Batalla territorial [Nero Crimson] [Cerrado]

Quizás antes de haberme adentrado en las tierras humanas debería haberme informado mejor sobre su geografía. Había escuchado ya antes del arenal, pero hasta que lo vi no llegué a entender realmente lo que era. Moverse por él era un horror, todo lo que se veía era igual y costaba mantener un rumbo. Transformada en dragón podía avanzar mucho más rápido, pero encontrar comida entre las dunas resultaba un desafío, y siendo que mi forma dracónica consumía mucha más energía, había sido un desafío poder mantenerme durante los primeros días. Y eso sin contar el calor infernal que hacía durante el día, si ya me parecía que en Sandorai hacía demasiado calor, este era otro nivel.

Por suerte, había avistado una caravana mientras volaba, y tras volver a mi forma humanoide para evitar intimidarles, me había acercado a ellos y les había pedido unirme a su caravana, a lo que aceptaron sin poner muchas pegas al ser ya un grupo de comerciantes que viajaban juntos. Probablemente había tenido suerte de que fueran comerciantes y no bandidos, porque de otra forma podría haberme metido en un problema considerable.

Llevábamos ya unos días de viaje tranquilo, habíamos encontrado a algún viajero más, pero quitando eso todo había sido monotonía, arena y calor, y bueno, algunas burlas de niños humanos por mi aspecto, pero era mejor si no pensaba en ello porque me daban ganas de aplicarles violencia y ya que me habían acogido estaría bastante feo. Sin embargo, lo que estaba a punto de ocurrir me iba a hacer echar de menos a los niños racistas.

- Oye, ¿esa nube de polvo no tiene un aspecto muy extraño como para ser una tormenta de arena?- Le comenté nerviosa al compañero que estaba haciendo guardia junto a mí mientras señalaba una extraña acumulación de polvo en suspensión que se alzaba tras una duna.

Según mi acompañante, pasaban muchas cosas raras en el Arenal, y aunque lo de una torre que desaparece sonaba loco, después de haber tenido que ver como aparecían falsos dragones ancestrales, tampoco sonaba tan imposible.

- Vaya, parece que sabes mucho del sitio este. Luego tienes que cont

Pero la aparición de una flecha y su cambio de opinión respecto al ataque interrumpieron la conversación. En un momento nos preparamos para la lucha, el carro frenó dejando que él saltase al suelo de una forma peculiar, y que hacía sospechar que daba más uso a la botella que llevaba colgada del que sería conveniente, pero que al menos se mostró eficiente. El primer bandido cayó en un momento y tenía enganchado al segundo, pero el restante consiguió escapar de él.

- Descuida. De ese me encargo yo.

Le di unos golpes al carro para que acelerase e intentar librarnos así de él, pero era más rápido que nosotros. Desenvainé la daga e hice amago de apuñalarle las dos veces que intentó saltar sobre el carro, pero entonces cambió de idea y fue hacia el conductor con su espada en la mano. Atravesé el carro para adelantarme a él, y mientras se disponía a lanzar un tajo contra el cochero, yo salté sobre él y lo desequilibré, tirándonos a ambos al suelo. Aterrizar sobre él funcionó bastante bien para amortiguar mi caída y dejarle fuera de combate. Me giré hacia mi compañero para celebrar, pero lo que vi fue una flecha sobrevolándome y otros dos jinetes yendo a por nosotros.

- ¡Hay dos más! ¡Cuidado con el del arco!

En vista de que un tipo con una lanza estaba a punto de empalarme rodé para esquivarle y procedí a transformarme en algo más apto para el combate^[1][2]. Noté como me cubrían las escamas, me aumentaban los cuernos de tamaño y me salían alas, garras y cola. Y con gran pesar también noté como la aparición de nuevos miembros me hacían un destrozo en la ropa. Al menos venía preparada para estas ocasiones y siempre llevaba abundante recambio, porque cuando desaparecieran las alas y la cola, los agujeros que me habían hecho en la camisa y los pantalones iban a seguir allí.

Indignada por haberme hecho destrozar mis vestiduras, rugí al bandido de la lanza intentando recuperar su atención. Al parecer funcionó porque volvió a la carga intentando atravesarme de nuevo. En esta ocasión apuré más al esquivarle y me hizo un rasponazo en un ala mientras desviaba con ella la punta de su lanza, pero eso me permitió estar suficientemente cerca de su caballo como para golpearle en el vientre con la cola y que se encabritase y mandase al suelo a su jinete. Rápidamente me lancé contra él, y poniéndome su cuerpo le golpeé repetidamente hasta que quedó inconsciente.

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Cuando giré tras haberme encargado de mi oponente encontré un espectáculo que en el mejor de los casos solo podría definirse como peculiar. Mi compañero estaba vomitando como si fuese una fuente mientras que su enemigo hacía lo mismo, pero estando regado en el vómito del anterior. Pensé en coger algo para noquearle y asegurarme de que el combate terminase, pero cuando pareció quedarse sin nada más que echar se derrumbó en el suelo sin moverse, emitiendo simplemente sonidos agónicos.

Me acerqué a ellos para ver si mi compañero estaba bien, pero según avanzaba me iba invadiendo una extraña tensión. No sabía porque, pero me estaba llegando un olor que me iba enfadando cada vez más, aunque tampoco era exactamente ira, era algo más instintivo. Viendo como cada paso que daba la sensación se iba haciendo más fuerte, opté por volver a mi forma humana para intentar huir de ella. Y de alguna forma funcionó, seguía tensa, pero al menos parecía haber desaparecido la fuente del desasosiego.

Lo malo de volver a forma humana fue que ver como la herida de mi ala pasaba a estar en mi espalda y me atravesó un punzante dolor al recolocarse. Bueno, eso y que la brisa del desierto cargada de arena se me colaba por los agujeros de la ropa generándome una sensación nada placentera. Me planteé afanarme la ropa de alguno de los bandidos, pero mi compañero había dejado a dos regados de sangre y del tercero era mejor no hablar, y los míos los había dejado ya atrás. Aunque quizás al volver podría quedarme sus camisas.

- Supongo que este es uno de esos casos en los que se dice eso de "puedes cuestionar los métodos, pero no los resultados". - Le eché un vistazo y noté que no parecía estar pasando por su mejor momento, lo que tampoco era sorprendente dado que había vaciado su estómago encima del bandido.- Oye, ¿estás bien? Igual deberíamos ir moviéndonos hacia el carro, se alejó cuando tuve que saltar a por los bandidos.

Me inquietaba ligeramente lo acostumbrado que debía estar ese hombre a ir borracho como una cuba como para levantarse como si nada después de haberlo dado todo vomitando. Por el lado positivo, parecía que estaba bien, aunque por sus palabras también estaba bien loco, pero al menos era un loco simpático.

- Pues si que es gracioso lo de saltar directo al desierto, si. Pero que se le va a hacer, algo improvisaré.- Le respondí resignada mientras iba pensando en las posibilidades que tenía ahora.- En fin, da igual. Pero si puedes ayudar no te voy a decir que no.- Acepté su ofrecimiento a curar mis heridas y dejé que hiciera lo suyo mientras le iba haciendo algunas preguntas.- ¿Pero qué significa perder el control para que te hayas exiliado al desierto para no hacer daño a nadie? Y eso me deja otra duda. ¿Cómo piensas conseguir la bebida para poder mantenerte en calma mientras sigues en medio de ninguna parte?

Su plan de quedarse deambulando sin volver al carro no sonaba especialmente apetecible, pero habíamos luchado juntos y me caía bien, por lo que parecía oportuno acompañarle, al menos hasta que tuviera algo mejor que hacer. Además, si se había criado aquí conocería la zona, mientras que yo no sabía ni por donde se había ido el carro.

- Por cierto, ¿te parece bien si te acompaño un poco más? Has dicho que mientras sigas bebiendo todo irá bien, y de momento parece que vas bien servido.

A pesar de mi emoción por haber conocido a alguien agradable en medio de este páramo, no conseguía olvidar la extraña sensación que me había dado mientras estaba mediotransformada y empezaba a preguntarme si tendría algo que ver con esa pérdida de control que mencionaba, aunque confiaba en que si la cosa se torcía sería capaz de gestionarlo yo misma.

La sensación de la magia élfica curándome las heridas me estaba resultando al mismo tiempo familiar y extraña. Por un lado era como volver a estar en mi casa cuando todo estaba bien y mi madre me curaba después de haberme pasado entrenando o metiéndome por sitios raros. Pero por el otro, había algo distinto, un matiz que no llegaba a comprender pero que me recordaba que estaba en un desierto siendo curada por un borracho extraño.

- Vaya. Que mal. Lo siento. Y que lástima también que la persona que parecía poder ayudarte a controlarlo fuese una cretina.- Al menos eso explicaba que me diese una sensación extraña en mi otra forma, quizás los dragones podían sentir la amenaza que intentaba reprimir este hombre aparentemente afable.- Aunque no sé si tu plan es el mejor. Pareces duro y capaz de sobrevivir aquí. Pero seguramente el dragón sea aún mejor en todo eso y pueda encontrar una salida para seguir liándola.

Le hice el gesto de levantar el pulgar en señal de aprobación en respuesta a su pregunta sobre si me dejaría acompañarle. Tras ello me quedé pensando en como explicar mi transformación en dragón humanoide. Llevaba tanto tiempo haciéndola que ya me salía natural, como quien levanta un brazo.

- Es complicado de explicar, sobre todo a estas alturas que ya me sale sólo. Mi familia da una gran importancia a la forma de dragón y nos entrenan para poder aprovecharla todo lo posible. En fin, que cuando vieron que me podía transformar en un dragón, mi abuela empezó a prepararme para adquirir también esa forma. Decía que había que intentar transformarse y destransformarse a la vez. Y bueno, cuando no lo conseguía, que fueron muchas veces, me lanzaba su aliento de agua a presión. No sé si nada de eso tenía algún sentido, pero al final aprendí a hacerlo, así que supongo que sirvió.- Comentaba mientras seguía sus pasos.- De todas formas, eso de no quedarse en esa forma para siempre no se si aplica conmigo, después de todo tengo esto.- Me señalé los cuernos y seguidamente me subí la manga hasta el codo para enseñarle la mancha de escamas negras que me cubría parte del brazo.- No es por transformarme porque los tengo desde que nací, pero quizás sea una marca de que podría hacerlo... o quizás sea solo casualidad.

Seguí andando, acelerando mi paso para evitar quedarme atrás debido a la diferencia entre nuestras zancadas.

- Y ya que hablamos de poderes extraños, ¿cómo has hecho lo de curarme? Ha sido curioso que de los dos seas tu quien haya podido sanarme siendo que yo soy mitad elfa pero nunca he sido capaz de hacer ese tipo de magia.

No estaba segura de que un dragón se fuese a aburrirse y desistir. Sabía que yo, siendo dragona o no, no desistiría en intentar escapar de este agujero infernal. Pero también era cierto que yo no era una fuerza de destrucción, o al menos si no teníamos en cuenta los daños colaterales, así que él sabría mejor como era su otra parte.

- Pues tendremos que confiar en que tu plan salga bien entonces. Si no... supongo que habrá que confiar en que los pueblos cercanos estén preparados.- Definitivamente era mejor tener mi aspecto que volverme loca de vez en cuando y ponerme a destruir cosas.

Empecé a anotar mentalmente todo lo que había dicho sobre las flores, aunque no sabía si fue algo producido por la derrota de los falsos dioses y quizás no quedasen más. Pero en cualquier caso debía volver al norte para ver si podía encontrar alguna, porque aunque fuese una tontería producida por una flor que cambia poderes, me seguía pareciendo una forma de acercarme a la familia que me quedaba.

- Vaya, parece que has conseguido estar en todos los eventos extraños recientes, Bueno, es eso o que hay tantos que cualquiera se encuentra con un par de ellos en un momento.- Me quedé observando como se terminaba su botella y la tiraba. La verdad es que esperaba que no le durase tan poco, pero si intentaba mantenerse perpetuamente borracho supongo que tenía sentido, especialmente con la sed que daba el desierto.- Aunque eso que decías de que te pusiste a curar gente demuestra que también puedes ayudar. Quizás algún día puedas hacer algo con la bestia y puedas tener una vida entre la gente.- El problema fue que se puso de nuevo a vomitar intensamente hasta caer al suelo.- Pero para eso estaría bien si no te matas antes bebiendo.- Respondí intentando mantener el buen humor, aunque empezando a preocuparme por el estado en el que iba.

No me equivocaba al estar inquita por la situación, pues en unos instante el borracho se tambaleó intentando alejarse, sin demasiado éxito, y acabó transformándose en un portentoso dragón y alzándose en el aire rugiendo. Seguramente debería haberle hecho caso e intentar huir mientras tenía tiempo, pero una parte de mi me decía que abandonarlo no era la solución a nada, y otra fuerza más salvaje en mi interior me estaba impeliendo a enfrentarme a ese dragón y aplastarlo.

- Si sigues ahí dentro, que sepas que no te voy a abandonar para que acabes aún más loco.- Le grité al dragón mientras tomaba un poco de distancia e intentaba entender si se lo estaba diciendo de verdad o sólo era una excusa que me daba para dar rienda suelta a esa ira que me invadía por momentos.

Las escamas fueron cubriendo mi cuerpo de nuevo mientras me surgían las alas y la cola, pero en esta ocasión la transformación no se detuvo ahí sino que continuó. Me dejé caer mientras mi esqueleto se reformaba, me brotaban esquinas de la piel y mi cuerpo aumentaba de tamaño, reventando mis ya maltrechos ropajes hasta que donde solía estar mi cuerpo menudo había un imponente dragón negro^[1].

Monza dragona:

Rugí respondiendo a su desafío, y se fue formando una nube de arena a mi alrededor mientras batía las alas para alzarme en el aire y poder quedar a su misma altura^[2]. Por su aspecto podía intuir que era más fuerte que yo incluso en esta forma, que en un choque frontal no tenía las de ganar y que debería buscar una estrategia menos directa, pero en ese momento todo eso me daba igual, la voz que me impulsaba a lanzarme contra él hasta que uno de los dos acabase en el suelo era mucho más fuerte que mi consciencia.

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Después del choque pude comprobar que lo que había dicho sobre su agresividad no era falso. No importaba lo que le mordiera o que mis garras se clavasen en su piel, esa bestia no se alejaba de mi ni cesaba en sus ataques. También descubrí que era un dragón de tierra, pero no pude escapar de sus ataques pues en cuanto bajé la guardia para intentar alzarme en el aire y evitar las estalagmitas, se lanzó a por mi y me agarró de un cuerno lanzándome por el suelo. Aunque con mi cabeza atrapada mi oponente tenía una clara ventaja, que aprovechó para estamparme contra su trampa de roca, eso no me impidió seguir lanzándole zarpazos, que en algún momento consiguieron que aflojara su agarre y poder liberarme.

Apenas tuve tiempo de incorporarme antes de que volviera al ataque, pero la dureza del combate estaba teniendo un lado positivo, y es que el dolor me estaba ayudando a centrarme y poder pensar en vez de envestirle sin pensar. Cuando iba a caer sobre mi de nuevo, rugí y el viento se arremolinó a mi alrededor, lanzando disparados todos los trozos de roca que habíamos roto durante la lucha^[1]. La lluvia de piedras sobre el dragón de tierra me dio el tiempo que necesitaba para alzar de nuevo el vuelo^[2]. Habiendo visto lo que podía hacer con el suelo, me convenía estar en el aire, aunque esta vez tendría que ver que no volviera a engancharme.

Mi enemigo se lanzó a por mi de nuevo, pero me elevé un poco más y le escupí un chorro de aire³ que le mandó directo de nuevo contra los pinchos que él mismo había creado. A pesar de sus heridas, el dragón parecía incansable y volvió a repetir la jugada, a lo que respondí lanzándome de nuevo mi aliento^[3]. Pero parecía que a pesar de su salvajismo aprendía rápido, y aprovechó mi descuido para agarrarme la cola y arrastrarme con él en su caída, dando nuestros cuerpos contra las ya no tan afiladas estalagmitas.

Afortunadamente para mi, las heridas debían estar pasándole factura, pues no se lanzó al ataque inmediatamente, sino que necesitó unos momentos para levantarse. Por desgracia, yo debía estar en un estado similar, no podía verme, pero con lo que me dolía el cuerpo podía hacerme una idea de que no iba a andar escasa de heridas, y en la cara notaba como me corría la sangre por el lado que me había arrastrado por el suelo. Pero eso no iba a detenerme, tenía que seguir luchando hasta que él cayese.

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La bestia estaba mostrando ser más inteligente de lo que esperaba, o al menos todo lo lista que podía ser en medio de un frenesí asesino. Usar su ala como escudo para detener las piedras que propulsaba con mi aliento y lanzármelas para cegarme al estar al lado era un movimiento que bien podría haber acabado el combate. Por suerte para mi, le fallaron las fuerzas y lo que esperaba que fuese un golpe espectacular se quedó en un zarpazo mal dado que solo me hizo una herida superficial.

Tras el ataque fallido se precipitó contra el suelo en un golpe que me doló con solamente oirlo. En ese momento me planteé el huir, pero el sentimiento que me impulsaba a luchar hasta que solo quedara uno era más fuerte, especialmente siendo que tampoco podía decir que no le tuviera ganas después de la paliza que me había dado. Así que antes de que reaccionara volví a atacar con mi aliento^[1] para asegurarme de que no se levantase y me lancé en picado con mi patas delanteras por delante para darle el golpe definitivo. El cuerpo del dragón rebotó contra el suelo por el impacto. Pero sin llegar a confiarme me alcé y dejé caer todo mi peso sobre él dos veces más.

Entonces el cuerpo del dragón empezó a reducirse y cambiar de nuevo a humano. Algo en mi quería terminar con él para siempre, pero me había caído bien y tampoco merecía morir por haber nacido así. Además, estaba demasiado cansada como para seguir furiosa. Le eché una última mirada para comprobar que no volviera al ataque y me dejé caer en la arena.

Mientras estaba tirada recuperando el aliento, fui reabsorbiendo las alas y la cola, y las escamas fueron desapareciendo mientras volvía a mi forma humana. A pesar del agotamiento, el picor de la arena ahora que volvía a tener piel blanda consiguió hacerme levantarme. Avancé hasta mi ropa y me puse a atar los fragmentos desgarrados durante mi transformación hasta apañarme algo parecido a una capa muy fea con la que envolverme y colgarme la daga de mi padre.

- Tengo que aprender a hacer algo con la ropa. No puedo estar así cada vez que me transformo y me alejo demasiado de mi mochila.- Farfullaba para mi mientras me quedaba mirando al borracho y me ponía a hacer una especie de cuerda con otros restos de tela con la que poder colgarlo y sacarlo de allí, pues igual dejarlo tirado en medio del desierto no era la mejor idea por mucho que él buscase ese destino. Lo enganché y empecé a tirar, caminando hacia donde creía que habíamos venido, confiando en poder llegar hasta donde acabamos con esos bandidos y poder robarles las ropas y alguna montura para poder salir de ese páramo.- Vamos. Tenemos que llegar a algún pueblo donde pueda verte un curandero o algo. Y de paso a mi también.- Le comenté, sin estar muy segura de que pudiera escuchar nada, pero evitando pensar de esa forma en como habría quedado yo después del combate, que había preferido no fijarme, pero por el dolor y la sensación de algo goteándome me hacía suponer que el combate me habría dejado hecha unos zorros.

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No estaba segura de como conseguí llevarnos hasta un lugar seguro. Solo sabía que había arrastrado al borracho inconsciente por el desierto con las escasas fuerzas que me quedaban mientras discutía con las frases sueltas que soltaba en sus breves momentos de consciencia para intentar mantenerme despierta a pesar del cansancio. Afortunadamente, antes de que desfalleciera logramos alcanzar el carro que habíamos estado protegiendo. Tras subirnos los dos en la carreta terminé cediendo al cansancio y quedando totalmente dormida. Recordaba que en algún momento me despertaron, me empezaron a decir cosas que ya no podía recordar y me ayudaron a desplazarme hasta una tienda, pero estaba todo muy difuso hasta que desperté esa mañana en el suelo.

Lo primero que noté fue el dolor de las heridas y demás golpes que me había propinado durante nuestra batalla, que me invitaba a quedarme tumbada sin hacer nada. Pero al darme cuenta de que ya no llevaba los harapos destrozados que tenía, ignoré el dolor y me levanté rápidamente para comprobar que no hubiera perdido el colgante o la daga de mi padre. Tras comprobar que estaban tirados junto a mi mochila sobre los restos de mi ropa, me relajé y revisé el resto de la tienda, pudiendo observar que también me habían dejado ropa nueva. Me vestí con lo que me habían prestado, y fui guardando en mi mochila los trozos de tela rota para intentar arreglarlos cuando tuviera un rato.

Una vez preparada para ponerme de nuevo en marcha, decidí ir a echar un vistazo a mi compañero, pero antes de llegar a su tienda vi que ya había salido. Estaba bien que a pesar de la pelea estuviera ya listo de nuevo. Tras unas palabras que no conseguí discernir si era de agradecimiento o queja me sugirió ir a beber, por lo que parecía que a pesar de todo no se lo había tomado a mal.

- Eres un tipo curioso. Normalmente la gente no considera que esté en deuda por haberles llevado la contraria. Pero no me voy a quejar, algo para evitar perder mis cosas parece muy útil, se ve que tienes amigos interesantes. Aunque ya tendremos tiempo de buscarla, antes vayamos a beber.- Le respondí chocándole el puño mientras nos encaminábamos hacia lo más parecido a una taberna que tuvieran por allí.