La decisión [Libre-Interpretativo][2/2][CERRADO]

Otro sol que pasaba como si nada ante sus ojos, le resultaba imposible medir el paso del tiempo. Las afueras de la cuidad de Lunargenta eran su día a día, se lo conocía como la palma de su mano y, por suerte, casi siempre encontraba a alguien que necesitaba su ayuda. Al contrario que otras personas, procuraba que a los que ayudaba no se dedicaran a ir contándolo por ahí, pudieran pagar por ello o no, prefería que quedara en secreto pues había muchos mercenarios y gente de otra ''clase'' suelta a la que no le gustaría que alguien les quitara el negocio.
Y es que pasaba el tiempo vagando de un lado a otro, hacía mucho tiempo que no se adentraba en el gentío de la ciudad y tal vez llevaba demasiado, también, viviendo de aquella forma. Sabía que no duraría mucho más así, no era agradable, tampoco cómodo y poco saludable por supuesto; tiempo hacía que no comía un buen plato de comida. Aún así se mantenía en forma, entrenaba cuando podía y los encargos eran bien aprovechables para ello.
Claro que dichos encargos eran posibles durante el día, casi ningún comerciante que contratara protección o no se atrevía a llevar su mercancía de noche junto a una sola persona, y menos si ésta era una mujer, por lo que al caer la noche el dilema comenzaba, como ahora, en la mente de la muchacha.
''Esto ha de cambiar...'', pensaba mientras caminaba, tranquila, hacia el lugar donde solía dormir siempre que comprobaba que nadie la había seguido y que el peligro era mínimo. Se trataba de un pequeño lago casi minúsculo que algunos animales usaban como abrevadero y que de no tener lluvias aquel año se secaría, pero se encontraba lo suficientemente alejado de los ''muros'' de la ciudad como para que nadie se interesara en buscarlo o conocerlo.
En cuanto llegó, desabrochó la espada de su cinto y se sentó en el suelo con las rodillas flexionadas por delante depositándola a su lado. Aún llevaba capucha y capa puestas, pues en parte le ayudaba a defenderse del frío de la noche; y a evitar, por supuesto, que alguien indeseado conociera su rostro.
Con esto que sus ojos se dirigieron hacia el agua del pequeño lago que tenía delante de sus pies, a un metro escaso, donde gracias al claro que había alrededor del mismo, un leve reflejo de la luna recién salida daba y permitía una vista ''privilegiada''. Privilegiada para quien no la hubiera visto cada noche desde hacía ya tantísimo que ni recordaba cuánto llevaba allí. ''Y si hubiera algo que me arrancara de este sitio, que me permitiera salir de aquí...'', de hecho no había nada que le impidiera irse, pero sí alguien: su madre. Aunque decidiera no volver a la que fue su casa para no dañarla más, el hecho de encontrarse cerca, en parte, de donde se ubicaba, le servía para sentir cierto alivio. Claro que aquella no era vida ni era nada.
Comenzó a recordar cómo de pequeña contaba a su madre que querría viajar de mayor, aprender sobre las distintas ciudades,...pero todo lo que decía por entonces no se asemejaba ni de lejos al destino que su padre la obligó a seguir.
''Dolin, fiel compañera, aunque un destino obligado nos uniera, jamás negaré que cada vez que te empuño siento como si hubiera nacido para ello''.

Tras aquellas palabras dirigidas a su compañera, porque realmente jamás había tenido a otra, bajó su mano derecha hasta la posición de la misma y acarició la funda en la cual se encontraba. Realmente debió repudiar aquella arma en el momento en el que se enteró de las verdaderas intenciones de su maestro, pero llevarla siempre consigo y tenerle tal aprecio le hacía recordarse así misma que fue capaz de plantar cara a lo sucedido. Lo malo vino en el momento en el que, al notar que alguien la observaba, se tensó un poco y rodeó la funda de la espada con la mano, recogiéndola del suelo.
Ni siquiera quiso darle importancia, pues lógicamente por los alrededores había animales nocturnos que salían a cazar por la noche y podían acercarse curiosos ante un olor distinto o incluso pensando que ella podía ser una posible presa. Por ello es que aún manteniéndose medianamente alerta, siguió con sus pensamientos unos minutos más, pero no duró mucho así:

-¡¿Quién anda ahí?! -Preguntó en voz alta en el momento en el que, al apartar la vista del agua, se percató de una pequeña sombra escondiéndose, o al menos intentándolo, tras el tronco de un árbol que apenas le cubría.

Acto seguido de preguntar quién podía ser, se encontró escuchando toda clase de ruidos por parte de pájaros y un animal que no supo identificar. ''¿Se puede saber qué...?'', fuera quien fuese realmente le estaba costando ocultarse, si es que en algún momento quiso intentarlo. Por esto mismo y algo movida por la curiosidad, se levantó y, llevando la espada envainada en mano, se acercó hasta la posición de donde sabía que provenían los ruidos.
Sus ojos se abrieron gradualmente hasta estar casi de par en par al ver lo que había encontrado: un hombre al que no podía distinguirle la cara y pecho porque se tapaba con una rama, pero además hacía ruidos extraños que no lograba entender qué pretendía con ello. ''¿Intenta disimular?'', le faltó apenas un segundo para que se le escapara una carcajada que tuvo que aguantar principalmente por educación y por no comprender la situación.

-Eh...ejem -Se aclaró la garganta para no reír, aunque vaya situación en la que darle la risa- ¿Puede saberse...qué le ocurre? -No sabía si tomarlo como un peligro, realmente podía serlo, por lo que aún habiéndose acercado seguía manteniendo una distancia prudente y no había soltado en ningún momento a Dolin.

Escuchó con atención a las palabras del hombre hasta que dijo eso último, la súplica, que pareció ablandarle por un segundo el corazón, y de hecho lo hizo; qué inocente llegaba a ser a veces. Aunque en su mente, estaba claro, seguía sospechando de que alguien que se hubiera perdido no la habría acechado de esa forma al principio, pero se arriesgó, al menos en parte, a descubrir qué pretendía y quién era realmente aquel individuo con huevo en el pelo:

-Está bien, quédate, pero no cerca -Advirtió, pensando que con eso sería suficiente para evitar un posible ataque-. Te defenderé si es necesario pero con distancia de por medio -Qué frías palabras le parecieron esas últimas que dijo y, aunque no sonaban precisamente a cómo era ella, a esa amabilidad suya, tenía que decirlas si no quería que todo el mundo la tomara por donde quisieran.

Así pues le dejó cierto espacio para que caminara delante suya y se sentara en el lugar que quisiese, pero sin darle la espalda en ningún momento. No tenía instintos de adivina ni premonitorios, pero le habían enseñado a ser cautelosa, dentro de lo posible. ''Esto de que un extraño se quede por la noche no es muy cauteloso que digamos'', se quejaba en su mente. Más le valía que todo aquello no fuera una simple patraña y que el hombre estuviera realmente asustado y perdido.

-¿Cómo se supone que has llegado hasta aquí? -Preguntó con cierto grado de curiosidad y bajo el amparo de su capucha cubriéndola aún, hasta ahora había oído de muchos que se perdieron por las afueras pero ninguno había sobrevivido pues había animales que te hacían su presa nocturna si se les presentaba la ocasión.

Aceptó que eligiera dónde sentarse, pero como ya había dicho, mantendría las distancias, por lo que se sentó un poco apartada de él pero lo justo como para protegerle si fuera necesario. Lo gracioso vino en el momento en el que le escuchó aquello de: ''¿No eres una loba, verdad?'', no supo si se lo estaba preguntando en serio o si de verdad temía que lo fuera. Fuera como fuese ella nunca había visto alguna, pero con cierto punto cómico en su mente comenzó a preguntarse si tendría algún rasgo que dejara entrever que pudiera ser esa criatura.

-Yo soy Lida -Dijo su nombre también, era lo que correspondía después de que él lo dijera y, a lo siguiente que dijo no tuvo dudas sobre qué responder- ¿Cómo sabes si soy frágil o no? -Casi le iba a reprochar que si pensaba que todas las mujeres eran frágiles, pero no se lo tomó tan a pecho, de hecho tenía curiosidad por saber porqué decía aquello. Tanta, que la ilusa se acercó un poco más a su dirección, sólo un poco, pero no dejó en ningún momento de mirarle a los ojos.

Aunque fue entonces cuando se dio cuenta de que llevar la capucha puesta, ahora que le había dado hasta su nombre no iba a ser necesario, así que se la quitó y extendió con el movimiento de su mano derecha su melena rizada sobre su espalda.

-Puede saberse...¿por qué te perseguían los lobos? -Inquirió, porque realmente sonó más a una pregunta con cierto tono de sospecha que a una pregunta con curiosidad. Algo le decía que no era un hombre que se perdía con tanta facilidad en un bosque, y ni mucho menos que se dejara perseguir por todo animal nocturno que intentara cazarle.

En la mente de la muchacha querían encajar las piezas pero tenía tan poco aún, tan poca información, que era casi imposible sacar alguna otra conclusión.

Bien cierto era que acercarse por muy lento que lo estuviera haciendo no era muy aconsejable, pero a veces llegaba a ser excesivamente buena en el sentido de, aún no confiando del todo, le daba la oportunidad de creer todo lo que decía, es decir, intentaba pensar que no todo el mundo intentaba mentir de alguna forma. Confiaba demasiado en la ''buena fe'' de la gente, pero eso de que la llamara vulnerable le tocó el corazón en cierto modo, pues fue justo en ese momento cuando se dio cuenta del error que había cometido moviéndose de su lugar. ''Idiota...'', suspiró mientras pensaba eso de sí misma.
Eso si, error o no, no era momento de lamentarse consigo misma ni mucho menos, por lo que, parándose en su acercamiento al joven, estando ya lo suficientemente cerca como para atacarla si era lo que pretendía, no pudo evitar sentir curiosidad por ese repentino interés por el lago, ya que él dirigió su vista hacia el mismo un rato:

-¿Ocurre alg...? -No terminó de formular la pregunta y dudaba que él se hubiera dado cuenta de que la iba a hacer, ya que lo dijo en voz baja y además en el momento en el que él respondió.

Frunció el ceño levemente con aquel ''Espera'' tan repentino, no lo esperaba y desde luego no había notado nada a su alrededor. No pensaba encontrarse tan distraída como para no darse cuenta de si alguien acechaba, animal o no, pero algo le decía que debía fiarse del instinto de quien estaba a su lado:

-...-No le hizo falta hablar, bastó con un ''no'' de movimiento de cabeza, tras lo cual juraría haber escuchado una pequeña rama quebrándose bajo los pies de alguien o algo. Habría sido un sonido difícil de percibir si hubieran seguido hablando.

Instintivamente y con cuidado de no hacer un gesto brusco para no alarmar a lo que quiera que fuese que estuviera allí, llevó una de sus manos hasta la empuñadura de su espada, dispuesta a defenderse sin lugar a dudas; y además, también, de defender a Bio si fuera necesario. Aún así y con la mano en el arma, miró a los ojos al mismo para, por medio de un gesto y los propios ojos, preguntar qué se suponía que debían hacer.

Qué extraña situación en la que se estaba viendo envuelta ya que no entendía ni una pizca de lo que ocurría puesto que el primero que se había dado cuenta de que alguien estaba allí era Bio. No pensaba que fuera muy lógico que alguien que supuestamente ahora estaba bajo su protección tuviera una mejor capacidad de percepción que ella. Tal vez no era tan ''inocente'' como parecía, y eso la hizo sospechar en cierto modo, por lo que se levantó también en cuanto él lo hizo.

-Nuo Huay Nuadie Uaquí -Escuchar aquello no le produjo risa, casi pensó que podría ser un niño al principio pero luego se encontró con algo totalmente distinto.

Una criatura que no supo reconocer pues por supuesto no se parecía a nada que hubiera visto antes, corría hacia ella con una actitud que no sabía identificar si era de miedo o amenaza, pero no le dio tiempo ni a desenvainar la espada cuando vio cómo el muchacho le propinaba un puñetazo en la cabeza a la criatura. Lo peor fue que, al verla caer en el suelo haciendo un ruido sordo y de sus manos calló una pequeña arma que llevaba, algo en su interior le despertó cierta ternura y pena.

-Uellos Yua Vuienen -Esa fue la frase que la alarmó en el momento en el que se agachó a comprobar qué clase de criatura podría tratarse pero, no le dio mucho tiempo a pensar ni nada que se le pareciera pues comenzaron a oírse pasos que aunque intentaban ser disimulados, parecían provenir de una multitud.

Y ella, con toda su inocencia, no tuvo otra cosa mejor que hacer que coger a la criatura en brazos, medio atontado aún por el puñetazo:

-No sé qué criatura es esta, pero algo me dice que huye de algo o alguien mucho más peligroso de lo que él puede resultar para nosotros -Hablaba en un tono lo suficientemente alto como para que la oyera pero no como para que alguien alrededor lo hiciese-, nos lo llevaremos con nosotros hasta que consigamos averiguar de lo que huye, y de lo cual, supongo, habrá captado nuestro rastro ahora.

Y no se equivocaba, pues esos pasos cada vez eran más notorios aún en el silencio que había en la noche, la cual ahora estaba alcanzando su punto más álgido.
Pero no había tiempo de contemplaciones, ni de pensar qué peligro representaría la criatura ya que por instinto, o simplemente por precaución, lo mejor era salir corriendo del lugar haciendo el mayor esfuerzo posible por no pisar todas las ramas del suelo que pudieran delatar hacia dónde huían.

Apoyó la idea del muchacho de ir hacia esos arbustos, los cuales esperaba que les sirvieran para esconderse y averiguar en cierto modo quiénes venían y de qué iba todo aquello. Qué giro había dado la noche en apenas unos minutos y qué gracioso le habría resultado en cualquier otra situación el ver a Bio llevando aquella arma que pertenecía a la criatura que tenía en brazos.

En los arbustos no serían vistos, se encontraban agazapados, la criatura aún seguía atontada y ella esperaba, de verdad, que lo que quiera que fuera que les perseguía no fueran ''bichos'' extraños. Por eso es que en cuanto vio que se trataban de unos hombres, humanos al parecer, y de los que por su aspecto se notaba que entrenamiento si lo habían recibido sería más bien poco o ninguno, se sintió aliviada por unos segundos y principalmente porque aún siendo humanos, les ganaban en número:

-Y tal vez tenga tan buen sabor como sus padres -Aquella frase le dejó helada la piel y a la vez se le escapó una pequeña mirada de compasión hacia la criatura que tenía en brazos.

Pero no pudo reaccionar a tiempo en el momento en el que dicho ''coso'' comenzó a abrir los ojos, vio siquiera un poco a los individuos que se encontraban por allí y gritó de tal manera que pensó que siendo tan chico se le saldrían los pulmones. Lo que estaba claro era que ahora estaban en peligro, los tres, y la única forma de salir de aquella era defenderse, huir no serviría de mucho ahora si la criatura entraba en pánico y daba gritos a diestro y siniestro.

-Nuos Comeruán -Gritó con esa voz tan característica que casi parecía cómica.

Acto seguido la muchacha con la mano derecha que consiguió dejar libre, desenvainó su espada y la colocó delante de sí misma con intención de contraatacar, pues los hombres ya estaban más cerca de los arbustos de lo que le gustaría. Lo que sí y dio gracias, fue que la criatura se enganchó a su espalda como si fuera una especie de saco de provisiones, por lo que tenía las dos manos libres y estaba lista.

-Vas a tener que ayudarme con estos -Susurró a Bio que aún portaba esa arma.

Tras esas palabras y dejar claro que su intención era defenderse y que aprovecharían el factor sorpresa al ser consciente de que los hombres no les esperaban a ellos dos, salió de entre los arbustos con la criatura agarrada en la espalda y le propinó tal espadazo a uno de ellos que ni siquiera había estado sosteniendo su arma con fuerza, que se le calló de las manos y quedó tirado en el suelo con la cara totalmente blanca.
Otro de los hombres ahora la estaba encarando, con una espada en mano que era más corta que su brazo, al cual esperaba que fuera Bio el que le propinara algún golpe aprovechando que le tenía justo de espaldas a los arbustos. Aún así eran siete en total y, medianamente derrumbado uno, el ''jefe'' de los mismos seguía alejado y uno de ellos se había quedado a su lado, por lo que tendrían que enfrentar por el momento a otros cuatro contando con el que Bio tendría que atacar.

-¡Danos a ese bicho! -Bramó el que la amenazaba con la espada mientras los otros tres venían en su ayuda.

No pudo creer que el momento en el que esperaba que a Bio le saliera algo a derechas, se tropezara con una rama y cayera de esa forma pero, para su suerte y gran sorpresa, dejó muy maltrecho al hombre que si no había muerto tras aquello, tardaría poco en dejar de agonizar. No era nada agradable ver toda esa sangre alrededor y al parecer al jefe de aquel grupo de hombres tampoco le sentó demasiado bien, pues estuvo a punto de salir corriendo de no ser porque el que le acompañaba tiró de su brazo gritando: ''¡No se le ocurra abandonarnos!'', y así fue como comenzó la pelea interna entre ellos dos. ''Patético''.

-Aunque el jefe sea un incompetente, quedamos nosotros -Dijo uno de los tres que ahora hacían un semicírculo delante de ellos.

Escuchar lo que dijo Bio sobre su persona le produjo risa, de hecho se le escapó una leve carcajada, bajo lo que los atacantes tomaron como un gran y enorme farol, por lo que uno, confiado, asestó un golpe que resultó dar al aire, pues la muchacha no tuvo más que hacer si no dar un paso hacia atrás para esquivarlo.
Justo en ese momento y bajo sorpresa de todos, la pequeña criatura dio un salto desde la espalda de Lida hasta la cara de otro atacante al que, eso si, no le habría dado tiempo a esquivar. Gracias a esa distracción y antes de que pudiera hacerle algún tipo de daño al coso, le hirió con la espada en el estómago, lo que le resultaría suficiente como para vivir una buena temporada en cama; si es que le daba tiempo de ir a algún curandero.

-¡No tenéis nada que hacer, esa criatura es nuestra! -Gritó en voz alta para que le oyeran hasta esos dos que estaban peleándose aún estando en el mismo bando. Sólo intentaba persuadirles, pues aún quedaban dos en pie amenazantes si intentaba convencerse de que los otros dos acabarían ambos uno con el otro.

-¿Qué? ¿Te gustan las mascotas con forma de lagarto? ¿O es que también vas a comerlo? -El mismo que habló antes volvía a hablar ahora.

La criatura que dio un salto al suelo desde la cara del que ahora se quejaba herido, se fue directo hacia la parte de atrás de la muchacha, intentando trepar a través de sus piernas para volver de nuevo a su espalda y no estorbarla mientras se defendía; qué inteligente.
En el momento en el que ambos dos vieron cómo se le volvía a subir a la espalda y que su objetivo se les perdía tan fácilmente de nuevo, fueron a atacar a la vez a la mujer, la cual no tuvo otra cosa que hacer que hacer fuerza en contra cuando su espada chocó con la de ambos hombres: estaba en desventaja, necesitaba la ayuda de Bio y rápido, puesto que si dejaba de ejercer fuerza uno de los dos aprovecharía para asestarle un golpe que podría ser mortal.

Por mucho entrenamiento que tuviera, diario o no, aguantar aquella situación de fuerza contra fuerza y contra dos personas a la vez no le resultaba nada fácil, aún menos si tenía una criatura en la espalda a la que le costaba cada vez más aguantarse.

-Auch...-Se quejó cuando le clavó las uñas, lo que le hizo perder unos segundos que gracias al ''cambio'' de Bio logró recuperar.

Aunque tuvo que seguir defendiéndose, en cuanto el otro hombre la dejó en paz, no perdió ni un momento y, dando un rápido paso atrás deshaciendo ese choque de espadas, movió la suya en gesto de defensa, quedando así unos instantes mientras el hombre parecía perder fuerza en sus movimientos cada vez que la atacaba.
Y es que aunque seguía peleando con él, más que una pelea, parecía un ensayo o entrenamiento de alguna especie de baile con armas, ya que ninguno atacaba al otro realmente en serio, ambos estaban atónitos y más atentos a la escena tan sangrienta cuyo protagonista era el ''torpe'' Bio.

-¿Qué...? -Los ojos se le abrieron de par en par a la morena en el momento en el que vio cómo se alimentaba de la sangre de aquel hombre, era lo que menos esperaba, lo veía totalmente cambiado, muy...salvaje.

El escuchar los gritos de ''¡¡Vampiro, vampiro!!'' no la ayudaron a seguir concentrándose en lo que tenía entre manos, pero ya poco quedaba que hacer, pues el hombre que había estado luchando con ella estaba ahora a merced del que había creído como un muchacho inocente e indefenso, que provocó que al final huyera a base de caídas.

-¿Están bien? -Aquella pregunta por parte del vampiro a la muchacha hizo que se le erizara la piel.

Con todo en relativa calma ya, no sabía cómo reaccionar ni lo que hacer, ni si debía seguir defendiéndose o si ahora la atacaría a ella y su muerte llegaría más temprano de lo que pensaba. Pero, les había defendido, no quería pensar que ahora iba a atacarles. Aún por esas se sentía algo confusa y podía ver cómo por uno de los picos de su camisa goteaba la sangre sin parar. ''Demasiada sangre...'', pensó, casi asqueada ante lo que se encontraba a su alrededor, pero la sangre nunca le había afectado en gran medida.

-Estuamos bien -Quien respondió fue el pequeño coso, que aún en la espalda de la muchacha, se asomó por la parte de su hombro derecho para poder ver bien y comprobar, aún algo asustado, que los que pretendían capturarle ya no estaban allí.

Lida, en ese momento, logró reaccionar algo mejor y fue entonces cuando no se le ocurrió otra cosa mejor que preguntar:

-¿Se puede saber por qué motivo me has ocultado que eres un vampiro? -Qué indignada sonó, y qué osada preguntar a un hombre como ese, justo en ese momento y tras lo que acababa de hacer, algo de esa forma.

Con la primera respuesta a la pregunta que había formulado sintió cierta punzada de remordimiento de conciencia pensando en que tenía razón sobre la mayoría de humanos, y que sobre todo, no tenía ningún derecho a hablarle de aquella forma, no era quién. Pero eso se le fue de la mente en el momento en el que dijo lo de sus intenciones de comerla, desvió la mirada hacia otro lado ruborizada y luego se dio cuenta de que era tonta por hacerlo; él era un vampiro, habría dicho eso mil y una veces.

-Eh...-Carraspeó un poco, como intentando volver a retomar el hilo de la conversación en su mente- Para mí también ha sido agradable conocerte, sólo espero que no te encuentres con alguien que pretenda hacerte daño y...cuidado con las ramas -Aunque sabía que de torpe no tenía nada, quiso soltar esa broma pues ella misma necesitaba relajarse- Vendré a visitarte algún día si te cuidas...pequeñajo -Fue lo que le dijo a modo de despedida en cuanto la criatura empezó a desaparecer bajo el agua, qué facilidad, con lo fría que tenía que estar.

Tras eso, desabrochó la capa, la cual la tenía atada al cuello, y la dejó caer al suelo pues con tanto trajín estaba muy maltrecha por la parte de debajo y además llena de salpicones de sangre, por supuesto no tan notorios como los de Bio. Aún así, se concentró en dirigir la mirada al muchacho, del cual suponía y sabía, que debía despedirse:

-Noche extraña o no, me alegro de que hayas sido el primer vampiro que conozco -Ni ella misma sabía del todo bien lo que acababa de decir, pues lo dijo desde dentro y, tras ello, dio media vuelta dispuesta a, por supuesto, encontrar otro sitio que le sirviera como refugio hasta poder irse de por allí.