Recolección [Interpretativo- Libre - Noche]

En medio de la putrefacción, el oloroso y maloliente fango, las criaturas ponzoñosas y los molestos mosquitos, jamás hubiese imaginado encontrar un pequeño estanque de agua cristalina el cual, era parcialmente cubierto por helechos los cuales radiaban vida por donde se les mirase y estos a su vez, eran adornados por bellos lirios blancos que contrastaban por la oscuridad de la noche. Frente a mi se desarrollaba un fabuloso espectáculo de luz y movimiento producido por un gran numero de luciérnagas que parecían jugar ante la oscuridad formando extrañas formas con sus radiantes luces, iluminando los alrededores con su magnificencia.

Spoiler:

Me había llevado todo el día recolectando diversos especimenes para llevar a cabo la elaboración de distintas pociones. Un viejo saco de cuero colgaba de mi hombro, en su interior contenía varios hongos y frascos llenos de veneno de serpientes y arácnidos que servirían para el propósito, más sin embargo, aun estaba en busca de un escurridizo espécimen, el "Stropharia Cubensis" Que por alguna razón, no lograba encontrar por ningún lado a pesar del alto margen de humedad que imperaba en la zona. Después del ocaso la oscuridad invadió el páramo y perdí la poca visibilidad con la que contaba. Después de intentar buscar algún leño seco que pudiera utilizar a modo de antorcha, a la distancia pude ver un calido brillo verdoso que me invitaba elegantemente a acercarme hasta el.

Me aproxime lentamente hasta aquella luz que se escurría entre los árboles y arbustos danzando libre y puramente sobre el aire, hasta llegar a la orilla del pequeño estanque. Hacia cuanto tiempo no me detenía a admirar la belleza de la naturaleza y las riquezas que podrían ofrecer ante tales espectáculos naturales. Lleve  mi brazo hacia delante extendiendo los dedos en mi mano y la sostuve frente a mi. Una pequeña luciérnaga se poso sobre mi palma y rápidamente cerré la mano para apresar su vuelo. Con la ayuda de mi otro brazo, saque un pequeño frasco del costal e introduje a la pequeña luciérnaga en él, tapándolo con un corcho para asegurar su estadía en el recipiente. Lo acerque hasta mi rostro, el cual se ilumino con el calido brillo del insecto y lo observe durante un largo instante. Después de algunos momentos, la luz en el frasco comenzó a debilitarse hasta que finalmente se apago.

Lo agite delicadamente en un vago intento por recuperar su brillo, pero sabia que este jamás volvería, el pequeño insecto se había asfixiado ahí dentro. Coloque el costal sobre el suelo y me puse en cuclillas mientras continuaba observando la danza de las luciérnagas bajo una mirada fria y quieta.

Desde atrás, escuche algunos pasos acercándose en un tono sereno y calmado. Me encontraba demasiado ensimismado para siquiera preocuparme por cualquier cosa que pudiese originarlos, aunque sabia que esta no seria la mejor opción debido a las posibles consecuencias negativas de mi descuido, que por algún motivo, no me importaban mucho en este momento.

Por fin escuche una voz a mis espaldas, un pequeño reproche por la nueva visitante hacia mi persona. Gire mi cabeza lentamente y sobre mi hombro pude notar una oscura figura la cual, no estaba seguro de quien o que se tratase. Al juzgar por su aspecto menudo y su aparente poca importancia por mi, concluí que no se trataba de nada peligroso e incluso quería creer eso. Regrese mi mirada hacia el estanque y el vuelo de los pequeños insectos frente a mi.

La visitante volvió a alzar su voz, reprochando nuevamente mi torpe acción contra el insecto. ¿Quien era ella para hacer tal reclamo? Acaso seria la guardiana del estanque y los seres que habitan en torno a él? dudaba mucho sobre mi ultima sospecha, quizás se trataría de algo más peculiar todavía. - Lo lamento... Quizás debí hacer un pequeño orifico para permitir la entrada de aire. Quite el corcho del recipiente, deposite sobre mi mano el cadáver de la pequeña luciérnaga y guarde el frasco en el costal de cuero. Con la ayuda de mi dedo, hice un pequeño orificio sobre la tierra y deposite ahí al insecto para después cubrirlo con un poco de fango.

- No era mi intención quitarle la vida, solo quería admirar fijamente su luz... Al menos ahora tendrá un entierro decente. Aun no entendía que es lo que hacia alguien merodeando por estos alrededores durante la noche, aunque si yo mismo había llegado a este lugar, en este momento, seguramente alguien más seria atrapado por la oscuridad de la noche. No me molestaba en lo más mínimo la llegada de la visitante, incluso decidí dejar de preguntarme sobre los motivos de su llegada. Todo lo que quería en ese momento, era continuar mirando el maravilloso espectáculo sobre el estanque.

Sin querer saberlo, mi compañera finalmente explicaba el porque de su desafortunada visita hasta este lugar. Estaba perdida y claramente la noche no le había dado la oportunidad de salir de la frondosa arboleda y el pegajoso fango que dificulta el camino. De repente, como un golpe, vino a mi mente una peculiar idea sobre su llegada y nuestro posible encuentro. - No estas perdida. Ellas te trajeron hasta aquí, hicieron lo mismo conmigo, de algún modo, yo también me perdí mientras buscaba un extraño y poderoso espécimen y al no encontrar alguna luz para ver, las luces de las luciérnagas me guiaron hasta la orilla del estanque. Continué observando las luces con suma atención, mi parpadeo era casi nulo y mis movimientos escasos. - ¿Porque querrías irte?, ¿No es maravillosa la vista?, ellas te han traído hasta aquí...

Al otro lado del estanque, el canto incesante de ranas y sapos comenzaron a llenar el aire con sus torcidas y extrañas melodías mientras el espectáculo de luces parecían moverse a su ritmo.

Por un momento, alze la cabeza mirando hacia el cielo, intentando ver con suma atención las estrellas en el firmamento. Comencé a comparar las luces en el manto celestial con el que danzaba frente a mi. Los pequeños bichos nada tenían que envidiar a las estrellas ahí arriba, que si bien, los astros serian mayores en numero, jamás podrían moverse por el aire con la elegancia con la que contaban las luciérnagas.

Volví a mirar a mi acompañante la cual aun no distinguía con claridad. Solo podía notar el sutil brillo verdoso sobre ella revelándome algunos detalles sobre su persona, pero aun no tenia una imagen clara sobre su aspecto. La mire fijamente, acomodando algunas ideas en mi mente sobre su llegada y alguna respuesta para sus preguntas. - Así como las estrellas en el cielo ayudan al viajero en la orientación de su camino, la luz de las luciérnagas han hecho lo mismo con nosotros. Desean ayudarte. Volví mi mirada hacia las quietas aguas y extendí mi brazo hasta tocar la superficie con las puntas de los dedos. - ¿Que hacías vagando en la oscuridad? Podría ser peligroso... ¿De que estas huyendo?

Jugueteaba agitando delicadamente el agua mientras mantenía la mirada fija en las ondas que se despedían alrededor de mis dedos debido al movimiento. Mi compañera pregunto sobre mi búsqueda. ¿Como es que había acertado con tanta facilidad? - Has acertado. Busco un escurridizo hongo, que por ahora, parece que se burlase de mi mientras se oculta en no se donde, pero al llegar a este lugar he tenido una corazonada... Algo me dice que ambos encontraremos lo que buscamos. Sonreí ante mi comentario, estaba seguro de mis palabras.

Ese perfume es exquisito… ¿Sabes de dónde proviene? Detuve todos mis movimientos de pronto, cerré los ojos y comencé a esforzarme por olfatear el aire. Di un profundo respiro jalando todo el aire posible hacia mis pulmones. A pesar de que distintos aromas llegaron hasta mi olfato, no estaba seguro de lo que hablaba mi compañera. Volví a abrir los ojos y gire mi cabeza hacia ella. - Huelo los frescos helechos, el olor de la húmeda hierva y la fresca fragancia nocturna acompañada de fango. ¿Es eso a lo que se refiere? Si no es así, debe poseer un mejor olfato que el mío.

Mire con detenimiento la silueta iluminada tenuemente de su rostro. Finalmente notaba débilmente la belleza de mi compañera. Su blanca y larga cabellera, su peculiar vestimenta y algo, lo cual no estaba seguro de que se tratara, un par de pequeños bultos sobresaliendo de su cabello. - Disculpa mi pregunta, no quiero ofenderte... ¿Que es aquel bulto blanco que sobre sale de tu cabello?, al costado de tu cabeza.

Mire fijamente a la dama esperando respuestas de su parte, aunque claro, si ella preferiría no responder, no le daría importancia, después de todo... yo solo era un desconocido observando las luces.

Mis ojos se abrieron de sorpresa al notar que aquel par de bultos blancos prominentes de su cabeza, se trataban de nada menos que el par de orejas de la mujer frente a mi. Una extraña mezcla de cautivación y sorpresa afloro en mi interior. Mire profundamente sus ojos, esperando que la dueña de tan maravillosa oreja no mostrara algún signo de rechazo o miedo. Sentí su mano sobre la mía mientras yo por mi parte acariciaba su tersa piel animal con la yema de mis dedos. Estaba claro, solo ella lo confirmo, no era humana.

Abrí un poco los labios y continué mirándola con aquel semblante de sorpresa. Jamás antes había visto algo parecido, que si bien había visto hombres bestia, definitivamente nada parecido al ser quien igualmente miraba mis ojos. - Ya veo... Eso explica la elegancia de tus movimientos y la tenacidad en tu mirar. Debo confesar que estoy sorprendido. No podía dejar de mirarla. Me parecía fantástico el hecho de que existiera. De repente ella se retiro dando un paso hacia atrás, ¿Había hecho algo erróneo que provocara tal acción? Su comportamiento me intrigaba. Comenzó a mirar en varias direcciones como buscando algo o a alguien. - Lamento si te hice sentir incomoda... ¿Has perdido algo?

Al igual que ella lo había hecho, me despoje de mis botas y arremangue un poco las ropas de mis piernas. Di algunos pasos hacia el estanque hasta ingresar en él. El agua me llegaba a algunos escasos diez centímetros por debajo de las rodillas. Sentí el fango bajo mis pies con sumo deleite y me gire con cuidado para prestar atención nuevamente. - ¿Que es de lo que huyo? Me temo que no de pretendientas o ¿Acaso parezco poseer algunas? Tomare sus palabras a modo de halago. Gracias. Con mi vista, recorrí su espalda de pies a cabeza notando su linda cola cuidando su retaguardia. Debajo de aquel atuendo, entre la tela y el metal, me parecía un ser delicado, elegante y a la vez fuerte y firme. Cualidades dignas de cualquier felino, pero ¿Que mas había ahí debajo? intentando buscar en su lado humano.

Fui sacado de mis pensamientos por un grupo de ruidos provenientes de los arbustos a algunos metros de nuestra posición. Nada de lo que pasara en ese momento me haría alarmarme, así que voltee tranquilamente y alcé la voz a mi compañera. – No estamos solos.

Los insectos luminosos danzaban al rededor mío en medio del estanque, como hace algunos momentos lo había hecho la joven. Parecían invitarme a unirme a su vibrante baile, a las festividades paganas nocturnas que solo ellas comprenderían. El batir de sus pequeñas alas parecían susurros con los que se comunicaban. Algún lenguaje solo entendido por ellas. Quería averiguar que es lo que decían, que hubiesen opinado del encuentro entre un humano y una mujer mitad tigre.

Me sentí conmovido y curioso ante las palabras de la bella joven. ¿Con que frecuencia había convivido entre humanos? me imagino que habría pasado más tiempo con los de su especie o con otras bestias, antes de adquirir cualquier rito humano. ¿Que costumbre solían practicar estos seres? ¿Como debía proceder ante ellos?.

No, quería avisarte de eso… él es mi compañía. Dijo la dama con cierto temor, se notaba en su forma de hablar. - Es bueno tener alguien al lado. Cuando el camino es cansado, un compañero es lo adecuado para sacar fuerzas de donde no las hay. Mi expresión era seria y calmada. - La escena se adapta para cualquier encuentro romántico, pero no es este el caso. No hay razón alguna para estar celoso.

Finalmente descubrí al susodicho compañero de la mujer tigre. Nada era lo que esperaba, aunque quizás debí haberlo adivinado. Se trataba de un animal, un maravilloso ejemplar de felino. Nuestras miradas se encontraron a la distancia, su presencia podría intimidar a cualquiera, pero confiaba en las palabras de la dama. Sabia que ella no permitiría que me hiciera daño. Respire con tranquilidad, relaje mis músculos e incline mi cabeza en un tono de saludo. No sé si él comprendería mis gestos, pero como lo dije antes, no sabría como proceder ante el encuentro con su especie.

La chica se acerco rápidamente hacia su compañero. En un acto noble y conmovedor ella rodeo su cuello con ambos brazos. Sonreí ante tal acción ya que a mi parecer, ese abrazo estaba lleno de cariño, como si ella lo recibiera después de un largo viaje o una cruda batalla. Mi compañera finalmente se presentaba. Me entusiasme al escuchar su nombre, no era nada complicado y a la vez seguía rodeado de aquel misticismo que emanaba la chica. Me apresure en presentarme de la manera más amable en la que pude hacerlo. - Es un placer. Mi nombre es Johannes...

Moví los pies jugueteando, chapoteando un poco en el agua. - Esta deliciosa. Dije con una amable sonrisa. Note de reojo que la joven comenzó a desabrochar la prenda debajo de su cintura, me sonroje un poco ante tal hecho y despistadamente di media vuelta para darle la espalda. - Realizo pociones, eso es cierto, más no soy ningún brujo. Solo intento adquirir el saber de los compuestos alquímicos y sus efectos. Di esta corta respuesta, aunque en ningún momento había mentido, solo me había limitado a contestar sus inocentes preguntas.

¿Tenacidad en mi mirar? Mire hacia el cielo intentando estructurar mis ideas. Cerré un momento los ojos. Intente imaginar nuevamente la forma en la que hace algunos momentos habíamos cruzado miradas. Volví a abrir los ojos e inhale un profundo respiro. - Como cuando un depredador fija su presa, este no le perderá de vista ni por un solo segundo... Tuve la impresión de que hace un momento, cuando mirabas mi rostro, me viste de una forma similar a la de una presa, pero había algo mas en ella. Al terminar mis palabras solté un pequeño suspiro. Esperaba haber sido claro ante mi explicación aunque sabia que no había sido muy buena.

Esperaba la respuesta o alguna reacción por parte de mi interlocutora. Baje mi mirada hacia la superficie, vi mi reflejo en el agua iluminado por la luz lunar y el brillo natural de los insectos. Una vez más veía mi figura sobre el agua y una ves más sentía ver a un extraño en la imagen frente a mis ojos. Me sentí un poco triste ante el hecho y aparte la mirada rápidamente del suelo. Eco se acerco hasta mi dándole una sonrisa a mis labios nuevamente. - Es cierto, que torpe soy. Dije llevando mi mano hacia mi nuca.

- Ve sin cuidado, como dices, hay ciertos instintos a los que es mejor no negarse. Mis ojos se abrieron de gran tamaño ante la sorpresa de las palabras de la joven, quede pasmado por algunos instantes, no sabia como reaccionar. Sabia como actuar ante el odio, ante el rechazo, la burla, la muerte... Pero nunca antes me había encontrado con tal situación, nunca antes alguna dama me había dedicado tales palabras y menos aun lo hubiese esperado de tan especial persona. Años atrás, me había preparado para dar una respuesta concreta ante circunstancias similares, pero nada me preparo realmente para el momento.

Voltee mi mirada hacia ella, clave los ojos en su mirar. De pronto comenzó a jugar en el agua, a hacer ruido como si intentara perturbar el sueño de alguna deidad dormida en el fondo del fango. Las luciérnagas reaccionaron ante tal acción, comenzaron a elevarse hacia el cielo formando un espiral de brillante luz. -Ahí esta de nuevo... bailando como luciérnaga... pensé en mis adentros. Sonreí apaciblemente. Fue una sonrisa de regocijo sincero, disfrutaba el momento, el agua me salpicaba como lluvia de verano. Mire a Eco. Era el final perfecto para el momento. Acompañe su risa con una propia y asentí a su mirada.

- Todo lo contrario. A veces suelo ser muy solitario. Lo han mejorado todo, soy yo quien debe dar las gracias. Antes de que saliera del estanque, me adelante y la tome del brazo con cuidado para detener su avance. - Espera... Sobre tus palabras... deseo comprobarlo... Mi corazón latió rápidamente, podría poner la mano en mi pecho y delataría mis intenciones de inmediato. Aproxime mi cuerpo hacia el suyo, fije mi confundida y deseosa mirada en sus ojos, abrí un poco mis labios y me acerque lentamente hacia su rostro.

- Que haremos ahora..? Repetí esa misma pregunta una y otra ves en mi mente. En ninguna ocasión encontré una respuesta diferente, sabia lo que sucedería, el destino era cruel, me había dado una mala jugada, para mi no había vuelta atrás. Me maldije a mi mismo, si hubiese encontrado aquel espécimen antes, jamás me hubiese encontrado en este lugar, aun así nos hubiésemos encontrado?

Ya no importaba pensar en lo que es o hubiese sido, todo estaba pasando en este preciso momento, aun así, me sentía feliz de saber que ella existía, estaría agradecido eternamente por la oportunidad de haberla encontrado. La mire fijamente, me aproxime nuevamente para besarla en una manera apasionada.

Cuando ella hablo, sentí como si se rompiera mi alma, cada palabra era como un cuchillo clavándose en lo mas profundo de mi ser, desgarrando mi interior. Recordé una escena pasada, era como una especie de dejavu. Ya antes había abandonado a dos mujeres que amaba y ahora... lo haría nuevamente. La abrace, mi corazón latía como un montón de tambores, la apreté contra mi pecho con el afán de no soltarla, era como si alguien tratara de arrebatármela y quizás lo lograría, pero daría toda la lucha posible, no se iría de mi lado tan facil.

- Ya no deseo separarme de tu lado Johannes. Sus palabras eran las mas dulces del mundo, pero para mi eran solo acido quemando mi interior. me odie tanto en este momento, me maldije nuevamente, cerré los ojos con fuerza, intente contenerme. Cierta mente yo tampoco deseaba separarme de su lado, pero no habría otra opción, jamás permitiría que alguien tan maravillosa como ella, se atara para sufrir irremediablemente por mi persona. La amaba y por esa razón, la dejaría ir, no quería hacerle mas daño.

Me aparte de ella, respire profundamente para relajarme, rebusque mis palabras y con dificultad comencé a hablar. Eco... Disfrutaba al nombrarla. - Lo que haremos... Así como el viento continua su camino ignorando nuestra presencia, harás lo mismo conmigo. Así como el sol, debe dejar a la luna, lo haremos nosotros. Así como el agua no puede estar con el fuego, deberemos separarnos... No tuve el valor de mirarla a los ojos mientras decía estas palabras, me limite a sentir su suave piel a través de mis manos. – Mereces lo mejor mi amada Eco, alguien que vele por ti, alguien que te cuide, alguien que este siempre a tu lado… Yo no puedo ser ese alguien… Perdóname.

Después de mis palabras, el momento se convirtió en una escena bastante incomoda para mi persona, no sabia como reaccionaria mi querida Eco y era claro que tampoco sabia si habría algún precio por tan terrible error. Aun no poseía el valor para mirarla a los ojos, solo disimulaba mi mirada intentando soportar la suya. Estaba abandonando una oportunidad única, una nueva sensación de felicidad que nunca antes había tenido y ahora bajo mi decisión, estaba seguro de que jamás podría volver a sentir tal cosa.

Cuando ella se aparto de mi, sabia que finalmente comenzaba a caer por ese precipicio del cual, hace algunos momentos me había sostenido mi dama. Ahora no habría remedio, debía caer de cabeza y afrontar las consecuencias. Cuando escuche sus palabras, sabia que estaban cargadas de amargura, era como ver un cúmulo de nubes negras en el horizonte, que muy pronto llegarían hasta mi, trayendo una terrible y furiosa tormenta. Finalmente me atreví a mirarla a los ojos bajo un semblante sumamente apenado pero firme. Al menos tendría el valor de escucharla y prestarle toda mi atención.

- Tienes razón, no lo se... lo siento. Nunca antes había sentido tal pesar ante las palabras de alguien mas, nunca alguien tuvo dicho poder, pero en esta ocasión, las palabras de Eco pesaban aun mas que el mundo mismo. Luche en una batalla encarnizada por mantener mi mirada firme. Dentro de mi, sabia que de ningún modo habría rechazado como tal a tan bella y calida mujer, pero para mi, esta seria la mejor dedición, no podría hacerle daño a ella también, no, no quería que ella supiera que soy parte de un montón de asesinos, despiadados y crueles, indiferentes ante el sufrimiento ajeno de los seres queridos de nuestras victimas, en donde incluso yo podría morir en batalla, haciendo sufrir a mi amada.

Le vi cargando sus cosas con la ayuda de Panda y como tomaba aquel grupo de cuchillos, sabia que ahora se iría, dejándome atrás, seria lo mejor... Ella reclamo un nuevo y ultimo beso, un beso frió, carente de cualquier sentimiento, apenas si había tenido la oportunidad de sentir sus dulces labios, un beso el cual, ya no merecía. Escuche sus palabras, no importa lo que dijera, no habría forma de cambiar mi opinión, la decisión firme que había tomado, la había seguido por amor.

Tomo sus cuchillos, los posiciono sobre sus dedos, se preparaba para lanzar. Mire fijamente sus acciones con resigno. Di un paso hacia adelante. Toma un amplio y fuerte respiro y eche los hombros hacia atrás sacando mi pecho. - Adelante. pensé. Si debía morir, que mejor que a sus manos. Incline mi cabeza y cerré los ojos, esperando por el frió acero, perforando mi piel. Escuche un ruido a algunos centímetros de mi posición, a mis pies. Abrí los ojos para darme cuenta de que solo había arrojado uno al suelo, sin la intención de herirme, o acaso habrá fallado? Mire el arma fijamente, deseaba que hubiese perforado mi pecho hasta hacerlo llegar a mi corazón, eso no habría significado nada, ningún otro dolor habría podido hacerme olvidar la pena dentro de mi.

- Se feliz. Mis músculos cedieron por fin, Caí de rodillas al fango, Sentí el miedo de la desolación, verla partir seria lo mas difícil. Baje la mirada y lamí un poco la resequedad en mis labios. - Gracias... Gracias por dejarme conocer este sentimiento... Dije en un tono muy bajo, casi inaudible. Sonreí para mi mismo, una sonrisa llena de paz y felicidad, había hecho lo mejor para ella, o al menos eso quería creer, siempre tendría su recuerdo, el simple hecho de saber que existe, eso me bastaría. Alcé la mirada hacia ella, no sabia si me vería o no. Le otorgue una amplia sonrisa sincera para responder sus palabras. - Se muy feliz. Espero algún día puedas perdonarme.

No pude hacer nada ante su despedida. Resignadamente escuche sus ultimas palabras. Desaparecía nuevamente de mi vida, tal como había llegado. Me sentía fragmentado, vació por dentro, puesto que una parte de mi, me abandonaba junto con ella. En efecto, deseaba volver a encontrarla pero quizás no seria nada sensato.

No sabia de lo que hablaba con su ultima frase, puesto que la dueña de mi corazón, se retiraba frente a mi, yo lo había provocado, si ella pensara que quizás habría otra persona, se Equivocaba rotundamente... Quizá así seria mejor. Mire su espalda mientras se retiraba, no quería perderla de vista, hasta que la penumbra del pantano la envolvió en sus garras. Las luciérnagas se habían retirado también, Las ranas y sapos habían cesado su canto, el silencio invadió el páramo, por primera ves pude sentir la cruel frialdad de la soledad. Me levante lentamente y me dirigí hacia la orilla del estanque.

Tome mis glebas y las coloque en su lugar. Reajuste mis ropas y tome el saco de cuero del suelo, colgándolo en mi hombro. Me disponía a marcharme, cuando nuevamente, vi su cuchillo, enterrado en el fango, me acerque a el y lo tome. Lo observe por unos momentos para después guardarlo en una de las fundas de mi cintura con cierto cariño. Di algunos pasos en la dirección que Eco había tomado, me detuve de pronto. Gire media vuelta ya que lo mejor seria ir en la dirección contraria. Al girar, mi pie tropezó con algún objeto suave de un tamaño pequeño. Se trataba del hongo que había estado buscando. Me incline y lo tome cuidadosamente, lo deposite en el saco y continué mi camino.

Durante todo mi camino, no pude apartar la visión de la dama en mi mente, seria parte de mis recuerdos por siempre.