En la boca del lobo [Interpretativo - Libre] [Cerrado]

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El viaje hasta Ulmer había sido un tormentoso calvario, finalmente, tras varios días de camino y luego de desplomarme al piso varias veces, entre caminata y descanso logré llegar al fin, ver la entrada del pueblo me dio fuerza suficiente para acelerar mi paso y llegar hasta la casa del niño, donde tras tocar la puerta, volví a desplomarme, tenía sangre por todos lados y de paso no me había alimentado en días, había caído en un severo estado de debilidad, no recuerdo nada más hasta que volví a abrir los ojos, habían pasado tres días según me dijeron, tres largos días había permanecido inconsciente, el padre del chico al parecer ya se encontraba bien, aunque por ser un licántropo, no le agradaba mucho la idea de tener a un sucio vampiro en su casa, en un pueblo donde los vampiros eran considerados enemigos; sin embargo, la sonrisa de su hijo parecía importarle más que la opinión del pueblo y los problemas que le pudiera ocasionar.

Afortunadamente, mi llegada a Ulmer había sido durante la noche, por lo que imaginé que no había sido visto, sin embargo, parecía haber más ojos de los que yo imaginaba y en mi estado no había podido percibir nada, tenía poco tiempo de haber despertado e ignoraba lo que estaba sucediendo fuera de la casa, al parecer, habían estado esparciendo rumores diciendo que aquel hombre y su hijo albergaban vampiros en Ulmer, alegaban que se había unido al enemigo, que eran poco menos que viles traidores, yo me mantenía ajeno a todo ello, sin embargo no pasó mucho tiempo antes que pudiera darme cuenta de lo que sucedía, mi presencia en ese lugar causaba demasiados problemas y si no me marchaba pronto, la situación acabaría terriblemente mal.

Observé mi entorno y vi a mi izquierda, cerca de la cama donde me habían permitido descansar, un pequeño peluche con forma de pulpo, los ojos del peluche me recordaron a mi pequeña Magazubi, por lo que no pude evitar hacerle el comentario al chico - Me gusta el peluche - El niño volteó la vista de inmediato y dijo con rostro un poco triste - Me lo regaló mi madre, el último regalo que pudo darme antes de morir - El tema lo ponía un tanto sensible, por lo que preferí evitarlo en futuras conversaciones, me levanté de la cama, ya un poco más recuperado y salí del cuarto donde encontré al padre del chico discutiendo en la entrada con otros dos sujetos que al verme, se marcharon sin decir más, pero no si antes mostrar rastros de enojo.

Mi presencia acabaría por traer problemas, así que decidí marcharme, ya me había recuperado lo suficiente como para poder continuar mi camino  hacia Lunargenta, sin embargo, no había pasado una piedra atravesó una de las ventanas de la casa - ¡Amigo de los vampiros! - Escuché gritar afuera seguido de otros gritos que continuaron - Traidor, traidor - Al parecer debí haberme ido antes, ahora me encontraba atrapado en aquel lugar, faltaba aún una hora para caer la noche, entonces podría irme, hasta entonces, debía permanecer adentro, y hacer algo para que el grupo de personas no arremetieran contra la familia - Debí haberme ido antes - Me dije a mí mismo mientras observaba las ventanas de la casa buscando alguna salida, no obstante, si mi escape ponía en riesgo a la familia, prefería más bien entregarme y enfrentar el destino que me impusieran, mi pecado era ser un vampiro, pero poco me importaban las disputas entre licántropos y vampiros, pues hacía ya mucho que no guardaba ninguna relación con algún otro vampiro.

El padre del chico salió a la puerta para intentar calmar a las personas y explicar la situación, sin embargo, aquellos dos sujetos, se encargaban de poner a la gente en contra, tal vez habían tenido alguna riña con el padre del chico y usarían esta oportunidad para deshacerse de él, fuera como fuera, no tenía idea de cómo resolver el asunto...

La situación era cada vez más tensa, en cualquier momento alguien arrojaría fuego contra la casa y una vez hecho eso, no habría vuelta atrás, vociferaban acusaciones e insultos contra el pobre hombre al que ni siquiera dejaban alzar la voz para defenderse, simplemente estaba parado a la puerta de su casa, esperando que sus amigos, vecinos, personas que lo conocían desde hace años, pudieran defenderlo, sin embargo, todo parecía ser en vano, y ser amigo de los vampiros eran tan terrible como para hacer que las personas se olvidaran de todo lo bueno que pudo haber hecho por ellos o por el pueblo, sus más allegados, bajaban la cabeza entre la multitud pero no hacían nada por ayudar, fue necesario que apareciera una joven desconocida que tras atravesar la multitud, les habló con autoridad y los hizo desistir, al menos temporalmente, y es que, tener una placa de la Guardia Real no era nada fácil, y las consecuencias que traería atacar al portador de una, era casi un acto de suicidio.

La multitud se marchaba, pero los ojos de aquellos dos hombres delataban segundas intenciones, no se quedarían tranquilos hasta cumplir sus deseos - Estoy bien señorita - Dijo el hombre un poco nervioso - Por favor, entre a la casa, no es seguro estar afuera - Tras unos instantes, el hombre intentó explicar la situación a la recién llegada - Los dos hombres que dirigían la multitud, son apostadores, en peleas clandestinas, pero yo descubrí que estaban arreglando las victorias a su conveniencia, nunca se pudo demostrar públicamente, dado que las peleas eran algo no oficial, pero su reputación se manchó y las peleas terminaron, ahora, desean vengarse por haberlos puesto en evidencia, estaban esperando aprovechar alguna oportunidad, y ahora ha llegado - Al terminar de hablar lanzó un fuerte puñetazo contra la pared de madera de la casa dejando por unos instantes el puño en esa posición, estaba muy preocupado por el chico, y era totalmente comprensible; yo me había mantenido callado, observando las ventanas en continua alerta ante lo que inevitablemente sucedería, observé a la chica y la insignia que aún llevaba en la mano, me pareció curioso porque no tenía el porte de un soldado, aunque su actitud sí había sido bastante impresionante.

La noche se acercaba lentamente y bajo su oscuro manto, las primeras estrellas comenzaban a delatarse, el tiempo había pasado de prisa y con la llegada de la noche, ya podría partir tranquilamente, me preparé para largarme - También deberías pensar en irte jovencita - Le dije a la chica en tono pausado, ahora seguramente buscarían la forma de arremeter contra ella, el niño, se me acercó ofreciéndome con un gesto amable su adorable peluche de pulpo, pero tras mirar por la ventana, levanté mi pierna derecha hasta el pecho del muchacho y lo empujé lejos, acto seguido una flecha atravesó la ventana justo en la dirección donde había estado el chico - ¡¡Al suelo!! - Grité a los presentes mientras una sucesión de flechas entraban por las ventanas de la casa, esta vez llegaban sin anunciarse los mismos sujetos de antes, me acerqué agachado hasta una ventana para asomarme, alcancé a ver a uno de los dos sujetos de antes, junto a otros 4 o 5 hombres, pero el otro sujeto seguro debía estar cerca - ¿Intentarás calmarlos de nuevo? - Le dije a la chica en tono sarcástico mientras me dedicaba a pensar en un plan, ya no para salir de ahí, sino para evitar que mataran al chico y su padre, si me iba, los matarían igual, así que huir ya no era una opción.

Por un instante me llené de indignación - ¿Devolverles el favor? - Pregunté un poco exasperado - No tienes ni idea de lo que... - Mis palabras fueron interrumpidas por una ráfaga de fuego que entró por la ventana - Maldita sea, odio el fuego - murmuré mientras veía pasar la flecha que terminó estrellada contra la pared - ¡¡Apaguen eso!! - Grité mientras señalaba la flecha, a este paso, nos aniquilarían en poco tiempo, si haríamos algo había que hacerlo ahora - Apaguen todo - Terminé de decir mientras comenzaba a planear algo - Yo los distraigo y tú haces el resto - Le dije a la chica mientras tomaba mis dagas y me preparaba para salir, la puerta no era una opción, corrí hacia una de las ventanas que estaban a los lados de la casa, salir por las del frente también era una locura, el ruido de la ventana rompiéndose detuvo por unos instantes la sucesión de flechas, yo contaba con que no les quedaran muchas, a estas alturas eran demasiadas flechas las que habían lanzado, debían tener mucho dinero para gastar tanto de tan mala manera.

Me escondí tras unas cajas mientras escuché decir - Vayan por él, intenta huir - Al menos había llamado su atención, y no pasaría mucho tiempo antes que llegaran a donde yo me encontraba, asomé la cabeza y pude ver que eran apenas dos los que venían, tenía bien ubicado a uno de los dos sujetos, pero del otro no tenía señal alguna, cosa que me resultaba bastante extraña, de los que venían, realmente habría preferido las flechas, al verme solo soltaron sus armas y comenzaron a convulsionarse hasta acabar transformados en lobos, corrían hacia mí, uno tras otro, apenas me dio tiempo de saltar evadiendo a uno y clavando mis dagas en sus costados para retirarlas luego y caer al piso casi de rodillas, no me alcanzó el tiempo para evadir al otro que al darme cuenta ya lo tenía sobre mí.

El sujeto que los lideraba dio las indicaciones a los otros de que entraran a la casa ahora que habría menos resistencia, mientras un tercer fue en ayuda de los otros que luchaban contra mí, si bien, no podría evitar que entraran a la casa, al menos serían menos los que entraría y en la oscuridad la chica podría planear una rápida emboscada.

El primero de los licántropos se retorcía en el piso desangrándose por los costados, el segundo, estaba casi sobre mí cuando una flecha le impactó directamente el hombro, el sonido del hueso atravesado por la flecha había sido un verdadero espectáculo, y aunque no había sido una herida letal, lo siguiente sí lo sería, lancé al aire la daga que sostenía en mi mano izquierda, rápidamente saqué la flecha que se había incrustado en el hombro del animal y la enterré en su garganta, la sangre salió disparada bañándome el pecho mientras levantaba mi mano para tomar mi daga que ya venía cayendo de nuevo, habría sido un gran final pero me falló el cálculo y la daga acabó cayendo al piso, con la mano libre tomé el cuerpo del licántropo para que me sirviera de escudo ante la nueva ráfaga de flechas que venían en mi dirección, sentí todos los impactos contra el cuerpo del animal que acabaron por aniquilarlo, cuando perdió toda fuerza en sus piernas lo lancé hacia adelante, volví a esconderme tras las cajas y tomé mi daga que antes había caído al piso - Uno menos, quedan 99 - Murmuré para mí mismo con cierto sarcasmo.

El primer atacante que aún agonizaba en el piso, intentaba alcanzarme arrastrándose hacia mí, no haría mayor cosa pero dejarlo sufriendo de esa manera era demasiado cruel, así que preferí clavarle una daga en el centro de la cabeza que acabó saliendo por debajo de su boca - Dos menos, faltan 98 - Comenté sin evitar reírme, luego recordé que la situación era bastante alarmante, y que los demás no la estarían pasando tan bien, levanté la vista al lugar de donde había venido antes la flecha y pude ver a la chica, aparentemente tratando de patear cajas para evitar que subieran tras ella, definitivamente no estaba haciendo bien mi trabajo, debía llamar la atención, al parecer, las flechas comenzaban a escasear, pues lentamente iban dejando de mostrarse, varios sujetos salían caminando de diversos lugares y acababan convertidos en lobos en apenas unos instantes.

Corrí hacia el centro de la acción buscando llamar la atención de todos ellos, esperaba que la chica pudiera impactar con sus flechas a algunos de los oponentes antes que me desgarraran hasta las entrañas, ahora que había acabado con dos de ellos, seguro no estarían nada contentos.

Me preparaba para acabar con todos los que pudiera mientras la chica los fulminaba con flechas y de hecho, resultó durante un rato, pero luego cesaron sus flechas, comenzaba a preocuparme al no encontrarla por ningún lado cuando de pronto la vi llegar, mi cara de indignación era todo un poema, tan tierna y frágil, ahí, en medio de todo, tendría que estar loca, muy loca, pensé en agarrarla por una pierna y arrojarla lejos pero sus palabras me interrumpieron finalmente - ¿Pero como se te ocurre venirte aquí en medio? ¿Es que estás loco? - Me reclamó con cierta molestia, yo podría decirle justo lo mismo, con su aspecto, la harían pedazos antes que pudiera sacar de nuevo su ya inservible insignia - No tengo flechas infinitas ¿sabes?- Defendió su argumento que de hecho, sí tenía mucho sentido, todos nos habíamos quedado sin flechas - creo que si parasemos a los cabecillas y los obligásemos a ordenar que todos se detengan podríamos acabar esto sin provocar bajas, ni suyas, ni las nuestras, pero para eso debemos encontrarlos. ¿Te parece buen plan?- Definitivamente parecía un buen plan, había que llamar la atención de los jefes, o el jefe, pues del otro aún no sabíamos nada, pensé en algún plan para lograr atraerlo pero no fue necesario, el hombre, ya bastante grande y forzudo en su forma humana, caminaba hacia nosotros lentamente apartando con furia a sus propios hombres a los que hacía volar varios metros al empujarlos - Apártense, pila de inútiles - Dijo justo antes de transformarse y tras algunas convulsiones acabó convertido en un enorme animal que me hacía sentir insignificante, el resto de licántropos se apartaron volviendo a su forma humana tras entender que su jefe quería encargarse del asunto.

Me situé justo entre la chica y el enorme animal, dejar que llegara hasta ella era demasiado peligroso, la aplastaría como si fuera puré de papas - Quédate atrás - Le dije a la chica y que corrí de prisa girando mis dagas y tomándolas con el filo hacia abajo, di un salto sobre el gigante alcanzando incrustar mis dagas en su pecho y ante la inminente llegada de sus manos que se acercaba de ambos lados para aplastarme, apoyé mis pies en su abdomen y me impulsé para dar un salto hacia atrás, el dolor parecía no importarle y su fuerza se hacía más descomunal, caí al piso y antes que pudiera levantarme ya lo tenía casi sobre mí, conseguí evadir un fuerte golpe vertical que acabó estremeciendo el suelo mientras yo afortunadamente había saltado hacia un lado, se levantó y repitió el mismo ataque ahora con ambas manos, esta vez salté hacia atrás y aprovechando su falta de equilibrio para recuperar su posición subí a sus brazos y tras apoyar mi pierna izquierda en su pecho, lo alcancé a golpear en la barbilla con la otra pierna, apenas logré moverlo hacia atrás pero se repuso rápidamente mientras yo seguía girando en el aire por la fuerza del salto y la patada - oh oh - Fue lo único que alcancé a decir antes de salir disparado por un fuerte golpe en sentido horizontal que con su brazo derecho me había impactado de lleno, tras volar un rato caí al piso de espalda, de lado, de cabeza, de espalda de nuevo, de pecho y finalmente de espalda otra vez, logré cubrirme con los brazos antes del golpe y eso había aminorado la fuerza del golpe que me había sacado de escena, ahora, el enorme titán se acercaba lentamente hacia la chica que se veía tan indefensa ante tal coloso, pensé en lanzarme al primer intento a ayudarla, pero luego le di un voto de confianza, si ella lograba distraerlo unos instantes, yo podría tomarlo de sorpresa, su cuerpo era una enorme masa de pelo y músculos, pero su cabeza era otra historia, y una daga bien enterrada en su cabeza era algo a lo que difícilmente podría sobrevivir, llevé mi mano derecha al costado y finjí estar fuera de combate, por lo que el sujeto se sintió confiado y avanzó hacia la jovencita - Ahora es tu turno damita, te arrancaré las vísceras por interferir en mis cosas - Dijo mientras juntaba y frotaba sus manos planificando mil maneras de causarle dolor...

Observé impresionado como la chica no lo hacía nada mal, era gracioso ver aquella cosita diminuta y tierna peleando contra ese titan que casi la doblaba en tamaño y seguro la triplicaba en fuerza, era muy veloz para escapar, incluso lo había enfrentado y le había ido mucho mejor que a mí, aunque al final, había optado por la retirada, tenía una forma graciosa de correr, pero no era momento para reírme, me levanté listo para entrar en acción, corrí de frente hacia ella como si estuviera intentando arrollarla pero finalmente di un salto y acabé posando mi pie derecho en su hombro izquierdo de donde tomé impulso para volver a saltar más alto, la empujé con fuerza hacia el piso pero seguro sus piernas resistirían, me elevé tan alto como pude y acabé cayendo en los hombros del enorme licántropo, pero su carrera no me permitió mantener el equilibrio y mi puñalada directa acabó por apenas herir su cuello, se desangraba lentamente, pero el golpe no había sido lo suficientemente efectivo, solté mis dagas que salieron volando al sentir una de sus manos agarrando mi pierna izquierda, acto seguido todo fue borroso hasta que sentí mi espalda estrellarse contra el piso, era completamente absurdo, la chica lo molestaba y el animal se desquitaba conmigo.

Sacudí mi cabeza para reaccionar y pude verlo tambaleándose a mi lado casi mareado, la herida había sido lenta pero segura y la hemorragia lo había debilitado bastante, aún acostado en el piso estiré mi pierna repetidas veces para patear las heridas que le había dejado la chica, aunque tal vez no había sido buena idea, me miró furioso, yo lo miré asustado, pero por alguna razón mi pierna lo seguía pateando, me resultaba extrañamente placentero, tal vez era mi manera de desquitarme por todo lo que me había hecho, finalmente se quedó tranquilo, y aunque yo seguía hurgando su herida con mi pie, al no haber muestras de dolor, la acción había perdido la gracia, al venirse abajo sus rodillas fueron lo primero que impactó contra el suelo, seguido a eso el resto del cuerpo se vino abajo justo en mi dirección, no podía levantarme así que giré en el piso hacia un lado tanto como pude hasta evitar ser aplastado por la enorme masa de carne y pelo que acabó por estrellarse violentamente contra el piso.

Me levanté buscando mis dagas que habían caído quién saber dónde, al rededor, los atacantes parecían confusos y asustados, al final la chica tenía razón, acabar con el jefe había sido buena idea después de todo, caminé lentamente hacia ella soportando el dolor en la espalda y preparándome psicológicamente para el drama que me armaría por haberla usado de rampa, los otros sujetos comenzaban a marcharse cuando una voz irrumpió violentamente el momento - ¿Creen que han ganado? Idiotas, solo la han hecho peor - Dijo el otro sujeto molesto, ese que no había aparecido en toda la noche, mientras mantenía agarrado al niño con una daga en su cuello - Ahora rindanse, o dejaré las entrañas del niño regadas por todo Ulmer y será su culpa, por meterse en lo que no les incumbe, forasteros - Dijo orgulloso de su cobarde hazaña mientras yo me quedaba petrificado por unos instantes sin saber qué hacer...

Sentía que la situación se había salido de control, se suponía que el niño andaba con su padre - (¿Dónde rayos está su padre?) - Pensé mientras analizaba lentamente la situación, necesitaba un plan, y lo necesitaba rápido, sin embargo, la joven humana pensaba más rápido que yo, me asombró su valentía al ofrecerse en intercambio por el niño, valiente y tonto, tontamente valiente, como sea, ya era tarde para intentar detenerla, antes que pudiera decir nada ya iba caminando hacia el desalmado que mantenía su daga amenazante en el cuello del chico.

El momento parecía ser eterno, observaba todo el entorno con cierto asco, los hombres excitados por su cobarde victoria, el padre del chico que no aparecía, y el niño con ojos aguados mirándome, esperando que lo ayudara de nuevo, aunque por ahora era poco lo que podía hacer, aunque, una última mirada de la chica me dio a entender que era una trampa, pondría a prueba mi velocidad para atacar en el corto instante que hiciera... algo... debía estar muy atento esperando sin dejar pasar la oportunidad, me preparé cuanto pude, no sin antes observar algo que llamó poderosamente mi atención, había cada vez más personas asomadas en las ventanas de las casas, algunos incluso habían salido de sus hogares para observar lo que sucedía - ¡¡Canalla!! - Gritó una mujer de entre las personas y luego otros más comenzaron a abuchearlo, los otros hombres que nos habían atacado comenzaron a marcharse lentamente hasta dejar solo a su jefe, pocas eran sus esperanzas de salir victorioso, ahora no solo nos enfrentaría a nosotros, sino también al pueblo entero de Ulmer, tras esto, su naturaleza de baja calaña sería conocida por todos, finalmente le habíamos puesto en evidencia, y eso lo tenía completamente arrinconado, pero a la vez, había perdido todo, así que nada le impediría asesinar al chico si cometíamos algún error, no había margen de error, era lograrlo o lograrlo, preparé mis piernas en posición para lanzar una vertiginosa carrera, no sin antes observar las armas que la chica había dejado caer al suelo, alguna de ellas me serviría para atacar una vez que ella hubiese hecho... Lo que sea que pensara hacer...

Observé con asombro la actuación de la chica que casi hasta lograba convencerme cuando tropezó para acercarse, su excusa de amarrarse las trenzas era completamente disparatada, por lo que tanto yo como el sujeto que tenía cautivo al niño nos quedamos completamente pasmados esperando llegar a comprender sus intenciones, sabía que haría algo, pero no tenía idea de lo que pudiera ser, no imaginaba lo que podría estar pasando por su mente, de pronto, elevó una súbita patada a la mano de aquel hombre, con lo que reaccioné de inmediato, había revisado el piso una y otra vez y había seleccionado lo que usaría, así que apenas comprendí su señal di un paso hacia adelante pisando el borde filoso de una de sus dagas y haciendo que se levantara en el aire hasta estar a la altura de mis manos, llegar corriendo hasta el sujeto era bastante improbable, por lo que pensé que èsta sería la mejor opción, tomé la daga que iba subiendo fasi frente a mí y la arrojé con fuerza al pecho del sujeto incrustándose justo en medio y enviándolo hacia atrás, no sé si por el impacto o por la impresión, acto seguido corrí hacia él tan rápido como mi agotado y maltrecho cuerpo podía moverse y tras un leve salto terminé posando mis rodillas en su pecho para luego golpear su rostro un par de veces; estaba fuera de combate y no consideré necesario matarlo, preferí dejarlo para que la misma gente de Ulmer se encargara de él.

Me alejé un poco al tiempo que las personas comenzaban a acercarse a la chica para felicitarla y agradecerle, el niño la abrazaba efusivamente mientras yo observaba detrás de la casa, a el padre del chico acercarse adolorido, al parecer había sufrido un fuerte golpe en la cabeza, tal vez para poder quitarle al chico, al parecer ya todo estaba en orden y lo mejor para mí sería largarme de ese lugar - Gracias por todo, Aliana - Dije intentando recordar su nombre - Eliana, Liliana - Comenté después intentando atinarle al nombre - Te debo un favor, si alguna vez necesitas algo de mí, y estoy cerca, tendrás mi ayuda - Caminé lento hasta la salida del pueblo pues ya no quería causar más problemas ni recibir más golpes, antes de salir unos débiles brazos me rodearon las piernas y al voltear vi que era el pequeño chico en uno de esas molestas expresiones de cariño, froté su cabeza sin decir nada y luego de arrancarlo de mis piernas, continué mi camino hasta salir del pueblo.