¿Acaso no sabes que te odio? [Privado]

Llevaba ya unas cuantas semanas encerrado en la Academia sin ninguna misión ni nada que le sacara de ahí. Si es cierto que tampoco nadie le retenía, pero Aodh necesitaba alguna motivación para abandonar la Isla de Layessi pero la Arconte no parecía tener nada para él. Hasta el día de hoy.

Había salido pronto a pasear por las estrechas calles del lugar en busca de algunas fusilerías, más por tomar el aire que por necesitar nada, y al regresar a su dormitorio encontró una carta debajo de su puerta que le hizo dibujar una sonrisa en su rostro pues sabía perfectamente de quién era esa carta. Si la Arconte escribía era porque había alguna nueva tarea que completar. ¡Por fin!

Recogió el sobre, cerró la puerta y abrió la carta casi rompiéndola por el ansia leyéndola rápidamente confirmando sus sospechas. Bueno, al menos sabía que la Arconte quería verle y pocas veces le reclamaba de esa manera si no era para darle una tarea. No se comentaba sobre que sería pero en esos momentos a Aodh le daba bastante igual.

Se miró al espejo y se arregló un poco las pintas viendo su reflejo vestido de rojo y anaranjado, como siempre, en honor a los colores de su casa cuando estudiaba en la Academia de Yonzaich, en la Casa de Dearg.

De su dormitorio a las dependencias de la Arconte no había mucho así que tras recorrer un par de largos pasillos de piedra, girar una vez a la derecha y dos a la izquierda, se plantó frente a la puerta de la Sala de Audiencias llamando con un contundente golpe de nudillos en la madera antes de abrirla para entrar.

La sonrisa que se había mantenido en su rostro desde que vió la carta se borró por completo al ver que a parte de la Arconte, escondida trás un montón de papeles sobre su mesa, había alguien que solía acarrear mucho dolor de cabeza a Aodh.

- Muy buenas, Arconte -saludó el muchacho con una leve inclinación educada.- Hola, Birdy -saludó después al otro con una mirada de reojo.

Aodh no tiene enemigos, al menos no por su parte, pero si hay algunas personas que le producen irritación y, por encima de todos, está Birdy. Un antiguo estudiante de la casa de Wesram que le había tomado especial cariño a todos los miembros de Dearg y, de rebote, a Aodh fiel defensor de su Casa y de sus compañeros cuando recibían alguna pulla de ese otro… A pesar de haber pasado ya unos cuantos años desde que terminaran sus estudios ambos seguían viviendo en Yonzaich, trabajando para la Arconte, y rivalizando a la mínima que tenían ocasión.

Aodh se acomodó en una de las sillas frente a la mesa de la Arconte, al lado de Birdy, más cerca de lo que el otro desearía. Aodh no era tan remilgado a compartir un espacio con él, pero sabía que el brujo de tierra si y eso impulsaba al de fuego a hacerlo. Le gusta chinchar, no podía negarlo.

Escuchó atentamente todas y cada una de las palabras de la mujer, inclinando levemente su cabeza por ese comentario sobre la prontitud en la que habían acudido ambos brujos. Sabía que no se podía hablar sin permiso frente a la Arconte, algo que a veces no controlaba, aunque le era perdonado, pero en esta ocasión supo esperar a que Birdy fuese quien respondiese primero y asegurarse de no meter la pata.

Estoy de acuerdo con mi compañero, Arconte. Es un gran placer estar a su servicio y ayudar en cuanto sea humildemente posible.

Aodh sabe cómo hablar para quedar bien y camelarse a la gente, aunque eso con la Arconte no funcionaba como con los demás, pues era una mujer fuera de todo control salvo el suyo propio. Aodh había intentado investigar sobre ella queriendo descubrir más pero es algo imposible, ni rastro de ninguna documentación y no pensaba insistir. Si ella quería mantener ese aura de misterio Aodh no sería quien la perturbara con su curiosidad y arriesgarse a perder su favor.

- ¡Por supuesto! - el entusiasmo de Aodh fue evidente en sus palabras y la alegría con la que se expresó, no dejando esta vez que Birdy se adelantara en dar su respuesta. - Estoy deseando poder viajar. Y ayudar, claro.

Llevaba tanto tiempo encerrado en la Isla de Layessi que necesitaba salir y viajar bien lejos, así que aceptaría cualquier misión incluso si tenía que compartir su viaje con alguien tan molesto como Birdy y su envidia.

Pues si, Aodh tiene la teoría que tanta rabia de el brujo de tierra hacia su persona no era más que envidia y resentimiento. Si las capacidades de Birdy eran inferiores a las suyas, ¿que culpa tiene él? Durante su época de estudiantes esa rivalidad hacía sentir a Aodh más orgulloso de su poder y le encantaba humillar al otro, pero ahora que ya eran mayores, intentaba controlarse un poco pues sentía algo de pena por esa obsesión enfermiza de Birdy. Aunque le sigue gustando verle y hacerle rabiar.

Las últimas palabras de la Arconte parecían llevar un doble mensaje o así lo interpretó Aodh. Así quisó interpretarlo pues el trabajar codo con codo junto a Birdy quizás sería una buena ocasión para limar asperezas y mejorar su relación. Obviamente tampoco esperaba que se hiciesen amigos, pero al menos que Birdy no se sintiese en la necesidad de competir continuamente con Aodh y pudiesen compartir aprendizajes y aventuras como la que estaba por venir.

- Lo haremos, Arconte -los labios de Aodh se curvaron mostrando una sonrisa y miro, ahora si fijamente, al que tenía al lado colocando una manos sobre su hombro.- ¿Verdad que si, pajarillo? Vamos a trabajar duro para lo que la Arconte nos pida.

Por muy buena intención que tuviese Aodh a veces no podía evitar ser un cabrón y provocar a Birdy aún frente a la Arconte sabiendo que no se rebotaría y mantendría la compostura. Al menos hasta que estuviesen fuera de la Sala de Audiencias y a solas dónde seguramente le caerá algún puñetazo de Birdy.