Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
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Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Los enrevesados senderos se internaban cada vez más en el frondoso bosque, complicando a los hermanos la tarea de orientarse, a pesar de haberse criado entre aquellos árboles. Los Calhoun habían regresado a las islas hacía tan solo un par de días, con la intención de visitar a sus conocidos de la academia de alquimistas, en que habían estudiado años atrás. En especial querían encontrarse con dos de ellos, Marie y Robert, la pareja que se hizo cargo de los jóvenes cuando sus padres emprendieron la expedición al poblado abandonado de los dragones.
Por aquel entonces, el matrimonio vivía tranquilamente en una bonita y bien situada casa de Beltrexus junto a su única hija, Leonora. No pusieron pega alguna ante la idea de ocuparse de los hermanos, a decir verdad fue la propia hechicera quien se ofreció a cuidarlos como si fueran suyos, sin preocuparse por que eso supusiese más gastos para la familia. Marie ansiaba tener más retoños, pero tras el complicado parto de su primogénita había quedado imposibilitada para volver a quedar en cinta, así que consideró aquella oportunidad como caída del cielo.
Elen y Leonora casi tenían la misma edad, con lo que no tardaron en trabar amistad y volverse inseparables, al menos hasta que ambas entraron en sus respectivas academias. A diferencia de los Calhoun, la hija de la pareja solo podía manejar un elemento, lo que la convertía en una tensai de agua, igual que su padre. Los años pasaron y cada uno empezó a destacar en su campo, pero los estudios y el inminente viaje de los hermanos al norte fueron enfriando la relación entre ambas muchachas, que aunque disfrutaban de la compañía de la otra, tenían objetivos bien distintos.
La despedida llegó días después de que la bruja alcanzase los dieciocho, y desde entonces no había tenido muchas oportunidades de visitar a quienes consideraba como unos segundos padres, iba siendo hora de hacerlo. Apartó unas ramas bajas para no golpearse en la cabeza, mientras seguía con la mirada el sendero en que se encontraban, sin saber si sería el correcto.
La pareja al verse sola, tras la partida de los hermanos y posterior marcha de su hija hacia Lunargenta, echó mano a los ahorros de toda una vida y mandaron construir una cómoda cabaña de madera en cierta parte del bosque, a la que se mudaron en cuanto consiguieron vender la propiedad que tenían en la aldea. El dinero de aquella transacción les daría para vivir holgadamente durante años, así que podían permitirse quitar algunas horas de sus trabajos como profesores de la academia y dedicarlas a la investigación sobre la magia.
Y para eso el ambiente del bosque resultaba perfecto, podían disfrutar de la naturaleza y no verse agobiados ni distraídos por el pueblo y sus habitantes, lo que les ayudaba a concentrarse y avanzar más rápido en sus descubrimientos. La de ojos verdes no tenía muy claro en qué lugar se encontraba la cabaña, pero Elanoor le había dado algunas indicaciones sobre los caminos a seguir, así que se fiaría de la anciana.
Tras un par de horas caminando sin descanso, y teniendo que decidir cada vez que encontraban varios senderos entrecruzados, la bruja se percató de que algo iba mal, estaban demasiado cerca de los acantilados y esa no era la dirección que debían tomar. - Nos hemos desviado…- musitó, antes de girar sobre sus talones para regresar por donde habían venido. Ese despiste les haría perder un valioso tiempo, el sol abandonaba su posición más alta y debían hallar la casa antes de que comenzara a ocultarse tras el horizonte, o les tocaría pasar la noche al raso y a merced de los peligros que pudiesen rondar por allí.
Siguió avanzando con paso ligero, mientras traía a su mente las palabras de la anciana para buscar el punto en que habían tomado el camino equivocado. No sería fácil dadas las escasas indicaciones, y con el cansancio que llevaban a cuestas pronto tendrían que detenerse para hacer una pausa, así que tras debatirse durante unos minutos decidió pararse a descansar. - Puede que tardemos una hora en llegar hasta el sendero correcto, tomémonos unos minutos. - dijo sin elevar mucho la voz, al tiempo que escrutaba los alrededores con la mirada.
Aparte de la frondosa vegetación, podían distinguirse algunos huecos en las rocosas paredes creadas por los desniveles del terreno, eso no le gustaba, por el simple hecho de que podían albergar bestias salvajes en su interior. Sacó su cantimplora y dio un trago, pero justo en el momento en que se disponía a guardarla, un extraño sonido entre los matorrales hizo que su cuerpo se tensara. - ¿Qué ha sido eso? - preguntó, levantándose de inmediato de la piedra en que se había sentado.
No consiguió ver al culpable de aquel ruido, pero el movimiento de los arbustos delataba la posición desde la que acababa de moverse, una muy próxima a las cuevas.
Por aquel entonces, el matrimonio vivía tranquilamente en una bonita y bien situada casa de Beltrexus junto a su única hija, Leonora. No pusieron pega alguna ante la idea de ocuparse de los hermanos, a decir verdad fue la propia hechicera quien se ofreció a cuidarlos como si fueran suyos, sin preocuparse por que eso supusiese más gastos para la familia. Marie ansiaba tener más retoños, pero tras el complicado parto de su primogénita había quedado imposibilitada para volver a quedar en cinta, así que consideró aquella oportunidad como caída del cielo.
Elen y Leonora casi tenían la misma edad, con lo que no tardaron en trabar amistad y volverse inseparables, al menos hasta que ambas entraron en sus respectivas academias. A diferencia de los Calhoun, la hija de la pareja solo podía manejar un elemento, lo que la convertía en una tensai de agua, igual que su padre. Los años pasaron y cada uno empezó a destacar en su campo, pero los estudios y el inminente viaje de los hermanos al norte fueron enfriando la relación entre ambas muchachas, que aunque disfrutaban de la compañía de la otra, tenían objetivos bien distintos.
La despedida llegó días después de que la bruja alcanzase los dieciocho, y desde entonces no había tenido muchas oportunidades de visitar a quienes consideraba como unos segundos padres, iba siendo hora de hacerlo. Apartó unas ramas bajas para no golpearse en la cabeza, mientras seguía con la mirada el sendero en que se encontraban, sin saber si sería el correcto.
La pareja al verse sola, tras la partida de los hermanos y posterior marcha de su hija hacia Lunargenta, echó mano a los ahorros de toda una vida y mandaron construir una cómoda cabaña de madera en cierta parte del bosque, a la que se mudaron en cuanto consiguieron vender la propiedad que tenían en la aldea. El dinero de aquella transacción les daría para vivir holgadamente durante años, así que podían permitirse quitar algunas horas de sus trabajos como profesores de la academia y dedicarlas a la investigación sobre la magia.
Y para eso el ambiente del bosque resultaba perfecto, podían disfrutar de la naturaleza y no verse agobiados ni distraídos por el pueblo y sus habitantes, lo que les ayudaba a concentrarse y avanzar más rápido en sus descubrimientos. La de ojos verdes no tenía muy claro en qué lugar se encontraba la cabaña, pero Elanoor le había dado algunas indicaciones sobre los caminos a seguir, así que se fiaría de la anciana.
Tras un par de horas caminando sin descanso, y teniendo que decidir cada vez que encontraban varios senderos entrecruzados, la bruja se percató de que algo iba mal, estaban demasiado cerca de los acantilados y esa no era la dirección que debían tomar. - Nos hemos desviado…- musitó, antes de girar sobre sus talones para regresar por donde habían venido. Ese despiste les haría perder un valioso tiempo, el sol abandonaba su posición más alta y debían hallar la casa antes de que comenzara a ocultarse tras el horizonte, o les tocaría pasar la noche al raso y a merced de los peligros que pudiesen rondar por allí.
Siguió avanzando con paso ligero, mientras traía a su mente las palabras de la anciana para buscar el punto en que habían tomado el camino equivocado. No sería fácil dadas las escasas indicaciones, y con el cansancio que llevaban a cuestas pronto tendrían que detenerse para hacer una pausa, así que tras debatirse durante unos minutos decidió pararse a descansar. - Puede que tardemos una hora en llegar hasta el sendero correcto, tomémonos unos minutos. - dijo sin elevar mucho la voz, al tiempo que escrutaba los alrededores con la mirada.
Aparte de la frondosa vegetación, podían distinguirse algunos huecos en las rocosas paredes creadas por los desniveles del terreno, eso no le gustaba, por el simple hecho de que podían albergar bestias salvajes en su interior. Sacó su cantimplora y dio un trago, pero justo en el momento en que se disponía a guardarla, un extraño sonido entre los matorrales hizo que su cuerpo se tensara. - ¿Qué ha sido eso? - preguntó, levantándose de inmediato de la piedra en que se había sentado.
No consiguió ver al culpable de aquel ruido, pero el movimiento de los arbustos delataba la posición desde la que acababa de moverse, una muy próxima a las cuevas.
Última edición por Elen Calhoun el Mar 25 Ago 2015 - 8:44, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Últimamente el brujo tenía la sensación de que estaba más en barcos que en suelo firme. Había pasado varios días en uno cuando fue en busca de su hermana, y ahora estaba de nuevo en otro por la visita a las islas. Por eso no fue extraña la alegría de ver por fin tierra, ya que eso significaba que solo faltaban unas horas para llegar a puerto.
Volvió a su camarote para recoger cualquiera de sus pertenencias que hubiera desempaquetado durante el trayecto. Unos minutos más tarde lo tenía todo listo y estaba de vuelta en la cubierta, a tiempo de ver a su hermana sobre ella. Acostumbrada como él a realizar ese viaje en barco a las islas, había hecho seguramente el mismo procedimiento que Vincent, sabiendo que no tardarían mucho en desembarcar.
Una hora más tarde ya se encontraba caminando por la calles de Beltrexus, y mentiría si decía que no le hacía ilusión volver a estar en casa. Cierto que Lunargenta era ahora su hogar, más uno siempre está vinculado de algún modo con el lugar que le vio nacer. Se acercaron hasta una casa que no conocía, donde una anciana los recibió mostrándose amistosa con Elen. Era evidente de que se conocían y esta les dio la dirección del hogar de los Stone. Ahora vivían en algún lugar del bosque.
- Nos hemos desviado-, dijo pensativo. - Yo diría que te has perdido-, bromeó
Llevaban horas en el bosque. Casi parecía que los amigos de sus padres se hubieran ido al lugar más lejano posible desde el último lugar con civilización. Como si se hubieran ido para no ser encontrados jamás. En realidad el brujo exageraba un poco. Simplemente no conocían esa parte del bosque tan bien como la zona donde se habían criado. Hallando el sendero correcto no se debía tardar demasiado, o eso creía.
- ¿Qué ha sido el que? - preguntó en contestación a su hermana.
Sentado de frente pudo observar como Elen se incorporaba algo alarmada, aunque al darse la vuelta no pudo ver nada, salvo unas cuevas al lado de unos arbustos. Vinc no había notado nada pero si su hermana había actuado de ese modo algo debía pasar. Se preparó mentalmente para un combate por si acaso, y avanzó un poco hacia la zona donde se suponía que estaba el peligro. Nada. Seguía sin ver nada desde su actual posición y acercarse más podría sería negligente por su parte.
- ¿Qué has visto? Podría que solo fuera un animalito del bosque-, comentó de pasada. - Aunque tú y yo sabemos que en este bosque pueden haber animalitos muy gordos y grandes.
Tendrían que andarse con cuidado ahora. Esta vez el comentario del brujo no era una broma o una exageración como solía hacer. Realmente había bestias muy peligrosos en los bosques isleños.
Volvió a su camarote para recoger cualquiera de sus pertenencias que hubiera desempaquetado durante el trayecto. Unos minutos más tarde lo tenía todo listo y estaba de vuelta en la cubierta, a tiempo de ver a su hermana sobre ella. Acostumbrada como él a realizar ese viaje en barco a las islas, había hecho seguramente el mismo procedimiento que Vincent, sabiendo que no tardarían mucho en desembarcar.
Una hora más tarde ya se encontraba caminando por la calles de Beltrexus, y mentiría si decía que no le hacía ilusión volver a estar en casa. Cierto que Lunargenta era ahora su hogar, más uno siempre está vinculado de algún modo con el lugar que le vio nacer. Se acercaron hasta una casa que no conocía, donde una anciana los recibió mostrándose amistosa con Elen. Era evidente de que se conocían y esta les dio la dirección del hogar de los Stone. Ahora vivían en algún lugar del bosque.
- Nos hemos desviado-, dijo pensativo. - Yo diría que te has perdido-, bromeó
Llevaban horas en el bosque. Casi parecía que los amigos de sus padres se hubieran ido al lugar más lejano posible desde el último lugar con civilización. Como si se hubieran ido para no ser encontrados jamás. En realidad el brujo exageraba un poco. Simplemente no conocían esa parte del bosque tan bien como la zona donde se habían criado. Hallando el sendero correcto no se debía tardar demasiado, o eso creía.
- ¿Qué ha sido el que? - preguntó en contestación a su hermana.
Sentado de frente pudo observar como Elen se incorporaba algo alarmada, aunque al darse la vuelta no pudo ver nada, salvo unas cuevas al lado de unos arbustos. Vinc no había notado nada pero si su hermana había actuado de ese modo algo debía pasar. Se preparó mentalmente para un combate por si acaso, y avanzó un poco hacia la zona donde se suponía que estaba el peligro. Nada. Seguía sin ver nada desde su actual posición y acercarse más podría sería negligente por su parte.
- ¿Qué has visto? Podría que solo fuera un animalito del bosque-, comentó de pasada. - Aunque tú y yo sabemos que en este bosque pueden haber animalitos muy gordos y grandes.
Tendrían que andarse con cuidado ahora. Esta vez el comentario del brujo no era una broma o una exageración como solía hacer. Realmente había bestias muy peligrosos en los bosques isleños.
Vincent Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Vince no reparó en el ruido que alertó a su hermana, o quizá no le prestó atención, a fin de cuentas estaban en medio del bosque y era del todo normal que hubiese animales por los alrededores. Sin embargo la de ojos verdes tenía un mal presentimiento, y al notar que los cantos de los pájaros se habían detenido de forma repentina, dejando el lugar sumido en un profundo silencio, supo con seguridad que aquel pálpito no iba desencaminado.
Contuvo la respiración, y con un lento movimiento echó mano a la daga que portaba en el cinturón, sin desviar la vista ni un instante de los arbustos, cuyas hojas hasta hacía escasos segundos habían estado moviéndose. ¿Qué criatura podía esconderse allí? ¿Había salido de las cuevas ante la llegada de los hermanos o regresado desde el bosque a su guarida? Éstas y otras preguntas fueron tomando forma en su cabeza, mientras recordaba el terrible incidente con el oso en las tierras del este. No quería volver a toparse con una bestia semejante.
En aquella ocasión tuvo que enfrentarse sola al animal, hasta que la dragona llegó a la cueva y decidió ayudarla, pero ahora contaría con el apoyo de su hermano si era preciso, aunque prefería evitar los problemas. Un gutural gruñido emergió desde una de las cuevas de la rocosa pared como respuesta a las palabras del rubio, y cualquiera hubiese dicho que no se trataba de una advertencia, algo se había enfadado al ver intrusos en su territorio y probablemente, tenía hambre.
La bruja, en un intento por determinar a qué se podían estar enfrentando, colocó la bota sobre la piedra que tenía a su lado y se subió encima, lo que le permitió ver más allá de los arbustos. El frondoso bosque, con sus árboles creciendo tan juntos unos de otros, dificultaba un poco que la luz del sol llegase hasta el suelo, pero gracias a ello la hechicera pudo distinguir con claridad los brillantes ojos que los observaban, desde la entrada de la caverna.
- Deberíamos irnos, ya. - dijo intranquila, tratando de no elevar la voz. Regresó al suelo y comenzó a retroceder, sin dar la espalda al lugar en que se encontraba la criatura, que en breve les mostraría lo poco dispuesta que estaba a dejarlos marchar. Tras dos días de cazas infructuosas, en las que los ciervos habían mostrado tener mucha mayor velocidad y agilidad que ella sobre el terreno, la bestia no desperdiciaría ninguna oportunidad, aunque para comer tuviese que abandonar la penumbra de su guarida y con ello se redujese su capacidad de visión.
Nunca había atacado a humanos, pero el hambre empezaba a pasarle factura físicamente y nublaba su mente, así que no dudaría en lanzarse contra los intrusos. Comenzó a salir lentamente, abriendo las fauces para hacer uso de la cegadora luz que podía escupir en cuanto tuviese a sus objetivos algo más cerca. La hojarasca crujía bajo sus patas, delatando que se movía en dirección a los magos, lo que al menos serviría a los hermanos para adivinar su posición mientras siguiera avanzando.
- Tenemos que largarnos de aquí. - instó la de cabellos cenicientos, con voz apremiante. Pero iniciar una huida a través de la frondosa vegetación no parecía buena idea, terminarían agotando sus energías y el animal no tendría más que rematar la faena, debían pensar algo. Aún se encontraban cerca de los acantilados, pero lanzarse al agua desde aquella altura era casi un suicidio, así que la única salida parecía clara, pelear.
La Manticore atravesó a medias los matorrales, dejando a la vista las grandes alas de murciélago y su cabeza, similar a la de un león, pero coronada con espinas en vez de pelaje. Elen observó con espanto al ser, que parecía producto de la unión de varias especies, jamás había visto nada semejante, pero su aspecto era claramente el de un depredador. Palideció al percatarse de que su cuerpo estaba cubierto de escamas, como las de los dragones, pero más aún al desviar la vista hacia el aguijón de escorpión que tenía por cola.
- ¿Qué demonios es eso?... - alcanzó a preguntar de forma apenas audible, antes de que la Manticore iniciara un corto sprint para abalanzarse sobre ellos. Demostrando una increíble sangre fría, la hechicera esperó en su posición hasta que la bestia se encontró a escasos metros de ella, apartándose en el último momento para que no pudiese frenarse y chocara contra uno de los árboles, cuyo grueso tronco amenazó con partirse tras el impacto. Era más fuerte de lo que había pensado la joven, así que tendrían que encontrarle un punto débil, cosa que no parecía nada sencilla.
- ¡Corre! - exclamó hacia Vince, al tiempo que se apartaba tanto como podía de la criatura. Ambos contaban con la magia de su lado, pero debían mantener las distancias con la Manticore, que de tener una oportunidad haría lo posible por despedazarlos.
Off: Link de la criatura [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Contuvo la respiración, y con un lento movimiento echó mano a la daga que portaba en el cinturón, sin desviar la vista ni un instante de los arbustos, cuyas hojas hasta hacía escasos segundos habían estado moviéndose. ¿Qué criatura podía esconderse allí? ¿Había salido de las cuevas ante la llegada de los hermanos o regresado desde el bosque a su guarida? Éstas y otras preguntas fueron tomando forma en su cabeza, mientras recordaba el terrible incidente con el oso en las tierras del este. No quería volver a toparse con una bestia semejante.
En aquella ocasión tuvo que enfrentarse sola al animal, hasta que la dragona llegó a la cueva y decidió ayudarla, pero ahora contaría con el apoyo de su hermano si era preciso, aunque prefería evitar los problemas. Un gutural gruñido emergió desde una de las cuevas de la rocosa pared como respuesta a las palabras del rubio, y cualquiera hubiese dicho que no se trataba de una advertencia, algo se había enfadado al ver intrusos en su territorio y probablemente, tenía hambre.
La bruja, en un intento por determinar a qué se podían estar enfrentando, colocó la bota sobre la piedra que tenía a su lado y se subió encima, lo que le permitió ver más allá de los arbustos. El frondoso bosque, con sus árboles creciendo tan juntos unos de otros, dificultaba un poco que la luz del sol llegase hasta el suelo, pero gracias a ello la hechicera pudo distinguir con claridad los brillantes ojos que los observaban, desde la entrada de la caverna.
- Deberíamos irnos, ya. - dijo intranquila, tratando de no elevar la voz. Regresó al suelo y comenzó a retroceder, sin dar la espalda al lugar en que se encontraba la criatura, que en breve les mostraría lo poco dispuesta que estaba a dejarlos marchar. Tras dos días de cazas infructuosas, en las que los ciervos habían mostrado tener mucha mayor velocidad y agilidad que ella sobre el terreno, la bestia no desperdiciaría ninguna oportunidad, aunque para comer tuviese que abandonar la penumbra de su guarida y con ello se redujese su capacidad de visión.
Nunca había atacado a humanos, pero el hambre empezaba a pasarle factura físicamente y nublaba su mente, así que no dudaría en lanzarse contra los intrusos. Comenzó a salir lentamente, abriendo las fauces para hacer uso de la cegadora luz que podía escupir en cuanto tuviese a sus objetivos algo más cerca. La hojarasca crujía bajo sus patas, delatando que se movía en dirección a los magos, lo que al menos serviría a los hermanos para adivinar su posición mientras siguiera avanzando.
- Tenemos que largarnos de aquí. - instó la de cabellos cenicientos, con voz apremiante. Pero iniciar una huida a través de la frondosa vegetación no parecía buena idea, terminarían agotando sus energías y el animal no tendría más que rematar la faena, debían pensar algo. Aún se encontraban cerca de los acantilados, pero lanzarse al agua desde aquella altura era casi un suicidio, así que la única salida parecía clara, pelear.
La Manticore atravesó a medias los matorrales, dejando a la vista las grandes alas de murciélago y su cabeza, similar a la de un león, pero coronada con espinas en vez de pelaje. Elen observó con espanto al ser, que parecía producto de la unión de varias especies, jamás había visto nada semejante, pero su aspecto era claramente el de un depredador. Palideció al percatarse de que su cuerpo estaba cubierto de escamas, como las de los dragones, pero más aún al desviar la vista hacia el aguijón de escorpión que tenía por cola.
- ¿Qué demonios es eso?... - alcanzó a preguntar de forma apenas audible, antes de que la Manticore iniciara un corto sprint para abalanzarse sobre ellos. Demostrando una increíble sangre fría, la hechicera esperó en su posición hasta que la bestia se encontró a escasos metros de ella, apartándose en el último momento para que no pudiese frenarse y chocara contra uno de los árboles, cuyo grueso tronco amenazó con partirse tras el impacto. Era más fuerte de lo que había pensado la joven, así que tendrían que encontrarle un punto débil, cosa que no parecía nada sencilla.
- ¡Corre! - exclamó hacia Vince, al tiempo que se apartaba tanto como podía de la criatura. Ambos contaban con la magia de su lado, pero debían mantener las distancias con la Manticore, que de tener una oportunidad haría lo posible por despedazarlos.
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Elen Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Nada más terminar de advertir a su hermana un enorme grito gutural salió de la zona con cuevas. Lo que quiera que habitara en ellas no estaba conforme con la presencia de los Calhoun, a lo que el brujo respondió dando unos pasos hacia atrás sin dejar de observar las cuevas. Elen le comentó que debían irse y el mago no podía estar más de acuerdo, aunque el cómo era la cuestión. No podían salir corriendo sin más, porque ese bicho seguro que era más rápido que ellos.
Siguió retrocediendo hasta que notó como la hojarasca seca empezó a crujir por los pasos del animal. Por unos instantes no se escuchó absolutamente nada. Vinc, sabiendo que se trataba de la calma que precedía la tormenta, desenganchó la cuerda de seguridad de su espada. Era obvio que la bestia se preparaba para atacar y la necesitaría.
Por un momento pensó que ojalá el ser que los acechaba hubiera cambiado de opinión, yéndose de nuevo al refugio de su hogar. Más al ver un mastodonte salir a toda velocidad de la maleza, su sueño de no combatir se rompió en trizas. Sabía perfectamente de que animal se trataba. Una manticore. Había leído sobre ella, y plasmada su descripción e ilustraciones en papel, parecía más un ser de pesadilla fruto de una imaginación desbordante que un animal verdadero.
Sabía que realmente existía, ya que el libro donde había conocido tal creación era uno de especies reales de Aerandir, no un cuento de terror. Teniendo uno atacándolo ahora mismo no podía dudar sobre la verdad de la existencia de tal ser.
El brujo se preparó para la embestida, pero el animal no fue hacia él si no hacia Elen. Además de sentirse asustado por la integridad de su hermana, se sintió extrañado de que decidiera atacar al objetivo más alejado. Cuando la joven esquivó a la bestia provocando que esta colisionara contra los árboles pudo volver a respirar tranquilo.
- Es una Manticore, y creo que no hace falta comentar el hecho de que es peligroso mantenerse cerca-, gritó a su hermana a la vez que preparaba un ataque. - Tiene un gran olfato, así que despídete de huir de él. Su oído es malísimo, y su visión creo recordar que es igualmente mala de día, aunque es mejor de noche.
Nunca había visto a uno de ellos, aunque le extrañaba la situación. Según sus lecturas estas bestias atacaban con nocturnidad aprovechando su buen olfato. Esta sin embargo los atacaba a plena luz del día y no sabía que pensar. ¿Los escritos estarían equivocados? ¿Habría evolucionado este sujeto? ¿O simplemente estaba desesperado por comer?
El brujo se decantó por este último pensamiento por ser el más probable, para luego centrarse en un hechizo de ataque. La bola de fuego impactó de lleno contra el animal, aunque no tenía que verlo para saber que solo le habría hecho cosquillas. La coraza de la manticore esta tan bueno como el de un dragón. Al menos había conseguido parte de su propósito al asustarlo un poco al verse sorprendido. Seguro que no esperaba que sus presas se defendieran. Además el follaje reseco se había incendiado alrededor del ser haciendo que este retrocediera alarmado por las llamas. O sería por otra cosa pensó Vincent teniendo una idea.
- Si tiene mala visión de día, seguramente los destellos le hagan daño en los ojos-, comentó a su hermana.
Puede que el brillo de las llamas le estuviera molestando más de la cuenta. Por probar no perdían nada, pues Elen era una experta haciéndolos.
Siguió retrocediendo hasta que notó como la hojarasca seca empezó a crujir por los pasos del animal. Por unos instantes no se escuchó absolutamente nada. Vinc, sabiendo que se trataba de la calma que precedía la tormenta, desenganchó la cuerda de seguridad de su espada. Era obvio que la bestia se preparaba para atacar y la necesitaría.
Por un momento pensó que ojalá el ser que los acechaba hubiera cambiado de opinión, yéndose de nuevo al refugio de su hogar. Más al ver un mastodonte salir a toda velocidad de la maleza, su sueño de no combatir se rompió en trizas. Sabía perfectamente de que animal se trataba. Una manticore. Había leído sobre ella, y plasmada su descripción e ilustraciones en papel, parecía más un ser de pesadilla fruto de una imaginación desbordante que un animal verdadero.
Sabía que realmente existía, ya que el libro donde había conocido tal creación era uno de especies reales de Aerandir, no un cuento de terror. Teniendo uno atacándolo ahora mismo no podía dudar sobre la verdad de la existencia de tal ser.
El brujo se preparó para la embestida, pero el animal no fue hacia él si no hacia Elen. Además de sentirse asustado por la integridad de su hermana, se sintió extrañado de que decidiera atacar al objetivo más alejado. Cuando la joven esquivó a la bestia provocando que esta colisionara contra los árboles pudo volver a respirar tranquilo.
- Es una Manticore, y creo que no hace falta comentar el hecho de que es peligroso mantenerse cerca-, gritó a su hermana a la vez que preparaba un ataque. - Tiene un gran olfato, así que despídete de huir de él. Su oído es malísimo, y su visión creo recordar que es igualmente mala de día, aunque es mejor de noche.
Nunca había visto a uno de ellos, aunque le extrañaba la situación. Según sus lecturas estas bestias atacaban con nocturnidad aprovechando su buen olfato. Esta sin embargo los atacaba a plena luz del día y no sabía que pensar. ¿Los escritos estarían equivocados? ¿Habría evolucionado este sujeto? ¿O simplemente estaba desesperado por comer?
El brujo se decantó por este último pensamiento por ser el más probable, para luego centrarse en un hechizo de ataque. La bola de fuego impactó de lleno contra el animal, aunque no tenía que verlo para saber que solo le habría hecho cosquillas. La coraza de la manticore esta tan bueno como el de un dragón. Al menos había conseguido parte de su propósito al asustarlo un poco al verse sorprendido. Seguro que no esperaba que sus presas se defendieran. Además el follaje reseco se había incendiado alrededor del ser haciendo que este retrocediera alarmado por las llamas. O sería por otra cosa pensó Vincent teniendo una idea.
- Si tiene mala visión de día, seguramente los destellos le hagan daño en los ojos-, comentó a su hermana.
Puede que el brillo de las llamas le estuviera molestando más de la cuenta. Por probar no perdían nada, pues Elen era una experta haciéndolos.
Vincent Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Por suerte para la bruja, su hermano sí que sabía algo acerca de la criatura, a la que se había referido por el nombre de Manticore. Según sus palabras tenía un olfato muy bueno, pero aquel parecía ser el único sentido bien desarrollado de la bestia, pues su oído era malísimo y la visión dependía de la claridad que hubiese en el ambiente. Probablemente estuviese diseñada para cazar de noche o aprovechando la oscuridad de las cuevas, por lo que allí fuera lo tenía más complicado.
Era de día, y aunque los árboles no dejasen pasar parte de la luz del sol, la sensible vista del ser se vería afectada un poco, lo que daría a los hermanos algo de ventaja. Pero aun así no podían confiarse, los afilados dientes y espinas, el aguijón y las duras escamas harían de la criatura una enemiga difícil de vencer. Elen observó el ataque de su hermano, cuyo ígneo proyectil alcanzó de lleno a la Manticore, pero sin causarle daños considerables. La bestia retrocedió un poco, quizá sorprendida porque por una vez sus presas la hubiesen plantado cara, o quizá por el brillo de las llamas, que dañaba sus ojos.
Vincent entonces decidió aprovechar aquel detalle, sugiriendo a su hermana que utilizara su elemento para crear destellos, lo cual les serviría para mantener a raya al animal. La de cabellos cenicientos no perdió el tiempo, asintió con la cabeza y se adelantó, lo suficiente para dejar atrás al rubio y que de ese modo no resultase cegado a causa de lo que se disponía a hacer. Concentró la electricidad en ambas manos y la manipuló hasta crear una esfera de tamaño considerable, que comenzó a brillar cada vez con mayor intensidad.
La Manticore rugió molesta ante aquella visión, de haber estado bien alimentada se habría retirado al momento, pero en su situación era algo que no podía permitirse. Cerró los ojos y se dejó guiar únicamente por el olfato, que resultaba ser su punto fuerte. Saltó las llamas y aleteó con fuerza para alzarse unos metros en el aire, situándose en una posición en que su enorme cuerpo hiciera sombra sobre los intrusos, hecho que la ayudaría a verlos y le facilitaría el abalanzarse sobre alguno de ellos.
En primera instancia había tratado de alcanzar a la joven por considerarla más débil, pero tras ver lo que ambos podían hacer, se lo pensó un poco antes de elegir el siguiente movimiento. Sobrevoló la zona con rapidez y descendió entre la vegetación más densa para usarla como cobijo, quedando a unos veinte metros del lugar en que se hallaban los magos. Se agazapó entre los árboles y esperó pacientemente a que sus objetivos se encontrasen donde quería, momento en que inició un nuevo sprint y embistió con fuerza uno de los gruesos troncos que tenía delante, haciendo caer el árbol directamente hacia los Calhoun.
La hechicera lo vio venir, pero solo tuvo tiempo de lanzarse al suelo y rodar para esquivar el impacto, lo que rompió su concentración para mantener el destello. Aquel animal era listo, sabía buscar soluciones a los nuevos problemas que le iban surgiendo, tendrían que acabar con él lo más rápido posible. - ¡Vince, las alas! ¡Tenemos que dañarlo ahí! - exclamó, al tiempo que volvía a ponerse en pie.
No podían dejar que aquel ser los marease volando de un lado a otro, tenían que arrebatarle aquella capacidad y luego neutralizar el aguijón, por si pudiese contener algún tipo de veneno. La Manticore no tardó en volver a aparecer, ésta vez para devolverles la jugada, escupiendo una intensa luz nada más acercarse. Elen podía soportar más o menos aquel tipo de ataques, pero aun así entrecerró los ojos, tratando de centrarse en la silueta de la bestia más allá del brillo.
Se estaba acercando con rapidez, así que la joven optó por retroceder a toda prisa, pero sin darle la espalda en ningún momento. - ¡Cuidado! - avisó, para que Vincent también estuviese prevenido. La criatura corrió hacia ellos sin un objetivo fijado, simplemente se lanzaría contra el que estuviese más cerca.
Era de día, y aunque los árboles no dejasen pasar parte de la luz del sol, la sensible vista del ser se vería afectada un poco, lo que daría a los hermanos algo de ventaja. Pero aun así no podían confiarse, los afilados dientes y espinas, el aguijón y las duras escamas harían de la criatura una enemiga difícil de vencer. Elen observó el ataque de su hermano, cuyo ígneo proyectil alcanzó de lleno a la Manticore, pero sin causarle daños considerables. La bestia retrocedió un poco, quizá sorprendida porque por una vez sus presas la hubiesen plantado cara, o quizá por el brillo de las llamas, que dañaba sus ojos.
Vincent entonces decidió aprovechar aquel detalle, sugiriendo a su hermana que utilizara su elemento para crear destellos, lo cual les serviría para mantener a raya al animal. La de cabellos cenicientos no perdió el tiempo, asintió con la cabeza y se adelantó, lo suficiente para dejar atrás al rubio y que de ese modo no resultase cegado a causa de lo que se disponía a hacer. Concentró la electricidad en ambas manos y la manipuló hasta crear una esfera de tamaño considerable, que comenzó a brillar cada vez con mayor intensidad.
La Manticore rugió molesta ante aquella visión, de haber estado bien alimentada se habría retirado al momento, pero en su situación era algo que no podía permitirse. Cerró los ojos y se dejó guiar únicamente por el olfato, que resultaba ser su punto fuerte. Saltó las llamas y aleteó con fuerza para alzarse unos metros en el aire, situándose en una posición en que su enorme cuerpo hiciera sombra sobre los intrusos, hecho que la ayudaría a verlos y le facilitaría el abalanzarse sobre alguno de ellos.
En primera instancia había tratado de alcanzar a la joven por considerarla más débil, pero tras ver lo que ambos podían hacer, se lo pensó un poco antes de elegir el siguiente movimiento. Sobrevoló la zona con rapidez y descendió entre la vegetación más densa para usarla como cobijo, quedando a unos veinte metros del lugar en que se hallaban los magos. Se agazapó entre los árboles y esperó pacientemente a que sus objetivos se encontrasen donde quería, momento en que inició un nuevo sprint y embistió con fuerza uno de los gruesos troncos que tenía delante, haciendo caer el árbol directamente hacia los Calhoun.
La hechicera lo vio venir, pero solo tuvo tiempo de lanzarse al suelo y rodar para esquivar el impacto, lo que rompió su concentración para mantener el destello. Aquel animal era listo, sabía buscar soluciones a los nuevos problemas que le iban surgiendo, tendrían que acabar con él lo más rápido posible. - ¡Vince, las alas! ¡Tenemos que dañarlo ahí! - exclamó, al tiempo que volvía a ponerse en pie.
No podían dejar que aquel ser los marease volando de un lado a otro, tenían que arrebatarle aquella capacidad y luego neutralizar el aguijón, por si pudiese contener algún tipo de veneno. La Manticore no tardó en volver a aparecer, ésta vez para devolverles la jugada, escupiendo una intensa luz nada más acercarse. Elen podía soportar más o menos aquel tipo de ataques, pero aun así entrecerró los ojos, tratando de centrarse en la silueta de la bestia más allá del brillo.
Se estaba acercando con rapidez, así que la joven optó por retroceder a toda prisa, pero sin darle la espalda en ningún momento. - ¡Cuidado! - avisó, para que Vincent también estuviese prevenido. La criatura corrió hacia ellos sin un objetivo fijado, simplemente se lanzaría contra el que estuviese más cerca.
Elen Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Elen asintió con la cabeza antes de adelantarse. Había captado la idea de su hermano y se disponía a realizarla mientras la bestia se encontraba confusa. Vinc aprovechó para colocarse de tal manera que perdiera la visión con las manos de la joven. Ya había recibido los destellos de la mujer de ojos verdes en el pasado, aunque su ceguera, y su posterior movimiento, le provocaron más dolores de cabeza a su hermana que a él, literalmente.
El animal se vio sorprendido por la magia de Elen, provocando en él un rugido poderoso. El sonido de ira y dolor resonó por el bosque asustando a varios pájaros alejados, que de forma instintiva salieron volando buscando, seguramente, zonas aún más lejanas. La Manticore, en un alarde de inteligencia, cerró los ojos y echó a volar hasta unos arbustos cercanos.
El sonido de la madera crujiendo fue una advertencia salvadora de lo que se les venían encima. Un gran árbol a punto estuvo de aplastarles, rompiendo la concentración de Elen y haciendo que el brujo tuviera que lanzarse a su izquierda. El brujo solo necesitó un rápido vistazo al rostro de su hermana para saber que estaba pensando lo mismo que él. La bestia no solo era una masa de fuerza y escamas, también sabía buscar estrategias de caza alternativas.
El razonamiento de su hermana era brillante, aunque el brujo no tenía ni remota idea de cómo realizarlo. Había un gran abismo entre la teoría y la práctica del plan. Nunca podría acercarse lo suficiente como para atacarlo con su espada, y con ese gran aguijón que tenía la bestia estaba totalmente descartada esa opción. Vincent apreciaba su vida demasiado, o tal vez no. Lo único que se le venía a la cabeza era darle con una bola de fuego en una de sus alas, pero Elen, pese a su juventud, dominaba la magia aún mejor que él. Quizás uno de sus rayos podría rasgarle el ala si conseguía distraerlo el tiempo suficiente.
El brujo se preparó para el combate en cuanto la Manticore apareció de nuevo, sin embargo no había previsto que escupiera un destello por su boca. No solo había sido inteligente buscando una forma de atacar diferente, si no que ahora usaba sus propios destellos en una especie de mofa sobre los brujos. Aún sin ver del todo bien pudo apreciar como el animal se dirigía a toda velocidad hacia él, pudiendo esquivarlo por los pelos rodando por el suelo. Seguramente, había optado en convertirlo en su nuevo objetivo al notar su ceguera temporal. Mejor, pensó Vinc. Necesitaba un modo para conseguir a la bestia, y ella misma se había presentado voluntaria.
Atacó con su espada sabiendo que era un intento fútil. La hoja rebotó contra la pata trasera del animal como si de una roca se tratase. El brujo volvió a rodar por el suelo para esquivar esta vez un zarpazo de la bestia revolviéndose. Ahora ambos se miraban de frente en una situación precaria para el brujo. Tenía que estar pendiente de sus zarpas y cabeza, y sin perder de vista tampoco el peligroso aguijón. No tenía tantos ojos para tantos peligros contenía ese mastodonte.
- Si me echas un cable, hermanita, te estaré eternamente agradecido-, dijo sin perder la serenidad. Estaba en peligro pero el plan había funcionado. La bestia tenía toda su atención en él, olvidándose de Elen por unos instantes. - Creo que tienes afición por electrificar alas de Manticore-, bromeó haciendo alusión al comentario anterior de su hermana.
El animal se vio sorprendido por la magia de Elen, provocando en él un rugido poderoso. El sonido de ira y dolor resonó por el bosque asustando a varios pájaros alejados, que de forma instintiva salieron volando buscando, seguramente, zonas aún más lejanas. La Manticore, en un alarde de inteligencia, cerró los ojos y echó a volar hasta unos arbustos cercanos.
El sonido de la madera crujiendo fue una advertencia salvadora de lo que se les venían encima. Un gran árbol a punto estuvo de aplastarles, rompiendo la concentración de Elen y haciendo que el brujo tuviera que lanzarse a su izquierda. El brujo solo necesitó un rápido vistazo al rostro de su hermana para saber que estaba pensando lo mismo que él. La bestia no solo era una masa de fuerza y escamas, también sabía buscar estrategias de caza alternativas.
El razonamiento de su hermana era brillante, aunque el brujo no tenía ni remota idea de cómo realizarlo. Había un gran abismo entre la teoría y la práctica del plan. Nunca podría acercarse lo suficiente como para atacarlo con su espada, y con ese gran aguijón que tenía la bestia estaba totalmente descartada esa opción. Vincent apreciaba su vida demasiado, o tal vez no. Lo único que se le venía a la cabeza era darle con una bola de fuego en una de sus alas, pero Elen, pese a su juventud, dominaba la magia aún mejor que él. Quizás uno de sus rayos podría rasgarle el ala si conseguía distraerlo el tiempo suficiente.
El brujo se preparó para el combate en cuanto la Manticore apareció de nuevo, sin embargo no había previsto que escupiera un destello por su boca. No solo había sido inteligente buscando una forma de atacar diferente, si no que ahora usaba sus propios destellos en una especie de mofa sobre los brujos. Aún sin ver del todo bien pudo apreciar como el animal se dirigía a toda velocidad hacia él, pudiendo esquivarlo por los pelos rodando por el suelo. Seguramente, había optado en convertirlo en su nuevo objetivo al notar su ceguera temporal. Mejor, pensó Vinc. Necesitaba un modo para conseguir a la bestia, y ella misma se había presentado voluntaria.
Atacó con su espada sabiendo que era un intento fútil. La hoja rebotó contra la pata trasera del animal como si de una roca se tratase. El brujo volvió a rodar por el suelo para esquivar esta vez un zarpazo de la bestia revolviéndose. Ahora ambos se miraban de frente en una situación precaria para el brujo. Tenía que estar pendiente de sus zarpas y cabeza, y sin perder de vista tampoco el peligroso aguijón. No tenía tantos ojos para tantos peligros contenía ese mastodonte.
- Si me echas un cable, hermanita, te estaré eternamente agradecido-, dijo sin perder la serenidad. Estaba en peligro pero el plan había funcionado. La bestia tenía toda su atención en él, olvidándose de Elen por unos instantes. - Creo que tienes afición por electrificar alas de Manticore-, bromeó haciendo alusión al comentario anterior de su hermana.
Vincent Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Vincent se convirtió en el objetivo de la Manticore, que tras usar su destello contra el par de intrusos, consideró al rubio como la presa más fácil, por encontrarse afectado en mayor medida. Brujo y bestia iniciaron su particular combate, tan cerca uno de otro que la hechicera miró con terror la escena, pues las distancias cortas beneficiaban a la criatura, volviéndola mucho más peligrosa y mortífera. Elen no podía permitir que le pasara algo malo a su hermano, así que decidió actuar con rapidez, aprovechando el hecho de que el animal la estuviese ignorando.
Tomó nuevamente su daga y avanzó hacia el lugar en que se desarrollaba el enfrentamiento, con la vista clavada en las grandes alas de murciélago que debía inutilizar. Si lo que la de ojos verdes tenía en mente salía bien, solo necesitaría acertar de lleno en una de ellas para que la Manticore perdiese su capacidad de volar, pero debía tener presente que en cualquier momento podría revolverse y atacarla, acercarse demasiado no era buena idea. También era recomendable controlar el aguijón y no perderlo de vista, ya que desconocía si éste contenía algún tipo de toxina, lo que podría causarles más de un susto.
Dejó que su eléctrico elemento le envolviese la mano que aún tenía libre, y esperó a tener el ángulo adecuado para dar el siguiente paso. - ¡Al suelo! - gritó a su hermano, para segundos después lanzar la daga contra la bestia. Valiéndose de la telequinesis, dirigió la afilada hoja contra la membrana que formaba una de las alas, logrando que se incrustase en ella dolorosamente, pero ahí no acababa el ataque.
Mientras la criatura profería un gutural rugido de dolor, Elen liberó la energía que había concentrado en la zurda, directamente hacia la metálica empuñadura del arma. Un nuevo y más sonoro bramido se alzó por entre los árboles, espantando a cualquier criatura que pudiese encontrarse en las cercanías. El material conductor hizo su trabajo, transmitiendo la electricidad a través del cuerpo del animal, que no quedó aturdido gracias a su enorme tamaño, pero si padeció un gran sufrimiento.
La bruja clavó sus brillantes ojos verdes sobre la daga y volvió a concentrarse, para manipularla con su telequinesis y arrastrarla hacia abajo, de modo que en su camino hacia el suelo fuese cortando la membrana del ala que había alcanzado. Eso debía bastar para dejarla completamente inútil, y también debilitaría a la Manticore, que comenzaría a sangrar abundantemente. Se suponía que tras aquel ataque la balanza se inclinaría a favor de los hermanos, pero la hechicera no contaba con que el ser estaba a punto de hacer.
Furiosa, la Manticore se dio la vuelta y encaró a la maga, rugiendo mucho más alto que antes. Corrió hacia ella y trató de embestirla, pero la de cabellos cenicientos consiguió esquivarla lanzándose al suelo, aunque por muy poco. Sabiendo que allí en el suelo no se encontraba en una posición ventajosa, la joven intentó incorporarse, pero las garras de la criatura no se lo permitieron.
Con el peso de una de las gruesas patas del animal sobre su torso, la pequeña de los Calhoun veía considerablemente reducidas sus opciones, necesitaba urgentemente algo de ayuda. Pero el ser no acabó con ella de un golpe, como cabría esperar, sino que acercó su leonina cabeza al rostro de la mujer, gruñendo amenazadoramente. Ella le había hecho daño, y ahora la bestia buscaba venganza a su manera, dejando de lado la opción de matarla con rapidez para hacerla sufrir primero.
Sin prisa, las garras de la Manticore comenzaron a traspasar la tela de su camisa y hundirse en la piel de la bruja, hiriéndola a la altura del vientre pero no en la parte frontal, sino en el costado izquierdo. El dolor se extendió con rapidez, pero antes de que profundizara más allá de un par de centímetros en la carne, la joven extendió la mano hacia el ala que había dañado con anterioridad y liberó una potente descarga. Eso le sirvió para quitarse de encima al animal, que retrocedió unos pasos y meneó la cabeza, al tiempo que dejaba escapar un quejido.
Llevándose la mano al costado, para tratar de detener el sangrado mediante presión, la maga consiguió ponerse en pie y recuperar su daga, tras lo cual buscó con la mirada a su hermano. No quería que el rubio se preocupase por su estado, sino que aprovechase la ocasión para atacar también con su elemento, así que avanzó hacia su posición. - Ya no puede volar, tenemos que buscar otro punto débil en su coraza de escamas y terminar con ella, cuanto antes. - indicó, manteniendo en todo momento el lado izquierdo de su cuerpo lejos de la vista del mago.
Ella misma podría tratarse las heridas superficiales cuando todo hubiese acabado, pero debían darse prisa antes de que empezara a debilitarse.
Tomó nuevamente su daga y avanzó hacia el lugar en que se desarrollaba el enfrentamiento, con la vista clavada en las grandes alas de murciélago que debía inutilizar. Si lo que la de ojos verdes tenía en mente salía bien, solo necesitaría acertar de lleno en una de ellas para que la Manticore perdiese su capacidad de volar, pero debía tener presente que en cualquier momento podría revolverse y atacarla, acercarse demasiado no era buena idea. También era recomendable controlar el aguijón y no perderlo de vista, ya que desconocía si éste contenía algún tipo de toxina, lo que podría causarles más de un susto.
Dejó que su eléctrico elemento le envolviese la mano que aún tenía libre, y esperó a tener el ángulo adecuado para dar el siguiente paso. - ¡Al suelo! - gritó a su hermano, para segundos después lanzar la daga contra la bestia. Valiéndose de la telequinesis, dirigió la afilada hoja contra la membrana que formaba una de las alas, logrando que se incrustase en ella dolorosamente, pero ahí no acababa el ataque.
Mientras la criatura profería un gutural rugido de dolor, Elen liberó la energía que había concentrado en la zurda, directamente hacia la metálica empuñadura del arma. Un nuevo y más sonoro bramido se alzó por entre los árboles, espantando a cualquier criatura que pudiese encontrarse en las cercanías. El material conductor hizo su trabajo, transmitiendo la electricidad a través del cuerpo del animal, que no quedó aturdido gracias a su enorme tamaño, pero si padeció un gran sufrimiento.
La bruja clavó sus brillantes ojos verdes sobre la daga y volvió a concentrarse, para manipularla con su telequinesis y arrastrarla hacia abajo, de modo que en su camino hacia el suelo fuese cortando la membrana del ala que había alcanzado. Eso debía bastar para dejarla completamente inútil, y también debilitaría a la Manticore, que comenzaría a sangrar abundantemente. Se suponía que tras aquel ataque la balanza se inclinaría a favor de los hermanos, pero la hechicera no contaba con que el ser estaba a punto de hacer.
Furiosa, la Manticore se dio la vuelta y encaró a la maga, rugiendo mucho más alto que antes. Corrió hacia ella y trató de embestirla, pero la de cabellos cenicientos consiguió esquivarla lanzándose al suelo, aunque por muy poco. Sabiendo que allí en el suelo no se encontraba en una posición ventajosa, la joven intentó incorporarse, pero las garras de la criatura no se lo permitieron.
Con el peso de una de las gruesas patas del animal sobre su torso, la pequeña de los Calhoun veía considerablemente reducidas sus opciones, necesitaba urgentemente algo de ayuda. Pero el ser no acabó con ella de un golpe, como cabría esperar, sino que acercó su leonina cabeza al rostro de la mujer, gruñendo amenazadoramente. Ella le había hecho daño, y ahora la bestia buscaba venganza a su manera, dejando de lado la opción de matarla con rapidez para hacerla sufrir primero.
Sin prisa, las garras de la Manticore comenzaron a traspasar la tela de su camisa y hundirse en la piel de la bruja, hiriéndola a la altura del vientre pero no en la parte frontal, sino en el costado izquierdo. El dolor se extendió con rapidez, pero antes de que profundizara más allá de un par de centímetros en la carne, la joven extendió la mano hacia el ala que había dañado con anterioridad y liberó una potente descarga. Eso le sirvió para quitarse de encima al animal, que retrocedió unos pasos y meneó la cabeza, al tiempo que dejaba escapar un quejido.
Llevándose la mano al costado, para tratar de detener el sangrado mediante presión, la maga consiguió ponerse en pie y recuperar su daga, tras lo cual buscó con la mirada a su hermano. No quería que el rubio se preocupase por su estado, sino que aprovechase la ocasión para atacar también con su elemento, así que avanzó hacia su posición. - Ya no puede volar, tenemos que buscar otro punto débil en su coraza de escamas y terminar con ella, cuanto antes. - indicó, manteniendo en todo momento el lado izquierdo de su cuerpo lejos de la vista del mago.
Ella misma podría tratarse las heridas superficiales cuando todo hubiese acabado, pero debían darse prisa antes de que empezara a debilitarse.
Elen Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
El brujo había estado en muchas situaciones peligrosas a lo largo de su vida. Situaciones en las que su vida había pendido de un hilo, pero esta vez sentía que verdaderamente estaba cerca de la muerte. Esa maldita bestia parecía una máquina de matar más que un animal. Uno de esos Bio creados para la guerra que viven cerca de la península de Verisar.
Esquivó por los pelos otro zarpazo de la bestia para luego golpearlo con su espada, sabiendo que sería como darle con un trozo de madera. Sus opciones de mantenerlo a raya se acababan cuando escuchó como su hermana le gritaba. Sin perder un segundo le hizo caso y se lanzó al suelo, mientras la Manticore le intentaba alcanzar con las zarpas de nuevo.
El grito de dolor fue suficiente para saber que Elen lo había alcanzado, y en cuanto alzó la cabeza pudo ver como uno de sus rayos alcanzaba el ala de la bestia, haciendo que esta gritara como nunca lo había hecho. Si quedaba algún animal por los alrededores dudaba que siguiera por allí después de ese grito rabioso.
Cuando su hermana manipuló su daga para que destrozar la ya maltrecha extremidad del animal, este se giró con furia provocando que Elen tuviera que lanzarse al suelo para salvar su vida. La Manticore aprovechó para inmovilizarla contra el suelo gracias a su posición ventajosa y fuerza sobrehumana.
- ¡Elen! - gritó el brujo mientras preparaba otro ataque ígneo contra la bestia.
Pero antes de que pudiera hacer nada, su propia hermana conseguía liberarse atacando de nuevo el ala de la bestia con su magia. La de ojos verdes se acercó hasta él intentando ocultar sus heridas. El brujo no pudo evitar secarse el sudor frío de su cara mientras ella avanzaba hasta él. Nunca había temido tanto por la vida de su hermana, aunque si sabía que seguramente se había expuesto a cosas igual de peligrosas en sus aventuras en solitario. De todos modos, teniendo en cuenta lo ocurrido era bastante afortunada de que solo tuviera algunos rasguños.
- ¿Estás bien? - preguntó observando su mano ensangrentada. Sabía que Elen podía ingeniárselas para curarse, aunque tenía la necesidad de preguntarle.
En cuanto la bestia volvió su atención de nuevo hacia los Calhoun, Vincent usó su poder contra ella de nuevo. Esta vez apuntó hacia su otra ala, pues no veía más puntos débiles que estas y su boca cuando la abría. Desgraciadamente solo lo hacía para bramar en cortos plazos de tiempo, así que prefirió lastimarle su otra extremidad. Cuando la bola de fuego calcinó, en parte, su ala intacta, el animal volvió a gritar con una mezcla de dolor y furia. No era para menos, esta vez había usado una de sus runas como catalizador de su poder. Las piedras estaban imbuidas en magia por medio de sus habilidades arcanas, que tanto tiempo le había costado desarrollar. Las runas servían para muchos propósitos pero en combate eran geniales para aumentar su poder, desgraciadamente perdían su ligadura mágica al ser usadas, convirtiéndose nuevamente en unas simples piedras. No tenía muchas runas así que tendría que usarlas sabiamente y, por supuesto, no fallar cuando las utilizara. Podían significar la diferencia entre la vida o la muerte de los brujos.
- No entiendo la insistencia de este animal por matarnos. Creo que le hemos dañado lo suficiente como para que dejara de atacarnos y buscara una presa más asequible-, dijo el mago al ver como la Manticore se preparaba de nuevo para atacar. - A lo mejor tiene algún tipo de obsesión con su guarida. Quizás la guarde con un celo excesivo. Creo que lo mejor es que nos alejemos de ella a ver si así nos deja en paz-, propuso finalmente.
Por lo que sabía de esos animales no solían atacar a humanos. Su actitud lo tenía confuso y solo le entraba en la cabeza que estuviera muerto de hambre, o que no quería presencias cerca de su hogar. Como lo primero significaba que los seguiría hostigando hasta que lo mataran optó por lo segundo, esperando que así los dejara en paz. Si no lo hacía era que los atacaba por hambre, complicando mucho las cosas. Tendrían que matarlo y no sabía cómo hacerlo.
- No corramos como locos pues es más rápido como nosotros. Vayamos retrocediendo unos metros y atacándolo para frenarlo-, comentó. - Yo te cubro primero, elige una dirección y ya te sigo cuando me avises. Ah, y no te olvides de mí-, bromeó.
El rubio esperó que Elen estuviera alejada de él unos metros, y cuando notó como la Manticore centraba su atención en ella, le atacó con otro proyectil que le dio en toda la cara. Realmente no le hizo nada significativo pero el animal se centró de nuevo en el rostro. Ahora solo quedaba esperar, era el turno de su hermana para sacarlo de allí.
Off: Subrayado el uso de la pasiva, Arcanos.
Esquivó por los pelos otro zarpazo de la bestia para luego golpearlo con su espada, sabiendo que sería como darle con un trozo de madera. Sus opciones de mantenerlo a raya se acababan cuando escuchó como su hermana le gritaba. Sin perder un segundo le hizo caso y se lanzó al suelo, mientras la Manticore le intentaba alcanzar con las zarpas de nuevo.
El grito de dolor fue suficiente para saber que Elen lo había alcanzado, y en cuanto alzó la cabeza pudo ver como uno de sus rayos alcanzaba el ala de la bestia, haciendo que esta gritara como nunca lo había hecho. Si quedaba algún animal por los alrededores dudaba que siguiera por allí después de ese grito rabioso.
Cuando su hermana manipuló su daga para que destrozar la ya maltrecha extremidad del animal, este se giró con furia provocando que Elen tuviera que lanzarse al suelo para salvar su vida. La Manticore aprovechó para inmovilizarla contra el suelo gracias a su posición ventajosa y fuerza sobrehumana.
- ¡Elen! - gritó el brujo mientras preparaba otro ataque ígneo contra la bestia.
Pero antes de que pudiera hacer nada, su propia hermana conseguía liberarse atacando de nuevo el ala de la bestia con su magia. La de ojos verdes se acercó hasta él intentando ocultar sus heridas. El brujo no pudo evitar secarse el sudor frío de su cara mientras ella avanzaba hasta él. Nunca había temido tanto por la vida de su hermana, aunque si sabía que seguramente se había expuesto a cosas igual de peligrosas en sus aventuras en solitario. De todos modos, teniendo en cuenta lo ocurrido era bastante afortunada de que solo tuviera algunos rasguños.
- ¿Estás bien? - preguntó observando su mano ensangrentada. Sabía que Elen podía ingeniárselas para curarse, aunque tenía la necesidad de preguntarle.
En cuanto la bestia volvió su atención de nuevo hacia los Calhoun, Vincent usó su poder contra ella de nuevo. Esta vez apuntó hacia su otra ala, pues no veía más puntos débiles que estas y su boca cuando la abría. Desgraciadamente solo lo hacía para bramar en cortos plazos de tiempo, así que prefirió lastimarle su otra extremidad. Cuando la bola de fuego calcinó, en parte, su ala intacta, el animal volvió a gritar con una mezcla de dolor y furia. No era para menos, esta vez había usado una de sus runas como catalizador de su poder. Las piedras estaban imbuidas en magia por medio de sus habilidades arcanas, que tanto tiempo le había costado desarrollar. Las runas servían para muchos propósitos pero en combate eran geniales para aumentar su poder, desgraciadamente perdían su ligadura mágica al ser usadas, convirtiéndose nuevamente en unas simples piedras. No tenía muchas runas así que tendría que usarlas sabiamente y, por supuesto, no fallar cuando las utilizara. Podían significar la diferencia entre la vida o la muerte de los brujos.
- No entiendo la insistencia de este animal por matarnos. Creo que le hemos dañado lo suficiente como para que dejara de atacarnos y buscara una presa más asequible-, dijo el mago al ver como la Manticore se preparaba de nuevo para atacar. - A lo mejor tiene algún tipo de obsesión con su guarida. Quizás la guarde con un celo excesivo. Creo que lo mejor es que nos alejemos de ella a ver si así nos deja en paz-, propuso finalmente.
Por lo que sabía de esos animales no solían atacar a humanos. Su actitud lo tenía confuso y solo le entraba en la cabeza que estuviera muerto de hambre, o que no quería presencias cerca de su hogar. Como lo primero significaba que los seguiría hostigando hasta que lo mataran optó por lo segundo, esperando que así los dejara en paz. Si no lo hacía era que los atacaba por hambre, complicando mucho las cosas. Tendrían que matarlo y no sabía cómo hacerlo.
- No corramos como locos pues es más rápido como nosotros. Vayamos retrocediendo unos metros y atacándolo para frenarlo-, comentó. - Yo te cubro primero, elige una dirección y ya te sigo cuando me avises. Ah, y no te olvides de mí-, bromeó.
El rubio esperó que Elen estuviera alejada de él unos metros, y cuando notó como la Manticore centraba su atención en ella, le atacó con otro proyectil que le dio en toda la cara. Realmente no le hizo nada significativo pero el animal se centró de nuevo en el rostro. Ahora solo quedaba esperar, era el turno de su hermana para sacarlo de allí.
Off: Subrayado el uso de la pasiva, Arcanos.
Vincent Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
A pesar de los intentos de la joven por ocultar sus heridas, el rubio alcanzó a ver la sangre que teñía su camisa y le manchaba la mano con que hacía presión, así que no tardó en preguntarle si se encontraba bien. Elen asintió levemente con la cabeza en respuesta, sin apartar demasiado la vista de la Manticore, que volvía a centrar su atención sobre los hermanos. Quedaba claro que no se daría por vencida tan fácilmente, mucho menos ahora que los magos le habían causado tanto daño.
Vincent dirigió un nuevo ataque contra el ala de la bestia que aún seguía intacta, arrancándole un rugido de dolor, pero no fue suficiente para que el animal decidiese dejarlos en paz. Debía estar muy desesperado, tanto como para arriesgar su vida por un poco de alimento. Y teniendo en cuenta que su dieta se basaba sobre todo en grandes herbívoros, presas que optaban por huir antes que defenderse, aquella cacería en particular lo llevaría a sus límites.
La de ojos verdes escuchó con atención las palabras del brujo, que sugería apartarse de las cuevas cuanto antes, considerando la posibilidad de que el repentino ataque de la criatura estuviese relacionado con la protección del territorio. Tenía sentido que el ser los viese como intrusos, y que por defender su guarida estuviese dispuesto a continuar con el combate hasta el final, pero la hechicera no depositaba demasiadas esperanzas en que la Manticore diese por terminada la caza solo porque se alejasen de la zona.
Aun así comenzó a retroceder, de forma lenta y sin realizar movimientos bruscos. Teniendo en cuenta el buen olfato de la bestia, ir hacia lo profundo del bosque no parecía buena idea, ya que la densa vegetación proveería al animal de cobijo, mientras que ellos seguirían siendo fácilmente detectables. Por ello, y tras sopesar las escasas opciones que tenían, decidió avanzar en la dirección contraria, hacia los acantilados.
No tenía muy claro qué harían si la Manticore los seguía hasta allí, pero por el momento se centraría en mantenerla a raya y controlar la pérdida de sangre, confiando en que se les ocurriese algo de ser necesario. - Vince, a los acantilados. - indicó, para que el rubio supiese el camino que tomaba. - Retrocede ahora, te cubro. - añadió instantes después, al tiempo que levantaba una mano y liberaba su elemento contra la bestia, que emitió un gutural gruñido.
Repasó mentalmente el contenido de su bolsa, y como siempre se alegró de ser lo suficientemente precavida para llevar consigo algunas hierbas y brebajes curativos, que le servirían de mucho para sanarse las heridas. Pero para eso debían librarse de la criatura primero, y casi podía ver como ésta se relamía al captar el olor de la sangre.
Apartarse de las cuevas no dio resultado, los hermanos cada vez se encontraban más cerca de los acantilados y la hambrienta Manticore, cuyo estado empeoraba por momentos a causa del daño recibido en ambas alas, no apartaba su brillante mirada de los Calhoun. Les seguía, pero guardando cierta distancia para tratar de esquivar los posibles proyectiles mágicos, aunque eso pronto cambiaría, cuando pasara nuevamente a la ofensiva.
- Esto no funciona, tenemos que hacer algo antes de que nos arrincone contra el precipicio. - dijo con preocupación, echando la vista atrás durante un breve segundo, para comprobar cuántos metros les quedaba antes de llegar al borde.
Vincent dirigió un nuevo ataque contra el ala de la bestia que aún seguía intacta, arrancándole un rugido de dolor, pero no fue suficiente para que el animal decidiese dejarlos en paz. Debía estar muy desesperado, tanto como para arriesgar su vida por un poco de alimento. Y teniendo en cuenta que su dieta se basaba sobre todo en grandes herbívoros, presas que optaban por huir antes que defenderse, aquella cacería en particular lo llevaría a sus límites.
La de ojos verdes escuchó con atención las palabras del brujo, que sugería apartarse de las cuevas cuanto antes, considerando la posibilidad de que el repentino ataque de la criatura estuviese relacionado con la protección del territorio. Tenía sentido que el ser los viese como intrusos, y que por defender su guarida estuviese dispuesto a continuar con el combate hasta el final, pero la hechicera no depositaba demasiadas esperanzas en que la Manticore diese por terminada la caza solo porque se alejasen de la zona.
Aun así comenzó a retroceder, de forma lenta y sin realizar movimientos bruscos. Teniendo en cuenta el buen olfato de la bestia, ir hacia lo profundo del bosque no parecía buena idea, ya que la densa vegetación proveería al animal de cobijo, mientras que ellos seguirían siendo fácilmente detectables. Por ello, y tras sopesar las escasas opciones que tenían, decidió avanzar en la dirección contraria, hacia los acantilados.
No tenía muy claro qué harían si la Manticore los seguía hasta allí, pero por el momento se centraría en mantenerla a raya y controlar la pérdida de sangre, confiando en que se les ocurriese algo de ser necesario. - Vince, a los acantilados. - indicó, para que el rubio supiese el camino que tomaba. - Retrocede ahora, te cubro. - añadió instantes después, al tiempo que levantaba una mano y liberaba su elemento contra la bestia, que emitió un gutural gruñido.
Repasó mentalmente el contenido de su bolsa, y como siempre se alegró de ser lo suficientemente precavida para llevar consigo algunas hierbas y brebajes curativos, que le servirían de mucho para sanarse las heridas. Pero para eso debían librarse de la criatura primero, y casi podía ver como ésta se relamía al captar el olor de la sangre.
Apartarse de las cuevas no dio resultado, los hermanos cada vez se encontraban más cerca de los acantilados y la hambrienta Manticore, cuyo estado empeoraba por momentos a causa del daño recibido en ambas alas, no apartaba su brillante mirada de los Calhoun. Les seguía, pero guardando cierta distancia para tratar de esquivar los posibles proyectiles mágicos, aunque eso pronto cambiaría, cuando pasara nuevamente a la ofensiva.
- Esto no funciona, tenemos que hacer algo antes de que nos arrincone contra el precipicio. - dijo con preocupación, echando la vista atrás durante un breve segundo, para comprobar cuántos metros les quedaba antes de llegar al borde.
Elen Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Cuando su hermana le dijo que se dirigía hacia los acantilados el brujo pensó que se quedarían acorralados. De todos modos, si se metían en el bosque seguirían en la misma situación que ahora mismo, así que no tenían más opción realmente. Al menos cerca de la costa ellos verían mejor a la bestia sin que esta se escondiera, y ella no tendría buena visión sin las copas de los árboles tapando los rayos del sol.
Elen lanzó un rayo contra la Manticore que se quejó con un gruñido, momento en el que el brujo aprovechó para poner tierra de por medio. No podía negar que se sentía aliviado de poder alejarse del imponente animal. Incluso se sintió aún más aliviado cuando parecía por un momento que tenía razón sobre él. Por unos instantes la bestia se quedó rezagada vigilando los movimientos de los hermanos con cautela, pero sin hacer ningún ataque. Minutos más tardes ya se encontraban cerca del llano sin árboles que estaba a escasos metros del precipicio, y ya era evidente que la actitud del animal no era por su guarida sino por un ataque de locura por hambre.
- Estúpido animal-, maldijo. - No se dará por vencido hasta que lo matemos. Y realmente no se me ocurren ideas para acabar con él. Esas escamas son tan duras como las de un dragón y no sé si se desangrarán antes de matarnos o después-, rió - Espero que antes.
Un gritó salvaje se oyó desde el bosque anunciando las renovadas fuerzas de la Manticore por darles caza. No se librarían tan fácilmente, eso estaba claro.
- No podemos hacer nada-, contestó a su hermana. - Sigamos hasta donde no hay árboles. Estaremos acorralados contra el acantilado, pero realmente ya lo estamos porque ese animal es casi indestructible. Al menos allí tenemos la ventaja de que verá aún peor.
La bestia salió de la espesura como una exhalación. No se detuvo en ningún momento, con la idea fija de acabar con la batalla de una vez por todas seguramente. Los dos hermanos estaban juntos así que al principio no estaba claro a por quien iba.
- Cuidado-, gritó el brujo mientras apartaba a su hermana de un salto. Sintió como una de las garras le rasgaba levemente el costado mientras se apartaba empujando a Elen.
La Manticore había decidido en el último momento ir a por Elen atraída por el olor de la sangre. Oyó como las zarpas rechinaban deslizándose por las rocas, pero el brujo no tuvo tiempo de ver nada, distraído por el nuevo dolor en su cuerpo. Otra herida para la colección pensó antes de girarse para enfrentarse a la bestia de nuevo.
Elen lanzó un rayo contra la Manticore que se quejó con un gruñido, momento en el que el brujo aprovechó para poner tierra de por medio. No podía negar que se sentía aliviado de poder alejarse del imponente animal. Incluso se sintió aún más aliviado cuando parecía por un momento que tenía razón sobre él. Por unos instantes la bestia se quedó rezagada vigilando los movimientos de los hermanos con cautela, pero sin hacer ningún ataque. Minutos más tardes ya se encontraban cerca del llano sin árboles que estaba a escasos metros del precipicio, y ya era evidente que la actitud del animal no era por su guarida sino por un ataque de locura por hambre.
- Estúpido animal-, maldijo. - No se dará por vencido hasta que lo matemos. Y realmente no se me ocurren ideas para acabar con él. Esas escamas son tan duras como las de un dragón y no sé si se desangrarán antes de matarnos o después-, rió - Espero que antes.
Un gritó salvaje se oyó desde el bosque anunciando las renovadas fuerzas de la Manticore por darles caza. No se librarían tan fácilmente, eso estaba claro.
- No podemos hacer nada-, contestó a su hermana. - Sigamos hasta donde no hay árboles. Estaremos acorralados contra el acantilado, pero realmente ya lo estamos porque ese animal es casi indestructible. Al menos allí tenemos la ventaja de que verá aún peor.
La bestia salió de la espesura como una exhalación. No se detuvo en ningún momento, con la idea fija de acabar con la batalla de una vez por todas seguramente. Los dos hermanos estaban juntos así que al principio no estaba claro a por quien iba.
- Cuidado-, gritó el brujo mientras apartaba a su hermana de un salto. Sintió como una de las garras le rasgaba levemente el costado mientras se apartaba empujando a Elen.
La Manticore había decidido en el último momento ir a por Elen atraída por el olor de la sangre. Oyó como las zarpas rechinaban deslizándose por las rocas, pero el brujo no tuvo tiempo de ver nada, distraído por el nuevo dolor en su cuerpo. Otra herida para la colección pensó antes de girarse para enfrentarse a la bestia de nuevo.
Vincent Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
La situación de los hermanos no mejoraba, por delante la Manticore y detrás el precipicio, ¿qué podían hacer? Lo único que quedaba claro era que la criatura no se movía por territorialidad, sino que su objetivo era cazarlos, dato que no resultaba nada esperanzador. Tenía ambas alas dañadas de gravedad, pero ni la pérdida de sangre la hacía retroceder a su guarida, no se detendría hasta capturar a una de las presas.
Elen mantenía la presión sobre sus heridas, pero tendrían que acabar con la bestia antes de que se debilitase más, o se convertiría en una carga para su hermano. Haciendo caso a las palabras del rubio, siguió retrocediendo hasta pasar la última línea de árboles, lo que les dejaba a escasos metros del borde, pero en una zona en que la visión de la Manticore se vería bastante reducida. Quizá se lo pensase mejor antes de exponerse en un lugar en que solo podía guiarse por el olfato, pensó la hechicera, pero pronto quedó claro que aquel ser estaba dispuesto a ir hasta el final.
La de cabellos cenicientos pudo ver como la criatura salía de entre los arbustos a toda velocidad, pero antes de que pudiese hacer algo, Vincent la empujó hacia un lado para apartarla del peligro. Sin embargo, con aquella acción solo consiguió que las garras de la bestia lo alcanzaran en un costado de forma superficial, el animal seguía en pie y su interés se centraba en la hechicera, cuyo aroma a sangre se le antojaba irresistible.
La joven pudo ver como se relamía antes de lanzar el último ataque en su dirección, retrocedió sin apartar ni un segundo la vista de la Manticore, hasta que una de sus botas no encontró suelo en que apoyarse. Estaba justo al borde del precipicio, totalmente acorralada, pero aquello le dio una idea, que quizá les ayudase a terminar de una vez con la pelea. Juntó las manos y creó una esfera de energía tan grande como le fue posible, para luego esperar a que la criatura decidiese abalanzarse sobre ella.
- Vamos, lo estás deseando…- musitó ligeramente nerviosa, al tiempo que clavaba la vista en los ojos de la bestia. Ésta no tardó demasiado en iniciar su sprint, corriendo directamente hacia la posición en que se encontraba la bruja al tiempo que rugía, creyéndose victoriosa. Elen intensificó el brillo de la esfera en el momento preciso, cuando apenas las separaban cuatro o cinco metros de distancia, y sin perder ni un segundo, se lanzó hacia un lado y rodó por el suelo.
La terrible Manticore, cegada a causa de la luz y sin poder ver a su objetivo, no tuvo tiempo de frenarse, se encontró sin apoyó bajo las patas y cayó por el precipicio, golpeándose con los afilados bordes hasta aterrizar sonoramente en una formación rocosa. Elen observó la dolorosa caída sin poder creer que su idea hubiese funcionado, todo había terminado. Sin la posibilidad de volar, la bestia no había tenido opciones para tratar de salvarse, los numerosos golpes destrozaron parte de sus escamas y el último impacto contra las rocas resultó letal.
Un débil quejido fue lo único que pudo emitir, antes de que el brillo de sus ojos se apagase y la acelerada respiración se detuviese, llegando a su fin. - Lo conseguimos, ¡lo conseguimos Vince! - exclamó emocionada, antes de incorporarse y buscar con la mirada a su hermano. Avanzó hacia él tan rápido como pudo, para sentarse a su lado y comenzar a revolver en el interior de su bolsa, donde siempre llevaba algunas vendas, mortero, hierbas básicas y productos alquímicos. - Déjame ver lo que te ha hecho, no podemos presentarnos en este estado ante Marie o se pondrá histérica. - dijo, riendo levemente al imaginar la cara que su segunda madre pondría si los viese así.
Elen mantenía la presión sobre sus heridas, pero tendrían que acabar con la bestia antes de que se debilitase más, o se convertiría en una carga para su hermano. Haciendo caso a las palabras del rubio, siguió retrocediendo hasta pasar la última línea de árboles, lo que les dejaba a escasos metros del borde, pero en una zona en que la visión de la Manticore se vería bastante reducida. Quizá se lo pensase mejor antes de exponerse en un lugar en que solo podía guiarse por el olfato, pensó la hechicera, pero pronto quedó claro que aquel ser estaba dispuesto a ir hasta el final.
La de cabellos cenicientos pudo ver como la criatura salía de entre los arbustos a toda velocidad, pero antes de que pudiese hacer algo, Vincent la empujó hacia un lado para apartarla del peligro. Sin embargo, con aquella acción solo consiguió que las garras de la bestia lo alcanzaran en un costado de forma superficial, el animal seguía en pie y su interés se centraba en la hechicera, cuyo aroma a sangre se le antojaba irresistible.
La joven pudo ver como se relamía antes de lanzar el último ataque en su dirección, retrocedió sin apartar ni un segundo la vista de la Manticore, hasta que una de sus botas no encontró suelo en que apoyarse. Estaba justo al borde del precipicio, totalmente acorralada, pero aquello le dio una idea, que quizá les ayudase a terminar de una vez con la pelea. Juntó las manos y creó una esfera de energía tan grande como le fue posible, para luego esperar a que la criatura decidiese abalanzarse sobre ella.
- Vamos, lo estás deseando…- musitó ligeramente nerviosa, al tiempo que clavaba la vista en los ojos de la bestia. Ésta no tardó demasiado en iniciar su sprint, corriendo directamente hacia la posición en que se encontraba la bruja al tiempo que rugía, creyéndose victoriosa. Elen intensificó el brillo de la esfera en el momento preciso, cuando apenas las separaban cuatro o cinco metros de distancia, y sin perder ni un segundo, se lanzó hacia un lado y rodó por el suelo.
La terrible Manticore, cegada a causa de la luz y sin poder ver a su objetivo, no tuvo tiempo de frenarse, se encontró sin apoyó bajo las patas y cayó por el precipicio, golpeándose con los afilados bordes hasta aterrizar sonoramente en una formación rocosa. Elen observó la dolorosa caída sin poder creer que su idea hubiese funcionado, todo había terminado. Sin la posibilidad de volar, la bestia no había tenido opciones para tratar de salvarse, los numerosos golpes destrozaron parte de sus escamas y el último impacto contra las rocas resultó letal.
Un débil quejido fue lo único que pudo emitir, antes de que el brillo de sus ojos se apagase y la acelerada respiración se detuviese, llegando a su fin. - Lo conseguimos, ¡lo conseguimos Vince! - exclamó emocionada, antes de incorporarse y buscar con la mirada a su hermano. Avanzó hacia él tan rápido como pudo, para sentarse a su lado y comenzar a revolver en el interior de su bolsa, donde siempre llevaba algunas vendas, mortero, hierbas básicas y productos alquímicos. - Déjame ver lo que te ha hecho, no podemos presentarnos en este estado ante Marie o se pondrá histérica. - dijo, riendo levemente al imaginar la cara que su segunda madre pondría si los viese así.
Elen Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
El brujo tardo unos segundos en responder a su hermana, un poco conmocionado por lo que acababa de presenciar. Aún no podía creer que todo hubiera terminado. Se había levantado para enfrentar a la bestia de nuevo justo a tiempo de ver como su hermana la esquivaba por última vez. La Manticore en un ataque de furia, y en parte de locura, se había precipitado por el acantilado.
- Recuérdame que la próxima vez Marie nos visite a nosotros y no al revés-, bromeó mientras se acercaba al borde.
Los golpes de la bestia contra las rocas aún resonaban en su cabeza, pero aunque sabía que la caída había sido fatal necesitaba ver el cadáver. Allí al fondo, destrozado y demacrado, el animal reposaba en el eterno descanso de la muerte. Las olas lo bañaban y pronto el rojo de la sangre hizo presencia tintando el mar con su color tan característico. Solo entonces el brujo sintió que se quitaba un peso de encima.
- Maldito animal. No ha parado hasta acabar con su vida-, dijo con la mirada fija en él. Al notar la mirada de su hermana a la herida en su costado recordó que se había acercado para curarlo anteriormente. - No es nada. Solo un rasguño para lucir ante las pelirrojas-, comentó sonriente. - Deberías curarte tu primero-, señaló al costado de la joven. - Parece mucho más grave que lo mío.
Pasaron los minutos, quizás más de una hora, mientras Elen curaba a los maltrechos hermanos. El viento en esa zona era bastante fuerte, como en casi toda zona alta de acantilados en realidad, provocando que el mar bravo chocara contra la costa. El brujo miraba hacia la zona por donde había caído el animal, casi esperando que apareciera de nuevo trepando por la pared. Sabía que era algo imposible pero la Manticore había demostrado un tesón fuera de este mundo. Quizás fuera incluso capaz de burlar a la muerte.
- Esa bestia parecía inmortal-, dijo a su hermana mientras esta le curaba el costado.
Las pequeñas punzadas de dolor del tratamiento hacían que no notara el viento frío contra su torso desnudo. El brujo sabía mucho sobre piedras mágicas, pero sobre el potingue que le untaba Elen no tenía ni remota idea. A ella le encantaba todo lo que tenía que ver con la alquimia desde su más tierna infancia. Él, por el contrario, no sabía prácticamente diferenciar una flor de otro tipo de flor. Diablos, una planta era una planta pensó. De todos modos, seguramente Elen se sentía igual cuando miraba las runas de su hermano como él se sentía cuando miraba sus botes con todo tipo de remedios para cada ocasión.
- Te aseguro que si la Manticore asomara el hocico por el borde del acantilado, en un nuevo intento de matarnos, no me extrañaría en absoluto-, rió. - Debía ser pariente tuyo, hermanita. Era tan tozuda como tú-, volvió a reír, sabiendo que su hermana seguro que tomaba alguna represalia por el comentario.
- Recuérdame que la próxima vez Marie nos visite a nosotros y no al revés-, bromeó mientras se acercaba al borde.
Los golpes de la bestia contra las rocas aún resonaban en su cabeza, pero aunque sabía que la caída había sido fatal necesitaba ver el cadáver. Allí al fondo, destrozado y demacrado, el animal reposaba en el eterno descanso de la muerte. Las olas lo bañaban y pronto el rojo de la sangre hizo presencia tintando el mar con su color tan característico. Solo entonces el brujo sintió que se quitaba un peso de encima.
- Maldito animal. No ha parado hasta acabar con su vida-, dijo con la mirada fija en él. Al notar la mirada de su hermana a la herida en su costado recordó que se había acercado para curarlo anteriormente. - No es nada. Solo un rasguño para lucir ante las pelirrojas-, comentó sonriente. - Deberías curarte tu primero-, señaló al costado de la joven. - Parece mucho más grave que lo mío.
Pasaron los minutos, quizás más de una hora, mientras Elen curaba a los maltrechos hermanos. El viento en esa zona era bastante fuerte, como en casi toda zona alta de acantilados en realidad, provocando que el mar bravo chocara contra la costa. El brujo miraba hacia la zona por donde había caído el animal, casi esperando que apareciera de nuevo trepando por la pared. Sabía que era algo imposible pero la Manticore había demostrado un tesón fuera de este mundo. Quizás fuera incluso capaz de burlar a la muerte.
- Esa bestia parecía inmortal-, dijo a su hermana mientras esta le curaba el costado.
Las pequeñas punzadas de dolor del tratamiento hacían que no notara el viento frío contra su torso desnudo. El brujo sabía mucho sobre piedras mágicas, pero sobre el potingue que le untaba Elen no tenía ni remota idea. A ella le encantaba todo lo que tenía que ver con la alquimia desde su más tierna infancia. Él, por el contrario, no sabía prácticamente diferenciar una flor de otro tipo de flor. Diablos, una planta era una planta pensó. De todos modos, seguramente Elen se sentía igual cuando miraba las runas de su hermano como él se sentía cuando miraba sus botes con todo tipo de remedios para cada ocasión.
- Te aseguro que si la Manticore asomara el hocico por el borde del acantilado, en un nuevo intento de matarnos, no me extrañaría en absoluto-, rió. - Debía ser pariente tuyo, hermanita. Era tan tozuda como tú-, volvió a reír, sabiendo que su hermana seguro que tomaba alguna represalia por el comentario.
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Elen se había preocupado en primera instancia de sanar a su hermano, pero ciertamente las heridas de la joven eran más graves, así que siguiendo su consejo, apartó la rasgada tela de su camisa y echó un vistazo a lo que las garras de la Manticore le habían hecho. Dolía, pero la de cabellos cenicientos había padecido ya mucho durante sus viajes, y eso le facilitaba el soportar aquel tipo de molestias. Por suerte no eran demasiado profundas, así que bastaría con un brebaje y algo de reposo para curarlas del todo, quizá ni siquiera quedase marca.
Extrajo de su bolsa algunos frascos, vendas y el mortero, que ésta vez haría las veces de cuenco en el que mezclar ingredientes. En cuanto tuvo todo lo necesario se puso manos a la obra, vertiendo una infusión de Inhibis en el recipiente para luego añadirle algunas gotas de la sustancia de rosa sangrante, y dejar que sus propiedades se fuesen combinando mientras tomaba una rama de Barrimorth y le quitaba los capullos en que debían salir las flores.
Tras añadir a la mezcla el último componente, esperó unos minutos antes de traspasar el producto final al frasco en que había traído la infusión, desde el que le sería más sencillo aplicar la pócima. Acercó el bote a su costado y dejó que parte del contenido se derramase por encima de las heridas, pero guardando lo suficiente para hacer lo mismo con las del rubio. - Siempre escuece un poco. - musitó, aunque en cierto modo ya se había acostumbrado con los años a la molesta reacción que provocaba la rosa sangrante. Ayudaba a cicatrizar el doble de rápido sí, pero no resultaba un proceso cómodo para quien se la aplicaba.
En cuestión de unos minutos comenzó a notar el efecto del Inhibis, que adormecía la zona afectada y le aliviaba los dolores, cosa que agradecía enormemente. Echó mano a otro de los tarros que había sacado de su bolsa y extendió una fina capa de ungüento por encima de las marcas, para mantener los cortes protegidos ante posibles infecciones y reforzar el cicatrizado, que con un poco de suerte convertiría las marcas en delgadas líneas blanquecinas, apenas visibles.
Para la bruja una cicatriz más no significaba nada, había aceptado ya todas y cada una de las tenía en su cuerpo, así que no se preocupó por hacer nada más al respecto. Tomó las vendas y se rodeó el torso con ellas, antes de girarse hacia Vincent para ocuparse de los rasguños que había recibido durante el enfrentamiento. Su hermano aún esperaba que la Manticore hallase la forma de regresar a por ellos, y no era extraño que esa idea rondase su mente, la criatura se había mostrado feroz y terriblemente decidida a acabar con ellos.
- Te entiendo, pero ya no se levantará más… solo espero que no nos topemos con otra de regreso…- dijo sin elevar apenas la voz, antes de escuchar de boca del mago uno de sus típicos comentarios para meterse con ella. Vincent no pretendía ofender, solo pinchar a su hermana para que saltase, y ella lo sabía de sobra. En otra situación la de ojos verdes no habría perdido oportunidad de devolvérsela a su manera, pero teniendo en cuenta que aún les quedaba un largo camino hasta la cabaña de Marie y Robert, se limitó a elevar la vista al cielo de forma exagerada.
- Reza a los dioses porque yo no me vuelva tan violenta como esa cosa, o tus pelirrojas tendrán muchas más marcas que admirar. - respondió, para luego reír levemente y acabar de vendarlo. Recogió sus pertenencias en cuanto terminó de tratar al rubio, y tras levantarse y comprobar que podía andar sin dificultades de ningún tipo, revisó su rasgada y manchada camisa. - Ojalá hubiese traído otra muda conmigo, supongo que Marie se pondrá histérica de todos modos. - en realidad estaba segura de que pasaría, pero ambos se encontraban bien así que no sería difícil calmarla.
- Deberíamos ponernos en marcha. - añadió segundos después, antes de dar la espalda a los acantilados y echarse a andar a paso ligero, cuanto antes encontrasen el camino correcto a la casa de los magos mejor.
Off: Subrayado el uso de la habilidad pasiva de alquimia.
Extrajo de su bolsa algunos frascos, vendas y el mortero, que ésta vez haría las veces de cuenco en el que mezclar ingredientes. En cuanto tuvo todo lo necesario se puso manos a la obra, vertiendo una infusión de Inhibis en el recipiente para luego añadirle algunas gotas de la sustancia de rosa sangrante, y dejar que sus propiedades se fuesen combinando mientras tomaba una rama de Barrimorth y le quitaba los capullos en que debían salir las flores.
Tras añadir a la mezcla el último componente, esperó unos minutos antes de traspasar el producto final al frasco en que había traído la infusión, desde el que le sería más sencillo aplicar la pócima. Acercó el bote a su costado y dejó que parte del contenido se derramase por encima de las heridas, pero guardando lo suficiente para hacer lo mismo con las del rubio. - Siempre escuece un poco. - musitó, aunque en cierto modo ya se había acostumbrado con los años a la molesta reacción que provocaba la rosa sangrante. Ayudaba a cicatrizar el doble de rápido sí, pero no resultaba un proceso cómodo para quien se la aplicaba.
En cuestión de unos minutos comenzó a notar el efecto del Inhibis, que adormecía la zona afectada y le aliviaba los dolores, cosa que agradecía enormemente. Echó mano a otro de los tarros que había sacado de su bolsa y extendió una fina capa de ungüento por encima de las marcas, para mantener los cortes protegidos ante posibles infecciones y reforzar el cicatrizado, que con un poco de suerte convertiría las marcas en delgadas líneas blanquecinas, apenas visibles.
Para la bruja una cicatriz más no significaba nada, había aceptado ya todas y cada una de las tenía en su cuerpo, así que no se preocupó por hacer nada más al respecto. Tomó las vendas y se rodeó el torso con ellas, antes de girarse hacia Vincent para ocuparse de los rasguños que había recibido durante el enfrentamiento. Su hermano aún esperaba que la Manticore hallase la forma de regresar a por ellos, y no era extraño que esa idea rondase su mente, la criatura se había mostrado feroz y terriblemente decidida a acabar con ellos.
- Te entiendo, pero ya no se levantará más… solo espero que no nos topemos con otra de regreso…- dijo sin elevar apenas la voz, antes de escuchar de boca del mago uno de sus típicos comentarios para meterse con ella. Vincent no pretendía ofender, solo pinchar a su hermana para que saltase, y ella lo sabía de sobra. En otra situación la de ojos verdes no habría perdido oportunidad de devolvérsela a su manera, pero teniendo en cuenta que aún les quedaba un largo camino hasta la cabaña de Marie y Robert, se limitó a elevar la vista al cielo de forma exagerada.
- Reza a los dioses porque yo no me vuelva tan violenta como esa cosa, o tus pelirrojas tendrán muchas más marcas que admirar. - respondió, para luego reír levemente y acabar de vendarlo. Recogió sus pertenencias en cuanto terminó de tratar al rubio, y tras levantarse y comprobar que podía andar sin dificultades de ningún tipo, revisó su rasgada y manchada camisa. - Ojalá hubiese traído otra muda conmigo, supongo que Marie se pondrá histérica de todos modos. - en realidad estaba segura de que pasaría, pero ambos se encontraban bien así que no sería difícil calmarla.
- Deberíamos ponernos en marcha. - añadió segundos después, antes de dar la espalda a los acantilados y echarse a andar a paso ligero, cuanto antes encontrasen el camino correcto a la casa de los magos mejor.
Off: Subrayado el uso de la habilidad pasiva de alquimia.
Última edición por Elen Calhoun el Mar 25 Ago 2015 - 8:46, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
El brujo siguió riéndose un rato mientras su hermana acababa de tratar sus heridas. Una bestia más grande que una casa había intentado matarles, pero el hecho de seguir con vida hacía que mereciese la pena disfrutar cada momento de ella. Y el humor era uno de los grandes placeres de la vida para el arcano.
- ¿Si fueras tan violenta como esa cosa? Teniendo en cuenta como la has dejado, destrozada contra las rocas, creo que eres lo suficientemente peligrosa sin necesidad de más violencia-, bromeó antes de reír de nuevo. Luego se colocó la camisa pensando en las palabras de Elen. - Se pondrá nerviosa cuando vea nuestras ropas destrozadas, aunque poco remedio se puede hacer ya. De todos modos, poca culpa tenemos de la inestabilidad mental de los animales de este bosque-, comentó recogiendo todas sus cosas para ponerse en marcha.
Media hora más tarde, podía al fin divisar el camino que supuestamente llevaba hacia la casa de los Stone. La verdad es que era un camino de tierra muy poco apreciable dada la frondosidad del bosque, no obstante se notaba el sendero creado por la obra del tránsito de personas por él. El terreno removido una y otra vez por los pasos de personas hacía que no creciera hierba sobre él.
- Mira, ese debe ser el sendero hasta la casa de Marie. No ha costado demasiado encontrarlo. Solo unos minutos y matar una Manticore-, dijo con sorna.
El resto del trayecto fue mucho más llevadero. El camino zigzagueaba por el bosque, pero al poco de tomarlo los guiaba hasta terreno más bajo. Poder avanzar cuesta abajo era un alivio después de tanto tiempo caminando, y más después del ataque de un animal enajenado. El recuerdo del ataque le hizo pensar de nuevo en la herida. Realmente no la había notado hasta que se había puesto a pensar en ella. Era poco más que un rasguño, aunque el ungüento de Elen era lo que realmente mitigaba del todo el dolor, haciendo que ni lo hubiera sentido durante todo el trayecto.
Después de un poco más de una hora desde que salieran del acantilado, al fin pudieron divisar la cabaña. No era la típica cabaña funcional con pocas habitaciones. Incluso desde la lejanía desde la que la veían se notaba que era una gran casa, incluso tenía un gran ventanal que daba a un salón con chimenea. O eso le parecía al menos desde allí. Había un claro del bosque en la parte delantera que se encontraba nada más bajar el camino por la colina donde se hallaban, y por el otro lado daba al resto del bosque. Si no estaba muy equivocado si seguían en esa dirección encontrarían de nuevo la costa, aunque no conocía esa zona y no sabía si sería otro acantilado o una cala.
- Quizás deberíamos decirles que nos caímos por el bosque en vez del ataque de la Manticore-, musitó a su hermana mientras se acercaban a la casa. - No creo que nos inspeccionen las heridas, ¿Qué opinas?
- Pensaba que nunca llegarían a este paso-, comentó una sonriente Marie. Había salido al verles venir por la ventana, y el brujo pensó que no podía haber estado más acertado con su comentario, pese a que lo hubiera dicho como mero saludo.
- Se ve que no recuerdo este bosque tan bien como pensaba-, comentó después de reír. - La próxima vez vas a tener que dejarnos miguitas de pan para guiarnos.
El mago no había comentado nada sobre el ataque, aunque estaba seguro de que preguntarían sobre los destrozos en sus ropas. Eran demasiados evidentes como para ocultarlos. Llegado el momento dejaría que Elen tomara la iniciativa sobre ello, ahora solo tenía pensamientos para un cama en la que recostarse un rato al menos.
- ¿Si fueras tan violenta como esa cosa? Teniendo en cuenta como la has dejado, destrozada contra las rocas, creo que eres lo suficientemente peligrosa sin necesidad de más violencia-, bromeó antes de reír de nuevo. Luego se colocó la camisa pensando en las palabras de Elen. - Se pondrá nerviosa cuando vea nuestras ropas destrozadas, aunque poco remedio se puede hacer ya. De todos modos, poca culpa tenemos de la inestabilidad mental de los animales de este bosque-, comentó recogiendo todas sus cosas para ponerse en marcha.
Media hora más tarde, podía al fin divisar el camino que supuestamente llevaba hacia la casa de los Stone. La verdad es que era un camino de tierra muy poco apreciable dada la frondosidad del bosque, no obstante se notaba el sendero creado por la obra del tránsito de personas por él. El terreno removido una y otra vez por los pasos de personas hacía que no creciera hierba sobre él.
- Mira, ese debe ser el sendero hasta la casa de Marie. No ha costado demasiado encontrarlo. Solo unos minutos y matar una Manticore-, dijo con sorna.
El resto del trayecto fue mucho más llevadero. El camino zigzagueaba por el bosque, pero al poco de tomarlo los guiaba hasta terreno más bajo. Poder avanzar cuesta abajo era un alivio después de tanto tiempo caminando, y más después del ataque de un animal enajenado. El recuerdo del ataque le hizo pensar de nuevo en la herida. Realmente no la había notado hasta que se había puesto a pensar en ella. Era poco más que un rasguño, aunque el ungüento de Elen era lo que realmente mitigaba del todo el dolor, haciendo que ni lo hubiera sentido durante todo el trayecto.
Después de un poco más de una hora desde que salieran del acantilado, al fin pudieron divisar la cabaña. No era la típica cabaña funcional con pocas habitaciones. Incluso desde la lejanía desde la que la veían se notaba que era una gran casa, incluso tenía un gran ventanal que daba a un salón con chimenea. O eso le parecía al menos desde allí. Había un claro del bosque en la parte delantera que se encontraba nada más bajar el camino por la colina donde se hallaban, y por el otro lado daba al resto del bosque. Si no estaba muy equivocado si seguían en esa dirección encontrarían de nuevo la costa, aunque no conocía esa zona y no sabía si sería otro acantilado o una cala.
- Quizás deberíamos decirles que nos caímos por el bosque en vez del ataque de la Manticore-, musitó a su hermana mientras se acercaban a la casa. - No creo que nos inspeccionen las heridas, ¿Qué opinas?
- Pensaba que nunca llegarían a este paso-, comentó una sonriente Marie. Había salido al verles venir por la ventana, y el brujo pensó que no podía haber estado más acertado con su comentario, pese a que lo hubiera dicho como mero saludo.
- Se ve que no recuerdo este bosque tan bien como pensaba-, comentó después de reír. - La próxima vez vas a tener que dejarnos miguitas de pan para guiarnos.
El mago no había comentado nada sobre el ataque, aunque estaba seguro de que preguntarían sobre los destrozos en sus ropas. Eran demasiados evidentes como para ocultarlos. Llegado el momento dejaría que Elen tomara la iniciativa sobre ello, ahora solo tenía pensamientos para un cama en la que recostarse un rato al menos.
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Una vez abatida la Manticore, los hermanos no tardaron mucho en dar con el sendero correcto, y pudieron respirar aliviados al divisar a lo lejos la tan buscada cabaña, que poco se asemejaba a la imagen típica de aquellas construcciones. En vez de ser modesta y contar con pocas estancias, la vivienda de los Stone tenía dos pisos compuestos por varias salas de amplio tamaño, sin duda no habían escatimado en gastos a la hora de construirla.
El interior estaba ricamente decorado con un sinfín de objetos, muchos de ellos traídos desde tierras lejanas durante las múltiples expediciones en que el matrimonio había participado años atrás. Varias de las habitaciones del piso superior estaban enteramente dedicadas al estudio de la magia, y en ellas se podía encontrar desde estanterías repletas de libros antiguos hasta los más modernos equipos de alquimia, todo cuanto un hechicero podría necesitar para sus estudios.
Mientras la de ojos verdes recorría la casa con la mirada, Vincent sugirió que achacaran sus heridas a una caída en el bosque, versión que sin duda dejaría más tranquila a Marie. Los destrozos en las ropas eran evidentes, y las manchas de sangre aún podían verse en algunos retazos de tela, pero quizá aquella historia que proponía el rubio fuese lo suficientemente convincente para que la maga no se preocupase en exceso.
Antes de que Elen pudiese responder a su hermano para indicarle que estaba de acuerdo, Marie apareció en el exterior de la casa para recibirlos, con una amplia sonrisa en el rostro. La de cabellos cenicientos esbozó otra en respuesta, se alegraba mucho de verla y comprobar que a pesar del lugar en que habían decidido vivir, no corrían peligro. - Y Elanoor se queja de que vivo apartada de la aldea, debería ver lo complicado que resulta encontrar esto. - añadió tras las palabras de Vince.
- Vamos vamos, no es para tanto chicos. - respondió la mujer, al tiempo que se acercaba con la intención de darles un caluroso abrazo. - Me alegro de veros. - musitó, antes de bajar la vista y centrar su atención en las ropas de ambos, con expresión algo preocupada. - ¿Pero qué os ha pasado? - preguntó, desviando la mirada de uno a otro. - Tranquila, tuvimos algunos problemillas para dar con el camino y nos caímos en el bosque, pero ya me he ocupado de los arañazos, no es nada. - mintió la bruja, para acto seguido rodear con los brazos a Marie de forma cariñosa.
La infusión de Inhibis, junto con el resto de componentes, mantendría a raya el dolor durante un rato, lo suficiente para que la maga no sospechase, luego Elen volvería a elaborar de nuevo la poción y echaría un vistazo a las heridas de ambos. Tras liberar a la que fuera como una segunda madre para ellos, esperó a que saludase como era debido a Vince, antes de seguirla al interior de la confortable cabaña de madera.
- ¿A quién tenemos aquí? - la grave voz de Robert llegó desde uno de los sillones del salón al que acababan de entrar. - Como habéis cambiado muchachos, tenéis que venir más a menudo o no os reconoceremos. - bromeó mientras se acercaba a ambos. Dio un abrazo a la pequeña de los Calhoun y luego pasó a situarse junto al rubio, para darle unas palmaditas en la espalda. - Veo que te estás poniendo fuerte Vincent, eso siempre viene bien. - comentó sonriendo, antes de invitarlos a ponerse cómodos. Robert era bastante diferente a su esposa, y aunque no dejaba de preocuparse por cómo les iba a los jóvenes fuera de las islas, sabía de sobra que podían apañárselas bien por su cuenta, así que no dio importancia al detalle de las ropas.
Marie desapareció de la estancia durante unos minutos, y cuando regresó llevaba consigo algo de ropa limpia, que de inmediato entregó a los hermanos. - Aquí tenéis unas camisas, iré a avisar a Leonora de que habéis llegado. - dijo, con voz mucho más animada al pronuncias las últimas palabras. Después de mucho tiempo por fin estarían todos reunidos nuevamente, y la maga no podía estar más contenta.
Elen se retiró a una de las habitaciones contiguas para cambiarse sin que nadie viese los vendajes que llevaba en el torso, luego regresó al salón y saludó a la hija del matrimonio, que también había dejado la ciudad hacía poco para visitar a sus padres y pasar con ellos un par de semanas. - Es una pena que Yenn no haya venido con vosotros, quizá en otra ocasión podáis traerla. - intervino Marie, que había albergado esperanzas de volver a ver a su antigua amiga de la academia.
La maga prepararía una deliciosa cena para celebrar que los tres jóvenes hubiesen ido a visitarlos, y sin duda habría ocasión de que se pusieran al día, contándose unos a otros lo que habían estado haciendo desde la última vez que se vieron.
El interior estaba ricamente decorado con un sinfín de objetos, muchos de ellos traídos desde tierras lejanas durante las múltiples expediciones en que el matrimonio había participado años atrás. Varias de las habitaciones del piso superior estaban enteramente dedicadas al estudio de la magia, y en ellas se podía encontrar desde estanterías repletas de libros antiguos hasta los más modernos equipos de alquimia, todo cuanto un hechicero podría necesitar para sus estudios.
Mientras la de ojos verdes recorría la casa con la mirada, Vincent sugirió que achacaran sus heridas a una caída en el bosque, versión que sin duda dejaría más tranquila a Marie. Los destrozos en las ropas eran evidentes, y las manchas de sangre aún podían verse en algunos retazos de tela, pero quizá aquella historia que proponía el rubio fuese lo suficientemente convincente para que la maga no se preocupase en exceso.
Antes de que Elen pudiese responder a su hermano para indicarle que estaba de acuerdo, Marie apareció en el exterior de la casa para recibirlos, con una amplia sonrisa en el rostro. La de cabellos cenicientos esbozó otra en respuesta, se alegraba mucho de verla y comprobar que a pesar del lugar en que habían decidido vivir, no corrían peligro. - Y Elanoor se queja de que vivo apartada de la aldea, debería ver lo complicado que resulta encontrar esto. - añadió tras las palabras de Vince.
- Vamos vamos, no es para tanto chicos. - respondió la mujer, al tiempo que se acercaba con la intención de darles un caluroso abrazo. - Me alegro de veros. - musitó, antes de bajar la vista y centrar su atención en las ropas de ambos, con expresión algo preocupada. - ¿Pero qué os ha pasado? - preguntó, desviando la mirada de uno a otro. - Tranquila, tuvimos algunos problemillas para dar con el camino y nos caímos en el bosque, pero ya me he ocupado de los arañazos, no es nada. - mintió la bruja, para acto seguido rodear con los brazos a Marie de forma cariñosa.
La infusión de Inhibis, junto con el resto de componentes, mantendría a raya el dolor durante un rato, lo suficiente para que la maga no sospechase, luego Elen volvería a elaborar de nuevo la poción y echaría un vistazo a las heridas de ambos. Tras liberar a la que fuera como una segunda madre para ellos, esperó a que saludase como era debido a Vince, antes de seguirla al interior de la confortable cabaña de madera.
- ¿A quién tenemos aquí? - la grave voz de Robert llegó desde uno de los sillones del salón al que acababan de entrar. - Como habéis cambiado muchachos, tenéis que venir más a menudo o no os reconoceremos. - bromeó mientras se acercaba a ambos. Dio un abrazo a la pequeña de los Calhoun y luego pasó a situarse junto al rubio, para darle unas palmaditas en la espalda. - Veo que te estás poniendo fuerte Vincent, eso siempre viene bien. - comentó sonriendo, antes de invitarlos a ponerse cómodos. Robert era bastante diferente a su esposa, y aunque no dejaba de preocuparse por cómo les iba a los jóvenes fuera de las islas, sabía de sobra que podían apañárselas bien por su cuenta, así que no dio importancia al detalle de las ropas.
Marie desapareció de la estancia durante unos minutos, y cuando regresó llevaba consigo algo de ropa limpia, que de inmediato entregó a los hermanos. - Aquí tenéis unas camisas, iré a avisar a Leonora de que habéis llegado. - dijo, con voz mucho más animada al pronuncias las últimas palabras. Después de mucho tiempo por fin estarían todos reunidos nuevamente, y la maga no podía estar más contenta.
Elen se retiró a una de las habitaciones contiguas para cambiarse sin que nadie viese los vendajes que llevaba en el torso, luego regresó al salón y saludó a la hija del matrimonio, que también había dejado la ciudad hacía poco para visitar a sus padres y pasar con ellos un par de semanas. - Es una pena que Yenn no haya venido con vosotros, quizá en otra ocasión podáis traerla. - intervino Marie, que había albergado esperanzas de volver a ver a su antigua amiga de la academia.
La maga prepararía una deliciosa cena para celebrar que los tres jóvenes hubiesen ido a visitarlos, y sin duda habría ocasión de que se pusieran al día, contándose unos a otros lo que habían estado haciendo desde la última vez que se vieron.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
Sí. Una dura caída contra las zarpas de una Manticore pensó el brujo después de escuchar las palabras de su hermana.
- Estamos bien, nada que un buen descanso no pueda reparar-, comentó para luego sonreír.
- Donde he perdido mis modales-, dijo Marie después de reír. - Seguro que estáis deseando poder tomaros un respiro en la casa.
Marie se puso en marcha en cuanto terminó de hablar, y les hizo una señal con la mano para indicarles que la siguieran. Mientras se acercaba a la casa el brujo podía observar las buenas maderas con las que estaba construida. Sin duda el matrimonio había pedido un gran trabajo para la cabaña, esperando que esta aguantara el desgaste del tiempo con el menor mantenimiento posible. Seguramente muchos años más tardes de su construcción la casa seguiría allí gracias al trabajo de los obreros.
Aunque la casa era bastante distinta a la de sus padres, Vinc se sintió como en el hogar familiar en cuanto cruzó el umbral de la puerta. Recuerdos de su infancia y del olor a pino fresco inundaron sus pensamientos. No era para menos. Pese a que el caserío era distinto al familiar, estaba cerca de un bosque como este. Además, los Stone los habían criado como a sus propios hijos en su casa de la capital desde que sus padres partieran al norte. La mezcla de bosque y padres adoptivos hicieron la mezcla que activaron los recuerdos del rubio.
La voz grave de Robert lo devolvió al tiempo actual, a la vez que sus “palmaditas” casi le descoyuntan las vertebras. Sin duda no había que ser muy observador para darse cuenta de que el bueno de Stone no era el típico brujo. Le sacaba una cabeza a Vincent y era tan ancho como el tronco de un roble. Si hubiera estado presente en el ataque de la Manticore a los hermanos seguro que no hubiera necesitado de sus poderes para acabar con ella. Casi podía ver con total lucidez a la bestia con la cabeza partida por un golpe de los enormes brazos de Robert.
El rubio siempre se sentía bien en presencia del grandullón. No solo era un buen hombre, pese a su aspecto de bárbaro, sino que además había sido su mentor desde que su padre partiera. Le debía muchos conocimientos de magia, y sobre todo su dedicación por el entrenamiento físico. Para Robert era tan importante entrenar la mente como el físico. Por ello estaba seguro que de que habría ayudado a los carpinteros en la obra de la casa en su momento, mientras estos lo miraban con asombro por su fuerza sobrenatural.
- Aún me falta mucho para alcanzarle maestro-, sonrió. - Creo que en cincuenta años de entrenamiento ininterrumpido seguro que consigo que mi pierna sea tan fuerte como tu brazo-, bromeó.
- Tú no cambias eh-, se carcajeó a mandíbula abierta, justo antes de casi partirlo por la mitad con sus habituales palmadas en la espalda.
Marie llegó justo a tiempo para salvarlo de su muerte prematura al traerle una camisa limpia. La camisa le quedaba como un guante, y teniendo en cuenta la envergadura de Robert, el brujo no tuvo que imaginar demasiado para saber que la habría comprado expresamente para él en su debido momento. Esta mujer no cambiaría. Siempre cuidaría de ellos incluso después de haber encontrado a Yenn.
- Por el momento no quiere volver a las islas. No quiere acabar desbordada por tantos recuerdos-, respondió. - Pero estoy seguro de que pronto estará preparada para volver y vendrá a visitaros-, dijo sonriente. Su madre cada día estaba mejor y más fuerte. Sin ninguna a duda pronto volvería a ser la misma.
Todos se dirigieron al comedor para degustar la cena que había preparado Marie. Allí se contarían batallas e historias del pasado mientras llenaban el estómago con la genial comida, pues, aunque fuera la madre adoptiva de los Calhoun, todo el mundo sabe que la comida de mamá siempre es la mejor.
- Estamos bien, nada que un buen descanso no pueda reparar-, comentó para luego sonreír.
- Donde he perdido mis modales-, dijo Marie después de reír. - Seguro que estáis deseando poder tomaros un respiro en la casa.
Marie se puso en marcha en cuanto terminó de hablar, y les hizo una señal con la mano para indicarles que la siguieran. Mientras se acercaba a la casa el brujo podía observar las buenas maderas con las que estaba construida. Sin duda el matrimonio había pedido un gran trabajo para la cabaña, esperando que esta aguantara el desgaste del tiempo con el menor mantenimiento posible. Seguramente muchos años más tardes de su construcción la casa seguiría allí gracias al trabajo de los obreros.
Aunque la casa era bastante distinta a la de sus padres, Vinc se sintió como en el hogar familiar en cuanto cruzó el umbral de la puerta. Recuerdos de su infancia y del olor a pino fresco inundaron sus pensamientos. No era para menos. Pese a que el caserío era distinto al familiar, estaba cerca de un bosque como este. Además, los Stone los habían criado como a sus propios hijos en su casa de la capital desde que sus padres partieran al norte. La mezcla de bosque y padres adoptivos hicieron la mezcla que activaron los recuerdos del rubio.
La voz grave de Robert lo devolvió al tiempo actual, a la vez que sus “palmaditas” casi le descoyuntan las vertebras. Sin duda no había que ser muy observador para darse cuenta de que el bueno de Stone no era el típico brujo. Le sacaba una cabeza a Vincent y era tan ancho como el tronco de un roble. Si hubiera estado presente en el ataque de la Manticore a los hermanos seguro que no hubiera necesitado de sus poderes para acabar con ella. Casi podía ver con total lucidez a la bestia con la cabeza partida por un golpe de los enormes brazos de Robert.
El rubio siempre se sentía bien en presencia del grandullón. No solo era un buen hombre, pese a su aspecto de bárbaro, sino que además había sido su mentor desde que su padre partiera. Le debía muchos conocimientos de magia, y sobre todo su dedicación por el entrenamiento físico. Para Robert era tan importante entrenar la mente como el físico. Por ello estaba seguro que de que habría ayudado a los carpinteros en la obra de la casa en su momento, mientras estos lo miraban con asombro por su fuerza sobrenatural.
- Aún me falta mucho para alcanzarle maestro-, sonrió. - Creo que en cincuenta años de entrenamiento ininterrumpido seguro que consigo que mi pierna sea tan fuerte como tu brazo-, bromeó.
- Tú no cambias eh-, se carcajeó a mandíbula abierta, justo antes de casi partirlo por la mitad con sus habituales palmadas en la espalda.
Marie llegó justo a tiempo para salvarlo de su muerte prematura al traerle una camisa limpia. La camisa le quedaba como un guante, y teniendo en cuenta la envergadura de Robert, el brujo no tuvo que imaginar demasiado para saber que la habría comprado expresamente para él en su debido momento. Esta mujer no cambiaría. Siempre cuidaría de ellos incluso después de haber encontrado a Yenn.
- Por el momento no quiere volver a las islas. No quiere acabar desbordada por tantos recuerdos-, respondió. - Pero estoy seguro de que pronto estará preparada para volver y vendrá a visitaros-, dijo sonriente. Su madre cada día estaba mejor y más fuerte. Sin ninguna a duda pronto volvería a ser la misma.
Todos se dirigieron al comedor para degustar la cena que había preparado Marie. Allí se contarían batallas e historias del pasado mientras llenaban el estómago con la genial comida, pues, aunque fuera la madre adoptiva de los Calhoun, todo el mundo sabe que la comida de mamá siempre es la mejor.
Vincent Calhoun
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Re: Los peligros del hogar [Interpretativo][Libre][1/1][CERRADO]
+3 puntos para Elen en habilidad pasiva, Alquimia.
+2 puntos para Vincent en habilidad pasiva, Arcanos.
Solicitar las recompenzas en el apartado correspondiente.
+2 puntos para Vincent en habilidad pasiva, Arcanos.
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Sigel
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