La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
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La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
Desde que Go´el fue expulsado de su ciudad natal a la fecha actual ha pasado ya casi una década. No a vuelto a pisar la capital de los dragones, aunque tampoco le interesa ir. Total, ¿Porque querría ir a un lugar lleno de necios? El caso de su guardián era distinto, Gali si que visitaba de vez en cuando Dundarak, pero solo porque el dragón de melena clara necesitaba "ingredientes" que solo encontraba en aquel lugar.
Durante todo ese tiempo el galeno estuvo mensajeandose con una de sus primas, Oromë. La cual siempre le contaba alguna peculiaridad de sus vivencias. La ultima noticia era que había construido una ciudad junto dos tipos, un humano y un brujo, aunque del ultimo no se sabia nada desde hacia tiempo. Lo mejor de la carta para Go´el no era la repentina ausencia de uno de los 3 regentes sino el paradero de la ciudad. Lagarto se encontraba en las afueras de la base bio, aquel lugar estaba lleno de conocimiento prohibido y el dragonante lo sabia. Uno de los deseos del doctor era conseguir entrar y hacerse con material de lectura sobre anatomía y con instrumentos avanzados de cirugía.
Así pues, los dos dragones pusieron rumbo a la idílica ciudad. Y digo idílica porque en las cartas habían promesas, juramentos sobre permitirle al galeno experimentar sin limites sobre el cuerpo, siempre y cuando respetara la vida de los ciudadanos. Con excepción de encargos especiales, los cuales ofrecían la oportunidad de poder trabajar con materia viva, pero esos solo vendrían de los altos cargos o de alguien ajeno a la ciudad, con la puntilla de que los últimos no podrían demandar operaciones de investigación sobre ciudadanos de ciudad Lagarto.
-Ya estamos llegando. -Anuncio Gali señalando con la mano. -Mira, se ven las tiendas.
-Que perspicaz. -Le contestó el rubio con sarcasmo, guardándose las cartas en el bolsillo y mirando al frente. -Si no llega a ser por ti no lo encontramos nunca.
Gali guardo silencio ante la broma y rodó los ojos. Delante de ellos no solo se veían tiendas precarias de varios colores y una supuesta calle de tierra embarrada. También se vislumbraba una empalizada y unas torres de vigía, bajo ellas un sencillo portón de madera abierto y en el centro una mujer de pelo ceniciento y ojos amarillos.
El galeno comenzó a apretar el paso dejando retrasado a Gali, la ultima vez que había visto a Oromë fue en la jura de bandera, cuando se alisto en el ejercito.
-¡Primita! -Exclamo emocionado el dragón, cosa que sorprendió a Hashim, pues en todo el tiempo que se conocían nunca lo había visto emocionado por algo así. -Te conservas bien. -Ahora el asombro de Gali era palpable. Go´el estaba dando un abrazo. -Eşkere. Veo que te a ido bien dejar el ejercito.
Era lo nunca visto. Go´el abrazando a gente sin tener un base o motivo científico de por medio. Era la primera vez en años que algo así sucedía.
Durante todo ese tiempo el galeno estuvo mensajeandose con una de sus primas, Oromë. La cual siempre le contaba alguna peculiaridad de sus vivencias. La ultima noticia era que había construido una ciudad junto dos tipos, un humano y un brujo, aunque del ultimo no se sabia nada desde hacia tiempo. Lo mejor de la carta para Go´el no era la repentina ausencia de uno de los 3 regentes sino el paradero de la ciudad. Lagarto se encontraba en las afueras de la base bio, aquel lugar estaba lleno de conocimiento prohibido y el dragonante lo sabia. Uno de los deseos del doctor era conseguir entrar y hacerse con material de lectura sobre anatomía y con instrumentos avanzados de cirugía.
Así pues, los dos dragones pusieron rumbo a la idílica ciudad. Y digo idílica porque en las cartas habían promesas, juramentos sobre permitirle al galeno experimentar sin limites sobre el cuerpo, siempre y cuando respetara la vida de los ciudadanos. Con excepción de encargos especiales, los cuales ofrecían la oportunidad de poder trabajar con materia viva, pero esos solo vendrían de los altos cargos o de alguien ajeno a la ciudad, con la puntilla de que los últimos no podrían demandar operaciones de investigación sobre ciudadanos de ciudad Lagarto.
-Ya estamos llegando. -Anuncio Gali señalando con la mano. -Mira, se ven las tiendas.
-Que perspicaz. -Le contestó el rubio con sarcasmo, guardándose las cartas en el bolsillo y mirando al frente. -Si no llega a ser por ti no lo encontramos nunca.
Gali guardo silencio ante la broma y rodó los ojos. Delante de ellos no solo se veían tiendas precarias de varios colores y una supuesta calle de tierra embarrada. También se vislumbraba una empalizada y unas torres de vigía, bajo ellas un sencillo portón de madera abierto y en el centro una mujer de pelo ceniciento y ojos amarillos.
El galeno comenzó a apretar el paso dejando retrasado a Gali, la ultima vez que había visto a Oromë fue en la jura de bandera, cuando se alisto en el ejercito.
-¡Primita! -Exclamo emocionado el dragón, cosa que sorprendió a Hashim, pues en todo el tiempo que se conocían nunca lo había visto emocionado por algo así. -Te conservas bien. -Ahora el asombro de Gali era palpable. Go´el estaba dando un abrazo. -Eşkere. Veo que te a ido bien dejar el ejercito.
Era lo nunca visto. Go´el abrazando a gente sin tener un base o motivo científico de por medio. Era la primera vez en años que algo así sucedía.
Última edición por Go´el el Miér Jun 05 2019, 10:42, editado 1 vez
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
La paciencia era una virtud, una que Oromë carecía desde el momento en que supo pronunciar la palabra "no" y ¿creerían si dijera que esa fue su primera palabra en lugar de mamá o papá?.
No había una sola alma que pasara cerca de ella, como si estuvieran conscientes de su mal humor. También era bastante visible considerando que estaba clavando sus afiladas garras sobre la mesa de madera, como si de un gato se tratara. Escarbaba con entusiasmo en las marcas que dejaba mientras apoyaba su mejilla en su otra mano y veía el camino que recorría el sol.
Hacía meses que había comenzado a enviar cartas a su primo, y parecía cosa del destino que sus primeras cartas no llegaran a su destino y nunca recibiría una contestación. Ni siquiera sus hermanas estaban seguras de donde se encontraba; algunas eran incluso mas estoicas que Oromë y se rehusaban a ayudarla en su búsqueda... Otras eran un poquito tontas y no tenían idea de por donde comenzar, pero aún así la dragona las quería. Asterin, ella simplemente no le dijo ni una sola palabra de regreso. Estaba todo arruinado al parecer y eso la destrozó un poco más de lo que ya estaba.
Unos pasos se hicieron claros y estuvo a nada de gritar que se largaran pero D'Leh había ganado la suficiente valentía como para no dejarse amedrentar por ella y se puso a su lado sin sentarse. -Los vigías dicen que alguien se acerca con la misma descripción que usted les ha dado señora. Aunque aseguran que viene acompañado de alguien más.- Las cejas de Oromë se levantaron un poco y sin darle tiempo a nada más se levantó de un salto y se apresuró hasta la entrada. Trató de no lucir desesperada y ansiosa, de no moverse en puntillas como solía hacer cuando niña. Y entonces lo vio y la emoción estalló dentro de ella.
Como si fueran el reflejo uno del otro, la peliplateada apuró su paso hasta donde él y estiró sus brazos, como si su primo fuera el dueño de todo el aire del mundo y ella estuviera asfixiándose. -¡Anaia!- Su rostro se escondió en el hueco de su cuello y respiró con fuerza su esencia, tan extraña y conocida a la vez -Tu... tonto desmesurado. ¿Qué diablos te tomó tanto tiempo venir?- Oromë estaba entre abrazar a su primo hasta que se fundieran en un solo ser y estrangularlo por desaparecer. -¿Me estas diciendo vieja? Mírate al espejo, puedo ver los sesentas mostrándose en tus patas de gallo, anciano- No era más que un estimativo si considerábamos que no se llevaban tanta diferencia de edad. -El ejercito era un asco, no me dejaban hacer nada- Por un corto periodo de tiempo, la cara de Oromë era la de una niña haciendo puchero. Esperaba que nadie más que ellos tres fueran conscientes de esa cara o sería la burla de la ciudad.
Se separó del eterno abrazo y observó por fin al acompañante de su primo. -Hola, soy Oromë, una de las lideres de esta ciudad y la prima de este idiota ¿Tu eres?- No creyó apropiado decirle que si decía algo respecto a su comportamiento lo mataría, no era la mejor manera de conocer a los amigos de su primo. -Vamos, iremos a mi tienda. Tenemos mucho de que hablar-
No había una sola alma que pasara cerca de ella, como si estuvieran conscientes de su mal humor. También era bastante visible considerando que estaba clavando sus afiladas garras sobre la mesa de madera, como si de un gato se tratara. Escarbaba con entusiasmo en las marcas que dejaba mientras apoyaba su mejilla en su otra mano y veía el camino que recorría el sol.
Hacía meses que había comenzado a enviar cartas a su primo, y parecía cosa del destino que sus primeras cartas no llegaran a su destino y nunca recibiría una contestación. Ni siquiera sus hermanas estaban seguras de donde se encontraba; algunas eran incluso mas estoicas que Oromë y se rehusaban a ayudarla en su búsqueda... Otras eran un poquito tontas y no tenían idea de por donde comenzar, pero aún así la dragona las quería. Asterin, ella simplemente no le dijo ni una sola palabra de regreso. Estaba todo arruinado al parecer y eso la destrozó un poco más de lo que ya estaba.
Unos pasos se hicieron claros y estuvo a nada de gritar que se largaran pero D'Leh había ganado la suficiente valentía como para no dejarse amedrentar por ella y se puso a su lado sin sentarse. -Los vigías dicen que alguien se acerca con la misma descripción que usted les ha dado señora. Aunque aseguran que viene acompañado de alguien más.- Las cejas de Oromë se levantaron un poco y sin darle tiempo a nada más se levantó de un salto y se apresuró hasta la entrada. Trató de no lucir desesperada y ansiosa, de no moverse en puntillas como solía hacer cuando niña. Y entonces lo vio y la emoción estalló dentro de ella.
Como si fueran el reflejo uno del otro, la peliplateada apuró su paso hasta donde él y estiró sus brazos, como si su primo fuera el dueño de todo el aire del mundo y ella estuviera asfixiándose. -¡Anaia!- Su rostro se escondió en el hueco de su cuello y respiró con fuerza su esencia, tan extraña y conocida a la vez -Tu... tonto desmesurado. ¿Qué diablos te tomó tanto tiempo venir?- Oromë estaba entre abrazar a su primo hasta que se fundieran en un solo ser y estrangularlo por desaparecer. -¿Me estas diciendo vieja? Mírate al espejo, puedo ver los sesentas mostrándose en tus patas de gallo, anciano- No era más que un estimativo si considerábamos que no se llevaban tanta diferencia de edad. -El ejercito era un asco, no me dejaban hacer nada- Por un corto periodo de tiempo, la cara de Oromë era la de una niña haciendo puchero. Esperaba que nadie más que ellos tres fueran conscientes de esa cara o sería la burla de la ciudad.
Se separó del eterno abrazo y observó por fin al acompañante de su primo. -Hola, soy Oromë, una de las lideres de esta ciudad y la prima de este idiota ¿Tu eres?- No creyó apropiado decirle que si decía algo respecto a su comportamiento lo mataría, no era la mejor manera de conocer a los amigos de su primo. -Vamos, iremos a mi tienda. Tenemos mucho de que hablar-
Oromë Vánadóttir
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
-Perdóname Arreba. -Le decía Go´el a la mujer con la que compartía sangre. -He tenido que hacer unas paradas por el camino.
Cuando los dos se separaron, aunque no demasiado, el muchacho se llevo una mano a la nuca y se rasco azorado la cabeza. Gali dio un paso hacia atrás, incrédulo, no daba crédito a lo que sus ojos veían. Su acompañante tenia sentimientos, parpadeo, una, dos, tres veces, si no hubiera tenido turbante se hubiera tirado de los pelos. ¡Estaba pidiendo disculpas!
-¿Yo? ¿Patas de gallo? esa eres tu.
Go´el estaba sonriendo de tal manera que sus dientes se podían contar desde lejos y sus mejillas se contrajeron hasta ser un par de volitas en los pómulos.
-Ven aquí.
Dijo con voz juguetona el dragón haciéndole una presa por el cuello a Oromë y frotando sus nudillos contra el cuero cabelludo. Gali mientras tanto se acercaba a la pareja con paso tembloroso.
-Yo soy... -Pero por primera vez no fue él quien hizo las presentaciones. -El es Gali Hashim. ¿Te acuerdas, que te hable de un hombre que me sacó de la ciudad? Pues es él.
Daba miedo, el monje estaba sintiendo mucho miedo al ver sonreír a Go´el de forma alegre, en lugar de macabra como hacia siempre cuando trabajaba, ahora entendía porque el dragón oscuro lo había elegido como su precursor.
El dragón rubio caminaba muy pegado a la dragona blanca, le contaba chistes, ¡Chistes! y los dos reían mientras el protector andaba unos pasos por detrás de ellos contemplando la diversa calaña que había en la "ciudad" no entendía como la podían llamar así, si solo eran un puñado de tiendas, mas bien parecía un campamento militar mal organizado.
-Y luego le dije... Si no sabes cortar ¿Porque tienes eso? El mastodonte tenia un mandoble que pesaba más que yo. Y yo solo tenia un bisturí, el estúpido se rió como si yo fuera tonto y cuando quiso darme un tajo le corte los ligamentos y la espada hizo un arco y se le unido en el tórax.
Go´el volvió a reír y a Gali se le volvieron a erizar los pelos y esta ves no fue solo por la risa, sino también porque era la primera vez que lo veía mantener una conversación amena como la gente normal, bueno... si es que se le puede llamar normal a reírse porque un hombre se mate a si mismo con su propia arma.
Hoy seria el día de "Por primera vez" en los futuros recuerdos del monje.
El trió estaba llegando a la entrada de una tienda mucho más grande que las demás, por fuera era marrón muy claro, como el cuero recién curtido, tenia dos pilares que sostenían la estructura central dándole forma de carpa de circo.
-¿Vives aquí Arreba? desde luego a mejorado mucho tu calidad de vida.
Ahora el varón estaba apunto de tocar un tema complicado. Y volvió a sorprender al dragón de tierra cuando lo escucho hablar con un tono amargo y delicado.
-¿Como están tus hermanas? Les escribí algunas cartas, pero desde que me echaron de la ciudad no e sabido nada de ellas.
Cuando los dos se separaron, aunque no demasiado, el muchacho se llevo una mano a la nuca y se rasco azorado la cabeza. Gali dio un paso hacia atrás, incrédulo, no daba crédito a lo que sus ojos veían. Su acompañante tenia sentimientos, parpadeo, una, dos, tres veces, si no hubiera tenido turbante se hubiera tirado de los pelos. ¡Estaba pidiendo disculpas!
-¿Yo? ¿Patas de gallo? esa eres tu.
Go´el estaba sonriendo de tal manera que sus dientes se podían contar desde lejos y sus mejillas se contrajeron hasta ser un par de volitas en los pómulos.
-Ven aquí.
Dijo con voz juguetona el dragón haciéndole una presa por el cuello a Oromë y frotando sus nudillos contra el cuero cabelludo. Gali mientras tanto se acercaba a la pareja con paso tembloroso.
-Yo soy... -Pero por primera vez no fue él quien hizo las presentaciones. -El es Gali Hashim. ¿Te acuerdas, que te hable de un hombre que me sacó de la ciudad? Pues es él.
Daba miedo, el monje estaba sintiendo mucho miedo al ver sonreír a Go´el de forma alegre, en lugar de macabra como hacia siempre cuando trabajaba, ahora entendía porque el dragón oscuro lo había elegido como su precursor.
El dragón rubio caminaba muy pegado a la dragona blanca, le contaba chistes, ¡Chistes! y los dos reían mientras el protector andaba unos pasos por detrás de ellos contemplando la diversa calaña que había en la "ciudad" no entendía como la podían llamar así, si solo eran un puñado de tiendas, mas bien parecía un campamento militar mal organizado.
-Y luego le dije... Si no sabes cortar ¿Porque tienes eso? El mastodonte tenia un mandoble que pesaba más que yo. Y yo solo tenia un bisturí, el estúpido se rió como si yo fuera tonto y cuando quiso darme un tajo le corte los ligamentos y la espada hizo un arco y se le unido en el tórax.
Go´el volvió a reír y a Gali se le volvieron a erizar los pelos y esta ves no fue solo por la risa, sino también porque era la primera vez que lo veía mantener una conversación amena como la gente normal, bueno... si es que se le puede llamar normal a reírse porque un hombre se mate a si mismo con su propia arma.
Hoy seria el día de "Por primera vez" en los futuros recuerdos del monje.
El trió estaba llegando a la entrada de una tienda mucho más grande que las demás, por fuera era marrón muy claro, como el cuero recién curtido, tenia dos pilares que sostenían la estructura central dándole forma de carpa de circo.
-¿Vives aquí Arreba? desde luego a mejorado mucho tu calidad de vida.
Ahora el varón estaba apunto de tocar un tema complicado. Y volvió a sorprender al dragón de tierra cuando lo escucho hablar con un tono amargo y delicado.
-¿Como están tus hermanas? Les escribí algunas cartas, pero desde que me echaron de la ciudad no e sabido nada de ellas.
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
Su primo debería dormir esa misma noche con un ojo abierto, porque definitivamente Oromë haría de su vida imposible. Y más aún cuando la tenía agarrada del cuello y ella se retorcía como un animal salvaje para lograr salir de su brazo de acero. Pequeños gruñidos acompañaban la escena, que a ojos de cualquiera, luciría como dos niños exageradamente grandes jugando.
Casi que podría haberse caído al mar embravecido y hubiera sido la misma sensación que ahora tenía. Todo su rostro se contrajo en una mueca dolorosa, la pena cruzando esas barreras indestructibles que ella solía colocar, no para protegerse, sino para mantener al mundo fuera. -Yo debería haber estado allí-
Trató de que el pasado no le afectara y daba gracias que su primo tenía buenas anécdotas para sacarla del agujero en el que se estaba metiendo. La risa le salía fácil y era natural, y en cada paso que daban de regreso, Oromë apretaba más fuerte el brazo de su primo. -Hace una semana, estaba tan aburrida que me metí en el ring a pelear. Deberías haber visto la sorpresa que se llevó mi contrincante cuando le arranque la oreja de un mordisco... Aunque el sigue vivo, ahora trabaja del lado que Matt supervisa-
Una vez frente a su tienda de campaña hizo señas a sus acompañantes para que entraran sin más, no sin antes adelantarse a ellos y dirigirse directo hacia un mueble casi tan alto como el techo, varias botellas con líquidos de diversos colores y graduación alcohólica se lucían en él. La dragona se sentía bastante orgullosa de su pequeña pero bastante costosa colección. -Pueden elegir lo que quieran beber. Algo me dice que lo necesitaremos- O al menos ella lo necesitaría más pronto que tarde. -Dime Gali, ¿a que nivel se encuentra mi hermano de ser un dolor en el trasero? ¿Un once en una escala del uno al diez?- Sofocó su risa mientras extendía vasos para todos y luego elegía algo para servirse ella misma. Tal vez este fuera su "hogar", pero no tenía problemas en dejar a ambos hombres hacer lo que quisieran allí dentro, al menos mientras no desordenaran ni rompieran nada y eso incluía servirse sus propias bebidas que a fin de cuentas ella no era ninguna sirvienta de nadie.
Su carpa era una versión mucho más tranquila de lo que era la del Virrey y también menos ruidosa debido a la falta de prostitutas pavoneándose por toda la extensión de la misma. El suelo era de madera, elevado del suelo para evitar que la humedad entrara y cubierta de alfombras de diversos colores y estilo. A un costado había varias armas desperdigadas, prácticamente sin usar por ella pero en una ciudad del delito y el placer las espadas, cuchillas, arcos, nunca sobraban. Varios cojines, sofás y sillas giraban en torno a una pequeña hoguera que ardía lo justo y necesario para no incinerar toda la vivienda; escondido a un costado un pequeño perchero con su capa roja y su traje negro. Mas al fondo unas cortinas dividían lo que era la cama doble, simple pero bastante cómoda y grande para alguien que cambiaba de forma como de ropa y por ultimo, pero no menos importante, una tina.
-No era tan malo el ejercito si eso piensas, me gusta la intemperie pero aprecio estos momentos de comodidad por igual- Le dio un trago al liquido ambarino en su vaso y este se atoró en su garganta cuando llego la siguiente pregunta.
No tenía razones para ocultarle la verdad a su primo, era quien mejor la entendía de toda su familia, de aquellos pocos que sabían toda su historia y no la miraban diferente. -Le escribo a Elide con frecuencia, es la única que sabe tanto como tu de todo lo que hago y aún así no me regaña. El resto en general están bien, las gemelas nunca dejar de ser insoportablemente alocadas, Vesta sigue siendo una rompecorazones, Sorrel está en el ejercito mientras que a Imogen no le interesa nada ni nadie en general; Edda y Briar se han vuelto las sombras de mis padres para mantener a las demás en orden... Asterin... está embarazada y supongo que me detesta. Se ha enterado de algún modo de todo esto y no me ha devuelto las cartas- Ojala ella pudiera saber con mejor exactitud lo que pasaba por la mente de su hermana pero si esta no se dignaba a responder sus suplicas por una charla, entonces no había nada que ella pudiera hacer.
Casi que podría haberse caído al mar embravecido y hubiera sido la misma sensación que ahora tenía. Todo su rostro se contrajo en una mueca dolorosa, la pena cruzando esas barreras indestructibles que ella solía colocar, no para protegerse, sino para mantener al mundo fuera. -Yo debería haber estado allí-
Trató de que el pasado no le afectara y daba gracias que su primo tenía buenas anécdotas para sacarla del agujero en el que se estaba metiendo. La risa le salía fácil y era natural, y en cada paso que daban de regreso, Oromë apretaba más fuerte el brazo de su primo. -Hace una semana, estaba tan aburrida que me metí en el ring a pelear. Deberías haber visto la sorpresa que se llevó mi contrincante cuando le arranque la oreja de un mordisco... Aunque el sigue vivo, ahora trabaja del lado que Matt supervisa-
Una vez frente a su tienda de campaña hizo señas a sus acompañantes para que entraran sin más, no sin antes adelantarse a ellos y dirigirse directo hacia un mueble casi tan alto como el techo, varias botellas con líquidos de diversos colores y graduación alcohólica se lucían en él. La dragona se sentía bastante orgullosa de su pequeña pero bastante costosa colección. -Pueden elegir lo que quieran beber. Algo me dice que lo necesitaremos- O al menos ella lo necesitaría más pronto que tarde. -Dime Gali, ¿a que nivel se encuentra mi hermano de ser un dolor en el trasero? ¿Un once en una escala del uno al diez?- Sofocó su risa mientras extendía vasos para todos y luego elegía algo para servirse ella misma. Tal vez este fuera su "hogar", pero no tenía problemas en dejar a ambos hombres hacer lo que quisieran allí dentro, al menos mientras no desordenaran ni rompieran nada y eso incluía servirse sus propias bebidas que a fin de cuentas ella no era ninguna sirvienta de nadie.
Su carpa era una versión mucho más tranquila de lo que era la del Virrey y también menos ruidosa debido a la falta de prostitutas pavoneándose por toda la extensión de la misma. El suelo era de madera, elevado del suelo para evitar que la humedad entrara y cubierta de alfombras de diversos colores y estilo. A un costado había varias armas desperdigadas, prácticamente sin usar por ella pero en una ciudad del delito y el placer las espadas, cuchillas, arcos, nunca sobraban. Varios cojines, sofás y sillas giraban en torno a una pequeña hoguera que ardía lo justo y necesario para no incinerar toda la vivienda; escondido a un costado un pequeño perchero con su capa roja y su traje negro. Mas al fondo unas cortinas dividían lo que era la cama doble, simple pero bastante cómoda y grande para alguien que cambiaba de forma como de ropa y por ultimo, pero no menos importante, una tina.
-No era tan malo el ejercito si eso piensas, me gusta la intemperie pero aprecio estos momentos de comodidad por igual- Le dio un trago al liquido ambarino en su vaso y este se atoró en su garganta cuando llego la siguiente pregunta.
No tenía razones para ocultarle la verdad a su primo, era quien mejor la entendía de toda su familia, de aquellos pocos que sabían toda su historia y no la miraban diferente. -Le escribo a Elide con frecuencia, es la única que sabe tanto como tu de todo lo que hago y aún así no me regaña. El resto en general están bien, las gemelas nunca dejar de ser insoportablemente alocadas, Vesta sigue siendo una rompecorazones, Sorrel está en el ejercito mientras que a Imogen no le interesa nada ni nadie en general; Edda y Briar se han vuelto las sombras de mis padres para mantener a las demás en orden... Asterin... está embarazada y supongo que me detesta. Se ha enterado de algún modo de todo esto y no me ha devuelto las cartas- Ojala ella pudiera saber con mejor exactitud lo que pasaba por la mente de su hermana pero si esta no se dignaba a responder sus suplicas por una charla, entonces no había nada que ella pudiera hacer.
Oromë Vánadóttir
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
Ambos dragones se quedaron pasmados al ver el interior de la tienda, aunque esta estuviera en un campamento de mala muerte, con gente de mala muerte, y armas sueltas que llaman a la muerte, aun con todo eso... el lugar resultaba acogedor.
Era difícil no fijarse en las alfombras del suelo, Go´el y Gali se miraron un segundo y luego miraron sin pies. Botas llenas de barro y polvo, no les hizo falta ni hablar, se sentaron en el suelo con el culo sobre la alfombra principal y se descalzaron.
El primero en ir hasta el estante de los vinos fue el monje, que se puso a hablar de espaldas a su anfitriona mientras miraba la colección.
-En realidad tu primo es bastante tranquilo. Siempre que tenga alguna pierna o un trozo de carne con el que entretenerse. Casi ni se le oye. -La ultima frase la dijo girando la cabeza y sonriendo a la mujer. -El problema viene cuando se junta con mas gente. Ahí si que es un grano en el culo. Aaah. -Suspiro al encontrar algo que le gustaba. -Nada como un aguardiente de Dundarak.
El moreno camino en busca del vaso que Oromë ofrecía al tiempo que destapaba la botella y Go´el hizo lo mismo pero sin buscar la bebida.
-Yo prefiero lo que estas tomando, Eşkere. Siempre tuviste buen gusto para esto. -Esperó que le vertieran el liquido en el contenedor y luego bebió con delicadeza. -Eli... que recuerdos. -El galeno busco un cojín y se sentó junto a la cenicienta, escuchando su relato familiar. -¿Recuerdas cuando las gemelas me encerraron en la pocilga luego de perder una carrera? Esas dos nunca supieron perder.
Mientras los primos hablaban Hashim se fue discreto a un almohadón, a beber sin molestar. La pareja lleva demasiados años sin encontrase cara a cara.
-¿Embarazada? vas a ser tia... -Miro con tristeza el vino y luego levanto los ojos para encontrase con los de Oromë. -Es una pena que no sepa ver todo lo que estas haciendo. No cualquiera se monta una ciudad de la noche a la mañana. Ojala que algún día te perdone... nos perdone.
Se quedó en silencio, no se le ocurría nada que decir, pero no le importaba. Aquella falta de dialecto no era molesto, el ambiente (aunque desconocido para el hombre) resultaba hogareño. Cuando se termino la copa Go´el se percato de la tina y dejando el cristal sobre la mesa camino hacia ella.
Gali que conocía los gusto del doctor se levanto tranquilo y se fue a fuera de la tienda en busca de algo esencial.
-Veo que hay cosas que no cambian. -Al llegar a la tina agachó el lomo y paso las yemas de los dedos por el filo de la madera. -Siempre nos gustó el agua. Como aquella vez que nos fuimos al lago, estábamos tan bien bajo el agua, que tus padres tuvieron que venir a buscarnos. ¿Cuanto hace que no te transformas? Que no lo haces de verdad, al completo.
Mientras la pareja hablaba Gali estaba haciendo lo propio con un "guardia" que pasaba por allí.
-¡Mamengo!
Le llamo con una sonrisa amplia y bravucona. El guardia se giro con cara de malas pulgas, pero al ver que la voz salia de la entrada de la tienda de una de las lideres se quedo tieso.
-La jefa quiere agua caliente para la tina. Y rapidito.
Después de aquello se dio la vuelta y entro a la carpa, volvió a llenarse una copa con aguardiente y esta vez Gali se sentó de espaldas hacia los dragones humanoides.
-Yo ni siquiera cambio a fase intermedia. Ya sabes... con la profesión que tengo rara vez me hace falta. -Entonces se giro a mirar a Oro y se apoyo en el borde de la tina. -Aunque me gustaría poder hacerlo más a menudo.
Era difícil no fijarse en las alfombras del suelo, Go´el y Gali se miraron un segundo y luego miraron sin pies. Botas llenas de barro y polvo, no les hizo falta ni hablar, se sentaron en el suelo con el culo sobre la alfombra principal y se descalzaron.
El primero en ir hasta el estante de los vinos fue el monje, que se puso a hablar de espaldas a su anfitriona mientras miraba la colección.
-En realidad tu primo es bastante tranquilo. Siempre que tenga alguna pierna o un trozo de carne con el que entretenerse. Casi ni se le oye. -La ultima frase la dijo girando la cabeza y sonriendo a la mujer. -El problema viene cuando se junta con mas gente. Ahí si que es un grano en el culo. Aaah. -Suspiro al encontrar algo que le gustaba. -Nada como un aguardiente de Dundarak.
El moreno camino en busca del vaso que Oromë ofrecía al tiempo que destapaba la botella y Go´el hizo lo mismo pero sin buscar la bebida.
-Yo prefiero lo que estas tomando, Eşkere. Siempre tuviste buen gusto para esto. -Esperó que le vertieran el liquido en el contenedor y luego bebió con delicadeza. -Eli... que recuerdos. -El galeno busco un cojín y se sentó junto a la cenicienta, escuchando su relato familiar. -¿Recuerdas cuando las gemelas me encerraron en la pocilga luego de perder una carrera? Esas dos nunca supieron perder.
Mientras los primos hablaban Hashim se fue discreto a un almohadón, a beber sin molestar. La pareja lleva demasiados años sin encontrase cara a cara.
-¿Embarazada? vas a ser tia... -Miro con tristeza el vino y luego levanto los ojos para encontrase con los de Oromë. -Es una pena que no sepa ver todo lo que estas haciendo. No cualquiera se monta una ciudad de la noche a la mañana. Ojala que algún día te perdone... nos perdone.
Se quedó en silencio, no se le ocurría nada que decir, pero no le importaba. Aquella falta de dialecto no era molesto, el ambiente (aunque desconocido para el hombre) resultaba hogareño. Cuando se termino la copa Go´el se percato de la tina y dejando el cristal sobre la mesa camino hacia ella.
Gali que conocía los gusto del doctor se levanto tranquilo y se fue a fuera de la tienda en busca de algo esencial.
-Veo que hay cosas que no cambian. -Al llegar a la tina agachó el lomo y paso las yemas de los dedos por el filo de la madera. -Siempre nos gustó el agua. Como aquella vez que nos fuimos al lago, estábamos tan bien bajo el agua, que tus padres tuvieron que venir a buscarnos. ¿Cuanto hace que no te transformas? Que no lo haces de verdad, al completo.
Mientras la pareja hablaba Gali estaba haciendo lo propio con un "guardia" que pasaba por allí.
-¡Mamengo!
Le llamo con una sonrisa amplia y bravucona. El guardia se giro con cara de malas pulgas, pero al ver que la voz salia de la entrada de la tienda de una de las lideres se quedo tieso.
-La jefa quiere agua caliente para la tina. Y rapidito.
Después de aquello se dio la vuelta y entro a la carpa, volvió a llenarse una copa con aguardiente y esta vez Gali se sentó de espaldas hacia los dragones humanoides.
-Yo ni siquiera cambio a fase intermedia. Ya sabes... con la profesión que tengo rara vez me hace falta. -Entonces se giro a mirar a Oro y se apoyo en el borde de la tina. -Aunque me gustaría poder hacerlo más a menudo.
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
La dragona los miraba por sobre su hombro y no pudo evitar sonreír con picardía mientras se contoneaba dentro. -Buenos chicos- Ambos se comportaban como a Oromë le gustaban sus hombres: que supieran lo que a ella le gustaba sin tener que pedirles nada.
-Go'el no es mejor que un perro entonces. Viene de familia, ya vez- Se señaló y luego se encogió de hombros, salpicando un poco del licor que se balanceaba en su mano. -Ni loca tendría la cerveza aguada que los malditos toman aquí, prefiero beber la sangre de una rata antes que esa cosa con sabor a orines- Fingió una arcada y un escalofrió mientras se deslizaba junto a su primo y le tendía aquel vaso.
Casi que se recuesta sobre él como en los viejos tiempos. Estar rodeada de mujeres en su casa a veces la volvía loca y caprichosa, pero cuando su primo solía ir de visita, era inevitable que no se colgara de él cual garrapata y le dijera a todo el mundo que era su hermano. Y así lo sentía; adoraba a sus hermanas pero la presencia masculina en aquella casa hacía falta y su padre no daba abasto con tantas niñas que controlar.
Se atragantó ante el recuerdo y si no fuera porque ese pequeño trago valía más que cualquier otra cosa en esa habitación, ya hubiera regado el "salón". -¡Lo había olvidado! Luego la reprimenda que mi padre les dio, estoy segura que aun no se olvidan la semana de quehaceres que tuvieron que cumplir como condena-
Hablar de sus hermanas no era el problema, el problema real era hablar de Asterin. -Ella sabe lo que representa está ciudad, sin importar si así hago algo bueno como darles un lugar donde vivir a aquellos que están en la calle, incluso un trabajo para que puedan comer. Es demasiado cabeza dura pero yo tampoco me merezco que me perdone... y honestamente tampoco quiero su perdón, me basta con su entendimiento de que no hay tal cosa como la paz y la calma sin la guerra y el alboroto-
Se tomó el resto de su vaso en tragos pequeños y tranquilos, dejando que el silencio -o al menos lo que se podría considerar como tal si se ignoraba el griterío que provenía de afuera- envolviera todo, incluso su mente.
Siguió la mirada de Go'el y lo acompañó unos pocos pasos por detrás. -¿Qué esperabas? ¿Que me duchara con el resto? Jamas- Se excusó y dejó el vaso junto al de él. -Y cuando salimos no eramos más que dos pasas de uva de pies a cabeza.- Se sentó en el borde de la bañera y miró hacía fuera, a Gali gritando ordenes y una sonrisa se asomo a la comisura de sus labios. -Me agrada tu amigo.-
En lo que se consideraría tiempo record, un hombre acompañado de un par de mujeres trajeron varios baldes de agua caliente que vertieron en la tina. -Gali si quieres, eres libre de hacer lo que gustes, sea compras o la compañía de alguna mujer. Las encontraras en la carpa del Virrey dile que yo pago si así lo deseas- Y sin más cerró las cortinas que separaban el salón de su habitación/cuarto de aseo. -¿Cuanto? Mmm es una buena pregunta. Suelo cambiar a veces al dormir, para relajar la espalda y las alas. No necesito mucho para asustar, normalmente estas o estas hacen el trabajo fácilmente- Mostró una de sus manos de las cuales lentamente salían unas garras de aspecto peligroso, así como sus dientes afilados y en cadena como los de un tiburón.
Mientras hablaba iba hasta un mueble al costado de su cama y tomaba un par de toallas, lanzó una en dirección a su primo. -Pues hoy es tu día de suerte. Cambia y báñate conmigo como en los viejos tiempos- Se dispuso a buscar entre sus cosas ropa que le entrara a su Anaia y encontró algunas prenda ligeramente más grande, seguramente de algún antiguo visitante -No creo que esta vez entremos muy cómodamente los dos si nos transformamos- Enarcó una ceja mientras desabrochaba su camisa y poco a poco su piel se volvía escamas. Para el momento en que se quitó toda la ropa ya había cambiado a un aspecto lejos de ser humano. -Definitivamente no será cómodo-
-Go'el no es mejor que un perro entonces. Viene de familia, ya vez- Se señaló y luego se encogió de hombros, salpicando un poco del licor que se balanceaba en su mano. -Ni loca tendría la cerveza aguada que los malditos toman aquí, prefiero beber la sangre de una rata antes que esa cosa con sabor a orines- Fingió una arcada y un escalofrió mientras se deslizaba junto a su primo y le tendía aquel vaso.
Casi que se recuesta sobre él como en los viejos tiempos. Estar rodeada de mujeres en su casa a veces la volvía loca y caprichosa, pero cuando su primo solía ir de visita, era inevitable que no se colgara de él cual garrapata y le dijera a todo el mundo que era su hermano. Y así lo sentía; adoraba a sus hermanas pero la presencia masculina en aquella casa hacía falta y su padre no daba abasto con tantas niñas que controlar.
Se atragantó ante el recuerdo y si no fuera porque ese pequeño trago valía más que cualquier otra cosa en esa habitación, ya hubiera regado el "salón". -¡Lo había olvidado! Luego la reprimenda que mi padre les dio, estoy segura que aun no se olvidan la semana de quehaceres que tuvieron que cumplir como condena-
Hablar de sus hermanas no era el problema, el problema real era hablar de Asterin. -Ella sabe lo que representa está ciudad, sin importar si así hago algo bueno como darles un lugar donde vivir a aquellos que están en la calle, incluso un trabajo para que puedan comer. Es demasiado cabeza dura pero yo tampoco me merezco que me perdone... y honestamente tampoco quiero su perdón, me basta con su entendimiento de que no hay tal cosa como la paz y la calma sin la guerra y el alboroto-
Se tomó el resto de su vaso en tragos pequeños y tranquilos, dejando que el silencio -o al menos lo que se podría considerar como tal si se ignoraba el griterío que provenía de afuera- envolviera todo, incluso su mente.
Siguió la mirada de Go'el y lo acompañó unos pocos pasos por detrás. -¿Qué esperabas? ¿Que me duchara con el resto? Jamas- Se excusó y dejó el vaso junto al de él. -Y cuando salimos no eramos más que dos pasas de uva de pies a cabeza.- Se sentó en el borde de la bañera y miró hacía fuera, a Gali gritando ordenes y una sonrisa se asomo a la comisura de sus labios. -Me agrada tu amigo.-
En lo que se consideraría tiempo record, un hombre acompañado de un par de mujeres trajeron varios baldes de agua caliente que vertieron en la tina. -Gali si quieres, eres libre de hacer lo que gustes, sea compras o la compañía de alguna mujer. Las encontraras en la carpa del Virrey dile que yo pago si así lo deseas- Y sin más cerró las cortinas que separaban el salón de su habitación/cuarto de aseo. -¿Cuanto? Mmm es una buena pregunta. Suelo cambiar a veces al dormir, para relajar la espalda y las alas. No necesito mucho para asustar, normalmente estas o estas hacen el trabajo fácilmente- Mostró una de sus manos de las cuales lentamente salían unas garras de aspecto peligroso, así como sus dientes afilados y en cadena como los de un tiburón.
Mientras hablaba iba hasta un mueble al costado de su cama y tomaba un par de toallas, lanzó una en dirección a su primo. -Pues hoy es tu día de suerte. Cambia y báñate conmigo como en los viejos tiempos- Se dispuso a buscar entre sus cosas ropa que le entrara a su Anaia y encontró algunas prenda ligeramente más grande, seguramente de algún antiguo visitante -No creo que esta vez entremos muy cómodamente los dos si nos transformamos- Enarcó una ceja mientras desabrochaba su camisa y poco a poco su piel se volvía escamas. Para el momento en que se quitó toda la ropa ya había cambiado a un aspecto lejos de ser humano. -Definitivamente no será cómodo-
Oromë Vánadóttir
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
-Es un buen dragón. -Contesto el familiar con una atípica pero cariñosa sonrisa. -¿Sabias que es un monje del dragón oscuro? Dice que le habla mientras medita. -Go´el se aparto de la tina mientras las mujeres llenaban el barreño. -Yo creo que tiene problemas mentales, le estoy haciendo un seguimiento para calcular cual es su mejor terapia.
Al medico le brillaron los ojos cuando se puso hablar de su oficio, y es que no había otra cosa que decir, amaba su trabajo. Pero recordó donde y con quien estaba, y por una vez, agito la cabeza y dejo apartado todo tema de conversación que tuviera que ver con la medicina.
-No te preocupes por mi. -Se oía decir a Gali desde detrás de las cortinas, estaba levantando la copa de espaldas a ellos, aun sentando en el cojín. -Aquí estoy muy cómodo y tienes mi bebida predilecta. Obrad como gustéis, nada de lo que oiga me matara.
Ellos no lo veían, pero el hombre de rojo turbante sonrió con los labios en la copa y brindo a su salud. Su compañero no hablaba mucho, pero siempre que recibía una carta de su prima le salia una genuina sonrisa, el dragón de tierra sabia que el científico estaba en casa.
-En eso te gano yo Arreba. -Respondía con aire victorioso Go´el mientras se quitaba el chaleco de pelo de conejo y la camisa de grueso algodón. -Yo no necesito ni transformarme, la mitad de la gente que me conoce pone cara de susto o de odio cuando me empiezan a oír hablar. -Ahora comenzó a sacarse los pantalones. -En cuanto les pregunto de que raza son ya me miran raro.
El galeno se empezó a reír con fuerza, no con su risa alocada y desquiciada de cuando investigaba cuerpos y descubría una anomalía única, no. Ahora reía son sencillez enseñando todos los dientes y con una voz grave que no pareciera que fuera suya.
-Haremos los posible para que sea cómoda Oromín.
Dicho esto el dragón comenzó a cambiar de formar mientras plegaba su ropa, lo hacia de una forma tan natural que casi parecía una transición hermosa.
El cuerpo del galeno comenzó a crecer tanto en altura como en amplitud, hasta al punto de superar la musculatura de su robusto compañero de caminos, la piel le cambio de color, dejo de ser pálida para volverme escamosa y azulada en las partes externas y en la espalda y anaranjada en las internas y el pecho, pequeños pinchos asomaban por los hombros, la piernas se curvaron como las de los animales y la cara se estiro hasta volverse la de un reptil con pelo ceniciento, igual que el de su prima cuando es humana.
-Aaaah -Suspiro al tiempo que se estiraba y se giraba a ver a su prima. -Ojala pudiera estar así todo el tiempo. ¿Te pones cremas ahizpa txikia?
Go´el hablaba con picardia mientras le pasaba la mano por las escamas del brazo. Ahora su voz sonaba mucho mas grave, pero era mas carismática que nunca. Por ultimo le guiño el ojo a su escamosa prima y se metió en el agua con un nuevo suspiro.
-¿Te cuento un secreto?
Se estiro en el agua y luego encogió el cuerpo hasta hundir la cabeza, segundo después salio a la superficie y le hizo sitio a la mujer de ojos dorados.
-Cuando este montón de tiendas se hagan ciudad pienso buscar a un mago tensai de agua... O me lo puedes buscar tu que eres la jefa. -El dragón azul rió ante su referencia a la pereza. -Quiero que me busque un lugar donde tenga aguas termales bajo tierra y ahí montare mi farmacia. En la parte de atrás haré un lago de 10 metros de diámetro por 6 de hondo y podrán entrar los ciudadanos agotados que necesiten un momento de relajación y... -El inusual parloteo de Go´el ceso durante un segundo para guiñar el ojo por segunda vez. -Cuando lo cierre o antes de abrir tu y yo podremos nadar siendo dragones al completo sin que nadie nos moleste.
Al medico le brillaron los ojos cuando se puso hablar de su oficio, y es que no había otra cosa que decir, amaba su trabajo. Pero recordó donde y con quien estaba, y por una vez, agito la cabeza y dejo apartado todo tema de conversación que tuviera que ver con la medicina.
-No te preocupes por mi. -Se oía decir a Gali desde detrás de las cortinas, estaba levantando la copa de espaldas a ellos, aun sentando en el cojín. -Aquí estoy muy cómodo y tienes mi bebida predilecta. Obrad como gustéis, nada de lo que oiga me matara.
Ellos no lo veían, pero el hombre de rojo turbante sonrió con los labios en la copa y brindo a su salud. Su compañero no hablaba mucho, pero siempre que recibía una carta de su prima le salia una genuina sonrisa, el dragón de tierra sabia que el científico estaba en casa.
-En eso te gano yo Arreba. -Respondía con aire victorioso Go´el mientras se quitaba el chaleco de pelo de conejo y la camisa de grueso algodón. -Yo no necesito ni transformarme, la mitad de la gente que me conoce pone cara de susto o de odio cuando me empiezan a oír hablar. -Ahora comenzó a sacarse los pantalones. -En cuanto les pregunto de que raza son ya me miran raro.
El galeno se empezó a reír con fuerza, no con su risa alocada y desquiciada de cuando investigaba cuerpos y descubría una anomalía única, no. Ahora reía son sencillez enseñando todos los dientes y con una voz grave que no pareciera que fuera suya.
-Haremos los posible para que sea cómoda Oromín.
Dicho esto el dragón comenzó a cambiar de formar mientras plegaba su ropa, lo hacia de una forma tan natural que casi parecía una transición hermosa.
El cuerpo del galeno comenzó a crecer tanto en altura como en amplitud, hasta al punto de superar la musculatura de su robusto compañero de caminos, la piel le cambio de color, dejo de ser pálida para volverme escamosa y azulada en las partes externas y en la espalda y anaranjada en las internas y el pecho, pequeños pinchos asomaban por los hombros, la piernas se curvaron como las de los animales y la cara se estiro hasta volverse la de un reptil con pelo ceniciento, igual que el de su prima cuando es humana.
-Aaaah -Suspiro al tiempo que se estiraba y se giraba a ver a su prima. -Ojala pudiera estar así todo el tiempo. ¿Te pones cremas ahizpa txikia?
Go´el hablaba con picardia mientras le pasaba la mano por las escamas del brazo. Ahora su voz sonaba mucho mas grave, pero era mas carismática que nunca. Por ultimo le guiño el ojo a su escamosa prima y se metió en el agua con un nuevo suspiro.
-¿Te cuento un secreto?
Se estiro en el agua y luego encogió el cuerpo hasta hundir la cabeza, segundo después salio a la superficie y le hizo sitio a la mujer de ojos dorados.
-Cuando este montón de tiendas se hagan ciudad pienso buscar a un mago tensai de agua... O me lo puedes buscar tu que eres la jefa. -El dragón azul rió ante su referencia a la pereza. -Quiero que me busque un lugar donde tenga aguas termales bajo tierra y ahí montare mi farmacia. En la parte de atrás haré un lago de 10 metros de diámetro por 6 de hondo y podrán entrar los ciudadanos agotados que necesiten un momento de relajación y... -El inusual parloteo de Go´el ceso durante un segundo para guiñar el ojo por segunda vez. -Cuando lo cierre o antes de abrir tu y yo podremos nadar siendo dragones al completo sin que nadie nos moleste.
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
-Mmm dragón oscuro... ¿A él también le dieron una patada fuera de Dundarak o se salva solo porque es bueno aparentando?- Desde que tenía memoria sabia muy bien que su primo era una persona completamente diferente cuando hablaba con ella. Había tenido la oportunidad de notar ese cambio radical en su personalidad cuando niños y otra cría de dragón se había acercado a hablarle... Que recuerdos.
Ella se dedicaba a rebuscar cosas extras para poner en el agua, como sales y aceites aromáticos que no fueran tan femeninos pero que cumplieran muy bien su función de dejar rechinando de limpio a su anaia. -Solo a ti se te ocurriría preguntarle a alguien su raza. Aquí te recomiendo no te metas mucho en los asuntos de otros a menos que ellos dejen muy en claro que te desean allí-
Encontró un brebaje que creaba burbujas y despedía un leve aroma a jazmín, su favorito. Ni se paró a preguntar si a él le molestaría y lanzo media botella dentro. -Mas aún si no quieres recibir visitas poco agradables en medio de la noche. Líder o no, no tengo ojos en todas partes como Matthew con las prostitutas, así que espero ustedes dos sepan cuidarse solitos. Tengo mucho que hacer y la lista nunca parecer reducirse-
Su primo básicamente se tiro de chapuzon dentro de la bañera y un poco el agua y la espuma rebalsaron en el suelo. Oromë puso los ojos en blanco ante esto y dio un paso dentro del agua y luego el siguiente hasta sentarse decentemente, su cola con la punta como la de una garra sobresaliendo a un costado de su cabeza; no deseaba sentarse encima de ella y gritar a los cuatro vientos.
-No, solo me baño en la sangre de mis enemigos de tanto en tanto- Bromeó. -Me baño muy bien querido primo, las cremas tendrán que esperar, a menos que tu me hagas unas muy buenas- Su tono de voz se volvió profesional, lejos las bromas y la tonada medio chillona que salía de sus labios cuando hablaba con Go'el.
-Hay unos cuantos brujos en la ciudad, seguramente alguno de ellos te servirá bien. Le pediré a alguien que lo encuentre para ti ademas de la mano de obra. No podrás edificar todo tu solo...- Se tomó un momento para restregar su rostro y quitarse todo el polvo y sudor de ella. -Por otra parte necesito que hagas algo extra para mi, yo conseguiré los ingredientes pero necesitamos un modo de que los ingresos entren, estamos gastando demasiado y falta poco para quedarnos en cero y no se me ocurre nadie mejor que tu para encargarse de fabricar una droga.- Trató de acomodarse un poco mejor lo cual significaba empujar a su primo para reclamar más lugar para ella y sus piernas. -Quiero que sea algo nuevo, lo suficientemente adictivo como para que vendan a sus hijos por ella pero que no los deje inútiles, necesito a esta gente para que trabajen-
Ella se dedicaba a rebuscar cosas extras para poner en el agua, como sales y aceites aromáticos que no fueran tan femeninos pero que cumplieran muy bien su función de dejar rechinando de limpio a su anaia. -Solo a ti se te ocurriría preguntarle a alguien su raza. Aquí te recomiendo no te metas mucho en los asuntos de otros a menos que ellos dejen muy en claro que te desean allí-
Encontró un brebaje que creaba burbujas y despedía un leve aroma a jazmín, su favorito. Ni se paró a preguntar si a él le molestaría y lanzo media botella dentro. -Mas aún si no quieres recibir visitas poco agradables en medio de la noche. Líder o no, no tengo ojos en todas partes como Matthew con las prostitutas, así que espero ustedes dos sepan cuidarse solitos. Tengo mucho que hacer y la lista nunca parecer reducirse-
Su primo básicamente se tiro de chapuzon dentro de la bañera y un poco el agua y la espuma rebalsaron en el suelo. Oromë puso los ojos en blanco ante esto y dio un paso dentro del agua y luego el siguiente hasta sentarse decentemente, su cola con la punta como la de una garra sobresaliendo a un costado de su cabeza; no deseaba sentarse encima de ella y gritar a los cuatro vientos.
-No, solo me baño en la sangre de mis enemigos de tanto en tanto- Bromeó. -Me baño muy bien querido primo, las cremas tendrán que esperar, a menos que tu me hagas unas muy buenas- Su tono de voz se volvió profesional, lejos las bromas y la tonada medio chillona que salía de sus labios cuando hablaba con Go'el.
-Hay unos cuantos brujos en la ciudad, seguramente alguno de ellos te servirá bien. Le pediré a alguien que lo encuentre para ti ademas de la mano de obra. No podrás edificar todo tu solo...- Se tomó un momento para restregar su rostro y quitarse todo el polvo y sudor de ella. -Por otra parte necesito que hagas algo extra para mi, yo conseguiré los ingredientes pero necesitamos un modo de que los ingresos entren, estamos gastando demasiado y falta poco para quedarnos en cero y no se me ocurre nadie mejor que tu para encargarse de fabricar una droga.- Trató de acomodarse un poco mejor lo cual significaba empujar a su primo para reclamar más lugar para ella y sus piernas. -Quiero que sea algo nuevo, lo suficientemente adictivo como para que vendan a sus hijos por ella pero que no los deje inútiles, necesito a esta gente para que trabajen-
Oromë Vánadóttir
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
El dragón permitió que la dragona se acomodara, no le importaba lo apretados que estaban ni siquiera le dio importancia a las excesivas cantidades de productos que Oromë precipitaba sobre el agua ¡No tires medio bote de jazmín! hubiera respondido el doctor en circunstancias normales ¡Eso es un desperdicio, con unas gotas bastan! hubiera proseguido. Pero esta vez no hizo nada, bueno... algo si que hizo, sonrió, una sonrisa de amor y cariño (Sentimientos que según él eran puros engaños mentales) hacia su prima. Go´el juntó unas cuantas burbujas y las sopló con delicadeza hacia su parienta dejando que el aroma a jazmín inundara sus fosas nasales.
-Hay cosas que nunca cambian. -Pronunciaba con pequeños siesos sin perder la sonrisa. -Recuerdo todos esos otoños que pasamos en el campo de naranjos de la abuela Clementina ella siempre decía.
El galeno miro a la jefa de la ciudad esperando a ver si ella recordaba la frase.
-Subid y bajad de las copas, pero como os caigáis os quedáis sin naranjas. -Zorven rió de nuevo. -Cuando no era el uno era el otro, pero siempre acabábamos en el suelo y nos hacíamos los tontos diciendo que estábamos mirando las nubes... Fue una pena que la plaga se llevara todo eso.
Al conversación en principio alegre acababa de tomar unos derroteros turbulentos, por lo que el dragón humanoide agradeció que su arreba comenzara hablar de trabajo.
-Oh, por las cremas no te preocupes yo te puedo dar de la mía, es estupenda para uso diario.
Mientras el medico decía aquello se anotaba mentalmente el añadir esencia de jazmín a la crema y buscar algún agricultor que le vendiera unos naranjos para plantarlos al rededor de su lago de aguas termales.
-Una droga nueva, adictiva y estimulante. Me llevara un tiempo, pero puedo hacerlo. Hay una variedad de plantas muy grandes que generan lo que pides, si las mezclo de manera adecuada seguro que lo consigo.
El hombre lagarto se quedó pensando un momento al tiempo que jugueteaba con una escama suelta en la rodilla de la mujer.
-¿Se te ocurre algún nombre? Yo soy nefasto para inventar nombres.
-Hay cosas que nunca cambian. -Pronunciaba con pequeños siesos sin perder la sonrisa. -Recuerdo todos esos otoños que pasamos en el campo de naranjos de la abuela Clementina ella siempre decía.
El galeno miro a la jefa de la ciudad esperando a ver si ella recordaba la frase.
-Subid y bajad de las copas, pero como os caigáis os quedáis sin naranjas. -Zorven rió de nuevo. -Cuando no era el uno era el otro, pero siempre acabábamos en el suelo y nos hacíamos los tontos diciendo que estábamos mirando las nubes... Fue una pena que la plaga se llevara todo eso.
Al conversación en principio alegre acababa de tomar unos derroteros turbulentos, por lo que el dragón humanoide agradeció que su arreba comenzara hablar de trabajo.
-Oh, por las cremas no te preocupes yo te puedo dar de la mía, es estupenda para uso diario.
Mientras el medico decía aquello se anotaba mentalmente el añadir esencia de jazmín a la crema y buscar algún agricultor que le vendiera unos naranjos para plantarlos al rededor de su lago de aguas termales.
-Una droga nueva, adictiva y estimulante. Me llevara un tiempo, pero puedo hacerlo. Hay una variedad de plantas muy grandes que generan lo que pides, si las mezclo de manera adecuada seguro que lo consigo.
El hombre lagarto se quedó pensando un momento al tiempo que jugueteaba con una escama suelta en la rodilla de la mujer.
-¿Se te ocurre algún nombre? Yo soy nefasto para inventar nombres.
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
Adoraba los jazmines, era una de esas pocas cosas femeninas que compartía seguramente con cualquier mujer de alta cuna. Después a lo que ropas y joyería se referían claro que le gustaban, pero no como medio para lucirse frente a otros, a fin de cuentas la vestimenta también era un arma y ella sabía como manejarlas casi tan bien como una daga.
-¡Oye!- Gimió mientras se quitaba la espuma del rostro y le devolvía el gesto, solo que un poco más salvaje, apelmazando su pelo y luego haciendo una pequeña montaña de burbujas en su coronilla.
-Abuela...- Una mueca de nostalgia llenó su rostro, aún podía oler con fuerza el aroma de los naranjos que siempre había en su casa. -Y aunque no se lo hubiera llevado, ninguno de nosotros estaríamos allí para seguir disfrutándolo de todos modos... tampoco ella- Movió su cabeza en negación. Las cosas malas siempre ocurrían pero también había otras que no cambiarían, incluso de ser diferente o elegir otro camino.
-¿Acaso luzco como alguien con tiempo para hidratarme? No contestes...- Levantó una mano en señal de aviso. Tal vez ahora estuviera aquí con él tomándose un momento, pero le había costado lo suyo. No quería imaginarse lo que sería luego el trabajo por culpa de este retraso.
-¿Que tanto puedes apurar la creación? Tu solo dame una lista y alguien te conseguirá lo que necesitas.- Meditó por un momento mientras hacía dibujos irreconocibles en el agua. -Quiero que te esmeres anaia, no que sea algo que cualquier idiota pueda reproducir con solo picar una plantitas en el mortero y ¡voila!- Elevó sus brazos para intensificar sus palabras; una parte de su estrés liberándose al poder hablar con tanta libertad de expresión. -Mientras más prohibido sea el ingrediente seguro que mejor...- Se hecho hacia atrás y metió la cabeza bajo el agua unos pocos segundos y luego resurgió, espuma en todas partes.
-¿Un nombre?... Sencillo, Parem... Sin piedad- Dijo en el antiguo idioma con una sonrisa tan afilada como sus dientes.
-¡Oye!- Gimió mientras se quitaba la espuma del rostro y le devolvía el gesto, solo que un poco más salvaje, apelmazando su pelo y luego haciendo una pequeña montaña de burbujas en su coronilla.
-Abuela...- Una mueca de nostalgia llenó su rostro, aún podía oler con fuerza el aroma de los naranjos que siempre había en su casa. -Y aunque no se lo hubiera llevado, ninguno de nosotros estaríamos allí para seguir disfrutándolo de todos modos... tampoco ella- Movió su cabeza en negación. Las cosas malas siempre ocurrían pero también había otras que no cambiarían, incluso de ser diferente o elegir otro camino.
-¿Acaso luzco como alguien con tiempo para hidratarme? No contestes...- Levantó una mano en señal de aviso. Tal vez ahora estuviera aquí con él tomándose un momento, pero le había costado lo suyo. No quería imaginarse lo que sería luego el trabajo por culpa de este retraso.
-¿Que tanto puedes apurar la creación? Tu solo dame una lista y alguien te conseguirá lo que necesitas.- Meditó por un momento mientras hacía dibujos irreconocibles en el agua. -Quiero que te esmeres anaia, no que sea algo que cualquier idiota pueda reproducir con solo picar una plantitas en el mortero y ¡voila!- Elevó sus brazos para intensificar sus palabras; una parte de su estrés liberándose al poder hablar con tanta libertad de expresión. -Mientras más prohibido sea el ingrediente seguro que mejor...- Se hecho hacia atrás y metió la cabeza bajo el agua unos pocos segundos y luego resurgió, espuma en todas partes.
-¿Un nombre?... Sencillo, Parem... Sin piedad- Dijo en el antiguo idioma con una sonrisa tan afilada como sus dientes.
Oromë Vánadóttir
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
Go´el no le siguió el juego, pero tampoco se amedrento cuando su prima le puso una corona de burbujas, el hombre decidió que seria más divertido poner caras sensuales exagerándolas hasta el punto de la burla. Pero como siempre él no era rival para Oromë, en cuanto la reptil blanca salio del agua llena de espuma Go´el empezó a reír.
-Arreba... basta. -Decía riéndose y sacándose una lagrima. -¿Tu te has visto? llevas el camuflaje perfecto, solo se te ven los ojos.
El galeno estiró la mano al rostro de su congénere y mientras hacia referencia al mimetismo que las escamas blancas tenían sobre la espuma le quitó las burbujas de la cara.
-Esta sera una imagen que no olvidare hermanita.
Antes de separar la mano el doctor no pudo evitar dar una muestra de afecto, una sincera y afectuosa caricia.
-Parem, me gusta. ¿Sabes? El tener la base bio tan cerca puede ser muy producente. Seguro que allí tienen materiales y equipo para hacer esa clase de droga, por no hablar de los propios fluidos de esas maquinas. Estoy convencido que alguno de esos les da vitalidad, a fin de cuentas su parte humana también necesita descansar y parecen no hacerlo nunca.
Gali ya estaba en su tercera copa de aguardiente y prácticamente se había tumbado en los cojines, solo le faltaban unos higos y una naranjas y ya tendría el cupo completo. Una mujer entró jadeante en la tienda buscando con la mirada algo que no encontraba.
-¿Me traes los higos y las naranjas? Que considerada.
La voz del monje dejaba en claro que el alcohol le estaba pasando factura y la sonrisa alegre que siempre llevaba encima no lo arreglaba.
-¿Que? -Preguntó desconcertada la mujer. -¡No! Busco a la jefa, tenemos un problema en la calle.
El dragón se incorporo en los almohadones, tardó unos segundos en recuperar su equilibro antes de ponerse en pie.
-La jefa esta ocupada, tiene una visita muy importante. Cualquiera que sea el problema puede esperar.
La ladrona miró de arriba a bajo al hombre enarcando la ceja, estaba claro que Gali había perdido toda su potencia de intimidación.
-¡Jefa! ¡¿Jefa donde esta!?
Gritaba la mujer mirando por todos lados, sus subordinados le dijeron que Cinan no se había movido de su tienda en toda la mañana.
-Señora Cinan, se trata de Hopkins. A conseguido recuperar uno de los artefactos de Rumpelstinski y esta en medio de la plaza diciendo que sera el nuevo rey.
Al otro lado de las cortinas Go´el se puso de pie con algo de molestia. Hacia años que no veía a su querida arreba y ni siquiera habían tenido una hora de tranquilidad.
-Parece que tendremos que dejar el paseo por la ciudad para otra ocasión... y la sesión de hidratación.
El dragón azul salió del barreño y se secó las escamas rápidamente.
-Si nos damos prisa igual hasta volvemos antes de que se enfrié el agua. Tengo ganas de ver como trabajas arreba.
No hacia falta ser medico para darse cuenta que las palabras que vociferaba la mujer al otro lado de la cortina auguraban sangre. Go´el no se molestó en cambiar forma y salio detrás de Oromë.
-¿Que? -Le preguntó el medico a la dragona al ver como lo miraba. -Yo también se pelear, ademas, dos lagartos imponen más que uno.
-Arreba... basta. -Decía riéndose y sacándose una lagrima. -¿Tu te has visto? llevas el camuflaje perfecto, solo se te ven los ojos.
El galeno estiró la mano al rostro de su congénere y mientras hacia referencia al mimetismo que las escamas blancas tenían sobre la espuma le quitó las burbujas de la cara.
-Esta sera una imagen que no olvidare hermanita.
Antes de separar la mano el doctor no pudo evitar dar una muestra de afecto, una sincera y afectuosa caricia.
-Parem, me gusta. ¿Sabes? El tener la base bio tan cerca puede ser muy producente. Seguro que allí tienen materiales y equipo para hacer esa clase de droga, por no hablar de los propios fluidos de esas maquinas. Estoy convencido que alguno de esos les da vitalidad, a fin de cuentas su parte humana también necesita descansar y parecen no hacerlo nunca.
Gali ya estaba en su tercera copa de aguardiente y prácticamente se había tumbado en los cojines, solo le faltaban unos higos y una naranjas y ya tendría el cupo completo. Una mujer entró jadeante en la tienda buscando con la mirada algo que no encontraba.
-¿Me traes los higos y las naranjas? Que considerada.
La voz del monje dejaba en claro que el alcohol le estaba pasando factura y la sonrisa alegre que siempre llevaba encima no lo arreglaba.
-¿Que? -Preguntó desconcertada la mujer. -¡No! Busco a la jefa, tenemos un problema en la calle.
El dragón se incorporo en los almohadones, tardó unos segundos en recuperar su equilibro antes de ponerse en pie.
-La jefa esta ocupada, tiene una visita muy importante. Cualquiera que sea el problema puede esperar.
La ladrona miró de arriba a bajo al hombre enarcando la ceja, estaba claro que Gali había perdido toda su potencia de intimidación.
-¡Jefa! ¡¿Jefa donde esta!?
Gritaba la mujer mirando por todos lados, sus subordinados le dijeron que Cinan no se había movido de su tienda en toda la mañana.
-Señora Cinan, se trata de Hopkins. A conseguido recuperar uno de los artefactos de Rumpelstinski y esta en medio de la plaza diciendo que sera el nuevo rey.
Al otro lado de las cortinas Go´el se puso de pie con algo de molestia. Hacia años que no veía a su querida arreba y ni siquiera habían tenido una hora de tranquilidad.
-Parece que tendremos que dejar el paseo por la ciudad para otra ocasión... y la sesión de hidratación.
El dragón azul salió del barreño y se secó las escamas rápidamente.
-Si nos damos prisa igual hasta volvemos antes de que se enfrié el agua. Tengo ganas de ver como trabajas arreba.
No hacia falta ser medico para darse cuenta que las palabras que vociferaba la mujer al otro lado de la cortina auguraban sangre. Go´el no se molestó en cambiar forma y salio detrás de Oromë.
-¿Que? -Le preguntó el medico a la dragona al ver como lo miraba. -Yo también se pelear, ademas, dos lagartos imponen más que uno.
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
-Aquí es el único lugar donde me veras camuflandome a la perfección. Lo único agradable del ejercito que recuerdo, era lo fácil que era el que me perdieran de vista- Claro que también era demasiado fácil el que perdiera una extremidad con tanto frío. Su primo por otra parte, estas tierras eran más su entorno de camuflaje en todo sentido. Podía hacer lo que él quisiera y cuanto quisiera y esta vez nadie lo expulsaría.
Por un pequeño instante sintió que el tiempo se frenaba y tenía toda una vida de baños de espuma y charlas extrañas con su anaia... Cuan equivocada estaba. -De regreso a la realidad- Suspiró con desazón mientras se quitaba algunas burbujas de encima y luego salía del agua para envolverse en una bata y regresar a una forma más humana.
Hecho su cabello mojado detrás de ella y se colocó un calzado limpio y cómodo para luego caminar con total parsimonia a la parte principal de la tienda donde un Gali poco estable los esperaba. -Nuala, quédate aquí con él, mi primo y yo nos haremos cargo- Puso su mano en el hombro de la mujer para que se tranquilizara, se giró a mirar a su primo y le sonrió con fiereza. -Si es lo que yo pienso que es yo que tu me sentaría a disfrutar del show, porque no hará falta pelear-
Si recordaba bien la forma de ser del anterior líder de la ciudad, entonces definitivamente no haría falta moler a palos a nadie en particular. Al menos eso pensaba y esperaba mientras caminaba hasta la zona designada como la plaza de la ciudad. Hacía menos de pocos minutos estuvo disfrutando de un relajante baño y tenía todo menos las ganas para golpear rostros y volver a ensuciarse. -A ver tu, escoria, ¿desde cuando quedarte con algo de alguien más te hace rey?- De ser así entonces todos los ladrones a su alrededor serían reyes y reinas. Que estupidez; algunas de las personas que los rodeaban por pura curiosidad y que poseían algunas luces, tuvieron la certeza de reírse al darse cuenta ellos mismos. -¡El era un brujo! Esto me hará Rey y te matare a ti primero perra alada.- Oromë enarcó una ceja para luego mirar a su primo. -Esa es nueva, por lo general me dicen lagartija superdesarrollada- Se encogió de hombros y cruzo sus brazos sobre su pecho, esperando. -Entonces, date el placer de cerrar mi boca y úsalo- Si el pobre de Hopkins no fuera un borracho de cuarta que a duras penas si podía recoger una moneda del piso tal vez, y solo tal vez sí lo habría golpeado y quitado aquel artefacto. Para su desgracia, Oromë no era tan buena persona cuando estaba enojada y menos aún luego de tener que abandonar su baño.
El hombre luchó por abrir aquella cosita mágica, la dragona dio unos cuantos pasos hacía atrás cuando él descubrió como hacerlo. Hopkins terminó volando en miles de pedazos, no sin antes convertirse en una antorcha humana.
Ella aplaudió sin ganas mientras se escuchaban algunos gritos proveniente de mujeres y exclamaciones llenas de pintorescos insultos de parte de los hombres. -Me esperaba que se prendiera fuego y alguien fuera a apagarlo, pero el que volara en cachitos esa si es una sorpresa- El brujo era conocido por su enamoramiento que rozaba la paranoia con el fuego. -Mejor que los fuegos artificiales, definitivamente.... ¡Ahora limpien este desastre!- Grito a los cuatro vientos.
Por un pequeño instante sintió que el tiempo se frenaba y tenía toda una vida de baños de espuma y charlas extrañas con su anaia... Cuan equivocada estaba. -De regreso a la realidad- Suspiró con desazón mientras se quitaba algunas burbujas de encima y luego salía del agua para envolverse en una bata y regresar a una forma más humana.
Hecho su cabello mojado detrás de ella y se colocó un calzado limpio y cómodo para luego caminar con total parsimonia a la parte principal de la tienda donde un Gali poco estable los esperaba. -Nuala, quédate aquí con él, mi primo y yo nos haremos cargo- Puso su mano en el hombro de la mujer para que se tranquilizara, se giró a mirar a su primo y le sonrió con fiereza. -Si es lo que yo pienso que es yo que tu me sentaría a disfrutar del show, porque no hará falta pelear-
Si recordaba bien la forma de ser del anterior líder de la ciudad, entonces definitivamente no haría falta moler a palos a nadie en particular. Al menos eso pensaba y esperaba mientras caminaba hasta la zona designada como la plaza de la ciudad. Hacía menos de pocos minutos estuvo disfrutando de un relajante baño y tenía todo menos las ganas para golpear rostros y volver a ensuciarse. -A ver tu, escoria, ¿desde cuando quedarte con algo de alguien más te hace rey?- De ser así entonces todos los ladrones a su alrededor serían reyes y reinas. Que estupidez; algunas de las personas que los rodeaban por pura curiosidad y que poseían algunas luces, tuvieron la certeza de reírse al darse cuenta ellos mismos. -¡El era un brujo! Esto me hará Rey y te matare a ti primero perra alada.- Oromë enarcó una ceja para luego mirar a su primo. -Esa es nueva, por lo general me dicen lagartija superdesarrollada- Se encogió de hombros y cruzo sus brazos sobre su pecho, esperando. -Entonces, date el placer de cerrar mi boca y úsalo- Si el pobre de Hopkins no fuera un borracho de cuarta que a duras penas si podía recoger una moneda del piso tal vez, y solo tal vez sí lo habría golpeado y quitado aquel artefacto. Para su desgracia, Oromë no era tan buena persona cuando estaba enojada y menos aún luego de tener que abandonar su baño.
El hombre luchó por abrir aquella cosita mágica, la dragona dio unos cuantos pasos hacía atrás cuando él descubrió como hacerlo. Hopkins terminó volando en miles de pedazos, no sin antes convertirse en una antorcha humana.
Ella aplaudió sin ganas mientras se escuchaban algunos gritos proveniente de mujeres y exclamaciones llenas de pintorescos insultos de parte de los hombres. -Me esperaba que se prendiera fuego y alguien fuera a apagarlo, pero el que volara en cachitos esa si es una sorpresa- El brujo era conocido por su enamoramiento que rozaba la paranoia con el fuego. -Mejor que los fuegos artificiales, definitivamente.... ¡Ahora limpien este desastre!- Grito a los cuatro vientos.
Oromë Vánadóttir
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
Go´el sonrió a su prima enseñando una hilera de dientes puntiagudos, ella controlaba la mitad de esta ciudad y si decía que no habría pelea es porque no habría pelea. De este modo el galeno volvió a cruzar la tela que separaba el baño y cambio de forma y ropa.
-Hashim no molestes a la secuaz de Oromin.
Comentó con tono jocoso el rubio que recibió un pulgar levantado, por parte de su compañero y una expresión incrédula de Nula al oír uno de tantos apelativos cariñosos que el medico le decía a la aguerrida y salvaje dragona.
-Bueeeno, tu, yo y una botella. -Dijo Gali mirando a la mujer que se quedaba con él en la tienda. -¿Quieres pasarla bien?
La mujer respondió con un gruñido de repulsión y caminó hacia el otro extremo de la carpa.
Los primos que compartían una relación más típica de hermanos que de familiares lejanos, andaban por las calles en dirección a una plaza donde se aglomeraban toda clase de razas y personas. Sin duda un manjar para la científica vista de nuestro protagonista, pero en aquel momento Go´el solo pensaba en pasar tiempo con Oromë, no solo por el tiempo que hacia que no se veian sino también porque cuando el hombre estaba junto a ella lo único que pasaba por su mente eran pensamientos cotidianos:
"Cazar aquel venado que tanto les gustaba. Encontrar el rincón perfecto donde colocar una mesa con un par de silla para observar el humeante agua de sus futuras termas. Descubrir si le seguían gustando las botas de ese cuero illidense tan suave y flexible..." En resumen, lo único que el galeno tenia en la cabeza era a su prima.
-¿Perra? -Comentó divertido el galeno cruzando los brazos y levantando una ceja. -Te han llamado muchas cosas, pero ¿Perra?
El doctor rió alegre y con un tono que parecía hasta dulce cuando escuchó la replica de su prima. El galeno imitó a Oromë y retrocedió con ella al tiempo que levantaba las dos cejas con curiosidad al ver lo que sucedía.
-Wao... ¿Esto pasa muy a menudo? el que explote la gente. -Entonces el doctor sonrió con malicia. -Oye arreba ¿Y si buscamos alguna manera de lanzar a gente al cielo y hacerlos explotar como a este? Seria un espectáculo que llegaría a oídos de todo el mundo.
Si había algo más aterrador que un Go´el apático que disfrutaba de la ciencia, ese era un Go´el con ideas derivadas de un pensamiento lleno de emociones que dejaban a un lado su parte racional y científica. El dragón humanoide era un sádico y eso no cambiaría nunca.
-¿Damos una vuelta? -Preguntó contento agarrando a su prima del brazo. -Aun no me has enseñado todos tus dominios.
-Hashim no molestes a la secuaz de Oromin.
Comentó con tono jocoso el rubio que recibió un pulgar levantado, por parte de su compañero y una expresión incrédula de Nula al oír uno de tantos apelativos cariñosos que el medico le decía a la aguerrida y salvaje dragona.
-Bueeeno, tu, yo y una botella. -Dijo Gali mirando a la mujer que se quedaba con él en la tienda. -¿Quieres pasarla bien?
La mujer respondió con un gruñido de repulsión y caminó hacia el otro extremo de la carpa.
Los primos que compartían una relación más típica de hermanos que de familiares lejanos, andaban por las calles en dirección a una plaza donde se aglomeraban toda clase de razas y personas. Sin duda un manjar para la científica vista de nuestro protagonista, pero en aquel momento Go´el solo pensaba en pasar tiempo con Oromë, no solo por el tiempo que hacia que no se veian sino también porque cuando el hombre estaba junto a ella lo único que pasaba por su mente eran pensamientos cotidianos:
"Cazar aquel venado que tanto les gustaba. Encontrar el rincón perfecto donde colocar una mesa con un par de silla para observar el humeante agua de sus futuras termas. Descubrir si le seguían gustando las botas de ese cuero illidense tan suave y flexible..." En resumen, lo único que el galeno tenia en la cabeza era a su prima.
-¿Perra? -Comentó divertido el galeno cruzando los brazos y levantando una ceja. -Te han llamado muchas cosas, pero ¿Perra?
El doctor rió alegre y con un tono que parecía hasta dulce cuando escuchó la replica de su prima. El galeno imitó a Oromë y retrocedió con ella al tiempo que levantaba las dos cejas con curiosidad al ver lo que sucedía.
-Wao... ¿Esto pasa muy a menudo? el que explote la gente. -Entonces el doctor sonrió con malicia. -Oye arreba ¿Y si buscamos alguna manera de lanzar a gente al cielo y hacerlos explotar como a este? Seria un espectáculo que llegaría a oídos de todo el mundo.
Si había algo más aterrador que un Go´el apático que disfrutaba de la ciencia, ese era un Go´el con ideas derivadas de un pensamiento lleno de emociones que dejaban a un lado su parte racional y científica. El dragón humanoide era un sádico y eso no cambiaría nunca.
-¿Damos una vuelta? -Preguntó contento agarrando a su prima del brazo. -Aun no me has enseñado todos tus dominios.
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
La sonrisa en la boca de Oromë aun se mantenía allí mientras se sujetaba del brazo de su primo con cariño y se iban caminando con parsimonia en la dirección que ella le marcaba. -En realidad, aunque no hacemos cuentas, siempre hay alguno que otro con la garganta rajada, las peleas aquí nunca faltan- Las razones de muerte en la Ciudad eran todo un popurri naciente de la imaginación del pueblo. De la única cosa de la que nunca morirían allí eran de vejez.
-Me agradan los espectáculos, pero sería un gran trabajo de lograr y ya hemos hecho un gran agujero en nuestros fondos. Pero si logras lo que te pido con la droga, ya seremos lo suficientemente llamativos como para que vengan a golpear a nuestra puerta el Ejercito, aunque probablemente pase más temprano que tarde- Se encogió de hombros mientras pasaban al gentío y el constante sonido que no paraba ni a altas horas de la noche. El murmullo lejano de hombres gritando, de mujeres gimiendo, llamando a su próximo cliente con palabras repetidas y ya tan gastadas, de viejos hablando de como era el ser un asesino en su época y que ahora nadie respetaba nada, etc etc.
-Si quieres luego podemos ir a volar un rato, una carrera como en los viejos tiempos ¿Qué dices?- Había una zona donde una mujer rechoncha cortaba verduras y otras acomodaban canastas con comida -más decente de lo que solían comer desde que llegaron- y Oromë se acercó para tomar dos manzanas de una de ellas y le arrojó una a su primo. -¿Mis dominios? Me encargo más que nada de la seguridad del pueblo y de castigar a cualquier infiltrado o espía. No es perfecto sin embargo, nos falta gente y nos sobran culpables, pero creo que tu podrías ayudar mucho con eso, a mantener a los pocos serviciales más predispuestos a no hacerme enfadar- La sonrisa amable cambio por una que la identificaba como el demonio que solía ser a veces. -Se que adoras experimentar y vaya casualidad yo tengo muchos sujetos de prueba disponibles. Podemos ir a verlos ahora y te dejaré elegir el que mas te guste- Con una de sus manos sujetaba la manzana y la llevaba a su boca, mientras que con la otra jalaba la de su primo para llevarlo a ver a los prisioneros más molestos e incontrolables, aquellos que no servían para trabajar ni aceptar la más mínima orden. De esos ella no necesitaba, y esperaba que la droga de su primo fuera un éxito para domesticarlos.
-Me agradan los espectáculos, pero sería un gran trabajo de lograr y ya hemos hecho un gran agujero en nuestros fondos. Pero si logras lo que te pido con la droga, ya seremos lo suficientemente llamativos como para que vengan a golpear a nuestra puerta el Ejercito, aunque probablemente pase más temprano que tarde- Se encogió de hombros mientras pasaban al gentío y el constante sonido que no paraba ni a altas horas de la noche. El murmullo lejano de hombres gritando, de mujeres gimiendo, llamando a su próximo cliente con palabras repetidas y ya tan gastadas, de viejos hablando de como era el ser un asesino en su época y que ahora nadie respetaba nada, etc etc.
-Si quieres luego podemos ir a volar un rato, una carrera como en los viejos tiempos ¿Qué dices?- Había una zona donde una mujer rechoncha cortaba verduras y otras acomodaban canastas con comida -más decente de lo que solían comer desde que llegaron- y Oromë se acercó para tomar dos manzanas de una de ellas y le arrojó una a su primo. -¿Mis dominios? Me encargo más que nada de la seguridad del pueblo y de castigar a cualquier infiltrado o espía. No es perfecto sin embargo, nos falta gente y nos sobran culpables, pero creo que tu podrías ayudar mucho con eso, a mantener a los pocos serviciales más predispuestos a no hacerme enfadar- La sonrisa amable cambio por una que la identificaba como el demonio que solía ser a veces. -Se que adoras experimentar y vaya casualidad yo tengo muchos sujetos de prueba disponibles. Podemos ir a verlos ahora y te dejaré elegir el que mas te guste- Con una de sus manos sujetaba la manzana y la llevaba a su boca, mientras que con la otra jalaba la de su primo para llevarlo a ver a los prisioneros más molestos e incontrolables, aquellos que no servían para trabajar ni aceptar la más mínima orden. De esos ella no necesitaba, y esperaba que la droga de su primo fuera un éxito para domesticarlos.
Oromë Vánadóttir
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
El científico abrió los ojos y miró a su prima haciéndose el sorprendido.
-¿Estas de broma? Claro que quiero ir a volar esas cosas ni se preguntan. Prepárate para morder el polvo blanquita.
La lista de cosas que el dragón disfrutaba hacer cuando dejaba al lado la medicina era muy corta y entre esas pocas cosas se encontraba una que decía: "Hacer que mi arreba pierda los papeles en competiciones."
Go´el se llevó la manzana a la boca y escuchó en silencio a su prima sin que la sonrisa aniñada se le borrara entre bocado y bocado. Sonrisa que fue cambiando a una muy siniestra y amplia ante el regalo que Oromë le ofrecía.
Era evidente el poco o nulo interés que la gente tenia en los reos, por lo visto no merecían estar dentro de una jaula. Los sujetos estaban sentados de rodilla en el barro con las manos y los tobillos atados a un poste por detrás de la espalda. Había un jugoso numero para elegir, ¡Eran tantos que Go´el no sabia cual quería primero! mujeres, hombres incluso algún niño. Entonces el rubio levantó la cabeza al ver que uno de los postes estaba vacío y se percató de que si tenían enjaulado a alguien, a simple vista se trataba de un humano de avanzada edad, desnutrido y sin fuerzas para seguir viviendo. La jaula mantenía de pie al preso gracias a su contorno con forma humana y el interior poseía gruesos pinchos que apuntaban hacia dentro.
-Arreba ¿Que raza es y que a hecho? -El galeno esperó la respuesta frotando sus manos con impaciencia. -Lo quiero, quiero ese el primero. Cuando termine con él vendré a por más. -Se relamió los dientes con locura y mordió su labio menor con excitación. -Hay tantas cosas que quiero saber de un licantropo.
-¿Estas de broma? Claro que quiero ir a volar esas cosas ni se preguntan. Prepárate para morder el polvo blanquita.
La lista de cosas que el dragón disfrutaba hacer cuando dejaba al lado la medicina era muy corta y entre esas pocas cosas se encontraba una que decía: "Hacer que mi arreba pierda los papeles en competiciones."
Go´el se llevó la manzana a la boca y escuchó en silencio a su prima sin que la sonrisa aniñada se le borrara entre bocado y bocado. Sonrisa que fue cambiando a una muy siniestra y amplia ante el regalo que Oromë le ofrecía.
Era evidente el poco o nulo interés que la gente tenia en los reos, por lo visto no merecían estar dentro de una jaula. Los sujetos estaban sentados de rodilla en el barro con las manos y los tobillos atados a un poste por detrás de la espalda. Había un jugoso numero para elegir, ¡Eran tantos que Go´el no sabia cual quería primero! mujeres, hombres incluso algún niño. Entonces el rubio levantó la cabeza al ver que uno de los postes estaba vacío y se percató de que si tenían enjaulado a alguien, a simple vista se trataba de un humano de avanzada edad, desnutrido y sin fuerzas para seguir viviendo. La jaula mantenía de pie al preso gracias a su contorno con forma humana y el interior poseía gruesos pinchos que apuntaban hacia dentro.
-Arreba ¿Que raza es y que a hecho? -El galeno esperó la respuesta frotando sus manos con impaciencia. -Lo quiero, quiero ese el primero. Cuando termine con él vendré a por más. -Se relamió los dientes con locura y mordió su labio menor con excitación. -Hay tantas cosas que quiero saber de un licantropo.
Go'el
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Re: La ciencia llega a la ciudad [Privado] [Cerrado]
Ella soltó una enorme carcajada mientras se paraba frente a los reos. Los miraba sin una pizca de interés o pena, los observaba como si los estudiara o fueran simples insectos que un niño podría pisar por simple diversión. Si al menos trabajaran o no desearan imponerse sobre las ordenes de Lazid, de ella y los de Matt posiblemente servirían para algo.
Ciertamente la llegada de su primo y lo que haría con ellos iría de boca en boca y sería suficiente para amedrentar a algunos cuantos o al menos eso esperaba. De todas formas procuraría mantener el flujo de personas que le daría a su anaia a algo que fuera aceptable y no simplemente una carnicería del todo innecesaria.
-Ah él, ya sabía yo que te gustaría. Es un licantropo que estuvo comiéndose a un par de prostitutas. A Matt no le agradó y lo mandó a matar pero creo que esto es mucho mejor que una rápida e indolora muerte- Sonrió con flojera mientras arrojaba detrás de ella el corazón de la manzana. Luego se acercó a uno de los hombres que se encargaba de vigilar a los presos y le dijo unas cuantas palabras para luego regresar con su primo.
-Hecho, lo noquearan primero pues aún esta muy consciente y pondrá mucha resistencia. Perdí unos cuantos ayudantes por culpa de aquel infeliz, así que puedes hacerle lo que te plazca pero que no sea rápido- Detrás de ellos se podía ver como algunos preparaban látigos y hasta martillos para golpear al licantropo sin piedad. -No creo que tenga fuerzas para cambiar de forma así que puede que te sea algo aburrido pues ahora mismo no es más que solo un hombre pero ya tu veras que es lo que logras- Se encogió de hombros y el nuevo sonido de gemidos y golpes ocultó perfectamente las demás voces de la ciudad, pero no detuvo a nadie de seguir haciendo lo suyo. Otro normal día en Ciudad Lagarto, definitivamente.
Ciertamente la llegada de su primo y lo que haría con ellos iría de boca en boca y sería suficiente para amedrentar a algunos cuantos o al menos eso esperaba. De todas formas procuraría mantener el flujo de personas que le daría a su anaia a algo que fuera aceptable y no simplemente una carnicería del todo innecesaria.
-Ah él, ya sabía yo que te gustaría. Es un licantropo que estuvo comiéndose a un par de prostitutas. A Matt no le agradó y lo mandó a matar pero creo que esto es mucho mejor que una rápida e indolora muerte- Sonrió con flojera mientras arrojaba detrás de ella el corazón de la manzana. Luego se acercó a uno de los hombres que se encargaba de vigilar a los presos y le dijo unas cuantas palabras para luego regresar con su primo.
-Hecho, lo noquearan primero pues aún esta muy consciente y pondrá mucha resistencia. Perdí unos cuantos ayudantes por culpa de aquel infeliz, así que puedes hacerle lo que te plazca pero que no sea rápido- Detrás de ellos se podía ver como algunos preparaban látigos y hasta martillos para golpear al licantropo sin piedad. -No creo que tenga fuerzas para cambiar de forma así que puede que te sea algo aburrido pues ahora mismo no es más que solo un hombre pero ya tu veras que es lo que logras- Se encogió de hombros y el nuevo sonido de gemidos y golpes ocultó perfectamente las demás voces de la ciudad, pero no detuvo a nadie de seguir haciendo lo suyo. Otro normal día en Ciudad Lagarto, definitivamente.
Oromë Vánadóttir
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