó, encaminándose hacia otra zona, en la que se reunían varios artesanos. Según tenía entendido, los licántropos eran expertos en el curtido de las pieles y la fabricación de equipamiento con ellas, por lo que no dudó en acercarse a comprobar con sus propios ojos si era verdad. - Ojalá pudiese aprender de ellos. - susurró, mientras examinaba varias piezas de una armadura ligera. El material estaba finamente trabajado no solo para que fuese práctica sino también para que resultase bonita a la vista.
La morena se tomó su tiempo para revisar los diferentes artículos que estaban a la venta, hasta que uno en concreto captó toda su atención. Sin pensarlo, alargó la mano para tomarlo y verlo más de cerca, provocando que la dueña del puesto se sobresaltase. - ¡Cuidado muchacha! Está recién afilado. - la advirtió, deteniéndose a observarla. - Oh… per...perdón. - se disculpó Ava enseguida, devolviéndolo a su sitio. - No te preocupes, no quiero que nadie se corte, solo es eso. - habló con suavidad, mostrándose amable con la visitante.
- ¿Buscas algo en particular? Tenemos todo tipo de armas. - preguntó, señalando el amplio surtido que yacía sobre la mesa. - Sí… que… quería un cuchillo de caza. - respondió la córvida, desviando la mirada hacia el que acababa de dejar. - Entonces ibas bien encaminada, este es de los mejores que tengo ahora mismo, es ligero y muy resistente. - explicó la mercader, sosteniéndolo entre sus manos. - Me lo llevo. - indicó, buscando su bolsa de aeros para hacer el pago correspondiente. - ¡Estupendo! Espera un momento, le buscaré una funda. - contestó, girándose para rebuscar entre un montón de ellas hasta dar con la adecuada.
Una vez terminada la transacción, Ava dio las gracias y siguió avanzando por entre los distintos puestos, alejándose de la zona central hasta llegar a una algo más apartada, en la que al parecer iba a tener lugar un concurso de tiro con arco. - En Verisar no me fue bien, pero aquí parece que hay menos gente… podría intentarlo. - comentó en voz baja, aprovechando que aún era relativamente temprano y que la multitud estaba más repartida por la zona comercial.
- Ho… hola, me gustaría participar. - dijo, al elfo de piel morena que parecía estar al cargo de la actividad. No le interesaban los premios ni nada de eso, lo único que la híbrida quería comprobar era que su puntería no había empeorado y que, por tanto, su fracaso de la última vez había sido por la presión de sentirse observada.
Ava Kenrith
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Trébol continuó observando las enseñanzas que el elfo impartía a los niños. Cómo arquero, detectó rápidamente la calidad de su técnica, tan solo mirando sus movimientos y su forma de lanzar. Además, la excelente vista de los elfos le ayudaría bastante a que sus disparos fueran mucho más certeros.
Dio un par de pasos en su dirección cuándo una mujer bestia comenzó a hablar con él. La chica en cuestión tenía cuernos sobre su cabeza, una larga melena oscura y unas alas de gran tamaño. El licántropo se paró unos segundos a observarla, ya que rara vez veía personas bestias en el interior del bosque.
―Ho… hola, me gustaría participar… ―le dijo la chica al elfo, dándole la impresión a Trébol de que quizás era una chica tímida.
El elfo la sonrió ligeramente y alzando su brazo derecho, le indicó, apuntando con su dedo índice en dirección al viejo Collins.
―Ese hombre lleva la lista de participantes. Puedes apuntarte allí. La prueba comenzará cuándo acabe la instrucción de los niños.
Trébol llevó sus pasos rápidamente hasta el viejo Collins. Quería ver cómo de buena era su puntería respecto a la del elfo que tanta admiración causaba en la ciudad de los licántropos.
Cuándo llegó hasta el anciano, Trébol se volvió e hizo señas a la chica bestia que estaba interesada en participar.
―¡Vamos! ¡Queda poco tiempo para apuntarse!― dijo, alzando la voz, mostrando una amable sonrisa a la desconocida, mientras movía los brazos de forma animada indicándole que se aproximara a él― ¡Yo pago tu inscripción! He tenido mucha suerte en el BlackJack esta mañana.
Puso un par de monedas en las manos del viejo Collins cuándo le llegó el turno y cuándo éste alzó la mirada, señaló a la mujer bestia.
―Quiero invitar a esta forastera a participar. En Ulmer, debemos ser amable con los visitantes, ¿no crees?― preguntó al anciano, que accedió a apuntar su nombre en la lista, mientras asentía con la cabeza.
Trébol se volvió en dirección a la chica y le preguntó:
―¿Cuál es tu nombre? Es para la inscripción.
Dio un par de pasos en su dirección cuándo una mujer bestia comenzó a hablar con él. La chica en cuestión tenía cuernos sobre su cabeza, una larga melena oscura y unas alas de gran tamaño. El licántropo se paró unos segundos a observarla, ya que rara vez veía personas bestias en el interior del bosque.
―Ho… hola, me gustaría participar… ―le dijo la chica al elfo, dándole la impresión a Trébol de que quizás era una chica tímida.
El elfo la sonrió ligeramente y alzando su brazo derecho, le indicó, apuntando con su dedo índice en dirección al viejo Collins.
―Ese hombre lleva la lista de participantes. Puedes apuntarte allí. La prueba comenzará cuándo acabe la instrucción de los niños.
Trébol llevó sus pasos rápidamente hasta el viejo Collins. Quería ver cómo de buena era su puntería respecto a la del elfo que tanta admiración causaba en la ciudad de los licántropos.
Cuándo llegó hasta el anciano, Trébol se volvió e hizo señas a la chica bestia que estaba interesada en participar.
―¡Vamos! ¡Queda poco tiempo para apuntarse!― dijo, alzando la voz, mostrando una amable sonrisa a la desconocida, mientras movía los brazos de forma animada indicándole que se aproximara a él― ¡Yo pago tu inscripción! He tenido mucha suerte en el BlackJack esta mañana.
Puso un par de monedas en las manos del viejo Collins cuándo le llegó el turno y cuándo éste alzó la mirada, señaló a la mujer bestia.
―Quiero invitar a esta forastera a participar. En Ulmer, debemos ser amable con los visitantes, ¿no crees?― preguntó al anciano, que accedió a apuntar su nombre en la lista, mientras asentía con la cabeza.
Trébol se volvió en dirección a la chica y le preguntó:
―¿Cuál es tu nombre? Es para la inscripción.
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Nada más escucharla, el elfo ofreció una sincera sonrisa a la recién llegada y con un gesto de la mano le señaló el lugar al que debía acudir para inscribirse en la prueba de tiro con arco, informándole también de que ésta empezaría en cuanto terminase de instruir a los niños. Los brillantes ojos de la muchacha siguieron la dirección que indicaba hasta dar con la mesa y el hombre que controlaba el registro de participantes, un individuo algo mayor, con el que le sería más fácil tratar.
- Gra… gracias. - respondió, inclinándose ligeramente hacia delante, para luego girarse hacia su siguiente destino, en el cual había aparecido repentinamente otra figura. Junto al anciano se encontraba ahora un joven, que le hacía señas para que se acercase al puesto. - Esto lo complica un poco, tengo que centrarme. - pensó, sabiendo que le costaría más interactuar con aquel individuo.
La cuerva respiró profundamente y empezó a andar hacia ambos, notando como el nerviosismo que siempre la asaltaba en aquel tipo de situaciones volvía a hacerlo conforme se acercaba al punto de inscripción. Que aquel chico se mostrase tan animado y simpático tampoco ayudaba, todo lo contrario, hizo que se sintiese algo cohibida y no tardase en ruborizarse.
Antes de que alcanzase la mesa, el desconocido se le adelantó, entregando unas monedas al viejo para pagar la participación de la morena, detalle que la tomó por sorpresa. Por lo que pudo escuchar, parecía que lo hacía como muestra de la hospitalidad de Ulmer hacia los visitantes, gesto que la híbrida no olvidaría.
- Me… me llamo Ava. - contestó a su pregunta, situándose frente al habitante del bosque e inclinándose levemente para acompañar su saludo. - No… no hacía falta que pagases por mí… pe… pero te lo agradezco, ha sido muy amable por tu parte. - volvió a hablar, haciendo lo posible por mantener su inquietud bajo control. - ¿Pu… puedo saber a quién se lo debo? - preguntó, esperando que el joven también se presentase.
Y mientras aguardaba a que le dijese su nombre, un pensamiento cruzó su mente. Si vivía allí lo más probable era que se tratase de un licántropo, raza con la cual aún no había tratado y que en cierto modo despertaba su interés, como la de los dragones, por el proceso de transformación y todo lo que ello conllevaba.
La curiosidad de la mujer bestia afloró en aquel instante, ¿dolía? ¿resultaba incómodo? ¿qué se sentía al cambiar de forma? ¿mejoraban sus sentidos al encontrarse en su estado más salvaje? ¿hasta qué punto conservaban su consciencia mientras permanecían transformados? Éstas y otras muchas cuestiones inundaron sus pensamientos, pero antes de abordar al lugareño con ellas debía asegurarse de que esa era realmente su naturaleza.
- No debo precipitarme… y además, tampoco quiero agobiarlo, si empiezo a interrogarlo seguro que lo incomodo. - pensó, ya que no sería la primera vez que le pasaba. A veces simplemente no era capaz de deternerse, pero ¿qué podía hacer? El exterior tenía mucho que ofrecer para alguien que como ella, había pasado toda su vida sin salir de una pequeña y apartada aldea.
Ava quería ver mundo y aprender tanto como le fuese posible de cada lugar que visitaba y de su gente, por eso si sus sospechas resultaban ser ciertas, intentaría acercarse al simpático muchacho para entender algo mejor a los hombres lobo, aunque teniendo en cuenta sus problemas para interactuar con varones, seguramente no sería fácil.
- Ya sé, podría devolverle el gesto después de la prueba invitándolo a algo… así podría hablar con él y preguntarle algunas cosas… - meditó, pero la sola idea le dio vergüenza, no se veía capaz de hacer algo como aquello. Lo que para otros era algo normal y corriente para ella parecía demasiado difícil, no quería que la malinterpretasen y por eso muchas veces prefería callar.
- Gra… gracias. - respondió, inclinándose ligeramente hacia delante, para luego girarse hacia su siguiente destino, en el cual había aparecido repentinamente otra figura. Junto al anciano se encontraba ahora un joven, que le hacía señas para que se acercase al puesto. - Esto lo complica un poco, tengo que centrarme. - pensó, sabiendo que le costaría más interactuar con aquel individuo.
La cuerva respiró profundamente y empezó a andar hacia ambos, notando como el nerviosismo que siempre la asaltaba en aquel tipo de situaciones volvía a hacerlo conforme se acercaba al punto de inscripción. Que aquel chico se mostrase tan animado y simpático tampoco ayudaba, todo lo contrario, hizo que se sintiese algo cohibida y no tardase en ruborizarse.
Antes de que alcanzase la mesa, el desconocido se le adelantó, entregando unas monedas al viejo para pagar la participación de la morena, detalle que la tomó por sorpresa. Por lo que pudo escuchar, parecía que lo hacía como muestra de la hospitalidad de Ulmer hacia los visitantes, gesto que la híbrida no olvidaría.
- Me… me llamo Ava. - contestó a su pregunta, situándose frente al habitante del bosque e inclinándose levemente para acompañar su saludo. - No… no hacía falta que pagases por mí… pe… pero te lo agradezco, ha sido muy amable por tu parte. - volvió a hablar, haciendo lo posible por mantener su inquietud bajo control. - ¿Pu… puedo saber a quién se lo debo? - preguntó, esperando que el joven también se presentase.
Y mientras aguardaba a que le dijese su nombre, un pensamiento cruzó su mente. Si vivía allí lo más probable era que se tratase de un licántropo, raza con la cual aún no había tratado y que en cierto modo despertaba su interés, como la de los dragones, por el proceso de transformación y todo lo que ello conllevaba.
La curiosidad de la mujer bestia afloró en aquel instante, ¿dolía? ¿resultaba incómodo? ¿qué se sentía al cambiar de forma? ¿mejoraban sus sentidos al encontrarse en su estado más salvaje? ¿hasta qué punto conservaban su consciencia mientras permanecían transformados? Éstas y otras muchas cuestiones inundaron sus pensamientos, pero antes de abordar al lugareño con ellas debía asegurarse de que esa era realmente su naturaleza.
- No debo precipitarme… y además, tampoco quiero agobiarlo, si empiezo a interrogarlo seguro que lo incomodo. - pensó, ya que no sería la primera vez que le pasaba. A veces simplemente no era capaz de deternerse, pero ¿qué podía hacer? El exterior tenía mucho que ofrecer para alguien que como ella, había pasado toda su vida sin salir de una pequeña y apartada aldea.
Ava quería ver mundo y aprender tanto como le fuese posible de cada lugar que visitaba y de su gente, por eso si sus sospechas resultaban ser ciertas, intentaría acercarse al simpático muchacho para entender algo mejor a los hombres lobo, aunque teniendo en cuenta sus problemas para interactuar con varones, seguramente no sería fácil.
- Ya sé, podría devolverle el gesto después de la prueba invitándolo a algo… así podría hablar con él y preguntarle algunas cosas… - meditó, pero la sola idea le dio vergüenza, no se veía capaz de hacer algo como aquello. Lo que para otros era algo normal y corriente para ella parecía demasiado difícil, no quería que la malinterpretasen y por eso muchas veces prefería callar.
Ava Kenrith
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Cuando la desconocida dijo su nombre, Trébol sonrió dirigiéndose al viejo Collins de nuevo.
―Se llama Ava.
Tras la debida inscripción de ambos participantes, el licántropo continuó escuchando a la mujer bestia, que parecía hablar con voz entrecortada, de forma extraña.
―No… no hacía falta que pagases por mí… pe… pero te lo agradezco, ha sido muy amable por tu parte. ¿Pu… puedo saber a quién se lo debo?
― Soy Trébol. Encantado. Y no, no me debes ná... ―dijo, sonriente― Los de tu raza no pasan mucho por aquí… ¿Te lo estás pasando bien?
Antes de continuar hablando, Trébol vio a Isildam, unos metros detrás de la joven, haciendo un gesto con el brazo al viejo Collins. El anciano asintió y el elfo comenzó a hablar en tono elevado.
―El concurso de arquería va a comenzar. Participantes, tomen su arco y acérquense…
Trébol dirigió de nuevo su mirada a Ava y tras ofrecerle una nueva sonrisa, le señaló hacia la zona de tiro.
―¿Tienes tu arco a mano? ¿Qué tal tu puntería? La mía es buena. Soy de los mejores de Ulmer, pero aquí no hay muchos arqueros con los que competir... Cazamos en forma de lobo... Muchos no tocan un arco en su vida...
Mientras escuchaba la respuesta, Trébol se dirigió hacia la zona de tiro, notando mientras se acercaba, la mirada de Isildam sobre él y la chica que le acompañaba.
―¿Quién disparará antes? ―preguntó el elfo cuándo ambos llegaron a la zona de tiro.
―Los forasteros primero… ―dijo Trébol, intercambiando palabras con el elfo, por primera vez, apartándose, dejando a Ava el espacio suficiente para que la joven fuese la primera en disparar.
______________________________________
En ese mismo momento, al otro lado de Ulmer, la zona más cercana al fiordo y al salado mar, los pescadores preparaban los anaranjados salmones que habían logrado pescar esa mañana para aquella fiesta.
La calma del mar comenzaba ligeramente a agitarse. A lo largo de la superficie, numerosas ondas comenzaron a aparecer, cómo si muchas personas estuvieran a punto de salir a la superficie desde el fondo del agua.
Los pescadores, al darse cuenta de esta circunstancia, miraban con atención en dirección al mar. Cuándo los primeros hombres y mujeres pulpos surgieron del agua, quedaron maravillados por el excéntrico y curioso aspecto de estas personas.
Curiosos, se acercaron a ellos con la intención de observarles de cerca… Pero cuándo los numerosos tentáculos que ellos tenían como extremidades inferiores comenzaron a enredarse en los cuerpos de los pescadores, apretando con firmeza sus brazos y piernas, dañándoles con la presión… los ojos de terror de los pescadores se abrieron por completo y comenzaron a gritar…
―Se llama Ava.
Tras la debida inscripción de ambos participantes, el licántropo continuó escuchando a la mujer bestia, que parecía hablar con voz entrecortada, de forma extraña.
―No… no hacía falta que pagases por mí… pe… pero te lo agradezco, ha sido muy amable por tu parte. ¿Pu… puedo saber a quién se lo debo?
― Soy Trébol. Encantado. Y no, no me debes ná... ―dijo, sonriente― Los de tu raza no pasan mucho por aquí… ¿Te lo estás pasando bien?
Antes de continuar hablando, Trébol vio a Isildam, unos metros detrás de la joven, haciendo un gesto con el brazo al viejo Collins. El anciano asintió y el elfo comenzó a hablar en tono elevado.
―El concurso de arquería va a comenzar. Participantes, tomen su arco y acérquense…
Trébol dirigió de nuevo su mirada a Ava y tras ofrecerle una nueva sonrisa, le señaló hacia la zona de tiro.
―¿Tienes tu arco a mano? ¿Qué tal tu puntería? La mía es buena. Soy de los mejores de Ulmer, pero aquí no hay muchos arqueros con los que competir... Cazamos en forma de lobo... Muchos no tocan un arco en su vida...
Mientras escuchaba la respuesta, Trébol se dirigió hacia la zona de tiro, notando mientras se acercaba, la mirada de Isildam sobre él y la chica que le acompañaba.
―¿Quién disparará antes? ―preguntó el elfo cuándo ambos llegaron a la zona de tiro.
―Los forasteros primero… ―dijo Trébol, intercambiando palabras con el elfo, por primera vez, apartándose, dejando a Ava el espacio suficiente para que la joven fuese la primera en disparar.
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En ese mismo momento, al otro lado de Ulmer, la zona más cercana al fiordo y al salado mar, los pescadores preparaban los anaranjados salmones que habían logrado pescar esa mañana para aquella fiesta.
La calma del mar comenzaba ligeramente a agitarse. A lo largo de la superficie, numerosas ondas comenzaron a aparecer, cómo si muchas personas estuvieran a punto de salir a la superficie desde el fondo del agua.
Los pescadores, al darse cuenta de esta circunstancia, miraban con atención en dirección al mar. Cuándo los primeros hombres y mujeres pulpos surgieron del agua, quedaron maravillados por el excéntrico y curioso aspecto de estas personas.
Curiosos, se acercaron a ellos con la intención de observarles de cerca… Pero cuándo los numerosos tentáculos que ellos tenían como extremidades inferiores comenzaron a enredarse en los cuerpos de los pescadores, apretando con firmeza sus brazos y piernas, dañándoles con la presión… los ojos de terror de los pescadores se abrieron por completo y comenzaron a gritar…
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
La voz del joven la sacó de sus pensamientos, y tras presentarse, Trébol aseguró que no le debía nada, pasando a preguntarle si estaba disfrutando de su visita a Ulmer. Ava apenas acababa de llegar a la aldea pero sus habitantes la habían recibido con los brazos abiertos, haciéndola sentir como en casa, así que ciertamente, estaba a gusto en aquel lugar. Pero antes de que pudiese responder, el elfo al que se había acercado anteriormente comenzó a anunciar el comienzo de la prueba, pidiendo a los participantes que se acercasen al campo de tiro.
Siguiendo los pasos del amable lugareño hacia el sitio en cuestión, la cuerva se dispuso a responder a sus preguntas. - No… la verdad es que no tengo arco propio, pe… pero aprendí a disparar antes de salir de Midgar, no se me da mal. - comentó, esperando que al igual que en Verisar, allí también tuviesen alguno que pudiesen prestarle para el concurso. Lo siguiente que dijo el hombre confirmó sus sospechas, era un licántropo, así que tendría que buscar el modo de obtener algo de información sobre las peculiaridades de su raza sin agobiarlo ni ofenderlo.
En cuanto llegaron a la zona de tiro, el responsable de la actividad quiso saber quién sería el primero en disparar, y cortésmente, el lobo cedió ese honor a la visitante. - No… no tengo arco propio. - informó la híbrida, pero aquel no iba a ser un problema. - Tranquila, puedes usar uno de los que tenemos aquí. - contestó rápidamente el elfo, tomando uno de los que utilizaba para instruir a adultos y también tres flechas. - Toma, éste te servirá. - añadió, entregándole ambas cosas.
- Gracias. - consiguió pronunciar la morena, antes de tomar posición en el campo de tiro. Antes de prepararse para su primer lanzamiento, Ava deslizó los dedos por la madera y también por la cuerda, rememorando los días que había pasado con Bullier en el bosque practicando hacía poco menos de un año.
- Mantente erguida y con el brazo estirado, luego coloca la flecha y toma aire mientras tensas el arco. - la palabras de su padre inundaron su mente, acompañándola mientras se movía. - Lleva la cuerda hacia atrás, hasta que las plumas rocen tu mejilla, eso es… ahora alinea la trayectoria hacia tu objetivo y contén la respiración, cuando estés lista solo suéltala. - así lo hizo, consiguiendo acertar en la diana, aunque no en el centro de la misma sino en un punto intermedio entre éste y el borde.
- Ha dado en el blanco, ya es más de lo que conseguí la última vez. - pensó animada, echando mano de la segunda para repetir el mismo procedimiento, ésta vez teniendo más en cuenta la dirección del viento. Ulmer en cierto modo tenía un aire semejante al de su hogar, quizá por eso se sentía más cómoda allí, aunque también influía que no hubiese tanta gente a su alrededor como le había pasado en la gran ciudad.
El segundo tiro se acercó un poco más a su meta, y el tercero quedó a tan solo un par de centímetros del círculo central, resultado que para la cuerva era más que suficiente. Inevitablemente, los labios de la mujer bestia se curvaron en una sonrisa, pues aunque no sería la ganadora del concurso y quedaba claro que podía seguir mejorando, al menos no había perdido facultades, que era lo que la preocupaba.
- ¡Gracias! - exclamó alegre, mientras devolvía el arma al elfo. Lo más seguro era que Trébol no tuviese dificultades para superar su puntuación, pero a la joven eso no le importaba, acababa de resarcirse de su estrepitoso fracaso en Verisar y eso la puso de muy buen humor.
Abandonando el área de tiro para dar paso al lobo, Ava buscó un lugar desde el que poder ver la prueba y quedó expectante, igual que el resto del público, completamente ajena al peligro que acechaba al otro lado del pueblo.
Off: Me tomo la libertad de hacer que Isildam me preste un arco para participar, espero que no haya problemas.
Como no sé si los gritos de los pescadores llegan hasta la el área de tiro no menciono nada de momento.
Siguiendo los pasos del amable lugareño hacia el sitio en cuestión, la cuerva se dispuso a responder a sus preguntas. - No… la verdad es que no tengo arco propio, pe… pero aprendí a disparar antes de salir de Midgar, no se me da mal. - comentó, esperando que al igual que en Verisar, allí también tuviesen alguno que pudiesen prestarle para el concurso. Lo siguiente que dijo el hombre confirmó sus sospechas, era un licántropo, así que tendría que buscar el modo de obtener algo de información sobre las peculiaridades de su raza sin agobiarlo ni ofenderlo.
En cuanto llegaron a la zona de tiro, el responsable de la actividad quiso saber quién sería el primero en disparar, y cortésmente, el lobo cedió ese honor a la visitante. - No… no tengo arco propio. - informó la híbrida, pero aquel no iba a ser un problema. - Tranquila, puedes usar uno de los que tenemos aquí. - contestó rápidamente el elfo, tomando uno de los que utilizaba para instruir a adultos y también tres flechas. - Toma, éste te servirá. - añadió, entregándole ambas cosas.
- Gracias. - consiguió pronunciar la morena, antes de tomar posición en el campo de tiro. Antes de prepararse para su primer lanzamiento, Ava deslizó los dedos por la madera y también por la cuerda, rememorando los días que había pasado con Bullier en el bosque practicando hacía poco menos de un año.
- Mantente erguida y con el brazo estirado, luego coloca la flecha y toma aire mientras tensas el arco. - la palabras de su padre inundaron su mente, acompañándola mientras se movía. - Lleva la cuerda hacia atrás, hasta que las plumas rocen tu mejilla, eso es… ahora alinea la trayectoria hacia tu objetivo y contén la respiración, cuando estés lista solo suéltala. - así lo hizo, consiguiendo acertar en la diana, aunque no en el centro de la misma sino en un punto intermedio entre éste y el borde.
- Ha dado en el blanco, ya es más de lo que conseguí la última vez. - pensó animada, echando mano de la segunda para repetir el mismo procedimiento, ésta vez teniendo más en cuenta la dirección del viento. Ulmer en cierto modo tenía un aire semejante al de su hogar, quizá por eso se sentía más cómoda allí, aunque también influía que no hubiese tanta gente a su alrededor como le había pasado en la gran ciudad.
El segundo tiro se acercó un poco más a su meta, y el tercero quedó a tan solo un par de centímetros del círculo central, resultado que para la cuerva era más que suficiente. Inevitablemente, los labios de la mujer bestia se curvaron en una sonrisa, pues aunque no sería la ganadora del concurso y quedaba claro que podía seguir mejorando, al menos no había perdido facultades, que era lo que la preocupaba.
- ¡Gracias! - exclamó alegre, mientras devolvía el arma al elfo. Lo más seguro era que Trébol no tuviese dificultades para superar su puntuación, pero a la joven eso no le importaba, acababa de resarcirse de su estrepitoso fracaso en Verisar y eso la puso de muy buen humor.
Abandonando el área de tiro para dar paso al lobo, Ava buscó un lugar desde el que poder ver la prueba y quedó expectante, igual que el resto del público, completamente ajena al peligro que acechaba al otro lado del pueblo.
Off: Me tomo la libertad de hacer que Isildam me preste un arco para participar, espero que no haya problemas.
Como no sé si los gritos de los pescadores llegan hasta la el área de tiro no menciono nada de momento.
Ava Kenrith
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Trébol miró cómo el elfo le daba un arco a Ava cuándo le dijo que no tenía el suyo allí. El licántropo analizó el arco y tras unas comprobaciones, observó que éste era apropiado para ella. Se notaba que el elfo sabía lo que hacía.
Se mantuvo al lado de Isildam mientras veía cómo Ava se preparaba para lanzar. Tras unos segundos, su primera flecha se disparaba, cruzando veloz el aire hasta impactar en la diana.
―¡Vamos Ava!― le gritó, animando a la joven mientras notaba como el elfo, a su lado, posaba su mirada en él durante unos breves segundos para luego, volver a centrar su vista en la chica.
Sus dos lanzamientos siguientes fueron mejores, quedando el último bastante cerca del círculo central. La mujer bestia no parecía experta en armas a distancia, aunque el licántropo pensaba que su instrucción en ese tipo de armas había sido buena. Quizás sólo necesitaba practicar un poco más.
―¡Lo has hecho genial! ―dijo, como siempre entusiasta, animando a la joven que parecía contenta con su resultado.
―¿Vemos cómo se te da a ti? ―preguntó Isildam, mirándole ahora, cómo si le retara, mientras le ofrecía un arco y tres flechas.
―¡Veámoslo!
Tras tomar el arco y las flechas, se colocó en la posición de tiro. La diana estaba a unos treinta metros de distancia. Observó su círculo central, intentándose colocarse justo enfrente.
Tensó el arco, haciendo que la cuerda se volviera totalmente rígida. Reajustó unos milímetros la posición de su mano para intentar acertar en la zona más próxima al centro de la diana.
Cuándo creía estar preparado, dejó marchar la flecha que viajó rápidamente hasta impactar justo en la línea que separaba el círculo central del interno más próximo.
―Bueno… pudo ser mejor… ―dijo, lamentándose aunque sin perder la sonrisa, antes de añadir riendo― ¡Quizás beber dos jarras de cerveza negra antes del concurso no era lo mejor!
Cuándo se disponía a lanzar la segunda, el sonido de unos gritos llegaron hasta él. Sorprendido, Trébol alzó la mirada, observando hacia la zona dónde éstos parecían provenir.
―¿Qué pasa?
Algunos de sus vecinos corrían en su dirección, apresurados. Sobre todo, niños pequeños que parecían realmente asustados. Los pocos que corrían en sentido contrario, en dirección hacia los gritos, habían tomado sus armas o se habían transformado en lobos, dispuestos a atacar.
Trébol vio a la novia del joven Sammy, con la que se había cruzado apenas unos minutos antes. Al pasar por su lado, el licántropo sujetó su brazo momentáneamente, haciendo que la joven parase unos segundos.
―¡Nos atacan! ¡Personas que vienen del mar! ¡Pulpos!― gritó, mientras continuaba alejándose, asustada, tras dirigir una mirada de terror a Ava, quizás con desconfianza, quizás tomándola por otro tipo de mujer bestia durante unos segundos.
Trébol se dirigió hacia la zona de tiro y hizo aprovisionamiento de algunas flechas. A su lado, Isildam parecía haberle leído el pensamiento, pues hacía lo mismo.
―Otra forma de probar la puntería ―le dijo al elfo, antes de volverse en dirección a Ava, para darle a la chica flechas y el arco que había usado en la prueba de puntería― ¡No te alejes de mí! ¡No quisiera que ninguno de mis vecinos te atacara por error!
Mientras corría en dirección a la zona dónde se había producido el ataque, escuchó la voz del elfo detrás de sí.
―¡Tomen las armas! ¡Defiendan Ulmer!
Se mantuvo al lado de Isildam mientras veía cómo Ava se preparaba para lanzar. Tras unos segundos, su primera flecha se disparaba, cruzando veloz el aire hasta impactar en la diana.
―¡Vamos Ava!― le gritó, animando a la joven mientras notaba como el elfo, a su lado, posaba su mirada en él durante unos breves segundos para luego, volver a centrar su vista en la chica.
Sus dos lanzamientos siguientes fueron mejores, quedando el último bastante cerca del círculo central. La mujer bestia no parecía experta en armas a distancia, aunque el licántropo pensaba que su instrucción en ese tipo de armas había sido buena. Quizás sólo necesitaba practicar un poco más.
―¡Lo has hecho genial! ―dijo, como siempre entusiasta, animando a la joven que parecía contenta con su resultado.
―¿Vemos cómo se te da a ti? ―preguntó Isildam, mirándole ahora, cómo si le retara, mientras le ofrecía un arco y tres flechas.
―¡Veámoslo!
Tras tomar el arco y las flechas, se colocó en la posición de tiro. La diana estaba a unos treinta metros de distancia. Observó su círculo central, intentándose colocarse justo enfrente.
Tensó el arco, haciendo que la cuerda se volviera totalmente rígida. Reajustó unos milímetros la posición de su mano para intentar acertar en la zona más próxima al centro de la diana.
Cuándo creía estar preparado, dejó marchar la flecha que viajó rápidamente hasta impactar justo en la línea que separaba el círculo central del interno más próximo.
―Bueno… pudo ser mejor… ―dijo, lamentándose aunque sin perder la sonrisa, antes de añadir riendo― ¡Quizás beber dos jarras de cerveza negra antes del concurso no era lo mejor!
Cuándo se disponía a lanzar la segunda, el sonido de unos gritos llegaron hasta él. Sorprendido, Trébol alzó la mirada, observando hacia la zona dónde éstos parecían provenir.
―¿Qué pasa?
Algunos de sus vecinos corrían en su dirección, apresurados. Sobre todo, niños pequeños que parecían realmente asustados. Los pocos que corrían en sentido contrario, en dirección hacia los gritos, habían tomado sus armas o se habían transformado en lobos, dispuestos a atacar.
Trébol vio a la novia del joven Sammy, con la que se había cruzado apenas unos minutos antes. Al pasar por su lado, el licántropo sujetó su brazo momentáneamente, haciendo que la joven parase unos segundos.
―¡Nos atacan! ¡Personas que vienen del mar! ¡Pulpos!― gritó, mientras continuaba alejándose, asustada, tras dirigir una mirada de terror a Ava, quizás con desconfianza, quizás tomándola por otro tipo de mujer bestia durante unos segundos.
Trébol se dirigió hacia la zona de tiro y hizo aprovisionamiento de algunas flechas. A su lado, Isildam parecía haberle leído el pensamiento, pues hacía lo mismo.
―Otra forma de probar la puntería ―le dijo al elfo, antes de volverse en dirección a Ava, para darle a la chica flechas y el arco que había usado en la prueba de puntería― ¡No te alejes de mí! ¡No quisiera que ninguno de mis vecinos te atacara por error!
Mientras corría en dirección a la zona dónde se había producido el ataque, escuchó la voz del elfo detrás de sí.
―¡Tomen las armas! ¡Defiendan Ulmer!
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Los ambarinos ojos de la joven siguieron la figura del lobo mientras éste tomaba posición y se preparaba para disparar su primera flecha, que tal como imaginaba, acertó más cerca del centro que las suyas. - Era de esperar… - musitó Ava, recordando las palabras de Trébol, que había asegurado ser uno de los mejores arqueros de Ulmer un par de minutos antes. Y sin embargo no perdió la sonrisa, no aspiraba a ganar, así que con su objetivo cumplido solo le quedaba animar al lugareño como él había hecho con ella.
Por desgracia, la vergüenza no le permitió hacerlo a viva voz, así que se limitó a aplaudir y desearle la mejor de las suertes, aunque dada su habilidad quizá no le hiciese falta. El Licántropo, animado, bromeó con que la cerveza estaba afectando a su puntería, pasando a preparar el segundo tiro, que no llegó a efectuar.
Los gritos llegaron repentinamente, deteniendo la prueba y atrayendo la atención de todos, incluyendo la de la visitante, que al girar el rostro en dirección al origen pudo ver como decenas de personas corrían hacia el campo de tiro, huyendo de algo que a juzgar por el miedo en sus caras, debía ser espantoso. - ¿Qu… qué ocurre? - pronunció en voz baja, viendo como otros, armados de valor, no dudaban en tomar sus formas lobunas y lanzarse hacia el peligro.
La voz de una chica a su espalda hizo que se volviese para prestar atención a lo que decía, justo a tiempo de ver como el terror se reflejaba en sus ojos al posarlos sobre la cuerva. Ese gesto impactó a la morena, porque no fue la única que la miró de aquella manera. - ¿Pulpos? - preguntó, intentando asimilar lo que decía sobre el ataque.
Debía tratarse de hombres bestia marinos, así que en cierto modo era comprensible que la observasen con algo de recelo por pertenecer a la misma raza y haber llegado aquel mismo día.
Consciente de la peliaguda situación de la joven, Trébol acudió a su lado y le entregó el arco que acababa de utilizar para participar en el concurso junto con algunas saetas, instándola a permanecer cerca de él para que sus vecinos no la atacasen por error. - Gra… gracias. - respondió Ava, corriendo tras el lobo y esquivando por el camino a quienes huían despavoridos.
Otros, motivados por la voz del elfo de tez oscura, se lanzaron también hacia el lugar del incidente, unos blandiendo las armas, aunque la mayoría se sentía más cómoda en su forma bestial.
Cuando la Midgardiana finalmente alcanzó el mar, quedó momentáneamente paralizada por la visión que tenía ante sí. Varias criaturas, mitad humanas mitad pulpo, se habían adueñado de la orilla y retenían a algunos pescadores con sus tentáculos, haciendo presión sobre las extremidades de éstos y arrancando profundos gritos de dolor de sus gargantas.
- No puedo quedarme mirando sin más. - pensó, tomando el arco y colocando una de las flechas para disparar al ser que tenía más cerca, pero aquel espécimen, que sin duda alguna era una hembra, se movía demasiado como para apuntar de forma segura. - Grrr… no puedo, mi puntería no es lo suficientemente buena… arriesgaría la vida del rehén. - gruñó entre dientes, algo frustrada, pero eso no iba a detenerla.
Dejando caer el arco y las saetas, la cuerva elevó las alas, deslizando la diestra hacia su espalda por debajo de las negras plumas para tomar el mango de Segadora y desengancharla de su soporte. La imponente hacha bailó en el aire, dibujando un círculo completo antes de de que la morena la situase por delante de su torso, sujetándola con firmeza con ambas manos.
- ¡Que no me disparen! - pidió al licántropo, batiendo las oscuras extremidades para alzarse en el aire y acortar la distancia con la mujer pulpo. Su objetivo no reparó en ella hasta que la tuvo prácticamente encima, abalanzándose sobre su viscosa silueta con el hacha por delante para realizar un tajo vertical.
Cuando el frío metal cortó la carne, la bestia chilló desde lo más hondo de su ser, viendo impotente como los apéndices con que había apresado a su víctima caían al suelo, cercenados. El pescador se revolvió rápidamente para terminar de liberarse y huir, mientras su atacante dedicaba una mirada cargada de odio a la cuerva, centrando su interés en ella y moviendo los tentáculos que aún conservaba para preparar un ataque en su contra.
Por desgracia, la vergüenza no le permitió hacerlo a viva voz, así que se limitó a aplaudir y desearle la mejor de las suertes, aunque dada su habilidad quizá no le hiciese falta. El Licántropo, animado, bromeó con que la cerveza estaba afectando a su puntería, pasando a preparar el segundo tiro, que no llegó a efectuar.
Los gritos llegaron repentinamente, deteniendo la prueba y atrayendo la atención de todos, incluyendo la de la visitante, que al girar el rostro en dirección al origen pudo ver como decenas de personas corrían hacia el campo de tiro, huyendo de algo que a juzgar por el miedo en sus caras, debía ser espantoso. - ¿Qu… qué ocurre? - pronunció en voz baja, viendo como otros, armados de valor, no dudaban en tomar sus formas lobunas y lanzarse hacia el peligro.
La voz de una chica a su espalda hizo que se volviese para prestar atención a lo que decía, justo a tiempo de ver como el terror se reflejaba en sus ojos al posarlos sobre la cuerva. Ese gesto impactó a la morena, porque no fue la única que la miró de aquella manera. - ¿Pulpos? - preguntó, intentando asimilar lo que decía sobre el ataque.
Debía tratarse de hombres bestia marinos, así que en cierto modo era comprensible que la observasen con algo de recelo por pertenecer a la misma raza y haber llegado aquel mismo día.
Consciente de la peliaguda situación de la joven, Trébol acudió a su lado y le entregó el arco que acababa de utilizar para participar en el concurso junto con algunas saetas, instándola a permanecer cerca de él para que sus vecinos no la atacasen por error. - Gra… gracias. - respondió Ava, corriendo tras el lobo y esquivando por el camino a quienes huían despavoridos.
Otros, motivados por la voz del elfo de tez oscura, se lanzaron también hacia el lugar del incidente, unos blandiendo las armas, aunque la mayoría se sentía más cómoda en su forma bestial.
Cuando la Midgardiana finalmente alcanzó el mar, quedó momentáneamente paralizada por la visión que tenía ante sí. Varias criaturas, mitad humanas mitad pulpo, se habían adueñado de la orilla y retenían a algunos pescadores con sus tentáculos, haciendo presión sobre las extremidades de éstos y arrancando profundos gritos de dolor de sus gargantas.
- No puedo quedarme mirando sin más. - pensó, tomando el arco y colocando una de las flechas para disparar al ser que tenía más cerca, pero aquel espécimen, que sin duda alguna era una hembra, se movía demasiado como para apuntar de forma segura. - Grrr… no puedo, mi puntería no es lo suficientemente buena… arriesgaría la vida del rehén. - gruñó entre dientes, algo frustrada, pero eso no iba a detenerla.
Dejando caer el arco y las saetas, la cuerva elevó las alas, deslizando la diestra hacia su espalda por debajo de las negras plumas para tomar el mango de Segadora y desengancharla de su soporte. La imponente hacha bailó en el aire, dibujando un círculo completo antes de de que la morena la situase por delante de su torso, sujetándola con firmeza con ambas manos.
- ¡Que no me disparen! - pidió al licántropo, batiendo las oscuras extremidades para alzarse en el aire y acortar la distancia con la mujer pulpo. Su objetivo no reparó en ella hasta que la tuvo prácticamente encima, abalanzándose sobre su viscosa silueta con el hacha por delante para realizar un tajo vertical.
Cuando el frío metal cortó la carne, la bestia chilló desde lo más hondo de su ser, viendo impotente como los apéndices con que había apresado a su víctima caían al suelo, cercenados. El pescador se revolvió rápidamente para terminar de liberarse y huir, mientras su atacante dedicaba una mirada cargada de odio a la cuerva, centrando su interés en ella y moviendo los tentáculos que aún conservaba para preparar un ataque en su contra.
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Ava Kenrith
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Trébol avanzó abriéndose paso entre las numerosas personas que corrían en dirección contraria. A ambos lados, iban Ava e Isildam, que parecían dispuestos a combatir contra aquellas criaturas que, al parecer, atacaban Ulmer sin ningún motivo.
Cuándo llegaron hasta la costa del fiordo, el licántropo divisó por primera vez aquellas personas que normalmente solían vivir bajo el mar. Quedó impresionado durante unos segundos por los numerosos tentáculos que tenían en lugar de piernas y cómo aprisionaban a pescadores inocentes con ellos. Parecían tener dificultades para respirar. Incluso algunos cuerpos estaban ya inertes, tirados en el suelo.
Mientras escuchaba las palabras de Ava, se dispuso a lanzar la primera flecha. A su lado, Isildam ya iba por la tercera. Su habilidad y rapidez, sin duda, eran superiores a la suya. Aún así, la primera flecha que disparó impactó uno de los tentáculos de un hombre pulpo.
―¡Que no me disparen! ―escuchó decir a Ava tras lanzar su segunda flecha.
Al mirar rápidamente hasta dónde se encontraba la chica, la vio emprendiendo el vuelo con sus majestuosas alas negras.
―¡No disparen a la chica que vuela!― gritó Isildam, adelantándose al licántropo, dejando una vez más lo eficaz que parecía ser en situaciones conflictivas.
Tras lanzar varias flechas más, vio cómo un hombre pulpo retenía entre sus tentáculos al joven Sammy. Trébol dirigió su arma en la dirección del mismo, disparando al hombre pulpo, que cayó abatido cuándo la flecha le atravesó uno de sus ojos.
Veloz, se abrió paso por la pequeña playa de Ulmer, en dirección al mar, disparando un par de veces en el trayecto. Tras él, escuchaba las órdenes de Isildam a los arqueros. Sus vecinos licántropos en forma de lobo atacaban ferozmente a algunos de los invasores. Ava, a su derecha, continuaba en su lucha con una mujer pulpo.
Al llegar hasta Sammy, tomó al hombre por debajo de sus brazos y lo arrastró por la playa en dirección a Ulmer. Notaba como al joven le costaba respirar, por lo que cuándo Trébol creyó encontrarse en una posición segura, intentó reanimarle.
―¡Vamos, Sammy, amigo!
Al alzar la vista de nuevo, vio como grandes medusas salían disparadas del agua a gran velocidad, alcanzando una gran altura. Al descender, algunas atrapaban en sus viscosos y gelatinosos cuerpos a algunos licántropos transformados, intentando anexionarse a su piel.
―¡Cuidado con las medusas!― gritó Trébol alertando a los hombres que estaban distraídos, disparando a los hombres bestia.
Dirigió una mirada entonces a la joven Ava, que parecía mantener una dura batalla con aquella mujer.
Cuándo llegaron hasta la costa del fiordo, el licántropo divisó por primera vez aquellas personas que normalmente solían vivir bajo el mar. Quedó impresionado durante unos segundos por los numerosos tentáculos que tenían en lugar de piernas y cómo aprisionaban a pescadores inocentes con ellos. Parecían tener dificultades para respirar. Incluso algunos cuerpos estaban ya inertes, tirados en el suelo.
Mientras escuchaba las palabras de Ava, se dispuso a lanzar la primera flecha. A su lado, Isildam ya iba por la tercera. Su habilidad y rapidez, sin duda, eran superiores a la suya. Aún así, la primera flecha que disparó impactó uno de los tentáculos de un hombre pulpo.
―¡Que no me disparen! ―escuchó decir a Ava tras lanzar su segunda flecha.
Al mirar rápidamente hasta dónde se encontraba la chica, la vio emprendiendo el vuelo con sus majestuosas alas negras.
―¡No disparen a la chica que vuela!― gritó Isildam, adelantándose al licántropo, dejando una vez más lo eficaz que parecía ser en situaciones conflictivas.
Tras lanzar varias flechas más, vio cómo un hombre pulpo retenía entre sus tentáculos al joven Sammy. Trébol dirigió su arma en la dirección del mismo, disparando al hombre pulpo, que cayó abatido cuándo la flecha le atravesó uno de sus ojos.
Veloz, se abrió paso por la pequeña playa de Ulmer, en dirección al mar, disparando un par de veces en el trayecto. Tras él, escuchaba las órdenes de Isildam a los arqueros. Sus vecinos licántropos en forma de lobo atacaban ferozmente a algunos de los invasores. Ava, a su derecha, continuaba en su lucha con una mujer pulpo.
Al llegar hasta Sammy, tomó al hombre por debajo de sus brazos y lo arrastró por la playa en dirección a Ulmer. Notaba como al joven le costaba respirar, por lo que cuándo Trébol creyó encontrarse en una posición segura, intentó reanimarle.
―¡Vamos, Sammy, amigo!
Al alzar la vista de nuevo, vio como grandes medusas salían disparadas del agua a gran velocidad, alcanzando una gran altura. Al descender, algunas atrapaban en sus viscosos y gelatinosos cuerpos a algunos licántropos transformados, intentando anexionarse a su piel.
―¡Cuidado con las medusas!― gritó Trébol alertando a los hombres que estaban distraídos, disparando a los hombres bestia.
Dirigió una mirada entonces a la joven Ava, que parecía mantener una dura batalla con aquella mujer.
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Alertados por el terror colectivo, un pequeño grupo de elfos, que habían acudido a Ulmer para aprovechar los festejos otoñales y mercadear con sus vecinos del bosque, llegó también a la playa, encontrando la caótica escena. De un lado estaban los hombres bestia acuáticos, haciendo lo posible por atrapar a cuantos se acercaban a la orilla, mientras que por el otro se extendía una variopinta multitud, los defensores de la ciudad, conformados por humanos, lobos, hijos de Sandorai y ¿una chica cuervo?
Los grisáceos ojos del joven se abrieron desmesuradamente al ver aquella última silueta al otro lado del improvisado campo de batalla. - No puede ser. - soltó, momentáneamente paralizado ante la visión de la morena. ¿Qué probabilidades había de que aquella extraña fuese la hija de Celene? Físicamente encajaba con lo que la mujer le había descrito años antes, entonces ¿era ella? Tenía que asegurarse antes de decidir cómo actuar con respecto a la alada.
- Ivaran ¡no te quedes atrás! - exclamó uno de sus compañeros, haciéndolo reaccionar. Manteniéndose cubierto en todo momento con la gruesa capa para que la herencia de su madre siguiese oculta, el arquero siguió de cerca a los suyos y se centró en dar apoyo desde la distancia, imbuyendo sus flechas con parte de la magia de su pueblo para que causasen más daño a las bestias.
Al otro lado de la playa, Ava continuaba haciendo frente a la criatura a la que había atacado, esquivando los tentáculos con los que intentaba apresarla. Tras ganar algo de distancia con respecto a su enemiga, la híbrida sujetó con fuerza el mango de Segadora y realizó un rápido movimiento, dibujando un arco horizontal por delante de su cuerpo, lo que obligó al ser a echarse hacia atrás para esquivar el afilado filo del hacha. [1]
Decidida a sacar aquel peligroso objeto de escena, ya que de alcanzarla nuevamente la destrozaría, la invasora se abalanzó sobre su adversaria y enrolló los viscosos apéndices que le quedaban en torno al mango, luchando para arrebatárselo. Sin embargo, la reacción que ésto produjo en la Midgardiana no fue la que esperaba, en vez de resistirse, Ava simplemente soltó el arma y retiró las manos, sin mostrar ninguna preocupación.
Segadora estaba encantada para ser más ligera solo cuando su dueña la blandía, para cualquier otra persona sería una herramienta complicada de manejar. Los endebles tentáculos no pudieron sostener el peso del hacha, con lo que en apenas unos segundos, la extraña se vio inclinada hacia delante, en una posición claramente vulnerable.
Sin darle tiempo para erguirse, la cuerva echó hacia atrás la diestra y descargó un contundente puñetazo directamente contra el rostro de su oponente, obligándola a retroceder hacia el agua. - No escaparás. - sentenció, clavando sus ambarinos ojos sobre su figura mientras recogía el regalo de Bullier de la arena, para hacerlo girar ágilmente entre las manos, dejando clara la diferencia que había entre ambas.
Herida y consciente de la desventaja de fuerza que jugaba en su contra, la mujer pulpo hizo un último intento por llevar la batalla a su terreno, donde se suponía que podría equilibrar las cosas, pero aquel fue un terrible error. En cuanto dio la espalda a su enemiga para adentrarse en las revueltas aguas, pudo sentir como el frío acero cortaba su espalda, la había seguido.
Al acertar en su objetivo, un gélido halo recorrió la hoja y avanzó a través de la carne como una descarga, congelando cuanto encontraba a su paso hasta llegar al corazón, que no tardó en pararse. [2] Los negros ojos de la criatura perdieron el brillo mientras se desplomaba, inerte, tiñendo de rojo la espuma que llegaba a la orilla. Ava la observó en silencio, no disfrutaba arrebatando una vida pero en ocasiones no había otra opción, ellos habían iniciado el ataque, debían pagar por el daño causado a los pescadores.
- ¡Cuidado con las medusas! - la voz de Trébol hizo que volviese a ponerse en guardia, justo a tiempo de ver como aquellos viscosos seres subían a la superficie y salían disparados en su dirección. Rápidamente, la híbrida se agachó para evadirlos, viendo como pasaban por encima de su cabeza para luego aterrizar en la playa. - Tengo que salir del agua. - susurró, sabiendo que de no hacerlo terminarían alcanzándola.
En cuanto tuvo ocasión echó a correr hacia la arena, vigilando su espalda para cambiar de trayectoria y seguir fuera del alcance de la nueva amenaza que se cernía sobre los defensores de Ulmer.
Viendo que uno de los lobos que estaban en primera línea se revolvía enérgicamente para liberarse de una de aquellas cosas, la joven acudió a su lado y golpeó con el extremo del mango la viscosa masa, apartándola de su víctima, pero todo se estaba complicando por momentos.
Liarse a hachazos con las medusas no parecía el mejor modo de afrontar la situación, pero ¿qué otra cosa podía hacer?
Off: Ivaran hace su aparición como personaje de fondo para apoyar a los defensores, de momento no se acercará a Ava.
[1] Habilidad de nivel 3: Barrido a dos manos
[2] Se activa el encantamiento Furia elemental de hielo de Segadora.
Los grisáceos ojos del joven se abrieron desmesuradamente al ver aquella última silueta al otro lado del improvisado campo de batalla. - No puede ser. - soltó, momentáneamente paralizado ante la visión de la morena. ¿Qué probabilidades había de que aquella extraña fuese la hija de Celene? Físicamente encajaba con lo que la mujer le había descrito años antes, entonces ¿era ella? Tenía que asegurarse antes de decidir cómo actuar con respecto a la alada.
- Ivaran ¡no te quedes atrás! - exclamó uno de sus compañeros, haciéndolo reaccionar. Manteniéndose cubierto en todo momento con la gruesa capa para que la herencia de su madre siguiese oculta, el arquero siguió de cerca a los suyos y se centró en dar apoyo desde la distancia, imbuyendo sus flechas con parte de la magia de su pueblo para que causasen más daño a las bestias.
Al otro lado de la playa, Ava continuaba haciendo frente a la criatura a la que había atacado, esquivando los tentáculos con los que intentaba apresarla. Tras ganar algo de distancia con respecto a su enemiga, la híbrida sujetó con fuerza el mango de Segadora y realizó un rápido movimiento, dibujando un arco horizontal por delante de su cuerpo, lo que obligó al ser a echarse hacia atrás para esquivar el afilado filo del hacha. [1]
Decidida a sacar aquel peligroso objeto de escena, ya que de alcanzarla nuevamente la destrozaría, la invasora se abalanzó sobre su adversaria y enrolló los viscosos apéndices que le quedaban en torno al mango, luchando para arrebatárselo. Sin embargo, la reacción que ésto produjo en la Midgardiana no fue la que esperaba, en vez de resistirse, Ava simplemente soltó el arma y retiró las manos, sin mostrar ninguna preocupación.
Segadora estaba encantada para ser más ligera solo cuando su dueña la blandía, para cualquier otra persona sería una herramienta complicada de manejar. Los endebles tentáculos no pudieron sostener el peso del hacha, con lo que en apenas unos segundos, la extraña se vio inclinada hacia delante, en una posición claramente vulnerable.
Sin darle tiempo para erguirse, la cuerva echó hacia atrás la diestra y descargó un contundente puñetazo directamente contra el rostro de su oponente, obligándola a retroceder hacia el agua. - No escaparás. - sentenció, clavando sus ambarinos ojos sobre su figura mientras recogía el regalo de Bullier de la arena, para hacerlo girar ágilmente entre las manos, dejando clara la diferencia que había entre ambas.
Herida y consciente de la desventaja de fuerza que jugaba en su contra, la mujer pulpo hizo un último intento por llevar la batalla a su terreno, donde se suponía que podría equilibrar las cosas, pero aquel fue un terrible error. En cuanto dio la espalda a su enemiga para adentrarse en las revueltas aguas, pudo sentir como el frío acero cortaba su espalda, la había seguido.
Al acertar en su objetivo, un gélido halo recorrió la hoja y avanzó a través de la carne como una descarga, congelando cuanto encontraba a su paso hasta llegar al corazón, que no tardó en pararse. [2] Los negros ojos de la criatura perdieron el brillo mientras se desplomaba, inerte, tiñendo de rojo la espuma que llegaba a la orilla. Ava la observó en silencio, no disfrutaba arrebatando una vida pero en ocasiones no había otra opción, ellos habían iniciado el ataque, debían pagar por el daño causado a los pescadores.
- ¡Cuidado con las medusas! - la voz de Trébol hizo que volviese a ponerse en guardia, justo a tiempo de ver como aquellos viscosos seres subían a la superficie y salían disparados en su dirección. Rápidamente, la híbrida se agachó para evadirlos, viendo como pasaban por encima de su cabeza para luego aterrizar en la playa. - Tengo que salir del agua. - susurró, sabiendo que de no hacerlo terminarían alcanzándola.
En cuanto tuvo ocasión echó a correr hacia la arena, vigilando su espalda para cambiar de trayectoria y seguir fuera del alcance de la nueva amenaza que se cernía sobre los defensores de Ulmer.
Viendo que uno de los lobos que estaban en primera línea se revolvía enérgicamente para liberarse de una de aquellas cosas, la joven acudió a su lado y golpeó con el extremo del mango la viscosa masa, apartándola de su víctima, pero todo se estaba complicando por momentos.
Liarse a hachazos con las medusas no parecía el mejor modo de afrontar la situación, pero ¿qué otra cosa podía hacer?
Off: Ivaran hace su aparición como personaje de fondo para apoyar a los defensores, de momento no se acercará a Ava.
[1] Habilidad de nivel 3: Barrido a dos manos
[2] Se activa el encantamiento Furia elemental de hielo de Segadora.
Ava Kenrith
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
En pocos minutos, la costa del fiordo de Ulmer se había transformado en un gran campo de batalla. En algunas zonas, el agua del mar se había vuelto roja y los cadáveres de varias personas pulpo flotaban sin vida.
En la orilla, el número de muertos y heridos era similar. Trébol acercó a varios heridos al joven Sammy.
―¡Tranquilos! ¡Os curaré! ―dijo, mientras miraba en el interior de mi chaleco dónde reposaba su colgante azul, que comenzaba a brillar, quizás detectando la presencia de heridos a su alrededor― Sólo quedaros cerca de mí. [1]
Trébol les dio la espalda a ambos heridos y arco en mano, comenzó a disparar algunas de sus mejores flechas a las numerosas medusas que salían disparadas del mar. Logró dar a una de ellas, unos segundos después que otra flecha impactara en el mismo cuerpo.
Miró momentáneamente hacia su derecha, encontrándose su mirada brevemente con la de Isildam. Volvió a disparar las flechas en dirección al mar. Al mirar a la derecha, vio que Ava había vuelto a la orilla.
―¡Que nadie dispare a la chica alada! ―recordó Trébol, temiendo que alguien relacionara a la mujer con los asaltantes de Ulmer.
A pesar de la espectacularidad de los saltos de las medusas, éstas habían propiciado lo que podría ser el fin de aquella extraña batalla.
Los hombres y mujeres pulpo que continuaban en el mar parecían no estar demasiado dispuestos para acercarse a la orilla. Los habitantes de Ulmer y sus visitantes, igualmente, se veía obligados a permanecer en la costa para no ser atacados por las saltarinas medusas.
―¿Se ha acabado? ¿Se van?
En aquel momento, una mujer de larga melena oscura surgió de las aguas, situándose en el centro de aquel mar de sangre. Desde la distancia de la costa, Trébol pudo observarla: su belleza era sin igual, una hermosa mujer que incluso en aquella distancia, resultaba de lo más atractiva.
Fue entonces cuándo abrió la boca y comenzó a cantar. La musicalidad de su voz en un relajado canto resultaba agradable.
En ese momento, sintió cómo su amuleto comenzaba a vibrar de una forma extraña, cómo nunca jamás había hecho. El movimiento del objeto llamó su atención para despistarse unos segundos de los cánticos de la mujer del mar.
Al alzar la vista de nuevo, vio como la apariencia de la mujer no era tal y cómo la había visto en un principio. Era horrible, con una larga melena plateada y una oscura y extraña aura la rodeaba.
― Pero, ¿qué…?
Mayor fue su asombro cuándo numerosos hombres y mujeres de Ulmer, entusiasmados y sonrientes con aquel cántico, comenzaron a caminar en dirección al mar…
[1] Uso de mi habilidad Alivio Presto [Magia] [2 usos]
El colgante de Trébol brilla sanando una herida moderada o un par de heridas leves de su portador o de personas próximas a él.
En la orilla, el número de muertos y heridos era similar. Trébol acercó a varios heridos al joven Sammy.
―¡Tranquilos! ¡Os curaré! ―dijo, mientras miraba en el interior de mi chaleco dónde reposaba su colgante azul, que comenzaba a brillar, quizás detectando la presencia de heridos a su alrededor― Sólo quedaros cerca de mí. [1]
Trébol les dio la espalda a ambos heridos y arco en mano, comenzó a disparar algunas de sus mejores flechas a las numerosas medusas que salían disparadas del mar. Logró dar a una de ellas, unos segundos después que otra flecha impactara en el mismo cuerpo.
Miró momentáneamente hacia su derecha, encontrándose su mirada brevemente con la de Isildam. Volvió a disparar las flechas en dirección al mar. Al mirar a la derecha, vio que Ava había vuelto a la orilla.
―¡Que nadie dispare a la chica alada! ―recordó Trébol, temiendo que alguien relacionara a la mujer con los asaltantes de Ulmer.
A pesar de la espectacularidad de los saltos de las medusas, éstas habían propiciado lo que podría ser el fin de aquella extraña batalla.
Los hombres y mujeres pulpo que continuaban en el mar parecían no estar demasiado dispuestos para acercarse a la orilla. Los habitantes de Ulmer y sus visitantes, igualmente, se veía obligados a permanecer en la costa para no ser atacados por las saltarinas medusas.
―¿Se ha acabado? ¿Se van?
En aquel momento, una mujer de larga melena oscura surgió de las aguas, situándose en el centro de aquel mar de sangre. Desde la distancia de la costa, Trébol pudo observarla: su belleza era sin igual, una hermosa mujer que incluso en aquella distancia, resultaba de lo más atractiva.
Fue entonces cuándo abrió la boca y comenzó a cantar. La musicalidad de su voz en un relajado canto resultaba agradable.
En ese momento, sintió cómo su amuleto comenzaba a vibrar de una forma extraña, cómo nunca jamás había hecho. El movimiento del objeto llamó su atención para despistarse unos segundos de los cánticos de la mujer del mar.
Al alzar la vista de nuevo, vio como la apariencia de la mujer no era tal y cómo la había visto en un principio. Era horrible, con una larga melena plateada y una oscura y extraña aura la rodeaba.
― Pero, ¿qué…?
Mayor fue su asombro cuándo numerosos hombres y mujeres de Ulmer, entusiasmados y sonrientes con aquel cántico, comenzaron a caminar en dirección al mar…
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[1] Uso de mi habilidad Alivio Presto [Magia] [2 usos]
El colgante de Trébol brilla sanando una herida moderada o un par de heridas leves de su portador o de personas próximas a él.
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Gracias a los avisos de Trébol, los defensores no dirigieron sus armas hacia la morena en ningún momento, pero el caos era tal que no podía descartar la posibilidad de acabar accidentalmente herida por alguno de sus aliados durante la pelea. Justo por eso, la Midgardiana prestaba especial atención a los arqueros, tratando de no interponerse en la trayectoria de sus flechas.
Buscando su propio espacio para luchar, Ava se movió hacia el centro de aquel campo de batalla, blandiendo su hacha para destrozar a las medusas que encontraba a su paso. Por suerte, una vez fuera del agua aquellos seres ya no eran tan ágiles, con lo que no tuvo demasiados problemas para encargarse de unos cuantos.
La cosa parecía estar bastante igualada entre los dos bandos, tanto en número de efectivos como en bajas, y quizá por eso mismo, los hombres pulpo dejaron de avanzar, dando un respiro a los pescadores y demás habitantes de Ulmer. - Se habrán dado cuenta de que no les será fácil ganar. - pensó la cuerva, manteniendo el cuerpo en tensión mientras su agitada respiración se iba calmando poco a poco.
No podía estar más equivocada, aquello estaba lejos de acabar…
Una nueva silueta salió del agua, consiguiendo que abriese los ambarinos ojos de par en par al reconocer la criatura que tenían delante. - ¡Tapaos los oídos! ¡No la escuchéis! - gritó a pleno pulmón, soltando a Segadora para protegerse del canto de la sirena, que no tardó en empezar a sonar.
Ava había escuchado historias acerca de aquellas peligrosas bestias durante su infancia, terribles relatos de como con su deslumbrante belleza y melodiosa voz atraían a los marineros para hacer chocar sus barcos contra las rocas y luego matarlos.
Consciente del riesgo que corrían, sobretodo ella, cuyos agudos sentidos la volvían ahora más vulnerable a la magia del enemigo, cubrió sus orejas e hizo presión para acallar el sonido, pero otros no habían reaccionado a tiempo. Hechizados por la recién llegada, muchos de los defensores bajaron sus armas para ir hacia ella, caminando hacia lo que sin duda sería una muerte segura.
- ¡No! ¡Parad! - exclamó a cuantos pasaban cerca de su posición, pero no le hicieron caso. Apretando los dientes con frustración, ya que estaba limitada y no podía usar los brazos, la morena se valió de su cuerpo y de las alas para interponerse entre algunos de los arqueros que avanzaban hacia el mar y la nueva amenaza, pero éstos seguían intentando llegar a su destino a como diese lugar. - No me dejáis otra opción. - susurró, tomando impulso para elevarse en el aire un par de metros, tras lo cual cayó sobre ellos, embistiéndolos.
Repitió aquel movimiento un par de veces, lanzando a sus aliados a la arena, pero eran demasiados… no podría mantenerlos a raya a todos. - No servirá. - soltó, levantándose tras apartar a un elfo de níveos cabellos de la orilla. - Tengo que encargarme de ella. - siguió hablando para sí, mientras el joven, con la cabeza momentáneamente libre del influjo de la sirena a causa del golpe, la observaba con atención.
Ivaran solo tardó unos segundos en evaluar la situación, imitando a la mujer y tapándose los oídos. - ¿Cómo he llegado hasta aquí? - se preguntó mentalmente, ya que hasta hacía solo unos instantes se encontraba en la retaguardia, cubriendo con su arco a cuantos luchaban en primera línea. - Una sirena… debo haber caído en sus trucos. - concluyó, al ver a la fémina que seguía usando su voz para manipular la voluntad de los presentes. - Entonces eso significaría que ella… - continuó cavilando, mirando a la híbrida.
Reconocer que lo había salvado no le resultaba agradable, ya que sus sospechas, basadas en la apariencia de la morena, lo llevaban a pensar que podría tratarse de la hija de Celene, esa que había recibido todo el cariño y atenciones que a él le habían negado nada más nacer.
Ava no tardó en ponerse en marcha de nuevo, elevándose en el aire para luego comenzar a volar casi a ras de suelo de forma errática, girando sobre sí misma y batiendo las negras extremidades con fuerza para levantar una cortina de arena, pero no bastaría con evitar que los hombres y mujeres pudiesen ver a la criatura, tenía que conseguir que dejase de cantar.
Aquella visión de la muchacha provocó que el elfo chasquease la lengua visiblemente disgustado, ¿qué diferencia había entre ambos? ¿por qué ella podía deslizarse por el aire tan naturalmente y él no? - No es justo, mis alas son inútiles, no valen más que de adorno. - se quejó por lo bajo, agradeciendo que estuviesen ocultas bajo la capa y la guerrera no las hubiese visto al alejarlo del agua.
Desde donde estaba, Ivaran se dedicó a hacer lo posible por detener a sus compañeros, alzando de vez en cuando los grisáceos ojos para ver qué hacía la chica, que repentinamente se detuvo a escasos metros de la sirena.
- Tengo que hacerlo rápido, sino… yo también me convertiré en su presa. - pensó, tomando aire antes de abalanzarse hacia su objetivo, esperando al último momento para llevar la diestra al cinturón y desenvainar el cuchillo de caza que había comprado un rato antes. Velozmente, voló junto al ser y realizó un tajo en su dirección, con el cual pretendía herirla lo suficiente como para que se callase el tiempo necesario para que los defensores reaccionasen.
El problema era que se estaba metiendo de lleno en territorio enemigo, debía tener cuidado no solo de no caer bajo su influjo sino también de esquivar a los pulpos y medusas que quedaban.
Off: Dejo la efectividad de mi ataque a la sirena en tus manos.
Buscando su propio espacio para luchar, Ava se movió hacia el centro de aquel campo de batalla, blandiendo su hacha para destrozar a las medusas que encontraba a su paso. Por suerte, una vez fuera del agua aquellos seres ya no eran tan ágiles, con lo que no tuvo demasiados problemas para encargarse de unos cuantos.
La cosa parecía estar bastante igualada entre los dos bandos, tanto en número de efectivos como en bajas, y quizá por eso mismo, los hombres pulpo dejaron de avanzar, dando un respiro a los pescadores y demás habitantes de Ulmer. - Se habrán dado cuenta de que no les será fácil ganar. - pensó la cuerva, manteniendo el cuerpo en tensión mientras su agitada respiración se iba calmando poco a poco.
No podía estar más equivocada, aquello estaba lejos de acabar…
Una nueva silueta salió del agua, consiguiendo que abriese los ambarinos ojos de par en par al reconocer la criatura que tenían delante. - ¡Tapaos los oídos! ¡No la escuchéis! - gritó a pleno pulmón, soltando a Segadora para protegerse del canto de la sirena, que no tardó en empezar a sonar.
Ava había escuchado historias acerca de aquellas peligrosas bestias durante su infancia, terribles relatos de como con su deslumbrante belleza y melodiosa voz atraían a los marineros para hacer chocar sus barcos contra las rocas y luego matarlos.
Consciente del riesgo que corrían, sobretodo ella, cuyos agudos sentidos la volvían ahora más vulnerable a la magia del enemigo, cubrió sus orejas e hizo presión para acallar el sonido, pero otros no habían reaccionado a tiempo. Hechizados por la recién llegada, muchos de los defensores bajaron sus armas para ir hacia ella, caminando hacia lo que sin duda sería una muerte segura.
- ¡No! ¡Parad! - exclamó a cuantos pasaban cerca de su posición, pero no le hicieron caso. Apretando los dientes con frustración, ya que estaba limitada y no podía usar los brazos, la morena se valió de su cuerpo y de las alas para interponerse entre algunos de los arqueros que avanzaban hacia el mar y la nueva amenaza, pero éstos seguían intentando llegar a su destino a como diese lugar. - No me dejáis otra opción. - susurró, tomando impulso para elevarse en el aire un par de metros, tras lo cual cayó sobre ellos, embistiéndolos.
Repitió aquel movimiento un par de veces, lanzando a sus aliados a la arena, pero eran demasiados… no podría mantenerlos a raya a todos. - No servirá. - soltó, levantándose tras apartar a un elfo de níveos cabellos de la orilla. - Tengo que encargarme de ella. - siguió hablando para sí, mientras el joven, con la cabeza momentáneamente libre del influjo de la sirena a causa del golpe, la observaba con atención.
Ivaran solo tardó unos segundos en evaluar la situación, imitando a la mujer y tapándose los oídos. - ¿Cómo he llegado hasta aquí? - se preguntó mentalmente, ya que hasta hacía solo unos instantes se encontraba en la retaguardia, cubriendo con su arco a cuantos luchaban en primera línea. - Una sirena… debo haber caído en sus trucos. - concluyó, al ver a la fémina que seguía usando su voz para manipular la voluntad de los presentes. - Entonces eso significaría que ella… - continuó cavilando, mirando a la híbrida.
Reconocer que lo había salvado no le resultaba agradable, ya que sus sospechas, basadas en la apariencia de la morena, lo llevaban a pensar que podría tratarse de la hija de Celene, esa que había recibido todo el cariño y atenciones que a él le habían negado nada más nacer.
Ava no tardó en ponerse en marcha de nuevo, elevándose en el aire para luego comenzar a volar casi a ras de suelo de forma errática, girando sobre sí misma y batiendo las negras extremidades con fuerza para levantar una cortina de arena, pero no bastaría con evitar que los hombres y mujeres pudiesen ver a la criatura, tenía que conseguir que dejase de cantar.
Aquella visión de la muchacha provocó que el elfo chasquease la lengua visiblemente disgustado, ¿qué diferencia había entre ambos? ¿por qué ella podía deslizarse por el aire tan naturalmente y él no? - No es justo, mis alas son inútiles, no valen más que de adorno. - se quejó por lo bajo, agradeciendo que estuviesen ocultas bajo la capa y la guerrera no las hubiese visto al alejarlo del agua.
Desde donde estaba, Ivaran se dedicó a hacer lo posible por detener a sus compañeros, alzando de vez en cuando los grisáceos ojos para ver qué hacía la chica, que repentinamente se detuvo a escasos metros de la sirena.
- Tengo que hacerlo rápido, sino… yo también me convertiré en su presa. - pensó, tomando aire antes de abalanzarse hacia su objetivo, esperando al último momento para llevar la diestra al cinturón y desenvainar el cuchillo de caza que había comprado un rato antes. Velozmente, voló junto al ser y realizó un tajo en su dirección, con el cual pretendía herirla lo suficiente como para que se callase el tiempo necesario para que los defensores reaccionasen.
El problema era que se estaba metiendo de lleno en territorio enemigo, debía tener cuidado no solo de no caer bajo su influjo sino también de esquivar a los pulpos y medusas que quedaban.
Off: Dejo la efectividad de mi ataque a la sirena en tus manos.
Ava Kenrith
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Su talismán azul continuaba brillando y vibrando de forma extraña. Lo que tenía claro era que todas las personas que estaban a su alrededor estaban bajo la influencia de aquella mujer. El talismán le protegía. [1]
Trébol alzó la mirada cuándo Isildam pasó a su lado en dirección al mar. Hipnótico, parecía absorbido por el cántico de la sirena que le atraía hacia la orilla.
―¡Isildam! ¡Detente! ―el licántropo obstaculizó el camino del elfo, pero éste no cesaba de intentar caminar hacia el mar y adentrarse en él― ¡Para, joder!
Cogió la cara del elfo entre sus manos, con la intención de centrar su mirada en la suya, pero los ojos de Isildam parecían vacíos, esquivos… quizás, solo podía ver el mar…
Mientras que muchos ciudadanos de Ulmer llegaban ya a la orilla, adentrándose en el agua, Trébol se cuestionaba la razón por la que había elegido al elfo sobre alguno de sus vecinos.
Conociendo la extraordinaria puntería de Isildam, no le quedó otra opción: debía despertarle a toda costa, porque puede que fuese su única oportunidad. Llevando sus manos a su cuello, sacó el colgante por su cabeza y mientras el elfo le empujaba una y otra vez, el licántropo le colocó el talismán alrededor de su cuello.
El efecto del mismo fue tan rápido que Trébol llegó a ver la reacción de Isildam en sus ojos. Ligeramente, desorientado, vio como su talismán azul ahora brillaba en el pecho del elfo.
Alargando su mano a su arco, el elfo tomó el arma con rapidez, pero cuándo se alejó de Trébol, un par de metros, el efecto de la voz de la sirena comenzó a hacer mella en él, pues su talismán quedaba ya algo más apartado.
Atraído hacia su voz, el licántropo llegó a la orilla con la clara intención de sumergirse en el agua. Mientras lo hacía, las flechas de Isildam salían disparadas unos metros más atrás, intentando impactar en el cuerpo de la sirena.
[1] Hago referencia a mi Talento Tótem Azul
Trébol alzó la mirada cuándo Isildam pasó a su lado en dirección al mar. Hipnótico, parecía absorbido por el cántico de la sirena que le atraía hacia la orilla.
―¡Isildam! ¡Detente! ―el licántropo obstaculizó el camino del elfo, pero éste no cesaba de intentar caminar hacia el mar y adentrarse en él― ¡Para, joder!
Cogió la cara del elfo entre sus manos, con la intención de centrar su mirada en la suya, pero los ojos de Isildam parecían vacíos, esquivos… quizás, solo podía ver el mar…
Mientras que muchos ciudadanos de Ulmer llegaban ya a la orilla, adentrándose en el agua, Trébol se cuestionaba la razón por la que había elegido al elfo sobre alguno de sus vecinos.
Conociendo la extraordinaria puntería de Isildam, no le quedó otra opción: debía despertarle a toda costa, porque puede que fuese su única oportunidad. Llevando sus manos a su cuello, sacó el colgante por su cabeza y mientras el elfo le empujaba una y otra vez, el licántropo le colocó el talismán alrededor de su cuello.
El efecto del mismo fue tan rápido que Trébol llegó a ver la reacción de Isildam en sus ojos. Ligeramente, desorientado, vio como su talismán azul ahora brillaba en el pecho del elfo.
Alargando su mano a su arco, el elfo tomó el arma con rapidez, pero cuándo se alejó de Trébol, un par de metros, el efecto de la voz de la sirena comenzó a hacer mella en él, pues su talismán quedaba ya algo más apartado.
Atraído hacia su voz, el licántropo llegó a la orilla con la clara intención de sumergirse en el agua. Mientras lo hacía, las flechas de Isildam salían disparadas unos metros más atrás, intentando impactar en el cuerpo de la sirena.
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[1] Hago referencia a mi Talento Tótem Azul
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
El afilado cuchillo pasó rozando el brazo de la criatura, pero sin llegar a hacerle un daño significativo, con lo que su canción solo se detuvo durante unos segundos, los que tres de aquellos hombres bestia pulpo tardaron en rodear a la sirena, para protegerla. La jerarquía entre las bestias quedó bastante clara en aquel momento, pero no ayudaba en absoluto, ahora tendría que buscar algún hueco para llegar hasta su enemiga.
Ágilmente, la cuerva esquivó los tentáculos que iban en su dirección girando en el aire y ganando algo de altura, pero el tiempo corría en contra, la mujer volvía a cantar, obligándola a cubrirse los oídos para no ser presa de su encantadora voz. - ¿Y ahora qué? - pensó, examinando a los defensores en busca del que pareciese más débil para arremeter contra él.
Una vez elegido su objetivo, batió las alas con fuerza y voló tan rápido como le fue posible hacia su congénere, cambiando la posición del cuerpo justo antes del impacto para ir con las piernas por delante y apartarlo de una patada. El movimiento de la morena surtió efecto, creando un espacio vacío en la defensa, pero antes de que pudiese aprovecharlo, uno de aquellos viscosos apéndices se enrolló en torno a su tobillo, tirando de ella hacia el agua.
Ava se resistió ferozmente, aleteando para mantener su posición, pero en vista de que su captor no estaba dispuesto a soltarla, dejó de luchar repentinamente. Sujetando con fuerza la empuñadura de su arma, se dejó arrastrar hacia abajo, aunque justo antes de que sus pies llegasen al mar, alzó la diestra y descargó un poderoso golpe directamente a la cabeza de la bestia, hundiendo la hoja varios centímetros y provocándole una herida mortal.
Nada más liberarse de su agarre, la alada tomó impulso apoyándose parcialmente en el cuerpo del moribundo, para salir disparada hacia arriba, volviendo a taparse la oreja para evitar el melodioso canto de la sirena. - Si quiero tener alguna opción debo hacerlo ya, antes de que otros se interpongan en mi camino. - musitó, y justo entonces, unas certeras flechas llegaron desde la orilla, obligando a los pulpos a sacrificarse para que no llegasen hasta la fémina.
Dirigiendo sus ambarinos ojos hacia el origen de los proyectiles, la Midgardiana pudo comprobar que el arquero que los disparaba era el elfo del concurso, pero pronto un detalle por delante de éste hizo que la preocupación se reflejase en su rostro. Bajo el influjo de la criatura, Trébol avanzaba entre la multitud hacia el agua, tenía que evitar que cayese en las garras de los acuáticos seres.
Después de la amabilidad que el lobo le había mostrado no podía quedarse de brazos cruzados viendo como iba directo a su muerte, así que sin perder tiempo, surcó el cielo hasta colocarse sobre la sirena y descendió velozmente hacia ella antes de que volviesen a cubrirla. Percibiendo el peligro, la mujer se giró segundos antes de que la alcanzase, pero a pesar de su movimiento no pudo evadir el ataque de la cuerva.
El cuchillo le desgarró la carne y se clavó casi por completo en su hombro, provocando que su armoniosa canción cesase para dar paso a un agudo chillido de dolor, que para la híbrida, con su agudo sentido del oído, resultaba insoportable. Instintivamente, Ava extrajo la hoja y se alejó tanto como pudo de su enemiga, sintiendo como le pitaban los oídos y un leve mareo se apoderaba de ella.
- La playa… - susurró, regresando de inmediato a la relativa seguridad de la orilla, ya que de caer al mar se convertiría en una presa fácil. Su aterrizaje no fue de los mejores, acabó tirada en la arena, pero al menos había logrado llegar.
Todavía sin terminar de recuperarse, se incorporó hasta quedar de rodillas, sacudiendo la cabeza y clavando la mirada sobre la sirena, temiendo que volviese a cantar, pero no lo hizo. En vez de eso observó furiosa a los hombres y mujeres que seguían en el fiordo, emitiendo un gutural gruñido hacia ellos antes de darse la vuelta para sumergirse, seguida del resto de bestias, que a rastras, se llevaron consigo algunos de los cadáveres de los pescadores.
Era un botín muy pobre en comparación con lo que habían perdido durante la batalla, pero a juzgar por la actitud de su líder parecía que el conflicto no se iba a quedar ahí, ya tendrían oportunidad de tomar su revancha.
Off: Espanto a la sirena, gracias a la ayuda de Isildam y sus flechas.
Ágilmente, la cuerva esquivó los tentáculos que iban en su dirección girando en el aire y ganando algo de altura, pero el tiempo corría en contra, la mujer volvía a cantar, obligándola a cubrirse los oídos para no ser presa de su encantadora voz. - ¿Y ahora qué? - pensó, examinando a los defensores en busca del que pareciese más débil para arremeter contra él.
Una vez elegido su objetivo, batió las alas con fuerza y voló tan rápido como le fue posible hacia su congénere, cambiando la posición del cuerpo justo antes del impacto para ir con las piernas por delante y apartarlo de una patada. El movimiento de la morena surtió efecto, creando un espacio vacío en la defensa, pero antes de que pudiese aprovecharlo, uno de aquellos viscosos apéndices se enrolló en torno a su tobillo, tirando de ella hacia el agua.
Ava se resistió ferozmente, aleteando para mantener su posición, pero en vista de que su captor no estaba dispuesto a soltarla, dejó de luchar repentinamente. Sujetando con fuerza la empuñadura de su arma, se dejó arrastrar hacia abajo, aunque justo antes de que sus pies llegasen al mar, alzó la diestra y descargó un poderoso golpe directamente a la cabeza de la bestia, hundiendo la hoja varios centímetros y provocándole una herida mortal.
Nada más liberarse de su agarre, la alada tomó impulso apoyándose parcialmente en el cuerpo del moribundo, para salir disparada hacia arriba, volviendo a taparse la oreja para evitar el melodioso canto de la sirena. - Si quiero tener alguna opción debo hacerlo ya, antes de que otros se interpongan en mi camino. - musitó, y justo entonces, unas certeras flechas llegaron desde la orilla, obligando a los pulpos a sacrificarse para que no llegasen hasta la fémina.
Dirigiendo sus ambarinos ojos hacia el origen de los proyectiles, la Midgardiana pudo comprobar que el arquero que los disparaba era el elfo del concurso, pero pronto un detalle por delante de éste hizo que la preocupación se reflejase en su rostro. Bajo el influjo de la criatura, Trébol avanzaba entre la multitud hacia el agua, tenía que evitar que cayese en las garras de los acuáticos seres.
Después de la amabilidad que el lobo le había mostrado no podía quedarse de brazos cruzados viendo como iba directo a su muerte, así que sin perder tiempo, surcó el cielo hasta colocarse sobre la sirena y descendió velozmente hacia ella antes de que volviesen a cubrirla. Percibiendo el peligro, la mujer se giró segundos antes de que la alcanzase, pero a pesar de su movimiento no pudo evadir el ataque de la cuerva.
El cuchillo le desgarró la carne y se clavó casi por completo en su hombro, provocando que su armoniosa canción cesase para dar paso a un agudo chillido de dolor, que para la híbrida, con su agudo sentido del oído, resultaba insoportable. Instintivamente, Ava extrajo la hoja y se alejó tanto como pudo de su enemiga, sintiendo como le pitaban los oídos y un leve mareo se apoderaba de ella.
- La playa… - susurró, regresando de inmediato a la relativa seguridad de la orilla, ya que de caer al mar se convertiría en una presa fácil. Su aterrizaje no fue de los mejores, acabó tirada en la arena, pero al menos había logrado llegar.
Todavía sin terminar de recuperarse, se incorporó hasta quedar de rodillas, sacudiendo la cabeza y clavando la mirada sobre la sirena, temiendo que volviese a cantar, pero no lo hizo. En vez de eso observó furiosa a los hombres y mujeres que seguían en el fiordo, emitiendo un gutural gruñido hacia ellos antes de darse la vuelta para sumergirse, seguida del resto de bestias, que a rastras, se llevaron consigo algunos de los cadáveres de los pescadores.
Era un botín muy pobre en comparación con lo que habían perdido durante la batalla, pero a juzgar por la actitud de su líder parecía que el conflicto no se iba a quedar ahí, ya tendrían oportunidad de tomar su revancha.
Off: Espanto a la sirena, gracias a la ayuda de Isildam y sus flechas.
Ava Kenrith
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
Trébol recuperó la consciencia súbitamente cuándo escuchó un enorme grito. Sorprendido, reaccionó asustado al darse cuenta de que se encontraba entrando en el mar y que el agua le llegaba hasta el pecho. En un estado de semiinconsciencia, había avanzado hasta allí, quizás apenas en unos segundos.
Sintió unos fuertes brazos sujetándole y asustado, miró hacia atrás. No tardó en comprobar cómo Isildam le sujetaba fuertemente y le obligaba a volver a la orilla.
Mientras se dejaba arrastrar, aún algo desorientado, vio cómo las numerosas personas pulpo volvían a sumergirse en el mar, retirándose de la batalla.
Una vez en la orilla, Isildam le dejó caer sobre la arena y las pequeñas piedrecillas que formaban la costa. Boca arriba, intentó recomponerse, ya que se encontraba exhausto.
―Gracias ―le dijo al elfo, que se limitó a asentir, mientras le devolvía el colgante azul y lo colocaba en las manos del licántropo.
―Debes dárselas a nuestra amiga. Ha sido ella la que ha impedido que la situación fuera a más… Atacó a la sirena.
La imagen de la sirena acudió de nuevo a su mente. Lo hermosa y atractiva que le había parecido en un principio, mientras cantaba. Y lo horrible que luego había resultado ser.
Al recuperar las fuerzas y lograr ponerse de pie, se colocó el collar de nuevo. Alzó la vista para ver a Ava, su salvadora, sobre la arena. Se acercó a ella, algo desorientado y Isildam le siguió los pasos, quizás sin confiar aún en la estabilidad del licántropo.
―Ava, heroína de Ulmer, ¿te encuentras bien? ¿Necesitas que te cure alguna herida? ―preguntó, mientras llevaba su mano al talismán azul que brillaba sutilmente en su pecho― ¡Menuda luchadora estás hecha! Muchas gracias.
Algo más sonriente, se alegró de que la mujer cuervo se encontrara bien. Joder, tendría que invitarla a unas cuantas jarras.
Sintió unos fuertes brazos sujetándole y asustado, miró hacia atrás. No tardó en comprobar cómo Isildam le sujetaba fuertemente y le obligaba a volver a la orilla.
Mientras se dejaba arrastrar, aún algo desorientado, vio cómo las numerosas personas pulpo volvían a sumergirse en el mar, retirándose de la batalla.
Una vez en la orilla, Isildam le dejó caer sobre la arena y las pequeñas piedrecillas que formaban la costa. Boca arriba, intentó recomponerse, ya que se encontraba exhausto.
―Gracias ―le dijo al elfo, que se limitó a asentir, mientras le devolvía el colgante azul y lo colocaba en las manos del licántropo.
―Debes dárselas a nuestra amiga. Ha sido ella la que ha impedido que la situación fuera a más… Atacó a la sirena.
La imagen de la sirena acudió de nuevo a su mente. Lo hermosa y atractiva que le había parecido en un principio, mientras cantaba. Y lo horrible que luego había resultado ser.
Al recuperar las fuerzas y lograr ponerse de pie, se colocó el collar de nuevo. Alzó la vista para ver a Ava, su salvadora, sobre la arena. Se acercó a ella, algo desorientado y Isildam le siguió los pasos, quizás sin confiar aún en la estabilidad del licántropo.
―Ava, heroína de Ulmer, ¿te encuentras bien? ¿Necesitas que te cure alguna herida? ―preguntó, mientras llevaba su mano al talismán azul que brillaba sutilmente en su pecho― ¡Menuda luchadora estás hecha! Muchas gracias.
Algo más sonriente, se alegró de que la mujer cuervo se encontrara bien. Joder, tendría que invitarla a unas cuantas jarras.
Trébol
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Re: Ulmer Frente Al Mar [Libre] [Día] [Cerrado]
El agudo grito de la sirena puso fin a la batalla, liberando a aquellos que habían caído bajo su influjo para que viesen la verdadera apariencia de la criatura que los había hechizado. En cuanto sus compañeros dejaron de forcejear contra él, Ivaran dirigió sus grisáceos ojos hacia el mar, a tiempo de ver como aquella mujer bestia alada, tras atacar a la fémina, volaba ligeramente desorientada hacia la orilla, para aterrizar bruscamente sobre la arena.
Su rostro permaneció impasible mientras observaba como la morena se incorporaba hasta quedar de rodillas, aún con la vista clavada en el agua, probablemente temiendo que su enemiga empezase a cantar de nuevo. Pero eso no ocurrió, todo había terminado, o al menos eso parecía. Lentamente, el elfo retiró las manos con que se cubría los oídos y siguió con la mirada a los acuáticos seres mientras retrocedían hasta sumergirse en las aguas, ahora teñidas de sangre.
- ¿Estáis bien? - preguntó a los suyos, que confundidos, intentaban recomponerse. - Creo que sí, deberíamos ayudar a los heridos. - propuso otro joven, colocándose el arco a la espalda para empezar a atender a los pescadores que tenía más cerca con el característico don sanador de su pueblo. Los demás no tardaron en imitarlo, incluido él, que se centró en aquellos más cercanos a la orilla, y por tanto, se encontraba lo suficientemente cerca como para escuchar las palabras de otro hijo de los bosques, al cual no conocía.
- Es una imprudente. - pensó, sin dejar de realizar su trabajo, curando a uno de los lobos que había sido alcanzado por las medusas. Una parte de él se resistía a reconocer el mérito de la muchacha, simplemente no podía hacerlo, aún cuando estaba en deuda con ella por haberlo salvado de caer en las garras de la sirena. - No, no le debo nada. - intentó convencerse a sí mismo, en vano.
Nada más acabar con el licántropo al que trataba, buscó a alguna otra víctima que requiriese de sus cuidados, y fue entonces cuando aquel elfo de tez morena y otro joven se acercaron a la alada. - Ava. - repitió en voz baja, tras oír que el lugareño se refería a ella por ese nombre, disipando las escasas dudas que le quedaban. Era ella, la hija predilecta de Celene, y el destino, caprichoso, había cruzado sus caminos para poner a prueba al peliblanco.
Ambos habían salido del vientre de la misma mujer, con lo que existía un innegable lazo de parentesco entre los dos, pero después del rechazo que había recibido por parte de su madre y de enterarse de la existencia de otra criatura a la cual, al contrario que a él, si quería, Ivaran no podía aceptarlo, jamás la llamaría hermana.
Dándole vueltas al asunto sin poder evitarlo, con el rostro ligeramente ensombrecido a causa de los malos recuerdos, decidió que lo mejor que podía hacer era mantener las distancias con aquella chica, aunque no podía ignorar del todo la curiosidad que despertaba en él. - ¿Qué tiene ella que yo no? ¿Por qué estaba tan dispuesta a recuperarla mientras a mí ni siquiera se molestó en prestarme atención? - éstas y otras cuestiones abordaron su mente mientras se alejaba lentamente de aquel grupo, para volver con sus compañeros.
- ¿Sabrá que existo? - murmuró, echando la vista atrás fugazmente para ver como la morena se levantaba, aún algo mareada. - No, claro que no… ¿por qué iba a hablarle de mí? Solo fui un error en su vida. - se respondió instantes más tarde, rememorando las crueles palabras que Celene le había dedicado años antes.
La Midgardiana consiguió ponerse en pie justo cuando Trébol e Isildam llegaron hasta ella, aunque aún le pitaban un poco los oídos y los mareos se dejaban notar, sobretodo si intentaba moverse más rápido de lo que debía. - No, no estoy herida… - respondió al lobo, aliviada al ver que de algún modo, no había llegado a caer en manos de los pulpos. - Solo algo mareada, soy más sensible a los ruidos que el resto… por eso su chillido me ha afectado de ese modo… - continuó, respirando profundamente y frotándose la frente con los dedos.
- Solo necesito un par de minutos para recomponerme. - volvió a hablar, esbozando una leve sonrisa antes de seguir. - No fue solo cosa mía, tus flechas eliminaron su defensa, por eso pude atacarla. - puntualizó, dirigiendo la mirada hacia el elfo. - Por suerte ya ha pasado el peligro, me alegro de que estéis bien. - comentó, echando un vistazo a la playa. Algunos no habían tenido la misma suerte, con lo que Ulmer tardaría en olvidar aquel aciago día.
- Dadme un momento, tengo que recuperar mi hacha. - fue lo último que dijo, antes de empezar a andar con lentitud por la arena, hasta dar con Segadora. Ya con el arma de nuevo a su espalda, la cuerva estaba lista para regresar a la zona comercial de la aldea, donde podría relajarse un rato antes de decidir qué hacer a continuación.
Su rostro permaneció impasible mientras observaba como la morena se incorporaba hasta quedar de rodillas, aún con la vista clavada en el agua, probablemente temiendo que su enemiga empezase a cantar de nuevo. Pero eso no ocurrió, todo había terminado, o al menos eso parecía. Lentamente, el elfo retiró las manos con que se cubría los oídos y siguió con la mirada a los acuáticos seres mientras retrocedían hasta sumergirse en las aguas, ahora teñidas de sangre.
- ¿Estáis bien? - preguntó a los suyos, que confundidos, intentaban recomponerse. - Creo que sí, deberíamos ayudar a los heridos. - propuso otro joven, colocándose el arco a la espalda para empezar a atender a los pescadores que tenía más cerca con el característico don sanador de su pueblo. Los demás no tardaron en imitarlo, incluido él, que se centró en aquellos más cercanos a la orilla, y por tanto, se encontraba lo suficientemente cerca como para escuchar las palabras de otro hijo de los bosques, al cual no conocía.
- Es una imprudente. - pensó, sin dejar de realizar su trabajo, curando a uno de los lobos que había sido alcanzado por las medusas. Una parte de él se resistía a reconocer el mérito de la muchacha, simplemente no podía hacerlo, aún cuando estaba en deuda con ella por haberlo salvado de caer en las garras de la sirena. - No, no le debo nada. - intentó convencerse a sí mismo, en vano.
Nada más acabar con el licántropo al que trataba, buscó a alguna otra víctima que requiriese de sus cuidados, y fue entonces cuando aquel elfo de tez morena y otro joven se acercaron a la alada. - Ava. - repitió en voz baja, tras oír que el lugareño se refería a ella por ese nombre, disipando las escasas dudas que le quedaban. Era ella, la hija predilecta de Celene, y el destino, caprichoso, había cruzado sus caminos para poner a prueba al peliblanco.
Ambos habían salido del vientre de la misma mujer, con lo que existía un innegable lazo de parentesco entre los dos, pero después del rechazo que había recibido por parte de su madre y de enterarse de la existencia de otra criatura a la cual, al contrario que a él, si quería, Ivaran no podía aceptarlo, jamás la llamaría hermana.
Dándole vueltas al asunto sin poder evitarlo, con el rostro ligeramente ensombrecido a causa de los malos recuerdos, decidió que lo mejor que podía hacer era mantener las distancias con aquella chica, aunque no podía ignorar del todo la curiosidad que despertaba en él. - ¿Qué tiene ella que yo no? ¿Por qué estaba tan dispuesta a recuperarla mientras a mí ni siquiera se molestó en prestarme atención? - éstas y otras cuestiones abordaron su mente mientras se alejaba lentamente de aquel grupo, para volver con sus compañeros.
- ¿Sabrá que existo? - murmuró, echando la vista atrás fugazmente para ver como la morena se levantaba, aún algo mareada. - No, claro que no… ¿por qué iba a hablarle de mí? Solo fui un error en su vida. - se respondió instantes más tarde, rememorando las crueles palabras que Celene le había dedicado años antes.
La Midgardiana consiguió ponerse en pie justo cuando Trébol e Isildam llegaron hasta ella, aunque aún le pitaban un poco los oídos y los mareos se dejaban notar, sobretodo si intentaba moverse más rápido de lo que debía. - No, no estoy herida… - respondió al lobo, aliviada al ver que de algún modo, no había llegado a caer en manos de los pulpos. - Solo algo mareada, soy más sensible a los ruidos que el resto… por eso su chillido me ha afectado de ese modo… - continuó, respirando profundamente y frotándose la frente con los dedos.
- Solo necesito un par de minutos para recomponerme. - volvió a hablar, esbozando una leve sonrisa antes de seguir. - No fue solo cosa mía, tus flechas eliminaron su defensa, por eso pude atacarla. - puntualizó, dirigiendo la mirada hacia el elfo. - Por suerte ya ha pasado el peligro, me alegro de que estéis bien. - comentó, echando un vistazo a la playa. Algunos no habían tenido la misma suerte, con lo que Ulmer tardaría en olvidar aquel aciago día.
- Dadme un momento, tengo que recuperar mi hacha. - fue lo último que dijo, antes de empezar a andar con lentitud por la arena, hasta dar con Segadora. Ya con el arma de nuevo a su espalda, la cuerva estaba lista para regresar a la zona comercial de la aldea, donde podría relajarse un rato antes de decidir qué hacer a continuación.
Ava Kenrith
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