Sangre y oscuridad [Solitario]
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Sangre y oscuridad [Solitario]
Erik miró por la ventana del carromato en el que iba. La oscuridad se hizo plena hacía cuestión de minutos, pero salieron de Roilkat durante el crepúsculo. No tenía miedo al sol, aunque fuese un vampiro. Cruzado de brazos, se quedó mirando sin fijar la vista en ningún punto en concreto. "Demasiados soles he perdido ya...", pensó. "Todo lo que hago y he sacrificado es por el mundo... a pesar de mí mismo."
-Estás poco hablador hoy, Erik.
De pronto, el líder de las Sierpes salió de sus cavilaciones para quitar la mirada del paisaje y centrarla en el interior del carromato. Enfrente suya, estaba sentada, con una postura formal y encogida, Shizuka Matsushita; cabecilla de las Sierpes y mano derecha de Erik. Junto a este último, se encontraba un hombre que medía el doble que él; se trataba de Njord Gormsson, también cabecilla de las Sierpes.
¿Mmm?-Bajo su bozal, soltó una exhalación-Vamos a reunirnos con un viejo amigo al que no veo desde antes de mi ascensión.-Miró a los ojos a la mujer y le dedicó una sonrisa afable, achinando los ojos.-Permíteme estar nervioso, Shizuka.
La mujer no habló. Estaba sentada con los brazos descansando sobre su regazo, con un semblante agraciado y con un rostro impolutamente blanquecino.
Vamos a un sitio peligroso. ¿Por qué estás vestida así? Normalmente usas tu "ropa de trabajo" para estas ocasiones.
-Estoy interesada en hacer negocios en la Ciudad Lagarto, por eso te insistí tanto en venir también. Además, de todas formas tienes al grandullón contigo.-Dijo dedicándole una mirada rápida Njord, el cual respondió con un simple gruñido, no se sabía a ciencia cierta si de aprobación o de repulsión.
-Así que era por eso...-Asintió lentamente.-Y sí-Le dio un par de golpes amistosos a Njord en su fornido brazo, el cual era más grande que la cabeza del propio Erik.Con él y un par más estaremos bien.-Respondió.La que me preocupa sigues siendo tú, ¿No te estás tomando muchas confianzas? No querría cuestionar tus dotes como diplomática y política, pero Ciudad Lagarto no es el sitio adecuado para una "chica como tú".-Soltó una breve risa. Él sabía que perfectamente podía apañárselas sola, y que además la acompañaría un séquito de la confianza de Shizuka, pero no entendía el por qué exponerse de esa forma.
La señora Matsushita rió acompañando al Fantasma de las Sierpes.
-Ya te lo he dicho muchas veces, Erik.-Su semblante seguía igual, sin cambiar excepto cuando hablaba o gesticulaba con la gracia de una chica de alta cuna.-Shizuka Matsushita tiene que seguir haciendo negocios y seguir velando por su casa. Para que la Lengua de la Serpiente funcione, es vital que encontremos ingresos por cualquier sitio, incluso en una ciudad como esta.-Puntualizó.
Erik, atento a la explicación de su aliada con el cuerpo echado hacia adelante y sus codos apoyados en las rodillas, asintió convencido.
-Ya veo.-Dijo mientras echaba hacia atrás en el cómodo respaldar del lujoso carromato.-Por cosas como estas es por las que me alegro de tenerte.-Dijo congratulado.
-Estás poco hablador hoy, Erik.
De pronto, el líder de las Sierpes salió de sus cavilaciones para quitar la mirada del paisaje y centrarla en el interior del carromato. Enfrente suya, estaba sentada, con una postura formal y encogida, Shizuka Matsushita; cabecilla de las Sierpes y mano derecha de Erik. Junto a este último, se encontraba un hombre que medía el doble que él; se trataba de Njord Gormsson, también cabecilla de las Sierpes.
¿Mmm?-Bajo su bozal, soltó una exhalación-Vamos a reunirnos con un viejo amigo al que no veo desde antes de mi ascensión.-Miró a los ojos a la mujer y le dedicó una sonrisa afable, achinando los ojos.-Permíteme estar nervioso, Shizuka.
La mujer no habló. Estaba sentada con los brazos descansando sobre su regazo, con un semblante agraciado y con un rostro impolutamente blanquecino.
Vamos a un sitio peligroso. ¿Por qué estás vestida así? Normalmente usas tu "ropa de trabajo" para estas ocasiones.
-Estoy interesada en hacer negocios en la Ciudad Lagarto, por eso te insistí tanto en venir también. Además, de todas formas tienes al grandullón contigo.-Dijo dedicándole una mirada rápida Njord, el cual respondió con un simple gruñido, no se sabía a ciencia cierta si de aprobación o de repulsión.
-Así que era por eso...-Asintió lentamente.-Y sí-Le dio un par de golpes amistosos a Njord en su fornido brazo, el cual era más grande que la cabeza del propio Erik.Con él y un par más estaremos bien.-Respondió.La que me preocupa sigues siendo tú, ¿No te estás tomando muchas confianzas? No querría cuestionar tus dotes como diplomática y política, pero Ciudad Lagarto no es el sitio adecuado para una "chica como tú".-Soltó una breve risa. Él sabía que perfectamente podía apañárselas sola, y que además la acompañaría un séquito de la confianza de Shizuka, pero no entendía el por qué exponerse de esa forma.
La señora Matsushita rió acompañando al Fantasma de las Sierpes.
-Ya te lo he dicho muchas veces, Erik.-Su semblante seguía igual, sin cambiar excepto cuando hablaba o gesticulaba con la gracia de una chica de alta cuna.-Shizuka Matsushita tiene que seguir haciendo negocios y seguir velando por su casa. Para que la Lengua de la Serpiente funcione, es vital que encontremos ingresos por cualquier sitio, incluso en una ciudad como esta.-Puntualizó.
Erik, atento a la explicación de su aliada con el cuerpo echado hacia adelante y sus codos apoyados en las rodillas, asintió convencido.
-Ya veo.-Dijo mientras echaba hacia atrás en el cómodo respaldar del lujoso carromato.-Por cosas como estas es por las que me alegro de tenerte.-Dijo congratulado.
Alward Sevna
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Re: Sangre y oscuridad [Solitario]
El tosco y grandote Njord salía de un edificio desvencijado y mal montado, el cual parecía que con el tiempo se derrumbaría sobre sus cimientos, con un hombre agarrado del gorro que iba unido a su prenda. Este segundo pataleaba es un esfuerzo inútil de luchar contra el arrastre al mismo tiempo que intentaba soltarse del agarre de esas manazas tan grandes como su propia cabeza.
El cabecilla de los Colmillos de la Serpiente llevó al pobre hombre, que se le veía con un edad avanzada con el cabello totalmente consumido por el color blanco, al igual que sus barbas, hasta los pies del mismo Erik, que esperaba de brazos cruzados junto al carromato con el que había llegado a la Ciudad Lagarto.
Al ser tirado, al hombre de avanzada edad se les escurrieron sus lentes. Normalmente siempre las llevaba bien sujetas, porque aparte del hecho de que sin ellas no veía tres en un burro, las necesitaba para trabajar.
Rápidamente, se arrastró por la tierra, levantando un poco de polvo, para buscarlas y ponérselas cuanto antes. Eran su ventana a un mundo que cada vez se le apagaba más por tener la vista cansada y una edad que ya no perdonaba nada.
Finalmente, las encontró, o más bien se las ofreció alguien. En cuanto se las puso, identificó a un tipo encapuchado con ojos afables mirándolo. Estaba escondido tras un bozal, como si de un asaltante de caminos vulgar y corriente se tratase. No supo qué pensar en el momento, ya que la brutalidad con la que había sido arrastrado allí y el trato recibido por parte de ese desconocido resultaba una combinación extraña y confusa.
-Hola.-Fue lo primero que dijo, mostrando un tono amistoso y ayudando al hombre a levantarse.
El asustado hombre echó un vistazo hacia atrás. El grandullón que le había sacado a rastras de aquel edificio seguía allí, mirándolo con impasividad, silente. A espaldas de este, se podía ver un poco lo que era la entrada a la destilería de alcohol en la que trabajaba; lugar muy respetado y querido a partes iguales por todos los habitantes de Ciudad Lagarto, ya que era el origen de sus bienes y, paradójicamente, también de sus males. Aunque esto último nadie lo reconocía nunca.
Erik se puso en jarras al lado del hombre, mientras veía con interés el edificio.
-Vaya.-Soltó un silbido de asombro.-Alcohol, ¿Eh? Buena tapadera, alquimista.-Lo miró, diciendo con cierto retintín la última palabra, lo que pilló por sorpresa al hombre, como si de una verdad que tratase de ocultar a toda costa hubiese sido revelada.
-...¿Quién eres?-Se alejó un paso a un lado, desconfiado y aún asustado.
-Soy un viejo amigo del pasado, Benjamin.-Se giró hacia él.-Erik Vacuum. Espero que todavía me recuerdes.
-Tú...-Dijo a modo de revelación. Sabía quién era, pero se preguntaba cómo era posible. La duda, el miedo y la sorpresa disputaban entre sí por hacerse notar en sus ojos y su gesto.-¿Cómo has...?-Echó un vistazo a su alrededor. Las calles estaban inusualmente vacías. Nadie pasaba por allí ni mucho menos podría salvarle el pellejo.-¿Por qué no hay nadie por la calle?
-Bueno...-Se encogió de hombros, con naturalidad.-No te voy a mentir. Mantener lejos de aquí a matones, maleantes, ladrones, violadores, asesinos, estafadores y gente de poca monta no es una tarea sencilla. Pero tengo recursos y, antes de venir aquí, he movido hilos. No te preocupes, el resto de la ciudad está tan activa como siempre en sus asuntillos anárquicos.-Dijo con un tono levemente bromista mientras esbozaba una sonrisa que se hizo notar incluso debajo de su bozal.
-...-Se mantuvo en silencio en primera instancia. Pero luego tuvo la necesidad de decir algo ante la mirada tan penetrante del encapuchado, que aunque amable, por dentro parecía esconder un puñal envenenado-¿Q-qué quieres de mí?-Preguntó intentando actuar con normalidad sin mostrar signos de miedo, a pesar de que le había salido un tono de voz tartamudo. Reparó en sacudirse las prendas, que estaban manchadas de tierra debido a su arrastre hasta allí.
-Oh, me alegra que lo preguntes. Verás, todos estos años he estado ocupado en unos asuntos. Dejé el trabajo como mercenario, no pagaban bien.-Hizo un gesto de desdén con una mano.-Y, aunque sé que te di un poco por saco con todo el tema de tus investigaciones y demás para poder venderlas y sacar la tajada más grande de mi vida para poder retirarme, eso ya quedó en el pasado. Ahora, ¡Lo que quiero son tus investigaciones para poder salvar el mundo!-Dijo con grandilocuencia.-¡Es algo más importante que tú y que yo! Este mundo nos necesita, y gracias a ti puedo llevar a cabo mis planes. NUESTROS planes.
-...¿Qué es lo que pretendes exactamente, Erik?
-Ben, Ben, Ben...-Le pasó un brazo por encima de su hombro y bajó la voz.-Este no es sitio para hablar de eso. Te voy a llevar a un lugar seguro, lejos de donde las paredes puedan tener oídos.-Dijo mirando con cautela cada uno de los rincones de la vacía calle.-Te lo contaré todo, ¿De acuerdo?-Dijo, de nuevo con un tono afable e invitándole a subir a su carromato con un gesto educado y amistoso.
- Alquimista:
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Alward Sevna
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Re: Sangre y oscuridad [Solitario]
El carromato se alejó de Ciudad Lagarto, adentrándose en unos terrenos construidos pero a todas luces abandonados. Alguien muy importante tuvo que vivir allí, ya que la grandilocuencia de la edificación, su extenso terreno y demás dependencias tales como un pequeños huerto o caballerizas se hacían notar entre la maleza y malas hierbas que habían crecido, donde el caos de la naturaleza había ganado terreno al orden que aquel lugar tuvo alguna vez.
Erik no apartó en ningún momento la mirada del alquimista, y Njord, por su parte, parecía cavilar con la mirada perdida.
Benjamin estaba incómodo, y hacía todo lo posible por apartar la mirada de Erik. Este último, esbozó una sonrisa amable bajo su bozal. Miró por el ventanal del carromato al exterior, acto seguido devolvió su atención al viejo alquimista.
-Este es un buen lugar para hablar. Los muertos no pueden hacernos nada...
Benjamin le sostuvo la mirada, intentando igualarse a Erik en cuanto a intimidación. Pero era inútil, el condenado Fantasma de las Sierpes no tenía rival en eso, era como si el mundo realmente le pareciera un juego, y uno que tenía que ganar a toda costa. Se divertía, pero no dudaba en hacer lo que fuera necesario con tal de salir victorioso.
-¿Te has escondido de mí todo este tiempo?
-De tipos como tú...-Suspiró.-...no ha salido bien.
Erik volvió a sonreír.
-Tus investigaciones. ¿Las tienes?
-En mi laboratorio.
-¿Estás dispuesto a compartirlas?
-Si me prometes no hacerme daño, sí.
-Ben...-Rodó los ojos.-¿En serio crees que puedo prescindir de la única persona que conoce cómo crear la sustancia alquímica?
-No la llames así, suena poco profesional.-Le corrigió, molesto.
-¿Qué tal, el aliento del Ragnarök?
El alquimista sintió un cosquilleo por la espalda, quería salir de allí corriendo, y sus piernas así se lo hacían saber moviéndose nerviosas.
-¿Qué es lo que pretendes exactamente?
-Bueno. Tú hiciste esto como arma, no te sorprendas ahora que le quiera dar este uso.-Dijo, encogiéndose de hombros.-La soltaré en las ciudades y purgaré a los que se opongan al cambio. El mundo necesita reiniciarse.
-Creé esto como arma, sí...-Asintió.-...pero no para esto. No para usarlo contra civiles. El mundo es peligroso, y la mejor forma de defenderse es tener un buen ataque en caso de crisis, ya lo has visto con los últimos acontecimientos. Los Jinetes y sus fuerzas no hubieran tenido alguna posibilidad contra esto.
-Fuerzas que desconocemos, gente que se aprovecha de otra, corrupción en todos sitios... todo tiene un origen, y está en la base de este mundo; en sus gobernantes, en su pueblo siguiendo una verdad falsa. El orden al que se aspira solo es posible creando orden desde el inicio, vigilancia, control... el libre albedrío es caos, y eso es lo que hay que eliminar.
-¿Quieres crear orden a través del caos?
Erik juntó sus manos y apretó sus nudillos mientras soltaba un pesado suspiro. No le gustaba la idea, y era como si le costase afirmarlo.
-Es lo que debe hacerse... Y solo yo estoy dispuesto a sacrificar cosas que los demás no.-Miró con convicción a Benjamin.-El que quiera cambiar el mundo, debe sacrificarlo todo.
-¿Entonces, estás decidido a cometer esta locura?
-Si cambiar las cosas es estar loco...-Se encogió de hombros y asintió.-Bien, estoy loco.
Alward Sevna
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