Aria [Solitario][Terminado]
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Aria [Solitario][Terminado]
-Vaya... Ha sido un largo viaje- se dijo el no-elfo a si mismo mientras contemplaba a la distancia el asentamiento Hazelmere, como era de esperarse después del incidente que habían sufrido, una cuadrilla de 5 jinetes salía a recibirle, 2 arqueros, 2 espadachines y un tipo con una alabarda ridículamente grande, al ver la situación el rubio se quedo de pie y se cruzo de brazos para esperar su recibimiento, no planeaba llevar su mano a su arma para complicar mas las cosas, asi que espero pacientemente a que llegaran.
-Joven guerrero, por favor identifícate y dinos que te trae al asentamiento Hazelmere- preguntaría el elfo de la alabarda.
-Mi nombre es..-
-Zelas?, ¿Qué le hiciste a tus orejas?, y tu pelo..- interrumpiría uno de los arqueros extrañado de ver a la ovejarubia negra de los Hazelmere.
-Es una larga historia, pero si, soy Zelas Hazelmere- respondería el no-elfo rascándose la cabeza.
Los guerreros se miraron entre si y se ofrecieron a escoltar al joven de vuelta al asentamiento, mientras avanzaban cruzaban miradas entre si, tratando de ver si el rubio sabia o no de lo que había acontecido en el asentamiento hace unos meses, finalmente y luego de mucho pensarlo, el mismo elfo que le había reconocido antes alzo la voz.
-Suponíamos que vendrías en algún momento, creo que ya sabes que ha pasado- diria con algo de preocupación.
-Si lo se, vengo a presentar mis respetos al nuevo patriarca, y de paso informarle que el perpetrador de la masacre a nuestro clan ya ha sido eliminado- respondería con un tono firme pero relajado, muy diferente al tono desatendido de siempre, el cual no dejaba en claro si hablaba en broma o en serio.
Los guerreros de la cuadrilla se sobresaltaron un poco al escuchar aquello, ¿Seria posible que de quien nada se esperaba, terminara haciéndose cargo de todo aquello?, cuando estaban por entrar al asentamiento, su madre, Midlun salió corriendo a abrazar a su pequeño, a los pocos segundos su tía, Hastiele se le sumo, ambas lloraban de alegría al saber que no había sufrido el mismo destino que sus demás familiares, Zelas les devolvió el abrazo y beso las cabezas de ambas.
-Como puedes ver, estamos profundamente aliviados de ver que sigues con vida sobrino- Diría Hachiman Hazelmere, tío de Zelas y nuevo patriarca del clan.
-Y yo me alegro de que mi padre hubiera elegido con sabiduría al nuevo patriarca, este joven saluda y reconoce al nuevo patriarca- el rubio se llevo una mano al pecho e hizo una leve reverencia, aquella interacción dejo a todos sorprendidos, era la primera vez que Zelas volvía al asentamiento después de años de haberse ido, sin contar el hecho de que traía una apariencia completamente diferente y por sobre todo, ahora se comportaba con el debido respeto que nunca había demostrado.
Su madre, su tía y su tío abrieron sus bocas ante lo acontecido. -Y este patriarca agradece tus palabras, ahora sobrino vamos a un lugar mas cómodo, tenemos que hablar sobre algunas cosas- respondería Hachiman, recuperando la compostura.
-Todavía no, primero le daremos de comer, de seguro ha tenido un largo viaje- interferiría Midlun.
-Mamá, tranquila, estoy bien- respondería el rubio.
-Bien oloroso dirás, que primero se de un baño y ya después la comida y lo demás- interferiría ahora Hastiele.
Zelas se llevaría una mano al rostro para cubrir la vergüenza que le provocaba aquella situación. -Bueno, jamás pondría en duda los consejos de mis consultoras de confianza, así que ya sabes que hacer sobrino, cuando termines pasa por mi despacho, tenemos mucho de que hablar- diría Hachiman, sonriendo genuinamente por lo que había ocurrido.
Y así, después de un buen baño, y una buena comida, Zelas procedería a encerrarse en el despacho de su tío, junto con su madre, su tía y unos cuantos consejeros mas, además del patriarca, comenzó por su primer encuentro con la orden oscura, para luego relatar el primer encuentro con el traidor Vitserk Hazelmere, y finalmente lo acontecido en el acantilado de la muerte, el momento y la forma en la que se había enterado de la masacre y posteriormente en la arena clandestina, donde puso fin a la vida del traidor.
-Mi pequeño, el tiempo no fue muy gentil contigo- diría Midlun mientras acariciaba la cabeza de su hijo.
-Como patriarca, y a nombre de todo el clan te agradezco por lidiar con la amenaza que nos ha tomado por sorpresa, tu padre, tus hermanos, y los miembros del clan podrán descansar en paz ahora que sus muertes han sido vengadas- diría Hachiman quien se ponía de pie al mismo tiempo que los demás consejeros y procedían a hacer una reverencia al joven guerrero.
-¿Sabes si tus amigos están bien?, ¿Necesitas que te ayudemos a contactarte con ellos?- preguntaría Hastiele preocupada por la situación en la que su sobrino se había puesto para lidiar con todo aquello.
-Tranquila tía, tratare de hablar con ellos en su debido tiempo, ahora solo quería venir a casa a contarles lo ocurrido- respondería el no-elfo, con algo de resignación.
Hachiman entonces abriría uno de los cajones de su escritorio y procedería a sacar un anillo de color verde junto con un pergamino. -La noche del ataque tu padre me pidió que te entregara esto, parecía saber que su tiempo estaba por llegar-
el nuevo patriarca se acerco a Zelas y le entrego el anillo y el pergamino.
El no-elfo reconoció el anillo, el hecho de que aquello ahora fuera de el le genero un sentimiento que no supo reconocer.
-Te dejaremos a solas para que puedas leer eso tranquilamente, este lugar siempre estará disponible para ti, si así lo quieres- señalaría Hachiman mientras tocaba el hombro de su sobrino en señal de apoyo y procedía a salir junto a los demás consejeros, Hastiele le besaría la mejilla y también se marcharía, su madre por su parte juntaría su frente con la de el. -Incluso si no lo demostraba con su palabras o sus acciones, el siempre estaba expectante por saber que clase de locura realizarías para que tu nombre resonara por los confines de Aerandir, al igual que Aradia, a su modo, estoy segura de que estaba feliz de saber que al menos estaban bien- acto seguido le beso la frente y se marcho.
Ahora Zelas se encontraba solo en el despacho de su padre, con un anillo y un pergamino frente a el, además de un sentimiento que seguía creciendo conforme el tiempo pasaba, sin mas que hacer tomo el pergamino y decidió leer como su padre le reprochaba por una ultima vez sus decisiones.
Mi hijo, si estas leyendo esto significa que mis temores se han vuelto realidad, sin embargo, también ha ocurrido algo bueno, estoy seguro que para este momento ya habrás acabado con la amenaza que se cernía contra el clan, veras hijo te conozco demasiado bien, necesitabas probarme que estaba equivocado contigo, pero el que estaba equivocado eras tú, siempre supe serias un elfo sobresaliente, desde la primera vez que te sostuve en mis manos, yo no quería que vieras la fría realidad del mundo en el que vivimos, pero por mas que trataba de impedírtelo, siempre luchaste por vivir tu vida de la forma que quisieras, y al final no me quedo mas remedio que esperar a que nuestros caminos se cruzaran.
Solicite a todos los patriarcas de los clanes élficos que me notificaran sobre cualquier noticia que apareciera relacionada contigo o con tu hermana, ¿Sabes cuantas veces escuche sobre tu muerte?, tu madre siempre se ponía a llorar y si bien me preocupaba, había algo dentro de mi que me decía que seguías vivo, siempre le decía a tu madre que eras demasiado testarudo para morir. Estoy orgulloso de ver el como has perseguido tu camino para vivir en tus propias reglas, el hecho de que independiente del camino que eligieras, hicieras cosas de bien, creo que eres un buen elfo y al final eso es lo único que un padre quiere para sus hijos.
La muerte se cierne sobre mi, lo presiento, debido a eso es que estoy escribiendo estas palabras, se que no tiene mucho sentido decir todo esto ahora, pero nosotros no somos de interactuar mucho, lo único que lamentare será no saber en que clase de locuras te meterás en el futuro, se que no quieres leer mis disculpas, aunque no lo parezca poseemos mas similitudes de lo que piensas, se mejor que yo, sigue siendo como el viento, atraviesa todas las adversidades que la vida te ponga por delante y finalmente cuando hayas hecho todo lo que querías, espero que tengas una vida larga, pacifica y feliz.
Espero que los dioses te protejan y te bendigan.
Aramil Hazelmere.
-Claro que seré mejor que tu- dijo el no elfo para si mismo, cualquier tipo de resentimiento que albergaba hacia su padre, ahora había sido reemplazado por un vacío abrumador, entonces una brisa de aire entro al despacho, recorriendo todo su cuerpo y remeciendo su cabello, su mente entonces fue llevada a un recuerdo que yacia olvidado hace mucho tiempo.
Zelas se encontraba sobre los hombros de su padre, paseando por el bosque con todos sus hermanos, a excepción de Aradia que aun no nacía, Zelas se encontraba con los brazos alzados mientras dejaba que el viento recorriera su cuerpo.
-Hijo por mas que lo intentes, no puedes volar- diría Aramil mientras cargaba al pequeño Zelas.
-Si las aves pueden usar el viento para volar ¿por que nosotros no?- protestaría el pequeño Zelas.
-No es que usen el viento, solo se dejan llevar por el- respondería su padre.
-Entonces si me dejo llevar por el viento, ¿podre volar algún día?-
-¿Quien sabe?, si logras volar tendremos que empezar a llamarte Zelas del viento-
-Woo... Que buen apodo, si llámenme Zelas del viento!-
Ambos reirían ante ello mientras el pequeño seguía con sus brazos extendidos, esperando a que el viento le llevara a algún lugar.
Aquel súbito recuerdo le hizo derramar un par de lagrimas -Estupido padre... ¿Por que no me llamaste si tenias problemas?- diría entre lagrimas, lo que sentía y no podía identificar era tristeza, porque en el fondo igual quería a su padre, a pesar de todo ambos sentían cariño y aprecio por el otro.
Luego de un par de días y de poner sus cosas en regla con su familia, Zelas saldría del asentamiento Hazelmere, el anillo que su padre le había dejado lo amarraría a un pequeño cordón de cuero y lo llevaría como collar oculto entre sus ropas, ya había zanjado una deuda, era momento de asumir las demás que tenia pendientes.
-Joven guerrero, por favor identifícate y dinos que te trae al asentamiento Hazelmere- preguntaría el elfo de la alabarda.
-Mi nombre es..-
-Zelas?, ¿Qué le hiciste a tus orejas?, y tu pelo..- interrumpiría uno de los arqueros extrañado de ver a la oveja
-Es una larga historia, pero si, soy Zelas Hazelmere- respondería el no-elfo rascándose la cabeza.
Los guerreros se miraron entre si y se ofrecieron a escoltar al joven de vuelta al asentamiento, mientras avanzaban cruzaban miradas entre si, tratando de ver si el rubio sabia o no de lo que había acontecido en el asentamiento hace unos meses, finalmente y luego de mucho pensarlo, el mismo elfo que le había reconocido antes alzo la voz.
-Suponíamos que vendrías en algún momento, creo que ya sabes que ha pasado- diria con algo de preocupación.
-Si lo se, vengo a presentar mis respetos al nuevo patriarca, y de paso informarle que el perpetrador de la masacre a nuestro clan ya ha sido eliminado- respondería con un tono firme pero relajado, muy diferente al tono desatendido de siempre, el cual no dejaba en claro si hablaba en broma o en serio.
Los guerreros de la cuadrilla se sobresaltaron un poco al escuchar aquello, ¿Seria posible que de quien nada se esperaba, terminara haciéndose cargo de todo aquello?, cuando estaban por entrar al asentamiento, su madre, Midlun salió corriendo a abrazar a su pequeño, a los pocos segundos su tía, Hastiele se le sumo, ambas lloraban de alegría al saber que no había sufrido el mismo destino que sus demás familiares, Zelas les devolvió el abrazo y beso las cabezas de ambas.
-Como puedes ver, estamos profundamente aliviados de ver que sigues con vida sobrino- Diría Hachiman Hazelmere, tío de Zelas y nuevo patriarca del clan.
-Y yo me alegro de que mi padre hubiera elegido con sabiduría al nuevo patriarca, este joven saluda y reconoce al nuevo patriarca- el rubio se llevo una mano al pecho e hizo una leve reverencia, aquella interacción dejo a todos sorprendidos, era la primera vez que Zelas volvía al asentamiento después de años de haberse ido, sin contar el hecho de que traía una apariencia completamente diferente y por sobre todo, ahora se comportaba con el debido respeto que nunca había demostrado.
Su madre, su tía y su tío abrieron sus bocas ante lo acontecido. -Y este patriarca agradece tus palabras, ahora sobrino vamos a un lugar mas cómodo, tenemos que hablar sobre algunas cosas- respondería Hachiman, recuperando la compostura.
-Todavía no, primero le daremos de comer, de seguro ha tenido un largo viaje- interferiría Midlun.
-Mamá, tranquila, estoy bien- respondería el rubio.
-Bien oloroso dirás, que primero se de un baño y ya después la comida y lo demás- interferiría ahora Hastiele.
Zelas se llevaría una mano al rostro para cubrir la vergüenza que le provocaba aquella situación. -Bueno, jamás pondría en duda los consejos de mis consultoras de confianza, así que ya sabes que hacer sobrino, cuando termines pasa por mi despacho, tenemos mucho de que hablar- diría Hachiman, sonriendo genuinamente por lo que había ocurrido.
Y así, después de un buen baño, y una buena comida, Zelas procedería a encerrarse en el despacho de su tío, junto con su madre, su tía y unos cuantos consejeros mas, además del patriarca, comenzó por su primer encuentro con la orden oscura, para luego relatar el primer encuentro con el traidor Vitserk Hazelmere, y finalmente lo acontecido en el acantilado de la muerte, el momento y la forma en la que se había enterado de la masacre y posteriormente en la arena clandestina, donde puso fin a la vida del traidor.
-Mi pequeño, el tiempo no fue muy gentil contigo- diría Midlun mientras acariciaba la cabeza de su hijo.
-Como patriarca, y a nombre de todo el clan te agradezco por lidiar con la amenaza que nos ha tomado por sorpresa, tu padre, tus hermanos, y los miembros del clan podrán descansar en paz ahora que sus muertes han sido vengadas- diría Hachiman quien se ponía de pie al mismo tiempo que los demás consejeros y procedían a hacer una reverencia al joven guerrero.
-¿Sabes si tus amigos están bien?, ¿Necesitas que te ayudemos a contactarte con ellos?- preguntaría Hastiele preocupada por la situación en la que su sobrino se había puesto para lidiar con todo aquello.
-Tranquila tía, tratare de hablar con ellos en su debido tiempo, ahora solo quería venir a casa a contarles lo ocurrido- respondería el no-elfo, con algo de resignación.
Hachiman entonces abriría uno de los cajones de su escritorio y procedería a sacar un anillo de color verde junto con un pergamino. -La noche del ataque tu padre me pidió que te entregara esto, parecía saber que su tiempo estaba por llegar-
el nuevo patriarca se acerco a Zelas y le entrego el anillo y el pergamino.
- El anillo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El no-elfo reconoció el anillo, el hecho de que aquello ahora fuera de el le genero un sentimiento que no supo reconocer.
-Te dejaremos a solas para que puedas leer eso tranquilamente, este lugar siempre estará disponible para ti, si así lo quieres- señalaría Hachiman mientras tocaba el hombro de su sobrino en señal de apoyo y procedía a salir junto a los demás consejeros, Hastiele le besaría la mejilla y también se marcharía, su madre por su parte juntaría su frente con la de el. -Incluso si no lo demostraba con su palabras o sus acciones, el siempre estaba expectante por saber que clase de locura realizarías para que tu nombre resonara por los confines de Aerandir, al igual que Aradia, a su modo, estoy segura de que estaba feliz de saber que al menos estaban bien- acto seguido le beso la frente y se marcho.
Ahora Zelas se encontraba solo en el despacho de su padre, con un anillo y un pergamino frente a el, además de un sentimiento que seguía creciendo conforme el tiempo pasaba, sin mas que hacer tomo el pergamino y decidió leer como su padre le reprochaba por una ultima vez sus decisiones.
- Musica de fondo opcional:
Zelas
Mi hijo, si estas leyendo esto significa que mis temores se han vuelto realidad, sin embargo, también ha ocurrido algo bueno, estoy seguro que para este momento ya habrás acabado con la amenaza que se cernía contra el clan, veras hijo te conozco demasiado bien, necesitabas probarme que estaba equivocado contigo, pero el que estaba equivocado eras tú, siempre supe serias un elfo sobresaliente, desde la primera vez que te sostuve en mis manos, yo no quería que vieras la fría realidad del mundo en el que vivimos, pero por mas que trataba de impedírtelo, siempre luchaste por vivir tu vida de la forma que quisieras, y al final no me quedo mas remedio que esperar a que nuestros caminos se cruzaran.
Solicite a todos los patriarcas de los clanes élficos que me notificaran sobre cualquier noticia que apareciera relacionada contigo o con tu hermana, ¿Sabes cuantas veces escuche sobre tu muerte?, tu madre siempre se ponía a llorar y si bien me preocupaba, había algo dentro de mi que me decía que seguías vivo, siempre le decía a tu madre que eras demasiado testarudo para morir. Estoy orgulloso de ver el como has perseguido tu camino para vivir en tus propias reglas, el hecho de que independiente del camino que eligieras, hicieras cosas de bien, creo que eres un buen elfo y al final eso es lo único que un padre quiere para sus hijos.
La muerte se cierne sobre mi, lo presiento, debido a eso es que estoy escribiendo estas palabras, se que no tiene mucho sentido decir todo esto ahora, pero nosotros no somos de interactuar mucho, lo único que lamentare será no saber en que clase de locuras te meterás en el futuro, se que no quieres leer mis disculpas, aunque no lo parezca poseemos mas similitudes de lo que piensas, se mejor que yo, sigue siendo como el viento, atraviesa todas las adversidades que la vida te ponga por delante y finalmente cuando hayas hecho todo lo que querías, espero que tengas una vida larga, pacifica y feliz.
Espero que los dioses te protejan y te bendigan.
Aramil Hazelmere.
-Claro que seré mejor que tu- dijo el no elfo para si mismo, cualquier tipo de resentimiento que albergaba hacia su padre, ahora había sido reemplazado por un vacío abrumador, entonces una brisa de aire entro al despacho, recorriendo todo su cuerpo y remeciendo su cabello, su mente entonces fue llevada a un recuerdo que yacia olvidado hace mucho tiempo.
Zelas se encontraba sobre los hombros de su padre, paseando por el bosque con todos sus hermanos, a excepción de Aradia que aun no nacía, Zelas se encontraba con los brazos alzados mientras dejaba que el viento recorriera su cuerpo.
-Hijo por mas que lo intentes, no puedes volar- diría Aramil mientras cargaba al pequeño Zelas.
-Si las aves pueden usar el viento para volar ¿por que nosotros no?- protestaría el pequeño Zelas.
-No es que usen el viento, solo se dejan llevar por el- respondería su padre.
-Entonces si me dejo llevar por el viento, ¿podre volar algún día?-
-¿Quien sabe?, si logras volar tendremos que empezar a llamarte Zelas del viento-
-Woo... Que buen apodo, si llámenme Zelas del viento!-
Ambos reirían ante ello mientras el pequeño seguía con sus brazos extendidos, esperando a que el viento le llevara a algún lugar.
Aquel súbito recuerdo le hizo derramar un par de lagrimas -Estupido padre... ¿Por que no me llamaste si tenias problemas?- diría entre lagrimas, lo que sentía y no podía identificar era tristeza, porque en el fondo igual quería a su padre, a pesar de todo ambos sentían cariño y aprecio por el otro.
Luego de un par de días y de poner sus cosas en regla con su familia, Zelas saldría del asentamiento Hazelmere, el anillo que su padre le había dejado lo amarraría a un pequeño cordón de cuero y lo llevaría como collar oculto entre sus ropas, ya había zanjado una deuda, era momento de asumir las demás que tenia pendientes.
Zelas Hazelmere
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