Caminos indefinidos 2 (Interpretativo, privado)

... Habían cruzado ya el acantilado que separaba las cordilleras de los reinos del norte con los demás reinos de Aerandir. Estaban por el bosque, Nana casi no tenía fuerzas para hablar, y a penas podía levantar un brazo para señalarle en cada momento la dirección que debía de tomar Dorgar para llegar a la cueva, a su cueva. Hacía tanto tiempo que no pasaba por allí.

Se guiaba por el sonido de la cascada, en la que tantas horas había pasado, que estaba relativamente cerca de la cueva, y una vez cerca del lago, ya sabía perfectamente por dónde tenía que dirigir a Dorgar. La tormenta seguía, estaba entrando el verano, pero parecía que el frío no se alejaba. Pero dejaron atrás los rayos, tan solo se escuchaba el tintineo de las gotas caer sobre los árboles, que en parte hacían de techo dejando pasar solo algunas gotas de lluvia. Ambos estaban empapados por aquella lluvia sin descanso. 

Nana no sentía los dedos de los pies, y sentía como se le empezaban a dormir las piernas, aquello no pintaba muy bien. Pero por fin llegaron a la explanada que antecedía a aquel agujero de tamaño negro que ella algún día había llamado hogar. Allí aún seguían todas sus cosas, algo de comida seca, ropa y libros. Era una cueva bastante amplia por dentro, difícil de encontrar. 

Esbozó una sonrisa, por fin habían llegado a un lugar refugiado, por fin habían llegado a casa. Suspiró aliviada y cerró los ojos quedando inconsciente en brazos de Dorgar, pero feliz, porque tenía una mínima esperanza de que ambos podían sobrevivir.

Cada segundo que pasaba Dorgar se sentía más perdido, no tenía ni idea de donde estaba. Simplemente seguía las instrucciones que Nana, con sus pocas fuerzas, le daba. Parecía que oía una cascada "Cuando descansemos y Nana mejore me pienso dar un baño por aquí" pensó Dorgar.

Dorgar estaba cansado, con los pies helados y doloridos, con sus piernas a punto de derumbarse y su mente jamás habia recibido tanto estrés como en estos últimos días. Aunque realmente había más motivos para preocuparse por Nana: tenía pinta de estar a punto de morir.

Parecía que Nana estaba esperando encontrar la cueva para poder desmayarse tranquila, pues fué encontrarla y ella caer inconsciente.

Dorgar estaba muy temeroso: no tenía ni idea de como reaccionarian los hombres-lobo ante su presencia si es que había alguno en la cueva.

-"Hola, hay alguien?"-Gritó Dorgar entrando en la cueva... -Socorro necesitamos ayuda, creo que han envenenado a mi amiga socorro...

"No te molestes... no hay nadie" dijo Nana, aunque Dorgar segúia con ese miedo ante lo desconocido. No había estado en ese tipo de situaciones nunca. En ningún punto de su vida había temido por él (y nana) así. Ya no era la posibilidad de que le estuviesen persiguiendo, más bien por el cansancio y la infección de la chica.

"Allí dentro hay una cama y algo de agua... Déjame allí y prende algunas velas." Al fin Dorgar oia una buena noticia! Con las pocas fuerzas que le quedaban llevó a Nana a la cueva, y tras una rápida mirada encontró una cama en la que dejar tumbada a Nana. La llevó lo más rápido que pudo, y tras dejarla con cuidado en la cama, fue a buscar el agua. Como no encontraba nada con lo que llevarle el agua a la bestia negra herida, se la llevó en sus propias manos. Dió varios viajes, y entre viajes él también sació su sed.

-"Oye con que enci..." se quedó Dorgar cayado, pués vió que Nana había caido dormida. Se acercó a ella y le tomó el pulso y la temperatura. Al ver que estaba más "normal", siguió buscando algo con lo que encender las velas, hasta que sin darse cuenta el cayó dormido en el suelo.

Spoiler: