Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
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Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Los sudores fríos no tardaron en llegar, mientras la mano con la se taponaba la herida en el costado se pringaba de sangre caliente. Dolía como mil demonios. Y había sido tan patético… Cualquiera esperaría que hubiera luchado a muerte con alguna de las criaturas más fuertes del bosque, que fuera por haber tenido un encontronazo con alguien de La Manada o, incluso, con un vampiro, pero no.
Aquella mañana había salido de la cabaña de madrugada, como en todas las jornadas de caza… No tardó en escuchar el sonido de los berridos a lo lejos, justo antes de que el primer rayo de sol despuntara entre las copas de los árboles. Era el sonido feroz de un orgulloso animal, mezcla de toro y lobo, que se sabía dueño del lugar y que informaba a los extraños.
Cuántas veces había escuchado ese retumbo sin poderlos ver, cuántas veces los había alcanzado como una sombra, cuántas veces se había preguntado cómo lo hacían para moverse a esa velocidad, con esa cornamenta y dentro de tal espesura.
Los desplazamientos fueron sumamente lentos para no hacer ruido con las ramas y las paradas de Nemäin frecuentes, con la intención de escuchar. Durante un rato largo, no sintió nada, y ya pensaba que el ciervo le habría vacilado y había escapado cuando de pronto sonó un nuevo bramido en otra dirección, muchísimo más agudo que el anterior, hasta que se repitió el primero. Se contestaron, con un tono muy profundo; en un espectáculo maravilloso. Estar en el bosque en medio de ese concierto de brutales bramidos, en un amanecer inminente, con unos rojos increíbles en el cielo, llenaba el cuerpo de adrenalina, tensando los sentidos al máximo. El trabajo de ojos era continuo, pero solamente se definían las puntas superiores de los árboles, hacia abajo todo era bruma borrosa, lo que pondría a prueba los nervios de cualquiera. O al menos de cualquier otro que no viviera en el mismo corazón del bosque, claro.
Se sentó en el suelo a esperar durante toda la mañana y buena parte del mediodía y, paulatinamente, su visión pudo ir penetrando, así que detectó unas hembras, seguramente parte del harén del viejo ciervo, a las cuales un macho joven intentaba atraer. Se agazapó mejor, en cuclillas, todavía al acecho, le disparó cuando tuvo un tiro limpio, acertó, pero el ciervo echó a correr por su vida, con la flecha en el lomo. Nemäin dio un salto de su escondite y entonces resbaló, aterrizando contra una rama en vertical del suelo del bosque, que se le clavó en la carne como un puñal. Así había resultado herida, sí. Y llevaba varias horas de vuelta a casa, pero se le había hecho de noche en el proceso. Ya estaba oscureciendo y cada vez se notaba más agitada, más dolorida, la adrenalina hacía rato que se había ido a tomar viento.
Se permitió un pequeño descanso, se sentó contra el tronco de un árbol y bebió agua de su bota. Cerró los ojos durante unos instantes, solo durante unos instantes… luego todo el vello del cuerpo se le erizó, olfateó la brisa como si estuviera en su forma de loba. «Un vampiro, no me jodas, qué don de la oportunidad, genial…» Puso una nueva flecha en el arco, y esperó en tensión.
—¡Puedo olerte! —gritó, sin preliminares, intentando detectarlo entre las sombras—. ¡Haz algo, y te abro un culo en la frente!
Aquella mañana había salido de la cabaña de madrugada, como en todas las jornadas de caza… No tardó en escuchar el sonido de los berridos a lo lejos, justo antes de que el primer rayo de sol despuntara entre las copas de los árboles. Era el sonido feroz de un orgulloso animal, mezcla de toro y lobo, que se sabía dueño del lugar y que informaba a los extraños.
Cuántas veces había escuchado ese retumbo sin poderlos ver, cuántas veces los había alcanzado como una sombra, cuántas veces se había preguntado cómo lo hacían para moverse a esa velocidad, con esa cornamenta y dentro de tal espesura.
Los desplazamientos fueron sumamente lentos para no hacer ruido con las ramas y las paradas de Nemäin frecuentes, con la intención de escuchar. Durante un rato largo, no sintió nada, y ya pensaba que el ciervo le habría vacilado y había escapado cuando de pronto sonó un nuevo bramido en otra dirección, muchísimo más agudo que el anterior, hasta que se repitió el primero. Se contestaron, con un tono muy profundo; en un espectáculo maravilloso. Estar en el bosque en medio de ese concierto de brutales bramidos, en un amanecer inminente, con unos rojos increíbles en el cielo, llenaba el cuerpo de adrenalina, tensando los sentidos al máximo. El trabajo de ojos era continuo, pero solamente se definían las puntas superiores de los árboles, hacia abajo todo era bruma borrosa, lo que pondría a prueba los nervios de cualquiera. O al menos de cualquier otro que no viviera en el mismo corazón del bosque, claro.
Se sentó en el suelo a esperar durante toda la mañana y buena parte del mediodía y, paulatinamente, su visión pudo ir penetrando, así que detectó unas hembras, seguramente parte del harén del viejo ciervo, a las cuales un macho joven intentaba atraer. Se agazapó mejor, en cuclillas, todavía al acecho, le disparó cuando tuvo un tiro limpio, acertó, pero el ciervo echó a correr por su vida, con la flecha en el lomo. Nemäin dio un salto de su escondite y entonces resbaló, aterrizando contra una rama en vertical del suelo del bosque, que se le clavó en la carne como un puñal. Así había resultado herida, sí. Y llevaba varias horas de vuelta a casa, pero se le había hecho de noche en el proceso. Ya estaba oscureciendo y cada vez se notaba más agitada, más dolorida, la adrenalina hacía rato que se había ido a tomar viento.
Se permitió un pequeño descanso, se sentó contra el tronco de un árbol y bebió agua de su bota. Cerró los ojos durante unos instantes, solo durante unos instantes… luego todo el vello del cuerpo se le erizó, olfateó la brisa como si estuviera en su forma de loba. «Un vampiro, no me jodas, qué don de la oportunidad, genial…» Puso una nueva flecha en el arco, y esperó en tensión.
—¡Puedo olerte! —gritó, sin preliminares, intentando detectarlo entre las sombras—. ¡Haz algo, y te abro un culo en la frente!
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Claramente haber aceptado ese trabajo en tierras de licántropos había sido una mala idea. En su momento no me lo había parecido, era simplemente hacer de recadero, solo había que llevar un paquete a un tipo y recoger a cambio una bolsa de polvos que llevar de vuelta al alquimista que me contrató. Que no pudiera saber el contenido del paquete y la cantidad de oro que ofrecía por el encargo me generaban desconfianza, pero juzgué que el beneficio era suficiente. Y parecía que había juzgado bastante mal, el tipo al que debía entregar el paquete no apareció en el lugar acordado, sino que en su lugar me encontré con un pequeño grupo hombres lobo con intenciones de atracarme.
En cuanto me percaté de sus intenciones, usé todos mis trucos de vampiro para escapar de esa situación, pero que descubrieran mi identidad solo complicó las cosas y aumentó sus ganas de cazarme. A pesar de que en un principio conseguí sacarles ventaja, me superaban en número y para poder ser más rápido que ellos tenía que ir gastando mis reservas, así que no tardé en verme cazado como un ciervo, obligado a mantener el ritmo mientras ellos se iban turnando y me iban agotando. Finalmente acabé encontrándome entre mis atacantes y un acantilado. No sabía si había acabado allí por la mala suerte de correr por un bosque que desconocía, o si ellos me habían forzado a mantener esa dirección, pero seguir huyendo había dejado de ser una posibilidad.
Me preparé para luchar contra ellos, pero eran cuatro contra uno y estaban mucho más frescos. A pesar de que esquivé sus primeros ataques y les conseguí herir con mi lanza, en el momento en que uno consiguió flanquearme todo se torció. Se lanzó contra mi y me derribó, lo que otro de ellos aprovechó para morderme una pierda. Viéndome sin más opciones, utilicé toda la sangre que me quedaba para aumentar mi fuerza y poder quitármelos de encima, y seguidamente salté al río. Había un par de metros de caída, pero quedarme hubiera supuesto algo peor.
Me dejé arrastrar por la corriente hasta que llegué a una especie de playa en la orilla contraria. Viendo que no quedaba mucho de noche, rasgué un trozo de capa para intentar vendarme la herida de la pierda y busqué algún refugio donde pasar el día.
Esperé allí hasta la noche siguiente confiando en que no podrían seguir mi rastro a través del río. Cuando anocheció salí de ese agujero y me puse de nuevo en marcha para buscar algo de lo que pudiera alimentarme para recuperar mis fuerzas. En condiciones normales hubiera podido usar mis poderes para curarme de esas heridas, pero había gastado todo lo que tenía para poder escapar. Afortunadamente, noté el olor de la sangre, debía haber algún animal herido cerca. Seguí ese olor moviéndome tan sigilosamente como podía, que tampoco era demasiado siendo que necesitaba usar mi lanza como bastón.
Llegué hasta la fuente del olor oculto entre las sombras de los árboles y pude ver que se trataba de una mujer en unas condiciones que podría considerar incluso peores que las mías. Pero aunque no lograra verme, parecía haberme localizado porque cargó su arco apuntando en la dirección en la que me encontraba. Por como me había localizado debía ser otra mujer loba, y después de la bienvenida que acababan de darme sus compatriotas no tenía intención de ponerme a tiro.
- ¡Tranquila! No busco problemas.- La grité de vuelta, aunque escondiéndome tras uno de los troncos. Ni siquiera sabía si la estaba mintiendo o no, porque seguía intentando mantenerme en mi intento de no alimentarme de gente inocente, pero estaba desesperado y su olor me despertaba todos los instintos.- Tampoco estoy en condiciones de intentar nada. Así que baja ese arco y me dejaré ver.- En momentos como ese lamentaba no ser uno de esos vampiros de la voz, poder conseguir alimento sin combatir debía ser bastante útil.
En cuanto me percaté de sus intenciones, usé todos mis trucos de vampiro para escapar de esa situación, pero que descubrieran mi identidad solo complicó las cosas y aumentó sus ganas de cazarme. A pesar de que en un principio conseguí sacarles ventaja, me superaban en número y para poder ser más rápido que ellos tenía que ir gastando mis reservas, así que no tardé en verme cazado como un ciervo, obligado a mantener el ritmo mientras ellos se iban turnando y me iban agotando. Finalmente acabé encontrándome entre mis atacantes y un acantilado. No sabía si había acabado allí por la mala suerte de correr por un bosque que desconocía, o si ellos me habían forzado a mantener esa dirección, pero seguir huyendo había dejado de ser una posibilidad.
Me preparé para luchar contra ellos, pero eran cuatro contra uno y estaban mucho más frescos. A pesar de que esquivé sus primeros ataques y les conseguí herir con mi lanza, en el momento en que uno consiguió flanquearme todo se torció. Se lanzó contra mi y me derribó, lo que otro de ellos aprovechó para morderme una pierda. Viéndome sin más opciones, utilicé toda la sangre que me quedaba para aumentar mi fuerza y poder quitármelos de encima, y seguidamente salté al río. Había un par de metros de caída, pero quedarme hubiera supuesto algo peor.
Me dejé arrastrar por la corriente hasta que llegué a una especie de playa en la orilla contraria. Viendo que no quedaba mucho de noche, rasgué un trozo de capa para intentar vendarme la herida de la pierda y busqué algún refugio donde pasar el día.
Esperé allí hasta la noche siguiente confiando en que no podrían seguir mi rastro a través del río. Cuando anocheció salí de ese agujero y me puse de nuevo en marcha para buscar algo de lo que pudiera alimentarme para recuperar mis fuerzas. En condiciones normales hubiera podido usar mis poderes para curarme de esas heridas, pero había gastado todo lo que tenía para poder escapar. Afortunadamente, noté el olor de la sangre, debía haber algún animal herido cerca. Seguí ese olor moviéndome tan sigilosamente como podía, que tampoco era demasiado siendo que necesitaba usar mi lanza como bastón.
Llegué hasta la fuente del olor oculto entre las sombras de los árboles y pude ver que se trataba de una mujer en unas condiciones que podría considerar incluso peores que las mías. Pero aunque no lograra verme, parecía haberme localizado porque cargó su arco apuntando en la dirección en la que me encontraba. Por como me había localizado debía ser otra mujer loba, y después de la bienvenida que acababan de darme sus compatriotas no tenía intención de ponerme a tiro.
- ¡Tranquila! No busco problemas.- La grité de vuelta, aunque escondiéndome tras uno de los troncos. Ni siquiera sabía si la estaba mintiendo o no, porque seguía intentando mantenerme en mi intento de no alimentarme de gente inocente, pero estaba desesperado y su olor me despertaba todos los instintos.- Tampoco estoy en condiciones de intentar nada. Así que baja ese arco y me dejaré ver.- En momentos como ese lamentaba no ser uno de esos vampiros de la voz, poder conseguir alimento sin combatir debía ser bastante útil.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Nemäin volvió a otear el aire en un intento de sacar más información sobre ''él'', a juzgar por su voz. «Mmm, ugh, qué peste…» El vampiro también olía a sangre. Y suponía que debía ser por la rivalidad histórica o algo así, o que incluso era ya genético, pero el almizcle ferroso que emanaba le resultaba demasiado dulzón, desagradable para sus fosas nasales.
Se apretó más la herida, subconscientemente, como en un intento de protegerse de todo mal que pudiera causarle. Y no movió ni un músculo. Lo único que hizo fue chasquear la lengua, mordaz, ante la proposición del desconocido. No era de esas gentes que odiaban a alguien solo por ser una cosa u otra. Pero no se fiaba. ¿Cómo podría fiarse? Tampoco era tonta. ¿Y si toda esa entrada triunfal pareciendo desvalido era parte del plan para aprovecharse y atacarla? En ese mismo instante, para un herido o no, ella era presa fácil. La sensación que tenía era como si estuviera en una habitación con un monstruo enorme y hubiera dejado de mirarlo porque un ratoncillo se cruzara correteando entre ambos, el roedor desaparecía por un agujero, y el monstruo demandaba su alimento, con una sonrisa afilada y un ¿por dónde íbamos? Eso era lo que sentía.
—Tengo un plan mejor, con dos posibles caminos —le respondió al cabo, intentando sonar más fuerte y confiada de lo que se sentía en realidad. Sabía que si demostraba flaqueza estaba perdida. No vería el amanecer mañana—. No soy yo la que tiene gusto por beber la sangre de otros. Así que... Uno, te dejas ver y no bajo el arco en el proceso. Dos, te das la vuelta y te vas por donde has venido. Y en ninguna de las opciones bajo el arco. ¿Te parece, colmillitos?
Estaba siendo jodidamente irónica, claro. Lo único que le faltaba por vivir era que un vampiro pensara que estaba siendocuqui cariñosa con él.
Se apretó más la herida, subconscientemente, como en un intento de protegerse de todo mal que pudiera causarle. Y no movió ni un músculo. Lo único que hizo fue chasquear la lengua, mordaz, ante la proposición del desconocido. No era de esas gentes que odiaban a alguien solo por ser una cosa u otra. Pero no se fiaba. ¿Cómo podría fiarse? Tampoco era tonta. ¿Y si toda esa entrada triunfal pareciendo desvalido era parte del plan para aprovecharse y atacarla? En ese mismo instante, para un herido o no, ella era presa fácil. La sensación que tenía era como si estuviera en una habitación con un monstruo enorme y hubiera dejado de mirarlo porque un ratoncillo se cruzara correteando entre ambos, el roedor desaparecía por un agujero, y el monstruo demandaba su alimento, con una sonrisa afilada y un ¿por dónde íbamos? Eso era lo que sentía.
—Tengo un plan mejor, con dos posibles caminos —le respondió al cabo, intentando sonar más fuerte y confiada de lo que se sentía en realidad. Sabía que si demostraba flaqueza estaba perdida. No vería el amanecer mañana—. No soy yo la que tiene gusto por beber la sangre de otros. Así que... Uno, te dejas ver y no bajo el arco en el proceso. Dos, te das la vuelta y te vas por donde has venido. Y en ninguna de las opciones bajo el arco. ¿Te parece, colmillitos?
Estaba siendo jodidamente irónica, claro. Lo único que le faltaba por vivir era que un vampiro pensara que estaba siendo
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
No parecía haberla convencido mi propuesta, y podía llegar a entenderla, yo tampoco me fiaría de mi en su situación. Aunque esa necesidad de apuntarme resultaba muy desagradable desde mi lado, especialmente cuando un grupo de los suyos acababan de intentar matarme. Me hubiera gustado que el estar siendo apuntado fuese suficiente justificación para dejar dilemas morales y decidirme a bebérmela cuando tuviera oportunidad, pero a pesar del delicioso olor, aún no había llegado el momento en el que olvidara que era una inocente herida.
- No me gustan tampoco especialmente tus ideas. Ya me han intentado matar unos licántropos hace un rato. No me la voy a jugar a que decidas soltar esa flecha cuando deje de estar cubierto.- El día anterior ya había salido mal lo de intentar huir, no cometería ese error dos veces, y menos con lobos.- Piénsalo, por la peste a sangre que emites, tienes que estar peor que yo. Siempre podría esperar a que te desmayes por esa herida y terminar de desangrarte yo si esa fuera mi intención.- E igual no debería habérselo dicho. Porque la verdad es que no era mal plan. Si en algún momento acababa dejando de lado la moralidad y decidiera hacer caso a mi estómago, parecía un buen sistema para conseguirlo.
No es que no tuvieran razones para desconfiar de los vampiros, yo mismo eludía a los míos desde que tuvieron la cuestionable idea de intentar tomar todo un reino, pero no todos nos dedicábamos a intentar devorar a todo lo que se acercara. Hasta estaba intentando dejar de beberme humanos o similares. Era cierto que los resultados no acompañaban demasiado, pero es que sabían mucho mejor que el ganado. En cualquier caso, necesitaba un plan si no quería quedarme detrás de ese árbol el resto de la noche, y no es que estar allí esperando me pareciera especialmente atrayente.
- ¿Y qué tal si no sueltas el arco, pero dejas de apuntar hacia aquí? ¿O destensas? ¿O en general algo que haga que no vaya a acabar con una flecha en el pecho en el momento que deje de esconderme? ¿Tampoco te convence, amiga?- No creía que responderla con la misma ironía que había usado al referirse a mi iba a ayudarme en absoluto, pero no podía callarme aunque claramente fuera a empeorar la situación por no hacerlo.
- No me gustan tampoco especialmente tus ideas. Ya me han intentado matar unos licántropos hace un rato. No me la voy a jugar a que decidas soltar esa flecha cuando deje de estar cubierto.- El día anterior ya había salido mal lo de intentar huir, no cometería ese error dos veces, y menos con lobos.- Piénsalo, por la peste a sangre que emites, tienes que estar peor que yo. Siempre podría esperar a que te desmayes por esa herida y terminar de desangrarte yo si esa fuera mi intención.- E igual no debería habérselo dicho. Porque la verdad es que no era mal plan. Si en algún momento acababa dejando de lado la moralidad y decidiera hacer caso a mi estómago, parecía un buen sistema para conseguirlo.
No es que no tuvieran razones para desconfiar de los vampiros, yo mismo eludía a los míos desde que tuvieron la cuestionable idea de intentar tomar todo un reino, pero no todos nos dedicábamos a intentar devorar a todo lo que se acercara. Hasta estaba intentando dejar de beberme humanos o similares. Era cierto que los resultados no acompañaban demasiado, pero es que sabían mucho mejor que el ganado. En cualquier caso, necesitaba un plan si no quería quedarme detrás de ese árbol el resto de la noche, y no es que estar allí esperando me pareciera especialmente atrayente.
- ¿Y qué tal si no sueltas el arco, pero dejas de apuntar hacia aquí? ¿O destensas? ¿O en general algo que haga que no vaya a acabar con una flecha en el pecho en el momento que deje de esconderme? ¿Tampoco te convence, amiga?- No creía que responderla con la misma ironía que había usado al referirse a mi iba a ayudarme en absoluto, pero no podía callarme aunque claramente fuera a empeorar la situación por no hacerlo.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Nemäin deseó que el vampiro pudiera ver cómo ponía los ojos, lo había clavado, siendo un bonito gesto de antipatía. Aunque la verdad fue que se tensó más aún. Y no por el forastero, sino por la mención a otros licántropos.
«Tienes suerte que vaya por libre…» Tragó saliva con dolor y la vocecilla en una esquina de su cerebro hizo de las suyas. «Debería preguntarle cómo eran, vamos. Quizás pueda obtener información. ¿No es ya hora de obtenerla? ¿Cuándo voy a hacer contactos? Nemäin, eres estúpida. Va a matarme, segurísimo...»
—¡No voy a desmayarme! —le dijo orgullosa, casi como un adolescente imberbe con el ego un tanto frágil. El premio Aerandir a la madurez es para… «Fijo que se ha acojonado un montón, sí, igual si le cuento que mi gran adversario ha sido la rama de un árbol, le dará la risa y se atragantará con mi sangre. Victoria, los dos muertos». Pero ni la ironía consigo misma valía ya como mecanismo de defensa, pues se sintió acorralada de verdad, un tanto sobrepasada por la culpa, que nada tenía que ver con aquello, y por el peso de la situación.
Para su fastidio, empezó a sentirse mareada, viendo más sombras de árboles de la cuenta. Apretó los dientes en un intento de seguir aguantando. Sin hacer presión sobre la herida, notaba cómo la sangre seguía su curso hacia abajo, igual que el sudor frío de la nuca, calentándole los ropajes hasta cerca de la rodilla. Los brazos le empezaron a temblar, por estar tensando la cuerda y por el agobio. No parecía que él fuera a ceder… «Piensa, Nemäin, piensa…» Bajó el arco sin decirle nada, pero sin desistir a estar alerta. Al final, lo de desmayarse... «Buena idea, vampiro».
—No voy a… no voy a… —se calló a mitad de frase, intentando representar la actuación de su vida. Dejó que el cuello se le doblara hacia un lado, como si la cabeza se le hubiera vencido por el desmayo y esperó, a ver qué hacía, con los ojos cerrados y el corazón en un puño.
«Tienes suerte que vaya por libre…» Tragó saliva con dolor y la vocecilla en una esquina de su cerebro hizo de las suyas. «Debería preguntarle cómo eran, vamos. Quizás pueda obtener información. ¿No es ya hora de obtenerla? ¿Cuándo voy a hacer contactos? Nemäin, eres estúpida. Va a matarme, segurísimo...»
—¡No voy a desmayarme! —le dijo orgullosa, casi como un adolescente imberbe con el ego un tanto frágil.
Para su fastidio, empezó a sentirse mareada, viendo más sombras de árboles de la cuenta. Apretó los dientes en un intento de seguir aguantando. Sin hacer presión sobre la herida, notaba cómo la sangre seguía su curso hacia abajo, igual que el sudor frío de la nuca, calentándole los ropajes hasta cerca de la rodilla. Los brazos le empezaron a temblar, por estar tensando la cuerda y por el agobio. No parecía que él fuera a ceder… «Piensa, Nemäin, piensa…» Bajó el arco sin decirle nada, pero sin desistir a estar alerta. Al final, lo de desmayarse... «Buena idea, vampiro».
—No voy a… no voy a… —se calló a mitad de frase, intentando representar la actuación de su vida. Dejó que el cuello se le doblara hacia un lado, como si la cabeza se le hubiera vencido por el desmayo y esperó, a ver qué hacía, con los ojos cerrados y el corazón en un puño.
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Su respuesta negando ir a desmayarse sonó de una forma nada convincente, pero por poco convincente que fuera tampoco esperaba que seguidamente su voz fuese perdiendo fuerza hasta quedarse callada. Esperé unos segundos por si era una broma, pero no seguía hablando, así que me asomé de mi árbol y vi que estaba apoyada como antes, pero con la cabeza caída. Pensé en aprovechar el momento y huir ahora que nadie me dispararía, sin embargo acabé avanzando hacia ella. Ni siquiera sabía si era porque no podía dejarla así para que muriese desangrada, o porque olía demasiado bien para dejar pasar la oportunidad de desangrarla yo.
Llegué cojeando hasta ella, y a pesar de que la combinación del hambre y el aroma a sangre me estaba haciendo salivar de una forma muy poco elegante, conseguí resistirme de darle un mordisco y me agaché a su lado. Esperaba que no estuviera muerta aún, pero por comprobar la di unos golpes en el hombro a ver si reaccionaba.
- Venga, despierta. No te mueras aquí, que lo que me falta ya para asegurarme que no me dejen escapar de este reino de mierda es dejar el cuerpo de un lobo por dónde he pasado.
Pero aunque no quisiera morderla, estar rodeado de tanta sangre era demasiado y el asunto se me estaba empezando a ir de las manos. Si seguía un momento más allí me iba a lanzar al cuello, y viendo como estaba sangrando, no me parecía que pudiera sobrevivir si lo hacía. Aunque en ese momento vi las manchas de sangre en el suelo y empezó a pasar otra idea por mi cabeza. «Corlys, no lo hagas. Ten un poco de dignidad. No es que sea un ejemplo de comportamiento, pero no puedes haber caído tan bajo.» Pero en ese momento eran mis tripas las que mandaban y no mi cabeza, así que opté por la opción menos mala.
- Bueno, mejor si te quedas inconsciente un poco más que si alguien ve esto va a ser muy humillante.- Empujé a la mujer hacia un lado sin demasiados miramientos e inmediatamente me agaché para coger un puñado de hojas manchadas en sangre y metérmelas en la boca. «Bueno. Pues se ve que si que podías caer más bajo.»
No podía decir que fuese lo mejor que hubiera probado, y aunque la sangre de lobo siempre daba un buen toque, nada podía ocultar el sabor a tierra húmeda y descomposición. Pero igualmente sorbí todo lo que pude de la hojarasca, para escupirlo y meterme otro puñado en la boca.
Llegué cojeando hasta ella, y a pesar de que la combinación del hambre y el aroma a sangre me estaba haciendo salivar de una forma muy poco elegante, conseguí resistirme de darle un mordisco y me agaché a su lado. Esperaba que no estuviera muerta aún, pero por comprobar la di unos golpes en el hombro a ver si reaccionaba.
- Venga, despierta. No te mueras aquí, que lo que me falta ya para asegurarme que no me dejen escapar de este reino de mierda es dejar el cuerpo de un lobo por dónde he pasado.
Pero aunque no quisiera morderla, estar rodeado de tanta sangre era demasiado y el asunto se me estaba empezando a ir de las manos. Si seguía un momento más allí me iba a lanzar al cuello, y viendo como estaba sangrando, no me parecía que pudiera sobrevivir si lo hacía. Aunque en ese momento vi las manchas de sangre en el suelo y empezó a pasar otra idea por mi cabeza. «Corlys, no lo hagas. Ten un poco de dignidad. No es que sea un ejemplo de comportamiento, pero no puedes haber caído tan bajo.» Pero en ese momento eran mis tripas las que mandaban y no mi cabeza, así que opté por la opción menos mala.
- Bueno, mejor si te quedas inconsciente un poco más que si alguien ve esto va a ser muy humillante.- Empujé a la mujer hacia un lado sin demasiados miramientos e inmediatamente me agaché para coger un puñado de hojas manchadas en sangre y metérmelas en la boca. «Bueno. Pues se ve que si que podías caer más bajo.»
No podía decir que fuese lo mejor que hubiera probado, y aunque la sangre de lobo siempre daba un buen toque, nada podía ocultar el sabor a tierra húmeda y descomposición. Pero igualmente sorbí todo lo que pude de la hojarasca, para escupirlo y meterme otro puñado en la boca.
- Off::
- Si crees que hubieras reaccionado antes o cualquier cosa que no te cuadre, mándame un MP y edito.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Uno, dos, tres… esperó y esperó. «Ay…», y a punto estuvo de escapársele una queja audible cuando dejó que la apartara, dejándose caer en la tierra.
La cabeza de Nemäin bullía, pensando en cómo reaccionar, qué cojones hacer a continuación.
¿De verdad no quería hacerle daño o era todo una treta para que se confiara? ¿Debía incorporarse y tratar de dispararle aunque fuera a tan corta distancia? No, ya no tendría mucha opción con el arco… ¿Y si se transformaba? Con su cuerpo de loba quizás podría ganar algo de aliento, aunque acabara debilitándose más al hacer el esfuerzo, y huir.
O rebanarle el pescuezo y huir. Sin duda, ganaría velocidad, de eso estaba segura.
«¿Qué… qué hace?» Escuchó el sonido de las hojas apretadas. Y notó el ansia. Un ansia parecida a la que ella había sentido alguna vez. Aunque fuera por motivos diferentes. Intentó mirarlo por el rabillo del ojo, sin que se percatara, para ver dónde estaba situado, si le había dado la espalda, si estaba lo suficiente distraído… Y entonces decidió abrir los ojos directamente. Suponía que ni él podría negar que la visión fue patética. Aunque, una parte de ella, se lo agradeció, sorprendida. ¿No iba a hacerle daño? ¿Estaba intentando no hacérselo o solo estaba tomando el aperitivo para no malgastar ni una gota?
«¿De todos los vampiros con los que podría cruzarme me cruzo con el rarito? ¿Con el sensato? Si es que… Mmm… él podría decir lo mismo de mí, vale. Aunque todavía no lo sabe».
—¿Vas a matarme o…? —le habló de repente, callándose unos instantes por lo paradójico de la pregunta, como si le estuviera preguntando qué tal estaba la familia, pero lo cierto fue que no vio otra vía posible. Quizás podrían llegar a un entendimiento, por loco que pareciera. Supo que tenía que cambiar de estrategia, por eso fue directa. Muy directa—. ¿O es verdad que no?
La cabeza de Nemäin bullía, pensando en cómo reaccionar, qué cojones hacer a continuación.
¿De verdad no quería hacerle daño o era todo una treta para que se confiara? ¿Debía incorporarse y tratar de dispararle aunque fuera a tan corta distancia? No, ya no tendría mucha opción con el arco… ¿Y si se transformaba? Con su cuerpo de loba quizás podría ganar algo de aliento, aunque acabara debilitándose más al hacer el esfuerzo, y huir.
O rebanarle el pescuezo y huir. Sin duda, ganaría velocidad, de eso estaba segura.
«¿Qué… qué hace?» Escuchó el sonido de las hojas apretadas. Y notó el ansia. Un ansia parecida a la que ella había sentido alguna vez. Aunque fuera por motivos diferentes. Intentó mirarlo por el rabillo del ojo, sin que se percatara, para ver dónde estaba situado, si le había dado la espalda, si estaba lo suficiente distraído… Y entonces decidió abrir los ojos directamente. Suponía que ni él podría negar que la visión fue patética. Aunque, una parte de ella, se lo agradeció, sorprendida. ¿No iba a hacerle daño? ¿Estaba intentando no hacérselo o solo estaba tomando el aperitivo para no malgastar ni una gota?
«¿De todos los vampiros con los que podría cruzarme me cruzo con el rarito? ¿Con el sensato? Si es que… Mmm… él podría decir lo mismo de mí, vale. Aunque todavía no lo sabe».
—¿Vas a matarme o…? —le habló de repente, callándose unos instantes por lo paradójico de la pregunta, como si le estuviera preguntando qué tal estaba la familia, pero lo cierto fue que no vio otra vía posible. Quizás podrían llegar a un entendimiento, por loco que pareciera. Supo que tenía que cambiar de estrategia, por eso fue directa. Muy directa—. ¿O es verdad que no?
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Seguía metiéndome hojarasca en la boca para tratar de sacar toda la sangre que pudiera sin tener que morder a nadie, cuando me di cuenta de que la loba me estaba mirando con los ojos abiertos como platos. Me quedé mirándola paralizado sin saber como reaccionar. Dudaba mucho mantener nada del aire amenazante que podría tener cuando aun estaba oculto en el bosque, porque ver a un vampiro metiéndose puñados de hojas en la boca era el tipo de cosa que podría convertir a toda mi raza en una parodia de lo que pretendían ser. Pero por otro lado, me inquietaba que si había podido mantenerse consciente no estuviera tan mal como había supuesto y fuera a terminar el trabajo que sus compatriotas dejaron a medias. «Vamos a ser positivos. Si después de ver este lamentable espectáculo te sigue considerando un peligro, seguramente es porque tiene demasiado miedo para intentar nada.» Al menos cuando empezó a hablar pude ver que estaba tan confusa como yo con esta situación.
- ...- Traté de responder, sólo para darme cuenta de que con la boca llena de hojas iba a ser complicado decir nada. Así que escupí las hojas tan rápidamente como me fue posible para no perder la sangre que las acompañaba.- No. No tengo intención de matarte. Al menos mientras no seas tu quien empiece.- También existía la posibilidad de que el hambre me llevara a perder el control y cometer alguna estupidez, pero viendo que había podido evitarlo hasta ese momento, y que aunque fuese poco, la sangre de las hojas habían conseguido calmarme ligeramente, consideré mejor no mencionarlo.- ¿Tu tampoco tienes planes de intentar nada raro?- La mujer no parecía una de esas bestias asesinas llenas de odio que se podían encontrar por estos bosques, pero seguía teniendo un comportamiento bastante peculiar y no conseguía entender por dónde podría salir. De todas formas, para intentar reforzar la idea de que yo no era una amenaza, di un par de pasos hacia atrás para darla un poco de espacio.
- ...- Traté de responder, sólo para darme cuenta de que con la boca llena de hojas iba a ser complicado decir nada. Así que escupí las hojas tan rápidamente como me fue posible para no perder la sangre que las acompañaba.- No. No tengo intención de matarte. Al menos mientras no seas tu quien empiece.- También existía la posibilidad de que el hambre me llevara a perder el control y cometer alguna estupidez, pero viendo que había podido evitarlo hasta ese momento, y que aunque fuese poco, la sangre de las hojas habían conseguido calmarme ligeramente, consideré mejor no mencionarlo.- ¿Tu tampoco tienes planes de intentar nada raro?- La mujer no parecía una de esas bestias asesinas llenas de odio que se podían encontrar por estos bosques, pero seguía teniendo un comportamiento bastante peculiar y no conseguía entender por dónde podría salir. De todas formas, para intentar reforzar la idea de que yo no era una amenaza, di un par de pasos hacia atrás para darla un poco de espacio.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Nemäin miró a la semisombra que era el vampiro con la cabeza hacia un lado y se tomó un largo silencio antes de responderle. De hecho, se incorporó como pudo y volvió a apoyar la espalda contra el tronco, taponando la herida con la mano, cuando vio que él se echaba hacia atrás. Volver a casa ya no era una opción. Puede que no fuera una loca sedienta de sangre, pero seguía sin fiarse del todo.
Había que mantener unos mínimos de seguridad.
—No, nada raro. Hacer una tregua me parece bien… Al menos mientras no seas tú quien empiece —dijo, repitiendo sus palabras una por una—. Pero si seguimos aquí plantados como pasmarotes vamos a tenerlo difícil. Los dos apestamos. No sé para los tuyos, pero para los licántropos —evitó incluirse en el plural— es bastante fácil oler presas, como ya has comprobado… Por estos lares abundan bastantes y, los más experimentados, nos podrían detectar a kilómetros. Será mejor que intentemos refugiarnos. Hay un par de cuevas cerca.
Guardó la flecha en el carcaj e intentó no hacer el más mínimo gesto de dolor.
—Voy a… incorporarme. —Sí, eso iba a hacer. ¿Por qué se lo anunciaba? Ella, mujer fuerte e independiente. Ella, que nunca flaqueaba. Consiguió ponerse de pie en plan gusano de seda, como rectando con la espalda por el tronco, apoyándose en él. Se felicitó a sí misma en su mente, no estaba tan mal, podía lograrlo, el mareo no era importante…—. En marcha.
Sin darle la espalda en ningún momento, dio un paso, dos… y luego se cayó de bruces en la tierra.
La dignidad, en aquellos escasos metros de bosque, debía estar de vacaciones en Dundarak.
Había que mantener unos mínimos de seguridad.
—No, nada raro. Hacer una tregua me parece bien… Al menos mientras no seas tú quien empiece —dijo, repitiendo sus palabras una por una—. Pero si seguimos aquí plantados como pasmarotes vamos a tenerlo difícil. Los dos apestamos. No sé para los tuyos, pero para los licántropos —evitó incluirse en el plural— es bastante fácil oler presas, como ya has comprobado… Por estos lares abundan bastantes y, los más experimentados, nos podrían detectar a kilómetros. Será mejor que intentemos refugiarnos. Hay un par de cuevas cerca.
Guardó la flecha en el carcaj e intentó no hacer el más mínimo gesto de dolor.
—Voy a… incorporarme. —Sí, eso iba a hacer. ¿Por qué se lo anunciaba? Ella, mujer fuerte e independiente. Ella, que nunca flaqueaba. Consiguió ponerse de pie en plan gusano de seda, como rectando con la espalda por el tronco, apoyándose en él. Se felicitó a sí misma en su mente, no estaba tan mal, podía lograrlo, el mareo no era importante…—. En marcha.
Sin darle la espalda en ningún momento, dio un paso, dos… y luego se cayó de bruces en la tierra.
¡CATAPLÁS!
La dignidad, en aquellos escasos metros de bosque, debía estar de vacaciones en Dundarak.
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
La chica seguía mirándome con suspicacia, pero al menos aceptó una tregua entre nosotros, al menos mientras a ninguno se le fuera la cabeza e intentase matar al otro. Sus palabras sobre lo mala idea que era seguir parados en medio del bosque eran bastante precisas, porque por lo que dijo intuía que tenía una relación con los suyos similar a la mía, y siendo yo un vampiro no podía esperar ningún trato favorable.
- Pues no te falta razón. Confío en tu criterio para llegar a esas cuevas.- Seguía observando como echaba la mano a una flecha no fuera a disparar aprovechando el momento, pero simplemente fue para guardársela.- Si, los vampiros también nos podrían encontrar sin mucho problemas, hueles a comida a distancia. Bueno, así fue como te encontré yo.- Al momento de decirlo me replanteé porque lo había hecho, siendo que no iba a ayudar en absoluto a nuestra ya escasa confianza mutua.- Pero con eso no creo que tengamos problemas. Ya he podido comprobar que esta es zona peligrosa para cualquier vampiro con el poco criterio de acercarse.
Se levantó con esfuerzo, y cuando parecía que íbamos a ponernos en marcha, cayó al suelo con un golpe que me dolió sólo de verlo. Me planteé esperar y que se volviera a levantar ella sola o con ayuda de su orgullo, pero su punto sobre no quedarnos más en este lugar si queríamos seguir vivos era algo a tener en cuenta. Así que tras lamer otras pocas hojas confiando en que con la cara contra el suelo no pudiera verme y juzgarme por ello, di un par de pasos hasta llegar a su altura.
- Entiendo que no quieras tenerme cerca, pero dudo que vayas a poder aguantar mucho en pie, y no tenemos tiempo suficiente como para permitirnos que te caigas cada cinco pasos.- Me agaché junto a ella y la agarré por la axila mientras me pasaba su otro brazo por encima de los hombros para levantarla.- Y tampoco te puedo dejar tirada, que sin ti no se cuanto me podría costar llegar a esas cuevas. ¿Así que qué te parece si yo me encargo de que no vayas al suelo de nuevo y tu te aseguras de guiarnos y no morirte por el camino?- Contesté sin soltarla mientras iba notando como la pierna se me empezaba a curar lentamente después de mi indigna comida.
- Pues no te falta razón. Confío en tu criterio para llegar a esas cuevas.- Seguía observando como echaba la mano a una flecha no fuera a disparar aprovechando el momento, pero simplemente fue para guardársela.- Si, los vampiros también nos podrían encontrar sin mucho problemas, hueles a comida a distancia. Bueno, así fue como te encontré yo.- Al momento de decirlo me replanteé porque lo había hecho, siendo que no iba a ayudar en absoluto a nuestra ya escasa confianza mutua.- Pero con eso no creo que tengamos problemas. Ya he podido comprobar que esta es zona peligrosa para cualquier vampiro con el poco criterio de acercarse.
Se levantó con esfuerzo, y cuando parecía que íbamos a ponernos en marcha, cayó al suelo con un golpe que me dolió sólo de verlo. Me planteé esperar y que se volviera a levantar ella sola o con ayuda de su orgullo, pero su punto sobre no quedarnos más en este lugar si queríamos seguir vivos era algo a tener en cuenta. Así que tras lamer otras pocas hojas confiando en que con la cara contra el suelo no pudiera verme y juzgarme por ello, di un par de pasos hasta llegar a su altura.
- Entiendo que no quieras tenerme cerca, pero dudo que vayas a poder aguantar mucho en pie, y no tenemos tiempo suficiente como para permitirnos que te caigas cada cinco pasos.- Me agaché junto a ella y la agarré por la axila mientras me pasaba su otro brazo por encima de los hombros para levantarla.- Y tampoco te puedo dejar tirada, que sin ti no se cuanto me podría costar llegar a esas cuevas. ¿Así que qué te parece si yo me encargo de que no vayas al suelo de nuevo y tu te aseguras de guiarnos y no morirte por el camino?- Contesté sin soltarla mientras iba notando como la pierna se me empezaba a curar lentamente después de mi indigna comida.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Desangrarte y el único que pueda ayudarte sea un vampiro. Sonaba a chiste de taberna.
Nemäin sintió la cara ardiendo. No por el golpetazo, al que casi no había podido reaccionar poniendo las manos, sino sobre todo por la vergüenza de que la ayudara a levantarse.
—Ya puedo yo… —murmuró tozuda, en un intento de rebajar el momento. Y, aunque no pudo luchar contra los brazos del vampiro, sí que hizo fuerza preventiva con la cadera, como empujando hacia abajo las piernas, por si acaso se le ocurría la brillante idea de levantarla en brazos del todo. Tendría que conformarse con servir de bastón, aunque significara que el ritmo iba a ser lento hasta el refugio. «Ajo y agua, te chinchas».
Teniéndolo así de cerca, lo miró de refilón, temiendo que sus ganas de sangre se intensificaran por la cercanía en cualquier momento.
Habían echado a andar, poco a poco. Y ya sudaba por el esfuerzo.
—¿No me vas a saltar al cuello sin una primera cita primero, no? —Fue un intento de broma, supuso. Pero se sintió muy torpe, se le daban como el culo. Por eso cambió rápido la conversación—. Me ha atacado un Dientes… Atroces. —¿En serio? Menuda mierda de nombre se acababa de inventar—. Son bestias grandes que suelen cazar por aquí en esta época del año. Me pilló con la guardia baja… demasiado sigilosos. Se camuflan bien. Estate atento. —Dejó de mirarlo, para intentar que no la pillara, pero luego repasó las facciones que había logrado captar. Era joven, quizás de su edad. Al menos aparentemente, pues sabía que los vampiros se estacaban en aspecto. Con un cabello muy claro que destacaba incluso con la falta de luz. Rubio, también como ella, pero demasiado, casi como con el rubio de los niños pequeños.
—Tenemos que pasar este roble... —Le señaló el gran árbol que ahora tenían justo delante, apretando los dientes para seguir aguantando—. Luego el riachuelo y subir hacia su izquierda. Hay una pequeña gruta escondida entre los helechos.
Nemäin sintió la cara ardiendo. No por el golpetazo, al que casi no había podido reaccionar poniendo las manos, sino sobre todo por la vergüenza de que la ayudara a levantarse.
—Ya puedo yo… —murmuró tozuda, en un intento de rebajar el momento. Y, aunque no pudo luchar contra los brazos del vampiro, sí que hizo fuerza preventiva con la cadera, como empujando hacia abajo las piernas, por si acaso se le ocurría la brillante idea de levantarla en brazos del todo. Tendría que conformarse con servir de bastón, aunque significara que el ritmo iba a ser lento hasta el refugio. «Ajo y agua, te chinchas».
Teniéndolo así de cerca, lo miró de refilón, temiendo que sus ganas de sangre se intensificaran por la cercanía en cualquier momento.
Habían echado a andar, poco a poco. Y ya sudaba por el esfuerzo.
—¿No me vas a saltar al cuello sin una primera cita primero, no? —Fue un intento de broma, supuso. Pero se sintió muy torpe, se le daban como el culo. Por eso cambió rápido la conversación—. Me ha atacado un Dientes… Atroces. —¿En serio? Menuda mierda de nombre se acababa de inventar—. Son bestias grandes que suelen cazar por aquí en esta época del año. Me pilló con la guardia baja… demasiado sigilosos. Se camuflan bien. Estate atento. —Dejó de mirarlo, para intentar que no la pillara, pero luego repasó las facciones que había logrado captar. Era joven, quizás de su edad. Al menos aparentemente, pues sabía que los vampiros se estacaban en aspecto. Con un cabello muy claro que destacaba incluso con la falta de luz. Rubio, también como ella, pero demasiado, casi como con el rubio de los niños pequeños.
—Tenemos que pasar este roble... —Le señaló el gran árbol que ahora tenían justo delante, apretando los dientes para seguir aguantando—. Luego el riachuelo y subir hacia su izquierda. Hay una pequeña gruta escondida entre los helechos.
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
El momento de levantarla fue tan extraño como cualquier otro momento de nuestro encuentro. A pesar de sus quejas se dejó ayudar, pero entonces empezó a hacer fuerza hacia abajo, y siendo que yo tampoco estaba en las mejores condiciones estuve cerca de irme de cara contra el suelo y arrastrarla conmigo. Al menos conseguí estabilizarme con la pierna buena antes de que acabara en desastre y me quedé sirviéndola como bastón mientras seguía usando mi lanza como bastón para mi mismo con el brazo que me quedaba libre.
Me reí ante la cuestionable broma de la loba, más porque se me hacía curioso el cambio de actitud respecto a querer matarme que por la escasa gracia que tuviera. Iba a responderla que hacer eso antes de la tercera cita estaría feo por ignorar el hecho de que si me sentía un poco como si fuera un niño hambriento cargando una tarta, pero viendo que cambió de tema como si nada, me centré en lo que estaba contando en ese momento. La verdad es que nunca había oído esa criatura que mencionaba, pero quizás fuera porque no solía frecuentar esos lugares, o porque los lobos le ponían nombres raros a las cosas.
- No tenía ni idea de que hubiera nada llamado Dientes ¿Afilados? ¿Es algo raro de por aquí? Debe ser peligroso para haberte dejado así. Habrá que confiar en que no nos lo encontremos.- Si hubiera prestado más atención igual me hubiera percatado de que la chica estaba actuando de una forma un poco extraña, pero estaba muy ocupado mirando al suelo para evitar tropezar con cualquier rama y hacer el ridículo aun más con otra caída, mientras seguía sus indicaciones para llegar a esa cueva.
Al llegar al riachuelo me empecé a plantear nuestras posibilidades de cruzarlo, pero viendo que era estrecho confié en que no nos podía costar tanto, aunque como no tardaría en demostrarse, no había sido mi mejor plan.
- Bueno, ¿entonces ahora sólo tenemos que atravesar esto y en nada lleg- Antes de llegar a acabar la frase pisé una piedra cubierta de verdín y perder totalmente el equilibrio. Intenté echar la otra pierna para no caer, pero no estaba lo suficientemente curada para lograrlo. Así que viendo que me iba al agua, arrojé la lanza lejos para evitar empalarme tontamente y solté a la chica para tratar de poner las manos, aunque sin mucho éxito porque esta vez fui yo quien se al río de frente.
Me reí ante la cuestionable broma de la loba, más porque se me hacía curioso el cambio de actitud respecto a querer matarme que por la escasa gracia que tuviera. Iba a responderla que hacer eso antes de la tercera cita estaría feo por ignorar el hecho de que si me sentía un poco como si fuera un niño hambriento cargando una tarta, pero viendo que cambió de tema como si nada, me centré en lo que estaba contando en ese momento. La verdad es que nunca había oído esa criatura que mencionaba, pero quizás fuera porque no solía frecuentar esos lugares, o porque los lobos le ponían nombres raros a las cosas.
- No tenía ni idea de que hubiera nada llamado Dientes ¿Afilados? ¿Es algo raro de por aquí? Debe ser peligroso para haberte dejado así. Habrá que confiar en que no nos lo encontremos.- Si hubiera prestado más atención igual me hubiera percatado de que la chica estaba actuando de una forma un poco extraña, pero estaba muy ocupado mirando al suelo para evitar tropezar con cualquier rama y hacer el ridículo aun más con otra caída, mientras seguía sus indicaciones para llegar a esa cueva.
Al llegar al riachuelo me empecé a plantear nuestras posibilidades de cruzarlo, pero viendo que era estrecho confié en que no nos podía costar tanto, aunque como no tardaría en demostrarse, no había sido mi mejor plan.
- Bueno, ¿entonces ahora sólo tenemos que atravesar esto y en nada lleg- Antes de llegar a acabar la frase pisé una piedra cubierta de verdín y perder totalmente el equilibrio. Intenté echar la otra pierna para no caer, pero no estaba lo suficientemente curada para lograrlo. Así que viendo que me iba al agua, arrojé la lanza lejos para evitar empalarme tontamente y solté a la chica para tratar de poner las manos, aunque sin mucho éxito porque esta vez fui yo quien se al río de frente.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
¿De verdad era tan ingenuo? Eso fue lo que ocupó su mente cuando el vampiro ni siquiera dio alguna muestra de dudar de la veracidad de su testimonio con la supuesta bestia. Quizás no hacía tanto desde que había dejado de ser humano, después de todo. Fuera lo que fuera, si estaba jugando al despiste tanto como ella o no, le llamó la atención. Sobre todo porque su respuesta había parecido totalmente sincera.
Un momento… ¿Por qué el mundo había empezado a dar más vueltas? Izquierda, derecha, de nuevo hacia el otro lado, un cambio brusco que le dolió y que le hizo saber en décimas de segundo que iban a acabar en el suelo. Pero, por fortuna, sus reflejos funcionaron mejor esta vez. Con la ayuda del vampiro, que la soltó a tiempo y con la cercanía de un árbol logró chocar con el hombro contra su tronco, manteniendo el equilibro.
—La imagen de la elegancia… —le comentó al vampiro, entre dientes, viéndolo mojado e imaginando cómo chapotearía para salir—. Pensé que te ibas a encargar de no llevarme al suelo de nuevo. —No se lo dijo con mal tono, casi no fue un reproche—. ¿Puedes levantarte o tienes la pierna muy mal?
Se preguntó si sería sincero en caso de que fuera un sí o sería tan orgulloso como ella. No obstante, Nemäin reunió fuerzas y volvió a andar sin esperarlo. Su misión era ser la guía, ¿no? Puedes iba a serlo. A aquellas alturas, ni siquiera le importó darle la espalda. La suerte estaba echada y solo quería encontrar algo de alivio, poder tumbarse… Así que avanzó, ayudándose de cualquier apoyo y por fin divisó el lugar… Apartó los helechos con un brazo y le señaló el hueco en el terreno, unos dos metros más arriba. Allí estaba la gruta.
—La cueva no es muy grande, pero nos servirá. Los cazadores y pastores humanos la utilizan en invierno. Con suerte, seguirá habiendo algo de materiales. Alguna manta, hilo y aguja… —Suspiró, preguntándose cómo coño iba a subir la pequeña pendiente sin pedirle ayuda.
«JODER»
Un momento… ¿Por qué el mundo había empezado a dar más vueltas? Izquierda, derecha, de nuevo hacia el otro lado, un cambio brusco que le dolió y que le hizo saber en décimas de segundo que iban a acabar en el suelo. Pero, por fortuna, sus reflejos funcionaron mejor esta vez. Con la ayuda del vampiro, que la soltó a tiempo y con la cercanía de un árbol logró chocar con el hombro contra su tronco, manteniendo el equilibro.
—La imagen de la elegancia… —le comentó al vampiro, entre dientes, viéndolo mojado e imaginando cómo chapotearía para salir—. Pensé que te ibas a encargar de no llevarme al suelo de nuevo. —No se lo dijo con mal tono, casi no fue un reproche—. ¿Puedes levantarte o tienes la pierna muy mal?
Se preguntó si sería sincero en caso de que fuera un sí o sería tan orgulloso como ella. No obstante, Nemäin reunió fuerzas y volvió a andar sin esperarlo. Su misión era ser la guía, ¿no? Puedes iba a serlo. A aquellas alturas, ni siquiera le importó darle la espalda. La suerte estaba echada y solo quería encontrar algo de alivio, poder tumbarse… Así que avanzó, ayudándose de cualquier apoyo y por fin divisó el lugar… Apartó los helechos con un brazo y le señaló el hueco en el terreno, unos dos metros más arriba. Allí estaba la gruta.
—La cueva no es muy grande, pero nos servirá. Los cazadores y pastores humanos la utilizan en invierno. Con suerte, seguirá habiendo algo de materiales. Alguna manta, hilo y aguja… —Suspiró, preguntándose cómo coño iba a subir la pequeña pendiente sin pedirle ayuda.
«JODER»
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Después del chapuzón, y consiguiente golpe contra el lecho del río, lo primero que pensé es que esto no estaría pasando si le hubiese dado un trago a la chica, pero tras ver que su comentario casi parecía como si la importara mi estado, concluí que había hecho bien, y que debía tener bastante suerte para haberme encontrado licántropa peculiar.
- Tampoco es que tu estés para hablar, que como haya un par de árboles un poco alejados vuelves al suelo.- Me soplé el pelo para que se me apartara de los ojos.- Y bueno, sigues en pie, así que de momento he cumplido lo dicho. Lo de caerme al río son pequeños detalles.- Tras un par de patinazos más intentando levantarme, me decanté por arrastrarme fuera del río y ya ponerme de pie sobre un suelo firme.- Y bueno, podría estar mejor, pero creo que podré aguantar mientras no haga nada extraño, ni me apoye con demasiadas ganas.- Viendo como iba ella, hasta podría creerme que estaba bien, pero si teníamos algún encuentro desafortunado con alguna criatura con mañas intenciones, veía pocas posibilidades de que saliésemos vivos.
Viendo que se ponía en marcha, avancé cojeando hasta recuperar mi lanza, y tras eso seguí a mi guía, que parecía estar apañándose para avanzar ella sola utilizando como apoyo lo que se fuera encontrando por el camino. Pero su ritmo tampoco era excesivo y no me costó demasiado volver a alcanzarla. Al llegar a una pequeña cuesta me indicó la entrada a la cueva, donde podríamos descansar, y con suerte habría material para evitar que se acabara desangrando.
- ¿Crees que estará vacía? Lo que nos faltaba ahora es cruzarnos con alguien que se pueda tomar mal que estemos allí.- Quería suponer que si, los suyos se suponía que tenían buenos sentidos así que debería darse cuenta si nos fuésemos a encontrar alguna sorpresa desagradable.
Empecé a subir la cuesta, esta vez poniendo más cuidado en la estabilidad del terreno, pero viendo que mi acompañante no avanzaba, retrocedí lo que había avanzado y me quedé junto a ella, por si quería utilizarme otra vez como bastón.
- ¿Te vendría bien una ayuda para subir? Esta vez no te soltaré como en el arroyo de antes.- Aunque la otra opción era dejarla allí y ver como se apañaba ella sola. Pero me estaba cayendo bien y dejarla tirada estaría un poco feo, más aún cuando probablemente fuera la única persona en varios kilómetros que no me apuñalaría si le daba la espalda.
- Tampoco es que tu estés para hablar, que como haya un par de árboles un poco alejados vuelves al suelo.- Me soplé el pelo para que se me apartara de los ojos.- Y bueno, sigues en pie, así que de momento he cumplido lo dicho. Lo de caerme al río son pequeños detalles.- Tras un par de patinazos más intentando levantarme, me decanté por arrastrarme fuera del río y ya ponerme de pie sobre un suelo firme.- Y bueno, podría estar mejor, pero creo que podré aguantar mientras no haga nada extraño, ni me apoye con demasiadas ganas.- Viendo como iba ella, hasta podría creerme que estaba bien, pero si teníamos algún encuentro desafortunado con alguna criatura con mañas intenciones, veía pocas posibilidades de que saliésemos vivos.
Viendo que se ponía en marcha, avancé cojeando hasta recuperar mi lanza, y tras eso seguí a mi guía, que parecía estar apañándose para avanzar ella sola utilizando como apoyo lo que se fuera encontrando por el camino. Pero su ritmo tampoco era excesivo y no me costó demasiado volver a alcanzarla. Al llegar a una pequeña cuesta me indicó la entrada a la cueva, donde podríamos descansar, y con suerte habría material para evitar que se acabara desangrando.
- ¿Crees que estará vacía? Lo que nos faltaba ahora es cruzarnos con alguien que se pueda tomar mal que estemos allí.- Quería suponer que si, los suyos se suponía que tenían buenos sentidos así que debería darse cuenta si nos fuésemos a encontrar alguna sorpresa desagradable.
Empecé a subir la cuesta, esta vez poniendo más cuidado en la estabilidad del terreno, pero viendo que mi acompañante no avanzaba, retrocedí lo que había avanzado y me quedé junto a ella, por si quería utilizarme otra vez como bastón.
- ¿Te vendría bien una ayuda para subir? Esta vez no te soltaré como en el arroyo de antes.- Aunque la otra opción era dejarla allí y ver como se apañaba ella sola. Pero me estaba cayendo bien y dejarla tirada estaría un poco feo, más aún cuando probablemente fuera la única persona en varios kilómetros que no me apuñalaría si le daba la espalda.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Nemäin se lo quedó mirando unos segundos más largos de la cuenta. Volvía a necesitar su ayuda, sí, el primer paso sería aceptarlo. Con la mano libre y limpia de sangre, con la que no hacía presión, lo agarró por la manga, haciéndole daño en el bíceps sin darse cuenta, como si de repente estuviera pagando con él toda la frustración.
E igual se lo merecía. ¿Quién lo había mandado a ser tan inoportuno?¿Eh, eh? ¿Quién lo mandaba a ser tan molestamente y aparentemente amable? Ya no podía una ni morirse tranquila. De verdad.
—Te tomo la palabra… —masculló, y dio el primer paso, codo a codo, dejándose socorrer a regañadientes. El desnivel de la tierra era fango en la pendiente, pero con ayuda de su compañero y, enterrando las botas en el barro, pudieron solventar sin mucho problema el obstáculo. Lo malo era que se sentía cada vez más débil. Estaba algo más temblorosa y con renovados sudores fríos.
El interior de la cueva, vacía y pequeña, enseguida les dejó ver los primeros indicios de vida. Lo primero que destacó fue una vieja mesa de madera y un poco más al fondo algunas mantas esparcidas por el suelo. Como había calculado, hacía meses que ningún humano habría ido por allí, pues, con el relativo buen tiempo no era tan necesaria, pero que, sabiendo el uso como refugio que solía tener para los parroquianos, habían dejado algunos pertrechos.
—Creo que la suerte nos sonríe por una vez, pide un deseo o algo… —Volvió a soltarlo y se tambaleó hasta la pared de roca, dejándose caer y sin poder reprimir una queja audible. Estiró una mano, agarró una manta y se la tiró en toda la cabeza al vampiro, acertando y tapándole la visión. Luego cerró con fuerza los ojos—. Será mejor que te desnudes.
¡Por si pillaba una pulmonía! ¿Los vampiros podían pillar enfermedades? ¡MIERDA, NO LO SABÍA!
E igual se lo merecía. ¿Quién lo había mandado a ser tan inoportuno?
—Te tomo la palabra… —masculló, y dio el primer paso, codo a codo, dejándose socorrer a regañadientes. El desnivel de la tierra era fango en la pendiente, pero con ayuda de su compañero y, enterrando las botas en el barro, pudieron solventar sin mucho problema el obstáculo. Lo malo era que se sentía cada vez más débil. Estaba algo más temblorosa y con renovados sudores fríos.
El interior de la cueva, vacía y pequeña, enseguida les dejó ver los primeros indicios de vida. Lo primero que destacó fue una vieja mesa de madera y un poco más al fondo algunas mantas esparcidas por el suelo. Como había calculado, hacía meses que ningún humano habría ido por allí, pues, con el relativo buen tiempo no era tan necesaria, pero que, sabiendo el uso como refugio que solía tener para los parroquianos, habían dejado algunos pertrechos.
—Creo que la suerte nos sonríe por una vez, pide un deseo o algo… —Volvió a soltarlo y se tambaleó hasta la pared de roca, dejándose caer y sin poder reprimir una queja audible. Estiró una mano, agarró una manta y se la tiró en toda la cabeza al vampiro, acertando y tapándole la visión. Luego cerró con fuerza los ojos—. Será mejor que te desnudes.
¡Por si pillaba una pulmonía! ¿Los vampiros podían pillar enfermedades? ¡MIERDA, NO LO SABÍA!
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Conseguimos llegar hasta la cueva sin accidentes, algo sorprendente viendo la temporada que llevábamos, aunque la chica se estaba agarrando de mi brazo como si me lo quisiera arrancar. Al llegar a la entrada pudimos ver como había mantas y cajas, que parecían llevar bastante tiempo sin usarse, pero podrían servirnos bien. Una vez dentro me soltó y se dejó caer junto a la pared, mientras se iba colocando y quejándose, aproveché que me había soltado el brazo para estirarlo un poco y recuperarme de su agarre.
- Bueno, en algún momento tenía que salirnos algo bien. Y ya te dije que íbamos a llegar hasta aquí, y he cumplido.
Entonces me cayó una manta encima de la cabeza, aunque las siguientes palabras me confundieron bastante más. No esperaba que nadie me fuese a mandar desnudarme, y menos en una situación como esa, aunque al menos tenía la cara tapada con la manta y así no podía ver mi expresión de desconcierto. Cuando me quité la manta de la cara y vi que estaba cerrando los ojos muy fuerte supuse que su petición era porque estaba mojado después de caerme al río. Y aunque me parecía que los vampiros no tendríamos problemas con eso, o al menos no habíamos sufrido las enfermedades que habían azotado Aerandir recientemente, era cierto que se estaba más cómodo con ropa seca. Así que me adentré un poco en la cueva y me quité la ropa y me sequé con la manta que me había tirado antes la loba. Para seguidamente ponerme una muda de recambio que llevaba en el zurrón, y dejar la mojada colgada en unos bancos que había junto a la mesa. Aprovechando que estaba ya por allí, rebusqué entre las mantas a ver si encontraba algo de utilidad y localicé unas telas más finas que podrían servir de vendas y una camisa vieja y bastante desgastada.
- Ya puedes volver a abrir los ojos.- Seguidamente cogí la camisa y se la lancé a la cabeza.- Y pilla esto, igual te viene bien ponerte algo que no chorree sangre.- «Si, seguro que es por eso y no porque estés pensando en beberte lo que sea que haya quedado en la que lleva puesta...»- Aunque igual mejor si antes vemos si se puede hacer algo con esa herida, que tenerte apretando todo el rato hasta que llegues a un sitio decente no parece el mejor plan.- Me acerqué de nuevo a ella y me arrodillé a su lado dejando las telas en el suelo.- Y bien, ¿me dejas?
- Bueno, en algún momento tenía que salirnos algo bien. Y ya te dije que íbamos a llegar hasta aquí, y he cumplido.
Entonces me cayó una manta encima de la cabeza, aunque las siguientes palabras me confundieron bastante más. No esperaba que nadie me fuese a mandar desnudarme, y menos en una situación como esa, aunque al menos tenía la cara tapada con la manta y así no podía ver mi expresión de desconcierto. Cuando me quité la manta de la cara y vi que estaba cerrando los ojos muy fuerte supuse que su petición era porque estaba mojado después de caerme al río. Y aunque me parecía que los vampiros no tendríamos problemas con eso, o al menos no habíamos sufrido las enfermedades que habían azotado Aerandir recientemente, era cierto que se estaba más cómodo con ropa seca. Así que me adentré un poco en la cueva y me quité la ropa y me sequé con la manta que me había tirado antes la loba. Para seguidamente ponerme una muda de recambio que llevaba en el zurrón, y dejar la mojada colgada en unos bancos que había junto a la mesa. Aprovechando que estaba ya por allí, rebusqué entre las mantas a ver si encontraba algo de utilidad y localicé unas telas más finas que podrían servir de vendas y una camisa vieja y bastante desgastada.
- Ya puedes volver a abrir los ojos.- Seguidamente cogí la camisa y se la lancé a la cabeza.- Y pilla esto, igual te viene bien ponerte algo que no chorree sangre.- «Si, seguro que es por eso y no porque estés pensando en beberte lo que sea que haya quedado en la que lleva puesta...»- Aunque igual mejor si antes vemos si se puede hacer algo con esa herida, que tenerte apretando todo el rato hasta que llegues a un sitio decente no parece el mejor plan.- Me acerqué de nuevo a ella y me arrodillé a su lado dejando las telas en el suelo.- Y bien, ¿me dejas?
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
No, si no había mantenido los ojos cerrados para no verle el culo, fue por el dolor punzante. Aunque cuando lo escuchó le hizo caso y los abrió de nuevo, como aceptando su permiso, solo para descubrir un nuevo negro cuando él imitó su gesto y le lanzó algo a la cabeza. «Cómo osa, será… Qué gracioso…» Sí, Nemäin era una cascabarrabias de primera. Y si se le sumaba toda aquella situación quedaba un mejunje explosivo digno de un alquimista con problemas mentales.
—¿Podrás resistirte? —Se quitó la manta, camisa, o lo que fuera que le hubiera tirado, de la cara y se sobresaltó sin querer cuando lo vio tan cerca. No se había dado cuenta de la nueva cercanía, aunque seguía siendo muy respetuoso. Se resistía a admitirlo, pero ¿qué otra opción le quedaba?—. Tengo que quitarme esto, aparta un poco… —Así que se desabrochó el carcaj lleno de flechas que todavía tenía a su espalda, lo dejó a un lado junto con el arco. Luego se incorporó un poco, se logró quitar el abrigo de piel con torpeza, mientras le clavaba una mirada hosca a su buen seminario, por si acaso le parecía buena idea ayudarla, tiró de la camisola hacia arriba para que dejara de estar fajada y se descubrió el costado herido con la mano sangrienta, aguantándose la tela hasta por debajo del pecho, dejándole inspeccionarla.
—Vas a tener que lavarla… —Le pasó su bota de agua, tirándosela cerca, y se calló. Tensa, porque no sabía si podría controlarse con la visión y el olor de la sangre fresca. Tensa, porque sabía que cualquier manipulación iba a doler y porque tenía ganas de vomitar y se estaba agobiando. «Voy a potarle en toda la cara, verás….» Inconscientemente, su cuerpo casi se hizo una bolita, esperando el dolor—. ¿Está muy mal o no es para tanto? ¿Hay que coserla o…
No quiso acabar la frase, la otra opción si era una herida lo bastante fea y no encontraban material sería cauterizarla con algo al rojo vivo. Y no le hacía ni puta gracia.
—¿Podrás resistirte? —Se quitó la manta, camisa, o lo que fuera que le hubiera tirado, de la cara y se sobresaltó sin querer cuando lo vio tan cerca. No se había dado cuenta de la nueva cercanía, aunque seguía siendo muy respetuoso. Se resistía a admitirlo, pero ¿qué otra opción le quedaba?—. Tengo que quitarme esto, aparta un poco… —Así que se desabrochó el carcaj lleno de flechas que todavía tenía a su espalda, lo dejó a un lado junto con el arco. Luego se incorporó un poco, se logró quitar el abrigo de piel con torpeza, mientras le clavaba una mirada hosca a su buen seminario, por si acaso le parecía buena idea ayudarla, tiró de la camisola hacia arriba para que dejara de estar fajada y se descubrió el costado herido con la mano sangrienta, aguantándose la tela hasta por debajo del pecho, dejándole inspeccionarla.
—Vas a tener que lavarla… —Le pasó su bota de agua, tirándosela cerca, y se calló. Tensa, porque no sabía si podría controlarse con la visión y el olor de la sangre fresca. Tensa, porque sabía que cualquier manipulación iba a doler y porque tenía ganas de vomitar y se estaba agobiando. «Voy a potarle en toda la cara, verás….» Inconscientemente, su cuerpo casi se hizo una bolita, esperando el dolor—. ¿Está muy mal o no es para tanto? ¿Hay que coserla o…
No quiso acabar la frase, la otra opción si era una herida lo bastante fea y no encontraban material sería cauterizarla con algo al rojo vivo. Y no le hacía ni puta gracia.
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Me aparté un poco cuando me lo dijo para soltarse el carcaj y aflojarse la camisola, observando la herida que se suponía que debíamos tratar y notando como los ojos se me iban hacia la sangre que fluía de la herida más de lo que me gustaría.
- Si, si. Claro que puedo controlarme. Que bebamos sangre no significa que seamos bestias, bueno, no todos.- «Sigue diciéndote eso Corlys. Igual al final hasta consigues creértelo de verdad.»- Bueno. Veamos como está esto...- Empecé a echar agua sobre la herida, y aunque al principio estaba prestando atención a su estado, no tardé en desviar mi atención hacia el líquido rojo.- Lo bueno es que no parece que esté tan mal. Lo malo es que igual he sobreestimado mi capacidad de centrarme. Así que no me juzgues por esto, es por poder hacer bien las cosas.- La comenté mientras cortaba un trozo de la tela que pretendía usar como venda y lo ponía en su costado para que fuese empapándose de sangre y cuando se puso roja mordí la tela.«Es mejor que las hojas. Aunque después de esta noche espero que no pretendas fingir que tienes dignidad alguna.»- No digo que no me merezca que me golpees por esto, pero dejémoslo para cuando hayamos arreglado eso. Que podría ser peor, pero habrá que limpiarla bien y luego coser.- Comenté apartándome la tela de la boca un momento. Aunque al menos estaba viendo que estar clavando los colmillos en una tela manchada en sangre por raro que fuera, ayudaba bastante en no pensar en beberme a la loba ahora que estaba intentando tratarla la herida.
Continué la inspección de la herida y tras limpiar con más agua retiré un par de fragmentos que parecían astillas de madera, que afortunadamente no estaban demasiado clavadas, pero todavía quedaba alguna más, y sacarlas seguramente iba a ser doloroso, así que me quité la tela de la boca para hacerla una pregunta y que pensara en otra cosa
- Ah, ¿lo que me has dicho antes del dientes agudos igual era un poco distinto, no? Porque hay alguna cosa que no cuadra demasiado.- «¿En serio tu plan para que no piense en su herida es preguntarla sobre como se la hizo?» Pero a pesar de la dudosa idoneidad de la pregunta, aproveché el momento para intentar sacar las astillas más clavadas.
- Si, si. Claro que puedo controlarme. Que bebamos sangre no significa que seamos bestias, bueno, no todos.- «Sigue diciéndote eso Corlys. Igual al final hasta consigues creértelo de verdad.»- Bueno. Veamos como está esto...- Empecé a echar agua sobre la herida, y aunque al principio estaba prestando atención a su estado, no tardé en desviar mi atención hacia el líquido rojo.- Lo bueno es que no parece que esté tan mal. Lo malo es que igual he sobreestimado mi capacidad de centrarme. Así que no me juzgues por esto, es por poder hacer bien las cosas.- La comenté mientras cortaba un trozo de la tela que pretendía usar como venda y lo ponía en su costado para que fuese empapándose de sangre y cuando se puso roja mordí la tela.«Es mejor que las hojas. Aunque después de esta noche espero que no pretendas fingir que tienes dignidad alguna.»- No digo que no me merezca que me golpees por esto, pero dejémoslo para cuando hayamos arreglado eso. Que podría ser peor, pero habrá que limpiarla bien y luego coser.- Comenté apartándome la tela de la boca un momento. Aunque al menos estaba viendo que estar clavando los colmillos en una tela manchada en sangre por raro que fuera, ayudaba bastante en no pensar en beberme a la loba ahora que estaba intentando tratarla la herida.
Continué la inspección de la herida y tras limpiar con más agua retiré un par de fragmentos que parecían astillas de madera, que afortunadamente no estaban demasiado clavadas, pero todavía quedaba alguna más, y sacarlas seguramente iba a ser doloroso, así que me quité la tela de la boca para hacerla una pregunta y que pensara en otra cosa
- Ah, ¿lo que me has dicho antes del dientes agudos igual era un poco distinto, no? Porque hay alguna cosa que no cuadra demasiado.- «¿En serio tu plan para que no piense en su herida es preguntarla sobre como se la hizo?» Pero a pesar de la dudosa idoneidad de la pregunta, aproveché el momento para intentar sacar las astillas más clavadas.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Nemäin contuvo el aliento cuando empezó a toquetear, inflando las mejillas y desviando la mirada hacia la pared de la cueva. «Puedo hacerlo, puedo hacerlo, solo es un herida de mierda…» Tenía todo el cuerpo en tensión, tanto que los músculos del torso y de los brazos empezaron a quejarse más pronto que tarde. «Tengo que aguantar, no puedo pedirle que pare como una pusilánime…»
Solo volvió a mirarlo, con preocupación, cuando dijo usando un eufemismo que quizás su capacidad para no morderle la yugular no era tan buena como había pensado. Y fue raro, pero la visión de verlo llevándose a la boca una tela con su sangre le resultó más reconfortante que perturbador. Si así podía controlarse, prefería vivir para contarlo que preocuparse por lo demás.
Cada pequeño tirón para sacar una astilla era un ligero bote por parte de su cuerpo. Ardía. Y, aunque había preferido permanecer en silencio todo aquel rato, un inexplicable amago de sonrisa floja casi curvó sus labios.
—Te dije Dientes Atroces… le has cambiado el nombre dos veces… —le comentó entrecortadamente por la incomodidad, mientras le seguía hurgando para limpiar bien. Tampoco podía negar que se estaba esmerando en la tarea, haciéndolo a conciencia, pues dolía como mil demonios. Nemäin chasqueó la lengua, a pesar de su dispersión recordando el nombre, estaba claro que la había pillado. Así que, hasta para su sorpresa, decidió ser sincera con él por algún motivo—. Me lo inventé… quizás por eso no lo retienes. Era un nombre de mierda… Pensé que si te asustaba con una peligrosa criatura imaginaria, ayudaría a que no me atacaras al verme así… En realidad, tropecé —volvió a desviarle la mirada, una parte de ella no podía creerse que se lo estuviera contando tan a la ligera— y me clavé una rama que sobresalía del suelo como si fuera una estaca.
Esperó unos segundos, por si quería reírse o soltarle algún comentario jocoso. Luego le atrapó una de las muñecas al notar cuál sería su siguiente movimiento, luchando contra él y haciendo fuerza para impedírselo. No se veía capaz de verbalizar que le diera unos segundos de respiro, pero igual podía obligarlo a ello sin perder lo que poco que le quedaba de orgullo en el proceso. Soltó y recuperó aire, sin dejar de retenerlo, sabiendo que la parte más dolorosa estaba próxima, que faltaban las astillas más enterradas.
—¿Tú tienes nombre?
Solo volvió a mirarlo, con preocupación, cuando dijo usando un eufemismo que quizás su capacidad para no morderle la yugular no era tan buena como había pensado. Y fue raro, pero la visión de verlo llevándose a la boca una tela con su sangre le resultó más reconfortante que perturbador. Si así podía controlarse, prefería vivir para contarlo que preocuparse por lo demás.
Cada pequeño tirón para sacar una astilla era un ligero bote por parte de su cuerpo. Ardía. Y, aunque había preferido permanecer en silencio todo aquel rato, un inexplicable amago de sonrisa floja casi curvó sus labios.
—Te dije Dientes Atroces… le has cambiado el nombre dos veces… —le comentó entrecortadamente por la incomodidad, mientras le seguía hurgando para limpiar bien. Tampoco podía negar que se estaba esmerando en la tarea, haciéndolo a conciencia, pues dolía como mil demonios. Nemäin chasqueó la lengua, a pesar de su dispersión recordando el nombre, estaba claro que la había pillado. Así que, hasta para su sorpresa, decidió ser sincera con él por algún motivo—. Me lo inventé… quizás por eso no lo retienes. Era un nombre de mierda… Pensé que si te asustaba con una peligrosa criatura imaginaria, ayudaría a que no me atacaras al verme así… En realidad, tropecé —volvió a desviarle la mirada, una parte de ella no podía creerse que se lo estuviera contando tan a la ligera— y me clavé una rama que sobresalía del suelo como si fuera una estaca.
Esperó unos segundos, por si quería reírse o soltarle algún comentario jocoso. Luego le atrapó una de las muñecas al notar cuál sería su siguiente movimiento, luchando contra él y haciendo fuerza para impedírselo. No se veía capaz de verbalizar que le diera unos segundos de respiro, pero igual podía obligarlo a ello sin perder lo que poco que le quedaba de orgullo en el proceso. Soltó y recuperó aire, sin dejar de retenerlo, sabiendo que la parte más dolorosa estaba próxima, que faltaban las astillas más enterradas.
—¿Tú tienes nombre?
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
La chica confirmó finalmente lo que las astillas en la herida me habían hecho sospechar, que esa criatura cuyo nombre parecía ser incapaz de aprender no era real, sino que se había caído sobre una rama y se había estacado ella sola. Estaba claro que por mucho que intentásemos mantener el orgullo, especialmente en su caso, después de la sucesión de ridículos que habíamos visto del otro en esa noche, era complicado que la imagen que nos estuviéramos dando no hubiera cambiado desde que nos encontráramos.
- Bueno, los nombres no se me dan demasiado bien. Pero vamos a hacer como que es porque es inventado y no porque sea un desastre.- La respondí mientras seguía trabajando en su herida.- Y bueno, no era un mal plan. Quiero decir, ya impones un poco sin más, si hubieras dicho que te empalaste tu sola si que hubieras perdido bastante el respeto en esa situación.
Entonces iba a continuar para ver si lograba terminar ya de limpiarla de astillas, pero me agarró una de las muñecas para que no avanzara más. Viendo su expresión de dolor, me detuve unos momentos para que recobrara las fuerzas, aunque tampoco podría esperar demasiado, pues aunque su herida no fuera muy grave, dejarla sin atención mucho tiempo no podría salir bien. Aproveché también la pausa para volver a poner el paño sobre su herida para frenar el sangrado, y además volver a cargar la tela de sangre para aguantar yo el resto del tiempo que quedaba de cura.
- Si, soy Corlys. ¿Y tú como te llamas? Que ahora que lo pienso, eso de estar tan cerca sin saber como nos llamamos es un poco extraño.- La única circunstancia que me veía a la cabeza en la que hubiera estado a tan poca distancia de alguien a quien no conociera era en batalla, y esa era una situación que esperaba que no se pareciera nada a la actual. Pues no me apetecía tener que matar a la loba, y me sonaba aun menos atrayente que fuese ella quien me matase a mi.- Y bueno, ¿qué estabas haciendo por el bosque sola antes de caerte en la rama?- Seguí preguntando aprovechando que parecía estar más comunicativa, y de paso alargando un poco el respiro que la estaba dando antes de seguir.
- Bueno, los nombres no se me dan demasiado bien. Pero vamos a hacer como que es porque es inventado y no porque sea un desastre.- La respondí mientras seguía trabajando en su herida.- Y bueno, no era un mal plan. Quiero decir, ya impones un poco sin más, si hubieras dicho que te empalaste tu sola si que hubieras perdido bastante el respeto en esa situación.
Entonces iba a continuar para ver si lograba terminar ya de limpiarla de astillas, pero me agarró una de las muñecas para que no avanzara más. Viendo su expresión de dolor, me detuve unos momentos para que recobrara las fuerzas, aunque tampoco podría esperar demasiado, pues aunque su herida no fuera muy grave, dejarla sin atención mucho tiempo no podría salir bien. Aproveché también la pausa para volver a poner el paño sobre su herida para frenar el sangrado, y además volver a cargar la tela de sangre para aguantar yo el resto del tiempo que quedaba de cura.
- Si, soy Corlys. ¿Y tú como te llamas? Que ahora que lo pienso, eso de estar tan cerca sin saber como nos llamamos es un poco extraño.- La única circunstancia que me veía a la cabeza en la que hubiera estado a tan poca distancia de alguien a quien no conociera era en batalla, y esa era una situación que esperaba que no se pareciera nada a la actual. Pues no me apetecía tener que matar a la loba, y me sonaba aun menos atrayente que fuese ella quien me matase a mi.- Y bueno, ¿qué estabas haciendo por el bosque sola antes de caerte en la rama?- Seguí preguntando aprovechando que parecía estar más comunicativa, y de paso alargando un poco el respiro que la estaba dando antes de seguir.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
¿Cómo que imponía solo un poco? ¿Solo un poco? «Tsk»
—Me parece más extraño que estés chupando mi sangre… ¿Corlys? —repitió el nombre que había dicho, para que le confirmara que lo había oído bien y se quedó callada.
Ahora le tocaba a ella, sí. Solo era decir su nombre. Tampoco era tan comprometido, ¿no? No era relevar tantísimo sobre ella. Pero el miedo a sentirse demasiado expuesta todavía estaba allí presente y el trato con otra persona que no fuera para un interés comercial lo tenía oxidado desde hacía tiempo. Quizás demasiado. Más de lo que le gustaría, desde luego. Pero había algo en él… algo que le inspiraba confianza, aunque fuera de locos que sintiera eso.
—Nemäin. Y bueno… siempre estoy sola —«Mierda» Otra cosa que no tendría que haberle dicho—. Es decir, la cacería es solitaria y me dedico a ello. Soy cazadora, comercio con las piezas que consigo y voy tirando. Vivo en el mismo bosque, ya sabes. En mi caso supongo que sí que es verdad la fama de gruñones ermitaños de los licántropos. Aunque estoy segura de que no lo has notado. Sé que no se me nota nada —bromeó, y le soltó por fin la muñeca cuando se dio cuenta de que llevaba demasiado tiempo aferrándosela.
—¿Tú qué estabas haciendo por el bosque antes de que te dejaran cojo? —intentó emular sus palabras—. ¿También estabas por aquí por trabajo? ¿De dónde eres? No pareces de por aquí… Te habría visto alguna vez. —Estaba nuevamente inquieta, por eso lo fulminó un poco a preguntas, sin saber muy bien siquiera lo que estaba diciendo.
De hecho, se movió, no pudo estarse inmóvil, revolviéndose con nerviosismo en el suelo, esperando los tirones dolorosos en cualquier momento, pero sin rebajarse a pedirle que la avisara.
—Me parece más extraño que estés chupando mi sangre… ¿Corlys? —repitió el nombre que había dicho, para que le confirmara que lo había oído bien y se quedó callada.
Ahora le tocaba a ella, sí. Solo era decir su nombre. Tampoco era tan comprometido, ¿no? No era relevar tantísimo sobre ella. Pero el miedo a sentirse demasiado expuesta todavía estaba allí presente y el trato con otra persona que no fuera para un interés comercial lo tenía oxidado desde hacía tiempo. Quizás demasiado. Más de lo que le gustaría, desde luego. Pero había algo en él… algo que le inspiraba confianza, aunque fuera de locos que sintiera eso.
—Nemäin. Y bueno… siempre estoy sola —«Mierda» Otra cosa que no tendría que haberle dicho—. Es decir, la cacería es solitaria y me dedico a ello. Soy cazadora, comercio con las piezas que consigo y voy tirando. Vivo en el mismo bosque, ya sabes. En mi caso supongo que sí que es verdad la fama de gruñones ermitaños de los licántropos. Aunque estoy segura de que no lo has notado. Sé que no se me nota nada —bromeó, y le soltó por fin la muñeca cuando se dio cuenta de que llevaba demasiado tiempo aferrándosela.
—¿Tú qué estabas haciendo por el bosque antes de que te dejaran cojo? —intentó emular sus palabras—. ¿También estabas por aquí por trabajo? ¿De dónde eres? No pareces de por aquí… Te habría visto alguna vez. —Estaba nuevamente inquieta, por eso lo fulminó un poco a preguntas, sin saber muy bien siquiera lo que estaba diciendo.
De hecho, se movió, no pudo estarse inmóvil, revolviéndose con nerviosismo en el suelo, esperando los tirones dolorosos en cualquier momento, pero sin rebajarse a pedirle que la avisara.
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Asentí cuando repitió mi nombre, dándome cuenta que igual si era más raro lo de estar bebiéndome su sangre sin saber como se llamaba, al menos para alguien que no fuera un vampiro. Pues no es como si la mayoría tuviese muchos miramientos a la hora de beberse a alguien, incluso ahora que intentaba no beber personas, cuando caía en la mayoría de los casos era por un combate que se complicaba, y en esos casos desconocía totalmente la identidad de la víctima.
- Pues ahora que lo dices, no te falta razón.
Después se presentó ella y me contó un poco de su vida, al parecer era cazadora y vivía sola en el bosque. Y sabiendo eso entendía algo mejor su actitud tan áspera. Aunque me sorprendió que se animara a bromear un poco con la fama de gruñones de los suyos antes de soltarme la mano y preguntarme sobre mi.
- Si, estaba por trabajo. Tenía que entregar un paquete a un tipo, pero no se si era una trampa o tuve mala suerte, porque me encontré a varios licántropos de intenciones poco honestas. Trabajo haciendo esas cosas que la gente con sentido común prefieren que hagan otros.- Antes de seguir hablando, me volví hacia su herida para terminar con la limpieza.- Intenta no moverte, que no queremos que te haga una avería aún mayor.- Tras decir eso me puse a tirar de las escasas astillas que quedaban.- Y yo... pues podríamos decir que soy de Lunargenta. Aunque apenas he pasado por esa ciudad desde que me convirtieron.- No es que tuviera demasiadas ganas de encontrarme con mi familia cuando era humano, y no es que esas ganas hubieran aumentado después.- Así que vivo un poco donde puedo, moviéndome según donde surja algo que hacer.
Ya me parecía que solo quedaba una por sacar, pero la había estado dejando para después porque suponía que iba a doler, y no precisamente poco.
- Y me sorprende que vivas sola. Pensaba que los licántropos solían ir en grupos. Aunque bueno, tampoco es que los vampiros me enseñaran mucho de los vuestros más allá de si ves uno, aléjate.- Comenté justo antes de agarrar la astilla y darle el tirón definitivo.
- Pues ahora que lo dices, no te falta razón.
Después se presentó ella y me contó un poco de su vida, al parecer era cazadora y vivía sola en el bosque. Y sabiendo eso entendía algo mejor su actitud tan áspera. Aunque me sorprendió que se animara a bromear un poco con la fama de gruñones de los suyos antes de soltarme la mano y preguntarme sobre mi.
- Si, estaba por trabajo. Tenía que entregar un paquete a un tipo, pero no se si era una trampa o tuve mala suerte, porque me encontré a varios licántropos de intenciones poco honestas. Trabajo haciendo esas cosas que la gente con sentido común prefieren que hagan otros.- Antes de seguir hablando, me volví hacia su herida para terminar con la limpieza.- Intenta no moverte, que no queremos que te haga una avería aún mayor.- Tras decir eso me puse a tirar de las escasas astillas que quedaban.- Y yo... pues podríamos decir que soy de Lunargenta. Aunque apenas he pasado por esa ciudad desde que me convirtieron.- No es que tuviera demasiadas ganas de encontrarme con mi familia cuando era humano, y no es que esas ganas hubieran aumentado después.- Así que vivo un poco donde puedo, moviéndome según donde surja algo que hacer.
Ya me parecía que solo quedaba una por sacar, pero la había estado dejando para después porque suponía que iba a doler, y no precisamente poco.
- Y me sorprende que vivas sola. Pensaba que los licántropos solían ir en grupos. Aunque bueno, tampoco es que los vampiros me enseñaran mucho de los vuestros más allá de si ves uno, aléjate.- Comenté justo antes de agarrar la astilla y darle el tirón definitivo.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
«¿Cómo eran? ¿Cómo eran los licántropos?» Por segunda vez, supo que tendría que preguntar. Quería preguntar, pero no pudo. No estaba preparada… Tragó saliva, llamándose cobarde por dentro, vejándose, e intentando centrarse en escuchar a Corlys, no pensar, no pensar en nada más. Ella también quería que lograra distraerla. Tanto del malestar físico, como del emocional. En ese instante, no quería otra cosa.
''Trabajo haciendo esas cosas que la gente con sentido común prefiere que hagan otros''. ¿Eso qué significaba? ¿Chico para todo? ¿Mercenario tal vez?
—Es más fácil decirlo que hacerlo… —susurró, cuando le pidió que se quedara quieta—. Nunca he estado en Lunargenta. Te pega ser de allí. —¿Sería bonita? Se la había imaginado más de una vez. Grande y hasta, en cierta forma, sofisticada sin ningún motivo.
Sintió curiosidad por lo de convertirse cuando lo mencionó. Siempre se había preguntado cómo sería, los detalles, pero decidió no preguntarle por ello. Al menos, no todavía. Aunque...
—¿Y cuánto hace que te convirtieron? Aparentas 100 años, por lo menos —le vaciló, casi como si fueran amigos y después negó con la cabeza—. Los que viven en manada son los lobos propiamente dichos. Los licántropos no tanto. Aunque yo… sí que tenía familia. —Pensó primero en alguien en concreto, alguien que enseguida le ensombrecía el rostro de sufrimiento. Mejor incluso que la herida abierta. Luego pensó en sus padres. En su madre, que poseía conocimientos de curandera y la habría tratado enseguida mientras le echaba un reprimenda por no ir con cuidado. Según su experiencia, una vez que faltaban tus padres, las broncas era lo primero que se echaba en falta, por contradictorio que pareciera—. Antes que todo se fuera a la mierda… tuve familia… —Se fue callando, miró el techo e intentó volver a recomponerse para no parecer aún más débil. Le soltaría alguna ironía. Sí, iba a usar de nuevo su método de autodefensa—. ¿Eres rubio teñi… —pero no pudo acabar la frase, pues la explosión de dolor fue súbita—. ¡Aaah! —Soltó un grito y le lanzó una hostia a Corlys en un acto reflejo—. ¡Joder!
Y, de lado como estaba, vomitó finalmente, vomitó de dolor. E intentó respirar hondo, dentro fuera, sollozó unos segundos y volvió a intentar calmarse poco a poco. Poco a poco. Ya había pasado.
''Trabajo haciendo esas cosas que la gente con sentido común prefiere que hagan otros''. ¿Eso qué significaba? ¿Chico para todo? ¿Mercenario tal vez?
—Es más fácil decirlo que hacerlo… —susurró, cuando le pidió que se quedara quieta—. Nunca he estado en Lunargenta. Te pega ser de allí. —¿Sería bonita? Se la había imaginado más de una vez. Grande y hasta, en cierta forma, sofisticada sin ningún motivo.
Sintió curiosidad por lo de convertirse cuando lo mencionó. Siempre se había preguntado cómo sería, los detalles, pero decidió no preguntarle por ello. Al menos, no todavía. Aunque...
—¿Y cuánto hace que te convirtieron? Aparentas 100 años, por lo menos —le vaciló, casi como si fueran amigos y después negó con la cabeza—. Los que viven en manada son los lobos propiamente dichos. Los licántropos no tanto. Aunque yo… sí que tenía familia. —Pensó primero en alguien en concreto, alguien que enseguida le ensombrecía el rostro de sufrimiento. Mejor incluso que la herida abierta. Luego pensó en sus padres. En su madre, que poseía conocimientos de curandera y la habría tratado enseguida mientras le echaba un reprimenda por no ir con cuidado. Según su experiencia, una vez que faltaban tus padres, las broncas era lo primero que se echaba en falta, por contradictorio que pareciera—. Antes que todo se fuera a la mierda… tuve familia… —Se fue callando, miró el techo e intentó volver a recomponerse para no parecer aún más débil. Le soltaría alguna ironía. Sí, iba a usar de nuevo su método de autodefensa—. ¿Eres rubio teñi… —pero no pudo acabar la frase, pues la explosión de dolor fue súbita—. ¡Aaah! —Soltó un grito y le lanzó una hostia a Corlys en un acto reflejo—. ¡Joder!
Y, de lado como estaba, vomitó finalmente, vomitó de dolor. E intentó respirar hondo, dentro fuera, sollozó unos segundos y volvió a intentar calmarse poco a poco. Poco a poco. Ya había pasado.
Nemäin
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Nemäin seguía con sus quejas y su ironía, pero parecía ir abriéndose un poco, incluso me dijo que tenía una familia antes de que todo se fuera a la mierda, aunque se veía que era un tema duro para ella y no tardó en cambiar de tema con una broma. Pero entonces la saqué la astilla que quedaba y su reacción me pilló completamente desprevenido. La bofetada me enganchó de lleno y me sentó en el suelo del golpe. Seguidamente, se dobló y empezó a vomitar, y aunque no iba dirigido hacia mi, todavía no me había recuperado de la sorpresa de la hostia y no reaccioné para esquivar las salpicaduras.
Me quedé sentado observándola en silencio mientras pasaba el mal rato, y cuando empezó a serenarse me levanté para coger una manta y limpiarme los restos de vómito con ayuda de un poco de agua de la cantimplora.
- Vaya. Había otras formas de decirme que como curandero no valgo. Aunque no hubieran sido igual de contundentes.- Tras quitarme los restos de pota, aunque el olor fuera algo que sonaba más complicado de eliminar, me agaché de nuevo a un par de pasos de ella y le pasé la cantimplora rodando por el suelo, por el lado que no estaba manchado.- Bebe un poco, te vendrá bien.
Esperé unos momentos sin saber bien que hacer en este tipo de ocasiones, y como no llegué a ninguna conclusión, opté por seguir como si nada y continuar la conversación intrascendente.
- Que duro que pienses que soy tan viejo, aunque bueno, si que llevo convertido en vampiro unos cuantos años... 30, creo. No, espera, eran 31, si. Y lo del pelo no es que me haya teñido, o al menos no de la forma habitual, se me quedó así al transformarme.- Me pasé la mano por el pelo, pensando en que ya hacía más tiempo que lo tenía de ese color que lo que había sido moreno.- Y deberías visitar Lunargenta, es bastante impresionante. Pero no alargues más la visita que entonces se empieza a notar que no deja de ser un estercolero lleno de gente.
Pensé en preguntarla sobre su familia, pero visto que era un tema del que parecía costarla hablar, no me pareció el mejor momento para hacerlo. Así que me decidí por dejarlo estar, al menos por ahora.
Me quedé sentado observándola en silencio mientras pasaba el mal rato, y cuando empezó a serenarse me levanté para coger una manta y limpiarme los restos de vómito con ayuda de un poco de agua de la cantimplora.
- Vaya. Había otras formas de decirme que como curandero no valgo. Aunque no hubieran sido igual de contundentes.- Tras quitarme los restos de pota, aunque el olor fuera algo que sonaba más complicado de eliminar, me agaché de nuevo a un par de pasos de ella y le pasé la cantimplora rodando por el suelo, por el lado que no estaba manchado.- Bebe un poco, te vendrá bien.
Esperé unos momentos sin saber bien que hacer en este tipo de ocasiones, y como no llegué a ninguna conclusión, opté por seguir como si nada y continuar la conversación intrascendente.
- Que duro que pienses que soy tan viejo, aunque bueno, si que llevo convertido en vampiro unos cuantos años... 30, creo. No, espera, eran 31, si. Y lo del pelo no es que me haya teñido, o al menos no de la forma habitual, se me quedó así al transformarme.- Me pasé la mano por el pelo, pensando en que ya hacía más tiempo que lo tenía de ese color que lo que había sido moreno.- Y deberías visitar Lunargenta, es bastante impresionante. Pero no alargues más la visita que entonces se empieza a notar que no deja de ser un estercolero lleno de gente.
Pensé en preguntarla sobre su familia, pero visto que era un tema del que parecía costarla hablar, no me pareció el mejor momento para hacerlo. Así que me decidí por dejarlo estar, al menos por ahora.
Corlys Glokta
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Re: Sal en las heridas, ¿o no? | Corlys Glokta [Privado]
Ella permaneció unos minutos callada, ligeramente traspuesta, pero intentando escucharlo con atención para no desfallecer de verdad.
—Lo siento, no era mi intención pegarte —le dijo después de ese rato, cuando pudo volver a enfocarlo, pues se sentía culpable—. Y de paso, tampoco vomitarte encima.
El pobre Corlys parecía estar participando en el concurso: ¿Cuántos fluidos de Nemäin soy capaz de probar en una sola noche? Iba para nota. Le ofreció la camisa que él le había dado en primera instancia, por si quería volver a cambiarse, a la vez que aceptaba la vuelta de su bota de agua y daba un trago, limpiándose la boca de los restos y del sabor a hiel.
—Así que odias tu tierra natal… —concluyó, pasándose la manga por los labios. Distaba mucho de ser una señorita, así que sus modales y maneras eran un poco toscas—. Y odias a los vampiros también, ¿no? —agregó, haciendo un repaso de todo lo que había dicho, y habiéndose percatado de que, como ella, nunca se incluía en el plural de sus congéneres—. O, al menos a alguno de ellos. ¿Es muy duro saber que vas a vivir tanto y seguir maldito? —Quizás se había puesto demasiado profunda o pinchado en hueso, pero, a sus ojos, ser vampiro no parecía tener nada de divertido. Él también habría sufrido lo suyo.
Igual seguía sufriendo. Igual también tenían eso en común, además de lo de ser rematadamente torpes, claro.
Hubo un silencio. Y se escuchó la lluvia fuera. Un relámpago iluminó el interior de la cueva. Estalló un trueno. Nemäin odiaba las tormentas, pero les venía bien. El agua disiparía las huellas y los olores de ambos. Y además podrían volver a llenar la bota, que casi se había quedado vacía.
—Oye, has dicho que la herida necesita sutura. Tendrás que buscar con qué, a ver si hay suerte. ¿Sabes hacerlo? Coser, no buscar digo.
—Lo siento, no era mi intención pegarte —le dijo después de ese rato, cuando pudo volver a enfocarlo, pues se sentía culpable—. Y de paso, tampoco vomitarte encima.
El pobre Corlys parecía estar participando en el concurso: ¿Cuántos fluidos de Nemäin soy capaz de probar en una sola noche? Iba para nota. Le ofreció la camisa que él le había dado en primera instancia, por si quería volver a cambiarse, a la vez que aceptaba la vuelta de su bota de agua y daba un trago, limpiándose la boca de los restos y del sabor a hiel.
—Así que odias tu tierra natal… —concluyó, pasándose la manga por los labios. Distaba mucho de ser una señorita, así que sus modales y maneras eran un poco toscas—. Y odias a los vampiros también, ¿no? —agregó, haciendo un repaso de todo lo que había dicho, y habiéndose percatado de que, como ella, nunca se incluía en el plural de sus congéneres—. O, al menos a alguno de ellos. ¿Es muy duro saber que vas a vivir tanto y seguir maldito? —Quizás se había puesto demasiado profunda o pinchado en hueso, pero, a sus ojos, ser vampiro no parecía tener nada de divertido. Él también habría sufrido lo suyo.
Igual seguía sufriendo. Igual también tenían eso en común, además de lo de ser rematadamente torpes, claro.
Hubo un silencio. Y se escuchó la lluvia fuera. Un relámpago iluminó el interior de la cueva. Estalló un trueno. Nemäin odiaba las tormentas, pero les venía bien. El agua disiparía las huellas y los olores de ambos. Y además podrían volver a llenar la bota, que casi se había quedado vacía.
—Oye, has dicho que la herida necesita sutura. Tendrás que buscar con qué, a ver si hay suerte. ¿Sabes hacerlo? Coser, no buscar digo.
Nemäin
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