Toque oscuro [Demian]
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Toque oscuro [Demian]
El anaranjado atardecer tanteaba las hojas de los árboles que poblaban los Bosques del Oeste, mientras una brisa fría se paseaba por la amplia arboleda. Los altos troncos se perdían de vista entre un follaje verdoso y amarillento, que adornaba el celeste del firmamento.
Aún cuando la mayoría de las criaturas de actividad diurna ya se retraían a sus guaridas, a paso firme yo tenía toda intención de cazar mi cena. Ya contaba un par de horas intentando dar con una presa, más todo lo que lograba era ahuyentar a cualquier ser viviente que tuviera a menos de diez metros.
"Asesinar personas es más fácil que esto.", rezongué en mi mente. Mis únicas armas eran un cuchillo arrojadizo y la telequinesis, pero usarlas no era tan fácil si mi objetivo ni siquiera se atrevía a acercarse.
La noche amenazaba con oscurecerlo todo en menos de una hora, y para entonces tenía el ideal de disfrutar de una comida bajo la protección de un refugio, sin embargo, por ahora no conseguía ninguna de la dos.
Caminaba sin una dirección cierta, sólo buscando algo a degustar. Días atrás había dejado la sede del Gremio de los Asesinos para emprender un viaje carente de rumbo concreto, pero con un claro objeto: recuperar y aumentar el poder de mis magias. Era sin duda cuestión de tiempo para que la verdadera fuerza de mi telequinesis retornara a mí.
Práctica diaria de meditación podía ser la llave para recuperar ese poder olvidado, por lo que ya era una costumbre sentarme al amanecer durante horas, meditando.
Ahora era momento de usar esa aliada tan adorada, mi única amiga, jamás abandonandome, la telequinesis. No estaba seguro, pero aquél cuadrúpedo de pelaje gris parecía ser un zorro. Hundía su hocico en el inerte cadáver de un roedor al tiempo que mi mirada recorría cada extremidad de ese innato cazador.
Como siempre, dejé caer mi cuchillo y antes de que tocase el suelo se suspendió en el aire con la ayuda de mi magia. Realicé mi típico movimiento de muñeca para que en escasos segundos la hoja estuviese hundida en los pulmones de mi futura cena. Sonreí lentamente sin moverme ni apartar mi vista del nuevo cadáver frente a mí, apreciando cada excitante detalle del animal muerto.
- Una lástima que tanta belleza deba desperdiciarse así, ¿no crees, Noharius? - Pregunté sin esperar respuesta, por supuesto daba que el escorpión en mi mochila no iba a contestar. Aunque he de admitir que siempre guardaba la esperanza de oír la voz de mi mascota.
Aún cuando la mayoría de las criaturas de actividad diurna ya se retraían a sus guaridas, a paso firme yo tenía toda intención de cazar mi cena. Ya contaba un par de horas intentando dar con una presa, más todo lo que lograba era ahuyentar a cualquier ser viviente que tuviera a menos de diez metros.
"Asesinar personas es más fácil que esto.", rezongué en mi mente. Mis únicas armas eran un cuchillo arrojadizo y la telequinesis, pero usarlas no era tan fácil si mi objetivo ni siquiera se atrevía a acercarse.
La noche amenazaba con oscurecerlo todo en menos de una hora, y para entonces tenía el ideal de disfrutar de una comida bajo la protección de un refugio, sin embargo, por ahora no conseguía ninguna de la dos.
Caminaba sin una dirección cierta, sólo buscando algo a degustar. Días atrás había dejado la sede del Gremio de los Asesinos para emprender un viaje carente de rumbo concreto, pero con un claro objeto: recuperar y aumentar el poder de mis magias. Era sin duda cuestión de tiempo para que la verdadera fuerza de mi telequinesis retornara a mí.
Práctica diaria de meditación podía ser la llave para recuperar ese poder olvidado, por lo que ya era una costumbre sentarme al amanecer durante horas, meditando.
Ahora era momento de usar esa aliada tan adorada, mi única amiga, jamás abandonandome, la telequinesis. No estaba seguro, pero aquél cuadrúpedo de pelaje gris parecía ser un zorro. Hundía su hocico en el inerte cadáver de un roedor al tiempo que mi mirada recorría cada extremidad de ese innato cazador.
Como siempre, dejé caer mi cuchillo y antes de que tocase el suelo se suspendió en el aire con la ayuda de mi magia. Realicé mi típico movimiento de muñeca para que en escasos segundos la hoja estuviese hundida en los pulmones de mi futura cena. Sonreí lentamente sin moverme ni apartar mi vista del nuevo cadáver frente a mí, apreciando cada excitante detalle del animal muerto.
- Una lástima que tanta belleza deba desperdiciarse así, ¿no crees, Noharius? - Pregunté sin esperar respuesta, por supuesto daba que el escorpión en mi mochila no iba a contestar. Aunque he de admitir que siempre guardaba la esperanza de oír la voz de mi mascota.
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
A medida que se hacía de noche el chico fue disminuyendo el paso. “¿Qué más da?”, pensó “ya no llegaré a la ciudad ni volando”. Se recostó contra el tronco de un árbol de manera pesada y suspiró.
Levantó los ojos al cielo y se dio cuenta que aún no habían estrellas, sino sólo algunas nubes aisladas con un aspecto rojizo por las últimas luces del día. Las miró con detenimiento y de pronto ya no le parecieron simples nubes, sino que formas definidas. Había una con forma de conejo, podía jurarlo, con todo y su pequeño rabo, un conejo anaranjado que corría a alcanzar los últimos rayos en el firmamento. Hizo una pequeña risita ante la imagen en su mente. Miró a la siguiente nube y notó un patrón familiar. No era un animal, sino una persona, un hombre, un hombre conocido… ¿su maestro?.
Sabía que era ridículo, pero estaba seguro que la nube lucía tal como su maestro, aquel que lo criara como a un hijo, pero también aquel que lo mandara en ese exilio.
-Quiero volver a casa -murmuró-, acá la gente no tiene nada interesante que decir, los pocos que no andan preocupados por sus labores me preguntan por mis padres, desconfían de mi o me preguntan cosas que no puedo contestar. No puedo decirles que pasé mi vida entrenando para ser un asesino, pero no hay nada más sobre mi.
Poco a poco la nube se fue deformando a medida que se movía lentamente por el firmamento y el sol cada vez alumbraba menos. No tenía sentido hablarle a la nada, su maestro no estaba allí.
Fue entonces que oyó el sonido de otra persona en la cercanía. Al oírle se quedó muy silencioso, casi petrificado, afirmado contra el tronco del árbol. No sabía si era amistoso u hostil y su instinto le llamaba a permanecer en cautela. Observó cómo caminaba, cómo parecía algo malhumorado y cómo de pronto hacía levitar un cuchillo.
Un brujo. Eso era un alivio, no era común encontrarse un brujo por esos parajes, menos aún en medio del bosque, pero podía confiar mucho más en alguien de su raza.
“¿Cómo luciría en su interior?”.
La duda saltó en su mente demandante, ruidosa. No quería hablar con él, quería saber cómo lucían sus órganos, abrirle con su cuchillo del cuello al ombligo como un saco y verter su contenido en la hierba, ver su sangre ser absorbida por la tierra y sus ojos extinguirse. Para eso estaba hecho, no para hacer amigos.
No, no era eso lo que su maestro esperaba de él.
Sacudió su cabeza y se dio cuenta que ya tenía una daga en su mano y se preparaba para saltar sobre aquel sujeto para clavársela. Se obligó a si mismo a guardarla bajo sus ropas y dibujó una sonrisa forzada en su rostro. Le escuchó decir unas palabras e inmediatamente contestó, sin estar seguro de si eran para él o no.
-Pues hay que comer, ¿no? -le dijo -, eso no es un desperdicio.
Se paró erguido, con una enorme sonrisa en el rostro y sus manos juntas frente a si, de manera de mostrar que no era una amenaza.
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
Mis ojos seguían las delicadas líneas del zorro que yacía a escasos metros, muerto. La sangre aún no detenía su salida de entre los pliegues de la piel, a su vez cubierta por un cautivante pelaje gris. Di un paso hacia el animal para así prepararlo para la cena, sin embargo un hecho inesperado me tomó indefenso. Era la voz de un niño, a oídos torpes se podría haber confundido con la de una niña; con palabras irrumpía abruptamente, destruyendo la calma que se acababa de establecer.
"Pues hay que comer, ¿no? Eso no es un desperdicio." comentaba la voz, acompañada por un niño que ni siquiera había puesto sus pies en la pubertad, en cuyo rostro se plasmaba una amplia sonrisa y dos ojos verdes. Era imposible no recordarlo a través de esa mirada inocente, era toda una lucha no decir su nombre en voz alta. Por poco ya dejaba de hacerse presente en las últimas semanas, pero de la mano de este niño, los recuerdos volvían a mi mente.
Ariecan, mi querido hermano menor. Aquel que había sido presa de la muerte antes de siquiera afeitar su rostro por primera vez. Cabello rubio, ojos verdes, sonrisa alegre. Toda memoria sobre él volvió de golpe al encuentro de este nuevo niño que tan místicamente aparecía frente a mí.
Por un segundo estuve atónito, perdido en emergentes pensamientos. Abrí mi boca tratando de gesticular frase, pero ni siquiera el aire escapó de entre los labios. Presioné mis labios, ahora sellados, sin saber qué decir.
"No. Tengo que pensar fríamente." musité en mi mente. La situación era un tanto extraña: un niño, sólo, en el bosque. Los rayos del sol aún podían afectar a los vampiros, por lo que no se trataba de uno. ¿Un niño humano en tierra de chupasangres? No, no era humano; un licántropo, ¿quizás? Sólo un licántropo suicida iría al hogar de su más letal enemigo en total soledad. Tampoco noté a simple vista indicio alguno de características élficas, bestiales o robóticas.
Sin lugar a dudas, se trataba de un brujo. O de un total loco, si pertenecía a otra raza.
En la comisura de mis labios se formó una sonrisa a la par de mis palabras. - Eso es muy cierto, joven niño. ¿Cuál es tu nombre? - Respondí. Ser gentil con desconocidos no sólo era algo totalmente extraño en mí, era hasta riesgoso, incluso cuando se trataba de un simple niño. Desconocía la fuerza de sus magias - si es que las tenía -, más mi arrogancia susurraba a mi oído que en un supuesto combate yo saldría vencedor.
Aquello que me alentaba a compartir con ese niño era su capacidad de traer a Ariecan a la vida sin siquiera saberlo. Solo necesité dar un primer vistazo al chico para recordar alegres memorias con mi hermano menor. Y adoraba recordarlas, por más que a veces fueran la causa de mi tormento.
Aunque ese niño me hacía sonreír, no olvidaba que era un completo desconocido en circunstancias sospechosas. Por ello alcé mi mano, haciendo un gesto de saludo para disimular el uso de mi magia.
La ecokinesis era una técnica que había desarrollado recientemente, era tan simple como útil. Gracias a mi telequinesis todo objeto no viviente alrededor del chico vibró, permitiendo conocer más la situación.
Sentí ropa, telas y una serie de hojas, duras, resistentes, ocultas a la vista. "Parece que el inocente joven viene armado", pensé con gracia.
"Pues hay que comer, ¿no? Eso no es un desperdicio." comentaba la voz, acompañada por un niño que ni siquiera había puesto sus pies en la pubertad, en cuyo rostro se plasmaba una amplia sonrisa y dos ojos verdes. Era imposible no recordarlo a través de esa mirada inocente, era toda una lucha no decir su nombre en voz alta. Por poco ya dejaba de hacerse presente en las últimas semanas, pero de la mano de este niño, los recuerdos volvían a mi mente.
Ariecan, mi querido hermano menor. Aquel que había sido presa de la muerte antes de siquiera afeitar su rostro por primera vez. Cabello rubio, ojos verdes, sonrisa alegre. Toda memoria sobre él volvió de golpe al encuentro de este nuevo niño que tan místicamente aparecía frente a mí.
Por un segundo estuve atónito, perdido en emergentes pensamientos. Abrí mi boca tratando de gesticular frase, pero ni siquiera el aire escapó de entre los labios. Presioné mis labios, ahora sellados, sin saber qué decir.
"No. Tengo que pensar fríamente." musité en mi mente. La situación era un tanto extraña: un niño, sólo, en el bosque. Los rayos del sol aún podían afectar a los vampiros, por lo que no se trataba de uno. ¿Un niño humano en tierra de chupasangres? No, no era humano; un licántropo, ¿quizás? Sólo un licántropo suicida iría al hogar de su más letal enemigo en total soledad. Tampoco noté a simple vista indicio alguno de características élficas, bestiales o robóticas.
Sin lugar a dudas, se trataba de un brujo. O de un total loco, si pertenecía a otra raza.
En la comisura de mis labios se formó una sonrisa a la par de mis palabras. - Eso es muy cierto, joven niño. ¿Cuál es tu nombre? - Respondí. Ser gentil con desconocidos no sólo era algo totalmente extraño en mí, era hasta riesgoso, incluso cuando se trataba de un simple niño. Desconocía la fuerza de sus magias - si es que las tenía -, más mi arrogancia susurraba a mi oído que en un supuesto combate yo saldría vencedor.
Aquello que me alentaba a compartir con ese niño era su capacidad de traer a Ariecan a la vida sin siquiera saberlo. Solo necesité dar un primer vistazo al chico para recordar alegres memorias con mi hermano menor. Y adoraba recordarlas, por más que a veces fueran la causa de mi tormento.
Aunque ese niño me hacía sonreír, no olvidaba que era un completo desconocido en circunstancias sospechosas. Por ello alcé mi mano, haciendo un gesto de saludo para disimular el uso de mi magia.
La ecokinesis era una técnica que había desarrollado recientemente, era tan simple como útil. Gracias a mi telequinesis todo objeto no viviente alrededor del chico vibró, permitiendo conocer más la situación.
Sentí ropa, telas y una serie de hojas, duras, resistentes, ocultas a la vista. "Parece que el inocente joven viene armado", pensé con gracia.
[Off: la Ecokinesis es una habilidad registrada en mi Ficha de Habilidades.]
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
El chico desvió la mirada hacia el cadáver del desafortunado animal y pudo ver la sangre manando y manchando su fino pelaje. Las imágenes de su mente se reactivaron y se imaginó la misma herida en el cuerpo del brujo que tenía frente a sí. Una estocada decisiva cuando se distrajera a la altura de los riñones, nada especial y mucha sangre. Quizás primero podría ganarse su confianza y luego actuar en el momento oportuno. De seguro sería todo un macabro espectáculo y nadie sabría de lo ocurrido, pues estaban en pleno bosque, completamente solos.
Entonces divisó la forma de la nube que antes había visto como la cara de su maestro y dio un pequeño suspiro. No, esos pensamientos se debían a que no había tenido su hora diaria de meditación aún. había estado flojo en su riguroso entrenamiento de la mente y aquellos impulsos tenían riendas sueltas.
“Para tener dominio sobre la mente de otras personas primero debes dominar la tuya”. Le pareció oír las palabras de su mentor, aquellas que repetía casi a diario.
-Lindo árbol, ramas verdes… exquisito aroma… lindo conejo, bueno, antes que… ya sabes… - hizo un sonido como de líquido con la boca al tiempo que señalaba la cuchilla, luego miró a su alrededor en busca de otras cosas que describir- y creo que mañana habrá un buen día, por las nubes, son pocas y todo eso.
Era un ejercicio básico de autocontrol, le habían enseñado que cuando pensamientos oscuros invadieran su mente debía concentrarse en lo más nimio que pudiera haber a su alrededor como si fuera lo más interesante del mundo, con eso olvidaría lo que estaba pensando.
De un saltito esquivó una roca y caminó hasta ponerse a su lado.
-¿Vives por acá o sólo andas en busca de comida? -apuntó al cielo- si es así, ya sabes, se está poniendo oscuro y la noche es peligrosa.
Dicho esto, se dejó caer al piso sentado casi al estilo de flor de loto, por costumbre, aunque luego se reclinó hacia atrás hasta apoyar las manos en el piso y sólo entonces su mirada realmente se concentró en la persona que tenía frente a sí en tanto persona, no en tanto presa. Parecía un hombre decidido, aunque algo fuera de lugar con sus vestimentas llamativas para un lugar como ese, pero habiendo vivido toda su vida en las Islas Illidenses ese tipo de personalidades marcadas por la arrogancia le resultaban familiares, normales.
Entonces divisó la forma de la nube que antes había visto como la cara de su maestro y dio un pequeño suspiro. No, esos pensamientos se debían a que no había tenido su hora diaria de meditación aún. había estado flojo en su riguroso entrenamiento de la mente y aquellos impulsos tenían riendas sueltas.
“Para tener dominio sobre la mente de otras personas primero debes dominar la tuya”. Le pareció oír las palabras de su mentor, aquellas que repetía casi a diario.
-Lindo árbol, ramas verdes… exquisito aroma… lindo conejo, bueno, antes que… ya sabes… - hizo un sonido como de líquido con la boca al tiempo que señalaba la cuchilla, luego miró a su alrededor en busca de otras cosas que describir- y creo que mañana habrá un buen día, por las nubes, son pocas y todo eso.
Era un ejercicio básico de autocontrol, le habían enseñado que cuando pensamientos oscuros invadieran su mente debía concentrarse en lo más nimio que pudiera haber a su alrededor como si fuera lo más interesante del mundo, con eso olvidaría lo que estaba pensando.
De un saltito esquivó una roca y caminó hasta ponerse a su lado.
-¿Vives por acá o sólo andas en busca de comida? -apuntó al cielo- si es así, ya sabes, se está poniendo oscuro y la noche es peligrosa.
Dicho esto, se dejó caer al piso sentado casi al estilo de flor de loto, por costumbre, aunque luego se reclinó hacia atrás hasta apoyar las manos en el piso y sólo entonces su mirada realmente se concentró en la persona que tenía frente a sí en tanto persona, no en tanto presa. Parecía un hombre decidido, aunque algo fuera de lugar con sus vestimentas llamativas para un lugar como ese, pero habiendo vivido toda su vida en las Islas Illidenses ese tipo de personalidades marcadas por la arrogancia le resultaban familiares, normales.
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
El chico hablaba, observando el entorno. En mi cabeza no dejaba de plantear cuán curiosa era la situación en la que estaba ese joven; aún era un niño pero, al menos todavía, no daba indicios de estar acompañado por alguien mayor. Fuere de la raza que fuere, ello era de un riesgo más que evidente.
"¿Vives por acá o sólo andas en busca de comida? si es así, ya sabes, se está poniendo oscuro y la noche es peligrosa." comentó tras acercarse. - Por ahora sólo busco un refugio y una buena cena. - Respondí. El niño tenía razón, la noche ya se ceñía sobre nuestras cabezas y en tierra vampírica, la noche no era precisamente segura.
- ¿Cuál es tu nombre? - Le pregunté mientras me ponía de pie, caminando hacia el zorro muerto. - El mío es Nafen. - Me coloqué de cuclillas junto a la comida y retiré mi cuchillo de sus entrañas, y con ferviente placer deslicé la punta de mi lengua por la hoja ensangrentada, degustando el sabor del zorro. Oh, cuánto adoraba hacer aquello con mis víctimas. No era más que una costumbre adoptada años atrás, más sin lugar a dudas arrebatar la vida de otro ser carecía de significado si no contaba con la dicha de saborear su sangre.
Nuevamente hundí el metal en la carne, esta vez haciendo un largo corte, preparando la piel para ser retirada. Si todo mantenía ese ritmo, en menos de una hora la carne del zorro ya estaría entre mis dientes.
Debido a mi posición era incómodo llevar una espada a la cintura; al ser una herramienta larga, y estando mi cintura tan cercana al suelo, entorpecía los movimientos, por lo que la desenvainé y la solté junto a mí, donde se mantuvo flotando verticalmente.
"¿Vives por acá o sólo andas en busca de comida? si es así, ya sabes, se está poniendo oscuro y la noche es peligrosa." comentó tras acercarse. - Por ahora sólo busco un refugio y una buena cena. - Respondí. El niño tenía razón, la noche ya se ceñía sobre nuestras cabezas y en tierra vampírica, la noche no era precisamente segura.
- ¿Cuál es tu nombre? - Le pregunté mientras me ponía de pie, caminando hacia el zorro muerto. - El mío es Nafen. - Me coloqué de cuclillas junto a la comida y retiré mi cuchillo de sus entrañas, y con ferviente placer deslicé la punta de mi lengua por la hoja ensangrentada, degustando el sabor del zorro. Oh, cuánto adoraba hacer aquello con mis víctimas. No era más que una costumbre adoptada años atrás, más sin lugar a dudas arrebatar la vida de otro ser carecía de significado si no contaba con la dicha de saborear su sangre.
Nuevamente hundí el metal en la carne, esta vez haciendo un largo corte, preparando la piel para ser retirada. Si todo mantenía ese ritmo, en menos de una hora la carne del zorro ya estaría entre mis dientes.
Debido a mi posición era incómodo llevar una espada a la cintura; al ser una herramienta larga, y estando mi cintura tan cercana al suelo, entorpecía los movimientos, por lo que la desenvainé y la solté junto a mí, donde se mantuvo flotando verticalmente.
Última edición por Nafen el Lun Feb 09 2015, 16:25, editado 1 vez
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
Demian sonrió de manera algo forzada y apuntó a su alrededor.
-El único refugio que tenemos acá son los árboles… a excepción que quieras ir a meterte a la villa… de noche….
La gente le había advertido de lo peligroso que era adentrarse en ese lugar de noche, pero aún así había decidido recorrer esa zona para conocer más sobre la raza de los vampiros. Al fin y al cabo su motivo para recorrer Aerandir era aprender sobre los que algún día podrían ser sus potenciales víctimas. Aún así la idea de entrar a ese lugar de noche la tenía descartada.
-… también están las cuevas que hay ocasionalmente -continuó-… pero yo no me metería a una tan confiado, casi siempre tienen habitantes.
-Demian -fue su simple respuesta a la pregunta formulada, así había sido conocido toda su vida y no había nada en su nombre que pudiera querer ocultar. Al fin y al cabo ni siquiera tenía un apellido, sólo era Demian, el chico del templo.
Entonces pudo contemplarle en su labor y lo que vio ciertamente no le ayudó en su afán por controlar sus impulsos asesinos. La mueca de su rostro expresó con claridad su desagrado ante el acto de lamer la sangre del cuchillo. Era algo nuevo para él, normalmente los asesinos que él conocía limpiaban cuidadosamente sus armas, pero jamás con sus lenguas. El acto de asesinar era sagrado y el cadáver merecía respeto, jamás un asesino, al menos los que él conocía, deshonraría a su víctima con un acto semejante. Sin embargo no dejaba de ser fascinante el contemplar el rostro de satisfacción al realizar tal desagravio.
El chico mantuvo un silencio sepulcral mientras aquel sujeto realizaba la labor de limpieza de la carne, aprovechando la instancia para realizar su meditación diaria, controlando su oscuridad interior que reclamaba por algo de sangre al presenciar a otro asesino hacer su labor, incluso si se trataba de un animal.
-Tengo un juego -le dijo de pronto rompiendo el hielo y sacando un mazo de cartas de su bolsillo- acá tengo un mazo de cartas, nada especial, puedes revisarlo si quieres… luego lo revolveré y puedes sacar una carta… si logro adivinar tu carta me compartes un poco de carne, ¿trato?.
Con una sonrisa, Demian extendió las cartas a modo de abanico frente a sí, tratando de poner su mejor mirada inocente en su rostro.
-El único refugio que tenemos acá son los árboles… a excepción que quieras ir a meterte a la villa… de noche….
La gente le había advertido de lo peligroso que era adentrarse en ese lugar de noche, pero aún así había decidido recorrer esa zona para conocer más sobre la raza de los vampiros. Al fin y al cabo su motivo para recorrer Aerandir era aprender sobre los que algún día podrían ser sus potenciales víctimas. Aún así la idea de entrar a ese lugar de noche la tenía descartada.
-… también están las cuevas que hay ocasionalmente -continuó-… pero yo no me metería a una tan confiado, casi siempre tienen habitantes.
-Demian -fue su simple respuesta a la pregunta formulada, así había sido conocido toda su vida y no había nada en su nombre que pudiera querer ocultar. Al fin y al cabo ni siquiera tenía un apellido, sólo era Demian, el chico del templo.
Entonces pudo contemplarle en su labor y lo que vio ciertamente no le ayudó en su afán por controlar sus impulsos asesinos. La mueca de su rostro expresó con claridad su desagrado ante el acto de lamer la sangre del cuchillo. Era algo nuevo para él, normalmente los asesinos que él conocía limpiaban cuidadosamente sus armas, pero jamás con sus lenguas. El acto de asesinar era sagrado y el cadáver merecía respeto, jamás un asesino, al menos los que él conocía, deshonraría a su víctima con un acto semejante. Sin embargo no dejaba de ser fascinante el contemplar el rostro de satisfacción al realizar tal desagravio.
El chico mantuvo un silencio sepulcral mientras aquel sujeto realizaba la labor de limpieza de la carne, aprovechando la instancia para realizar su meditación diaria, controlando su oscuridad interior que reclamaba por algo de sangre al presenciar a otro asesino hacer su labor, incluso si se trataba de un animal.
-Tengo un juego -le dijo de pronto rompiendo el hielo y sacando un mazo de cartas de su bolsillo- acá tengo un mazo de cartas, nada especial, puedes revisarlo si quieres… luego lo revolveré y puedes sacar una carta… si logro adivinar tu carta me compartes un poco de carne, ¿trato?.
Con una sonrisa, Demian extendió las cartas a modo de abanico frente a sí, tratando de poner su mejor mirada inocente en su rostro.
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
"Demian", repetí. A pesar de que a menudo era un disgusto la presencia de otras personas, este chico daba el toque de compañía que necesitaba en ese momento. La ternura de Vlad se hallaba muy lejana como para sentirla, dejando un frígido vacío en mi interior; en ese entonces, más que nunca antes en muchos años necesitaba de otra figura con la que compartir una tarde, una sonrisa, o sólo una cena.
Un potente anhelo colmaba las profundidades de mi corazón. Anhelo de caricias, anhelo de llanto nocturno, anhelo de pesadillas que invocaban a los fantasmas de mi pasado, anhelo de sentir un peso sobre mi pecho durante la noche, anhelo de cambiar pañales. Anhelo de un hijo adoptivo, ahora perdido. Anhelo de Vlad.
Demian había aparecido en el momento justo, como la primavera arriba cuando es tiempo de que una flor se abra. Si me comparara con una flor, probablemente sería una flor de pétalos negros, por todas las vidas tomadas, por las atrocidades cometidas; pero también por no cargar con culpa ni arrepentimiento alguno por esos oscuros actos que sin darme cuenta envenenaban el alma. Más, al fin y al cabo, ese veneno era el motor de mi poder, razón de vivir.
A medida que dibujaba más y más cortes sobre el zorro muerto, iba arrancando la piel despacio, procurando separar cualquier excedente de carne de la piel: no debía perder ni la más mínima cantidad de alimento siempre que fuese posible. Los próximos días iban a ser difíciles, mucho más estando en tierra de vampiros, donde la competencia para dar caza era mucho mayor que en las tierras del sur de Aerandir, las que estaba acostumbrado a transitar.
Demian propuso un juego, y si él ganaba debería darle un poco de carne. No pareció mala idea, después de todo siendo un chiquillo no creí que fuese a comer más que yo. - Está bien. - Respondí entrecerrando levemente los ojos y frunciendo el ceño, pensando cuidadosamente en mi elección.
- Hecho. Ya elegí una. - Aguardé por los resultados. No estaba seguro de qué esperar, ese niño estaba envuelto por un velo de misterio. De todas formas, si se equivocaba, tendría más carne para mí.
Un potente anhelo colmaba las profundidades de mi corazón. Anhelo de caricias, anhelo de llanto nocturno, anhelo de pesadillas que invocaban a los fantasmas de mi pasado, anhelo de sentir un peso sobre mi pecho durante la noche, anhelo de cambiar pañales. Anhelo de un hijo adoptivo, ahora perdido. Anhelo de Vlad.
Demian había aparecido en el momento justo, como la primavera arriba cuando es tiempo de que una flor se abra. Si me comparara con una flor, probablemente sería una flor de pétalos negros, por todas las vidas tomadas, por las atrocidades cometidas; pero también por no cargar con culpa ni arrepentimiento alguno por esos oscuros actos que sin darme cuenta envenenaban el alma. Más, al fin y al cabo, ese veneno era el motor de mi poder, razón de vivir.
A medida que dibujaba más y más cortes sobre el zorro muerto, iba arrancando la piel despacio, procurando separar cualquier excedente de carne de la piel: no debía perder ni la más mínima cantidad de alimento siempre que fuese posible. Los próximos días iban a ser difíciles, mucho más estando en tierra de vampiros, donde la competencia para dar caza era mucho mayor que en las tierras del sur de Aerandir, las que estaba acostumbrado a transitar.
Demian propuso un juego, y si él ganaba debería darle un poco de carne. No pareció mala idea, después de todo siendo un chiquillo no creí que fuese a comer más que yo. - Está bien. - Respondí entrecerrando levemente los ojos y frunciendo el ceño, pensando cuidadosamente en mi elección.
- Hecho. Ya elegí una. - Aguardé por los resultados. No estaba seguro de qué esperar, ese niño estaba envuelto por un velo de misterio. De todas formas, si se equivocaba, tendría más carne para mí.
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
El chico sonrió de manera amplia y, algo raro en él, sincera cuando el otro brujo aceptó participar del juego. Los días y largas marchas en soledad ciertamente hacían que el chico valorara cada oportunidad de diversión que se le presentaba y, si esta incluía la posibilidad de llenarse el estómago, cuánto mejor.
Procuró darle cierto aire de misticismo a lo que realizaba, a pesar de que el truco era muy sencillo, al menos para él. Revolvió las cartas con una técnica que por sí sola ya tenía gracia, logrando que las cartas se separaran a intervalos casi perfectamente regulares, describiendo un arco cuidadosamente preparado. Ya lo decía su maestro, si vas a hacer algo, debes hacerlo mejor que nadie, sino mejor no lo hagas. Con delicadeza le presentó las cartas y dejó que escogiera cualquiera, a él le daba igual. El detalle estuvo en que en el momento en que él sacaba la carta Demian se aseguraba que la carta luciera exactamente como un 7 de picas. Daba lo mismo cuál carta en verdad hubiera sido la obtenida, ahora lucía como la carta deseada por Demian gracias a su magia de ilusiones. Como aún era un aprendiz sus ilusiones solían ser pequeñas, pero cambiar la apariencia de una carta era una técnica muy básica.
-Bien, bien, asegúrate de memorizar la carta que has visto, pero por nada del mundo me la muestres -continuó con su acto, fingiendo ahora que meditaba con los ojos cerrados- sí, puedo sentirlo, tu carta me habla.
Hizo nuevamente toda la parafernalia de revolver su mazo de cartas, daba lo mismo el orden. Procuró que pareciera lo más azaroso posible, al final eso no influía en sus chances de éxito. Todo era con la intención de simplemente prolongar la tensión. Al final ofreció el mazo a su interlocutor.
-Puedes poner tu carta a la altura que desees -ofreció con los ojos cerrados firmemente. Esperó a que la carta fuera depositada y luego volvió a realizar su acto de revolver el mazo diestramente. Sonrió deseoso de mostrar luego el remate, pero la paciencia tenía su recompensa.
-Ahora quiero que soples sobre el mazo, para que tu esencia impregne la magia de las cartas -dijo ofreciéndole el mazo frente a su cara. Una vez que él hubo hecho su parte lo retiró y depositó lentamente sobre una piedra.
-Bien, ahora por la magia de los antiguos espíritus del juego, los reyes que fueron asesinados para que nacieran las cartas, yo le ordeno a la carta que ha sido escogida por Nafen que se coloque en lo más alto.
Esperó unos segundos y luego tomó con cuidado la carta superior, revelándola. Era un 3 de tréboles, la levantó y se la mostró.
-¿Es esta tu carta? -le preguntó e inmediatamente puso cara de decepción -No lo es, ¿verdad?… rayos, llevaba tanto practicando este truco y ahora que alguien con magia de verdad lo puede ver ya no resulta.
Se agachó como si fuera a llorar y sobre su cabeza se pudo observar una carta enredada en su cabellera, un radiante 7 de picas.
Esperó en esa posición la reacción de su limitado público.
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
El truco se veía muy actuado y previamente preparado. Demian seguro se había esforzado en practicar toda esa dramatización con la que adornaba su juego de cartas. Era una pena ver que tanto esfuerzo resultaba ser fallido, pues la carta que me mostró no era la que yo había elegido antes.
Agachó la cabeza, con aparente decepción. Nunca era agradable ver triste a un niño, ni siquiera para un asesino a sangre fría. - No te preocupes, Demian. Funcionará la próx... - Fruncí el ceño levemente. En la cabellera del maguito se deslumbraba mi elegido siete de picas. Reí alegre por la inesperada sorpresa, y debido a la liviandad del objeto ni siquiera necesité de mover un dedo para que la carta se suspendiera en el aire a la altura del rostro del chico, por supuesto, por fuerza de telequinesis. - Buen trabajo. - Repliqué con una sonrisa. No estaba seguro si había sido parte del truco previamente preparado por Demian o si sólo era un afortunado error; en cualquier caso ese juego logró que el chico se me hiciera más simpático.
- Parece que tú y yo compartiremos una buena carne de zorro. - Musité mientras regresaba a la labor de quitar la piel del animal.
Antes de ser consciente de ello, un cielo estrellado se desplegaba sobre mis cabellos plateados. La oscuridad habría sido total de no ser por la luna, esa dama que siempre andaba echándome una mano con su luz blancuzca.
Para ver nítidamente y cocinar el zorro cazado, era claramente necesario iniciar fuego. Debido a la naturaleza de mis habilidades, a pesar de ser un brujo, la creación espontánea de fuego no era algo que estuviese a mi alcance: ninguno de los elementos lo estaba.
Los numerosos movimientos que comencé de repente a ejecutar con mis manos se veían torpes y graciosos, dignos de un bufón de la corte real de Lunargenta. Sin embargo esos movimientos lograron en pocos segundos el desplazamiento de rocas, ramas y hojas secas cercanas, formando una fogata.
Un nuevo movimiento y una de las tantas ramas comenzó a ser frotada con otra a una velocidad mayor de la que podría alcanzar con mis manos. En poco tiempo la "magia" de la fricción daría a luz a nuestra preciada llama.
Agachó la cabeza, con aparente decepción. Nunca era agradable ver triste a un niño, ni siquiera para un asesino a sangre fría. - No te preocupes, Demian. Funcionará la próx... - Fruncí el ceño levemente. En la cabellera del maguito se deslumbraba mi elegido siete de picas. Reí alegre por la inesperada sorpresa, y debido a la liviandad del objeto ni siquiera necesité de mover un dedo para que la carta se suspendiera en el aire a la altura del rostro del chico, por supuesto, por fuerza de telequinesis. - Buen trabajo. - Repliqué con una sonrisa. No estaba seguro si había sido parte del truco previamente preparado por Demian o si sólo era un afortunado error; en cualquier caso ese juego logró que el chico se me hiciera más simpático.
- Parece que tú y yo compartiremos una buena carne de zorro. - Musité mientras regresaba a la labor de quitar la piel del animal.
Antes de ser consciente de ello, un cielo estrellado se desplegaba sobre mis cabellos plateados. La oscuridad habría sido total de no ser por la luna, esa dama que siempre andaba echándome una mano con su luz blancuzca.
Para ver nítidamente y cocinar el zorro cazado, era claramente necesario iniciar fuego. Debido a la naturaleza de mis habilidades, a pesar de ser un brujo, la creación espontánea de fuego no era algo que estuviese a mi alcance: ninguno de los elementos lo estaba.
Los numerosos movimientos que comencé de repente a ejecutar con mis manos se veían torpes y graciosos, dignos de un bufón de la corte real de Lunargenta. Sin embargo esos movimientos lograron en pocos segundos el desplazamiento de rocas, ramas y hojas secas cercanas, formando una fogata.
Un nuevo movimiento y una de las tantas ramas comenzó a ser frotada con otra a una velocidad mayor de la que podría alcanzar con mis manos. En poco tiempo la "magia" de la fricción daría a luz a nuestra preciada llama.
Última edición por Nafen el Jue Feb 12 2015, 19:56, editado 1 vez
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
Demian esperó con la cabeza gacha hasta que él se percató del remate del truco y entonces se irguió con una sonrisa de victoria. Muchas veces había practicado trucos en la isla, pero siempre a solas, sin público, imaginándose una audiencia atenta y sorprendida. Él era una sola persona, pero de todas maneras cumplía el objetivo. Más aún su felicidad se completaba con saber que ahora tenía una cena asegurada, algo que no podía decir todos los días.
El chico colaboró en recolectar ramitas secas para alimentar el fuego, aunque con cierto cuidado de asegurarse que cada rama fuera efectivamente una rama y no un trozo de alguna criatura, según le dictaba la dura experiencia. Y fue así que pronto había ya un fuego dispuesto para ellos y para esperar la carne de del zorro. Entonces miró las estrellas mientras esperaba que el sujeto completara sus procedimientos, corto de ideas en las que ayudar al proceso.
-¿Habrá alguna vez alguien contado todas las estrellas del cielo? -comentó pensativo- una vez conocí a alguien que estudiaba las estrellas, les tenía incluso nombre, pero ni él sabía cuántas había en total.
Se sentó en la posición de la flor de loto y dejó que sus pensamientos se despejaran, que su mente estuviera en blanco y su mana fluyera con libertad. Era un procedimiento que hacía con frecuencia para mantener bajo control sus propios pensamientos.
-¿Por qué vistes de esa manera? -le preguntó de pronto, dejando que la curiosidad se expresara libremente- digo, estamos en medio del bosque y andabas cazando cuando nos encontramos, pero vistes como si fueras a una fiesta o algo parecido… puede haber ladrones en el bosque y el barro, las plantas, el agua, todas esas cosas que te encuentras en un bosque pueden arruinarlas… no creo que vayas a una fiesta.
Sabía que no era de lo más educado hacer esas preguntas a un adulto, pero la duda le carcomía desde que lo había visto por primera vez y usualmente al meditar dejaba que sus pensamientos fluyeran por sí solos.
-Sin ofender, pero no te ves muy joven… digo, tampoco eres un anciano, pero… de seguro tienes más del doble de mi edad… así que… ¿ti…ti…tienes familia? -quiso saber. No sabía por qué en ocasiones, cuando menos lo esperaba, tartamudeaba alguna palabra. No era algo común ni limitante, pero en ocasiones ocurría. Respiró un momento -ya sabes, alguna esposa, hijos… -sonrió- ¿un perro, un gato,… una casa?.
El mundo a su alrededor parecía sonreírle, como si todo estuviera en ese momento en armonía y tranquilidad y no hubiera motivo para preocuparse de nada. Pronto tendría su estómago lleno al fin.
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
Una brisa helada y suave cortaba el aire alrededor de los estrechos árboles, carcomida la corteza de su mayoría por la humedad constante del lugar, pues además del frío, una constante neblina cubría los oscuros bosques del oeste. Cuando los aventureros hicieran un fuego, podrían ver con claridad la delgada niebla y el vaho que expulsaban hombre y niño al respirar. La baja temperatura les obligaría a buscar un cobijo o a mantener constantemente el fuego encendido. La oscuridad de la noche governaba cielo y tierra, las estrellas que observaban brillaban con intensidad a través de pequeños claros entre los árboles de escaso follaje.
Los vampiros, habitantes de aquellas tierras habían elegido sin duda un lugar que les era más que propicio para su espécie, aunque nada tan propicio como la noche para cubrir los movimientos de las pálidas criaturas que recorrían ahora el bosque en busca de presas a las que otorgar su don y con las que alimentarse. Así aumentaban su número las criaturas de la noche, algo que les había llevado a ser tan repudiados como temidos en todos los territorios colindantes. Mientras los brujos comían lo que habían cazado estaban siendo observados por ojos en la oscuridad constantemente.
Finalmente uno de los silenciosos acechadores saldría de su escondite para hacer acto de presencia con algo de distancia respecto el fuego, dedicándoles una vil sonrisa a los desventurados que habían caído en su territorio del bosque. Era un vampiro imberbe con una larga melena morena y lisa. Sus ropas eran dignas de un aristócrata muerto, pronto clavaría su mirada ante la reacción de ambos antes de avanzar lentamente a su dirección desenvainando su daga.- El adulto complacerá a la madre. - Diría sin más, ahora mostrando sus colmillos antes de lanzarse a la carga contra el hombre con violencia y agilidad.
Dos vampiros más salieron a izquierda y derecha entre la oscuridad y, aunque con un estado más decrepito que revelaba que no se alimentaban tanto como el primero, aquello era el motivo por el que cargasen con mayor vivacidad, a sabiendas que el niño era prescindible.
___
Off: Bueno, aquí empieza mi intervención. He de decir que ahora mismo os encontráis en peligro y en territorio hostil. Tenéis ambos carta blanca para actuar, pero Nafen deberá defenderse de su atacante, los demás vampiros os darán alcance cuerpo a cuerpo en mi siguiente turno. Se tratará de un rol mayormente de combate, en el que tendré muy en cuenta atributos y habilidades. Como sabréis tendréis mayor posibilidad de éxito en vuestras acciones de ataque o defensa si usáis los atributos que os son más favorables. El resultado de vuestras acciones será determinado por mi en cada turno y aclararé que al ser brujos la cantidad de "hechizos" que podréis efectuar con éxito asegurado serán de 5 (Nafen) y 1 (Demian, ya que careces mayormente de sabiduría). Recordad que siempre será más beneficioso obtener un elemento de una fuente que crearlo desde cero por vuestra propia magia y que podréis seguir efectuando hechizos reflejando el cansancio y con menos probabilidad de éxito. Suerte.
Los vampiros, habitantes de aquellas tierras habían elegido sin duda un lugar que les era más que propicio para su espécie, aunque nada tan propicio como la noche para cubrir los movimientos de las pálidas criaturas que recorrían ahora el bosque en busca de presas a las que otorgar su don y con las que alimentarse. Así aumentaban su número las criaturas de la noche, algo que les había llevado a ser tan repudiados como temidos en todos los territorios colindantes. Mientras los brujos comían lo que habían cazado estaban siendo observados por ojos en la oscuridad constantemente.
Finalmente uno de los silenciosos acechadores saldría de su escondite para hacer acto de presencia con algo de distancia respecto el fuego, dedicándoles una vil sonrisa a los desventurados que habían caído en su territorio del bosque. Era un vampiro imberbe con una larga melena morena y lisa. Sus ropas eran dignas de un aristócrata muerto, pronto clavaría su mirada ante la reacción de ambos antes de avanzar lentamente a su dirección desenvainando su daga.- El adulto complacerá a la madre. - Diría sin más, ahora mostrando sus colmillos antes de lanzarse a la carga contra el hombre con violencia y agilidad.
Dos vampiros más salieron a izquierda y derecha entre la oscuridad y, aunque con un estado más decrepito que revelaba que no se alimentaban tanto como el primero, aquello era el motivo por el que cargasen con mayor vivacidad, a sabiendas que el niño era prescindible.
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Off: Bueno, aquí empieza mi intervención. He de decir que ahora mismo os encontráis en peligro y en territorio hostil. Tenéis ambos carta blanca para actuar, pero Nafen deberá defenderse de su atacante, los demás vampiros os darán alcance cuerpo a cuerpo en mi siguiente turno. Se tratará de un rol mayormente de combate, en el que tendré muy en cuenta atributos y habilidades. Como sabréis tendréis mayor posibilidad de éxito en vuestras acciones de ataque o defensa si usáis los atributos que os son más favorables. El resultado de vuestras acciones será determinado por mi en cada turno y aclararé que al ser brujos la cantidad de "hechizos" que podréis efectuar con éxito asegurado serán de 5 (Nafen) y 1 (Demian, ya que careces mayormente de sabiduría). Recordad que siempre será más beneficioso obtener un elemento de una fuente que crearlo desde cero por vuestra propia magia y que podréis seguir efectuando hechizos reflejando el cansancio y con menos probabilidad de éxito. Suerte.
Ger
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Re: Toque oscuro [Demian]
Como todo chicuelo, Demian empezó a hacer preguntas sobre cuestiones fuera de su incumbencia. Quizás lo hacía por mantener un perfil bajo y verlo como si fuera un ser inocente; sí, un ser inocente que cargaba con cuchillos escondidos entre sus ropas.
Primero cuestionó mis vestimentas, aunque no lo culpo. Vestía de noble incluso en situaciones en las que ello me desfavorecía, pero todo con tal de demostrar mi superioridad frente a los demás. - Bueno… algunos dicen que las vestiduras reverberan cómo es la persona que las lleva. - Contesté. Y sin dudas, la sangre que corría por mis venas no era la de cualquier familia, era la de una familia que se podía considerar 'noble' en la comunidad de los brujos.
Y otra vez la inevitable inmadurez se apoderó de la conversación, inmiscuyéndose en cuestiones íntimas. - Mi familia está muerta. No tengo esposa ni hijos, y la casa en la que vivía meses atrás fue destruida. Por eso empecé a dedicarme a un nuevo… negocio. - ¿El asesinato podía considerarse un negocio? Probablemente. Después de todo yo prestaba mis servicios y recibía una paga por ellos.
La noche prometía tranquilidad. La vasta infinidad celeste era salpicada por brillantes puntos que gobernaban el firmamento. A pesar del frío, daba la sensación de que todo iba a salir bien.
Más mis premoniciones fallaron.
Una figura se mostró, luciendo una sonrisa en su rostro, mostrando las perversiones que seguramente se pasaban por su cabeza. Alcé ambas cejas con una actitud pedante. Pero, ¿qué otra actitud podía adoptar contra el hombre que acababa de desenvainar su arma en mi contra?
Al mismo tiempo que me puse de pie hice un movimiento con mi antebrazo, dando un puñetazo al aire. Gracias a esto, la telequinesis tiró de un tronco envuelto en llamas que yacía en el centro la hoguera, disparándolo por los aires, directamente hacia el estómago del agresor.
Exitoso o no, ese ataque me daría cierto tiempo para tomar mi espada y mi cuchillo arrojadizo, preparado para recibir un nuevo ataque.
Primero cuestionó mis vestimentas, aunque no lo culpo. Vestía de noble incluso en situaciones en las que ello me desfavorecía, pero todo con tal de demostrar mi superioridad frente a los demás. - Bueno… algunos dicen que las vestiduras reverberan cómo es la persona que las lleva. - Contesté. Y sin dudas, la sangre que corría por mis venas no era la de cualquier familia, era la de una familia que se podía considerar 'noble' en la comunidad de los brujos.
Y otra vez la inevitable inmadurez se apoderó de la conversación, inmiscuyéndose en cuestiones íntimas. - Mi familia está muerta. No tengo esposa ni hijos, y la casa en la que vivía meses atrás fue destruida. Por eso empecé a dedicarme a un nuevo… negocio. - ¿El asesinato podía considerarse un negocio? Probablemente. Después de todo yo prestaba mis servicios y recibía una paga por ellos.
La noche prometía tranquilidad. La vasta infinidad celeste era salpicada por brillantes puntos que gobernaban el firmamento. A pesar del frío, daba la sensación de que todo iba a salir bien.
Más mis premoniciones fallaron.
Una figura se mostró, luciendo una sonrisa en su rostro, mostrando las perversiones que seguramente se pasaban por su cabeza. Alcé ambas cejas con una actitud pedante. Pero, ¿qué otra actitud podía adoptar contra el hombre que acababa de desenvainar su arma en mi contra?
Al mismo tiempo que me puse de pie hice un movimiento con mi antebrazo, dando un puñetazo al aire. Gracias a esto, la telequinesis tiró de un tronco envuelto en llamas que yacía en el centro la hoguera, disparándolo por los aires, directamente hacia el estómago del agresor.
Exitoso o no, ese ataque me daría cierto tiempo para tomar mi espada y mi cuchillo arrojadizo, preparado para recibir un nuevo ataque.
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
El chico pudo sentir un aire hostil en las respuestas del hombre y lamentó haber traído a su memoria hechos tan dolorosos, de modo que tendió a mantenerse más en silencio desde ese momento, aunque antes quiso expresarse de manera correcta.
-Siento lo de tu familia -le dijo bajando la mirada- no debe ser fácil pasar por eso.
Sólo podía suponer lo que sería eso, pero en realidad él no había conocido lo que era tener una familia, de modo que tampoco entendía cuánto dolor podía implicar el perder un ser querido, mucho menos a tu familia completa. Imaginó que debía ser un dolor muy grande y, por las personas que conocía que habían pasado por experiencias parecidas, seguramente era algo que no podría olvidar.
Una vez lista la carne comenzó a comer con gusto, dejando en evidencia que se encontraba hambriento. Alimentarse de bayas y frutas silvestres no era un camino a la obesidad, aún cuando ocasionalmente agregara algún animal cazado, de modo que esas oportunidades eran ciertamente bienvenidas. Por un momento olvidó todo lo negativo y simplemente se expresó con una gran sonrisa cuando comenzó a comer, como si estuviera tranquilo en los comedores del templo, en tiempos que, aunque no eran tan antiguos, parecían muy lejanos.
-Debo decir que esto está muy rico -expresó satisfecho.
No alcanzaría a terminar de comer. Cuando aparecieron los sujetos intuyó de inmediato que no eran buenas noticias, especialmente por la manera cómo el que parecía ser el líder los miró. Cuando aquél sacó su daga fue evidente que la situación sería hostil. Fue para él un pequeño alivio cuando se percató que iban a ir por su compañero primero, de modo que inmediatamente se puso en movimiento hacia atrás, pretendiendo esconderse entre los árboles. Sabía que ellos estaban al tanto de su presencia, pero esperaba poder contar con algo de sorpresa una vez que la pelea comenzara a distancia de cuerpo a cuerpo, que pensaran que sólo era un chiquillo cobarde. Mientras retrocedía usó su telekinesia para intentar levantar ligeramente un tronco pequeño reservado para el fuego, pero aún no prendido, hasta que estuviera a la altura de las canillas de uno de los 2 acompañantes del líder, el de su derecha. Procuró hacerlo cuando aquel estuviera muy cerca del tronco, esperando que no se percatara del hecho y se tropezara.
Una vez entre los árboles se preguntó si no sería mejor huir. Apenas conocía a aquel sujeto y era evidente que lo querían más a él, pero entonces se dijo a sí mismo que él estaba entrenado para siempre ayudar a sus camaradas y habían compartido una cena juntos, él no era un cobarde, ayudaría en el conflicto, sólo que debía esperar el momento adecuado para entrar directo al combate, por su tamaño y fuerza no era lo sensato ir de frente.
Tomó sus dagas y las desenvainó, intentado que no le vieran en ello.
“Eres una sombra, no tienes sentimientos, ni miedo, ni rabia, nada de eso está en ti en el combate, en cambio actúas como un autómata, cumpliendo tu labor al pie de la letra, manteniéndote en el plan, eres como la brisa, nadie sospecha de ti”. Oyó las instrucciones de su maestro en sus recuerdos, como si él estuviera allí. Era hora de la acción.
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
Su carrera sería emprendida con decisión hacia al que había tomado como a un humano perdido. No era más que la ley de la naturaleza, en la que ellos eran cazadores y quienes entraban en su territorio simples presas, no había remordimiento o pensamiento alguno que detuviese los pies del primero de los vampiros. Mas en su corta carga pudo ver como con la simple gesticulación del hombre uno de los troncos del fuego caía encima de sus ropas prendiendo en estas llamas que reflejarían un rostro de horror en el vampiro.- ¡Son brujos hermanos, matadles a ambos! - Gritaría, detenido en pos de apagar con rapidez las llamas que le cubrían el pecho y le producían un dolor que sería expresado con gritos de agonía producidos por el miedo a perder su longeva vida.
Alertados por el estado de su congénere, los otros dos vampiros pretenderían saltar al cuello de quién había lanzado parte de la hoguera a su líder. Ignorando en parte al niño, uno de los vampiros saltaría para lanzar un arañazo con las garras metálicas que usaban como armas. El segundo de los vampiros no pareció tener la suerte de poder atacar por el otro flanco como si de una jauría de lobos hambrientos se tratara, pues sin que pudiera comprender cómo, uno de los troncos se interpondría en su apresurada marcha, haciéndole caer estrepitosamente en el suelo.
Con la respiración acelerada, el líder se observaría las ropas carbonizadas, no recordaba la última vez que había sentido un dolor tan intenso. Aquello no hacía sino incrementar por partes iguales su temor como su ira. Cerraría los puños y miraría lleno de ira al hombre que iba a devorar aquella noche, dando mano de nuevo a su daga, acabaría lo que había empezado.
____
Off: Por un lado Nafen tendrás que defenderte del ataque del primero de los vampiros, que insistirá en tu flanco izquierdo. Puedes intentar un contraataque, pero advierto que en mi siguiente turno el líder de los vampiros te atacará. Si Demian decide huir o abstenerse del combate el tercer vampiro te atacará también por el flanco derecho en el siguiente turno. En todo caso, suerte.
Alertados por el estado de su congénere, los otros dos vampiros pretenderían saltar al cuello de quién había lanzado parte de la hoguera a su líder. Ignorando en parte al niño, uno de los vampiros saltaría para lanzar un arañazo con las garras metálicas que usaban como armas. El segundo de los vampiros no pareció tener la suerte de poder atacar por el otro flanco como si de una jauría de lobos hambrientos se tratara, pues sin que pudiera comprender cómo, uno de los troncos se interpondría en su apresurada marcha, haciéndole caer estrepitosamente en el suelo.
Con la respiración acelerada, el líder se observaría las ropas carbonizadas, no recordaba la última vez que había sentido un dolor tan intenso. Aquello no hacía sino incrementar por partes iguales su temor como su ira. Cerraría los puños y miraría lleno de ira al hombre que iba a devorar aquella noche, dando mano de nuevo a su daga, acabaría lo que había empezado.
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Off: Por un lado Nafen tendrás que defenderte del ataque del primero de los vampiros, que insistirá en tu flanco izquierdo. Puedes intentar un contraataque, pero advierto que en mi siguiente turno el líder de los vampiros te atacará. Si Demian decide huir o abstenerse del combate el tercer vampiro te atacará también por el flanco derecho en el siguiente turno. En todo caso, suerte.
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Re: Toque oscuro [Demian]
Algunas brasas todavía ardían en el lugar donde momentos antes se alzaba una hoguera. Chisporroteaban pobremente mientras la luz anaranjada se escapaba de la superficie carbonizada.
La actividad forestal cesó cuando los vampiros aparecieron. Los lobos callaron sus aullidos. Los roedores detuvieron su marcha entre ramas y troncos. Las aves concluyeron vuelo y se resguardaron en sus nidos. Todo el bosque detenía su característico dinamismo nocturno, para así observar, expectante, el combate.
Una filosa sonrisa se dibujó en mis labios al ver las ropas flameantes del vampiro que había intentado atacarme. "Los mataré a todos." dije para mis adentros. El gélido odio de pasados recuerdos se presentaba con potencia en mi pecho.
Con un movimiento de mano, tanto mi espada como mi cuchillo arrojadizo levitaron junto a mí. La primera a mi derecha, la segunda a mi izquierda, ambas paralelas al suelo.
A la distancia parecía que un espadachín invisible blandía ambas armas a mi lado. Aunque, sin embargo, se podía decir que la telequinesis era un espadachín. Un espadachín que blandía como arma cualquier objeto que mis gestos le ordenasen.
Unas pisadas cargadas de fuerza se escucharon en el flanco izquierdo. Giré la cabeza y contemplé a mi adversario.
El vampiro se abalanzaba en mi dirección con ferocidad. La luz de la luna se filtró en las garras metálicas que usaba como armas,
haciéndolas brillar.
Años atrás había asesinado a un vampiro, el sólo hecho de recordarlo hacía que mi sangre hirviera.
Él era un criminal, un violador buscado en la Península de Verisar. Se decía que había huído junto a un niño y una niña hacia el norte de Lunargenta, y hasta ahí pensaba seguirlo. Y así fue.
Remembraba la cabaña abandonada con tristeza y enojo. Desde afuera se podía escuchar una mezcla desgarradora de llanto y gritos, intercalados por maldiciones de una voz adulta. Al abrir la puerta el panorama no mejoró.
El vampiro apoyaba su estómago sobre la espalda de un varón de no más de seis años, ambos totalmente desnudos. El adulto hacía movimientos de cadera mientras gemía con los ojos cerrados. El niño también gemía, pero con sumo dolor, en un llanto ahogado.
A escasos metros una niña, un par de años mayor que el crío, yacía muerta. Su mirada inerte estaba rodeada de lágrimas que se secarían dentro de poco. Sus intestinos manaban de un amplio corte en su estómago, y con ellos un charco de sangre.
El criminal abrió los ojos. Antes de poder realizar cualquier acción seis de los veinte cuchillos arrojadizos que escondía entre mis ropas volaron hacia él. Se separó del chico, asustado. De nada le sirvió poner sus manos frente a su rostro.
Las hojas eran tan filosas como delgadas, por lo que no fue difícil que se escabulleran en su piel. Un corte profundo bajo cada axila y en la parte trasera de los talones; la sangre brotó del dorso de las rodillas apenas los cuchillos cortaron en ese lugar.
Varios cortes superficiales se dibujaron en su espalda, pecho, brazos y piernas.
Ninguno de esos cortes lo mataría rápidamente, pero estaba seguro de que el dolor sería inmenso. Ejecuté diferentes métodos de tortura a lo largo de tres largas horas que disfruté como un niño en una tienda de dulces. Después de todo, ese vampiro no merecía menos. Como toque final, un clavo al rojo vivo, dirigido por la telequinesis, ingresó por su uretra, y, de una manera que aún en el presente no termino de entender, emergió por su orificio "trasero". El hombre imploró que lo matara, y su última voluntad se cumplió, quemado por la luz solar, amarrado al grueso tronco de un árbol.
Posterior a esa experiencia los encuentros con vampiros no habían mejorado. Abusadores, traicioneros, no encontraba más que vampiros merecedores de la peor de las muertes. Ello fue la semilla de mi odio hacia esa raza, odio que sólo hallaba en los varones, pues las vampiresas habían demostrado ser gentiles, en su mayoría.
Junté mis manos con los dedos entrelazados y mis poderes hicieron lo suyo.
Como brujo de la telequinesis, era bien sabido que los seres vivos no se pueden manipular por dicha magia. Al menos no por brujos estándar. Únicamente un brujo telequinético de alto nivel podría colocar a la merced de su magia a otro ser vivo.
Para mi suerte, el vampiro sí era un ser vivo, pero sus garras de metal no. Mi telequinesis actuó sobre estas últimas, con la idea de hacerlas chocar en dirección al pecho del vampiro, entorpeciendo así su intento de ataque.
Un nuevo golpe al aire bastó para que mi espada viajara directo hacia el cuello de mi atacante.
-
Con mi dedo índice y corazón hice un ligero baile. De la bolsa de cuero se desprendió un colgante que viajó directamente hacia mi mano derecha. Lo sostuve en alto con el brazo extendido, esperando que sus efectos empezaran a aparecer.
[Off: la última línea, después del guión rojo, es condicional. Con esto quiero decir que en caso de que el vampiro rechace mis maniobra defensiva-ofensiva, no podría usar el colgante y por ende lo que se encuentre después del guión rojo no sucedería. Depende de lo que Master Ger disponga.
Uso el Colgante de Alelí. "Para poder usarlo efectivamente tendrás que activarlo on rol brevemente. Te dará la habilidad de convocar un solo hombre bestia que crearás tú mismo. No podrá ser más alto que un niño de 7 años, y los puntos máximos para sus stats serán 20.". Creo un hombre-bestia de tigre de bengala, con 12 puntos en Agilidad, 5 en Fuerza y 3 en Constitución.
Véase el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], o mi Lista de Tareas.]
La actividad forestal cesó cuando los vampiros aparecieron. Los lobos callaron sus aullidos. Los roedores detuvieron su marcha entre ramas y troncos. Las aves concluyeron vuelo y se resguardaron en sus nidos. Todo el bosque detenía su característico dinamismo nocturno, para así observar, expectante, el combate.
Una filosa sonrisa se dibujó en mis labios al ver las ropas flameantes del vampiro que había intentado atacarme. "Los mataré a todos." dije para mis adentros. El gélido odio de pasados recuerdos se presentaba con potencia en mi pecho.
Con un movimiento de mano, tanto mi espada como mi cuchillo arrojadizo levitaron junto a mí. La primera a mi derecha, la segunda a mi izquierda, ambas paralelas al suelo.
A la distancia parecía que un espadachín invisible blandía ambas armas a mi lado. Aunque, sin embargo, se podía decir que la telequinesis era un espadachín. Un espadachín que blandía como arma cualquier objeto que mis gestos le ordenasen.
Unas pisadas cargadas de fuerza se escucharon en el flanco izquierdo. Giré la cabeza y contemplé a mi adversario.
El vampiro se abalanzaba en mi dirección con ferocidad. La luz de la luna se filtró en las garras metálicas que usaba como armas,
haciéndolas brillar.
Años atrás había asesinado a un vampiro, el sólo hecho de recordarlo hacía que mi sangre hirviera.
Él era un criminal, un violador buscado en la Península de Verisar. Se decía que había huído junto a un niño y una niña hacia el norte de Lunargenta, y hasta ahí pensaba seguirlo. Y así fue.
Remembraba la cabaña abandonada con tristeza y enojo. Desde afuera se podía escuchar una mezcla desgarradora de llanto y gritos, intercalados por maldiciones de una voz adulta. Al abrir la puerta el panorama no mejoró.
El vampiro apoyaba su estómago sobre la espalda de un varón de no más de seis años, ambos totalmente desnudos. El adulto hacía movimientos de cadera mientras gemía con los ojos cerrados. El niño también gemía, pero con sumo dolor, en un llanto ahogado.
A escasos metros una niña, un par de años mayor que el crío, yacía muerta. Su mirada inerte estaba rodeada de lágrimas que se secarían dentro de poco. Sus intestinos manaban de un amplio corte en su estómago, y con ellos un charco de sangre.
El criminal abrió los ojos. Antes de poder realizar cualquier acción seis de los veinte cuchillos arrojadizos que escondía entre mis ropas volaron hacia él. Se separó del chico, asustado. De nada le sirvió poner sus manos frente a su rostro.
Las hojas eran tan filosas como delgadas, por lo que no fue difícil que se escabulleran en su piel. Un corte profundo bajo cada axila y en la parte trasera de los talones; la sangre brotó del dorso de las rodillas apenas los cuchillos cortaron en ese lugar.
Varios cortes superficiales se dibujaron en su espalda, pecho, brazos y piernas.
Ninguno de esos cortes lo mataría rápidamente, pero estaba seguro de que el dolor sería inmenso. Ejecuté diferentes métodos de tortura a lo largo de tres largas horas que disfruté como un niño en una tienda de dulces. Después de todo, ese vampiro no merecía menos. Como toque final, un clavo al rojo vivo, dirigido por la telequinesis, ingresó por su uretra, y, de una manera que aún en el presente no termino de entender, emergió por su orificio "trasero". El hombre imploró que lo matara, y su última voluntad se cumplió, quemado por la luz solar, amarrado al grueso tronco de un árbol.
Posterior a esa experiencia los encuentros con vampiros no habían mejorado. Abusadores, traicioneros, no encontraba más que vampiros merecedores de la peor de las muertes. Ello fue la semilla de mi odio hacia esa raza, odio que sólo hallaba en los varones, pues las vampiresas habían demostrado ser gentiles, en su mayoría.
Junté mis manos con los dedos entrelazados y mis poderes hicieron lo suyo.
Como brujo de la telequinesis, era bien sabido que los seres vivos no se pueden manipular por dicha magia. Al menos no por brujos estándar. Únicamente un brujo telequinético de alto nivel podría colocar a la merced de su magia a otro ser vivo.
Para mi suerte, el vampiro sí era un ser vivo, pero sus garras de metal no. Mi telequinesis actuó sobre estas últimas, con la idea de hacerlas chocar en dirección al pecho del vampiro, entorpeciendo así su intento de ataque.
Un nuevo golpe al aire bastó para que mi espada viajara directo hacia el cuello de mi atacante.
-
Con mi dedo índice y corazón hice un ligero baile. De la bolsa de cuero se desprendió un colgante que viajó directamente hacia mi mano derecha. Lo sostuve en alto con el brazo extendido, esperando que sus efectos empezaran a aparecer.
- Colgante de Alelí:
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[Off: la última línea, después del guión rojo, es condicional. Con esto quiero decir que en caso de que el vampiro rechace mis maniobra defensiva-ofensiva, no podría usar el colgante y por ende lo que se encuentre después del guión rojo no sucedería. Depende de lo que Master Ger disponga.
Uso el Colgante de Alelí. "Para poder usarlo efectivamente tendrás que activarlo on rol brevemente. Te dará la habilidad de convocar un solo hombre bestia que crearás tú mismo. No podrá ser más alto que un niño de 7 años, y los puntos máximos para sus stats serán 20.". Creo un hombre-bestia de tigre de bengala, con 12 puntos en Agilidad, 5 en Fuerza y 3 en Constitución.
Véase el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], o mi Lista de Tareas.]
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
Con la espalda contra un árbol, Demian contempló lo que ahora se convertía en un campo de batalla. No habían salido tras él, por lo que supuso que los vampiros lo habían dado por un niño cobarde que emprendía la huída. Aquella situación era perfecta para él. Se agachó y comenzó a desplazarse entre las sombras, aprovechando su cuerpo pequeño y su destreza y gracia para caminar delicadamente sobre el terreno, confiando en que el movimiento de la batalla, el jadeo y la pasión con que peleaban aquellos sujetos hiciera de aún más cobertura a su silencio.
Examinando el terreno pudo comprobar que 2 de los vampiros iban por los flancos y un tercero se quedaba más rezagado, luchando contra las llamas que se habían pegado a su cuerpo y sus ropas, siendo evidente que sufría de dolor intenso. Era su oportunidad, los sentidos de aquel sujeto seguro estarían puestos en las llamas y el dolor, o bien en quien le había arrojado aquel tronco ardiente y ahora les plantaba terreno desafiante. Si en cambio iba por uno de los flancos de seguro entraría en e campo visual del rezagado, así que era lo más sensato atacar a este último.
Tomó sus dagas de manera delicada, para luego empuñarlas con firmeza, mientras se desplazaba hasta la espalda del vampiro, tratando de mantener sus pensamientos vacíos. “Eres una sombra, eres la nada, el vacío, no existes más que como inexistencia”, recordaba las palabras de su maestro y las repetía como un mantra en su cabeza. No era nada, no era nadie, no estaba allí, era una mera sombra desplazándose hasta su objetivo.
Una imagen fugaz del momento en que su maestro le regalaba esas finas dagas se cruzó por su cabeza, pues en aquella ocasión él le había dicho que esperaba que no las usase, pero claramente su real intención era otra, ¿para qué más le iba a regalar un par de dagas especialmente diseñadas para asesinar personas?, no tenía esas armas para pelar troncos ni hacer tallados, era la hora de darles de beber sangre. Su rostro se había tornado perturbadoramente impávido, ausente, sin emoción alguna, como si fuera un cascarón vacío cuyo única función fuese el asesinato. Para eso había sido criado, para eso se había preparado toda su corta vida.
Entonces se concentró en su magia ilusoria, llegaba el momento de finalmente usar una ilusión para asegurar que su objetivo, su presa, estuviera suficientemente distraído. Pensó en fuego, en aquellas llamas que los vampiros parecían no tener en gran estima. Su ilusión pretendía hacer parecer como si las llamas crecieran y no se fueran con facilidad, como si repentinamente aumentaran en las ropas del vampiro. Con ello buscaba que aquel tuviera que concentrarse aún más en este hecho y no en la pequeña figura que se acercaba a su espalda. Acto seguido Demian intentaría clavar sus dagas de manera inmediata en la zona lumbar de su objetivo, una con la intención de destrozar riñones e intestinos y la otra teniendo como objetivo la parte baja de los músculos lumbares, con la intención de cortarlos de un lado de la columna.
Fuese cual fuese el desenlace de su ataque, el chico intentaría inmediatamente retirar las dagas y echarse hacia atrás a todo velocidad una vez que no pudiera hacer que se enterraran más en su objetivo, con la intención de volver a toda velocidad hacia los árboles.
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
Los cuervos graznarían y saldrían volando violentados por la escena de lucha que se estaba dando en el interior de los oscuros bosques del oeste. Los cuervos, aunque por instinto se apartaran del lugar cuando las actividades de los seres inteligentes podían representarles un peligro, el mismo instinto les hacía regresar a sus posiciones sobre los árboles, a la espera de que los vampiros les dejaran cadáveres para saciar su hambre carroñera.
Cuando el primero de los vampiros clavara sus garras sobre su pecho, sentiría como se le desgarraba en parte el pulmón, una sangre de aspecto coagulada brotaría de su pecho cuando retirara de este la garra y lamiese la sangre que regalimaba por sus dedos en un acto intimidatorio, le haría falta mucho más que eso al brujo para acabar con ellos, pues su compañero pronto se levantaría del suelo para arremeter contra el brujo desde el otro flanco. Con un golpe de aquellas garras metálicas clavaría una de las armas flotantes en el suelo cuando una magia desconocida por los enemigos de hombre e infante haría brotar de la misma tierra un corpulento hombre cubierto de un blanco pelaje en posición fetal. Este hombre bestia tenía la apariencia de un gran felino corpulento que soltaría un gran rugido cuando extendía sus fuertes extremidades, haciendo que una vez más, los cuervos emprendieran un corto vuelo.
Sin detener la pelea, el líder de los vampiros empezaría a avanzar hacia el hombre bestia que aparecía ante sus ojos con esperanza de acabar con él antes de que pudiese reaccionar, pero para su horror, como si una brisa de aire hubiese reavivado las ascuas apagadas de su ropa, vería como esta prendía de nuevo, como las lenguas ígneas cubrían su cuerpo con intensidad, la visión de su cercano fin le haría incluso soltar el arma para luchar contra un fuego invisible. Las sigilosas cuchilladas cayeron sobre su torso sin que pudiese percibir apenas la presencia del niño. El dolor haría que las llamas con las que había estado luchando se desvanecieran y le permitiesen ver como sus tripas brotaban del torso, intentando detener la apertura de ese tajo con la mano, pronto perdería la capacidad para mantenerse de pie con el segundo ataque, y caería como un peso muerto sobre el suelo, retorciendose por el aflicción que sentía, incapaz de maldecir a la simple criatura que había acabado con él, tan sólo pudiendo clavar en este una mirada de odio mientras balbuceaba.
Entre todo esto, el hombre bestia abrió sus ojos enrojecidos, se lanzaría colérico hacia el primero de los asaltantes de Nafen, saltando brutalmente encima de su presa, el vampiro pronto estaría postrado bajo las rodillas inmovilizadoras de aquél ser de gran tamaño que con sus puños y garras acabaría dando una atroz muerte al ser de la noche antes de empezar a arrancar sus extremidades por puro sadismo. Un último vampiro miraría con horror las muertes de sus compañeros y su líder, aquella atroz visión haría que empezara a retroceder sobre sus pasos y emprendiese una apresurada carrera de huida, habían menospreciado en demasía a los extraños.
Elisabeth se encontraría en el balcón de una de las torres de su castillo, observando la brillante luna alumbrar los bosques colindantes, mas su ya no latente corazón sentiría un profundo pinchazo que le haría llevarse las manos al pecho y arrodillarse. El viento que mesaba sus ropas también le traerían amargas noticias.- ¡MUERTOOO! - Sollozaría desde las alturas de su castillo, haciendo que su voz resonara por todas las cámaras interiores de este, alertando a todos quienes la protegían en su fortaleza.- ¡Mi criatura... Vuestro querido hermano muerto! - Dijo al ver que empezaban a entrar varios de sus ahijados en su dormitorio a la espera de la mala noticia. Cierto era que no todos sus adeptos se dejaban llevar por su trastorno maternal, no obstante todos tenían un profundo respeto por aquella que les había dado el don de la vida eterna.- Asesinos.... ¡Cazarles, darles muerte! - Siguió maldiciendo cuando una de las vampiresas intentaba consolarla entre sus brazos.
Varios jinetes abandonarían el castillo en un apresurado galope mientras se dispersaban por los bosques, otros muchos empezaron a salir a pie con el único propósito de que La madre pudiese recobrar la cordura.
______
Ficha de Elisabeth: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Off: Bien, en vuestro siguiente turno (no en este) un jinete os dará alcance en el bosque y pronto empezarán a llegar más vampiros. Aunque no seáis conscientes de ello, podéis aprovechar este turno para huir, aunque deberéis especificarme hacia qué dirección durante vuestro post, aunque como siempre, tenéis carta blanca. Demian, tu próximo hechizo te causará cansancio y tendrá menos posibilidades de éxito, y así sucesivamente en mayor grado. Por último, Nafen puedes interpretar dentro de la lógica al hombre bestia que te seguirá y te protegerá durante tres turnos. Suerte.
Cuando el primero de los vampiros clavara sus garras sobre su pecho, sentiría como se le desgarraba en parte el pulmón, una sangre de aspecto coagulada brotaría de su pecho cuando retirara de este la garra y lamiese la sangre que regalimaba por sus dedos en un acto intimidatorio, le haría falta mucho más que eso al brujo para acabar con ellos, pues su compañero pronto se levantaría del suelo para arremeter contra el brujo desde el otro flanco. Con un golpe de aquellas garras metálicas clavaría una de las armas flotantes en el suelo cuando una magia desconocida por los enemigos de hombre e infante haría brotar de la misma tierra un corpulento hombre cubierto de un blanco pelaje en posición fetal. Este hombre bestia tenía la apariencia de un gran felino corpulento que soltaría un gran rugido cuando extendía sus fuertes extremidades, haciendo que una vez más, los cuervos emprendieran un corto vuelo.
Sin detener la pelea, el líder de los vampiros empezaría a avanzar hacia el hombre bestia que aparecía ante sus ojos con esperanza de acabar con él antes de que pudiese reaccionar, pero para su horror, como si una brisa de aire hubiese reavivado las ascuas apagadas de su ropa, vería como esta prendía de nuevo, como las lenguas ígneas cubrían su cuerpo con intensidad, la visión de su cercano fin le haría incluso soltar el arma para luchar contra un fuego invisible. Las sigilosas cuchilladas cayeron sobre su torso sin que pudiese percibir apenas la presencia del niño. El dolor haría que las llamas con las que había estado luchando se desvanecieran y le permitiesen ver como sus tripas brotaban del torso, intentando detener la apertura de ese tajo con la mano, pronto perdería la capacidad para mantenerse de pie con el segundo ataque, y caería como un peso muerto sobre el suelo, retorciendose por el aflicción que sentía, incapaz de maldecir a la simple criatura que había acabado con él, tan sólo pudiendo clavar en este una mirada de odio mientras balbuceaba.
Entre todo esto, el hombre bestia abrió sus ojos enrojecidos, se lanzaría colérico hacia el primero de los asaltantes de Nafen, saltando brutalmente encima de su presa, el vampiro pronto estaría postrado bajo las rodillas inmovilizadoras de aquél ser de gran tamaño que con sus puños y garras acabaría dando una atroz muerte al ser de la noche antes de empezar a arrancar sus extremidades por puro sadismo. Un último vampiro miraría con horror las muertes de sus compañeros y su líder, aquella atroz visión haría que empezara a retroceder sobre sus pasos y emprendiese una apresurada carrera de huida, habían menospreciado en demasía a los extraños.
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Elisabeth se encontraría en el balcón de una de las torres de su castillo, observando la brillante luna alumbrar los bosques colindantes, mas su ya no latente corazón sentiría un profundo pinchazo que le haría llevarse las manos al pecho y arrodillarse. El viento que mesaba sus ropas también le traerían amargas noticias.- ¡MUERTOOO! - Sollozaría desde las alturas de su castillo, haciendo que su voz resonara por todas las cámaras interiores de este, alertando a todos quienes la protegían en su fortaleza.- ¡Mi criatura... Vuestro querido hermano muerto! - Dijo al ver que empezaban a entrar varios de sus ahijados en su dormitorio a la espera de la mala noticia. Cierto era que no todos sus adeptos se dejaban llevar por su trastorno maternal, no obstante todos tenían un profundo respeto por aquella que les había dado el don de la vida eterna.- Asesinos.... ¡Cazarles, darles muerte! - Siguió maldiciendo cuando una de las vampiresas intentaba consolarla entre sus brazos.
Varios jinetes abandonarían el castillo en un apresurado galope mientras se dispersaban por los bosques, otros muchos empezaron a salir a pie con el único propósito de que La madre pudiese recobrar la cordura.
- Hombre bestia:
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Ficha de Elisabeth: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Off: Bien, en vuestro siguiente turno (no en este) un jinete os dará alcance en el bosque y pronto empezarán a llegar más vampiros. Aunque no seáis conscientes de ello, podéis aprovechar este turno para huir, aunque deberéis especificarme hacia qué dirección durante vuestro post, aunque como siempre, tenéis carta blanca. Demian, tu próximo hechizo te causará cansancio y tendrá menos posibilidades de éxito, y así sucesivamente en mayor grado. Por último, Nafen puedes interpretar dentro de la lógica al hombre bestia que te seguirá y te protegerá durante tres turnos. Suerte.
Ger
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Re: Toque oscuro [Demian]
Las garras de metal se sumergieron en la piel vampírica, cediendo ante la superior fuerza de la magia. Con altanería retiró la mano de su pecho sangrante y lamió el líquido carmesí que tintaba el plateado de su arma.
En breve tiempo, el colgante que Alelí me había obsequiado abrió paso a las fuerzas que escondía en su interior. De las mismas entrañas de la tierra emergió una figura humanoide, inmóvil, en posición fetal. Una capa grisácea de pelos cubría su piel, y característicos rasgos felinos se distinguieron incluso en aquella creciente oscuridad.
Otro de los vampiros se encaminó hacia mí, listo para atacar. Siquiera antes de ejecutar su ataque, el terror le invadió con fulgor cuando bajó la mirada hacia su pecho, donde los restos de un modesto incendio se destacaban. De manera sorpresiva, el vampiro cayó moribundo sobre la tierra.
Allí, ese joven niño, memoria andante de Ariecan, se paraba junto a su víctima. No pude evitar llevarme una sorpresa. "Después de todo sabe usar sus armas.", pensé.
Giré sobre mí mismo, mirando al vampiro con el pecho sangrante. Una vez más sucedió: ni él ni yo pudimos atacar, el vampiro murió antes de poder hacerlo. El hombre bestia que acababa de aparecer hizo bien su labor.
Finalmente, el vampiro sobreviviente huyó.
Pasaron segundos en los que el silencio fue lo único que pude oír. Con un paño limpié la sangre salpicada en mi ropa y armas, al tiempo que me dirigí a Demian. - Deberíamos movernos. Nombraron a una tal "madre". Es probable que tengan amigos, tan o más peligrosos que ellos. - Al pronunciar esto último contemplé la pareja de cadáveres en el suelo. - Los vampiros son más rápidos que nosotros, por naturaleza. Así también han de contar con caballos. Debemos movernos. Rápido. -
[Demian, si querés podés controlar a mi personaje para moverlo. Igual al hombre bestia.]
En breve tiempo, el colgante que Alelí me había obsequiado abrió paso a las fuerzas que escondía en su interior. De las mismas entrañas de la tierra emergió una figura humanoide, inmóvil, en posición fetal. Una capa grisácea de pelos cubría su piel, y característicos rasgos felinos se distinguieron incluso en aquella creciente oscuridad.
Otro de los vampiros se encaminó hacia mí, listo para atacar. Siquiera antes de ejecutar su ataque, el terror le invadió con fulgor cuando bajó la mirada hacia su pecho, donde los restos de un modesto incendio se destacaban. De manera sorpresiva, el vampiro cayó moribundo sobre la tierra.
Allí, ese joven niño, memoria andante de Ariecan, se paraba junto a su víctima. No pude evitar llevarme una sorpresa. "Después de todo sabe usar sus armas.", pensé.
Giré sobre mí mismo, mirando al vampiro con el pecho sangrante. Una vez más sucedió: ni él ni yo pudimos atacar, el vampiro murió antes de poder hacerlo. El hombre bestia que acababa de aparecer hizo bien su labor.
Finalmente, el vampiro sobreviviente huyó.
Pasaron segundos en los que el silencio fue lo único que pude oír. Con un paño limpié la sangre salpicada en mi ropa y armas, al tiempo que me dirigí a Demian. - Deberíamos movernos. Nombraron a una tal "madre". Es probable que tengan amigos, tan o más peligrosos que ellos. - Al pronunciar esto último contemplé la pareja de cadáveres en el suelo. - Los vampiros son más rápidos que nosotros, por naturaleza. Así también han de contar con caballos. Debemos movernos. Rápido. -
[Demian, si querés podés controlar a mi personaje para moverlo. Igual al hombre bestia.]
Nafen
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Re: Toque oscuro [Demian]
Ver las tripas de aquel vampiro salir por el tajo que las dagas había provocado había sido extrañamente reconfortante y Demian miró con una sonrisa de fascinación al vampiro que caía muerto entre balbuceos por unos instantes. Ya cesado el peligro con 2 vampiros muertos y otro en la retirada el chico se agachó y limpió sus dagas en las ropas del caído.
Frente a las palabras de su compañero asintió, efectivamente no podían estar del todo seguros quedándose allí. Incluso si él era bueno escondiéndose, era riesgoso quedarse ante la posibilidad de que dieran con él, así que decidió que seguiría con aquel brujo que acababa de conocer. Al menos parecía seguro y conocedor de esos temas, lo que aumentaba las chances a su favor.
-Sí -dijo asintiendo- , pero no llegaremos muy lejos sólo corriendo si es así.
Miró en dirección hacia donde había huido el vampiro. Si había algo que caracterizaba al chico, a pesar de su edad, era su capacidad de planificar y calcular aún bajo presión, manteniendo la cabeza fría.
-La dirección más lógica es en sentido contrario, así que creo que sería mejor huir hacia allá -apuntó en 90 grados de donde había huido el vampiro.
Se puso inmediatamente en marcha, procurando mantenerse siempre entre los árboles, lejos del camino o sendero principal, donde una persecución fuera más compleja de realizar y el bosque ayudara a cubrir su rastro. Al cabo de recorrer un trecho que consideró suficiente apuntó en una nueva dirección.
-Es fácil seguir a alguien que va en línea recta.
Mientras seguían moviéndose sacó de sus botas un par de cuchillos arrojadizos y de su muñequera un frasco pequeño, vistiendo unas gotas del contenido viscoso en su interior sobre las puntas, luego ofreciéndole el frasquito a Nafen.
-He visto que usas telekinesis para pelear, un poco de veneno en los cuchillos te serán de provecho… y si necesitas usa los míos si tenemos que combatir, estarán en mis botas.
Una vez que habían avanzado una distancia que consideró prudente disminuyó la velocidad y trató de poner atención a los alrededores.
-Si escuchas cualquier cosa nos escondemos, ¿vale?.
Fiel a sus palabras, el chico permaneció alerta y observando su entorno para esconderse tras algún árbol o roca si le llegaba alguna señal de peligro. Al fin y al cabo él no era un guerrero, sino que un aprendiza de asesino, la oscuridad y el engaño eran sus aliados, no la fuerza bruta.
****************
Off: Tengo una duda. Comencé este rol a nivel 0, pero ahora estoy nivel 1, ¿puedo usar mi habilidad de nivel 1?
Demian
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Re: Toque oscuro [Demian]
Distintos jinetes habían abandonado el castillo en monturas negras, ahora cabalgaban por el bosque impetuosamente, no habían dudado ni un instante ante las súplicas de su madre, darían caza a cualquiera que se sostuviera sobre sus piernas, pues tampoco sabían cómo eran exactamente los asesinos. El vampiro que había conseguido huir avanzaba torpemente entre los árboles en dirección al castillo, aunque muy consciente de que Elisabeth ya se habría percatado de lo que estaba aconteciendo en sus dominios, iba a informarla personalmente, en busca del perdón por haber huído cuando unos jinetes se cruzaron en su camino. - Brujos hermanos.... Un hombre, una horrible bestia blanca y un chico... - Diría temeroso de la reacción de sus hermanos, que a pesar de lo que pudiesen sentir hacia un desertor se dirigirían sin dudar en dirección contraria a la carrera del vampiro, que quedaría sólo en medio del bosque después de que los caballos relincharan.
Los dos jinetes eran seguidos de varios vampiros a pie, a los cuales fueron dejando cada vez más atrás en su apresurada búsqueda nocturna. Desde varios puntos del bosque los animales se revolvían por la expansión súbita de los amos del castillo hacia todas direcciones, todo el bosque estaba bajo agitación, podrían sentirlo los dos aventureros en el ambiente. Pronto el cabalgar de los caballos haría que el hombre bestia rugiera ante la presencia de sus perseguidores, estaban cerca, entonces sintieron la voz.- Rendiros... - Escucharían de un susurro en el aire, una voz femenina casi hipnotizadora, que se colaría como la brisa entre los árboles y la espesura.
Los dos jinetes se habían separado en la misma dirección con tal de encontrar de algún modo a los fugados, uno de ellos seguiría el lindar del bosque correcto, rodeado por la espesura, detendría su caballo en seco. Armado con un sable a un lado de la montura, cabía a destacar que no se trataba de un simple vampiro. Desmontaría del caballo con decisión y blandiría su arma, podía sentir el hedor del hombre bestia, sería él quién tendría el presente para la madre de todos.
___
Off: Bueno muchachos, dado que el vampiro huyó hacia un castillo al sureste, vosotros os dirigís al noreste, en 5 turnos ( si seguís corriendo en esa dirección) llegaréis al río Tymer. Os aclararé las rutas a tomar por MP, en todo caso he tomado en cuenta que os habéis escondido al escuchar al caballo, de no ser así resolvemos por MP, pero en todo caso tenéis una lucha pendiente. Aunque el vampiro esté solo es un enemigo fuerte, en todo caso, suerte.
Los dos jinetes eran seguidos de varios vampiros a pie, a los cuales fueron dejando cada vez más atrás en su apresurada búsqueda nocturna. Desde varios puntos del bosque los animales se revolvían por la expansión súbita de los amos del castillo hacia todas direcciones, todo el bosque estaba bajo agitación, podrían sentirlo los dos aventureros en el ambiente. Pronto el cabalgar de los caballos haría que el hombre bestia rugiera ante la presencia de sus perseguidores, estaban cerca, entonces sintieron la voz.- Rendiros... - Escucharían de un susurro en el aire, una voz femenina casi hipnotizadora, que se colaría como la brisa entre los árboles y la espesura.
Los dos jinetes se habían separado en la misma dirección con tal de encontrar de algún modo a los fugados, uno de ellos seguiría el lindar del bosque correcto, rodeado por la espesura, detendría su caballo en seco. Armado con un sable a un lado de la montura, cabía a destacar que no se trataba de un simple vampiro. Desmontaría del caballo con decisión y blandiría su arma, podía sentir el hedor del hombre bestia, sería él quién tendría el presente para la madre de todos.
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Off: Bueno muchachos, dado que el vampiro huyó hacia un castillo al sureste, vosotros os dirigís al noreste, en 5 turnos ( si seguís corriendo en esa dirección) llegaréis al río Tymer. Os aclararé las rutas a tomar por MP, en todo caso he tomado en cuenta que os habéis escondido al escuchar al caballo, de no ser así resolvemos por MP, pero en todo caso tenéis una lucha pendiente. Aunque el vampiro esté solo es un enemigo fuerte, en todo caso, suerte.
Ger
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Re: Toque oscuro [Demian]
Era sólo cuestión de tiempo hasta que un nuevo vampiro apareciese intentando degollarnos. Estando en el oeste de Aerandir, territorio vampírico, la hostilidad de ambiente podía hasta olerse. Literalmente. El olor a carne quemada, la sangre negruzca que manchaba el pasto, esa odiada sensación de miedo que acariciaba mi nuca. Se precipitaban en mí, tirándome de lleno en la cruda realidad y vulnerando mi soberbia, abriendo al fin mis ojos: la muerte en ese lugar era casi segura. En un principio había sido estúpido ir hasta aquel lugar totalmente sólo. Y ahora no sólo mi vida estaba en peligro; la de Demian también lo estaba.
No estoy seguro de cómo, pero pude sentir que algo no estaba bien. Un viento sopló a la vez que se oían animales agitados que huían de donde estábamos. - Debemos escondernos. Rápido. - Dije en voz alta, sin dejar de pasar mi vista por mis alrededores, moviendo los ojos frenéticamente.
Retrocedí ocultándome tras un arbusto cuando la frialdad de una voz femenina penetró en mis oídos. - Rendiros... - Susurró. Estaban cerca, probablemente a pocos metros de nosotros.
Tomé el colgante que Alelí me había dado y lo contemplé por breves instantes. Su magia era única: podía traer a la vida a un hombre-bestia. Miré a Demian y presioné los labios. - Úsalo sabiamente. Lo necesitarás. - Le susurré al extender el colgante hacia el niño. Fue entonces cuando el sonido de los cascos de un caballo irrumpió en la escena. Levanté la vista a través del follaje protector que el arbusto nos brindaba, y pude ver a la imponente figura de un jinete desmontando su caballo. El enemigo había llegado.
Tomé mi cuchillo arrojadizo y de mi mochila saqué un frasco redondo con un líquido celeste en su interior. Dejé caer algunas gotas de veneno paralizante en la hoja y me preparé para el combate. Hice una seña al hombre-bestia para que atacara al tiempo que con movía mis manos para ejercer telequinesis sobre mi cuchillo arrojadizo y una de las dagas de Demian. Ambas armas se suspendieron a mi lado cuando me ponía de pie.
Procurando no permitir la reacción del contrincante, estiré ambos brazos en dirección al vampiro y los moví hacia un costado rápidamente. Con ello pretendía despojarle de su sable, o al menos que perdiese el equilibrio. Tomé una bocanada de aire y pude sentir que el cansancio empezaba a afectarme, la magia cobraba su parte.
Un nuevo movimiento de manos y ambas hojas volaron a toda velocidad hacia el vampiro. En caso de que mi ataque fuese esquivado lo reiteraría hasta dos veces más antes de que el hombre-bestia arremetiera contra el vampiro.
Era el momento ideal para escapar. Me giré hacia donde supuse estaba el niño y exclamé - Ten cuidado. ¡Intenta no morir! - Dejando a Demian, al hombre-bestia y al colgante de Alelí atrás, corrí a toda velocidad, buscando escapar lo antes posible de los Bosques del Oeste.
No estoy seguro de cómo, pero pude sentir que algo no estaba bien. Un viento sopló a la vez que se oían animales agitados que huían de donde estábamos. - Debemos escondernos. Rápido. - Dije en voz alta, sin dejar de pasar mi vista por mis alrededores, moviendo los ojos frenéticamente.
Retrocedí ocultándome tras un arbusto cuando la frialdad de una voz femenina penetró en mis oídos. - Rendiros... - Susurró. Estaban cerca, probablemente a pocos metros de nosotros.
Tomé el colgante que Alelí me había dado y lo contemplé por breves instantes. Su magia era única: podía traer a la vida a un hombre-bestia. Miré a Demian y presioné los labios. - Úsalo sabiamente. Lo necesitarás. - Le susurré al extender el colgante hacia el niño. Fue entonces cuando el sonido de los cascos de un caballo irrumpió en la escena. Levanté la vista a través del follaje protector que el arbusto nos brindaba, y pude ver a la imponente figura de un jinete desmontando su caballo. El enemigo había llegado.
Tomé mi cuchillo arrojadizo y de mi mochila saqué un frasco redondo con un líquido celeste en su interior. Dejé caer algunas gotas de veneno paralizante en la hoja y me preparé para el combate. Hice una seña al hombre-bestia para que atacara al tiempo que con movía mis manos para ejercer telequinesis sobre mi cuchillo arrojadizo y una de las dagas de Demian. Ambas armas se suspendieron a mi lado cuando me ponía de pie.
Procurando no permitir la reacción del contrincante, estiré ambos brazos en dirección al vampiro y los moví hacia un costado rápidamente. Con ello pretendía despojarle de su sable, o al menos que perdiese el equilibrio. Tomé una bocanada de aire y pude sentir que el cansancio empezaba a afectarme, la magia cobraba su parte.
Un nuevo movimiento de manos y ambas hojas volaron a toda velocidad hacia el vampiro. En caso de que mi ataque fuese esquivado lo reiteraría hasta dos veces más antes de que el hombre-bestia arremetiera contra el vampiro.
Era el momento ideal para escapar. Me giré hacia donde supuse estaba el niño y exclamé - Ten cuidado. ¡Intenta no morir! - Dejando a Demian, al hombre-bestia y al colgante de Alelí atrás, corrí a toda velocidad, buscando escapar lo antes posible de los Bosques del Oeste.
[Off: Uso un trago de la Pócima Paralizadora. Le doy el Colgante de Alelí a Demian. Con este post salgo del rol; Ger, te envié un MP explicando el motivo.]
Nafen
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