[Evento] Ganando Tiempo [Batalla por Terpoli]

Recordaba perfectamente el momento en el cual, caminando por las calles de Lunargenta, decidió alistarse como voluntaria junto a otros cuantos para ayudar al pueblo de Terpoli contra el ataque que estaba sufriendo o iba a sufrir de forma inminente por parte de unos nigromantes. Aún habiendo firmado de su propio puño y letra aquella especie de ''contrato'' para formar parte del ejército que pretendían lograr en tan poco tiempo, seguía sin entender porqué estaba a punto de meterse en otro lío. Y aquel no sería precisamente uno sencillo, tampoco un juego ni un entrenamiento, sería una batalla real y contra un enemigo al que jamás se había enfrentado.
En cuanto la expedición marchó de la ciudad en dirección al pueblo en peligro fue una de las primeras que decidieron ir cerca de Lord Treki, quien iba al mando, un elfo el cual no podía decir que le cayese bien o mal, el trato entre ambos había sido el justo y suponía que había sido así con otros muchos soldados más.

El descanso que tomaron antes de enfrentarse al verdadero problema fue algo que realmente le hizo recobrar fuerzas y buenos pensamientos consigo misma, es decir, había conseguido motivarse, y otros muchos más también lo habían hecho, excepto algún otro que se dedicaba a desmotivar a los soldados más jóvenes, los que parecían menos experimentados y los llamaban ''brazos cortos''. No era algo que desde luego permitiera que le dijeran, pero ignoró completamente al resto, trataba con quien debía en los momentos necesarios, eso era todo, pero no dudaría ni un momento en proteger a sus compañeros si hiciera falta.
Hubo una persona que sí le cayó en cierta gracia, una mujer unos quince o veinte años mayor que ella, su pelo estaba repleto de canas y le quedaban mechones de lo que antaño fue una larga melena negra, pero su empeño y fuerza además del cariño hacia su familia la llevaron a pelear por aquella causa. Al parecer la buena mujer tenía familiares allí a los que esperaba que no les hubiese ocurrido nada; Lida no esperaba algo tan positivo, pero le dio ánimos y fueron más de tres y cuatro conversaciones las que mantuvieron en esa jornada de descanso.

Pero estaban allí para lo que estaban, para recuperar el pueblo de Terpoli y defender a los posibles supervivientes además de eliminar a los causantes de todo aquel caos, así que el momento de atravesar las lindes del mismo no se demoró en demasía, pronto se vio a sí misma empuñando la espada dentro del campo de batalla, aún no veía nada, pero no tardó en quedarse paralizada por un momento, una milésima de segundo, ante el primer muerto viviente que conoció.

-Es un horror...-No había otras palabras para definir aquello, en muchos lugares había sangre y un olor putrefacto reinaba en el pueblo, al primer contrincante pudo enfrentarse sin gran problema, pero pronto comenzó a darse cuenta de que no era nada sencillo pelear contra ellos, sabían defenderse, portaban armas y no eran precisamente torpes-...esto no pinta bien.

Aún a pesar de sus palabras sabía que debía ayudar, se enfrentaría contra todos los que pudiera pero un inconveniente se cruzó en su vista y en sus sentimientos: de lejos vio cómo la mujer mayor, Margaret, intentaba enfrentarse a dos de los enemigos a la vez, le llevaban ventaja y la edad de la nombrada no le permitía movimientos más rápidos, no quería que le ocurriese nada pero no podía dejar a sus otros compañeros tirados, los mismos que avanzaban junto a ella desplegándose por las calles de aquel horror intencionado.

Tras haber firmado el extraño contrato le dijeron que fuese hacia una especie de campamento, tanto jóvenes como adultos estaban presentes, todos querían su trocito de gloria, tardaron en llegar hasta el campamento, bastante de hecho, durante el camino se dedicó a criticar a los jóvenes, ¿Cómo se les ocurría, con tan corta edad y sin entrenamiento previo, enfrentarse contra muertos vivientes? eran muy estúpidos, desde luego, por lo que empezó a intentar asustarles y desmotivarles, para ver si así desertaban, aunque no parecía conseguirlo, por lo que empezó a llamarles "brazos cortos" algo que también fue inútil, pero no era solo ella la que se lo decía, varios mercenarios más que la conocían la apoyaban -¿Nosotros somos los inútiles? ¿Qué edad tienes eh? seguro que no tienes más de 20 ¿Y nos críticas a nosotros? ¿Quién te has creído que eres? Que sepas que solo eres una sucia mujer-bestia, ojala todos los de tu raza se extinguieran, estúpida-.

Aquello divirtió a la vez que molesto a la gata, varias personas intentaron retener al chaval, que ni idea tenia de quien era aquella mercenaria, aunque Senketsu, levantando la mano hizo que aquellos hombres parasen en seco -Si, han pasado 19 primaveras desde que nací, seguramente seas mayor que yo, pero sigues siendo un chaval, no has recibido entrenamiento en tu vida, y eso se ve desde lejos, ¿Que quien me he creído que soy? Yo no soy nadie, o puedo ser tu pesadilla, tú decides ¿Sabes porque me llaman "La Blanca"? porque de ese color se quedan los ojos de las personas a las que mato, y si no quieres ser una de ellas, lárgate de mí vista- -¿La Blanca? ¿Y esa quién es? Si tienes el pelaje negro, estúpida, ¿Y te llaman "La Blanca" quién? ¿Tu familia? Porque, sinceramente, dudo que alguien pue-eh-edas...- el chico se apretaba el estómago, la mercenaria le había dado un rápido puñetazo con el brazo derecho.

Tras aquel extraño momento apareció un elfo, parecía el jefe, Lord Treki se llamaba, -Tu, gata, no debemos pelearnos entre nosotros, cada soldado es una espada más en el campo de batalla, ya te ensañaras después- dijo para luego volverse a ir, una aparición fugaz, pero eficaz, pues el chaval se disculpó corriendo, parecía que le habían contado quien era "La Blanca" muchos se habían alejado de ella, mejor, así no molestarían en el campo de batalla.

Pocos fueron los que entablaron conversación con ella, mercenarios todos, ningún civil se atrevía a acercarse, aunque mantuvo una agradable conversación con un hombre-tigre al que conocía de habérselo cruzado un par de veces en Lunar genta, hasta que por lo que parecía, el descanso había terminado, hora de empezar a repartir por lo sano, su misión era sencilla, matar tantos no-muertos como pudieran, defender a sus compañeros y a los supervivientes de Trepoli, el olor a muerte y cadáveres en descomposición era notable ¿Desde cuándo estaba Trepoli en este estado? era una pregunta que volaba y pasaba de boca en boca, aunque nadie tenía la respuesta, tras varios segundos de calma vino la tormenta, los atacantes gritaban de euforia, la batalla acababa de comenzar, y los primeros cadáveres ya estaban empezando a levantarse, algunos civiles, otros guardias pues llevaban el estandarte, recubiertos de sangre, algunos no eran más que simples esqueletos recubiertos de vísceras y pedazos de carne que los cuervos aún no habían devorado.

-Vosotros, venid conmigo, por el lado derecho parece que hay más objetivos hostiles- dijo señalando a un pequeño grupo de mercenarios, dudaba si aceptarían acompañarla o se reirían en su cara por intentar darles ordenes, aunque el resultante fue el primero de los casos, aunque antes de marchar miro hacia el inmenso grupo de chavales que estaban haciendo fila pare coger una espada o un arco -Quien decida huir, estará condenado, no hay mayor vergüenza que huir de una batalla- dijo mientras empezaba a caminar hacia los nigromantes, se iba a divertir de lo lindo, una oleada de esqueletos se lanzo contra ellos, seguramente fueran mas de 150, algunos portaban armas, otros protección, los que tenían menos carne eran mas ágiles y débiles que los que tenían mas, pues estos tenían mas protección, su grupo seria de apenas 17 hombres y ella, aquello iba a ser una carniceria.

La batalla se estaba poniendo más fea de lo que pensaba. Después de ver cómo a Margaret se le imponían sus sentimientos delante incluso de su propia vida pues luchaba contra los enemigos por encima de sus posibilidades, no tuvo más remedio que centrarse en todos los muertos vivientes que tenía alrededor. Dos de los soldados que estaban con ella comenzaron a gritarle para pedirle ayuda, pero lo cierto es que fue uno de ellos el cual en cierto momento le quitó una de esas aberraciones de encima:

-¡Ten cuidado! ¡¿En qué estás pensando?! -Sintió cierta vergüenza de que un muchacho tan joven como parecía aquel tuviera que darle una lección como eran aquellas palabras, así que con fuerzas renovadas comenzó a ayudarse de aquellos dos soldados y su espada para proseguir adelante.

Todos sabían el objetivo de su misión, llegar hasta una especie de barrera que estaba protegida por magia y tenía aspecto de cúpula. No podrían atravesarla y aunque no la reconocieran, también sabían cuál era el edificio en el que se encontraba el verdadero enemigo, los artífices de todo aquello. Les había tocado estar en primera línea, donde la sangre corría por todos lados y la espada de la muchacha no paraba de gotear: los enemigos parecían más y más, crecían por momentos.

Hubo una ocasión en la que no pudo evitar soltar un grito, estaba sobresaltada, delante de sus propios ojos acababa de encontrar el cadáver de la mujer mayor, aunque era algo difícil reconocerla pues estaba bañada completamente de sangre y parte de sus vísceras se habían salido de sus cavidades habituales.
Los dos soldados que antes la acompañaban ni siquiera se percataron de su parada, no tenían tiempo y de hecho ella tampoco, esa distracción le costó una herida en la pierna, pero lo sorprendente es que fue causada por la misma mujer que yacía ''muerta'' delante de sus ojos.

-¡No! -Tenía el cuchillo de la nombrada clavado en la pierna izquierda, dolía a rabiar y si no lo sacaba pronto iba a tener más problemas. Los enemigos no paraban de venir y con todo el valor que se permitió reunir en aquel momento cercenó la cabeza de la mujer, dejándola, o al menos eso pensaba, al fin muerta.

Claro que el peor momento estaba por llegar, había cometido el error de separarse de aquellos dos compañeros, ella sola no iba a poder contra todos los enemigos que se acercaban, mucho menos cuando éstos sabían blandir una espada perfectamente. Por esto y en cuanto sacó el arma de su pierna, la cual comenzó a sangrar por el momento sin tregua alguna, tuvo que enfrentarse a aquellos muertos vivientes que, como si tuvieran conciencia propia, estaban centrando sus fuerzas en derribarla.

-Esto es imposible...-Movía su espada sin descanso alguno, los cadáveres de su alrededor y la sangre junto a otros miembros ''humanos'' soltaban un hedor que empezaba a resultarle insoportable. Deseó haber traído algún tipo de pañuelo, algo que evitara que estuviera sintiendo náuseas, pero ya era tarde para eso.

Por entrenada que estuviese aquello no había quien lo soportara, sus músculos comenzaban a flaquear y sus piernas también, sobre todo por la cual seguía perdiendo sangre, no tenía tiempo para hacerse un torniquete, no ahora. Por desgracia no tardó en caer de rodillas apoyando la pierna herida, situación que aprovechó uno de los enemigos que hasta ahora más le estaba costando eliminar para intentar rematarla, pero uno de los soldados que había conseguido llegar a su altura paró el golpe y entre ambos lo derrotaron.

-¿Estás bien? ¿Estás herida? -La armadura que llevaba aquel hombre estaba repleta de sangre, no había ni un solo hueco que se librara de esas manchas y su mirada se dirigió a la pierna de la muchacha, a la cual en el menor tiempo posible que pudo le practicó un torniquete-...tenemos que seguir avanzando.

A la pobre Lida le pareció impresionante la actitud del soldado, la había salvado y tras ayudarla a levantarse pudieron ver cómo no muy lejos de donde se encontraban había un grupo de los suyos agrupándose, o al menos intentándolo. De la misma manera ellos dos intentaron abrirse paso, el uno con todas sus fuerzas y la otra medio flaqueando y con cojera, pero lo lograron: consiguieron unirse a aquel grupo que comenzaba a crecer a pasos muy pero muy pequeños.

-¡Cuidado! -Advirtió a una mujer que portaba un hacha enorme sobre el acercamiento de un enemigo y ésta con todo su orgullo y una fuerza que parecía sobrehumana lo cortó por la mitad.

Ni siquiera tenían tiempo para fijarse los unos en los otros, eran muchos enemigos los que los rodeaban pero el objetivo no estaba lejos, estaban consiguiendo abrir el camino hacia los nigromantes y eran otros muchos los que estaban resultando heridos.

Mirase donde mirase Senketsu, detrás solo veía muerte, dolor, sangre y cadáveres en descomposición, un paraíso para los animales carroñeros y los nigromantes, en frente, enemigos, objetivos, muertos vivientes, gente que antes de convertirse en... aquello, habían tenido una vida, algunos felices, otros pésima, cada cual la suya, aquellos brujos habían desatado un caos sobre Trípoli, un caos que alguien debería remediar, y aquellos eran los soldados y voluntarios de Lunargenta.

Entre la gata y los mercenarios, poco a poco la oleada interminable de enemigos era cada vez más pequeña, aunque cada vez que moría alguien, volvía a crecer, el cadáver demacrado de aquella persona se levantaba, interrumpiendo así el descanso eterno, nadie que defendiera su vida, su familia y su hogar merecía acabar de aquella manera, como una marioneta sin vida a las órdenes de un brujo, obligada a atacar a sus compañeros y amigos, posiblemente incluso a sus familias, aquello no tenía perdón, los brujos debían pagar por sus crímenes, aunque sería otro quien se encargara de ello, total, ella había venido por el perdón de sus crímenes y el dinero.

Ella no era quien para juzgar, solo había venido a cumplir con un objetivo, matar cuantos enemigos pudiese, y despejar el camino hasta el muro mágico con forma de cúpula, algunos de sus compañeros habían caído, algunos por no decir bastantes, quedaban 11 ya, y los otros 6 se habían levantado a luchar en nombre de los nigromantes, aquellos no eran como los que estaban derrotando, estos eran... "frescos" por decirlo de alguna manera, acababan de morir, por lo que su cuerpo no había tenido tiempo suficiente para descomponerse, aparte de la equitación que llevaban y la fuerza que tenían, superior a la de muchos muertos vivientes.

Tras un par de minutos luchando contra el cadáver de uno de sus compañeros, Senketsu pudo observar como casi todos los que se estaban enfrentando a su pequeño grupo, se retiraban, lo más rápido que podían, al interior de un edificio un poco grande, ellos los siguieron, topándose de narices con una trampa, los cadáveres no se habían retirado, se habían "unido", un amasijo de partes de cuerpos, vísceras, y sangre se había formado en el interior del edificio, corrieron como pudieron al exterior, quedando algunos atrapados bajo el peso de la bestia, muriendo y uniéndose a su cuerpo, quedaban 9 en el grupo, contando con Senketsu 10.

10 Personas contra una mole gigante de cadáveres, -Me apuesto 200 aceros a que Varis la palma- -Y yo a que la palmas tu 300- -Si tuviera, apostaba a que la palmabais los 2 como sigáis así de distraídos- dijo Senketsu con brusquedad cuando los otros 2 mercenarios discutían para ver quien apostaba más por el contrario.

La bestia pego un "manotazo" contra el suelo usando una de sus extrañas protuberancias, la cual termino aplastando a algún que otro cadáver -Mira, por lo menos se carga a los otros- -Fíjate bien, lo que ha hecho es meterlo dentro de ese extraño brazo, nya, no los mata, los absorbe- dijo Senketsu, mientras veía como la bestia empezaba a aplastar cuantos cadáveres se cruzaba, creciendo aún más.

Quedaban pocos enemigos alrededor de la bestia, ya los había absorbido, el monstruo lanzo un rápido ataque con uno de los brazos, para luego rodar hacia delante casi atrapando a los mercenarios, si no fuese porque uno de ellos hizo crecer una rampa de tierra, haciendo que la bestia les pasara a todos por encima, incluida Senketsu, el monstruo no era tan estúpido como sus pequeños iguales, o por lo menos lo controlaba un nigromante más inteligente pues la bestia empezó a atacar al brujo.

Lanzo un torpe ataque contra el brujo, aunque este se apartó, dejando el brazo de la bestia atrapado bajo un montículo de tierra, en ese momento todos se lanzaron a atacar la parte más cercana al cuerpo del brazo, pues no tenía hombro, tras entre todos golpear el mismo lugar consiguieron romperlo, los cadáveres del brazo extrañamente no se levantaron, parece que unirse a la bestia les quitaba lo poco que les quedaba de vida, perfecto.

A la bestia le quedaban otros 3 brazos, aparte de las extrañas piernas que emergían hacia el suelo, aquello les superaba, aunque habían conseguido destruir uno de los extraños brazos, la próxima vez no tendrían tanta suerte, la bestia aprendía de sus errores, volvió a arremeter contra el brujo, pero ahora no llego a tocar el suelo, por lo que el brujo no pudo atraparlo, la bestia entonces hizo un extraño movimiento, golpeando a Senketsu en el pecho con mucha fuerza, lanzándola contra un árbol cercano, ahora la chica tenía una costilla rota, aunque no sentía el dolor, había veces que haber perdido la sensibilidad de cuello para abajo le venía muy bien.

La chica tenía una herida en la espalda, se había golpeado muy fuerte, pero era superficial, la chica arremetió contra la bestia, clavando sus garras en la blanda y putrefacta carne del monstruo, quedándose estas clavadas, lo llevaba claro, la bestia empezó a rodar, intentando aplastar a Senketsu, y por poco no lo consigue, quedaban pocos segundos para que lo consiguiera, pero el chico que hacía poco se había ganado la ira de Senketsu se había sacrificado por ella, lanzándose contra ella consiguiendo arrancar las garras de la gata de la bestia y apartándola a tiempo -"Blanca" esta batalla necesita guerreros, no campesinos, mata a este demohgj...- la cabeza del valiente chaval estaba ahora destrozada, y su cadáver se había unido a la bestia, se había sacrificado por salvarla, un acto muy noble.

La chica se enfadó, aquella situación sacaba lo mejor y lo peor de las personas, le daba asco tanto sentimentalismo junto, la bestia era resistente contra sus garras, las cuales e quedaban enganchadas en la piel de aquel monstruo.

Tras un largo rato de combate, entre todos consiguieron amputar los restantes brazos del monstruo, aunque a cambio de varias vidas, quedaban 6 contando con Senketsu, pero la bestia ya no podía atacarles, o eso creían, el gigante se lanzó contra ellos, estallando en un amasijo de huesos y vísceras, un hueso astillado fue a parar al pecho de Senketsu, impactando varios centímetros por encima del ombligo, hundiéndose en el pecho, no muy profundo, pero no sacaría el hueso astillado, si lo sacara podría infectarse e incluso desangrarse, pero el trabajo estaba terminado, había un claro hueco hacia la cúpula, así que los supervivientes volvieron hacia el extraño campamento, donde un elfo atendería sus heridas.