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Tempestad Al Ocaso [Libre] [Noche]

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Mensaje  Cohen Dom 8 Mayo - 10:47

Sin dudas, Tempestad era un lugar estratégico de suma importancia. Situada al sur de la Comarca de Urd, desde aquella pequeña fortaleza podía divisarse gran parte de la zona norte de los bosques del Oeste. Uno de los accesos principales a esa aislada comarca pasaba cerca de Tempestad, por lo que quién controlaba aquel castillo, vigilaba igualmente esa ruta.

La fortaleza constaba con un edificio de piedra, al que se accedía a través de un puente levadizo. A su alrededor, un amplio patio de armas amurallado, con un par de edificios menores a su lado, dónde los guardias solían descansar. El recinto contaba con dos entradas, una a cada lado de la fortaleza. Aunque el aspecto exterior del conjunto de edificaciones parecía bastante decepcionante, su interior estaba bien conservado.

Antiguo nido de vampiros, bajo el suelo, se ocultaba una planta subterránea, con un amplio salón iluminado por las velas, con varias celdas a los lados, dónde antaño se encerraba a los prisioneros que servían de improvisado festín.

Desde la guerra contra los humanos, la fortaleza había caído en manos de los de Verisar, siendo la base humana más importante al norte de Sacrestic Ville.


_________________________________________

Cohen observaba Tempestad desde la distancia. Llevaba días estudiando la forma de entrar en la fortaleza, ya que el acceso, sobre todo por la noche, era complicado.

Su brújula señalaba hacia su interior, por lo que suponía que Zana era uno de los vampiros que se rumoreaban estaban atrapados en su interior. La vampiresa que llevaba un año buscando estaba en algún lugar, al otro lado de esos viejos muros de piedra. [1]

Aquella noche era distinta a las demás. En su interior, se celebraba un evento. Uno de los cargos más importantes de la Guardia de Lunargenta estaba en su interior y se había celebrado un festín en su honor.

Eso significaba que el número de personas allí congregadas durante aquella noche sería aún mayor. Eso era ventajoso, ya que una cara nueva podía pasar totalmente desapercibida entre la multitud. Los allí residentes pensarían que sería uno de los invitados y los invitados tampoco sabrían de él. Era la noche idónea para adentrarse en la fortaleza.

El vampiro observó cómo un grupo de personas se acercaban a la muralla. Caminó hacia ellos, con sigilo, colocándose poco a poco en el final del grupo, sin llamar la atención.

―¿Quiénes sois? ―preguntó uno de los soldados que custodiaban la entrada―. No esperábamos a nadie caída la noche.

Una de las mujeres del grupo se acercó hasta el guardia y comenzó a darle explicaciones. El vampiro, al final del grupo, respiraba nervioso. Ya que si no lograba entrar en Tempestad en esa oportunidad, probablemente no lo conseguiría en muchos otros días.


____________________________________________

[1] Uso de mi objeto: Brújula de Rastreo X-1 (Artilugio): Consiste en un orbe pequeño, que puede ser disimulado como una joya, y una especie de brújula de bolsillo. La aguja de la brújula siempre apuntará hacia el orbe, sin importar lo lejos que esté. (En este momento, el Orbe se encuentra en propiedad de Zana, de ahí la certeza de Cohen de que se encuentra en el interior de Tempestad)
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Mensaje  Corlys Glokta Dom 8 Mayo - 16:26

Llevaba ya un par de años sin pasar por los Reinos del Oeste después de que huyera de ellos para evitar tener nada que ver con ese intento de conquista de los vampiros, y sabiendo que la situación no estaba precisamente calmada, si alguien que me dijera que en esos momentos estaría volviendo a los que fue el territorio de los vampiros me habría reído en su cara. Pero por pocas ganas que tuviera de volver por allí, un encuentro inesperado con un antiguo conocido me había hecho dirigirme hacia la fortaleza de Tempestad. El vampiro me había dicho que había oído que la vampiresa que me transformó, Nora, había sido capturada por humanos y encerrada en esa fortaleza. Y sin pensarlo demasiado, me puse en marcha hacia el castillo para intentar liberarla. Pues aunque llevásemos años sin vernos, después de que decidiéramos separara nuestros caminos porque me consideraba que era un irresponsable que causaba más problemas de los que solucionaba, seguía habiéndome aguantado durante años y me había enseñado todo lo que sabía sobre el vampirismo.

Había llegado a Tempestad la noche anterior, pero todos los avances que había hecho sobre el castillo era que colarme sin ayuda iba a resultar poco viable. Parecía que se habían tomado en serio lo de convertirlo en una cárcel de vampiros y tenía una seguridad a la altura. Por suerte para mi, parecía que se iba a producir una celebración por algo de la visita de un alto cargo de la Guardia de Lunargenta. Y con el movimiento de gente, parecía la mejor oportunidad para entrar a revisar que estaba ocurriendo. Aunque el motivo de la celebración podría resultar un problema, no podía descartar que alguno de los invitados pudiera coincidir conmigo en la Guardia antes de que expulsaran y me reconociera, siendo que desde entonces lo único en lo que había cambiado era el color del pelo.

De todas formas, no podía dejar pasar la oportunidad, así que tras adecentarme en la medida de lo posible y dejar mi lanza y mi zurrón colgadas entre las ramas de un árbol, me acerqué a la entrada ocultándome entre las sombras. Cuando vi que una mujer parecía haber conseguido convencer a un guardia de que la dejara pasar a ella y a un pequeño grupo de personas, me metí entre ellos de la forma más sutil que pude confiando en que nadie se diera cuenta de que acababa de colarme y no pintaba nada allí.
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Mensaje  Iori Li Miér 11 Mayo - 20:46

La lluvia de aquella tarde le había calado hasta los huesos. Y aunque normalmente el frío era vivificante, Iori llevaba semanas en las que se había cansado de aguantar bajas temperaturas. Hacía cinco días que había dejado atrás la maldita Isla Tortuga. Que se había separado del calor de sus compañeros, especialmente de uno, y había avanzado sola. Lo había hecho con decisión, sin mirar atrás y con cero ganas de ver orejas afiladas de nuevo.

Lo que necesitaba ahora la humana era un buen fuego.

Tras haberse acercado durante el ocaso a la fortaleza, accedió junto con un pequeño grupo de soldados que la miraron con cierta sorpresa. Una muchacha joven viajando sola tan al norte. La dejaron entrar, sospechó, por pena, y dentro de la sobria fortaleza encontró más de lo que había pensado. Parecía que se habían estado preparando para un gran acontecimiento, y habían habilitados amplias habitaciones con múltiples camas y llenado las cocinas de alimentos para el banquete.

Perfecto, podría ofrecer su habilidad a cambio del cobijo de esa noche. Se sentiría útil en el proceso y podría dormir al calor de un buen hogar. Antes de dirigirse hacia la zona de las cocinas, tuvo la oportunidad de darse un baño caliente (ardiente) y rápido y se cambió con la única muda de ropa limpia que portaba en su alforja. Entre las cacerolas ayudó a pelar los pollos y elaboró el relleno con el que los colmaron por dentro para darle sabor y suavidad a la carne. Peló más patatas de las que había pelado nunca y cuando cayó la noche, tuvo un tiempo libre antes del momento de ayudar a servir en el gran banquete.

Sabía que más personas llegarían en las próximas horas para la cena, y a la humana no se le escapó la posibilidad de negocio evidente ante ella. Jabones y futuros clientes igual a monedas con las que costear su viaje de regreso a la aldea. Salió al patio central con la vista clavada en el nuevo grupo que entraba por la puerta de acceso, y el saquito de rafia pegado a su pecho. Se esforzó en poner su mejor sonrisa y acercándose a una de las mesas que estaba en la zona de entrenamiento, abrió su contenido a la luz de las antorchas que iluminaban la zona.

- ¡Jabones! ¡Jabones aromáticos de la mejor calidad! ¿Un buen baño oliendo a manzana verde? ¿Quizá la señorita prefiera el melocotón dulce? Su aroma es tan genuino que incluso antes de mezclarlo con agua se nota el aroma de la pastilla. ¡Acérquense, acérquense! - animó con voz cristalina gesticulando con la mano. Esperaba sacar aquella noche por lo menos un par de monedas. Confiaba en la calidad del producto que vendía, ahora, ya no tanto en el interés que mostrase la gente por el aseo personal. Sonrió más ampliamente mientras repasaba con los ojos al nutrido grupo que entraba.

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Mensaje  Cohen Vie 13 Mayo - 11:24

A medida que la mujer lograba identificar al grupo, Cohen notó que alguien más se colocaba a su espalda. Llevó sutilmente la mano a la empuñadura de la daga, si era necesario su uso. Aunque no miró atrás.

Finalmente, las puertas de entrada se abrieron y el carro entró en su interior. Al estar dentro, Cohen no pudo evitar observar cada rincón de aquel patio de armas. Algunos tenderos desperdigados aún mantenían sus negocios abiertos, iluminados con luces arcanas, faroles y antorchas. El ocaso llegaba a su fin y la luz natural comenzaba a extinguirse.

En ese tipo de situaciones, Cohen sabía que debía hacer un movimiento de transición: si continuaba con el grupo de la puerta demasiado tiempo, ellos advertirían que eran un desconocido. Por lo que hábilmente, al ver a una chica que anunciaba la venta de jabones, hizo un paso lateral para separarse del grupo y quedar junto al puestecillo de la joven.

Cohen disfrutaba mucho de los olores. Tras su maldición, su sentido del gusto había quedado realmente deteriorado. Podía saborear sin problema algunas bebidas durante un par de tragos, pero pronto el sabor desaparecía.

Esto había hecho que Cohen estimulase mucho su sentido del olfato, por lo que disfrutaba enormemente con los productos de aseo que dejaban un buen olor en él. Normalmente, se daba baños con pétalos de violeta, pero estaba deseoso de probar alguna de esas pastillas. Si lograba salir de Tempestad, lo disfrutaría.

―Buenas noches. ¿Tiene algún jabón de vainilla? ―le preguntó a la joven que estaba al otro lado de la mesa. Nada más acercarse la mezcla de tan deliciosos olores inundaron su olfato. Adelantó su cabeza para observarlos algo más de cerca― ¡Pero que buen trabajo!

Entonces Cohen recordó que llevaba unos días sin bañarse y que ojalá estuviera en casa pronto.

Mientras escuchaba la respuesta de la joven, la música en el interior comenzó a sonar, al igual que un alboroto. Al parecer, había comenzado la celebración en algún rinconcillo de la fortaleza. Quizás fuera una excelente distracción para sus propósitos.
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Mensaje  Corlys Glokta Sáb 14 Mayo - 17:53

No sabía cómo, y tampoco me importaba en demasía, pero la mujer había conseguido convencer a los guardias de que nos dejaran entrar a todos. Una vez pasamos las puertas del castillo y entramos en el patio de armas, me separé del grupo para observar la zona. Había multitud de puestos de cosas varias, aunque a primera vista no vi nada que despertase mi interés, todo parecía demasiado para nobles, lo que solía implicar mucho precio y no demasiada funcionalidad.

Pero entre los puestos hubo algo que si llamó mi atención. Entre un grupo de aduladores había un hombre entrado con un elegante uniforme de la Guardia de Lunargenta. Pero lo sorprendente no era eso, pues se podía esperar que si homenajeaban a alguien hubieran venido algunos compañeros, o quizás incluso podría ser el propio homenajeado, sino que lo que me impactó fue que conocía a ese hombre y había sido mi compañero en su momento. A pesar de que habían pasado más de 30 años y tenía unas cuantas más arrugas y bastante menos pelo que cuando le conocí, seguía teniendo la misma expresión de superioridad que en esa época. Si cuando no éramos más que unos pringados a los que les mandaban patrullar los callejones que nadie quería ya se creía mejor que nadie e iba aprovechando su autoridad para hundir más a todos aquellos que no le gustaran, ahora que tenía un cargo bastante más elevado sólo podía ir a peor. Además, para mi desgracia no era uno de esos bastardos corruptos que sólo buscan dinero, este era de los cabrones que con ese extraño concepto de integridad en la que están tan a gusto castigando que no quieren nada más. Aunque sabiendo el trato que les estaban dando en esta zona a los vampiros, no era tan sorprendente que hubieran cogido a un capullo racista para que les diera algunos consejos sobre "mantener el orden".

Antes de que pudiera reparar en mi y reconocerme, empecé a avanzar sin quitarle la vista de encima intentando ocultarme entre los puestos. Pero le estaba prestando demasiada atención a ese grupo y muy poca a lo que me rodeaba, así que acabé estampándome con una mesa. Al girarme vi a un par de personas, una chica que debía ser la vendedora de jabones y el que parecía un cliente.

- Ups. Perdón. Quería... un jabón, si.- «Que entrada Corlys... Está claro que eres el maestro de la sutileza...»- Me sirve cualquiera si limpia bien. Aunque bueno, ya si tienes alguno de menta mejor.- Acabar en un puesto de jabones no entraba en mis planes, pero igual podía servirme al menos para proveerme. El mío estaba en las últimas, y siendo que acostumbraba a alimentarme de ovejas, el limpiarme era bastante necesario sino quería dejar un rastro de peste a ganado por allá donde pasaba.
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Mensaje  Iori Li Dom 15 Mayo - 17:48

Sin que Iori lo hubiese notado, de golpe tenía a un hombre vestido con ropas oscuras mirando con interés sus jabones. Lo miró con curiosidad y resultó evidente que estaba apreciando los aromas que emanaban de ellos. Esbozó su mejor sonrisa de vendedora amable mientras observaba con sorpresa la extrema blancura de su rostro. Su aspecto era casi marmóreo y destacaba especialmente envuelto en telas oscuras.

- ¡Oh! y tanto que tengo. De hecho la cosecha de la flor tuvo lugar hace un mes. Son los primeros jabones de la temporada con ese aroma - extendió la mano hasta tomar una de las pastillas. Las identificaba por las ramitas con las que las adornaba, de forma que sin necesidad de comprobarlo por el olor, simplemente a la vista era capaz de reconocer el ingrediente de cada pastilla. - Se trata de una receta especial que he desarrollado. He añadido en una proporción de 1/3 aceite de almendras, lo que aporta un extra de hidratación a la piel y evita que se reseque, aun cuando su uso sea continuado. -

Mientras hablaba colocó el jabón en el interior de una fina tela de rafia y lo enrolló para tendérselo a su cliente. - Una moneda - indicó la humana sonriente, feliz con la primera venta de la noche. Antes de que pudiera hacer el intercambio de mercancía efectivo, algo embistió desde la izquierda el pequeño puesto en el que había extendido el material. El jabón de vainilla envuelto saltó por el aire, y la humana se apresuró a inclinarse y hacer fuerza para evitar que la superficie de la mesa saliera despedida. Con sus preciados jabones con ella. - ¡Por los Dioses! - profirió mientras se aseguraba de que todo estaba en su sitio. Comprobó la estabilidad de la superficie y clavó los ojos en el causante.

El hombre que se había disculpado era notablemente alto, y vestía con una ropa similar al primero. ¿Alguna moda reciente de la que Iori no tenía noticia? Su cabello era blanco como la nieve y parecía distraído para tener interés real en comprar jabones. A Iori le gustaba probar con ingredientes nuevo pero, ¿menta? tenía que reconocer que nunca se le había ocurrido usar esas hojas para algo que no fuese hacer infusiones o cocinar. Le solían gustar los aromas más frutales para los jabones, y aquella posibilidad abrió un mundo de ideas en su mente para próximas combinaciones. - No dispongo de jabón de menta señor, pero si lo desea puedo ofrecerle... -

Un sonido metálico se escuchó a la derecha y una figura armada se inclinó hacia ella. - Eh tú, se acabó la venta por hoy. El patio tiene que quedar desierto ahora mismo. Recoge tus cosas y ocupa el puesto al que te has comprometido para pagar tu estancia - Por cómo se expresaba, aquel soldado no tenía pinta de ser la espada más afilada de la fortaleza, pero era evidente que se trataba de una persona que disfrutaba ostentar autoridad, por poca que fuera, por encima de cualquiera que tuviese a tiro. - Estoy a punto de cerrar una venta, voy en un segundo - aseguró Iori. Pero se vio obligada a retroceder un paso. El mismo que el soldado dio hacia ella con un lenguaje corporal nada amable. - No te he dicho en un segundo, te he dicho ahora - indicó con un tono de burla innecesario. Extendió la mano sobre los jabones correctamente colocados y barrió con ellos, hasta tirarlo todos al suelo.

Los ojos de Iori se abrieron de par en par al observar cómo se embadurnaban en la tierra y el barro presente en el suelo del patio. Aquellos jabones ya no se podrían usar. Apretó la mandíbula y contuvo las ganas de clavar la rodilla en su ingle. La estúpida placa metálica que llevaba colocada haría que le doliera más a ella el golpe que a él. Se giró un instante hacia los dos compradores perdidos que habían contemplado la escena y realizó una leve reverencia en señal de disculpa. Aferrando su bandolera mientras la cruzaba sobre su hombro, la humana avanzó hacia una puerta lateral que se habría en el muro, de camino a la zona de las cocinas.

Se aseguraría de escupir en la copa de aquel estúpido soldado a lo largo de la noche.
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Mensaje  Cohen Mar 17 Mayo - 11:06

Escuchó las explicaciones de la tendera, a la vez que buscaba una moneda en sus bolsillos para pagar el justo precio. Lo que Cohen no esperaba era que una serie de precipitados acontecimientos chafaran por completo la venta.

Para empezar, un nuevo cliente que había llegado hasta el puesto, había golpeado la mesa, haciendo que el jabón de vainilla que estaba a punto de comprar se precipitase en el aire. Cohen intentó capturarlo, pero le fue imposible.

Segundos después, mientras charlaba con el otro cliente, un nuevo hombre, esta vez un guardia, se acercó a ellos con unos pésimos modales. Cohen miró al guardia durante unos segundos. Aquel déspota tenía la suerte de que Cohen estuviera de incógnito en la fortaleza. Si no, hubiera dado su merecido a ese engreído.

Sin jabón de vainilla, el vampiro se disipó poniendo distancia de por medio a medida que los hechos se precipitaran. Se alejó en dirección a la fortaleza.

Decidió entrar atravesando el puente levadizo, la entrada principal, en dirección a la música que se escuchaba en el interior de aquellas murallas.

Caminó por éste, sintiendo el crujido de la gruesa madera bajo sus pies. A cada lado de la entrada, había dos guardias, que charlaban en grupo animadamente. Los cuatro callaron al darse cuenta de su presencia y parecieron analizarle.

Recordando la situación que acababa de vivir, decidió usarlo en su favor.

―Soldados, uno de los suyos está teniendo problemas en el patio de armas. Al parecer, un par de tenderos se niegan a cerrar los puestos. Quizás su ayuda le venga bien, pues algunos parecen estar algo sobresaltados.

Sus palabras sonaron algo convincentes, ya que dos de los cuatro que custodiaban la puerta decidieron acudir al lugar. A solas con los otros dos, Cohen les sonrió y se adentró en la fortaleza. Aunque sentía la mirada de los soldados sobre él, a los pocos segundos, continuaron su conversación.

Cohen sabía la ubicación de las dos escaleras que conducían a las mazmorras. Una de ellas se encontraba en la parte trasera, entre las cocinas y las habitaciones de los soldados, camino que Cohen descartó rápidamente, ya que creía que su presencia allí llamaría más la atención.

La otra estaba en una de las torres, una escalera circular que descendía a las profundidades. El problema era que para llegar a ella debía atravesar dos grandes salones.

Al dirigir la vista hacia el primero de estos grandes salones se percató de que numerosos invitados se encontraban en su interior. Unos bailaban al ritmo de la música con algunas mujeres, otros mantenían largas conversaciones alrededor de las mesas repletas de comida.

Cohen les observó y se dio cuenta de que quizás había elegido la noche más inoportuna. Los soldados en estos momentos eran numerosos allí y su presencia llamaría rápidamente la atención.

De hecho, cuándo estaba convencido de dar media vuelta y buscar una ruta alternativa por el interior del castillo, una dama enseguida llamó su atención.

―¿Quién es usted? ―preguntó en voz alta, haciendo que numerosos de los presentes clavase su mirada en él.

Muchos le miraban, algunos con curiosidad, otros con gestos de clara sospecha. Sin embargo, Cohen estaba ya preparado para cierto tipo de situaciones.

Sonrió, haciendo que su magia le hiciese parecer más atractivo [1]. Dio un par de pasos hacia adelante y saludó amablemente a varios de los presentes, mientras sus pasos le acercaban hasta aquella mujer.

―Señora, soy uno de los bufones de la Corte. He venido a actuar.
―¡Es un bufón! ―exclamó la señora haciendo que los demás centrasen de nuevo su atención en él―. ¿Va a ofrecernos alguna actuación?
―Por supuesto, pero… si pudiera indicarme una sala dónde vestirme, le estaría agradecido. Volveré enseguida para entreteneros...

La mujer le señaló en una dirección, aunque no era la que Cohen deseaba. Ante la atenta mirada de los presentes, se perdió por un pasillo lateral que le alejaba de su objetivo.


________________________________________
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Mensaje  Corlys Glokta Vie 20 Mayo - 22:35

Parecía que la tendera se había tomado menos mal de lo que esperaba el haber caído sobre su puesto. Incluso parecía no tener problemas con venderme un jabón, y aunque lamentablemente no tenía de menta, mejor era eso que nada. Pero entonces la situación empezó a torcerse aun más. Pues unos de esos bestias a los que llamaban guardias vino a decirle a la chica que tenía que desmontar su puesto, y sin dignarse a dejarla terminar las ventas lo tiró todo al suelo. La tendera se resignó y tras despedirse de nosotros se fue hacia una de las torres, y el otro cliente desapareció rápidamente. Probablemente yo debería haber hecho lo mismo, pero callarse no estaba entre mis facultades y había estado muchos años en la Guardia de Lunargenta aguantando a este tipo de gente para seguir tolerándolos ahora que no me pagaban por ello.

- ¿¡Pero qué se supone que estás haciendo!?

- Hacer cumplir la ley. ¿Tienes algo que decir?

El soldado se estaba creciendo más con la situación, y eso solo podía salir mal para mi, pues aunque no dudaba que podría tumbarle, empezar una batalla en el patio cuando estaba intentando colarme en la prisión no parecía el mejor plan. Pero si algo había aprendido trabajando con ellos, es que habiendo llegado a este punto, mi única opción era ser igual de imbécil.

- Ah, que me estás diciendo que la ley ordena no dejar que tus invitados compren jabones. Ya veo, ya. Entonces tendré que hablar con tus superiores. Una cosa es que le trates así a un plebeyo, pero no se pueden tolerar esos modales hacia alguien de más nivel.- Le empecé a increpar tras hinchar el pecho, adoptar mi mejor pose de noble pedante y añadir un poco de mi magia para resultar más amenazante [1]. «Si mi padre me oyera hablar así seguro que se sentía orgulloso. Igual no soy un importante comerciante, pero creo que fingirlo no se me da mal.»

- A ver. Vamos a calmarnos. Esto sólo ha sido un malentendido.- Me contestó el guardia empezando a rebajarse. Seguramente en la ciudad ya habría aprendido que nadie duraba mucho si se metía con los poderosos sin alguien más poderoso que le apoyara, y los brutos como este no merecían enemistades nuevas.

- No lo creo. Y dudo que tu superior lo vea de la misma manera. Dime quien es para hablar con él.- Meterme tanto podía acabar bastante mal para mi, porque si no se retiraba ya y de verdad tenía que hablar con su superior podría ser el imbécil homenajeado y que entonces mis problemas fuesen bastante peores.

- No es necesario. Creo que podemos dejarlo- Y mi plan hubiera salido bien si no fuera porque entonces aparecieron dos guardias más desde la puerta.

- ¿Qué está pasando aquí?

- Pues que se ha cometido una gran injusticia. Yo estaba aquí intentando comprar y su compañero ha venido a tirar todo el puesto insistiendo en que era urgente despejarlo todo, sin dejarnos ni terminar una compra casi acabada.

- Quizás el comportamiento de mi compañero fuera excesivo, pero teníamos que despejar el patio. Y ahora está usted dificultando esa tarea. Así que si quiere quejarse puede hacerlo después de la fiesta, pero ahora deberá acompañarnos dentro para asegurarnos de que no de más problemas.- Y parecía que ya se había estropeado todo, este nuevo guardia parecía más profesional, y no solamente eso sino que no se veía que se fiase mucho de mi. Así que no me quedaban muchas más opciones que seguir su juego e intentar arreglarlo más tarde.

- Bien. Os acompañaré a hacer todas las preguntas que consideréis, pero confío en que así me dejéis ver a alguien al cargo. No necesariamente el capitán Leo, que entiendo que estará ocupado con la celebración, pero alguien que importe.

- Está bien. Si colaboras nos encargaremos de ello.

- Está bien.

- Acompáñeme entonces.- Me indicó el camino a seguir y cuando me puse en marcha me siguió de cerca.- Y vosotros dos. Que uno se asegure de que no quede nadie. Y tú, tráeme a la tendera de la que está hablando, que debes saber quien era si la has desmontado el puesto. Que después de este espectáculo, va a tener que responder también unas preguntas.

Y tras darle unos gritos a sus compañeros nos pusimos en marcha. No sabía a donde nos dirigíamos, pero al menos estaba consiguiendo entrar en el castillo. Lo de evitar que me encerrasen y encontrar una forma de liberar a Nora eran problemas de los que debería encargarme más pronto que tarde, pero al menos no tenía que preocuparme de como colarme.

********

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Mensaje  Iori Li Sáb 4 Jun - 21:59

- No tiene mala mano - escuchó un comentario tras ella mientras salteaba con energía las verduras en la gran cazuela metálica sobre el fuego. - ¿Qué dices? No es para tanto, únicamente parece buena porque trabaja con ganas - aseguró otra voz. La rivalidad en las cocinas era feroz. Y la poca experiencia que tenía Iori trabajando en lugares así le dejaba claro que colaborar era opcional, y competir obligatorio.

Dio un paso al lado, dejando que las verduras se dorasen un poco más y aprovechó para remover el guiso. La comida iría primero al banquete, pero sabía que las cantidades siempre eran mayores de lo que se consumía. Y apenas veía el momento en el que el personal pudiera dar cuenta de ellas cuando les dieran la orden.

- ¡Eh tú! - Ignoró el comentario y no se dio por aludida. - La nueva - insistió. La jefa de cocina se refería a ella de forma innegable. - Alzó la vista y miró hacia la oronda señora de cara dura y ojos inteligentes. - Necesitamos que vayas hasta el almacén. Trae contigo un par de piernas de cerdo de las que están en el arcón de la sal gorda. ¡Deprisa! -  Iori asintió y se limpió las manos al delantal.

Salió al pasillo algo desorientada, y se detuvo un instante para ubicarse en la dirección del pasillo que debía tomar. ¿Derecha? ¿Quizá izquierda? A los segundos de salir ella de la cocina unos guardias entraron allí preguntando por ella, pero eso Iori no lo supo. Avanzó por dónde pensaba que era el camino correcto y se apuró para poder cumplir con el encargo. Fue entonces, cuando caminando de frente a ella, vio al chico pálido al que había estado a punto de vender el jabón de vainilla.

Sonrió con el gesto rápido de alguien que disfruta de socializar y lo miró con reconocimiento en los ojos. - Oh, eres tú, siento lo que pasó antes... me hubiera gustado venderte el jabón pero... - se encogió de hombros y alzó los ojos hacia arriba. - Creo que algunos soldados deben de tener alergia a las prácticas higiénicas. -
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Mensaje  Cohen Lun 6 Jun - 12:25

Cohen caminó por los pasillos de la fortaleza, buscando la maldita escalera que descendía al sótano. Terminó dándose cuenta de que las escaleras por las que pretendía bajar sólo tenían acceso desde el salón repleto de personas, por lo que debía optar por las otras, que estaba algo más cercanas a las cocinas.

Tras preguntar a un niño que correteaba por los pasillos de la fortaleza, Cohen encaminó sus pasos hacia el lugar indicado, con la esperanza de que aquel contratiempo no hiciera sospechar a los nobles que esperaban que un divertido bufón alegrara su aburrida noche.

Llegó a la zona indicada y Cohen se dio cuenta rápidamente de que aquella parte de la fortaleza estaba dedicada a los sirvientes, ya que el ambiente, en apenas unas estancias, había cambiado por completo. Los artículos lujosos habían sido sustituidos por otros de calidad media. Los tapices y florituras habían desaparecido y todo tenía un aspecto más sobrio.

―Oh, eres tú, siento lo que pasó antes... me hubiera gustado venderte el jabón, pero... Creo que algunos soldados deben de tener alergia a las prácticas higiénicas…

La joven que había estado vendiendo jabones en el patio de armas de Tempestad se había cruzado de nuevo en su camino. Cohen la observó detenidamente y se preguntó si aquella mujer podría ayudarle… o si en cambio, podría complicarle la vida.

―Bueno, yo no tengo buena opinión de los soldados en general ―dijo Cohen, sinceramente, recordando algunos encuentros que había tenido con soldados humanos en Sacrestic Ville, quizás todos exceptuando a Lannet―. A veces, se aprovechan de su posición y parecen matones…

El sonido de unos pasos y voces llegaron hasta ellos. Procedían de algún lugar detrás de la joven, en alguna estancia cercana.

―¿Habéis visto pasar por aquí a la joven que vende esos estúpidos jabones?

La voz era masculina y sin ninguna duda, se refería a la joven que el vampiro tenía frente a él. Puede que la chica se encontrase en alguna complicación. Quizás su presencia junto a ella fuese percibida cómo negativa. Por lo que pensó que ocultarse era la mejor opción.

―Parece cabreado ―dijo susurrando a la joven, intentando que sus voces no fueran percibidas por los soldados―. ¿Sabes dónde están las escaleras hacia el sótano? Quizás deberíamos escondernos allí hasta que los soldados se cansen de buscarte. ¡Parecen tan agresivos que yo me alejaría de ellos lo más posible, en circunstancias cómo éstas! ¿Has hecho algo malo por lo que estén buscándote?
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Mensaje  Corlys Glokta Mar 7 Jun - 19:17

Lo de acabar arrestado era algo que no entraba en mis planes, pero al menos a cuento de eso estaba consiguiendo entrar en el castillo. Puede ser que no tuviera ni idea de a dónde me estaba llevando ni de cómo escapar para poder continuar mi búsqueda sin dar todas las alarmas, pero esos eran problemas que tendría que resolver el Corlys del futuro.

- Perdona, ¿pero a dónde me está llevando?

- A la sala de interrogatorios, podrás esperar allí hasta que llegue alguien de mayor rango y decida que hacer contigo.- Eso de sala de interrogatorios no sonaba nada bien, pero estaba detrás de mi y a esa distancia podría avisar a sus compañeros si intentaba hacer algo, así que habría que ir para allá y ver si por el camino conseguía sacarle algo de información.

- Vaya, cuanta seguridad por tardar un poco en despejar el campo.

- Esas eran las órdenes, nosotros nos limitamos a cumplirlas.

- Si, si, es comprensible. ¿Y esa sala de interrogatorios está en las mazmorras?

- No, no está tan abajo. Allí solo llevamos a la gente peligrosa. Vampiros y así. Bueno, ya casi hemos llegado.

Por lo que había podido fijarme en el trayecto, estábamos en el primer sótano, por lo que las mazmorras estarían en pisos más excavados en el suelo. Mientras sacaba las llaves para abrir la puerta vi una oportunidad para atacarle y huir, pero podía escuchar voces al otro lado, voces que dudaba que fueran a estar muy alegres si veían derribado a su compañero. Quizás si hubiera sido el imbécil del otro guardia me la hubiera jugado a estamparle la cabeza contra la pared y salir corriendo, pero este no era tan malo para ser un soldado, y con las dudas pasó el momento.

Entré en la sala bajo la atenta mirada de los otros cuatro guardias que esperaban dentro. Dejé que encadenaran a la silla mientras yo les iba observando a ellos. Un par de ellos llevaban llaves, si me encargaba de ellos podría escapar. Además, las cadenas eran duras, pero la silla parecía bastante más cuestionable, era posible que si me reforzaba pudiera romperla. Aunque antes de intentar nada debía hacer que bajara un poco la cantidad de gente en la sala.

- Bueno, ¿cuándo podré ver a uno de vuestros jefes?

- Cuando nos hayas respondido a algunas preguntas. ¿Por qué estabas armando un escándalo en el patio?

- Como te he dicho antes, yo había venido al acto de homenaje y mientras esperaba intentaba comprar unos jabones, su compañero interrumpió y tiró todo el puesto. No me pareció bien su actitud y empezamos a discutir.

- ¿No te han dicho que no se debe discutir con la guardia?- Me encogí de hombros.- ¿Conoces a algún vampiro?

- Claro que no. Son todos unos cretinos que sólo piensan en beber sangre.- Al menos esa parte no había tenido que fingirla. Dudaba que odiara tanto a los vampiros como esos humanos, pero su curso de acciones reciente me habían complicado la vida bastante más que a ellos.

- ¿Y cómo has entrado aquí?

- Pues como el resto de invitados. Conocí a vuestro jefe hace tiempo en Lunargenta, y no me podía perder este homenaje.- La parte de que si algo me gustaría es hundir su reputación y acabar con su carrera esa noche opté por omitirla.

- Muy bien. Ya va a venir alguien como querías. Espera un poco más.

Se giró hacia dos de los guardias que estaban vigilando y les dijo algo que no conseguí oír, pero de todas formas se levantaron de donde estaban y salieron de la sala, cerrando de nuevo la puerta una vez estuvieron fuera.
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Mensaje  Iori Li Vie 1 Jul - 23:48

La sonrisa con la que estaba mirando al fallido comprador descendió según la humana se dio cuenta de que la observaba detenidamente. Intuyó que en su cabeza estaba pensando en algo pero desconocía el qué. Y por algún motivo se puso ligeramente en guardia.

Y a pesar de su escrutinio, y de algo en el aire que manaba de él, Iori confió como hacía siempre a su amable intento de charla. - Sí, los soldados a veces pueden ser complicados, si carecen de un mando sobre ellos al que deban de obedecer. La clave es tenerlos bajo una autoridad superior - Aseguró con una sonrisa que dejaba intuir más de lo que decían sus palabras. Su mente estuvo a punto de divagar hacia otro lugar, en otro tiempo, pero las voces provenientes de la cocina de la que acababa de salir llamaron su atención.

Y tal y cómo decía el chico pálido que tenía delante, parecían realmente cabreadas.

- He llegado esta misma tarde. Seguro que tiene que ver con la venta de jabones en el patio - Y es que ciertamente, a la humana no se le ocurría otra cosa. - ¿El sótano? No estoy familiarizada con este sitio pero no creo que en esta zona de las dependencias haya acceso. Solo hay cocinas y almacenes por esta parte de... - La puerta de la cocina se abrió con un gran estruendo, y una fuerza tal que la madera golpeó con impetuosidad la pared del pasillo. -  ¡Ahí estás! - sonó con profunda voz gutural un fornido soldado que se acercó a ella con pasos rápidos.

Sin miramientos la aferró del antebrazo con una mano que cubría una enorme cantidad de piel y tiró de ella. - Conmigo. Tienes cosas que explicar - indicó con parquedad antes de clavar los ojos en su compañero. Su mirada almendrada evidenció la suspicacia con la que lo miraba, y alzando la otra mano libre pareció decidido a agarrar por la nuca al chico y llevarlo con él. - El chef pidió las dos patas de cerdo del almacén. Las precisa ya. Vete a cogerlas y regresaré en cuanto me dejen - añadió mirando con un deje de fastidio al soldado, que detuvo su gesto en el aire reevaluando la situación.

- Vamos - añadió únicamente antes de arrastrar a la humana con él lejos de aquel pasillo en el que quedó su compañero solo.

- Sería un detalle que no me estrangulase el brazo - murmuró Iori retorciéndose algo dolorida bajo la presión intensa que estaba haciendo el soldado sobre su piel. En respuesta, él acentuó la fuerza que ejercía, y la humana apretó los dientes. Con gente como él, era mejor callar. Cualquier actitud podría ser tomada como una provocación.

La condujo por una serie de pasillo, bordeando lo que parecía la zona de la fiesta, a juzgar por el sonido alegre que llevaba hasta ellos. Iori recordó fácilmente aquella estructura, dado que aunque era una fortaleza grande, respondía a una estructura militar muy simple, trazada en base a formas geométricas concéntricas. Se detuvieron en un pasillo grande impregnado de un marcado olor a humedad, y el grandullón se detuvo delante de una puerta custodiada por dos soldados más, que la miraron con curiosidad.

Iori respondió a la ojeada que le dirigieron con una sonrisa distendida, antes de que el bruto abriese la puerta y, de un golpe en la espalda la precipitase dentro. - Espera ahí - dio por toda explicación antes de cerrar la puerta tras ella. Mantuvo el equilibrio para no caer tras el burdo empujón, y observó con sorpresa que dentro se encontraba su otro cliente fallido. - Veo que nos han buscado a los dos - indicó entonces, dando por hecho que lo sucedido en el patio de armas era el motivo de que estuviesen allí. - Me llamo Iori, y espero que nos dejen salir pronto de aquí -
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Mensaje  Cohen Miér 6 Jul - 10:58


Cohen escuchó las palabras con la chica con atención. Al parecer, en aquella zona de la fortaleza, ya no había acceso alguno hacia las mazmorras, y sólo mencionaba unas despensas. Por lo que la única vía posible a los niveles inferiores, era a través de una pequeña entreplanta.

La conversación fue interrumpida por la llegada de los soldados, antes de que ambos pudieran esconderse. El hombre hosco se aferró rápidamente al brazo de la dama, que suspicazmente, le hizo parecer cómo miembro del servicio de cocinas a los ojos del soldado.

Cohen no comprendía la situación. ¿Por qué el soldado no lo llevaba a él también? Dudaba mucho que esa pobre muchacha resultara más sospechosa que él.

Decidió dirigirse en dirección al único acceso a las mazmorras. Durante un tiempo, siguió discretamente al soldado y a la joven en la distancia. Lo que no esperaba es que ambos bajaran a la entreplanta, dónde se encontraba el acceso a las mazmorras. Quizás hubiera sido más inteligente entregarse y que lo llevaran hasta allí.

Tras bajar unos escalones, encerraron a la mujer en el interior de una habitación y tres soldados salieron posteriormente de la misma. Se quedaron hablando en la entrada. Apenas alcanzó a oír lo que decían en la distancia. Dos terminaron marchándose y uno de ellos continuó montando guardia allí.

Debía encontrar la forma de deshacerse del hombre, de forma sutil, ya que algún lado de la otra puerta dónde retenían a la chica, debía de haber un acceso a la planta inferior.

Escuchó cómo el sonido de la fiesta aumentaba. Su presencia en aquella parte de Tempestad le ponía en peligro. ¡Había dicho que era un bufón y que había acudido a dar un espectáculo! Pronto, le mandarían a buscar para ser el entretenimiento de aquellos ricachones humanos sin gracia.

Una de las sirvientas salió de las cocinas en ese momento. Llevaba consigo unos vasos de licor. Al pasar junto a Cohen ésta le sonrió.

―¡Licor de hierbas! ―exclamó, de forma descarada, haciéndose con uno de los pequeños vasitos transparentes, ante la inusual mirada de la mujer― A su salud.

Dio un rápido trago y tras unos segundos, quedó a solas en el pasillo con el vaso en la mano. El plan surgió rápidamente. De su bolsa de viaje, sacó el pequeño frasco de elixir de dulces sueños. Volvió a rellenar el vaso con este transparente líquido y con él, en la mano, caminó hacia el soldado que custodiaba la puerta.

―Buenas noches, soldado. Le traigo algo de beber. Seguramente está sediento.

Tras unas leves palabras y cierta inseguridad, tras mirar a ambos lados del pasillo, el soldado terminó bebiendo el elixir de un trago [1].

―Que sabor más extraño.
―¡Y que lo diga, amigo! Uno tiene la impresión de que la bebida empeora a medida que te alejas de Lunargenta. ¿De donde eres? Yo nací cerca de Roilkat. ¿Y usted, apuesto soldado?- dijo, coqueteando con él, mientras dejaba fluir el encanto de su presencia vampírica [2].

Estuvieron hablando de su reino de origen durante unos minutos, recordando las tierras y ciudades que ambos habían dejado atrás, mientras coqueteaba con el hombre, claramente excitado por el irresistible efecto de su magia. Mientras hablaban, el vampiro toqueteaba sus musculosos brazos y echó en falta tener tiempo para demostrarle a aquel hombre los placeres que él podría ofrecerle.

La somnolencia del soldado aumentaba y el vampiro continuaba dándole conversación para mantenerle distraído. Pero segundos antes de que su cuerpo comenzara a desfallecer, miró a Cohen dándose cuenta de que había cometido un error confiando en un extraño.

El vampiro agarró su cuerpo antes de que cayera al suelo y lo dejó descansando junto a la pared, esperando que nadie le despertase si pasaba por el pasillo cercano.

Cogió el manojo de llaves que encontró colgado de un gancho incrustado en la piedra y accedió al interior de la habitación, dónde la chica de los jabones y el otro de sus clientes esperaban quizás una desagradable visita. ¿Cómo podía explicar su presencia allí sin que resultara sospechosa ante aquellos extraños?

―Me han ordenado bajar a las mazmorras― dijo, señalando la verja de hierro que se encontraba al fondo de aquella galería que parecía una sala militar, dejando ver que poseía las llaves de acceso.

Cerró de nuevo la puerta tras pasar al interior de la habitación. No podía permitir que los prisioneros salieran, vieran al soldado inconsciente y dieran la voz de alarma. Igualmente, no podía arriesgarse a contarles la verdad, dejarles salir y que luego, fueran encontrados de nuevo por los mismos soldados: éstos les culparían de huir y de drogar a uno de los suyos. Ellos terminarían delatando su presencia allí. La única solución apareció rápidamente en su mente.

―¿Quisieran acompañarme? Me ha dado la impresión de que tardarán aún en volver. Iban en dirección al gran salón...―ante los gestos de duda ante su pregunta, añadió mirando a la chica―. Además, puede que los prisioneros puedan aprovechar los jabones que ya no podrás vender. A saber en qué condiciones están ahí abajo...


_______________________________________

[1] - Esencia de Dulces Sueños (Veneno) (1 uso): Líquido transparente con un suave aroma a Anís. 5 minutos luego de beber al menos 100ml, la persona caerá en un profundo sueño. Golpear al afectado lo despertará.
[2] - Presencia Vampírica [Mágica]: Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.


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Mensaje  Corlys Glokta Lun 11 Jul - 23:00

Después de que esos guardias salieran, me quedé a solas con los otros dos que habían quedado dentro. Viendo que estaban más concentrados en un extraño juego que consistía en lanzar unos huesos de cordero que en vigilarme, aproveché a comenzar mi plan de fuga. Tras haber visto que la silla estaba en unas condiciones bastante deplorables, me puse a comprobar el estado de la tabla a las que estabas enganchadas mis cadenas. Cuando encontré una zona que parecía estar ya agrietada, empecé a canalizar mi sangre para reforzarme[1] y fui haciendo presión con las cadenas, aprovechando el ruido de los huesos al caer en el suelo y las quejas del soldado que parecía ir perdiendo para disimular el ruido de la madera cediendo, di el tirón final y la tabla terminó de rajarse. Uno de los guardias pareció notar el sonido, pero tras girarse hacia mi y ver que todo seguía aparentemente igual, volvió a su juego. Tras el momento de atención, decidí dejar el resto del plan para después, aprovechando que ya solo necesitaría un poco de maña para pasar las cadenas por la fisura y ser libre.

Pero antes de que tuviera que esperar más, se abrió la puerta y entró un guardia con la chica de los jabones, la soltó dentro y se fue de nuevo. La muchacha parecía bastante más optimista con que la sacaran de allí cuando pasara todo, aunque también era cierto que probablemente no pensara que pudieran acusarla de ayudar a un vampiros.

- Si, se ve que se tomaron a mal lo del jabón.- «Si es que si no te metieras donde no te mandan todo hubiera sido mucho menos problemático.»- Encantado, yo soy Corlys. Y seguro que nos dejan salir pronto de aquí, sólo ha sido un malentendido.- No me creía nada de lo que había dicho, pero si le decía lo que pensaba en realidad tendría que confesar ser un vampiro, y eso no iba a pasar mientras estuvieran los guardias cerca.

Entonces, uno de los guardias masculló algo sobre no llevar bien el picante y varios insultos a los cocineros, para que seguidamente se levantaran apresuradamente y abandonaran la sala. Viendo que no podía esperar una mejor oportunidad para escapar, me incliné hacia Iori para susurrarle los detalles que antes había omitido sobre nuestras opciones de salir ilesos.

- Bueno, hay un matiz que no te he comentado antes. Soy un vampiro. Esta gente aún no lo sabe, pero si lo descubren, y con el tiempo suficiente lo harán, vamos a tener un problema. Seguramente acabemos en las celdas de abajo, yo por razones evidentes, y tu por asociación con vampiros. Que me figuro que no has hecho nada, pero sugiero que escapemos de aquí rápido.

El rostro de la chica quedó congelado mientras abría sus brillantes ojos azules, como si no supiera como reaccionar a esta nueva información.

- Entiendo.- Terminó diciendo con voz tensa, pareciendo esforzarse para comportarse con normalidad, antes de seguir hablando dubitativa.- Con escapar supongo que te refieres a salir de la fortaleza por esta noche.

- Exacto. Salir de esta sala, y después salir del castillo. Bueno, ¿te parece bien colaborar hasta que estemos fuera?- Salir del castillo me iba a obligar a aplazar mi objetivo de infiltrarme en las mazmorras para encontrar a mi maestra, pero viendo que la situación no era especialmente propicia y que encima había arrastrado a Iori conmigo, no parecían quedarme muchas más opciones que escapar.

La humana suspiró largamente, poniendo cara de pocas ganas, pero inclinándose finalmente por seguir juntos, a pesar de su aparente reticencia a juntarse con vampiros.

- Supongo que ahora mismo no tengo más remedio... Pero necesito volver a las habitaciones a recoger mis cosas.

- Bueno, de todas formas había que subir hasta la salida. Así que supongo que no será mucho problema el desvío.

Empecé entonces a tirar de las cadenas para terminar de partir la barra de la silla donde las habían enganchado y así liberarme, o al menos no estar atado a una silla aunque siguiera llevando los grilletes en las muñecas. Y en ese momento hubiera empezado a preocuparme por no tener llaves para poder abrir la puerta, pero el sonido de la misma abriéndose se volvió una preocupación mayor. Si los guardias habían regresado más nos valía acabar con ellos antes de que pudieran avisar de nada.
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Mensaje  Iori Li Lun 11 Jul - 23:44

Dentro de aquella celda había de lejos más luz que en el exterior del patio a la noche en dónde se habían conocido frente a su improvisado puesto de jabones. Además de un habla marcadamente elegante, había algo en la apariencia de aquel hombre que transmitía un toque distinguido. Siendo más notorio si cabía por el hecho de que se encontraba atado a la silla en una posición poco gallarda.

Se acercó ignorando a los guardias, concentrados en el juego en lugar de apresarla a ella como estaba Corlys, y se aproximó despacio hasta su posición con una sonrisa. - Sí, los jabones...- murmuró entornando los ojos y aprovechando para analizar mejor sus rasgos.

Atractivo como mínimo.

El problema con la comida la puso sobre alerta, dispuesta a esquivar cualquier bala si pretendían culparla a ella como ayudante de cocina en aquella jornada. Los improperios no llegaron a su persona. Ambos salieron con actitud molesta dejando a los dos prisioneros solos.

Pasó la vista un instante por la habitación y comprendió que, tras los gruesos sillares de piedra no había forma de escapar excepto la puerta, y una gran verja de hierro a sus espaldas de la cual, evidentemente, no tenían llave. Los guardias lo sabían y era debido a eso que habían salido tan prestamente, atreviéndose a dejarlos solos. Allí encerrados no suponían una amenaza preocupante para nadie en la fortaleza.

El movimiento de Corlys hacia ella captó toda su atención, siendo Iori tan sensible hacia cualquier aproximación física por parte de otras personas. Entrecerró los ojos, inclinada naturalmente a aquel tipo de situaciones más por instinto que por un deseo latente real. Al menos este no existía todavía en ella. La mirada de su compañero y sus palabras atravesaron su mente como una flecha, dejándola momentáneamente en blanco.

Un vampiro.

Recordó el viaje en compañía de Ayl, tras el beso que había compartido con la elfa. Rememoró a la perfección el calor de su piel y la forma de sus labios, antes de que aquella vampira se presentara ante ellas. Sintió de nuevo el sabor del miedo en su boca ante, una amenaza que se sentía segura desde una posición dominante frente a ellas. Ambas habían sido sus presas y ella se sabía poseedora de un nivel superior.

Excepto por el fuego.

La vida de aquel primer ser de la noche había terminado consumido por las llamas frente a ellas, consiguiendo así salvar sus vidas.

Recuerdos más cercanos, de su aventura en Isla Tortuga remplazaron la cara pero no la raza. Las siguientes vampiras las había encontrado dentro de aquel edificio al que habían ido a buscar la reliquia. Recordaba haberle perforado a una el ojo, y la furia ciega con la que había luchado contra la reina. Una furia que la había controlado manteniéndola más allá de toda lógica luchando en medio de un castillo que se derrumbaba.

En esta ocasión no había podido terminar directamente con ella, y no le quedó otra que confiar que el Sol y los grandes bloques hubieran terminado con la vida de aquel ser que, de otra manera, hubiera tomado con alegría la vida de sus compañeros y de ella misma.

Sí, sus experiencias previas con vampiros habían sido una mierda. Del total de la población, el 100% del porcentaje habían sido unos seres asesinos de los que había escapado por los pelos. Y todos esos pensamientos se agolpaban en su mente mientras ella se había quedado congelada, observando en silencio más segundos de los que indicaba el decoro la cara de Corlys. Sin saber todavía cómo reaccionar.

Tuvo que rebuscar en la parte más profunda de ella, una que había quedado cubierta tras los últimos meses de viajes, uno de los aprendizajes que la habían guiado en su vida. Debía de juzgar a las personas en función de sus palabras y sus actos, no de su especie. Corlys de momento, no le había enseñado los dientes, y ella no estaría actuando con mucha justicia si actuaba en base a sus malas experiencias previas. Inspiró en silencio, llenando junto con el aire de sus pulmones, su corazón de convicción. Le daría una oportunidad.

Terminando de encajar su reacción, se vio asintiendo al plan de escapar de allí que le proponía. Si era cierto que la ubicaban en presencia de un vampiro, aunque su relación fuese circunstancial sabía que no la escucharían, y más tras el percance en el patio de armas con el puesto de jabones. La humana asintió, decidida entonces a salir aquella noche de allí y encontrar refugio en el suelo del bosque, a la distancia mayor que sus pies le permitieran recorrer sin desfallecer.

Apareció entonces el otro cliente perdido, y las cejas de Iori definieron un arco de duda en su rostro. - ¿A las mazmorras? - inquirió repitiendo sus palabras denotando la contrariedad que sentía. Se giró para mirar hacia la verja que dejaba ver un camino descendente. - No parece la dirección hacia la que queremos internarnos...- indicó mirando de soslayo a Corlys. Alzó las manos con un gesto efusivo, evidenciando que no portaba con ella su material. - No tengo nada que vender ahora mismo conmigo, y no me pide el cuerpo internarme más profundamente en este lugar cuando, lo mejor ahora sería poder salir de aquí esta noche - En cuanto pronunció aquellas palabras, la sombra de un presentimiento anidó en ella apretándole la garganta. No sería fácil escapar de allí.
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Mensaje  Cohen Jue 14 Jul - 7:12

La chica mostró claramente su incredulidad. No tenía intención alguna de bajar a las mazmorras. Cohen miró entonces al otro hombre y mientras esperaba a que él se pronunciase, continuó hablando mientras se acercaba a la gran reja de hierro del fondo de la habitación que daba acceso al sótano más profundo.

―Digamos… que debo visitar a una vieja amiga allí abajo. La tienen retenida en contra de su voluntad y debo ayudarla a escapar. Ella es… ―paró de hablar unos segundos al llegar a la reja y tirar fuerte de ella para comprobar que estaba cerrada con llave― Ella es una poderosa vampiresa. La tienen custodiada allí abajo. Soldados humanos sordos vigilan la mazmorra para que la influencia de la magia de la voz no les afecte.

Cogió el manojo de llaves y comenzó a probarlas en la cerradura, mientras que continuaba explicándose a los desconocidos, dirigiendo su mirada hacia ellos, de tanto en tanto.

―Son unas mazmorras oscuras, sucias y malolientes. Os aviso de antemano. Pero si queréis escapar de aquí… necesitáis una distracción. ¿Y qué mejor distracción que liberar a todos los vampiros de las mazmorras? Me he informado que algunos de ellos llevan meses, años… ahí abajo, alimentándose de ratas… ¿No sería maravilloso que ellos llegaran hasta esa fiesta y encontraran la sangre que tanto ansían probar?

Al llegar a la llave correcta, escuchó cómo la cerradura de la reja cedía por completo, dándoles acceso a las escaleras de piedra, iluminadas con antorchas, que bajaban hasta la planta más profunda de la fortaleza.

―Última oportunidad para decidiros. No dispongo de demasiado tiempo, así que… sean rápidos en decidir su dilema moral.
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Mensaje  Corlys Glokta Dom 17 Jul - 11:12

Afortunadamente, el sujeto que abrió la puerta no era un soldado sino el otro cliente de los jabones de Iori. Aunque la alegría de no tener que enfrentarnos a nadie se desvaneció cuando escuché su plan. Su idea era meterse en las mazmorras a buscar una amiga, y esa parte la podía comprender, especialmente porque era la idea que tenía yo también. Pero la parte de soltar a todos los vampiros para que sirvieran como distracción ya me parecía bastante más preocupante. Porque podía ser cierto que necesitábamos una distracción o algo para permitirnos escapar, pero soltar a todos los locos que debía haber allí dentro sonaba como algo que aumentaría aun más las posibilidades de que nos mataran.

Seguía meditando nuestras opciones mientras Iori le respondía al recién llegado que una idea que la alejara de la salida y implicara adentrarse más aún en este castillo no sonaba especialmente bien.

- Pffffff A ver, eso de una distracción si que suena bien. Después de todo, al menos yo no conozco este castillo, y las puertas por las que hemos llegado estarán bien vigiladas... Pero soltar a todos me parece un poco excesivo, primero porque no se si esta gente se merece que les sueltes una horda hambrienta, que por mucho que haya una ingente cantidad de escoria que odie a los vampiros solo por serlo apostaría a que también hay inocentes que solo están aquí porque les toca. Y luego, porque más allá de temas morales, no se yo si eso sería demasiado seguro para nosotros. No se si me atacarían a mi, pero Iori no es un vampiro y dudo que tuvieran la misma consideración. Y por mucho que estos humanos no necesiten más excusa que ser un vampiro para que te encierren, estamos hablando de los imbéciles que trataron de conquistar el continente, no tengo demasiada fe en ellos.

Al final me había pasado los últimos años intentando mantenerme alejado de los míos, y ahora estaba a punto de participar en una fuga de una de las más importantes prisiones. Esperaba que si conseguía sacar a Nora de allí no me volviera a decir que no sabía lo que era la responsabilidad, porque si no fuera por ayudarla ya estaría buscando otra forma de poder salir de allí, aunque pasara por descolgarme por una ventana.

- En fin, que te acompañaré por asegurarme de que esto no se vaya de las manos, pero con algunos matices a tu plan. Hacemos un viaje rápido a las mazmorras a ver si está tu amiga. La soltamos a ella o si encontramos a alguien más que conozcamos.- «Por ejemplo la persona por la que estoy aquí.»- Y soltamos suficientes pirados de esos como para que los guardias tengan algo mejor que pensar que en nosotros y así poder pirarnos.

Me figuraba que Iori no estaría muy convencida de adentrarnos más en este lugar, especialmente si implicaba juntarnos con más vampiros habiendo visto lo reticente que parecía a que colaborásemos para fugarnos, pero me seguía pareciendo nuestra mejor opción para escapar.
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Mensaje  Iori Li Jue 21 Jul - 22:42

Le costó generar movimiento en sus articulaciones agarrotadas. Estaban tensa como una cuerda y sentía la flexibilidad de una roca en su cuerpo, mientras escuchaba al chico hablar. Vampiros. Los malos recuerdos atravesaron con fuerza la leve reticencia que había alzado bajo la premisa de "juzga a las personas por lo que hacen, no por lo que son".

La inclinación que había sentido a darle una oportunidad a Corlys desapareció en el lapso de tiempo que el moreno tardó en encontrar la llave que hiciese abrir la cerradura a las mazmorras.

- No puedes estar hablando en serio - dijo por inercia pero convencida de la veracidad de sus palabras. - ¿Eres un vampiro también? - inquirió, comenzando a pensar que la preponderancia de los humanos dentro de aquella fortaleza era fingida desde el principio. Dio un paso hacia él antes de que se internase en el pasillo que bajaba a las mazmorras. - ¿Piensas liberarlos a todos? Quiero imaginar que si están ahí es por algo. No creo que ir a una celda en Lunargenta y dejar escapar a los presos sea una gran idea - ejemplificó mirando a los ojos del chico pálido.

Supo al momento que aquel cutre alegato no había llegado si quiera a su cabeza.

Sabía perfectamente que no todos los seres que daban con sus huesos en una prisión lo merecían, pero tratándose de hordas de vampiros no podía evitar sentir la inquietud creciente en ella. Aquello se podría convertir en un festín de sangre. Cuando Corlys tomó la palabra observó con gratitud casi infantil el buen raciocinio del que parecía hacer gala el otro vampiro. Se estaba ofreciendo a acompañarlo para controlar que la cosa no se saliese de madre.

Y ella se encontró entonces con el enorme dilema de qué narices hacer.

¿Seguirlos? Se aseguraría de que las cosas no se saliesen de control y así podría salir con seguridad de aquel lugar. Estaba deseando hacer noche subida a la rama de un árbol leja de aquella fortaleza que ya le parecía jaula.

Pero aquello podía traerle problemas. Sobre todo porque estaba avanzando directamente en la boda del vampiro y, a fin de cuentas, tanto los que estaban abajo como ellos dos eran perfectos desconocidos. Dio un paso hacia atrás negando con la cabeza. - Eses asuntos no tienen nada que ver conmigo. Sé que no puedo impedíroslo, pero tampoco voy a tomar parte. Buscaré la manera de salir de aquí yo sola - aseguró resuelta encaminándose hacia la puerta de entrada a la habitación.

Desearles suerte sería políticamente correcto, pero una mentira pronunciada en sus labios que no le apetecía tener que fingir.
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Tempestad Al Ocaso [Libre] [Noche] Empty Re: Tempestad Al Ocaso [Libre] [Noche]

Mensaje  Cohen Vie 22 Jul - 14:39

Los compañeros que el destino le había reservado para aquella misión eran demasiado moralistas.

El hombre, que era un vampiro, parecía preocupado por los humanos que estaban en el interior de aquellas fortalezas. ¿Imaginaba él lo que ellos le harían de conocer su verdadera naturaleza?

Aun así, aquel vampiro decidió acompañarle al sótano, pero por sus palabras, Cohen dudaba si aquello le beneficiaba o no. No había planeado todo ese plan para dejarse llevar ahora por las cuestiones morales de desconocidos. Ni para dejarse supervisar ni controlar por nadie. Llegado el momento, haría lo que él creyera que tenía que hacer para salir de allí con vida.

―Os han mandado capturar por la compraventa de unos jabones. ¿Realmente piensas que estás a salvo aquí si descubren que eres un vampiro cuándo hay mazmorras repletas de ellos?

Aquello era una guerra racial, sin cuartel. Y aunque bajo ciertas condiciones, podían coexistir, en Tempestad dudaba mucho de que eso fuese posible.

La mujer, nerviosa, pretendía escapar. Cohen había cerrado la puerta de entrada con llave, por lo que no podría salir de allí si alguien no le abría.

Él no iba a hacerlo. No iba a arriesgarse a que Iori diese la voz de alarma. ¿Qué mejor forma tendría ella de escapar de Tempestad que informando de la presencia de unos asaltantes vampiros en las mazmorras con la férrea voluntad de dejar escapar a los prisioneros y  desatar una matanza en la fortaleza? No podía facilitar su huida.

En cambio, si no la dejaba marchar y la dejaba encerrada, podría formar un alboroto en su ausencia y llamar la atención de los guardias.

La opción más simple sería matarla. Agarrar su cuello con sus firmes manos y rompérselo salvajemente. Rápido e indoloro. Pero estaba seguro de que su acompañante, no le dejaría hacerlo con facilidad.

Entre dejarla libre y retenerla, prefería lo último. Estaba seguro de que ante una confesión de la humana a sus semejantes, retenerla le daba algo más de tiempo.

―La puerta está cerrada, monada ―dijo, mientras caminaba en dirección a la escalera de piedra que daba a las mazmorras, colocándose al otro lado de la reja de hierro que separaba esas estancias― Dejaré esta reja cerrada antes de bajar y ningún vampiro saldrá por aquí sin que lo haga yo antes. No puedo permitirme perder más tiempo con vuestras indecisiones. ―paró para añadir un par de segundos después, mirando al otro vampiro― ¿Me acompañas al sótano o prefieres quedarte de guardaespaldas de tu amiga?

El vampiro tenía su mano junto al cerrojo, con la llave en su interior. Ante la mínima señal de indecisión, de duda, ante la mínima señal de que significara perder un solo minuto más de tiempo, Cohen cerraría la verja dejando a los dos prisioneros allí y continuaría su camino en soledad en dirección a las mazmorras.
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Mensaje  Corlys Glokta Dom 24 Jul - 11:39

Viendo las respuestas de Iori lo único que me quedó claro es que ninguno de los presentes estábamos de acuerdo. Ella no tenía intención de bajar, aunque tampoco sabía como pretendía salir de allí siendo que el otro tipo tenía las llaves. Pero sus ganas de irse me resultaban mucho menos molestas que los aires de superioridad del vampiro. Me abstuve de responder a su pregunta sobre lo que esperaba que me hicieran si descubrían lo que era, pues si por desgracia teníamos que trabajar juntos igual soltarle un improperio no era la mejor forma de empezar.

Su forma de darnos órdenes no dejaba de recordarme a todos los capullos para los que había trabajado en el pasado y de los que me había dedicado a alejarme, y dudaba que mi desagrado no fuera evidente en mi rostro. «Céntrate, lo primero es comprobar si Nora está aquí y conseguir salir con la chica de aquí. Si pasaste años en la Guardia de Lunargenta con despojos como el homenajeado, puedes pasar una noche con este individuo.» No estaba muy seguro de ninguna decisión. Ni quería dejar sola a la chica después de haberla dicho que la ayudaría a salir, ni podía irme de aquí estando tan cerca de encontrar a mi maestra. Pero viendo que no tenía mucho tiempo para pensar opté por lo que me parecía dar más opciones de cumplirlo todo. Así que me acerqué a él y le enseñé mis grilletes a ver si se dignaba en soltarme.

- En fin, no parece que haya muchas opciones tampoco. Suéltame las manos y te ayudaré con lo que sea que haya allí abajo.- No me hacía especial ilusión colaborar con él, pero dudaba que infiltrarme yo sólo fuera a salir bien, así que tenía más opciones de poder encontrar a Nora si colaborábamos. Aunque eso no quitaba que si él iba a hacer lo que le apeteciera, yo ignoraría igualmente sus órdenes si lo veía pertinente.- Y ya que pareces saber tanto, ¿qué se supone que nos espera en las mazmorras?«Mira, en eso podrías haber aprendido de él, en vez de meterte de cabeza y sin un plan porque un tipo te dijo que aquí podría estar ella.»

Mientras le iba comentando este le seguí hacia la entrada a las mazmorras, aunque antes de desaparecer me volví a girar hacia la humana para ver si se replanteaba su decisión.

- ¿Seguro que quieres quedarte allí? Si ha pasado algo y vuelven los guardias no se si te darán mucho mejor trato que los de abajo.
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Mensaje  Iori Li Dom 31 Jul - 19:36

Había entrado allí pensando que una fortaleza llena de soldados humanos eran un buen lugar donde guarecerse. Aquel era, en verdad, un nido de vampiros. Y Si Corlys había conseguido hacer que asomase en ella la duda, el vampiro que esperaba delante de la puerta con la llave en la mano le pareció como los demás. Como los que había conocido en sus viajes previos.

Un ser mezquino y un desgraciado.

Entornó los ojos mirándolo con una mal disimulada ira, tras haberte detenido a unos centímetros de la puerta que, efectivamente, estaba cerrada por él. La luz de las teas ancladas en la pared iluminaba lo suficiente la estancia, como para permitirle distinguir que se trataba de una cerradura de forja. Ancha y robusta, como convenía a un cerrojo que precedía el acceso a las mazmorras. No disponía ni de la llave, ni del material necesario para forzarla.

Y aquello avivó la rabia que sentía por aquel vampiro en ella. Miró de forma fiera a Corlys cuando este se dirigió a ella. Como respuesta apretó los dientes, haciendo evidente la tensión de su mandíbula a la vista de ambos. Apartó la vista y se cruzó de brazos, recostando la espalda parcialmente contra los gruesos sillares de piedra que formaban la estancia.

Aquella opción no era especialmente inteligente, pero acompañarlos a mazmorras llenas de más de los suyos y, probablemente, sedientos de sangre le parecía una opción mucho peor. Su respiración era pesada, tratando de controlar el enfado con ellos y consigo misma, mientras agudizaba el oído para interpretar lo que hacían. Esperaba escuchar sus pasos internándose en la bajada de aquel túnel. Y la llave cerrando el acceso tras ellos, dejando a Iori completamente encerrada entre aquellas cuatro paredes.
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Mensaje  Cohen Dom 31 Jul - 22:48

Cohen se limitó a liberar a aquel vampiro de los grilletes de sus manos. Mientras le hacía le volvía a repetir todo lo que sabía sobre las mazmorras.

―Pues lo que sé es que están llenas de vampiros. En el inicio del pasillo, están los vampiros de sangre. Están aislados por una doble reja, por lo que le es imposible que sus efectos afecten a los guardias. Más adelante, están los que tienen magia de la voz… Al ser los soldados sordos, su magia no les afecta en absoluto…

Después de que las manos del vampiro quedaran liberadas, Cohen escuchó cómo le preguntaba a la mujer si iba a unirse a ellos. Ésta, que parecía realmente enfadada, parecía dar la callada por respuesta. Sin ánimo de perder más tiempo allí, cerró la reja que les separaba, dejando a la humana sola.

―No te preocupes por ella. Sólo liberaré a los vampiros salvo que sea necesario, si nuestra presencia aquí es percibida. No dejaré que me quiten las llaves… En todo caso, es a sus semejantes a los que ella debería de temer…

Caminaron bajando unas escaleras de piedra que daban hasta la planta más baja de la edificación. La luz en aquel lugar era casi inexistente. Tan sólo iluminado por unas antorchas, el largo pasillo parecía solitario, triste.

Cohen miró hacia el interior de las primeras celdas, sorprendiéndole que estaban vacías. Aquello no cuadraba en absoluto con lo que le habían contado.

De repente, una voz se escuchó en un punto más adelante, en la oscuridad del lugar:

―Liberadme, por favor.

Cohen se dirigió hacia el sonido de su voz. Tras un doble enrejado, un escuálido vampiro, apenas iluminado por la luz de una antorcha, estiraba un brazo entre los barrotes.

―¿Qué ha pasado con el resto de prisioneros?
―Los queman… los queman al amanecer. Cada mañana se llevan a tres. Los sacan al patio de armas, atados, aprovechándose de nuestra debilidad extrema tras días sin apenas beber sangre… Nos ven arder y al amanecer, llegará mi turno.

Cohen miró a Corlys en la oscuridad del lugar. Aquello confirmaba sus palabras: aquello era una batalla racial y ahora ellos, estaban dentro de la boca del lobo.

De pronto, al fondo del pasillo, la luz de una antorcha se hizo presente. El primero de los guardas sordos caminaba hacia ellos sin haberse percatado de su presencia allí.

―Ocúltate. Es hora de jugar ―dijo Cohen mientras sacaba su daga, mientras se ocultaba entre las sombras [1].


________________________________________________________

[1] - Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer Uso, Primer Turno.
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Mensaje  Corlys Glokta Vie 5 Ago - 0:20

La mirada de rabia que obtuve como respuesta de Iori a mi pregunta me hizo suponer que no iba a venir y que no estaba tampoco muy contenta con el resultado de esta conversación. Pero tampoco podía dividirme, solo podía confiar en que no acabásemos muertos y pudiéramos salir de este lugar inmundo.

Así que por el momento tenía que confiar en el capullo arrogante y ayudarle a sacar a su amiga y generar una buena distracción. Aunque al menos me había liberado de mis grilletes, así que era un buen paso. Aun así, no dejé mis cadenas, sino que me las enrollé en una de mis manos para poder usarlas como armas si se daba la ocasión. Lo bueno es que si los soldados eran sordos, el problema de que una cadena pudiera hacer demasiado ruido desaparecía, y además, en general podía ayudar en gran medida nuestra infiltración.

Por otro lado, que a su manera no fuera a dejar que los liberados mataran a la chica era un detalle. No sabía si lo decía en serio o sólo para que me callara, pero tendría que fiarme de él mientras avanzábamos, y ya habría tiempo de discutir cosas cuando ya hubiéramos

- No te falta razón en que los guardias son lo peor de aquí. De todas formas démonos prisa. No queremos que pase mucho tiempo allí sola y nos pillen. Y bueno, hay que salir de aquí antes del amanecer.

Entonces escuchamos una voz desde una de las celdas que no estaban vacías y mientras el moreno hablaba con él me quedé en segundo plano aprendiendo sobre las condiciones en ese agujero infernal. Que matasen tres vampiros al día era un problema y me empezaba a hacer replantearme si había llegado a tiempo. Quería hablar más con ese vampiro, pero me avisaron de que alguien se acercaba e imité a mi compañero escondiéndome en una de las esquinas intentando mimetizarme con la oscuridad [1][2].

Cuando se acercó lo suficiente, solté uno de los extremos de la cadena dejando que se estirase y salí de mi escondite con un movimiento rápido al tiempo que giraba el brazo para dar inercia a la cadena y estampar su extremo contra la cara del guardia, que para cuando quiso darse cuenta sólo le quedó tiempo de girar la cabeza para ver como la cadena se cernía sobre su cabeza. El golpe le tumbó, pero para asegurarme de que no molestara más, volví a agitar la cadena y la descargué contra la cara del guardia de nuevo, aplastando su rostro y quedando ya convencido de que ese hombre no volvería a levantarse.

- Prepárate. Este no se lo iba a ver venir, pero cuando no regrese seguramente sus compañeros ya vengan esperando algo extraño.- Le dije mientras cargaba el cuerpo hacia una de las celdas vacías para meterlo allí y que al menos no fuera tan evidente.- De todas formas. Dame un momento con el amigo este, necesito hacerle un par de preguntas.- Comenté en referencia al vampiro prisionero.

Tras haber depositado el cuerpo en un rincón de la celda vacía, me giré hacia el prisionero y empecé a preguntarle, aunque sin levantar mucho la voz que tampoco me fiaba tanto de mi compañero.

- ¿Y has visto en este tiempo a una vampira de sangre?- Con sólo ver la expresión de su cara vi que mi pregunta había sido demasiado genérica.- Una mujer, alta, rubia, aparentemente de mi edad...- Negó con la cabeza.- ¿Y cuánto tiempo llevas aquí?

- Creo que dos semanas. Aquí es difícil seguir el paso del tiempo. Pero por la cantidad que han quemado eso debe ser. Por favor, sacadme de aquí.- Que este hombre no supiese nada de Nora no me gustaba. Era posible que estuviera más abajo y por eso no lo supiera, pero veía más probable que no fuera así. Aun así, si no estaba, no significaba que no la hubieran atrapado, también podía ser que ya la habían reducido a cenizas. Ahora necesitaría hablar con alguien que llevara más tiempo aquí, así que al menos debía seguir bajando si quería respuestas.- ¿No vais a dejarme aquí, no?

Me quedé unos momentos más meditando sobre las posibilidades de lo que podría haber ocurrido con mi maestra antes de que unos ruidos de pasos acercándose me sacaran de mis pensamientos.

- Es mi compañero quien tomará esas decisiones, así que lo que diga.- Mientras terminaba la frase, me volví a esconderme en la misma esquina de antes a la vez que recogía de nuevo la cadena en torno a mi puño.- Pero antes hay que evitar una interrupción inoportuna. Se acercan dos más, prepárate.
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Mensaje  Iori Li Lun 8 Ago - 21:32

Desaparecieron, cerrando la puerta que conducía a las celdas inferiores tras ellos. La rabia ardía dentro de Iori de una forma que le costaba controlar. Los ojos grises de Nousis cruzaron su mente, cuando pensó en qué razón tenía, al juzgar a aquellas criaturas como propensas al caos y a la destrucción.

Se apartó de la pared y se acercó hasta la puerta por la que habían bajado para afinar el oído. No se escuchaba nada en el silencio del lugar, con lo que asumió que aquellas escaleras descendían varios metros hasta lo que serían, seguramente, una zona de pasillos serpenteantes en los que se situaban las celdas.

Malditos seres.

Golpeó con el puño cerrado la pared, y el movimiento del aire hizo que la luz de la tea ondease un instante. Se detuvo abriendo mucho los ojos, mientras una espantosa idea tomaba forma en su mente. Era un todo o nada, y con una probabilidad de morir muy elevada. Sabía cómo funcionaban los incendios en el interior de las construcciones. Incluso antes que las llamas, el humo asfixiaría a cualquier persona cerca, impidiéndole respirar y llevándola hasta la muerte.

Pero precisamente el humo podría poner a todos en la fortaleza en jaque, y atraer a alguien que abriese la puerta que llevaba al pasillo principal. Cruzó de nuevo la sala corriendo, y golpeó con las manos la gran estructura. - ¡Alguien! ¿Me oye alguien? - Alzó la voz y escuchó como el sonido de sus puños generaba eco al otro lado de la puerta, pero nadie contestó.

No tenía paciencia, ni ganas de permanecer allí ni un momento más. Se dirigió hacia la mesa y la silla que formaba el mobiliario presente en el centro de la sala y los arrastró hasta colocarlos contra la verja de bajada por donde ellos habían descendido. Se aseguró de colocar las patas de madera de forma que quedasen ligeramente bloqueadas y se apartó para observar su obra.

Mala idea Iori. Un castigo a cargo de esos soldados humanos es ahora la menor de tus preocupaciones.

La voz que la avisaba en su cabeza fue acallada en el instante en el que tomó entre sus manos una de las teas que servían de punto de luz. Estaba llena de aceite, como imaginaba, y la giró con presteza humedeciendo con el líquido todo lo que pudo de la superficie de la mesa y la silla. En el intercambio el fuego de la llama encontró el camino propicio para descender, y más rápido de lo que la humana pensaba, prendió fuego en los muebles.

La súbita llamarada subió hacia el techo, calentando la mano de Iori al instante. De un salto se apartó, notando como la llama había rodeado su piel allí en donde el fuego la había acariciado. Apretó los dientes y observó como, con un buen combustible, el calor y la luz se iban haciendo mayores. Al igual que el humo.

Retrocedió y se agachó de rodillas delante de la puerta, tratando de mantener las vías respiratorias lejos del nivel en el que se comenzaba a acumular la fumarada que inundaba la sala. Solo le quedaba esperar con fervor que al otro lado del pasillo se diesen cuenta. Nunca deseó con tantas ansias que los soldados que habían salido de allí hacía unos minutos, regresaran. - ¡Por favor! ¡Ayuda! - gritó golpeando de nuevo con fuerza la puerta.

No pararía ahora hasta que alguien fuese a por ella. O hasta que el aire irrespirable la dejara inconsciente.
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Mensaje  Cohen Mar 9 Ago - 12:04

Cohen dejó que las sombras le poseyesen por completo, pero fue su acompañante quién terminó con la vida de aquel pobre sordo desgraciado. El vampiro sonrió contemplando la escena. A menudo, otros le acusaban de egoísta o malvado, pero eran éstos los que terminaban haciendo los actos más atroces.

―Un simple corte en la garganta hubiese bastado… Además, tengo sed… ―le dijo, una vez contempló cómo terminó con la vida del hombre y procedía a esconder el cadáver.

Mientras Corlys intentaba charlar con el vampiro encerrado, Cohen registró el cuerpo del muerto. Encontró un nuevo juego de llaves con él y lo tomó. Seguramente esas llaves abrirían las celdas.

Al volver al pasillo, vio cómo dos guardias más se aproximaban y en ese momento, fue Corlys quién dio la voz de alarma. Volvió a camuflarse entre las sombras y cuando ambos se aproximaban, con su daga en mano, Cohen asaltó al individuo de la derecha clavando su arma en el lateral de su cuello, mientras dejaba a su compañero el otro soldado.

Luego, llevó su boca hasta la herida abierta del hombre y se alimentó de su sangre, de forma voraz, poniendo fin a la sed desmedida que sentía, bañando sus labios y su mentón del líquido carmesí que brotaba de aquel hombre mientras moría.

Mientras se alimentaba, el olor a quemado llegó rápidamente hasta él y al alzar la vista, vio cómo descendiendo por las escaleras de piedra por la que habían bajado apenas unos minutos antes, éstas comenzaban a arder.

Cohen sonrió, pensando en la humana que habían dejado atrás. No se había equivocado. Aquello era una guerra racial y la mujer había mirado por sus propios intereses y los de su raza, cómo era lógico en ella.

―Tu amiga ha tomado partido ya… despierta vampiro, en Tempestad no hay aliados humanos que cuidar…

Cohen, llaves en mano, intentó abrir la celda con algunas de ellas. A la cuarta, logró abrir la del vampiro que les había ayudado con la información.

―Quédate aquí. Ante cualquier señal de soldados humanos al otro lado del fuego, ven en nuestra búsqueda.

Cohen hizo un leve gesto a Corlys y continuaron avanzando por el pasillo. Un par de celdas más estaban ocupadas antes de llegar al final del pasillo, dónde había unas nuevas escaleras descendentes.

―Los vampiros de la voz están ahí abajo. Mi amiga debe estar allí, si es que no la han hecho arder ya...

Tras abrir las dos celdas para liberar también al par de vampiros varones que se encontraban allí y dándoles las mismas instrucciones que al anterior, Cohen bajó sigilosamente los escalones hacia el nivel inferior.

Al final de aquella escalera, mientras el olor del humo se iba intensificando cada vez más, el sonido de una voz familiar llegó hasta él, en el silencio de aquellas mazmorras.

― ¡Ellos! ¡Ellos la tienen! ¡El ojo carmesí! ¡Tienen la esfera púrpura! ¡La tienen!

Tras más de un año de búsqueda, Cohen sonrió al reconocer la voz de Zana en algún lugar de aquellas profundas mazmorras.
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