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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

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Mensaje  Fehu Dom Oct 13 2024, 13:59

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El vampiro contraataca


Los últimos rayos del atardecer tornaban anaranjado el mar al oeste de Sacrestic Ville cuando Eloísa Conco sobrevoló las cercanías de la villa que no había vuelto a pisar desde la llegada de los humanos. De todos los días para que se despejara la omnipresente niebla del oeste, los ancestros tenían que escoger aquel en que el pequeño ejército de D’Orlind Ûr alcanzaba por fin su destino.

En fin, los habrían detectado igualmente y, si Amanda había logrado convencer a la guardia de que el verdadero peligro venía de la mano de esa tal Oneca y su banda de exaltados, ni siquiera tendrían que enfrentarse a los humanos.

De todas formas, habría que esperar a que anocheciera por completo para aproximarse con todo el grupo, a juzgar por el cúmulo de guardias que se había congregado en la puerta del Alba y las miradas recelosas que dirigían al cielo al verla planear sobre la ciudad.

Eloísa dio una última vuelta de reconocimiento antes virar de nuevo de regreso al grupo principal. Toda la situación le daba mala espina. Apenas habían tenido noticias de Amanda y de la situación en Sacrestic desde que se marchara de D’Orlind. Además, su propio grupo se había retrasado en la partida por investigar una inexplicable explosión que había dejado un gran cráter un par de días al sur de la nueva antigua ciudad.

Y para colmo, habían descubierto aquella misma mañana que el campamento de la guardia humana, normalmente apostado en la ribera oeste del Tymer, avanzaba a marchas forzadas por la Vía de los Sacrílegos. Si Amanda no conseguía que les abrieran las puertas antes de que los soldados llegaran a la villa cerrándoles la retaguardia, podían acabar en serios problemas.

Por desgracia, Amanda no había tenido mucha suerte en ese cometido. Había regresado a una ciudad polarizada, con una población hastiada y ansiosa de agarrarse a las promesas de gloria que la gente de Oneca había ido repartiendo en las sombras y una guardia predispuesta a la sospecha ante cualquier individuo de su raza, debido, sin duda, al efecto de esos mismos susurros entre las sombras.

Aquel anochecer, en un último y desesperado intento de reunir algún tipo de resistencia a los movimientos de su rival, había convocado a todos aquellos en quienes aún confiaba en la Posada de la Luna. El mensaje se había transmitido de boca a oído, solo amigos, amigos de amigos, gente de confianza, gente que quería recuperar el Sacrestic libre y plural que habían conocido antes de la llegada de los sureños y la consecuente radicalización de sus pobladores.

En la Iglesia de Cristo, también se celebraría una reunión al anochecer, pues su excelso líder, San Jacobo de Beckelard III, había convocado su habitual misa de medianoche algo más temprano de lo habitual. Solo los más entendidos conocían la razón de aquel adelanto. Entendidos como los Vrykolakas, o los Stocker, que celebraban su propio encuentro, un desayuno informal, en la mansión de los primeros, en el Barrio Alto.

Pero no solo los entendidos sabían que algo estaba apunto de suceder. Los susurros se extendían por todos los rincones de la villa, la población estaba inquieta y la guardia, preocupada por los rumores, así como por el espontáneo grupo de hombres-bestia que se aproximaba desde el sur, había doblado las guardias aquella noche. Aunque intentaban mantener la normalidad para no alarmar aún más a la población, el cuartel estaba en alerta máxima.


__________________


Te doy la bienvenida, mortal, a este evento en el que, para bien o para mal, se decidirá el destino de Sacrestic Ville de cara a los meses, quizá años venideros. Pero antes de explicar los objetivos de este tema, te dejo unas notas aclaratorias sobre el evento que conviene tener en cuenta:

  • Los acontecimientos narrados en este tema suceden de manera más o menos simultánea respecto a los de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], por lo que te aconsejo que leas bien los dos antes de postear, ya que tu PJ solo podrá participar en uno de ellos.

  • Si tienes varias cuentas, puedes participar en el evento con más de un PJ, pero no en el mismo tema, con lo que, si tienes más de dos, también te toca elegir.

  • Para participar en el evento, necesitas tener ficha de PJ y ficha de Habilidades aprobadas en el momento de cerrar la primera ronda. No hay límite de plazas, por lo que no voy a exigir un mínimo de posts.

  • Si uno o ambos temas quedaran vacantes, el desarrollo de los acontecimientos seguirá su curso con ayuda de las runas.

  • Salvo que se indique expresamente lo contrario, no será necesario respetar orden de posteo.

  • En tu primer post, deberás añadir en off rol el inventario con el que contará tu personaje/s durante este tema.

  • El ritmo de posteo durante el evento será de aproximadamente un turno cada 8-10 días y la duración prevista de unas 5-6 rondas, pero podría alargarse un poco más según cómo se desarrollen los acontecimientos (ya sabemos cómo se ponen a veces estos eventos multitudinarios).

  • Si, por alguna razón, no llegas a postear a tiempo en una ronda (incluida la primera), puedes incorporarte en la siguiente, pero dos rondas seguidas sin postear podrían suponer que te acaben arrastrando los acontecimientos. Tenlo en cuenta si te decides a entrar, ya que:

  • Tu PJ y/o Acompañante puede salir de aquí con una maldición (aunque no acabes el evento).

  • La recompensa base por participar será de 5 px y 100 aeros, pudiendo llegar a 15 px y 300 aeros en función de tu desempeño. También habrá obsequios máster y puede que otras sorpresas.

  • El plazo para participar en la primera ronda será hasta el martes 22 de octubre (incluido).


NOTA IMPORTANTE SOBRE ILUMINACIÓN:

Este tema transcurre durante la noche. En un arranque de generosidad, he decidido que no será una noche de niebla, pero los intervalos de nubes y claros harán de la luna creciente un foco de iluminación no demasiado fiable.

Dentro de la ciudad, la guardia se ha esforzado por mantener iluminadas con antorchas las calles principales, especialmente en las zonas residenciales (barrios Alto y Gótico), el barrio del Corazón (donde puedes encontrar algunas lámparas arcanas en las zonas más céntricas) y el barrio de los Gremios. Pero a medida que te adentras en las calles secundarias, especialmente en los barrios Oscuro y Dorado, tendrás que valerte de tus propios recursos para orientarte en la oscuridad.

Puedes ver un plano de la ciudad [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].

EN ESTE TEMA:

Nos moveremos entre las sombras de Sacrestic Ville (o fuera, si vienes con la gente de D’Orlind y no consigues entrar), una ciudad inquieta donde, en esta inestable noche, cualquier cosa podría pasar. Esta noche, la ciudad entera (y sus afueras) se convertirá en campo de combate. Que el combate consista en la toma discreta de un puñado de objetivos estratégicos o una auténtica batalla campal depende de ustedes.

A lo largo del tema, iré sugiriendo posibles objetivos, incluso puede que te nombre personalmente (a ti o a tu acompañante). Sin embargo, eres libre de seguir tu propio camino (ateniéndote a las consecuencias, claro), ya sea apoyando a alguno de los bandos en conflicto o, simplemente, tratando sobrevivir al mismo, en solitario o formando subtramas con otros PJs.

Si tienes PNJs en la zona que consideres que encajan con la trama, eres libre de introducirlos para enriquecer tu intervención, ahora o en cualquier momento, pero ten en cuenta que haré uso de ellos si lo considero oportuno (no los mataré, ni permitiré que se los mate, sin tu consentimiento). Ojo, algunos PNJs están bien para enriquecer la trama, pero no te vayas a sacar de la manga un ejército apoyando tu causa, que nos conocemos.

enlaces de interés:

TU OBJETIVO EN ESTA RONDA:

Esta es una ronda principalmente introductoria. Me interesa saber dónde está tu personaje: dentro o fuera de la ciudad y, si está dentro, más o menos en qué zona (tienes un enlace a un plano de Sacresic más arriba); cómo ha llegado allí, en qué estado se encuentra, qué intenciones tiene… Y no me vendría mal una pista con respecto a su posición en relación con la política local, si tiene alguna (puedes indicármelo por MP si no quieres que sea algo de conocimiento público).

Como ves, hay algunas reuniones previstas para esta noche. Si decides acudir a una de ellas, recibirás más datos en la próxima ronda. Y, por supuesto, también puedes convocar tu propia reunión.
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Fehu
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Cohen Dom Oct 13 2024, 17:50

AVISO: Presencia de 2 Cohen en el rol:
Durante las noches anteriores, los rumores sobre el inminente conflicto aumentaron y la ciudad se convirtió en un hervidero tenso de grandes silencios, aunque con miradas de miedo y amenaza.

Cohen comenzó la noche en el Jardín Botánico. Amanda Bradbury les había citado en la Posada de la Luna y enseguida dirigirían los pasos hacia allí. Pero en aquel momento, le angustiaba la idea de dejar a Isabella sola.

La joven unía su destino a la Rosanera que, llegando la época de lluvias, se veía obligada a permanecer en el exterior si quería seguir respirando con normalidad.

―Cohen, el Jardín está bastante apartado. ¿No crees que estás siendo exagerado?

La joven parricida había demostrado una gran astucia para salir de situaciones difíciles. Pero una guerra en la ciudad y tan numerosos peligros podrían hacer que aquella fuera su última noche.

―Cierra los portones y la cancela. Los muros de piedra que rodean el jardín son altos… estaré bien. Además, una jovencita cómo yo... soy insignificante.

El vampiro los había escalado en varias ocasiones. Por no decir que quedaba a la voluntad de aquellos que podían volar. Sin embargo, sin ánimo de preocupar más a la joven, que fingía no estar nerviosa, aunque claramente lo estaba, Cohen asintió, dejando a solas a Isabella.

Tras cerrar los portones y la cancela de entrada, con la compañía de Peter y Betis, pusieron rumbo hacia la Posada de la Luna. Tomaron calles secundarias que atajaran el camino al mínimo tiempo posible y caminaban en silencio, expectantes y temerosos de cualquier sonido que sonaba a su alrededor.

―Debiste quedarte con Isabella. No me siento bien habiéndola dejado sola.

Peter mantuvo el silencio a su lado, sin añadir una respuesta, quizás temeroso de iniciar una conversación que no llevaría a nada. Amanda les necesitaba a ambos allí.

Al torcer una de las esquinas entre dos calles, se encontraron a una figura oscura en mitad de la vía. Cohen tardó unos segundos en reconocer a Zana, su antigua mentora.

Peter llevó su mano a la empuñadura de su espada, aunque Cohen le hizo un gesto para que no mostrara el arma. Quizás temeroso de que alguien más en las sombras considerara aquel gesto cómo una amenaza.

―Has elegido un buen momento para un reencuentro, Zana. ¿Se puede saber qué quieres?

Cohen la conocía lo suficiente para saber que aquel encontronazo no era algo casual. La vampiresa siempre tenía sus propios planes.

―El Ojo Carmesí desea volver a reencontrase contigo. Dejemos que esta guerra pase y…
―¿El Ojo Carmesí?― preguntó Peter, con extrañeza y seguridad.
―Pensé que le habías hablado a tu amante de eso… ¡Ups! ¡Me temo que acabo de meter la pata!
―Seguro que lo has hecho sin querer… Ya hablaremos de eso, Peter. Ahora Zana, si nos permites…
―Vigila tu espalda esta noche, Nikolas Cohen. No quiero que nada te pase…

Tras esa inquietante frase, mezcla entre desconcertante augurio y amenaza sutil, Zana desapareció por un pequeño y estrecho callejón, perdiéndose en la oscuridad.

―Creí que Zana había muerto. ¿No la habías visto morir?
―Es una larga historia.
―Parece una auténtica hija de puta.
―Lo es… Sigamos, Amanda debe estar esperándonos…
―¿No vas a contarme nada?
―Lo haré. Pero ahora... no es el momento.


_____________________________________

Victor Krane se encontraba en la antigua imprenta, en uno de los pisos superiores, en la periferia del Barrio Oscuro. Ni siquiera los rumores de aquella guerra inminente le habían impedido drogarse y estaba en un estado de semiinconsciencia debido a los efectos de la Evasión. Había estado dormitando durante todo el día y salvo que la guerra entrara en aquel edificio, estaba decidido a no salir de él.

Tenía la cantidad de Evasión suficiente cómo para permanecer en ese estado durante los próximos tres días. Su aspecto era deplorable: un cuerpo muy delgado, un rostro cada vez más esquelético y unas ojeras oscuras por la evidente falta de sueño profundo. Cerraba los ojos, descansando la vista, su mente fluía y le mantenía alejado del dolor y las complicaciones, pero no podía dormir.

Rara vez se acordaba de alimentarse, por lo que el peso de su cuerpo disminuía cada vez más y su salud empeoraba por momentos. Por lo que si terminaba muriendo aquella noche, finalmente pondría fin a una vida de miserable existencia.

Al menos esperaba que los incompetentes Guardias de la ciudad hubieran mandado cerrar las puertas del Barrio. Las puertas blanca, roja y negra podrían dar cierta seguridad a aquella zona, aislándose del resto. Pero no sabía si los soldados humanos estaban por la labor de proteger al barrio de los adictos.


_____________________________________

En el sureste de Sacrestic Ville, en el Barrio Dorado, el Pequeño Billy se dirigía a la Puerta del Alba. Allí parecían haberse congregado un pequeño grupo de soldado. Su negocio, Eterno Deseo, se encontraba cerrado, pues sus clientes no estaban de ánimo para los placeres que allí se ofrecían. Al parecer, la tensión era demasiado para mantener erectas sus pollas. Lo que parecían no haber concebido era que, quizás, después de aquella noche, no volverían a echar un polvo.

Caminó por la muralla exterior, acercándose a la entrada principal de la ciudad con cierta cautela. La luz de la luna era escasa y aquel barrio siempre estaba poco iluminado. Había demasiados intereses implicados para que sus calles fueran oscuras y caminar con un farol hubiera sido demasiado llamativo. Por lo que andaba lento, aferrándose con su mano, hasta que llegó finalmente a la Avenida de la Sed.

Apenas unos pocos puestos de aquella calle continuaban operativos y el joven Billy decidió comprar una manzana, mientras observaba con detenimiento a todos los que pasaban por allí.


_____________________________________

En el interior de la Iglesia de Cristo de Sacrestic Ville, el Nikolas Cohen original esperaba en la puerta de la Iglesia la llegada de Zana.

Ambos habían tomado bando rápidamente. Oneca les ofrecía mayores ventajas y su alianza con los miembros de la Iglesia de Cristo hacía de la Iglesia un lugar seguro dónde reunirse, a escasos momentos de que todo comenzara a complicarse.

Zana apareció poco después, con una sonrisa en los labios. Nikolas supo de momento que había planeado algo y que esto le había salido bien, pues su sonrisa de satisfacción parecía plena.

―He visto a tu copia. Él y su humano van camino a reunirse con Amanda.
―Aún no entiendo cómo ese bastardo puede haber tomado bando con la Bradbury. Se supone que es cómo yo…
―Sus vivencias han sido distintas. Además, él tiene a ese chulazo…
―Ya… ¿te ha comentado algo de si ha experimentado ya visiones?
―No ha hecho falta. Lo he visto en sus ojos. ¿Qué piensas hacer? ¿Vas a mandarle a encerrar como a la anterior copia o vas a matarle… como a la anterior copia? ¿Vas a dejar que la locura le llegue y le perturbe?
―Con un poco de suerte, esta noche dejará de ser un problema. ¿Entramos? La misa debe estar a punto de terminar…


_____________________________________

Tras caminar por varias callejuelas más, Cohen y Peter terminaron llegando hasta los alrededores de la Posada de la Luna. Al pasar cerca del cuartel, Peter se quedó observando la escena.

―Hay más gente afuera de lo habitual.
―No me extraña nada…

Peter que conocía a la perfección la rutina y el comportamiento de los soldados, a los que él mismo había liderado durante casi dos años, sabía lo que decía.

―¿Sigues queriendo echarles de la ciudad?
―Nuestra mayor amenaza ahora son los vampiros radicales. Si conseguimos vencerles, más nos vale expulsarles luego a ellos. Sólo así podremos vivir en paz.
―¿Y si no? ¿Y si los radicales ganan?
―Sólo nos quedará el exilio entonces… puede que Akanke nos deje asentarnos en el Templo de los Monos. O nos buscaremos una casa, en un lugar apartado, dónde podamos vivir tranquilos y en paz.
―¿Acaso la tranquilidad existe?

En ese momento, llegaron a la entrada de la Posada de la Luna. Cohen se giró sobre sí mismo y poniendo sus pies de puntillas, llegó a situarse cerca de la boca del humano, que atrajo hacia la suya.

―Será una noche larga― dijo tras separar los labios.

Entraron en el interior de la Posada de la Luna, seguidos de Betis. Cohen vio algunas caras conocidas, pero sin duda, a quién más se sorprendió de ver allí era a Sasha, el líder del Ojo Carmesí, que enseguida se percató de su presencia. Se mantuvieron la mirada durante unos segundos y el vampiro se preguntó si aquel hombre era un aliado o un espía…


_____________________________________

RESUMEN IDEAS POLÍTICAS DE COHEN:

UBICACIÓN DE MIS PERSONAJES AL FINAL DE ESTE POST:

INVENTARIO QUE PORTA COHEN:


Última edición por Cohen el Dom Oct 20 2024, 23:28, editado 2 veces (Razón : explicación de los 2 Cohen en el tema)
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Zelas Hazelmere Mar Oct 15 2024, 04:36

En una de las tantas posadas del barrio corazón, encerrado en una habitación desde que había llegado el día anterior, Zelas Hazelmere caminaba desde un extremo de la habitación hacia el otro, ansioso e impaciente, repasando su equipamiento y asegurándose que todo estuviera en su sitio.

-Ya cálmate que me vas a poner nerviosa a mi- diría Xana quien estaba recostada sobre la cama, también ansiosa, pero menos impaciente que Zelas.

-Oye, ¿Rauko esta bien?, ya lleva un buen rato en la letrina- preguntaría el no-elfo sin dejar de caminar.

-Ni idea, dale su tiempo ya saldrá- le respondería Xana mientras seguía mirando al pecho.

-¿Me recuerdas a quien estamos esperando?- preguntaría otra vez el rubio, el cual al fin había encontrado algo que hacer, al llenar una inyección con una de las pociones que le había comprado a Reike.

-Ya te dije que...- unos golpes en la puerta le interrumpieron lo que estaba diciendo -Creo que querrás abrir la puerta- diría sonriendo.

El rubio alzaría una ceja -Se supone que estoy muerto recuerdas- le respondería, mas al notar que Xana no se movería y que le seguían dando golpes a la puerta, Zelas resignado se acerco a la puerta y al abrirla vio a dos personas que no esperaba allí.

Dos mujeres que se le abalanzaron y le tumbaron, una de ellas lloraba desconsolada mientras la otra trataba de contener las lagrimas.

-A pesar que Xana nos aviso que ya habías vuelto a la vida, ella no lo iba a creer hasta que te viera- Diría Azalie, quien tenia los ojos llorosos.

-Estaba tan triste *buaaaa* después de que nos ayudaste *snifsnif* y lo de tu familia- Eve trataba de hablar y llorar a la vez.

-Esta bien... Lamento no haberme puesto en contacto antes...- se disculparía el rubio.

Los tres se pondrían de pie al momento que veían a Xana quien también se había puesto de pie -Todos los que estamos en esta habitación fuimos utilizados y engañados por el mismo individuo, sabemos del daño que puede causar y por lo mismo tenemos que detenerlo- las palabras de Xana hicieron que todos recuperaran la seriedad, Azalie y Eve habían sufrido de primera mano la crueldad que Wolfgang era capaz de infligir con su poder.

-Vamos a acabar con el, pero no dejemos que la venganza nuble nuestro juicio, no quiero que nadie caiga por la mano de un amigo- indicaría Zelas tratando de despejar su mente de los escenarios que se comenzaban a armar en su cabeza.
____________________________________________
OFF: Ocupo a Xana con permiso de Rauko.

Posición política de Zelas:

Eve 2.0:

Azalie 2.0:

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Akanke Miér Oct 16 2024, 16:18

Akanke yacía sobre su costado, al lado de Sein, ligeramente acurrucada y muy pegada a él, casi sin dejar espacio entre sus cuerpos, con la cabeza apoyada en su pecho; un brazo de él envolvía su espalda, abrazándola de manera protectora. El nortino tenía los ojos cerrados y respiraba pausadamente, relajado, descansando la cabeza sobre la almohada, esta se inclinaba hacia adelante, buscando el contacto de su rostro con ella. Las piernas de ambos estaban entrelazadas, haciendo de sus cuerpos desnudos prácticamente uno.

Cubrían sus cuerpos de la cintura hacia abajo con una manta, buscando refrescar sus cuerpos acalorados y sudorosos aún. Las mieles del placer aún estremecían a Akanke, quien recorría con la yema de sus dedos el pecho de Sein, a contrapelo, jugando a cambiar la forma de las tenues manchas que él tenía en su pelaje. Se hallaban dentro de su tienda, iluminada con la tenue luz que emanaban los ramilletes de mil lágrimas que ambos habían llevado consigo de esa extraña cena. Akanke sonrió con picardía recordándola, especialmente el postre.

-Aún nos quedando postre de bolitas dulces- dijo ella en voz baja, imprimiéndole a aquella frase evidente malicia y la intención de repetir el delicioso acto que habían culminado momentos atrás. Risas cómplices sonaron entre ellos antes de entregarse mutuamente en un lento y profundo beso cargado del fuerte deseo que sentían el uno por el otro. Se apretaron uno contra el otro, aún más de lo que ya estaban. Al detenerse, se miraron y en sus ojos se podía ver la fuerza del sentimiento que los unía. Akanke amaba a Sein con todas las fuerzas que poseían su cuerpo, mente y espíritu.

El beso terminó, pero ellos se quedaron con los rostros pegados y sus labios rozando –Postre siendo para después, ¿verdad? Cuando terminando esta misión y andando a Templo- añadió después de un breve silencio. Pero su voz en susurro había cambiado de tono y ya no sonaba juguetona, se podía percibir su preocupación y angustia frente a la realidad que tendrían que enfrentar una vez salieran de aquella pequeña tienda que los cobijaba.

A momentos se arrepentía de haber decidido ayudar a Cohen en su conflicto entre vampiros. Ella no conocía a Amanda Bradbury, Sacrestic Ville era un lugar que ella despreciaba y los conflictos de la llamada “raza maldita” eran ajenos y lejanos para el Templo.

Deseaba fervientemente llevar a Sein allí y presentarlo a su gente, que él y los suyos se integraran para convertirse todos juntos en un pueblo aún más fuerte. Pero, sobre todo, para formar un hogar con aquel hombre que la buena ventura le puso en el camino para darle más felicidad de la que había sentido antes.

Sin embargo, sabía que tenía una gran responsabilidad y el peso de procurar el bienestar del Templo y su gente; si dejaba al azar el destino de los reinos del oeste, las consecuencias podían golpear duramente a los hombres bestia y, eventual e irrefrenablemente, afectar al Templo.

Miró con tristeza a Sein, sin poder evitar la sensación de presión en el pecho –Tú y yo iremos al Templo, juntos, cuando todo termine- aseguró, como un juramento.

***

Acampaban en el bosque, pues la ciudad era un entorno ajeno para ambos, acostumbrados como estaban a la vida tribal y conectada con la naturaleza, para Akanke, particularmente, era desagradable e incómodo habitar esos espacios urbanos, especialmente si se trataba de Sacrestic Ville.

Además, quedarse fuera era importante, pues esperaban a los guerreros del Templo; una veintena de hombres y mujeres, bestiales y licántropos, que comprendieron la importancia de aquella misión y esperaban que, con su intervención, la balanza se inclinara hacia el lado de la libertad de las razas y la paz entre ellas. También esperaban a alguien muy importante para Sein, una persona de la que él hablaba a menudo con mucho cariño y admiración. Akanke tenía mucha curiosidad por conocerla.

La comitiva del Templo debía llegar aquella noche, cuando también estaba previsto que llegara la de D’Orlind Ûr, pero se habían retrasado, causando aún más preocupación y ansiedad en la Sacerdotisa, quien se había quedado afuera de la ciudad. –Siendo sospechoso que tanta gente entrando junta en Sacrestic- meditó Akanke, pensando en la mejor estrategia para ingresar en la ciudad.

Sentía que tenían una gran desventaja, pues ellos no conocían la ciudad, ni las trampas que allí podrían esconderse. Eso, sin contar que el estilo de lucha que ellos manejaban se potenciaba en entornos naturales, no en los urbanos.

Respiró hondo, tratando de calmar las ansias.

Postura política de Akanke:
Ubicación de Akanke:
Inventario de Akanke:
Akanke
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Akanke
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Sein Isånd Jue Oct 17 2024, 01:25

Sin que ella lo viera, cambió la forma relajada de sus labios por una ligera curva lasciva al recordar un detalle que tuvo lugar hacía escasos minutos. Aún veía frente a él su mirada, ardiente no solo por el color de sus iris sino por otras cosas. Cosas que, al igual que le hacían sonreír de esa manera, le inyectaban en el corazón una calma tan profunda, tan desbordante... Así se sentía, enredando los rizos de ella entre sus dedos tal y como sentía que se enredaban sus almas. No recordaba haber tenido nunca pensamientos tan trascendentes con respecto a otra persona.

Sus pies jugueteaban despacio con los de Akanke bajo la fina manta cuando ella, incansable, mencionó las bolitas dulces. Estaba seguro de que, con la cabeza tan pegada a su pecho como lo estaba, habría escuchado cómo esa frase suya le había intensificado los latidos. No se sintió avergonzado por ello; su corazón se estaba comunicando por él y encontró poesía y humor en ello. En consecuencia soltó una suave risita.

- ¿Sabes? Quiero decirte algo pero no quiero que pienses siempre en ello - logró decir, titubeando entre algunas palabras. Y justo por eso vio la ironía en lo que iba decirle. - No se dice "nos quedando postre", se dice "nos queda postre" - explicó con cautela. - Pero no pienses siempre en eso - repitió. De pronto se había colocado en una encrucijada entre el deseo por enseñar algo útil a alguien a quien amaba y el otro deseo, el de no hacerle perder parte de su encantadora esencia.

Las enseñanzas, sin embargo, pasaron a un segundo, o quizá, vigésimo plano cuando ella se giró para plantar en él ese beso intenso. Ese beso tuvo algo especial. En él se imprimía el peso del amor, de la pasión, de la ternura y del miedo. Esto último porque ambos tenían muy claro dónde estaban y por qué. Una tierra a punto de ver a su gente morir a manos de ellos mismos, vidas que se sacrificarían por ideas, ideas que nada tienen que ver con los cuerpos físicos pero que aún así acabarían con estos. También encontró ironía en eso. Como si se leyeran la mente, Akanke expresó su preocupación tras besarlo mencionando que esos postres serían para después de la misión.

- Akanke - comenzó contestando en voz baja, pero con tal determinación en su voz que incluso consiguió calmarse a sí mismo. - Para después no será solo postre. Será todo - colocó sus manos rodeando el rostro de ella y lo sostuvo cariñosamente. - Viaje a templo, traslado de Isklør y Stala a templo... sexo en templo de majestuosa sacerdotisa Akanke Benk'os - en ese momento una de sus manos ya se había movido hacia su barbilla y la sostenía entre el índice y el pulgar para que levantara su rostro con orgullo. - ¿Conoces esa mujer? Es muy poderosa y bella, a mí me gustaría conocer, sí - continuó en tono de broma picarona para rebajar la tensión. Y luego la besó de nuevo, pero este beso ya no cargaba con el miedo de antes.

[...]

Al final, decidieron caminar.

Llegaron con el sol raso a su derecha adonde descansaba el ejército de D'Orlind Ûr, algo cansados por cargar con la tienda y con todo lo que llevaban para hacer frente al conflicto. El hombre-felino se apartó como pudo la armadura de cuero para dejar ver su pelaje de leopardo del pecho. - ¿Está Eloísa? - preguntó desde lejos pero no muy alto, sabedor de que sus hermanos de raza lo escucharían bien. Algunos se miraron entre ellos y, al final, le dieron la negativa. Si la gente de su tribu había llegado, era ella la que tenía que saberlo. Al acercarse a los guerreros de la ciudad sagrada los saludó con gran respeto y con su tótem en la mano.

La pareja estaba descargando todo su equipo junto a un árbol mientras Sein reflexionaba sobre algo que había dicho Akanke. Sí que podía ser sospechoso que toda esa gente entrara de golpe a la villa, aunque quizá en un primer momento no consideraran al gran grupo como una amenaza directa, ni hubiera intenciones de atacar de ninguna de las partes. Sea lo que fuere, pensó que un grupo tan grande podría haber llamado ya la atención de alguien que quizá hubiera avisado a la guardia de allí, por lo que era inteligente en todo caso descartar el factor sorpresa. Si los líderes de la tropa querían sorprender, quizá debían pensar en hacerlo de otras maneras. Varias ideas pasaron por su cabeza de depredador líder cuando de repente algo se abalanzó sobre su espalda. Era obvio. Esa forma de atacar era la de su hermana. - ¡MOA! - gritó de emoción mientras trataba de zafarse de su presa. Esas ideas iban a tener que esperar, pero los líderes debían saberlas. *

- Hermanito, estás perdiendo reflejos - advertía a su hermano despiadada, sin dejar que se librara de ella. Pero Sein le supo hacer entender rápido quién era el chamán de los dos. Escurrió su brazo entre los de Moa y cargó con su peso hacia adelante en una llave para acabar cayendo sobre ella. - Tú estás perdiendo reflejos - le advirtió con su garganta en la mano. Algunos espectadores comenzaron a gritar, gruñir y aullar bien de alegría o bien alentando a que se pelearan. Poco después se pusieron de pie y se abrazaron como nunca antes lo habían hecho. *

- Hueles a mujer - afirmó inquisidora cuando se separaron, con una seriedad que había casi borrado la alegría de su rostro. A Sein no le cabían esas intrigas ahora en la cabeza, pues seguía sonriendo como un tonto por haberse reencontrado con su hermana tras duros meses de haber abandonado a su tribu. Aunque sí era verdad que Akanke había hecho de esos meses un período mucho menos hosco. Con las manos en los hombros de su hermana, trató de quitarle hierro al asunto.

- Sabes que mujeres me aman, Moa - bromeó. Sabía lo duramente protectora que podía llegar a ser con él, y no quería empezar ya con esas tensiones. Pero, al mismo tiempo, sentía la necesidad, y ahora la presión, de presentarle a Akanke. - De corazón, tranquila. Somos felices. Muy, muy felices. No jodas ya - insistió susurrando, con la mano en el pecho. - Moa, Akanke. Akanke, Moa - las presentó habiéndose girado para estar entre ellas dos, viendo ahora atemorizado cómo su hermana observaba de arriba a abajo a su amada. Su cara era un cuadro de juicio, sobre todo, pero Sein pudo notar pinceladas de desprecio y, quizá, algo de celos.

- Moa Isånd. Hermana mayor de Sein Isånd, chamán de Isklør, aunque veo que ya conoces - a pesar de que Moa, Sein y Kato habían nacido del mismo parto, ella siempre insistía en que era la mayor por haber salido la primera.

Más tarde Moa explicó que, al final, nadie más de la tribu pudo acompañarla para prestar ayuda. Necesitaban allí a los mejores depredadores para arañar hasta el más mínimo resquicio de carne viva que les regalara la montaña, y ya era una gran pérdida que ella se fuera también. Más tarde, debían seguir hablando de esto y de mucho más, pero ahora Eloísa había regresado y el deber de todos era atenderla, pues incluso Moa había entendido ya que una parte importante del futuro de la tribu de los Isklør podría forjarse aquí y ahora.
____________

OFF: * Información de Moa en mi firma
* Sutil mención de unas ideas estratégicas que Sein opina que pueden ser valiosas. Tiene intenciones de comentarlas con los líderes, y de hablar con ellos también sobre todo lo que tienen planeado hacer. De su posición de jefe tribal no le saca ni dios.


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Mensaje  Helena Rhodes Jue Oct 17 2024, 22:33

En el interior de la Iglesia de Cristo, la luz tenue de los candelabros llenaba la estancia de un resplandor extraño, casi sobrenatural. La piedra fría de las paredes reflejaba un eco leve, un murmullo persistente que aumentaba conforme las palabras del sacerdote resonaban entre los fieles.

Helena se encontraba camuflada entre la congregación, oculta bajo la capucha de su manto oscuro, sentada en los bancos, intentando pasar desapercibida. Los fieles permanecían inmóviles, absortos en cada palabra que salía de la boca de San Jacobo de Beckelard III, el líder espiritual de la ciudad. A medida que el sermón avanzaba, Helena sentía cómo las palabras chocaban contra su mente como flechas en un escudo.

Helena observaba a San Jacobo con ojos entrecerrados. Las palabras de aquel hombre resonaban como una distorsión extraña en sus pensamientos. Para ella, sus palabras no significaban nada más que hipocresía. Desde que había llegado a Sacrestic Ville, había visto la decadencia y la desesperación entre los habitantes, y no solo allí, pues era una sensación general en el resto del mundo. Las promesas de salvación eran vagas, vacías. Las facciones se peleaban entre sí, buscando poder, control... o simplemente, sobrevivir. Eso no podía ser obra de un dios bondadoso, sino de una congregación de entes sádicos que necesitan tener bajo su yugo a los mortales.

"Dioses son aquellos que poseen conocimiento.", pensó Helena para sí misma en base a sus propias experiencias, aunque algo en el mensaje que intentaba transmitir el tal "San Jacobo" parecía tener magnetismo sobre ella.

"Qué ironía...", reflexionó mientras las palabras del cura continuaban resonando por la iglesia. "Hablar de esperanza, amor y redención en una ciudad hundida en las sombras, rodeada de intrigas y traiciones.". Las enseñanzas nórdicas que Helena seguía con devoción le recordaban que la vida era cíclica: la muerte, el renacimiento, y el eterno retorno al campo de batalla. La gloria no se encontraba en la devoción ciega, sino en la fuerza que uno encontraba para enfrentarse a sus propios demonios.

Helena cruzó los brazos bajo su manto, ajustando con un leve gesto la capucha que cubría su cabellera rubia. Hacía tiempo que no usaba una capucha; desde que servía al antiguo virrey de Ciudad Lagarto. Sus ojos se movían con cuidado, escaneando a los presentes. No había venido a rezar. De hecho, si hubiera podido, habría evitado la iglesia por completo. Pero el estado de la ciudad la tenía atrapada. Los rumores de guerra, la tensión creciente entre las facciones y la llegada inminente de nuevos jugadores en la batalla por Sacrestic Ville habían sellado todas las rutas de escape.

La iglesia estaba llena, dividida entre la devoción y la supervivencia. Los rostros que veía entre la multitud eran los de creyentes fervientes, y también los de hombres y mujeres, de todas las razas, que intentaban mantenerse en el lado seguro del conflicto que se avecinaba. Pero había un sentimiento que sí que era común en todos y se reflejaban en los ojos de la gente: miedo, desconfianza, ansiedad por lo que estaba por venir. La ciudad era una olla a presión a punto de estallar.

"Tengo que salir de aquí…", pensó, pero sabía que no iba a ser tan sencillo. La guardia había reforzado las patrullas, las puertas de la ciudad estaban más vigiladas que nunca, y las calles secundarias se habían vuelto peligrosas, incluso para alguien con las habilidades de Helena. Los enfrentamientos no tardarían en comenzar. Había escuchado rumores sobre reuniones secretas de varias facciones. Oneca, la mencionada en los susurros de los callejones, representaba una amenaza real para el frágil equilibrio de la ciudad. Y entonces, estaban los Vrykolakas, los Stocker… tantas facciones con sus propias agendas. Además, también habían amenazas externas como las bestias o el ejército de Lunargenta.

Debía encontrar la manera de salir de la ciudad. O, al menos, de navegar los próximos días sin convertirse en una pieza más del tablero de Sacrestic Ville.


______________________________________________________
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Mensaje  Elian Vie Oct 18 2024, 19:47

Elian aprovechó los últimos rayos de sol de la tarde para darse un tranquilo paseo desde la casa de Daphne hasta la Plaza de la Noche, donde había quedado con la vampira. Ella tomaría los pasadizos subterráneos, pues quería llegar pronto a la reunión, y Elian había decidido no acompañarla en aquella ocasión. Había pasado buena parte del día durmiendo, en preparación de otra larga noche en la ciudad, y echaba en falta la luz de Anar iluminando su rostro, aunque fuera por unos minutos. Por no mencionar lo abrumadoramente oscuro que estaba todo allí abajo.

El ambiente en las calles estaba cargado. Había sido así durante todas las semanas que Elian había pasado allí, pero desde la truncada cena ofrecida por la guardia, la tensión parecía haber eclosionado como las enredaderas en primavera.

Captó fragmentos de conversaciones al pasar, varios de ellos referidos a la figura que había sido vista sobrevolando la zona un rato antes. No se trataba de un ave gigante, o de una gárgola, como sugerían algunas voces. Elian había visto ejemplares de ambas y ninguna de las dos solía vestir ropas de viaje.

Llegó al lugar convenido con los últimos rayos de luz ocultándose definitivamente por entre las callejuelas del oeste y se encaminó al punto donde sabía que se encontraba el acceso al camino radial. Daphne emergió de entre las sombras un momento después.

¿Algo interesante en la superficie? —le preguntó.

Bestial sobrevolando la ciudad hace un rato —comentó él, aliviado de saber que su amiga no había sufrido ningún percance, pero algo tenso respecto a lo que se venía a continuación.

Quizá sea eso de lo que quiere hablarnos Bradbury.

¿Crees que son esos guerreros de D’Orlind Ûr de los que hablan los rumores?

Sé por fuentes fiables que esos rumores tienen fundamento, Elian —respondió ella, liderando la marcha hacia la posada—. La alianza existe.

Solo que la condesa Bradbury no tiene la autoridad para hablar por Sacrestic Ville.

No —reconoció Daphne—. De momento, al menos, no. ¿Qué hay de tu amigo? —añadió, cambiando de tema—. ¿Vendrá?

¿Corlys? Creo que sí. Se hace el gruñón, pero le preocupa más lo que sucede a su alrededor de lo que está dispuesto a admitir. Y, si no, su amiga lo llevará a rastras. Ella sí que parecía interesada cuando los invitaste.

Había ya algunas personas esperando en la posada de la Luna cuando llegaron y fueron varias las miradas que se detuvieron en Elian con cierta sorpresa. Al menos, hasta la llegada de dos hombres que atrajeron no solo miradas, sino algún que otro ceño fruncido y unos cuantos susurros. Daphne suspiró, como armándose de paciencia, y se acercó lenta, premeditadamente al más alto.

Lannet —le dijo en un tono suave, pero fácilmente audible en la sala—, lamenté tu destitución, pero verte aquí esta noche me llena de esperanza.

Dicho lo cual, le ofreció una sonrisa y un apretón de manos antes de regresar a su asiento. Algunos de los murmullos se acallaron al momento, pero para alarma de Elian, también algún que otro ceño viajó desde el tal Lannet hacia su amiga.

Iba a ser una noche muy larga.


----------

OFF: Menciono una supuesta invitación que Daphne extendió a Corlys (acordada entre usuarios) en un momento posterior a la cena de las wisterias y anterior a esta noche y asumo algunas cosas sobre su acompañante.

También me tomo la libertad de presenciar la entrada de Cohen y su acompañante en la posada, de acuerdo a como lo he visto rolear la situación de este último entre los habitantes de Sacrestic en otros roles, y asumiendo que nosotros llegamos antes ya que Cohen no puede caminar sobre la superficie hasta después de anochecido (si me he colado, pues me dices y edito sin problema). Daphne interactúa brevemente con Peter.

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Mensaje  Nousis Indirel Dom Oct 20 2024, 10:28




La habitación de la posada recibió la entrada no sólo del elfo, sino de una preocupación transparente como el cristal, y una compostura fría que no tardó en morir, al desligarse de las prendas que había escogido en su día para el banquete que había tenido lugar de una manera que casi podría haber llegado a calificarse como nerviosa.

Antes siquiera de revisar el resto de sus pertenencias, apiladas tal cual las había dejado horas atrás, puerta cerrada, aferró la vaina de su espada, hasta casi sentir dolor en la palma de su mano diestra. Sin un parpadeo, sintió fluir la rabia como densa miel por cada uno de sus nervios, cómo el deseo de asesinar a tantos infraseres como habían compartido la gran estancia con él se derruía como una castillo de arena. Menor altura, mas unos cimientos eternos.

Tal obligada inacción serenó su temple y la perturbación que él infligía su parte más oscura. Sin luz alguna, con la hoja descansando a su lado, su mente fue colocando ante sus ojos una galería de imágenes de cuanto se había desarrollado en aquel nido de podredubre desde que se había visto obligado a entrar en él en busca de Ulna.

¿Qué opciones tenía? calibró, posando su mirada gris en la nada, hasta cerrar los párpados fundiéndose aún más con el sosiego perseguido.

Ondas, concéntricas, llegaron hasta sus pensamientos desde la fiesta y sus efectos. Consecuencias. Tal era la clave que sacudiría Sacrestic. Se maldijo al comprender que la información que retenía acerca de los malditos distaba de la que continuamente buscaba acerca de los usuarios de esa blasfemia que él se había entrenado a conciencia para eliminar. La misma urbe donde reposaba había sido evitada a conciencia por él en los doce años anteriores. Apenas partes intramuros recalaban en sus recuerdos, y la presencia del extraño culto humano cuyas directrices imposibles se batían en una absurda danza entre criaturas dedicadas al horror y a la violencia. Una religión inviable para un mundo inexistente.

Escuchó su propia respiración, lenta, y se adentró una vez más en las complicaciones que no tardarían en brotar. ¿Acaso quería morir en un conflicto entre los vidacorta y los demonios del oeste? ¿En qué ayudaría eso a los suyos, a su propia causa naciente?

Y sin embargo, no se vio capaz de echarse a un lado, de permanecer neutral en lo que se avecinaba. Sus lealtades estaban claras, reforzadas por el sacrificio humano en contra de los aliados de Marlowe. Apenas habían pasado años desde la toma de Lunargenta. Si la Guardia era vencida allí, si era expulsada, nada impediría que esas bestias buscasen expandir su dominio. Sin la correa que eran las huestes llegadas de Verisar, esa raza podría volverse mucho más peligrosa para un continente debilitado por guerras y enfermedad.

Una risa macabra surgió de su corazón. Sí, los motivos que consideraba justos existían. Pero al mismo tiempo, el posible exterminio de vampiros bajo las reglas del desorden calentaba su sangre.

Sonrió, antes de dormir hasta que al día siguiente apenas restaron un par de horas. Fue entonces el momento de ponerse en marcha y tomar el pulso a la ciudad.

[...]

Las calles del barrio central de esa pústula pétrea no se encontraban ajenas al devenir de la misma. Armado por entero, el capuz sobre el cabello negro y la capa camuflando en parte la cobertura de su espada, su mirada consideraba a todo aquel que no portaba los distintivos de la Guardia como potenciales enemigos. Necesitaba saber cómo, por dónde, llegaría la dentellada. Cruzó por delante del punto neurálgico de la fortaleza de los humanos en Sacrestic, cuando dos soldados le dieron el alto. Muy pocos inviernos en uno. Demasiado temor en una orden dubitativa. Sin embargo, el elfo decidió acatar el mandato, dejando ver bien su rostro y apartando la capa de la empuñadura de su espada.

El alivio de ambos hombres resultó notorio, así como menor la fuerza con la que apretaron sendas alabardas. El espadachín observó cómo contemplaron sus orejas de manera harto elocuente. Como si temiesen que empequeñecieran por momentos, antes de que sus colmillos se agrandasen.

-Puedes continuar- concedió el de mayor rango, a tenor de las insignias de la armadura- Debemos estar alerta ante cualquier posible peligro- expuso, sin que Nou pidiese explicación alguna. Una tácita disculpa que el sureño aceptó.

-¿Va todo bien?- inquirió él- Estuve en la fiesta...- sus palabras se evaporaron en el ambiente nocturno- Y por lo visto allí, todo está a punto de estallar.

El más joven, militar raso, trató de intervenir, presto en entrar en los primeros estadios de la cólera. Su superior levantó la mano, advirtiendo con dos dedos alzados, y éste calló antes siquiera de emitir una palabra.

-Las cosas han cambiado- masculló, sin dejar de pasear la vista por la calle, evitando perder detalle alguno de todo viandante que la atravesaba. Su subordinado iba aquí y allá, interceptando -Somos pocos, y ellos lo saben.

El humano más joven, levemente sorprendido que la conversación se hubiese alargado hasta ese punto, escudriñó al forastero.

-¿Van a venir los tuyos a ayudar? - preguntó. La sorpresa se reflejó en la faz del Indirel. Con gesto de fastidio, el segundo Guardia bufó ante lo escuchado.

-Los chupasangre son asunto nuestro, Cardolan. Estar aquí es una advertencia continua tras su atrocidad contra nuestra capital. Otras razas tienen sus propios campos de batalla.

Nou asintió al oficial, rememorando tales sangrientas ocasiones.

-De poder hacerlo- afirmó- sí habría intentado que todo elfo que entendiese la gravedad de que la Guardia pueda perder el control de la ciudad ayudase a reforzar vuestras defensas- sonrió sin alegría- pero hoy, sólo estoy yo.

Su oyente pareció decepcionado. Su superior se acercó un paso más al espadachín, clavando sus ojos en él.

-Nuestros líderes necesitan información. Si de verdad estás con nosotros, si quieres mantener a raya a estos demonios, no bastará con la fuerza bruta. Quizá ni los refuerzos que están de camino sean suficientes si nuestros enemigos atacan con inteligencia. Hay demasiados rumores, demasiados ojos acechando esperando su oportunidad. Si eres capaz- adujo, sacando algo del interior de sus protecciones- esta noche de averiguar algo al respecto, ven a ver directamente a mi superior- terminó, colocándole en la mano una pequeña distinción, aparentemente rota por su parte superior en algún momento del pasado- Se llama Damrod. Di que te envía Ethir.

-¿Por qué confiar en mí?- quiso saber Nou.

-No pierdo nada con ello- se encogió el soldado de hombros- y por el bien de los míos, debo disponer de todo recurso que sea capaz de encontrar- aquellas palabras hicieron sonreír al elfo. Cómo no iba a comprenderlo...

-Puede morir en un cometido así- se inmisculló Cardolan. Ambos lo miraron, con las circunstancias pintadas en el rostro, y el joven pareció acobardarse.

-Todos podríamos morir esta noche- replicó Ethir.

Un tenso silencio se interpuso entre ambos humanos, antes de que el Indirel volviese a tomar la palabra.

-¿Alguna idea de por donde comenzar?


-Ningún lugar es seguro estos días. Prueba con taberneros o mercaderes, pero no pierdas a nadie de vista. Ellos también tienen sus propios espías y puedes implicarte en un mal encuentro. Sobre todo en el Barrio Oscuro y en el maldito Barrio Alto.

Nou asintió, antes de volver a colocarse la capucha. Un quedo "buena suerte" fueron sus últimas palabras.

No podía limitarse a esperar la erupción. Debía intentar anticiparla.

Pues si todos fracasaban en ello, solo restaría contenerla, se dijo sombrío.




________________________
Off: Por supuesto, intento ayudar a la Guardia como buenamente pueda, dado que exterminar de forma preventiva a todo noctuno de la urbe no parece una opción que se planteen xDD

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Mensaje  Corlys Glokta Dom Oct 20 2024, 12:50

Uno podría preguntarse que hacía allí esa noche. De hecho, yo me preguntaba que hacía allí esa noche y porque no había desaparecido de esa ciudad inmunda en cuanto se dispersó el caos tras la fiesta. Pero Daphne me había invitado a una reunión de los apoyos de Amanda Bradbury y por alguna razón, que sólo podía definir como mi propia estupidez, quizás ayudada por la insistencia de Teufel en que su pueblo había luchado por los vampiros en su época y como representante del mismo no iba a huir ahora, había decidido ir. Y quizás era cierto que su bando parecía el menos malo, porque cuando las opciones eran una ocupación humana que oprimía a la población local o unos chupasangres dementes que consideraban a todo el mundo su cena, cualquier otra opción era buena. Una lástima que evacuar todo lo salvable de la ciudad, cerrar las puertas y prenderla fuego no se consideraba una opción viable, si me preguntaban a mi, hubiera dicho que era lo mejor que se podía hacer con ese antro.

Pero ya que había tomado esa decisión, por mucho que en esos momentos dudase de la misma, no me quedaba sino intentar hacerla bien. La ciudad estaba tensa y no tenía especiales ganas de encontrarme problemas antes de tiempo, por lo que trataba de meterme por las calles menos transitadas junto a mi compañera para llegar hasta esa Posada de la Luna que estaban comentando. Ya había visto que la ciudad era como un bidón de aceite, y solo necesitaría una chispa para que todo explotara, pero todo lo que veía no hacía sino confirmar mis preocupaciones.

- Oye, ¿y por qué no preguntas a Daphne si ella sabe algo sobre la vampira que buscas?- Teufel rompió el largo silencio con una pregunta, haciéndome dar un salto por la sorpresa.

- No me sobresaltes de esta forma, que no está la cosa como para eso.

- Estamos ya casi donde debemos, si se puede ver la posada desde aquí. Eso te pasa por ir demasiado concentrado. De todas formas, responde a la pregunta.

- Hace mucho tiempo que Nora no está en Sacrestic, no creo que sepa.

- Tampoco esperabas que hubiera estado en esas minas y resultó que sí. ¿Hace cuántos años que no sabes de ella? Podría haber pasado por aquí.

- Pues podrías hasta tener razón, ha pasado más de una década, eso da para mucho.

- Claro que tengo razón, el problema es que no me escuchas lo suficiente. Además, tienes una vampira muy vieja, que raro suena decir eso de una niña, no me voy a acostumbrar nunca a vuestras cosas... y a la que encima pareces caerle simpático, no es una situación que se de mucho.

- Ya, parece que los vampiros no se me dan demasiado bien. Pero bueno, ya habrá tiempo. Si seguimos todos vivos mañana se puede plantear.

- Si me preguntan diría que es mejor quitarse las cosas de encima antes de una noche potencialmente mortal, pero haz lo que quieras, lo vas a hacer de todas formas.

- Tu confía. Y deja ya el tema que estamos delante, y cuanto menos sepa esa gente de mi, mejor.

Y entramos en la Posada de la Luna, que ya parecía estar bastante concurrida. Vi a un par de caras conocidas y les saludé con la cabeza. Mi primer pensamiento fue buscarme un rincón donde alejarme de miradas, pero ir acompañado de una mujer nutria no ayudaba especialmente a pasar desapercibido, así que me acerqué a Elian.

- ¿Qué? ¿Con ganas de ver como esta ciudad explota?

Mientras tanto iba palpando las sillas que se encontraban en junto a mi. Parecían de madera de calidad y con una buena factura. Al menos eso me ponía de buen humor, si el combate nos iba a encontrar que al menos fuera en una taberna con buenos muebles.

**************************

Corlys y Teufel llegan a la Posada de la Luna y saluda a Elian, tampoco pasa nada más.

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Mensaje  Gaegel Dom Oct 20 2024, 21:46

Había salido de la posada sin realmente nada que hacer. Me había dedicado a fabricar algunas figurillas de madera para vender, y realmente eso resultaba muy provechoso. ¿Quién diría que mi mayor éxito de ventas serían unas figurillas de madera y no la fabricación de armas. Sin duda Thotho estaría decepcionado de mi como vendedor de armas. ¿Pero qué se le puede hacer? La gente no parece confiar demasiado en un tipo como yo para la fabricación de sus arma ¿Será que tengo que guardar mi botella de alcohol mientras estoy trabajando? Na, eso no tiene nada que ver. Al menos eso creo.

Sea como fuere. Había escuchado en las tabernas algunas tensiones en Sacrestic. La verdad no tengo ni la más remota idea del porqué. Y tampoco es como que me importara. Tal vez la gente seguía alterada por lo sucedido con los gomejos asesinos. Eso sin duda preocuparía a hasta la persona más temeraria de todas. ¿Cómo puedes frenar una avalancha de peludos rabiosos e indestructibles? Eso podía ser la pesadilla de cualquiera. Incluso tenía pesadillas de vez en cuando con esos peluditos.

En mi andar, pude sentir algo que hizo que me detuviese. - Me vibra la pieza. - Ante mi comentario, la bruja me miró con recelo. - ¿Podrías decirlo con más decencia? Parece que eres un vulgar acosador. - Reí levemente por su respuesta. - Si no lo dijera de esa manera, no podría ver tu rostro enojado. - La mujer terminó golpeándose su frente con su mano. - Como sea... ¿De quién crees que se trate, de Mera o de Zelas? - No lo sé... Pero eso lo podemos averiguar si seguimos la pista de las vibraciones.

Dicho eso comencé a caminar despacio, siguiendo el rastro de las vibraciones. Lo cual no era para nada tarea sencilla. Parecía que había algo llamado calles que me impedía caminar en línea recta hasta la raíz de la vibración. - Rayos. Será más difícil de lo que parece. - Dije cruzándome de brazos con molestia.

Ya cálmate perro. Quizá la persona en cuestión no esté en la calle, sino en alguna posada. - Escuchar aquello me hizo fruncir el ceño. - Caramba... No me va eso de esperar pacientemente a que salgan a pasear. - Y teniendo en cuenta que cabe la posibilidad de que este durmiendo. - Aquello me hizo negar con la cabeza. - ¿Meraxes o Zelas?... Son almas nocturnas. Ellos podrían salir en cualquier momento. - Si tu lo dices. - Comentó mi compañera mientras miraba de un lado a otro.

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Mensaje  Rauko Dom Oct 20 2024, 23:08

 El susurro de una guerra que aún no había nacido viajaba en el gélido viento de Sacrestic. El sol se escondía para no ser testigo de lo que sucedería en aquella noche. La luna observaría como un espectador indiferente del sufrimiento de las personas. La luz se manifestaba con timidez en algunas calles, temerosa de iluminar el escenario de una tragedia escrita con sangre. Y la oscuridad, la primera y más antigua habitante de la ciudad maldita, sería el abrigo que la muerte llevaría con sádico orgullo en esta noche.

 Podía contemplar desde lo alto Sacrestic Ville, el nido de seres olvidados por la luz y vigilados por la raza que apenas fue bendecida con vida y tiempo. Podía contemplar la ciudad a través de los ojos de Schnee, mi búhaw, ave de plumas blancas impolutas y cuyo espíritu estaba conectado con el mío.[1]

 Pero cualquier rastro de nuestro objetivo, de Wolfgang, se perdía, si es que lo hubo alguna vez, en la oscuridad que se adueñó de las calles.

 «Quizás ya es tiempo de hacerlo descansar», pensé, volviendo a mis sentidos y levantándome al fin de la letrina donde, por supuesto, había considerado que sería un buen lugar para la conexión psíquica, pues, como bien era sabido, el baño solía ser el sitio más tranquilo de cualquier lugar.

 Volví a la habitación donde esperaban Xana y Zelas, aunque con la favorable compañía de dos guerreras.

 —Hola, chicas, qué bueno que llegaron, las estábamos esperando —saludé agitando una mano perezosamente, y esta vez sí era cierto que las esperábamos.

 Miré a Eve y di un suave asentimiento con la cabeza, pero me detuve más en mirar a su compañera, Azalie, la mujer que por años sufrió lo que yo apenas viví por un instante.

 No podía imaginar el peso de sus sentimientos, de la culpa, de sus acciones que, a diferencia de las mías, no se revirtieron en la misma noche, ni en ningún día siguiente. Ella cargaba un espinoso remordimiento que quizás, solo quizás, pronto hallaría su final en la revancha contra Wolfgang.

 —Veo que te recuperaste muy bien  —le dije, casual, como si no viera las cicatrices de su alma ni las implicaciones de nuestra reunión—. Ten, un obsequio de mi parte. —Generé una biusa y se la arrojé.

 —¿Te limpiaste antes las manos? —me cuestionó Xana.

 Esbocé una media sonrisa y me dirigí a la ventana.

 —Siempre estoy limpio —contesté con suficiencia—. Soy elfo, después de todo. Además, uno capaz de limpiarse con luz.

 Expulsé una diminuta pero abrupta aura de éter por todo mi cuerpo, deshaciéndome nuevamente de toda suciedad.

 —Y un poco presumido también —comentó Xana con una leve sonrisa.

 Abrí la ventana y busqué en el cielo la silueta de Schnee. Distinguí la figura voladora, un poco más grande de lo que esperaba, y también un poco más humanoide. Entorné los ojos y potencié mi mirada con magia,[2] distinguiendo al fin que aquella figura no era un pájaro, ni un objeto volador, ni tampoco un superhombre, sino… ¿una mujer-bestia?

 Por el rabillo del ojo reconocí una silueta moverse en las sombras de la calle. Miré de soslayo. Reconocí a una persona.

 —Bueno, debo saludar a alguien —fue toda la explicación que di antes de saltar por la ventana, no importándome estar en el segundo piso.

 Desaceleré la caída expulsando éter,[3] aterricé sin problemas y me acerqué a la visitante misteriosa.

 —Se te cayó algo —dijo la mujer, acercándose para permitir que la luz de la posada la bañara. Usaba su habitual vestido negro, elegante y ceñido a su figura esbelta, que contrastaba con su piel pálida que solía causar confusión sobre su verdadera raza.

 Miré al suelo, no encontrando nada, y me examiné rápidamente, pero tenía todo en mi sitio.

 —¿Qué dices, Aalis? —pregunté confundido.

 —Sí, en alguna parte se te cayó la discreción y nunca la recuperaste —explicó, añadiendo al final una sonrisa taimada.

 —No, te equivocas. Se la regalé a mi compañera porque no había suficiente para dos —repuse con desenfado—. Pero supongo que no estás aquí para visitar a un colega, ¿no?

 Ella asintió.

 —Eres un chico perceptivo. —Su sonrisa se esfumó—. Pero no traigo las noticias que esperabas de nosotras.

 —No vendrán las demás —deduje. Suspiré con resignación—. Ya lo suponía. Últimamente, la guardia no está de humor para dejar entrar a un ejército de mujeres lideradas por una vampira.

 —Sí, pero hay más que eso —señaló, atrayendo aún más mi atención—. Desde el incidente de la maldición berserker, muchas tampoco están de humor para entrar en un sitio donde podrían volver a perder el control de sus mentes. No quieren pasar por eso otra vez. —Su voz perdió volumen en las últimas palabras.

 «Es decir, la de ser útiles aún no se la saben», pensé, aunque me sentí un poco culpable de pensarlo. «Bueno, quizás es mejor así. Contra alguien capaz de subyugar la voluntad de sus enemigos, la ventaja numérica podría convertirse rápidamente en una desventaja».

 —Descuida, nos las arreglaremos —dije con una sonrisa despreocupada y sacudiendo una mano para restarle importancia—. ¿Y qué harás ahora? ¿No te apetece ayudarnos a pelear?

 —Ay, no lo sé. Quizás lo haga, quizás no. Es que, bueno, no sabes cuánto me gustaría ayudar, pero justamente Beyza consiguió un bonito refugio en los túneles subterráneos y muere en deseos de que Yako y yo, su amiga, su casi hermana, tengamos una noche de chicas con ella en ese sitio.

 Solté una carcajada.

 —Por la cara de piedra que Beyza tiene siempre, pensé que ya estaba muerta, nada más que a su cuerpo aún no le habían avisado.

 —Podría creerme eso de Beyza —convino con una media sonrisa—. Sea como sea, debería marcharme; se está haciendo tarde, y una señorita como yo corre peligro caminando sola. —Se acercó a mí, fijó su mirada en mis ojos y colocó una mano en mi hombro, su semblante serio y sus iris invadidos de minúsculas descargas eléctricas—. No mueras, ¿entendiste? Cuando encuentren al desgraciado, no duden en masacrarlo. Pacha debe ser vengada.

 Asentí con la cabeza, aceptando su deseo de venganza para su amiga. Entonces Aalis se despidió y se marchó, sumergiéndose en las sombras de Sacrestic, tontamente por un camino que no llevaba a una de las entradas de la ciudadela subterránea. «O quizás no se mantendrá tan alejada como decía», pensé, sabiendo que su vida también había sido arruinada por un vampiro señor de la voz. Su deseo de venganza podría no haber sido solo por Pacha. «O quizás solo es tonta para ubicarse».

 Con un gran salto y propulsión mágica, regresé a la habitación con Zelas y compañía.

 —Una sirvienta de Azaril manda saludos —informé— y nos deseó éxito en conseguir justicia para Pacha —agregué, más solemne, mirando por un momento a Zelas—. Y, por supuesto, eso haremos —aseguré.

 «Espera, creo que se me olvidó algo», me dije. Me volví hacia la ventana, alzando la vista al cielo. Entrecerré los ojos y vi nuevamente la ciudad a través de Schnee. «Ah, claro, era eso».

 Entonces reconocí a dos personas más cerca de nuestra ubicación.

 —Parece que Gaegel y Ryra están aquí.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Habi de mi búhaw Schnee꞉ Conexión, para usar al pajarraco como videocámara mágica.
[2] Habi racial꞉ Ojos de elfo, para ver bien aun desde lejitos y en lo oscurito.
[3] Habi pasiva nvl 4꞉ Vuelo fúlgido, para poder dar saltitos mágicos aun en el aire.


Manejo a Rauko con el permiso de Xana.

Schnee, el pájaro cámara:

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Mensaje  Bio Lun Oct 21 2024, 00:03

¡¡Vincent!!- Grité a todo pulmón -¡¡Vincent!!- Gritó el perro con vehemencia a mi lado -¡¡Vincent!!- Gritó por último la señora Rosa, cuyo apellido Melano hacía una graciosa mezcla con su nombre, pero bueno, no la juzgo ¿qué clase de nombre era Bio? En fin, no estamos acá para juzgar a nadie por su nombre sino para encontrar a Vincent -Me tiene muy preocupada mi pequeño Vincent, nunca sale de casa a esta hora- Dijo la mujer con ojos aguados y sincera preocupación.

Miré al perro, que ahora venía disfrazado de vampiro, y se veía extrañado por aquellas palabras, Vincent no parecía ser muy hogareño, y jamás nos había hablado de ninguna señora Rosa Melano -Quizás, y solo quizás- Dijo el perro en tono serio -Puede que no estemos hablando del mismo Vincent- Declaró el animal -¡Es lo que te vengo diciendo desde hace rato!- Dejé salir mi frustración ante aquella situación -No lo dijiste con claridad, eres muy oscuro te falta claridad- Insistió el perro mientras se adelantaba un poco meneando la cola.

Yo destacaba un poco al ir vestido de perro, lo que hacía que las personas cercanas voltearan a mirarnos, un vampiro vestido de perro y un perro vestido de vampiro no era algo que se viera todos los días. Al cabo de un rato gritando por fin lo encontramos, el fulano Vincent que buscaba la señora Rosa no era sino un gato flaco y feo de color popó que se había trepado a un árbol y no encontraba cómo bajar, obviamente solo había una cosa que podía hacer para resolver tal situación, tomé a la señora Rosa por una pata y la lancé al árbol para que estuviera junto al gato hasta que la rama se rompiera y bajaran ambos, de cualquier manera, era un ganar ganar, un plan sin fisuras.

De cualquier modo, ahora estábamos libres para ir a lo que habíamos venido -¿A qué hemos venido?- Le pregunté al perro -Yo qué sé, Mera dijo que viniéramos a ayudar a Zelas con algo, pero no veo a Zelas… Ni a Mera- Miramos a todos lados en busca de alguna señal, pero nada parecía darnos un atisbo de qué hacer, así que sin saber cómo encontrar a Zelas, decidimos que la manera más sencilla y eficaz para encontrarlo sin buscarlo era llamar la atención.

¿estás pensando lo mismo que yo?- Le pregunté al perro con una mirada llena de malicia -Creo que sí, pero necesitaremos sacar a la gente para quemar esa iglesia... ¿o no?- Respondió el animal -Claro, tenemos que, no, espera, no, nada de quemar iglesias, perro pagano, tengo una mejor idea, vamos a fundar una religión, y la haremos ahí en esa iglesia abandonada que está llena de gente- Señalé un gran templo que ahora estaba frente a nosotros.

Lo mejor de todo es que ya hasta tiene creyentes- El perro y yo comenzamos una carrera hasta entrar a aquella extraña iglesia en donde íbamos a sembrar el caos en los corazones de aquellos pobres ingenuos que todavía no era conscientes de la magnificiencia y todopoderosidad del Bebé Barbudo.

Abrí las puertas de par en par con ambas manos para luego entrar deslizándome sobre mis rodillas de manera teatral, dando paso a que finalmente el perro saltara sobre mi cabeza de manera más teatral y termináramos en una pose super heroica. Desde luego, y actuando acorde a mi disfraz de perro, ladré -Tranquilo, pequeño, yo me encargo- Dijo el perro sin siquiera mover la boca.

Bienaventurados los que escuchen al perro que habla, porque de ellos es el reino de los huesos- Dijo el perro, o dije yo con la voz del perro, ya ni sé, creo que desarrollamos doble personalidad, el punto es que habíamos llegado a aquella iglesia con un noble propósito: descubrir nuestro noble propósito… Y si daba tiempo, encontrar a Mera.
◄ ○ ○ ○ ○ ♜ ♞ ♝ ♛ [ Ø ₣ ₣ Я Θ Ł ] ♚ ♝ ♞ ♜ ○ ○ ○ ○ ►
[1] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía.
[-] Y llegamos =)

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Caoimhe Lun Oct 21 2024, 00:15

Vitto Vrykolakas comenzaba a impacientarse.

La iglesia estaba llena de siluetas envueltas en las sombras. Los feligreses entraban y salían de la nave central con la dignidad que les otorgaba el acto de fe en el que iban a verse envueltos en breves minutos. El vampiro llevaba horas sentado en el primer banco de aquella iglesia. Su cercanía al altar no era una mera coinciencia: El mismo Jacobo se había asegurado guardarle ese sitio en particular y en su charla horas antes a aquella ceremonia, ambos había acordado que el vampiro sería el primero en participar de su misa, si le era necesario.

Por supuesto aquello no le había salido barato. Vrykolakas llevaba años empleando sus aeros en acciones que favorecían a la iglesia. Donaciones considerables que habían endulzado la cercanía del párroco al mismo y ganado de cierta manera un estatus parejo a aquel del que disponía en la ciudad.

A su lado, su hermana, vestida de un riguroso luto oscuro, tapaba su cara con una mantilla de encaje, tan solo destapándola para saludar a aquellos que se acercaban a donde ellos se encontraban en señal de respeto... y por supuesto recuento de asistencia. Nada se le escapaba a Vitto y los vampiros más importantes de Sacresitic e integrantes de las primeras casas vampiricas entendían bien la importancia de aquel hombre en la política social de aquella ciudad, por lo que la misa de media noche acababa siendo tan solo una excusa para 'dejarse ver'

El vampiro giró su cabeza. Buscaba con especial interés los ojos conocidos de Zana y Cohen, sus aliados del ojo y vampiros cercanos a sus propias convicciones. Al menos de manera generalizada. En tiempos como aquellos nunca se sabía dónde depositar la confianza plena. Un hombre vestido de manera solemne que portaba enseres necesarios para la misa se acercó a la primera fila donde Vitto repasaba de manera distraída los salmos.

Después de una leve inclinación de cabeza indicando que podía acercarse, el hombre le pasó un pequeño pergamino enrollado que el hombre se apresuró a leer de manera sigilosa.

'Dragut ha alcanzado puerto. El subsuelo está caldeado. Pájaros sobrevuelan la ciudad.Tan solo responderán a palabra de Óneca'

Donna consiguió leer d refilón el contenido de aquel pergamino y lo agarró con desdén, doblándolo en varias partes para después custodiarlo dentro de su vestido, en su pecho directo.

-... Desconsiderados- dijo la mujer abriendo mucho los ojos  camuflada con su mantilla negra.- ¿Acaso se han vuelto locos?- añadió.

-Llevan semanas esperando. Las andanzas de Dragut les está dando esperanza- añadió Vitto en un susurro.

-Lo se... pero no aquí. No ahora... la misa está a punto de comenzar- dijo la mujer apretándo la mano de su hermano.

-Por Habhak espero que puedan al menos aguardar otra hora- y sus ojos se posaron en el sagrario frente al cual se acababa de posicionar Jacobo.

Un silencio solemne se apoderó entonces de la iglesia abarrotada, indicando que el cura estaba a punto de iniciar la misa de media noche.


[........]


Hugo sirvió de escudo humano frente al vampiro a su izquierda y aquel a su derecha junto a Caoimhe.

-...sin noticias de Òneca. ¿Cuánto más tenemos que estar esperando?- El hombre pálido estaba seguido de varios hombres tras el con la misma expresión de descontento que había pintada en su cara.- La paciencia tiene un límite y sin duda nosotros estamos alcanzando la nuestra. Si hubiesemos salido hace semanas como lo planeamos originalmente, ya habríamos tomado la ciudad. Incluso la estúpida fiesta de cumpleaños a la que nos obligaste a ir fue una pérdida de tiempo... Mis colmillos están secos de sangre y mi paciencia mermando.

-Calma, Allurin- la voz de Asier Kalitas apaciguó el alboroto que se había iniciado minutos antes en aquel pasadizo. El comandante de aquellos rebeldes estaba casi igual de impaciente que sus seguidores y él mismo se preguntaba si el postponer su actuación les había beneficiado o por el contrario estaba sirviendo de caldo de cultivo en aquellos que había estado liderando durante los últimos meses.- Actuar en el cumpleaños de aquella mocosa hubiese sido un baño de sangre prematuro. Además... alguien se ocupó de infiltrar un miedo extra en aquellos que no son nuestros aliados. Quien quiera que sea la persona que mató al elfo debemos agradecerle por desviar la atención de nuestras andanzas aquella noche. Gracias a él Òneca ahora conoce de manera detallada los planes generales de defensa de la guardia. Los puntos donde débiles de defensa actual en Sacrestic y el plan estratégico que venían comenzando para evitar los pequeños estallidos revolucionarios que hemos ido dejando aquī y allá- Asier miró a un lado. Un cuerpo seco de vida se posaba sentado sobre si mismo, con las manos atadas  un traje de la guardia y la expresión de alguien que había sufrido- Una lástima que no resistiese nuestro juego- continuó Asier

Kálitas no era un hombre paciente y desde que conociò a Caoimhe, se había preguntado si la información que le había revelado la chica acerca del resto de familias y los planes de Vitto Vrykolakas no eran sino una estratagema más del bando de Amanda para mantenerlos apacibles.

Pero ella había suministrado el dinero de los Vrykolakas y gracias a ello el arsenal que ahora portaban no había hecho más que ampliarse. Además la táctica bélica no era el fuerte de Asier y en general de los Kálitas, más preocupados en aumentar el número de cuerpos a su favor que de la calidad de los mismos, por lo que desde que la conoció Caoimhe había supuesto una ayuda estratega a sus rebelión. Aunque el hombre aún tenía dudas sobre su posicionamiento real en toda aquella guerra, y el motivo por el que aquella vampiresa de Beltrexus había decidido unirse a ellos.

-Pero  ¿A  qué esperamos?- dijo otra voz desde el fondo de la sala subterránea donde se encontraban- Con mis propios ojos he visto volar a ese pajarraco sobre nuestras tierras en mi patrulla. De la misma manera que vi volar a los de su especie en D'orlind. Además Sacrestic suena a murmullos de guerra, pero una guerra liderada por la lider incorrecta. No esperaré ver a mi descendencia vivir bajo otro yugo más que no sea digno de la ciudad- añadió el hombre. Algunos gritos apoyaron sus palabras.

Hugo se acercó a la muchedumbre que comenzaba a impacientarse hasta la salida. Alzó sus garras de manera sonora y se hizo el silencio

-Nadie se merece más las arterias y venas que abastecen y dan vida a las calles de Sacretic que aquellos que llevan custodiando su sangre durante sus comienzos- dijo Caoimhe- Pero si no queremos repetir lo de Lunargenta... quizás debamos tan solo esperar el momento oportuno para demostrar quienes son merecedores de retomar la ciudad que les fue arrebatada. Con suerte y paciencia... - continuó -la llegada de Amanda tan solo nos facilita las cosas- dijo

-¿Has avisado a Vrykolakas?- dijo Asier en su oído alegrándose de que los hombres parecían haberse apaciguado.

Caoimhe asintió de manera sutil.

El sonido de un órgano al otro lado de la pared principal del pasadizo donde se encontraban.

La misa de media noche acababa de terminar.

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Off


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Mensaje  Meraxes Lun Oct 21 2024, 00:52


Sacrestic: La Iglesia
Bando: Vanpystólica.

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Después de lo sucedido en la fiesta, y a pesar de haber dicho que nos marcharíamos hacia el norte para hacernos fuertes y esas cosas, pues resulta que no teníamos los fondos para semejante viaje y tuvimos que alargar un poco más la estadía en aquel lugar donde ocurrió una de las muchas muertes de mi querido pero irritable elfo y la avalancha de gomejos.

Claramente no perdimos el tiempo, o tal vez sí, como sea podría decirse que aquella noche en particular no estaríamos sin hacer nada. Tras haber enviado un mensaje a quien más confiaba, esperaba fuera recibido, y evidentemente me estaba refiriendo al jefe, estaba segura que él sería de gran ayuda para ayudar a Zelas. Ni Meleis ni yo habíamos dejado de pensar en eso desde la última vez, y cabía una pequeña posibilidad de que si todos nos poníamos de acuerdo, tal vez, podríamos hacer algo al respecto o bien causar un desastre de proporciones colosales, generalmente siempre era lo segundo.

Nos dirigíamos al punto de encuentro cuando, la vibración en mi pecho era constante. - Me vibra la pieza. - Dije a mi hermano.

- Debe ser Vincent...- Respondió producto del eco de los gritos que se escuchaban a lo lejos. - Quiero decir debe ser el Sr Zelas, o quizás el Sr Gaegel está por aquí. - Aclaró la situación avergonzado.  

- El que sea deberá esperar, por ahora sigamos. No queremos llegar tarde. - Por suerte el collar con el nombre de mi querido Elian iluminaba bien las calles como para que el camino fuera lo bastante sencillo de recorrer.

No tardamos demasiado en llegar, aunque para ese momento las puertas ya estaban abiertas de par en par y juraría que reconocí la voz familiar del jefe.

- ¿No creerás que...? - Lo meditó por un instante. - Olvídalo creo que sí lo hicieron. - Fue mi hermano quien se adelantó hacia la entrada, seguido de mí para toparnos con ellos dos. Al estar detrás de ellos y con mi collar brillando, quien estuviera del otro lado podría pensar que emanaban una especie de luz divina.

No entendía muy bien qué pasaba, ni porqué llevaban aquellos disfraces que no eran de gomejos, seguramente tenían un plan, así que lo mejor era seguirlo.- ¡Oh my Dog, pero cuánta belleza ! - Exclamé desde atrás arrodillándome, mientras jalaba a Meleis para que hiciera lo mismo.

- ¿Eh? N...no... - Se negó demasiado avergonzando por la extraña escena que estaba viendo, ya era extraño la gente allí adentro como agregar al Señor Bio y su perro haciendo sabe qué.


Off:


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Mensaje  Lukas Lun Oct 21 2024, 01:38

El Vampiro ContraatacaEvento Sacrestic
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La cabeza le daba vueltas a la gran tortuga mientras sentía el frio en su piel, abrió los ojos lentamente y se sorprendió de estar amarrado y en una posición incómoda, además de estar sin su ropa ni su caparazón.

-Magnífico trabajo Dorian, sigue pintando a este fabuloso espécimen – dijo una voz macabra, Lukas miro al hombre y lo reconoció como el Barón que había estado en la cena de la Guardia a la que había asistido con la señorita Mina, aquel que había tratado de pagarle por pintar desnudo. Lukas trato de recordar como había llegado ahí, recordaba que le habían puesto un paño con alguna pócima en la cara y se había desmayado, también recordaba despertar en un carromato y estar amarrado antes de que le pusieran nuevamente un paño con pócima de dulces sueños en el rostro, luego recordaba que entre varios lo movían, se había tratado de liberar, pero había sido presa nuevamente de la pócima de dulces sueños. –Malditos bastardos – susurro tratando de ponerse de pie, aunque estaba complicado pues una cuerda muy firme le amarraba el cuerpo.

El Barón Arkanthius Velmont de la Croix du Soleil Nocturno se levantó tomando una copa de líquido rojo, la movía y se veía que el contenido era más denso que el vino, al beberlo el vampiro sonrió. –Sangre de más de 200 años, que maravilloso néctar – dijo paseándose por la sala donde estaban, se acercó a la ventana y luego miro a Dorian Vhaxel Monserrat, el famoso pintor. - ¿Sabes lo que se está cociendo esta noche Dorian? – pregunto con júbilo en su voz. –Esta será la noche decisiva para asegurar la supremacía de Oneca, siguiéndola haremos que nuevamente los vampiros ocupemos la cima de la cadena alimenticia, no puedo esperar a poner mis manos sobre los cuellos de la Guardia.

Lukas se movió lentamente, tenía que ser rápido antes que volvieran a noquearlo con pócima de dulces sueños, trato de quitarse la soga que le ataba, pero no podía quitársela. –Estimadísimo Barón, creo que nuestro amigo está despertando – dijo Dorian, sonreía mientras se levantaba, Lukas logro ponerse de pie a pesar de estar amarrado tanto en su cuerpo como en sus manos, sus piernas le temblaban.

- ¿No quieres irte a dormir grandulón? Asi podre terminar el cuadro que el Barón quiere – dijo Dorian acercándose, antes de que Lukas pudiera poder hacer nada la puerta se abrió y un vampiro cayó muerto en la fina alfombra. - ¿Qué está pasando aquí? – pregunto el Barón cuando una pelirroja con una espada apareció, Lukas la reconoció como su fiel aliada Felurian.

-Hasta que te encontré – dijo la chica, estaba cubierta en sangre, pero no parecía estar herida, corrió hasta el Barón que miraba con miedo y de un rápido corte le arranco la cabeza del cuerpo. –Sigues tu pintor – dijo Felurian, Dorian tembló de miedo y corrió a la salida, Felurian corrió, pero Lukas dio un grito que la hizo detener.

-Déjalo ir, necesito que me liberes rápido – exclamo la tortuga, la pelirroja se acercó a él mirando el cuadro. –Ya le faltaba poco para terminar, debo decir que remarca muy bien tus facciones – dijo riendo, Lukas la miro con una mirada asesina. –Ya grandulón, déjame liberarte – dijo cortando la soga que le ataba.

-Gracias, ahora necesito saber dónde está mi caparazón, mi ropa y sobre todo donde demonios estoy

-Estamos en el barrio alto de Sacrestic Ville, han pasado tres días desde la cena, pero ya te encontré, tu ropa y caparazón están abajo, déjame guiarte porque me pones nerviosa asi todo desnudo – dijo la pelirroja, Lukas la siguió hasta el piso de abajo, vio un montón de cuerpos decapitados. –Veo que sigues siendo igual de letal que siempre – dijo la tortuga, la pelirroja asintió y lo guio hasta su caparazón, su bolso y su capa negra de la noche.

-Por cierto, obtuve estas cosas en la cena – dijo poniendo enseres en el bolso de Lukas antes de que salieran por la puerta. –Estamos cerca de la famosa Plaza de las Penas, siempre he querido ver las flores moradas de ese lugar, vámonos – dijo la chica, Lukas solo deseaba que Mina estuviera bien, además sentía que las cosas se pondrían feas pues la tal Oneca parecía que haría su jugada esa noche, o al menos eso es lo que había escuchado del Barón.
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Mensaje  Mánasvin Lun Oct 21 2024, 17:03

Desperté al pie de una barricada de troncos cuando escuché a lo lejos, ya con el sol bajo y las sombras creciendo entre dos luces, el chirriar metálico de las cadenas del puente levadizo y el impacto seco del rastrillo contra el suelo al liberarlo de los contrapesos en las murallas de Sacrestic Ville. Aunque lo que realmente me hizo volver en mí fue el olor de la comida, que se impuso a todos los demás, cosa que no era fácil; aparte del hedor del foso pestilente de aguas turbias que rodeaba la ciudad, por el camino de entrada habría fácilmente dos millares de personas hacinadas en las enormes hectáreas de cultivo que lo usaban de letrina; aunque quizá fueran bastantes más si contamos los destacamentos de soldados acampados en las trincheras y los civiles en busca de la protección del interior. De estos últimos, buena parte esperaba pacientemente su turno para pagar el portazgo y entrar, aunque iban a necesitar mucho dinero entre peaje y sobornos, y bastante más suerte, porque no habría sitio para todos allí —nunca lo hay—; a esos les tocaría echarse al monte, algo que yo tampoco descarté para mí, pero bueno, un problema a la vez, que tengo hambre y entre tanta mierda olí a alubias y carne de buey —y de caballo—, y tenía la intención de echar mano a esa comida.

—¡Goretán! —saludó un tipo entre todo el gentío, llamándome por el nombre de mi tribu, abriéndose paso entre la multitud que atestaba el lugar—. Le estaba buscando.

Llegué hacía cuatro días, desde el sur, con un grupo de colonos que había decidido —si llamamos decidir a no tener más opción que obedecer el edicto del rey para incorporarse a filas en Sacrestic Ville— partir desde la villa de Avant Upon Avon hace quince días. La mayoría de la gente del grupo eran civiles, como yo ahora, aunque ellos no tenían ningún tipo de entrenamiento militar más allá de lo básico; pero sí que había varios corchetes más rodados que se encargaban de la protección de la partida durante el viaje, y algún mercenario aburrido de la vida contratado por los colonos. A los tres días de salir, nos cruzamos con otro grupo por el camino, una leva de voluntarios por imperativo legal que venían desde Verisar remontando el Tímer, la mayoría de Lunargenta, todos bastante jóvenes, para unirse a la Guardia en nombre de Su Majestad el Rey. No habían pasado por la villa de la que partíamos nosotros rumbo al timer porque no salía en los mapas. Estaban haciendo un alto en el camino.

Este tipo que ahora me saludaba era el que mandaba esa leva y me invitó a unirme a ella en nombre del Su Majestad el Rey. En principio lo rechacé, porque soy veterano y estoy exhento, pero me convenció la compañía de hombres armados que traía desde la Península.

Era mayor que yo, no demasiado, pero se notaba que tenía callos en las manos y el culo pelado. Llevaba uniforme de campaña: una túnica roja, pantalones, un tabardo blasonado con el símbolo de la casa real y los motivos simples de los soldados infantería. La túnica y los pantalones eran de tejido grueso, como de piel de ante marrón, ambos cubiertos con escamas laminadas de acero unidas por cota de malla; estaba bastante desgastado y en algunas partes los bordes de la tela se estaban deshilachando, también tenía algunas costuras reventadas y con algunas tiras rotas por las perneras. El blasón de los soldados del rey estaba medio descosido. Le quedaba grande porque, seguramente, no sería una de las diez primeras personas que lo vestía, ni tampoco debían ser las partes del mismo conjunto.

—Me alegro de volver a verle —me dijo él llegando a mi altura, cansado y ojeroso, subiendo y bajando esa mandíbula cuadrada y huesuda que tenía mientras me miraba por debajo de sus cejas despeluzadas.

No lo saludé, solo me arrebujé bajo la capa de abrigo que tenía, en silencio, porque yo no sentía ningún tipo de alegría. En realidad yo ya lo conocía de antes, de cuando hace unos años fui como guardia militar de Baslodia, aún en el servicio activo, a la península de Mantal, provincia de Brimbia, en la frontera sur entre Baslodia y Lunargenta, pero no me acordaba de él. Fue él, de hecho, el que me reconoció a mí. Lo hizo el mismo día que nuestro grupo de viaje se encontró en el camino con su leva, que iba en dirección opuesta, hacia Sacrestic Ville, cuando un pequeño pelotón de irregulares nos emboscó en un tramo estrecho por el que cruzamos un vado entre peñas; los asaltantes eran unos cuarenta vampiros, partidarios de esa tal Oneca, que nos atacaron al atardecer, aún con el sol en el horizonte pero bajo, con luz indirecta, crecidos por el ambiente de calma tensa que se respira en esta región y por su mayor conocimiento de la zona.

Nos presionaron mucho y nos obligaron a vadear el río. No es que lloviera demasiado aún, pero estaba crecido y bajaba rabiado del monte, así que intuímos que no íbamos a encontrar nada mejor para cruzar porque, además, el único puente que sabíamos que estaba en los mapas lo habían tirado abajo a mazazos y no quedaba nada de la arcada central y, al otro lado únicamente se veía la pila. No tuvimos más remedio que echar mano de una cuerda y vadearlo: primero pasamos los hombres, luego los animales; alguno de los colonos intentó cruzar primero a caballo, pero cuando lo haces sin estar las cuerdas aseguradas al otro lado, el animal no vale para nada y tienes todas las probabilidades de perderlo corrente abajo, que fue lo que pasó. Los irregulares nos tiraron piedras en el proceso, pero tuvimos suerte de que aún no se hubieran extinguido los últimos rayos de sol, porque si no, nos hubieran tirado flechas, que es peor; pero cuando no ves nada, lanzar flechas solo hace que las pierdas, así que lo procedente es desenvainar las espadas. Nos obligaron a viajar de noche y a apurar el paso. Caminamos sin cesar entre cardos, helechos y piedra, pero los carromatos nos ralentizaban demasiado; avanzaban a duras penas, en especial en los tramos en los que el camino se convertía en poco más que dos surcos llenos de lodo, sinuosos como culebras, entre hierba alta y huecos en los que romper la rodilla en un descuido. Los abandonamos por el camino, metiendo en zurrones y sacos todo lo que pudimos salvar y avanzamos a mejor ritmo, lo que permitió rebajar el acoso al que nos sometían, hasta que llegamos a Sacrestic Ville.

—¿Está usted preparado, comandante? —me preguntó llamándome por mi antiguo rango en el ejército de Baslodia. Junto a él, aparecieron dos soldados que parecían venir por mí.

—Ya tuvimos esta conversación, Doulas, ahora soy civil y no debería estar aquí. Lo sabes bien.

Sus galones indicaban que se trataba de un 2 Estrellas del ejército de Lunargenta, por lo que el trato que debía dispensarle un subordinado de rango, de acuerdo al protocolo militar para con los OF.L-IV, era de usted junto con un a sus órdenes, mi teniente coronel, pero me había tocado demasiado los cojones reclutándome a la fuerza y no pensaba proporcionarle un trato de respeto mutuo, ni siquiera delante de sus hombres. Y menos con hambre. Supongo que era una ventaja de ser civil. Aunque poca era, ya que tuve que acompañarles a su campamento. Allí, me ofreció sentarme en una silla de madera frente a su mesa, en su propia tienda, mientras sus dos hombres, que parecían una escolta personal, esperaban a la puerta, por fuera.

—Siéntese, comandante.

El parecer más viejo de lo que era le daba una presencia imponente, que era algo raro y que se valoraba mucho en el ejército; y que su voz sonara ronca como el acero era la guinda del pastel. No se andaba con chorradas ni fantasmadas, algo típico que suelen hacer los oficiales de más alto rango para dar valor a su divisa, pero Doulas, sencillamente, daba por hecho que toda persona razonable y racional haría lo que él dijera porque no había más alternativa. Me senté y las patas de la silla crujieron y se estremecieron un poco bajo mi peso.

—Por favor, dígame usted a qué ha venido a Sacrestic Ville.
—Dímelo tú; yo iba en dirección opuesta, al Tímer, con la intención de embarcar destino al sur cuando esta leva de soldados nos reclutó a la fuerza para venir a Sacrestic Ville. El que venía aquí eras tú.
—¿Se ha retirado del ejército de Baslodia? ¿Ya no es guardia militar?
—Ahora soy civil.
—¿Ha venido como colono entonces? ¿Quiere asentarse en la zona?
—No, no me interesa vivir en una región en la que va a explotar un conflicto étnico y está todo lleno de refugiados y forajidos echados al monte. Ahora solo me dedico a vivir un poco la vida. A lo mejor, quién sabe, quizá más adelante encuentre un lugar en el que asentarme, o tal vez no. El tiempo dirá.
—¿Cuándo dejó el ejército? ¿Cuándo coincidimos en el conflicto de la península de Mantal?
—Tiempo después.
—¿De qué vive, comandante?
—De mi pensión. Y de trabajos esporádicos.
—No suena muy apetecible, la verdad. ¿Le da para tener una vida decente?
—¿Comparado con quién? Mira a tu alrededor. Yo voy tirando. Vivo con poco.
—Bueno, pues hablemos del último mes, ¿qué ha estado haciendo?
—Viajar. Salí de Vulwulfar hace ya un tiempo y llegué a esta región. Estuve en una villa unas semanas hasta que me topé con sus chicos y me pusieron la pezuña encima.
—¿Qué hizo allí?
—Comer cerezas.
—¿Tuvo trato con vampiros?
—¿Juzga usted a la gente por su raza?
—¿Tiene algo particular para hacer por aquí?
—Soy un trotamundos, no tengo nada que hacer en ningún lugar.
—¿No tiene familia tampoco?
—Tengo un hermano, pero vive está en Verisar. No sé el lugar.
—¿No sabe dónde está su hermano?
—No.
—¿Tiene amigos en Sacrestic Ville?
—No.
—A ver… no me venga con mierdas de este tipo, comandante —se quejó Doulas—. Si viene aquí es por algo, y como ha sido militar, puedo pensar lo mejor y lo peor a la vez: puede que venga para apoyar a la Guardia de Lunargenta porque es un patriota o puede que venga a apoyar a los supremacistas bebefluídos corporales porque es un egoísta de mierda que solo quiere dinero. Una cosa o la otra, pero una de las dos. O héroe o terrorista. Y me preocupo porque usted hizo un buen trabajo en Mantal.
—No soy comandante. Soy civil. Y no soy un terrorista, no vengo a apoyar supremacistas, ni me interesa luchar en ninguna guerra que no tiene visos de terminar muy bien para nadie.
—¿Sabe ya el resultado de antemano, comandante? —preguntó interesado, suspicaz.
—Sí —respondí sin apartarle la mirada—, y tú también. ¿Dónde está la curia de delegados plenipotenciarios para las negociaciones? ¿Y quiénen son los mediadores? Nómbramelos. ¿A quién se pidió arbitraje imparcial? Nómbramelo. ¿Qué figura diplomática fue la última que pisó esta región? No somos tontos, Doulas: mantener un territorio como Sacrestic Ville en un región hostil y sin medios es inviable y lo que precede es rconocer a la Autoridad Nacional Vampírica correspondiente para una transición pacífica y respetar el derecho a existir de los vampiros.
—Y, para usted, ¿quién sería?
—Creo que se apellida Bradbury.
—¿Es partidario suyo?
—No.
—¿Y por qué dice eso?
—¿Quieres una crisis de refugiados en esta región? Verisar está lejos, pero no lo suficiente como para no sufrirla, y con los movimientos de personas en condiciones precarias, la seguridad estaría comprometida, porque no podrías regularla adecuadamente. Es una crisis en potencia para la casa del rey y para sus arcas, porque entraría en crisis. Solo ganarían los burgueses que trafican con armas y el gremio de herreros.
—¿Algo más?
—Sí, porque no soy un puto psicópata.

El hombre calló un instante.

—¿Se licenció con honores?
—Sí —respondí—. Claro.
—¿Siente que le trataron como es debido? ¿Guarda rencor al rey?

Lo pensé un instante porque me pareció una pregunta que, pese a todo, era interesante; toda mi vida fue por y para el ejército de Baslodia, casi desde el día en que nací, y ahora, de repente, estaba fuera del único mundo que conocía y en el que realmente era alguien. Había muchas cosas buenas ahora, claro está: era completamente libre y nadie me daba órdenes ni me decía dónde tenía que ir ni qué hacer, cosa que da bastante vértigo en realidad. Mi único problema ahora mismo era ver cuál sería mi próxima comida, pero no se lo iba a decir a este hombre. Solo faltaba que pensase que venía a delinquir o a rapiñar a la gente como un vago o un maleante, porque lo vería como un motivo para ponerme unos grilletes y colgarme en la horca.

—Me trataron como es debido, así que no siento nada especial. Antes era un soldado y ahora soy un civil. No hay más. Quiero vivir mi vida. —No pensaba añadir otra cosa, pero sentía que él necesitaba escuchar algo mejor para fiarse de mí—. La transición es dura porque ser libre es difícil, la vida en el ejército te la pautan otros más viejos y más sabios que tú, y cuando te vas todo ese peso recae en ti y debes aprender a gestionarlo.
—¿Ningún problema en absoluto?
—Ninguno.
—Verá, es que me resulta extraño que una persona como usted deje atrás la vida castrense. Imagino que allí todos le respetaban a usted, tenía un futuro y…—se interrumpió un instante, como esforzándose realmente por entender el motivo que me llevó a tomar la decisión de convertirme en lo que soy; pero estaba enfocándolo mal, porque lo que funcionaba para mí, no funcionaría para él, porque solo yo soy yo.

Aunque parecía rápido y lo entendió al final.

Sonrió.

—¿Conoce usted, comandante, el título I de los derechos y deberes fundamentales de los hombres de Verisar, capítulo segundo, sección segunda, que se refiere a los derechos y deberes de los ciudadanos, artículo 30, punto 5?
—¿Considera el rey que Sacrestic Ville es territorio peninsular?
—No me compete a mí decir lo que considera o no Su Majestad en su divino conocimiento de la realidad, ni a usted; pero la Guardia está aquí y, a efectos, es como si protegiéramos su persona los que estamos a su servicio. Usted fue comandante del ejército de Baslodia, tampoco es como si se tratara de una persona normal: tiene el entrenamiento de toda una vida, imagine la de recursos y vidas que ayudaría a salvar. La Corona se lo agradecería. Además, hizo un juramento que le ata.
—En caso de reclutamiento forzoso tengo derecho a declararme objetor de conciencia.
—Es su derecho, sí, pero sabrá de sobra, y más habiendo sido un Guardia Militar, que los supuestos para acogerse a este derecho… digamos que no están claramente especificados y pueden sufrir alguna alteración, ¿entiende, comandante?
—Eso no es cierto: si una persona se declara en objeción de conciencia u otra causa de exención del servicio, se le prestarán las debidas garantías —le mentí, porque tenía razón, e incluso yo había utilizado ese truco en alguna ocasión; así que cité un apartado del artículo 30 que no existía, pero que era plausible por esa verborrea que tanto les gusta a los legisladores y tanto respeto implora, dejando todas mis esperanzas a que, como todo el mundo, solo recordara fragmentos.

Afuera tocó una corneta y, al instante, entró uno de los soldados que lo escoltaba constantemente. Doulas, como esperándolo, se levantó, se sacudió el polvo de la túnica y los pantalones y echó a andar con mucha decisión hacia la salida. Supuse que quería que yo fuese detrás porque iba a enseñarme algo. Cuando salí y mis ojos se acostumbraron a la penumbra y la luz de las hogueras, descubrí que, no muy lejos de nosotros, a la vera del camino, había montado un patíbulo.

—Dos hombres muertos y una joven medio desnuda con una tajada en el pescuezo. De 12 años —comenzó a decirme él mientras mirábamos aquel patíbulo de madera sobresalir por encima de las cabezas de la multitud. Había bastantes yelmos de brillo metálico moviéndose de un sitio a otro entre estandartes de la casa real y otros señoríos de Lunargenta—. Ya están fríos, pero debió suceder hace menos de doce horas. ¿Sabe, comandante? Entiendo que en este situación roben y violen, es normal cuando se somete a alguien a demasiada tensión; pero que maten y quemen sus casas, eso ya no; eso tiene el objetivo de hacer daño. En Sacrestic Ville, hasta que no se calmen las cosas y vuelva a imperar la Ley, no va a pasar una noche sin que cuelguen a tres personas a la entrada de la ciudad. En terminando todo esto, a los dos hombres y a la mujer se les dará sepultura. A los condenados, no, esos quedarán para los cuervos.
—Deben ser muy buenos los investigadores si ya tienen al culpable —comenté yo a Doulan.

Sabía de sobra que a él no le era ajeno que las investigaciones criminales tienen su tempo y unos ritmos muy marcados, que por lo general son muy lentos. Y esto no lo era. Vi al reo, lo subieron desnudo, y de tan pálido y mojado, su piel parecía brillante, vidriosa, como de porcelana, salvo por sus brazos y el pecho; tenían un color rosado, con pintas granates que, incluso en la distancia, entendí a qué se debían: se los habían hundido en agua hirviendo para separar la piel del hueso y facilitar el desgajamiento de la carne escaldada en largas tiras. Supe al instante que se trataba de un vampiro, pero quedaba poco de él; estaba sediento y desorientado, y sometido a horas tales de tormento no sería más que un animal berrante sin dignidad. Cuando la multitud lo vio, solo percibió que era un monstruo con la piel contraída y las venas como nudos de soga burda enroscadas en sus articulaciones debido a la privación de alimento; y lo odió tanto que quisieron todos abalanzarse sobre él, pero los soldados, lanza en ristre, se interpusieron dispuestos a ensartar en ellas al primer infeliz que se pasara de la raya.
—Le diré lo mismo que les dije a los hombres que me mandaron aquí, comandante: si la gente quiere que Sacrestic Ville siga perteneciendo a la Corona, a Lunargenta, por el bien de Verisar, tienen que aceptar mis métodos.
—De acuerdo con el artículo 3 de los Convenios de Lunargenta, esto es un crimen de guerra.

Se oían los gritos inarticulados de aquel desgraciado al que estaban dando una paliza en el patíbulo.

—Pues usted, comandante, es cómplice de ese crimen. Pero empecemos por el principio: también lo es de desacato a un oficial superior al no tratarle con el respeto debido al cargo. Queda bajo arresto durante 14 días, que pueden ser hasta 2 años por desobediencia grave si no acepta su misión.
—¡Qué gilipollez! —protesté mientras el vampiro del patíbulo gritaba y los guardias de Doulas se pusieron a mi lado. Él no se interrumpió, se cuadró y me saludó como levantando la visera del yelmo.
—Por el poder que me otorga la Corona de Su Majestad el Rey Siegfried I, vuelve usted a entrar en el servicio activo. Enhorabuena, comandante: vuelve a estar en el ejército.

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Mensaje  Seraphine Valaryon Mar Oct 22 2024, 20:50

Los murmullos a su alrededor en la Posada de la Luna se iban intensificando, como una marejada creciente que no podía ignorarse por mucho tiempo. Las miradas furtivas entre los clientes y las sombras que danzaban en las esquinas parecían anticipar una tensión que Seraphine no comprendía del todo, aunque la sentía con claridad. No era la primera vez que se encontraba en Sacrestic Ville, pero aquella ocasión tenía algo diferente, algo inquietante. El peso de las conversaciones apenas audibles, las precauciones con las que los demás se movían en la sala común… todo ello le resultaba inusual.

Algo está ocurriendo... pero, ¿qué?, pensó, mientras sus ojos azulesbarrían el ambiente con un toque de desconcierto. No había venido en busca de problemas, sino de descanso. La Posada de la Luna siempre había sido su refugio cada vez que visitaba la ciudad, un lugar donde podía estar en paz, donde no tenía que rendir cuentas a nadie ni involucrarse en las intrigas que parecían tejerse a su alrededor.

Se encontraba sentada en una mesa apartada, lo más cercana posible a la ventana, desde donde podía observar las luces tenues del barrio del Corazón y el leve reflejo del atardecer que aún tintaba el cielo con sus últimos tonos anaranjados. Lejos de las mesas donde grupos más grandes intercambiaban comentarios en voz baja, se encontraba en silencio, solo acompañada por una copa de hidromiel que ni siquiera había tocado aún. Su capa oscura cubría gran parte de su figura, un intento discreto de pasar desapercibida entre los clientes que iban y venían. Aunque no se podía decir que lo lograra por completo; siempre había miradas curiosas que se posaban sobre ella, ya fuera por su apariencia o por la sensación que desprendía, como si no perteneciera a ese lugar ni a ese momento.

-Demasiados ojos curiosos...- murmuró para sí, en un susurro apenas audible, mientras fingía observar distraídamente el fuego que ardía en la chimenea cercana. Sentía la mirada de varios sobre ella, pero se había acostumbrado a eso con el tiempo. Desde que había abandonado Dundarak, no le quedaba otra opción que ser una viajera solitaria, y aunque evitaba llamar la atención, no siempre lo lograba. Al fin y al cabo, alguien como ella, con su porte y su naturaleza, no pasaba desapercibido con facilidad.

No obstante, la razón de su incomodidad no se limitaba a las miradas. Había algo más en el aire esa noche, algo que no había sentido en visitas anteriores. La posada, siempre un lugar de descanso y conversación relajada, estaba impregnada de una tensión que podía cortarse con un cuchillo. En sus viajes anteriores a Sacrestic Ville, Seraphine había oído rumores sobre conflictos, sobre facciones enfrentadas, pero nunca les había prestado demasiada atención. No era su guerra, no era su batalla. Su única lealtad era a sí misma y a la misión personal que la llevaba de un lugar a otro sin detenerse demasiado tiempo en ninguna parte. Pero esta vez, esa guerra parecía haberse acercado más de lo que hubiera querido.

¿Será cierto lo que dicen? ¿Sobre las facciones que se enfrentan en la ciudad?
Escuchaba fragmentos de conversaciones a su alrededor, nombres mencionados casi en susurros: Oneca, Amanda, D’Orlind Ûr... Eran personajes que no le resultaban familiares, meros ecos de historias que no le concernían. Aun así, no podía evitar que una ligera inquietud se asentara en su interior. Aunque había aprendido a mantenerse al margen de los conflictos, sabía que en lugares como aquel, las facciones podían arrastrar a cualquiera en su vorágine sin previo aviso.

Dejó la copa de hidromiel en la mesa y apoyó el codo sobre el respaldo de la silla, en un gesto pensativo. No había nada en particular que la retuviera en la posada más allá de su propia costumbre de descansar allí. Llevaba ya un par de días en la ciudad, y aunque siempre mantenía su guardia alta, no había esperado verse involucrada en algo más grande. Pero los rumores y el ambiente a su alrededor sugerían que esta noche no sería como las demás.

-Quizá debería irme antes de que oscurezca del todo...- reflexionó en voz baja, aunque sabía que no lo haría. Se había ganado la costumbre de observar antes de actuar, y abandonar la posada en ese momento podría llamar más la atención de la que ya atraía.

Los rumores vendrán a mí si soy paciente, se dijo, inclinándose ligeramente hacia adelante mientras su mirada barría el lugar. No estaba buscando participar en el conflicto, pero tampoco podía ignorar que estaba inmersa en el mismo centro de la tormenta. La Posada de la Luna, ahora lo comprendía, no era solo un refugio para viajeros como ella; se había convertido en el lugar donde las decisiones se tomarían esa noche. Aunque no lo había previsto, se encontraba justo en medio de un nudo de intrigas y alianzas que desconocía.

De pronto, el sonido de unas voces más cercanas llamó su atención. Un grupo en la esquina discutía en voz baja, pero no lo suficiente como para que no pudiera captar algunas palabras clave. Algo sobre una reunión importante esa misma noche, sobre el destino de la ciudad. Sus sentidos, entrenados para captar incluso el más leve de los cambios en el ambiente, se agudizaron. A pesar de sus intenciones de mantenerse al margen, algo en aquellas voces despertó su curiosidad.

No vine aquí para esto, pero si algo amenaza la paz, tal vez debería saber más.

Sin cambiar su postura relajada, sus ojos siguieron discretamente los movimientos del grupo. La gente de la posada estaba intranquila, y aunque ella no conocía los detalles, lo cierto es que el conflicto estaba allí, y sería insensato ignorarlo. No podía evitar la sensación de que algo iba a suceder esa noche, algo que podría ponerla en una situación en la que sus habilidades serían necesarias.

-Nunca se está preparado para el combate-, murmuró de nuevo para sí, apretando levemente la mano sobre el pomo de la cimitarra que descansaba, oculta, junto a su cadera bajo la capa. No buscaba la pelea, pero tampoco huiría de ella si la confrontación la alcanzaba. Como siempre, su objetivo era mantener el equilibrio, estar lista para actuar si era necesario, pero solo si su propia misión se veía comprometida.

La noche caía lentamente sobre Sacrestic Ville, y con ella, la incertidumbre de lo que traería. Afuera, el bullicio se apagaba poco a poco, pero la tensión dentro de la posada solo crecía. Seraphine, en silencio, observaba y esperaba, consciente de que, de una manera u otra, el conflicto la alcanzaría antes de que llegara el amanecer.
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Mensaje  Aylizz Wendell Mar Oct 22 2024, 22:52


Llevaba horas encerrada en aquella habitación, con ganas de arañar hasta las paredes si aquello hubiera sido el remedio a una decisión de la que, por momentos, llegaba a arrepentirse. No de haber preferido ocultarse en aquel cuarto en lugar de pasearse por las calles de la ciudad, aunque a su llegada todavía le quedaban luces al día, sino de haber negociado con aquella pareja su transporte. No por ellos, sino porque, bueno, en fin, sólo había que pensar dónde habían acabado. Nana y Leo se habían portado bien y no podía decir que no le habían advertido de la ruta que tendrían que tomar para dejar atrás los Reinos del Norte, pero en ningún caso hubiera esperado tener que verse en la obligación de apostarse en Sacrestic Ville, si querían que los caballos, y sus propios cuerpos, aguantaran hasta el final del viaje. Sobre todo después de los días que les había llevado atravesar las minas y en qué condiciones.

Miraba al techo, contemplativa. Podía aceptar la necesidad de pasar la noche en una posada, dormir sobre un colchón, comer caliente y hacerse con más provisiones. Pero no podía creerse que aquellos dos, que parecía que hubieran recorrido aquella ruta más veces de las que pudieran contar, no conocieran un lugar para hospedarse que no estuviera en el maldito corazón de la ciudad. Ea, a la vista de todos. Por si alguien no hubiera reparado todavía en los extranjeros que vendían sal y otras dispendias. Volvió a girar media vuelta sobre sí misma, por enésima vez, y se quedó mirando a Leo, que daba cabezadas y luchaba por no estampar la frente contra el escritorio en una de aquellas. Hacía mucho que él había vuelto, supuso la elfa que con la convicción de que su amiga lo haría poco después, pues por lo que había podido conocer de ellos en el viaje, le costaba creer que el joven hubiese aceptado a dejarla sola de buena gana. Pero ambos seguían esperando.

Incapaz de conciliar el sueño y hastiada de marearse sobre el colchón, decidió echar mano de una de las varias lecturas de cama que llevaba consigo. Como si no se las hubiera aprendido ya de memoria. Al rato de sumergirse entre las páginas y lograr apaciguar sus turbulentos pensamientos, Nana irrumpió en la habitación sin previo aviso, visiblemente alarmada y con la respiración entrecortada.

—Hay que trancar la puerta y las ventanas.— imperó acercándose a las cortinas para cerrarlas.

Leo se levantó de un salto del escritorio y lo empujó hacia la puerta. Aylizz se puso también en pie, sobresaltada, dejando el libro que leía sobre la cama.

—¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre?— preguntó inquieta, buscando de manera automática con qué hacer cumplir las exigencias de la loba

—Salí a por víveres.— trancó una ventana con un palo de hierro de la chimenea. —Me encontré con una fiesta.— trancó la siguiente con el fuelle. —Y todo iba bien, había vino, la gente bailaba.— ayudó a Leo a mover el escritorio hasta la puerta. —Y entonces empezaron a atacar a la guardia. Murió un hombre.— explicaba, sin dejar de apilar las sillas frente a las ventanas a modo de barricada. —Nousis me acompañó hasta aquí.

Levantando a medias el colchón, la elfa desencajó un par de lamas de la cama y las usó para atrancar la ventana restante. Trataba de no ceder al pánico contagiado por las vagas y aceleradas explicaciones de la mujer. Pero entonces lo nombró.

—¡¿Nousis?!— el pulso se le aceleró antes de que pudiera terminar de respirar tras repetirlo del asombro.

Le fue difícil no abalanzarse sobre ellos y sobrepasar el escritorio para salir de la habitación en su busca, pero logró mantener a raya ese primer impulso y trató de no actuar sin premeditación. Todavía no había logrado encontrar sentido a ninguna de las palabras de Nana. Se decidió por hacer lo más sensato y abandonar la comodidad, disponiendo todas sus cosas a la mano y estar lista para salir por patas en cualquier momento. Siendo así, recogió el libro y lo guardó apresuradamente en la bolsa, que dejó preparada junto a la túnica que colgaba a los pies de la cama.

—¿Ha sido él quien lo ha matado?

En efecto. De todo lo que podría haber preguntado, dadas las circunstancias, fue aquello lo que su boca pronunció en primer lugar. Yo qué queréis que le haga. Y como primera reacción, Nana se giró hacia ella con algo de asombro.

—¿Sería capaz de matar a alguien en una fiesta? El elfo estirado…— bromeó con una media sonrisa enseñando los colmillos. —No, no fue él, a decir verdad no sé quién fue, ni quién murió, sólo estaba con él y un tal Sango tomando vino cuando, de pronto, toda la guardia estaba enzarzada en una pelea contra vampiros.— explicó, por fin, sentándose en una de las sillas apiladas que formaban la barricada.

No llegó a responder a la pregunta, pero levantó las cejas y esbozó una sonrisa claramente sarcástica. Tomó asiento ella también, pero a medida que escuchaba, el aire empezó a resultarle pesado y una presión le comenzó a apretar como si intentara ahogarla. De manera atropellada se aflojó los cordones del corpiño para liberarse de la angustia, al tiempo que la loba expiró un profundo suspiro.

—Leo.

La loba no tuvo que hablar más. El ingeniero se sentó en una de las camas y repitió el gesto desesperado de su amiga, un largo suspiro.

—No tenemos víveres ni para dos días, que es lo que tardaríamos en llegar a terreno seguro. Si se están agolpando en las inmediaciones de Sacrestic, que es lo que yo haría, salir con el carro es un suicidio.— apuntó y desplegó un mapa en la cama. —Lo mejor es aprovisionarnos y esperar a que explote todo para salir por patas, preparar todo en una de las salidas más escondidas y salir cuando estén atacando.

Instintivamente se llevó la mano al cuello y acarició el colgante. Respiró algo más aliviada al reafirmarse en que no había amenazas cerca, pero comenzó a maldecir para sí el momento en que se le ocurrió pedirles que la llevaran de vuelta a los bosques. Más allá. El condenado instante en que accedió a viajar hasta el norte. ¡Y había terminado nada menos que en Sacrestic! Su mente se encontraba al punto de ebullición, así se le hacía muy complicado pensar con frialdad.

—De acuerdo, si, está bien. Alejarnos cuanto más, mejor. ¿Y qué tal si no esperamos más?— suspiró llevándose el pelo hacia atrás, en un gesto nervioso, y prestando atención al mapa sobre la cama —Perdona, no, olvídalo. Tienes razón.— se tomó una pausa para respirar —¿Qué sugieres entonces? Cuándo salimos y por dónde.— quiso saber mientras escudriñaba el mapa. Leo señaló la parte más al sur de la ciudad.

—Dejaremos el carro ahí. Atacarán las dos puertas, por mar y por tierra, pero nosotros saldremos por el sur hacia los baldíos, entre las montañas. No creo que ataquen por la comarca de Urd, es demasiado montañosa.— explicó cruzándose de brazos. —Tranquila, prometimos llevarte a un lugar a salvo y los lobos siempre cumplen sus promesas.— le sonrió a la elfa.

Entretanto, Nana miraba el vidrio que quedaba expuesto entre las cortinas. Leo posó entonces sus ojos en ella y fue evidente el cambio en su expresión.

—Ha pasado algo más, ¿verdad?

—No, nada más.

—Permíteme que lo dude.— la mirada del lobo se volvió inquisitiva. —No te puedes guardar nada, no en estas circunstancias.

Nana resopló con pereza.

—Él. Lo escuché en la fiesta y lo vi marchándose con Trickster antes del alboroto. Y no, no creo que tenga nada que ver con esto.

—Otra vez ese maldito brujo pelirrojo, Nana.— apretó los puños. Aylizz lo miró pensativa, aunque optó por no intervenir en una conversación que no entendía y que, supuso, no querría entender. —Es un ave de mal agüero.— añadió él.

De repente, algo tintineó en la ventana. Nana se levantó y se llevó el dedo a los labios para pedir silencio. Unos segundos más tarde otro tintineo sonó en el cristal. Algo golpeaba la ventana. La elfa se levantó de la cama con cautela, tratando de no hacer el mínimo ruido y se acercó hasta el marco de la ventana, colocándose frente a ella.

—¿Entonces esperas a alguien más?— susurró antes de asomarse entre las rendijas.

—No en realidad.— susurró también, antes del siguiente tintineo.

Nana miró a Leo, que se levantó de la cama, como si fuera capaz de conocer sus intenciones antes que la propia loba, pero para cuando quiso pararla, ella ya estaba escalando la barricada para apartar las cortinas y abrir la ventana.

—Pétalo.— dijo Leo sorprendido.

Un pequeño ábina de cola roja entró a la habitación piando y dando vueltas sobre sus cabezas. El ave se posó en las manos de la loba, llevaba un pequeño pergamino atado a su pata. Nana lo despegó con cuidado del miembro del animal y este voló hacia la cabeza de Aylizz, posándose en su hombro.

—Es la ábina de Rose.— explicó el chico a la elfa, mientras los ojos de Nana se desplazaban sobre el mensaje.

—Tengo que irme. Ya.— se limitó a decir, antes de apresurarse a buscar la ropa de viaje en su baúl.

—¿Qué?— replicó Aylizz, todavía inmóvil junto a la ventana.

Si ya le estaba costando trabajo procesar lo que había ocurrido durante su encierro voluntario en aquella habitación y lo que estaba por ocurrir, aquello terminó por romperle los esquemas. Que se iba, decía. ¿Y pensaría dejarla allí tirada?

—Pero no puedes irte ahora. ¿Cómo? Preparas esto como si fuera un refugio por una revuelta en una fiesta, hablamos de huir entre el caos y ¿ahora no es para tanto?— aireada, ladeó la mirada hacia el pájaro. Aun así, encontró la manera de ser suave en sus movimientos y lo acarició en el pescuezo antes de azuzarlo para que se moviese y así poder trepar hasta cerrar de nuevo la ventana.

—No he dicho que no sea para tanto.— replicó sacando la capa del baúl. —Pero tengo que irme, es una urgencia que no puede esperar. No sé cuánto tiempo estuvo buscándome Pétalo.— explicó con la respiración entrecortada. —Leo, llevarás a Aylizz a un terreno seguro tal y como prometimos.— imperó la loba, a lo que su amigo asintió con la cabeza rotundamente.

Nana miró a Aylizz cuando ya estaba encima de la barricada y le hizo un ademán con la mano para que no cerrase la ventana. Se ajustó la capa y trepó de nuevo hasta el alféizar.

—Solo una orden más. No muráis. Nos vemos en Ulmer.

No pudo decir más antes de que la loba se colgara del saliente y se dejara caer al callejón. Aun así, se mantuvo asomada hasta que su figura se perdió entre las sombras antes de cerrar. Y todavía miró a través del cristal un par de minutos para contemplar la oscuridad antes de bajar de nuevo al suelo.

—¿Y por qué entonces se toma tantas molestias en cumplir?— cuestionó a regañadientes, cruzándose de brazos. Leo pareció escuchar el comentario y rió desquiciado.

—Nunca rompemos las promesas. Y nunca dejamos atrás a los amigos.— dictaminó, antes de ponerse a caminar por el cuarto en círculos, con las manos tras la espalda. —Seguiremos el plan, no tiene que salir nada mal. Podemos buscar a tu amigo el elfo incluso, antes de partir en dos días.

Aylizz se llevó las manos a la frente y se apretó las sienes mientras paseaba un par de veces, de lado a lado de la estancia, hasta detenerse y sentarse nuevamente sobre la cama. Revisó su bolsa de viaje, comprobando una vez más todo lo que disponía, y se inquietó al pensar en cuántas semanas llevaba ya tan lejos de donde debería estar.

—Estamos en una posada, abajo habrá un almacén. O una despensa en la cocina.— concluyó, obviando la propuesta referida a Nousis por el momento.

Hacía tan sólo unas semanas que lo había despedido en Glath, decidido a dirigirse a los pueblos del norte para ¡oh, sorpresa! prestar su espada en una guerra que no era la suya. No había vuelto a tener noticias suyas, de modo que todo cuanto alcanzaba a pensar con claridad acerca del elfo, en aquel momento, era que se alegraba de saber que seguía vivo.

—Ya habrán echado la llave después de enterarse del altercado.— expuso Leo, sentándose en la silla donde Nana lo había hecho minutos antes. —Mañana cambiaremos los vestidos de Rose por víveres. No lo parece, pero cuestan una fortuna. Saldremos a la madrugada del día siguiente, si es que no se tuercen los planes…

La elfa atendió al plan propuesto y tras unos segundos de dubitativo silencio, se dejó caer de espaldas sobre la cama y suspiró.

—Está bien. Son sólo dos días más...— murmuró, acariciando de nuevo el colgante. —Todo está bien…

Después echó mano de nuevo de la bolsa de viaje y sacó un cuaderno manuscrito, rescatado de entre los restos de un campamento atacado, que parecía manido de las muchas veces que lo había leído. El diario de un soldado de La Guardia que recogía los reportes de sus camaradas, enviados a Sacrestic. Y de sus propias vivencias durante el servicio prestado en tierras de malditos. A la elfa le hacía difícil recordar hacía cuánto lo había encontrado aquel joven, al que por causas del destino y de una abrasión se sintió en la obligación de ayudar, a su paso por Rocagrís, en Verisar. Pero se estremeció al pensar que aquello de lo entonces se hablaba como una posibilidad incipiente, podía haberse hecho real.
_________________________________________
Entendiendo que sea necesaria alguna aclaración...
1.- Me he aprovechado de que Nana contextualizó que Aylizz se encontraba por ahí durante la Cena con Wisterias, porque les pillaba volviendo de un viaje y sus cosas, para situar mi participación en este evento.
2.- Por supuesto, la conversación con Nana ha sido pactada y aunque la loba no participa en este evento (por si no quedaba claro con su espantada), me ha cedido el uso de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
3.- Si hay que elegir bando, escojo el de salir corriendo y sobrevivir. Gracias. Pero sin tener yo especial simpatía por los vampiros, tampoco tengo interés ni intención alguna de enfrentarme a ellos en su terreno. Ta feo no?

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Mensaje  Fehu Vie Oct 25 2024, 14:24

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El vampiro contraataca


Mansión Stocker, Barrio Alto

Entre sonrisa forzada y asentimiento cortés, Oneca procuraba no perder de vista a Wolfgang Rammsteiner. El sentimiento de desconfianza que le provocaba desde el asunto de la cena había ido mutando hasta convertirse en algo que se negaba a llamar miedo pero, si era absolutamente franca consigo misma, no le andaba lejos.

Drol había reunido a un grupo variado de elementos de la alta sociedad de la villa, aquellos que no se molestaban en aparentar devoción alguna, pero tampoco estaban dispuestos a comprometerse abiertamente con una causa común. No, a menos que ya la dieran por ganada, por supuesto.

Para eso estaba Wolfgang allí, para asegurarse de que, cuando los demás elementos de la revuelta entraran en acción, estas ratas de salón hicieran lo propio. Y ¿por qué estaba ella aún allí con todos los detalles que quedaban por ultimar? Para asegurarse de que Wolfgang hacía lo que se esperaba de él, por supuesto.

¡LOS HAN MATADO! ¡A TODOS, TODOS MUERTOS! T-todos… Muertos todos. M-m-m.

El hombre atravesó las puertas del salón en un estado de total agitación que fue degradando en desconcierto e impotencia. Las salpicaduras de sangre en su cara y su ropa contrastaban con las manchas de pintura en sus manos. ¿Ese era el famoso Dorian?

Oneca se apartó de la pareja con la que conversaba para acercarse al pintor y tratar de dilucidar lo que había ocurrido, pero Wolfgang llegó antes, le dijo algo en voz baja y el hombre habló de nuevo:

El Barón Arkanthius —dijo—, degollado. Y todos sus guardias, la mansión… es un cuadro escarlata. —Wolfgang dijo algo más y la mirada de Dorian se desenfocó por un momento antes de proseguir—: La guardia, la guardia vino y…

¿Qué opinas, Drol? —interrumpió Wolfgang, con aquella melosa cadencia acompañando su voz—. Ya no les vale con expropiar como te hicieron a ti.

Aquello no tenía sentido, por supuesto. Oneca creería antes que Amanda había decidido, por fin, remangarse el vestido y darle un poco de pelea eliminando uno a uno a sus partidarios que un movimiento tan poco calculado de la guardia para enfurecer a la población. Sin embargo, la magia de Wolfgang hizo su trabajo y Drol, con el rostro contraído por la ira, se precipitó fuera de la sala. Hacia la mansión Velmont, sin duda, y después, a por quien quiera que hubiera perpetrado el asesinato.

Oneca dio un paso al frente, aquello estaba llegando demasiado lejos. Pero algo en la calculadora expresión de Wolfgang la detuvo. ¡Estaba sonriendo! ¡El maldito lunático estaba disfrutando con todo aquello!

Ya han visto lo que opinan los humanos de ustedes y su poder —dijo con esa horrible voz. Oneca retrocedió un par de pasos—. ¿Hasta cuándo piensan permitirlo?

La sala estaba en completo silencio, todas las miradas pendientes de Wolfgang. Oneca se acercó despacio a la puerta abierta de la terraza.

Pero qué agorero soy —continuó Wolfgang—. Habíamos quedado para desayunar, ¿no es así?

Oneca atravesó la puerta y saltó al jardín.

¿Y QUÉ ES UN DESAYUNO SIN UNA BUENA CACERÍA PARA ABRIR BOCA?

Los vítores de los asistentes a la reunión acompañaron a Oneca mientras atravesaba el jardín de los Stocker sin mirar atrás. ¿Cómo había podido confiar en ese hombre?, se reprendió mientras atravesaba las calles a paso vivo. Iba a echarlo todo a perder por su propio disfrute maníaco.

Pero no, después de tantos preparativos, no iba a rendirse ahora por un imprevisto. Solo tenía que acelerar un poco las cosas. Atacar mientras la guardia se las veía con la cacería de Wolfgang. Y esperar que Vitto y el resto tuvieran más suerte controlando al párroco, claro. ¿Cómo les iría a Thorgoud y Zagreus con esas Sierpes. No habían ocultado que tenían su propia agenda pero, con suerte, se alinearía con la suya el tiempo suficiente.

Pensé que estarías en la reunión.

Concentrada en sus propias sospechas, Oneca no había oído llegar a Amir, que ahora caminaba a su lado. ¿Podía confiar en Amir?

Las cosas se han precipitado un poco —dijo sin dejar de caminar.

¿Un poco?

Amir giró ligeramente la cabeza hacia los gritos, risas, vítores y aullidos que empezaban a propagarse desde la mansión Stocker. Oneca hizo un gesto de negación, ya le explicaría cuando llegaran con Kalitas.

Las bandas se han reunido —informó entonces Amir—. Están en posición y atacarán la Puerta a la hora convenida.

Bien, algo que salía de acuerdo al plan.

También ha venido un grupo de D’Orlind. Los guardias les cierran el paso por el momento.

¿Cuántos? —preguntó Oneca.

No tantos como los nuestros, pero podría ser un problema si se unen con la guarnición.

Eso era algo que Amanda podría intentar, sin duda.

Tendremos que confiar en que mantengan a la guardia ocupada mientras hacemos nuestro trabajo —dijo Oneca mientras abría la entrada que daba paso a los túneles subterráneos.

Casi se dio de frente con Dolce… ¡quién debía estar vigilando la Posada con Arturo!

¡Está aquí, Lady Oneca! ¡Ha venido! —dijo la muy imbécil en cuanto la reconoció.

Genial, más sorpresas.

¿Quién? —le preguntó reprimiendo la creciente sensación de frustración.

El Héroe Albino. Lo he visto, Lady Oneca, lo juro.

¿Estás segura? —preguntó Amir con cierto interés. Los rumores sobre el misterioso héroe se habían extendido como arena derramada entre los rebeldes.

¡Pues claro que lo estoy! Es igual que en los carteles. Y además, salta…

Por supuesto que ha venido —cortó Oneca—. No iba a perderse esta noche.

Oneca no tenía la más remota idea de quién era el albino ese, pero si animaba a luchar a los rebeldes, lo usaría como todo lo demás.


Posada de la Luna

La sala semiprivada que Escarlata les había prestado para la reunión estaba algo más llena de lo que Amanda había esperado, pero tampoco había puesto sus esperanzas muy arriba. No se hacía ilusiones, los aliados de Oneca eran muchos y poderosos y era muy posible que, pronto, todas aquellas personas tuvieran que adaptarse a su mandato o buscarse otro lugar donde vivir. En el mejor de los casos.

Se detuvo poco tiempo en saludos. Aquella gente no había venido a escuchar galanterías ni a posar para el cotillon. En mayor o menor medida, las caras que se volvían hacia ella mostraban la misma angustia y preocupación que ella sentía. Aquellas personas merecían que se les expusiera la verdad de forma sencilla y sin adornos, así que, animada por un gesto de su esposa, se dispuso a abrirse ante aquella gente como no lo había hecho nunca.

Todos aquí sabemos que la situación en esta ciudad está a punto de explotar. Seré breve, porque tengo motivos para pensar que será esta noche cuando eso ocurra. Mientras hablamos, un grupo de figuras importantes del Barrio Alto se han reunido en la Mansión Stocker para “un desayuno formal”. Me consta que Oneca Reis figura en la lista de invitados, pero estoy segura de que no se quedará mucho tiempo, pues tiene otra reunión en algún lugar de la ciudad subterránea.

A su lado, su querida Wood asintió con una mezcla de orgullo y pesar. Esa información le había costado la vida de uno de sus rastreadores.

Quizá han oído las campanas de la Iglesia de Cristo repicar algo más temprano de lo acostumbrado esta noche. Justo cuando entraba en la posada me informaron que los Vrykolakas, entre otros, fueron de los primeros en entrar. Vitto no se pronuncia con claridad ante nadie, pero si está en esa iglesia es porque algo se cuece con el tal San Jacobo. Y si la misa ha comenzado temprano es porque algo planean para después. Se ha visto a varios de esos fieles controlando las entradas y salidas del cuartel de la guardia y no me cabe duda de que alguno de ellos estará perdiéndose la misa por ver quién entra hoy en la posada.

Un silencio estoico recibió sus palabras. Nadie podía contar con que aquella reunión pasara desapercibida, después de todo.

No soy una guerrera ni una estratega —continuó Amanda—, y todos sabemos que no siempre he sido la mayor defensora de esta ciudad. Pero estoy dispuesta a hacer lo que haga falta por defenderla ahora. No intento convertirme en vuestra líder, ni siquiera sabría cómo empezar. Solo quiero que Sacrestic vuelva a ser lo que ha sido siempre: un lugar dispuesto a acoger a quienes no somos bienvenidos en otro lugar por causa de algo que nunca tuvimos oportunidad de elegir. Y creo que todos aquí queremos lo mismo.

Los asentimientos y algunos murmullos aprobadores a su alrededor le hicieron lamentar la necesidad de presentar una mala noticia detrás de otra, pero se obligó a continuar con lo que había venido a decir.

El ejército de personas-bestia que se rumorea que ha llegado de D’Orlind Ûr está realmente aquí. Sin embargo, con la evacuación de los arrabales y los guardias de la puerta en alerta por esas bandas de rebeldes que se acercan por el este, va a ser prácticamente imposible que los dejen entrar. Ni siquiera he sido capaz de comunicarme con ellos. Si queremos hacer algo por salvar lo que queda de nuestra ciudad, debemos trabajar juntos. Y deprisa.


Iglesia de Cristo de Sacrestic Ville

Para San Jacobo de Beckelard, Santo Papa de la Iglesia independiente de Sacrestic Ville, el ritual de repetir los salmos y fórmulas de la misa era un proceso meditativo. El modulado de la voz, para apaciguar las mentes dolientes o exaltarlas en los puntos álgidos de la ceremonia se había convertido en un procedimiento tan natural como respirar. No hacía falta pensar para respirar. Tampoco lo hacía para tocar las mentes y los corazones de sus fieles, sincronizarlos con los suyos.

Aquella noche, la ceremonia, aunque temprana, siguió el ritmo de costumbre. El sermón incidió en la importancia de propagar la Sangre de Cristo, por supuesto. Muy pocos se acercaron a comulgar con Ella, pero después de la conversión generalizada la noche de su nombramiento, no quedaban muchos fieles a los que no hubiera llegado ya su Sangre. Su Fé tendría que extenderse para llegar a más corazones. Era por eso que se había plegado a los planes de Oneca, Vitto y los demás, al menos por el momento: Por la oportunidad de aumentar su rebaño.

Llegó el final de la misa pero, aquella noche, no podía dejarlos marchar en paz todavía. Había algo que debía anunciar primero. San Jacobo alzó las manos para asegurarse la atención que, por otro lado, nunca había perdido y…

El portón de la iglesia se abrió dejando entrar la más grotesca imagen que había presenciado en mucho tiempo: un hombre adulto disfrazado de… ¿qué? Por si la entrada no hubiese sido lo bastante llamativa, una brillante luz se encargó de iluminar toda la escena. Los murmullos comenzaron de inmediato. Debía hacer algo ya o perdería la atención de sus feligreses.

¡ES LA SEÑAL! —gritó, regodeándose en la potente vibración que acompañó a su voz—. UN MILAGRO DE JESUCRISTO, QUE ENVÍA A UN POBRE MUDO Y SU PERRO COMO MENSAJEROS DE SU PALABRA. ¡ALABEMOS A CRISTO!

¡ALABADO SEA JESUCRISTO! —repitieron los fieles—. ¡ALABADOS SUS MENSAJEROS!

¡ALABEMOS A JESUCRISTO! —repitió San Jacobo—. ¡PROPAGUEMOS SU PALABRA! LA SANGRE DE CRISTO DEBE SER PROPAGADA.

¡LA SANGRE DE CRISTO DEBE SER PROPAGADA!

LOS PERROS QUE NOS OPRIMEN NO CONOCEN LA VERDAD DE CRISTO. PERO DEBEMOS SER COMPASIVOS CON ELLOS. DEBEMOS MOSTRARLES LA VERDAD. DEBEMOS DARLES A BEBER LA SANGRE DE CRISTO.

¡LA SANGRE DE CRISTO! ¡QUE BEBAN LA SANGRE DE CRISTO!

Y así, alzando a los cuatro recién llegados como si de las imágenes en procesión se tratase, salieron de la iglesia entre cánticos y alabanzas. La Sangre de Cristo sería propagada, la guardia de Verisar bebería la Sangre de San Jacobo.


Exterior de la ciudad

Los veinte guerreros del Templo de los Monos llegaron con su líder cansados y, en algunos casos, heridos. Eloísa, que acababa de llegar de un nuevo vuelo de reconocimiento, y Ruarc, el hombre-chacal que lideraba el destacamento de D’Orlind Ûr, se acercaron a Akanke y su grupo para enterarse de las noticias que traían.

No eran buenas noticias. Los guerreros habían tenido que avanzar a la carrera durante leguas debido al acoso de una numerosa banda de vampiros que los había atacado sin ofrecer o pedir explicaciones. Había más, los habían visto reunirse en el bosque. ¿Y el destacamento que venía desde el Tymer? Aún marchaban al caer la noche, pero no llegarían antes que los vampiros.

Esto no me gusta —dijo Ruarc—. Si nos quedamos aquí, estaremos atrapados entre los guardias y los vampiros. ¿Hay noticias de Amanda?

Eloísa negó con la cabeza, no había visto nada fuera de lo normal, salvo la aglomeración de gente en la Avenida de la Sed y alrededores. Los habitantes de los arrabales, probablemente.

No podemos entrar, no podemos quedarnos —resumió Ruarc— y tratar de retroceder en medio de la noche con bandas de vampiros rebeldes rondando los alrededores sería una maldita locura. Lo único que se me ocurre es tratar de parlamentar con los guardias. Ofrecerles nuestra ayuda para enfrentar lo que les llega y rezar a los Guías para que no estemos defendiendo la ciudad para el bando equivocado.

¿Y si acabamos atrapados entre los radicales de fuera y los de dentro? —apuntó Eloísa.

¿Se te ocurre una idea mejor?


Pasadizos subterráneos

Oneca y Amir irrumpieron como una exhalación en el pasadizo donde los suyos se reunían.

¿Qué está pasando ahí arriba? —preguntó Asier en cuanto los vio llegar por fin.

De todo —resumió Amir.

Es el momento —dijo Oneca—. Debemos actuar ya. Los mineros y exiliados están en posición y… Wolfgang está en marcha también.

¿El párroco? ¿Se ajustará al plan?

A aquellas alturas, quién sabía lo que haría ese fanático. Oneca ocultó su disgusto y frustración con el gesto de ajustarse la espada corta al cinto.

Más le vale —dijo con voz enérgica—, porque cuando tengamos la ciudad, aquellos que se nos opusieron serán los primeros en recibir la justicia que merecen. ¿NO ES ASÍ?

Los congregados, impacientes, corearon su opinión.




__________________

A partir de este momento, está prohibido editar el primer post del evento. El inventario que allí incluyeron será el único del que dispongan a lo largo del evento.

Si no llegaste a entrar en la primera ronda y te quedaste con las ganas, tienes una última oportunidad. Para participar en esta ronda, debes postear antes de que termine el plazo, incluyendo en un off rol el inventario con el que cuenta tu personaje. Echa un vistazo a lo que está ocurriendo abajo, con los objetivos, y elige el que aplique para tu caso.

El plazo para postear en la segunda ronda será hasta el sábado 2 de noviembre (incluido). Como ya se indicó, no hay turno de posteo.

TU OBJETIVO EN ESTA RONDA:

Bueno, parece que esto se ha desatado un poco antes de lo que esperaba. Qué se le va a hacer, tendremos que tirar con ello. Les dejo aquí abajo un pequeño croquis con los movimientos proyectados a lo largo de esta ronda. A menos que los mencionados grupos sean interceptados, seguirán su ruta hasta el punto señalado como destino y comenzarán allí en la siguiente ronda. No he incluido la llegada de los rebeldes del exterior, que se producirá al inicio del próximo turno, se me pongan como se me pongan.

plano de situación:

Lukas el Modelo: ¡Enhorabuena! No solo has iniciado el conteo de muertes, precipitando los acontecimientos y privando a Oneca de uno de sus aliados (o, quizá, unos cuantos), sino que además has dejado atrás un bonito retrato que servirá para colgar en el muro de los héroes. O para los carteles de busca y captura, dependiendo de quién se haga con la victoria esta noche. Suerte con eso. ¡Ah, sí! Te siguen el rastro, gracias al olor de la sangre con que se ha bañado Felurian. Menos mal que estás cerca del Jardín Botánico y sus escalables muros. O, no sé, ¿corre?

Cohen, Elian y Corlys, los Amanders: Ya han oído a Amanda. No es una estratega ni una guerrera. Ha hecho lo que ha podido, pero partía con desventaja. Por eso ha decidido poner la situación en manos de la gente en que confía (y amigos de estos). A efectos prácticos, de cara a organizarnos en el evento, ustedes tres. Tendrán que organizar lo poco que tienen para resistir lo que se viene. Tanto si prefieren distribuir sus activos para cubrir más terreno o concentrarlo todo para asegurar uno o dos puntos estratégicos, la resistencia está en sus manos. Pónganse de acuerdo y pónganse a ello, porque la avalancha ya está en marcha.

Aparte de lo que pueda aportar cada uno, cuentan con la modesta manada de licántropos de Woodpecker, la esposa de Amanda, como posibles combatientes. Podrán dividirlos (si quieren) en dos grupos, al mando de dos lugartenientes, niveles 6 y 7. Pueden nombrarlos/as, describirlos/as y elegir talentos para ellos/as. La propia Woodpecker permanecerá cerca de Amanda para protegerla.

Daphne parece tener un buen número de amigos del que podría tirar, pero no sé yo si serán de los de “¡a las armas!”. Un último intento para aliarse temporalmente con la guardia podría ser la única oportunidad de resistencia o victoria, aunque tampoco sé yo cómo mirarán a Peter (si es que Cohen accede siquiera).

Amanda está convencida (y lo habrán visto más arriba) que el cuartel de la guardia será un objetivo, también tiene noticias de los atacantes que están apunto de echarse sobre la Puerta del Alba desde fuera y es consciente de la necesidad de contactar con el grupo de D’Orlind Ûr que espera también afuera. No saben dónde atacará Oneca (incluso aunque Caoimhe postee antes), pero no tardarán en oír el alboroto de la gente de Wolfgang. Suerte.

Seraphine la Paciente Observadora: Cuánto de lo acontecido en la reunión de Amanda has escuchado y lo que hagas con ello es cosa tuya. Si quieres ofrecer tu granito de arena a su causa, ponte en contacto con los de arriba por privado.

Bio y Meraxes, los Aparecidos: De momento, los fieles de San Jacobo no parecen muy conmovidos por el mensaje del perro que habla, pero se los llevan de procesión en volandas, así que aún hay esperanza, ¿cierto? Pueden lidiar con la situación como consideren oportuno, pero me veo en la obligación de advertirles que un buen número de los feligreses de la Iglesia de Cristo son conversos recientes. Y no, no me refiero a su credo, sino a su vampirismo, por lo que es posible que aún no hayan aprendido a controlar sus impulsos del mismo modo que un vampiro más experimentado. Aunque, conociéndolos, cualquiera sabe si se tomarán esto como advertencia o como desafío…

Helena la del Corazón Helado: ¿Notas esa sensación que acompaña las palabras de San Jacobo durante su último discurso? ¿No te recuerda a alguna otra experiencia pasada? No seré yo quien te diga cómo reaccionar, pero… Por cierto, echa un ojo a la advertencia que les di a Bio y Meraxes, por si tú fueras un poco más prudente… ¿A quién intento engañar? Anda, lánzame una runita por ahí, por favor.

Caoimhe la Conspiradora: Como representante del bando de Oneca en este tema, tendrás el honor de elegir los tres objetivos en que se centrará el grupo que espera contigo en los túneles. Los líderes de los tres equipos serán la propia Oneca (nivel 8: Intimidación, Absorción y Combate con armas: espada corta; es una guerrera imponente), Amir (nivel 7: Rastreo, Ofuscación y Disparo: ballesta montada; es mejor como explorador en el exterior que como guerrero en la ciudad, pero sabe defenderse) y el propio Asier Kalitas (pongamos que nivel 7 también, tú eliges los talentos).

Como has podido ver más arriba, ya hay un buen grupo amenazando la Puerta del Alba desde el exterior, la gente de San Jacobo va camino del cuartel de la guardia, en el Barrio del Corazón, y Wolfgang Rammasteiner ha organizado su propio reinado del terror descendiendo desde el Barrio Alto. Elige bien tus objetivos y distribuye tus recursos con inteligencia, pero solo podrás acompañar a uno de los grupos (o dos, si te separas de Hugo). De los otros (o el otro), ya me ocuparé yo en la siguiente ronda.

Siéntete libre de rolear la reacción de Vitto y compañía ante lo que sea que acaba de pasar en la iglesia.

Gaegel el Masperrón, Nousis, el amante de las causas perdidas y Aylizz, la viajera frustrada: Dependiendo del punto concreto de la zona rosita en que se encuentren (ver mapa en el spoiler de más arriba), es posible que no tarden en oír acercarse, ya sean los salmos de la procesión de San Jacobo (o las alabanzas a Baby Vin, vaya usted a saber), ya sean los gritos de terror de la que están armando los afectados por las habilidades de Wolfgang Rammsteiner. Ustedes verán lo que hacen.

Zelas y Rauko, los Vengadores: Lo mismo que a los tres de arriba, más otra cosita: si quieren encontrar a Wolfganga, solo tienen que seguir el rastro de los gritos. O uno de los rastros, al menos.
Ah, Rauko, lanza una runa, si no te importa. Puede ser que no sirva para nada o puede resultar relevante en el futuro.

Akanke y Sein, los Amantes Guerreros: En su condición de líderes de sus respectivas gentes, podrán acompañar a Ruarc (Eloísa no se siente capaz de hablar tranquilamente con la guardia) a parlamentar con los guardias de la Puerta del Alba. Como les ha informado la gente del Templo, un numeroso grupo de vampiros está al caer. Aunque los refuerzos de la guardia caminan a marchas forzadas, los vampiros llegarán antes. Pero esto la guardia ya lo sabe, gracias al grupo de conscriptos de Mánasvin, así que esa información por sí sola no bastará para ganarse la confianza y buena voluntad de los guardias. Expongan su caso con convicción o, si lo prefieren, opten por un plan alternativo. De su desempeño dependerá en qué condiciones enfrenten (tanto la guardia como sus guerreros bestiales) el ataque que se producirá, sin falta, al inicio del próximo turno.
Ah, sí, solo por diversión, el último que postee, haga el favor de lanzar la Voluntad de los Dioses.

Mánasvin el Conscripto: Es posible que hayas sobrestimado un poco el alcance de las defensas exteriores de la ciudad. Realmente, el mayor peligro para los guardias de Sacrestic Ville siempre vino desde dentro, más que desde fuera y los soldados que te “reclutaron”, probablemente venían de un campamento cercano al Tymer, ya que en Lunargenta están un pelín ocupados con ciertos piratas como para prescindir de tropas que enviar a un enclave tan remoto (además, es normal que no sepas esto porque es de un evento anterior a tu llegada, pero han estado algo bajos de efectivos desde que obtuvieron una pírrica victoria contra los seguidores de cierto hechicero malvado).

PERO no seré yo quien desperdicie un excelente post y cierto es que, tanto yo como Tyr hemos mencionado las revueltas de las minas. Además de que Oneca tiene sus partidarios fuera de la ciudad también, así que ten a mano esa vieja espada tuya, que puede que tengas que usarla de nuevo, ya sea para defender esa puerta o para abrirte paso camino del monte. Tú eliges.

Puedes aportar tu granito de arena al debate de Akanke y Sein con la guardia, si deseas quedarte en tu puesto, exponiendo las razones de Doulas para fiarse o no de este grupo de bestiales salidos de ninguna parte. Tendré en cuenta la postura de ambas partes para decidir la situación cuando llegue el grupo de vampiros. Si optas por esta opción, lanza la Voluntad de los Dioses tú también.

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Zelas Hazelmere Sáb Oct 26 2024, 06:33

Zelas escucho las palabras de Rauko y asintió, Pacha también seria vengada esa noche, sin querer perder mas tiempo y con mas ansiedad de la que debería tener, el no-elfo termino de equiparse.

-¿Qué es eso que traes encima?- preguntaría Eve viendo el extraño artilugio que tenia el rubio en la cintura.

-Oh ya veras lo que puede hacer, no recuerdo como se llama ni como lo obtuve- respondería confiado mientras sacaba un chocolate de su bolsillo y le daba una mordida, sintiendo como una onda de éter recorría su cuerpo(1).

-Vaya forma de decir que no sabes lo que hace.- diría Azalie riendo.

-Conociéndolo, seguro provocara un accidente, además para que es el choco... Oh- se interrumpiría Xana a ella misma al notar como el cabello y los ojos de Zelas cambiaban de color.

-Se supone que estoy muerto y me tuvieron encerrado acá para no llamar la atención, será mejor mantenerlo así por un rato mas mientras estamos allá afuera, ya sabes, para no arruinar la sorpresa- respondería el ahora el no-elfo de cabello negro y ojos rojos.

Zelas de Aliexpress:

-Pues te vas a sorprender- diría Rauko quien seguía en el trance -Hay múltiples grupos alborotadores recorriendo la ciudad, tenemos un grupo de vampiros alimentándose y matando por placer que viene llegando cerca de Gaegel y Ryra- comentaría al momento que los gritos comenzaban a escucharse en el barrio corazón.

Zelas no había reparado en la vibración de la medalla en la protección de su hombro y rápidamente toco la pieza para establecer la conexión mental(2) "Gaegel tienes vampiros cerca, prepárense para pelear no es un grupo pequeño" señalaría acercándose a la ventana con Rauko para salir por esta.

-Espera, hay 2 grupos que parecen venir del mismo lugar- le frenaría Rauko.

-Donde-

-El barrio alto, el otro grupo que se interna desde ese lugar es igual o peor que el se acerca por este lado- diría antes de apuntar en la dirección que se iba abriendo el segundo grupo proveniente del barrio alto.

-No vayas a hacer algo precipitado- le diría Eve quien reconocía la mirada que Zelas traía encima.

El no-elfo se acercaría a la ventana y trataría de hacer un calculo rapido -Si quiero enfrentar a Wolfgang con la cabeza fría, necesito primero enfriarme... Me enfrentare contra el otro grupo, nos vemos en el barrio alto- diría antes de salir por la ventana y activar el dispositivo de su cintura(3) haciendo que 2 ganchos salieran disparados hacia un tejado cercano, clavándose en este y tirando con fuerza del no-elfo.

Zelas se desplazo rápidamente, quizás muy rapido ya que no alcanzo a reaccionar a tiempo y choco contra el tejado, liberando el agarre de los ganchos, -Esto hubiera sido mas sencillo de haber seguido el ejemplo de Vincent y me hubiera transformado en un bebe barbudo- diría quejándose y viendo como aquello había salido mal, pero habiendo entendido parte de como funcionaba, el no-elfo activo nuevamente el dispositivo para no morir a causa de la gravedad, esta vez se engancharía en una chimenea balanceando a Zelas y obligándole a correr un poco usando un muro de base para no perder el impulso, logrando salir despedido a los aires a toda velocidad y dándole un mejor vistazo al lugar que debía ir(3.1).

Azalie, Eve, Xana se taparon el rostro con la mano al momento de ver a Zelas chocar contra el tejado, pero se aliviaron un poco al ver como emprendía el "vuelo" de nuevo.

-Enviare a Schnee para que le vigile en caso de que se enfrié mucho, no queremos que vuelva a pasar lo de la otra noche- diría antes de recibir un zape de Xana.
_______________________________________________

Zelas por su parte después de estar unos segundos suspendido en el aire comenzó a descender, para no romper la inercia en la que se encontraba, comenzó a liberar explosiones de éter desde sus pies(4) al momento que sacaba desde sus ropas un pequeño orbe y al acercar la mano saco su mejor espada(5) guardo el orbe en uno de sus confiables bolsillos y se preparo para caer sobre su primer objetivo.

-Sacrestic nos pertenece!- diría uno del grupo de vampiros quien se preparaba para desangrar a una mujer inocente. La calle se encontraba inundada de vampiros cazando, algunos para alimentarse sin tapujos, otros solo por diversión.

La gente corría tratando de ponerse a salvo mientras los pocos guardias de la zona trataban de agruparse sin éxito, los vampiros alborotadores estaban aprovechando al máximo el pánico y la superioridad numérica, sin contar el hecho de que con cada bocado que se daban iban ganando mas fuerza.

Uno de los pocos guardias vivos que se encontraban en el barrio corazón sujetaba su lanza con fuerza, se encontraba cerca de una de las antorchas arcanas la cual comenzaba a fluctuar, provocando intervalos de iluminación ocasional, frente a el se encontraba lo que podía considerarse una autentica pesadilla, los vampiros alborotadores adquirían formas siniestras al momento que comenzaban a rodearle. Temblando, el guardia se preparaba para cumplir su deber, no iba a poder salvar a nadie, era realista, pero si tan solo pudiera lograr llevarse a uno de esos malditos con el, entonces se daría por satisfecho.

-JAJAJAJA patético ganado, ignorantes de lo que ocurre y molestos hasta el final- señalaría el vampiro que estaba mas cerca, entre fluctuaciones de la antorcha arcana el guardia se armo de valor para lanzar una estocada con su lanza, solo para ver como su arma le era arrebatada por otros 2 vampiros que no había visto venir, las fluctuaciones y el intervalo de iluminación hacían que el lugar cada vez se volviera mas oscuro. Los gritos de los civiles y las risas de los vampiros resonaban en una melodía macabra que a todas luces era el final del guardia.

Hasta que algo sucedió, algo que el guardia no comprendía puesto que ni el mismo había visto bien lo que había ocurrido, en un momento de oscuridad escucho el golpe sordo y reconoció un quejido, seguido de otros quejidos mas a la distancia, el guardia sintió como el liquido vital se colaba entre su armadura, sin embargo, no era suya la sangre que le manchaba. Cuando la iluminación volvió, un hombre de cabellos oscuros con una extraña espada se encontraba frente a el.

-Vi a un par de guardias unas calles mas atrás, reúnete con ellos y traten de ir en grupos grandes- le indicaría Zelas viendo el caos que ocurría en aquella calle, los vampiros que comenzaban a aumentar en números le observaron con curiosidad.

El guardia tembloroso noto que la antorcha arcana dejaba de fluctuar -G-g-gracias... Volveré! tratare de reunir a una cuadrilla! por favor aguanta hasta entonces- diría el guardia momento en el que comenzaría a correr.

-Adonde crees que vas!- diría uno de los vampiros que emprendería la carrera para atraparle, sin embargo, seria abatido rápidamente por un corte de Zelas.

-No podrás detenernos a todos con esa espada- señalaría otro de los vampiros mientras el numero de estos comenzaba a aumentar.

-Puede ser- diría el no-elfo agitando su espada y frenándola de golpe para quitarle la sangre, acto seguido colgaría su espada en el arnés de su espalda y al mismo tiempo que terminaba de hacer eso, paso sus manos a través de unas cruces de metal que estaban en su ropa, equipándose con una especie de manoplas(6).

Zelas adopto una postura de combate mientras escuchaba las risas de los vampiros que comenzaban a rodearle -veremos cuanto les dura la risa- diría esbozando media sonrisa, esperando el momento exacto para que estuvieran en su rango y cuando se acercaron lo suficiente Zelas toco las runas de las manoplas, haciendo que 2 enormes hojas se desplegaran a lo largo y ancho de sus brazos comenzando una feroz arremetida contra sus enemigos(7).

OFF: Muevo a Xana, Rauko y Schnee con el permiso de Raujo(?).

Otro off con habilidades y cosas porque sino queda muy largo:

Inventario Zelas:

Inventario Eve:

Azalie: #ff66ff
Eve: #ffcc00
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Helena Rhodes Sáb Oct 26 2024, 13:34

Helena escuchó en completo silencio, con cada palabra de San Jacobo reverberando en sus oídos como si fuese un eco omnipresente, como si la voz del hombre se aferrara al aire mismo de la iglesia. La arquitectura gótica, las paredes de piedra fría, los pilares que se alzaban hacia las bóvedas, todo en el entorno parecía amplificar esa atmósfera de fervor inquebrantable. San Jacobo tenía un don: dominar los corazones de los fieles, de inclinar sus almas con cada sílaba que pronunciaba. Era como si sus palabras llevaran un extraño influjo, una suerte de hechizo que parecía envolver la voluntad de cada oyente y llevarlos a un trance colectivo.

Mientras la congregación repetía cada frase con una devoción cada vez más intensa, Helena no pudo evitar tensarse.

"La Sangre de Cristo debe ser propagada" repetían, sus voces entremezclándose en un canto enfermizo. Helena observó, con una mezcla de incredulidad y repulsión, cómo los feligreses alzaban a los recién llegados en procesión, los miraban como si fueran especiales, portadores de una verdad que ni ellos mismos parecían comprender del todo. Era una especie de locura colectiva, de fervor ciego que la hizo sentir como una intrusa en un espectáculo macabro.

Cuando el tumulto comenzó a moverse, cuando San Jacobo y los suyos abandonaron la iglesia para llevar a cabo su propósito, Helena se quedó en su sitio, pero en pie.

Notaba cómo la iglesia se sumía en un silencio casi sepulcral a medida que la multitud se iba vaciando. Respiró hondo, intentando calmarse. Sin embargo, esa calma fue efímera, pues una inquietud nueva comenzó a instalarse en su pecho. La sensación de no estar completamente sola. Lentamente, hizo un barrido con su mirada, solo para encontrarse con una multitud de pares de ojos fijos en ella. Varios de los fieles de San Jacobo no habían salido, y ahora, esos rostros, antaño llenos de devoción y paz aparente, la miraban con un brillo en sus ojos que era cualquier cosa menos amistoso.

Eran miradas depredadoras. Como si hubieran estado esperando a que todos los demás salieran para que ella se quedara a solas con ellos. Helena sintió su corazón latir con fuerza, sus músculos tensarse en respuesta al peligro latente que emanaba de aquellos rostros. La tensión se extendió por su cuerpo como una chispa que recorre la mecha de un explosivo.

Sin apartar la vista de aquellos fieles, con movimientos mínimos y casi imperceptibles, activó el mecanismo de su arma oculta. Sintió cómo la daga se deslizaba suavemente desde su antebrazo hasta la palma de su mano, lista para ser usada. La hoja permanecía oculta aún, pero la seguridad de su peso le dio algo de tranquilidad. Un ligero movimiento más y la hoja se desplegaría, rápida y letal, si llegaba a ser necesario.

Helena apenas tuvo tiempo de esquivar los primeros intentos de agarre. Sus reflejos, afilados por años de experiencia y supervivencia, la llevaron al pasillo central de la iglesia, donde contaba con mayor libertad de movimiento. Su corazón latía con fuerza, y sus sentidos se encontraban en un estado de alerta absoluto.

Dos de los fieles se le acercaron, uno desde el frente y otro desde atrás. Sin pensarlo, Helena activó su daga oculta y la hundió en el cuello del primero, sintiendo la resistencia de la carne hasta que la hoja se abrió paso limpiamente a través de su garganta. Un espeso hilo de sangre oscura manchó sus manos, pero no tenía tiempo para detenerse. Con un giro rápido, lanzó una patada que derribó al segundo atacante. Antes de que este pudiera siquiera incorporarse, Helena sacó la daga Luna Invernal de su cinto y, con precisión letal, la clavó en la coronilla del vampiro, hundiéndola hasta que la resistencia cesó por completo y el cuerpo quedó inerte.

El resto de los fieles, por un breve instante, se detuvieron, cautelosos. La letalidad de Helena era innegable, y aunque su instinto los impulsaba a atacar, se tomaron un momento para evaluar a su presa. Pero la sed de sangre era más fuerte que la prudencia, y, uno por uno, comenzaron a moverse, rodeándola, avanzando lentamente como una manada de lobos hambrientos cercando a su víctima.

Helena retrocedió, su respiración rápida y su mente buscando desesperadamente una salida. Sabía que, si se quedaba en el pasillo, no tardarían en arrinconarla y sobrepasarla por pura fuerza bruta. Con un giro rápido, dirigió sus pasos hacia el altar, un espacio más amplio que le permitiría moverse con mayor libertad. Pero a medida que avanzaba, los fieles vampiros también la siguieron, con una tenacidad que casi rayaba en la locura.

Cuando llegó al altar, intentó mantenerlos a raya, sus dagas brillando con cada movimiento, pero la cantidad de hostiles era abrumadora. Uno de ellos se lanzó y la sujetó por el brazo, otro se aferró a su hombro, y antes de que pudiera zafarse, varios más se abalanzaron sobre ella, sus dientes alargados acercándose a su piel. Helena sintió los primeros mordiscos en sus hombros y brazos, una agonía ardiente que la atravesó hasta los huesos. Intentó golpear, patear, liberarse de aquel abrazo de muerte, pero eran demasiados. Su cuerpo comenzó a debilitarse mientras sentía la presión de sus colmillos perforando su piel, extrayendo su sangre.

La ansiedad la golpeó como un mazazo. El miedo, ese temor primigenio de ser devorada viva, se extendió en su pecho, ahogando su respiración. Quiso gritar, pero su voz quedó atrapada en su garganta, como si el pánico la hubiese paralizado. Los vampiros se alimentaban de ella, y algunos incluso peleaban entre sí para tomar su turno, perforando su carne con una brutalidad salvaje.

Fue entonces, en el borde de la desesperación, cuando algo dentro de ella cambió.


El ritmo frenético de su corazón se detuvo, y en su lugar, un frío glacial se extendió por su pecho. Helena sintió cómo ese helado abismo se expandía, invadiendo sus venas, transformando el latido de su corazón en un eco gélido. El miedo que antes la dominaba comenzó a disiparse, sustituido por una ira oscura y feroz que le quemaba desde adentro. Era como si su consciencia misma fuera arrastrada por una marea invernal, dejándola vacía de emociones… salvo por un único y profundo deseo de venganza.

Su piel, antes blanca, adquirió un tono azulado. Venas oscuras se marcaron en sus manos, extendiéndose como raíces malignas, teñidas de un tono púrpura intenso que destacaba contra el color azulado de su carne. El ambiente en la iglesia se volvió frío, casi sobrenaturalmente gélido, como si el propio invierno hubiera invadido el santuario. Su respiración, que antes era frenética, se volvió lenta y constante, cada exhalación dejando un rastro de vaho en el aire.

Los ojos de Helena, sumidos en el miedo, se cerraron casi llorando, y cuando los abrió de nuevo, se tornaron completamente blancos, sin rastro alguno de ese temor que la invadió. Su semblante se había convertido en una máscara de furia primitiva, una expresión que no reflejaba otra cosa más que un deseo de destrucción. Los vampiros aún estaban sobre ella, disputándose hasta la última gota de su sangre, pero Helena ya no era la misma. Ahora, era una criatura de venganza, una entidad helada y despiadada.

Había despertado la Dama Pálida [1].

El éter comenzó a acumularse a su alrededor, una marea invisible y poderosa que resonaba en el aire como una tormenta latente. La ira que sentía alimentaba aquella energía, amplificando el poder que se gestaba en su interior. Con cada segundo que pasaba, la presión de ese éter aumentaba, hasta que finalmente, alcanzó su límite. Y entonces, Helena dejó escapar un grito desgarrador, un rugido de furia pura que resonó en las paredes de la iglesia y que fue acompañado por una explosión de agua gélida que surgió de su propio cuerpo [2].

El torrente de agua salió disparado en todas direcciones, arrojando a los vampiros que la rodeaban con una violencia brutal. Los cuerpos volaron por los aires, estrellándose contra las bancas y las paredes, algunos de ellos impactando con tal fuerza que se oyó el crujir de sus huesos al romperse. Helena, libre al fin de las manos que la retenían, se irguió en el altar, su figura bañada en un aura fría que aún se arremolinaba a su alrededor.

Iba a comenzar la masacre.

Los fieles, aún hambrientos, no retrocedieron. La sed de sangre era más fuerte que el miedo, y aunque algunos dudaron, otros se lanzaron contra ella una vez más, con los colmillos afilados y las manos extendidas. Helena se movió entre ellos como un espectro, su cuerpo ágil y letal, cada movimiento ejecutado con precisión quirúrgica. Su daga Luna Invernal brillaba mientras cortaba gargantas y perforaba corazones. Así, la hoja se tiñó del líquido carmesí de sus enemigos.

Uno de los fieles intentó aferrarse a su brazo, pero Helena giró con una velocidad inhumana y le hundió la daga oculta en el ojo, torciéndola hasta que su cráneo cedió bajo la presión. Otro la atacó desde el flanco, pero ella lo recibió con un golpe directo que rompió su mandíbula antes de clavarle la hoja en el pecho, atravesando el corazón en un solo movimiento. La fuerza de sus golpes, la frialdad de sus expresiones… no quedaba nada de empatía. Ahora, era una fuerza de la naturaleza, un vendaval helado que arrasaba con todo a su paso.

Uno tras otro, los vampiros cayeron. Algunos intentaron morderla, rasgarla con sus uñas, pero ella seguía moviéndose con una velocidad sobrehumana, cada golpe suyo una sentencia de muerte. Los pocos fieles que quedaron en pie comenzaron a retroceder, el miedo finalmente superando su ansia de sangre. Pero no habría piedad. Helena los persiguió sin tregua, arrinconándolos, empujándolos hacia los rincones oscuros de la iglesia, y ahí, sin compasión alguna, los masacró, cada muerte más brutal que la anterior.

Cuando todo terminó, el suelo de la iglesia estaba cubierto de cuerpos inertes, un escenario de carnicería pura. La sangre se acumulaba en charcos oscuros que reflejaban la figura de Helena ya con la capucha bajada. Su piel azulada y venas púrpuras resaltaban contra el carmesí que teñía su ropa, su piel, su rostro, e incluso su cabello. Era la encarnación de la muerte misma, y su sed de sangre aún no había sido saciada.

Sin vacilar, salió de la iglesia, sus pasos resonando en el silencio sepulcral, su aura fría y cargada de éter seguía envolviéndola. Buscaba más víctimas, más presas para saciar el insaciable abismo que latía dentro de ella. La caza apenas comenzaba.
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OFF;

Hago una masacre en la Iglesia de Cristo. Helena se transforma en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

-Se activa mi maldición "Corazón Congelado" [1].

-Habilidad usada [2] --> Ola de Poder (nivel 1): [Mágica, 1 uso] Helena crea una ola de agua fría que arrastra violentamente todo cuanto se encuentra a su alrededor de forma contundente.


Última edición por Helena Rhodes el Sáb Oct 26 2024, 13:37, editado 3 veces
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Tyr Sáb Oct 26 2024, 13:34

El miembro 'Helena Rhodes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Cohen Dom Oct 27 2024, 10:16

NOTA ACLARATORIA: DOS COHEN EN ESTE ROL:
Tras la llegada y las primeras palabras cordiales, Amanda no tardó en tomar la palabra. Los allí reunidos, se suponía, eran personas de confianza, pero Cohen estaba seguro de que Oneca había infiltrado a alguien. Que al igual que Amanda tenía con una red de espías, Oneca tendría algunos.

Miraba a su alrededor con desconfianza, intentando encontrar quizás a un enemigo a simple vista. Y la verdad era de que al menos no le faltaba un candidato, pues la presencia de Sasha allí le tenía de lo más inquieto.

Entre las caras conocidas, le sorprendió ver a Seraphine, la dragona que había conocido en su última visita a Nogserverk. La joven se había mostrado con curiosidad de conocer la ciudad de los vampiros. Quizás había elegido la peor ocasión para hacerlo. Pero quizás era quién menos le preocupaba: al menos, ella tenía alas para volar…

Amanda relató los últimos datos de los que disponía. Una reunión de vampiros en el barrio alto, la presencia de radicales en el interior de la Iglesia de San Jacobo… Pero lo único que le alegró saber era de la inminente llegada de los bestiales del sur hasta la ciudad.

Cohen había realizado varios incursiones en el sur en los últimos meses. Había llegado al acuerdo con varios pueblos. Akanke y Sein se habían comprometido a ayudar en la causa y la búsqueda de D’Orlind Ûr, les había proporcionado grandes aliados al otro lado del Paso de Noxhupi-Xhu.

―Sin embargo… ―pronunció Amanda, llamando por completo su atención― con la evacuación de los arrabales y los guardias de la puerta en alerta por esas bandas de rebeldes que se acercan por el este, va a ser prácticamente imposible que los dejen entrar. Ni siquiera he sido capaz de comunicarme con ellos. Si queremos hacer algo por salvar lo que queda de nuestra ciudad, debemos trabajar juntos. Y deprisa…

Una vez más, la maldita Guardia interfería en sus planes. Habían viajado al sur, formado alianzas importantes y ahora, los cabrones bloqueaban el paso de sus aliados.

¿Seguían creyéndose en el derecho de cerrar y abrir las puertas de la ciudad a su antojo? ¿Con qué competencia lo hacían? Cohen sintió cómo la rabia inundaba cada centímetro de su ser, deseando no sólo quitarse de encima a los nuevos invasores, sino aquellos antiguos que bajo el nombre de la Guardia se seguían creyendo dueños de una ciudad que no les pertenecía…

―Tus antiguos subalternos siempre haciendo de las suyas… ―susurró a Peter, que le devolvió la mirada, visiblemente molesto.
―Sólo intentan proteger la ciudad… de la única forma que conocen― respondió, hablando en la misma voz queda.
―¿De los bestiales?

A su alrededor, las personas comenzaron a organizarse. Debían tomar decisiones, de forma rápida.

―¿Qué quieres hacer?― preguntó Peter.
―Ir a la Puerta del Alba. Debemos abrir la puerta a los bestiales.― al ver que las miradas de Corlys, al que acababa de ver allí, junto a un elfo y una joven que había saludado a Peter antes de la reunión le observaban y se vio con la obligación de darles alguna explicación― He tratado con ellos y son de mi máxima confianza. Tengo que hacer que entren. Traen un ejército del sur que está dispuesto a ayudarnos. ¡Suerte!

Se dirigió directamente a la salida, antes de mirar una vez más a su alrededor. Sasha había desaparecido entre las sombras y no había rastro de él. Sin embargo, vio que Seraphine, la joven norteña, parecía algo despistada. Cuando sus miradas se encontraron, la sonrió y le hizo un gesto para que se acercara…

Peter se alegró de ver a Seraphine allí. Aunque a Cohen le había parecido simpática, la joven le había caído especialmente bien a Peter.

―Deberías marcharte… las cosas se van a poner feas por aquí.
―Deja que ella elija si participa en nuestra causa, ¿no crees?

Salieron al exterior. Betis se entretuvo un poco, oliendo a la extraña, pues la joven pantera no había viajado al norte con ellos cuando la conocieron.

Los tres caminaron en dirección a la Puerta del Alba, a través de la Avenida de la Sed, mientras meditaba aquella situación, mientras se alejaban un par de centenares de metros.

Si quería que la ciudad fuese libre, el número de miembros de la Guardia debía disminuir igualmente. No sólo no habían logrado llegar a ningún acuerdo con ellos, sino que impedían la entrada de aliados y campesinos en la ciudad.

Entonces, recordó todo lo que llevaba acontecido con ellos y cómo se creían los dueños del Oeste. Aquello debía cambiar y debía hacerse aquella misma noche.

Miró a Peter, que le bastó una mirada para saber que algo ocurría. El vampiro tomó a Seraphine por su brazo y la introdujo en una de las calles cercanas del Barrio Gótico, introduciéndose todos en un callejón, cuándo habían recorrido ya la mitad de la Avenida de la Sed. La chica parecía sorprendida por el impulso del vampiro hacia allí.

Le sonrió y le habló en un tono suave y relajado, mirándola a los ojos, haciendo que la magia de su voz comenzara a llegar a sus oídos. Susurrándole suavemente junto a su oreja, de forma que nadie más pudiera oírlo… comenzó a hablar:

―Seraphine, necesitamos tu ayuda y el enorme cariño que nos tienes hará que interfieras en nuestros asuntos para garantizar nuestra seguridad. Te sientes en el deber de caminar unas calles y en un lugar discreto, convertirte en dragón. Quiero que vueles hasta la Puerta del Alba. Allí están los Soldados de la Guardia, a los que podrás identificar por sus uniformes. Quiero que los quemes, quiero que los quemes a todos… [1]

La mujer asintió, presa de su magia, engañada por un gran sentimiento de cariño hacia ellos…  Era un arma poderosa, puro fuego y Cohen debía aprovecharla para sus planes.

―Ahora ve. Haz lo que tienes que hacer…

La joven, con movimientos robóticos, comenzó a perderse por una de las calles por las que se convertiría en dragón y prendería el vuelo.

―¿Qué has hecho?― preguntó Peter, sorprendido y asustado.
―Darle algo que hacer… Pronto lo verás con tus propios ojos. ¿Vamos en aquella dirección? No quisiera perderme el espectáculo.

Por el gesto que pudo vislumbrar en el rostro de Peter, Cohen fue consciente de que acababa de saber a lo que se refería…


_______________________________________

El pequeño Billy acababa de llegar a la Puerta del Alba. Al otro lado de las murallas, el joven prostituto escuchaba los gritos de aquellos que deseaban entrar en la ciudad y a los que no se les permitía el acceso a la misma.

―¿Por qué diablos quieren entrar? Dudo que aquí dentro se esté más seguro que ahí afuera.

Una mujer, con claro gesto de terror en su mirada, asintió, mientras se introducía en una casa, seguramente su hogar.

Billy se acercó más a la puerta. Allí reconoció enseguida a Oldman, aquel picaruelo pelirrojo que se pasaba de vez en cuándo por el prostíbulo, sin que el resto de sus compañeros lo supiera. El prostituto a veces se comparaba con Cohen y Peter cuándo él entraba por la puerta, pero Oldman estaba bastante cegado con los deberes de la Guardia como para abandonarla por él.

―Buenas noches, Oldman― le dijo, viendo cómo el rostro del hombre pelirrojo se volvía tan colorado cómo su pelo―. Hace mucho que no te veo por el Eterno Deseo. ¿Estás bien?

Aquel comentario pareció divertir a su compañero de guardia, que comenzó a reír. En cambio, la risa duró poco, pues enseguida las nuevas voces al otro lado de la puerta de entrada a la ciudad consiguieron agriarle su carácter.

―¡Joder! Que no vamos a dejar entrar a nadie. Marchaos de una puta vez…
―¿Puedes irte Billy? Ponte a salvo… la noche pinta mal…
―No creo que me pase nada… La Guardia me protege la espalda, ¿no es cierto?―fue la última frase de coqueteo que dijo antes de ver acercarse a un dragón…


_______________________________________

La misa acababa de terminar y tanto Zana como Nikolas Cohen observaban aquel espectáculo con completo desconcierto.

―¿Quién es ese maldito perro y por qué parece hablar?― preguntó Zana a su compañero, que parecía fascinado y desconcertado en la misma medida.
―No lo sé, pero quiero uno…

Se inició una especie de procesión y las personas fueron abandonando la iglesia. Una vez fuera, cada uno de ellos tenía una misión aquella noche, un lugar estratégico dónde permanecer.

Tras una breve despedida, con abrazo incluido, Zana vio cómo su aliado se marchaba. Cuándo iba a emprender su marcha, comenzó a escuchar fuertes sonidos y golpes en el interior de la Iglesia.

Se acercó a la puerta principal, pero sin asomarse, escuchó de cerca cada uno de aquellos golpes y roturas. El séquito había avanzado lo suficiente cómo para no escuchar ya nada de aquello. Si había un ataque de sus enemigos en la iglesia, ¿cómo pudieron haber entrado? El túnel que unía la Iglesia con el mausoleo del cementerio católico, unos metros atrás, había sido bloqueado unos meses antes.

Al ver que en el interior de la Iglesia cesaban los golpes y los gemidos de dolor se acallaron, se colocó tras una esquina del edificio. Quería saber qué sucedía en el interior del edificio y quién estaba allí.


_______________________________________

[1] Uso de mi habilidad: Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real.

POSICIÓN:

_______________________________________

Procedo a tirar dos runas para saber el destino de El Pequeño Billy y Zana:

Runa de Billy:
Runa de muy buena suerte y buena suerte: Consigue esquivar una muerte y logra huir de la zona sin ser quemado por el fuego.
Runa neutra: Un soldado ardiendo se le echa encima y recibe quemaduras graves. Se quema la parte derecha de su rostro.
Runa de mala y muy mala suerte: Por la cercanía de Billy con el soldado, no logra esquivar el fuego y muere ardiendo.


Runa de Zana:
Runa de muy buena suerte y buena suerte: Zana ve como Helena sale de la Iglesia, pero ésta no se percata de su presencia.
Runa neutra: Helena se percata de la presencia de Zana. Da derecho a Helena para que la vapulee en su próximo turno, pero sin causar su muerte. Tiraré un dado de Rol (dado de 13 caras) en el siguiente turno para ver el daño causado.
Runa de mala y muy mala suerte: Helena no sólo la ve, sino que provoca la muerte de la vampiresa.
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Tyr Dom Oct 27 2024, 10:16

El miembro 'Cohen' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Seraphine Valaryon Dom Oct 27 2024, 10:17

Seraphine se había mantenido al margen de la conversación durante los primeros momentos de la reunión, sumergida en un silencio reflexivo mientras escuchaba las palabras de Amanda con atención. Una sensación de creciente responsabilidad se apoderaba de ella, como si cada palabra pronunciada resonara con un eco en su interior. La situación en la ciudad parecía estar a punto de estallar, una bomba de tiempo alimentada por conflictos y tensiones que iban mucho más allá de cualquier expectativa. Amanda describía disturbios recientes, la desconfianza entre las razas y la inminente amenaza del ejército de personas-bestia que se agrupaba a las puertas de Sacrestic Ville.

Algo en el pecho de Seraphine se encendió al escuchar esos detalles; la urgencia en las palabras de Amanda, la angustia de aquellos que habían sufrido en silencio. ¿Acaso su presencia en Sacrestic Ville podría contribuir a aliviar el caos, a garantizar que todas las razas tuvieran una oportunidad para cooperar y vivir en paz? En un rincón de su mente, la chispa de una posibilidad comenzaba a crecer, alimentada por la determinación que le surgía del alma. Sabía que cada acción contaba, que cada esfuerzo podía significar la diferencia entre la guerra y la paz.

Mientras se perdía en sus pensamientos, vio una figura conocida en la multitud: Cohen. El vampiro le hizo un gesto discreto, invitándola a acercarse con una leve sonrisa que iluminó su rostro pálido. Aunque su curiosidad aumentaba, no se detuvo a cuestionar sus intenciones; había algo reconfortante en su presencia. Cohen y Peter le parecían personas dignas de confianza, y eso era suficiente para ella. Posó su mirada sobre Peter y le sonrió con calidez. - Peter… me alegra verte aquí. No pensé encontrarte en un lugar como este, pero es reconfortante ver una cara familiar entre tantos rostros tensos - murmuró, sintiendo una especie de alivio al tenerlo allí. Su presencia, junto con la de Cohen, le ofrecía una inesperada sensación de tranquilidad en medio de aquella marea de desconocidos y alianzas desconocidas.

Apenas tuvo tiempo para intercambiar más palabras con Peter, pues Cohen pronto capturó su atención. Sin dudarlo, se dejó guiar por él, cruzando la posada hasta llegar al callejón, un lugar sombrío y apartado que Cohen había elegido con precisión. Allí, en un tono suave y cautivador, comenzó a hablarle, susurrando palabras que parecían envueltas en un aura mágica, penetrando profundamente en su alma.

La voz de Cohen era envolvente, casi hipnótica. Sus palabras se instalaban en su mente como un fuego sutil, despertando en Seraphine una ola de calidez y cariño hacia él y Peter. En aquel momento, sintió una urgencia de proteger a sus amigos, de actuar en favor de aquellos que estaban en peligro. Era como si hubiera sido llevada a aquella ciudad en el momento exacto para ayudar a quienes la necesitaban. La idea de que su sacrificio pudiera ser la clave para la paz de los habitantes se instaló en su corazón. Asintió, dispuesta a cumplir aquella tarea con todo su ser, segura de que Cohen y Peter estaban de su lado.

Con la determinación iluminando su camino, Seraphine cerró los ojos en el callejón, preparándose mentalmente para lo que estaba a punto de hacer. Caminó unos pasos alejándose de Cohen y Peter, sus corazones latiendo al unísono con la ansiedad y la expectativa. Se detuvo apenas a unos metros de ellos, inhalando profundamente. Sentía cómo el calor de su poder crecía en su interior, como una lava a punto de erupcionar. En silencio, dejó que la energía recorriera su cuerpo, sintiendo cómo sus huesos se transformaban, su piel cambiaba y sus brazos se alargaban. Las escamas azules y plateadas comenzaron a cubrir su cuerpo, un manto brillante que reflejaba la luz de la luna, y su forma se expandió, mientras sus alas emergían con majestad.

En cuestión de segundos, el callejón quedó envuelto en un suave resplandor azulado y plateado, que se filtraba a través de sus enormes alas desplegadas. Seraphine, en su forma dracónica, alzó la vista al cielo, sintiendo el poder vibrar en cada fibra de su ser. Con un impulso poderoso, despegó de la ciudad, alzándose en un vuelo imponente que parecía teñir la noche con el brillo de su fuego interno. La emoción la inundó mientras ascendía, sintiendo el viento en su cuerpo escamoso y la libertad de ser verdaderamente ella misma.

Se elevó rápidamente, dirigiéndose hacia la muralla, su mirada fija en la Puerta del Alba. A lo lejos, distinguió la imponente estructura de la muralla, una barrera física y simbólica que separaba a los aliados de la ciudad. Una determinación ardiente la impulsó a avanzar con decisión hacia su objetivo. Las palabras de Cohen, mezcladas con su propio deseo de ayudar a aquellos que habían llegado desde el sur, resonaban en su mente. Si ese ejército había recorrido un largo camino para unirse a la causa de la ciudad, entonces era justo que tuvieran la oportunidad de cumplir su propósito.

Mientras se acercaba a la muralla, su corazón latía con fuerza, y su mente se concentraba en la tarea que tenía por delante. Los guardias estaban en sus puestos, custodiando con firmeza el acceso a la ciudad. La presencia de aquellos soldados representaba una infranqueable línea de defensores, un obstáculo que debía ser superado. Seraphine sintió el calor en su interior intensificarse, acumulándose en su pecho hasta volverse prácticamente incontrolable. La ferocidad de su espíritu despertó al escuchar el sonido de las voces que se alzaban en un grito de resistencia.

Con un rugido feroz, abrió su boca dracónica y dejó escapar una ráfaga de fuego abrasador en dirección a los guardias, iluminando la noche con un destello imponente. Las llamas brotaron de sus fauces como un río de lava, consumiendo el aire y dejando un rastro de luz en la oscuridad. El fuego se extendió rápidamente, envolviendo la muralla y alcanzando a los soldados que se encontraban en su camino, haciendo que retrocedieran ante el poder de su ataque. Seraphine voló sobre ellos, descendiendo en espirales mientras exhalaba más llamaradas en distintas direcciones, asegurándose de que cada guardia cayera bajo el poder de sus llamas.

No se detuvo a contar a aquellos que sucumbían a su fuego; su objetivo era claro: abrir el paso a los aliados, despejar el camino para que el ejército bestial entrara en Sacrestic Ville. Cada rugido que escapaba de su garganta llevaba consigo la furia y la determinación de una criatura nacida del fuego, una dragona guiada por un propósito mayor. El ardor de su compromiso la impulsaba a actuar, y el deseo de paz resonaba en su pecho como una melodía sagrada.

Con una última bocanada de llamas, Seraphine se elevó en el aire, observando desde las alturas cómo los pequeños vástagos de sus llamas aún prendían sobre el suelo de la muralla, sobre la carne de los guardias que se iba calcinando hasta convertirse en ceniza. En su interior, la llama del deber y el compromiso ardía con fuerza. Había tomado la decisión de convertirse en la protectora de aquellos que no podían luchar por sí mismos, una guerrera dracónica destinada a forjar un futuro donde todas las razas pudieran convivir en armonía.

_____________________________

Off: Utilizo las habilidades

Don Ancestral:  [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad. [Queda 1 uso]

Aliento elemental: Puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón.
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