Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
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Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
❖ ❖ ❖
En uno de los rincones de Aerandir, bajo el cálido abrigo de la maleza y custodiado por centenas de árboles colosales, un secreto florecía en silencio, en la oscuridad que le rodeaba sin atreverse a tocarle. Ese secreto, sabido apenas por unos pocos pero que poseía el potencial de germinar como un gran cambio para el mundo, sería profanado por la inocencia de criaturas perdidas en la ignorancia.
Con la audacia de la juventud, un grupo de niños se adentró en el bosque que todos en las aldeas cercanas evitaban. Las advertencias, transmitidas mediante terroríficas leyendas de hechiceras milenarias sedientas de sangre, y de pequeños hombres verdes que hallaban el gozo en raptar mujeres y convertirlas en víctimas de sus perversiones innombrables, se desvanecieron en los oídos de los infantes. Nada detuvo sus pasos hacia una caverna oculta en el corazón maldito del bosque.
Dentro, la oscuridad devoraba la luz de sus antorchas, pero las risas y desafíos que los niños intercambiaban los animaban a continuar. Así fue hasta que sus ojos vieron el milagro que crecía en la tierra desconocida por la luz solar.
Un majestuoso e inquietante jardín de girasoles como ningún otro. Girasoles púrpuras, visibles pese a la negrura que lo cubría todo. Esas flores parecían brillar… No, era distinto. La propia oscuridad se negaba a ocultarlas, sintiéndose indigna de tal acto.
Entonces una voz femenina, baja pero acerada, resonó en la caverna.
—No deberían estar aquí, pequeños.
❖ ❖ ❖
Las yökukkas habían sido sepultadas entre mis memorias hasta que una carta de Yako las desenterró, aplastando mis planes bajo la curiosidad que me despertaba el destino de aquellas flores ensuciadas por los prejuicios.
Las preguntas sensatas sobre los motivos por los que Xana y yo fuimos llamados no tuvieron cabida en mi mente. Y si las hubieran tenido, ninguna respuesta apropiada podría haberles dado. Así que nos dirigimos, sin miedo al éxito, hacia el jardín secreto.
—¿Estás segura de que es aquí? –pregunté, por enésima vez, a mi compañera Xana detrás de mí, mientras, montados en Kali, mi caballo feo volador, sobrevolábamos el bosque durante un ambarino y caluroso atardecer.
—Ya te dije que lo siento, ¿sí? —replicó Xana por enésima vez—. Debí ser más cuidadosa para no soltar el mapa. Pero no puedo hacer más. No puedo hacer que Kali vomite el mapa. Y… ¿acaso no es tu culpa? Nunca castigas a Kali cuando se come las cosas de los demás. De hecho, ¿no se supone que los thestral no necesitan comer? ¿Por qué Kali anda comiéndose todo?
—¡Oh, mira, una lluvia de vacas!
—¡Ay, no otra vez! —exclamó Xana, y conjuró decenas de orbes de luz para protegerse de la lluvia—. ¿Eh? No veo ninguna vac… ¡Rauko!
Demasiado tarde descubrió que me lancé de Kali, al vacío, como todo un suicida que ha decidido al fin liberarse de la tortura que es existir en una vida absurda y sin sentido donde todo esfuerzo y logro está condenado a desaparecer en el olvido. Eso, pero sin la parte de ser un suicida que ha decidido… Ah, mucho texto.
Como de costumbre, utilicé mi magia de propulsión para desacelerar mi caída y aterrizar de pie, con la gracia de un gato y la belleza de un elfo.
Ahora que estaba solo y en tierra, podía aprovechar para vaciar la vejiga. Porque sí, es algo que casi nunca se narra, pero los aventureros también tenemos nuestras necesidades.
—¡Caramba, caramba! —gritó alguien repentinamente, gatillando un respingo en mí—. ¿Ahora también llueven elfos además de vacas?
Me volví hacia esa persona, ahora asombrado más por su pregunta que por su presencia en medio de la nada. Mis ojos, entonces, encontraron a una mujer-murciélago, un poco más alta que yo, esbelta y asustadiza, colgando de los pies sujetos en las ramas de un árbol cadavérico, su cuerpo cubierto apenas por sus enormes alas demoniacas.
- Bat-Girl:
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—¿Conoces las lluvias de vacas? —fue lo que me interesó preguntar.
—¡Pues por supuesto! —exclamó—. Hasta mis abuelos advierten a los críos de cómo protegernos de ese castigo de los grandes espíritus.
—No sabía que las lluvias de vacas fueran tan antiguas.
—Y no lo son; todos las descubrimos hace dos meses, pero es más creíble si lo cuentan los ancianos.
—Ah.
—Sí.
—Hmm…
—Hmm… Y, bueno, ¿qué haces por aquí?
—Ah, honestamente, solo vine a orinar.
—¿Tan lejos de todo?
—Bueno, no. Me detuve un momento para eso, pero estoy buscando un sitio secreto.
Levantó sus cejas y me escudriñó con sus ojos de escleras negras.
—¿Eres Raupo?
—¿Querrás decir «Rauko», tal vez?
—No, me refiero a Raupo, un elfo afeminado que es como el chico de los recados especialito de la gente de Azaril.
—Quizás lo sea. ¿Por qué preguntas?
Ella sonrió ampliamente. Dado sus rasgos bestiales, su sonrisa dotada de dientes afilados fue escalofriante.
—Bienvenido seas entonces, chico Raupo —anunció sacudiendo sus alas—, al Jardín del Amanecer Púrpura… ¿O era Anochecer Púrpura? Bueno, como sea, ven. Beyza y Yako esperan dentro. —Señaló hacia una pared rocosa a unos metros detrás de ella—. Atraviésala con confianza.
—Oh, vaya, así que también te dijeron que puedo atravesar paredes.
—Eso no es nada especial aquí.
—¡¿También puedes hacerte intangible?! —me sorprendí. «Ahora resulta que todos pueden hacer lo que Xana y yo», pensé, sintiéndome desilusionado de mis capacidades mágicas.
—¿Pero qué dices, chico? Esta pared es una mentira, un truco de magia de Yako. Cualquiera la atraviesa.
—Ah.
—Bueno, ¿vas a entrar o no?
—Sí, pero… preferiría… orinar primero.
Luego de hacer mis cositas y de que Xana descendiera por fin del cielo con Kali, nos adentramos en el camino secreto. Túneles oscuros nos encontraron al otro lado, así como otras mujeres murciélagos que nos prohibieron usar nuestra magia para ahuyentar la oscuridad. Nos proveyeron de piedras con runas talladas que irradiaban un tenue resplandor del color que prefiriéramos, así que el verde tiñó mis alrededores hasta que Xana decidió fastidiarme eligiendo el cian para su runa.
Mientras nuestros pasos reverberaban en los túneles serpenteantes, dos mujeres-bestias nos explicaron que hacía tres años Azaril y su gente visitaron su aldea e hicieron una alianza que benefició a ambas partes: las sirvientas exterminaron una plaga de trasgos, los cuales iniciaban ataques constantes en la aldea, y a cambio del exterminio se les permitió a las sirvientas aprovechar aquellas cavernas como tierra donde sembrar flores rarísimas en secreto.
Luego de pactar aquello, solo Beyza y Yako regresaban cada cierto tiempo para comprobar el progreso de las flores, mientras que algunas pocas chicas murciélagos se encargaban de custodiar el lugar, aunque últimamente habían tenido que incrementar la seguridad por motivos variados, entre los cuales apenas me mencionaron la presencia de criaturas peligrosas.
—¿Y los hombres? —inquirió Xana, notando la ausencia de salchichas entre las guardianas oscuras.
—Algunos siguen en la aldea, que no pueden dejar las casas solas con tantos bichos feos cerca —respondió despreocupada una chica murciélago—, otros se fueron y que a buscar una tierra ancestral, en las montañas xhúpalo masxhúpalo duro, o algo así. No sé. Cosas de hombres.
—Ya veo… Entonces… ¿en qué podemos ayudar dos elfos como nosotros? —Finalmente Xana hizo la pregunta.
—Eso se los explicará la señorita Yako.
—Beyza lo hará —le corrigió su compañera—. Yako se fue para encontrarse con un… ¿Cómo es que se dice?
—¿Alquimista?
—¡Sí, eso! Un alquilista.
«¿Qué tan desesperado deberá estar ese alquimista para aceptar un trabajito en medio de la nada?», cavilé, como si yo mismo no estuviera en medio de la nada.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Kali꞉ es un thestral, también conocido como un caballo feo volador.
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Rauko
Aerandiano de honor
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Bosques del Oeste
Vengo de: Algún evento intermedio entre el antes y después de esto (?)
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Semanas antes en algún lugar de Aerandir... una taberna.. en medio de la borrachera.
- ¡Lo logré! ¡Lo logré! ¡Wohooa! - Celebraba mi gran proeza . - Mira, hermanito, mira. - Señalaba la mesa, mientras Meleis más en otro plano astral que en otro sonreía alzando los pulgares. - He traído mas vino, y gratis. - Cualquiera que hubiera escuchado eso pudiera pensar que producto de pócimas y demás y conocimientos alquímicos la composición del agua había cambiado, la verdad era que tener conocimientos arcanos eran buenos para mi alcoholismo.
- Disculpe, señorita. - Escuché a mis espalda y luego más abajo. Con esas frases inicia esta historia.
Bosques del Oeste, en algún lugar del cielo.
No terminaba de entender porqué estaba yendo a ese lugar. Si recordaba bien, en medio de mis laguna etílicas ,era de vital importancia... y pagarían bien. Había despertado con un mapa y un anticipo, un buen anticipo. - Es por allí. - Señalé hacia el frente cayendo en cuenta que sobre Meleis poco el podría entender el significado de "por ahí" a no ser que girara su cabeza ciento ochenta grados. - A la izquierda. - Agregué.
Desde que llegamos a los linderos del bosque y hecho un tramo a pie, Meleis no tardó en volverse una bestia y continuar vía aerea, no teníamos otro modo de llegar y tampoco algún bégimo que pudiera ser de utilidad. Debería considerar pedirle uno al anciano niño alguna vez.
El sitio... era peculiar, las criaturas igual de peculiares pero no por ello fascinantes. Amaba la diversidad, especialmente sí podía llenar los huecos de estas.
El panorama cambió a uno un poco más lúgubre, lleno de arboles secos y ... - ¿Es un murciélago? - Pensé en voz alta al ver lo que colgaba de aquel árbol. Meleis al ver semejante paisaje, intentó hacer algo por ver tanta sequía y exhaló de su aliento chorros suaves de agua, aunque tan mal acostumbrado como estaba gracias a las enseñanzas que alguna vez Ryra le dio, ahora meaba.
- ¡Caramba, caramba! ¿Ahora también llueven dragones además de vacas y elfos?- - Gritó repentinamente.
Aterrizamos y bajé de mi hermano que parecía aliviado de quitarse mi peso de encima. No tardó en volver a su forma humana y encontrarnos cara con cara al revés de la criatura.
- Hola, estoy buscando una cueva. - Dije ladeando la cabeza al menos para no verla de cabeza. -
- ¿Vienen con el Raupo? -
- No conozco a ningún Raupo pero sí tengo un maestro llamado Rauko.
- ¡Ah! Es el Raupo. Atraviésalo por allá.
Intercambié una mirada de confusión con Meleis hacia la evidentemente roca solida que estaba allí.
- Disculpe, ¿se refiere a atravesar la roca? - Preguntó mi hermano para romper la tensión que a mí me había generado siquiera pensar en atravesarle algo al ganso. A hiro con todo gusto pero.... no.
- Esa pared es una mentira, un truco de magia de Yako. Cualquiera la atraviesa.
Nos volvimos a mirar, esta vez un poco más tranquilos.
- En ese caso, muchas gracias... Eeem
- ¿Van a entrar o no?
- eeem sí, claro... lo siento... Vamos, Meleis. - Era mejor hacerle caso a la mujer colgante y evitar problemas o quizás meternos en ellos.
Como dijo la pared era falsa y nos llevó a un túnel totalmente oscuro. - No veo un carajo.- Expresé al primer traspiés. Por suerte alguien, seguro algún familiar del chiquitín - el siervo de reike que le hago ropa - porque no supe de dónde vino nos dio unas espcies de rocas brillantes color verde nos permitieron nuestro avance.
- A ver si entendí de nuevo. Dices que alguien te contrató así y ya.
- Sí, y medio el mapa. Ya te dije que no recuerdo mucho pero tuvo que ver con el vino. Tal vez quieren hacer una fiesta y vino gratis.
Seguimos el trayecto hasta escuchar voces más a lo lejos. Quizás se trataba de Rauko, la mujer colgante dijo que lo conocía, o algo parecido.
- Off:
- Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad. 1/2Cosas Activas:Meraxes:
Una sensación amarga se aferró al pecho de la dragona, un deseo casi instintivo de tener la caja entre sus manos, de explorar su contenido y descubrir qué secretos encerraba. Ahora, Meraxes se sentiría en una encrucijada de emociones; la frustración y la ansiedad se mezclaban con un profundo anhelo que no podía ignorar.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Espejo Brújula.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]
-Gorrito de Calabaza.
- Granada de Humo.Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
Meraxes
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
-Hmmm... Creo esto nunca había pasado antes- se dijo el rubio a si mismo mientras sentía como el viento recorría su cuerpo, la sensación del viento alborotando su cabello era lo mejor, sin embargo, no le agradaba el hecho de tener esa extraña sensación de vértigo en su estomago.
-Oh cierto, debería hacer algo al respecto, considerando que el piso se ve azul y el cielo parece acercarse conforme sigo subiendo- hablo de nuevo para si mismo mientras se giraba y se ponía en la posición correcta para mitigar la caída, el no elfo vio su llave cayendo a la distancia y con un par de explosiones de éter(1) consiguió moverse en aire para hacerse con la llave la cual guardo rápidamente en uno de sus bolsillos, luego de un par de explosiones de éter mas(2), redujo con éxito la velocidad de su caída, mas tenia aquella extraña sensación de estar olvidando algo de suma importancia.
-Si lo olvide de seguro no era tan importante- diría aterrizando en el piso sin problemas.
-¿Qué no es tan importante?, ¿Y porque llueve tanta gente del cielo hoy?- preguntaría una mujer bestia con rasgos quirópteros.
-No lo recuerdo, en cuanto a tu segunda pregunta, ni idea ¯\_(ツ)_/¯- respondería Zelas mientras se encogía de hombros.
-Vaya que trae gente rara ese Raupo... Por cierto ¿no escuchas un silbido raro?- preguntaría de nuevo la chica murciélago.
-Jaja Raupo... ¿Un silbido?... Oh mierda- Zelas se abalanzo rápidamente sobre la mujer quiróptero y con la ayuda de un par de explosiones de éter(3), logro desplazar a ambos de una inminente muerte.
La espada ridículamente grande de Zelas se clavo justo en el lugar donde habían estado ambos anteriormente, -¿Ahora llueven espadas?, esto cada vez se pone peor, ya nadie creerá en ello, incluso si los ancianos lo dicen, y pensar que en un momento supuse que querías algo conmigo- señalaría la chica murciélago.
El no-elfo se levanto y ayudo a la chica a levantarse, entonces se dirigió hacia donde estaba la espada -Tranquila, suele pasar, lamento todo eso de la espada y esas cosas, mi mente suele estar muy dispersa en estos días- señalaría el rubio al momento que tomaba la espada y procedía a sacar un pequeño orbe, en el cual introduciría aquella espada ridículamente grande(4).
-A estas alturas ya no me sorprende nada, ten toma esta piedra y entra a esa piedra, encontraras a Raupo luego- diría la chica mientras miraba al cielo, en alerta por si otra cosa peligrosa caía de este.
-Oh, las piedras mágicas si que son útiles- respondería el rubio mientras tomaba la piedra y procedía a entrar en la otra piedra, una vez adentro comprendió que la piedra pequeña solo era para iluminar un poco aquella cueva, sin mucho mas que hacer, siguió el camino esperando encontrarse al resto.
OFF: habilidades y cosas usadas
1,2 y 3: Vuelo Fulgido
4: Vaina infinita
-Oh cierto, debería hacer algo al respecto, considerando que el piso se ve azul y el cielo parece acercarse conforme sigo subiendo- hablo de nuevo para si mismo mientras se giraba y se ponía en la posición correcta para mitigar la caída, el no elfo vio su llave cayendo a la distancia y con un par de explosiones de éter(1) consiguió moverse en aire para hacerse con la llave la cual guardo rápidamente en uno de sus bolsillos, luego de un par de explosiones de éter mas(2), redujo con éxito la velocidad de su caída, mas tenia aquella extraña sensación de estar olvidando algo de suma importancia.
-Si lo olvide de seguro no era tan importante- diría aterrizando en el piso sin problemas.
-¿Qué no es tan importante?, ¿Y porque llueve tanta gente del cielo hoy?- preguntaría una mujer bestia con rasgos quirópteros.
-No lo recuerdo, en cuanto a tu segunda pregunta, ni idea ¯\_(ツ)_/¯- respondería Zelas mientras se encogía de hombros.
-Vaya que trae gente rara ese Raupo... Por cierto ¿no escuchas un silbido raro?- preguntaría de nuevo la chica murciélago.
-Jaja Raupo... ¿Un silbido?... Oh mierda- Zelas se abalanzo rápidamente sobre la mujer quiróptero y con la ayuda de un par de explosiones de éter(3), logro desplazar a ambos de una inminente muerte.
La espada ridículamente grande de Zelas se clavo justo en el lugar donde habían estado ambos anteriormente, -¿Ahora llueven espadas?, esto cada vez se pone peor, ya nadie creerá en ello, incluso si los ancianos lo dicen, y pensar que en un momento supuse que querías algo conmigo- señalaría la chica murciélago.
El no-elfo se levanto y ayudo a la chica a levantarse, entonces se dirigió hacia donde estaba la espada -Tranquila, suele pasar, lamento todo eso de la espada y esas cosas, mi mente suele estar muy dispersa en estos días- señalaría el rubio al momento que tomaba la espada y procedía a sacar un pequeño orbe, en el cual introduciría aquella espada ridículamente grande(4).
-A estas alturas ya no me sorprende nada, ten toma esta piedra y entra a esa piedra, encontraras a Raupo luego- diría la chica mientras miraba al cielo, en alerta por si otra cosa peligrosa caía de este.
-Oh, las piedras mágicas si que son útiles- respondería el rubio mientras tomaba la piedra y procedía a entrar en la otra piedra, una vez adentro comprendió que la piedra pequeña solo era para iluminar un poco aquella cueva, sin mucho mas que hacer, siguió el camino esperando encontrarse al resto.
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Zelas Hazelmere
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Yo no fui, fue el perro- Dije señalando al animal -A mí no me miren, ni siquiera tengo manos- [1] Dijo el perro levantando las patas del frente por mero instinto -¿Ah no? ¿Y quién preguntó si el pelaje de los bégimos era inflamable?- Cuestionó otro de los pasajeros -Ups- Dijo el perro -Eso, pues, era para una tarea de la escuela nada más- De cualquier manera, ahí estábamos, en pleno vuelo sobre un bégimo que aceleraba cada vez más al sentir su cola en llamas.
Muy bien, mantengan la calma, todo va a estar bien- Dije con mi propia voz para darle un poco de cordura y seriedad al momento, pero aquello solo desató el pánico entre los presentes -¡Un vampiro, un vampiro!- Gritaban alarmados -Debe ser de esos que nos quieren matar a todos para recuperar Sacrestic- Gritaban en pánico -No, claro que no, esperen, yo solo quiero- Estiré la mano hacia una señora para calmarla pero me empujó y se echó hacia atrás -¡No me atraparán con vida!- Dijo y saltó del bégimo en pleno vuelo.
De acuerdo… eso fue exagerado… pero estoy seguro que ella tenía un plan y va a estar bien- Dije intentando calmar a los otros pasajeros antes de ver como la doña terminaba aterrizando y convirtiéndose en jugo de señora -Muy bien, más nadie va a saltar, solo esperen un poco, los bégimos están entrenados para estos casos, él sabrá qué hacer- Dije sin saber si aquello era cierto, pero si no lo fuera, lo metería luego al buzón de sugerencias.
¿Si yo saltara estarían más tranquilos?- Pregunté nervioso ante aquella medida tan exagerada -Sí, claro- Respondió alguien -Pues, claro, es lo que… espera ¿qué?- Pregunté indignado y pensando que esos marranos ingratos no merecían ser salvados -Bueno, está bien, yo sé cuando no me quieren- Dije con una mano en el corazón -Pero allá arriba hay un Dios que todo lo ve- Continué dramáticamente, me levanté y salté de espaldas.
La cabeza del perro asomada por un ladito de la cabina de pasajeros del bégimo fue lo último que vi antes de darme la vuelta y prepararme para la caída, por suerte algunas ramas de árboles amortiguaron un poco, hubo crujidos, de ramas, se agitaron las hojas y hasta un extraño quejido en el camino hasta el suelo, pero finalmente logré aterrizar en terreno esponjoso.
Vaya que ha estado cerca- Dijo el perro que ya estaba delante de mí -Oye ¿Cómo llegaste aquí? Bueno, no importa, solo diré que... ¡Ay no! ¡Por las barbas de Baby Vin!- Dije alarmado al ver que había aterrizado sobre una muy estrujada mujer bestia que seguramente había visto mejores tiempos -Sí, pisaste una demonia- Dijo el perro -¿Ahora también llueven vampiros y perros parlantes además de vacas, dragones, elfos y espadas?- Dijo entre quejidos la pobre criatura.
Ya quítate de encima ¿Sí?- Me levanté de un salto -Hasta habla esa cosa- Dije alarmado y comencé a correr de ahí hasta llegar a la base de una montaña. No quería arriesgarme a mirar hacia atrás a ver si la criatura me seguía pero usaría la pared de piedra para impulsarme hacia arriba y subir para escapar, lamentablemente no fue así, di un salto apuntando a pisar en la pared pero pasé de largo y entré a una especie de cueva.
Caí aparatosamente cerca de donde algunas personas hablaban de vino gratis, y entonces, el perro hizo lo suyo -¿Y saben quién vino gratis? Pues nosotros- Dijo el animal mientras yo intentaba levantarme y sacudía mi camisa luego de aquella fuga tan aparatosa, no tenía idea de dónde estaba o qué estaban haciendo ahí, pero desde ahora fingiría que sí, que estaba al tanto de todo y de ser posible me podría a cargo… o podría a cargo al perro, quizá eso sería más lógico.
[1] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía. Muy bien, mantengan la calma, todo va a estar bien- Dije con mi propia voz para darle un poco de cordura y seriedad al momento, pero aquello solo desató el pánico entre los presentes -¡Un vampiro, un vampiro!- Gritaban alarmados -Debe ser de esos que nos quieren matar a todos para recuperar Sacrestic- Gritaban en pánico -No, claro que no, esperen, yo solo quiero- Estiré la mano hacia una señora para calmarla pero me empujó y se echó hacia atrás -¡No me atraparán con vida!- Dijo y saltó del bégimo en pleno vuelo.
De acuerdo… eso fue exagerado… pero estoy seguro que ella tenía un plan y va a estar bien- Dije intentando calmar a los otros pasajeros antes de ver como la doña terminaba aterrizando y convirtiéndose en jugo de señora -Muy bien, más nadie va a saltar, solo esperen un poco, los bégimos están entrenados para estos casos, él sabrá qué hacer- Dije sin saber si aquello era cierto, pero si no lo fuera, lo metería luego al buzón de sugerencias.
¿Si yo saltara estarían más tranquilos?- Pregunté nervioso ante aquella medida tan exagerada -Sí, claro- Respondió alguien -Pues, claro, es lo que… espera ¿qué?- Pregunté indignado y pensando que esos marranos ingratos no merecían ser salvados -Bueno, está bien, yo sé cuando no me quieren- Dije con una mano en el corazón -Pero allá arriba hay un Dios que todo lo ve- Continué dramáticamente, me levanté y salté de espaldas.
La cabeza del perro asomada por un ladito de la cabina de pasajeros del bégimo fue lo último que vi antes de darme la vuelta y prepararme para la caída, por suerte algunas ramas de árboles amortiguaron un poco, hubo crujidos, de ramas, se agitaron las hojas y hasta un extraño quejido en el camino hasta el suelo, pero finalmente logré aterrizar en terreno esponjoso.
Vaya que ha estado cerca- Dijo el perro que ya estaba delante de mí -Oye ¿Cómo llegaste aquí? Bueno, no importa, solo diré que... ¡Ay no! ¡Por las barbas de Baby Vin!- Dije alarmado al ver que había aterrizado sobre una muy estrujada mujer bestia que seguramente había visto mejores tiempos -Sí, pisaste una demonia- Dijo el perro -¿Ahora también llueven vampiros y perros parlantes además de vacas, dragones, elfos y espadas?- Dijo entre quejidos la pobre criatura.
Ya quítate de encima ¿Sí?- Me levanté de un salto -Hasta habla esa cosa- Dije alarmado y comencé a correr de ahí hasta llegar a la base de una montaña. No quería arriesgarme a mirar hacia atrás a ver si la criatura me seguía pero usaría la pared de piedra para impulsarme hacia arriba y subir para escapar, lamentablemente no fue así, di un salto apuntando a pisar en la pared pero pasé de largo y entré a una especie de cueva.
Caí aparatosamente cerca de donde algunas personas hablaban de vino gratis, y entonces, el perro hizo lo suyo -¿Y saben quién vino gratis? Pues nosotros- Dijo el animal mientras yo intentaba levantarme y sacudía mi camisa luego de aquella fuga tan aparatosa, no tenía idea de dónde estaba o qué estaban haciendo ahí, pero desde ahora fingiría que sí, que estaba al tanto de todo y de ser posible me podría a cargo… o podría a cargo al perro, quizá eso sería más lógico.
[-] No tengo nada que decir acá pero lo dejaré porque se ve bonito.
Bio
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Yökukka. Valeria se había dedicado a recopilar toda la información que pudo encontrar sobre la curiosa planta tan pronto como llegó a su poder el mensaje de la tal Yakovlev. La mayor parte eran leyendas, por supuesto. Incluso en los herbolarios más reputados apenas se recogían unas anotaciones acompañadas de la obligada mención a las leyendas sobre el Dragón de la Oscuridad. En muchos casos, se descartaba la propia existencia de la planta, a pesar de haberse considerado lo bastante importante para incluirla en la relación.
Sin embargo, habiendo una posibilidad de que la planta fuera real, Valeria no iba a dejar pasar la oportunidad de verla con sus propios ojos y estudiarla de primera mano. ¿Qué herborista o alquimista que se preciara de ello se negaría a contemplar siquiera la posibilidad de su existencia por un puñado de prejuicios? Ella no.
Por eso no se lo pensó dos veces a la hora de ponerse en contacto con Agatha Yakovlev: ¿Habían encontrado ya alquimistas para colaborar en el proyecto? ¿Cuándo podía concertar una entrevista? Porque sí, una cosa era sentirse intrigada y otra lanzarse a la aventura sin tener antes una pequeña conversación en algún lugar público para tantear el terreno. Después de todo, si una oferta parecía demasiado tentadora, no debía pasarse por encima el “demasiado”.
—¿Es cierto que hay que fertilizar la tierra con sangre de vampiro para que germine la semilla?
En este punto de la conversación, ambas alquimistas habían pasado la fase inicial de vacilación, la comparación de referencias, el debate metodológico y habían entrado de lleno en la fase de curiosidad manifiesta. Ni siquiera debían molestarse en bajar la voz, ya que a aquellas horas de la noche, los juglares ya habían empezado a aporrear los instrumentos para que la música se oyera por encima de los gritos de los ebrios lugareños. Y los ni tan ebrios ni tan lugareños, a decir verdad. De hecho, Valeria y su interlocutora habían ido acercando las cabezas por encima de la mesa donde yacían olvidadas sus bebidas a medida que avanzaba la conversación.
—Bueno, no hemos logrado que germinen de otra forma, así que tengo que concluir que sí hasta que se demuestre lo contrario —respondió Yakovlev.
—¿Y cómo habéis conseguido la…? No, no importa. Imagino que las tendréis resguardadas y lejos de… —Recordando de pronto que se encontraban en un lugar público, Valeria miró alrededor y se acercó un poco más a su interlocutora antes de hablar—... Amigos del bosque. Si es que es cierto eso de que la magia de luz, ya sabes, puf.
Para aquel entonces, ya era más que evidente que Valeria Reike se uniría al proyecto, por lo que el acuerdo no se demoró mucho más. Aunque sí lo hizo la conversación. Debido al retraso que supuso la larga y emocionante charla sobre plantas, las alquimistas perdieron su medio de transporte. Algo que Valeria nunca lamentaría, a pesar de la aparatosa caída que pretendía pasar por aterrizaje.
—Lo siento muchísimo —dijo la dragona, transformada de nuevo, mientras corría hacia Valeria—. Pensé que sería más fácil, siendo tú tan ligera, pero es que no tengo mucha práctica con esto de… ya sabes…
—¿Planear hasta el suelo en lugar de dejarte caer como si te hubieran agujereado las alas? —dijo una voz de mujer en la oscuridad—. Descuida, no eres la única que se ha dejado caer por aquí.
—No te preocupes, no me he roto nada —dijo Valeria sin darle importancia—. Entonces, ¿ya hemos llegado? ¿Puedo ver la plantación?
Sin embargo, habiendo una posibilidad de que la planta fuera real, Valeria no iba a dejar pasar la oportunidad de verla con sus propios ojos y estudiarla de primera mano. ¿Qué herborista o alquimista que se preciara de ello se negaría a contemplar siquiera la posibilidad de su existencia por un puñado de prejuicios? Ella no.
Por eso no se lo pensó dos veces a la hora de ponerse en contacto con Agatha Yakovlev: ¿Habían encontrado ya alquimistas para colaborar en el proyecto? ¿Cuándo podía concertar una entrevista? Porque sí, una cosa era sentirse intrigada y otra lanzarse a la aventura sin tener antes una pequeña conversación en algún lugar público para tantear el terreno. Después de todo, si una oferta parecía demasiado tentadora, no debía pasarse por encima el “demasiado”.
—¿Es cierto que hay que fertilizar la tierra con sangre de vampiro para que germine la semilla?
En este punto de la conversación, ambas alquimistas habían pasado la fase inicial de vacilación, la comparación de referencias, el debate metodológico y habían entrado de lleno en la fase de curiosidad manifiesta. Ni siquiera debían molestarse en bajar la voz, ya que a aquellas horas de la noche, los juglares ya habían empezado a aporrear los instrumentos para que la música se oyera por encima de los gritos de los ebrios lugareños. Y los ni tan ebrios ni tan lugareños, a decir verdad. De hecho, Valeria y su interlocutora habían ido acercando las cabezas por encima de la mesa donde yacían olvidadas sus bebidas a medida que avanzaba la conversación.
—Bueno, no hemos logrado que germinen de otra forma, así que tengo que concluir que sí hasta que se demuestre lo contrario —respondió Yakovlev.
—¿Y cómo habéis conseguido la…? No, no importa. Imagino que las tendréis resguardadas y lejos de… —Recordando de pronto que se encontraban en un lugar público, Valeria miró alrededor y se acercó un poco más a su interlocutora antes de hablar—... Amigos del bosque. Si es que es cierto eso de que la magia de luz, ya sabes, puf.
Para aquel entonces, ya era más que evidente que Valeria Reike se uniría al proyecto, por lo que el acuerdo no se demoró mucho más. Aunque sí lo hizo la conversación. Debido al retraso que supuso la larga y emocionante charla sobre plantas, las alquimistas perdieron su medio de transporte. Algo que Valeria nunca lamentaría, a pesar de la aparatosa caída que pretendía pasar por aterrizaje.
—Lo siento muchísimo —dijo la dragona, transformada de nuevo, mientras corría hacia Valeria—. Pensé que sería más fácil, siendo tú tan ligera, pero es que no tengo mucha práctica con esto de… ya sabes…
—¿Planear hasta el suelo en lugar de dejarte caer como si te hubieran agujereado las alas? —dijo una voz de mujer en la oscuridad—. Descuida, no eres la única que se ha dejado caer por aquí.
—No te preocupes, no me he roto nada —dijo Valeria sin darle importancia—. Entonces, ¿ya hemos llegado? ¿Puedo ver la plantación?
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
¿Me quieres decir cómo carajos terminamos encima de unas gárgolas? - Reclamaba la bruja, la cual estaba encima de una gárgola, al igual que yo. - ¿Qué se yo? Tal vez me recuerdan de la recolección de guld. - Dije igual de confundido que la arpía. Lo último que recordaba era que iba caminando junto a Ryra por el bosque cuando unas gárgolas nos emboscaron. Logramos evadir a las primeras, pero al evadir a las segundas, terminamos encima de estas y comenzaron a volar.
Tal vez nos llevan a su nido para que nos coman sus crías. - La mujer me vio con recelo. - No son pájaros para que tengan nidos y hagan eso. - Arquee mi ceja ante el reproche de la mujer. - Oh ¿Tu qué sabes? Tienen alas. Para mi son más aves que otra cosa. - No digas estupideces. Me dijiste que supiste cómo matar a estas cosas en ese viaje. ¿Cómo lo hiciste?
Hay que clavar los dedos en sus ojos. Será doloroso, pero es la única manera. Pero hay que hacerlo cuando bajen un poco más. Si lo hacemos desde aquí tendremos una muerte asegurada. Tal vez cuando lleguen a su nido. - ¡Que no tienen nidos! - Reclamó la bruja mientras la gárgola que la cargaba se tambaleo un poco ante los movimientos bruscos de Ryra.
Aquella travesía duró cerca de media hora, hasta que ellas comenzaron a bajar. Y como mis palabras fuesen la de un profeta. Nos acercábamos al nido de las gárgolas. - Tienes que estar bromeando. - Comencé a reír. - ¡Te lo dije arpía! ¡Te lo dije! Estas cosas tienen nidos. Es momento de ejecutar el plan. - Hecho eso, y tal como lo hice en aquella ocasión, clavé mis dedos en los ojos de la gárgola. No iba a negar que eso había sido doloroso. Pero esto descontroló lo suficiente a la gárgola para que se dieran la vuelta y comenzáramos a caer.
Caí cual costal de papas en el suelo, lo cual me hizo quejarme de dolor. - Ay mi espalda. - A diferencia de mi, la bruja alcanzó a maniobrar un poco para que su aterrizaje no fuese tan doloroso. - Te falta práctica en las caídas, perro. - Negué con la cabeza. - Soy un perro, no un gato para caer de pie. - Dije mientras me levantaba y me sacudía un poco. Allí me di cuenta que no estábamos solos. - Hoy he visto de todo. - Dijo la mujer murciélago.- ¿Ustedes son acompañantes de Raupo? - Al escuchar aquello hice un gesto de confusión. - Solo conozco a alguien llamado Rauko.
- Eso mismo, Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rau...
- Rau...
- ...ko
- ...ko
- Rauko.
- Raupo.
Calma, me vibra la pieza. - Dije así sin más al sentir una leve vibración en la pieza metálica. - ¿La pieza? - Preguntó con extrañeza. - Mera o Zelas, o tal vez los dos están por aquí. - La bruja miró a la mujer murcielago. - ¿Y qué si lo conocemos? - La mujer murciélago posó su vista en unas rocas. - Deberán entrar en las rocas. Su grupo los espera. - Miré con confusión. - O sea ¿cómo? - Debe ser una especie de ilusión. - Al fin una persona inteligente. Tomen estas rocas. Las necesitarán adentro. Raupo los espera. - Nos entregó las rocas. - Es Rauko...
- Eso mismo, Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rau...
- Rau...
- ...ko
- ...ko
- Rauko.
- Raupo.
La bruja me tomó del cabello y comenzó a jalarme hacia las rocas que no eran rocas. - Ya cállate que las gárgolas aún rondan por aquí y necesitamos ocultarnos... Gracias por todo. - Le dijo a la mujer murciélago. No es nada... - Nos adentramos en ese lugar, y las rocas se iluminaron. - Que práctico. - Dije mientras sentía cómo mi cuervo aparecía al fin y se posaba en mi hombro. - Valiente ayuda contra las gárgolas.
Tal vez nos llevan a su nido para que nos coman sus crías. - La mujer me vio con recelo. - No son pájaros para que tengan nidos y hagan eso. - Arquee mi ceja ante el reproche de la mujer. - Oh ¿Tu qué sabes? Tienen alas. Para mi son más aves que otra cosa. - No digas estupideces. Me dijiste que supiste cómo matar a estas cosas en ese viaje. ¿Cómo lo hiciste?
Hay que clavar los dedos en sus ojos. Será doloroso, pero es la única manera. Pero hay que hacerlo cuando bajen un poco más. Si lo hacemos desde aquí tendremos una muerte asegurada. Tal vez cuando lleguen a su nido. - ¡Que no tienen nidos! - Reclamó la bruja mientras la gárgola que la cargaba se tambaleo un poco ante los movimientos bruscos de Ryra.
Aquella travesía duró cerca de media hora, hasta que ellas comenzaron a bajar. Y como mis palabras fuesen la de un profeta. Nos acercábamos al nido de las gárgolas. - Tienes que estar bromeando. - Comencé a reír. - ¡Te lo dije arpía! ¡Te lo dije! Estas cosas tienen nidos. Es momento de ejecutar el plan. - Hecho eso, y tal como lo hice en aquella ocasión, clavé mis dedos en los ojos de la gárgola. No iba a negar que eso había sido doloroso. Pero esto descontroló lo suficiente a la gárgola para que se dieran la vuelta y comenzáramos a caer.
Caí cual costal de papas en el suelo, lo cual me hizo quejarme de dolor. - Ay mi espalda. - A diferencia de mi, la bruja alcanzó a maniobrar un poco para que su aterrizaje no fuese tan doloroso. - Te falta práctica en las caídas, perro. - Negué con la cabeza. - Soy un perro, no un gato para caer de pie. - Dije mientras me levantaba y me sacudía un poco. Allí me di cuenta que no estábamos solos. - Hoy he visto de todo. - Dijo la mujer murciélago.- ¿Ustedes son acompañantes de Raupo? - Al escuchar aquello hice un gesto de confusión. - Solo conozco a alguien llamado Rauko.
- Eso mismo, Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rau...
- Rau...
- ...ko
- ...ko
- Rauko.
- Raupo.
Calma, me vibra la pieza. - Dije así sin más al sentir una leve vibración en la pieza metálica. - ¿La pieza? - Preguntó con extrañeza. - Mera o Zelas, o tal vez los dos están por aquí. - La bruja miró a la mujer murcielago. - ¿Y qué si lo conocemos? - La mujer murciélago posó su vista en unas rocas. - Deberán entrar en las rocas. Su grupo los espera. - Miré con confusión. - O sea ¿cómo? - Debe ser una especie de ilusión. - Al fin una persona inteligente. Tomen estas rocas. Las necesitarán adentro. Raupo los espera. - Nos entregó las rocas. - Es Rauko...
- Eso mismo, Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rauko.
- Raupo.
- Rau...
- Rau...
- ...ko
- ...ko
- Rauko.
- Raupo.
La bruja me tomó del cabello y comenzó a jalarme hacia las rocas que no eran rocas. - Ya cállate que las gárgolas aún rondan por aquí y necesitamos ocultarnos... Gracias por todo. - Le dijo a la mujer murciélago. No es nada... - Nos adentramos en ese lugar, y las rocas se iluminaron. - Que práctico. - Dije mientras sentía cómo mi cuervo aparecía al fin y se posaba en mi hombro. - Valiente ayuda contra las gárgolas.
- Inventario Gaegel:
- Espada corta: [Arma] Arma simple de calidad pobre.
- Hojas Unidas Superiores: [Arma] Esta arma puede ser usada como 2 armas (Cortante o Corta, decidido al crearla), o unirse para formar una sola, más pesada y de mayor impacto, aunque más difícil de controlar. Calidad Superior.
- Armadura de Fieras Normal: [Armadura Ligera] hecha en base a cuero y posibles refuerzos en malla u otros materiales resistentes. Se adapta a los cambios de forma, pudiendo seguir en forma de Lobo o Dragón. Es de calidad Normal.
- Guantes de Ladrón: [Guantes] Elaborados en cuero, poseen pequeñas herramientas ocultas para forzar cerraduras y un dedo de borde afilado, especial para cortar pequeñas correas.
- Bolso del Explorador: [Bolso] Contiene un saco de dormir liviano, 8 metros de cuerda, gancho de escalada, cantimplora, raciones de comida, hilo de pescar con anzuelo, trampa para conejos y una palanca tipo pata de cabra.
- Kit de Carpintería Inferior: [Limitado, 2 Usos] Mediante este kit, compuesto por diversas herramientas, puedes usar el efecto de cualquier Técnica de Carpintería de nivel Aprendiz o inferior que conozcas en un rol.
- Cuervo del Alpha: [Animal pequeño / Mascota] Utilizado por su anterior dueño como cuervo mensajero, pero tú podrás darle los usos que imagines. Recuerda que para utilizarlo como animal de combate deberás tener las habilidades correspondientes aprobadas.
- Inventario Ryra:
- Ballesta Pobre: [Arma de Proyectil] Arma que permite lanzar dardos. Por su calidad pobre es propensa a fallar.
- Boleadoras Normales: [Arma Flexible] hecho de cuero de calidad Normal, tales como un látigo o boleadoras.
Gaegel
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
—¡¿Qué haces?! —me increpó la chica murciélago—. ¡No metas el caballo aquí!
—¿Y dónde se supone que lo deje? —repliqué mientras empujaba a Kali por una puerta estrecha—. Me dijeron que no podía dejarlo fuera.
—Yo qué sé. Que ande a pastar por algún túnel, o algo.
—¿Y si encuentra las flores raras y se las come? Mejor tenerlo vigilado.
—¡Caramba, caramba, basta ya! —exclamó la otra chica murciélago—. Yo lo llevaré a un sitio donde no moleste a nadie.
—No permitiré que lo mates.
—¿Eh?
—Perdón, no sé qué comen los murciélagos.
—Nadie aquí come animales, y mucho menos sangre como muchos creen. Todas las que estamos aquí nos alimentamos del néctar de las flores, y en nuestra aldea casi todos comen frutas.
—¿Cómo? ¿Comen flores y, aun así, son las que vigilan las flores mágicas?
—No, no nos comemos las flores en sí, sino… Caramba, caramba, qué difícil hablar contigo. Dame tu caballo y entra ahí.
Hastiada, se encargó de apartar a Kali. Luego se encargó de perseguir al caballo feo volador cuando este decidió emprender una carrera innecesaria a través del laberinto subterráneo.
—Estará bien —me dijo la otra chica murciélago con una sonrisa nerviosa—. No se preocupen, entren.
Extendió sus alas y nos empujó con ellas a Xana y a mí.
Finalmente, entramos a la sala donde la reunión se llevaría a cabo. Un espacio amplio y con forma irregular. Pese a ser una caverna, contaba con muebles de madera, a la derecha un estante con libros de temáticas variadas y a la izquierda un cuadro enmarcado cuya pintura era una representación realista de una pared de tierra… ¿O solo era el marco sin más?
—Eso no es relevante.
Palabras de una voz carente de emociones. Era difícil no reconocerla. Me volví hacia el fondo del lugar. Detrás de un escritorio, comiendo un pastel de limón, estaba la vampiresa de cabello níveo, ojos dorados y corazón de piedra.
—Pero si tanta es tu curiosidad —continuó—, sí es una pintura.
Entonces empezó el momento en el que todos recordamos que el mundo es un pañuelo y nosotros somos los mocos.
Meraxes y su hermano prófugo llegaron.
—Oh, hola, Meraxes —saludé sonriendo y agitando una mano perezosamente—. Qué bueno que llegaron, los estábamos esperando —añadí, como si eso fuera verdad—. Y hola, Meleis, qué bueno que llegaste, te estábamos esperando.
—Bienvenidos —añadió Xana con una cortés y leve reverencia.
Y Zelas llegó también.
—Oh, hola, Zelas —saludé como antes—. Qué bueno que llegaste, te estábamos esperando.
—Claro —afirmó Xana—, nunca sobra alguien que ayude a los malos a escapar.
Luego apareció Bio.
—Oh, hola, Bio —empecé de nuevo—. Qué bueno que llegaste, te estábamos…
Y alguien más apareció, y más y otro más. Me cansé de saludar. Que se conformaran con verme agitar una mano.
—¿Esto es acaso una fiesta o por qué hay tanta gente aquí? —cuestionó Beyza—. Himmel, ¿estás ahí?
—¡Sí, señora! —respondió desde fuera de la sala la chica murciélago—. ¿En qué puedo servirle?
—¿Tú y tus amigas no entendieron que este lugar es secreto?
—Ay, caramba, caramba, pero creímos que debíamos dejar entrar a Raupo y a sus acompañantes.
—Rauko y su acompañante, en singular.
—Lo siento, señora. ¿Qué es singular? ¿Y no y que necesitaban a muchos alquilistas? La prima Nuit hasta salió a buscar por su cuenta y encontró a la mujer altota para ustedes.
—Bueno, bueno, tampoco es algo malo —intervino Yako, aunque su voz carecía de verdadera convicción—. Si son amigos de Rauko, de Bio y de Zelas, también son nuestros amigos —añadió con una sonrisa tímida.
—Pero cuidado, que a este es mejor tenerlo de enemigo —dijo Xana señalando con el pulgar a Zelas.
—¿Uh? ¿Qué dices?
Xana suspiró.
—Es una larga historia, pero no te preocupes por eso. No volverá a pasar. ¿No, Zelas?
—Nada de eso es relevante —interrumpió Beyza—. Estamos aquí para hacer un nuevo alimento para los vampiros, o juguito para vampis, como dicen las mujeres-bestia. Lo haremos con nuestra plantación de yökkukas, los girasoles púrpuras que muchos consideran aberraciones de la naturaleza y otros un regalo divino, pero que para nosotros será aquello que mejorará la vida de los vampiros para que nunca más deban vivir robando la sangre de otros.
Mientras hablaba, nos observaba con atención, especialmente a los elfos en la sala, quizás estudiando nuestras reacciones sobre la mención de una flor polémica. «Si ella le hubiera puesto un poco de emoción a su voz, habría sonado importante», fue lo que pensé.
—Bien —prosiguió—, estamos en las etapas finales. Las flores están listas para utilizarse, pero será necesario la colaboración de buenas alquimistas para producir el «juguito» con ellas, en gran cantidad con cuantos menos ingredientes sean necesarios.
—Y, más importante, que sea delicioso —añadí—. Oh, ¿podrán usar mi magia para que el juguito sea como las biusas, con el sabor que se desee?
—Eso es… una gran idea —musitó Yako para sí misma, contemplando las posibilidades con sus ojos iluminándose—. Pero… —ese brillo en sus ojos se atenuó— será complicado. Las biusas son un misterio y… combinar tu magia con las yökkukas no parece una buena idea; las flores se desintegran con la magia élfica. Pero quizás después.
—Ah… —murmuré desilusionado—. ¿Entonces para qué los elfos estamos aquí?
—Tú y Xana —dijo Beyza—, y Zelas, y… cuántos amigos tengas sin la menor idea de alquimia, están aquí para proteger las yökkukas.
—¿De qué, exactamente? —inquirió Xana, temiendo qué podría implicar «proteger» para aquella vampiresa cuyo corazón desconocía la moral.
Beyza observó en silencio a Xana por unos segundos.
—Nada que te haga sentir culpable si lo matas —respondió por fin—. Creemos que podría tratarse de gárgolas, que han aparecido varias volando en los alrededores y podrían haber hecho algún nido en alguno de los túneles inexplorados, o quizás sea algo peor꞉ podrían ser los gomejos que atacaron Sacrestic Ville hace un tiempo, que nadie supo por qué se enfurecieron ni a dónde fueron después. Es difícil saber qué se hallará. Nadie sensato se adentra en las profundidades, pero ahora debemos hacerlo porque nuestras barreras mágicas con las que las sellamos ahora son desactivadas en cuestión de días sin explicación, lo que nos obliga a tomar medidas más agresivas.
—¿Y por qué nosotros? ¿Qué pasa con las demás sirvientas de Azaril?
—Ama Azaril —corrigieron la vampireza y Yako.
—Ama Azaril, sí.
—Nadie más que ustedes son mejores para esta tarea, o eso dijo la ama Azaril. Después de todo, ustedes tienen una amplia experiencia y poder para enfrentar gomejos. No sé si te parece un problema que confiemos en ustedes.
—No —musitó Xana, cuyo recelo tal vez solo se debía a que no le agradaba Beyza y su forma de resolver los problemas.
—Bien, Himmel los guiará. Sea cual sea la alimaña que encuentren, no duden en eliminarla. Cada girasol ha costado sangre y años de esfuerzo —Su mirada nos recorrió a cada uno a uno de nosotros—. Pueden irse ya. Yo me les uniré después.
Mientras marchábamos por el laberinto de túneles, con Himmel adelante de nosotros, Yako aprovechó la oportunidad para explicarnos, con palabras elocuentes impregnadas de entusiasmo, sobre la importancia de las yökkukas para mejorar la vida de los vampiros. Luego de un rato, recordó presentarse.
—Por cierto, mi nombre es Agatha Yakovlev, pero ustedes pueden llamarme solo Yako, si quieren. Aunque seguramente Rauko ya les ha hablado de mí… —Me miró, pero no encontró una confirmación de mi parte—, o quizás Bio —agregó, como si el vampiro siquiera recordara dónde la había conocido—, ¿o Zelas?
Para alguien que se había cansado de leer leyendas de otros héroes y había decidido enfrentar su tristeza con el objetivo de hacer su propia historia digna de ser contada, aquello no debía sentirse agradable.
—Bueno, no importa, tampoco soy tan importante —dijo con una sonrisa triste—. ¡Oh, miren, llegamos al jardín de yökkukas!
Con el entusiasmo renovado, aceleró sus pasos y se detuvo frente a otras dos mujeres murciélago, en la entrada del sitio en el que se gestaba una revolución gastronómica. Cuando las alcanzamos, finalmente vimos el milagro que resplandecía en la negrura, las flores que no eran tocadas por la oscuridad y que podían morir por nuestra luz élfica. Tan cerca y, aun así, siempre estarían lejos para mí.
—Hermosas, ¿no? —dijo Yako, contemplando con admiración las flores—. Después de años de espera, al fin hoy empezaremos a sacarles el jugo para ver los frutos de nuestro trabajo. —Se volvió hacia nosotros—. Bueno, colegas de la alquimia, y todo aquel que desee quedarse con nosotras para protegernos, y que no sea elfo, los invito a pasar a donde haremos historia. —Hizo un gesto teatral para instarles a pasar. Luego nos miró al resto—. Les deseo suerte en su patrullaje. Contamos con ustedes. Oh, y si se pierden, denle un golpecito a sus runas de luz: estas apuntarán a la salida.
Dicho eso, entró a su jardín racista y empezó a sacar instrumentos diversos del interior de unos pergaminos arcanos, inconsciente del mal que acechaba en su futuro hambriento de terror y pesadillas.
—Caramba, caramba, ¿de verdad esto es tan emocionante? —preguntó Himmel, y sus dos congéneres que resguardaban la entrada se encogieron de hombros—. Jamás había visto a nadie tan emocionado por ponerse a ordeñar flores. —Sacudió sus largas orejas de murciélago—. Escucho algo más adelante —murmuró—. Parece que es mi prima Abend persiguiendo a tu mascota, Raupo. Están dirigiéndose a las profundidades… —Tragó saliva—. Uy, pero qué tonta. Será mejor que nos apresuremos. No quiero que ella también se pierda.
Emprendió una suave carrera hacia el fondo del túnel, dejando atrás el jardín púrpura y asegurándose de que la seguíamos.
Cuando transcurrieron apenas unos veinte segundos, se detuvo en seco, obligándonos al resto a hacer lo mismo. Delante de nosotros el túnel se ramificaba en tres senderos. En el inicio de cada uno había runas talladas en las paredes y apenas emitían una iluminación tenue e intermitente.
—¿Qué sucede? —preguntó Xana, atenta al entorno, olvidándose de que estuvo todo el recorrido preguntándose si acaso las chicas murciélago creían que su pelaje natural era suficiente justificación para andar sin ropa.
—Raro. Deberían estar algunas chicas haciendo guardia aquí también —siseó Himmel—. Caramba, caramba. Y… ya no escucho a Abend ni al caballo. —Sus alas se estremecieron—. ¿Dónde estás, prima? —balbuceó en un murmullo.
Levanté mi runa linterna y observé cada túnel, aunque no pude ver demasiado. El primero descendía y de él emanaba éter casi imperceptible pero indudablemente oscuro; el segundo ascendía y soplaba una suave corriente de aire, pero solo alguien con buen olfato detectaría un putrefacto olor provenir de él; el tercero tenía huellas de chica murciélago y de caballo feo.
¿Dónde podría estar Abend y el caballo feo volador? ¿Lo descubriríamos algún día? ¿O la muerte nos tocaría antes de lograr el rescate?
Lo descubriremos… ahora mismo.
No, mentira. Sí será después, que esto ya quedó demasiado largo.
—¿Y dónde se supone que lo deje? —repliqué mientras empujaba a Kali por una puerta estrecha—. Me dijeron que no podía dejarlo fuera.
—Yo qué sé. Que ande a pastar por algún túnel, o algo.
—¿Y si encuentra las flores raras y se las come? Mejor tenerlo vigilado.
—¡Caramba, caramba, basta ya! —exclamó la otra chica murciélago—. Yo lo llevaré a un sitio donde no moleste a nadie.
—No permitiré que lo mates.
—¿Eh?
—Perdón, no sé qué comen los murciélagos.
—Nadie aquí come animales, y mucho menos sangre como muchos creen. Todas las que estamos aquí nos alimentamos del néctar de las flores, y en nuestra aldea casi todos comen frutas.
—¿Cómo? ¿Comen flores y, aun así, son las que vigilan las flores mágicas?
—No, no nos comemos las flores en sí, sino… Caramba, caramba, qué difícil hablar contigo. Dame tu caballo y entra ahí.
Hastiada, se encargó de apartar a Kali. Luego se encargó de perseguir al caballo feo volador cuando este decidió emprender una carrera innecesaria a través del laberinto subterráneo.
—Estará bien —me dijo la otra chica murciélago con una sonrisa nerviosa—. No se preocupen, entren.
Extendió sus alas y nos empujó con ellas a Xana y a mí.
Finalmente, entramos a la sala donde la reunión se llevaría a cabo. Un espacio amplio y con forma irregular. Pese a ser una caverna, contaba con muebles de madera, a la derecha un estante con libros de temáticas variadas y a la izquierda un cuadro enmarcado cuya pintura era una representación realista de una pared de tierra… ¿O solo era el marco sin más?
—Eso no es relevante.
Palabras de una voz carente de emociones. Era difícil no reconocerla. Me volví hacia el fondo del lugar. Detrás de un escritorio, comiendo un pastel de limón, estaba la vampiresa de cabello níveo, ojos dorados y corazón de piedra.
—Pero si tanta es tu curiosidad —continuó—, sí es una pintura.
Entonces empezó el momento en el que todos recordamos que el mundo es un pañuelo y nosotros somos los mocos.
Meraxes y su hermano prófugo llegaron.
—Oh, hola, Meraxes —saludé sonriendo y agitando una mano perezosamente—. Qué bueno que llegaron, los estábamos esperando —añadí, como si eso fuera verdad—. Y hola, Meleis, qué bueno que llegaste, te estábamos esperando.
—Bienvenidos —añadió Xana con una cortés y leve reverencia.
Y Zelas llegó también.
—Oh, hola, Zelas —saludé como antes—. Qué bueno que llegaste, te estábamos esperando.
—Claro —afirmó Xana—, nunca sobra alguien que ayude a los malos a escapar.
Luego apareció Bio.
—Oh, hola, Bio —empecé de nuevo—. Qué bueno que llegaste, te estábamos…
Y alguien más apareció, y más y otro más. Me cansé de saludar. Que se conformaran con verme agitar una mano.
—¿Esto es acaso una fiesta o por qué hay tanta gente aquí? —cuestionó Beyza—. Himmel, ¿estás ahí?
—¡Sí, señora! —respondió desde fuera de la sala la chica murciélago—. ¿En qué puedo servirle?
—¿Tú y tus amigas no entendieron que este lugar es secreto?
—Ay, caramba, caramba, pero creímos que debíamos dejar entrar a Raupo y a sus acompañantes.
—Rauko y su acompañante, en singular.
—Lo siento, señora. ¿Qué es singular? ¿Y no y que necesitaban a muchos alquilistas? La prima Nuit hasta salió a buscar por su cuenta y encontró a la mujer altota para ustedes.
—Bueno, bueno, tampoco es algo malo —intervino Yako, aunque su voz carecía de verdadera convicción—. Si son amigos de Rauko, de Bio y de Zelas, también son nuestros amigos —añadió con una sonrisa tímida.
—Pero cuidado, que a este es mejor tenerlo de enemigo —dijo Xana señalando con el pulgar a Zelas.
—¿Uh? ¿Qué dices?
Xana suspiró.
—Es una larga historia, pero no te preocupes por eso. No volverá a pasar. ¿No, Zelas?
—Nada de eso es relevante —interrumpió Beyza—. Estamos aquí para hacer un nuevo alimento para los vampiros, o juguito para vampis, como dicen las mujeres-bestia. Lo haremos con nuestra plantación de yökkukas, los girasoles púrpuras que muchos consideran aberraciones de la naturaleza y otros un regalo divino, pero que para nosotros será aquello que mejorará la vida de los vampiros para que nunca más deban vivir robando la sangre de otros.
Mientras hablaba, nos observaba con atención, especialmente a los elfos en la sala, quizás estudiando nuestras reacciones sobre la mención de una flor polémica. «Si ella le hubiera puesto un poco de emoción a su voz, habría sonado importante», fue lo que pensé.
—Bien —prosiguió—, estamos en las etapas finales. Las flores están listas para utilizarse, pero será necesario la colaboración de buenas alquimistas para producir el «juguito» con ellas, en gran cantidad con cuantos menos ingredientes sean necesarios.
—Y, más importante, que sea delicioso —añadí—. Oh, ¿podrán usar mi magia para que el juguito sea como las biusas, con el sabor que se desee?
—Eso es… una gran idea —musitó Yako para sí misma, contemplando las posibilidades con sus ojos iluminándose—. Pero… —ese brillo en sus ojos se atenuó— será complicado. Las biusas son un misterio y… combinar tu magia con las yökkukas no parece una buena idea; las flores se desintegran con la magia élfica. Pero quizás después.
—Ah… —murmuré desilusionado—. ¿Entonces para qué los elfos estamos aquí?
—Tú y Xana —dijo Beyza—, y Zelas, y… cuántos amigos tengas sin la menor idea de alquimia, están aquí para proteger las yökkukas.
—¿De qué, exactamente? —inquirió Xana, temiendo qué podría implicar «proteger» para aquella vampiresa cuyo corazón desconocía la moral.
Beyza observó en silencio a Xana por unos segundos.
—Nada que te haga sentir culpable si lo matas —respondió por fin—. Creemos que podría tratarse de gárgolas, que han aparecido varias volando en los alrededores y podrían haber hecho algún nido en alguno de los túneles inexplorados, o quizás sea algo peor꞉ podrían ser los gomejos que atacaron Sacrestic Ville hace un tiempo, que nadie supo por qué se enfurecieron ni a dónde fueron después. Es difícil saber qué se hallará. Nadie sensato se adentra en las profundidades, pero ahora debemos hacerlo porque nuestras barreras mágicas con las que las sellamos ahora son desactivadas en cuestión de días sin explicación, lo que nos obliga a tomar medidas más agresivas.
—¿Y por qué nosotros? ¿Qué pasa con las demás sirvientas de Azaril?
—Ama Azaril —corrigieron la vampireza y Yako.
—Ama Azaril, sí.
—Nadie más que ustedes son mejores para esta tarea, o eso dijo la ama Azaril. Después de todo, ustedes tienen una amplia experiencia y poder para enfrentar gomejos. No sé si te parece un problema que confiemos en ustedes.
—No —musitó Xana, cuyo recelo tal vez solo se debía a que no le agradaba Beyza y su forma de resolver los problemas.
—Bien, Himmel los guiará. Sea cual sea la alimaña que encuentren, no duden en eliminarla. Cada girasol ha costado sangre y años de esfuerzo —Su mirada nos recorrió a cada uno a uno de nosotros—. Pueden irse ya. Yo me les uniré después.
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Mientras marchábamos por el laberinto de túneles, con Himmel adelante de nosotros, Yako aprovechó la oportunidad para explicarnos, con palabras elocuentes impregnadas de entusiasmo, sobre la importancia de las yökkukas para mejorar la vida de los vampiros. Luego de un rato, recordó presentarse.
—Por cierto, mi nombre es Agatha Yakovlev, pero ustedes pueden llamarme solo Yako, si quieren. Aunque seguramente Rauko ya les ha hablado de mí… —Me miró, pero no encontró una confirmación de mi parte—, o quizás Bio —agregó, como si el vampiro siquiera recordara dónde la había conocido—, ¿o Zelas?
Para alguien que se había cansado de leer leyendas de otros héroes y había decidido enfrentar su tristeza con el objetivo de hacer su propia historia digna de ser contada, aquello no debía sentirse agradable.
—Bueno, no importa, tampoco soy tan importante —dijo con una sonrisa triste—. ¡Oh, miren, llegamos al jardín de yökkukas!
Con el entusiasmo renovado, aceleró sus pasos y se detuvo frente a otras dos mujeres murciélago, en la entrada del sitio en el que se gestaba una revolución gastronómica. Cuando las alcanzamos, finalmente vimos el milagro que resplandecía en la negrura, las flores que no eran tocadas por la oscuridad y que podían morir por nuestra luz élfica. Tan cerca y, aun así, siempre estarían lejos para mí.
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—Hermosas, ¿no? —dijo Yako, contemplando con admiración las flores—. Después de años de espera, al fin hoy empezaremos a sacarles el jugo para ver los frutos de nuestro trabajo. —Se volvió hacia nosotros—. Bueno, colegas de la alquimia, y todo aquel que desee quedarse con nosotras para protegernos, y que no sea elfo, los invito a pasar a donde haremos historia. —Hizo un gesto teatral para instarles a pasar. Luego nos miró al resto—. Les deseo suerte en su patrullaje. Contamos con ustedes. Oh, y si se pierden, denle un golpecito a sus runas de luz: estas apuntarán a la salida.
Dicho eso, entró a su jardín racista y empezó a sacar instrumentos diversos del interior de unos pergaminos arcanos, inconsciente del mal que acechaba en su futuro hambriento de terror y pesadillas.
—Caramba, caramba, ¿de verdad esto es tan emocionante? —preguntó Himmel, y sus dos congéneres que resguardaban la entrada se encogieron de hombros—. Jamás había visto a nadie tan emocionado por ponerse a ordeñar flores. —Sacudió sus largas orejas de murciélago—. Escucho algo más adelante —murmuró—. Parece que es mi prima Abend persiguiendo a tu mascota, Raupo. Están dirigiéndose a las profundidades… —Tragó saliva—. Uy, pero qué tonta. Será mejor que nos apresuremos. No quiero que ella también se pierda.
Emprendió una suave carrera hacia el fondo del túnel, dejando atrás el jardín púrpura y asegurándose de que la seguíamos.
Cuando transcurrieron apenas unos veinte segundos, se detuvo en seco, obligándonos al resto a hacer lo mismo. Delante de nosotros el túnel se ramificaba en tres senderos. En el inicio de cada uno había runas talladas en las paredes y apenas emitían una iluminación tenue e intermitente.
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Otra imagen de relleno para distraer del mucho texto.
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—¿Qué sucede? —preguntó Xana, atenta al entorno, olvidándose de que estuvo todo el recorrido preguntándose si acaso las chicas murciélago creían que su pelaje natural era suficiente justificación para andar sin ropa.
—Raro. Deberían estar algunas chicas haciendo guardia aquí también —siseó Himmel—. Caramba, caramba. Y… ya no escucho a Abend ni al caballo. —Sus alas se estremecieron—. ¿Dónde estás, prima? —balbuceó en un murmullo.
Levanté mi runa linterna y observé cada túnel, aunque no pude ver demasiado. El primero descendía y de él emanaba éter casi imperceptible pero indudablemente oscuro; el segundo ascendía y soplaba una suave corriente de aire, pero solo alguien con buen olfato detectaría un putrefacto olor provenir de él; el tercero tenía huellas de chica murciélago y de caballo feo.
¿Dónde podría estar Abend y el caballo feo volador? ¿Lo descubriríamos algún día? ¿O la muerte nos tocaría antes de lograr el rescate?
Lo descubriremos… ahora mismo.
No, mentira. Sí será después, que esto ya quedó demasiado largo.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Kali꞉ es un thestral, también conocido como un caballo feo volador.
Info de las yökukka, girasoles púrpuras que cambiarán el mundo꞉ [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
- ꞉:
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- Color de diálogos:
- Abend (la mala cuidadora de caballos)꞉ (cc6699).
Himmel (la mala guía)꞉ (cc9966).
La portera (la portera)꞉ (cc9999).
Beyza꞉ (0000ff)
Yako꞉ (00ccff).
Última edición por Rauko el Dom Abr 28 2024, 23:44, editado 1 vez (Razón : ¿Cuál editado? Esto no fue editado. Es tu imaginación)
Rauko
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
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En el trayecto me comenzó a vibrar el pecho, aquello solo podía tratarse de un par de cosas, Zelas o Gaegel, o ambos estaban cerca, pero ¿Qué traería a esos dos a un lugar como este? La verdad no tenía tiempo para pensar en esas cosas pues yo seguía tratando de descifrar porqué rayos estaba en el sitio.
Finalmente, en uno de los huecos que estaba mejor decorado que en mucho de los lugares donde solía hospedarme, allí estaban mi maestro, alguien a quien nunca había visto en mi vida y la bella de Xana a la que sonreí con galantería tras nuestro emotivo encuentro en la isla. - Hola a todos.
- Es un gusto verlos de nuevo. - Agregó Meleis.
La cosa no paró allí, pues tal como el vibrar de mi pecho delataba, y no por emoción, detrás de mí llegaron Zelas al que no pude insultar pues la llegada de Bio y el jefazo lo salvaron, seguido de Amelia a la que siempre era un gusto llevar en mis brazos y por último la hermosa de Ryra y el otro perro no tan cool como el jefazo.
La verdad que me sorprendía la cantidad de personas que se habían presentado por lo que la idea del vino y la fiesta ahora no me parecía tan descabellada.
Aquella mujer de la que nuca había escuchado comenzó a quejarse de la multitud, y luego cuando caí en cuenta de que se referían a mi como otra alquimista mis pensamientos salieron en voz alta. - Ay mierda.- Intenté agregar algo más pero eran tantas cosas, en todas partes y al mismo tiempo, que mi déficit de atención pudo más, sobre todo cuando la mención de cierto escapistas de portales salió a flote. - Le fracturaré la cadera si intenta algo. - Fruncí el ceño.
De pronto, aquella mujer desconocida comenzó a explicar la razón de porqué estábamos allí, o mejor dicho por la que yo no debería estar ahí. Yo no sabía hacer juguitos de flores. Miraba con atención, pero era porqué de cierto modo debía explicar que yo no tenía idea de cómo hacer alquimia, podía hacer runas, hacer aparecer comida, coser ... pero juguitos, no, conocía mis límites.
Finalmente estábamos recorriendo el sendero guiados por otra bella dama de la que nunca había sabido, hasta un bello campo de flores. ahí fue cuando aproveché la oportunidad. - Eeem , puedo quedarme pero no soy alquimista. Creo que confundieron mis talentos. - Reí un poco nerviosa. - Pero, pero, puedo servir para luchar, ya saben cuidarle la espalda a Amelia... o que ella me la cuide... la verdad es bastante bélica... quiero decir yo me ofrezco como guardia.
- Yo puedo ayudar a que no hagan un desastre allá dentro. Agregó mi hermano que obviamente era él la causa de los desastres cuando se volvía una bestia.
- Caramba, caramba, la prima Nuit estará en problemas, pero seguro con tu estatura espantas a la gárgolas. - Dijo aquella mala cuidadora de caballos poco antes de que ellos continuaran.
Mi recorrido había finalizado ahí por lo que entré detrás de la señora Agatha seguido de mi hermano.
- Es muy hermoso. - Dijo Meleis maravillado por el paisaje.
- ¿Entonces con este juguito, los vampiros no serán victimas de radicales locos que los odian por su mera existencia en este plano?- Fue la siguiente pregunta pensando en las infinitas posibilidades que este néctar de las profundidades podría mejorar - o quizás no - para los de la raza chupa sangre. - ¿Lo probaran con Bio?
Finalmente, en uno de los huecos que estaba mejor decorado que en mucho de los lugares donde solía hospedarme, allí estaban mi maestro, alguien a quien nunca había visto en mi vida y la bella de Xana a la que sonreí con galantería tras nuestro emotivo encuentro en la isla. - Hola a todos.
- Es un gusto verlos de nuevo. - Agregó Meleis.
La cosa no paró allí, pues tal como el vibrar de mi pecho delataba, y no por emoción, detrás de mí llegaron Zelas al que no pude insultar pues la llegada de Bio y el jefazo lo salvaron, seguido de Amelia a la que siempre era un gusto llevar en mis brazos y por último la hermosa de Ryra y el otro perro no tan cool como el jefazo.
La verdad que me sorprendía la cantidad de personas que se habían presentado por lo que la idea del vino y la fiesta ahora no me parecía tan descabellada.
Aquella mujer de la que nuca había escuchado comenzó a quejarse de la multitud, y luego cuando caí en cuenta de que se referían a mi como otra alquimista mis pensamientos salieron en voz alta. - Ay mierda.- Intenté agregar algo más pero eran tantas cosas, en todas partes y al mismo tiempo, que mi déficit de atención pudo más, sobre todo cuando la mención de cierto escapistas de portales salió a flote. - Le fracturaré la cadera si intenta algo. - Fruncí el ceño.
De pronto, aquella mujer desconocida comenzó a explicar la razón de porqué estábamos allí, o mejor dicho por la que yo no debería estar ahí. Yo no sabía hacer juguitos de flores. Miraba con atención, pero era porqué de cierto modo debía explicar que yo no tenía idea de cómo hacer alquimia, podía hacer runas, hacer aparecer comida, coser ... pero juguitos, no, conocía mis límites.
Finalmente estábamos recorriendo el sendero guiados por otra bella dama de la que nunca había sabido, hasta un bello campo de flores. ahí fue cuando aproveché la oportunidad. - Eeem , puedo quedarme pero no soy alquimista. Creo que confundieron mis talentos. - Reí un poco nerviosa. - Pero, pero, puedo servir para luchar, ya saben cuidarle la espalda a Amelia... o que ella me la cuide... la verdad es bastante bélica... quiero decir yo me ofrezco como guardia.
- Yo puedo ayudar a que no hagan un desastre allá dentro. Agregó mi hermano que obviamente era él la causa de los desastres cuando se volvía una bestia.
- Caramba, caramba, la prima Nuit estará en problemas, pero seguro con tu estatura espantas a la gárgolas. - Dijo aquella mala cuidadora de caballos poco antes de que ellos continuaran.
Mi recorrido había finalizado ahí por lo que entré detrás de la señora Agatha seguido de mi hermano.
- Es muy hermoso. - Dijo Meleis maravillado por el paisaje.
- ¿Entonces con este juguito, los vampiros no serán victimas de radicales locos que los odian por su mera existencia en este plano?- Fue la siguiente pregunta pensando en las infinitas posibilidades que este néctar de las profundidades podría mejorar - o quizás no - para los de la raza chupa sangre. - ¿Lo probaran con Bio?
- Off:
- Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad. 1/2Cosas Activas:Meraxes:
Una sensación amarga se aferró al pecho de la dragona, un deseo casi instintivo de tener la caja entre sus manos, de explorar su contenido y descubrir qué secretos encerraba. Ahora, Meraxes se sentiría en una encrucijada de emociones; la frustración y la ansiedad se mezclaban con un profundo anhelo que no podía ignorar.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]
-Gorrito de Calabaza.
- Granada de Humo.Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
Meraxes
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
-Hola, hola, holas, hola- Aquella ensalada de personas hacia que los saludos se extendieran por un buen momento, el rubio ya estaba preparado para los comentarios que habría de recibir, como buen no-elfo, recibió los primeros sin darles mucha importancia, sin embargo, al cabo de un rato no pudo evitar responder de vuelta -Bueno, para la próxima no terminen rodeados de enemigos, así no me los tengo que llevar para salvarles- señalaría el rubio encogiéndose de hombros ante las miradas asesinas y el intento homicida que sentía a sus espaldas.
Mientras les hacían el tour del lugar Zelas se llevo a Yako por unos momentos -Yako, tengo que informarte algo sobre lo que sucedió en esa isla- diría el rubio con un tono un poco serio.
-Ya sabemos que te fuiste con los malos, los demás no han sido muy sutiles al respecto- comentaría Yako con una sonrisa.
-No tiene que ver con eso Yako, me temo que es un poco mas serio- respondería el rubio con un semblante un poco triste, -encontré a Pacha, la estaban controlando, la usaron para crear una droga berserker y yo... La mate.. Yo-
-Calla- le interrumpiría Yako, poniéndole un dedo en la boca, -Pacha falleció salvándote aquel día que tú ayudaste a curarla, no te cargues con mas culpas de las que ya traes- Yako con algo de melancolía le daría una gentil caricia al rostro del rubio y Zelas contendría con éxito las lagrimas que trataban de escaparse, luego de compartir ese momento de complicidad Yako volvería a lo suyo y Zelas seguiría avanzando como si nada.
Debido a la naturaleza de alguno de sus poderes Zelas fue con el grupo de Rauko y Xana y Himmel, en busca del caballo feo de Rauko, llegado cierto punto los caminos se dividían en distintas direcciones, Zelas saco su orbe(1) y acerco su mano al momento que salía una empuñadura con aspecto draconico(2), el rubio no dudo en sacar esa espada y posteriormente la colgó en su arnés.
-¿Vamos a seguir el rastro o nos separaremos para ver quien encuentra algo divertido?- preguntaría el rubio mientras observaba los caminos disponibles
OFF: habilidades y cosas usadas.
1_ Vaina infinita
2_ Dragon Claw
Mientras les hacían el tour del lugar Zelas se llevo a Yako por unos momentos -Yako, tengo que informarte algo sobre lo que sucedió en esa isla- diría el rubio con un tono un poco serio.
-Ya sabemos que te fuiste con los malos, los demás no han sido muy sutiles al respecto- comentaría Yako con una sonrisa.
-No tiene que ver con eso Yako, me temo que es un poco mas serio- respondería el rubio con un semblante un poco triste, -encontré a Pacha, la estaban controlando, la usaron para crear una droga berserker y yo... La mate.. Yo-
-Calla- le interrumpiría Yako, poniéndole un dedo en la boca, -Pacha falleció salvándote aquel día que tú ayudaste a curarla, no te cargues con mas culpas de las que ya traes- Yako con algo de melancolía le daría una gentil caricia al rostro del rubio y Zelas contendría con éxito las lagrimas que trataban de escaparse, luego de compartir ese momento de complicidad Yako volvería a lo suyo y Zelas seguiría avanzando como si nada.
Debido a la naturaleza de alguno de sus poderes Zelas fue con el grupo de Rauko y Xana y Himmel, en busca del caballo feo de Rauko, llegado cierto punto los caminos se dividían en distintas direcciones, Zelas saco su orbe(1) y acerco su mano al momento que salía una empuñadura con aspecto draconico(2), el rubio no dudo en sacar esa espada y posteriormente la colgó en su arnés.
-¿Vamos a seguir el rastro o nos separaremos para ver quien encuentra algo divertido?- preguntaría el rubio mientras observaba los caminos disponibles
OFF: habilidades y cosas usadas.
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Zelas Hazelmere
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Luego de un montón de saludos a los que respondí agitando la cabeza como upelero con epilepsia, seguí al grupo hasta donde encontramos a una misteriosa mujer, la mujer murciélago me susurró que se llamaba Beyza, a lo que, por los dioses que lo intenté pero, no pude evitar poner al perro a cantar -Béyzame… Béyzame muuucho, como si fuera esta noche, la últimaaa vez- Luego de esto hubo un breve silencio incómodo -Silencio, jefe, no es momento para cantar- Fingí regañar al perro que me miró sin entender nada -Pido perdón, es que a veces se emociona- Intenté excusar al perro cuando en realidad había sido mi propio impulso de estupidez.
Es mejor que sobren y no que falten- Dijo de nuevo el perro ahora con un tono más serio para tratar de redimirse después de lo de antes. Afortunadamente todo transcurrió sin inconvenientes, Béyzame nos explicó la situación, de una manera bastante despectiva, por cierto, haciendo parecer que los "muchos" alquimistas del grupo estaban ahí para ordeñar flores, y los no-alquimistas, también referidos como “los inútiles” estábamos para protegerles lakuka.
Aquello sonaba mucho más complicado de lo que parecía originalmente, yo que solo estaba ahí por un aterrizaje forzoso y ahora estaba a punto de enfrentar barreras debilitadas, gomejos salvajes, gárgolas asesinas, la cosa iba de mal en peor -Esto es un trabajo para el escuadrón gomejo- Dijo el perro en voz alta, aunque tosí para que no se escuchara del todo -Tú ni siquiera eres del escuadrón gomejo- Dije con seriedad, y era bastante raro que me preocuparan más los gomejos que las gárgolas… ¿o no?
De cualquier modo, tuvimos que seguir a la chica murciélaga cuyo curioso y sensual nombre era Himen y a otra chica que me parecía recordar de algún lado, aunque no fue sino hasta que dijo su nombre cuando… bueno, igual no la recordaba, pero si algo había aprendido en mis muchos años de vampiro era a fingir que sí -Ya-ko-nozco tu nombre- Le dije sin tener clara una idea de quién era -Hasta hay canciones acerca de ti ¿quieres que el perro te cante una?- Dije esperando que dijera que no, porque teníamos asuntos más importantes encima.
Avanzamos entre pasillos entrelazados como si de un autómata se tratara, hasta que llegamos a un jardín subterráneo de flores brillantes, ni en mis sueños más locos había imaginado eso. Lo cierto es que Yako nos invitaba a hacer historia… o al menos a los que fueran alquimistas, cosa que no me incluía a mí, ni a Melaxas que parecía bastante insegura, ni a Zelas que parecía bastante… pues, bastante Zelas. Melaxas tuvo la genial idea de que probaran los juguitos conmigo y ante la falta de alquimistas calificados temí por mi vida.
Afortunadamente un nuevo peligro surgió ante nosotros, el caballo feo de Rauko parecía extraviado junto con la chica que debía cuidarlo -No lo hagas, no… lo… hagas…- Le dije al perro en tono serio pero mis advertencias fueron en vano y comenzó a cantar -Y se soltó el caballo se vistió de reina se pusó tacones…- Avancé de prisa señalando el suelo donde se veían unas huellas de caballo suelto y cuidadora inútil -Miren eso, parece que está claro cuál es el camino a seguir, mantenernos juntos es la mejor opción- Y es que estaba sumamente fácil la ruta para encontrar a nuestros objetivos.
Y como si de un concurso de llevarme la contraria se tratara, el perro decidió que había un camino mejor, se puso loco girando en círculos sobre sí mismo, ladró un par de veces mientras olfateaba uno de los caminos que llevaba hacia arriba -No hay tiempo para explicar, vayan a los túneles, si hay gomejos adentro van a correr directo a la línea de flores, extiendan un perímetro que cubra hasta la 39- No tenía idea de lo que estaba diciendo pero el perro parecía muy alarmado y sus palabras tenían que ser acordes a la histeria del momento.
Luego de eso, el perro avanzó olfateando y se fue por el túnel ascendente en busca de… no sé, de que lo mataran, quizás, pocas veces entendía lo que quería ese perro, pero no lo podía dejar ir solo -Iré con él, hagan lo que sea que dijo, Zelas los guiará- Dije al resto del grupo mientras corría detrás del perro por aquel misterioso túnel en dirección hacia quién sabe dónde.
[1] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía. Es mejor que sobren y no que falten- Dijo de nuevo el perro ahora con un tono más serio para tratar de redimirse después de lo de antes. Afortunadamente todo transcurrió sin inconvenientes, Béyzame nos explicó la situación, de una manera bastante despectiva, por cierto, haciendo parecer que los "muchos" alquimistas del grupo estaban ahí para ordeñar flores, y los no-alquimistas, también referidos como “los inútiles” estábamos para protegerles lakuka.
Aquello sonaba mucho más complicado de lo que parecía originalmente, yo que solo estaba ahí por un aterrizaje forzoso y ahora estaba a punto de enfrentar barreras debilitadas, gomejos salvajes, gárgolas asesinas, la cosa iba de mal en peor -Esto es un trabajo para el escuadrón gomejo- Dijo el perro en voz alta, aunque tosí para que no se escuchara del todo -Tú ni siquiera eres del escuadrón gomejo- Dije con seriedad, y era bastante raro que me preocuparan más los gomejos que las gárgolas… ¿o no?
De cualquier modo, tuvimos que seguir a la chica murciélaga cuyo curioso y sensual nombre era Himen y a otra chica que me parecía recordar de algún lado, aunque no fue sino hasta que dijo su nombre cuando… bueno, igual no la recordaba, pero si algo había aprendido en mis muchos años de vampiro era a fingir que sí -Ya-ko-nozco tu nombre- Le dije sin tener clara una idea de quién era -Hasta hay canciones acerca de ti ¿quieres que el perro te cante una?- Dije esperando que dijera que no, porque teníamos asuntos más importantes encima.
Avanzamos entre pasillos entrelazados como si de un autómata se tratara, hasta que llegamos a un jardín subterráneo de flores brillantes, ni en mis sueños más locos había imaginado eso. Lo cierto es que Yako nos invitaba a hacer historia… o al menos a los que fueran alquimistas, cosa que no me incluía a mí, ni a Melaxas que parecía bastante insegura, ni a Zelas que parecía bastante… pues, bastante Zelas. Melaxas tuvo la genial idea de que probaran los juguitos conmigo y ante la falta de alquimistas calificados temí por mi vida.
Afortunadamente un nuevo peligro surgió ante nosotros, el caballo feo de Rauko parecía extraviado junto con la chica que debía cuidarlo -No lo hagas, no… lo… hagas…- Le dije al perro en tono serio pero mis advertencias fueron en vano y comenzó a cantar -Y se soltó el caballo se vistió de reina se pusó tacones…- Avancé de prisa señalando el suelo donde se veían unas huellas de caballo suelto y cuidadora inútil -Miren eso, parece que está claro cuál es el camino a seguir, mantenernos juntos es la mejor opción- Y es que estaba sumamente fácil la ruta para encontrar a nuestros objetivos.
Y como si de un concurso de llevarme la contraria se tratara, el perro decidió que había un camino mejor, se puso loco girando en círculos sobre sí mismo, ladró un par de veces mientras olfateaba uno de los caminos que llevaba hacia arriba -No hay tiempo para explicar, vayan a los túneles, si hay gomejos adentro van a correr directo a la línea de flores, extiendan un perímetro que cubra hasta la 39- No tenía idea de lo que estaba diciendo pero el perro parecía muy alarmado y sus palabras tenían que ser acordes a la histeria del momento.
Luego de eso, el perro avanzó olfateando y se fue por el túnel ascendente en busca de… no sé, de que lo mataran, quizás, pocas veces entendía lo que quería ese perro, pero no lo podía dejar ir solo -Iré con él, hagan lo que sea que dijo, Zelas los guiará- Dije al resto del grupo mientras corría detrás del perro por aquel misterioso túnel en dirección hacia quién sabe dónde.
[-] No tengo nada que decir acá pero lo dejaré porque se ve bonito.
Bio
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
El momento de ver la plantación iba a tener que esperar puesto que, al parecer, un nutrido grupo de personas se había reunido para… a saber qué, teniendo en cuenta que conocía la mayoría de las caras y le constaba que no eran alquimistas, precisamente. De hecho, ¡había varios elfos en el grupo! Por otro lado, las anfitrionas parecían conocerlos y confiar en ellos.
O también pudiera ser que que pretendieran probar con ellos las pretendidas cualidades venenosas de las plantas para los de su raza. En fin, aquello no era asunto de Valeria lo que hicieran finalmente con las plantas. Se concentró, sin embargo, en poner nombres a rostros conocidos y desconocidos aprovechando los saludos y presentaciones.
Finalmente, una de las anfitrionas logró explicar el motivo de la reunión de manera directa y eficiente, o todo lo directa y eficiente que permitieron las continuas interrupciones. ¡Si hasta había un perro parlante! O, más bien, cantante. En cualquier caso, fue un alivio saber que la mayoría de los reunidos, elfos incluidos, no estaban ahí para poner en riesgo la plantación de yökukkas, sino como defensa para el perímetro.
—¿Que las barreras se desactivan? Eso no suena bien —fue el único comentario de Valeria.
Aunque no tardaría en archivar ese dato en algún rincón de su mente, pues había llegado (por fin) el momento de acceder a la plantación. Le alarmó un poco que los elfos también fueran guiados en la misma dirección, pero respiró más tranquila cuando siguieron avanzando por la caverna hasta desaparecer por uno de los túneles del fondo.
Solo entonces, se permitió pararse a contemplar la magnitud del jardín en el que se encontraba. Era increíble que hubieran podido cultivar tal cantidad de aquellas flores mitológicas sin que hubiera llegado a oídos de nadie. Aunque, bien pensado, eso de las barreras desactivadas podía estar diciendo lo contrario… Aún así, había sido un gran logro y, sí, las flores eran verdaderamente hermosas. Parecían brillar en la penumbra de la caverna sin emitir ninguna luz, en realidad. O quizá un poco sí, pensó Valeria cuando, al acercarse al grupo más cercano de flores, estas parecieron refulgir con mayor nitidez.
—¿Amelia? —preguntó Yakovlev, Yako ante el comentario de Meraxes, devolviendo a Valeria a la realidad—, ¿Quién es…?
—Solo es otro malentendido —respondió con una sonrisa de disculpa—. Estaba de incógnito cuando Meraxes y yo nos conocimos y, aunque hubiera jurado lo contrario, me temo que no ha habido ocasión de deshacer el entuerto. Es Valeria Reike, no Amelia.
Al parecer, el tal Bio no estaba dispuesto a convertirse en rata de laboratorio, por la forma en que salió despedido detrás de su animal parlante, pero aquello no importaba mucho por el momento. Aún había mucho trabajo que hacer antes de que hubiera nada que probar en nadie.
—¿Han desarrollado ya un método de extracción o también nos toca experimentar con esa parte? —preguntó Valeria.
Dejó sus cosas en un rincón aparte, se recogió el pelo y se remangó los brazos, dispuesta a ponerse a trabajar.
O también pudiera ser que que pretendieran probar con ellos las pretendidas cualidades venenosas de las plantas para los de su raza. En fin, aquello no era asunto de Valeria lo que hicieran finalmente con las plantas. Se concentró, sin embargo, en poner nombres a rostros conocidos y desconocidos aprovechando los saludos y presentaciones.
Finalmente, una de las anfitrionas logró explicar el motivo de la reunión de manera directa y eficiente, o todo lo directa y eficiente que permitieron las continuas interrupciones. ¡Si hasta había un perro parlante! O, más bien, cantante. En cualquier caso, fue un alivio saber que la mayoría de los reunidos, elfos incluidos, no estaban ahí para poner en riesgo la plantación de yökukkas, sino como defensa para el perímetro.
—¿Que las barreras se desactivan? Eso no suena bien —fue el único comentario de Valeria.
Aunque no tardaría en archivar ese dato en algún rincón de su mente, pues había llegado (por fin) el momento de acceder a la plantación. Le alarmó un poco que los elfos también fueran guiados en la misma dirección, pero respiró más tranquila cuando siguieron avanzando por la caverna hasta desaparecer por uno de los túneles del fondo.
Solo entonces, se permitió pararse a contemplar la magnitud del jardín en el que se encontraba. Era increíble que hubieran podido cultivar tal cantidad de aquellas flores mitológicas sin que hubiera llegado a oídos de nadie. Aunque, bien pensado, eso de las barreras desactivadas podía estar diciendo lo contrario… Aún así, había sido un gran logro y, sí, las flores eran verdaderamente hermosas. Parecían brillar en la penumbra de la caverna sin emitir ninguna luz, en realidad. O quizá un poco sí, pensó Valeria cuando, al acercarse al grupo más cercano de flores, estas parecieron refulgir con mayor nitidez.
—¿Amelia? —preguntó Yakovlev, Yako ante el comentario de Meraxes, devolviendo a Valeria a la realidad—, ¿Quién es…?
—Solo es otro malentendido —respondió con una sonrisa de disculpa—. Estaba de incógnito cuando Meraxes y yo nos conocimos y, aunque hubiera jurado lo contrario, me temo que no ha habido ocasión de deshacer el entuerto. Es Valeria Reike, no Amelia.
Al parecer, el tal Bio no estaba dispuesto a convertirse en rata de laboratorio, por la forma en que salió despedido detrás de su animal parlante, pero aquello no importaba mucho por el momento. Aún había mucho trabajo que hacer antes de que hubiera nada que probar en nadie.
—¿Han desarrollado ya un método de extracción o también nos toca experimentar con esa parte? —preguntó Valeria.
Dejó sus cosas en un rincón aparte, se recogió el pelo y se remangó los brazos, dispuesta a ponerse a trabajar.
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Una vez que nos adentramos lo suficiente, me encontré con un grupo de gente que conocía, al menos en su mayoría. - Hola. - Sonreí levemente. Pero pude notar el desgano de los demás. Parecía que ya habían saludado mucho previamente. Lo cual hizo que suspirara un poco. - Eso pasa por llegar al final a las reuniones. - Comenté mientras me encogía de hombros. - ¿De qué hablas? Ni siquiera sabemos qué hacemos aquí. - Me dijo casi en un susurro la arpía de mi compañera. - Shh, en breve lo sabremos. Tú sigue la corriente. - Le respondí en voz baja.
Luego de eso volví a mantener un porte seguro y caminé con un semblante como si efectivamente supiera a la perfección lo que sea que estuviese pasando. Miré a lo lejos a Zelas. Sabía que las cosas estarían tensas aún. Luego de lo sucedido en la isla, probablemente. No era que yo estuviese realmente molesto, bueno, tal vez un poco por irse sin pagar, pero tenía más la curiosidad de saber el por qué.
Sea como fuese. Cada uno de las personas comenzó a hablar. Comenzando a desentramar lo sucedido. Parecía que necesitaban alquimistas para un experimento o algo. Pero yo no era alquimista, lo cual me ponía en una desventaja técnica para mantener mi papel de hombre seguro y funcional. Pero por fortuna de los dioses, también necesitaban a personas que hicieran de protectores. Al menos esa tarea podía hacerla sin ningún problema.
Me acerqué a la Ryra y le pregunté. - Oye arpía. ¿Tú entendiste qué están haciendo? - Al escuchar aquello, la bruja suspiró con pesadez. - Bueno. A términos simples, están buscando hacer un jugo que les sirva a los vampiros... O algo así. - Dijo Ryra, a lo que asentí. - Oh, ya veo. Eso suena importante. - Ryra asintió. - Sería una creación única. Y seguramente muchos vampiros se opondrían al principio. Pero esto podría cambiar muchas cosas en todo Aerandir. Quizá estamos presenciando historia con nuestros propios ojos. - Dijo la bruja con admiración. - Como sea. Debemos seguir fingiendo que sabemos lo que hacemos.
Fue en ese momento donde un perro bastante peculiar comenzó a dar indicaciones, las cuales me hicieron ver de un lado a otro mientras me rascaba la barbilla. - Esa es una gran indicación... - Volví mi vista a Ryra. - ... Si supiese cual es la 39. - Dije en voz baja. - A mí ni me mires perro, estoy en las mismas que tú. - Me respondió del mismo modo para luego carraspear un poco. - Ya lo oyeron. Hay que prepararse en caso de los ataques de los gomejos o las gárgolas. - Comencé a caminar con seguridad en mi andar. Aunque en ese momento dudaba de hasta mi nombre.
Luego de eso volví a mantener un porte seguro y caminé con un semblante como si efectivamente supiera a la perfección lo que sea que estuviese pasando. Miré a lo lejos a Zelas. Sabía que las cosas estarían tensas aún. Luego de lo sucedido en la isla, probablemente. No era que yo estuviese realmente molesto, bueno, tal vez un poco por irse sin pagar, pero tenía más la curiosidad de saber el por qué.
Sea como fuese. Cada uno de las personas comenzó a hablar. Comenzando a desentramar lo sucedido. Parecía que necesitaban alquimistas para un experimento o algo. Pero yo no era alquimista, lo cual me ponía en una desventaja técnica para mantener mi papel de hombre seguro y funcional. Pero por fortuna de los dioses, también necesitaban a personas que hicieran de protectores. Al menos esa tarea podía hacerla sin ningún problema.
Me acerqué a la Ryra y le pregunté. - Oye arpía. ¿Tú entendiste qué están haciendo? - Al escuchar aquello, la bruja suspiró con pesadez. - Bueno. A términos simples, están buscando hacer un jugo que les sirva a los vampiros... O algo así. - Dijo Ryra, a lo que asentí. - Oh, ya veo. Eso suena importante. - Ryra asintió. - Sería una creación única. Y seguramente muchos vampiros se opondrían al principio. Pero esto podría cambiar muchas cosas en todo Aerandir. Quizá estamos presenciando historia con nuestros propios ojos. - Dijo la bruja con admiración. - Como sea. Debemos seguir fingiendo que sabemos lo que hacemos.
Fue en ese momento donde un perro bastante peculiar comenzó a dar indicaciones, las cuales me hicieron ver de un lado a otro mientras me rascaba la barbilla. - Esa es una gran indicación... - Volví mi vista a Ryra. - ... Si supiese cual es la 39. - Dije en voz baja. - A mí ni me mires perro, estoy en las mismas que tú. - Me respondió del mismo modo para luego carraspear un poco. - Ya lo oyeron. Hay que prepararse en caso de los ataques de los gomejos o las gárgolas. - Comencé a caminar con seguridad en mi andar. Aunque en ese momento dudaba de hasta mi nombre.
Gaegel
Lobo Renegado
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
El mundo es un escenario de historias infinitas, cuna de leyendas, comedias y tragedias interconectadas que divergen y convergen, creando o eliminando posibilidades para el deleite de los dioses y otras criaturas fantásticas.
Entre todas esas tragedias, una destacable siempre sería el hecho de que el Señor Van Pyro no aprovechó una oportunidad para cantar algo sobre Yako. Luego sí cantó otra cosa, pero ¿por qué conformarse con una canción pudiendo tener dos?
Dejando eso de lado, Zelas tuvo una idea interesante para acelerar el cumplimiento de nuestra tarea, y también para morir uno por uno si fuéramos los personajes de una historia de terror, especialmente si alguno de nosotros tuviera la piel de color oscuro. La idea era dividirnos para abarcar más terreno.
El señor Van Pyro, sin embargo, pensó en otra cosa꞉ dividirnos para abarcar más terreno. Por eso el jefe era él y no Zelas.
—Obedezcan al jefe —insté—. Un perímetro hasta la 39.
—¿Hasta la 39? —preguntó una alarmada Himmel—. No sabía que fuese tan grave. —Se llevó las manos a la cabeza—. ¡No tenemos tiempo que perder!
Y emprendió una carrera bestial por el camino que conducía hacia su prima.
—¡Hey, no me dejes atrás! —exclamé antes de ir tras ella.
Xana dio los primeros tres pasos para seguirnos, pero se detuvo. Su mirada se desvió, con lentitud, hacia el primer camino, aquel de donde surgía un poder oscuro y siniestro. Tragó saliva, apretó los puños y se obligó a tomar esa ruta hacia lo desconocido.
—Hay algo demasiado perverso adelante —dijo a media voz—. Sea quien sea que quiera acompañarme, debe estar preparado para enfrentar un mal inimaginable.
Conjuró una decena de orbes de luz y las hizo orbitar a su alrededor, proyectiles listos para atacar a lo que acechaba en las tinieblas. Y avanzó.
Xana caminó por un tiempo que se hacía difuso para ella. Podría haber pasado apenas un minuto o incluso un día entero. Pero no podía detenerse, no cuando había sentido aquella energía maligna que le recordaba a los horrores que había visto en su antigua vida como practicante de hechicerías prohibidas.
Con cada paso que reverberaba en el túnel, aquel mal se sentía más cercano, más pesado, más sofocante y nauseabundo, poniendo a prueba el temple de cualquiera que se aventurase a explorarlo.
Al cabo de un tiempo notó en las paredes unas runas talladas con vestigios de un éter de luz. Eran runas antiguas, alguna vez portadoras de un poder primigenio. Estaban en buen estado, así que ¿por qué dejaron de funcionar?
Sus pasos se detuvieron. Había llegado al final del túnel. Ante ella se alzaba una puerta de piedra con figuras demoniacas talladas en ella y con dos gárgolas decapitadas a los lados. Xana tardó unos segundos en notar que las cabezas de las gárgolas estaban en el suelo, y un poco más en notar también la posición de las gárgolas.
«Parecen guardianes», caviló, «pero están mirando la puerta, dándome la espalda».
—Como si estuvieran aquí no para evitar que algo entre… —pensó en voz alta— sino para evitar que algo salga.
Inspiró profundo, acrecentó su éter y se acercó para colocar una mano en la puerta para examinar las figuras demoniacas.
Entonces la puerta se cayó hacia adelante.
Xana retrocedió dando un respingo y luego se cubrió los oídos cuando el estruendo de la piedra impactando en el suelo se desencadenó y surcó los túneles subterráneos.
Entonces vio lo que había al otro lado…
Nada, una sala vacía y polvorienta.
—Por lo menos no hice enojar a nadie —comentó Xana con cierto alivio.
Se dio la vuelta…
Y entonces la vio.
En la penumbra del túnel, su figura se erguía majestuosa, una visión de elegancia atemporal. Su cabello rubio plateado, largo y etéreo, caía en cascadas brillantes sobre sus hombros, reflejando destellos de luz como hilos de luna y oro. Sus ojos, dos joyas escarlatas, destilaban una profundidad insondable, evocando el misterio de leyendas más antiguas que la propia raza de los elfos. Su cuerpo delgado, como el de una estatua tallada con delicadeza, se movía con una gracia que desafiaba su edad. Las uñas, largas y cuidadas, hablaban de una vida de refinamiento y atención al detalle. Descalza, parecía flotar sobre el suelo, cada paso un susurro en el silencio sepulcral. Y su vestido, azul como las profundidades del océano en calma, con un escote en forma de V que exhibía el contorno de sus atributos femeninos, invitaba a desentrañar los secretos que cubría.
Ella era un poema viviente, una canción de belleza fantasmal y dignidad milenaria que trascendía el tiempo.
—¡Chúpame las patas! —fue lo que gritó aquella criatura, su voz aguda y fantasmagórica rasgando el viento y el éter, antes de levantar los brazos, invocando un poder abrumador que sacudió la tierra—. ¡Chúpame las patas! —chilló de nuevo.
El lugar empezó a derrumbarse. Cada escombro que se desprendía tomaba forma de pie y se disparaba hacia todos lados, rebotando en paredes, el techo y el suelo, forzando a una sorprendida Xana a saltar, rodar, deslizarse y disparar esferas de luz explosivas para evitar ser aplastada.
—¡Chúpame las patas!
No era un gomejo. No era un palomejo. Tampoco un conejo cornudo. Ni mucho menos un conejo ordinario.
No, era un hombre-conejo.
Y no cualquier hombre-conejo.
Encorvado, sostenía un garfio en cada mano. Estaba completamente cubierto de telas, vendas y cuero y pintura, todo blanco, desde la punta de las orejas hasta las patas. Incluso sus garfios tenían vendajes blancos. Llevaba un vestido y en su cola colgaba un reloj de arena que desprendía magia y luz dorada. Sus ojos oscuros, con un brillo siniestro, miraban cada tanto a Van Pyro, la única criatura cuya simple presencia exigía respeto en aquel lugar.
—Llegas tarde y eso me arde —siseó mientras huía del perro, sorteando los obstáculos en el túnel꞉ tazas de té, espejos rotos, vestidos azules con delantales blancos manchados de sangre, montañas de cartas de corazones rotos, sombreros extravagantes y desgastados y libros sobre gomejos y sus usos innombrables—. Es hora de que vayamos y que todos te comamos. Es la hora del té, así que prepárate. Al final está el sombrerero, al fondo del agujero. La reina de las gárgolas, ella también ama las trolas… Se me acaban las rimas, pero no lo de dar grima.
No era tan veloz. Incluso Bio con mala suerte era más rápido. En apenas unos treinta segundos el vampiro podría reducir la distancia entre ambos a la mitad. En los siguientes treinta, la mitad de la distancia restante. Y en los siguientes treinta, la mitad de lo que aún quedaba.
Siempre se reducía la mitad, pero nunca más, en un fenómeno sobrenatural dentro de aquel camino que ascendía en espiral y que también parecía ser infinito.
Y llegué. ¿A dónde? No tenía ni la menor idea. Era un espacio amplio, y en el centro se alzaba una gigantesca torre de piedra negra, tallada con símbolos arcanos y runas rarísimas. A su alrededor, una escalera en espiral ascendía sirviendo como el único camino hacia la cima.
Un resplandor rojo sangre, ominoso, inquietante y demás sinónimos de que daba miedito, se filtraba a través de las amplias ventanas de la torre y advertían de la muerte mortífera y mortal que nos esperaba dentro.
—Muy bonito y todo, pero ¿dónde está mi caballo feo volador? —pregunté, intentando ignorar la edificación de la muerte roja.
—Raupo, las huellas van hacia la torre —señaló Himmel—. Vamos, no hay tiempo que per…
Sentí una ráfaga de éter acercarse como una saeta fulminante. Enseguida aparté a la chica-murciélago con una poderosa nalgada y salté a tiempo para evitar ser aplastado. Una ardiente explosión de niebla roja y trozos de madera ocurrió donde estuvimos hacía un segundo.
—¡Ay, mi pompi! —gimoteó Himmel—. Ya nunca más podré sentarme.
—Sentarse está sobrevalorado —dije, aunque mi atención estaba puesta en aquello que fue usado como proyectil—. ¿Esto era… un barril?
Volví la vista hacia la cima de la torre. Agudicé mi visión y mi percepción mágica. Y finalmente pude ver a la criatura demoniaca que estaba en la terraza, un ser cuya piel era brasa ardiente de un fuego infernal, y sus ojos destellaban con malicia y furia. Más que un hombre, más que una bestia, era un hombre-bestia con aspecto de gorila que ha tenido un muy mal día sin bananas. Además, sostenía un barril, uno de las montañas de barriles tras él, símbolo de su dominio sobre esa caverna alejada de la barba del Bebé Barbudo.
Cerca de él, como si no estuvieran a pocos metros de la violencia encarnada, estaban mi caballo feo volador arrastrando a una chica-murciélago que no sabía cómo detenerlo. También había un ataúd envuelto en un aura verdosa, pero de eso ya se hablará después.
—¡Tranquila, Abend, ya va a salvarte tu primita! —vociferó Himmel para luego correr hacia la escalera de la torre en lugar de volar directamente.
—Terrible —murmuré antes de ir tras ella. «¿Y por qué demonios hay un mono aquí?», me pregunté.
En cuanto Yako acercó una mano a una de las hojas de una yökukka, dicha hoja azotó la mano para apartarla, desencadenando un gritito de Yako.
—¿Pero qué…? —balbuceó la dragona mientras retrocedía con torpeza—. ¿Acaso…?
—¡Sí, te di un hojazo! —gruñó una voz ronca que, inesperadamente, emergió de aquel girasol—. ¿Tienes algún problema con eso? Porque si tienes algún problema, podemos ir a resolverlo ahí afuera a punta de golpes, ¡eh!, que yo sí tengo las semillas bien puestas.
—¡¿Pero qué…?! —chilló Yako sumiéndose en la perplejidad.
—Bueno, sí, será mejor resolverlo aquí mismo. La verdad es que no puedo salir caminando; me dejaron plantada. Pero ni falta me hace para acomodarte la cara a golpes… ¡Pugr, pugr, pugr… y pugr!… Eso fue mi sonido de cuatro escupitajos; me toca solo hacer el sonido porque no puedo escupir. Así que imaginen que les escupí en la cara a todas ustedes.
Una risilla aguda y femenina se escuchó desde algún lugar de la caverna.
—¡Hey, haz silencio o nos descubrirán! —le reprendió otra voz similar, aunque masculina y juvenil, que tampoco demostró suficiente esfuerzo en pasar desapercibido.
—¿Cómo nos van a descubrir? —cuestionó la de la risilla—. Mira sus caras. ¿Te parece que tienen la inteligencia para eso? Y si nos descubren, quema las flores para que se distraigan y así nos escapamos fácilmente.
Entre todas esas tragedias, una destacable siempre sería el hecho de que el Señor Van Pyro no aprovechó una oportunidad para cantar algo sobre Yako. Luego sí cantó otra cosa, pero ¿por qué conformarse con una canción pudiendo tener dos?
Dejando eso de lado, Zelas tuvo una idea interesante para acelerar el cumplimiento de nuestra tarea, y también para morir uno por uno si fuéramos los personajes de una historia de terror, especialmente si alguno de nosotros tuviera la piel de color oscuro. La idea era dividirnos para abarcar más terreno.
El señor Van Pyro, sin embargo, pensó en otra cosa꞉ dividirnos para abarcar más terreno. Por eso el jefe era él y no Zelas.
—Obedezcan al jefe —insté—. Un perímetro hasta la 39.
—¿Hasta la 39? —preguntó una alarmada Himmel—. No sabía que fuese tan grave. —Se llevó las manos a la cabeza—. ¡No tenemos tiempo que perder!
Y emprendió una carrera bestial por el camino que conducía hacia su prima.
—¡Hey, no me dejes atrás! —exclamé antes de ir tras ella.
Xana dio los primeros tres pasos para seguirnos, pero se detuvo. Su mirada se desvió, con lentitud, hacia el primer camino, aquel de donde surgía un poder oscuro y siniestro. Tragó saliva, apretó los puños y se obligó a tomar esa ruta hacia lo desconocido.
—Hay algo demasiado perverso adelante —dijo a media voz—. Sea quien sea que quiera acompañarme, debe estar preparado para enfrentar un mal inimaginable.
Conjuró una decena de orbes de luz y las hizo orbitar a su alrededor, proyectiles listos para atacar a lo que acechaba en las tinieblas. Y avanzó.
✧ ✧ ✧ ✧ ✧Ruta de la oscuridad ✧ ✧ ✧ ✧ ✧
Xana caminó por un tiempo que se hacía difuso para ella. Podría haber pasado apenas un minuto o incluso un día entero. Pero no podía detenerse, no cuando había sentido aquella energía maligna que le recordaba a los horrores que había visto en su antigua vida como practicante de hechicerías prohibidas.
Con cada paso que reverberaba en el túnel, aquel mal se sentía más cercano, más pesado, más sofocante y nauseabundo, poniendo a prueba el temple de cualquiera que se aventurase a explorarlo.
Al cabo de un tiempo notó en las paredes unas runas talladas con vestigios de un éter de luz. Eran runas antiguas, alguna vez portadoras de un poder primigenio. Estaban en buen estado, así que ¿por qué dejaron de funcionar?
Sus pasos se detuvieron. Había llegado al final del túnel. Ante ella se alzaba una puerta de piedra con figuras demoniacas talladas en ella y con dos gárgolas decapitadas a los lados. Xana tardó unos segundos en notar que las cabezas de las gárgolas estaban en el suelo, y un poco más en notar también la posición de las gárgolas.
«Parecen guardianes», caviló, «pero están mirando la puerta, dándome la espalda».
—Como si estuvieran aquí no para evitar que algo entre… —pensó en voz alta— sino para evitar que algo salga.
Inspiró profundo, acrecentó su éter y se acercó para colocar una mano en la puerta para examinar las figuras demoniacas.
Entonces la puerta se cayó hacia adelante.
Xana retrocedió dando un respingo y luego se cubrió los oídos cuando el estruendo de la piedra impactando en el suelo se desencadenó y surcó los túneles subterráneos.
Entonces vio lo que había al otro lado…
Nada, una sala vacía y polvorienta.
—Por lo menos no hice enojar a nadie —comentó Xana con cierto alivio.
Se dio la vuelta…
Y entonces la vio.
En la penumbra del túnel, su figura se erguía majestuosa, una visión de elegancia atemporal. Su cabello rubio plateado, largo y etéreo, caía en cascadas brillantes sobre sus hombros, reflejando destellos de luz como hilos de luna y oro. Sus ojos, dos joyas escarlatas, destilaban una profundidad insondable, evocando el misterio de leyendas más antiguas que la propia raza de los elfos. Su cuerpo delgado, como el de una estatua tallada con delicadeza, se movía con una gracia que desafiaba su edad. Las uñas, largas y cuidadas, hablaban de una vida de refinamiento y atención al detalle. Descalza, parecía flotar sobre el suelo, cada paso un susurro en el silencio sepulcral. Y su vestido, azul como las profundidades del océano en calma, con un escote en forma de V que exhibía el contorno de sus atributos femeninos, invitaba a desentrañar los secretos que cubría.
Ella era un poema viviente, una canción de belleza fantasmal y dignidad milenaria que trascendía el tiempo.
- NSFW:
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—¡Chúpame las patas! —fue lo que gritó aquella criatura, su voz aguda y fantasmagórica rasgando el viento y el éter, antes de levantar los brazos, invocando un poder abrumador que sacudió la tierra—. ¡Chúpame las patas! —chilló de nuevo.
El lugar empezó a derrumbarse. Cada escombro que se desprendía tomaba forma de pie y se disparaba hacia todos lados, rebotando en paredes, el techo y el suelo, forzando a una sorprendida Xana a saltar, rodar, deslizarse y disparar esferas de luz explosivas para evitar ser aplastada.
—¡Chúpame las patas!
♜ ♞ ♝ ♛ Ruta del gomejo ♚ ♝ ♞ ♜
No era un gomejo. No era un palomejo. Tampoco un conejo cornudo. Ni mucho menos un conejo ordinario.
No, era un hombre-conejo.
Y no cualquier hombre-conejo.
Encorvado, sostenía un garfio en cada mano. Estaba completamente cubierto de telas, vendas y cuero y pintura, todo blanco, desde la punta de las orejas hasta las patas. Incluso sus garfios tenían vendajes blancos. Llevaba un vestido y en su cola colgaba un reloj de arena que desprendía magia y luz dorada. Sus ojos oscuros, con un brillo siniestro, miraban cada tanto a Van Pyro, la única criatura cuya simple presencia exigía respeto en aquel lugar.
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—Llegas tarde y eso me arde —siseó mientras huía del perro, sorteando los obstáculos en el túnel꞉ tazas de té, espejos rotos, vestidos azules con delantales blancos manchados de sangre, montañas de cartas de corazones rotos, sombreros extravagantes y desgastados y libros sobre gomejos y sus usos innombrables—. Es hora de que vayamos y que todos te comamos. Es la hora del té, así que prepárate. Al final está el sombrerero, al fondo del agujero. La reina de las gárgolas, ella también ama las trolas… Se me acaban las rimas, pero no lo de dar grima.
No era tan veloz. Incluso Bio con mala suerte era más rápido. En apenas unos treinta segundos el vampiro podría reducir la distancia entre ambos a la mitad. En los siguientes treinta, la mitad de la distancia restante. Y en los siguientes treinta, la mitad de lo que aún quedaba.
Siempre se reducía la mitad, pero nunca más, en un fenómeno sobrenatural dentro de aquel camino que ascendía en espiral y que también parecía ser infinito.
☬ ☬ ☬ ☬ ☬ Ruta del caballo feo volador ☬ ☬ ☬ ☬ ☬
Y llegué. ¿A dónde? No tenía ni la menor idea. Era un espacio amplio, y en el centro se alzaba una gigantesca torre de piedra negra, tallada con símbolos arcanos y runas rarísimas. A su alrededor, una escalera en espiral ascendía sirviendo como el único camino hacia la cima.
Un resplandor rojo sangre, ominoso, inquietante y demás sinónimos de que daba miedito, se filtraba a través de las amplias ventanas de la torre y advertían de la muerte mortífera y mortal que nos esperaba dentro.
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—Muy bonito y todo, pero ¿dónde está mi caballo feo volador? —pregunté, intentando ignorar la edificación de la muerte roja.
—Raupo, las huellas van hacia la torre —señaló Himmel—. Vamos, no hay tiempo que per…
Sentí una ráfaga de éter acercarse como una saeta fulminante. Enseguida aparté a la chica-murciélago con una poderosa nalgada y salté a tiempo para evitar ser aplastado. Una ardiente explosión de niebla roja y trozos de madera ocurrió donde estuvimos hacía un segundo.
—¡Ay, mi pompi! —gimoteó Himmel—. Ya nunca más podré sentarme.
—Sentarse está sobrevalorado —dije, aunque mi atención estaba puesta en aquello que fue usado como proyectil—. ¿Esto era… un barril?
Volví la vista hacia la cima de la torre. Agudicé mi visión y mi percepción mágica. Y finalmente pude ver a la criatura demoniaca que estaba en la terraza, un ser cuya piel era brasa ardiente de un fuego infernal, y sus ojos destellaban con malicia y furia. Más que un hombre, más que una bestia, era un hombre-bestia con aspecto de gorila que ha tenido un muy mal día sin bananas. Además, sostenía un barril, uno de las montañas de barriles tras él, símbolo de su dominio sobre esa caverna alejada de la barba del Bebé Barbudo.
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Cerca de él, como si no estuvieran a pocos metros de la violencia encarnada, estaban mi caballo feo volador arrastrando a una chica-murciélago que no sabía cómo detenerlo. También había un ataúd envuelto en un aura verdosa, pero de eso ya se hablará después.
—¡Tranquila, Abend, ya va a salvarte tu primita! —vociferó Himmel para luego correr hacia la escalera de la torre en lugar de volar directamente.
—Terrible —murmuré antes de ir tras ella. «¿Y por qué demonios hay un mono aquí?», me pregunté.
✾ ✾ ✾ ✾ ✾ Invernadero ✾ ✾ ✾ ✾ ✾
En cuanto Yako acercó una mano a una de las hojas de una yökukka, dicha hoja azotó la mano para apartarla, desencadenando un gritito de Yako.
—¿Pero qué…? —balbuceó la dragona mientras retrocedía con torpeza—. ¿Acaso…?
—¡Sí, te di un hojazo! —gruñó una voz ronca que, inesperadamente, emergió de aquel girasol—. ¿Tienes algún problema con eso? Porque si tienes algún problema, podemos ir a resolverlo ahí afuera a punta de golpes, ¡eh!, que yo sí tengo las semillas bien puestas.
—¡¿Pero qué…?! —chilló Yako sumiéndose en la perplejidad.
—Bueno, sí, será mejor resolverlo aquí mismo. La verdad es que no puedo salir caminando; me dejaron plantada. Pero ni falta me hace para acomodarte la cara a golpes… ¡Pugr, pugr, pugr… y pugr!… Eso fue mi sonido de cuatro escupitajos; me toca solo hacer el sonido porque no puedo escupir. Así que imaginen que les escupí en la cara a todas ustedes.
Una risilla aguda y femenina se escuchó desde algún lugar de la caverna.
—¡Hey, haz silencio o nos descubrirán! —le reprendió otra voz similar, aunque masculina y juvenil, que tampoco demostró suficiente esfuerzo en pasar desapercibido.
—¿Cómo nos van a descubrir? —cuestionó la de la risilla—. Mira sus caras. ¿Te parece que tienen la inteligencia para eso? Y si nos descubren, quema las flores para que se distraigan y así nos escapamos fácilmente.
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(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Somos mucha sabrosura en un mismo tema, así que sugiero que no le tengamos miedo al éxito y roleemos sin orden de posteo. Feliz jueves =)
Kali꞉ es un thestral, también conocido como un caballo feo volador.
Info de Azaril, Beyza, Yako y las demás maids꞉ [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Info de las yökukka, girasoles púrpuras que cambiarán el mundo꞉ [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Info de las cavernarias, viejas sabrosas y poderosas꞉ [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Info de los faes/hadas, de pronto populares꞉ [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Kali꞉ es un thestral, también conocido como un caballo feo volador.
- ꞉:
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- Color de diálogos:
- Abend (la mala cuidadora de caballos)꞉ (cc6699).
Himmel (la mala guía)꞉ (cc9966).
La portera (la portera)꞉ (cc9999).
Vieja sabrosa꞉ (3399ff).
Hombre-gomejo꞉ (ffffcc)
Beyza꞉ (0000ff).
Yako꞉ (00ccff).
Yökukka parlante꞉ (9966ff).
Hada ilusionista, corte invierno꞉ (ccffff).
Hado pirómano, corte verano꞉ (cc6600).
Última edición por Rauko el Lun Mayo 27 2024, 03:38, editado 1 vez (Razón : Somos mucha sabrosura)
Rauko
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Al final todos se fueron por diferentes caminos, Zelas pensó por un momento quedarse ahí para interceptar cualquier cosa viniera desde alguno de los caminos, mas por flojera que alguna otra cosa, sin embargo, noto que Xana y Rauko iban por caminos diferentes, ante aquella problemática pensó que si algo lograba pasar a Xana, no quería tener que enfrentarlo.
-Yo te acompaño, prefiero asistirte que luchar contra lo que sea que te gane- señalaría el rubio mientras acompañaba a Xana por el camino sumido en la oscuridad.
-¿No hay otro que me quiera acompañar?, tengo miedo que este me abandone a mitad de una pelea- diría la elfa medio en broma, medio enserio.
-Ve el lado positivo, si te abandono, seguro me llevo a los malos conmigo como la ultima vez- respondería a modo de broma el no-elfo mientras se adentraba con Xana a lo oscurito(?).
Conforme avanzaban la cueva terminaba y una dando paso a una estructura, una edificación extraña y antigua que le hacia preguntarse donde diablos estaban. -¿Por qué pareciera que nadie sabia que había mas allá de la plantación?- pregunto el rubio, sin embargo, Xana no le presto atención, puesto que su concentración yacía en las runas y las gárgolas que estaban frente a ellos.
-Bueno al menos pasaremos desapercibidos si no hablamos- le diría Zelas, justo al momento que Xana procedía a tirar la puerta.
-Por lo menos no hice enojar a nadie- respondería la elfa aliviada, al menos hasta que la vieron.
En la penumbra del túnel, una figura se erguía majestuosa, una visión de elegancia atemporal. Con su cabello rubio plateado, largo y etéreo, el cual caía en cascadas brillantes sobre sus hombros, reflejando destellos de luz como hilos de luna y oro. Sus ojos, dos joyas escarlatas, destilaban una profundidad insondable, evocando el misterio de leyendas más antiguas que la propia raza de los elfos. Su cuerpo delgado, como el de una estatua tallada con delicadeza, se movía con una gracia que desafiaba su edad. Las uñas, largas y cuidadas, hablaban de una vida de refinamiento y atención al detalle. Descalza, parecía flotar sobre el suelo, cada paso un susurro en el silencio sepulcral. Y su vestido, azul como las profundidades del océano en calma, con un escote en forma de V que exhibía el contorno de sus atributos femeninos en los cuales la gravedad había hecho efecto, invitaba a desentrañar los secretos que colgaban.
-¡Chúpame las patas!- vociferaba la anciana al momento que comenzaba a moverse con una velocidad y fuerzas que claramente sobrepasaban al par de aventureros. Cada vez que aquella turbo-abuela(?) golpeaba algo con sus pies, la habitación se sacudía entera, desprendiendo escombros y haciendo que la habitación comenzara a derrumbarse.
-Tenemos que salir de acá!- le indicaría Xana al momento que emprendía la carrera a la salida, sin embargo, la abominación tenia otros planes, y rápidamente se sobrepasaría a la elfa para chocar con el muro frente a ella e impulsarse para luego embestir con ambos pies al frente.
Zelas entonces empujaría a Xana e interceptaría a la turbo-vieja con su espada, haciendo que ambos chocaran de lleno contra la pared mas aislada de aquella habitación. El impacto fue tal, que una pequeña piedrita salió del bolsillo del rubio, Xana percibió el éter que esta desprendía y reconociendo que Rauko también tenia una de ellas, la tomo rápidamente y se dirigió a la salida de aquella habitación que se estaba derrumbando.
-¡Chúpame las patas! ¡Chúpame las patas!- exclamaría la turbo-cosa, mientras un golpeado Zelas hacia un esfuerzo sobrehumano para evitar que esta le mordiera el rostro y justo cuando la habitación se terminaba de derrumbar, El rubio desapareció en un pestañeo y apareció afuera de la habitación junto a Xana.(1)
-Si sabes que tengo una habilidad para intercambiar mi posición con alguno de mis orbes- diría la elfa rodeada de orbes de luz.
-¿Puedes hacer eso?, ¿Por qué me dejaste atrapar al vejestorio ese entonces?- preguntaría el no-elfo sacudiéndose la tierra y los restos de escombro de encima, Xana por su parte, se encogió de hombros y le entrego su piedrita magica.
-Sea como sea, no podemos dejar que esa cosa abandone este lugar, olvídate de llevarte a esa cosa de aquí- diría la elfa preparándose, al ver como los escombros comenzaban a moverse.
-Sabes... Esa no era la clase de maduras calientes en mi zona que esperaba ver- señalaría Zelas algo decepcionado al momento que se preparaba para enfrentar a aquella turbo-patona, ahora concentrando el éter en su cuerpo para el momento en el que activara su habilidad.
-Zeeeelaaaaasssss- diría la voz entre los escombros los cuales comenzaban a temblar -¿Harás que Xana se una a la lista de personas que murieron por tu culpa?¿O debo ir por Rauko, Meraxes o Gaegel?-
El rubio había quedado sorprendido ante lo que escuchaba.
-No le escuches!, no estaba segura, pero viendo que te tuvo tan cerca, y que ahora sabe todo de ti, este es sin duda un enemigo terrible al cual no podemos dejar salir aquí- le diría Xana haciendo brillar sus orbes con intensidad.
-Zeeeelaaaaasssss.... ¿Acaso no quieres saber si la volverás a ver?, Acaba con Xana y su luz y te diré todo... Siempre y cuando me chupes las patas!.- los escombros se sacudían violentamente, y en cualquier momento la fetichista de las patas atacaría.
La expresión en el rostro de Zelas era confusión pura, sin embargo, no dejaría de apuntar el filo de su espada hacia aquellos escombros.
OFF: Habilidades y cosas usadas
1_Runa de Teleportación
-Yo te acompaño, prefiero asistirte que luchar contra lo que sea que te gane- señalaría el rubio mientras acompañaba a Xana por el camino sumido en la oscuridad.
-¿No hay otro que me quiera acompañar?, tengo miedo que este me abandone a mitad de una pelea- diría la elfa medio en broma, medio enserio.
-Ve el lado positivo, si te abandono, seguro me llevo a los malos conmigo como la ultima vez- respondería a modo de broma el no-elfo mientras se adentraba con Xana a lo oscurito(?).
Conforme avanzaban la cueva terminaba y una dando paso a una estructura, una edificación extraña y antigua que le hacia preguntarse donde diablos estaban. -¿Por qué pareciera que nadie sabia que había mas allá de la plantación?- pregunto el rubio, sin embargo, Xana no le presto atención, puesto que su concentración yacía en las runas y las gárgolas que estaban frente a ellos.
-Bueno al menos pasaremos desapercibidos si no hablamos- le diría Zelas, justo al momento que Xana procedía a tirar la puerta.
-Por lo menos no hice enojar a nadie- respondería la elfa aliviada, al menos hasta que la vieron.
En la penumbra del túnel, una figura se erguía majestuosa, una visión de elegancia atemporal. Con su cabello rubio plateado, largo y etéreo, el cual caía en cascadas brillantes sobre sus hombros, reflejando destellos de luz como hilos de luna y oro. Sus ojos, dos joyas escarlatas, destilaban una profundidad insondable, evocando el misterio de leyendas más antiguas que la propia raza de los elfos. Su cuerpo delgado, como el de una estatua tallada con delicadeza, se movía con una gracia que desafiaba su edad. Las uñas, largas y cuidadas, hablaban de una vida de refinamiento y atención al detalle. Descalza, parecía flotar sobre el suelo, cada paso un susurro en el silencio sepulcral. Y su vestido, azul como las profundidades del océano en calma, con un escote en forma de V que exhibía el contorno de sus atributos femeninos en los cuales la gravedad había hecho efecto, invitaba a desentrañar los secretos que colgaban.
-¡Chúpame las patas!- vociferaba la anciana al momento que comenzaba a moverse con una velocidad y fuerzas que claramente sobrepasaban al par de aventureros. Cada vez que aquella turbo-abuela(?) golpeaba algo con sus pies, la habitación se sacudía entera, desprendiendo escombros y haciendo que la habitación comenzara a derrumbarse.
-Tenemos que salir de acá!- le indicaría Xana al momento que emprendía la carrera a la salida, sin embargo, la abominación tenia otros planes, y rápidamente se sobrepasaría a la elfa para chocar con el muro frente a ella e impulsarse para luego embestir con ambos pies al frente.
Zelas entonces empujaría a Xana e interceptaría a la turbo-vieja con su espada, haciendo que ambos chocaran de lleno contra la pared mas aislada de aquella habitación. El impacto fue tal, que una pequeña piedrita salió del bolsillo del rubio, Xana percibió el éter que esta desprendía y reconociendo que Rauko también tenia una de ellas, la tomo rápidamente y se dirigió a la salida de aquella habitación que se estaba derrumbando.
-¡Chúpame las patas! ¡Chúpame las patas!- exclamaría la turbo-cosa, mientras un golpeado Zelas hacia un esfuerzo sobrehumano para evitar que esta le mordiera el rostro y justo cuando la habitación se terminaba de derrumbar, El rubio desapareció en un pestañeo y apareció afuera de la habitación junto a Xana.(1)
-Si sabes que tengo una habilidad para intercambiar mi posición con alguno de mis orbes- diría la elfa rodeada de orbes de luz.
-¿Puedes hacer eso?, ¿Por qué me dejaste atrapar al vejestorio ese entonces?- preguntaría el no-elfo sacudiéndose la tierra y los restos de escombro de encima, Xana por su parte, se encogió de hombros y le entrego su piedrita magica.
-Sea como sea, no podemos dejar que esa cosa abandone este lugar, olvídate de llevarte a esa cosa de aquí- diría la elfa preparándose, al ver como los escombros comenzaban a moverse.
-Sabes... Esa no era la clase de maduras calientes en mi zona que esperaba ver- señalaría Zelas algo decepcionado al momento que se preparaba para enfrentar a aquella turbo-patona, ahora concentrando el éter en su cuerpo para el momento en el que activara su habilidad.
-Zeeeelaaaaasssss- diría la voz entre los escombros los cuales comenzaban a temblar -¿Harás que Xana se una a la lista de personas que murieron por tu culpa?¿O debo ir por Rauko, Meraxes o Gaegel?-
El rubio había quedado sorprendido ante lo que escuchaba.
-No le escuches!, no estaba segura, pero viendo que te tuvo tan cerca, y que ahora sabe todo de ti, este es sin duda un enemigo terrible al cual no podemos dejar salir aquí- le diría Xana haciendo brillar sus orbes con intensidad.
-Zeeeelaaaaasssss.... ¿Acaso no quieres saber si la volverás a ver?, Acaba con Xana y su luz y te diré todo... Siempre y cuando me chupes las patas!.- los escombros se sacudían violentamente, y en cualquier momento la fetichista de las patas atacaría.
La expresión en el rostro de Zelas era confusión pura, sin embargo, no dejaría de apuntar el filo de su espada hacia aquellos escombros.
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Zelas Hazelmere
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
La demostración de Yako se vio interrumpida por una planta con muy pocas ganas de convertirse en bebida nutritiva para vampiros. O quizá solo intentaba tomarles el pelo con su discurso irreverente.
Solo que las plantas no hablan, por supuesto, así que Valeria solo dudó un instante antes de decidir que había gato encerrado en todo aquello. Bueno, quizá algo más que un instante, más o menos, hasta que se oyeron las otras vocecillas riéndose de las caras que se les habían quedado a las presentes en el jardín ante la yökukka parlante.
Ante la mención a la quema de flores, Valeria y Yako se miraron con un toque de alarma en los ojos. O, más bien, con los ojos desorbitados por el horror. Valeria se decidió entonces por el curso de acción más sensato en el momento: apaciguar a las voces para evitar un desastre mientras averiguaban qué cuernos estaba pasando.
—Oh, vaya —dijo, esperando que el resto le siguiera el juego—, mis disculpas, señor Yökukka. ¿Señora Yökukka?... ¿Señorita?
—Conde Yoku, para los mortal… para desraizadas como ustedes —dijo la supuesta flor parlante.
—Conde Yoku —repitió Valeria—. Me disculpo en nombre de mi compañera. No queríamos importunarlo, ¿verdad? —añadió haciéndole un gesto a Yako para que interviniera.
—¿Eh? Esto… No, no, claro —dijo la aludida—. No será necesario llegar a las manos, ¡las hojas! Ha sido todo un malentendido, de verdad.
—¡Malentendido mis yemas! Me has metido mano descaradamente. Sin invitar a una aguita ni nada…
—Técnicamente —murmuró Valeria—, te ha puesto una casita y lleva semanas abonándote.
—¡Sí, con otros cientos de capullos! Como si eso fuera a hacerme sentir especial. ¡Pugr! —volvió a escupir el Conde—. Y a ti también, pugr. Y pugr y pugr para el resto. ¿Y tú qué miras, blanquita? ¿Te crees muy importante porque me ves los filamentos de tan arriba? Acércate un poco, que te arreglo la cara. ¡A hojazos!
Mientras el tal conde Yoku continuaba su diatriba, Valeria se mantenía atenta a otros sonidos que le desvelaran la posición de los sujetos que habían hablado antes, pero no resultaba sencillo con la acústica de la caverna.
----------
OFF: En mi cabeza, “blanquita” se refiere a Meleis, pero también podría ser Mera si prefieres xD
Solo que las plantas no hablan, por supuesto, así que Valeria solo dudó un instante antes de decidir que había gato encerrado en todo aquello. Bueno, quizá algo más que un instante, más o menos, hasta que se oyeron las otras vocecillas riéndose de las caras que se les habían quedado a las presentes en el jardín ante la yökukka parlante.
Ante la mención a la quema de flores, Valeria y Yako se miraron con un toque de alarma en los ojos. O, más bien, con los ojos desorbitados por el horror. Valeria se decidió entonces por el curso de acción más sensato en el momento: apaciguar a las voces para evitar un desastre mientras averiguaban qué cuernos estaba pasando.
—Oh, vaya —dijo, esperando que el resto le siguiera el juego—, mis disculpas, señor Yökukka. ¿Señora Yökukka?... ¿Señorita?
—Conde Yoku, para los mortal… para desraizadas como ustedes —dijo la supuesta flor parlante.
—Conde Yoku —repitió Valeria—. Me disculpo en nombre de mi compañera. No queríamos importunarlo, ¿verdad? —añadió haciéndole un gesto a Yako para que interviniera.
—¿Eh? Esto… No, no, claro —dijo la aludida—. No será necesario llegar a las manos, ¡las hojas! Ha sido todo un malentendido, de verdad.
—¡Malentendido mis yemas! Me has metido mano descaradamente. Sin invitar a una aguita ni nada…
—Técnicamente —murmuró Valeria—, te ha puesto una casita y lleva semanas abonándote.
—¡Sí, con otros cientos de capullos! Como si eso fuera a hacerme sentir especial. ¡Pugr! —volvió a escupir el Conde—. Y a ti también, pugr. Y pugr y pugr para el resto. ¿Y tú qué miras, blanquita? ¿Te crees muy importante porque me ves los filamentos de tan arriba? Acércate un poco, que te arreglo la cara. ¡A hojazos!
Mientras el tal conde Yoku continuaba su diatriba, Valeria se mantenía atenta a otros sonidos que le desvelaran la posición de los sujetos que habían hablado antes, pero no resultaba sencillo con la acústica de la caverna.
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OFF: En mi cabeza, “blanquita” se refiere a Meleis, pero también podría ser Mera si prefieres xD
Reike
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
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Más que la cueva de las flores, era la cueva de las revelaciones. Todo este tiempo había conocido a la chica como Amelia y ahora se presentaba como Valeria, que no variaba mucho gracias a los dioses y al menos no se me olvidaría.
- Lo que ella dice... pasaron... cosas... lechuzas feas, fuego, harina, fuego... cuchillos, y más cosas... la mayoría ni las recuerdo, pero sí que la conozco..- Afirmé tomando en cuenta que ya estaba ahí por las razones equivocadas y ahora pasar por loca, más de lo que seguramente ya aparentaba, no estaba bien, o tal vez sí, salvo por el jefazo, Meleis y Amelia ahora Valeria, nuestra falta de juicio era muy evidente, comenzando claramente por las mujeres murciélago.
Meleis, prestaba atención a su alrededor, a los que ellas tenían que decir. Por otro lado, comencé a caminar por ahí, a explorar el jardín. - Espero que todo se mantenga en calma, moverse aquí con las flores de por medio será...
Y Yakomenzaba lo absurdo. Realmente era muy raro que alguna de esas cosas que siempre nos sucedían, más si estábamos en grupo no hubieran pasado ya, pero aquí estábamos. Ni si quiera habían tenido tiempo de responderme sobre si Bio sería gomejillo de indias o no, cuando ya estaban discutiendo con flores parlantes.
- Meleis, tu eres rubio, de ojos claros y hablas con Gomejos, seguro que se te da hablar con flores. - Fue mi aporte ante la gravedad de la situación y que evidentemente hablaban con él, era el más alto del lugar.
Trataba de ubicar la fuente de las otras voces, nada fácil debía admitir pues ni siquiera tenía la menor idea con lo que trataba, miraba de reojo, podía notar que Valeria estaba tratando de hacer lo mismo era un problema.
Mientras tanto la "blanquita" entraba en acción. Allí justo en frente la flor que escupía como si no hubiera un mañana, se agachó, aún así quedando alto. - Lamento no poder, encogerme más... su ¿florencia?. - Trataba de seguir el juego pues para sus oídos tampoco pasó desapercibido las voces y la amenaza de un incendio. -
- ¿Ahora te burlas, blanquita? ¡Pugr! ¡Pugr! ¡Pugr! - Replicó.
- No, no para nada. S...solo estoy impresionado por... sus hojas y ese tallo... ¡Por los Dioses! ...es tan ... largo y firme. Con gusto lo regaría con mi agua. Y vea que puedo crear mucha, pero no se si sea digno, no sé si alguien con cola y escamas sea digno de su m...muchosidad. Aunque sería frabulloso que me aceptara. - El pobre estaba rojo, toda la sangre de su cuerpo seguramente concentrada en sus mejillas.
- Es todo un galán. - Susurró Yakko.
Me acerqué a Reike. - Lo que sea que esté con nosotros se esconde bien. - hablé caso en susurros, el asunto de la acústica y el eco ya era tedioso.
- Lo que ella dice... pasaron... cosas... lechuzas feas, fuego, harina, fuego... cuchillos, y más cosas... la mayoría ni las recuerdo, pero sí que la conozco..- Afirmé tomando en cuenta que ya estaba ahí por las razones equivocadas y ahora pasar por loca, más de lo que seguramente ya aparentaba, no estaba bien, o tal vez sí, salvo por el jefazo, Meleis y Amelia ahora Valeria, nuestra falta de juicio era muy evidente, comenzando claramente por las mujeres murciélago.
Meleis, prestaba atención a su alrededor, a los que ellas tenían que decir. Por otro lado, comencé a caminar por ahí, a explorar el jardín. - Espero que todo se mantenga en calma, moverse aquí con las flores de por medio será...
Y Yakomenzaba lo absurdo. Realmente era muy raro que alguna de esas cosas que siempre nos sucedían, más si estábamos en grupo no hubieran pasado ya, pero aquí estábamos. Ni si quiera habían tenido tiempo de responderme sobre si Bio sería gomejillo de indias o no, cuando ya estaban discutiendo con flores parlantes.
- Meleis, tu eres rubio, de ojos claros y hablas con Gomejos, seguro que se te da hablar con flores. - Fue mi aporte ante la gravedad de la situación y que evidentemente hablaban con él, era el más alto del lugar.
Trataba de ubicar la fuente de las otras voces, nada fácil debía admitir pues ni siquiera tenía la menor idea con lo que trataba, miraba de reojo, podía notar que Valeria estaba tratando de hacer lo mismo era un problema.
Mientras tanto la "blanquita" entraba en acción. Allí justo en frente la flor que escupía como si no hubiera un mañana, se agachó, aún así quedando alto. - Lamento no poder, encogerme más... su ¿florencia?. - Trataba de seguir el juego pues para sus oídos tampoco pasó desapercibido las voces y la amenaza de un incendio. -
- ¿Ahora te burlas, blanquita? ¡Pugr! ¡Pugr! ¡Pugr! - Replicó.
- No, no para nada. S...solo estoy impresionado por... sus hojas y ese tallo... ¡Por los Dioses! ...es tan ... largo y firme. Con gusto lo regaría con mi agua. Y vea que puedo crear mucha, pero no se si sea digno, no sé si alguien con cola y escamas sea digno de su m...muchosidad. Aunque sería frabulloso que me aceptara. - El pobre estaba rojo, toda la sangre de su cuerpo seguramente concentrada en sus mejillas.
- Es todo un galán. - Susurró Yakko.
Me acerqué a Reike. - Lo que sea que esté con nosotros se esconde bien. - hablé caso en susurros, el asunto de la acústica y el eco ya era tedioso.
- Off:
- Dejo a criterio de Rauko si le gusta o no el coqueto de la blanquita (?)Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad. 1/2Cosas Activas:Meraxes:
Una sensación amarga se aferró al pecho de la dragona, un deseo casi instintivo de tener la caja entre sus manos, de explorar su contenido y descubrir qué secretos encerraba. Ahora, Meraxes se sentiría en una encrucijada de emociones; la frustración y la ansiedad se mezclaban con un profundo anhelo que no podía ignorar.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]
-Gorrito de Calabaza.
- Granada de Humo.Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Dejé atrás a mis compañeros y avancé sin rumbo en busca de la malvada maldad a la que el perro había decidido enfrentar, lo cual era muy sabio y prudente de su parte para asegurarse de no poner en riesgo a nadie más ante una amenaza tan peligrosa. Tras dar vueltas durante un rato por un largo pasillo que parecía llevar a todos lados y a ninguno a la vez, llegamos a aquel recóndito, lúgubre y esponjosito lugar bajo las cavernas.
Retrocedí con los ojos abiertos como platos al tiempo que sacaba mis dagas y las ponía al frente para defenderme de aquella amenaza. Mis manos temblaban y mis piernas se negaban a responder los impulsos de miedo que amenazaban con arrancarme de ese lugar para escapar de aquella amenaza como no había enfrentado una jamás -Ah caray, parece que estamos en temporada de conejos- Le dije al Señor Van Pyro aunque no hubo ninguna respuesta.
Estaba seguro que mi peludo compañero estaba en silencio debido a que planeaba velozmente miles de planes para eliminar a la amenaza que teníamos en frente, y en efecto, hacía rato que el perro estaba a mi lado, echado en el piso con la cabeza entre las patas para lamerse sus miserias, y ante tal acto de valentía me sentí inspirado y no pude evitar tensar los músculos y saltar al frente en una trepidante carrera para alcanzar a aquella criatura de esponjosa maldad.
Un par de pasos bastaron para reducir la distancia, pero cada paso que daba parecía que el conejo estaba más lejos, sería cuestión de reflejos, aceleré el paso, pero el resultado era el mismo, aceleré más y más usando toda mi potencia vampírica y nada me acercaba más de prisa -Vaya que es rápido eh- Me dijo el perro que estaba parado a mi lado, con énfasis en PARADO, a pesar de que yo iba corriendo a toda velocidad.
Me detuve de golpe y el conejo también lo hizo, el perro no porque ya estaba detenido, pero entonces, entendí… Bueno, luego de 15 minutos pensando, he decidido que todavía no entendí, así que seguiremos corriendo mientras se me ocurre algo. Y corrí de nuevo, notando que mientras yo estaba al borde de un desgarre muscular por la potencia de la carrera, el conejo simplemente saltaba y saltaba.
Y entonces por fin entendí el misterio en la carrera del perverso orejón saltarín -No te apures, insensato, te alcanzaré en la tarima, y no salgas con espadas porque yo no sé de esgrima- Dije para regresarle su palabreo sin sentido mientras comenzaba una nueva carrera detrás del animal tan solo para ver cómo se repetía la misma escena -Sabes lo que tienes que hacer- Me dijo el perro que seguía mi carrera parado a mi lado -Claro que lo sé- Le dije con una sonrisa de maldad, agarré al animal por una pata y lo lancé con todas mis fuerzas hacia la espalda del conejo.
No, esto no era lo que… aaaaa- Dijo el perro mientras se alejaba en el aire haciéndose bolita para tomar una apariencia similar a una esfera de fuego. Desde luego, sabía que el impacto del perro contra el conejo no sería algo contundente para acabar con él, pero estaba seguro que el grito del perro serviría como distracción para que el conejo volteara y se llevara un perrazo que lo derribara para darme la oportunidad de alcanzarlo.
[1] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía. Retrocedí con los ojos abiertos como platos al tiempo que sacaba mis dagas y las ponía al frente para defenderme de aquella amenaza. Mis manos temblaban y mis piernas se negaban a responder los impulsos de miedo que amenazaban con arrancarme de ese lugar para escapar de aquella amenaza como no había enfrentado una jamás -Ah caray, parece que estamos en temporada de conejos- Le dije al Señor Van Pyro aunque no hubo ninguna respuesta.
Estaba seguro que mi peludo compañero estaba en silencio debido a que planeaba velozmente miles de planes para eliminar a la amenaza que teníamos en frente, y en efecto, hacía rato que el perro estaba a mi lado, echado en el piso con la cabeza entre las patas para lamerse sus miserias, y ante tal acto de valentía me sentí inspirado y no pude evitar tensar los músculos y saltar al frente en una trepidante carrera para alcanzar a aquella criatura de esponjosa maldad.
Un par de pasos bastaron para reducir la distancia, pero cada paso que daba parecía que el conejo estaba más lejos, sería cuestión de reflejos, aceleré el paso, pero el resultado era el mismo, aceleré más y más usando toda mi potencia vampírica y nada me acercaba más de prisa -Vaya que es rápido eh- Me dijo el perro que estaba parado a mi lado, con énfasis en PARADO, a pesar de que yo iba corriendo a toda velocidad.
Me detuve de golpe y el conejo también lo hizo, el perro no porque ya estaba detenido, pero entonces, entendí… Bueno, luego de 15 minutos pensando, he decidido que todavía no entendí, así que seguiremos corriendo mientras se me ocurre algo. Y corrí de nuevo, notando que mientras yo estaba al borde de un desgarre muscular por la potencia de la carrera, el conejo simplemente saltaba y saltaba.
Y entonces por fin entendí el misterio en la carrera del perverso orejón saltarín -No te apures, insensato, te alcanzaré en la tarima, y no salgas con espadas porque yo no sé de esgrima- Dije para regresarle su palabreo sin sentido mientras comenzaba una nueva carrera detrás del animal tan solo para ver cómo se repetía la misma escena -Sabes lo que tienes que hacer- Me dijo el perro que seguía mi carrera parado a mi lado -Claro que lo sé- Le dije con una sonrisa de maldad, agarré al animal por una pata y lo lancé con todas mis fuerzas hacia la espalda del conejo.
No, esto no era lo que… aaaaa- Dijo el perro mientras se alejaba en el aire haciéndose bolita para tomar una apariencia similar a una esfera de fuego. Desde luego, sabía que el impacto del perro contra el conejo no sería algo contundente para acabar con él, pero estaba seguro que el grito del perro serviría como distracción para que el conejo volteara y se llevara un perrazo que lo derribara para darme la oportunidad de alcanzarlo.
[-] Y con ustedes, el perro volador.
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Una vez que las coas quedaron claras, o más o menos, cada quién comenzó a tomar un rumbo diferente. - Deberíamos separarnos. - La miré de reojo. - Si tú lo consideras razonable. No eres buena improvisando. - La bruja entrecerró sus ojos. - Claramente tú eres el que no sabe improvisar. Deberías ir para allá. - Señaló el camino que seguía Rauko. - Yo seguiré a Zelas... Quizá con un poco de suerte al terminar esto pueda seducirlo y robarle el dinero que nos debe.
Al escuchar aquello miré el camino que siguió Zelas. - Debería ir yo... - Negó con firmeza. - ]Definitivamente no. Tú nos metiste en este embrollo. Ahora la que manda aquí soy yo. Tú te irás por allí, y yo me iré por allá, y se acabó. Cuando todo esto termine veremos la manera de escaparnos sin que se den cuenta de nosotros. - Suspiré levemente. - Está bien. Como tú quieras. Cuídate, arpía. - Al escuchar aquello ella sonrió. - Igual tú, perro. - Dicho eso cada quien tomó su rumbo. Esta pequeña interacción solo duró uno o dos minutos cuanto mucho, pero casi pudieron sentirse como 111 días de espera.
Caminé algunos pasos por detrás del grupo liderado por Rauko en silencio mientras miraba de un lado a otro con la vista algo perdida. Seguí mi camino, hasta que llegamos a un imponente lugar con una aterradora torre negra alzándose allí. Gloriosa y terrorífica. - Vaya... Cuanta producción. - Murmuraba aún perdido en mis pensamientos. ¿De verdad era malo improvisando? A mi me parecía que Ryra exageraba y yo si soy bueno en ello. Ella en general es muy criticona.
De pronto, mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una potente nalgada, lo cual me trajo de vuelta al lugar. Allí me di cuenta que estábamos en peligro, por lo que di un salto hacia atrás para evitar la explosión por aquel barril. - Por todos los dioses, eso estuvo cerca. - Me reincorporé rápidamente, viendo hacia la cima de la torre a lo que parecía un hombre bestia del tipo de los gorilas. Juraría que yo soñé una vez con esto una vez. Hay que ir con precaución. - Dije mientras iba hacia las escaleras de la torre.
----------------------------------
Mientras tanto, la bruja caminó en silencio, siguiendo a Zelas. Se mantuvo alejada del no elfo y de Xana, mirando y buscando analizar el lugar. Al llegar al sitio donde estaban las gárgolas, le causó curiosidad el comentario de que ellas parecían, en efecto en posición de evitar que algo saliese en lugar de lo contrario. ¿Por qué?... Sea como fuese, siguieron adelante, hasta que una figura fantasmal quedó frente a ellos.
¡Chúpame las patas!
Al escuchar aquello, la bruja hizo una mueca de desagrado. - Maldición, debí dejar al perro venir aquí. - Se tallaba la frente con frustración. De pronto, la mujer fantasmal comenzó a moverse rápidamente, por lo que ella también comenzó a correr, manteniendo una distancia prudente sobre ella. Y mejor para la bruja. Luego de ver sus capacidades, sin duda le costaría reponerse de una de sus embestidas.
Además de eso, esa cosa tenía unas capacidades especiales, por lo que corroboraba que lo mejor era mantener una buena distancia de esa cosa. Sacó su ballesta, y al ver el titubeo del no elfo, se encaminó hacia el mientras preparaba una saeta. - ¿Qué tan "caliente" la quieres? - Le preguntó Ryra a Zelas mientras encendía la punta de su saeta para luego apuntar a la mujer-cosa fantasmal.
Al escuchar aquello miré el camino que siguió Zelas. - Debería ir yo... - Negó con firmeza. - ]Definitivamente no. Tú nos metiste en este embrollo. Ahora la que manda aquí soy yo. Tú te irás por allí, y yo me iré por allá, y se acabó. Cuando todo esto termine veremos la manera de escaparnos sin que se den cuenta de nosotros. - Suspiré levemente. - Está bien. Como tú quieras. Cuídate, arpía. - Al escuchar aquello ella sonrió. - Igual tú, perro. - Dicho eso cada quien tomó su rumbo. Esta pequeña interacción solo duró uno o dos minutos cuanto mucho, pero casi pudieron sentirse como 111 días de espera.
Caminé algunos pasos por detrás del grupo liderado por Rauko en silencio mientras miraba de un lado a otro con la vista algo perdida. Seguí mi camino, hasta que llegamos a un imponente lugar con una aterradora torre negra alzándose allí. Gloriosa y terrorífica. - Vaya... Cuanta producción. - Murmuraba aún perdido en mis pensamientos. ¿De verdad era malo improvisando? A mi me parecía que Ryra exageraba y yo si soy bueno en ello. Ella en general es muy criticona.
De pronto, mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una potente nalgada, lo cual me trajo de vuelta al lugar. Allí me di cuenta que estábamos en peligro, por lo que di un salto hacia atrás para evitar la explosión por aquel barril. - Por todos los dioses, eso estuvo cerca. - Me reincorporé rápidamente, viendo hacia la cima de la torre a lo que parecía un hombre bestia del tipo de los gorilas. Juraría que yo soñé una vez con esto una vez. Hay que ir con precaución. - Dije mientras iba hacia las escaleras de la torre.
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Mientras tanto, la bruja caminó en silencio, siguiendo a Zelas. Se mantuvo alejada del no elfo y de Xana, mirando y buscando analizar el lugar. Al llegar al sitio donde estaban las gárgolas, le causó curiosidad el comentario de que ellas parecían, en efecto en posición de evitar que algo saliese en lugar de lo contrario. ¿Por qué?... Sea como fuese, siguieron adelante, hasta que una figura fantasmal quedó frente a ellos.
¡Chúpame las patas!
Al escuchar aquello, la bruja hizo una mueca de desagrado. - Maldición, debí dejar al perro venir aquí. - Se tallaba la frente con frustración. De pronto, la mujer fantasmal comenzó a moverse rápidamente, por lo que ella también comenzó a correr, manteniendo una distancia prudente sobre ella. Y mejor para la bruja. Luego de ver sus capacidades, sin duda le costaría reponerse de una de sus embestidas.
Además de eso, esa cosa tenía unas capacidades especiales, por lo que corroboraba que lo mejor era mantener una buena distancia de esa cosa. Sacó su ballesta, y al ver el titubeo del no elfo, se encaminó hacia el mientras preparaba una saeta. - ¿Qué tan "caliente" la quieres? - Le preguntó Ryra a Zelas mientras encendía la punta de su saeta para luego apuntar a la mujer-cosa fantasmal.
Gaegel
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
✧ ✧ ✧ ✧ ✧Ruta de la oscuridad ✧ ✧ ✧ ✧ ✧
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Quizás habían metido la pata. No debieron abrir la puerta… «No, esa puerta ni estaba cerrada», recordó Xana, sin bajar la guardia ante la Patas Arrugadas. «¿Por qué nadie había visto antes a esta… criatura?».
Pero no era tiempo para cavilaciones. Este era uno de esos momentos donde debía disparar y luego preguntar, quizás saltándose la parte de preguntar; estaban lidiando con una cavernaria, después de todo.
—Tengo un plan —dijo a media voz, esperando ser solo escuchada por Zelas y Ryra—. Debemos…
Una oleada de éter sacudió a los presentes, un poder que despertó nostalgia, hizo experimentar un déjà vu, sentir que un segundo se hizo eterno y, a la vez, que todo el día se había ido volando.
La turbo abuela abrió un agujero en el suelo, se lanzó en él y lo cerró en un instante.
—¡¿Ah?! ¿A dónde…? —exclamó Xana cuando pudo reaccionar. Buscó con la mirada, alarmada, temiendo un ataque sorpresa. Descubrió a la turbo abuela emergiendo por otro agujero y luego corriendo con largas zancadas hacia el túnel que llevada hacia la intersección—. ¡Ahí! —señaló con urgencia.
La turbo abuela se giró y corrió de espaldas. Alzó las manos, endureció sus pezones y conjuró más patas de piedra.
Xana respondió con una lluvia de estrellas, creando un constante choque de luz y tierra, destellos y polvo, magia y patas.
—¡Vayan a por ella! —masculló, con esfuerzo, Xana a sus compañeros, con casi toda su concentración puesta en el duelo mágico.
—¡Únete a mí y chupa mis patas, Zelas —exclamó la turbo abuela, su voz más áspera y espectral que antes—, y te diré todo lo que quieras saber! Incluso te diré lo que fue la energía que sentimos hace un momento, sobre la oscuridad que está a punto de desatarse en estos túneles y sobre lo que planea hacer Beyza en realidad… ¡Solo debes matar a Xana, solo eso, y podrás salvarnos a todos, ser el héroe que necesitas ser, y hasta salir de este lugar con el tesoro escondido en la profundidad por los ancestros!
♜ ♞ ♝ ♛ Ruta del gomejo ♚ ♝ ♞ ♜
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El hombre-conejo no era un simple corredor. No, pues portaba un amuleto ancestral, una reliquia de hechicería materializada en un reloj de arena con el poder de alterar el espacio-tiempo entre él y otras personas. No importaba cuánto alguien se acercara, nunca se reduciría por completo el espacio entre ambos.
Nadie podría haberlo alcanzado, exceptuando a cuatro individuos: Zelas, que podía cortar el espacio-tiempo; Bachataman, que podía estar en todos los sitios a la vez; el gnomo de Reike, que podía estar donde quisiera porque nunca se fue; y alguien más guapo, poderoso, asombroso, muy hermoso, muy precioso, armonioso, un buen socio, misterioso, buena gente, detergente, muy majete, inteligente…
Sí, me refiero al señor Vam Pyro, el animal capaz de llegar en un instante a cualquier sitio y ser considerado el responsable de cualquier buena obra realizada, aunque él no estuviera involucrado, como si reescribiera la realidad misma. No importaba si el camino hacia el conejo nunca se podría recorrer por completo, Vam Pyro simplemente siempre estuvo donde necesitaba estar.
O quizás lo que sucedió fue algo mucho más sencillo y natural que todo ello, pero, a falta de explicaciones, puedo asumir lo que quiera.
En cualquier caso, el reloj de arena del conejo estalló repentinamente y, al mismo tiempo, Vam Pyro golpeó la cabeza del conejo, derribándolo.
El hombre-conejo rodó un par de metros hasta chocar con la pared. Entonces, adolorido, se sentó con dificultad.
—Maldición, es mi salvación —balbuceó—. Habría estado atrapado en este hechizo descabellado, pero me he liberado gracias a su pandilla y a este perro.
Con lentitud y algo de esfuerzo, se quitó la máscara, revelando que bajo ella tenía otra idéntica.
—Sé que seguramente tienes preguntas en mente —dijo con deje de cansancio. Y le hablaba al perro, por supuesto—. Pero apenas recuerdo nada, poco más que la voz de una hada. Buscamos a unos desafortunados niños, pero nos metimos en terribles nidos. Trasgos, muchos trasgos, con los peores rasgos. Y… hay algo que sospecho, algo sobre lo que he hecho… Sí, además, hay algo más. Tres tesoros, pero no de oros. Mi grupo los encontró, pero la hada nos engañó. Tres reliquias con bendiciones, pero que despertaron maldiciones. Yo…
Abrió ampliamente los ojos y se levantó tan rápido como pudo. Miró al fondo del pasillo ascendente. Sus oídos bestiales detectaron los pasos que se acercaban. Dos, cuatro, ocho… ¿Cuántos eran?
—Anclé aquí mi existencia como mi penitencia —murmuró el hombre-conejo, poniéndose en guardia, con sus garfios en alto—. Apenas estoy cuerdo, pero algo sí recuerdo: ellos no deben pasar o todo va a empeorar.
Desde la oscuridad, el primer rostro monstruoso se asomó. Un trasgo, insignificante y apestoso por sí mismo, pero peligroso y mucho más apestoso siendo parte de un grupo.
El trasgo miró los restos del reloj de arena. Sus ojos brillaron. Y aulló, un llamado de guerra para los suyos, el inicio de una avalancha de trasgos.
Y no serían trasgos armados con típicas espadas melladas. No, ellos sí estaban bien equipados: portaban gomejos. Algunos los usaban como nunchakus, con dos gomejos amarrados de las orejas; otros como tirachinas, aprovechando la elasticidad de las orejas; otros, como guantes, metiendo los puños en las bocas de los gomejos…
Pero, a pesar de estar armados con armas de tal superioridad, los trasgos corrían desesperados, huyendo de algo desconocido.
☬ ☬ ☬ ☬ ☬ Ruta del caballo feo volador ☬ ☬ ☬ ☬ ☬
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—¡Viene otro! —nos advirtió la murciélago Himmel, que lideraba la carrera por el camino ascendente, y luego se aferró a mí abrazándome con los brazos y las piernas. Apestaba a murciélago que llevaba viviendo semanas en una cueva sin ducharse.
—¡Oye, oye, oye, suéltame! —protesté intentando no perder el equilibrio ni el sentido del olfato.
—¡Egoísta! Sabes esquivar barriles. Deberías llevarme encima para protegerme.
—¡Pero si tú puedes esquivarlos volando! ¡¿Por qué simplemente no vuelas?!
—¡¿Y tú por qué simplemente no saltas imaginando que soy un bolsito bien cuci?!
—¡Porque pesas como una bestia! —«¿Y qué significa cuci?», me pregunté internamente, aún intentando zafarme del agarre de Himmel.
Ella me dio un orejazo, dejándome perplejo; jamás en la vida alguien me había golpeado con una oreja.
—¡Nunca le digas pesada a una chica! —chilló—. ¡Menos a una murciélago!
Finalmente el barril se hizo visible, rodando y rebotando en todos lados como no debería hacerlo ningún barril, mientras desprendía un aura escarlata.
—No me dejas otra opción —murmuré.
Potencié todo mi cuerpo, consiguiendo al fin la fuerza para quitarme a la murciélago y, pese a sus quejas, lanzarla hacia adelante.
Ella voló, en contra de su voluntad, como una flecha, una gritona, muy gritona, hasta que aterrizó de manera aparatosa sin haber chocado con ningún barril.
Libre de cualquier estorbo, mi vaina infinita materializó a mi gran sable mata gigantes, Riesentöter. Mis botas mecánicas se adhirieron con firmeza al suelo. Y mis reflejos guiaron mis movimientos para un tajo definitivo.
Con ambas manos y con fuerza sobrehumana, blandí mi gran sable con el único objetivo de destruir el barril.
Sentí una ráfaga de éter extraño. Recuerdos de un futuro lejano, de una vida aún no vivida, de un infierno por venir, golpearon mi mente y desaparecieron otra vez.
La hoja de mi arma se atascó en la pared, el precio mortal de mi distracción durante el ataque.
Y el barril rebotó cerca de mí y siguió su descenso sin haber golpeado a nadie, pero llevándose con él todo rastro de mi dignidad.
—Ah —dije apenas, sintiéndome estúpido—. Bueno, el barril sabía lo que le convenía.
Arranqué a Riesentöter de la pared y la guardé en la vaina.
—¡Casi me matas, elfo desgraciado! —espetó Himmel aún tumbada en una posición incómoda—. Oh, ¡viene otro!
Se reincorporó y corrió hacía mí... No, en el último momento se retractó y saltó hacia Gaegel, a quien abrazó, también, con brazos y piernas.
—Así no vamos a llegar a ningún lado —dije, ignorando a la chica. Miré a Gaegel y me acerqué al borde del camino—. Me adelantaré escalando por fuera de la torre. Si no puedo encargarme el monito, por lo menos lo mantendré distraído para que ustedes suban.
Sin perder más tiempo, di el salto al vacío. Propulsado con magia, giré en el aire y luego me impulsé de vuelta hacia la pared externa. Me aferré a ella con mis botas, reuní más éter y di otro salto para repetir el proceso.
Tan rápido como pude, alcancé la cima, donde estaba el gorila levantando su siguiente proyectil, mientras mi caballo feo volador chupaba la cabeza de Abend, su inútil cuidadora murciélago, al lado de un ataúd siniestro.
Aterricé con una vistosa pose de héroe y señalé con un dedo al mono furioso.
—¡Basta de monerías! —espeté—. Suelta ese barril o me veré obligado a lanzarte biusa-bananas explosivas.
Sí que lo soltó, pero arrojándomelo.
Nada de qué preocuparse.
Lo esquivé con un salto acrobático. El barril cayó al vacío.
—Ya ves, no puedes… —Lo vi lanzarme otro más, y otro y otro y otro, uno tras otro, obligándome a mostrarle mis maravillosos movimientos—. Bueno, basta —murmuré al perder la paciencia.
Emprendí una carrera, raudo como buen Rauko. Desenvainé esta vez a Doppelsäbel y busqué una apertura.
De pronto lanzó un barril al suelo. Astillas volaron en todas direcciones. Repelí con un aura de éter las que vinieron en mi dirección.
Pero tuve que detenerme en seco al ver lo que el gorila había hecho: dentro del barril había cientos de bananas, que ahora estaban esparcidas por doquier.
—No, bananas no, son mi debilidad —dije, retrocediendo con lentitud para no resbalar con ninguna—. ¿Acaso quieres suicidarte? Tampoco podrás moverte con libertad.
El gorila esbozó una sonrisa salvaje y agarró otro barril, uno más de la montaña al alcance de sus manos. No necesitaba moverse. Debí saberlo. Él jamás podría haber sido perjudicado por las bananas, pues él era un gorila.
—¡Te he subestimado, monito! —reconocí—. Pero no me rendiré aún.
Le arrojé mi espada a la cara con toda mi fuerza. Un ruido metálico resonó cuando el gorila repelió mi arma con un veloz manotazo cubierto con su guantelete.
Di un gran salto hacia un lado para esquivar su barril explosivo, patiné sobre bananas y mantuve el equilibrio propulsándome con éter.
En la ubicación adecuada, alcé una mano, activando el encantamiento de Doppelsäbel. Mi espada, entonces, voló en mi dirección, con el gorila en medio de su camino.
El gorila se giró y repelió nuevamente mi espada con otro manotazo.
—Terrible —suspiré con resignación. Inspiré profundo y continuamos la batalla sobre bananas, con muchas acrobacias y monerías, mientras yo esperaba que el gorila se agotara y que Gaegel pudiera ayudar si llegaba.
✾ ✾ ✾ ✾ ✾ Invernadero ✾ ✾ ✾ ✾ ✾
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—¡Ay, pero qué cosas dices! —se indignó Conde Yoku, ruborizándose… Bueno, por su tono, era fácil imaginar que se había ruborizado—. ¿Te piensas que puedes llegar y decirme tales vulgaridades en mis flósculos y ganarte así mi polen? ¡Así no es como florece el amor, blanquita! Menos en mí, que no soy como las que se abren de pétalos ante cualquiera.
Una explosión de éter, imperceptible para los dragones, pero abrumador para Reike y las hadas, atravesó la caverna.
De pronto, Conde Yoku se multiplicó, formando un anillo de copias a su alrededor, anillo que se expandió como onda expansiva. Estas copias, cuando alcanzaron las paredes, rebotaron y volaron en todas direcciones, todas haciendo ruidos de escupitajos que reverberaban como ecos en la oscuridad.
—¡No puedes matarme! —vociferó el Conde Yoku original—. Soy como una cucaracha. No me muero, ¡me multiplico! Pugr, pugr, pugr, pugr.
Esta vez, cada falso escupitajo de las copias voladoras estaba acompañado por la ilusión de un Conde Yoku miniatura que parecía que salía escupido por las copias, creando una lluvia de girasoles.
Cuando cayeron sobre la bruja y los dragones, estos adoptaron el aspecto de Conde Yoku. Ahora el grupo esta conformado por seis yokus humanoides.
—¡Ay, pero ¿esto qué es, esto qué es?! —chilló Yako Yoku—. ¿Uh? Mi voz…
Entonces una risa aguda estalló y llegó a cada rincón de la caverna. La risa de la hada, saliendo de un girasol del grupo.
—¡No puedo, no puedo! —decía entre carcajadas—. Esto es demasiado gracioso. Esto no era mi intención, pero me sirve, sí que sí.
Ahí estaba la hada. Disfrazada de yökukka, pero ahí estaba. Hablar la había delatado.
—¿Eh? ¡¿Eh?! —exclamó Yako Yoku—. Esperen, esperen, ¡que esta soy yo! Mi voz no sale de mi cuerpo sino que se escucha desde esa otra yökukka… —Una yökukka señaló a Meleis Yoku—. ¡Y la de esa chiquilla se escucha desde mi cuerpo! —dijo, esta vez su voz originándose en la Reike Yoku, mientras que tres yökukkas señalaban con sus hojas en direcciones distintas.
—¡Exacto, desraizados insolentes! —se regodeó el Conde Yoku—. Sus voces suenan desde otro sitio y se cambian constantemente. Eso sin mencionar que sus cuerpos no harán los mismos movimientos que verán a los demás hacer.
Meraxes Yoku alzó una de sus hojas y hizo un gesto tan vulgar, obsceno y blasfemo, el peor insulto entre las plantas, que de haber sido verdaderas yökukkas se habrían sentido terriblemente humilladas.
—Ingenuos, arriesgándose por unos niños —gorjeó la hada desde alguien más—, pero es tarde, muy tarde. Oh, no te enojes, mono, por lo menos podrás proteger a esa… mientras la tengas en el ataúd, claro. ¿Pero podrás contra todas las criaturas que enviaré a por ti?
Por un momento, ninguna flor se movió ni habló.
—¿Que… qué decía? Yo… Ah, sí, ¡yökukkas!
Y yakontinuó el caos.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
En Venezuela ya es navidad por decreto del presi. Así que les deseo feliz navidad a todos =)
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- Color de diálogos:
- Abend (la mala cuidadora de caballos)꞉ (cc6699).
Himmel (la mala guía)꞉ (cc9966).
La portera (la portera)꞉ (cc9999).
Vieja sabrosa꞉ (3399ff).
Hombre-gomejo꞉ (ffffcc)
Beyza꞉ (0000ff).
Yako꞉ (00ccff).
Conde Yoku꞉ (9966ff).
Hada ilusionista, corte invierno꞉ (ccffff).
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- Extra:
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
Se trataba de una ilusión. No podía ser de otra manera, razonó Valeria. Pero parecía una ilusión muy compleja para haber sido creada por unos niños, como sugerían las voces que habían escuchado antes: la voz, la imagen y Yako parecía haber sentido realmente aquel manotazo o, más bien, hojazo. Además, ¿qué hacían un par de brujos infantes en una cueva perdida del continente? Una vigilada, para colmo.
Por supuesto, aquellas voces podrían haber formado parte de la ilusión, lo que complicaba aún más las cosas. Por no hablar de que la bromita con la planta parlante parecía bastante infantil, después de todo.
Había otra opción, probablemente más peligrosa que un par de críos con más poder que sentido común. Por desgracia, siendo que se encontraban en medio de un gran bosque, aquella solución parecía también la más probable.
—Lo que sea que esté con nosotros se esconde bien —murmuró Meraxes a su lado.
—Oscuridad e ilusiones —respondió Valeria en el mismo tono—, una poderosa combinación.
A pesar de haber impresionado a Yako, el amigo de Meraxes, Meleis, no parecía estar teniendo mucho éxito con el conde Yoku. Algo que no era de extrañar, ya que ni siquiera era real. Valeria tenía que recordarse constantemente esa idea para no caer presa de la ilusión y perder de vista lo que había detrás.
—Escucha —le explicó a Meraxes, aún sin alzar la voz—, creo que son hadas, seres terriblemente poderosos y crueles. No podemos fiarnos de nada de lo que nos digan y debemos tener mucho cuidado con lo que decimos nosotros. No hay forma de saber qué podría ofender…
Una pesada masa de éter la golpeó de lleno, dejándola casi sin aire, antes de continuar su camino a través de la caverna-invernadero. Abrumada por el impacto, Valeria se agarró a Meraxes con una mano para no caer mientras se llevaba la otra mano al pecho. Durante los instantes siguientes, su prioridad fue recuperar el ritmo de su respiración. No recordaba haber experimentado una sensación tan agobiante.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó, alzando de nuevo la vista hacia su compañera. Solo que ya no era Meraxes, sino una yökukka gigante.
Sin duda, fue la impresión por tan portentosa transformación lo que impidió que su cerebro registrase lo extraña que había sonado su propia voz, como si viniera de otro lugar. Eso, o los constantes ruidos de escupitajos provenientes de todas direcciones.
Valeria dio un paso atrás, apartándose de la yökukka gigante, y se encontró en medio de otro grupo de aquellas plantas, estas de tamaño normal, pero tan parlanchinas como el conde Yoku original. Bajo el resplandor de las yökukkas, pudo distinguir otras plantas gigantes, más o menos situadas donde habían estado sus compañeros hacía un momento.
Y entonces, se desató tal caos de voces y movimientos disparatados, que Valeria empezó a sentir que se mareaba. Incapaz de decidir cuántos de los cuerpos a su alrededor eran reales, cruzó una pierna por detrás de la otra y acabó sentándose en el suelo, única superficie de la que se fiaba. Al menos, de momento.
Cerró los ojos y se masajeó las sienes, tratando de encontrarle algún sentido a lo que estaba ocurriendo. Hasta que…
—¿Niños? ¿Mono? ¿De qué cuernos estás hablando? —preguntó, empezaba a cabrearse—. ¡Yo solo he venido a estudiar unas plantas, en mi contrato no había nada sobre cuidar niños!
Como al final resultase que no eran más que un par de críos maleducados...
Por supuesto, aquellas voces podrían haber formado parte de la ilusión, lo que complicaba aún más las cosas. Por no hablar de que la bromita con la planta parlante parecía bastante infantil, después de todo.
Había otra opción, probablemente más peligrosa que un par de críos con más poder que sentido común. Por desgracia, siendo que se encontraban en medio de un gran bosque, aquella solución parecía también la más probable.
—Lo que sea que esté con nosotros se esconde bien —murmuró Meraxes a su lado.
—Oscuridad e ilusiones —respondió Valeria en el mismo tono—, una poderosa combinación.
A pesar de haber impresionado a Yako, el amigo de Meraxes, Meleis, no parecía estar teniendo mucho éxito con el conde Yoku. Algo que no era de extrañar, ya que ni siquiera era real. Valeria tenía que recordarse constantemente esa idea para no caer presa de la ilusión y perder de vista lo que había detrás.
—Escucha —le explicó a Meraxes, aún sin alzar la voz—, creo que son hadas, seres terriblemente poderosos y crueles. No podemos fiarnos de nada de lo que nos digan y debemos tener mucho cuidado con lo que decimos nosotros. No hay forma de saber qué podría ofender…
Una pesada masa de éter la golpeó de lleno, dejándola casi sin aire, antes de continuar su camino a través de la caverna-invernadero. Abrumada por el impacto, Valeria se agarró a Meraxes con una mano para no caer mientras se llevaba la otra mano al pecho. Durante los instantes siguientes, su prioridad fue recuperar el ritmo de su respiración. No recordaba haber experimentado una sensación tan agobiante.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó, alzando de nuevo la vista hacia su compañera. Solo que ya no era Meraxes, sino una yökukka gigante.
Sin duda, fue la impresión por tan portentosa transformación lo que impidió que su cerebro registrase lo extraña que había sonado su propia voz, como si viniera de otro lugar. Eso, o los constantes ruidos de escupitajos provenientes de todas direcciones.
Valeria dio un paso atrás, apartándose de la yökukka gigante, y se encontró en medio de otro grupo de aquellas plantas, estas de tamaño normal, pero tan parlanchinas como el conde Yoku original. Bajo el resplandor de las yökukkas, pudo distinguir otras plantas gigantes, más o menos situadas donde habían estado sus compañeros hacía un momento.
Y entonces, se desató tal caos de voces y movimientos disparatados, que Valeria empezó a sentir que se mareaba. Incapaz de decidir cuántos de los cuerpos a su alrededor eran reales, cruzó una pierna por detrás de la otra y acabó sentándose en el suelo, única superficie de la que se fiaba. Al menos, de momento.
Cerró los ojos y se masajeó las sienes, tratando de encontrarle algún sentido a lo que estaba ocurriendo. Hasta que…
—¿Niños? ¿Mono? ¿De qué cuernos estás hablando? —preguntó, empezaba a cabrearse—. ¡Yo solo he venido a estudiar unas plantas, en mi contrato no había nada sobre cuidar niños!
Como al final resultase que no eran más que un par de críos maleducados...
Reike
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Re: Semillas de sangre [Libre] [Evento Sacrestic]
-Como a Anakin a orillas del rio de lava!- le respondería Zelas a Ryra moviéndose del camino de un trozo de escombro que la turbo abuela le había disparado con una de sus patas de piedra, por desgracia, todo aquello estaba por empeorar.
Una oleada de éter les sacudió a todos, aquello se estaba poniendo cada vez mas serio, mas complicado, conociendo a sus amigos, probablemente este no iba a ser el único lugar con problemas, la turbo abuela entonces desapareció, cosa curiosa para 3 individuos que podían ver sin problemas en la oscuridad, cuando Xana señalo la dirección donde se encontraba, todos comprendieron que trataba de escapar.
-Tenemos que flanquearla!, yo tomo este lado- señalaría al momento que avanzaba ayudado de un par de explosiones de éter. Cuando estaba por interceptar a la cavernaria, esta le hizo otra insinuación que haría que Zelas arrugara la cara del disgusto, -deja de pedirme cosas imposibles!- le grito a la turbo abuela al momento que 5 espadas espectrales aparecían girando en torno a la espada de Zelas y su brazo, los cuales se verían potenciados por el éter del mismo Zelas al momento que le propinaba una brutal estocada(1) deteniendo el avance de la turbo vieja.
-¡Ahora con todo!- les indicaría a sus compañeras mientras lanzaba ondas de éter cortante(2) contra aquella abominación de la edad(?).
OFF: habilidades y cosas
1_ Habilidad de la Dragon Claw--> Doragon Crow Gasto 1 Uso: Se materializan en el aire cinco armas iguales, las que puedo enviar contra un enemigo o lanzarlas en un abanico. Si atacan a un sólo objetivo, pueden ignorar la mitad de cualquier defensa, incluso mágica. + Encantamiento de arma Purgar [Encantamiento de Arma] Cuando esta arma choca con otra o golpea una armadura, inutiliza los encantamientos que éstos posean por 2 rondas. Este efecto sólo puede ocurrir una vez cada dos turnos. + habilidad propia Stinger: (Impulso/Master Swordsman) [2 usos] Intensifica su éter y lo usa para propulsarse hacia cualquier dirección y recorrer algunos metros en línea recta a la vez que propicia una brutal estocada.
Es la primera vez que uso todo eso junto, espero que sirva para frenar a la vieja y a sus pezones duros.
2_Overdrive: (Master Swordsman/Impulso) [2 usos] Zelas imbuye sus espadas de éter para liberar una serie de cortes en forma de ondas de energía que recorren una distancia moderada y realizan daño cortante.
Una oleada de éter les sacudió a todos, aquello se estaba poniendo cada vez mas serio, mas complicado, conociendo a sus amigos, probablemente este no iba a ser el único lugar con problemas, la turbo abuela entonces desapareció, cosa curiosa para 3 individuos que podían ver sin problemas en la oscuridad, cuando Xana señalo la dirección donde se encontraba, todos comprendieron que trataba de escapar.
-Tenemos que flanquearla!, yo tomo este lado- señalaría al momento que avanzaba ayudado de un par de explosiones de éter. Cuando estaba por interceptar a la cavernaria, esta le hizo otra insinuación que haría que Zelas arrugara la cara del disgusto, -deja de pedirme cosas imposibles!- le grito a la turbo abuela al momento que 5 espadas espectrales aparecían girando en torno a la espada de Zelas y su brazo, los cuales se verían potenciados por el éter del mismo Zelas al momento que le propinaba una brutal estocada(1) deteniendo el avance de la turbo vieja.
-¡Ahora con todo!- les indicaría a sus compañeras mientras lanzaba ondas de éter cortante(2) contra aquella abominación de la edad(?).
OFF: habilidades y cosas
1_ Habilidad de la Dragon Claw--> Doragon Crow Gasto 1 Uso: Se materializan en el aire cinco armas iguales, las que puedo enviar contra un enemigo o lanzarlas en un abanico. Si atacan a un sólo objetivo, pueden ignorar la mitad de cualquier defensa, incluso mágica. + Encantamiento de arma Purgar [Encantamiento de Arma] Cuando esta arma choca con otra o golpea una armadura, inutiliza los encantamientos que éstos posean por 2 rondas. Este efecto sólo puede ocurrir una vez cada dos turnos. + habilidad propia Stinger: (Impulso/Master Swordsman) [2 usos] Intensifica su éter y lo usa para propulsarse hacia cualquier dirección y recorrer algunos metros en línea recta a la vez que propicia una brutal estocada.
Es la primera vez que uso todo eso junto, espero que sirva para frenar a la vieja y a sus pezones duros.
2_Overdrive: (Master Swordsman/Impulso) [2 usos] Zelas imbuye sus espadas de éter para liberar una serie de cortes en forma de ondas de energía que recorren una distancia moderada y realizan daño cortante.
Zelas Hazelmere
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