[Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
El proyectil explosivo, lanzado por Vincent, impactó en el rostro de la criatura, pero, por desgracia para todos ellos, no logró acabar con ella. Le había causado daño, cierto, incluso el suficiente para que se olvidara de los humanoides que tenía delante y se fuera de allí. Mas, aunque la huida del bicho aliviaba a los allí presentes, no ser parte del menú siempre era de agradecer, que esa cosa tan peligrosa estuviera suelta no terminaba de convencer al bueno del mercenario.
- Oh, vamos, Corlys. ¿Necesitabas que un túnel bajo tierra se viniera abajo para entender que estoy loco? - comentó burlón, antes de echarse a reír y entregarle una piedra.[4] - Tengo mis secretos, hombre. Ya verás. Sólo tienes que dejar esa piedra en el suelo del campamento.
«Si es que no muero antes, claro está»
- Ahora será mejor que te marches con los demás-, afirmó, haciendo un movimiento con la testa, hacia la soldadesca que ya ponía pies en polvorosa. - No parece buena idea quedarse aquí por mucho tiempo. Pronto nos veremos-, terminó por decir, como despedida, seguro de sí mismo, mientras avanzaba hacia el túnel por el que se había ido la criatura.
Este narrador mentiría si dijera que Vincent no estaba preocupado por la situación. Tal como se habían dado las circunstancias, la soldadesca y Corlys se habían dado media vuelta, pues nada más podrían hacer ellos allí, salvo quedar atrapados entre derrumbes, o directamente aplastados por ellos. Vinc, antes de iniciar la persecución, había visto partir al último de ellos, para después ver como uno de aquellos derrumbes sellaba la salida.
No había vuelta atrás.
Por lo demás, estaba solo contra una criatura que se movía en aquel submundo como pez en el agua. Estaba en su elemento, y luchar en el territorio de un enemigo no era la mejor de las ideas. Más bien, todo lo contrario.
- A veces pareces un novato-, se dijo, en quedo susurro. - Impulsivo y estúpido. Pero, en cualquier caso, no soy yo quien está huyendo ¿no?
Pero aquellas últimas palabras salían del pensamiento que habían motivado al brujo a tomar aquella decisión. Sí, la criatura debía ser destruida. Pero para ello había que vencer la batalla. Si no podía garantizar al menos una posibilidad de victoria, ¿de qué servía perseguirla? La realidad es que si huía de ellos, era por algo.
- Las explosiones en la cara no le gustan a nadie-, mentó esta vez, otra vez en murmullos para sí mismos,
Sin embargo, tras sus palabras, pudo escuchar perfectamente el sonido de la bestia moverse y el sonido de otro corrimiento de tierra.
Vincent aligeró el paso para encontrarse con la bestia lo más rápido posible y cortarle la retirada, pero para su desgracia, se topó de lleno con una de las tantas posibilidades que había en aquella misión tan arriesgada.
- Mierda-, maldijo, buscando alguna posibilidad para pasar y seguir la persecución, Pero pronto se dio cuenta que cualquier intento sería inútil. - No me lo puedo creer-, dijo, tras un suspiro, viendo que su único camino era hacia la superficie.
En realidad, en ese punto, el mercenario pensó si valía la pena el esfuerzo de subir. Y si no sería mejor hacer pensar en otro plan, en el gran plan B si todo salía mal, mas, allí arriba, sobre su cabeza, aparte de lucir un bonito cielo estrellado, se delineaba el contorno de un edificio. Al menos, la sombra de un edificio contra el tapiz celestial.
«Por lo menos puedo subir por ahí», pensó, al tiempo que guardaba su acero en la vaina, y comenzaba la escalada.
El polvo se adhería a su ropa, a su pelo, incluso a su barba, según ascendía, pero lo más importante era que empezaba a escuchar el sonido de la vida allá afuera. Sí, a cada palmo que daba, a cada decena de centímetros que ganaba, el sureño podía escuchar mejor la algarabía de la “ciudad”.
«Que bien se lo están pasando sin mí», caviló con sorna, tras realizar un último esfuerzo para alcanzar un piedra que había quedado incrustada en el hueco.
Por suerte, el brujo podía subir por un lado de esta, y además, la mentada piedra le serviría como apoyo provisional. Allí podría descansar levemente, así como otear lo que le quedaba para llegar a la superficie.
Vincent suspiró indignado, mientras tomaba el aire para sus siguientes esfuerzos, y con un impulso de su magia de aire se ayudó para correr un tramo de pared y después saltar hacia unos cascotes inclinados entre los que pudo apoyarse, para volver a hacer el mismo movimiento que antes, y así, ya, por fin sentir como sus manos enguantadas se aferraban al borde del precipicio.
El brujo oteó hacia abajo al escuchar un ruido y pudo observar como el inestable túnel que había escalado se venía abajo. Aquellos impulsos entre cascotes eran lo último que necesitaba el asqueroso agujero y de esta manera se lo agradecía al capullo que había originado la inestabilidad.
- Venga ya, ¿es que nada puede ser más fácil para mí? - se preguntó con sarcasmo, pero usando todas sus fuerzas para escalar el tramo que le quedaba.
Después mientras todo se venía abajo, al menos lo que quedaba de ese cochambroso edificio, Vinc corrió como si le persiguiera una jauría de perros salvajes, y saltó por una ventana rota del primer piso, dando una voltereta al pasar por ella para hacerlo en el menor tiempo posible.
Nada más tomar tierra con sus piernas, el suelo tembló y el brujo perdió el equilibrio y cayó de bruces contra el firme, el golpe, amortiguado con sus antebrazos. Al que apodaban “El Lobo” sintió que el terreno se inclinaba peligrosamente así que corrió otra vez y su horizonte, se volvió otra vez pared en vez de ciudad, cuando un trozo de tierra bajo sus pies empezó a caer tras rajarse.
Vincent gritó, más estuvo rápido para usa su magia para impulsarse desde la piedra que caía y volver a aferrarse al nuevo borde del precipicio.
- Me cago en la puta, esto ya lo he vivido-, maldijo, agarrándose como podía al inestable borde. - Y ya no tuvo gracia la primera vez.
«Estúpido infortunio»
Fue en ese instante cuando el brujo tuvo, por segunda vez, la idea de usar el plan B. Esta vez con una imperiosa necesidad cuando notaba que se quedaba sin fuerzas, pero una ayuda extra le llegó de repente y le ayudó a subirse.
El resto de la historia es otra carrera que lo terminó de alejar del derrumbe. Bueno, a él y a su nuevo amigo.
Un Vincent cansado se apoyaba en sus rodillas y jadeaba, mientras contemplaba como todo el edificio se iba a pique, y la anchura de la raja del suelo crecía.
- Gracias, amigo. Pensé que no lo contaba-, terminó por decir, entre jadeos. - Aunque, no quiero parecer desagradecido. Pero, ¿qué demonios haces por aquí?
- He venido a detener a APP-Bel y a destruir a todos sus seguidores. Pero primero debo salvar a unos amigos-, afirmó, diremos… Don zarigüeya, señalando hacia una zona del lugar.
Vincent, en cambio, tras mirar la dirección que señalaba, no pudo menos que reparar en el arma del hombre.
- ¿Con una espada de madera? - «¿Es que en este mundo todos se han vuelto locos?» - Da igual, parece que tus amigos ya han encontrado la manera de huir, si son esos-, comentó, señalando él, la misma dirección, pero con la cabeza, tras erguirse.
Un grupo de elfos huía de aquella ciudad que se venía abajo. Al menos fueron los primeros en salir de aquel desaguisado. Y sobra la mentada ciudad…
- ¿Sabes? No se puede decir que esta ciudad haya durado mucho. Creo que el arquitecto no era muy bueno-, comentó de broma. - Ah, joder, limpiemos el camino de enemigos. Así tendrán más posibilidades de salvarse-, dijo, seguido, mientras comenzaba su carrera hacia las puertas de la ciudad.
- Y cómo te llamas. Además, yo podría hacerte la misma pregunta que tú me has hecho a mí.
- Creo que la gran diferencia es que mis espadas cortan de verdad. Y mi nombre es El que viste y calza, también llamado Vincent Calhoun.
- ¿Eres el más chistoso de la familia?
- Pues tendrías que haber conocido a mi padre, ese sí que se gastaba buenos chistes. Yo soy el capullo sin más.
Vincent desenvainó su espada, y a la vez, conjuró su hechizo para realizar cortes a distancia, y utilizó el propio movimiento de desenvaine para cortarle el cuello a uno de los enemigos que les cortaba el paso.[1]
- Eh, al menos sabes luchar.
- Claro, hombre. Soy multifacético. Algunas mujeres te lo podrían hasta decir-, comentó mientras se enzarzaba en el combate contra más bio cibernéticos, y la zarigüeya hacía lo propio con otros del grupo. - Pero, bueno mejor no les preguntes a las que me conocieron. Porque la mayoría te dirá que mis facetas son, además del mentado ser un capullo, ser muy capullo, aún más capullo, un cabrón, y un par de cosas más igual de divertidas.
- Eres querido. Eso es loable-, respondió el hombre bestia dejando inconsciente a uno de los bios.
- Sin duda-, dijo con esfuerzo, frenando con su acero el ataque de un enemigo. - Pero el amor no es todo en esta vida. Así que también aprendí a matar.
Y con un movimiento rápido despachó a su rival y luego avanzó, agachándose para esquivar el ataque de otro enemigo, al mismo tiempo que le cortaba por un costado, justo por encima de la cadera.
- Tenemos abrir el portón, para que tus amigos puedan escapar-, señaló hacia lo alto de una torre improvisada, hecha de madera y trozos de metal. - Por cierto, es agradable hacer dúo con un camarada que gustar charlar. Eso lo hace más ameno-, bromeó, para luego regresar a la seriedad requerida en ese momento. - Debemos abrirnos paso, ¿preparado?
Vincent se preparó para lanzar una descarga de proyectiles explosivos contra la muralla, contra aquella torre que defendía el portón, pero se ve que el otro muchacho era más de… hacer las cosas sin… magia.
- Oye, oye, pero, ¿qué haces?
- Hacer un poco de ejercicio nocturno. ¿Tú qué crees? Intento alcanzar la palanca que abre la puerta, - contestó, mientras subía y escalaba por los palos como si nada.
- Oh, yo también podría hacerlo si quisiera. E igual de fácil-, mintió. - Al menos con magia podría-, terminó por decir, a ese respecto, orgulloso de sí mismo. - Pero qué digo, no había pensado eso para la torre. En fin, ya da igual. Pero ya que estamos, no sé tu nombre. Es de caballeros presentarnos-, dijo, al llegar a la puerta, base de la torre.
- Yo no soy caballero, pero me llamo Hont-, respondió.
Nada más llegar arriba, usando su arte de combate ágil, Hont logró tirar al guardia de la torre.
- Yo tampoco soy caballero. Es una forma…-. El brujo tuvo que esquivar al tipo que caía para que no le aplastara. - Bah, da igual-, dijo para sí mismo, al tiempo que ensartaba al desgraciado que se había estampado contra el suelo, para acabar con su agonía.
El ataque de otro grupo de bio cibernéticos no le permitió a cierto brujo seguir con la cháchara, pero… digamos que la cosa no mejoró cuando Hont tiró de la palanca. Sí, la puerta se abrió pero fuera el campamento de los humanos había visto días mejores y se encontró en medio de los bios que le atacaban y los que eran la retaguardia de los que avanzaban al campamento.
- Muchacho, podrías haber inspeccionado el exterior antes de abrir.
- Ya había mirado. Podemos con todos ellos.
Vincent esquivó un tajo y negó con la cabeza ante tal afirmación.
«Este tipo tiene pelotas, pero algo me dice que demasiadas pelotas»
En cualquier caso, la única vía viable para el brujo fue ascender a la torre, eso sí, por las escaleras, como los dioses mandaban. Un lugar angosto le valía para enfrentar a tantos sin ser superado numéricamente. Y no tenía que preocuparse de nadie de arriba porque Hont había despejado el puesto.
Un Hont, que por otro lado, avanzó por encima de aquella improvisada empalizada y saltó hacia un edificio cercano a la muralla, dónde comenzó a repartir de lo lindo.
- En serio, este tipo está demasiado cabra para ser una zarigüeya-, afirmó, dejando una marca en uno de las estructuras de la torre con la palma de su mano.[3] Luego tuvo que seguir ascendido ante el ímpetu de sus enemigos, llegando con ello al final del camino, a la parte superior de la torre. - ¡Bueno, chaval, despejaré esta zona y me iré! ¡No te muevas de ahí porque en ese lugar estás a salvo! ¡Y, ah, por supuesto, ha sido un placer trabajar contigo!
- ¡Ir a dónde!
Vincent lanzó varios de sus proyectiles explosivos hacia la retaguardia de los bio cibernético[2], que se encontraba en el exterior del recinto y, tras ello, no le quedó más que decir...
- Villanos, bellacos. Siempre recordaréis este día como el día en que casi capturáis a…
El brujo envainó su espada y se tiró de la torre. En el aire chasqueó los dedos[3] y la mentada torre explotó por los aires, partiéndose por la mitad y haciendo que todos los bio cibernético en ella murieran por la explosión o cayeran junto a los escombros.
Vincent, por su parte, en mitad de la caída pronunció una palabra en el idioma de los dragones y fue recibido por “el firme” con tremendo costalazo.[4] Firme, si pudieramos llamar firme a un maldito vampiro que no sigue las instrucciones.
- Corlys, te dije que la dejaras en el suelo. Si alguien la lleva encima, la teleportación se produce por encima de él y le cae encima-, dijo, agarrándose el costado que se había golpeado contra el vampiro y después contra el suelo.
Tras un tiempo de descanso, sentado en el suelo, miró a lo lejos, hacia dónde estaría la ciudad que cada vez tenía menos aspecto de ciudad y más de ruina. Tras los bio cibernéticos que quedaban, allí estaría hecho añicos el sueño de un hombre.
- Quizás, algún día, las personas aprendamos a seguir a alguien menos pagado de sí mismo-, comentó, y luego miró a su alrededor. - A alguien que valore algo más que sus propios objetivos y deseos. Su visión del mundo. Y sus ambiciones desmedidas-, dijo, levantándose, y tendiendo la mano a su amigo para que se incorporara. - Puede que algún día las personas aprendan a dejar sin trabajo a gente como yo.
Vincent suspiró, resignado. Sin siquiera molestarse en limpiar el barro que cubría parte de sus ropas, se preparó para contener a los bio cibernéticos que quedaban del ataque al campamento.
Las personas, sueños son.
Algunas personas soñaban con “ciudades libres”. Con ser el líder de su nuevo imperio y visión. Otras, en el fango, solamente soñaban con utopías improbables.
Resumen: Pierdo el rastro de la criatura, asciendo a la superficie por una grieta y llego a Eden. Me encuentro con Don Zarigüeya y juntos limpiamos una puerta de "Chabolandia", para que el grupo de Iori, Ryuu y compañía tengan vía libre, aunque ellos no nos llegan a ver. Dejo en manos de Hont guiarles a la salida (?)
Ah sí, al final me teleporto y caigo sobre Corlys por los lols XD
[1] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 3: La Herida del Viento.
[2] Consumo el segundo uso de mi habilidad de nivel 4: Ojos de lobo.
[3] Utilizo el primero de los usos de mi habilidad de nivel 5: ¡Es una trampa!. (Ambos tres son del mismo uso, el primero de colocarla, el segundo de explotarla)
Me quedo sin sinónimos (?) Socorro.
[4] Le doy la piedra de teleportación a Corlys en el primer cuatro, y la utilizo en el segundo para aparecermejunto encima de él.
- Oh, vamos, Corlys. ¿Necesitabas que un túnel bajo tierra se viniera abajo para entender que estoy loco? - comentó burlón, antes de echarse a reír y entregarle una piedra.[4] - Tengo mis secretos, hombre. Ya verás. Sólo tienes que dejar esa piedra en el suelo del campamento.
«Si es que no muero antes, claro está»
- Ahora será mejor que te marches con los demás-, afirmó, haciendo un movimiento con la testa, hacia la soldadesca que ya ponía pies en polvorosa. - No parece buena idea quedarse aquí por mucho tiempo. Pronto nos veremos-, terminó por decir, como despedida, seguro de sí mismo, mientras avanzaba hacia el túnel por el que se había ido la criatura.
Este narrador mentiría si dijera que Vincent no estaba preocupado por la situación. Tal como se habían dado las circunstancias, la soldadesca y Corlys se habían dado media vuelta, pues nada más podrían hacer ellos allí, salvo quedar atrapados entre derrumbes, o directamente aplastados por ellos. Vinc, antes de iniciar la persecución, había visto partir al último de ellos, para después ver como uno de aquellos derrumbes sellaba la salida.
No había vuelta atrás.
Por lo demás, estaba solo contra una criatura que se movía en aquel submundo como pez en el agua. Estaba en su elemento, y luchar en el territorio de un enemigo no era la mejor de las ideas. Más bien, todo lo contrario.
- A veces pareces un novato-, se dijo, en quedo susurro. - Impulsivo y estúpido. Pero, en cualquier caso, no soy yo quien está huyendo ¿no?
Pero aquellas últimas palabras salían del pensamiento que habían motivado al brujo a tomar aquella decisión. Sí, la criatura debía ser destruida. Pero para ello había que vencer la batalla. Si no podía garantizar al menos una posibilidad de victoria, ¿de qué servía perseguirla? La realidad es que si huía de ellos, era por algo.
- Las explosiones en la cara no le gustan a nadie-, mentó esta vez, otra vez en murmullos para sí mismos,
Sin embargo, tras sus palabras, pudo escuchar perfectamente el sonido de la bestia moverse y el sonido de otro corrimiento de tierra.
Vincent aligeró el paso para encontrarse con la bestia lo más rápido posible y cortarle la retirada, pero para su desgracia, se topó de lleno con una de las tantas posibilidades que había en aquella misión tan arriesgada.
- Mierda-, maldijo, buscando alguna posibilidad para pasar y seguir la persecución, Pero pronto se dio cuenta que cualquier intento sería inútil. - No me lo puedo creer-, dijo, tras un suspiro, viendo que su único camino era hacia la superficie.
En realidad, en ese punto, el mercenario pensó si valía la pena el esfuerzo de subir. Y si no sería mejor hacer pensar en otro plan, en el gran plan B si todo salía mal, mas, allí arriba, sobre su cabeza, aparte de lucir un bonito cielo estrellado, se delineaba el contorno de un edificio. Al menos, la sombra de un edificio contra el tapiz celestial.
«Por lo menos puedo subir por ahí», pensó, al tiempo que guardaba su acero en la vaina, y comenzaba la escalada.
El polvo se adhería a su ropa, a su pelo, incluso a su barba, según ascendía, pero lo más importante era que empezaba a escuchar el sonido de la vida allá afuera. Sí, a cada palmo que daba, a cada decena de centímetros que ganaba, el sureño podía escuchar mejor la algarabía de la “ciudad”.
«Que bien se lo están pasando sin mí», caviló con sorna, tras realizar un último esfuerzo para alcanzar un piedra que había quedado incrustada en el hueco.
Por suerte, el brujo podía subir por un lado de esta, y además, la mentada piedra le serviría como apoyo provisional. Allí podría descansar levemente, así como otear lo que le quedaba para llegar a la superficie.
Vincent suspiró indignado, mientras tomaba el aire para sus siguientes esfuerzos, y con un impulso de su magia de aire se ayudó para correr un tramo de pared y después saltar hacia unos cascotes inclinados entre los que pudo apoyarse, para volver a hacer el mismo movimiento que antes, y así, ya, por fin sentir como sus manos enguantadas se aferraban al borde del precipicio.
El brujo oteó hacia abajo al escuchar un ruido y pudo observar como el inestable túnel que había escalado se venía abajo. Aquellos impulsos entre cascotes eran lo último que necesitaba el asqueroso agujero y de esta manera se lo agradecía al capullo que había originado la inestabilidad.
- Venga ya, ¿es que nada puede ser más fácil para mí? - se preguntó con sarcasmo, pero usando todas sus fuerzas para escalar el tramo que le quedaba.
Después mientras todo se venía abajo, al menos lo que quedaba de ese cochambroso edificio, Vinc corrió como si le persiguiera una jauría de perros salvajes, y saltó por una ventana rota del primer piso, dando una voltereta al pasar por ella para hacerlo en el menor tiempo posible.
Nada más tomar tierra con sus piernas, el suelo tembló y el brujo perdió el equilibrio y cayó de bruces contra el firme, el golpe, amortiguado con sus antebrazos. Al que apodaban “El Lobo” sintió que el terreno se inclinaba peligrosamente así que corrió otra vez y su horizonte, se volvió otra vez pared en vez de ciudad, cuando un trozo de tierra bajo sus pies empezó a caer tras rajarse.
Vincent gritó, más estuvo rápido para usa su magia para impulsarse desde la piedra que caía y volver a aferrarse al nuevo borde del precipicio.
- Me cago en la puta, esto ya lo he vivido-, maldijo, agarrándose como podía al inestable borde. - Y ya no tuvo gracia la primera vez.
«Estúpido infortunio»
Fue en ese instante cuando el brujo tuvo, por segunda vez, la idea de usar el plan B. Esta vez con una imperiosa necesidad cuando notaba que se quedaba sin fuerzas, pero una ayuda extra le llegó de repente y le ayudó a subirse.
El resto de la historia es otra carrera que lo terminó de alejar del derrumbe. Bueno, a él y a su nuevo amigo.
Un Vincent cansado se apoyaba en sus rodillas y jadeaba, mientras contemplaba como todo el edificio se iba a pique, y la anchura de la raja del suelo crecía.
- Gracias, amigo. Pensé que no lo contaba-, terminó por decir, entre jadeos. - Aunque, no quiero parecer desagradecido. Pero, ¿qué demonios haces por aquí?
- He venido a detener a APP-Bel y a destruir a todos sus seguidores. Pero primero debo salvar a unos amigos-, afirmó, diremos… Don zarigüeya, señalando hacia una zona del lugar.
Vincent, en cambio, tras mirar la dirección que señalaba, no pudo menos que reparar en el arma del hombre.
- ¿Con una espada de madera? - «¿Es que en este mundo todos se han vuelto locos?» - Da igual, parece que tus amigos ya han encontrado la manera de huir, si son esos-, comentó, señalando él, la misma dirección, pero con la cabeza, tras erguirse.
Un grupo de elfos huía de aquella ciudad que se venía abajo. Al menos fueron los primeros en salir de aquel desaguisado. Y sobra la mentada ciudad…
- ¿Sabes? No se puede decir que esta ciudad haya durado mucho. Creo que el arquitecto no era muy bueno-, comentó de broma. - Ah, joder, limpiemos el camino de enemigos. Así tendrán más posibilidades de salvarse-, dijo, seguido, mientras comenzaba su carrera hacia las puertas de la ciudad.
- Y cómo te llamas. Además, yo podría hacerte la misma pregunta que tú me has hecho a mí.
- Creo que la gran diferencia es que mis espadas cortan de verdad. Y mi nombre es El que viste y calza, también llamado Vincent Calhoun.
- ¿Eres el más chistoso de la familia?
- Pues tendrías que haber conocido a mi padre, ese sí que se gastaba buenos chistes. Yo soy el capullo sin más.
Vincent desenvainó su espada, y a la vez, conjuró su hechizo para realizar cortes a distancia, y utilizó el propio movimiento de desenvaine para cortarle el cuello a uno de los enemigos que les cortaba el paso.[1]
- Eh, al menos sabes luchar.
- Claro, hombre. Soy multifacético. Algunas mujeres te lo podrían hasta decir-, comentó mientras se enzarzaba en el combate contra más bio cibernéticos, y la zarigüeya hacía lo propio con otros del grupo. - Pero, bueno mejor no les preguntes a las que me conocieron. Porque la mayoría te dirá que mis facetas son, además del mentado ser un capullo, ser muy capullo, aún más capullo, un cabrón, y un par de cosas más igual de divertidas.
- Eres querido. Eso es loable-, respondió el hombre bestia dejando inconsciente a uno de los bios.
- Sin duda-, dijo con esfuerzo, frenando con su acero el ataque de un enemigo. - Pero el amor no es todo en esta vida. Así que también aprendí a matar.
Y con un movimiento rápido despachó a su rival y luego avanzó, agachándose para esquivar el ataque de otro enemigo, al mismo tiempo que le cortaba por un costado, justo por encima de la cadera.
- Tenemos abrir el portón, para que tus amigos puedan escapar-, señaló hacia lo alto de una torre improvisada, hecha de madera y trozos de metal. - Por cierto, es agradable hacer dúo con un camarada que gustar charlar. Eso lo hace más ameno-, bromeó, para luego regresar a la seriedad requerida en ese momento. - Debemos abrirnos paso, ¿preparado?
Vincent se preparó para lanzar una descarga de proyectiles explosivos contra la muralla, contra aquella torre que defendía el portón, pero se ve que el otro muchacho era más de… hacer las cosas sin… magia.
- Oye, oye, pero, ¿qué haces?
- Hacer un poco de ejercicio nocturno. ¿Tú qué crees? Intento alcanzar la palanca que abre la puerta, - contestó, mientras subía y escalaba por los palos como si nada.
- Oh, yo también podría hacerlo si quisiera. E igual de fácil-, mintió. - Al menos con magia podría-, terminó por decir, a ese respecto, orgulloso de sí mismo. - Pero qué digo, no había pensado eso para la torre. En fin, ya da igual. Pero ya que estamos, no sé tu nombre. Es de caballeros presentarnos-, dijo, al llegar a la puerta, base de la torre.
- Yo no soy caballero, pero me llamo Hont-, respondió.
Nada más llegar arriba, usando su arte de combate ágil, Hont logró tirar al guardia de la torre.
- Yo tampoco soy caballero. Es una forma…-. El brujo tuvo que esquivar al tipo que caía para que no le aplastara. - Bah, da igual-, dijo para sí mismo, al tiempo que ensartaba al desgraciado que se había estampado contra el suelo, para acabar con su agonía.
El ataque de otro grupo de bio cibernéticos no le permitió a cierto brujo seguir con la cháchara, pero… digamos que la cosa no mejoró cuando Hont tiró de la palanca. Sí, la puerta se abrió pero fuera el campamento de los humanos había visto días mejores y se encontró en medio de los bios que le atacaban y los que eran la retaguardia de los que avanzaban al campamento.
- Muchacho, podrías haber inspeccionado el exterior antes de abrir.
- Ya había mirado. Podemos con todos ellos.
Vincent esquivó un tajo y negó con la cabeza ante tal afirmación.
«Este tipo tiene pelotas, pero algo me dice que demasiadas pelotas»
En cualquier caso, la única vía viable para el brujo fue ascender a la torre, eso sí, por las escaleras, como los dioses mandaban. Un lugar angosto le valía para enfrentar a tantos sin ser superado numéricamente. Y no tenía que preocuparse de nadie de arriba porque Hont había despejado el puesto.
Un Hont, que por otro lado, avanzó por encima de aquella improvisada empalizada y saltó hacia un edificio cercano a la muralla, dónde comenzó a repartir de lo lindo.
- En serio, este tipo está demasiado cabra para ser una zarigüeya-, afirmó, dejando una marca en uno de las estructuras de la torre con la palma de su mano.[3] Luego tuvo que seguir ascendido ante el ímpetu de sus enemigos, llegando con ello al final del camino, a la parte superior de la torre. - ¡Bueno, chaval, despejaré esta zona y me iré! ¡No te muevas de ahí porque en ese lugar estás a salvo! ¡Y, ah, por supuesto, ha sido un placer trabajar contigo!
- ¡Ir a dónde!
Vincent lanzó varios de sus proyectiles explosivos hacia la retaguardia de los bio cibernético[2], que se encontraba en el exterior del recinto y, tras ello, no le quedó más que decir...
- Villanos, bellacos. Siempre recordaréis este día como el día en que casi capturáis a…
El brujo envainó su espada y se tiró de la torre. En el aire chasqueó los dedos[3] y la mentada torre explotó por los aires, partiéndose por la mitad y haciendo que todos los bio cibernético en ella murieran por la explosión o cayeran junto a los escombros.
Vincent, por su parte, en mitad de la caída pronunció una palabra en el idioma de los dragones y fue recibido por “el firme” con tremendo costalazo.[4] Firme, si pudieramos llamar firme a un maldito vampiro que no sigue las instrucciones.
- Corlys, te dije que la dejaras en el suelo. Si alguien la lleva encima, la teleportación se produce por encima de él y le cae encima-, dijo, agarrándose el costado que se había golpeado contra el vampiro y después contra el suelo.
Tras un tiempo de descanso, sentado en el suelo, miró a lo lejos, hacia dónde estaría la ciudad que cada vez tenía menos aspecto de ciudad y más de ruina. Tras los bio cibernéticos que quedaban, allí estaría hecho añicos el sueño de un hombre.
- Quizás, algún día, las personas aprendamos a seguir a alguien menos pagado de sí mismo-, comentó, y luego miró a su alrededor. - A alguien que valore algo más que sus propios objetivos y deseos. Su visión del mundo. Y sus ambiciones desmedidas-, dijo, levantándose, y tendiendo la mano a su amigo para que se incorporara. - Puede que algún día las personas aprendan a dejar sin trabajo a gente como yo.
Vincent suspiró, resignado. Sin siquiera molestarse en limpiar el barro que cubría parte de sus ropas, se preparó para contener a los bio cibernéticos que quedaban del ataque al campamento.
Las personas, sueños son.
Algunas personas soñaban con “ciudades libres”. Con ser el líder de su nuevo imperio y visión. Otras, en el fango, solamente soñaban con utopías improbables.
Offrol
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Resumen: Pierdo el rastro de la criatura, asciendo a la superficie por una grieta y llego a Eden. Me encuentro con Don Zarigüeya y juntos limpiamos una puerta de "Chabolandia", para que el grupo de Iori, Ryuu y compañía tengan vía libre, aunque ellos no nos llegan a ver. Dejo en manos de Hont guiarles a la salida (?)
Ah sí, al final me teleporto y caigo sobre Corlys por los lols XD
[1] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 3: La Herida del Viento.
[2] Consumo el segundo uso de mi habilidad de nivel 4: Ojos de lobo.
[3] Utilizo el primero de los usos de mi habilidad de nivel 5: ¡Es una trampa!. (Ambos tres son del mismo uso, el primero de colocarla, el segundo de explotarla)
Me quedo sin sinónimos (?) Socorro.
[4] Le doy la piedra de teleportación a Corlys en el primer cuatro, y la utilizo en el segundo para aparecerme
Vincent Calhoun
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] Asedio a Edén
APP-Bel había perdido el contacto con sus hermanos y un terrible dolor de cabeza había tomado el lugar que hasta hacía un momento ocupara su conexión con el Fruto, pero aún no estaba acabado. Se ajustó el guante, gemelo del que le había entregado a Wilhelmina y sintió el poder manar desde éste hacia su cuerpo, como lo sintiera en su día con el supuesto ídolo de la vida, allá, en el templo de los monos.
El suelo tembló de nuevo y tuvo que correr para no ser aplastado por un edificio cuya base se había desplomado bajo tierra. Mientras corría, vio a uno de sus hermanos enfrascado en la tarea de caminar en línea recta, a pesar de que la pared que tenía delante le impedía avanzar. El corrimiento de tierra hizo que el tejado metálico se deslizara hacia el borde, sobre la cabeza del bio-cibernético. APP-Bel alzó una mano, tratando de prevenirlo, y la placa de metal quedó suspendida en el aire.
La sorpresa solo le duró un instante, para eso había fabricado aquel guante, después de todo. Con un gesto, apartó a un lado la placa de metal. Después, agarró del brazo a su hermano y lo obligó a seguirlo. Intentó lo mismo con todos aquellos que se encontró en su huida de aquello que se estaba tragando su Edén desde abajo, pero solo unos pocos respondieron a sus esfuerzos. Apenas un puñado de toda una comunidad. ¿Y qué sería de los que habían salido a luchar?
No, no debía pensar en ello, no aún. Lo primero era sacar de allí a todos los que pudiera. ¿Serían seguro el túnel que llevaba a la arboleda? Tendrían que arriesgarse, todos al elevador. Pero, ay, la nostalgia, antes de entrar, no pudo evitar mirar atrás, a lo que había sido su Edén, su Utopía.
Y entonces, la torre explotó.
Un fuerte golpe en la cara le volteó el rostro y le hizo caer. Un agudo dolor en el brazo le hizo incorporarse para comprobar que una lámina de metal le había atravesado la muñeca. ¡Había perdido la mano, peor, el guante! A través de la cortina de sangre que comenzaba a enturbiar su vista, lo vio rodar por el suelo, mano incluida, a unos metros de distancia, pero un nuevo temblor de tierra, unido a su propia debilidad, le hizo desistir de perseguirlo. Todo lo que pudo hacer fue rodar al interior del elevador y huir con sus hermanos. Todo lo demás estaba perdido. Todo.
¿Y dónde estaba Él?
[...]
Áddila no estaba segura de qué había ocurrido en esas breves horas en las que el tiempo tomó un cariz distinto al habitual, con minutos y segundos anegados en sangre y metal. El comandante había muerto, sin que el prisionero biocibernético hubiese de ningún modo podido tomar parte en ello. Sus explicaciones resultados extrañas, mas al fin y al cabo, de una lógica siniestra. Aquel objeto había terminado por asesinar a su superior, como toda magia oscura utilizada sin conocer totalmente sus variables. ¿Para eso había ella perdida a tantos subalternos? se dijo furiosa. Habían acudido a Edén para hacerse con aún mayor número de objetos. De haberlo conseguido ¿qué habría cambiado? Entristecida, no fue capaz a responderse.
El desplome de Edén provocó un temblor que desequilibró a buena parte de las fuerzas de la Guardia y sus enemigos, retumbando muchas leguas a la redonda, como una brutal explosión, siendo tragada por el interior de la tierra. Las criaturas que había servido bajo la égida de APP-BEL abandonaron precipitadamente el campamento teñido a carmesí. La mente colmena había sido desactivada con el desastre, y la última e inesperada carga de quienes habían reducido a los kobolds resultó el golpe decisivo para sellar una cruentamente amarga victoria de las tropas de Lunargenta. No pocos soldados sintieron que nada había que festejar aquel día más allá de haber conservado la vida. Para muchos, el Hombre Muerto no era más que palabras, y habían llegado a las puertas de la base biocibernética con la plena confianza de estar luchando para proteger su patria, y a sus familias. El posible botín se había venido abajo con las incomprensibles máquina de esas criaturas de metal y su líder había perdido la vida. No era la gloria que hubieran esperado.
La capitana entró en la tienda del comandante, desatando a un Káno que no ahorró en imprecaciones conocidas, inventadas y mezcladas que ella ni siquiera había jamás escuchado. Herido y desorientado, el buscón rechazó tajantemente cualquier tipo de ayuda tras lo que le habían hecho sufrir. La mujer-ave lo contempló abandonar la tienda, con la sensación de que nunca iban a volver a cruzar sus caminos.
Repasó la estancia de madera y lona, cuando un nuevo temblor amenazó con echarla por tierra. Se sostuvo con dificultad, escuchando los gritos del exterior, muy diferentes a lo que habían sido en el transcurso de la lucha a muerte con las huestes de Edén. Salió, colocando con lentitud y cuidado un pie tras otro, consciente de que cualquier mal paso la haría caer, hasta que consiguió estabilizarse lo suficiente como para alzar el vuelo y repasar desde las alturas qué demonios estaba ocurriendo en su campamento.
Y lo que vio, la dejó helada.
El suelo abrió sus fauces en tres largas grietas, de apenas dos pasos de grosor, que se tragaron impedimenta, armamento e incluso a algunos desgraciados demasiado lentos o heridos para escapar de la nueva amenaza. Parte de la tienda del comandante sufrió tal destino, y Áddila solo pudo ver como el cuerpo de su superior era engullido por la oscuridad. Un extraño encapuchado abandonó a pasos rápidos la zona, cuando la oficial se encontraba demasiado ocupada ayudando a todos los que era capaz. Su asombro llegó al clímax, cuando aquellos que habían sobrevivido tras beber de la Fuente, permanecieron como infantes no mayores a tres o cuatro años. Un anciano, desesperado por las heridas, fue el último que decidió beber del Objeto del 19.
Y murió, sin que nada más ocurriese que una última vida perdida.
La tierra terminó de sacudirse, y el cataclismo provocado por el hundimiento de la base terminó por calmarse. Sólo las profundas hendiduras permanecieron como testigos del horror de la guerra. La Guardia tocó a revista un par de horas después. Era el momento de regresar.
[...]
RECOMPENSAS:
Corlys: Por tu participación y hazañas, recibes 16 px y un material épico, además de 300 aeros que se te conceden por los servicios prestados por parte de la Guardia.
- recompensas:
Metal impregnado de éter [material épico]: Cuando Vincent cae sobre ti, se enreda en tu melena un extraño pedazo de metal de la criatura subterránea cargado del éter de los objetos del 19.
A pesar de las tensas relaciones de Lunargenta con los vampiros, la capitana Áddila, a causa de la información de los numerosos soldados que han combatido a tus órdenes, te ha hecho entrega de una HOJA DE SERVICIO donde se relata lo que has llevado a cabo en beneficio de la Guardia. Tal vez algún día eso pueda salvarte la vida.
Recompensa opcional adicional: Amistad con el clan kobold Drac'Ur-Nin. A pesar de la lucha, los supervivientes han conocido vuestra benevolencia cuando se rindieron a la Guardia. Si es tu deseo, los líderes del clan conversarán con vosotros, y quizá os pidan algo para sellar una incipiente amistad, que redundará en concederos ayuda cuando la necesitéis.
Vincenzzo: Por tu participación y hazañas, recibes 18 px y un material épico, además de 300 aeros que se te conceden por los servicios prestados por parte de la Guardia.
- recompensas:
Fragmento asquiviscoso del Fruto del Edén [material épico]: Al reventar el extraño objeto cárnico, una porción se adhirió a tu vestimenta. Al cogerlo con cierto asco, puedes notar a la perfección el poder que puede conllevar para una futura fabricación.
Áddila te ha hecho entrega de una carta de recomendación a nombre de uno de los mayores oficiales de la Guardia en Lunargenta, donde podrás recoger un uniforme de Guardia honorario, con todos los beneficios que los soldados disfrutan en la capital, además del honor de participar en la recepción de la victoria que próximamente será presidida por el Rey Siegfried en persona.
Recompensa opcional adicional: Amistad con el clan kobold Drac'Ur-Nin. Si es tu deseo, los líderes del clan conversarán con vosotros, y quizá os pidan algo para sellar una incipiente amistad, que redundará en concederos ayuda cuando la necesitéis.
Reike: Por tu participación y hazañas, recibes 16 px y un material épico. Has perdonado a Áddila y probablemente, cambiado el curso de la guerra. Quizá otros nunca lo sepan, pero tú sí lo harás. También recoges 300 aeros de cofres abiertos de la Guardia que ya no van a necesitar al carecer de gente suficiente para cargar con ellos.
- recompensas:
Pedazo de arma de Ander [material épico]: Imbuida del poder de la Fuente y la sangre contaminada del desdichado, obtienes una porción del arma de tu conocido. Quizá llegue a convertirse en la fibra principal de algo nuevo...
Iori: Por tu participación, recibes 10 px y 200 aeros, además de algunos cortes y heridas leves que podrás curar durante tu siguiente tema o acudiendo en busca de sanación al Mercado o el Taller de un Alquimista. Recibes también:
- recompensas:
- PNJ: Gundemaro. El humano no se despegará de ti hasta que haya recibido lo que él cree que le has prometido tan sugestivamente. Deberás hacer un tema libre en el que tratará de cobrarse su merecida “recompensa" por cualquier medio posible (tú me entiendes). El tema puede o no ser explícito (+18), eso lo dejo a tu elección, pero podrá ser intervenido por un master y todos los participantes recibirán un bono de 2 px.
Cristal maldito: [Material épico] Se trata de uno de los cristales que te extrajo Gundemaro, mezclado con tu propia sangre. Sirve para la creación de objetos de calidad épica de cualquier profesión.
Maldición: Bestia interna: Parte del líquido del Frasco del No-Nato penetró en tu torrente sanguíneo a través de los cristales rotos en el momento de su destrucción. No te transformarás en bestia, pero durante los próximos dos temas de rol, te sentirás particularmente irritable allá donde haya gente cerca. Cualquier pequeño obstáculo, frustración, disputa… irá sumando a tu nivel de estrés, hasta hacerte perder la razón. Llegados a este punto (no más tarde de la sexta ronda), entrarás en un frenesí violento en el que no distinguirás amigo de enemigo, atacando por igual a cualquiera que se te acerque. El estado durará dos turnos, o hasta que alguien te noquee, lo que ocurra primero. Pasados dos temas de rol, la maldición se diluirá por sí misma.
Ryuu: Por tu participación, recibes 10 px y 200 aeros, además de algunos cortes y heridas leves que podrás curar durante tu siguiente tema o acudiendo en busca de sanación al Mercado o el Taller de un Alquimista. Recibes también:
- recompensas:
- Cambio de Apariencia: No olvides registrar tu nuevo PB en el registro de Avatares.
Pluma azulada: [Material épico] Una de tus antiguas plumas, solo que se siente distinta de algún modo. Sirve para la creación de objetos de calidad épica de cualquier profesión.
Maldición: Bestia interna: Parte del líquido del Frasco del No-Nato penetró en tu torrente sanguíneo a través de los cristales rotos en el momento de su destrucción. No te transformarás en bestia (más), pero durante los próximos dos temas de rol, te sentirás particularmente irritable allá donde haya gente cerca. Cualquier pequeño obstáculo, frustración, disputa… irá sumando a tu nivel de estrés, hasta hacerte perder la razón. Llegados a este punto (no más tarde de la sexta ronda), entrarás en un frenesí violento en el que no distinguirás amigo de enemigo, atacando por igual a cualquiera que se te acerque. El estado durará dos turnos, o hasta que alguien te noquee, lo que ocurra primero. Pasados dos temas de rol, la maldición se diluirá por sí misma.
Mina:Recibes, por tu participación, 10 px y 200 aeros, además del susto del extraño chapuzón de hace un momento. Ese tú decides cuándo y cómo se te pasa. Recibes también:
- recompensas:
- Fragmento de caja negra: [Material épico] Que hayas perdido tu magia, no significa que no puedas reconocer el potencial mágico de ciertos objetos y sabes que esa extraña caja contuvo un poderoso Objeto Maldito. Sirve para la creación de objetos de calidad épica de cualquier profesión.
Maldición: Como vulgar humana: Has perdido tu magia y, aunque has demostrado que sabes arreglártelas sin ella, la derrota de Edén no te la devolverá, pues no fue ningún Objeto Maldito lo que te lo arrebató, sino uno de los inventos de APP-Bel. Para recuperar tu magia, deberás hacer dos temas, que podrá intervenir un master y con un bono de 2 px por tema para cada participante. El primero de los temas será libre y tu objetivo será buscar el guante (la mano no es necesaria) que perdió APP-Bel entre los escombros de Edén. El segundo tema podrá ser libre o privado, pero al menos uno de tus compañeros deberá ser ingeniero y/o arcanista. Tu objetivo es investigar, con su ayuda, el funcionamiento de los guantes para tratar de revertir el efecto que te arrebató tu magia.
Sango: Por tu participación, recibes 10 px y 200 aeros. Tú mismo has curado tus heridas, así que no sufrirás secuelas por ese lado. Recibes también:
- recompensas:
- Fragmento de hacha: [Material épico] Se trata de tu propia reliquia familiar, la que A47I rompió, que se ha impregnado del sobrecargado éter de la zona. Quizá tú no tengas la capacidad de percibir su potencial, pero cualquier artesano mínimamente versado, lo hará. Sirve para la creación de objetos de calidad épica de cualquier profesión. Mientras reúnes los materiales necesarios para la creación de uno de estos objetos, podrás seguir usándola como un hacha normal, es decir, si la llevas a reparar. Al tratarse de un hacha de calidad media, te ahorrarías 20 aeros en materiales.
Misión: Reunir a una hija con su madre. Has salvado la vida de Jani, te encargo ahora su seguridad. Deberás hacer un tema libre en el que escoltas a Jani hasta Ulmer, para que pueda reunirse con su madre adoptiva (Reivy, con la que ya has coincidido antes, pero te dejo a ti la decisión de si Sango es consciente de esto o no). El tema podrá ser intervenido por un master y todos los participantes recibirán un bono de 2 px.
Debido a los recientes acontecimientos, pronto serán necesarias personas valientes y aguerridas que lleven a cabo trabajos creados por todo cuanto ha ocurrido.
Ger
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