No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
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No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Una cosa había aprendido nuestro amigable brujo, y que tenía por seguro, es que había dos tipos de días. Y ustedes se preguntarán, cuáles serían esos tipos.
Pues sencillo, los días que hacía putísimo calor y los que hacía putísimo frío.
En el mundo era complicado no irse a los extremos, o más bien a la gente le costaba no irse a los extremos con sus pensamientos. La historia del blanco o negro era recurrente, pero… sí, que sí hacía demasiado frío para no pensar en los días con tal radicalismo.
Y quizás hiciese tanto porque era noche de invierno, pero detalles.
Lo importante es que un padre con buena educación y preocupación por su hija, bien responsable, paseaba por la calle con su hija. Ahí, llevando a su descendencia por el camino de la muerte por enfermedad.
¿Pero acaso creen que Vincent no tomaría medidas? Ni que fuera idiota.
El mercenario iba con el oso, que con ese pelaje, podría decirse que era un peluche gigante para Allyson y, por ende, la niña estaba a su lado todo el rato y eso producía… Bueno, la chica también iba abrigada y también existían ventajas en acostarse con una alquimista, ser pareja suena más lindo pero eso no tiene chiste.
En cualquier caso, bromas aparte, este loco brujo no era tan irresponsable, no saca a su hija de paseo en la fría noche porque sí.
El, a ojos del mentado sureño, tonto oso, había explicado que había un evento en la ciudad. Uno de artistas.
Vincent, por motivos de trabajo y distancia, no solía pasar muchos días al año con su hija. Exacto, menuda excusa, padrazo del año. Y por esa razón, los cuentos del oso peludo amoroso habían sonado factibles en la cabeza de Vincent tras escucharlos.
Ya por sí mismo un poco de entretenimiento no le vendría mal. La mayoría de artistas, hasta los ambulantes, eran divertidos. Pero con Allyson en casa durante una temporada, aquello se volvía más necesario. Algo interesante que hacer en familia.
- Pues, bueno, este es el sitio. -
- Parece bastante grande. -
- Oh, sí que lo es. Habrá muchos espectáculos. ¡Me encanta! - dijo la niña, antes de salir corriendo.
- Allyson, ¡pórtate bien! - respondió, saliendo en persecución de la niña y atrapándola por un hombre tras unos pasos. - Iremos juntos. Difícilmente podremos pasar tiempo juntos yendo cada uno por su lado. -
- Bueno, vale, me portaré bien y no me alejaré. Pero es mejor que esa historia se la cuentes primero al oso. -
Esas palabras hicieron que Vinc levantara la vista para mirar hacia dónde se encontraba el oso, que, por supuesto, no se encontraba allí. Tras una rápida inspección localizó su figura junto a uno de los puestos en los que se vendía comida.
Básicamente era un tendero de mercado, dónde te atendían, junto a un edificio de madera que hacía de cocina.
- Ya podrías esperar ¿no? - le dijo, en cuánto se acercó.
- ¡Tengo hambre! -
- Tú siempre tienes hambre. -
Allyson rió.
- Igual que papá. -
- Yo no… Bueno, si insistes, pilla otro plato-, comentó, pese a que el oso no había sugerido nada al respecto.
- Ya, ya. -
- Esto está muy bien montado ¿no? -
- Te dije que iba a ser una gran obra. Lo pasaremos bien. -
Vincent era escéptico a ese respecto, pues en su vida las situaciones se torcían demasiado, o mejor dicho, demasiado en demasiadas ocasiones. Era pronto para cantar victoria. Pero había ido allí a pasarlo bien y con otra ojeada pudo comprobar la enorme cantidad de carpas que llenaban el terreno a las afueras de la ciudad.
Pues sencillo, los días que hacía putísimo calor y los que hacía putísimo frío.
En el mundo era complicado no irse a los extremos, o más bien a la gente le costaba no irse a los extremos con sus pensamientos. La historia del blanco o negro era recurrente, pero… sí, que sí hacía demasiado frío para no pensar en los días con tal radicalismo.
Y quizás hiciese tanto porque era noche de invierno, pero detalles.
Lo importante es que un padre con buena educación y preocupación por su hija, bien responsable, paseaba por la calle con su hija. Ahí, llevando a su descendencia por el camino de la muerte por enfermedad.
¿Pero acaso creen que Vincent no tomaría medidas? Ni que fuera idiota.
El mercenario iba con el oso, que con ese pelaje, podría decirse que era un peluche gigante para Allyson y, por ende, la niña estaba a su lado todo el rato y eso producía… Bueno, la chica también iba abrigada y también existían ventajas en acostarse con una alquimista, ser pareja suena más lindo pero eso no tiene chiste.
En cualquier caso, bromas aparte, este loco brujo no era tan irresponsable, no saca a su hija de paseo en la fría noche porque sí.
El, a ojos del mentado sureño, tonto oso, había explicado que había un evento en la ciudad. Uno de artistas.
Vincent, por motivos de trabajo y distancia, no solía pasar muchos días al año con su hija. Exacto, menuda excusa, padrazo del año. Y por esa razón, los cuentos del oso peludo amoroso habían sonado factibles en la cabeza de Vincent tras escucharlos.
Ya por sí mismo un poco de entretenimiento no le vendría mal. La mayoría de artistas, hasta los ambulantes, eran divertidos. Pero con Allyson en casa durante una temporada, aquello se volvía más necesario. Algo interesante que hacer en familia.
- Pues, bueno, este es el sitio. -
- Parece bastante grande. -
- Oh, sí que lo es. Habrá muchos espectáculos. ¡Me encanta! - dijo la niña, antes de salir corriendo.
- Allyson, ¡pórtate bien! - respondió, saliendo en persecución de la niña y atrapándola por un hombre tras unos pasos. - Iremos juntos. Difícilmente podremos pasar tiempo juntos yendo cada uno por su lado. -
- Bueno, vale, me portaré bien y no me alejaré. Pero es mejor que esa historia se la cuentes primero al oso. -
Esas palabras hicieron que Vinc levantara la vista para mirar hacia dónde se encontraba el oso, que, por supuesto, no se encontraba allí. Tras una rápida inspección localizó su figura junto a uno de los puestos en los que se vendía comida.
Básicamente era un tendero de mercado, dónde te atendían, junto a un edificio de madera que hacía de cocina.
- Ya podrías esperar ¿no? - le dijo, en cuánto se acercó.
- ¡Tengo hambre! -
- Tú siempre tienes hambre. -
Allyson rió.
- Igual que papá. -
- Yo no… Bueno, si insistes, pilla otro plato-, comentó, pese a que el oso no había sugerido nada al respecto.
- Ya, ya. -
- Esto está muy bien montado ¿no? -
- Te dije que iba a ser una gran obra. Lo pasaremos bien. -
Vincent era escéptico a ese respecto, pues en su vida las situaciones se torcían demasiado, o mejor dicho, demasiado en demasiadas ocasiones. Era pronto para cantar victoria. Pero había ido allí a pasarlo bien y con otra ojeada pudo comprobar la enorme cantidad de carpas que llenaban el terreno a las afueras de la ciudad.
Vincent Calhoun
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
En algún lugar en los bosques de Aerandir
-Creo que ya he caminado suficiente- se dijo el no elfo a si mismo, en especial porque de alguna extraña forma había perdido su sentido de la orientación en medio de los bosques, no quería admitir que estaba perdido, pero en efecto, estaba perdido.
"No tengo tiempo para esto, tengo que encontrar a Reike antes que me mate por sorpresa" pensó para si mismo mientras procedía a sacar su llave mágica, acto seguido empuño su espada ridículamente grande y la fusiono con su llave, "solo llévame a un lugar donde pueda recuperar el camino" pensó sin visualizar un lugar en especifico, entonces realizo un corte vertical, seguido de un corte horizontal.
El espacio-tiempo frente a el se corto y se abrió creando un portal hacia lo desconocido, Zelas trago un poco de saliva y entonces se adentro al portal(1).
____________________________________________________________________________
Lunargenta
En medio de la calle las personas que pasaban notaron como el aire se llenaba de una extraña electricidad, haciendo que unos cuantos curiosos se hicieran a un lado, todos exclamaron un suspiro de sorpresa al ver como el espacio-tiempo se cortaba frente a ellos, abriendo un portal del cual emergería un tipo de cabello rubio sujetando una espada ridículamente grande, acto seguido el portal se cerraría detrás de el.
Zelas atraparía justo a tiempo la llave que salía despedida con fuerza de su espada y procedería a guardarla, luego sacaría un pequeño orbe y acercaría la espada para que esta desapareciera mágicamente(2), generando otro sonido de sorpresa de parte de los curiosos presentes. -¿Qué, acaso nunca han visto a alguien saliendo de portales o guardando espadas con magia?- respondería el rubio, generando abucheos y aplausos por igual, fue entonces que el no-elfo caería en cuenta del lugar donde se encontraba, un enorme letrero con las palabras "Lunargenta" yacía en las cercanías, haciendo que el rubio pensara una infinidad de insultos debido a su desdichada suerte por haber retrocedido tanto en su viaje. Luego de unos momentos se resigno a la idea y pensó que al menos ya no estaba perdido, sin mucho por hacer se adentro en la ciudad y viendo lo que parecía ser una feria ambulante a las afueras de la ciudad, decidió ir en esa dirección para buscar algo que comer.
OFF: habilidades y cosas usadas
1_Llave tetradimensional
2_Vaina infinita
Última edición por Zelas Hazelmere el Miér Oct 16, 2024 4:55 pm, editado 1 vez
Zelas Hazelmere
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Una cosa había aprendido nuestro amargado perro, y que tenía por seguro, es que había dos tipos de lugares confusos. Y ustedes se preguntarán, cuáles serían esos tipos.
Pues sencillo, los circos que parecían ferias, y las ferias que parecían circos.
Obviamente es un circo- Dijo el perro recostando la cabeza en la jaula -Sino, cómo explicas los puestos de gente vendiendo cosas- Insistió el animal mientras le daba un vistazo a su alrededor -Te digo que es una feria- Le dije a través de la reja en la jaula conjunta -Sino, cómo explicarías los payasos y los fenómenos enjaulados- Y en este punto resulta pertinente señalar que el perro y yo, éramos los fenómenos enjaulados.
Ni siquiera sé cómo llegamos aquí ¿Me volviste a poner algo en la bebida?- Pregunté de mala gana -No lo sé, tú dime- Respondió el perro mientras se rascaba la oreja con la pata trasera. Y sí, ya sé que el perro no habla realmente, pero estaba muy aburrido así que me comencé a sacar plática yo mismo. De todos modos, lo importante es que no recordaba cómo habíamos llegado ahí, a las jaulas de una feria -Circo- Me interrumpió el perro.
Bueno, como decía, habíamos despertado ambos en jaulas, el perro con una camisa negra abierta en el pecho, y yo con un enorme disfraz de perro, definitivamente había sido una noche muy loca. Pero independientemente de todo, ahora lo que importaba era escapar de ahí antes que -Ay, caramba- Dije cuando la jaula comenzó a moverse sobre sus ruedas y comenzaron a llevarnos al interior -Del circo- Claro, del circo, digamos que es un circo, solo para no pasar todo el tema discutiendo con el perro que en realidad soy yo mismo.
¿A dónde nos llevan? ¿Por qué estamos aquí? ¿Es un circo o una feria?- Pregunté con indignación y rabia mientras los carruajes eran arrastrado por un enanito pequeño y frágil que no tenía mucha fuerza pero iba montado sobre dos caballos que eran los que finalmente movían las jaulas, pero en fin, el enano no me aclaró mis dudas ni me dio ningún detalle, mis preguntas seguían sin respuestas y un peligro mayor comenzaba a preocuparme.
Y ciertamente, muchas cosas me podrían resultar terribles en ese momento, pero había una que sobrepasaba a todas, y es que me estaban dando ganas de orinar y no sabía por dónde quitarme el disfraz de perro. Y eso me hacía pensar en una desgracia mucho peor, si ambos éramos perros ¿nos pondrían a perrear? Lo averiguaremos en el siguiente episodio.
[-] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía. Pues sencillo, los circos que parecían ferias, y las ferias que parecían circos.
Obviamente es un circo- Dijo el perro recostando la cabeza en la jaula -Sino, cómo explicas los puestos de gente vendiendo cosas- Insistió el animal mientras le daba un vistazo a su alrededor -Te digo que es una feria- Le dije a través de la reja en la jaula conjunta -Sino, cómo explicarías los payasos y los fenómenos enjaulados- Y en este punto resulta pertinente señalar que el perro y yo, éramos los fenómenos enjaulados.
Ni siquiera sé cómo llegamos aquí ¿Me volviste a poner algo en la bebida?- Pregunté de mala gana -No lo sé, tú dime- Respondió el perro mientras se rascaba la oreja con la pata trasera. Y sí, ya sé que el perro no habla realmente, pero estaba muy aburrido así que me comencé a sacar plática yo mismo. De todos modos, lo importante es que no recordaba cómo habíamos llegado ahí, a las jaulas de una feria -Circo- Me interrumpió el perro.
Bueno, como decía, habíamos despertado ambos en jaulas, el perro con una camisa negra abierta en el pecho, y yo con un enorme disfraz de perro, definitivamente había sido una noche muy loca. Pero independientemente de todo, ahora lo que importaba era escapar de ahí antes que -Ay, caramba- Dije cuando la jaula comenzó a moverse sobre sus ruedas y comenzaron a llevarnos al interior -Del circo- Claro, del circo, digamos que es un circo, solo para no pasar todo el tema discutiendo con el perro que en realidad soy yo mismo.
¿A dónde nos llevan? ¿Por qué estamos aquí? ¿Es un circo o una feria?- Pregunté con indignación y rabia mientras los carruajes eran arrastrado por un enanito pequeño y frágil que no tenía mucha fuerza pero iba montado sobre dos caballos que eran los que finalmente movían las jaulas, pero en fin, el enano no me aclaró mis dudas ni me dio ningún detalle, mis preguntas seguían sin respuestas y un peligro mayor comenzaba a preocuparme.
Y ciertamente, muchas cosas me podrían resultar terribles en ese momento, pero había una que sobrepasaba a todas, y es que me estaban dando ganas de orinar y no sabía por dónde quitarme el disfraz de perro. Y eso me hacía pensar en una desgracia mucho peor, si ambos éramos perros ¿nos pondrían a perrear? Lo averiguaremos en el siguiente episodio.
Última edición por Bio el Sáb Mayo 25, 2024 5:23 pm, editado 1 vez
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
La búsqueda por las catacumbas había sido todo lo que se podía esperar de ella, extraña y desconcertante, pero al menos ya había pasado. Al salir casi me había alegrado de volver a oler el aire puro, hasta que inspiré y noté la peste habitual de Lunargenta, que me hizo pensar si el aire viciado de allí abajo no iba a ser más sano que el hedor de la humanidad hacinada. Aunque igual se había alargado más de lo que esperaba porque Teufel había aparecido en la entrada al laberinto y me observaba con mirada acusativa, y una nutria mirándote con ira siempre era una mala señal.
- Llegas tarde.
- Si, tu mirada me hacía sospecharlo.
- ¿Al menos has conseguido algo?
- Bueno... Ya te iré contando de camino. ¿Por aquí ha habido alguna novedad?
- Dicen que ha llegado un circo a la ciudad.
- Ah, pues bien por ellos. Pero creo que yo ya he tenido una dosis suficiente de gente rara y sucesos extraños. ¿Tu querías verlo?
- Para ver payasos ya te tengo a ti, Corlys. Además, seguro que esos humanos conseguían ser tremendamente ofensivos. Y tener que respirar el aroma de esta ciudad ya me pone lo suficientemente tensa.
- Y ninguno de los dos queremos verte más tensa. Es bonito cuando no te persigue la justicia.- Entonces un olor delicioso llegó a mi nariz, y para variar, mi estómago no hizo amago de volcar ante un olor a comida sabrosa.- Pero antes de irnos vamos a echar un ojo a eso, huele bien.
- ¿No se supone que si comes comida normal acabas abrazando muy fuerte las letrinas?
- A ver... Si. Pero confía, mi cuerpo ya sabe lo que no puedo comer. Igual esto es como una biusa, esas frutas son la fuente de...
- No hace falta que sigas, ya te he oído hablar lo suficiente de las biusas. Pero supongo que podemos ir a ver, aunque como vomites no cuentes que te vaya a sujetar el pelo.
- Me parece justo.
Seguí el delicioso aroma y llegué hasta un puesto que tenía pescados asados pinchados en palos. Observé los peces a ver si parecían mágicos, pero nada indicaba que lo fueran, y tampoco se veía que la gente que se los comía sufriera efectos extraños. De todas formas, mi estómago seguía sin dar señales de alarma, por lo que opté por arriesgarme.
- ¿Qué recomiendas?
- Las truchas son la mejor opción, están frescas, y no vienen de ningún río que cruce la ciudad.
- Eso no dice nada bueno del resto de peces.
- Yo le doy a la gente lo que pide, no juzgo sus gustos.
- Tiene sentido, supongo... Ponme una.- Vi la mirada furibunda de Teufel mientras echaba mano a mi bolsa para pagar.- Mejor que sean dos truchas, para mi y mi compañera.- Cogí los dos palos con peces y le pasó uno a la mujer nutria.
- Muy feo eso de que pensaras dejar a una nutria sin pescado. Por cierto, ¿piensas comerte eso de verdad?
- Si. ¿Por? ¿Dudas que sea bueno?
- No, lo que decía esa mujer cuadraba con lo que parece. Es más por eso de que normalmente tengas que comer sangre porque si no pasan cosas.
- Tu confía. Llevo más años sin poder comer comida de verdad que tu viva, mi estómago se pone tenso ante la perspectiva de meter nada que pueda salir mal.- Teufel dio un paso atrás, y yo empecé a sospechar que igual estaba confiando demasiado, pero de todas formas, mordí el pescado, y no hubo sorpresas, o mejor dicho, la sorpresa fue que no pasara nada[1]. Solo había un maravilloso sabor a pescado frito, que en mis tiempos humanos no habría considerado una gran cosa, pero ahora mismo era el sabor de la felicidad.- Está cosa está tremenda.
- Vaya, esto ha salido mejor de lo que esperaba. Pero bueno, me alegro por ti.
Nos quedamos en un banco rumiando con calma nuestros respectivos pescados, disfrutando de la existencia cuando te daba momentos como aquel para poder aprovechar la vida como debía hacerse, en una ciudad inmunda comiendo una trucha frita y pinchada en un palo. Que pensándolo bien, igual no era la mejor forma de disfrutar la vida, pero era la que los dioses me habían dejado. Pero tuve que dejar de desvariar cuando Teufel me dio con la pata y me señaló a un oso acompañado de un tipo rubio y una niña en otro puesto de comida.
- ¿Ese tío que va con el oso no es tu amigo el brujo pirómano?
- No es pirómano, solo le gusta mucho prender fuego a cosas... Bueno, vale, igual si es un poco pirómano. Pero si que parece él, deberíamos acercarnos.
Y eso mismo hicimos, aunque antes hice otra parada por el puesto de pescados para proveernos otra trucha. Y ya bien equipados y comiéndonos nuestros buenos peces fui hacia el grupo. Saludé palmeando al oso en la espalda y tras dar un salto atrás para evitar un tremendo revés por si le pillaba por sorpresa, ya les hablé como el vampiro moderadamente civilizado que se suponía que era.
- Saludos, buenas gentes. Vin, ¿eres el tu de verdad, no? El oso me hace sospechar que si, pero uno ya no se puede fiar de ver un brujo apuesto con una niña.
- Llegas tarde.
- Si, tu mirada me hacía sospecharlo.
- ¿Al menos has conseguido algo?
- Bueno... Ya te iré contando de camino. ¿Por aquí ha habido alguna novedad?
- Dicen que ha llegado un circo a la ciudad.
- Ah, pues bien por ellos. Pero creo que yo ya he tenido una dosis suficiente de gente rara y sucesos extraños. ¿Tu querías verlo?
- Para ver payasos ya te tengo a ti, Corlys. Además, seguro que esos humanos conseguían ser tremendamente ofensivos. Y tener que respirar el aroma de esta ciudad ya me pone lo suficientemente tensa.
- Y ninguno de los dos queremos verte más tensa. Es bonito cuando no te persigue la justicia.- Entonces un olor delicioso llegó a mi nariz, y para variar, mi estómago no hizo amago de volcar ante un olor a comida sabrosa.- Pero antes de irnos vamos a echar un ojo a eso, huele bien.
- ¿No se supone que si comes comida normal acabas abrazando muy fuerte las letrinas?
- A ver... Si. Pero confía, mi cuerpo ya sabe lo que no puedo comer. Igual esto es como una biusa, esas frutas son la fuente de...
- No hace falta que sigas, ya te he oído hablar lo suficiente de las biusas. Pero supongo que podemos ir a ver, aunque como vomites no cuentes que te vaya a sujetar el pelo.
- Me parece justo.
Seguí el delicioso aroma y llegué hasta un puesto que tenía pescados asados pinchados en palos. Observé los peces a ver si parecían mágicos, pero nada indicaba que lo fueran, y tampoco se veía que la gente que se los comía sufriera efectos extraños. De todas formas, mi estómago seguía sin dar señales de alarma, por lo que opté por arriesgarme.
- ¿Qué recomiendas?
- Las truchas son la mejor opción, están frescas, y no vienen de ningún río que cruce la ciudad.
- Eso no dice nada bueno del resto de peces.
- Yo le doy a la gente lo que pide, no juzgo sus gustos.
- Tiene sentido, supongo... Ponme una.- Vi la mirada furibunda de Teufel mientras echaba mano a mi bolsa para pagar.- Mejor que sean dos truchas, para mi y mi compañera.- Cogí los dos palos con peces y le pasó uno a la mujer nutria.
- Muy feo eso de que pensaras dejar a una nutria sin pescado. Por cierto, ¿piensas comerte eso de verdad?
- Si. ¿Por? ¿Dudas que sea bueno?
- No, lo que decía esa mujer cuadraba con lo que parece. Es más por eso de que normalmente tengas que comer sangre porque si no pasan cosas.
- Tu confía. Llevo más años sin poder comer comida de verdad que tu viva, mi estómago se pone tenso ante la perspectiva de meter nada que pueda salir mal.- Teufel dio un paso atrás, y yo empecé a sospechar que igual estaba confiando demasiado, pero de todas formas, mordí el pescado, y no hubo sorpresas, o mejor dicho, la sorpresa fue que no pasara nada[1]. Solo había un maravilloso sabor a pescado frito, que en mis tiempos humanos no habría considerado una gran cosa, pero ahora mismo era el sabor de la felicidad.- Está cosa está tremenda.
- Vaya, esto ha salido mejor de lo que esperaba. Pero bueno, me alegro por ti.
Nos quedamos en un banco rumiando con calma nuestros respectivos pescados, disfrutando de la existencia cuando te daba momentos como aquel para poder aprovechar la vida como debía hacerse, en una ciudad inmunda comiendo una trucha frita y pinchada en un palo. Que pensándolo bien, igual no era la mejor forma de disfrutar la vida, pero era la que los dioses me habían dejado. Pero tuve que dejar de desvariar cuando Teufel me dio con la pata y me señaló a un oso acompañado de un tipo rubio y una niña en otro puesto de comida.
- ¿Ese tío que va con el oso no es tu amigo el brujo pirómano?
- No es pirómano, solo le gusta mucho prender fuego a cosas... Bueno, vale, igual si es un poco pirómano. Pero si que parece él, deberíamos acercarnos.
Y eso mismo hicimos, aunque antes hice otra parada por el puesto de pescados para proveernos otra trucha. Y ya bien equipados y comiéndonos nuestros buenos peces fui hacia el grupo. Saludé palmeando al oso en la espalda y tras dar un salto atrás para evitar un tremendo revés por si le pillaba por sorpresa, ya les hablé como el vampiro moderadamente civilizado que se suponía que era.
- Saludos, buenas gentes. Vin, ¿eres el tu de verdad, no? El oso me hace sospechar que si, pero uno ya no se puede fiar de ver un brujo apuesto con una niña.
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[1] Bendición de Gula: Durante uno cualquiera de tus próximos 3 temas (libres o privados), podrás disfrutar de cualquier manjar que tu apetencia dicte. Tu estómago no rechazará nada, salvo la sangre.
Corlys Glokta
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Una cosa había aprendido nuestro querido Raujo (la estatuilla con mi aspecto con disfraz de gomejo), y que tenía por seguro, es que había dos tipos de personas. Y ustedes se preguntarán, cuáles serían esos tipos.
Pues sencillo, los sensatos que al aguacate le dicen aguacate y los desquiciados irrespetuosos que le dicen palta.
No tiene relación con nada, pero ahí dejo el dato.
—Ya le dije que es un muñeco de verdad —insistía, exasperado y con una voz terriblemente aguda, Raujo de pie sobre una mesa, gesticulando con agresividad frente a un sujeto envuelto en una capa oscura y usando un sombrero de ala ancha sobre su capucha—. ¿Dónde más verá a un elfo adulto con esa cara de bebé mimado? —preguntó, señalándome el rostro—. Es obvio que es un muñeco mágico que cobra vida.
Yo, perplejo ante la exhibición de vida propia de Raujo[1], les observaba en silencio. El sujeto misterioso me escudriñó con la mirada por unos segundos. Luego negó con la cabeza.
—Lo siento —exhaló—, pero no creo que existan muñecos que puedan moverse y hablar como si estuvieran vivos.
—Ehm… ¿y él qué le parece? —me atreví a preguntarle al sujeto, esta vez siendo yo el que señalaba a Raujo.
Tanto Raujo como el sujeto misterioso intercambiaron miradas, extrañados, antes de volverse hacia mí.
—¿Qué? ¿Te parece que quiero comprar personas? —replicó el sujeto, indignado—. Solo compro muñecos mágicos para revenderlos a un precio más alto. ¡Soy una persona decente, por amor al Bebé Barbudo! —Bufó—. Hay que ver, los jóvenes de ahora ya no respetan a sus mayores. ¿Qué será lo siguiente? ¿Indignarse porque alguien famoso haya muerto en un día festivo?
Y mientras se quejaba por todo, se marchó, sin llamar Libertad a ningún barco.
—¡Gracias por arruinarme el negocio! —rechistó Raujo con los brazos en jarras, fijando en mí una mirada ceñuda y los mofletes inflados.
—¿Qué? Pero… ¿de qué hablas? No, espera. ¿Desde cuándo estás vivo? ¿No eras una estatuilla normal?
—De verdad que eres lento, ¿no? Imagino que mojaste el ganso por primera vez ya de adulto, si es que lo has mojado alguna vez.
—¿Eh? ¿Cuál ganso?
—¿Rauko? ¿Con quién hablas? —preguntó Xana, casual, acercándose con dos manzanas acarameladas en las manos y una sonrisa inocente en los labios, porque en los labios es el único lugar donde podría haber sonrisas, o eso creo.
La miré, luego miré la estatuilla y descubrí que Raujo ahora permanecía inerte, tal como una estatuilla normal.
—¿Sabías que eso está vivo? —le respondí al fin a Xana.
Ella ladeó la cabeza, confusa, aunque manteniendo su sonrisa aún en los labios y no en otro lugar.
—¿Tú no? —fue su respuesta, inesperada y sorprendente para mis oídos… Bueno, para mí, no para mis oídos, pues estos no tienen consciencia como para asombrarse por algo; no son estatuillas—. Ya lo vimos en lo del laberinto de ArdillaToon.
La verdad es que yo no recordaba casi nada de eso, así que se lo dije a Xana.
—La verdad es que yo no recuerdo casi nada de eso —dije, como antes dije que dije—. A veces siento que vivo una aventura sin saber qué pasó antes, como si lo de antes no hubiera terminado de ocurrir todavía, como si el tiempo no fuera lineal, sino que el pasado, presente y futuro coexistieran a la vez en…
—Mejor iré a pasear con Raujo —me interrumpió, esta vez con su sonrisa tensa… en los labios—. Te vendrá bien tomarte un desganso a solas.
—¡Hasta que al fin tomas una decisión inteligente! —exclamó Raujo. Dio un gran salto acrobático para arrebatarle una manzana a Xana y aterrizó a su lado—. Vámonos, estimada, y no te juntes con esa chusma.
Y ambos emprendieron un pacífico paseo por la feria circundada o circo feriado, comiendo manzanas.
Mientras tanto, decidí andar por mi cuenta, explorando lo que el lugar tenía para ofrecer, hasta que de pronto terminé en un lugar insospechado que no mencionaré hasta la siguiente parte.
Lo que sí diré ahora es que Xana y Raujo encontraron a personas conocidas y no tan conocidas en su camino.
—¡Vin, Corlys…! Ahm… ¡Nutria! —saludó Xana, titubeando un instante al no recordar el nombre de… Bueno, yo tampoco recuerdo cómo se llamaba la nutrida—. Qué bueno verlos de nuevo, sanos y salvos. —Se acercó a ellos y entonces miró al oso y a la chica—. Creo que no he tenido el placer de conocerlos aún. Yo soy Xana.
—¡Y yo soy el grandísimo e inigualable Raujo! —anunció, pues, Raujo, sacando pecho y con una enorme sonrisa de presumido, como si no fuese chiquito ni igualito a otra persona—. Es un placer para ustedes conocerme y disfrutar de este infinito honor de compartir un mismo espacio conmigo.
Pues sencillo, los sensatos que al aguacate le dicen aguacate y los desquiciados irrespetuosos que le dicen palta.
No tiene relación con nada, pero ahí dejo el dato.
—Ya le dije que es un muñeco de verdad —insistía, exasperado y con una voz terriblemente aguda, Raujo de pie sobre una mesa, gesticulando con agresividad frente a un sujeto envuelto en una capa oscura y usando un sombrero de ala ancha sobre su capucha—. ¿Dónde más verá a un elfo adulto con esa cara de bebé mimado? —preguntó, señalándome el rostro—. Es obvio que es un muñeco mágico que cobra vida.
Yo, perplejo ante la exhibición de vida propia de Raujo[1], les observaba en silencio. El sujeto misterioso me escudriñó con la mirada por unos segundos. Luego negó con la cabeza.
—Lo siento —exhaló—, pero no creo que existan muñecos que puedan moverse y hablar como si estuvieran vivos.
—Ehm… ¿y él qué le parece? —me atreví a preguntarle al sujeto, esta vez siendo yo el que señalaba a Raujo.
Tanto Raujo como el sujeto misterioso intercambiaron miradas, extrañados, antes de volverse hacia mí.
—¿Qué? ¿Te parece que quiero comprar personas? —replicó el sujeto, indignado—. Solo compro muñecos mágicos para revenderlos a un precio más alto. ¡Soy una persona decente, por amor al Bebé Barbudo! —Bufó—. Hay que ver, los jóvenes de ahora ya no respetan a sus mayores. ¿Qué será lo siguiente? ¿Indignarse porque alguien famoso haya muerto en un día festivo?
Y mientras se quejaba por todo, se marchó, sin llamar Libertad a ningún barco.
—¡Gracias por arruinarme el negocio! —rechistó Raujo con los brazos en jarras, fijando en mí una mirada ceñuda y los mofletes inflados.
—¿Qué? Pero… ¿de qué hablas? No, espera. ¿Desde cuándo estás vivo? ¿No eras una estatuilla normal?
—De verdad que eres lento, ¿no? Imagino que mojaste el ganso por primera vez ya de adulto, si es que lo has mojado alguna vez.
—¿Eh? ¿Cuál ganso?
—¿Rauko? ¿Con quién hablas? —preguntó Xana, casual, acercándose con dos manzanas acarameladas en las manos y una sonrisa inocente en los labios, porque en los labios es el único lugar donde podría haber sonrisas, o eso creo.
La miré, luego miré la estatuilla y descubrí que Raujo ahora permanecía inerte, tal como una estatuilla normal.
—¿Sabías que eso está vivo? —le respondí al fin a Xana.
Ella ladeó la cabeza, confusa, aunque manteniendo su sonrisa aún en los labios y no en otro lugar.
—¿Tú no? —fue su respuesta, inesperada y sorprendente para mis oídos… Bueno, para mí, no para mis oídos, pues estos no tienen consciencia como para asombrarse por algo; no son estatuillas—. Ya lo vimos en lo del laberinto de ArdillaToon.
La verdad es que yo no recordaba casi nada de eso, así que se lo dije a Xana.
—La verdad es que yo no recuerdo casi nada de eso —dije, como antes dije que dije—. A veces siento que vivo una aventura sin saber qué pasó antes, como si lo de antes no hubiera terminado de ocurrir todavía, como si el tiempo no fuera lineal, sino que el pasado, presente y futuro coexistieran a la vez en…
—Mejor iré a pasear con Raujo —me interrumpió, esta vez con su sonrisa tensa… en los labios—. Te vendrá bien tomarte un desganso a solas.
—¡Hasta que al fin tomas una decisión inteligente! —exclamó Raujo. Dio un gran salto acrobático para arrebatarle una manzana a Xana y aterrizó a su lado—. Vámonos, estimada, y no te juntes con esa chusma.
Y ambos emprendieron un pacífico paseo por la feria circundada o circo feriado, comiendo manzanas.
Mientras tanto, decidí andar por mi cuenta, explorando lo que el lugar tenía para ofrecer, hasta que de pronto terminé en un lugar insospechado que no mencionaré hasta la siguiente parte.
Lo que sí diré ahora es que Xana y Raujo encontraron a personas conocidas y no tan conocidas en su camino.
—¡Vin, Corlys…! Ahm… ¡Nutria! —saludó Xana, titubeando un instante al no recordar el nombre de… Bueno, yo tampoco recuerdo cómo se llamaba la nutrida—. Qué bueno verlos de nuevo, sanos y salvos. —Se acercó a ellos y entonces miró al oso y a la chica—. Creo que no he tenido el placer de conocerlos aún. Yo soy Xana.
—¡Y yo soy el grandísimo e inigualable Raujo! —anunció, pues, Raujo, sacando pecho y con una enorme sonrisa de presumido, como si no fuese chiquito ni igualito a otra persona—. Es un placer para ustedes conocerme y disfrutar de este infinito honor de compartir un mismo espacio conmigo.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[1] Limitado꞉ Raujo (1/2), una estatuilla de Rauko con disfraz de gomejo y de 50 cm de altura, muy ágil y con voz aguda. Tienen permiso para manejarlo.
Rauko
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
En el circo que parece feria o la feria que parece circo. (Lunargenta)
Vengo de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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Allí estaba yo, caminando y divagando en aquella fría noche de invierno que poco me afectaba por ser norteña, pero no de las norteñas que andan haciendo carne con papa con la familia, sino de las norteñas nacidas del norte y por ende preparada para el frío. Como fuera, ahí estaba yo, caminando y pensando en qué había dos tipos de personas.
Las voces en mi cabeza se preguntaban cuáles eran esos tipos, sencillo, aquellos que ponían el cereal antes de la leche y no botaban la leche y luego el cereal, o algo así. ¿Por qué pensaba en cereal?
La pregunta era tan fácil de responder como el hecho de que Meleis me miraba con preocupación, ola maíz tostado. ¿Y por qué? Estábamos en una feria y al fondo una gran carpa de circo.
- Tengo hambre. - Expresé al rugir de mis estomago que vibraba, pero no era la panza lo que me vibraba sino el pecho porque aquella medalla se había activado así de repente.
- Pues deja de mirar a un punto fijo y vamos a comer. Últimamente estás muy distraída. - Agregó con cierta molestia mi hermano a quien el hambre lo ponía de mal humor.
- Ahora me vibra el pecho. Gaegel, o ese maldito de Zelas, o el otro maldito de Baltazar están cerca. Si es el rubio voy a romperle la cadera. - Tenía mi vista fija en el pecho pensando si activar su efecto o no, mejor no, pues si se trataba del rubio podía salir huyendo como cervatillo en cacería.
- Olvídalo mejor yo voy por algo. Tu estás muy rara hoy. - Sin más, mi no tan pequeño hermano se alejó a un puesto de brochetas. Al no darme cuenta, y estar divagando lo perdí de vista entre la muchedumbre. - Bueno, solo seremos tu y yo... - Miré a la bola de pelos con un moño rojo. - Vamos por algo de comer. Meleis sabe cuidarse solito. -Él tenía razón, últimamente estaba actuando más raro de lo normal, no dejaba de pensar en aquella caja y un inexplicable deseo por recuperarla, eso me distaría, me frustraba y me ponía a pensar y pensar.
Terminé comiendo un extraño pastel de carne. ¿De qué' La verdad no tenía ni idea pero todo con hambre pasa. Allí mismo parecía que alguien invitaba a entrar al próximo espectáculo.
- Vengan, vengan. No se pierdan nuestra nueva y más asombrosa exhibición. ¡Usted! ¡La mujer gigante de gigante proporciones!
- ¿Me dijo gorda? - Saqué el látigo.
- No. no. no... solo que usted es... ¿Quiere ver nuestra exhibición? Le dejaré la entrada a mitad de precio.
Lo miré por unos instantes, a pesar de estar montando en un banquito seguía estando bien chaparro, por lo que lo llamaría Omar. - Muy bien, Omar, me convenciste. Dame la entrada. - Extendí la mano.
- No me pise... - Dijo con cierto pavor. - s...son 2 monedas.
- Dijo que la mitad. Entonces es una. - Alegué con imponencia ante la impotencia que sentía de tan solo pensar en la caja.
Ante semejante lógica, Omar no tuvo más remedio que aceptar el trato. Y así sin saber lo que me esperaría en esa carpa, entré a la exhibición.
Mientras tanto, Meleis, más perdido que aquel llamado Adán el día de las mamás, me buscaba de aquí para allá por la feria. - ¿Dónde rayos puede meterse alguien tan alto? - pensó en voz alta sin detener su andar hasta que finalmente lo hizo al toparse con una cara familiar.
- ¿Señor Zelas? - Se acercó para corroborar que se trataba de él.
Las voces en mi cabeza se preguntaban cuáles eran esos tipos, sencillo, aquellos que ponían el cereal antes de la leche y no botaban la leche y luego el cereal, o algo así. ¿Por qué pensaba en cereal?
La pregunta era tan fácil de responder como el hecho de que Meleis me miraba con preocupación, ola maíz tostado. ¿Y por qué? Estábamos en una feria y al fondo una gran carpa de circo.
- Tengo hambre. - Expresé al rugir de mis estomago que vibraba, pero no era la panza lo que me vibraba sino el pecho porque aquella medalla se había activado así de repente.
- Pues deja de mirar a un punto fijo y vamos a comer. Últimamente estás muy distraída. - Agregó con cierta molestia mi hermano a quien el hambre lo ponía de mal humor.
- Ahora me vibra el pecho. Gaegel, o ese maldito de Zelas, o el otro maldito de Baltazar están cerca. Si es el rubio voy a romperle la cadera. - Tenía mi vista fija en el pecho pensando si activar su efecto o no, mejor no, pues si se trataba del rubio podía salir huyendo como cervatillo en cacería.
- Olvídalo mejor yo voy por algo. Tu estás muy rara hoy. - Sin más, mi no tan pequeño hermano se alejó a un puesto de brochetas. Al no darme cuenta, y estar divagando lo perdí de vista entre la muchedumbre. - Bueno, solo seremos tu y yo... - Miré a la bola de pelos con un moño rojo. - Vamos por algo de comer. Meleis sabe cuidarse solito. -Él tenía razón, últimamente estaba actuando más raro de lo normal, no dejaba de pensar en aquella caja y un inexplicable deseo por recuperarla, eso me distaría, me frustraba y me ponía a pensar y pensar.
Terminé comiendo un extraño pastel de carne. ¿De qué' La verdad no tenía ni idea pero todo con hambre pasa. Allí mismo parecía que alguien invitaba a entrar al próximo espectáculo.
- Vengan, vengan. No se pierdan nuestra nueva y más asombrosa exhibición. ¡Usted! ¡La mujer gigante de gigante proporciones!
- ¿Me dijo gorda? - Saqué el látigo.
- No. no. no... solo que usted es... ¿Quiere ver nuestra exhibición? Le dejaré la entrada a mitad de precio.
Lo miré por unos instantes, a pesar de estar montando en un banquito seguía estando bien chaparro, por lo que lo llamaría Omar. - Muy bien, Omar, me convenciste. Dame la entrada. - Extendí la mano.
- No me pise... - Dijo con cierto pavor. - s...son 2 monedas.
- Dijo que la mitad. Entonces es una. - Alegué con imponencia ante la impotencia que sentía de tan solo pensar en la caja.
Ante semejante lógica, Omar no tuvo más remedio que aceptar el trato. Y así sin saber lo que me esperaría en esa carpa, entré a la exhibición.
Mientras tanto, Meleis, más perdido que aquel llamado Adán el día de las mamás, me buscaba de aquí para allá por la feria. - ¿Dónde rayos puede meterse alguien tan alto? - pensó en voz alta sin detener su andar hasta que finalmente lo hizo al toparse con una cara familiar.
- ¿Señor Zelas? - Se acercó para corroborar que se trataba de él.
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- OFF:
- Cosas ActivasMeraxes escribió:Una sensación amarga se aferró al pecho de la dragona, un deseo casi instintivo de tener la caja entre sus manos, de explorar su contenido y descubrir qué secretos encerraba. Ahora, Meraxes se sentiría en una encrucijada de emociones; la frustración y la ansiedad se mezclaban con un profundo anhelo que no podía ignorar.
Para efectos de este Tema:Disponible en el Dragón Errante escribió:Ropas Comunes Superiores: [Meleis] No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Espejo Brújula.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]
-Gorrito de Calabaza.
- Granada de Humo.Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
Meraxes
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Conseguimos más aeros de los que tenía pensado en la venta de esas figuras de madera. - Celebraba en compañía de la arpía de Ryra. - Obviamente ibas a ganar más dinero si les dijiste que esas figuras eran de una civilización antigua. - Sonreí con picardía ante el comentario de mi acompañante. - ¿Quién diría que el que se cayeran al lodo y no pudiera limpiarlas bien sería beneficioso para nuestro bolsillo. - La bruja negó con una sonrisa maliciosa. - A veces eres un perro con mucha suerte. - Aquel comentario de Ryra me hizo reflexionar un poco.
Una cosa había aprendido el perro de mi, y que tenía por seguro, es que había dos tipos de personas. Y ustedes se preguntarán, cuáles serían esos tipos.
Pues sencillo, los amargados que viven del drama, y los desequilibrados que gozan de vivir la vida sin temor a cometer tonterías imprudentes.
Podría decirse que yo era de los segundos, mientras que la arpía de mi compañera antes era de los primeros. Pero que dado a mi compañía se ha tenido que ver forzada a adecuarse a la situación.
Por conveniencias del destino, y porque la vida goza de llevarme a los destinos más entretenidos de Aerandir. Mis pies me llevaron a lo que parecía una feria, o quizá un circo, o quizá ambos. ¿Qué se yo? Esas incógnitas podría resolverlas a lo largo de mi andar. Al llegar allí. Pude sentir cómo mi pieza metálica vibraba con fuerza. - Parece que aquí hay alguien. - Hay mucha gente ¿Qué no la ves? - Me replicó Ryra. - No, me refiero a que siento que Mera, Zelas o Baltazar están aquí. - Baltazar... Ah, el elfo pelirrojo que no has vuelto a ver. - Ojalá que esté bien. Pese a todo me cae bien... Como sea, mantente alerta, podemos encontrarnos con Mera y con Zelas también.
La bruja asintió y comenzó a caminar. - El destino es bastante cruel. Acabo de ganar buen dinero y me cruzo con una feria, o circo, o circoferia. Los dioses no gozan de verme como un hombre acaudalado. - La mujer se detuvo y me miró de reojo. - No te quejes. Así es la vida de perros. - Hice una mueca de disgusto. Tanto por lo ofensivo de su comentario, como la certeza del mismo el cual no podía rebatir.
Como fuese, seguimos andando, hasta que nos mis ojos se toparon con algunas caras conocidas, las cuales al verlas me acerqué, moviendo mi distra. Se trataba de Corlys, su acompañante nutria que si mi memoria no me falla era Tefuel, o algo así, y Vincent. -
Vaya vaya... Hola! Los caminos de la vida no son como yo pensaba,
como los imaginaba no son como yo creía
Los caminos de la vida son muy difícil de andarlos
difícil de caminarlos y no encuentro la salida.
Comenté poéticamente mientras terminaba de acortar la distancia entre nosotros. - ¿Cómo han estado? - Mientras tanto, Ryra saludó con la cabeza a Corlys y a Teufel, para luego ver a Vincent. Seguramente, ella al ser una bruja podría percibir el éter en Vincent. Después de todo, ella no conocía al brujo que muy amablemente nos dio de beber un excelente vino a Mera y a mí.
Una cosa había aprendido el perro de mi, y que tenía por seguro, es que había dos tipos de personas. Y ustedes se preguntarán, cuáles serían esos tipos.
Pues sencillo, los amargados que viven del drama, y los desequilibrados que gozan de vivir la vida sin temor a cometer tonterías imprudentes.
Podría decirse que yo era de los segundos, mientras que la arpía de mi compañera antes era de los primeros. Pero que dado a mi compañía se ha tenido que ver forzada a adecuarse a la situación.
Por conveniencias del destino, y porque la vida goza de llevarme a los destinos más entretenidos de Aerandir. Mis pies me llevaron a lo que parecía una feria, o quizá un circo, o quizá ambos. ¿Qué se yo? Esas incógnitas podría resolverlas a lo largo de mi andar. Al llegar allí. Pude sentir cómo mi pieza metálica vibraba con fuerza. - Parece que aquí hay alguien. - Hay mucha gente ¿Qué no la ves? - Me replicó Ryra. - No, me refiero a que siento que Mera, Zelas o Baltazar están aquí. - Baltazar... Ah, el elfo pelirrojo que no has vuelto a ver. - Ojalá que esté bien. Pese a todo me cae bien... Como sea, mantente alerta, podemos encontrarnos con Mera y con Zelas también.
La bruja asintió y comenzó a caminar. - El destino es bastante cruel. Acabo de ganar buen dinero y me cruzo con una feria, o circo, o circoferia. Los dioses no gozan de verme como un hombre acaudalado. - La mujer se detuvo y me miró de reojo. - No te quejes. Así es la vida de perros. - Hice una mueca de disgusto. Tanto por lo ofensivo de su comentario, como la certeza del mismo el cual no podía rebatir.
Como fuese, seguimos andando, hasta que nos mis ojos se toparon con algunas caras conocidas, las cuales al verlas me acerqué, moviendo mi distra. Se trataba de Corlys, su acompañante nutria que si mi memoria no me falla era Tefuel, o algo así, y Vincent. -
Vaya vaya... Hola! Los caminos de la vida no son como yo pensaba,
como los imaginaba no son como yo creía
Los caminos de la vida son muy difícil de andarlos
difícil de caminarlos y no encuentro la salida.
Comenté poéticamente mientras terminaba de acortar la distancia entre nosotros. - ¿Cómo han estado? - Mientras tanto, Ryra saludó con la cabeza a Corlys y a Teufel, para luego ver a Vincent. Seguramente, ella al ser una bruja podría percibir el éter en Vincent. Después de todo, ella no conocía al brujo que muy amablemente nos dio de beber un excelente vino a Mera y a mí.
Gaegel
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Por supuesto, con lo de carpas me refería a que habían muchas tiendas de tela por la zona, no a que hubieran montón de peces de agua dulce por allí. Pero bueno, las prioridades eran las prioridades y, cuando viajabas con una nutria, es más importante comer pez de río que ir a ver a tu amigo de decisiones cuestionables.
Ahora es cuando le dicen al narrador que eran truchas y no carpas. Y cuando el narrador les contesta, no me jodan los chistes.
En cualquier caso…
¡Vamos! No todas las zonas que ha pisado nuestro querido brujo se han ido a la mierda. Nuestro rubiales sureño no es tan cuestionable elector. El Árbol Madre sobrevivió, un poco tostado, pero ahí anda, no estuvo presente cuando la guerra de los gomejos en vampirolandia, y Edén… ¿Qué coño es Edén? Eso nunca pasó. Ningún sitio se había derrumbado con él por las cercanías.
Rayos hasta salvó un volcán de… ¿convertirse en un volcán? ¿Un volcán con un cráter más grande quizás?
- ¡Corlys! - respondió a su amigo. - Me alegro de verte, ¿pero quién es Vinc? - comentó serio, tomándole el pelo y recordando el episodio de los tipos parecidos.
Su hija lo miró arqueando una ceja.
- Nunca había conocido a una mujer nutria-, comentó, obviando las tonterías de su padre y mirando hacia Teufel. - Me encanta conocer nuevas personas. Es algo de lo que más me gusta cuando viajo con padre. Conoce a mucha gente.
- Así es. Y no siempre por haber destruido algo-, bromeó, echando por tierra su fachada de falso Vincent.
Aunque, quien sabía, igual los otros también tenían la misma fortuna del mercenario para los problemas.
Pero entonces, antes de poder mediar más palabra, aquí confesamos que el oso estaba demasiado silencioso porque tenía demasiado pescado en interior del hocico, Rauko llegó para…
- ¿Raujo? - preguntó confuso. - ¿Y por qué eres tan? - Cómo decir aquello sin ofender. - Transportable.
Bueno, se intentó Y al menos tuvo el cuidado de no decir manejable delante de su hija. Punto para el padre del año.
Vincent también habría saludado a Xana, pero los gritos del pequeño Raujo alertaron a un individuo que había en las cercanías. Este hombre no tardó en darse cuenta de por qué lo había dicho al fijarse en Teufel.
- ¡Nutria! - gritó, señalando hacia la mujer bestia, antes de tirarse de cabeza contra una ventana cercana.
Un intento de escapar de la nutria, por supuesto. Pero un movimiento raro de cojones, pues había sido un tanto exagerado. La nutria aún no estaba matando a nadie. Más, quizás hubiera tenido algo de sentido si hubieran estado dentro de aquella caseta y no por fuera…
- Esto se ha vuelto más raro que de costumbre. -
- ¿No viajas mucho con tu padre? -
- ¿A sus aventuras? - La niña negó con la cabeza. - Demasiado pequeña para ello. Aún debo entrenar más. Palabras de Calhoun adulto.
Con total evidencia, el oso pensaría: Eso explica muchas cosas.
- Quizás tenía prisa por conseguir su ración de sabor-, bromeó el brujo, antes de seguir con la plática. - Xana, me alegro de verte. ¿Entonces Rauko no está? ¿Lo perdimos en algún trabajo con gansos?
Después de las vacas, era lógico pensar que el siguiente reto era el ganso sin cabeza. Créanme, aunque no lo parezca es lo único con sentido en todo este relato.
- ¿Llevan mucho por la ciudad? - preguntó, momentos antes de tomar a su hija por la cabeza y zarandear su cuerpo sin levantarla del sitio. - Yo saqué a mi hija de sus estudios para que disfrute un poco. Así que ando de padre modelo.
- Y por el momento, ya hemos visto a una persona disfrazada de gomejo y a otra atravesando una ventana hacia el interior de una caseta. Nada mal. Esto promete. -
Pero bueno, el brujo lograba atraer a los problemas y las amistades por igual. No tardó en unirse otra persona a ellos. O mejor dicho, dos personas. O mucho mejor dicho, qué atracción ni ocho cuartos, es que estaba plantado junto a la zona de comer y todo el mundo iba a comer en ese tipo de festividades.
Vincent miró extrañado al sujeto, mientras hablaba con estilo poético. Al principio no caía, ya se sabe, como dijo Allyson, su padre conocía a muchas personas. No obstante, no tardó en darse cuenta de quién era.
- Ah, amigo. Del campamento junto a aquellas ruinas antiguas-, terminó por decir como respuesta. - Al principio no te reconocí, pero mi mente ha decidido trabajar. ¿Y vos sois? Los amigos de mis amigos, son también mis amigos-, comentó, mirando hacia la mujer, con aquella frase un tanto manida.
Tomó unos pinchos de sardina hechas con el calor del fuego y alargó luego las manos hacia los recién llegados.
- Aprovechad. Justo estaba en modo mecenas. -
El éter que desprendía la joven era claro, más… ¿era ella o los objetos que portaba? Aún era pronto para empezar a ser tan curioso.
Sí, en serio, a veces Vincent sabía no ser un descarado. En realidad, siempre sabía no serlo. Por algo era un descarado. Porque conocía perfectamente cómo no serlo.
Pero entonces el gesto del mercenario se torció.
Había visto algo, tras la joven.
- Eh, lo siento. Me he quedado un poco traspuesto-, mentó, terminando de darles los aperitivos.
Y otra vez. Entre el gentío, la silueta de un corte de pelo. EL corte de pelo. Luego se desvanecía, parecía un sueño, una ilusión, para ser exactos, pero dos veces no parecía casualidad.
- Uy, pero creo que debo irme. -
- Padre, ¿qué ocurre? -
- Eso, parece que has visto un fantasma. -
¡Y ahí otra vez! ¡Ni oso ni hija, había que huir!
- Debemos escapar-, comentó alarmado, tomando a la niña de la mano.
Pero como tenía miedo de que lo viera, se echó al suelo y a cuatro piernas comenzó a huir, esperando que la gente y los puestos y mesas lo ocultaran.
- ¿Esto no te parece ridículo? -
- Yo aún no me corté-, respondió, aludiendo al pirado “rompeventanas”.
- Te acabo de conocer y ya me gustas, este juego me encanta-, dijo Raujo, que se tiró encima de la espalda del brujo. - Cabalga, simpático caballo de dorado pelaje.
- No es un juego. Intento escapar. No llames la atención. -
Y el pequeño disfrazado de gomejo le dio con la cabeza al culo de una joven y esta se viró y vio al brujo allí tirado.
- ¡Pervertido! -
- ¡Qué! - El brujo comprendió. - Ah, no, no. Es un error. Ha sido…
Pero cuando giró la cabeza, Raujo ya había desaparecido. Y cuando intentó levantarse, una patada lo tiró al suelo y, tanto la dama como todas sus amigas, le empezaron a dar una buena pateada.
- ¡No! ¡Se confunden! Ha sido otro-, les intentó explicar. - ¡Sé que no soy un pervertido, conozco a alguien que sí lo es! -
Igual eso era cierto, pero no la mejor defensa del mundo.
Ahora es cuando le dicen al narrador que eran truchas y no carpas. Y cuando el narrador les contesta, no me jodan los chistes.
En cualquier caso…
¡Vamos! No todas las zonas que ha pisado nuestro querido brujo se han ido a la mierda. Nuestro rubiales sureño no es tan cuestionable elector. El Árbol Madre sobrevivió, un poco tostado, pero ahí anda, no estuvo presente cuando la guerra de los gomejos en vampirolandia, y Edén… ¿Qué coño es Edén? Eso nunca pasó. Ningún sitio se había derrumbado con él por las cercanías.
Rayos hasta salvó un volcán de… ¿convertirse en un volcán? ¿Un volcán con un cráter más grande quizás?
- ¡Corlys! - respondió a su amigo. - Me alegro de verte, ¿pero quién es Vinc? - comentó serio, tomándole el pelo y recordando el episodio de los tipos parecidos.
Su hija lo miró arqueando una ceja.
- Nunca había conocido a una mujer nutria-, comentó, obviando las tonterías de su padre y mirando hacia Teufel. - Me encanta conocer nuevas personas. Es algo de lo que más me gusta cuando viajo con padre. Conoce a mucha gente.
- Así es. Y no siempre por haber destruido algo-, bromeó, echando por tierra su fachada de falso Vincent.
Aunque, quien sabía, igual los otros también tenían la misma fortuna del mercenario para los problemas.
Pero entonces, antes de poder mediar más palabra, aquí confesamos que el oso estaba demasiado silencioso porque tenía demasiado pescado en interior del hocico, Rauko llegó para…
- ¿Raujo? - preguntó confuso. - ¿Y por qué eres tan? - Cómo decir aquello sin ofender. - Transportable.
Bueno, se intentó Y al menos tuvo el cuidado de no decir manejable delante de su hija. Punto para el padre del año.
Vincent también habría saludado a Xana, pero los gritos del pequeño Raujo alertaron a un individuo que había en las cercanías. Este hombre no tardó en darse cuenta de por qué lo había dicho al fijarse en Teufel.
- ¡Nutria! - gritó, señalando hacia la mujer bestia, antes de tirarse de cabeza contra una ventana cercana.
Un intento de escapar de la nutria, por supuesto. Pero un movimiento raro de cojones, pues había sido un tanto exagerado. La nutria aún no estaba matando a nadie. Más, quizás hubiera tenido algo de sentido si hubieran estado dentro de aquella caseta y no por fuera…
- Esto se ha vuelto más raro que de costumbre. -
- ¿No viajas mucho con tu padre? -
- ¿A sus aventuras? - La niña negó con la cabeza. - Demasiado pequeña para ello. Aún debo entrenar más. Palabras de Calhoun adulto.
Con total evidencia, el oso pensaría: Eso explica muchas cosas.
- Quizás tenía prisa por conseguir su ración de sabor-, bromeó el brujo, antes de seguir con la plática. - Xana, me alegro de verte. ¿Entonces Rauko no está? ¿Lo perdimos en algún trabajo con gansos?
Después de las vacas, era lógico pensar que el siguiente reto era el ganso sin cabeza. Créanme, aunque no lo parezca es lo único con sentido en todo este relato.
- ¿Llevan mucho por la ciudad? - preguntó, momentos antes de tomar a su hija por la cabeza y zarandear su cuerpo sin levantarla del sitio. - Yo saqué a mi hija de sus estudios para que disfrute un poco. Así que ando de padre modelo.
- Y por el momento, ya hemos visto a una persona disfrazada de gomejo y a otra atravesando una ventana hacia el interior de una caseta. Nada mal. Esto promete. -
Pero bueno, el brujo lograba atraer a los problemas y las amistades por igual. No tardó en unirse otra persona a ellos. O mejor dicho, dos personas. O mucho mejor dicho, qué atracción ni ocho cuartos, es que estaba plantado junto a la zona de comer y todo el mundo iba a comer en ese tipo de festividades.
Vincent miró extrañado al sujeto, mientras hablaba con estilo poético. Al principio no caía, ya se sabe, como dijo Allyson, su padre conocía a muchas personas. No obstante, no tardó en darse cuenta de quién era.
- Ah, amigo. Del campamento junto a aquellas ruinas antiguas-, terminó por decir como respuesta. - Al principio no te reconocí, pero mi mente ha decidido trabajar. ¿Y vos sois? Los amigos de mis amigos, son también mis amigos-, comentó, mirando hacia la mujer, con aquella frase un tanto manida.
Tomó unos pinchos de sardina hechas con el calor del fuego y alargó luego las manos hacia los recién llegados.
- Aprovechad. Justo estaba en modo mecenas. -
El éter que desprendía la joven era claro, más… ¿era ella o los objetos que portaba? Aún era pronto para empezar a ser tan curioso.
Sí, en serio, a veces Vincent sabía no ser un descarado. En realidad, siempre sabía no serlo. Por algo era un descarado. Porque conocía perfectamente cómo no serlo.
Pero entonces el gesto del mercenario se torció.
Había visto algo, tras la joven.
- Eh, lo siento. Me he quedado un poco traspuesto-, mentó, terminando de darles los aperitivos.
Y otra vez. Entre el gentío, la silueta de un corte de pelo. EL corte de pelo. Luego se desvanecía, parecía un sueño, una ilusión, para ser exactos, pero dos veces no parecía casualidad.
- Uy, pero creo que debo irme. -
- Padre, ¿qué ocurre? -
- Eso, parece que has visto un fantasma. -
¡Y ahí otra vez! ¡Ni oso ni hija, había que huir!
- Debemos escapar-, comentó alarmado, tomando a la niña de la mano.
Pero como tenía miedo de que lo viera, se echó al suelo y a cuatro piernas comenzó a huir, esperando que la gente y los puestos y mesas lo ocultaran.
- ¿Esto no te parece ridículo? -
- Yo aún no me corté-, respondió, aludiendo al pirado “rompeventanas”.
- Te acabo de conocer y ya me gustas, este juego me encanta-, dijo Raujo, que se tiró encima de la espalda del brujo. - Cabalga, simpático caballo de dorado pelaje.
- No es un juego. Intento escapar. No llames la atención. -
Y el pequeño disfrazado de gomejo le dio con la cabeza al culo de una joven y esta se viró y vio al brujo allí tirado.
- ¡Pervertido! -
- ¡Qué! - El brujo comprendió. - Ah, no, no. Es un error. Ha sido…
Pero cuando giró la cabeza, Raujo ya había desaparecido. Y cuando intentó levantarse, una patada lo tiró al suelo y, tanto la dama como todas sus amigas, le empezaron a dar una buena pateada.
- ¡No! ¡Se confunden! Ha sido otro-, les intentó explicar. - ¡Sé que no soy un pervertido, conozco a alguien que sí lo es! -
Igual eso era cierto, pero no la mejor defensa del mundo.
Vincent Calhoun
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
-Entonces se llama manzana asada-
-Si-
-Pero no la pusiste al fuego-
-Si-
-Tampoco la asaste con magia ni nada parecido, de hecho esta fria-
-Si-
-Y solo por que se llama manzana asada cuesta 10 aeros-
-Si-
-Vaya estafa es la que tienes aquí montada-
-Si-
-Bueno al menos eres honesto.. Dame 1-
El rubio le dio los 10 aeros al tipo raro, y este le entrego una manzana fría y sucia, Zelas la mordió y para su desagrado la manzana estaba arenosa y desabrida, la escupió y cuando quiso quejarse, el tipo ya no estaba, molesto, arrojo la manzana con todas sus fuerzas hacia la feria.
-Manzanas de mierda deberían llamarse- diría el no-elfo al momento que escupía los restos de aquella abominación que mentía con ser una manzana.
-¿Señor Zelas?- una voz familiar le haría voltearse.
-¿Meleis?, hey me alegro que sigas vivo- diría el rubio mientras le sujetaba por los brazos en un efusivo saludo que parecía querer evitar que este moviera sus brazos.
-Yo igual me alegro de cierta forma- señalaría el joven extrañado al notar el nerviosismo del no-elfo.
-¿Esta tu hermana cerca?- preguntaría dejando libre al joven dragón.
-Si, debe andar cerca, aunque si yo fuera usted le daría espacio... Anda medio cascarrabias pero seguro debe ser el hambre... ah si, menciono algo de romperle la cadera- diría Meleis riendo.
-Eso me asusta y me excita en partes iguales... Lamento eso, no debería hacer esos comentarios frente a ti, ¿Sabes si salieron todos bien de la isla?- preguntaría Zelas con genuina preocupación.
-Esta bien, ya estoy acostumbrado a las excentricidades de mi hermana y sus amigos, en cuanto a su pregunta, creo que todos salieron vivos, pero sin duda, muchos no entendimos que paso con usted y los que planeábamos ir a matar- Meleis se quedo mirando a Zelas, como pidiendo una explicación sin pedirla necesariamente.
-Por un minuto pensé que nadie iba a lograrlo, los vi a todos tan complicados, Eve casi murió en mis brazos, y recibí unas cuantas noticias devastadoras... La única manera de salvarlos a todos era llevándomelos lejos de allí y haciendo lo que quisieran... No duro mucho pero logre quitarnos a otro de encima- señalo sonriendo a pesar de que su mirada denotaba algo de arrepentimiento.
-Oiga... Esta bien, vi un pergamino que hablaba sobre su hermana, ojala pueda encontrarla- dijo el joven dándole unas palmaditas en el hombro.
-Gracias Meleis, eres un buen hombre, ahora ve a disfrutar de la feria, pero no compres manzanas asadas, son una mierda- le comentaría Zelas sonriendo y dándole unos toquecitos en el brazo. Entonces se adentro en la feria y se perdió entre la multitud, necesitaba un momento para recomponerse de la vida.
-Si-
-Pero no la pusiste al fuego-
-Si-
-Tampoco la asaste con magia ni nada parecido, de hecho esta fria-
-Si-
-Y solo por que se llama manzana asada cuesta 10 aeros-
-Si-
-Vaya estafa es la que tienes aquí montada-
-Si-
-Bueno al menos eres honesto.. Dame 1-
El rubio le dio los 10 aeros al tipo raro, y este le entrego una manzana fría y sucia, Zelas la mordió y para su desagrado la manzana estaba arenosa y desabrida, la escupió y cuando quiso quejarse, el tipo ya no estaba, molesto, arrojo la manzana con todas sus fuerzas hacia la feria.
-Manzanas de mierda deberían llamarse- diría el no-elfo al momento que escupía los restos de aquella abominación que mentía con ser una manzana.
-¿Señor Zelas?- una voz familiar le haría voltearse.
-¿Meleis?, hey me alegro que sigas vivo- diría el rubio mientras le sujetaba por los brazos en un efusivo saludo que parecía querer evitar que este moviera sus brazos.
-Yo igual me alegro de cierta forma- señalaría el joven extrañado al notar el nerviosismo del no-elfo.
-¿Esta tu hermana cerca?- preguntaría dejando libre al joven dragón.
-Si, debe andar cerca, aunque si yo fuera usted le daría espacio... Anda medio cascarrabias pero seguro debe ser el hambre... ah si, menciono algo de romperle la cadera- diría Meleis riendo.
-Eso me asusta y me excita en partes iguales... Lamento eso, no debería hacer esos comentarios frente a ti, ¿Sabes si salieron todos bien de la isla?- preguntaría Zelas con genuina preocupación.
-Esta bien, ya estoy acostumbrado a las excentricidades de mi hermana y sus amigos, en cuanto a su pregunta, creo que todos salieron vivos, pero sin duda, muchos no entendimos que paso con usted y los que planeábamos ir a matar- Meleis se quedo mirando a Zelas, como pidiendo una explicación sin pedirla necesariamente.
-Por un minuto pensé que nadie iba a lograrlo, los vi a todos tan complicados, Eve casi murió en mis brazos, y recibí unas cuantas noticias devastadoras... La única manera de salvarlos a todos era llevándomelos lejos de allí y haciendo lo que quisieran... No duro mucho pero logre quitarnos a otro de encima- señalo sonriendo a pesar de que su mirada denotaba algo de arrepentimiento.
-Oiga... Esta bien, vi un pergamino que hablaba sobre su hermana, ojala pueda encontrarla- dijo el joven dándole unas palmaditas en el hombro.
-Gracias Meleis, eres un buen hombre, ahora ve a disfrutar de la feria, pero no compres manzanas asadas, son una mierda- le comentaría Zelas sonriendo y dándole unos toquecitos en el brazo. Entonces se adentro en la feria y se perdió entre la multitud, necesitaba un momento para recomponerse de la vida.
Zelas Hazelmere
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Luego de arrastrar nuestra jaula carruaje nos liberaron en una especie de celda donde conocimos a otro de los especímenes que pensaban mostrar como fenómenos de circo o de feria, se trataba de una especie de hombre-bestia rana, pero no como el gran Froskito, sino una rana enorme, fácilmente podría medir medio metro, que para ser una rana es mucho, aunque igual no soy ranólogo.
De una patada nos metieron a la celda y cerraron la puerta. Estábamos atrapados de nuevo sin posibilidad alguna de escapar. Por un momento, el perro atravesó los barrotes que no eran problema para su delgada contextura, tomó un pedazo de carne del piso y volvió a meterse a la celda para lamentarse de nuestro terrible destino.
Oiga, señor rana, ¿sabe dónde estamos?- Pregunté con mi propia voz pero no hubo una respuesta inmediata, la rana abrió un ojo, luego otro, luego los dos a la vez, volvió a cerrarlos y dijo -Lama-Rana sabe que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, aprende a oír para que puedas escuchar, no hay más que esta vieja rana pueda enseñarles- Miré al perro, él me miró, miramos a la rana sin entender qué había sido eso, y volvimos a pensar en una forma de escapar.
Muy bien, pensemos en una manera de escapar, quizá si nos hacemos los muertos nos tendrán que sacar para encerrarnos- Dijo el perro en una idea que no podría tener ningún sentido bajo ninguna circunstancia -De acuerdo, hagámoslo- Dije sin entender por qué, y de inmediato comenzamos el show -¡¡Se muere, mi amigo se muere!!- Gritó el perro alarmado para llamar la atención de nuestros custodios.
Un par de sujetos se asomaron en la entrada de aquella carpa, pero al ver que era yo el que se estaba muriendo, hicieron caso omiso y se fueron otra vez -No funcionará, es una terrible idea, lo sabía desde el inicio- Dije desanimado, y fue entonces cuando la rana nos iluminó con su basta sabiduría, abrió un ojo, luego otro, luego los dos, volvió a cerrarlos y dijo calmada -Lama-Rana sabe que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, aprende a oír para que puedas escuchar, no hay más que esta vieja rana pueda enseñarles.
He de admitir que no lo entendí cuando lo dijo por primera vez, pero ahora, en esta segunda oportunidad, tampoco -Intentemos de nuevo, pero al revés- Dijo el perro, y sabiendo que no tenía nada que perder, acepté -Ay me muero, me estoy muriendo, es en serio, no es broma, ay, ay, me muero- Dijo el animal mientras se rascaba la oreja con una pata. Los mismos sujetos de antes se asomaron y al ver que el perro estaba en peligro corrieron a socorrerlo.
En cuanto abrieron la puerta de la celda salté sobre ellos para tomarlos con fuerza y estrellar sus cabezas una con la otra, me refiero a los cráneos de ambos, no a las dos cabezas de cada uno, en fin, ahora por fin éramos libres -Vámonos, rápido, venga con nosotros, señor Lama-Rana- Le dije a nuestro efímero y misterioso compañero de celda pero simplemente abrió un ojo, luego el otro, luego los dos, los cerró de nuevo y dijo -Lama-Rana sabe que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, aprende a oír para que puedas escuchar, no hay más que esta vieja rana pueda enseñarles.
He de reconocer que, al estar sumido en mi aberrante e infinita ignorancia, no había entendido aquella sabia frase al escucharla la primera vez, ni la segunda, ni la tercera, así que decidimos marcharnos dejando la puerta abierta. Crucé la puerta a toda prisa mientras el perro salía de nuevo entre los barrotes que al estar algo separados no eran problema para su delgado cuerpo.
Al salir de aquella carpa contemplé con horror que el perro podría tener razón, aquello parecía un circo -Feria- Me corrigió el animal, llevándose la contraria a sí mismo solamente porque ya no recuerdo lo que decía antes y me da pereza ir al post anterior, pero en fin, corrimos entre las calles laberínticas llenas de gente comiendo pinchos de carne y toda clase de cosas hasta que tropezamos con un pervertido al que golpeaban unas mujeres.
Rodé por el piso y levanté la cabeza, un poco aturdido al detenerme -Conozco esa barba, tenemos que ayudarle- Le dije al perro que simplemente respondió -Retrocede y observa, me haré cargo- El animal se acercó a una de aquellas agresivas mujeres y le restregó el cuerpo en la pierna -Ni que fueras gato- Murmuré para mí mismo. La mujer dio un grito de espanto -Ay pobresita, la asustó- o eso me pareció, porque luego resultó ser un grito de emoción -Ah no, es que lo está disfrutando la muy desgraciada- No pasó mucho tiempo antes que ella y las otras rodearan al perro para acariciarle la colita esponjosa y jugar con él.
De verdad no entiendo cómo lo hace, dije de mala gana sentándome en el piso antes de notar como un MiniRauko se recostaba en lo hombro para observar la escena con una mezcla de curiosidad y pena ajena, y claro, donde hay un Rauko (aunque sea en versión light) hay también una Xana, y otras caras conocidas que conformaban un grupo bastante nutrido -Oigan, tenemos que salir de aquí, no pregunten por qué ando con disfraz de perro, es una larga historia, pero hay una rana que sabe cosas- Y claro, dicho por alguien vestido de perrito podría sonar como una locura, pero es que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, y hay que aprender a oír para que poder escucharlas.
De una patada nos metieron a la celda y cerraron la puerta. Estábamos atrapados de nuevo sin posibilidad alguna de escapar. Por un momento, el perro atravesó los barrotes que no eran problema para su delgada contextura, tomó un pedazo de carne del piso y volvió a meterse a la celda para lamentarse de nuestro terrible destino.
Oiga, señor rana, ¿sabe dónde estamos?- Pregunté con mi propia voz pero no hubo una respuesta inmediata, la rana abrió un ojo, luego otro, luego los dos a la vez, volvió a cerrarlos y dijo -Lama-Rana sabe que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, aprende a oír para que puedas escuchar, no hay más que esta vieja rana pueda enseñarles- Miré al perro, él me miró, miramos a la rana sin entender qué había sido eso, y volvimos a pensar en una forma de escapar.
Muy bien, pensemos en una manera de escapar, quizá si nos hacemos los muertos nos tendrán que sacar para encerrarnos- Dijo el perro en una idea que no podría tener ningún sentido bajo ninguna circunstancia -De acuerdo, hagámoslo- Dije sin entender por qué, y de inmediato comenzamos el show -¡¡Se muere, mi amigo se muere!!- Gritó el perro alarmado para llamar la atención de nuestros custodios.
Un par de sujetos se asomaron en la entrada de aquella carpa, pero al ver que era yo el que se estaba muriendo, hicieron caso omiso y se fueron otra vez -No funcionará, es una terrible idea, lo sabía desde el inicio- Dije desanimado, y fue entonces cuando la rana nos iluminó con su basta sabiduría, abrió un ojo, luego otro, luego los dos, volvió a cerrarlos y dijo calmada -Lama-Rana sabe que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, aprende a oír para que puedas escuchar, no hay más que esta vieja rana pueda enseñarles.
He de admitir que no lo entendí cuando lo dijo por primera vez, pero ahora, en esta segunda oportunidad, tampoco -Intentemos de nuevo, pero al revés- Dijo el perro, y sabiendo que no tenía nada que perder, acepté -Ay me muero, me estoy muriendo, es en serio, no es broma, ay, ay, me muero- Dijo el animal mientras se rascaba la oreja con una pata. Los mismos sujetos de antes se asomaron y al ver que el perro estaba en peligro corrieron a socorrerlo.
En cuanto abrieron la puerta de la celda salté sobre ellos para tomarlos con fuerza y estrellar sus cabezas una con la otra, me refiero a los cráneos de ambos, no a las dos cabezas de cada uno, en fin, ahora por fin éramos libres -Vámonos, rápido, venga con nosotros, señor Lama-Rana- Le dije a nuestro efímero y misterioso compañero de celda pero simplemente abrió un ojo, luego el otro, luego los dos, los cerró de nuevo y dijo -Lama-Rana sabe que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, aprende a oír para que puedas escuchar, no hay más que esta vieja rana pueda enseñarles.
He de reconocer que, al estar sumido en mi aberrante e infinita ignorancia, no había entendido aquella sabia frase al escucharla la primera vez, ni la segunda, ni la tercera, así que decidimos marcharnos dejando la puerta abierta. Crucé la puerta a toda prisa mientras el perro salía de nuevo entre los barrotes que al estar algo separados no eran problema para su delgado cuerpo.
Al salir de aquella carpa contemplé con horror que el perro podría tener razón, aquello parecía un circo -Feria- Me corrigió el animal, llevándose la contraria a sí mismo solamente porque ya no recuerdo lo que decía antes y me da pereza ir al post anterior, pero en fin, corrimos entre las calles laberínticas llenas de gente comiendo pinchos de carne y toda clase de cosas hasta que tropezamos con un pervertido al que golpeaban unas mujeres.
Rodé por el piso y levanté la cabeza, un poco aturdido al detenerme -Conozco esa barba, tenemos que ayudarle- Le dije al perro que simplemente respondió -Retrocede y observa, me haré cargo- El animal se acercó a una de aquellas agresivas mujeres y le restregó el cuerpo en la pierna -Ni que fueras gato- Murmuré para mí mismo. La mujer dio un grito de espanto -Ay pobresita, la asustó- o eso me pareció, porque luego resultó ser un grito de emoción -Ah no, es que lo está disfrutando la muy desgraciada- No pasó mucho tiempo antes que ella y las otras rodearan al perro para acariciarle la colita esponjosa y jugar con él.
De verdad no entiendo cómo lo hace, dije de mala gana sentándome en el piso antes de notar como un MiniRauko se recostaba en lo hombro para observar la escena con una mezcla de curiosidad y pena ajena, y claro, donde hay un Rauko (aunque sea en versión light) hay también una Xana, y otras caras conocidas que conformaban un grupo bastante nutrido -Oigan, tenemos que salir de aquí, no pregunten por qué ando con disfraz de perro, es una larga historia, pero hay una rana que sabe cosas- Y claro, dicho por alguien vestido de perrito podría sonar como una locura, pero es que en el susurro del viento se ocultan las voces de mil generaciones, y hay que aprender a oír para que poder escucharlas.
- Lama-Rana:
- Por si tenían curiosidad...
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Vincent fingió momentáneamente no ser él, lo que me empezaba a preocupar, porque si ahora habían empezado a ir también con hombres oso, eso iba a complica bastante el poder distinguirlo, solo quedaría confiar en las explosiones. Afortunadamente, se desveló a si mismo, eliminando esa preocupación de mi cabeza. Aunque siendo sinceros, estaba más atento a disfrutar de mi pescado que a las reflexiones sobre brujos clónicos.
- No te preocupes, confiaba en que fueras tu, el oso de sorprendentes dotes musicales te delata.- Me terminé de comer mi nuevo pincho de trucha y miré con decepción a las espinas que me quedaban colgando del palo.- Y si, tu padre conoce a mucha gente, aunque espero que solo te presente a los que somos medio normales, o bueno... al menos a los que no somos lo peor.
- No hagas caso a este. Le gusta demasiado molestar.- Dijo Teufel tras empujarme sin demasiadas consideraciones.- Y soy Teufel, encantada. ¿Cómo te llamas?
Era raro ver a Teufel ser maja y no que lo más parecido a demostrar aprecio fuera gruñirte, pero era cierto que había gente que la caía lo suficientemente bien, con Oromë, Reike o Eywas también había sido bastante tratable. Aunque luego seguía viajando conmigo, por alguna razón. Pero entre tanto aparecieron Xana y una versión extrañamente pequeña de Rauko.
- Me llamo Teufel.- Farfulló la mujer nutria mientras prestaba más atención al pez frito que a que desconocieran su nombre.
- Me alegro de verte Xana y... ¿Eso es Rauko bajo algún suceso extraño o es que ahora lo de versiones extrañas se está extendiendo a más gente?
Y de repente un tipo gritó "nutria" y se lanzó por una ventana hacia el interior de una casa. Después de haber visto a Teufel hacerle lo suyo a pobres infelices podía entender la reacción, aunque no estaba yo demasiado seguro de que esa casa fuera realmente suya ni de que no hubiera formas mejores de huir en una calle abierta.
- ¿Conocías al tío ese?
- No me consta. Quizás me confundiera con otra persona nutria. Quizás simplemente sabe lo que le conviene.
- Bueno, da igual. A veces prefiero no saber.
Después seguí escuchando la conversación de Vincent con su hija y el oso y me di cuenta de los esfuerzos que debía hacer el brujo para aparentar ser una figura paterna responsable, y que la niña se parecía más a él de lo que sería bueno para todos. Así de lejos parecía normal, pero el disfrute por ver a alguien vestido de conejo y a el loco romper la ventana para entrar en una casa dejaban caer que se le había pegado alguna cosa, como el gusto por los problemas. Iba a comentarle algo, pero la oportuna aparición de Gaegel y su compañera hizo que se me olvidara.
- Hombre, que bueno verte. No sabía nada de ti desde que Zelas nos hizo el aquello.- Era sorprendente que todos hubiésemos logrado salir enteros de la isla, a decir verdad, no había sido la retirada mejor organizada. Lo único que podía asegurar era que yo me había marchado en una balsa improvisada con Teufel y Reike, pero al resto les había perdido la pista.- Y todo bien por aquí. Disfrutando de la existencia, que nunca está de más.
Desafortunadamente, Vincent se puso en modo mecenas a sacar sardinas, unas sardinas que si lo que me había dicho ese sucio vendedor era cierto es posible que no estuviesen en el mejor estado de conservación, pero ya era tarde para ellos, habría que confiar en su estómago.
- ¿No deberías avisarles de que es una mala idea?
- Ya es tarde, están compradas, no hay nada que hacer.
- Pero podrían no comérselas.
- No, no es viable. Además, me sorprendía que un hombre que admitía tan tranquilamente que la mitad del pescado era chungo pudiera seguir con el negocio, pero ya entiendo como funciona, se basa en que la gente no pregunte. No parece el mejor plan, pero no es tan horrendo como pensaba.
Pero la cara de terror que puso Vincent supe que algo iba mal. Ya la había visto antes, y lo preocupante es que no fue cuando kobolds y una aberración mecánica estaban intentando matarnos en Edén, sino por causas muy distintas. Miré al cielo esperando ver una maceta cruzando el firmamento como una estrella fugaz de homicidas intenciones. Tras no verla me planteé el resto de opciones, y había una más probable que el resto, una preocupantemente danzante.
- Si, haced caso a Vincent. Movámonos todos. Venga.
Y sin mirar atrás avancé entre la gente, vi un altercado por culpa del Rauko pequeño y que seguramente iba a pagar el brujo, pero era tarde para él, ya lo habíamos perdido. Me detuve en un puesto con empanadas para mirar a mi alrededor y comprobar si divisaba el peligro, pero no hubo suerte. O quizás sería mejor decir que si la hubo, bueno, era difuso, el caso es que ese tipo no se encontraba a la vista. Así que hice lo único razonable cuando habías llegado a un puesto de empanas, proceder a pedir un par.
- Ponme dos empanadas.- Entonces recordé al tipo de los peces de dudosa moral y rectifiqué.- Bueno, ponme dos del tipo que más recomiendes.
Me pasó dos empanadas de conejo y le di una a mi compañera, mientras procedía a degustar otra maravilla que seguramente en una época en la que de todavía pudiera comer como un humano no estaría disfrutando de esa forma.
- ¿Por qué hemos salido huyendo?
- Vincent ha visto algo, y dadas las circunstancias debe ser él.- En mi caso también podría haber sido el depravado, pero él no parecía sentir el mismo pavor, un poco mezclado con desprecio, que me generaba a mi.
- ¿El loco que canta del que me hablaste?
- Si, ese.
- No sé, no le veo.
- Da igual. Seguro que está. Esto está yendo demasiado bien, tiene que haber trampa. De repente puedo comer, me encuentro con amigos en una fiesta, lo de Reike... Claramente se tiene que torcer en algún momento, presumiblemente pronto.
- O podría ser que sea por compensar el sueño demencial ese del que me hablaste.
- Oye, y si...- Me pellizqué el brazo, no me desperté, parecía no ser un sueño, seguía pareciendo una trampa.- Vaya, no funcionó. En fin, que seguro que algo pasa. Algo malo.
- Lo que tu digas... ¿No deberíamos ir a ayudar a Vincent?
- Yo le veo con la situación controlada, seguro que se puede ayudar sólo. Pero igual si que nos acercamos para tener mejores vistas.
Y mientras disfrutaba de mi empanada, me fui de nuevo hacia mis amigos, intrigado por como podría salir el brujo de esta sin ser un terrible ejemplo paterno. Aunque al llegar vi que además había un hombre vestido de perro que les invitaba a seguirle por algo de un hombre rana. Y quizás yo no entendiera nada, pero a veces era mejor no pensar, y sólo fluir, así que como eso no parecía acercarnos al hombre de quien trataba de escapar, era una opción tan buena como cualquier otra.
- No te preocupes, confiaba en que fueras tu, el oso de sorprendentes dotes musicales te delata.- Me terminé de comer mi nuevo pincho de trucha y miré con decepción a las espinas que me quedaban colgando del palo.- Y si, tu padre conoce a mucha gente, aunque espero que solo te presente a los que somos medio normales, o bueno... al menos a los que no somos lo peor.
- No hagas caso a este. Le gusta demasiado molestar.- Dijo Teufel tras empujarme sin demasiadas consideraciones.- Y soy Teufel, encantada. ¿Cómo te llamas?
Era raro ver a Teufel ser maja y no que lo más parecido a demostrar aprecio fuera gruñirte, pero era cierto que había gente que la caía lo suficientemente bien, con Oromë, Reike o Eywas también había sido bastante tratable. Aunque luego seguía viajando conmigo, por alguna razón. Pero entre tanto aparecieron Xana y una versión extrañamente pequeña de Rauko.
- Me llamo Teufel.- Farfulló la mujer nutria mientras prestaba más atención al pez frito que a que desconocieran su nombre.
- Me alegro de verte Xana y... ¿Eso es Rauko bajo algún suceso extraño o es que ahora lo de versiones extrañas se está extendiendo a más gente?
Y de repente un tipo gritó "nutria" y se lanzó por una ventana hacia el interior de una casa. Después de haber visto a Teufel hacerle lo suyo a pobres infelices podía entender la reacción, aunque no estaba yo demasiado seguro de que esa casa fuera realmente suya ni de que no hubiera formas mejores de huir en una calle abierta.
- ¿Conocías al tío ese?
- No me consta. Quizás me confundiera con otra persona nutria. Quizás simplemente sabe lo que le conviene.
- Bueno, da igual. A veces prefiero no saber.
Después seguí escuchando la conversación de Vincent con su hija y el oso y me di cuenta de los esfuerzos que debía hacer el brujo para aparentar ser una figura paterna responsable, y que la niña se parecía más a él de lo que sería bueno para todos. Así de lejos parecía normal, pero el disfrute por ver a alguien vestido de conejo y a el loco romper la ventana para entrar en una casa dejaban caer que se le había pegado alguna cosa, como el gusto por los problemas. Iba a comentarle algo, pero la oportuna aparición de Gaegel y su compañera hizo que se me olvidara.
- Hombre, que bueno verte. No sabía nada de ti desde que Zelas nos hizo el aquello.- Era sorprendente que todos hubiésemos logrado salir enteros de la isla, a decir verdad, no había sido la retirada mejor organizada. Lo único que podía asegurar era que yo me había marchado en una balsa improvisada con Teufel y Reike, pero al resto les había perdido la pista.- Y todo bien por aquí. Disfrutando de la existencia, que nunca está de más.
Desafortunadamente, Vincent se puso en modo mecenas a sacar sardinas, unas sardinas que si lo que me había dicho ese sucio vendedor era cierto es posible que no estuviesen en el mejor estado de conservación, pero ya era tarde para ellos, habría que confiar en su estómago.
- ¿No deberías avisarles de que es una mala idea?
- Ya es tarde, están compradas, no hay nada que hacer.
- Pero podrían no comérselas.
- No, no es viable. Además, me sorprendía que un hombre que admitía tan tranquilamente que la mitad del pescado era chungo pudiera seguir con el negocio, pero ya entiendo como funciona, se basa en que la gente no pregunte. No parece el mejor plan, pero no es tan horrendo como pensaba.
Pero la cara de terror que puso Vincent supe que algo iba mal. Ya la había visto antes, y lo preocupante es que no fue cuando kobolds y una aberración mecánica estaban intentando matarnos en Edén, sino por causas muy distintas. Miré al cielo esperando ver una maceta cruzando el firmamento como una estrella fugaz de homicidas intenciones. Tras no verla me planteé el resto de opciones, y había una más probable que el resto, una preocupantemente danzante.
- Si, haced caso a Vincent. Movámonos todos. Venga.
Y sin mirar atrás avancé entre la gente, vi un altercado por culpa del Rauko pequeño y que seguramente iba a pagar el brujo, pero era tarde para él, ya lo habíamos perdido. Me detuve en un puesto con empanadas para mirar a mi alrededor y comprobar si divisaba el peligro, pero no hubo suerte. O quizás sería mejor decir que si la hubo, bueno, era difuso, el caso es que ese tipo no se encontraba a la vista. Así que hice lo único razonable cuando habías llegado a un puesto de empanas, proceder a pedir un par.
- Ponme dos empanadas.- Entonces recordé al tipo de los peces de dudosa moral y rectifiqué.- Bueno, ponme dos del tipo que más recomiendes.
Me pasó dos empanadas de conejo y le di una a mi compañera, mientras procedía a degustar otra maravilla que seguramente en una época en la que de todavía pudiera comer como un humano no estaría disfrutando de esa forma.
- ¿Por qué hemos salido huyendo?
- Vincent ha visto algo, y dadas las circunstancias debe ser él.- En mi caso también podría haber sido el depravado, pero él no parecía sentir el mismo pavor, un poco mezclado con desprecio, que me generaba a mi.
- ¿El loco que canta del que me hablaste?
- Si, ese.
- No sé, no le veo.
- Da igual. Seguro que está. Esto está yendo demasiado bien, tiene que haber trampa. De repente puedo comer, me encuentro con amigos en una fiesta, lo de Reike... Claramente se tiene que torcer en algún momento, presumiblemente pronto.
- O podría ser que sea por compensar el sueño demencial ese del que me hablaste.
- Oye, y si...- Me pellizqué el brazo, no me desperté, parecía no ser un sueño, seguía pareciendo una trampa.- Vaya, no funcionó. En fin, que seguro que algo pasa. Algo malo.
- Lo que tu digas... ¿No deberíamos ir a ayudar a Vincent?
- Yo le veo con la situación controlada, seguro que se puede ayudar sólo. Pero igual si que nos acercamos para tener mejores vistas.
Y mientras disfrutaba de mi empanada, me fui de nuevo hacia mis amigos, intrigado por como podría salir el brujo de esta sin ser un terrible ejemplo paterno. Aunque al llegar vi que además había un hombre vestido de perro que les invitaba a seguirle por algo de un hombre rana. Y quizás yo no entendiera nada, pero a veces era mejor no pensar, y sólo fluir, así que como eso no parecía acercarnos al hombre de quien trataba de escapar, era una opción tan buena como cualquier otra.
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[1] Bendición de Gula: Durante uno cualquiera de tus próximos 3 temas (libres o privados), podrás disfrutar de cualquier manjar que tu apetencia dicte. Tu estómago no rechazará nada, salvo la sangre.
Corlys Glokta
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
☬ ❈ ✾
—Entonces se llaman falsas biusas.
—Sí.
—Pero son frutas normales.
—Sí.
—Sin magia ni nada, solo frutas comunes sin complementos.
—Sí.
—Pero solo porque se llaman falsas biusas cuestan 10 aeros más.
—Sí.
—No sé si llamar a esto estafa, pues ya el nombre indica falsedad.
—Sí.
—Bueno, ya dame lo más barato.
—Sí.
El vendedor, un enorme hombre bestia con rasgos de tiburón, rebuscó entre las frutas exhibidas y tomó un racimo de uvas. Tendí la mano, esperando que me lo entregara. Y alcé una ceja cuando lo vi arrancar una sola uva y entregármela para luego guardar el resto.
—Supongo que eso me pasa por pedir lo más barato —murmuré y tomé la única uva—. ¿Cuánto…? —Me detuve al ver su dedo señalar un cartel con el precio—. ¿Eh? ¿Dices que cada uva cuesta lo mismo que todas las demás frutas?
—Sí.
—Vale, entonces me llevo la mitad de la uva.
El tiburón, de entre todos los instrumentos afilados a su disposición en su puesto, optó por usar sus dientes afilados para cortar la uva. Me entregó la mitad, ahora ensalivada.
—Vale… entonces ¿esto costaría solo…? —Antes de formular la pregunta, lo vi señalando el mismo cartel de antes—. ¿Qué? ¿Cuesta lo mismo?
—Sí.
—Si solo tomo una décima parte de la uva, ¿también costará lo mismo?
—Sí.
—¿Dices que todo tiene el mismo precio exagerado?
—Sí.
—Entonces prefiero que me des lo más grande que tengas. —Señalé una sandía—. Quiero eso.
Agarró la sandía, la introdujo en su boca, masticó a una velocidad vertiginosa mientras chorros de jugo se escurrían por las fosas nasales, y luego escupió el resultado꞉ la sandía dividida en cien trozos perfectamente cuadrados, aunque la sandía había sido ovalada.
—Déjame adivinar꞉ cada parte debe comprarse por separado, y al mismo precio de todo lo demás.
—Sí.
—Mejor dame una uva entera.
Y, por supuesto, agarró las dos mitades de la uva de antes y me las tendió. Decidí pagarle, dos veces porque ahora eran dos productos, oferta de 1x2.
Llevé la uva a mi boca y mi estómago protestó enseguida. Escupí aquella cosa antes de que mi estómago decidiera hacer lo mismo con todas las biusas que comí ese día.
—Esto ni siquiera sabe a saliva de hombre-tiburón. ¿Acaso…?
El tiburón ya no estaba. Incluso el puesto había desaparecido. «Ay, no puede ser. Es otro de esos que están y no están al mismo tiempo y nunca a la vez», pensé, sumiéndome en la resignación.
Ya había sido suficiente. Decidí volver con Xana, fuera donde fuera que ella estuviera.
Caminé, y caminé, y caminé, perdido entre el gentío y aún sin saber si estaba en un circo o una feria, cuando una persona conocida apareció en mi vista, vivo y entero.
Di un veloz paso lateral para esconderme detrás de un muro y espiar al personaje, a nada más y nada menos que a Zelas.
«¿Estará solo o estará con sus nuevos amigos?», cavilé, escudriñando el escenario y agudizando mi visión con magia; no encontré más rastros de éter que los del no-elfo.
Y di un respingo cuando algo cubrió mi visión, un cartel que decía «Escondites de alquiler꞉ cada espacio usado cuesta 10 aeros el minuto». Alcé la mirada y descubrí al hombre-tiburón.
—Y supongo que vas a delatarme si decido no pagar, ¿cierto? —pregunté, aunque sabía la respuesta.
—Sí.
Solté diez aeros en sus manos y continué observando.
Pero Zelas ya se había ido.
—Terrible —murmuré—. Devuélveme los aeros. Ya no necesito…
Y ya se había ido el tiburón.
Solté un largo suspiro y reemprendí mi autoimpuesta misión de espionaje. Oteé mi alrededor, buscando el éter del no-elfo. Alcé las cejas en cuanto detecté una estela casi imperceptible, vestigio de su recorrido. Aceleré mis pasos siguiendo la pista.
Estaba cerca, muy cerca, pero el gentío era un obstáculo. No podía ver nada más allá del mar de personas, moviéndose en corrientes que podían arrastrarme a destinos impredecibles.
Pronto me cansé de esta situación y decidí saltarme el desafío.
Potencié mis piernas con una sobrecarga de éter y di un gran salto, uno innecesariamente acrobático para ser más espectacular, elevándome así por encima de la multitud.
Entonces lo vi.
Aun en el aire, expulsé una ráfaga de éter para propulsarme hacia mi objetivo. Di varios giros aéreos mientras preparaba un artilugio que, aunque podía ser un gran recurso si los sobrevivientes de la Dark Order estaban cerca, lo usaría para algo prioritario.
Aterricé delante de Zelas y clavé el artilugio en el suelo. En respuesta, todo el éter en el área se diluyó hasta desvanecerse en el aire. Mi cuerpo se hizo pesado y mis sentidos perdieron agudez. Aun así, me reincorporé enseguida y llevé una mano a la vaina infinita para convocar a la espada Doppelsäbel.
Por supuesto, no se materializó nada; sin éter no había magia.
Así que tomé una postura de combate y fijé la mirada en Zelas, mis ojos reflejando gravedad y expectativa.
—¿Eres tú mismo o estás bajo el control de la Dark Order? —interpelé a media voz, aunque sabía que, de haber estado manipulado con magia, el artilugio debía haberlo liberado en ese momento. Así que yo estaba listo para ayudarlo a escapar si los enemigos estaban cerca.
—Sí.
♆ ✧
Había mucha gente reunida, presentándose o reencontrándose, mientras que Xana intentaba ampliar su atención para no perderse de nada, especialmente de lo que sea que fuese a hacer el siempre revoltoso Raujo.
—Yo apenas estuve unos días para participar en una competencia en las catacumbas —le respondió a Vincent—. Pero nuestro destino es el oeste; dicen que pasarán cosas interesantes. —Asintió—. Y no, Corlys, este no es Rauko. Ya quisiera él. Este es Raujo, una estatuilla mágica que en un día cualquiera apareció de la nada y desde entonces nos sigue, aunque pasa la mayor parte del tiempo inerte como cualquier estatua. Rarísimo, pero no lo más raro que se haya visto.
Seguía con un ojo puesto en Raujo, pero fue un completo extraño el que cambió la calma del momento por un miedo creciente por una amenaza desconocida.
Xana observó, extrañada, sin saber qué pensar sobre el sujeto que tuvo un ataque de pánico o de la nutria que lo había gatillado con simplemente estar.
—Ah, sí, Rauko está cerca —volvió a responderle a Vincent, aunque distraída, aún en su mente el incidente de la nutria—, disfrutando del ambiente mientras busca el sentido común que nunca tuvo. Aunque no dudo de que pronto tengamos que luchar contra algún ganso. Incluso Destino ya tuvo su guerra encarnizada contra un ejército de gallinas. Nadie entendió por qué inició esa guerra, pero lo importante es que ganó, esa y la segunda parte, la venganza de las gallinas, ahora no-muertas.
Y luego fue el propio Vincent el que tuvo un ataque de pánico.
—¿Qué? —inquirió Xana mientras su voluntad condensaba el éter a su alrededor, preparándose para desatar explosiones estelares contra aquello capaz de aterrorizar incluso a Vincent, a la persona que pudo encarnar el poderosísimo Bebé Barbudo, salvador del espacio-tiempo—. ¿Escapar de qué? ¿De un jinete oscuro? ¿Del Hombre Muerto? ¿De una estampida de gomejos?
Pero no veía nada a su alrededor, ninguna pista de tales amenazas.
Raujo, sin embargo, atrajo de vuelta su atención. El pequeño consideró una buena idea usar a Vincent de montura y luego, con un único movimiento de su cabeza, condenar al brujo a la vergüenza y al deshonor.
Xana se ruborizó, sintiéndose responsable de las acciones de Raujo. Abrió la boca para defenderlo de las mujeres enfurecidas, pero ¿qué podía decir? ¿«Disculpe, señorita, no fue culpa de mi amigo; fue cosa de esa estatuilla que cobra vida por momentos y le dio por nalguear con la cabeza a la señorita»?
Quizás esa explicación absurda pudiera tener algo de credibilidad si Raujo no hubiera escapado.
El brujo cargaba con el rol de un muñeco de prácticas para las patadas de las señoritas unidas por la sororidad y el desprecio a los hombres blancos heterosexuales. Parecía que ya no tenía salvación.
Pero no había que preocuparse. El salvador del salvador llegó, un perro esponjoso y de un vibrante color rojizo, la belleza del fuego capturada en un pelaje con patas. Incluso Xana tuvo que resistir la tentación de acariciarlo, viendo que las otras chicas lo hacían sin inconvenientes y que ya no estaban en unas catacumbas impregnadas de hedor y muerte.
Bio también había aparecido, con disfraz de perro, y de uno feo. No obstante, lo importante no era su atuendo extravagante que, a pesar de eso, no era discordante con Raujo a su lado. Lo importante era su advertencia, el mensaje de un peligro inminente.
«¿Incluso Bio tiene miedo de aquello de lo que debemos huir?», se preguntó, empezando a temer también. «Algo que puede causar esta reacción en Vincent y en Bio…». No tuvo que pensarlo más.
—¡No tenemos tiempo que perder! —exclamó—. ¡Obedezcan al hombre con disfraz de perro! Él sabe lo que hace.
—Sí.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[1] Limitado꞉ Disruptor del éter o algo así (1/1), cosa que se clava en algún sitio para anular toda magia en un radio de 2 metros por un turno.
Rauko
Aerandiano de honor
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
En el circo que parece feria o la feria que parece circo. (Lunargenta)
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Había logrado a entrar y vaya que sentarme al final, y ser alta, tenía sus ventajas. En fin ¿de qué ventajas hablaba? De ver a semejante obra divina vestida de rojo y velluda cantando como ángel, en una coreografía perfecta rodeado de gente igual de peculiar pero que la verdad solo escuchaba pues estaba encantada por los hipnóticos encantos de...lo que podría ser un cazador en traje de piel, un hombre vestido de latex amarillo, una voz resonante y miserable, un luchador con problemas de paternidad. Tenía tantos estilos en mi cabeza, algunos mas descabellados que otros que mis fantasías iban a otro nivel. - Cosa linda, cosa bien hecha, cosa hermosa. - pensé en voz alta.
Allí estaba, al ritmo de un compás perfectamente sincronizado voz y piernas, un coro celestial que seguía al ritmo de las palmas. Francamente otra cosa que debía felicitar era la calidad de aquellas bancas, me sorprendía que resistieran tanto boom boom con los pies.
El hambre, el estrés, la ansiedad, el hambre, el sueño, el hambre y todas las frustraciones se esfumaron. ¿Zelas? ¿Quién era ese? ¿Gaegel? Ni si quiera pasaba por mi cabeza. ¿La caja perdida ? Bueno esa solo de a ratos, ¿La vibración en el pecho? Esa ni la sentía con tanto alboroto allí dentro. ¿Era un circo, una feria? No tenía la menor idea, ahora era un musical.
Mientras todo esto sucedía, mi hermano, había tenido un encuentro con el rubio de la espada ridículamente grande, aunque no duró mucho, no duró nada, lo único rescatable fue la advertencia sobre las manzanas que no sabían a manzanas.
Atento a su advertencia hizo lo que cualquier persona prudente haría, esperaría llegar a un mercado y comprar comida allí. Comenzó a caminar y caminar, y caminar hasta que volvió a toparse con más caras conocidas que esperaba que esta vez no se esfumaran tras saludarlo o acabaría pon pensar que olía feo. Se olió ambas axilas solo por si acaso, no percibía nada, o tal vez su olfato se había descompuesto. Gran dilema.
- Señor Gaegel, Señorita Ryra, ¡Qué bueno encontrarlos aquí! ¿Han visto a Meraxes? -
Allí estaba, al ritmo de un compás perfectamente sincronizado voz y piernas, un coro celestial que seguía al ritmo de las palmas. Francamente otra cosa que debía felicitar era la calidad de aquellas bancas, me sorprendía que resistieran tanto boom boom con los pies.
- Lo que dije en Discord que metería...:
El hambre, el estrés, la ansiedad, el hambre, el sueño, el hambre y todas las frustraciones se esfumaron. ¿Zelas? ¿Quién era ese? ¿Gaegel? Ni si quiera pasaba por mi cabeza. ¿La caja perdida ? Bueno esa solo de a ratos, ¿La vibración en el pecho? Esa ni la sentía con tanto alboroto allí dentro. ¿Era un circo, una feria? No tenía la menor idea, ahora era un musical.
Mientras todo esto sucedía, mi hermano, había tenido un encuentro con el rubio de la espada ridículamente grande, aunque no duró mucho, no duró nada, lo único rescatable fue la advertencia sobre las manzanas que no sabían a manzanas.
Atento a su advertencia hizo lo que cualquier persona prudente haría, esperaría llegar a un mercado y comprar comida allí. Comenzó a caminar y caminar, y caminar hasta que volvió a toparse con más caras conocidas que esperaba que esta vez no se esfumaran tras saludarlo o acabaría pon pensar que olía feo. Se olió ambas axilas solo por si acaso, no percibía nada, o tal vez su olfato se había descompuesto. Gran dilema.
- Señor Gaegel, Señorita Ryra, ¡Qué bueno encontrarlos aquí! ¿Han visto a Meraxes? -
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- OFF:
- Cosas ActivasMeraxes escribió:Una sensación amarga se aferró al pecho de la dragona, un deseo casi instintivo de tener la caja entre sus manos, de explorar su contenido y descubrir qué secretos encerraba. Ahora, Meraxes se sentiría en una encrucijada de emociones; la frustración y la ansiedad se mezclaban con un profundo anhelo que no podía ignorar.
Para efectos de este Tema:Disponible en el Dragón Errante escribió:Ropas Comunes Superiores: [Meleis] No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Espejo Brújula.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]
-Gorrito de Calabaza.
- Granada de Humo.Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Pude notar como al principio, el no me reconoció al principio, y no lo culpo, con lo magullado que acabé en ese campamento es normal que no me reconociera. - Descuida, descuida. No pasa nada. - Luego la atención de Vincent se centró en la bruja, la cual sonrió levemente. - Mucho gusto, soy Ryra Eyegazer. Lo mismo digo, los amigos del perro son amigos míos. - Dijo con una sonrisa burlona, la cual dirigió a mi. La arpía había notado algo en el pintoresco de Vincent, y estoy seguro que ella podría deducir que es un brujo, al igual que ella. En ese aspecto Ryra siempre era muy perspicaz.
Fue en ese momento cuando Corlys hizo aquel comentario. - Me alegra verte bien, Corlys, Teufel. Sí, no nos vimos desde que Zelas se escapó con nuestra paga. - Mencioné con un tono de voz despreocupado. Aunque si me preocupaba lo ocurrido con el elfo no elfo. Luego de que el se fue, el grupo simplemente se separó. - Y que lo digas. Este lugar se ve muy animado, no cabe duda que mis pies me llevan siempre a lugares muy interesantes y divertidos.
A continuación, Vicent se hizo de unos pinchos de sardinas, los cuales evidentemente se veían en pésimo estado. La bruja los miró con repugnancia. - Hemos comido cosas peores. - Dije tomando dos, uno para mi y otro para Ryra. - Lo peor del caso es que eso no te lo puedo discutir. - Dicho eso comenzamos a comer. Sin duda eran terribles. - Esto sabe... - A mierda!... Estas manzanas asadas saben a mierda! - Dijo con molestia una persona, la cual tiraba la manzana al suelo. - Parece que la comida tiene una temática compartida. - Dije viendo el pincho.
Pero parecía que cuando los astros se alinean y cada que me reúno con mis amistades, siempre de ocurrir algo. De un momento a otro, Vincent comenzó a ocultarse de algo o de alguien, por lo que me agaché un poco. - ¿Ocultarse de qué? - Preguntó la bruja cruzada de brazos siguiéndome unos pasos por detrás. - No sé... Nunca sabemos. - Respondí ante la pregunta de la arpía, para luego ver aquella escena, donde las mujeres vapuleaban a Vincent. Lo cual me hizo reincorporar, sobre todo cuando un perro salvó de su mala fortuna al brujo.
Es difícil seguir este ritmo. - Se tallaba la frente la mujer completamente extrañada por lo sucedido. - Ya deberías acostumbrarte. Por cierto ¿Vas a acabarte eso? - Señaló el pincho. - Claro que no ¿Lo quieres? - Arquee mi ceja. - No es que lo quiera, pero tengo hambre y ya está pagado. - La bruja me dio el pincho para así acabármelo. - Sí... Es una gran - Mierda!... Estas manzanas asadas son una mierda. - Dijo otra de las personas, tirando la manzana al suelo.
Pero de entre la gente, se hizo visible, se trataba de Melei. - Gracias! Gracias a los dioses por fin alguien que no está loco. Mi cordura aún puede permanecer. - Exclamó con gran alivio la arpía. - Hola Meleis. No, no hemos visto a Mera. Pero no debe de andar muy lejos. Siento que me vibra la pieza. - En eso recibí una bofetada de una mujer. - ¡Eres un cerdo! No digas cochinadas frente a los niños. - Al escuchar aquello miré confundido a la mujer. - No no... No me refería a eso. La realidad es que... Ay, es muy complejo, pero no fue nada cochino lo que dije. - Miré a Meleis. - Hay que buscar a Mera. Estoy seguro que algo grande está por ocurrir. - Ryra se cruzó de brazos. - ¿A sí?... ¿Como qué? - Negué con la cabeza. - No sé... Nunca sabemos.
Fue en ese momento cuando Corlys hizo aquel comentario. - Me alegra verte bien, Corlys, Teufel. Sí, no nos vimos desde que Zelas se escapó con nuestra paga. - Mencioné con un tono de voz despreocupado. Aunque si me preocupaba lo ocurrido con el elfo no elfo. Luego de que el se fue, el grupo simplemente se separó. - Y que lo digas. Este lugar se ve muy animado, no cabe duda que mis pies me llevan siempre a lugares muy interesantes y divertidos.
A continuación, Vicent se hizo de unos pinchos de sardinas, los cuales evidentemente se veían en pésimo estado. La bruja los miró con repugnancia. - Hemos comido cosas peores. - Dije tomando dos, uno para mi y otro para Ryra. - Lo peor del caso es que eso no te lo puedo discutir. - Dicho eso comenzamos a comer. Sin duda eran terribles. - Esto sabe... - A mierda!... Estas manzanas asadas saben a mierda! - Dijo con molestia una persona, la cual tiraba la manzana al suelo. - Parece que la comida tiene una temática compartida. - Dije viendo el pincho.
Pero parecía que cuando los astros se alinean y cada que me reúno con mis amistades, siempre de ocurrir algo. De un momento a otro, Vincent comenzó a ocultarse de algo o de alguien, por lo que me agaché un poco. - ¿Ocultarse de qué? - Preguntó la bruja cruzada de brazos siguiéndome unos pasos por detrás. - No sé... Nunca sabemos. - Respondí ante la pregunta de la arpía, para luego ver aquella escena, donde las mujeres vapuleaban a Vincent. Lo cual me hizo reincorporar, sobre todo cuando un perro salvó de su mala fortuna al brujo.
Es difícil seguir este ritmo. - Se tallaba la frente la mujer completamente extrañada por lo sucedido. - Ya deberías acostumbrarte. Por cierto ¿Vas a acabarte eso? - Señaló el pincho. - Claro que no ¿Lo quieres? - Arquee mi ceja. - No es que lo quiera, pero tengo hambre y ya está pagado. - La bruja me dio el pincho para así acabármelo. - Sí... Es una gran - Mierda!... Estas manzanas asadas son una mierda. - Dijo otra de las personas, tirando la manzana al suelo.
Pero de entre la gente, se hizo visible, se trataba de Melei. - Gracias! Gracias a los dioses por fin alguien que no está loco. Mi cordura aún puede permanecer. - Exclamó con gran alivio la arpía. - Hola Meleis. No, no hemos visto a Mera. Pero no debe de andar muy lejos. Siento que me vibra la pieza. - En eso recibí una bofetada de una mujer. - ¡Eres un cerdo! No digas cochinadas frente a los niños. - Al escuchar aquello miré confundido a la mujer. - No no... No me refería a eso. La realidad es que... Ay, es muy complejo, pero no fue nada cochino lo que dije. - Miré a Meleis. - Hay que buscar a Mera. Estoy seguro que algo grande está por ocurrir. - Ryra se cruzó de brazos. - ¿A sí?... ¿Como qué? - Negué con la cabeza. - No sé... Nunca sabemos.
Gaegel
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
- ¿Bio? - comentó el brujo, levantándose cuando las mujeres estaban distraídas con el perro del susodicho vampiro.
Aunque esa igual era una mala descripción porque el perro era quien era amo del vampiro o algo así. Una historia muy del estilo de las locuras de Bio, no hay que entender, sólo gozar.
Pero qué carajos importaban las presentaciones, Xana tenía razón, había que huir.
- ¡Los niños y los brujos primero! -, manifestó, al tiempo que se ponía en marcha.
En su ímpetu por escapar, y habiendo tanta gente allí reunida, de un modo totalmente accidental y desafortunado, un azar del destino alcanzado por el miedo a ser encontrado por el danzarín estúpido de la ciudad de las macetas, Vinc empujó a las damas que le habían golpeado.
- Lo siento, mis disculpas-, comentó mientras huía y se aseguraba que caían al suelo las muy pécoras.
En cualquier caso, un caballero era un caballero, y el brujo ayudó a levantarse a una de ellas en señal de amistad.
- Mis renovadas disculpas-, dijo seguido tras ayudarla y dejar al resto tiradas. - Bueno, tengo prisa, nos vemos-, terminó por decir, tomando la mano de su hija y emprendiendo la huida.
Bueno, sí, a estas alturas ya puedo decir que el brujo sólo fingió ayudar para que no le volvieran a patear, mientras se alegraba por dentro de haberlas mandado a comer tierra.
Después de aquella maldad salvada, el brujo corrió alejándose junto a sus amigos hasta que al final chocó contra alguien, por haber mirado hacia atrás sin detenerse.
- Perdón, no quería molestar-, se disculpó esta vez de manera sincera. - Hey, yo te conozco-, dijo, tras observar al hombre. - Eres el chico de la torre, el de la espada absurdamente grande y los planes sin fisuras.
- ¡Bruuuuuuuuuuuuuuuuujo! Mis ojos no me engañaban, qué placer volver a verte.-
Dolor. Dolor en el pecho.
El hambre, el estrés, la ansiedad, el hambre, el sueño, el hambre y todas las frustraciones se esfumaron. ¿Zelas? ¿Quién era ese? ¿Gaegel? Ya no importaba que le vibrase la pieza. ¿La caja perdida? Eso no sabía ni qué era. ¿La vibración en el pecho? Esa ni la sentía con el corazón parado del susto. ¿Era un circo, una feria? No tenía la menor idea, ahora era una trampa.
No es plagio, es homenaje. "Loviuuuuuu".
Vincent se giró tan lento que las leyendas contaban que se habían visto ruedas de molino de agua moverse más rápido en un barranco seco.
- Liarte. El placer. Es mío-, dijo con un hilillo de voz, pausando su frase cada poco para pensar en alguna salida.
- Chico, esta feria es un bodrio. Así que pensé, ¡qué mejor animarla con mi propia carpa! - manifestó, poniéndose delante de una inmensa, pero que muy inmensa, gigantesca, carpa, dándole la espalda al lugar con los brazos extendidos. - Aunque ya me conoces, no faltará la música.
- ¿Eso es tuyo? - señaló con miedo, pensando que sólo ese gesto podría hacer que algo explotara.
- Ya te digo. Contraté a un tipo para los arranques. Un musculitos. No canta mal, pero no es tan guapo como yo, ni baila tan bien, y sus músculos no llegan a mi nivel de preciosa tensión-, comentó, mientras hacía posturas raras de…
- No habrás puesto otro artefacto alquímico explosivo en esta ¿no? - pregunto, pasando de sus desvaríos y preocupándose de la vida de todos los allí presentes.
- No, por supuesto que no. Aprendí de la última vez. Creo. -
- Ese creo, no me despierta ningún tipo de confianza, Liarte. -
- ¿Verdad que no? La vida es un riesgo maravilloso. Eh, chico espada, los amigos de mi amigo son mis amigos. Ven también a la carpa. -
- Huye, corre, insensato. Sálvate-. Brujo advirtió
- ¡Están todos invitados a las obras del gran Liarte! Comida gratis al terminar-, terminó por decir, para animar al gentío.
Vincent, atrapado por el loco, sólo pudo pensar que sólo comerían si es que salían vivos de aquella. Y con la comida no se jugaba.
- ¿Otro amigo que temer, padre? - preguntó la niña, con cierta sorna, muy del estilo Vincent.
Por lo que los pensamientos del brujo fluyeron y pasaron al: "Otro mimimimi". Había entrenado demasiado bien a la niña. ¡Hoy se quedaba sin cenar!
- No, hija. Este no es un amigo que temer. Es el amigo a temer-, contestó, con la mirada perdida en la carpa a la que ya era arrastrado por un Goku que se rió de sus “exageraciones”.
- Yo solamente espero poder tener la oportunidad de tocar la guitarra ante tanto público-, mentó por último, un oso totalmente feliz por la situación.
Aunque esa igual era una mala descripción porque el perro era quien era amo del vampiro o algo así. Una historia muy del estilo de las locuras de Bio, no hay que entender, sólo gozar.
Pero qué carajos importaban las presentaciones, Xana tenía razón, había que huir.
- ¡Los niños y los brujos primero! -, manifestó, al tiempo que se ponía en marcha.
En su ímpetu por escapar, y habiendo tanta gente allí reunida, de un modo totalmente accidental y desafortunado, un azar del destino alcanzado por el miedo a ser encontrado por el danzarín estúpido de la ciudad de las macetas, Vinc empujó a las damas que le habían golpeado.
- Lo siento, mis disculpas-, comentó mientras huía y se aseguraba que caían al suelo las muy pécoras.
En cualquier caso, un caballero era un caballero, y el brujo ayudó a levantarse a una de ellas en señal de amistad.
- Mis renovadas disculpas-, dijo seguido tras ayudarla y dejar al resto tiradas. - Bueno, tengo prisa, nos vemos-, terminó por decir, tomando la mano de su hija y emprendiendo la huida.
Bueno, sí, a estas alturas ya puedo decir que el brujo sólo fingió ayudar para que no le volvieran a patear, mientras se alegraba por dentro de haberlas mandado a comer tierra.
Después de aquella maldad salvada, el brujo corrió alejándose junto a sus amigos hasta que al final chocó contra alguien, por haber mirado hacia atrás sin detenerse.
- Perdón, no quería molestar-, se disculpó esta vez de manera sincera. - Hey, yo te conozco-, dijo, tras observar al hombre. - Eres el chico de la torre, el de la espada absurdamente grande y los planes sin fisuras.
- ¡Bruuuuuuuuuuuuuuuuujo! Mis ojos no me engañaban, qué placer volver a verte.-
Dolor. Dolor en el pecho.
El hambre, el estrés, la ansiedad, el hambre, el sueño, el hambre y todas las frustraciones se esfumaron. ¿Zelas? ¿Quién era ese? ¿Gaegel? Ya no importaba que le vibrase la pieza. ¿La caja perdida? Eso no sabía ni qué era. ¿La vibración en el pecho? Esa ni la sentía con el corazón parado del susto. ¿Era un circo, una feria? No tenía la menor idea, ahora era una trampa.
No es plagio, es homenaje. "Loviuuuuuu".
Vincent se giró tan lento que las leyendas contaban que se habían visto ruedas de molino de agua moverse más rápido en un barranco seco.
- Liarte. El placer. Es mío-, dijo con un hilillo de voz, pausando su frase cada poco para pensar en alguna salida.
- Chico, esta feria es un bodrio. Así que pensé, ¡qué mejor animarla con mi propia carpa! - manifestó, poniéndose delante de una inmensa, pero que muy inmensa, gigantesca, carpa, dándole la espalda al lugar con los brazos extendidos. - Aunque ya me conoces, no faltará la música.
- ¿Eso es tuyo? - señaló con miedo, pensando que sólo ese gesto podría hacer que algo explotara.
- Ya te digo. Contraté a un tipo para los arranques. Un musculitos. No canta mal, pero no es tan guapo como yo, ni baila tan bien, y sus músculos no llegan a mi nivel de preciosa tensión-, comentó, mientras hacía posturas raras de…
- No habrás puesto otro artefacto alquímico explosivo en esta ¿no? - pregunto, pasando de sus desvaríos y preocupándose de la vida de todos los allí presentes.
- No, por supuesto que no. Aprendí de la última vez. Creo. -
- Ese creo, no me despierta ningún tipo de confianza, Liarte. -
- ¿Verdad que no? La vida es un riesgo maravilloso. Eh, chico espada, los amigos de mi amigo son mis amigos. Ven también a la carpa. -
- Huye, corre, insensato. Sálvate-. Brujo advirtió
- ¡Están todos invitados a las obras del gran Liarte! Comida gratis al terminar-, terminó por decir, para animar al gentío.
Vincent, atrapado por el loco, sólo pudo pensar que sólo comerían si es que salían vivos de aquella. Y con la comida no se jugaba.
- ¿Otro amigo que temer, padre? - preguntó la niña, con cierta sorna, muy del estilo Vincent.
Por lo que los pensamientos del brujo fluyeron y pasaron al: "Otro mimimimi". Había entrenado demasiado bien a la niña. ¡Hoy se quedaba sin cenar!
- No, hija. Este no es un amigo que temer. Es el amigo a temer-, contestó, con la mirada perdida en la carpa a la que ya era arrastrado por un Goku que se rió de sus “exageraciones”.
- Yo solamente espero poder tener la oportunidad de tocar la guitarra ante tanto público-, mentó por último, un oso totalmente feliz por la situación.
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Re: No lo sabes tú bien... ¡El circo llega a la ciudad! {Privado} {Noche}
Todo aquello había pasado muy rapido para que el no-elfo registrara que había ocurrido, solo sabia que Rauko ahora se encontraba frente a el con una pose de combate y sin armas haciéndole una pregunta que para el rubio sonaba capciosa.
-¿Es una pregunta capciosa?, porque desde que fuimos al pasado sabes que yo no soy técnicamente yo mismo- señalaría sin adoptar ninguna pose de pelea en particular -se que debería dar una explicación por lo que paso, pero en ese momento parecía una buena idea para evitar que los mataran a todos, es una larga historia mejor nos sentamos- diría encogiéndose de hombros al momento que comenzaba a caminar hacia una de las bancas que había libres y le hacia una seña a Rauko para que le siguiera.
Zelas tomo asiento y cuando Rauko se sentó a su lado el no-elfo comenzó a contarle lo que había pasado desde el breve momento en el que Wolfgang le manipulo con su magia de voz, la revelación de que V en realidad era su tío y había masacrado a gran parte de su familia en el tiempo que estuvo muerto, como la amiga de Eve casi le mato culpa del control mental de Wolfgang, el intercambio de su lealtad a cambio de la vida de Eve y todos los que estaban en la isla, el como se fueron de allí hasta la arena clandestina de las catacumbas de Lunargenta, su traición y como había asesinado a su tío, la visita al asentamiento Hazelmere y como finalmente había llegado a la feria.
-Y ahora tengo que encontrar a Reike para evitar que me asesine... Creo que fallo la primera vez cuando lanzo la daga y se la clavo al brujo al momento que cruzamos el portal- le comentaría mientras esperaba a ver si su amigo tenia alguna idea de donde encontrarla.
-¿Es una pregunta capciosa?, porque desde que fuimos al pasado sabes que yo no soy técnicamente yo mismo- señalaría sin adoptar ninguna pose de pelea en particular -se que debería dar una explicación por lo que paso, pero en ese momento parecía una buena idea para evitar que los mataran a todos, es una larga historia mejor nos sentamos- diría encogiéndose de hombros al momento que comenzaba a caminar hacia una de las bancas que había libres y le hacia una seña a Rauko para que le siguiera.
Zelas tomo asiento y cuando Rauko se sentó a su lado el no-elfo comenzó a contarle lo que había pasado desde el breve momento en el que Wolfgang le manipulo con su magia de voz, la revelación de que V en realidad era su tío y había masacrado a gran parte de su familia en el tiempo que estuvo muerto, como la amiga de Eve casi le mato culpa del control mental de Wolfgang, el intercambio de su lealtad a cambio de la vida de Eve y todos los que estaban en la isla, el como se fueron de allí hasta la arena clandestina de las catacumbas de Lunargenta, su traición y como había asesinado a su tío, la visita al asentamiento Hazelmere y como finalmente había llegado a la feria.
-Y ahora tengo que encontrar a Reike para evitar que me asesine... Creo que fallo la primera vez cuando lanzo la daga y se la clavo al brujo al momento que cruzamos el portal- le comentaría mientras esperaba a ver si su amigo tenia alguna idea de donde encontrarla.
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