[Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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[Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Asedio a Edén
En el campamento de la Guardia
El asedio a la fortaleza de Edén, dirigida el único discípulo biocibernético de Randall Flagg, el llamado APP-Bel, había comenzado.
La capitana Addila observaba en nombre de su comandante las numerosas tiendas pulcramente ordenadas, así como las torres de vigilancia de madera que había levantado con el fin de que espías enemigos no pudiesen infiltrarse en el campamento, y del mismo modo, evitar ser tomados por sorpresa en alguno de los ataques que esas máquinas medio humanas pudiesen realizar para defenderse. El perfil aquilino de la oficial indicaba que no realizaba concesión alguna a la confianza. La batalla sería dura, incluso con los objetos de su lado. La tecnología del enemigo resultaba casi incomprensible, consecuencia lógica de ese extraño mundo de que en el pasado habían llegado. Y Edén no se parecía en nada a un castillo o un fuerte, algo natural, más acorde a la mentalidad de una guerrera con los pies en la tierra.
Las órdenes construían un puzzle a distintas voces que aparentaba asegurar todo el perímetro. Por desgracia, la Guardia no componía la completa totalidad de quienes habían acudido a la guerra. La capitana detestaba que criaturas que carecían del entrenamiento, la cohesión y los valores de su organización, llevados tan sólo por fútiles ideales, se inmiscuyeran en algo de esa envergadura. Algo que podría cambiar para siempre el destino del este del continente. Sí, era cierto que esos Buscones habían sido útiles, y sus motivaciones los hacían aliados fiables, aunque su capacidad para influir en terminar con la guerra resultase algo casi cómico. ¿Pero y los demás? Decidió que era necesario mantenerlos vigilados. A la mínima sospecha, los ejecutaría por el bien de Verisar y los suyos.
En otro lugar, fuera del campamento, Hont acompañaba a un escuadrón de soldados, voluntarios capaces decididos a inspeccionar los alrededores de Edén. El sargento encargado de la misión apenas podía dar crédito al hecho de que la severa capitana hubiera autorizado al roedor a acompañarlos. Poseía valor, no cabía duda, aunque la mitad de las historias que circulaban entre cientos de militares sobre él las creía inverosímiles. En ese momento, caminando a su lado, le parecía la cosa más débil y frágil que podría imaginarse alguien en medio de una contienda. Éste, ajeno a los pensamientos del sargento, mostraba un rostro concentrado, incluso cómicamente fiero, portando su espada de madera. El humano suspiró. Hubiera preferido a cualquiera de los otros dos en su tarea. Y no era el único invitado fuera de los miembros de la Guardia que habían pedido permiso para ello. Un oscuro pensamiento cruzó su mente. Pronto comprendería que se encontraban en una excursión. Sus soldados estaban allí para salvar Verisar, se jugaban la vida por un fin mayor. La búsqueda de emociones por parte de mercenarios y soñadores lo irritaba. Un punto lo templaba. Su muerte podría salvar a algún miembro de la Guardia realmente útil. En todas las contiendas había carne de flechas.
Gardian observaba con una mezcla de aprobación y preocupación cómo una docena de humanos tallaban muñecos a tamaño natural en madera. Una acción tan trivial que sacada de contexto, engrosaría las de una fiesta religiosa o las de unos padres sin demasiados recursos que deseaban un juguete para su hijo. Claro que nada tenían esas creaciones de inocentes.
Los objetos que poseían los biocibernéticos eran peligrosos. Control, y una nueva fuerza de bestias. Ellos tenían que contrarrestarlos, y el camino era justamente éste. Guerreros animados pero inertes. Resultaba casi divertido. Madera contra metal. Cualquier cosa por proteger a los habitantes de Aerandir del Hombre Muerto. No existía otro camino más allá de usar esas increíbles armas contra él. Se levantó, sacudiéndose las migas de un trozo de pan duro que había comido, y miró en dirección a donde habían partido Hont y los suyos. Él había decidido permanecer en el campamento, siguiendo órdenes de la capitana Addila. Sus ojos debían no perder detalle de demasiadas cosas.
Tal vez no debería de haberlo hecho, pero las cosas no estaban para tomar decisiones prudentes. Tales no existían en una guerra.
Parte del líquido tinto aún permanecía en el fondo del cáliz, y por un momento, lamentó haber trasteado con algo así. Las visiones le hicieron postrarse en el sillón, tras la mesa colmada de legajos, y al mismo tiempo, sintió la cara perlada en sudor. ¿De modo que así funcionaba…? Deseó volver a beber para asegurarse que no había sido un sueño, que había comprendido bien. No lo hizo, mas en su rostro se dibujó una sonrisa victoriosa. En cuanto pudo mantenerse en pie, apenas dos minutos después, se secó el rostro y dio una potente orden que hizo que los centinelas apostados fuera de su tienda entrasen, firmes y mirando al frente.
-Traedme al tal Káno, el biocibernético. Con grilletes, y sin armar el más mínimo escándalo. Que nadie se entere. También una jaula que quepa en mi tienda. Él y yo tenemos asuntos que tratar por el bien de la Guardia. Hoy empieza una victoria histórica para Verisar sobre esos trozos de metal.
—¿Estás segura de que era la misma mujer? —preguntó Áddila a la soldado que permanecía en posición de firmes frente a ella.
—Le aseguro que tardaré mucho tiempo en olvidar a ese demonio, capitana —respondió la mujer—. Llegó como… como una estampida… un huracán. Se abrió paso entre las bestias como un enviado de Helheim, sin importar a quién se llevaba por delante, amigo o enemigo. Cuando todo acabó, disparó a Sango, el soldado del que le hablé, le arrebató el Frasco y se largó de allí sin mirar atrás.
—El Frasco —repitió Áddila—. ¿El mismo Frasco que ahora tienen ahí dentro?
La soldado asintió.
—No lo entiendo —murmuró la Capitana—, ¿mató a uno de los discípulos de Flagg para llevarle el Frasco a otro?
La soldado se encogió respetuosamente de hombros, mostrando su desconcierto. Áddila meditó en silencio antes de comunicar su decisión.
—Dad la voz de alarma, redoblad las guardias. Si esa mujer se acerca, quiero que la detengan. No podemos permitir que se reúna con los del interior.
En el Edén
APP-Bel entró en la sala del Fruto. Allí, NIA supervisaba una vez más los trabajos de masaje e higiene. Parecía gustarle. Había sido idea suya utilizar el Frasco con los elfos y brujos que sobrevivían al proceso de extracción y, desde que sugirió usarlo también con otros elementos menos útiles, los biológicos trabajaban con mucha más eficiencia.
Los dos bio-cibernéticos se saludaron con un gesto de cabeza. No necesitaban hablar, habían recibido la misma información al mismo tiempo. NIA se encargaría de organizar la expedición de abastecimiento, él se ocuparía del otro asunto.
Salió de la Gran Sala y echó a andar por las laberínticas calles de su Edén. Un rítmico sonido de percusión le acompañó todo el trayecto. Con la muchedumbre acampada afuera, aquella inyección de moral era bienvenida, aunque ya todos sabían que su Señor no los dejaría abandonados.
Cuando alcanzó su objetivo, llamó a la puerta antes de entrar. Los modales eran importantes.
—Mi hermosa Wilhelmina —dijo a la mujer que aguardaba en el interior—. Confío en que el alojamiento resulte de tu agrado. Como sabes, las condiciones actuales no son las más favorables, pero no quisiera que echaras en falta nada importante.
Mientras hablaba, se acercó a la mujer, tomó su mentón y lo alzó con delicadeza, para contemplar su rostro. Ni una marca, ni una cicatriz. Perfecta.
NIA no entendía su fascinación con la belleza. Para ella era mucho más importante la eficacia. Pero ella era una buena hermana, no como Ka-ING. Ella no destruiría algo que él apreciaba. No mientras resultara útil, al menos, y APP-Bel sabía que Wilhelmina tenía poder para resultar muy útil.
—Tengo una misión que requiere de tu talento especial —dijo finalmente—. Prepárate. Te contaré los detalles cuando estés lista.
Acarició con el pulgar la mejilla de la mujer deleitándose con la tersura de su piel de porcelana. Después, la soltó y salió de la habitación.
____________________________________________________
Misiones:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]: (Solo Mina Harker) APP-Bel tiene una misión para ti. De su resultado puede depender tu esperanza de vida. Acude a él cuando estés lista.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]: (Obligatorio: Anastasia Boisson) Señorita Boisson, después de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], confío en que no esperase usted un recibimiento con fanfarrias y caminos de flores. Se te ha visto en las cercanías y Áddila, que no está tan desesperada como lo estaba Karst y tiene muchos más hombres y mujeres bajo su mando, ha ordenado darte el alto si te acercas al campamento de la Guardia (cosa que tendrás que hacer en algún momento si quieres entrar en el Edén). Puedes abordar el problema como mejor te parezca, pero hagas lo que hagas, deja el resultado abierto. Ya nos ocuparemos de ello en esta misión. Hasta dos usuarios más podrán ayudar o detener a la intrusa, si lo desean.
A todos los demás: Bienvenidos al campamento de asedio de la Guardia, enfrente de Edén. Como habéis podido ver, todo el mundo está atareado por cuanto está -o puede estar- por venir.
Está en vuestra mano interactuar con quien deseéis en los límites del mismo. La Guardia está lista para utilizar todos sus objetos del 19 en la guerra y podéis observar los preparativos. ¿Cómo y por qué habéis llegado hasta allí? Eso será lo primero que debéis responder en vuestros posts, así como presentaros ante la capitana. El comandante no os recibirá por el momento, os indican su guardia personal si es que lo solicitáis.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (misión de nivel medio. Max. 3 usuarios): Se sabe que Edén está capturando criaturas para extraerles el éter. Es absolutamente necesario encontrar alguna de esas patrullas o al menos, localizar debilidades en territorio enemigo. Tenéis las opciones de incorporaros a la partida de Hont, o formar una propia. Eso sí, deberá estar integrada al menos por dos miembros de la Guardia. Los oficiales toman más en cuenta la palabra de los suyos para dar credibilidad a una historia.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (misión de nivel bajo. Máx. tres usuarios): El río que baja desde Edén ha sido contaminado, y un ejército no puede sobrevivir sin agua potable. Encontrar -y proteger- dicho elemento será crucial para el devenir de la guerra.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (nivel bajo-medio. Máx. tres usuarios): La Guardia ha descubierto una gruta que espera ampliar a fin de llegar a Edén de manera subterránea. Aunque es muy probable que los mineros necesiten que guerrerxs aguerridxs limpien la zona de criaturas poco deseables para sus quehaceres.
En vuestro primer post en este evento, además de contarnos vuestra llegada, motivaciones y otra información que deseéis compartir, deberéis incluir en un off rol la relación del inventario con el que contaréis para esta aventura. Después de eso, podréis seguir roleando entre vosotros cuanto consideren conveniente.
En cualquier momento, os será posible seleccionar una de las misiones de la lista superior. Cada usuario podrá participar en una sola de las misiones. Salvo que se indique lo contrario, podrán participar hasta tres usuarios en cada misión. Si una misión queda desierta, los acontecimientos que teníamos preparados para ella seguirán su curso sin la intervención de los usuarios, pudiendo afectar al resto de la trama. Intentaremos que, en todo momento, haya al menos una misión activa en cada escenario.
IMPORTANTE: Cuando colguéis el post, todos debéis tirar una runa. Haré la media con las de todos los personajes para ver el siguiente paso en el reflujo de la guerra. Si sale buena, la Guardia dará pasos adelante en el asedio. Si sale mala, Edén no será benévolo.
De vuestra fortuna depende el destino de la contienda, y los ataques y contraataques que se vayan a ir realizando. Buena suerte, y tened las armas a punto…
El asedio a la fortaleza de Edén, dirigida el único discípulo biocibernético de Randall Flagg, el llamado APP-Bel, había comenzado.
La capitana Addila observaba en nombre de su comandante las numerosas tiendas pulcramente ordenadas, así como las torres de vigilancia de madera que había levantado con el fin de que espías enemigos no pudiesen infiltrarse en el campamento, y del mismo modo, evitar ser tomados por sorpresa en alguno de los ataques que esas máquinas medio humanas pudiesen realizar para defenderse. El perfil aquilino de la oficial indicaba que no realizaba concesión alguna a la confianza. La batalla sería dura, incluso con los objetos de su lado. La tecnología del enemigo resultaba casi incomprensible, consecuencia lógica de ese extraño mundo de que en el pasado habían llegado. Y Edén no se parecía en nada a un castillo o un fuerte, algo natural, más acorde a la mentalidad de una guerrera con los pies en la tierra.
Las órdenes construían un puzzle a distintas voces que aparentaba asegurar todo el perímetro. Por desgracia, la Guardia no componía la completa totalidad de quienes habían acudido a la guerra. La capitana detestaba que criaturas que carecían del entrenamiento, la cohesión y los valores de su organización, llevados tan sólo por fútiles ideales, se inmiscuyeran en algo de esa envergadura. Algo que podría cambiar para siempre el destino del este del continente. Sí, era cierto que esos Buscones habían sido útiles, y sus motivaciones los hacían aliados fiables, aunque su capacidad para influir en terminar con la guerra resultase algo casi cómico. ¿Pero y los demás? Decidió que era necesario mantenerlos vigilados. A la mínima sospecha, los ejecutaría por el bien de Verisar y los suyos.
En otro lugar, fuera del campamento, Hont acompañaba a un escuadrón de soldados, voluntarios capaces decididos a inspeccionar los alrededores de Edén. El sargento encargado de la misión apenas podía dar crédito al hecho de que la severa capitana hubiera autorizado al roedor a acompañarlos. Poseía valor, no cabía duda, aunque la mitad de las historias que circulaban entre cientos de militares sobre él las creía inverosímiles. En ese momento, caminando a su lado, le parecía la cosa más débil y frágil que podría imaginarse alguien en medio de una contienda. Éste, ajeno a los pensamientos del sargento, mostraba un rostro concentrado, incluso cómicamente fiero, portando su espada de madera. El humano suspiró. Hubiera preferido a cualquiera de los otros dos en su tarea. Y no era el único invitado fuera de los miembros de la Guardia que habían pedido permiso para ello. Un oscuro pensamiento cruzó su mente. Pronto comprendería que se encontraban en una excursión. Sus soldados estaban allí para salvar Verisar, se jugaban la vida por un fin mayor. La búsqueda de emociones por parte de mercenarios y soñadores lo irritaba. Un punto lo templaba. Su muerte podría salvar a algún miembro de la Guardia realmente útil. En todas las contiendas había carne de flechas.
Gardian observaba con una mezcla de aprobación y preocupación cómo una docena de humanos tallaban muñecos a tamaño natural en madera. Una acción tan trivial que sacada de contexto, engrosaría las de una fiesta religiosa o las de unos padres sin demasiados recursos que deseaban un juguete para su hijo. Claro que nada tenían esas creaciones de inocentes.
Los objetos que poseían los biocibernéticos eran peligrosos. Control, y una nueva fuerza de bestias. Ellos tenían que contrarrestarlos, y el camino era justamente éste. Guerreros animados pero inertes. Resultaba casi divertido. Madera contra metal. Cualquier cosa por proteger a los habitantes de Aerandir del Hombre Muerto. No existía otro camino más allá de usar esas increíbles armas contra él. Se levantó, sacudiéndose las migas de un trozo de pan duro que había comido, y miró en dirección a donde habían partido Hont y los suyos. Él había decidido permanecer en el campamento, siguiendo órdenes de la capitana Addila. Sus ojos debían no perder detalle de demasiadas cosas.
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Tal vez no debería de haberlo hecho, pero las cosas no estaban para tomar decisiones prudentes. Tales no existían en una guerra.
Parte del líquido tinto aún permanecía en el fondo del cáliz, y por un momento, lamentó haber trasteado con algo así. Las visiones le hicieron postrarse en el sillón, tras la mesa colmada de legajos, y al mismo tiempo, sintió la cara perlada en sudor. ¿De modo que así funcionaba…? Deseó volver a beber para asegurarse que no había sido un sueño, que había comprendido bien. No lo hizo, mas en su rostro se dibujó una sonrisa victoriosa. En cuanto pudo mantenerse en pie, apenas dos minutos después, se secó el rostro y dio una potente orden que hizo que los centinelas apostados fuera de su tienda entrasen, firmes y mirando al frente.
-Traedme al tal Káno, el biocibernético. Con grilletes, y sin armar el más mínimo escándalo. Que nadie se entere. También una jaula que quepa en mi tienda. Él y yo tenemos asuntos que tratar por el bien de la Guardia. Hoy empieza una victoria histórica para Verisar sobre esos trozos de metal.
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—¿Estás segura de que era la misma mujer? —preguntó Áddila a la soldado que permanecía en posición de firmes frente a ella.
—Le aseguro que tardaré mucho tiempo en olvidar a ese demonio, capitana —respondió la mujer—. Llegó como… como una estampida… un huracán. Se abrió paso entre las bestias como un enviado de Helheim, sin importar a quién se llevaba por delante, amigo o enemigo. Cuando todo acabó, disparó a Sango, el soldado del que le hablé, le arrebató el Frasco y se largó de allí sin mirar atrás.
—El Frasco —repitió Áddila—. ¿El mismo Frasco que ahora tienen ahí dentro?
La soldado asintió.
—No lo entiendo —murmuró la Capitana—, ¿mató a uno de los discípulos de Flagg para llevarle el Frasco a otro?
La soldado se encogió respetuosamente de hombros, mostrando su desconcierto. Áddila meditó en silencio antes de comunicar su decisión.
—Dad la voz de alarma, redoblad las guardias. Si esa mujer se acerca, quiero que la detengan. No podemos permitir que se reúna con los del interior.
En el Edén
APP-Bel entró en la sala del Fruto. Allí, NIA supervisaba una vez más los trabajos de masaje e higiene. Parecía gustarle. Había sido idea suya utilizar el Frasco con los elfos y brujos que sobrevivían al proceso de extracción y, desde que sugirió usarlo también con otros elementos menos útiles, los biológicos trabajaban con mucha más eficiencia.
Los dos bio-cibernéticos se saludaron con un gesto de cabeza. No necesitaban hablar, habían recibido la misma información al mismo tiempo. NIA se encargaría de organizar la expedición de abastecimiento, él se ocuparía del otro asunto.
Salió de la Gran Sala y echó a andar por las laberínticas calles de su Edén. Un rítmico sonido de percusión le acompañó todo el trayecto. Con la muchedumbre acampada afuera, aquella inyección de moral era bienvenida, aunque ya todos sabían que su Señor no los dejaría abandonados.
Cuando alcanzó su objetivo, llamó a la puerta antes de entrar. Los modales eran importantes.
—Mi hermosa Wilhelmina —dijo a la mujer que aguardaba en el interior—. Confío en que el alojamiento resulte de tu agrado. Como sabes, las condiciones actuales no son las más favorables, pero no quisiera que echaras en falta nada importante.
Mientras hablaba, se acercó a la mujer, tomó su mentón y lo alzó con delicadeza, para contemplar su rostro. Ni una marca, ni una cicatriz. Perfecta.
NIA no entendía su fascinación con la belleza. Para ella era mucho más importante la eficacia. Pero ella era una buena hermana, no como Ka-ING. Ella no destruiría algo que él apreciaba. No mientras resultara útil, al menos, y APP-Bel sabía que Wilhelmina tenía poder para resultar muy útil.
—Tengo una misión que requiere de tu talento especial —dijo finalmente—. Prepárate. Te contaré los detalles cuando estés lista.
Acarició con el pulgar la mejilla de la mujer deleitándose con la tersura de su piel de porcelana. Después, la soltó y salió de la habitación.
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Misiones:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]: (Solo Mina Harker) APP-Bel tiene una misión para ti. De su resultado puede depender tu esperanza de vida. Acude a él cuando estés lista.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]: (Obligatorio: Anastasia Boisson) Señorita Boisson, después de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], confío en que no esperase usted un recibimiento con fanfarrias y caminos de flores. Se te ha visto en las cercanías y Áddila, que no está tan desesperada como lo estaba Karst y tiene muchos más hombres y mujeres bajo su mando, ha ordenado darte el alto si te acercas al campamento de la Guardia (cosa que tendrás que hacer en algún momento si quieres entrar en el Edén). Puedes abordar el problema como mejor te parezca, pero hagas lo que hagas, deja el resultado abierto. Ya nos ocuparemos de ello en esta misión. Hasta dos usuarios más podrán ayudar o detener a la intrusa, si lo desean.
A todos los demás: Bienvenidos al campamento de asedio de la Guardia, enfrente de Edén. Como habéis podido ver, todo el mundo está atareado por cuanto está -o puede estar- por venir.
Está en vuestra mano interactuar con quien deseéis en los límites del mismo. La Guardia está lista para utilizar todos sus objetos del 19 en la guerra y podéis observar los preparativos. ¿Cómo y por qué habéis llegado hasta allí? Eso será lo primero que debéis responder en vuestros posts, así como presentaros ante la capitana. El comandante no os recibirá por el momento, os indican su guardia personal si es que lo solicitáis.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (misión de nivel medio. Max. 3 usuarios): Se sabe que Edén está capturando criaturas para extraerles el éter. Es absolutamente necesario encontrar alguna de esas patrullas o al menos, localizar debilidades en territorio enemigo. Tenéis las opciones de incorporaros a la partida de Hont, o formar una propia. Eso sí, deberá estar integrada al menos por dos miembros de la Guardia. Los oficiales toman más en cuenta la palabra de los suyos para dar credibilidad a una historia.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (misión de nivel bajo. Máx. tres usuarios): El río que baja desde Edén ha sido contaminado, y un ejército no puede sobrevivir sin agua potable. Encontrar -y proteger- dicho elemento será crucial para el devenir de la guerra.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (nivel bajo-medio. Máx. tres usuarios): La Guardia ha descubierto una gruta que espera ampliar a fin de llegar a Edén de manera subterránea. Aunque es muy probable que los mineros necesiten que guerrerxs aguerridxs limpien la zona de criaturas poco deseables para sus quehaceres.
En vuestro primer post en este evento, además de contarnos vuestra llegada, motivaciones y otra información que deseéis compartir, deberéis incluir en un off rol la relación del inventario con el que contaréis para esta aventura. Después de eso, podréis seguir roleando entre vosotros cuanto consideren conveniente.
En cualquier momento, os será posible seleccionar una de las misiones de la lista superior. Cada usuario podrá participar en una sola de las misiones. Salvo que se indique lo contrario, podrán participar hasta tres usuarios en cada misión. Si una misión queda desierta, los acontecimientos que teníamos preparados para ella seguirán su curso sin la intervención de los usuarios, pudiendo afectar al resto de la trama. Intentaremos que, en todo momento, haya al menos una misión activa en cada escenario.
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Capitana Áddila [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
IMPORTANTE: Cuando colguéis el post, todos debéis tirar una runa. Haré la media con las de todos los personajes para ver el siguiente paso en el reflujo de la guerra. Si sale buena, la Guardia dará pasos adelante en el asedio. Si sale mala, Edén no será benévolo.
De vuestra fortuna depende el destino de la contienda, y los ataques y contraataques que se vayan a ir realizando. Buena suerte, y tened las armas a punto…
Ger
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Admito que me había preocupado bastante poco por la seguridad de las gentes de Aerandir desde que fui abandonada a mi suerte en otro universo. Todo cambió aquel fatídico día en el que evité, junto a otros valientes, que el mundo terminara sumido en las cenizas. Todo cuanto obtuve por recompensa fue la pérdida de las dos cosas que más me importaban en el mundo: Mi belleza y mi prestigio. La condena al olvido, el ostracismo. Eso fue lo que obtuve.
Quién sabe si fue un castigo de los dioses por mi egoísmo. Aquel día en Sandorai tampoco había actuado por valentía heroica. Yo no era Eltrant. Simplemente respondí a la causa como centinela para ayudar a mi mejor amiga, Elen Calhoun, a librarse de la maldición que durante años le había atormentado. Y lo hice a pesar de que tuve que colaborar con gente a mi altura de vanidosidad, como Asher Daregan. Salvé a todos los desdichados que me condenaron. Pero no pude salvarla a ella.
Nunca me lo perdonaré.
Pero pasando página, aquel día tampoco planeaba entrar en el Edén para ayudar a los incompetentes de la Guardia a salvar a sus gentes. No. Estaba allí para sacar a Rachel Roche de allí. Su alter ego, la malvada NIA, me había robado el frasco de no-nato, y se lo había entregado a los sicarios del Hombre Muerto. El frasco me importaba poco o nada pues ya había descubierto que no me ayudaría a reponer mi maldición. Pero no saldría de allí sin Rachel. Tenía que hacerlo por su hermano, Jules. Durante años, él y yo fuimos como uña y carne. Pero sabía que con mi aspecto la guardia no me guardaría especial estima, así que le dije que intentara entrar por la vía lícita, la del campamento. Ya nos encontraríamos dentro.
No pretendía asaltar el campamento. De modo que me había dejado caer cerca del mismo intencionadamente. Después, me camuflé con las sombras para ver su reacción. Tal y como esperaba, no era bien recibida. Pero lejos de hacerme frente, los miembros de la patrulla huyeron como ratas cobardes a su refugio: Aquel enorme campamento que guardaba la entrada al Edén.
Podía olvidarme de lo de entrar por las buenas. Me iban a recibir con hostilidad después de haberles ayudado a matar a un dragón no muerto que los iba a devorar. ¿Por qué todo el mundo era tan desagradecido en Aerandir? En fin, esperé pacientemente a que una nueva patrulla, esta vez más a la defensiva, abandonara el campamento. Estaba claro que salían a buscarme y no para darme una cálida bienvenida. Tenía que entrar en el campamento por la puerta de atrás.
Pero se preocupen, si por algo destacaban tanto Huracán como Anastasia Boisson era por una cosa.
La puesta en escena.
Detrás de un árbol, dejé que la patrulla pasara a lo lejos. Escondiéndome tras los árboles, fui a un lado de la empalizada y me convertí en una estela de humo. Sobrevolé la empalizada y me colé dentro del campamento. Me aseguré de que no había nadie cerca y me materialicé. Únicamente un legionario solitario por el camino por el que tenía que salir. Taconeé hacia él con tranquilidad. – Buenas noches. – Y le golpeé con la culata de la ballesta de mano en la cabeza. Un golpe seco y preciso, en el punto exacto para no matarlo y que cayera inconsciente. Y estirando la mano, con telequinesia, lo arrastré hacia la parte trasera de la tienda.
Asomé la cabeza, había no poca gente allí. Volví a convertirme en humo y me desplacé hasta la parte trasera de la siguiente tienda de campaña, evitaba ser vista a toda costa.
Aunque es obvio que mi elegancia no va a pasar desapercibida para todo el mundo. Una voz me hizo detenerme. Me di la vuelta y había dos guardias.
-¡Espere, señora! ¿A dónde va? – Resoplé y me detuve en el acto. Mal empezamos si me llamas señora, querido. Con apatía me di la vuelta, sin quitarme la capucha. No tardaron en reconocerme. – Espera, tú… ¡Eres la que intentó matar a Sango! ¡La que trabaja para el Hombre Muerto! – Su compañero se puso alerta.
Torcí la cabeza a un lado, algo confundida. ¿Quién era Sango? ¡Ah, sí! Ya casi lo había olvidado. Aquel joven guardia, guapete, que había actuado como fiel escudero mío un tiempo atrás.
Apoyé mi mano en la cadera y me llevé la mano al pecho, fingiendo sorpresa. - ¿Yo? ¡Oh, no! Creo que me confundís con otra. – Esbocé una tímida, pero a la vez ácida, sonrisa. - Si yo lo hubiese intentado, ya estaría muerto. – sonreí. – Y no, no trabajo para ningún hombre, ni muerto ni vivo.
Los tipos se miraron desconcertados. Eso no era lo que Áddila les había dicho. – Entonces, ¿quién es tu señor? – Preguntó el compañero.
¡Menuda pregunta! Me encogí de hombros. – ¿Mi señor? No lo sé. ¿Dios? – Por decir alguien. Empezaba a cansarme de aquel par de estúpidos. Así que puse cara de niña buena. – A ver, chicos, tengo prisa. Quiero ir al Edén. ¿Me dejáis pasar?
Se miraron unos instantes, enviándose una mirada dubitativa. Esperaba que aceptasen, o tendría que dejarlos inconscientes también. Pero, entonces, hubo un inesperado giro de los acontecimientos. Una voz de alarma de alguien hizo que todos torcieran el cuello hacia la parte de atrás.
-¡ALERTA! – Los hombres se dieron la vuelta. - ¡ALGUIEN HA DEJADO INCONSCIENTE A MICK! ¡HAY UN INTRUSO EN EL CAMPAMENTO! – Bramó. ¿Poner patas arriba el campamento? Sí. Definitivamente, una entrada muy mía.
Cuando los tipos giraron la cabeza para apresarme. Yo ya no estaba allí. Había desaparecido envuelta en mi humo mágico. Me volví a materializar al otro lado del campamento, en una dirección donde pasaría desapercibida. En medio del pequeño caos que se había hecho en aquella zona, yo con mi armadura oscura, alejada de la zona de altercado y pasando temporalmente en humo para pasar las partes menos concurridas, confiaba en pasar inadvertida y atravesar la guarnición rumbo al Edén. En uno de mis momentos en forma física, atraje con la telequinesis una manzana cercana y empecé a mordisquearla. Sería una hipócrita si dijera que era para pasar desapercibida. Simplemente tenía hambre.
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*Off: "El demonio de Verisar" intenta colarse hasta el Edén "a cara perro", utilizando mi habilidad de estela de humo e vez en cuando. Como me pide máster Ger, dejo abierto mi éxito o colaboraciones/intentos de detención de otros usuarios. Sé bondadoso conmigo, máster Ger, recuerda todo lo que fuimos tú y yo <3.
*Off: Inventario: Ballesta legendaria El Cuervo, ballestas de mano y armadura de la maestra cazadora, también me llevo todos mis objetos menos la kusari-gama y la reliquia suprema, creo que me entran en el bolsito al lateral
Quién sabe si fue un castigo de los dioses por mi egoísmo. Aquel día en Sandorai tampoco había actuado por valentía heroica. Yo no era Eltrant. Simplemente respondí a la causa como centinela para ayudar a mi mejor amiga, Elen Calhoun, a librarse de la maldición que durante años le había atormentado. Y lo hice a pesar de que tuve que colaborar con gente a mi altura de vanidosidad, como Asher Daregan. Salvé a todos los desdichados que me condenaron. Pero no pude salvarla a ella.
Nunca me lo perdonaré.
Pero pasando página, aquel día tampoco planeaba entrar en el Edén para ayudar a los incompetentes de la Guardia a salvar a sus gentes. No. Estaba allí para sacar a Rachel Roche de allí. Su alter ego, la malvada NIA, me había robado el frasco de no-nato, y se lo había entregado a los sicarios del Hombre Muerto. El frasco me importaba poco o nada pues ya había descubierto que no me ayudaría a reponer mi maldición. Pero no saldría de allí sin Rachel. Tenía que hacerlo por su hermano, Jules. Durante años, él y yo fuimos como uña y carne. Pero sabía que con mi aspecto la guardia no me guardaría especial estima, así que le dije que intentara entrar por la vía lícita, la del campamento. Ya nos encontraríamos dentro.
No pretendía asaltar el campamento. De modo que me había dejado caer cerca del mismo intencionadamente. Después, me camuflé con las sombras para ver su reacción. Tal y como esperaba, no era bien recibida. Pero lejos de hacerme frente, los miembros de la patrulla huyeron como ratas cobardes a su refugio: Aquel enorme campamento que guardaba la entrada al Edén.
Podía olvidarme de lo de entrar por las buenas. Me iban a recibir con hostilidad después de haberles ayudado a matar a un dragón no muerto que los iba a devorar. ¿Por qué todo el mundo era tan desagradecido en Aerandir? En fin, esperé pacientemente a que una nueva patrulla, esta vez más a la defensiva, abandonara el campamento. Estaba claro que salían a buscarme y no para darme una cálida bienvenida. Tenía que entrar en el campamento por la puerta de atrás.
Pero se preocupen, si por algo destacaban tanto Huracán como Anastasia Boisson era por una cosa.
La puesta en escena.
Detrás de un árbol, dejé que la patrulla pasara a lo lejos. Escondiéndome tras los árboles, fui a un lado de la empalizada y me convertí en una estela de humo. Sobrevolé la empalizada y me colé dentro del campamento. Me aseguré de que no había nadie cerca y me materialicé. Únicamente un legionario solitario por el camino por el que tenía que salir. Taconeé hacia él con tranquilidad. – Buenas noches. – Y le golpeé con la culata de la ballesta de mano en la cabeza. Un golpe seco y preciso, en el punto exacto para no matarlo y que cayera inconsciente. Y estirando la mano, con telequinesia, lo arrastré hacia la parte trasera de la tienda.
Asomé la cabeza, había no poca gente allí. Volví a convertirme en humo y me desplacé hasta la parte trasera de la siguiente tienda de campaña, evitaba ser vista a toda costa.
Aunque es obvio que mi elegancia no va a pasar desapercibida para todo el mundo. Una voz me hizo detenerme. Me di la vuelta y había dos guardias.
-¡Espere, señora! ¿A dónde va? – Resoplé y me detuve en el acto. Mal empezamos si me llamas señora, querido. Con apatía me di la vuelta, sin quitarme la capucha. No tardaron en reconocerme. – Espera, tú… ¡Eres la que intentó matar a Sango! ¡La que trabaja para el Hombre Muerto! – Su compañero se puso alerta.
Torcí la cabeza a un lado, algo confundida. ¿Quién era Sango? ¡Ah, sí! Ya casi lo había olvidado. Aquel joven guardia, guapete, que había actuado como fiel escudero mío un tiempo atrás.
Apoyé mi mano en la cadera y me llevé la mano al pecho, fingiendo sorpresa. - ¿Yo? ¡Oh, no! Creo que me confundís con otra. – Esbocé una tímida, pero a la vez ácida, sonrisa. - Si yo lo hubiese intentado, ya estaría muerto. – sonreí. – Y no, no trabajo para ningún hombre, ni muerto ni vivo.
Los tipos se miraron desconcertados. Eso no era lo que Áddila les había dicho. – Entonces, ¿quién es tu señor? – Preguntó el compañero.
¡Menuda pregunta! Me encogí de hombros. – ¿Mi señor? No lo sé. ¿Dios? – Por decir alguien. Empezaba a cansarme de aquel par de estúpidos. Así que puse cara de niña buena. – A ver, chicos, tengo prisa. Quiero ir al Edén. ¿Me dejáis pasar?
Se miraron unos instantes, enviándose una mirada dubitativa. Esperaba que aceptasen, o tendría que dejarlos inconscientes también. Pero, entonces, hubo un inesperado giro de los acontecimientos. Una voz de alarma de alguien hizo que todos torcieran el cuello hacia la parte de atrás.
-¡ALERTA! – Los hombres se dieron la vuelta. - ¡ALGUIEN HA DEJADO INCONSCIENTE A MICK! ¡HAY UN INTRUSO EN EL CAMPAMENTO! – Bramó. ¿Poner patas arriba el campamento? Sí. Definitivamente, una entrada muy mía.
Cuando los tipos giraron la cabeza para apresarme. Yo ya no estaba allí. Había desaparecido envuelta en mi humo mágico. Me volví a materializar al otro lado del campamento, en una dirección donde pasaría desapercibida. En medio del pequeño caos que se había hecho en aquella zona, yo con mi armadura oscura, alejada de la zona de altercado y pasando temporalmente en humo para pasar las partes menos concurridas, confiaba en pasar inadvertida y atravesar la guarnición rumbo al Edén. En uno de mis momentos en forma física, atraje con la telequinesis una manzana cercana y empecé a mordisquearla. Sería una hipócrita si dijera que era para pasar desapercibida. Simplemente tenía hambre.
---
*Off: "El demonio de Verisar" intenta colarse hasta el Edén "a cara perro", utilizando mi habilidad de estela de humo e vez en cuando. Como me pide máster Ger, dejo abierto mi éxito o colaboraciones/intentos de detención de otros usuarios. Sé bondadoso conmigo, máster Ger, recuerda todo lo que fuimos tú y yo <3.
*Off: Inventario: Ballesta legendaria El Cuervo, ballestas de mano y armadura de la maestra cazadora, también me llevo todos mis objetos menos la kusari-gama y la reliquia suprema, creo que me entran en el bolsito al lateral
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Anastasia Boisson
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Tyr
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
¿Qué sería de Tina? La pequeña comadreja le llenaba el pensamiento en aquel momento, mientras contemplaba el cielo de su bella jaula de oro, recostada en un suave futón. APP-Bel había asignado para ella una habitación magnífica, amplia y llena de comodidades para la bruja. También ordenó que pusieran a su disposición prendas exquisitas que maravillaron a Mina. Las comidas eran siempre puntuales y deliciosas. Sin embargo, hacía tiempo ya que se sentía adormecida y abstraída de la realidad, miraba el tiempo pasar y a la espera constante del llamado o visita de su carcelero.
No. Salvador. Él la había salvado.
De repente, una lágrima le resbaló por la mejilla, la cual apresuró en secar. No podía dejar marcas en su rostro, debía lucir hermosa, inmaculada y perfecta; su belleza le había salvado la vida, aunque eso significaba ser la mascota del biocibernético. La bruja ilusionista se consolaba con saber que mientras respirara, había esperanzas de escapar de ese entuerto porque ni siquiera muerta liberaría su alma. Ella sabía lo que era capaz de hacer aquel hombre. Sus propios ojos vieron como todos los cadáveres de Ciudad Lagarto se levantaron, incluso el del hermoso hombre tigre. Su corazón se apretaba de imaginarse corriendo aquella espantosa suerte. ¿Habría forma de liberarlos?
Mina sacudió la cabeza y respiró hondo varias veces pues comenzaba a ahogarse y sentía cómo en ese momento las paredes comenzaban a cerrarse sobre ella. El sonido de los golpes en la puerta la sobresaltaron y se levantó de un salto cuando escuchó la voz masculina afuera -Adelante- dijo con voz segura pero suave. El biocibernetico entró y sonrió al contemplarla, tan hermosa como siempre. Su sedoso y brillante cabello recogido en dos coletas que luego se acomodaban como arcos sobre su cabeza, adornado con flores doradas y un peine también de flores, pero de cristal. Su escote iba desnudo, no necesitaba más alhajas que los aretes largos colgaban de sus orejas. Portaba un vestido de suave tela naranja con flores bordadas con hilos dorados y los bordes rematados con cintas de seda. De sus brazos colgaba un chal púrpura.
-Nada me ha hecho falta- le aseguró -Al contrario, me siento mimada- mintió para complacerlo aún más -Te lo agradezco mucho, APP-Bel- añadió e hizo una leve reverencia, sin cambiar la sonrisa de su rostro. APP-Bel se acercó a ella y levantó su rostro tomándolo por el mentón y miró fijo a sus ojos. Ella lo miró de vuelta, no sabía por qué siempre buscaba un resquicio de alma si ella sabía que allí no había tal cosa. Era un artefacto, no un humano. -Estaré preparada para lo que me ordenes, puedes estar seguro- afirmó con una sonrisa y ojos brillantes.
Él acarició su mejilla con el pulgar, con una suavidad y delicadeza que podía pasar como la demostración de un amante. Luego, para su infinita incomodidad, la contempló entera, observando con detenimiento sus ropas, adornos, maquillaje. Ella sonreía con timidez, pretendiendo sentirse emocionada por agradarle. Sin mucho más, APP-Bel se dio media vuelta y su breve visita terminó. No así la sonrisa y emoción de Mina. ¿Será posible? ¿Se le estaría presentando una oportunidad para escapar? La ilusionista no quería hacerse muchas ilusiones, pero la llama de la esperanza fulgió en su pecho.
Sin tardanza, cambió sus prendas por unas mucho más cómodas, asumiendo que la misión involucraba usar sus poderes de ilusionista y habilidades de combate: completamente de negro, botas y chaqueta de cuero y su armadura oculta debajo de su blusa. Las dagas escondidas en su cinto y en este, un pequeño bolso con algunos objetos que seguramente le serían útiles. En el interior de su chaqueta llevaba un incensario encantado que APP-Bel le había regalado; este era de un acero firme, redondo y pesado. Colgaba de una larga cadena, así que además del uso mágico, Mina aprendió a usarlo como una suerte de mangual. Al estar lista, se presento ante APP-Bel -Espero tus órdenes- dijo, tratando de disimular la emoción.
No. Salvador. Él la había salvado.
De repente, una lágrima le resbaló por la mejilla, la cual apresuró en secar. No podía dejar marcas en su rostro, debía lucir hermosa, inmaculada y perfecta; su belleza le había salvado la vida, aunque eso significaba ser la mascota del biocibernético. La bruja ilusionista se consolaba con saber que mientras respirara, había esperanzas de escapar de ese entuerto porque ni siquiera muerta liberaría su alma. Ella sabía lo que era capaz de hacer aquel hombre. Sus propios ojos vieron como todos los cadáveres de Ciudad Lagarto se levantaron, incluso el del hermoso hombre tigre. Su corazón se apretaba de imaginarse corriendo aquella espantosa suerte. ¿Habría forma de liberarlos?
Mina sacudió la cabeza y respiró hondo varias veces pues comenzaba a ahogarse y sentía cómo en ese momento las paredes comenzaban a cerrarse sobre ella. El sonido de los golpes en la puerta la sobresaltaron y se levantó de un salto cuando escuchó la voz masculina afuera -Adelante- dijo con voz segura pero suave. El biocibernetico entró y sonrió al contemplarla, tan hermosa como siempre. Su sedoso y brillante cabello recogido en dos coletas que luego se acomodaban como arcos sobre su cabeza, adornado con flores doradas y un peine también de flores, pero de cristal. Su escote iba desnudo, no necesitaba más alhajas que los aretes largos colgaban de sus orejas. Portaba un vestido de suave tela naranja con flores bordadas con hilos dorados y los bordes rematados con cintas de seda. De sus brazos colgaba un chal púrpura.
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-Nada me ha hecho falta- le aseguró -Al contrario, me siento mimada- mintió para complacerlo aún más -Te lo agradezco mucho, APP-Bel- añadió e hizo una leve reverencia, sin cambiar la sonrisa de su rostro. APP-Bel se acercó a ella y levantó su rostro tomándolo por el mentón y miró fijo a sus ojos. Ella lo miró de vuelta, no sabía por qué siempre buscaba un resquicio de alma si ella sabía que allí no había tal cosa. Era un artefacto, no un humano. -Estaré preparada para lo que me ordenes, puedes estar seguro- afirmó con una sonrisa y ojos brillantes.
Él acarició su mejilla con el pulgar, con una suavidad y delicadeza que podía pasar como la demostración de un amante. Luego, para su infinita incomodidad, la contempló entera, observando con detenimiento sus ropas, adornos, maquillaje. Ella sonreía con timidez, pretendiendo sentirse emocionada por agradarle. Sin mucho más, APP-Bel se dio media vuelta y su breve visita terminó. No así la sonrisa y emoción de Mina. ¿Será posible? ¿Se le estaría presentando una oportunidad para escapar? La ilusionista no quería hacerse muchas ilusiones, pero la llama de la esperanza fulgió en su pecho.
Sin tardanza, cambió sus prendas por unas mucho más cómodas, asumiendo que la misión involucraba usar sus poderes de ilusionista y habilidades de combate: completamente de negro, botas y chaqueta de cuero y su armadura oculta debajo de su blusa. Las dagas escondidas en su cinto y en este, un pequeño bolso con algunos objetos que seguramente le serían útiles. En el interior de su chaqueta llevaba un incensario encantado que APP-Bel le había regalado; este era de un acero firme, redondo y pesado. Colgaba de una larga cadena, así que además del uso mágico, Mina aprendió a usarlo como una suerte de mangual. Al estar lista, se presento ante APP-Bel -Espero tus órdenes- dijo, tratando de disimular la emoción.
- Lista para la tarea.:
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- Inventario:
- CALAVERITA DE MINA HARKER [CONSUMIBLE]: Recuerdo del Festival: Calaverita de Azúcar "Puede que parezca un dulce como cualquiera, pero esta pequeña calaverita no es para nada comestible. Cuando te encuentres en peligro lánzala al suelo y creará una cortina de humo que nublará la visibilidad de tus enemigos, brindándote la oportunidad de escapar o de crear una distracción".
ANILLO DE ASES [CONSUMIBLE]: Creado por el dios Bragi a través de los sacerdotes brujos. Está formado por ceniza compactada y dura, tanto como una roca. Después de quemar lo que traía desgracia, este anillo os dará suerte:
- Si lo soplas, cuando tengas que tirar runas, la suerte será “buena”, independientemente de la runa que salga. Pero, no tendrá efecto si las runas están condicionadas por otra maldición. Sólo tiene un uso. Después, perderá todo el poder y pasará a ser un mero objeto decorativo.
FLORES DE BRAGIVÄL [CONSUMIBLE]: Estas flores han caído sobre vuestras manos. Si le entregáis una de estas flores a alguien, quedará embobado por vosotros durante dos turnos y tratarán de ser serviciales con vosotros y complaceros. ¡Ojo! No os desearán, ni estarán enamorados. Simplemente buscarán llamar vuestra atención y cumplir lo que les pidáis, siempre y cuando sean órdenes sencillas y que no impliquen herirse a sí mismos o a otros.
QUEMADOR DE INCIENSO [ARMA][SUPERIOR]: Potencia tus habilidades ilusionistas.
Habilidad: crea una densa capa de humo de 2 metros de radio sobre Mina. La utilizas para atrapar a un enemigo. Éste no podrá salir de la niebla y sentirá como una manos invisibles le atrapan del cuello.
Duración: 1 turno
Uso: 1 vez por turno
ARMADURA [COMÚN]: Habilidad [Rasgo]: la armadura tiene la capacidad de ser ligera o media según convenga, siendo su tipo principal el ligero.
DAGAS "COLMILLO DE LA GORGONA [ARMA] [NORMAL]: Con el encantamiento "Arma de Electricidad".
MONEDA PIRATA [CONSUMIBLE - 2 USOS]: Moneda Pirata. Moneda falsa de hecha de cinn (metal muy similar al oro). Podrá utilizarse para comprar los servicios o información de un npc de un tema con Master (misión, desafío, maestereado...) Al entregarla, se deberá lanzar La Voluntad de los Dioses. Si la suerte es Mala o Muy Mala, el npc se dará cuenta que la moneda es falsa y ganaréis su enemistad en lugar de sus servicios. No podrá utilizarse contra personajes hostiles. Ganáis monedas, 2 Usos.
CARAMELO DE JADE [2 CARGAS]: Este dulce alquímico es una de las más curiosas creaciones de Ivern, ingerir este pequeño caramelo te permitirá usar una habilidad de nivel 9 o menos, sin consumir uno de sus usos.
3 x FLOR ESCARCHADA [CONSUMIBLE] Sin duda, ésta es la mayor creación de Ivern. El poseedor de la flor podrá masticarla para utilizar una habilidad mágica a su elección de cualquiera de los personajes que participaron en la fiesta de los colores (Aradia Hazelmere, Bio, Elian, Hazel Wind, Ingela, Magazubi, Mina Harker, Nero Crimson, Rauko, Reike, Shinoroa Ryuu, Taelan, Vincent Calhoun). Los personajes de nivel 0-3, pueden elegir una habilidad de hasta un nivel superior al suyo; los personajes de nivel 4 en adelante, pueden elegir una habilidad de nivel 4 o inferior
Mina Harker
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Tyr
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Ser una heroína y apoyar para que las cosas estuvieran mejor en Aerandir eran ideas que me estaban llamando la atención desde hace un tiempo. La gente en los pueblos siempre habla, y si sabes escuchar puedes enterarte de cosas interesantes, así fue como supimos que la guardia de Verisar iba a tener una misión importante. En cuanto Pelusa y yo nos enteramos no pudimos resistirnos a alistarnos como colaboradores.
Al inicio siempre es complicado que nos tomen en serio para este tipo de actividades, pero cuando los reclutadores entienden que su resistencia es inutil y que independientemente de su decisión igual participaremos deciden darse por vencidos y alistarnos formalmente. Primera misión cumplida.
Lo siguiente era involucrarnos más en toda la operación. Así que me preparé para la ocasión con un hermoso vestido azul con blanco; mi bolsito aventurero en donde aproveché de meter algunas armas, unos frasquitos de medicina, unos cuando pergaminos pequeños y mis dos compañeros de aventura Capitancito y Pelusa; además aproveché de llevar mis nuevas adquisiciones para neutralizar enemigos sin matarlos.
Llegué al campamento con una sonrisa de oreja a oreja preparada para la aventura pero al parecer era la única con esa actitud, todos tenían una expresión de preocupación y se preparaban muy serios para lo que se venían. ¡Ay no, que aburridos todos!
Caminé de una lado a otro maravillada por las carpas y las torres tratando de evitar caras largas. En eso ví a lo lejos a la capitana a la que iba a ayudar y la saludé con la mano. Su cara no se podría definir como complaciente pero seguramente eso cambiaría cuando salve al mundo.
-Okey Pelusa, al parecer hay que ponernos serios- le dije para calmar poco a poco mis emociones. Respiré profundo y me volteé para seguir el recorrido.
En eso vi una figura conocida y sin pensarlo salí corriendo con todas mis fuerzas para lanzarme sobre él a abrazarlo -Estas vivooooo-.
Uh, creo que fué demasiada euforia. Enseguida me quité de encima de él y me acomodé el cabello que se me había revuelto un poco. -Lo siento- bajé un poco la mirada realmente apenada porque me estaba comportando muy infantil y ya tenía que comportarme como una señorita.
Aproveché el reencuentro para preguntarle cómo estaba, cómo había logrado sobrevivir, y sobre el collar que me había dejado en la torre. Al final él de forma muy amable me comentó que podía quedarmelo y que en esta situación podía ser de utilidad.
-Tienes toda la razón, de hecho podríamos juntarnos con el equipo de reconocimiento y así ayudarlos mucho ¡Vamos!- le dije animada y buscando a los encargados de esa misión.
-¡Ah y porsi a las mosquis!- me detuve y saqué a Pelusa del bolso seguido de dos botellitas pequeñas de elixir multipropósito, luego un pergamino explosivo y luego otra botella pero está llena de un gas gris -Toma, llévate eso, Pelusa anda medio incómodo con tantas cosas que llevo- .
Luego de llenar los brazos del águila con cositas le expliqué para qué servía cada cosa y después seguimos -¡Apúrate! Creo haber visto al pequeñín salir y creo que es del equipo de reconocimiento-
…
Llegué a unirme con los otros aventureros y pregunté -¿Creen que el proceso de extracción de éter sea muy doloroso o sería cómo desmayarse y ya?-
-Si quieres puedes ser carnada y averiguarlo-
-¡Ay, pero que odioso!-
__________
Off
Le regalo a Ryuu:
Elixir multipropósito: [Elixir, Consumible, 2 Cargas] Analgésico, antiséptico, antibiótico y desinfectante todo en uno en base a hierbas. Puede ayudar con varias enfermedades
Pesadilla Embotellada: [Veneno, Limitado, 1 Uso] Líquido grisáceo oscuro que parece gas atrapado. Al contacto con el aire se levanta una nube negra, que al ser aspirada causará alucinaciones de los temores más profundos de la persona por un turno
Pergamino explosivo: [Pergamino, Limitado, 1 Uso] 5 segundos luego de abrirse, este pergamino hará explosión, afectando un radio de un metro y causando daños moderados.
Inventario Maga:
Encantamientos (6/6)
Armadura ligera superior + encantamiento armadura engañosa para tener el vestido
Cuchillos arrojadizos superior + maldición necrótica
Agujas arrojadizas superior + encantamiento electricidad
Daga + encantamiento purgar
Boken + runa expansiva
Collar con Ryuu + vínculo de sangre mayor
Limitados (7/7)
Rocío de ortiga
Kit arcano superior
Toque paralizante
Pergamino emocional
Cristal de reducción para Pelusa
Pergamino explosivo
Runa teletransportación
Consumibles
6 elixir multipropósito
Chocolate del equinocio
Medalla heroismo 3 cargas
Esfera Krampus
Caramelo de jade 2 cargas
Ligado el éter
Espejo Doppelganger
Otros objetos
Casco de genio paranoico en forma de diadema
Agujas arrojadizas con cascabel
Bolso aventurero
Capitancito (Es un peluche de pulpito en honor a el Capitán Werner/Sarez, y aparte acompaña a Pelusa)
Mascota
Pelusa (aion que ahorita está pequeño)
Al inicio siempre es complicado que nos tomen en serio para este tipo de actividades, pero cuando los reclutadores entienden que su resistencia es inutil y que independientemente de su decisión igual participaremos deciden darse por vencidos y alistarnos formalmente. Primera misión cumplida.
Lo siguiente era involucrarnos más en toda la operación. Así que me preparé para la ocasión con un hermoso vestido azul con blanco; mi bolsito aventurero en donde aproveché de meter algunas armas, unos frasquitos de medicina, unos cuando pergaminos pequeños y mis dos compañeros de aventura Capitancito y Pelusa; además aproveché de llevar mis nuevas adquisiciones para neutralizar enemigos sin matarlos.
- Maguita:
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Llegué al campamento con una sonrisa de oreja a oreja preparada para la aventura pero al parecer era la única con esa actitud, todos tenían una expresión de preocupación y se preparaban muy serios para lo que se venían. ¡Ay no, que aburridos todos!
Caminé de una lado a otro maravillada por las carpas y las torres tratando de evitar caras largas. En eso ví a lo lejos a la capitana a la que iba a ayudar y la saludé con la mano. Su cara no se podría definir como complaciente pero seguramente eso cambiaría cuando salve al mundo.
-Okey Pelusa, al parecer hay que ponernos serios- le dije para calmar poco a poco mis emociones. Respiré profundo y me volteé para seguir el recorrido.
En eso vi una figura conocida y sin pensarlo salí corriendo con todas mis fuerzas para lanzarme sobre él a abrazarlo -Estas vivooooo-.
Uh, creo que fué demasiada euforia. Enseguida me quité de encima de él y me acomodé el cabello que se me había revuelto un poco. -Lo siento- bajé un poco la mirada realmente apenada porque me estaba comportando muy infantil y ya tenía que comportarme como una señorita.
Aproveché el reencuentro para preguntarle cómo estaba, cómo había logrado sobrevivir, y sobre el collar que me había dejado en la torre. Al final él de forma muy amable me comentó que podía quedarmelo y que en esta situación podía ser de utilidad.
-Tienes toda la razón, de hecho podríamos juntarnos con el equipo de reconocimiento y así ayudarlos mucho ¡Vamos!- le dije animada y buscando a los encargados de esa misión.
-¡Ah y porsi a las mosquis!- me detuve y saqué a Pelusa del bolso seguido de dos botellitas pequeñas de elixir multipropósito, luego un pergamino explosivo y luego otra botella pero está llena de un gas gris -Toma, llévate eso, Pelusa anda medio incómodo con tantas cosas que llevo- .
Luego de llenar los brazos del águila con cositas le expliqué para qué servía cada cosa y después seguimos -¡Apúrate! Creo haber visto al pequeñín salir y creo que es del equipo de reconocimiento-
…
Llegué a unirme con los otros aventureros y pregunté -¿Creen que el proceso de extracción de éter sea muy doloroso o sería cómo desmayarse y ya?-
-Si quieres puedes ser carnada y averiguarlo-
-¡Ay, pero que odioso!-
__________
Off
Le regalo a Ryuu:
Elixir multipropósito: [Elixir, Consumible, 2 Cargas] Analgésico, antiséptico, antibiótico y desinfectante todo en uno en base a hierbas. Puede ayudar con varias enfermedades
Pesadilla Embotellada: [Veneno, Limitado, 1 Uso] Líquido grisáceo oscuro que parece gas atrapado. Al contacto con el aire se levanta una nube negra, que al ser aspirada causará alucinaciones de los temores más profundos de la persona por un turno
Pergamino explosivo: [Pergamino, Limitado, 1 Uso] 5 segundos luego de abrirse, este pergamino hará explosión, afectando un radio de un metro y causando daños moderados.
Inventario Maga:
Encantamientos (6/6)
Armadura ligera superior + encantamiento armadura engañosa para tener el vestido
Cuchillos arrojadizos superior + maldición necrótica
Agujas arrojadizas superior + encantamiento electricidad
Daga + encantamiento purgar
Boken + runa expansiva
Collar con Ryuu + vínculo de sangre mayor
Limitados (7/7)
Rocío de ortiga
Kit arcano superior
Toque paralizante
Pergamino emocional
Cristal de reducción para Pelusa
Pergamino explosivo
Runa teletransportación
Consumibles
6 elixir multipropósito
Chocolate del equinocio
Medalla heroismo 3 cargas
Esfera Krampus
Caramelo de jade 2 cargas
Ligado el éter
Espejo Doppelganger
Otros objetos
Casco de genio paranoico en forma de diadema
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
No era exactamente el ejército donde su padre sirvió, pero Ryuu creía que si ayudaba a la Guardia de Verisar, de alguna forma honraría la memoria de su viejo. ¿Que el Cáliz de la Clarividencia se encontraba también por allí? Una bienvenida coincidencia. Quizá le permitieran dar un sorbito, si todo salía bien y seguían con vida luego de la batalla. Si no le daban permiso para usar el objeto, tampoco se haría mucho problema. Sentía una rara mezcla de aversión y atracción hacia el cáliz, como si la idea de conocer más sobre su propio final le aterrara y fascinara al mismo tiempo.
Luego de un viaje interrumpido por conejos espadachines y demás inesperados percances, Ryuu llegó a su destino. El lugar del asedio al biocibernético conocido como APP-bel y sus compañeros estaba atestado de gente. Soldados, mercenarios y voluntarios de variados orígenes prestos a luchar contra el hombre muerto, a proteger sus tierras o simplemente a llenar sus bolsillos con unos cuantos aeros en otro día normal de trabajo.
-Me llamo Ryuu, hijo de Lyssträle Veiled, arquero de la Guardia de Lunargenta... Quiero decir, mi padre era de la Guardia, yo no... Vengo a ofrecerme voluntario para esta batalla. Quizá no sea de gran ayuda, pero creo que todos debemos colaborar, ¿no?-
-Yo vengo con el pajarraco, también como voluntaria. Nael es mi nombre.- Ambos se presentaron ante la capitana, una mujer bestia alada como él, pero con apariencia más humana. Se la veía seria, como si hubiera recibido alguna noticia importante o inquietante.
En medio del silencio, se oyó un grito de "¡estas vivooo!", seguido de una repentina presión sobre el cuello del pájaro que lo tomó por sorpresa. Su compañera elfa observaba al arquero con evidente confusión en el rostro (y algo de incredulidad y asco, al parecer).
-Wow... Creí que te gustaban mayores, no esperaba que fueras por la vida corrompiendo niñas de esa forma...-
El arquero no entendía a qué se refería, ni por qué algunos de los soldados presentes lo miraban con sus armas listas para ser desenvainadas, hasta que reconoció a la jovencita que se había lanzado hacia él.
-NONONONONO, ¡esperen! Hace un tiempo nos vimos envueltos en un buen lío junto con otras personas y no nos volvimos a ver desde entonces, les juro que es sólo eso... Maga, me alegra verte bien, pero deberías contenerte un poco o darías una impresión equivocada...-
Tras aclarar las cosas (aunque algunos aún lo mantenían vigilado), Ryuu presentó a Nael y Maga, y acordaron ir con el grupo de reconocimiento. Viendo que las joyas de vínculo podrían ser útiles en esta ocasión, el arquero le dijo a la joven bruja que podía quedarse con la que llevaba, después de todo ya la creía perdida así que no le molestaba apartarse de la misma.
No habían avanzado mucho cuando Maga se detuvo para darle algunos objetos.
-¿Seguro que no hay nada raro en todo esto, Ryuu?-
-Te aseguro que si hubiera querido hacerle algo ni siquiera te habría conocido, Nael. Creo que es perfectamente capaz de derrotarnos a ambos juntos... ¿Segura que quieres darme todo esto, Maga?-
Ante la afirmación de la chica, el ave no insistió y guardó los objetos junto con los que llevaba encima. Debería adquirir una bolsa, porque los bolsillos de su túnica estaban a punto de reventar...
Mientras avanzaban junto al grupo de reconocimiento, Ryuu observaba los alrededores alerta, distrayéndose únicamente unos segundos ante la poco amigable idea del tipo que quería usar a Maga como carnada.
Offrol:
Luego de un viaje interrumpido por conejos espadachines y demás inesperados percances, Ryuu llegó a su destino. El lugar del asedio al biocibernético conocido como APP-bel y sus compañeros estaba atestado de gente. Soldados, mercenarios y voluntarios de variados orígenes prestos a luchar contra el hombre muerto, a proteger sus tierras o simplemente a llenar sus bolsillos con unos cuantos aeros en otro día normal de trabajo.
-Me llamo Ryuu, hijo de Lyssträle Veiled, arquero de la Guardia de Lunargenta... Quiero decir, mi padre era de la Guardia, yo no... Vengo a ofrecerme voluntario para esta batalla. Quizá no sea de gran ayuda, pero creo que todos debemos colaborar, ¿no?-
-Yo vengo con el pajarraco, también como voluntaria. Nael es mi nombre.- Ambos se presentaron ante la capitana, una mujer bestia alada como él, pero con apariencia más humana. Se la veía seria, como si hubiera recibido alguna noticia importante o inquietante.
En medio del silencio, se oyó un grito de "¡estas vivooo!", seguido de una repentina presión sobre el cuello del pájaro que lo tomó por sorpresa. Su compañera elfa observaba al arquero con evidente confusión en el rostro (y algo de incredulidad y asco, al parecer).
-Wow... Creí que te gustaban mayores, no esperaba que fueras por la vida corrompiendo niñas de esa forma...-
El arquero no entendía a qué se refería, ni por qué algunos de los soldados presentes lo miraban con sus armas listas para ser desenvainadas, hasta que reconoció a la jovencita que se había lanzado hacia él.
-NONONONONO, ¡esperen! Hace un tiempo nos vimos envueltos en un buen lío junto con otras personas y no nos volvimos a ver desde entonces, les juro que es sólo eso... Maga, me alegra verte bien, pero deberías contenerte un poco o darías una impresión equivocada...-
Tras aclarar las cosas (aunque algunos aún lo mantenían vigilado), Ryuu presentó a Nael y Maga, y acordaron ir con el grupo de reconocimiento. Viendo que las joyas de vínculo podrían ser útiles en esta ocasión, el arquero le dijo a la joven bruja que podía quedarse con la que llevaba, después de todo ya la creía perdida así que no le molestaba apartarse de la misma.
No habían avanzado mucho cuando Maga se detuvo para darle algunos objetos.
-¿Seguro que no hay nada raro en todo esto, Ryuu?-
-Te aseguro que si hubiera querido hacerle algo ni siquiera te habría conocido, Nael. Creo que es perfectamente capaz de derrotarnos a ambos juntos... ¿Segura que quieres darme todo esto, Maga?-
Ante la afirmación de la chica, el ave no insistió y guardó los objetos junto con los que llevaba encima. Debería adquirir una bolsa, porque los bolsillos de su túnica estaban a punto de reventar...
Mientras avanzaban junto al grupo de reconocimiento, Ryuu observaba los alrededores alerta, distrayéndose únicamente unos segundos ante la poco amigable idea del tipo que quería usar a Maga como carnada.
Offrol:
- Inventario para el evento:
Limitados (7/7)
Guante arpón
Poción de salud x2
Poción de salud diluida
Poción de visión nocturna
Pesadilla embotellada
Pergamino explosivo
Consumibles
Elixir multipropósitos
Bomba floral x2
Polvo de hadas (2 cargas)
Encantamientos (2/6)
Flechas de señal en arco superior Zar'roc
Reflejo de espinas en escudo pobre
Otros items
Carcaj ligero
Pendiente de vínculo con Maga
Cuchillas arrojadizas superiores Fjodur x4
Espada pobre Tamerlein
Shinoroa Ryuu
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
El miembro 'Shinoroa Ryuu' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Valeria Reike se acercó al campamento de la Guardia observando los preparativos con interés. Durante la toma de Lunargenta, había llegado con los barcos de Beltrexus, por lo que no había experimentado la experiencia del asedio ni el asalto. Realmente, el mayor peligro había sido el momento inmediatamente anterior al desembarco, quién iba a pensar que los vampiros harían tan generoso uso del fuego. Después de eso, ella había permanecido a buen recaudo, atendiendo a los heridos y enfermos.
Mientras caminaba, no tardó en percatarse de una espada de madera meciéndose ridículamente de un lado a otro. Reconoció enseguida a la zarigüeya que acompañaba a la espada y viró ligeramente el rumbo, decidida a no dejarse ver por el marsupial. Como era de esperar, la vida tenía otros planes.
—¿Valeria? ¿Valeria Reike? —dijo una voz familiar a su espalda.
No era la voz de Hont, pero sí habló lo bastante alto como para que el hombrecillo-bestia lo escuchara. Valeria pudo ver, por el rabillo del ojo, como el animalejo oteaba sus alrededores tras escuchar el nombre. Ella, por su parte, respiró hondo y se volvió hacia quien le había hablado ocultando su fastidio tras una sonrisa.
La sonrisa se congeló momentáneamente en una mueca de desconcierto. El rostro que ella recordaba era el de un hombre de mediana edad, firme, pero con arrugas enmarcando la sonrisa y entradas en las sienes, mientras que el hombre que la observaba no parecía mayor que ella. Y, sin embargo, tenía el mismo mentón cuadrado que recordaba y la miraba con idénticos ojos castaños. «La Fuente», se recordó a sí misma, y se obligó a recuperar la sonrisa.
—Algren —dijo—, te ves…
—¿Joven? —interrumpió él con una carcajada.
—¡La alquimista!
La estridente voz de Hont casi hizo que las comisuras de Valeria descendieran de nuevo, pero se contuvo. El marsupial, por su parte, se escurrió hasta donde ellos estaban. Al parecer, no quería perder la ocasión de saludar.
—¡Gardian! —le gritó a un hombre que supervisaba a un grupo que, por alguna razón, tallaba figurillas de madera—, ¡es Valeria, la alquimista que me ayudó con ese hombre malo en Sacrestic Ville!
El aludido saludó con un gesto de cabeza y volvió a su quehacer.
—¿Os conocéis? —preguntó Algren.
—Le ayudé a detener a un asesino en Sacrestic hace algún tiempo —dijo Valeria.
Aquella parte era cierta, Tatsuya tenía una buena cantidad de sangre en sus manos y ella había trabajado activamente para que lo detuvieran. Otra cosa era que el brujo fuera culpable o no del asesinato concreto que se estaba investigando.
—Ya lo creo que sí —dijo Hont gesticulando furiosamente con su espada de madera—. Le dimos lo suyo a ese brujo malvado. Por desgracia, se escapó una semana después. ¿Lo sabías?
—No tenía ni idea —mintió Valeria*.
—Pues sí. Justo el día de la ejecución además. Se armó un revuelo enorme con toda la guardia buscándolo y luego… —El carraspeo de un hombre con galones de sargento a su espalda hizo que Hont volviera a la realidad—. Ah, sí, por supuesto. Estoy preparando un grupo de reconocimiento para descubrir por dónde salen los malos a capturar brujos y elfos. Puedes venir con nosotros, si quieres. ¡Les daremos duro, como a Tatsuya!
—Colaboraré donde el Comandante considere que puedo servir mejor —respondió Valeria sin comprometerse a nada—. Tengo entendido que es quien dirige este asedio, ¿no es así? —añadió dirigiéndose a Algren.
—Así es —confirmó él—, pero es la Capitana Áddila quien se ocupa de organizar a las tropas. Ven, te la presentaré.
Se despidieron de Hont y Algren la guió a través del campamento. Le habló de la organización del asedio y, cuando ella preguntó acerca del abastecimiento, le contó que estaban preparando una expedición en busca de agua potable, puesto que el río que cruzaba junto al Edén había sido contaminado. Tras agotar los temas que la situación aportaba, Algren sacó por fin el que ambos habían estado evitando:
—No esperaba que Beltrexus enviara ayuda esta vez. No después de lo de…
Interrumpió la frase con un carraspeo incómodo. Valeria no lo obligó a concluirla, no había necesidad.
—No la han enviado —dijo—. Pero tampoco la han prohibido. Al menos de momento. No podemos dejar que Randall Flagg se haga con objetos tan poderosos, después de todo. Aun así, dudo mucho que las relaciones entre Beltrexus y Lunargenta no se resientan después de lo de Lirio —añadió.
Algren se detuvo entonces y, tomando a Valeria por el codo, tiró de ella para que ambos quedaran frente a frente.
—Valeria —dijo con expresión solemne—. Quiero que sepas que yo no estuve en Lirio.
«Tampoco tardaste en beber de la condenada Fuente», pensó ella. Nada dijo al respecto, sin embargo. Solo alzó la mano libre en un gesto que pretendía dar por zanjado el tema.
—No es momento para hablar de quién hizo qué, Algren —dijo—. Tenemos un asedio del que ocuparnos. ¿Dónde está esa Capitana a la que ibas a presentarme?
Valeria tenía muchas ganas de conocerla.
----------
OFF: * Habilidad de nivel 0, Elocuencia Irresistible
Llego recomendada ante la Capitana. Por historia, Reike participó en la reconquista de Lunargenta junto con el contingente de aliados brujos, por lo que conoce a gente del ejército humano, entre ellos, este Algren. A Hont lo conoció [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], donde, oficialmente, le ayudó a detener al asesino del Dragón Farley (negaré categóricamente cualquier otra versión).
De momento, no elijo misión, pero estoy abierta a formar grupo con quien quiera para ir a buscar agua o pillar la plaza que queda para la misión de reconocimiento, si nadie más la quiere. Siento que para lo del túnel, no tendría mucho que aportar. Acercaos sin miedo, soy buena, de verdad.
Mientras caminaba, no tardó en percatarse de una espada de madera meciéndose ridículamente de un lado a otro. Reconoció enseguida a la zarigüeya que acompañaba a la espada y viró ligeramente el rumbo, decidida a no dejarse ver por el marsupial. Como era de esperar, la vida tenía otros planes.
—¿Valeria? ¿Valeria Reike? —dijo una voz familiar a su espalda.
No era la voz de Hont, pero sí habló lo bastante alto como para que el hombrecillo-bestia lo escuchara. Valeria pudo ver, por el rabillo del ojo, como el animalejo oteaba sus alrededores tras escuchar el nombre. Ella, por su parte, respiró hondo y se volvió hacia quien le había hablado ocultando su fastidio tras una sonrisa.
La sonrisa se congeló momentáneamente en una mueca de desconcierto. El rostro que ella recordaba era el de un hombre de mediana edad, firme, pero con arrugas enmarcando la sonrisa y entradas en las sienes, mientras que el hombre que la observaba no parecía mayor que ella. Y, sin embargo, tenía el mismo mentón cuadrado que recordaba y la miraba con idénticos ojos castaños. «La Fuente», se recordó a sí misma, y se obligó a recuperar la sonrisa.
—Algren —dijo—, te ves…
—¿Joven? —interrumpió él con una carcajada.
—¡La alquimista!
La estridente voz de Hont casi hizo que las comisuras de Valeria descendieran de nuevo, pero se contuvo. El marsupial, por su parte, se escurrió hasta donde ellos estaban. Al parecer, no quería perder la ocasión de saludar.
—¡Gardian! —le gritó a un hombre que supervisaba a un grupo que, por alguna razón, tallaba figurillas de madera—, ¡es Valeria, la alquimista que me ayudó con ese hombre malo en Sacrestic Ville!
El aludido saludó con un gesto de cabeza y volvió a su quehacer.
—¿Os conocéis? —preguntó Algren.
—Le ayudé a detener a un asesino en Sacrestic hace algún tiempo —dijo Valeria.
Aquella parte era cierta, Tatsuya tenía una buena cantidad de sangre en sus manos y ella había trabajado activamente para que lo detuvieran. Otra cosa era que el brujo fuera culpable o no del asesinato concreto que se estaba investigando.
—Ya lo creo que sí —dijo Hont gesticulando furiosamente con su espada de madera—. Le dimos lo suyo a ese brujo malvado. Por desgracia, se escapó una semana después. ¿Lo sabías?
—No tenía ni idea —mintió Valeria*.
—Pues sí. Justo el día de la ejecución además. Se armó un revuelo enorme con toda la guardia buscándolo y luego… —El carraspeo de un hombre con galones de sargento a su espalda hizo que Hont volviera a la realidad—. Ah, sí, por supuesto. Estoy preparando un grupo de reconocimiento para descubrir por dónde salen los malos a capturar brujos y elfos. Puedes venir con nosotros, si quieres. ¡Les daremos duro, como a Tatsuya!
—Colaboraré donde el Comandante considere que puedo servir mejor —respondió Valeria sin comprometerse a nada—. Tengo entendido que es quien dirige este asedio, ¿no es así? —añadió dirigiéndose a Algren.
—Así es —confirmó él—, pero es la Capitana Áddila quien se ocupa de organizar a las tropas. Ven, te la presentaré.
Se despidieron de Hont y Algren la guió a través del campamento. Le habló de la organización del asedio y, cuando ella preguntó acerca del abastecimiento, le contó que estaban preparando una expedición en busca de agua potable, puesto que el río que cruzaba junto al Edén había sido contaminado. Tras agotar los temas que la situación aportaba, Algren sacó por fin el que ambos habían estado evitando:
—No esperaba que Beltrexus enviara ayuda esta vez. No después de lo de…
Interrumpió la frase con un carraspeo incómodo. Valeria no lo obligó a concluirla, no había necesidad.
—No la han enviado —dijo—. Pero tampoco la han prohibido. Al menos de momento. No podemos dejar que Randall Flagg se haga con objetos tan poderosos, después de todo. Aun así, dudo mucho que las relaciones entre Beltrexus y Lunargenta no se resientan después de lo de Lirio —añadió.
Algren se detuvo entonces y, tomando a Valeria por el codo, tiró de ella para que ambos quedaran frente a frente.
—Valeria —dijo con expresión solemne—. Quiero que sepas que yo no estuve en Lirio.
«Tampoco tardaste en beber de la condenada Fuente», pensó ella. Nada dijo al respecto, sin embargo. Solo alzó la mano libre en un gesto que pretendía dar por zanjado el tema.
—No es momento para hablar de quién hizo qué, Algren —dijo—. Tenemos un asedio del que ocuparnos. ¿Dónde está esa Capitana a la que ibas a presentarme?
Valeria tenía muchas ganas de conocerla.
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OFF: * Habilidad de nivel 0, Elocuencia Irresistible
Llego recomendada ante la Capitana. Por historia, Reike participó en la reconquista de Lunargenta junto con el contingente de aliados brujos, por lo que conoce a gente del ejército humano, entre ellos, este Algren. A Hont lo conoció [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], donde, oficialmente, le ayudó a detener al asesino del Dragón Farley (negaré categóricamente cualquier otra versión).
De momento, no elijo misión, pero estoy abierta a formar grupo con quien quiera para ir a buscar agua o pillar la plaza que queda para la misión de reconocimiento, si nadie más la quiere. Siento que para lo del túnel, no tendría mucho que aportar. Acercaos sin miedo, soy buena, de verdad.
- inventario:
- EQUIPAMIENTO:
* Daga de Eredin, calidad épica, con encantamiento de Marca Vampírica. La llevo en mi Funda Oculta
* Cuchillos Arrojadizos (4), calidad normal, con encantamiento de Arma de Hielo
* Peto "quitamiedos", armadura ligera, calidad pobre, con encantamiento Runa de Sombras, bajo la blusa
* Espejo Doppelgänger, accesorio legendario
TOTAL DE ENCANTAMIENTOS: 3/6
LIGADOS AL ÉTER: 2/3
OBJETOS LIMITADOS (7/7):
* Kit Alquímico Superior
* Kit de Arcanos Superior
* Runa de Teleportación
* Poción de Salud Concentrada
* Elixir de Frigg
* Fuego Embotellado
* Elixir Replicante
OTROS:
* Bolso del Viajero
* Fundas Ocultas
* Poción de Recuperación
* Poción de Rescate
* Medicina Multipropósito x2
* Manzana de Idunn
* Poción de Baile x2
* Collar de Clavos, 1 carga
* Incienso de Jólmundröm x2
* Estalagmita emergente
* Polvo de Hada, 3 cargas
* Bomba Floral
* Caramelo de Jade x2
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Reike
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
El miembro 'Reike' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
"Los vientos nunca dejan de murmurar" eso era lo que los Venerables solían decir muy a menudo a los más jóvenes, quienes podían interpretar estas palabras de muchas formas dispares, quizás a lo que realmente se referían era al cambio que todos presentamos cuando nos dejamos mecer como hojas ya arrancadas junto a su peciolo y como estos de alguna forma, si no mostrabas resistencia y escuchabas con atención, podían conducirte a un nuevo sendero guiados por su silbido. Rel no luchaba a contracorriente, los dioses eran quienes la tomaban de su mano con gentileza, mostrándole en su fe ciega, el correcto destino que la mujer debería de andar y superar, pues esa era su voluntad.
Verisar se presentó ante ella como una nueva señal de los Antiguos, un encuentro llevado por la casualidad en uno de sus largos viajes desde el Norte, sus pasos así la habían conducido y allí debería indagar sobre esta gran movilización que estaba a punto de suceder. La discípulo quiso adentrarse llevada por su innata curiosidad, desconociendo por completo el motivo de esta futura batalla que se estaría orquestando desde varios focos diferentes, afortunadamente para ella fue confundida en un inicio con varios voluntarios que se presentaron y la mujer aprovechó estos instantes para preguntar a aquellos cercanos a la vez que sus motivos personales como para decidirse a colaborar.
- ¿Uhm? Bueno, en mi caso tengo que acudir a uno de los ríos cercanos a Edén, por lo visto está contaminado y sus aguas no es que sean muy salubres para su ingesta... Eh... Sí... No sé luchar, es lo poco que puedo hacer por esta gente. - Un joven Humano fue de los pocos presentes que se detuvo un instante para explicarle esta situación junto a su propia misión encomendada mientras el resto se encargaba de incursiones y organización de tropas. Rel no es que fuera diestra en el manejo de armas, ni mucho menos, pero tras escuchar la breve narrativa del muchacho y la historia del Hombre Muerto y los numerosos artefactos, la mujer decidió acompañarlo y de paso bendecir a quienes acudieran bajo la mirada recelosa de unos cuantos ante la llegada inesperada de un Ensoñador.
- Los Antiguos han hablado estimado, acudiré para ayudaros en lo que preciséis, vuestras gentes y ejército necesitan de agua para sobrevivir a su cometido, dejad que os acompañe. - El orbe ambarino de la discípulo casi podía brillar con intensidad en su decisión ferviente, su atuendo aún envolvía en un velo de misticismo a esta criatura tocada por los dioses, decidida en sus acciones y determinada en su hacer por nimio que este fuera. Extraño comportamiento que su interlocutor hizo que enarcase una de sus cejas pero que asintiera lentamente con una ligera extrañeza, no era momento para ponerse quisquilloso ni mucho menos, no es que mucha gente fuera a centrarse en el problema de los ríos y su estado, al menos no cuando otras tareas requerían a gentes más expertas y preparadas, cualquier ayuda era bienvenida.
- Ah... C-claro, claro, sólo aguardad a que nos den vía libre para viajar, mientras tanto prepararos. - Explicó el muchacho antes de virar en otra dirección dejando a Rel a solas, aunque la observó de soslayo al escuchar algunos breves susurros provenientes de la encapuchada.
- Oraré mientras tanto... - En apariencia Rel no disponía de armas o armaduras a simple vista, quizás lo más destacado que pueda usar sea su propio báculo de ébano, nada más lejos de la realidad, la discípulo aún desconocía qué papel podría tomar exactamente en una situación donde los guerreros tomarían partido sin duda, sin embargo... Eso quedaba en manos de los dioses, su predisposición estaba allí y para quienes la necesitaran. Mientras aguardaba al resto de acompañantes, se podía ver a la mujer Dragón bendiciendo y recitando algunos pasajes con su buen libro ajado en mano a quienes necesitaban unas palabras de aliento antes de su intervención.
Verisar se presentó ante ella como una nueva señal de los Antiguos, un encuentro llevado por la casualidad en uno de sus largos viajes desde el Norte, sus pasos así la habían conducido y allí debería indagar sobre esta gran movilización que estaba a punto de suceder. La discípulo quiso adentrarse llevada por su innata curiosidad, desconociendo por completo el motivo de esta futura batalla que se estaría orquestando desde varios focos diferentes, afortunadamente para ella fue confundida en un inicio con varios voluntarios que se presentaron y la mujer aprovechó estos instantes para preguntar a aquellos cercanos a la vez que sus motivos personales como para decidirse a colaborar.
- ¿Uhm? Bueno, en mi caso tengo que acudir a uno de los ríos cercanos a Edén, por lo visto está contaminado y sus aguas no es que sean muy salubres para su ingesta... Eh... Sí... No sé luchar, es lo poco que puedo hacer por esta gente. - Un joven Humano fue de los pocos presentes que se detuvo un instante para explicarle esta situación junto a su propia misión encomendada mientras el resto se encargaba de incursiones y organización de tropas. Rel no es que fuera diestra en el manejo de armas, ni mucho menos, pero tras escuchar la breve narrativa del muchacho y la historia del Hombre Muerto y los numerosos artefactos, la mujer decidió acompañarlo y de paso bendecir a quienes acudieran bajo la mirada recelosa de unos cuantos ante la llegada inesperada de un Ensoñador.
- Los Antiguos han hablado estimado, acudiré para ayudaros en lo que preciséis, vuestras gentes y ejército necesitan de agua para sobrevivir a su cometido, dejad que os acompañe. - El orbe ambarino de la discípulo casi podía brillar con intensidad en su decisión ferviente, su atuendo aún envolvía en un velo de misticismo a esta criatura tocada por los dioses, decidida en sus acciones y determinada en su hacer por nimio que este fuera. Extraño comportamiento que su interlocutor hizo que enarcase una de sus cejas pero que asintiera lentamente con una ligera extrañeza, no era momento para ponerse quisquilloso ni mucho menos, no es que mucha gente fuera a centrarse en el problema de los ríos y su estado, al menos no cuando otras tareas requerían a gentes más expertas y preparadas, cualquier ayuda era bienvenida.
- Ah... C-claro, claro, sólo aguardad a que nos den vía libre para viajar, mientras tanto prepararos. - Explicó el muchacho antes de virar en otra dirección dejando a Rel a solas, aunque la observó de soslayo al escuchar algunos breves susurros provenientes de la encapuchada.
- Oraré mientras tanto... - En apariencia Rel no disponía de armas o armaduras a simple vista, quizás lo más destacado que pueda usar sea su propio báculo de ébano, nada más lejos de la realidad, la discípulo aún desconocía qué papel podría tomar exactamente en una situación donde los guerreros tomarían partido sin duda, sin embargo... Eso quedaba en manos de los dioses, su predisposición estaba allí y para quienes la necesitaran. Mientras aguardaba al resto de acompañantes, se podía ver a la mujer Dragón bendiciendo y recitando algunos pasajes con su buen libro ajado en mano a quienes necesitaban unas palabras de aliento antes de su intervención.
- Enseres del Ensoñador:
- - Báculo del Ensoñador.
- Fuente de Luz (Pergamino): [Encantamiento] El objeto encantado emitirá luz o dejará de hacerlo según una orden verbal de su portador. Esta luz ilumina un radio de 30 metros.
- Runa de Armonía Natural (Pergamino): [Encantamiento] Los animales y criaturas salvajes evitarán atacar al portador, a excepción que éste tome una acción hostil en su contra.
Última edición por El Ensoñador el Vie 24 Sep - 19:02, editado 2 veces
El Ensoñador
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Me encontraba deambulando por Verisar sin ningún objetivo en mente, más allá de alejarme de esa ciudad de dementes que era Vulwulfar, cuando me llegaron las noticias de que la Guardia de Verisar estaba preparando un ataque a Edén. Al parecer contra unos bio-cibernéticos que servían al Hombre Muerto. Había oído rumores sobre todo ese asunto, pero la verdad era que tampoco había prestado mucha atención. De todas formas, si la guardia estaba saliendo de la ciudad debía ser un asunto serio, y en este tipo de campañas solían necesitar gente, y mi intención era ser parte de esa gente. Si salía bien habría recompensas, y si salía mal quedaría sobrevivir como se pudiera y ver si se puede robar algo de utilidad de los cadáveres. No era la mejor forma de pensar con la batalla tan cerca, pero sabiendo que "los míos" habían sido capaces de tomar Lunargente hace no tanto, me costaba tener esperanza.
En vista de que parecía que aún no estaba decidido que iban a hacer con cada uno, estaba en un banco conversando con un tal Bill, un guardia que se me había acercado porque conocía a alguien de mi familia y al oír mi apellido supuso que tenía que estar relacionado con ellos. Al menos el tal Bill era un tipo agradable y entre hablar con él y jugar unas cartas esperaba estar entretenido hasta que llegase el combate. Pero el plan se iba a torcer cuando unos tipos que pasaban por allí nos presentaron a alguien del que claramente estaban intentando librarse, porque para cuando se presentó, el resto ya habían desaparecido. Y tras oírle un poco hablar, no tardé en entender porque tenían tanta prisa.
- ¿Pero entonces vosotros por qué habéis venido hasta aquí?
- Sin más, parecía un buen plan y no tenía nada mejor.
- A mi no me mires. Es mi trabajo.
- ¿Pero no os generan curiosidad los bio-cibernéticos?
Bill y yo nos miramos, y volvimos a mirar al hombre extraño. No sabía quien tenía más ganas de huir, pero cuando más hablaba, más conseguía ese efecto.
- No. O al menos, de la misma forma que a ti, claramente no.
- No os entiendo. Las mujeres bio-cibernéticas parecen humanas, pero no lo son en realidad. Pensadlo, podríais tener sexo de otro mundo.
Podría ser la cuarta vez que nos intentaba convencer de lo mismo, pero no veía que no queríamos saber nada, eso o le daba igual y solo quería difundir sus desvaríos. En cualquier caso, Bill vio pasar a unos tipos con aspecto de mineros y se levantó del banco.
- Bueno, os dejo que tengo que hacer de escolta en la ampliación de la gruta.
- Que vaya bien.- Tras despedirme levantando levemente el brazo, me giré hacia el otro individuo.- ¿Y tu no vas a los túneles? Si sale bien conseguirán adentrarse en terreno de bio-cibernéticos.
- Ya me gustaría. Pero no, llevo mal los espacios estrechos.
- Vaya. Que pena. Pues entonces alguien deberá ayudarles en la protección de los buenos mineros, y parece que debo ser yo. Que cunda.- Me levanté rápidamente y salí corriendo hacia donde iban los mineros. No sabía lo que me podía esperar allí abajo, pero al menos no tendría que aguantar a ese degenerado.
En vista de que parecía que aún no estaba decidido que iban a hacer con cada uno, estaba en un banco conversando con un tal Bill, un guardia que se me había acercado porque conocía a alguien de mi familia y al oír mi apellido supuso que tenía que estar relacionado con ellos. Al menos el tal Bill era un tipo agradable y entre hablar con él y jugar unas cartas esperaba estar entretenido hasta que llegase el combate. Pero el plan se iba a torcer cuando unos tipos que pasaban por allí nos presentaron a alguien del que claramente estaban intentando librarse, porque para cuando se presentó, el resto ya habían desaparecido. Y tras oírle un poco hablar, no tardé en entender porque tenían tanta prisa.
- ¿Pero entonces vosotros por qué habéis venido hasta aquí?
- Sin más, parecía un buen plan y no tenía nada mejor.
- A mi no me mires. Es mi trabajo.
- ¿Pero no os generan curiosidad los bio-cibernéticos?
Bill y yo nos miramos, y volvimos a mirar al hombre extraño. No sabía quien tenía más ganas de huir, pero cuando más hablaba, más conseguía ese efecto.
- No. O al menos, de la misma forma que a ti, claramente no.
- No os entiendo. Las mujeres bio-cibernéticas parecen humanas, pero no lo son en realidad. Pensadlo, podríais tener sexo de otro mundo.
Podría ser la cuarta vez que nos intentaba convencer de lo mismo, pero no veía que no queríamos saber nada, eso o le daba igual y solo quería difundir sus desvaríos. En cualquier caso, Bill vio pasar a unos tipos con aspecto de mineros y se levantó del banco.
- Bueno, os dejo que tengo que hacer de escolta en la ampliación de la gruta.
- Que vaya bien.- Tras despedirme levantando levemente el brazo, me giré hacia el otro individuo.- ¿Y tu no vas a los túneles? Si sale bien conseguirán adentrarse en terreno de bio-cibernéticos.
- Ya me gustaría. Pero no, llevo mal los espacios estrechos.
- Vaya. Que pena. Pues entonces alguien deberá ayudarles en la protección de los buenos mineros, y parece que debo ser yo. Que cunda.- Me levanté rápidamente y salí corriendo hacia donde iban los mineros. No sabía lo que me podía esperar allí abajo, pero al menos no tendría que aguantar a ese degenerado.
- Inventario:
- Lanza de calidad pobre
Corlys Glokta
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Tyr
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Todo lo lejos que pudiera avanzar de los elfos. Ese era inicialmente su premisa. El motivo por el cual había puesto camino de nuevo hacia Verisar. El que sentía que era su verdadero hogar. Todavía quedaban varias jornadas hasta llegar a su pequeña aldea costera, al sur del continente, pero en su camino escuchó vientos de guerra.
No hacía mucho de la batalla en Lunargenta, y ahora parecía que el caos volvía a asomarse a la apacible vida del territorio de los humanos. Cosas que no tenían que ver con ella más allá del hecho de que era la zona en la que vivía. Y que igual que en la anterior guerra, inevitablemente salpicaría su tranquila aldea.
Decidió hacer un alto en su camino para desviarse hacia el campamento. No era una gran guerrera pero tenía conocimientos sobre la vida en el campo. Todo lo que fuese intendencia y organización era una área en la que ella podía echar una mano. Y quizá algo más... El campamento bullía de soldados y nervios. Dos cosas que a Iori le gustaban especialmente. Sin embargo, la feliz idea de un encontronazo cálido con alguno de ellos se fue diluyendo en su mente con el tiempo.
La despedida de su última aventura con los elfos le había dejado un sabor demasiado amargo. Se sentía adormecida y aunque en otras condiciones aquel encuentro prometería fuego, se sorprendió a si misma reconociendo que su apetencia sexual estaba por debajo del nivel del suelo. Ese era el motivo por el cual se había ido a la tienda que le asignaron, cerca de la zona de la cocina sin más objetivo que descansar.
Hasta que los gritos llenaron la noche.
Despertándose del sueño, salió la primera del espacio que compartían varios como ella. La luz era mortecina, entre las pequeñas hogueras localizadas y la de la luna llena, pero suficiente como para percibir con cierta claridad a su alrededor. Se dirigió a una zona arbolada, cerca del perímetro cuando distinguió la figura de lo que parecía una mujer. Era mayor aunque algo en torno a ella le transmitía una sensación difícil de identificar. - Perdone, ¿necesita ayuda? - ofreció con toda su buena voluntad.
La habían educado en el respeto a los mayores y sin duda no era momento para que una anciana caminase en mitad de la madrugada en medio de un campamento en alerta. Se detuvo a un lado de ella y entonces Iori agudizó la vista. No sabría definirlo, pero algo casi palpable frente a ella la estaba alertando de que las cosas no eran lo que parecían. - ¿señora...? -
*off rol: Iori le habla a Anastasia en medio del campamento de noche.
*Equipo:
- Bastón rudimentario de madera.
- Jabones de aromas variados.
- Anillo incandescente (Evento de Beltaine)
- Polvo de Hada (Midsummarblot)
- Bomba floral (Midsummarblot)
- Hierbas de Lithe (Midsummarblot)
No hacía mucho de la batalla en Lunargenta, y ahora parecía que el caos volvía a asomarse a la apacible vida del territorio de los humanos. Cosas que no tenían que ver con ella más allá del hecho de que era la zona en la que vivía. Y que igual que en la anterior guerra, inevitablemente salpicaría su tranquila aldea.
Decidió hacer un alto en su camino para desviarse hacia el campamento. No era una gran guerrera pero tenía conocimientos sobre la vida en el campo. Todo lo que fuese intendencia y organización era una área en la que ella podía echar una mano. Y quizá algo más... El campamento bullía de soldados y nervios. Dos cosas que a Iori le gustaban especialmente. Sin embargo, la feliz idea de un encontronazo cálido con alguno de ellos se fue diluyendo en su mente con el tiempo.
La despedida de su última aventura con los elfos le había dejado un sabor demasiado amargo. Se sentía adormecida y aunque en otras condiciones aquel encuentro prometería fuego, se sorprendió a si misma reconociendo que su apetencia sexual estaba por debajo del nivel del suelo. Ese era el motivo por el cual se había ido a la tienda que le asignaron, cerca de la zona de la cocina sin más objetivo que descansar.
Hasta que los gritos llenaron la noche.
Despertándose del sueño, salió la primera del espacio que compartían varios como ella. La luz era mortecina, entre las pequeñas hogueras localizadas y la de la luna llena, pero suficiente como para percibir con cierta claridad a su alrededor. Se dirigió a una zona arbolada, cerca del perímetro cuando distinguió la figura de lo que parecía una mujer. Era mayor aunque algo en torno a ella le transmitía una sensación difícil de identificar. - Perdone, ¿necesita ayuda? - ofreció con toda su buena voluntad.
La habían educado en el respeto a los mayores y sin duda no era momento para que una anciana caminase en mitad de la madrugada en medio de un campamento en alerta. Se detuvo a un lado de ella y entonces Iori agudizó la vista. No sabría definirlo, pero algo casi palpable frente a ella la estaba alertando de que las cosas no eran lo que parecían. - ¿señora...? -
*off rol: Iori le habla a Anastasia en medio del campamento de noche.
*Equipo:
- Bastón rudimentario de madera.
- Jabones de aromas variados.
- Anillo incandescente (Evento de Beltaine)
- Polvo de Hada (Midsummarblot)
- Bomba floral (Midsummarblot)
- Hierbas de Lithe (Midsummarblot)
Iori Li
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Aquella era una aventura más en el haber del brujo. Una más de tantas, puede que la última. Porque así era la vida del mercenario, siempre sabías cuál sería tu próximo trabajo, más nunca cuál sería el posterior a ese pues la muerte era una compañera más en tal oficio.
El rubio no hacía mucho que había regresado del Norte, para encontrarse con una situación que volvía a amenazar la paz del reino de los humanos. Sin lugar a dudas, eran tiempos turbulentos, nunca faltaba trabajo. Como soldado de fortuna no podía tener queja alguna, como brujo que solía poner su granito de arena para ayudar era un tanto descorazonador.
Pero en fin, este brujo que presentamos ya tenía suficientes muescas en la línea de su vida, como para saber que a aquel mundo solo se sobrevivía. Sin más. Sin lírica excelsa, ni poesía. A veces incluso la gente que quería salvar parecían empeñados en autodestruirse. Daban ganas de arrojar la toalla y dejarlos a su suerte, ya que es lo que tanto ansiaban encontrar, pues justo parecía dejarlos ir hacia su forjado destino.
Sí, a aquel mundo solo se sobrevivía. Y él tenía su propia forma de hacer las cosas. Su propia manera de vivir. Por tristes fueran las cosas, por mal que las hicieran los demás, él seguiría haciendo lo que le definía como ser vivo.
Por fortuna, o por desgracia para ellos mismo, el buen sureño no era el único que vivía la existencia de aquella forma.
Vincent ya llevaba unos días allí, haciéndose uno con la tropa. Claro, para la soldadesca no era lo mismo ser un auténtico abanderado del rey que ser un soldado alquilado. Sin embargo, eso era igual en todas partes, y en todas partes la gente que necesitaba ayuda la aceptaba, incluso a veces apretando los dientes y sin mucha más elección, pero la aceptaban igualmente. Si era así eran las cosas para quien dejaba caer las monedas de su bolsa, imaginen para el tipo que podría seguir vivo si tenía a su lado un curtido profesional.
No, salvo alguno que a otro, a los soldados les gustaba tener un veterano guerrero a su lado. Las canciones de algún bardo habían resonado por las tiendas, siendo la más relevante la de una dama que había llegado a ser la malvada de la historia por una elección tomada, y que más tarde, cuando se descubre más de la trama, resultaba ser sólo una joven un tanto inocente, quizás ingenua, que no sabía que el verdadero malvado del cuento, un genio de los deseos, que en ese punto se desvelaba que se trataba de una humanoide víbora del infortunio, había dejado como resultado y consecuencias de su decisión un mar lleno de desastres. Por supuesto, a esas altura del relato ya se conocía que no importaba la elección de la joven, el resultado siempre sería el mismo, ya pensado de antemano por la malvada víbora.
Nada atípico en un campamento, parte de la incierta espera en mitad de un asedio. Días de los más normales hasta que lo vio a él. Reconocía al hombre y al otro caballero a su lado, más no pensaba acercarse, no con el otro a su lado.
Vincent tapó aún más su rostro con la tela de la capucha de su capa de viaje y agachó el rostro, siguiendo su camino.
«¿Llevo mal los lugares estrechos?», se dijo con voz interior, mientras se alejaba. «Pero si su único deseo para venir aquí es meterse en lugares estrechos»
El brujo se movió entre la soldadesca, para finalmente adentrarse un poco en una alargada tienda de lona en cuña.
- Muchachos, no sabrán a dónde se dirigen esas dos personas-, mentó, señalando por encima de su hombro.
- ¿Bill? Tiene que escoltar a los ingenieros a una gruta-, contestó uno de los muchachos sentados alrededor de una tabla que hacía de mesa. - El otro no sé quién es.
- ¿Te deben dinero o algo? - dijo otro de los soldados.
- No, resulta que yo sí conozco al extraño para ustedes. Nada que lleve a problemas, os lo aseguro.
«Aunque, la verdad, siempre que me acerco a Corlys los problemas se vuelven parte de mi vida con el triple de intensidad que de costumbre.»
- Quizás luego me pase a saludar-, afirmó, sentándose a la mesa, y dejando caer parte de la capa por detrás del banco. - Ahora debo desplumaros. ¿A quién le toca repartir? - preguntó, pícaro, mostrando una lobuna sonrisa en el rostro.
Los hombres se rieron, pero uno comenzó a repartir.
- Eso habrá que verlo-, contestó el que era mano. - Eso habrá que verlo.
Me uno a la misión Bajo el suelo. Y como ya han salido tres runas buenas seguidas la mía será explosión térmica de negatividad XD
El rubio no hacía mucho que había regresado del Norte, para encontrarse con una situación que volvía a amenazar la paz del reino de los humanos. Sin lugar a dudas, eran tiempos turbulentos, nunca faltaba trabajo. Como soldado de fortuna no podía tener queja alguna, como brujo que solía poner su granito de arena para ayudar era un tanto descorazonador.
Pero en fin, este brujo que presentamos ya tenía suficientes muescas en la línea de su vida, como para saber que a aquel mundo solo se sobrevivía. Sin más. Sin lírica excelsa, ni poesía. A veces incluso la gente que quería salvar parecían empeñados en autodestruirse. Daban ganas de arrojar la toalla y dejarlos a su suerte, ya que es lo que tanto ansiaban encontrar, pues justo parecía dejarlos ir hacia su forjado destino.
Sí, a aquel mundo solo se sobrevivía. Y él tenía su propia forma de hacer las cosas. Su propia manera de vivir. Por tristes fueran las cosas, por mal que las hicieran los demás, él seguiría haciendo lo que le definía como ser vivo.
Por fortuna, o por desgracia para ellos mismo, el buen sureño no era el único que vivía la existencia de aquella forma.
Vincent ya llevaba unos días allí, haciéndose uno con la tropa. Claro, para la soldadesca no era lo mismo ser un auténtico abanderado del rey que ser un soldado alquilado. Sin embargo, eso era igual en todas partes, y en todas partes la gente que necesitaba ayuda la aceptaba, incluso a veces apretando los dientes y sin mucha más elección, pero la aceptaban igualmente. Si era así eran las cosas para quien dejaba caer las monedas de su bolsa, imaginen para el tipo que podría seguir vivo si tenía a su lado un curtido profesional.
No, salvo alguno que a otro, a los soldados les gustaba tener un veterano guerrero a su lado. Las canciones de algún bardo habían resonado por las tiendas, siendo la más relevante la de una dama que había llegado a ser la malvada de la historia por una elección tomada, y que más tarde, cuando se descubre más de la trama, resultaba ser sólo una joven un tanto inocente, quizás ingenua, que no sabía que el verdadero malvado del cuento, un genio de los deseos, que en ese punto se desvelaba que se trataba de una humanoide víbora del infortunio, había dejado como resultado y consecuencias de su decisión un mar lleno de desastres. Por supuesto, a esas altura del relato ya se conocía que no importaba la elección de la joven, el resultado siempre sería el mismo, ya pensado de antemano por la malvada víbora.
Nada atípico en un campamento, parte de la incierta espera en mitad de un asedio. Días de los más normales hasta que lo vio a él. Reconocía al hombre y al otro caballero a su lado, más no pensaba acercarse, no con el otro a su lado.
Vincent tapó aún más su rostro con la tela de la capucha de su capa de viaje y agachó el rostro, siguiendo su camino.
«¿Llevo mal los lugares estrechos?», se dijo con voz interior, mientras se alejaba. «Pero si su único deseo para venir aquí es meterse en lugares estrechos»
El brujo se movió entre la soldadesca, para finalmente adentrarse un poco en una alargada tienda de lona en cuña.
- Muchachos, no sabrán a dónde se dirigen esas dos personas-, mentó, señalando por encima de su hombro.
- ¿Bill? Tiene que escoltar a los ingenieros a una gruta-, contestó uno de los muchachos sentados alrededor de una tabla que hacía de mesa. - El otro no sé quién es.
- ¿Te deben dinero o algo? - dijo otro de los soldados.
- No, resulta que yo sí conozco al extraño para ustedes. Nada que lleve a problemas, os lo aseguro.
«Aunque, la verdad, siempre que me acerco a Corlys los problemas se vuelven parte de mi vida con el triple de intensidad que de costumbre.»
- Quizás luego me pase a saludar-, afirmó, sentándose a la mesa, y dejando caer parte de la capa por detrás del banco. - Ahora debo desplumaros. ¿A quién le toca repartir? - preguntó, pícaro, mostrando una lobuna sonrisa en el rostro.
Los hombres se rieron, pero uno comenzó a repartir.
- Eso habrá que verlo-, contestó el que era mano. - Eso habrá que verlo.
Offrol
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Me uno a la misión Bajo el suelo. Y como ya han salido tres runas buenas seguidas la mía será explosión térmica de negatividad XD
- Inventario:
- Equipamiento
Espada zurda de Frendel - Legendaria, ligada al éter.
Alfanje de los esqueletos - Legendaria, no ligada al éter. Encantamiento: Arma cambiante
Daga de calidad superior - Encantamiento: Arma de Electricidad
Estilete de calidad superior.
Armadura Ligera de calidad superior - Encantamiento: Absorción Elemental
Anillo de Ysgafn - Épico, ligado al éter.
Espejo Doppelgänger - Legendario, ligado al éter.
Encantamientos: {3/6}
Objetos Ligados al éter: {3/5} - Legendarios ligados {2/2}
Objetos Limitados {7/7}
Kit de Herrería Inferior
Pergamino de Hechizos
Elixir del Sabueso
Poción de Salud Concentrada
Poción de Jekill
Pesadilla Embotellada
Runa de Teleportación
Otros
Bolso del Explorador
Ganzúas - 2
Medalla de honor de Roilkat
Ópalo de agua - 1 carga
Pergamino de admiración de ganadores
Cabeza de caballo de Bronce
Caramelo de Jade - 2
Poción de Salud
Última edición por Vincent Calhoun el Vie 24 Sep - 23:55, editado 1 vez (Razón : Un error en el inventario)
Vincent Calhoun
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
Caminaba con tensión y a paso acelerado. Me sumergía entre las sombras cuando pasaba por algún lugar concurrido. Todo por pasar aquel campamento tan rápido como pudiera. No esperaba que algo pudiera salir mal, si me veían, siempre me podía convertir en humo y salir de allí pitando.
Me escondí detrás de una de las tiendas que parecían más grandes y observé por la esquina ligeramente. Camuflada de negro, como la noche, no debería ser fácil verme. Había alguna que otra cara familiar por el campamento, como la de Reike, que parecía dirigirse a la tienda principal. Pero por más que miraba, no encontraba a Jules.
En ese momento volví a sentir a alguien acercarse a mí con ese apelativo cariñoso de “señora”. Giré la cabeza en un acto reflejo y mordiendo la manzana, la miré. Se trataba de una chica muy mona, y casi una cabeza más pequeñita. Si bien por su indumentaria no parecía una miembro de la guardia, sino uno de esos voluntarios. Es más, ni siquiera parecía asociarme a aquella señal de alerta. Por tanto, a su aparente inocencia no se le presuponía amenaza alguna.
-Pues… - Me crucé de brazos y le pegué un nuevo mordisco a la manzana. - A decir verdad, sí, creo que podrías ayudarme. – Tiré el hueso atrás. – La hermana de un buen amigo ha sido capturada por El Edén, necesito llegar allí para liberarla. ¿Me puedes decir el camino más rápido para llegar?
En ese momento, una voz familiar aparecía en aquel boscoso y apartado lugar del campamento. -¡Qué ternura, no lo esperaba de ti! –
La inconfundible gabardina larga de cuero de mi inseparable compañero de fatigas irrumpía en escena, acompañado de su ballesta recortada a su espalda y su revólver de virotes colgando del cinto. Sonreí detrás de mi pañuelo rojo. Jules era el mejor rastreador que había conocido nunca, no era difícil que me encontrara. Se colocó al lado de la tienda, apoyándose en un mástil de madera que sujetaba la carpa.
–Lo tuyo es increíble, Ania. Te está buscando medio campamento. Hay órdenes de evitar que llegues allí. ¡¿Y apareces armando un espectáculo?! Muy tuyo, sí. – Miró a Iori. - Pero me alegra ver que de vez en cuando también haces amigos. - Y le tendió la mano, además de una sonrisa acompañado de un amistoso guiño de ojo algo juguetón. - Jules Roche, soy el “buen amigo” de Ania, ¿con quién tengo el placer?
Todo eso de las presentaciones estaba muy bien, pero no había tiempo que perder. Así que pronto cambié de tema. - ¿Sabes algo de Rachel? - Pregunté seria, cruzándome de brazos.
El gesto del brujo se torció. – Sí. – Parecía preocupado. – Aunque desconozco la certeza, corren rumores de que hay alguien torturando elfos y brujos, extrayendo su éter. – Apreté los dientes, sonaba a auténtico sufrimiento. – Parece que se trataba de NIA, por las características físicas. - Miró a Iori, por si se perdía. – NIA es… Digamos que el alter ego de Rachel. – Le comentó antes de volver a mirarme. – Creo que nuestra mejor opción es aprovechar el caos para infiltrarnos en El Edén cuando todo explote, rescatar a esa pobre gente y de paso llevarnos a Rach sana y salva. Y quién sabe si podremos arreglar lo de tu maldición con parte de la magia. – Luego miró a nuestra nueva amiga. - ¿Qué dices, te apuntas a nuestra causa? Si conoces algún discreto paso para llegar allí, sería lo ideal. – Trató de animarla. No teníamos nadie a la que pareciera importarle nuestra idea. Alguien que no viera a Rach/NIA como un enemigo. Pero aún así yo no quería responsabilizarme por lo que pudiera ocurrirle a la chica.
-Jules, si la ven por aquí conmigo, correrá peligro... – advertí a mi compañero, llevándome la mano discreta al pecho, jugando con mi gargantilla.
-¿Peligro? ¿Con la legendaria maestra cazadora Huracán a su lado? ¡Poca gente habrá más diestra que nosotros en este campamento! Por no decir, nadie. – comentó. – Está más segura con nosotros que con el ejército. Que se lo digan a Lunargenta, a Lirio, o a Árbol Madre, lo seguro que se siente uno con el ejército de Verisar a tu lado.
Sí, tenía razón. No había mucho más que decir. Así que solo suspiré y la miré con los ojos entrecerrados.
*Off: Veo a Reike de pasada e interactúo con Iori. Con este post concluyo en esta parte. Por motivación propia no me uno a ninguna misión porque no me identifico con ningún bando. Continuo con mi neutralidad y dejo mi destino en manos del máster.
Me escondí detrás de una de las tiendas que parecían más grandes y observé por la esquina ligeramente. Camuflada de negro, como la noche, no debería ser fácil verme. Había alguna que otra cara familiar por el campamento, como la de Reike, que parecía dirigirse a la tienda principal. Pero por más que miraba, no encontraba a Jules.
En ese momento volví a sentir a alguien acercarse a mí con ese apelativo cariñoso de “señora”. Giré la cabeza en un acto reflejo y mordiendo la manzana, la miré. Se trataba de una chica muy mona, y casi una cabeza más pequeñita. Si bien por su indumentaria no parecía una miembro de la guardia, sino uno de esos voluntarios. Es más, ni siquiera parecía asociarme a aquella señal de alerta. Por tanto, a su aparente inocencia no se le presuponía amenaza alguna.
-Pues… - Me crucé de brazos y le pegué un nuevo mordisco a la manzana. - A decir verdad, sí, creo que podrías ayudarme. – Tiré el hueso atrás. – La hermana de un buen amigo ha sido capturada por El Edén, necesito llegar allí para liberarla. ¿Me puedes decir el camino más rápido para llegar?
En ese momento, una voz familiar aparecía en aquel boscoso y apartado lugar del campamento. -¡Qué ternura, no lo esperaba de ti! –
La inconfundible gabardina larga de cuero de mi inseparable compañero de fatigas irrumpía en escena, acompañado de su ballesta recortada a su espalda y su revólver de virotes colgando del cinto. Sonreí detrás de mi pañuelo rojo. Jules era el mejor rastreador que había conocido nunca, no era difícil que me encontrara. Se colocó al lado de la tienda, apoyándose en un mástil de madera que sujetaba la carpa.
–Lo tuyo es increíble, Ania. Te está buscando medio campamento. Hay órdenes de evitar que llegues allí. ¡¿Y apareces armando un espectáculo?! Muy tuyo, sí. – Miró a Iori. - Pero me alegra ver que de vez en cuando también haces amigos. - Y le tendió la mano, además de una sonrisa acompañado de un amistoso guiño de ojo algo juguetón. - Jules Roche, soy el “buen amigo” de Ania, ¿con quién tengo el placer?
Todo eso de las presentaciones estaba muy bien, pero no había tiempo que perder. Así que pronto cambié de tema. - ¿Sabes algo de Rachel? - Pregunté seria, cruzándome de brazos.
El gesto del brujo se torció. – Sí. – Parecía preocupado. – Aunque desconozco la certeza, corren rumores de que hay alguien torturando elfos y brujos, extrayendo su éter. – Apreté los dientes, sonaba a auténtico sufrimiento. – Parece que se trataba de NIA, por las características físicas. - Miró a Iori, por si se perdía. – NIA es… Digamos que el alter ego de Rachel. – Le comentó antes de volver a mirarme. – Creo que nuestra mejor opción es aprovechar el caos para infiltrarnos en El Edén cuando todo explote, rescatar a esa pobre gente y de paso llevarnos a Rach sana y salva. Y quién sabe si podremos arreglar lo de tu maldición con parte de la magia. – Luego miró a nuestra nueva amiga. - ¿Qué dices, te apuntas a nuestra causa? Si conoces algún discreto paso para llegar allí, sería lo ideal. – Trató de animarla. No teníamos nadie a la que pareciera importarle nuestra idea. Alguien que no viera a Rach/NIA como un enemigo. Pero aún así yo no quería responsabilizarme por lo que pudiera ocurrirle a la chica.
-Jules, si la ven por aquí conmigo, correrá peligro... – advertí a mi compañero, llevándome la mano discreta al pecho, jugando con mi gargantilla.
-¿Peligro? ¿Con la legendaria maestra cazadora Huracán a su lado? ¡Poca gente habrá más diestra que nosotros en este campamento! Por no decir, nadie. – comentó. – Está más segura con nosotros que con el ejército. Que se lo digan a Lunargenta, a Lirio, o a Árbol Madre, lo seguro que se siente uno con el ejército de Verisar a tu lado.
Sí, tenía razón. No había mucho más que decir. Así que solo suspiré y la miré con los ojos entrecerrados.
*Off: Veo a Reike de pasada e interactúo con Iori. Con este post concluyo en esta parte. Por motivación propia no me uno a ninguna misión porque no me identifico con ningún bando. Continuo con mi neutralidad y dejo mi destino en manos del máster.
Anastasia Boisson
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
El encuentro con la capitana Áddila reveló a Valeria información valiosísima, como la fuerte seguridad en torno a su tienda o el hecho de que la mujer ¡tenía alas! Eso podía ser un problema.
También notó que se puso tensa y guardaba las distancias cuando Algren reveló su condición. No había nada que hacer al respecto, no podía negar lo que era después de haber sido reconocida, pero ¿acaso creía la mujer que ella era tan estúpida como para intentar algo en medio del campamento de la Guardia? No saldría con vida de allí, y si algo apreciaba Valeria Reike era su vida.
«No, encanto», pensó, «ya me las arreglaré para que parezca consecuencia del ataque». Aún no sabía cómo, pero todo se andaría.
Valeria saludó educadamente, Algren alabó su trabajo en el hospital de campaña durante la reconquista de Lunargenta, se habló por encima de la importancia de las labores de sanación en el esfuerzo bélico y en ningún momento se mencionó la masacre de Lirio. Valeria no creía que la capitana fuera a confiar en ella de un momento a otro pero, así las cosas, quedó con la sensación de que la reunión, tan breve como fue, había ido bien.
Finalmente, se despidió de la capitana y Algren se ofreció a acompañarla a la enfermería, para que retomase las labores de antaño. Pero Valeria no tenía intención de quedarse ahí, esperando a que Áddila se olvidase de ella.
—¿Dijiste que había problemas con el abastecimiento de agua? Quizá debería ocuparme de eso personalmente. No serviría de mucho atender a los heridos por la contienda para que luego enfermen por culpa de un agua de calidad cuestionable —dijo.
—Siempre práctica —respondió él con una sonrisa—. Te acompañaré con el encargado de…
—No es necesario, Algren, de verdad —interrumpió Valeria correspondiendo a la sonrisa—. Seguro que tienes mil cosas que hacer y lo último que querría es entorpecer la marcha del asedio por acapararte egoístamente.
Acompañó sus palabras con un ligero apretón en el antebrazo del soldado. Él respondió poniendo su mano libre sobre la de ella. Permanecieron así un momento.
—Está bien —dijo él al fin—, pero permite al menos que envíe un mensajero por delante para avisar de quién eres. Así no te pondrán a cargar agua o alguna cosa así.
Se despidieron amigablemente, pero a Valeria no se le escapó que en ningún momento el hombre llegó a explicarle que aquella con la que acababan de hablar tranquilamente en su tienda era la responsable de la masacre de una aldea al completo.
Caminó con calma por el campamento, siguiendo en líneas generales las indicaciones de Algren, pero tomándose su tiempo para analizar la disposición de las tiendas y pasos. Un comentario oído a medias la distrajo y se vio a sí misma buscando el orígen de tan extraño discurso.
—Te das cuenta de que las estamos asediando, ¿no? —dijo cuando ubicó el origen del parlamento.
—Sí, bueno, pero igual cuando todo acabe… no vamos a exterminar a todo el mundo, digo yo —respondió el tipo.
—¿No te preocupan las implicaciones éticas, la validez del consentimiento?
—¿Lo qué?
—¿Sabes que los crearon como esclavos? Les hicieron algo en el cerebro, para que fueran más obedientes.
—¿Lo dices de verdad? ¿Harían lo que yo les dijera?
—Ya veo —murmuró Valeria—. Tengo que irme a… cualquier otro sitio —añadió en voz más alta y se encaminó al lugar que le había señalado Algren para presentarse ante el responsable de la partida.
----------
OFF: Me apunto a la misión Aguas Turbias
También notó que se puso tensa y guardaba las distancias cuando Algren reveló su condición. No había nada que hacer al respecto, no podía negar lo que era después de haber sido reconocida, pero ¿acaso creía la mujer que ella era tan estúpida como para intentar algo en medio del campamento de la Guardia? No saldría con vida de allí, y si algo apreciaba Valeria Reike era su vida.
«No, encanto», pensó, «ya me las arreglaré para que parezca consecuencia del ataque». Aún no sabía cómo, pero todo se andaría.
Valeria saludó educadamente, Algren alabó su trabajo en el hospital de campaña durante la reconquista de Lunargenta, se habló por encima de la importancia de las labores de sanación en el esfuerzo bélico y en ningún momento se mencionó la masacre de Lirio. Valeria no creía que la capitana fuera a confiar en ella de un momento a otro pero, así las cosas, quedó con la sensación de que la reunión, tan breve como fue, había ido bien.
Finalmente, se despidió de la capitana y Algren se ofreció a acompañarla a la enfermería, para que retomase las labores de antaño. Pero Valeria no tenía intención de quedarse ahí, esperando a que Áddila se olvidase de ella.
—¿Dijiste que había problemas con el abastecimiento de agua? Quizá debería ocuparme de eso personalmente. No serviría de mucho atender a los heridos por la contienda para que luego enfermen por culpa de un agua de calidad cuestionable —dijo.
—Siempre práctica —respondió él con una sonrisa—. Te acompañaré con el encargado de…
—No es necesario, Algren, de verdad —interrumpió Valeria correspondiendo a la sonrisa—. Seguro que tienes mil cosas que hacer y lo último que querría es entorpecer la marcha del asedio por acapararte egoístamente.
Acompañó sus palabras con un ligero apretón en el antebrazo del soldado. Él respondió poniendo su mano libre sobre la de ella. Permanecieron así un momento.
—Está bien —dijo él al fin—, pero permite al menos que envíe un mensajero por delante para avisar de quién eres. Así no te pondrán a cargar agua o alguna cosa así.
Se despidieron amigablemente, pero a Valeria no se le escapó que en ningún momento el hombre llegó a explicarle que aquella con la que acababan de hablar tranquilamente en su tienda era la responsable de la masacre de una aldea al completo.
Caminó con calma por el campamento, siguiendo en líneas generales las indicaciones de Algren, pero tomándose su tiempo para analizar la disposición de las tiendas y pasos. Un comentario oído a medias la distrajo y se vio a sí misma buscando el orígen de tan extraño discurso.
—Te das cuenta de que las estamos asediando, ¿no? —dijo cuando ubicó el origen del parlamento.
—Sí, bueno, pero igual cuando todo acabe… no vamos a exterminar a todo el mundo, digo yo —respondió el tipo.
—¿No te preocupan las implicaciones éticas, la validez del consentimiento?
—¿Lo qué?
—¿Sabes que los crearon como esclavos? Les hicieron algo en el cerebro, para que fueran más obedientes.
—¿Lo dices de verdad? ¿Harían lo que yo les dijera?
—Ya veo —murmuró Valeria—. Tengo que irme a… cualquier otro sitio —añadió en voz más alta y se encaminó al lugar que le había señalado Algren para presentarse ante el responsable de la partida.
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Reike
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
La extraña ciudad parecía estar viva, y como lava de un volcán, Edén no quiso esperar a que la Guardia continuase cercándola, arrogantes infelices, bárbaros de un tiempo pretérito, desconocedores de que nada podían sus limitaciones contra los cálculos, la precisión y el poder de la base de los biocibernéticos.
La mente colmena de los hombres y mujeres semimetálicos analizó, comprendió y llevó a cabo las órdenes pertinentes. Toda acción poseía sus riesgos, mas eran ínfimos, prácticamente inapreciables. La seguridad no existía, no en términos matemáticos cuantificables. La guerra no era exacta, pero ellos la hacían lo más perfecta posible. Máximo números de enemigos abatidos.
Mínimo número de bajas.
O eso creyeron.
Edén cerro sus fauces sobre el campamento de la Guardia. Por centenares, biocibernéticos perfectamente armados atacaron por nada menos que cuatro puntos, tres de ellos de distracción, a los sitiadores. Su falta de sentimiento, ausencia de miedo o ira, resultaban algo más aterrador que un ejército embriagado por el deseo de muerte y venganza. Ojos ausentes, concentrados en una tarea mecánica, pasaban sobre un cadáver enemigo tras otro, concentrados en exterminar cuando se interpusiese en su camino. Eran las órdenes, lo necesario, la verdad.
No fue todo. Un quinto punto, al oeste, se vio inmerso en una lucha donde la naturaleza pareció luchar al lado de los metálicos. Bestias humanoides se enzarzaron en una cruenta pugna contra la línea de defensores que valientes, intentaban no ceder ante la gigantesca furia de sus terribles enemigos. Edén presionaba al campamento desde todos los puntos. Tenía que descomponerse, debía hacerlo. Esos humanos y sus aliados volverían a Lunargenta, y una nueva victoria despejaría el camino para el Hombre Muerto en Verisar.
El olor a sangre se internó por toda la zona como zarcillos invisibles, provocando espanto, odio y ansia de continuar la matanza. El terreno iba siendo sembrado de cadáveres de uno y otro bando, ajenos sus luchadores a lo que ocurría a escasos pasos de sí mismos, centrados en no perder la vida en el momento siguiente.
Sólo una persona sonreía, sin haber salido de su tienda desde que había dado las órdenes oportunas en los momentos previos al ataque.
Sentado, con el cáliz de la clarividencia delante de sí, mostraba una sonrisa con un punto demencial, ensanchada al escuchar el ataque que había previsto. Sus defensas resistirían, y él obtendría una gran victoria para su amada Lunargenta. Se cantarían canciones sobre él, aquel que aplastó la ciudad de los engendros mecánicos. Ese objeto le haría ver el mejor camino para él y para los suyos. Káno, sangrando y apenas consciente, se hallaba pálido en un rincón, con el rostro enrojecido. Al intentar abrir un ojo, su cabeza se desplomó sobre el pecho.
El líder volvió a beber, antes de que a él llegase el siguiente paso a realizar. Salió de la tienda, respirando el ambiente dulzón de quienes estaban siendo llevados al Valhalla.
Era el momento del siguiente movimiento.
__________________________________
Off: Runas, runas, runas... Parece que habéis tenido un poco de suerte...
¿Llegará ahora ayuda a los tuneladores?
¿Qué ocurrirá con quienes se han introducido en el campamento?
¿Cómo afectará a quienes se han ido a por agua potable, si es que regresan...?
Ger
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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El Comandante de la Guardia bebió una vez más del maravilloso Cáliz mientras disfrutaba del espectáculo que se desplegaba ante él, pero en esa ocasión, el líquido le supo algo avinagrado. ¿Podía echarse a perder el vino vertido en un objeto mágico?
Pero no era el sabor lo que importaba, sino que funcionase, como lo había hecho hasta entonces. Las posibles líneas temporales se desplegaron ante sus ojos… solo para disolverse de nuevo en un parpadeo. Ante sí, veía de nuevo la realidad del presente, un presente muy distinto al de un instante antes.
La lucha había descendido en intensidad. Los biocibernéticos parecían tan desconcertados como él, más incluso. Unos miraban a su alrededor como si no recordasen dónde estaban. Otros se desperdigaban por la zona, realizando tareas aleatorias que, en ocasiones, poco tenían que ver con lo que les rodeaba. Algunos retomaron de inmediato el combate, con más saña incluso que antes, pero no parecía importarles si era amigo o enemigo aquel al que atacaban.
Los hombres y mujeres de la Guardia, se defendían como podían, pero muchos de ellos parecían estar pasando, de forma aleatoria y acelerada, por las distintas fases de la vida. Donde un joven manejaba sus armas con energía, aparecía al momento siguiente un niño asustado, o un anciano que apenas podía levantar la espada. Y entre ellos, caían inútiles los soldados de madera animados por el Objeto Maldito.
El Comandante caminó extrañado por el campo de batalla, desviando y devolviendo con rabia cualquier ataque que se encaminase en su dirección. El Cáliz no le había mostrado aquello. ¿Por qué no le había mostrado aquello?
Bebió otro sorbo, sujetándolo con la mano izquierda, mientras la diestra, la de la espada, continuaba en guardia. El Cáliz no le mostró nada esta vez. Una extraña bestia, con una mezcla repulsiva de carne, pelo, plumas y escamas, se retorcía por el suelo, vomitando una sustancia de aspecto viscoso.
El Comandante apartó la vista del grotesco espectáculo y bebió un largo trago. ¡Necesitaba ver! ¿Qué había cambiado? ¿Qué debía hacer?
Un fuerte dolor en el pecho le hizo caer de bruces al suelo. Había perdido la espada y el Cáliz, pero en aquel momento, solo le importaba el Cáliz. Trató de levantarse de nuevo para buscarlo y, al hacerlo, creyó ver en la distancia una alta figura encapuchada. Caminando por el campo de batalla con los brazos extendidos, parecía estar disfrutando del ambiente, quizás incluso alimentarse de él.
Valeria Reike observaba el maremágnum de locura en que el habitual caos de muerte que era una batalla se convirtió. Uno y otro bando se desangraban hasta la extenuación, y si la pugna estaba igualada, sólo se debía al liderazgo de una única mujer: la capitana Áddila. La híbrida alentaba a los suyos a no desfallecer, sin portar el yelmo, a fin de ser reconocida por cada soldado a sus órdenes. Viejos rencores en una confusión que aún reclamaba un festín de cadáveres. Una posibilidad entre un millar. Venganza en la balanza de la guerra.
Al otro lado de la lamentable batalla, en la pequeña ciudad conocida como Edén, un enorme temblor de tierra sacudía sus ya inestables cimientos. APP-Bel había perdido contacto con A47I, con NIA, con todos sus hermanos, por lo que no le quedó más remedio que avanzar personalmente en busca de respuestas. No tardó en encontrar el área afectada por el derrumbe. ¿Dónde estaban sus hermanos?
[...]
Bajo tierra, los soldados de la Guardia estaban en el límite de sus fuerzas. La esperanza llegada tras la victoria sobre los reptiles había sido considerada como el final de esa inesperada batalla, y la aparición del monstruo hizo desplomarse el ánimo, como conquistadores de la fortaleza señalada a quienes de pronto se les exige tomar el siguiente castillo. No obstante, los dos sujetos que se habían autoimpuesto la pesada tarea de dirigir a esos hombres y mujeres sortearon con eficacia cada riesgo. Perdiendo soldados sí, asunto que pasado el horror por el nuevo peligro, fue honrado con un tesón y valor propios de un exigente entrenamiento que sólo contemplaba la victoria.
El plan ideado con la finalidad de ralentizar a ese terrible amasijo de carne y hierro no tuvo el final esperado. Los gritos de la tropa cuando su enemigo chilló de dolor, emitiendo un sonido auténticamente extraño e irrepetible, encerraron el túnel en cánticos de victoria. La tierra tembló una vez más, a pesar de las sujeciones de madera, y al tiempo que la criatura se revolvió para escapar, buena parte de la excavación comenzó a venirse abajo con un estrépito que heló el corazón de los presentes. Con el instinto prevaleciendo a cualquier orden, la mayoría de los miembros de la Guardia huyeron hacia la salida, escapando en tropel pálidos al contemplar como decenas de grandes rocas enterradas en el techo, antes envueltas en tierra, cayeron aplastando a personas que minutos antes habían vertido sangre a su lado.
El silencio posterior al derrumbe fue aún más atronador que su inicio. Vincent, Corlys y los escasos supervivientes que permanecieron a su lado, avistaron como, por broma o regalo de los dioses, ambos caminos habían sido parcialmente obstruidos, hacia Edén y hacia el campamento. ¿Seguirían los túneles de la bestia, hacia un destino incierto, a fin de acabar con la guerra, o regresarían al campamento, dispuestos a mantener una última defensa?
__________________
¿Qué está pasando? Para entender todas las piezas, recomiendo la lectura de los otros hilos que componen esta trama, pero resumiendo: El uso simultáneo de seis Objetos Malditos en un área relativamente pequeña ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], el Fruto del Edén, el Cáliz de la Clarividencia, la Fuente de la Juventud, el Muñeco Neil y, más recientemente, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) ha causado una sobrecarga de éter que está interactuando negativamente con dichos Objetos. En otras palabras: caos para todos.
Por otro lado, parece que ha habido un derrumbe en alguna parte de Edén. ¿Tendrán algo que ver nuestros tuneladores?
Reike: Tienes una posibilidad de oro. Áddila está demasiado ocupada dirigiendo a sus tropas. Asesinarla tendría brutales implicaciones y lo más probable es que alguien llegue a verte realizando tal acción. Tu otra línea de actuación, consiste en ayudar a defender el campamento. ¿Qué elegirás...?
Vincent & Corlys: Vuestra treta ha funcionado... y no. El monstruo ha abandonado la batalla, retornando a sus viejos túneles. Seguirle o volver, es del todo decisión vuestra. Con lo que decidáis, hacédmelo saber (habla Ger aquí) y os indicaré vuestras opciones.
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
La tierra tembló de nuevo y Valeria se encontró tumbada en el suelo. Algo vivo se movió muy cerca de ella. Rodó, alejándose de la amenaza, y se incorporó lo justo para comprobar que la figura peluda y deforme no resultaba una amenaza en realidad. Estaba muriendo, y no de forma apacible.
Con precaución, Valeria se puso en pie. Había perdido a los guardias que la acompañaban y el caos a su alrededor le impedía distinguir una dirección de otra. Sin embargo, quedarse parada en el sitio no era una opción viable.
A la daga en su mano y los cuatro cuchillos flotando a su alrededor se unieron otros tantos filos cuando una perfecta copia de sí misma apareció a su lado(1). Ambas avanzaron por el campo de batalla buscando algún punto de referencia.
Valeria se volvió al instante, cuando un cuchillo que no había lanzado pasó volando frente a ella y se clavó en algo a su izquierda. Era bueno saber que a los bio-cibernéticos también les afectaban las ilusiones pero, por precaución, añadió una ráfaga de sus propios y muy reales cuchillos(2).
Recuperados los filos, siguieron avanzando por la dirección recientemente despejada hasta que por fin escucharon una voz de mando poniendo orden en medio de aquella locura. Era Áddila.
A rostro descubierto, la capitana animaba a sus fuerzas a continuar luchando de forma metódica y ordenada. Y estaba funcionando, a su alrededor, los soldados luchaban codo con codo, en lugar de desperdigarse ante la grotesca acometida.
Valeria evaluó rápidamente sus opciones. Con la cabeza expuesta, la mujer-bestia era un blanco fácil para un proyectil descarriado. ¿Quién podría sospechar? La gente muere en las batallas, son cosas que pasan. Sin embargo, el liderazgo de la capitana era probablemente su mejor opción para sobrevivir a la jornada y a Valeria le gustaba sobrevivir.
Áddila repelió un ataque por la izquierda, dejando expuesto su flanco derecho a una figura con brazos metálicos que se aproximaba a gran velocidad. Valeria actuó por instinto y cuatro pequeños cuchillos alcanzaron su objetivo, dando a la capitana el tiempo que necesitaba para volverse y rematar al atacante con su lanza.
—¿Dónde están llevando a los heridos? —preguntó Valeria en voz alta, mientras, con un gesto del brazo libre, llamaba de vuelta a sus cuchillos.
Áddila desvió la mirada de la bruja a su copia, que, a su lado, lanzaba y recuperaba cuchillos a gran velocidad. Aún algo confundida, señaló una tienda protegida por un grupo de soldados a su espalda antes de añadir, señalando alternativamente a ambas Valerias:
—Nos vendría bien algo de fuerza de choque por aquí.
—Solo es un truco de feria, soy mejor médico que soldado. Aseguraos de rematar a esos.
Tras un gesto que trataba de abarcar a los heridos por su otro yo, Valeria apretó los dientes y se encaminó en la dirección indicada, dejando atrás a su copia. Un rostro remotamente familiar apareció entonces frente a ella, al tiempo que su dueño la sujetaba con fuerza por los hombros.
—¡Tú me dijiste que obedecían órdenes! —le gritó el hombre.
Valeria se revolvió para liberarse del agarre y, dándole un empujón al tipo, se alejó de él. Una mujer de piernas metálicas y mirada abstraída lo agarró distraídamente de un brazo y comenzó a arrastrarlo en dirección a un grupo de los suyos que peleaban salvajemente entre sí.
—¡No, espera! —gritó el tipo—. ¡Hagamos el amor, no la guerraaaa!
Durante un instante, Valeria se planteó evitarle el sufrimiento que sin duda le esperaba. Por otro lado, qué le importaba a ella un violador más. El tipo había venido a por una bio-cibernética y una bio-cibernética lo había encontrado a él. Buen provecho.
La situación en la enfermería no era menos caótica que en el exterior. Nadie sabía qué hacer con aquellos heridos que pasaban alternativamente de la fortaleza de la juventud a la decadencia de la ancianidad, por lo que aquellos heridos habían sido relegados a un rincón apartado mientras los médicos disponibles se concentraban en el resto. Era la opción más sensata, dadas las circunstancias: ¿Qué sentido tenía emplear sus escasos recursos en curar a un soldado que bien podía estar muriendo de viejo apenas un momento después?
Sin embargo, Valeria no tardó en verse atraída hacia aquella zona. El éter corrupto que había percibido en Lirio se sentía más cargado allí. Un infante con una fea herida de lanza en el vientre la miró con expresión confusa y dolorida. Le tomó la mano, que al poco se convirtió en la de un guerrero entrenado, quizá uno de los que habían segado la vida de los pequeños habitantes de Lirio. Aquella idea bastó para matar la compasión que había sentido hacía un momento.
Valeria soltó al soldado y se levantó en busca de un mejor objetivo para sus habilidades. Fue entonces cuando encontró a Algren. No al joven Algren que la había recibido a su llegada al campamento, sino al hombre maduro que recordaba de Lunargenta. Sus heridas no parecían particularmente graves, pero había sido relegado a aquel rincón con el resto de afectados y, cuando Valeria se agachó a su lado, pudo comprobar por qué. Ante sus ojos, el rostro del hombre comenzó a arrugarse y un ataque de tos que llevó sangre a sus labios hizo que se encogiera sobre sí mismo.
—Reike —dijo con voz ronca, tenía dificultades para respirar—, no creí que volvería a verte antes de morir.
—Ya me conoces —dijo ella acercándose—, estoy llena de sorpresas.
Algren rió y sufrió otro ataque de tos. Aquella sangre no era producto de sus heridas. Valeria le ofreció un poco de agua cuando el ataque se calmó un poco, él la rechazó.
—Yo ya estoy acabado, dásela a quien pueda aprovecharla.
Valeria asintió y guardó el odre, pero aún permaneció un momento junto al soldado. Cuando por fin se incorporó, el anciano le agarró el brazo con sorprendente fuerza.
—¿De dónde viene Reike? —preguntó con gesto pensativo—, ¿es un nombre común en las Islas?
Ella hizo un gesto ambiguo, que no afirmaba ni negaba. Lo cierto era que no había conocido a nadie que compartiera su apellido. Sabía que su padre había emigrado a Beltrexus desde alguna aldea de la campiña illidense, o eso contaba él. Por lo que ella sabía, bien podía ser un apellido falso, adoptado a su llegada a la ciudad.
—Conocí a un tipo con ese apellido no hace mucho —continuó hablando el hombre, más para sí mismo que para alguien en concreto—. ¿Cómo se llamaba… Andrés… Anders…?
Ander. El nombre, doblemente doloroso, se materializó en la mente de Valeria. Por un instante, fue ella la que tuvo dificultades para tomar la siguiente inhalación.
—¿Dónde fue eso? —preguntó, tratando de que no se notara el temblor en su voz.
----------
OFF: (1) Daga de Eredin: Otorga la habilidad => Gasto 1 Uso: Creas una copia de ti misma que puede atacar a tus enemigos imitando tu estilo de combate. Aunque se trata de una ilusión, la persona a la que ataque sentirá sus heridas como si fueran reales; las heridas desaparecerán cuando lo haga la copia. Dura dos rondas o hasta que la copia sufra una herida mortal, lo que ocurra primero.
(2) Uso de mi rasgo de telequinesis (lo apunto aquí, pero sucede varias veces a lo largo del post).
En resumen: me achanto y dejo vivir a la pájara. Reike no es tan tonta para cargarse a la persona que mantiene el caos más o menos a raya. Hoy no, al menos.
Lo siguiente es cerrar el círculo, haciendo que Reike se encuentre con varios de los PNJs con los que se cruzó a su llegada al campamento. La conversación del final solo es una excusa para ir encaminando uno de mis propósitos para 2022, ¡que se me agota el tiempo!
Con precaución, Valeria se puso en pie. Había perdido a los guardias que la acompañaban y el caos a su alrededor le impedía distinguir una dirección de otra. Sin embargo, quedarse parada en el sitio no era una opción viable.
A la daga en su mano y los cuatro cuchillos flotando a su alrededor se unieron otros tantos filos cuando una perfecta copia de sí misma apareció a su lado(1). Ambas avanzaron por el campo de batalla buscando algún punto de referencia.
Valeria se volvió al instante, cuando un cuchillo que no había lanzado pasó volando frente a ella y se clavó en algo a su izquierda. Era bueno saber que a los bio-cibernéticos también les afectaban las ilusiones pero, por precaución, añadió una ráfaga de sus propios y muy reales cuchillos(2).
Recuperados los filos, siguieron avanzando por la dirección recientemente despejada hasta que por fin escucharon una voz de mando poniendo orden en medio de aquella locura. Era Áddila.
A rostro descubierto, la capitana animaba a sus fuerzas a continuar luchando de forma metódica y ordenada. Y estaba funcionando, a su alrededor, los soldados luchaban codo con codo, en lugar de desperdigarse ante la grotesca acometida.
Valeria evaluó rápidamente sus opciones. Con la cabeza expuesta, la mujer-bestia era un blanco fácil para un proyectil descarriado. ¿Quién podría sospechar? La gente muere en las batallas, son cosas que pasan. Sin embargo, el liderazgo de la capitana era probablemente su mejor opción para sobrevivir a la jornada y a Valeria le gustaba sobrevivir.
Áddila repelió un ataque por la izquierda, dejando expuesto su flanco derecho a una figura con brazos metálicos que se aproximaba a gran velocidad. Valeria actuó por instinto y cuatro pequeños cuchillos alcanzaron su objetivo, dando a la capitana el tiempo que necesitaba para volverse y rematar al atacante con su lanza.
—¿Dónde están llevando a los heridos? —preguntó Valeria en voz alta, mientras, con un gesto del brazo libre, llamaba de vuelta a sus cuchillos.
Áddila desvió la mirada de la bruja a su copia, que, a su lado, lanzaba y recuperaba cuchillos a gran velocidad. Aún algo confundida, señaló una tienda protegida por un grupo de soldados a su espalda antes de añadir, señalando alternativamente a ambas Valerias:
—Nos vendría bien algo de fuerza de choque por aquí.
—Solo es un truco de feria, soy mejor médico que soldado. Aseguraos de rematar a esos.
Tras un gesto que trataba de abarcar a los heridos por su otro yo, Valeria apretó los dientes y se encaminó en la dirección indicada, dejando atrás a su copia. Un rostro remotamente familiar apareció entonces frente a ella, al tiempo que su dueño la sujetaba con fuerza por los hombros.
—¡Tú me dijiste que obedecían órdenes! —le gritó el hombre.
Valeria se revolvió para liberarse del agarre y, dándole un empujón al tipo, se alejó de él. Una mujer de piernas metálicas y mirada abstraída lo agarró distraídamente de un brazo y comenzó a arrastrarlo en dirección a un grupo de los suyos que peleaban salvajemente entre sí.
—¡No, espera! —gritó el tipo—. ¡Hagamos el amor, no la guerraaaa!
Durante un instante, Valeria se planteó evitarle el sufrimiento que sin duda le esperaba. Por otro lado, qué le importaba a ella un violador más. El tipo había venido a por una bio-cibernética y una bio-cibernética lo había encontrado a él. Buen provecho.
La situación en la enfermería no era menos caótica que en el exterior. Nadie sabía qué hacer con aquellos heridos que pasaban alternativamente de la fortaleza de la juventud a la decadencia de la ancianidad, por lo que aquellos heridos habían sido relegados a un rincón apartado mientras los médicos disponibles se concentraban en el resto. Era la opción más sensata, dadas las circunstancias: ¿Qué sentido tenía emplear sus escasos recursos en curar a un soldado que bien podía estar muriendo de viejo apenas un momento después?
Sin embargo, Valeria no tardó en verse atraída hacia aquella zona. El éter corrupto que había percibido en Lirio se sentía más cargado allí. Un infante con una fea herida de lanza en el vientre la miró con expresión confusa y dolorida. Le tomó la mano, que al poco se convirtió en la de un guerrero entrenado, quizá uno de los que habían segado la vida de los pequeños habitantes de Lirio. Aquella idea bastó para matar la compasión que había sentido hacía un momento.
Valeria soltó al soldado y se levantó en busca de un mejor objetivo para sus habilidades. Fue entonces cuando encontró a Algren. No al joven Algren que la había recibido a su llegada al campamento, sino al hombre maduro que recordaba de Lunargenta. Sus heridas no parecían particularmente graves, pero había sido relegado a aquel rincón con el resto de afectados y, cuando Valeria se agachó a su lado, pudo comprobar por qué. Ante sus ojos, el rostro del hombre comenzó a arrugarse y un ataque de tos que llevó sangre a sus labios hizo que se encogiera sobre sí mismo.
—Reike —dijo con voz ronca, tenía dificultades para respirar—, no creí que volvería a verte antes de morir.
—Ya me conoces —dijo ella acercándose—, estoy llena de sorpresas.
Algren rió y sufrió otro ataque de tos. Aquella sangre no era producto de sus heridas. Valeria le ofreció un poco de agua cuando el ataque se calmó un poco, él la rechazó.
—Yo ya estoy acabado, dásela a quien pueda aprovecharla.
Valeria asintió y guardó el odre, pero aún permaneció un momento junto al soldado. Cuando por fin se incorporó, el anciano le agarró el brazo con sorprendente fuerza.
—¿De dónde viene Reike? —preguntó con gesto pensativo—, ¿es un nombre común en las Islas?
Ella hizo un gesto ambiguo, que no afirmaba ni negaba. Lo cierto era que no había conocido a nadie que compartiera su apellido. Sabía que su padre había emigrado a Beltrexus desde alguna aldea de la campiña illidense, o eso contaba él. Por lo que ella sabía, bien podía ser un apellido falso, adoptado a su llegada a la ciudad.
—Conocí a un tipo con ese apellido no hace mucho —continuó hablando el hombre, más para sí mismo que para alguien en concreto—. ¿Cómo se llamaba… Andrés… Anders…?
Ander. El nombre, doblemente doloroso, se materializó en la mente de Valeria. Por un instante, fue ella la que tuvo dificultades para tomar la siguiente inhalación.
—¿Dónde fue eso? —preguntó, tratando de que no se notara el temblor en su voz.
----------
OFF: (1) Daga de Eredin: Otorga la habilidad => Gasto 1 Uso: Creas una copia de ti misma que puede atacar a tus enemigos imitando tu estilo de combate. Aunque se trata de una ilusión, la persona a la que ataque sentirá sus heridas como si fueran reales; las heridas desaparecerán cuando lo haga la copia. Dura dos rondas o hasta que la copia sufra una herida mortal, lo que ocurra primero.
(2) Uso de mi rasgo de telequinesis (lo apunto aquí, pero sucede varias veces a lo largo del post).
En resumen: me achanto y dejo vivir a la pájara. Reike no es tan tonta para cargarse a la persona que mantiene el caos más o menos a raya. Hoy no, al menos.
Lo siguiente es cerrar el círculo, haciendo que Reike se encuentre con varios de los PNJs con los que se cruzó a su llegada al campamento. La conversación del final solo es una excusa para ir encaminando uno de mis propósitos para 2022, ¡que se me agota el tiempo!
- inventario:
- EQUIPAMIENTO:
* Daga de Eredin, calidad épica, con encantamiento de Marca Vampírica. La llevo en mi Funda Oculta habilidad gastada
* Cuchillos Arrojadizos (4), calidad normal, con encantamiento de Arma de Hielo
* Peto "quitamiedos", armadura ligera, calidad pobre, con encantamiento Runa de Sombras, bajo la blusa
* Espejo Doppelgänger, accesorio legendario
TOTAL DE ENCANTAMIENTOS: 3/6
LIGADOS AL ÉTER: 2/3
OBJETOS LIMITADOS (7/7):
* Kit Alquímico Superior Queda 1 uso
* Kit de Arcanos Superior
* Runa de Teleportación Uso gastado
* Poción de Salud Concentrada
* Elixir de Frigg
* Fuego Embotellado
* Elixir Replicante
OTROS:
* Bolso del Viajero
* Fundas Ocultas
* Poción de Recuperación
* Poción de Rescate
* Medicina Multipropósito x2
* Manzana de Idunn
* Poción de Baile x2
* Collar de Clavos, 1 carga
* Incienso de Jólmundröm x2
* Estalagmita emergente
* Polvo de Hada, 3 cargas
* Bomba Floral
* Caramelo de Jade x2
Información de cada objeto [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Reike
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
El engendro se retorció de dolor y huyó por los túneles. No habíamos conseguido acabar con él, pero al menos habíamos conseguido hacerle retroceder. Sin embargo, no duraron mucho las celebraciones, porque la fuga del engendro acabó con la ya comprometida estabilidad estructural del túnel. Los soldados salieron corriendo despavoridos ante los derrumbamientos, aplastándose entre ellos igual que eran aplastados por los escombros, y haciéndome dudar si había servido de algo tratar de llevarlos vivos hasta ese momento. Una vez se detuvo el derrumbamiento y se depositó el polvo, me reuní con Vincent y el resto de supervivientes para ver que haríamos a continuación.
Mi plan era salir de una vez de estos túneles antes de que los pocos soldados que todavía nos quedaban vivos dejaran de estarlo, pero Vincent parecía querer seguir al engendro metálico hasta su guarida. Tras sugerirle que estaba loco y que le iban a matar, soltó uno de sus comentarios chistosos y me dio una piedra. Lo interpreté como la última voluntad del brujo y me la guardé en un bolsillo antes de decirles a los soldados que me siguieran por el camino parcialmente destruido hacia la salida.
Pero lo que me encontré al salir no era para nada lo que me esperaba. Sabía que estábamos en guerra, pero después de una batalla contra kobolds y que tras terminarla nos atacara una aberración acorazada, no estaba preparado para verme envuelto en otra batalla. En cualquier caso, la situación era la que era y no podía hacer nada para cambiarla. Los soldados de la Guardia se estaban enfrentando a los biocibernéticos por todas partes, una mujer bestia parecía estar organizando la defensa y quizás incluso volver la balanza hacia el lado de la Guardia. No podía ver a los guardias que habían huido de los túneles en el derrumbamiento, era probable que al haber salido despavoridos directos a una batalla estuvieran muertos, aunque después de haber visto como pisoteaban a sus compañeros tampoco es que me dieran demasiada pena.
- Bueno, ¿estáis listos para una última carga?- Al mirar al escaso grupo de guardias que habían sobrevivido a los túneles solo podía ver cansancio y hastío, y no podía decir que no les comprendiera.- Ya, yo tampoco. Pero si esos cabrones ganan, todo ese infierno en los túneles habrá sido para nada, y eso no lo puedo permitir.- Edén había sido el culpable del ataque de los kobolds que habían matado a Vick y al resto de soldados, y de enviar esa bestia metálica contra nosotros, no podíamos permitirlos que se salieran con la suya.
Utilicé mis últimas reservas en desatar mi maldición[1] y corrí colina abajo contra el flanco de los biocibernéticos. Afortunadamente, los soldados decidieron seguirme y cargamos contra el enemigo que no esperaba un ataque desde esa zona. No éramos muchos, pero la sorpresa y una extraña falta de coordinación de los biocibernéticos nos estaban permitiendo hacerles daño.
Me encontré con un grupo de biocibernéticos que parecían estar luchando entre ellos mientras atacaban a algún pobre infeliz. Sin pensarlo demasiado me lancé contra ellos. A la primera mujer que me encontré la clavé mi lanza en la pierna antes de que le diera tiempo a volverse contra mi y cuando lanzó un golpe hacia mi me agaché y la golpeé con el asta en la cara, derribándola. Seguidamente pateé al siguiente en el pecho, pero no contaba con que no me quedaba sangre para aumentar mi fuerza, y mi oponente apenas se inmutó ante el golpe, aunque yo si acabé volando con el revés que me soltó. Sacó un extraño arma e iba a golpearme cuando una lluvia de flechas acabó él. Me giré para sonreír a mis guardias que acaban de salvarme de nuevo, e inmediatamente después volví al ataque ensartando el pecho de otro de los biocibernéticos. Tras un breve pero violento combate conseguimos matar o reducir al extraño grupo, pero al ver la identidad de la persona a quien acabábamos de rescatar solo pude sentir que nada de lo que hacíamos tenía sentido. Los biocibernéticos podían ser el enemigo en esta guerra, pero aun así no tenía dudas de que serían mejores que ese montón de escoria al que acabábamos de salvar de un funesto final.
- Vaya. Eres tu.
- Si que son algo de otro mundo... Pero no... pero no obedecían...
- Me da igual. No quiero saber nada.- Interrumpí los desvaríos de pervertido herido, para girarme entonces hacia mis hombres.- Si alguno de vosotros quiere llevarle a la enfermería, haced lo que queráis.- Parecía que habíamos llegado suficientemente pronto como para que no tuviera heridas graves, pero que con toda la gente que había muerto ese día fuese ese desecho me resultaba de un humor muy negro hasta para mi.- Aunque si os lleváis a ese mirad a ver si hay más heridos, que seguro que se merecen más ser salvados. Y si sobrevivimos a este día, dejad la guardia y buscad algo mejor. Habéis demostrado ser buena gente, merecéis que os traten como tal y no como escudos de carne.
Dicho eso me volví hacia la batalla. Por lo que podía oír, los soldados estaban llevándose al degenerado a que le trataran las heridas, pero al menos confiaba en que así se alejaran también ellos del campo de batalla. Se había muerto demasiada gente bajo mi cargo ese día, y esperaba que no fuera a aumentar aun más la lista.
Mi plan era salir de una vez de estos túneles antes de que los pocos soldados que todavía nos quedaban vivos dejaran de estarlo, pero Vincent parecía querer seguir al engendro metálico hasta su guarida. Tras sugerirle que estaba loco y que le iban a matar, soltó uno de sus comentarios chistosos y me dio una piedra. Lo interpreté como la última voluntad del brujo y me la guardé en un bolsillo antes de decirles a los soldados que me siguieran por el camino parcialmente destruido hacia la salida.
Pero lo que me encontré al salir no era para nada lo que me esperaba. Sabía que estábamos en guerra, pero después de una batalla contra kobolds y que tras terminarla nos atacara una aberración acorazada, no estaba preparado para verme envuelto en otra batalla. En cualquier caso, la situación era la que era y no podía hacer nada para cambiarla. Los soldados de la Guardia se estaban enfrentando a los biocibernéticos por todas partes, una mujer bestia parecía estar organizando la defensa y quizás incluso volver la balanza hacia el lado de la Guardia. No podía ver a los guardias que habían huido de los túneles en el derrumbamiento, era probable que al haber salido despavoridos directos a una batalla estuvieran muertos, aunque después de haber visto como pisoteaban a sus compañeros tampoco es que me dieran demasiada pena.
- Bueno, ¿estáis listos para una última carga?- Al mirar al escaso grupo de guardias que habían sobrevivido a los túneles solo podía ver cansancio y hastío, y no podía decir que no les comprendiera.- Ya, yo tampoco. Pero si esos cabrones ganan, todo ese infierno en los túneles habrá sido para nada, y eso no lo puedo permitir.- Edén había sido el culpable del ataque de los kobolds que habían matado a Vick y al resto de soldados, y de enviar esa bestia metálica contra nosotros, no podíamos permitirlos que se salieran con la suya.
Utilicé mis últimas reservas en desatar mi maldición[1] y corrí colina abajo contra el flanco de los biocibernéticos. Afortunadamente, los soldados decidieron seguirme y cargamos contra el enemigo que no esperaba un ataque desde esa zona. No éramos muchos, pero la sorpresa y una extraña falta de coordinación de los biocibernéticos nos estaban permitiendo hacerles daño.
Me encontré con un grupo de biocibernéticos que parecían estar luchando entre ellos mientras atacaban a algún pobre infeliz. Sin pensarlo demasiado me lancé contra ellos. A la primera mujer que me encontré la clavé mi lanza en la pierna antes de que le diera tiempo a volverse contra mi y cuando lanzó un golpe hacia mi me agaché y la golpeé con el asta en la cara, derribándola. Seguidamente pateé al siguiente en el pecho, pero no contaba con que no me quedaba sangre para aumentar mi fuerza, y mi oponente apenas se inmutó ante el golpe, aunque yo si acabé volando con el revés que me soltó. Sacó un extraño arma e iba a golpearme cuando una lluvia de flechas acabó él. Me giré para sonreír a mis guardias que acaban de salvarme de nuevo, e inmediatamente después volví al ataque ensartando el pecho de otro de los biocibernéticos. Tras un breve pero violento combate conseguimos matar o reducir al extraño grupo, pero al ver la identidad de la persona a quien acabábamos de rescatar solo pude sentir que nada de lo que hacíamos tenía sentido. Los biocibernéticos podían ser el enemigo en esta guerra, pero aun así no tenía dudas de que serían mejores que ese montón de escoria al que acabábamos de salvar de un funesto final.
- Vaya. Eres tu.
- Si que son algo de otro mundo... Pero no... pero no obedecían...
- Me da igual. No quiero saber nada.- Interrumpí los desvaríos de pervertido herido, para girarme entonces hacia mis hombres.- Si alguno de vosotros quiere llevarle a la enfermería, haced lo que queráis.- Parecía que habíamos llegado suficientemente pronto como para que no tuviera heridas graves, pero que con toda la gente que había muerto ese día fuese ese desecho me resultaba de un humor muy negro hasta para mi.- Aunque si os lleváis a ese mirad a ver si hay más heridos, que seguro que se merecen más ser salvados. Y si sobrevivimos a este día, dejad la guardia y buscad algo mejor. Habéis demostrado ser buena gente, merecéis que os traten como tal y no como escudos de carne.
Dicho eso me volví hacia la batalla. Por lo que podía oír, los soldados estaban llevándose al degenerado a que le trataran las heridas, pero al menos confiaba en que así se alejaran también ellos del campo de batalla. Se había muerto demasiada gente bajo mi cargo ese día, y esperaba que no fuera a aumentar aun más la lista.
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[1] Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Gasto el último uso.
Corlys Glokta
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