Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
La pequeña Alanna esperaba, con sus saltitos,. a que el mercenario la tomase en brazos, cuando la señora de la casa se agachó y le pellizcó la mejilla. La pequeña sonrió ante este gesto de carió tan gratuito y soltó una risa cristalina, para, después, volver a pegar sus saltos esperando que la auparan.
Finalmente logró su objetivo, le gustaba estar en las alturas, todo se veía mejor desde allí. Mientras iniciaba un intento de trenza con el pelo liso de Ellie, se abrió la puerta y la pequeña notó tensarse el aire y como la abrazaban de forma protectora, la única tranquila pareció ser la misma Alanna, que reconociendo la mano blanca y lisa que portaba la daga, sonrió diciendo en voz alta el nombre de la propietaria:
- ¡Nin!- aplaudió feliz para, en seguida, saludar con su manita desde los brazos de la joven de rosa.
Mientras los adultos hablaban de sus cosas, ella intentaba seguirlos con la mirada inocente de una niña, pero aunque en algún lado su cabeza entendía, la niña que era ahora prefería ignorarlo todo y jugar con lo que tenía más cerca, los lazos de la camisa de Ellie. Entonces notó que quien la tenía en brazos pronunciaba su nombre. Alzó la cabecita mirando a la chica y sonrió alzando la mano en un pequeño gesto de "presente".
Los demás continuaron su charla mientras la pequeña volvía a abstraerse, se había abrazado al cuello de Ellie y puesto su mejilla junto a la de la chica mientras susurraba para no molestar la charla de los otros "shuave shuave shuave" Si la Alanna adulta estaba en algún rincón de esa pequeña cabecita, le estaba dando un soponcio.
Finalmente los Vivant se retiraron, Eltrant la bajó al suelo y ella, ni corta ni perezosa comenzó a corretear por la sala. De forma inocente, tal vez guiada por algún recuerdo de las misiones, la pequeña comenzó a rebuscar por los cajones buscando algo con lo que entretenerse, al no encontrar nada, se metió bajo el escritorio pero, aburrida, sin ver nada que le llamara la atención se dirigió a los estantes, lo único que se veía de ella era una cosa pequeñaja dando pasitos cortos revoloteando por el cuarto, al menos no desordenaba nada...
Cansada de no encontrar con que jugar, se sentó en el suelo y, por la puerta abierta, vio aparecer nuevamente al conejo blanco. Sonrió poniéndose de pie y murmurando "¿Conejito?" Salió de allí son que nadie la viera. Siguió al animalillo por los pasillos desiertos, donde solo encontraba algún que otro animal, pero ella quería al conejito. Finalmente llegó a la cocina.
El lugar se encontraba desierto y lo único que llamaba la atención era el enorme pastel de chocolate que había sobre una mesa, la pequeña se olvidó del conejo. y de todo al ver eso, se le iluminó la cara y, en seguida, se puso a pensar en una forma de poder comérselo. Frente a la mesa, había un banco largo de madera, más bajo que las sillas. Subió a él sin demasiada dificultad y para llegar a la mesa, saltó, dándose de morros.
A punto estuvo de llorar, se había hecho daño, pero al ver que no sangraba, se secó los ojos con el brazo y volvió a intentarlo. Esta vez el salto fue más grande, logró subir medio cuerpecito, y, pataleando, el otro medio. Como si hubiera logrado una enorme hazaña, y el pastel fuera su copa de la victoria, tomó dos cucharas soperas de encima de la mesa y se acercó al pastel, que era varios centímetros más alto que la niña. Se sentó allí enfrente y comenzó a comer a dos manos.
Intentó no mancharse, algo de lo que restaba de su "yo" madura le decía que no debía mancharse, pero fue inevitable, y acabó de chocolate hasta las cejas. Tan concentrada estaba la niña que no escuchó los pasos de quien se acercaba. Solo lo notó cuando la tomaron en brazos, cualquier niño se habría asustado y llorado, pero ella no, ni siquiera de pequeña había hecho feos a los extraños, por muy raro que pareciera su aspecto, por eso sonrió y le tendió una de sus cucharas para que tomase pastel. Él chico sonrió negando con la cabeza, pero tomó un trozo de la tarta para que la niña se la fuera comiendo por el camino, lo cierto es que ya había un buen boquete en el pastel, pero mayor cantidad había acabado sobre la pequeña y sobre la mesa que en el estomago de la niña.
Con una sonrisa en la cara, mientras seguía tomando pastel, dejó que el tipo se la llevase abriendo una de las paredes de la cocina.
Finalmente logró su objetivo, le gustaba estar en las alturas, todo se veía mejor desde allí. Mientras iniciaba un intento de trenza con el pelo liso de Ellie, se abrió la puerta y la pequeña notó tensarse el aire y como la abrazaban de forma protectora, la única tranquila pareció ser la misma Alanna, que reconociendo la mano blanca y lisa que portaba la daga, sonrió diciendo en voz alta el nombre de la propietaria:
- ¡Nin!- aplaudió feliz para, en seguida, saludar con su manita desde los brazos de la joven de rosa.
Mientras los adultos hablaban de sus cosas, ella intentaba seguirlos con la mirada inocente de una niña, pero aunque en algún lado su cabeza entendía, la niña que era ahora prefería ignorarlo todo y jugar con lo que tenía más cerca, los lazos de la camisa de Ellie. Entonces notó que quien la tenía en brazos pronunciaba su nombre. Alzó la cabecita mirando a la chica y sonrió alzando la mano en un pequeño gesto de "presente".
Los demás continuaron su charla mientras la pequeña volvía a abstraerse, se había abrazado al cuello de Ellie y puesto su mejilla junto a la de la chica mientras susurraba para no molestar la charla de los otros "shuave shuave shuave" Si la Alanna adulta estaba en algún rincón de esa pequeña cabecita, le estaba dando un soponcio.
Finalmente los Vivant se retiraron, Eltrant la bajó al suelo y ella, ni corta ni perezosa comenzó a corretear por la sala. De forma inocente, tal vez guiada por algún recuerdo de las misiones, la pequeña comenzó a rebuscar por los cajones buscando algo con lo que entretenerse, al no encontrar nada, se metió bajo el escritorio pero, aburrida, sin ver nada que le llamara la atención se dirigió a los estantes, lo único que se veía de ella era una cosa pequeñaja dando pasitos cortos revoloteando por el cuarto, al menos no desordenaba nada...
Cansada de no encontrar con que jugar, se sentó en el suelo y, por la puerta abierta, vio aparecer nuevamente al conejo blanco. Sonrió poniéndose de pie y murmurando "¿Conejito?" Salió de allí son que nadie la viera. Siguió al animalillo por los pasillos desiertos, donde solo encontraba algún que otro animal, pero ella quería al conejito. Finalmente llegó a la cocina.
El lugar se encontraba desierto y lo único que llamaba la atención era el enorme pastel de chocolate que había sobre una mesa, la pequeña se olvidó del conejo. y de todo al ver eso, se le iluminó la cara y, en seguida, se puso a pensar en una forma de poder comérselo. Frente a la mesa, había un banco largo de madera, más bajo que las sillas. Subió a él sin demasiada dificultad y para llegar a la mesa, saltó, dándose de morros.
A punto estuvo de llorar, se había hecho daño, pero al ver que no sangraba, se secó los ojos con el brazo y volvió a intentarlo. Esta vez el salto fue más grande, logró subir medio cuerpecito, y, pataleando, el otro medio. Como si hubiera logrado una enorme hazaña, y el pastel fuera su copa de la victoria, tomó dos cucharas soperas de encima de la mesa y se acercó al pastel, que era varios centímetros más alto que la niña. Se sentó allí enfrente y comenzó a comer a dos manos.
Intentó no mancharse, algo de lo que restaba de su "yo" madura le decía que no debía mancharse, pero fue inevitable, y acabó de chocolate hasta las cejas. Tan concentrada estaba la niña que no escuchó los pasos de quien se acercaba. Solo lo notó cuando la tomaron en brazos, cualquier niño se habría asustado y llorado, pero ella no, ni siquiera de pequeña había hecho feos a los extraños, por muy raro que pareciera su aspecto, por eso sonrió y le tendió una de sus cucharas para que tomase pastel. Él chico sonrió negando con la cabeza, pero tomó un trozo de la tarta para que la niña se la fuera comiendo por el camino, lo cierto es que ya había un buen boquete en el pastel, pero mayor cantidad había acabado sobre la pequeña y sobre la mesa que en el estomago de la niña.
Con una sonrisa en la cara, mientras seguía tomando pastel, dejó que el tipo se la llevase abriendo una de las paredes de la cocina.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Ellie y Alanna estaban junto a un par de individuos que actuaban y hablaban de forma bastante extraña teniendo en cuenta que a solo unos metros de donde se encontraban había un zoo de animales y asaltantes destrozando un patrimonio sin duda valorado en miles de monedas...Pero aquella extraña pareja hacía como si aquello fuera lo más normal del mundo o como si no fueran suficientes motivos de preocupación, incluso se disculparon con ella por los inconvenientes del mismo modo que cualquier persona normal lo haría por haber manchado su vestido con el vino...Aquella debió de ser la la primera reverencia que la peliblanca no respondía como marcaba la etiqueta en su vida y esperaba que sus anfitriones lo entendieran.
-Debo decir, a riesgo de parecer descortés, que a mi no me congratula nada, ha muerto gente y es posible que ahora mismo siga muriendo gente. No es tiempo para cortesías si no para actuar.- La peliblanca asintió a las palabras de Ellie sobre la identidad de la pequeña que tenía en brazos con una expresión de circunstancias muy pronunciada, como queriendo decir, "Si, por si no tuviéramos ya suficientes problemas encima". Quiso decirle también que no todo eran malas noticias y que tenía en su posesión un tomo antiguo que contenía las claves para revertir tanto el cambio en Alanna como en él, pero ya que aquella pareja eran los Vivant y por lo tanto aquel libro debía pertenecerles y Níniel no se fiaba de ellos, no quiso decirlo. Sonreían mucho, demasiado como para confiar en ellos, mejor guardarse aquel as en la manga por el momento.
Entonces Lord Vivant reclamó su atención y de nuevo con una tranquilidad pasmosa dijo que se ocuparían de la situación insinuando incluso que, aunque aceptaban ayuda, no la necesitaban. Eso si, si deseaban inmiscuirse, les sugirió ir hasta los sótanos para evitar que uno de sus hijos matase al otro. Incluso parecía muy seguro de que el ataque durante la fiesta había sido perpetrada por aquel hijo menor, Alex. Níniel no pudo si no quedarse con la boca abierta ante aquella afirmación y ante el tono con la que la decía, era casi como si algo tan grave como que uno de sus hijos matase al otro no fuese importante. De hecho era sorprendente ver como parecían considerar todo a su alrededor una nimiedad. ¿Quién diantres eran esos dos?.
El lord salió de allí y pronto le siguió su esposa, no sin antes entregarle a Níniel un báculo con una gran gema negra. Tan pronto la elfa lo sostuvo notó el poder que albergaba y no enseguida le vino a la cabeza una palabra..."Brujos". Y es que no había duda alguna, aquel bastón desprendía un gran poder que anhelaba ser liberado, ser usado. Las dudas de la elfa sobre aquellos Vivant no hicieron si no aumentar, pero una cosa estaba clara, era mejor no subestimarles.
-Si no tuviera este bastón entre mis manos preguntaría sí ese par realmente puede hacer lo que ha dicho que van a hacer o si simplemente son unos locos a los que deberíamos ayudar para que no los maten...Pero ahora puedo notar por qué parecen tomárselo todo con tanta...Tranquilidad. Yo digo que vayamos a los sótanos, creo que agradecerán que evitemos que uno de sus hijos muera. Habrá que dejar a Alanna en un lugar seguro y...¿Dónde está Alanna?- La peliblanca buscó por toda la habitación y se llevó la mano libre a la cara para tapar una expresión de miedo. -Otra vez no...Ese culo inquieto ha vuelto a irse sola...Ellie, se suponía que estaba contigo ¿cómo has podido dejar que se te escapara?. Da igual, tenemos que encontrarla, tu ve a los sótanos, yo la buscaré. No te arriesgues, en cuanto la encuentre iré a ayudarte, tiene las piernas cortas, no puede haber ido muy lejos.-
Salió de aquella habitación y recorrió con la vista el largo pasillo sin ver nada por lo que comenzó a comprobar las puertas cercanas. Por suerte la mayoría estaban cerradas con llave y Alanna no podía haber entrado en ellas pero aún así seguía habiendo mucho terreno que cubrir. Era curioso como, a pesar de que en cualquier momento un enemigo podría aparecer, la peliblanca se sentía muy decidida y ni siquiera temía vocear el nombre de su amiga una y otra vez. Tras unos minutos de búsqueda, la elfa vio a aquel dichoso conejo blanco y ató cabos, la pequeña debió de haberle seguido...Debía de estar cerca.
Sus pasos la llevaron hasta la cocina y allí vio un rastro claro de que Mini-Alanna había pasado por allí. Un pastel de chocolate medio comido y que podría haber pasado por obra de alguno d elos animales si no fuera por que en uno de los trozos mas enteros estaban las pequeñas marcas de los dientecitos de una cría humana de escasa edad. Desde allí no tuvo más que seguir los restos de chocolate que había por el suelo hasta...Había algo raro, el rastro de chocolate llegaba hasta una pared y acababa allí, aquello no tenía ningún sentido. Níniel revisó por aquella zona de la cocina y entonces la vio. Era una mancha de chocolate en uno de los candelabros de la pared de la cocina. La peliblanca lo tocó y tiró de él hacia abajo accionando un mecanismo que abrió aquella parte de la cocina hasta dar acceso a un pasillo descendente iluminado, el rastro de chocolate continuaba por el. Níniel ya sabía por donde había ido Alanna o mas bien, por donde se la habían llevado, porque la niña no hubiese podido llegar a la altura de aquel candelabro. Con determinación, la elfa comenzó a descender siguiendo el rastro. Fuese quien fuese el que había cogido a Alanna iba a lamentarlo.
-Debo decir, a riesgo de parecer descortés, que a mi no me congratula nada, ha muerto gente y es posible que ahora mismo siga muriendo gente. No es tiempo para cortesías si no para actuar.- La peliblanca asintió a las palabras de Ellie sobre la identidad de la pequeña que tenía en brazos con una expresión de circunstancias muy pronunciada, como queriendo decir, "Si, por si no tuviéramos ya suficientes problemas encima". Quiso decirle también que no todo eran malas noticias y que tenía en su posesión un tomo antiguo que contenía las claves para revertir tanto el cambio en Alanna como en él, pero ya que aquella pareja eran los Vivant y por lo tanto aquel libro debía pertenecerles y Níniel no se fiaba de ellos, no quiso decirlo. Sonreían mucho, demasiado como para confiar en ellos, mejor guardarse aquel as en la manga por el momento.
Entonces Lord Vivant reclamó su atención y de nuevo con una tranquilidad pasmosa dijo que se ocuparían de la situación insinuando incluso que, aunque aceptaban ayuda, no la necesitaban. Eso si, si deseaban inmiscuirse, les sugirió ir hasta los sótanos para evitar que uno de sus hijos matase al otro. Incluso parecía muy seguro de que el ataque durante la fiesta había sido perpetrada por aquel hijo menor, Alex. Níniel no pudo si no quedarse con la boca abierta ante aquella afirmación y ante el tono con la que la decía, era casi como si algo tan grave como que uno de sus hijos matase al otro no fuese importante. De hecho era sorprendente ver como parecían considerar todo a su alrededor una nimiedad. ¿Quién diantres eran esos dos?.
El lord salió de allí y pronto le siguió su esposa, no sin antes entregarle a Níniel un báculo con una gran gema negra. Tan pronto la elfa lo sostuvo notó el poder que albergaba y no enseguida le vino a la cabeza una palabra..."Brujos". Y es que no había duda alguna, aquel bastón desprendía un gran poder que anhelaba ser liberado, ser usado. Las dudas de la elfa sobre aquellos Vivant no hicieron si no aumentar, pero una cosa estaba clara, era mejor no subestimarles.
-Si no tuviera este bastón entre mis manos preguntaría sí ese par realmente puede hacer lo que ha dicho que van a hacer o si simplemente son unos locos a los que deberíamos ayudar para que no los maten...Pero ahora puedo notar por qué parecen tomárselo todo con tanta...Tranquilidad. Yo digo que vayamos a los sótanos, creo que agradecerán que evitemos que uno de sus hijos muera. Habrá que dejar a Alanna en un lugar seguro y...¿Dónde está Alanna?- La peliblanca buscó por toda la habitación y se llevó la mano libre a la cara para tapar una expresión de miedo. -Otra vez no...Ese culo inquieto ha vuelto a irse sola...Ellie, se suponía que estaba contigo ¿cómo has podido dejar que se te escapara?. Da igual, tenemos que encontrarla, tu ve a los sótanos, yo la buscaré. No te arriesgues, en cuanto la encuentre iré a ayudarte, tiene las piernas cortas, no puede haber ido muy lejos.-
Salió de aquella habitación y recorrió con la vista el largo pasillo sin ver nada por lo que comenzó a comprobar las puertas cercanas. Por suerte la mayoría estaban cerradas con llave y Alanna no podía haber entrado en ellas pero aún así seguía habiendo mucho terreno que cubrir. Era curioso como, a pesar de que en cualquier momento un enemigo podría aparecer, la peliblanca se sentía muy decidida y ni siquiera temía vocear el nombre de su amiga una y otra vez. Tras unos minutos de búsqueda, la elfa vio a aquel dichoso conejo blanco y ató cabos, la pequeña debió de haberle seguido...Debía de estar cerca.
Sus pasos la llevaron hasta la cocina y allí vio un rastro claro de que Mini-Alanna había pasado por allí. Un pastel de chocolate medio comido y que podría haber pasado por obra de alguno d elos animales si no fuera por que en uno de los trozos mas enteros estaban las pequeñas marcas de los dientecitos de una cría humana de escasa edad. Desde allí no tuvo más que seguir los restos de chocolate que había por el suelo hasta...Había algo raro, el rastro de chocolate llegaba hasta una pared y acababa allí, aquello no tenía ningún sentido. Níniel revisó por aquella zona de la cocina y entonces la vio. Era una mancha de chocolate en uno de los candelabros de la pared de la cocina. La peliblanca lo tocó y tiró de él hacia abajo accionando un mecanismo que abrió aquella parte de la cocina hasta dar acceso a un pasillo descendente iluminado, el rastro de chocolate continuaba por el. Níniel ya sabía por donde había ido Alanna o mas bien, por donde se la habían llevado, porque la niña no hubiese podido llegar a la altura de aquel candelabro. Con determinación, la elfa comenzó a descender siguiendo el rastro. Fuese quien fuese el que había cogido a Alanna iba a lamentarlo.
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Después de la extraña conversación entre la elfa y los dueños de la mansión estos abandonan el lugar con intención de solucionar el caso que reinaba en la mansión.
–“Son un par… excéntrico” – Dijo el mercenario contemplando el bastón que le habían entregado a la elfa, el humano no notaba nada extraordinario en aquel báculo ornamentado, aunque si lo que decía la peliblanca era verdad era bastante poderoso.
No dudaba de las buenas intenciones de los Vivant, no parecían ser malas personas, al menos el seguía vivo y habían hablado de ayudar a las personas de su alrededor, pero aquella pasividad con la que trataban todo lo que sucedía solo ponía tenso más y más a Eltrant que cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra nervioso.
Entonces fue cuando Niniel se percató de que Alanna había desaparecido –“¿Qué? Pero si estaba aquí hace un segundo, yo no…” – Miró a su alrededor ignorado el tono de reproche de la elfa, la niña había desaparecido sin dejar rastro, pero no era su culpa, ¿O sí lo era? Apretó los dientes escudriñando los posibles escondites de la habitación que podía haber usado la pequeña guarda.
No obstante, antes de que pudiese sentirse culpable la elfa ya le había ordenado que hacer, bajar al sótano, sin tiempo para reprochar aquel plan, contempló como la peliblanca desaparecía de su vista y se internaba en los pasillos en busca de Mini-Alanna, suspiró, estaba desarmado ¿Qué esperaba Niniel que hiciera?
Pero no protestó, sentaba bien no tener que pensar el plan de acción por una vez, cautelosamente salió de la habitación y después de comprobar que no había nadie por las proximidades, empezó a caminar hacia donde le había indicado la peliblanca.
Después de varios minutos caminando cayó en la cuenta de que no tenía ni la más remota de idea de qué camino tomar para llegar hasta el sótano, quizás debía de haber pensado antes en aquello, pero después de encogerse de hombros, siguió caminando.
La disposición de aquella casa era similar a la de los demás nobles, grande y laberíntica, de varios pisos, por eso se sorprendió cuando llegó a las escaleras que daban tanto a los pisos superiores como los inferiores con bastante facilidad.
Durante todo el trayecto hasta aquel lugar no se cruzó a nadie que no fuese un animal de granja y un par de tipos armados a los que no le costó mucho evitar, Eltrant pudo comprobar que estos estaban más preocupados por abandonar la mansión que por su principal objetivo de llevarse todas las joyas, era un hecho que las cosas no habían salido como estos esperaban.
Cuando la joven de la capa rosa se encontró frente a las escaleras tragó saliva, no sabía lo que le esperaba ahí abajo, pero todo indicaba que no iba a ser agradable, haciendo acopio de la valentía que le quedaba después del día tan largo y extraño que había pasado, empezó a bajar por las escaleras de mármol hacia el oscuro piso inferior.
Se encontró en otro pasillo, este lúgubremente iluminado con varias antorchas que desprendían un tenue color azul, Eltrant arqueó una ceja al verlas, sorprendido, pero pronto dejó de prestar atención a la iluminación de aquel lugar cuando escuchó pasos procedentes del final del corredor.
Sin caer en el mismo error que cuando se encontró con los Vivant, el mercenario entró rápidamente por la primera puerta que encontró, antes de que pudiesen hacer siquiera contacto visual.
Una vez dentro de la habitación que como, segundos después descubrió, era un pequeño almacén. Pegó la cabeza a la puerta en un intento por volver a oír los pasos de los individuos que patrullaban los pasillos, afortunadamente no solo consiguió captar lo que pretendía, sino también las voces aquellos tipos.
-“…Por eso es mejor que nos vayamos de aquí cuanto antes” – El mercenario captó la frase a la mitad, pero estaba claro que todos los enemigos parecían haberse puesto de acuerdo con eso – “Se suponía que solo teníamos que asustar un poco a esta gente, golpear a los guardias y bajar aquí abajo al tipo ese, esto se nos ha ido de las manos” – Contestó el otro –“¿Por qué demonios el jefe ordenó a esos imbéciles matar a aquellos guardias?” – Aquella pregunta, oída en apenas un susurró, fue lo último que Eltrant escuchó de la conversación de aquellos hombres, quienes por el sonido de sus pasos, subieron escaleras arriba.
Tomando aire y después de agudizar el oído para asegurarse de que no se encontraría ninguna sorpresa desagradable detrás de la puerta, salió de la habitación.
Mientras avanzaba por los angostos y empedrados pasillos del sótano comprobó que la mayoría de las puertas ahí abajo estaban cerradas con llave, salvo alguna excepción, y la mayoría de aquellas habitaciones no eran más que almacenes dónde el polvo se acumulaba sobre cajas.
Debido a esto a Ellie no le quedó más remedio que seguir en línea recta hasta que, al cabo de un rato escuchando solo el eco de sus propios pasos, llegó a una sala un poco más amplia, dónde parecía haber más de una persona, no pudo distinguir entre la penumbra quien era quien, pero por el tamaño de los presentes, pudo comprobar que una de ellas de tamaño similar al de un niño.
Eltrant frunció el ceño y tratando de ser lo más sigiloso posible, una cualidad de la que estaba claro que no podía presumir, golpeó una pequeña caja que parecía llevar años descansando en el húmedo suelo de aquel lugar.
En aquel instante notó como los presentes se giraban hacia él, Eltrant levantó una de sus manos tímidamente y sonrió.
–“...Euh ...Buenas noches, ¿El baño, por favor?”
–“Son un par… excéntrico” – Dijo el mercenario contemplando el bastón que le habían entregado a la elfa, el humano no notaba nada extraordinario en aquel báculo ornamentado, aunque si lo que decía la peliblanca era verdad era bastante poderoso.
No dudaba de las buenas intenciones de los Vivant, no parecían ser malas personas, al menos el seguía vivo y habían hablado de ayudar a las personas de su alrededor, pero aquella pasividad con la que trataban todo lo que sucedía solo ponía tenso más y más a Eltrant que cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra nervioso.
Entonces fue cuando Niniel se percató de que Alanna había desaparecido –“¿Qué? Pero si estaba aquí hace un segundo, yo no…” – Miró a su alrededor ignorado el tono de reproche de la elfa, la niña había desaparecido sin dejar rastro, pero no era su culpa, ¿O sí lo era? Apretó los dientes escudriñando los posibles escondites de la habitación que podía haber usado la pequeña guarda.
No obstante, antes de que pudiese sentirse culpable la elfa ya le había ordenado que hacer, bajar al sótano, sin tiempo para reprochar aquel plan, contempló como la peliblanca desaparecía de su vista y se internaba en los pasillos en busca de Mini-Alanna, suspiró, estaba desarmado ¿Qué esperaba Niniel que hiciera?
Pero no protestó, sentaba bien no tener que pensar el plan de acción por una vez, cautelosamente salió de la habitación y después de comprobar que no había nadie por las proximidades, empezó a caminar hacia donde le había indicado la peliblanca.
Después de varios minutos caminando cayó en la cuenta de que no tenía ni la más remota de idea de qué camino tomar para llegar hasta el sótano, quizás debía de haber pensado antes en aquello, pero después de encogerse de hombros, siguió caminando.
La disposición de aquella casa era similar a la de los demás nobles, grande y laberíntica, de varios pisos, por eso se sorprendió cuando llegó a las escaleras que daban tanto a los pisos superiores como los inferiores con bastante facilidad.
Durante todo el trayecto hasta aquel lugar no se cruzó a nadie que no fuese un animal de granja y un par de tipos armados a los que no le costó mucho evitar, Eltrant pudo comprobar que estos estaban más preocupados por abandonar la mansión que por su principal objetivo de llevarse todas las joyas, era un hecho que las cosas no habían salido como estos esperaban.
Cuando la joven de la capa rosa se encontró frente a las escaleras tragó saliva, no sabía lo que le esperaba ahí abajo, pero todo indicaba que no iba a ser agradable, haciendo acopio de la valentía que le quedaba después del día tan largo y extraño que había pasado, empezó a bajar por las escaleras de mármol hacia el oscuro piso inferior.
Se encontró en otro pasillo, este lúgubremente iluminado con varias antorchas que desprendían un tenue color azul, Eltrant arqueó una ceja al verlas, sorprendido, pero pronto dejó de prestar atención a la iluminación de aquel lugar cuando escuchó pasos procedentes del final del corredor.
Sin caer en el mismo error que cuando se encontró con los Vivant, el mercenario entró rápidamente por la primera puerta que encontró, antes de que pudiesen hacer siquiera contacto visual.
Una vez dentro de la habitación que como, segundos después descubrió, era un pequeño almacén. Pegó la cabeza a la puerta en un intento por volver a oír los pasos de los individuos que patrullaban los pasillos, afortunadamente no solo consiguió captar lo que pretendía, sino también las voces aquellos tipos.
-“…Por eso es mejor que nos vayamos de aquí cuanto antes” – El mercenario captó la frase a la mitad, pero estaba claro que todos los enemigos parecían haberse puesto de acuerdo con eso – “Se suponía que solo teníamos que asustar un poco a esta gente, golpear a los guardias y bajar aquí abajo al tipo ese, esto se nos ha ido de las manos” – Contestó el otro –“¿Por qué demonios el jefe ordenó a esos imbéciles matar a aquellos guardias?” – Aquella pregunta, oída en apenas un susurró, fue lo último que Eltrant escuchó de la conversación de aquellos hombres, quienes por el sonido de sus pasos, subieron escaleras arriba.
Tomando aire y después de agudizar el oído para asegurarse de que no se encontraría ninguna sorpresa desagradable detrás de la puerta, salió de la habitación.
Mientras avanzaba por los angostos y empedrados pasillos del sótano comprobó que la mayoría de las puertas ahí abajo estaban cerradas con llave, salvo alguna excepción, y la mayoría de aquellas habitaciones no eran más que almacenes dónde el polvo se acumulaba sobre cajas.
Debido a esto a Ellie no le quedó más remedio que seguir en línea recta hasta que, al cabo de un rato escuchando solo el eco de sus propios pasos, llegó a una sala un poco más amplia, dónde parecía haber más de una persona, no pudo distinguir entre la penumbra quien era quien, pero por el tamaño de los presentes, pudo comprobar que una de ellas de tamaño similar al de un niño.
Eltrant frunció el ceño y tratando de ser lo más sigiloso posible, una cualidad de la que estaba claro que no podía presumir, golpeó una pequeña caja que parecía llevar años descansando en el húmedo suelo de aquel lugar.
En aquel instante notó como los presentes se giraban hacia él, Eltrant levantó una de sus manos tímidamente y sonrió.
–“...Euh ...Buenas noches, ¿El baño, por favor?”
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
El pasadizo estaba oscuro, eso no le gustó a Alanna, antes no le importaba, pero de un tiempo a esa parte, la noche y la oscuridad le causaban pavor. La cosa inició con pequeños ruidillos, pero terminó por ser un llanto fuerte y profundo, la pequeña tenía miedo.
El hombre que la había cogido intentó calmarla, pero solo consiguió que cesara el llanto al entrar en el laboratorio, nuevamente ese sitio, iluminado con antorchas. La niña reconociendo el lugar, se secó las lagrimitas. Y se quedó sentada sobre la mesa, donde nuevas botellas se agrupaban.
- Bien, ahora, pequeña.- murmuró Mordecai- vamos a ver si podemos devolverte a la nor…
El mago había conseguido escapar de su prisión, y, confundiéndose entre el barullo, salir al jardín a tiempo de ver lo que sucedía con la guarda y el hombre del parche. Pero la pequeña tras pasar por la oscuridad del pasadizo, se había asustado, por ello, cuando el tipo se comenzó a acercar, Alanna, haciendo un puchero y gritando un fuerte “No” seco, le lanzó una poción que acabó estrellándose contra la pared.
A cada paso que daba el mago, la niña lanzaba otra vasija con su gritito, terminó lanzándolas sin esperar a que el hombre se acercara, no le gustaba, tenía miedo y estaba sola.
Intentó tomar una nueva botella, pero esa era mucho más pesada, y le dio la oportunidad al hombre de acercarse, mala idea, pues en cuanto el tipo intentó coger a la chiquilla, esta logró alzar la botella y golpeó al tipo en la cabeza.
El hombre calló desmayado al suelo, y la niña quedó sola, en medio de un cuarto lleno de cristales. Se acercó al borde de la mesa, y vio al hombre en el suelo, desmayado, ni siquiera tenía una herida, respiraba, pero la pequeña no lo sabía.
Primero unas respiraciones contenidas, una, dos, y, después, una tremenda llantera. Las lágrimas corrían por las mejillas de la pequeña mientras se abría el lugar por donde ella había entrado.
- Le he hecho pupa.- lloraba sintiéndose culpable- siempre hago daño, soy mala, por eso papa se fue, por eso mama y Ely ya no están- lloró más- pedon… pedon… -siguió sollozando.- siempre hago daño…
Las frustraciones de la adulta, que esta retenía y guardaba, eran imposibles de ocultar en la niña, que no lograba cesar su llanto. La pequeña se había acurrucado en un rincón dejando que cayesen sus lágrimas
Como un acto reflejo, cogió con fuerza el colgante de media luna, que le venía mucho más grande que a su cuerpo de adulta. La pequeña quería salir de allí, ir a un sitio con más luz, con alguien que la conociera, la niña que era, al contrario de lo que habría hecho la Alanna adulta, necesitaba compañía.
Con una manita el la mejilla, donde uno de los cristales al saltar le había hecho una herida, que sangraba un poco, y picaba con las lágrimas saladas, siguió llorando e hipando.
- Nin…. Elt…- lloró la pequeña sabiendo que, en ese momento, eran los más cercanos a ella.
Ojala no se hubiera ido por su cuenta tras el conejito blanco.
El hombre que la había cogido intentó calmarla, pero solo consiguió que cesara el llanto al entrar en el laboratorio, nuevamente ese sitio, iluminado con antorchas. La niña reconociendo el lugar, se secó las lagrimitas. Y se quedó sentada sobre la mesa, donde nuevas botellas se agrupaban.
- Bien, ahora, pequeña.- murmuró Mordecai- vamos a ver si podemos devolverte a la nor…
El mago había conseguido escapar de su prisión, y, confundiéndose entre el barullo, salir al jardín a tiempo de ver lo que sucedía con la guarda y el hombre del parche. Pero la pequeña tras pasar por la oscuridad del pasadizo, se había asustado, por ello, cuando el tipo se comenzó a acercar, Alanna, haciendo un puchero y gritando un fuerte “No” seco, le lanzó una poción que acabó estrellándose contra la pared.
A cada paso que daba el mago, la niña lanzaba otra vasija con su gritito, terminó lanzándolas sin esperar a que el hombre se acercara, no le gustaba, tenía miedo y estaba sola.
Intentó tomar una nueva botella, pero esa era mucho más pesada, y le dio la oportunidad al hombre de acercarse, mala idea, pues en cuanto el tipo intentó coger a la chiquilla, esta logró alzar la botella y golpeó al tipo en la cabeza.
El hombre calló desmayado al suelo, y la niña quedó sola, en medio de un cuarto lleno de cristales. Se acercó al borde de la mesa, y vio al hombre en el suelo, desmayado, ni siquiera tenía una herida, respiraba, pero la pequeña no lo sabía.
Primero unas respiraciones contenidas, una, dos, y, después, una tremenda llantera. Las lágrimas corrían por las mejillas de la pequeña mientras se abría el lugar por donde ella había entrado.
- Le he hecho pupa.- lloraba sintiéndose culpable- siempre hago daño, soy mala, por eso papa se fue, por eso mama y Ely ya no están- lloró más- pedon… pedon… -siguió sollozando.- siempre hago daño…
Las frustraciones de la adulta, que esta retenía y guardaba, eran imposibles de ocultar en la niña, que no lograba cesar su llanto. La pequeña se había acurrucado en un rincón dejando que cayesen sus lágrimas
Como un acto reflejo, cogió con fuerza el colgante de media luna, que le venía mucho más grande que a su cuerpo de adulta. La pequeña quería salir de allí, ir a un sitio con más luz, con alguien que la conociera, la niña que era, al contrario de lo que habría hecho la Alanna adulta, necesitaba compañía.
Con una manita el la mejilla, donde uno de los cristales al saltar le había hecho una herida, que sangraba un poco, y picaba con las lágrimas saladas, siguió llorando e hipando.
- Nin…. Elt…- lloró la pequeña sabiendo que, en ese momento, eran los más cercanos a ella.
Ojala no se hubiera ido por su cuenta tras el conejito blanco.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Níniel continuó descendiendo por aquel pasadizo sin poder evitar notar que a cada paso que daba el lugar se tornaba cada vez más y más oscuro, hasta el punto de que al final resultaba muy difícil intentar seguir el rastro de chocolate con tan poca luz, por suerte aquel camino no tenía puertas laterales ni caminos alternativos por lo que a pesar de llegar a no poder seguir el rastro, Níniel no tenía mas que seguir recto o eso esperaba. Tras unos metros en penumbra la elfa llegó hasta el final de aquel camino, una puerta de madera donde de nuevo pudo ver las manchas y se apresuró a entrar, abriendo la puerta con determinación.
La peliblanca se sintía extraña, la lógica y su modo de ser le decían que no debería abrir aquella puerta sin tomar precauciones, que debería tener cuidado por si allí abajo había alguno de los asaltantes o el hijo de los Vivant y aquel alquimista sobre el que el Lord les había advertido...Y sin embargo se sentía muy tranquila y notaba como si el temor que había sentido hasta hacía bien poco fuera un recuerdo lejano y sin sentido. Por mucho que enumerara las cosas que iban muy mal en aquella casa no sentía que ninguna de ellas fuera merecedora de sus preocupaciones y no entendía como antes podía pensar de otro modo.
Aquella puerta daba a una especie de almacén, bastante grande y repleto de ingredientes y materiales de alquimia hasta el techo. Estanterías llenas de frascos, montones de cajas de madera perfectamente etiquetadas...Parecía ser que aquel laboratorio de antes no era si no solo una pequeña parte de todo lo que aquella familia tenía sobre el arte de los alquimistas. Desde luego cualquier duda sobre si aquellos extraños nobles solo tenían la alquimia como hobby quedó totálmente descartada, allí había materiales para meses de concienzudo trabajo, no solo meses, incluso años, de hecho solo en el hospital había visto mas materiales que allí y tampoco mucho más.
Comenzó a adentrarse en aquel almacén, centrándose en encontrar a Alanna y por ello en las salidas que aquel almacen tenía y por donde podrían habérsela llevado, pues era evidente que la pequeña no estaba allí. Necesitaba más luz si quería volver a encontrar el rastro chocolateado y evitar verse en una búsqueda por todas partes para la que no tenía tiempo. Pensó en coger alguna de las pequeñas lámparas de aceite que había por allí, no sería como estar a la luz del día pero al menos algo más alcanzaría a ver. Entonces y sin que Níniel supiese cómo, la gema del bastón de los vivant comenzó a emitir una luz que iluminó todo a su alrededor con una intensa claridad, tanta que Níniel quedó momentáneamente cegada y soltó el bastón sobresaltada. Tan pronto como lo dejó caer el báculo dejó de emitir aquella luz. En ese momento escuchó un par de voces masculinas que se acercaban.
-Te digo que he visto un destello por aquí...-
-Esto es solo un almacén de esas cosas raras que necesitan los alquimistas para hacer pociones...No me extrañaría que hubiese por aquí alguna planta o algo así que brille-
-No he visto algo brillar, he visto un destello-
Aquellas voces seguían hablando y se escuchaban cada vez más alto y más claro. Rápidamente Níniel cogió de nuevo el bastón y se dispuso a ocultarse entre las cajas hasta que aquel par dejaran de buscar y se marcharan de allí, o al menos hasta poder pasar de ellos rumbo a la siguiente sala. Sin embargo cuando quiso darse cuenta seguía allí en medio del pasillo, mirando en la dirección en la que poco después aparecieron los dos hombres.
-Te dije que había visto algo-
-¿Una elfa?, no es la que le atizó a tu hermano?-
-Si, es ella...los dioses son generosos. No solo voy a vengar el orgullo de mi hermano si no que además voy a saber qué tienen las elfas entre las piernas-
Aquel comentario hubiese bastado para que Níniel saliera corriendo y buscara refugio, o al menos una posición ventajosa desde donde enfrentarse a los enemigos que le deseaban mal, pero por alguna razón en aquella ocasión no sintió ese impulso, se quedó allí y cuando habló lo hizo en un tono del que solo se veía capaz actuando como parte de una treta, pero no era parte de nada más que de la verdad.
-Vuestros dioses no son generosos, son crueles-
Y apuntó el báculo hacia aquel par de tipos que habían desenvainado sus armas y se acercaban a ella con sonrisas lascivas y muy malas intenciones. Se detuvieron ante aquellas palabras y parecieron tomarse aquella amenaza en serio pues se miraron entre ellos y no dieron un paso más. Entonces la elfa canalizó maná a través del bastón y algo que solo podía ser explicado como una onda de choque alcanzó a los dos hombres, golpeándolos con fuerza y enviándolos volando contra la pared como si les hubiera golpeado una gran fuerza. Níniel no supo como había hecho aquello pero no se sentía mal por haberlo hecho. Caminó hasta a donde habían acabado los enemigos y comprobó que uno estaba inconsciente y el otro, con varios huesos rotos, la miraba con miedo y trataba de arrastrarse alejándose de ella. Níniel lo alcanzó y le puso el báculo en el pecho.
-Una niña, con grandes ojos y adorables mofletes, vestida con ropas que le van grandes y manchada de chocolate...¿Dónde está?-
-En el laboratorio, con el alquimista...¿Por favor no me mates, no le hemos hecho daño, por favor...Tengo mujer y dos hijas...Necesitaba el trabajo para poder comprarles comida...-
-¿Saben tus hijas que su padre no es más que un sucio ladrón, un asesino y violador?. ¿Debo dejar que vivas para que hagas sufrir a otras personas solo por que tu familia no tiene comida?-
-No volveré a hacerlo, lo juro...Lo juro-
-Aprovecha pues la segunda oportunidad, rara vez se conceden terceras-
Níniel le ofreció un sorbo de la poción de curación que había preparado y siguió su camino en la dirección en la que le había indicado que estaba la pequeña, no soldaría sus huesos pero le ayudaría a salir de aquella.Se notaba más rara incluso que antes, pero no mal, mas bien todo lo contrario, se sentía muy bien, mejor que nunca. Abrió la puerta que conducía al laboratorio de alquimia desde el almacén. de golpe, preparada para enfrentarse sin miedo al alquimista o a quien se terciase, pero no había ningún alquimista, ni nadie, a quien enfrentar. De algún modo Mini-Alanna había dejado fuera de combate a aquel sujeto y asustada lloraba desconsoladamente.
La peliblanca dejó el bastón un momento y corrió a abrazar a Alanna y a comprobar que estuviese bien. Estaba perfectamente, al menos físicamente, el motivo de su llanto era por lo tanto otro.
-Ya pasó, yo cuidaré de ti. Pero tienes que prometerme que no vas a volver a irte corriendo tu sola a ninguna parte ¿Vale?-
La elfa le limpió las lágrimas y también el chocolate de la cara aunque poco podía hacer con el resto de la ropa que estaba para tirar.-Por los dioses, tienen chocolate hasta en el pelo...¿Pero sabes qué?. Gracias a eso he podido encontrarte, he seguido el rastro de chocolate hasta aquí.- Sonrió y le dio un beso esquimal con la punta de la nariz y a continuación cogió de nuevo el bastón. -Vamos, tenemos que ir con Eltrant, no te preocupes por este hombre, vivirá, aunque cuando despierte le dolerá bastante la cabeza.-
La peliblanca se sintía extraña, la lógica y su modo de ser le decían que no debería abrir aquella puerta sin tomar precauciones, que debería tener cuidado por si allí abajo había alguno de los asaltantes o el hijo de los Vivant y aquel alquimista sobre el que el Lord les había advertido...Y sin embargo se sentía muy tranquila y notaba como si el temor que había sentido hasta hacía bien poco fuera un recuerdo lejano y sin sentido. Por mucho que enumerara las cosas que iban muy mal en aquella casa no sentía que ninguna de ellas fuera merecedora de sus preocupaciones y no entendía como antes podía pensar de otro modo.
Aquella puerta daba a una especie de almacén, bastante grande y repleto de ingredientes y materiales de alquimia hasta el techo. Estanterías llenas de frascos, montones de cajas de madera perfectamente etiquetadas...Parecía ser que aquel laboratorio de antes no era si no solo una pequeña parte de todo lo que aquella familia tenía sobre el arte de los alquimistas. Desde luego cualquier duda sobre si aquellos extraños nobles solo tenían la alquimia como hobby quedó totálmente descartada, allí había materiales para meses de concienzudo trabajo, no solo meses, incluso años, de hecho solo en el hospital había visto mas materiales que allí y tampoco mucho más.
Comenzó a adentrarse en aquel almacén, centrándose en encontrar a Alanna y por ello en las salidas que aquel almacen tenía y por donde podrían habérsela llevado, pues era evidente que la pequeña no estaba allí. Necesitaba más luz si quería volver a encontrar el rastro chocolateado y evitar verse en una búsqueda por todas partes para la que no tenía tiempo. Pensó en coger alguna de las pequeñas lámparas de aceite que había por allí, no sería como estar a la luz del día pero al menos algo más alcanzaría a ver. Entonces y sin que Níniel supiese cómo, la gema del bastón de los vivant comenzó a emitir una luz que iluminó todo a su alrededor con una intensa claridad, tanta que Níniel quedó momentáneamente cegada y soltó el bastón sobresaltada. Tan pronto como lo dejó caer el báculo dejó de emitir aquella luz. En ese momento escuchó un par de voces masculinas que se acercaban.
-Te digo que he visto un destello por aquí...-
-Esto es solo un almacén de esas cosas raras que necesitan los alquimistas para hacer pociones...No me extrañaría que hubiese por aquí alguna planta o algo así que brille-
-No he visto algo brillar, he visto un destello-
Aquellas voces seguían hablando y se escuchaban cada vez más alto y más claro. Rápidamente Níniel cogió de nuevo el bastón y se dispuso a ocultarse entre las cajas hasta que aquel par dejaran de buscar y se marcharan de allí, o al menos hasta poder pasar de ellos rumbo a la siguiente sala. Sin embargo cuando quiso darse cuenta seguía allí en medio del pasillo, mirando en la dirección en la que poco después aparecieron los dos hombres.
-Te dije que había visto algo-
-¿Una elfa?, no es la que le atizó a tu hermano?-
-Si, es ella...los dioses son generosos. No solo voy a vengar el orgullo de mi hermano si no que además voy a saber qué tienen las elfas entre las piernas-
Aquel comentario hubiese bastado para que Níniel saliera corriendo y buscara refugio, o al menos una posición ventajosa desde donde enfrentarse a los enemigos que le deseaban mal, pero por alguna razón en aquella ocasión no sintió ese impulso, se quedó allí y cuando habló lo hizo en un tono del que solo se veía capaz actuando como parte de una treta, pero no era parte de nada más que de la verdad.
-Vuestros dioses no son generosos, son crueles-
Y apuntó el báculo hacia aquel par de tipos que habían desenvainado sus armas y se acercaban a ella con sonrisas lascivas y muy malas intenciones. Se detuvieron ante aquellas palabras y parecieron tomarse aquella amenaza en serio pues se miraron entre ellos y no dieron un paso más. Entonces la elfa canalizó maná a través del bastón y algo que solo podía ser explicado como una onda de choque alcanzó a los dos hombres, golpeándolos con fuerza y enviándolos volando contra la pared como si les hubiera golpeado una gran fuerza. Níniel no supo como había hecho aquello pero no se sentía mal por haberlo hecho. Caminó hasta a donde habían acabado los enemigos y comprobó que uno estaba inconsciente y el otro, con varios huesos rotos, la miraba con miedo y trataba de arrastrarse alejándose de ella. Níniel lo alcanzó y le puso el báculo en el pecho.
-Una niña, con grandes ojos y adorables mofletes, vestida con ropas que le van grandes y manchada de chocolate...¿Dónde está?-
-En el laboratorio, con el alquimista...¿Por favor no me mates, no le hemos hecho daño, por favor...Tengo mujer y dos hijas...Necesitaba el trabajo para poder comprarles comida...-
-¿Saben tus hijas que su padre no es más que un sucio ladrón, un asesino y violador?. ¿Debo dejar que vivas para que hagas sufrir a otras personas solo por que tu familia no tiene comida?-
-No volveré a hacerlo, lo juro...Lo juro-
-Aprovecha pues la segunda oportunidad, rara vez se conceden terceras-
Níniel le ofreció un sorbo de la poción de curación que había preparado y siguió su camino en la dirección en la que le había indicado que estaba la pequeña, no soldaría sus huesos pero le ayudaría a salir de aquella.Se notaba más rara incluso que antes, pero no mal, mas bien todo lo contrario, se sentía muy bien, mejor que nunca. Abrió la puerta que conducía al laboratorio de alquimia desde el almacén. de golpe, preparada para enfrentarse sin miedo al alquimista o a quien se terciase, pero no había ningún alquimista, ni nadie, a quien enfrentar. De algún modo Mini-Alanna había dejado fuera de combate a aquel sujeto y asustada lloraba desconsoladamente.
La peliblanca dejó el bastón un momento y corrió a abrazar a Alanna y a comprobar que estuviese bien. Estaba perfectamente, al menos físicamente, el motivo de su llanto era por lo tanto otro.
-Ya pasó, yo cuidaré de ti. Pero tienes que prometerme que no vas a volver a irte corriendo tu sola a ninguna parte ¿Vale?-
La elfa le limpió las lágrimas y también el chocolate de la cara aunque poco podía hacer con el resto de la ropa que estaba para tirar.-Por los dioses, tienen chocolate hasta en el pelo...¿Pero sabes qué?. Gracias a eso he podido encontrarte, he seguido el rastro de chocolate hasta aquí.- Sonrió y le dio un beso esquimal con la punta de la nariz y a continuación cogió de nuevo el bastón. -Vamos, tenemos que ir con Eltrant, no te preocupes por este hombre, vivirá, aunque cuando despierte le dolerá bastante la cabeza.-
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Aquello iba mal, horriblemente mal.
Habían pasado ya varios segundos desde que, haciendo alarde de su capacidad de improvisación Eltrant preguntó por el baño, y seguían mirándole fijamente, parecían no creerse que la chica había llegado hasta ahí abajo, incluso el mercenario llegó a notar como murmuraban entre ellos, discutiendo sobre cómo alguien podía haber llegado tan lejos.
Al cabo de un rato, cuando uno de ellos se cansó de murmurar con los otros, acabó acercándose a Ellie, era un tipo fornido, impecablemente afeitado y ataviado de la misma forma que los hombres que habían asaltado la mansión.
El hombre se pasó la mano por el pelo, probablemente buscando que decir – “Euh… el baño, está en la planta de arriba, todo recto y a la izquierda” – Eltrant arqueó una ceja –“No es posible… ¿Se lo han creído?” – Seguidamente la mejor sonrisa que pudo simular cruzó la cara de la joven y con un tono de voz encantador contestó al grandullón –“¡Gracias!” – La chica se giró entonces inmediatamente para salir de allí, no podía hacer nada contra ellos sin un arma, seguían siendo cuatro contra uno; sin embargo, la gran manaza de aquel tipo le detuvo – “Pero antes señorita… antes me gustaría preguntarle un par de cosas más” – Añadió riendo entre dientes.
El mercenario frunció el ceño cuando notó la mano de aquel ladrón en su hombro - “Vamos a quitarse esa…” – Antes de que el tipo pudiese terminar la frase, Ellie ya le propinado un fuerte puntapié entre las piernas, el hombre cayó al suelo y comenzó a retorcerse de dolor mientras maldecía a la joven, sus compañeros, contra todo pronóstico, estallaron en carcajadas, incluso el que parecía ser un niño pequeño con un parche en el ojo.
-“No te quejes” – Dijo agachándose y arrebatándole la espada al hombre, fue extraño, casi como si algo que no sabía que estaba ahí se activase dentro de él, algo que, en cierto modo, llevaba todo el día tratando de tomar el control.
–“Me ha dolido más a mí que a ti” – Ahora que tenía arma de ambigua calidad en su poder se sentía ligeramente más seguro, escudriño a sus supuestos oponentes, todos ellos riéndose aún del tipo que en suelo se agarraba la entrepierna con lágrimas en los ojos. –“Cuando me levante… cuando me levante vas a arrepentirte de lo que has hecho pequeña…” – Eltrant volvió a propinarle una palabra al bandido del suelo, que no pudo hacer sino seguir retorciéndose.
Sonriendo se agachó junto a este y después de darse un beso en su propia mano le dio un par de palmaditas en la cabeza, burlándose de él –“Ale, ale, no será para tanto grandullón” – Tardó en notar lo que acababa de hacer, se miró la mano la mano extrañado y volvió a levantare.
Alejando esos pensamientos de su cabeza clavó su mirada en los demás hombres, sonrió -“¿Alguno de vosotros caballeros quiere tentar a la suerte?” – Dijo dejando descansar la espada en uno de sus hombros.
Otro de ellos, uno más bajito que el pobre diablo que seguía revolcándose por el suelo avanzó varios pasos mientras se enjugaba las lágrimas por la risa – “… Suelta eso, preciosa, que vas a hacerte daño, dámelo” – Ordenó a la vez que alargaba el brazo para arrebatar el arma a la chica de la capa rosa, quien se limitó a sonreír y, cuando este estuvo lo suficientemente cerca, atacar.
El hombre que intentó arrebatarle la espada maldijo en voz alta cuando vio a la chica acometer contra él, el cual no pudo hacer nada sino retroceder varios pasos y observar como su brazo cercenado volaba a través de la habitación cubierto de sangre.
Este enseguida se agarró la extremidad que Ellie acababa de seccionar mientras gritaba de dolor –“¡Pero serás puta!” – Dijo de rodillas tratando de frenar la hemorragia con su camisa.
Ellie dejó escapar una ligera carcajada y le sopló un beso al hombre, que seguía luchando por mantenerse consciente debido al dolor, la chica sabía que si aquel tipo no recibía tratamiento pronto moriría desangrado.
-“¿Siguiente?” – Los otros dos ladrones que quedaban intactos ya no se reían, el niño había abandonado la habitación sin dejar rastro y Ellie había comenzado a hacer un extraño baile mientras usaba la espada que tenía en su poder a modo de instrumento de cuerda.
-“Llévate a Steve con Alex y ayúdale con el brazo” – Dijo el que parecía estar a la cabeza de aquellos tipos al cabo de un rato –“… Yo me encargo de ella, cierra la puerta con llave” – El hombre desenvainó su espada, a lo que respondió Ellie sonriendo –“Impresióname” – Antes de que el tercer bandido abandonara la estancia por la puerta que estaba al otro lado de la habitación la chica volvió a patear al primero que había tratado de apresarla, el cual estaba tratando de volver a incorporarse. –“No, quédate un poco más en el suelo, por favor”
-“¿Comenzamos entonces?” – Inquirió preparando la espada.
El hombre se lanzó contra la chica gritando, quien interpuso la espada rápidamente para evitar un golpe mortal, y contraatacó. El eco del sonido del metal entrechocando resonó en la habitación, alumbrados solo por las antorchas azules la chica, aun siendo consciente de que sus habilidades de esgrima eran claramente inferiores a las de su oponente, aguantó bastante bien los primeros asaltos.
Después de zafarse por quinta vez del agarre de su oponente retrocedió un par de pasos para recuperar el aliento, la herida que le habían hecho en la pierna horas antes se había vuelto abrir y un fino hilo de sangre resbalaba por su pierna. Jadeando y cansada por la restricción a sus movimientos que ocasionaba la capa rosa, se desanudó la prenda del cuello aprovechando aquellos escasos segundos de tregua, la cual cayó lentamente al suelo.
-“No lo haces nada mal” – Dijo el tipo preparando su arma de nuevo –“Lo sé” – Contestó Ellie sonriendo –“Una lástima que vayas a perder, no te preocupes, es normal que pase” – La sonrisa de la chica se ensanchó y se lanzó contra su rival, quien volvió a interrumpir la trayectoria de su arma con la suya.
Siguieron intercambiando golpes durante un tiempo, inmersos solamente en tratar de abatir a su contrincante, si alguno de los dos se despistaba, aunque fuese durante una décima de segundo, se acabaría todo, Ellie podía sentir como su corazón bombeaba adrenalina por todo su torrente sanguíneo.
Justo tras esquivar agachándose un ataque que podía haberla decapitado sin ningún problema, la joven saco partido al hecho de que su oponente se encontraba expuesto y, desde abajó, mientras se levantaba, le golpeó en la cara con el envés de la espada.
El tipo primero se llevó la mano, confuso, a la parte izquierda de su rostro, el cual no tardó en inflamarse, después de aquel acto tan normal en alguien que había recibido un espadazo directamente en la cara, escupió un par de dientes y se desplomó cuan largo era.
-“Fácil”- Dijo la chica en voz alta, aunque los cortes que tenía en los brazos y en el cuello indicaban que todo había sido exactamente lo opuesto, había estado a punto de morir en más de una ocasión en aquel ultimo intercambio de golpes.
Y entonces todo volvió a la normalidad, justo tras golpear una última vez al único que estaba consciente en aquella habitación además de él, Eltrant cayó de rodillas y se miró la mano, temblorosa.
–“¿Qué acaba de pasar?” – Pensó respirando agitadamente.
Habían pasado ya varios segundos desde que, haciendo alarde de su capacidad de improvisación Eltrant preguntó por el baño, y seguían mirándole fijamente, parecían no creerse que la chica había llegado hasta ahí abajo, incluso el mercenario llegó a notar como murmuraban entre ellos, discutiendo sobre cómo alguien podía haber llegado tan lejos.
Al cabo de un rato, cuando uno de ellos se cansó de murmurar con los otros, acabó acercándose a Ellie, era un tipo fornido, impecablemente afeitado y ataviado de la misma forma que los hombres que habían asaltado la mansión.
El hombre se pasó la mano por el pelo, probablemente buscando que decir – “Euh… el baño, está en la planta de arriba, todo recto y a la izquierda” – Eltrant arqueó una ceja –“No es posible… ¿Se lo han creído?” – Seguidamente la mejor sonrisa que pudo simular cruzó la cara de la joven y con un tono de voz encantador contestó al grandullón –“¡Gracias!” – La chica se giró entonces inmediatamente para salir de allí, no podía hacer nada contra ellos sin un arma, seguían siendo cuatro contra uno; sin embargo, la gran manaza de aquel tipo le detuvo – “Pero antes señorita… antes me gustaría preguntarle un par de cosas más” – Añadió riendo entre dientes.
El mercenario frunció el ceño cuando notó la mano de aquel ladrón en su hombro - “Vamos a quitarse esa…” – Antes de que el tipo pudiese terminar la frase, Ellie ya le propinado un fuerte puntapié entre las piernas, el hombre cayó al suelo y comenzó a retorcerse de dolor mientras maldecía a la joven, sus compañeros, contra todo pronóstico, estallaron en carcajadas, incluso el que parecía ser un niño pequeño con un parche en el ojo.
-“No te quejes” – Dijo agachándose y arrebatándole la espada al hombre, fue extraño, casi como si algo que no sabía que estaba ahí se activase dentro de él, algo que, en cierto modo, llevaba todo el día tratando de tomar el control.
–“Me ha dolido más a mí que a ti” – Ahora que tenía arma de ambigua calidad en su poder se sentía ligeramente más seguro, escudriño a sus supuestos oponentes, todos ellos riéndose aún del tipo que en suelo se agarraba la entrepierna con lágrimas en los ojos. –“Cuando me levante… cuando me levante vas a arrepentirte de lo que has hecho pequeña…” – Eltrant volvió a propinarle una palabra al bandido del suelo, que no pudo hacer sino seguir retorciéndose.
Sonriendo se agachó junto a este y después de darse un beso en su propia mano le dio un par de palmaditas en la cabeza, burlándose de él –“Ale, ale, no será para tanto grandullón” – Tardó en notar lo que acababa de hacer, se miró la mano la mano extrañado y volvió a levantare.
Alejando esos pensamientos de su cabeza clavó su mirada en los demás hombres, sonrió -“¿Alguno de vosotros caballeros quiere tentar a la suerte?” – Dijo dejando descansar la espada en uno de sus hombros.
Otro de ellos, uno más bajito que el pobre diablo que seguía revolcándose por el suelo avanzó varios pasos mientras se enjugaba las lágrimas por la risa – “… Suelta eso, preciosa, que vas a hacerte daño, dámelo” – Ordenó a la vez que alargaba el brazo para arrebatar el arma a la chica de la capa rosa, quien se limitó a sonreír y, cuando este estuvo lo suficientemente cerca, atacar.
El hombre que intentó arrebatarle la espada maldijo en voz alta cuando vio a la chica acometer contra él, el cual no pudo hacer nada sino retroceder varios pasos y observar como su brazo cercenado volaba a través de la habitación cubierto de sangre.
Este enseguida se agarró la extremidad que Ellie acababa de seccionar mientras gritaba de dolor –“¡Pero serás puta!” – Dijo de rodillas tratando de frenar la hemorragia con su camisa.
Ellie dejó escapar una ligera carcajada y le sopló un beso al hombre, que seguía luchando por mantenerse consciente debido al dolor, la chica sabía que si aquel tipo no recibía tratamiento pronto moriría desangrado.
-“¿Siguiente?” – Los otros dos ladrones que quedaban intactos ya no se reían, el niño había abandonado la habitación sin dejar rastro y Ellie había comenzado a hacer un extraño baile mientras usaba la espada que tenía en su poder a modo de instrumento de cuerda.
-“Llévate a Steve con Alex y ayúdale con el brazo” – Dijo el que parecía estar a la cabeza de aquellos tipos al cabo de un rato –“… Yo me encargo de ella, cierra la puerta con llave” – El hombre desenvainó su espada, a lo que respondió Ellie sonriendo –“Impresióname” – Antes de que el tercer bandido abandonara la estancia por la puerta que estaba al otro lado de la habitación la chica volvió a patear al primero que había tratado de apresarla, el cual estaba tratando de volver a incorporarse. –“No, quédate un poco más en el suelo, por favor”
-“¿Comenzamos entonces?” – Inquirió preparando la espada.
El hombre se lanzó contra la chica gritando, quien interpuso la espada rápidamente para evitar un golpe mortal, y contraatacó. El eco del sonido del metal entrechocando resonó en la habitación, alumbrados solo por las antorchas azules la chica, aun siendo consciente de que sus habilidades de esgrima eran claramente inferiores a las de su oponente, aguantó bastante bien los primeros asaltos.
Después de zafarse por quinta vez del agarre de su oponente retrocedió un par de pasos para recuperar el aliento, la herida que le habían hecho en la pierna horas antes se había vuelto abrir y un fino hilo de sangre resbalaba por su pierna. Jadeando y cansada por la restricción a sus movimientos que ocasionaba la capa rosa, se desanudó la prenda del cuello aprovechando aquellos escasos segundos de tregua, la cual cayó lentamente al suelo.
-“No lo haces nada mal” – Dijo el tipo preparando su arma de nuevo –“Lo sé” – Contestó Ellie sonriendo –“Una lástima que vayas a perder, no te preocupes, es normal que pase” – La sonrisa de la chica se ensanchó y se lanzó contra su rival, quien volvió a interrumpir la trayectoria de su arma con la suya.
Siguieron intercambiando golpes durante un tiempo, inmersos solamente en tratar de abatir a su contrincante, si alguno de los dos se despistaba, aunque fuese durante una décima de segundo, se acabaría todo, Ellie podía sentir como su corazón bombeaba adrenalina por todo su torrente sanguíneo.
Justo tras esquivar agachándose un ataque que podía haberla decapitado sin ningún problema, la joven saco partido al hecho de que su oponente se encontraba expuesto y, desde abajó, mientras se levantaba, le golpeó en la cara con el envés de la espada.
El tipo primero se llevó la mano, confuso, a la parte izquierda de su rostro, el cual no tardó en inflamarse, después de aquel acto tan normal en alguien que había recibido un espadazo directamente en la cara, escupió un par de dientes y se desplomó cuan largo era.
-“Fácil”- Dijo la chica en voz alta, aunque los cortes que tenía en los brazos y en el cuello indicaban que todo había sido exactamente lo opuesto, había estado a punto de morir en más de una ocasión en aquel ultimo intercambio de golpes.
Y entonces todo volvió a la normalidad, justo tras golpear una última vez al único que estaba consciente en aquella habitación además de él, Eltrant cayó de rodillas y se miró la mano, temblorosa.
–“¿Qué acaba de pasar?” – Pensó respirando agitadamente.
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Tan alto era su llanto que la pequeña no notó abrirse la puerta, ni vio acercarse a la elfa hasta que esta estuvo a su lado. Cuando la vio, la pequeña estiró sus bracitos para que Niniel la cogiera en brazos, dudó por un momento, pues recordaba lo que su propia mente le había hecho decir instantes antes, sin embargo, no tuvo tiempo de retirar su petición.
La sacerdotisa, en un gesto de tremendo cariño, la abrazó con fuerza, y, tras asegurarse de que estaba bien, le limpió la cara llena de chocolate y lágrimas. Alanna, aun llorando, pero ya sin tanto escándalo, más tranquila al escuchar la promesa de la elfa, asintió y dejó que la chica le diera un besito de esquimal con la nariz. La niña, poco acostumbrada a esos gestos de cariño, volvió a llorar abrazándose al cuello de la elfa al tiempo que comenzaban a abandonar el cuarto.
Escuchar que Mordecai viviría, a pesar del susto que le había dado, relajó un poco más los nervios de la niña que se dejó llevar bastante más tranquila. Mientras salían de la sala, justo en una mesa auxiliar junto a la puerta, alguien había puesto a reposar las ampollas llenas de humo de cloroformo que poco antes había hecho la chiquilla. Ella, asomada sobre el hombro de la elfa, con lagrimillas en los ojos, las vio, no las había usado, pero ya le daba igual, estaba con Nin, y eso era lo que le importaba, eso y encontrar a Eltrant.
El pasillo se encontraba extrañamente tranquilo, daba la impresión de que todo había pasado en un instante, y una corriente de viento provenía desde la entrada principal. Mientras todo el barullo se armaba en los pisos inferiores, la guardia había llegado, advertida por algún vecino cotilla, e inspeccionaba el lugar. Habían logrado atrapar a casi todos los animales en una especie de corral improvisado hecho con mesas tumbadas en un rincón del cuarto, solo el avestruz y el conejito blanco que tantos problemas le había causado a Alanna seguían sueltos.
Muchos de los asaltantes estaban siendo llevados presos, entre ellos se incluía un niño pequeño con cara de enfadado que, en brazos de uno de los guardias, pataleaba soltando improperios, llevándose finalmente una palmada en el culo que le hizo ponerse a llorar. Sin embargo, poco de esto se sabía desde la posición de la niña, que, llevada por la elfa, finalmente llegaba al sótano.
Allí, una Ellie de aspecto confuso, se miraba una mano arrodillada en el suelo. La miniguardia se asustó, y, comenzó a patalear en brazos de la elfa, mientras volvían a salirle lagrimitas de los ojos, pensaba que el chico se había hecho daño, veía que tenía sangre en la mano alzada, y no sabía si era suya o no:
- Elt, Elt- llamó llorando intentando lanzarse hasta la chica en el suelo.
Con tanto pataleo, logró bajar al suelo y salir corriendo hasta el chico, no sin tropezar antes, pero ya daba igual, estaba llorando de todas formas. Con saltitos se puso delante de la chica que ya no llevaba capa rosa y la miró llorando, tenía más sangre. El llanto de la pequeña se acrecentó. No quería que sus amigos estuvieran heridos. Se abrazó al brazo que la chica se había estado mirando y llamó a Nin llorando:
- ¡Nin...! tiene pupa, Elt se ha hecho pupa... curalo pofa....- lloró intentando calmarse, sin conseguirlo.
Se arrodilló en el suelo sin soltar la mano de Ellie, y, tras varios minutos más de llanto, viendo que no le pasaba nada grave, terminó sorbiendo por la nariz con diminutos snif y secándose un ojito con la mano libre, sin soltar la del mercenario. Habían sido tantos los sustos que se había llevado, y tanta la energía usada, que tras calmarse. Se le comenzaron a cerrar los ojitos. Y, sin apenas aviso, más que el de un bostezo que bien podría haber pasado por una nueva preparación para el llanto, se durmió sobre las rodillas del espadachín. Estaba agotada de llorar y correr.
La sacerdotisa, en un gesto de tremendo cariño, la abrazó con fuerza, y, tras asegurarse de que estaba bien, le limpió la cara llena de chocolate y lágrimas. Alanna, aun llorando, pero ya sin tanto escándalo, más tranquila al escuchar la promesa de la elfa, asintió y dejó que la chica le diera un besito de esquimal con la nariz. La niña, poco acostumbrada a esos gestos de cariño, volvió a llorar abrazándose al cuello de la elfa al tiempo que comenzaban a abandonar el cuarto.
Escuchar que Mordecai viviría, a pesar del susto que le había dado, relajó un poco más los nervios de la niña que se dejó llevar bastante más tranquila. Mientras salían de la sala, justo en una mesa auxiliar junto a la puerta, alguien había puesto a reposar las ampollas llenas de humo de cloroformo que poco antes había hecho la chiquilla. Ella, asomada sobre el hombro de la elfa, con lagrimillas en los ojos, las vio, no las había usado, pero ya le daba igual, estaba con Nin, y eso era lo que le importaba, eso y encontrar a Eltrant.
El pasillo se encontraba extrañamente tranquilo, daba la impresión de que todo había pasado en un instante, y una corriente de viento provenía desde la entrada principal. Mientras todo el barullo se armaba en los pisos inferiores, la guardia había llegado, advertida por algún vecino cotilla, e inspeccionaba el lugar. Habían logrado atrapar a casi todos los animales en una especie de corral improvisado hecho con mesas tumbadas en un rincón del cuarto, solo el avestruz y el conejito blanco que tantos problemas le había causado a Alanna seguían sueltos.
Muchos de los asaltantes estaban siendo llevados presos, entre ellos se incluía un niño pequeño con cara de enfadado que, en brazos de uno de los guardias, pataleaba soltando improperios, llevándose finalmente una palmada en el culo que le hizo ponerse a llorar. Sin embargo, poco de esto se sabía desde la posición de la niña, que, llevada por la elfa, finalmente llegaba al sótano.
Allí, una Ellie de aspecto confuso, se miraba una mano arrodillada en el suelo. La miniguardia se asustó, y, comenzó a patalear en brazos de la elfa, mientras volvían a salirle lagrimitas de los ojos, pensaba que el chico se había hecho daño, veía que tenía sangre en la mano alzada, y no sabía si era suya o no:
- Elt, Elt- llamó llorando intentando lanzarse hasta la chica en el suelo.
Con tanto pataleo, logró bajar al suelo y salir corriendo hasta el chico, no sin tropezar antes, pero ya daba igual, estaba llorando de todas formas. Con saltitos se puso delante de la chica que ya no llevaba capa rosa y la miró llorando, tenía más sangre. El llanto de la pequeña se acrecentó. No quería que sus amigos estuvieran heridos. Se abrazó al brazo que la chica se había estado mirando y llamó a Nin llorando:
- ¡Nin...! tiene pupa, Elt se ha hecho pupa... curalo pofa....- lloró intentando calmarse, sin conseguirlo.
Se arrodilló en el suelo sin soltar la mano de Ellie, y, tras varios minutos más de llanto, viendo que no le pasaba nada grave, terminó sorbiendo por la nariz con diminutos snif y secándose un ojito con la mano libre, sin soltar la del mercenario. Habían sido tantos los sustos que se había llevado, y tanta la energía usada, que tras calmarse. Se le comenzaron a cerrar los ojitos. Y, sin apenas aviso, más que el de un bostezo que bien podría haber pasado por una nueva preparación para el llanto, se durmió sobre las rodillas del espadachín. Estaba agotada de llorar y correr.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Aquel lugar parecía el escenario de una masacre mas que otra de aquellas zonas en el subsuelo que los Vivant hacían servir para almacenar cosas. Un primer y rápido vistazo bastó para que la elfa se diera cuenta de que allí había más sangre de la que debería a judgar por las heridas que presentaban Ellie y los enemigos caídos por lo que no muy lejos de allí debía de haber al menos otro tipo, quizá más puesto que con la herida que había causado semejante derramamiento de sangre alguien normal lo tendría muy complicado para seguir moviéndose sin ayuda. Níniel siguió el rastro de sangre con la mirada hasta una puerta reforzada cerrada y ató cabos.
-Creí haberte dicho que tuvieras cuidado Eltrant y que me esperaras. Aún así parece que lo has hecho bien.-
Comentó la peliblanca mientras dejaba ir a Mini-Alanna y echaba una ojeada a los enemigos inconscientes y trataba de usar su conocimiento y experiencia tratando heridas para hacerse una idea de cómo había logrado el hombre en cuerpo de mujer la victoria contra un grupo que le superaba en número. Reconoció la marca del envés de una espada, aquel debió de ser un fuerte golpe, Ellie tenía fuerza, en cuanto al otro...Ante la presencia de ciertas contusiones y la de lagrimones en su rostro supuso que había debido recibir un golpe en los mismísimos y después una buena tunda. Bastante impresionante además era el hecho que, aunque tenía algunos cortes, Eltrant estaba bastante entero.
La Níniel de siempre se hubiese lanzado a atender las heridas de su compañera lastimada incluso aunque estos no supusieran un peligro inmediato para su vida, sin embargo en ese momento no podía evitar pensar que aquello podía esperar y que debía concentrar sus energías en alcanzar a Alex Vivant y salvar al primogénito de la familia, Leo "pies de hierro". Sí la lógica de Níniel era cierta, así como la intuición del lord, debían de estar tras aquella puerta reforzada, al no ser que llegaran demasiado tarde.
Sin embargo la pequeña Alanna la sacó de aquella dinámica de acción fría y desconsiderada con sus lágrimas de preocupación y sus tiernas palabras. Níniel se acercó y le ofreció a la chica el frasco casi lleno de la poción de curación, con aquello sería más que suficiente.
-Es una poción de curación, sorbos cortos. Con un par o tres podrás olvidarte de tus heridas pero tómatelo con calma, no te devolverá ni la sangre ni las energías perdidas.-
Pareció que aquello tranquilizó a la niña y tras acariciarle el pelo la dejó allí al cuidado de Eltrant, al que instó a que aquella vez no la perdiera de vista. Níniel se dirigió a la puerta y comprobó que estaba fuertemente cerrada desde dentro. Su "yo" de siempre nunca se hubiese atrevido a tomar la iniciativa en algo así pero se sentía extrañamente capaz de todo y de algún lugar de si misma le llegaba la certeza de aquella puerta no era si no un pequeño obstáculo sin importancia que podía ser fácilmente superado. Fruto de aquella sensación la peliblanca apuntó la gema de su bastón hacia la puerta y volvió a canalizar su energía a través de el. Al principio no pasó nada pero pronto la puerta comenzó a vibrar cada vez más y más fuerte y la pared comenzó a agrietarse. Entonces con un último esfuerzo y con un gran estruendo la puerta acabó en el suelo, arrancada de la pared.
Sin perder ni un instante la elfa entró en lo que, como bien había pensado, era una pequeña zona de celdas. Delante de ella, bloqueándola el paso, estaba uno de aquellos asaltantes manchado de sangre que no era suya. Tras él estaba Alex, atareado en lo que parecía un proceso alquímico por hacer que otro de aquellos hombres se reuniera de nuevo con su brazo. En una celda y con cara de circunstancias estaba Leo, vivo y en perfecto estado.
Aquel primer asaltante se lanzó contra la elfa dispuesto a apuñalarla con su arma pero su intento le resultó a la peliblanca tan tonto o más que lo de encerrarse allí dentro. Con un simple gesto del bastón el hombre fue empujado a una de las celdas, desarmado y allí encerrado sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Por su parte, Alex siguió intentando curar al ladrón herido, pero su mirada se posó sobre el bastón y pareció saberse derrotado. Bastó otro gesto más de Níniel para que el encierro de Leo terminara y despacio salió de su celda y se puso al lado de la peliblanca.
-Te envía mi madre por lo que veo- Dijo mirando al bastón. -Al menos esta vez ha sido mejor que la última cuando le dio por intentar envenenarme con serpientes amaestradas o aquella otra que contrato a una mujer para que fingiera que yo le gustaba y así poder asesinarme. Me dan pánico las serpientes y vos sois mucho más hermosa que aquella fulana asesina.- Le comentó cerca de su rostro, demasiado de hecho.
-Sigue caminando Romeo- Fue la respuesta que obtuvo de la sacerdotisa.
-Creí haberte dicho que tuvieras cuidado Eltrant y que me esperaras. Aún así parece que lo has hecho bien.-
Comentó la peliblanca mientras dejaba ir a Mini-Alanna y echaba una ojeada a los enemigos inconscientes y trataba de usar su conocimiento y experiencia tratando heridas para hacerse una idea de cómo había logrado el hombre en cuerpo de mujer la victoria contra un grupo que le superaba en número. Reconoció la marca del envés de una espada, aquel debió de ser un fuerte golpe, Ellie tenía fuerza, en cuanto al otro...Ante la presencia de ciertas contusiones y la de lagrimones en su rostro supuso que había debido recibir un golpe en los mismísimos y después una buena tunda. Bastante impresionante además era el hecho que, aunque tenía algunos cortes, Eltrant estaba bastante entero.
La Níniel de siempre se hubiese lanzado a atender las heridas de su compañera lastimada incluso aunque estos no supusieran un peligro inmediato para su vida, sin embargo en ese momento no podía evitar pensar que aquello podía esperar y que debía concentrar sus energías en alcanzar a Alex Vivant y salvar al primogénito de la familia, Leo "pies de hierro". Sí la lógica de Níniel era cierta, así como la intuición del lord, debían de estar tras aquella puerta reforzada, al no ser que llegaran demasiado tarde.
Sin embargo la pequeña Alanna la sacó de aquella dinámica de acción fría y desconsiderada con sus lágrimas de preocupación y sus tiernas palabras. Níniel se acercó y le ofreció a la chica el frasco casi lleno de la poción de curación, con aquello sería más que suficiente.
-Es una poción de curación, sorbos cortos. Con un par o tres podrás olvidarte de tus heridas pero tómatelo con calma, no te devolverá ni la sangre ni las energías perdidas.-
Pareció que aquello tranquilizó a la niña y tras acariciarle el pelo la dejó allí al cuidado de Eltrant, al que instó a que aquella vez no la perdiera de vista. Níniel se dirigió a la puerta y comprobó que estaba fuertemente cerrada desde dentro. Su "yo" de siempre nunca se hubiese atrevido a tomar la iniciativa en algo así pero se sentía extrañamente capaz de todo y de algún lugar de si misma le llegaba la certeza de aquella puerta no era si no un pequeño obstáculo sin importancia que podía ser fácilmente superado. Fruto de aquella sensación la peliblanca apuntó la gema de su bastón hacia la puerta y volvió a canalizar su energía a través de el. Al principio no pasó nada pero pronto la puerta comenzó a vibrar cada vez más y más fuerte y la pared comenzó a agrietarse. Entonces con un último esfuerzo y con un gran estruendo la puerta acabó en el suelo, arrancada de la pared.
Sin perder ni un instante la elfa entró en lo que, como bien había pensado, era una pequeña zona de celdas. Delante de ella, bloqueándola el paso, estaba uno de aquellos asaltantes manchado de sangre que no era suya. Tras él estaba Alex, atareado en lo que parecía un proceso alquímico por hacer que otro de aquellos hombres se reuniera de nuevo con su brazo. En una celda y con cara de circunstancias estaba Leo, vivo y en perfecto estado.
Aquel primer asaltante se lanzó contra la elfa dispuesto a apuñalarla con su arma pero su intento le resultó a la peliblanca tan tonto o más que lo de encerrarse allí dentro. Con un simple gesto del bastón el hombre fue empujado a una de las celdas, desarmado y allí encerrado sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Por su parte, Alex siguió intentando curar al ladrón herido, pero su mirada se posó sobre el bastón y pareció saberse derrotado. Bastó otro gesto más de Níniel para que el encierro de Leo terminara y despacio salió de su celda y se puso al lado de la peliblanca.
-Te envía mi madre por lo que veo- Dijo mirando al bastón. -Al menos esta vez ha sido mejor que la última cuando le dio por intentar envenenarme con serpientes amaestradas o aquella otra que contrato a una mujer para que fingiera que yo le gustaba y así poder asesinarme. Me dan pánico las serpientes y vos sois mucho más hermosa que aquella fulana asesina.- Le comentó cerca de su rostro, demasiado de hecho.
-Sigue caminando Romeo- Fue la respuesta que obtuvo de la sacerdotisa.
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Eltrant se quedó allí plantado, cubierto en sangre que no era suya, sin saber exactamente cómo reaccionar ante lo que acababa de suceder, no había sido él mismo durante unos instantes, o al menos eso creía, había sido consciente era consciente de lo que hacía, pero al mismo tiempo no; le dolía la cabeza.
El llanto casi incontrolable de la pequeña guarda le sacó de aquel bucle de pensamientos en el que se encontraba enfrascado, la chica parecía creer que el mercenario estaba herido y se las había ingeniado para bajar de los brazos de la peliblanca e ir a comprobar su estado. –“No… estoy bien Alanna, no te preocupes…” – Murmuró tratando de tranquilizar a la joven, la cual no dejo de llorar hasta que no comprobó que efectivamente, estaba relativamente intacto.
Detrás de la guarda estaba Niniel, aún con el báculo que le habían entregado los Vivant y con aspecto de no importarle realmente lo que sucedía allí más allá del hecho de que Ellie había decidido hacer caso omiso a sus indicaciones –“Yo… no se… lo siento…” – Contestó a la elfa cuando esta le recordó haberle dicho que esperase.
Mini-Alanna siguió llorando durante varios minutos hasta que Niniel pareció comprender los sentimientos de la niña y entregó a Eltrant un pequeño frasco de lo que parecía ser una formula curativa, era la primera vez que veía una de estas formas, a pesar de ello agradeció en un susurro la amabilidad de la elfa, que después de recordarle que vigilase a Alanna, hizo estallar por los aires los goznes de la habitación trasera.
Mientras la elfa se encargaba de ultimar su relación con los vástagos de los Vivant, Eltrant se quedó allí, sentado en el suelo, con la pequeña guarda dormida sobre las piernas, no pudo evitar sonreír ante esta visión ¿De verdad podía quedarse dormida en una situación como aquella?
Cuando vio a la elfa salir de la habitación en la que se había internado escasos minutos antes, seguidos por ambos Vivant, Eltrant se levantó y cargó a la pequeña guarda en su espalda. – “¿Los conducimos con sus padres?” – Leo se giró hacia Ellie y sonrió –“¿Has venido a rescatarme? Que amable por tu…” – Eltrant frunció el ceño –“Sigue caminando Romeo” – El hombre dejó escapar un suspiro abatido y continuó andando bajo la estoica mirada de la elfa.
Mientras volvían a los pisos superiores Eltrant no pudo evitar pensar en el estado en el cual se encontraba su amiga, la guarda había cambiado totalmente su forma de actuar al volverse una niña pequeña ¿Estaba sucediéndole a él lo mismo? Suspiró, si era el caso, afortunadamente parecía ser algo pasajero, pues volvía a sentirse como de costumbre, pero no tenía ninguna garantía de que no volviese a suceder.
Una vez en el piso superior el mercenario pudo apreciar que el caótico ruido que reinaba la casa hacia horas había disminuido considerablemente, no se encontraron a un solo animal por los pasillos, tampoco a ningún bandido, no dejó de sorprenderle el hecho de que Niniel no se esforzó siquiera por ocultar su presencia.
El mercenario no tardó en comprender que sucedía, cosa que terminó de comprobar cuando, sigilosamente, se asomó a ver la sala principal, dónde numerosos miembros de la guardia, habían rodeado a los animales en una especie de corral improvisado mientras los Vivant, metódicamente, los devolvían uno a uno a la normalidad.
Eltrant sonrió, aquella era la solución a todos sus problemas, solo tenían que entrar, y los alquimistas apañarían todo, pero entonces se percató en sus ropajes, manchados de sangre, en la pequeña guarda, que había liberado literalmente el caos en aquella fiesta y el gran número de guardas de la ciudad que no pararían de hacer preguntas a la joven Alanna hasta que esta volviese a llorar de nuevo.
No, no podían pedir ayuda a los Vivant, no en aquel momento, Eltrant se separó de la puerta y se giró hacia la elfa.
Después de dudar que hacer momentáneamente, jugueteando con su flequillo, señaló a la puerta por la que acababa de asomarse -“Vosotros dos, entrad a ahí y entregaos a la guardia, vamos” – Ordenó Eltrant a los herederos de la casa, Leo hizo caso inmediatamente a la chica, al fin y al cabo, había sido secuestrado; su hermano en cambio pareció dudar en un principio, pero después de una larga mirada a la peliblanca, siguió a su hermano, claramente derrotado.
Tras oír los gritos acusadores por parte de los dueños de la mansión a su segundo hijo y el adyacente alboroto por parte de los soldados que había allí, Eltrant se dirigió a Niniel. –“Tenemos que marcharnos de aquí, al menos hasta que la guardia termine sus asuntos con los Vivant”
El llanto casi incontrolable de la pequeña guarda le sacó de aquel bucle de pensamientos en el que se encontraba enfrascado, la chica parecía creer que el mercenario estaba herido y se las había ingeniado para bajar de los brazos de la peliblanca e ir a comprobar su estado. –“No… estoy bien Alanna, no te preocupes…” – Murmuró tratando de tranquilizar a la joven, la cual no dejo de llorar hasta que no comprobó que efectivamente, estaba relativamente intacto.
Detrás de la guarda estaba Niniel, aún con el báculo que le habían entregado los Vivant y con aspecto de no importarle realmente lo que sucedía allí más allá del hecho de que Ellie había decidido hacer caso omiso a sus indicaciones –“Yo… no se… lo siento…” – Contestó a la elfa cuando esta le recordó haberle dicho que esperase.
Mini-Alanna siguió llorando durante varios minutos hasta que Niniel pareció comprender los sentimientos de la niña y entregó a Eltrant un pequeño frasco de lo que parecía ser una formula curativa, era la primera vez que veía una de estas formas, a pesar de ello agradeció en un susurro la amabilidad de la elfa, que después de recordarle que vigilase a Alanna, hizo estallar por los aires los goznes de la habitación trasera.
Mientras la elfa se encargaba de ultimar su relación con los vástagos de los Vivant, Eltrant se quedó allí, sentado en el suelo, con la pequeña guarda dormida sobre las piernas, no pudo evitar sonreír ante esta visión ¿De verdad podía quedarse dormida en una situación como aquella?
Cuando vio a la elfa salir de la habitación en la que se había internado escasos minutos antes, seguidos por ambos Vivant, Eltrant se levantó y cargó a la pequeña guarda en su espalda. – “¿Los conducimos con sus padres?” – Leo se giró hacia Ellie y sonrió –“¿Has venido a rescatarme? Que amable por tu…” – Eltrant frunció el ceño –“Sigue caminando Romeo” – El hombre dejó escapar un suspiro abatido y continuó andando bajo la estoica mirada de la elfa.
Mientras volvían a los pisos superiores Eltrant no pudo evitar pensar en el estado en el cual se encontraba su amiga, la guarda había cambiado totalmente su forma de actuar al volverse una niña pequeña ¿Estaba sucediéndole a él lo mismo? Suspiró, si era el caso, afortunadamente parecía ser algo pasajero, pues volvía a sentirse como de costumbre, pero no tenía ninguna garantía de que no volviese a suceder.
Una vez en el piso superior el mercenario pudo apreciar que el caótico ruido que reinaba la casa hacia horas había disminuido considerablemente, no se encontraron a un solo animal por los pasillos, tampoco a ningún bandido, no dejó de sorprenderle el hecho de que Niniel no se esforzó siquiera por ocultar su presencia.
El mercenario no tardó en comprender que sucedía, cosa que terminó de comprobar cuando, sigilosamente, se asomó a ver la sala principal, dónde numerosos miembros de la guardia, habían rodeado a los animales en una especie de corral improvisado mientras los Vivant, metódicamente, los devolvían uno a uno a la normalidad.
Eltrant sonrió, aquella era la solución a todos sus problemas, solo tenían que entrar, y los alquimistas apañarían todo, pero entonces se percató en sus ropajes, manchados de sangre, en la pequeña guarda, que había liberado literalmente el caos en aquella fiesta y el gran número de guardas de la ciudad que no pararían de hacer preguntas a la joven Alanna hasta que esta volviese a llorar de nuevo.
No, no podían pedir ayuda a los Vivant, no en aquel momento, Eltrant se separó de la puerta y se giró hacia la elfa.
Después de dudar que hacer momentáneamente, jugueteando con su flequillo, señaló a la puerta por la que acababa de asomarse -“Vosotros dos, entrad a ahí y entregaos a la guardia, vamos” – Ordenó Eltrant a los herederos de la casa, Leo hizo caso inmediatamente a la chica, al fin y al cabo, había sido secuestrado; su hermano en cambio pareció dudar en un principio, pero después de una larga mirada a la peliblanca, siguió a su hermano, claramente derrotado.
Tras oír los gritos acusadores por parte de los dueños de la mansión a su segundo hijo y el adyacente alboroto por parte de los soldados que había allí, Eltrant se dirigió a Niniel. –“Tenemos que marcharnos de aquí, al menos hasta que la guardia termine sus asuntos con los Vivant”
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Mientras dormía la pequeña escuchó ruidos, ¿Explosiones, tal vez? La niña estaba tan profundamente dormida que apenas se enteró de nada, solo notó como la iban moviendo.
Las cosas empezaban a solucionarse, los guardias tenían la situación controlada, y, con el movimiento, la pequeña había comenzado a despertar, quedando en un estado de duermevela en el que a pesar de parecer tranquila, se enteraba de todo lo que sucedía a su alrededor.
Sabía que habían comenzado a correr por varios pasillos escoltando a los hermanos Vivant, que Niniel parecía enfadada, que Ellie daba la impresión de estar confusa, notaba el aire de la carrera golpearle la carita y apartar su pelo, y los golpecitos que daba su frente en la espalda de Ellie a medida que la chica se movía.
Sintió el frenazo, justo antes de llegar a la sala donde se encontraba todo el barullo, y escuchó las ordenes que daba Ellie. Con ojos entrecerrados pudo ver como Leo obedecía de inmediato y como Alex accedía de mala gana tras ver la amenazante figura de Niniel con el báculo.
Cuando se hubieron quedado solos, la pequeña comenzó a removerse y estiró los brazos hacia la elfa, ella la cogía en brazos, no en la espalda, estar en brazos era más cómodo que ir a caballito. De pronto notó movimiento nuevamente, había vuelto a cerrar los ojos y sintió varios cambios de sentido. "¿Dónde vamos?" Se preguntaba la niña entre dormida y despierta mientras notaba el avance.
De repente, un golpe como de madera y cristal, no una rotura, simplemente un golpe, se forzó a abrir los ojos, y vio una ventana abierta y alguien que saltaba por ella. Notó que volvía a cambiar de brazos, y aire frío. le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, y se acurrucó volviendo a cerrar los ojos. Quería seguir en ese estado de adormilamiento, pero el frío no se lo permitía. Miró hacia arriba, la llevaba Ellie, protestó un poco y restregó los puñitos cerrados sobre sus ojos, mirando fijamente lo que la rodeaba.
El jardín. Cesped, árboles, matorrales, y, más arriba, la luna, en el cielo. Extrañamente, en lugar de ir hacia la parte delantera del jardín, se encontraban en la parte de atrás de la casa, y una puerta pequeña, de metal negro, muy posiblemente la de servicio, se encontraba frente a ellos. La cerradura, por supuesto, cerrada.
La niña, ya despierta, dio unos golpecitos a Ellie para que la acercase a la puerta y, con una sonrisa dijo bajito, como si supiera que debía mantenerse callada.
- Yo.- tomó uno de los broches de su ropa, que se había soltado con tanto movimiento y se encontraba manchado de chocolate y colocó la aguja en el ojo de la cerradura. Después de trastear un poco con la lengua medio sacada, se escuchó un clack. La pequeña volvió a sonreír y, dejando el broche en manos de Ellie, aplaudió contenta soltando una risa.
Finalmente lograron salir de allí, cerrando la puerta a sus espaldas, volvió a iniciarse el trote.
- ¿Dónde vamos?- preguntó la pequeña curiosa.
Estaba aguantando bien, pero ya se había dormido antes, y pronto, el no dejarla dormir, sumado al cansancio, podría provocar un berrinche. Mejor sería ir a descansar, y, al día siguiente, ya solucionarían la papeleta de las pociones, de lo sucedido en la casa, ya se encargarían los Vivant y la guardia. Ellos finalmente había salido de allí sin mayores percances y eso ya era todo un adelanto.
Las cosas empezaban a solucionarse, los guardias tenían la situación controlada, y, con el movimiento, la pequeña había comenzado a despertar, quedando en un estado de duermevela en el que a pesar de parecer tranquila, se enteraba de todo lo que sucedía a su alrededor.
Sabía que habían comenzado a correr por varios pasillos escoltando a los hermanos Vivant, que Niniel parecía enfadada, que Ellie daba la impresión de estar confusa, notaba el aire de la carrera golpearle la carita y apartar su pelo, y los golpecitos que daba su frente en la espalda de Ellie a medida que la chica se movía.
Sintió el frenazo, justo antes de llegar a la sala donde se encontraba todo el barullo, y escuchó las ordenes que daba Ellie. Con ojos entrecerrados pudo ver como Leo obedecía de inmediato y como Alex accedía de mala gana tras ver la amenazante figura de Niniel con el báculo.
Cuando se hubieron quedado solos, la pequeña comenzó a removerse y estiró los brazos hacia la elfa, ella la cogía en brazos, no en la espalda, estar en brazos era más cómodo que ir a caballito. De pronto notó movimiento nuevamente, había vuelto a cerrar los ojos y sintió varios cambios de sentido. "¿Dónde vamos?" Se preguntaba la niña entre dormida y despierta mientras notaba el avance.
De repente, un golpe como de madera y cristal, no una rotura, simplemente un golpe, se forzó a abrir los ojos, y vio una ventana abierta y alguien que saltaba por ella. Notó que volvía a cambiar de brazos, y aire frío. le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, y se acurrucó volviendo a cerrar los ojos. Quería seguir en ese estado de adormilamiento, pero el frío no se lo permitía. Miró hacia arriba, la llevaba Ellie, protestó un poco y restregó los puñitos cerrados sobre sus ojos, mirando fijamente lo que la rodeaba.
El jardín. Cesped, árboles, matorrales, y, más arriba, la luna, en el cielo. Extrañamente, en lugar de ir hacia la parte delantera del jardín, se encontraban en la parte de atrás de la casa, y una puerta pequeña, de metal negro, muy posiblemente la de servicio, se encontraba frente a ellos. La cerradura, por supuesto, cerrada.
La niña, ya despierta, dio unos golpecitos a Ellie para que la acercase a la puerta y, con una sonrisa dijo bajito, como si supiera que debía mantenerse callada.
- Yo.- tomó uno de los broches de su ropa, que se había soltado con tanto movimiento y se encontraba manchado de chocolate y colocó la aguja en el ojo de la cerradura. Después de trastear un poco con la lengua medio sacada, se escuchó un clack. La pequeña volvió a sonreír y, dejando el broche en manos de Ellie, aplaudió contenta soltando una risa.
Finalmente lograron salir de allí, cerrando la puerta a sus espaldas, volvió a iniciarse el trote.
- ¿Dónde vamos?- preguntó la pequeña curiosa.
Estaba aguantando bien, pero ya se había dormido antes, y pronto, el no dejarla dormir, sumado al cansancio, podría provocar un berrinche. Mejor sería ir a descansar, y, al día siguiente, ya solucionarían la papeleta de las pociones, de lo sucedido en la casa, ya se encargarían los Vivant y la guardia. Ellos finalmente había salido de allí sin mayores percances y eso ya era todo un adelanto.
Alanna Delteria
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+3 puntos para Alanna en habilidad pasiva, trampas y venenos.
+3 puntos para Niniel en habilidad pasiva, alquimia
Solicitar los puntos en el apartado correspondiente.
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