Sembrando el odio [Desafío]
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Sembrando el odio [Desafío]
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En noches como aquella, Noth se alegraba de tener la taberna El Dulce Vino a veinte pasos de casa. Fuera caía una tormenta de nieve de mil pares de nariz. La única forma de soportar el frío sería emborrachándose; y eso es lo que estaba dispuesto a hacer. ¡Joyce, encanto, sírveme más de ese hidromiel tuyo! Era la frase que más había repetido en la última hora. Posiblemente, sería la frase que más hubiera repetido en toda su vida. Joyce era la camarera de El Dulce Vino. Una joven agradable tanto a la vista como para la charla. Por muy molesto que el alcohol pusiera a Noth, ella jamás le había echado. En los tres años que llevaba como encargada, Noth jamás le había visto echar a nadie; ni siquiera levantar la voz. Su dulzura hacía honor al nombre de la taberna.
Lo segundo mejor que traían las tormentas de nieve (lo primero era tener una excusa real para estar en El Dulce Vino y ver los muslos de Joyce cuando se le levantaban la falda) eran las reuniones de amigos. No importaba que día estuviera del año. Si había tormenta era casi una obligación que todos los hombres del barrio fueran a El Dulce Vino a calentarse. ¡Que corra el hidromiel y el ron! ¡Estamos de celebración! Noth se encontró con amigos que no había visto en meses. Les saludó con un abrazo y dos besos. Un grupo de hombres y mujeres sacó unos instrumentos y se pusieron a tocar en el escenario. No eran los habituales de El Dulce Vino, pero, ¿a quién le importaba? Eran hombres refugiados de la tormenta, como todos los demás. Un segundo grupo, en este primaban las mujeres bonitas con escasa ropa, bailó enfrente a los músicos. Después de un par de jarras por encima del límite que era capaz de beber, Noth se unió al grupo de mujeres. Lo reconocía abiertamente, a pleno pulmón: quería estar cerca de ellas; si tocaba carne mucho mejor.
Era una fiesta, de las más divertidas que Noth hubo asistido. Como se solía decir en Verisar: Al mal tiempo, buena cara. O, como a Noth le gustaba decir: “Cuando los Dioses se cagan, cágales a ellos”.
Una vez terminó el corto repertorio que los músicos conocían, las bailarinas se sentaron sobre las rodillas de los hombres que más les había gustado (o que más gorda tuviera la cartera). Noth tuvo suerte, consiguió encandilar a una chica de la misma edad que Joyce, pero diez veces más fea. El alcohol hizo que pareciera guapa.
Un elegante hombre se subió al escenario. Por la vestimenta, Noth creyó que se trataba de un extranjero. Nadie del barrio se atrevería a vestir con un traje de gala de colores oscuros. A la fiestas había que acudir con colores alegres; las mujeres sin ropa. Noth sonrió mientras acariciaba el pecho de la chica. Ella no hizo señal de que le estuviera incomodando.
Otro detalle de aquel hombre que llamaba la atención era que tenía una lengua de plata.
-Mi nombre es Gabriel Marlowe- se presentó con una reverencia. Definitivamente, era un extranjero-. Siento interrumpiros vuestra merecida celebración, pero me temo que he de traeros malas nuevas-.
Se hizo un silencio incómodo. Noth y otros parroquianos de El Dulce Vino se miraron entre ellos. ¿Quién era ese tipo? ¿Y qué estaba diciendo? ¿Otro brote de pandemia? ¿Algo peor?
-Estamos malditos. Toda Aerandir está maldita. Es por culpa de la magia, nos ha corrompido-.
-Nosotros no somos brujos- dijo un hombre, Noth no lo conocía. Con la palma de la mano, Marlowe hizo callar al hombre.
-Dije que nos ha corrompido, no que seamos los corruptos- se humedeció los labios; debe de ser incómodo hablar con la lengua de plata- Ellos son los brujos, los elfos y los dragones. Todos aquellos que la posean. Los males que hemos sufrido y seguimos sufriendo son por su culpa ellos. Muertos levantándose de sus tumbos, elfos mirándonos por encima del hombro, brujos haciendo gala de sus toscas habilidades delante de nuestras narices, dragones de cuatro metro volviéndose violentos en nuestra contra, vampiros secuestrando a nuestros hijos… ¿Queréis saber más? La magia hizo posible que una extraña enfermedad matase a la mitad de nuestra población- Noth soltó el pecho de la chica, recordó a su difunta mujer - Os contaré más. Un brujo maldijo 19 objetos. Les otorgó un gran poder, según él para ayudarnos a sobrellevar las invasiones de los muertos como la que tuvimos hace unos años en Terpoli. La realidad fue muy distinta. Estos objetos nos han maldito. Somos prisioneros de sus voluntades. Sacrestic fue devastada por las gárgolas talladas con uno de estos objetos. Un sueño cobró vida porque encontró el poder. Una bruja acosó a Vulwulfar porque una bola de cristal se lo ordenó. ¿Seguís creyendo que lo hizo por nuestra ayuda? Dejad que lo dude-.
Todos los presentes de El Vino Dulce dudaron en compañía de Gabriel Marlowe.
-Hoy declaro la guerra a la magia. Brujos, elfos, dragones y vampiros. ¿A quién le importa? Desde años hemos tenido que soportar sus acosos constantes. Que nos miren por encima del hombro. No somos menores que ellos. No somos la diana de sus maldiciones. ¡Uníos a mí! Juntos, como hermanos, como una unidad, extinguiremos a la magia. Seremos libres-.
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Martem era un brujo que, por desgracia, estuvo en El Dulce Vino cuando Marlowe soltó su discurso. Identificarlo como brujo fue muy sencillo, vestía con una túnica negra con reflejos morados.
Cinco hombres, entre los cuales destacaba Noth, le tomaron con violencia. Dos se encargaron de cogerles las piernas, otros dos de los brazos y el quinto tenía la labor de mantener la boca del brujo calladita. Los seis hombres salieron de la taberna por la puerta de atrás. Lanzaron al brujo contra los cubos de basura. Noth cogió un puñado de nieve e hizo que el brujo se la tragase.
-Tu raza debería desaparecer- gruñó Noth a la vez que pateaba el estómago del brujo.
Los otros hombres acompañaron a Noth. Las patadas y los puñetazos volaban. El brujo lloraba, sangre y suplicaba piedad. Los hombres no le hicieron caso. Aerandir sangraba y lloraba por culpa de la magia y, todavía, hasta este día, nadie suplicó clemencia.
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* Bienhallado/a apaleador/a o salvador/a de brujos Eres uno de los presentes de la “fiesta” de El Dulce Vino. Has disfrutado de los bailes y del alcohol y ha llegado el momento de escuchar a Marlowe. Ves a los hombres humanos llevarse a un brujo extranjero a la parte de atrás de la taberna. En este primer turno deberás decidir si socorrer al brujo o unirte a los humanos.
Gabriel Marlowe puede caerte mejor o peor; eso es indiferente. Este tema, el protagonista son los humanos y el odio que generan en contra de la magia. Marlowe desaparece entre la multitud nada más terminar su discurso. Por desgracia, no lo podrás utilizar.
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Re: Sembrando el odio [Desafío]
Tras la pandemía los recursos en Ulmer escaseaban, sobretodo los relacionados con el noble arte de la herrería. Así que a falta de comerciantes, uno mismo tenía que encargarse de abastecerse, o hacer que otro lo hiciera como hizo Tom conmigo. "¡Ves a alguna ciudad humana y hazte con algunos recursos, chico!" fue lo que me dijo con una orden que no admitía replica, supongo que era un efecto secundario de estar viviendo de gratis en su casa.
Y ahora ahí me hallaba, en medio de una furiosa tormenta de nieve congelándome los huesos. Por culpa de la nieve y la oscuridad de la noche, me era muy difícil distinguir algo más allá de la punta de mi nariz.
"Vamos a morir congelados por tu incompetencia." bramó el lobo haciendo gala de la fuerza que le daba la noche para meterse en mi cabeza1.
No tenía fuerzas ni para contestar, todas mis energías estaban centradas en avanzar sin matarme y en no congelarme.
Por fin, como si de una aparición divina se tratara, pude vislumbrar unas pequeñas luces a lo lejos. Agradecí a todos los dioses, habidos y por haber, aquella visión, y aceleré el paso deseoso de dejar atrás aquella odiosa tempestad.
Entre en la taberna al ritmo del castañeteo de mis dientes, y no tardé en quitarme la capa de nieve que se había formado alrededor de mi cuerpo a manotazos, lo que me provocó cierta sensación de calor. No tardó en llegarme el animado ambiente que reinaba en la taberna. Al parecer, se había formado una autentica fiesta improvisada por inesperados músicos y bailarines, que incitaron al resto a unirse a la danza. No fui una excepción.
Una jovéncita de cabellos rojos y las mejillas manchadas de pecas, que no sería mucho mayor que yo, me tomó de las manos, y tomándose todas las libertades del mundo, me arrastró hasta el centro de la sala, tampoco es que ofreciera mucha resistencia. Dimos vueltas y giros impulsados por la música, chocamos con otros bailarines y reímos durante un buen rato sobre lo mal bailarín que era, la verdad es que la chica era bastante maja. Aunque un repentino escalofrió me recorrió toda la espalda, aquel baile me recordó mucho al que había realizado con Niel en Discordia, aunque había sido completamente diferente. Aunque no me tuve que preocupar mucho más por ello, las canciones se acabaron más rápido de lo que esperaba, seguramente porque los músicos no eran profesionales en aquel ámbito.
Una vez terminado el baile, las parejas se retiraron juntas a las mesas, la mía hizo lo propio conmigo cogiéndome de la mano. Una parte de mi estaba radiante de felicidad, no todos los días tenía uno aquella suerte, pero la otra tenía una gran carga de conciencia, era sólo un viajero ocasional en aquel lugar no era apropiado que aquella chica se hiciera ilusiones vanas. Aunque lo más seguro es que todo fueran paranoias mías, seguramente la chica sólo quería pasar un buen rato sin tener que pensar en el futuro. Pero yo no podría permitirme aquel lujo, sobretodo en aquel momento.
De una forma totalmente improvista vi como un antiguo conocido se subió al escenario, mientras que la oscura sombra del pasado se cernía más sobre mi a cada escalón que ascendía. Gabril Marlowe había hecho su entrada en escena. Una tenaza de miedo oprimió mi corazón por los recuerdos del pasado, aquel desafortunado encuentro con los leónicos y la rebelión de Marlowe. Él había desaparecido tras la refriega, y sólo por el hecho de hablar con él ya se me había acusado de culpable del incidente. No es que Marlowe me hubiese hecho algo malo, yo también opinaba lo mismo sobre el actuar de los leónicos, pero mi encuentro con él no me dio muy buena suerte. Luego estaba el misterio de la espada que llevaba a mi espalda, que se había grabado con las runas de su nombre. No estaba mentalmente preparado como para encontrarme con él de nuevo, no era el momento. Así que intenté ocultarme de su vista colocando mi rostro detrás del de la chica.
-¡Vaya! Si que has comenzado a tomarte confianzas, ¡eh!- la chica soltó una rísita y se acercó más a mi.
-Emm... si bueno... es que... hueles muy bien... - no sabía muy bien que decir en aquella situación, así que me puse rojo como un tomate al sentir que había dicho una estupidez.
-¡Que mono! - la chica hizo el ademán de acercarse aún más, pero la potente voz de Marlowe interrumpió su acto. Su voz parecía ordenar que le prestaras toda la atención del mundo. Yo no fui ajeno a aquel efecto.
El discurso del viejo licántropo no fue nada alegre, de hecho fue algo simular al que me dirigió a mi en aquella aldea, pero este estaba más cargado de odio, con un imperioso deseo de transmitirlo a sus oyentes, un odio a la magia y a las razas que podían usarla. La chica a mi lado frunció el ceño y pude sentir en ella con nacía aquel odio que Marlowe propagaba. Su semblante amable había sido transformado por completo, la felicidad se marcho para que entrara la furia. Marlowe seguramente había tocado un tema escabroso para todos los presentes, la pandemia se había llevado a muchos seres queridos sin explicación alguna, y todos querían buscar a un culpable en aquellos momentos. El papel que le había tocado cumplir a los dragones fue reafirmado y ampliado a elfos y brujos. Toda la taberna fue presa de aquel sentimiento. Incluso yo en mi interior tenía aquella disyuntiva.
Conocía en parte a Marlowe, pero no entendía muy bien sus actos. Era extraño que en su discurso no hubiese metido a los leónicos, quienes suponía que eran su principal enemigo. ¿Qué interés podría tener el anciano en dragones, elfos y brujos? ¿En que le afectaban en realidad?
Aquellas preguntas se arremolinaban en mi mente al tiempo en que me debía entre si odiar o no a aquellas razas.
"¡Tiene razón! ¡Debemos de matarlos a todos!" el lobo volvió a aparecer con fuerza afectando a mi humor. "Si no lo hacemos nosotros lo harán ellos"
"¿Por qué? ¿Debo recordarte las veces que alguna de esas razas nos ha ayudado o nos ha salvado?"
"Te han salvado." me corrigió. "De haber estado yo al mano no hubiéramos dado una imagen tan patética y mucho menos nos hubieran tenido que salvar vergonzosamente." el odio de Marlowe podía sentirse en el lobo. "Además esos brujos y dragones fueron los causantes de la enfermedad que casi nos arrebata la vida, ¡Son los enemigos!"
"Pero fue precisamente un brujo quién nos salvo dándonos la cura para esa enfermedad."
"¡QUE LOS MATES!" sentí como las ansias de sangre crecían en mi, si aquello seguía así no sólo mataría brujos, dragones o elfos, sino a todo aquel que se pusiera delante mía.
"¡NO!" me llevé las manos para taparme los oídos y casi pegué la cabeza contra la madera de la mesa. No podía seguir escuchando a Marlowe, de hacerlo el lobo saldría al exterior para propagar la muerte a todos los parroquianos.
-¿Que haces?-el tono de la chica era diferente al de antes.
Alcé la vista y vi como la joven me miraba extrañada. Miré a mi alrededor algo desorientado. El ambiente en la taberna había cambiado, la alegría había sido sustituida por un ambiente de gran tensión. Una enorme olla a presión que estaba a punto de saltar.
-Ehh... nada... Me ha comenzado a doler la cabeza... eh... es posible que me haya afectado el frió de la tormenta.- intenté poner una escusa rápida, aunque seguramente poco convincente, pues ni yo mismo podía explicarme aquellas discusiones internas.
En ese momento, un grupo de hombres se levanto bruscamente y se dirigió hacía un delgado parroquiano que vestía elegantemente.
"Un brujo..." pensé al momento en que sabía bien lo que iba a ocurrir. La olla a presión creada por Gabriel iba a liberarse.
Tomaron violentamente al brujo entre los cinco y lo sacaron de la taberna entre golpes e intentos de taparle la boca para que no pidiera ayuda. Una ayuda que nunca obtendría de los presentes de aquella taberna.
-¡Jum! Espero que le den su merecido. Esa gente son los culpables de la muerte de muchos. - la chica que me acompañaba habló con una furia que enmascaraba un profundo dolor. Marlowe había hecho un buen trabajo convirtiendo el dolor de aquella gente en ira. -Voy a por unas cervezas, quédate aquí y seguimos charlando. - en otro momento puede que aquel ofrecimiento lo hubiese hecho de forma amable, pero en este caso la amabilidad había desaparecido.
-Mmmm.... vale...
La chica no tardó en irse a la barra, al igual que yo no tardé en abrir mi saco y rebuscar entre mis cosas. Lo sentía mucho por la chica, pero debía de darle plantón. Alguien debía de salvar al brujo, y yo estaba en deuda desde que uno me había salvado la vida con aquella poción.
Encontré lo que buscaba, un muñeco de lana con la forma de una cabra humanoíde, un mini Krampus. Sonreí para mi.
"¿También debería odiarme por usar objetos mágicos?"
"Deberías. Muestran debilidad." el lobo estaba decidido a hacer todo aquello más difícil. Lo noté en cuanto comenzó a alterar mis sentidos haciéndome captar el exceso de información que me producían todos los ruidos y olores de la taberna.
"Pues bien." le respondí al mismo tiempo que intentaba reprimirlo dentro de mi.
Coloqué el muñeco encima de una de las velas que iluminaban la estancia. El krampus comenzó a arder de una forma extraña mientras yo me apresure por salir fuera de la taberna. Sólo faltaba que en un lugar donde ahora odiaban la magia con total fervor me vieran a mi realízarla.
Una vez fuera, el frió volvió a azotarme la piel, aunque la tormenta había amainado. Solté el muñeco para no quemarme la mano y en el momento en el que lo hice el mini Krampus tomo vida, de una forma perversamente realista, y con todos sus accesorios, la vara y el cubo con betún. Daba mucho más miedo que los disfraces que usaban los dragones. Se me quedó mirando, como si esperara órdenes2.
-Bien. Sígueme.
Rodeé el edificio para llegar hasta la otra salida que habían tomado los hombres. Los aullidos del viento eran lo único que amortiguaban los gritos de dolor y suplica provocados por el brujo. Los miré bien, eran demasiados como para enfrentarlos directamente, pese a que estuvieran desarmados. Miré al Krampus.
-No les gusta la magia eehh... - le susurré al muñeco. - Pues vamos a darles dos tazas colmadas. -volví a mirar para intentar identificar al cabecilla. -Bien. Lo que tienes que hacer es lo siguiente. Vas al grandote ese que está en medio y le das un buen azote en el culo. Coges, te metes entre sus piernas y le lanzas betún a los que están a su lado, vuelves para atrás y manchas al grandote. En ese momento te ríes y sales disparado hacia el sur, alejándolos de aquí. Válete de tu tamaño para despistarlos y cuando no te sigan vuelves a buscarme. ¿Fácil no?- miré al Krampus que me dirigió con una cara inexpresiva. Entonces preví la posibilidad de que no pudiera ejercer ordenes tan complejas. -Mmm... ves. Diviértete. Cabréalos y que no te pillen. - ahí el Krampus sonrió y se puso en marcha, para lo pequeño que era, era bastante rápido, sobretodo andando por la nieve.
Obediente a su oficio, el Krampus llego al supuesto cabecilla (Noth) y le dio un buen azote en el culo. Cuando este e giró furioso, le lanzó todo el betún del cubo en la cara. Se metió entre sus piernas y le azotó el culo al hombre de su izquierda, que también se giro para acabar lleno de betún, al parecer el cubo del Krampus se rellenaba mágicamente o tenía más capacidad de la que parecía. Se alejó y se rió de ellos con una cara llena de maldad, dispuesto a huir.
Yo por mi parte omití las risas y me recosté contra el muro quedando bien oculto de la vista del grupo, para que no me pudieran relacionar con Krampus.
_________________________________________________________________________________________________________
1:Mención a los efectos negativos de mi habilidad nivel 0 "Un sólo ser".
2:Uso de objeto máster: Muñeco de Krampus.
Añado foto del equipamiento que llevo para este desafió.Y ahora ahí me hallaba, en medio de una furiosa tormenta de nieve congelándome los huesos. Por culpa de la nieve y la oscuridad de la noche, me era muy difícil distinguir algo más allá de la punta de mi nariz.
"Vamos a morir congelados por tu incompetencia." bramó el lobo haciendo gala de la fuerza que le daba la noche para meterse en mi cabeza1.
No tenía fuerzas ni para contestar, todas mis energías estaban centradas en avanzar sin matarme y en no congelarme.
Por fin, como si de una aparición divina se tratara, pude vislumbrar unas pequeñas luces a lo lejos. Agradecí a todos los dioses, habidos y por haber, aquella visión, y aceleré el paso deseoso de dejar atrás aquella odiosa tempestad.
* * *
Entre en la taberna al ritmo del castañeteo de mis dientes, y no tardé en quitarme la capa de nieve que se había formado alrededor de mi cuerpo a manotazos, lo que me provocó cierta sensación de calor. No tardó en llegarme el animado ambiente que reinaba en la taberna. Al parecer, se había formado una autentica fiesta improvisada por inesperados músicos y bailarines, que incitaron al resto a unirse a la danza. No fui una excepción.
Una jovéncita de cabellos rojos y las mejillas manchadas de pecas, que no sería mucho mayor que yo, me tomó de las manos, y tomándose todas las libertades del mundo, me arrastró hasta el centro de la sala, tampoco es que ofreciera mucha resistencia. Dimos vueltas y giros impulsados por la música, chocamos con otros bailarines y reímos durante un buen rato sobre lo mal bailarín que era, la verdad es que la chica era bastante maja. Aunque un repentino escalofrió me recorrió toda la espalda, aquel baile me recordó mucho al que había realizado con Niel en Discordia, aunque había sido completamente diferente. Aunque no me tuve que preocupar mucho más por ello, las canciones se acabaron más rápido de lo que esperaba, seguramente porque los músicos no eran profesionales en aquel ámbito.
Una vez terminado el baile, las parejas se retiraron juntas a las mesas, la mía hizo lo propio conmigo cogiéndome de la mano. Una parte de mi estaba radiante de felicidad, no todos los días tenía uno aquella suerte, pero la otra tenía una gran carga de conciencia, era sólo un viajero ocasional en aquel lugar no era apropiado que aquella chica se hiciera ilusiones vanas. Aunque lo más seguro es que todo fueran paranoias mías, seguramente la chica sólo quería pasar un buen rato sin tener que pensar en el futuro. Pero yo no podría permitirme aquel lujo, sobretodo en aquel momento.
De una forma totalmente improvista vi como un antiguo conocido se subió al escenario, mientras que la oscura sombra del pasado se cernía más sobre mi a cada escalón que ascendía. Gabril Marlowe había hecho su entrada en escena. Una tenaza de miedo oprimió mi corazón por los recuerdos del pasado, aquel desafortunado encuentro con los leónicos y la rebelión de Marlowe. Él había desaparecido tras la refriega, y sólo por el hecho de hablar con él ya se me había acusado de culpable del incidente. No es que Marlowe me hubiese hecho algo malo, yo también opinaba lo mismo sobre el actuar de los leónicos, pero mi encuentro con él no me dio muy buena suerte. Luego estaba el misterio de la espada que llevaba a mi espalda, que se había grabado con las runas de su nombre. No estaba mentalmente preparado como para encontrarme con él de nuevo, no era el momento. Así que intenté ocultarme de su vista colocando mi rostro detrás del de la chica.
-¡Vaya! Si que has comenzado a tomarte confianzas, ¡eh!- la chica soltó una rísita y se acercó más a mi.
-Emm... si bueno... es que... hueles muy bien... - no sabía muy bien que decir en aquella situación, así que me puse rojo como un tomate al sentir que había dicho una estupidez.
-¡Que mono! - la chica hizo el ademán de acercarse aún más, pero la potente voz de Marlowe interrumpió su acto. Su voz parecía ordenar que le prestaras toda la atención del mundo. Yo no fui ajeno a aquel efecto.
El discurso del viejo licántropo no fue nada alegre, de hecho fue algo simular al que me dirigió a mi en aquella aldea, pero este estaba más cargado de odio, con un imperioso deseo de transmitirlo a sus oyentes, un odio a la magia y a las razas que podían usarla. La chica a mi lado frunció el ceño y pude sentir en ella con nacía aquel odio que Marlowe propagaba. Su semblante amable había sido transformado por completo, la felicidad se marcho para que entrara la furia. Marlowe seguramente había tocado un tema escabroso para todos los presentes, la pandemia se había llevado a muchos seres queridos sin explicación alguna, y todos querían buscar a un culpable en aquellos momentos. El papel que le había tocado cumplir a los dragones fue reafirmado y ampliado a elfos y brujos. Toda la taberna fue presa de aquel sentimiento. Incluso yo en mi interior tenía aquella disyuntiva.
Conocía en parte a Marlowe, pero no entendía muy bien sus actos. Era extraño que en su discurso no hubiese metido a los leónicos, quienes suponía que eran su principal enemigo. ¿Qué interés podría tener el anciano en dragones, elfos y brujos? ¿En que le afectaban en realidad?
Aquellas preguntas se arremolinaban en mi mente al tiempo en que me debía entre si odiar o no a aquellas razas.
"¡Tiene razón! ¡Debemos de matarlos a todos!" el lobo volvió a aparecer con fuerza afectando a mi humor. "Si no lo hacemos nosotros lo harán ellos"
"¿Por qué? ¿Debo recordarte las veces que alguna de esas razas nos ha ayudado o nos ha salvado?"
"Te han salvado." me corrigió. "De haber estado yo al mano no hubiéramos dado una imagen tan patética y mucho menos nos hubieran tenido que salvar vergonzosamente." el odio de Marlowe podía sentirse en el lobo. "Además esos brujos y dragones fueron los causantes de la enfermedad que casi nos arrebata la vida, ¡Son los enemigos!"
"Pero fue precisamente un brujo quién nos salvo dándonos la cura para esa enfermedad."
"¡QUE LOS MATES!" sentí como las ansias de sangre crecían en mi, si aquello seguía así no sólo mataría brujos, dragones o elfos, sino a todo aquel que se pusiera delante mía.
"¡NO!" me llevé las manos para taparme los oídos y casi pegué la cabeza contra la madera de la mesa. No podía seguir escuchando a Marlowe, de hacerlo el lobo saldría al exterior para propagar la muerte a todos los parroquianos.
-¿Que haces?-el tono de la chica era diferente al de antes.
Alcé la vista y vi como la joven me miraba extrañada. Miré a mi alrededor algo desorientado. El ambiente en la taberna había cambiado, la alegría había sido sustituida por un ambiente de gran tensión. Una enorme olla a presión que estaba a punto de saltar.
-Ehh... nada... Me ha comenzado a doler la cabeza... eh... es posible que me haya afectado el frió de la tormenta.- intenté poner una escusa rápida, aunque seguramente poco convincente, pues ni yo mismo podía explicarme aquellas discusiones internas.
En ese momento, un grupo de hombres se levanto bruscamente y se dirigió hacía un delgado parroquiano que vestía elegantemente.
"Un brujo..." pensé al momento en que sabía bien lo que iba a ocurrir. La olla a presión creada por Gabriel iba a liberarse.
Tomaron violentamente al brujo entre los cinco y lo sacaron de la taberna entre golpes e intentos de taparle la boca para que no pidiera ayuda. Una ayuda que nunca obtendría de los presentes de aquella taberna.
-¡Jum! Espero que le den su merecido. Esa gente son los culpables de la muerte de muchos. - la chica que me acompañaba habló con una furia que enmascaraba un profundo dolor. Marlowe había hecho un buen trabajo convirtiendo el dolor de aquella gente en ira. -Voy a por unas cervezas, quédate aquí y seguimos charlando. - en otro momento puede que aquel ofrecimiento lo hubiese hecho de forma amable, pero en este caso la amabilidad había desaparecido.
-Mmmm.... vale...
La chica no tardó en irse a la barra, al igual que yo no tardé en abrir mi saco y rebuscar entre mis cosas. Lo sentía mucho por la chica, pero debía de darle plantón. Alguien debía de salvar al brujo, y yo estaba en deuda desde que uno me había salvado la vida con aquella poción.
Encontré lo que buscaba, un muñeco de lana con la forma de una cabra humanoíde, un mini Krampus. Sonreí para mi.
"¿También debería odiarme por usar objetos mágicos?"
"Deberías. Muestran debilidad." el lobo estaba decidido a hacer todo aquello más difícil. Lo noté en cuanto comenzó a alterar mis sentidos haciéndome captar el exceso de información que me producían todos los ruidos y olores de la taberna.
"Pues bien." le respondí al mismo tiempo que intentaba reprimirlo dentro de mi.
Coloqué el muñeco encima de una de las velas que iluminaban la estancia. El krampus comenzó a arder de una forma extraña mientras yo me apresure por salir fuera de la taberna. Sólo faltaba que en un lugar donde ahora odiaban la magia con total fervor me vieran a mi realízarla.
Una vez fuera, el frió volvió a azotarme la piel, aunque la tormenta había amainado. Solté el muñeco para no quemarme la mano y en el momento en el que lo hice el mini Krampus tomo vida, de una forma perversamente realista, y con todos sus accesorios, la vara y el cubo con betún. Daba mucho más miedo que los disfraces que usaban los dragones. Se me quedó mirando, como si esperara órdenes2.
-Bien. Sígueme.
Rodeé el edificio para llegar hasta la otra salida que habían tomado los hombres. Los aullidos del viento eran lo único que amortiguaban los gritos de dolor y suplica provocados por el brujo. Los miré bien, eran demasiados como para enfrentarlos directamente, pese a que estuvieran desarmados. Miré al Krampus.
-No les gusta la magia eehh... - le susurré al muñeco. - Pues vamos a darles dos tazas colmadas. -volví a mirar para intentar identificar al cabecilla. -Bien. Lo que tienes que hacer es lo siguiente. Vas al grandote ese que está en medio y le das un buen azote en el culo. Coges, te metes entre sus piernas y le lanzas betún a los que están a su lado, vuelves para atrás y manchas al grandote. En ese momento te ríes y sales disparado hacia el sur, alejándolos de aquí. Válete de tu tamaño para despistarlos y cuando no te sigan vuelves a buscarme. ¿Fácil no?- miré al Krampus que me dirigió con una cara inexpresiva. Entonces preví la posibilidad de que no pudiera ejercer ordenes tan complejas. -Mmm... ves. Diviértete. Cabréalos y que no te pillen. - ahí el Krampus sonrió y se puso en marcha, para lo pequeño que era, era bastante rápido, sobretodo andando por la nieve.
Obediente a su oficio, el Krampus llego al supuesto cabecilla (Noth) y le dio un buen azote en el culo. Cuando este e giró furioso, le lanzó todo el betún del cubo en la cara. Se metió entre sus piernas y le azotó el culo al hombre de su izquierda, que también se giro para acabar lleno de betún, al parecer el cubo del Krampus se rellenaba mágicamente o tenía más capacidad de la que parecía. Se alejó y se rió de ellos con una cara llena de maldad, dispuesto a huir.
Yo por mi parte omití las risas y me recosté contra el muro quedando bien oculto de la vista del grupo, para que no me pudieran relacionar con Krampus.
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1:Mención a los efectos negativos de mi habilidad nivel 0 "Un sólo ser".
2:Uso de objeto máster: Muñeco de Krampus.
- inventario:
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Ircan
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Re: Sembrando el odio [Desafío]
La gente de Aerandir estaba asustada. Eran un rebaño de ganado que había visto al lobo de cara. Las ovejas, las débiles de la manada, huyeron hacia ninguna parte. Siguiendo la metáfora, ellas eran las mujeres de la taberna. Tras el discurso de Gabriel Marlowe, las chicas escaparon o se escondieron bajo las mesas. Los hombres, robustos como carneros, tomaron la decisión de hacer frente al peligro. En el mejor de los casos, unidos matarían al lobo, al brujo. En el peor, el lobo los mataría a ellos. Fuera como fuere, las ovejas del rebaño quedaban a salvo de cualquier peligro.
Randall Flagg mostraba una amarga sonrisa. El símil de las ovejas era perfecto. Los hombres pateaban la cara del brujo con tanta violencia que, en verdad, parecían ser las embestidas de un carnero.
La magia llegó cuando tenía que llegar, ni antes ni después. Una oveja, una mujer sin la mitad superior de su vestido, se asomó por uno de los balcones colindantes a la taberna. Con una mano, llamó a otras ovejas que se acercan se a ver. “El lobo está muriendo, no hay peligro. Nos volveremos a reunir y festejaremos con balidos nuestra hazaña”. Tanta patéticos como un rebaño movido por instintos.
La túnica del brujo se tiñó de oscuridad, parecía absorber la luz de las antorchas cercanas. Uno de los hombres tuvo suerte; en el último segundo, se dio la vuelta para ver quién le había azotado el trasero. El resto de los hombres fueron devorados por las tinieblas. La mujer del balcón diría que desaparecieron; en un segundo estaban pateando al brujo y en el otro se esfumaron. Ella era una inocente criatura que no podía ver más allá de lo evidente. Lo cierto era que los hombres seguían presentes, habían pasado a formar parte de las sombras de El Hombre Muerto.
-Los humanos sois simples, ingenuos. Creéis cualquier cosa que se os diga con un mínimo de sentido y acatáis las órdenes que os imponen sin antes pensar en las consecuencias. Vuestro sistema está podrido. Aerandir está podrida. ¿No lo oléis? Huele a carne en mal estado-.
North, el último de los hombres, cometió el error de mirar directamente a los ojos de Randall Flagg. Mientras el brujo hablaba, la carne del humano iba tomando un aspecto vede grisáceo. Sus ojos se derritieron dejando paso a unas larvas, salidas de la nada, que correteaban por las cuencas vacías como si fueran parte de su parque de diversiones. De la nariz goteaba un líquido amarillento; sangre mezclado con el pus. El detalle más macabro era el olor, la peste. Como vaticinó El Hombre Muerto: apestaba a carne en mal estado, en descomposición.
Las mujeres, desde los balcones, silbaban y aplaudían. Dejaron de ser las ovejas guiadas por el callado del sistema y se convirtieron en personas reales. Una de ellas señaló a un chico que se ocultaba detrás de unos cubos de basura. El Hombre Muerto, con una posee alegre, se acercó hacia él.
-Chico, ¿estás perdido? ¿Necesitas mi ayuda?-
Marlowe salió del otro lado del callejón. Se colocó a espaldas del hechicero.
-Maestro, conozco a esta persona. Su nombre es Ircan, es un lobo de Ulmer. Es joven, pero tiene carácter. Se plantó en armas contra los leónicos. Comprende nuestra causa y se unirá a nosotros-.
-¿Es eso cierto? ¿Comprendes lo que hoy ha sucedido? Marlowe no es ningún tonto, él no me mentiría- Randall ladeó la cabeza – No podemos presentarnos a una ciudad y mostrarles lo equivocadas que están sus gentes. En Ulmer lo viste. Los lobos agacharon sus cabezas al yugo que Melena Blanca les imponía. En todos los lugares es igual. La misma historia que se repite día tras día. Soy una persona humilde, me sacrifico para la liberación de un pueblo. Dejo que evoquen su rabia contra mí, que desahoguen. Luego, les libero de sus grilletes. Esas mujeres de allí arriba son libres. Ahora comprenden lo que tú y yo comprendemos: ellas valen lo mismo que cualquier hombre. Un humano vale lo mismo que un brujo. Un elfo no vale más que un vampiro. Ahora lo saben. Jamás volverán a dejar que un hombre crea tener el privilegio, solo por nacer varón, de manosearles los senos. Jamás volverán a esconderse cuando un dragón vuele por encima de sus casas. Ya no son ovejas, sino personas. Han despertado. Les he despertado. Mis objetivos no son tan humildes como lo es un servidor. Pretendo despertar a toda Aerandir. Liberar a las personas de todos sus yugos: oro, oficio, raza y renta-.
Las sombras de Randall Flagg se levantaron como si fuera un público clamando su victoria. Eran los hombres que El Hombre Muerto había atrapado, los de aquella noche y los de las anteriores. Cuando llegase el momento, cuando los tomasen consciencia de las palabras del hechicero, los liberaría y formarían parte de su ejército personal. Hasta entonces, serían sombras.
-Dame la mano-.
* Ircan Has estado pensando por las consecuencias que tiene tener la espada de Marlowe. Ya lo estás viendo. Tener la espada ha hecho que El Hombre Muerto te perdone; todavía más, que te ofrezca su mano.
El plan de Randall Flagg, como estás viendo, es similar al de V (del comic V de Vendetta). Muestra la rabia contenida de las personas, y luego lo usa a su favor para liberar el yugo de la sociedad. El discurso que da Randall tiene una buena dosis de Anarquía.
Ahora bien, tienes la opción de coger la mano de Randall Flagg o negarla.
Puedes tomar la decisión de presentar combate contra El Hombre Muerto. La opción existe, pero no te lo aconsejo. Tanto Randall como Marlowe son enemigos muy poderosos. Mejor tenerlos como aliados.
¿Aceptas o rechazas?
Randall Flagg mostraba una amarga sonrisa. El símil de las ovejas era perfecto. Los hombres pateaban la cara del brujo con tanta violencia que, en verdad, parecían ser las embestidas de un carnero.
La magia llegó cuando tenía que llegar, ni antes ni después. Una oveja, una mujer sin la mitad superior de su vestido, se asomó por uno de los balcones colindantes a la taberna. Con una mano, llamó a otras ovejas que se acercan se a ver. “El lobo está muriendo, no hay peligro. Nos volveremos a reunir y festejaremos con balidos nuestra hazaña”. Tanta patéticos como un rebaño movido por instintos.
La túnica del brujo se tiñó de oscuridad, parecía absorber la luz de las antorchas cercanas. Uno de los hombres tuvo suerte; en el último segundo, se dio la vuelta para ver quién le había azotado el trasero. El resto de los hombres fueron devorados por las tinieblas. La mujer del balcón diría que desaparecieron; en un segundo estaban pateando al brujo y en el otro se esfumaron. Ella era una inocente criatura que no podía ver más allá de lo evidente. Lo cierto era que los hombres seguían presentes, habían pasado a formar parte de las sombras de El Hombre Muerto.
-Los humanos sois simples, ingenuos. Creéis cualquier cosa que se os diga con un mínimo de sentido y acatáis las órdenes que os imponen sin antes pensar en las consecuencias. Vuestro sistema está podrido. Aerandir está podrida. ¿No lo oléis? Huele a carne en mal estado-.
North, el último de los hombres, cometió el error de mirar directamente a los ojos de Randall Flagg. Mientras el brujo hablaba, la carne del humano iba tomando un aspecto vede grisáceo. Sus ojos se derritieron dejando paso a unas larvas, salidas de la nada, que correteaban por las cuencas vacías como si fueran parte de su parque de diversiones. De la nariz goteaba un líquido amarillento; sangre mezclado con el pus. El detalle más macabro era el olor, la peste. Como vaticinó El Hombre Muerto: apestaba a carne en mal estado, en descomposición.
Las mujeres, desde los balcones, silbaban y aplaudían. Dejaron de ser las ovejas guiadas por el callado del sistema y se convirtieron en personas reales. Una de ellas señaló a un chico que se ocultaba detrás de unos cubos de basura. El Hombre Muerto, con una posee alegre, se acercó hacia él.
-Chico, ¿estás perdido? ¿Necesitas mi ayuda?-
Marlowe salió del otro lado del callejón. Se colocó a espaldas del hechicero.
-Maestro, conozco a esta persona. Su nombre es Ircan, es un lobo de Ulmer. Es joven, pero tiene carácter. Se plantó en armas contra los leónicos. Comprende nuestra causa y se unirá a nosotros-.
-¿Es eso cierto? ¿Comprendes lo que hoy ha sucedido? Marlowe no es ningún tonto, él no me mentiría- Randall ladeó la cabeza – No podemos presentarnos a una ciudad y mostrarles lo equivocadas que están sus gentes. En Ulmer lo viste. Los lobos agacharon sus cabezas al yugo que Melena Blanca les imponía. En todos los lugares es igual. La misma historia que se repite día tras día. Soy una persona humilde, me sacrifico para la liberación de un pueblo. Dejo que evoquen su rabia contra mí, que desahoguen. Luego, les libero de sus grilletes. Esas mujeres de allí arriba son libres. Ahora comprenden lo que tú y yo comprendemos: ellas valen lo mismo que cualquier hombre. Un humano vale lo mismo que un brujo. Un elfo no vale más que un vampiro. Ahora lo saben. Jamás volverán a dejar que un hombre crea tener el privilegio, solo por nacer varón, de manosearles los senos. Jamás volverán a esconderse cuando un dragón vuele por encima de sus casas. Ya no son ovejas, sino personas. Han despertado. Les he despertado. Mis objetivos no son tan humildes como lo es un servidor. Pretendo despertar a toda Aerandir. Liberar a las personas de todos sus yugos: oro, oficio, raza y renta-.
Las sombras de Randall Flagg se levantaron como si fuera un público clamando su victoria. Eran los hombres que El Hombre Muerto había atrapado, los de aquella noche y los de las anteriores. Cuando llegase el momento, cuando los tomasen consciencia de las palabras del hechicero, los liberaría y formarían parte de su ejército personal. Hasta entonces, serían sombras.
-Dame la mano-.
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* Ircan Has estado pensando por las consecuencias que tiene tener la espada de Marlowe. Ya lo estás viendo. Tener la espada ha hecho que El Hombre Muerto te perdone; todavía más, que te ofrezca su mano.
El plan de Randall Flagg, como estás viendo, es similar al de V (del comic V de Vendetta). Muestra la rabia contenida de las personas, y luego lo usa a su favor para liberar el yugo de la sociedad. El discurso que da Randall tiene una buena dosis de Anarquía.
Ahora bien, tienes la opción de coger la mano de Randall Flagg o negarla.
Puedes tomar la decisión de presentar combate contra El Hombre Muerto. La opción existe, pero no te lo aconsejo. Tanto Randall como Marlowe son enemigos muy poderosos. Mejor tenerlos como aliados.
¿Aceptas o rechazas?
Sigel
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Re: Sembrando el odio [Desafío]
De repente el ambiente cambió, podía sentirlo en cada centímetro de mi piel. El lobo de mi interior se agito inquieto, por primera vez en el podía sentir... miedo... Incauto, como era por naturaleza, alargué mi cuello para mirar a aquellos hombres. Cuatro de ellos fueron rápidamente absorbidos por la oscuridad que emanaba de la túnica del brujo que yacía ya semiinconsciente. El único superviviente, el ultimo en ser distraído por Krampus, no tuvo que esperar mucho para recibir un destino peor que el de sus compañeros. Otra persona, ataviada con una larga túnica negra apareció en la escena, y en apenas un instante, el ultimo hombre acabo convertido en un montón de carne pútrida. El miedo ahogo mi el grito de terror que mi garganta estaba deseosa por soltar.
Pero la ausencia de aquel sonido no sirvió para mantenerme oculto. Los balcones de las viviendas se habían llenado de mujeres que aplaudían aquel acto.
"¿Se han vuelto locas?"
Comprendía que aquellos hombres eran los malos, habían hecho algo malo, y ellas también eran culpables de no haberlos detenidos, habían sido solo espectadoras alegres de la escena, ¿por qué aplaudían ahora? Por muy mal que hubieran hecho aquellos hombres, habían sido incitados por Marlowe, y el castigo había sobrepasado sin duda a la falta, aunque era posible que de haberles dado tiempo el brujo hubiese perdido la vida, pero aún así... en mi mente no cuadraba aquella imagen con la de un salvador o con la justicia. Fue entonces cuando una de ellas me delato ante aquel hombre de negro.
Mi corazón se paró y sentí cierto movimiento en el vientre cuando se dirigió a mi.
"Ahora mismo sólo necesito ir al baño. De forma urgente." pensé por la inocencia que me había otorgado el miedo. Fue el momento tipico en el que te preguntas por qué había salido de la taberna, aquella chica me estaría esperando con aquella cerveza, se presentaba una imagen tan agradable en comparación a la actual. Pero no, a uno lo habían educado para ser un buen samaritano.
Miré bien a aquel hombre misterioso que se me acercaba, con una fisionomía en el oculto rostro que era una y todas a la vez. Cuando dejabas de mirar, no eras capaz de recordar sus detalles.
No fue el único invitado inesperado, Marlowe apareció a la espalda del hombre. Me miró fijamente con aquellos ancianos ojos, y en ese entonces si que fue capaz de reconocerme, mis peores temores se habían cumplido, aunque en aquel momento eran una nimiedad comparados con los que me acababan de surgir. Marlowe habló bien de mi, puede que aquel gesto me salvara la vida, pero al mismo tiempo me metió de lleno en un desagradable compromiso.
-Yo....- dije en un imperceptible susurro, que fue rápidamente omitido por el discurso del hombre de negro, al que Marlowe había llamado maestro.
Su discurso era totalmente contrario al que había enunciado el viejo lobo. Si era su maestro, ¿por qué lo había enviado a hacer algo contrario a las palabras que ahora esgrimía? ¿No sería todo aquello un teatro muy bien montado? ¿Un motivo para justificar sus acciones? Ahora las sombras de aquellos hombres, y las de muchos otros, le ovacionaban a su espalda, totalmente atrapados en su magia. Su mano se acercó a mi ofreciendómela para dar finalizado el pacto. Bueno, más que una oferta era una orden.
"Ten cuidado." la temerosa voz del lobo apareció en mi cabeza, lo único que parecía funcionar en todo mi cuerpo. "Este brujo es muy poderoso, casi puedo oler su poder. Podría destrozarnos con un chasquido, no tomes su mano."
"Pero si no lo hago se ofenderá, ¿no será eso peor?" miré la mano del brujo, luego a Marlowe, y por ultimo a aquel rostro misterioso oculto por las sombras de la capucha.
"Estamos condenados." el lobo se retiró completamente derrotado. Cómo si no quisiera estar allí, ojala yo lo tuviera tan fácil.
Miré de nuevo a Marlowe, no era el mismo, incluso salvando la obvíedad de su lengua artificial, algo en él había cambiado totalmente, y aquel cambio no me daba muy buenas sensaciones. ¿Había dado el también la mano a aquel hombre? ¿Por eso había cambiado?
-Yo...- la voz me traicionaba a la hora de querer ocultar lo asustado que estaba. -Yo- intenté darle más fuerza a mi voz imbuyéndome de un valor ficticio. -soy demasiado joven para intentar alcanzar objetivos tan elevados. - hice una breve pausa para intentar reordenar mis ideas. -Ustedes, son personas más experimentadas en esta vida, lo que les ha dado un fuerte convicción a sus ideas y actuaciones. Yo en cambio... ¿Que he podido vivir para tener una convicción más fuerte que la del simple hecho de ser solidario con alguien? - señalé al brujo que aún yacía en el suelo. -Agradezco, la gran confianza puesta en mi futuro. - miré a Marlowe con la mejor mirada de agradecimiento que pude conseguir en aquel momento. -Pero para ello primero debo de vivir el presente, y conocer mejor este mundo. Sólo entonces podré daros una respuesta sincera y con una convicción adecuada. Creo que daros otra cosa sería una falta de respeto por mi parte. Y no querría eso. me quedé quieto, aún sentado en la nieve, rezando mentalmente para que las ligeras nociones protocolarias que se me habían impartido en el gremio me sirvieran para salir de aquella situación.
Mi cuerpo estaba apunto de entrar en shock, presentía que si me atrevía a levantarme vaciaría allí mismo todo lo que había comido aquel día. Aún así, centre todas las fuerzas de las que disponía en mantener mi compostura.
Pero la ausencia de aquel sonido no sirvió para mantenerme oculto. Los balcones de las viviendas se habían llenado de mujeres que aplaudían aquel acto.
"¿Se han vuelto locas?"
Comprendía que aquellos hombres eran los malos, habían hecho algo malo, y ellas también eran culpables de no haberlos detenidos, habían sido solo espectadoras alegres de la escena, ¿por qué aplaudían ahora? Por muy mal que hubieran hecho aquellos hombres, habían sido incitados por Marlowe, y el castigo había sobrepasado sin duda a la falta, aunque era posible que de haberles dado tiempo el brujo hubiese perdido la vida, pero aún así... en mi mente no cuadraba aquella imagen con la de un salvador o con la justicia. Fue entonces cuando una de ellas me delato ante aquel hombre de negro.
Mi corazón se paró y sentí cierto movimiento en el vientre cuando se dirigió a mi.
"Ahora mismo sólo necesito ir al baño. De forma urgente." pensé por la inocencia que me había otorgado el miedo. Fue el momento tipico en el que te preguntas por qué había salido de la taberna, aquella chica me estaría esperando con aquella cerveza, se presentaba una imagen tan agradable en comparación a la actual. Pero no, a uno lo habían educado para ser un buen samaritano.
Miré bien a aquel hombre misterioso que se me acercaba, con una fisionomía en el oculto rostro que era una y todas a la vez. Cuando dejabas de mirar, no eras capaz de recordar sus detalles.
No fue el único invitado inesperado, Marlowe apareció a la espalda del hombre. Me miró fijamente con aquellos ancianos ojos, y en ese entonces si que fue capaz de reconocerme, mis peores temores se habían cumplido, aunque en aquel momento eran una nimiedad comparados con los que me acababan de surgir. Marlowe habló bien de mi, puede que aquel gesto me salvara la vida, pero al mismo tiempo me metió de lleno en un desagradable compromiso.
-Yo....- dije en un imperceptible susurro, que fue rápidamente omitido por el discurso del hombre de negro, al que Marlowe había llamado maestro.
Su discurso era totalmente contrario al que había enunciado el viejo lobo. Si era su maestro, ¿por qué lo había enviado a hacer algo contrario a las palabras que ahora esgrimía? ¿No sería todo aquello un teatro muy bien montado? ¿Un motivo para justificar sus acciones? Ahora las sombras de aquellos hombres, y las de muchos otros, le ovacionaban a su espalda, totalmente atrapados en su magia. Su mano se acercó a mi ofreciendómela para dar finalizado el pacto. Bueno, más que una oferta era una orden.
"Ten cuidado." la temerosa voz del lobo apareció en mi cabeza, lo único que parecía funcionar en todo mi cuerpo. "Este brujo es muy poderoso, casi puedo oler su poder. Podría destrozarnos con un chasquido, no tomes su mano."
"Pero si no lo hago se ofenderá, ¿no será eso peor?" miré la mano del brujo, luego a Marlowe, y por ultimo a aquel rostro misterioso oculto por las sombras de la capucha.
"Estamos condenados." el lobo se retiró completamente derrotado. Cómo si no quisiera estar allí, ojala yo lo tuviera tan fácil.
Miré de nuevo a Marlowe, no era el mismo, incluso salvando la obvíedad de su lengua artificial, algo en él había cambiado totalmente, y aquel cambio no me daba muy buenas sensaciones. ¿Había dado el también la mano a aquel hombre? ¿Por eso había cambiado?
-Yo...- la voz me traicionaba a la hora de querer ocultar lo asustado que estaba. -Yo- intenté darle más fuerza a mi voz imbuyéndome de un valor ficticio. -soy demasiado joven para intentar alcanzar objetivos tan elevados. - hice una breve pausa para intentar reordenar mis ideas. -Ustedes, son personas más experimentadas en esta vida, lo que les ha dado un fuerte convicción a sus ideas y actuaciones. Yo en cambio... ¿Que he podido vivir para tener una convicción más fuerte que la del simple hecho de ser solidario con alguien? - señalé al brujo que aún yacía en el suelo. -Agradezco, la gran confianza puesta en mi futuro. - miré a Marlowe con la mejor mirada de agradecimiento que pude conseguir en aquel momento. -Pero para ello primero debo de vivir el presente, y conocer mejor este mundo. Sólo entonces podré daros una respuesta sincera y con una convicción adecuada. Creo que daros otra cosa sería una falta de respeto por mi parte. Y no querría eso. me quedé quieto, aún sentado en la nieve, rezando mentalmente para que las ligeras nociones protocolarias que se me habían impartido en el gremio me sirvieran para salir de aquella situación.
Mi cuerpo estaba apunto de entrar en shock, presentía que si me atrevía a levantarme vaciaría allí mismo todo lo que había comido aquel día. Aún así, centre todas las fuerzas de las que disponía en mantener mi compostura.
Ircan
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Re: Sembrando el odio [Desafío]
Randall Flagg prestaba mucho interés en los jóvenes aerandianos. Ellos eran el motivo de sus actuaciones; los que, finalmente, disfrutarían de la Nueva Aerandir libre de pecados y opresiones. Ircan era la viva representación de la juventud: un muchacho ocioso por aprender, pero con el suficiente orgullo como para no aceptar a ningún maestro. Un grave error por su parte. El aprendizaje independiente era muy costoso, más para alguien que le cuesta iniciar una frase. La mayor parte de bibliotecas eran privadas, solo unos pocos miembros podían acceder a ella. Esa sería otra de las cosas que cambiaría en la Nueva Aerandir. Randall opinaba que el saber no tenía dueño. Cualquiera debería tener libre acceso a las bibliotecas. Entonces, y solo entonces, los niños podrían aprender a leer y escribir sin la necesidad de depender de ningún maestro. En la Nueva Aerandir, Ircan podría ver y entender la tierra en la que vive sin ayuda de nadie. Sin embargo en ésta, en la Aerandir Maldita, el joven lobo necesitaba ayuda aunque no quisiera reconocerlo.
-Soy un hombre justo. Has renunciado mi oferta y, pese a que crea que cometes un grave error, no te obligaré a hacer nada que no desees. Estaría cometiendo una gravísima falta de moral si, después de anunciar mis intenciones de libertad, te obligase a estrecharme la mano-.
Entonces vino la risa, aquella que, durante el último año, había estado apareciendo en las pesadillas de los aerandianos. Randall Flagg se reía como se deberían reír los muertos bajo sus tumbas.
-Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar. Mientras tanto, recuerda cumplir tu promesa: vive y aprende. La próxima vez, no aceptaré un no como respuesta-.
El Hombre Muerto abandonó el callejón. Gabriel Marlowe le siguió de cerca.
-Se nos unirá- susurró Marlowe a la espalda del maestro nigromante- es solo cuestión de tiempo. El chico es débil e ignorante; es su lobo quien llama mi atención-.
-Deseo que no te hayas equivocado, Marlowe. Me sentiría muy decepcionado al descubrir que regalé una lengua de plata a un hombre que pone esperanzas en los niños débiles-.
* Ircan: Digo lo mismo que te dije por mp: no sé cómo lo haces que siempre acabas cayendo en las misiones más complejas. ¡Primera aparición directa de El Hombre Muerto! Si estás vivo es gracias a Marlowe. Es él quien insiste que puedes llegar a ser una pieza de vital importancia para la causa de Randall Flagg. La importancia de este tema (más allá de tu vida o tu muerte) es en ver cómo actúa El Hombre Muerto. Es una mente superior a la media, no tiene miedo en sacrificarse para tomar ventaja. Lo comparo con V de Vendetta (el del comic no la peli) que explotó el parlamento inglés, causando miles de muertes, solo para imponer sus ideales de libertad.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Maldición: Sigue vivo: En las decisiones difíciles, en las que tengas que elegir entre poner en juego tu vida para salvar a la de un amigo o huir para asegurar tu vida; siempre elegirás la segunda opción. Esta maldición te obliga a no entrar en combate si crees que puedes salir muy mal herido(a ser un cobarde).
Duración: Hasta que vuelvas a encontrarte con El Hombre Muerto o alguno de sus discípulos.
Creo recordar que dijiste que te gustaba el anime. Si es así, seguramente veas que existe cierta similitud entre la maldición “Sigue Vivo” con una escena del anime “Code Geass”.
Puedes dar gracias. La maldición que, previamente, ideé era mucho peor.
-Soy un hombre justo. Has renunciado mi oferta y, pese a que crea que cometes un grave error, no te obligaré a hacer nada que no desees. Estaría cometiendo una gravísima falta de moral si, después de anunciar mis intenciones de libertad, te obligase a estrecharme la mano-.
Entonces vino la risa, aquella que, durante el último año, había estado apareciendo en las pesadillas de los aerandianos. Randall Flagg se reía como se deberían reír los muertos bajo sus tumbas.
-Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar. Mientras tanto, recuerda cumplir tu promesa: vive y aprende. La próxima vez, no aceptaré un no como respuesta-.
El Hombre Muerto abandonó el callejón. Gabriel Marlowe le siguió de cerca.
-Se nos unirá- susurró Marlowe a la espalda del maestro nigromante- es solo cuestión de tiempo. El chico es débil e ignorante; es su lobo quien llama mi atención-.
-Deseo que no te hayas equivocado, Marlowe. Me sentiría muy decepcionado al descubrir que regalé una lengua de plata a un hombre que pone esperanzas en los niños débiles-.
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* Ircan: Digo lo mismo que te dije por mp: no sé cómo lo haces que siempre acabas cayendo en las misiones más complejas. ¡Primera aparición directa de El Hombre Muerto! Si estás vivo es gracias a Marlowe. Es él quien insiste que puedes llegar a ser una pieza de vital importancia para la causa de Randall Flagg. La importancia de este tema (más allá de tu vida o tu muerte) es en ver cómo actúa El Hombre Muerto. Es una mente superior a la media, no tiene miedo en sacrificarse para tomar ventaja. Lo comparo con V de Vendetta (el del comic no la peli) que explotó el parlamento inglés, causando miles de muertes, solo para imponer sus ideales de libertad.
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Maldición: Sigue vivo: En las decisiones difíciles, en las que tengas que elegir entre poner en juego tu vida para salvar a la de un amigo o huir para asegurar tu vida; siempre elegirás la segunda opción. Esta maldición te obliga a no entrar en combate si crees que puedes salir muy mal herido
Duración: Hasta que vuelvas a encontrarte con El Hombre Muerto o alguno de sus discípulos.
Creo recordar que dijiste que te gustaba el anime. Si es así, seguramente veas que existe cierta similitud entre la maldición “Sigue Vivo” con una escena del anime “Code Geass”.
Puedes dar gracias. La maldición que, previamente, ideé era mucho peor.
Sigel
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