Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
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Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
- BENDICIÓN DE SALUD:
En este tema, tengo la siguiente bendición:
Cohen, gracias a las plegarias de Itzamaray recibes: Bendición de Salud: Durante uno cualquiera de tus próximos 3 temas (libres o privados), la enfermedad no podrá tocarte, los venenos apenas generarán un mínimo malestar y tus heridas sanarán el doble de rápido.
La Magistrada, Isobel Deluxe, propietaria de El Cantoral, se encontraba en las tierras limítrofes entre Viagra y el Bosque de Midgard. Le acompañaba decenas de hombres y mujeres. Algunos meros campesinos, otros mercenarios profesionales, salían del municipio dirección sur, con la intención de llegar hasta el Santuario Baptisterio del Imperio Romanov.
El templo, habitado por un grupo numeroso de mujeres topo, era un campamento base repleto de suministros y un punto estratégico para el plan de Isobel: deforestar poco a poco la zona del Bosque de Midgard para plantar árboles de Viagris.
Su negocio de hojas contra la disfunción eréctil era todo un éxito en el continente y no iba a permitir, bajo ningún concepto, que su negocio se viera limitado por un estúpido bosque que se negaba a dejar de arder.
Sus hombres, armados con espadas, arcos y con toda clase de herramientas agrícolas, se adentraron en Midgard bajo las órdenes de su lideresa.
Dos kilómetros le separaban del Baptisterio y estaba decidida a tomarlo antes del amanecer.
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Nada lejos de allí, en el balcón de una alta torre de piedra, Gwendolyn Flogoprofen alcanzaba el orgasmo gracias a uno de sus golems de arcilla al que utilizaba cómo esclavo sexual. Sudorosa, aunque rejuvenecida, por el éxtasis de placer, la elfa se puso en pie y contempló el perfecto círculo verde en mitad de un bosque humeante.
Las primeras flores habían brotado unas semanas atrás y gracias a la magia élfica, un par de árboles verdes crecían rápidos, llenando aquel excéntrico lugar de algo de esperanza.
Sus moles de arcilla mantenían alejados a los mikkakos midgardianos, que temían a la elfa cómo si de la madrastra malvada de un cuento infantil se tratase.
En el círculo, se habían concentrado una serie de personas que parecían haber acudido a su llamada. Flogoprofen necesitaba ampliar el círculo verde de Midgard, pero algunos de sus habitantes se oponían a ello: sobretodo, las mujeres topo del Santuario Baptisterio situado apenas a un kilómetro de los límites de su círculo.
Deseando arrasar ese lugar para seguir con la propagación de su sano bosque, Flogoprofen comenzó a vestirse con la intención de liderar a todas aquellas personas hacia el Santuario aquella misma noche.
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Algo más al sur, unos veloces nagas de fuego avanzaban a toda velocidad hacia el norte. Sobre uno de ellos, montaba Anastasia de Anestesia, mientras vestía un pomposo y escotado vestido rojo a juego con su larga melena rojiza.
Botánica de profesión, estudiaba las plantas de Midgard desde que podía recordar. Conocía cada una de ellas y sus variadas propiedades. Amaba aquel bosque, lo amaba tanto, que estaba dispuesta a todo, no sólo para que nadie lo destruyera, sino expandirlo lo máximo posible.
Es por esa razón por la que a menudo, luchaba contra todo aquel que pretendiese acabar con el estado natural de Midgard.
Acompañada por varias personas con diferentes intereses aunque compartiendo esa misma causa, se desplazaban rápido dirección norte, dispuestos a llegar al Santuario Baptisterio de las mujeres topo. Antaño aliadas, entre ellas había surgido un conflicto y Anastasia de Anestesia ya no era bienvenida allí. Temerosa de que aquel grupo de mujeres fuera contrario a sus planes, Anastasia estaba dispuesta a aniquilarlas.
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Cohen caminaba lento y atento a cada paso que daba. Midgard siempre le causaba esa extraña mezcla de temor y fascinación a partes iguales.
Su presencia en Midgard se debía exclusivamente a causas botánicas: el loto cárdeno. Había leído de esta planta hace relativamente poco y había quedado completamente fascinado con ella. Por lo que en cuanto tuvo ocasión, acudió al bosque dispuesto a observar la planta y estudiarla con esmero.
Revoltoso en su mochila de viaje, estaba Betis, el pequeño bebé pantera que había encontrado unas jornadas antes, en la playa de Arenasnegras. El animalillo crecía rápidamente y Cohen estaba seguro de que pronto podría comenzar a comer carne. Mientras tanto, lo estaba alimentando con una leche que había comprado en la Feria del Orgullo Bestial unas jornadas antes.
Le habían indicado que podía alojarse durante unos días en un viejo santuario en Midgard, siempre que mostrara respeto por sus habitantes. Al parecer, eran mujeres topo, en su gran mayoría. Habían excavado una serie de túneles subterráneos dónde podía pasar algunas jornadas nocturnas. De todas formas, llevaba consigo el domo, que lo protegería de la luz solar si existiera algún contratiempo.
En la distancia, distinguió la parte más alta de la torre de piedra de Flogoprofen, aquella excéntrica elfa lunática. Estaba claro que intentaría alejarse lo máximo posible de aquel lugar. Lo último que quería era encontrarse con esa demente de nuevo.
Al llegar a las proximidades del santuario baptisterio, vio que la vida nocturna en aquel lugar parecía muy activa. Aunque le habían comentado que aquellas mujeres vivían en el exterior casi exclusivamente de noche, en el ambiente había una tensión distinta.
Eran mujeres bípodas, con brazos y piernas. Su cuerpo estaba completamente cubierto de pelo y sus extremidades acababan en finas garras. Sus rostros eran semejantes a los del topo común, destacando por unos ojos pequeños que apenas le permitían ver, resultándoles la luz diurna muy molesta.
Las distintas mujeres que veía por allí andaban precipitadas, cómo si tuvieran labores urgentes que no pudieran aplazar.
A medida que avanzaba, varias de ellos volvieron su rostro hacia el vampiro. Aunque su vista era muy limitado y algunas parecían ser completamente ciegas, su sentido del olfato era excelente.
―¡Fegg ueer lorn!― dijo una de ellas, palabras totalmente incomprensibles, para alguien que vivía en la superficie.
Todas las mujeres topo pararon sus quehaceres por un momento, mientras movían sus narices captando el olor de Cohen, incluso a varios metros de distancia.
―Quisi… ¿Alguien habla mi idioma?
―¡Naanka Romanov!
Tras unos segundos de silencio, una mujer topo que vestía una larga capa dorada surgió de las entrañas de la tierra. Parecía ser la líder del lugar y tras un gesto con una de las garras de sus brazos, el resto de mujeres volvieron a sus quehaceres.
―Ser Naanka Romanov. ¿Tú ser?
―Cohen. Quisiera saber si podría…
―¿Ser emisario guerra tú?
― ¿Emisario de guerra? ¡No! Busco alojamiento.
―Tú espía… no confianza, mas Naanka acoger. Ven.
La mujer topo se puso a cuatro patas e inició una rápida carrera hacia la entrada de lo que parecía ser un largo túnel subterráneo, por el cual, el vampiro debía desplazarse agachado.
―Eso heredar de mi abuelo. Las nietas gobernar. ¿Necesitar vela tú?
―No, gracias, no necesito velas.
―Tú buena vista, egg... ¿Llevar animal contigo? ¡Yo oler!
―Sí, es un pequeño bebé pantera.
―¡Pantera peligrosa! ¡Cohen espía! Mas Naanka acoger egg. Dar oportunidad.
―No soy ningún espía… Soy botánico y quiero estudiar el Loto Cárdeno.
―Yo dudar.
Cohen siguió caminando por el túnel de las mujeres topo mientras desconocía que tres pequeños ejércitos acudían al lugar en búsqueda de problemas.
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Primer Turno: todos debemos presentarnos en el bando elegido. Se permite en este turno tomar un bando distinto al indicado en la invitación.Llegado el segundo turno, cualquier cambio de bando que se produzca será ya entendido cómo una traición dramática e imperdonable. También en el próximo turno, se tirarán dados de ROL (el de las trece caras) para determinar por azar la fuerza de cada uno de los bandos de este conflicto.
Podéis rolear a la lideresa de vuestro bando libremente, aunque debéis tener en cuenta lo siguiente:
Flogoprofen: recordaros que Flogoprofen no pronuncia los sonidos SA, SE, SI, SO, SU, ZA, ZE, ZI, ZO, ZU, CE y CI. Todos estos serán sustituidos por una J. Las S y las Z que terminen una sílaba serán sustituidas por una H. Ejemplo:
"Loh intrujoh han dejidido rodear la torre. Coged vuehtra armah. La lucha va a comenjar."
Código de Colores:
Flogoprofen: #ff6666 - [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Isobel Deluxe: #ff00cc - - [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Anastasia de Anestesia: #00ff00
Naanka Romanov: #cc9933
Última edición por Cohen el Miér Mayo 17 2023, 22:44, editado 1 vez
Cohen
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
Midgar, recordaba brevemente las historias del lugar por parte de su gente, de algunos extraños viajeros incluso para su abuelo más oscuro era un lugar digno de mención, un bosque ardiente recordaba que le relató su madre, pero estaba casi tan olvidado en sus recuerdos que pensó que eran historia para dormir, relatos para calmar a los niños y mandarlos a dormir.
Si bien su madrastra, podría haberlo usado como un cuento para dormir, su madre era otro tema, su madre hablaba siempre de grandes y poderosos brujos aliados de su abuelo, aquellos hombres solo los había visto unas pocas veces antes de los rituales, antes de ser marcado con un azadón de cuervo al rojo vivo en el pecho… el fuego era algo que admirar, algo que lo marcó de joven, algo que apreciaba con todo su ser, algo que el blandengue no podía admirar.
Después de todo el blandengue solo recordaba a un brujo, ese idiota mercante, pero según recordaba de su primer viaje donde se topo con aquel par de brujos, existían miles de ellos por todo Aerandir, justo a donde se dirige se dice hay una sobre todo talentosa, eso decían los rumores.
Normalmente los rumores no le harían viajar tan lejos a diferencia de su yo más tranquilo, pero esta mujer según decían los rumores montaba en nagas de fuego, una talentosa botánica, eso fue lo que capturó su atención.
Conocía todo el bosque de Midgar, las propiedades de cada planta, una erudita ante sus ojos, una mujer con semejante intelecto seguramente podría crear una droga para él, una que le mantuviera siempre a cargo de este cuerpo, no importaba que tuviera efectos secundarios, que importaba que se volviera más salvaje, eso solo le ayudará a ser más libre, la opinión del blandengue no importaba.
A diferencia de su monstruo Alexander pensaba justo lo contrario quizás aquella mujer podría ayudarle encontrar algo que pudiera suprimir la oscuridad de que habitaba en él; a cambio le ofrecería sus servicios por un tiempo.
Secretamente Alexei tenía otro motivo… escuchó que la carne ahumada tenía un sabor exquisito, quizás una mujer con tantos enemigos no le molestaría que algunos de ellos terminaran en su estómago como una nueva receta para probar.
Fue mientras se dirigía a donde reside la mujer que escuchó el ruido de diferentes criaturas que venían en su dirección, parecían que a gran velocidad, mientras más cerca se escuchaban, más calor podría sentir.
Las diversas personas que iban en aquellos imponentes nagas se detuvieron, una mujer de rojo que iba al frente se le quedó viendo.
Si después de todo el siempre causaba esa impresión después de comer, pero no cualquier comida, sino corazón de bandido, solía volverse tan desorganizado cuando se daba ese festín en particular, olvidando que quedaban rastros de sangre seca por todas sus ropas, pareciendo más entre vagabundo o un soldado a final de una cruenta batalla. Eso sí omitían la sangre que cubría su rostro.
-Lady Anastasia- dijo dirigiéndose a la mujer de rojo que seguramente era quien lideraba aquel grupo. -He escuchado de sus estudios en botánica, vengo a usted con la solicitud de una droga o un antídoto por un mal que me aflige y devora mi alma- gritó para hacerse escuchar entre el ruido de los presentes. -A cambio le ofrezco mi espada y mis servicios-
La mujer se acercó sin bajar de aquel naga que parecía ser aún más grande que los demás, debía serlo considerando lo robusta que parecía ser ella, sin duda una mujer de gran talento. Sentía su mirada fija en él, mientras ella caminó alrededor de él un par de vueltas, sentía como estaba analizando.
-¿Tú quién eresh?- escucho la voz de la mujer, era más gruesa de lo que esperaba, no lograba ubicar de donde, sin embargo no dejaba de mirarlo como si fuera una repugnante criatura, por un momento temió que esta mujer conociera el otro lado de su familia.
-Solo soy un viajero que ha escuchado de sus talentos y desea pedirle su ayuda- respondió intentando mantener al monstruo controlado.
-Tu Sersh diferentesh- dijo mientras una especie de bastón se extendió hasta quedar en su cuello. Se quedó quieto observando.]. -Muchacho ofresesh algo valioso y lo pensaresh-
No estaba seguro si era el acento natural de la mujer o silbaba como serpiente para infundir miedo. ¿Un mestizo? pensó.
-Si me ayudas con esa droga te serviré por un año- le ofreció a la mujer.
-No, tú sirvesh ahora, droga despuesh, podrías sersh un espía, una sombra tesh persiguesh-
Estaba comenzando a impacientarse no quería hacer un trato si no obtenía al menos una muestra para que pudiera comprometerse. Ella no dejaba de evaluarlo como si conociera un secreto que no estaba enterado.
-Muestramesh que no eresh como la sombra que te persguesh-
Observo a la mujer y su séquito, sin entender a qué se refería, estaba claro que no conseguiría ayuda si no le ofrecía algo más a la mujer.
-Me devorará a tus enemigos, una vez que ganes la batalla que planeas me darás lo que deseo.-
-Eresh como esesh hombresh- mencionó la mujer. - Bien, una criatura como tú puedes servirmesh- la mujer se volteo a su sequito -Subanlo a un naga, debemos movernos esh tiempo es oro.-
Paso junto a la mujer para subirse a una criatura con otro de los miembros de su ejército, pronunciando antes de subirse a la criatura -Si me engañas… te comere a ti y a tus hombres - mencionó con un tono de voz que hizo que a más de uno se le erizar a la piel.
-Yo cumplir trato, pequeño monstruo de sangresh- mencionó la mujer antes de dar la orden de retomar el camino, tenían que llegar pronto con sus antiguas aliadas, debía intentar al menos recuperar una vieja alianza o derribarlos antes de que fueran una espina en su costado.
Si bien su madrastra, podría haberlo usado como un cuento para dormir, su madre era otro tema, su madre hablaba siempre de grandes y poderosos brujos aliados de su abuelo, aquellos hombres solo los había visto unas pocas veces antes de los rituales, antes de ser marcado con un azadón de cuervo al rojo vivo en el pecho… el fuego era algo que admirar, algo que lo marcó de joven, algo que apreciaba con todo su ser, algo que el blandengue no podía admirar.
Después de todo el blandengue solo recordaba a un brujo, ese idiota mercante, pero según recordaba de su primer viaje donde se topo con aquel par de brujos, existían miles de ellos por todo Aerandir, justo a donde se dirige se dice hay una sobre todo talentosa, eso decían los rumores.
Normalmente los rumores no le harían viajar tan lejos a diferencia de su yo más tranquilo, pero esta mujer según decían los rumores montaba en nagas de fuego, una talentosa botánica, eso fue lo que capturó su atención.
Conocía todo el bosque de Midgar, las propiedades de cada planta, una erudita ante sus ojos, una mujer con semejante intelecto seguramente podría crear una droga para él, una que le mantuviera siempre a cargo de este cuerpo, no importaba que tuviera efectos secundarios, que importaba que se volviera más salvaje, eso solo le ayudará a ser más libre, la opinión del blandengue no importaba.
A diferencia de su monstruo Alexander pensaba justo lo contrario quizás aquella mujer podría ayudarle encontrar algo que pudiera suprimir la oscuridad de que habitaba en él; a cambio le ofrecería sus servicios por un tiempo.
Secretamente Alexei tenía otro motivo… escuchó que la carne ahumada tenía un sabor exquisito, quizás una mujer con tantos enemigos no le molestaría que algunos de ellos terminaran en su estómago como una nueva receta para probar.
Fue mientras se dirigía a donde reside la mujer que escuchó el ruido de diferentes criaturas que venían en su dirección, parecían que a gran velocidad, mientras más cerca se escuchaban, más calor podría sentir.
Las diversas personas que iban en aquellos imponentes nagas se detuvieron, una mujer de rojo que iba al frente se le quedó viendo.
Si después de todo el siempre causaba esa impresión después de comer, pero no cualquier comida, sino corazón de bandido, solía volverse tan desorganizado cuando se daba ese festín en particular, olvidando que quedaban rastros de sangre seca por todas sus ropas, pareciendo más entre vagabundo o un soldado a final de una cruenta batalla. Eso sí omitían la sangre que cubría su rostro.
-Lady Anastasia- dijo dirigiéndose a la mujer de rojo que seguramente era quien lideraba aquel grupo. -He escuchado de sus estudios en botánica, vengo a usted con la solicitud de una droga o un antídoto por un mal que me aflige y devora mi alma- gritó para hacerse escuchar entre el ruido de los presentes. -A cambio le ofrezco mi espada y mis servicios-
La mujer se acercó sin bajar de aquel naga que parecía ser aún más grande que los demás, debía serlo considerando lo robusta que parecía ser ella, sin duda una mujer de gran talento. Sentía su mirada fija en él, mientras ella caminó alrededor de él un par de vueltas, sentía como estaba analizando.
-¿Tú quién eresh?- escucho la voz de la mujer, era más gruesa de lo que esperaba, no lograba ubicar de donde, sin embargo no dejaba de mirarlo como si fuera una repugnante criatura, por un momento temió que esta mujer conociera el otro lado de su familia.
-Solo soy un viajero que ha escuchado de sus talentos y desea pedirle su ayuda- respondió intentando mantener al monstruo controlado.
-Tu Sersh diferentesh- dijo mientras una especie de bastón se extendió hasta quedar en su cuello. Se quedó quieto observando.]. -Muchacho ofresesh algo valioso y lo pensaresh-
No estaba seguro si era el acento natural de la mujer o silbaba como serpiente para infundir miedo. ¿Un mestizo? pensó.
-Si me ayudas con esa droga te serviré por un año- le ofreció a la mujer.
-No, tú sirvesh ahora, droga despuesh, podrías sersh un espía, una sombra tesh persiguesh-
Estaba comenzando a impacientarse no quería hacer un trato si no obtenía al menos una muestra para que pudiera comprometerse. Ella no dejaba de evaluarlo como si conociera un secreto que no estaba enterado.
-Muestramesh que no eresh como la sombra que te persguesh-
Observo a la mujer y su séquito, sin entender a qué se refería, estaba claro que no conseguiría ayuda si no le ofrecía algo más a la mujer.
-Me devorará a tus enemigos, una vez que ganes la batalla que planeas me darás lo que deseo.-
-Eresh como esesh hombresh- mencionó la mujer. - Bien, una criatura como tú puedes servirmesh- la mujer se volteo a su sequito -Subanlo a un naga, debemos movernos esh tiempo es oro.-
Paso junto a la mujer para subirse a una criatura con otro de los miembros de su ejército, pronunciando antes de subirse a la criatura -Si me engañas… te comere a ti y a tus hombres - mencionó con un tono de voz que hizo que a más de uno se le erizar a la piel.
-Yo cumplir trato, pequeño monstruo de sangresh- mencionó la mujer antes de dar la orden de retomar el camino, tenían que llegar pronto con sus antiguas aliadas, debía intentar al menos recuperar una vieja alianza o derribarlos antes de que fueran una espina en su costado.
Alexander Kraz
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
Se deslizó entre las sombras de los árboles que bordeaban el camino, hasta situarse al lado del improvisado “lugarteniente” de aquella peculiar expedición. El hombre tardó unos segundos en percatarse de su presencia y, cuando lo hizo, dio un respingo antes de soltar una callada maldición. Las malsonantes palabras atrajeron la mirada de La Magistrada, que fulminó al hombre con la mirada. Este, presuroso, se acercó unos pasos a ella para pedir perdón… o quizás clemencia. Al igual que el elfo había sido testigo de lo que sucedía a los subalternos, bajo el mando directo de la altiva mujer, que contravenían su delicado gusto estético o moral. El elfo se preguntó cuánto tardaría en caer aquel infeliz, teniendo en cuenta que en las últimas dos horas habían tenido al menos seis nombramientos y destitucioes de lugartenientes. El que había durado menos, había aguantado en el cargo apenas un par de minutos. Lo suficiente para tropezar y manchar, con unas gotas de barro, el largo vestido de cola que portaba La Magistrada.
Tarek permaneció impasible. Suficiente llamaba la atención por su aspecto, como para atraer más aún la iracunda mirada de la mujer. Disculpándose de nuevo, el (por ahora) comandante, impelió al elfo para que le contase lo que había visto.
- ¿Y bien? ¿Cuántas son? ¿Podremos anunciar la llegada de La Gran Magistrada con los honores que se le deben? –el hombre se frotó las manos, nerviosos, y el elfo lo contempló unos segundos con la ceja alzada. Estaba claro que quería ganarse a la líder de la comitiva con sus absurdas adulaciones, por el rostro de la mujer, pareció que no lo estaba consiguiendo. Las siguientes palabras del peliblanco no hicieron más que acabar de cavar su tumba.
- Me ordenasteis volver en menos de diez minutos. Como os dije, cuando me disteis la orden, es imposible, incluso para un elfo, recorrer la distancia hasta la guarida de las Romanov en tan poco tiempo. Evidentemente, no alcancé el lugar pero, como me ordenasteis, he regresado dentro del tiempo estipulado.
El humano lo miro primero con cara de incomprensión, posteriormente con sorpresa, de ahí mudó a una furia que hizo que sus mejillas se tornasen de un oscuro carmesí y, por último, de temor, al escuchar un poco sutil, aunque de sobra conocido, carraspeo. La Magistrada Isobel Deluxe se había dignado a acerarse hasta ellos, seguida de su séquito de…Tarek no tenía claro cómo definirlos. Se ocupaban, principalmente de que la mujer no pasase ninguna “miseria” entre las que se incluían tener sed o hambre y, por su puesto, que sus impolutos ropajes siguiesen en ese estado.
La Magistrada observó al hombre con evidente desagrado, pero ante todo con expresión de estar total y absolutamente defraudada con su actitud.
- ¡Sacadlo de mi vista! –ordenó, sin especificar quién debía hacerlo. Sin embargo, un nutrido grupo de hombres de apresuró reducir al pobre diablo y arrastrarlo al final de la comitiva. La altiva mujer parecía levantar pasiones entre los hombres y mujeres de mediana y avanzada edad. El elfo ni siquiera se molestó en preguntarse por qué - ¡Tú! –dijo, señalando al peliblanco- Serás mi siguiente lugarteniente –sin esperar respuesta, se giró para volver a la cabeza de la comitiva. Sin embargo, el elfo la interrumpió.
- Lo lamento, señora Magistrada –dijo Tarek con toda la cortesía que pudo simular. La mujer, poco acostumbrada a que la contradijeran, se giró con un dramático gesto, golpeando la cola de su vestido, lo cual provocó dos reacciones: un suspiro generalizado entre sus aduladores y un chillido de espanto entre aquellos encargados de mantener la inútil pieza de tela limpia. La mujer lo fulminó con la mirada. Inclinándose ante ella, el elfo repitió la disculpa- Si me colocáis a la cabeza del grupo, no podré seguir explorando los bosques para vos –explicó, dedicándole una sonrisa- Odiaría no poder serviros como es debido –añadió, repitiendo la reverencia.
Notó la atenta mirada de la mujer en la nuca, mientras el resto de la compañía parecía sumida en el silencio.
- Bien –dijo entonces la mujer y, señalando a algún otro desdichado que pronto besaría el suelo por ella, seleccionó a su nueva y, probablemente poco próspera, mano derecha- Tú sigue inspeccionando el camino –indicó al elfo, que le dedicó otra sonrisa y una leve inclinación. La mujer se giró entonces, para volver hasta su montura y, con una dramática palmada, puso de nuevo en marcha a toda la comitiva.
Tan rápido como los aldeanos y mercenarios retomaron su camino, el elfo se internó de nuevo en el bosque. La cálida y amable expresión en su rostro dejó paso a otra de odio y desidia. Si había algo que no soportaba eran las falsas adulaciones y, si había algo que soportaba aún menos, era tener que hacérselas a un humano. Si por él fuera, habría hundido ya el filo de su daga en el cuello de aquella despreciable criatura, dejando que su sangre manchase aquel absurdo vestido que había decidido llevar, no solo al bosque sino a una guerra.
Caminó con calma entre la foresta. Igual que la vez anterior, se mantendría lo suficientemente lejos del grupo como para que no lo viesen, pero no haría ni el más mínimo esfuerzo para aportarles algún tipo de ventaja en la batalla que, supuestamente, estaba por llegar. Aquella no era su misión.
La elfa lo había interceptado a su regreso a Sacrestic Ville. Tras el incidente en el campamento de los críos mutantes, se había planteado si regresar o no a la ciudad. Sabía que seguían buscándolo por lo sucedido en la imprenta, pero había algo que le impedía, de alguna manera, seguir avanzando hacia el norte. La mujer parecía haberlo buscado específicamente a él y, en cuanto se presentó, Tarek supo por qué: era una enviada de Nytt Hus.
Aquel nombre y los recuerdos de él derivados le produjeron escalofríos. La mujer había sido clara en sus intenciones: necesitaban a alguien que se infiltrase en los dominios de La Magistrada Isobel Deluxe. Sospechaban que la megalómana mujer pretendía arrasar el poco bosque que restaba de Midgard para expandir su plantación de hiervas milagrosas contra la disfunción eréctil, acercándose peligrosamente a los dominios del joven clan élfico. Ante aquella afirmación, el peliblanco había mirado a su congénere con cara de incredulidad y había terminado preguntando si aquello era algún tipo de broma de mal gusto. Por desgracia, había resultado ser cierto.
Cuando cuestionó por qué habían recurrido a él, la elfa fue clara: les debía más de un favor y, más importante, jamás sospecharían que trabajaba para ellos. Presentarse como un Ojosverdes había sido vital para ello, pues incluso a aquella remota zona de Midgard había llego el relato de lo sucedido en la colonia de exiliados. Su deuda no quedaría saldada con aquello, había añadido la elfa, pero estaría un paso más cerca de hacerlo.
Comprobando que había transcurrido el tiempo suficiente como para justificar su retorno a la comitiva, Tarek regresó junto a La Magistrada, a la que le comunicó, con aire compungido, que el camino más adelante se convertía en un lodazal, que tendría terribles consecuencias en la higiene general del grupo. Espantada ante la posibilidad, la mujer ordenó seguir una ruta alternativa que, por desgracia, añadía un par de kilómetros más al trayecto.
Adentrándose de nuevo en el bosque, silbó para atraer a uno de aquellos pajarillos que usaban como mensajeros y, sacando un trozo de grueso cordel azul de su bolsillo, lo ató a la pata del animalillo, antes de soltarlo. Habían ganado tiempo.
Tarek permaneció impasible. Suficiente llamaba la atención por su aspecto, como para atraer más aún la iracunda mirada de la mujer. Disculpándose de nuevo, el (por ahora) comandante, impelió al elfo para que le contase lo que había visto.
- ¿Y bien? ¿Cuántas son? ¿Podremos anunciar la llegada de La Gran Magistrada con los honores que se le deben? –el hombre se frotó las manos, nerviosos, y el elfo lo contempló unos segundos con la ceja alzada. Estaba claro que quería ganarse a la líder de la comitiva con sus absurdas adulaciones, por el rostro de la mujer, pareció que no lo estaba consiguiendo. Las siguientes palabras del peliblanco no hicieron más que acabar de cavar su tumba.
- Me ordenasteis volver en menos de diez minutos. Como os dije, cuando me disteis la orden, es imposible, incluso para un elfo, recorrer la distancia hasta la guarida de las Romanov en tan poco tiempo. Evidentemente, no alcancé el lugar pero, como me ordenasteis, he regresado dentro del tiempo estipulado.
El humano lo miro primero con cara de incomprensión, posteriormente con sorpresa, de ahí mudó a una furia que hizo que sus mejillas se tornasen de un oscuro carmesí y, por último, de temor, al escuchar un poco sutil, aunque de sobra conocido, carraspeo. La Magistrada Isobel Deluxe se había dignado a acerarse hasta ellos, seguida de su séquito de…Tarek no tenía claro cómo definirlos. Se ocupaban, principalmente de que la mujer no pasase ninguna “miseria” entre las que se incluían tener sed o hambre y, por su puesto, que sus impolutos ropajes siguiesen en ese estado.
La Magistrada observó al hombre con evidente desagrado, pero ante todo con expresión de estar total y absolutamente defraudada con su actitud.
- ¡Sacadlo de mi vista! –ordenó, sin especificar quién debía hacerlo. Sin embargo, un nutrido grupo de hombres de apresuró reducir al pobre diablo y arrastrarlo al final de la comitiva. La altiva mujer parecía levantar pasiones entre los hombres y mujeres de mediana y avanzada edad. El elfo ni siquiera se molestó en preguntarse por qué - ¡Tú! –dijo, señalando al peliblanco- Serás mi siguiente lugarteniente –sin esperar respuesta, se giró para volver a la cabeza de la comitiva. Sin embargo, el elfo la interrumpió.
- Lo lamento, señora Magistrada –dijo Tarek con toda la cortesía que pudo simular. La mujer, poco acostumbrada a que la contradijeran, se giró con un dramático gesto, golpeando la cola de su vestido, lo cual provocó dos reacciones: un suspiro generalizado entre sus aduladores y un chillido de espanto entre aquellos encargados de mantener la inútil pieza de tela limpia. La mujer lo fulminó con la mirada. Inclinándose ante ella, el elfo repitió la disculpa- Si me colocáis a la cabeza del grupo, no podré seguir explorando los bosques para vos –explicó, dedicándole una sonrisa- Odiaría no poder serviros como es debido –añadió, repitiendo la reverencia.
Notó la atenta mirada de la mujer en la nuca, mientras el resto de la compañía parecía sumida en el silencio.
- Bien –dijo entonces la mujer y, señalando a algún otro desdichado que pronto besaría el suelo por ella, seleccionó a su nueva y, probablemente poco próspera, mano derecha- Tú sigue inspeccionando el camino –indicó al elfo, que le dedicó otra sonrisa y una leve inclinación. La mujer se giró entonces, para volver hasta su montura y, con una dramática palmada, puso de nuevo en marcha a toda la comitiva.
Tan rápido como los aldeanos y mercenarios retomaron su camino, el elfo se internó de nuevo en el bosque. La cálida y amable expresión en su rostro dejó paso a otra de odio y desidia. Si había algo que no soportaba eran las falsas adulaciones y, si había algo que soportaba aún menos, era tener que hacérselas a un humano. Si por él fuera, habría hundido ya el filo de su daga en el cuello de aquella despreciable criatura, dejando que su sangre manchase aquel absurdo vestido que había decidido llevar, no solo al bosque sino a una guerra.
Caminó con calma entre la foresta. Igual que la vez anterior, se mantendría lo suficientemente lejos del grupo como para que no lo viesen, pero no haría ni el más mínimo esfuerzo para aportarles algún tipo de ventaja en la batalla que, supuestamente, estaba por llegar. Aquella no era su misión.
La elfa lo había interceptado a su regreso a Sacrestic Ville. Tras el incidente en el campamento de los críos mutantes, se había planteado si regresar o no a la ciudad. Sabía que seguían buscándolo por lo sucedido en la imprenta, pero había algo que le impedía, de alguna manera, seguir avanzando hacia el norte. La mujer parecía haberlo buscado específicamente a él y, en cuanto se presentó, Tarek supo por qué: era una enviada de Nytt Hus.
Aquel nombre y los recuerdos de él derivados le produjeron escalofríos. La mujer había sido clara en sus intenciones: necesitaban a alguien que se infiltrase en los dominios de La Magistrada Isobel Deluxe. Sospechaban que la megalómana mujer pretendía arrasar el poco bosque que restaba de Midgard para expandir su plantación de hiervas milagrosas contra la disfunción eréctil, acercándose peligrosamente a los dominios del joven clan élfico. Ante aquella afirmación, el peliblanco había mirado a su congénere con cara de incredulidad y había terminado preguntando si aquello era algún tipo de broma de mal gusto. Por desgracia, había resultado ser cierto.
Cuando cuestionó por qué habían recurrido a él, la elfa fue clara: les debía más de un favor y, más importante, jamás sospecharían que trabajaba para ellos. Presentarse como un Ojosverdes había sido vital para ello, pues incluso a aquella remota zona de Midgard había llego el relato de lo sucedido en la colonia de exiliados. Su deuda no quedaría saldada con aquello, había añadido la elfa, pero estaría un paso más cerca de hacerlo.
Comprobando que había transcurrido el tiempo suficiente como para justificar su retorno a la comitiva, Tarek regresó junto a La Magistrada, a la que le comunicó, con aire compungido, que el camino más adelante se convertía en un lodazal, que tendría terribles consecuencias en la higiene general del grupo. Espantada ante la posibilidad, la mujer ordenó seguir una ruta alternativa que, por desgracia, añadía un par de kilómetros más al trayecto.
Adentrándose de nuevo en el bosque, silbó para atraer a uno de aquellos pajarillos que usaban como mensajeros y, sacando un trozo de grueso cordel azul de su bolsillo, lo ató a la pata del animalillo, antes de soltarlo. Habían ganado tiempo.
Tarek Inglorien
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
Sentada en un tronco podrido, caído junto al camino, no perdía de vista la puerta de la taberna apenas a una centena de metros. Después de haberle escrito con la imperiosa necesidad de verla, aunque sin dar más detalles, ahora el muchacho parecía hacerse de rogar. Agitaba la pierna de manera nerviosa e inconsciente, controlando al tiempo los senderos que confluían en la posada por si aparecieran viajeros con los que no tenía ninguna gana de cruzarse. «El humo huele a problemas.» había sido la despedida, la advertencia con la que había puesto el punto y final al pergamino que había sobrevolado Sandorai hasta llegar a manos de la elfa y que no dejaba de atormentarle. ¿Más? Si todavía al norte del bosque de fuego los suyos se lamían las heridas, le era imposible imaginar qué cabría esperar ahora, qué podría ocurrir. Y a manos de quién. Estar allí le removía demasiadas emociones, sus memorias retumbaban en su cabeza y sentía cómo sus heridas, todavía abiertas, esas que ninguna magia ni remedio sanador podían cerrar, punzaban en sus adentros haciéndose más profundas. Sin embargo, haber acudido sola esta vez le daba cierta sensación de seguridad, de calma, al no tener ante ella una oportunidad para volver a caer en el error de tener que confiarle sus preocupaciones o intereses a nadie. Si quería que algo saliera bien, mejor sería no compartirlo con nadie. Le había supuesto dolor y lágrimas, pero había aprendido la lección.
Lobo se dejó ver por fin y ella hizo crecer a sus pies una pequeña rosa, de un rojo apagado y repleta de espinas, que le hizo comprender sin mayor explicación que se encontraba cerca, esperándolo. El joven miró alrededor mientras empezaba a caminar hacia el bosque y fijó la dirección de sus pasos, aligerandolos, cuando distinguió su figura entre los árboles. Aylizz no entraría en Cicatrices y Pus a menos que precisara víveres o alojamiento, así lo habían acordado para evitar miradas indiscretas de los cada vez más frecuentes clientes. Al acudir a su encuentro, el chico le recibió con una cálida sonrisa, aunque se esfumó cuando fue capaz de apreciar las facciones serías y endurecidas de la elfa, apresurando sus pasos un poco más para no hacerle esperar más.
—Siento haberte hecho esperar. Cuando el viejo atiende a la clientela casi da más trabajo del que quita.— se disculpó, frotándose la nuca —Siempre es un placer verte, Elfa.— medio rió —Aunque me pregunto si algún día me dirás tu nombre.
—Puede.— se limitó a responder, todavía seria, aunque tras un momento dejó entrever una suave sonrisa —No es personal, sólo tomo precauciones. Por los dos. Por el momento, es mejor así.— explicó, sin demasiadas contemplaciones. —¿Y bien? ¿Cuáles son las noticias?
—El anuncio de una nueva lucha territorial.— expuso, también sin rodeos. —Ya sabes que los humanos han extendido sus poblaciones alrededor… Y viste con qué seguridad se atreven algunos a afirmar que la tierra de nadie ahora es suya.— la elfa asintió ante sus palabras, con cara de pocos amigos, instándolo a seguir —Parece ser que en la frontera norte hay una región bien consolidada, Viagra la llaman. Desconozco quién ostenta el poder en ella, pero ha llegado a mis oídos de que alguien a quien llaman La Magistrada está dispuesta a ocupar el bosque para extender sus dominios.— ella frunció el ceño y mostró intención de hablar, pero el chico la interrumpió antes de que pudiera hacerlo —Espera, hay más. Últimamente se ha hecho eco en la taberna que una perturbada ha levantado un fuerte en las profundidades del bosque, también al norte de aquí, que impide que cualquiera se acerque. Pensaba que eran rumores o exageraciones de los cazadores para excusarse al volver con las manos vacías, así que hace unas noches me acerqué para husmear. Y, en efecto, hay…
—¿Una anciana elfa que se hace llamar Reina?— interrumpió ella esta vez, casi esperando que la respuesta fuera una negativa, pero teniendo la certeza de que sería afirmativa.
—¡¿La conoces?!— el chico mostró una clara expresión de sorpresa.
—Seh…— admitió con dejadez y cierta molestia, frotándose la frente con desdén —Bueno, no es que la conozca, pero…— exhaló un pequeño suspiro hastiado —No importa, es largo de contar. ¿Qué pasa con ella?
—Ha logrado repoblar los alrededores de la torre que habita, lo llama El Círculo. Es impresionante, un remanso verde lleno de vida. Creo que su intención es extender la repoblación y está dispuesta a enfrentarse a quien sea que se interponga.
—Hugh.— alzó una ceja —Eso es nuevo. Quizá no esté tan loca, después de todo…— murmuró, pensando en voz alta. —Los problemas de los que hablabas, que temías… Supones que esos humanos de la frontera serán la principal oposición, ¿no es así?
—En efecto, si.— se cruzó de brazos, asintiendo con la cabeza al tiempo que lo hacía con sus palabras, pero entonces cambió el gesto a uno de preocupación y alerta —Oye, no, espera. Te mantengo al tanto de lo que ocurre por aquí porque ese es nuestro acuerdo, pero ¿acaso estás pensando en involucrarte? Si llegara a complicarse…
—No te preocupes por mí.— sentenció, al tiempo que rebuscaba en el zurrón —Como bien has dicho, tu deber conmigo es únicamente en calidad de informante.— y le tendió la mano, sosteniendo algunas monedas.
—Si, bueno… Pero si te ocurriese algo… Bueno, no tendría a quién informar. Y me quedaría sin deber que atender.— se explicó, de forma atropellada. Sin tomar los aeros, le cerró el puño a la elfa, negando con la cabeza. —Vuelve sana y salva, y págame entonces.
—Creo que tendrías ocupación suficiente ahí dentro.— señaló la posada con la cabeza ante su mal ideada excusa. Nunca le había pasado desapercibida la forma en que el joven tabernero la miraba, pero tampoco había dudado en que jamás podría corresponderle. —Nos veremos pronto, Lobo. Me cuidaré.— y le sonrió, esta vez con algo más de ternura, en forma de despedida.
Habiendo dejado atrás la taberna, dirigiendo sus pasos hacia el interior del bosque, en dirección norte, consultó el mapa que había ido confeccionando tras sus distintas expediciones por aquel bosque. La primera vez que llegó a la torre fue algo fortuito y la buena compañía había evitado que los detalles del camino se grabaran en su memoria. Sacudió la cabeza cuando notó sus ojos hincharse al punto de humedecerse, desechando una vez más los buenos recuerdos. No podía sentirse más estúpida. Siguiendo los trazados en el papel, ubicándose en el terreno, logró encaminar la torre, que no tardó en divisar en la lontananza. Conforme se acercaba, se hacía más evidente el contraste en la vegetación, que abandonaba los tonos cenizos, verdes oscuros o púrpuras ennegrecidos. La viveza se hacía notar cada vez más y las sensaciones brotaban dentro de ella. Entendía a la perfección el cosquilleo que le recorría por dentro, energía natural entremezclada con magia élfica. Y lo cierto era que aquella en especial no le era desconocida, ya se había encontrado con ella, enfrentado más bien.
Cuando la espesura del bosque revivido ya la envolvía, empezó a diferenciar un trazado en el entorno que pudo reconocer, a pesar de encontrarlo tan distinto a la última vez. Se estremeció, sin saber cómo encajar todo aquello, pero de pronto la fantasía de volver a ver la vida extenderse de nuevo en aquel bosque se hizo real. Siguió andando, hasta que la muchedumbre se dejó adivinar al final del camino, tras los árboles que bordeaban lo que concluyó que se trataba del Círculo, al diferenciar varios golems apostados en los extremos, erguidos, en guardia, expectantes ante la pequeña multitud. También aquello era diferente. En su visita anterior, el único objetivo que parecían tener esos seres era evitar que nadie se acercara. Antes de llegar hasta ellos, se acomodó la capucha y la bajó para cubrir su rostro hasta la línea de los ojos para mezclarse entre la gente, manteniéndose en las líneas de retaguardia. Por el momento sería mejor pasar desapercibida.
____________________________
Bendición activa: Bendición Jutsu [bendición]: Allá donde alguien esté dispuesto a ser tu escudo, ambos prevalecerán. Durante uno cualquiera de tus próximos 3 temas (libres o privados), quien te proteja no sufrirá herida alguna, pero quedará azulado. La bendición estará activa durante la totalidad del tema elegido.
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
El camino la había puesto de vuelta en el bosque de Midgard. Akanke ya no cuestionaba las rutas que su ave guía le indicaba; al principio creyó que Amosa estaba extraviada y había perdido la orientación, pero eventualmente comprendió que su compañera no la llevaba a lugares al azar.
Adentrándose en en el bosque midgariano, la mujer equina comenzó a reconocer el lugar. Una inquietante sensación de familiaridad con el entorno le hizo sospechar hacia donde la llevaba Amosa. Al cabo de un rato de andar bosque adentro, pudo divisar la torre. Frenó, no dando crédito a lo que veía. Alzó la mirada y vio cómo su ave volaba en línea recta hacia ese lugar, cuyo recuerdo estremecía a Akanke.
-¡Tú siendo loca!- gritó al cielo -¡Yo no ando allá! ¿No recordando vieja loca? Yo sí recordando vieja loca- exclamó, renegando del destino al que Amosa la llevaba. Pero el ave no se detuvo y, tras dar un golpe al suelo con su báculo y chasquear la lengua, Akanke siguió a su guía.
Al poco andar, encontró cómo el bosque cambiaba; aquella naturaleza gris que sobrevivía en contra de todo pronóstico adquiría colores vivos y alegres. Mientras más avanzaba en dirección de la torre, la naturaleza era más brillante. Akanke se sintió confundida, pues, llegando junto a la torre, le pareció estar en un bosque de los que hay en Sandorai. Estaba maravillada y sorprendida. ¿Qué había pasado allí? ¿Cómo había revivido el bosque? Y todo comenzaba en la torre. ¿La vieja loca tendría algo que ver?
Necesitaba saciar su curiosidad, por lo que decidió quedarse cerca e investigar qué milagro estaba ocurriendo allí.
Adentrándose en en el bosque midgariano, la mujer equina comenzó a reconocer el lugar. Una inquietante sensación de familiaridad con el entorno le hizo sospechar hacia donde la llevaba Amosa. Al cabo de un rato de andar bosque adentro, pudo divisar la torre. Frenó, no dando crédito a lo que veía. Alzó la mirada y vio cómo su ave volaba en línea recta hacia ese lugar, cuyo recuerdo estremecía a Akanke.
-¡Tú siendo loca!- gritó al cielo -¡Yo no ando allá! ¿No recordando vieja loca? Yo sí recordando vieja loca- exclamó, renegando del destino al que Amosa la llevaba. Pero el ave no se detuvo y, tras dar un golpe al suelo con su báculo y chasquear la lengua, Akanke siguió a su guía.
Al poco andar, encontró cómo el bosque cambiaba; aquella naturaleza gris que sobrevivía en contra de todo pronóstico adquiría colores vivos y alegres. Mientras más avanzaba en dirección de la torre, la naturaleza era más brillante. Akanke se sintió confundida, pues, llegando junto a la torre, le pareció estar en un bosque de los que hay en Sandorai. Estaba maravillada y sorprendida. ¿Qué había pasado allí? ¿Cómo había revivido el bosque? Y todo comenzaba en la torre. ¿La vieja loca tendría algo que ver?
Necesitaba saciar su curiosidad, por lo que decidió quedarse cerca e investigar qué milagro estaba ocurriendo allí.
Última edición por Akanke el Jue Jul 20 2023, 07:47, editado 1 vez
Akanke
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
El tiempo fluía pacífica y apaciblemente en Corona del sol. Los vergeles y dehesas circundantes se encontraban en plena explosión de vida y las aves amenizaban con su canto todas las horas del día incluyendo las noches el acompañamiento de grillos y otras criaturas. No obstante no todos disfrutábamos de aquella paz.
Los rumores habían viajado con el viento y los ancianos habían tenido a bien que Corona del sol tomara parte activa en lo que estaba por venir. Lejos en los ardientes bosques de Midgard alguien había logrado lo que algunos llamaban "El toque de Ímbar". Un área del bosque había recobrado un vigoroso color verde y ganado terreno a las llamas y vapores de aquel afligido bosque. Ahora, aquel Toque se veía amenazado por los habitantes de un asentamiento mas norteño.
Fui designado junto a mi compañía para partir de inmediato hasta aquel lugar y desempeñar las labores de defensa y disuasión que fuesen necesarias para la conservación de aquel foco de esperanza que representaba en Toque para la fauna y flora de Midgard. Los preparativos fueron rápido y la compañía ponía tumbo a un lugar lejos de su hogar con un futuro incierto en el horizonte.
Raudos avanzamos por entre los bosques de Sandorai siendo objeto de las miradas de cuanto viajero se cruzara en nuestro camino. Desconocía si algún otro clan había tomado la misma iniciativa o si por el contrario seríamos los primeros, y tal vez los únicos en ofrecer tal respuesta a los rumores que sin duda habrían recorrido ya todo el territorio.
- ¿Tenemos algún plan? Me refiero que vamos al otro lado del continente a defender algo que solo hemos conocido por rumores y algunos de los hombres están escépticos de que algo como el Toque pueda existir. -
Izbaldris, que siempre había estado a mi lado, transmitía las preocupaciones de los soldados cuando el mismo tambien las compartía. En el fondo sabía que se cuestionaba si podían fiarse de un rumor y si aquella misión no sería alguna clase de trampa. No obstante aun con nuestra marcha Corona del sol se mantenía bien defendida.
- Lo tenemos. Creemos en la veracidad del rumor por que tenemos una ubicación exacta a la que llegar y nuestra función es presentarnos como fuerza disuasoria. no buscamos un conflicto, solo evitarlo. Dile a los hombres que estén tranquilos, si el rumor es falso en pocos días estaremos de vuelta en el hogar, si es cierto tal vez tengan una historia que contar a sus familias. -
Aquella torre parecía alzarse orgullosa por encima de las calcinadas copas de la arboleda que hacía de cortina a la verdadera belleza que rodeaba a la estructura en su base. Aquel oasis en un mar de llamas contaba con un paupérrimo muro exterior que sin duda habría de ser reforzado y golems de arcilla se movían sin rumbo por el lugar espantando a alguna que otra criatura que perteneciera a la aflicción que consumía el resto de la agonizante arboleda. De inmediato ordené a mis hombres mejorar el muro defensivo con tierra y otros materiales que pudieran servir, designando a Izbaldris la tarea mientras que al resto lo enviaría a montar las tiendas del campamento bajo la supervisión de Edrias.
Por mi parte me dirigí hacia el interior de la torre en busca de quien estuviera allí a cargo, si es que había algun responsable de todo aquello que no fuese la propia diosa, presentándome a la única elfa que encontré en la torre.
- Bal'adash, me presento. Soy Eleandris, Vengo junto a mi compañía como fuerza protectora y disuasoria como ayuda desde el clan Verthanas de Corona del sol en virtud de apoyo al Toque de Ímbar en esta tierra. -
Los rumores habían viajado con el viento y los ancianos habían tenido a bien que Corona del sol tomara parte activa en lo que estaba por venir. Lejos en los ardientes bosques de Midgard alguien había logrado lo que algunos llamaban "El toque de Ímbar". Un área del bosque había recobrado un vigoroso color verde y ganado terreno a las llamas y vapores de aquel afligido bosque. Ahora, aquel Toque se veía amenazado por los habitantes de un asentamiento mas norteño.
Fui designado junto a mi compañía para partir de inmediato hasta aquel lugar y desempeñar las labores de defensa y disuasión que fuesen necesarias para la conservación de aquel foco de esperanza que representaba en Toque para la fauna y flora de Midgard. Los preparativos fueron rápido y la compañía ponía tumbo a un lugar lejos de su hogar con un futuro incierto en el horizonte.
Raudos avanzamos por entre los bosques de Sandorai siendo objeto de las miradas de cuanto viajero se cruzara en nuestro camino. Desconocía si algún otro clan había tomado la misma iniciativa o si por el contrario seríamos los primeros, y tal vez los únicos en ofrecer tal respuesta a los rumores que sin duda habrían recorrido ya todo el territorio.
- ¿Tenemos algún plan? Me refiero que vamos al otro lado del continente a defender algo que solo hemos conocido por rumores y algunos de los hombres están escépticos de que algo como el Toque pueda existir. -
Izbaldris, que siempre había estado a mi lado, transmitía las preocupaciones de los soldados cuando el mismo tambien las compartía. En el fondo sabía que se cuestionaba si podían fiarse de un rumor y si aquella misión no sería alguna clase de trampa. No obstante aun con nuestra marcha Corona del sol se mantenía bien defendida.
- Lo tenemos. Creemos en la veracidad del rumor por que tenemos una ubicación exacta a la que llegar y nuestra función es presentarnos como fuerza disuasoria. no buscamos un conflicto, solo evitarlo. Dile a los hombres que estén tranquilos, si el rumor es falso en pocos días estaremos de vuelta en el hogar, si es cierto tal vez tengan una historia que contar a sus familias. -
Aquella torre parecía alzarse orgullosa por encima de las calcinadas copas de la arboleda que hacía de cortina a la verdadera belleza que rodeaba a la estructura en su base. Aquel oasis en un mar de llamas contaba con un paupérrimo muro exterior que sin duda habría de ser reforzado y golems de arcilla se movían sin rumbo por el lugar espantando a alguna que otra criatura que perteneciera a la aflicción que consumía el resto de la agonizante arboleda. De inmediato ordené a mis hombres mejorar el muro defensivo con tierra y otros materiales que pudieran servir, designando a Izbaldris la tarea mientras que al resto lo enviaría a montar las tiendas del campamento bajo la supervisión de Edrias.
Por mi parte me dirigí hacia el interior de la torre en busca de quien estuviera allí a cargo, si es que había algun responsable de todo aquello que no fuese la propia diosa, presentándome a la única elfa que encontré en la torre.
- Bal'adash, me presento. Soy Eleandris, Vengo junto a mi compañía como fuerza protectora y disuasoria como ayuda desde el clan Verthanas de Corona del sol en virtud de apoyo al Toque de Ímbar en esta tierra. -
- Equipamiento:
- Bolso del explorador: Contiene un saco de dormir liviano, 8 metros de cuerda, gancho de escalada, cantimplora, raciones de comida, hilo de pescar con anzuelo, trampa para conejos y una palanca tipo pata de cabra.
Armadura media pobre: [Armadura Media] hecha en base a cuero y refuerzos en malla u otros materiales resistentes, otorga equilibrio entre protección y movilidad. Hace algo de ruido al moverse. De calidad Pobre.
Espada bastarda [Calidad pobre]
Escudo: [Calidad normal]
Lanza: [Calidad pobre]
Hongos de Lithe: [Consumible] Al consumirse, producen un estado de conciencia alterada capaz de producir visiones y un gran bienestar. Útil para distraer enemigos (si consigues que lo consuman), reducir temporalmente las molestias de una herida o pasar una buena tarde en general. x2
Eleandris
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
A medida que avanzaba logró ver la tremenda construcción subterránea que las mujeres topo habían realizado. El pasillo de entrada daba a una amplia sala, una especie de recepción, que se bifurcaba en varios pasillos, en distintas direcciones, aunque éstos eran más estrechos.
― Invitados dormir el fondo. Nosotras proteger Santuario. Guerra pronto.
―¿Guerra?
El vampiro desconocía por completo la existencia de cualquier conflicto en la zona. Si era verdad, sólo se encontraba de paso y nadie le había informado de ninguna batalla.
― Elfa estar loca. Humanos arrasar árboles. Bruja quemar todo. Nosotras aquí. Todos venir aquí.
El vampiro recordó enseguida a la lunática elfa de la torre, aquella desquiciada que quería que todo Midgard fuera su reino.
Si aquel lugar era una amenaza, quizás no fuera el lugar apropiado para cobijarse durante el día. Quizás debería marcharse y buscar otro lugar más seguro.
A paso ligero, otra de las mujeres topo se acercó hacia su posición y comenzó a hablar de nuevo en aquella lengua extraña.
― ¡Foert gerl ment! ¡Redesem Ovulem! ¡Fegg Tug Torum!
El vampiro intentó comprender el significado de alguna palabra, pero sin duda, aquel idioma era completamente ininteligible para él. Tras intercambiar algunas palabras más, se marchó y la atención de Naanka se posó de nuevo en el vampiro.
―Todos ellos acercar. Aquí batalla. Tú proteger aquí.
A paso ligero, Naanka se acercó de nuevo hacia la entrada del Santuario, junto con el resto de las mujeres topo. Cohen las examinó con curiosidad, en la distancia. Todas ellas eran ciegas, pero su sentido del olfato y del oído parecían muy desarrollados… se comportaban cómo si pudieran ver… al menos, la mayor parte del tiempo.
Cohen sintió cómo Betis se removía en el interior de la bolsa de viaje. El pequeño bebé pantera debía de quedarse en el interior de aquel lugar, aunque hasta ahora, el pequeño no se había separado del vampiro en ningún momento.
Miró a su alrededor y vio un lugar seguro dónde dejarle, impidiéndole escapar. Se trataba de una pequeña alberca para depositar agua, una alberca que se encontraba seca en ese momento. Dada la profundidad de la misma, Betis no podría escapar de ella.
Decidido, volvió a salir al exterior. El bosque que había dejado atrás parecía muy distinto al de hace apenas unos momentos. El sonido de los pasos se escuchaba en la lejanía, las voces cada vez más cercanas, los ejércitos que avanzaban hacia el lugar…
Se colocó junto a Naanka, que enseguida notó su presencia, girando la cabeza hacia él, oliéndole, aunque sin verle.
―Yo puedo ver. Puedo indicaros por dónde se aproximan, cuántos son, sus armas…
―Tú ser confianza. No lo saber. Yo probar suerte.
― Muy bien…
En este segundo turno, los diferentes bandos irán acercándose al Santuario. En el siguiente turno, los cuatro grupos deben encontrarse en los alrededores del Santuario, para dar comienzo a la batalla.
Para dar un poco de emoción al asunto, una persona presente en cada uno de estos grupos tirará un dado de ROL, el de las 13 caras. El resultado se multiplicará por 10 y será el número de personas -NPCs- que forma cada grupo.
A este número, habrá que sumarse los personajes de los usuarios.
Cohen tirará el dado por las mujeres topo del Santuario. El resultado será al completo de mujeres topo ciegas, que luchan cuerpo a cuerpo y usando magia totémica.
Alexander tirará el dado para el grupo de Anastasia. El resultado se dividirá en tres tercios: dos tercios compuestos por brujos y un tercio de salamandras de fuego.
A continuación, Tarek tirará el dado para el grupo de La Magistrada. El resultado será al completo el número de campesinos, armados con armas agrícolas, arcos de caza y armas de corto alcance.
Por último, Aylizz por ser la primera del grupo de Flogoprofen, tirará el dado para determinar el número de elfos y hombres bestia que han decidido unirse a este grupo. La mitad serán elfos de magia, una cuarta parte, elfos espadachines y arqueros; la última cuarta parte, hombres bestia con diferentes dotes.
Suerte y que la suerte decida que bando comienza con ventaja.
― Invitados dormir el fondo. Nosotras proteger Santuario. Guerra pronto.
―¿Guerra?
El vampiro desconocía por completo la existencia de cualquier conflicto en la zona. Si era verdad, sólo se encontraba de paso y nadie le había informado de ninguna batalla.
― Elfa estar loca. Humanos arrasar árboles. Bruja quemar todo. Nosotras aquí. Todos venir aquí.
El vampiro recordó enseguida a la lunática elfa de la torre, aquella desquiciada que quería que todo Midgard fuera su reino.
Si aquel lugar era una amenaza, quizás no fuera el lugar apropiado para cobijarse durante el día. Quizás debería marcharse y buscar otro lugar más seguro.
A paso ligero, otra de las mujeres topo se acercó hacia su posición y comenzó a hablar de nuevo en aquella lengua extraña.
― ¡Foert gerl ment! ¡Redesem Ovulem! ¡Fegg Tug Torum!
El vampiro intentó comprender el significado de alguna palabra, pero sin duda, aquel idioma era completamente ininteligible para él. Tras intercambiar algunas palabras más, se marchó y la atención de Naanka se posó de nuevo en el vampiro.
―Todos ellos acercar. Aquí batalla. Tú proteger aquí.
A paso ligero, Naanka se acercó de nuevo hacia la entrada del Santuario, junto con el resto de las mujeres topo. Cohen las examinó con curiosidad, en la distancia. Todas ellas eran ciegas, pero su sentido del olfato y del oído parecían muy desarrollados… se comportaban cómo si pudieran ver… al menos, la mayor parte del tiempo.
Cohen sintió cómo Betis se removía en el interior de la bolsa de viaje. El pequeño bebé pantera debía de quedarse en el interior de aquel lugar, aunque hasta ahora, el pequeño no se había separado del vampiro en ningún momento.
Miró a su alrededor y vio un lugar seguro dónde dejarle, impidiéndole escapar. Se trataba de una pequeña alberca para depositar agua, una alberca que se encontraba seca en ese momento. Dada la profundidad de la misma, Betis no podría escapar de ella.
Decidido, volvió a salir al exterior. El bosque que había dejado atrás parecía muy distinto al de hace apenas unos momentos. El sonido de los pasos se escuchaba en la lejanía, las voces cada vez más cercanas, los ejércitos que avanzaban hacia el lugar…
Se colocó junto a Naanka, que enseguida notó su presencia, girando la cabeza hacia él, oliéndole, aunque sin verle.
―Yo puedo ver. Puedo indicaros por dónde se aproximan, cuántos son, sus armas…
―Tú ser confianza. No lo saber. Yo probar suerte.
― Muy bien…
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En este segundo turno, los diferentes bandos irán acercándose al Santuario. En el siguiente turno, los cuatro grupos deben encontrarse en los alrededores del Santuario, para dar comienzo a la batalla.
Para dar un poco de emoción al asunto, una persona presente en cada uno de estos grupos tirará un dado de ROL, el de las 13 caras. El resultado se multiplicará por 10 y será el número de personas -NPCs- que forma cada grupo.
A este número, habrá que sumarse los personajes de los usuarios.
Cohen tirará el dado por las mujeres topo del Santuario. El resultado será al completo de mujeres topo ciegas, que luchan cuerpo a cuerpo y usando magia totémica.
Alexander tirará el dado para el grupo de Anastasia. El resultado se dividirá en tres tercios: dos tercios compuestos por brujos y un tercio de salamandras de fuego.
A continuación, Tarek tirará el dado para el grupo de La Magistrada. El resultado será al completo el número de campesinos, armados con armas agrícolas, arcos de caza y armas de corto alcance.
Por último, Aylizz por ser la primera del grupo de Flogoprofen, tirará el dado para determinar el número de elfos y hombres bestia que han decidido unirse a este grupo. La mitad serán elfos de magia, una cuarta parte, elfos espadachines y arqueros; la última cuarta parte, hombres bestia con diferentes dotes.
Suerte y que la suerte decida que bando comienza con ventaja.
Cohen
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
El miembro 'Cohen' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
Ruidosos, era lo único que lograban pensar al unísono, el grupo al que se habían unido eran extremadamente ruidosos. No tenía forma de comparar, solo recordaban haber conocido a dos brujos antes, por la situación pensó que ese par fue extremadamente ruidoso durante los días que estuvieron juntos, quizás se debía a que se conocían entre ellos, lo que le intrigaba, es que a acaso ¿todos los brujos serían así de escandalosos?.
Intensos sería la otra palabra que buscaría para definir al singular grupo de hombres y mujeres que viajaban con ellos.
Las salamandras era un punto y aparte, sin duda no podía dejar de apreciar la belleza de la criatura, se imaginó el daño que podrían causar unas cuantas de ellas, pero para él solo significaba una cosa. ¡Comida! en una increíble nueva variedad de doramas para comerla. ¿Esto es lo que algunas personas llamarían ahumar? se preguntaba mientras se imaginaba la carne de otros hombres cosiendo mientras se asfixiaba por el fuego de un tremendo incendio.
El blandengue dejó en claro que no era feliz con los pensamientos que estaba teniendo, pero la mujer era una erudita en su campo, y lo llamo “pequeño monstruo de sangre”, probablemente cualquier otro se hubiera insultado por tal comentario, pero conocía sus raíces, su propia madre le decía pequeño monstruo de forma cariñosa, él lo reconoció abiertamente, el “Alexei Kraz” era un monstruo hambriento, y su apetito no sería saciado con facilidad, si servirá a aquel que no le importara su dieta, que lo alimentara, y si se cansaba, siempre podría comerse a su empleador.
Su nuevo empleador, Anastasia, a su punto de vista tenía muchas cosas que ofrecer. Y si a ella no le importaba soltar a un monstruo en medio de la batalla sacrificando a sus tropas, no tendría motivos para detener sus diversión.
-Monstruo de sangresh- le llamó para que se acercara al frente, lo cual hizo lo más rápido posible, después de todo montar un naga era algo en lo que tenía nula experiencia, y no quería quedarse atrás y perderse la masacre que se avecinaba. [color:9dd7=##00ff00]-Estamos cerca de antiguas aliadas, enviaresh dos jinetesh.-
-Una mujer como tu, no debería tener que avisar que va en camino -
-Silencio pequeño monstruo de sangresh, esh cortesía, nosotros fuimos aliadas por mucho tiempo.- dijo mientras le hacía señas para que se quedara callado y le dejará continuar. -Viajas con los jinetesh y te aseguras de que lleguesh a salvo, enemigos podrían derribarlesh antes de dar aviso, tú impedirás que eso suceda.- escuchó atentamente a la mujer mientras el grupo seguía avanzando.
-Bien iré con los jinetes.- Anastasia asintió ante su respuesta.
-Los jinetesh avisaran quesh deseo dialogar.- ante esto la mujer le miró de una forma tan escrutadora que le causó curiosidad .- Jinetesh debesh llegar vivos y enteros, tendrás festín durantesh la pelea.-
Estalló en una sonora carcajada cuando la escuchó, ella lo sabía, tenía el presentimiento que ella no se pondría del lado del blandengue, que le daría rienda suelta con tal de que le ayudará a ganar. Pero esto acababa de confirmarlo. Quería preguntarle a ella ¿Cómo lo sabía? El tiempo para eso llegaría después.
Anastasia hizo una seña y dos jinetes en naga se acercaron al grupo con dos banderas blancas.
-Ir ahora- les ordeno y partió esforzándose por seguir de cerca a los jinetes.
____________Intensos sería la otra palabra que buscaría para definir al singular grupo de hombres y mujeres que viajaban con ellos.
Las salamandras era un punto y aparte, sin duda no podía dejar de apreciar la belleza de la criatura, se imaginó el daño que podrían causar unas cuantas de ellas, pero para él solo significaba una cosa. ¡Comida! en una increíble nueva variedad de doramas para comerla. ¿Esto es lo que algunas personas llamarían ahumar? se preguntaba mientras se imaginaba la carne de otros hombres cosiendo mientras se asfixiaba por el fuego de un tremendo incendio.
El blandengue dejó en claro que no era feliz con los pensamientos que estaba teniendo, pero la mujer era una erudita en su campo, y lo llamo “pequeño monstruo de sangre”, probablemente cualquier otro se hubiera insultado por tal comentario, pero conocía sus raíces, su propia madre le decía pequeño monstruo de forma cariñosa, él lo reconoció abiertamente, el “Alexei Kraz” era un monstruo hambriento, y su apetito no sería saciado con facilidad, si servirá a aquel que no le importara su dieta, que lo alimentara, y si se cansaba, siempre podría comerse a su empleador.
Su nuevo empleador, Anastasia, a su punto de vista tenía muchas cosas que ofrecer. Y si a ella no le importaba soltar a un monstruo en medio de la batalla sacrificando a sus tropas, no tendría motivos para detener sus diversión.
-Monstruo de sangresh- le llamó para que se acercara al frente, lo cual hizo lo más rápido posible, después de todo montar un naga era algo en lo que tenía nula experiencia, y no quería quedarse atrás y perderse la masacre que se avecinaba. [color:9dd7=##00ff00]-Estamos cerca de antiguas aliadas, enviaresh dos jinetesh.-
-Una mujer como tu, no debería tener que avisar que va en camino -
-Silencio pequeño monstruo de sangresh, esh cortesía, nosotros fuimos aliadas por mucho tiempo.- dijo mientras le hacía señas para que se quedara callado y le dejará continuar. -Viajas con los jinetesh y te aseguras de que lleguesh a salvo, enemigos podrían derribarlesh antes de dar aviso, tú impedirás que eso suceda.- escuchó atentamente a la mujer mientras el grupo seguía avanzando.
-Bien iré con los jinetes.- Anastasia asintió ante su respuesta.
-Los jinetesh avisaran quesh deseo dialogar.- ante esto la mujer le miró de una forma tan escrutadora que le causó curiosidad .- Jinetesh debesh llegar vivos y enteros, tendrás festín durantesh la pelea.-
Estalló en una sonora carcajada cuando la escuchó, ella lo sabía, tenía el presentimiento que ella no se pondría del lado del blandengue, que le daría rienda suelta con tal de que le ayudará a ganar. Pero esto acababa de confirmarlo. Quería preguntarle a ella ¿Cómo lo sabía? El tiempo para eso llegaría después.
Anastasia hizo una seña y dos jinetes en naga se acercaron al grupo con dos banderas blancas.
-Ir ahora- les ordeno y partió esforzándose por seguir de cerca a los jinetes.
Juro que habia editado esto....aunque me lo robe Mensaje Aylizz
TIRADA DEL DADO: 5
x10
TOTAL PNJs: 50
Atendiendo a las instrucciones quedarían:
》 34 Brujos (2/3)
》 17 Salamandras de fuego (1/3)
Última edición por Alexander Kraz el Mar Jun 27 2023, 09:53, editado 1 vez
Alexander Kraz
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
El miembro 'Alexander Kraz' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
La autoproclamada Reina se dejó ver entonces, entre las almenas de la torre, en lo más alto, allí donde la dejó la última vez. Acomodó de nuevo su capucha y se entremezcló un poco más entre la gente cuando la sensación de poder ser vista desde su posición le invadió. Dudaba que un reencuentro así pudiera estar exento de problemas aunque también cuestionaba si la anciana la recordaría, si reconocería su persona. Entonces Flogoprofen alzó la voz para todos los que aguardaban a sus pies, invitándoles, instándolos a defender el bosque de quienes planeaban destruirlo. La elfa evitó levantar la mirada, pero escuchaba atentamente cada una de sus palabras.
Mantuvo la compostura cuando la información de Lobo fue confirmada, al hablar la Reina de la 《Señora de los humanos》 que venía del norte para extender sus plantaciones. Pero la exposición de la elfa fue más allá, presentando nuevas amenazas que se avecinaban desde el interior del bosque y no pudo evitar estremecerse. Las instrucciones fueron claras y directas, la anciana señaló la existencia y ubicación de un santuario que debía tomarse en su nombre, amenazando con el fin del bosque como todos allí lo conocían, si era otra gran fuerza quien se hacía con su poder. Aylizz se permitió mirar alrededor, advirtiendo que la mayoría de los presentes resultaban ser bestiales, grupos más grandes o más pequeños de distintas tribus, pero pocos de ellos lucían como guerreros. Se preguntó cuántos de aquellos se ofrecerían a luchar por una perturbada. Sin embargo, el sentir que no una, sino varias amenazas rondaban cerca del bosque que funcionaba de nexo entre los distintos territorios occidentales envolvió el ambiente en un nerviosismo generalizado que pareció impulsar el espíritu de muchos, que no se demoraron en alzar sus manos y voceríos alabando el propósito de la lucha.
La elfa suspiró resignada, sin estar segura todavía de involucrarse, valorando cuánto de verdad podía haber realmente en las palabras de su estrambótica congénere. No podía estar tan desequilibrada como para haber llevado tan lejos una fantasía, ¿o si? Aún así… La experiencia le había enseñado que Midgard ocultaba muchos secretos e historias jamás contadas.
—...y para ehta cauja mih hermanoh de jangre je noh unen… ¡El clan Verthanah rinde fidelidad a la Reina!
En aquel momento no pudo evitar levantar la mirada, aquello sí le pilló por absoluta sorpresa. Nunca hubiera imaginando que tras las acciones de la anciana elfa hubiese más de los suyos mostrándole apoyo.
—¡El Capitán Eleandrih me jirve con juh hombreh para proteger el Toque de Imbar!
Y entonces sintió palidecer el rostro cuando el elfo fue nombrado. Había cruzado las suficientes palabras con la Reina como para entender su transferida dicción, ¿quizá no hablaba lengua común fluidamente? ¡Y qué demonios importaba eso! Reconocería aquel nombre en cualquier parte. Eleandris, ¿del clan Verthanas? ¿Y desde cuándo era capitán? Comprendió que eran muchas las cosas que desconocía de él. ¿O tal vez resultaban ser exageraciones de la perturbada? Sacudió la cabeza y volvió a llevar la vista al suelo, apretando los puños. Pese a las muchas incógnitas que había suscitado el discurso de la anciana, estaba decidida a marchar hasta el Santuario. Qué hacer cuando llegaran allí… Bueno, sería un problema de la Aylizz del
Los ánimos de los presentes parecieron embravecerse cuando los soldados bajo el mando de Eleandris fueron presentados. Nada menos que veinticinco elfos bien entrenados, entre espadachines y arqueros, traídos desde Corona del Sol, ¿pero qué demonios? Todavía no alcanzaba a comprender qué interés pudieran tener en ayudarla... Así pues, la presentación de los guardabosques despertó interés, comenzando a envolver todo en un rumor de los murmullos del gentío. Poco a poco, distintos grupos de bestiales levantaron sus manos en favor de la causa, uniéndose a ella. La elfa pudo contar hasta veinticinco más de aquellas criaturas dispuestas a unirse a la compañía y sólo entonces, al prestar la suficiente atención, pudo percibir de soslayo, de forma muy sutil, una brizna de energía que le resultó vagamente familiar. Agudizó la vista y miró una vez más entre la gente, tratando de seguir el hilo mágico que inevitablemente se perdió antes de poder descubrir a la sacerdotisa. El colofón final hizo regocijarse a la Reina y dejar sin habla a muchos, cuando de entre rincones aledaños del bosque decidieron dejarse ver otros tantos elfos que dictaron haber decidido ofrecer su magia en favor de la preservación de Midgard, convencidos por la demostración de vida que los rodeaba en aquel oasis de esperanza.
Y así Flogoprofen terminó por sumar poco más de un centenar de activos para su causa que siguieron sus directrices hasta que alcanzaron a ver el Santuario en el horizonte.
TIRADA DEL DADO: 10
x10
TOTAL PNJs: 100
Atendiendo a las instrucciones quedarían:
》 50 elfos de magia (mitad)
》 25 elfos espadachines y arqueros (¼) He querido aprovechar los pnjs que presentaba Eleandris en su turno, así que he decidido con su permiso que los 25 del dado son sus soldados.
》 25 bestiales (¼) Si Akanke se quiere hacer cargo de algo de las tribus pues sin miedo al éxito.
Si he cometido algún error en mis cálculos, que es muy posible, decidme y lo corrijo.
Última edición por Aylizz Wendell el Mar Jun 20 2023, 00:58, editado 1 vez
Aylizz Wendell
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
El miembro 'Aylizz Wendell' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
La voz de la mujer resonó en el otrora tranquilo bosque. En un tono más bajo, aunque contundente, sus seguidores hicieron los coros de lo que debía ser, a oídos de Tarek, la misma canción que había entonado apenas unas horas antes… o quizás no, pero para el del elfo todo el repertorio sonaba extrañamente igual. Todas y cada una de las melodías, con las que habían decidido torturar a los habitantes del bosque, hablaban de desamor y, ocasionalmente, de amores pasionales. El peliblanco puso los ojos en blanco, antes de dirigir la vista hacia la comitiva.
Se encontraba en lo alto de uno de los frondosos árboles que se asomaban al camino, bajo el cual discurría con calma, pero de forma segura, el grupo de seguidores de la Magistrada. Al inicio de su periplo habían rozado el centenar, pero las vicisitudes del camino, la avanzada edad de algunos de los seguidores de la megalómana líder y, porque negarlo, los desafortunados desvíos por los que Tarek los había guiado, hicieron que apenas sumasen más de media centena. Los sesenta “guerreros” restantes, armados con azadas, palos, orcas y otro tipo de aperos de labranza, con algún ocasional afortunado que portaba un arco o cuchillo de caza, eran todo el plantel con el que la mujer se iba a presentar a aquella “guerra”. El elfo desconocía quienes serían sus enemigos, pero si el nivel estaba marcado por el contingente de la Magistrada, aquello no llegaría ni a la categoría de escaramuza.
Esperó un par de segundos más, antes de deslizarse entre las ramas de los árboles. Sus pies tocaron el suelo con la ligereza propia de los de su especie y de los muchos años de práctica en incursiones marcadas por el sigilo.
- Señora Magistrada –su voz sobresaltó a la mujer, que intentó disimularlo recolocando su estrambótica indumentaria.
- Y bien explorador. ¿qué nuevas me traes? ¿Otro lodazal? –el tono de su voz le indicó al peliblanco que se encontraba furibunda. A lo lejos se escuchaban ya los tambores de guerra y, como la vanidosa líder que era, no soportaría que el conflicto se iniciase sin ella.
- En absoluto –respondió el joven elfo, dedicándole una inclinación de la cabeza- El camino se encuentra despejado. A penas restan algunos cientos de pasos para alcanzar el borde del santuario.
- ¿Lo has visto? –el elfo la observó con expresión de incomprensión- ¡El santuario! Por el cielo, es que tengo que explicarlo todo –masculló la mujer, irritada.
- Si, señora –respondió el peliblanco, en tono neutro, intentando que su rostro no mostrase lo mucho que deseaba en aquel momento estrangular a la mujer.
- ¿Han llegado ya nuestros enemigos?
- No. Nadie ha alcanzado el perímetro y las moradoras del lugar permanecen ocultas.
- Pues vuelve a tu puesto junto al valle e infórmame en cuanto aparezcan los demás. Anastasia no pasará desapercibida debido a su… voluptuosidad… además, le encanta el drama. Y Flogoprofen… –chasqueó la lengua con disgusto y reparó entonces en la perturbada expresión de Tarek- ¿Acaso la conoces? –preguntó con genuino interés.
- Por desgracia –respondió el elfo y, ante la inquisitiva mira de la mujer, continuó- Tuve la poca fortuna de acabar encerrado en su torre de los horrores. No es una experiencia que desee repetir –Isobel asintió con una expresión compungida y de fingida comprensión.
- Se cree la reina del lugar y no es más que una pobre perturbada –se giró entonces hacia su ejército de campesinos- Os salvaré, a todos, de ella y de las demás. Viagra será fuerte. ¡Viagra conquistará el valle! –volvió a dirigirse entonces al elfo- ¡Ve! Y cumple la misión que se te ha encomendado.
Con un último asentimiento, Tarek se internó de nuevo en el bosque, dejando a su espalda de nuevo a la líder, que empezaba a entonar una nueva serenata, acompañada de sus súbditos. La enviada de Nytt Hus había sido clara, Viagra debía perder aquella guerra, a toda costa. El asentamiento élfico no podía permitirse que la Magistrada ganase poder, pues pronto pondría sus ojos sobre los territorios de los exiliados, cuyas fuerzas se habían visto mermadas en la batalla contra los seguidores del Hombre Muerto (“y sus propios congéneres” pensó Tarek con amargura). Nytt Hus había sido claro, debía hacer lo necesario para detenerla, bajo una única condición: que Isobel Deluxe sobreviviese a la batalla, para vivir en la vergüenza de la derrota.
Se encontraba en lo alto de uno de los frondosos árboles que se asomaban al camino, bajo el cual discurría con calma, pero de forma segura, el grupo de seguidores de la Magistrada. Al inicio de su periplo habían rozado el centenar, pero las vicisitudes del camino, la avanzada edad de algunos de los seguidores de la megalómana líder y, porque negarlo, los desafortunados desvíos por los que Tarek los había guiado, hicieron que apenas sumasen más de media centena. Los sesenta “guerreros” restantes, armados con azadas, palos, orcas y otro tipo de aperos de labranza, con algún ocasional afortunado que portaba un arco o cuchillo de caza, eran todo el plantel con el que la mujer se iba a presentar a aquella “guerra”. El elfo desconocía quienes serían sus enemigos, pero si el nivel estaba marcado por el contingente de la Magistrada, aquello no llegaría ni a la categoría de escaramuza.
Esperó un par de segundos más, antes de deslizarse entre las ramas de los árboles. Sus pies tocaron el suelo con la ligereza propia de los de su especie y de los muchos años de práctica en incursiones marcadas por el sigilo.
- Señora Magistrada –su voz sobresaltó a la mujer, que intentó disimularlo recolocando su estrambótica indumentaria.
- Y bien explorador. ¿qué nuevas me traes? ¿Otro lodazal? –el tono de su voz le indicó al peliblanco que se encontraba furibunda. A lo lejos se escuchaban ya los tambores de guerra y, como la vanidosa líder que era, no soportaría que el conflicto se iniciase sin ella.
- En absoluto –respondió el joven elfo, dedicándole una inclinación de la cabeza- El camino se encuentra despejado. A penas restan algunos cientos de pasos para alcanzar el borde del santuario.
- ¿Lo has visto? –el elfo la observó con expresión de incomprensión- ¡El santuario! Por el cielo, es que tengo que explicarlo todo –masculló la mujer, irritada.
- Si, señora –respondió el peliblanco, en tono neutro, intentando que su rostro no mostrase lo mucho que deseaba en aquel momento estrangular a la mujer.
- ¿Han llegado ya nuestros enemigos?
- No. Nadie ha alcanzado el perímetro y las moradoras del lugar permanecen ocultas.
- Pues vuelve a tu puesto junto al valle e infórmame en cuanto aparezcan los demás. Anastasia no pasará desapercibida debido a su… voluptuosidad… además, le encanta el drama. Y Flogoprofen… –chasqueó la lengua con disgusto y reparó entonces en la perturbada expresión de Tarek- ¿Acaso la conoces? –preguntó con genuino interés.
- Por desgracia –respondió el elfo y, ante la inquisitiva mira de la mujer, continuó- Tuve la poca fortuna de acabar encerrado en su torre de los horrores. No es una experiencia que desee repetir –Isobel asintió con una expresión compungida y de fingida comprensión.
- Se cree la reina del lugar y no es más que una pobre perturbada –se giró entonces hacia su ejército de campesinos- Os salvaré, a todos, de ella y de las demás. Viagra será fuerte. ¡Viagra conquistará el valle! –volvió a dirigirse entonces al elfo- ¡Ve! Y cumple la misión que se te ha encomendado.
Con un último asentimiento, Tarek se internó de nuevo en el bosque, dejando a su espalda de nuevo a la líder, que empezaba a entonar una nueva serenata, acompañada de sus súbditos. La enviada de Nytt Hus había sido clara, Viagra debía perder aquella guerra, a toda costa. El asentamiento élfico no podía permitirse que la Magistrada ganase poder, pues pronto pondría sus ojos sobre los territorios de los exiliados, cuyas fuerzas se habían visto mermadas en la batalla contra los seguidores del Hombre Muerto (“y sus propios congéneres” pensó Tarek con amargura). Nytt Hus había sido claro, debía hacer lo necesario para detenerla, bajo una única condición: que Isobel Deluxe sobreviviese a la batalla, para vivir en la vergüenza de la derrota.
Última edición por Tarek Inglorien el Mar Ago 08 2023, 17:10, editado 1 vez
Tarek Inglorien
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Re: Batalla Por Midgard [Libre] [Noche]
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