Tentando al azar [CERRADO]
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Tentando al azar [CERRADO]
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Observó a la bruja correr hacia su caballo y montarlo con movimiento ágil, parecía ya bastante acostumbrada a las situaciones que demandaban más de lo que una mujer común estaba dispuesta a soportar.
- Será mejor que aceleremos el paso. –
Asintió a sus palabras y continuaron el camino que no les llevo mucho tiempo recorrer, pues pronto las cabañas dispersas comenzaron a mostrarse tras la colina de nieve, y finalmente se detuvieron frente al hogar de Miles, que seguramente ya se encontraba en casa, pues por encima del techo el escape de la chimenea escupía suave humo, mientras en el interior brillaban luces de velas. Por lo visto, encontrar aquel valioso anillo era su prioridad sólo mientras se mostrara el sol, o confiaba sin duda alguna en el par de cazadores.
El elfo bajó del caballo y le acarició el cuello observando hacia arriba, su halcón había desaparecido y en el horizonte el cielo se teñía de rojos y amarillos, la noche estaba a punto de desplazarse sobre ellos. De pronto sintió como su chaqueta de piel volvía a estar sobre sus hombros, seguida de la voz preocupada de Elen, y volteó a mirarla con cierta curiosidad… los seres, sin importar la raza, no suelen ser tan empáticos con terceros, mucho menos si hasta hace un par de horas no eran más que extraños.
- ¿Os encontráis bien? -
-No tienes por qué…- trato de responder, el frio se le había olvidado en realidad luego de que su piel se acostumbrara, y su atención se dedicara a otras cosas, entre ellas, la visión de Elen. Movida por una inocente curiosidad. Más sus palabras fueron interrumpidas por Miles que salió con un gran cortado rápidamente por el frio, luego los invito a pasar.
Lo que sucedió ahí dentro era lo obvio, la aventura fue descrita, el anillo entregado y las recompensas otorgadas de igual manera a ambos.
Al salir de la cabaña, el cielo estaba oscuro… la luna redonda y brillante parecía de hielo ante aquella sensación gélida. Fedallah había dado de comer a su caballo poco antes, saliendo en una pausa de sus relatos. Ahora estaba empacando el forraje y algunos pequeños costales de granos y frutos secos, que le serían suficientes para salir de aquella zona. Cuando estaba afinando los últimos detalles, volteó a mirar a Elen, y poco reparó en que por sus palabras, pudiera ser juzgado como un entrometido.
-¿Iréis lejos de aquí?... el anillo fue el asunto que provocó nuestro encuentro, pero ahora que ha sido entregado no me siento tranquilo si tenéis que recorrer sola estos tramos solitarios…-
Esperaba que la bruja tuviera entre las cosas que descansaban en su caballo algo con que cubrirse, busco con su mirada tranquila, pues el frió se había intensificado.
Observó a la bruja correr hacia su caballo y montarlo con movimiento ágil, parecía ya bastante acostumbrada a las situaciones que demandaban más de lo que una mujer común estaba dispuesta a soportar.
- Será mejor que aceleremos el paso. –
Asintió a sus palabras y continuaron el camino que no les llevo mucho tiempo recorrer, pues pronto las cabañas dispersas comenzaron a mostrarse tras la colina de nieve, y finalmente se detuvieron frente al hogar de Miles, que seguramente ya se encontraba en casa, pues por encima del techo el escape de la chimenea escupía suave humo, mientras en el interior brillaban luces de velas. Por lo visto, encontrar aquel valioso anillo era su prioridad sólo mientras se mostrara el sol, o confiaba sin duda alguna en el par de cazadores.
El elfo bajó del caballo y le acarició el cuello observando hacia arriba, su halcón había desaparecido y en el horizonte el cielo se teñía de rojos y amarillos, la noche estaba a punto de desplazarse sobre ellos. De pronto sintió como su chaqueta de piel volvía a estar sobre sus hombros, seguida de la voz preocupada de Elen, y volteó a mirarla con cierta curiosidad… los seres, sin importar la raza, no suelen ser tan empáticos con terceros, mucho menos si hasta hace un par de horas no eran más que extraños.
- ¿Os encontráis bien? -
-No tienes por qué…- trato de responder, el frio se le había olvidado en realidad luego de que su piel se acostumbrara, y su atención se dedicara a otras cosas, entre ellas, la visión de Elen. Movida por una inocente curiosidad. Más sus palabras fueron interrumpidas por Miles que salió con un gran cortado rápidamente por el frio, luego los invito a pasar.
Lo que sucedió ahí dentro era lo obvio, la aventura fue descrita, el anillo entregado y las recompensas otorgadas de igual manera a ambos.
Al salir de la cabaña, el cielo estaba oscuro… la luna redonda y brillante parecía de hielo ante aquella sensación gélida. Fedallah había dado de comer a su caballo poco antes, saliendo en una pausa de sus relatos. Ahora estaba empacando el forraje y algunos pequeños costales de granos y frutos secos, que le serían suficientes para salir de aquella zona. Cuando estaba afinando los últimos detalles, volteó a mirar a Elen, y poco reparó en que por sus palabras, pudiera ser juzgado como un entrometido.
-¿Iréis lejos de aquí?... el anillo fue el asunto que provocó nuestro encuentro, pero ahora que ha sido entregado no me siento tranquilo si tenéis que recorrer sola estos tramos solitarios…-
Esperaba que la bruja tuviera entre las cosas que descansaban en su caballo algo con que cubrirse, busco con su mirada tranquila, pues el frió se había intensificado.
Última edición por Fedallah el Lun Nov 03 2014, 18:06, editado 1 vez
Fedallah
Experto
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Tras un largo día, la misión había terminado con éxito. Dentro de la cabaña, los cazadores se turnaron para relatar lo ocurrido. La bruja sacó el anillo de su bolsa y lo entregó a Miles, que agradecido recompensó a ambos con la cantidad de 500 aeros. Aquel dinero ayudaría a la de ojos verdes a reemplazar lo perdido durante el incidente con los trasgos de los bosques del oeste. Pero tendría que esperar a encontrar un mercado, así que se apañaría con el abrigo de piel por el momento.
Se despidieron cordialmente del caballero y salieron al exterior. Elen guardó la recompensa al tiempo que se acercaba a su caballo. El cielo se había oscurecido durante su charla, haciendo que el brillo de la luna llena bañara el pequeño asentamiento. También empezaba a hacer más frío, echó mano a uno de los fardos que colgaban de la silla de montar y lo extendió, mostrando una piel que podía ser utilizada como abrigo. Palmeó el cuello de su caballo mientras tomaba las riendas.
Fedallah se encontraba cerca, empacando algunas cosas que había adquirido para seguir su viaje. ¿A dónde se dirigiría? Quizá volviese a su hogar en Sandorai o su viaje le llevase más lejos. Conociendo los peligros con los que se había cruzado en los bosques y la parte oeste del lago, la hechicera pensó que debía preguntar, para en caso necesario advertirle. Pero el elfo se adelantó a ella, escuchó su voz a su espalda.
-¿Iréis lejos de aquí?... el anillo fue el asunto que provocó nuestro encuentro, pero ahora que ha sido entregado no me siento tranquilo si tenéis que recorrer sola estos tramos solitarios…- se giró hacia él y echó un vistazo al cielo. Pasar la noche en medio de la llanura no se le antojaba nada agradable, quien sabe hasta qué punto podrían bajar las temperaturas durante la madrugada.
Definitivamente no deseaba terminar congelada, además debía encontrar a su hermano que seguramente se habría ido en busca de una posada. Pero aquello podía esperar, primero tenía que ocuparse de conseguir algo de alimento para Sombra y para sí misma. - Pensaba seguir hacia el poblado abandonado sin hacer paradas, pero no pensé que la misión me llevase todo el día. - hizo una leve pausa antes de volver a hablar. - No creo que sea prudente viajar de noche por estos lares, además estar todo el día de caza me ha abierto el apetito. - recorrió los alrededores con la mirada, hasta dar con una cabaña más grande que el resto, en la que entraba y salía gente constantemente.
- Buscaré algo de comida para el caballo y para mí, con un poco de suerte quizá haya alojamiento, así podría seguir el viaje por la mañana. - Desvió la mirada hacia él nuevamente y preguntó sin pensar en lo que pudiera parecerle. - ¿Hacia dónde os dirigís?- luego quedó a la espera de respuesta.
Se despidieron cordialmente del caballero y salieron al exterior. Elen guardó la recompensa al tiempo que se acercaba a su caballo. El cielo se había oscurecido durante su charla, haciendo que el brillo de la luna llena bañara el pequeño asentamiento. También empezaba a hacer más frío, echó mano a uno de los fardos que colgaban de la silla de montar y lo extendió, mostrando una piel que podía ser utilizada como abrigo. Palmeó el cuello de su caballo mientras tomaba las riendas.
Fedallah se encontraba cerca, empacando algunas cosas que había adquirido para seguir su viaje. ¿A dónde se dirigiría? Quizá volviese a su hogar en Sandorai o su viaje le llevase más lejos. Conociendo los peligros con los que se había cruzado en los bosques y la parte oeste del lago, la hechicera pensó que debía preguntar, para en caso necesario advertirle. Pero el elfo se adelantó a ella, escuchó su voz a su espalda.
-¿Iréis lejos de aquí?... el anillo fue el asunto que provocó nuestro encuentro, pero ahora que ha sido entregado no me siento tranquilo si tenéis que recorrer sola estos tramos solitarios…- se giró hacia él y echó un vistazo al cielo. Pasar la noche en medio de la llanura no se le antojaba nada agradable, quien sabe hasta qué punto podrían bajar las temperaturas durante la madrugada.
Definitivamente no deseaba terminar congelada, además debía encontrar a su hermano que seguramente se habría ido en busca de una posada. Pero aquello podía esperar, primero tenía que ocuparse de conseguir algo de alimento para Sombra y para sí misma. - Pensaba seguir hacia el poblado abandonado sin hacer paradas, pero no pensé que la misión me llevase todo el día. - hizo una leve pausa antes de volver a hablar. - No creo que sea prudente viajar de noche por estos lares, además estar todo el día de caza me ha abierto el apetito. - recorrió los alrededores con la mirada, hasta dar con una cabaña más grande que el resto, en la que entraba y salía gente constantemente.
- Buscaré algo de comida para el caballo y para mí, con un poco de suerte quizá haya alojamiento, así podría seguir el viaje por la mañana. - Desvió la mirada hacia él nuevamente y preguntó sin pensar en lo que pudiera parecerle. - ¿Hacia dónde os dirigís?- luego quedó a la espera de respuesta.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Tras su pregunta, Elen se concentro en observar el cielo por algunos segundos, demostrando que vivir a la intemperie, ya sea por necesidad o placer, era algo a lo que estaba acostumbrada, pues no cualquiera analiza los detalles del ambiente, que pudieran o no afectarle en sus recorridos. Ese era un instinto que se desarrollaba con la supervivencia, como en los animales.
El elfo era intrépido, siempre tratando de sembrar aventuras descabelladas en la línea tranquila de historia pasada, había pasado en cuevas las noches frías que le atacaban como un montón de cuchillas por todo el cuerpo, apoyado por el fuego y la presencia de su caballo, un amigo de sangre caliente que en esos casos específicos resultaba un gran apoyo. Pero ahora teniendo la oportunidad, ¿por qué no dormir en un lecho blando luego de una cena caliente?
Observó en la dirección en que la joven bruja lo hacía, una posada sin duda.
- Buscaré algo de comida para el caballo y para mí, con un poco de suerte quizá haya alojamiento, así podría seguir el viaje por la mañana. - al decir aquello Fedallah viró extrañado a observar al caballo, al lado del abrevadero el había colocado alimento para los caballos, y empacado el forraje que miles le obsequiara. –Vuestro caballo ya ha comido algo, me encargue de servirle a ambos cuando sali de la choza de miles… mientras hablaban de los pormenores.- señaló el forraje empacado. –puedo daros algunas pacas, no se nos dificultara abastecernos.-
- ¿Hacia dónde os dirigís?-
Bueno, esa era una pregunta que ni siquiera se había planteado aún. El elfo errante se limitaba a seguir las señales que existían, andando sin seguir los caminos.
-Por lo pronto os acompañaré hasta que salga el sol… - dijo, en tono muy confiado y tranquilo. Como si no considerara la posibilidad de que aquello incomodara a la mujer, a quien claramente una noche entre la nieve no podría significar peligro alguno. Cayó en cuenta de aquello y sonrió apenas de lado, inclinando su cabeza en señal de disculpa –Si no os molesta por supuesto. De cualquier manera necesito un baño y una cama.- pronuncio humildemente, la piel de su rostro estaba azotada por polvos y frialdad, algo rígida… al igual que su cuerpo y músculos adoloridos por un continuo e incansable andar. Relajarse en agua caliente era otra de las ventajas de la posada.
Le ofreció su mano a la joven peliblanco, para ayudarla a subir a su caballo. Luego él hizo lo mismo esperando aún su respuesta… emprendiendo a su lado el trote hacia la posada.
El elfo era intrépido, siempre tratando de sembrar aventuras descabelladas en la línea tranquila de historia pasada, había pasado en cuevas las noches frías que le atacaban como un montón de cuchillas por todo el cuerpo, apoyado por el fuego y la presencia de su caballo, un amigo de sangre caliente que en esos casos específicos resultaba un gran apoyo. Pero ahora teniendo la oportunidad, ¿por qué no dormir en un lecho blando luego de una cena caliente?
Observó en la dirección en que la joven bruja lo hacía, una posada sin duda.
- Buscaré algo de comida para el caballo y para mí, con un poco de suerte quizá haya alojamiento, así podría seguir el viaje por la mañana. - al decir aquello Fedallah viró extrañado a observar al caballo, al lado del abrevadero el había colocado alimento para los caballos, y empacado el forraje que miles le obsequiara. –Vuestro caballo ya ha comido algo, me encargue de servirle a ambos cuando sali de la choza de miles… mientras hablaban de los pormenores.- señaló el forraje empacado. –puedo daros algunas pacas, no se nos dificultara abastecernos.-
- ¿Hacia dónde os dirigís?-
Bueno, esa era una pregunta que ni siquiera se había planteado aún. El elfo errante se limitaba a seguir las señales que existían, andando sin seguir los caminos.
-Por lo pronto os acompañaré hasta que salga el sol… - dijo, en tono muy confiado y tranquilo. Como si no considerara la posibilidad de que aquello incomodara a la mujer, a quien claramente una noche entre la nieve no podría significar peligro alguno. Cayó en cuenta de aquello y sonrió apenas de lado, inclinando su cabeza en señal de disculpa –Si no os molesta por supuesto. De cualquier manera necesito un baño y una cama.- pronuncio humildemente, la piel de su rostro estaba azotada por polvos y frialdad, algo rígida… al igual que su cuerpo y músculos adoloridos por un continuo e incansable andar. Relajarse en agua caliente era otra de las ventajas de la posada.
Le ofreció su mano a la joven peliblanco, para ayudarla a subir a su caballo. Luego él hizo lo mismo esperando aún su respuesta… emprendiendo a su lado el trote hacia la posada.
Fedallah
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Observó al elfo con detenimiento durante unos instantes, con la cabeza ligeramente ladeada. Su apariencia mostraba a un viajero experimentado, capaz de solventar cualquier contratiempo que se le presentase. - Vuestro caballo ya ha comido algo, me encargue de servirle a ambos cuando sali de la choza de miles… mientras hablaban de los pormenores.- dijo al tiempo que señalaba lo que el caballero le había obsequiado. - puedo daros algunas pacas, no se nos dificultara abastecernos.
La bruja no se había fijado en aquello, él no tenía por qué hacerlo pero se había preocupado por su caballo, detalle que apreciaba. Esbozó una sonrisa y agradeció el gesto, ahora tenía algo menos de lo que ocuparse. Fedallah guardó silencio ante la pregunta de la hechicera, pensativo. Quizá no deseaba desvelar su ruta a la que hasta hace unas horas era una extraña, cosa que sería comprensible. Aunque también cabía la posibilidad de que no tuviese un destino concreto.
- Por lo pronto os acompañaré hasta que salga el sol… - su voz sonó tranquila tras aquella pausa. - Si no os molesta por supuesto. De cualquier manera necesito un baño y una cama.- inclinó la cabeza, como disculpándose por haber dado por sentado que aquello no le molestaría. El elfo tendió la mano hacia ella y la de ojos verdes aceptó su ayuda para subirse a su montura. - ¿Molestarme?, al contrario, estará bien amenizar la cena con algo de compañía.- respondió con tono amable.
Se pusieron en marcha y pronto llegaron frente a la cabaña. La posada contaba con un pequeño establo en uno de los laterales, desmontó y guió a Sombra hacia allí. Tomó la piel que había extendido antes y la usó para cubrir el lomo del animal, protegiéndolo un poco del frío. Acarició su cuello y se llevó consigo las alforjas que colgaban de la silla de montar.
En cuanto cruzó el umbral comenzó a sentirse más a gusto, se acercó a la barra y cruzó unas palabras con la tabernera, lo justo para pedir una habitación y algo de comida. Echó un vistazo a la sala y se dirigió a una mesa libre que estaba cerca de la chimenea. Tomó asiento al tiempo que se quitaba los guantes de cuero, sentía el cuerpo agarrotado por el frío y el cansancio.
Dejó las alforjas a un lado mientras Fedallah se sentaba frente a ella. No quería insistir ni parecer entrometida, pero sentía que debía advertirle por si acaso. - Si vuestro camino os lleva hacia los bosques del oeste tened cuidado. Hay bandidos, vampiros y unos trasgos de lo más molestos.
La bruja no se había fijado en aquello, él no tenía por qué hacerlo pero se había preocupado por su caballo, detalle que apreciaba. Esbozó una sonrisa y agradeció el gesto, ahora tenía algo menos de lo que ocuparse. Fedallah guardó silencio ante la pregunta de la hechicera, pensativo. Quizá no deseaba desvelar su ruta a la que hasta hace unas horas era una extraña, cosa que sería comprensible. Aunque también cabía la posibilidad de que no tuviese un destino concreto.
- Por lo pronto os acompañaré hasta que salga el sol… - su voz sonó tranquila tras aquella pausa. - Si no os molesta por supuesto. De cualquier manera necesito un baño y una cama.- inclinó la cabeza, como disculpándose por haber dado por sentado que aquello no le molestaría. El elfo tendió la mano hacia ella y la de ojos verdes aceptó su ayuda para subirse a su montura. - ¿Molestarme?, al contrario, estará bien amenizar la cena con algo de compañía.- respondió con tono amable.
Se pusieron en marcha y pronto llegaron frente a la cabaña. La posada contaba con un pequeño establo en uno de los laterales, desmontó y guió a Sombra hacia allí. Tomó la piel que había extendido antes y la usó para cubrir el lomo del animal, protegiéndolo un poco del frío. Acarició su cuello y se llevó consigo las alforjas que colgaban de la silla de montar.
En cuanto cruzó el umbral comenzó a sentirse más a gusto, se acercó a la barra y cruzó unas palabras con la tabernera, lo justo para pedir una habitación y algo de comida. Echó un vistazo a la sala y se dirigió a una mesa libre que estaba cerca de la chimenea. Tomó asiento al tiempo que se quitaba los guantes de cuero, sentía el cuerpo agarrotado por el frío y el cansancio.
Dejó las alforjas a un lado mientras Fedallah se sentaba frente a ella. No quería insistir ni parecer entrometida, pero sentía que debía advertirle por si acaso. - Si vuestro camino os lleva hacia los bosques del oeste tened cuidado. Hay bandidos, vampiros y unos trasgos de lo más molestos.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
No tardaron mucho en colocarse en el perímetro de la posada, la cual observó detenidamente mientras se cerraba la distancia. La gente que entraba y salía no era demasiada, apenas unos cuantos desafortunados que no tuvieran un lugar en el cual cubrirse del frio. Asumía también que para esa hora donde la oscuridad se había extendido, todos se encontraban ya disfrutando de los servicios, sobre la mesa o sobre la cama.
Bordearon la amplia cabaña hasta llegar a un pequeño establo que albergaba 3 caballos cansados. El elfo bajó de Astaldo, removió la montura de su lomo, y se colgó al hombro un morral de cuero que se apreciaba lleno de algunas cosas, ropa quizás.
Siguió el paso de la bruja, pero luego cayó en cuenta de algo que olvidaba. –Os alcanzo dentro…- murmuró, y regresó al establo haciendo sonar finos crujidos de la nieve tras sus pasos. Sus pies se hundían en los lugares más desafortunados por lo menos 30 cm. El cielo estaba blanco, y seguramente ese nivel de nieve aumentaría. Había librado a su caballo del peso, así que ahí donde había puesto las pacas de forraje, saco algunas matas para dispersarlas frente a los tres caballos que parecían débiles y hambrientos, Astaldo se apreciaba satisfecho y tranquilo en contraste. De ese mismo lugar, sacó algunos granos… los suficientes para llenar su puño, y salió del establo observando el cielo. Manifestó su peculiar silbido, y Ore, el bello halcón bajo lentamente a su brazo, comiendo con paciencia y elegancia las semillas que el Elfo le ofrecía, tras algunas palabras amables y caricias de agradecimiento.
Luego de terminar sus tareas con los animales, entró a la posada para encontrar a Elen sentada en una mesa de madera, frente a una chimenea cuyo fuego le iluminaba el rostro en un tono rojizo, resaltando sus ojos. Acudió al sitio, y se sentó frente a ella haciéndole una seña a la posadera para que le sirviera lo mismo que a su compañera.
- Si vuestro camino os lleva hacia los bosques del oeste tened cuidado. Hay bandidos, vampiros y unos trasgos de lo más molestos.
Miró a la joven con interés, imaginando en su cabeza los peligros que Elen libró en aquellas tierras sobre las que le advertía. –Para ser honesto, os confesare que mi viaje no tiene rumbo. Busco cosas que he perdido o que nunca tuve… pero esas se esconden en cualquier rincón.- Tenia la manía de hablar en esa manera, en la que sus palabras abrazaban un velo confuso, libre a la interpretación de quien lo escuchaba. –Agradezco vuestra información, estoy preparado para el peligro pero siempre vale más prevenirlo… aunque no soy enemigo de los trasgos, a ellos no les gusto nada.- Sonrió ignorando la mención de los vampiros, pues no tenia hasta ahora ningún encuentro memorable con alguno de ellos, positivo o negativo. Había dejado en el suelo su morral de piel, y se recargo en la silla para dar lugar a la posadera que les traía bebida caliente.
-Entonces llegasteis aquí desde el Oeste, y por lo visto vais más al norte… en busca también de lo perdido.-observó muy directamente sus ojos, hurgando en sus pupilas melancólicas. Podía leer en ellas un vacío, de algo que le había faltado casi toda su vida, pero a diferencia de él, ella sabía perfectamente que, o a quien buscaba.
Además de ellos, en esa sala comedor solo había 4 mesas ocupadas, en su mayoría por hombres recios que bebían cerveza caliente. Hablaban de modo hosco, no había ningún bardo, pero quien sabe si en una horas ellos solos comenzaran a cantar.
-Si hay algo en lo que yo pueda ayudaros….- pronunció sorprendiéndose a si mismo, pues, ¿qué le inspiraba en esa extraña mujer, el deseo de servir a una causa ajena?, más en su confusión fue interrumpido nuevamente por la regordeta propietaria con unas hogazas de pan y una sopa caliente.
Bordearon la amplia cabaña hasta llegar a un pequeño establo que albergaba 3 caballos cansados. El elfo bajó de Astaldo, removió la montura de su lomo, y se colgó al hombro un morral de cuero que se apreciaba lleno de algunas cosas, ropa quizás.
Siguió el paso de la bruja, pero luego cayó en cuenta de algo que olvidaba. –Os alcanzo dentro…- murmuró, y regresó al establo haciendo sonar finos crujidos de la nieve tras sus pasos. Sus pies se hundían en los lugares más desafortunados por lo menos 30 cm. El cielo estaba blanco, y seguramente ese nivel de nieve aumentaría. Había librado a su caballo del peso, así que ahí donde había puesto las pacas de forraje, saco algunas matas para dispersarlas frente a los tres caballos que parecían débiles y hambrientos, Astaldo se apreciaba satisfecho y tranquilo en contraste. De ese mismo lugar, sacó algunos granos… los suficientes para llenar su puño, y salió del establo observando el cielo. Manifestó su peculiar silbido, y Ore, el bello halcón bajo lentamente a su brazo, comiendo con paciencia y elegancia las semillas que el Elfo le ofrecía, tras algunas palabras amables y caricias de agradecimiento.
Luego de terminar sus tareas con los animales, entró a la posada para encontrar a Elen sentada en una mesa de madera, frente a una chimenea cuyo fuego le iluminaba el rostro en un tono rojizo, resaltando sus ojos. Acudió al sitio, y se sentó frente a ella haciéndole una seña a la posadera para que le sirviera lo mismo que a su compañera.
- Si vuestro camino os lleva hacia los bosques del oeste tened cuidado. Hay bandidos, vampiros y unos trasgos de lo más molestos.
Miró a la joven con interés, imaginando en su cabeza los peligros que Elen libró en aquellas tierras sobre las que le advertía. –Para ser honesto, os confesare que mi viaje no tiene rumbo. Busco cosas que he perdido o que nunca tuve… pero esas se esconden en cualquier rincón.- Tenia la manía de hablar en esa manera, en la que sus palabras abrazaban un velo confuso, libre a la interpretación de quien lo escuchaba. –Agradezco vuestra información, estoy preparado para el peligro pero siempre vale más prevenirlo… aunque no soy enemigo de los trasgos, a ellos no les gusto nada.- Sonrió ignorando la mención de los vampiros, pues no tenia hasta ahora ningún encuentro memorable con alguno de ellos, positivo o negativo. Había dejado en el suelo su morral de piel, y se recargo en la silla para dar lugar a la posadera que les traía bebida caliente.
-Entonces llegasteis aquí desde el Oeste, y por lo visto vais más al norte… en busca también de lo perdido.-observó muy directamente sus ojos, hurgando en sus pupilas melancólicas. Podía leer en ellas un vacío, de algo que le había faltado casi toda su vida, pero a diferencia de él, ella sabía perfectamente que, o a quien buscaba.
Además de ellos, en esa sala comedor solo había 4 mesas ocupadas, en su mayoría por hombres recios que bebían cerveza caliente. Hablaban de modo hosco, no había ningún bardo, pero quien sabe si en una horas ellos solos comenzaran a cantar.
-Si hay algo en lo que yo pueda ayudaros….- pronunció sorprendiéndose a si mismo, pues, ¿qué le inspiraba en esa extraña mujer, el deseo de servir a una causa ajena?, más en su confusión fue interrumpido nuevamente por la regordeta propietaria con unas hogazas de pan y una sopa caliente.
Fedallah
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Fedallah escuchó sus palabras con atención y la de cabellos cenicientos se quedó más tranquila tras advertirle. Había sido muy amable con ella y aquello era lo menos que podía hacer. - Para ser honesto, os confesare que mi viaje no tiene rumbo. Busco cosas que he perdido o que nunca tuve… pero esas se esconden en cualquier rincón.- la bruja lo miró algo confusa, sin terminar de entender la última parte.
- Agradezco vuestra información, estoy preparado para el peligro pero siempre vale más prevenirlo… aunque no soy enemigo de los trasgos, a ellos no les gusto nada.- Elen no dudaba de su capacidad para cuidarse en los caminos. Había llegado sólo hasta aquel inhóspito lugar desde los bosques de Sandorai, eso era prueba más que suficiente.
La posadera se acercó con las bebidas que habían pedido y las dejó sobre la mesa. La bruja dio un trago de la suya y echó un vistazo a las llamas de la chimenea. El calor empezaba a hacer efecto y su cuerpo lo agradecía. - Entonces llegasteis aquí desde el Oeste, y por lo visto vais más al norte… en busca también de lo perdido.- desvió la vista hacia el elfo, que la miraba directamente a los ojos, como si intentase adivinar algo.
Su mirada parecía traspasarla, como si pudiera ver en su interior. Aquello le resultó extraño, además no solía hablar de aquel tema más que con su hermano. Lo evitaba por una razón, siempre la entristecía pensar en ello y la embargaban las dudas de si conseguirían algo con aquel viaje. - Así es... me dirijo al poblado abandonado de los dragones.- su tono se había apagado ligeramente y sabía que se notaría, pero no podía evitarlo.
- Si hay algo en lo que yo pueda ayudaros….- el ofrecimiento la tomó por sorpresa, volvió a mirarlo con expresión confusa. La posadera hizo acto de presencia, cargada con unas hogazas de pan y unos platos de sopa. Depositó la comida sobre la mesa con cuidado y les echó un vistazo a ambos, luego se retiró a sus quehaceres.
- Sois muy amable…- no sabía bien qué decir, bajó la vista a lo que tenía delante. Ya la había ayudado durante la misión de caza que los había ocupado todo el día y aun así volvía a ofrecerse. Quizá el viajar sin un rumbo determinado lo impulsaba a ello. Rió levemente al recordar la tensión que había sentido al darse cuenta de lo que era, cuando lo encontró en el túnel. No esperaba cruzarse con un elfo, menos aún con uno tan afable.
Probó la sopa y miró hacia la barra, si la tabernera volvía a acercarse aprovecharía para preguntar por su hermano. Con la poca gente que había en la posada, estaba segura de que se acordaría de él. Un par de voces se alzaron desde una esquina, la cerveza empezaba a animar a los presentes. Cantaban a la posadera, que coqueta se les acercó para retirar las jarras vacías y servirles otras llenas.
Aquello le recordó su estancia en Lunargenta, donde había visto algo similar. Y de aquello habían pasado ya tres largos años.
- Agradezco vuestra información, estoy preparado para el peligro pero siempre vale más prevenirlo… aunque no soy enemigo de los trasgos, a ellos no les gusto nada.- Elen no dudaba de su capacidad para cuidarse en los caminos. Había llegado sólo hasta aquel inhóspito lugar desde los bosques de Sandorai, eso era prueba más que suficiente.
La posadera se acercó con las bebidas que habían pedido y las dejó sobre la mesa. La bruja dio un trago de la suya y echó un vistazo a las llamas de la chimenea. El calor empezaba a hacer efecto y su cuerpo lo agradecía. - Entonces llegasteis aquí desde el Oeste, y por lo visto vais más al norte… en busca también de lo perdido.- desvió la vista hacia el elfo, que la miraba directamente a los ojos, como si intentase adivinar algo.
Su mirada parecía traspasarla, como si pudiera ver en su interior. Aquello le resultó extraño, además no solía hablar de aquel tema más que con su hermano. Lo evitaba por una razón, siempre la entristecía pensar en ello y la embargaban las dudas de si conseguirían algo con aquel viaje. - Así es... me dirijo al poblado abandonado de los dragones.- su tono se había apagado ligeramente y sabía que se notaría, pero no podía evitarlo.
- Si hay algo en lo que yo pueda ayudaros….- el ofrecimiento la tomó por sorpresa, volvió a mirarlo con expresión confusa. La posadera hizo acto de presencia, cargada con unas hogazas de pan y unos platos de sopa. Depositó la comida sobre la mesa con cuidado y les echó un vistazo a ambos, luego se retiró a sus quehaceres.
- Sois muy amable…- no sabía bien qué decir, bajó la vista a lo que tenía delante. Ya la había ayudado durante la misión de caza que los había ocupado todo el día y aun así volvía a ofrecerse. Quizá el viajar sin un rumbo determinado lo impulsaba a ello. Rió levemente al recordar la tensión que había sentido al darse cuenta de lo que era, cuando lo encontró en el túnel. No esperaba cruzarse con un elfo, menos aún con uno tan afable.
Probó la sopa y miró hacia la barra, si la tabernera volvía a acercarse aprovecharía para preguntar por su hermano. Con la poca gente que había en la posada, estaba segura de que se acordaría de él. Un par de voces se alzaron desde una esquina, la cerveza empezaba a animar a los presentes. Cantaban a la posadera, que coqueta se les acercó para retirar las jarras vacías y servirles otras llenas.
Aquello le recordó su estancia en Lunargenta, donde había visto algo similar. Y de aquello habían pasado ya tres largos años.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
No se arrepentía de haberle ofrecido su ayuda a aquella mujer que apenas conocía, pero no volvería a repetirlo. Algo en su reacción lo hizo creer que aquello podría tomarse como una libertad que no le correspondía. Las personas, pocas veces ven con naturalidad un noble proceder, tienen a complicar los hechos para mal explicar los motivos. Era más simple tratar con las formas de vida que no se dejaban a abrumar por todas las máscaras de los humanos.
La forma en que el tono de su voz afilada se había apagado al indicarle la meta de su viaje, le dictaba que implantara algo más de discreción en sus palabras. –El poblado abandonado de los Dragones- repitió con su voz grave, como un pensamiento. –Mis viajes aún no me han llevado hasta ahí- y para ser más especifico, tampoco había tenido la oportunidad de observar a un dragón en su forma natural. Aquella reflexión le sorprendió, tan vasto y lleno de misterios estada el mundo que aun con tan largo tiempo de vagar, le faltaban millares de cosas que admirar… y que sentir.
La sopa que habían puesto frente a ellos, no tenia mal aspecto… pero tampoco llamaba terriblemente a su apetito. Nada que ver con aquel estofado del desmembrado en el bosque de Midgar, que a leguas de distancia presumía su aroma. El elfo tuvo un instante de añoranza, pero prefería no pensar en todo lo que había dejado… si no, poco podría disfrutar de lo que se desplegaba frente a él en cada paso.
Ninguno de los presentes había reparado en ellos, pues eran los más callados, y en medio de la algarabía promovida lentamente por la ebriedad, su conversación a nadie importaba. Excepto a una presencia de la que no se habían percatado todavía.
Fedallah arranco un trozo de pan de la pieza que colocaran al lado de su sopa… -Con vuestro permiso Elen, también deberíais comer algo…-se llevó el bocado a los labios, apreciando el aroma del pan, que si bien no estaba recién hecho tenía un sabor aceptable, de trigo mezclado con un condimento desconocido, seguramente característico de la zona.
Le dio la impresión de que la bruja buscaba a alguien, pero no le dio importancia.
Luego de unos minutos de silencio, en los que el Elfo se comportara con silencioso hermetismo, una brisa helada cruzo la sala de la posada, haciendo que el fuego se revolcase. Alguien había entrado. Fedallah estaba de espalda a la entrada… pésima decisión, pues siempre convenía estar alerta de cualquier detalle, pero Elen ya había tomado asiento antes de que el llegara. Se giró sobre su torso para observar con el brazo sobre el respaldo, frunciendo el ceño en una expresión poco característica en su raza. Su carácter sufría cambios, o simplemente había descubierto nuevos perfiles, que en la paz de Sandorai nunca encontraron cabida.
La forma en que el tono de su voz afilada se había apagado al indicarle la meta de su viaje, le dictaba que implantara algo más de discreción en sus palabras. –El poblado abandonado de los Dragones- repitió con su voz grave, como un pensamiento. –Mis viajes aún no me han llevado hasta ahí- y para ser más especifico, tampoco había tenido la oportunidad de observar a un dragón en su forma natural. Aquella reflexión le sorprendió, tan vasto y lleno de misterios estada el mundo que aun con tan largo tiempo de vagar, le faltaban millares de cosas que admirar… y que sentir.
La sopa que habían puesto frente a ellos, no tenia mal aspecto… pero tampoco llamaba terriblemente a su apetito. Nada que ver con aquel estofado del desmembrado en el bosque de Midgar, que a leguas de distancia presumía su aroma. El elfo tuvo un instante de añoranza, pero prefería no pensar en todo lo que había dejado… si no, poco podría disfrutar de lo que se desplegaba frente a él en cada paso.
Ninguno de los presentes había reparado en ellos, pues eran los más callados, y en medio de la algarabía promovida lentamente por la ebriedad, su conversación a nadie importaba. Excepto a una presencia de la que no se habían percatado todavía.
Fedallah arranco un trozo de pan de la pieza que colocaran al lado de su sopa… -Con vuestro permiso Elen, también deberíais comer algo…-se llevó el bocado a los labios, apreciando el aroma del pan, que si bien no estaba recién hecho tenía un sabor aceptable, de trigo mezclado con un condimento desconocido, seguramente característico de la zona.
Le dio la impresión de que la bruja buscaba a alguien, pero no le dio importancia.
Luego de unos minutos de silencio, en los que el Elfo se comportara con silencioso hermetismo, una brisa helada cruzo la sala de la posada, haciendo que el fuego se revolcase. Alguien había entrado. Fedallah estaba de espalda a la entrada… pésima decisión, pues siempre convenía estar alerta de cualquier detalle, pero Elen ya había tomado asiento antes de que el llegara. Se giró sobre su torso para observar con el brazo sobre el respaldo, frunciendo el ceño en una expresión poco característica en su raza. Su carácter sufría cambios, o simplemente había descubierto nuevos perfiles, que en la paz de Sandorai nunca encontraron cabida.
Fedallah
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
- El poblado abandonado de los Dragones - su voz había cambiado ligeramente, ahora sonaba más grave. - Mis viajes aún no me han llevado hasta ahí. - la bruja no sabía qué encontraría en aquel lugar. Los dragones siempre habían despertado su curiosidad, a fin de cuentas eran réplicas de los antiguos dioses, unas majestuosas criaturas.
- Disculpad mi reacción a vuestro ofrecimiento, me habéis ayudado mucho hoy y no quisiera causaros molestias. - volvió a su tono suave, en realidad su compañía le agradaba. No solía tratar mucho con la gente, sólo lo necesario para conseguir algún que otro trabajo. Aquello le pasaba factura, siempre intentaba mostrarse amable pero algunas veces no conseguía expresarse como quería. Parecía que aquella había sido una de esas veces y el elfo había interpretado sus palabras de otro modo.
Elen no se había parado a hacer amigos ni nada por el estilo, llevaba casi toda su vida preparándose para aquel viaje. Aprendiendo a valerse por sí misma, defenderse y controlar sus poderes. Sólo estaba acostumbrada a tratar con su hermano, al que casi veía como a un padre.
- Pero si por casualidad decidís tomar esa dirección, podríamos compartir el camino. - añadió y luego hizo caso de la sugerencia de Fedallah, debía comer para reponer fuerzas. Se hizo el silencio durante unos minutos, en los que sólo se escuchó el sonido de las cucharas al chocar con el fondo del plato. A pesar de que la sopa no era de las mejores, para ella resultaba un alivio. El viaje no le había permitido tener una alimentación variada, se apañaban con lo que les quedaba del último mercado o lo que iban encontrando.
También le vendría bien la cama, de no ser por Miles en ese momento estaría pasando la noche a la intemperie. Echó una mirada a su compañero, también su raza le despertaba curiosidad. Quería preguntarle acerca de su magia y de Sandorai, pero una fría ráfaga de aire la sacó de sus pensamientos, el fuego de la chimenea se revolvió a su lado.
La de ojos verdes no prestó mucha atención, suponía que se trataba de algún otro viajero extraviado o quizá alguien que venía a unirse a los que bebían en uno de los rincones. Fedallah en cambio, se giró en su asiento y frunció el ceño. Quizá se había equivocado al pensar que viajaba sólo, puede que conociese a la persona que acababa de entrar.
- ¿Ocurre algo? - preguntó en voz baja, desviando la vista hacia la puerta.
- Disculpad mi reacción a vuestro ofrecimiento, me habéis ayudado mucho hoy y no quisiera causaros molestias. - volvió a su tono suave, en realidad su compañía le agradaba. No solía tratar mucho con la gente, sólo lo necesario para conseguir algún que otro trabajo. Aquello le pasaba factura, siempre intentaba mostrarse amable pero algunas veces no conseguía expresarse como quería. Parecía que aquella había sido una de esas veces y el elfo había interpretado sus palabras de otro modo.
Elen no se había parado a hacer amigos ni nada por el estilo, llevaba casi toda su vida preparándose para aquel viaje. Aprendiendo a valerse por sí misma, defenderse y controlar sus poderes. Sólo estaba acostumbrada a tratar con su hermano, al que casi veía como a un padre.
- Pero si por casualidad decidís tomar esa dirección, podríamos compartir el camino. - añadió y luego hizo caso de la sugerencia de Fedallah, debía comer para reponer fuerzas. Se hizo el silencio durante unos minutos, en los que sólo se escuchó el sonido de las cucharas al chocar con el fondo del plato. A pesar de que la sopa no era de las mejores, para ella resultaba un alivio. El viaje no le había permitido tener una alimentación variada, se apañaban con lo que les quedaba del último mercado o lo que iban encontrando.
También le vendría bien la cama, de no ser por Miles en ese momento estaría pasando la noche a la intemperie. Echó una mirada a su compañero, también su raza le despertaba curiosidad. Quería preguntarle acerca de su magia y de Sandorai, pero una fría ráfaga de aire la sacó de sus pensamientos, el fuego de la chimenea se revolvió a su lado.
La de ojos verdes no prestó mucha atención, suponía que se trataba de algún otro viajero extraviado o quizá alguien que venía a unirse a los que bebían en uno de los rincones. Fedallah en cambio, se giró en su asiento y frunció el ceño. Quizá se había equivocado al pensar que viajaba sólo, puede que conociese a la persona que acababa de entrar.
- ¿Ocurre algo? - preguntó en voz baja, desviando la vista hacia la puerta.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Compartir un camino hacia el poblado abandonado de los Dragones era una buena opción para ambos. La joven bruja seguiría contando con el apoyo del elfo en las situaciones de peligro, y el mismo Fedallah disfrutaría de acrecentar su biblioteca de recuerdos y geografías. Más no respondió si no con una simple mirada... por la mañana, con la mente descansada los eventos surgirían por si mismos.
La persona que entro junto a aquella ráfaga helada, se dejó observar apenas tras sus capas gruesas de atuendos y su capucha negra. Su sombrío rostro y su aura indistinguible fue lo que provocó en el elfo aquella expresión. Su apariencia dictaba a alguien acostumbrado a vivir en las cajas temperaturas, el par de piquetas curvas que colgaban al costado del equipaje sobre su espalda, lo delataban como alguien que se mueve entre el hielo. Pero en definitiva, no pertenecía a aquella pequeña y solitaria aldea.
El hombre descubrió su cara, dejando ver una amplia y peliroja barba salpicada de nieve. Su piel parecía endurecida, y su ceño mucho más severo que el de cualquiera en la posada. Bajo esas cejas pobladas, sus ojos encararon al Elfo que también lo observaba, lo miró por un par de segundos y tras un bufido leve se sentó en la mesa más lejana de la chimenea, como si no deseara dejar de sentir frio del todo.
Fedallah se volvió hacia Elen y negó con la cabeza… -No, todo está bien…- pronunció con cierto ensimismamiento. Una sensación de peligro le había recorrido como el frio en la piel, pero al parecer solo había sido un producto de la paranoia de quien como el lleva sus últimos años sobreviviendo entre las amenazas naturales de los bosques y demás.
Terminó a medias el alimento brindado por la posadera, dándole la espalda al hombre que hace poco llegara no podía estar al tanto de sus actitudes, así que pronto dejo de preocuparle seriamente. Para una persona es mucho más sencillo abandonar temores o inseguridades cuando se encuentra sola, ahora, sentado frente a Elen se sentía medianamente responsable de su bienestar.
De pronto la ebriedad predicha llego al lugar, y los hombres comenzaron a malograr su comportamiento. –Sera mejor que subáis a descansar- dijo el elfo tras corroborar que Elen había terminado su cena. Sonó mucho más paternal y autoritario de lo que hubiera deseado, pero no estaba de más, pues la bruja era una de las 3 mujeres que estaban presentes, y de entre ellas, la más joven y atractiva, y como era de esperarse, la madrugada también atrajo los ojos hacia ella.
Se puso de pie lentamente, luego de dar un sorbo a su bebida ya fría…
La persona que entro junto a aquella ráfaga helada, se dejó observar apenas tras sus capas gruesas de atuendos y su capucha negra. Su sombrío rostro y su aura indistinguible fue lo que provocó en el elfo aquella expresión. Su apariencia dictaba a alguien acostumbrado a vivir en las cajas temperaturas, el par de piquetas curvas que colgaban al costado del equipaje sobre su espalda, lo delataban como alguien que se mueve entre el hielo. Pero en definitiva, no pertenecía a aquella pequeña y solitaria aldea.
El hombre descubrió su cara, dejando ver una amplia y peliroja barba salpicada de nieve. Su piel parecía endurecida, y su ceño mucho más severo que el de cualquiera en la posada. Bajo esas cejas pobladas, sus ojos encararon al Elfo que también lo observaba, lo miró por un par de segundos y tras un bufido leve se sentó en la mesa más lejana de la chimenea, como si no deseara dejar de sentir frio del todo.
Fedallah se volvió hacia Elen y negó con la cabeza… -No, todo está bien…- pronunció con cierto ensimismamiento. Una sensación de peligro le había recorrido como el frio en la piel, pero al parecer solo había sido un producto de la paranoia de quien como el lleva sus últimos años sobreviviendo entre las amenazas naturales de los bosques y demás.
Terminó a medias el alimento brindado por la posadera, dándole la espalda al hombre que hace poco llegara no podía estar al tanto de sus actitudes, así que pronto dejo de preocuparle seriamente. Para una persona es mucho más sencillo abandonar temores o inseguridades cuando se encuentra sola, ahora, sentado frente a Elen se sentía medianamente responsable de su bienestar.
De pronto la ebriedad predicha llego al lugar, y los hombres comenzaron a malograr su comportamiento. –Sera mejor que subáis a descansar- dijo el elfo tras corroborar que Elen había terminado su cena. Sonó mucho más paternal y autoritario de lo que hubiera deseado, pero no estaba de más, pues la bruja era una de las 3 mujeres que estaban presentes, y de entre ellas, la más joven y atractiva, y como era de esperarse, la madrugada también atrajo los ojos hacia ella.
Se puso de pie lentamente, luego de dar un sorbo a su bebida ya fría…
Fedallah
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Al ver el interés que el extraño había despertado en su compañero, la bruja desvió la mirada hacia él. El hombre era corpulento y se ocultaba bajo una capucha negra, llevaba consigo algo de equipaje y equipo para moverse por el hielo. Se descubrió el rostro, dejando a la vista una larga barba pelirroja. Su expresión no parecía muy amigable, escrutó al elfo con la mirada y se dirigió a la mesa más lejana.
Fedallah se volvió de nuevo hacia la mesa…- No, todo está bien…- respondió algo ensimismado. La de ojos verdes quedó pensativa, no sabía si aquel extraño había despertado la desconfianza de su compañero o realmente lo conocía de algo. Dirigió una mirada furtiva al pelirrojo, que mantenía el semblante serio y el ceño fruncido, lo que le daba un aspecto amenazador.
Volvió a centrarse en la comida que tenía delante, tomó algo de pan y terminó lo que le quedaba. Se llevó la mano a la sien, había saciado su hambre pero el cansancio seguía presente. Los párpados comenzaban a pesarle, pronto se retiraría a su habitación para darse un baño con agua caliente y descansar. Tomó lo que quedaba de su bebida al tiempo que los borrachos de la posada empezaban a mostrarse más desinhibidos.
- Sera mejor que subáis a descansar. - ésta vez su tono se volvió algo autoritario pero la maga lo comprendió. No era buena idea que se quedara más tiempo allí, los borrachos solían sobrepasarse con las muchachas. Quizá a la posadera aquello no le importase, puede que incluso estuviese acostumbrada.
Pero a diferencia de la tabernera, Elen no permitiría que le pusieran un dedo encima. Notó que algunas miradas se fijaban en ella, torció el gesto y se enfundó los guantes. - Tenéis razón, será mejor que me retire.- dijo levantándose del asiento y recogiendo las alforjas que había dejado sobre el banco.
La peliblanca no había entablado relación alguna en su vida, estaba centrada en recuperar a sus padres. Quizá podría empezar a vivir como una simple joven cuando su viaje terminase, cuando la misión que se había autoimpuesto estuviera completada. Rodeó la mesa y se dirigió a la barra para recoger las llaves de las habitaciones.
Uno de los hombres, bastante afectado por la cerveza, la miraba con interés desde el final de la barra. De estar en otro lado no habría sido un problema, pero se encontraba justo al lado de las escaleras que debía usar. La bruja estaba decidida a ignorarlo, pero aquello cambió cuando pasó por su lado y atisbó por el rabillo del ojo que el desgraciado iba a meterle mano a traición.
Le apresó la muñeca con la mano que le quedaba libre, antes de que alcanzara a tocarla. Dejó que una descarga le recorriera el brazo, a lo que el hombre reaccionó emitiendo un quejido de dolor. - Ni se te ocurra volver a intentarlo…- dijo con voz firme, lo soltó y siguió su camino hacia el piso de arriba.
Fedallah se volvió de nuevo hacia la mesa…- No, todo está bien…- respondió algo ensimismado. La de ojos verdes quedó pensativa, no sabía si aquel extraño había despertado la desconfianza de su compañero o realmente lo conocía de algo. Dirigió una mirada furtiva al pelirrojo, que mantenía el semblante serio y el ceño fruncido, lo que le daba un aspecto amenazador.
Volvió a centrarse en la comida que tenía delante, tomó algo de pan y terminó lo que le quedaba. Se llevó la mano a la sien, había saciado su hambre pero el cansancio seguía presente. Los párpados comenzaban a pesarle, pronto se retiraría a su habitación para darse un baño con agua caliente y descansar. Tomó lo que quedaba de su bebida al tiempo que los borrachos de la posada empezaban a mostrarse más desinhibidos.
- Sera mejor que subáis a descansar. - ésta vez su tono se volvió algo autoritario pero la maga lo comprendió. No era buena idea que se quedara más tiempo allí, los borrachos solían sobrepasarse con las muchachas. Quizá a la posadera aquello no le importase, puede que incluso estuviese acostumbrada.
Pero a diferencia de la tabernera, Elen no permitiría que le pusieran un dedo encima. Notó que algunas miradas se fijaban en ella, torció el gesto y se enfundó los guantes. - Tenéis razón, será mejor que me retire.- dijo levantándose del asiento y recogiendo las alforjas que había dejado sobre el banco.
La peliblanca no había entablado relación alguna en su vida, estaba centrada en recuperar a sus padres. Quizá podría empezar a vivir como una simple joven cuando su viaje terminase, cuando la misión que se había autoimpuesto estuviera completada. Rodeó la mesa y se dirigió a la barra para recoger las llaves de las habitaciones.
Uno de los hombres, bastante afectado por la cerveza, la miraba con interés desde el final de la barra. De estar en otro lado no habría sido un problema, pero se encontraba justo al lado de las escaleras que debía usar. La bruja estaba decidida a ignorarlo, pero aquello cambió cuando pasó por su lado y atisbó por el rabillo del ojo que el desgraciado iba a meterle mano a traición.
Le apresó la muñeca con la mano que le quedaba libre, antes de que alcanzara a tocarla. Dejó que una descarga le recorriera el brazo, a lo que el hombre reaccionó emitiendo un quejido de dolor. - Ni se te ocurra volver a intentarlo…- dijo con voz firme, lo soltó y siguió su camino hacia el piso de arriba.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Aquel ademan que el hombre hiciera, lleno de intenciones lívidas para con la joven Bruja, provocó que el Elfo se apresurara con un par de pasos alargados hacia ellos. Pero Elen resulto saberse cuidar se sobra. La escena exitosa le inspiro una media sonrisa de aprobación, la cual desapareció cuando el ebrio se fijó en él, amedrentándolo también con una mirada amenazante.
Fedallah no iría a su pieza aún, debía observar mejor los elementos de aquella posada. Así que abandonando la mesa que compartiera con la bruja, se dirigió a tomar asiento en un espacio de la barra, casi en el rincón, desde donde podía estar alerta ante cualquier cosa. La posadera hizo una mueca, pues tuvo que recoger la mesa y además volver a preguntarle qué le servía a ese ser de orejas puntiagudas, que a pesar de poseer un rostro de facciones amables, no le daba para nada buena espina. Así eran los seres que una raza que no pertenecía a la suya.
-¿Tomarás otra cosa?
-Vino caliente – Sí, el elfo había desarrollado un gusto peculiar por esa bebida.
La posadera hizo lo suyo, y le sirvió un vino de color irregular… no especialmente bueno, pero resulto agradable dentro de aquel ambiente. Los copos de nieve que se veían caer tras los cristales a medias limpios, tenían un tamaño mayor al de hace un par de horas. La lumbre de la chimenea iba menguando… para ahuyentar a los “comensales” que más que comer, bebían… o bien, porque estaban demasiado entretenidos los dueños como para atender el fuego.
De pronto, mientras el Elfo se distraía mirando por la ventana, la barra tembló en su extensión vieja y resquebrajada, alguien se había sentado a su lado.
-¿Qué diablos hace un elfo con una bruja? –el hombre se empino la cerveza que le corrió por la barba en ligeras gotas. Era el de barba peliroja- y no me respondas que no es asunto mío, eso ya lo sé-
El elfo no respondió y dio un sorbo.
-Bueno, como sea no era ese mi interés. Vine a la aldea en busca de medicamentos para mi gente. El curandero de por aquí no me abrió siquiera la puerta… por la maldita hora. Como si uno solo pudiera morirse de dia. Ja! – volvió a beber, parecía ser más hablador de lo que aparento al entrar. – tienes orejas largas, sabes sanar… ven conmigo- aquello lo dijo con una nueva seriedad, volviendo a poner la expresión severa de un inicio.
En verdad parecía tener una angustia que pretendía disimular. Uno de los principios de Fedallah era ayudar a quien se cruzara en su camino, demandara ese fin violencia o alguna de las aptitudes que su raza le brindaba.
-¿Dónde está tu gente?- pregunto el Elfo, y en los hombros del hombre cayó un peso nuevo.
-Hay que subir una de las montañas cubiertas de hielo….- respondió.
Fedallah medito mirando nuevamente a la ventana, sabía que tenía que ayudar a ese extraño hombre… y quizás abandonar a la joven bruja con la que había compartido la cena. La escala de una montaña como la que el hombre mencionaba, significaba más peligro que los que Elen podría encontrarse en su camino, y de los cuales había demostrado ser muy apta para defenderse. Pero aun asi, permaneció en el dilema.
Fedallah no iría a su pieza aún, debía observar mejor los elementos de aquella posada. Así que abandonando la mesa que compartiera con la bruja, se dirigió a tomar asiento en un espacio de la barra, casi en el rincón, desde donde podía estar alerta ante cualquier cosa. La posadera hizo una mueca, pues tuvo que recoger la mesa y además volver a preguntarle qué le servía a ese ser de orejas puntiagudas, que a pesar de poseer un rostro de facciones amables, no le daba para nada buena espina. Así eran los seres que una raza que no pertenecía a la suya.
-¿Tomarás otra cosa?
-Vino caliente – Sí, el elfo había desarrollado un gusto peculiar por esa bebida.
La posadera hizo lo suyo, y le sirvió un vino de color irregular… no especialmente bueno, pero resulto agradable dentro de aquel ambiente. Los copos de nieve que se veían caer tras los cristales a medias limpios, tenían un tamaño mayor al de hace un par de horas. La lumbre de la chimenea iba menguando… para ahuyentar a los “comensales” que más que comer, bebían… o bien, porque estaban demasiado entretenidos los dueños como para atender el fuego.
De pronto, mientras el Elfo se distraía mirando por la ventana, la barra tembló en su extensión vieja y resquebrajada, alguien se había sentado a su lado.
-¿Qué diablos hace un elfo con una bruja? –el hombre se empino la cerveza que le corrió por la barba en ligeras gotas. Era el de barba peliroja- y no me respondas que no es asunto mío, eso ya lo sé-
El elfo no respondió y dio un sorbo.
-Bueno, como sea no era ese mi interés. Vine a la aldea en busca de medicamentos para mi gente. El curandero de por aquí no me abrió siquiera la puerta… por la maldita hora. Como si uno solo pudiera morirse de dia. Ja! – volvió a beber, parecía ser más hablador de lo que aparento al entrar. – tienes orejas largas, sabes sanar… ven conmigo- aquello lo dijo con una nueva seriedad, volviendo a poner la expresión severa de un inicio.
En verdad parecía tener una angustia que pretendía disimular. Uno de los principios de Fedallah era ayudar a quien se cruzara en su camino, demandara ese fin violencia o alguna de las aptitudes que su raza le brindaba.
-¿Dónde está tu gente?- pregunto el Elfo, y en los hombros del hombre cayó un peso nuevo.
-Hay que subir una de las montañas cubiertas de hielo….- respondió.
Fedallah medito mirando nuevamente a la ventana, sabía que tenía que ayudar a ese extraño hombre… y quizás abandonar a la joven bruja con la que había compartido la cena. La escala de una montaña como la que el hombre mencionaba, significaba más peligro que los que Elen podría encontrarse en su camino, y de los cuales había demostrado ser muy apta para defenderse. Pero aun asi, permaneció en el dilema.
Fedallah
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
La joven se despidió del elfo con un gesto al ver que éste se quedaría un rato más en la posada. Empezó a subir las escaleras con paso lento, el cuerpo le pesaba. Enfiló el pasillo y examinó la llave, que iba acompañada de un pequeño trozo de madera con el número tallado. Echó un vistazo y encontró rápidamente su habitación, abrió la puerta y la cerró tras de sí.
El cuarto era modesto pero acogedor. Avanzó hasta una pequeña mesa y depositó en ella sus alforjas, antes de mirar la estancia con más detenimiento. Contaba con una cama que parecía confortable, una mesa acompañada de una silla, un pequeño espejo y un cuarto de baño. - No está mal del todo…- musitó al tiempo que encendía la vela que reposaba sobre el mueble.
La elevó ligeramente y se acercó al espejo para revisarse, había cambiado mucho desde su salida de Beltrexus. Sus ojos seguían siendo intensos y expresivos, pero ahora unas oscuras ojeras hacían acto de presencia. Se llevó los dedos a la mejilla y recorrió la cicatriz con las yemas. ¿Qué habría sido de ella si no hubiera salido de las islas? Negó ligeramente con la cabeza, no valía la pena pensar en ello. Había aceptado su destino, con todo lo que éste trajese.
Se apartó y se dirigió al cuarto de aseo, para preparar un baño caliente. Una vez lista, dejó la vela a un lado y revisó una de las alforjas para sacar la ropa que se pondría luego. Se desvistió y se introdujo en la tina lentamente. Disfrutó de la cálida sensación que provocaba el agua al envolver su aterido cuerpo. Deshizo el recogido que llevaba en el pelo y se sumergió por completo durante unos segundos.
La bruja no recordaba lo relajante que podía ser un baño caliente, acostumbrada como estaba a los ríos y lagos. Sacó la cabeza del agua y la echó hacia atrás, cerrando los ojos. Dejó la mente en blanco mientras su piel se deleitaba con aquella calidez. Se levantó un rato después, al notar que el líquido empezaba a enfriarse, se secó sin prisas y se enfundó una camisa larga que la cubría hasta los muslos.
No disponía de mucha ropa, esperaba llegar pronto a algún mercado para conseguir algunas prendas. Dejó la vela sobre la mesa y tomó asiento junto a la ventana, la luna llena bañaba el asentamiento con su luz. Inspiró profundamente, estar tan cerca de su objetivo le creaba un cúmulo de sentimientos. Alegría, emoción, nervios… cerró los ojos nuevamente.
Después de tres largos años de viaje, todo terminaría en unos días.
El cuarto era modesto pero acogedor. Avanzó hasta una pequeña mesa y depositó en ella sus alforjas, antes de mirar la estancia con más detenimiento. Contaba con una cama que parecía confortable, una mesa acompañada de una silla, un pequeño espejo y un cuarto de baño. - No está mal del todo…- musitó al tiempo que encendía la vela que reposaba sobre el mueble.
La elevó ligeramente y se acercó al espejo para revisarse, había cambiado mucho desde su salida de Beltrexus. Sus ojos seguían siendo intensos y expresivos, pero ahora unas oscuras ojeras hacían acto de presencia. Se llevó los dedos a la mejilla y recorrió la cicatriz con las yemas. ¿Qué habría sido de ella si no hubiera salido de las islas? Negó ligeramente con la cabeza, no valía la pena pensar en ello. Había aceptado su destino, con todo lo que éste trajese.
Se apartó y se dirigió al cuarto de aseo, para preparar un baño caliente. Una vez lista, dejó la vela a un lado y revisó una de las alforjas para sacar la ropa que se pondría luego. Se desvistió y se introdujo en la tina lentamente. Disfrutó de la cálida sensación que provocaba el agua al envolver su aterido cuerpo. Deshizo el recogido que llevaba en el pelo y se sumergió por completo durante unos segundos.
La bruja no recordaba lo relajante que podía ser un baño caliente, acostumbrada como estaba a los ríos y lagos. Sacó la cabeza del agua y la echó hacia atrás, cerrando los ojos. Dejó la mente en blanco mientras su piel se deleitaba con aquella calidez. Se levantó un rato después, al notar que el líquido empezaba a enfriarse, se secó sin prisas y se enfundó una camisa larga que la cubría hasta los muslos.
No disponía de mucha ropa, esperaba llegar pronto a algún mercado para conseguir algunas prendas. Dejó la vela sobre la mesa y tomó asiento junto a la ventana, la luna llena bañaba el asentamiento con su luz. Inspiró profundamente, estar tan cerca de su objetivo le creaba un cúmulo de sentimientos. Alegría, emoción, nervios… cerró los ojos nuevamente.
Después de tres largos años de viaje, todo terminaría en unos días.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
No hicieron falta demasiados minutos para tomar una resolución. Elen era fuerte y hasta ahora, estaba sana. No podía simplemente pasar de largo ante una pequeña comunidad de gente moría lentamente a causa de un motivo desconocido. Las posibilidades siempre eran infinitas, y si aquella fuerza que regía el universo había dictado que ese hombre lo encontrara, justo como él había encontrado a Elen, se debía rendir honor a ese azar.
El elfo se empino el tarro de madera para terminar con lo último del vino, y el pelirrojo hombre de las montañas heladas hizo lo mismo sin dejar de observarlo dudoso, y a la expectativa. Fedallah asintió n par de veces con lentitud.
-Te acompañaré, y en el camino has de explicarme que mal aqueja a tu gente…- se puso de pie- pero antes, tengo que subir…-
El hombre asintió, sin mostrar en su rostro nada parecido al agradecimiento, como si fuera obligación del elfo utilizar sus poderes para lo que fueron dados, y de cierta manera, así lo creía también Fedallah, nunca necesito el agradecimiento y las peticiones desvividas de nadie para hacer lo que creía correcto.
-No te diré que no tardes amigo… porque creo que eso ya lo comprendes.-
El hombre se levantó de la barra, y salió de la posada con un ímpetu de guerrero. Mientras Fedallah ya se encontraba en camino ascendente, sobre esas escaleras que chirriaban como un viento cantor. Una de las dependientas se apresuraba a tomar camino hacia el comedor, él la interceptó con un movimiento cortés pero invasivo. –Disculpad, la mujer de cabellos blancos… ¿en qué pieza se encuentra?-
La mujer lo miro acusándolo con sus picaros ojos, haciendo conjeturas libidinosas sin duda. -Ahí- la mujer señaló tras una sonrisa coqueta, y él se marchó en esa dirección tras una leve reverencia de su cabeza.
Al detenerse frente a la puerta, hizo sonar tres golpes firmes. Esperaba que la joven Bruja no hubiera optado por dormir inmediatamente, y que su intromisión no pasara de ser sólo inesperada.
El elfo se empino el tarro de madera para terminar con lo último del vino, y el pelirrojo hombre de las montañas heladas hizo lo mismo sin dejar de observarlo dudoso, y a la expectativa. Fedallah asintió n par de veces con lentitud.
-Te acompañaré, y en el camino has de explicarme que mal aqueja a tu gente…- se puso de pie- pero antes, tengo que subir…-
El hombre asintió, sin mostrar en su rostro nada parecido al agradecimiento, como si fuera obligación del elfo utilizar sus poderes para lo que fueron dados, y de cierta manera, así lo creía también Fedallah, nunca necesito el agradecimiento y las peticiones desvividas de nadie para hacer lo que creía correcto.
-No te diré que no tardes amigo… porque creo que eso ya lo comprendes.-
El hombre se levantó de la barra, y salió de la posada con un ímpetu de guerrero. Mientras Fedallah ya se encontraba en camino ascendente, sobre esas escaleras que chirriaban como un viento cantor. Una de las dependientas se apresuraba a tomar camino hacia el comedor, él la interceptó con un movimiento cortés pero invasivo. –Disculpad, la mujer de cabellos blancos… ¿en qué pieza se encuentra?-
La mujer lo miro acusándolo con sus picaros ojos, haciendo conjeturas libidinosas sin duda. -Ahí- la mujer señaló tras una sonrisa coqueta, y él se marchó en esa dirección tras una leve reverencia de su cabeza.
Al detenerse frente a la puerta, hizo sonar tres golpes firmes. Esperaba que la joven Bruja no hubiera optado por dormir inmediatamente, y que su intromisión no pasara de ser sólo inesperada.
Fedallah
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Elen se había sumido en sus pensamientos, las diferentes posibilidades se agolpaban en su mente. En el mejor de los casos encontraría a sus padres sanos y salvos, con alguna buena razón que explicase por qué no se habían puesto en contacto con ellos desde hacía años. Por otro lado, era probable que no encontrasen nada y aquel viaje hubiera sido en vano.
Abrió los ojos al tiempo que apoyaba la cabeza en la pared. La bruja se negaba a aceptar la última opción, aquella que implicaba que les hubiese pasado algo malo. Echó un vistazo al exterior, un par de borrachos habían dado por terminada la velada y cruzaban la nieve tambaleándose. Después de tomar tanto lo más probable era que ni notasen el frío que los rodeaba.
Apartó la vista de la ventana y se frotó los ojos, notaba el cuerpo mucho más relajado después del baño, pero el cansancio seguía presente. No tenía idea de qué hora sería, pero si quería estar fresca por la mañana debía retirarse a dormir pronto. Se incorporó con lentitud y tomó la ropa que se había quitado para lavarla, no sabía cuándo volvería a estar en un lugar medianamente cómodo así que debía aprovechar.
Tras terminar, colgó las prendas para que se secasen durante la noche y se acercó a la mesa para apagar la vela, pero se detuvo al escuchar unos firmes golpes en la puerta. Frunció el ceño ligeramente, no esperaba visita a aquellas horas.
Se había olvidado de preguntar a la tabernera por su hermano, así que descartó que se tratase de él. Avanzó sin hacer ruido hasta la entrada y se quedó escuchando durante unos instantes, luego asió con firmeza el pomo y lo giró. Abrió la puerta pero sólo un poco, lo justo para ver quién se encontraba al otro lado.
Se sorprendió al ver que se trataba de Fedallah, al menos podía estar tranquila. Se retiró de la puerta para cubrirse un poco con el abrigo de piel y volvió a asomarse, abriéndola del todo. Quizá el elfo había decidido ya qué camino tomaría y venía a avisarla, era lo más probable.
- No esperaba visita, ¿ocurre algo? - preguntó con voz suave, en la que el cansancio también se veía reflejado.
Abrió los ojos al tiempo que apoyaba la cabeza en la pared. La bruja se negaba a aceptar la última opción, aquella que implicaba que les hubiese pasado algo malo. Echó un vistazo al exterior, un par de borrachos habían dado por terminada la velada y cruzaban la nieve tambaleándose. Después de tomar tanto lo más probable era que ni notasen el frío que los rodeaba.
Apartó la vista de la ventana y se frotó los ojos, notaba el cuerpo mucho más relajado después del baño, pero el cansancio seguía presente. No tenía idea de qué hora sería, pero si quería estar fresca por la mañana debía retirarse a dormir pronto. Se incorporó con lentitud y tomó la ropa que se había quitado para lavarla, no sabía cuándo volvería a estar en un lugar medianamente cómodo así que debía aprovechar.
Tras terminar, colgó las prendas para que se secasen durante la noche y se acercó a la mesa para apagar la vela, pero se detuvo al escuchar unos firmes golpes en la puerta. Frunció el ceño ligeramente, no esperaba visita a aquellas horas.
Se había olvidado de preguntar a la tabernera por su hermano, así que descartó que se tratase de él. Avanzó sin hacer ruido hasta la entrada y se quedó escuchando durante unos instantes, luego asió con firmeza el pomo y lo giró. Abrió la puerta pero sólo un poco, lo justo para ver quién se encontraba al otro lado.
Se sorprendió al ver que se trataba de Fedallah, al menos podía estar tranquila. Se retiró de la puerta para cubrirse un poco con el abrigo de piel y volvió a asomarse, abriéndola del todo. Quizá el elfo había decidido ya qué camino tomaría y venía a avisarla, era lo más probable.
- No esperaba visita, ¿ocurre algo? - preguntó con voz suave, en la que el cansancio también se veía reflejado.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Se extrañó de que no hubiera sonido alguno en el interior luego de que dispusiera los tres golpes sobre la madera de la puerta, quizás habían provocado un sonido demasiado débil, pero temía intensificar la fuerza si acaso Elen durmiera. Dudó un instante, y pensó que lo mejor, aun cuando no fuera lo más cortés, sería dejarle un mensaje con la posadera explicándole el porqué de su partida.
Cuando estuvo a punto de dar un paso hacia atrás para virar y retornar en su camino, el crujir de la perilla al abrirse lo hizo voltear y encontrarse con el rostro de la joven Bruja, cuyas facciones se manifestaban un tanto más relajadas y su cabello claro suelto sobre sus hombros. Su belleza se había suavisado pese al cansancio de su cuerpo. Fedallah tardo en instante en reaccionar a la pregunta una vez que Elen abrió la puerta por completo.
Negó con la cabeza suavemente –Nada de cuidado… me disculpo por irrumpir en vuestro descanso- inclinó ligeramente la cabeza – Sólo he venido para avisaros que un evento inesperado me hará partir esta noche… el hombre pelirrojo me ha planteado un deber, y no puedo ignorarlo.- levantó la vista para mirarla nuevamente a los ojos –Tengo que llevar salud a su gente, no es un trayecto largo pero si difícil. También tengo un deber con vos… que por ahora no parece tan apremiante en comparación aquellos a los que se les va la vida, así que retomaré el camino al poblado abandonado una vez terminada mi tarea-
Busco compresión en la expresión de Elen – Y si nuestra suerte aun nos debe algo, os encontraré- sonrió ligeramente, lamentando de alguna manera tener que faltar a parte de su palabra.
Extendió la mano, para despedirse con la formalidad que no tuvieron oportunidad de manifestar en el ambiente impensado en el que se conocieron. –Ha sido un placer conoceros, confió en que la fuerza que leo en vuestros ojos no os permita caer en ningún peligro- Estrechó la mano con suavidad, levantándola en un ademan extraño, como si la encaminara a tocar su frente y después se arrepintiera, pero aquella cortesía era clásica en su tierra, entre los elfos.
Sin más que decir, se retiró con su actitud meditabunda… Fedallah había cambiado considerablemente desde su salida del bosque, poco a poco se asemejaba más a la raza de los hombres.
[Una disculpa por la demora, muchas cosas se tragaron mi tiempo e inspiración estos días.]
Cuando estuvo a punto de dar un paso hacia atrás para virar y retornar en su camino, el crujir de la perilla al abrirse lo hizo voltear y encontrarse con el rostro de la joven Bruja, cuyas facciones se manifestaban un tanto más relajadas y su cabello claro suelto sobre sus hombros. Su belleza se había suavisado pese al cansancio de su cuerpo. Fedallah tardo en instante en reaccionar a la pregunta una vez que Elen abrió la puerta por completo.
Negó con la cabeza suavemente –Nada de cuidado… me disculpo por irrumpir en vuestro descanso- inclinó ligeramente la cabeza – Sólo he venido para avisaros que un evento inesperado me hará partir esta noche… el hombre pelirrojo me ha planteado un deber, y no puedo ignorarlo.- levantó la vista para mirarla nuevamente a los ojos –Tengo que llevar salud a su gente, no es un trayecto largo pero si difícil. También tengo un deber con vos… que por ahora no parece tan apremiante en comparación aquellos a los que se les va la vida, así que retomaré el camino al poblado abandonado una vez terminada mi tarea-
Busco compresión en la expresión de Elen – Y si nuestra suerte aun nos debe algo, os encontraré- sonrió ligeramente, lamentando de alguna manera tener que faltar a parte de su palabra.
Extendió la mano, para despedirse con la formalidad que no tuvieron oportunidad de manifestar en el ambiente impensado en el que se conocieron. –Ha sido un placer conoceros, confió en que la fuerza que leo en vuestros ojos no os permita caer en ningún peligro- Estrechó la mano con suavidad, levantándola en un ademan extraño, como si la encaminara a tocar su frente y después se arrepintiera, pero aquella cortesía era clásica en su tierra, entre los elfos.
Sin más que decir, se retiró con su actitud meditabunda… Fedallah había cambiado considerablemente desde su salida del bosque, poco a poco se asemejaba más a la raza de los hombres.
[Una disculpa por la demora, muchas cosas se tragaron mi tiempo e inspiración estos días.]
Fedallah
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
El elfo negó levemente con la cabeza, en respuesta a su pregunta inicial. – Nada de cuidado… me disculpo por irrumpir en vuestro descanso. – dijo inclinando el rostro. Por suerte la bruja había decidido realizar algunas cosas, con lo que no la encontró dormida. – Sólo he venido para avisaros que un evento inesperado me hará partir esta noche… el hombre pelirrojo me ha planteado un deber, y no puedo ignorarlo.- prosiguió, mirándola a los ojos esta vez.
- Tengo que llevar salud a su gente, no es un trayecto largo pero si difícil. También tengo un deber con vos… que por ahora no parece tan apremiante en comparación aquellos a los que se les va la vida, así que retomaré el camino al poblado abandonado una vez terminada mi tarea.- siguió, mientras la de cabellos blancos lo escuchaba con atención. El cansancio se reflejaba en su cara, pero aún así acudiría sin dudarlo a ayudar a aquella gente. Estaba entregado a la causa, cosa que mostraba su nobleza. – Y si nuestra suerte aun nos debe algo, os encontraré. - volvió a decir, esbozando una leve sonrisa.
La hechicera estaba agradecida por toda la ayuda que Fedallah le había prestado durante la misión que cruzó sus caminos, otros no la habrían tratado del mismo modo. - Ha sido un placer conoceros, confió en que la fuerza que leo en vuestros ojos no os permita caer en ningún peligro. - dijo al tiempo que le estrechaba la mano, para luego realizar un ademán élfico que la joven desconocía.
- Comprendo vuestro deber, espero que el camino os sea favorable y no encontréis peligros en él.- respondió con voz tranquila. - Ha sido una grata sorpresa conoceros, os agradezco enormemente la ayuda que me habéis dado hoy y el trato amable que habéis tenido conmigo.- hizo una leve pausa antes de seguir. - Si alguien está en deuda aquí soy yo, pero si el camino vuelve a cruzarnos me encargaré de saldarla.
Realmente aquel encuentro había cambiado algo en la maga. Ya no se mostraría tan recelosa al encontrarse con un miembro de su raza, pues Fedallah le había demostrado que no todos los elfos eran iguales. Sonrió levemente al que había sido su compañero, que tras escucharla comenzó a retirarse. - Tened cuidado…- pronunció por último, lo siguió con la mirada hasta que desapareció escaleras abajo y cerró la puerta.
Había llegado la hora de descansar, debía estar preparada para lo que la esperaba.
- Tengo que llevar salud a su gente, no es un trayecto largo pero si difícil. También tengo un deber con vos… que por ahora no parece tan apremiante en comparación aquellos a los que se les va la vida, así que retomaré el camino al poblado abandonado una vez terminada mi tarea.- siguió, mientras la de cabellos blancos lo escuchaba con atención. El cansancio se reflejaba en su cara, pero aún así acudiría sin dudarlo a ayudar a aquella gente. Estaba entregado a la causa, cosa que mostraba su nobleza. – Y si nuestra suerte aun nos debe algo, os encontraré. - volvió a decir, esbozando una leve sonrisa.
La hechicera estaba agradecida por toda la ayuda que Fedallah le había prestado durante la misión que cruzó sus caminos, otros no la habrían tratado del mismo modo. - Ha sido un placer conoceros, confió en que la fuerza que leo en vuestros ojos no os permita caer en ningún peligro. - dijo al tiempo que le estrechaba la mano, para luego realizar un ademán élfico que la joven desconocía.
- Comprendo vuestro deber, espero que el camino os sea favorable y no encontréis peligros en él.- respondió con voz tranquila. - Ha sido una grata sorpresa conoceros, os agradezco enormemente la ayuda que me habéis dado hoy y el trato amable que habéis tenido conmigo.- hizo una leve pausa antes de seguir. - Si alguien está en deuda aquí soy yo, pero si el camino vuelve a cruzarnos me encargaré de saldarla.
Realmente aquel encuentro había cambiado algo en la maga. Ya no se mostraría tan recelosa al encontrarse con un miembro de su raza, pues Fedallah le había demostrado que no todos los elfos eran iguales. Sonrió levemente al que había sido su compañero, que tras escucharla comenzó a retirarse. - Tened cuidado…- pronunció por último, lo siguió con la mirada hasta que desapareció escaleras abajo y cerró la puerta.
Había llegado la hora de descansar, debía estar preparada para lo que la esperaba.
Elen Calhoun
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Re: Tentando al azar [CERRADO]
Aquella despedida dejó un buen sabor de boca en el Elfo, agradecía al universo siempre que se manifestaba una equilibrada entonación con otro elemento o ser.
Bajó lentamente las escaleras, regresando al lugar donde estuviera sentado para cargar sobre su hombro el morral de piel. Sus armas y demás seguían en el establo, lugar en el cual el hombre de la montaña ya le esperaba.
Astaldo tenía cansancio encima, pero era un animal voluntarioso y el mejor compañero, lo cargó también del equipaje del que lo despojara, una vez que volvio a salir a la frialdad de la noche, y subió. El de barba pelirroja se había hecho de un caballo de mediana talla en la aldea, y de ese modo marcharon en silencio.
-Mi nombre es Torek… por si se te ocurre dirigirme la palabra en algún momento- el hombre espoleó a su caballo sonriendo, y Fedallah también lo hizo para seguirle el paso. Su silencio no era apatía, si no, ensimismamiento.
Los dos puntos negros se perdieron cada vez más en la nieve…
Bajó lentamente las escaleras, regresando al lugar donde estuviera sentado para cargar sobre su hombro el morral de piel. Sus armas y demás seguían en el establo, lugar en el cual el hombre de la montaña ya le esperaba.
Astaldo tenía cansancio encima, pero era un animal voluntarioso y el mejor compañero, lo cargó también del equipaje del que lo despojara, una vez que volvio a salir a la frialdad de la noche, y subió. El de barba pelirroja se había hecho de un caballo de mediana talla en la aldea, y de ese modo marcharon en silencio.
-Mi nombre es Torek… por si se te ocurre dirigirme la palabra en algún momento- el hombre espoleó a su caballo sonriendo, y Fedallah también lo hizo para seguirle el paso. Su silencio no era apatía, si no, ensimismamiento.
Los dos puntos negros se perdieron cada vez más en la nieve…
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Fedallah
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