Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
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Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
Martillos, picos y el sonido de cestas y cajas arrastradas por el suelo era lo más escuchado en el túnel que la Guardia buscaba ampliar. La idea no era algo extraño, ni nada que nunca se hubiera hecho antes. Tratar de minar la parte exterior de las defensas de la base de los biocibernéticos era una jugada bien pensada, que podría abrir un enorme hueco en sus defensas e inclinar la balanza del lado de los sitiadores. Los zapadores se afanaban en revestir los puntos críticos de la estructura con pilares de madera, pero los sustos y el terror a un derrumbe y a quedar enterrados en vida hacían sudar de pánico a los más valientes. Los desafortunados que debían trabajar allí se turnaban cada pocas horas, pues el esfuerzo, el polvo y la falta de luz natural hacían mella en los soldados.
Aquellos que protegían a los zapadores notaban el calor bajo su vestimenta y sus armaduras. También sentían el aguijón de lo desconocido- Al igual que el mar, el interior de la tierra albergaba leyendas y monstruos acrecentados por la imaginación de quienes temían enfrentar criaturas de las que habían oído hablar en torno a fuego, siendo niños protegidos disipando con la luz del día siguiente los malos pensamientos. En esos momentos, cualquier chillido, cualquier sonido difícil de explicar erizaba el vello de la nuca.
Un extraño ruido pasó, raudo, y los obreros continuaron la expansión del túnel, hasta que un temblor de tierra mudó el rostro de todos los presentes, del primero al último. Nada había más aterrador que un corrimiento de tierra estando bajo ella. Y cuando una de las paredes de lo excavado, que daba directamente al túnel principal sufrió la abertura de un boquete, la soldado que dirigía el turno de excavación ya tenía el grito de huida en los labios.
Pero no lo pronunció.
Una flecha de basta confección le acertó en el cuello, desplomándola hacia atrás, e iniciando una algarabía de chillidos que precedió al internamiento de unas decenas de formas humanoides con aspecto reptiliano en la obra de ingeniería humana. A partir de su entrenamiento de años, los guerreros de la Guardia no tardaron en rehacerse.
Sólo unos lejanos chasquidos, diferentes a todo cuanto habían escuchado, hicieron pensar a quienes lograron mantener la mente más fría, qué demonios podría ocurrir ahora.
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Off: A pesar de la buena idea del túnel, ya habéis visto que la Guardia no es la única con intereses en el subsuelo. Han perturbado un nido de Kobolds, que no están dispuestos a dejaros cruzar por lo que consideran su territorio. Son tres veces más numerosos, y aunque con vuestras habilidades podéis matar a varios de ellos, los soldados han sido divididos en dos grupos por el ataque. Podéis tratar de dirigirlos, ya que han quedado sin líder.
¿Qué habrá sido ese otro sonido? ¿Pueden ponerse peor las cosas?
Siempre.
Ger
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
Cuando me ofrecí para escoltar a los trabajadores en la creación de este túnel no había esperado un ambiente tan agobiante. Estaba acostumbrado a la oscuridad y al polvo, pero tanta gente trabajando convertía esto en un horno, y los ruidos sospechosos no ayudaban a calmar el ambiente, ninguno de los zapadores quería quedar atrapado bajo tierra, y yo tampoco. Si el único problema hubiera sido ese ambiente, la misión hubiera estado bien, sin embargo, las cosas nunca eran tan sencillas.
De repente, habíamos escuchado un sonido extraño, y lo siguiente había sido una pared viniéndose abajo, una flecha derribando a la líder de los soldados y una horda de kobolds entrando por el agujero. Los primeros momentos fueron los peores, al estar los soldados separados trabajando, los kobolds se colaron entre ellos provocando varias bajas. Ensarté al primero que se acercó y le tiré un pico que encontré en el suelo a otro que iba a atacar a una soldado por la espalda. Era todo una locura, golpeaba todo kobold que se acercaba, pero algún golpe estuvo a punto de alcanzar a un soldado, y eso que yo podía ver bien en esas condiciones, así que no me extrañaba que tuviese que parar varios ataques que procedían de mi mismo bando.
- ¡Agrupaos!- Prácticamente nadie me escuchó, pero al menos la mujer a la que acababa de salvar y un par más se habían quedado junto a mi y así podíamos evitar que nos atacasen por la espalda. Y se veía que el resto también se había dado cuenta de que solos no podíamos salir de esta porque se iban formando otros grupos, y estos se iban juntando entre ellos.
Finalmente nos conseguimos unir en dos grupos, separados por la horda de kobolds, lamentablemente, el mío era el que quedó atrapado entre el agujero de los kobols y el final del túnel. Y por si no fuera suficiente con eso estábamos sin un líder después de que su primer ataque hubiera sido acabar con la jefa. Un par de soldados intentaban hacerse con el mando, pero se estaban llevando la contraria y solo la liaban más. Yo carecía de la relación necesaria con esta gente o la fama para que me escuchasen, pero al menos si que tenía algunos trucos con los que quizás podría hacer que me escuchasen y confiar en que en el tiempo que durase el efecto confiaran algo en mi.[1]
- ¡Tenemos que extendernos hasta las paredes! No podemos dejar que nos rodeen. ¡Y escudos arriba que tienen arcos!- Me giré hacia la chica de antes.- Tu cúbreme las espaldas. Hasta que no hayamos limpiado una zona no podemos descuidarnos.- No sabía en que momento se me había ocurrido meterme en esto sin un escudo, desde luego estaba entre mis ideas menos brillantes, y eso que la lista era larga.
Avancé junto a la línea de soldados que se expandía a la derecha, escudándome tras la primera línea y atacando a los kobols que se quedaban a intentar mantener su posición en vez de retroceder hacia el agujero de donde habían salido. Estábamos progresando bastante cuando escuché un estruendo de escudos chocando desde la otra pared.
- Seguid así hasta que hayamos llenado todo el espacio entre el final del túnel y la horda de kobolds, y vigilad que ninguno se nos haya colado por medio.- Le comenté a mi improvisada segunda, y entonces me dirigí hacia los del otro lado.- ¡Parad de hacer ruido! Que está muy bien que aturda a esos bichos, pero no queremos que el estruendo nos derrumbe el túnel encima.- Al principio dudaron de que hacer, pero se vio que la perspectiva de quedar sepultados les terminó por convencer y se detuvieron.
No tardamos mucho más en liberar nuestra parte de kobolds, pero habían seguido saliendo por el agujero y la posibilidad de poder abrir camino hasta la salida era más bien escasa. Ya habíamos perdido bastante personal por el ataque sorpresa y dudaba que estuviésemos en condiciones de avanzar tanto. Quizás seguir recto si, pero al llegar al agujero nos veríamos atacados por dos frentes, y eso solo podía salir mal. Andaba escaso de ideas sobre como salir con vida, pero tampoco tenía ninguna intención de quedarme aquí a ver que pasaba, así que tendría que hacer lo que cualquier líder que se quedaba sin un plan, buscar a alguien que los pensara por él. Así que me giré hacia la chica a ver si había suerte.
- ¿Cómo te llamas?
- Vic.
- Pues bien, Vic. ¿Tienes alguna idea sobre cómo salir de aquí?
- La única opción es avanzar, no hay más salidas. Pero nos superan en número y están en su terreno.
- Vaya.- Tendría que improvisarme algo, pero lo cierto es que no la faltaba razón. Al menos parecía que el grupo al otro lado aguantaba. Tendríamos que confiar en que puedan ayudarnos.- ¡Intentad avanzar hasta el agujero! ¡Pero no lo paséis! ¡Si aguantan su posición resistid, lo que no podemos dejar es que nos hagan retroceder!
De momento el plan llegaba hasta allí. Si éramos capaces de mantener la posición y los otros no se acercaban, habría que buscar la forma de decirles que lo hicieran, pero eso era problema del nosotros del futuro. Mientras seguía avanzando en segunda línea, golpeando entre los huecos de los soldados, no podía dejar de preguntarme que pensarían mis antiguos jefes de la Guardia de Lunargenta de verme dirigiendo a esta gente. Me gustaría pensar que se sentirían orgullosos, pero seguramente estuvieran retorciéndose en su tumba, después de todo, me habían echado porque no soportaban que siempre les estuviera cuestionando.
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[1] Presencia Vampírica: [Mágica] Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.
De repente, habíamos escuchado un sonido extraño, y lo siguiente había sido una pared viniéndose abajo, una flecha derribando a la líder de los soldados y una horda de kobolds entrando por el agujero. Los primeros momentos fueron los peores, al estar los soldados separados trabajando, los kobolds se colaron entre ellos provocando varias bajas. Ensarté al primero que se acercó y le tiré un pico que encontré en el suelo a otro que iba a atacar a una soldado por la espalda. Era todo una locura, golpeaba todo kobold que se acercaba, pero algún golpe estuvo a punto de alcanzar a un soldado, y eso que yo podía ver bien en esas condiciones, así que no me extrañaba que tuviese que parar varios ataques que procedían de mi mismo bando.
- ¡Agrupaos!- Prácticamente nadie me escuchó, pero al menos la mujer a la que acababa de salvar y un par más se habían quedado junto a mi y así podíamos evitar que nos atacasen por la espalda. Y se veía que el resto también se había dado cuenta de que solos no podíamos salir de esta porque se iban formando otros grupos, y estos se iban juntando entre ellos.
Finalmente nos conseguimos unir en dos grupos, separados por la horda de kobolds, lamentablemente, el mío era el que quedó atrapado entre el agujero de los kobols y el final del túnel. Y por si no fuera suficiente con eso estábamos sin un líder después de que su primer ataque hubiera sido acabar con la jefa. Un par de soldados intentaban hacerse con el mando, pero se estaban llevando la contraria y solo la liaban más. Yo carecía de la relación necesaria con esta gente o la fama para que me escuchasen, pero al menos si que tenía algunos trucos con los que quizás podría hacer que me escuchasen y confiar en que en el tiempo que durase el efecto confiaran algo en mi.[1]
- ¡Tenemos que extendernos hasta las paredes! No podemos dejar que nos rodeen. ¡Y escudos arriba que tienen arcos!- Me giré hacia la chica de antes.- Tu cúbreme las espaldas. Hasta que no hayamos limpiado una zona no podemos descuidarnos.- No sabía en que momento se me había ocurrido meterme en esto sin un escudo, desde luego estaba entre mis ideas menos brillantes, y eso que la lista era larga.
Avancé junto a la línea de soldados que se expandía a la derecha, escudándome tras la primera línea y atacando a los kobols que se quedaban a intentar mantener su posición en vez de retroceder hacia el agujero de donde habían salido. Estábamos progresando bastante cuando escuché un estruendo de escudos chocando desde la otra pared.
- Seguid así hasta que hayamos llenado todo el espacio entre el final del túnel y la horda de kobolds, y vigilad que ninguno se nos haya colado por medio.- Le comenté a mi improvisada segunda, y entonces me dirigí hacia los del otro lado.- ¡Parad de hacer ruido! Que está muy bien que aturda a esos bichos, pero no queremos que el estruendo nos derrumbe el túnel encima.- Al principio dudaron de que hacer, pero se vio que la perspectiva de quedar sepultados les terminó por convencer y se detuvieron.
No tardamos mucho más en liberar nuestra parte de kobolds, pero habían seguido saliendo por el agujero y la posibilidad de poder abrir camino hasta la salida era más bien escasa. Ya habíamos perdido bastante personal por el ataque sorpresa y dudaba que estuviésemos en condiciones de avanzar tanto. Quizás seguir recto si, pero al llegar al agujero nos veríamos atacados por dos frentes, y eso solo podía salir mal. Andaba escaso de ideas sobre como salir con vida, pero tampoco tenía ninguna intención de quedarme aquí a ver que pasaba, así que tendría que hacer lo que cualquier líder que se quedaba sin un plan, buscar a alguien que los pensara por él. Así que me giré hacia la chica a ver si había suerte.
- ¿Cómo te llamas?
- Vic.
- Pues bien, Vic. ¿Tienes alguna idea sobre cómo salir de aquí?
- La única opción es avanzar, no hay más salidas. Pero nos superan en número y están en su terreno.
- Vaya.- Tendría que improvisarme algo, pero lo cierto es que no la faltaba razón. Al menos parecía que el grupo al otro lado aguantaba. Tendríamos que confiar en que puedan ayudarnos.- ¡Intentad avanzar hasta el agujero! ¡Pero no lo paséis! ¡Si aguantan su posición resistid, lo que no podemos dejar es que nos hagan retroceder!
De momento el plan llegaba hasta allí. Si éramos capaces de mantener la posición y los otros no se acercaban, habría que buscar la forma de decirles que lo hicieran, pero eso era problema del nosotros del futuro. Mientras seguía avanzando en segunda línea, golpeando entre los huecos de los soldados, no podía dejar de preguntarme que pensarían mis antiguos jefes de la Guardia de Lunargenta de verme dirigiendo a esta gente. Me gustaría pensar que se sentirían orgullosos, pero seguramente estuvieran retorciéndose en su tumba, después de todo, me habían echado porque no soportaban que siempre les estuviera cuestionando.
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[1] Presencia Vampírica: [Mágica] Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.
Corlys Glokta
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
Bajo el manto de la tierra era difícil imaginar el tiempo transcurrido. Sin la luna, las estrellas o el sol para guiarse, solo contaban con algún reloj de arena para cuantificar el tiempo. Sin embargo, grano a grano, el tiempo se volvía monótono y aburrido. Sin la fuerza del cambio el mundo solía serlo.
Vincent contemplaba como el río arena caía una vez más hacia abajo, pensando si de verdad valía la pena tener un registro de aquello. De cualquier manera, para los que allí dentro estaban, no importaba por ahora lo que ocurriera fuera. En aquellos instantes, esa mina era el único mundo que debía importarles. Su misión, su actual prioridad, estaba allí dentro y cada vez que un grupo de trabajadores estaba exhausto, solo debían salir y el relevo entraba.
Aquel reloj de arena solo era la necesidad que tenían los seres pensantes de observar lo obvio. Que el tiempo seguía su curso, aunque ellos allí abajo no veían más que lo mismo una y otra vez. Agujeros que se agrandaban por el poder de la fuerza, pilares que sostenían el peso de la tierra sobre sus cabezas y les permitían avanzar de una pieza.
No obstante, por invariable que fuese el entorno visto, el progreso estaba ahí. Todo estaba siguiendo su curso. Y tanto en asedios, como en operaciones como aquellas, la voluntad del guerrero se medía de la misma que en asalto frontal. La paciencia no era un bien necesario solo en otros oficios, para soldados, guerreros y mercenarios era igual de importante.
- Aunque hay situaciones que superan a otras-, se dijo el brujo, contemplando cómo en poco tiempo la arena del reloj llegaría a su final, y alguien tendría que darle la vuelta si querían mantener esos cálculos.
El mercenario suspiró resignado y dejó de abrazar sus piernas, que tenía recogidas contra su cuerpo mientras estaba sentado sobre una roca. Aprovechando el movimiento se estiró y desperezó, para luego tomar un cacito con agua del interior del barril más cercano. Finalmente el brujo tomaría un trago sin pegar los labios, devolvería el cazo de madera al barril y volvería a sentarse sobre la piedra. No sin antes pasarse los dedos mojados por la nuca mientras estiraba el cuello.
«Maldito calor. Estos humanos deben estar pasándolo fatal. Su entrega y fortaleza es innegable», pensó el brujo, mientras contemplaba una pareja de obreros pasar con otro cesto cargado de tierra y piedra.
Seguro que más de uno pensaba de qué les valía un brujo que solo miraba. Pero la respuesta a esa pregunta era algo que esos mismos obreros jamás desearían padecer. Desgraciadamente, la condición de los seres pensantes era la de darse cuenta de la importancia de las cosas en el momento mismo de necesitarlas.
Un ruido atronador se escuchó en un lugar lejano de la posición del mercenario, que instintivamente se levantó y reculó unos pasos por el temor a que el corrimiento de tierra siguiera su curso hasta donde se encontraban ellos. Más el ruido no sólo cesó, sino que la supuesta alarma para esos casos nunca llegó.
El brujo ya pensaba que algo iba mal cuando el sonido del acero contra el acero, los chasquidos de las ballestas y los alaridos de dolor y de la refriega resonaron por el túnel. Era un sonido reconocible. El sonido de la muerte haciéndose amo y señor del lugar.
- Trabajadores, marchaos. Alertad al campamento, para que nos manden refuerzos-, les dijo a los trabajadores más cercanos. Al tiempo que se encaminaba hacia la batalla y se colocaba sus guantes.
Los soldados de la guardia eran hombres y mujeres avezados. En los últimos tiempos, habían luchado en alguna que otra guerra y de ellos podía esperar lo mejor sin solicitarles nada. No en vano, pese a la sorpresa inicial por el repentino ataque, no tardaron en reorganizarse lo mejor posible.
- Hay que romper su línea-, manifestó, desenvainando una de sus espadas al ver a los primeros enemigos.
Vincent hizo un movimiento hacia adelante con su mano zurda y el golpe de aire frenó levemente a dos de los asaltantes del grupo que se acercaba. Fue algo casi imperceptible, pero suficiente para descompasar la carrera de los dos afectados y desorganizar lo suficiente a dicho grupo.
El mercenario inició un contraataque de fuego y luz con el que cortó en diagonal el costado del primero de sus rivales. Sin perder el paso, cercenó la diestra del siguiente enemigo más cercano. Una daga voló para instalarse en el cuello del tercero de los atacantes. El característico sonido del aire de la respiración entremezclándose con el líquido que daba la vida, y en estos casos quitaba, hizo dudar al cuarto de los agresores. El tiempo suficiente para que el acero del mentado brujo le acortara la talla a la altura del cuello.[1]
Vincent hizo un gesto rápido y contundente con su diestra para lanzar al suelo la mayor cantidad de sangre que impregnaba su acero, al tiempo que se giraba y avanzaba unos pasos hacia la posición desde la que había atacado. Aún un cuerpo sin testa luchaba por mantenerse erguido, más al final cedió a lo inevitable. Otro ser se mantenía entre la vida y la muerte, intentando mantener el riachuelo de sangre con su mano menos hábil, aquella que aún le quedaba. Una lucha fútil, que se acortó cuando varios aceros le atravesaron el cuerpo ante la marcha de los guerreros del rey.
- Eso ha sido un poco alocado.
- Los humanos y vuestro maldito orden-, comentó con cierta sorna, colocando una rodilla sobre el pecho de un kobold para recuperar su daga. La cual limpió con la tela del muerto. - Pero qué sería de nosotros sin la disciplina. Sólo bestias, seríamos-, sonrió al soldado, estando de acuerdo con su forma de pensar. - Tranquilo, no soy un perturbado, solo era una avanzadilla con el objetivo de probarnos y calcular nuestro número y valía. Ahora viene lo bueno-, comentó aquello último señalando por encima de su hombro con la daga, que después no tardó en recolocar en su sitio.
Más kobolds se acercaban. Muchos más kobolds.
- Maldita sea. Por aquí cerca tiene que haber vetas de piedras o metales preciosos-, manifestó otro soldado.
- Eso no importa ahora, debemos avanzar para reunirnos con el resto de los nuestros. De otro modo estarán perdidos y nosotros tras ellos. Adelante, muchachos-, dijo el que hablase al principio, comenzando un avance organizado de metal y escudos.
- O peor. Se cargarán a mi amigo y no te creas que hay tantos que me soportan-, comentó medio en broma. - En este mundo hay muchos amargados que no aguantan mi genuino estilo de mantener la moral alta-, manifestó, dibujando una pícara sonrisa en los labios. - Pero cómo has podido comprobar, no solo soy un bocazas, también se me da bien dar muerte. Os ayudaré a juntar las fuerzas.
Vincent usó su dominio en el fuego para crear un muro de fuego entre los kobols, dividirlos a su manera, y provocar que una parte de estos cabroncetes acabara aplastados contra el muro, entre el fuego y la pared.
- No está mal, eh.
El soldado bufó ante la actitud del brujo, más animó a la tropa a reemprender la marcha.
- No, nada mal para un fantasma-, comentó el soldado, esta vez en tono de broma.
Vincent rió con suavidad.
- Ya ves, eso sí me lo dicen a menudo-, comentó, siguiendo el paso de los soldados. - Pero, por chulesco que sea este tipo que te habla, te aseguro que esa cortina de fuego no durará mucho, ni que tiene la potencia que aparenta. No tengo tanto arte en ese modo de ataque y no es un hechizo que domine. Más, eso no lo saben nuestros amigos, ¿verdad? - mentó, con renovada picardía. - Además, no debe ser agradable para tipos medio ciegos que viven bajo tierra que este túnel esté tan iluminado. Oh, no me mires así, ¿no te había dicho que soy un brujo letrado que estudió en la academia de magia más prestigiosa? No solo estudiamos magia, también nos cultivamos en todo tipo de conocimientos.
En ese momento, el grupo avanzó, y el mercenario los siguió.
«Estoy gastando bastantes energías en esto, pero por ahora no tengo que luchar directamente», razonó. Para después dar rienda suelta a su magia, con la que colocó orbes de fuego por toda la zona que tenía a la vista, y que iba moviendo según le convenía. «Aprovecharé la visión tan corta que tienen»
- Son muchos, pero por fortuna, no pueden aprovechar del todo tal número en un lugar tan angosto-, manifestó, más para sí mismo, que para el resto, aunque algunos soldados asintieron. - En estos momentos, no saben lo bien que me vendría un oso artista de la rotura de caras.
Esa parte no la entendieron sus interlocutores.
«Joder, maldito Iorek. Siempre que lo necesito está tocándose el laúd en alguna parte, a cientos de kilómetros.»
Nada más pensarlo, Vincent se puso delante de la primera línea del grupo de soldados que avanzaba, ya el muro lateral de fuego había caído, pues ya no valía la pena mantenerlo y seguir gastando energías. Los luminosos orbes de fuego eran más útiles en ese momento. Sin embargo, por esa razón, las líneas tendrían que estirarse para alcanzar cuán ancho era el túnel.
- ¿Te has vuelto loco? Ahí delante solo conseguirás que te maten, puto letrado sin cabeza. Vuelve a la formación.
El mercenario dejó caer el muro porque ahora necesitaría las energías para crear un vórtice de aire y fuego que, en un lugar tan estrecho como aquel, abarcaba gran parte de la anchura del túnel. Más luz, y un viento salvador de ataques a distancia.[2]
- Qué puedo decir, me encanta el riesgo. Es el momento, a por ellos-, dijo, al tiempo que se lanzaba a la carga.
Al enemigo había que afrontarlo con valentía. eso le habían enseñado al buen sureño hacía mucho tiempo. Sin embargo, atacar y terminar de reunirse con el resto de tropas no era solo una cuestión de valor. Ese maldito ruido que se escuchaba de fondo... Algo en el fuero interior del mercenario le decía, no, le gritaba, que debían aunar fuerzas los antes posible, por el bien de todos.
Uso mi rasgo y talento en fuego para crear el muro de fuego provisional y las bolas de fuego que dan luz para molestar la visión de los topos, que diga Kobolds.
[1] Utilizo mi habilidad pasiva de nivel 1. La Danza del Aire.
[2] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 2. Vórtice de fuego.
Vincent contemplaba como el río arena caía una vez más hacia abajo, pensando si de verdad valía la pena tener un registro de aquello. De cualquier manera, para los que allí dentro estaban, no importaba por ahora lo que ocurriera fuera. En aquellos instantes, esa mina era el único mundo que debía importarles. Su misión, su actual prioridad, estaba allí dentro y cada vez que un grupo de trabajadores estaba exhausto, solo debían salir y el relevo entraba.
Aquel reloj de arena solo era la necesidad que tenían los seres pensantes de observar lo obvio. Que el tiempo seguía su curso, aunque ellos allí abajo no veían más que lo mismo una y otra vez. Agujeros que se agrandaban por el poder de la fuerza, pilares que sostenían el peso de la tierra sobre sus cabezas y les permitían avanzar de una pieza.
No obstante, por invariable que fuese el entorno visto, el progreso estaba ahí. Todo estaba siguiendo su curso. Y tanto en asedios, como en operaciones como aquellas, la voluntad del guerrero se medía de la misma que en asalto frontal. La paciencia no era un bien necesario solo en otros oficios, para soldados, guerreros y mercenarios era igual de importante.
- Aunque hay situaciones que superan a otras-, se dijo el brujo, contemplando cómo en poco tiempo la arena del reloj llegaría a su final, y alguien tendría que darle la vuelta si querían mantener esos cálculos.
El mercenario suspiró resignado y dejó de abrazar sus piernas, que tenía recogidas contra su cuerpo mientras estaba sentado sobre una roca. Aprovechando el movimiento se estiró y desperezó, para luego tomar un cacito con agua del interior del barril más cercano. Finalmente el brujo tomaría un trago sin pegar los labios, devolvería el cazo de madera al barril y volvería a sentarse sobre la piedra. No sin antes pasarse los dedos mojados por la nuca mientras estiraba el cuello.
«Maldito calor. Estos humanos deben estar pasándolo fatal. Su entrega y fortaleza es innegable», pensó el brujo, mientras contemplaba una pareja de obreros pasar con otro cesto cargado de tierra y piedra.
Seguro que más de uno pensaba de qué les valía un brujo que solo miraba. Pero la respuesta a esa pregunta era algo que esos mismos obreros jamás desearían padecer. Desgraciadamente, la condición de los seres pensantes era la de darse cuenta de la importancia de las cosas en el momento mismo de necesitarlas.
Un ruido atronador se escuchó en un lugar lejano de la posición del mercenario, que instintivamente se levantó y reculó unos pasos por el temor a que el corrimiento de tierra siguiera su curso hasta donde se encontraban ellos. Más el ruido no sólo cesó, sino que la supuesta alarma para esos casos nunca llegó.
El brujo ya pensaba que algo iba mal cuando el sonido del acero contra el acero, los chasquidos de las ballestas y los alaridos de dolor y de la refriega resonaron por el túnel. Era un sonido reconocible. El sonido de la muerte haciéndose amo y señor del lugar.
- Trabajadores, marchaos. Alertad al campamento, para que nos manden refuerzos-, les dijo a los trabajadores más cercanos. Al tiempo que se encaminaba hacia la batalla y se colocaba sus guantes.
Los soldados de la guardia eran hombres y mujeres avezados. En los últimos tiempos, habían luchado en alguna que otra guerra y de ellos podía esperar lo mejor sin solicitarles nada. No en vano, pese a la sorpresa inicial por el repentino ataque, no tardaron en reorganizarse lo mejor posible.
- Hay que romper su línea-, manifestó, desenvainando una de sus espadas al ver a los primeros enemigos.
Vincent hizo un movimiento hacia adelante con su mano zurda y el golpe de aire frenó levemente a dos de los asaltantes del grupo que se acercaba. Fue algo casi imperceptible, pero suficiente para descompasar la carrera de los dos afectados y desorganizar lo suficiente a dicho grupo.
El mercenario inició un contraataque de fuego y luz con el que cortó en diagonal el costado del primero de sus rivales. Sin perder el paso, cercenó la diestra del siguiente enemigo más cercano. Una daga voló para instalarse en el cuello del tercero de los atacantes. El característico sonido del aire de la respiración entremezclándose con el líquido que daba la vida, y en estos casos quitaba, hizo dudar al cuarto de los agresores. El tiempo suficiente para que el acero del mentado brujo le acortara la talla a la altura del cuello.[1]
Vincent hizo un gesto rápido y contundente con su diestra para lanzar al suelo la mayor cantidad de sangre que impregnaba su acero, al tiempo que se giraba y avanzaba unos pasos hacia la posición desde la que había atacado. Aún un cuerpo sin testa luchaba por mantenerse erguido, más al final cedió a lo inevitable. Otro ser se mantenía entre la vida y la muerte, intentando mantener el riachuelo de sangre con su mano menos hábil, aquella que aún le quedaba. Una lucha fútil, que se acortó cuando varios aceros le atravesaron el cuerpo ante la marcha de los guerreros del rey.
- Eso ha sido un poco alocado.
- Los humanos y vuestro maldito orden-, comentó con cierta sorna, colocando una rodilla sobre el pecho de un kobold para recuperar su daga. La cual limpió con la tela del muerto. - Pero qué sería de nosotros sin la disciplina. Sólo bestias, seríamos-, sonrió al soldado, estando de acuerdo con su forma de pensar. - Tranquilo, no soy un perturbado, solo era una avanzadilla con el objetivo de probarnos y calcular nuestro número y valía. Ahora viene lo bueno-, comentó aquello último señalando por encima de su hombro con la daga, que después no tardó en recolocar en su sitio.
Más kobolds se acercaban. Muchos más kobolds.
- Maldita sea. Por aquí cerca tiene que haber vetas de piedras o metales preciosos-, manifestó otro soldado.
- Eso no importa ahora, debemos avanzar para reunirnos con el resto de los nuestros. De otro modo estarán perdidos y nosotros tras ellos. Adelante, muchachos-, dijo el que hablase al principio, comenzando un avance organizado de metal y escudos.
- O peor. Se cargarán a mi amigo y no te creas que hay tantos que me soportan-, comentó medio en broma. - En este mundo hay muchos amargados que no aguantan mi genuino estilo de mantener la moral alta-, manifestó, dibujando una pícara sonrisa en los labios. - Pero cómo has podido comprobar, no solo soy un bocazas, también se me da bien dar muerte. Os ayudaré a juntar las fuerzas.
Vincent usó su dominio en el fuego para crear un muro de fuego entre los kobols, dividirlos a su manera, y provocar que una parte de estos cabroncetes acabara aplastados contra el muro, entre el fuego y la pared.
- No está mal, eh.
El soldado bufó ante la actitud del brujo, más animó a la tropa a reemprender la marcha.
- No, nada mal para un fantasma-, comentó el soldado, esta vez en tono de broma.
Vincent rió con suavidad.
- Ya ves, eso sí me lo dicen a menudo-, comentó, siguiendo el paso de los soldados. - Pero, por chulesco que sea este tipo que te habla, te aseguro que esa cortina de fuego no durará mucho, ni que tiene la potencia que aparenta. No tengo tanto arte en ese modo de ataque y no es un hechizo que domine. Más, eso no lo saben nuestros amigos, ¿verdad? - mentó, con renovada picardía. - Además, no debe ser agradable para tipos medio ciegos que viven bajo tierra que este túnel esté tan iluminado. Oh, no me mires así, ¿no te había dicho que soy un brujo letrado que estudió en la academia de magia más prestigiosa? No solo estudiamos magia, también nos cultivamos en todo tipo de conocimientos.
En ese momento, el grupo avanzó, y el mercenario los siguió.
«Estoy gastando bastantes energías en esto, pero por ahora no tengo que luchar directamente», razonó. Para después dar rienda suelta a su magia, con la que colocó orbes de fuego por toda la zona que tenía a la vista, y que iba moviendo según le convenía. «Aprovecharé la visión tan corta que tienen»
- Son muchos, pero por fortuna, no pueden aprovechar del todo tal número en un lugar tan angosto-, manifestó, más para sí mismo, que para el resto, aunque algunos soldados asintieron. - En estos momentos, no saben lo bien que me vendría un oso artista de la rotura de caras.
Esa parte no la entendieron sus interlocutores.
«Joder, maldito Iorek. Siempre que lo necesito está tocándose el laúd en alguna parte, a cientos de kilómetros.»
Nada más pensarlo, Vincent se puso delante de la primera línea del grupo de soldados que avanzaba, ya el muro lateral de fuego había caído, pues ya no valía la pena mantenerlo y seguir gastando energías. Los luminosos orbes de fuego eran más útiles en ese momento. Sin embargo, por esa razón, las líneas tendrían que estirarse para alcanzar cuán ancho era el túnel.
- ¿Te has vuelto loco? Ahí delante solo conseguirás que te maten, puto letrado sin cabeza. Vuelve a la formación.
El mercenario dejó caer el muro porque ahora necesitaría las energías para crear un vórtice de aire y fuego que, en un lugar tan estrecho como aquel, abarcaba gran parte de la anchura del túnel. Más luz, y un viento salvador de ataques a distancia.[2]
- Qué puedo decir, me encanta el riesgo. Es el momento, a por ellos-, dijo, al tiempo que se lanzaba a la carga.
Al enemigo había que afrontarlo con valentía. eso le habían enseñado al buen sureño hacía mucho tiempo. Sin embargo, atacar y terminar de reunirse con el resto de tropas no era solo una cuestión de valor. Ese maldito ruido que se escuchaba de fondo... Algo en el fuero interior del mercenario le decía, no, le gritaba, que debían aunar fuerzas los antes posible, por el bien de todos.
Offrol
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Uso mi rasgo y talento en fuego para crear el muro de fuego provisional y las bolas de fuego que dan luz para molestar la visión de los topos, que diga Kobolds.
[1] Utilizo mi habilidad pasiva de nivel 1. La Danza del Aire.
[2] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 2. Vórtice de fuego.
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
Los obreros no tardaron en seguirlas órdenes del extraño brujo que les habían ordenado salir de allí en cuanto la refriega comenzó. Sólo un par de ello, con sendos martillos, se quedaron junto a los soldados, sin duda, familiares o amigos de quienes rápidamente debieron jugarse la vida en las caponeras.
Los dos grupos de guerreros separados por el mar de enemigos se batían con denuedo, y pese a su inferioridad, habían logrado no perder la esperanza. Sin líderes, dos hombres ajenos a la Guardia habían tomado el mando provisional de cada uno de los escuadrones. Ello, sumado a la disciplina inherente a las espadas de la fuerza de Lunargenta, les privaba de ceder un paso de terreno en aquel odioso subsuelo que poco a poco iba llenándose con el olor de docenas y docenas de cadáveres. Nauseabundo.
Eran muchos, y ahí radicaba la mayor parte de la valentía de los kobolds. Los ataques mágicos perturbaron a un buen número de ellos e incluso hicieron a un puñado volver a introducirse en sus oscuros túneles. Los golpes en la línea defensiva de los humanos resultaban cada vez más débiles, pues de pronto, eran ellos lo que se veían encerrados entre las dos fuerzas invasoras. Los rostros reptilianos mostraban una desesperación creciente. Sus fuerzas mermaban y la parte de las tropas que seguían Corlys avanzaban de manera lenta pero eficaz, manteniendo la entereza. La lucha parecía próxima a la victoria.
Hasta que una voz resonó en las cavernas, y ello infundió un nuevo y extraño valor a los enemigos, que redoblaron sus ataques, deteniendo al grupo que había sido separado más al fondo del túnel, y ralentizando la cometida de las huestes de Vincent Calhoun. Si ello resultó casi incomprensible, las tropas de la Guardia apenas dieron crédito al derrumbe de parte del muro que ya había sufrido un primer destrozo que precedió al ataque kobold, más cerca de la entrada principal. Y una nueva remesa de pequeños reptiles tomó por la espalda a los asombrados humanos. Los dos trabajadores echaron a correr, tratando de alarmar al campamento principal, avisando de la nueva situación, mas fueron muertos casi en el momento de intentarlo, sobrepasados por una turba de oponentes. Por fortuna, el brujo había tenido la sensatez de enviar algunos soldados. Ahora dependían más que nunca de ser capaces de resistir ante la tromba que deseaba asesinar a todos y cada uno de aquellos que habían perturbado sus dominios, habiendo perdido ya entre un cuarto y un tercio de sus efectivos, hasta la posible llegada de auxilio.
En la parte más profunda, varios kobolds lograron penetrar en la línea, antes de ser rechazados. No obstante, arrastraron a Vic al interior del pandemónium que eran las huestes reptilianas, donde murió acuchillada innumerables veces, con los ojos fijos en un techo que le negó la visión del sol antes de morir.
Del lado de Vincent, varios guerreros murieron antes de contener de precaria forma el segundo ataque por la espalda.
-¿¡DESDE CUANDO PIENSAN TANTO ESTAS MALDITAS CRIATURAS?!- gritó una soldado dividida entre la furia y el miedo, abriendo el cráneo a uno de los enemigos. Los propios kobolds continuaban aparentando una absoluta desesperación. Uno de ellos, incluso giró sobre sus talones, dispuesto a alcanzar la superficie, en vez de atacar a los humanos, sin ser visto por los suyos.
Justo cuando los chasquidos sin duda se acercaban más y más.
El tiempo estaba por decidir el destino de muchos.
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Off: La batalla se recrudece. Lo habéis hecho realmente bien en el primer embite. A ver qué tenéis para el segundo. Podéis continuar controlando a vuestros grupos, y si continuáis con la racha, la ayuda puede estar en camino. Otra cosa distinta será lo que pueda llegar después... si no escapáis a tiempo
Buena suerte...
Ger
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
La batalla pintaba bien, es decir, no era algo bonito, ninguna lo era, y podía ser que para ser kobolds nos estuvieran causando más problemas de los que nadie podría esperarse de esos engendros, pero estábamos notando como cada vez empujaban con menos fuerza y les estábamos haciendo retroceder. Además, el sonido de batalla y el característico brillo del fuego que podíamos ver al otro lado solo podía significar que Vincent estaba entrando con refuerzos para ayudarnos. Me giré hacia Vic y la sonreí en vista de que por fin íbamos a salir de allí, y seguidamente me volví para gritar a los que suponía que eran ahora mis soldados.
- ¡Aguantad que ahora nos llega la ayuda!
Pero cuando empezábamos a tener esperanza, los dioses decidieron que era un buen momento para aplastarla. Una voz extraña llegó desde los túneles que habían abierto los kobolds y esos pequeños engendros volvieron a la carga con más energías aún. Y por si fuera poco, al lado donde estaba el brujo parecía haberse producido otro derrumbamiento. El plan de esperar ayuda se estaba volatilizando muy rápido porque no creía que él pudiera llegar hasta nosotros si le llegaba otra horda. Pero ni siquiera me dio tiempo de cambiar las órdenes antes de que un par de soldados fueran derribados y un grupo de kobolds entraran en nuestra formación. Ensarté con mi lanza al primero que se me acercó y vi como el resto iba acabando con otros infiltrados, pero entre los sonidos de kobolds muriendo escuché un grito familiar y vi como esos seres se estaban llevando a mi ayudante.
- ¡Vic!- Le clavé la punta en la espalda a uno de los que la arrastraban y le partí el cuello con el asta a otro de ellos, pero eran demasiados y se la consiguieron llevar entre sus hordas, donde no pude hacer más que observar como la apuñalaban hasta que dejó de moverse. En mi cabeza podía oír las voces de mis antiguos maestros diciéndome que nadie debería haberme dejado al mando de esta gente y que conseguiría que los mataran a todos, y en esos momentos no dudaba que esos viejos amargados tenían razón, pero al menos iba a asegurarme de que ninguna de esas sucias lagartijas fueran a poder celebrar nada. Canalicé el poder de la sangre para aumentar mi fuerza[1], liberé todo el poder de mi maldición vampírica [2] y aparte al soldado que tenía delante para ponerme en primera línea. Un kobold intentó colarse por el hueco, pero lo devolví con los suyos de una patada en el pecho en la que noté como se partían sus costillas en el impacto. Seguidamente lancé un barrido con la lanza, provocando cortes a todos los que se quedaron en su camino. Aun así parecían seguir con suficiente moral como para seguir atacando y otro se lanzó hacia mi, pero desvié su chuchilla con mi arma y con la mano que me quedaba libre le reventé la cabeza contra la pared. Cogí el cuerpo y lo lancé hacia el centro de su formación intentando que vieran lo que iba a ser de todos ellos. Me quedé mirándolos y utilicé mi presencia vampírica para intentar intimidarlos, aprovechándome además de que de momento era mucho más fuerte que cualquier otro de los seres que se encontraban en este pasadizo, era cierto que no me duraría mucho el efecto y solo me quedaba sangre como para activarlo otra vez, pero ellos no lo sabían. Empalé a otro kobold y grité levantando la lanza con el cuerpo ensartado en ella.[3]
- No deberíais haber hecho eso. ¡Volved a vuestras cuevas o acompañad a vuestros compañeros en la muerte!- Entonces grité hacia mis tropas.- ¡No podemos seguir esperando! ¡Avanzad! Despacio y sin huecos, pero no dejéis ni uno de ellos con vida.
Notando que al menos había conseguido bajar un poco la moral de esa escoria reptiliana, me puse como el extremo de la cuña que debería atravesar las filas de esos bastardos cargando contra todo el que quedaba a mi alcance confiando en que mis lados estaban bien cubiertos por unos soldados que parecían tan convencidos como yo de llevarse por delante a todas las criaturas que pudiéramos antes de que nos hundieran a fuerza de cantidad. Una flecha me rozó la cabeza haciéndome un leve corte porque pude apartarme a tiempo, pero localicé al arquero sin problemas y cogí el cuchillo del kobold al que acababa de abatir y lo lancé contra mi enemigo. Fallé y di a uno de sus compañeros, lo que le dejó un momento intimidado antes de disparar que fue suficiente para que otro soldado lo derribase. Viendo que llegábamos a la zona del derrumbamiento empecé a desviar la cuña hacia la pared que quedaba para formar un grupo compacto y que no nos rodeasen aprovechando esa nueva entrada. Seguimos avanzando hasta que logramos ver al grupo de Vincent a escasa distancia del nuestro. El lado negativo era que entre los gritos y el chocar del metal de la batalla podía escuchar algo acercándose por el túnel y eso significaba que no nos quedaban muchas opciones para poder escapar. necesitaba una perturbación que nos permitiera unirnos y cargar juntos hacia la salida. Tenía un plan, pero necesitaba que el brujo mercenario colaborase con una distracción explosiva.
- ¡Vincent, haz que ardan!- Me eché a la pared mientras gritaba a mis hombres que hicieran lo mismo para evitar que me los calcinara por error, aunque al menos ellos eran menos inflamables que yo..- ¡Apartaos! Pero sin dejar de presionar.
-------
[1] Nivel 0: Potencia de sangre: [Mágica, 2 Usos] Utiliza la sangre ingerida para aumentar su fuerza y agilidad, causando un mayor daño físico durante un turno. Primer uso gastado.
[2] Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer uso gastado.
[3] Presencia Vampírica: [Mágica] Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.
- ¡Aguantad que ahora nos llega la ayuda!
Pero cuando empezábamos a tener esperanza, los dioses decidieron que era un buen momento para aplastarla. Una voz extraña llegó desde los túneles que habían abierto los kobolds y esos pequeños engendros volvieron a la carga con más energías aún. Y por si fuera poco, al lado donde estaba el brujo parecía haberse producido otro derrumbamiento. El plan de esperar ayuda se estaba volatilizando muy rápido porque no creía que él pudiera llegar hasta nosotros si le llegaba otra horda. Pero ni siquiera me dio tiempo de cambiar las órdenes antes de que un par de soldados fueran derribados y un grupo de kobolds entraran en nuestra formación. Ensarté con mi lanza al primero que se me acercó y vi como el resto iba acabando con otros infiltrados, pero entre los sonidos de kobolds muriendo escuché un grito familiar y vi como esos seres se estaban llevando a mi ayudante.
- ¡Vic!- Le clavé la punta en la espalda a uno de los que la arrastraban y le partí el cuello con el asta a otro de ellos, pero eran demasiados y se la consiguieron llevar entre sus hordas, donde no pude hacer más que observar como la apuñalaban hasta que dejó de moverse. En mi cabeza podía oír las voces de mis antiguos maestros diciéndome que nadie debería haberme dejado al mando de esta gente y que conseguiría que los mataran a todos, y en esos momentos no dudaba que esos viejos amargados tenían razón, pero al menos iba a asegurarme de que ninguna de esas sucias lagartijas fueran a poder celebrar nada. Canalicé el poder de la sangre para aumentar mi fuerza[1], liberé todo el poder de mi maldición vampírica [2] y aparte al soldado que tenía delante para ponerme en primera línea. Un kobold intentó colarse por el hueco, pero lo devolví con los suyos de una patada en el pecho en la que noté como se partían sus costillas en el impacto. Seguidamente lancé un barrido con la lanza, provocando cortes a todos los que se quedaron en su camino. Aun así parecían seguir con suficiente moral como para seguir atacando y otro se lanzó hacia mi, pero desvié su chuchilla con mi arma y con la mano que me quedaba libre le reventé la cabeza contra la pared. Cogí el cuerpo y lo lancé hacia el centro de su formación intentando que vieran lo que iba a ser de todos ellos. Me quedé mirándolos y utilicé mi presencia vampírica para intentar intimidarlos, aprovechándome además de que de momento era mucho más fuerte que cualquier otro de los seres que se encontraban en este pasadizo, era cierto que no me duraría mucho el efecto y solo me quedaba sangre como para activarlo otra vez, pero ellos no lo sabían. Empalé a otro kobold y grité levantando la lanza con el cuerpo ensartado en ella.[3]
- No deberíais haber hecho eso. ¡Volved a vuestras cuevas o acompañad a vuestros compañeros en la muerte!- Entonces grité hacia mis tropas.- ¡No podemos seguir esperando! ¡Avanzad! Despacio y sin huecos, pero no dejéis ni uno de ellos con vida.
Notando que al menos había conseguido bajar un poco la moral de esa escoria reptiliana, me puse como el extremo de la cuña que debería atravesar las filas de esos bastardos cargando contra todo el que quedaba a mi alcance confiando en que mis lados estaban bien cubiertos por unos soldados que parecían tan convencidos como yo de llevarse por delante a todas las criaturas que pudiéramos antes de que nos hundieran a fuerza de cantidad. Una flecha me rozó la cabeza haciéndome un leve corte porque pude apartarme a tiempo, pero localicé al arquero sin problemas y cogí el cuchillo del kobold al que acababa de abatir y lo lancé contra mi enemigo. Fallé y di a uno de sus compañeros, lo que le dejó un momento intimidado antes de disparar que fue suficiente para que otro soldado lo derribase. Viendo que llegábamos a la zona del derrumbamiento empecé a desviar la cuña hacia la pared que quedaba para formar un grupo compacto y que no nos rodeasen aprovechando esa nueva entrada. Seguimos avanzando hasta que logramos ver al grupo de Vincent a escasa distancia del nuestro. El lado negativo era que entre los gritos y el chocar del metal de la batalla podía escuchar algo acercándose por el túnel y eso significaba que no nos quedaban muchas opciones para poder escapar. necesitaba una perturbación que nos permitiera unirnos y cargar juntos hacia la salida. Tenía un plan, pero necesitaba que el brujo mercenario colaborase con una distracción explosiva.
- ¡Vincent, haz que ardan!- Me eché a la pared mientras gritaba a mis hombres que hicieran lo mismo para evitar que me los calcinara por error, aunque al menos ellos eran menos inflamables que yo..- ¡Apartaos! Pero sin dejar de presionar.
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[1] Nivel 0: Potencia de sangre: [Mágica, 2 Usos] Utiliza la sangre ingerida para aumentar su fuerza y agilidad, causando un mayor daño físico durante un turno. Primer uso gastado.
[2] Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer uso gastado.
[3] Presencia Vampírica: [Mágica] Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.
Corlys Glokta
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
La horda de kobols superaba en número al grueso de tropas del rey, más no en habilidad y destreza. La táctica, o dicho con más palabras, el entendimiento de lo que debía hacerse para ser superior en la batalla, era algo bien aprendido en aquellos soldados. Allí no habían simples campesinos con azadas, levas sacadas de cualquier parte a la fuerza, para afrontar un reto que se podía calificar de supervivencia extrema para alguien sin formación. No, allí, en aquel angosto túnel, habían buenos soldados y ello era lo que marcaba la diferencia.
Un conocido brujo ya casi saboreaba las mieles del éxito, ya que no podía decir victoria, pues aún quedaba mucho para ello. No obstante, lograr unir a ambos grupos era un gran paso, pero un paso que se tornó preocupante cuando una voz cambió el sino de la batalla.
Vincent apretó los dientes cuando escuchó el ruido tras de sí, el sonido de una guerra que solo les traería problemas..
Un nuevo derrumbe se había producido a espaldas del grupo del mercenario, aunque la realidad es que era un nuevo ataque sorpresa salido de la nada. Tan repentino que logró su objetivo y varios kobols consiguieron acabar con varios soldados antes de que los restantes se movieran para detener la brecha y la sangría que podría producirse si la fisura en la defensas se prolongase por más tiempo.
- ¡Rápido, dos líneas detrás, escudos contra escudos! - gritó un soldado. - Letrado de los cojones… Por una vez, un loco no nos vendría mal.
- Yo me encargo-, contestó al guerrero, cruzando espada contra todo kobol que intentase superarlo. - Os ganaré tiempo-, dijo finalmente, haciendo todo lo posible por detener el contraataque de los kobols del frente de avance.
De esa manera, un brujo experimentado mantuvo la línea frontal, aquella que era primera línea en su camino hacia el grupo de Corlys, mientras los realistas reorganizaban la retaguardia en la búsqueda de frenar el ataque por la espalda..
La táctica era simple, ahora tal cual estaban, no tenían otra. Debían hacerse fuertes en dos frentes, hacia adelante y hacia atrás. Mantenerse sólidos como una roca, mientras ganaban centímetro a centímetro de sangre y muerte en su camino hacia el otro grupo.
- Unirnos hará que en vez de luchar en cuatro frentes luchemos solo en dos-, comentó en alto, algo que ya todos sabían, pero la fuerza de las palabras solían tener efecto en el ánimo y la moral y un veterano como él lo sabía muy bien. - Ya falta poco. ¡Un arreón más!
De un gran salto con la ayuda de su magia, el soldado de fortuna logró alcanzar uno de sus objetivos deseados en aquella contienda.[1]
- Ya está bien de tanta mierda-, mentó, a la vez que empujaba a los kobols de su izquierda con un golpe de viento, que le dio el tiempo y espacio necesario para desenvainar su otra espada y hacer un destrozo en medio de uno de los grupos de ballesteros que tanto les habían dado por saco.
El mercenario hizo una escabechina a toda velocidad, ya que quedarse mucho tiempo allí, lo dejaría en una situación comprometida en cuánto parte de la horda de malvadas lagartijas lo rodearan por doquier. Solo era un ataque rápido como un relámpago antes de volver a saltar con el impulso de su magia hacia donde se encontraban sus aliados más cercanos.
- He ganado todo el tiempo que he podido-, respondió al veterano soldado de la guardia. - Y los kobols no son estúpidos. En realidad son más cobardes que estúpidos-, le comentó a la soldado que había gritado con voz cargada de furia. - Mentiría si dijese que no me sorprende lo bien que lo están haciendo para ser unos kobols sin entrenamiento, pero lo que me preocupa de verdad es que no va con su forma de ser.
La formación militar, incluso en aquella batalla en la que estaban inmersos, era prácticamente inexistente. Aquella era la batalla de un gran número de individuos que al menos sabían por qué lado se tomaba una espada y una ballesta, contra otro de menor número que sabía mucho más que eso.
- No tiene sentido-, mentó seguido. - Ni con la superioridad numérica que tienen hubieran mantenido una lucha contra personas que saben luchar mejor.
«Esa puta voz»
- No los azuza la ambición. Ni la intención de expulsar a los invasores, a nosotros-, afirmó, intentando descifrar la mirada de los reptilianos que tenía más cerca, al otro lado de los escudos humanos, esperando su momento para atacar otra vez.
«¿Ni siquiera desean luchar? Parecen aterrados»
- La voz es de algo o alguien que los atormenta. No sé si es un líder o algo que invadió sus tierras antes que nosotros. Pero es él, ella, o nosotros. Y esos cobardes nos han elegido a nosotros-, terminó de explicar, dando sentido a lo que intentaba decir. Cualquiera con dos dedos de frente lo entendería. - Debemos unirnos con los demás. ¡Ya casi estamos! - animó a sus camaradas, alzando la espada y cerrando el puño de su zurda.
«No importa lo que sea ese ser. Tanto si es líder como invasor, esos kobols prefieren luchar antes contra nosotros que contra él.», razonó. «Está claro a quien consideran más fuerte»
Sin embargo, mientras el grupo frontal seguía su lento avance, acompañado del grupo de retaguardia virado hacia sus enemigos que habían por detrás, todo en un lienzo de coordinación y estrategia, que guiaba el más veterano de ellos, una voz cortó los pensamientos de Vincent. Y esta vez no era una voz salida de las oscuras profundidades de la tierra.
- ¿Qué? - comentó confuso, más para sí mismo que para nadie. - ¡Eso es una completa locura! ¡Estáis en… - La decisión del peliblanco y el movimiento sus camaradas ya no daban más opción. - ¡En el puto medio! ¡Sí, en el jodido puto medio! - gritó, dando un paso para ponerse en medio de la primera línea de soldados de su grupo.
Ya no hacía falta decirlo, pues Corlys ya había pensado en ello y había elegido sincronizar el movimiento de su grupo al ataque esperado del brujo. Más, sin duda, ese brujo no quería quedarse con las ganas de terminar la frase. Demonios, hasta este humilde narrador tiene que apoyar al rubio mercenario, quedarse a medias nunca era bueno.
- ¡Apartaos! - gritó, para que la línea de su grupo le diera más espacio y para que no hubieran rezagados en el grupo de Corlys.
El brujo lanzó su hechizo en cuánto tuvo espacio suficiente. La figura de la cabeza de un dragón de puro fuego se creó delante suya, de la altura y anchura de algo más de la estatura del hechicero. Una figura que parecía rugir con el crepitar del fuego, fauces abiertas, antes de que una llamarada saliera a toda velocidad de la boca del dragón, que finalmente se fundió con ella en una lengua de fuego que abrasó todo a su paso hasta donde alcanzaba la vista.[2]
Tras usar La Danza del Aire, también uso mi rasgo y talento en viento para empujar a algunos ballesteros kobol y hacerme hueco entre ellos, antes de mandarlos con su señor Yisus Lagarti.
[1] Utilizo mi habilidad pasiva de nivel 1. La Danza del Aire. (Para llegar hasta ellos y huir tras el rápido combate)
[2] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 7: Rugido del Dragón de Fuego.
Un conocido brujo ya casi saboreaba las mieles del éxito, ya que no podía decir victoria, pues aún quedaba mucho para ello. No obstante, lograr unir a ambos grupos era un gran paso, pero un paso que se tornó preocupante cuando una voz cambió el sino de la batalla.
Vincent apretó los dientes cuando escuchó el ruido tras de sí, el sonido de una guerra que solo les traería problemas..
Un nuevo derrumbe se había producido a espaldas del grupo del mercenario, aunque la realidad es que era un nuevo ataque sorpresa salido de la nada. Tan repentino que logró su objetivo y varios kobols consiguieron acabar con varios soldados antes de que los restantes se movieran para detener la brecha y la sangría que podría producirse si la fisura en la defensas se prolongase por más tiempo.
- ¡Rápido, dos líneas detrás, escudos contra escudos! - gritó un soldado. - Letrado de los cojones… Por una vez, un loco no nos vendría mal.
- Yo me encargo-, contestó al guerrero, cruzando espada contra todo kobol que intentase superarlo. - Os ganaré tiempo-, dijo finalmente, haciendo todo lo posible por detener el contraataque de los kobols del frente de avance.
De esa manera, un brujo experimentado mantuvo la línea frontal, aquella que era primera línea en su camino hacia el grupo de Corlys, mientras los realistas reorganizaban la retaguardia en la búsqueda de frenar el ataque por la espalda..
La táctica era simple, ahora tal cual estaban, no tenían otra. Debían hacerse fuertes en dos frentes, hacia adelante y hacia atrás. Mantenerse sólidos como una roca, mientras ganaban centímetro a centímetro de sangre y muerte en su camino hacia el otro grupo.
- Unirnos hará que en vez de luchar en cuatro frentes luchemos solo en dos-, comentó en alto, algo que ya todos sabían, pero la fuerza de las palabras solían tener efecto en el ánimo y la moral y un veterano como él lo sabía muy bien. - Ya falta poco. ¡Un arreón más!
De un gran salto con la ayuda de su magia, el soldado de fortuna logró alcanzar uno de sus objetivos deseados en aquella contienda.[1]
- Ya está bien de tanta mierda-, mentó, a la vez que empujaba a los kobols de su izquierda con un golpe de viento, que le dio el tiempo y espacio necesario para desenvainar su otra espada y hacer un destrozo en medio de uno de los grupos de ballesteros que tanto les habían dado por saco.
El mercenario hizo una escabechina a toda velocidad, ya que quedarse mucho tiempo allí, lo dejaría en una situación comprometida en cuánto parte de la horda de malvadas lagartijas lo rodearan por doquier. Solo era un ataque rápido como un relámpago antes de volver a saltar con el impulso de su magia hacia donde se encontraban sus aliados más cercanos.
- He ganado todo el tiempo que he podido-, respondió al veterano soldado de la guardia. - Y los kobols no son estúpidos. En realidad son más cobardes que estúpidos-, le comentó a la soldado que había gritado con voz cargada de furia. - Mentiría si dijese que no me sorprende lo bien que lo están haciendo para ser unos kobols sin entrenamiento, pero lo que me preocupa de verdad es que no va con su forma de ser.
La formación militar, incluso en aquella batalla en la que estaban inmersos, era prácticamente inexistente. Aquella era la batalla de un gran número de individuos que al menos sabían por qué lado se tomaba una espada y una ballesta, contra otro de menor número que sabía mucho más que eso.
- No tiene sentido-, mentó seguido. - Ni con la superioridad numérica que tienen hubieran mantenido una lucha contra personas que saben luchar mejor.
«Esa puta voz»
- No los azuza la ambición. Ni la intención de expulsar a los invasores, a nosotros-, afirmó, intentando descifrar la mirada de los reptilianos que tenía más cerca, al otro lado de los escudos humanos, esperando su momento para atacar otra vez.
«¿Ni siquiera desean luchar? Parecen aterrados»
- La voz es de algo o alguien que los atormenta. No sé si es un líder o algo que invadió sus tierras antes que nosotros. Pero es él, ella, o nosotros. Y esos cobardes nos han elegido a nosotros-, terminó de explicar, dando sentido a lo que intentaba decir. Cualquiera con dos dedos de frente lo entendería. - Debemos unirnos con los demás. ¡Ya casi estamos! - animó a sus camaradas, alzando la espada y cerrando el puño de su zurda.
«No importa lo que sea ese ser. Tanto si es líder como invasor, esos kobols prefieren luchar antes contra nosotros que contra él.», razonó. «Está claro a quien consideran más fuerte»
Sin embargo, mientras el grupo frontal seguía su lento avance, acompañado del grupo de retaguardia virado hacia sus enemigos que habían por detrás, todo en un lienzo de coordinación y estrategia, que guiaba el más veterano de ellos, una voz cortó los pensamientos de Vincent. Y esta vez no era una voz salida de las oscuras profundidades de la tierra.
- ¿Qué? - comentó confuso, más para sí mismo que para nadie. - ¡Eso es una completa locura! ¡Estáis en… - La decisión del peliblanco y el movimiento sus camaradas ya no daban más opción. - ¡En el puto medio! ¡Sí, en el jodido puto medio! - gritó, dando un paso para ponerse en medio de la primera línea de soldados de su grupo.
Ya no hacía falta decirlo, pues Corlys ya había pensado en ello y había elegido sincronizar el movimiento de su grupo al ataque esperado del brujo. Más, sin duda, ese brujo no quería quedarse con las ganas de terminar la frase. Demonios, hasta este humilde narrador tiene que apoyar al rubio mercenario, quedarse a medias nunca era bueno.
- ¡Apartaos! - gritó, para que la línea de su grupo le diera más espacio y para que no hubieran rezagados en el grupo de Corlys.
El brujo lanzó su hechizo en cuánto tuvo espacio suficiente. La figura de la cabeza de un dragón de puro fuego se creó delante suya, de la altura y anchura de algo más de la estatura del hechicero. Una figura que parecía rugir con el crepitar del fuego, fauces abiertas, antes de que una llamarada saliera a toda velocidad de la boca del dragón, que finalmente se fundió con ella en una lengua de fuego que abrasó todo a su paso hasta donde alcanzaba la vista.[2]
Offrol
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Tras usar La Danza del Aire, también uso mi rasgo y talento en viento para empujar a algunos ballesteros kobol y hacerme hueco entre ellos, antes de mandarlos con su señor Yisus Lagarti.
[1] Utilizo mi habilidad pasiva de nivel 1. La Danza del Aire. (Para llegar hasta ellos y huir tras el rápido combate)
[2] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 7: Rugido del Dragón de Fuego.
Vincent Calhoun
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
Los líderes de la tropa de la Guardia, escudo de todo el campamento al detener el tremendo ataque de los perturbados reptiles, a causa de la construcción de túneles hasta Edén, no desfallecían. Los humanos seguían sus órdenes, contemplando como sangraban y mataban junto a ellos, que no parecían pensar en huir del subsuelo pese a ser ajenos a su orden militar, y redoblaron sus esfuerzos. No estaba siendo escasas las bajas entre ellos, y aún así, sus enemigos era la inundación incapaz de anegar el castillo. La balanza se inclinaba decididamente del lado de los momentáneos capitanes Vincet y Corlys. Los rostros de los soldados mostraban la confianza de quien sabe que pronto sonarían los cuernos de retirada del ejército enemigo.
No fue así.
Viéndose imposibilitados para vencer, los kobolds comenzaron a tirar las armas en masa, huyendo por todo resquicio que dejaban las figuras humanas. Saltando entre brazos, piernas, escudos y paredes, saltando unos encima de otros… una decenas lograron tomar la espalda al grupo más cercano a la salida, para encontrarse aterrados con las fuerzas que aprisa, el Comandante había podido reunir tras el durísimo ataque que los biocibernéticos habían perpetrado contra el campamento base. Una treintena de miembros de la Guardia que convirtieron en cadáveres a esos osados invasores. Los demás reptiles se arrodillaron casi al mismo tiempo, señalando al interior del túnel y acto seguido a la luz del sol que entraba por la entrada del mismo, una y otra vez, gorgoteando en su extraña lengua.
Un nuevo chasquido. Cercano. Horrible. El nerviosisimo de los kobolds dio paso a un nuevo intento de escapar, por lo que varias decenas murieron debido al nerviosismo de los soldados al interpretarlo como un nuevo ataque a traición.
Y con un estruendo infernal, algo se abrió paso, devorando en un suspiro a varios de las criaturas que enfrentaban a la Guardia. Muchos tardaron en encontrar forma a aquella monstruosidad, antes de comprender que se trataba de alguna especie de constructo metálico. ¡¿EDÉN ENVIABA ACASO NUEVAS ARMAS DE COMBATE?!
- ...:
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Off: Muy bien hecho. Habéis vencido, pero ahora se os presenta un engendro que amenaza con su sola presencia con hundir túneles tanto humanos como kobolds. Podéis ordenar a vuestras tropas que abandonen el lugar e intentar encargaros de ella, combatir todos juntos o intentar escapar. Toda acción tendrá consecuencias, no hay ninguna correcta. Sólo recordad que sigue habiendo unos treinta kobolds arrodillados en medio de todo cuando está ocurriendo...
Ger
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
El plan había salido bien, o al menos tan bien como podía salir una locura de ese tipo. Vincent se había sacado un dragón de fuego que había destrozado las líneas de los kobolds, dándonos la ventaja que necesitábamos para poder unirnos finalmente. Los escasos kobolds supervivientes que se interponían entre los dos grupos fueron erradicados sin demasiada dificultad o tuvieron que retroceder para escapar de las espadas mientras los míos avanzaban entre los restos calcinados de nuestros enemigos. Los soldados seguían luchando contra los que se resistían, aunque parecía que ya empezaban a soltar las armas para escapar. Por mi parte, notando como la energía que me había aportado la sangre empezaba a desaparecer y las piernas amenazaban con fallarme, retrocedí un poco y me adentré entre las filas para alcanzar al brujo, mientras me apoyaba en mi lanza hasta que me repusiera de la debilidad que seguía a forzar mis poderes.
- Buen trabajo Vin. Está claro que sabes como montar un espectáculo y de paso cambiar las tornas en una batalla.- Le comenté entre jadeos.- Espera, ¿qué mierda están haciendo ahora?- Le pregunté viendo como los kobolds se dividían entre lanzarse hacia nosotros sin armas tratando de huir o arrodillarse señalando el túnel de donde provenían los ruidos misteriosos.
Aunque no tardaría en encontrar la respuesta a mis preguntas, pues una criatura grotesca e inmensa apareció por el túnel devorando a esas lagartijas. Parecía que esa era la razón por la que esos seres nos estaban atacando, debían estar huyendo de eso. Aunque esa explicación aún no respondía porque habían estado tan finos de atacar a los líderes de estos soldados para intentar desmontar su organización. En cualquier caso, por si no teníamos suficiente con la criatura nueva, los kobolds seguían intentando atravesar nuestras líneas para huir. Y quizás en otras condiciones me hubiera apiadado de ellos, pero en esos momentos acababa de ver como masacraban a los hombres que me acompañaban y no estaba especialmente misericordioso. Así que cuando un kobold intentando huir fue rebotado por el escudo de uno de los soldados y quedó junto a mi, me lancé sobre él y le clavé los colmillos, bebiéndome su sangre hasta que quedó seco.
Nadie podría decir que la sangre de kobold fuese un manjar, pero al menos me había ayudado a recuperar mis fuerzas. Mis ansias de venganza contra esos reptiles seguían bullendo con energía, pero viendo que había asuntos más acuciantes, sería mejor que tomara esas decisiones más en frío, y como no creía que eso fuera a pasar, que la tomara el brujo parecía la mejor opción.
- Vincent, confío en que sepas tomar la mejor decisión sobre los kobolds. Mientras voy a ver que es esa cosa contra la que nos enfrentamos.- Avancé de nuevo hasta la primera línea, donde los soldados parecían confusos por esa nueva aparición.- ¡Vosotros, seguidme!- Le grité a cuatro de los allí presentes antes de cargar contra la bestia.
Con su tamaño no era difícil alcanzarle, pero a pesar de estar aprovechando mi maldición [1], mis golpes no parecían tener demasiado efecto en esta cosa. Lo mejor que estaba consiguiendo era que sonaran unos chirridos terribles cuando mi lanza chocaba contra su armadura metálica, y viendo como crujía la madera de mi arma al hacerlo, dudaba que fuera a aguantar muchos más golpes antes de partirse. Y no me parecía que a mis acompañantes les estuviera yendo demasiado mejor. No sabía si conseguíamos hacerle daño o solo le estábamos molestando, pero después de ver como de un golpe aplastó a uno de ellos contra la pared y seguidamente se comió a otra de las mujeres que me acompañaba consideré que era buen momento para cambiar la estrategia. Cuando había devorado a la soldado, me había parecido ver que en la boca no estaba reforzado como en el resto del cuerpo, pero teniendo en cuenta que cada vez que se movía se desprendían trozos de tierra, necesitaba hacer algo rápido y contundente antes de que el túnel se nos viniera encima.
- ¡Retroceded!- Les grité tirando de la soldado que me quedaba, pues al otro acababa de aplastarlo bajo sus patas.
Corrí por mi vida sin soltar a la soldado hasta que entramos de nuevo en el grupo. Había ido con cuatro y nos habían arrasado. Me podía dar por satisfecho de haber conseguido salvar a una, pero eso no me quitaba la impresión de tremendo fracaso. Mientras iba pensando en como podíamos gestionar la situación se me ocurrió otra locura, pero de nuevo iba a necesitar al brujo, así que me encaminé hacia él de nuevo mientras iba dando órdenes.
- ¡Primera línea, pegad los escudos, sacad las lanzas y retroceded despacio hacia la salida! ¡El resto disparad o algo!
No sabía si podía servir de algo, pero confiaba en que ralentizara su avance lo suficiente para poder convencer a Vincent de intentar un último ataque antes de optar por la fuga.
- No se que es esa cosa, pero no es normal. Creo que como mucho he conseguido rallarla. Igualmente, confío en que no sea ignífuga. Voy a volver con todo. No se si podré hacerla nada, pero espero que sea suficiente para abrir un hueco. Entonces necesito que hagas un poco de tu magia otra vez, la zona de la boca no parece estar cubierta de metal, ¿te ves capaz de hacer que trague fuego?.
Le di una palmada en el hombro antes de canalizar la sangre que me quedaba para volver a reforzarme [2]. Seguidamente avancé entre los soldados para aproximarme corriendo a la criatura, deslizándome para esquivar el intento de mordisco e inmediatamente después colarme por su costado para golpear con toda mi fuerza sus patas del lado izquierdo a fin de desestabilizarlo y darle una mejor opción al brujo de acabar con ella. «Felicidades Corlys. Debes ser el vampiro con menos instinto de autopreservación que he visto. En la última media hora ya has pedido dos veces que lancen fuego junto a ti sabiendo que eres como una lámpara de aceite.»
- Buen trabajo Vin. Está claro que sabes como montar un espectáculo y de paso cambiar las tornas en una batalla.- Le comenté entre jadeos.- Espera, ¿qué mierda están haciendo ahora?- Le pregunté viendo como los kobolds se dividían entre lanzarse hacia nosotros sin armas tratando de huir o arrodillarse señalando el túnel de donde provenían los ruidos misteriosos.
Aunque no tardaría en encontrar la respuesta a mis preguntas, pues una criatura grotesca e inmensa apareció por el túnel devorando a esas lagartijas. Parecía que esa era la razón por la que esos seres nos estaban atacando, debían estar huyendo de eso. Aunque esa explicación aún no respondía porque habían estado tan finos de atacar a los líderes de estos soldados para intentar desmontar su organización. En cualquier caso, por si no teníamos suficiente con la criatura nueva, los kobolds seguían intentando atravesar nuestras líneas para huir. Y quizás en otras condiciones me hubiera apiadado de ellos, pero en esos momentos acababa de ver como masacraban a los hombres que me acompañaban y no estaba especialmente misericordioso. Así que cuando un kobold intentando huir fue rebotado por el escudo de uno de los soldados y quedó junto a mi, me lancé sobre él y le clavé los colmillos, bebiéndome su sangre hasta que quedó seco.
Nadie podría decir que la sangre de kobold fuese un manjar, pero al menos me había ayudado a recuperar mis fuerzas. Mis ansias de venganza contra esos reptiles seguían bullendo con energía, pero viendo que había asuntos más acuciantes, sería mejor que tomara esas decisiones más en frío, y como no creía que eso fuera a pasar, que la tomara el brujo parecía la mejor opción.
- Vincent, confío en que sepas tomar la mejor decisión sobre los kobolds. Mientras voy a ver que es esa cosa contra la que nos enfrentamos.- Avancé de nuevo hasta la primera línea, donde los soldados parecían confusos por esa nueva aparición.- ¡Vosotros, seguidme!- Le grité a cuatro de los allí presentes antes de cargar contra la bestia.
Con su tamaño no era difícil alcanzarle, pero a pesar de estar aprovechando mi maldición [1], mis golpes no parecían tener demasiado efecto en esta cosa. Lo mejor que estaba consiguiendo era que sonaran unos chirridos terribles cuando mi lanza chocaba contra su armadura metálica, y viendo como crujía la madera de mi arma al hacerlo, dudaba que fuera a aguantar muchos más golpes antes de partirse. Y no me parecía que a mis acompañantes les estuviera yendo demasiado mejor. No sabía si conseguíamos hacerle daño o solo le estábamos molestando, pero después de ver como de un golpe aplastó a uno de ellos contra la pared y seguidamente se comió a otra de las mujeres que me acompañaba consideré que era buen momento para cambiar la estrategia. Cuando había devorado a la soldado, me había parecido ver que en la boca no estaba reforzado como en el resto del cuerpo, pero teniendo en cuenta que cada vez que se movía se desprendían trozos de tierra, necesitaba hacer algo rápido y contundente antes de que el túnel se nos viniera encima.
- ¡Retroceded!- Les grité tirando de la soldado que me quedaba, pues al otro acababa de aplastarlo bajo sus patas.
Corrí por mi vida sin soltar a la soldado hasta que entramos de nuevo en el grupo. Había ido con cuatro y nos habían arrasado. Me podía dar por satisfecho de haber conseguido salvar a una, pero eso no me quitaba la impresión de tremendo fracaso. Mientras iba pensando en como podíamos gestionar la situación se me ocurrió otra locura, pero de nuevo iba a necesitar al brujo, así que me encaminé hacia él de nuevo mientras iba dando órdenes.
- ¡Primera línea, pegad los escudos, sacad las lanzas y retroceded despacio hacia la salida! ¡El resto disparad o algo!
No sabía si podía servir de algo, pero confiaba en que ralentizara su avance lo suficiente para poder convencer a Vincent de intentar un último ataque antes de optar por la fuga.
- No se que es esa cosa, pero no es normal. Creo que como mucho he conseguido rallarla. Igualmente, confío en que no sea ignífuga. Voy a volver con todo. No se si podré hacerla nada, pero espero que sea suficiente para abrir un hueco. Entonces necesito que hagas un poco de tu magia otra vez, la zona de la boca no parece estar cubierta de metal, ¿te ves capaz de hacer que trague fuego?.
Le di una palmada en el hombro antes de canalizar la sangre que me quedaba para volver a reforzarme [2]. Seguidamente avancé entre los soldados para aproximarme corriendo a la criatura, deslizándome para esquivar el intento de mordisco e inmediatamente después colarme por su costado para golpear con toda mi fuerza sus patas del lado izquierdo a fin de desestabilizarlo y darle una mejor opción al brujo de acabar con ella. «Felicidades Corlys. Debes ser el vampiro con menos instinto de autopreservación que he visto. En la última media hora ya has pedido dos veces que lancen fuego junto a ti sabiendo que eres como una lámpara de aceite.»
**********
[1] Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Segundo turno del primer uso.
[2] Nivel 0: Potencia de sangre: [Mágica, 2 Usos] Utiliza la sangre ingerida para aumentar su fuerza y agilidad, causando un mayor daño físico durante un turno. Segundo uso gastado.
Corlys Glokta
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
- Miren eso, la primera vez que me encuentro con un tipo pagado de sí mismo que al menos sabe hacer algo-, comentó el soldado de mayor rango que quedaba en el túnel, tras el ataque del brujo.
El ataque de fuego creado por Vincent frenó la arremetida de los kobold y permitió que los dos grupos de la guardia pudieran unirse.
- Supongo que de este lado te sentirás mejor, Corlys-, comentó, en cuánto tuvo cerca a su amigo. - No es agradable quedarse atrapado en una cueva, menos aún con una panda de kobold asesinos intentando matarme. Pero, eh, piensa en positivo, peor sería si te hubieras quedado atrapado con tus suegros.
«Sobre todo cuando tus suegros son longevos elfos que te podrían partir las pelotas en múltiples proporciones tan indeseables como doloroso sería el proceso», pensó, más se guardó decir.
- Al menos son del grupo de elfos que no quieren partirme las bolas sólo por ser brujo. Al menos ellos tienen la decencia de querer hacerlo por seducir a su hija y ser un cabrón-, comentó, aunque nadie pudiera entender de qué iba eso..
- Menos cháchara, rubiales. Ni aún sabiendo de qué cojones hablas realmente importaría, esos kobold vuelven al ataque.
Sí, hasta ese estúpido brujo sabía que su humor sería tan efímero como la compresión de un guardia que ya había perdido a demasiados de los suyos en aquel maldito túnel. La agresividad de los kobold era desproporcionada, incluso ahora se atrevían a arremeter sin casi armamento, aún más desorganizados que antes, sin posibilidad alguna de victoria.
«Peor, sin posibilidad alguna de supervivencia», razonó, el sureño, que ni tuvo tiempo de reaccionar ante ese nuevo ataque de los reptiles.
Fue tan efímero como las cortas palabras del rubio para levantarse el ánimo. En un visto y no visto, los kobold fueron masacrados y los que quedaron se rindieron al saberse acabados.
«Por lo menos ahora razonan un poco», caviló, acercándose al guardia que ya tenía el control de la situación.
- Si hubiérais hecho esto desde un principio, no habría muerto nadie sin necesidad-, exclamó, dirigiendo sus palabras hacia los reptiles.
- Poco importa ya. Han acabado con varios miembros de la guardia y tendrán que responder ante la justicia.
- Que las formalidades no se pierdan ni siquiera en un tétrico túnel-, respondió cierto brujo. - Olvídate de ellos. No son un problema ya.
- ¿Quieres que les deje ir sin más? ¿Después de que mataran a tantos de los míos?
«Entonces, ¿es justicia o venganza?», pensó el mercenario, más sabía que no era el momento de decirlo. Sobre todo porque era normal que en esos momentos el humano pensase así.
- Ya tengo una edad para saber que tienes razón. No importa a dónde vayas, tierra de dragones, brujos, humanos, si te saltas sus leyes, unos tipos armados de esas tierras te persiguen para juzgarte-, le dijo, manteniendo la serenidad. - Es que, joder, son kobold-, dijo, alargando la mano zurda hacia ellos. - No atacan ni a una mosca salvo que entres en su territorio. Pero mira alrededor, sólo les importa las cosas que brillan. Este túnel no tiene nada de valor. ¿Por qué iban a atacarnos sin más? - comentó, ahora señalando a su alrededor con el brazo sin arma, para que su interlocutor se fijase en el túnel.
- Puede que este túnel no tenga nada. Pero aún así ser su territorio-, explicó el humano, con palpable lógica
- Sí, ¿pero tanto importa un túnel sin valor cómo para suicidarte? Ya viste su último ataque. Y ese maldito ruido…
El brujo no sabía qué pensar sobre eso, incluso si había otro ser pensante detrás de esto. ¿Un líder inesperado que había usado a los kobold para cansar al enemigo sin importar las bajas entre los reptiles?
Eso tampoco terminaba de encajar. Nadie en su sano juicio haría ese ataque final ni aunque otra persona más poderosa le hubiera dado la orden. Era pura desesperación.
En todo caso, cualquier especulación posible desapareció para desgracia de un par de kobold.
- ¡Qué cojones ha sido eso! - gritó el guardia que hablaba con Vinc, alejándose del lugar para ponerse a salvo, cuando aquella cosa se llevó a los pobres reptiles.
- Imagino que el origen de ese maldito ruido que escuchábamos, y la razón por la que debes olvidarte de los kobold-, respondió al soldado, también poniéndose a salvo del inesperada aparición.
El guardia maldijo entre dientes.
- Eh, ¿cómo que confías en que tome la mejor decisión? - preguntó, confuso. Que el brujo parlamentara con el guardia por la situación de los kobold no significaba que era decisión fuera de su competencia. Aunque lo más importante era… - ¿A dónde coño vas? - dijo seguido, para luego ser él el que maldijera entre dientes. - Debo ir con ellos-, manifestó al guardia, poniéndose en camino.
- Maldita sea. Maldita sea Edén y sus aberraciones-, comentó con seguridad de lo que decía, pese a no tener prueba alguna. - ¡Olvidaos de esos, tenemos problemas más grandes! Ya son pocos y no serán un problema para el campamento. ¡Seguidme! - gritó el guardia, haciendo avanzar a su compañía tras, lo que para él era claramente un dúo de pirados de proporciones divinas.
El panorama que el tal mentado guardia encontró cuando llegó a la posición de Corlys, Vinc y su compañera guardia sobreviviente fue desalentador.
- ¡Formad! Hombro con hombro-, dijo uniendo sus hombres con la guardia que quedaba de los exploradores. - Oye, fulano. ¡Estás como una maldita cabra o qué cojones te pasa! - le gritó a Corlys. - Tu amigo está peor que tú y eso ya es decir.
Vincent no contestó porque estaba tan asombrado como el guardia.
- Dijo algo de que iba a volver con todo y ahí lo tienes, dándolo todo. Más en algo tienes razón. Eso ya es decir-, le dijo adelantándose al muro de armas y quedando por delante de los humanos..
- ¿Y te sorprendió la actitud de los kobold? Sois tal para cual.
- Sí, pero al menos dadme algo de margen. Una ayuda nunca me vendría mal. Ahora que está distraído con el vampiro, que tal si preparamos un asedio. Cercad esa cosa por todos lados, que no escape. Y si podéis captar su atención y distraerlo de la figura de amigo, mucho mejor.
- Bien, me parece lo mejor. Cerraremos el cerco lo más rápido que podamos sin perder el orden. ¡Lanzas en ristre! ¡No flaqueéis o estamos perdidos! - volvió a gritar el humano. - Y suerte-, le dijo al brujo.
- Nunca viene mal, no-, afirmó, despidiéndose del guerrero tocándose la sien con un dedo y alejando la mano inmediatamente después.
«A ver, ¿cómo demonios podemos matar a esa cosa?»
El chasquido de las ballestas de la segunda línea de soldados comenzó a escucharse y el silbido de los virotes acompañó el ruido que hacía el bicho al moverse y cuándo los proyectiles alcanzaban la coraza de la bestia.
- Qué bicho más feo. Nunca vi nada igual, Corlys. Veo que estás un tanto ocupado, pero espero que los virotes de nuestros amigos te hayan dado un respiro-, comentó a su desesperado amigo, con cierta buen humor, mientras caminaba hacia el lugar de la pelea. - Hasta Iorek es más guapo-, dijo con sorna. - Que tal si usas tus rápidos movimientos de vampiro para alejarte y no morir con la bestia-, afirmó, mientras dominaba el éter para darle forma al hechizo que buscaba utilizar. - Y por alejarte estaría bien que fuese… ¡Ahora![1]
Los proyectiles guiados del brujo perdieron altura en cuánto salieron de sus manos, volaron cerca del suelo y ascendieron para alcanzar las partes vulnerables de las patas de la bestia. Eso seguro que haría al bicho más lento, consiguiendo que volviera a chillar, pero esta vez de dolor.
- Espero que esto funcione-, manifestó. - ¡¿Por qué no te callas un poquito?! - gritó, cuando sus dos últimos ojos de lobo iban uno tras otro hacia la boca de la criatura.
[1] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 4: Ojos de lobo.
El ataque de fuego creado por Vincent frenó la arremetida de los kobold y permitió que los dos grupos de la guardia pudieran unirse.
- Supongo que de este lado te sentirás mejor, Corlys-, comentó, en cuánto tuvo cerca a su amigo. - No es agradable quedarse atrapado en una cueva, menos aún con una panda de kobold asesinos intentando matarme. Pero, eh, piensa en positivo, peor sería si te hubieras quedado atrapado con tus suegros.
«Sobre todo cuando tus suegros son longevos elfos que te podrían partir las pelotas en múltiples proporciones tan indeseables como doloroso sería el proceso», pensó, más se guardó decir.
- Al menos son del grupo de elfos que no quieren partirme las bolas sólo por ser brujo. Al menos ellos tienen la decencia de querer hacerlo por seducir a su hija y ser un cabrón-, comentó, aunque nadie pudiera entender de qué iba eso..
- Menos cháchara, rubiales. Ni aún sabiendo de qué cojones hablas realmente importaría, esos kobold vuelven al ataque.
Sí, hasta ese estúpido brujo sabía que su humor sería tan efímero como la compresión de un guardia que ya había perdido a demasiados de los suyos en aquel maldito túnel. La agresividad de los kobold era desproporcionada, incluso ahora se atrevían a arremeter sin casi armamento, aún más desorganizados que antes, sin posibilidad alguna de victoria.
«Peor, sin posibilidad alguna de supervivencia», razonó, el sureño, que ni tuvo tiempo de reaccionar ante ese nuevo ataque de los reptiles.
Fue tan efímero como las cortas palabras del rubio para levantarse el ánimo. En un visto y no visto, los kobold fueron masacrados y los que quedaron se rindieron al saberse acabados.
«Por lo menos ahora razonan un poco», caviló, acercándose al guardia que ya tenía el control de la situación.
- Si hubiérais hecho esto desde un principio, no habría muerto nadie sin necesidad-, exclamó, dirigiendo sus palabras hacia los reptiles.
- Poco importa ya. Han acabado con varios miembros de la guardia y tendrán que responder ante la justicia.
- Que las formalidades no se pierdan ni siquiera en un tétrico túnel-, respondió cierto brujo. - Olvídate de ellos. No son un problema ya.
- ¿Quieres que les deje ir sin más? ¿Después de que mataran a tantos de los míos?
«Entonces, ¿es justicia o venganza?», pensó el mercenario, más sabía que no era el momento de decirlo. Sobre todo porque era normal que en esos momentos el humano pensase así.
- Ya tengo una edad para saber que tienes razón. No importa a dónde vayas, tierra de dragones, brujos, humanos, si te saltas sus leyes, unos tipos armados de esas tierras te persiguen para juzgarte-, le dijo, manteniendo la serenidad. - Es que, joder, son kobold-, dijo, alargando la mano zurda hacia ellos. - No atacan ni a una mosca salvo que entres en su territorio. Pero mira alrededor, sólo les importa las cosas que brillan. Este túnel no tiene nada de valor. ¿Por qué iban a atacarnos sin más? - comentó, ahora señalando a su alrededor con el brazo sin arma, para que su interlocutor se fijase en el túnel.
- Puede que este túnel no tenga nada. Pero aún así ser su territorio-, explicó el humano, con palpable lógica
- Sí, ¿pero tanto importa un túnel sin valor cómo para suicidarte? Ya viste su último ataque. Y ese maldito ruido…
El brujo no sabía qué pensar sobre eso, incluso si había otro ser pensante detrás de esto. ¿Un líder inesperado que había usado a los kobold para cansar al enemigo sin importar las bajas entre los reptiles?
Eso tampoco terminaba de encajar. Nadie en su sano juicio haría ese ataque final ni aunque otra persona más poderosa le hubiera dado la orden. Era pura desesperación.
En todo caso, cualquier especulación posible desapareció para desgracia de un par de kobold.
- ¡Qué cojones ha sido eso! - gritó el guardia que hablaba con Vinc, alejándose del lugar para ponerse a salvo, cuando aquella cosa se llevó a los pobres reptiles.
- Imagino que el origen de ese maldito ruido que escuchábamos, y la razón por la que debes olvidarte de los kobold-, respondió al soldado, también poniéndose a salvo del inesperada aparición.
El guardia maldijo entre dientes.
- Eh, ¿cómo que confías en que tome la mejor decisión? - preguntó, confuso. Que el brujo parlamentara con el guardia por la situación de los kobold no significaba que era decisión fuera de su competencia. Aunque lo más importante era… - ¿A dónde coño vas? - dijo seguido, para luego ser él el que maldijera entre dientes. - Debo ir con ellos-, manifestó al guardia, poniéndose en camino.
- Maldita sea. Maldita sea Edén y sus aberraciones-, comentó con seguridad de lo que decía, pese a no tener prueba alguna. - ¡Olvidaos de esos, tenemos problemas más grandes! Ya son pocos y no serán un problema para el campamento. ¡Seguidme! - gritó el guardia, haciendo avanzar a su compañía tras, lo que para él era claramente un dúo de pirados de proporciones divinas.
El panorama que el tal mentado guardia encontró cuando llegó a la posición de Corlys, Vinc y su compañera guardia sobreviviente fue desalentador.
- ¡Formad! Hombro con hombro-, dijo uniendo sus hombres con la guardia que quedaba de los exploradores. - Oye, fulano. ¡Estás como una maldita cabra o qué cojones te pasa! - le gritó a Corlys. - Tu amigo está peor que tú y eso ya es decir.
Vincent no contestó porque estaba tan asombrado como el guardia.
- Dijo algo de que iba a volver con todo y ahí lo tienes, dándolo todo. Más en algo tienes razón. Eso ya es decir-, le dijo adelantándose al muro de armas y quedando por delante de los humanos..
- ¿Y te sorprendió la actitud de los kobold? Sois tal para cual.
- Sí, pero al menos dadme algo de margen. Una ayuda nunca me vendría mal. Ahora que está distraído con el vampiro, que tal si preparamos un asedio. Cercad esa cosa por todos lados, que no escape. Y si podéis captar su atención y distraerlo de la figura de amigo, mucho mejor.
- Bien, me parece lo mejor. Cerraremos el cerco lo más rápido que podamos sin perder el orden. ¡Lanzas en ristre! ¡No flaqueéis o estamos perdidos! - volvió a gritar el humano. - Y suerte-, le dijo al brujo.
- Nunca viene mal, no-, afirmó, despidiéndose del guerrero tocándose la sien con un dedo y alejando la mano inmediatamente después.
«A ver, ¿cómo demonios podemos matar a esa cosa?»
El chasquido de las ballestas de la segunda línea de soldados comenzó a escucharse y el silbido de los virotes acompañó el ruido que hacía el bicho al moverse y cuándo los proyectiles alcanzaban la coraza de la bestia.
- Qué bicho más feo. Nunca vi nada igual, Corlys. Veo que estás un tanto ocupado, pero espero que los virotes de nuestros amigos te hayan dado un respiro-, comentó a su desesperado amigo, con cierta buen humor, mientras caminaba hacia el lugar de la pelea. - Hasta Iorek es más guapo-, dijo con sorna. - Que tal si usas tus rápidos movimientos de vampiro para alejarte y no morir con la bestia-, afirmó, mientras dominaba el éter para darle forma al hechizo que buscaba utilizar. - Y por alejarte estaría bien que fuese… ¡Ahora![1]
Los proyectiles guiados del brujo perdieron altura en cuánto salieron de sus manos, volaron cerca del suelo y ascendieron para alcanzar las partes vulnerables de las patas de la bestia. Eso seguro que haría al bicho más lento, consiguiendo que volviera a chillar, pero esta vez de dolor.
- Espero que esto funcione-, manifestó. - ¡¿Por qué no te callas un poquito?! - gritó, cuando sus dos últimos ojos de lobo iban uno tras otro hacia la boca de la criatura.
Offrol
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[1] Gasto un uso de mi habilidad de nivel 4: Ojos de lobo.
Vincent Calhoun
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Re: Bajo el suelo (Corlys & Vincent Calhoun) [Trama Global Objetos Malditos]
Gran trabajo, han armado una buena. El final de su viaje se decidirá [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
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