Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
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Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Los rumores sobre un próximo conflicto se expandían por las Tierras del Oeste. Tras su visita a tierras humanas en las que había sido declarado enemigo de la Guardia de Verisar, Cohen colaboraba estrechamente con Amanda Bradbury para evitar una guerra que parecía inevitable.
La guardia humana estaba muy debilitada en la ciudad y su futuro en ella parecía llegar a su fin. Sin embargo, la llegada de aquellos ecos de amenaza desde la Comarca de Urd, parecía ralentizar su marcha.
La verdad era que, en todo aquel conflicto, él ya tenía clara su postura desde hacía tiempo. Había conocido a Oneca en una incursión al norte en búsqueda de los imprudentes vampiros que habían invadido la capital humana por pura ambición. Una piara de locos insensatos. Se había infiltrado en el grupo de Oneca, había asesinado a dos de sus hombres y había llevado el informe de lo sucedido hasta Amanda Bradbury.
Oneca le había caído mal desde el momento en que la vio. Todo lo contrario que Amanda. Ésta vivía en Sacrestic, aunque por lo que había oído hasta hace relativamente poco, su vida social había sido muy reducida. A pesar de ello, habían colaborado juntos y Cohen confiaba en el buen hacer de la vampiresa y de sus intenciones para Sacrestic Ville.
Tras la invasión humana causada por unos vampiros imprudentes que habían traído a la Guardia humana hasta su capital, Oneca ahora pretendía utilizar el destino de esos kamikazes como arma de guerra. ¿Acaso no comprendía que la invasión era una consecuencia directa de aquellos locos?
Para apoyar a la causa, Sacrestic Ville necesitaba aliados. Y no encontraría mejores aliados en ningún lugar que en el sur.
Las personas bestias que poblaban la zona sur de las tierras del Oeste, en pequeñas aldeas, eran los más idóneos. Eran sus vecinos más cercanos y entre bestiales de la zona y vampiros, normalmente había buena sintonía.
Cohen conocía especialmente la zona sur, la más próxima a Ni’lo, pequeña población que se utilizaba como puerto, en el que había desembarcado cada vez que volvía de un viaje desde Verisar. Además, estaba la especial sintonía que sentía con las personas de esta raza.
Caminó en dirección a la aldea de Mur'ko con la intención de reclutar al mayor número de personas. Hacerles comprender que era necesario afrontar juntos tal peligro, porque si Sacrestic caía en manos de Oneca, ¿que les impedía seguir su expansión hacia el sur? ¿Acaso querían una región dominado por vampiros elitistas y soberbios?
A su lado, Betis caminaba a ritmo veloz. El tamaño de la pantera había crecido lo suficiente cómo para haber pasado de ser un lindo cachorro a un animal algo amenazante a los ojos de la mayoría, aunque su carácter juguetón continuaba latente y a veces, Betis sólo quería un par de cariñitos.
Llegó a Mur'ko al principio de la noche. Era una aldea pequeña, de casas dispersas, dónde vivía hombres bestias de todo tipo en comunidad. Fue entonces cuándo volvió a ver una cara conocida.
La guardia humana estaba muy debilitada en la ciudad y su futuro en ella parecía llegar a su fin. Sin embargo, la llegada de aquellos ecos de amenaza desde la Comarca de Urd, parecía ralentizar su marcha.
La verdad era que, en todo aquel conflicto, él ya tenía clara su postura desde hacía tiempo. Había conocido a Oneca en una incursión al norte en búsqueda de los imprudentes vampiros que habían invadido la capital humana por pura ambición. Una piara de locos insensatos. Se había infiltrado en el grupo de Oneca, había asesinado a dos de sus hombres y había llevado el informe de lo sucedido hasta Amanda Bradbury.
Oneca le había caído mal desde el momento en que la vio. Todo lo contrario que Amanda. Ésta vivía en Sacrestic, aunque por lo que había oído hasta hace relativamente poco, su vida social había sido muy reducida. A pesar de ello, habían colaborado juntos y Cohen confiaba en el buen hacer de la vampiresa y de sus intenciones para Sacrestic Ville.
Tras la invasión humana causada por unos vampiros imprudentes que habían traído a la Guardia humana hasta su capital, Oneca ahora pretendía utilizar el destino de esos kamikazes como arma de guerra. ¿Acaso no comprendía que la invasión era una consecuencia directa de aquellos locos?
Para apoyar a la causa, Sacrestic Ville necesitaba aliados. Y no encontraría mejores aliados en ningún lugar que en el sur.
Las personas bestias que poblaban la zona sur de las tierras del Oeste, en pequeñas aldeas, eran los más idóneos. Eran sus vecinos más cercanos y entre bestiales de la zona y vampiros, normalmente había buena sintonía.
Cohen conocía especialmente la zona sur, la más próxima a Ni’lo, pequeña población que se utilizaba como puerto, en el que había desembarcado cada vez que volvía de un viaje desde Verisar. Además, estaba la especial sintonía que sentía con las personas de esta raza.
Caminó en dirección a la aldea de Mur'ko con la intención de reclutar al mayor número de personas. Hacerles comprender que era necesario afrontar juntos tal peligro, porque si Sacrestic caía en manos de Oneca, ¿que les impedía seguir su expansión hacia el sur? ¿Acaso querían una región dominado por vampiros elitistas y soberbios?
A su lado, Betis caminaba a ritmo veloz. El tamaño de la pantera había crecido lo suficiente cómo para haber pasado de ser un lindo cachorro a un animal algo amenazante a los ojos de la mayoría, aunque su carácter juguetón continuaba latente y a veces, Betis sólo quería un par de cariñitos.
Llegó a Mur'ko al principio de la noche. Era una aldea pequeña, de casas dispersas, dónde vivía hombres bestias de todo tipo en comunidad. Fue entonces cuándo volvió a ver una cara conocida.
Cohen
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Cada vez que Akanke miraba a su lado, sonreía y un leve rubor se apoderaba de sus mejillas. Le encantaba verlo cerca de ella al despertar, conversar con él mientras caminaban, descubrir juntos las maravillas de la naturaleza que se mostraban ante él por primera vez y que Amosa revoloteara sobre su cabeza y le dedicara sus más hermosos cantos y trinos.
La presencia de Sein en su vida era una bendición que Akanke jamás pensó que recibiría, como pasó con todas las demás cosas buenas que le ocurrieron. ¡Ni en sus más salvajes fantasías! Pero bueno, ella no era alguien que se dedicara a soñar despierta o a ejercitar su imaginación.
Aquella noche habían llegado a una aldea pequeña, de casas dispersas, dónde vivía hombres bestias de todo tipo en comunidad. Como habían hecho antes, recurrirían a la buena voluntad de las personas locales para poder alojarse en algún espacio seguro. Generalmente les dejaban echar sus mantas en los graneros o cobertizos, pues no solían quedarse más de una noche. Disfrutaban del viaje hacia el Templo, pero este era largo ya que Akanke decidió no tomar atajos y mostrarle a Sein el mundo que ella conocía, pues él, oriundo del norte gélido, no había visto mucho del continente.
Aún buscaban quien les cediera un rincón para pernoctar, cuando Akanke descubrió una figura que se le hizo conocida. Hizo un gesto a Sein, tomándolo del antebrazo para detenerlo. Ella lo miró y luego al hombre que tenían un par de metros delante -Yo conociendo. Ven.- le dijo y comenzó a avanzar. El gesto alegre de la Sacerdotisa permitía asumir que aquel hombre era una presencia grata para ella.
-Amigo Cohen- le llamó en cuanto estuvo cerca de él. -Mucho tiempo no viendo té- dijo. Puso su mano derecha sobre su pecho, cerró los ojos e hizo una leve inclinación de cabeza para saludarlo. -Buena es ver té- dijo, esbozando una sonrisa.
La presencia de Sein en su vida era una bendición que Akanke jamás pensó que recibiría, como pasó con todas las demás cosas buenas que le ocurrieron. ¡Ni en sus más salvajes fantasías! Pero bueno, ella no era alguien que se dedicara a soñar despierta o a ejercitar su imaginación.
Aquella noche habían llegado a una aldea pequeña, de casas dispersas, dónde vivía hombres bestias de todo tipo en comunidad. Como habían hecho antes, recurrirían a la buena voluntad de las personas locales para poder alojarse en algún espacio seguro. Generalmente les dejaban echar sus mantas en los graneros o cobertizos, pues no solían quedarse más de una noche. Disfrutaban del viaje hacia el Templo, pero este era largo ya que Akanke decidió no tomar atajos y mostrarle a Sein el mundo que ella conocía, pues él, oriundo del norte gélido, no había visto mucho del continente.
Aún buscaban quien les cediera un rincón para pernoctar, cuando Akanke descubrió una figura que se le hizo conocida. Hizo un gesto a Sein, tomándolo del antebrazo para detenerlo. Ella lo miró y luego al hombre que tenían un par de metros delante -Yo conociendo. Ven.- le dijo y comenzó a avanzar. El gesto alegre de la Sacerdotisa permitía asumir que aquel hombre era una presencia grata para ella.
-Amigo Cohen- le llamó en cuanto estuvo cerca de él. -Mucho tiempo no viendo té- dijo. Puso su mano derecha sobre su pecho, cerró los ojos e hizo una leve inclinación de cabeza para saludarlo. -Buena es ver té- dijo, esbozando una sonrisa.
Última edición por Akanke el Lun 25 Mar 2024, 21:20, editado 1 vez
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Luego de días nadando llego a los bosques del oeste, quería visitar el poblado de Mur'ko, un lugar donde desde antaño los hombres bestia habían podido encontrar refugio y paz, la verdad es que los últimos días habían sido algo ajetreados y la gran tortuga azul solo quería poder sentarse un rato y disfrutar de la compañía de los suyos bebiendo hidromiel y contando historias alrededor de una fogata como en los tiempos de antaño.
Luego de pasar todo el día caminando, haciendo una pausa para entrenarse, llego a las puertas del poblado cuando ya había anochecido, esperaba poder encontrar un lugar cómodo donde dormir y poder comer, cuando llegara la mañana vería que hacer y buscaría entablar nuevas amistades, pues lamentablemente, todos sus amigos estaban muertos hace bastantes años, Lukas camino cabizbajo hasta ponerse frente a la plaza mirando las estrellas de la noche.
-Escuche que los vampiros radicales quieren apoderarse de Sacrestic Ville y que nosotros podriamos ser los siguientes – dijo una chica ardilla, era diminuta y hablaba con un sujeto muy peludo, parecía ser un hombre oso o algo asi, Lukas no podía distinguirlo y tampoco pensaba quedarse a averiguar, había estado hace unas cuantas décadas en Sacrestic y le gustaba, recordaba que en ese tiempo era un poblado bastante cómodo y donde los vampiros, dentro de todo, eran decentes, a excepción de uno que quiso pasarse de listo y había tratado de morder su cola, Lukas esperaba que la patada que recibió en el cráneo le hubiera enseñado a nunca volver a tomar una cola ajena. –Uno ya no puede desaparecerse 27 años por que todo se sale de control – dijo la gran tortuga mientras caminaba, estaba totalmente en contra de todo ser que quisiera aprovecharse de otro, Lukas tenía ganas de patear a todo humano invasor y mandarlo de vuelta por donde sea que hubieran venido.
Luego de pasar todo el día caminando, haciendo una pausa para entrenarse, llego a las puertas del poblado cuando ya había anochecido, esperaba poder encontrar un lugar cómodo donde dormir y poder comer, cuando llegara la mañana vería que hacer y buscaría entablar nuevas amistades, pues lamentablemente, todos sus amigos estaban muertos hace bastantes años, Lukas camino cabizbajo hasta ponerse frente a la plaza mirando las estrellas de la noche.
-Escuche que los vampiros radicales quieren apoderarse de Sacrestic Ville y que nosotros podriamos ser los siguientes – dijo una chica ardilla, era diminuta y hablaba con un sujeto muy peludo, parecía ser un hombre oso o algo asi, Lukas no podía distinguirlo y tampoco pensaba quedarse a averiguar, había estado hace unas cuantas décadas en Sacrestic y le gustaba, recordaba que en ese tiempo era un poblado bastante cómodo y donde los vampiros, dentro de todo, eran decentes, a excepción de uno que quiso pasarse de listo y había tratado de morder su cola, Lukas esperaba que la patada que recibió en el cráneo le hubiera enseñado a nunca volver a tomar una cola ajena. –Uno ya no puede desaparecerse 27 años por que todo se sale de control – dijo la gran tortuga mientras caminaba, estaba totalmente en contra de todo ser que quisiera aprovecharse de otro, Lukas tenía ganas de patear a todo humano invasor y mandarlo de vuelta por donde sea que hubieran venido.
Lukas
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Elevaba el rostro sutilmente, de vez en cuando, olfateando esa curiosa mezcla de olores que traía el viento que les soplaba de cara. Ya estaban muy cerca del próximo sitio de descanso y esta era una de esas veces en las que su olfato le informaba antes que su vista de cómo podría ser el lugar. A veces podía sacar algo de información, pero en esta ocasión la aldea simplemente se presentaba misteriosa, curiosa e interesante. No sabía qué habría allí. Quizás un río o un lago, pero no parecía probable, pues su oído no le parecía indicar que hubiera ni una cosa ni la otra. Pero afrontaba esa incertidumbre con alegría, pues en caso de haber una gran masa de agua, con seguridad podría divertirse cazando esas delicias acuáticas de diversas formas y sabores.
Cuando le surgían estas dudas, siempre confiaba en su querida y sabia compañera de viaje. Akanke, como otras tantas veces, pudo ayudar al hombre felino a darle un nombre a aquello que no conocía. "La mar". Aquello que olía se trataba de la mar. ¿Qué sería la mar? El chamán le preguntó unos detalles más, pero ya estaban llegando a la aldea y tenían que buscar un lugar donde descansar.
Sorprendentemente, en esa búsqueda se habían encontrado con un conocido en común. Había vivido una experiencia desconcertante con él en tierras más norteñas, amenazados por numerosos animales y por tejados frágiles que no admitían un simple aterrizaje. Se alegraba de ver a ese vampiro, pues habían sido compañeros aquella vez.
- ¿Conoces Cohen? - preguntó entre asombrado y contento mientras le miraba de lejos. Se dio cuenta de que venía acompañado, e inmediatamente recordó que en aquel lugar del norte había aceptado a una pequeña pantera como compañera. Se emocionó al revivir aquella escena, pues la madre de esa felina se aferraba a la vida intentando protegerla cuando la encontraron, y Sein tuvo que terminar guiando su alma a los cielos, pues alguien la había herido con maldad.
Los dos chamanes se acercaron al vampiro, y comenzó saludándolo la mujer equina. - ¡Cohen! ¡Por Ensom! ¿Es pantera bebé de Arenanegra? - Mientras Akanke le saludaba, Sein se agachó para acariciar a la pantera. La última vez que la había visto era más pequeña que los bebés de su especie de hombres leopardo de las nieves. La acarició en las mejillas, en la zona de los bigotes, dejando primero que ella le olfateara y tomara la iniciativa de acercar el hocico a su mano. Siempre se alegraba profundamente al ver a felinos puros. Ciertamente, veía en ellos una de sus mitades: la más íntimamente arraigada a la naturaleza.
- ¿Cómo encontramos aquí? Es sorpresa. ¿Cómo estás, amigo vampiro? - preguntó con una sonrisa a Cohen en aquel pequeño asentamiento iluminado con hogueras que danzaban con los fríos vientos de invierno.
Cuando le surgían estas dudas, siempre confiaba en su querida y sabia compañera de viaje. Akanke, como otras tantas veces, pudo ayudar al hombre felino a darle un nombre a aquello que no conocía. "La mar". Aquello que olía se trataba de la mar. ¿Qué sería la mar? El chamán le preguntó unos detalles más, pero ya estaban llegando a la aldea y tenían que buscar un lugar donde descansar.
Sorprendentemente, en esa búsqueda se habían encontrado con un conocido en común. Había vivido una experiencia desconcertante con él en tierras más norteñas, amenazados por numerosos animales y por tejados frágiles que no admitían un simple aterrizaje. Se alegraba de ver a ese vampiro, pues habían sido compañeros aquella vez.
- ¿Conoces Cohen? - preguntó entre asombrado y contento mientras le miraba de lejos. Se dio cuenta de que venía acompañado, e inmediatamente recordó que en aquel lugar del norte había aceptado a una pequeña pantera como compañera. Se emocionó al revivir aquella escena, pues la madre de esa felina se aferraba a la vida intentando protegerla cuando la encontraron, y Sein tuvo que terminar guiando su alma a los cielos, pues alguien la había herido con maldad.
Los dos chamanes se acercaron al vampiro, y comenzó saludándolo la mujer equina. - ¡Cohen! ¡Por Ensom! ¿Es pantera bebé de Arenanegra? - Mientras Akanke le saludaba, Sein se agachó para acariciar a la pantera. La última vez que la había visto era más pequeña que los bebés de su especie de hombres leopardo de las nieves. La acarició en las mejillas, en la zona de los bigotes, dejando primero que ella le olfateara y tomara la iniciativa de acercar el hocico a su mano. Siempre se alegraba profundamente al ver a felinos puros. Ciertamente, veía en ellos una de sus mitades: la más íntimamente arraigada a la naturaleza.
- ¿Cómo encontramos aquí? Es sorpresa. ¿Cómo estás, amigo vampiro? - preguntó con una sonrisa a Cohen en aquel pequeño asentamiento iluminado con hogueras que danzaban con los fríos vientos de invierno.
Sein Isånd
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
En principio, Cohen sólo vio a Akanke. La Sacerdotisa del Templo de los Monos ya era considerada una amiga, por lo que cada encuentro fortuito en que el destino hacía que sus caminos se cruzaran, el vampiro se sentía de lo más agradecido. No la veía desde que habían limpiado el río anexo a esa ciudad contaminante.
―¡Akanke! Que bueno volver a verte. Espero que estés bien.
Lo que sorprendió realmente al vampiro fue ver su compañía. No veía a Sein desde el día en el que juntos habían encontrado al pequeño Betis en Arenasnegras. Cohen guardaba un buen recuerdo de él y el cariño con el que se dirigió de nuevo al animal.
―Me alegro mucho de verte de nuevo, Sein. Estamos bien, sí. ¡Qué sorpresa que vosotros os conozcáis y encontraros a ambos aquí! A veces, los Dioses son benévolos.
Luego, miró al pequeño Betis que parecía reaccionar positivamente al contacto de Sein. Aunque no podría recordarle porque Betis era sólo un cachorrito recién nacido cuándo se cruzaron, la pantera pareció extremadamente confiada con él, algo que rara vez ocurría.
―¡Vaya! Se ve que le gustas…
La verdad era que la presencia de numerosos bestiales en Mur’ko era innegable. Los rumores sobre la búsqueda de una ciudad perdida en las proximidades habían traído a muchos curiosos hasta allí.
Pero Cohen estaba allí buscando apoyos, apoyos para los vampiros de Sacrestic Ville ante el inminente problema que se le venían encima.
Pero el vampiro sabía que no debía tratarse de una ayuda unilateral ni tampoco quería que lo fuese. La simpatía y el cariño que sentía hacia los bestiales era inmenso y si el pueblo del Suroeste accedía a ayudar a salvar Sacrestic Ville de los vampiros radicales, Cohen colaboraría con ellos cada vez que necesitaran ayuda, pues el amor instantáneo que sentía por los individuos de esta raza no podía negarse.
―He venido aquí buscando una alianza mutua. Los bestiales están buscando una ciudad perdida y vengo a ayudarles en la medida de lo posible. Se está preparando una expedición que partirá en unos días y quisiera ser útil para sus intereses. ¿Venís a uniros a la búsqueda de D’Orlind Ûr?
La cautela con la que el vampiro debía proceder era máxima. Tenía un gran interés en convencer al mayor número de bestiales posible de que una alianza entre ellos era más que necesaria, pero no quería dar a entender que su implicación en la búsqueda de la ciudad era egoísta. Cohen estaba dispuesto a ayudarles en todo lo que fuera necesario. Más que nada, porque si Sacrestic caía en manos supremacistas y su situación en la ciudad se complicaba, el refugio más cercano se encontraría al sur.
Continuó hablando cuando distinguió una figura conocida aproximándose a él. Su cerebro tardó unos segundos en procesar su presencia. Así que cuándo Peter llegó a un par de metros de él, dejó de creer que se trataba de un espejismo.
―¿Podemos hablar?
La sentencia de la Guardia había sido especialmente benévola con Peter Lannet. Aunque le habían expulsado, no le habían nombrado traidor. Sin saber cómo, el propio Cohen había sido el foco de la ira del jurado. Había sido declarado enemigo de la Guardia y habían comunicado a los soldados que aún quedaban en la ciudad vampírica la peligrosidad que él suponía.
Cohen abandonó Lunargenta pensando que sus caminos no se volverían a encontrar. Pensó que el humano encontraría allí una nueva vocación, un nuevo oficio… que sus caminos no volverían a cruzarse. Por lo que su encuentro allí era toda una revelación.
―Isabella me dijo que estarías aquí...
Miró al grupo y a Betis. La pantera seguía jugando con Sein. Sabiendo que lo dejaba a buen recaudo, se apartó momentáneamente de ellos para charlar con el humano.
―¿Y qué haces aquí?
―Me enteré de los rumores de guerra en Sacrestic. He venido a ayudar.
―¿Ayudar a quién?
―A ti.
―Pues… pensé que no iba a volver a verte. Después de la sentencia...
―Tengo un deber con esa ciudad y contigo. Y permaneceré aquí mientras pueda ser de utilidad. Tengo el compromiso de hacer de Sacrestic un lugar mejor. Sólo dime qué hacer y lo haré. Estoy a tus órdenes... en todos los sentidos.
Peter dio un par de pasos hacia él, haciendo que el vampiro pudiera tocarle si lo deseaba. Sus ojos seguían igual de melancólicos, aunque en su boca se dibujaba una sutil sonrisa.
―Bueno, podrías ser útil… ¡Bienvenido a casa, entonces!
―Gracias…
Peter acercó su cara a la del vampiro y sus labios no tardaron en encontrarse. Cohen introdujo su lengua en la boca de él, hallando la suya y por unos breves segundos, el tiempo pareció paralizarse mientras sus lenguas jugueteaban la una con la otra...
Tras el beso, Cohen se dirigió de nuevo al grupo, permaneciendo Peter tras él.
―Chicos, él es Peter...
―¡Akanke! Que bueno volver a verte. Espero que estés bien.
Lo que sorprendió realmente al vampiro fue ver su compañía. No veía a Sein desde el día en el que juntos habían encontrado al pequeño Betis en Arenasnegras. Cohen guardaba un buen recuerdo de él y el cariño con el que se dirigió de nuevo al animal.
―Me alegro mucho de verte de nuevo, Sein. Estamos bien, sí. ¡Qué sorpresa que vosotros os conozcáis y encontraros a ambos aquí! A veces, los Dioses son benévolos.
Luego, miró al pequeño Betis que parecía reaccionar positivamente al contacto de Sein. Aunque no podría recordarle porque Betis era sólo un cachorrito recién nacido cuándo se cruzaron, la pantera pareció extremadamente confiada con él, algo que rara vez ocurría.
―¡Vaya! Se ve que le gustas…
La verdad era que la presencia de numerosos bestiales en Mur’ko era innegable. Los rumores sobre la búsqueda de una ciudad perdida en las proximidades habían traído a muchos curiosos hasta allí.
Pero Cohen estaba allí buscando apoyos, apoyos para los vampiros de Sacrestic Ville ante el inminente problema que se le venían encima.
Pero el vampiro sabía que no debía tratarse de una ayuda unilateral ni tampoco quería que lo fuese. La simpatía y el cariño que sentía hacia los bestiales era inmenso y si el pueblo del Suroeste accedía a ayudar a salvar Sacrestic Ville de los vampiros radicales, Cohen colaboraría con ellos cada vez que necesitaran ayuda, pues el amor instantáneo que sentía por los individuos de esta raza no podía negarse.
―He venido aquí buscando una alianza mutua. Los bestiales están buscando una ciudad perdida y vengo a ayudarles en la medida de lo posible. Se está preparando una expedición que partirá en unos días y quisiera ser útil para sus intereses. ¿Venís a uniros a la búsqueda de D’Orlind Ûr?
La cautela con la que el vampiro debía proceder era máxima. Tenía un gran interés en convencer al mayor número de bestiales posible de que una alianza entre ellos era más que necesaria, pero no quería dar a entender que su implicación en la búsqueda de la ciudad era egoísta. Cohen estaba dispuesto a ayudarles en todo lo que fuera necesario. Más que nada, porque si Sacrestic caía en manos supremacistas y su situación en la ciudad se complicaba, el refugio más cercano se encontraría al sur.
Continuó hablando cuando distinguió una figura conocida aproximándose a él. Su cerebro tardó unos segundos en procesar su presencia. Así que cuándo Peter llegó a un par de metros de él, dejó de creer que se trataba de un espejismo.
―¿Podemos hablar?
La sentencia de la Guardia había sido especialmente benévola con Peter Lannet. Aunque le habían expulsado, no le habían nombrado traidor. Sin saber cómo, el propio Cohen había sido el foco de la ira del jurado. Había sido declarado enemigo de la Guardia y habían comunicado a los soldados que aún quedaban en la ciudad vampírica la peligrosidad que él suponía.
Cohen abandonó Lunargenta pensando que sus caminos no se volverían a encontrar. Pensó que el humano encontraría allí una nueva vocación, un nuevo oficio… que sus caminos no volverían a cruzarse. Por lo que su encuentro allí era toda una revelación.
―Isabella me dijo que estarías aquí...
Miró al grupo y a Betis. La pantera seguía jugando con Sein. Sabiendo que lo dejaba a buen recaudo, se apartó momentáneamente de ellos para charlar con el humano.
―¿Y qué haces aquí?
―Me enteré de los rumores de guerra en Sacrestic. He venido a ayudar.
―¿Ayudar a quién?
―A ti.
―Pues… pensé que no iba a volver a verte. Después de la sentencia...
―Tengo un deber con esa ciudad y contigo. Y permaneceré aquí mientras pueda ser de utilidad. Tengo el compromiso de hacer de Sacrestic un lugar mejor. Sólo dime qué hacer y lo haré. Estoy a tus órdenes... en todos los sentidos.
Peter dio un par de pasos hacia él, haciendo que el vampiro pudiera tocarle si lo deseaba. Sus ojos seguían igual de melancólicos, aunque en su boca se dibujaba una sutil sonrisa.
―Bueno, podrías ser útil… ¡Bienvenido a casa, entonces!
―Gracias…
Peter acercó su cara a la del vampiro y sus labios no tardaron en encontrarse. Cohen introdujo su lengua en la boca de él, hallando la suya y por unos breves segundos, el tiempo pareció paralizarse mientras sus lenguas jugueteaban la una con la otra...
Tras el beso, Cohen se dirigió de nuevo al grupo, permaneciendo Peter tras él.
―Chicos, él es Peter...
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Que Sein y Cohen se conocieran fue una grata sorpresa para Akanke; reforzó la idea de que el vampiro era una buena persona, confiable y noble. -¡Sí! Conociendo Cohen tiempo ya. Buenos tiempos.- le respondió al bestial mientras se acercaban al vampiro.
La Sacerdotisa sonreía contenta al verlos saludarse con cariño. -Dioses siendo buenos cuando nosotros siendo buenos- respondió ella sin dejar de sonreír. También saludó a Betis con ternura -Tú mucho grande, Templo siendo pequeño para ti cuando visites- dijo y se puso en cuclillas para quedar a la altura de él. Metió la mano en el hocico del felino para agarrar uno de sus colmillos e incitar al animal al juego, haciendo ruiditos de gruñidos.
Mientras ella jugaba con Betis, dejó que Sein saludara a Cohen, pero no por ello dejó de prestar atención a lo que comentaban y la mención de una ciudad perdida de hombres bestia llamó la atención de Akanke. Acarició el mentón de la pantera y se levantó para integrarse a la conversación. -¿D’Orlind Ûr?- inquirió -¿Qué siendo D’Orlind Ûr?- preguntó a su amigo con curiosidad pero sin ocultar la preocupación que le causaba.
Cohen les comenzó a explicar lo que era, una ciudad de hombres bestia muy próspera que de un momento a otro desapareció y no se tenía noticia de qué pasó con ella o sus habitantes, desde hace más de cien años. Aquella información impresionó mucho a Akanke.
D’Orlind Ûr podría ser como el Templo y ella sintió la imperiosa necesidad de ir de inmediato a buscarla y llegar antes que cualquier invasor. Sabía bien lo que la avaricia de las personas podía lograr.
Con el tiempo, su visión del mundo había cambiado. Cuando comenzó su travesía, una vez se liberó de sus captores, buscaba venganza. A medida que ella maduraba, crecía y aprendía, descubrió que el mundo era más grande que su rencor. Todo cambió para la mujer equina cuando llegó al Templo y de un momento a otro su convirtió en su líder. Ya no veía por ella solamente, tenía que cuidar a toda su tribu. Y las cosas cambiaron aún más cuando el Templo se convirtió en el hogar de otras tribus que veían en ella a alguien digno de seguir.
De ser un mundo pequeño y vagar sola por Aerandir, Akanke pasó a ser una Sacerdotisa que poseía magia y guiaba a centenares de hombres bestia y licántropos, por lo que ahora su visión había crecido; su anhelo era que los hombres y mujeres bestia pudieran prosperar, que el Templo se convirtiera en una gran ciudad donde bestiales y licántropos pudieran desarrollarse como pares de las grandes razas y dejar de ser parias, discriminados, vistos como seres inferiores ya fuese por no poseer magia o por ser parte humanos y parte animal.
Y ahora se enteraba que algo así ya había existido y sus vestigios corrían el riesgo de sucumbir bajo los egoístas intereses de otros. Tenía que llegar allí y desentrañar sus secretos: cómo esos hombres bestia habían logrado aquello y sobre todo, qué pasó con ellos.
Cuando Cohen fue interrumpido por la llegada de otro hombre, Akanke aprovechó para hablarle a Sein -Nosotros también ir a ciudad perdida de bestias- le dijo con certeza y seguridad. -Teniendo que avisar a Templo- añadió. Un segundo después soltó una risilla -Templo viniendo antes a ti que tú a Templo- comentó risueña al hermoso hombre bestia que la miraba algo confundido.
La Sacerdotisa sonreía contenta al verlos saludarse con cariño. -Dioses siendo buenos cuando nosotros siendo buenos- respondió ella sin dejar de sonreír. También saludó a Betis con ternura -Tú mucho grande, Templo siendo pequeño para ti cuando visites- dijo y se puso en cuclillas para quedar a la altura de él. Metió la mano en el hocico del felino para agarrar uno de sus colmillos e incitar al animal al juego, haciendo ruiditos de gruñidos.
Mientras ella jugaba con Betis, dejó que Sein saludara a Cohen, pero no por ello dejó de prestar atención a lo que comentaban y la mención de una ciudad perdida de hombres bestia llamó la atención de Akanke. Acarició el mentón de la pantera y se levantó para integrarse a la conversación. -¿D’Orlind Ûr?- inquirió -¿Qué siendo D’Orlind Ûr?- preguntó a su amigo con curiosidad pero sin ocultar la preocupación que le causaba.
Cohen les comenzó a explicar lo que era, una ciudad de hombres bestia muy próspera que de un momento a otro desapareció y no se tenía noticia de qué pasó con ella o sus habitantes, desde hace más de cien años. Aquella información impresionó mucho a Akanke.
D’Orlind Ûr podría ser como el Templo y ella sintió la imperiosa necesidad de ir de inmediato a buscarla y llegar antes que cualquier invasor. Sabía bien lo que la avaricia de las personas podía lograr.
Con el tiempo, su visión del mundo había cambiado. Cuando comenzó su travesía, una vez se liberó de sus captores, buscaba venganza. A medida que ella maduraba, crecía y aprendía, descubrió que el mundo era más grande que su rencor. Todo cambió para la mujer equina cuando llegó al Templo y de un momento a otro su convirtió en su líder. Ya no veía por ella solamente, tenía que cuidar a toda su tribu. Y las cosas cambiaron aún más cuando el Templo se convirtió en el hogar de otras tribus que veían en ella a alguien digno de seguir.
De ser un mundo pequeño y vagar sola por Aerandir, Akanke pasó a ser una Sacerdotisa que poseía magia y guiaba a centenares de hombres bestia y licántropos, por lo que ahora su visión había crecido; su anhelo era que los hombres y mujeres bestia pudieran prosperar, que el Templo se convirtiera en una gran ciudad donde bestiales y licántropos pudieran desarrollarse como pares de las grandes razas y dejar de ser parias, discriminados, vistos como seres inferiores ya fuese por no poseer magia o por ser parte humanos y parte animal.
Y ahora se enteraba que algo así ya había existido y sus vestigios corrían el riesgo de sucumbir bajo los egoístas intereses de otros. Tenía que llegar allí y desentrañar sus secretos: cómo esos hombres bestia habían logrado aquello y sobre todo, qué pasó con ellos.
Cuando Cohen fue interrumpido por la llegada de otro hombre, Akanke aprovechó para hablarle a Sein -Nosotros también ir a ciudad perdida de bestias- le dijo con certeza y seguridad. -Teniendo que avisar a Templo- añadió. Un segundo después soltó una risilla -Templo viniendo antes a ti que tú a Templo- comentó risueña al hermoso hombre bestia que la miraba algo confundido.
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
La gran tortuga azul zapateo en el piso, estaba molesto, indignado, furioso. No había peleado en la guerra para que un siglo después volviera a pasar que hubiera gente tan malvada como para querer sacar a las personas de su hogar. –Malditos vampiros radicales, creía que Sacrestic Ville era un lugar donde admitían a todos, aun cuando no he ido en mucho tiempo no puedo permitir que las cosas se queden asi – dijo mientras avanzaba dando pasos fuertes, molesto e indignado.
No paso mucho cuando se topó con una mujer de rasgos finos y ojos casi negros, era muy pálida y usaba un vestido celeste, Lukas se preguntó si era una vampiresa y si lo era, ¿sería buena o una supremacista? –Disculpe mi intromisión señora…
-Señorita – dijo la chica mostrando una sonrisa, al hacerlo Lukas noto los colmillos de la mujer, sin duda era una vampira, Lukas suspiro pensando en cómo abordar la situación. –Señorita, disculpe mis modales. – dijo dándole una sonrisa – debo preguntar, ¿Qué opina de todo lo de los vampiros radicales que está sucediendo en Sacrestic Ville? – pregunto sin rodeos, quería tantear el terreno y ver que pensaban los habitantes del pueblo.
-Pues es una pena lo que pasa, dicen que Sacrestic era un lugar donde se admitía a cada raza y todos eran tratados bien, ojalá que los problemas se queden allá y no se extienda hasta Mur’ko, no me gustaría que vinieran a decirme con quien puedo o no relacionarme.
-No es una radical – pensó Lukas, eso le hizo tener un poco más de fe, sin embargo, no le gustaba su respuesta, ¿solo iba a cruzarse de brazos mientras Sacrestic caía en las fauces del mal? Si algo sabia Lukas es que para los malévolos de corazón nunca era suficiente y si Sacrestic caía, otros pueblos empezarían a caer también, Lukas la miro con indignación.
-Discúlpeme señorita, pero ¿eso le parece bien? – dijo Lukas sin esconder la rabia en su voz. – ¿Me va a decir que solo se va a cruzar de brazos y no hará nada mientras otros sufren a menos que el problema sea en su lugar de residencia? – La gran tortuga estaba indignada. Miro a su alrededor y vio como dos chicos se besaban mientras una centaura y un hombre jugaban con lo que parecía ser una pantera, ¿es que nadie se tomaba en serio lo que estaba sucediendo? Lukas se acercó a ese grupo mientras la vampiresa lo miraba con cara de anonadada. La tortuga se paró frente a la centaura y soltó un gruñido.
-Mientras ustedes juegan en Sacrestic Ville los vampiros radicales planean gobernar con puño de hierro, ¿Qué los detendrá de venir después aquí o a otros pueblos? – dijo Lukas levantando la voz para que todos pudieran verlo. - ¡NO PUEDO CREER QUE TODOS ESTEN TAN CAMPANTES Y SEAN TAN INDOLENTES DE NO PODER PENSAR EN NUESTROS AMIGOS, CONOCIDOS O SIMPLEMENTE EN LA POBRE GENTE DE SACRESTIC! – grito enojado, estaba furioso y esperaba que la gente de Mur’ko despertara y se uniera, tal vez asi podrían ir a ayudar, aunque aún si nadie lo hacía, Lukas planeaba ir a enfrentar a los vampiros radicales.
No paso mucho cuando se topó con una mujer de rasgos finos y ojos casi negros, era muy pálida y usaba un vestido celeste, Lukas se preguntó si era una vampiresa y si lo era, ¿sería buena o una supremacista? –Disculpe mi intromisión señora…
-Señorita – dijo la chica mostrando una sonrisa, al hacerlo Lukas noto los colmillos de la mujer, sin duda era una vampira, Lukas suspiro pensando en cómo abordar la situación. –Señorita, disculpe mis modales. – dijo dándole una sonrisa – debo preguntar, ¿Qué opina de todo lo de los vampiros radicales que está sucediendo en Sacrestic Ville? – pregunto sin rodeos, quería tantear el terreno y ver que pensaban los habitantes del pueblo.
-Pues es una pena lo que pasa, dicen que Sacrestic era un lugar donde se admitía a cada raza y todos eran tratados bien, ojalá que los problemas se queden allá y no se extienda hasta Mur’ko, no me gustaría que vinieran a decirme con quien puedo o no relacionarme.
-No es una radical – pensó Lukas, eso le hizo tener un poco más de fe, sin embargo, no le gustaba su respuesta, ¿solo iba a cruzarse de brazos mientras Sacrestic caía en las fauces del mal? Si algo sabia Lukas es que para los malévolos de corazón nunca era suficiente y si Sacrestic caía, otros pueblos empezarían a caer también, Lukas la miro con indignación.
- cara de indignacion:
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-Discúlpeme señorita, pero ¿eso le parece bien? – dijo Lukas sin esconder la rabia en su voz. – ¿Me va a decir que solo se va a cruzar de brazos y no hará nada mientras otros sufren a menos que el problema sea en su lugar de residencia? – La gran tortuga estaba indignada. Miro a su alrededor y vio como dos chicos se besaban mientras una centaura y un hombre jugaban con lo que parecía ser una pantera, ¿es que nadie se tomaba en serio lo que estaba sucediendo? Lukas se acercó a ese grupo mientras la vampiresa lo miraba con cara de anonadada. La tortuga se paró frente a la centaura y soltó un gruñido.
-Mientras ustedes juegan en Sacrestic Ville los vampiros radicales planean gobernar con puño de hierro, ¿Qué los detendrá de venir después aquí o a otros pueblos? – dijo Lukas levantando la voz para que todos pudieran verlo. - ¡NO PUEDO CREER QUE TODOS ESTEN TAN CAMPANTES Y SEAN TAN INDOLENTES DE NO PODER PENSAR EN NUESTROS AMIGOS, CONOCIDOS O SIMPLEMENTE EN LA POBRE GENTE DE SACRESTIC! – grito enojado, estaba furioso y esperaba que la gente de Mur’ko despertara y se uniera, tal vez asi podrían ir a ayudar, aunque aún si nadie lo hacía, Lukas planeaba ir a enfrentar a los vampiros radicales.
- Lukas Furioso:
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Lukas
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
La pantera le hablaba con los ojos y le transmitía confianza. Sein le enseñó los colmillos y las garras en un intento de comunicar que él era también felino en parte, pero ella parecía haberlo sabido ya desde antes y no reaccionó. Se sacó los guantes con garras y se los guardó en el zurrón, y a continuación comenzó a jugar con ella.
No atendió a la conversación hasta que Cohen mencionó lo de la alianza y la ciudad perdida. Ahí paró de jugar con Betis sorprendido por sus palabras. - ¿D'Orlind Ûr? - preguntó al mismo tiempo que su querida compañera. Miró a los dos con sorpresa y no pudo contener su curiosidad después de que Cohen les explicara más en detalle en qué consistía aquella ciudad. - ¿Ciudad de bestiales? Nunca he conocido ciudad así. Necesitamos encontrar ciudad de bestiales. Claro que voy a unirme - expuso con determinación y un porte firme.
Luego se unió al grupo otro hombre con el que comenzó a hablar el vampiro. Akanke aprovechó esa pausa para dirigirse a Sein. - Sí, templo tiene que venir a encontrar ciudad de bestiales - contestó Sein con seriedad. Ese acometido había calado ya profundamente en él y tenían que lograrlo con toda la ayuda posible. Luego Akanke soltó una breve risa que hizo sonreír al chamán y, confuso, escuchó sus palabras. - Sí... templo viniendo antes - contestó, adoptando involuntariamente la forma de hablar de ella. - Entonces, si templo viene, podemos descansar viaje y quedar tú y yo escondidos en templo muchos días, ¿no? - dijo sugerente, mientras se acercaba a ella de frente y la abrazaba, dirigiendo su rostro al de bellos ojos ámbar.
- Mientras ustedes juegan en Sacrestic Ville los vampiros radicales planean gobernar con puño de hierro, ¿Qué los detendrá de venir después aquí o a otros pueblos? ¡NO PUEDO CREER QUE TODOS ESTEN TAN CAMPANTES Y SEAN TAN INDOLENTES DE NO PODER PENSAR EN NUESTROS AMIGOS, CONOCIDOS O SIMPLEMENTE EN LA POBRE GENTE DE SACRESTIC!
Una voz irrumpió de repente, y después comenzó a gritar. - Eh, calma, calma... Amigo, ¿cómo dices? ¿Qué ocurre en Sacrestic Ville? ¿Puño de hierro es mal alma? - preguntó intentando sembrar sosiego y con inocencia, creyendo que un tal "Puño de hierro" gobernaría esa ciudad como él a su tribu siendo la Mano del Tigre, pero con malas intenciones al parecer, al contrario que él. El hombre tortuga parecía preocupado, y Sein quería comprender y ayudar.
No atendió a la conversación hasta que Cohen mencionó lo de la alianza y la ciudad perdida. Ahí paró de jugar con Betis sorprendido por sus palabras. - ¿D'Orlind Ûr? - preguntó al mismo tiempo que su querida compañera. Miró a los dos con sorpresa y no pudo contener su curiosidad después de que Cohen les explicara más en detalle en qué consistía aquella ciudad. - ¿Ciudad de bestiales? Nunca he conocido ciudad así. Necesitamos encontrar ciudad de bestiales. Claro que voy a unirme - expuso con determinación y un porte firme.
Luego se unió al grupo otro hombre con el que comenzó a hablar el vampiro. Akanke aprovechó esa pausa para dirigirse a Sein. - Sí, templo tiene que venir a encontrar ciudad de bestiales - contestó Sein con seriedad. Ese acometido había calado ya profundamente en él y tenían que lograrlo con toda la ayuda posible. Luego Akanke soltó una breve risa que hizo sonreír al chamán y, confuso, escuchó sus palabras. - Sí... templo viniendo antes - contestó, adoptando involuntariamente la forma de hablar de ella. - Entonces, si templo viene, podemos descansar viaje y quedar tú y yo escondidos en templo muchos días, ¿no? - dijo sugerente, mientras se acercaba a ella de frente y la abrazaba, dirigiendo su rostro al de bellos ojos ámbar.
- Mientras ustedes juegan en Sacrestic Ville los vampiros radicales planean gobernar con puño de hierro, ¿Qué los detendrá de venir después aquí o a otros pueblos? ¡NO PUEDO CREER QUE TODOS ESTEN TAN CAMPANTES Y SEAN TAN INDOLENTES DE NO PODER PENSAR EN NUESTROS AMIGOS, CONOCIDOS O SIMPLEMENTE EN LA POBRE GENTE DE SACRESTIC!
Una voz irrumpió de repente, y después comenzó a gritar. - Eh, calma, calma... Amigo, ¿cómo dices? ¿Qué ocurre en Sacrestic Ville? ¿Puño de hierro es mal alma? - preguntó intentando sembrar sosiego y con inocencia, creyendo que un tal "Puño de hierro" gobernaría esa ciudad como él a su tribu siendo la Mano del Tigre, pero con malas intenciones al parecer, al contrario que él. El hombre tortuga parecía preocupado, y Sein quería comprender y ayudar.
Sein Isånd
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Tras presentar a Peter al resto, Cohen se paró a pensar que quizás la presencia del humano no era bienvenida en el grupo. Al menos, sabía que Akanke solía tenerles cierta aversión, algo que al vampiro no le extrañaba, pues conocía de sobra la altivez general de los humanos.
Fue entonces cuándo la alta voz de un hombre tortuga llegó hasta ellos. Parecía furioso, enfadado y el vampiro se sorprendió de que el motivo de su enojo era nada más y nada menos, los vampiros radicales de Oneca.
¿Acaso los rumores de la peligrosidad de estos vampiros habían llegado ya hasta aquí?
Sein intervino intentando calmar los nervios del hombre tortuga. Cohen se dirigió a Akanke, intentando poner algo de contexto a la conversación.
―Los ecos de guerra han llegado hasta aquí. Vampiros radicales amenazan la vida pacífica en Sacrestic Ville. Ahora que parecía que íbamos a librarnos de la ocupación de los soldados humanos, ahora resulta que quieren hacerse cargo de la ciudad los peores miembros de la raza. Imperialistas que desean que los vampiros dominen sobre los demás en el Oeste. Es algo que no deberíamos consentir.
Tras aquellas palabras a su amiga, Cohen miró a Peter, que asintió. La verdad era que seguramente aún se mostraba algo incómodo cuándo se hablaba de la ocupación humana de la ciudad, hombres y mujeres que él mismo había liderado durante dos años.
Cuándo Sein y Lukas se unieron al grupo, Cohen siguió explicando ambos objetivos.
―Me gustaría hablar con bestiales de Mur’ko. Mi intención es que se unan a la expedición de D’Orlind Ûr. Quizás sea un buen lugar dónde refugiarse si hay problemas en el Oeste. Además, busco la cooperación entre razas, así que si queréis uniros para ayudar o podéis ayudarme a contactar con los pueblos de la zona… os lo agradecería. Bestiales y vampiros normalmente hemos sido aliados históricos y buscar la convivencia entre nosotros y la protección mutua debería ser primordial. No sé si estáis de acuerdo conmigo…
A la que más conocía Cohen del grupo era Akanke, que sabía que le ayudaría en la medida de lo posible. Aunque Sein y el desconocido que parecía ya tan implicado en la causa eran una incógnita. Pues si muchos bestiales terminaban apoyando al otro bando, podía ser un caos para ambas razas y todo el Oeste.
Betis, que pareció advertir la preocupación en las palabras del vampiro, dejó las caricias de los demás y volvió hasta él, apoyando su cabeza sobre su pierna izquierda, acariciándose sobre la rodilla del vampiro para mostrar su apoyo. Para luego hacer lo mismo con Peter durante unos segundos.
Fue entonces cuándo la alta voz de un hombre tortuga llegó hasta ellos. Parecía furioso, enfadado y el vampiro se sorprendió de que el motivo de su enojo era nada más y nada menos, los vampiros radicales de Oneca.
¿Acaso los rumores de la peligrosidad de estos vampiros habían llegado ya hasta aquí?
Sein intervino intentando calmar los nervios del hombre tortuga. Cohen se dirigió a Akanke, intentando poner algo de contexto a la conversación.
―Los ecos de guerra han llegado hasta aquí. Vampiros radicales amenazan la vida pacífica en Sacrestic Ville. Ahora que parecía que íbamos a librarnos de la ocupación de los soldados humanos, ahora resulta que quieren hacerse cargo de la ciudad los peores miembros de la raza. Imperialistas que desean que los vampiros dominen sobre los demás en el Oeste. Es algo que no deberíamos consentir.
Tras aquellas palabras a su amiga, Cohen miró a Peter, que asintió. La verdad era que seguramente aún se mostraba algo incómodo cuándo se hablaba de la ocupación humana de la ciudad, hombres y mujeres que él mismo había liderado durante dos años.
Cuándo Sein y Lukas se unieron al grupo, Cohen siguió explicando ambos objetivos.
―Me gustaría hablar con bestiales de Mur’ko. Mi intención es que se unan a la expedición de D’Orlind Ûr. Quizás sea un buen lugar dónde refugiarse si hay problemas en el Oeste. Además, busco la cooperación entre razas, así que si queréis uniros para ayudar o podéis ayudarme a contactar con los pueblos de la zona… os lo agradecería. Bestiales y vampiros normalmente hemos sido aliados históricos y buscar la convivencia entre nosotros y la protección mutua debería ser primordial. No sé si estáis de acuerdo conmigo…
A la que más conocía Cohen del grupo era Akanke, que sabía que le ayudaría en la medida de lo posible. Aunque Sein y el desconocido que parecía ya tan implicado en la causa eran una incógnita. Pues si muchos bestiales terminaban apoyando al otro bando, podía ser un caos para ambas razas y todo el Oeste.
Betis, que pareció advertir la preocupación en las palabras del vampiro, dejó las caricias de los demás y volvió hasta él, apoyando su cabeza sobre su pierna izquierda, acariciándose sobre la rodilla del vampiro para mostrar su apoyo. Para luego hacer lo mismo con Peter durante unos segundos.
Cohen
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Sein rodeó su cintura con los brazos para acercarla y pegar su rostro al de ella, mientras que Akanke deslizó sus manos por los antebrazos de él hasta sostenerle los codos, pegando su frente y la punta de su nariz a las de él. Aquellos gestos de cercanía e intimidad ya no eran extraños para la Sacerdotisa, al contrario, eran momentos que le llenaban de gozo y felicidad. Soltó una risilla, asintiendo a su propuesta.
Pero aquel momento mágico no pudo durar mucho tiempo. Podía parecer que el mundo desaparecía cuando miraba a los ojos de Sein, pero este siempre hallaba la manera de hacerse sentir y esta vez fue a través de la fuerte voz de un hombre tortuga que renegaba de la pasividad de la gente.
Sein la soltó y fue a tratar de apaciguarlo. Fue cuando Cohen se acercó para explicarle lo que ocurría en la ciudad de los vampiros. Akanke lo miró en silencio mientras su mente procesaba tanta información nueva.
Para ella, su mundo era el Templo, el bienestar y prosperidad de su gente, no querría verlos involucrados en una guerra en la que no tendrían nada que ver, pues a pesar de ser una comunidad de personas bestia, ellos vivían en los bosques del este, al otro lado del río Tymer, donde aquel conflicto era lejano y desconocido.
Pero sentía que debía ayudar a su amigo, además, algo que dijo le causó preocupación: el bando contrario buscaba la supremacía de los vampiros sobre las demás razas. Si lograban ganar en el oeste, no habría río, selva o montaña que los detuviera en sus ansias de dominación y, más temprano que tarde, llegarían al Templo.
Con preocupación, miró a su amigo -Yo ayudándote, amigo de mi corazón- le dijo -Porque siendo correcto y porque si cuidándote, también cuidando Templo, ¿verdad?- dijo, extendiendo su mano hacia él.
Luego buscó a Sein, tomando su mano, lo miró, haciéndole notar que aquellas noticias habían causado impresión en ella. -Yo queriendo ayudar Cohen y buscar ciudad de hermanos bestia- le dijo, entrelazando sus dedos con los de él y apretando su mano -Queriendo que tú me acompañando pero tú no teniendo que hacerlo. Puede que siendo peligroso. Puede que habiendo guerra.- añadió. Sentía cómo su corazón se oprimía en su pecho tan solo de imaginar que por sus deseos él pudiera correr peligro.
Lo que sentía por Sein era algo puro, cálido y hermoso que ella jamás había sentido antes. Deseaba cuidarlo y protegerlo de todos los males y peligros, que fuera infinitamente feliz y la mirara con esos hermosos ojos suyos y esa sonrisa que la hacía derretir. Anhelaba poder tomar su mano, dormir en sus brazos y rezar juntos, con sus frentes pegadas.
Pero ella no era una mujer que podía ignorar lo que ocurría a su alrededor y enfocarse solamente en amarlo. Gran poder conlleva una gran responsabilidad.
-Yo necesitando enviar a Amosa al Templo, mandando mensaje- dijo -Teniendo que avisar de ciudad perdida de hermanos bestia y de problema de Sacrestic, Consejo del Templo teniendo que saber estas noticias, Consejo del Templo teniendo que saber que yo queriendo hacer. Necesitando para escribir.- le dijo. Luego sonrió -Yo aprendiendo leer y escribir con hermanos Woodpicker, ellos siendo muy inteligentes- contó.
Pero aquel momento mágico no pudo durar mucho tiempo. Podía parecer que el mundo desaparecía cuando miraba a los ojos de Sein, pero este siempre hallaba la manera de hacerse sentir y esta vez fue a través de la fuerte voz de un hombre tortuga que renegaba de la pasividad de la gente.
Sein la soltó y fue a tratar de apaciguarlo. Fue cuando Cohen se acercó para explicarle lo que ocurría en la ciudad de los vampiros. Akanke lo miró en silencio mientras su mente procesaba tanta información nueva.
Para ella, su mundo era el Templo, el bienestar y prosperidad de su gente, no querría verlos involucrados en una guerra en la que no tendrían nada que ver, pues a pesar de ser una comunidad de personas bestia, ellos vivían en los bosques del este, al otro lado del río Tymer, donde aquel conflicto era lejano y desconocido.
Pero sentía que debía ayudar a su amigo, además, algo que dijo le causó preocupación: el bando contrario buscaba la supremacía de los vampiros sobre las demás razas. Si lograban ganar en el oeste, no habría río, selva o montaña que los detuviera en sus ansias de dominación y, más temprano que tarde, llegarían al Templo.
Con preocupación, miró a su amigo -Yo ayudándote, amigo de mi corazón- le dijo -Porque siendo correcto y porque si cuidándote, también cuidando Templo, ¿verdad?- dijo, extendiendo su mano hacia él.
Luego buscó a Sein, tomando su mano, lo miró, haciéndole notar que aquellas noticias habían causado impresión en ella. -Yo queriendo ayudar Cohen y buscar ciudad de hermanos bestia- le dijo, entrelazando sus dedos con los de él y apretando su mano -Queriendo que tú me acompañando pero tú no teniendo que hacerlo. Puede que siendo peligroso. Puede que habiendo guerra.- añadió. Sentía cómo su corazón se oprimía en su pecho tan solo de imaginar que por sus deseos él pudiera correr peligro.
Lo que sentía por Sein era algo puro, cálido y hermoso que ella jamás había sentido antes. Deseaba cuidarlo y protegerlo de todos los males y peligros, que fuera infinitamente feliz y la mirara con esos hermosos ojos suyos y esa sonrisa que la hacía derretir. Anhelaba poder tomar su mano, dormir en sus brazos y rezar juntos, con sus frentes pegadas.
Pero ella no era una mujer que podía ignorar lo que ocurría a su alrededor y enfocarse solamente en amarlo. Gran poder conlleva una gran responsabilidad.
-Yo necesitando enviar a Amosa al Templo, mandando mensaje- dijo -Teniendo que avisar de ciudad perdida de hermanos bestia y de problema de Sacrestic, Consejo del Templo teniendo que saber estas noticias, Consejo del Templo teniendo que saber que yo queriendo hacer. Necesitando para escribir.- le dijo. Luego sonrió -Yo aprendiendo leer y escribir con hermanos Woodpicker, ellos siendo muy inteligentes- contó.
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
-Mano de Hierro no es una persona, es un decir, significa que alguien malo gobierna como un tirano, abusando de la gente, lastimándolos, siendo un patán y un soberano imbécil – dijo Lukas mirando al hombre que había ido a hablarle, era bastante guapo y se veía que era inocente, algo en el fondo del corazón de la tortuga le decía que podía confiar en él. –Mi nombre es Lukas, mucho gusto – dijo ofreciéndole la mano.
Luego de las presentaciones de rigor se reunieron con la mujer y los dos otros hombres, uno de ellos, bastante pálido empezó a contarles sobre la ciudad de D’Orlind Ür, Lukas había oído de esa ciudad, pero nunca había ido, también les decía de que vampiros y bestiales debían ser aliados.
- ¿Eres un vampiro? – pregunto Lukas. –Si lo eres no tiene nada de malo a menos que seas un supremacista, no dejare que esos ganen y gobiernen con maldad asi que prefiero que me digas ahora porque si lo eres me terminare enterando. – dijo con firmeza. –Ahora si los radicales son tus enemigos entonces tenemos un enemigo en común, eso nos convierte en aliados y si es asi me gustaría poder llamarte algún día un amigo, asi que partiré por presentarme, mi nombre es Lukas, encantado de conocerte.
La mujer empezó a hablar, se dirigió hacia el pálido llamándole Cohen asi que Lukas asumió que ese debía ser su nombre, les hablo de un templo y de que había aprendido a leer y escribir. –Yo sé leer, aunque escribir se me da algo mal – admitió Lukas, tenía interés en saber más de la mujer. –Por casualidad ¿de qué templo hablas? – pregunto, recordaba varios templos que habían existido muchas décadas atrás. –Buscar la ciudad es tan importante como detener a los radicales, yo puedo ir a hablar con los hermanos del templo submarino, ellos pueden saber un poco más, pero, aunque deseo encontrar la ciudad me preocupa más Sacrestic, creo que no debería haber dejado pasar tantos años desde la última vez que fui, tal vez podría haber evitado un poco esto o al menos haber ayudado – se lamentó Lukas, en ese instante sintió unas risas a sus espaldas.
- ¿Sacrestic? Ese lugar será arrasado por Oneca, cuando ella se siente en el trono empezara la gran conquista vampírica – dijo un sujeto, era grande y musculoso además de pálido y de ojos color rojo carmesí, sin duda era un vampiro.
Luego de las presentaciones de rigor se reunieron con la mujer y los dos otros hombres, uno de ellos, bastante pálido empezó a contarles sobre la ciudad de D’Orlind Ür, Lukas había oído de esa ciudad, pero nunca había ido, también les decía de que vampiros y bestiales debían ser aliados.
- ¿Eres un vampiro? – pregunto Lukas. –Si lo eres no tiene nada de malo a menos que seas un supremacista, no dejare que esos ganen y gobiernen con maldad asi que prefiero que me digas ahora porque si lo eres me terminare enterando. – dijo con firmeza. –Ahora si los radicales son tus enemigos entonces tenemos un enemigo en común, eso nos convierte en aliados y si es asi me gustaría poder llamarte algún día un amigo, asi que partiré por presentarme, mi nombre es Lukas, encantado de conocerte.
La mujer empezó a hablar, se dirigió hacia el pálido llamándole Cohen asi que Lukas asumió que ese debía ser su nombre, les hablo de un templo y de que había aprendido a leer y escribir. –Yo sé leer, aunque escribir se me da algo mal – admitió Lukas, tenía interés en saber más de la mujer. –Por casualidad ¿de qué templo hablas? – pregunto, recordaba varios templos que habían existido muchas décadas atrás. –Buscar la ciudad es tan importante como detener a los radicales, yo puedo ir a hablar con los hermanos del templo submarino, ellos pueden saber un poco más, pero, aunque deseo encontrar la ciudad me preocupa más Sacrestic, creo que no debería haber dejado pasar tantos años desde la última vez que fui, tal vez podría haber evitado un poco esto o al menos haber ayudado – se lamentó Lukas, en ese instante sintió unas risas a sus espaldas.
- ¿Sacrestic? Ese lugar será arrasado por Oneca, cuando ella se siente en el trono empezara la gran conquista vampírica – dijo un sujeto, era grande y musculoso además de pálido y de ojos color rojo carmesí, sin duda era un vampiro.
Lukas
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Sein daba vueltas en su cabeza a las palabras que usaba el hombre tortuga para explicarle aquello de la mano de hierro. Mientras, desviaba su mirada sutil e intermitentemente hacia diferentes zonas de su cuerpo, intentando no dejar de atender a su mirada y a sus palabras, pero sus peculiares rasgos se lo ponían difícil. Estimulaba su curiosidad el mero hecho de interactuar con un hermano de raza con ese porte.
- Ah, entiendo - contestó mientras se rascaba la coronilla. - Placer, Lukas. Soy Sein Isånd, Mano de Tigre de Isklør en montañas de norte lejano - continuó aceptando con una leve sonrisa su apretón de manos. Todavía tenía que acostumbrarse a las formas de saludo de las diferentes tierras.
Tras esto se colocaron junto a los demás. Cohen explicaba los motivos que le habían traído a Mur'ko, y parecían relacionados con lo que había expresado Lukas con ímpetu. Akanke respondió primera, dejando que el chamán reflexionara sobre las propuestas. Su corazón le decía que ayudara. Su mente, sin embargo, que tenía que consultarlo con el Tigre Guía. No se trataba de decidir sobre un mínimo detalle, y los deseos de los espíritus debían ser escuchados.
Agarró su tótem de la espalda y se concentró en él. Akanke se le acercó mientras tanto, y comenzó a hablarle. Se fijó en los reflejos morados de los brillos del tótem sobre sus ojos ámbar mientras escuchaba las palabras que parecían salir de su alma. Ella tampoco se encontraba en una situación simple. - Pues si viene guerra... lucharé contigo - soltó por su boca con determinación después de pensar, calmado, durante unos instantes. Por suerte, sus ancestros estaban con él en esto, y si ellos lo estaban él estaba dispuesto a poner su propio alma a su servicio, y también al de Akanke. - Cohen, ayudaremos. Convivencia en paz siempre será mejor y, si necesitamos, lucharé contigo para que haya paz.
Le había acelerado los latidos el haber escuchado la palabra guerra. Había escuchado historias durante su viaje fuera de la tribu pero nunca había batallado en una. Si había riesgo de involucrarse en una, iban a necesitar la mayor cantidad de aliados posible, y al pensar en ello su cabeza viajó directamente a las blancas montañas. - También necesito hermanos Woodpicker entonces. Necesito aprender a escribir para decir que vengan - contestó a Akanke. - Para decir que vengan a hermanos de tribu, quiero decir - aclaró, con una sonrisa orgullosa. Entusiasmado, comenzó a visualizarse de nuevo junto a sus dos hermanos y varios compañeros más de su enorme familia, pudiendo notar ya su cara de asombro al conocer todos los secretos de las tierras del sur.
Pero alguien irrumpió en sus fantasías. - Sí, sí. Como lo oís. Vengo a divulgar lo que va a pasar, y es que Oneca, como única líder digna, va a arrasar con estas y otras tierras. Y, ¿por qué no? Podría empezar a arrasar yo en su nombre... ¿Qué decís? - acuciaba ese vampiro imponente que parecía haber estado escuchando sus conversaciones.
- Hermano, tranquilo. ¿Qué trae por aquí? - contestó con serenidad y sin pensar demasiado, sabiendo que el tótem que agarraba su mano brillaba por una razón, y es que el Tigre Guía siempre le protegería *.
__________
OFF: * Aludo al talento Tótem morado: Los espíritus guía me bendicen con la canalización de magia negativa hacia mis enemigos a través de mi tótem.
No me he esmerado ni he avanzado tanto en este post porque estoy en la recta final de los exámenes, amiguetes. ¡Hasta la segunda semana de junio, que volveré a ser persona!
- Ah, entiendo - contestó mientras se rascaba la coronilla. - Placer, Lukas. Soy Sein Isånd, Mano de Tigre de Isklør en montañas de norte lejano - continuó aceptando con una leve sonrisa su apretón de manos. Todavía tenía que acostumbrarse a las formas de saludo de las diferentes tierras.
Tras esto se colocaron junto a los demás. Cohen explicaba los motivos que le habían traído a Mur'ko, y parecían relacionados con lo que había expresado Lukas con ímpetu. Akanke respondió primera, dejando que el chamán reflexionara sobre las propuestas. Su corazón le decía que ayudara. Su mente, sin embargo, que tenía que consultarlo con el Tigre Guía. No se trataba de decidir sobre un mínimo detalle, y los deseos de los espíritus debían ser escuchados.
Agarró su tótem de la espalda y se concentró en él. Akanke se le acercó mientras tanto, y comenzó a hablarle. Se fijó en los reflejos morados de los brillos del tótem sobre sus ojos ámbar mientras escuchaba las palabras que parecían salir de su alma. Ella tampoco se encontraba en una situación simple. - Pues si viene guerra... lucharé contigo - soltó por su boca con determinación después de pensar, calmado, durante unos instantes. Por suerte, sus ancestros estaban con él en esto, y si ellos lo estaban él estaba dispuesto a poner su propio alma a su servicio, y también al de Akanke. - Cohen, ayudaremos. Convivencia en paz siempre será mejor y, si necesitamos, lucharé contigo para que haya paz.
Le había acelerado los latidos el haber escuchado la palabra guerra. Había escuchado historias durante su viaje fuera de la tribu pero nunca había batallado en una. Si había riesgo de involucrarse en una, iban a necesitar la mayor cantidad de aliados posible, y al pensar en ello su cabeza viajó directamente a las blancas montañas. - También necesito hermanos Woodpicker entonces. Necesito aprender a escribir para decir que vengan - contestó a Akanke. - Para decir que vengan a hermanos de tribu, quiero decir - aclaró, con una sonrisa orgullosa. Entusiasmado, comenzó a visualizarse de nuevo junto a sus dos hermanos y varios compañeros más de su enorme familia, pudiendo notar ya su cara de asombro al conocer todos los secretos de las tierras del sur.
Pero alguien irrumpió en sus fantasías. - Sí, sí. Como lo oís. Vengo a divulgar lo que va a pasar, y es que Oneca, como única líder digna, va a arrasar con estas y otras tierras. Y, ¿por qué no? Podría empezar a arrasar yo en su nombre... ¿Qué decís? - acuciaba ese vampiro imponente que parecía haber estado escuchando sus conversaciones.
- Hermano, tranquilo. ¿Qué trae por aquí? - contestó con serenidad y sin pensar demasiado, sabiendo que el tótem que agarraba su mano brillaba por una razón, y es que el Tigre Guía siempre le protegería *.
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OFF: * Aludo al talento Tótem morado: Los espíritus guía me bendicen con la canalización de magia negativa hacia mis enemigos a través de mi tótem.
No me he esmerado ni he avanzado tanto en este post porque estoy en la recta final de los exámenes, amiguetes. ¡Hasta la segunda semana de junio, que volveré a ser persona!
Sein Isånd
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
La simpatía natural de Cohen hacia los hombres bestia se veía incluso acentuada tras las declaraciones de los tres miembros de esta raza que se encontraba frente a sí. Lukas, el hombre tortuga, parecía muy dispuesto a dar la batalla. Mientras que Akanke y Sein se mostraban partidario de traer a sus aliados hasta allí. La búsqueda de D’Orlind Ûr favorecía aún más sus intereses, pero sabía que aquellas personas, de buen corazón, terminarían prestándoles su ayuda.
Cuándo todo parecía ir en calma, aquel sujeto comenzó a hablar. Cohen le echó un vistazo para comprobar que era uno de esos vampiros estereotípicos del bando de Oneca, creadores de problemas allí dónde iban, con una postura de lo más altiva y un comportamiento de lo más desafiante.
Peter dio un paso al frente, pero al ver que Sein se encaraba con él, Cohen le sujetó su brazo derecho. Tan sólo necesitaba un par de palabras para alejar a aquel hombre del lugar, pero no sabían cuántas personas le acompañaban.
¿Se había infiltrado un grupo de Oneca en la zona, buscando quizás, nuevos apoyos?
La verdad es que Cohen desconocía los motivos que alegarían para tal peculiar alianza. Sacrestic Ville, hasta antes de la llegada de los soldados humanos, había sido una ciudad de concordia dónde todas las personas, independientemente de cual era su raza, podía vivir en paz. Si Oneca ganaba, expulsarían a los soldados humanos, algo que era positivo, pero… ¿qué pasaría con los no vampiros que viven en la ciudad?
―Si queréis que no arrasemos esta tierra, más os vale que no ayudéis al bando de los vampiros traicioneros que se han aliado con los soldados humanos, en contra de los vampiros de verdad. Limitaros a quedaros aquí, al sur del paso de Noxhupi-Xhu y os dejaremos en paz.
―¿Qué pasará con los bestiales que viven en Sacrestic? ¿Los convertiréis en vuestro alimento? No estarán a salvo con Oneca...
Se rumoreaba que el bando de Oneca se alimentaba de prisioneros, a los que encerraban y usaban sólo para beber su sangre. A estas alturas, Cohen no sabía si aquello era algo real o un rumor propagandístico del bando de Amanda. Pero consideraba que en todo caso, era mejor prevenir que curar.
A unos metros de Mur’ko, un grupo de vampiros se concentraban en sus planes. Habían enviado a un par de avanzados para comprobar el estado de los vecinos del pueblo: si tenían armas, si estaban en condiciones de luchar o si podían tomar prisioneros.
Vestidos con el falso emblema de la Casa Bradbury, pretendían crear la confusión: atacar a los bestiales de la zona para hacerles creer que Amanda Bradbury. Crear la desconfianza en los posibles aliados del bando contrario era fundamental, pues una alianza entre vampiros moderados, la guardia humana y los bestiales del sur podrían ser fatales para sus intereses.
Al cargo de la acción, se encontraba Myssal, una vampiresa de ojos anaranjados y largo pelo blanquecino, que miraba al resto de sus secuaces, a quién lideraba de forma contundente.
―Debéis infiltraros en Mur’ko desde el sur. Vosotros deberíais atacar las primeras viviendas. Meterles fuego sería de lo más eficaz. Así, nuestra presencia sería fácilmente detectada. Luego, aseguraros de ir dejando un par de emblemas a la vista… ―se giró para señalar al segundo grupo― y vosotros cuándo veáis que el fuego comienza a distinguirse en la distancia, arrasaréis a los que se queden en el lado norte. La confusión se irá propagando y cuando veáis que habéis dejado los cadáveres suficientes, volved aquí. No nos interesa matar a todos… recordad: sólo nos interesa que se difunda el mensaje. Amanda Bradbury está asesinando bestiales de Mur’ko por negarse a formar parte de su alianza.
Cohen esperaba la respuesta del hombre, pero en el otro extremo de Mur'ko, un par de casas comenzaron a arder.
Los vecinos más próximos a la zona corrían en aquella dirección con el ánimo de sofocar las llamas.
―¡A los pozos! ¡Tomad agua de los pozos!
El vampiro comprendió que no había tiempo para discusiones inútiles. En aquel momento, lo principal era acercarse al fuego e intentar que no se propagara el mismo a las viviendas contiguas.
Peter fue el primero en correr a uno de los pozos, llenando una cubeta de agua rápidamente y corriendo en dirección al incendio. Betis, asustado por las llamaradas, se escondía tras Cohen, mientras que unos fuertes gritos llegaron desde el norte, la dirección contraria al lugar del incendio.
Cuándo todo parecía ir en calma, aquel sujeto comenzó a hablar. Cohen le echó un vistazo para comprobar que era uno de esos vampiros estereotípicos del bando de Oneca, creadores de problemas allí dónde iban, con una postura de lo más altiva y un comportamiento de lo más desafiante.
Peter dio un paso al frente, pero al ver que Sein se encaraba con él, Cohen le sujetó su brazo derecho. Tan sólo necesitaba un par de palabras para alejar a aquel hombre del lugar, pero no sabían cuántas personas le acompañaban.
¿Se había infiltrado un grupo de Oneca en la zona, buscando quizás, nuevos apoyos?
La verdad es que Cohen desconocía los motivos que alegarían para tal peculiar alianza. Sacrestic Ville, hasta antes de la llegada de los soldados humanos, había sido una ciudad de concordia dónde todas las personas, independientemente de cual era su raza, podía vivir en paz. Si Oneca ganaba, expulsarían a los soldados humanos, algo que era positivo, pero… ¿qué pasaría con los no vampiros que viven en la ciudad?
―Si queréis que no arrasemos esta tierra, más os vale que no ayudéis al bando de los vampiros traicioneros que se han aliado con los soldados humanos, en contra de los vampiros de verdad. Limitaros a quedaros aquí, al sur del paso de Noxhupi-Xhu y os dejaremos en paz.
―¿Qué pasará con los bestiales que viven en Sacrestic? ¿Los convertiréis en vuestro alimento? No estarán a salvo con Oneca...
Se rumoreaba que el bando de Oneca se alimentaba de prisioneros, a los que encerraban y usaban sólo para beber su sangre. A estas alturas, Cohen no sabía si aquello era algo real o un rumor propagandístico del bando de Amanda. Pero consideraba que en todo caso, era mejor prevenir que curar.
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A unos metros de Mur’ko, un grupo de vampiros se concentraban en sus planes. Habían enviado a un par de avanzados para comprobar el estado de los vecinos del pueblo: si tenían armas, si estaban en condiciones de luchar o si podían tomar prisioneros.
Vestidos con el falso emblema de la Casa Bradbury, pretendían crear la confusión: atacar a los bestiales de la zona para hacerles creer que Amanda Bradbury. Crear la desconfianza en los posibles aliados del bando contrario era fundamental, pues una alianza entre vampiros moderados, la guardia humana y los bestiales del sur podrían ser fatales para sus intereses.
Al cargo de la acción, se encontraba Myssal, una vampiresa de ojos anaranjados y largo pelo blanquecino, que miraba al resto de sus secuaces, a quién lideraba de forma contundente.
―Debéis infiltraros en Mur’ko desde el sur. Vosotros deberíais atacar las primeras viviendas. Meterles fuego sería de lo más eficaz. Así, nuestra presencia sería fácilmente detectada. Luego, aseguraros de ir dejando un par de emblemas a la vista… ―se giró para señalar al segundo grupo― y vosotros cuándo veáis que el fuego comienza a distinguirse en la distancia, arrasaréis a los que se queden en el lado norte. La confusión se irá propagando y cuando veáis que habéis dejado los cadáveres suficientes, volved aquí. No nos interesa matar a todos… recordad: sólo nos interesa que se difunda el mensaje. Amanda Bradbury está asesinando bestiales de Mur’ko por negarse a formar parte de su alianza.
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Cohen esperaba la respuesta del hombre, pero en el otro extremo de Mur'ko, un par de casas comenzaron a arder.
Los vecinos más próximos a la zona corrían en aquella dirección con el ánimo de sofocar las llamas.
―¡A los pozos! ¡Tomad agua de los pozos!
El vampiro comprendió que no había tiempo para discusiones inútiles. En aquel momento, lo principal era acercarse al fuego e intentar que no se propagara el mismo a las viviendas contiguas.
Peter fue el primero en correr a uno de los pozos, llenando una cubeta de agua rápidamente y corriendo en dirección al incendio. Betis, asustado por las llamaradas, se escondía tras Cohen, mientras que unos fuertes gritos llegaron desde el norte, la dirección contraria al lugar del incendio.
Cohen
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Una extraña mezcla de alivio y angustia se arremolinó en el pecho de Akanke tras la respuesta de Sein, pues también se ofreció para ayudar a Cohen con el problema que surgía en el oeste. El alivio venía porque estaría con él y podría cuidarlo, la angustia porque no se perdonaría jamás si, crecido el conflicto, algo malo le pasara. Aquella paradoja era nueva para Akanke, pero no podía detenerse a pensar en ello.
-Templo de los monos estando en bosque del este- respondió al hombre tortuga que se llamaba Lukas. -A orilla de río Colmillo y su brazo, y cerca de pantano Sküll- indicó -Hoy siendo hogar de muchos hermanos bestia- dijo con orgullo, esbozando una sonrisa. -Allá podiendo aprender muchas cosas, todos teniendo conocimiento diferente pero compartiendo. Templo ya no siendo lugar abandonado y desordenado, ahora estando más limpio y construyendo lo que el Tiempo dejando caído. Templo siendo mucho grande, aún no descubriendo todo lo que Templo siendo en el pasado, pero entre todos tribus trabajando por eso- contó, aprovechando también para contarle de aquello a Sein y avivar aún más sus ganas de conocerlo.
Pero de repente, el ambiente se había puesto tenso y en la conversación que había partido entre los 3 amigos se involucraban más personas. Akanke, quien en un principio se sintió contenta al conocer a Lukas, lo miró con desaprobación pues habían sido sus exclamaciones en voz alta las que llamaron la atención del hombre que se dirigía a ellos de manera tan amenazante. De inmediato, Sein se puso a la defensiva y lo mismo hizo ella, sujetando con firmeza su báculo.
Cohen también encaró al hombre y, nuevamente, sus palabras calaron hondo en ella. -¿Qué pasará con los bestiales que viven en Sacrestic?- preguntó y, de golpe, dolorosos recuerdos llegaron a su mente, reafirmando aún más su convicción de ayudar a su amigo.
El enorme hombre soltó unas carcajadas que solo aumentaron la rabia de la mujer bestia y antes que él respondiera, se escucharon gritos pidiendo ayuda. Inicialmente desde el sur, donde Peter corrió a ayudar a apagar los focos de incendio, pero pronto al norte de Mur'ko también clamaban por auxilio.
Akanke miró con rabia al desconocido quién los miró de vuelta con desprecio -¿Ven? Recibir a los bastardos de Amanda Bradbury solo les traerá miseria y destrucción. Entiéndanlo bien y a tiempo, no se metan en el camino de la redención de Sacrestic Ville.- dijo antes de marcharse riendo.
El primer impulso de Akanke fue correr hacia el norte y ayudar allí, confiada en que Cohen seguiría a Peter y se encargarían de ayudar con los incendios, pero se detuvo pues una corazonada le hizo frenar y pensar. ¿Sería esto debido al conflicto entre los bandos de vampiros? No parecía ser casualidad que justo cuando un evidente partidario de los extremistas aparecía, comenzaran los problemas.
De ser así, los eventos transcurrían muy rápido y el conflicto avanzaba por Aerandir a grandes pasos. En definitiva, llegaría más temprano que tarde al Templo. -Teniendo que mandar ahora a Amosa ahora a Templo- afirmó. De inmediato recibió un trozo de papel y un carboncillo con los que pudo escribir un escueto mensaje en el que pedía ayuda al Consejo. Ató con un cordel la nota a la pata de su pájaro guía y la besó tras darle la orden de entregar aquella nota a Alahambra.
Una vez su ave partió, y con la esperanza de que pronto llegarían sus amigos, pudo partir a ayudar un poco más al norte de la villa. Cuando llegó, se encontró con un grupo de personas linchando a un pobre desgraciado. -¿Qué pasando?- preguntó a una mujer que atendía a un herido tirado en el suelo. -Un grupo ha aparecido por el bosque y atacaron, han matado a un viejo y su nieto, dejaron heridos a otros. La mayoría logró huir, pero han logrado atrapar a uno- dijo, señalando la turba que se ensañaba con aquel bastardo.
Akanke corrió hacia el tumulto y se abrió paso a codazos -¡Alto! ¡Alto! ¡Esperar!- gritaba mientras trataba de apartar a los pobladores del hombre. -Si matando, no sabiendo quién siendo, no sabiendo por qué ni quién culpable- gritó. No estuvo exenta de recibir un par de golpes en aquel proceso. -Es...to... es... lo q-que... pasa p-por n-n... n-neg... neg-garse a... s-seg... seguir a Amanda Br...- dijo, antes de perder la conciencia. -¿Amanda? ¿Amanda qué?- insistió la Sacerdotisa.
-Templo de los monos estando en bosque del este- respondió al hombre tortuga que se llamaba Lukas. -A orilla de río Colmillo y su brazo, y cerca de pantano Sküll- indicó -Hoy siendo hogar de muchos hermanos bestia- dijo con orgullo, esbozando una sonrisa. -Allá podiendo aprender muchas cosas, todos teniendo conocimiento diferente pero compartiendo. Templo ya no siendo lugar abandonado y desordenado, ahora estando más limpio y construyendo lo que el Tiempo dejando caído. Templo siendo mucho grande, aún no descubriendo todo lo que Templo siendo en el pasado, pero entre todos tribus trabajando por eso- contó, aprovechando también para contarle de aquello a Sein y avivar aún más sus ganas de conocerlo.
Pero de repente, el ambiente se había puesto tenso y en la conversación que había partido entre los 3 amigos se involucraban más personas. Akanke, quien en un principio se sintió contenta al conocer a Lukas, lo miró con desaprobación pues habían sido sus exclamaciones en voz alta las que llamaron la atención del hombre que se dirigía a ellos de manera tan amenazante. De inmediato, Sein se puso a la defensiva y lo mismo hizo ella, sujetando con firmeza su báculo.
Cohen también encaró al hombre y, nuevamente, sus palabras calaron hondo en ella. -¿Qué pasará con los bestiales que viven en Sacrestic?- preguntó y, de golpe, dolorosos recuerdos llegaron a su mente, reafirmando aún más su convicción de ayudar a su amigo.
El enorme hombre soltó unas carcajadas que solo aumentaron la rabia de la mujer bestia y antes que él respondiera, se escucharon gritos pidiendo ayuda. Inicialmente desde el sur, donde Peter corrió a ayudar a apagar los focos de incendio, pero pronto al norte de Mur'ko también clamaban por auxilio.
Akanke miró con rabia al desconocido quién los miró de vuelta con desprecio -¿Ven? Recibir a los bastardos de Amanda Bradbury solo les traerá miseria y destrucción. Entiéndanlo bien y a tiempo, no se metan en el camino de la redención de Sacrestic Ville.- dijo antes de marcharse riendo.
El primer impulso de Akanke fue correr hacia el norte y ayudar allí, confiada en que Cohen seguiría a Peter y se encargarían de ayudar con los incendios, pero se detuvo pues una corazonada le hizo frenar y pensar. ¿Sería esto debido al conflicto entre los bandos de vampiros? No parecía ser casualidad que justo cuando un evidente partidario de los extremistas aparecía, comenzaran los problemas.
De ser así, los eventos transcurrían muy rápido y el conflicto avanzaba por Aerandir a grandes pasos. En definitiva, llegaría más temprano que tarde al Templo. -Teniendo que mandar ahora a Amosa ahora a Templo- afirmó. De inmediato recibió un trozo de papel y un carboncillo con los que pudo escribir un escueto mensaje en el que pedía ayuda al Consejo. Ató con un cordel la nota a la pata de su pájaro guía y la besó tras darle la orden de entregar aquella nota a Alahambra.
Una vez su ave partió, y con la esperanza de que pronto llegarían sus amigos, pudo partir a ayudar un poco más al norte de la villa. Cuando llegó, se encontró con un grupo de personas linchando a un pobre desgraciado. -¿Qué pasando?- preguntó a una mujer que atendía a un herido tirado en el suelo. -Un grupo ha aparecido por el bosque y atacaron, han matado a un viejo y su nieto, dejaron heridos a otros. La mayoría logró huir, pero han logrado atrapar a uno- dijo, señalando la turba que se ensañaba con aquel bastardo.
Akanke corrió hacia el tumulto y se abrió paso a codazos -¡Alto! ¡Alto! ¡Esperar!- gritaba mientras trataba de apartar a los pobladores del hombre. -Si matando, no sabiendo quién siendo, no sabiendo por qué ni quién culpable- gritó. No estuvo exenta de recibir un par de golpes en aquel proceso. -Es...to... es... lo q-que... pasa p-por n-n... n-neg... neg-garse a... s-seg... seguir a Amanda Br...- dijo, antes de perder la conciencia. -¿Amanda? ¿Amanda qué?- insistió la Sacerdotisa.
Akanke
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Noche
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Mur'ko, Bosques del Oeste
con Cohen, Akanke y Sein
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El vampiro claramente era un radical, Lukas no le agradaba y ya quería dar un paso al frente cuando se escucharon gritos provenientes del sur, Lukas se dio vuelta y vio como uno de los que estaba en su grupo corría en esa dirección al ver unas grandes llamaradas, el vampiro empezó a reír mientras la tortuga daba un pisotón enojado antes de empezar a correr, sin embargo, no era tan rápido como el chico a quien acababa de conocer.
-Maldito vampiro desgraciado, debí arrastrarlo y quemarlo en las llamas de este incendio – se lamentó llegando al punto en que el chico estaba regresando de su segundo viaje. - ¿Te llamas Lukas verdad? Necesito que me ayudes con los baldes más grandes que encuentres – le dijo el hombre, Lukas se acercó a uno de los tanques y trato de tomarlo, pesaba, pero si se concentraba podía arrastrarlo por lo que lo llevo en dirección a las casas que se estaban incendiando. –Hey, tu – dijo sin recordar su nombre. –Pondré un tanque de agua en frente de cada casa para que puedan apagar el fuego más rápido – dijo poniendo el primer tanque y volviendo por el segundo, era lo mejor que podía hacer pues no era tan rápido como los demás, si podía acercar los tanques al incendio ellos podían apagarlo mucho más rápido.
En la zona norte uno de los falsos vampiros pro Amanda reía viendo como el caos inundaba Mur’ko, golpeaba a una mujer conejo en frente de sus pequeños que chillaban. –Tomen esto pequeñas sabandijas – dijo entregándoles un cartel de Amanda Bradbury –Recuerden decirles a todos sus conocidos que esto – dijo apuntando a la ensangrentada mama coneja – les pasara a todos los que se nieguen a aliarse con Amanda – dijo con una risa cuando una turba lo desconcentro, se escondió detrás de una casa viendo como golpeaban sin parar a uno de los vampiros, trago saliva esperando que no soltara la verdad porque si no todo esto sería en vano.
El fuego se estaba propagando rápidamente, Lukas y Peter, como se había identificado el hombre, trabajaban a la par y aunque habían salvado un par de casas el incendio estaba descontrolándose, a este paso todo el pueblo se convertiría en polvo. –Abran paso – dijo una gran mujer elefante quien aspiro por su trompa mucha agua para luego soltarla a las llamas de una casa que pudo ser salvada. –Peter, ayuda a la señorita elefanta mientras yo busco más agua – dijo Lukas tomando uno de los tanques vacíos. –Alguien dígame donde está el rio más cercano – necesitaban recargar pronto si querían salvar Mur’ko
-Maldito vampiro desgraciado, debí arrastrarlo y quemarlo en las llamas de este incendio – se lamentó llegando al punto en que el chico estaba regresando de su segundo viaje. - ¿Te llamas Lukas verdad? Necesito que me ayudes con los baldes más grandes que encuentres – le dijo el hombre, Lukas se acercó a uno de los tanques y trato de tomarlo, pesaba, pero si se concentraba podía arrastrarlo por lo que lo llevo en dirección a las casas que se estaban incendiando. –Hey, tu – dijo sin recordar su nombre. –Pondré un tanque de agua en frente de cada casa para que puedan apagar el fuego más rápido – dijo poniendo el primer tanque y volviendo por el segundo, era lo mejor que podía hacer pues no era tan rápido como los demás, si podía acercar los tanques al incendio ellos podían apagarlo mucho más rápido.
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En la zona norte uno de los falsos vampiros pro Amanda reía viendo como el caos inundaba Mur’ko, golpeaba a una mujer conejo en frente de sus pequeños que chillaban. –Tomen esto pequeñas sabandijas – dijo entregándoles un cartel de Amanda Bradbury –Recuerden decirles a todos sus conocidos que esto – dijo apuntando a la ensangrentada mama coneja – les pasara a todos los que se nieguen a aliarse con Amanda – dijo con una risa cuando una turba lo desconcentro, se escondió detrás de una casa viendo como golpeaban sin parar a uno de los vampiros, trago saliva esperando que no soltara la verdad porque si no todo esto sería en vano.
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El fuego se estaba propagando rápidamente, Lukas y Peter, como se había identificado el hombre, trabajaban a la par y aunque habían salvado un par de casas el incendio estaba descontrolándose, a este paso todo el pueblo se convertiría en polvo. –Abran paso – dijo una gran mujer elefante quien aspiro por su trompa mucha agua para luego soltarla a las llamas de una casa que pudo ser salvada. –Peter, ayuda a la señorita elefanta mientras yo busco más agua – dijo Lukas tomando uno de los tanques vacíos. –Alguien dígame donde está el rio más cercano – necesitaban recargar pronto si querían salvar Mur’ko
OFFROL: la manipulacion de Peter fue acordada previamente por su usuario
Lukas
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Un lugar enorme en mitad de un bosque, rodeado de aguas, habitado por bestiales duchos en sus particulares disciplinas y encantados de compartirlas con sus hermanos. Sin duda, en la cabeza del chamán de los Isklør comenzaban a volar fantasías, creando expectativas idílicas sobre el hogar que le prometía para su tribu su sacerdotisa.
Pero aquellas pinturas esperanzadoras se habían emborronado de repente con la intromisión de aquel vampiro.
Sus palabras envenenadas lograron tensar la mandíbula del hombre felino. Destellos morados cada vez más intensos se reflejaban en los ojos oscuros de aquel maldito, revelando para el conocedor que en cualquier momento Sein podría comenzar a canalizar las dañinas influencias de sus ancestros. Parecía, sin embargo, que el vampiro no era muy consciente de lo que los brillos significaban, o quizás su parsimonia venía de un exceso de confianza. Casi de inmediato, se dio la vuelta y en sus ojos y su sonrisa malévola destellarían ahora lejanas llamas naranjas.
El chamán tomó una lenta bocanada de aire, y suspiró con gran seriedad. Abrió después sus ojos al caer en la cuenta de las llamas y los gritos, saliendo de su obcecación con aquel vampiro. Ese fuego pasó a ser el nuevo acaparador de su atención, placando a su enfado y sustituyéndolo por urgencia. Pero, de nuevo, regresó la rabia cuando infirió que el dichoso pálido podría estar relacionado con aquello.
Detrás, ocurría algo que llamaba menos la atención a los ojos, pero que era igual de grave. Una suerte de instinto se entrometió en los deseos de Sein de correr hacia el sur con sus compañeros para ayudar en los incendios, viniéndole a decir que, quizás, esos fuegos que habían nacido sin trifulca previa podrían estar sirviendo de distracción para lo que ocurría en el norte. En efecto, venían gritos de allí, pero no podía ver nada aún.
- ¡Akanke! Defiende cara bonita como sabes. Voy ahí, hay hermanos gritando también - exclamó señalando hacia el norte, con un revoltijo de preocupación en sus vísceras que se alimentaba del miedo a que hirieran a su amada compañera.
- Cohen, ¿peleamos juntos como viejos tiempos? - sugirió con una leve sonrisa que acompañaba a su expresión de resignación, consciente de que esa propuesta, aunque demostrara confianza, no era muy agradable.
Las voces no paraban de reclamar la ayuda de alguien, y no pudo esperar para salir corriendo hacia allí.
Siguiendo el hilo de gritos de una familia de hombres y mujeres conejo, alcanzó el lugar de uno de los asesinatos que ocurrirían en Mur'ko. El claro pelaje de una madre conejo se estaba tiñendo de escarlata cada vez más frente a sus ojos. Con eso se le enfureció el corazón al chamán, que consideró aquello como un ataque hacia toda su raza, y se agachó veloz junto a ella llevando sus manos sobre la hemorragia de su vientre para presionarla. Le pasaban demasiadas cosas por la cabeza, pero una de ellas fue Akanke. Ella contaba con la gracia de los ancestros curativos. - ¿Alguien puede curar? Si no, necesitamos Akanke, ¡ahora! - y nadie cercano podía.
Con todo, no había reparado en que, a pocos pasos hacia la derecha, un grupo de hombres conejo estaba apaleando a alguien. Tuvo claro que sería un vampiro, y que lo merecía, viendo el estado de la madre. - No preocupes, gran compañera puede curar y va a venir ahora - procuraba calmar a la madre, con una gota de sudor deslizándose junto a su ceja.
Pero ella contestó, con una débil sonrisa, algo que en ningún momento habría esperado oír. - N-no... No puede venir... Soy el mensaje, debo morir.
Los esquemas de Sein se desmoronaron ante tal confusión. ¿Cómo podía estar suplicando por la muerte más que por la vida? Sobre todo estando rodeada de su familia, de algunos pequeños que sollozaban desesperados y aturdidos. Pero, poco a poco, una voz comenzó a deslizarse por sus oídos. Una voz que, sorprendentemente, le estaba convenciendo de que la muerte de esa mujer podía ser una buena idea.
El chamán giró la cabeza buscando el origen de esa voz, y se encontró con un pálido y huesudo rostro asomado por la esquina de una de las cabañas. Lentamente, separó sus manos temblorosas de la herida de la mujer coneja.
Pero aquellas pinturas esperanzadoras se habían emborronado de repente con la intromisión de aquel vampiro.
Sus palabras envenenadas lograron tensar la mandíbula del hombre felino. Destellos morados cada vez más intensos se reflejaban en los ojos oscuros de aquel maldito, revelando para el conocedor que en cualquier momento Sein podría comenzar a canalizar las dañinas influencias de sus ancestros. Parecía, sin embargo, que el vampiro no era muy consciente de lo que los brillos significaban, o quizás su parsimonia venía de un exceso de confianza. Casi de inmediato, se dio la vuelta y en sus ojos y su sonrisa malévola destellarían ahora lejanas llamas naranjas.
El chamán tomó una lenta bocanada de aire, y suspiró con gran seriedad. Abrió después sus ojos al caer en la cuenta de las llamas y los gritos, saliendo de su obcecación con aquel vampiro. Ese fuego pasó a ser el nuevo acaparador de su atención, placando a su enfado y sustituyéndolo por urgencia. Pero, de nuevo, regresó la rabia cuando infirió que el dichoso pálido podría estar relacionado con aquello.
Detrás, ocurría algo que llamaba menos la atención a los ojos, pero que era igual de grave. Una suerte de instinto se entrometió en los deseos de Sein de correr hacia el sur con sus compañeros para ayudar en los incendios, viniéndole a decir que, quizás, esos fuegos que habían nacido sin trifulca previa podrían estar sirviendo de distracción para lo que ocurría en el norte. En efecto, venían gritos de allí, pero no podía ver nada aún.
- ¡Akanke! Defiende cara bonita como sabes. Voy ahí, hay hermanos gritando también - exclamó señalando hacia el norte, con un revoltijo de preocupación en sus vísceras que se alimentaba del miedo a que hirieran a su amada compañera.
- Cohen, ¿peleamos juntos como viejos tiempos? - sugirió con una leve sonrisa que acompañaba a su expresión de resignación, consciente de que esa propuesta, aunque demostrara confianza, no era muy agradable.
Las voces no paraban de reclamar la ayuda de alguien, y no pudo esperar para salir corriendo hacia allí.
Siguiendo el hilo de gritos de una familia de hombres y mujeres conejo, alcanzó el lugar de uno de los asesinatos que ocurrirían en Mur'ko. El claro pelaje de una madre conejo se estaba tiñendo de escarlata cada vez más frente a sus ojos. Con eso se le enfureció el corazón al chamán, que consideró aquello como un ataque hacia toda su raza, y se agachó veloz junto a ella llevando sus manos sobre la hemorragia de su vientre para presionarla. Le pasaban demasiadas cosas por la cabeza, pero una de ellas fue Akanke. Ella contaba con la gracia de los ancestros curativos. - ¿Alguien puede curar? Si no, necesitamos Akanke, ¡ahora! - y nadie cercano podía.
Con todo, no había reparado en que, a pocos pasos hacia la derecha, un grupo de hombres conejo estaba apaleando a alguien. Tuvo claro que sería un vampiro, y que lo merecía, viendo el estado de la madre. - No preocupes, gran compañera puede curar y va a venir ahora - procuraba calmar a la madre, con una gota de sudor deslizándose junto a su ceja.
Pero ella contestó, con una débil sonrisa, algo que en ningún momento habría esperado oír. - N-no... No puede venir... Soy el mensaje, debo morir.
Los esquemas de Sein se desmoronaron ante tal confusión. ¿Cómo podía estar suplicando por la muerte más que por la vida? Sobre todo estando rodeada de su familia, de algunos pequeños que sollozaban desesperados y aturdidos. Pero, poco a poco, una voz comenzó a deslizarse por sus oídos. Una voz que, sorprendentemente, le estaba convenciendo de que la muerte de esa mujer podía ser una buena idea.
El chamán giró la cabeza buscando el origen de esa voz, y se encontró con un pálido y huesudo rostro asomado por la esquina de una de las cabañas. Lentamente, separó sus manos temblorosas de la herida de la mujer coneja.
Sein Isånd
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Los problemas en aquel poblado parecían multiplicarse rápidamente y es que la mano de Oneca y los radicales habían llegado hasta allí.
Peter y el hombre tortuga habían decidido ayudar en el incendio, corriendo hacia el sur. Sein quería poner rumbo hacia el norte y ayudar a los aldeanos que parecían estar sufriendo un ataque en esos momentos.
El vampiro decidió acompañar a Sein al norte, pues deseaba mantenerse alejado del fuego, elemento especialmente destructivo para él.
Siguió a su compañero bestial, aunque se separaron rápidamente, pues cada uno de ellos fue a ayudar a una zona distinta de la aldea, desviándose Cohen hacia la izquierda mientras Sein continuó recto.
Sorprendió a una vampiresa a punto de atacar a una mujer serpiente, una mujer que le resultaba familiar. Tardó unos segundos en identificar a Na’Onka, la comerciante que había conocido unos meses antes en el pequeño pueblo de Ni’lo.
―¡Umbrialis! ―gritó Cohen, provocando que su hechizo de magia de la voz se iniciase. [1]
La vampiresa pronto comenzó a luchar aterrada contra sombras que no existían y Cohen sonrió al ver como aquello permitió a Na’Onka un contraataque, clavando sus colmillos en su cuello e inyectando el veneno en su torrente sanguíneo.
Antes de que pudiera acercarse a Na’Onka, Cohen fue interceptado por un hombre y una mujer, que con espadas en mano, pretendían iniciar un combate.
Cohen, asustado por la cercanía de estos individuos, comenzó a silbar mientras ponía un metro de distancia entre ellos. La magia de su silbido terminó afectándoles un par de segundos después. Pronto, aparecieron las sonrisas, luego las risas y la extrema felicidad. [2]
Mientras la mujer parecía ser algo más resistente a su magia, el hombre parecía haber sucumbido por completo al hechizo. Razón por la cual, Cohen se acercó antes a ella, sacando su daga y blandiendo el arma hacia la mujer.
A la par que se acercaba a ella, lanzó un rugido gutural en dirección al hombre, haciendo que Betis iniciara el ataque, lanzándose contra él. Su victima no podía evitar reírse mientras era mordisqueada por el animal hasta la muerte. [3]
Su dueño, en cambio, mantenía la daga en alto mientras silbaba, antes de asestar una puñalada certera en pleno corazón, aunque sin saberlo. Desconociendo la muerte de la mujer, rajó su cuello cuándo su cuerpo cayó al suelo, para cerciorarse que nunca más volvería a ponerse en pie.
Luego acudió hasta el hombre, que reía mientras se desangraba. Betis le había hecho caer al suelo tras lanzarse sobre él y le había causado igualmente una herida mortal en el cuello. Lugar estratégico al que la bestia solía atacar, tal y como su dueño le había enseñado.
―Ziempre noz encontramoz en eztrañaz zircunztanziaz, Nikolaz Cohen.
El vampiro dirigió la mirada hacia Na’Onka, que tenía parte del rostro lleno de sangre.
―Yo también me alegro de verte.
Mientras la sonreía, Betis mordisqueaba el cuello del hombre vampiro alimentándose de su carne. En el suelo, rodeándoles, panfletos incriminatorios en contra de Amanda Bradbury. Al alzar la vista, vio a Sein y a Akanke aproximándose a él. Al parecer, había algunos heridos.
En el sur del poblado, Peter lanzaba numerosos cubos de agua desde los pozos más cercanos a los edificios. Aunque los habitantes del pueblo habían actuado rápido evitando que los incendios se propagasen a edificios colindantes, la verdad era que muchas viviendas habían ardido y había familias que habían perdido todo.
El humano miró a su alrededor y se preguntó dónde se encontraban Cohen y sus amigos. Pero continuó en su labor imaginando que su ausencia estaría justificada. El hombre tortuga sugirió que ayudase a la mujer elefante, mientras desaparecía buscando un río cercano, una fuente de agua. La verdad era que la mujer elefante no parecía necesitar ayuda alguna, pues la larga trompa que tenía en su rostro acumulaba gran cantidad de agua que salía disparada por ella.
Peter, que no había conocido cosa parecida, quedó alucinado un par de segundos, pero continuó con la labor de apagar los incendios, aunque tenía la impresión de que ya poco podía hacerse: las viviendas estaban ardiendo hasta los cimientos. Vació el vigésimo cubo de agua sobre el fuego, mientras el olor del humo le envolvía y comenzaba a toser.
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[1]Uso de la habilidad Sombras de Tormento[Mágica, 2 usos de 1 turno]: Cohen pronuncia una palabra oscura que induce a creer a un par de personas que numerosas sombras malignas le rodean con la intención de poseer sus cuerpos, pudiendo causar en ellas auténtico terror. Primer Uso.
[2] Uso de la habilidad El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]: Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente. Uso único. Primer turno.
[3] Uso de la habilidad La Voz de las Bestias [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:Cohen emite un fuerte rugido gutural que capta la atención de los animales de su entorno, que atacarán al objetivo al que Cohen ha dirigido el rugido. Uso único. Primer turno.
Peter y el hombre tortuga habían decidido ayudar en el incendio, corriendo hacia el sur. Sein quería poner rumbo hacia el norte y ayudar a los aldeanos que parecían estar sufriendo un ataque en esos momentos.
El vampiro decidió acompañar a Sein al norte, pues deseaba mantenerse alejado del fuego, elemento especialmente destructivo para él.
Siguió a su compañero bestial, aunque se separaron rápidamente, pues cada uno de ellos fue a ayudar a una zona distinta de la aldea, desviándose Cohen hacia la izquierda mientras Sein continuó recto.
Sorprendió a una vampiresa a punto de atacar a una mujer serpiente, una mujer que le resultaba familiar. Tardó unos segundos en identificar a Na’Onka, la comerciante que había conocido unos meses antes en el pequeño pueblo de Ni’lo.
―¡Umbrialis! ―gritó Cohen, provocando que su hechizo de magia de la voz se iniciase. [1]
La vampiresa pronto comenzó a luchar aterrada contra sombras que no existían y Cohen sonrió al ver como aquello permitió a Na’Onka un contraataque, clavando sus colmillos en su cuello e inyectando el veneno en su torrente sanguíneo.
Antes de que pudiera acercarse a Na’Onka, Cohen fue interceptado por un hombre y una mujer, que con espadas en mano, pretendían iniciar un combate.
Cohen, asustado por la cercanía de estos individuos, comenzó a silbar mientras ponía un metro de distancia entre ellos. La magia de su silbido terminó afectándoles un par de segundos después. Pronto, aparecieron las sonrisas, luego las risas y la extrema felicidad. [2]
Mientras la mujer parecía ser algo más resistente a su magia, el hombre parecía haber sucumbido por completo al hechizo. Razón por la cual, Cohen se acercó antes a ella, sacando su daga y blandiendo el arma hacia la mujer.
A la par que se acercaba a ella, lanzó un rugido gutural en dirección al hombre, haciendo que Betis iniciara el ataque, lanzándose contra él. Su victima no podía evitar reírse mientras era mordisqueada por el animal hasta la muerte. [3]
Su dueño, en cambio, mantenía la daga en alto mientras silbaba, antes de asestar una puñalada certera en pleno corazón, aunque sin saberlo. Desconociendo la muerte de la mujer, rajó su cuello cuándo su cuerpo cayó al suelo, para cerciorarse que nunca más volvería a ponerse en pie.
Luego acudió hasta el hombre, que reía mientras se desangraba. Betis le había hecho caer al suelo tras lanzarse sobre él y le había causado igualmente una herida mortal en el cuello. Lugar estratégico al que la bestia solía atacar, tal y como su dueño le había enseñado.
―Ziempre noz encontramoz en eztrañaz zircunztanziaz, Nikolaz Cohen.
El vampiro dirigió la mirada hacia Na’Onka, que tenía parte del rostro lleno de sangre.
―Yo también me alegro de verte.
Mientras la sonreía, Betis mordisqueaba el cuello del hombre vampiro alimentándose de su carne. En el suelo, rodeándoles, panfletos incriminatorios en contra de Amanda Bradbury. Al alzar la vista, vio a Sein y a Akanke aproximándose a él. Al parecer, había algunos heridos.
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En el sur del poblado, Peter lanzaba numerosos cubos de agua desde los pozos más cercanos a los edificios. Aunque los habitantes del pueblo habían actuado rápido evitando que los incendios se propagasen a edificios colindantes, la verdad era que muchas viviendas habían ardido y había familias que habían perdido todo.
El humano miró a su alrededor y se preguntó dónde se encontraban Cohen y sus amigos. Pero continuó en su labor imaginando que su ausencia estaría justificada. El hombre tortuga sugirió que ayudase a la mujer elefante, mientras desaparecía buscando un río cercano, una fuente de agua. La verdad era que la mujer elefante no parecía necesitar ayuda alguna, pues la larga trompa que tenía en su rostro acumulaba gran cantidad de agua que salía disparada por ella.
Peter, que no había conocido cosa parecida, quedó alucinado un par de segundos, pero continuó con la labor de apagar los incendios, aunque tenía la impresión de que ya poco podía hacerse: las viviendas estaban ardiendo hasta los cimientos. Vació el vigésimo cubo de agua sobre el fuego, mientras el olor del humo le envolvía y comenzaba a toser.
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[1]Uso de la habilidad Sombras de Tormento[Mágica, 2 usos de 1 turno]: Cohen pronuncia una palabra oscura que induce a creer a un par de personas que numerosas sombras malignas le rodean con la intención de poseer sus cuerpos, pudiendo causar en ellas auténtico terror. Primer Uso.
[2] Uso de la habilidad El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]: Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente. Uso único. Primer turno.
[3] Uso de la habilidad La Voz de las Bestias [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:Cohen emite un fuerte rugido gutural que capta la atención de los animales de su entorno, que atacarán al objetivo al que Cohen ha dirigido el rugido. Uso único. Primer turno.
Cohen
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
El hombre quedó en silencio mirando fijamente a Akanke y ella pudo ver cómo el brillo de la vida se apagaba en él. La Sacerdotisa lo soltó con desprecio -Nada. No podiendo saber nada.- se lamentó. No, sí logró sacarle algo de información; Amanda Br. Él había alcanzado a pronunciar su nombre antes de morir y sonaba como si fuese quien ordenó aquel cruel y cobarde ataque.
Akanke se levantó mientras la turba volvía a ensañarse con el cadáver de aquel desgraciado. No pudiendo hacer nada más allí, se inguió para buscar con la mirada a Sein. Estaba bastante cerca, inclinado sobre el cuerpo de una mujer bestia cuyo brillo también se estaba desvaneciendo. La ayudaba. Presintiendo que sus habilidades de curación podrían ser útiles, corrió hacia donde él estaba. En el camino, notó cómo la soltaba, dejando que se desangrara, mientras miraba hacia unos árboles con perplejidad.
Aquella acción le pareció muy impropia de él, no soltaría así a alguien que necesita su ayuda, él no era de los que perdía la esperanza fácilmente -¡Ya llegando! ¡Sein! ¡SEIN!- le gritaba y aceleraba su carrera. Al llegar junto a él, se ocupó primero de la mujer cuya vida corría peligro. *Tomó una de las cuentas que colgaban de su báculo, recitó una plegaria que activó la magia de sanación de su tótem logrando que la sangre dejara de fluir. Pronto su herida cerraría por completo, lo que no quitaba que su recuperación sería larga y dolorosa.
-¿Qué has hecho?- murmuró débilmente la mujer al darse cuenta que ya no moriría, mirándola como si hubiese cometido un terrible error. Akanke se sintió confundida, como si hubiese arruinado algo y buscó la ayuda de Sein, pero él no dejaba de mirar hacia los árboles. Ella siguió su mirada y notó cómo algo se ocultaba tras ellos. -¿Qué ahí?- se preguntó, levantándose lentamente y dirigiéndose allí, empuñando su báculo con fuerza. Al llegar, vio como una sombra se escabullía, huyendo bosque adentro
Akanke quedó con sensación de inquietud pero decidió volver junto al chamán del norte. -Yendo con Cohen de vuelta, aquí ya todo bajo control. Además, yo teniendo algo de información, tal vez.- le dijo, tomando su mano.
*Referencia al talento "Sajuna"
Akanke se levantó mientras la turba volvía a ensañarse con el cadáver de aquel desgraciado. No pudiendo hacer nada más allí, se inguió para buscar con la mirada a Sein. Estaba bastante cerca, inclinado sobre el cuerpo de una mujer bestia cuyo brillo también se estaba desvaneciendo. La ayudaba. Presintiendo que sus habilidades de curación podrían ser útiles, corrió hacia donde él estaba. En el camino, notó cómo la soltaba, dejando que se desangrara, mientras miraba hacia unos árboles con perplejidad.
Aquella acción le pareció muy impropia de él, no soltaría así a alguien que necesita su ayuda, él no era de los que perdía la esperanza fácilmente -¡Ya llegando! ¡Sein! ¡SEIN!- le gritaba y aceleraba su carrera. Al llegar junto a él, se ocupó primero de la mujer cuya vida corría peligro. *Tomó una de las cuentas que colgaban de su báculo, recitó una plegaria que activó la magia de sanación de su tótem logrando que la sangre dejara de fluir. Pronto su herida cerraría por completo, lo que no quitaba que su recuperación sería larga y dolorosa.
-¿Qué has hecho?- murmuró débilmente la mujer al darse cuenta que ya no moriría, mirándola como si hubiese cometido un terrible error. Akanke se sintió confundida, como si hubiese arruinado algo y buscó la ayuda de Sein, pero él no dejaba de mirar hacia los árboles. Ella siguió su mirada y notó cómo algo se ocultaba tras ellos. -¿Qué ahí?- se preguntó, levantándose lentamente y dirigiéndose allí, empuñando su báculo con fuerza. Al llegar, vio como una sombra se escabullía, huyendo bosque adentro
Akanke quedó con sensación de inquietud pero decidió volver junto al chamán del norte. -Yendo con Cohen de vuelta, aquí ya todo bajo control. Además, yo teniendo algo de información, tal vez.- le dijo, tomando su mano.
*Referencia al talento "Sajuna"
Akanke
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Noche
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Mur'ko, Bosques del Oeste
con Cohen, Akanke y Sein
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La gran tortuga azul llego al rio y lleno los tambores de agua, su plan era ir dejándoselos a la mujer elefanta para que ella fuera apagando el fuego mientras el llenaba más tambores, era una tarea tediosa pero necesaria para poder enfrentar la llameante amenaza que pretendía convertir a Mur’ko en cenizas.
-Hora de volver, el pueblo necesita esta agua – dijo Lukas arrastrando los tambores, en ese momento agradeció ser tan fuerte como era porque asi podía el solo llevar 2 tambores de agua en vez de que entre 2 personas llevaran solo uno. Mientras caminaba en el bosque vio como una silueta corría zigzagueando entre los árboles, la tortuga medito por un segundo, pero decidió dejarlo pasar, el incendio era más importante. No fue hasta que una segunda figura corriera en la misma dirección que la primera que Lukas decidió dejar los tambores y seguirles, todos tenían derecho a estar asustados, pero necesitaban ayudar todos si querían salvar Mur’ko.
-Maldita sea, porque tienen que ser tan rápidos – se quejó la tortuga cansada, correr no era lo suyo y el sujeto se habia alejado bastante pero habia logrado llegar a lo que parecía ser un campamento, cinco hombres estaban sobre una mujer vaca, la mordían y se quedaban ahí un rato antes de levantarse con la boca llena de sangre. –Vampiros – susurro Lukas asqueado, entendía que tenían que alimentarse, pero hacerlo como salvajes a cuesta de una pobre mujer vaca le hacía sentir mal.
-Los gritos de las bestias son como música para mis oídos – dijo uno de los vampiros mientras se limpiaba la boca ensangrentada. –Espero que todos hayan tirado muchos panfletos de la perra de Amanda
-Por supuesto Johah – dijo un segundo vampiro que tenía cara de imbécil. – Después de todo hay que culpar a alguien y quien mejor que esa traidora a la sangre.
Los cinco vampiros empezaron a reír mientras Lukas los veía enojado, no sabía quién era Amanda, pero era claro que estaba siendo incriminada. Lukas dio un paso al frente y tomo al cara de imbécil que hablaba con el tal Jonah y lo estampo contra un árbol, los cuatro vampiros se levantaron mirándolo con rabia.
-Nunca he tomado sangre de tortuga, pero supongo que esta noche será mi primera vez – dijo Jonah, Lukas levanto sus puños y corrió hacia él, pero cayó al recibir un gran golpe en su nuca, miro atrás desde el piso y vio un par de pies tras de él. –No se queden parados, no sabemos cuánto escucho, hay que callarlo para siempre – dijo una voz femenina, luego una lluvia de patadas arremetió contra la tortuga.
-Hora de volver, el pueblo necesita esta agua – dijo Lukas arrastrando los tambores, en ese momento agradeció ser tan fuerte como era porque asi podía el solo llevar 2 tambores de agua en vez de que entre 2 personas llevaran solo uno. Mientras caminaba en el bosque vio como una silueta corría zigzagueando entre los árboles, la tortuga medito por un segundo, pero decidió dejarlo pasar, el incendio era más importante. No fue hasta que una segunda figura corriera en la misma dirección que la primera que Lukas decidió dejar los tambores y seguirles, todos tenían derecho a estar asustados, pero necesitaban ayudar todos si querían salvar Mur’ko.
-Maldita sea, porque tienen que ser tan rápidos – se quejó la tortuga cansada, correr no era lo suyo y el sujeto se habia alejado bastante pero habia logrado llegar a lo que parecía ser un campamento, cinco hombres estaban sobre una mujer vaca, la mordían y se quedaban ahí un rato antes de levantarse con la boca llena de sangre. –Vampiros – susurro Lukas asqueado, entendía que tenían que alimentarse, pero hacerlo como salvajes a cuesta de una pobre mujer vaca le hacía sentir mal.
-Los gritos de las bestias son como música para mis oídos – dijo uno de los vampiros mientras se limpiaba la boca ensangrentada. –Espero que todos hayan tirado muchos panfletos de la perra de Amanda
-Por supuesto Johah – dijo un segundo vampiro que tenía cara de imbécil. – Después de todo hay que culpar a alguien y quien mejor que esa traidora a la sangre.
Los cinco vampiros empezaron a reír mientras Lukas los veía enojado, no sabía quién era Amanda, pero era claro que estaba siendo incriminada. Lukas dio un paso al frente y tomo al cara de imbécil que hablaba con el tal Jonah y lo estampo contra un árbol, los cuatro vampiros se levantaron mirándolo con rabia.
-Nunca he tomado sangre de tortuga, pero supongo que esta noche será mi primera vez – dijo Jonah, Lukas levanto sus puños y corrió hacia él, pero cayó al recibir un gran golpe en su nuca, miro atrás desde el piso y vio un par de pies tras de él. –No se queden parados, no sabemos cuánto escucho, hay que callarlo para siempre – dijo una voz femenina, luego una lluvia de patadas arremetió contra la tortuga.
Lukas
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Fue tal su confusión que se miró las palmas de las manos y llegó incluso a sentir desprecio hacia sí mismo por lo que acababa de intentar hacer. Luego, volvió a mirar hacia la esquina de la cabaña pero aquel rostro enjuto ya no estaba. De nuevo, se miró las manos, pero esta vez ya no veía sangre. Quizá sus ojos sí la veían y era su mente la que no quería verla. En todo caso, de un momento a otro todo volvió a la normalidad para el felino. Se puso en pie y cayó en la cuenta de que Akanke estaba a su lado, sin saber cuánto tiempo llevaba ahí. Se acercó a ella con la sonrisa que acostumbraba a adornar su rostro cuando la veía y se acercó para estrecharla en sus brazos. - Akanke... ¿Dónde estabas? ¿Íbamos a buscar sitio de dormir, sí? - preguntó con la naturalidad de quien acaba de llegar a una aldea tras un largo trayecto a pie. - Esta vez es momento para ti para elegir.
Su mente solo tenía lugar para un lecho y una buena cena. No se sentía excesivamente cansado, pero le pesaban las piernas y los hombros. Había sido una larga caminata, se decía a sí mismo. Pero de pronto hubo algo que le sacó de su plácido ensimismamiento.
- Mi único deber era el de morir, y habéis conseguido echar todo a la mierda - gruñía una voz femenina desde el suelo con tan poco aliento que Sein pensó que se trataría de una mujer diminuta. Bajó su cabeza para mirarla, e impulsivamente soltó la mano de Akanke sin avisar. Todos los recuerdos abstraídos por aquel ser de la voz regresaron a su conocimiento con la contundencia de un golpe de garrote. Se miró las manos atemorizado. - Oh, Akanke, ¿has podido curar? ¿Qué ha pasado?
No mucho después ambos se reunieron con Cohen, y por el camino Sein ya había caído en la cuenta de por qué su querida chica le había mirado con tanta extrañeza al abrazarla antes. ¿Qué le habría hecho aquel vampiro que se asomaba tras la cabaña? Ahora, el recuerdo de su rostro le causaba escalofríos.
- Cohen, mujer conejo fue herida pero Akanke pudo curar - informó con un gesto de orgullo dirigido hacia ella. - Pero creo que vampiro ha hecho algo raro en mi cabeza. Ahora... - se detuvo un momento, preocupado. - no sé si soy mismo hombre. Ha hecho algo con... mis recuerdos.
Tras una conversación a la que sus preocupaciones no le dejaron prestar demasiada atención, se descubrió dirigiéndose a la búsqueda del hombre tortuga. Trató de guiarse por el fuerte olor a mar que despedía, pero pronto cayó en la cuenta de que en aquella aldea costera no eran pocos los bestiales que pasaban gran parte de su tiempo en las aguas saladas. Lo que era más fácilmente reconocible era su apariencia. Sein trotaba por el lugar con la mente puesta en un gran caparazón que cubría una piel color cielo estival, esperando encontrarlo con sus ojos, hasta que lo vio. Procuró avisar a los que le acompañaban en la búsqueda y se acercó.
Se encontró una escena que no era lo que aparentaba ser. De lejos sospechó que estaba solo, contemplando algo, pero al acercarse los matorrales dejaron de obstaculizar su visión y pudo ver cómo alguien le aporreó en la nuca con chulería. El felino se agazapó instintivamente. Hizo un gesto rápido y fervorosamente amargo para avisar a los que le acompañaban que había que atacar. Echó a correr con el perpetrador del golpe entre ceja y ceja, y atacó. Este vio a la muerte venir. Y le vino con la misma rapidez con la que el hombre depredador había procurado atacar. Corrió la sangre, y esperaba que eso sirviera como mensaje. Miró a los ojos a todos y cada uno de los facinerosos de piel blanca que reunieron el valor para devolverle la mirada, plantado estoico como una torre al lado del otro vampiro y del hombre tortuga, que yacían bajo sus pies como dos guardias que salen para avisar a los asaltantes de que, en caso de dar un paso más, la muerte les llovería del cielo en forma de flechas.
Su mente solo tenía lugar para un lecho y una buena cena. No se sentía excesivamente cansado, pero le pesaban las piernas y los hombros. Había sido una larga caminata, se decía a sí mismo. Pero de pronto hubo algo que le sacó de su plácido ensimismamiento.
- Mi único deber era el de morir, y habéis conseguido echar todo a la mierda - gruñía una voz femenina desde el suelo con tan poco aliento que Sein pensó que se trataría de una mujer diminuta. Bajó su cabeza para mirarla, e impulsivamente soltó la mano de Akanke sin avisar. Todos los recuerdos abstraídos por aquel ser de la voz regresaron a su conocimiento con la contundencia de un golpe de garrote. Se miró las manos atemorizado. - Oh, Akanke, ¿has podido curar? ¿Qué ha pasado?
No mucho después ambos se reunieron con Cohen, y por el camino Sein ya había caído en la cuenta de por qué su querida chica le había mirado con tanta extrañeza al abrazarla antes. ¿Qué le habría hecho aquel vampiro que se asomaba tras la cabaña? Ahora, el recuerdo de su rostro le causaba escalofríos.
- Cohen, mujer conejo fue herida pero Akanke pudo curar - informó con un gesto de orgullo dirigido hacia ella. - Pero creo que vampiro ha hecho algo raro en mi cabeza. Ahora... - se detuvo un momento, preocupado. - no sé si soy mismo hombre. Ha hecho algo con... mis recuerdos.
Tras una conversación a la que sus preocupaciones no le dejaron prestar demasiada atención, se descubrió dirigiéndose a la búsqueda del hombre tortuga. Trató de guiarse por el fuerte olor a mar que despedía, pero pronto cayó en la cuenta de que en aquella aldea costera no eran pocos los bestiales que pasaban gran parte de su tiempo en las aguas saladas. Lo que era más fácilmente reconocible era su apariencia. Sein trotaba por el lugar con la mente puesta en un gran caparazón que cubría una piel color cielo estival, esperando encontrarlo con sus ojos, hasta que lo vio. Procuró avisar a los que le acompañaban en la búsqueda y se acercó.
Se encontró una escena que no era lo que aparentaba ser. De lejos sospechó que estaba solo, contemplando algo, pero al acercarse los matorrales dejaron de obstaculizar su visión y pudo ver cómo alguien le aporreó en la nuca con chulería. El felino se agazapó instintivamente. Hizo un gesto rápido y fervorosamente amargo para avisar a los que le acompañaban que había que atacar. Echó a correr con el perpetrador del golpe entre ceja y ceja, y atacó. Este vio a la muerte venir. Y le vino con la misma rapidez con la que el hombre depredador había procurado atacar. Corrió la sangre, y esperaba que eso sirviera como mensaje. Miró a los ojos a todos y cada uno de los facinerosos de piel blanca que reunieron el valor para devolverle la mirada, plantado estoico como una torre al lado del otro vampiro y del hombre tortuga, que yacían bajo sus pies como dos guardias que salen para avisar a los asaltantes de que, en caso de dar un paso más, la muerte les llovería del cielo en forma de flechas.
Sein Isånd
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
El caos envolvía el pueblo de Mur'ko. El eco de los gritos y el estruendo de la batalla llenaban el aire mientras Akanke corría por las calles destrozadas, con su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Había intentado salvar a un hombre que estaba siendo linchado por la multitud enfurecida. Lo acusaban de ser uno de los atacantes, y sus súplicas desesperadas apenas se escuchaban por encima de los gritos de rabia. Akanke, con su sentido innato de justicia, se había lanzado hacia la turba, intentando hacerlos entrar en razón, pero era demasiado tarde. El hombre, apenas consciente, la miró a los ojos, pero ella no vio en ellos ni un destello de miedo o resignación, al contrario, se veía satisfecho e incluso feliz de morir, no sin antes susurrar un nombre: Amanda. Una palabra que llevaba consigo una carga oscura, como si fuese la clave de todo el horror que se desataba en el pueblo.
Sin poder salvarlo, Akanke se alejó, su mente llena de preguntas, pero sin tiempo para buscar respuestas; debía encontrar a Sein.
Lo encontró junto a una mujer conejo, cuya vida se desvanecía rápidamente por las heridas que había sufrido. La sangre manchaba su pelaje y el suelo bajo sus pies, mientras Sein, a su lado, estaba inmóvil. Akanke sintió una oleada de desesperación. Sin perder un segundo, invocó la antigua magia chamánica de su tótem. El poder ancestral recorrió sus manos, cerrando heridas, restaurando fuerzas, arrancando a la mujer conejo de las garras de la muerte. Sin embargo, algo no estaba bien.
Mientras el brillo de la vida regresaba a los ojos de la mujer conejo, Akanke notó algo extraño. Ella también quería morir e incluso le riñó por salvarla. Eso sin contar que Sein estaba actuando de manera extraña. Él actuaba como si hubiese olvidado lo que estaba haciendo y todo lo ocurrido desde que llegaron al pueblo. La confusión nubló la mente de Akanke. Sin tiempo para confrontarlo, ambos se apresuraron a buscar a Cohen para contarle lo que había ocurrido.
Cuando finalmente lo encontraron, Akanke, continuaba desconcertada por lo que había presenciado. Al llegar junto a él, las palabras salían atropelladas, era demasiado lo que la Sacerdotisa tenía que contarle y muy complicado para ella. Pero Cohen la escuchó con atención.
Le habló del linchamiento, del hombre que mencionó a Amanda antes de morir y de la mujer conejo, que ambos parecían dichosos de su destino. Sin embargo, lo que más perturbaba a Akanke era el comportamiento de Sein, algo en él no estaba bien, y ella no sabía cómo enfrentarlo.
El pueblo aún estaba bajo ataque y el caos reinaba, pero lo que lo mantenía en alerta el corazón de Akanke era el comportamiento errático de su amado.
No contentos con todo lo ocurrido, se dieron cuenta que Lukas estaba ausente y no había regresado con el agua para apagar el incendio, así que emprendieron su búsqueda.
Mientras buscaban a Lukas, la mente de Akanke repasaba todo lo acontecido. Entremedio de todos sus pensamientos y la preocupación por Sein, la idea de que el Templo fuese atacado como lo había sido Mur’ko la atormentaba. Sentía que la lucha apenas comenzaba.
Había intentado salvar a un hombre que estaba siendo linchado por la multitud enfurecida. Lo acusaban de ser uno de los atacantes, y sus súplicas desesperadas apenas se escuchaban por encima de los gritos de rabia. Akanke, con su sentido innato de justicia, se había lanzado hacia la turba, intentando hacerlos entrar en razón, pero era demasiado tarde. El hombre, apenas consciente, la miró a los ojos, pero ella no vio en ellos ni un destello de miedo o resignación, al contrario, se veía satisfecho e incluso feliz de morir, no sin antes susurrar un nombre: Amanda. Una palabra que llevaba consigo una carga oscura, como si fuese la clave de todo el horror que se desataba en el pueblo.
Sin poder salvarlo, Akanke se alejó, su mente llena de preguntas, pero sin tiempo para buscar respuestas; debía encontrar a Sein.
Lo encontró junto a una mujer conejo, cuya vida se desvanecía rápidamente por las heridas que había sufrido. La sangre manchaba su pelaje y el suelo bajo sus pies, mientras Sein, a su lado, estaba inmóvil. Akanke sintió una oleada de desesperación. Sin perder un segundo, invocó la antigua magia chamánica de su tótem. El poder ancestral recorrió sus manos, cerrando heridas, restaurando fuerzas, arrancando a la mujer conejo de las garras de la muerte. Sin embargo, algo no estaba bien.
Mientras el brillo de la vida regresaba a los ojos de la mujer conejo, Akanke notó algo extraño. Ella también quería morir e incluso le riñó por salvarla. Eso sin contar que Sein estaba actuando de manera extraña. Él actuaba como si hubiese olvidado lo que estaba haciendo y todo lo ocurrido desde que llegaron al pueblo. La confusión nubló la mente de Akanke. Sin tiempo para confrontarlo, ambos se apresuraron a buscar a Cohen para contarle lo que había ocurrido.
Cuando finalmente lo encontraron, Akanke, continuaba desconcertada por lo que había presenciado. Al llegar junto a él, las palabras salían atropelladas, era demasiado lo que la Sacerdotisa tenía que contarle y muy complicado para ella. Pero Cohen la escuchó con atención.
Le habló del linchamiento, del hombre que mencionó a Amanda antes de morir y de la mujer conejo, que ambos parecían dichosos de su destino. Sin embargo, lo que más perturbaba a Akanke era el comportamiento de Sein, algo en él no estaba bien, y ella no sabía cómo enfrentarlo.
El pueblo aún estaba bajo ataque y el caos reinaba, pero lo que lo mantenía en alerta el corazón de Akanke era el comportamiento errático de su amado.
No contentos con todo lo ocurrido, se dieron cuenta que Lukas estaba ausente y no había regresado con el agua para apagar el incendio, así que emprendieron su búsqueda.
Mientras buscaban a Lukas, la mente de Akanke repasaba todo lo acontecido. Entremedio de todos sus pensamientos y la preocupación por Sein, la idea de que el Templo fuese atacado como lo había sido Mur’ko la atormentaba. Sentía que la lucha apenas comenzaba.
Akanke
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Akanke y Sein llegaron hasta él visiblemente nerviosos. Al parecer, por las descripciones de los comportamientos que ellos definían, Sein había sido objeto de algún hechizo de magia de la voz, algo que sería pasajero en él. Pero el hombre felino estaba preocupado. La Sacerdotisa del Templo de los Monos no se quedaba atrás y Cohen quedó sorprendido por la cercanía de ambos, algo que desconocía.
Centrándose en los hechos, no tardó en hablar para hacer que ambos se tranquilizaban.
―Por lo que parece, has sido el objetivo de un hechizo de magia de la voz. Esa extraña sensación se te pasará pronto…
La magia de la voz podía causar graves estragos en la mente a largo plazo si un sujeto era influenciado por ella de forma regular y constante durante mucho tiempo. Sin embargo, la mayoría de los hechizos eran puntuales y de corta duración, por lo que Cohen no le dio demasiada importancia.
―Lo que sí me extraña es que quisiera morir. Seguramente quieren hacer creer que Amanda Bradbury está detrás de todo esto…
El caos parecía haber colapsado el pueblo por completo. Akanke y Sein salieron en la búsqueda de Lukas y Cohen les dejó partir, esperando que ninguno de sus amigos se viera de nuevo influenciado por la magia de la voz de ningún vampiro.
Cohen puso rumbo hacia los incendios del sur, buscando a Peter. Por el camino, volvió a encontrarse con Na’Onka, que se había parado a atender a algunos heridos. El vampiro buscó en su bolsa y le cedió a la mujer serpiente su elixir de sanación, pues la herida era profunda y tenía mal aspecto.
―Que loz diozez te lo paguen, Nikolas Cohen.
Continuó su camino hacia las grandes hogueras. No tardó en distinguir a Peter, cargando cubos de agua desde un pozo hasta el lugar del incendio, intentando que éstos no se propagaran. No vio a sus amigos por allí.
―¿Todo bien?
―Muchas familias han perdido sus casas, pero pocas vidas se han perdido. Al menos aquí. Están culpando a Amanda Bradbury.
―Amanda no tiene nada que ver con esto… creo que están intentando implicarla.
―¿Tan seguro estás?
Cohen asintió y se acercó hacia el pozo para cargar un par de cubos pesados. A su lado, Betis no sabía que hacer y simplemente los observaba. Continuaron lanzando agua al fuego, evitando la propagación a las casas que continuaban intactas. El fuerte olor y la humareda cubrió el pueblo de Mur’ko casi por completo.
A medida que el fuego quedaba ya controlado y se extinguía poco a poco, quedándose las brasas sin materiales con los que seguir ardiendo, los ciudadanos de Mur'ko comenzaron a alejarse de la zona incendiada. Cohen se percibió de que Peter comenzaba a toser, por lo que le rodeó con un brazo su cintura y se prestó de apoyo.
La población superviviente se fue congregando en la zona norte del pueblo, dónde los rumores habían comenzado a circular. La mayoría de sus habitantes culpaban a Amanda Bradbury de lo sucedido.
―¡Ya nos dijeron que Amanda Bradbury no era alguien de fiar! Ningún vampiro lo es.
―Ha venido hasta aquí para quemar nuestro pueblo por no haberle mostrado nuestro apoyo.
―¿Qué tenemos nosotros que ver con lo que pase al norte del Paso de Noxhupi-Xho? Que los vampiros se maten entre ellos...
Cohen debía intervenir antes de que los rumores siguieran expandiéndose, llevándose a cabo malentendidos.
Centrándose en los hechos, no tardó en hablar para hacer que ambos se tranquilizaban.
―Por lo que parece, has sido el objetivo de un hechizo de magia de la voz. Esa extraña sensación se te pasará pronto…
La magia de la voz podía causar graves estragos en la mente a largo plazo si un sujeto era influenciado por ella de forma regular y constante durante mucho tiempo. Sin embargo, la mayoría de los hechizos eran puntuales y de corta duración, por lo que Cohen no le dio demasiada importancia.
―Lo que sí me extraña es que quisiera morir. Seguramente quieren hacer creer que Amanda Bradbury está detrás de todo esto…
El caos parecía haber colapsado el pueblo por completo. Akanke y Sein salieron en la búsqueda de Lukas y Cohen les dejó partir, esperando que ninguno de sus amigos se viera de nuevo influenciado por la magia de la voz de ningún vampiro.
Cohen puso rumbo hacia los incendios del sur, buscando a Peter. Por el camino, volvió a encontrarse con Na’Onka, que se había parado a atender a algunos heridos. El vampiro buscó en su bolsa y le cedió a la mujer serpiente su elixir de sanación, pues la herida era profunda y tenía mal aspecto.
―Que loz diozez te lo paguen, Nikolas Cohen.
Continuó su camino hacia las grandes hogueras. No tardó en distinguir a Peter, cargando cubos de agua desde un pozo hasta el lugar del incendio, intentando que éstos no se propagaran. No vio a sus amigos por allí.
―¿Todo bien?
―Muchas familias han perdido sus casas, pero pocas vidas se han perdido. Al menos aquí. Están culpando a Amanda Bradbury.
―Amanda no tiene nada que ver con esto… creo que están intentando implicarla.
―¿Tan seguro estás?
Cohen asintió y se acercó hacia el pozo para cargar un par de cubos pesados. A su lado, Betis no sabía que hacer y simplemente los observaba. Continuaron lanzando agua al fuego, evitando la propagación a las casas que continuaban intactas. El fuerte olor y la humareda cubrió el pueblo de Mur’ko casi por completo.
A medida que el fuego quedaba ya controlado y se extinguía poco a poco, quedándose las brasas sin materiales con los que seguir ardiendo, los ciudadanos de Mur'ko comenzaron a alejarse de la zona incendiada. Cohen se percibió de que Peter comenzaba a toser, por lo que le rodeó con un brazo su cintura y se prestó de apoyo.
La población superviviente se fue congregando en la zona norte del pueblo, dónde los rumores habían comenzado a circular. La mayoría de sus habitantes culpaban a Amanda Bradbury de lo sucedido.
―¡Ya nos dijeron que Amanda Bradbury no era alguien de fiar! Ningún vampiro lo es.
―Ha venido hasta aquí para quemar nuestro pueblo por no haberle mostrado nuestro apoyo.
―¿Qué tenemos nosotros que ver con lo que pase al norte del Paso de Noxhupi-Xho? Que los vampiros se maten entre ellos...
Cohen debía intervenir antes de que los rumores siguieran expandiéndose, llevándose a cabo malentendidos.
Cohen
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Noche
Evento Sacrestic Ville
Mur'ko, Bosques del Oeste
con Cohen, Akanke y Sein
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Lukas era fuerte, pero eran demasiados contra él, además de que habían atacado por la espalda como los traicioneros que eran. Le preocupaba que querían hacer ver todo esto como que Amanda, la mujer de la que sus recientes amigos hablaban tan bien, era la culpable. Bajo su experiencia cuando quieren culpar a un inocente de algo tan atroz como destruir con fuego un pueblo es porque esa persona es digna de valor, Lukas se convenció de que, cuando saliera de esta complicada situación, se encargaría de apoyar a Amanda a como dé lugar.
-Ya verán cuando logre pararme – amenazo mientras trataba de ponerse en modo defensivo pues las patadas llovían como aguacero en invierno, de pronto algo lo salvo, escucho un ruido y al ver vio a cuatro de los cinco vampiros retroceder mientras uno yacía en el piso, sangrando y quieto. A su lado estaba su nuevo amigo Sein. –Dichosos los ojos que te ven, gracias por salvarme – susurro la tortuga poniéndose de pie y levantando los puños. –Ustedes contra nosotros, vamos cabrones – dijo listo para atacar mientras los vampiros mostraban los dientes y sus afilados colmillos.
-Seguimos siendo más que ellos, vamos – dijo la vampira y dio un paso al frente antes de que una lluvia de flechas saliera de entre los matorrales y la impactara no menos de 20 veces haciéndola caer muerta. –Debemos huir – dijo uno de los vampiros, pero Lukas corrió y antes de que este pudiera hacer nada fue tacleado y voló hasta chocar con un árbol.
-Tienen dos opciones, se rinden y nos vamos al pueblo para que confiesen y se entreguen ante la justicia o les damos una turboputiza y los llevamos al pueblo de todas formas, da igual como lo vean, sus días de libertad están acabados – dijo la tortuga, los dos vampiros que quedaban se miraron y se atacaron mutuamente, desgarrándose los cuellos y cayendo muertos, Lukas se sorprendió de que prefirieran morir que enfrentar sus acciones. –Muy bien, ¿alguien tiene una cuerda para amarrar a este? – dijo apuntando al que había sido impactado contra el árbol y yacía en el piso, necesitaban llevarlo al pueblo para que confesara sus crímenes.
-Ya verán cuando logre pararme – amenazo mientras trataba de ponerse en modo defensivo pues las patadas llovían como aguacero en invierno, de pronto algo lo salvo, escucho un ruido y al ver vio a cuatro de los cinco vampiros retroceder mientras uno yacía en el piso, sangrando y quieto. A su lado estaba su nuevo amigo Sein. –Dichosos los ojos que te ven, gracias por salvarme – susurro la tortuga poniéndose de pie y levantando los puños. –Ustedes contra nosotros, vamos cabrones – dijo listo para atacar mientras los vampiros mostraban los dientes y sus afilados colmillos.
-Seguimos siendo más que ellos, vamos – dijo la vampira y dio un paso al frente antes de que una lluvia de flechas saliera de entre los matorrales y la impactara no menos de 20 veces haciéndola caer muerta. –Debemos huir – dijo uno de los vampiros, pero Lukas corrió y antes de que este pudiera hacer nada fue tacleado y voló hasta chocar con un árbol.
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-Tienen dos opciones, se rinden y nos vamos al pueblo para que confiesen y se entreguen ante la justicia o les damos una turboputiza y los llevamos al pueblo de todas formas, da igual como lo vean, sus días de libertad están acabados – dijo la tortuga, los dos vampiros que quedaban se miraron y se atacaron mutuamente, desgarrándose los cuellos y cayendo muertos, Lukas se sorprendió de que prefirieran morir que enfrentar sus acciones. –Muy bien, ¿alguien tiene una cuerda para amarrar a este? – dijo apuntando al que había sido impactado contra el árbol y yacía en el piso, necesitaban llevarlo al pueblo para que confesara sus crímenes.
Lukas
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Sin mover la cabeza, miró hacia abajo para ver cómo de aquel gran caparazón comenzaba a sobresalir la cabeza de su hermano bestial. Antes siquiera de que Lukas se incorporara, Sein notó que estaba preparado para pelear. Volvió la mirada a los vampiros; esos cobardes bastardos no habían atacado mientras Lukas se ponía en pie. ¿Lo harían ahora? Apostaba que no, aunque siempre cabía la posibilidad de haber errado en su juicio. Quizás su inmovilidad se debía a una gran confianza en su estrategia. Aunque se veía vencedor, su guardia no se relajó, sus garras seguían amenazando en sus guantes y sus muecas para enseñar los colmillos seguían montando guardia.
Las palabras de su camarada le infundieron confianza y, al ver que permanecían quietos, le asaltaron las ganas de cargar contra ellos y acabar con aquello de una vez por todas. Pero, así como aquel vampiro había manoseado sus pensamientos minutos atrás, ese impulso rabioso pareció alentarles a matarse entre ellos. Su rostro se destensó de golpe y sus párpados se abrieron de par en par. En teoría esos vampiros eran camaradas también. ¿Cómo habían podido hacer eso? ¿Acaso el vampiro que había alterado su mente le había sembrado la capacidad de hacer lo mismo con otros? Se quedó petrificado explorando esa idea.
- Lukas. ¿Estás bien? - logró preguntar sin dejar de mirar a aquellos cuerpos ensangrentados, casi luchando aún con sus últimos rescoldos de vida. Luego agitó la cabeza y se frotó el rostro con las manos. Había cosas que hacer. Miró hacia atrás para intentar encontrar a los arqueros que habían acribillado a aquella vampira antes de que los dos últimos se mataran. Vio un numeroso grupo y sintió algo parecido al orgullo al ver que la gente de Mur'ko se estaba organizando para defender lo suyo. Se arañó suavemente las mejillas con sus garras y agitó la cabeza de nuevo, despidiendo gotas de la sangre ajena con que se había pintado sin querer el rostro. - Tenemos que hacer algo con este - dijo para Akanke y Lukas, sin ser consciente de que justo antes de abrir la boca él le había sugerido buscar una cuerda para amarrarlo.
Luego agarraron lo que pudieron de los otros cadáveres para inmovilizarlo y lo comenzaron a llevar hasta una zona más amplia y atiborrada de gente. El chamán todavía no sabía qué hacer con él, pero sospechaba que, detrás de todo aquello, había verdades que destapar y que ayudarían a unir al oeste contra los supremacistas, comenzando por la Mur'ko que justo en ese momento comenzaba a separarse. Y ese vampiro era la fuente más cercana a esas verdades. Antes de continuar, hizo una señal para soltar al vampiro por un momento detrás de una tienda en la penumbra.
- Necesitamos testigos. Vampiros supremacistas quieren romper tribus entrando en cabezas de hermanos. Mur'ko necesita saber quienes son buenos y quienes son malos. Hay que buscar a Cohen y a familia de conejos. Mur'ko tiene que ver que hermanos bestiales y vampiros pueden ser hermanos - explicaba a su sacerdotisa y a su compañero reptil. - Y este vampiro podrido va a hablar también - amenazó aunque el vampiro aún siguiera completamente desorientado por la embestida de Lukas.
- ¿Dónde está chamán de Mur'ko? - preguntó esperando que alguno de sus compañeros se hubiera fijado en eso. Esa figura también sería clave para su propósito. - Puedo quedar solo con este, tranquilos - aseguró agachándose a su lado y agarrando su cabello mientras colocaba las afiladas garras de su otra mano totalmente expuestas sobre su cuello desnudo para asegurar su propia integridad mental. Esperaba no tener que matarlo antes de que pudieran hacerle confesar frente a todo el pueblo de Mur'ko, si no lo mataban antes ellos mismos al sacarlo de la penumbra.
Las palabras de su camarada le infundieron confianza y, al ver que permanecían quietos, le asaltaron las ganas de cargar contra ellos y acabar con aquello de una vez por todas. Pero, así como aquel vampiro había manoseado sus pensamientos minutos atrás, ese impulso rabioso pareció alentarles a matarse entre ellos. Su rostro se destensó de golpe y sus párpados se abrieron de par en par. En teoría esos vampiros eran camaradas también. ¿Cómo habían podido hacer eso? ¿Acaso el vampiro que había alterado su mente le había sembrado la capacidad de hacer lo mismo con otros? Se quedó petrificado explorando esa idea.
- Lukas. ¿Estás bien? - logró preguntar sin dejar de mirar a aquellos cuerpos ensangrentados, casi luchando aún con sus últimos rescoldos de vida. Luego agitó la cabeza y se frotó el rostro con las manos. Había cosas que hacer. Miró hacia atrás para intentar encontrar a los arqueros que habían acribillado a aquella vampira antes de que los dos últimos se mataran. Vio un numeroso grupo y sintió algo parecido al orgullo al ver que la gente de Mur'ko se estaba organizando para defender lo suyo. Se arañó suavemente las mejillas con sus garras y agitó la cabeza de nuevo, despidiendo gotas de la sangre ajena con que se había pintado sin querer el rostro. - Tenemos que hacer algo con este - dijo para Akanke y Lukas, sin ser consciente de que justo antes de abrir la boca él le había sugerido buscar una cuerda para amarrarlo.
Luego agarraron lo que pudieron de los otros cadáveres para inmovilizarlo y lo comenzaron a llevar hasta una zona más amplia y atiborrada de gente. El chamán todavía no sabía qué hacer con él, pero sospechaba que, detrás de todo aquello, había verdades que destapar y que ayudarían a unir al oeste contra los supremacistas, comenzando por la Mur'ko que justo en ese momento comenzaba a separarse. Y ese vampiro era la fuente más cercana a esas verdades. Antes de continuar, hizo una señal para soltar al vampiro por un momento detrás de una tienda en la penumbra.
- Necesitamos testigos. Vampiros supremacistas quieren romper tribus entrando en cabezas de hermanos. Mur'ko necesita saber quienes son buenos y quienes son malos. Hay que buscar a Cohen y a familia de conejos. Mur'ko tiene que ver que hermanos bestiales y vampiros pueden ser hermanos - explicaba a su sacerdotisa y a su compañero reptil. - Y este vampiro podrido va a hablar también - amenazó aunque el vampiro aún siguiera completamente desorientado por la embestida de Lukas.
- ¿Dónde está chamán de Mur'ko? - preguntó esperando que alguno de sus compañeros se hubiera fijado en eso. Esa figura también sería clave para su propósito. - Puedo quedar solo con este, tranquilos - aseguró agachándose a su lado y agarrando su cabello mientras colocaba las afiladas garras de su otra mano totalmente expuestas sobre su cuello desnudo para asegurar su propia integridad mental. Esperaba no tener que matarlo antes de que pudieran hacerle confesar frente a todo el pueblo de Mur'ko, si no lo mataban antes ellos mismos al sacarlo de la penumbra.
Sein Isånd
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Re: Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
La situación en el pueblo de Mur’ko era un desastre. Los vecinos parecían contrariados, temerosos, tristes y enfadados con los atacantes, aunque también contra sus propios vecinos y Cohen temía que se produjera un linchamiento.
Las garras de odio de Oneca habían llegado hasta allí. No sólo le bastaba sembrar el odio al norte de allí, sino que había querido arrastrar a los bestiales con ellos. Aquello sólo demostraba que la búsqueda de D’Orlind Ûr, que comenzaría dentro de unos días, podría convertirse en un hervidero de problemas.
Pronto, vio a Peter correr hacia dos vecinos que estaban desesperados, a punto de llegar a las manos, el uno contra el otro. La altura del humano sirvió para poner algo de paz e imponerse, pero las miradas de odio que se profesaban eran evidentes.
―Amanda Bradbury nos ha engañado a todos. Sólo quiere utilizarnos para sus propios intereses.
―Si los vampiros quieren matarse, que lo hagan entre ellos… ¿qué tenemos nosotros que ver?
―¿Acaso creen que Oneca les dejará en paz? ―interrumpió Cohen, al ver que la mayoría de los bestiales comenzaban a sentir un fuerte resentimiento hacia la Bradbury― ¿Acaso no es evidente que esto no lo ha provocado Amanda Bradbury? Los panfletos quieren incriminarla en este ataque… En Sacrestic Ville, los bestiales siempre habéis sido recibidos cómo hermanos. Son Oneca y sus aliados, aquellos que quieren tomar nuestra ciudad, quiénes os atacan y pretenden confundiros… ¿Creéis que se conformarán con Sacrestic Ville y la Comarca de Urd? ¿Qué les bastará los Bosques del Oeste? Querrán someter todo el Oeste a sus deseos y voluntad… y separar a los aliados siempre es la técnica que utilizan los villanos… Amanda busca vuestra colaboración y amistad. Lo último que desea es vuestro odio y hacer arder vuestros hogares cómo otros pretenden hacernos a nosotros...
Algunos habitantes de Mur’ko parecían comprender lo que Cohen intentaba decir, pero en otros, la sospecha de la duda continuaba estando presente en sus mentes y tardaría en desaparecer. Sus casas ardían, sus vecinos habían sido atacados… era comprensible…
―¿Podemos ayudaros en algo? Aún quedan unos días hasta que la expedición hasta D’Orlind Ûr salga en búsqueda de la ciudad perdida. Podríamos ayudar a reconstruir las casas que habéis perdido por el fuego... Estoy seguro de que si todos colaboramos, construiremos al menos un par antes de marcharnos...
Cohen observó cómo Peter tomaba el liderazgo de un pequeño grupo y comenzaba a incentivarlos para poner cuanto antes remedio a aquella situación. Un grupo de bestiales ligeramente afligidos comenzaron a congregarse a su alrededor y se organizaron rápidamente.
―Cohen, ¿te encargas tú de los heridos?
El vampiro asintió, sonriéndole ligeramente y viendo de nuevo en él las razones por las que mantenía a Peter a su lado. Tras unos segundos más contemplándole, comenzó a organizar a los heridos e intentando sanar algunas quemaduras y cortes.
Mientras lo hacía, se preguntó qué habría sido de Akanke, Sein y Lukas y esperaba que se encontraran bien.
Las garras de odio de Oneca habían llegado hasta allí. No sólo le bastaba sembrar el odio al norte de allí, sino que había querido arrastrar a los bestiales con ellos. Aquello sólo demostraba que la búsqueda de D’Orlind Ûr, que comenzaría dentro de unos días, podría convertirse en un hervidero de problemas.
Pronto, vio a Peter correr hacia dos vecinos que estaban desesperados, a punto de llegar a las manos, el uno contra el otro. La altura del humano sirvió para poner algo de paz e imponerse, pero las miradas de odio que se profesaban eran evidentes.
―Amanda Bradbury nos ha engañado a todos. Sólo quiere utilizarnos para sus propios intereses.
―Si los vampiros quieren matarse, que lo hagan entre ellos… ¿qué tenemos nosotros que ver?
―¿Acaso creen que Oneca les dejará en paz? ―interrumpió Cohen, al ver que la mayoría de los bestiales comenzaban a sentir un fuerte resentimiento hacia la Bradbury― ¿Acaso no es evidente que esto no lo ha provocado Amanda Bradbury? Los panfletos quieren incriminarla en este ataque… En Sacrestic Ville, los bestiales siempre habéis sido recibidos cómo hermanos. Son Oneca y sus aliados, aquellos que quieren tomar nuestra ciudad, quiénes os atacan y pretenden confundiros… ¿Creéis que se conformarán con Sacrestic Ville y la Comarca de Urd? ¿Qué les bastará los Bosques del Oeste? Querrán someter todo el Oeste a sus deseos y voluntad… y separar a los aliados siempre es la técnica que utilizan los villanos… Amanda busca vuestra colaboración y amistad. Lo último que desea es vuestro odio y hacer arder vuestros hogares cómo otros pretenden hacernos a nosotros...
Algunos habitantes de Mur’ko parecían comprender lo que Cohen intentaba decir, pero en otros, la sospecha de la duda continuaba estando presente en sus mentes y tardaría en desaparecer. Sus casas ardían, sus vecinos habían sido atacados… era comprensible…
―¿Podemos ayudaros en algo? Aún quedan unos días hasta que la expedición hasta D’Orlind Ûr salga en búsqueda de la ciudad perdida. Podríamos ayudar a reconstruir las casas que habéis perdido por el fuego... Estoy seguro de que si todos colaboramos, construiremos al menos un par antes de marcharnos...
Cohen observó cómo Peter tomaba el liderazgo de un pequeño grupo y comenzaba a incentivarlos para poner cuanto antes remedio a aquella situación. Un grupo de bestiales ligeramente afligidos comenzaron a congregarse a su alrededor y se organizaron rápidamente.
―Cohen, ¿te encargas tú de los heridos?
El vampiro asintió, sonriéndole ligeramente y viendo de nuevo en él las razones por las que mantenía a Peter a su lado. Tras unos segundos más contemplándole, comenzó a organizar a los heridos e intentando sanar algunas quemaduras y cortes.
Mientras lo hacía, se preguntó qué habría sido de Akanke, Sein y Lukas y esperaba que se encontraran bien.
Cohen
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