El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
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El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Que no existe- Repetí a la dragona por billonésima vez en la discusión de la noche, esta vez el objeto de estudio era un libro, o más bien la leyenda de un supuesto libro que contenía los secretos de la inmortalidad -Que aparezca en otros libros no significa que sea real- Le reproché a la dragona para luego señalar algunos ejemplos -Aquí dice que sirve para convertirse en una lechuga parlante- Señalé otro libro -Aquí dice que enseña a peinar la barba de un bebé… ¿de un bebé? Eso ni siquiera tiene sentido- Arygos tomó otro de los libros y lo empujó lentamente por la mesa con dos dedos para acercarlo a mí -Ah, claro, ahí dice que si te comes el libro no necesitarás volver a comer nunca más, eso tiene mucho más sentido- Reproché dando por terminada la discusión.
Porque claro, nadie podría ser tan idiota para tomarse en serio algo llamado: “El título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final...”. Fue entonces cuando Arygos me mostró una carta/invitación/oferta de trabajo, no sabría exactamente cómo definirla, pero ofrecía/pedía ayuda para encontrar el fulano libro, el cual se encontraba casualmente en la casa de un esponjado ricachón de Beltrexus, el cual casualmente daría una fiesta a la que casualmente yo estaba invitado -Vaya que es una rara sucesión de casualidades, ha de ser el destino- Miré a Arygos intrigado -Pues, creo que iré, pero no porque crea que existe el estúpido libro, sino para demostrarte que no es así- Aclaré a la dragona que de inmediato se dispuso a preparar un plan y lo que podría necesitar para ese trabajo.
Y así era como había terminado en frente de aquella enorme casa llena de ricachones esponjados, me detuve unos instantes frente al lugar para esperar al sujeto que me había contratado, un misterioso hombre sin nombre (eso rima) que simplemente se hacía llamar: “El ladrón de papel”, lo cual no parecía ser el nombre más ingenioso del mundo pero mientras me pagara bien, no me interesaban sus inclinaciones onomásticas. Me agaché para darle otra mirada al extraño instrumento que me había dado Arygos para mi acompañamiento -No sé si me ofende más que me haya dado el instrumento más sencillo o el no tener idea de qué hacer con eso- Y es que un “Monocordio” no era la cosa más común del mundo -¿Qué rayos se hace con esto? ¿Golpea, lanza flechas, suena?- Debatía conmigo mismo cuando una voz me sorprendió por la espalda -¿Entretenido?.
Me giré para ver al ladrón de papel que acompañaba su lujoso atuendo con una máscara y se escondía entre las sombras debajo de un árbol -¿Eres el ladr…?- Me interrumpió antes de terminar la frase -No lo digas, por favor, es peligroso, ya antes me han matado por eso- Detuve mis palabras y aguardé con atención su explicación -Sé quién eres, y sé que eres el indicado para este trabajo, conozco tu historial y solo te confiaría esta misión a ti… y no le digo eso a todo el mundo- Se movió sigilosamente hasta la sombra que proyectaba otro árbol cercano -Realmente no confío en nadie más, y necesito que seas muy discreto, tengo un plan en el que actuaremos juntos, estaré contigo en todo momento, incluso aunque no me puedas ver- Hasta ese momento sonaba bastante impresionante el sujeto.
El plan es sencillo, haremos lo siguiente, como equipo, tú irás, harás todo el trabajo, sacarás el libro, yo te esperaré afuera y te pagaré al terminar- Y claro, sonaba como un perfecto plan de trabajo en equipo, y ahora comenzaba a tomar sentido aquello de “aunque no me puedas ver”. Porque claro, un timador sabe reconocer a otro, ya en ese momento todo aquello parecía una pésima idea pero ya que estaba, me daba algo de ingenua curiosidad -Esto va a terminar terriblemente mal- Murmuré para mí mismo antes de guardar mi monocordio y dirigirme hacia la entrada de la gran mansión.
Porque claro, nadie podría ser tan idiota para tomarse en serio algo llamado: “El título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final...”. Fue entonces cuando Arygos me mostró una carta/invitación/oferta de trabajo, no sabría exactamente cómo definirla, pero ofrecía/pedía ayuda para encontrar el fulano libro, el cual se encontraba casualmente en la casa de un esponjado ricachón de Beltrexus, el cual casualmente daría una fiesta a la que casualmente yo estaba invitado -Vaya que es una rara sucesión de casualidades, ha de ser el destino- Miré a Arygos intrigado -Pues, creo que iré, pero no porque crea que existe el estúpido libro, sino para demostrarte que no es así- Aclaré a la dragona que de inmediato se dispuso a preparar un plan y lo que podría necesitar para ese trabajo.
Y así era como había terminado en frente de aquella enorme casa llena de ricachones esponjados, me detuve unos instantes frente al lugar para esperar al sujeto que me había contratado, un misterioso hombre sin nombre (eso rima) que simplemente se hacía llamar: “El ladrón de papel”, lo cual no parecía ser el nombre más ingenioso del mundo pero mientras me pagara bien, no me interesaban sus inclinaciones onomásticas. Me agaché para darle otra mirada al extraño instrumento que me había dado Arygos para mi acompañamiento -No sé si me ofende más que me haya dado el instrumento más sencillo o el no tener idea de qué hacer con eso- Y es que un “Monocordio” no era la cosa más común del mundo -¿Qué rayos se hace con esto? ¿Golpea, lanza flechas, suena?- Debatía conmigo mismo cuando una voz me sorprendió por la espalda -¿Entretenido?.
Me giré para ver al ladrón de papel que acompañaba su lujoso atuendo con una máscara y se escondía entre las sombras debajo de un árbol -¿Eres el ladr…?- Me interrumpió antes de terminar la frase -No lo digas, por favor, es peligroso, ya antes me han matado por eso- Detuve mis palabras y aguardé con atención su explicación -Sé quién eres, y sé que eres el indicado para este trabajo, conozco tu historial y solo te confiaría esta misión a ti… y no le digo eso a todo el mundo- Se movió sigilosamente hasta la sombra que proyectaba otro árbol cercano -Realmente no confío en nadie más, y necesito que seas muy discreto, tengo un plan en el que actuaremos juntos, estaré contigo en todo momento, incluso aunque no me puedas ver- Hasta ese momento sonaba bastante impresionante el sujeto.
El plan es sencillo, haremos lo siguiente, como equipo, tú irás, harás todo el trabajo, sacarás el libro, yo te esperaré afuera y te pagaré al terminar- Y claro, sonaba como un perfecto plan de trabajo en equipo, y ahora comenzaba a tomar sentido aquello de “aunque no me puedas ver”. Porque claro, un timador sabe reconocer a otro, ya en ese momento todo aquello parecía una pésima idea pero ya que estaba, me daba algo de ingenua curiosidad -Esto va a terminar terriblemente mal- Murmuré para mí mismo antes de guardar mi monocordio y dirigirme hacia la entrada de la gran mansión.
- Monocordio:
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Un monocordio es lo que sale cuando se aparean un arco y un bat de beisbol que se autopercibe como guitarra
Última edición por Bio el Vie 6 Nov - 2:50, editado 1 vez
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
-Sé quién eres, y sé qu-...
Glurg, gluglurg, glurg...
-Y sé que eres la indicada para este trabajo, conoz-...
Glurg, glurg, glurrgrg...
-...conozco tu historial y solo te confiaría esta misión a ti, y no le digo eso a todo el mun-... ¡¿Pero qué estás haciendo?! ¡Para! -exclamó el hombre en susurros altos.
Twist desvió la mirada del charco de grog que amenazaba con convertirse en un riachuelo saturado de alcohol. Con el brazo extendido vaciaba diligente su petaca mágica, en anticipación a cualquier oportunidad que tuviera de llenarla con un mejor contenido gratuito. Cualquier oído fino hubiera podido escuchar cómo la hierba siseaba al entrar en contacto con la bebida.
-Ah sí, perdona. No sabía que querías montar el numerito entero. No, no, no te preocupes, yo sé lo difícil que es a veces la puesta en escena. Va, te escucho. Sellos para cartas en un libro, la biblioteca de alguien, tú eras el ladrón de p-...
-¡Cht cht cht cht! -chistó alarmado. Soltó un pequeño ahem y se recompuso la misteriosa capa, junto a la misteriosa máscara y los misteriosos aires de persona misteriosa medio oculta en la misteriosa noche. Cuánto misterio. El bardo sonrió con aprobación.- No lo digas, por favor, es peligroso, ya antes me han matado por eso. Como iba diciendo, realmente no confío en nadie más, y necesito que seas muy discreto... muy discreta, eso es, tengo un plan en el que actuaremos juntos, estaré contigo en todo momento, incluso aunque no me puedas ver.
La bruja alargó la mano para recibir la invitación de la fiesta. La examinó mientras la petaca seguía gorgoteando a la suya, bien lejos de sus botas. Hmm. Papel gordo, letra elegante, márgenes y florituras en dorado. La tinta olía a grosellas. Una recepción de postín en toda regla, vaya, en casa del señor... Rowland Hill y su mujer, Johanna Gutemberg.
-El plan es sencillo, haremos lo siguiente, como equipo, tú irás, harás todo el trabajo, sacarás el libro, yo te esperaré afuera y te pagaré al terminar.
-Magnífico. Y encima te quedas la peor parte, estar dentro a mi lado aunque no te vea mientras estás fuera esperándome. Se nota que te preocupas, que sepas que lo aprecio. Pero tengo alguna duda. -comentó, guardándose la invitación y poniéndole el tapón a la petaca después de rematarla con el último trago.- La petición de trabajo decía "sustracción de manera elegante". ¿Por elegante también contemplas la posibilidad de incendios, posibles disturbios y/o gente cabreada a la que una persecución le puede parecer viable?
El ladrón de papel al que ya habían matado con anterioridad se la quedó mirando, amparado por la misteriosidad de la noche, la luna, la máscara y su estupefacción excelentemente disimulada. Puede que arrepintiéndose de algunas decisiones tomadas en la vida.
-Sólo... tú tráeme el libro, ¿vale?
Eso no era una negación, así que ahora no podría quejarse de cualquier método que se le pasara por la cabeza para obtener el objeto. Con una enorme sonrisa y una reverencia de circo, Twistedtale se dio la vuelta y puso rumbo a su destino con el ritmo saltarín que la caracterizaba. Era una mala idea. Haberla contratado, no la misión en sí. Nadie que aprecie que sus asuntos ocultos sigan siéndolo contrata un bardo para una misión secreta. Es de saber común que los bardos son de naturaleza disipada y curiosa.
Salió del parquecillo silbando una alegre tonada. El título del tomo a recuperar era, literalmente, "El título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único fin es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final...". La mujer deseó que fuese un recetario de cocina. O un manual sobre tallas mágicas de ranas de madera, porque hacía tiempo que quería aprender a tallar ranas. Los sellos eran aburridos
Serpenteó entre la afluencia de invitados, evitando carruajes y bostas de caballo y todas las miradas que pudo (lo último sin mucho éxito porque, seamos sinceros, no era una mujer de aspecto discreto). Se plantó junto a un hombre alto y resultón de ojos negros, cabello negro, gabán de corte serio y negro y pantalones negros, con zapatos elegantes negros y a este paso también un alma negra, vaya a saber uno. Se asomó por saber si llevaba también las uñas pintadas de negro, todo un clásico, pero no le vio las manos. Suspiró. La noche se estaba poniendo reiterativa.
Le sonrió amigable, porque nunca estaba de más sonreír y porque era necesario crear una buena impresión en la gente que acudía a la fiesta en la casa que tenía que robar. Los ojos oscuros del hombre no le dijeron nada, sólo reflejaron la mirada del bardo. Interesante. O problemático.
-Hola. Veo que también tienes un... Oh. Oh, cielo santo, divina partitura. ¿Por qué cargas con eso? -exclamó, señalando con horror el aparato del hombre. Aparato musical, se entiende.- ¿No me digas te a ti también te han contratado para tocar esta noche? ¿Con ese... eso... esa cosa? Jamás pensé que podría decir en voz alta las palabras Emergencia Musical siendo verdaderas. Y me encanta.
Glurg, gluglurg, glurg...
-Y sé que eres la indicada para este trabajo, conoz-...
Glurg, glurg, glurrgrg...
-...conozco tu historial y solo te confiaría esta misión a ti, y no le digo eso a todo el mun-... ¡¿Pero qué estás haciendo?! ¡Para! -exclamó el hombre en susurros altos.
Twist desvió la mirada del charco de grog que amenazaba con convertirse en un riachuelo saturado de alcohol. Con el brazo extendido vaciaba diligente su petaca mágica, en anticipación a cualquier oportunidad que tuviera de llenarla con un mejor contenido gratuito. Cualquier oído fino hubiera podido escuchar cómo la hierba siseaba al entrar en contacto con la bebida.
-Ah sí, perdona. No sabía que querías montar el numerito entero. No, no, no te preocupes, yo sé lo difícil que es a veces la puesta en escena. Va, te escucho. Sellos para cartas en un libro, la biblioteca de alguien, tú eras el ladrón de p-...
-¡Cht cht cht cht! -chistó alarmado. Soltó un pequeño ahem y se recompuso la misteriosa capa, junto a la misteriosa máscara y los misteriosos aires de persona misteriosa medio oculta en la misteriosa noche. Cuánto misterio. El bardo sonrió con aprobación.- No lo digas, por favor, es peligroso, ya antes me han matado por eso. Como iba diciendo, realmente no confío en nadie más, y necesito que seas muy discreto... muy discreta, eso es, tengo un plan en el que actuaremos juntos, estaré contigo en todo momento, incluso aunque no me puedas ver.
La bruja alargó la mano para recibir la invitación de la fiesta. La examinó mientras la petaca seguía gorgoteando a la suya, bien lejos de sus botas. Hmm. Papel gordo, letra elegante, márgenes y florituras en dorado. La tinta olía a grosellas. Una recepción de postín en toda regla, vaya, en casa del señor... Rowland Hill y su mujer, Johanna Gutemberg.
-El plan es sencillo, haremos lo siguiente, como equipo, tú irás, harás todo el trabajo, sacarás el libro, yo te esperaré afuera y te pagaré al terminar.
-Magnífico. Y encima te quedas la peor parte, estar dentro a mi lado aunque no te vea mientras estás fuera esperándome. Se nota que te preocupas, que sepas que lo aprecio. Pero tengo alguna duda. -comentó, guardándose la invitación y poniéndole el tapón a la petaca después de rematarla con el último trago.- La petición de trabajo decía "sustracción de manera elegante". ¿Por elegante también contemplas la posibilidad de incendios, posibles disturbios y/o gente cabreada a la que una persecución le puede parecer viable?
El ladrón de papel al que ya habían matado con anterioridad se la quedó mirando, amparado por la misteriosidad de la noche, la luna, la máscara y su estupefacción excelentemente disimulada. Puede que arrepintiéndose de algunas decisiones tomadas en la vida.
-Sólo... tú tráeme el libro, ¿vale?
Eso no era una negación, así que ahora no podría quejarse de cualquier método que se le pasara por la cabeza para obtener el objeto. Con una enorme sonrisa y una reverencia de circo, Twistedtale se dio la vuelta y puso rumbo a su destino con el ritmo saltarín que la caracterizaba. Era una mala idea. Haberla contratado, no la misión en sí. Nadie que aprecie que sus asuntos ocultos sigan siéndolo contrata un bardo para una misión secreta. Es de saber común que los bardos son de naturaleza disipada y curiosa.
Salió del parquecillo silbando una alegre tonada. El título del tomo a recuperar era, literalmente, "El título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único fin es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final...". La mujer deseó que fuese un recetario de cocina. O un manual sobre tallas mágicas de ranas de madera, porque hacía tiempo que quería aprender a tallar ranas. Los sellos eran aburridos
Serpenteó entre la afluencia de invitados, evitando carruajes y bostas de caballo y todas las miradas que pudo (lo último sin mucho éxito porque, seamos sinceros, no era una mujer de aspecto discreto). Se plantó junto a un hombre alto y resultón de ojos negros, cabello negro, gabán de corte serio y negro y pantalones negros, con zapatos elegantes negros y a este paso también un alma negra, vaya a saber uno. Se asomó por saber si llevaba también las uñas pintadas de negro, todo un clásico, pero no le vio las manos. Suspiró. La noche se estaba poniendo reiterativa.
Le sonrió amigable, porque nunca estaba de más sonreír y porque era necesario crear una buena impresión en la gente que acudía a la fiesta en la casa que tenía que robar. Los ojos oscuros del hombre no le dijeron nada, sólo reflejaron la mirada del bardo. Interesante. O problemático.
-Hola. Veo que también tienes un... Oh. Oh, cielo santo, divina partitura. ¿Por qué cargas con eso? -exclamó, señalando con horror el aparato del hombre. Aparato musical, se entiende.- ¿No me digas te a ti también te han contratado para tocar esta noche? ¿Con ese... eso... esa cosa? Jamás pensé que podría decir en voz alta las palabras Emergencia Musical siendo verdaderas. Y me encanta.
Twistedtale
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Al parecer la lista de invitados era realmente enorme, al punto que me preguntaba si iban a caber todos en la casa, aunque este tipo parecía tan rico que podía comprar otra dimensión entera para guardarla dentro de aquel lugar. Como era de esperarse, uno que otro listillo intentaba colarse al lugar haciéndose pasar por alguien importante, tan tarados eran que no se preocupaban en ver si la persona que decían ser ya estaba dentro, aunque más gracioso aún era cuando la verdadera persona llegaba después que alguien había tomado su lugar falsamente -Novatos- Dije confiado en que mi magia de voz me permitiría entrar al lugar fácilmente y sin problemas, claro, eso y mi excelente fachada reforzada por aquel raro instrumento.
Me encontraba tan concentrado formándome en la entrada del lugar que no vi acercarse a aquella rara criatura que ahora tenía a mi lado. Alcé una ceja al verla sonreír y traté de alejarme pero claro, ya era demasiado tarde para conseguirlo, antes que pudiera escapar ya me había envuelto en una conversación estéril -Es mío- Dije abrazando el instrumento con recelo -Es mi unicornio- Aquello había sonado mejor en mi mente ¿era realmente el nombre -Quise decir, es un mono- y desde luego, se ponía peor, llevé mi mano al bolsillo para registrar las notas de Arygos en donde decía el nombre del instrumento -¡¡Monocordio!!- Dije finalmente orgulloso.
¿Cómo que también?- pregunté nervioso, desde luego, en la vida había tocado ese instrumento y dado que ni Arygos ni yo teníamos idea que aquel era un instrumento de frotación, no habíamos incluido el arco y obviamente yo lo tocaría por rasgado cual si fuera un laud, lógicamente -Pues sí, es mi tarea deletrearlos con el unicornio… Deleitarlos con el monocordio- Me corregí de prisa, a este paso la chica me podría poner en evidencia así que lo mejor era asegurarme de ganar unos cuantos puntos con ella, y desde luego, la oportunidad llegó al llegar a la entrada.
Sus invitaciones, por favor- Dijo un señor inflado con una mano en su abdomen y la otra extendida a la altura del pecho en un perfecto ángulo de 180 grados cual si lo azotaran en caso de no pararse correctamente, su bigote tan poblado parecía hecho con el cabello que le faltaba en la cabeza y la frente parecía no terminar sino hasta llegar a la espalda -Desde luego, brillante señor- dije con elegancia en un ofensivo cumplido pues bien, lo brillante no era por lo listo sino porque su cabeza reflejaba con detalle todas las constelaciones del cielo.
Oh por los dioses, excuse usted mi infortunado descuido, no encuentro mi invitación- Dije casi sobreactuando mi dramatismo, y desde luego que no iba a encontrarla porque no tenía una, pero lo que sí tenía era un muy buen plan -Soy el domador de unicornios- llevé una mano a mi boca ante el error -Donador de monocordios- Corregí de prisa -Mi compañera y yo…- Tomé a la chica del brazo para acercarla y hacerla parte de mi coartada, a fin de cuenta imaginé que también quería entrar y no parecía alguien que pudiera ser invitada legalmente -Vinimos a poner música en el evento, demostrando lo que se puede hacer con el… monocordio- dije pensando esta vez el nombre del instrumento.
Sus invitaciones, por favor- El hombre no parecía muy convencido, así que decidí no arriesgarme y usar una palabra cargada de la más antigua, poderosa y sublime magia de control de masas -Déjenos entrar… pofavó- [1] añadí en esta última frase una carga de magia de voz para doblegar la voluntad del sujeto que sin más, se limitó a hacerse a un lado e indicarnos con sus manos el camino hacia la rumba, bueno, esa palabra no existía todavía así que, hacia la fiesta.
La celebración en ese lugar era realmente triste, todos lucían apagados, moderados, tan decentes y aburridos -¿Cómo se divierten estos tipejos?- Pregunté a mi compañera si no era que ya se me había escapado dentro de la mansión, a saber para qué estaba en ese lugar. Igual yo tampoco estaba para montar ningún espectáculo musical pero había tardado en reaccionar y al darme cuenta ya me sujetaban del brazo -Que descaro el de estos músicos, debieron llegar hace horas- otro sirviente completamente idéntico al de la entrada me sujetó por el brazo. ¿Era otro? ¿era el mismo? aquella pregunta me saturaba y monopolizaba mi mente mientras me llevaba hasta un escenario sin que pudiera caer en cuenta de lo que sucedía, y como el hombre no paraba de hablar y quejarse, no alcancé a usar mi magia para liberarme.
Sepa que es la última vez que contratamos sus servicios, señor…- Hizo una pausa para darme la oportunidad de presentarme -Lazard…- Dije en tono muy serio -De la familia Di nitta- el hombre aplaudió para llamar la atención de los presentes y dijo en voz alta -Damas y caballeros, es un honor presentarles a Lazard Di Nitta- aquellas últimas dos palabras generaron tal descontrol de risas que seguramente me darían la oportunidad de desaparecerme del escenario y comenzar mi misión ¿O no?
[1] Uso Habilidad de nivel 2: El Demonio de la Perversidad Me encontraba tan concentrado formándome en la entrada del lugar que no vi acercarse a aquella rara criatura que ahora tenía a mi lado. Alcé una ceja al verla sonreír y traté de alejarme pero claro, ya era demasiado tarde para conseguirlo, antes que pudiera escapar ya me había envuelto en una conversación estéril -Es mío- Dije abrazando el instrumento con recelo -Es mi unicornio- Aquello había sonado mejor en mi mente ¿era realmente el nombre -Quise decir, es un mono- y desde luego, se ponía peor, llevé mi mano al bolsillo para registrar las notas de Arygos en donde decía el nombre del instrumento -¡¡Monocordio!!- Dije finalmente orgulloso.
¿Cómo que también?- pregunté nervioso, desde luego, en la vida había tocado ese instrumento y dado que ni Arygos ni yo teníamos idea que aquel era un instrumento de frotación, no habíamos incluido el arco y obviamente yo lo tocaría por rasgado cual si fuera un laud, lógicamente -Pues sí, es mi tarea deletrearlos con el unicornio… Deleitarlos con el monocordio- Me corregí de prisa, a este paso la chica me podría poner en evidencia así que lo mejor era asegurarme de ganar unos cuantos puntos con ella, y desde luego, la oportunidad llegó al llegar a la entrada.
Sus invitaciones, por favor- Dijo un señor inflado con una mano en su abdomen y la otra extendida a la altura del pecho en un perfecto ángulo de 180 grados cual si lo azotaran en caso de no pararse correctamente, su bigote tan poblado parecía hecho con el cabello que le faltaba en la cabeza y la frente parecía no terminar sino hasta llegar a la espalda -Desde luego, brillante señor- dije con elegancia en un ofensivo cumplido pues bien, lo brillante no era por lo listo sino porque su cabeza reflejaba con detalle todas las constelaciones del cielo.
Oh por los dioses, excuse usted mi infortunado descuido, no encuentro mi invitación- Dije casi sobreactuando mi dramatismo, y desde luego que no iba a encontrarla porque no tenía una, pero lo que sí tenía era un muy buen plan -Soy el domador de unicornios- llevé una mano a mi boca ante el error -Donador de monocordios- Corregí de prisa -Mi compañera y yo…- Tomé a la chica del brazo para acercarla y hacerla parte de mi coartada, a fin de cuenta imaginé que también quería entrar y no parecía alguien que pudiera ser invitada legalmente -Vinimos a poner música en el evento, demostrando lo que se puede hacer con el… monocordio- dije pensando esta vez el nombre del instrumento.
Sus invitaciones, por favor- El hombre no parecía muy convencido, así que decidí no arriesgarme y usar una palabra cargada de la más antigua, poderosa y sublime magia de control de masas -Déjenos entrar… pofavó- [1] añadí en esta última frase una carga de magia de voz para doblegar la voluntad del sujeto que sin más, se limitó a hacerse a un lado e indicarnos con sus manos el camino hacia la rumba, bueno, esa palabra no existía todavía así que, hacia la fiesta.
La celebración en ese lugar era realmente triste, todos lucían apagados, moderados, tan decentes y aburridos -¿Cómo se divierten estos tipejos?- Pregunté a mi compañera si no era que ya se me había escapado dentro de la mansión, a saber para qué estaba en ese lugar. Igual yo tampoco estaba para montar ningún espectáculo musical pero había tardado en reaccionar y al darme cuenta ya me sujetaban del brazo -Que descaro el de estos músicos, debieron llegar hace horas- otro sirviente completamente idéntico al de la entrada me sujetó por el brazo. ¿Era otro? ¿era el mismo? aquella pregunta me saturaba y monopolizaba mi mente mientras me llevaba hasta un escenario sin que pudiera caer en cuenta de lo que sucedía, y como el hombre no paraba de hablar y quejarse, no alcancé a usar mi magia para liberarme.
Sepa que es la última vez que contratamos sus servicios, señor…- Hizo una pausa para darme la oportunidad de presentarme -Lazard…- Dije en tono muy serio -De la familia Di nitta- el hombre aplaudió para llamar la atención de los presentes y dijo en voz alta -Damas y caballeros, es un honor presentarles a Lazard Di Nitta- aquellas últimas dos palabras generaron tal descontrol de risas que seguramente me darían la oportunidad de desaparecerme del escenario y comenzar mi misión ¿O no?
Última edición por Bio el Jue 12 Nov - 19:13, editado 1 vez
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
-Es mío. Es mi unicornio.
Fueron esas exactas palabras las que hicieron que Twist comenzase a sonreír, vaticinando que el Hombre de Negro sería lo más entretenido de esta noche. La manera en la que agarró el instrumento le pareció linda, y el gesto en su cara no hizo más que agrandarse según seguía hablando. Cada vez que escuchaba "unicornio" se le ensanchaba la sonrisa.
Observó con deleite el aparente apuro del hombre cuando se le pidió que mostrase la invitación. El bardo esperaba a su lado sin perder ningún detalle, las manos a la espalda y balanceándose sobre los pies mientras el redondo portero encargado de revisar las entradas los miraba condescendiente. Le vio rebuscar en su traje sin éxito pero sin perder la compostura. "Este tío es bueno", pensó alegre, "sea cual sea su oficio está perdiendo el tiempo fuera del escenario."
Y de repente la agarraba por el brazo con la familiaridad de un amante conocido, soltándole al portero que era un domador de unicornios y que venían a dar un espectáculo con monocordios. Así, como si estuviese dando el parte meteorológico.
-Déjenos entrar... pofavó.
Twistedtale escondió la cara en el abrigo negro del hombre de negro, luchando muy seriamente por no estallar en carcajadas que diesen al traste con lo que estaba ocurriendo. Sintió el reverberar del éter siendo canalizado y no le extrañó que acto seguido les dejasen pasar, con reverencia y todo como si ellos dos fuesen un par de invitados más. De los normales y corrientes, no de los impostores.
No tenía ni idea de qué es lo que hacía allí su nuevo amigo, pero claramente seguir su parlanchina dislexia era mucho más divertido que ponerse ella misma con la misión asignada (cosa que cada vez cobraba menos interés en su mente y bajaba escalones en la lista de prioridades).
En el interior la fiesta no tenía nada de fiesta. Flotaba el típico murmullo lleno de cotilleos venenosos habitual en estas reuniones, con gente bebiendo modosa en sus copitas de cristal soplado en vez de soplarse el contenido y menear un poco el trasero.
Su mente de músico ambulante se puso a trabajar de inmediato en una solución sencilla para arreglar semejante ambientazo, asintiendo ante las palabras de su acompañante, pero como seguía del brazo del Hombre de Negro también fue arrastrada por los sirvientes. Tres idénticos y extrañamente complementarios. Tuvo que parpadear varias veces para asegurarse que dos de ellos no eran una impronta del primero al ir muy deprisa.
El sirviente por triplicado los dirigió hacia el frente de la sala, zigzagueando entre los invitados como ese antiguo juego de la serpiente que tenía que comer manzanas y hacerse más larga. Los subió a una pequeña tarima con varios instrumentos preparados y anunció al Hombre de Negro como La Sardinita. La gente trató de ocultar su hilaridad de la misma manera que actuaban en estas reuniones sociales: pobremente.
-Damas y caballeros, es un honor presentarles a Lazard Di Nitta
Bueno, ella se daba a conocer como Twistedtale. La bruja nunca juzgaba los nombres artísticos de nadie, era toda una profesional. Por el rabillo del ojo vio cómo el pescadito trataba de escurrirse disimuladamente fuera del escenario, así que lo agarró de la manga y tiró de él de vuelta a su posición.
-¿Y usted, señorita? -preguntó por lo bajo de repente, como si acabara de darse cuenta de su presencia.
-Yo quiero una copa de vino, gracias.
-Que cómo se llama.
-Ah eso. Twistedtale. Acompañamiento de guitarra para monocordio en clave de fa según las notorias partituras del gran Uni von Kornio de Ciudad Lagarto. Maese Sardina tocará también en clave de fa, la obra es-...
El sirviente por triplicado alzó la mano en gesto seco y la miró como si algo se acabara de morir en su interior.
Y su acompañante, Twistedtale. -declaró.
La pelirroja se puso en posición, descolgando a Maullido de la espalda y afinando rápidamente los trastes con unos pocos toques. Miró a su compañero observar el instrumento entre sus manos, sosteniéndolo de la misma manera que ella sostendría una espada: sin la menor idea pero con el mejor de los disimulos. Dejó escapar una risilla y le guiñó un ojo cómplice.
-Finge como si tu vida dependiese de un orgasmo. -le recomendó por lo bajo.
Usó la música como vehículo para guiar el éter y tejer la ilusión, sintiendo cómo con cada acorde las líneas de la realidad se doblaban gentiles a su voluntad dibujando el escenario que ella deseaba. Y como no se trataba de algo complejo ni extravagante, sino únicamente de dos personas dando un concierto en una fiesta de ricos sin mayor dificultad, consiguió sin problema lo que se proponía.
Cuando lo tuvo listo abandonó su puesto sin temor a ser vista, ya que una falsa Twistedtale seguía dándole a la guitarra como si nada ocurriese, y ahí seguiría durante un buen rato. La ilusión los amparaba como una cortina invisible. Volvió a estirar de la manga de Sardinilla llevándose un labio a los dedos, indicándole que ahora sí que tenían vía libre para escabullirse sin ser vistos.
Se adelantó bajando de la tarima medio agachada, esperando que el otro le siguiera en vez de desaparecer. Quería conversar con él. Tenía pinta de excéntrico.
Se parapetó detrás de una columna, porque el salón de aquella casa era absurdamente grande y al parecer necesitaba un abundante número de columnas para sostener los techos. Lo cual le venía genial para escabullirse porque aunque confiaba plenamente en sus ilusiones, la precaución siempre resultaba buena compañera.
-...escote de Madame Bovary...
-...por qué...castigar a tu hijo así...?...
-...prisa mientras tocan los músicos, señores... La reunión del Club es en la biblioteca...
Muy pegada a una columna, Twistedtale dejó pasar a cuatro hombres con capas negras muy dramáticas hablando en bajito como colegialas. ¿Un club? ¿Una biblioteca? ¿Qué pasaba con el escote de Madame Bovary? ¿Esconderían ellos el whiskey bueno?
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[Activa - 2 usos - Magia] Crea una ilusión inocua en un área de 3x3m con la finalidad de distraer y así desviar la atención o interrumpir un ataque. Hasta 2 turnos.
Fueron esas exactas palabras las que hicieron que Twist comenzase a sonreír, vaticinando que el Hombre de Negro sería lo más entretenido de esta noche. La manera en la que agarró el instrumento le pareció linda, y el gesto en su cara no hizo más que agrandarse según seguía hablando. Cada vez que escuchaba "unicornio" se le ensanchaba la sonrisa.
Observó con deleite el aparente apuro del hombre cuando se le pidió que mostrase la invitación. El bardo esperaba a su lado sin perder ningún detalle, las manos a la espalda y balanceándose sobre los pies mientras el redondo portero encargado de revisar las entradas los miraba condescendiente. Le vio rebuscar en su traje sin éxito pero sin perder la compostura. "Este tío es bueno", pensó alegre, "sea cual sea su oficio está perdiendo el tiempo fuera del escenario."
Y de repente la agarraba por el brazo con la familiaridad de un amante conocido, soltándole al portero que era un domador de unicornios y que venían a dar un espectáculo con monocordios. Así, como si estuviese dando el parte meteorológico.
-Déjenos entrar... pofavó.
Twistedtale escondió la cara en el abrigo negro del hombre de negro, luchando muy seriamente por no estallar en carcajadas que diesen al traste con lo que estaba ocurriendo. Sintió el reverberar del éter siendo canalizado y no le extrañó que acto seguido les dejasen pasar, con reverencia y todo como si ellos dos fuesen un par de invitados más. De los normales y corrientes, no de los impostores.
No tenía ni idea de qué es lo que hacía allí su nuevo amigo, pero claramente seguir su parlanchina dislexia era mucho más divertido que ponerse ella misma con la misión asignada (cosa que cada vez cobraba menos interés en su mente y bajaba escalones en la lista de prioridades).
En el interior la fiesta no tenía nada de fiesta. Flotaba el típico murmullo lleno de cotilleos venenosos habitual en estas reuniones, con gente bebiendo modosa en sus copitas de cristal soplado en vez de soplarse el contenido y menear un poco el trasero.
Su mente de músico ambulante se puso a trabajar de inmediato en una solución sencilla para arreglar semejante ambientazo, asintiendo ante las palabras de su acompañante, pero como seguía del brazo del Hombre de Negro también fue arrastrada por los sirvientes. Tres idénticos y extrañamente complementarios. Tuvo que parpadear varias veces para asegurarse que dos de ellos no eran una impronta del primero al ir muy deprisa.
El sirviente por triplicado los dirigió hacia el frente de la sala, zigzagueando entre los invitados como ese antiguo juego de la serpiente que tenía que comer manzanas y hacerse más larga. Los subió a una pequeña tarima con varios instrumentos preparados y anunció al Hombre de Negro como La Sardinita. La gente trató de ocultar su hilaridad de la misma manera que actuaban en estas reuniones sociales: pobremente.
-Damas y caballeros, es un honor presentarles a Lazard Di Nitta
Bueno, ella se daba a conocer como Twistedtale. La bruja nunca juzgaba los nombres artísticos de nadie, era toda una profesional. Por el rabillo del ojo vio cómo el pescadito trataba de escurrirse disimuladamente fuera del escenario, así que lo agarró de la manga y tiró de él de vuelta a su posición.
-¿Y usted, señorita? -preguntó por lo bajo de repente, como si acabara de darse cuenta de su presencia.
-Yo quiero una copa de vino, gracias.
-Que cómo se llama.
-Ah eso. Twistedtale. Acompañamiento de guitarra para monocordio en clave de fa según las notorias partituras del gran Uni von Kornio de Ciudad Lagarto. Maese Sardina tocará también en clave de fa, la obra es-...
El sirviente por triplicado alzó la mano en gesto seco y la miró como si algo se acabara de morir en su interior.
Y su acompañante, Twistedtale. -declaró.
La pelirroja se puso en posición, descolgando a Maullido de la espalda y afinando rápidamente los trastes con unos pocos toques. Miró a su compañero observar el instrumento entre sus manos, sosteniéndolo de la misma manera que ella sostendría una espada: sin la menor idea pero con el mejor de los disimulos. Dejó escapar una risilla y le guiñó un ojo cómplice.
-Finge como si tu vida dependiese de un orgasmo. -le recomendó por lo bajo.
Usó la música como vehículo para guiar el éter y tejer la ilusión, sintiendo cómo con cada acorde las líneas de la realidad se doblaban gentiles a su voluntad dibujando el escenario que ella deseaba. Y como no se trataba de algo complejo ni extravagante, sino únicamente de dos personas dando un concierto en una fiesta de ricos sin mayor dificultad, consiguió sin problema lo que se proponía.
Cuando lo tuvo listo abandonó su puesto sin temor a ser vista, ya que una falsa Twistedtale seguía dándole a la guitarra como si nada ocurriese, y ahí seguiría durante un buen rato. La ilusión los amparaba como una cortina invisible. Volvió a estirar de la manga de Sardinilla llevándose un labio a los dedos, indicándole que ahora sí que tenían vía libre para escabullirse sin ser vistos.
Se adelantó bajando de la tarima medio agachada, esperando que el otro le siguiera en vez de desaparecer. Quería conversar con él. Tenía pinta de excéntrico.
Se parapetó detrás de una columna, porque el salón de aquella casa era absurdamente grande y al parecer necesitaba un abundante número de columnas para sostener los techos. Lo cual le venía genial para escabullirse porque aunque confiaba plenamente en sus ilusiones, la precaución siempre resultaba buena compañera.
-...escote de Madame Bovary...
-...por qué...castigar a tu hijo así...?...
-...prisa mientras tocan los músicos, señores... La reunión del Club es en la biblioteca...
Muy pegada a una columna, Twistedtale dejó pasar a cuatro hombres con capas negras muy dramáticas hablando en bajito como colegialas. ¿Un club? ¿Una biblioteca? ¿Qué pasaba con el escote de Madame Bovary? ¿Esconderían ellos el whiskey bueno?
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[Activa - 2 usos - Magia] Crea una ilusión inocua en un área de 3x3m con la finalidad de distraer y así desviar la atención o interrumpir un ataque. Hasta 2 turnos.
Twistedtale
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Habíamos conseguido colarnos en la fiesta de manera exitosa y sin problemas, tenía que marcar un “check” en mi lista de actividades del plan cuidadosamente diseñado, pero como no tenía una lista de actividades ni un plan cuidadosamente diseñado pues… meh. Quedé espabilado al notar que no era uno ni dos, sino tres tipos iguales -Estos tipos compran todo al mayor para que les salga más barato- Comenté en relación a los triplicados señalándolos con la mirada y regalando una pequeña sonrisa a mi compañera aunque sin llegar a presentarme formalmente a pesar de intentarlo pues la llegada al escenario fue muy precipitada y quedé al final como un pescadito.
Mi primera reacción en el escenario había sido escapar pero la chica que se presentaba como Toasted (¿Tostada?) me sostuvo evitando que pudiera escabullirme sin al menos forcejar un rato ante la vista de todos los presentes. Me dejó patidifuso su intimidante y abrumador manejo del lenguaje técnico musical haciéndome parecer un completo inexperto que jamás había tocado aquel instrumento que sostenía en mis manos, y claro, lo era, pero pretendía disimularlo -Desde luego, clave de fa- Sonreí nervioso fingiendo que tenía al menos una remota idea de notación musical.
Y como era de esperarse, imité los movimientos que emprendía con su instrumento ignorando por completo que el monocordio era un instrumento de frotación y no de rasgado pero ¿a quién le importaba en ese lugar? Difícilmente podría haber algún idiota que conociera aquella locura de instrumento -Que bien, un maestro del monocordio, espero esté a la altura de mis expectativas con tal instrumento- Dijo un señor calvo y pálido que al parecer sabía demasiado y en consecuencia tendría que matarlo ¿o no? -Vaya, un conocedor... Una pena que no vaya a poder escucharlo, su costoso piricueco está a punto de suicidarse desde el tejado y debería ir a tratar de evitarlo- [1] Le dije en tono muy serio usando mi magia de voz para hacerlo (luego de escupir su bebida) salir corriendo al tejado en donde claro que no encontraría nada, ni siquiera existía algo llamado "piricueco" pero al menos podría deshacerme del posible crítico por un rato.
Solo esperaba que no hubiera ningún otro “sabiondo” entre los presentes o en algún momento me iba a quedar sin piricuecos suicidas. Volviendo al punto, miré el instrumento como si se tratara de un bebé defecado necesitando cambio de ropa, recordaba haber escuchado una vez una banda de tipos extraños que al no tener dinero para comprar instrumentos decidieron hacer todos con la boca ¿qué tan difícil podría resultar? Aclaré la garganta preparándome para rechinar con gracia y ritmo como lo haría seguramente ese instrumento pero la chica me interrumpió con un mejor plan que por suerte me evitaría menguar mis últimas reservas de dignidad.
¿Qué mi vida qué?- Dije antes de entender de qué se trataba y acto seguido me vi a mi mismo haciendo sonar el instrumento cual si realmente hubiese entendido cómo debería sonar -Vaya, eres buena, Toasted- Incluso habría podido quedarme allí a observar el espectáculo que ya tenía embobada a todo el público. Bajé tras la chica para seguir sus pasos y escapar en la misma dirección aunque sospechaba que en algún momento nuestros caminos tendrían que separarse -Ambos sabemos que no estamos aquí por la fiesta- Le susurré cerca del oído recostándome a su lado cerca de una de las abundantes columnas del lugar -Tal vez podamos colaborar- Propuse mientras acercaba mi nariz a su cuello para fingir… no sé, cualquier cosa que se quisieran imaginar de un huelecuellos, y fue entonces cuando aquellos sujetos que pasaban cerca dejaron salir algunas frases ciertamente raras.
Arrugué la cara extrañado al escuchar en primer lugar -Lo encontraron con la nariz en el escote de Madame…- Y bueno, no sabía quién era pero vaya que sabía divertirse, y yo aquí perdiendo el tiempo oliendo cuellos, aunque la siguiente frase me hizo desistir de tal oficio -Sí pero al pobre chico le hicieron crecer pezones en la frente como castigo- Me cuesta bastante describir la reacción de mi cara al escuchar esto pero, bueno, imaginemos a los tres sirvientes con seis expresiones diferentes en el mismo rostro.
De cualquier modo, la siguiente frase resultó ser un poco más relevante pues hablaban de una reunión en una biblioteca, no hacía falta ser muy inteligente para realizar asociaciones lógicas: Iban a la biblioteca del club, en las bibliotecas hay libros, yo buscaba un libro, obviamente era el mejor lugar para comenzar a buscar -Si colaboras conmigo, lo haré contigo luego- Le dije a la chica (omitiendo que eso había sonado menos comprometedor en mi mente) pues, dadas sus habilidades podría resultar de utilidad y si no pues, siempre era bueno contar con algo de carnada para dejar atrás -Algo me dice que podremos encontrar cosas valiosas en esa biblioteca-Seguramente la chica no despreciaría salir del lugar con más de una cosa de valor.
Cerré los ojos un instante y me concentré para escuchar más allá de lo evidente, me hice uno con el entorno y escuché… nada, estaba seguro que antes tenía una habilidad para escuchar pero en fin, me separé de la chica y la invité a seguir a aquellos fulanos encapados que parecían desfilar a paso muy lento entre los pasillos que cada vez nos alejaban más de la fiesta, bajando unas escaleras de caracol que llevaban a una puerta que seguramente podría resultar un problema. Obviamente no logramos entrar junto a los capados y la puerta se cerró, emitiendo desde sus bordes un brillo que delataba magia arcana para cerrarla -Rayos, si es lo que creo, y con mi amplia experiencia rara vez me equivoco, será muy difícil abrir esa puerta- Le dije a mi compañera mientras buscaba alguna manera sutil de acceder al misterioso lugar.
[1] Uso Habilidad de Nivel 4: El miedo que acecha Mi primera reacción en el escenario había sido escapar pero la chica que se presentaba como Toasted (¿Tostada?) me sostuvo evitando que pudiera escabullirme sin al menos forcejar un rato ante la vista de todos los presentes. Me dejó patidifuso su intimidante y abrumador manejo del lenguaje técnico musical haciéndome parecer un completo inexperto que jamás había tocado aquel instrumento que sostenía en mis manos, y claro, lo era, pero pretendía disimularlo -Desde luego, clave de fa- Sonreí nervioso fingiendo que tenía al menos una remota idea de notación musical.
Y como era de esperarse, imité los movimientos que emprendía con su instrumento ignorando por completo que el monocordio era un instrumento de frotación y no de rasgado pero ¿a quién le importaba en ese lugar? Difícilmente podría haber algún idiota que conociera aquella locura de instrumento -Que bien, un maestro del monocordio, espero esté a la altura de mis expectativas con tal instrumento- Dijo un señor calvo y pálido que al parecer sabía demasiado y en consecuencia tendría que matarlo ¿o no? -Vaya, un conocedor... Una pena que no vaya a poder escucharlo, su costoso piricueco está a punto de suicidarse desde el tejado y debería ir a tratar de evitarlo- [1] Le dije en tono muy serio usando mi magia de voz para hacerlo (luego de escupir su bebida) salir corriendo al tejado en donde claro que no encontraría nada, ni siquiera existía algo llamado "piricueco" pero al menos podría deshacerme del posible crítico por un rato.
Solo esperaba que no hubiera ningún otro “sabiondo” entre los presentes o en algún momento me iba a quedar sin piricuecos suicidas. Volviendo al punto, miré el instrumento como si se tratara de un bebé defecado necesitando cambio de ropa, recordaba haber escuchado una vez una banda de tipos extraños que al no tener dinero para comprar instrumentos decidieron hacer todos con la boca ¿qué tan difícil podría resultar? Aclaré la garganta preparándome para rechinar con gracia y ritmo como lo haría seguramente ese instrumento pero la chica me interrumpió con un mejor plan que por suerte me evitaría menguar mis últimas reservas de dignidad.
¿Qué mi vida qué?- Dije antes de entender de qué se trataba y acto seguido me vi a mi mismo haciendo sonar el instrumento cual si realmente hubiese entendido cómo debería sonar -Vaya, eres buena, Toasted- Incluso habría podido quedarme allí a observar el espectáculo que ya tenía embobada a todo el público. Bajé tras la chica para seguir sus pasos y escapar en la misma dirección aunque sospechaba que en algún momento nuestros caminos tendrían que separarse -Ambos sabemos que no estamos aquí por la fiesta- Le susurré cerca del oído recostándome a su lado cerca de una de las abundantes columnas del lugar -Tal vez podamos colaborar- Propuse mientras acercaba mi nariz a su cuello para fingir… no sé, cualquier cosa que se quisieran imaginar de un huelecuellos, y fue entonces cuando aquellos sujetos que pasaban cerca dejaron salir algunas frases ciertamente raras.
Arrugué la cara extrañado al escuchar en primer lugar -Lo encontraron con la nariz en el escote de Madame…- Y bueno, no sabía quién era pero vaya que sabía divertirse, y yo aquí perdiendo el tiempo oliendo cuellos, aunque la siguiente frase me hizo desistir de tal oficio -Sí pero al pobre chico le hicieron crecer pezones en la frente como castigo- Me cuesta bastante describir la reacción de mi cara al escuchar esto pero, bueno, imaginemos a los tres sirvientes con seis expresiones diferentes en el mismo rostro.
De cualquier modo, la siguiente frase resultó ser un poco más relevante pues hablaban de una reunión en una biblioteca, no hacía falta ser muy inteligente para realizar asociaciones lógicas: Iban a la biblioteca del club, en las bibliotecas hay libros, yo buscaba un libro, obviamente era el mejor lugar para comenzar a buscar -Si colaboras conmigo, lo haré contigo luego- Le dije a la chica (omitiendo que eso había sonado menos comprometedor en mi mente) pues, dadas sus habilidades podría resultar de utilidad y si no pues, siempre era bueno contar con algo de carnada para dejar atrás -Algo me dice que podremos encontrar cosas valiosas en esa biblioteca-Seguramente la chica no despreciaría salir del lugar con más de una cosa de valor.
Cerré los ojos un instante y me concentré para escuchar más allá de lo evidente, me hice uno con el entorno y escuché… nada, estaba seguro que antes tenía una habilidad para escuchar pero en fin, me separé de la chica y la invité a seguir a aquellos fulanos encapados que parecían desfilar a paso muy lento entre los pasillos que cada vez nos alejaban más de la fiesta, bajando unas escaleras de caracol que llevaban a una puerta que seguramente podría resultar un problema. Obviamente no logramos entrar junto a los capados y la puerta se cerró, emitiendo desde sus bordes un brillo que delataba magia arcana para cerrarla -Rayos, si es lo que creo, y con mi amplia experiencia rara vez me equivoco, será muy difícil abrir esa puerta- Le dije a mi compañera mientras buscaba alguna manera sutil de acceder al misterioso lugar.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Aquí el señor Sardinilla era un maestro de la voz, y el bardo comenzaba a darse cuenta que no precisamente de la ópera. El pelo en el pecho y el tono agradablemente grave de su voz lo marcaban como un ejemplar adulto (evidentemente) sin piezas faltantes (no hablamos de la cabeza), lo cual también era interesante.
Mandó a nosequé sitio a nosequé señor en busca de nosequé cosa exótica, se las ingenió para salir bien parado de la ilusión repentina y consiguió inventarse la versión más tonta de su nombre hasta el momento. Se las apañó también para proponerle una colaboración, algo que le recordó a la pelirroja que estaba en una misión y no en una fiesta. Aunque su vida era una fiesta y... bueno, da igual.
El caso es que, con música falsa de fondo, extraños en capita y un hombre oliéndole el cuello en el secretismo de las sombras tras una columna, Twistedtale se preguntó seriamente si había consumido algo más que un sandwich ligero aquella noche.
La respuesta era: a saber. De modo que se giró hacia Sardino, le agarró el culo con una mano y mucho descaro, y le sonrió ante la propuesta de colaboración.
-Tú y yo sí que vamos a colaborar, pescaíto. Estrechamente, si me sigues susurrando cosas al cuello. Vamos a esa biblioteca, me da en el paladar que estos tipos tienen llave a la bodega.
Y la biblioteca. La biblioteca también era importante. Sí. Porque el remuerto de la máscara (el insensato que la contrató) quería un libro de cuyo título ya se había... ah no, lo acababa de... de... sí, lo recordaba. Pues eso, ¿qué mejor lugar para buscar un árbol que en el bosque? Preciosa alegoría, todo muy bien hilado.
Siguió pues al hombre de negro, recreándose un poco, no vamos a mentir, en los recientes recuerdos de su firme glúteo derecho. El ambiente cada vez se hacía más tétrico, con menos luz, unas cuantas velas salpicando hornacinas en la pared de piedra. La mujer ya no podía escuchar la música de su propia ilusión, ni las charlas ni el bullicio de la fiesta. Empezaron a descender por las anticuadas escaleras de caracol a una distancia prudente de los caballeros con capa, lo que provocó que, cuando cruzaron una puerta, ambos no pudieran seguirles.
La puerta, de un insultante aspecto mundano, era lo único que los separaba ahora de la supuesta biblioteca. El bardo se acercó para examinarla, apreciando el breve brillo que despedía. No parecía Éter, así que serían arcanos. Bien podrían ser pistachos mágicos por todo lo que ella sabía del tema de las runas.
-Rayos, si es lo que creo...
-Tiene una manija. ¿Has probado la manija?
Era verdad. La perfectamente anodina puerta de madera barata tenía un pomo plateado. Sinceramente, destacaba demasiado en el entorno de piedra y misticismo. Twistedtale pensó que deberían castigar al interiorista que creyó oportuno mezclar runas y madera y piedra de mansión con un tapete de croché sobre una consola centenaria de dos patas apoyada en la pared. Atroz.
-...y con mi amplia experiencia rara vez me equivoco...
-Sardinita, manija. Aquí. Céntrate que pareces un buscador de agua, te faltan dos palos. -comentó al verle pulular por ahí.
-...será muy difícil abrir esa puerta...
-Vale, pues probamos la manija.
La puerta se abrió sin mayor resistencia para asombro de nadie. De la bruja, al menos. Al parecer según los cuentos era ley universal que toda puerta cerrada debiera tener algún tipo de encantamiento y/o impedimento y, en consecuencia, uno tuviera que destrozarla para pasar. Pobre puerta.
A Twisdtedtale no le gustaban los cuentos convencionales ni los roles preestablecidos.
Con gesto grandilocuente dejó pasar primero a Sardina. Por si acaso. Que los cuentos podían ser muy cabrones a veces. Cuando ambos cruzaron el umbral sonó un suave ding de campanita y una voz (sexy) suave les deseó una buenacompra estancia. Qué amable. Pegado a la pared pudieron ver un cartel hecho de pergamino que también brillaba un poco en la oscuridad, con un mapa muy simple de lo que tituló como "La Biblioteca de lo Oculto". Un puntito en azul parpadeaba con un pequeño letrero: "Está Ud. aquí".
Madre mía. O eran muy tontos o tenían mucha confianza en sus sistemas antirobo. Cosa que al bardo le resultó claramente preocupante.
-A lo mejor... a lo mejor tendríamos que ir con cuidado a partir de aquí... -se asomó sobre la baranda de la escalera; ésta descendía un piso más y luego daba paso a un inmenso espacio pobremente iluminado.- Vamos a hacer una cosa. Como yo te he ayudado a entrar aquí, porque lo de la manija era muy difícil, primero me ayudas y luego te ayudo.
Los dos bajaron el último tramo. Cerca de ellos pasaron flotando varios orbes de luz de aspecto inofensivo. El sótano parecía ramificarse usando las estanterías y recovecos como calles extrañas y misteriosas, cargadas de tomos y huecos y papeles y pergaminos. Y polvo. Un montonazo de polvo.
-Bueno, amigo mío. Manos a la obra. Estoy buscando un libro con un título estúpidamente largo. Te prometo que no son recetas de cocina. Creo.
Comentó la mujer. Al fondo de uno de los pasillos, donde la luz era más intensa, se escuchaba el murmullo de hombres reunidos.
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Mandó a nosequé sitio a nosequé señor en busca de nosequé cosa exótica, se las ingenió para salir bien parado de la ilusión repentina y consiguió inventarse la versión más tonta de su nombre hasta el momento. Se las apañó también para proponerle una colaboración, algo que le recordó a la pelirroja que estaba en una misión y no en una fiesta. Aunque su vida era una fiesta y... bueno, da igual.
El caso es que, con música falsa de fondo, extraños en capita y un hombre oliéndole el cuello en el secretismo de las sombras tras una columna, Twistedtale se preguntó seriamente si había consumido algo más que un sandwich ligero aquella noche.
La respuesta era: a saber. De modo que se giró hacia Sardino, le agarró el culo con una mano y mucho descaro, y le sonrió ante la propuesta de colaboración.
-Tú y yo sí que vamos a colaborar, pescaíto. Estrechamente, si me sigues susurrando cosas al cuello. Vamos a esa biblioteca, me da en el paladar que estos tipos tienen llave a la bodega.
Y la biblioteca. La biblioteca también era importante. Sí. Porque el remuerto de la máscara (el insensato que la contrató) quería un libro de cuyo título ya se había... ah no, lo acababa de... de... sí, lo recordaba. Pues eso, ¿qué mejor lugar para buscar un árbol que en el bosque? Preciosa alegoría, todo muy bien hilado.
Siguió pues al hombre de negro, recreándose un poco, no vamos a mentir, en los recientes recuerdos de su firme glúteo derecho. El ambiente cada vez se hacía más tétrico, con menos luz, unas cuantas velas salpicando hornacinas en la pared de piedra. La mujer ya no podía escuchar la música de su propia ilusión, ni las charlas ni el bullicio de la fiesta. Empezaron a descender por las anticuadas escaleras de caracol a una distancia prudente de los caballeros con capa, lo que provocó que, cuando cruzaron una puerta, ambos no pudieran seguirles.
La puerta, de un insultante aspecto mundano, era lo único que los separaba ahora de la supuesta biblioteca. El bardo se acercó para examinarla, apreciando el breve brillo que despedía. No parecía Éter, así que serían arcanos. Bien podrían ser pistachos mágicos por todo lo que ella sabía del tema de las runas.
-Rayos, si es lo que creo...
-Tiene una manija. ¿Has probado la manija?
Era verdad. La perfectamente anodina puerta de madera barata tenía un pomo plateado. Sinceramente, destacaba demasiado en el entorno de piedra y misticismo. Twistedtale pensó que deberían castigar al interiorista que creyó oportuno mezclar runas y madera y piedra de mansión con un tapete de croché sobre una consola centenaria de dos patas apoyada en la pared. Atroz.
-...y con mi amplia experiencia rara vez me equivoco...
-Sardinita, manija. Aquí. Céntrate que pareces un buscador de agua, te faltan dos palos. -comentó al verle pulular por ahí.
-...será muy difícil abrir esa puerta...
-Vale, pues probamos la manija.
La puerta se abrió sin mayor resistencia para asombro de nadie. De la bruja, al menos. Al parecer según los cuentos era ley universal que toda puerta cerrada debiera tener algún tipo de encantamiento y/o impedimento y, en consecuencia, uno tuviera que destrozarla para pasar. Pobre puerta.
A Twisdtedtale no le gustaban los cuentos convencionales ni los roles preestablecidos.
Con gesto grandilocuente dejó pasar primero a Sardina. Por si acaso. Que los cuentos podían ser muy cabrones a veces. Cuando ambos cruzaron el umbral sonó un suave ding de campanita y una voz (sexy) suave les deseó una buena
Madre mía. O eran muy tontos o tenían mucha confianza en sus sistemas antirobo. Cosa que al bardo le resultó claramente preocupante.
-A lo mejor... a lo mejor tendríamos que ir con cuidado a partir de aquí... -se asomó sobre la baranda de la escalera; ésta descendía un piso más y luego daba paso a un inmenso espacio pobremente iluminado.- Vamos a hacer una cosa. Como yo te he ayudado a entrar aquí, porque lo de la manija era muy difícil, primero me ayudas y luego te ayudo.
Los dos bajaron el último tramo. Cerca de ellos pasaron flotando varios orbes de luz de aspecto inofensivo. El sótano parecía ramificarse usando las estanterías y recovecos como calles extrañas y misteriosas, cargadas de tomos y huecos y papeles y pergaminos. Y polvo. Un montonazo de polvo.
-Bueno, amigo mío. Manos a la obra. Estoy buscando un libro con un título estúpidamente largo. Te prometo que no son recetas de cocina. Creo.
Comentó la mujer. Al fondo de uno de los pasillos, donde la luz era más intensa, se escuchaba el murmullo de hombres reunidos.
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
No pude evitar jadear y emitir un gemido involuntario al sentir la mano de la Tostada apretándome el trasero, liberando en un susurro la extraña frase -Yamete kudasai- lo cual fue lo primero que me vino a la mente y que, pues, algo debía significar aunque de momento no era tan importante como seguirle el paso a aquellos misteriosos sujetos encapuchados que se dirigían a su reunión secreta en la biblioteca secreta hablar de cosas secretas entre las que seguramente estaba el libro secreto, todo un genio yo por intuirlo.
También creo eso, tú sígueme, tengo un sexto sentido para estas cosas- Le dije presumido aunque ciertamente sí tenía un sexto sentido, mi sentido del humor. Avanzamos juntos hasta llegar a la fulana puerta en donde no pude evitar reír con sorna ante su insensata idea -¿Qué hablas? No serían tan idiotas para…- La discusión acabó con la chica girando la manija y dejándome en ridículo -Eso, es lo que te dije, solo bastaba con girar la manija- Aclaré con total certeza como si jamás hubiese argumentado algo contrario y avancé serio murmurando -Estos jóvenes de ahora…
Ay gracias, ya casi no quedan caballeras en estos días- llevé mis manos a las caderas simulando levantarme un vestido imaginario cual damisela halagada y avancé de primero hacia el lugar, asomando primero la cabeza y luego pisando con la punta de un pie para verificar que no hubiera ninguna trampa -Tal vez nos permiten entrar porque están seguros que será difícil encontrar el camino a…- Me callé al ver el luminoso mapa en la pared -¿Es en serio?- Protesté -Denme un respiro- Aquello parecía una sucesión de bromas de mal gusto diseñadas para molestarme, si hasta una voz de bienvenida tenían.
Claro, desde luego, la manija- Murmuré de mala gana ante su solicitud, estaba claro que “la manija” se convertiría en un chiste recurrente, por lo que de momento solo podía desea que este trabajo terminara lo más pronto posible. Me acerqué a la baranda para mirar hacia abajo, parecía seguro así que apoyé mi mano en la misma para luego dar un salto hasta el piso inferior con la gracia de un gato -Salta, te atraparé- Dije colocando los brazos para atraparla cual si no hubiera otra opción, aunque luego noté algo que antes no había visto -O puedes bajar la escalera, claro- y es que bueno, en mi defensa, había poca luz, y que los vampiros puedan ver en la oscuridad no quiere decir nada eh.
A este punto, debía ser el peor vampiro de todo Aerandir, y se pondría peor -Shhh- Siseé con un dedo en los labios para que no hiciera ruido al caminar -Entiendo que no todos pueden desenvolverse en la oscuridad tan bien como un vampiro, pero ten cuidado de no hacer un escándalo que nos delate- Dije justo antes de tropezar un raro objeto clavado en el piso que me obligó a apoyar mi mano bruscamente en un estante de libros que se balanceó alarmantemente aunque por suerte conseguí detenerlo para que no se viniera abajo delatando nuestra presencia con el ruido -¡SÍ!- Grité emocionado llevando luego mis manos a la boca.
No hagas ruido- Susurré ignorando lo anterior y continuando -Yo también busco un libro con un nombre muy largo- Dije con cierta duda, aunque si buscábamos lo mismo, ella se convertiría en mi rival, por lo que de momento era mejor mentir para tenerla de mi lado, así que tomé el primer libro que tuve a mi alcance y leí su título en voz alta -Veinte usos afrodisiacos de las sagradas barbas de bebé- Me quedé en silencio unos instantes, no sabía exactamente cómo reaccionar a eso así que tomé otro libro -Oráculo del profeta del bebé barbudo- Quedé de nuevo en silencio antes de tomar otro libro -Este parece de cocina: Libro de la Barba Coa- Miré a la chica sin que se me ocurriera una explicación o al menos una teoría para que hubiera todo un estante de libros dirigidos al mismo tema.
Oye eso, por ahí hay algo- Dije susurrante, señalando al fondo del pasillo antes de dejar un libro mal puesto que cayó al piso haciendo sonar un fuerte “plop” y levantando una fuerte polvareda que se expandió por todo el lugar, dejándonos cubiertos de ello -Que no hagas ruido- Protesté aún en voz baja -Escóndete, alguien se acerca- Le dije a la chica al escuchar unos pasos que se acercaban -Por allá, ve al rincón y cierra los ojos para que no te vean- Le aconsejé para que dejara de llamar la atención, que los sujetos avanzaban despacio -Pero no quiero hacerlo, igual no fue la gran cosa- Dijo uno de ellos -Claro, pero no acabas con la cara metida en los pechos de alguien por “accidente” nada más- Le respondió su acompañante que parecía ser una mujer.
Miré a la Tostadita para indicarle con la mano que estuviera quieta y sin hacer ruido mientras aquella pareja debatía acerca de continuar su camino o estorbarnos en nuestra misión, fue entonces cuando una idea vino a mi mente. Le hice unas señas a la brujita para que me apoyara en el muy orquestado plan que se me acababa de ocurrir y del que tendría que improvisar el final, salí de la nada para acercarme velozmente a la pareja y les dije imperativamente -Duerman- Un poco de magia de voz debería ser suficiente para mandarlos a una siesta.
Por desgracia parecía no funcionar -Duerman- Dije de nuevo ahora gastando más magia de voz pero de nuevo no funcionaba -¿Por qué?- me preguntó el chico cuya capa era inquietantemente roja en comparación de todas las otras que eran negras -Porque sí- Dije ya obstinado mientras tomaba a ambos por la cabeza para chocarlas entre ellas y ponerlos a dormir a la fuerza, algo que desde luego, gracias a mi amplia experiencia, con años y años de práctica… no funcionó, la chica se me escapó y corrió buscando el pasillo -¡¡Detenla!!- Le grité susurrante a la Tostadita para que se encargara de detenerla -Que... te... duermas... pedazo... de idiota- Dije al chico al que logré retener por su capa, golpeándolo entre palabras con el monocordio para impactar su cabeza hasta que ya en vez de tener un pequeño chichón en la cabeza, tenía una pequeña cabeza en el chichón.
Lo tengo- Dije al notar que al fin el chico estaba fuera de combate, estaba desmayado, no respiraba pero bueno, detalles menores, lo cierto es que había funcionado muy bien el golpearlo con dicho instrumento que se volvía más útil a cada instante -Claro, lo entiendo, no debo dudar del poder de la música, me ha quedado claro- Me dije mientras esperaba que la chica no hubiera llegado lejos, así podríamos usar sus ropas para escabullirnos en la reunión principal.
[1] Primera complicación del trabajo: Mi magia de voz no funciona, tal vez ninguna magia funciona ahí abajo, y mi única arma es un monocordio que ni siquiera sé cómo tocar También creo eso, tú sígueme, tengo un sexto sentido para estas cosas- Le dije presumido aunque ciertamente sí tenía un sexto sentido, mi sentido del humor. Avanzamos juntos hasta llegar a la fulana puerta en donde no pude evitar reír con sorna ante su insensata idea -¿Qué hablas? No serían tan idiotas para…- La discusión acabó con la chica girando la manija y dejándome en ridículo -Eso, es lo que te dije, solo bastaba con girar la manija- Aclaré con total certeza como si jamás hubiese argumentado algo contrario y avancé serio murmurando -Estos jóvenes de ahora…
Ay gracias, ya casi no quedan caballeras en estos días- llevé mis manos a las caderas simulando levantarme un vestido imaginario cual damisela halagada y avancé de primero hacia el lugar, asomando primero la cabeza y luego pisando con la punta de un pie para verificar que no hubiera ninguna trampa -Tal vez nos permiten entrar porque están seguros que será difícil encontrar el camino a…- Me callé al ver el luminoso mapa en la pared -¿Es en serio?- Protesté -Denme un respiro- Aquello parecía una sucesión de bromas de mal gusto diseñadas para molestarme, si hasta una voz de bienvenida tenían.
Claro, desde luego, la manija- Murmuré de mala gana ante su solicitud, estaba claro que “la manija” se convertiría en un chiste recurrente, por lo que de momento solo podía desea que este trabajo terminara lo más pronto posible. Me acerqué a la baranda para mirar hacia abajo, parecía seguro así que apoyé mi mano en la misma para luego dar un salto hasta el piso inferior con la gracia de un gato -Salta, te atraparé- Dije colocando los brazos para atraparla cual si no hubiera otra opción, aunque luego noté algo que antes no había visto -O puedes bajar la escalera, claro- y es que bueno, en mi defensa, había poca luz, y que los vampiros puedan ver en la oscuridad no quiere decir nada eh.
A este punto, debía ser el peor vampiro de todo Aerandir, y se pondría peor -Shhh- Siseé con un dedo en los labios para que no hiciera ruido al caminar -Entiendo que no todos pueden desenvolverse en la oscuridad tan bien como un vampiro, pero ten cuidado de no hacer un escándalo que nos delate- Dije justo antes de tropezar un raro objeto clavado en el piso que me obligó a apoyar mi mano bruscamente en un estante de libros que se balanceó alarmantemente aunque por suerte conseguí detenerlo para que no se viniera abajo delatando nuestra presencia con el ruido -¡SÍ!- Grité emocionado llevando luego mis manos a la boca.
No hagas ruido- Susurré ignorando lo anterior y continuando -Yo también busco un libro con un nombre muy largo- Dije con cierta duda, aunque si buscábamos lo mismo, ella se convertiría en mi rival, por lo que de momento era mejor mentir para tenerla de mi lado, así que tomé el primer libro que tuve a mi alcance y leí su título en voz alta -Veinte usos afrodisiacos de las sagradas barbas de bebé- Me quedé en silencio unos instantes, no sabía exactamente cómo reaccionar a eso así que tomé otro libro -Oráculo del profeta del bebé barbudo- Quedé de nuevo en silencio antes de tomar otro libro -Este parece de cocina: Libro de la Barba Coa- Miré a la chica sin que se me ocurriera una explicación o al menos una teoría para que hubiera todo un estante de libros dirigidos al mismo tema.
Oye eso, por ahí hay algo- Dije susurrante, señalando al fondo del pasillo antes de dejar un libro mal puesto que cayó al piso haciendo sonar un fuerte “plop” y levantando una fuerte polvareda que se expandió por todo el lugar, dejándonos cubiertos de ello -Que no hagas ruido- Protesté aún en voz baja -Escóndete, alguien se acerca- Le dije a la chica al escuchar unos pasos que se acercaban -Por allá, ve al rincón y cierra los ojos para que no te vean- Le aconsejé para que dejara de llamar la atención, que los sujetos avanzaban despacio -Pero no quiero hacerlo, igual no fue la gran cosa- Dijo uno de ellos -Claro, pero no acabas con la cara metida en los pechos de alguien por “accidente” nada más- Le respondió su acompañante que parecía ser una mujer.
Miré a la Tostadita para indicarle con la mano que estuviera quieta y sin hacer ruido mientras aquella pareja debatía acerca de continuar su camino o estorbarnos en nuestra misión, fue entonces cuando una idea vino a mi mente. Le hice unas señas a la brujita para que me apoyara en el muy orquestado plan que se me acababa de ocurrir y del que tendría que improvisar el final, salí de la nada para acercarme velozmente a la pareja y les dije imperativamente -Duerman- Un poco de magia de voz debería ser suficiente para mandarlos a una siesta.
Por desgracia parecía no funcionar -Duerman- Dije de nuevo ahora gastando más magia de voz pero de nuevo no funcionaba -¿Por qué?- me preguntó el chico cuya capa era inquietantemente roja en comparación de todas las otras que eran negras -Porque sí- Dije ya obstinado mientras tomaba a ambos por la cabeza para chocarlas entre ellas y ponerlos a dormir a la fuerza, algo que desde luego, gracias a mi amplia experiencia, con años y años de práctica… no funcionó, la chica se me escapó y corrió buscando el pasillo -¡¡Detenla!!- Le grité susurrante a la Tostadita para que se encargara de detenerla -Que... te... duermas... pedazo... de idiota- Dije al chico al que logré retener por su capa, golpeándolo entre palabras con el monocordio para impactar su cabeza hasta que ya en vez de tener un pequeño chichón en la cabeza, tenía una pequeña cabeza en el chichón.
Lo tengo- Dije al notar que al fin el chico estaba fuera de combate, estaba desmayado, no respiraba pero bueno, detalles menores, lo cierto es que había funcionado muy bien el golpearlo con dicho instrumento que se volvía más útil a cada instante -Claro, lo entiendo, no debo dudar del poder de la música, me ha quedado claro- Me dije mientras esperaba que la chica no hubiera llegado lejos, así podríamos usar sus ropas para escabullirnos en la reunión principal.
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Aerandiano de honor
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
El bardo leyó sus títulos con los ojos achinados, traicionada, preguntándose si el vampiro estaba acaparando el lado divertido de las estanterías. Desde luego los libros que ella cogía no eran nada del otro mundo: "Conjuros elásticos para tener éxito con las siete posturas más complicadas", "Por qué jamás encontrarás a Wally", "Omae wa mo Shindeiru", "Cómo entrenar a tu dragón VI: introducción al cuero". Éste último lo cerró con premura, preocupada.
Ambos hurgaban por aquí y por allá, por completo perdidos pero fingiendo muy bien que no. Evidentemente alguien tenía que venir a interrumpirlos, así que Twist se limitó a seguir las instrucciones de Sardinilla porque, la verdad, era más entretenido hacerle caso y sentarse a ver la maravillosidad de sus métodos.
-¿Si cierro los ojos muy fuerte me vuelvo invisible? -preguntó tapándose la cara.
Espió entre los dedos la depurada técnica de su compañero de librería, muy seguro de sí mismo dando órdenes como el mejor noble mimado. Duerman, decía, así todo convencido. La pelirroja esperó sonriente a que cayesen redondos al suelo, babeando y meneando las piernas como los perros cuando sueñan.
Esperó en vano. No sólo no cayeron rendidos, sino que encima, con todo el descaro del mundo, preguntaron por qué. Por qué. No sé, si fuera ella y alguien de repente le dijese que se durmiera, o fingiría o echaría a correr sin esperar a preguntar, ya sabes que algo se cuece y lo más probable es que recibas... ah, sí, ahí se acercaba el típico estampacráneos que-...
La mujer, sin duda la más lista de todos los presentes, decidió que era hora de honrar con entusiasmo la tradición más antigua del mundo: huir sin mirara atrás.
-¡¡Detenla!!
-No, ¡si al final tengo que hacerlo yo todo!
Se lanzó hacia delante como un resorte, esquivando a Sardinita y su nuevo amigo para ir tras la mujer apresurada. La llamó un par de veces por si acaso se daba la vuelta, pero como no hizo caso decidió que bien valía probar otro método. Sacó la flauta de su agarre en el cinturón y simplemente la lanzó rodando por el suelo.
Alzó el puño triunfante cuando la cobarde tropezó y cayó al suelo de morros. El músico artesano la miró raro cuando le trajo aquel trozo de bambú para que lo convirtiese en una flauta, pero fue una de las mejores decisiones porque no sólo era un instrumento magnífico, sino que además resistía el mal trato de manera estupenda.
-¡Te tengo, canalla! -exclamó contenida, precipitándose hacia ella... y tropezando con las prisas. Esto tuvo el efecto de hacerla caer sobre la pobre mujer, que recibió con su cara todo el escote del bardo.- Pervertida. Invítame a beber antes.
Hizo un gesto de la mano para, con un poco de telequinesis, darle un empujoncito a la flauta y recuperarla pero... no ocurrió nada. Su repentina víctima había liberado la nariz del terso canalillo de la pelirroja, y finalizada su búsqueda de aire comenzó a revolverse cual perro con pulgas, los gruñidos aún sofocados.
-Halp... ¡Pescaíto, ayúdame! ¿Qué haces ahí atrás? ¡Como no vengas voy a tener que besar a esta tipa y no sé si se ha lavado los dientes! ¡Esp-... no te muevas tant-...! ¡Arhg! ¡Tienes suerte de que no me guste la violencia!
Forcejeó con la mujer en una pelea extraña y penosa, llena de gruñidos y sonidillos muy poco dignos. Como bien dijo Twistedtale no era una mujer de violencia, pero se le daba genial ser molesta y... no sería la primera vez que se agarraba a la pierna de alguien hasta que cedía. Una persona de habilidades extrañas, la pelirroja. Inutilizó las manos de su contrincante lo mejor que pudo movida más por el medo a ser apuñalada que otra cosa.
Alzó la vista entre bufidos para ver cómo el vampiro se acercaba, tan tranquilo. Cargaba con el monocordio y pudo apreciar las nuevas anécdotas que el instrumento ya tenía grabadas en su barniz.
-Veo que... le h-has encontrado el único uso... que tiene... Felicitaciones, ahora ¡ayúdame! ¡Mi magia no funciona!
-¡Malnacidos! ¡Truhanes! -escupió la encapuchada entre un mar de rastas estrafalarias.- ¡El guardián os detectará y os pulverizará a los dos!
-¿Y cómo es que a ti no te ha hecho nada, lista?
-¡Porque yo tengo mi insignia!
Se dio cuenta de su error demasiado tarde. El bardo sonrió, encantada de ver que hacerse la tonta seguía funcionando.
-Maese Sardina, es hora de unirse al club de lectura.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Ambos hurgaban por aquí y por allá, por completo perdidos pero fingiendo muy bien que no. Evidentemente alguien tenía que venir a interrumpirlos, así que Twist se limitó a seguir las instrucciones de Sardinilla porque, la verdad, era más entretenido hacerle caso y sentarse a ver la maravillosidad de sus métodos.
-¿Si cierro los ojos muy fuerte me vuelvo invisible? -preguntó tapándose la cara.
Espió entre los dedos la depurada técnica de su compañero de librería, muy seguro de sí mismo dando órdenes como el mejor noble mimado. Duerman, decía, así todo convencido. La pelirroja esperó sonriente a que cayesen redondos al suelo, babeando y meneando las piernas como los perros cuando sueñan.
Esperó en vano. No sólo no cayeron rendidos, sino que encima, con todo el descaro del mundo, preguntaron por qué. Por qué. No sé, si fuera ella y alguien de repente le dijese que se durmiera, o fingiría o echaría a correr sin esperar a preguntar, ya sabes que algo se cuece y lo más probable es que recibas... ah, sí, ahí se acercaba el típico estampacráneos que-...
La mujer, sin duda la más lista de todos los presentes, decidió que era hora de honrar con entusiasmo la tradición más antigua del mundo: huir sin mirara atrás.
-¡¡Detenla!!
-No, ¡si al final tengo que hacerlo yo todo!
Se lanzó hacia delante como un resorte, esquivando a Sardinita y su nuevo amigo para ir tras la mujer apresurada. La llamó un par de veces por si acaso se daba la vuelta, pero como no hizo caso decidió que bien valía probar otro método. Sacó la flauta de su agarre en el cinturón y simplemente la lanzó rodando por el suelo.
Alzó el puño triunfante cuando la cobarde tropezó y cayó al suelo de morros. El músico artesano la miró raro cuando le trajo aquel trozo de bambú para que lo convirtiese en una flauta, pero fue una de las mejores decisiones porque no sólo era un instrumento magnífico, sino que además resistía el mal trato de manera estupenda.
-¡Te tengo, canalla! -exclamó contenida, precipitándose hacia ella... y tropezando con las prisas. Esto tuvo el efecto de hacerla caer sobre la pobre mujer, que recibió con su cara todo el escote del bardo.- Pervertida. Invítame a beber antes.
Hizo un gesto de la mano para, con un poco de telequinesis, darle un empujoncito a la flauta y recuperarla pero... no ocurrió nada. Su repentina víctima había liberado la nariz del terso canalillo de la pelirroja, y finalizada su búsqueda de aire comenzó a revolverse cual perro con pulgas, los gruñidos aún sofocados.
-Halp... ¡Pescaíto, ayúdame! ¿Qué haces ahí atrás? ¡Como no vengas voy a tener que besar a esta tipa y no sé si se ha lavado los dientes! ¡Esp-... no te muevas tant-...! ¡Arhg! ¡Tienes suerte de que no me guste la violencia!
Forcejeó con la mujer en una pelea extraña y penosa, llena de gruñidos y sonidillos muy poco dignos. Como bien dijo Twistedtale no era una mujer de violencia, pero se le daba genial ser molesta y... no sería la primera vez que se agarraba a la pierna de alguien hasta que cedía. Una persona de habilidades extrañas, la pelirroja. Inutilizó las manos de su contrincante lo mejor que pudo movida más por el medo a ser apuñalada que otra cosa.
Alzó la vista entre bufidos para ver cómo el vampiro se acercaba, tan tranquilo. Cargaba con el monocordio y pudo apreciar las nuevas anécdotas que el instrumento ya tenía grabadas en su barniz.
-Veo que... le h-has encontrado el único uso... que tiene... Felicitaciones, ahora ¡ayúdame! ¡Mi magia no funciona!
-¡Malnacidos! ¡Truhanes! -escupió la encapuchada entre un mar de rastas estrafalarias.- ¡El guardián os detectará y os pulverizará a los dos!
-¿Y cómo es que a ti no te ha hecho nada, lista?
-¡Porque yo tengo mi insignia!
Se dio cuenta de su error demasiado tarde. El bardo sonrió, encantada de ver que hacerse la tonta seguía funcionando.
-Maese Sardina, es hora de unirse al club de lectura.
Twistedtale
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
La situación se estaba poniendo peliaguda y seria, por lo que era un muy mal momento para que la pelirroja dejara en evidencia su novatosidad en estos asuntos de infiltración y sigilo, en cierto modo me recordaba a mi pequeña y adorable Magazubi y lo mal que se le daba hacer la sigilación -Obvio- Dije en tono muy serio -Cerrar los ojos te hace invisible y si además aguantas la respiración puedes flotar en el aire- Dije bromeando un poco con esto último, aunque tal vez sí lo llegué a intentar alguna vez... sin éxito.
Una lenta y dolorosa sucesión de golpes dejaron al sujeto fuera de combate y corrí para ayudar a la jovencita que pretendía no usar la violencia -Me agradas, a mí tampoco me gusta lastimar personas- Dije mientras usaba el monocordio goteando sangre para golpear también a la otra chica, aunque no sin antes escuchar la advertencia del guardián y la idea de la insignia.
Este instrumento me sacará de aquí con vida, ya te veré carcomida de la envidia pidiendo tener uno, y ni creas que te lo voy a prestar- Mi predicción de su futuro apocalíptico de súplicas y anhelos monocordianos fue interrumpida por un extraño sonido en el techo de la habitación, algunas gotas de tinta comenzaron a caer desde el techo y al levantar la vista algo parecía moverse entre el lúgubre y sombrío centro de aquella cúpula
¿Sabes qué? acepto tu invitación, vamos por esas insignias- Dije antes de notar que la chica seguía consciente y había llevado las manos a su pecho para sostener algo que de seguro era la insignia -No, no no- Repetía forcejando -Sí, sí, sí- Decía yo golpeando su frente con el monocordio hasta que finalmente dejó de forcejar... y moverse... y respirar... y todo.
Está viva, te lo aseguro, es que estos tipos duermen sin respirar para alargar su vida en cientos de años- Mentí con una risa nerviosa mientras abría el extraño atuendo de la mujer para descubrir en su pecho un collar que terminaba con una extraña insignia redonda y dorada en cuyo centro reposaba dibujada la imagen de un bebé con barba -¿Pero... en serio?- Pregunté un poco intrigado -Bueno, no estamos para criticar sus gustos de diseño, pero les puedo dejar unas sugerencias antes de irme- Declaré antes de dirigirme al otro sujeto y tomar de su cuello el otro collar parecido.
Lo miré por un instante intentando comprender la imagen y procedí a colocármelo -Toma también su atuendo ceremonial, es parte de mi plan muy elaborado que voy improvisando con lo que sale- Indiqué a mi compañera mientras dejaba al sujeto en calzones y lo escondía debajo de una mesa en una posición tan amorfa que me dolía de solo verlo.
Una vez que tuvimos los collares y atuendos puestos, y terminamos de esconder ambos cuerpos "dormidos", continuamos por el largo pasillo hasta el lugar donde parecía llevarse a cabo algún tipo de ceremonia ritual -Oye eso, parece algún tipo de ceremonia ritual- Dije repitiendo lo mismo que ya había escrito, para generar mayor impacto y suspenso además de destacar la importancia de la ceremonia ritual... ahí está de nuevo.
Hice señas con la mano para que avanzara un poco más despacio hasta que llegamos a una especie de balcón desde donde se podía ver en un círculo debajo de nosotros, un grupo de personas vestidas con la misma ropa -Ese parece ser el libro que busco- Susurré a mi mágica compañera señalando un pequeño librito chiquitito que sostenían entre dos personas, mientras otro intentaba leerlo con un cristal que agrandaba la letra.
Hermanos Doromaggios, recuerden las leyendas de un sacrificio en el fin del mundo- Abrí los ojos como platos ante la seriedad de aquellas palabras -En la noche que las estrellas caigan y las edades se pierdan, cuando el tiempo se escurra y trate de abandonarnos- Apreté el brazo de mi compañera ante el suspenso de la lectura -Esa noche vendrá a nosotros el salvador, en su forma más inofensiva y pequeña, pues este mundo no sería capaz de soportar el poder de su forma completa... el Bebé con Barba, con un chasquido de dedos traerá orden y equilibrio absolutos.
Ante tanto suspenso me esperaba un final diferente, pero aquello del bebé con barba me había despertado una carcajada que intenté ahogar inútilmente, llevé mis manos a la boca intentando contener la risa pero sentía que se me salía a chorros por las orejas y la nariz, y así, sin poder evitarlo, salió mi carcajada sonando como la flatulencia de un puerco bajo el agua de un pantano -¿Qué rayos fue eso? Sonó como la flatulencia de un puerco bajo el agua de un pantano- Dijo el que leía el libro -El Guardián nos protege, pero vayan a revisar... Por si los Nousis- Ordenó con premura -Por si los Nousis- Repitieron los presentes al unísono, incluyéndome -¿Qué? Es pegajoso- Le dije a la bruja antes que me recriminara el uso de la curiosa frase y quedándome con la curiosidad de saber qué rayos eran los Nousis.
La lectura se detuvo y yo conseguí controlarme al darme cuenta que nos habían detectado, seguramente por culpa de la bruja inexperta, aunque claro, no se lo iba a decir para no herir sus sentimientos -¡Ya nos exhibiste!- Bueno, sí le dije -Actúa normal, no pierdas la calma y no hagas nada imprudente- Le dije a la bruja para luego sacar mi collar insignia, lanzarme al frente y hacer algo imprudente -¡Intrusos, hay intrusos entre nosotros!- Porque claro, nadie pensaría que los intrusos dieran el aviso, genial, sumamente genial -Gracias- Dije de la nada, a los que comenzaban a subir las escaleras de caracol alarmados por la intrusión -Se fueron por ahí, intentamos detenerlos pero nos golpearon con esto- Señalé el monocordio ensangrentado con sangre sangrienta.
Varios de los presentes en la sala se pusieron en alerta y corrieron por las escaleras, pasando junto a nosotros para ir al otro salón, dejándonos con apenas unos pocos que custodiaban el anhelado pequeño gran libro -El momento es ahora, vamos por el libro- Susurré a la ilusionista en medio del caos aunque de momento no tenía ningún plan para obtenerlo más allá de improvisar sobre la marcha o marchar sobre la improvisación, lo que funcionara primero.
Una lenta y dolorosa sucesión de golpes dejaron al sujeto fuera de combate y corrí para ayudar a la jovencita que pretendía no usar la violencia -Me agradas, a mí tampoco me gusta lastimar personas- Dije mientras usaba el monocordio goteando sangre para golpear también a la otra chica, aunque no sin antes escuchar la advertencia del guardián y la idea de la insignia.
Este instrumento me sacará de aquí con vida, ya te veré carcomida de la envidia pidiendo tener uno, y ni creas que te lo voy a prestar- Mi predicción de su futuro apocalíptico de súplicas y anhelos monocordianos fue interrumpida por un extraño sonido en el techo de la habitación, algunas gotas de tinta comenzaron a caer desde el techo y al levantar la vista algo parecía moverse entre el lúgubre y sombrío centro de aquella cúpula
¿Sabes qué? acepto tu invitación, vamos por esas insignias- Dije antes de notar que la chica seguía consciente y había llevado las manos a su pecho para sostener algo que de seguro era la insignia -No, no no- Repetía forcejando -Sí, sí, sí- Decía yo golpeando su frente con el monocordio hasta que finalmente dejó de forcejar... y moverse... y respirar... y todo.
Está viva, te lo aseguro, es que estos tipos duermen sin respirar para alargar su vida en cientos de años- Mentí con una risa nerviosa mientras abría el extraño atuendo de la mujer para descubrir en su pecho un collar que terminaba con una extraña insignia redonda y dorada en cuyo centro reposaba dibujada la imagen de un bebé con barba -¿Pero... en serio?- Pregunté un poco intrigado -Bueno, no estamos para criticar sus gustos de diseño, pero les puedo dejar unas sugerencias antes de irme- Declaré antes de dirigirme al otro sujeto y tomar de su cuello el otro collar parecido.
- Dibujo de la Insignia:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Lo miré por un instante intentando comprender la imagen y procedí a colocármelo -Toma también su atuendo ceremonial, es parte de mi plan muy elaborado que voy improvisando con lo que sale- Indiqué a mi compañera mientras dejaba al sujeto en calzones y lo escondía debajo de una mesa en una posición tan amorfa que me dolía de solo verlo.
Una vez que tuvimos los collares y atuendos puestos, y terminamos de esconder ambos cuerpos "dormidos", continuamos por el largo pasillo hasta el lugar donde parecía llevarse a cabo algún tipo de ceremonia ritual -Oye eso, parece algún tipo de ceremonia ritual- Dije repitiendo lo mismo que ya había escrito, para generar mayor impacto y suspenso además de destacar la importancia de la ceremonia ritual... ahí está de nuevo.
Hice señas con la mano para que avanzara un poco más despacio hasta que llegamos a una especie de balcón desde donde se podía ver en un círculo debajo de nosotros, un grupo de personas vestidas con la misma ropa -Ese parece ser el libro que busco- Susurré a mi mágica compañera señalando un pequeño librito chiquitito que sostenían entre dos personas, mientras otro intentaba leerlo con un cristal que agrandaba la letra.
Hermanos Doromaggios, recuerden las leyendas de un sacrificio en el fin del mundo- Abrí los ojos como platos ante la seriedad de aquellas palabras -En la noche que las estrellas caigan y las edades se pierdan, cuando el tiempo se escurra y trate de abandonarnos- Apreté el brazo de mi compañera ante el suspenso de la lectura -Esa noche vendrá a nosotros el salvador, en su forma más inofensiva y pequeña, pues este mundo no sería capaz de soportar el poder de su forma completa... el Bebé con Barba, con un chasquido de dedos traerá orden y equilibrio absolutos.
Ante tanto suspenso me esperaba un final diferente, pero aquello del bebé con barba me había despertado una carcajada que intenté ahogar inútilmente, llevé mis manos a la boca intentando contener la risa pero sentía que se me salía a chorros por las orejas y la nariz, y así, sin poder evitarlo, salió mi carcajada sonando como la flatulencia de un puerco bajo el agua de un pantano -¿Qué rayos fue eso? Sonó como la flatulencia de un puerco bajo el agua de un pantano- Dijo el que leía el libro -El Guardián nos protege, pero vayan a revisar... Por si los Nousis- Ordenó con premura -Por si los Nousis- Repitieron los presentes al unísono, incluyéndome -¿Qué? Es pegajoso- Le dije a la bruja antes que me recriminara el uso de la curiosa frase y quedándome con la curiosidad de saber qué rayos eran los Nousis.
La lectura se detuvo y yo conseguí controlarme al darme cuenta que nos habían detectado, seguramente por culpa de la bruja inexperta, aunque claro, no se lo iba a decir para no herir sus sentimientos -¡Ya nos exhibiste!- Bueno, sí le dije -Actúa normal, no pierdas la calma y no hagas nada imprudente- Le dije a la bruja para luego sacar mi collar insignia, lanzarme al frente y hacer algo imprudente -¡Intrusos, hay intrusos entre nosotros!- Porque claro, nadie pensaría que los intrusos dieran el aviso, genial, sumamente genial -Gracias- Dije de la nada, a los que comenzaban a subir las escaleras de caracol alarmados por la intrusión -Se fueron por ahí, intentamos detenerlos pero nos golpearon con esto- Señalé el monocordio ensangrentado con sangre sangrienta.
Varios de los presentes en la sala se pusieron en alerta y corrieron por las escaleras, pasando junto a nosotros para ir al otro salón, dejándonos con apenas unos pocos que custodiaban el anhelado pequeño gran libro -El momento es ahora, vamos por el libro- Susurré a la ilusionista en medio del caos aunque de momento no tenía ningún plan para obtenerlo más allá de improvisar sobre la marcha o marchar sobre la improvisación, lo que funcionara primero.
Última edición por Bio el Vie 9 Sep - 20:54, editado 1 vez
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Todo parecía ir bien, la mayoría de los sujetos se habían ido del lugar, dejándonos apenas con 4 sujetos que custodiaban el libro, y que claramente no serían problema para mi compañera y yo juntos -Un momento, a ti no te había visto antes- Dijo el encargado de leer el libro, una especie de sacerdote de aquel lugar y que parecía estar a cargo -Exacto, su excelente excelencia excelenciosa, soy nuevo, he sido enviado directamente por el consejo- Dije mientras mostraba orgulloso la insignia del bebé barbudo.
Desde luego, yo, un maestro del disfraz, genio de la estrategia, experto en engaño, no tendría problema en engañar a aquellos pobres incautos -Muy bien, excepto porque, no tenemos un consejo, sino un Concilio, el Sagrado Concilio de los Doromaggios- Respondió mientras hacía una seña a sus tres acompañantes para rodearme -Tienes que ser muy estúpido para venir hasta acá, con esa historia tan absurda y además, solo- Hizo una seña para que los otros sujetos se encargaran de mí, aunque no contaban con el factor sorpresa.
Y ustedes deben ser verdaderamente ingenuos al subestimar mi intelecto superior y pensar que he venido solo- Dije confiado -¡Solo soy una distracción para esto!- Levanté la mano con el dedo índice apuntando hacia arriba, esperando que sucediera algo, porque claro, mi compañera no me abandonaría, éramos muy unidos, habíamos tenido tantas aventuras juntos en esos minutos que llevábamos de conocernos, que sabía que no me abandonaría.
¿Para qué exactamente?- Preguntó el hombre extrañado mientras sus compañeros se detenían por precaución -¡DIJE QUE SOY UNA DISTRACCIÓN PARA ES-TO!- Dije en voz alta manteniendo la fe en mi acompañante, mi amiga del alma, mi compañera de aventuras. Y de nuevo, nada sucedió -Son unos idiotas ¿aún no se dan cuenta? Mi compañera se llevó su estúpido libro- Les dije sonriendo, pero ninguno de ellos reía, incluso su líder miró su puño, en donde se encontraba el libro.
Bueno, de verdad no quería que las cosas terminaran de esta manera, juro que he tratado de buscar el mejor camino para no derramar sangre- Dije mientras colocaba mi monocordio en posición de arma sujetándolo con fuerza, con ambas manos -Ni siquiera todos juntos pondrán evitar que yo…- Antes de terminar la frase, un golpe en mi nuca me apagó las luces y me mandó al piso sin remedio.
No sabía dónde estaba ni cuánto tiempo había pasado cuando un chorro de agua me golpeó el rostro para despertarme -¡No, Arygos, no te comas a la ratoncita!- Dije despertando alarmado antes de darme cuenta que ya no estaba en el mismo lugar, me habían llevado a otro sitio, una especie de sótano lúgubre y tenebroso, mis manos colgaban de unas cadenas y mis pies no llegaban al piso -Podemos esto rápido o doloroso- Dijo un sujeto alto y musculoso en cuyos guantes llevaba nudillos de acero, se acercó y me dio un fuerte golpe en el abdomen de donde se desprendió una descarga eléctrica que me recorrió todo el cuerpo -¿Quién te envió?- Preguntó antes de dar un segundo golpe ahora más fuerte.
[1] Complicación: Soy capturado por los enemigos =O Desde luego, yo, un maestro del disfraz, genio de la estrategia, experto en engaño, no tendría problema en engañar a aquellos pobres incautos -Muy bien, excepto porque, no tenemos un consejo, sino un Concilio, el Sagrado Concilio de los Doromaggios- Respondió mientras hacía una seña a sus tres acompañantes para rodearme -Tienes que ser muy estúpido para venir hasta acá, con esa historia tan absurda y además, solo- Hizo una seña para que los otros sujetos se encargaran de mí, aunque no contaban con el factor sorpresa.
Y ustedes deben ser verdaderamente ingenuos al subestimar mi intelecto superior y pensar que he venido solo- Dije confiado -¡Solo soy una distracción para esto!- Levanté la mano con el dedo índice apuntando hacia arriba, esperando que sucediera algo, porque claro, mi compañera no me abandonaría, éramos muy unidos, habíamos tenido tantas aventuras juntos en esos minutos que llevábamos de conocernos, que sabía que no me abandonaría.
¿Para qué exactamente?- Preguntó el hombre extrañado mientras sus compañeros se detenían por precaución -¡DIJE QUE SOY UNA DISTRACCIÓN PARA ES-TO!- Dije en voz alta manteniendo la fe en mi acompañante, mi amiga del alma, mi compañera de aventuras. Y de nuevo, nada sucedió -Son unos idiotas ¿aún no se dan cuenta? Mi compañera se llevó su estúpido libro- Les dije sonriendo, pero ninguno de ellos reía, incluso su líder miró su puño, en donde se encontraba el libro.
Bueno, de verdad no quería que las cosas terminaran de esta manera, juro que he tratado de buscar el mejor camino para no derramar sangre- Dije mientras colocaba mi monocordio en posición de arma sujetándolo con fuerza, con ambas manos -Ni siquiera todos juntos pondrán evitar que yo…- Antes de terminar la frase, un golpe en mi nuca me apagó las luces y me mandó al piso sin remedio.
No sabía dónde estaba ni cuánto tiempo había pasado cuando un chorro de agua me golpeó el rostro para despertarme -¡No, Arygos, no te comas a la ratoncita!- Dije despertando alarmado antes de darme cuenta que ya no estaba en el mismo lugar, me habían llevado a otro sitio, una especie de sótano lúgubre y tenebroso, mis manos colgaban de unas cadenas y mis pies no llegaban al piso -Podemos esto rápido o doloroso- Dijo un sujeto alto y musculoso en cuyos guantes llevaba nudillos de acero, se acercó y me dio un fuerte golpe en el abdomen de donde se desprendió una descarga eléctrica que me recorrió todo el cuerpo -¿Quién te envió?- Preguntó antes de dar un segundo golpe ahora más fuerte.
Última edición por Bio el Vie 9 Sep - 20:55, editado 1 vez
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
No sé cómo has podido resistir tanto tiempo- Dijo el sujeto que se encargaba de torturarme -Pero estoy seguro que ya estás por ceder, nadie puede resistir tanto- El grandulón chocó sus puños ensangrentados y habló con más fuerza -¿Para quién trabajas?- Inmediatamente golpeó a su compañero -¡No sé de qué hablas, vine a la fiesta, lo juro!- Dije en tono dramático -¡No te creo!- Respondió dando un par de golpes en el rostro a su propio compañero -Ya no puedo más, estoy seguro que no es así como funciona esto- Respondió la pobre víctima con la boca y el pecho lleno de sangre. Desde luego, no era así como funcionaba una tortura, pero no sería yo quien se los dijera.
El golpeador comenzaba a perder la calma por no poder obtener respuestas, así que golpeó a su compañero con más fuerza hasta que finalmente el pobre acabó por desmayarse -Resiste, inútil, está a punto de hablar, sé que sí- Le dijo el torturador mientras le daba un par de cachetadas -Déjalo descansar un rato, por favor- Le dije fingiendo angustia -En cuanto despierte, diré todo, pero tráele un poco de agua- Dije ahora fingiendo preocupación y dolor.
El hombre me miró con una mezcla entre odio y satisfacción, de momento parecía que había ganado, así que no dudó en darse media vuelta para caminar hacia la puerta, donde tomaría unas oscuras escaleras para avisar a sus superiores. Era el momento ideal para escapar, pero debía actuar rápido antes que el torturador regresara, porque estaba completamente seguro que no iba a volver solo.
Mis manos estaban atadas a una cuerda que me sostenía colgado del techo y mis pies apenas podían alcanzar el piso si me colocaba de puntitas, aunque de momento me bastó con eso para tomar impulso y balancearme hasta un balde de agua que de una patada se lo lancé encima al pobre hombre que había estado recibiendo golpes por horas -¡No, no, las barbas de los pies no, no me las corten, no!- Levanté una ceja sin entender a qué se refería, igual no quedaba tiempo para intentarlo, su compañero no demoraría en volver y debía salir de prisa de aquella terrible situación.
Despierta y reacciona, es el momento- Le dije mientras usaba mi magia de voz para entrar a su mente. No sabía si aquello iba a funcionar, pero de inmediato levantó su cabeza y me miró con absoluta obediencia -Libérame- Le dije con naturalidad y firmeza para probar mis habilidades y para mi sorpresa, asintió sin cuestionar, acercó una silla para colocarse cerca de mí y poder alcanzar el nudo con el que me tenían atado.
Si puede ser para hoy, mejor, gracias- Le dije con sarcasmo al ver que estaba tardando más de la cuenta para desatar el nudo… Al cabo de unos tensos minutos que me resultaron peor tortura que si me hubiesen golpeado por horas, el nudo cedió, quizá más por lástima de aquel chico, que por su propia habilidad para deshacerlo, y caí al piso con los brazos cansados.
Moví los brazos en círculos y me levanté, preparándome luego para el regreso de aquel sujeto o cuantos vinieran, me acerqué a la puerta sin quitarle la vista al otro chico que en cierto modo me daba un poco de pena ajena, había soportado una increíble tortura sin que yo dijera una sola palabra de lo que me preguntaran, aunque ahora serían mis palabras las que seguramente podrían con quien cruzara la puerta, o al menos eso pensaba...
[1] Aquí no hay nada qué decir pero es que se ve tan bonito el offrol ♥ El golpeador comenzaba a perder la calma por no poder obtener respuestas, así que golpeó a su compañero con más fuerza hasta que finalmente el pobre acabó por desmayarse -Resiste, inútil, está a punto de hablar, sé que sí- Le dijo el torturador mientras le daba un par de cachetadas -Déjalo descansar un rato, por favor- Le dije fingiendo angustia -En cuanto despierte, diré todo, pero tráele un poco de agua- Dije ahora fingiendo preocupación y dolor.
El hombre me miró con una mezcla entre odio y satisfacción, de momento parecía que había ganado, así que no dudó en darse media vuelta para caminar hacia la puerta, donde tomaría unas oscuras escaleras para avisar a sus superiores. Era el momento ideal para escapar, pero debía actuar rápido antes que el torturador regresara, porque estaba completamente seguro que no iba a volver solo.
Mis manos estaban atadas a una cuerda que me sostenía colgado del techo y mis pies apenas podían alcanzar el piso si me colocaba de puntitas, aunque de momento me bastó con eso para tomar impulso y balancearme hasta un balde de agua que de una patada se lo lancé encima al pobre hombre que había estado recibiendo golpes por horas -¡No, no, las barbas de los pies no, no me las corten, no!- Levanté una ceja sin entender a qué se refería, igual no quedaba tiempo para intentarlo, su compañero no demoraría en volver y debía salir de prisa de aquella terrible situación.
Despierta y reacciona, es el momento- Le dije mientras usaba mi magia de voz para entrar a su mente. No sabía si aquello iba a funcionar, pero de inmediato levantó su cabeza y me miró con absoluta obediencia -Libérame- Le dije con naturalidad y firmeza para probar mis habilidades y para mi sorpresa, asintió sin cuestionar, acercó una silla para colocarse cerca de mí y poder alcanzar el nudo con el que me tenían atado.
Si puede ser para hoy, mejor, gracias- Le dije con sarcasmo al ver que estaba tardando más de la cuenta para desatar el nudo… Al cabo de unos tensos minutos que me resultaron peor tortura que si me hubiesen golpeado por horas, el nudo cedió, quizá más por lástima de aquel chico, que por su propia habilidad para deshacerlo, y caí al piso con los brazos cansados.
Moví los brazos en círculos y me levanté, preparándome luego para el regreso de aquel sujeto o cuantos vinieran, me acerqué a la puerta sin quitarle la vista al otro chico que en cierto modo me daba un poco de pena ajena, había soportado una increíble tortura sin que yo dijera una sola palabra de lo que me preguntaran, aunque ahora serían mis palabras las que seguramente podrían con quien cruzara la puerta, o al menos eso pensaba...
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Unos pasos acercándose delataban la llegada del otro guardia -A tu lugar, de prisa- Le indiqué al otro sujeto y extrañamente lo hizo a pesar de no haber intentado usar magia esta vez -Vaya, a veces hasta yo mismo me impresiono- Confesé para mí mismo. La manija de la puerta giró mientras yo hacía uso de mi maldición vampírica para rodearme de sombras pareciendo más intimidante y poderoso de lo que realmente era… o al menos, eso intenté, como si estuviera estreñido en el baño apreté los brazos con fuerza, pero nada sucedió.
No había tiempo para seguir intentando, la puerta se abrió y el sujeto entró, dándose cuenta de inmediato que algo andaba mal. Cerró la puerta tras de sí y me vio -¡Abajo!- Dije con firmeza y potencia, intentando usar mi magia de voz para causarle dolor y doblegarlo pero de nuevo, nada sucedió -Dije ¡ABAJO!- Intenté de nuevo con el mismo resultado y el sujeto se echó a reír -Con que eres de esos vampiros- Dijo chocando los puños -Pierdes tu tiempo, tu magia no funcionará aquí, solo se permite la magia de personas con barba- Miré de inmediato al otro sujeto -Pero funcionó con él, obedeció mis órdenes- Cuestioné antes que el hombre riera de nuevo.
Es un idiota, está entrenado para obedecer órdenes, aunque jamás le especificamos que eran solo nuestras órdenes- Explicó y me dejó un poco desconcertado por sus métodos de entrenamiento -Dame mi monocordio- Le dije al chico obediencia al notar que no tenía ni siquiera mis dagas a la mano -De acuerdo- Dijo el chico que ya comenzaba a agradarme -No lo hagas- Le ordenó el otro sujeto -De acuerdo- Respondió el chico mirándome con ojos de perro llorón, aquello se repitió varias veces con el pobre chico debatiéndose entre seguir mis instrucciones y las del otro sujeto hasta que finalmente colapsó y se desmayó.
Pues ya está, uno menos- Dije sonriendo -He enfrentado tipos más grandes que tú- Dije queriendo ser intimidante y me acerqué de prisa dando un par de golpes al pecho del fortachón aunque no sirvió de nada, mis puños rebotaban en su pecho y hasta parecía que me dolía más a mí que a él -No lograrás nada, estamos imbuidos en el sagrado poder del Bebé con Barba- Alardeó con exceso de confianza, y yo lo miré un instante con un tic en mi ojo derecho, sin tener idea de lo que hablaba aquel hombre.
La situación era bastante extraña y antes de poder entenderla pasé de ser atacante a ser atacado, un solo puñetazo del sujeto bastó para mandarme a volar y estrellándome duro contra el muro -No quieres hacer esto, ni yo, sobre todo yo, pero no me dejas más opción- Dije antes de intentar una última opción, quizá no tuviera mi magia, pero lo que sí tenía era mucho estrés, claro, y aparte de eso, habilidades físicas explotables, así que eso intenté, apreté los puños y me concentré para sacar toda mi fuerza vampírica [1] y por suerte, funcionó, mis músculos se prensaron y me sentí más fuerte y ligero.
Aquello tenía que ser a la antigua, quizá estaba demasiado acostumbrado a resolver todo sin ensuciarme las manos, pero esta vez debía dar un máximo esfuerzo si quería salir bien librado -Muy bien, bailemos- Dije a pesar de no saber bailar, me acerqué de prisa con los puños al frente para bloquear el primer puñetazo que aunque me hizo retroceder, no me derribó, me agaché para avanzar por debajo de su siguiente golpe y contraatacar con un ataque que solo los mayores y más astutos guerreros se atreverían a intentar.
Con ambos puños, le di un fuerte, pero muy fuerte golpe en la entrepierna y de inmediato retrocedí con una voltereta por el piso hacia atrás. Levanté la vista para ver al sujeto con cara de dolor pero aún de pie, aún en guardia, admiré su fuerza y continué el ataque sin darle tiempo a reaccionar, rodé por el piso hacia el frente para quedar debajo de él y estiré una pierna para volver a atacarlo en el mismo lugar que antes, y por si no funcionaba repetí el mismo golpe una vez, y otra vez, y otra vez, hasta que una pequeña lagrimita le salió del ojo izquierdo y un alarido de dolor sacudió la sala.
Aunque el problema aún no terminaba -Oh rayos- Dije sin poder hacer mucho cuando el enorme sujeto se desplomó encima de mí, dejándome aprisionado, puse las manos al frente para frenar el impacto y de inmediato comencé a forcejar y menearme como una serpiente con epilepsia para salir de abajo y una vez libre, me dirigí a la puerta para comenzar mi escape de ese lugar, aunque no sin antes, tomar mi querido monocordio, que se encontraba tirado sobre una mesa.
[0] Extensión de la complicación anterior, estoy atrapado y aún no se puede usar magia. No había tiempo para seguir intentando, la puerta se abrió y el sujeto entró, dándose cuenta de inmediato que algo andaba mal. Cerró la puerta tras de sí y me vio -¡Abajo!- Dije con firmeza y potencia, intentando usar mi magia de voz para causarle dolor y doblegarlo pero de nuevo, nada sucedió -Dije ¡ABAJO!- Intenté de nuevo con el mismo resultado y el sujeto se echó a reír -Con que eres de esos vampiros- Dijo chocando los puños -Pierdes tu tiempo, tu magia no funcionará aquí, solo se permite la magia de personas con barba- Miré de inmediato al otro sujeto -Pero funcionó con él, obedeció mis órdenes- Cuestioné antes que el hombre riera de nuevo.
Es un idiota, está entrenado para obedecer órdenes, aunque jamás le especificamos que eran solo nuestras órdenes- Explicó y me dejó un poco desconcertado por sus métodos de entrenamiento -Dame mi monocordio- Le dije al chico obediencia al notar que no tenía ni siquiera mis dagas a la mano -De acuerdo- Dijo el chico que ya comenzaba a agradarme -No lo hagas- Le ordenó el otro sujeto -De acuerdo- Respondió el chico mirándome con ojos de perro llorón, aquello se repitió varias veces con el pobre chico debatiéndose entre seguir mis instrucciones y las del otro sujeto hasta que finalmente colapsó y se desmayó.
Pues ya está, uno menos- Dije sonriendo -He enfrentado tipos más grandes que tú- Dije queriendo ser intimidante y me acerqué de prisa dando un par de golpes al pecho del fortachón aunque no sirvió de nada, mis puños rebotaban en su pecho y hasta parecía que me dolía más a mí que a él -No lograrás nada, estamos imbuidos en el sagrado poder del Bebé con Barba- Alardeó con exceso de confianza, y yo lo miré un instante con un tic en mi ojo derecho, sin tener idea de lo que hablaba aquel hombre.
La situación era bastante extraña y antes de poder entenderla pasé de ser atacante a ser atacado, un solo puñetazo del sujeto bastó para mandarme a volar y estrellándome duro contra el muro -No quieres hacer esto, ni yo, sobre todo yo, pero no me dejas más opción- Dije antes de intentar una última opción, quizá no tuviera mi magia, pero lo que sí tenía era mucho estrés, claro, y aparte de eso, habilidades físicas explotables, así que eso intenté, apreté los puños y me concentré para sacar toda mi fuerza vampírica [1] y por suerte, funcionó, mis músculos se prensaron y me sentí más fuerte y ligero.
Aquello tenía que ser a la antigua, quizá estaba demasiado acostumbrado a resolver todo sin ensuciarme las manos, pero esta vez debía dar un máximo esfuerzo si quería salir bien librado -Muy bien, bailemos- Dije a pesar de no saber bailar, me acerqué de prisa con los puños al frente para bloquear el primer puñetazo que aunque me hizo retroceder, no me derribó, me agaché para avanzar por debajo de su siguiente golpe y contraatacar con un ataque que solo los mayores y más astutos guerreros se atreverían a intentar.
Con ambos puños, le di un fuerte, pero muy fuerte golpe en la entrepierna y de inmediato retrocedí con una voltereta por el piso hacia atrás. Levanté la vista para ver al sujeto con cara de dolor pero aún de pie, aún en guardia, admiré su fuerza y continué el ataque sin darle tiempo a reaccionar, rodé por el piso hacia el frente para quedar debajo de él y estiré una pierna para volver a atacarlo en el mismo lugar que antes, y por si no funcionaba repetí el mismo golpe una vez, y otra vez, y otra vez, hasta que una pequeña lagrimita le salió del ojo izquierdo y un alarido de dolor sacudió la sala.
Aunque el problema aún no terminaba -Oh rayos- Dije sin poder hacer mucho cuando el enorme sujeto se desplomó encima de mí, dejándome aprisionado, puse las manos al frente para frenar el impacto y de inmediato comencé a forcejar y menearme como una serpiente con epilepsia para salir de abajo y una vez libre, me dirigí a la puerta para comenzar mi escape de ese lugar, aunque no sin antes, tomar mi querido monocordio, que se encontraba tirado sobre una mesa.
[1] Uso habilidad física de Nivel 3: Del más allá
Última edición por Bio el Jue 8 Sep - 21:16, editado 1 vez
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Al llegar a la puerta me encontré con la terrible sorpresa de no poder abrirla, y no solo eso, sino que además una fuerte descarga me entumeció la mano y me lanzó hacia atrás repeliéndome con fuerza -Estúpidas barreras mágicas, cómo las odio- Murmuré para mí mismo mientras miraba alrededor. El grandulón estaba inconsciente pero no tardaría mucho en despertar, y el otro chico, quizá podría ayudar si despertaba, si no es que se le había colapsado el cerebro.
De momento no había mucho que hacer, miré alrededor y pude notar algunos libros más en una repisa y como no, un poco de tinta con una pluma y algunos pergaminos -Como mordida al dedo- Dije, aunque luego recordé que era anillo -Como anillo a la mordida- Corregí, aunque seguro tampoco era así, lo cierto es que estaba seguro de poder hacer algún pergamino arcano con un efecto de anulación que anulara el efecto de anulación que anulaba el uso de magia en la sala, algo complicado, me sentí un poco mareado al decirlo en mi mente, pero la idea estaba clara.
Tomé un pergamino mientras humedecía mi dedo pulgar con la mano y lo levantaba para medir la cantidad de éter en el ambiente, no serviría de nada, pero me haría ver impresionante en caso que el chico despertara, no me iría mal tener un ayudante que hiciera el trabajo por mí, o que me diera algo de información acerca del lugar, aunque de momento ninguna de las opciones parecía posible.
Me resultó particularmente interesante que el pincel que tomé, decía estar hecho con pelos de barba de bebé mágico, algo que sinceramente me resultaba difícil de imaginar -¿Pero que clase de locos son estos?- Me pregunté intrigado aunque sin dejar de dibujar los trazos de runas con una frase ancestral “παραβιάστε τους περιορισμούς”. Dudaba un poco acerca de la potencia mágica derivada de aquella tinta, pero el pincel con Barba de bebé me resultaba bastante intrigante.
Me acerqué a la puerta para rodear la manija con el pergamino y apretándolo fuerte mentalicé dos palabras mágicas que le imprimirían poder -Funciona, pofavó- [1] Me alejé un poco y contemplé el extraño poder de la sala contrayéndose y expandiéndose rápidamente -¿Pero esto qué es?- Dije asustado, la sala entera se sacudió un poco, algunos frascos y libros cayeron alrededor hasta que finalmente la sala quedó libre de aquella restricción de magia.
Eso fue raro, pero en este lugar todo está siendo muy raro- Dije papa mí mismo, observé a los hombres caídos y sin darles más atención emprendí mi viaje de fuga. Recorrí algunos pasillos oscuros y lúgubres hasta que finalmente volví a llegar al lugar en donde me habían derribado, era todo un paraíso de libros y objetos extraños, y entre ellos se encontraba el fulano libro que debía sustraer de ese lugar -Conque aquí estabas, pequeñín- Y sí, nunca mejor dicho, porque estaba bien pequeño, pero extrañamente también estaba muy pesado para su tamaño.
Sin ser capaz de aguantar la curiosidad, seducido por mis ansias de conocimiento, cometí el terrible error de abrir el libro y fue entonces cuando todo cambió, toda mi vida perdió sentido ante lo que había en ese libro, aquello no era una religión ni una mera creencia, era una verdad absoluta, inequívoca, tanto poder, tanta sabiduría, tanta prisa que tenía por salir de ahí. [2] Sacudí la cabeza y me di un par de cachetadas para reaccionar, moví la cabeza a los lados y cerré rápidamente ese espantoso libro, seguramente debía tener algún hechizo extraño lavacerebros, porque una vez que lo cerré y desperté de su raro control, ya no recordaba que hubiera nada en sus páginas.
El sonido de pasos acercándose me sacó de mis cavilaciones -Vino de abajo, algo tuvo que pasar con el prisionero- Decían quienes se acercaban, parecían ser muchos, tenía que hacer alto rápido o no saldría de esta terrible situación.
[1] Uso de profesión: Arcanos para romper la restricción de magia. De momento no había mucho que hacer, miré alrededor y pude notar algunos libros más en una repisa y como no, un poco de tinta con una pluma y algunos pergaminos -Como mordida al dedo- Dije, aunque luego recordé que era anillo -Como anillo a la mordida- Corregí, aunque seguro tampoco era así, lo cierto es que estaba seguro de poder hacer algún pergamino arcano con un efecto de anulación que anulara el efecto de anulación que anulaba el uso de magia en la sala, algo complicado, me sentí un poco mareado al decirlo en mi mente, pero la idea estaba clara.
Tomé un pergamino mientras humedecía mi dedo pulgar con la mano y lo levantaba para medir la cantidad de éter en el ambiente, no serviría de nada, pero me haría ver impresionante en caso que el chico despertara, no me iría mal tener un ayudante que hiciera el trabajo por mí, o que me diera algo de información acerca del lugar, aunque de momento ninguna de las opciones parecía posible.
Me resultó particularmente interesante que el pincel que tomé, decía estar hecho con pelos de barba de bebé mágico, algo que sinceramente me resultaba difícil de imaginar -¿Pero que clase de locos son estos?- Me pregunté intrigado aunque sin dejar de dibujar los trazos de runas con una frase ancestral “παραβιάστε τους περιορισμούς”. Dudaba un poco acerca de la potencia mágica derivada de aquella tinta, pero el pincel con Barba de bebé me resultaba bastante intrigante.
Me acerqué a la puerta para rodear la manija con el pergamino y apretándolo fuerte mentalicé dos palabras mágicas que le imprimirían poder -Funciona, pofavó- [1] Me alejé un poco y contemplé el extraño poder de la sala contrayéndose y expandiéndose rápidamente -¿Pero esto qué es?- Dije asustado, la sala entera se sacudió un poco, algunos frascos y libros cayeron alrededor hasta que finalmente la sala quedó libre de aquella restricción de magia.
Eso fue raro, pero en este lugar todo está siendo muy raro- Dije papa mí mismo, observé a los hombres caídos y sin darles más atención emprendí mi viaje de fuga. Recorrí algunos pasillos oscuros y lúgubres hasta que finalmente volví a llegar al lugar en donde me habían derribado, era todo un paraíso de libros y objetos extraños, y entre ellos se encontraba el fulano libro que debía sustraer de ese lugar -Conque aquí estabas, pequeñín- Y sí, nunca mejor dicho, porque estaba bien pequeño, pero extrañamente también estaba muy pesado para su tamaño.
Sin ser capaz de aguantar la curiosidad, seducido por mis ansias de conocimiento, cometí el terrible error de abrir el libro y fue entonces cuando todo cambió, toda mi vida perdió sentido ante lo que había en ese libro, aquello no era una religión ni una mera creencia, era una verdad absoluta, inequívoca, tanto poder, tanta sabiduría, tanta prisa que tenía por salir de ahí. [2] Sacudí la cabeza y me di un par de cachetadas para reaccionar, moví la cabeza a los lados y cerré rápidamente ese espantoso libro, seguramente debía tener algún hechizo extraño lavacerebros, porque una vez que lo cerré y desperté de su raro control, ya no recordaba que hubiera nada en sus páginas.
El sonido de pasos acercándose me sacó de mis cavilaciones -Vino de abajo, algo tuvo que pasar con el prisionero- Decían quienes se acercaban, parecían ser muchos, tenía que hacer alto rápido o no saldría de esta terrible situación.
[2] Uso habilidad mágica de Nivel 9: Morador de las tinieblas
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
Los pasos se escuchaban cada vez más cerca, pero eso no me acobardaría ni me haría querer escapar… bueno, sí, no estaba loco, así que me acobardé y traté de escapar, miré alguno de los estantes de libros en el que podría treparme si no tuviera mis manos ocupadas, el librito en una mano y el monocordio en la otra, no tenía esperanzas -Ahí está, es el ladrón, atrápenlo- Dijeron apenas verme, retrocedí un par de pasos hasta que mi espalda delató la cercanía de la pared -Miren, un bebé con barba- Dije señalando al techo y acto seguido tomé un poco de mi cabello para colocármelo como barba y bigotes.
¿Dónde está? ¿a dónde se fue?- Dijo uno de los fanáticos. Sonreí con malicia, pero al intentar moverme tropecé y se deshizo mi falsa barba -Muy bien, Caballeros, solo hay una forma de salir de esto, y les aseguro que no nos va a gustar- Si realmente había conseguido eliminar las restricciones de magia en todo el lugar, entonces era el momento de ponerlo a prueba. Di un paso al frente y todos dieron un paso atrás, pero recordaron que eran más que yo y volvieron a dar el paso al frente para que yo diera uno atrás, lo sé, es un detalle irrelevante, pero me hizo gracia.
Los miré fijamente, tomé aire y dejé salir un grito cargado de magia como no había hecho jamás, a tal punto que incluso pensé que se me había pasado la mano -¡¡αβοκάντο!!- [1] Dije con fuerza y sentí un terrorífico escalofrío en todo el cuerpo. Lo que vino a continuación es algo que preferiría no tener que describir, la mayor parte de aquellos fanáticos comenzaron a temblar asustados y unos instantes después, un olor fétido comenzó a inundar la sala -Funcionó- Dije con malicia mientras iniciaba mi plan de fuga.
Resbalé un par de veces porque el piso comenzaba a ponerse pegajoso y húmedo, y no daré más descripciones al respecto, nos concentraremos en que avancé mientras aguantaba la respiración, golpeando a los sujetos que débilmente intentaban atraparme hasta que llegué a las escaleras de caracol y comencé a subir por ellas a toda prisa, aunque pisando con cuidado pues mis botas no solo estaban pegajosas sino además pesadas y más gruesas, y tampoco daré detalles acerca de eso.
Era necesario, era absolutamente necesario- Me repetía para mí mismo por haber usado aquella detestable habilidad prohibida contra aquellos pobres hombres de los que las últimas palabras que pude escuchar fueron -Naden hasta la orilla, no lo dejen ir.
Pobres infelices- Murmuré cuando por fin llegué a la parte superior de la casa, el baile continuaba y algunos vigilantes no tardaron en lanzarse a mi captura, aunque no fue difícil evadirlos, considerando que intentaban aprenderme con una sola mano mientras con la otra se tapaban la nariz, repartí golpes con mi monocordio una y otra vez mientras corría a toda prisa hacia una ventana por donde salté para perderme en la noche, aterricé sobre unos arbustos y me levanté para seguir huyendo mientras los gritos de alerta se perdían en la lejanía.
Tras un rato escapando logré llegar a donde se encontraba el misterioso sujeto que me había encomendado la tarea -Veo que cumpliste con tu trabajo, tal como lo espe… por todos los dioses ¿qué es ese olor?- Se interrumpió para quejarse -El trabajo está hecho, es lo importante- Dije ofreciéndole el libro, aunque algo en su mirada me daba mala espina -Espera, ¿para qué lo quieres?- Pregunté sin soltar el libro mientras él ya lo sostenía con ambas manos -Será mejor si no lo sabes- Dijo calmado -Será mejor si no lo sé- Dije obediente soltando el libro -Espera ¿qué?- Reaccioné alarmado pero ya no había rastro de él, para mí había sido un parpadeo, parecía que habían pasado al menos un par de horas, aunque por lo menos el misterioso sujeto me había dejado una pequeña bolsita con mi paga por el trabajo realizado -Al menos es honesto- Dije para mí mismo mientras emprendía mi camino al primer lugar donde pudiera darme un baño.
[1] Uso Habilidad de Nivel 10: El caos reptante. ¿Dónde está? ¿a dónde se fue?- Dijo uno de los fanáticos. Sonreí con malicia, pero al intentar moverme tropecé y se deshizo mi falsa barba -Muy bien, Caballeros, solo hay una forma de salir de esto, y les aseguro que no nos va a gustar- Si realmente había conseguido eliminar las restricciones de magia en todo el lugar, entonces era el momento de ponerlo a prueba. Di un paso al frente y todos dieron un paso atrás, pero recordaron que eran más que yo y volvieron a dar el paso al frente para que yo diera uno atrás, lo sé, es un detalle irrelevante, pero me hizo gracia.
Los miré fijamente, tomé aire y dejé salir un grito cargado de magia como no había hecho jamás, a tal punto que incluso pensé que se me había pasado la mano -¡¡αβοκάντο!!- [1] Dije con fuerza y sentí un terrorífico escalofrío en todo el cuerpo. Lo que vino a continuación es algo que preferiría no tener que describir, la mayor parte de aquellos fanáticos comenzaron a temblar asustados y unos instantes después, un olor fétido comenzó a inundar la sala -Funcionó- Dije con malicia mientras iniciaba mi plan de fuga.
Resbalé un par de veces porque el piso comenzaba a ponerse pegajoso y húmedo, y no daré más descripciones al respecto, nos concentraremos en que avancé mientras aguantaba la respiración, golpeando a los sujetos que débilmente intentaban atraparme hasta que llegué a las escaleras de caracol y comencé a subir por ellas a toda prisa, aunque pisando con cuidado pues mis botas no solo estaban pegajosas sino además pesadas y más gruesas, y tampoco daré detalles acerca de eso.
Era necesario, era absolutamente necesario- Me repetía para mí mismo por haber usado aquella detestable habilidad prohibida contra aquellos pobres hombres de los que las últimas palabras que pude escuchar fueron -Naden hasta la orilla, no lo dejen ir.
Pobres infelices- Murmuré cuando por fin llegué a la parte superior de la casa, el baile continuaba y algunos vigilantes no tardaron en lanzarse a mi captura, aunque no fue difícil evadirlos, considerando que intentaban aprenderme con una sola mano mientras con la otra se tapaban la nariz, repartí golpes con mi monocordio una y otra vez mientras corría a toda prisa hacia una ventana por donde salté para perderme en la noche, aterricé sobre unos arbustos y me levanté para seguir huyendo mientras los gritos de alerta se perdían en la lejanía.
Tras un rato escapando logré llegar a donde se encontraba el misterioso sujeto que me había encomendado la tarea -Veo que cumpliste con tu trabajo, tal como lo espe… por todos los dioses ¿qué es ese olor?- Se interrumpió para quejarse -El trabajo está hecho, es lo importante- Dije ofreciéndole el libro, aunque algo en su mirada me daba mala espina -Espera, ¿para qué lo quieres?- Pregunté sin soltar el libro mientras él ya lo sostenía con ambas manos -Será mejor si no lo sabes- Dijo calmado -Será mejor si no lo sé- Dije obediente soltando el libro -Espera ¿qué?- Reaccioné alarmado pero ya no había rastro de él, para mí había sido un parpadeo, parecía que habían pasado al menos un par de horas, aunque por lo menos el misterioso sujeto me había dejado una pequeña bolsita con mi paga por el trabajo realizado -Al menos es honesto- Dije para mí mismo mientras emprendía mi camino al primer lugar donde pudiera darme un baño.
[2] Al menos por una vez, lanzaré el bonito dado de los 13 años =)
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Re: El misterioso caso del título que no tiene nada que ver con el tema del que trata y cuyo único propósito es ser innecesariamente largo y absurdo a fin de que nadie intente leerlo completo hasta el final... [Trabajo, Bio+Twisted]
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