Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
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Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
Sonrió muy a su pesar, las puertas de Lunargenta le daban la bienvenida a la ciudad, y lo hacían como de costumbre, con miradas de desdén, empujones, malos modales y con algún que otro intento de robarle la bolsa en la guardaba los pocos aeros que tenía.
Estaba en casa.
Esquivó como buenamente pudo a los transeúntes que se fue encontrando y una vez dejó atrás la agobiante multitud que se solía agolpar en las puertas de la ciudad tomó una estrecha calle secundaria, menos congestionada que las rutas principales.
Repitió lo que solía hacer cada vez que regresaba de un largo viaje, en primer lugar dejó a Mohr a buen recaudo en un pequeño establo, propiedad de un viejo amigo de los Tale. Por supuesto él no se identificó como tal, su familia no sabía dónde estaba y el mercenario prefería que siguiese siendo así, no se creía estar preparado para afrontar el hecho de que se había marchado de casa sin avisar.
Lo que seguía en su lista de costumbres era ir a la pequeña posada en la que se hospedaba usualmente y avisar de que iba a pasar allí la noche, buena comida, camas cómodas, y precio asequible, no era un lugar digno de un rey pero le servía; aunque la mayor parte del tiempo pagaba haciendo chapuzas, limpiando mesas o en última instancia, el anciano que regentaba el local se apiadaba de él y le dejaba dormir gratis. No se sentía orgulloso de ello, pero al dueño de la posada se había habituado a verle por allí y realmente no le importaba dejarle una pequeña habitación destinada para los criados de la posada, cosa que Eltrant agradecía encarecidamente.
Como de costumbre pasó junto a la escueta tienda de zapatos en la que se compró sus primeras botas de viaje y poco después caminó frente a la taberna en la que conoció a Schott y en la que Wood dio un espectáculo bastante curioso relacionado con una botella de alcohol, Eltrant sonrió mirando la fachada, todavía no se había atrevido a entrar de nuevo desde aquel incidente.
Miró hacia el cielo, el sol estaba aún alto, tenía tiempo. Sin pensárselo dos veces entró en el local, el cual seguía tan tórrido y mal iluminado como de costumbre, sintió como un fuerte aroma a alcohol le golpeaba la cara sin piedad al poner el primer pie dentro del edificio. Sin dirigir la mirada a los alegres lugareños, que cantaban alegremente mientras se perfilaban la cara a golpes los unos a los otros, se sentó en la barra y después de intercambiar unas escuetas palabras con la camarera, quien no hizo ningún comentario sobre el incidente de Wood, pidió una copa.
Eltrant no supo exactamente cuánto tiempo se estuvo sentado, quizás una hora, quizás media, lo cierto es que tampoco tenía demasiada prisa, llevaba vagando sin rumbo por Aerandir durante semanas y no había sido capaz de encontrar lo que había salido a buscar, tomarse un respiro no le iba a venir nada mal, aunque fuese en un lugar como aquel.
Fue entonces cuando un tipo entrado en años y bien vestido entró en el establecimiento, si no hubiese sido porque aquel hombre desentonaba enormemente con el clima general del lugar Eltrant no se habría molestado en mirarle, no solo era la ropa, sino que aquel individuo había tenido el valor de entrar en un lugar que tenía por nombre “La guarida del bandido” cargando joyas que realmente, Eltrant supuso que podrían comprar todos los muebles del lugar sin ningún problema.
El mercenario contempló como el individuo estudiaba el lugar con la mirada y tras hacer una mueca de desagrado se acercó hasta la barra y, después colocar delicadamente un pañuelo blanco de lo que parecía ser seda sobre uno de los taburetes, se sentó. El joven acabó encogiéndose de hombros, aquel tipo no pegaba para nada en aquel lugar, ¿Pero quién era él para juzgar a alguien por su apariencia? Eltrant miró al frente y siguió a lo suyo.
A los pocos minutos notó como aquel individuó se le acercaba –“Disculpe, caballero” – Oyó a su espalda, Eltrant le dio un último trago a la bebida y se giró –“¿Necesita algo?” – Preguntó descubriendo de paso que sus ropajes parecían aún más ostentosos de cerca. El hombre miró a los lados y se aclaró la garganta –“Por su apariencia diría que es usted una de las espadas a sueldo que se congregan en este local, ¿Me equivoco?” – Eltrant asintió y se cruzó de hombros –“En absoluto, me dedico a eso” – El hombre se rascó la barba y respiró aliviado –“Me gustaría contratar sus servicios caballero, ¿Para qué grupo de hombres de armas trabaja?” – Eltrant frunció el ceño ¿Grupo? No, él era autónomo por así decirlo, iba por libre. Eltrant se encogió de hombros y dijo uno de los nombres que había leído hacía tiempo en uno de sus libros–“Euh… Soy el... dueño y fundador de la... euh... Compañía Luna Invernal” – El mercenario sonrió, no sonaba del todo mal, lo recordaría. –“Entiendo, entiendo…”
***
Horas después se vio a si mismo frente a la majestuosa puerta de una casa de tres pisos, según le había dicho el hombre, el cual se identificó como Benjamin, había decidido contratar los servicios de la "Luna Invernal" porque y según sus palabras exactas “No tienes aspecto de ser un borracho agresivo, aunque por otro lado tienes pinta de no haber comido nada en tres días, pero estoy seguro de que bajo toda esa capa de polvo hay alguien presentable y útil” Después de pensarlo detenidamente, Eltrant decidió tomarse eso como un elogio.
En cualquier otro caso no habría aceptado, acababa de volver a la ciudad y solo quería descansar, pero según le había dicho Benjamin solo tenía un trabajo, asegurarse de que nada saliese, ni nada entrase en la habitación central de la tercera planta.
Parecía fácil.
Estaba en casa.
Esquivó como buenamente pudo a los transeúntes que se fue encontrando y una vez dejó atrás la agobiante multitud que se solía agolpar en las puertas de la ciudad tomó una estrecha calle secundaria, menos congestionada que las rutas principales.
Repitió lo que solía hacer cada vez que regresaba de un largo viaje, en primer lugar dejó a Mohr a buen recaudo en un pequeño establo, propiedad de un viejo amigo de los Tale. Por supuesto él no se identificó como tal, su familia no sabía dónde estaba y el mercenario prefería que siguiese siendo así, no se creía estar preparado para afrontar el hecho de que se había marchado de casa sin avisar.
Lo que seguía en su lista de costumbres era ir a la pequeña posada en la que se hospedaba usualmente y avisar de que iba a pasar allí la noche, buena comida, camas cómodas, y precio asequible, no era un lugar digno de un rey pero le servía; aunque la mayor parte del tiempo pagaba haciendo chapuzas, limpiando mesas o en última instancia, el anciano que regentaba el local se apiadaba de él y le dejaba dormir gratis. No se sentía orgulloso de ello, pero al dueño de la posada se había habituado a verle por allí y realmente no le importaba dejarle una pequeña habitación destinada para los criados de la posada, cosa que Eltrant agradecía encarecidamente.
Como de costumbre pasó junto a la escueta tienda de zapatos en la que se compró sus primeras botas de viaje y poco después caminó frente a la taberna en la que conoció a Schott y en la que Wood dio un espectáculo bastante curioso relacionado con una botella de alcohol, Eltrant sonrió mirando la fachada, todavía no se había atrevido a entrar de nuevo desde aquel incidente.
Miró hacia el cielo, el sol estaba aún alto, tenía tiempo. Sin pensárselo dos veces entró en el local, el cual seguía tan tórrido y mal iluminado como de costumbre, sintió como un fuerte aroma a alcohol le golpeaba la cara sin piedad al poner el primer pie dentro del edificio. Sin dirigir la mirada a los alegres lugareños, que cantaban alegremente mientras se perfilaban la cara a golpes los unos a los otros, se sentó en la barra y después de intercambiar unas escuetas palabras con la camarera, quien no hizo ningún comentario sobre el incidente de Wood, pidió una copa.
Eltrant no supo exactamente cuánto tiempo se estuvo sentado, quizás una hora, quizás media, lo cierto es que tampoco tenía demasiada prisa, llevaba vagando sin rumbo por Aerandir durante semanas y no había sido capaz de encontrar lo que había salido a buscar, tomarse un respiro no le iba a venir nada mal, aunque fuese en un lugar como aquel.
Fue entonces cuando un tipo entrado en años y bien vestido entró en el establecimiento, si no hubiese sido porque aquel hombre desentonaba enormemente con el clima general del lugar Eltrant no se habría molestado en mirarle, no solo era la ropa, sino que aquel individuo había tenido el valor de entrar en un lugar que tenía por nombre “La guarida del bandido” cargando joyas que realmente, Eltrant supuso que podrían comprar todos los muebles del lugar sin ningún problema.
El mercenario contempló como el individuo estudiaba el lugar con la mirada y tras hacer una mueca de desagrado se acercó hasta la barra y, después colocar delicadamente un pañuelo blanco de lo que parecía ser seda sobre uno de los taburetes, se sentó. El joven acabó encogiéndose de hombros, aquel tipo no pegaba para nada en aquel lugar, ¿Pero quién era él para juzgar a alguien por su apariencia? Eltrant miró al frente y siguió a lo suyo.
A los pocos minutos notó como aquel individuó se le acercaba –“Disculpe, caballero” – Oyó a su espalda, Eltrant le dio un último trago a la bebida y se giró –“¿Necesita algo?” – Preguntó descubriendo de paso que sus ropajes parecían aún más ostentosos de cerca. El hombre miró a los lados y se aclaró la garganta –“Por su apariencia diría que es usted una de las espadas a sueldo que se congregan en este local, ¿Me equivoco?” – Eltrant asintió y se cruzó de hombros –“En absoluto, me dedico a eso” – El hombre se rascó la barba y respiró aliviado –“Me gustaría contratar sus servicios caballero, ¿Para qué grupo de hombres de armas trabaja?” – Eltrant frunció el ceño ¿Grupo? No, él era autónomo por así decirlo, iba por libre. Eltrant se encogió de hombros y dijo uno de los nombres que había leído hacía tiempo en uno de sus libros–“Euh… Soy el... dueño y fundador de la... euh... Compañía Luna Invernal” – El mercenario sonrió, no sonaba del todo mal, lo recordaría. –“Entiendo, entiendo…”
***
Horas después se vio a si mismo frente a la majestuosa puerta de una casa de tres pisos, según le había dicho el hombre, el cual se identificó como Benjamin, había decidido contratar los servicios de la "Luna Invernal" porque y según sus palabras exactas “No tienes aspecto de ser un borracho agresivo, aunque por otro lado tienes pinta de no haber comido nada en tres días, pero estoy seguro de que bajo toda esa capa de polvo hay alguien presentable y útil” Después de pensarlo detenidamente, Eltrant decidió tomarse eso como un elogio.
En cualquier otro caso no habría aceptado, acababa de volver a la ciudad y solo quería descansar, pero según le había dicho Benjamin solo tenía un trabajo, asegurarse de que nada saliese, ni nada entrase en la habitación central de la tercera planta.
Parecía fácil.
Eltrant Tale
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
Una vez dentro del edificio Benjamin desapareció tras una de las primeras puertas que encontró, Eltrant, por otro lado, fue guiado por uno de los criados de la mansión hasta la tercera planta, el lugar era un laberinto, dudaba mucho de que él hubiese llegado por su cuenta y riesgo.
La tercera planta era bastante escueta en comparación con las dos inferiores, solo contaba con un amplió pasillo adornado con numerosos cuadros y esculturas y tres habitaciones, una central situada al final del corredor, estando las otras dos habitaciones una frente a la otra.
El criado el deseó buena suerte al mercenario y abandonó la tercera planta por dónde habían llegado, Eltrant simplemente enarcó una ceja –“¿Suerte?” – Sin darle muchas vueltas a aquella extraña muestra de aprecio por parte del criado avanzó por el pasillo hasta estar junto a la puerta de la habitación que le habían encomendado custodiar.
Era una puerta común y corriente, un poco más grande de lo habitual, pero no tenía nada de extraño, bellos adornos grabados y goznes de un material que a Eltrant se le antojó como caro, después de estudiar la puerta el mercenario sencillamente se encogió de hombros y se acercó una de las sillas que, a modo de adorno, estaban desperdigadas por la galería; para momentos después, tras deshacerse de la espada y dejarla a un lado de la silla, sentarse junto a la puerta.
Los primeros diez minutos fueron eternos, lo único audible era el tic-tac de un gran reloj de pared bellamente ornamentado y la brisa del aire que se filtraba por las ventanas y se deslizaba a lo largo del corredor –“¿Es que todo en esta casa ha sido expresamente hecho para ellos?” – Miró curioso el artefacto, hasta dónde sabía aquellos aparatos indicaban la hora del día, eran bastante extraños y según había oído su interior estaba repleto de mecanismos imposibles forjados por los mejores herreros de Aerandir. Eltrant suspiró, gracias a la riqueza de sus clientes, sabría exactamente cuánto tiempo estaría sin hacer absolutamente nada.
Afortunadamente no había tenido tiempo para dejar sus pertenencias en la posada, por lo que su bolsa de viaje, la cual contenía la mayoría de sus libros, yacía junto a su espada a un lado de la silla en la que montaba guardia, sin mucho que hacer si no contaba el permanecer estático en ese lugar, sacó uno de los libros de la bolsa y abriéndolo por una página aleatoria, empezó a leer.
El compás del reloj siguió acompañándole durante un buen rato, incluso pudo llegar a decir que era en cierto modo relajante, al menos hasta que contra todo pronóstico una serie de sonidos empezaron a emanar de la habitación. Eltrant se levantó inmediatamente y depositando suavemente el libro en el interior de la bolsa de viaje se acercó a la puerta agudizando el oído, no parecía nada brusco, no era una pelea, parecía más bien como si estuviesen arrastrando muebles por la habitación.
El joven frunció el ceño –“¿Ladrones?” – Probablemente le habían contratado por ello, ¿Acaso estaba protegiendo la caja fuerte de Benjamin? Sin dudarlo un instante tomó su espada del suelo y la extrajo de la vaina para a continuación entrar en la estancia dispuesto a cumplir con su deber y acabar con los ladrones.
No eran ladrones. Una chica que parecía estar aún en plena adolescencia permanecía de pie en mitad de la habitación, con lo a ojos del muchacho era una cuerda improvisada a partir de diferentes tipos de sabanas entre sus manos, cuyo extremo estaba atado al pie de la enorme cama que descansaba en el centro del dormitorio. –“¿Qué…?” – Eltrant repasó la habitación con la mirada, si podía sacar algo en claro a simple vista era que a la joven de la ventana le gustaba el color rosa.
Lo muchacha, de largos cabellos cobrizos y profundos ojos azules, hizo una mueca de irritación cuando el mercenario irrumpió en lo que parecía ser su habitación –“Perfecto, otro carcelero ¿Qué te ha ofrecido mi padre? Por tu aspecto seguro que un trozo de pan” – Dijo justo antes de empezar a correr hacia la ventana. –“¡No, espera!” – Exclamó el mercenario temiendo que la cuerda no aguatase su peso.
Eltrant aún no entendía porque aquella chica quería saltar por la ventana, ni por qué su cometido parecía ser evitar que lo hiciese, pero instantáneamente dejó caer la espada a un lado y corrió hacia ella, agarrándola del brazo segundos antes de que esta comenzase a descender y de un fuerte tirón el mercenario se aseguró de alejarla de la ventana. –“¡Déjame en paz!” – Gritó la joven revolviéndose -“¡Todos sois iguales!” – Exclamó para momentos después morder el brazo del muchacho, quien la soltó inmediatamente dolorido –“¡Me has mordido!” – Eltrant miró perplejo la marca de los dientes de la chica en su brazo –“Oh… lo siento mucho, ha sido por la impresión, me has asustado, déjame que vea la herida” – Dijo la muchacha en un tono mucho más amable y sonriendo a la vez que se acercaba lentamente, Eltrant entrecerró los ojos y abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiese hacerlo recibió un fuerte golpe en la cabeza con un pesado candelabro que la joven había estado escondiendo tras ella.
El mercenario se llevó la mano a la frente, dónde una pequeña brecha había aparecido –“¡Se acabó!” – Dijo cerrando la puerta tras él para asegurarse de que no escapaba aprovechando que en aquel instante la habitación completa daba vueltas. –“Tu padre me ha dicho que me asegure de que nada salga de la habitación, y no vas a salir de la habitación” – La adolescente, con el candelabro aún en la mano sonrió –“Me gustaría verte intentarlo”
Esquivando sin mucho esfuerzo, aun mareado, un segundo ataque de la heredera de la casa se colocó tras ella y cerró la ventana, impidiendo su salida por allí para después de esquivar un tercer ataque consecutivo arrancar las sabanas de seguían atadas a la cama y recogerlas. -“A ver cómo escapas ahora por la ventana” – Le dijo a la joven dirigiéndose a la salida de la habitación y tomando su espada que seguía en el suelo.
La mujer frunció el ceño y le lanzó el candelabro, el cual impactó contra la cara del mercenario quien no pudo evitar el objeto a tiempo, la muchacha dejó escapar una exclamación de júbilo al ver a Eltrant llevarse una de sus manos a la cara –“Me llevó esto también” – Dijo limpiándose con la manga de su camisa la sangre que emanaba de uno de sus pómulos para levantar a continuación la lámpara del suelo justo antes de abandonar la estancia. –“¡No voy quedarme aquí encerrada toda la vida! ¡Que lo sepas!” – Oyó a la joven gritar a sus espaldas antes de cerrar la puerta.
Eltrant dejó caer los objetos a un lado de la silla y volvió a sentarse, miró la marca del mordisco que tenía en el antebrazo derecho y suspirando cerró los ojos ¿Iba a tener que aguantar un día entero así?.
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Edit: Subrayado.
La tercera planta era bastante escueta en comparación con las dos inferiores, solo contaba con un amplió pasillo adornado con numerosos cuadros y esculturas y tres habitaciones, una central situada al final del corredor, estando las otras dos habitaciones una frente a la otra.
El criado el deseó buena suerte al mercenario y abandonó la tercera planta por dónde habían llegado, Eltrant simplemente enarcó una ceja –“¿Suerte?” – Sin darle muchas vueltas a aquella extraña muestra de aprecio por parte del criado avanzó por el pasillo hasta estar junto a la puerta de la habitación que le habían encomendado custodiar.
Era una puerta común y corriente, un poco más grande de lo habitual, pero no tenía nada de extraño, bellos adornos grabados y goznes de un material que a Eltrant se le antojó como caro, después de estudiar la puerta el mercenario sencillamente se encogió de hombros y se acercó una de las sillas que, a modo de adorno, estaban desperdigadas por la galería; para momentos después, tras deshacerse de la espada y dejarla a un lado de la silla, sentarse junto a la puerta.
Los primeros diez minutos fueron eternos, lo único audible era el tic-tac de un gran reloj de pared bellamente ornamentado y la brisa del aire que se filtraba por las ventanas y se deslizaba a lo largo del corredor –“¿Es que todo en esta casa ha sido expresamente hecho para ellos?” – Miró curioso el artefacto, hasta dónde sabía aquellos aparatos indicaban la hora del día, eran bastante extraños y según había oído su interior estaba repleto de mecanismos imposibles forjados por los mejores herreros de Aerandir. Eltrant suspiró, gracias a la riqueza de sus clientes, sabría exactamente cuánto tiempo estaría sin hacer absolutamente nada.
Afortunadamente no había tenido tiempo para dejar sus pertenencias en la posada, por lo que su bolsa de viaje, la cual contenía la mayoría de sus libros, yacía junto a su espada a un lado de la silla en la que montaba guardia, sin mucho que hacer si no contaba el permanecer estático en ese lugar, sacó uno de los libros de la bolsa y abriéndolo por una página aleatoria, empezó a leer.
El compás del reloj siguió acompañándole durante un buen rato, incluso pudo llegar a decir que era en cierto modo relajante, al menos hasta que contra todo pronóstico una serie de sonidos empezaron a emanar de la habitación. Eltrant se levantó inmediatamente y depositando suavemente el libro en el interior de la bolsa de viaje se acercó a la puerta agudizando el oído, no parecía nada brusco, no era una pelea, parecía más bien como si estuviesen arrastrando muebles por la habitación.
El joven frunció el ceño –“¿Ladrones?” – Probablemente le habían contratado por ello, ¿Acaso estaba protegiendo la caja fuerte de Benjamin? Sin dudarlo un instante tomó su espada del suelo y la extrajo de la vaina para a continuación entrar en la estancia dispuesto a cumplir con su deber y acabar con los ladrones.
No eran ladrones. Una chica que parecía estar aún en plena adolescencia permanecía de pie en mitad de la habitación, con lo a ojos del muchacho era una cuerda improvisada a partir de diferentes tipos de sabanas entre sus manos, cuyo extremo estaba atado al pie de la enorme cama que descansaba en el centro del dormitorio. –“¿Qué…?” – Eltrant repasó la habitación con la mirada, si podía sacar algo en claro a simple vista era que a la joven de la ventana le gustaba el color rosa.
Lo muchacha, de largos cabellos cobrizos y profundos ojos azules, hizo una mueca de irritación cuando el mercenario irrumpió en lo que parecía ser su habitación –“Perfecto, otro carcelero ¿Qué te ha ofrecido mi padre? Por tu aspecto seguro que un trozo de pan” – Dijo justo antes de empezar a correr hacia la ventana. –“¡No, espera!” – Exclamó el mercenario temiendo que la cuerda no aguatase su peso.
Eltrant aún no entendía porque aquella chica quería saltar por la ventana, ni por qué su cometido parecía ser evitar que lo hiciese, pero instantáneamente dejó caer la espada a un lado y corrió hacia ella, agarrándola del brazo segundos antes de que esta comenzase a descender y de un fuerte tirón el mercenario se aseguró de alejarla de la ventana. –“¡Déjame en paz!” – Gritó la joven revolviéndose -“¡Todos sois iguales!” – Exclamó para momentos después morder el brazo del muchacho, quien la soltó inmediatamente dolorido –“¡Me has mordido!” – Eltrant miró perplejo la marca de los dientes de la chica en su brazo –“Oh… lo siento mucho, ha sido por la impresión, me has asustado, déjame que vea la herida” – Dijo la muchacha en un tono mucho más amable y sonriendo a la vez que se acercaba lentamente, Eltrant entrecerró los ojos y abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiese hacerlo recibió un fuerte golpe en la cabeza con un pesado candelabro que la joven había estado escondiendo tras ella.
El mercenario se llevó la mano a la frente, dónde una pequeña brecha había aparecido –“¡Se acabó!” – Dijo cerrando la puerta tras él para asegurarse de que no escapaba aprovechando que en aquel instante la habitación completa daba vueltas. –“Tu padre me ha dicho que me asegure de que nada salga de la habitación, y no vas a salir de la habitación” – La adolescente, con el candelabro aún en la mano sonrió –“Me gustaría verte intentarlo”
Esquivando sin mucho esfuerzo, aun mareado, un segundo ataque de la heredera de la casa se colocó tras ella y cerró la ventana, impidiendo su salida por allí para después de esquivar un tercer ataque consecutivo arrancar las sabanas de seguían atadas a la cama y recogerlas. -“A ver cómo escapas ahora por la ventana” – Le dijo a la joven dirigiéndose a la salida de la habitación y tomando su espada que seguía en el suelo.
La mujer frunció el ceño y le lanzó el candelabro, el cual impactó contra la cara del mercenario quien no pudo evitar el objeto a tiempo, la muchacha dejó escapar una exclamación de júbilo al ver a Eltrant llevarse una de sus manos a la cara –“Me llevó esto también” – Dijo limpiándose con la manga de su camisa la sangre que emanaba de uno de sus pómulos para levantar a continuación la lámpara del suelo justo antes de abandonar la estancia. –“¡No voy quedarme aquí encerrada toda la vida! ¡Que lo sepas!” – Oyó a la joven gritar a sus espaldas antes de cerrar la puerta.
Eltrant dejó caer los objetos a un lado de la silla y volvió a sentarse, miró la marca del mordisco que tenía en el antebrazo derecho y suspirando cerró los ojos ¿Iba a tener que aguantar un día entero así?.
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Edit: Subrayado.
Última edición por Eltrant Tale el Vie Jun 12 2015, 18:13, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
Bostezó, estaba empezando a anochecer, el criado que le había acompañado hasta a tercera planta aparecía tan pronto como la luz del sol comenzó a apagarse, Eltrant observó al hombre, no mucho mayor que él, encender todas y cada una de las lámparas del pasillo lenta pero metódicamente.
Según su contrato, debía permanecer en la misma posición hasta la tarde del día siguiente, lo cual implicaba quedarse montando guardia toda la noche, algo que no le entusiasmaba, sobre todo ahora que sabía que lo que estaba haciendo era evitar que una joven saliese de su habitación.
El mayordomo desapareció escaleras abajo tras finalizar su cometido, las últimas luces del atardecer desaparecieron por completo, dejándole las recién encendidas lámparas como única fuente de luz.
Miró a la puerta que custodiaba, la joven parecía haberse tranquilizado, la había oído moverse de un lugar a otro durante un rato y arrastrar algún mueble, pero sin sabanas con las que hacer una cuerda dudaba mucho que escapase por la ventana, estaban en un tercer piso al fin y al cabo.
El mayordomo volvió a aparecer, esta vez cargando una fina bandeja de plata en la cual transportaba algo cubierto por una especie de tapa del mismo material que la bandeja. El hombre sonrió al mercenario, quien rápidamente se levantó de la silla y le abrió la puerta, ya que este con ambas manos ocupadas no podía hacerlo por si mismo –“Gracias” – Dijo antes de entrar en la habitación –“Su cena, Lady Evelyn” – Oyó el mercenario decir al criado mientras cerraba la puerta tras él,una vez la entrada a la habitación estuvo cerrada no consiguió oír nada más, balbuceos incomprensibles y alguna que otra carcajada, la chica tenía en alta estima a aquel hombre.
Poco después el hombre volvió a salir de la habitación, este cerró la puerta cuidadosamente y se giró hacia el mercenario –“Fea herida la de la frente” – dijo mientras, sonriendo, le tendía un pequeño pañuelo de color blanco al joven –“Las he tenido peores” – Contestó Eltrant aceptando educadamente el pañuelo, que se colocó en la frente inmediatamente.
La sonrisa del hombre se hizo más amplia cuando el mercenario aceptó la prenda y, acercándose otra de las sillas que descansaban en el pasillo, se sentó junto al guarda de la puerta –“¿Puedo saber su nombre caballero?” – Preguntó una vez sentado junto al mercenario, a Eltrant no le importó, un poco de compañía no le vendría mal, llevaba toda la tarde sin hablar con nadie.
-“Eltrant” – Contestó el muchacho sonriendo a la única persona con la que hablaba desde hacía horas –“Charles” – Se presentó el mayordomo reclinándose sobre la silla –“… Debe usted saber, Eltrant” – Charles comenzó a hablar después de varios incomodos segundos en silencio –“...que Lady Evelyn no esta tan malcriada como la herida de su frente parece indicar, es una buena chica” – Eltrant se miró de nuevo el mordisco que tenía en el brazo –“¿De verdad? Quien lo diría.”- Charles sonrió –“Lady Evelyn nunca ha gozado de plena salud” – Dijo mientras, después de sacar una botella de lo que parecía ser vino de una pequeña bolsa que cargaba consigo, se la tendía al mercenario.
–“Lord Benjamin, temeroso de perder a su única hija ha acabado recluyéndola en su habitación casi de forma permanente, solo sale de ella para conocer a pretendientes, los cuales… juran previamente al señor de la casa que le darán el mismo trato que él” – Eltrant descorchó la botella que le había entregado Charles con el pequeño cuchillo que guardaba dentro de su bota y olisqueó el líquido –“Trágico” – Dijo sin prestar demasiada atención a lo que decía el hombre, después de dar un trago de vino le devolvió la botella al mayordomo–“¿Le cuentas esto a todos los tipos a los que contrata su padre para que la vigilen?” – Preguntó Eltrant arqueando una ceja –“No, señor Eltrant, pero el señor Benjamin tiene enemigos, y no es un secreto que es sobreprotector con su hija, pensé que debería saberlo y… es la primera espada a sueldo que no golpea a Lady Evelyn para hacerla entrar en razón” – Contestó el mayordomo levantándose de su asiento –“Le subiré su cena en cuanto esté lista, pase una buena noche, Eltrant” – El criado le dedicó una última sonrisa y comenzó a andar hacia las escaleras.
Bueno, al menos ahora sabía exactamente cuál era su trabajo, no culpaba a Evelyn por su comportamiento, en realidad él mismo había actuado de forma similar al huir de casa, ansias de ver mundo y conocer algo más que las cuatro paredes del lugar en el que se había criado, aunque por supuesto, en la granja no tenía un sirviente que le servía la comida en una bandeja de plata.
El mercenario, otra vez solo, volvió a tomar uno de sus libros y siguió leyendo por donde lo había dejado, durante ese tiempo Charles volvió con otra bandeja con comida, la cual Eltrant aceptó de buena gana y tras intercambiar impresiones con el criado mientras cenaba este le deseó de nuevo suerte con su cometido, desapareciendo por las mismas escaleras por las que había subido.
Poco después la puerta de la habitación de Evelyn se abría cuidadosamente, el mercenario no apartó la mirada del libro en el cual se encontraba enfrascado, ni siquiera cuando oyó la respiración de la chica junto a la puerta. –“Si pasas del reloj te arrastro de nuevo a tu habitación. ¿No deberías estar ya en la cama?” – Dijo sin dejar de leer, el joven sonrió al oír el suspiró de resignación de la muchacha, que se sentó en la silla en la que había estado el mayordomo minutos atrás –“Puedo ser bastante rápida si me lo propongo” – Eltrant levantó la mirada del libro y observando a la joven, sonrió de nuevo –“Dudo que llegues lejos sin zapatos” – Dijo mirando los pies descalzos de la joven, quien murmuró algo que Eltrant no pudo entender, probablemente algún insulto, y se quedó allí sentada.
Según su contrato, debía permanecer en la misma posición hasta la tarde del día siguiente, lo cual implicaba quedarse montando guardia toda la noche, algo que no le entusiasmaba, sobre todo ahora que sabía que lo que estaba haciendo era evitar que una joven saliese de su habitación.
El mayordomo desapareció escaleras abajo tras finalizar su cometido, las últimas luces del atardecer desaparecieron por completo, dejándole las recién encendidas lámparas como única fuente de luz.
Miró a la puerta que custodiaba, la joven parecía haberse tranquilizado, la había oído moverse de un lugar a otro durante un rato y arrastrar algún mueble, pero sin sabanas con las que hacer una cuerda dudaba mucho que escapase por la ventana, estaban en un tercer piso al fin y al cabo.
El mayordomo volvió a aparecer, esta vez cargando una fina bandeja de plata en la cual transportaba algo cubierto por una especie de tapa del mismo material que la bandeja. El hombre sonrió al mercenario, quien rápidamente se levantó de la silla y le abrió la puerta, ya que este con ambas manos ocupadas no podía hacerlo por si mismo –“Gracias” – Dijo antes de entrar en la habitación –“Su cena, Lady Evelyn” – Oyó el mercenario decir al criado mientras cerraba la puerta tras él,una vez la entrada a la habitación estuvo cerrada no consiguió oír nada más, balbuceos incomprensibles y alguna que otra carcajada, la chica tenía en alta estima a aquel hombre.
Poco después el hombre volvió a salir de la habitación, este cerró la puerta cuidadosamente y se giró hacia el mercenario –“Fea herida la de la frente” – dijo mientras, sonriendo, le tendía un pequeño pañuelo de color blanco al joven –“Las he tenido peores” – Contestó Eltrant aceptando educadamente el pañuelo, que se colocó en la frente inmediatamente.
La sonrisa del hombre se hizo más amplia cuando el mercenario aceptó la prenda y, acercándose otra de las sillas que descansaban en el pasillo, se sentó junto al guarda de la puerta –“¿Puedo saber su nombre caballero?” – Preguntó una vez sentado junto al mercenario, a Eltrant no le importó, un poco de compañía no le vendría mal, llevaba toda la tarde sin hablar con nadie.
-“Eltrant” – Contestó el muchacho sonriendo a la única persona con la que hablaba desde hacía horas –“Charles” – Se presentó el mayordomo reclinándose sobre la silla –“… Debe usted saber, Eltrant” – Charles comenzó a hablar después de varios incomodos segundos en silencio –“...que Lady Evelyn no esta tan malcriada como la herida de su frente parece indicar, es una buena chica” – Eltrant se miró de nuevo el mordisco que tenía en el brazo –“¿De verdad? Quien lo diría.”- Charles sonrió –“Lady Evelyn nunca ha gozado de plena salud” – Dijo mientras, después de sacar una botella de lo que parecía ser vino de una pequeña bolsa que cargaba consigo, se la tendía al mercenario.
–“Lord Benjamin, temeroso de perder a su única hija ha acabado recluyéndola en su habitación casi de forma permanente, solo sale de ella para conocer a pretendientes, los cuales… juran previamente al señor de la casa que le darán el mismo trato que él” – Eltrant descorchó la botella que le había entregado Charles con el pequeño cuchillo que guardaba dentro de su bota y olisqueó el líquido –“Trágico” – Dijo sin prestar demasiada atención a lo que decía el hombre, después de dar un trago de vino le devolvió la botella al mayordomo–“¿Le cuentas esto a todos los tipos a los que contrata su padre para que la vigilen?” – Preguntó Eltrant arqueando una ceja –“No, señor Eltrant, pero el señor Benjamin tiene enemigos, y no es un secreto que es sobreprotector con su hija, pensé que debería saberlo y… es la primera espada a sueldo que no golpea a Lady Evelyn para hacerla entrar en razón” – Contestó el mayordomo levantándose de su asiento –“Le subiré su cena en cuanto esté lista, pase una buena noche, Eltrant” – El criado le dedicó una última sonrisa y comenzó a andar hacia las escaleras.
Bueno, al menos ahora sabía exactamente cuál era su trabajo, no culpaba a Evelyn por su comportamiento, en realidad él mismo había actuado de forma similar al huir de casa, ansias de ver mundo y conocer algo más que las cuatro paredes del lugar en el que se había criado, aunque por supuesto, en la granja no tenía un sirviente que le servía la comida en una bandeja de plata.
El mercenario, otra vez solo, volvió a tomar uno de sus libros y siguió leyendo por donde lo había dejado, durante ese tiempo Charles volvió con otra bandeja con comida, la cual Eltrant aceptó de buena gana y tras intercambiar impresiones con el criado mientras cenaba este le deseó de nuevo suerte con su cometido, desapareciendo por las mismas escaleras por las que había subido.
Poco después la puerta de la habitación de Evelyn se abría cuidadosamente, el mercenario no apartó la mirada del libro en el cual se encontraba enfrascado, ni siquiera cuando oyó la respiración de la chica junto a la puerta. –“Si pasas del reloj te arrastro de nuevo a tu habitación. ¿No deberías estar ya en la cama?” – Dijo sin dejar de leer, el joven sonrió al oír el suspiró de resignación de la muchacha, que se sentó en la silla en la que había estado el mayordomo minutos atrás –“Puedo ser bastante rápida si me lo propongo” – Eltrant levantó la mirada del libro y observando a la joven, sonrió de nuevo –“Dudo que llegues lejos sin zapatos” – Dijo mirando los pies descalzos de la joven, quien murmuró algo que Eltrant no pudo entender, probablemente algún insulto, y se quedó allí sentada.
Eltrant Tale
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El mercenario continuó leyendo como si la persona de la que estuviese a cargo no estuviese a su lado, haciendo caras raras y murmurando. –“¿Te gusta leer?” – Preguntó al cabo de un rato, probablemente aburrida, parecía ser consciente de que si trataba de escapar corriendo por el pasillo al mercenario no le costaría mucho esfuerzo alcanzarla.
Eltrant cerró el libro y la miró –“¿La respuesta conlleva algún golpe con un candelabro por parte de la señorita?” – La adolescente frunció el ceño y se cruzó de brazos –“Para tu información, me llamó Evelyn y fue en defensa propia, deberías saberlo” – Dijo –“… Ya veo” – Contestó el joven, que había vuelto a su libro haciendo caso omiso a las muecas que le hacia la chica.
-“¿Y qué lees que es tan interesante Carcelero?” – Dijo ahora levantándose de su asiento y curioseando el libro del mercenario –“No me llames así...es un libro de… historia, ¿Por qué no te vas a la cama?” – Evelyn sonrió –“Yo tengo muchos de esos…” – Dijo con cierta nostalgia –“¿Has ido a Dundarak? Me gustaría ir a Dundarak algún día.” – Eltrant dejó el libro a un lado y finalmente se giró hacia la muchacha –“Sí, he estado en Dundarak” – Contestó suspirando –“¿Y cómo es? ¿Hay mucha nieve? ¿Hay dragones? Hace poco vez creí ver uno, pero eran ilusiones creadas por brujos del carnaval, me gustaría ir al carnaval, pero se celebra en el puerto y padre dice que el aire del mar es malo para mi salud.”
La muchacha hablaba tan rápido que tuvo que pararse a tomar aire, Eltrant se encogió de hombros, al final iba a resultar que Charles tenía algo de razón, la chiquilla solo quería salir –“Sí, hay mucha nieve, solo hay nieve, diría yo…” – Dijo rememorando los días en los que había viajado con el brujo por la estepa nevada, la muchacha asintió conforme, como si el mercenario acabase de desvelarle una verdad universal –“Y… he coincidido con algún dragón que otro”
Evelyn siguió preguntando sobre lo que hacía, a que se dedicaba y en qué lugares había estado, a lo que Eltrant respondía sinceramente pero sin entrar en muchos detalles. Evelyn era todo lo ingenua que una muchacha que había vivido recluida en su habitación toda su vida podía ser, no tenía por qué saber las atrocidades que hacían los bandidos, o los monstruos que poblaban los bosques. A decir verdad, el mercenario prefería la visión del mundo que tenía la muchacha a la suya propia.
La noche seguía avanzando lentamente y la muchacha pronto empezó a bostezar, Eltrant respiró aliviado, hacia horas se estaba quejando de que se aburría, pero prefería seguir haciéndolo a ser sometido a un interrogatorio como aquel. Entonces un inusual sonido metálico captó la atención del joven, hasta hacía apenas unos minutos lo único audible en aquel corredor, y probablemente en la totalidad de la casa, habían sido las voces de los dos presentes. Eltrant frunció el ceño y miró fijamente las escaleras que, al final del pasillo, conducían a la segunda planta.
Como se temía el mercenario,un individuo que portaba una armadura completa de color negro subió por las escaleras, por la cara que puso Evelyn no había duda alguna de que fuese quien fuese, no era alguien conocido.
-“Entra en tu habitación” – Le dijo Eltrant manteniendo la calma lo mejor que podía a la vez que tomaba su espada, la cual descansaba apoyada a la silla junto a él, y levantándose de su asiento. –“Pero…” – “No repliques, a tu habitación, ahora”
La adolescente asintió y después de mirar al tipo de la armadura del color de la noche entró en el dormitorio, un suave click proveniente de la puerta le hizo saber que la muchacha había cerrado con llave desde dentro. Bien, aquello le facilitaría las cosas.
Eltrant se colocó frente la puerta del dormitorio, aunque el recién llegado no había dicho nada ni había mostrado interés por atacar a los presentes el mercenario sabía que no iba a tardar en hacerlo ¿Porque alguien que portaba una armadura completa iba a estar allí a esas horas de la madrugada si no? La enorme alabarda que portaba aquel sujeto iba a ser difícil de superar para alguien con una espada rota como la suya, pero por otro lado, el arma de aquel tipo era demasiado larga como para ser usada correctamente en un pasillo tan angosto como en el que se encontraban, quizás tuviese una oportunidad, después de todo.
El tipo siguió en silencio, simplemente se paró a una distancia segura y estudió a Eltrant, quien sabia que bajo el yelmo, los ojos de aquel individuo estaban fijos en él, este respiró hondo y tragó saliva, si se acercaba lo suficiente como para evitar la punta de la lanza podría encajar varios golpes sin que este pudiese hacer nada para evitarlos, superar aquella armadura, por otro lado, iba a ser complicado.
Eltrant cerró el libro y la miró –“¿La respuesta conlleva algún golpe con un candelabro por parte de la señorita?” – La adolescente frunció el ceño y se cruzó de brazos –“Para tu información, me llamó Evelyn y fue en defensa propia, deberías saberlo” – Dijo –“… Ya veo” – Contestó el joven, que había vuelto a su libro haciendo caso omiso a las muecas que le hacia la chica.
-“¿Y qué lees que es tan interesante Carcelero?” – Dijo ahora levantándose de su asiento y curioseando el libro del mercenario –“No me llames así...es un libro de… historia, ¿Por qué no te vas a la cama?” – Evelyn sonrió –“Yo tengo muchos de esos…” – Dijo con cierta nostalgia –“¿Has ido a Dundarak? Me gustaría ir a Dundarak algún día.” – Eltrant dejó el libro a un lado y finalmente se giró hacia la muchacha –“Sí, he estado en Dundarak” – Contestó suspirando –“¿Y cómo es? ¿Hay mucha nieve? ¿Hay dragones? Hace poco vez creí ver uno, pero eran ilusiones creadas por brujos del carnaval, me gustaría ir al carnaval, pero se celebra en el puerto y padre dice que el aire del mar es malo para mi salud.”
La muchacha hablaba tan rápido que tuvo que pararse a tomar aire, Eltrant se encogió de hombros, al final iba a resultar que Charles tenía algo de razón, la chiquilla solo quería salir –“Sí, hay mucha nieve, solo hay nieve, diría yo…” – Dijo rememorando los días en los que había viajado con el brujo por la estepa nevada, la muchacha asintió conforme, como si el mercenario acabase de desvelarle una verdad universal –“Y… he coincidido con algún dragón que otro”
Evelyn siguió preguntando sobre lo que hacía, a que se dedicaba y en qué lugares había estado, a lo que Eltrant respondía sinceramente pero sin entrar en muchos detalles. Evelyn era todo lo ingenua que una muchacha que había vivido recluida en su habitación toda su vida podía ser, no tenía por qué saber las atrocidades que hacían los bandidos, o los monstruos que poblaban los bosques. A decir verdad, el mercenario prefería la visión del mundo que tenía la muchacha a la suya propia.
La noche seguía avanzando lentamente y la muchacha pronto empezó a bostezar, Eltrant respiró aliviado, hacia horas se estaba quejando de que se aburría, pero prefería seguir haciéndolo a ser sometido a un interrogatorio como aquel. Entonces un inusual sonido metálico captó la atención del joven, hasta hacía apenas unos minutos lo único audible en aquel corredor, y probablemente en la totalidad de la casa, habían sido las voces de los dos presentes. Eltrant frunció el ceño y miró fijamente las escaleras que, al final del pasillo, conducían a la segunda planta.
Como se temía el mercenario,un individuo que portaba una armadura completa de color negro subió por las escaleras, por la cara que puso Evelyn no había duda alguna de que fuese quien fuese, no era alguien conocido.
-“Entra en tu habitación” – Le dijo Eltrant manteniendo la calma lo mejor que podía a la vez que tomaba su espada, la cual descansaba apoyada a la silla junto a él, y levantándose de su asiento. –“Pero…” – “No repliques, a tu habitación, ahora”
La adolescente asintió y después de mirar al tipo de la armadura del color de la noche entró en el dormitorio, un suave click proveniente de la puerta le hizo saber que la muchacha había cerrado con llave desde dentro. Bien, aquello le facilitaría las cosas.
Eltrant se colocó frente la puerta del dormitorio, aunque el recién llegado no había dicho nada ni había mostrado interés por atacar a los presentes el mercenario sabía que no iba a tardar en hacerlo ¿Porque alguien que portaba una armadura completa iba a estar allí a esas horas de la madrugada si no? La enorme alabarda que portaba aquel sujeto iba a ser difícil de superar para alguien con una espada rota como la suya, pero por otro lado, el arma de aquel tipo era demasiado larga como para ser usada correctamente en un pasillo tan angosto como en el que se encontraban, quizás tuviese una oportunidad, después de todo.
El tipo siguió en silencio, simplemente se paró a una distancia segura y estudió a Eltrant, quien sabia que bajo el yelmo, los ojos de aquel individuo estaban fijos en él, este respiró hondo y tragó saliva, si se acercaba lo suficiente como para evitar la punta de la lanza podría encajar varios golpes sin que este pudiese hacer nada para evitarlos, superar aquella armadura, por otro lado, iba a ser complicado.
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
Con un gritó el tipo la armadura desveló sus intenciones y por el tono de voz que era un hombre.
Armado con la enorme pica se abalanzó contra el mercenario tratando de empalarle, Eltrant se apartó de la trayectoria del arma dando un salto hacia atrás, alejándose del alcance de la misma y chocando de paso contra la puerta de la habitación de Evelyn, sin embargo, la distancia que había conseguido ganar entre él y su adversario duró poco, pues el hombre solo tuvo que dar un par de pasos para tener a Eltrant dentro del alcance de su arma de nuevo. –“Maravilloso” – Dijo Eltrant entre dientes para justo después tener que agacharse para evitar el corte horizontal que iba en dirección a su cuello, cosa que casi no consigue.
Al menos tenía la velocidad de su parte, una vez evitado un ataque su oponente tardaba hasta varios segundos en enlazar un segundo, aprovechando esto empezó a correr hacia él en cuanto hubo evitado la hoja de la alabarda, era irónico que cuanto más cerca estuviese de su rival menos probabilidades de recibir una herida iba a tener.
Deslizó la hoja por el mástil de la alabarda mientras corría en dirección a su atacante para evitar recibir un impacto con ella, una vez estuvo frente él descerrajó un golpe con todas sus fuerzas sonriendo, un sonoro “clanck” seguido de una leve carcajada del hombre le indicó que no solo no le había hecho nada, sino que aquella armadura no era de las que costaban diez aeros.
Eltrant apretó los dientes esperándose el contraataque del sujeto, que no fue sino un fuerte derechazo en la cara, el cual se vio cuantiosamente acrecentado a causa del guantelete que vestía, cayendo de espaldas sobre la alfombra roja que recorría el pasillo de una punta a otra el mercenario se llevó una de sus manos a la cara dolorido, mientras que su oponente retrocedía un par de pasos para colocarse en una distancia optima desde la cual rematarle.
Sin tiempo para pensar nada mejor, Eltrant interpuso su hoja entre su cara y la alabarda, de modo que, debido a la fuerza del golpe lo que quedaba de la espada del mercenario se volvió a fragmentar, haciendo que la parte rota del arma volase por la habitación, la cual acabó encajada en el reloj de pared. Esto le dio el tiempo suficiente al mercenario para desviar el arma de su enemigo con lo que quedaba de la suya, la lanza acabó alojada en la madera del suelo a escasos centímetros de su cabeza, Eltrant rodó hacia un lado y se levantó rápidamente.
Ahora armado con una empuñadura que poseía una hoja de menos de diez centímetros, agarró el arma de la misma forma que había visto a Demian sujetar sus puñales, y volvió a atacar a su enemigo, el cual se encontraba demasiado ocupado tirando hacia si para extraer la alabarda del suelo.
El hombre de la armadura consiguió extraer la hoja del suelo justo cuando el mercenario se encontraba a de nuevo frente a él, este dirigió lo que quedaba de su espada hacía la apertura que tenía entre el peto y el yelmo, pero aquel golpe, fácil de leer, fue cómodamente contrarrestado cuando el soldado colocó su antebrazo en el recorrido del arma de Eltrant, que con otro fuerte sonido metálico y un par de chispas, la hoja del muchacho se deslizó por todo el antebrazo del atacante, desviando la estocada, que solo dejó una gruesa línea en el guantelete del tipo de la armadura.
Eltrant frunció el ceño y tragó saliva anticipando el golpe cuando vio que, debido a la proximidad con su rival, este decidió usar el palo de la lanza, hecho de metal, para apartarlo de su camino, el joven recibió el golpe a la altura de las costillas y se desplomó contra uno de los cuadros que permanecían colgados en los laterales del corredor.
Dolorido Eltrant se arrastró para evitar un segundo ataque, aquel golpe debía de haberle roto una costilla, mínimo. Aupándose gracias a una de las lámparas que estaban firmemente ancladas a la pared el mercenario volvió a levantarse una vez más, con el tiempo justo para esquivar otro lanzazo que cortó la vela de la lámpara por la mitad.
-“Si que eres persistente muchacho” – Dijo el hombre después de arrancar la alabarda de la pared. Eltrant no contestó, simplemente retrocedió varios pasos jadeando, manteniéndose fuera del alcance de la alabarda, hasta que estuvo otra vez frente a la puerta del dormitorio.
Podía ver como el usuario de la armadura se carcajeaba de él bajo el grueso yelmo, si quería entrar a aquella habitación no iba a permitírselo, se limpió la sangre que manaba de su nariz con la manga de su camisa y preparó la pequeña espada para otro asalto.
-“Caballero, debo recordarle que se encuentra frente a la habitación de una dama.” – Eltrant percibió una voz conocida tras el atacante –“Me temo que debo pedirle, no, exigirle más bien, que deponga su actitud de inmediato… de lo contrario me asegurare de que lo haga” - Eltrant observó cómo, tras el tipo enfundado en la armadura, Charles se remangaba lentamente la camisa, el atacante dejó escapar una ligera risa y se giró hacia el mayordomo –“No me hagas reír, si ni siquiera vas armado” – Charles frunció el ceño –“Que así sea”
El criado alzó los brazos en dirección al hombre de la armadura negra, en aquel momento el corredor fue, en primera instancia, inundado por una luz blanca brillante de la cual Eltrant se tuvo que proteger con sus manos, justo después un torrente de rayos emergió de las manos del mayordomo, los cuales impactaron en su totalidad contra el pecho del tipo quien, dejando escapar el grito de dolor más angustioso que Eltrant había oído hasta la fecha, voló por los aires y, a punto de caer encima del mercenario, atravesó la puerta del dormitorio de la joven.
Eltrant se asomó por el agujero que hacía unos instantes había sido la puerta de la habitación de Evelyn, para encontrarse a la muchacha agazapada en un rincón armada con el candelabro que el mercenario se había asegurado de quitarle antes y al tipo de la armadura negra tumbado en el centro de la habitación, inerte, Eltrant palideció un poco al ver como los orificios de la armadura de aquel tipo exhalaban una ligera voluta de humo.
Una mano se posó en su hombro –“Buen trabajo, señor Eltrant, Lord Benjamin ha acertado al contratarle” – Dijo entrando en la habitación y pasando sobre el cadáver del asaltante –“Me temo que esto no es un caso aislado, Eltrant, debo pedirle que siga protegiendo a Lady Evelyn, iré a comprobar el estado de Lord Benjamin” – Dijo ayudando a la adolescente, que no había dicho palabra alguna y seguía aferrada al candelabro sin dejar de mirar el hombre que yacía en mitad de su dormitorio, a levantarse. –“¿Se encuentra bien Lady Evelyn?” – Preguntó Charles afectuosamente, la joven esbozó el fantasma de una sonrisa y asintió a punto de llorar.
Eltrant se enterneció un poco por la chica, cualquiera en su lugar estaría llorando desconsoladamente, ella en cambio se giró hacia el mercenario –“Carcelero…” – Dijo con un hilo de voz –“En la segunda plan…” – Tomó aire antes de continuar hablando - “… Planta hay una habitación que padre diseñó para situaciones como esta, escólteme hasta ella, por favor” – El mayordomo asintió ante la petición de la joven –“Debo decirle que hay más sujetos como ese sueltos por la mansión” – Aclaró Charles –“... Y aunque he comprobado que es capaz de mantener a uno de ellos a raya en combate singular, me temo que debo pedirle que no lo haga mientras este con Lady Evelyn, mantenla a salvo, Eltrant” – El sirviente se giró hacia la joven y la abrazó –“Debó ir a comprobar el estado de su padre, manténgase en todo momento cerca del señor Eltrant” – Le sonrió y volvió a mirar al mercenario –“Tenga cuidado” – Dijo antes de salir de la habitación en busca del señor de la casa.
Eltrant aún perplejo por todo lo que acababa de suceder envainó lo que quedaba de su espada y desató la que el muerto tenia atada al cinto, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], se la ató al cinto junto a la suya y se giró hacia la muchacha –“Iré delante, indícame el camino”
Armado con la enorme pica se abalanzó contra el mercenario tratando de empalarle, Eltrant se apartó de la trayectoria del arma dando un salto hacia atrás, alejándose del alcance de la misma y chocando de paso contra la puerta de la habitación de Evelyn, sin embargo, la distancia que había conseguido ganar entre él y su adversario duró poco, pues el hombre solo tuvo que dar un par de pasos para tener a Eltrant dentro del alcance de su arma de nuevo. –“Maravilloso” – Dijo Eltrant entre dientes para justo después tener que agacharse para evitar el corte horizontal que iba en dirección a su cuello, cosa que casi no consigue.
Al menos tenía la velocidad de su parte, una vez evitado un ataque su oponente tardaba hasta varios segundos en enlazar un segundo, aprovechando esto empezó a correr hacia él en cuanto hubo evitado la hoja de la alabarda, era irónico que cuanto más cerca estuviese de su rival menos probabilidades de recibir una herida iba a tener.
Deslizó la hoja por el mástil de la alabarda mientras corría en dirección a su atacante para evitar recibir un impacto con ella, una vez estuvo frente él descerrajó un golpe con todas sus fuerzas sonriendo, un sonoro “clanck” seguido de una leve carcajada del hombre le indicó que no solo no le había hecho nada, sino que aquella armadura no era de las que costaban diez aeros.
Eltrant apretó los dientes esperándose el contraataque del sujeto, que no fue sino un fuerte derechazo en la cara, el cual se vio cuantiosamente acrecentado a causa del guantelete que vestía, cayendo de espaldas sobre la alfombra roja que recorría el pasillo de una punta a otra el mercenario se llevó una de sus manos a la cara dolorido, mientras que su oponente retrocedía un par de pasos para colocarse en una distancia optima desde la cual rematarle.
Sin tiempo para pensar nada mejor, Eltrant interpuso su hoja entre su cara y la alabarda, de modo que, debido a la fuerza del golpe lo que quedaba de la espada del mercenario se volvió a fragmentar, haciendo que la parte rota del arma volase por la habitación, la cual acabó encajada en el reloj de pared. Esto le dio el tiempo suficiente al mercenario para desviar el arma de su enemigo con lo que quedaba de la suya, la lanza acabó alojada en la madera del suelo a escasos centímetros de su cabeza, Eltrant rodó hacia un lado y se levantó rápidamente.
Ahora armado con una empuñadura que poseía una hoja de menos de diez centímetros, agarró el arma de la misma forma que había visto a Demian sujetar sus puñales, y volvió a atacar a su enemigo, el cual se encontraba demasiado ocupado tirando hacia si para extraer la alabarda del suelo.
El hombre de la armadura consiguió extraer la hoja del suelo justo cuando el mercenario se encontraba a de nuevo frente a él, este dirigió lo que quedaba de su espada hacía la apertura que tenía entre el peto y el yelmo, pero aquel golpe, fácil de leer, fue cómodamente contrarrestado cuando el soldado colocó su antebrazo en el recorrido del arma de Eltrant, que con otro fuerte sonido metálico y un par de chispas, la hoja del muchacho se deslizó por todo el antebrazo del atacante, desviando la estocada, que solo dejó una gruesa línea en el guantelete del tipo de la armadura.
Eltrant frunció el ceño y tragó saliva anticipando el golpe cuando vio que, debido a la proximidad con su rival, este decidió usar el palo de la lanza, hecho de metal, para apartarlo de su camino, el joven recibió el golpe a la altura de las costillas y se desplomó contra uno de los cuadros que permanecían colgados en los laterales del corredor.
Dolorido Eltrant se arrastró para evitar un segundo ataque, aquel golpe debía de haberle roto una costilla, mínimo. Aupándose gracias a una de las lámparas que estaban firmemente ancladas a la pared el mercenario volvió a levantarse una vez más, con el tiempo justo para esquivar otro lanzazo que cortó la vela de la lámpara por la mitad.
-“Si que eres persistente muchacho” – Dijo el hombre después de arrancar la alabarda de la pared. Eltrant no contestó, simplemente retrocedió varios pasos jadeando, manteniéndose fuera del alcance de la alabarda, hasta que estuvo otra vez frente a la puerta del dormitorio.
Podía ver como el usuario de la armadura se carcajeaba de él bajo el grueso yelmo, si quería entrar a aquella habitación no iba a permitírselo, se limpió la sangre que manaba de su nariz con la manga de su camisa y preparó la pequeña espada para otro asalto.
-“Caballero, debo recordarle que se encuentra frente a la habitación de una dama.” – Eltrant percibió una voz conocida tras el atacante –“Me temo que debo pedirle, no, exigirle más bien, que deponga su actitud de inmediato… de lo contrario me asegurare de que lo haga” - Eltrant observó cómo, tras el tipo enfundado en la armadura, Charles se remangaba lentamente la camisa, el atacante dejó escapar una ligera risa y se giró hacia el mayordomo –“No me hagas reír, si ni siquiera vas armado” – Charles frunció el ceño –“Que así sea”
El criado alzó los brazos en dirección al hombre de la armadura negra, en aquel momento el corredor fue, en primera instancia, inundado por una luz blanca brillante de la cual Eltrant se tuvo que proteger con sus manos, justo después un torrente de rayos emergió de las manos del mayordomo, los cuales impactaron en su totalidad contra el pecho del tipo quien, dejando escapar el grito de dolor más angustioso que Eltrant había oído hasta la fecha, voló por los aires y, a punto de caer encima del mercenario, atravesó la puerta del dormitorio de la joven.
Eltrant se asomó por el agujero que hacía unos instantes había sido la puerta de la habitación de Evelyn, para encontrarse a la muchacha agazapada en un rincón armada con el candelabro que el mercenario se había asegurado de quitarle antes y al tipo de la armadura negra tumbado en el centro de la habitación, inerte, Eltrant palideció un poco al ver como los orificios de la armadura de aquel tipo exhalaban una ligera voluta de humo.
Una mano se posó en su hombro –“Buen trabajo, señor Eltrant, Lord Benjamin ha acertado al contratarle” – Dijo entrando en la habitación y pasando sobre el cadáver del asaltante –“Me temo que esto no es un caso aislado, Eltrant, debo pedirle que siga protegiendo a Lady Evelyn, iré a comprobar el estado de Lord Benjamin” – Dijo ayudando a la adolescente, que no había dicho palabra alguna y seguía aferrada al candelabro sin dejar de mirar el hombre que yacía en mitad de su dormitorio, a levantarse. –“¿Se encuentra bien Lady Evelyn?” – Preguntó Charles afectuosamente, la joven esbozó el fantasma de una sonrisa y asintió a punto de llorar.
Eltrant se enterneció un poco por la chica, cualquiera en su lugar estaría llorando desconsoladamente, ella en cambio se giró hacia el mercenario –“Carcelero…” – Dijo con un hilo de voz –“En la segunda plan…” – Tomó aire antes de continuar hablando - “… Planta hay una habitación que padre diseñó para situaciones como esta, escólteme hasta ella, por favor” – El mayordomo asintió ante la petición de la joven –“Debo decirle que hay más sujetos como ese sueltos por la mansión” – Aclaró Charles –“... Y aunque he comprobado que es capaz de mantener a uno de ellos a raya en combate singular, me temo que debo pedirle que no lo haga mientras este con Lady Evelyn, mantenla a salvo, Eltrant” – El sirviente se giró hacia la joven y la abrazó –“Debó ir a comprobar el estado de su padre, manténgase en todo momento cerca del señor Eltrant” – Le sonrió y volvió a mirar al mercenario –“Tenga cuidado” – Dijo antes de salir de la habitación en busca del señor de la casa.
Eltrant aún perplejo por todo lo que acababa de suceder envainó lo que quedaba de su espada y desató la que el muerto tenia atada al cinto, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], se la ató al cinto junto a la suya y se giró hacia la muchacha –“Iré delante, indícame el camino”
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
Tan pronto como la joven se hubo preparado para lo que le esperaba y a su vez, se hubo recorrido mentalmente el camino que tenían que tomar para llegar hasta donde querían, salieron del dormitorio.
El corredor que conducía hasta las escaleras que descendían hasta la segunda planta se encontraba completamente vacío, lo cual era de agradecer, en aquel angosto pasillo no había donde esconderse y pelear en un sitio tan estrecho con Everlyn tras él solo podía acabar mal.
Según había dicho la adolescente tenían que llegar hasta la biblioteca, donde oculta tras una de las estanterías, se hallaba la habitación secreta que habían mencionado ella y Charles anteriormente, Evelyn no dejaba de repetir que el camino no era largo, como una especie de lema para tratar de auto convencerse de que todo iba a salir bien, a Eltrant le hubiese gustado decirle algo para animarla, pero simplemente no encontraba las palabras adecuadas.
Antes de abandonar el pasillo de la tercera planta, Eltrant, haciendo uso de su capa para no cortarse las manos, recuperó el resto de la hoja de su espada, la cual seguía clavada en mitad del reloj de pared, después varios intentos consiguió extraerla, y una vez con la hoja oxidada en su poder la guardó junto a la empuñadura a la que había pertenecido aquel trozo de metal.
-“Vamos” – Le dijo a la chica avanzando hacia las escaleras a paso ligero, la joven asintió y le siguió de cerca, la moqueta roja del suelo se encargaba de amortiguar los pasos del joven y de la muchacha, aun cuando iban prácticamente corriendo.
Una vez en las escaleras, Eltrant desenvainó la espada que acababa de adquirir y descendió lentamente tratando de hacer el menos ruido posible, una vez abajo y cuando comprobó que no había nadie cerca, llamó a Evelyn, quien bajó en el mismo instante en el que el joven la llamó.
-“¿Hacia dónde?” – Preguntó, la mansión era enorme y a partir de allí había varias bifurcaciones las cuales, a ojos del mercenario, eran exactamente idénticas unas de otras. La chica repasó el lugar con la mirada y señaló el pasillo de la izquierda –“Por ahí” – Susurró.
Eltrant asintió y siguió en cabeza –“No te alejes de mí” – Dijo mientras se internaba en el pasillo.
Los sujetos que estaban asaltando la mansión no parecían estar conformes con simplemente secuestrar a los dueños del edificio, el nivel de destrucción del lugar era digno de mención, cuadros rotos, mesas destrozadas, incluso los cadáveres de varios de los criados de la mansión que los atacantes no consideraron como esenciales. Eltrant trató por todos los medios evitar que la joven vislumbrara los cuerpos de las personas que, hasta donde sabía, velaban por su bienestar, consiguiéndolo en mayor medida, aunque eso le obligó a dar algunos rodeos por los laberinticos pasillos de la mansión.
Poco a poco se acercaban hasta su destino, y por suerte los únicos encontronazos que habían tenido los habían superado quedándose totalmente quietos, ocultándose en alguna de las muchas habitaciones, y aguardando a que el intruso que se encontraba cerca decidiese que la zona estaba despejada.
Después de que aquellos encuentros con los agresores se sucedieran, los cuales superaron repitiendo una y otra vez el mismo procedimiento, Eltrant percibió de qué se trataban de una organización fuertemente militarizada, mercenarios como el mismo probablemente.
Por cómo se hablaban entre ellos tenían un estricto sistema de rangos y de especializaciones, no todos portaban pesadas armaduras y alabardas, algunos vestían sencillos ropajes como los suyos propios y en algunos casos vislumbró lo que parecían ser elaboradas túnicas repletas de símbolos. Lo único que tenían en común entre ellos era que vestían el negro, sin excepción.
Sin pararse a pelear con ninguno de los soldados que se cruzaron en su camino, el mercenario siguió fielmente las instrucciones que les daba la muchacha, quien tras él, respiraba agitadamente mientras avanzaban lentamente a través de la mansión –“Creía que habías dicho que estaba cerca” – Susurró el mercenario mientras esperaban a que uno de los soldados abandonase el pasillo por el que tenían que continuar –“Sí está cerca, pero has tomado demasiados rodeos” – Eltrant suspiró y volvió a asomarse cuidadosamente al pasillo al que estaban a punto de entrar, el soldado de negro se había marchado, haciéndole unas señas a Evelyn continuaron con la marcha.
-“Carcelero…” – Oyó a la joven llamarle, Eltrant se giró para descubrir que se había quedado bastante rezagada, con la cabeza baja mirando al suelo.
El joven retrocedió hasta donde estaba la adolescente –“¿Ocurre algo?” – Preguntó mirando alrededor nervioso, no podían estarse mucho tiempo allí, tenían que continuar. Evelyn señaló el suelo como toda respuesta, dónde miles de pequeños trozos de cristal, anteriormente parte de una gran vitrina en la que había expuesta una bella armadura dorada, yacían desperdigados sobre la moqueta de color rojo. -“Entiendo” – Dijo Eltrant mirando los pies descalzos de la joven, los cuales estaban ya parcialmente ennegrecidos por la pequeña caminata por toda la casa. El joven tomó a la joven y se la cargó a la espalda, quien susurró un tímido “gracias”.
Pronto, los confusos pasillos de la mansión acabaron y se encontraron en una estancia un poco más grande, una especie de antesala que conducía a la biblioteca, la cual según le había dicho Evelyn estaba justo delante.
Frente a la puerta de la biblioteca, un individuo, o eso pensó Eltrant en un principio, miraba fijamente la entrada del lugar al que pretendían entrar. El muchacho frunció el ceño y desenvainó lentamente la espada que acababa de adquirir, la cual se había obligado a guardar de nuevo para cargar a la joven, el susurro del metal acariciando la vaina fue apenas audible, con aquel tipo frente ellos no podrían entrar, tenía que acabar con él sigilosamente.
Eltrant, agachado, se dirigió hacia el único obstáculo que quedaba entre ellos y la habitación secreta, fue entonces cuando sin previo aviso, la cabeza del sujeto al que estaba a punto de atacar por la espada giró totalmente, ciento ochenta grados, y le miró fijamente con unos ojos inexpresivos que hicieron que un escalofrío recorriese al muchacho hasta lo más profundo se su ser. Después de la cabeza, siguió el cuerpo, sin moverse de donde estaba giró completamente, encarando al mercenario, quien ya se había levantado, sabía lo que era aquella cosa, Lunargenta estaba repleta de ellas.
-“Unidad Bio-Cibernética uno uno cero: Compañía de la noche, código: “Martillo”, hostiles detectados.” – Eltrant preparó su espada. ¿Un Bio-Cibérnetico? ...pero aquel era extraño, los que conocía tenían algo similar a una personalidad, eran amables y parecían humanos, aquel era un autómata, una carcasa vacía – “Protocolo de ataque: mortal, denegado, contactar fabricante. Protocolo de ataque dos punto cero: No letal, Inutilizar extremidades, activado”
El robot alzó su brazo derecho el cual, después de chasquear repetidamente y dejar escapar una gran cantidad de vapor se convirtió en un trozo de metal afilado - "Entablando combate" - Una vez con aquella espada apuntó hacia donde se encontraba el mercenario, quien frunció el ceño. –“Evelyn, detrás de mí” – Ordenó.
El corredor que conducía hasta las escaleras que descendían hasta la segunda planta se encontraba completamente vacío, lo cual era de agradecer, en aquel angosto pasillo no había donde esconderse y pelear en un sitio tan estrecho con Everlyn tras él solo podía acabar mal.
Según había dicho la adolescente tenían que llegar hasta la biblioteca, donde oculta tras una de las estanterías, se hallaba la habitación secreta que habían mencionado ella y Charles anteriormente, Evelyn no dejaba de repetir que el camino no era largo, como una especie de lema para tratar de auto convencerse de que todo iba a salir bien, a Eltrant le hubiese gustado decirle algo para animarla, pero simplemente no encontraba las palabras adecuadas.
Antes de abandonar el pasillo de la tercera planta, Eltrant, haciendo uso de su capa para no cortarse las manos, recuperó el resto de la hoja de su espada, la cual seguía clavada en mitad del reloj de pared, después varios intentos consiguió extraerla, y una vez con la hoja oxidada en su poder la guardó junto a la empuñadura a la que había pertenecido aquel trozo de metal.
-“Vamos” – Le dijo a la chica avanzando hacia las escaleras a paso ligero, la joven asintió y le siguió de cerca, la moqueta roja del suelo se encargaba de amortiguar los pasos del joven y de la muchacha, aun cuando iban prácticamente corriendo.
Una vez en las escaleras, Eltrant desenvainó la espada que acababa de adquirir y descendió lentamente tratando de hacer el menos ruido posible, una vez abajo y cuando comprobó que no había nadie cerca, llamó a Evelyn, quien bajó en el mismo instante en el que el joven la llamó.
-“¿Hacia dónde?” – Preguntó, la mansión era enorme y a partir de allí había varias bifurcaciones las cuales, a ojos del mercenario, eran exactamente idénticas unas de otras. La chica repasó el lugar con la mirada y señaló el pasillo de la izquierda –“Por ahí” – Susurró.
Eltrant asintió y siguió en cabeza –“No te alejes de mí” – Dijo mientras se internaba en el pasillo.
Los sujetos que estaban asaltando la mansión no parecían estar conformes con simplemente secuestrar a los dueños del edificio, el nivel de destrucción del lugar era digno de mención, cuadros rotos, mesas destrozadas, incluso los cadáveres de varios de los criados de la mansión que los atacantes no consideraron como esenciales. Eltrant trató por todos los medios evitar que la joven vislumbrara los cuerpos de las personas que, hasta donde sabía, velaban por su bienestar, consiguiéndolo en mayor medida, aunque eso le obligó a dar algunos rodeos por los laberinticos pasillos de la mansión.
Poco a poco se acercaban hasta su destino, y por suerte los únicos encontronazos que habían tenido los habían superado quedándose totalmente quietos, ocultándose en alguna de las muchas habitaciones, y aguardando a que el intruso que se encontraba cerca decidiese que la zona estaba despejada.
Después de que aquellos encuentros con los agresores se sucedieran, los cuales superaron repitiendo una y otra vez el mismo procedimiento, Eltrant percibió de qué se trataban de una organización fuertemente militarizada, mercenarios como el mismo probablemente.
Por cómo se hablaban entre ellos tenían un estricto sistema de rangos y de especializaciones, no todos portaban pesadas armaduras y alabardas, algunos vestían sencillos ropajes como los suyos propios y en algunos casos vislumbró lo que parecían ser elaboradas túnicas repletas de símbolos. Lo único que tenían en común entre ellos era que vestían el negro, sin excepción.
Sin pararse a pelear con ninguno de los soldados que se cruzaron en su camino, el mercenario siguió fielmente las instrucciones que les daba la muchacha, quien tras él, respiraba agitadamente mientras avanzaban lentamente a través de la mansión –“Creía que habías dicho que estaba cerca” – Susurró el mercenario mientras esperaban a que uno de los soldados abandonase el pasillo por el que tenían que continuar –“Sí está cerca, pero has tomado demasiados rodeos” – Eltrant suspiró y volvió a asomarse cuidadosamente al pasillo al que estaban a punto de entrar, el soldado de negro se había marchado, haciéndole unas señas a Evelyn continuaron con la marcha.
-“Carcelero…” – Oyó a la joven llamarle, Eltrant se giró para descubrir que se había quedado bastante rezagada, con la cabeza baja mirando al suelo.
El joven retrocedió hasta donde estaba la adolescente –“¿Ocurre algo?” – Preguntó mirando alrededor nervioso, no podían estarse mucho tiempo allí, tenían que continuar. Evelyn señaló el suelo como toda respuesta, dónde miles de pequeños trozos de cristal, anteriormente parte de una gran vitrina en la que había expuesta una bella armadura dorada, yacían desperdigados sobre la moqueta de color rojo. -“Entiendo” – Dijo Eltrant mirando los pies descalzos de la joven, los cuales estaban ya parcialmente ennegrecidos por la pequeña caminata por toda la casa. El joven tomó a la joven y se la cargó a la espalda, quien susurró un tímido “gracias”.
Pronto, los confusos pasillos de la mansión acabaron y se encontraron en una estancia un poco más grande, una especie de antesala que conducía a la biblioteca, la cual según le había dicho Evelyn estaba justo delante.
Frente a la puerta de la biblioteca, un individuo, o eso pensó Eltrant en un principio, miraba fijamente la entrada del lugar al que pretendían entrar. El muchacho frunció el ceño y desenvainó lentamente la espada que acababa de adquirir, la cual se había obligado a guardar de nuevo para cargar a la joven, el susurro del metal acariciando la vaina fue apenas audible, con aquel tipo frente ellos no podrían entrar, tenía que acabar con él sigilosamente.
Eltrant, agachado, se dirigió hacia el único obstáculo que quedaba entre ellos y la habitación secreta, fue entonces cuando sin previo aviso, la cabeza del sujeto al que estaba a punto de atacar por la espada giró totalmente, ciento ochenta grados, y le miró fijamente con unos ojos inexpresivos que hicieron que un escalofrío recorriese al muchacho hasta lo más profundo se su ser. Después de la cabeza, siguió el cuerpo, sin moverse de donde estaba giró completamente, encarando al mercenario, quien ya se había levantado, sabía lo que era aquella cosa, Lunargenta estaba repleta de ellas.
-“Unidad Bio-Cibernética uno uno cero: Compañía de la noche, código: “Martillo”, hostiles detectados.” – Eltrant preparó su espada. ¿Un Bio-Cibérnetico? ...pero aquel era extraño, los que conocía tenían algo similar a una personalidad, eran amables y parecían humanos, aquel era un autómata, una carcasa vacía – “Protocolo de ataque: mortal, denegado, contactar fabricante. Protocolo de ataque dos punto cero: No letal, Inutilizar extremidades, activado”
El robot alzó su brazo derecho el cual, después de chasquear repetidamente y dejar escapar una gran cantidad de vapor se convirtió en un trozo de metal afilado - "Entablando combate" - Una vez con aquella espada apuntó hacia donde se encontraba el mercenario, quien frunció el ceño. –“Evelyn, detrás de mí” – Ordenó.
Eltrant Tale
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
El cibernético era rápido, aun poseyendo un duro armazón de metal como cuerpo lo tuvo encima en menos de una fracción de segundo, Eltrant consiguió detener el primer impacto a duras penas, ambas hojas chocaron y durante un segundo el tiempo pareció detenerse, Eltrant miró los ojos inexpresivos del robot, no mostraban furia, miedo o, en general, algún tipo de emoción, el autómata simplemente estaba cumpliendo su cometido, sin remordimientos, aunque en aquel momento fuese dejar inmóvil al mercenario y llevarse consigo a la chica.
Sin perder un instante y con la misma intensidad que antes el robot atacó de nuevo. El mercenario retrocedió un par de pasos para salir del rango del cibernético, evitando que la hoja le cercenara uno de sus brazos, Evelyn por su parte se había apartado del lugar en el que el hombre y el robot intercambiaban golpes, ocultándose tras una de las numerosas columnas que poblaban el lugar.
El mercenario se concentró en los movimientos de su espada mientras, en un vano esfuerzo por mantener la posición bloqueaba los ataques de aquella cosa uno tras otro, al menos la espada nueva aguantaba el tipo, pero le estaba siendo cada vez más difícil no retroceder, el robot no iba a cansarse, tenía que atacar, normalmente ganaba a sus adversarios a base de soportar golpes, si quería entrar en la biblioteca con todos sus brazos, iba a tener que tomar la iniciativa.
Cuando consiguió desviar el último de los golpes pasó a la ofensiva, atacó con todas sus fuerzas, obligando a su enemigo a retroceder.
A lo largo de los años había oído decir, en tabernas y posadas, que uno solo logra dominar el arte de la esgrima cuando la espada se convierte en una prolongación de su propio brazo, si estaba seguro de algo en aquel momento era que lo que tenía en la mano estaba muy lejos de ser algo parecido, pero incluso así logró acertar algún que otro golpe, por desgracia, lo único consiguió fue arañar la dura coraza de metal que cubría al androide, nada grave.
Pero eso no le hizo desistir, siguió golpeado, una y otra vez, en el centro de la sala el hombre y la maquina bailaban un extraño vals que solo finalizaría cuando uno de los dos se desconcentrase, solo necesitaba un segundo, una apertura en la defensa ferra del cibernético para acabar con él. Pero esa apertura no llegaba.
Eltrant tragó saliva y, jadeando, miró al robot frente a él, como de costumbre el brazo derecho le empezó a temblar –“Que oportuno…” - aquella cosa ni siquiera quería matarlo, no podía, su objetivo cortarles los brazos y las piernas, no era un destino mucho mejor que la muerte, pero alguna ventaja tenía que sacar aquello.
Respirando entrecortadamente se preparó para una nueva embestida de la máquina, la cual no tardó mucho en llegar, cuando ambas espadas chocaron de nuevo retrocedió un par de pasos debido a la fuerza del impacto, aguantando la hoja del robot a escasos centímetros de su cuerpo Eltrant forcejeó con su rival durante varios segundos, hasta que, contra todo pronóstico el cibernético alzó el brazo izquierdo, el cual no era sino una simple mano de metal, y sin previo aviso se la clavó en el hombro.
Eltrant miró atónito como la punta de los dedos de la maquina perforaba la piel y la carne de su hombro izquierdo con una facilidad insultante, no había pensado en aquello ¿Por qué no lo había hecho? Probablemente porque un rival normal y corriente no es capaz de atravesarte el brazo con una mano. Escuchó a Evelyn dejar escapar un grito ahogado desde su escondite.
-“Extremidad izquierda: inutilizada” – Dijo extrayendo la mano ensangrentada del hombro del joven.
Dejando escapar un grito de dolor, frunció el ceño y se lanzó contra su enemigo. Ignorando el dolor y la sangre que manaba su hombro desvió el arma de su rival, quien trataba de frenarle, y le imitó; la punta de la espada de acero penetró la coraza del cibernético a la altura del hombro con relativa facilidad, y una vez estuvo alojada dentro, el mercenario hizo palanca con todas sus fuerzas.
El brazo del robot crujió y se desprendió parcialmente del torso de la máquina, dejando caer al suelo un líquido blancuzco, Eltrant sonrió hasta que se dio cuenta de que su espada seguía alojada en el hombro de su oponente, la máquina, que no parecía haberse inmutado, alzó su brazo espada y trató de cercenar el otro miembro del mercenario.
Eltrant saltó hacia atrás dejando su arma clavada en el cuerpo del robot, quien, debido a que su otro brazo útil era una espada, no pudo hacer nada para extraer el objeto. –“Daño grave en: extremidad izquierda, protocolo de aproximación, ineficiente. Recalibrando” - El cibernético volvió a chasquear y a expulsar vapor, segundos después su brazo derecho volvía a tener el aspecto de un brazo humano normal, la única diferencia era una larga y afilada cuchilla que salía de su antebrazo. –“Protocolo de ataque dos punto cinco: No letal, daño cerebral leve: asumible” - El robot se extrajo la espada de Eltrant del hombro y la dejó caer al suelo para justo después mirar al mercenario que se sujetaba el hombro con fuerza, tratando de frenar la hemorragia – “Entablando combate”
Aún más rápido que antes y armado con la larga cuchilla en el antebrazo el robot comenzó lanzar golpes contra el cuerpo de Eltrant, que se dedicó a retroceder mientras se centraba solamente en mantenerse alejado de la larga cuchilla que salía por el lateral del brazo del cibernético.
Sacándole partido al hecho de que tanto él como su oponente no podían mover sus respectivos brazos izquierdo, Eltrant corrió hacia el brazo desencajado de su oponente y rodó por el suelo tratando de huir de sus rápidos golpes, mientras lo hacía no pudo evitar recibir algún corte que otro en las piernas y en las extremidades, pero se las acabó arreglando para recuperar de nuevo el arma que, manchada del líquido blanco que goteaba el brazo del robot, yacía tirada en mitad de la sala.
Siendo el arma de su enemigo tan desigual seguía estando en cierta desventaja, o paraba el puño o para la cuchilla, Eltrant acabó comprendiendo después de varios cortes en los brazos, que era bastante más sensato parar la cuchilla.
Después de varios minutos más de combate, acabó cayendo de rodillas mareado, frente a su enemigo, el vals había acabado.La cabeza le daba vueltas, el hombro izquierdo estaba inusualmente frio y tenía un extraño sabor metálico en la boca, sí, había estado en aquella posición muchas veces con anterioridad, sabía lo que iba a pasar, su enemigo se confiaba, se acercaba, y él aprovechando la situación le desencajaba la mandíbula con el envés de la espada; típico.
No fue eso lo que sucedió.
–“Hostil número uno, neutralizado” – Todo a su alrededor sonaba extraño, como si estuviese tratando de mirar el mundo a través de una cascada –“¡Carcelero!” – Una extraña neblina comenzó a cubrirlo todo ¿Cuánta sangre había perdido? - “Confrontando hostil número dos” - ¿Estaba ya muerto? Sentía como si hubiese muerto -“¡Carcelero!” – se estaba bien allí, quizás se quedaba un rato más –“¡Despierta!”
El último grito le devolvió a la realidad, a la fría, sucia, y repleta de sangre realidad, confundido miró a su alrededor, descubrió al cibernético alzando el brazo y a Evelyn oculta tras una columna.
Eltrant apretó los dientes y aupándose con la espada consiguió volver a ponerse de pie. –“¡Eh! ¡Sigo vivo!” – Gritó tratando de llamar la atención del robot, pero estaba lejos de hacerlo, la maquina había cumplido su cometido, no estaba en condiciones de pelear y seguía vivo, había sido neutralizado.
El robot atacó a la adolescente, quien con un grito se cubrió con la columna y se salvó de perder uno de sus brazos. El joven frunció el ceño, se limpió la sangre que descendía por su frente y no le dejaba ver con claridad para, con la espada aún en su poder, tambalearse hasta la espalda del Bio-Cibernético.
Cuando este se percató de que Eltrant era algo más que un herido sanguinolento era demasiado tarde. –“Se ve…” – Escupió sangre a un lado –“… Que la armadura de tu cuello es bastante frágil” – Eltrant, que con un movimiento bastante ágil para el estado en que se encontraba había clavado la punta de la espada en la nuca del Cibernético, volvió a hacer palanca antes de que la maquina pudiese reaccionar, dislocando la cabeza del robot, que se desplomó en el suelo pesadamente. -“Error fatal: contactar técnico” – Dijo antes de quedarse completamente en silencio.
Eltrant se apoyó en una de las columnas, manchándola de sangre, mientras que la joven, salió rápidamente de detrás de ella –“¿Estas bien?” – Preguntó a punto de llorar colocando un pañuelo en la herida del hombro –“Sí, sí…” – Susurró el mercenario –“Vamos... a la habitación, hemos formado mucho alboroto, los amigos de este tienen que estar al llegar” – Dijo separándose de la columna y, ayudado por la joven, andar hasta la biblioteca.
Sin perder un instante y con la misma intensidad que antes el robot atacó de nuevo. El mercenario retrocedió un par de pasos para salir del rango del cibernético, evitando que la hoja le cercenara uno de sus brazos, Evelyn por su parte se había apartado del lugar en el que el hombre y el robot intercambiaban golpes, ocultándose tras una de las numerosas columnas que poblaban el lugar.
El mercenario se concentró en los movimientos de su espada mientras, en un vano esfuerzo por mantener la posición bloqueaba los ataques de aquella cosa uno tras otro, al menos la espada nueva aguantaba el tipo, pero le estaba siendo cada vez más difícil no retroceder, el robot no iba a cansarse, tenía que atacar, normalmente ganaba a sus adversarios a base de soportar golpes, si quería entrar en la biblioteca con todos sus brazos, iba a tener que tomar la iniciativa.
Cuando consiguió desviar el último de los golpes pasó a la ofensiva, atacó con todas sus fuerzas, obligando a su enemigo a retroceder.
A lo largo de los años había oído decir, en tabernas y posadas, que uno solo logra dominar el arte de la esgrima cuando la espada se convierte en una prolongación de su propio brazo, si estaba seguro de algo en aquel momento era que lo que tenía en la mano estaba muy lejos de ser algo parecido, pero incluso así logró acertar algún que otro golpe, por desgracia, lo único consiguió fue arañar la dura coraza de metal que cubría al androide, nada grave.
Pero eso no le hizo desistir, siguió golpeado, una y otra vez, en el centro de la sala el hombre y la maquina bailaban un extraño vals que solo finalizaría cuando uno de los dos se desconcentrase, solo necesitaba un segundo, una apertura en la defensa ferra del cibernético para acabar con él. Pero esa apertura no llegaba.
Eltrant tragó saliva y, jadeando, miró al robot frente a él, como de costumbre el brazo derecho le empezó a temblar –“Que oportuno…” - aquella cosa ni siquiera quería matarlo, no podía, su objetivo cortarles los brazos y las piernas, no era un destino mucho mejor que la muerte, pero alguna ventaja tenía que sacar aquello.
Respirando entrecortadamente se preparó para una nueva embestida de la máquina, la cual no tardó mucho en llegar, cuando ambas espadas chocaron de nuevo retrocedió un par de pasos debido a la fuerza del impacto, aguantando la hoja del robot a escasos centímetros de su cuerpo Eltrant forcejeó con su rival durante varios segundos, hasta que, contra todo pronóstico el cibernético alzó el brazo izquierdo, el cual no era sino una simple mano de metal, y sin previo aviso se la clavó en el hombro.
Eltrant miró atónito como la punta de los dedos de la maquina perforaba la piel y la carne de su hombro izquierdo con una facilidad insultante, no había pensado en aquello ¿Por qué no lo había hecho? Probablemente porque un rival normal y corriente no es capaz de atravesarte el brazo con una mano. Escuchó a Evelyn dejar escapar un grito ahogado desde su escondite.
-“Extremidad izquierda: inutilizada” – Dijo extrayendo la mano ensangrentada del hombro del joven.
Dejando escapar un grito de dolor, frunció el ceño y se lanzó contra su enemigo. Ignorando el dolor y la sangre que manaba su hombro desvió el arma de su rival, quien trataba de frenarle, y le imitó; la punta de la espada de acero penetró la coraza del cibernético a la altura del hombro con relativa facilidad, y una vez estuvo alojada dentro, el mercenario hizo palanca con todas sus fuerzas.
El brazo del robot crujió y se desprendió parcialmente del torso de la máquina, dejando caer al suelo un líquido blancuzco, Eltrant sonrió hasta que se dio cuenta de que su espada seguía alojada en el hombro de su oponente, la máquina, que no parecía haberse inmutado, alzó su brazo espada y trató de cercenar el otro miembro del mercenario.
Eltrant saltó hacia atrás dejando su arma clavada en el cuerpo del robot, quien, debido a que su otro brazo útil era una espada, no pudo hacer nada para extraer el objeto. –“Daño grave en: extremidad izquierda, protocolo de aproximación, ineficiente. Recalibrando” - El cibernético volvió a chasquear y a expulsar vapor, segundos después su brazo derecho volvía a tener el aspecto de un brazo humano normal, la única diferencia era una larga y afilada cuchilla que salía de su antebrazo. –“Protocolo de ataque dos punto cinco: No letal, daño cerebral leve: asumible” - El robot se extrajo la espada de Eltrant del hombro y la dejó caer al suelo para justo después mirar al mercenario que se sujetaba el hombro con fuerza, tratando de frenar la hemorragia – “Entablando combate”
Aún más rápido que antes y armado con la larga cuchilla en el antebrazo el robot comenzó lanzar golpes contra el cuerpo de Eltrant, que se dedicó a retroceder mientras se centraba solamente en mantenerse alejado de la larga cuchilla que salía por el lateral del brazo del cibernético.
Sacándole partido al hecho de que tanto él como su oponente no podían mover sus respectivos brazos izquierdo, Eltrant corrió hacia el brazo desencajado de su oponente y rodó por el suelo tratando de huir de sus rápidos golpes, mientras lo hacía no pudo evitar recibir algún corte que otro en las piernas y en las extremidades, pero se las acabó arreglando para recuperar de nuevo el arma que, manchada del líquido blanco que goteaba el brazo del robot, yacía tirada en mitad de la sala.
Siendo el arma de su enemigo tan desigual seguía estando en cierta desventaja, o paraba el puño o para la cuchilla, Eltrant acabó comprendiendo después de varios cortes en los brazos, que era bastante más sensato parar la cuchilla.
Después de varios minutos más de combate, acabó cayendo de rodillas mareado, frente a su enemigo, el vals había acabado.La cabeza le daba vueltas, el hombro izquierdo estaba inusualmente frio y tenía un extraño sabor metálico en la boca, sí, había estado en aquella posición muchas veces con anterioridad, sabía lo que iba a pasar, su enemigo se confiaba, se acercaba, y él aprovechando la situación le desencajaba la mandíbula con el envés de la espada; típico.
No fue eso lo que sucedió.
–“Hostil número uno, neutralizado” – Todo a su alrededor sonaba extraño, como si estuviese tratando de mirar el mundo a través de una cascada –“¡Carcelero!” – Una extraña neblina comenzó a cubrirlo todo ¿Cuánta sangre había perdido? - “Confrontando hostil número dos” - ¿Estaba ya muerto? Sentía como si hubiese muerto -“¡Carcelero!” – se estaba bien allí, quizás se quedaba un rato más –“¡Despierta!”
El último grito le devolvió a la realidad, a la fría, sucia, y repleta de sangre realidad, confundido miró a su alrededor, descubrió al cibernético alzando el brazo y a Evelyn oculta tras una columna.
Eltrant apretó los dientes y aupándose con la espada consiguió volver a ponerse de pie. –“¡Eh! ¡Sigo vivo!” – Gritó tratando de llamar la atención del robot, pero estaba lejos de hacerlo, la maquina había cumplido su cometido, no estaba en condiciones de pelear y seguía vivo, había sido neutralizado.
El robot atacó a la adolescente, quien con un grito se cubrió con la columna y se salvó de perder uno de sus brazos. El joven frunció el ceño, se limpió la sangre que descendía por su frente y no le dejaba ver con claridad para, con la espada aún en su poder, tambalearse hasta la espalda del Bio-Cibernético.
Cuando este se percató de que Eltrant era algo más que un herido sanguinolento era demasiado tarde. –“Se ve…” – Escupió sangre a un lado –“… Que la armadura de tu cuello es bastante frágil” – Eltrant, que con un movimiento bastante ágil para el estado en que se encontraba había clavado la punta de la espada en la nuca del Cibernético, volvió a hacer palanca antes de que la maquina pudiese reaccionar, dislocando la cabeza del robot, que se desplomó en el suelo pesadamente. -“Error fatal: contactar técnico” – Dijo antes de quedarse completamente en silencio.
Eltrant se apoyó en una de las columnas, manchándola de sangre, mientras que la joven, salió rápidamente de detrás de ella –“¿Estas bien?” – Preguntó a punto de llorar colocando un pañuelo en la herida del hombro –“Sí, sí…” – Susurró el mercenario –“Vamos... a la habitación, hemos formado mucho alboroto, los amigos de este tienen que estar al llegar” – Dijo separándose de la columna y, ayudado por la joven, andar hasta la biblioteca.
Última edición por Eltrant Tale el Dom Jun 21 2015, 20:10, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
La joven cerró la pesada puerta de madera tras él, ante ellos una majestuosa biblioteca, repleta de libros de todos los colores y tamaños se alzaba impetuosa, Eltrant agotado, se sentó en una silla a pocos metros de una gran mesa en la que había un conjunto de libros bastante extensos apilados, mientras, la muchacha correteaba de un lugar a otro buscando algo que, a ojos del mercenario, no parecía terminar de encontrar.
Sin mucho que hacer, el mercenario tomó el trozo de metal que había pertenecido a su vieja espada y atrancó la entrada a la biblioteca con él, no serviría de mucho si intentaban echar la puerta abajo, pero al menos aguantaría uno o dos buenos golpes y eso les daría tiempo para preparase.
-“¿No se suponía que aquí había una habitación oculta?” – Preguntó Eltrant sentándose de nuevo, le pesaba el cuerpo, quería irse de allí, olvidarse de todo e irse de una vez a la posada a descansar –“Eso estoy buscando” – Dijo revisando los libros –“Hay un libro en especial que abría una trampilla, pero no lo encuentro” – Eltrant suspiró y siguió presionando la herida del hombro, en aquel lugar había centenares de libros. –“¿Te encuentras bien carcelero? Estas cadavérico” – La joven se detuvo junto a él, preocupada, para comprobar su estado –“Sí, estoy bien… no nos sobra tiempo Evelyn, encuentra el libro…” – Dijo Eltrant cerrando los ojos, tratando de descansar un poco, la joven le sacó la lengua y volvió al trabajo, ella también estaba pálida, demasiadas emociones en un solo día –“…Y mi nombre no es carcelero” – Añadió al final.
El pañuelo de seda de la chica, ahora empapado en sangre, se había quedado pegado a su piel debido a hemorragia, al menos esto había ayudado a que la misma coagulase un poco.
Entreabrió los ojos para ver el progreso de la muchacha, no le había apremiado a que encontrase el libro porque tenía ganas de pagar con ellas sus heridas o algo por el estilo, simplemente, no tenían tiempo que perder, cuando antes estuviesen dentro de la habitación secreta mejor, los soldados de negro podían entrar allí en cualquier momento.
-“¿Qué tipo de libro buscas?” – Preguntó un poco cansado de esperar, Evelyn que seguía correteando, cada vez más angustiada se paró frente a él –“Es… una novela infantil…” – Eltrant sonrió –“¿Y el nombre es?” – La chica se cruzó de brazos y miró fijamente al suelo, pensativa, el mercenario frunció el ceño ¿Cómo podía estar buscando un libro sin acordarse bien del nombre? –“La leyenda… de… de ¿De qué era?” – Eltrant suspiró otra vez, mientras se masajeaba el brazo izquierdo, el cual seguía inusualmente frio –“Haz memoria ¿La leyenda de qué?” – Entonces la adolescente levantó la mirada repentinamente –“La leyenda del rey errante” – Dijo sonriente, Eltrant enarcó una ceja –“… Bien, ya sabes el título, sigue buscando”
Eltrant siguió mirando como la persona que tenía bajo su protección revisaba las estanterías, una detrás de otra metódicamente, recordaba haber leído aquel título en alguna parte, pero no en una obra infantil, sin dejar de contemplar el trabajo de su compañera desde su asiento, cerró los ojos una vez más y comenzó a pensar en el libro que la muchacha estaba buscando.
¿De qué lo conocía? Por sus manos no habían sido poco los ejemplares de leyendas que habían pasado, incluso libros infantiles, no podía negar que encontraba cierto entretenimiento en lo ligeras y amenas que eran las historias escritas especialmente para los más pequeños, pero no recordaba haber leído ninguna con aquel título.
De todas formas ¿Una leyenda sobre un rey nómada? ¿Es que en Aerandir ha habido alguno así? Eltrant suspiró profundamente y volvió a abrir los ojos, conocía de sobra, pues se repetía en mucho de sus libros, que durante años hubo rencillas entre las cuatro casas nobiliarias más importantes de los territorios humanos por la corona, siendo al final la familia Carsten la que se hizo con el poder, ¿Seria eso lo que estaban buscando?
-“Evelyn, busca algún libro sobre las familias más importantes de Verisar” – La muchacha se paró en seco para mirarle y asintió levemente, empezando a trabajar al instante. Eltrant observó como la joven sacaba un libro tras otro y lo volvía a colocar de nuevo en la estantería sin ningún resultado aparente. –“¿Es que tenías una idea?” – Preguntó en una de sus fugaces pasadas hacia otra de las estanterías –“Tenia…” – Susurró el mercenario.
El número de ejemplares que había en aquel lugar era enorme, si no sabían con exactitud que buscaban, el mercenario dudaba mucho que encontrasen la habitación; Afortunadamente para ellos o bien los mercenarios que rondaban la casa no se habían percatado del combate que acababa de tener contra la máquina, o no terminaban de encontrar el origen del sonido, lo cual aunque inverosímil, podía suceder, los pasillos de las grandes viviendas eran caprichosos y los sonidos nunca parecían proceder de donde realmente venían.
Mientras pensaba en el tiempo que tenían antes de que una horda de mercenarios entrase por la puerta que tenía enfrente y acabaran con su vida de la peor de las formas su mirada se posó en un manuscrito en lo alto de la librería, el cual poseía un suave acabado morado, Eltrant entrecerró los ojos y , refunfuñando a causa del dolor que le producía el hombro al moverse, ladeó la cabeza para leer las letras de color dorado que descansaban sobre el lomo del manuscrito, el joven arqueó una ceja –“Evelyn, hazme un favor…” – Dijo a la muchacha que volvía a pasar frente a él –“…mira a ver si puedes alcanzar ese libro” – Señaló al ejemplar que acababa de descubrir en lo alto de la estantería.
La joven se encogió de hombros, y después de acercar unas pequeñas escaleras que había estado cargando por todo el lugar se subió a ella y, después de unos segundos debatiéndose por cual elegir, acabó seleccionado el que le había dicho el hombre.
-“Toma” – Dijo entregándole el libro, justo cuando un sonoro crujido indicó que en alguna parte de la biblioteca se había activado alguna especie de mecanismo, la joven frunció el ceño y le arrebató el libro al mercenario –“Kumoides: Historias y Leyendas” – Leyó la chica en voz alta, Eltrant sonrió al recordar la tribu de nativos del norte que se movían con su campamento de un lado a otro, fue una noche agradable, aunque estuviese prácticamente cubierto en vendas –“Ven, ayúdame a levantarme” – Le pidió a la joven mientras se aupaba con la silla. –“Sabes… este libro tiene muchas leyendas infantiles muy buenas” - se excusó la chica mientras ayudaba al mercenario a entrar en la habitación que había aparecido tras una de las estanterías. –“Estoy seguro de que sí” – Contestó el mercenario dejándose caer sobre la cama que había dentro.
Antes de que pudiese decir nada más, Evelyn había cerrado la puerta de la habitación colocando el libro sobre una pequeña mesa junto a la entrada. –“¿Y ahora qué?” – Preguntó la joven revisando un pequeño maletín que había debajo de la cama, el cual según vio Eltrant, contenía muchos frasquitos de diferentes tamaños –“Ahora a esperar” – Contestó Eltrant cerrando los ojos.
Sin mucho que hacer, el mercenario tomó el trozo de metal que había pertenecido a su vieja espada y atrancó la entrada a la biblioteca con él, no serviría de mucho si intentaban echar la puerta abajo, pero al menos aguantaría uno o dos buenos golpes y eso les daría tiempo para preparase.
-“¿No se suponía que aquí había una habitación oculta?” – Preguntó Eltrant sentándose de nuevo, le pesaba el cuerpo, quería irse de allí, olvidarse de todo e irse de una vez a la posada a descansar –“Eso estoy buscando” – Dijo revisando los libros –“Hay un libro en especial que abría una trampilla, pero no lo encuentro” – Eltrant suspiró y siguió presionando la herida del hombro, en aquel lugar había centenares de libros. –“¿Te encuentras bien carcelero? Estas cadavérico” – La joven se detuvo junto a él, preocupada, para comprobar su estado –“Sí, estoy bien… no nos sobra tiempo Evelyn, encuentra el libro…” – Dijo Eltrant cerrando los ojos, tratando de descansar un poco, la joven le sacó la lengua y volvió al trabajo, ella también estaba pálida, demasiadas emociones en un solo día –“…Y mi nombre no es carcelero” – Añadió al final.
El pañuelo de seda de la chica, ahora empapado en sangre, se había quedado pegado a su piel debido a hemorragia, al menos esto había ayudado a que la misma coagulase un poco.
Entreabrió los ojos para ver el progreso de la muchacha, no le había apremiado a que encontrase el libro porque tenía ganas de pagar con ellas sus heridas o algo por el estilo, simplemente, no tenían tiempo que perder, cuando antes estuviesen dentro de la habitación secreta mejor, los soldados de negro podían entrar allí en cualquier momento.
-“¿Qué tipo de libro buscas?” – Preguntó un poco cansado de esperar, Evelyn que seguía correteando, cada vez más angustiada se paró frente a él –“Es… una novela infantil…” – Eltrant sonrió –“¿Y el nombre es?” – La chica se cruzó de brazos y miró fijamente al suelo, pensativa, el mercenario frunció el ceño ¿Cómo podía estar buscando un libro sin acordarse bien del nombre? –“La leyenda… de… de ¿De qué era?” – Eltrant suspiró otra vez, mientras se masajeaba el brazo izquierdo, el cual seguía inusualmente frio –“Haz memoria ¿La leyenda de qué?” – Entonces la adolescente levantó la mirada repentinamente –“La leyenda del rey errante” – Dijo sonriente, Eltrant enarcó una ceja –“… Bien, ya sabes el título, sigue buscando”
Eltrant siguió mirando como la persona que tenía bajo su protección revisaba las estanterías, una detrás de otra metódicamente, recordaba haber leído aquel título en alguna parte, pero no en una obra infantil, sin dejar de contemplar el trabajo de su compañera desde su asiento, cerró los ojos una vez más y comenzó a pensar en el libro que la muchacha estaba buscando.
¿De qué lo conocía? Por sus manos no habían sido poco los ejemplares de leyendas que habían pasado, incluso libros infantiles, no podía negar que encontraba cierto entretenimiento en lo ligeras y amenas que eran las historias escritas especialmente para los más pequeños, pero no recordaba haber leído ninguna con aquel título.
De todas formas ¿Una leyenda sobre un rey nómada? ¿Es que en Aerandir ha habido alguno así? Eltrant suspiró profundamente y volvió a abrir los ojos, conocía de sobra, pues se repetía en mucho de sus libros, que durante años hubo rencillas entre las cuatro casas nobiliarias más importantes de los territorios humanos por la corona, siendo al final la familia Carsten la que se hizo con el poder, ¿Seria eso lo que estaban buscando?
-“Evelyn, busca algún libro sobre las familias más importantes de Verisar” – La muchacha se paró en seco para mirarle y asintió levemente, empezando a trabajar al instante. Eltrant observó como la joven sacaba un libro tras otro y lo volvía a colocar de nuevo en la estantería sin ningún resultado aparente. –“¿Es que tenías una idea?” – Preguntó en una de sus fugaces pasadas hacia otra de las estanterías –“Tenia…” – Susurró el mercenario.
El número de ejemplares que había en aquel lugar era enorme, si no sabían con exactitud que buscaban, el mercenario dudaba mucho que encontrasen la habitación; Afortunadamente para ellos o bien los mercenarios que rondaban la casa no se habían percatado del combate que acababa de tener contra la máquina, o no terminaban de encontrar el origen del sonido, lo cual aunque inverosímil, podía suceder, los pasillos de las grandes viviendas eran caprichosos y los sonidos nunca parecían proceder de donde realmente venían.
Mientras pensaba en el tiempo que tenían antes de que una horda de mercenarios entrase por la puerta que tenía enfrente y acabaran con su vida de la peor de las formas su mirada se posó en un manuscrito en lo alto de la librería, el cual poseía un suave acabado morado, Eltrant entrecerró los ojos y , refunfuñando a causa del dolor que le producía el hombro al moverse, ladeó la cabeza para leer las letras de color dorado que descansaban sobre el lomo del manuscrito, el joven arqueó una ceja –“Evelyn, hazme un favor…” – Dijo a la muchacha que volvía a pasar frente a él –“…mira a ver si puedes alcanzar ese libro” – Señaló al ejemplar que acababa de descubrir en lo alto de la estantería.
La joven se encogió de hombros, y después de acercar unas pequeñas escaleras que había estado cargando por todo el lugar se subió a ella y, después de unos segundos debatiéndose por cual elegir, acabó seleccionado el que le había dicho el hombre.
-“Toma” – Dijo entregándole el libro, justo cuando un sonoro crujido indicó que en alguna parte de la biblioteca se había activado alguna especie de mecanismo, la joven frunció el ceño y le arrebató el libro al mercenario –“Kumoides: Historias y Leyendas” – Leyó la chica en voz alta, Eltrant sonrió al recordar la tribu de nativos del norte que se movían con su campamento de un lado a otro, fue una noche agradable, aunque estuviese prácticamente cubierto en vendas –“Ven, ayúdame a levantarme” – Le pidió a la joven mientras se aupaba con la silla. –“Sabes… este libro tiene muchas leyendas infantiles muy buenas” - se excusó la chica mientras ayudaba al mercenario a entrar en la habitación que había aparecido tras una de las estanterías. –“Estoy seguro de que sí” – Contestó el mercenario dejándose caer sobre la cama que había dentro.
Antes de que pudiese decir nada más, Evelyn había cerrado la puerta de la habitación colocando el libro sobre una pequeña mesa junto a la entrada. –“¿Y ahora qué?” – Preguntó la joven revisando un pequeño maletín que había debajo de la cama, el cual según vio Eltrant, contenía muchos frasquitos de diferentes tamaños –“Ahora a esperar” – Contestó Eltrant cerrando los ojos.
Eltrant Tale
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
El padre de Evelyn había pensado en todo al fabricar aquella habitación, comida, un pequeño baño y una cantidad inusualmente grande de medicamentos, por no hablar del enorme estante repleto de libros que tenían para matar el tiempo; podían pasar allí dentro días si las cosas se complicaban, por supuesto, Eltrant esperaba salir de allí en unas horas.
El muchacho cerró los ojos se recostó en la cama, colocándose de paso en una posición en la que se sentía mediamente cómodo. Mientras trataba de descansar, oyó como la heredera de la mansión seguía jugueteando con el maletín que había sacado de debajo de la cama momentos antes, para, después de un rato tomar una de las botellas más pequeñas y, después de llamar su atención del mercenario, entregársela.
Eltrant aceptó lo que la joven le estaba ofreciendo y después de olisquear el espeso liquido rojo que había en el interior de la botella, leyó la etiqueta –“Cicatrizante… ¿Es algún tipo de medicina?” – Le sonaba el nombre, lo más probable era que le hubiesen tratado con ese mismo líquido en numerosas ocasiones y él ni supiese de que estaba hecho, pero que más le daba a él aquello, funcionaba, y eso era lo que importaba.
La joven asintió sonriendo a la pregunta del mercenario –“Padre me dijo que funcionaba muy bien con las heridas, pero por alguna razón no me deja usarlo…” – Eltrant le devolvió la sonrisa y miró de nuevo la botella que tenía en la mano, Evelyn no parecía el tipo de persona a la que le hacía falta una poción cicatrizante, era obvio que su padre no quisiera que las usase por heridas leves o magulladuras.
Cuidadosamente, se quitó la camisa, no sin dejar escapar algún que otro sollozo dolorido que trató de acallar en vano. Al haberse secado la sangre, tanto la camisa como el pañuelo que le había dado la joven se habían quedado pegados a su piel, y por tanto, al desgarro que tenía en el hombro. -“Échame una mano, sujeta esto…” – Dijo entregándole la botella mientras él, escrupulosamente, despegaba lentamente la camisa de su piel. En cuanto el mercenario se deshizo de lo único que en aquel momento cortaba la hemorragia, empezó a sangrar de nuevo.
Evelyn, quien al ver la herida se había puesto pálida le entregó el frasco de nuevo al hombre casi sin mirarle quien, tras desenroscar con los dientes el pequeño tapón, se vertió casi todo el contenido sobre el hombro.
Lo primero que sintió, fue dolor, como se le estuviesen abrasando con un hierro al rojo vivo, por suerte aquello solo duro un instante, no tuvo tiempo ni de gritar, en menos de una décima de segundo aquello se convirtió en un suave y cálido abrazo que poco a poco cubrió toda la herida. Tras esto fue repitiendo este proceso con los demás cortes, más pequeños, que cubrían sus brazos.
-“Gracias” – Le dijo Eltrant a la chica cuando acabó al mismo tiempo que dejaba el frasco vacío encima de una pequeña mesa que descansaba junto a la cama. Sabía que estaba lejos de estar completamente curado, pero ya no se sentía tan entumecido, y aunque aún le dolía al moverse, podía articular el brazo izquierdo sin tener la horrible sensación de que este se iba a desprender en cualquier momento.
A partir de ese momento las horas pasaron lentas, muy lentas, no tenían manera seguir el paso del tiempo allí encerrados, así que simplemente esperaron. Eltrant estuvo tentado de salir en más de una ocasión, pero distintos ruidos y voces procedentes del otro lado de la estantería falsa no hacían sino afirmar que los soldados de negro estaban muy lejos de marcharse de allí.
-“Carcelero… ¿Por qué haces esto?” – Evelyn finalmente, quizás cansada de estar allí sentada sin hacer nada, rompió el hielo –“Ese no es mi nombre” – Contestó el mercenario inmediatamente, aquello se estaba volviendo una costumbre un tanto ridícula, suspiró –“En cualquier caso… ¿Qué quieres decir?” - Eltrant no terminó de comprender que quería preguntarle la joven, después de pensarlo un poco, se incorporó para escuchar mejor la explicación de la joven –“Arriesgar tu vida de esa manera…” – Eltrant dejó escapar una ligera carcajada al oír esto, la cual pareció pillar de improviso a Evelyn, quien lo miró sin saber muy bien que le hacía tanta gracia al hombre–“Bueno, a decir verdad tu padre me ofreció una cuantiosa suma de dinero por no dejar que nada entrase ni nada saliese de la que al final resultó ser tu habitación, no es como si lo estuviese haciendo gratis” – Se dejó caer otra vez en la cama –“Pero podías haberte marchado en cuanto comenzaron los problemas, no habrías acabado… así” – Eltrant frunció el ceño, la chica tenía razón ¿De verdad unos míseros Aeros merecían tanto la pena? Después de unos largos segundos en silencio, acabó sonriendo – “La Compañía Luna Invernal siempre cumple sus contratos” – Dijo para evitar responder, no sabía que contestar –“…Entiendo” – Acabó por decir Evelyn después de unos segundos, un poco disconforme con la respuesta.
El tiempo seguía pasando igual de lento, un minuto tras otro, de forma lenta pero constante. Una vez dentro de la habitación secreta, el trabajo del mercenario había acabado, al menos en parte; si alguien atravesaba la puerta por la fuerza, obviamente se vería obligado a defender a la adolescente, pero aquella habitación estaba hecha expresamente para no ser descubierta.
-“¿Por qué trabajas para esa compañía?” – Preguntó al cabo de otro rato, debía de estar realmente aburrida, pues, sentada en el suelo, junto a la cama, miraba fijamente la pared de enfrente mientras se abrazaba las rodillas, Eltrant sonrió y se encogió de hombros–“No es algo tan serio como una organización, solo estoy yo y acepto los trabajos que me parecen más convenientes, en si ni siquiera tenia un nombre hasta que me preguntaron por él”– Evelyn se giró hacia él –“¿Le pusiste tú el nombre entonces?” – El mercenario asintió con la cabeza y cerró los ojos, la joven volvió a mirar hacia el frente mientras una leve sonrisa cruzaba su cara –“Ya veo”
***
Se quedó dormido, quizás fueron unas horas o quizás varios días, no estaba seguro, lo que si sabía es que estaba terriblemente cansado y que en el mismo instante en el cual se relajó un poco cayó en un profundo sueño del cual despertó confuso y sin saber realmente dónde estaba.
Lo primero que vio fue que seguía en la misma habitación, el pequeño cuarto oculto en la gigantesca mansión, lo segundo, que la persona a la que le habían encargado proteger estaba sentada en una silla, junto a él, enfrascada en algo que Eltrant no pudo identificar.
Somnoliento se incorporó un poco para ver que hacia la chica, quien al verle despierto sonrió –“Buenos días carcelero” – Dijo alegre –“Ese no es mi nombre… ¿Y esa sonrisa?” – Eltrant se sentó en la cama y bostezó –“¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?” – La joven se encogió de hombros –“No lo sé, yo también me quede dormida… me he despertado hace un rato”- Dijo quitándole importancia al asunto. –“Mira, mira lo que he hecho”
La chica le mostró su capa, la cual seguía como siempre, polvorienta y algo arrugada. La única diferencia era el gran agujero que el robot le había hecho en la pelea de antes al herirle, agujero que según veía, la joven se había encargado de cubrir con un gran parche de color negro a la altura del hombro, dónde una bella luna de color blanco estaba bordada.
Eltrant sonrió y alargó la mano para verlo mejor –“No está mal…” – Dijo sonriendo –“Me gusta” – La joven asintió con la cabeza, orgullosa de su trabajo, justo cuando tres fuertes golpes en la pared les alertó de que alguien sabía que estaba allí adentro.
El muchacho cerró los ojos se recostó en la cama, colocándose de paso en una posición en la que se sentía mediamente cómodo. Mientras trataba de descansar, oyó como la heredera de la mansión seguía jugueteando con el maletín que había sacado de debajo de la cama momentos antes, para, después de un rato tomar una de las botellas más pequeñas y, después de llamar su atención del mercenario, entregársela.
Eltrant aceptó lo que la joven le estaba ofreciendo y después de olisquear el espeso liquido rojo que había en el interior de la botella, leyó la etiqueta –“Cicatrizante… ¿Es algún tipo de medicina?” – Le sonaba el nombre, lo más probable era que le hubiesen tratado con ese mismo líquido en numerosas ocasiones y él ni supiese de que estaba hecho, pero que más le daba a él aquello, funcionaba, y eso era lo que importaba.
La joven asintió sonriendo a la pregunta del mercenario –“Padre me dijo que funcionaba muy bien con las heridas, pero por alguna razón no me deja usarlo…” – Eltrant le devolvió la sonrisa y miró de nuevo la botella que tenía en la mano, Evelyn no parecía el tipo de persona a la que le hacía falta una poción cicatrizante, era obvio que su padre no quisiera que las usase por heridas leves o magulladuras.
Cuidadosamente, se quitó la camisa, no sin dejar escapar algún que otro sollozo dolorido que trató de acallar en vano. Al haberse secado la sangre, tanto la camisa como el pañuelo que le había dado la joven se habían quedado pegados a su piel, y por tanto, al desgarro que tenía en el hombro. -“Échame una mano, sujeta esto…” – Dijo entregándole la botella mientras él, escrupulosamente, despegaba lentamente la camisa de su piel. En cuanto el mercenario se deshizo de lo único que en aquel momento cortaba la hemorragia, empezó a sangrar de nuevo.
Evelyn, quien al ver la herida se había puesto pálida le entregó el frasco de nuevo al hombre casi sin mirarle quien, tras desenroscar con los dientes el pequeño tapón, se vertió casi todo el contenido sobre el hombro.
Lo primero que sintió, fue dolor, como se le estuviesen abrasando con un hierro al rojo vivo, por suerte aquello solo duro un instante, no tuvo tiempo ni de gritar, en menos de una décima de segundo aquello se convirtió en un suave y cálido abrazo que poco a poco cubrió toda la herida. Tras esto fue repitiendo este proceso con los demás cortes, más pequeños, que cubrían sus brazos.
-“Gracias” – Le dijo Eltrant a la chica cuando acabó al mismo tiempo que dejaba el frasco vacío encima de una pequeña mesa que descansaba junto a la cama. Sabía que estaba lejos de estar completamente curado, pero ya no se sentía tan entumecido, y aunque aún le dolía al moverse, podía articular el brazo izquierdo sin tener la horrible sensación de que este se iba a desprender en cualquier momento.
A partir de ese momento las horas pasaron lentas, muy lentas, no tenían manera seguir el paso del tiempo allí encerrados, así que simplemente esperaron. Eltrant estuvo tentado de salir en más de una ocasión, pero distintos ruidos y voces procedentes del otro lado de la estantería falsa no hacían sino afirmar que los soldados de negro estaban muy lejos de marcharse de allí.
-“Carcelero… ¿Por qué haces esto?” – Evelyn finalmente, quizás cansada de estar allí sentada sin hacer nada, rompió el hielo –“Ese no es mi nombre” – Contestó el mercenario inmediatamente, aquello se estaba volviendo una costumbre un tanto ridícula, suspiró –“En cualquier caso… ¿Qué quieres decir?” - Eltrant no terminó de comprender que quería preguntarle la joven, después de pensarlo un poco, se incorporó para escuchar mejor la explicación de la joven –“Arriesgar tu vida de esa manera…” – Eltrant dejó escapar una ligera carcajada al oír esto, la cual pareció pillar de improviso a Evelyn, quien lo miró sin saber muy bien que le hacía tanta gracia al hombre–“Bueno, a decir verdad tu padre me ofreció una cuantiosa suma de dinero por no dejar que nada entrase ni nada saliese de la que al final resultó ser tu habitación, no es como si lo estuviese haciendo gratis” – Se dejó caer otra vez en la cama –“Pero podías haberte marchado en cuanto comenzaron los problemas, no habrías acabado… así” – Eltrant frunció el ceño, la chica tenía razón ¿De verdad unos míseros Aeros merecían tanto la pena? Después de unos largos segundos en silencio, acabó sonriendo – “La Compañía Luna Invernal siempre cumple sus contratos” – Dijo para evitar responder, no sabía que contestar –“…Entiendo” – Acabó por decir Evelyn después de unos segundos, un poco disconforme con la respuesta.
El tiempo seguía pasando igual de lento, un minuto tras otro, de forma lenta pero constante. Una vez dentro de la habitación secreta, el trabajo del mercenario había acabado, al menos en parte; si alguien atravesaba la puerta por la fuerza, obviamente se vería obligado a defender a la adolescente, pero aquella habitación estaba hecha expresamente para no ser descubierta.
-“¿Por qué trabajas para esa compañía?” – Preguntó al cabo de otro rato, debía de estar realmente aburrida, pues, sentada en el suelo, junto a la cama, miraba fijamente la pared de enfrente mientras se abrazaba las rodillas, Eltrant sonrió y se encogió de hombros–“No es algo tan serio como una organización, solo estoy yo y acepto los trabajos que me parecen más convenientes, en si ni siquiera tenia un nombre hasta que me preguntaron por él”– Evelyn se giró hacia él –“¿Le pusiste tú el nombre entonces?” – El mercenario asintió con la cabeza y cerró los ojos, la joven volvió a mirar hacia el frente mientras una leve sonrisa cruzaba su cara –“Ya veo”
***
Se quedó dormido, quizás fueron unas horas o quizás varios días, no estaba seguro, lo que si sabía es que estaba terriblemente cansado y que en el mismo instante en el cual se relajó un poco cayó en un profundo sueño del cual despertó confuso y sin saber realmente dónde estaba.
Lo primero que vio fue que seguía en la misma habitación, el pequeño cuarto oculto en la gigantesca mansión, lo segundo, que la persona a la que le habían encargado proteger estaba sentada en una silla, junto a él, enfrascada en algo que Eltrant no pudo identificar.
Somnoliento se incorporó un poco para ver que hacia la chica, quien al verle despierto sonrió –“Buenos días carcelero” – Dijo alegre –“Ese no es mi nombre… ¿Y esa sonrisa?” – Eltrant se sentó en la cama y bostezó –“¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?” – La joven se encogió de hombros –“No lo sé, yo también me quede dormida… me he despertado hace un rato”- Dijo quitándole importancia al asunto. –“Mira, mira lo que he hecho”
La chica le mostró su capa, la cual seguía como siempre, polvorienta y algo arrugada. La única diferencia era el gran agujero que el robot le había hecho en la pelea de antes al herirle, agujero que según veía, la joven se había encargado de cubrir con un gran parche de color negro a la altura del hombro, dónde una bella luna de color blanco estaba bordada.
Eltrant sonrió y alargó la mano para verlo mejor –“No está mal…” – Dijo sonriendo –“Me gusta” – La joven asintió con la cabeza, orgullosa de su trabajo, justo cuando tres fuertes golpes en la pared les alertó de que alguien sabía que estaba allí adentro.
Eltrant Tale
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
Tomando la espada que estaba al pie de la cama, Eltrant se acercó cautelosamente a la entrada de la habitación y agudizó el oído, por las voces había más de un individuo tras aquella puerta, sin embargo no pudo entender que decían, lo que el mercenario pudo oír fue una amalgama de palabras incompresibles las cuales eran atenuadas por el espeso muro que tenía frente a él.
Se giró hacia su compañera y enarcó una ceja, buscando algún tipo de respuesta ¿Habían hablado su padre y ella de algún código? ¿Tenían alguna forma de saber que los que esperaban fuera no eran enemigos? La cara de la joven lo decía todo, con los ojos abiertos de par en par negó lentamente con la cabeza, Eltrant frunció el ceño.
Dormir le había sentado bien, y la pócima cicatrizante había surtido bastante efecto, teniendo en cuenta de que había recobrado la movilidad del brazo izquierdo casi al completo; pero aún se encontraba muy lejos de volver a ser un oponente mínimamente digno.
Tomó todo el aire que pudo y se quedó allí, sin hacer nada, deseando con todo su ser que los que había tras la puerta se marchasen, no podía arriesgar si vida y la de Evelyn, no iba a abrir la puerta hasta que estuviese completamente seguro de que al otro lado no había nadie peligroso, lo peor de todo era que no tenía manera posible de asegurarse de ello.
Sus peores temores se hicieron realidad, y la pared que tenía enfrente empezó a crujir y a chasquear de la misma manera que lo había hecho al cerrarse, la estaban abriendo. El muchacho frunció el ceño y se preparó, Evelyn se colocó detrás de la cama mirando como la pared poco a poco iba deslizándose hacia la derecha.
El mercenario alzó la espada, la cosa no pintaba nada bien, estaba herido y atrapado en un cuarto sin salida, tragó saliva.
Para cuando llegó el chasquido final y la puerta se hubo detenido, Eltrant ya estaba preparado para lanzarse contra cualquier enemigo que tuviese delante, afortunadamente para él, no tuvo que hacerlo.
El hombre canoso que le había contratado en el bar y otras tres personas, entre las cuales se encontraba un magullado Charles y un guarda de Lunargenta, esperaban a que tanto el hombre como la adolescente saliesen de la habitación.
Eltrant respiró aliviado y envainó la espada, Evelyn, con los ojos empañados por las lágrimas, salió de la estancia corriendo y abrazó a su padre, quien como él, parecía haber salido por los pelos de un combate a muerte pues tenía la camisa manchada de sangre y una larga venda teñida de rojo cubría uno de sus brazos.
Charles, sonriente se acercó al mercenario y le colocó una mano en el hombro, para después amistosamente –“Buen trabajo, Eltrant” – Dijo tendiéndole la mano, Eltrant respondió a aquella sonrisa imitándola y estrechó la mano que le ofrecía el brujo.
Cuando Benjamin terminó de consolar a su hija se separó de ella, la joven se enjugó las lágrimas con la manga de la camisa y como había hecho con su padre, abrazó a Charles, quien sonriendo despeinó a la muchacha.
-“No esperaba menos de ti” – Dijo el señor de la casa dándole una fuerte palmada en la espalda, Eltrant aguantó el súbito dolor que recorrió su hombro izquierdo y forzó una sonrisa, Benjamin notó esto y sonrió –“Te han dado bien ¿Eh muchacho?” – El hombre rió a carcajadas y le dio otra palmada ¿Quién era aquel hombre? Parecía una persona totalmente distinta del tipo distante y callado que le había contratado en un bar –“¿Qué ha sucedido… Señor?” – Preguntó Eltrant en un vano esfuerzo por comprender lo que pasaba – “He ganado muchacho, eso ha pasado ¡He ganado!” – Dijo contento, él era un simple mercenario, era un poco obvio que el noble adinerado que le había contratado no le iba a contar por qué había estado a punto de morir –“Se acabaron los problemas, y tú, querido amigo…” – Le pasó la mano por encima del hombro –“Has mantenido a mi bien más preciado a salvo” – Eltrant miró a Evelyn, que entretenida y sin dejar de hablar, vendaba una herida que tenía su mayordomo en la frente, sonrió. –“Acompáñame, vamos a hablar de tu recompensa”
***
Seguía vivo, y en cierto modo, no terminaba de creérselo. Había sido una noche bastante más intensa de lo que había podido llegar a imaginar, movió el brazo izquierdo, le seguía doliendo la articulación del hombro, e iba a seguir haciéndolo durante bastante tiempo.
Al menos Benjamin se había molestado en proporcionarle los medicamentos necesarios y le había proporcionado un tratamiento bastante bueno, ya que, con la condición física tan frágil que tenía su hija, era un hombre que no escatimaba en gastos a la hora de comprar y poseer todo tipo de medicamentos, pociones y ungüentos.
Se giró y miró la enorme mansión que dejaba atrás, quizás algún día fuese el dueño de una casa tan grande como aquella, aunque lo dudaba, siempre había preferido las casas pequeñas y acogedoras.
-“¡Carcelero!” – Una voz familiar captó su atención, Evelyn salió de la casa rápidamente y se paró frente a él, Eltrant se cruzó de brazos y sonrió –“Ese no es mi nombre” – Contestó, la adolescente sonrió como toda respuesta y depositó un pequeño objeto de color negro en su mano, lo examinó más de cerca, era un pequeño cierre de color negro para su capa, con un dibujo similar al que ahora tenía la prenda bordada. –“¿Te ha dejado salir tu padre de la habitación?” – Dijo el muchacho sin saber muy bien que decir, Evelyn se encogió de hombros –“Me he escapado” – Eltrant suspiró y sonrió –“Vuelve adentro antes de que le un colapso nervioso a tu padre” – La muchacha asintió y le dio un abrazo al mercenario –“Gracias, Eltrant” – Dijo antes de volver de nuevo a su prisión de cristal.
El mercenario tomó todo el aire que pudo, se colocó el cierre con el símbolo de la luna en la capa y se dio la vuelta dispuesto a, una vez más, perderse en las calles de la ciudad.
Se giró hacia su compañera y enarcó una ceja, buscando algún tipo de respuesta ¿Habían hablado su padre y ella de algún código? ¿Tenían alguna forma de saber que los que esperaban fuera no eran enemigos? La cara de la joven lo decía todo, con los ojos abiertos de par en par negó lentamente con la cabeza, Eltrant frunció el ceño.
Dormir le había sentado bien, y la pócima cicatrizante había surtido bastante efecto, teniendo en cuenta de que había recobrado la movilidad del brazo izquierdo casi al completo; pero aún se encontraba muy lejos de volver a ser un oponente mínimamente digno.
Tomó todo el aire que pudo y se quedó allí, sin hacer nada, deseando con todo su ser que los que había tras la puerta se marchasen, no podía arriesgar si vida y la de Evelyn, no iba a abrir la puerta hasta que estuviese completamente seguro de que al otro lado no había nadie peligroso, lo peor de todo era que no tenía manera posible de asegurarse de ello.
Sus peores temores se hicieron realidad, y la pared que tenía enfrente empezó a crujir y a chasquear de la misma manera que lo había hecho al cerrarse, la estaban abriendo. El muchacho frunció el ceño y se preparó, Evelyn se colocó detrás de la cama mirando como la pared poco a poco iba deslizándose hacia la derecha.
El mercenario alzó la espada, la cosa no pintaba nada bien, estaba herido y atrapado en un cuarto sin salida, tragó saliva.
Para cuando llegó el chasquido final y la puerta se hubo detenido, Eltrant ya estaba preparado para lanzarse contra cualquier enemigo que tuviese delante, afortunadamente para él, no tuvo que hacerlo.
El hombre canoso que le había contratado en el bar y otras tres personas, entre las cuales se encontraba un magullado Charles y un guarda de Lunargenta, esperaban a que tanto el hombre como la adolescente saliesen de la habitación.
Eltrant respiró aliviado y envainó la espada, Evelyn, con los ojos empañados por las lágrimas, salió de la estancia corriendo y abrazó a su padre, quien como él, parecía haber salido por los pelos de un combate a muerte pues tenía la camisa manchada de sangre y una larga venda teñida de rojo cubría uno de sus brazos.
Charles, sonriente se acercó al mercenario y le colocó una mano en el hombro, para después amistosamente –“Buen trabajo, Eltrant” – Dijo tendiéndole la mano, Eltrant respondió a aquella sonrisa imitándola y estrechó la mano que le ofrecía el brujo.
Cuando Benjamin terminó de consolar a su hija se separó de ella, la joven se enjugó las lágrimas con la manga de la camisa y como había hecho con su padre, abrazó a Charles, quien sonriendo despeinó a la muchacha.
-“No esperaba menos de ti” – Dijo el señor de la casa dándole una fuerte palmada en la espalda, Eltrant aguantó el súbito dolor que recorrió su hombro izquierdo y forzó una sonrisa, Benjamin notó esto y sonrió –“Te han dado bien ¿Eh muchacho?” – El hombre rió a carcajadas y le dio otra palmada ¿Quién era aquel hombre? Parecía una persona totalmente distinta del tipo distante y callado que le había contratado en un bar –“¿Qué ha sucedido… Señor?” – Preguntó Eltrant en un vano esfuerzo por comprender lo que pasaba – “He ganado muchacho, eso ha pasado ¡He ganado!” – Dijo contento, él era un simple mercenario, era un poco obvio que el noble adinerado que le había contratado no le iba a contar por qué había estado a punto de morir –“Se acabaron los problemas, y tú, querido amigo…” – Le pasó la mano por encima del hombro –“Has mantenido a mi bien más preciado a salvo” – Eltrant miró a Evelyn, que entretenida y sin dejar de hablar, vendaba una herida que tenía su mayordomo en la frente, sonrió. –“Acompáñame, vamos a hablar de tu recompensa”
***
Seguía vivo, y en cierto modo, no terminaba de creérselo. Había sido una noche bastante más intensa de lo que había podido llegar a imaginar, movió el brazo izquierdo, le seguía doliendo la articulación del hombro, e iba a seguir haciéndolo durante bastante tiempo.
Al menos Benjamin se había molestado en proporcionarle los medicamentos necesarios y le había proporcionado un tratamiento bastante bueno, ya que, con la condición física tan frágil que tenía su hija, era un hombre que no escatimaba en gastos a la hora de comprar y poseer todo tipo de medicamentos, pociones y ungüentos.
Se giró y miró la enorme mansión que dejaba atrás, quizás algún día fuese el dueño de una casa tan grande como aquella, aunque lo dudaba, siempre había preferido las casas pequeñas y acogedoras.
-“¡Carcelero!” – Una voz familiar captó su atención, Evelyn salió de la casa rápidamente y se paró frente a él, Eltrant se cruzó de brazos y sonrió –“Ese no es mi nombre” – Contestó, la adolescente sonrió como toda respuesta y depositó un pequeño objeto de color negro en su mano, lo examinó más de cerca, era un pequeño cierre de color negro para su capa, con un dibujo similar al que ahora tenía la prenda bordada. –“¿Te ha dejado salir tu padre de la habitación?” – Dijo el muchacho sin saber muy bien que decir, Evelyn se encogió de hombros –“Me he escapado” – Eltrant suspiró y sonrió –“Vuelve adentro antes de que le un colapso nervioso a tu padre” – La muchacha asintió y le dio un abrazo al mercenario –“Gracias, Eltrant” – Dijo antes de volver de nuevo a su prisión de cristal.
El mercenario tomó todo el aire que pudo, se colocó el cierre con el símbolo de la luna en la capa y se dio la vuelta dispuesto a, una vez más, perderse en las calles de la ciudad.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Gato encerrado[Trabajo][Mercenario]
Erratas:
- olvidaste que “…aquel golpe debía de haberle roto una costilla, mínimo” (enfrentamiento #1 con el caballero de la armadura negra). No se tú, pero teniendo la experiencia de fracturas de ese tipo personalmente y con un umbral del dolor bastante elevado también, dudo que Eltrant sea superhumano, ergo bloquear ataques solamente (enfrentamiento #2 con biocibernetico) debió haber costado un poco (bastante) más.
- En general está muy bien que roleen que sus personajes salen heridos, en lo personal me gusta como llevas a este humano, sin embargo siempre debemos recordar algunas cosas:
1- el nivel de nuestro pj y su conocimiento adquirido además del nivel de sus armas
2- como rolear diferentes tipos de heridas
3- conocimiento básico de las armas
4- no olvidarnos de las lesiones que vamos roleando
Esto no lo digo solamente por este hilo, sino porque soy consciente de que muchos leen estas devoluciones, asique lectores, recuerden esos puntos y no me hagan repetir.
Teniendo en cuenta que es un foro fantástico medieval y dada mi personalidad, generalmente estiro un poco los límites de lo humano y de la lógica, pero siempre hasta cierto punto, traten de situarse en su personaje y hacer las cosas lo más natural posible para que fluya.
- Cuidado cuando uses a los biocibernéticos. Entiendo que a veces es necesario usar sinónimos, pero no es lo mismo un bio cibernético que es una raza jugable que un autómata o un robot básicamente por su chip de control. Los bios –que si no lo sabes fueron actualizados en la sección informes- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] pueden sentir dolor, por lo que sí se inmutan.
-“Todo a su alrededor sonaba extraño, como si estuviese tratando de mirar el mundo a través de una cascada –“¡Carcelero!” – Una extraña neblina comenzó a cubrirlo todo ¿Cuánta sangre había perdido?” Después de la destrucción del bio esperaba un desmayo, era como algo necesario… aunque eso de dormir horas o días de algún modo lo atenuó.
Puntos Fuertes:
-Escenas hilarantes, de acuerdo al personaje.
-Muy buen desarrollo, un vuelco especial a este trabajo donde la pequeña princesa tiene limitaciones pero se sobrepone a ellas, algo muy original y lleno de acción.
Recompensas
+10 puntos de experiencia base+8 puntos por buen desarrollo= 18 puntos de experiencia
+400 aeros.
No olvides pedir los puntos en el apartado correspondiente.
Con relación a los puntos por habilidades pasivas, no vi desarrollo de las mismas ni ninguna de las situaciones planteadas para ganarlos, por lo que no repartí.
Thorn
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