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Mensaje  Fehu Dom Mayo 01 2022, 18:16



¡Urgente! Ayuda humanitaria en acción



Tras el frío invierno, llegan de nuevo las flores, las abejas, las aves cantoras, las llamadas al apareamiento y también, por supuesto, el deshielo, con sus ríos crecidos descendiendo con salvaje furia en su camino hacia el mar.

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Un llamado se extiende velozmente por Aerandir:

Se necesita ayuda urgente. Al norte de la península de Verisar, cientos de familias de varias aldeas se han visto desalojadas por las terribles inundaciones. De un día para otro, han perdido sus casas, sus pertenencias y, algunos, han perdido también a seres queridos o han estado a punto de perder la propia vida.

Hemos reunido a los damnificados en las antiguas runas de Cantún, pero nos faltan manos y recursos para alojar y abastecer a tanta gente. Por favor, si estás leyendo estas líneas, ¡te necesitamos! ¡Piensa en los niños!
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


¿Al norte de la península de Verisar dice el comunicado? Bueno, lo cierto es que las fronteras pueden llegar a ser un tanto difusas, y variables. Es cierto que algunas de esas aldeas están situadas en el norte de la península, pero otras tantas, así como las mencionadas ruinas de Cantún, se encuentran, en realidad, un poquito más al norte. De este modo, otro tipo de mensajes se han extendido también por nuestro amado continente y más allá:

Demasiado tiempo hemos mirado para otro lado ante los abusos de los humanos. Se extienden por territorios ajenos como quien no quiere la cosa. Un asentamiento maderero, una familia, dos y, antes de que nos demos cuenta, ¡nuestros bosques se llenarán de campos de labranza y tendremos que pagar impuestos a su rey!

Ya lo han hecho en el oeste, en Sacrestic Ville. Pero nosotros no tenemos por qué plegarnos a su mandato como han hecho los chupasangres. ¿Por qué no tomar ejemplo de los elfos Sondve, que reconquistaron Villaserrín, ahora llamada Nytt Hus? ¿O de los Ojosverdes, que expulsaron a los humanos de Villasaúco?

¡Alguien tiene que devolverlos a su sitio!
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

URGENTE: El recientemente descubierto sitio arqueológico de Cantún ha sido invadido por cientos de familias que arrasan con todo para construir refugios provisionales.

Si bien no puedo dejar de sentir cierta lástima por las familias desplazadas, bastante complejo resulta estudiar nuestro pasado en un territorio anegado de lobos como para quedarse de brazos cruzados ante semejante ultraje. Hay literalmente miles de lugares donde podrían refugiarse sin, para ello, destruir de forma irreparable nuestro patrimonio cultural.

¡Rescatemos Cantún a cualquier precio!
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La situación plantea problemas, sin duda, pero las desgracias ajenas no dejan de ser oportunidades para individuos dispuestos a aprovechar las circunstancias en su favor.


__________________

Feliz Día del Trabajador, mortales. Y qué mejor forma de celebrarlo que poner a sus PJs a trabajar. Pero no se me rebelen, que no será gratis; ofrezco las siguientes recompensas:

– 5 puntos de experiencia
– 1 punto de profesión
– Obsequio del evento, que dependerá de la puntuación global obtenida (sigan leyendo para saber más)
– Posibilidad de encontrar sorpresas y/o ganarse una maldición

Genial, Fehu, pero ¿qué tengo que hacer para ganarme estas recompensas?
En primer lugar, participar en el desafío, obviamente. Todo aquel que participe recibirá la experiencia y el obsequio.

Para ganar el punto de profesión (solo uno y solo en una profesión, aunque tengas dos), deberás cumplir, de entre los objetivos listados más abajo, uno relacionado con tu profesión y correspondiente a tu nivel de profesión actual, o bien, utilizar tu profesión de manera imaginativa y relevante para cumplir uno de los objetivos listados como “generales”.

En esta primera ronda (un post por participante), solo podrás cumplir uno de los objetivos. Salvo que se indique lo contrario, es posible que varias personas elijan el mismo objetivo, ya que en situaciones como esta, hay mucho trabajo que hacer para que se ocupe una sola persona. Pueden cumplir el objetivo de forma individual o trabajar en equipo.

¿Quién puede participar en el desafío?
Cualquiera que tenga la ficha de personaje aprobada. No es necesario tener ficha de habilidades ni tampoco haber elegido una profesión para participar (aunque, si no tienes profesión, no recibirás el punto de profesión, por obvias razones, además tendrás que limitarte a los objetivos “generales”).

Puedes participar con varias cuentas, pero ya sabes, nada de que tus PJs roleen entre sí y pasar del resto, lo de la personalidad múltiple lo comentas con tu psiquiatra. También puedes participar aunque ya estés en un tema master.

¿Qué plazo tengo para participar?
Una semana desde el momento de publicación de este hilo. No habrá prórrogas, el próximo domingo (8 de mayo) se publicarán las instrucciones para la segunda y última ronda. Si quieres participar, pero no llegas a tiempo para la primera ronda, podrás entrar en la segunda.

¿Y qué es eso de la puntuación global?
Aquí es donde entra lo de “desafío comunitario”. El final de la historia, así como el tipo de obsequio que reciban al concluir el desafío (objetos master, recetas, materiales especiales) lo determinará la puntuación acumulada de todos los personajes participantes.

Y entonces, ¿cómo gano puntos?
Puedes ganar hasta 2 puntos en cada post (para un máximo de 4 si respondes en las dos rondas). Ganas 1 punto por cumplir un objetivo. El otro punto es de originalidad (que es como decir que te lo doy yo si me gusta tu post, pero en fino).

¿Así de fácil?
Sí. Bueno, no. Verás, las sumas simples me aburren un montón y no voy a lanzarles un evento si no voy a divertirme yo también. Así que no es tan sencillo como “cumplo un objetivo, gano un punto para el grupo”.

Notarás que los objetivos vienen con una etiqueta: [Humanitario], [Oportunista], [Sabotaje]. No seré yo quien juzgue la cualidad moral de tu personaje y, por eso, elegir un tipo u otro de objetivo sigue valiendo lo mismo, 1 punto (+1 de originalidad, si se da el caso). Lo que ocurre es que no todos los puntos se suman en el mismo sitio.

No voy a aburrirte con las complejas operaciones matemáticas que estaré efectuando a medida que se vayan sumando participaciones a este evento. Simplemente, ten en cuenta lo siguiente: Sea cual sea el objetivo que elijas, no me cabe la menor duda de que tu personaje sabrá llevarlo a término. Lo que realmente me interesa es qué tipo de objetivo elegirás y cómo te las compondrás para deslumbrarme con tu rol (tienes libertad creativa, siempre que respetes el lore de Aerandir y las intervenciones del resto de participantes).

Pues me parece muy bien, Fehu, ¡pero ya dame la lista de objetivos de una vez!
Aquí la tienes:

Objetivos generales:

Objetivos de nivel Principiante:

Objetivos de nivel Avanzado/Experto:

Objetivos de nivel Maestro:

Fehu
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Fehu
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Mensaje  Meraxes Dom Mayo 01 2022, 19:57

Antiguas runas de Cantún. Campo de Refugiados.
Vengo de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

No sé si era suerte o hasta cierto punto algún tipo de premonición divina gracias a la bendición de Bakthut, y Bakshel que siempre nombraba pues tal vez en el fondo era una persona bastante espiritual.  El cómo llegó la noticia a mis oídos y el porqué accedí a tal cosa, es una historia que dejaré para otro momento ¿Por qué? No voy a admitir que tenía un lado dulce disfrazado claro esta del provecho que podía sacar de semejante evento. Todo se resume a que hace días que me encontraba en aquel campo lleno de personas y niños necesitados en compañía de quien parecía ser algo más que un compañero constante de aventuras y perdiendo la cuenta de cuantas prendas podía hacer con los escasos materiales, que es este era parte del provecho que le sacaba a esto, practicar hacer ropa y vestir a liliputienses encuerados.

Allí estaba, un derecho y un revés utilizando toda cuanto trozo de tela, saco, pieles y admito que en principio hasta algunas hojas cuando la necesidad de cubrir ciertas áreas era extrema. Alguno de los que estaba a cargo me había enviado al área de costura, y a Gaegel, no tenía ni la más remota idea de dónde demonios estaba desde que llegamos a ese alocado sitio, pero esperaba por lo menos que no estuvieran jugando con su paciencia como era mi caso.

- A ver renacuajos, por millonésima vez, hagan una fila y quédense quietos o juro que los amarro. - Tratar con niños no era mi fuerte, y eso se podía notar al tener lo que parecía ser una manada de pequeñas criaturas de no más de un metro a mi alrededor. Lo peor, era que tenía que irme con cuidado, sentía que los podía aplastar de lo flacuchos y enanos que eran. Las risas, sus ojos grandes y curiosos no dejaban de mirarme y correr entre mis largas piernas, uno estuvo a punto hasta de quitarme mi amado látigo para jugar.

- ¿Eres un gigante? - Preguntaba uno con una voz tan aguda y aunque odiara admitir adorable. - ¿Por qué tu cabello es blanco? - Decía otra, que seguramente no sabía distinguir una gama de colores, no, no era blanco, era rubio muy platinado, pero eso no parecía entenderlo. - Mi mami no las tiene tan grandes. - Señaló otra pequeña hacia mi pecho. ¿Pero qué les enseñaban a estos niños hoy día?

Los pequeños habían hecho caso omiso a mis palabras, ahora entendía porque ninguna de las otras personas había querido trabajar con ellos, muchos de ellos estaban ahí mientras sus padres ayudaban, otros seguramente los habían perdido. Habían chicos más grandes, pero los habían divido por rango de edad y eran estos pequeños traviesos los que habían caído en mis manos. - Piensa, Merax, tienes que distraerlo o no podrás tomar sus medidas. - Me decía viéndolos correr al rededor de mí, por suerte tenía eso a mi favor, estaban bastante atraídos e impresionados por mi altura y rasgos del norte.  

Y así como un destello, algo se alumbró en mi cabeza. Sonreí ante la brillante idea que se me había ocurrido. - A ver, pulgas. Les propongo un trato. - Comencé a decir, fue como si la sola mención de esa palabra captara su atención ante la posible recompensa que iban a recibir. Miré al suelo, y tomando una roca pequeña que para sus pequeñas manitas sería algo ligeramente más grande, saqué un pincel de mi bolsa, mojandolo con algo de tinta, dibujando un pequeña runa, y luego, la palabra mágica. - Gaisma. - pronto la luz vino acompañada de un coro de "wow" alargado ante la pequeña roca que veían sus grandes y curiosos ojos.

- A todos aquellos que se queden quieto por más tiempo les daré una de estas. Quien sabe, si todos se portan bien puedo hacerles una a cada uno. - Sonreí triunfante, ya tenía su atención y la promesa de un premio. Aquellas diez criaturitas, como si de un batallón se tratara, se colocaron en fila. Firmes, derechos y hombros atrás, erguidos y en silencio.

Internamente daba saltos de alegría, debía mantener la compostura ante semejante logro desbloqueado. Trabajar con niños no era cosa fácil y aquello sólo me alimentaba al hecho de no querer tenerlos nunca.

Uno a uno, al cabo de unas horas, ya tenía sus medidas y con ello podía trabajar diez prendas que si bien carentes de gracia, serían lo bastante abrigadas para cubrirlos del frío. Cada uno, luego de mucho esfuerzo tenía su roca, y revoloteaban alrededor como linternas danzantes, cosa que la verdad agradecía, tan buena iluminación me ayudó, hasta que poco a poco ellos mismos fueron cayendo por el cansancio.   



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Mensaje  Sango Dom Mayo 01 2022, 21:30

Estaba cansado de escuchar la conversación de los dos carreteros. El agua y el barro, la inversión en infraestructuras y el cuidado de los caminos eran motivo de grandes discusiones.

- Una base de piedra, y encima grava fina. Los caminos que salen de la capital son así, y da gusto ir por ellos.

- Ah, pero, ¿tú sabes el gasto que eso supone?

- Y qué más dará eso, pagamos impuestos, ¿verdad? El progreso requiere mejores carreteras y caminos, y este es el camino...

Sango se bajó de la carreta para preocupación de los hombres. Les tranquilizó aludiendo a una inexistente voluntad de querer estirar las piernas. Lo que quería era alejarse un poco y dejar de escuchar cuántos tipos de zahorra existían, cuáles eran los mejores cantos para poner en cimentaciones de carreteras e incluso cuál era la ruta óptima para recorrer las grandes ciudades de la península de Verisar en el menor tiempo posible con un determinado tipo de cargamento.

Echó un vistazo a la caravana, compuesta por tres carros, cada uno de ellos con dos carreteros, en principio armados, y un guardia por carro. No le agradaba la proporción, pero aquellos cabrones no estaban dispuestos a contratar más gente y perder más dinero. Escupió al suelo para evitar maldecir.

- ¡A las armas!

Sango, de manera instintiva se echó mano al cinto y desenvainó la espada, el escudo había quedado en el carro. Dos encapuchados saltaron desde la linde del camino a atacar directamente a Sango. El primero portaba un hacha y el segundo una lanza. El lancero estocó a Ben que esquivó con facilidad y tiró de la lanza. Pese al intento de arrebatársela no pudo ya que el tipo del hacha lanzó un ataque que repelió con la espada. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para que reconsiderara su estrategia, cosa que también hicieron sus atacantes, que se fueron abriendo más y más.

Ben se abalanzó contra el lancero que se defendió cogiendo el arma con las dos manos e interponiéndola en su camino, fintando hasta tres golpes que el pelirrojo ignoró y que aprovechó para armar el brazo y asestar una estocada en el vientre del oponente. El hachero, por su parte, ante la visión de su camarada caído, y la evolución del resto de combates decidió retroceder y largarse.

Cuando la situación se estabilizó, se agachó junto al bastardo que le había atacado. Tenía morro de animal y le miraba con gesto de horror.

- Fuera... de Cantún...- gimoteó.

Ben se fijó en que sus manos eran incapaces de contener la cantidad de sangre que emanaba de la herida. Asintió y le asestó el golpe de gracia. Envainó la espada se giró para comprobar el estado del resto de camaradas.

- ¡Reportad bajas y daños!

- ¡Los dos carreteros de la tercera heridos, Mika ha caído!

La voz de otra de las guardias contratadas, Wilga, resonó con fuerza en el camino. Sango lamentó la suerte del joven y acompañó su nombre con una plegaria a los Dioses. Debían continuar. Si algo había aprendido de toda la conversación de los carreteros era que no les quedaba mucho. Sango se acercó a la posición de Wilga, que atendía a los heridos. Uno de ellos tenía un corte.

- ¿Puedes controlarlo? ¿Seguro? Bien. Wilga, quédate en el carro de cola, pega una voz con cualquier cosa rara que veas. Si el carro de cabeza no se para, el resto tampoco, ¿entendido? Bien.

Recuperó su posición en el cagón de cabeza y cuando las dos carretas estuvieron lo suficientemente cerca, dio la orden de avanzar. Esta vez, empuñaba el escudo y no pensaba separarse de él. Aquel había sido el ataque más agresivo que había sufrido durante todo el camino y algo le decía que no sería el último.

Tras unos instantes de traqueteos, crujido de madera, maniobras, temerarias, por la urgencia de llegar a la relativa seguridad que daba el número, a lo lejos, vio columnas de humo. Suspiró con cierto alivio, aún en tensión. Serían unos días duros, pero el objetivo estaba claro.

Mantener a los suyos a salvo y lejos de toda amenaza. Incluso si le iba la vida en ello(1).


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Mensaje  Ingela Lun Mayo 02 2022, 22:03

Las alas servían de mucho cuando había prisa por llegar a alguna parte y aquella ocasión, la dragona y el elfo estuvieron de acuerdo en que tendrían que usarlas. Gracias a ello, fue que Ingela, Fëanor y Thunderbolt fueron de los primeros en llegar a las ruinas de Cantún para ayudar a los damnificados por las inundaciones.

Ingela tenía experiencia con las grandes catástrofes; una invasión de no muertos en Dundarak, pandemia, guerra, uno tras otro, la joven dragona tuvo que vivirlos y sobrevivirlos, conocía la dinámica de un campamento de refugiados pues había participado en ellos. Esto sería pan comido. Lo mismo se podría decir para Fëanor, no tuvo que enfrentar muertos vivientes, pero sí soportar los duros tiempos que vinieron después.

Pronto, ambos se dedicaron a las tareas en las que se habían especializado. El elfo, junto a otros sanadores, médicos y curanderos, habían armado una suerte de hospital de campaña donde se encargaban de los heridos y enfermos, que no eran pocos. El agua golpeaba con fuerza y llevaba con ella escombros que golpeaban con fuerza, las heridas eran propensas a infectarse, la humedad y el agua que se estancaba generaba enfermedades diversas. Fëanor tenía las manos acalambradas.

La dragona por su parte, se ocupaba de una situación desagradable. La primera vez que ocurrió, se lo atribuyeron a otros grupos de sobrevivientes desesperados, la segunda vez, también, aunque con reservas. Las siguientes dos veces, se asumió que el ataque a las partidas que llevaban suministros no eran sobrevivientes era por parte de ladrones que se aprovechaban de la situación. No ocurriría una siguiente vez. -¡Ingela!- le llamaron -¿Podrías venir un momento?- le pidió Jacob, uno de los voluntarios para la defensa. La dragona terminó de dibujar una runa que le habían pedido para iluminar el lugar donde varias mujeres preparaban ropa para los refugiados y fue con el muchacho -¿Qué pasa Jacob? ¿Necesitas algo?- preguntó curiosa. El hombre asintió -Esta noche saldré a encontrarme con el grupo que trae provisiones, ¿crees que podrías hacerme algo para el camino?- consultó -Pues... hay razones por las que no estoy en el grupo de la cocina, Jacob...- respondió ella confundida. El hombre soltó una carcajada. -No, chica... que si puedes hacerme una armadura o algo así que pueda usar en mi forma de huargo- explicó -¡Ahhh! ¡Haberlo dicho así! Por supuesto! Puedo hacerte una, pero no será la más resistente, es más, creo que será algo más bien de pobre calidad- le advirtió -Estamos escasos de materiales y se está dando prioridad a la ropa de los refugiados y a las carpas- añadió y lo tomó del brazo -Pero bueno, veré qué puedo hacer, necesito medirte, vamos- indicó, llevándolo consigo para emparapetar alguna cosa que le protegiera aquella noche.

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Mensaje  Iori Li Lun Mayo 02 2022, 22:56

La noticia se había extendido como la pólvora cuando se disponía a encaminar los pasos hacia su hogar. Volver a la aldea al sur de Verisar se le antojaba en aquel momento como el sueño más profundo de su corazón. Qué cosas. Hacía algo más de un año había salido de allí con la máxima motivación. La vida tranquila y apacible le había parecido anodina. Transformando su conformismo en ganas de viajar.

Ahora añoraba la tranquilidad que se respiraba allí. La alegría de saber que cada día llenarías el estómago con al menos una comida caliente, y que cuando el frío de la noche avanzara podrías guarecerte de él hundiendo los pies en las cálidas mantas de lana a los pies del fuego del hogar. Todo eso tendría que esperar. Debido a las inundaciones habían sido muchos lo que se habían quedado ahora sin esa oportunidad. Oportunidad perdida bajo las aguas, justo en donde se encontraban las casas de esos desdichados.

Ella no tenía mucho que aportar, pero era capaz de echar una mano y poner al servicio de todos sus habilidades de campesina. Y una en la que se sabía gestionar especialmente era la organización de una buena cocina y la preparación de un menú suculento con poco que tuviera. Era el segundo día que pasaba en aquel improvisado refugio entre las ruinas y ya se manejaba con soltura por su zona de influencia. La pequeña "cocina" ubicada en la parte este del asentamiento.

- ¡Buenos días Iori! Mira, he conseguido un poco de fruta fresca, acaba de llegar esta mañana en una de las últimas remesas - dijo una voz femenina dejando una caja con manzanas verdes debajo de un largo tablón de madera que le servía a la humana de mesa. - ¡Gracias Celine! Podremos incluir en el menú de los más jóvenes una pieza de fruta - Observó inclinándose un poco sobre ellas la calidad del producto, y sonrió al percibir a simple vista la buena calidad aparente. No estaban comidas por animales ni presentaban color irregular en la piel. Podrían aprovecharlas bien.

- Si tuviera un poco más de azúcar o miel...- musitó para si misma girándose de nuevo hacia la pieza de jamón cocido. Había tardado horas en cocinar aquella pata de cerdo, pero con mimo y el fuego adecuado la carne había rezumado sus jugos y quedado extraordinariamente tierna por dentro. Habían matado a aquel pobre puerco el día anterior, y se habían repartido sus partes entre los distintos puntos de cocina establecidos. Ella había tenido suerte de quedarse con un jamón entero y el hígado. - ¿Quieres que vaya a buscar? Quizá pueda encontrar algo - indicó Celine solícita.

Iori la miró por encima del hombro y le sonrió a la encantadora muchacha de trenzas rubias, que se había pegado a ella desde que había llegado. Era de las pocas con la suerte de haber podido huir con la totalidad de su familia. Dado que no tenían muertos que llorar, todos habían tomado las riendas de la situación y se habían repartido para ayudar en función de sus capacidades. Celine era una muchacha dispuesta y con ganas de aprender. A Iori le gustaba tenerla a su lado. - Si encuentras alguna de las dos cosas podré preparar un postre que hará que este día parezca de fiesta - aseguró la humana a tiempo de ver como la chica rubia desaparecía al instante con una gran sonrisa en la cara.

La mañana ya estaba avanzada y los trabajadores comenzarían a deslizarse hacia allí para buscar alguna ración que llevarse a la boca. Loncheó cortes finos del jamón y los sirvió sobre los platos de madera de los que disponía. Añadió algo de carne seca cortada muy fina y para completar la presentación, incluyó grandes trozos de pan. Estaban algo duros, ya que habían sido horneados hacía días, pero Iori aplicaba en ellos el truco de colocarlos cerca de la zona de las brasas, sobre una pequeña parrilla. El calor tostaba el pan, intensificaba el aroma y los volvía tiernos, de manera que mejoraba mucho su consistencia.

- Esto servirá para este primer servicio de la mañana - farfulló para si secándose el sudor de la frente con el antebrazo. Tomó en equilibrio varios de los platos en sus manos, y apartándose de la zona donde ardía el fuego avanzó hasta unas piedras que servían de mesas improvisadas. - Las primeras raciones de comida, ¡Por favor! venid y recordad, un plato por persona, es importante que llegue la comida para todos - canturreó posando las viandas sobre la superficie pétrea.

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Mensaje  Cohen Lun Mayo 02 2022, 23:46

Anotación: Mi rol sucede durante la [Noche]. Obvio

Durante las últimas semanas, había trabajo en aquel nuevo elixir. Había recibido un encargo de Respirantia y había extraído cuidadosamente las pequeñas esferas de oxígeno y éter de las algas. Luego, había elaborado la correspondiente infusión con aquellas hierbas, mezclándolas cuidadosamente con las diminutas y frágiles bolitas transparentes. Tras numerosos intentos, había conseguido crear varios elixires y debía comprobar si eran eficientes. [1]

Por ello, cuándo Cohen se enteró de lo sucedido en el norte de Verisar, no dudó en poner en práctica aquellas pociones, aunque se jugara la vida en ello.

En una zona cercana, en Cantún, la situación parecía estar tensa. Sin embargo, al otro lado del río que había inundado todas aquellas viviendas, había una calma aparente.

Cohen comenzó a desvestirse. Las casas estaban situadas a varios metros bajo la superficie del agua, pero aún así, las podía vislumbrar gracias a su vista vampírica, aunque se veían claramente turbias. Afortunadamente, la luz de la luna llena jugaba en su favor. Estaba seguro de que el torrente de agua estaría helado, por ello, dejó preparada una larga tela dónde secar su cuerpo una vez consiguiera salir… si es que lo lograba.

Casi desnudo, sólo vestido con una prenda interior de pésima calidad elegida para la ocasión para no echar a perder alguna más valiosa, bebió las tres versiones de aquel elixir con la esperanza de que alguno le diera el tiempo suficiente cómo para bucear hasta las casas inundadas y comprobar si había algo de valor allí.

Tras la toma del elixir, se lanzó al agua algo temeroso de que la corriente le arrastrase, pero logró bucear hasta la zona. A medida que nadaba, notó que la Respirantia hacia efecto y que lograba respirar con cierta tranquilidad, aunque resultaba algo molesto.

Al llegar hasta la primera casa sumergida, entró en su interior a través de una ventana, cuyo cristal había quedado totalmente roto a causa de la fuerza del torrente del agua al inundar el poblado. No encontró nada de valor y se sintió frustrado.

Continuó así, durante algunas viviendas más, sorprendiéndose de lo pobres que eran aquellas personas… o quizás, que la fuerza del agua se había llevado todo consigo. Aún así, no perdía la esperanza de encontrar algo que realmente tuviese valor.


____________________________________________

[1] Cohen prepara un elixir gracias a la planta [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] del herbolario, que le permite respirar bajo la superficie del agua.

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Mensaje  Aylizz Wendell Mar Mayo 03 2022, 11:39


La elfa oteó los alrededores de las ruinas, encaramada en las ramas más altas de aquel abedul que pudieran soportar su peso, oculta y en silencio. Los rumores habían resultado ser ciertos, había tenido que bordear la orilla este del Pantano Misterioso y adentrarse en los bosques fronterizos de ambos Reinos para comprobarlo con sus propios ojos pero, en efecto, los humanos habían llegado hasta los bosques del este. Y trataban de asentarse.

Se mantuvo en la altura, bajo la ínfima protección de su capucha, dejando lo demás al bosque.[1] Con suavidad, acariciaba distraída uno de sus cuchillos, mientras sus ojos paseaban por el entorno. A pesar de encontrarse en tierra de lobos quería confiar en que, por el momento, podía estar tranquila.[2] Centrando su atención a las caravanas de los vidacorta, que no dejaban de llegar, empezó a preguntarse cuánto tardaría aquello en convertirse en un problema o una fuente de ellos.

Los licans ya habían comenzado a manifestar su descontento al respecto, viendo amenazados sus territorios más meridionales, incluso en las aldeas más próximas a las ruinas había llegado a sus manos algún panfleto que alentaba a frenar su avance. Los repartían por las calles, los clavaban en los árboles de los caminos… No los culpaba, en realidad los comprendía, aunque no apostaba por que los canes optarán por la vía más sosegada. Miró entonces a los alrededores más apartados del bullicio, hacia la parte frondosa del bosque, por muy molestos que estuvieran aún no parecían haberse manifestado.

¿O sí?

Alaridos lejanos llegaron desde el extremo contrario. Algunas voces que se oían claras dejaban entender la presencia de lobos y la brisa traía fugaces destellos de los golpes del acero enfrentándose. De modo que habían decidido emboscar los senderos. Un hastiado suspiro, acompañado de una caída de ojos, precedió al descenso hasta el firme.

¡Por fin! Desde luego, no dejan de ser animales, perros rabiosos. Dudo que el diálogo sea fácil, aunque si no me llevo un mordisco podría darme por satisfecha.

El don de la visión que bendecía a su raza le permitía seguir los movimientos de la maleza que, aún en la lejanía, le hacía posible avanzar tras los pasos de los canes que se replegaban de la refriega. Aunque llegado un punto cercano a los senderos los goteos de sangre de los heridos habrían permitido hacerlo aún sin su habilidad especial. No muy lejos de uno de los muros medio caídos del yacimiento, donde comenzaba de nuevo la espesura, dió con un grupo de licans que se reponían de la reprimenda.

—¡¿Llevaban escolta?!— el que parecía liderar la guarnición ponía el grito en el cielo —¡Bhok! ¡¿Qué demonios ha pasado?! ¡Se suponía que no habría sorpresas!

—No… No lo sé, jefe…— el tal Bhok jadeaba, mientras trataba de terminar un torniquete en su brazo izquierdo, sobre un tajo de notable profundidad —Iban camuflados…

—¡Debiste asegurarte! Mira tu imprudencia.— el líder lo agarró del pescuezo y lo obligó a mirar hacia el sendero, donde yacían los cuerpos de los que no habían salido tan bien parados —Camaradas muertos.

—Yo diría que la imprudencia ha sido intentarlo.— interrumpió la elfa, que ahora se dejaba ver, aunque manteniendo una distancia prudencial, con tono sosegado a pesar de sonar claramente altivo.

El alpha soltó de un zarandeo a su segundo y de mala gana se giró hacia ella, apretando el agarre de su lanza, cuya punta direccionó sutilmente hacia ella.

—Piérdete, orejas largas. No se te ha perdido nada en estas tierras.— a pesar del despreció que mostró en un primer momento, comenzó a avanzar hacia ella —De hecho, no sé qué haces tan lejos de casa, para empezar. ¿Ahora los elfos mandan espías?— está vez su tono sonó más amenazante.

—Tampoco es que todo esto se esté llevando con discreción…— señaló con dejadez, mientras apoyaba su espalda contra un tronco, mostrándose indiferente al avance del lobo —Pero a ninguno nos interesa que los humanos empiecen a cogerle el gusto a los bosques.

En aquel momento, el huargo se detuvo y observó un instante a la joven. Desprendiéndose entonces de su pelaje y su envergadura, volvió a su forma original.

—¿Dices que estáis aquí para colaborar? ¿Es eso?— el hombre bajó un poco la lanza.

—¿Estamos? No sé si hay más, no funcionamos como una especie de mente colmena.— replicó —Sé que estoy yo.

El hombre miró hacia atrás un momento, por encima del hombro, hacia sus convalecientes compañeros, antes de soltar una carcajada.

—¿Y qué quieres que hagamos contigo, encanto?— se mofó —¿Repartir unas flores?

La elfa frunció el ceño y chasqueó la lengua en un claro gesto de incomodidad.

—Jugar a la pelota, si lo prefieres.— devolvió el ataque, antes de separarse del tronco y comenzar a avanzar hacia él —Escúchame, perro sarnoso, piensa un poco en la escena que con tanta bravura obligabas a tu camarada a contemplar. Cuántos carros os han sobrepasado, al juzgar por esas marcas del suelo… ¿Cuatro? ¿Cinco? Así no vais a conseguir otra cosa que no sea que pidan refuerzos.

—Vaya con la benevolencia y el pacifismo de los elfos, ¿dónde queda para con vuestros vecinos de Verisar? Víctimas de la catástrofe…— ironizó —No me fío.

—Benevolencia, mas no estupidez. Y por otro lado, no he hablado de usar violencia.— puntualizó —Pero está bien, no insistiré. Volveré a mi árbol a esperar a que las bajas te superen.— expuso, llevando ahora la mirada al resto de lobos, antes de comenzar a dar media vuelta.

—Aguarda…— masculló a regañadientes el alpha —Habla, qué propones. Y qué interés tienes en ayudarnos, ¿eh? Piensas llevarte lo que encuentres a tu paso, ¿ya puesta? Ah, es eso, ¿no? Eres una ladronzuela. Por eso llevas capucha— señaló su cabeza con la lanza —y estudias el terreno desde los árboles.

Fue la elfa quien no pudo aguantar una carcajada esta vez.

—Puede que se me diera bien, si. Pero no, no he venido aquí a saquear nada. Mi único interés es que se mantengan lejos de los bosques. Hoy es el este, pero ¿qué les impide ir mañana hacia los nuestros?

El licántropo pareció comprender, al fin, que la muchacha se estaba ofreciendo concienzudamente a tomar partido en su bando.

—Y dime, encanto. Si asaltarlos no funciona, ¿cómo los mandamos a tomar vientos de aquí?

La elfa esbozó media sonrisa ligera, antes de ponerse a la altura del líder del escuadrón.

—Lo primero y más importante,— expuso —nada de encanto.— un destello se reflejó en los ojos de la elfa tras la advertencia —Y en cuanto al cómo hacerlo, pese a tener protección armada en su mayoría son aldeanos, campesinos, familias con niños o ancianos. La fama que precede a estos estratos no los pinta especialmente como seres cultivados. Aunque habrá excepciones, digo yo.— se encogió de hombros —Son supersticiosos y paganos. Fáciles de asustar. Y vosotros contáis con la ventaja de conocer el terreno, aunque no parece que la sepáis aprovechar… murmuró para sí aquella última parte —Las ruinas son lugares muy dados a albergar secretos de sus días pasados que no quieren ser descubiertos…— planteó, divertida, mientras comenzaba a caminar hacia el grupo, dejado atrás al alpha.

El lobo la miró un momento desde atrás,  como terminando de entender la idea que se fraguaba en la mente de la chica, antes de percatarse de que lo había adelantado.

—¿Y qué hacemos?— se interesó entonces, adelantándose ligero hasta alcanzarla tras un par de zancadas —¿Dejar mensajes de mal fario? ¿Pasearnos con una sábana?— volvió a mofarse.

—¡Claro que no!— espetó molesta, en un arranque que logró apaciguar —Serás frívolo. ¿Y tú les diriges? Entiendo que las cosas no salieran bien, si le das tanta importancia a todo.— replicó antes de terminar de sosegarse —Aunque lo cierto es… Que dándole una vuelta, podría resultar…

Se rascaba el mentón como si aquellos pensamientos sólo fueran sonoros en su mente, volteandose hacia los senderos de nuevo y saliendo hacia ellos unos pasos hasta alcanzar una distancia desde la que se llegaban a ver algunos de los cuerpos tendidos en el suelo. Tenía una idea, pero debía endulzarla un poco, ella era la primera que se sentía rozando el límite de la moralidad.

—¿Crees que tus camaradas podrían servirte una última vez antes de pasar a…— hizo un barrido rápido por lo que recordaba de sus estudios sobre las razas del continente —...reunirse con Fenrir?

A riesgo de recibir un encuentro con sus fauces, apeló al honor que pudiera ver en el alpha. El hombre-lobo guardó un silencio sepulcral durante algo menos de un minuto, pero parecieron veinte, clavando la mirada en los animales caídos.

—Cómo.— preguntó ahora sin un ápice de burla y sin mirarla.

—La muerte siempre asusta. Si empezaran a encontrar cuerpos, como poco se pondrán nerviosos. ¿Y los mensajes de los que hablabas?— tragó saliva un momento —Su sangre servirá.

Los ojos del lobo se clavaron ahora en ella, acompañando un rostro rígido e impasible que hasta ahora no había visto en él.

Se acabó. Estoy muerta.

—¡Bhok! Cargad con los nuestros.— ordenó, con un simple movimiento de cabeza. Los dos que habían logrado salvar la vida se miraron entre ellos, pero actuaron sin mentar palabra.

¡Ah! ¿De verdad? Vale, vale, vale, bien. El terreno es frágil, pero vamos bien.

—En ese caso, deberíamos llevarnos alguno de los suyos también.— se aventuró a añadir —Si las ruinas no quieren intrusos, no puede haber distinciones.

—¿Intrusos?— el alpha gruñó —Oye, orejas largas, este bosque es nuestro.

—Si, si.— sosegó ella —Pero antes lo fue de otros. ¿O esas piedras las habéis cargado con vuestras zarpas?— cuestionó con sarcasmo —Todo es parte de la fantasía. Las ruinas, los muertos, las advertencias. Sus huecas y maleables mentes harán el resto. Y como ya he dicho, no hace falta usar la fuerza.

—¡Já!— soltó el alpha, con caro gesto de satisfacción, poniendo los puños sobre las caderas en pose triunfal —Puede que funcione y todo. ¡Espera un momento!— se cruzó ahora de brazos —¿Y tú qué harás mientras tanto? ¡Ah! Ya sé. Mirar desde tu árbol.

—No.— contestó tras una ligera risa que entonaba el mea culpa, captando el sutil ataque verbal del hombre —La parte de la sábana blanca es cosa mía, aunque voy a darle, si me lo permites, un toque personal.

*****

Mientras los lobos preparaban su parte, la elfa procedió a preparar su aportación. Agradeció que la dejaran sola para ello y que ninguno pudiese ver cómo le temblaban las manos mientras elaboraba el elixir.[3] No había tenido tiempo de probar aquella receta antes, lo cierto es que hasta el momento se había estado preguntando si debía hacerlo, si podía fiarse de la extraña joven que se la había enseñado por propia iniciativa. No había tiempo ahora para las cavilaciones, después de todo, los ingredientes necesarios tampoco la matarían si salía mal. Bueno, quizá el polvo de Olema[4] le preocupaba, pero entendía por qué era necesario utilizarlo. En cualquier caso, para cuando los licans volvieron al escondrijo, ella esperaba a que la poción terminase de enfriar.

—¿Qué es eso?

—Mi toque personal.

—¿Y qué hace?

Aylizz hizo un gesto al alpha para que se acercara y éste se acuclilló ante ella, sin apartar la mirada del frasco que ya había templado lo suficiente para poder sostenerlo en la palma de la mano.

—Cuando tome esto digamos que… Veréis salir parte de mí de mi cuerpo, que por otro lado quedará inconsciente, tendido en el suelo como un muñeco de trapo.— pese al tono de humor, el gesto de la joven se mantenía serio.

—¡¿Cómo di…

—¡Shhhhh!

—¿Cómo dices?

—Exactamente lo que has oído. Durante un rato, mi éter y mi conciencia vagarán a sus anchas. ¿Comprendes?— cuando el lobo asintió, todavía con gesto confuso, la elfa no se privó de una última advertencia —Una cosa más. Aunque os lo parezca, no estaré muerta.— recalcó —Podré sentir todo lo que le ocurra a mi cuerpo, ¿entendido? Así que, si tenéis aprecio a vuestras garras, más os vale que lo guarden a buen recaudo pero que se mantengan lejos de mí. Dime, ¿comprendes?— de nuevo, él asintió, esta vez con seguridad.

La elfa procedió entonces a tomar el brebaje, no se lo pensó y de un solo trago lo hizo atravesar su garganta. Casi tuvo que reprimir una arcada. A los pocos instantes empezó a marearse, todo a su alrededor se volvió borroso y sintió su cuerpo desvanecerse. Después, tras un momento de total oscuridad, la luz la cegó en un destello.

—Camaradas, la cachorrita es intocable, ¿entendido? Ahora se va a echar un sueñecito, así que aseguraos de que nadie, y digo nadie, la pone un dedo encima, ¿estamos?— trasladó el líder las advertencias a sus canes, que casi se habían descompuesto al contemplar el espectro de la elfa, ahora fuera de su ser.

—Esto es… Muy raro…— comentó ella, al ser consciente de su nuevo estado.

—Bueno… A ver, lo cierto es que impresiona bastante, pero lo que viene a ser miedo…— el lican se rascaba ahora el mentón, mirando a la figura incorpórea —Casi dan ganas de compadecerse y rezar por que tu alma encuentre el camino hacia el más allá.

Frunció el ceño, aunque no replicó. De un ligero impulso, se volvió hacia los arbustos que los rodeaban, en los que se reflejaba la pequeña llama utilizada para la preparación del elixir, que aún mantenía ligeramente su viveza. Podían verla, pero la luz pasaba a través de ella, así que no proyectaba sombra. Después, hizo que algunas raíces rodearan su mano, aunque no podían amarrarse a ella podía mantenerlas alrededor de la silueta de éter que definía su existencia y la extendió ante la hoguera, comprobando que de ese modo sólo los elementos físicos se reflejaran oscuros. Hecha la comprobación, envolvió todo su aura con raíces y ramas, que en la sombra daban forma a una figura que nada tenía que ver con la realidad.[5]

—¿Mejor así?

—Seh…— admitió de forma velada el líder —Aunque si terminan viéndote esa cara de hada de las flores dará igual.

Ella arqueó una ceja, ¿qué tenía de malo su cara? Con un suave movimiento, pasó sus manos frente a su rostro y lo hizo cubrir con una improvisada máscara de espino.[6]

—¿Y ahora?

—Diría que puede servir.

Durante el tiempo que duró el efecto, la elfa se paseó por entre los pasillos de las ruinas, tratando de ser percibida pero sin ser vista. Oculta en las esquinas y entre los recovecos de las paredes, dejaba reflejar las sombras de su envoltura en los contrastes de luz que se filtraban del exterior o las antorchas, allí donde ya habían comenzado a resguardarse los refugiados. Por su parte, los lobos habían dejado colocados los cuerpos encontrados en los caminos por aquí y por allá, dejando escritos de sangre con notorias alusiones a las almas que perecen en las ruinas, dispuestas a dar caza a cualquiera que ose allanarlas. Mientras tanto, su cuerpo permanecía a resguardo, protegido por los cuatro licántropos, en la espesura del bosque.
___________________________________________________

[1] [túnica, armadura] Ropas arcanas pobres: posee bolsillos para portar materiales de hechizos. Cuando puedes descansar y rellenar energías (ej: beber) por al menos 30 minutos, recuperas un uso de una habilidad mágica de nivel igual o menor a 2, una vez al día.
[2] [encantamiento de arma] Runa de armonía natural: los animales y criaturas salvajes evitarán atacar al portador, a excepción que éste tome una acción hostil en su contra.
[3] Uso de profesión: alquimia. Elixir de Frigg [Elixir]: entras en un estado de conciencia alterada, una parte de tu éter deja tu cuerpo y se mueve como una nube visible. No puede atravesar objetos sólidos, pero sí apretarse a través de rendijas. Puedes ver y oír a través de ella, pero pierdes los sentidos corpóreos. Tras despertar, estarás somnoliento hasta tu siguiente turno. Elaborado únicamente para el desafío, no se registra en el taller por lo que su uso se limita a este turno.
[4] Uso de herbolario: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[5] Uso de talento: control de naturaleza
[6] Uso de habilidad: A cubierto [mágica, 1 uso]: Puedo envolver mi cuerpo o el de un aliado con espino que actúa como armadura durante 1 turno.


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Mensaje  Logan Allen Mar Mayo 03 2022, 12:24

La naturaleza. Algo tan poderoso y algo que había que saber respetar, pues no sabemos cuando iba a salir a pasear su furia y provocar desastres como el que acababa de pasar. Unas terribles inundaciones habían provocado el caos en el norte. Una noticia terrible. Yo me encontraba tranquilamente en mi biblioteca cuando me enteré de lo ocurrido y no dude en ponerme manos a la obra para tratar de ayudar.

Rápidamente, me dirige a la zona y llegue a uno de los puntos donde estaban preparando aldeas para damnificados y parecía que había mucho trabajo y a eso venía, a trabajar y a ayudar.

- Buenas tardes. Mi nombre es Logan, soy hechicero y vengo a ayudar -le dije a un capitán que parecía estar dirigiendo las operaciones -. Tengo conocimientos arcanos. Puedo ayudar.
- Bien. Necesitamos iluminar la aldea. Esta a punto de anochecer. ¿Puedes conseguir iluminarla? -me preguntó.
- Sí claro. Solo necesito piedras y podre hechizarlas para convertirlas en fuentes de luz.

No necesitaba ayuda para conseguir las piedras. Con mi espada y mi fuego podía encargarme de ello. Además de que no hacía falta un tamaño especifico. Sali al exterior de la aldea, aprovechando la roca que había fuera subiendo por montaña y comencé a usar mi habilidad física para ir sacando buenos trozos de piedra. Esos trozos los fui metiendo dentro de una bolsa que me habían facilitado. Cuando llene la primera bolsa, regrese al interior de la aldea y comencé a hacer uso de mis conocimientos para ir convirtiendo cada piedra en una poderosa fuente de luz[1]. Alucinados por la luz que desprendían ahora esas piedras, comenzaron a repartirlas por la aldea haciendo que, poco a poco, la aldea ganase iluminación. También se aprovechó alguna como fuente de calor para las casas o para cocinar. Ya que al final no dejaban de dar calor también.



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Mensaje  Akanke Mar Mayo 03 2022, 19:47

El Templo de los Monos se había librado de las inundaciones, ya que estas ocurrieron un poco más al sur, sin embargo, sí afectaron aldeas vecinas por lo que habían enviado ayudas, afortunadamente la zona del Templo era abundante y tenían suficiente como para compartir con sus vecinos. El caos de los primeros días pasaba y los ánimos se calmaban, sin embargo, noticias preocupantes llegaban a los oídos de la Sacerdotisa Akanke: las ruinas de Cantún estaban siendo invadidas por humanos.

Más al sur, las inundaciones fueron catastróficas, al punto que algunas aldeas fueron arrasadas completamente. Los más afectadas fueron asentamientos humanos y ellos, en vez de buscar refugio con los suyos, se adentraban más aún en el territorio de los licántropos y hombres bestia, quienes a punta de sangre habían conseguido establecerse al margen de los despreciables humanos.

Akanke no quería tener cerca a esa raza que solo sabía destruir y su sentimiento era compartido por la enorme mayoría de los monos y hombres bestia que vivían en las aldeas cercanas. No querían mezclarse con ellos. ¿Por qué no se iban al sur, al corazón de su reino? ¿Por qué invadir el territorio ajeno?

-¡Porque son parásitos!- bramó Hermess Baazan, golpeando la mesa con ambos puños. Él era el representante de varias aldeas, un hombre toro enorme con grandes cuernos. La voz y el golpe del hombre hizo retumbar la gruesa madera de la mesa redonda, al rededor de la cual estaban varios emisarios reunidos. -Calma- pidió el sabio Yi Shen, del Templo de los Monos, alzando una mano. -Ese ímpetu es admirable, Hermess, pero debe controlarlo y canalizarlo correctamente.- recomendó, tratando de tranquilizar al enfurecido hombre. -Yo sé lo que hay que hacer, viejo simio- respondió el toro -¿Acaso no has leído los panfletos? No somos los únicos que piensan que hay que enseñarles a los humanos su camino de vuelta a sus tierras. Ya hay grupos organizados que los están amedrentando.- informó al pequeño comité que se había reunido. El sabio Yi Shen no quería llevarle esa información a su gente, sabía que si existía una guerrilla, Akanke querría participar -Hemos estado en paz tan poco tiempo, que aún no llegamos a saborearla- se lamentó el viejo. -Y no lo haremos hasta que limpiemos nuestras tierras de esos intrusos- afirmó Hermess, a lo que el anciano hombre orangután asintió.

Más tarde esa noche, Akanke, ni bien escuchó la información que llevó su confiable amigo, se dirigió a su taller; poco era el tiempo y muchas las manos que pedían armas. Una de las lanzas que fabricó aquella noche fue usada un par de días más tarde, sin que su portador supiera que lo cubría la bendición Laramt'ata, ungida por la Suma Sacerdotisa del Templo de los Monos.


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Mensaje  Eleandris Mar Mayo 03 2022, 23:01

La primavera había llegado al fin y con ella la crecida de ríos, deshielo y el renacer de la tierra y los bosques. Era una estación muy agradable en las tierras cercanas a Corona del sol. El poblado adquiría unos colores y una vida que no había visto en ningún otro sitio. los campos se labraban, las bayas crecían por doquier y los rayos del sol que cruzaban las copas ocre de los árboles aportaban calidez a los ancianos que se sentaban en áreas comunes a ver la vida pasar.

No obstante las lluvias también tienen su parte adversa. Por algún motivo los humanos tendían a construir en cauces de ríos provocando cada lustro al menos dos inundaciones. La última había ocurrido relativamente cerca y los ancianos se habían hecho eco de la noticia. Grupos de refugiados se estaban asentando en las antiguas ruinas de Cantún y solicitaban ayuda. La deliberación del consejo se torno larga, quizá de las mas largas con gran diversidad de opiniones sobre la mesa.

Al final se me encomendó la tarea de dirigir una caravana con algunos recursos y permanecer en cantún para ayudar a redirigir los esfuerzos hasta buen puerto. Y literalmente se me había dicho "redirigir a buen puerto" lo que significaba que no se me enviaba a mi, la caravana y un grupo de 10 guardias sólo por altruismo. Esperaban algo mas. Presto organicé la partida y los recursos. Maderas, cuerdas, lonas, algunos alimentos en conserva y poco mas repartidos en 4 carros junto a 8 de los guardias mas jóvenes y 2 mas algo experimentados. los humanos no podrían dudar de la benevolencia de los elfos y su ayuda.

Por el camino fuimos atacados por algunos bandoleros. Humanos y hombres-bestia con mayoría de participantes de los segundos que de los primeros. En ambas escaramuzas por suerte no sufrimos bajas, aunque si algun herido que gracias a la bendición de la Luz y los dioses pudimos tratar con diligencia. Y una vez en Cantún acabé por comprender que esperaban de mi los ancianos.

Aquel territorio era fronterizo entre las tierras de los hombres-bestia y los humanos y ambas razas podrían verse como una plaga desde ciertos prismas. Siendo de las primeras ayudas externas en llegar (a excepción de una dragona y sus acompañantes) Rápidamente me puse en contacto con el humano que parecía liderar a los supervivientes. Un humano desbordado por la carga de trabajo y el reciente fallecimiento de su hijo que no dudó ni un instante en confiar en mi, alguien a quien sutilmente relevé de su cargo aprovechándome de su duelo. Era el momento de comenzar con mi verdadera misión.

¿Escasez de recursos? Organización. ¿Falta de espacio? Organización. ¿Tareas ineficientes? Organización. El primer día revisé las zonas circundantes. el segundo comencé a elegir emplazamientos, el tercero formé los grupos de trabajo. El cuarto la defensa del lugar... En cuestión de una semana había logrado generar todo un árbol de responsabilidades y nombrado a sus responsables, los cuales a su vez gestionarían uno de los aspectos del campamento mientras yo me dedicaba a asignar los objetivos diarios en función de las necesidades para el día siguiente.

Desde este puesto de director del campamento fijé mi propio objetivo en que se mantuviese lo bastante decente como para que los necesitados tuvieran un sentimiento de progresión pero se mantuviera lo bastante endeble como para que no se convirtiese en un asentamiento estable. aquello era un teatro de marionetas del que yo movía los hilos y todo parecía irme, por ahora, a pedir de boca.

Los reportes de ataques a caravanas de suministros y grupos de recolección o caza se sucedían cuya única respuesta era una batida en busca de los agresores, las cuales pocas de las veces daban frutos, y si lo hacían eran mas por casualidad que por intención. También se comenzaron a extender rumores de un presunto encantamiento en las ruinas tras encontrar algunos cuerpos muertos en las ruinas juntos a mensajes escritos con la sangre de las víctimas y las visiones de un ente que desaparecía en cuanto lo mirabas. Pamplinas, no había detectado* fuentes de éter en estos días, las ruinas no eran mas que piedras y mortero desgastadas por la edad.

- Esta zona, según los informes de mis exploradores parece un bebedero, si ponemos trampas por aquí y enviamos partidas de caza por esta otra zona los ciervos y jabalís que huyan de los cazadores seguramente acaben cayendo en las trampas de la otra. -

Comentaba al jefe de avituallamiento durante el desayuno. éramos los últimos en comer por orden expresa mía, pues de esta forma las mejores raciones eran para los refugiados, y un hombre con el estómago lleno no protesta. - Buenos días Iori. - Saludé a la muchacha. - Muchas gracias. - Respondí tras recibir la última y escasa ración con una sonrisa a quien hacía las veces de mesera y cocinera para pronto volver al trabajo.

Aquel campamento de refugiados era, para desgracia de algunos, el punto de mira de algo mayor que la "catástrofe" que decían haber sufrido. Mientras los humanos y los hombres-bestia siguiesen con sus escaramuzas, matándose entre ellos la atención de ambos colectivos, de ambos reinos o como quiera que se organizasen los medio-hombres sus gobernantes dirigirían sus esfuerzos entre ellos dejando a Sandorai y sus fronteras apartadas de las codiciosas miradas de quien pretende expandir sus fronteras.

Mi tarea era la defensa de Sandorai, y para ello habría que ayudar a esos humanos.

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Mensaje  Corlys Glokta Miér Mayo 04 2022, 18:37

Había oído de unas inundaciones en la zona norte de los reinos humanos, y aunque seguramente era culpa suya por construir en cauces de ríos y confiar en que el río les respete y cambie su curso, parecía un buen lugar donde trabajar un poco de algo que no supusiera aplicar violencia contra alguien. Si habían arrasado las casas de esa gente necesitarían carpinteros, y yo distaba de ser uno bueno, pero al menos era capaz de hacer unos apaños.

Al llegar vi que esta gente necesitaba bastante más que unos apaños, la organización del campamente era un desastre y faltaba de todo. Pero mezclarme con la gente no podía estar más lejos de mis intenciones. Viendo el estado de las ruinas, supuse que alguien debía arreglarlas, pero eso de montar casas escapaba bastante a mis habilidades. Aunque después de oír a un señor quejándose porque necesitaban buenos arcanistas que pusieran protecciones a los edificios se me ocurrió que si había una forma de poder facilitar el trabajo tanto a esos como a los constructores. Así que fui a la pila de madera a proveerme de materiales para empezar a trabajar.

Me había dejado un montón razonable junto a uno de los edificios y estaba empezando a unir los palos para levantar unos andamios desde los que pudiera trabajar gente mejor preparada para estos menesteres, cuando apareció un anciano con un plato con carne y pan y se me quedó observando mientras comía.

- Oye chaval, ¿qué haces?- Acabó preguntándome tras un rato mirándome.

- Montando un andamio, ¿no lo ves?

- ¿Y no sería mejor que te pusieras a reparar la casa?

- Pues seguramente. Pero yo no me metería en una casa construida por mi, y no creo que queramos que me ponga a hacer una y se caiga encima de nadie. Ya han tenido suficientes desgracias, ¿no? Así que mejor hago lo que si que se hacer y monto unos buenos andamios para que los profesionales hagan lo suyo después.- Le di un golpe a la estructura para mostrar su resistencia.

- ¿Y no se podrían montar algo así los propios constructores? Seguro que podrías hacer algo más útil como esos guerreros que están protegiendo la ciudad.

- Pues seguramente puedan, pero así ese trabajo que se ahorran. Además, también necesitabais gente que hiciera runas en los edificios, ¿no les vendría bien a ellos algo donde poder subirse para hacerlas?- Es cierto que podría estar ayudando contra esos ataques con los guerreros, pero dudaba que fuera a sacar mucho beneficio de meterme en escaramuzas, y jugarme el cuello gratis estaba en contra de mis principios.

- Pues yo no he visto a ninguno de esos arcanistas pidiendo algo donde subirse.

- Eso es porque no te has fijado bien.- Aproveché ver al único arcanista de alto nivel que conocía para intentar desviar la atención del anciano y que me dejara ya tranquilo.- ¿No ves a ese de allí de las barbas? Fue él quien me dio la idea, puedes ir a preguntarle.- Eso era verdad solo a medias, pero si me servía para que me dejara seguir trabajando tranquilo era suficiente. Que yo estaba haciendo esto precisamente para evitar juntarme con humanos, y sólo faltaba que descubrieran que era un vampiro, se levantaran los rencores de la guerra y decidieran que yo era una buena opción para alimentar las hogueras.
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Mensaje  Zelas Hazelmere Jue Mayo 05 2022, 02:32

-Entonces, ¿Cómo fue que te convenciste de ir a ayudar a una zona de catástrofe?- preguntaría una curiosa Eve.

-Los aeros- respondió el rubio sin titubear.

-Pero no creo que tengan aeros, están en una situación de crisis, algunos lo han perdido todo- recalco la morena.

Zelas se detendría abruptamente ante aquella realización, era verdad, estaban en una situación de catástrofe, algunos lo habrían perdido todo, se lo pensó por un momento mientras Eve seguía caminando.

-¿Por cierto, cuando volviste a ser Zelas?-

-Oh eso fue cuando me reuní de vuelta a un grupo de amigos, la dark order me encontró de nuevo así que supuse que no tenia sentido seguir usando un nombre falso.... además todo el mundo me seguía llamando Zelas-
comento mientras caminaba de nuevo al lado de la morena.

-Entonces ya encontraste otro motivo para ir- comentaría Eve sonriendo

-Vere que puedo conseguir a cambio, los trueques aun son una cosa sabes?- comentaría el rubio a su compañera mientras viajaban en dirección al rumoreado campamento de refugiados.

------ una elipsis de viaje mas tarde.....

Zelas e Eve finalmente llegaron al campamento, zona de catástrofe quedaba corto ante la situación que realmente estaba pasando, niños con hambre, gente que con suerte tenia algo que vestir, y los rumores sobre gente que planeaba atacarles hacían que la situación fuera completamente caótica, Zelas comprendió que no tenia mucho que hacer en ese lugar y estaba por marcharse cuando el broche de la protección de su hombro comenzó a vibrar levemente lo cual significaba que alguno de aquellos 3 estaba cerca.

-Eve al parecer veremos algunas caras conocidas, que tal si vamos a saludar- la morena alzo una ceja confund9ida y siguió al rubio quien comenzó a moverse entre guiándose por la vibración como si de una brújula se tratara Zelas sorteo a unos cuantos niños con lamparas y entonces vio a una agachada Mera que seguía cosiendo algo.

-Nunca me acostumbro a mirarte para abajo... es casi surreal- comentaría el no-elfo.
-Eso es solo porque cuando te toca mirarme así usualmente es por otra cosa- respondería la rubia mujer con una sonrisa en sus labios.

Para sorpresa de Eve, Zelas ayudo a la mujer a ponerse de pie, dejando ver que ella era un poco mas alta que el, lo que le siguió la dejo aun mas sorprendida, puesto que los rubios interceptaron sus bocas en un apasionado beso que incluiría agarrones en las nalgas de parte de ambos. -¿Que alguien piense en los niños?!- exclamo con algo de razón lo cual hizo que ambos se separaran para no incordiar a los demás.

-Bueno te veo comprometida con la causa, que te falta?- comento como si todo lo anterior fuera completamente normal.
-Pieles, a penas si he podido hacer algo con los pocos trozos que he conseguido, Gaegel tambien anda por aqui en alguna parte- respondió la rubia también ya mas calmada, aunque cuando observo a Eve sus ojos se llenaron de lujuria -Disculpa, nos conocemos?- preguntaría con genuina curiosidad puesto que parecía recordarla, mas no podía asociar de adonde. Momento en el cual Zelas intervendría y haría las presentaciones necesarias mirando a ambas mujeres en los pechos y haciendo las presentaciones a estos en vez de a sus caras.

-Eve Valthanders conoce a Meraxes Balerion- exclamo apuntando a los pechos de una para que se presentaran con los pechos de la otra(?)

-A la vuelta podrán hablar mas, iremos a conseguir pieles y esas cosas exclamo mientras volvían a recorrer el campamento, si iba a obtener pieles necesitaría una presa grande.... o muchas presas pequeñas, aquello ultimo será mas viable ya que había visto a unos cuantos conejos cornudos comunes en el camino, de seguro encontraría mas si se esforzaba un poco, entonces vio de reojo la cocina de donde estaban repartiendo provisiones, supo entonces a donde iría a la carne de los conejos, ya solo faltaban los huesos y los cuernos, pero de eso se preocuparía mas tarde, en especial cuando vio quien iba pasando cerca de allí.

-De acuerdo Eve esto será lo que haremos, tu le hablaras a ese hombre que esta allí mientras yo lo sorprendo por detrás, y luego salimos corriendo en dirección al bosque-
-Ehh? bueno, como digas-

Entonces se movieron acorde al plan, Eve se situó frente a un ingenuo Gaegel que estaba dando un par de sugerencias y se preparaba para comenzar a cargar unas cosas cuando Eve se puso frente a el y le pregunto -De verdad lo lamento mucho- el lycan extrañado giro la cabeza, en ese mismo momento las manos de Zelas sujetaron su cabeza y la giraron hacia el para entonces plantarle un besote todo destartalado y torpe para después salir corriendo junto a Eve, -!Ya te he dicho que detesto que me beses!- grito el lycan mientras el rubio se alejaba riendo junto a la morena.

el tiempo de jugar de y de tontear ya había acabado, ahora debían intentar encontrar a sus presas, Zelas se preguntaba si las Unga bungas o la Banana Breaker serian suficientes.... contra unos conejos cornudos... después de repensarlo serian mas que suficientes.

-No te recuerdo tan besucón y cariñoso, ¿Qué fue lo que te paso?- pregunto la morena con mucha curiosidad
-Estuve a punto de morir de nuevo, digamos que no quiero arrepentirme de que las personas que quiero no sepan que las quiero, no creo que vuelva de la muerte una 3era vez- respondería con un pequeño deje de melancolía.
-Aaaw, sabia que en el fondo eras un blandengue ven acá- para sorpresa del rubio, Eve le acercaría y le daría un tierno besito en la frente. -no te besare como a los demás porque aun me debes por golpearme cuando estaba rodeada de ardillas-.
-Oh vamos eso fue hace mucho tiempo, además era eso o dejar que te comieran- se excuso el rubio, sin embargo, la chica no aceptaría ese tipo de excusas.

Luego de un trecho finalmente detecto las madrigueras, ante lo cual decidió enviar a su compañera a hacer la mayor parte del trabajo -¿Eve como va tu entrenamiento?, digo ya rompes piedras o algo asi?-
Eve solo le observo y se hizo tronar los dedos, el rubio asintió, entendiéndolo todo(?) y le indico que golpeara lo mas fuerte que pudiera un par de metros pasadas las madrigueras.

¿Y eso para que?
-Tú solo haz lo que te digo a mi señal, confía en mi-

Comento mientras se mentalizaba, se quito la B.B. de la espalda y la enterró en el piso, saco las Unga bungas del arnes y comenzo a elongar con ellas en su forma de manopla en sus manos, "Vamos Zelas, puedes hacerlo, es como cuando usabas cimitarras, solo que ahora estas pegadas a tu puño y giran mas rápido y hay mas probabilidad de que te decapites a ti mismo, yo puedo, si puedo" se dijo a si mismo mientras tocaba las runas que hacia que las hojas se expandieran(1).
-Ahora!-

Eve entonces propicio un fuerte golpe en el piso el cual sacudió parte del piso(2) y provoco que algunas madrigueras comenzaran a desarmarse, entonces una horda de conejos cornudos comenzó a correr en dirección a Zelas quien teniendo un extraño deja-vu comenzó a agitar sus brazos y a moverse con cuidado cortando conejos en una hermosa danza macabra en la cual trataba de no cortarse a si mismo, el hecho de que la hoja girara cuando movía sus brazos de determinada manera le causaba algo de temor, pero poco a poco comenzaba a manejarlo, fue un largo minuto el que estuvo cortando a diestra y siniestra pero cuando acabo estaba cubierto de pelos, sangre y tierra.

-Wow, esas nuevas espadas están geniales, me recordó a como usabas tus cimitarras.... Pero ahora son mas grandes- comentaría la joven mientras comenzaba a ver que podían rescatar
-Tengo miedo de matarme usando estas cosas algún día, ahora veamos que podemos rescatar- exclamo el ensangrentado Zelas, si bien corto muchos conejos, no todos podían utilizarse, algunos estaban cortados a la mitad, de otros solo habían quedado las patas o cuernos.

-Creo que deberías usar espadas mas pequeñas- comento Eve viendo lo poco que podrían rescatar.
-Por el contrario, no has visto las cosas contra las que he tenido que pelear, hoy han sido conejos, mañana podría ser alguna creatura de otra dimensión- se defendió el rubio, haciendo que las espadas volvieran a convertirse en manoplas y colgándolas en su arnés al igual que la B.B. que ahora volvía a colgar de su espalda.

-Llevemos lo que podamos, y esperemos que los demás hayan puesto trampas cerca-
comento Zelas mientras empezaba a recoger conejos, al final, habían logrado reunir unos 12 que estaban en condiciones para ser ocupados en distintas cosas los cuales llevaron de vuelta al campamento.

------------------------------- Otra elipsis mas tarde

Las pieles habían sido entregadas en el lugar donde estaba Mera, la carne había sido enviada a la cocina, los huesos algunos los utilizaban para hacer herramientas o juguetes y finalmente Zelas ahora un poco mas limpio y Eve habían quedado con mucho cuernos en sus manos que no sabían a quien dejárselos, con las cornamentas en las manos se encontraban cuando un niño junto a su madre pasaron cerca y el niño en su inocencia dijo -Mira mami, es un venado, un venado!- la madre le dio un pequeño zape al niño y se lo llevo de ahí rápidamente -nunca te burles de alguien que cargue espadas pequeño, o no vivirás mucho- Eve por su parte se reía y Zelas viendo que si seguía así mas niños le molestarían, dejo caer todos los cuernos que cargaba -Acá hay un montón de cuernos de conejos cornudos comunes, si tienen algún uso para darles tómenlos- acto seguido se fue a terminar de limpiar la sangre y el pelaje y el polvo que le quedaba. El hecho que alguien le llamara Venado era un pensamiento que le mortificaba(?).


OFF: los personajes de usuarios mencionados en este post me han dado su permiso y el consentimiento para manipularlos de esa forma y sabían que lo iba a hacer.

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Mensaje  Gaegel Jue Mayo 05 2022, 06:30

¿Por qué? Seguramente muchos pensarían que alguien como yo terminaría por buscar sacar provecho a una situación como esta, después de todo, soy un gañán que siempre trata de tener por lo menos el más mínimo beneficio para mi mismo, entonces, ¿Qué hago aquí ayudando a personas en desgracia? Bueno, la verdad es que no era nada demasiado elaborado. El ver la situación de desgracia de las familias motivó en mí aquel sentimiento que prefiero mantener oculto, pero cuando Mera me preguntó si la acompañaría allá, simplemente no me pude negar.

Ya llevaba allí un par de días, y la verdad es que desde que llegamos, tanto Mera como yo no nos hemos visto, ya que desde el primer momento había mucho por hacer, así que podía imaginar que mi acompañante también estaría igual de ocupada que yo. Lo primero que me ocupé en fabricar fue unos pequeños vehículos para transportar materiales. En un inicio la gente del campamento se negó a mi idea, ya que según ellos sería un desperdicio de materiales, pero yo me impuse, ya que aseguré que eso facilitaría mucho más las operaciones de trabajo, y que en dado caso de que se fuese necesario, podían desmantelarse y el material podría ser usado. Ante la aceptación de mi propuesta, fui yo quien fabricó unos 5 remolques individuales de tipo carretilla. No fabricaría demasiados, ya que era cierto que no podíamos desperdiciar materiales.

Una vez que los terminé, pude notar que la velocidad en el trabajo de construcción y reparación de las ruinas comenzó a realizarse con mayor eficiencia y eficacia. En un rato de descanso, mientras yo había terminado de comer, pasó algo de lo más raro, me encontré con Zelas quien me dio un beso el desgraciado. Hubiese preferido que lo hiciera la joven que lo acompañaba, pero eso no importaba. - Bueno... ¿Regresamos al trabajo? - Me dijo un muchacho adolescente. - Lo dices como si tu fueras mi jefe. Ya te dije que el que uses la carretilla no te hace el superior. - Negué con mi cabeza mientras me encaminaba hacia la zona de trabajo.

Las ruinas ofrecían un sitio práctico para la elaboración de viviendas provisionales. El joven que me acompañaba desde que llegué se pegó a mí, la verdad era algo molesto a veces, ya que cuando deseaba coquetear con alguien, el muchachito me lo impedía, eso y que no podía acompañarme a beber, pero bueno, al menos era un ayudante de carpintería inteligente. Sabía hacer la materia prima muy rápido, lo cual nos hacía un equipo de trabajo veloz. Desde que me integré en la elaboración de refugios el ritmo parecía elevarse, y no porque yo fuese un gran carpintero, sino también por la indumentaria que fabriqué, las carretillas funcionaban muy bien para los equipos de trabajo. Mientras estábamos en nuestra labor, cuando reparábamos una de las ruinas, el muchacho pisó un tablón que estaba dañado y estaba a punto de caer, pero alcancé a sujetarle una de sus manos. - Señor Gaegel! No me quiero caer!

No te vas a caer, torpe. - Le dije mientras lo sostenía. - No me quiero morir, no me quiero morir! - El muchacho pataleaba, lo cual provocó que hiciera una mueca de molestia. - ¡Ya deja de sacudirte idiota, así no te puedo levantar. - Ante mi orden el muchacho dejó de moverse. Eso hizo que por fin pudiera subirlo. Cuando ya estaba en un lugar seguro suspiraba y celebraba. - Eso estuvo cerca. Bastante cerca. - Negué con mi cabeza. - Nunca estuviste en peligro realmente. Yo tenía todo bajo control. - De un momento a otro el muchacho me dio un abrazo. - Muchas gracias señor Gaegel por no dejarme caer. - Aquello me tomó por sorpresa.

Había escuchado de otras personas que el muchacho había quedado huérfano por la catástrofe. Admiraba que a pesar de que se encontrara solo en la vida, decidiera seguir avanzando, ya que otras personas desearían la muerte una vez que pierden todo, pero el no. Aún deseaba sacarle jugo a la vida, y eso era algo muy admirable, no pude evitar sonreír levemente mientras cerré mis ojos por un momento. - Ya calma ese ímpetu... Y por amor a los dioses, no me vayas a besar por haberte salvado, ya he tenido suficiente de besos por hoy. - Aquel comentario hizo que ambos riéramos y luego de eso volvimos al trabajo.

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Mensaje  Vincent Calhoun Vie Mayo 06 2022, 01:28

El blanco y negro era una posición en la que muchos se anclaban sobre un mar inexistente. Las tormentas en aquel mar llamado vida no solían serlo y aquella aldea era una de tantas de esas situaciones que se podían mirar desde muchos puntos de vista distintos.

Pero en la balanza de las motivaciones, de un conocido brujo, el mayor peso siempre serían los desdichados.

Puede que aquellas gentes no hubieran elegido el mejor lugar para asentarse. Pues unas ruinas no eran un sitio idóneo, ya que esos refugiados podrían destrozar, sin necesidad de mala fe, muchas de las antigüedades que aún aguardaban su descubrimiento en el interior de las ruinas. Ello sin contar, que en las ruinas de una antigua ciudad de brujos, siempre podría quedar resquicios de magia arcana protectora.

No, podía ser peligroso que estuvieran en las inmediaciones, y tampoco ayudaba el hecho de que adentrarse tanto en territorio de lobos había despertado ciertos resquemores. A los desesperados, fueran de la especie que fueran, los movía la más urgente de las necesidades y ello podía provocar situaciones complejas.

Seguro que habían mil lugares, dónde aquellos refugiados podían estar mejor sin tener tantos problemas, más las personas que no tenían nada no solían tener muchas opciones.

Y las personas que no tenían nada, como ya se dijera anteriormente, pesaban más para cierto rubio mercenario.

Por supuesto, las personas en apuros tenían muchas necesidades. Desde las más básicas, agua, cama, comida, hasta algunas menos apremiantes pero de igual necesidad, como era la protección. La común y más corriente fuerza física, los tramperos y también, por qué no, la magia arcana.

«Un asentamiento a escasa distancia de unas ruinas de mis antepasados», pensó el sureño, con los brazos cruzados delante de su pecho, recordando las ruinas y la idea que había tenido por el recuerdo de estas.

- Supongo que debe tener cierta ironía que este asentamiento vaya a tener un tipo de protección que ya se usara en las ruinas-, manifestó ya con su voz. - Bueno, uno más moderno, potente y sofisticado, pero la base es la misma.

- ¿Perdón? No entiendo. ¿Vas a ayudarnos?

- Eso parece.

- ¿De verdad? Nos vendría muy bien cualquier ayuda. Aunque no tengo mucho con lo que pagarte.

Esa fue una de esas frases que literalmente decían lo que exponían en palabras, pero en la mente del brujo sonaron: “Lo siento amigo, no tengo una puta mierda con la que pagarte”

- Seguro que podremos llegar a un acuerdo satisfactorio para todas las partes-, contestó el brujo, realizando un gesto con zurda para quitarle hierro al asunto. - Sois bastantes. Seguro que podéis conseguir carne para mi siguiente viaje, leña, cualquier cosa puede valer para un errante.

Tantas personas necesitan ayuda, buscando un nuevo hogar, y el brujo tenía el hogar allá dónde le llevaran sus pies. Así era su espíritu, más allá de tener casa en Lunargenta con negocio extra que venía incorporado con un enano de lo más bromista.

Mientras el mercenario pensaba sobre ello, el otro hombre le miró de arriba abajo y luego regresó la mirada al rostro del guerrero. No había que tener vista de halcón, ni ser especialmente perspicaz, para notar que el refugiado se había fijado en el armamento y cuero que portaba el brujo.

«Eso o estoy más bueno de lo que pensaba», caviló con sorna cierto sujeto.

- Ja, si los maestros de la academia vieran los poderes carismáticos que tengo ahora.

Pues igual ya lo pensaban por aquel entonces, porque el brujo fue un tanto golfo en su vida de mozo, pero, eh, dejemos que el rubio de este relato piense lo contrario y que ha cambiado en ese sentido.

- ¿Eso significa que me costará más de lo que pensaba?

- Si hablas del trabajo, no.

«Si hablas de otra cosa, tenlo por seguro, gañán.»

- Con lo que te he pedido tengo suficiente. Y si te sobra alguna moneda, quien soy yo para hacerle ascos a la hermosa generosidad.

- Genial. Pronto regresarán algunos de los exploradores y tendrá que salir otra patrulla. ¿Podrás estar preparado para entonces?

- ¿Patrulla? - preguntó confuso, antes de entender lo que quería decir el otro hombre. - Oh, no. Por ahora os ayudaré de una manera diferente. Lo de la protección iba en ese sentido. Encantamientos de protección. Un amigo ya está con los preparativos, pero qué tipo de profesional sería si no preguntara por mis emolumentos.

La persona que dialogaba con Vincent se quedó pensativo, más mientras pensaba en lo qué demonios estuviera pesando, llegó otro hombre para unirse a la conversación.

- Oye, ¿de verdad necesitas todo eso para subirte?

- No lo sé, muchacho, ¿de verdad necesito las piernas para caminar?

Menudas preguntas hacían algunos.

- Pondré algunos encantamientos para proteger esas casas de ahí. Debo situarlos en los lugares correctos para que un hechizo de esa magnitud sea algo más que una mentira por parte de un arcanista de lo más estafador. Si quieres algo bien hecho, es lo que toca.

- ¿Y cómo vas a ver ahí arriba? Está demasiado oscuro.

- Hay… una cosa… llamada portalámparas-. No sabía ni como explicar eso sin que todos parecieran un poco imbéciles. - Puedo subir una lámpara de aceite o una antorcha.

- ¡Quemarás todo!

«¿Tiene la manía de interrumpir o es cosa mía?»

- Más, en todo caso no me hace falta. Porque-. Vincent chasqueó los dedos y creó una bola de fuego a su lado. Los otros dos hombres se asustaron por la impresión, pero pronto se recuperaron de la inesperada creación. - Magia.

- ¡Quemarás todo!

«¿Pero este tipo tiene alguna tara?»

- No, hombre, está todo controlado. Si domino el fuego, por qué iba a quemar todo. No pasará nada. Esta bola me dará la iluminación que necesito y me dejará las manos libres para trabajar.

- Entonces, ¿estabas dispuesto a hacerlo gratis? - preguntó el otro muchacho, el que estuviera hablando desde antes con el brujo.

Vincent se encogió y comenzó a caminar hacia el primero de los andamios terminados.

- Por qué lo haces.

- Porque lo necesitáis. Así de simple son a veces las cosas-, dijo, para inmediatamente girarse y posar la vista sobre ellos. - Pero, amigo, no te olvides de la comida y algo de leña para el viaje. Si también te agencias una cuerda de buena calidad y unas hermosas monedas-, mentó, antes de dibujar una amplia sonrisa en el rostro. - Y si consigues carne de conejo. Oh, qué feliz me harías-, terminó por decir, guiñándole un ojo.

Este pícaro brujo no tardaría en alcanzar la posición del bueno de Corlys.

- Oye, que le hiciste a aquel pobre hombre. Tiene algún tipo de pánico por el fuego-, le dijo al vampiro, más, pese a sus palabras, el brujo comenzó a subir al andamio, con la bola siguiendo su estela, unos diez centímetros a la izquierda de su hombro de ese lado de su cuerpo. - Conociéndote, es más normal que crees pánico a las macetas, por eso pregunto-, comentó con sorna, mirando hacia su amigo desde su posición sobre el andamio. - En fin, toca trabajar.

El brujo comenzó a sacar los instrumentos que necesitaba del morral que había depositado en el suelo y en todo este rato había estado colgado de su hombro diestro.

- Marchando un escudo telequinético de gran tamaño. Con mi arte se activará en cuánto algo a buena velocidad se aproxime a los muros-, le explicó al vampiro. - Si me lo curro hasta me darán una cuerda, ya verás-, afirmó con renovada sorna. - Esto me llevará un buen rato, amigo. Si quieres puedes contemplarme y aburrirte. Igual puedo amenizar la velada con mis cantos de gato con el rabo atropellado por rueda de carro, también puedes darte una vuelta y salvarte de mí, o, la mejor de todas las elecciones, pillar hidromiel en algún lado y hacemos como que trabajamos-, dijo divertido, poniéndose manos a la obra con el pincel más adecuado, de todos los que disponía en ese momento.

El arte arcano requería su tiempo y paciencia. Pero nada a lo que cierto brujo no estuviera acostumbrado y para lo que había sido entrenado. Llevaría un rato, sí, pero iba a quedar de maravilla. Una manera de colocar un pedazo de historia de los brujos en el, por ahora, asentamiento de los humanos necesitados. Su granito de arena para ayudar a aquellas pobres gentes y para, de forma sutil, mantener viva la magia de la maravillosa Cantún. Y su recuerdo.


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Mensaje  Shinoroa Ryuu Vie Mayo 06 2022, 14:52

Las numerosas inundaciones causaban estragos en muchos lugares. Ryuu, habiendo vivido tanto tiempo en los bosques, era consciente del peligro que esté fenómeno implicaba, pero afortunadamente también tenía el conocimiento necesario para dar una garra a aquellos que lo necesitaban. Por ello mismo, decidió partir hacía las ruinas que servían momentáneamente de refugio a los afectados.

Nael se despidió de él deseándole suerte. No podría acompañarlo esta vez ya que ella se quedaría ayudando en su hogar.

-_-_-_-_-_-_-_-_-

La situación era muy seria, más de lo que esperaba. Evidentemente, esas personas no estaban preparadas para el deshielo y las consecuencias de ello estaban presentes frente a sus ojos.
El arquero vio a lo lejos a Iori, recogiendo basura y ayudando con cosas generales. Le agradó ver que su alguna vez compañera de aventura estuviera bien.
Por otro lado, también encontró a Ingela. Como siempre, el ave no quiso acercarse sabiendo que se trataba de una dragona... Aunque fuese una que le salvó la vida en aquella torre y que combatió a su lado. Tampoco parecía buena idea acercarse, teniendo en cuenta que la chica se estaba llevando de la mano a un joven a una tienda algo apartada.
-... Bueno, supongo que se merecen una distracción después de mucho trabajo...-

Sin perder más tiempo, Ryuu se acercó a la tienda más grande. Técnicamente, la segunda más grande, ya que la otra se trataba del "hospital". Al ingresar, preguntó en qué podría ayudar, aclarando que tenía conocimientos de carpintería y arcanos.
-Lo que quieras, necesitamos de todo. Preferiríamos que sea algo que puedas hacer rápido y bien, pero no podemos darnos el lujo de ser quisquillosos...-
-Puedo hacer varios tipos de armas. Veo que ya hay gente encargada de hacer refugios, así que puedo ocuparme del armamento.-
Recibida la aprobación de quienes organizaban el campamento, el arquero se dirigió hacia donde le indicaron. Un improvisado y enorme taller, donde varias personas ocupaban diferentes equipos y herramientas de trabajo, se extendía ante los asombrados ojos del emplumado.

Superada la sorpresa inicial, se acercó para ayudar, creando escudos, armas y carcajs para los cazadores del grupo.
-No lo hago por eso, pero quizá hasta sirva como publicidad para mí taller, ¿no?-

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Mensaje  Nousis Indirel Vie Mayo 06 2022, 20:30






Apenas había dado crédito cuando fue testigo de los rumores que llegaban desde el este. La mano de los dioses había anegado el norte de las tierras de los Hombres, y al igual que había ocurrido en Sandorái tras la Guerra Oscura, refugiados buscaban ponerse a salvo en la región de Cantún, linde de Ulmer.

El espadachín observaba un gran mapa mural, cruzado de brazos en la mansión de Noah Adlersflügel, un noble humano cuyas ideas y temperamento llevaron al elfo a aceptar varios trabajos para él. Rebasaba los treinta años, sin alcanzar los cuarenta, edad revelada en los primeros mechones canos a ambos lados de la cabeza. Culto, Nousis había intercambiado largas conversaciones con el aristócrata y otros invitados y empleados donde llegó a comprender las amplias inquietudes intelectuales de aquel hombre. Claro que no fue aquello lo que le hizo continuar ligado a su patrocinio. Él continuaba allí para vigilarlo.

En un primer momento, durante las semanas que sucedieron a su primer encargo, le había subestimado. Las misiones de las docenas de espías, asesinos, guerreros y eruditos que se encontraban bajo su égida parecían ilógicas, temerarias, a tenor de las habladurías de quienes las llevaban a cabo. Sólo cuando cayó la cercana fortaleza de los Althaus, en connivencia con una difamación, un pequeño hurto y el desplome de la riqueza de la antigua familia a causa de un secuestro y de la muerte del líder de las tropas que la protegían, Nousis abrió los ojos a la inteligencia de Noah. Era peligroso, aunque no para los elfos… por ahora. ¿Qué ocurriría si sus intereses viraban hacia el oeste?

El noble paseó la vista por la concurrencia, compuesta por algunos otros de su misma clase social de menor jerarquía, guerreros contratados y comerciantes adinerados. Emanaba seriedad, calma y seguridad.

-Cantún se encuentra en un estado extraordinariamente problemático -expresó, señalando diferentes localizaciones de la región que apenas distaba a tres días de sus dominios -mis agentes en el sur de Ulmer informan de una oportunidad irrepetible, y todos tendréis vuestro papel en ella. Numerosos intereses están colisionando en esas tierras y es el momento de extender la paz y la seguridad allí donde el cielo ha devastado cosechas y hogares. Merecen volver al orden. Un orden Adlersflügel.

Nadie abrió la boca tras tal declaración de intenciones. El mismo elfo no estaba dispuesto a entrar a valorar las disputas que se llevaban a cabo entre aristócratas humanos. Si su ambición era satisfecha con aquello, le parecía una manera adecuada de zanjar el asunto.

-La mal comprendida generosidad está aumentando el caos pretendiendo ayudar a los refugiados víctimas de las grandes inundaciones. Vosotros -señaló a Baasch, líder de una eficiente escuadra de asesinos – os encargaréis de algunas muertes que siembren el pánico entre cazadores y constructores. Mi propia intendencia partirá hoy, protegida por las huestes de Darugal – el aludido realizó una inclinación de cabeza aceptando su mandato. Nousis intercambió con éste una mirada que nada expresó más allá de un reconocimiento mutuo – Todos esos desgraciados tienen que comprender que el lugar donde deben estar es en mis dominios.

“Y si no desean abandonar sus tierras, pero sí gozar de la protección de la familia Adlersflügel, de facto Cantún caerá en sus manos” razonó el hijo de Sandorai. Los beneficios de toda la zona irían a parar a la tesorería del noble.

-Ringer llevará consigo a la otra mitad de mis soldados – la mujer lo contempló con un puño en el pecho, exhibiendo una confianza apabullante – No quiero un lobo cerca de las ruinas, pero no hagáis daño a ningún humano. No es vuestro cometido.  

Los tres líderes de las tropas de Noah salieron de la gran estancia, y sólo permanecieron en ella los mercenarios que no estaban adscritos a ninguna formación, quienes trabajaban por su cuenta y riesgo en misiones de complejidad variable.

-Anfarc, paga a quien debas y reúne toda información que seas capaz de conseguir sobre esos voluntarios que están atestando el lugar. Diu, contrata licántropos para que creen inseguridad. Destruye o mata si lo necesitas, sin sembrar ninguna carnicería- sus ojos se volvieron hacia el elfo- Indirel, un cometido a tu medida. Vuelve a demostrarme cómo te desenvuelves en esos lugares dejados de la mano de los dioses. Mis arcas van a necesitar más oro pronto y ese será nuevamente nuestro trato. Encuentra riquezas perdidas para mí una vez más, y uno de los objetos olvidados será tuyo, junto al pago acostumbrado.

De modo que ese sería su objetivo. Las ruinas de Cantún.



[…]



El cielo aún se encontraba salpicado de nubes que se resistían la abandonar la región, a juego con una tierra húmeda y resbaladiza. Nousis paseó la mirada por todo cuando pudo contemplar y suspiró, sopesando que si Noah hubiese decidido tomar por la fuerza un territorio así, sin duda se le habría escapado entre los dedos. La actividad hormigueaba por todas partes, y el espadachín sentía aquí y allá la presencia de criaturas que distaban de ser humanas. Pero limpiar de vileza la península de los humanos no era tarea suya. Con una elegancia que contrastaba enormemente con el porte de los sufridos refugiados, fue pisando con firmeza, recorriendo el camino que le separaba del remanente de las antiguas construcciones preguntando cortésmente aquí y allá a unos amedrentados o desafiantes humanos. La desgracia mostraba el auténtico sentir de las gentes.

Sólo cuando llegó al enclave, donde también se habían reunidos grupos de curiosos y gentes que sólo buscaban descansar tras una jornada agotadora construyendo precarios hogares cercanos con materiales arrancados de las derruidas edificaciones, se llevó una mano al rostro, clavando sus ojos grises claramente molestos en las más cercanas. “Por supuesto, tenían que ser en su mayor parte subterráneas” se dijo irritado “¡Cómo no!”

Obviando los comentarios de varios lugareños, se internó en el primer pasadizo descendente, portando una antorcha fabricada con útiles de su propia bolsa de viaje, acostumbrada a tales menesteres. Analizando a ojo las estructuras, no pudo sino deducir que su actual estado se debía, irónicamente, a la escasa firmeza del suelo sobre el que había sido construida la antigua población, debilitada por los estragos naturales. Y aún seguían construyendo en la misma zona. La estupidez era una de las peores enfermedades.

Acostumbrado a recorrer ruinas de punta a punta del continente, siempre guiado por su misma búsqueda de un poder que no terminaba de alcanzar, avanzaba con extrema cautela, buscando indicios de trampas, excesiva fragilidad que pudiese hacer derrumbar uno u otro pasillo, carreras que dañasen gastos muros… Todo cuidado, teniendo en cuenta las veces que casi había dejado la vida en pasadizos que nunca volverían a ver la luz del sol, parecía insuficiente.

Dejó atrás un pequeño arcón entreabierto en una polvorienta sala, cuyos destellos a causa de la luz de la antorcha prometían metal, marcando en su legajo a carboncillo el lugar aproximado donde lo había hallado. Era algo inhabitual encontrar planos decentes de lugares con tantos siglos de antigüedad, tales eran los primeros expoliados. Si deseaba algo único, y salir ileso, el único remedio consistía en realizar su propio mapa, y no perderse, si tal cosa era posible.

Se detuvo como habiendo golpeado un muro invisible. Nunca estuvo seguro cuando pensó en aquel momento tiempo después, quien atacó primero. Ambos habían tenido sin duda sus razones y en su caso, se resumían a borrar a esa raza de la tierra, ahora que no se debía a la precaución de un disturbio.

-Nixië – susurró de inmediato ante el inequívoco intento de su enemigo de conjurar unas extrañas dagas que volaron hacia él, esquivándolas por demasiado poco. Con la espada desenvainada, llegó hasta él, quien evitó su ataque de una manera casi milagrosa, obteniendo una velocidad momentánea que le llevó a golpear al elfo haciendo caer hacia atrás, rodando sobre sí mismo antes de volver a erguirse.

“Vamos…” ronroneó esa parte de él que rogaba por sangre, colocando una sonrisa cargada de sadismo en sus labios. Un hechizo más pedía mentalmente a su oponente. Una rotura, y su espada mediría la elasticidad de sus entrañas. El brujo se dispuso a invocar de nuevo parte de su poder.

Los dientes del elfo ya asomaban de puro regocijo. Las ruinas iban a recibir una orquesta de alaridos que provocarían escalofríos a cualquier criatura que fuese capaz de escuchar tal sinfonía de dolor.

Más tarde continuaría su búsqueda…  





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Mensaje  Nero Crimson Sáb Mayo 07 2022, 02:30

¿De donde vino?, nadie lo sabe, ¿Cómo ha llegado?, no se quiere saber...

La cabeza le daba vueltas, si bien es cierto que Nero en su calidad de borracho de pueblo ya debería estar acostumbrado a vivir con su sentido del equilibrio alterado, esto se sentía diferente ya que no recordaba como había llegado o siquiera donde estaba, nuevamente siendo Nero la clase de persona que es, esto no debería ser nada nuevo, pero otra vez había algo que le hacia sentir que todo aquello estaba mal.

Le tomo un tiempo darse cuenta que podía sentir el piso debajo de sus pies debido a que se encontraba descalzo, cuando una leve y gentil brisa recorrió su cuerpo noto que sus partes nobles estaban cubiertas por el trozo de tela rojo que solía llevar consigo a todos lados, el único recordatorio de su vida, el único mal trago que era incapaz de tragar, su brazo izquierdo herido por la cadena con cuchillas y su brazo derecho cubierto por correas desgastadas y rotas daban cuenta de lo que había sucedido con el, otra vez había perdido el control y quien sabe que desgracia habría de adjudicarse esta vez, de momento la sensación de sobriedad era un peligro que debía apagar de cualquier forma sino quería volver a perder el control, y en aquel lugar desconocido no sabia de adonde habría de solucionar ese problema.

Miro a sus alrededores, solo arboles y pasto, nada que pudiera orientar algún rasgo de civilización, o al menos eso pensaba hasta que vio unas cuantas columnas de humo, aquella era su mejor opción así que la siguió de mala gana "Si tengo suerte, este si será mi fin" pensó para si mismo, estaba demasiado debil como para rendirse y a su vez era demasiado fuerte para perder ante una simple caminata.

Inerte de noción alguna en cuanto al tiempo camino por lo que pareció demasiado del mismo antes de ver algo que se asemejara a un sendero el cual parecía que le llevaría a donde quería o al menos eso pensó hasta que escucho una voz a la distancia.

-¡Hay un herido en el camino! ¡Acaba de salir de entre los arboles!-

Nero algo desorientado aun observo en dirección al origen de aquella voz, noto 3 carretas y un grupo de gente que estaba en tales condiciones, que Nero bien podría pasar por alguno de ellos, quizás por lo mismo fue que una de aquellas personas bajo de la carreta para ayudarle.

-¡Oh por los dioses!, las inundaciones tampoco han tenido piedad contigo- comento un hombre con un poco mas de ropa que Nero
-¿Qué inundaciones?- pregunto, arrepintiéndose inmediatamente debido a su situación.
-Pobre alma ¡esta tan desorientado que ni sabe donde esta!- exclamo compasivamente mientras hacia señas para que detuvieran las carretas.
-Necesito licor... Urgente- exclamo con un tono de voz algo iracundo
-Como todos mi buen amigo, sin embargo, con suerte hemos salvado algo de agua, que con gusto compartiremos- inquirió el hombre con el mejor de los deseos al ver a quien para el, era uno mas azotado por la tragedia.
-No.. ¡DIJE QUE NECESITO LICOR!- sus ultimas palabras denotaron un tono de voz que delataba que Nero no era un humano mas azotado por las inundaciones.

El hombre que había descendido para ayudarle se sobresalto ante aquello y comenzó a correr rápidamente mientras Nero comenzaba a sujetarse el estomago, cayendo en sus rodillas y respirando agitadamente, sus ojos adoptaban una tonalidad similar a las de una piedra ámbar, ya apoyado en sus cuatro extremidades su cuerpo comenzó a llenarse de escamas y protuberancias a la vez que 2 enorme cuernos emergían de su frente, sus músculos y su cuerpo en general comenzó a crecer gradualmente hasta abarcar al menos unos 4 mts. las partes sin protuberancias de su piel denotaban una mezcla de colores ámbar, purpura y carmesí que contrastaban enormemente a las con protuberancias las cuales parecían afiladas rocas las cuales terminaron de romper las correas de su brazo derecho y hizo que la cadena con cuchillas de su brazo izquierdo simplemente se deslizaran dándole una apariencia tal que parecía una creatura liberada de algún calabozo.(1)

El dragón emitió un poderoso rugido el cual provoco que algunas formaciones rocosas en forma de estalactitas emergieran del piso en diferentes direcciones, siendo una de ellas el lugar donde estaban las carretas(2) posterior a esto sus alas se expandieron con la misma violencia que el dragón desplegaba anteriormente, todo en el emitía una sensación de ira y brutalidad, ferozmente se elevo un par de metros en el aire(3) solo para impulsarse violentamente en dirección a las carretas con la intención de embestir todo violentamente y destruir todo a su paso.

OFF: Habilidades utilizadas:
1_Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Se transforma en un Dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente su resistencia. Regresa a su forma humana a voluntad. O cuando me den unas buenas hostias(?)
2_Aliento Elemental: Es capaz de lanzar su elemento afín desde sus entrañas en forma de Dragón.
3_Habitante de los Cielos: Puede volar en forma de Dragón.


Objetivo general:

PD:
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Mensaje  Rauko Sáb Mayo 07 2022, 03:41

 Tras otear agazapado el descolorido y empedrado lugar que pronto se convertiría en nuestro campo de batalla, volví a agacharme en la trinchera para reunirme con mis aliados. No imaginé que, luego de dedicarnos a la tarea de repartir una gran cantidad de biusas hechas por mí[1], terminaríamos involucrados en aquella situación que prometía, en contraste, ser frenética.

 –Muy bien, este será el plan –dije en voz baja–: Yo iré primero y seré el escudo. Plátano, Melón y Cacahuate –señalé a los tres camaradas– vendrán detrás de mí lanzando los proyectiles. No las lancen al frente, sino hacia arriba buscando que caigan sobre las cabezas del enemigo. –Cuando los tres asintieron, señalé a otros dos–. Sandía, Zanahoria: ustedes deberán correr en círculos alrededor de la base enemiga, cada uno en direcciones opuestas mientras bombardean. Es importante que nunca se detengan, más que ser precisos.

 –Pensé que yo era Zanahoria –se quejó el integrante restante, sus manos aferradas a su saco que, como los que también teníamos el resto, contenía conejos con orejas muy largas y con una piel elástica y exageradamente resistente, también llamados gomejos[2], pero estos, además, estaban cubiertos de pintura verde.

 –Tu compañero recibió un ascenso, entonces –contesté–. Ahora serás «Pera».

 –¿Ascenso? Pensé que habías dicho que todos teníamos el mismo rango.

 –Ah, es verdad… Tú sí estás atento, acabas de reganarte tu rango. Vuelves a ser Zanahoria y tu compañero será Pera –sentencié, para la desdicha del nuevo Pera.

 –¿Y qué tengo que hacer, Biusa? –me preguntó el renombrado Zanahoria.

 –Tú eres el listo del grupo –aseguré como si realmente tuviera la más mínima idea sobre él–. Debes esperar el momento oportuno, que sé que sabrás cuál será cuando lo veas, para lanzarte sin miedo al éxito y tomar lo que deseamos, veloz y audaz, como ladrón en la noche, como depredador alfa, como estrella fugaz, como Vincent asaltando cunas de elfas, como Bio provocando diarrea colectiva con un grito, como Zelas hambriento devorando fetos, como la consciencia de Chucho huyendo de su cuerpo, como Aradia buscando maldiciones, como bruja alquimista lanzándose en agua llena de tiburones, como niño-mono raro pidiendo todas las respuestas, como Destino cazando vacas sin cabeza, como…

 –Entiendo –me interrumpió–, pero este plan… ¡es basura!

 Le cubrí la boca con una mano y siseé.

 –Silencio –espeté–, vas a quitarnos el factor sorpresa.

 –¡Ya nos descubrieron! –chilló otro señalando al cielo.

 Alcé la vista chasqueando la lengua.

 –Maldita sea –mascullé viendo la lluvia de gomejos pintados de rojo que caían hacia nosotros–. ¡Todos, detrás de mí!

 Desenvainé mi espada Doppelsäbel en un veloz movimiento y, usando éter para fortalecerme y para propulsarme, la blandí para repeler cada gomejo, en cada impacto naciendo un estridente pero gracioso chillido y gotas rojas cubriendo más y más mi acero. Al siguiente instante, cuando cesó el fuego, salí de la trinchera de un gran salto y apunté mi arma hacia la base enemiga.

 –¡Es ahora o nunca, niños! –vociferé–. ¡Síganme si no le tienen miedo al éxito!

 Y así, mi grupo de niños salió y me siguió hacia la batalla, todos combinando sus voces en un agudo grito de guerra y demostrándome que desperdicié saliva explicándoles un plan que no tardaron en olvidar.

 Los enemigos, otro grupo mayormente de niños, refugiados entre unas columnas de piedra, reanudaron sus incesantes lanzamientos de gomejos rojos mientras su temible y despiadada líder elfa, con los brazos cruzados sobre su pecho que no fue muy bendecido por los dioses, llenaba el aire con su risa malévola.

 –¡Sabía que no tenían oportunidad –exclamó la elfa, regodeándose–, pero no esperaba que vinieran de frente listos para caer derrotados ante la gloriosa majestuosidad de la Constelación Carmesí!

 –¡No, Xana, ustedes serán los que no conocerán la derrota! –repuse con suficiencia–. Frutas Verdes les harán conocer cómo es una victoria suculenta.

 Avanzando sin vacilación desvié cada gomejo rojo lanzado hacia nosotros, protegiendo a mis valientes camaradas que estaban, también, lanzando nuestros proyectiles verdosos y orejones, cada niño pareciendo competir por el título de Peor Tirador, y, por algún motivo desconocido, diciendo «pium» cada vez que lanzaban, aunque ni con sus voces lograban opacar los grititos de todos los gomejos voladores.

 No tardamos demasiado en reducir la distancia que nos separaba de los enemigos. Ellos tuvieron que retroceder hacia otras columnas. Nosotros finalmente pudimos protegernos con algo que no fuese mi espada. Las ráfagas de proyectiles rojos se redujeron y aprovechamos para avanzar, esta vez atreviéndome a lanzar mis gomejos también en vez de solo servir de escudo.

 Los enemigos nos sorprendieron con su nueva forma de disparar: lanzaban los gomejos hacia las columnas, haciéndolos rebotar y formar trayectorias impredecibles para los nuestros.

 –¡Hirieron a Brayan! –aulló un aliado.

 Retrocedí enseguida y me acuclillé al lado de mi camarada caído. La mitad izquierda de su rostro estaba salpicada de puntos rojos. Se esforzó en sonreír, pero apenas logró una sonrisa débil. Tomó una de mis manos, con su vista perdida en el cielo.

 –Dile a mi madre… –logró articular con dificultad– que la mano. –Cerró los ojos y sacó la lengua, claramente muerto.

 –¿Qué mano? –pregunté, más extrañado que otra cosa.

 –Ah –soltó, abriendo de nuevo los ojos–. Perdón. Que la amo, quise decir. –Dejó salir una risilla y luego volvió a «morir».

 –Terrible –lamenté–. Lástima que no conozco a ningún Brayan. Yo conozco es a Plátano.

 –Pero plátano soy yo –replicó un entrometido.

 –Y ahora eres Carne con Papas. Felicidades por tu descenso.

 –¡¿Eh?!

 –Un momento, ¿por qué dejaron de dispararnos? –me pregunté al fin.

 Pero ya era demasiado tarde.

 Nos rodearon mientras perdíamos el tiempo en cursilerías. Chasqueé la lengua. Mis camaradas alzaron las manos. Xana apareció entre las columnas, sus labios formando una amplia sonrisa satisfecha.

 –Chicos listos –ronroneó–. Me agrada. Ya que van a ser tan sumisos, estaré incluso dispuesta a considerar compartir un tercio de nuestras biusas con ustedes.

 Me reincorporé enseguida.

 –Claramente no nos conoces –gruñí–. Hablo en nombre de todos cuando digo que ninguno de nosotros aceptará tus migajas. ¡Lucharemos hasta el final por todo o moriremos conservando nuestro honor como miembros de Frutas Verdes!

 –No, en realidad sí aceptamos el trato –intervino uno de los que creí que era aliado.

 –Imposible –dije con falsa indignación–. Plátano se revolcaría en su tumba si te escuchara y si tuviera alguna tumba donde revolcarse.

 Xana dio un aplauso.

 –Hey, tengo una maravillosa idea –gorjeó–. Si le disparan sus gomejos a Rauko y lo manchan, entonces les daré más que un tercio de biusas.

 –¿La mitad? –se emocionó uno de mis aliados traicioneros.

 –Ay, no, por favor –se rio Xana–. No exageremos.

 –Vale, está bien –mascullé. Me posicioné entre Xana y mi equipo, dándole la espalda a la despiadada líder enemiga–. Hagan lo que tengan que hacer –ordené–, pero lancen con todas sus fuerzas.

 Y así lo hicieron. Dispararon al mismo tiempo. Entonces me hice intangible[3] y me hundí en el suelo, salvándome de ser el manchado. Me propulsé bajo tierra hasta emerger a un par de metros detrás de donde había estado Xana. Apenas salí a la superficie, me materialicé, tomé los gomejos que estaban en el suelo intentando alejarse y los arrojé a las espaldas de mis incautos enemigos, incluso a la elfa que ya había sido manchada por delante gracias a mi improvisada jugarreta.

 –¡Es ahora o nunca, niños…! –Me detuve, decepcionándome de la asquerosa realidad–. ¿Tan rápido perdieron? –me quejé, viendo a mis compañeros teñidos de rojo y con unos pocos enemigos ilesos detrás de ellos.

 –Eres la única Fruta Verde en pie –mencionó Xana con una media sonrisa–. No tienes oportunidad.

 –No deberías hablar –repliqué–. No olvides que estás muerta.

 Xana alzó las cejas.

 –Ah, cierto. Lo olvidé. –Dicho eso, se recostó en el suelo fingiendo su muerte.

 –Eres la única Fruta Verde en pie –repitió uno de los Constelación Carmesí vivos, sosteniendo por el cuello un gomejo listo para ser arrojado a pesar de su cara de pánico–. No tienes oportunidad.

 –¡Exacto, no tienes oportunidad! –le secundó otro, haciendo girar su gomejo como una hélice tomándolo de las largas orejas.

 –Aprovecha y di tus últimas palabras.

 –Yo sabía que no podríamos ganar, ¡pero mis compañeros me obligaron a seguir, incluso cuando ustedes nos ofrecieron un grandioso trato por rendirnos! –me excusé. Alcé mis manos. Cuando uno de mis aliados caídos abrió la boca, claramente para desmentirme, solté–: No deberías hablar, recuerda que estás muerto.

 –¡La victoria es nuestra! –escuchamos.

 Tras un breve intercambio de miradas con las que constatamos que nadie parecía saber qué pasaba, salimos del área de las columnas y miramos a donde estaba la trinchera, la base de los Fruta Verdes, y ahí, levantando con ambas manos la cesta llena de biusas de colores, estaba un niño.

 –Les robamos su reliquia y la trajimos a nuestra base. ¡Frutas Verdes ha ganado! –exclamó, quizás demasiado eufórico, sin reparar en que estaba pisando un gomejo.

 –¡Sabía que lo lograrías… –empecé, deteniéndome un momento intentando recordar quién era aquel valiente camarada–, Pera! –adiviné.

 –¿Cuál Pera, malnacido? –se indignó–. Soy Zanahoria, el listo. Seguí tu plan y me escabullí mientras ustedes peleaban.

 –¿Cómo que Zanahoria?, si Zanahoria murió en mis brazos.

 –Ese era plátano –me corrigió un Constelación Carmesí.

 –¡Y tú qué vas a saber de frutas, si no eres uno de los Frutas Verdes!

 –Pero… las zanahorias tampoco son frutas, ¿no?

 –¿Qué?

 –¿Qué?

 Entonces cayó el silencio por unos segundos.

 –Bueno –dijo alguien al fin–, ¿jugamos otra guerra de conejos?

 –No ahora –contesté con calma–. Xana y su grupo necesitarán un momento para recoger los gomejos; es su castigo. Mientras, sigamos repartiendo biusas para ser fructíferos entre aquellos que nos necesitan.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Mención a la habi pasiva extra: Protobiusa.
[2] Info de los conejos de goma [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
[3] Uso habi activa nvl 3: Ente esplendente.

En resumen, intento cumplir con uno de los objetivos generales [humanitarios] haciendo una guerra de conejos para distraer a los niños momentáneamente de su penosa situación, dándoles un poco de color a sus vidas con gansadas.
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Mensaje  Tarek Inglorien Sáb Mayo 07 2022, 12:27

La llegada de aquella misiva al sur de Sandorai había despertado un gran revuelo entre su gente. Nadie sabía exactamente cómo había acabado en los campamentos, o quizás si, pero lo que estaba claro es que los líderes del clan habían decidido guardar silencio al respecto. No era la primera vez que los Ojosverdes se aliaban temporalmente con otras especies, siempre que no fuesen humanos y no amenazasen sus fronteras. Favores temporales que se cobraban más tarde con información, apoyo logístico o simplemente el hecho de mantenerse lejos de sus territorios. Tratos fructíferos que llevaban años sucediéndose en la sombra, de los que todos eran conscientes, pero nadie hablaba.

La carta, evidentemente anónima, había estaba claramente dirigida a ellos, aunque no portase siquiera receptor. ¿Acaso otro clan tan al sur del continente podría estar siquiera remotamente interesado en un conflicto que sucedía al norte entre humanos y licántropos? Evidentemente no, excepto que la misiva especificase de forma clara que lo que sus autores querían era eliminar humanos. Y si había algo que los Ojosverdes no desdeñaban nunca, era el conflicto con sus vecinos cercanos, aunque en esa ocasión implicase viajar algunos cientos de kilómetros hacia el norte. Un favor que se cobrarían, sin duda, pero probablemente más barato que en otras ocasiones, al fin y al cabo, se les presentaba la oportunidad de eliminar parcialmente de la faz de la tierra parte de la plaga humana.

[…]

Les había tomado varios días rastrear las rutas de llegada de refugiados y guerreros humanos al improvisado campamento sobre las ruinas de Cantún. La comitiva enviada desde el sur del árbol madre había sido pequeña, puesto que se les había indicado que no debían desvelar su procedencia bajo ningún concepto, algo poco habitual, pues los Ojosverdes siempre firmaban sus muertes. Sin embargo, no era la primera vez que una orden semejante les era dada. Sus benefactores querían muertes limpias, rápidas y efectivas. Un aviso a los refugiados para abandonar sus tierras. Sin embargo, si el clan élfico firmaba los asesinatos, podrían interpretarse como un simple acto de venganza.

El regreso de los exploradores les trajo noticias del campamento de refugiados.

- Han llegado individuos de todas las razas. Algunos parecen estar prestando ayuda a esas abyectas criaturas –el desagrado ante tal idea se hizo patente en la cara del explorador.

- Razón de más para evitar acercarnos. Aunque los humanos no pudiesen identificarnos, alguno de los otros podría hacerlo –Gwinn meditó un momento antes de continuar- Lo más seguro será centrarse en los caminos. Havyl y Renkyl han descubierto un patrón en las rondas de guardia.

- Dijeron que no se alejaban mucho del campamento –reflexionó Tarek

- Cierto y por eso debemos ser especialmente cautelosos.

- Podríamos atacar una de las caravanas de nuevos refugiados –el elfo peliblanco observó a Gwinn con atención. Aquello implicaba matar niños y eso siempre era un problema.

- Llevarán críos y eso siempre es un problema. Si son demasiados y alguno nos descubre antes de eliminarlos a todos podrían a alertar al campamento. Los niños siempre son una molestia, gritan demasiado –añadió con cara de fastidio.

- Si mermamos sus defensas, se darán cuenta de que este no es sitio para ellos –fue el comentario del pragmático Renkyl.

- Recordad, solo debemos matar humanos y los cuerpos deben quedar a la vista. Tienen que encontrarlos. ¿Cuándo es la siguiente ronda?

- Deberían estar en camino

- Tarek, tú conmigo; Renkyl tú con Havyl; y tú –añadió señalando al explorador- cúbrenos desde arriba.

Sin más afirmación que un somero asentimiento, los elfos se sumieron en la oscuridad de la noche y se dispersaron, fundiéndose con las sombras[1], para interceptar al primer cuerpo de guardias. Aunque pronto se dieron cuenta de que aquel nombre les venía grande. Se trataba, principalmente, de campesinos armados con poca o ninguna experiencia en batalla; y los escasos soldados entrenados que pudiese haber entre ellos apenas fueron capaces de hacer frente al furtivo ataque de los elfos.

Con ayuda de uno de sus compañeros, Tarek cargó el cuerpo del último de ellos, dejándolo a la vista en el camino de acceso al campamento. A la llegada del alba, si otra tropa no pasaba por allí en busca de sus compañeros, se encontrarían con el grotesco espectáculo. El elfo peliblanco observó una vez más el despliegue de cadáveres con rostro impasible. Humanos. La peor plaga que asolaba su mundo. Se reproducían con los hongos, pero al contario que estos, solo llevaban destrucción y miseria a los lugares que invadían. Sin más miramientos, siguió a Gwinn, que se dirigía ya hacia el siguiente objetivo.

[…]

Localizaron al siguiente grupo parado en medio del camino, conversando distraídamente.

- La única ventaja que tienen es su número y lo rápido que se multiplican –murmuró Gwinn entre dientes.

- Porque la inteligencia no parece ser lo suyo –completó Tarek las palabras no dichas de su compañero.

La primera daga vino de este, tumbando al guardia más rezagado, cuyos compañeros no fueron conscientes de lo que sucedía hasta que, con un golpe sordo, su cuerpo chocó contra el suelo. El nerviosismo se hizo patente en el grupo, que empezó a mirar a su alrededor alarmado al ver el mango del arma en la espalda del compañero abatido. Tres más cayeron víctimas de sendas dagas.

- Tu turno.

Tarek saltó de la rama en la que se encontraba, posicionándose a la espalda de los desvalidos humanos. Con la soltura que proporcionan años de entrenamiento con una misma arma, hizo girar la cadena de la misma, cuyo sonido al cortar el viento alertó a los mismos que, espantados se volvieron para encarar el nuevo peligro. El peso al final de la cadena golpeó al primero en la cara, dejándolo aturdido. Tras el golpe, el elfo peliblanco corrió hacia el segundo enemigo, deslizándose a su lado, al tiempo que enganchaba la cadena en uno de sus tobillos para hacerlo caer contra el suelo[2]. Con ayuda del filo del arma, lo remató degollándolo, al tiempo que Havyl hacía lo mismo con el humano aturdido.

- Ahora solo queda acicalarlos un poco para que no parezca obra nuestra –comentó este con una sonrisa en los labios.

- Pero que dem… -el destello de una daga volando desde un árbol cercano interrumpió el bramido del humano que encabezaba la caravana.

- ¿No se suponía que solo estaban de guardia? –Havyl se encogió de hombros.

Ante ellos comenzó a formarse un revuelo, que pronto se convertiría en un bullicio si no lo detenían a tiempo. Desde el fondo de la caravana se escuchaban voces cuestionando la repentina parada en la marcha, mientras al frente, algunos individuos, salían de los carros con cara somnolienta para ver lo que sucedía.

- Será mejor que nos apresuremos –Tarek asintió.

- Hay que evitar que los que van en las carretas se despierten.

Por el rabillo del ojo pudo ver como sus compañeros se deslizaban entre las ramas de los árboles para aproximarse a su inesperado objetivo. Aquel no había sido su plan original, pero sin duda sería un aviso mucho más efectivo para los refugiados. Encogiéndose de hombros, cargó contra la primera figura que divisó en su camino.

La mujer, que miraba perpleja y con un mudo grito en la boca el espectáculo ante ella, dirigió su mirada hacia él solo una fracción de segundo antes de que la kusari-gama atravesase su cuello, evitando que completase aquel silencioso chillido. Tras ella, un hombre que descendía de la primera carreta, cayó muerto al suelo antes de poder colocar un pie en el último escalón. Un muchacho, probablemente hijo del individuo, asomó la cabeza entre las telas que cerraban la carreta y Tarek aprovechó la oportunidad para enroscar la cadena alrededor de su cuello y tirar de ella hasta asfixiarlo.

Cuando aflojaba el agarre, un rápido movimiento lo alertó de que otro individuo, probablemente un miembro más de la familia, había saltado de la parte de atrás de la carreta y corría hacia la siguiente, probablemente para alertar a sus ocupantes.

- Maldición –murmuró el elfo.

Pero una flecha, salida de la nada, lo abatió al acertar de pleno en la espalda del niño. Aquello solucionaba el problema. El cuerpo de que probablemente había sido su hermano se deslizó de la carreta hasta el suelo. El elfo peliblanco avanzó unos cuantos metros para situarse a la altura del segundo convoy, solo para ver que Gwinn ya se había hecho cargo de sus ocupantes.

Así, silenciosamente y aprovechando la quietud de la noche, mientras los arqueros se encargaban de enmudecer a los que abandonaban prematuramente los vehículos, terminaron con los ocupantes de todas las caravanas. Cuando despuntó el alba, los cinco elfos terminaron de revisar una vez más todas las carretas y los alrededores.

- ¿Ha escapado alguno? –preguntó Gwinn. Los arqueros, que habían abandonado su puesto en los árboles, negaron con la cabeza- Marchémonos entonces. Pronto llegarán las guardias matutinas.

- No sé vosotros, pero yo necesito un baño. Huelo a humano –comentó con sorna Havyl, cubierto de sangre de pies a cabeza.

- No es como si habitualmente olieses mejor –las risas de los cuatro elfos se empezaron a alejar mientras Tarek miraba una vez más los cuerpos.

“Por ti”, pensó el elfo peliblanco recordando a su padre, muerto a manos de criaturas como aquellas, cuyos vacíos ojos ya no podían contemplar el amanecer.
Objetivo general:

Habilidades:
[1] Sigilo (Nivel 2)
[2] Combate con armas flexibles (Nivel 3)


Última edición por Tarek Inglorien el Sáb Mayo 07 2022, 20:20, editado 1 vez
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Mensaje  Níniel Thenidiel Sáb Mayo 07 2022, 19:58

Catherine no podía, ni quería, ocultar su disgusto mientras cabalgaba a lomos de Roger, su peculiar y cada vez mas grande montura canguro. Dar sin recibir nada a cambio no entraba dentro de las políticas que la pelirroja consideraba "buenas para el negocio", y ayudar a refugiados que lo habían perdido casi todo difícilmente traería consigo una retribución acorde al gusto de la joven luchadora, bien fundamentado en los generosos pagos que las hermanas solían recibir por sus "trabajos y misiones", así como por su negocio en Lunargenta.

A su lado, Níniel se dejaba llevar por Trickster mientras su mente volaba lejos. Algo que comenzaba a ser habitual en ella, más de lo normal, desde que se había hecho con aquel Cuco devorador de sueños del que rara vez se separaba y del que siempre estaba aprendiendo cosas nuevas. Y es que se podía asimilar tanto de una criatura que durante años se había alimentado de los más hondos pensamientos de grandes magos, e incluso de ciudades enteras, que la peliblanca no podía evitar ensimismarse cada vez que tenía un momento de tranquilidad. Recordando la última vigilia, los nuevos conocimientos absorbidos.

-Por fin llegamos. Si esta gente en lugar de ir hacia el norte se hubiesen refugiado en el sur hubiesen recibido más ayuda, del rey de los humanos para empezar, y mucho antes.- se quejó la felina, notificando la llegada a su destino antes de que las primeras partes del campamento, e incluso de las ruinas donde se encontraba, fueran visibles. Sus finísimos sentidos siempre la hacían ir un paso por delante de la mayoría, lo cual a veces podía confundir a quiénes no la conocían. -Nín, reacciona. En serio, un día de estos vas a acabar en ese mundo de los sueños y voy a tener que sacarte a golpes.- alzó la voz la gata, acercándose hasta su hermana para que se centrara en el mundo de la gente de carne y hueso.

-Oh, ¿a golpes? No será necesario. Solo estaba un poco distraída. Pensaba sobre la cuarta y quinta ley de Vanto sobre la perpetuación de los ciclos de éter. ¿Sabías que había una quinta? Es sumamente interesante.-

-Ehhh, no. De hecho primera noticia sobre las cuatro anteriores. Y como sea, hemos llegado. Usa tu magia con quién lo necesite, zurremos a quién se lo merezca y volvamos a casa. A ser posible antes de que esta humedad me estropee el pelo.-

-Usas el jabón que te hice, un poco de humedad no será un problema, además tu pelo siempre está precioso.- alabó la peliblanca, sin faltar a la verdad, logrando que la felina arrugara la nariz y moviera levemente la cola, más que satisfecha por el cumplido. -A ver si podemos encontrar a alguien al mando, o a alguien que pueda decirnos donde podemos ser de más ayuda. Tal vez algún puesto médico de algún tipo...- sugirió la joven cuando llegaron hasta las primeras tiendas, pudiendo observar que las peticiones de ayuda se quedaban cortas ante la magnitud del desastre que las crecidas habían causado aquel año. -Por los dioses...- La situación era mucho peor de lo que se había podido imaginar.

**********************

-Aquí es. Cavamos este grupo de pozos para el campamento en cuanto vimos que necesitaríamos más agua de la esperada...Y ahora no podemos usarlos. Las crecidas han contaminado muchas de las fuentes de agua potable superficiales y los necesitamos o esta gente, o bueno, todos, estaremos jodidos. Perdón por la expresión señorita.- habló Thomas el guardia humano que las había conducido hasta el origen del problema que le habían encomendado solucionar a la sacerdotisa.

-¿Toda el agua que se bebe en el campamento sale de aquí?- quiso saber la joven, acercándose a los pozos, conjurando unas esferas de luz que hizo descender para poder observar mejor su interior.

-La mayoría. Hasta que algunas personas comenzaron a sentirse mal y los sanadores dijeron que los pozos habían sido envenenados, que no eran problemas por agua poco limpia...Malditos brujos, llegar tan lejos por unas piedras a las que nadie ha prestado atención en...un cojón de años- maldijo el guardia pateando una piedra cercana. -Con el rio tan turbio necesitamos los pozos, las reservas se están agotando, no podemos reponer tanta como gastamos sin los pozos. Simplemente no tenemos suficiente gente para cargar rio arriba tanta cantidad.-

-Me pondré a ello. Confirmaré si lo que dijeron los sanadores es cierto, identificaré el veneno, lo cotejaré con los síntomas de los afectados y lo neutralizaré. Pero tras eso habrá que vigilar los pozos. Como bien ha dicho ahora mismo esta agua vale su peso en oro y no podemos dejar que nadie nos...-

-Joda.- terminó la frase Catherine. -Vigilaré mientras tu haces tus cosas Nín.-

-Gracias Cath, es posible que los responsables aparezcan, seguramente no les hará mucha gracia que nadie quiera purificar los pozos. Podrían intentar algo, o al menos querer informarse de qué pasa.-La felina asintió.

-Trataré de organizar un grupo de vigilancia con gente de confianza.- se ofreció el humano también, desapareciendo poco después del lugar.

Tras comprobar gracias a sus orbes de luz guiados que todos los pozos bebían del mismo acuífero subterráneo, Níniel desempaquetó su set y herramientas de alquimia y comenzó su trabajo tomando muestras e iniciando su análisis y estudio. El agua de aquel lugar era clara y limpia a simple vista pero, tal y como habían dicho los sanadores del lugar, alguien había vertido una sustancia venenosa en ella, aunque los primeros resultados hablaban de una concentración nimia, lo cual explicaba los síntomas leves detectados. Aún así el acuífero debía de ser purificado, ya que la ingesta continuada de aquel agua agravaría los síntomas y podría llegar incluso a matar a las personas, empezando por los enfermos, niños y ancianos, algo que no faltaba en el lugar.

-Veamos qué tenemos aquí- murmuró la joven mientras aplicaba diferentes reactivos a las muestras y apuntaba los resultados. Descartando poco a poco los venenos más comunes o que no encajaban con los síntomas y pasaba a los siguientes, aunque sin llegar a los más exóticos y por ende difíciles de obtener y tremendamente caros. No los descartaba, pero no creía que aquel sabotaje fuera obra de nadie con tales conocimientos o recursos. Aunque los locos con recursos también existían.

-Dardo naranja y huevo de cauro...El veneno del titiritero. Eso explica la debilidad en los afectados.-Dijo finalmente la sacerdotisa dando con su insidioso y diluido enemigo. No demasiado complejo, pero indudablemente efectivo, gracias a los dioses que los sanadores habían actuado rápido impidiendo que el envenenamiento se extendiera prohibiendo usar los pozos.

-Me suena, era el que te dejaba incapacitada hasta que al final no puedes ni respirar ¿no?- tentó Catherine, quién si bien distaba mucho de poder ser llamada alquimista, algo había aprendido de su hermana, además de mostrar un genuino interés por algunos venenos, especialmente los paralizantes. -El antídoto es con...-

-Veneno de abeja, y envoltura de colmena...Y le añadiré algo de Suspiro de nieve...Acércate a la tienda médica a ver si tienen algo de lo primero, y por algo quiero decir bastante, Suspiro de nieve siempre lo llevo conmigo- convino mostrándole a su hermana un vial que siempre se mantenía frío gracias al uso de sales de escarcha que refinaba ella misma.

Una vez que su hermana regresó, acompañada además por el humano y un grupo de cuatro hombres y mujeres más que montarían guardia, Níniel no tuvo más que preparar el antídoto, mezclando los ingredientes pulverizados con agua ducal y añadiendo al final el suspiro de nieve, el ingrediente mas raro de aquel preparado. La poción estaba muy concentrada, ya que debía diluirse con toda aquella agua. Con la suma de aquel último ingrediente la poción tomó un color blanquecino puro.

-Tardará un tiempo, pero si todo sale bien los pozos estarán purificados en unas horas. Volveré a analizar el agua entonces. Mientras puedo hacer más para usarlo en recipientes de agua para purificarlos y comenzar a repartir agua ya mismo, empezando por los afectados, les servirá también de antídoto.- explicó la joven para alegría de los allí presentes. Parecían recibir aquella buena noticia como un muy necesario cambio favorable.




OFF: Busco completar el objetivo Maestro de alquimia. Asegurar agua potable. Usada habilidad de Alquimia maestra. Kit de Alquimia superior, Tecnica de profesión "Crear antídoto".






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Mensaje  Eberus Dom Mayo 08 2022, 00:41

El caos llamaba a Eberus... o Eberus llamaba al caos. Dos afirmaciones igual de válidas sobre su persona y que dan una idea sobre las razones por las que, al ver aquel cartel clavado en el tronco de aquel frondoso sauce, no dudó en acercarse a leer para, con un poco de suerte, meterse en algún que otro lío.

Se esperaba leer, como era costumbre, algún anuncio de algún vecino de aquella aldea de Vulwulfar proponiendo alguna queja conjunta, o pidiendo ayuda con algún asunto, pero esta vez el contenido allí escrito hizo surgir en él esa típica sensación de que algo interesante podría surgir de allí.

- ¡Coño! ¿Inundación? ¿Dónde? Pero si aquí no se ve nada. - Pensó en preguntar luego en la taberna sobre ello, después de dar su paseo matutino.

Unos instantes después, tratando de perderse un poco por el monte que rodeaba una parte de la aldea, avistó una planta sobre la que había leído algo interesante en libros de alquimia. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. - La madre que me parió. Nunca había visto uno de estos... Me llevo uno. ¡No! Dos, por si a caso. Antes de introducir los frutos de aquel arbusto en el bolsillo de su oscura túnica, los olió con curiosidad. También para comprobar que no tuviesen un olor repelente, indicador de pudrición.

Luego, para confirmar aquello que había leído sobre esta planta, no tardó más en dirigirse hacia la taberna.

- Una jarra de cerveza. - Como siempre, parco en palabras.

- ¡Claro!

- Una cosa... ¿Tú sabes qué es eso de la inundación? Parece que aquí no ha llegado, ¿no?

- ¡Claro!

- ¿Claro... qué?

- Sí, sí, que parece que las aguas del río no alcanzan esta zona todavía. Pero ya ve, ¡uno tiene que seguir sacándose las castañas, aún con esto que se nos acerca!

- Ya... - Eberus se dispuso a exprimir con su mano uno de los tabatos en el interior de una jarra de madera que había en la barra.

- Dijeron los guardias que en cualquier momento empezaremos a ver por aquí ya reguerillos de agua por todos lados... Caballero, usted que no es de aquí, es mejor que vaya pensando en -

- Eh, la cerveza. Venga, que quiero probar una cosa.

- Eh... ¡claro! - El tabernero continuó mostrando una amable sonrisa, solo que poco a poco se acentuaba menos. Los taberneros y su sagrada paciencia frente a todo tipo de clientes...

El brujo, como buen alquimista curioso no podía esperar para comprobar la veracidad de sus lecturas. Y, en efecto, cuando vertió las gotas sobrantes de su cerveza en la jarra con jugo de tabato, observó una curiosa reacción del éter contenido en ambos líquidos. Al probar el contenido, saboreó una rica cerveza sin rastro de otro tipo de sabor, corroborando así las propiedades de clonación del jugo de tabato.

[...]

Feliz como un chiquillo tras su reciente descubrimiento, allí se hallaba Eberus, en los bordes de una aldea cercana a la que sí había llegado el caótico río desbordado. El nivel no era muy profundo aún, pero los guardias ya habían llegado para evacuar a los aldeanos y llevarlos a las ruinas. Pronto empeoraría la situación.

Aquella gente se veía desesperada, triste por el miedo de perder su hogar. Sin embargo, algunas sonrisas comenzaron a brotar siguiendo a unas voces que anunciaban que, al llegar a las ruinas de Cantún, les esperaba una deliciosa comida para reponer fuerzas y ánimos. Eberus también se vio atraído por aquello, y aprovechó para meterse en el numeroso grupo de futuros refugiados deseoso de probar su primera comida del día. El ayuno meditativo le ayudaba con sus artes mágicas, pero a veces las necesidades fisiológicas imponían su mandato sobre la mente. Además, en aquellas ruinas se enteraría de todo un poco mejor, y posiblemente pudiera aprovecharse de algún que otro despiste de algún guardia que dejase cierto contenedor de suministros sin vigilancia... - Jejeje...

Mayor fue la excitación del brujo cuando, de camino al refugio de las ruinas, pudo avistar un templo ligeramente escondido entre los frondosos castaños que rodeaban el camino. También había circulación de gente en el templo que, aunque algo apartado de la vista, parecía tener una gran cantidad de fieles de los alrededores. Mala señal para muchos era que aquellas aguas también estuvieran empezando a cubrir sus majestuosas columnas blancas, y por ello parecían especialmente dados a llevar ofrendas como último recurso para intentar que su diosa les aportase algo de ayuda. - Vaya... con que un templo a punto de ser evacuado, ¿eh? Llamativo... muy llamativo... - pensó para sí, comenzando a generar ideas que honraban a su apodo, "El Pícaro".

[...]

El templo podía, de hecho debía, esperar. Pero su hambre ya le había situado al fin en las ruinas de Cantún.

- ¡La comida! ¡Chicos, la comida!

- ¡Por los dioses! ¡Era verdad lo de la comida!

- Las primeras raciones de comida, ¡Por favor! venid y recordad, un plato por persona, es importante que llegue la comida para todos.

El olor a pan y carne recién hechos deleitaba los olfatos de toda la parte este del asentamiento. El hambriento brujo acudió ansioso a las palabras de aquella joven, que parecía encargarse de la alimentación de los refugiados.

- ¡Eh! ¡Chiquilla! - exclamó desde unos diez metros, antes de llegar a estar cerca de ella. - Mírame, por los dioses. ¿Un plato? ¿De verdad? Estoy en los huesos, ¡coño! Además, no es por halagar tus artes culinarias, pero creo que después del primero... voy a repetir ¿eh? - Comenzó la conversación algo áspero, pero incluso el simple olor de aquellos platos comenzó a calmar su hambre, sabiendo lo que le esperaba a su paladar.

Luego de reponer fuerzas, sin ningún tipo de reparo partió hacia el templo antes visto en el camino. No sin antes tratar de agarrar por allí algo que pudiese aparentar ser una ofrenda. Con una copa un poco vistosa le sirvió para partir lo antes posible.

La copa de madera:

[...]

Templo de Freya:


Como un devoto más, Eberus llegó al templo esperando encontrarlo algo menos concurrido que antes. Y en efecto, el tráfico de personas había disminuido notablemente... que no desaparecido. Un par de guardias novatos se habían tenido que quedar vigilando, con la compañía de un curioso adorador de la diosa Freya, diosa a la que estaba dedicado el templo.

- Bondadosa y generosa nuestra diosa Freya, hermano.

- Mierda... Me cago en su puta madre. A ver como le convenzo yo ahora para que me deje entrar ahí solo. Saludos... hermano. En estos tiempos de adversidad, vengo con la intención de aportar mi grano de arena para... para que nuestra adorada se sienta apoyada por nosotros, al igual que ella siempre nos ampara... nos ampara a nosotros. - A veces, le costaba improvisar sobre la marcha cuando no tenía prácticamente ni idea sobre el tema en cuestión. La religión no era para nada su fuerte.

- Agradecida nuestra señora, seguro, y agradecido yo, por supuesto, amable compañero.

- Agradecido tú, ¿por qué? Esto es para Freya, eh... A mi no me la intentes liar.

- ¡No, no! Por Dios, por Dios... Me refiero a que toda ofrenda a Freya es una ofrenda para todos nosotros, sus fieles. Cuando ella está alegre, nosotros estamos alegres. Cuando ella recibe un presente, todos recibimos en nuestro corazón el calor de aquel ser bondadoso que ha decidido ofrendarle.

- Ah... cla-claro... Perdone usted, hermano. Si es que estos acontecimientos nos tienen a todos alterados... Oiga, aquellos guardias... - dijo señalándoles. Estos se encontraban a unos veinticinco metros de la entrada del templo, conversando entre ellos. - ... creo que no se merecen ver esto. Pero usted, fiel como yo a nuestra señora, que viene aquí al templo por amor y no por obligación de sus jefes, creo que es tan digno como yo de experimentar esto.

- Oh... me está usted creando intriga, amigo. ¿De qué se trata? - dijo visiblemente asombrado.

- Verá... Dos noches atrás, cuando el río aún no tocaba estas columnas, nuestra mismísima amada Freya se me apareció mediante una señal. ¡Y fue en un líquido! ¿Se lo puede creer? ¿Ve usted la relación de los acontecimientos?

- No me lo puedo creer... ¿le informó a usted, hermano, de lo que estaba a punto de ocurrir en estas tierras?

- Exaaacto... Yo tampoco podía creer a mis propios ojos, amigo, ¡a mis propios ojos! Pero sí... Y a esto es a lo que voy. ¿Tiene por aquí algo de beber?

- ¿Eh?

- Sí, hombre, confíe. Es para esto que le comento.

- Ehm... claro, claro. Mire, aquí dentro guardamos unas cuantas vasijas con vino. ¿Le gusta el vino?

- Tranquilo, no es para beber... ahora lo entenderá.

Se dirigieron, entonces, al interior del templo. Allí, Eberus sacó de su bolsillo aquella copa del asentamiento.

- Coja usted una de las vasijas, mientras yo cojo un poco de este agua - Se agachó en la entrada al templo, donde ya el agua cubría casi un palmo. En el interior, solo era un ligero charco, por el momento. Comprobando que aquel hombre estuviera dirigiéndose a donde las vasijas, trató de exprimir rápido con sus manos el tabato que le quedaba en un bolsillo sobre su copa. Una vez tenía una cantidad suficiente, se levantó rápido hacia el devoto.

- Verá... Observe ahora cómo Freya nos intenta decir algo. Creo que esta es la manera que descubrí accidentalmente para contactar con ella. Vierta una gota de vino sobre este agua, y observe lo que sucede.

El hombre, con cara de no entender demasiado, le hizo caso al brujo. Quizás, Eberus se estaba dando cuenta de lo que algunas personas son capaces de creer cuando adoran tan profundamente a una deidad. Ahora, cuando el jugo de tabato se convirtiera en vino, su plan era generar una ilusión que, junto con la gran sorpresa causada en aquel señor, le instase a salir corriendo para poder tener por un momento la libertad de explorar entre las ofrendas a la diosa.

- ¿Ha visto? Lo puede beber, incluso.

- ¿Qué? ¡¿Qué?! ¿Sangre de Freya? ¿Freya está en pelig-

Antes incluso de comenzar a expresar su sorpresa el ferviente creyente, Eberus había comenzado a centrarse para generar una ilusión auditiva de una voz femenina que dijera: "¡Fuera!". Y sin siquiera dejarle terminar de expresarla, para aprovechar al máximo el efecto sorpresa, la generó en un punto alto del interior del templo, detrás de aquel señor.

Fingiendo alteración y sorpresa, Eberus le exclamó al visiblemente aturdido hombre - Pe-pero. ¿Qué? Creo que está sufriendo y cree que nosotros tenemos culpa. ¡Corra, corra! Que yo tengo que ofrecerle mi copa. ¡Salgo ahora mismo!

El anodadado y cruelmente engañado hombre, comenzó su marcha rápida hacia la salida mirando hacia delante y hacia detrás en bucle, sin poder sacar palabra por su boca. - ¡Corra! ¡Rápido! Sólo tengo que dejar allí la copa.

Tras su gran, al menos por el momento, éxito, no pudo dejar escapar una risa modo tetera como le caracterizaba, sorprendido por la efectividad de su actuación y la incredulidad de aquel adorador de Freya. - Dioses... estos creyentes se creen, valga la redundancia, cualquier majadería. Si no encuentro nada, por lo menos este papanatas ya me ha alegrado el día- Pero entre risas, trató de apresurarse en la búsqueda de algo interesante entre aquellas ofrendas. Se temía que aquel hombre pudiera haber ido a alertar a los guardias.

Sugerencia de Eberus riéndose XD:

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Última edición por Eberus el Dom Mayo 08 2022, 10:35, editado 1 vez
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Mensaje  Mina Harker Dom Mayo 08 2022, 05:36

Un fuerte retumbar despertó a Tina, quien se levantó de un salto, mirando a su alrededor, buscando el origen de aquel profundo sonido. -Mina. Mina. Mina levántate- decía con seriedad y premura, sacudiendo a la bruja para que se despertara. -Ayñs... no quiero más compota... mamá... mejor chorizo...- balbuceó en respuesta la ilusionista quien no hizo más que girarse y soltar un vehemente ronquido. La chicadreja chasqueó la lengua y sacudió con más fuerza a Mina -¡Oye! ¡Que te despiertes! ¡Algo raro está pasando!- insistía la bestial con fuerza. -Ay... ay... ayy... para ya... Clementina...- renegó la bruja, molesta, abriendo con dificultad los ojos. -¿Qué raro va a estar pasando?- se quejó, destapándose y sentándose.

-Escuché un sonido muy fuerte, ¿no lo sentiste?- dijo la chicadreja, parando oreja porque percibía algo extraño en el ambiente. -No, lo único que oigo es el molesto sonido de tu voz- replicó la bruja, restregándose los ojos y bostezando. Ambas se quedaron quietas y en silencio un rato, esperando alguna señal que no llegó. -¡VES! ¡Me despertaste para nada! Ay... con lo que me cuesta quedarme dormida...- renegó Mina acomodándose de nuevo en su cómodo y mullido saco de dormir. Pero no había terminado de poner la cabeza en el suelo, cuando este se sacudió con fuerza y un sonido como de trueno resonó, haciendo saltar a ambas. -¡TE LO DIJE! ¡TE DIJE QUE HABÍA ESCUCHADO ALGO!- gritó espantada Tina, quien instintivamente comenzó a recoger sus pertenencias.

Mina se quedó pasmada unos segundos, esperando que el temblor pasara, pero en lugar de detenerse, aumentaba de intensidad, así que imitó a la chicadreja, recogió sus pertrechos y puso pies en polvorosa, seguida muy de cerca por Tina. De haber esperado un poco más, una masa de agua las hubiese arrastrado a una muerte segura, pero aquel par tuvo la idea de buscar terreno elevado y vieron como el río desbordado se lo llevaba todo a su paso. Abrazadas, fueron testigos impotentes de una terrible desgracia.  

El campamento que se armó en Cantún estaba bastante bien, organizado y lleno de voluntarios que buscaban saldar quién sabe qué deudas morales. Ellas se afincaron en las afueras de este, lo suficientemente cerca como para poder aprovechar los beneficios de este, pero lo bastante lejos como para no mezclarse mucho. Esa decisión la tomó Mina, obviamente, porque Tina quería estar en medio de todo y sufría por no poder hacer nuevos amigos. -No estaremos mucho tiempo por acá, Tina... este campamento va a caer en cualquier momento, vas a ver. Esta es zona de lobos y bestias que no gustan de humanos. Entre antes nos vayamos, mejor- le advertía con una sabiduría poco usual en la bruja.

Rato después, vagando por los alrededores del campamento, Tina y Mina se separaron un momento. No fue hasta que Mina escuchó los gritos de Tina, que se percató de su ausencia. Asustada, la bruja corrió a buscar a su amiguita, encontrandola colgando de una pata. La pequeña había caído en una simple trampa de cazadores. El problema vino a ser que estaban rodeadas de trampas y cada vez eran más complejas, lo que fuera que intentaban cazar no era el almuerzo y eso a Mina le despertó mucha curiosidad. Habían trampas tan sofisticadas que jamás había visto tenía que descubrir sus secretos. -Tina, busca todas las que puedas, ¡Sin activarlas!- ordenó a la chicadreja, a quién le encantaba el juego de "busca y encuentra".

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Mensaje  Fehu Dom Mayo 08 2022, 18:17







Las cosas marchaban relativamente bien en el campamento de refugiados de Cantún. Eleandris, el nuevo director, trabajaba sin descanso para llevar la eficacia élfica hasta el más nimio de los aspectos organizativos del proyecto. La gente tenía luz, refugio, comida en el estómago y hasta se había corrido la voz de que una Alta Sacerdotisa de Sandorai había venido para asegurar el abastecimiento de agua pura.

La presencia de tantos voluntarios llenaba de agradecimiento los corazones de aquellos que tanto habían perdido y que poco o nada tenían para ofrecer a cambio y los niños habían encontrado motivos para volver a reír, a pesar de las dificultades.

Pero no todo era gozo en el campamento de Cantún. Muchos refugiados se habían perdido por el camino, las rutas de suministros se veían constantemente interrumpidas por ataques sorpresa e, incluso en el mismo campamento, habían encontrado gente asesinada. ¿Había traidores dentro del campamento? O quizá se tratase de algo más inquietante.

El director había tratado de acallar los rumores, tonterías en su opinión, pero eran muchos los que, cada vez más, reportaban incidentes de extrañas visiones y apariciones entre las ruinas. ¿Acaso los antiguos brujos que habitaron Cantún tanto tiempo atrás habían maldecido el lugar?

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


__________________

Me complace ver tanta participación y de tan alta calidad, estoy disfrutando mucho con la lectura. Antes de darles las instrucciones para la segunda (y última) ronda, les dejo por aquí un pequeño recuento de cómo van los esfuerzos comunes hasta el momento:

La labor HUMANITARIA lleva acumulados 23 puntos de los 84 posibles hasta el momento. Los refugiados tienen ropa, comida nutritiva, refugio, calorcito, entretenimiento, agua pura y hasta han logrado juntar algunas armas para ayudar en la defensa.

Los SABOTEADORES han acumulado hasta el momento 10 puntos. Los refugiados se sienten algo inquietos por los ataques, las muertes y los rumores de apariciones en Cantún, pero confían en la protección que les otorga su gran número. O, al menos, en que no les toque a ellos.

Los OPORTUNISTAS van por libre, pero algunos de ellos ya se las han arreglado para puntuar con los saboteadores (seguro que hay quien sabe de quién es la culpa). A dónde irán los puntos del resto se decidirá en este turno.

A pesar de la presencia humana en la zona, el YACIMIENTO de Cantún no ha sido atacado directamente y cuenta con una sutil protección arcana gracias a cierto brujo romántico, por lo que los daños, hasta el momento, no han sido tan severos como se temía en un principio.

A continuación, les indico las instrucciones para la siguiente ronda (primero las generales, luego las individuales). Aprovecho también para recordarles que no hay orden de posteo y que no me cabe duda de que sus personajes serán capaces de desenvolverse con sus objetivos. Es el qué y el cómo lo que me interesa (y, en ocasiones, el con quién), por lo que siempre tienen la opción de dejar de lado sus propias indicaciones para colaborar con otros personajes en la resolución de otro problema que consideren más acuciante. Disponen de una semana para responder, el domingo 15 de mayo publicaré el resultado final y las recompensas.

Si no llegaste a tiempo para la primera ronda, puedes participar en ésta. Repasa las instrucciones del primer post. Optarás a la misma recompensa que el resto si cumples uno de los objetivos allí listados. Sin embargo, también deberás incorporar a tu post las indicaciones generales para esta ronda descritas a continuación.

TODOS los personajes que se encuentran en el campamento de Cantún han escuchado los rumores de apariciones fantasmales en las ruinas, así como de cadáveres encontrados en las cercanías. Hagan con ello lo que quieran, lo que sí percibirán en esta ronda será una cierta somnolencia o tendencia a distraerse con ensoñaciones. Pueden llegar a presenciar imágenes de sus sueños o pesadillas más recientes o incluso retazos de la vida en Cantún muchos siglos atrás. La intensidad de dichas visiones, ensoñaciones o dejà vu la dejo a criterio de cada quien, pero recuerden que valoro la creatividad.
También es posible que vean algunos [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] teñidos de rojo y verde correteando por ahí y, en algún lugar del campamento, hay una buena cantidad de cuernos de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] depositados en el suelo, por si alguien los quiere aprovechar.
Algunos de sus personajes, sobre todo si han probado la cocina de Iori, podrían sentir ciertas molestias estomacales (definitivamente, no es el agua, tienen a una Alta Sacerdotisa de Sandorai asegurándose de ello).
Para cualquier queja, solicitud o problema que puedan encontrar sus personajes, no duden en acudir a Eleandris, como director del campamento de refugiados.

Los personajes que se encuentren en las cercanías del campamento o rutas de acceso han podido percibir una ligera perturbación sísmica en la zona. Si deciden acercarse al epicentro de la perturbación para investigar el suceso, descubrirán a un dragón de tierra muy cabreado atacando una caravana de suministros. Pueden quedarse a mirar, intervenir o salir corriendo. Para más detalles, remítanse a las intervenciones de Sango y Nero Crimson (si desean unirse a la fiesta, seguro que ellos estarán encantados).

Los personajes de raza bruja y elfa que se encuentren en el campamento de Cantún o alrededores notarán que el éter de la zona ha adquirido una cualidad extraña e inquietante de repente.

Meraxes: Uno de los niños ya no tan niño ha quedado absolutamente encandilado con tu imponente presencia. Te sigue a todas partes, suspirando y con ojillos de cordero degollado. Supongo que ya sabes por dónde voy. No seré yo quien te diga qué hacer con el chaval, pero recuerda que acaba de pasar por una experiencia muy traumática.

Sango y Nero Crimson: Ya tengo las palomitas preparadas, así que…¡pelea, pelea, pelea! Digo, estaré vigilando el desarrollo de los acontecimientos. Tienen permiso para postear más de una vez, si les da tiempo y lo ven necesario. El permiso se extiende a cualquiera que decida intervenir en la pelea.

Ingela: Jacob ha caído en uno de los ataques. Tu armadura se mantuvo en su sitio y se adaptó correctamente a la transformación, pero no fue suficiente. ¿Cómo reaccionará la joven dragona? Dame drama.

Iori Li: Descubres (¿cómo?, dímelo tú) que la encantadora y siempre dispuesta Celine te ha estado trayendo alimentos envenenados. De hecho, algunos de tus comensales ya han notado las primeras molestias. ¿Qué harás al respecto? Recuerda que siempre puedes acudir al nuevo director, Eleandris, en busca de consejo.

Cohen: Efectivamente, la mayoría de las personas desalojadas era de condición humilde, no tenían mucho que robar, pero finalmente, llegas a una casa notablemente más grande que las demás. Por desgracia para ti, alguien se te ha adelantado. Un atractivo brujo (lo intuyes por la burbuja de aire que mantiene en torno a su cabeza), vestido con un conjunto de ropa interior del todo inapropiado para la tarea pero absolutamente fabuloso, sale por una de las ventanas en el momento que tú te acercas. Por desgracia para él, una mujer con agallas y piel escamosa, se lanza contra él y le arrebata el botín. Mientras ella se aleja río adentro, el brujo, herido, ha perdido por completo el control de su única fuente de oxígeno. Tu turno.

Aylizz Wendell: ¿Acaso las runas están malditas realmente? Al encontrarte en plena proyección psíquica cuando se activa lo que sea que se ha activado, te afecta a ti más que al resto. Regresas a tu cuerpo, pero no despiertas. Aunque quizá no lo sepas, estás atrapada en un sueño. Y no es de los lindos. (Para más pistas sobre lo que te sucede, echa un ojo a las instrucciones de Níniel, y a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo])

Logan Allen: De tanto acarrear piedra, te ha dado un tirón. Una amable refugiada se ofrece a aliviarte el dolor con un masajito, pero tan pronto se quedan solos, comienza a desvestirse. Para cuando quieres darte cuenta, su padre y hermano se han personado en la estancia y exigen reparaciones a la honra de su familiar. Puedes tratar de resolver la situación por tu cuenta. O quizá quizá el director del campamento, Eleandris, se muestre comprensivo si acudes a él.

Akanke: Un grupo de licántropos ha oído hablar de tus armas bendecidas y acude al Templo en busca de unas cuantas. El problema es que vienen con una actitud un tanto territorial y prepotente y tu gente no se lo ha tomado muy bien. Tu decides si tratarás de limar asperezas o precipitar el conflicto.

Eleandris: Fantasmas, visiones extrañas, comida envenenada, escasez de suministros, trampas desaparecidas, cadáveres repartidos por ahí, perturbaciones en el éter de la zona… problemas, problemas. problemas. Todo el mundo acude a ti en busca de soluciones. Para colmo, algo de lo que has comido no te ha caído muy bien. Y justo entonces, se presenta un tal Darugal, en nombre de no sé qué Adlersflügel (más información en el post de Nousis). Al menos, el agua potable está garantizada. Pero ¿tendrás por fin un momento de descanso? Sugerencia: espera unos días antes de contestar, puede que algunos PJs te traigan más tareas.

Corlys Glokta: En primer lugar, sí, cuela. Con el anciano critica obras ahuyentado por el fuego y Vincent ocupado con lo suyo (echa un ojo a las instrucciones de Vincent si quieres más detalles), tienes vía libre para explorar la zona, si lo deseas. Nadie va a pagarte por tu trabajo, pero eso no significa que no puedas cobrarte tú mismo, ¿cierto? No sé si lo sabes, pero los cuernos de conejo cornudo se venden de maravilla. O, si quieres más trabajo, siempre puedes pedirle instrucciones al director Eleandris.

Zelas Hazelmere: Alguien te ha visto caminar por el campamento lleno de sangre y te ha relacionado con unos cadáveres que han aparecido en los alrededores con mensajes macabros (más información en los post de Aylizz y Nousis). Un grupo de refugiados, armados con lo que han encontrado por ahí, te acorralan en una zona apartada. Puedes tratar de resolver la situación por tu cuenta. O quizá el director del campamento, Eleandris, se muestre comprensivo si solicitas su intervención.

Gaegel: Mientras tú y tu nuevo amigo trabajaban en los nuevos refugios, una de las estructuras cede y se desploma sobre el piso. Recibes heridas leves, pero el muchacho ha quedado atrapado entre los escombros. No hay mucho tiempo para actuar, pero recuerda que siempre puedes solicitar ayuda al director, Eleandris, o a quienquiera que se encuentre cerca.

Vincent Calhoun: La antigua magia de Cantún no estaba muerta, después de todo. Mientras trabajas en tu escudo telequinético, notas que algo ha reactivado una antigua fuerza en el interior de la ciudad. Estás casi seguro de que no has sido tú, pero ¿qué ha podido ser? Alguien que conoces tiene más información. Si decides investigar, tú y quien te acompañe tienen libertad creativa para decidir qué se ha activado y cómo desactivarlo (o no). Pueden o no reportarlo al director Eleandris.

Shinoroa Ryuu: Querías publicidad y la has obtenido. Se ha corrido la voz de que se esperan más ataques y eres el único carpintero que está elaborando armamento. Te llueven los encargos, pero andas escaso de material. Puedes tratar de resolver el asunto por ti mismo, o solicitar los materiales que necesitas al nuevo director, Eleandris. Seguro que tiene tiempo para atenderte.

Nousis Indirel: Por si te lo preguntas, las visiones y ensoñaciones también te afectan a ti… y a tu contrincante. No has sido tú quien lo ha activado. Tampoco él, pero eso tú no lo sabes. ¿Qué estás dispuesto a hacer para librarte de la maldición de Cantún? (Tienes vía libre, pero pon un aviso de contendio al principio del post si te me emocionas, que nos conocemos)

Rauko: Algunos constructores han aparecido muertos (más información en el post de Nousis -primera parte-). Mientras Xana y su equipo andan recuperando los gomejos, detectas a unos individuos muy sospechosos huyendo de un derrumbe (el mismo que aparece en las instrucciones de Gaegel, para más detalles). Tienes vía libre para investigar la situación o ayudar a los afectados, pero tus Frutas Verdes no necesitan enfrentarse a tan sórdidos problemas con todo lo que ya han vivido, ¿no crees? Siempre puedes reportarlo al director Eleandris y dedicarte a los niños.

Tarek Inglorien: Ninguna de tus presas ha escapado, pero cuando tu grupo se aleja de la escena, se topa con un destacamento de soldados humanos al mando de Ringer, una de las comandantes del noble Noah Adlersflügel (más detalles en el post de Nousis). Sus órdenes son atacar a los licántropos, no a los humanos. Pero vosotros no sois ni lo uno ni lo otro, y acabáis de cargaros a un grupo de refugiados humanos…

Níniel Thenidiel: Algo en la antigua ciudad de Cantún se ha activado ante la cercanía del Cuco. El ave parece hipnotizada con la antigua magia y su poder ha empezado a afectar a los presentes. Puede que no seas experta en magia arcana, pero algo entiendes del poder del Objeto Maldito. Si tan solo tuvieras cerca a un arcanista que te ayude a desentrañar el misterio… Como siempre, tú y quien te ayude tienen libertad creativa para decidir qué se ha activado y cómo desactivarlo (o no). Pueden o no poner al tanto al director Eleandris.

Eberus: Eberus, Eberus, Eberus. Gran post, y excelente uso de la alquimia, pero ¿en serio has osado mancillar el templo de Freya en un evento de Fehu? No me asombra tanto tu desconocimiento de las runas antiguas como tu impía temeridad. En resumen, has incurrido en la ira divina y recibes la maldición Furia de los Vanir, efectiva inmediatamente (detalles en el spoiler). En esta ronda, deberás escapar del templo, que se está inundando más rápido de lo que habías calculado, mientras te enfrentas a los efectos de la maldición.
Furia de los Vanir:

Mina Harker: Algunas de las trampas que estás investigando están un poquitín mucho por encima de tus conocimientos ingenieriles. Mientras realizas tu estudio, una de ellas se activa (tú decides si te atrapa a ti o a Tina). Lo peor es que el cebo de la trampa ha atraído a un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], que llega justo en el momento menos oportuno.


Fehu
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Mensaje  Rauko Lun Mayo 09 2022, 09:39

 –¿Cansado de limpiarte con papiro áspero o con telas que te gustaría no usar para eso? ¿Asqueado del olor que queda en tus manos cuando solo te limpias con agua? ¿Te gustaría una forma más saludable, económica y limpia de salvar tu entrenalgas de la desgracia que trae la comida de una tal Lori la envenenadora? Si tu respuesta es sí, Frutas Verdes tiene justo lo que necesitas.

 Saqué mi producto de mi saco y lo sostuve al frente con ambas manos, imbuyéndolo de éter para darle una aureola de luz para mayor presencia.

 –¡Gomejo Limpianalgas! –exclamé, sacudiendo al confundido producto–. De piel extrasuave y esponjosa, para una limpieza cómoda y sin irritación alguna. ¡Y lo mejor es que es reutilizable! Sí, escuchaste bien. ¡Reutilizable! –Froté el suelo con el gomejo, llenando de tierra al animal, y lo volví a alzar–. Con solo sacudirlo un poco –añadí y sacudí al conejo, haciéndole soltar un chillido trémulo además de despojarlo de la suciedad recién adquirida– ya estará completamente limpio para una segunda pasada, sin tener que esperar como con otros productos de la competencia. ¡Y por si no fuera suficiente, también puedes tenerlo como mascota, ya que es una tierna criatura dócil y amigable!

 –Hace mucho que ya te dije que sí –masculló con cierta urgencia mi interlocutor de estómago ruidoso.

 –¡Gomejo Limpianalgas! –continué, ignorándolo–. Para una experiencia suavidadanal. –Esbocé una reluciente sonrisa y guiñé un ojo. Luego, en un murmullo, añadí–: Frutas Verdes no nos hacemos responsables del comportamiento errático o abatido que pueda tener el Gomejo Limpianalgas luego de un par de pasadas.

 –¡Ya, dame eso! –gritó impaciente, arrebatándome el gomejo y escapando deprisa a donde el estómago le ordenaba.

 –¡No olvides recomendar nuestro producto! –le pedí mientras lo veía alejarse. Coloqué mis manos en mis caderas y suspiré satisfecho a pesar del sopor que empezaba a visitarme.

 Seguí supervisando el progreso de mis infantes camaradas, enorgulleciéndome al escucharlos dar el discurso publicitario que ensayamos, algunos improvisando por falta de memoria, o por sueño, pero compensando con carisma infantil. Quizás ni hacía falta tanto para que las personas aceptaran nuestros Gomejos Limpianalgas, pero era más divertido de esta manera, una buena distracción para los niños para sustituir la tarea de repartición de biusas que, por un desastroso error culinario de alguien más, nadie se atrevía a comer.

 Di un paso al frente y abruptamente volví a ser pequeño, como un niño. El terror, el mismo que me había asaltado hace una década, me invadió. Al frente había una puerta familiar que no estaba hasta hace un momento. Un repentino y desesperado deseo de ver lo que había al otro lado me empujó a abrirla, aunque con cautela. Encontré la habitación de mis padres. Una mujer estaba tumbada en la cama, los ojos vidriosos e inertes perdidos en el techo y con el pecho manchado de sangre. Sobre ella estaba su asesino, cubierto de telas negras. Dirigió su mirada hacia mí. Sus ojos de verde esmeralda reflejaron un frío instinto asesino.

 Era la repetición de la escena que cambió mi vida aproximadamente diez años atrás. Pero esta vez hubo detalles diferentes. Esta vez la mujer no era mi madre y el asesino no era desconocido.

 Ella era Xana.

 Y él era yo.

 El sueño me expulsó a la realidad tan rápido como me tragó. Ahora yo estaba en el suelo. Al parecer había caído sobre mis rodillas y mi cara, terminando en una pose que dejaba apuntando al cielo mis glúteos, los cuales alguna vez fueron nalgueados tanto por un ente divino como por un brujo pirómano y la bruja alquimista, dato que nunca está demás mencionar.

 Me reincorporé enseguida y me quité la suciedad expulsando de mi cuerpo ondas de éter. Mientras, cavilé sobre lo que sea que acababa de sucederme y sobre el sueño absurdo parecido a uno anterior, al menos hasta que todo eso fue dejado en segundo plano gracias a una nueva y revolucionaria idea: armadura de gomejos.

 Por supuesto, era imposible quitarles la piel a esos conejos dada su dureza mientras están vivos, y muertos la piel es tan resistente como papel mojado. Así que busqué unas cuerdas y unos gomejos y los amarré a mi cuerpo, improvisando así una armadura de gomejos vivos.

 –El éxito –asentí para mí mismo.

 Pero antes de tener oportunidad de probarla lanzándome al suelo, o quizás sí hubo oportunidad pero me quedé dormido un instante, vi una casa derrumbándose sobre un infante y un sujeto que claramente carecía de mi habilidad como niñera. Después noté a unos sujetos huyendo sospechosamente del lugar. Eché un rápido vistazo a mis Frutas Verdes, asegurándome de que seguían distraídos en su misión de salvar nalgas con los gomejos.

 Tenía varias opciones, pero si optaba por atrapar a esos sospechosos, no habría más víctimas suyas y, muy importante, podría probar mi armadura. No tuve que pensarlo más, lo que aprobaba mi pereza de aquel momento.

 Potencié mi cuerpo y me disparé hacia mis desafortunados enemigos rompe hogares, alcanzándolos en segundos, con cada paso provocando un chillido de alguno de los dos gomejos que me servían como suelas.

 –Entonces… ¿por qué corremos? –les pregunté a los sospechosos, yendo con ellos a quién sabía dónde, intentando sonar casual.

 Uno de ellos, de tantas opciones posibles, quizás por el susto de verme de pronto y porque no parecía estar más despierto que yo, decidió responderme instantáneamente apuñalándome con una daga, frenándome con ello. La cuchilla, que ya tenía rastros de sangre, se clavó en lo más profundo del gomejo en mi pecho. Apenas sentí la punzada.

 –No nos delatarás –siseó el tipejo para luego estar unos segundos con la mente perdida.

 –La armadura funciona –noté con agrado, despertando al atacante. Cuando su mirada de sorpresa e incredulidad paró en mis bellos ojos, lo derribé con una poderosa bofetada, como si él, de alguna manera, le hubiera dicho «calva» a mi elfa muchas veces–. Igual es una falta de respeto apuñalar a la gente –le amonesté. Pensaba decirle algo más, pero reparé en que había dejado de moverse, quizás permanentemente–. No era mi intención matarlo –admití, aunque tampoco lo lamentaba: claramente estos tipos eran criminales y no merecían estar en un mundo donde existen Gomejos Limpianalgas de gran calidad y a un módico precio.

 Los otros dos se pusieron en guardia, uno enfriando el aire a su alrededor y el otro materializando una espada de luz en cada mano. Desenvainé mi espada, pero entonces aparecieron en los alrededores presencias que me hicieron pensarlo más: Frutas verdes, entre otros curiosos inoportunos.

 Que los niños me vieran en una batalla real podría ser problemático después. Así que guardé mi espada y saqué de uno de mis bolsillos cierta muñeca de madera, de diseño bastante feo.[1] Le susurré cuatro indicaciones. La muñeca me guiñó un ojo y cubrió el área con su éter. La primera indicación fue realizada: el brujo de hielo ahora tenía la apariencia de un pingüino y el elfo la de una lámpara con brazos y piernas de humano.

 Esa ilusión los alarmó. Inmediatamente lanzaron hechizos de hielo o de luz, y con cada corte, cada golpe, cada explosión, en el área del impacto se generaba por un instante la imagen de una nube, una estrella o una estrella sobre una nube, en cada una de ellas apareciendo escrito la onomatopeya correspondiente al ruido generado. Y por mi tercera indicación, acompañando a todo ello, sonaba una animada canción de combate.
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 –¡Todos deben mantenerse alejados! –ordené con gestos teatrales, entre piruetas innecesariamente rebuscadas que realizaba para evadir la serie de ataques que, a mi pesar, buscaban con peligrosa precisión las áreas que mi armadura no cubría–. ¡Doctor Pingüino y Lámpara del Mal unieron fuerzas para congelar y encandilar a inocentes! Pero descuiden. Yo, el sorprendente Capitán Biusa, los detendré, porque eso es lo que hace el líder de los Frutas Verdes: sembrar las semillas de la justicia, dar buenos frutos de paz y hacer que el mundo madure hacia el bien.

 Me arranqué los gomejos que protegían mis antebrazos, até las orejas de uno con las del otro y me dispuse a usarlos como un nunchaku improvisado. Fui a por Lámpara del Mal, ubicándome en una posición que lo dejara entre Doctor Pingüino y yo, evitando así los proyectiles de hielo.

 Piel peluda y luz sólida chocaron en un vertiginoso encuentro, generando chispas, onomatopeyas y chillidos.

 No tardé en memorizar el estilo de mi enemigo.[2] Evadí un predecible tajo luminoso saltando hacia atrás y, al mismo tiempo, arrojé mi nunchaku al suelo. Mi proyectil rebotó directo al verdadero objetivo: la entrepierna de Lámpara del Mal.

 Sus rodillas flaquearon, sus manos pararon en su masculinidad herida y despotricó una blasfemia que, gracias a mi muñeca mágica, su sonido fue sustituido por un «¡Santa sardina!». Lenguaje apto para todo público, mi cuarta indicación.

 Me disparé hacia adelante como un relámpago[3] y lo derribé con otra bofetada potenciada con magia. Él cayó, con unas caricaturescas cruces sustituyendo sus ojos y con diminutas estrellas orbitando sobre su cabeza, ilusiones que delataban que estaba inconsciente ahora.

 Sin perder tiempo generé una biusa,[4] la cargué con éter y la lancé hacia Doctor Pingüino. Este ya me había disparado otra ráfaga de esquirlas de hielo. La biusa estalló[5] al chocar con la primera de ellas, destruyendo al resto en un destello fugaz.

 En ese breve momento volví a hacerme intangible[6] y atravesar el suelo, dejando mi armadura detrás. Un par de segundos después, emergí a un metro detrás del villano confundido por mi repentina desaparición, me materialicé, potencié mi mano enguantada con metal y asesté la bofetada definitiva, dejándolo como a sus compañeros.

 Saqué pecho, coloqué mis manos en mis caderas y esbocé una sonrisa radiante.

 –Que esto les sea una lección –dije mirando a mis villanos derrotados, pero buscando que todos escucharan–. En el futuro, no delaten la poca habilidad de una niñera derrumbándole una casa encima.

 Dicho eso, examiné a los sujetos, asegurándome de que seguían vivos. Hice unas señas a algunos adultos curiosos para que se acercaran. Quería explicar la situación lo más rápido posible y dejar que otros se encargaran del resto, pues mis Frutas Verdes aún tenían nalgas que ayudar con mi guía.

 No supe cómo apagar las ilusiones cómicas.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Objeto con cargas: Figurilla de Camaleón.
[2] Habi pasiva nvl 8: Presciencia luciente.
[3] Habi activa nvl 5: Impulso destellante.
[4] Habi pasiva extra: Protobiusa.
[5] Habi activa nvl 2: Toque luminiscente.
[6] Habi activa nvl 3: Ente esplendente.

En resumen, hago el trabajo a medias porque ya es mucho texto y las gansadas son prioridad. Atrapo a los sospechosos a lo One Slap Man y espero ingenuamente que otros sean quienes les saquen más información que no sea solo cómo luchan y pierden.

El eslogan suavidadanal fue idea de Vincent. Nunca lo olviden.
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Mensaje  Cohen Lun Mayo 09 2022, 11:30

Cohen nadó aproximándose a la que parecía la mayor vivienda de aquel asentamiento inundado. Durante un segundo, quedó paralizado al sentir cómo la tierra sobre la que se asentaban las casas vibraban sutilmente en lo que parecía un leve movimiento sísmico.

Al llevar de nuevo la vista hacia aquella vivienda, vio como un atractivo y barbudo hombre de pecho velludo y fuerte, salía por una de las ventanas del edificio inundado. Alrededor de su cabeza, una enorme burbuja parecía permitirle respirar. Aquel brujo, sin duda, no necesitaba elixir alguno. En sus manos, llevaba lo que parecía un pequeño saco, que parecía pesar ligeramente. El vampiro quedó fascinado por su ropa interior elegante, de color dorado, que emitía una potente luz, iluminando unos metros a su alrededor. Un hechizo arcanista.

Tras él, salió una mujer bestia, parecía ser una sirena o una naga. Uno de esos tipejos cuya mezcla no terminaba nunca de resultar demasiada clara. La mujer no dudó en atacar al hombre, arrebatándole la bolsa e hiriéndole en uno de sus brazos, quedando éste inmovilizado.

Cohen contemplaba la escena, sintiéndose algo limitado. Su magia no le permitía actuar en situaciones cómo esa, ya que dudaba mucho que sus gritos tuvieran efectos subacuáticos. El vampiro observó cómo la mujer desaparecía con lo que parecía ser el único botín valioso que había quedado en las viviendas. Por otro lado, el brujo, herido de gravedad, iluminaba el fondo del río con una ropa interior preciosa, comenzando a ahogarse, por su estado debilitado, habiendo desaparecido la burbuja de aire que le había permitido respirar hacia entonces.

Cohen observó la rapidez de nado de la mujer. Alcanzarla sería imposible. Si se decidiera ir tras ella, dudaba que lograrla atraparla.

El hombre era de una gran corpulencia, aunque dudaba que pudiera bucear con aquella herida. Si se decidía a ayudarlo, quizás el peso y la desesperación del otro le hiciera ahogarse a ambos. Además, no sabía la duración del elixir de Respirantia… A lo mejor, debía dejarle morir ahogado y robar su ropa interior…

Tras analizar las posibilidades, decidió nadar en dirección al brujo e intentar ayudarle, dando por perdido el botín. Al llegar hasta él, el brujo percibió su presencia, volviéndose algo nervioso. Cohen llevó sus manos al rostro del desesperado hombre y llevó su boca a la suya, otorgándole una bocanada de aire que pudiera respirar.

Al ver el brujo que contaba con una extraña nueva fuente de oxígeno, pareció recuperar ligeramente la tranquilidad. Alzó su brazo sano y comenzó a mover su mano en movimientos circulares. Cohen no entendía lo que pretendía hacer, pero vio cómo un remolino de agua se creaba alrededor del brazo del hombre.

Llevando de nuevo su boca a los labios del brujo para inyectar una nueva bocanada de aire en sus pulmones, comenzó a notar cómo comenzaban a desplazarse ligeramente río arriba, generando una potente corriente de aire.

Para que sus cuerpos no quedaran separados, Cohen rodeó la cadera del brujo con sus piernas, llevando su boca a la de él de manera regular, mientras sus cuerpos giraban sobre sí mismos en dirección a la mujer bestia que huía.

El bólido subacuático que formaba sus cuerpos avanzaba cada vez a una mayor velocidad. El vampiro comenzaba ya a divisar la figura de la mujer con escamas a unos metros de distancia, acercándose con facilidad.

En ese momento, todo cambió. El efecto de la Respirantia parecía haberse disipado y al vampiro, comenzó a faltarle el aire. Aferró sus dedos en las carnes desnudas del extraño, para hacerle entender lo que ocurría.

El brujo apuntó su brazo en buen estado hacia abajo, haciendo que cada vez estuvieran más cerca de la superficie gracias al impulso. Cohen comenzaba a tragar agua, teniendo la sensación de ahogarse. Cuando no le quedaba ni la más mínima cantidad de aire que respirar, sintió cómo su cuerpo llegaba a la superficie, tomando una fuerte bocanada de aire.

Viendo que el brujo conseguía permanecer a flote y que se acercaba a la orilla gracias a su magia, salió del río mientras observaba cómo aquella mujer hacía lo mismo unos metros más adelante.

Al pisar tierra, el vampiro sonrió, ya que intuía que en la superficie, gracias a su entrenamiento diario, tenía más velocidad que ella. [1]

El cuerpo de la mujer se había transformado en uno bípedo y corría unos metros por delante de él. Cohen recortaba distancias a cada paso, notaba cómo lograría cazarla pronto.

Cuándo estuvo lo suficientemente cerca, emitió un grito que estaba seguro lograría desestabilizarla. La mujer se comenzó a tambalear de forma errática y terminó estrellándose contra el grueso tronco de un árbol, cayendo al suelo, en un claro estado de desorientación y ceguera. [2]

El vampiro aprovechó la ocasión para intentar arrebatarle la bolsa que la mujer llevaba consigo. Cómo oponía resistencia a pesar de su estado, aferrándose sus manos al saco, Cohen no dudó en poner su pie descalzo sobre su cuello, ejerciendo presión sobre él.

―Suelta la bolsa o te asfixio aquí mismo.

Ante la amenaza, la mujer cedió, soltando el saco. Cohen retiró el pie y se alejó corriendo, vestido solo con aquella espantosa prenda de ropa interior, y con la mercancía del saco.

Habiendo tomado distancia, intentó abrirlo para ver que contenía, pero se dio cuenta de que no podría abrirse. Parecía afectado por algún tipo de hechizo arcano que no podía disipar. Por lo que se vio obligado a ir de nuevo en búsqueda del brujo. Aunque hubiese preferido no compartir el botín, se veía obligado por las circunstancias.

Al otro lado del río, se escuchaba un gran ajetreo, allí dónde se ubicaba Cantún. Cohen se alegró de no haber visitado la otra parte del río en esas circunstancias. [3]

Cuándo llegó junto al brujo, vio que éste tenía el brazo roto.

―Quizás en Cantún puedan ayudarte. Seguramente algún elfo estará encantado de bendecir… ese cuerpo.

El vampiro se perdió unos segundos analizando al detalle el musculado cuerpo del brujo, sobretodo en el paquete que se formaba bajo la prenda dorada que aún así, no había parado de brillar.

―Pero antes… debemos hacer negocios, ¿no crees?― preguntó haciendo alusión al saco que puso entre ellos…


_______________________________________________

[1] - Hago alusión a mi Talento "Agilidad"

[2] - Uso mi habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]:
Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor. (Primer Uso)


[3] - Aprovecho para aclarar que en ningún momento de los 2 posts he pisado la orilla dónde se encuentra Cantún, sino que la carrera por tierra ha sido por la orilla contraria.
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