La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
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La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
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La decimotercera noche
Durante el último año, hemos visto cómo nuestro querido máster Ansur se ha cebado con sus treces. Un día 13 se produjo el atentado en Dundarak [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Un día 13 hizo su aparición la misteriosa Bruja de Oniria [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Y fue un día 13 cuando se anunció la terrible noticia: El final del tiempo para los mortales sería en 13 días [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. ¿Qué ocurrirá con esta cuenta regresiva? ¿Llegaremos alguna vez al día 14?
Eso no podemos garantizarlo. Lo que sí es seguro, es que al finalizar el día 13, el mundo caerá, ¡por fin!, en un profundo sueño. Que sea el último de todos o solo el previo al día 14 depende de acontecimientos que aún están teniendo lugar. Pero sí podemos darles un pequeño adelanto de lo que experimentarán en ese sueño…
Si es que se trata realmente de un sueño.
Eso no podemos garantizarlo. Lo que sí es seguro, es que al finalizar el día 13, el mundo caerá, ¡por fin!, en un profundo sueño. Que sea el último de todos o solo el previo al día 14 depende de acontecimientos que aún están teniendo lugar. Pero sí podemos darles un pequeño adelanto de lo que experimentarán en ese sueño…
Si es que se trata realmente de un sueño.
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La oscuridad se cierne a tu alrededor y te dejas guiar por el llamado de los sueños. Te sientes flotar, libre del cansancio y la desesperación de los últimos trece días. Casi dos semanas de insomnio, podrías dormir sin parar durante otras dos.
A medida que el alivio se instala en tu cuerpo, cada vez más relajado, la oscuridad a tu alrededor comienza a resquebrajarse. Fracciones de realidad se filtran a través de las grietas que se abren entre las tinieblas. O, tal vez, de diferentes realidades, diferentes momentos en el tiempo.
Observas cada fragmento, ¿qué otra cosa podrías hacer? Pronto empiezas a reconocer algunas de las escenas parciales que ante ti se despliegan. Las recuerdas, las has vivido. Otras no las conoces, pero te resultan familiares. Tal vez te han hablado de esos episodios en alguna ocasión. El resto de las escenas son totalmente desconocidas.
En algún momento, o en todos, o en ninguno (¿existe el tiempo?), la curiosidad te lleva a hacer un nuevo descubrimiento: si tocas uno de esos fragmentos, te transportarás al instante y el lugar que éste muestra. Pero no en carne y hueso, sino que compartirás el cuerpo y los recuerdos de alguna de las personas presentes y tu identidad no tardará en fundirse con la suya.
A medida que el alivio se instala en tu cuerpo, cada vez más relajado, la oscuridad a tu alrededor comienza a resquebrajarse. Fracciones de realidad se filtran a través de las grietas que se abren entre las tinieblas. O, tal vez, de diferentes realidades, diferentes momentos en el tiempo.
Observas cada fragmento, ¿qué otra cosa podrías hacer? Pronto empiezas a reconocer algunas de las escenas parciales que ante ti se despliegan. Las recuerdas, las has vivido. Otras no las conoces, pero te resultan familiares. Tal vez te han hablado de esos episodios en alguna ocasión. El resto de las escenas son totalmente desconocidas.
En algún momento, o en todos, o en ninguno (¿existe el tiempo?), la curiosidad te lleva a hacer un nuevo descubrimiento: si tocas uno de esos fragmentos, te transportarás al instante y el lugar que éste muestra. Pero no en carne y hueso, sino que compartirás el cuerpo y los recuerdos de alguna de las personas presentes y tu identidad no tardará en fundirse con la suya.
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Les damos la bienvenida, mortales, a un nuevo evento. En esta ocasión, celebramos el decimocuarto cumpleaños del foro (se dice pronto) en medio de una crisis global en Aerandir. Y es que aún no sabemos si despertaremos el decimocuarto día o nuestros valientes e insomnes héroes mandarán el Tiempo a la ####. En cualquier caso, no podíamos dejar pasar una fecha tan importante sin celebración y ¿qué mejor celebración tras dos semanas de insomnio que un buen sueñecito?
Para participar en este evento, solo será necesario tener aprobada la Ficha de Personaje y se permite la entrada a múltiples cuentas, siempre que no roleen entre sí. El evento estará en marcha hasta el día 20 de septiembre y todos los participantes recibirán 5 px y 100 aeros. Puede que reciban también alguna que otra sorpresa.
El objetivo del evento es explorar diferentes momentos del pasado. Puede ser el pasado de su personaje, el de otro personaje que les inspire, o un momento cualquiera en la historia de Aerandir. Pero no lo harán en su propia piel, sino en la de uno u otro de los protagonistas del recuerdo en cuestión. Incluso si se trata de un recuerdo de su propio personaje, lo vivirán desde el punto de vista de otro de los participantes.
Los recuerdos pueden ser compartidos, es decir, varios usuarios pueden interactuar y construir en conjunto un momento del pasado, desde la perspectiva de distintos personajes. Por supuesto, también pueden elegir permanecer como espectadores sin tocar ningún fragmento/recuerdo, pero en ese caso, les espera un evento muy solitario (pueden participar con sus Acompañantes, si lo desean, pero estos tendrán su propio sueño).
En caso de que la inspiración tarde en llegar, les dejamos a continuación una breve selección de escenas. Cada una de ellas admite un máximo de tres personajes, los primeros que lleguen, y tienen garantizada una intervención master (para bien o para mal). Pero no se preocupen si se llenan, tenemos alguna más en reserva.
Finalmente, les recordamos que no hay orden de posteo, siempre que no se postee dos veces seguidas con la misma cuenta. Si tienes múltiples cuentas, solo podrás entrar en los recuerdos que proponemos a continuación con una de ellas. También recomendamos indicar en un off rol el recuerdo al que te unes, para evitar confusiones (ya sea uno de los nuestros o uno propuesto por otro usuario).
Para participar en este evento, solo será necesario tener aprobada la Ficha de Personaje y se permite la entrada a múltiples cuentas, siempre que no roleen entre sí. El evento estará en marcha hasta el día 20 de septiembre y todos los participantes recibirán 5 px y 100 aeros. Puede que reciban también alguna que otra sorpresa.
El objetivo del evento es explorar diferentes momentos del pasado. Puede ser el pasado de su personaje, el de otro personaje que les inspire, o un momento cualquiera en la historia de Aerandir. Pero no lo harán en su propia piel, sino en la de uno u otro de los protagonistas del recuerdo en cuestión. Incluso si se trata de un recuerdo de su propio personaje, lo vivirán desde el punto de vista de otro de los participantes.
Los recuerdos pueden ser compartidos, es decir, varios usuarios pueden interactuar y construir en conjunto un momento del pasado, desde la perspectiva de distintos personajes. Por supuesto, también pueden elegir permanecer como espectadores sin tocar ningún fragmento/recuerdo, pero en ese caso, les espera un evento muy solitario (pueden participar con sus Acompañantes, si lo desean, pero estos tendrán su propio sueño).
En caso de que la inspiración tarde en llegar, les dejamos a continuación una breve selección de escenas. Cada una de ellas admite un máximo de tres personajes, los primeros que lleguen, y tienen garantizada una intervención master (para bien o para mal). Pero no se preocupen si se llenan, tenemos alguna más en reserva.
Finalmente, les recordamos que no hay orden de posteo, siempre que no se postee dos veces seguidas con la misma cuenta. Si tienes múltiples cuentas, solo podrás entrar en los recuerdos que proponemos a continuación con una de ellas. También recomendamos indicar en un off rol el recuerdo al que te unes, para evitar confusiones (ya sea uno de los nuestros o uno propuesto por otro usuario).
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Invasión de Sacrestic Ville, 1273
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Justos por pecadores
Invasión de Sacrestic Ville, 1273
El desembarco se realizó una hora antes del mediodía. La llovizna había remitido, o eso afirmaba el capitán, aunque la bruma empapaba el aire, y el pelo, y la ropa, tanto como si siguiera lloviendo. Al menos, había luz, aunque tuviera que filtrarse entre todas esas nubes.
El pelotón de Marco fue de los primeros en bajar a tierra. Sin accidentes, esta vez. Meses atrás, en el puerto de Lunargenta, había sido el hazmerreír al tropezar en la rampa, golpearse la cabeza contra la baranda y quedar inconsciente para el resto del combate. Toda. La maldita. Batalla.
Pero esta vez estaba en primera línea, listo para el combate. Si es que podía llamarse combate a esto. El puerto estaba prácticamente desierto y tenían prohibido atacar a nada que se moviera bajo la luz del día a menos que los atacara primero. Venían a liberarlos, después de todo.
Las órdenes eran sencillas: Irían casa por casa, concentrando a la población no vampira en la plaza principal de la villa y manteniendo bajo arresto a los vampiros que encontraran. Si tenían dudas sobre la naturaleza de alguno o les daba problemas, lo sacaban a la calle. Aún con esa bruma, el sol tendría que hacerles algo.
Eloísa entró en su casa como una exhalación. Atravesó corriendo el pasillo hasta la habitación trasera, la que carecía de ventanas y, sin dar apenas tiempo a sus ojos a acostumbrarse a la penumbra, comenzó a sacar prendas del armario.
—¡Carla! ¡Carla, despierta! —llamó y empezó a meter ropa a ciegas en la bolsa de viaje que guardaban en el fondo del armario—. ¡Tenemos que irnos, rápido!
—¿Irnos? ¿Pero qué hora…? —dijo su compañera, aún amodorrada, desde la cama.
—No hay tiempo. Ten, cúbrete. —Eloísa le lanzó unas cuantas prendas de abrigo mientras continuaba su frenético trabajo—. Están aquí, los humanos. Dicen que vienen a liberarnos, como en Lunargenta.
—¿Qué?
De repente, Carla se sintió completamente despierta y empezó a vestirse con manos diestras mientras escuchaba con atención.
—Están entrando en las casas, reuniendo a la gente en la plaza. A los vampiros… Dioses, Carla, sacaron a Frolic a la calle. ¡A plena luz del día!
—Cálmate, cariño —dijo Carla, abrazando a su amada—. A ti no te harán nada. Si no te resistes…
—¡¿Y qué hay de ti?!
Un fuerte golpe en la puerta interrumpió la conversación.
Protagonistas:
Marco, brujo de tierra. Quiere probar a sus superiores que es un soldado competente.
Eloísa, mujer-bestia. Quiere salvar a su amante, Carla.
Carla, vampiro. Quiere evitar que su amante, Eloísa, pague las consecuencias del odio a los vampiros.
El pelotón de Marco fue de los primeros en bajar a tierra. Sin accidentes, esta vez. Meses atrás, en el puerto de Lunargenta, había sido el hazmerreír al tropezar en la rampa, golpearse la cabeza contra la baranda y quedar inconsciente para el resto del combate. Toda. La maldita. Batalla.
Pero esta vez estaba en primera línea, listo para el combate. Si es que podía llamarse combate a esto. El puerto estaba prácticamente desierto y tenían prohibido atacar a nada que se moviera bajo la luz del día a menos que los atacara primero. Venían a liberarlos, después de todo.
Las órdenes eran sencillas: Irían casa por casa, concentrando a la población no vampira en la plaza principal de la villa y manteniendo bajo arresto a los vampiros que encontraran. Si tenían dudas sobre la naturaleza de alguno o les daba problemas, lo sacaban a la calle. Aún con esa bruma, el sol tendría que hacerles algo.
Eloísa entró en su casa como una exhalación. Atravesó corriendo el pasillo hasta la habitación trasera, la que carecía de ventanas y, sin dar apenas tiempo a sus ojos a acostumbrarse a la penumbra, comenzó a sacar prendas del armario.
—¡Carla! ¡Carla, despierta! —llamó y empezó a meter ropa a ciegas en la bolsa de viaje que guardaban en el fondo del armario—. ¡Tenemos que irnos, rápido!
—¿Irnos? ¿Pero qué hora…? —dijo su compañera, aún amodorrada, desde la cama.
—No hay tiempo. Ten, cúbrete. —Eloísa le lanzó unas cuantas prendas de abrigo mientras continuaba su frenético trabajo—. Están aquí, los humanos. Dicen que vienen a liberarnos, como en Lunargenta.
—¿Qué?
De repente, Carla se sintió completamente despierta y empezó a vestirse con manos diestras mientras escuchaba con atención.
—Están entrando en las casas, reuniendo a la gente en la plaza. A los vampiros… Dioses, Carla, sacaron a Frolic a la calle. ¡A plena luz del día!
—Cálmate, cariño —dijo Carla, abrazando a su amada—. A ti no te harán nada. Si no te resistes…
—¡¿Y qué hay de ti?!
Un fuerte golpe en la puerta interrumpió la conversación.
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Eloísa, mujer-bestia. Quiere salvar a su amante, Carla.
Carla, vampiro. Quiere evitar que su amante, Eloísa, pague las consecuencias del odio a los vampiros.
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
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Beltrexus, 1264
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Terremoto
Beltrexus, 1264
Los primeros temblores llegaron sin previo aviso. Sacudieron la ciudad como si se tratara de una maqueta construida a base de palillos. Muchos de los edificios se derrumbaron casi en el acto. Otros aguantaron en incierto equilibrio hasta que una u otra de las réplicas que se produjeron a lo largo de la mañana terminaron el trabajo.
Fue peor en la zona del puerto, donde el fuerte oleaje arrasó con todo lo que encontraba a su paso. Y a la orilla del río, cuyo nivel creció varios metros, invadido por el mar. Las casas que no derribaron los temblores, las derribó el agua. Los escombros quedaron anegados.
Cundió el pánico entre los ciudadanos, que buscando el refugio de las montañas, atestaban las quebradas calles tratando de avanzar entre los restos de sus hogares rotos, perdidos para siempre.
Algunos de los brujos más poderosos de la villa trataron de frenar las aguas, calmar la tierra. Pero aquel día, los elementos no se dejaron gobernar.
Protagonistas: hasta tres personajes a la imaginación de los usuarios, preferente pero no exclusivamente, brujos (a excepción del Gobernador y sus allegados).
El objetivo principal de todos es sobrevivir al terremoto. Los objetivos personales dependerán de los personajes en cuestión.
Fue peor en la zona del puerto, donde el fuerte oleaje arrasó con todo lo que encontraba a su paso. Y a la orilla del río, cuyo nivel creció varios metros, invadido por el mar. Las casas que no derribaron los temblores, las derribó el agua. Los escombros quedaron anegados.
Cundió el pánico entre los ciudadanos, que buscando el refugio de las montañas, atestaban las quebradas calles tratando de avanzar entre los restos de sus hogares rotos, perdidos para siempre.
Algunos de los brujos más poderosos de la villa trataron de frenar las aguas, calmar la tierra. Pero aquel día, los elementos no se dejaron gobernar.
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El objetivo principal de todos es sobrevivir al terremoto. Los objetivos personales dependerán de los personajes en cuestión.
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¿Roilkat?, hace 13 días
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Caleidoscopio de sueños
¿Roilkat?, hace 13 días
Mientras todos celebraban que finalmente Belov había conseguido tomar el control del domo y los espejos volvían a la normalidad, una violenta batalla se había llevado a cabo a escondidas de los presentes, que pronto verían todo su mundo derrumbarse debido a la falta de una Oniria. Un grupo de valientes guerreros había conseguido derrotar aquella amenaza y liberar a los 9 niños raptados, pero no era el final correcto.
Los acechadores revoloteaban en círculos sobre la Bruja, pero algo extraño sucedía con ellos, uno a uno, varios de estos comenzaron a perder el control de sus propios cuerpos y terminaron cayendo al piso. Para su sorpresa, habían tomado la forma y consciencia de personas desconocidas y aleatorias que se miraban confundidas unas a otras. Apenas unos instantes atrás, habían visto su mundo desmoronarse y habían caído a un vacío de oscuridad, y ahora estaban ahí, sabiendo lo que pasaría en los siguientes 13 días.
Algunos pocos acechadores ya no se veían como monstruos, sino héroes de Aerandir con aspecto más sombrío pero la misma voluntad, que ahora tendrían la oportunidad de cambiar un evento en la historia para garantizar un futuro. Claramente la Bruja de Oniria se había convertido en una amenaza, permitir que saliera libremente de ese lugar no era una buena idea, pero, por otro lado, acabar con ella llevaría a un futuro mucho peor, había que encontrar una solución que permitiera neutralizarla sin matarla.
Aunque no sería nada sencillo, no todos los acechadores habían sufrido aquella transformación, los otros no tardaron en ponerse en alerta y atacar también a los recién llegados, quienes verían sus peores pesadillas cobrar vida frente a ellos para detenerlos antes que consiguieran salvar a Oniria.
Protagonistas: hasta tres personajes que hayan formado parte de los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] o del evento [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
El objetivo principal de todos es salvar a la Bruja de Oniria para que no sea devorada por los acechadores, aunque para ello tendrán que enfrentar sus propios miedos y pesadillas.
Los acechadores revoloteaban en círculos sobre la Bruja, pero algo extraño sucedía con ellos, uno a uno, varios de estos comenzaron a perder el control de sus propios cuerpos y terminaron cayendo al piso. Para su sorpresa, habían tomado la forma y consciencia de personas desconocidas y aleatorias que se miraban confundidas unas a otras. Apenas unos instantes atrás, habían visto su mundo desmoronarse y habían caído a un vacío de oscuridad, y ahora estaban ahí, sabiendo lo que pasaría en los siguientes 13 días.
Algunos pocos acechadores ya no se veían como monstruos, sino héroes de Aerandir con aspecto más sombrío pero la misma voluntad, que ahora tendrían la oportunidad de cambiar un evento en la historia para garantizar un futuro. Claramente la Bruja de Oniria se había convertido en una amenaza, permitir que saliera libremente de ese lugar no era una buena idea, pero, por otro lado, acabar con ella llevaría a un futuro mucho peor, había que encontrar una solución que permitiera neutralizarla sin matarla.
Aunque no sería nada sencillo, no todos los acechadores habían sufrido aquella transformación, los otros no tardaron en ponerse en alerta y atacar también a los recién llegados, quienes verían sus peores pesadillas cobrar vida frente a ellos para detenerlos antes que consiguieran salvar a Oniria.
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Pantano Misterioso, 1157
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Dolor y rabia
Pantano Misterioso, 1157
La luna llena se ocultó entre las nubes disminuyendo ligeramente el influjo que ejercía sobre Yinthe en aquella forma. Se dejó caer sobre el fango. Estaba cansada, de las muertes, de sentirse como una bestia, pero ni siquiera hizo el esfuerzo de transformarse de nuevo.
El olfato le alertó de su cercanía antes que cualquier otro sentido. Dos. Uno olía a sangre muerta, similar a la que ella misma había derramado dos noches atrás. El otro traía consigo la inconfundible mezcla de hombre y bestia que aún apestaba los laboratorios de los extranjeros. Sus carceleros. Sus amos.
El sonido de un arma deslizándose fuera de su funda hizo que se volviera hacia los recién llegados. La idea de permitirles acabar con su miserable vida cruzó por su mente.
—Espera, Romy —dijo uno de los hombres al tiempo que sujetaba el brazo armado del otro.
—Es una de esas alimañas —dijo el otro, sacudiéndose el brazo de su compañero—. Lleva el mismo collar que los que atacaron el campamento. Ninguno de ellos tuvo compasión de los nuestros, no veo por qué tendría que tenerla yo.
—Exacto, Romy, el collar. Es lo que usan para controlarlos. Pero ahora no están aquí y aún no nos ha atacado. No quieres atacarnos, ¿verdad?
El hombre-bestia se interpuso entre ella y su compañero en actitud conciliadora. Yinthe podía ver la compasión en sus ojos a medida que avanzaba hacia ella. ¿De dónde la sacaba, después de todo lo que les habían hecho? Ella solo sentía rabia. Rabia y dolor.
Un breve pitido interrumpió el momento. El collar se activó y dos hombres envueltos en esas extrañas armaduras flexibles aparecieron entre la maleza con sus armas que hendían la carne con fuego y metal.
—La he encontrado —sonó la voz como a través de un túnel—. ¿A qué esperas? ¡Ataca!
El collar emitió su zumbido. Un instante de dolor. Un mundo de rabia.
Protagonistas:
Yinthe, licántropa. Quiere recuperar su humanidad o, en su defecto, vengarse de quienes se la arrebataron.
Romy, vampiro. Quiere vengar las muertes de sus amigos.
Levi, hombre-bestia. Quiere que acabe la guerra y ayudar a todos los que, como él, sufrieron en carne propia los terribles experimentos de los Terrestres.
Sí, para un tema en que aparecen armas de fuego y están en manos de los enemigos. Suerte.
El olfato le alertó de su cercanía antes que cualquier otro sentido. Dos. Uno olía a sangre muerta, similar a la que ella misma había derramado dos noches atrás. El otro traía consigo la inconfundible mezcla de hombre y bestia que aún apestaba los laboratorios de los extranjeros. Sus carceleros. Sus amos.
El sonido de un arma deslizándose fuera de su funda hizo que se volviera hacia los recién llegados. La idea de permitirles acabar con su miserable vida cruzó por su mente.
—Espera, Romy —dijo uno de los hombres al tiempo que sujetaba el brazo armado del otro.
—Es una de esas alimañas —dijo el otro, sacudiéndose el brazo de su compañero—. Lleva el mismo collar que los que atacaron el campamento. Ninguno de ellos tuvo compasión de los nuestros, no veo por qué tendría que tenerla yo.
—Exacto, Romy, el collar. Es lo que usan para controlarlos. Pero ahora no están aquí y aún no nos ha atacado. No quieres atacarnos, ¿verdad?
El hombre-bestia se interpuso entre ella y su compañero en actitud conciliadora. Yinthe podía ver la compasión en sus ojos a medida que avanzaba hacia ella. ¿De dónde la sacaba, después de todo lo que les habían hecho? Ella solo sentía rabia. Rabia y dolor.
Un breve pitido interrumpió el momento. El collar se activó y dos hombres envueltos en esas extrañas armaduras flexibles aparecieron entre la maleza con sus armas que hendían la carne con fuego y metal.
—La he encontrado —sonó la voz como a través de un túnel—. ¿A qué esperas? ¡Ataca!
El collar emitió su zumbido. Un instante de dolor. Un mundo de rabia.
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Protagonistas:
Yinthe, licántropa. Quiere recuperar su humanidad o, en su defecto, vengarse de quienes se la arrebataron.
Romy, vampiro. Quiere vengar las muertes de sus amigos.
Levi, hombre-bestia. Quiere que acabe la guerra y ayudar a todos los que, como él, sufrieron en carne propia los terribles experimentos de los Terrestres.
Sí, para un tema en que aparecen armas de fuego y están en manos de los enemigos. Suerte.
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
¿El multiverso? ¿Roilkat?
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Sus últimas palabras resonaron en mi cabeza antes de que todo se volviera oscuridad... Era el fin...
Sentía que flotaba, no era agua, era otro lugar, uno libre de pesadez . Francamente no veía la necesidad de hacer algo más, era como si cuerpo y mente quisieran olvidarse de todo y todos...pero aquello no sería así.
Pequeñas luces se formaban con el paso del tiempo. ¿Cuánto era eso? Parecía que todo llevaba su propio ritmo en aquel peculiar lugar. ¿Ya había estado allí? Me costaba llegar a esa respuesta.
Meleis, Zelas, Gaegel, Bomull, chicos... Terric... Abrí los ojos que hasta entonces supe tenía cerrados. Las luces peculiares hacían contraste con la oscuridad de aquel sitio, parecían un cielo estrellado. En mi letargo y confusión mi primer instinto fue ir hacia ellas, parecían bailar en su interior.
Pronto descubriría que la razón de ese "baile" se trataba de eventos. No tenía idea de qué sucedía en algunas, por lo que seguía avanzando. El asombro se apoderó cuando vi recuerdos de mi niñez. Allí estaba ella, aún viva... - Mamá...- Susurré con un nudo en la garganta. Aquello me llevó a recordar los últimos eventos dejando que mis lágrimas mojaran mis mejillas. Terric... mi descuido causó esto. Me sequé el rostro con mi el brazo y continué avanzando.
Me sentía como una especie de muerto viviente, dejé de prestar atención por un instante a aquellos fragmentos a mi alrededor y fue cuando uno entre los tantos captó mi atención. Era como si el universo quisiera burlarse de mí recreando ese día, ahí estaba ella, éramos nosotros. Me sentía furiosa e impotente, mi odio hacia esa mujer era inmenso y al mismo tiempo ahora sabía que el peor error había sido matarla. Apretaba con fuerza mis puños y nuevamente esas malditas lágrimas denotaban todo el mar de emociones que me invadían. Si hubiera alguna manera de enmendar aquel error por más desagradable que fuera estaba dispuesta a aceptarlo.
Observé unos momentos más aquella grieta, la contemplaba en la medida que extendía mi mano. - En verdad lo siento, chicos. - Dije al tocar la grieta. Lo que menos hubiera esperado era verme trasladada en aquel sitio. Por un momento, pensé que era una especie de alma errante al verme a mí misma, pero la cosa no era cómo lo había considerado. Podía ver a todos, a todos excepto a uno entre los idénticos a él que llevaban vestidos, después de todo casi había muerto en mis brazos en aquella ocasión.
Fue cuando caí en cuenta que sentía un peso innecesario en la entrepierna. Además, veía todo desde una altura a la que no estaba habituada. Me miré las manos, conocía aquellas manos, llevé una a mi cabeza, la textura del cabello. - Oh mierda.- Dije, pero aquello no era mi voz, esa voz aterciopelada que había escuchado cientos de veces. Estaba en el cuerpo de Zelas.
Sentía que flotaba, no era agua, era otro lugar, uno libre de pesadez . Francamente no veía la necesidad de hacer algo más, era como si cuerpo y mente quisieran olvidarse de todo y todos...pero aquello no sería así.
Pequeñas luces se formaban con el paso del tiempo. ¿Cuánto era eso? Parecía que todo llevaba su propio ritmo en aquel peculiar lugar. ¿Ya había estado allí? Me costaba llegar a esa respuesta.
Meleis, Zelas, Gaegel, Bomull, chicos... Terric... Abrí los ojos que hasta entonces supe tenía cerrados. Las luces peculiares hacían contraste con la oscuridad de aquel sitio, parecían un cielo estrellado. En mi letargo y confusión mi primer instinto fue ir hacia ellas, parecían bailar en su interior.
Pronto descubriría que la razón de ese "baile" se trataba de eventos. No tenía idea de qué sucedía en algunas, por lo que seguía avanzando. El asombro se apoderó cuando vi recuerdos de mi niñez. Allí estaba ella, aún viva... - Mamá...- Susurré con un nudo en la garganta. Aquello me llevó a recordar los últimos eventos dejando que mis lágrimas mojaran mis mejillas. Terric... mi descuido causó esto. Me sequé el rostro con mi el brazo y continué avanzando.
Me sentía como una especie de muerto viviente, dejé de prestar atención por un instante a aquellos fragmentos a mi alrededor y fue cuando uno entre los tantos captó mi atención. Era como si el universo quisiera burlarse de mí recreando ese día, ahí estaba ella, éramos nosotros. Me sentía furiosa e impotente, mi odio hacia esa mujer era inmenso y al mismo tiempo ahora sabía que el peor error había sido matarla. Apretaba con fuerza mis puños y nuevamente esas malditas lágrimas denotaban todo el mar de emociones que me invadían. Si hubiera alguna manera de enmendar aquel error por más desagradable que fuera estaba dispuesta a aceptarlo.
Observé unos momentos más aquella grieta, la contemplaba en la medida que extendía mi mano. - En verdad lo siento, chicos. - Dije al tocar la grieta. Lo que menos hubiera esperado era verme trasladada en aquel sitio. Por un momento, pensé que era una especie de alma errante al verme a mí misma, pero la cosa no era cómo lo había considerado. Podía ver a todos, a todos excepto a uno entre los idénticos a él que llevaban vestidos, después de todo casi había muerto en mis brazos en aquella ocasión.
Fue cuando caí en cuenta que sentía un peso innecesario en la entrepierna. Además, veía todo desde una altura a la que no estaba habituada. Me miré las manos, conocía aquellas manos, llevé una a mi cabeza, la textura del cabello. - Oh mierda.- Dije, pero aquello no era mi voz, esa voz aterciopelada que había escuchado cientos de veces. Estaba en el cuerpo de Zelas.
Meleis
Lo último que recordaba era estar volando directo a su hermana antes de que la oscuridad lo abrazara por completo. Despertó desconcertado, no sabía cuánto tiempo había dormido. Sentía un ligero letargo, pero desconocía su causa.
- ¿Merax? ¿Hay alguien aquí? - Tosía, pero entre la oscuridad poco podía darse cuenta de lo que era. Poco a poco las grietas de luz se iban abriendo a su alrededor en una especie de camino sin rumbo fijo.
No tardó en darse cuenta que dentro de aquellas grietas, habían un sin fin de memorias. Eventos históricos muy similares a los libros. Otros que no tenía la menor idea de lo que podían significar. Hubo otros en dónde logró divisar caras conocidas de su pasado y su presente. - ¿Qué es todo esto? - Se preguntó en voz alta.
Su instinto le decía que era mejor no tocar aquello pero continuó vagando en aquel pasillo, tal vez alguno de ellos llegara finalmnete atraerlo...
- ¿Merax? ¿Hay alguien aquí? - Tosía, pero entre la oscuridad poco podía darse cuenta de lo que era. Poco a poco las grietas de luz se iban abriendo a su alrededor en una especie de camino sin rumbo fijo.
No tardó en darse cuenta que dentro de aquellas grietas, habían un sin fin de memorias. Eventos históricos muy similares a los libros. Otros que no tenía la menor idea de lo que podían significar. Hubo otros en dónde logró divisar caras conocidas de su pasado y su presente. - ¿Qué es todo esto? - Se preguntó en voz alta.
Su instinto le decía que era mejor no tocar aquello pero continuó vagando en aquel pasillo, tal vez alguno de ellos llegara finalmnete atraerlo...
- Off:
- - Escojo el evento de "Caleidoscopio de sueños"
- La tercera- cuarta es la vencida (?)-[Meraxes]
- Estoy en el cuerpo de Zelas.
- En el caso de Meleis si alguno de los demás participantes así lo desea puede entrar en alguna de sus memorias, de preferencia alguien que ya él conozca on rol. Ya si no, pos lo dejo afuera en modo vagabundo.Cosas ActivasMaldición Meraxes escribió:En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.(Tema 2/2)También para Meraxes escribió:Una sensación amarga se aferró al pecho de la dragona, un deseo casi instintivo de tener la caja entre sus manos, de explorar su contenido y descubrir qué secretos encerraba. Ahora, Meraxes se sentiría en una encrucijada de emociones; la frustración y la ansiedad se mezclaban con un profundo anhelo que no podía ignorar.
- No estoy segura del todo pero si mis cálculos no fallan, creo que es ahora Meleis quien tiene la maldición y Terric que murió en el tema pasado. Quedo atenta a la confirmación del Master.Maldición Meleis escribió:Halo venenoso [Maldición Contagiosa]: Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
- Si alguno de los participantes desea poseer el cuerpo de Meraxes o Meleis en el recuerdo del Caleidoscopio dejo su inventario así como su vestimenta aquel día. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [La moneda maliciosa de Elian fue utilizada en ese tema.]
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- - Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo.
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa.
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Espejo Brújula.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Diluida. [Dentro del Bolso] [L6]
- Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
Meraxes
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
-Esta bien, siempre estuve viviendo tiempo extra de todas formas....- diría el rubio mientras se entregaba a la oscuridad, ya conocía esa sensación, no era la primera vez que experimentaba la muerte al fin y al cabo, sumido en la oscuridad, flotando en la nada, aliviado, en un extraño estado de trance, si al fin le había llegado su hora.
Un sonido similar al de un cristal resquebrajándose le saco del trance en el que la oscuridad le había sumido se vio interrumpido por los destellos que se colaban por las grietas, visiones de otros tiempos aparecían unos detrás de otros, algunos los podía recordar, otros no se le hacían para nada familiares, otros ocurrían de maneras diferentes a como las había recordado.
Observo con detenimiento lo que ocurría a su alrededor, ¿Valía la pena volver si con el tiempo volvería a terminar en el mismo lugar?, ¿Qué mas debía realizar antes de morir definitivamente?, ¿Qué seria lo que perdería esta vez si volvía a la vida? eran demasiadas las preguntas que el no-elfo se realizaba a si mismo cuando su atención se centro en un recuerdo que de solo verlo le provoco una sonrisa.
Tres como el, salvo por el hecho que 2 usaban vestidos, "Debería haberme puesto un vestido" pensó para si mismo al ver como desentonaba de sus amigos a pesar de ser el original, aunque aquella afirmación no era del todo cierta, ¿seria que ya llevaba el tiempo suficiente que incluso el se había creído esa mentira?, molesto le dio un manotazo al recuerdo de los 3 como el en aquel fatídico momento antes de que sellaran su destino matando a Oniria, sin embargo, sintió como era jalado hacia ese momento, algo completamente fuera de su control, al igual que cuando fue extraído de su cuerpo por primera vez.
Su cabeza daba vueltas, no entendía del todo que había ocurrido pero la comodidad que la oscuridad le ofrecía ya no se encontraba rodeándole, sentía la brisa del viento en sus cabellos que ahora se encontraban mas largos que lo que recordaba, se sentía bastante ligero, pero el ambiente estaba sobrecargado de éter y caos, sobre todo caos.
Se escucho a si mismo decir mierda, pero las palabras no habían venido de su boca -¿Qué rayos?- pregunto, cuando noto como su voz había cambiado, las ropas que traía se le hacían familiares, se agarro una nalga y la sensación se le hizo conocida.
Se escucho a si mismo decir mierda, pero las palabras no habían venido de su boca -¿Qué rayos?- pregunto, cuando noto como su voz había cambiado, las ropas que traía se le hacían familiares, se agarro una nalga y la sensación se le hizo conocida.
OFF: Habilidad usada, camino elegido y cuerpo tomado(?)
-Si aun no se nota, elijo el evento de Caleidoscopio de sueños
-Tomo el cuerpo de el Rauko oscuro
Última edición por Zelas Hazelmere el Miér 6 Sep - 15:04, editado 1 vez (Razón : Editar lo de la habilidad xD)
Zelas Hazelmere
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Al caer la noche caminaba por las calles de Roilkat acompañado de Ryra. A pesar de todas nuestras búsquedas, todo parecía que íbamos a perder ante esta cuenta regresiva mortal. - Bueno. Se hizo lo que se pudo. - Decía con desgano. - Lo único malo fue que no pudimos reunirnos para beber por última vez con los demás. - Miré hacia el cielo nocturno y suspiré con pesadez. - Bueno, tal vez sea mejor así. Hubiese sido una reunión algo amarga. ¿No lo crees? - La bruja terminó por asentir levemente.
De un momento a otro, sentí una pesadez que me impedía caminar. Me sentía tan fatigado, a tal punto que me recargué en la pared y poco a poco fui agachándome hasta quedar sentado en el suelo. - No puedo más... - Apenas pude decir con una pesadez incontrolable. Y no solo fui yo. Ryra también, incluso ella prácticamente cayó al suelo, aunque fue amortiguada por mi cuerpo. - Creo que ya es hora. - Dijo la bruja con una sonrisa forzada, y con esfuerzo me dio un beso en la mejilla, para luego ambos cerrar los ojos y quedarnos allí. Abrazados por el sueño ¿eterno?... No lo sé, quizá
Lo que pasó a continuación era una experiencia indescriptible. De un momento a otro abrí mis ojos, y la fatiga había desaparecido por completo, y frente a mi había un sin fin de imágenes. Algunas cosas las conocía, y otras tantas no. No tengo idea de cómo, pero de alguna manera podía desplazarme por aquel sitio sin esfuerzo alguno, viendo aquellas escenas poco a poco. No entendía nada de lo que sucedía. Había escuchado que cuando estás por morir ves tu vida pasar pero ¿Por qué habían cosas que no recordaba con personas que no conocía? Eso no tenía ningún sentido.
Entre esas imágenes, hubo una que captó mi atención. Se podía ver que era de noche, pero a lo lejos había una aldea que me traía varios recuerdos, y por un momento toqué esa imagen, y como por arte de magia estaba allí. Mi primer instinto fue caminar, pero eso hizo que me resbalara, haciendo que me abrazara de la rama de un árbol. - Ay carajo. - Dije mientras seguía abrazado a esa rama.
Fue luego de algunos segundos donde capté que lo que dije, no había sido con mi tono de voz. - ¿Esa es mi voz?... - Tosí un poco. - ¿ESA ES MI VOZ?... ¿Qué le pasó a mi voz tan varonil y sensual? - Al detallar un poco la situación comprendí que mis manos... ¿Mis manos? Eran más finas y pequeñas, lo cual causó un sobresalto en mi provocando que cayera al suelo de golpe cual costal de papas.
Justo en las nalgas. - Al tocar aquella zona me di cuenta que estas sin dudas no eran unas nalgas varoniles. Eran firmes, y con un tacto exquisito. - Qué trasero tan sensuaaaaagggggg! - En ese momento comencé a convulsionar sin ningún control. Me mantuve así por un par de minutos, los cuales al dejar de moverme cual perro rabioso respiraba profundamente. ¿Esa horrible maldición me iba a perseguir por la eternidad? No era justo. Realmente no.
En ese momento, y sentado en el suelo miré de nueva cuenta a la aldea a lo lejos. Esa aldea era la que había visitado luego de la recolección de guld. Donde hacían el licor ilegal. Y si mi memoria no me falla. La arpía me había dicho que antes de reunirse con nosotros se había encargado de acosarme para conocer un poco a Meraxes y Meleis. Eso quiere decir que. - Soy la bruja arpía. - Mi cavilación fue interrumpida por la voz de alguien más. - ¿Pero qué haces tú sola en estos parajes? Es peligroso. - Voltee mi mirada y noté cómo un hombre bajaba de su caballo y me sonreía con galantería. No pude evitar hacer una mirada de confusión. - ¿Qué haces allí en el suelo? ¿Estás bien? - De inmediato me levanté. - Estoy bien, es solo que me caí del árbol.
Pues si lo deseas puedes viajar conmigo. Voy a alcanzar una caravana que está más adelante. - En ese momento mi cabeza hizo "click". Según recuerdo. La que había hecho el camino guía hasta la caravana había sido Ryra. ¿Eso quiere decir que tengo que hacerlo yo?. - ¿Qué pasa si no hago lo que hizo Ryra? - Era el pensamiento que me aquejaba en ese momento mientras miraba a aquel hombre que evidentemente tenía la intención no solo de "ayudar a una damisela solitaria". - ¿Y qué dices? Sería peligro que te quedaras sola. - Me rasqué la mejilla un momento. - Pues... Está bien. Supongo. - La respuesta hizo sonreír a aquel hombre. Pero por dentro era un manojo de preguntas. ¿Qué se supone que deba hacer ahora?
OFF:
Tomé como fragmento el tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Que si bien, no está cerrado. Ocurre en el pasado.
Maldición activa:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándolos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.(Tema 2/2)
De un momento a otro, sentí una pesadez que me impedía caminar. Me sentía tan fatigado, a tal punto que me recargué en la pared y poco a poco fui agachándome hasta quedar sentado en el suelo. - No puedo más... - Apenas pude decir con una pesadez incontrolable. Y no solo fui yo. Ryra también, incluso ella prácticamente cayó al suelo, aunque fue amortiguada por mi cuerpo. - Creo que ya es hora. - Dijo la bruja con una sonrisa forzada, y con esfuerzo me dio un beso en la mejilla, para luego ambos cerrar los ojos y quedarnos allí. Abrazados por el sueño ¿eterno?... No lo sé, quizá
Lo que pasó a continuación era una experiencia indescriptible. De un momento a otro abrí mis ojos, y la fatiga había desaparecido por completo, y frente a mi había un sin fin de imágenes. Algunas cosas las conocía, y otras tantas no. No tengo idea de cómo, pero de alguna manera podía desplazarme por aquel sitio sin esfuerzo alguno, viendo aquellas escenas poco a poco. No entendía nada de lo que sucedía. Había escuchado que cuando estás por morir ves tu vida pasar pero ¿Por qué habían cosas que no recordaba con personas que no conocía? Eso no tenía ningún sentido.
Entre esas imágenes, hubo una que captó mi atención. Se podía ver que era de noche, pero a lo lejos había una aldea que me traía varios recuerdos, y por un momento toqué esa imagen, y como por arte de magia estaba allí. Mi primer instinto fue caminar, pero eso hizo que me resbalara, haciendo que me abrazara de la rama de un árbol. - Ay carajo. - Dije mientras seguía abrazado a esa rama.
Fue luego de algunos segundos donde capté que lo que dije, no había sido con mi tono de voz. - ¿Esa es mi voz?... - Tosí un poco. - ¿ESA ES MI VOZ?... ¿Qué le pasó a mi voz tan varonil y sensual? - Al detallar un poco la situación comprendí que mis manos... ¿Mis manos? Eran más finas y pequeñas, lo cual causó un sobresalto en mi provocando que cayera al suelo de golpe cual costal de papas.
Justo en las nalgas. - Al tocar aquella zona me di cuenta que estas sin dudas no eran unas nalgas varoniles. Eran firmes, y con un tacto exquisito. - Qué trasero tan sensuaaaaagggggg! - En ese momento comencé a convulsionar sin ningún control. Me mantuve así por un par de minutos, los cuales al dejar de moverme cual perro rabioso respiraba profundamente. ¿Esa horrible maldición me iba a perseguir por la eternidad? No era justo. Realmente no.
En ese momento, y sentado en el suelo miré de nueva cuenta a la aldea a lo lejos. Esa aldea era la que había visitado luego de la recolección de guld. Donde hacían el licor ilegal. Y si mi memoria no me falla. La arpía me había dicho que antes de reunirse con nosotros se había encargado de acosarme para conocer un poco a Meraxes y Meleis. Eso quiere decir que. - Soy la bruja arpía. - Mi cavilación fue interrumpida por la voz de alguien más. - ¿Pero qué haces tú sola en estos parajes? Es peligroso. - Voltee mi mirada y noté cómo un hombre bajaba de su caballo y me sonreía con galantería. No pude evitar hacer una mirada de confusión. - ¿Qué haces allí en el suelo? ¿Estás bien? - De inmediato me levanté. - Estoy bien, es solo que me caí del árbol.
Pues si lo deseas puedes viajar conmigo. Voy a alcanzar una caravana que está más adelante. - En ese momento mi cabeza hizo "click". Según recuerdo. La que había hecho el camino guía hasta la caravana había sido Ryra. ¿Eso quiere decir que tengo que hacerlo yo?. - ¿Qué pasa si no hago lo que hizo Ryra? - Era el pensamiento que me aquejaba en ese momento mientras miraba a aquel hombre que evidentemente tenía la intención no solo de "ayudar a una damisela solitaria". - ¿Y qué dices? Sería peligro que te quedaras sola. - Me rasqué la mejilla un momento. - Pues... Está bien. Supongo. - La respuesta hizo sonreír a aquel hombre. Pero por dentro era un manojo de preguntas. ¿Qué se supone que deba hacer ahora?
OFF:
Tomé como fragmento el tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Que si bien, no está cerrado. Ocurre en el pasado.
Maldición activa:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándolos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.(Tema 2/2)
Gaegel
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
ACLARACIÓN
Bien, la escena Caleidoscopio de sueños con Oniria era la única en que los personajes podrían conservar (casi) intactos su aspecto e identidad, pero ya que les gusta travestirse, no vamos a impedírselo. En cualquier caso, no aplican las maldiciones, inventarios y habilidades de los personajes cuyo aspecto están tomando, ya que son los cuerpos de los acechadores los que están tomando, en realidad, no los de los personajes en cuestión (aunque tengan su aspecto).
Sin embargo, sí tendrán los poderes de los acechadores, aunque deberán aprender a usarlos sobre la marcha mientras el resto de acechadores, más experimentados, se dedican a materializar las peores pesadillas de sus personajes (sus propios personajes, ya que conservan su conciencia). Este poder se basa en la voluntad de los personajes para enfrentar las pesadillas, pudiendo materializar sus propios sueños para combatirlas (sí, se aceptan las biusas). Veamos qué les aterroriza a sus PJs.
Sobre las plazas para entrar en las escenas: Dado que los Acompañantes pueden tener sus propios sueños, también pueden ocupar una plaza en una de las escenas propuestas (o crear la suya propia), pero, al menos por el momento, sería a costa de la plaza del PJ principal. Hay más escenas en reserva, así que puede que esto se amplíe más adelante.
Meraxes: Efectivamente, tu personaje está libre del Halo venenoso, que ahora afectará a Meleis. Sin embargo, no aplica en este tema, dado que no tendrá contacto físico real con nadie (aunque alguien ocupe su cuerpo, no podrá ser después de contraída la enfermedad, ya que fue inmediatamente antes de caer “dormido”). Tampoco avanzará el conteo de dos temas, así que aún tendrás otros dos para librarlo del halo antes de que te manche la ropa con sus entrañas.
Gaegel: Bien jugado ahí con esa maldición. Sin embargo, no creas que podrás manejar a Ryra a tu antojo. Aunque no será consciente de tu presencia en su cuerpo, su voluntad no lo ha abandonado y tendrás que tenerla en cuenta en tus acciones. No es tan sencillo cambiar el pasado. Tómatelo como una puerta abierta a las motivaciones de tu compañera, un golpe de empatía para tu personaje.
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Fehu
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Sacrestic ville- En algún momento entre 1271-1274
-Oscura es la noche- Recibió una voz.
-...Y oscuros los caminos de las puertas que no se cerraron.- Contestó otra voz masculina al otro lado del portón de piedra.
El vaho de las palabras se mezcló con el aire frío de la noche en Sacrestic. El cielo no estaba acompañado de la luz de ninguna estrella y los ojos del grupo de vampiros que se habían aventurado a aquel lado de la ciudad en la noche cerrada eran el perfecto reflejo de una luz inexistente.
Las palabras del hombre sirvieron de llave a su interlocutor quien de manera sigilosa deslizó aquella roca falsa lo suficiente como para que el grupo de 3 vampiros tras ella accediese al interior dejándo atrás la soledad de las calles de Sacrestic.
La mujer que había abierto la puerta los miró de manera agresiva y la misma voz que había respondido la oración-llave susurró de manera agitada.
-Nadie en la parte oeste. Dos cuerpos en el Norte. 5 o 6 en la plaza central. Ayer tampoco parecían demasiado interesados por el Oeste... quizás deberíamos considerar...
-¿Os han seguido?- dijo de manera cortante la mujer mientras abría mucho los ojos oscuros.
¡No, por Habakhuk que no!- dijo el hombre, sintiéndose insultado- Taia ha esperado lo suficiente para unirse a nosotros. Su área parece ser la más... diezmada por los humanos. Creo que se están asentando ahí. Imagino que piensan que vamos a agachar la cabeza y...
-Laluth ha desaparecido- dijo la mujer ahora caminando de manera familiar a través de los pasadizos subterráneos de aquel enclave, seguida por el grupo de tres personas tras ella.
Hubo un suspiro ahogado de una de las mujeres recién llegadas y el hombre notó como tras de si su capa de viaje se veía sumida en la presión del agarre de su compañera. Continuaron caminando por el entramado de piedra ahora sumidos en un silencio tangible y denso. La mente de los cuatro vampiros llenando el ambiente con pensamientos similares. Dudas, temores pero sobre todo rabia.
La sala que los recibió al final del camino no estaba mucho más iluminada que los pasadizos, pero aquí y allá la luz vacilante de una vela parpadeaba en los muros del salón de piedra dando algo de luz a la estancia y sumiendo a los cuerpos que en ella se encontraban en la sombra de sus propias figuras.
El hombre no tardó en acomodarse cerca de otras cinco figuras masculinas. El lugar estaba, para su sorpresa, más lleno que de costumbre y aquello lo sorprendió de manera grata haciendo que la noticia sobre la desaparición de Laluth desapareciese de manera momentánea de su mente:
-Hay esperanza'- pensó.
Pero la esperanza no se quedó por mucho tiempo.
La voz sonora de Galil retumbó en aquella sala haciendo callar cualquier murmuro que había inundado la estancia hasta entonces.El vampiro alto y de aspecto y semblante imponente parecía adornar sus facciones solemnes con el ceño de alguien cansado y consternado. Sus ropajes oscuros se camuflaban con la pared tras el, dando la ilusión óptica y trascendental de que tan solo su cuello, manos y cabeza portaba el espacio a su alrededor mientras se movía.
-Laluth se ha esfumado- dijo el hombre de manera directa. El leve murmullo que había inundado la sala hasta aquel momento comenzó a despertarse. Galil continuó antes de dar tiempo a réplicas- Y con ella parte de las relíquias de Habakhuk.- Gail destensó los hombros, esperando la reacción inmimente del grupo que lo observaba.
No se hizo esperar. Los susurros comenzaron a agitarse hasta componer un murmullo. El murmullo pasó a elevarse hasta detonar algún que otro grito frustrado en las personas que habitaban aquella sala. Las voces se aunaron de manera enfadada alzanod al aire preguntas sobre las condiciones en las que aquello había sucedido.
A ambos lados de Galil, dos hombres a los que conocía bien comenzaron a responderlas intentando calmar las masas de vampiros que habían dejado la seguridad de sus escondites aquella noche y habían decidido unirse a ellos en su llamada para intentar recomponer lo que sea que les quedaba de orgullo y reinventarse.
Claramente la desaparición de Laluth había sido un palo para todos. Galil había sido tan cercano a la sacerdotisa como ella le había dejado en los dos últimos meses y aunque sus decisiones no siempre le habían parecido la más sensatas..( Casarse con Helyare no parecía haber tenido los efectos que la mujer esperaba) Las había acatado sin mucha queja o cuestión.
Las últimas semanas había visto como Amanda mancillaba lo poco o nada que quedaba bajo su territorio dejando entrar a Sacrestic a la basura que componían los hombresl obo. Se había mantenido en silencio incluso al enterarse de que la daga.... su preciada daga había sido robada de la manera más vil posible y había roto con los planes que su amiga y él mismo habían construido para su pueblo y que alimentaban la sed de aquellos que ahora lo miraban con desolación y rabia.
Pero aquello había sido demasiado.
Galil tragó saliva como intentando digerir aquello que no les había dicho a los suyos: Que no solo Laluth había desaparecido, sino que si estaba en lo cierto la mujer había abandonado cualquier rastro vampiro para sumirse finalmente en su lado de luz y volver con los elfos.
Caminó hacia uno de sus lados escuchando las voces de aquellos vampiros que se habían convertido en algo casi como su familia en aquellos últimos meses.
-....Entregarnos a los humanos. Dejar aquí todo lo que es nuestro y finalmente sucumbir a sus ideales. Creo que eso nos causaría menos dolor. Hasta los nuestros propios nos traicionan.... ¿Qué nos hace pensar que Galil es algo mejor que Laluth y Amanda? Ni siquiera tenemos la palabra de Habak para guiarnos ya... ¿Es que acaso su voz es más sabia que la nuestra?
Galil alzó una mano impidiendo que los vampiros a su lado contestase aquella provocación en cuestión y habló de nuevo, su voz grave y apesadumbrada captó una vez más la atención de la sala que se sumió en silencio a medida que sus palabras la inundaban.
-No voy a negar que como el resto de vosotros me siento herido, frustrado y que la rabia me consume al pensar en una nueva derrota sobre nuestro pueblo.- comenzó- Si tan solo supiese que la vida con los humanos es más pacífica que mantenernos a las sombras yo mismo me entregaría al capitán de la guardia de Lunargenta y como pago pediría la salvación de todas y cada una de vuestras vidas- dijo
Un silencio se apoderó durante varios minutos de la sala. Cada uno de los vampiros allí sopesando aquella posibilidad.
-Pero bien sabeis que nada es tan fácil. Que la paz que falsamente procesan los humanos y que buscan con su captura de nuestra tierra no es más que una vil excusa para un plan mayor que ellos mismos. Mayor que el nuestro: El exterminio de todo vampiro sobre la faz de la tierra-
Galil cogió aire y comenzó de nuevo aprovechando que la atención de ls vampiros parecía darle la razón.
-Puede que no seamos Habak. Y que no tengamos el poder divino que la primera sangre le entregó.Puede que nuestra esencia errática como mortales nos haga errar en más de una etapa del camino. Pero todos tenemos esto...
El vampiro alzó su brazo y con una pequeña daga y cortó parte de su muñeca dejando que la sangre se desperdigase por su túnica rompiendo la ilusión visual y apareciendo al fin con cuerpo y piernas.
-La historia de nuestros ancestros inundando nuestras venas. La maldición que resultó ser una ventaja encubierta. La sangre de todos y cada uno de esos humanos estúpidos de los que nos hemos alimentado. Y sus padres. Y los padres de estos antes que ellos. Todos y cada una de sus insignificantes vidas nutriendo nuestra esencia y permitiéndonos que una vez más y cada noche vayan a dormir a sus camas con la incertidumbre de si quizás esa va a ser la última.
El susurro consternado pareció hacerse ahora ruido enaltecido de una audiencia que comenzaba a recobrar la fe.
-No somos Habakhuk. Pero Laluth no se ha llevado todos sus pergaminos-Los hombres que acompañaban a Galil alzaron entonces 5 pergaminos sobre el aire ante un sonido sordo de emoción entre los presentes--Además sus enseñanzas aún permanecen en cada una de nuestras mentes y la sangre de su maldición tan solo nos hace más fuerte. No vamos a desfallecer ante este ataque cruel y mezquino... vamos a volvernos lo suficientemente sabios como para no errar de nuevo.
Tras aquello los lideres de los clanes en aquella habitación se reunieron con Galil para discutir el comienzo de la cruzada de aquellos que resistieron contra el yugo humano. Además en un intento de salvaguardar los pergaminos, decidieron esconderlos de manera individual. Ninguno sabría el emplazamiento de la totalidad y tan solo juntos podrían encontrarlos si alguna vez era necesario.
Los meses y años siguientes a aquella pequeña derrota no fueron fáciles para las primeras comunidades de vampiros en el exilio y en la oscuridad del yugo humano, pero las letras de estos pergaminos escritos en el lenguaje creado por los primeros pueblos vampiros tras la conquista de Sacrestic les dio la sabiduría, la confianza y la fe que las comunidades de vampiros necesitaban en aquel entonces.
Había esperanza.
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Zagreus- Lago del oeste ???? En algún momento después de 1275
Aún notaba la calidez de la sangre de aquel ingénuo en mis labios.
La primera noche había sido como despertarme de un sueño en el que ni siquiera sabía qué estaba sumido. La sed en mi garganta no había sido más que un indicativo de algo que ahora me hacía diferente a lo que había sido días antes. Una guía certera de mis propias necesidades y cómo solventarlas en el momento y lugar indicados.
El daño colateral al vampiro que me convirtió había sido una necesidad no evitable.
Tampoco voy a decir que hubiese estado sorprendido ante la fragilidad de la carne humana. Incluso antes de ser vampiro había experimentado con la idea de acabar con la vida de quién no mereciese el don de vivirla. Ahora tan solo tenía el don para hacerlo de manera grácil... en aquellas ocasiones que lo mereciesen.
Me había costado algo más de dos días acostumbrarme a la contínua compañía de la oscuridad. Mi visión ya era certera durante el día: El hecho de que fuese incluso mejor durante la noche tan solo era otro de los beneficios de aquel regalo con el que se me había bendecido.
Si hubiese tenido la mínima duda de que mi sino en este mundo podrido era relevante, el encontrarme con aquella alimaña no merecedor del don de la sangre me había constatado que más allá de alcanzar todo lo que me propusiese ahora también tenía la obligación de guiar a cualquiera que dudase que yo era el camino.
El peso del pergamino en mi bolsillo derecho me recordó mi destino siguiente y lo que había dejado atrás. Noté como el corazón palpitaba dentro de mi pecho ante la idea de sumirme de nuevo en la sensación que había traído aquel objeto. De aprender todos y cada uno de sus secretos y de asegurarme que una vez en mi poder todos y cada uno de los pergaminos fuesen tan solo míos. Quizás aportar mi propia sabiduría al conjunto.
Hacerlos completos tan solo con la perfección que tan solo palabras y experiencias mi mente puede darles.
Pero aquello aún quedaba en un futuro quizás más tedioso y lejano de lo que había vaticinado.
Jugueteé con el contenido a en la copa frente a mi dejándome de nuevo guiar por la sed que me había mantenido satisfecho durante los dos últimos días. Llevé mi dedo a la última gota en el vaso y observé el color rojizo de aquella bebida en mi dedo antes de llevarlo a mis labios.Analicé la sala a mi alrededor. Asegurándome de encontrar un objetivo merecedor de mis atenciones aquella noche. Una meta algo más... cercana en el tiempo.
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Off:
He ahondado un poco más en los vampiros que quedaron en Sacrestic tras la toma de la ciudad. Además tengo permiso de Zagreus para
Caoimhe
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Vacío…
El margen entre la realidad y el vacío se difuminaba, la negrura opacaba toda mi visión y si bien me sentía consciente, comprendía que no habría voluntad que me permitiera avanzar. Todo era la nada y a la vez un silencio abrumador llenaba los espacios extendiéndose por todo el plano. ¿Estaba muerto?, no comprendía que me había llevado a aquel lugar, si lo podría llamar así. No pensaba, pero dudaba, no existía, pero a la vez cuestionaba mi presencia.
Las preguntas sin respuestas se desvanecieron cuando una luz enriquecedora brilló ante mí.
Pinzas… - dijo una voz mecánica. - Pinzas - repitió esta vez con un tono irritado.
Ante mí una bandeja de plata con algunas manchas de sangre contenía un kit elaborado de herramientas quirúrgicas. Mis manos con guantes de tela de color blanco manchados por el rojo de algunos instrumentos ya utilizados, no eran mis manos… No tenía control sobre aquel cuerpo, pero aquellas manos prestadas se movieron temblorosas para tomar las pinzas metálicas y estirarlas hacia la voz.
Focos brillantes que despertaban mi curiosidad por su funcionamiento apuntaban con una luz fría la mesa de operaciones. Sobre esta, un sujeto joven, adolescente quizás. No sabía quién era ni qué hacía allí en aquel estado tan crítico y lamentable.
Su piel chamuscada cubría casi en totalidad su cuerpo, cortes profundos dibujaban marcas rectas por toda su torso y brazos. Aquella criatura no poseía todas sus extremidades, habría tenido decenas de huesos rotos y heridas internas. Su imagen me provocó náuseas y un pesar profundo, incluso con las atrocidades que había visto en mi vida, la imagen de aquel adolescente me impactó. No entendía como aquel joven podía seguir con vida, solo un milagro era capaz de salvarlo.
Sierra… - volvió a indicar la voz mientras me entregaba las pinzas cubiertas de sangre.
Obedecí su petición, aquel hombre estaba cubierto de prótesis mecánicas, no parecía haber humanidad en él, pero su voz autoritaria me indicaba que debía seguirlo. Desde su espalda, un brazo de metal ayudaba a la operación depositando esquirlas de metal en otra bandeja. El “doctor” se veía centrado en su labor, las pocas partes que aún conservaban piel humana sudaban y se mostraba ansioso al igual que cauteloso.
La habitación estaba fría al punto de causar que los dientes tiritaran, mi cuerpo parecía saber qué hacer incluso sin las órdenes de aquel sujeto. Limpiaba la sangre de algunas heridas y me anticipaba a las peticiones por instrumentos y equipos.
Mientras cumplía las labores de ayudante me volteé, o debería decir que aquel cuerpo del que ocupaba un espacio en su mente como espectador se volteó. Encontrándose con una pila de equipos tecnológicos y piezas metálicas con tubos, poleas y conductores de cobre. En el reflejo de una gran placa vi un rostro oscuro, con bolsas en los ojos. Tendría no más de 1,60 y una bata blanca cubría mi cuerpo delgado. No era yo, nunca había visto a ese sujeto ni al bio cibernético que me daba órdenes; no sabía dónde estaba ni quién estábamos operando.
Me sentía cansado, respirar tras la tela que cubría mi boca se tornaba fatigante. No entendía nada, pero aquel cuerpo seguía moviéndose. Las horas pasaban…
______________________El margen entre la realidad y el vacío se difuminaba, la negrura opacaba toda mi visión y si bien me sentía consciente, comprendía que no habría voluntad que me permitiera avanzar. Todo era la nada y a la vez un silencio abrumador llenaba los espacios extendiéndose por todo el plano. ¿Estaba muerto?, no comprendía que me había llevado a aquel lugar, si lo podría llamar así. No pensaba, pero dudaba, no existía, pero a la vez cuestionaba mi presencia.
Las preguntas sin respuestas se desvanecieron cuando una luz enriquecedora brilló ante mí.
Pinzas… - dijo una voz mecánica. - Pinzas - repitió esta vez con un tono irritado.
Ante mí una bandeja de plata con algunas manchas de sangre contenía un kit elaborado de herramientas quirúrgicas. Mis manos con guantes de tela de color blanco manchados por el rojo de algunos instrumentos ya utilizados, no eran mis manos… No tenía control sobre aquel cuerpo, pero aquellas manos prestadas se movieron temblorosas para tomar las pinzas metálicas y estirarlas hacia la voz.
10 años atrás, en algún lugar de la Base de los Bio
Focos brillantes que despertaban mi curiosidad por su funcionamiento apuntaban con una luz fría la mesa de operaciones. Sobre esta, un sujeto joven, adolescente quizás. No sabía quién era ni qué hacía allí en aquel estado tan crítico y lamentable.
Su piel chamuscada cubría casi en totalidad su cuerpo, cortes profundos dibujaban marcas rectas por toda su torso y brazos. Aquella criatura no poseía todas sus extremidades, habría tenido decenas de huesos rotos y heridas internas. Su imagen me provocó náuseas y un pesar profundo, incluso con las atrocidades que había visto en mi vida, la imagen de aquel adolescente me impactó. No entendía como aquel joven podía seguir con vida, solo un milagro era capaz de salvarlo.
Sierra… - volvió a indicar la voz mientras me entregaba las pinzas cubiertas de sangre.
Obedecí su petición, aquel hombre estaba cubierto de prótesis mecánicas, no parecía haber humanidad en él, pero su voz autoritaria me indicaba que debía seguirlo. Desde su espalda, un brazo de metal ayudaba a la operación depositando esquirlas de metal en otra bandeja. El “doctor” se veía centrado en su labor, las pocas partes que aún conservaban piel humana sudaban y se mostraba ansioso al igual que cauteloso.
La habitación estaba fría al punto de causar que los dientes tiritaran, mi cuerpo parecía saber qué hacer incluso sin las órdenes de aquel sujeto. Limpiaba la sangre de algunas heridas y me anticipaba a las peticiones por instrumentos y equipos.
Mientras cumplía las labores de ayudante me volteé, o debería decir que aquel cuerpo del que ocupaba un espacio en su mente como espectador se volteó. Encontrándose con una pila de equipos tecnológicos y piezas metálicas con tubos, poleas y conductores de cobre. En el reflejo de una gran placa vi un rostro oscuro, con bolsas en los ojos. Tendría no más de 1,60 y una bata blanca cubría mi cuerpo delgado. No era yo, nunca había visto a ese sujeto ni al bio cibernético que me daba órdenes; no sabía dónde estaba ni quién estábamos operando.
Me sentía cansado, respirar tras la tela que cubría mi boca se tornaba fatigante. No entendía nada, pero aquel cuerpo seguía moviéndose. Las horas pasaban…
Off
Me encuentro en una sala de operaciones 10 años atrás acompañando los pasos de un ayudante de un biocibernetico que pretende salvar a un joven al borde de la muerte.
Zagreus
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
El borracho llevaba días anunciando que el mundo se iba a terminar, como era de esperarse nadie le creía, ¿Por que alguien habría de creer las palabras de un borracho?, Nero entonces procedió a seguir ahogándose en el alcohol, tratando de escapar de lo inevitable, ¿Por que intentaba olvidar el hecho de que moriría cuando en realidad era algo que siempre buscaba?, -Vamos, el mundo se va a acabar, denme mas licor!- gritaría el borracho terminándose de golpe la botella que le quedaba y perdiendo nuevamente el conocimiento. Lo cual era bastante bueno puesto que no estaría consciente para ver como el piso comenzaba a partirse y a tragarlos a todos en la profunda oscuridad.
El borracho finalmente comenzaría a ¿soñar?, cualquier cosa era mejor que el constante pestañeo que le hacia aparecer en otro lugar, estaba oscuro, sin embargo, se sentía bien, era un lugar cálido y apacible, la oscuridad era su amigo, la oscuridad le ayudaría a olvidarse de todo o al menos eso pensaba hasta que vio como su tranquila y apacible oscuridad era bombardeada por recuerdos que emergían violentamente del piso... O acaso era el techo?, de pronto, frente a el algo que recordaba con claridad, el unico recuerdo del cual siempre trataba de escapar.
Nero observo como una pequeña versión de el correteaba de un lado a otro, como si pudiera verse a través de los ojos de otra persona, cuando escucho la voz fue que todo quedo claro.
-Nero quédate cerca, recuerda que en las noches de luna llena te vuelves medio loquito, ¿Debería llamarte el príncipe loco?- diría Relena, madre de Nero.
-Ya se mamá, solo tratare de conseguir algo de comida, ya sabes, a los norguedos les causa gracia cuando me pongo a hacer tonteras cuando beben- respondería el pequeño que llevaba un par de piedras en las manos.
-Hijo ya tenemos comida, no necesitas ir, además no sabes lo que pueda pasar, ya hemos tenido problemas con ellos porque te pones como loquito- la mujer haría movimientos circulares con sus dedos mientras se acercaba para molestar al pequeño.
-Maaamá, la carne seca de anfisbena me esta comenzando a romper la garganta, además ambos podríamos comer bien, nos lo merecemos- diría el pequeño Nero mientras se limpiaba un moco con su antebrazo.
-Hmmpf... De acuerdo, no tengo como negarme a mi príncipe, pero ten cuidado eh, si te empiezas a sentir medio raro, vuelve a casa rápido- señalaría finalmente Relena, mientras se acercaba al pequeño Nero y le daba un beso en la frente mientras le abrazaba y jugaba con sus cabellos.
Finalmente la mujer dejo ir al pequeño y cuando se aseguro de que ya se había ido de aquella roca a la que llamaban hogar, se deshizo en lagrimas, -¿Qué clase de madre soy?, obligándonos a vivir en la miseria!, incluso sabiendo que nuestro destino es matarnos....- Relena se limpio las lagrimas en su vestido carmesí, pensar en aquello le aterrorizaba, ¿Qué clase de madre cría a su hijo solo para matarlo?, Relena nuevamente comenzaba a debatirse sobre si estaba tomando la decisión correcta, 10 años llevaba haciéndose la misma promesa, de que este seria el día en que el linaje brutal de ambos se acabaría, que era mejor que ella terminara con su hijo a que tuviera que ser perseguido por el mundo para tener un destino aun peor, sin embargo, ya llevaba 10 años postergando aquella decisión.
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-Mamá...¿Por que me dejaste vivir? deberías haberme matado- comentaría el ya no tan borracho Nero mientras observaba a través de los ojos de su madre lo que serian sus ultimas horas, entonces llego el momento el cual no quería ver, su forma draconica irrumpiendo de nueva cuenta en el arenal, su madre transformándose, la batalla subsecuente y aquel fatídico desenlace.
-Matame! ¿Por que no me matas!?, has tenido todas las oportunidades!- Recriminaría el borracho, molesto, sabiendo el resultado que aquello tendría, siendo entonces cuando sentiría la misma rabia e ira que siempre se apoderaba de el cuando adquiría su forma ancestral, pero esta vez, era su madre quien se dejaba guiar por aquellas emociones, siendo el la victima de aquella ira, vio como su madre le hería brutalmente hasta casi matarle.
-No recuerdo esto... Vamos hazlo!- señalaría el borracho al borde de las lagrimas. Sin embargo, otro sentimiento se haría presente en él, algo muy similar a lo que la oscuridad le brindaría.
-¿Como podría matar a mi príncipe?- la voz de Relena tomaría a Nero por sorpresa. Relena había vuelto a su forma humana y estiraba sus brazos hacia la creatura en la cual se habia convertido su hijo. Nero por su parte cerro los ojos puesto que sabia lo que él estaba por hacer -Espero que crezcas para ser un hombre de bien, espero que el mundo no sea un lugar difícil para ti, espero que hagas muchos amigos, que encuentres a alguien que te quiera por quien eres, que recorras el mundo y vivas muchas aventuras, que seas feliz, y que te perdones por lo que estas por hacer, por que yo no te culpo por lo que pasara, solo siento amor por ti, mi dulce princi...- las palabras se acabaron abruptamente y Nero sabia exactamente por que.
La oscuridad nuevamente le envolvía, ahogando el llanto desconsolado que Nero profería, inundado por aquel ultimo sentimiento que su madre sintió por el, un amor puro que le abrazaba y trataba de reconfortarle incluso en el fin de los tiempos.
OFF: Recuerdo personal del día mas trágico en la vida del borracho, esto iba a ser un solitario, pero que mejor que obtener 100 aeros y 5 xp, asi que gracias y feliz cumpleaños
El borracho finalmente comenzaría a ¿soñar?, cualquier cosa era mejor que el constante pestañeo que le hacia aparecer en otro lugar, estaba oscuro, sin embargo, se sentía bien, era un lugar cálido y apacible, la oscuridad era su amigo, la oscuridad le ayudaría a olvidarse de todo o al menos eso pensaba hasta que vio como su tranquila y apacible oscuridad era bombardeada por recuerdos que emergían violentamente del piso... O acaso era el techo?, de pronto, frente a el algo que recordaba con claridad, el unico recuerdo del cual siempre trataba de escapar.
Arenal de Roilkat, Año: 1254
Nero observo como una pequeña versión de el correteaba de un lado a otro, como si pudiera verse a través de los ojos de otra persona, cuando escucho la voz fue que todo quedo claro.
-Nero quédate cerca, recuerda que en las noches de luna llena te vuelves medio loquito, ¿Debería llamarte el príncipe loco?- diría Relena, madre de Nero.
-Ya se mamá, solo tratare de conseguir algo de comida, ya sabes, a los norguedos les causa gracia cuando me pongo a hacer tonteras cuando beben- respondería el pequeño que llevaba un par de piedras en las manos.
-Hijo ya tenemos comida, no necesitas ir, además no sabes lo que pueda pasar, ya hemos tenido problemas con ellos porque te pones como loquito- la mujer haría movimientos circulares con sus dedos mientras se acercaba para molestar al pequeño.
-Maaamá, la carne seca de anfisbena me esta comenzando a romper la garganta, además ambos podríamos comer bien, nos lo merecemos- diría el pequeño Nero mientras se limpiaba un moco con su antebrazo.
-Hmmpf... De acuerdo, no tengo como negarme a mi príncipe, pero ten cuidado eh, si te empiezas a sentir medio raro, vuelve a casa rápido- señalaría finalmente Relena, mientras se acercaba al pequeño Nero y le daba un beso en la frente mientras le abrazaba y jugaba con sus cabellos.
Finalmente la mujer dejo ir al pequeño y cuando se aseguro de que ya se había ido de aquella roca a la que llamaban hogar, se deshizo en lagrimas, -¿Qué clase de madre soy?, obligándonos a vivir en la miseria!, incluso sabiendo que nuestro destino es matarnos....- Relena se limpio las lagrimas en su vestido carmesí, pensar en aquello le aterrorizaba, ¿Qué clase de madre cría a su hijo solo para matarlo?, Relena nuevamente comenzaba a debatirse sobre si estaba tomando la decisión correcta, 10 años llevaba haciéndose la misma promesa, de que este seria el día en que el linaje brutal de ambos se acabaría, que era mejor que ella terminara con su hijo a que tuviera que ser perseguido por el mundo para tener un destino aun peor, sin embargo, ya llevaba 10 años postergando aquella decisión.
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-Mamá...¿Por que me dejaste vivir? deberías haberme matado- comentaría el ya no tan borracho Nero mientras observaba a través de los ojos de su madre lo que serian sus ultimas horas, entonces llego el momento el cual no quería ver, su forma draconica irrumpiendo de nueva cuenta en el arenal, su madre transformándose, la batalla subsecuente y aquel fatídico desenlace.
-Matame! ¿Por que no me matas!?, has tenido todas las oportunidades!- Recriminaría el borracho, molesto, sabiendo el resultado que aquello tendría, siendo entonces cuando sentiría la misma rabia e ira que siempre se apoderaba de el cuando adquiría su forma ancestral, pero esta vez, era su madre quien se dejaba guiar por aquellas emociones, siendo el la victima de aquella ira, vio como su madre le hería brutalmente hasta casi matarle.
-No recuerdo esto... Vamos hazlo!- señalaría el borracho al borde de las lagrimas. Sin embargo, otro sentimiento se haría presente en él, algo muy similar a lo que la oscuridad le brindaría.
-¿Como podría matar a mi príncipe?- la voz de Relena tomaría a Nero por sorpresa. Relena había vuelto a su forma humana y estiraba sus brazos hacia la creatura en la cual se habia convertido su hijo. Nero por su parte cerro los ojos puesto que sabia lo que él estaba por hacer -Espero que crezcas para ser un hombre de bien, espero que el mundo no sea un lugar difícil para ti, espero que hagas muchos amigos, que encuentres a alguien que te quiera por quien eres, que recorras el mundo y vivas muchas aventuras, que seas feliz, y que te perdones por lo que estas por hacer, por que yo no te culpo por lo que pasara, solo siento amor por ti, mi dulce princi...- las palabras se acabaron abruptamente y Nero sabia exactamente por que.
La oscuridad nuevamente le envolvía, ahogando el llanto desconsolado que Nero profería, inundado por aquel ultimo sentimiento que su madre sintió por el, un amor puro que le abrazaba y trataba de reconfortarle incluso en el fin de los tiempos.
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Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
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Valeria introdujo la daga hasta la empuñadura ayudándose con la fuerza de su telequinesis para atravesar el tórax. El niño-monstruo se convulsionó y estalló en pedazos y, un par de versos de Calderón más tarde, el resto del mundo hizo lo propio. Pero, de algún modo, Valeria seguía allí. Donde quiera que allí fuera.
Una parte de ella se sentía en calma, relajada. Todo había acabado y ella estaba intacta. Otra parte, se sentía frenética: ¿cómo podía haber acabado? ¡Aún tenía tanto por hacer! Se negaba a desaparecer de ese modo de la existencia, se negaba a que la existencia desapareciera de ese modo.
No supo si se debía a aquella línea de pensamiento, pero en ese momento, la oscuridad comenzó a agrietarse, a falta de una palabra mejor. Algo parecido a la luz parecía filtrarse en huecos aquí y allá, y esos huecos comenzaron a crecer separados entre sí. Y, entonces, Valeria reconoció imágenes entre esos fragmentos de luz, recuerdos.
¡¿Estaba muerta?! ¡¿Los malditos dioses habían acabado con ella?! La parte de ella que se había sentido en calma hasta el momento se unió a la fiesta de ansiedad. Cerró los ojos para no ver, pero eso solo logró ponerla más nerviosa, así que terminó por abrirlos y escudriñar cada una de las imágenes buscando algo, lo que fuera, que le sirviera como prueba de que todo aquello no era más que algún tipo de ilusión.
Y, de algún modo, lo encontró: la guarida de Bhima, tal como la recordaba antes de abandonarlo, arrasada por una fuerte corriente de agua. Valeria sabía que aquello había ocurrido, durante el terremoto que arrasó Beltrexus, pero ella no había llegado a presenciarlo. Ella vivió el terremoto en la relativa seguridad del Hekshold, entre las montañas.
Intentando acercarse más a aquella imagen, la rozó con una mano. De repente, se encontró luchando por salir a flote en medio de una corriente de agua y muebles. Unos brazos la ayudaron a incorporarse. El agua le llegaba a la cintura y se movía ahora en el otro sentido, al compás de la tierra, mientras ella tomaba aire, se atragantaba y tosía aún más agua.
—Vamos, hay que salir de aquí —dijo Rain tirando de ella, obligándola a seguir adelante, aunque no tenía la más remota idea de en qué dirección estaba eso.
Una viga crujió y se derrumbó y ella proyectó su éter para detenerla. Solo que no ocurrió nada. Fue Rain quien la empujó fuera de peligro y, después, la ayudó a levantarse una vez más. Sintió entonces una fuerte corriente de aire alzando con fuerza los escombros, apartándolos del camino.
—¡Todos fuera! ¡Rápido! —gritó Bhima a su espalda.
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OFF: Le entro al Terremoto.
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Elian no supo si había empezado a alucinar por el insomnio o por fin se había quedado dormido pero, de alguna manera, agradeció el cambio. Formó una breve oración de gracias y se dejó flotar en el olvido como si una suave corriente lo meciera, aunque no sintiera el agua a su alrededor. ¿Estaría flotando en el aire? Qué más daba, el caso era que estaba descansando por fin.
Con el tiempo, su mente, aún hiperactiva por las jornadas pasadas sin dormir, comenzó a aquietarse también. Al menos, hasta que notó, a través de los párpados cerrados, los haces de luz que se filtraban a su alrededor. ¿Estaba despierto entonces?
Abrió los ojos.
Había esperado ver la luz del sol filtrándose a través de las hojas de algún frondoso árbol, como los que solía elegir para dormir cuando aún dormía. Sin embargo, lo que vio no se parecía en nada a eso. No se parecía a nada que hubiera visto antes, en realidad.
—Ahora sí que he perdido la cabeza —murmuró.
Se dio cuenta entonces de que hablar solo era la clase de comportamiento que podía contribuir a confirmar tal diagnosis y se echó a reír con ganas.
—En fin —dijo cuando remitió el ataque de risa—, al menos no me han respondido todavía.
Quizá había hablado demasiado pronto, porque en ese momento llegó a sus oídos lo que parecían gritos lejanos. Se volvió en dirección al sonido y vio, a través de una de esas deformes ¿ventanas?, que había gente luchando; elfos y… brujos, a juzgar por las explosiones de magia nublando todo.
Instintivamente, dio un paso atrás, de algún modo. ¿Por qué su mente le mostraría algo así?
Apartó la vista de la grotesca imagen y se topó con una ciudad en llamas. Se volvió en otra dirección y reconoció una de las principales plazas de Dundarak. Estaba a rebosar de gente y, en medio de toda la expectación, se erguían los tres dragones más grandes que había visto en su vida.
¿Qué estaba ocurriendo?
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OFF: Estoy de mirón, por el momento.
Con el tiempo, su mente, aún hiperactiva por las jornadas pasadas sin dormir, comenzó a aquietarse también. Al menos, hasta que notó, a través de los párpados cerrados, los haces de luz que se filtraban a su alrededor. ¿Estaba despierto entonces?
Abrió los ojos.
Había esperado ver la luz del sol filtrándose a través de las hojas de algún frondoso árbol, como los que solía elegir para dormir cuando aún dormía. Sin embargo, lo que vio no se parecía en nada a eso. No se parecía a nada que hubiera visto antes, en realidad.
—Ahora sí que he perdido la cabeza —murmuró.
Se dio cuenta entonces de que hablar solo era la clase de comportamiento que podía contribuir a confirmar tal diagnosis y se echó a reír con ganas.
—En fin —dijo cuando remitió el ataque de risa—, al menos no me han respondido todavía.
Quizá había hablado demasiado pronto, porque en ese momento llegó a sus oídos lo que parecían gritos lejanos. Se volvió en dirección al sonido y vio, a través de una de esas deformes ¿ventanas?, que había gente luchando; elfos y… brujos, a juzgar por las explosiones de magia nublando todo.
Instintivamente, dio un paso atrás, de algún modo. ¿Por qué su mente le mostraría algo así?
Apartó la vista de la grotesca imagen y se topó con una ciudad en llamas. Se volvió en otra dirección y reconoció una de las principales plazas de Dundarak. Estaba a rebosar de gente y, en medio de toda la expectación, se erguían los tres dragones más grandes que había visto en su vida.
¿Qué estaba ocurriendo?
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OFF: Estoy de mirón, por el momento.
Elian
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Beraneango. Bera Nelad.
Beraneango. Bera Nelad.
La mano que sacudió cuerpo se aferraba a su hombro con firmeza. Su primera reacción fue fruncir el ceño y murmurar algo ininteligible. Tras otra sacudida, la irritación se apoderó de ella y abrió los ojos para encontrarse con el cansado rostro de su tío. El farol que traía consigo con una pequeña llama que bailaba con el viento que se filtraba por las rendijas de la estancia, hacía que las sombras bailaran alrededor.
- Eh, venga, no te hagas la dormida, ¿eh? Vamos hay cosas que hacer- le dijo en voz baja y con tono divertido.
Su tío, Soren, era una persona de esas que siempre tenían una sonrisa dibujada en la cara y siempre visible pese a su poblada barba, a su rostro endurecido por los años, a su mirada cansada. Su pelo rojo, siempre revuelto, enmarcaba su cara, su mancha de nacimiento en la frente. Se le pasó el cabreo inicial y le dedicó algo parecido a una sonrisa. Asintió satisfecho y después de apretarle el hombro se levantó.
- Bien, hoy tenemos mucho que hacer. Es el día grande de la feria, esperemos tener algo más de suerte hoy, ¿eh? Creo que será un buen día, ¿verdad? Los Dioses nos sonreirán hoy- asintió satisfecho sin borrar la sonrisa del rostro.
Bera apartó las mantas a un lado y se incorporó dejando que sus huesos chasquearan mientras las rigidez que sentía en el cuerpo le recordaba que dormir sobre una piel y hierba seca no era algo que quisiera repetir a menudo. Sin embargo, era lo que debía hacer. Giró sobre sus posaderas y se estiró para alcanzar las botas que descansaban a los pies de la improvisada cama. Gruñó. Se calzó y se levantó.
Se estiró todo lo que pudo y luego resopló. Volvió a girarse hacia el jergón e hincó una rodilla para inclinarse sobre una de las bolsas de viaje que descansaban junto a la pared. Sacó la ropa, que consistía en un camisón blanco, en un largo faldón, que ciñó tirando de las cuerdas y atándolo con un doble nudo. Encima colocó un corpiño que solo tuvo que tirar de las cuerdas, no lo ató. Finalmente, un chaleco remató todo lo que debía y quería, llevar durante el día. Todo el conjunto era una mezcla de colores parduzcos, de mas oscuros a más claros.
Recogió las mantas y las enrolló contra la pared. Se echó la bolsa por los hombros y cuando lo dejó todo listo, echó un rápido vistazo al resto de jergones. No había nadie. Se encogió de hombros y caminó hacia la escalera de mano. Se sentó a un lado, con las piernas colgadas y echó un rápido vistazo a los animales que estaban tumbados ahí abajo. Había vacas a un lado y burros al otro. Ninguno era de su propiedad, por desgracia pues lucían bien hermosos y parecían sanos. Los suyos, habían tenido que pasar la noche al raso, con su tío Soren Nelad como vigía incansable, atento a los peligros de la noche: animales salvajes, ladrones de ganado, bandidos. Ella le había dicho que era una tontería, que en una zona de feria, con la Guardia de Verisar vigilando, no merecía la pena. Pero su tío se empeñaba en vigilar él mismo las cabezas de ganado de la familia. Y siempre decía lo mismo: "tengo la reliquia familiar de mi lado, ¿recuerdas?" Y le enseñaba el hacha de la familia Nelad.
Suspiró y con un ágil movimiento se giró hacia la escalera y apoyó los pies en los escalones que bajó uno a uno con agilidad. Al llegar a los tres últimos se dio un ligero impulso hacia atrás y se separó de la escalera. En mitad del aire dio un medio giro y cayó al sobre el suelo levantando polvo bajo sus pies. Sonrió para sí y antes de salir de la cuadra recuperó su palo.
La mañana estaba aún por despuntar, el sol se intuía en el horizonte, coloreaba de un tono rosáceo las escasas nubes y el cielo oscuro de la noche comenzaba a tornarse en azul. La visión maravilló a Bera que aspiró el fresco aire de la mañana. En el ambiente flotaba una mezcla de olores que lejos de apagar su ánimo lo avivó con fuerza.
La cuadra de la que acababa de salir era uno de las muchas que había en la villa de Caelora, en la frontera con los Reinos del Sur. Era una zona que tenía gran tradición ganadera. Se decía que sus pastos, debido a la cercanía con los sagrados bosques de Sandorai, alimentaban al ganado como en ningún otro sitio. Una villa surgió, sufrió ataques y asaltos, se abandonó, pero siempre hubo tradición de volver y aprovechar los pastos pese al riesgo que ello suponía. Años de trashumancia hacia aquel territorio terminaron por asentar la presencia humana en la zona y se decidió celebrar una feria de ganado a mediados del verano, coincidiendo con el Midsummarblót.
- ¡Bera, aquí!- le gritó su tío desde uno de los recintos. No era el único que daba voces a esa hora de la mañana.
La mujer se acercó con paso decidido mientras echaba un vistazo a unos hombres desollar lo que parecía una cabra o una oveja. Al llegar donde estaba su tío, este le recibió con su sonrisa y le quitó restos de paja que se le habían quedado en el pelo. Acto seguido la observó y le revolvió el pelo. Bera sonrió pero rápidamente se hizo la sorprendida y fingió enfado. Soren lanzó una carcajada.
- Mira aquí, pequeña, mira estas dos cabezas, ¿las ves? Hermosas, ¿verdad?- se acercó a ella y Bera hizo lo mismo-. Pues no te fíes, he visto como le metían algo en las ubres de estas dos, palillos o algo. Quieren inflar las ubres y que se vea que dan más de lo que realmente dan- se alejó e hizo una mueca de desaprobación. Acto seguido echó a andar-. Bueno, vamos a ver como están nuestras queridas campeonas, ¿eh? Ya verás, hoy es el día. Hoy encontraremos comprador, sé de un par de ganaderos que andan interesados. Son gente de cerca de Baslodia, ya sabes, gente que no sabe de ganado pero con mucho dinero- ambos se miraron y sonrieron al mismo tiempo-. En fin, ¿vas a vender a la Pinta? No te lo voy a negar, es una buena vaca, ha sido madre un par de veces y... Bueno, no sé, me sorprende-.
- Necesitamos el dinero- respondió ella-, además, creo que podemos sacar más provecho de Casina y Valle- terminó de argumentar.
Su tío hizo su característico sonido de pensar, una suerte de sonido nasal, parecido a una m prolongada. Mientras caminaban, se cruzaron con gente de todas las edades. Algunos ordeñaban, otros llevaban forraje, otros comprobaban el estado del ganado y otros como ellos dos hacían un trabajo de inspección.
- Bueno, sí, son dos grandes vacas, una lástima que no dispongamos de mucho más terreno, ¿eh? Pero bueno, siempre podemos dejar para el invierno a Pinta, ya sabes.
- No, tío Soren, no podemos. Necesitamos el dinero. No hay año en el que las cosas salgan bien- se detuvo y suspiró-. Si no es un mal año de lluvia, es porque hay una estúpida guerra que costear; si no nieva en los altos, no recogemos cosecha; si no hay grano y no se forrajea, los animales no prosperan, no... ¿Por qué mis plegarias a Frey, Freyja, Sif nunca...?
- Ya, ya, Bera, no pasa nada, ¿eh? Relájate- dijo su tío poniéndole las manos en los hombros. Aquello la reconfortó-. No pasa nada, ¿eh? Olvídate de eso. Siempre salimos adelante, ¿no? Los Dioses siempre nos ayudan. Nos ponen a prueba Y el día que menos lo esperas, eh, pum, sorpresa: los campos crecen, los animales engordan y nosotros podemos vivir un año más.
Bera asintió y dibujó una sonrisa forzada en el rostro. Giró y siguió caminando. Su tío le alcanzó enseguida. Ella no estaba muy convencida pero debía ser así. Tenía que ser así, de lo contrario...
- ¿Crees que tendremos que cambiar los animales de tiro? Anoche escuché una conversación interesante sobre bueyes y vacas- comentó Bera para sacudirse las preocupaciones.
- ¿Ah sí? ¿Qué decían?- preguntó Soren.
- Las vacas tirarán aunque les lleve la vida, sin embargo, si al buey no le "apetece" trabajar ese día, se tumbará y no te hará caso.
- Já, esa es buena. Pero no creo que debamos cambiar a tiro de vaca. Los bueyes, al menos, son constantes en el esfuerzo, para los arados van mejor. Además, tienen más fuerza, los carros se pueden cargar más con menos animales. Los que tenemos aún nos aguantan un par de años- respondió su tío.
Bera no respondió, lo hicieron sus tripas por ella y su tío rió con ganas mientras caminaban.
- No te preocupes, he visto que están haciendo pan y seguro que fríen algo para nosotros, ¿eh? Pero primero, hay que trabajar un poco- posó una mano en su hombro y apretó con firmeza antes de lanzarse al camino con fuerzas renovadas.
Al fondo vieron el corral donde tenían las dos vacas que habían llevado a la feria. Bera esperaba de todo corazón volver con dinero y no con Pinta y Floreada. Pese a lo que dijera su tío, si no conseguían dinero, aquel año iban a pasarlo realmente mal. Las rentas del señor habían vuelto a subir, las cosechas no tenían buena pinta y para colmo, habían tenido que contribuir con cabezas de ganado por el bien del reino. Suspiró y sacudió la cabeza.
- Sí, trabajar está bien, ¿por dónde empiezo?
El desayuno consistió en una rebanada de pan recién hecho con tiras de tocino que estaban friendo en grandes sartenes. La comida se acompañó con cerveza. El sol se veía dominante sobre el cielo y regalaba una cálida mañana a todos los que se congregaban en Caelora. El almuerzo congregó allí a la mayoría de ganaderos y visitantes y todos disfrutaron de la comida, la bebida y el ambiente festivo que algunos amenizaban con canciones e historias.
Sin embargo, allí, en el lugar en el que se levantaba un estrado donde se anunciaban los distintos eventos de la feria como las competiciones y las subastas, otras conversaciones tenían lugar. Era el día grande del festejo y se esperaba que los intercambios aumentaran. Se veían grupos de hombres y mujeres que se hacían y deshacían con la misma rapidez con la que se chasqueaban los dedos. Había apretones de manos, negaciones vehementes de cabezas. Pero lo más importante, y lo que más rabia le daba era que nadie había acudido a ellos. Nadie parecía interesado en Pinta y Floreada.
Se sentía tremendamente frustrada. Su tío Soren tampoco es que fuera de gran ayuda. Se limitaba a esperar a que vinieran a él con el dinero en la mano. Estaba segura de que aceptaría cualquier oferta que sonara jugosa a sus oídos. Por todos los Dioses, ¿pero qué pensamientos son estos? Sacudió la cabeza. No. Su tío seguro que aceptaría lo que fuera mejor para ellos. Lo mejor para los últimos Nelad.
Infló el pecho con una rápida bocanada y abandonó a su tío mientras tenía su objetivo puesto en un grupo de gente algo más numeroso que el resto. En él pudo ver a un grupo de hombres y mujeres que rodeaban, dejando cierto espacio, a dos figura ricamente engalanadas.
- ... ganas de venir. Ha sido una experiencia fantástica- dijo la mujer que estaba enlazada por el brazo a un hombre que lucía una sonrisa impoluta.
- Oh, ¿os marcháis ya?- preguntó uno de los que estaban rodeando a la pareja.
- Debemos atender otros asuntos. Le estoy agradecida por toda su buena disposición, señor Ketil- la mujer hizo una leve inclinación de cabeza. El hombre a su lado ensanchó aún más su sonrisa e imitó a la mujer.
- El placer es mío señor y señora Lundgren. Su servidor Ketil de Aviscay, siempre para lo que necesiten. Que su vuelta a Baslodia sea lo más tranquila y placentera posible. ¡Y que su futuro retoño crezca fuerte y sabio!- hizo una exagerada inclinación ante ellos.
- Bueno, ¿y no os interesaría comprar las mejores vacas de toda Verisar?- preguntó Bera haciéndose oír sobre el resto de murmullos.
- ¿Qué? ¿Quién...?- el tal Ketil se giró para clavar sus sorprendidos ojos en ella. Bera se encogió de hombros-. ¿Pero cómo...? ¿Acaso sabes con quién hablas?- el hombre estaba ciertamente allterado.
- Con gente que ha venido a la feria a ver ganado y a comprar, supongo. Pero no me limito a ellos, ¿a alguno os interesa poseer las mejores cabezas de toda Verisar?- su descaro hizo que los murmullos se alzaran en torno a ella.
Bera posó sus ojos en Ketil que no sabía cómo reaccionar y ella sonrió. Luego giró la cabeza a los tales señor y señora Lundgren de Baslodia y les sonrió también. La mujer entornó los ojos y le dedicó la mejor de sus sonrisas. Bera se aclaró la voz y miró cara a cara a la señora, que parecía ser la que más atención le prestaba de todos los que allí había.
- Os lo aseguro, no hay mejores vacas que esas dos. ¡Pinta y Floreada! Esos son sus nombres. La primera, una gran madre, joven, con un gran instinto, sacó los dos mejores terneros de la zona de la comarca de los Llanos de Heimdal, os lo aseguro porque yo misma vi como los criaba- hizo una pausa para tomar aire y avanzar hacia ella-. Y luego tenemos a Floreada, oh, no habéis visto vaca más grande en toda Verisar. Más grande y sin trucos, mi señora, hay algunos que hacen trampas y abultan el caldar de los animales. ¡Floreada no! Es una vaca que nació con los deshielos, y comió de los mejores pastos tras las nieves- dio un paso hacia atrás asombrada por la cercanía con la señora.
La mujer la miró durante unos instantes mientras el hombre parecía divertirse con la situación. Entonces ella se giró hacia él y cuchichearon algo en voz baja. Ella alzó una ceja y él la miró largo tiempo antes de asentir. La mujer, entonces, se volvió hacia ella, se deshizo del brazo del hombre y se enlazó con Bera que abrió los ojos y se dejó llevar presa del miedo.
- Algo tan majestuoso quiero verlo con mis propios ojos- dijo ella ante la atenta mirada de Bera que era incapaz de apartar la mirada-. La verdad es que esta escapada al campo me ha venido bien, ¿sabes?- miró a Bera que seguía mirándola y caminando torpemente a su lado-. Oh, venga, mujer, no me mires así, solo quiero ver esos dos animalitos tan perfectos que me has descrito, ¿me las enseñarás, verdad?
- Sí, sí, por supuesto- acertó a decir mientras volvía en sí.
La mujer recogía el pelo negro en un moño. Su tez pálida contrastaba con el vivo rojo de sus labios y sus ojos marrones estaban llenos de vida. Su vestido, de colores claros, y de corte sencillo, suavizaba las curvas de su cuerpo. Bera pensó que no había nadie en el mundo más guapa que ella. Debían tener la misma edad o eso le pareció, sin embargo, su aspecto era radiante en comparación con el de ella.
Suspiró y se echó un rápido vistazo a la ropa. Frunció el ceño y luego miró atrás. El hombre las seguía a un par de zancadas de distancia y detrás iba el grupo de aduladores. Negó con la cabeza y luego al frente. Tenía una oportunidad de oro aquella gente. Quizá no se la vendiera a ella. Quizá tampoco a ninguno de los hombres y mujeres que caminaban tras ellos, murmurando y cuchicheando. Pero al menos hablarían de ella. Algo es algo. Se sobrepuso a su miedo inicial y enderezó la espalda.
- Mi señora, ¿quién sois?- preguntó mientras la obligaba a girar entre dos corrales.
- Vaya- dijo tras unos pasos de silencio-, no acostumbro a recibir esa pregunta. Es...- buscó las palabras- Distinto. Una sensación extraña. No sé si me gusta o no- en su cara se dibujó una sonrisa-. Mi nombre es Astrid Lundgren, de Baslodia- se presentó.
- Yo soy Bera Nelad, de Cedralada- contestó con orgullo la ganadera-. Un placer conocerte, Astrid- añadió antes de detenerse junto a una valla.
- Oh- ahora era Astrid la que miraba a Bera.
Bera se deshizo de su abrazo y señaló dos vacas tumbadas que rumiaban tranquilamente. Se acercó a la valla y con un ágil movimiento posó las dos manos y se impulsó al otro lado con un salto. Acto seguido pateó el culo de Pinta hasta que se levantó. Repitió la operación Floreada a la que le costó menos levantarse pese a ser más grande que la primera. Bera palmeó los lomos de los animales y les quitó los restos de paja que tenían pegados al cuerpo.
- ¿Son estas dos?- preguntó Astrid sin apartar su mirada de Bera.
- Eso es. Pinta y Floreada. El orgullo de la cabaña de Cedralada- dijo orgullosa.
Entonces, la mujer de Baslodia estudió las dos vacas y asintió. Y en su rostro se dibujó la sorpresa. Bera la miró con curiosidad y vio como levantaba dos dedos.
- Ketil, ¿cómo es posible que no me hayáis enseñado estos dos ejemplares?- preguntó sin mirar. El hombre se apuró para llegar a su lado.
- Mi señora, yo creo que las hay mejores- dijo el hombre.
- ¿Estás seguro? ¿Has visto este pelaje? Como brilla- dijo ella.
- Pero mi señora, el lomo no es completamente recto, el caldar cuelga demasiado, las pezuñas no están bien tratadas yo...
- Oh, ya veo. Entonces, no he aprendido nada, ¿es así? ¿Me estáis diciendo que he perdido el tiempo contigo?- endureció el gesto y miró a Ketil que bajó la mirada acobardado mientras negaba con la cabeza-. Yo creo que son dos de los mejores ejemplares que he visto desde que estoy aquí- sentenció la señora.
- No habéis perdido el tiempo mi señora, yo solo decía que...
- Oh, que magníficos animales. Que pelaje, que formas tan artísticas en los dibujos, que vacas tan... naturales. ¡Sí! Eso es. Son vacas sin ningún tipo de truco, ¿acaso crees que me dejaría engañar Ketil de Aviscay? ¿Acaso piensas que no sé distinguir entre la verdad y la mentira? Magníficas bestias, ¿verdad querido?- preguntó clavando los ojos en el hombre que seguía sin borrar la sonrisa del rostro.
- Sin duda, son los mejores ejemplares que han visto estos ojos- respondió él
- Oh bueno, puede que...- Ketil echó un vistazo-. Sí, es posible que haya juzgado mal en principio- añadió como tanteando el terreno con las palabras.
Bera, entonces, comprendió lo que estaba pasando.
- ¡Eso es, mi querido Ketil!- la mujer le dedicó una sonrisa radiante y el hombre se enderezó.
- ¡Sí, sí, lo veo, son dos grandísimos ejemplares! Unas bestias magníficas, mi enhorabuena a la ganadera y por supuesto a mi señora por haber acertado con su buena vista- hizo una exagerada reverencia a Astrid que se sintió profundamente halagada por el gesto.
Y entonces, llegó la primera puja. Ofrecieron ciento cincuenta aeros por las dos. Subieron a doscientos. Bera no se enteró de más cifras por el gran alboroto que se había formado. Sus ojos fueron hacia Astrid que le guiñó un ojo mientras el hombre sonriente volvía a ofrecerle el brazo al que se agarró de inmediato.
Finalmente, Bera vendió las dos vacas por un total de cuatrocientos veinte aeros. Y la señora y el señor Lundgren felicitaron a Ketil de Aviscay mientras este se llevaba los aplausos de sus competidores. Sin duda, dijo Bera, sus vacas no valían eso, les había sacado un beneficio de más de ciento cincuenta aeros a cada una y no sabía cómo sentirse. Un apretón de manos y el dinero cambió de manos. Las vacas dejaron de ser suyas y la robla la pagaría él. Y todo eso ocurrió dejándose llevar por el momento.
Cuando se quedó sola solo pudo pensar en una cosa: Astrid Lundgren de Baslodia, sería una persona que no olvidaría nunca en la vida.
Al atardecer estaba tumbada bajo la sombra de un árbol, lejos del tumulto de la feria. Se había descalzado y tenía una pierna recogida y la otra estirada mientras su cabeza descansaba sobre sus manos. Aún sentía la adrenalina correr por su cuerpo por la increíble victoria que acababa de conseguir. Su tío no podía dar crédito cuando ella se lo contó todo. No se lo creyó siquiera cuando acompañó Ketil y Bera en la comida. No se lo creía ni aun viendo la saca de monedas que le había entregado Ketil de Aviscay.
Sin embargo su mirada era de orgullo. De esperanza por un futuro brillante. Por un futuro en el que pudieran vivir algo más desahogados, en el que no tuvieran que depender de nadie. Estiró las piernas y se incorporó. La leve brisa meció sus cabellos a un lado y a lo lejos vio una figura solitaria que caminaba aparentemente distraída por la verde pradera.
Algo se removió dentro de ella. Una cálida sensación que empezó en la punta de los pies y se extendió por todo su cuerpo provocando que dejara escapar el aire con un leve gemido. Recogió las piernas y se inclinó hacia delante para observarle mejor. La cara se le enrojeció mientras el torbellino de emociones se desataba en su cabeza. ¿Había algo que no pudiera conseguir? ¿Acaso ella, sola, no había sido capaz de duplicar el valor de dos vacas? Sí, Astrid ayudó, pero fue mi impulso. Mi arrebato. Mi fuerza. Mi voluntad. Ladeó la cabeza, entornó la mirada y sonrió. Sí. Mi voluntad. Hoy nada podrá pararme.
- ¡Eh, hombretón! ¿Estás perdido?- Bera le regaló la mejor de sus sonrisas mientras los ojos del grandullón se posaban en ella.
Con un rápido movimiento de hombros, el chaleco que se había desabrochado, cayó por sus brazos y ella se levantó. Dejó las manos tras la espalda e hizo un movimiento de vaivén antes de dar un paso hacia él. La sonrisa se ensanchó. Eran pasos cortos, delicados, sigilosos. Se sentía como una depredadora, con cuidado de no errar un paso, de no perder la vista de la presa que tan apetecible se le hacía a cada paso. Su corazón empezó a latir con más fuerza. La distancia se acortó.
Sin mediar palabra lanzó una mano a su brazo izquierdo y lo agarró con fuerza para pivotar sobre él y quedar a su espalda. El corazón le latía con tanta fuerza que casi no era capaz de articular palabra. Su espalda, ancha como un muro. Su cabeza que se giró para ver dónde estaba ella. Sus fuertes brazos, con las manos curtidas en mil batallas. Soltó un jadeo. Volvió al frente para clavar su mirada en sus preciosos ojos verdes.
- ¿Esas manos son solo para la espada- llevó la mano a su entrepierna y apretó y sonrió con el contacto-, o son capaces de agarrar un arma mucho más peligrosa?
Por todos los Dioses, ¿he dicho eso? Bera se estaba mordiendo el labio inferior al tiempo que seguía clavando su mirada en todos y cada uno de los detalles del cuerpo de aquel guerrero. No, no hay nada que me pare. Completó una vuelta y esta vez, pasó sus manos por la espalda, el costado y llegó al pecho. Agarró la camisa y tiró con fuerza de ella antes de alejarse unos pasos con una risita.
Volvió al frente huyendo de sus verdes ojos. Y entonces se dio la vuelta. Dio un par de pasos y miró hacia atrás, por encima del hombro. Sin que él lo viera, desanudó las cuerdas del faldón. Dos pasos más allá, cayó y cuando iba deslizándose por las rodillas, volvió a mirar atrás. Dio dos pasos más y se fue al suelo, dejando ver sus piernas mientras gateaba hacia el árbol más cercano.
Se detuvo y se quedó sentada acariciándose las piernas. Los cabellos caían por su cara y cuando giró la cabeza hacia donde estaba él, solo se veía la mitad de su rostro. La mejilla colorada, el ojo brillante, una sonrisa deslumbrante. Era Bera Nelad, y ese día se sentía capaz de hacer cualquier cosa.
Incluso de él.
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OFF: Es una idea original. No forma parte de los temas propuestos por Master Fehu.Sango
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
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La oscuridad envolvió de nuevo a Nero Crimson, que acababa de ser testigo de la cruel muerte de su madre, una mujer bondadosa que no había sentido sino el más puro amor por su asesino.
Desgraciadamente, la oscuridad no traía consigo ni una gota de alcohol en el que ahogar su culpa y su vergüenza. ¿Acaso el amor que había sentido en el corazón de su madre sería suficiente para que el borracho se perdonara por fin a sí mismo? Eso es algo que solo averiguaría con el tiempo, tiempo que quizá se hubiera detenido para siempre.
No así los fragmentos del pasado, que se multiplicaban rápidamente a su alrededor. Ahora había tantos que cada vez se hacía más difícil no tocar alguno. Sobre todo cuando uno tenía los ojos enceguecidos por las lágrimas. Antes de que se diera cuenta de lo que ocurría, el desolado Nero sería absorbido por otro recuerdo.
Nero Crimson: Espero que no crerías que te íbamos a regalar tan fácilmente los áeros y la experiencia por algo que ibas a escribir de todas formas. Además, sabes que me gusta torturarte y no iba a dejar de hacerlo porque estés llorando como un crío en un rincón del no-tiempo. Otro recuerdo te ha absorbido y dejaré que sean las runas las que decidan cuál. Si saco una runa mala o muy mala, serás el joven mutilado en la mesa de operaciones de la historia de Zagreus; si la runa es buena o muy buena, serás el fortachón que Bera Nelad acaba de seducir en la historia de Sango (no es obligatorio representar escenas +18); si es una runa media, tú eliges dónde apareces.
Las reglas siguen siendo las mismas: quien primero llegue, se lleva la plaza. Igualmente, si alguien estaba esperando a esas escenas de reserva que se mencionaron, que me avise por privado y las publicaré con el resto, aunque creo que entre las que ya se publicaron y las que han propuesto algunos usuarios hay espacio suficiente para los participantes.
Desgraciadamente, la oscuridad no traía consigo ni una gota de alcohol en el que ahogar su culpa y su vergüenza. ¿Acaso el amor que había sentido en el corazón de su madre sería suficiente para que el borracho se perdonara por fin a sí mismo? Eso es algo que solo averiguaría con el tiempo, tiempo que quizá se hubiera detenido para siempre.
No así los fragmentos del pasado, que se multiplicaban rápidamente a su alrededor. Ahora había tantos que cada vez se hacía más difícil no tocar alguno. Sobre todo cuando uno tenía los ojos enceguecidos por las lágrimas. Antes de que se diera cuenta de lo que ocurría, el desolado Nero sería absorbido por otro recuerdo.
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Nero Crimson: Espero que no crerías que te íbamos a regalar tan fácilmente los áeros y la experiencia por algo que ibas a escribir de todas formas. Además, sabes que me gusta torturarte y no iba a dejar de hacerlo porque estés llorando como un crío en un rincón del no-tiempo. Otro recuerdo te ha absorbido y dejaré que sean las runas las que decidan cuál. Si saco una runa mala o muy mala, serás el joven mutilado en la mesa de operaciones de la historia de Zagreus; si la runa es buena o muy buena, serás el fortachón que Bera Nelad acaba de seducir en la historia de Sango (no es obligatorio representar escenas +18); si es una runa media, tú eliges dónde apareces.
DESDE ESTE MOMENTO, QUEDAN ABIERTAS LAS PLAZAS PARA SEGUNDAS CUENTAS Y ACOMPAÑANTES, SI ESTÁN INTERESADOS
Las reglas siguen siendo las mismas: quien primero llegue, se lleva la plaza. Igualmente, si alguien estaba esperando a esas escenas de reserva que se mencionaron, que me avise por privado y las publicaré con el resto, aunque creo que entre las que ya se publicaron y las que han propuesto algunos usuarios hay espacio suficiente para los participantes.
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
El miembro 'Fehu' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
El ahora peliblanco elfo oscuro observaba a su alrededor, además de ver una copia oscura de si mismo, noto que se encontraba exactamente en el lugar de los hechos, solo momentos después de haberse marchado de la batalla contra Oniria, un leve escalofrió recorrió su espalda cuando recordó como aquello había resultado para el, casi había muerto debido a los latigazos de la bruja, sin embargo, había mas creaturas en ese lugar, no se dio cuenta del hecho hasta que había sido demasiado tarde.
-Ahora robaste el cuerpo de tu compañero ¿Acaso el mío no fue suficiente?- diría una versión oscura de quien fuera el dueño original del cuerpo con el que ahora le conocían, Braver, un valiente guerrero de hace quien sabe cuantos años en el pasado, quien murió luchando al lado de Zelas.
-Braver... No es....- el peliblanco reflejaba en su rostro un profundo pesar.
-No solo roba, sino que nos utiliza como quiere y nos deja morir- una versión oscura de Percival, un aliado que le había ayudado a remediar una deuda con las sirvientas de Azaril y también había muerto luchando al lado de Zelas.
-¿Hay alguien aquí a quien este tipo no haya provocado la muerte indirectamente?- una versión oscura de Pacha, Sirvienta de Azaril a quien Zelas había ayudado a liberar de la maldición Berserker y que posteriormente también había encontrado su final en batalla al lado del no-elfo.
-Esto es una pesadilla... No hay otra explicación- diría el peliblanco horrorizado ante lo que sus ojos veían.
-Yo, pero solo porque fue el quien me asesino- una versión oscura de una chica albina de nombre impronunciable apareció entre ellos.
-μ...- las piernas de Zelas finalmente cedieron quien arrodillado miraba hacia arriba a todos los que habían muerto por culpa suya.
Matar a veces era parte de su trabajo, para que algunos pudieran vivir otros debían morir, era la ley de la vida, eso no le importaba al no-elfo, pero la muerte de sus cercanos, eso... Eso era otra historia, aquello era algo de lo que no hablaba con nadie, la culpa de quienes habían muerto debido a sus actos o a querer ayudarle era peor que cualquier cosa que pudiera imaginar, ni siquiera la creatura mas feroz se asemejaba al terror que llegaba a sentir de tan solo imaginar que debiera rendirle cuentas a sus muertos.
-Vaya, así que si aprendiste a pronunciar mi nombre al final- diría la chica albina de nombre μ mientras caminaba alrededor del ahora peliblanco elfo.
-No pudiste salvar a ninguno de nosotros, porque piensas que podrías siquiera salvar a tus actuales aliados- señalaría el Braver oscuro mientras una extraña visión comenzaba a gestarse frente a Zelas.
-¿Otra vez planeabas reunir aliados para algo que no podías hacer por ti mismo?, ¿También los guiaras a su muerte?- el Percival oscuro extendería su brazo para hacer aparecer siluetas de diferentes personas.
-No.. No se trata de eso...- Zelas podría reconocer a las siluetas fácilmente, eran sus amigos y aliados mas cercanos.
-Solo hieres a la gente, al final del día, todos terminaran como nosotros- señalaría la Pacha oscura haciendo un movimiento con su mano para que las siluetas cayeran muertas frente a Zelas.
El peliblanco se cubriría los ojos ahogando un sollozo debido a que el hecho de que aquella posibilidad existiera le aterrorizaba mas que nada en el mundo, -Veo que sigues siendo un elfo egoísta y malcriado, el hecho de que seas llorón es algo nuevo... Ya se... Te cantare una canción- diría la oscura μ quien comenzaría a cantarle al oído para luego alejarse y seguir cantando una canción que Zelas ya había escuchado hace mucho tiempo atrás.
Ahora Pacha, Braver y Percival empuñaban sus armas preparados para hacer que Zelas rindiera cuentas, la ironía de que fuera mientras su primer amor cantaba daba un aire de cierta justicia poética, que fuera en especifico la misma canción que μ utilizo cuando quiso matarle fue aun mas irónico y extraño, sin embargo, despertó algo en el, algo que entre tantas muertes experimentadas en carne propia, Zelas creía perdido.
Zelas trato de levantarse y apoyo parte de su peso en una pierna y mientras aun tenia una rodilla apoyada en el piso, fue en ese momento cuando sus verdugos trataron de acabarle, entonces una enorme espada se materializo sobre su cabeza, clavándose frente a el y bloqueando las otras 3 espadas. Mientras se ponía de pie su apariencia iba cambiando lentamente hasta transformarse en la versión oscura un elfo de cabello negro, similar al Zelas de antes que muriera por primera vez.
-Ahora robaste el cuerpo de tu compañero ¿Acaso el mío no fue suficiente?- diría una versión oscura de quien fuera el dueño original del cuerpo con el que ahora le conocían, Braver, un valiente guerrero de hace quien sabe cuantos años en el pasado, quien murió luchando al lado de Zelas.
-Braver... No es....- el peliblanco reflejaba en su rostro un profundo pesar.
-No solo roba, sino que nos utiliza como quiere y nos deja morir- una versión oscura de Percival, un aliado que le había ayudado a remediar una deuda con las sirvientas de Azaril y también había muerto luchando al lado de Zelas.
-¿Hay alguien aquí a quien este tipo no haya provocado la muerte indirectamente?- una versión oscura de Pacha, Sirvienta de Azaril a quien Zelas había ayudado a liberar de la maldición Berserker y que posteriormente también había encontrado su final en batalla al lado del no-elfo.
-Esto es una pesadilla... No hay otra explicación- diría el peliblanco horrorizado ante lo que sus ojos veían.
-Yo, pero solo porque fue el quien me asesino- una versión oscura de una chica albina de nombre impronunciable apareció entre ellos.
-μ...- las piernas de Zelas finalmente cedieron quien arrodillado miraba hacia arriba a todos los que habían muerto por culpa suya.
Matar a veces era parte de su trabajo, para que algunos pudieran vivir otros debían morir, era la ley de la vida, eso no le importaba al no-elfo, pero la muerte de sus cercanos, eso... Eso era otra historia, aquello era algo de lo que no hablaba con nadie, la culpa de quienes habían muerto debido a sus actos o a querer ayudarle era peor que cualquier cosa que pudiera imaginar, ni siquiera la creatura mas feroz se asemejaba al terror que llegaba a sentir de tan solo imaginar que debiera rendirle cuentas a sus muertos.
-Vaya, así que si aprendiste a pronunciar mi nombre al final- diría la chica albina de nombre μ mientras caminaba alrededor del ahora peliblanco elfo.
-No pudiste salvar a ninguno de nosotros, porque piensas que podrías siquiera salvar a tus actuales aliados- señalaría el Braver oscuro mientras una extraña visión comenzaba a gestarse frente a Zelas.
-¿Otra vez planeabas reunir aliados para algo que no podías hacer por ti mismo?, ¿También los guiaras a su muerte?- el Percival oscuro extendería su brazo para hacer aparecer siluetas de diferentes personas.
-No.. No se trata de eso...- Zelas podría reconocer a las siluetas fácilmente, eran sus amigos y aliados mas cercanos.
-Solo hieres a la gente, al final del día, todos terminaran como nosotros- señalaría la Pacha oscura haciendo un movimiento con su mano para que las siluetas cayeran muertas frente a Zelas.
El peliblanco se cubriría los ojos ahogando un sollozo debido a que el hecho de que aquella posibilidad existiera le aterrorizaba mas que nada en el mundo, -Veo que sigues siendo un elfo egoísta y malcriado, el hecho de que seas llorón es algo nuevo... Ya se... Te cantare una canción- diría la oscura μ quien comenzaría a cantarle al oído para luego alejarse y seguir cantando una canción que Zelas ya había escuchado hace mucho tiempo atrás.
- Canción de μ:
Ahora Pacha, Braver y Percival empuñaban sus armas preparados para hacer que Zelas rindiera cuentas, la ironía de que fuera mientras su primer amor cantaba daba un aire de cierta justicia poética, que fuera en especifico la misma canción que μ utilizo cuando quiso matarle fue aun mas irónico y extraño, sin embargo, despertó algo en el, algo que entre tantas muertes experimentadas en carne propia, Zelas creía perdido.
Zelas trato de levantarse y apoyo parte de su peso en una pierna y mientras aun tenia una rodilla apoyada en el piso, fue en ese momento cuando sus verdugos trataron de acabarle, entonces una enorme espada se materializo sobre su cabeza, clavándose frente a el y bloqueando las otras 3 espadas. Mientras se ponía de pie su apariencia iba cambiando lentamente hasta transformarse en la versión oscura un elfo de cabello negro, similar al Zelas de antes que muriera por primera vez.
-Vaya me siento un poco mas alto que antes y...- noto que su cabellera blanca habia desaparecido se llevo una mano hacia una de sus orejas y las noto puntiagudas, para luego secarse las lagrimas "Adquirí la forma de Rauko porque es la persona mas poderosa que conozco... Ahora he vuelto a ser yo porque esto es algo que solo yo experimente" pensó Zelas.
El elfo tomo la enorme espada y noto como las versiones oscuras de quienes hubieran sido amigos y aliados comenzaban a desvirtuarse, cuando se volteo a ver a la versión oscura de su primer amor, noto que esta seguía completa e imperturbable en su canto. Zelas recordó el motivo por el cual peleaba, por que volvía a levantarse cada vez que caía.
Sin dudar se abalanzo sobre la desvirtuada versión oscura de Braver y ambas espadas colisionaron -Los 5 caballeros de la puerta tuvieron un final trágico, sin embargo, inadvertidamente recordamos su sacrificio siempre que comemos la fruta mas preciada de Aerandir, la creatura que albergaba aquella enorme puerta jamás salió y las biusas llevan su nombre en honor a aquellos guerreros, Braver estaría orgulloso porque su deber fue cumplido y porque aun cientos de años en el futuro sus nombres siguen vivos- Zelas entonces intercambiaría un par de golpes de espada, cuando noto que Braver había desaparecido y una horrible creatura ahora ocupaba su lugar, un corte decisivo puso fin a aquella abominación y al observar a las versiones oscuras noto como poco a poco la ilusión iba desapareciendo.
Zelas nuevamente se volteo a mirar a la albina, quien seguía cantando y parecía brillar un poco mas en aquel lugar, sonriendo aquella versión oscura del elfo se enfrento a la versión oscura de Percival y a la versión oscura de pacha al mismo tiempo. -Es cierto que varios han muerto por mi culpa, pero hare todo lo posible por proteger a aquellos que son preciados, sin importar cuantas veces deba morir!- la enorme espada del elfo comenzaba a molestarle por lo que no dudo en descartarla en mitad de la batalla solo para que otra espada un poco mas pequeña que la que tenia y una cimitarra aparecieran en sus manos, desviando ataques con mas efectividad que antes, la enorme espada en cambio desapareció de la misma forma que había aparecido -Y si no logro protegerlos, tengan por seguro que me encargare de vengarles!- para cuando había acabado con ambas versiones oscuras, ya no estaban ni Percival, ni Pacha, solo creaturas horribles igual que aquella que había adoptado la forma de Braver.
Zelas entonces se acerco a μ acaricio su rostro y interrumpió su canto para darle un apasionado beso el cual correspondido de igual forma.
-No estas aquí para matarme verdad- diría el elfo sonriendo.
-Vaya, hasta que al fin te has dado cuenta- diría la peliblanca sonriendo.
-Pero ¿Cómo?- preguntaría el elfo emocionado.
-Siempre he estado ahí tontito, te dije que nuestro amor nunca moriría- diría μ tocando el pecho de Zelas.
El elfo derramo nuevamente lagrimas pero esta vez eran de felicidad, eso era lo que había recuperado, lo que después de tantas muertes parecía haber olvidado.
-¿Puedes...?-
-¿Cantar para ti?, que elfo mas malcriado- señalaría la albina para darle un tierno beso -por supuesto, lo que sea por mi amado, cuando te sientas perdido recuerda nuestra canción... Bueno, viendo la situación, le hare un breve cambio-
μ comenzaría a entonar una canción al ritmo de una melodía que solo Zelas podría escuchar ya que la albina comenzaría a desaparecer para que Zelas pudiera centrarse en lo importante, el elfo ahora viendo el panorama completo sobre lo que debía hacer, nuevamente tiro las espadas que tenia y al igual que había ocurrido anteriormente estas desaparecieron, en su lugar apareció en sus manos una espada enorme, la cual estaba compuesta de otras espadas las cuales podía separar y juntar según lo que necesitara en el momento.
Así escuchando la canción de su amada el elfo se lanzo de nueva cuenta a la batalla contra aquellas horribles creaturas.
- La canción Re versionada que escucha Zelas:
OFF: bueno me enfrento al juicio y visiones de mis amigos y aliados muriendo por mi culpa y recupero mi voluntad de enfrentarlos gracias al amor
PD: Si, el opening me da poderes(?)
Última edición por Zelas Hazelmere el Jue 14 Sep - 3:56, editado 2 veces (Razón : detalles*)
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Nero continuaba envuelto en la oscuridad mientras su rostro seguía anegado en lagrimas, debido a esto no noto el abrumador torrente de recuerdos de distintos tiempos y personas, solo una fuerte sacudida le saco del trance en el que estaba, aunque fuerte sacudida era minimizar lo que estaba ocurriendo, el brusco movimiento de la tierra le hizo caer de bruces contra el piso.
-Richter!, levántate, rápido!- le inquiría una voz a la distancia.
-Eso intento!- respondería Richter.
Nero entonces reconoció que ahora se encontraba en la piel del llamado Richter, quien con dificultad se ponía de pie y trataba de avanzar hacia la salida de aquella casa, las tablas crujían de forma alarmante y la tierra rugía con una intensidad que nunca había experimentado en su vida, las cosas caían alrededor de la casa mientras aquella voz a la distancia le seguía llamando para que saliera de allí. A duras penas y cubierto de polvo, Richter saldría finalmente de la casa justo antes de que los pilares cedieran y esta se derrumbara, al mismo tiempo que aquel terremoto se detenía.
-Richter!, Gracias a los dioses!- diría el hombre que había estado llamando a Richter, abrazándolo afectuosamente.
-Estoy bien Mercalli, tranquilo- diría Richter con un tono de alivio, puesto que había evitado con éxito que la casa se derrumbara sobre el.
-¿Por qué no usaste tu magia para detenerlo?- preguntaría Mercalli preocupado.
-Esto es mas fuerte que mi magia Mercalli, ni siquiera diez magos de tierra juntos podrían detener algo así- respondería Richter a su amigo.
Ambos hombres, compañeros de cuarto en aquella casa donde se hospedaban se conocían desde hace años y ahora tenían otra historia que añadir a su repertorio, en los años venideros seria común en Beltrexus que los habitantes se preguntaran entre si como habían vivido el terremoto del 64.
Los amigos se pusieron en alerta cuando una replica comenzó a sacudirles, lo que vieron entonces les helo la sangre, varias casas del sector derrumbadas, los gritos y el llanto competían con el sonido de la tierra moviéndose y las casas derrumbándose, -Mercalli, tenemos que alejar a gente de la ciudad!- le gritaría Richter a su amigo, viendo como la ciudad comenzaba a desmoronarse.
La replica se detuvo y ambos amigos concordaron en que debían sacar a la mayor cantidad de gente posible antes que las ruinas dieran paso a las llamas o incluso a algo peor, Richter y Mercalli acordaron juntarse en la salida de la ciudad en media hora, en el intertanto tratarían de enviar a la mayor cantidad de gente posible en esa dirección.
Una vez separados Richter comenzó a ayudar a la gente a salir de los escombros, cada tanto una nueva replica los ponía a todos en alerta y asustaba a los mas preocupados, Richter se encargaba de decirles a todos que salieran de la ciudad con lo puesto, sin embargo, su atención se centro en un pequeño grupo que hacia lo opuesto, y corrían desesperados hacia el puerto.
-¿Qué esta pasando?- preguntaría Richter a uno de los no tan heridos habitantes de Beltrexus.
-El mar se ha recogido, hay peces para todos!, los dioses no nos han abandonado!- diría el ciudadano buscando algo bueno dentro de toda esa destrucción.
Richter tuvo un mal presentimiento, ninguno de sus estudios le había preparado para algo así, tampoco había escuchado de sismos tan grandes, lo que estaban viviendo era histórico y las decisiones que tomaran ese día serian un factor clave en la supervivencia, decidiendo hacerle caso a su intuición el brujo se marcho antes hacia la salida de la ciudad. Entre un grupo de unos pocos Richter se encontró con Mercalli quien parecía emocionado por algo.
-Richter!, ¿ya escuchaste lo del puerto?- diría el hombre entusiasmado.
-Si, no vayas... No se como explicarlo Mercalli, pero no me hace sentir bien escuchar eso, ya sabes como funcionan las olas- diría Ritcher inquieto y con muchas ganas de salir de ahí.
-Si, de atrás hacia adelante, hasta un niño lo sabe- diría Mercalli tratando de entender que era lo que su amigo trataba de decir.
-Exacto, es una verdad irrefutable, pero este enorme sismo es algo que nunca antes se había visto, así como tampoco se ha visto que el mar se recogiera tan atrás... No sabemos que tanto avanzara el mar cuando vuelva, pero se que no quiero estar en el puerto cuando eso pase- diría Richter caminando hacia el lado opuesto al puerto.
Mercalli entonces comprendió a que se refería su amigo, probablemente los que se alejaban de la ciudad también suponían lo mismo, ante lo cual tragando un poco de saliva por lo que podría haber ocurrido, Mercalli se unió al grupo de los que abandonaban la ciudad.
OFF: Me uno al terremoto, pero como se que no me la dejaran fácil, espero mas replicas y un maremoto y un tsunami solo por el drama y el hecho que están en una isla XD
-Richter!, levántate, rápido!- le inquiría una voz a la distancia.
-Eso intento!- respondería Richter.
Nero entonces reconoció que ahora se encontraba en la piel del llamado Richter, quien con dificultad se ponía de pie y trataba de avanzar hacia la salida de aquella casa, las tablas crujían de forma alarmante y la tierra rugía con una intensidad que nunca había experimentado en su vida, las cosas caían alrededor de la casa mientras aquella voz a la distancia le seguía llamando para que saliera de allí. A duras penas y cubierto de polvo, Richter saldría finalmente de la casa justo antes de que los pilares cedieran y esta se derrumbara, al mismo tiempo que aquel terremoto se detenía.
-Richter!, Gracias a los dioses!- diría el hombre que había estado llamando a Richter, abrazándolo afectuosamente.
-Estoy bien Mercalli, tranquilo- diría Richter con un tono de alivio, puesto que había evitado con éxito que la casa se derrumbara sobre el.
-¿Por qué no usaste tu magia para detenerlo?- preguntaría Mercalli preocupado.
-Esto es mas fuerte que mi magia Mercalli, ni siquiera diez magos de tierra juntos podrían detener algo así- respondería Richter a su amigo.
Ambos hombres, compañeros de cuarto en aquella casa donde se hospedaban se conocían desde hace años y ahora tenían otra historia que añadir a su repertorio, en los años venideros seria común en Beltrexus que los habitantes se preguntaran entre si como habían vivido el terremoto del 64.
Los amigos se pusieron en alerta cuando una replica comenzó a sacudirles, lo que vieron entonces les helo la sangre, varias casas del sector derrumbadas, los gritos y el llanto competían con el sonido de la tierra moviéndose y las casas derrumbándose, -Mercalli, tenemos que alejar a gente de la ciudad!- le gritaría Richter a su amigo, viendo como la ciudad comenzaba a desmoronarse.
La replica se detuvo y ambos amigos concordaron en que debían sacar a la mayor cantidad de gente posible antes que las ruinas dieran paso a las llamas o incluso a algo peor, Richter y Mercalli acordaron juntarse en la salida de la ciudad en media hora, en el intertanto tratarían de enviar a la mayor cantidad de gente posible en esa dirección.
Una vez separados Richter comenzó a ayudar a la gente a salir de los escombros, cada tanto una nueva replica los ponía a todos en alerta y asustaba a los mas preocupados, Richter se encargaba de decirles a todos que salieran de la ciudad con lo puesto, sin embargo, su atención se centro en un pequeño grupo que hacia lo opuesto, y corrían desesperados hacia el puerto.
-¿Qué esta pasando?- preguntaría Richter a uno de los no tan heridos habitantes de Beltrexus.
-El mar se ha recogido, hay peces para todos!, los dioses no nos han abandonado!- diría el ciudadano buscando algo bueno dentro de toda esa destrucción.
Richter tuvo un mal presentimiento, ninguno de sus estudios le había preparado para algo así, tampoco había escuchado de sismos tan grandes, lo que estaban viviendo era histórico y las decisiones que tomaran ese día serian un factor clave en la supervivencia, decidiendo hacerle caso a su intuición el brujo se marcho antes hacia la salida de la ciudad. Entre un grupo de unos pocos Richter se encontró con Mercalli quien parecía emocionado por algo.
-Richter!, ¿ya escuchaste lo del puerto?- diría el hombre entusiasmado.
-Si, no vayas... No se como explicarlo Mercalli, pero no me hace sentir bien escuchar eso, ya sabes como funcionan las olas- diría Ritcher inquieto y con muchas ganas de salir de ahí.
-Si, de atrás hacia adelante, hasta un niño lo sabe- diría Mercalli tratando de entender que era lo que su amigo trataba de decir.
-Exacto, es una verdad irrefutable, pero este enorme sismo es algo que nunca antes se había visto, así como tampoco se ha visto que el mar se recogiera tan atrás... No sabemos que tanto avanzara el mar cuando vuelva, pero se que no quiero estar en el puerto cuando eso pase- diría Richter caminando hacia el lado opuesto al puerto.
Mercalli entonces comprendió a que se refería su amigo, probablemente los que se alejaban de la ciudad también suponían lo mismo, ante lo cual tragando un poco de saliva por lo que podría haber ocurrido, Mercalli se unió al grupo de los que abandonaban la ciudad.
OFF: Me uno al terremoto, pero como se que no me la dejaran fácil, espero mas replicas y un maremoto y un tsunami solo por el drama y el hecho que están en una isla XD
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Beraneango. Verdes bosques y un rojo atardecer
Beraneango. Verdes bosques y un rojo atardecer
Abrió los ojos en la oscuridad… o quizás no. No estaba seguro. Parecía encontrarse en algún tipo de nada, similar a la que acompaña el final de un sueño, los escasos segundos en los que uno se percata de que todo lo vivido no es más que fruto de su imaginación. Pero la sensación, en esta ocasión, permaneció durante más tiempo. ¿Se trataba acaso de una pesadilla? Estaba acostumbrado a ellas. Las había sufrido de forma frecuente desde la muerte de sus padres, aunque el tiempo había terminado por diluir el dolor que arrastraban, solo para ser sustituidas por otros recuerdos igual de perturbadores. Su vida, lo acaecido en cada etapa de la misma, habían sido una constante en su mundo onírico.
A su mente acudieron los retazos de aquellos sueños compartidos, perturbadores. Aquellos que no quería recordar y aún menos experimentar. ¿Acaso no había sido suficiente con lo sucedido en el templo? ¿Por qué seguían los dioses castigándolo por lo sucedido, cuando el dolor que sentía ya era suficientemente abrumador? Pero no, aquello era diferente. Guardaba mayor parecido a lo sucedido en el templo de la Playa de los Ancestros, que a los retazos de aquella vida ajena que se veía obligado a experimentar.
Escuchó susurros. Aunque quizás “escuchar” no fuese el término correcto. Los sintió. Cada vez más numerosos, cada vez más caóticos. Algunas voces sonaban familiares, otras lejanas. Imágenes borrosas, como retazos de recuerdos difusos, se sucedieron ante él. Los veía sin verlos, los sentía sin ser capaz de sentir. Un destello captó su atención y el carrusel de imágenes se detuvo. Ante él un rostro conocido, más joven de lo que lo había visto nunca, y unas palabras susurradas a la noche, salidas de un antiguo poema, abandonaron sus labios:
>Todo llega, con el rojo atardecer<
[…]
La tensión, presagio de lo que estaba por llegar, reverberaba más allá de su propio ser. El bosque, a su alrededor, contenía el aliento. La agradable brisa veraniega, que había soplado sin descanso durante las últimas horas, se había desvanecido. Todo a su alrededor parecía haberse detenido, mientras el sol iniciaba su imparable descenso, cubriendo de un naranja rojizo el horizonte, mientras la tierra poco a poco se sumía en la oscuridad. Únicamente el estridulo de las cigarras permanecía inmutable, continuo y ensordecedor. Un sonido propio del periodo estival, de la vida y el renacer de la naturaleza. Una melodía cuyo término anunciaba la llegada de periodos más oscuros, un presagio del inicio del otoño, del comienzo del fin de todas las cosas.
Buscó entre los árboles los ojos que sabía que vigilaban en la oscuridad y, tras un breve instante, estos le devolvieron la mirada. Un asentimiento fue confirmación suficiente. Dirigió de nuevo sus verdes ojos hacia el horizonte. Apenas restaban segundos para que el sol se ocultase tras las montañas y sumiese el mundo en la total oscuridad de aquella noche sin luna. Acompasó su respiración con aquellos últimos instantes, saboreándolos como si de su último atardecer se tratase, bebiendo de la miríada de colores que se desplegaban ante ella, del espectáculo que solo los ocasos del verano podían ofrecer. Entonces, el disco solar desapareció tras el horizonte, en un último resplandor que pintó el cielo de un intenso color rojo carmesí. Contuvo el aliento y el mundo pareció detenerse por un instante, en aquella frontera entre el día y la noche.
La luz dio paso entonces a la total oscuridad y, como movidas por una entidad superior, todas las cigarras enmudecieron a la vez. Aquella era su señal. Una amplia sonrisa se extendió por el rostro de Dhonara que, daga en mano, siguió a sus compañeros entre las ramas de los árboles, cercando todavía más a su objetivo.
[…]
Notó como la cálida sangre sobre sus manos poco a poco sucumbía a la temperatura nocturna. La pegajosa sensación que el rojo líquido dejaba sobre su piel no la disgustaba en absoluto, pero era poco adecuada para sostener un arma con firmeza. Rastreó la pequeña estancia en busca agua y un paño para limpiarse. Con calma, retiró los oxidados rastros de sangre del filo de su oscura daga, contemplándola con cierta fascinación, antes de guardarla en su funda. Volviendo al centro de la estancia, retiró un segundo filo del inerte cuerpo del muchacho que acababa de matar. Repitiendo el proceso, se maravilló de la calidad del arma. Habían sido fabricadas con un extraño metal de color oscuro, cuyo nombre el herrero no había podido pronunciar, antes de que Dhonara le clavase uno de los cuchillos en el cuello. Eran, sin duda, su mejor adquisición hasta la fecha. Su límpido filo era capaz de atravesar de forma rápida y limpia hasta el hueso más duro, sin que una sola muesca o deformación distorsionasen su perfección.
Se limpió con cuidado las uñas, antes de tirar el paño sobre el rostro de su última víctima, cuyos ojos contemplaban ausentes el techo de aquella improvisada tienda de campaña. Lo miró con desdén una vez más. No había sido soldado, era demasiado joven para vestir la armadura. Probablemente pertenecía a alguno de los grupos de ganaderos que habían decidido celebrar en la frontera, como cada periodo estival, su mercado de ganado. Se maravilló de la estupidez de los humanos. Cada año aquel evento se repetía y cada año alguno de aquellos infraseres moría, cazado como un animal por el bosque. Aun así, seguía dirigiéndose diligentemente a aquel lugar cada Midsummarblót. Al parecer la tradición pesaba más que su autopreservación.
Se deslizó de nuevo por la parte trasera de la tienda, dejando que la oscuridad engullese su efigie, ocultándola de los pocos y despreocupados supervivientes que todavía no eran conscientes de la masacre que se estaba desarrollando en su campamento. Sus verdes ojos refulgieron en la noche, mientras localizaba su siguiente objetivo.
Alcanzó la siguiente tienda antes de que el primer guarda se percatase de lo que estaba sucediendo. Su aviso quedó entonces convertido en un ahogado gargajo, cuando uno de los arqueros lo alcanzó en el cuello con una flecha. El resto del grupo apenas tuvo tiempo de alzarse, cuando una nueva oleada de proyectiles acabó con su vida. La Ojosverdes se detuvo un instante, escuchando con calma los sonidos de la noche. Ni un solo grito, ni una sola voz de alarma. El campamento seguía en silencio, a la espera de la muerte.
Se introdujo en la siguiente tienda, ocupada por un hombre joven de complexión atlética. Un soldado tal vez, o quizás un ganadero fornido… en todo caso un frío cadáver que no vería un nuevo amanecer.
[…]
Caminó entre los restos de las desatendidas fogatas que iluminaban de forma tenue el silencioso campamento. A sus pies, los cadáveres de los soldados abatidos, cuya ineficacia o, tal vez, excesiva confianza, habían permitido aquella limpia y efectiva victoria. Aunque limpia quizás no fuese la palabra adecuada, pensó para sí, mientras observaba las tiendas cercanas, donde la sangre de sus ahora-muertos huéspedes manchaba las claras y alegres telas que los habían amparado del frío.
- No voy a negar que recelaba de tu peculiar estrategia antes del ataque –la grave voz del que había sido su mentor hasta esa misma noche, la hizo girar sobre sus talones. Talion la observó con una amable sonrisa, en un rostro marcado por la sangre ajena- Pero siendo tú la artífice, no dudé ni por un segundo de que fuese a funcionar.
Dhonara le devolvió la sonrisa con satisfacción y orgullo. Su mentor era poco dado a los elogios, por lo que aquello representaba un triunfo aún mayor que el obtenido durante el ataque al campamento.
- Aprendí del mejor –comentó con sentimiento. El hombre se acercó más a ella, para reposar sus manos sobre los hombros de la pelirroja elfa.
- Con esta victoria el Consejo te ensalzará, serás nombrada líder de una de las secciones del Campamento –la observó con orgullo- Algún día encontrarás a un pupilo digno de ser adiestrado por ti que, al igual que tú, será la honra de nuestro clan y te hará sentir el mismo orgullo que siento yo ahora –dijo. Abriendo los brazos para señalar el campamento, añadió- Esta es nuestra mayor victoria en años. El mensaje no caerá en el olvido y tú –la señaló- siempre serás recordada como su autora.
- No ha sido solo cosa mía –comentó ella, con falsa humildad. Riendo, Talion, le echó un brazo sobre los hombros.
- Dhonara, Dhonara… sabes encandilar el oído ajeno –añadió el elfo, negando con la cabeza- Tal vez sea hora de retirarnos.
- Todavía no –respondió ella, sonriéndole- Todavía falta el gran final.
Observó de nuevo el campamento a su alrededor, mientras Talion, negando de nuevo con la cabeza, se retiraba para reunirse con algunos de los guerreros que los habían acompañado en el ataque. Con las manos a la espalda esperó, paciente. El murmullo de los grillos había sustituido el intenso estridulo de las cigarras, interrumpido solo de forma ocasional por el ulular de algun ave nocturna. Por lo demás, el campamento permanecía en silencio, muerto. No pudo evitar que una orgullosa sonrisa alzase la comisura de sus labios.
Habían planeado el ataque casi un año antes. El Midsummarblót del año anterior había acabado con pocas bajas por parte de los ganaderos y, en las tierras al sur, los murmullos de que quizás la zona fuese segura, se fueron extendiendo a lo largo de los meses. La localización del mercado permanecía en secreto hasta apenas unos días antes de su celebración, pero en aquella ocasión se había anunciado, a bombo y platillo, con casi dos meses de antelación. Hablaban de la seguridad del evento, de la presencia de soldados para proteger a los mercaderes y sus mercancías. Observó a uno de los soldados muertos, cuyo cuerpo aún acusaba los últimos estertores. No habían servido para nada. Confiados en que, de haber un ataque, se produciría cuando la noche fuese infranqueable, habían descuidado la guardia diurna. Solo un par de guardias se habían interpuesto entre ellos y las tiendas en las que dormían los ganaderos más desaventajados, desplazados a la periferia del campamento.
La incursión había comenzado nada más caer el sol. La fiesta entorno al solsticio había estado en su auge y muchos soldados había acabado por unirse a la celebración, suponiendo que todavía quedaban unas horas de relativa seguridad. Cuando regresaron a sus puestos, los primeros Ojosverdes ya se habían infiltrado en el campamento. A partir de ahí el ataque había discurrido sin mayores percances. Había esperado, pacientes, ocultos entre las sombras, el regreso de los beodos ocupantes de las carretas y tiendas del círculo externo del campamento. Uno a uno habían ido eliminándolos, al tiempo que avanzaban hacia el centro del mismo, donde se localizaban los ocupantes más aventajados. Como si de la misma muerte se tratase, el clan había ido apagando las vidas de todos y cada uno de los asistentes al mercado, sin importar su raza o edad. La propia Dhonara había dado muerte a una familia de elfos, traidores que aceptaban mercadear con humanos, que compartían el pan y el descanso con aquella infesta y destructiva raza. Como Talion había dicho, aquel sería un mensaje, que llegaría alto y claro hasta los más recónditos límites del continente.
Golpeó con el pie el inerte cuerpo de uno de los soldados, para voltearlo. La muerta mirada del hombre se dirigió, desenfocada, hacia el cielo, antes de que su cabeza se girase, laxa, hacia un lado. Una risa, más parecida a un bufido, abandonó sus labios. El primer soldado que se había percatado del ataque había caído presa de las flechas, lanzadas por su retaguardia. Cuando consiguieron dar la voz de alarma, apenas quedaban una decena de soldados con vida y poco pudieron hacer para impedir la matanza. La mayoría habían muerto, daga en pecho, demasiado borrachos para defenderse o demasiado ocupados en menesteres más privados. Al menos los últimos había muerto haciendo lo que mejor se le daba a aquella despreciable especie, reproducirse.
Unas siluetas en la distancia anunciaron que su espera había llegado a su fin. Los elfos le devolvieron la sonrisa a la cabecilla, que observó con satisfacción a las presas que traían a rastras.
- ¿Solo dos? –preguntó con cierta pena.
- El resto murió antes de que pudiéramos verlos. Estos estaban despiertos cuando los alcanzamos –el elfo asió por la barbilla a una balbuceante mujer, que miró a Dhonara con autentico pavor.
- Habría estado bien tener al menos a un par más, pero habrá que conformarse –comentó la Ojosverdes, observando a la mujer. Se agachó ante ella y, mirándola a los ojos, le preguntó- ¿Cómo te llamas?
- Ma… Marsha –respondió la aterrada mujer, a la que el elfo aún asía por la barbilla.
- ¿Sabes que vamos a hacer contigo Marsha? –preguntó Dhonara con voz dulce. La mujer se limitó a negar con la cabeza- Te vamos a usar para dar un mensaje –algo parecido a la esperanza relució en los ojos de la humana- ¿Sabes por qué te hemos elegido a ti? –preguntó de nuevo y la mujer volvió a negar- Porque compartes un rasgo distintivo con nosotros. Tienes los ojos verdes –respondió, señalando sus propios ojos- Una pena. Al menos para ti –concluyó, antes de levantarse. La mujer la observó, indecisa, probablemente preguntándose si la iban a liberar- Preparadlo todo –ordenó al grupo de Ojosverdes que se había reunido en torno a ella.
Talion la observó con media sonrisa adornando sus labios. Sonrisa que la propia Dhonara de devolvió, antes de que un nuevo evento distrajese su atención.
- ¡No os acerquéis! –la voz llegó de entre las carretas cercanas, junto con el murmullo de otras- ¡He dicho que no os acerquéis!
Alzando una mano, la pelirroja elfa dio el alto a sus guerreros, que habían echado mano de sus armas. Con un último vistazo a su mentor, avanzó hasta el lugar de donde procedían los gritos. Un grupo de Ojosverdes cercaba a un humano de avanzada edad, cuyo rostro estaba enmarcado por una poblada barba roja. Una mancha de nacimiento adornaba su alta frente, contraída en una expresión de furia y cautela. Sus manos asían con fuerza un hacha propia de las tierras del norte. Se giró hacia ella, cuando el resto de los elfos hicieron amago de saludarla.
- ¿Esto ha sido cosa tuya? –preguntó con voz firme y contenida, mirando a la pelirroja elfa.
- ¿Acaso importa? –le devolvió la pregunta, usando la lengua común.
- Era buena gente. No estamos en vuestro territorio –contrarrestó el hombre, que agarró con más fuerza la empuñadura del arma, dispuesto a atacar- ¿Tanto os molestaba un mercado de ganado? –le gritó, furioso. Dhonara le dedicó una de sus sádicas sonrisas.
- Los humanos molestáis siempre. Sois como… cucarachas, que se extienden y ocupan un espacio que no les corresponde. Deberíais haberlo pensado mejor, cuando decidisteis situar vuestro pequeño evento en las fronteras de nuestro bosque –le respondió con calma.
El hombre tensó la posición, dispuesto a atacar y la elfa, con un gesto de la mano, indicó al resto de los Ojosverdes que guardasen sus armas. Aquel era su enfrentamiento… e iba a disfrutarlo. Desenvainó sus negras dagas y se posicionó a un par de pasos del hombre.
- ¿Quieres ganarte tu libertad? –le preguntó con sorna.
- No soy tan estúpido como para pensar que saldré de aquí vivo. Ni aunque te derrote –añadió- Habéis matado a mujeres y niños.
- Los niños se convierten en molestos adultos y las madres en criadoras de más niños que dan lugar a más molestos adultos. Nunca entendí porque los humanos sentís tanto reparo en hacer en la guerra aquello que resulta más lógico. Acaba con la fuente y acabarás con el problema –respondió ella sin más. El hombre la miró con furia- Quizás no salgas con vida de aquí, pero estoy segura de que lucharás hasta morir, ¿cierto?
Con un rugido, salido desde el fondo de su pecho, Soren atacó a Dhonara que, con un ágil gesto, esquivó el golpe. Sin embargo, el viejo ganadero, acostumbrado a lidiar con animales díscolos, retrotrajo el mango de su larga hacha, golpeando a la elfa en la cara. Un gemido de dolor abandonó sus labios y su visión se vio turbada por la sangre, cuando un corte en su ceja izquierda comenzó a sangrar profusamente.
- No –dijo, ante la clara intención de sus guerreros de intervenir en la batalla- Lo quiero vivo.
La sangre que corría por el lateral de su cara le llegó hasta la boca, tiñendo de rojo la perturbadora sonrisa que le dedicó al ganadero. El hombre se preparó para un nuevo envite y Dhonara, asiendo las dagas con el filo hacia su espalda, se preparó para atacar. El encuentro duró apenas un par de segundos pues la elfa, más rápida que el ganadero, insertó una de sus dagas en el costado del hombre, que había abierto la guardia al atacar. El estrangulado sonido que dejó sus labios indicó a la pelirroja que había alcanzado el pulmón y que el hombre moriría en una agónica cuenta atrás, mientras el órgano se llenaba de sangre.
Arrancó la daga sin cuidado de su cuerpo, antes de girarse hacia sus guerreros.
- Llevadlo con los otros –ordenó- Creo que tres será un número adecuado.
[…]
Talion contempló la escena con mirada crítica, antes de asentir en su dirección.
- Un poco fasto para mi gusto, pero a ti te pega –comentó, antes de darse la vuelta y seguir al grupo de guerreros que se internaba en los bosques, de vuelva al Campamento sur.
El hacha en sus manos parecía ligera. Se planteó conservarla, como premio por lo sucedido aquella noche, pero descartó después la idea. Era un arma humana, poco práctica y aún menos efectiva. Una herramienta para cortar árboles y diezmar sus bosques. No, aquel artilugio debía morir con su dueño. Alzando el arma, la clavó con fuerza en el poste de madera sobre el que habían crucificado al viejo ganadero, cuya gorgojeante respiración indicaba que todavía seguía con vida. Los otros dos crucificados, inertes y pendidos de los amarres, yacían muertos desde hacía rato.
Dio un par de pasos atrás para contemplar su obra en conjunto. El pecho de los tres presos estaba teñido del carmesí de la sangre, que corría sin descanso por su rostro desde las vacías cuencas oculares. Los ojos, verdes en los tres casos, pendían como macabras decoraciones de la rama de un árbol cercano, junto con otra decena más de orbes del mismo color, arrancados de los cadáveres del campamento.
El mensaje era claro, ningún humano o traidor a la raza tenía cabida en los verdes bosques del clan Ojosverdes o un nuevo y rojo atardecer los alcanzaría.
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OFF: Es un recuerdo original. No forma parte de los temas propuestos por el Máster. Sigue la historia de Sango.
Tarek Inglorien
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Las jornadas en la sala fría del quirófano pasaban con velocidad. El tiempo parecía transcurrir con extrañeza, era difícil determinar si se trataban de días o incluso meses. Retazos de conciencia me hacían cuestionar si aquello era un sueño o se trataba de una realidad. Era espectador de un mundo que parecía tan real, pero a la vez tan distante.
A los días descubrí que aquel sujeto se llamaba Trevor, sin embargo, aquel descubrimiento se dio por las conversaciones consigo mismo que realizaba mientras hacía tareas de mantenimiento. Nunca escuchó que se dirigieran a él con respeto, era un siervo de aquel bio cibernético que trataba con gran estima y admiración, pero sobre todo con miedo.
La rutina era fatigante, despertarse con el llegar del alba para atender las necesidades de su amo, quien siempre se refería como señor Cyrax, un nombre que no resonaba en la biblioteca de mi cabeza. No era el único sirviente de aquel escondite, pero sí era el más importante y cercano al científico.
Las habitaciones parecían estar debajo de tierra, no sabía dónde estaba ni porque tanto secretismo, era una especie de madriguera repleta de laboratorios con artefactos tecnológicos que harían envidiar a cualquier ingeniero. No había ventanas y la luz del sol parecía un sueño distante que solo era contemplado cuando Trevor era ordenado a buscar leños para el fuego o recoger algún encargo en la superficie.
El sol… incluso podría sentirlo a través de aquella conciencia prestada…
El resto del día se centraba en horas y horas en la sala de operaciones, atendiendo aquel joven en estado crítico que parecía mantenerse estable solo por un capricho del destino. Cyrax solo se centraba en él, todos sus pensamientos y deseos estaban en tener éxito.
Los días eran silenciosos, las únicas "conversaciones" con el amo se daban durante la cena, ya cuando el día se apagaba y el señor comía en soledad barajando ideas en voz alta mientras se alimentaba. Trevor solo veía y escuchaba, pero al menos esos espacios lo hacían sentir parte de aquella proeza en medicina y tecnología.
El bio cibernético siempre se refería al joven como sujeto experimental T-1000, era el único sujeto humano que había alcanzado tantos avances según las palabras textuales del científico. Su voz se amargaba cuando hablaba de sus antiguos experimentos fallidos, principalmente en animales, cuando pretendía poder utilizar un ejército con las habilidades de la tecnología y los dotes naturales de las bestia para sus caprichos personales de poder.
Sus planes habían fracasado por causas externas que el bio cibernético nunca aclaraba. Existían habitaciones con decenas de jaulas vacías, pero ahora parecía centrarse exclusivamente en T-1000.
Una noche, terminando de suturar algunas aberturas durante una jornada de operaciones, la imprudencia y curiosidad de Trevor hizo que se dirigiera al científico con una pregunta.
¿Por… por qué emplear este joven que está al borde de la muerte?... - dijo temeroso.
El hombre miró en silencio con ojos fríos, se notaba incómodo por la impertinencia de su siervo, pero su ego lo invitaba a responder, quería escuchar su voz explicando su experimento más importante. - Este sujeto tiene la voluntad de vivir luego de todo lo que ha sufrido. No solo tiene las destrezas para ser un arma en un futuro, sino que hay algo en él que no lo deja morir. - señaló mientras veía al sujeto que permanencia en coma. - Si soy capaz de arrancar esa humanidad débil que lo dejó al borde de la muerte y poder aprovechar ese ímpetu por sobrevivir, estoy seguro de que sería el sujeto perfecto. La cúspide de toda raza o bestia.
Todos anteriormente habían muerto sin siquiera alcanzar los 2 días de intervención. T-1000 lleva dos semanas y su cuerpo ha asimilado bien los componentes internos. - indicó con tono orgulloso. - Todavía falta trabajo por hacer, pero esta será una obra maestra que demostrará que Vektor Cyrax es el científico más grande de este continente. - su voz ahora era sombría y denotaba sus intenciones. No le importaba la vida de aquel joven sobre la mesa de operaciones.
El científico se fue mientras Trevor finalizaba de coser para limpiar los instrumentos quirúrgicos. En la cabeza de aquel sujeto me sentía intrigado por aquel científico y la vida de aquel joven. Una tablita de madera tenía varias páginas sueltas con un gancho, en la primera línea se podía leer “Paciente T-1000” y parecía ser un resumen de datos orgánicos del sujeto y una breve biografía.
En mis adentros deseaba que Trevor siguiera leyendo, no controlaba sus movimientos, pero era esclavo de sus ojos, si aquel hombre no leía yo no sería capaz de satisfacer mi curiosidad, curiosidad que sabía que Trevor compartía.
Nombre: Taquión
Apellido: Desconocido
Edad: 19 años
El hombre temeroso de que Cyrax volviera y lo encontrara husmeando, leía con cautela. Sin embargo, su lectura se vio interrumpida con un suspiro abrupto, el joven en la mesa abrió los ojos con un espasmo agresivo.
A los días descubrí que aquel sujeto se llamaba Trevor, sin embargo, aquel descubrimiento se dio por las conversaciones consigo mismo que realizaba mientras hacía tareas de mantenimiento. Nunca escuchó que se dirigieran a él con respeto, era un siervo de aquel bio cibernético que trataba con gran estima y admiración, pero sobre todo con miedo.
La rutina era fatigante, despertarse con el llegar del alba para atender las necesidades de su amo, quien siempre se refería como señor Cyrax, un nombre que no resonaba en la biblioteca de mi cabeza. No era el único sirviente de aquel escondite, pero sí era el más importante y cercano al científico.
Las habitaciones parecían estar debajo de tierra, no sabía dónde estaba ni porque tanto secretismo, era una especie de madriguera repleta de laboratorios con artefactos tecnológicos que harían envidiar a cualquier ingeniero. No había ventanas y la luz del sol parecía un sueño distante que solo era contemplado cuando Trevor era ordenado a buscar leños para el fuego o recoger algún encargo en la superficie.
El sol… incluso podría sentirlo a través de aquella conciencia prestada…
El resto del día se centraba en horas y horas en la sala de operaciones, atendiendo aquel joven en estado crítico que parecía mantenerse estable solo por un capricho del destino. Cyrax solo se centraba en él, todos sus pensamientos y deseos estaban en tener éxito.
Los días eran silenciosos, las únicas "conversaciones" con el amo se daban durante la cena, ya cuando el día se apagaba y el señor comía en soledad barajando ideas en voz alta mientras se alimentaba. Trevor solo veía y escuchaba, pero al menos esos espacios lo hacían sentir parte de aquella proeza en medicina y tecnología.
El bio cibernético siempre se refería al joven como sujeto experimental T-1000, era el único sujeto humano que había alcanzado tantos avances según las palabras textuales del científico. Su voz se amargaba cuando hablaba de sus antiguos experimentos fallidos, principalmente en animales, cuando pretendía poder utilizar un ejército con las habilidades de la tecnología y los dotes naturales de las bestia para sus caprichos personales de poder.
Sus planes habían fracasado por causas externas que el bio cibernético nunca aclaraba. Existían habitaciones con decenas de jaulas vacías, pero ahora parecía centrarse exclusivamente en T-1000.
Una noche, terminando de suturar algunas aberturas durante una jornada de operaciones, la imprudencia y curiosidad de Trevor hizo que se dirigiera al científico con una pregunta.
¿Por… por qué emplear este joven que está al borde de la muerte?... - dijo temeroso.
El hombre miró en silencio con ojos fríos, se notaba incómodo por la impertinencia de su siervo, pero su ego lo invitaba a responder, quería escuchar su voz explicando su experimento más importante. - Este sujeto tiene la voluntad de vivir luego de todo lo que ha sufrido. No solo tiene las destrezas para ser un arma en un futuro, sino que hay algo en él que no lo deja morir. - señaló mientras veía al sujeto que permanencia en coma. - Si soy capaz de arrancar esa humanidad débil que lo dejó al borde de la muerte y poder aprovechar ese ímpetu por sobrevivir, estoy seguro de que sería el sujeto perfecto. La cúspide de toda raza o bestia.
Todos anteriormente habían muerto sin siquiera alcanzar los 2 días de intervención. T-1000 lleva dos semanas y su cuerpo ha asimilado bien los componentes internos. - indicó con tono orgulloso. - Todavía falta trabajo por hacer, pero esta será una obra maestra que demostrará que Vektor Cyrax es el científico más grande de este continente. - su voz ahora era sombría y denotaba sus intenciones. No le importaba la vida de aquel joven sobre la mesa de operaciones.
El científico se fue mientras Trevor finalizaba de coser para limpiar los instrumentos quirúrgicos. En la cabeza de aquel sujeto me sentía intrigado por aquel científico y la vida de aquel joven. Una tablita de madera tenía varias páginas sueltas con un gancho, en la primera línea se podía leer “Paciente T-1000” y parecía ser un resumen de datos orgánicos del sujeto y una breve biografía.
En mis adentros deseaba que Trevor siguiera leyendo, no controlaba sus movimientos, pero era esclavo de sus ojos, si aquel hombre no leía yo no sería capaz de satisfacer mi curiosidad, curiosidad que sabía que Trevor compartía.
Nombre: Taquión
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Edad: 19 años
El hombre temeroso de que Cyrax volviera y lo encontrara husmeando, leía con cautela. Sin embargo, su lectura se vio interrumpida con un suspiro abrupto, el joven en la mesa abrió los ojos con un espasmo agresivo.
Zagreus
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Elian se volvió de nuevo, tratando de alejarse de aquellas imágenes grotescas, pero algo tiró de él y se sintió girar y girar en el aire hasta que cayó al suelo levantando una nube de humo a su alrededor. Ni él se hizo tanto daño como habría esperado, ni se disipó el humo, sino que parecía flotar a su alrededor.
Al apoyar las manos en el suelo para incorporarse, tuvo que reevaluar la situación: el humo a su alrededor parecía manar de él mismo, de su piel oscura que parecía sólida y gaseosa al mismo tiempo. A su alrededor, vio otras figuras de características similares. Una de ellas se parecía a Meraxes y otra se había acurrucado temblando en el suelo. Cuando trató de acercarse a ella para ver cómo estaba, entendió por qué.
Las extrañas bestias aladas se habían lanzado a por ella, pero no tuvieron inconveniente en cambiar de objetivo cuando él se interpuso en su camino. Alzó los brazos para protegerse del ataque, pero este no llegó.
Se encontraba en el bosque, cayado en mano, y los inertes ojos de la mujer cuyo nombre nunca llegó a averiguar mirando sin ver, aunque él hubiera jurado que lo observaban. Elian soltó el cayado y dio un paso atrás. No quería volver a vivir aquello, ya ni siquiera llevaba el maldito bastón.
La mujer parpadeó.
—¿Te vas tan pronto? —dijo con voz entrecortada—. ¿No vas a disfrutar de tu obra?
Elian negó con la cabeza, incapaz de articular palabra, y dio otro paso atrás.
—¿No? Pero esta es tu obra. Tú hiciste esto.
—Tú me habrías matado a mi, y a Sango, y a cualquiera que te hubiera ordenado aquel loco.
La mujer sonrió.
—¿Así que te enorgulleces de tu noble acto?
—No.
Elian se dio la vuelta y quiso echar a correr, pero el fuego en lo alto de la colina se lo impidió. Él no había encendido aquel fuego, pero había sido su magia la que había convertido el calvero en una trampa mortal para licántropos y elfos indistintamente. Él había dispuesto las barreras que impidieron la huida, que proporcionaron a la dragona un blanco fijo.
Ya ni siquiera viajaba con armas, pero eso no cambiaba las muertes que ya había causado. Había perdido amigos por el camino, algunos de forma violenta, otros de forma más apacible y, en ocasiones, ni siquiera estaba seguro de que hubieran muerto. Pero ninguna de esas pérdidas lo atormentaba. La muerte es parte de la vida, después de todo. Los animales matan para comer, él también. Algunos, incluso por deporte. ¿Por qué a él le aterraba tanto saberse capaz de arrebatar la vida a una persona?
Se dio la vuelta de nuevo, pero eso no lo escudó de los gritos de dolor de aquellos que perecían entre las llamas. La mujer sin nombre se había levantado y caminaba hacia él moviendo sus miembros rígidos con lentitud, mirándolo con sus ojos muertos.
Elian temblaba de pies a cabeza y una opresión en el pecho le dificultaba respirar. Arrastrando los pies en su caminar, la mujer pateó el cayado, que rodó hasta donde él se encontraba, como si lo invitara a tomarlo y golpearla de nuevo.
Una súbita rabia lo invadió entonces. Con un pie, alzó uno de los extremos de la vara hasta atraparla con la mano. La mujer sonrió como saboreando la victoria. Él clavó el cayado en el suelo, entre ambos.
—No voy a golpearte —dijo, y sintió lágrimas de rabia y tristeza corriendo por sus mejillas—, pero tampoco dejaré que me mates esta vez.
Y, con estas palabras, se concentró en la vara de madera, de la que brotaron innumerables ramas y hojas que cortaron el paso a la mujer, atrapándola en su maraña creciente. El bosque desapareció, pero las ramas siguieron alzándose, altas y flexibles, mientras la vara se ensanchaba, formando un gran tronco. Algunas de las criaturas aladas quedaron atrapadas por el ramaje, que se retorcía formando una barrera entre el suelo y el cielo.
----------
OFF: Bueno, ya que nadie toma esa tercera plaza, me uno a la defensa de la tal Oniria.
Al apoyar las manos en el suelo para incorporarse, tuvo que reevaluar la situación: el humo a su alrededor parecía manar de él mismo, de su piel oscura que parecía sólida y gaseosa al mismo tiempo. A su alrededor, vio otras figuras de características similares. Una de ellas se parecía a Meraxes y otra se había acurrucado temblando en el suelo. Cuando trató de acercarse a ella para ver cómo estaba, entendió por qué.
Las extrañas bestias aladas se habían lanzado a por ella, pero no tuvieron inconveniente en cambiar de objetivo cuando él se interpuso en su camino. Alzó los brazos para protegerse del ataque, pero este no llegó.
Se encontraba en el bosque, cayado en mano, y los inertes ojos de la mujer cuyo nombre nunca llegó a averiguar mirando sin ver, aunque él hubiera jurado que lo observaban. Elian soltó el cayado y dio un paso atrás. No quería volver a vivir aquello, ya ni siquiera llevaba el maldito bastón.
La mujer parpadeó.
—¿Te vas tan pronto? —dijo con voz entrecortada—. ¿No vas a disfrutar de tu obra?
Elian negó con la cabeza, incapaz de articular palabra, y dio otro paso atrás.
—¿No? Pero esta es tu obra. Tú hiciste esto.
—Tú me habrías matado a mi, y a Sango, y a cualquiera que te hubiera ordenado aquel loco.
La mujer sonrió.
—¿Así que te enorgulleces de tu noble acto?
—No.
Elian se dio la vuelta y quiso echar a correr, pero el fuego en lo alto de la colina se lo impidió. Él no había encendido aquel fuego, pero había sido su magia la que había convertido el calvero en una trampa mortal para licántropos y elfos indistintamente. Él había dispuesto las barreras que impidieron la huida, que proporcionaron a la dragona un blanco fijo.
Ya ni siquiera viajaba con armas, pero eso no cambiaba las muertes que ya había causado. Había perdido amigos por el camino, algunos de forma violenta, otros de forma más apacible y, en ocasiones, ni siquiera estaba seguro de que hubieran muerto. Pero ninguna de esas pérdidas lo atormentaba. La muerte es parte de la vida, después de todo. Los animales matan para comer, él también. Algunos, incluso por deporte. ¿Por qué a él le aterraba tanto saberse capaz de arrebatar la vida a una persona?
Se dio la vuelta de nuevo, pero eso no lo escudó de los gritos de dolor de aquellos que perecían entre las llamas. La mujer sin nombre se había levantado y caminaba hacia él moviendo sus miembros rígidos con lentitud, mirándolo con sus ojos muertos.
Elian temblaba de pies a cabeza y una opresión en el pecho le dificultaba respirar. Arrastrando los pies en su caminar, la mujer pateó el cayado, que rodó hasta donde él se encontraba, como si lo invitara a tomarlo y golpearla de nuevo.
Una súbita rabia lo invadió entonces. Con un pie, alzó uno de los extremos de la vara hasta atraparla con la mano. La mujer sonrió como saboreando la victoria. Él clavó el cayado en el suelo, entre ambos.
—No voy a golpearte —dijo, y sintió lágrimas de rabia y tristeza corriendo por sus mejillas—, pero tampoco dejaré que me mates esta vez.
Y, con estas palabras, se concentró en la vara de madera, de la que brotaron innumerables ramas y hojas que cortaron el paso a la mujer, atrapándola en su maraña creciente. El bosque desapareció, pero las ramas siguieron alzándose, altas y flexibles, mientras la vara se ensanchaba, formando un gran tronco. Algunas de las criaturas aladas quedaron atrapadas por el ramaje, que se retorcía formando una barrera entre el suelo y el cielo.
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Valeria no era consciente de estar moviendo las piernas, pero de alguna manera, logró salir del edificio semiderruido con Rain, Bhima y el resto. No entendía qué estaba haciendo allí. Recordaba claramente haberse marchado, recordaba haber estado en la Academia durante el terremoto y haber atendido a los heridos en las semanas siguientes con los maestros y alumnos lo suficientemente avanzados.
Y, sin embargo, también recordaba haberse quedado. Recordaba… No quería pensar en ello. No tenía sentido. Hasta que su mente arañó otro recuerdo: Val despidiéndose y ella, ¿ella?, quedándose atrás. La rabia, el dolor, la traición. ¿Era posible que…?
—Cam —confirmó la voz de Rain sacándola de su ensimismamiento—. Tenemos que marcharnos.
—Pero el agua se está retirando.
—Volverá y será peor, créeme. Tenemos que estar bien lejos para entonces. ¡Vamos!
Camila no discutió, tratándose de agua, él era el experto. Todo lo experto que se podía ser creciendo en las calles, al menos.
—¿Han salido todos? —dijo mientras se ponía en marcha.
Rain apretó los labios.
—¿Quién? —preguntó ella.
—Ine y Kaj.
—Tenemos que sacarlos, aún…
—Si no tuvieron prisa para salvar su culo, están donde se merecen —interrumpió Bhima—. ¡Vamos!
Camila hizo ademán de volver atrás, pero un crujido y un nuevo desplome detuvieron sus pasos. Rain tiró de ella con delicadeza, su rostro permanecía serio, pero se le veía en los ojos que la idea de marcharse y dejarlos atrás le gustaba tanto como a ella. Cam asintió y ambos salieron corriendo tras el resto. Junto a cientos de otras personas que huían en la misma dirección.
«Hoy ya no hay nada que hacer», pensó con creciente odio, «pero algún día…».
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OFF: Continúo terremoteando.
Y, sin embargo, también recordaba haberse quedado. Recordaba… No quería pensar en ello. No tenía sentido. Hasta que su mente arañó otro recuerdo: Val despidiéndose y ella, ¿ella?, quedándose atrás. La rabia, el dolor, la traición. ¿Era posible que…?
—Cam —confirmó la voz de Rain sacándola de su ensimismamiento—. Tenemos que marcharnos.
—Pero el agua se está retirando.
—Volverá y será peor, créeme. Tenemos que estar bien lejos para entonces. ¡Vamos!
Camila no discutió, tratándose de agua, él era el experto. Todo lo experto que se podía ser creciendo en las calles, al menos.
—¿Han salido todos? —dijo mientras se ponía en marcha.
Rain apretó los labios.
—¿Quién? —preguntó ella.
—Ine y Kaj.
—Tenemos que sacarlos, aún…
—Si no tuvieron prisa para salvar su culo, están donde se merecen —interrumpió Bhima—. ¡Vamos!
Camila hizo ademán de volver atrás, pero un crujido y un nuevo desplome detuvieron sus pasos. Rain tiró de ella con delicadeza, su rostro permanecía serio, pero se le veía en los ojos que la idea de marcharse y dejarlos atrás le gustaba tanto como a ella. Cam asintió y ambos salieron corriendo tras el resto. Junto a cientos de otras personas que huían en la misma dirección.
«Hoy ya no hay nada que hacer», pensó con creciente odio, «pero algún día…».
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Llevaban ya demasiado tiempo en ese maldito volcán y era como si sus enemigos se estuvieran riendo de ellos. No podían irse porque estaba claro que iban a atacarlo, pero lo único que conseguía la espera era que el calor y los vapores volcánicos fueran minando la moral de todos los que nos encontrábamos allí. Y tampoco ayudaba que aquello a lo que estábamos esperando fuese un descomunal dragón al que muchos consideraban un dios, ni eso ni el hecho de que como muchos lo consideraban un dios, todos los que nos habíamos reunido en aquella isla para protegerla de ese dragón éramos considerados herejes en nuestras tierras. Y lo que todo eso estaba consiguiendo es que a pesar de que no me tocara una guardia esa noche, en vez de dormir estaba tumbada en mi cama pensando. Pensando en cuantos de mis compañeros caerían cuando llegara el momento del ataque. Pensando en si la capitana Friddel se equivocaba y realmente íbamos a enfrentarnos a un dios. Pensando en si haber acudido a su llamado estaría poniendo en peligro a mis sobrinos en Dundarak. Pensando demasiado en general.
Por suerte para mi, no debía ser la única con problemas para dormir, porque alguien estaba moviéndose tanto en la litera de abajo que había conseguido agitar mi cama lo suficiente para sacarme de mis pensamientos.
- Pssssst Drae. ¿Estás despierto?- Le susurré a mi compañero.
- Perdón. No podía dormir. Espero no haberte molestado.
- No te preocupes por eso, yo tampoco estaba consiguiendo descansar.
- ¿Es esto una forma de preguntarme si quiero salir a tomar el aire?
- Decir que en esta maldita isla se puede tomar el aire igual es mucho decir. Pero sí, esa era la idea. ¿Vienes?
- Venga. Vámonos antes de que acabemos despertando a otro.
Bajé de mi litera todo lo silenciosa que pude, me puse unos pantalones y una camisa y cogí mis botas. Avanzamos sigilosamente por el barracón hasta salir por la puerta. Una vez en los pasillos y habiendo dejado el cuarto bien cerrado, me senté en un banco para poder ponerme las botas con calma.
- ¿Y bien? ¿Qué es eso que no te dejar dormir, Vana?
- No sé. Estoy dudando entre el pestazo a azufre, el calor o la perspectiva de una muerte segura.
- Oye, hablo en serio.
- Ya, pero yo prefiero no hacerlo. ¿Y a ti qué te preocupa? ¿No será que nuestros compañeros se piensen que nos vamos sólo a hacer cosas raras, no?- Bromeé intentando reducir la tensión y dándole un puñetazo en el brazo.
- Sinceramente, me preocuparía que compartiendo el cuarto con otros seis dragones no se pensaran cosas raras. Alguien tan obtuso como para no haberse dado cuenta no me aportaría mucha confianza luchando a mi lado.
- Pues también es verdad. Casi haces que parezca algo bueno tener que sufrir las bromas terribles de Arrax.
- De todas formas es lo de siempre. Cansancio, tensión, la perspectiva de una muerte segura...
- Entonces poco se le puede hacer. Vamos a ver si después de un paseo nos entra el sueño o algo.
Pero mientras andábamos por los pasillos se escuchó una explosión y todo el edificio tembló. Salimos corriendo hacia la salida más cercana mientras empezaban a sonar las campanas. Aún no podíamos ver nada, pero el sonido de las campanas y los disparos de las torres arcanas solo podían significar una cosa, finalmente había llegado el momento para el que habíamos venido.
Al salir al exterior la visión de unas alas chorreando lava brillando en el cielo nocturno disipó cualquier esperanza que pudiésemos tener en que fuese una falsa alarma. Los falsos dioses habían llegado y era nuestro turno de enfrentarnos a una de ellos.
Por suerte para mi, no debía ser la única con problemas para dormir, porque alguien estaba moviéndose tanto en la litera de abajo que había conseguido agitar mi cama lo suficiente para sacarme de mis pensamientos.
- Pssssst Drae. ¿Estás despierto?- Le susurré a mi compañero.
- Perdón. No podía dormir. Espero no haberte molestado.
- No te preocupes por eso, yo tampoco estaba consiguiendo descansar.
- ¿Es esto una forma de preguntarme si quiero salir a tomar el aire?
- Decir que en esta maldita isla se puede tomar el aire igual es mucho decir. Pero sí, esa era la idea. ¿Vienes?
- Venga. Vámonos antes de que acabemos despertando a otro.
Bajé de mi litera todo lo silenciosa que pude, me puse unos pantalones y una camisa y cogí mis botas. Avanzamos sigilosamente por el barracón hasta salir por la puerta. Una vez en los pasillos y habiendo dejado el cuarto bien cerrado, me senté en un banco para poder ponerme las botas con calma.
- ¿Y bien? ¿Qué es eso que no te dejar dormir, Vana?
- No sé. Estoy dudando entre el pestazo a azufre, el calor o la perspectiva de una muerte segura.
- Oye, hablo en serio.
- Ya, pero yo prefiero no hacerlo. ¿Y a ti qué te preocupa? ¿No será que nuestros compañeros se piensen que nos vamos sólo a hacer cosas raras, no?- Bromeé intentando reducir la tensión y dándole un puñetazo en el brazo.
- Sinceramente, me preocuparía que compartiendo el cuarto con otros seis dragones no se pensaran cosas raras. Alguien tan obtuso como para no haberse dado cuenta no me aportaría mucha confianza luchando a mi lado.
- Pues también es verdad. Casi haces que parezca algo bueno tener que sufrir las bromas terribles de Arrax.
- De todas formas es lo de siempre. Cansancio, tensión, la perspectiva de una muerte segura...
- Entonces poco se le puede hacer. Vamos a ver si después de un paseo nos entra el sueño o algo.
Pero mientras andábamos por los pasillos se escuchó una explosión y todo el edificio tembló. Salimos corriendo hacia la salida más cercana mientras empezaban a sonar las campanas. Aún no podíamos ver nada, pero el sonido de las campanas y los disparos de las torres arcanas solo podían significar una cosa, finalmente había llegado el momento para el que habíamos venido.
Al salir al exterior la visión de unas alas chorreando lava brillando en el cielo nocturno disipó cualquier esperanza que pudiésemos tener en que fuese una falsa alarma. Los falsos dioses habían llegado y era nuestro turno de enfrentarnos a una de ellos.
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Me uno a un recuerdo propio, la batalla por defender la isla volcánica de la dragona Thariza.
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Zagreus- Vulwufar. Continuación a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Uno hubiese pensado que después de las últimas horas que había pasado en Vulwufar había comenzado a entender los motivos por los que sus habitantes hablaban de la ciudad con el cariño de alguien que atesora recuerdos entre sus calles.
Por mi parte, Wulvufar había supuesto un alto algo molesto en el camino que tenía perfectamente trazado y me había retrasado quizás horas de mi siguiente destino.
Sentía que no había hecho más que deambular sin sentido por aquellas calles y había comenzado a entender la razón exacta por la que sabía que mi vida valía mucho más que la de las míseras cucarachas que habían decidido unir recuerdos a aquel lugar en los confines de la península.
De alguna manera había entendido hacía bastante que mezclar a elfos en cualquier acción lo hacía todo mucho menos divertido. Ninguna de las razas podía equipararse a aquella que había decidido dedicar mi vida pero los elfos en particular tenían esa tendencia casi suicida a lo arbitrario que les hacía incluso menos… dignos de una oportunidad para ser entendidos.
Por supuesto tan solo había una excepción hasta el momento que me había demostrado lo contrario. Estaba seguro, sin embargo que Sparda estaría de acuerdo conmigo de haberse visto involucrado en los acontecimientos de aquella noche.
Llegué a la posada con pocas ganas de interacción alguna otra que la suficiente para obtener una habitación donde protegerme del día y esperar la noche.
-… diablo de chica. ¿Tu tampoco la has visto por aquí antes, verdad Marie?- El posadero parecía casi tan irritado como yo mismo mientras movía los papeles de aquí a allá de manera agitada- Cuando me dijiste que tenías el tema económico solucionado no imagine que implicaba 8 habitaciones destrozadas y 4 de nuestras ovejas asesinadas por el retraso en el pago de una semana.-
El hombre parecía haberse olvidado por completo que estaba aún sirviendo en su propio local por lo que me acerqué un poco más al mostrador, algo impaciente por la cercanía del sol.
-¿Lilith, cierto?- dijo el hombre tirando los papeles que había estado agrupando de manera enfadada sobre la mesa deshaciendo su trabajo de nuevo- Bueno asegúrate de tenernos dinero suficiente como para pagarle en el momento que ha estipulado- el hombre entonces bajó su voz a un susurro que debido al silencio del lugar fue bastante audible- Bastante tenemos con estar al borde de la quiebra como para vernos vinculados en las tramas oscuras de Beltrexus.
Carraspeé de manera audible ocultando un eructo. Quizás hubiese sido menos pérdida de mi tiempo si hubiese convencido a aquel nigromante para que deshiciese el estúpido maleficio que me mantenía unido a aquella acción tan barbárica.
Pareció, sin embargo funcionar, pues el posadero al fin se percató de mi presencia y dejando atrás su semblante enojado su gesto compuso ahora solo amabilidad a medida que se interesaba por mi motivo de visita y las noches que iba a quedarme.
Contesté de manera directa sin entrar en detalles y con una prisa perceptible.
Agarré la llave una vez que pagué lo acordado y me dejé caer en la cama de manera casi inmediata.
Soñé con los pergaminos y con la urgencia de encontrarlos. Y con tres cabras asesinadas en una posada que olía a mar y salitre.
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Zagreus- Puerto de Beltrexus Continuación a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
La tierra firme de Beltrexus bajo mis pies se sintió inestable tras las horas pasadas en el armatoste de madera y desorden que ahora era el barco tras de mi.
Tras de mi, aún caminando en la plataforma que unía el barco con el Puerto, Oryx forcejeaba con dos de los tripulantes del barco que la mantenían atrapada en un agarre con las manos de la mujer en su espalda. La chica había peleado de manera active aquel agarre pero sus forcejeos habían sido inútiles durante todo el camino de regreso a Beltrexus. Sin embargo parecía que algo entre la muchedumbre envalentonó a la mujer antílope quien comenzó a intentar deshacerse de nuevo del agarre.
Seguí su mirada de manera sutil intentando adivinar que era exactamente lo que la había vuelto a alterar tras una leve aceptación de su derrota. Tampoco tuve que investigar demasiado pues Oryx se encargó de captar la atención de aquellos que la esperaban en puerto: Un grupo de 4 personas, dos de ellas hombres bestia.
-Gaia… Gaia por favor- la mujer intentó avanzar hasta una de las figuras femeninas que acompañaba a los hombres bestia: Una mujer de cabello rojizo y largo vestida con ropajes de seda de una calidad cuestionable. Su maquillaje exagerado y la docilidad con la que los marineros le sonreían al verla pasar quizás fue la pista más rotunda de sus quehaceres en puerto.
-Oryx… amiga. ¿Qué ha hecho de ti la tormenta? Trajiste amigos a Beltrexus- dijo Gaia acercándose a los hombres de la tripulación para intentar zafarla del agarre sin mucho éxito- Oh… hombres sin ojos. Mmmm ¿Qué vamos a hacer con ellos- dijo cruzando los brazos.
-No he podido… siento que… estos mequetrefes no entienden la urgencia de…-
Gaia ladeó su cabeza y puso una mano sobre los labios de Oryx-
-Esta todo bien, duquesa- añadió y se giro hasta la segunda chica que la acompañaba.
Esta estaba envuelta en una capa de viaje y tan solo sus cabellos oscuros y rizados caían a ambos lados de su cuello.
-Luna… mi dulce… dulce Luna- dijo Gaia dirigiéndose a ella.
Durante unos leves segundos pensé que la chica encapuchada iba a agarrar la mano de Gaia. En su lugar sus propias manos pálidas hicieron un gesto a uno de los hombres tras ella y este donó de manera disimulada una pequeña bolsita a uno de los hombres que mantenía atada a Oryx.
Este la dejó ir entonces y la mujer bestia fue acogida por Gaia quien se dio la vuelta no sin antes decir:
-Os espero pronto soldados de la mar. A vosotros y vuestros zapatos. Hace bastante que no coméis pasteles con nosotras. No tardeis mucho.
Y después se dirigió de nuevo a la mujer encapuchada que se había rezagado de manera momentánea fascinada por algo en el horizonte donde la claridad del día comenzaba a intuirse.
-Luna… mi dulce, dulce Luna- susurró de nuevo Gaia dirigiéndose a la chica encapuchada pero sin prestarle mucha atención, más preocupada por los zapatos de Oryx y los motivos de su fallido intento de robar un Irashi.
Suspiré algo cansado de pronto siendo consciente del incipiente ajetreo del puerto a mi alrededor. Me pregunté por un leve segundo los motivos reales por los que aquella madame había decidido acudir a puerto en vez de esperar a los marineros en su prostíbulo.
Posiblemente fuese el único que se diese cuenta de que la chica encapuchada no siguió a Gaia. Ni a los hombres bestia sino que aprovechó la muchedumbre para desaparecer por otra calle.
Imaginé que tan solo era cuestión de acostumbrarse: Después de todo uno nunca sabe en su totalidad como funciona la mente llena de locura de los brujos, y yo tenía un objetivo lo suficientemente importante como para preocuparme por nimiedades como aquellas.
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Zagreus- Beltrexus continuación a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Mis pasos parecían el terremoto mismo que componía mi mente en aquel momento. ¿Quién hubiese pensado que Beltrexus iba a hacerlo enfadar tanto?
Pausé el ritmo de mi caminar que parecía haberse contagiado de la prisa de los pensamientos que recorrían mi cabeza.
Ni siquiera era Beltrexus en si. Por mucho que me molestase reconocerlo aquella ciudad parecía igual que cualquier otra. Todo lo que había venido a hacer a aquella ciudad hubiese sido exitoso de no ser por las acciones de aquella… vampiresa en cubierto.
Pensé durante algunos minutos en los vivido aquella noche. La manera en la que la chica había sucumbido a la rabia que yo mismo sentía con las primeras notas del sabor de la sangre en mis labios. Sus ojos dispares apaciguando algo que no podía entender del todo a medida que consumía a aquel supuesto Conde. Pero sobre todo como había tenido la valentía para no aceptar todos los argumentos que le había puesto acerca de los motivos por los que en su raza vivían todas las características ideales para la perfección.
Y en el mismo todas ellas se agrupaban hacia la deidad que era él.
Sus argumentos baratos sobre como todo lo que yo había dicho no era la única verdad.
Necesitaba hacerla ver que sus ideas ingenuas estaban mal. No podía ir dejando por el mundo personas que pudiesen ser vinculadas a su propio nombre con mentes tan… escindidas de la realidad que yo sabía cierta.
Esperaba que mi vuelta al continente me trajese más suerte que mis peripecias en la ciudad de brujos. Necesitaba avanzar en mi cruzada y aunque tenía todo el tiempo por delante no iba a negar que con ellos en mi poder hubiese sido incluso más fácil hacer que Caoimhe me diese la razón sin cuestionar nada más.
Y aquello me hacía feliz.
Off---
Tengo el permiso de Zagreus para seguir ahondando en sus recuerdos durante varios puntos distintos de su trama.
En el primer recuerdo Zagreus mantiene la maldición: Mal del puerco [MALDICION] (Superada)
- Mal del puerco:
- Durante los dos próximos temas que abras, tu personaje sufrirá de incontrolables episodios de eructos que serán imposibles de controlar y muy difíciles de disimular. Durante dichos temas, cualquier intento de seducir o convencer a otros mediante carisma o atractivo físico serán fracasos estrepitosos.
(*Burrp*
Caoimhe
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
¿Qué es lo que hubiese hecho Ryra en esta situación? Bueno. La bruja suele ser una mujer errática, es de las personas que aman el caos de vez en cuando. Y cuando ella me contó que me estaba siguiendo estuvo cerca de la aldea donde combatimos con la guardia fue ella quien nos dio la señal de guía. ¿Durante ese momento se habría topado con ese sujeto que era evidente que quería cogerse a la mujer y por eso actuaba tan galante y servicial? Eso no lo sé, no me lo comentó.
Pero eso no respondía mi pregunta. ¿Qué se supone que hubiese hecho la arpía de Ryra en esta situación? Pues, la situación era clara, ella necesitaba un transporte para alcanzar a los mercaderes. Y este sujeto tenía una carreta, de la cual podía usar al caballo para alcanzarlos sin ningún problema. - Claro... Cuando seguíamos a los mercaderes nos habíamos encontrado una pequeña carreta abandonada.
Tras ese pensamiento, miré con discreción hacia atrás, para tratar de recordar un poco. Y efectivamente. Esta era la carreta que habíamos visto en el camino. Por lo que quiere decir que aún estoy en el momento y tiempo adecuado. Por lo que me subí en la carreta. - Perdóname por lo que le voy a hacer a tu cuerpo. Pero es necesario. - Tras un movimiento rápido, me coloqué detrás de aquel hombre y rodee la cintura de ese sujeto. - Sin duda apareciste en el momento adecuado. Eres mi héroe. - Aquello hizo sonreír a aquel sujeto de manera orgullosa. - Todo sea por ayudar a una bella damisela. - Dijo con una voz galante. Era evidente que eso le había hecho bajar la guardia.
Por lo que tomé una de las botellas de licor de guld y se la reventé en la cabeza. - ¡Tenga por calentón! - Exclamé con toda la elegancia y moderación que por supuesto no posee la arpía de Ryra. - ¿¡Que rayos!? - Fue lo único que alcanzó a preguntar el confundido hombre, justo antes de que le reventara otra botella de licor. Era evidente que al no poseer la fuerza que usualmente tengo, debía de asegurarme de dejar fuera de combate a aquel hombre. Aunque por los dos impactos no sé si lo dejé inconsciente o lo maté.
Sea como fuere, creo que eso no es algo que le importe a la bruja. Dejé a aquel sujeto en la carreta y me encargué de soltar al caballo del vehículo de carga para así poder avanzar más rápido. Pero la realidad era que desconocía dónde fue donde Ryra comenzó a quemar el bosque. Por lo que a los dos minutos de cabalgata me bajé del equino y lo amarré a un árbol.
Bueno. Ahora viene algo que me tiene completamente intrigado... - Dije mientras me acercaba a un árbol. Miré aquel frondoso tronco e incluso le di unas palmaditas. - ... ¿Cómo rayos saca fuego esta arpía? - Pregunté al aire como si buscara que el ambiente nocturno me brindara la respuesta. Evidentemente, no había nada que me diera respuestas. - Cielos. Si Ryra no empieza a quemar cosas, yo no voy a nacer. - Revolví el cabello de la bruja mientras caminaba en círculos. - Bueno... No sería tan drástico, pero si no quemo esto, mi cuerpo real no dará con la guía y no encontrarán a los traficantes de licor ilegal. - En ese momento y con coraje comencé a chasquear los dedos. Como si ese movimiento provocara la "chispa" que iniciaba el fuego de Ryra. Nunca la había visto hacer eso, pero tal vez funcione... O tal vez no.
Pero eso no respondía mi pregunta. ¿Qué se supone que hubiese hecho la arpía de Ryra en esta situación? Pues, la situación era clara, ella necesitaba un transporte para alcanzar a los mercaderes. Y este sujeto tenía una carreta, de la cual podía usar al caballo para alcanzarlos sin ningún problema. - Claro... Cuando seguíamos a los mercaderes nos habíamos encontrado una pequeña carreta abandonada.
Tras ese pensamiento, miré con discreción hacia atrás, para tratar de recordar un poco. Y efectivamente. Esta era la carreta que habíamos visto en el camino. Por lo que quiere decir que aún estoy en el momento y tiempo adecuado. Por lo que me subí en la carreta. - Perdóname por lo que le voy a hacer a tu cuerpo. Pero es necesario. - Tras un movimiento rápido, me coloqué detrás de aquel hombre y rodee la cintura de ese sujeto. - Sin duda apareciste en el momento adecuado. Eres mi héroe. - Aquello hizo sonreír a aquel sujeto de manera orgullosa. - Todo sea por ayudar a una bella damisela. - Dijo con una voz galante. Era evidente que eso le había hecho bajar la guardia.
Por lo que tomé una de las botellas de licor de guld y se la reventé en la cabeza. - ¡Tenga por calentón! - Exclamé con toda la elegancia y moderación que por supuesto no posee la arpía de Ryra. - ¿¡Que rayos!? - Fue lo único que alcanzó a preguntar el confundido hombre, justo antes de que le reventara otra botella de licor. Era evidente que al no poseer la fuerza que usualmente tengo, debía de asegurarme de dejar fuera de combate a aquel hombre. Aunque por los dos impactos no sé si lo dejé inconsciente o lo maté.
Sea como fuere, creo que eso no es algo que le importe a la bruja. Dejé a aquel sujeto en la carreta y me encargué de soltar al caballo del vehículo de carga para así poder avanzar más rápido. Pero la realidad era que desconocía dónde fue donde Ryra comenzó a quemar el bosque. Por lo que a los dos minutos de cabalgata me bajé del equino y lo amarré a un árbol.
Bueno. Ahora viene algo que me tiene completamente intrigado... - Dije mientras me acercaba a un árbol. Miré aquel frondoso tronco e incluso le di unas palmaditas. - ... ¿Cómo rayos saca fuego esta arpía? - Pregunté al aire como si buscara que el ambiente nocturno me brindara la respuesta. Evidentemente, no había nada que me diera respuestas. - Cielos. Si Ryra no empieza a quemar cosas, yo no voy a nacer. - Revolví el cabello de la bruja mientras caminaba en círculos. - Bueno... No sería tan drástico, pero si no quemo esto, mi cuerpo real no dará con la guía y no encontrarán a los traficantes de licor ilegal. - En ese momento y con coraje comencé a chasquear los dedos. Como si ese movimiento provocara la "chispa" que iniciaba el fuego de Ryra. Nunca la había visto hacer eso, pero tal vez funcione... O tal vez no.
Gaegel
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
Tras superar la impresión del monstruoso dragón con alas chorreantes de lava que se encontraba sobre el extractor, pude contemplar el terrible estado en el que se encontraba el lugar que debíamos proteger. No sabía de donde había podido aparecer esa bestia, pero en lo que habíamos tardado en llegar hasta allí ya lo había arrasado. Había puentes destruidos y torres derribadas, y entre los escombros muchos más cuerpos de los me esperaba. Estaba impactada viendo la masacre que esa falsa diosa había causado en un momento cuando escuché una voz conocida.
- ¡Vana, Drae! ¿Qué ha pasado con el resto?
- No lo sabemos, Arrax. Habíamos salido a dar un paseo cuando se escuchó la explosión.
- Menos mal. Eso es que aún puede haber suerte.- La ausencia de ninguna broma de mal gusto en su respuesta fue lo que más preocupada me dejó. No le había visto tan serio desde Lunargenta, y eso era noticias terribles.. Hubiera dado cualquier cosa porque hubiera dicho algo más parecido a "si, bueno, pasear... así lo llaman ahora", pero no iba a tener esa suerte.- De todas formas, que bien que estéis aquí. El sargento Answar nos ha dicho que ganemos tiempo hasta que puedan reunir más soldados para un plan.
- Ese cabrón amargado... No te mentiré, preferiría estar con él que aquí abajo. Puede que no sepa lo que es el sentido del humor, pero es el mejor sargento que hemos tenido.
- Yo también. Me gustaría más estar con él y con el resto de los nuestros, pero es lo que toca. Al menos me alegro de que hayáis venido, no me sonaba bien la idea de morir sólo.- Nos dedicó una sonrisa y salió corriendo hacia la batalla.- Y ahora vamos. Tenemos que darles el tiempo que nos pidieron.
- ¿Y qué ha pasado con Elric? ¿No estabais los dos haciendo guardia?- Preguntó Drae mientras corríamos tras él.
- Le pilló una de las explosiones. Estábamos volando para reunir gente cuando un bloque de piedra se lo llevó por delante.
- Joder...
El desgraciado de Elric al final había tenido razón, siempre decía que no nos preocupáramos, que con la suerte que tenía si nos atacaban a traición le tocaría a él. Le solíamos decir que era imbécil y que era sólo que se le daban mal las cartas, pero que eso se compensaría cuando volviese a casa, que seguro que encontraba una buena dragona y tenía una buena vida. Claramente no iba a pasar. Al final lo había matado una mierda de piedra por estar en e lugar equivocado. Iba a echar de menos su insistencia en jugar unas cartas a pesar de no ganar nunca, iba a echar de menos su calma inalterable, iba a echar de menos hasta su resignación con la vida.
- ¡Vana! ¿Estás escuchando algo?
- Perdón. Tenía la cabeza en otra cosa.
- Piensas demasiado para ser un soldado. Ni que fueses nueva en esto...
- No te preocupes. Ya sabes que en batalla se centra.
- Pues venga. Ya sabéis. Tenemos que evitar que avance. Atacad a las alas o la cara y que no os golpee.
- Cuenta con nosotros.
Arrax se transformó y salió volando inmediatamente para unirse al enjambre de dragones que revoloteada alrededor de la bestia, nosotros hicimos lo mismo y le seguimos. Ascendimos descargando chorros de agua contra la bestia, aunque ni siquiera se inmutó por ello, mientras lanzaba zarpazos o coletazos a los que se acercaban demasiado. En vista del escaso resultado, Arrax ascendió hacia la cabeza de la dragona, donde pareció funcionar mejor en vista del mordisco que intentó darle como respuesta. Rápidamente ascendimos nosotros también, golpeando con disparos de agua y hielo según pasábamos. Hacer pasadas rápidas nos estaba permitiendo molestarla sin que nos golpeara. Pero no la detenía lo suficiente como para que no llegase al extractor.
En una cuestionable decisión, me volví a lanzar contra la dragona, pero en esta ocasión seguí disparando mientras la daba vueltas a la cabeza. Intentó apartarme agitando la cabeza pero seguí insistiendo, cuando ya alzó la boca para intentar morderme, aleteé hasta alejarme a una distancia razonable. Entonces vi que Drae y Arrax se habían unido también a la técnica. Cuando amagó hacia uno de ellos ataqué de nuevo, disparando agua a sus ojos. Entre el caos de dragones disparándola o cayendo sobre ella para intentar derribarla pude ver incluso a un brujo con una espada llameante cabalgando a otro de los míos y lanzando cortes de viento a la dragona. No sabía de donde sacábamos a esos locos pero no importaba, lo único relevante es que estábamos logrando frenarla.
Por desgracia estaba a punto de llegar y los refuerzos aún no aparecían. Por ello teníamos que volvernos cada vez más temerarios. Tanto que en una pasada nos acercamos demasiado a sus fauces. Mientras disparábamos nos encontramos con sus inmensas mandíbulas cerrándose sobre nosotros. Drae aleteó hacia arriba y consiguió evitarlo, pero Arrax no estaba en buena posición. En lo que podría haber sido mi peor y última decisión, cerré mis alas me lancé en picado contra él mientras se cerraban sus mandíbulas y milagrosamente nos saqué a los dos del ataque.
Le rugí algo que pretendía significar algo como "¿ves como podías confiar en mi, imbécil?", y remonté el vuelo para volver a la carga. Dimos un par de pasadas más, pero se había acostumbrado ya a nuestros movimientos y cada vez estaba más cerca de alcanzarnos.
Cambiando de estrategia, intentamos unirnos a los que se agrupaban sobre su lomo intentando derribarla. Nos enganchamos a ella, mordiendo sus duras escamas e intentando hacer el peso suficiente para que cayera. Pero en un envite logró lanzarnos a un lado. Intenté reincorporarme, pero su inmensa garra iba directa hacia mi. No tenía el margen necesario para apartarme, pero entonces algo me golpeó y apartó del impacto, apartándome lo justo para ver como la garra pasaba a un palmo de mi cara pero destrozaba a Arrax. El zarpazo le había destrozado las alas y abierto el vientre, antes de caer al suelo ya estaba muerto.
Ya que no iba a poder devolverle el favor, cargué contra la falsa diosa con furia renovada, descargando hielo contra su cara sin importarme lo cerca que pasaba de su letal boca. El brujo loco la dejó tuerta de un ojo, lo que aproveché para caer sobre su cabeza, aferrarme a sus escamas con las garras y descargar mi aliento en su herida. Drae vio mi ataque suicida y cargó también. Se enganchó junto a mi y empezamos a arañar mientras seguíamos disparando. Al final la dragona consiguió deshacerse de nosotros, pero antes de que pudiera hacer nada, una sombra oscureció la luna, y los refuerzos del sargento Answar cargaron sobre ella.
«Arrax, lo hemos conseguido. Solo tenías que haber aguantado un poco más y dejarme.»
- ¡Vana, Drae! ¿Qué ha pasado con el resto?
- No lo sabemos, Arrax. Habíamos salido a dar un paseo cuando se escuchó la explosión.
- Menos mal. Eso es que aún puede haber suerte.- La ausencia de ninguna broma de mal gusto en su respuesta fue lo que más preocupada me dejó. No le había visto tan serio desde Lunargenta, y eso era noticias terribles.. Hubiera dado cualquier cosa porque hubiera dicho algo más parecido a "si, bueno, pasear... así lo llaman ahora", pero no iba a tener esa suerte.- De todas formas, que bien que estéis aquí. El sargento Answar nos ha dicho que ganemos tiempo hasta que puedan reunir más soldados para un plan.
- Ese cabrón amargado... No te mentiré, preferiría estar con él que aquí abajo. Puede que no sepa lo que es el sentido del humor, pero es el mejor sargento que hemos tenido.
- Yo también. Me gustaría más estar con él y con el resto de los nuestros, pero es lo que toca. Al menos me alegro de que hayáis venido, no me sonaba bien la idea de morir sólo.- Nos dedicó una sonrisa y salió corriendo hacia la batalla.- Y ahora vamos. Tenemos que darles el tiempo que nos pidieron.
- ¿Y qué ha pasado con Elric? ¿No estabais los dos haciendo guardia?- Preguntó Drae mientras corríamos tras él.
- Le pilló una de las explosiones. Estábamos volando para reunir gente cuando un bloque de piedra se lo llevó por delante.
- Joder...
El desgraciado de Elric al final había tenido razón, siempre decía que no nos preocupáramos, que con la suerte que tenía si nos atacaban a traición le tocaría a él. Le solíamos decir que era imbécil y que era sólo que se le daban mal las cartas, pero que eso se compensaría cuando volviese a casa, que seguro que encontraba una buena dragona y tenía una buena vida. Claramente no iba a pasar. Al final lo había matado una mierda de piedra por estar en e lugar equivocado. Iba a echar de menos su insistencia en jugar unas cartas a pesar de no ganar nunca, iba a echar de menos su calma inalterable, iba a echar de menos hasta su resignación con la vida.
- ¡Vana! ¿Estás escuchando algo?
- Perdón. Tenía la cabeza en otra cosa.
- Piensas demasiado para ser un soldado. Ni que fueses nueva en esto...
- No te preocupes. Ya sabes que en batalla se centra.
- Pues venga. Ya sabéis. Tenemos que evitar que avance. Atacad a las alas o la cara y que no os golpee.
- Cuenta con nosotros.
Arrax se transformó y salió volando inmediatamente para unirse al enjambre de dragones que revoloteada alrededor de la bestia, nosotros hicimos lo mismo y le seguimos. Ascendimos descargando chorros de agua contra la bestia, aunque ni siquiera se inmutó por ello, mientras lanzaba zarpazos o coletazos a los que se acercaban demasiado. En vista del escaso resultado, Arrax ascendió hacia la cabeza de la dragona, donde pareció funcionar mejor en vista del mordisco que intentó darle como respuesta. Rápidamente ascendimos nosotros también, golpeando con disparos de agua y hielo según pasábamos. Hacer pasadas rápidas nos estaba permitiendo molestarla sin que nos golpeara. Pero no la detenía lo suficiente como para que no llegase al extractor.
En una cuestionable decisión, me volví a lanzar contra la dragona, pero en esta ocasión seguí disparando mientras la daba vueltas a la cabeza. Intentó apartarme agitando la cabeza pero seguí insistiendo, cuando ya alzó la boca para intentar morderme, aleteé hasta alejarme a una distancia razonable. Entonces vi que Drae y Arrax se habían unido también a la técnica. Cuando amagó hacia uno de ellos ataqué de nuevo, disparando agua a sus ojos. Entre el caos de dragones disparándola o cayendo sobre ella para intentar derribarla pude ver incluso a un brujo con una espada llameante cabalgando a otro de los míos y lanzando cortes de viento a la dragona. No sabía de donde sacábamos a esos locos pero no importaba, lo único relevante es que estábamos logrando frenarla.
Por desgracia estaba a punto de llegar y los refuerzos aún no aparecían. Por ello teníamos que volvernos cada vez más temerarios. Tanto que en una pasada nos acercamos demasiado a sus fauces. Mientras disparábamos nos encontramos con sus inmensas mandíbulas cerrándose sobre nosotros. Drae aleteó hacia arriba y consiguió evitarlo, pero Arrax no estaba en buena posición. En lo que podría haber sido mi peor y última decisión, cerré mis alas me lancé en picado contra él mientras se cerraban sus mandíbulas y milagrosamente nos saqué a los dos del ataque.
Le rugí algo que pretendía significar algo como "¿ves como podías confiar en mi, imbécil?", y remonté el vuelo para volver a la carga. Dimos un par de pasadas más, pero se había acostumbrado ya a nuestros movimientos y cada vez estaba más cerca de alcanzarnos.
Cambiando de estrategia, intentamos unirnos a los que se agrupaban sobre su lomo intentando derribarla. Nos enganchamos a ella, mordiendo sus duras escamas e intentando hacer el peso suficiente para que cayera. Pero en un envite logró lanzarnos a un lado. Intenté reincorporarme, pero su inmensa garra iba directa hacia mi. No tenía el margen necesario para apartarme, pero entonces algo me golpeó y apartó del impacto, apartándome lo justo para ver como la garra pasaba a un palmo de mi cara pero destrozaba a Arrax. El zarpazo le había destrozado las alas y abierto el vientre, antes de caer al suelo ya estaba muerto.
Ya que no iba a poder devolverle el favor, cargué contra la falsa diosa con furia renovada, descargando hielo contra su cara sin importarme lo cerca que pasaba de su letal boca. El brujo loco la dejó tuerta de un ojo, lo que aproveché para caer sobre su cabeza, aferrarme a sus escamas con las garras y descargar mi aliento en su herida. Drae vio mi ataque suicida y cargó también. Se enganchó junto a mi y empezamos a arañar mientras seguíamos disparando. Al final la dragona consiguió deshacerse de nosotros, pero antes de que pudiera hacer nada, una sombra oscureció la luna, y los refuerzos del sargento Answar cargaron sobre ella.
«Arrax, lo hemos conseguido. Solo tenías que haber aguantado un poco más y dejarme.»
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Monza Sylroc
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Re: La decimotercera noche [Evento 14 aniversario]
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Me encontraba mirando hacia el horizonte desde lo alto de la torre del clan, luego de varios días sin dormir y sin entender lo que estaba sucediendo cuando de pronto sin más, simplemente me dormí. Caí en un extraño sueño en que era aún humano, y el Doctor García, nuestro médico de cabecera, hacía un chequeo a mi esposa para seguir tratando de salvarla de esa rara enfermedad.
Pero para mi sorpresa, el sueño se volvió muy raro, de un momento a otro todo se había vuelto parte de una densa oscuridad, y me sentí cayendo al vacío en medio de la nada más nadosa de toda la nadosidad -¿Pero qué está pasando, Doctor García?- Grité alarmado mientras me despedía de todo cuanto conocía -¡Ahí te voy, San Pedro!- Lancé mi grito de despedida y me encomendé a cuantos dioses me vinieron a la mente.
Para mi sorpresa, aparentemente no había muerto, sino que cuando mis ojos volvieron a ver algo, me encontraba ordeñando una vaca en lo que parecía ser una granja. Pero aquello no era todo lo extraño, sino que además no podía reconocer mis propias manos -Creo que este no soy yo- Murmuré para mí mismo, aunque lentamente mis propios recuerdos eran sustituidos por recuerdos ajenos.
Y con mis recuerdos se iba mi voluntad, me convertía en alguien más, me convertía en Don Cotufo -¿Quién era yo?- Murmuré al sentir que mis recuerdos habían desaparecido por completo, aunque ahora ya lo tenía todo claro. Habían pasado algunos años desde el terremoto en el que mi mujer, o más bien, la mujer de Don Cotufo había perdido la vida, y desde ese terrible día, Don Cotufo decidió hacer lo que cualquier otro hombre habría hecho en su lugar, luego de una desgracia como esa.
Y claro, era la solución obvia -Tenía que hacerlo, es lo que un hombre debe hacer en situaciones como esa- Y es que todos saben que si tu esposa muere en medio de un terremoto lo que debes hacer es poner una granja en el aire para que ya no vuelva a sufrir terremotos nunca más -Es lo que ella hubiese querido, por el bien de nuestras vacas- Dije con solemnidad mientras dejaba a la vaca y me dirigía al interior de la casa.
Salí del establo y miré al horizonte, solo las nubes me acompañaban en mi largo viaje, había rodeado la granja con árboles de volarce, pero tantos y en tal disposición que había conseguido arrancar la granja del suelo y convertirla en una especie de isla flotante, o más bien una granja flotante.
La vaca que acababa de ordeñar salió de su establo y al escuchar un relámpago en una de las nubes cercanas, corrió sin control alguno hacia el resto de las vacas, las cuales comenzaron a correr sin control tropezando unas con otras y llevándose hasta los bordes de la granja para saltar al vacío, dando origen a una repentina e inesperada lluvia de vacas en algún lugar de Aerandir, en donde todas mis vaquitas caerían aparatosamente.
Y ya sé que construir una cerca podría haber evitado que se cayeran, pero era mucho trabajo, en lugar de eso preferí dedicar horas y horas de lectura para aprender, desarrollar y aplicar un encantamiento arcano en cada una de las vacas para hacer que después de estrellarse contra el piso, volvieran al lugar en donde se encontraban unos minutos antes, de ese modo no importaba cuántas veces se lanzaran de la granja flotante, al final siempre terminarían regresando a la granja.
Lo que Don Cotufo no sabía era que debajo de su granja, en diferentes lugares de Aerandir, comenzaría correrse la voz acerca de las misteriosas e inexplicables lluvias de vacas que ocurrían cada cierto tiempo, y a las que nadie encontraba explicación… al menos hasta ahora.
Pero para mi sorpresa, el sueño se volvió muy raro, de un momento a otro todo se había vuelto parte de una densa oscuridad, y me sentí cayendo al vacío en medio de la nada más nadosa de toda la nadosidad -¿Pero qué está pasando, Doctor García?- Grité alarmado mientras me despedía de todo cuanto conocía -¡Ahí te voy, San Pedro!- Lancé mi grito de despedida y me encomendé a cuantos dioses me vinieron a la mente.
Para mi sorpresa, aparentemente no había muerto, sino que cuando mis ojos volvieron a ver algo, me encontraba ordeñando una vaca en lo que parecía ser una granja. Pero aquello no era todo lo extraño, sino que además no podía reconocer mis propias manos -Creo que este no soy yo- Murmuré para mí mismo, aunque lentamente mis propios recuerdos eran sustituidos por recuerdos ajenos.
Y con mis recuerdos se iba mi voluntad, me convertía en alguien más, me convertía en Don Cotufo -¿Quién era yo?- Murmuré al sentir que mis recuerdos habían desaparecido por completo, aunque ahora ya lo tenía todo claro. Habían pasado algunos años desde el terremoto en el que mi mujer, o más bien, la mujer de Don Cotufo había perdido la vida, y desde ese terrible día, Don Cotufo decidió hacer lo que cualquier otro hombre habría hecho en su lugar, luego de una desgracia como esa.
Y claro, era la solución obvia -Tenía que hacerlo, es lo que un hombre debe hacer en situaciones como esa- Y es que todos saben que si tu esposa muere en medio de un terremoto lo que debes hacer es poner una granja en el aire para que ya no vuelva a sufrir terremotos nunca más -Es lo que ella hubiese querido, por el bien de nuestras vacas- Dije con solemnidad mientras dejaba a la vaca y me dirigía al interior de la casa.
Salí del establo y miré al horizonte, solo las nubes me acompañaban en mi largo viaje, había rodeado la granja con árboles de volarce, pero tantos y en tal disposición que había conseguido arrancar la granja del suelo y convertirla en una especie de isla flotante, o más bien una granja flotante.
La vaca que acababa de ordeñar salió de su establo y al escuchar un relámpago en una de las nubes cercanas, corrió sin control alguno hacia el resto de las vacas, las cuales comenzaron a correr sin control tropezando unas con otras y llevándose hasta los bordes de la granja para saltar al vacío, dando origen a una repentina e inesperada lluvia de vacas en algún lugar de Aerandir, en donde todas mis vaquitas caerían aparatosamente.
Y ya sé que construir una cerca podría haber evitado que se cayeran, pero era mucho trabajo, en lugar de eso preferí dedicar horas y horas de lectura para aprender, desarrollar y aplicar un encantamiento arcano en cada una de las vacas para hacer que después de estrellarse contra el piso, volvieran al lugar en donde se encontraban unos minutos antes, de ese modo no importaba cuántas veces se lanzaran de la granja flotante, al final siempre terminarían regresando a la granja.
Lo que Don Cotufo no sabía era que debajo de su granja, en diferentes lugares de Aerandir, comenzaría correrse la voz acerca de las misteriosas e inexplicables lluvias de vacas que ocurrían cada cierto tiempo, y a las que nadie encontraba explicación… al menos hasta ahora.
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