El camino de vuelta siempre es más largo (Libre, interpretativo)

Había vuelto Kaymi, se había quedado medio dormida. Agitó la cabeza para espabilarse y miró a Kay con una sonrisa medio fingida, estiró el cuello moviéndolo de un lado a otro en círculos, le dolía horrores. Escuchó la pregunta de Kaymi, decía que le iba a acompañar a un pueblo cercano o a una posada, y sonrió al pensar en su cama, mullida, y un plato caliente de sopa. Suspiró hondo y se volvió a echar el flequillo hacia atrás clavando sus ojos amarillos en los de él. 

-La peor resaca de mi vida. -Bromeó frotándose de nuevo los ojos y esbozando una media sonrisa. Estiró las piernas intentando levantarlas un poco, haciéndose crujir los huesos del tobillo y la rodilla con una mueca de fastidio. Suspiró hondo y se acercó a la pared para ayudarse de ésta al ponerse en pie poco a poco. Al principio parecía un cervatillo intentando caminar, le temblaban las piernas, pero conforme se puso en pie, cara a la pared mordiéndose el labio. 

-Creo que debería de dormir más y más a menudo. -Dijo más para ella que para el dragón. Poco a poco intentó soltarse de la pared, pero volvía a flojear y tenía que volver a apoyarse, la ropa le incomodaba y no podía moverse con facilidad. Mareada, muy mareada, se quitó las mantas y la gabardina de Kaymi y se las entregó alargando el brazo hacia él sin dejar de apoyarse en la pared con la otra mano. -Gracias, pero pesan demasiado. -Se encogió de hombros y cerró los ojos por un momento. Tenía que relajarse, su parte animal estaba dormida, ella quería transformarse, pero tenía miedo de perder el control, en aquel estado necesitaba concentrarse antes de transformarse, cosa rara en ella.

Había conseguido concentrarse suficiente para transformarse tranquilamente el lobo, se había transformado ya ignorando por completo todo lo que le había dicho Kaymi, y había salido de la cueva pensando que el dragón había adelantado camino sin ella, después lo vio allí en la puerta y se paró para mirarle y hacerle un ademán con el hocico para indicarle que ella iría delante. 

Andaba casi cojeando pero a un ritmo normal para cualquier humano. Alzó la mirada al cielo y aulló para alertar a cualquier lobo o cualquier depredador cercano, para ahuyentarlos. La verdad es que no tenían mucho tiempo para que volviese a llover. 

Había invertido el rumbo, rodeando la cueva, era el camino más rápido y recto para llegar a la playa de los ancestros, y de allí poder llegar hasta Lunargenta tranquilamente sin problema de ningún tipo. 

Poco a poco la vegetación iba disminuyendo, notaba con las patas restos de arena, y como cada vez había menos plantas y el terreno era más llano, habían salido de los terrenos de los licántropos, allí era no era más que un lobo más.