Fiesta en el Pueblo-Plaza de la ciudad principal (QUEST/Master)

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Elisea se encotraba en la fuente de agua, con un canasto en el suelo, y doblando unos grandes manteles. Es una joven muy bella, y quizá la más guapa de la ciudad como la consideraban muchos. Pero tambien tenia su lado negativo y es por ellos que estaba soltera todavía.

Podía observarse sobre la plaza principal, puestos de dulces, panes, tartas, juguetes para niños, y diversos objetos muy llamativos. Varias mujeres colocaban grandes mesas y bancos de madera para un gran banquete hacia la noche. Habian banderillas de colores que colgaban de un extremo al otro sujetadas por árboles o balcones de los mismos edificios.

¿El motivo de la fiesta? Era por el día del Buen Caballero, donde todos los de la ciudad se reunían con los caballeros que representaban a las tropas del ejército y celebraban.

Sin emabrgo las horas transcurrían y Elisea necesitaba unas manos para que le ayudaran. Sin embargo todos parecían demasiado ocupados con las decoraciones, y escenarios. Sino en la comidas o bebidas.

"Se suponía que nunca volvería a Lunargenta" fue lo que pensó el ladrón al verse nuevamente en su ciudad natal, aunque aquello solo fue por haber ayudado a un monje en su búsqueda por una cura a una extraña enfermedad, la cual había terminado hace algunas horas, pero a pesar de aquello aun no se largaba de la ciudad, ¿el motivo?, había algo que le inquietaba con respecto a su viejo gremio de asesinos, pues desde que visito la llanura nevada, algo le decía que el viejo gremio de los cuervos había resurgido, y eso significaba que no tardarían en dejar caer sus garras sobre el traidor.

Mientras Karel se dirigía hacia el ultimo punto de encuentro, aquel donde el gremio había sido supuestamente eliminado, se encontró forzado a pasar por la plaza principal, pues el lugar estaba bastante cerca de allí, aunque para su mala suerte había olvidado la fecha de la fiesta del buen caballero que suele celebrarse en Lunargenta; por lo que se vio rodeado de gente de diferentes clases sociales, aunque en su mayoría plebeyos y caballeros del ejercito. ¿Acaso podía estar peor? tal vez, pero solo tenia una salida, quedarse hasta el anochecer y aprovechar de la oscuridad para escapar de aquella "jaula" llena de soldados y guardias.

Decidió matar el tiempo recorriendo el lugar sin su capucha, pues estar encapuchado en medio de una fiesta alegre y vivas levantaría mas de alguna sospecha, por lo que mezclándose entre el bullicio de la multitud intento buscar algún lugar de apuestas pero no hubo suerte; aunque entre su caminata encontró un pequeño puesto donde había un hombre y una mujer que recientemente parecían estar montando el lugar, por lo que decidió ir a ver.

Estaba dando un paseo por la ciudad cuando me encontré esa escena, la muchacha doblando manteles rodeada de esos dos, y decidí acercarme para ver que se cocía por allí, me acerque y escuche al vampiro ofrecer si ayuda, y luego al humano preguntar si eso era un lugar de apuestas, me pareció divertido. Decidí acercarme del todo y presentarme.

- Hola me llamo Dimobo, he escuchado que necesitas ayuda, si quieres te puedo ayudar... aunque no será gratis.

Como siempre pensando en mi propia supervivencia, savia que eso de ayudar a alguien no iba con mi estilo pero si la recompensa prometía...
aunque con que me pagara con un sitio donde dormir por las noches y con la comida y bebida del día me bastaba, porque si era algo avaricioso pero no asta tales extremos de timar a la gente, con que yo me sintiera pagado ya tenia suficiente.

- Dicho esto ya sabes te puedo ayudar pero no será gratis, como mínimo quiero que me des un lugar donde dormir y la comida y bebida del día.

Elisea observó como un joven se acercó a ofrecerle ayuda, y quizás sentía algo de pena por ella, posterior a él, otro muchacho se acercó y preguntó donde había un lugar para apuestas, y seguido a este de repente, sin darle tiempo a contestar, otro hombre diciendo que le ayudaría si le daba algo a cambio. La muchacha sonrió algo incómoda ante la repentina aparición de tres jóvenes caso al mismo tiempo, pero dijo a los tres.
-Hola, me llamo Elisea-se presentó la muchacha dejando un mantel doblado en el canasto, donde sin querer se le abrió un poco el escote, pero volvió rápido la vista hacia ellos-Si, estoy necesitando ayuda, y a tí-miró a Karel-te diré donde hay un lugar de apuestas si cuento con tu ayuda... y daré recompensa por ello. Las horas apremian-dijo respondiendo al vampiro también-Necesitaré saber sus nombres si quieren ayudar...

Miró al primer hombre que se le había acercado después de saber el nombre de los tres, y dijo.
-Tu podrías colocar las mesas, Karel, los manteles, platos, cubiertos... y todo eso que se encuentra en el puesto de enfrente, tú Dimobo, ayudar a terminar el escenario. Cuando terminen, deberé pedirles otro favor. Para que sepan que son ayudantes, deberán colocarse esta ropa y sombrero- sacó de un fardo que había oculto detrás de su vestido, junto a la fuente una vestimenta y sombrero de muestra.

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Sonrió contenta sabiendo que ahora contaba la ayuda de los tres. Al frente había una tienda donde tenía cortinas y podrían cambiarse la vestimenta.

A lado de esta, tres puestos más, mucho más grandes que el del vestidor. El escenario estaba del otro lado de la fuente, donde ya habían hombres trabajando, pero nadie que pudiera subir unas escaleras a ambos lados del escenario para colgar una gruesa cuerda donde se colgarían lámparas de aceite entre medio banderines de colores.

En una de las tiendas habían elementos como maderas, clavos, serruchos, tarimas, banquillos.
En la que estaba al lado, que era mucho más grande, tenía un almacén de cajones con cubiertos, jarras, vasos, copas, manteles, servilletas, y diversos utensilios más de comedor.
En la ultima tienda, quedaban veinte tablones muy grandes y pesados donde se necesaria la ayuda de algún otro para poder levantarlo; y después lo necesario para armas las mesas. También habían banquillos encimados a un lado y por fuera de la tienda también.

El joven apostador pregunto a la mujer, aunque pronto lamentaría cada segundo de su vida pasado en aquel lugar, tanto que llegaría a pensar en dejar de apostar. La mujer contesto diciendo que le diría sobre un lugar de apuestas si ayudaba a montar el pequeño negocio que ella tenia, Karel iba a negarse a ello pero la mujer comenzó a darle instrucciones rápidamente. No tubo tiempo de decir nada, pues la mujer le envió rápidamente a un lugar para vestirse.

Cuando llego al lugar se encontró con un peculiar atuendo, el cual sin duda alguna no le gusto, pues era demasiado ridículo para alguien como el.


El ladrón termino de vestirse sin ponerse el sombrero, luego fue en búsqueda de los manteles y todo lo que se encontraba en un puesto de en frente. Mientras la gente pasaba cerca del lugar, muchos parecían tomar atención al puesto de Elisea. Guardias, caballeros, plebeyos y plebeyas pasaban cerca del lugar aunque para el alivio de Karel, ningún guardia se daba cuenta de su presencia, aunque si una que otra plebeya, las cuales parecían mirarle con una sonrisa y alguna otra intención.

Luego de un rato, Karel tuvo todo preparado, dando aviso a la dueña del lugar sobre el termino de sus tareas, esperando que esta le "liberara" y le diera su dinero, aunque parecía que el ladrón tendría ocupaciones para bastante rato.

Al mirar a Elisea le vi el escote con lo que me sonroje un poco, aunque se lo tapo rápido, decidí no decir nada al respeto me lo callaría para mi, realmente me parecía mona la Elisea pero el traje fue como una patada en el estomago.
Al ver semejante traje me pregunte si acaso seria una broma... pero bueno como dijo que abría una recompensa por el trabajo decidí ponerme el traje, me fui a la tienda a cambiarme y mientras entraba vi salir a Aquilaus de camino a parar la mesas, no le dije nada, entre en la tienda, me desnude y me vestí con las ropas.

que ridículo me veo.

Pensé, pero no le di mas importancia y me fui de camino al escenario, subí por las escaleras y vi la cuerda, supuse que se tendría que colgar de arriba, así que me la cargue en el hombro y empecé a subir, se hacia un poco difícil, aun mas con el incomodo traje de ''trabajo'', que en mi opinión era mas apropiado de un circo que de una zona de trabajo, una vez cargada la cuerda y colgada del techo fui a ayudar a los hombres que preparaban el escenario, entre 2 cargábamos las losas de madera y las pusimos en los huecos que quedaban en el escenario, una vez terminado con esto me acerque a Elisea por la espalda sin hacer ruido, al verla concentrada se me ocurrió la idea de darle un pequeño susto, y cuando estuve cerca de ella grite...

- ¿¡Algo mas señorita Elisea!?

Elisea los vio trabajar y se alegró por la ayuda. Ella ayudó un par de veces a acomodar manteles y cubiertos sobre las mesas. Ya era casi el atardecer.

Habían músicos que tocaban melodías con sus respectivos instrumentos, algunas personas se detenían a escuchar. Otras miraban a los trabajadores, con la ropa que llevaban puestas y los saludaban con las manos.

Un niño se acercó a Karel, separándose de sus padres que miraban un puesto de artesanías y tironeó de la manga de Karel.
- ¿Me darías un dulce?-preguntó el chico, pero la madre, al verlo, corrió hacia donde estábamos y se lo llevó sin dar oportunidad a que el trabajor de Elisea contestara.

La joven chica se sobresaltó ante el grito de Dimobo, pero al verlo soltó una risa divertida, y ya con los tres que habían terminado sus trabajo, dijo.
-Buen trabajo, ahora necesito que me acompañen...- Elisea caminó llevando el canasto ahora vacio,colgado en uno de sus hombros, a un lugar algo alejado de las plaza. Allí habia un jardín de rosas rojas y al frente otro de rosas blancas, prolijamente podado y florecido-Necesito que armen ramos de estas rosas y las unan de forma que quede como un círculo para ponerlas de centro de mesa. Podrian combinar las rosas con las blancas que ahi allí al frente. Son unas sesenta mesas asi que necesitarán repartirse, y deberán tener cuidado con las espinas. Como son tres, les resultará fácil.-

Había mucha gente en la plaza, era casi imposible e caminar, pero se respiraba alegría. Muchos caballeros estaban presentes, sentados con mujeres, o familias, celebrando su día.

La joven sacó de su canasto unas pinzas, y varios rollos de hilos para que los hombres pudieran trabajar.
-Bien, iré a ver cómo va la comida mientras ustedes terminan los centros de mesas. Seguro terminarán rápido. Suerte, nos veremos en un rato-saludó la chica y se dirigó a donde estaban los puestos de almacenes de cubiertos, ropa, y mesones.

Aquilaus, en medio de su labor, se toparía con un anciano, quien preguntaría si era su nieto, y le costaría salir de la situación. El anciano estaría convecido de que él es su nieto. Sería buena idea que le ayudase a encontrarlo.

Karel, en tanto, vería a una muchacha llorando desconsolada, quien si se acercaba le contaría que encontró a su pareja siendole infiel. ¿Haría algo por animarla?

Dimobo, por su parte, se vería en la situación de encontrarse con tres pequeños mirando hacia un árbol mas o menos alto, donde se les había enganchado un barrilete triangular, de colores llamativos. ¿Los ayudará?

Mientas el ladrón esperaba las nueva instrucciones de su mandona jefa, un niño se le acerco para pedirle un dulce aunque Karel apenas y pudo reaccionar ante la petición del pequeño pues la madre de este le llevaría rápidamente. La muchacha llego y felicito a cada uno de sus "trabajadores" al terminar cada uno sus primeras tareas, aunque por su puesto aquello era solo el principio de un largo día para el joven ladrón. La nueva tarea del joven era crear centros de mesa con una diversidad de rosas, el hombre no estaba acostumbrado a hacer aquello, por lo que en un principio se le hizo inevitable pincharse uno que otro dedo con las espinas, aunque luego le encontraría el truco.

Mientras el joven continuaba con su labor, junto a sus demás compañeros de trabajo, uno de estos dejo su puesto por culpa de un anciano que le había confundido con un pariente, lo que termino con el hombre ayudando al senil señor. Mientras Karel continuaba su labor con los centros de mesa se dio cuenta de algo bastante incomodo para el, pues frente a el, en un asiento, había una joven que lloraba desconsolada; aquello era bastante "molesto" para el ladrón pues no le agradaba ver a una mujer llorar, por lo que decidió acercarse a ella e intentar animarla.


La mujer le miro algo sonrojada con algunas lagrimas en los ojos, para decirle al extraño que había sorprendido a su novio siéndole infiel. Aquello provoco en el ladrón un sentimiento de compasión que creía haber perdido hace años, debido a su debilidad al ver mujeres tristes, pues al ver una siempre terminaba intentando ayudar, por muy extraño que aquello pareciere, tal vez, muy dentro de si, exista algo que le haría caber dentro de la descripción de un tipo mujeriego.



Mientras ocurría aquello, Elisea veía como Karel dejaba su trabajo por, según ella, intentar ligar con una muchacha, por lo que decidió llamarle la atención para que este volviera al trabajo. El ladron al escuchar los "ladridos" de su jefa decidió dejar a la mujer con el ramo de flores en las manos, aunque antes de que este se vaya, esta le pidió el nombre.


Luego de terminar lo poco que quedaba de trabajo, el joven esperaba que su jefa estuviera satisfecha con los centros de mesa.

Una vez escuchada la orden de Elisea fui de camino hacia las rosas cuando vi unos niños agrupados en un árbol mirando hacia arriba, y uno de ellos lloraba, yo decidí pasar del tema, no me interesaba que podía hacerles llorar, así que una vez llegado a donde estaban las rosas saque mi daga escondida en la bota, siempre la llevaba mas que nada por protección, y me puse a cortar rosas, sin que me diera cuenta me clave una espina en la mano.

Ahh que daño

Pensé, que asco esto de no llevar mi guante de cuero, lo echaba de menos, cuando de repente los niños al ver que nadie les hacia caso lloraban por su juguete, intente ignorarlos y al principio resulto ser buena idea pero al final los llantos de los niños se me pusieron el la cabeza y no pude aguantar mas, me escondí la daga en la bota y fui de camino a los niños.

- Esto es inaguantable... ¿se puede saber porque estáis llorando?

Y uno de los niños me dijo

- Es por mi juguete... estábamos jugando y se nos quedo en el árbol

- ¿Si os bajo vuestro maldito juguete os callareis de una vez?

- Si

- Vale

Dije con un tono de resignación en la voz, así que empecé a subir al árbol y una vez llegue arriba del todo vi que se avía enredado con una rama la cuerda así que corte la rama con la daga y la volví a esconder luego, ya de paso aproveche para dar un vistazo a la ciudad, era inmensa, aunque vi una cosa extraña, en la puerta de la ciudad avía como un montón de gente con antorchas en la mano intentando entrar en la ciudad y decidí ir a preguntárselo a Elisea cuando baje.

- Tomad, y ahora iros de aquí.

Una vez se fueron fui hacia Elisea y le pregunte

- ¿Es normal que aya una agrupación inmensa de gente fuera en la puerta con antorchas en la mano?

Los tres hombres terminaron su trabajo, y aunque Elisea los había visto distraerse un poco, no le pareció nada mal.

Cuando estuvieron al frente de ella, ésta les sonrió agradecida y dijo.
-Bien, solo me queda perdirles un último favor, y seguro lo disfrutarán mucho. Siganme al escenario...-comentó  ella sin mirar las expresiones de ellos, pero en su rostro se dibujaba una sonrisa indicando que se estaba divirtiendo mucho.
Tras abrirse paso entre las personas, subieron al escenario, y allí les dijo señalando unos canastos atestados de cosas a uno de los extremos. Mucha gente los miró  intrigada desde abajo. A Elisea no pareció importarle y les dijo.
-Los artistas que iban a actuar en el escenario, desgraciadamente se han emborrachado y no podrán subir a hacer su espectáculos. Lo único queles pido es que canten una canción cada uno y las acompañen con el ritmo de algun objeto de allí de esos canastos, allí hay girnaldas, maracas, sombreros, pelotas de tela, cintas, y hasta pequeñas antorchas si quisieran hacer malabares. Pero lo que es importante es que canten una canción cada uno. Aquilaus, tu empiezas,luego te siguen Karel, y Dimobo. Cuando finalicen, esperen en el escenario que os pagaré su recompensa, pero mas vale que cantéis bien- sin decir más, se quitó el pañuelo de la cabeza, y ante los presentes dijo:
-¡Buenas noches, ciudadanos de Lunargenta, es una gran alegría que estemos todos reunidos para celebrar el día de nuestros valientes caballeros!-dijo alzando sus manos y con una ronrisa radiante, para luego señalar a los tres que la habían ayudado-Para comenzar nuestra noche de fiesta, tres nobles caballeros os deleitarán con canciones al ritmo de la música-a un lado del escenario habian tres hombres y una mujer con instrumentos musicales, que acompañarian las canciones a buen ritmo de los cantantes. Dicho eso, tomó de una mano a Aquilaus, y lo trajo al medio del escenario, y sin más, le dió un beso en la boca, y corrió hasta Karel y Dimobo desconcertados, y tambien los besó sonriente y sonrojada. Se justificó diciendo.
-Para su buena suerte chicos- y corrió hacia donde el público. La música comenzó a sonar, y Aquilaus, el primero de los tres, podría empezar su canción.



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Off rol: Deben escribir una canción de lo que se les ocurra de unas 20 lineas, en modo centrado y con esto fnalizará la misón, aunque obviamente, deben acompañar el rol, no cantaréis de pie sin hacer nada xDD

Cuando la jefa termino de dar las explicaciones del acto y de hablar al publico, esta dio de imprevisto un beso a cada uno de sus ayudantes, aquello dejo sin palabras al ladrón, pues no se esperaba semejante "recompensa", la cual fue muy bien recibida de su parte. Cuando Aquilaus termino su presentación llego el momento de que el ladrón haga gala de sus talentos en la guitarra, que a pesar del tiempo aun no perdía. Subió al escenario y tomo una guitarra la cual comenzó a tocar con gran habilidad y con gran melodia.


El ladrón de tocar la melancólica melodía bajo los aplausos de una multitud a la cual el reverencio, y bajo los aplausos de la joven a quien el le había levantado el animo; el ladrón bajo del escenario, para dar paso al que seria el ultimo acto.

Después de recibir el beso, cosa que me pillo de sorpresa, escuche que tenia que cantar delante de esa multitud lo que me aterraba, ami que me dieran una tarea donde ser discreto y invisible vale pues era mi trabajo el de asesino pero eso de ser el centro de atención arriba de un escenario no iba con mi estilo, así que me estuve largo rato pensando si subir a cantar o escapar, por una parte quería huir de esa ciudad ahora pero la palabra recompensa... era muy potente así que decidí quedarme y cantar, me acerque a la caja de instrumentos pero no avía ninguno que me atrajera, así que cogí unas pelotas de malabares y empece a cantar...
                                                     
                                                                      una noche
                                                                      luna llena
                                                              dos amantes quedan
                                                       bajo la protección de la noche
                                                        bajo la protección de la luna

                                                       tenían que verse a escondidas
                                                        pues su amor estaba próvido
                                                                   el era vampiro
                                                                    ella humana

                                                              lo suyo no podía ser

                                                                       el alvino
                                                                     ella dorada
                                                                      final triste
                                                                   donde los aya

                                                       un día el capricho del destino
                                                                quiso castigarles
                                                               pues los delataron
                                                      nada mas que un amigo de ella

                                                            ella murió crucificada
                                                                  por blasfema
                                                            el termino encerrado
                                                             y torturado a diario

                                                  solo la sed de sangre le impidió morir
                                        solo las ansias de venganza descartaron el suicidio

                                                         un día llego su oportunidad
                                                                pues sus ataduras
                                                             cedieron ante la fuerza
                                                                 del pobre vampiro

                                                   y se tiro al cuello de su carcelero
                                                      como disfruto de aquel vocado
                                                       como saboreo la venganza
                                             después decidió quemar el pueblo entero...

                                               no se volvió a saber mas de ese vampiro,
                                                     algunos cuentan que se suicido
                                               otros que va en busca de un nuevo amor
                                                       yo simplemente no lo se...

cuando termine de cantar la canción cogí todas las pelotas y las tire al suelo, espere a los aplausos y luego baje y fui de camino a Elisea sin decir nada mas.

Dimobo terminó de cantar y los aplausos fueron más cuando alguien del público les tiró sus dagas que atajó al vuelo prolijamente con su habilidad de vampiro. El público se contentó mucho con los cantantes.

Cuando los tres reunieron a un costado del escenario, quien les tiró las daga a Dimobo no fue Elisea, sino un muchacho que tenía una caja de madera. Éste era morocho, con barba incipiente y descuidada. Vestía de camisa y pantalones beige. Su pelo era con rulos y lo tenía enmarañado. Calzaba unos zapatos viejos y algo rotos.

-Muy buen acto muchachos, los felicito, el pueblo ha quedado encantado-los felicitó con una sonrisa amable y sincera. Se inclinó a la caja que estaba en el suelo, y les pasó las respectivas armas a cada uno-Elisea, la joven a la que habéis ayudado, debió retirarse, y me temo que se llevó vuestra ropa por accidente. Pero en compensación les daré esto.

El joven de ojos negros sacó una bolsita de cuero para cada uno, que contenía 300 aeros, y al volver a inclinarse, sacó tres cajas que tomaron los hombres.

-Es hora de que me marche a ver si están listos los próximos que deben subir al escenario. Ha sido un placer, Karel, Dimobo, y Aquilaus. Dimobo-señaló al vampiro aparentemente Elisea les había indicado quien era quien-Tú y ustedes podéis pasar las noches gratis en la posada como recompensa por sus actuaciones y servicios-saludó el joven con una leve reverencia de su cabeza, llevándose la caja vacía, dejando a los tres con el traje que la joven les había entregado, llevándose el de ellos por "accidente".


Misión finalizada con éxito Aquilaus, Karel y Dimobo.

Recompensa:

Aquilaus: 25 puntos de experiencia+una semana todo pago en posada de Lunargenta+300 aeros+traje de bufón+Bebida de la flor de la Felicidad.
Karel: 25 puntos de experiencia+una semana todo pago en posada de Lunargenta+300 aeros+traje de bufón+Bebida de la flor de la Felicidad.
Dimobo: 25 puntos de experiencia+una semana todo pago en posada de Lunargenta+300 aeros+traje de bufón+Bebida de la flor de la Felicidad.