La Recolección De Guld [Libre][Noche]

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No podía sino decir que lo ocurrido en aquel interesante festival fue una experiencia renovadora y sublime. Aquel buen sexo mejoró mi humor, me faltaban adjetivos para describir la dicha que sentía. Hasta podía tolerar un poco más la presencia de mi hermano sin caer en la frustración.

En nuestro descenso largo hacia las tierras de Verisar, nos detuvimos para descansar en la Comarca de Urd. En el lugar que elegimos para hospedarnos la comidilla de la charla eran las expediciones al bosque de Oro en pro de conseguir el tan famoso jarabe que por causa de las constantes lluvias hacía difícil su recolección, además al parecer habían bestias peligrosas acechando.

- ¿Y? ¿Quieren intentarlo? Algo de dinero extra no nos caería mal y ... quizás tu puedas tener la satisfacción de estudiar aquello que acecha la zona. Eres un dragón, con transformarte será más que suficiente para que alejes a cualquier depredador. - Agregué esto último a Meleis, que diferencia de mí podía estar en su forma titánica - como yo la llamaba - .

- Me quedaré aquí. Esperaré a que vuelvas, cuidaré de Bomull, hemos viajado tanto estos días que necesito secar mis ropas y revisar que él no se encuentre enfermo por el mal clima.  - Respondió mi hermano. No iba a negar que me alegraba que se preocupara por la bola de pelos, se lo agradecía enormemente pues tenía conocimientos de los que yo carecía.

- Bueno, si encuentro a la bestia, haré lo posible por traerte un recuerdo... pero no prometo nada. Ni las condiciones de ese recuerdo.

Segura de que Gaegel no me fallaría, pues era tan impulsivo como yo, la tarde siguiente emprendimos rumbo a la esa jornada de recolección que se haría en la noche dado que las lluvias habían reducido su intensidad un poco. La verdad, a mí en lo particular no me afectaba en cuanto a movilidad, era en esta época cuando hasta podía correr como si nada con el suelo bajo mis pies mojado, cosas que el barro y los pequeños charcos de agua entre ellos me proporcionaban con una caída tenue de agua que evitaba que se secaran. ⁽¹⁾

Tenía que admitir que la visión sí que era un lío, pero estaba determinada en conseguir un ingreso extra. Al llegar al sitio indicado, nos dieron una serie de materiales, por suerte explicando cómo se usaban, y señalaron el lugar hacia donde debía ir. No estaba tan cerca de Gaegel como me hubiera gustado, apenas y podía sentir una ligera vibración en mi pecho producto de la pieza. Me sentí tentada en hablarle, pero tomando en cuenta que no podría hacerlo por mucho preferí dejarlo en caso de alguna emergencia.

Llegué rápidamente a mi árbol, se notaba que al pobre tronco le habían dado uso. Eso facilitó un poco la mecánica de qué hacer. Sin más, tomé la fría herramienta y la clavé en el tronco, era momento de que el jarabe comenzara a llenar ese cubo. ¿Cuánto tiempo me tomaría?  

No iba a negar que ese festival me había sentado de maravilla. Una experiencia que no me molestaría volver a vivir, he de acotar. En nuestro viaje, en la taberna del lugar que nos hospedamos logramos escuchar algunos comentarios sobre la recolección de un codiciado jarabe. Yo había escuchado algo hace mucho tiempo de eso. Pero el escuchar que este año tenían muchas dificultades, me hizo pensar que dada a la cercanía al lugar, bien podía hacerme de algo de dinero. Y parecía que no fui el único en tener esa idea, por lo que Mera fue quien comenzó a sugerirlo. Por lo que al escucharla hablar sonreí levemente.

Cuando Meleis rechazó la oferta yo asentí. - Pues yo si iré. Nunca está de más tener algunos aeros de más. - Dije entrando de lleno a ese objetivo. La tarde del día siguiente fue cuando tomamos camino hacia el bosque de oro. El camino era difícil de andar, aunque yo miraba de reojo a mi acompañante, la cual parecía no tener ninguna complicación. Claro que ella no tendría esas dificultades, es un dragón de agua.

Una vez que llegamos, la gente a cargo nos dio los materiales necesarios para ejecutar nuestro trabajo. Una vez que me dieron mis aditamentos los miré atentamente. - Vaya... Pero que curiosos. - Dije esbozando una media sonrisa. Aunque lo que hizo que mi ánimo se redujera un poco fue que me habían asignado un árbol que estaba lejos de el de Mera. Así no tendría con quien hablar mientras trabajaba. Suspiré con pesadez y decidí enfocarme en mis propias tareas.

Comencé a acomodar algunas cosas y tal como me habían indicado me encargué de incrustar el Guldverktyg en el tronco para luego poner el recipiente de recolección. Hecho eso busqué una piedra para sentarme y mientras vigilaba mi árbol. Aunque de vez en cuando miraba de un lado a otro. La neblina dificultaba un poco la visión. ¿Cuáles serán las complicaciones para la recolección? Podía entender que el clima pudiese ser un factor, pero la gente no hablaba claro, y estaba seguro que este trabajo no podía ser tan sencillo como pareciera. - El pago no puede ser tan generoso solo por cuidar el árbol y el recipiente recolector. ¿Qué andará por las tinieblas? - Me rasqué mi mejilla mientras miraba a los alrededores.

OFF: Elijo la opción B

Caminábamos con el techo de estrellas sobre nosotros. Los días habían sido tormentosos y aquella noche no parecía la excepción, una fría lluvia empapaba el camino. De ratos la cantidad de la precipitación variaba entre un sutil goteo que se difuminaba en el viento con el concierto de truenos mientras una cortina agua impedía avanzar. Obligándonos a Dante y a mí a ocultarnos bajo árboles de copas espesas.

Ya, Kvasir, cúbrete con mi capa – decía el humano mientras acurrucaba a su cuervo entre las telas de su gruesa vestimenta que cubría su cuerpo.

Mientras esperábamos para avanzar a que escampara un poco la lluvia, miraba con indiferencia aquella escena de preocupación por el animal, la única cosa por la que el humano era capaz de mostrar simpatía y afecto.

Que frío… - picoteaba el ave sutilmente la mano que lo abrazaba para comunicarse con el humano en su lenguaje en códigos. – ¿estás seguro de que Zagreus te creerá todo esto?

Dante con discreción respondía con suaves toques con su dedo sobre el lomo empapado del ave. – Sí, tranquilo...

¿De qué hablan? No soy estúpido, sé que estás conversando con tu cuervo. – Señalé con tono amenazante.

Na-nada, solo hablamos de que falta poco, tenemos una buena pista de que a donde nos dirigimos encontraremos algo que seguro te sacara una sonrisa, aunque considero que no eres ni siquiera capaz de eso, vampiro pretensioso.

Mi mirada acentuaba mi disgusto y rabia hacia aquellos dos, su respuesta ambigua y poco clarificadora me causaba irritación.

Si descubre que no hay nada importante allí y que solo vamos porque tienes una “corazonada” de que podrás toparte con Ava, créeme que tu brazo terminará en un lugar donde la luz no le llega, quien sabe quizás tu prótesis de metal también termine siendo vampiro. – señaló el ave finalizando su picoteo con varios graznidos que acentuaban su mofa y evidenciaban que se reía.

Dice que ya la lluvia está bajando, deberíamos seguir. Recuerda que debemos pasar desapercibidos, sé que para ti eso es difícil, pero no metas la pata.

Me levanté colérico ante los comentarios de Dante y peinando mi cabellera cenicienta mojada, empecé mi caminar.


Recolectar jarabe…

Eh si, al parecer hay un rumor de que… bueno, ya te explicaré, ahora vamos al árbol que nos dijo aquel sujeto y clava el aparatejo que te dieron. – dijo el humano improvisando una excusa para no terminar de responder.

Llegamos al área asignada y el cuervo se posó entre las ramas. Clavé el utensilio con cuidado en la corteza y preparando el cubo vi como las primeras gotas timoratas descendía lentamente por el Guldverktyg. Mientras volteaba me percaté que Dante se había ocultado entre los árboles que estaban en nuestra posición asignada.

¿Se puede saber qué haces?, ¿por qué no recolectas tú también?... – advertí mientras cruzaba los brazos.

Sein viajaba de vuelta al norte, solo, cubierto únicamente por su armadura de cuero como buen norteño hijo del frío y las lluvias, mientras los de su tribu habían decidido volver alquilando un viaje. La Gran Feria les había dejado destrozados, o más bien, la cerveza. Pero el chamán seguía queriendo viajar a pie para conocer y aprender.

Paró para acampar en lo alto de un cerro, con el sol poniéndose a su izquierda, y mirando hacia el norte pudo ver entre la niebla y la lluvia un bosque que se distinguía por su color. Era del color del oro.


A medida que se adentraba en el bosque, un olor meloso iba tomando un protagonismo mayor en el aire. Sein giraba todo el rato la cabeza de un lado a otro, admirando con todos sus sentidos la atmósfera única que envolvía aquella dorada arboleda, cuando una mujer se le acercó de repente de entre los troncos.

- Hola, ¿vienes a recolectar? - preguntó con afabilidad.

Sein, cuya atención estaba en la naturaleza, se sobresaltó al escucharla pegando un brusco salto hacia atrás.

- Oh, por mis ancestros... qué susto. Buena noche. ¿Recolectar qué? Yo vine para mirar cerca a estos árboles. Es bosque bonito - explicó expresando su admiración por aquel lugar.

La explicación de la mujer le generó interés, y la siguió hacia la zona de recolección mientras conversaban sobre el evento y la cultura que lo rodeaba.

Una vez allí recogió el instrumento y el recipiente y se colocó en el árbol que le indicaron. Ya había gente preparada, y no quería perder el tiempo. Clavó el Guldverktyg y, tras acercar su nariz al lugar del orificio y olfatear con curiosidad, colocó debajo el cubo como le habían indicado, no sin antes probar también con la lengua una mínima gotita de la deleitante savia, quedando fascinado por su sabor.

El jarabe no tardó en salir de gracias a ese peculiar artefacto, al principio fue algo constante el líquido,luego tardó mucho más. En ese ínterin un nuevo vecino llegó al árbol a mi lado, lo conocía, era Nero.

- Vaya pero que grata coincidencia. - Dije tras notar de quien se trababa, era imposible olvidarlo además le debía las gracias por salvarme el pellejo en Dundarak. - Me alegro de verte querido Nero, ya decía su yo que sería imposible darte las gracias si el destino no dejaba que nos encontráramos de nuevo. - Agregué entre risas.

- Es bueno saber que estás bien. Gaegel no ha de estar muy lejos pero le asignaron otra zona, al menos es un alivio saber que hay caras conocidas y amigables por acá. -  Dije con bastante ánimo.

El jarabe caía muy lentamente, cosa que me desesperaba un poco, y tanta espera me generaba ansiedad y ganas de mear. - Hey Nero, ¿te molesta vigilar un momento mientras voy a vaciar la cantimplora? - Señalé mi pelvis - Te pagaré con cerveza cuando terminemos. Gracias, gracias. - La verdad no sabía si había aceptado o no pero la urgencia era tal que fui rápidamente a un arbusto a orinar. ⁽¹⁾

Allí estaba, agachada mientras el chorrito corría a la tierra cuando algo brillante en frente de mí, como enterrado en el lodo captó mi atención. Una vez que terminé, me acerqué y jalé hacia arriba la cosa brillante que era bastante pesada - que me llevó un buen esfuerzo- cedió. Parecía un escudo, uno muy feo o mejor dicho espeluznante, tal vez por lo sucio. - Bueno... a lo mejor sirve de algo, tal vez golpear al maldito árbol para que salga mas jarabe. - Pensé en voz alta dejando que la llovizna se encargara de lavar el escudo mientras regresaba, ya con más calma, al círculo de árboles.

Una vez que volvía a mi lugar, distraída como estaba con la nueva adquisición, la punta de bota se hundió en el barro chocando con algo. La curiosidad de saber que era lo que había sentido me invadió por lo que me incliné para hundir los dedos en la viscosa tierra. En ese momento también se escuchaba el jaleo de un sujeto medio raro que no dejaba de gritar "Diamantes en el barro" ¿Se había vuelto loco o realmente había tal cosa?   

Estaba sentado en la roca, mirando mi extraño artefacto de nombre impronunciable el cual extraía el tan codiciado jarabe. En un inicio había salido bastante, pero conforme pasaba el tiempo el salir de este fue más lento. - Vaya. Esto tardará más tiempo del que pensé. - Dije en voz baja mientras me rascaba la mejilla. A decir verdad me desesperaba un poco el hecho de estar solo y sin nadie con quien hablar.

Aunque mientras estaba en esos pensamientos, pude notar cómo se acercaba a uno de los árboles cercanos un grupo liderados por un hombre de cabellera blanca, un hombre de cabellera oscura, y un cuervo [Zagreus]. Miraba de reojo. Casi como si estuviese concentrado en otra cosa, pero aprovechaba algún descuido para ver de reojo lo que pasaba con ese grupo. No tardó uno que en otro árbol cercano apareciera un hombre bastante alto y barbudo [Sein]. Ahora no estaba solo, eso era una ventaja pero, yo había visto que también habían mujeres haciendo este trabajo. ¿Por qué no le tocó a una bella dama estar al lado mío? Suspiré con pesadez al tener una mala fortuna de no tener a una bella "vecina" cerca de mi a la cual poder sacarle plática, y quien sabe, si se daba la oportunidad, algo más.

Decidí levantarme, ya que estar tanto tiempo sentado me terminaría cansando. Caminé un poco, pero siempre teniendo a la vista mi herramienta y el recipiente. En mi andar me tropecé con algo. - Tch... Dioses, ¿Ahora me convertí en un bruto? - Maldecía en voz baja mientras miraba un intrigante objeto enterrado entre la tierra y el barro. Escarbé un poco y luego de algunos jalones logré sacar lo que parecía un escudo bastante raro. (1) - ¿Y esto? - Miraba extrañado aquel peculiar objeto. Le parecía un poco curioso que un objeto de este tipo apareciera de la nada, pero bueno, quizá una vez este trabajo esté terminado podría terminar vendiendo este objeto y podría sacar algunos aeros más.

Una vez que dejó el escudo cerca del extractor de jarabe, porque definitivamente no lo llamaría por su extraño nombre sintió que debía de ir a orinar. Pero no tenía a nadie de confianza para pedirle que cuidara su extractor de jarabe, así que la única solución viable era utilizar su forma canina, después de todo, es más natural ver a un perro orinar. Por lo que su cuerpo comenzó a cambiar hasta que  de el hombre que todos conocen como Gaegel dio paso un enorme lobo blanco (2). Una vez terminada mi transformación moví mi cola de un lado a otro de manera animosa y me encaminé a la parte trasera del árbol que custodiaba. Levanté una de mis patas traseras y acto seguido dejé salir aquel líquido que sentía que estaba amenazando con salir.

Una vez que el alma volvió a mi, y aún en mi forma de lobo decidí sentarme mirando mi recipiente recolector atentamente. Ahora que lo pensaba, era buena idea mantener mi forma canina . Si este trabajo era peligroso debido a bestias salvajes. Algunas de ellas podían sentirse intimidadas a mi poderosa forma de lobo huargo, por lo que me mantendría un buen rato así hasta que fuese conveniente regresar a mi forma humana. Mientras vigilaba mi puesto logré escuchar a lo lejos a alguien gritar.

- "¡Diamantes! ¡Diamantes en el barro! ¡Brillan! ¡Cosas que brillan!"

Al escuchar aquello me paré en mis cuatro patas, moviendo mi cola de izquierda a derecha. ¿Había escuchado bien? ¿Diamantes en el barro? ¿Estarían solo en la zona donde esa persona gritaba o podrían estar esparcidos en todas partes? Solo había una forma de estar seguros, y esa era revisando el área circundante de el árbol que cuidaba, por lo que comencé a caminar despacio, aunque siempre vigilando mi extractor de jarabe. Andaba entre el lodo y con una de mis patas escarbaba un poco, como buscando esos dichosos diamantes


OFF:

1.- Encuentro con el Escudo por la runa del post anterior.
2.- Forma de Lobo: [2 usos] Puedo convertirme en un peligroso y feroz lobo huargo. Puedo volver a forma humana a voluntad. [1 Uso restante] [Aún mantiene su forma canina]

Jarabe extraído:

Turno 1: 11 + [Pendiente por los participantes que elijan la opción B] = ?

Diamantes:

Turno 1.2: 1 Diamante

Posesión de Objetos Gargolianos:

Espada Gargoliana:
0

Escudo Gargoliano:
1 (Conseguido en el turno 1.2)

Cabeza de Gárgola:
0

El dragón llegó al lugar casi de los últimos. Había quienes iban con compañía, lo cual resultó en cierta regañina hacia él mismo por no haber invitado a algún amigo, o a falta de estos, un conocido. El enfado se desvaneció bastante pronto luego de inhalar el aire puro del lugar. Desde que había dado marcha a su aventura, pocos lugares podían compararse con las frescas ventiscas de las montañas de su hogar.
La fila de espera entre los recolectores había avanzado lo suficiente como para que su propia espera no fuese un suplicio. De esta manera, Kellanved cogió entre sus manos el utencilio con el cual tendría que completar su cometido. Guldverktyg, era un nombre dificil de pronunciar, aunque el hombre que se lo entregó lo deletreó con tal facilidad, que respirar parecía más complicado. Negó con la cabeza, sonriente y emocionado; eran pocas la veces en que algo tan sencillo como decir una palabra resultaba ser todo un desafio. Así que ni lo intentó, aunque repitió la palabra en su mente tantas veces que se sintió mareado.

Caminó entre la hierba y dio paso a varios otros recolectores, hasta que llegó al lugar demarcado para él. ¿Desde cuándo una simple recolección le parecía tan emocionante? Recordó otroras cazas en las llanuras salvajes en las faldas de la montaña. Eran recuerdos lejanos, pero tan vívidos como la frescura que empapaba el espiritu de cada recolector en la comarca.

―Bueno... que no se diga que Kellanved Rake no dejó el alma en esta recolección ―comentó, cuando el eventó dio comienzo. Su utencilio estaba enterrado en la tierra, como debía ser, mientras que él se dedicaba a completar el cometido. No estaba muy seguro si lo estaba haciendo bien, y dio unas cuantas miradas curiosas a los recolectores vecinos. No los conocía, pero bien que le vendría hacer nuevos amigos. Era, al fin y al cabo, una competencia sana, ¿o no?

¿O no?