Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
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Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
El mercenario evitó otro de aquellos frascos, cuyo contenido se esparció por la pared que tenía justo tras él, disolviéndola lentamente mientras se consumía en un humo de color verdoso.
Suspirando aliviado por no ser una masa sanguinolenta en el suelo, Eltrant frunció el ceño y dejando escapar una exclamación embistió al hombre de avanzada edad que saltaba por toda la sala ágilmente.
El hombre le esquivó al mercenario con una finta y contraatacó con la espada que tenía en su mano derecha, Eltrant interpuso su hoja entre la espada de su rival y su cuello.
-“¡Jamás me atraparás muchacho!” – Gritó mientras, con su mano libre, le tiraba al joven otra de aquellas ampollas, está repleta de un líquido de color morado –“¡Jamás atraparas al gran Mordecai Uroboros!” – Eltrant esquivó esta botella agachándose rápidamente, la cual se estrelló contra el suelo liberando una enorme llama de color fucsia que se apagó a los pocos segundos–“¡El mejor alquimista a este lado del Tiber!” – Exclamó una última vez al mismo tiempo que extraía aún más frascos del interior de su capa y los lanzaba todos contra el mercenario.
Eltrant evitó el primero de ellos con la espada, rompió el cristal del recipiente que contenía un líquido de color naranja, este brebaje se transformó en miles de pequeños trozos de metal que salieron disparados en todas direcciones en el mismo instante en el cual la solución estuvo contacto con el aire.
Chasqueando la lengua el mercenario retrocedió un par de pasos, tratando de evitar la multitud de esquirlas de metal que volaban por toda la habitación. Estas se estrellaron por todas partes, destrozando prácticamente todo el mobiliario presente. Eltrant no consiguió esquivarlas todas y algunas acabaron clavadas en sus piernas y brazos, a su parecer salió bien parado, tanto la cara como el torso estaban intactos.
Las otras dos botellas que el alquimista había arrojado se estrellaron a una distancia prudencial del joven, liberando ambas efectos que Eltrant no terminó de comprender, pero que, como no podían afectar desde donde se encontraban, el muchacho obvió.
-“¿¡Aún no te rindes?!” – El hombre, quien también había resultado herido por los fragmentos de metal, acometió contra el mercenario con su arma, el sonido del metal resonó en el pequeño estudio en el que el mercenario se había atrevido a atacar a Uroboros –“Han puesto precio a tu cabeza” – Dijo apretando los dientes, forcejeando–“No es nada personal, solo hago mi trabajo” – El alquimista dejó escapar una divertida carcajada y empujó al mercenario, alejándolo de su alcance varios segundos.
-“¿Y quién ha puesto precio a mi cabeza muchacho?” – Dijo sacando más pociones del interior de su capa –“¡Los nobles! ¡Esos idiotas que no toleran el progreso! ¡Esos imbéciles que jamás comprenderán lo que supone el futuro!” – Las espadas volvieron a chocar, Eltrant apretó los dientes y avanzó varios pasos, haciendo que el Mordecai retrocediese, y por consiguiente, que algunas pociones resbalasen de las manos del hombre y cayesen al suelo intactas –“¡¿Experimentar con personas es el futuro?! ¡Estas enfermo!” – El hombre volvió a reírse - “¡¿Eso es lo que te han contado?! ¡Qué ingenuo eres!”
Volvieron a intercambiar golpes, Eltrant no podía permitir que usase más de sus pócimas, si alguna de ellas le daba tendría suerte si no acababa convertido en un trozo de carbón.
Por muy rápido que fuese Mordecai para su edad seguía siendo un hombre de letras, Eltrant tenía la ventaja siempre y cuando continuasen enfrascados en el combate cuerpo a cuerpo, notaba como el alquimista iba perdiendo fuerzas mientras el mercenario avanzaba sin dejarle tiempo para pensar que hacer.
Entonces vio la abertura, era ínfima, casi invisible, pero se sucedía cada pocos segundos, siempre cuando el joven dejaba de envestir el alquimista hacia el amago de tomar otra de sus póciones.
Eltrant frunció el ceño y dejó de atacar durante una fracción de segundo a propósito, esperando que el hombre bajase la guardia, como había pensado Uroboros llevó su mano izquierda al algún bolsillo perdido en el interior de la capa, el mercenario sonrió y lanzó el envés de su espada hasta la cara del alquimista.
Pero fue lento.
A la vez que su cara se aproximaba inexorablemente hacia su objetivo, Mordecai ya tenía en su poder otro de sus mejunjes, uno de color traslucido que no dudo en lanzar al mercenario a la cara, Eltrant apretó los dientes anticipando aquello, ya no podía parar.
Su espada golpeó a Mordecai con toda la fuerza que sus brazos le permitieron, tirándolo al suelo casi al mismo instante en el que la frágil botella de cristal se rompió en la cara del muchacho, empapándole con el contenido.
Eltrant cerró los ojos, temiendo que si se movía estallase en llamas o directamente estallase sin más, pero no ocurrió nada.
Al cabo de unos segundos, Uroboros seguía balbuceando en el suelo, luchando por mantenerse consciente, y el seguía vivo, sonrió mientras olisqueaba el líquido que impregnaba su capa y su cara, aquello no olía a nada –“¿Agua?” – Pensó envainando su espada y agachándose junto al alquimista.
No le costó mucho atar al hombre, ahora solo tenía que entregarlo a su cliente, Eltrant se cruzó de largo y miró como el hombre atado de pies y manos le miraba fijamente. –“Cometes un grave error mercenario, no soy lo que tú crees” – Dijo este al cabo de unos segundos, cuando la cabeza dejó de darle vueltas –“Todos dicen lo mismo...” – Dijo Eltrant como toda respuesta.
Horas más tarde se encontró con quien le había contratado en la misma taberna en la que lo había hecho. El mayordomo de un noble de los barrios altos de Lunargenta junto a dos tipos fuertemente armados le recibieron sonriendo, no dejaba de parecerle curioso el hecho de que la guardia usara a un intermediario para atrapar a bandidos, pero no era la primera vez que pasaba, así que no le prestó atención.
-“Gracias señor Tale” – Dijo el sirviente del noble haciendo una exagerada reverencia –“Nos ocuparemos de mantenerle a buen recaudo hasta que la guardia se haga cargo de él” – Eltrant notó como Uroboros dejaba escapar un suspiro y ponía los ojos en blanco –“Además, me complace decirle que los señores Vivant desean invitarlo a la cena que darán en su hogar esta misma noche, nos congratularía tener al hombre que ha atrapado al bandido que puso en jaque el honor de los Vivant en la cena anual de la familia” – Dijo tendiendo una invitación al mercenario.
Eltrant revisó el papel que tenía en la mano incrédulo, ¿Una cena de gala? Nunca había ido a una, y aquella no iba a ser la primera vez –“Sí, muy bien... pero ¿Y el pago?” – Se apresuró a decir, Mordecai dejó escapar una ligera carcajada.
–“Se lo entregaremos en la cena, no se preocupe por eso.Trate de llevar… otra ropa señor Tale, habrá muchas personas importantes, sería una lástima que no le tuviesen en cuenta” – Dijo antes de indicar a los dos hombres armados que llevasen al prisionero hasta fuera del local, dónde lo cargaron en una carreta y se marcharon.
El mercenario, que había salido del edificio junto a los demás, suspiró y se guardó la invitación en el bolsillo para enseguida empezar a caminar en dirección a la posada, quizás pudiese comprar algo con clase por unos pocos aeros, no le apetecía ir, pero si quería cobrar no le quedaba otra.
Mientras caminaba no pudo evitar percatarse del pequeño escaparate en el que estaban dispuestos, sutilmente ordenados, diferentes trajes idóneos para lo que le esperaba, Eltrant arqueó una ceja y se quedó contemplando los atuendos, no dejaban de ser bastante ostentosos para su gusto.
Se quedó allí plantado bastante más tiempo del que el mercenario podía llegar a admitir, cruzado de brazos, percibió una mirada de facciones suaves y grandes ojos castaños desde detrás del cristal, Eltrant sonrió y la chica, de largos cabellos castaños, le imitó.
No pudo evitar preguntarse si conocía de algo a esta joven, no solía ser de los que olvidan una cara, pero siempre había una primera vez, y la muchacha tenía algo que le resultaba familiar.
¿Trabajaría la joven en aquel local? Podía aprovechar y preguntarle si tenía algún traje que no fuese especialmente caro, sonriendo alzó la mano y saludó a la chica, esta una vez más, hizo lo mismo que él.
Enarcó una ceja, aquello ya no era normal, se movió dispuesto a entrar en el edificio y acabar con la extraña situación en la que se encontraba lo más rápido posible, pero la mujer se movió junto a él, por no hablar que acababa de notar que iban vestidos de igual forma, aterrado por la situación su cabeza comenzó a atar cabos, lo que estaba mirando era su reflejo.
-“¿¡Qué... qué significa esto…!?” – Exclamó.
Suspirando aliviado por no ser una masa sanguinolenta en el suelo, Eltrant frunció el ceño y dejando escapar una exclamación embistió al hombre de avanzada edad que saltaba por toda la sala ágilmente.
El hombre le esquivó al mercenario con una finta y contraatacó con la espada que tenía en su mano derecha, Eltrant interpuso su hoja entre la espada de su rival y su cuello.
-“¡Jamás me atraparás muchacho!” – Gritó mientras, con su mano libre, le tiraba al joven otra de aquellas ampollas, está repleta de un líquido de color morado –“¡Jamás atraparas al gran Mordecai Uroboros!” – Eltrant esquivó esta botella agachándose rápidamente, la cual se estrelló contra el suelo liberando una enorme llama de color fucsia que se apagó a los pocos segundos–“¡El mejor alquimista a este lado del Tiber!” – Exclamó una última vez al mismo tiempo que extraía aún más frascos del interior de su capa y los lanzaba todos contra el mercenario.
Eltrant evitó el primero de ellos con la espada, rompió el cristal del recipiente que contenía un líquido de color naranja, este brebaje se transformó en miles de pequeños trozos de metal que salieron disparados en todas direcciones en el mismo instante en el cual la solución estuvo contacto con el aire.
Chasqueando la lengua el mercenario retrocedió un par de pasos, tratando de evitar la multitud de esquirlas de metal que volaban por toda la habitación. Estas se estrellaron por todas partes, destrozando prácticamente todo el mobiliario presente. Eltrant no consiguió esquivarlas todas y algunas acabaron clavadas en sus piernas y brazos, a su parecer salió bien parado, tanto la cara como el torso estaban intactos.
Las otras dos botellas que el alquimista había arrojado se estrellaron a una distancia prudencial del joven, liberando ambas efectos que Eltrant no terminó de comprender, pero que, como no podían afectar desde donde se encontraban, el muchacho obvió.
-“¿¡Aún no te rindes?!” – El hombre, quien también había resultado herido por los fragmentos de metal, acometió contra el mercenario con su arma, el sonido del metal resonó en el pequeño estudio en el que el mercenario se había atrevido a atacar a Uroboros –“Han puesto precio a tu cabeza” – Dijo apretando los dientes, forcejeando–“No es nada personal, solo hago mi trabajo” – El alquimista dejó escapar una divertida carcajada y empujó al mercenario, alejándolo de su alcance varios segundos.
-“¿Y quién ha puesto precio a mi cabeza muchacho?” – Dijo sacando más pociones del interior de su capa –“¡Los nobles! ¡Esos idiotas que no toleran el progreso! ¡Esos imbéciles que jamás comprenderán lo que supone el futuro!” – Las espadas volvieron a chocar, Eltrant apretó los dientes y avanzó varios pasos, haciendo que el Mordecai retrocediese, y por consiguiente, que algunas pociones resbalasen de las manos del hombre y cayesen al suelo intactas –“¡¿Experimentar con personas es el futuro?! ¡Estas enfermo!” – El hombre volvió a reírse - “¡¿Eso es lo que te han contado?! ¡Qué ingenuo eres!”
Volvieron a intercambiar golpes, Eltrant no podía permitir que usase más de sus pócimas, si alguna de ellas le daba tendría suerte si no acababa convertido en un trozo de carbón.
Por muy rápido que fuese Mordecai para su edad seguía siendo un hombre de letras, Eltrant tenía la ventaja siempre y cuando continuasen enfrascados en el combate cuerpo a cuerpo, notaba como el alquimista iba perdiendo fuerzas mientras el mercenario avanzaba sin dejarle tiempo para pensar que hacer.
Entonces vio la abertura, era ínfima, casi invisible, pero se sucedía cada pocos segundos, siempre cuando el joven dejaba de envestir el alquimista hacia el amago de tomar otra de sus póciones.
Eltrant frunció el ceño y dejó de atacar durante una fracción de segundo a propósito, esperando que el hombre bajase la guardia, como había pensado Uroboros llevó su mano izquierda al algún bolsillo perdido en el interior de la capa, el mercenario sonrió y lanzó el envés de su espada hasta la cara del alquimista.
Pero fue lento.
A la vez que su cara se aproximaba inexorablemente hacia su objetivo, Mordecai ya tenía en su poder otro de sus mejunjes, uno de color traslucido que no dudo en lanzar al mercenario a la cara, Eltrant apretó los dientes anticipando aquello, ya no podía parar.
Su espada golpeó a Mordecai con toda la fuerza que sus brazos le permitieron, tirándolo al suelo casi al mismo instante en el que la frágil botella de cristal se rompió en la cara del muchacho, empapándole con el contenido.
Eltrant cerró los ojos, temiendo que si se movía estallase en llamas o directamente estallase sin más, pero no ocurrió nada.
Al cabo de unos segundos, Uroboros seguía balbuceando en el suelo, luchando por mantenerse consciente, y el seguía vivo, sonrió mientras olisqueaba el líquido que impregnaba su capa y su cara, aquello no olía a nada –“¿Agua?” – Pensó envainando su espada y agachándose junto al alquimista.
No le costó mucho atar al hombre, ahora solo tenía que entregarlo a su cliente, Eltrant se cruzó de largo y miró como el hombre atado de pies y manos le miraba fijamente. –“Cometes un grave error mercenario, no soy lo que tú crees” – Dijo este al cabo de unos segundos, cuando la cabeza dejó de darle vueltas –“Todos dicen lo mismo...” – Dijo Eltrant como toda respuesta.
Horas más tarde se encontró con quien le había contratado en la misma taberna en la que lo había hecho. El mayordomo de un noble de los barrios altos de Lunargenta junto a dos tipos fuertemente armados le recibieron sonriendo, no dejaba de parecerle curioso el hecho de que la guardia usara a un intermediario para atrapar a bandidos, pero no era la primera vez que pasaba, así que no le prestó atención.
-“Gracias señor Tale” – Dijo el sirviente del noble haciendo una exagerada reverencia –“Nos ocuparemos de mantenerle a buen recaudo hasta que la guardia se haga cargo de él” – Eltrant notó como Uroboros dejaba escapar un suspiro y ponía los ojos en blanco –“Además, me complace decirle que los señores Vivant desean invitarlo a la cena que darán en su hogar esta misma noche, nos congratularía tener al hombre que ha atrapado al bandido que puso en jaque el honor de los Vivant en la cena anual de la familia” – Dijo tendiendo una invitación al mercenario.
Eltrant revisó el papel que tenía en la mano incrédulo, ¿Una cena de gala? Nunca había ido a una, y aquella no iba a ser la primera vez –“Sí, muy bien... pero ¿Y el pago?” – Se apresuró a decir, Mordecai dejó escapar una ligera carcajada.
–“Se lo entregaremos en la cena, no se preocupe por eso.Trate de llevar… otra ropa señor Tale, habrá muchas personas importantes, sería una lástima que no le tuviesen en cuenta” – Dijo antes de indicar a los dos hombres armados que llevasen al prisionero hasta fuera del local, dónde lo cargaron en una carreta y se marcharon.
El mercenario, que había salido del edificio junto a los demás, suspiró y se guardó la invitación en el bolsillo para enseguida empezar a caminar en dirección a la posada, quizás pudiese comprar algo con clase por unos pocos aeros, no le apetecía ir, pero si quería cobrar no le quedaba otra.
Mientras caminaba no pudo evitar percatarse del pequeño escaparate en el que estaban dispuestos, sutilmente ordenados, diferentes trajes idóneos para lo que le esperaba, Eltrant arqueó una ceja y se quedó contemplando los atuendos, no dejaban de ser bastante ostentosos para su gusto.
Se quedó allí plantado bastante más tiempo del que el mercenario podía llegar a admitir, cruzado de brazos, percibió una mirada de facciones suaves y grandes ojos castaños desde detrás del cristal, Eltrant sonrió y la chica, de largos cabellos castaños, le imitó.
No pudo evitar preguntarse si conocía de algo a esta joven, no solía ser de los que olvidan una cara, pero siempre había una primera vez, y la muchacha tenía algo que le resultaba familiar.
¿Trabajaría la joven en aquel local? Podía aprovechar y preguntarle si tenía algún traje que no fuese especialmente caro, sonriendo alzó la mano y saludó a la chica, esta una vez más, hizo lo mismo que él.
Enarcó una ceja, aquello ya no era normal, se movió dispuesto a entrar en el edificio y acabar con la extraña situación en la que se encontraba lo más rápido posible, pero la mujer se movió junto a él, por no hablar que acababa de notar que iban vestidos de igual forma, aterrado por la situación su cabeza comenzó a atar cabos, lo que estaba mirando era su reflejo.
-“¿¡Qué... qué significa esto…!?” – Exclamó.
Última edición por Eltrant Tale el Sáb Ago 01 2015, 17:24, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Ya habían terminado con lo del espionaje, y la chica volvía a estar sumida en ese terrible aburrimiento, como si fuera sedada. El día anterior se o había pasado durmiendo, sin ganas de hacer absolutamente nada, ni siquiera había comido, lo cierto es que, de un tiempo a esa parte, a penas probaba bocado, solo comía lo bastante como para no caer desmayada con el ejercicio y, aun así, solía pasarle factura.
Esa mañana, en cambio, había tenido que acudir a la guardia, un nuevo trabajo, parecía que estaban decididos a que fuera Alanna la que llevase los tratos con los nobles, pues le habían pedido que acudiera a la cena anual de los Vivant para, a la vuelta, llevar allí a un alquimista.
Por lo visto habían contratado a un mercenario para atraparlo. "Y luego se quejan de ellos, increíble, si siempre acaban sacándonos las castañas del fuego" Las dos invitaciones que le dio el capitán le sacaron de esos pensamientos oscuros, era trabajo, pero, al parecer, por sus esfuerzos había decidido que se merecía una recompensa, y como era algo sencillo, le permitía llevar a un acompañante. Como única respuesta, Alanna dio una pequeña sonrisa, parecía que les había preocupado a todos, y con una reverencia, salió del despacho.
No tardó en decidir quien la acompañaría, Niniel se merecía, tanto como ella misma, un tiempo de descanso, así que paso por la posada donde la joven se instalaba y le mostró las entradas, estar con ella siempre sería mucho más divertido y le daría una distracción suficiente como para no quedarse encerrada en ese aire de oscuridad que la seguía por donde pasaba. Aunque, últimamente, se sentía mejor gracias a las distracciones, no le daba tiempo a pensar en nada, solo cuando la atacaban los terrores nocturnos que no la dejaban descansar.
Ya juntas, Alanna, en compensación por todos los problemas que siempre le causaba a la chica, y, sobretodo, porque cada vez que salían juntas la pobre elfa acababa con los vestidos rotos, la llevó hasta una tienda que le habían recomendado, al parecer, la mujer que la llevaba, era una experta en hacer vestidos resistentes.
Entraron y una mujer con sus años de edad encima, bajita, que llegaba a la guardia por el pecho, las arrastró dentro mirándolas sonriente, con su boca de piñón con labios finos, su enorme moño grisaceo y sus enormes gafas de culo de vaso y las hizo pasar a una trastienda.
- Id quitándoos la ropa para que os tome las medidas, id id.- pidió con una sonrisilla después de escuchar lo que buscaban las chicas.
Alanna se metió en uno de los probadores mientras la mujer cerraba la cortina que separaba el taller de la tienda y se quitó los pantalones, la camisa y la armadura, dejándolo ordenado sobre un taburete para, después, salir unicamente con la ropa interior y el colgante en forma de media luna; había tomado la costumbre de llevarlo a todos lados, se sentía cómoda con él; y subirse a una especie de escalón circular cubierto por una alfombra roja.
La señora, que empezó a tomarle las medidas subida en una silla de madera pequeña, miró un momento por la ventan, donde una joven de pelo castaño claro miraba el escaparate. Disculpándose un segundo, salió del lugar a la carrera, dando divertidos pasos que parecían saltitos.
Las telas de alrededor, de miles de colores se elevaron un segundo cuando se abrió la puerta de la calle con un tintineo de campanillas, y, en cuanto un clack, de cierre resonó en la tienda, la mujer entró llevando tras de si a la chica del escaparate,la cogía de la manga de su camisa, como si la hubiera entrado a rastras. La escena sacó una sonrisa a La Gata, que se giró a saludar a la recién llegada, aun encima del trozo elevado.
- ¡Hola!- dijo sin más, la pobre ya parecía bastante confusa.
Esa mañana, en cambio, había tenido que acudir a la guardia, un nuevo trabajo, parecía que estaban decididos a que fuera Alanna la que llevase los tratos con los nobles, pues le habían pedido que acudiera a la cena anual de los Vivant para, a la vuelta, llevar allí a un alquimista.
Por lo visto habían contratado a un mercenario para atraparlo. "Y luego se quejan de ellos, increíble, si siempre acaban sacándonos las castañas del fuego" Las dos invitaciones que le dio el capitán le sacaron de esos pensamientos oscuros, era trabajo, pero, al parecer, por sus esfuerzos había decidido que se merecía una recompensa, y como era algo sencillo, le permitía llevar a un acompañante. Como única respuesta, Alanna dio una pequeña sonrisa, parecía que les había preocupado a todos, y con una reverencia, salió del despacho.
No tardó en decidir quien la acompañaría, Niniel se merecía, tanto como ella misma, un tiempo de descanso, así que paso por la posada donde la joven se instalaba y le mostró las entradas, estar con ella siempre sería mucho más divertido y le daría una distracción suficiente como para no quedarse encerrada en ese aire de oscuridad que la seguía por donde pasaba. Aunque, últimamente, se sentía mejor gracias a las distracciones, no le daba tiempo a pensar en nada, solo cuando la atacaban los terrores nocturnos que no la dejaban descansar.
Ya juntas, Alanna, en compensación por todos los problemas que siempre le causaba a la chica, y, sobretodo, porque cada vez que salían juntas la pobre elfa acababa con los vestidos rotos, la llevó hasta una tienda que le habían recomendado, al parecer, la mujer que la llevaba, era una experta en hacer vestidos resistentes.
Entraron y una mujer con sus años de edad encima, bajita, que llegaba a la guardia por el pecho, las arrastró dentro mirándolas sonriente, con su boca de piñón con labios finos, su enorme moño grisaceo y sus enormes gafas de culo de vaso y las hizo pasar a una trastienda.
- Id quitándoos la ropa para que os tome las medidas, id id.- pidió con una sonrisilla después de escuchar lo que buscaban las chicas.
Alanna se metió en uno de los probadores mientras la mujer cerraba la cortina que separaba el taller de la tienda y se quitó los pantalones, la camisa y la armadura, dejándolo ordenado sobre un taburete para, después, salir unicamente con la ropa interior y el colgante en forma de media luna; había tomado la costumbre de llevarlo a todos lados, se sentía cómoda con él; y subirse a una especie de escalón circular cubierto por una alfombra roja.
La señora, que empezó a tomarle las medidas subida en una silla de madera pequeña, miró un momento por la ventan, donde una joven de pelo castaño claro miraba el escaparate. Disculpándose un segundo, salió del lugar a la carrera, dando divertidos pasos que parecían saltitos.
Las telas de alrededor, de miles de colores se elevaron un segundo cuando se abrió la puerta de la calle con un tintineo de campanillas, y, en cuanto un clack, de cierre resonó en la tienda, la mujer entró llevando tras de si a la chica del escaparate,la cogía de la manga de su camisa, como si la hubiera entrado a rastras. La escena sacó una sonrisa a La Gata, que se giró a saludar a la recién llegada, aun encima del trozo elevado.
- ¡Hola!- dijo sin más, la pobre ya parecía bastante confusa.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Níniel jugaba de manera relajada con Geralt, tumbada sobre la cama. La pequeña ardilla blanca se escondía entres los pliegues de la ropa de cama y le gustaba que la elfa le encontrara y le acariciara a modo de recompensa por lo bien que se había escondido. También se dedicaba a dar saltitos sobre la acolchada superficie y arrastrarse por las suaves sábanas de una forma que siempre le resultaba muy graciosa y adorable a la peliblanca. Níniel se había planteado comenzar a entrenar a Geralt para que hiciera cosas sencillas, como obedecer algunas instrucciones o recoger cosas, pero el pequeño animal era muy inteligente y sabía que su dueña se olvidaba de aquellos intentos de lección en cuanto hacia alguna monería, por lo que había logrado retrasar aquellas sesiones de entrenamiento en más de una ocasión y aquel día no fue la excepción.
Era un día tranquilo, sin tareas pendientes y sin la necesidad de salir de la habitación para nada mas que para comer. Un día para descansar del hospital, descansar de la ciudad y descansar de los problemas. Incluso se había planteado salir de la ciudad y pasar el día fuera de sus muros, en algún rinconcito tranquilo cerca del bosque, pero al final había descartado la idea, si iba al bosque querría quedarse un tiempo allí y no podía ser, tenía un día tranquilo pero al siguiente volvía a tener cosas que hacer que no podía posponer.
Rodaba sobre la cama de un lado a otro totálmente relajada cuando llamaron a la puerta de la habitación. Aquello era tan raro e inesperado que acabó en el suelo tras rodar por última vez en la cama. Poca gente sabía que vivía allí y de aquella poca gente nadie había ido nunca a visitarla. El único que de vez en cuando llamaba a su puerta era el posadero, pero solo cuando tenía preparados los cubos de agua caliente para su baño y en aquella ocasión no lo había pedido. Se levantó del suelo de un brinco y se colocó una de sus túnicas por encima antes de abrir. Cual fue su sorpresa cuando en la puerta se encontró a Alanna que había ido a invitarla a una cena importante mezclada con un poco de trabajo.
-Cada vez que me pongo un vestido acaba para tirar y a mi intentan matarme. ¿Estás segura de que esta vez vamos realmente a cenar y no van a querer robarme, secuestrarme o acabar con mi vida?- Sin duda la humana entendería su recelo, incluso lo encontraría gracioso, ni siquiera Níniel pudo evitar reírse. Como fuese la peliblanca aceptó, y no solo el plan de la cena, también pasar el día con su amiga. Irían a encargar algún vestido para reponer a los perdidos en acto de servicio y después ya verían. También estaba el hecho de que había notado a Alanna un tanto cambiada ya durante la noche del baile de máscaras y quería encontrar un buen momento para preguntar sobre ello, quizá a lo largo de aquel día se presentara la ocasión perfecta, o al menos intentaría animarla. La elfa terminó de vestirse y dejó que su amiga la guiase hasta el lugar elegido para las compras.
La mujer que regentaba a aquella sastrería, una pequeña pero elegante tiendecita con unos escaparates donde se exponían algunas de las creaciones ya confeccionadas, era todo un carácter. Apenas entraron por la puerta bombardeo a las dos jóvenes sobre sus gustos, preferencias y por supuesto sobre su presupuesto y en enseguida dijo tener en mente exactamente lo que cada una de ellas quería y no parecía querer perder el tiempo pues tan pronto sus preguntas cesaron las envió a otra parte de la tienda para que fuesen desvistiéndose y así poder tomarles las medidas. Puede que llas fueran las clientas pero su tono no admitía reproche, era mejor obedecer.
La trastienda tenía una enorme colección de telas de todo tipo y de todos los colores que se pudiesen desear colocadas en un perfecto orden. Había varias cestas con agujas, hilos, alfileres, tijeras y demás útiles de sastrería en varias mesas y en el centro de la sala un par de tarimas de madera recubiertas de terciopelo rojo. Al fondo de la sala un par de juegos de biombos de madera con dibujos de paisajes otorgaban a los clientes y clientas la privacidad que pudiesen necesitar a la hora de vestirse o desvestirse, claro que dado que para tomar sus medidas debían de estar prácticamente desnudas no tenía mucho sentido en aquel caso. A pesar de ello Alanna usó uno y Níniel el otro, quitándose la túnica y las botas para salir de detrás del biombo únicamente cubierta por su ropa interior, la cual no dejaba mucho a la imaginación. Sobre su piel de porcelana destacaba el tatuaje en su homóplato izquierdo de un dragón.
Enseguida la pequeña sastre comenzó a tomar medidas, parecía tener la costumbre de decir en alto los números que registraba, quizá para acordarse mejor o como simple manía. En cualquier caso cuando midió el pecho de la elfa y dijo el número en voz alta, la peliblanca no pudo evitar sonrojarse levemente. Entonces, de repente, la mujer dejó de tomar las medidas y se disculpó saliendo de la trastienda. Cuando volvió lo hizo llevando consigo a una joven humana casia a rastras, o esa impresión daba, que vestía ropa de hombre. Su cara era todo un poema
Era un día tranquilo, sin tareas pendientes y sin la necesidad de salir de la habitación para nada mas que para comer. Un día para descansar del hospital, descansar de la ciudad y descansar de los problemas. Incluso se había planteado salir de la ciudad y pasar el día fuera de sus muros, en algún rinconcito tranquilo cerca del bosque, pero al final había descartado la idea, si iba al bosque querría quedarse un tiempo allí y no podía ser, tenía un día tranquilo pero al siguiente volvía a tener cosas que hacer que no podía posponer.
Rodaba sobre la cama de un lado a otro totálmente relajada cuando llamaron a la puerta de la habitación. Aquello era tan raro e inesperado que acabó en el suelo tras rodar por última vez en la cama. Poca gente sabía que vivía allí y de aquella poca gente nadie había ido nunca a visitarla. El único que de vez en cuando llamaba a su puerta era el posadero, pero solo cuando tenía preparados los cubos de agua caliente para su baño y en aquella ocasión no lo había pedido. Se levantó del suelo de un brinco y se colocó una de sus túnicas por encima antes de abrir. Cual fue su sorpresa cuando en la puerta se encontró a Alanna que había ido a invitarla a una cena importante mezclada con un poco de trabajo.
-Cada vez que me pongo un vestido acaba para tirar y a mi intentan matarme. ¿Estás segura de que esta vez vamos realmente a cenar y no van a querer robarme, secuestrarme o acabar con mi vida?- Sin duda la humana entendería su recelo, incluso lo encontraría gracioso, ni siquiera Níniel pudo evitar reírse. Como fuese la peliblanca aceptó, y no solo el plan de la cena, también pasar el día con su amiga. Irían a encargar algún vestido para reponer a los perdidos en acto de servicio y después ya verían. También estaba el hecho de que había notado a Alanna un tanto cambiada ya durante la noche del baile de máscaras y quería encontrar un buen momento para preguntar sobre ello, quizá a lo largo de aquel día se presentara la ocasión perfecta, o al menos intentaría animarla. La elfa terminó de vestirse y dejó que su amiga la guiase hasta el lugar elegido para las compras.
La mujer que regentaba a aquella sastrería, una pequeña pero elegante tiendecita con unos escaparates donde se exponían algunas de las creaciones ya confeccionadas, era todo un carácter. Apenas entraron por la puerta bombardeo a las dos jóvenes sobre sus gustos, preferencias y por supuesto sobre su presupuesto y en enseguida dijo tener en mente exactamente lo que cada una de ellas quería y no parecía querer perder el tiempo pues tan pronto sus preguntas cesaron las envió a otra parte de la tienda para que fuesen desvistiéndose y así poder tomarles las medidas. Puede que llas fueran las clientas pero su tono no admitía reproche, era mejor obedecer.
La trastienda tenía una enorme colección de telas de todo tipo y de todos los colores que se pudiesen desear colocadas en un perfecto orden. Había varias cestas con agujas, hilos, alfileres, tijeras y demás útiles de sastrería en varias mesas y en el centro de la sala un par de tarimas de madera recubiertas de terciopelo rojo. Al fondo de la sala un par de juegos de biombos de madera con dibujos de paisajes otorgaban a los clientes y clientas la privacidad que pudiesen necesitar a la hora de vestirse o desvestirse, claro que dado que para tomar sus medidas debían de estar prácticamente desnudas no tenía mucho sentido en aquel caso. A pesar de ello Alanna usó uno y Níniel el otro, quitándose la túnica y las botas para salir de detrás del biombo únicamente cubierta por su ropa interior, la cual no dejaba mucho a la imaginación. Sobre su piel de porcelana destacaba el tatuaje en su homóplato izquierdo de un dragón.
Enseguida la pequeña sastre comenzó a tomar medidas, parecía tener la costumbre de decir en alto los números que registraba, quizá para acordarse mejor o como simple manía. En cualquier caso cuando midió el pecho de la elfa y dijo el número en voz alta, la peliblanca no pudo evitar sonrojarse levemente. Entonces, de repente, la mujer dejó de tomar las medidas y se disculpó saliendo de la trastienda. Cuando volvió lo hizo llevando consigo a una joven humana casia a rastras, o esa impresión daba, que vestía ropa de hombre. Su cara era todo un poema
Níniel Thenidiel
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No era posible, aquello no era posible, no podía serlo, se negaba a que lo fuese.
Estático en el lugar en el que se encontraba, tembloroso y sin saber la causa de aquello, Eltrant se pasó la mano por la cara sin dejar de mirar su reflejo. De forma errática, y bajo la absorta mirada de algún que otro transeúnte, el mercenario comprobó que efectivamente, había cambiado totalmente, y aunque muchas personas que le conocían habrían opinado que había sido para mejor, él no estaba de acuerdo con el reflejo que tenía ante él.
Dejando escapar un lastimero gemido apoyó ambas manos en el escaparate –“¿Por qué me siguen pasando a mí estas cosas?” – La joven acompañó cada palabra con un desesperado cabezazo contra el cristal frente al que se encontraba, lo cual atrajo las miradas de incluso más gente, cosa que el mercenario no tardó en notar –“¿¡Y tú que miras?!” – Preguntó de mala gana a un tipo canoso y bien vestido que observaba las acciones de la muchacha con un interés un tanto curioso, el hombre miró a un lado avergonzado, casi sin creerse que la mujer se había dirigido directamente a él, y tras susurrar algo parecido a unas disculpas abandonó el lugar rápidamente.
El mercenario se giró entonces hacía la mujer que le seguía mirando desde el expositor, mientras en su cabeza se repetía una y otra vez la misma pregunta –“¿Por qué?” – Pensó por centésimo segunda vez mientras apoyaba la frente contra el cristal y deseaba que todo aquello fuese una pesadilla.
-“Oh, se lo que te pasa… se lo que te pasa, es comprensible, muy comprensible…” – Una suave y maternal voz sonó tras la joven, quien al oír estas palabras no tardó en girarse buscando el origen de la frase.
Una mujer entrada en años, enjuta y con el pelo parcialmente canoso recogido en un sorprendente coleta que parecía desafiar a la gravedad, sonrió a la muchacha cuando esta se giró hacia ella –“¿Sabes lo que me pasa?” – Preguntó Eltrant tratando de ubicar a la pequeña anciana en aquel rompecabezas que era su vida –“Sí, querida, es normal quedar embelesada por uno de mis fabulosos diseños, no te preocupes, entra a la tienda, vamos” – La mujer agrandó su sonrisa y agarró a Eltrant de un brazo tirando con fuerza casi al momento, todo esto sin dejar de hablar de las fantásticas propiedades de sus vestidos –“No, espere, eso no es lo que yo…" – Balbuceó sin ningún éxito.
Antes de que se hubiese dado cuenta se encontraba en la trastienda de la pequeña sastrería, con dos mujeres semidesnudas subidas en pequeños pedestales frente a él y con la dueña del local prácticamente gritándole al oído que él color rojo le sentaría genial.
La suerte del mercenario no hacía sino empeorar, ya que, aunque la virilidad que aún quedaba en su cuerpo agradecía enormemente la visión que de pronto tenia ante sus ojos, una de las chicas que tenía frente a él era Alanna.
El joven dejó escapar un gritó al descubrir esto, el cual disimuló con una mueca que, quizás si todos los presentes estuviesen ebrios, podría haber sido remotamente confundido con una sonrisa. –“¡No puede ser! ¡Sal de aquí! ¡Ahora! ¡Huye!” – Gritó la que resultó ser la comedida voz de la razón en su cabeza –“Ho…hola” – Fue lo único que, dada las circunstancias, fue capaz de articular.
Eltrant se quedó ahí, paralizado, anteponiéndose a todos sus instintos primarios mientras desviaba la mirada a un punto indeterminado del suelo, sintiendo que tanto la guarda como la hermosa elfa de largos cabellos blancos le miraban fijamente, estudiando a la chica que acababa de entrar en el local.
-“¡Venga!” – Apremió la enjuta regente mientras empujaba al mercenario hasta detrás de uno de los biombos que, hasta dónde Eltrant conocía, servían como lugar privado donde cambiarse de atuendo. –“Desvístete, rápido, rápido” – Siguió ordenando mientras la anciana conducía a la joven a través de la trastienda.
Aún no siendo realmente consciente de lo que sucedida a su alrededor, no pudo evitar comprobar que el lugar, aun no siendo especialmente grande, se encontraba ordenado cuidadosamente con un interesante sistema de colores y tamaños, de tal forma que aunque aquel lugar seguía siendo, al fin y al cabo, bastante limitado, al mercenario se le antojó bastante amplio.
Cuando Eltrant estuvo completamente oculto tras la mampara, la mujer se alejó rápidamente mientras contaba a las otras dos clientes de la sastrería el gran número de conjuntos que tenía para la recién llegada, dicho esto, volvió urgir a la muchacha a que se quitase sus ropajes a la vez que comenzaba de nuevo a trabajar con las chicas que habían llegado primero.
Si de algo estaba seguro Eltrant en aquel momento, dejando a un lado que no debía de estar oyendo los números que la costurera estaba diciendo en voz alta, era que el alquimista tenia algo que ver con todo aquello.
Estático en el lugar en el que se encontraba, tembloroso y sin saber la causa de aquello, Eltrant se pasó la mano por la cara sin dejar de mirar su reflejo. De forma errática, y bajo la absorta mirada de algún que otro transeúnte, el mercenario comprobó que efectivamente, había cambiado totalmente, y aunque muchas personas que le conocían habrían opinado que había sido para mejor, él no estaba de acuerdo con el reflejo que tenía ante él.
Dejando escapar un lastimero gemido apoyó ambas manos en el escaparate –“¿Por qué me siguen pasando a mí estas cosas?” – La joven acompañó cada palabra con un desesperado cabezazo contra el cristal frente al que se encontraba, lo cual atrajo las miradas de incluso más gente, cosa que el mercenario no tardó en notar –“¿¡Y tú que miras?!” – Preguntó de mala gana a un tipo canoso y bien vestido que observaba las acciones de la muchacha con un interés un tanto curioso, el hombre miró a un lado avergonzado, casi sin creerse que la mujer se había dirigido directamente a él, y tras susurrar algo parecido a unas disculpas abandonó el lugar rápidamente.
El mercenario se giró entonces hacía la mujer que le seguía mirando desde el expositor, mientras en su cabeza se repetía una y otra vez la misma pregunta –“¿Por qué?” – Pensó por centésimo segunda vez mientras apoyaba la frente contra el cristal y deseaba que todo aquello fuese una pesadilla.
-“Oh, se lo que te pasa… se lo que te pasa, es comprensible, muy comprensible…” – Una suave y maternal voz sonó tras la joven, quien al oír estas palabras no tardó en girarse buscando el origen de la frase.
Una mujer entrada en años, enjuta y con el pelo parcialmente canoso recogido en un sorprendente coleta que parecía desafiar a la gravedad, sonrió a la muchacha cuando esta se giró hacia ella –“¿Sabes lo que me pasa?” – Preguntó Eltrant tratando de ubicar a la pequeña anciana en aquel rompecabezas que era su vida –“Sí, querida, es normal quedar embelesada por uno de mis fabulosos diseños, no te preocupes, entra a la tienda, vamos” – La mujer agrandó su sonrisa y agarró a Eltrant de un brazo tirando con fuerza casi al momento, todo esto sin dejar de hablar de las fantásticas propiedades de sus vestidos –“No, espere, eso no es lo que yo…" – Balbuceó sin ningún éxito.
Antes de que se hubiese dado cuenta se encontraba en la trastienda de la pequeña sastrería, con dos mujeres semidesnudas subidas en pequeños pedestales frente a él y con la dueña del local prácticamente gritándole al oído que él color rojo le sentaría genial.
La suerte del mercenario no hacía sino empeorar, ya que, aunque la virilidad que aún quedaba en su cuerpo agradecía enormemente la visión que de pronto tenia ante sus ojos, una de las chicas que tenía frente a él era Alanna.
El joven dejó escapar un gritó al descubrir esto, el cual disimuló con una mueca que, quizás si todos los presentes estuviesen ebrios, podría haber sido remotamente confundido con una sonrisa. –“¡No puede ser! ¡Sal de aquí! ¡Ahora! ¡Huye!” – Gritó la que resultó ser la comedida voz de la razón en su cabeza –“Ho…hola” – Fue lo único que, dada las circunstancias, fue capaz de articular.
Eltrant se quedó ahí, paralizado, anteponiéndose a todos sus instintos primarios mientras desviaba la mirada a un punto indeterminado del suelo, sintiendo que tanto la guarda como la hermosa elfa de largos cabellos blancos le miraban fijamente, estudiando a la chica que acababa de entrar en el local.
-“¡Venga!” – Apremió la enjuta regente mientras empujaba al mercenario hasta detrás de uno de los biombos que, hasta dónde Eltrant conocía, servían como lugar privado donde cambiarse de atuendo. –“Desvístete, rápido, rápido” – Siguió ordenando mientras la anciana conducía a la joven a través de la trastienda.
Aún no siendo realmente consciente de lo que sucedida a su alrededor, no pudo evitar comprobar que el lugar, aun no siendo especialmente grande, se encontraba ordenado cuidadosamente con un interesante sistema de colores y tamaños, de tal forma que aunque aquel lugar seguía siendo, al fin y al cabo, bastante limitado, al mercenario se le antojó bastante amplio.
Cuando Eltrant estuvo completamente oculto tras la mampara, la mujer se alejó rápidamente mientras contaba a las otras dos clientes de la sastrería el gran número de conjuntos que tenía para la recién llegada, dicho esto, volvió urgir a la muchacha a que se quitase sus ropajes a la vez que comenzaba de nuevo a trabajar con las chicas que habían llegado primero.
Si de algo estaba seguro Eltrant en aquel momento, dejando a un lado que no debía de estar oyendo los números que la costurera estaba diciendo en voz alta, era que el alquimista tenia algo que ver con todo aquello.
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
La mujer no tardó en entrar con una joven a rastras, era delgada, de pelo castaño y aspecto nervioso, vestía con ropa de hombre, y en su capa lucía le mismo símbolo que le había visto a Eltrant en la suya, tal vez se había vuelto una decoración popular, quién sabe. Los nervios de la recién llegada resultaban graciosos, el tembloroso hola con el que hizo su presentación hizo sonreír a la guardia.
La costurera comenzó a empujar a la chica hasta detrás de uno de los biombos mientras Alanna, por primera vez semanas, comenzaba a reír un poco, con voz baja. Aunque pronto se le pasó la risa cuando la enjuta mujer volvió y le tocó la espalda con la punta metálica del metro haciendo que soltase un pequeño chillido. estaba frío.
- Venga venga, menos quejas- comentó mirándole el pecho concentrada- pues.. para ser tan delgada, vas bien servida, niña.- comentó la mujer haciendo sonrojar a la gata, luego pasó a la cintura y frunció el ceño.- demasiado delgada, demasiado delgada, has de comer más, no tienes carne.- riñó la mujer pellizcando los costados de Alanna.- muy mal muy mal, así no te mirará ningún hombre, les gusta tener de donde agarrar.- los comentarios de la anciana no hacían más que avergonzar a la chica, que se encontraba ya como un tomate, deseosa de bajar de ese pedestal.
La mujer, asintiendo conforme tras medir el largo de sus piernas, la dejó bajar para terminar con la elfa, por fin pudo bajar de ese sitio, terminando el examen. cuando estuvo un poco alejada, se pellizco la cintura, sin lograr nada, ¿tan mal estaba? Negando con la cabeza se dirigió al biombo, la otra chica se encontraba detrás, así que se asomó con cuidado primero, pidiendo permiso.
- Perdón, ¿puedo pasar? es que tengo mi ropa ahí.- sonrió entrando.- pareces algo asustada.- comentó la guardia sin perder el gesto, de forma amable.- Soy Alanna, encantada, ¿y tu?- pregunto mientras se doblaba para recoger su ropa.
Se puso el pantalón y las botas con cuidado, no podía sentarse y eran dos personas allí dentro, con lo torpe que era, podía acabar cayéndose. Al atar el pantalón volvió a mirarse el estomago, ¿de verdad estaba demasiado delgada? cierto que hacía días que no tenía demasiado apetito, pero no era para tanto, ¿no?
- Oye,- se giró a la chica- tu no me conoces, así que puedes ser más sincera.- explicó antes de preguntar.- ¿crees que estoy demasiado delgada?- preguntó mirándose con ceño fruncido.- es decir... mira.- tomó la mano de la chica y la puso en la parte derecha de su cintura.- ¿necesito engordar?- volvió a preguntar.
Nunca se lo había planteado hasta ese momento, tal vez si que sería buena idea que comiera más, igual podría llevar armas más pesadas, pero.... tal vez no, rechazaría a su agilidad a cambio de poder cargar con un martillo, no era algo que le interesara demasiado, ¿o si?
Negó con la cabeza deshaciéndose de esos pensamientos y le colocó la camisa y la armadura, no sabía porque se la había puesto, tal vez por costumbre, al igual que el colgante o las dagas, eran cosas que siempre llevaba encima, incluso en los días de descanso. En cambio, su libro, aun en blanco, el peluche y ese día, su arco y su espada, descansaban en la casa con la puerta cerrada.
Salió del biombo, a la espera de Niniel, por lo que sabía, a la elfa no le gustaba demasiado que la tocaran, lo de tomarse medidas era posible que hubiera sido un suplicio, a la guarda no se le había escapado el sonrojo de la chica cuando se había dicho la talla de su pecho, lo cierto era que la sastre podía parecer graciosa y adorable, con sus maneras, su voz, las gafas que hacían que sus ojos parecieran gigantes, pero no se cortaba un pelo en dar una opinión. Tal vez por la edad, la gente suele ser más sincera a medida que se hacen mayores, ya no tienen nada que perder, así que les importa poco decir lo que piensan, sea bueno, o malo.
- A tu amiga le pondré verde, es demasiado pálida, muy blancuzca, nono, hay que ponerle color, color digo.- refunfuñaba la señora mirando telas en sus manos para luego, enseñárselas a Alanna.- ¿cual?.- la chica, perpleja se agachó frente a la mujer, y señaló una tela liviana, de color claro, si le daba a elegir a ella el color verde para la elfa, al menos que no fuera demasiado fuerte.- a ti... a ti naranja, o rosa, ¡si! ¡Rosa!- dijo la señora corriendo con sus divertidos pasos hasta las telas.
- No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no,- dijo Alanna siguiendo a la mujer y arrebatándole el primer rollo de tela rosa que esta había cogido.- el rosa no es lo mío.- se disculpó mordiéndose el labio con una sonrisilla.- ¿que tal... azul?-
- Soso.- respondió la dama sorprendiendo a la chica.- hagamos un trato, ni rosa ni azul, morado- la señora no parecía dispuesta a ceder.
-Esta bien...- suspiró Alanna dejando la tela con cuidado sobre la mesa para luego sentarse sobre uno de los pedestales de madera con un suspiro.
"Genial.... rosa...."-Protestó en su fuero interno, morado, rosa, para ella todo era lo mismo.
La costurera comenzó a empujar a la chica hasta detrás de uno de los biombos mientras Alanna, por primera vez semanas, comenzaba a reír un poco, con voz baja. Aunque pronto se le pasó la risa cuando la enjuta mujer volvió y le tocó la espalda con la punta metálica del metro haciendo que soltase un pequeño chillido. estaba frío.
- Venga venga, menos quejas- comentó mirándole el pecho concentrada- pues.. para ser tan delgada, vas bien servida, niña.- comentó la mujer haciendo sonrojar a la gata, luego pasó a la cintura y frunció el ceño.- demasiado delgada, demasiado delgada, has de comer más, no tienes carne.- riñó la mujer pellizcando los costados de Alanna.- muy mal muy mal, así no te mirará ningún hombre, les gusta tener de donde agarrar.- los comentarios de la anciana no hacían más que avergonzar a la chica, que se encontraba ya como un tomate, deseosa de bajar de ese pedestal.
La mujer, asintiendo conforme tras medir el largo de sus piernas, la dejó bajar para terminar con la elfa, por fin pudo bajar de ese sitio, terminando el examen. cuando estuvo un poco alejada, se pellizco la cintura, sin lograr nada, ¿tan mal estaba? Negando con la cabeza se dirigió al biombo, la otra chica se encontraba detrás, así que se asomó con cuidado primero, pidiendo permiso.
- Perdón, ¿puedo pasar? es que tengo mi ropa ahí.- sonrió entrando.- pareces algo asustada.- comentó la guardia sin perder el gesto, de forma amable.- Soy Alanna, encantada, ¿y tu?- pregunto mientras se doblaba para recoger su ropa.
Se puso el pantalón y las botas con cuidado, no podía sentarse y eran dos personas allí dentro, con lo torpe que era, podía acabar cayéndose. Al atar el pantalón volvió a mirarse el estomago, ¿de verdad estaba demasiado delgada? cierto que hacía días que no tenía demasiado apetito, pero no era para tanto, ¿no?
- Oye,- se giró a la chica- tu no me conoces, así que puedes ser más sincera.- explicó antes de preguntar.- ¿crees que estoy demasiado delgada?- preguntó mirándose con ceño fruncido.- es decir... mira.- tomó la mano de la chica y la puso en la parte derecha de su cintura.- ¿necesito engordar?- volvió a preguntar.
Nunca se lo había planteado hasta ese momento, tal vez si que sería buena idea que comiera más, igual podría llevar armas más pesadas, pero.... tal vez no, rechazaría a su agilidad a cambio de poder cargar con un martillo, no era algo que le interesara demasiado, ¿o si?
Negó con la cabeza deshaciéndose de esos pensamientos y le colocó la camisa y la armadura, no sabía porque se la había puesto, tal vez por costumbre, al igual que el colgante o las dagas, eran cosas que siempre llevaba encima, incluso en los días de descanso. En cambio, su libro, aun en blanco, el peluche y ese día, su arco y su espada, descansaban en la casa con la puerta cerrada.
Salió del biombo, a la espera de Niniel, por lo que sabía, a la elfa no le gustaba demasiado que la tocaran, lo de tomarse medidas era posible que hubiera sido un suplicio, a la guarda no se le había escapado el sonrojo de la chica cuando se había dicho la talla de su pecho, lo cierto era que la sastre podía parecer graciosa y adorable, con sus maneras, su voz, las gafas que hacían que sus ojos parecieran gigantes, pero no se cortaba un pelo en dar una opinión. Tal vez por la edad, la gente suele ser más sincera a medida que se hacen mayores, ya no tienen nada que perder, así que les importa poco decir lo que piensan, sea bueno, o malo.
- A tu amiga le pondré verde, es demasiado pálida, muy blancuzca, nono, hay que ponerle color, color digo.- refunfuñaba la señora mirando telas en sus manos para luego, enseñárselas a Alanna.- ¿cual?.- la chica, perpleja se agachó frente a la mujer, y señaló una tela liviana, de color claro, si le daba a elegir a ella el color verde para la elfa, al menos que no fuera demasiado fuerte.- a ti... a ti naranja, o rosa, ¡si! ¡Rosa!- dijo la señora corriendo con sus divertidos pasos hasta las telas.
- No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no,- dijo Alanna siguiendo a la mujer y arrebatándole el primer rollo de tela rosa que esta había cogido.- el rosa no es lo mío.- se disculpó mordiéndose el labio con una sonrisilla.- ¿que tal... azul?-
- Soso.- respondió la dama sorprendiendo a la chica.- hagamos un trato, ni rosa ni azul, morado- la señora no parecía dispuesta a ceder.
-Esta bien...- suspiró Alanna dejando la tela con cuidado sobre la mesa para luego sentarse sobre uno de los pedestales de madera con un suspiro.
"Genial.... rosa...."-Protestó en su fuero interno, morado, rosa, para ella todo era lo mismo.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Níniel era muy cohibida. Nadie lo pensaría viendo que normalmente su ropa solía cubrir bastante menos que la ropa que solían usar por ejemplo las humanas, pero así era. Muchas veces algún hombre irrespetuoso había hecho algún comentario soez a su paso pero al final se había acostumbrado y había aprendido a espantar a la mayoría de los pervertidos. Podía vestir como las humanas, pero recordaba su primer viaje a Lunargenta en el que a pesar de ir tapada hasta las orejas a cada hombre que le preguntaba una dirección en el puerto éste respondía con insinuaciones y proposiciones mas que indecentes...No era cuestión de ropa, era cuestión de educación y respeto, y los humanos estaban a la cola en eso. Como fuese, estar casi desnuda o incluso totalmente desnuda en presencia de mujeres no era un gran problema para ella, muchas tardes calurosas las había pasado con sus amigas y familiares en los ríos, lagos y manantiales de Sandorai, pero que aquella pequeña mujer pregonara sus medidas y se dedicase a hacer toda clase de comentarios sobre su anatomía si que causaban que la peliblanca se sonrojase nerviosa...Aunque ni por asomo tan nerviosa como la joven humana recién llegada.
La de pelo castaño estaba tan nerviosa que apenas si pudo saludar y parecía sorprendida por ver que no era la única clienta allí, lo que parecía divertir a Alanna. Pero lo mas extraño era que parecía no querer mirar directamente a las dos jóvenes en ropa interior y miraba a algún punto del suelo con tanta intensidad que casi parecía que estaba intentando ver a través de el. Parecía que acaba de encontrar a otra mujer aún mas pudorosa que ella por raro que pareciese. Entonces la mujer sastre la condujo a los biombos para que ella también se quitara la ropa y prosiguió con su trabajo sin cesar en sus comentarios.
La siguiente víctima fue Alanna, o mas bien su busto que parecía tener el visto bueno de la mujer. Níniel pudo notar que al igual que le había pasado a ella, la guardia no pudo evitar enrojecer, y con razón. Con curiosidad por el comentario la elfa no pudo evitar mirar el pecho a su amiga y no pudo si no estar de acuerdo con la anciana, claro que enseguida se avergonzó de aquella falta de decoro y volvió a mirar al frente mientras su compañera de tormento era amonestada por su delgadez. ¿ Y qué era eso de que a los hombres les gustaba tener dónde agarrarse? ¿Agarrarse para qué y dónde?. Pronto Alanna pudo bajar de aquella tarima y de nuevo la anciana centró su atención en la elfa.
-¿Sabes?, a mi de joven me llamaban "la elfa" por que era alta y esbelta como tú y tus hermanas del bosque. Tenía muchos pretendientes-Comentaba mientras medía la cintura de la peliblanca, sus caderas y el largo de sus piernas a la vez que asentía con aprobación- Claro que nunca tuve un cuerpo como el tuyo...Dime, es cosa de esa magia vuestra ¿Verdad? Me conformaría con saber cómo lográis tener una piel tan suave- Por suerte la mujer no tocó nada más de lo necesario para medir a pesar de ese comentario.
-Pues...No somos humanas aunque lo parezcamos...Pero tomamos mucha fruta y nos encanta bañarnos en los manantiales de agua cristalina-
-Estoy segura de que debe de haber otro secreto...¿Cuántos años tienes? Es dífícil de saber con los elfos pero rara vez salen de Sindorai elfos muy jóvenes...Aparentas unos diecisiete...¿Cuarenta? ¿Cincuenta?- Nín no quería responder a aquello, sabía que a los humanos les resultaba chocante incluso aunque preguntaran y no quería decirle a aquella anciana, que a pesar de todo trataba de ser simpática, que muy posiblemente fuese mayor que ella y que seguiría aparentando tener diecisiete años incluso cuando sus hijos y sus nietos llegaran también a la vejez.
-Bueno no importa, un culo como el tuyo tiene que ser obra de magia- Aquello fue demasiado y Níniel estaba segura de que tenía rojas hasta las orejas, por suerte ya habían acabado y pudo bajar del banco, era el turno de la chica castaña de someterse al veredicto de la mujer, si es que no había cambiado ya de idea. se vistió tras el biombo y esperó junto con Alanna que parecía seguir dándole vueltas a lo de estar demasiado delgada incluso ya vestida.
-Estás bien, quizá te vendría bien recuperar el par de kilos que pareces haber perdido últimamente, pero solo para pasar de fabulosa a perfecta...Además, estás bien servida ¿recuerdas?- Le dio un leve codazo amistoso y sonrió ámpliamente, incluso de estar solas le hubiera dado un achuchón.
A continuación tocaba escoger color y tejido para los vestidos de cada una. Parecía que como era Alanna la que pagaba su opinión era la quemas valía y que el color para la peliblanca sería el verde. Hubiese preferido que no la hubiera llamado blancuzca...Pero lo cierto es que ese color le sentaba bien y la favorecía así que no tenía queja alguna al respecto. Además siempre era mejor que la llamaran blancuzca a que volviera a mencionar su "mágico culo".
Por su parte Alanna, a punto estuvo de acabar con un vestido rosa. No es que no fuera a quedarle bien aquel color si no que si aquella mujer supiera a quién le estaba diciendo que vistiese de rosa...Níniel no pudo evitar que en sus labios se dibujara una sonrisa de oreja a oreja por estar viendo aquella situación en la que ·"la gata" luchaba panza arriba por evitar parecer una princesita rosada. Al final aceptó un tono morado berenjena que Níniel no sabía si era mejor que el rosa, seguramente no.
No obstante aquella anciana no había renunciado del todo a que alguno de los vestidos de alguna de sus tres clientas fuese rosa y colocó la muestra de color sobre el cuerpo de la joven castaña. El tono no pareció convencerla porque fue a por otro rosa aún más chillón.
-Oh si, este es ideal para ti joven-
La de pelo castaño estaba tan nerviosa que apenas si pudo saludar y parecía sorprendida por ver que no era la única clienta allí, lo que parecía divertir a Alanna. Pero lo mas extraño era que parecía no querer mirar directamente a las dos jóvenes en ropa interior y miraba a algún punto del suelo con tanta intensidad que casi parecía que estaba intentando ver a través de el. Parecía que acaba de encontrar a otra mujer aún mas pudorosa que ella por raro que pareciese. Entonces la mujer sastre la condujo a los biombos para que ella también se quitara la ropa y prosiguió con su trabajo sin cesar en sus comentarios.
La siguiente víctima fue Alanna, o mas bien su busto que parecía tener el visto bueno de la mujer. Níniel pudo notar que al igual que le había pasado a ella, la guardia no pudo evitar enrojecer, y con razón. Con curiosidad por el comentario la elfa no pudo evitar mirar el pecho a su amiga y no pudo si no estar de acuerdo con la anciana, claro que enseguida se avergonzó de aquella falta de decoro y volvió a mirar al frente mientras su compañera de tormento era amonestada por su delgadez. ¿ Y qué era eso de que a los hombres les gustaba tener dónde agarrarse? ¿Agarrarse para qué y dónde?. Pronto Alanna pudo bajar de aquella tarima y de nuevo la anciana centró su atención en la elfa.
-¿Sabes?, a mi de joven me llamaban "la elfa" por que era alta y esbelta como tú y tus hermanas del bosque. Tenía muchos pretendientes-Comentaba mientras medía la cintura de la peliblanca, sus caderas y el largo de sus piernas a la vez que asentía con aprobación- Claro que nunca tuve un cuerpo como el tuyo...Dime, es cosa de esa magia vuestra ¿Verdad? Me conformaría con saber cómo lográis tener una piel tan suave- Por suerte la mujer no tocó nada más de lo necesario para medir a pesar de ese comentario.
-Pues...No somos humanas aunque lo parezcamos...Pero tomamos mucha fruta y nos encanta bañarnos en los manantiales de agua cristalina-
-Estoy segura de que debe de haber otro secreto...¿Cuántos años tienes? Es dífícil de saber con los elfos pero rara vez salen de Sindorai elfos muy jóvenes...Aparentas unos diecisiete...¿Cuarenta? ¿Cincuenta?- Nín no quería responder a aquello, sabía que a los humanos les resultaba chocante incluso aunque preguntaran y no quería decirle a aquella anciana, que a pesar de todo trataba de ser simpática, que muy posiblemente fuese mayor que ella y que seguiría aparentando tener diecisiete años incluso cuando sus hijos y sus nietos llegaran también a la vejez.
-Bueno no importa, un culo como el tuyo tiene que ser obra de magia- Aquello fue demasiado y Níniel estaba segura de que tenía rojas hasta las orejas, por suerte ya habían acabado y pudo bajar del banco, era el turno de la chica castaña de someterse al veredicto de la mujer, si es que no había cambiado ya de idea. se vistió tras el biombo y esperó junto con Alanna que parecía seguir dándole vueltas a lo de estar demasiado delgada incluso ya vestida.
-Estás bien, quizá te vendría bien recuperar el par de kilos que pareces haber perdido últimamente, pero solo para pasar de fabulosa a perfecta...Además, estás bien servida ¿recuerdas?- Le dio un leve codazo amistoso y sonrió ámpliamente, incluso de estar solas le hubiera dado un achuchón.
A continuación tocaba escoger color y tejido para los vestidos de cada una. Parecía que como era Alanna la que pagaba su opinión era la quemas valía y que el color para la peliblanca sería el verde. Hubiese preferido que no la hubiera llamado blancuzca...Pero lo cierto es que ese color le sentaba bien y la favorecía así que no tenía queja alguna al respecto. Además siempre era mejor que la llamaran blancuzca a que volviera a mencionar su "mágico culo".
Por su parte Alanna, a punto estuvo de acabar con un vestido rosa. No es que no fuera a quedarle bien aquel color si no que si aquella mujer supiera a quién le estaba diciendo que vistiese de rosa...Níniel no pudo evitar que en sus labios se dibujara una sonrisa de oreja a oreja por estar viendo aquella situación en la que ·"la gata" luchaba panza arriba por evitar parecer una princesita rosada. Al final aceptó un tono morado berenjena que Níniel no sabía si era mejor que el rosa, seguramente no.
No obstante aquella anciana no había renunciado del todo a que alguno de los vestidos de alguna de sus tres clientas fuese rosa y colocó la muestra de color sobre el cuerpo de la joven castaña. El tono no pareció convencerla porque fue a por otro rosa aún más chillón.
-Oh si, este es ideal para ti joven-
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Eltrant, oculto detrás de la mampara, en aquel pequeño reducto de intimidad, escuchando una retahíla de números sin orden aparente, respiró hondo y se apartó la cascada de pelo castaño que seguía cayendo sobre su cara en cuanto este se despistaba –“Relájate, solo tienes que ir a la cena y preguntar a…” – Aquel efímero momento de cordura por parte del mercenario fue interrumpido por la guarda, quien asomando la cabeza por el biombo, preguntó a la joven que lo ocupaba si podía entrar a por su ropa.
-“No” – Contestó Eltrant inmediatamente, pero o bien no lo dijo lo suficientemente alto, o bien Alanna decidió directamente hacer caso omiso a la respuesta de la joven, pues con una amplia y encantadora sonrisa entró en el vestidor y procedió a recuperar su ropa, no sin presentarse de paso y preguntarle su nombre a la chica que luchaba por mantener un poco de espacio vital.
-“¿Mi… mi nombre…? El…” – Estuvo a punto de rendirse, a punto de decirle a la guarda quien era y pedirle ayuda, a escasos segundos de contarle la verdad, pero entonces, mientras se vestía, la guarda sacudió su trasero frente a la cara del mercenario, eso hizo recordar a Eltrant la facilidad con la que la señorita Delteria podía partirle el cuello si, después de todo lo que había visto y oído, esta se enteraba de su verdadera identidad– “..lie” – Terminó de decir, riendo nervioso –“Mi… nombre… es Ellie” - Deseó con todas sus fuerzas abrirse la cabeza contra la pared mientras decía aquellas palabras, había un millar de nombres, y elegía ese.
Cuando la guarda estuvo prácticamente vestida y Eltrant pensó que lo peor había pasado, Alanna atrapó una de las manos del mercenario y se la colocó en el vientre, preguntando tras aquello si era cierto lo que decía la costurera y necesitaba engordar. Eltrant, sonriendo mientras negaba con la cabeza hasta el punto de hacerse daño, no pudo evitar plantearse si existían los dioses y si, de hacerlo, estaban todos borrachos en aquel momento.
Con todo, la guarda pareció estar de acuerdo con la respuesta de la supuesta Ellie, aun siendo esta cualquier cosa menos coherente, pues después de unos segundos mirando fijamente a la chica, abandonó el vestidor con la misma sonrisa con la que había entrado.
En el momento en el que el mercenario volvió a encontrarse solo tras la mampara suspiró aliviado, por inverosímil que pareciese seguía vivo y a pesar de que sentía haber envejecido un par de décadas en aquellos últimos minutos, su amiga no se había dado cuenta aún de que era él; esto hizo a la, ahora chica, preguntarse cómo podía haber pasado desapercibida la capa que vestía, ya que la guarda la había llevado puesta en un par de ocasiones, negó con la cabeza y decidió no tentar a más a la suerte.
Volvió a tomar aire y estudió sus alrededores, tenía que escapar de allí, a ser posible vestido –“Piensa, maldita sea, piensa” – Mientras continuaba dedicando todas sus energías a la inútil idea de encontrar una salida alternativa en una tienda que claramente tenía solo una entrada, el mercenario podía sentir como las dos únicas neuronas que no estaban entumecidas en aquel momento friccionaban la una con la otra vigorosamente; quizás fue esto por lo que cuando advirtió la frase “Un culo como el tuyo tiene que ser obra de magia” asomó la cabeza cuidadosamente desde su escondite, movido por, quizás curiosidad, o quizás porque si iba a perder la vida en aquel momento prefería que aquella fuese la causa.
Su mirada se cruzó con la de la elfa peliblanca, la cual, aún en paños menores, estaba en aquel momento bajando del maldito pedestal en el que la sanguinaria de la tendera la estaba exponiendo.
Soltando una exclamación que ahogó mordiéndose la lengua volvió a esconderse tras el biombo en menos de una fracción de segundo –“¿Me ha visto?” – Se preguntó asomando ligeramente la cabeza de nuevo –“Me ha visto” – La pregunta se volvió en seguida una afirmación cuando no vio a la elfa por ninguna parte ¿Habría entrado a cambiarse en el otro vestidor?.
Sin perder más tiempo volvió de nuevo a la protección de su querido biombo, tras unos segundos de reflexión inspiró profundamente, lo había decidido, se quedaría allí a vivir de ser necesario. Lamentablemente, su plan de mudanza no duró mucho, la regente del local dio varios golpecitos en la cara opuesta de la mampara, llamando la atención del mercenario –“¿Por qué estas tardando tanto?” – En la voz de la mujer se podía notar cierto tono de impaciencia –“No tengo todo el día”
-“Un… un momento” – Contestó Eltrant, tratando de ganar tiempo mientras daba vueltas en círculos, que debido al espacio tan reducido en el que se encontraba, básicamente lo único que hacía era girar sobre sí mismo. La mujer por otro lado, que había estado hasta aquel segundo lidiando con las otras dos clientes, entró como un huracán en el vestidor y después de mirar a la chica de arriba abajo, sonrió.
-“Pobrecita mía, ¡No me digas que eres tímida! Tranquila que yo te ayudo” – Eltrant quedó paralizado en una mueca de terror cuando la mujer le agarró de la capa en el mismo instante en el cual este trato de huir, y seguidamente, procedió a desvestirle –“No… espere, si yo ya tengo mucha ropa, no hace falta que…” – Por mucho que tratara de explicarse, en aquel lugar simplemente, nadie de hacía caso, era casi como volver a casa.
– “No digas tonterías, este es ideal para ti, ¿Verdad que si? ” – Preguntó a Alanna y a la elfa a la vez que sacaba a Eltrant del vestidor tapándola solo con una prenda de color rosa. –“Pero… yo…no...”- Ahora ataviada solo con la camisa y su ropa interior la mujer forzó al mercenario a subirse en el mismo pedestal en el que habían estado las otras dos antes.
Mirando nerviosamente a su alrededor, volvió a apartarse la el pelo de la cara para observar la figura de una joven esbelta en el espejo que tenía frente a él –“No estoy nada mal” – Aquel pensamiento, junto a una sonrisa bobalicona, pasó fugazmente por su cabeza junto a otra multitud de reflexiones, las cuales variaban desde - “Por favor, que haya un arquero apuntándome desde el otro lado de la calle” - hasta - “Si empujo a esta vieja podría, con un poco de suerte, partirse la cadera. Puedo huir de aquí antes de que se levante”
Pero no hizo nada, se quedó allí, de pie, mirando al frente, evadiéndose de la realidad, oyendo como la sastre decía un montón de números que no entendía mientras media diferentes partes de su cuerpo, él solo quería ir a la cena y cobrar su recompensa, no era pedir demasiado. Suspiró y dejó que la mujer hiciese su trabajo, cuando antes acabase allí, antes podría ir a ver al maldito alquimista y sacarle la cura a golpes,o a espadazos, o con fuego.
–“¿Puedo… decidir el color…al menos ? Tengo que ir a algo parecido a... una... a una cena y...” – Preguntó tras unos minutos con el vestido rosa en sus manos –“No” – interrumpió la mujer sin dejar de tomar medidas.
-“Vale…”
-“No” – Contestó Eltrant inmediatamente, pero o bien no lo dijo lo suficientemente alto, o bien Alanna decidió directamente hacer caso omiso a la respuesta de la joven, pues con una amplia y encantadora sonrisa entró en el vestidor y procedió a recuperar su ropa, no sin presentarse de paso y preguntarle su nombre a la chica que luchaba por mantener un poco de espacio vital.
-“¿Mi… mi nombre…? El…” – Estuvo a punto de rendirse, a punto de decirle a la guarda quien era y pedirle ayuda, a escasos segundos de contarle la verdad, pero entonces, mientras se vestía, la guarda sacudió su trasero frente a la cara del mercenario, eso hizo recordar a Eltrant la facilidad con la que la señorita Delteria podía partirle el cuello si, después de todo lo que había visto y oído, esta se enteraba de su verdadera identidad– “..lie” – Terminó de decir, riendo nervioso –“Mi… nombre… es Ellie” - Deseó con todas sus fuerzas abrirse la cabeza contra la pared mientras decía aquellas palabras, había un millar de nombres, y elegía ese.
Cuando la guarda estuvo prácticamente vestida y Eltrant pensó que lo peor había pasado, Alanna atrapó una de las manos del mercenario y se la colocó en el vientre, preguntando tras aquello si era cierto lo que decía la costurera y necesitaba engordar. Eltrant, sonriendo mientras negaba con la cabeza hasta el punto de hacerse daño, no pudo evitar plantearse si existían los dioses y si, de hacerlo, estaban todos borrachos en aquel momento.
Con todo, la guarda pareció estar de acuerdo con la respuesta de la supuesta Ellie, aun siendo esta cualquier cosa menos coherente, pues después de unos segundos mirando fijamente a la chica, abandonó el vestidor con la misma sonrisa con la que había entrado.
En el momento en el que el mercenario volvió a encontrarse solo tras la mampara suspiró aliviado, por inverosímil que pareciese seguía vivo y a pesar de que sentía haber envejecido un par de décadas en aquellos últimos minutos, su amiga no se había dado cuenta aún de que era él; esto hizo a la, ahora chica, preguntarse cómo podía haber pasado desapercibida la capa que vestía, ya que la guarda la había llevado puesta en un par de ocasiones, negó con la cabeza y decidió no tentar a más a la suerte.
Volvió a tomar aire y estudió sus alrededores, tenía que escapar de allí, a ser posible vestido –“Piensa, maldita sea, piensa” – Mientras continuaba dedicando todas sus energías a la inútil idea de encontrar una salida alternativa en una tienda que claramente tenía solo una entrada, el mercenario podía sentir como las dos únicas neuronas que no estaban entumecidas en aquel momento friccionaban la una con la otra vigorosamente; quizás fue esto por lo que cuando advirtió la frase “Un culo como el tuyo tiene que ser obra de magia” asomó la cabeza cuidadosamente desde su escondite, movido por, quizás curiosidad, o quizás porque si iba a perder la vida en aquel momento prefería que aquella fuese la causa.
Su mirada se cruzó con la de la elfa peliblanca, la cual, aún en paños menores, estaba en aquel momento bajando del maldito pedestal en el que la sanguinaria de la tendera la estaba exponiendo.
Soltando una exclamación que ahogó mordiéndose la lengua volvió a esconderse tras el biombo en menos de una fracción de segundo –“¿Me ha visto?” – Se preguntó asomando ligeramente la cabeza de nuevo –“Me ha visto” – La pregunta se volvió en seguida una afirmación cuando no vio a la elfa por ninguna parte ¿Habría entrado a cambiarse en el otro vestidor?.
Sin perder más tiempo volvió de nuevo a la protección de su querido biombo, tras unos segundos de reflexión inspiró profundamente, lo había decidido, se quedaría allí a vivir de ser necesario. Lamentablemente, su plan de mudanza no duró mucho, la regente del local dio varios golpecitos en la cara opuesta de la mampara, llamando la atención del mercenario –“¿Por qué estas tardando tanto?” – En la voz de la mujer se podía notar cierto tono de impaciencia –“No tengo todo el día”
-“Un… un momento” – Contestó Eltrant, tratando de ganar tiempo mientras daba vueltas en círculos, que debido al espacio tan reducido en el que se encontraba, básicamente lo único que hacía era girar sobre sí mismo. La mujer por otro lado, que había estado hasta aquel segundo lidiando con las otras dos clientes, entró como un huracán en el vestidor y después de mirar a la chica de arriba abajo, sonrió.
-“Pobrecita mía, ¡No me digas que eres tímida! Tranquila que yo te ayudo” – Eltrant quedó paralizado en una mueca de terror cuando la mujer le agarró de la capa en el mismo instante en el cual este trato de huir, y seguidamente, procedió a desvestirle –“No… espere, si yo ya tengo mucha ropa, no hace falta que…” – Por mucho que tratara de explicarse, en aquel lugar simplemente, nadie de hacía caso, era casi como volver a casa.
– “No digas tonterías, este es ideal para ti, ¿Verdad que si? ” – Preguntó a Alanna y a la elfa a la vez que sacaba a Eltrant del vestidor tapándola solo con una prenda de color rosa. –“Pero… yo…no...”- Ahora ataviada solo con la camisa y su ropa interior la mujer forzó al mercenario a subirse en el mismo pedestal en el que habían estado las otras dos antes.
Mirando nerviosamente a su alrededor, volvió a apartarse la el pelo de la cara para observar la figura de una joven esbelta en el espejo que tenía frente a él –“No estoy nada mal” – Aquel pensamiento, junto a una sonrisa bobalicona, pasó fugazmente por su cabeza junto a otra multitud de reflexiones, las cuales variaban desde - “Por favor, que haya un arquero apuntándome desde el otro lado de la calle” - hasta - “Si empujo a esta vieja podría, con un poco de suerte, partirse la cadera. Puedo huir de aquí antes de que se levante”
Pero no hizo nada, se quedó allí, de pie, mirando al frente, evadiéndose de la realidad, oyendo como la sastre decía un montón de números que no entendía mientras media diferentes partes de su cuerpo, él solo quería ir a la cena y cobrar su recompensa, no era pedir demasiado. Suspiró y dejó que la mujer hiciese su trabajo, cuando antes acabase allí, antes podría ir a ver al maldito alquimista y sacarle la cura a golpes,o a espadazos, o con fuego.
–“¿Puedo… decidir el color…al menos ? Tengo que ir a algo parecido a... una... a una cena y...” – Preguntó tras unos minutos con el vestido rosa en sus manos –“No” – interrumpió la mujer sin dejar de tomar medidas.
-“Vale…”
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
En cuanto Niniel salió del biombo, se dirigió hacia ella, la costurera, por su parte, entró a buscar a Ellie, que parecía seguir de los nervios, la reacción que había tenido cuando ella había preguntado por el comentario de la mujer había sido extraña, esa sonrisa casi parecía la de algún tipo raro de acosador, más que otra cosa.
Con una sonrisa y un amago de risa, agradeció las palabras de la elfa.
- Y no nos olvidemos de tu culo mágico- siguió Alanna con la broma, estaba claro que esos comentarios iban a causar más de una broma.
La sastre les pidió que esperaran un par de segundos, ya que la cena para la que buscaban vestido era para la noche, les haría arreglos a algunos vestido ya confeccionados para que pudieran llevárselos, a la joven castaña incluso le había sacado directamente un vestido muy grande, con mucha tela, y de un color rosa profundo que parecía poder dañar las pupilas si se miraba demasiado tiempo.
Cuando la mujer mayor estuvo conforme con su elección, asintió con una enorme sonrisa y miró a la chica castaña, estaba claro que la sastre no les iba a permitir elegir nada. Entre lo pomposo del vestido, y la respuesta seca a la tímida pregunta de la chica hizo que la guardia soltase un bufido intentando no reírse, la señora era todo un carácter. Y no dejaba de demostrarlo.
- Muy mal, muy mal.- protestó la señora dándole en la espalda a la joven que aun estaba sobre el pedestal- mala postura, ponte recta, cierra las piernas, ¿qué eres? ¿un chico? a ti no te cuelga nada, no tienes excusa para esa postura. Culo fuera, no tienes culo, así que tendrás que fingirlo, y saca pecho, la barbilla arriba- dijo dando indicaciones mientras golpeaba las zonas que iba diciendo con una especie de palo.- No, no, no. Oh, da igual, vamos a ver los vuestros chicas.- dijo dando a la otra joven como un caso perdido.
Alanna acercó a la mujer tapándose la boca con una mano, aguantando la risa, que se le pasó al instante al saber que no iban a poder elegir el vestido tampoco. en su caso, la mujer parecía empeñada en que ella vistiera de color morado, y la arrastró hasta uno de color liso, la tela era brillante, como seda, largo y bastante ajustado, con eso sería imposible moverse bien, al menos no era rígido, parecía casi de seda. Las protestas sirvieron de poco, lo único que recibió en contestación, fueron razones que, para la mujer serían razonables, pero a ella le resultaban tontas, ¿cómo iba a moverse? si eso parecía un camisón....
- Menos quejas, ya que no tienes chicha, al menos aprovéchalo tendrás que marcar lo que tienes ¿no? Culo y pecho, si no fuera por eso, un bicho palo niña, come más, come más-
Tras el turno de la elfa, en el que la mujer no pudo evitar soltar un comentario más; "ajustado al culo, si, este perfecto"; ignorando por completo lo que la chica de piel clara tuviera que decir, por fin las dejaron marchar, deberían volver a la tarde para recogerlos y, de allí, deberían salir directas a la fiesta, o no les daría tiempo.
Saliendo por la puerta, Alanna decidió que, tal vez, la otra chica también quisiera ir con ellas,sin así que, tras consultarlo con la elfa, invitó a la joven y, sin importar demasiado su respuesta, insistió arrastrando a la joven con ellas. Era un día para divertirse.
********************************************
El día pasó bastante rápido, la tarde calló despacio, y, mientras las jóvenes se vestían en el taller, el sol comenzaba a ponerse.
Alanna esperaba ya arreglada, había pensado que la mujer estaba loca cuando le había enseñado el vestido, pero lo cierto es que era bastante cómodo, ligero, de tela suave, más estrecho en el cuerpo que en las piernas, era más fácil de llevar que muchos de los que había en su armario, e infinitamente más cómodo que los que ya había roto.
La sastre, a pesar de ser tan... de tener una boca tan... grande, por decirlo así, era una mujer amable, que se había encargado también de arreglarle el pelo y maquillarla. Al parecer no tenía hijas, solo hijos, y cada vez que una jovencita pasaba por la tienda, se sentía como una madre preparando a sus niñas. En el fondo era una mujer muy tierna.
Se levantó a mirarse en el espejo cuando la mujer acabó de cepillarle un mechón. Estiró la tela sedosa del vestido y respiró hondo, aunque la mujer había insistido, no se había quitado ni las dagas de los muslos ni el colgante de media luna, se negaba a salir totalmente desprotegida, y, el colgante, era algo con lo que se había acostumbrado a juguetear cuando estaba nerviosa, y a sentir el peso, sin él se sentiría desnuda.
- Muchas gracias señora.- dijo sonriente, ya había pagado esa misma mañana al salir, así que solo quedaba agradecerle.-¿Vamos?- preguntó antes de empezar a andar a la fiesta.
- Venga niñas, suerte.- comentó dando una palmada al culo de la guardia, la mujer se miró la mano y fijó su vista en el trasero de la chica que no podía estar más sorprendida y roja.- pues... está duro ¿eh? se nota que estás en forma, pero come más- el comentario no ayudó en nada, pero, finalmente, pudieron marcharse.- Divertíos mucho chiquillas.
La noche ya había caído, y no tardaría en empezar la cena, baile, o lo que fuera, lo cierto es que no había acabado de quedarle claro, pero le importaba poco, el caso era divertirse.
Con una sonrisa y un amago de risa, agradeció las palabras de la elfa.
- Y no nos olvidemos de tu culo mágico- siguió Alanna con la broma, estaba claro que esos comentarios iban a causar más de una broma.
La sastre les pidió que esperaran un par de segundos, ya que la cena para la que buscaban vestido era para la noche, les haría arreglos a algunos vestido ya confeccionados para que pudieran llevárselos, a la joven castaña incluso le había sacado directamente un vestido muy grande, con mucha tela, y de un color rosa profundo que parecía poder dañar las pupilas si se miraba demasiado tiempo.
- vestido de Elli:
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Cuando la mujer mayor estuvo conforme con su elección, asintió con una enorme sonrisa y miró a la chica castaña, estaba claro que la sastre no les iba a permitir elegir nada. Entre lo pomposo del vestido, y la respuesta seca a la tímida pregunta de la chica hizo que la guardia soltase un bufido intentando no reírse, la señora era todo un carácter. Y no dejaba de demostrarlo.
- Muy mal, muy mal.- protestó la señora dándole en la espalda a la joven que aun estaba sobre el pedestal- mala postura, ponte recta, cierra las piernas, ¿qué eres? ¿un chico? a ti no te cuelga nada, no tienes excusa para esa postura. Culo fuera, no tienes culo, así que tendrás que fingirlo, y saca pecho, la barbilla arriba- dijo dando indicaciones mientras golpeaba las zonas que iba diciendo con una especie de palo.- No, no, no. Oh, da igual, vamos a ver los vuestros chicas.- dijo dando a la otra joven como un caso perdido.
Alanna acercó a la mujer tapándose la boca con una mano, aguantando la risa, que se le pasó al instante al saber que no iban a poder elegir el vestido tampoco. en su caso, la mujer parecía empeñada en que ella vistiera de color morado, y la arrastró hasta uno de color liso, la tela era brillante, como seda, largo y bastante ajustado, con eso sería imposible moverse bien, al menos no era rígido, parecía casi de seda. Las protestas sirvieron de poco, lo único que recibió en contestación, fueron razones que, para la mujer serían razonables, pero a ella le resultaban tontas, ¿cómo iba a moverse? si eso parecía un camisón....
- Menos quejas, ya que no tienes chicha, al menos aprovéchalo tendrás que marcar lo que tienes ¿no? Culo y pecho, si no fuera por eso, un bicho palo niña, come más, come más-
Tras el turno de la elfa, en el que la mujer no pudo evitar soltar un comentario más; "ajustado al culo, si, este perfecto"; ignorando por completo lo que la chica de piel clara tuviera que decir, por fin las dejaron marchar, deberían volver a la tarde para recogerlos y, de allí, deberían salir directas a la fiesta, o no les daría tiempo.
Saliendo por la puerta, Alanna decidió que, tal vez, la otra chica también quisiera ir con ellas,sin así que, tras consultarlo con la elfa, invitó a la joven y, sin importar demasiado su respuesta, insistió arrastrando a la joven con ellas. Era un día para divertirse.
- Vestido Niniel y Alanna:
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El día pasó bastante rápido, la tarde calló despacio, y, mientras las jóvenes se vestían en el taller, el sol comenzaba a ponerse.
Alanna esperaba ya arreglada, había pensado que la mujer estaba loca cuando le había enseñado el vestido, pero lo cierto es que era bastante cómodo, ligero, de tela suave, más estrecho en el cuerpo que en las piernas, era más fácil de llevar que muchos de los que había en su armario, e infinitamente más cómodo que los que ya había roto.
La sastre, a pesar de ser tan... de tener una boca tan... grande, por decirlo así, era una mujer amable, que se había encargado también de arreglarle el pelo y maquillarla. Al parecer no tenía hijas, solo hijos, y cada vez que una jovencita pasaba por la tienda, se sentía como una madre preparando a sus niñas. En el fondo era una mujer muy tierna.
Se levantó a mirarse en el espejo cuando la mujer acabó de cepillarle un mechón. Estiró la tela sedosa del vestido y respiró hondo, aunque la mujer había insistido, no se había quitado ni las dagas de los muslos ni el colgante de media luna, se negaba a salir totalmente desprotegida, y, el colgante, era algo con lo que se había acostumbrado a juguetear cuando estaba nerviosa, y a sentir el peso, sin él se sentiría desnuda.
- Muchas gracias señora.- dijo sonriente, ya había pagado esa misma mañana al salir, así que solo quedaba agradecerle.-¿Vamos?- preguntó antes de empezar a andar a la fiesta.
- Venga niñas, suerte.- comentó dando una palmada al culo de la guardia, la mujer se miró la mano y fijó su vista en el trasero de la chica que no podía estar más sorprendida y roja.- pues... está duro ¿eh? se nota que estás en forma, pero come más- el comentario no ayudó en nada, pero, finalmente, pudieron marcharse.- Divertíos mucho chiquillas.
La noche ya había caído, y no tardaría en empezar la cena, baile, o lo que fuera, lo cierto es que no había acabado de quedarle claro, pero le importaba poco, el caso era divertirse.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Níniel habría jurado que había visto como la chica de cabello castaño no perdía detalle de su culo ni de otras partes de su anatomía mientras la peliblanca bajaba del soporte donde habían tomado sus medidas. Fue un momento y luego desapareció pero la elfa estaba bastante segura de que había despertado su interés, quizá con intención comparativa con respecto a su propio cuerpo o quizá porque nunca había visto a una elfa y sentía curiosidad, o puede que ambas opciones. Como fuera decidió no darle importancia.
Ellie,pues así se llamaba, puso a prueba la paciencia de la sastre y sin duda eso resultó contraproducente para sus intereses. No solo acabó sufriendo el mismo calvario que las otras dos jóvenes con respecto a sus medidas pregonadas en alto y los comentarios de rigor sobre qué opinaba de sus mas llamativos rasgos, si no que además sufrió un curso acelerado de compostura para damas. Aquello le trajo recuerdos a Níniel de cuando su madre le daba esa clase de lecciones a ella cuando era mas pequeña. La peliblanca desde muy joven fue instruida en usos y costumbres, así como a comportarse con elegancia y a guardar rigurosamente la etiqueta. Por supuesto primero como se hacía entre los elfos, pero luego también al modo humano.
Ashara Thenidiel había vivido mucho tiempo y no había convivido solo con los de su especie por lo que conocía a la perfección las normas y cánones en ese aspecto de los humanos, e incluso de otras razas. La suma sacerdotisa quiso que su hija aprendiera a dominar aquel arte desde niña, cosa que Níniel siempre disfrutó y que a la larga había sido de ayuda.
Los humanos, tan toscos para otras muchas cosas, tenían una etiqueta maravillosa de la que por desgracia no había podido disfrutar sin que intentaran matarla. Quizá aquella noche si que tuviese esa oportunidad.
Tras acabar con las medidas de la última joven y después de que la anciana decidiera por ellas los vestidos para la velada de aquella noche, Níniel parecía la única conforme con el vestido que podría lucir. Si bien era cierto que parecía bastante ajustado y que iba a marcar en exceso algunas zonas de su silueta, no era nada que sus propias ropas comunes no acentuaran ya, salvo quizás el trasero. A lo mejor por su falta de quejas al respecto los comentarios dirigidos a ella fueran bastante menos vergonzosos que los que dirigió a Alanna, a la que llamó insecto palo con culo y tetas. Aquello hizo gracia a la peliblanca aunque no compartiera su opinión y causó que no pudiera evitar reírse de forma melódica.
La anciana le haría los arreglos pertinentes a los vestidos y esa misma tarde podrían pasar a recogerlos. Incluso se ofreció, ya que parecía que iban a andar mal de tiempo, a arreglarles el pelo y maquillarlas solo por el placer de hacerlo, allí en su tienda. Los dioses le habían dado hijos varones pero ninguna hija y parecía que su modo de compensarlo era tratar con tanta familiaridad a sus clientas. Eso explicaba su comportamiento y causó que Níniel se sintiera culpable por si en algún momento se había mostrado molesta por los comentarios por lo que aceptó aquel ofrecimiento sin dudar y agradeciéndole su dedicación.
Salieron de la tienda y ya que las tres debían esperar por los vestidos y no solo eso, si no que resultó que las tres estaban invitadas al mismo evento, Alanna "convenció" a Ellie de que las acompañara aquella tarde e ir juntas a la cena. De ese modo pasaron las siguientes horas juntas.
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Los últimos ajustes a su vestido y Níniel pudo por fin mirarse al espejo con total libertad y sin peligro de que ningún alfiler se le clavara o se desprendiera eliminando una guía que la anciana necesitase para terminar el trabajo. El resultado era espectacular y aquel color resaltaba su piel clara y hasta el de sus ojos. De todos cuantos había llevado desde su primer viaje a Lunargenta aquel era con diferencia el vestido que mas resaltaba su figura aunque también era con el que más difícil resultaba moverse, incluido aquel que le prestase Alanna, pero poco importaba. Con su larga melena recogida con elegancia con solo unos mechones de blanco cabello cayendo sobre sus hombros sonreía al ver su reflejo y a su lado aquella anciana también sonreía satisfecha con el resultado.
-Quién fuera joven...- Dijo con un suspiro pasando sus manos por una pequeña arruga del vestido hasta hacerla desaparecer.- Si con esto los hombres no hacen cola para bailar contigo es que son ciegos y tontos...-No era esa la intención de la elfa, no quería a un montón de humanos detrás aunque por supuesto si estar y sentirse preciosa, pero no lo dijo, quería complacer a la anciana.
-Seguro que si, pero solo escogeré al que mejor baile de todos-
- Así se habla- Dijo satisfecha la mujer.
-Yo ya estoy lista Alanna, en cuanto Ellíe lo esté podremos irnos-
Una vez todas estuvieron a punto y tras recibir los ánimos de la costurera, las tres jóvenes salieron a la noche y se encaminaron a la zona alta de la ciudad. Hacía una noche perfecta, esperaba que nada ni nadie la estropeara. Eso si, no pudo evitar reirse por el último comentario de la anciana a Alanna en cuanto cruzaron la puerta al exterior
-Parece que no soy la única con un culo mágico-
Ellie,pues así se llamaba, puso a prueba la paciencia de la sastre y sin duda eso resultó contraproducente para sus intereses. No solo acabó sufriendo el mismo calvario que las otras dos jóvenes con respecto a sus medidas pregonadas en alto y los comentarios de rigor sobre qué opinaba de sus mas llamativos rasgos, si no que además sufrió un curso acelerado de compostura para damas. Aquello le trajo recuerdos a Níniel de cuando su madre le daba esa clase de lecciones a ella cuando era mas pequeña. La peliblanca desde muy joven fue instruida en usos y costumbres, así como a comportarse con elegancia y a guardar rigurosamente la etiqueta. Por supuesto primero como se hacía entre los elfos, pero luego también al modo humano.
Ashara Thenidiel había vivido mucho tiempo y no había convivido solo con los de su especie por lo que conocía a la perfección las normas y cánones en ese aspecto de los humanos, e incluso de otras razas. La suma sacerdotisa quiso que su hija aprendiera a dominar aquel arte desde niña, cosa que Níniel siempre disfrutó y que a la larga había sido de ayuda.
Los humanos, tan toscos para otras muchas cosas, tenían una etiqueta maravillosa de la que por desgracia no había podido disfrutar sin que intentaran matarla. Quizá aquella noche si que tuviese esa oportunidad.
Tras acabar con las medidas de la última joven y después de que la anciana decidiera por ellas los vestidos para la velada de aquella noche, Níniel parecía la única conforme con el vestido que podría lucir. Si bien era cierto que parecía bastante ajustado y que iba a marcar en exceso algunas zonas de su silueta, no era nada que sus propias ropas comunes no acentuaran ya, salvo quizás el trasero. A lo mejor por su falta de quejas al respecto los comentarios dirigidos a ella fueran bastante menos vergonzosos que los que dirigió a Alanna, a la que llamó insecto palo con culo y tetas. Aquello hizo gracia a la peliblanca aunque no compartiera su opinión y causó que no pudiera evitar reírse de forma melódica.
La anciana le haría los arreglos pertinentes a los vestidos y esa misma tarde podrían pasar a recogerlos. Incluso se ofreció, ya que parecía que iban a andar mal de tiempo, a arreglarles el pelo y maquillarlas solo por el placer de hacerlo, allí en su tienda. Los dioses le habían dado hijos varones pero ninguna hija y parecía que su modo de compensarlo era tratar con tanta familiaridad a sus clientas. Eso explicaba su comportamiento y causó que Níniel se sintiera culpable por si en algún momento se había mostrado molesta por los comentarios por lo que aceptó aquel ofrecimiento sin dudar y agradeciéndole su dedicación.
Salieron de la tienda y ya que las tres debían esperar por los vestidos y no solo eso, si no que resultó que las tres estaban invitadas al mismo evento, Alanna "convenció" a Ellie de que las acompañara aquella tarde e ir juntas a la cena. De ese modo pasaron las siguientes horas juntas.
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Los últimos ajustes a su vestido y Níniel pudo por fin mirarse al espejo con total libertad y sin peligro de que ningún alfiler se le clavara o se desprendiera eliminando una guía que la anciana necesitase para terminar el trabajo. El resultado era espectacular y aquel color resaltaba su piel clara y hasta el de sus ojos. De todos cuantos había llevado desde su primer viaje a Lunargenta aquel era con diferencia el vestido que mas resaltaba su figura aunque también era con el que más difícil resultaba moverse, incluido aquel que le prestase Alanna, pero poco importaba. Con su larga melena recogida con elegancia con solo unos mechones de blanco cabello cayendo sobre sus hombros sonreía al ver su reflejo y a su lado aquella anciana también sonreía satisfecha con el resultado.
-Quién fuera joven...- Dijo con un suspiro pasando sus manos por una pequeña arruga del vestido hasta hacerla desaparecer.- Si con esto los hombres no hacen cola para bailar contigo es que son ciegos y tontos...-No era esa la intención de la elfa, no quería a un montón de humanos detrás aunque por supuesto si estar y sentirse preciosa, pero no lo dijo, quería complacer a la anciana.
-Seguro que si, pero solo escogeré al que mejor baile de todos-
- Así se habla- Dijo satisfecha la mujer.
-Yo ya estoy lista Alanna, en cuanto Ellíe lo esté podremos irnos-
Una vez todas estuvieron a punto y tras recibir los ánimos de la costurera, las tres jóvenes salieron a la noche y se encaminaron a la zona alta de la ciudad. Hacía una noche perfecta, esperaba que nada ni nadie la estropeara. Eso si, no pudo evitar reirse por el último comentario de la anciana a Alanna en cuanto cruzaron la puerta al exterior
-Parece que no soy la única con un culo mágico-
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
El mercenario aguantó sin decir nada el resto del sermón de la regente del local, al fin y al cabo, por mucho que protestase nadie le iba a hacer caso, en cierto modo incluso empezaba a acostumbrarse a causar ese efecto en los demás, sin posibilidad alguna de escapar de allí a corto plazo, cerró los ojos, inspiró hondo, y dejó que él tiempo pasase.
Con el paso de los minutos la voz de la anciana se volvió un mero susurró en el viento, un eco distante que no tardó en volver de nuevo a la cabeza de Eltrant cuando esta le recordó por tercera vez que habían acabado y que podía bajarse del pedestal. “Ellíe” que acababa de volver de nuevo al mundo de los mortales, asintió y, obedeciendo a la mujer, caminó rápidamente a por su atuendo.
Una vez ataviado con su propia ropa y sintiendo el tranquilizador peso de sus espadas en el cinto salió de detrás del biombo. La tendera afirmaba tener que hacer varios ajustes a las vestiduras de las presentes, por lo que indicó a las tres mujeres que volviesen más adelante; Eltrant sonrió, aquella era su oportunidad, no volvería por allí, para empezar, no tenía el suficiente dinero como para poder permitirse aquel vestido, no sabía que pasaba por la cabeza de la sastre, pero aún con la forma actual, su aspecto no indicaba que fuese precisamente una persona adinerada.
Dirigió un vistazo rápido tanto a Alanna como a la elfa, al fin y al cabo, no podían obligarle a comprar nada ¿Verdad?
Salió del local en modo automático, tratando de, por todos los medios, olvidar lo que acababa de pasar. Con un poco de suerte todo acabaría en unas pocas horas, solo tenía que encontrarse con los Vivant y pedirles amablemente que le dejasen hablar con el prisionero, si esto no funcionaba, no le quedaría otra opción que tratar de pasar desapercibido y encontrar dónde se encontraba encerrado el alquimista.
Respiró hondo y se paró de nuevo frente al escaparate, dónde miró su reflejo durante varios largos segundos, al menos la pequeña aventura que acababa de vivir en el interior de aquella tienda le había servido para “tranquilizarse” de una forma cuanto menos extraña, sonrió, la mujer ataviada con ropas de hombre que era su reflejo hizo lo mismo.
En aquel momento, la guarda, haciendo alarde de una habilidad para el sigilo digna del mejor de los asesinos, tomó al mercenario por un brazo y a base de insistir, acabó convenciendo a la chica para que fuese con ellas. –“¿Cómo hace eso…?” – Se preguntó mientras era arrastrada por su amiga a través de las calles de la ciudad.
Poco después descubrió que no debía de haber cedido a las argucias de la guarda, pues esta no tardó en confesar, hablando a la supuesta Ellíe como si la conociesen de toda la vida, que ellas también iban a la cena de los Vivant. Eltrant pudo percibir claramente como su suerte se reía de él a carcajadas cuando, cabizbajo, respondió de forma afirmativa cuando le preguntaron si también iba a asistir; al menos ya sabía para que necesitaba su amiga el vestido.
Durante el resto de la tarde “Ellíe” trató de no llamar la atención, se limitó a contestar las preguntas con monosílabos y sonriendo cortésmente a todo que le decían, Alanna, por otro lado, aparte de pasarse todo el tiempo riendo y contando anécdotas sin parar, presentó a la elfa que estaba con ella como Niniel. Por lo que Eltrant observó durante el transcurso de la tarde la guarda no se equivocaba al afirmar que ella y la peliblanca eran buenas amigas, no le extrañó, pues la naturaleza afable y simpática de Alanna no era simple fachada, se preguntó, sin embargo, como se habían llegado a conocer.
También se percató de que la guarda seguía llevando el colgante, fue, quizás, la única sonrisa sincera que Ellíe esbozó en toda la tarde.
Y entonces llegó la hora, el sol comenzó a descender, Eltrant frunció el ceño, seguía sin tener dinero ¿Qué iba a hacer? ¿Huir? ¿Gritar a la anciana? ¿Gritar a la anciana mientras huía? Si hubiese tenido barba en aquel momento, estaría atusándosela, la única alternativa medianamente útil que encontró fue su flequillo; Se pasó jugueteando con él hasta que llegaron frente al escaparate, momento en el cual se vio obligada a entrar en la tienda.
Dejando escapar un grito aterrorizado cuando vio el doloroso traje de color rosa que la anciana había preparado para él no pudo sino confesar que no tenía el dinero suficiente para adquirirlo, la mujer frunció el ceño y se cruzó de brazos, Eltrant tragó saliva y colocó su mano peligrosamente cerca de la empuñadura de su espada, no sabía cómo iba a acabar todo aquello.
Efectivamente, no salió como Eltrant esperaba.
Frente a la muchacha de cabellos castaños una majestuosa mansión se alzaba sobre las casas de los alrededores, los Vivant no eran conocidos por ser precisamente humildes, y su casa era prueba de ello. Manteniéndose siempre tras la elfa y la guarda. la chica tragó saliva y se ajustó sus ropajes.
Puede que no fuese el aparatoso vestido de color rosa que la anciana había preparado, pero lo que tenía puesto no era mucho mejor, la anciana, la cual demostró una amabilidad que Eltrant no podía agradecer, hizo arreglos de última hora en su propia ropa a una velocidad realmente encomiable.
La camisa era ahora de un color más claro,con encaje y lacitos por todas partes, dejando entrever parcialmente el pecho de la chica, los pantalones que el muchacho acostumbraba a llevar habían sido rápidamente reconvertidos en una bonita falda de color rosa, y su capa, la cual el mercenario no había permitido cambiar, había sido sustituida por una de confección similar, de color rosa también, por supuesto, todo ello acompañado por ropa interior de encaje que la anciana había tenido la amabilidad de regalar a la joven.
No podía negar que le sorprendía lo rápido que era capaz de trabajar aquella mujer, la cual como pago lo único que pidió a Ellíe fue que "Buscase a un buen hombre aquella noche".
-“… Solo tenía un juego de ropa” – Murmuró hastiado mientras se acercaban a la entrada principal de la mansión – “¿Con que cara me voy a presentar yo ahora para buscar clientes? No me puedo permitir mucha ropa” – Siguió susurrando mientras le tendía la entrada al guarda. –“Esta camisa me gustaba…” – Siguió mascullando en voz baja.
–“¿Tale?” – Preguntó este arqueando una ceja al leer la invitación, Eltrant sintió que el corazón se le detenía, seguía yendo en último lugar, con un poco de suerte no se habían enterado de nada. –“Es curioso… me habían dicho que eras un hombre” – Dijo tendiéndole de nuevo la entrada a la joven castaña –“¿De verdad? A mi también” – Contestó este de mala gana arrebatando la entrada de las manos del guarda y entrando en el edificio tras sus compañeras.
Una vez se encontró dentro de la mansión no tardó en notar como le miraban fijamente, suspiró y miró a su alrededor, una multitud de desconocidos con más dinero que cabeza arremolinados en una gran sala, música suave, tapices de colores, comida y muchos guardias; el típico lugar en el cual no se sentía cómodo desarmado, que novedad.
Con el paso de los minutos la voz de la anciana se volvió un mero susurró en el viento, un eco distante que no tardó en volver de nuevo a la cabeza de Eltrant cuando esta le recordó por tercera vez que habían acabado y que podía bajarse del pedestal. “Ellíe” que acababa de volver de nuevo al mundo de los mortales, asintió y, obedeciendo a la mujer, caminó rápidamente a por su atuendo.
Una vez ataviado con su propia ropa y sintiendo el tranquilizador peso de sus espadas en el cinto salió de detrás del biombo. La tendera afirmaba tener que hacer varios ajustes a las vestiduras de las presentes, por lo que indicó a las tres mujeres que volviesen más adelante; Eltrant sonrió, aquella era su oportunidad, no volvería por allí, para empezar, no tenía el suficiente dinero como para poder permitirse aquel vestido, no sabía que pasaba por la cabeza de la sastre, pero aún con la forma actual, su aspecto no indicaba que fuese precisamente una persona adinerada.
Dirigió un vistazo rápido tanto a Alanna como a la elfa, al fin y al cabo, no podían obligarle a comprar nada ¿Verdad?
Salió del local en modo automático, tratando de, por todos los medios, olvidar lo que acababa de pasar. Con un poco de suerte todo acabaría en unas pocas horas, solo tenía que encontrarse con los Vivant y pedirles amablemente que le dejasen hablar con el prisionero, si esto no funcionaba, no le quedaría otra opción que tratar de pasar desapercibido y encontrar dónde se encontraba encerrado el alquimista.
Respiró hondo y se paró de nuevo frente al escaparate, dónde miró su reflejo durante varios largos segundos, al menos la pequeña aventura que acababa de vivir en el interior de aquella tienda le había servido para “tranquilizarse” de una forma cuanto menos extraña, sonrió, la mujer ataviada con ropas de hombre que era su reflejo hizo lo mismo.
En aquel momento, la guarda, haciendo alarde de una habilidad para el sigilo digna del mejor de los asesinos, tomó al mercenario por un brazo y a base de insistir, acabó convenciendo a la chica para que fuese con ellas. –“¿Cómo hace eso…?” – Se preguntó mientras era arrastrada por su amiga a través de las calles de la ciudad.
Poco después descubrió que no debía de haber cedido a las argucias de la guarda, pues esta no tardó en confesar, hablando a la supuesta Ellíe como si la conociesen de toda la vida, que ellas también iban a la cena de los Vivant. Eltrant pudo percibir claramente como su suerte se reía de él a carcajadas cuando, cabizbajo, respondió de forma afirmativa cuando le preguntaron si también iba a asistir; al menos ya sabía para que necesitaba su amiga el vestido.
Durante el resto de la tarde “Ellíe” trató de no llamar la atención, se limitó a contestar las preguntas con monosílabos y sonriendo cortésmente a todo que le decían, Alanna, por otro lado, aparte de pasarse todo el tiempo riendo y contando anécdotas sin parar, presentó a la elfa que estaba con ella como Niniel. Por lo que Eltrant observó durante el transcurso de la tarde la guarda no se equivocaba al afirmar que ella y la peliblanca eran buenas amigas, no le extrañó, pues la naturaleza afable y simpática de Alanna no era simple fachada, se preguntó, sin embargo, como se habían llegado a conocer.
También se percató de que la guarda seguía llevando el colgante, fue, quizás, la única sonrisa sincera que Ellíe esbozó en toda la tarde.
Y entonces llegó la hora, el sol comenzó a descender, Eltrant frunció el ceño, seguía sin tener dinero ¿Qué iba a hacer? ¿Huir? ¿Gritar a la anciana? ¿Gritar a la anciana mientras huía? Si hubiese tenido barba en aquel momento, estaría atusándosela, la única alternativa medianamente útil que encontró fue su flequillo; Se pasó jugueteando con él hasta que llegaron frente al escaparate, momento en el cual se vio obligada a entrar en la tienda.
Dejando escapar un grito aterrorizado cuando vio el doloroso traje de color rosa que la anciana había preparado para él no pudo sino confesar que no tenía el dinero suficiente para adquirirlo, la mujer frunció el ceño y se cruzó de brazos, Eltrant tragó saliva y colocó su mano peligrosamente cerca de la empuñadura de su espada, no sabía cómo iba a acabar todo aquello.
Efectivamente, no salió como Eltrant esperaba.
Frente a la muchacha de cabellos castaños una majestuosa mansión se alzaba sobre las casas de los alrededores, los Vivant no eran conocidos por ser precisamente humildes, y su casa era prueba de ello. Manteniéndose siempre tras la elfa y la guarda. la chica tragó saliva y se ajustó sus ropajes.
Puede que no fuese el aparatoso vestido de color rosa que la anciana había preparado, pero lo que tenía puesto no era mucho mejor, la anciana, la cual demostró una amabilidad que Eltrant no podía agradecer, hizo arreglos de última hora en su propia ropa a una velocidad realmente encomiable.
La camisa era ahora de un color más claro,con encaje y lacitos por todas partes, dejando entrever parcialmente el pecho de la chica, los pantalones que el muchacho acostumbraba a llevar habían sido rápidamente reconvertidos en una bonita falda de color rosa, y su capa, la cual el mercenario no había permitido cambiar, había sido sustituida por una de confección similar, de color rosa también, por supuesto, todo ello acompañado por ropa interior de encaje que la anciana había tenido la amabilidad de regalar a la joven.
No podía negar que le sorprendía lo rápido que era capaz de trabajar aquella mujer, la cual como pago lo único que pidió a Ellíe fue que "Buscase a un buen hombre aquella noche".
-“… Solo tenía un juego de ropa” – Murmuró hastiado mientras se acercaban a la entrada principal de la mansión – “¿Con que cara me voy a presentar yo ahora para buscar clientes? No me puedo permitir mucha ropa” – Siguió susurrando mientras le tendía la entrada al guarda. –“Esta camisa me gustaba…” – Siguió mascullando en voz baja.
–“¿Tale?” – Preguntó este arqueando una ceja al leer la invitación, Eltrant sintió que el corazón se le detenía, seguía yendo en último lugar, con un poco de suerte no se habían enterado de nada. –“Es curioso… me habían dicho que eras un hombre” – Dijo tendiéndole de nuevo la entrada a la joven castaña –“¿De verdad? A mi también” – Contestó este de mala gana arrebatando la entrada de las manos del guarda y entrando en el edificio tras sus compañeras.
Una vez se encontró dentro de la mansión no tardó en notar como le miraban fijamente, suspiró y miró a su alrededor, una multitud de desconocidos con más dinero que cabeza arremolinados en una gran sala, música suave, tapices de colores, comida y muchos guardias; el típico lugar en el cual no se sentía cómodo desarmado, que novedad.
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
La llegada a la enorme mansión fue tranquila, el lugar no era muy diferente de la gran casa de Lord Ousborne, los Vivant parecían ser igual de adinerados que el anterior. en la entrada, un portero recogió la invitaciones, dejándolos entrar al salón donde una gran tela blanca iluminada en azul, dejaba ver como una chica bailaba en el aire al son de la música jugando con la tela a su aire. A su lado, otras dos jóvenes se columpiaban en unos aros haciendo bonitas piruetas y a sus pies, en el suelo, un hombre creaba ilusiones iluminando a las artistas con color azul, como si flotaran en el mar.
La gente ya rodeaba a los contorsionistas aéreos cuando a espaldas de Alanna sonó un apellido que conocía muy bien "Tale". La chica se giró en busca de su amigo, pero no estaba allí, ni el ni ninguno de sus hermanos, la única persona presente allí detrás era la joven que había pasado con la elfa y ella toda la tarde.
En el momento en que estuvieron bien dentro de la sala, las piezas comenzaron a encajar en la cabeza de Alanna: la ropa, la capa, ese comportamiento, el apellido.. "No puede ser" se dijo la chica, pero al girarse a mirar a Ellie, lo tuvo claro, el color de pelo, los ojos... tenían la misma mirada.
La Gata abrió la boca, incrédula, y se acercó a una de las mesas a coger una bandeja de las que había vacías, con algo tenía que atizar al chico.
- Eltrant.- llamó primero. En cuanto captó la mirada del chico, chica, lo que fuera en ese momento, perdió la sonrisa y comenzó a acercarse de forma amenazante.- Llevas toda la tarde con nosotras, nos has escuchado hablar de cosas que nunca diríamos delante de ningún chico.- dijo dándole flojo con la bandeja en los brazos, aprovechando que todos se centraban en el espectáculo, no quería llamar demasiado la atención.- Incluso nos has visto desnudas, ¡por dios!- dijo algo más fuerte, acorralándolo en la pared- eres- un golpe- un- otro golpe- guarro- otro. Aunque aun no le había golpeado con fuerza.- No me esperaba esto de ti. - dijo preparándose para golpearlo con fuerza por fin. Sin embargo, acabó por bajar la bandeja y mirar al chico con ceño fruncido, completamente furiosa.- Has mentido y te has provechado para vernos, a una buena amiga y a mi, en ropa interior. Has tenido tiempo de sobra para decirnos que eras tu, no se si estarás así por voluntad propia o no, pero has mentido. Ni se te ocurra hablarme.- finalizó tirando la bandeja al suelo y dándole la espalda y alejándose.
Dejó allí al chico y pasó del largo junto a Niniel, disculpándose, diciendo que se iba a tomar el aire sin cambiar el ceño fruncido. Prefería no decirle a su amiga que un hombre la había visto en ropa interior, tal vez no se lo tomase a bien y no quería preocupar a la chica.
Salió por una puerta de cristal, entrando a una enorme terraza justo frente al jardín. Estaba iluminado con unos farolillos que daban luz anaranjada, al lugar, el suelo de arcilla, las paredes y la baranda, gruesa y baja, eran blancas y reflejaban aún más la luz, algunas mesas se repartían dejando libres el centro y la barandilla. Unas chicas reían sentadas en una mesa, pero al ver entrar a Alanna con cara de molestia, cesaron su charla y volvieron al interior.
La guarda se sentó en la barandilla, alejada de la puerta de cristal, la luz clara del interior destacaba demasiado con la tranquilidad que se respiraba en la terraza y ella necesitaba que se le pasara el enfado.
Mientras miraba la noche, aun de morros, comenzó a pensar, “¿cómo puede haber hecho algo así?” era increíble, y encima, cómo podía haberse metido en ese lío, es que Eltrant no salía de una y ya se metía en otra, en serio, ¿cómo se había podido llegar a convertir en chica?
Jugueteando con el colgante lo miró y comenzó a reírse, tal vez había exagerado. Esperaría un poco más a que se le terminara de pasar del todo el enfado y después se iría a disculpar. Conociendo al chico, debía haberse puesto tan nervioso que no había sabido ni por donde empezar, además, debía estar asustado, posiblemente necesitase ayuda, "debo aprender a controlar mi genio" pensó con un suspiro mirando al cielo, donde la luna tenía la misma forma que el colgante, una pequeña sonrisa cruzó su cara, como disculpándose consigo misma por ser tan apresurada, la que le había liado al chico en un momento....
La gente ya rodeaba a los contorsionistas aéreos cuando a espaldas de Alanna sonó un apellido que conocía muy bien "Tale". La chica se giró en busca de su amigo, pero no estaba allí, ni el ni ninguno de sus hermanos, la única persona presente allí detrás era la joven que había pasado con la elfa y ella toda la tarde.
En el momento en que estuvieron bien dentro de la sala, las piezas comenzaron a encajar en la cabeza de Alanna: la ropa, la capa, ese comportamiento, el apellido.. "No puede ser" se dijo la chica, pero al girarse a mirar a Ellie, lo tuvo claro, el color de pelo, los ojos... tenían la misma mirada.
La Gata abrió la boca, incrédula, y se acercó a una de las mesas a coger una bandeja de las que había vacías, con algo tenía que atizar al chico.
- Eltrant.- llamó primero. En cuanto captó la mirada del chico, chica, lo que fuera en ese momento, perdió la sonrisa y comenzó a acercarse de forma amenazante.- Llevas toda la tarde con nosotras, nos has escuchado hablar de cosas que nunca diríamos delante de ningún chico.- dijo dándole flojo con la bandeja en los brazos, aprovechando que todos se centraban en el espectáculo, no quería llamar demasiado la atención.- Incluso nos has visto desnudas, ¡por dios!- dijo algo más fuerte, acorralándolo en la pared- eres- un golpe- un- otro golpe- guarro- otro. Aunque aun no le había golpeado con fuerza.- No me esperaba esto de ti. - dijo preparándose para golpearlo con fuerza por fin. Sin embargo, acabó por bajar la bandeja y mirar al chico con ceño fruncido, completamente furiosa.- Has mentido y te has provechado para vernos, a una buena amiga y a mi, en ropa interior. Has tenido tiempo de sobra para decirnos que eras tu, no se si estarás así por voluntad propia o no, pero has mentido. Ni se te ocurra hablarme.- finalizó tirando la bandeja al suelo y dándole la espalda y alejándose.
Dejó allí al chico y pasó del largo junto a Niniel, disculpándose, diciendo que se iba a tomar el aire sin cambiar el ceño fruncido. Prefería no decirle a su amiga que un hombre la había visto en ropa interior, tal vez no se lo tomase a bien y no quería preocupar a la chica.
Salió por una puerta de cristal, entrando a una enorme terraza justo frente al jardín. Estaba iluminado con unos farolillos que daban luz anaranjada, al lugar, el suelo de arcilla, las paredes y la baranda, gruesa y baja, eran blancas y reflejaban aún más la luz, algunas mesas se repartían dejando libres el centro y la barandilla. Unas chicas reían sentadas en una mesa, pero al ver entrar a Alanna con cara de molestia, cesaron su charla y volvieron al interior.
La guarda se sentó en la barandilla, alejada de la puerta de cristal, la luz clara del interior destacaba demasiado con la tranquilidad que se respiraba en la terraza y ella necesitaba que se le pasara el enfado.
Mientras miraba la noche, aun de morros, comenzó a pensar, “¿cómo puede haber hecho algo así?” era increíble, y encima, cómo podía haberse metido en ese lío, es que Eltrant no salía de una y ya se metía en otra, en serio, ¿cómo se había podido llegar a convertir en chica?
Jugueteando con el colgante lo miró y comenzó a reírse, tal vez había exagerado. Esperaría un poco más a que se le terminara de pasar del todo el enfado y después se iría a disculpar. Conociendo al chico, debía haberse puesto tan nervioso que no había sabido ni por donde empezar, además, debía estar asustado, posiblemente necesitase ayuda, "debo aprender a controlar mi genio" pensó con un suspiro mirando al cielo, donde la luna tenía la misma forma que el colgante, una pequeña sonrisa cruzó su cara, como disculpándose consigo misma por ser tan apresurada, la que le había liado al chico en un momento....
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Habían logrado llegar hasta el lugar donde se celebraría la velada y todavía no había ocurrido nada que estropease la noche, lo cual era de agradecer aunque aún era pronto para cantar victoria. La elfa se movía con soltura y porte noble a pesar del calzado de fiesta y el ceñido vestido como si llevara toda la vida acostumbrada a vestir de aquella manera y conforme fueron acercándose a la entrada de la gran mansión y cruzándose con otros invitados, tal y como era de esperar, muchas de las miradas fueron para ella. Siempre era la invitada exótica a esa clase de eventos pues rara vez los humanos invitaban a los de su especie a sus mas reservadas y opulentas recepciones. Estaba acostumbrada a que los humanos la miraran así, como a alguien fuera de lugar, y sabia que la mayoría de ellos no le dirigirían ni la palabra por su condición, pero no le importaba. aquellos que si lo hicieran y lo hicieran con propiedad demostrarían valer la pena y los demás no, y además estaba con Alanna y Ellíe, no sola lo cual también agradecía. Ésta última por cierto también se llevó su buena ración de miradas por su curiosa ropa, al final apañada a partir de su propia y extraña ropa de hombre a la que había que añadir un bonito conjunto de ropa interior del que Níniel había encargado también un par de piezas pues le había encantado. Alanna podía parecer la que menos miradas se llevase, pero desde luego no sería por no estar arrebatadora si no por su extraña compañía, con un par de miradas no le costaría poner a algún joven noble a sus pies.
-Ellie, las damas no refumfuñan por lo bajo, y recuerda caminar erguida- Le recordó a la de pelo castaño con su siempre melodiosa voz e intentando rememorar las lecciones de la anciana sastre en un tono divertido.
Pronto estuvieron dentro a pesar de que parecía que había alguna clase de equivocación con la invitación de Ellie que se solucionó rápidamente. Al menos sirvió para saber que Ellie era Ellie Tale, un nombre corto y fácil de recordar que no le decía nada especial a la elfa. Ya en el salón la peliblanca se interesó por el espectáculo con equilibristas y danza que estaba teniendo lugar para amenizar las conversaciones de los grupos de invitados y señalaba con el dedo los movimientos que encontraba especialmente sorprendentes. Aún no habían tenido ocasión de tomar ningún refrigerio ni ningún tentempié cuando de repente Alanna...Se volvió loca.
Tomo una gran bandeja de plata y murmurando algo llamado "Eltrant" y fue directa a Ellie. Decía cosas que habían hecho aquella tarde pero a modo de amenaza contra la joven. El tiempo pasado juntas, que se habían tomado las medidas y probado los vestidos juntas...Y entonces comenzó a golpearla llamandola "Guarro". ¿Guarro? ¿Qué demonios estaba pasando?. Níniel miró alrededor esperando que nadie hubiese oído como Alanna mencionaba sus cuerpos desnudos en público, por suerte todos estaban pendientes del espectáculo, o al menos la mayoría aunque tras los golpes algunas miradas se posaron en las dos jóvenes. Tras los golpes la guardia volvió a hablar lo que parecía una clase de explicación por los golpes....Pero d enuevo Níniel no entendía a qué venía aquel ataque. Ellie las había visto en ropa interior, si ¿y qué? ¿Por qué era una mentirosa?...Arrojó la bandeja al suelo y se marchó con una leve disculpa y dejando a la peliblanca con la boca abierta. Aquel último ruido atrajo mas atención pero ya no había nada que ver allí.
-¿Qué...Qué acaba de pasar?- Le preguntó a Ellie esperando que ella pudiera darle alguna respuesta sin entender qué mosca había picado a su amiga, una chica que siempre se comportaba y no era violenta simplemente porque si.
En cualquier caso debía ir tras su amiga e intentar ver si se encontraba bien y hablar con ella, por lo que sin dar mucho tiempo a la castaña de explicarse, si es que esa era su intención, siguió los pasos de Alanna hasta encontrarla en aquella zona descubierta de la casa desde donde se podía ver la preciosa noche estrellada y una suave brisa acariciaba los cabellos de ambas chicas. Cuando llegó junto a ella la escuchó reírse.
-Vengo en son de paz, por favor deja en el suelo cualquier bandeja o pieza de cubertería que puedas tener en las manos...- Dijo de broma y tanteando si podía terminar de acercarse. -¿Me vas a explicar qué acaba de pasar ahí adentro?- Dijo ya mas seria aunque evidentemente confiando en su amiga, tanto como para colocarse a su lado y tratar de que las miradas de ambas se encontrasen. -Podrías haberle hecho daño a Ellie...¿Qué es todo eso de las mentiras y de ponerte así por vernos desnudas?, ¿Y qué diantres es un Eltrant?-
-Ellie, las damas no refumfuñan por lo bajo, y recuerda caminar erguida- Le recordó a la de pelo castaño con su siempre melodiosa voz e intentando rememorar las lecciones de la anciana sastre en un tono divertido.
Pronto estuvieron dentro a pesar de que parecía que había alguna clase de equivocación con la invitación de Ellie que se solucionó rápidamente. Al menos sirvió para saber que Ellie era Ellie Tale, un nombre corto y fácil de recordar que no le decía nada especial a la elfa. Ya en el salón la peliblanca se interesó por el espectáculo con equilibristas y danza que estaba teniendo lugar para amenizar las conversaciones de los grupos de invitados y señalaba con el dedo los movimientos que encontraba especialmente sorprendentes. Aún no habían tenido ocasión de tomar ningún refrigerio ni ningún tentempié cuando de repente Alanna...Se volvió loca.
Tomo una gran bandeja de plata y murmurando algo llamado "Eltrant" y fue directa a Ellie. Decía cosas que habían hecho aquella tarde pero a modo de amenaza contra la joven. El tiempo pasado juntas, que se habían tomado las medidas y probado los vestidos juntas...Y entonces comenzó a golpearla llamandola "Guarro". ¿Guarro? ¿Qué demonios estaba pasando?. Níniel miró alrededor esperando que nadie hubiese oído como Alanna mencionaba sus cuerpos desnudos en público, por suerte todos estaban pendientes del espectáculo, o al menos la mayoría aunque tras los golpes algunas miradas se posaron en las dos jóvenes. Tras los golpes la guardia volvió a hablar lo que parecía una clase de explicación por los golpes....Pero d enuevo Níniel no entendía a qué venía aquel ataque. Ellie las había visto en ropa interior, si ¿y qué? ¿Por qué era una mentirosa?...Arrojó la bandeja al suelo y se marchó con una leve disculpa y dejando a la peliblanca con la boca abierta. Aquel último ruido atrajo mas atención pero ya no había nada que ver allí.
-¿Qué...Qué acaba de pasar?- Le preguntó a Ellie esperando que ella pudiera darle alguna respuesta sin entender qué mosca había picado a su amiga, una chica que siempre se comportaba y no era violenta simplemente porque si.
En cualquier caso debía ir tras su amiga e intentar ver si se encontraba bien y hablar con ella, por lo que sin dar mucho tiempo a la castaña de explicarse, si es que esa era su intención, siguió los pasos de Alanna hasta encontrarla en aquella zona descubierta de la casa desde donde se podía ver la preciosa noche estrellada y una suave brisa acariciaba los cabellos de ambas chicas. Cuando llegó junto a ella la escuchó reírse.
-Vengo en son de paz, por favor deja en el suelo cualquier bandeja o pieza de cubertería que puedas tener en las manos...- Dijo de broma y tanteando si podía terminar de acercarse. -¿Me vas a explicar qué acaba de pasar ahí adentro?- Dijo ya mas seria aunque evidentemente confiando en su amiga, tanto como para colocarse a su lado y tratar de que las miradas de ambas se encontrasen. -Podrías haberle hecho daño a Ellie...¿Qué es todo eso de las mentiras y de ponerte así por vernos desnudas?, ¿Y qué diantres es un Eltrant?-
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Estaba nervioso, desde el momento en el que puso un pie en el interior de la mansión se sintió como si algo no fuese bien, todas aquellas personas de noble cuna reunida en un mismo lugar no podían estar planeando nada bueno.
Suspiró y echó un rápido vistazo a su alrededor, no conocía los rostros de los dueños de la mansión, pero algo le decía que en aquella sala aún no estaban los Vivant, todo estaba demasiado tranquilo, los invitados se encontraban fascinados por los espectáculos y la comida, y por lo que Eltrant pudo captar, las conversaciones de estos no eran nada del otro mundo.
-“Sí, sí, claro… caminar erguida, entiendo” – Contestó a Niniel cuando esta le dijo que recordase comportarse como una dama, el mercenario no sabía siquiera como debía proceder siendo un hombre en aquella situación, al fin y al cabo seguía siendo la primera vez que asistía a un evento tan distinguido.
Continuó estudiando la enorme sala, no tenía más remedio que ser paciente, aquel pensamiento no le impidió escudriñar las puertas laterales que salían de aquella sala, si no le quedaba más remedio se marcharía por una de ellas en cuanto la guarda y la elfa se despistasen.
Jugueteando de nuevo con su flequillo, se acercó a una de las mesas y contempló, no sin esbozar una sonrisa cuanto menos extraña, la ingente cantidad de comida que habían servido.
Durante varios largos segundos se quedó observando aquellos manjares que alguien como él nunca se habría podido permitir, sin perder más tiempo tomó un plato y riendo, empezó a servirse de todo lo que veía, puede que no estuviese conforme con verse en aquel lugar, pero ya que estaba obligado a esperar, no iba a quedarse sin hacer nada.
Mientras devoraba su sexto panecillo cubierto de una extraña salsa que inexplicablemente tenía un gusto similar al pollo no pudo evitar comenzar a sentirse cómodo en aquel lugar, casi olvidó que llevaba falda, casi.
–“¿Han licuado un pollo?” – Se preguntó mirando el pan a contraluz, tratando de desentrañar los misterios de aquel jugoso aperitivo. Eltrant nunca iba a entender aquella extraña afición de los nobles por comer porciones ridículamente pequeñas, no obstante no podía decir que no estuviesen deliciosos.
Según pasaron los minutos y Eltrant, que se encontraba inmerso en su exclusiva cata de aperitivos notó como la guarda tras él le llamaba. Este, llevándose un último panecillo a la boca se giró para ver que quería su amiga, momento en el cual descubrió con que nombre había usado la chica. El panecillo fue directo a sus pulmones de la impresión.
Mientras tosía y se golpeaba el pecho, tratando de sobrevivir a la muerte más ridícula que los dioses podrían haber pensado para él, observó como Alanna tomaba una bandeja y, con la mirada cargada de ira se acercaba hasta él. Un dicho común entre los mercenarios era que, instantes antes de tu muerte, veías toda tu vida pasar delante de tus ojos, Eltrant solo vio una bandeja plateada.
Tras una súbita descarga de emociones, mezcladas con numerosos golpes con la bandeja de plata y todo ello aderezado con un singular sentimiento de asfixia ocasionado quizás por los remordimientos o por el panecillo que seguía atascado en su garganta, la guarda dejó caer la bandeja a un lado y tras ordenarle que no se le ocurriera hablar al mercenario, se alejó de él.
Eltrant, que después de darle un largo trago a la copa que le arrebató a uno de los nobles pudo volver a respirar correctamente, volvió a girarse hacia la chica, que seguía alejándose hacia el balcón –“¡Espera!” – Dijo desde dónde estaba –“No soy ese tal Eltrant, ¡Tengo falda!” – La guarda no pareció enterarse de aquello pues continuó avanzando hacia el exterior, Eltrant suspiró y comenzó a entretenerse con el flequillo de nuevo –“Creo que no ha colado”
Instantes después de aquel sutil espectáculo por parte de Alanna, la peliblanca se acercó a la chica y preocupada preguntó que había pasado, Eltrant sonrió tímidamente y se encogió de hombros –“Es mejor… que te lo cuente ella” – La elfa era una persona agradable, al menos hasta aquel momento lo había sido, por lo que el mercenario se planteó seriamente terminar con aquello y desvelarle la verdad, pero antes de que este pudiese hacerlo, ya se había marchado buscando a su amiga.
Entonces, cuando Niniel la hubo dejado sola, la chica de la capa rosa y la falda a juego tomó tanto aire como le permitían sus pulmones, se había cansado de esperar, mirando a su alrededor buscó de nuevo las diferentes puertas que había repartidas por la enorme sala, la mayoría de aquellas entradas tenían un guardia vigilándolas, pero una no muy lejos de dónde se encontraba, una estaba completamente desprotegida.
Una vez decidido su objetivo frunció el ceño y se dirigió hacia la puerta, en línea recta, sin que nadie le interrumpiese, iba a encontrar al maldito alquimista y acabar con todo aquello de una vez por todas, quizás una vez recuperase su cuerpo original pudiese explicar a Alanna todo lo sucedido sin que esta le estrangulase con sus propias manos.
Cruzó a través de la estancia, pasó a los nobles que seguían conversando sobre asuntos vánales, esquivó a los guardias que se aseguraban de que nadie se saliese del recinto acordado para la cena, y justo antes de que llegase hasta la puerta, a pocos centímetros del picaporte, una mano le detuvo.
Cuando Eltrant se giró para ver quien le había frenado, su expresión se paralizó en una mueca de horror cuando descubrió a un joven individuo de cabellos cobrizos y brillantes ojos de color verde sonriéndole mientras le miraba fijamente.
–“Buenas noches señorita” – El hombre tomó una de las manos de la chica–“Permíteme que me presente” – El mercenario. que trató de huir, se vio en seguida atrapado entre un grupo de asistentes a la cena que les rodearon para ver lo que sucedía– “Mi nombre es Leo Vivant, primogénito de los Vivant, y por ende heredero de todo lo de la familia, usted dama mía, no es sino una joya en bruto en mitad de toda esta chusma, por favor, concédame este baile” - Cuando el heredero de los Vivant terminó de hablar el rostro de Eltrant seguía congelado en una absurda mezcla entre confusión y odio, los tipos que acompañaban a Leo y que rodeaban a ambos aplaudieron las acciones del hombre como un grupo de simios.
-"No se si..." - Antes de que el mercenario pudiese responder de forma negativa, Leo volvió a sonreír y tomó la otra mano – “Insisto” – Eltrant analizó mentalmente lo que acababa de pasar, aquel tipo era un Vivant, por mucho asco que le diese aquel intento de Don Juan no iba a tener una oportunidad como aquella en toda la noche, Eltrant forzó una sonrisa - “Aléjame de los tenedores campeón, por que como pille uno te lo clavo en un ojo”
Suspiró y echó un rápido vistazo a su alrededor, no conocía los rostros de los dueños de la mansión, pero algo le decía que en aquella sala aún no estaban los Vivant, todo estaba demasiado tranquilo, los invitados se encontraban fascinados por los espectáculos y la comida, y por lo que Eltrant pudo captar, las conversaciones de estos no eran nada del otro mundo.
-“Sí, sí, claro… caminar erguida, entiendo” – Contestó a Niniel cuando esta le dijo que recordase comportarse como una dama, el mercenario no sabía siquiera como debía proceder siendo un hombre en aquella situación, al fin y al cabo seguía siendo la primera vez que asistía a un evento tan distinguido.
Continuó estudiando la enorme sala, no tenía más remedio que ser paciente, aquel pensamiento no le impidió escudriñar las puertas laterales que salían de aquella sala, si no le quedaba más remedio se marcharía por una de ellas en cuanto la guarda y la elfa se despistasen.
Jugueteando de nuevo con su flequillo, se acercó a una de las mesas y contempló, no sin esbozar una sonrisa cuanto menos extraña, la ingente cantidad de comida que habían servido.
Durante varios largos segundos se quedó observando aquellos manjares que alguien como él nunca se habría podido permitir, sin perder más tiempo tomó un plato y riendo, empezó a servirse de todo lo que veía, puede que no estuviese conforme con verse en aquel lugar, pero ya que estaba obligado a esperar, no iba a quedarse sin hacer nada.
Mientras devoraba su sexto panecillo cubierto de una extraña salsa que inexplicablemente tenía un gusto similar al pollo no pudo evitar comenzar a sentirse cómodo en aquel lugar, casi olvidó que llevaba falda, casi.
–“¿Han licuado un pollo?” – Se preguntó mirando el pan a contraluz, tratando de desentrañar los misterios de aquel jugoso aperitivo. Eltrant nunca iba a entender aquella extraña afición de los nobles por comer porciones ridículamente pequeñas, no obstante no podía decir que no estuviesen deliciosos.
Según pasaron los minutos y Eltrant, que se encontraba inmerso en su exclusiva cata de aperitivos notó como la guarda tras él le llamaba. Este, llevándose un último panecillo a la boca se giró para ver que quería su amiga, momento en el cual descubrió con que nombre había usado la chica. El panecillo fue directo a sus pulmones de la impresión.
Mientras tosía y se golpeaba el pecho, tratando de sobrevivir a la muerte más ridícula que los dioses podrían haber pensado para él, observó como Alanna tomaba una bandeja y, con la mirada cargada de ira se acercaba hasta él. Un dicho común entre los mercenarios era que, instantes antes de tu muerte, veías toda tu vida pasar delante de tus ojos, Eltrant solo vio una bandeja plateada.
Tras una súbita descarga de emociones, mezcladas con numerosos golpes con la bandeja de plata y todo ello aderezado con un singular sentimiento de asfixia ocasionado quizás por los remordimientos o por el panecillo que seguía atascado en su garganta, la guarda dejó caer la bandeja a un lado y tras ordenarle que no se le ocurriera hablar al mercenario, se alejó de él.
Eltrant, que después de darle un largo trago a la copa que le arrebató a uno de los nobles pudo volver a respirar correctamente, volvió a girarse hacia la chica, que seguía alejándose hacia el balcón –“¡Espera!” – Dijo desde dónde estaba –“No soy ese tal Eltrant, ¡Tengo falda!” – La guarda no pareció enterarse de aquello pues continuó avanzando hacia el exterior, Eltrant suspiró y comenzó a entretenerse con el flequillo de nuevo –“Creo que no ha colado”
Instantes después de aquel sutil espectáculo por parte de Alanna, la peliblanca se acercó a la chica y preocupada preguntó que había pasado, Eltrant sonrió tímidamente y se encogió de hombros –“Es mejor… que te lo cuente ella” – La elfa era una persona agradable, al menos hasta aquel momento lo había sido, por lo que el mercenario se planteó seriamente terminar con aquello y desvelarle la verdad, pero antes de que este pudiese hacerlo, ya se había marchado buscando a su amiga.
Entonces, cuando Niniel la hubo dejado sola, la chica de la capa rosa y la falda a juego tomó tanto aire como le permitían sus pulmones, se había cansado de esperar, mirando a su alrededor buscó de nuevo las diferentes puertas que había repartidas por la enorme sala, la mayoría de aquellas entradas tenían un guardia vigilándolas, pero una no muy lejos de dónde se encontraba, una estaba completamente desprotegida.
Una vez decidido su objetivo frunció el ceño y se dirigió hacia la puerta, en línea recta, sin que nadie le interrumpiese, iba a encontrar al maldito alquimista y acabar con todo aquello de una vez por todas, quizás una vez recuperase su cuerpo original pudiese explicar a Alanna todo lo sucedido sin que esta le estrangulase con sus propias manos.
Cruzó a través de la estancia, pasó a los nobles que seguían conversando sobre asuntos vánales, esquivó a los guardias que se aseguraban de que nadie se saliese del recinto acordado para la cena, y justo antes de que llegase hasta la puerta, a pocos centímetros del picaporte, una mano le detuvo.
Cuando Eltrant se giró para ver quien le había frenado, su expresión se paralizó en una mueca de horror cuando descubrió a un joven individuo de cabellos cobrizos y brillantes ojos de color verde sonriéndole mientras le miraba fijamente.
–“Buenas noches señorita” – El hombre tomó una de las manos de la chica–“Permíteme que me presente” – El mercenario. que trató de huir, se vio en seguida atrapado entre un grupo de asistentes a la cena que les rodearon para ver lo que sucedía– “Mi nombre es Leo Vivant, primogénito de los Vivant, y por ende heredero de todo lo de la familia, usted dama mía, no es sino una joya en bruto en mitad de toda esta chusma, por favor, concédame este baile” - Cuando el heredero de los Vivant terminó de hablar el rostro de Eltrant seguía congelado en una absurda mezcla entre confusión y odio, los tipos que acompañaban a Leo y que rodeaban a ambos aplaudieron las acciones del hombre como un grupo de simios.
-"No se si..." - Antes de que el mercenario pudiese responder de forma negativa, Leo volvió a sonreír y tomó la otra mano – “Insisto” – Eltrant analizó mentalmente lo que acababa de pasar, aquel tipo era un Vivant, por mucho asco que le diese aquel intento de Don Juan no iba a tener una oportunidad como aquella en toda la noche, Eltrant forzó una sonrisa - “Aléjame de los tenedores campeón, por que como pille uno te lo clavo en un ojo”
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Mientras jugueteaba con el colgante, escuchó abrirse la puerta de la terraza, ni se giró a mirar hasta que escuchó los suaves pasos que delataban la presencia de la elfa. Se giró a mirarla y sonrió ante su entrada, "son de paz" Con calma, mordiéndose el labio de abajo, volvió a girarse, dejando colgar las piernas por el balcón mientras escuchaba las preguntas de su amiga.
Con un suspiro, apartándose su pelo suelto y ondulado de la cara, dio un suspiro y se giró a mirar a la chica, no le iba a hacer gracia. Durante unos segundos se planteo como empezar, y, finalmente, comenzó a hablar.
- Empezaré por la última pregunta.- dijo en un tono de voz suave.- Eltrant es un buen amigo, nos conocemos desde pequeños, nos alejamos durante un tiempo por... bueno, por mi pasado, pero volvimos a encontrarnos, y lo cierto es que siempre me ha ayudado mucho. Esa chica, Ellie, no es una chica... Sus modales, su ropa, la que llevaba antes, no con los retoques, los ojos, es Eltrant...- suspiró reflexionando.- eso explica porque ha puesto esa cara de pena al decir "su" nombre. Oh, por todos los....- suspiró poniendo una mano sobre su rostro.- ¿sabes? Yo... tenía una hermana.- confesó a Niniel, ya que estaban contando verdades, se lo contaría todo.- Se llamaba Elise, aunque yo siempre la llamaba Ely, suena igual, ¿verdad?- intentó sonreír mientras se refería a lo parecido de la pronunciación.- hace poco descubrí que... bueno, que Elise había abandonado este mundo.- comentó mirando al cielo mientras un viento suave soplaba entre los árboles.- Eltrant me ayudó mucho. Y, bueno, al enterarme que ha estado todo el día con nosotras, nos ha visto.... como nos ha visto, y no ha dicho nada, me he enfadado.- Volvió a mirar a la chica, con una sonrisa triste.- creo que he exagerado, Eltrant no es así, debe haberle pasado algo, además, ¿Cómo ha acabado convertido en una chica?- rió un poco.- siempre acaba metido en líos.- Miró a su amiga mordiéndose el labio nuevamente.- ¿Crees que me he pasado? Tal vez necesite ayuda ¿Tendría que ir a disculparme?
Miró una vez más el colgante en forma de media luna, en realidad no necesitaba que nadie le dijera que era muy probable que hubiera exagerado. Con un suspiro sonrió a su amiga le había soltado un enorme monologo, y no era el momento, esa noche estaban allí para pasarlo bien. Se disculpó con la chica por su comportamiento y le dijo que iría dentro a buscar a Eltrant para disculparse, y ver si podía ayudarle a ser él de algún modo, que el chico ya tenía bastante con llevar ropa interior de encaje.
Entró en la sala donde los artistas habían quedado retirados a un rincón dando paso al evento principal, el baile. Alanna no sabía si Eltrant sabía bailar, pero dudaba que hubiese salido a la pista, hasta que vio lo vio, es decir, LA vio, o... le vio o lo que sea, moverse junto a un joven por la pista, con pasos torpes. La guardia se quedó con boca abierta, no podía ser, el chico debía estar pensando en alguna forma de librarse de el tipo, y, conociéndolo, igual le soltaba una patada donde no suena.
La chica aguantó una risa mientras observaba la danza, centrada en mantener la compostura, cuando un joven atractivo, alto, de pelo castaño claro y ojos verdes se acercó a ella y, con una reverencia le pidió un baile. La chica, divertida, decidió que, si no podía acercarse a disculparse, al menos intentaría divertirse hasta que pudiera.
Accedió tendiendo la mano con una pequeña sonrisa para que el chico la llevase a la pista, y, con un giro los introdujo entre los bailarines. Al menos le había tocado un buen acompañante, se movía con soltura, llevaba bien el ritmo y no daba pasos de gigante, era fácil moverse y hacer figuras.
En la pista, resultaba que el vestido escogido por la sastre, tenía más vuelo del pensado, y, al no pesar, dejaba que en los giros la tela se elevase envolviendo a quien lo llevara en un mar de color morado. Sin embargo, la vista de Alanna no podía dejar de desviarse a la divertida escena que era ver bailar a Elli.
- Señorita.- susurró su acompañante.- demostrémosles a estos novatos como se debe hacer.
- ¿Disculpe?- preguntó Alanna mientras el hombre la llevaba al centro y comenzaba a aumentar la dificultad de los pasos.
Algunas parejas, molestas, tal vez por la interrupción, tal vez por no alcanzar la habilidad del hombre que Alanna seguía como podía, más por instinto que por saber realmente lo que hacía, comenzaron a alejarse dejándolos prácticamente solos, solo unas cuantas parejas más quedaron bailando.
La Gata quería esconderse bajo tierra, estaba acostumbrada a la discreción, a pasar desapercibida, no a llamar la atención de ese modo, y, mucho menos, de una forma tan llamativa. Ella no había ido ahí a eso... "Tierra trágame" gritó en su fuero interno deseando esconderse pronto mientras daba una vuelta rápida guiada por el hombre.
Con un suspiro, apartándose su pelo suelto y ondulado de la cara, dio un suspiro y se giró a mirar a la chica, no le iba a hacer gracia. Durante unos segundos se planteo como empezar, y, finalmente, comenzó a hablar.
- Empezaré por la última pregunta.- dijo en un tono de voz suave.- Eltrant es un buen amigo, nos conocemos desde pequeños, nos alejamos durante un tiempo por... bueno, por mi pasado, pero volvimos a encontrarnos, y lo cierto es que siempre me ha ayudado mucho. Esa chica, Ellie, no es una chica... Sus modales, su ropa, la que llevaba antes, no con los retoques, los ojos, es Eltrant...- suspiró reflexionando.- eso explica porque ha puesto esa cara de pena al decir "su" nombre. Oh, por todos los....- suspiró poniendo una mano sobre su rostro.- ¿sabes? Yo... tenía una hermana.- confesó a Niniel, ya que estaban contando verdades, se lo contaría todo.- Se llamaba Elise, aunque yo siempre la llamaba Ely, suena igual, ¿verdad?- intentó sonreír mientras se refería a lo parecido de la pronunciación.- hace poco descubrí que... bueno, que Elise había abandonado este mundo.- comentó mirando al cielo mientras un viento suave soplaba entre los árboles.- Eltrant me ayudó mucho. Y, bueno, al enterarme que ha estado todo el día con nosotras, nos ha visto.... como nos ha visto, y no ha dicho nada, me he enfadado.- Volvió a mirar a la chica, con una sonrisa triste.- creo que he exagerado, Eltrant no es así, debe haberle pasado algo, además, ¿Cómo ha acabado convertido en una chica?- rió un poco.- siempre acaba metido en líos.- Miró a su amiga mordiéndose el labio nuevamente.- ¿Crees que me he pasado? Tal vez necesite ayuda ¿Tendría que ir a disculparme?
Miró una vez más el colgante en forma de media luna, en realidad no necesitaba que nadie le dijera que era muy probable que hubiera exagerado. Con un suspiro sonrió a su amiga le había soltado un enorme monologo, y no era el momento, esa noche estaban allí para pasarlo bien. Se disculpó con la chica por su comportamiento y le dijo que iría dentro a buscar a Eltrant para disculparse, y ver si podía ayudarle a ser él de algún modo, que el chico ya tenía bastante con llevar ropa interior de encaje.
Entró en la sala donde los artistas habían quedado retirados a un rincón dando paso al evento principal, el baile. Alanna no sabía si Eltrant sabía bailar, pero dudaba que hubiese salido a la pista, hasta que vio lo vio, es decir, LA vio, o... le vio o lo que sea, moverse junto a un joven por la pista, con pasos torpes. La guardia se quedó con boca abierta, no podía ser, el chico debía estar pensando en alguna forma de librarse de el tipo, y, conociéndolo, igual le soltaba una patada donde no suena.
La chica aguantó una risa mientras observaba la danza, centrada en mantener la compostura, cuando un joven atractivo, alto, de pelo castaño claro y ojos verdes se acercó a ella y, con una reverencia le pidió un baile. La chica, divertida, decidió que, si no podía acercarse a disculparse, al menos intentaría divertirse hasta que pudiera.
Accedió tendiendo la mano con una pequeña sonrisa para que el chico la llevase a la pista, y, con un giro los introdujo entre los bailarines. Al menos le había tocado un buen acompañante, se movía con soltura, llevaba bien el ritmo y no daba pasos de gigante, era fácil moverse y hacer figuras.
En la pista, resultaba que el vestido escogido por la sastre, tenía más vuelo del pensado, y, al no pesar, dejaba que en los giros la tela se elevase envolviendo a quien lo llevara en un mar de color morado. Sin embargo, la vista de Alanna no podía dejar de desviarse a la divertida escena que era ver bailar a Elli.
- Señorita.- susurró su acompañante.- demostrémosles a estos novatos como se debe hacer.
- ¿Disculpe?- preguntó Alanna mientras el hombre la llevaba al centro y comenzaba a aumentar la dificultad de los pasos.
Algunas parejas, molestas, tal vez por la interrupción, tal vez por no alcanzar la habilidad del hombre que Alanna seguía como podía, más por instinto que por saber realmente lo que hacía, comenzaron a alejarse dejándolos prácticamente solos, solo unas cuantas parejas más quedaron bailando.
La Gata quería esconderse bajo tierra, estaba acostumbrada a la discreción, a pasar desapercibida, no a llamar la atención de ese modo, y, mucho menos, de una forma tan llamativa. Ella no había ido ahí a eso... "Tierra trágame" gritó en su fuero interno deseando esconderse pronto mientras daba una vuelta rápida guiada por el hombre.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Por el tiempo que se tomaba la humana para comenzar a explicar lo ocurrido, Níniel dio por hecho de que la cosa no iba a ser nada sencilla, que no acababa de recordar que aquella joven castaña le había robado hacía tiempo algo llamado Eltrant o a un tal Eltrant, era difícil de saber con esos nombres tan raros que los humanos solían ponerse o ponerles a las cosas. La peliblanca hubiese preferido que hubiese sido algo así de simple pero ya preparaba su mente para algo mucho peor...Y vaya si era peor.
Al principio nada de aquella explicación le pareció mal ni entendía que problema había con el tal Eltrant, que al final era un humano y no un trasto, pero pronto la cosa cambio. Alanna comenzó a afirmar que Ellie no era una chica, algo extraño pues al igual que ella las había visto desnudas, ella a su vez tampoco se había librado y era a todas luces una mujer, al no ser que entre los humanos hubiera hombres sin hombría y con tetas algo de lo que no tenía constancia. Al final la guardia acabó con un contundente "Ellie es Eltrant". Entonces era un hombre...¿Cómo podía ser eso?. Tenía muchas dudas pero dejó que la humana siguiera explicándose.
Entonces la explicación se volvió mucho mas seria y personal. Níniel ya había oído hablar a Alanna sobre su hermana antes, fue durante su primer viaje como sacerdotisa al claro. Allí había conocido a la valiente mujer y conocido por su boca que era guardia de Lunargenta pero que estaba buscando a su hermana. Por su ayuda, el líder del claro le había ofrecido hospitalidad y ayuda a la humana, pero por desgracia no sabía nada de aquella hermana desaparecida y Alanna salió del claro con las manos vacías. La elfa recordó haberle deseado suerte a la humana en su búsqueda al despedirse y lo había hecho de corazón, saber que Elise había muerto le produjo una fuerte tristeza y desazón por su amiga, una que no se podía esconder. Alanna retomó la explicación sobre Eltrant entonces y Níniel supo que debía creer sus palabras sin duda alguna. Alanna jamás mezclaría a su difunta hermana con una extraña broma ni locura, jamás. Cuando terminó de hablar Níniel la abrazó con fuerza.
-Lamento mucho lo de tu hermana Alanna, tanto que esta lengua vuestra tan limitada se queda corta para expresar lo profundamente que lo siento. Nos conocimos mientras la buscabas ¿Recuerdas?....-
Tardó un rato en soltarla, ahora entendía por qué la había notado tan distinta los últimos días y seguramente explicaba otras muchas cosas, como su pérdida de peso y que quisiera mantenerse ocupada incluso con cosas de chicas, mirando vestidos. También comprendió que la había escogido a ella para pasar aquellos duros momentos, una prueba de sincera amistad fuera de toda duda. Níniel estaba tan desolada que incluso lo de Eltrant y sus perversiones, a pesar de haberla visto desnuda habían pasado totalmente a segundo plano, pero era un asunto a tratar
-Asi que te ayudó. Es un hombre...Nunca ningún hombre, ni elfo siquiera, me había visto así...Es un ultraje y solo saber que tiene esa imagen de mi en su cabeza, a saber qué perversiones imagina...No has exagerado, yo le hubiese golpeado mas fuerte y ganas no me faltan...Pero parece que está en problemas si, ¿Qué habrá hecho para acabar así? ¿Magia?¿Una maldición?.- Tomo aire y suspiró profundamente, si no sintiera tanta pena por Alanna y Eltrant no la hubiese ayudado lo mataba, pero en esas circunstancias...No era el momento. -Ya puede considerarlo un premio por ayudarte, habernos visto así y vivir para contarlo.-
Alanna dijo que iría a disculparse a pesar de todo, que el pobre ya tenía bastante con llevar ropa de chica incluida la ropa interior. En eso decía la verdad, ellas también tenían una buena imagen de Eltrant para compensar, una muy ridícula. -Si...Aunque estoy segura de que me miró el culo descaradamente-
Níniel no entró directamente tras Alanna si no que se quedó allí un poco mas de tiempo, quería estar segura de que cuando entrara podría controlar las ganas de abofetear al tal Entrant. Por ello cuando volvió a la fiesta ya se encontró la primera pieza del baile bastante avanzada. No encontró entre los invitados que o bien no querían danzar o que no tenían con quién a sus dos compañeras por lo que se fijó en las parejas de baile. Enseguida vio a Alanna, lo hacía muy bien y bailaba con un joven atractivo que tampoco lo hacía nada mal, desde luego no había perdido el tiempo la humana no. Luego, tras ver como una pareja de baile acababa haciendo caer a una segunda al suelo se dio cuenta de que en aquel choque estaba involucrada Ellie, o involucrado Eltrant como fuese mas correcto decirlo. Parecía que nadie se atrevía a decirles nada pero...Lo hacían de pena. Eltrant parecía un pato mareado y el hecho de que su pareja no pudiera evitarlo también atestiguaba su falta de pericia. Pero lo mejor era la cara de la castaña, parecía que acababa de pisar una boñiga de vaca y su mirada...Si las miradas matasen. Níniel no pudo evitar reírse y parece que algunos invitados no veían con buenos ojos que nadie se riera del primogénito de los Vivant.
-Señorita elfa, no debería reírse del hijo del Lord, es evidente que los elfos no saben de modos.-
-Le sorprendería, mi señora, pero aunque ese fuese el caso, si de algo sabemos es de baile.- La señora se hizo la escandalizada por haber recibido respuesta pero al menos dejó de incordiar por tonterías pues otros nobles encontraron las palabras de la elfa divertidas.
Al principio nada de aquella explicación le pareció mal ni entendía que problema había con el tal Eltrant, que al final era un humano y no un trasto, pero pronto la cosa cambio. Alanna comenzó a afirmar que Ellie no era una chica, algo extraño pues al igual que ella las había visto desnudas, ella a su vez tampoco se había librado y era a todas luces una mujer, al no ser que entre los humanos hubiera hombres sin hombría y con tetas algo de lo que no tenía constancia. Al final la guardia acabó con un contundente "Ellie es Eltrant". Entonces era un hombre...¿Cómo podía ser eso?. Tenía muchas dudas pero dejó que la humana siguiera explicándose.
Entonces la explicación se volvió mucho mas seria y personal. Níniel ya había oído hablar a Alanna sobre su hermana antes, fue durante su primer viaje como sacerdotisa al claro. Allí había conocido a la valiente mujer y conocido por su boca que era guardia de Lunargenta pero que estaba buscando a su hermana. Por su ayuda, el líder del claro le había ofrecido hospitalidad y ayuda a la humana, pero por desgracia no sabía nada de aquella hermana desaparecida y Alanna salió del claro con las manos vacías. La elfa recordó haberle deseado suerte a la humana en su búsqueda al despedirse y lo había hecho de corazón, saber que Elise había muerto le produjo una fuerte tristeza y desazón por su amiga, una que no se podía esconder. Alanna retomó la explicación sobre Eltrant entonces y Níniel supo que debía creer sus palabras sin duda alguna. Alanna jamás mezclaría a su difunta hermana con una extraña broma ni locura, jamás. Cuando terminó de hablar Níniel la abrazó con fuerza.
-Lamento mucho lo de tu hermana Alanna, tanto que esta lengua vuestra tan limitada se queda corta para expresar lo profundamente que lo siento. Nos conocimos mientras la buscabas ¿Recuerdas?....-
Tardó un rato en soltarla, ahora entendía por qué la había notado tan distinta los últimos días y seguramente explicaba otras muchas cosas, como su pérdida de peso y que quisiera mantenerse ocupada incluso con cosas de chicas, mirando vestidos. También comprendió que la había escogido a ella para pasar aquellos duros momentos, una prueba de sincera amistad fuera de toda duda. Níniel estaba tan desolada que incluso lo de Eltrant y sus perversiones, a pesar de haberla visto desnuda habían pasado totalmente a segundo plano, pero era un asunto a tratar
-Asi que te ayudó. Es un hombre...Nunca ningún hombre, ni elfo siquiera, me había visto así...Es un ultraje y solo saber que tiene esa imagen de mi en su cabeza, a saber qué perversiones imagina...No has exagerado, yo le hubiese golpeado mas fuerte y ganas no me faltan...Pero parece que está en problemas si, ¿Qué habrá hecho para acabar así? ¿Magia?¿Una maldición?.- Tomo aire y suspiró profundamente, si no sintiera tanta pena por Alanna y Eltrant no la hubiese ayudado lo mataba, pero en esas circunstancias...No era el momento. -Ya puede considerarlo un premio por ayudarte, habernos visto así y vivir para contarlo.-
Alanna dijo que iría a disculparse a pesar de todo, que el pobre ya tenía bastante con llevar ropa de chica incluida la ropa interior. En eso decía la verdad, ellas también tenían una buena imagen de Eltrant para compensar, una muy ridícula. -Si...Aunque estoy segura de que me miró el culo descaradamente-
Níniel no entró directamente tras Alanna si no que se quedó allí un poco mas de tiempo, quería estar segura de que cuando entrara podría controlar las ganas de abofetear al tal Entrant. Por ello cuando volvió a la fiesta ya se encontró la primera pieza del baile bastante avanzada. No encontró entre los invitados que o bien no querían danzar o que no tenían con quién a sus dos compañeras por lo que se fijó en las parejas de baile. Enseguida vio a Alanna, lo hacía muy bien y bailaba con un joven atractivo que tampoco lo hacía nada mal, desde luego no había perdido el tiempo la humana no. Luego, tras ver como una pareja de baile acababa haciendo caer a una segunda al suelo se dio cuenta de que en aquel choque estaba involucrada Ellie, o involucrado Eltrant como fuese mas correcto decirlo. Parecía que nadie se atrevía a decirles nada pero...Lo hacían de pena. Eltrant parecía un pato mareado y el hecho de que su pareja no pudiera evitarlo también atestiguaba su falta de pericia. Pero lo mejor era la cara de la castaña, parecía que acababa de pisar una boñiga de vaca y su mirada...Si las miradas matasen. Níniel no pudo evitar reírse y parece que algunos invitados no veían con buenos ojos que nadie se riera del primogénito de los Vivant.
-Señorita elfa, no debería reírse del hijo del Lord, es evidente que los elfos no saben de modos.-
-Le sorprendería, mi señora, pero aunque ese fuese el caso, si de algo sabemos es de baile.- La señora se hizo la escandalizada por haber recibido respuesta pero al menos dejó de incordiar por tonterías pues otros nobles encontraron las palabras de la elfa divertidas.
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Le estaban mirando, todos los presentes, o al menos, la gran mayoría de los asistentes a la fiesta; demasiada gente observaba el baile, juzgando todos y cada uno de sus movimientos, no le gustaba aquella sensación.
Eltrant se limitó a sonreír, concentrándose en que el tick nervioso que tenía en el ojo derecho no se volviese realmente perceptible por los demás mientras era, literalmente, arrastrado a través de la sala por el heredero de los Vivant.
-“Relájate, déjate llevar, diviértete” – Dijo Leo sonriendo sin parar de bailar –“Relájate tú puto imbécil” – Eltrant se limitó a, como llevaba haciendo todo el día, forzar una sonrisa.
No era muy difícil no darse cuenta de que muchas de las personas a su alrededor estaban a punto de estallar si seguían aguatándose la risa, Eltrant no tenía ningún cariño por ninguno de aquellos presumidos, por lo que intentó durante todo el tiempo que pudo a ignorar las miradas y a tratar de, como había sucedido horas atrás en la tienda, evadirse de la realidad.
A pesar de todo, sí que acabó sintiendo algo parecido a vergüenza cuando notó que la peliblanca, una persona que hasta dónde sabia se caracterizaba por su actitud distinguida y educación ejemplar, se reía melodiosamente del patético espectáculo de danza que este estaba demostrando.
–“Alanna tiene que haberle contado que la falda solo era un astuto disfraz” – Pensó mientras seguía tratando de no tropezarse con sus propias piernas –“Perfecto, esa elfa va a acabar con mi vida y lo último que voy a hacer antes de que pase es bailar con un idiota” – “¿Te diviertes?” – “Mucho”
Por suerte, otro tipo había sacado a Alanna a bailar, quien por sorpresa, estaba atrayendo toda las miradas, jamás habría imaginado que a la guarda se le daba tan bien el baile, aprovechando que las miradas se estaban desviando se esforzó por dedicarle una sonrisa a Leo.
- “¿Y si paramos?” – Su pareja de baile no pareció, o no quiso, escuchar lo que el mercenario dijo, pues siguió danzando alrededor de la sala –“No me has dicho tu nombre” – Volvió a sonreír, Eltrant frunció el ceño – “Ya lo sé” – El hombre rio y se paró, liberando a la castaña del frenético y ridículo baile en el que se encontraban, Ellie suspiró aliviada y seguido por el primogénito de los Vivant, salió de la pista de baile.
Los asistentes a la fiesta, que ya había decidido que el sucesor de los Vivant no era digno de su atención, contemplaban ahora como la guarda y su pareja cada vez se movían de formas más enrevesadas y confusas, hasta el punto que el mercenario creyó que esta iba a partirse en dos, o más partes.
–“Es mi hermano” – Dijo Leo apuntando al chico con el que bailaba Alanna –“El favorito de la familia y de todos, diría yo, solo… mírale” – Eltrant detectó cierta amargura en las palabras de Leo, pero lo cierto es que tenía razón, todos estaban fascinados con aquel tipo y con Alanna –“Estoy seguro de que le encantaría…” – El heredero dejó la frase a medias y, después de suspirar, se quedó mirando a la guarda y a su hermano durante varios segundos, completamente en silencio.
La chica se compadeció un poco por el tipo que tenía enfrente, dejando a un lado la actitud arrogante que le caracterizaba no parecía ser una mala persona, quizás de haberse conocido bajo otras circunstancias no sentiría un profundo deseo por acabar con su vida.
– “Me gustas, creo que es algo bastante obvio” – La muchacha de la capa rosa suspiró y se encogió de hombros, el hombre arqueó una ceja –“¿No es mutuo?” – Eltrant se quedó mirando fijamente a aquel tipo, esperando que supiese atar cabos y acabase entendiendo lo que pasaba, el hombre acabó reclinándose sobre la silla. –“Era de esperar” – Dijo suspirando –“No es la primera vez que pasa, no te preocupes”
Antes de que pudiese contestar nada la sala cayó en el más profundo de los silencios, la música se paró repentinamente y todos los presentes miraban la entrada principal, dónde ahora, más de una treintena de personas armadas entraban irrumpían en la fiesta.
A la cabeza de todos ellos, un tipo corpulento, de cabellos rojizos y con un parche en el ojo blandía un martillo de guerra de un lugar a otro. –“¡Buenas noches a todos mis queridos capitalistas!” – Gritó ante toda la sala, Eltrant frunció el ceño y buscó a los guardas del lugar, los cuales se encontraban superados y los que no habían muerto ya bajo el acero de los recién llegados se habían rendido incondicionalmente.
–“Una cena adorable la que tenéis aquí, de verdad, si no es molestia permitidme que me una, por favor, siempre es un placer incorporarse a una agradable velada como esta” – Volvió a decir, está a vez a un tono completamente normal, mientras tomaba uno de los panecillos que descansaban en la mesa más cercana a él.
Eltrant tragó saliva y miró a los asaltantes, la cosa no iba bien, trató de contar mentalmente a los asaltantes pero eran demasiados como para hacerlo a simple vista, su mirada se clavó en la espada que uno de los guardas había dejado caer al suelo a pocos metros que él, a su lado, el primogénito de los Vivant miraba con el ceño fruncido a los soldados que acababan de irrumpir en su palacio ¿Cómo habían esquivado a toda la seguridad de la entrada?
– “Debo pediros, y que conste que lo hago educadamente, que nos entreguéis todas vuestras cosas de valor, me temo, señoras y señores, que si queréis seguir con vida… no tenéis ninguna otra opción”
Eltrant se limitó a sonreír, concentrándose en que el tick nervioso que tenía en el ojo derecho no se volviese realmente perceptible por los demás mientras era, literalmente, arrastrado a través de la sala por el heredero de los Vivant.
-“Relájate, déjate llevar, diviértete” – Dijo Leo sonriendo sin parar de bailar –“Relájate tú puto imbécil” – Eltrant se limitó a, como llevaba haciendo todo el día, forzar una sonrisa.
No era muy difícil no darse cuenta de que muchas de las personas a su alrededor estaban a punto de estallar si seguían aguatándose la risa, Eltrant no tenía ningún cariño por ninguno de aquellos presumidos, por lo que intentó durante todo el tiempo que pudo a ignorar las miradas y a tratar de, como había sucedido horas atrás en la tienda, evadirse de la realidad.
A pesar de todo, sí que acabó sintiendo algo parecido a vergüenza cuando notó que la peliblanca, una persona que hasta dónde sabia se caracterizaba por su actitud distinguida y educación ejemplar, se reía melodiosamente del patético espectáculo de danza que este estaba demostrando.
–“Alanna tiene que haberle contado que la falda solo era un astuto disfraz” – Pensó mientras seguía tratando de no tropezarse con sus propias piernas –“Perfecto, esa elfa va a acabar con mi vida y lo último que voy a hacer antes de que pase es bailar con un idiota” – “¿Te diviertes?” – “Mucho”
Por suerte, otro tipo había sacado a Alanna a bailar, quien por sorpresa, estaba atrayendo toda las miradas, jamás habría imaginado que a la guarda se le daba tan bien el baile, aprovechando que las miradas se estaban desviando se esforzó por dedicarle una sonrisa a Leo.
- “¿Y si paramos?” – Su pareja de baile no pareció, o no quiso, escuchar lo que el mercenario dijo, pues siguió danzando alrededor de la sala –“No me has dicho tu nombre” – Volvió a sonreír, Eltrant frunció el ceño – “Ya lo sé” – El hombre rio y se paró, liberando a la castaña del frenético y ridículo baile en el que se encontraban, Ellie suspiró aliviada y seguido por el primogénito de los Vivant, salió de la pista de baile.
Los asistentes a la fiesta, que ya había decidido que el sucesor de los Vivant no era digno de su atención, contemplaban ahora como la guarda y su pareja cada vez se movían de formas más enrevesadas y confusas, hasta el punto que el mercenario creyó que esta iba a partirse en dos, o más partes.
–“Es mi hermano” – Dijo Leo apuntando al chico con el que bailaba Alanna –“El favorito de la familia y de todos, diría yo, solo… mírale” – Eltrant detectó cierta amargura en las palabras de Leo, pero lo cierto es que tenía razón, todos estaban fascinados con aquel tipo y con Alanna –“Estoy seguro de que le encantaría…” – El heredero dejó la frase a medias y, después de suspirar, se quedó mirando a la guarda y a su hermano durante varios segundos, completamente en silencio.
La chica se compadeció un poco por el tipo que tenía enfrente, dejando a un lado la actitud arrogante que le caracterizaba no parecía ser una mala persona, quizás de haberse conocido bajo otras circunstancias no sentiría un profundo deseo por acabar con su vida.
– “Me gustas, creo que es algo bastante obvio” – La muchacha de la capa rosa suspiró y se encogió de hombros, el hombre arqueó una ceja –“¿No es mutuo?” – Eltrant se quedó mirando fijamente a aquel tipo, esperando que supiese atar cabos y acabase entendiendo lo que pasaba, el hombre acabó reclinándose sobre la silla. –“Era de esperar” – Dijo suspirando –“No es la primera vez que pasa, no te preocupes”
Antes de que pudiese contestar nada la sala cayó en el más profundo de los silencios, la música se paró repentinamente y todos los presentes miraban la entrada principal, dónde ahora, más de una treintena de personas armadas entraban irrumpían en la fiesta.
A la cabeza de todos ellos, un tipo corpulento, de cabellos rojizos y con un parche en el ojo blandía un martillo de guerra de un lugar a otro. –“¡Buenas noches a todos mis queridos capitalistas!” – Gritó ante toda la sala, Eltrant frunció el ceño y buscó a los guardas del lugar, los cuales se encontraban superados y los que no habían muerto ya bajo el acero de los recién llegados se habían rendido incondicionalmente.
–“Una cena adorable la que tenéis aquí, de verdad, si no es molestia permitidme que me una, por favor, siempre es un placer incorporarse a una agradable velada como esta” – Volvió a decir, está a vez a un tono completamente normal, mientras tomaba uno de los panecillos que descansaban en la mesa más cercana a él.
Eltrant tragó saliva y miró a los asaltantes, la cosa no iba bien, trató de contar mentalmente a los asaltantes pero eran demasiados como para hacerlo a simple vista, su mirada se clavó en la espada que uno de los guardas había dejado caer al suelo a pocos metros que él, a su lado, el primogénito de los Vivant miraba con el ceño fruncido a los soldados que acababan de irrumpir en su palacio ¿Cómo habían esquivado a toda la seguridad de la entrada?
– “Debo pediros, y que conste que lo hago educadamente, que nos entreguéis todas vuestras cosas de valor, me temo, señoras y señores, que si queréis seguir con vida… no tenéis ninguna otra opción”
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
El baile siguió durante un tiempo, con la música suave envolviendo a los bailarines, cada vez quedaba menos gente en la pista, los invitados rodeaban a segundo hijo de los Vivant, que presumía de sus proezas en la danza hasta que un golpe sordo en la puerta detuvo la música e hizo que todos se girasen a mirar.
La enorme entrada de madera maciza se vio abierta de golpe y un gran número de personas, unas treinta, acababan de irrumpir en la fiesta liderados por un hombre corpulento con un parche cubriendo un ojo y un gran martillo en sus manos. Durante un primer momento la menta de la chica se quedó en blanco, su pareja de baile había puesto un brazo delante de ella con aire protector, aunque estaban tan retirados que posiblemente no los hubieran visto todavía.
Los bandidos comenzaron a moverse por los que se encontraban frente a la puerta, "Niniel, Eltrant" pensó la chica, sabía que el mercenario podría defenderse de algún modo, pero la elfa... necesitaba encontrar alguna forma para que no llegasen a ella. Miró con rapidez a su alrededor, y fijó su vista en la lámpara de araña que colgaba algo más atrás de su cabeza. "Eso es" ¿Pero cómo podría subir? Las telas y aros del espectáculo entraron en su campo de visión, además contaba con un ilusionista, tal vez podría hacer algo.
Se quitó los tacones dejándolos ahí tirados y, agachada, se dirigió a los artistas, que, en un rincón, se miraban asustados.
- Necesito vuestra ayuda.- susurró la chica que, en a penas unos instantes les explicó el plan.
El brujo comenzó a cubrir la zona donde se encontraban los utensilios para el espectáculo con una pantalla ilusoria que evitaría que se viesen los movimientos. Con premura, bajaron uno de los aros y Alanna se subió en él para dejar que la elevaran hasta el techo.
Debía darse prisa, los asaltantes comenzaban a acerarse a la zona de atrás.
Cuando estuvo arriba, enganchó la tela y con ella, terminó de llegar a la biga gruesa que sostenía la lampara con una gruesa cuerda. La ilusión desapareció en ese momento, pero ya poco importaba, pues la chica ya estaba fuera del campo de visión. Con cuidado, como si fuera una equilibrista, llegó cerca de la lampara y sacó una de sus dagas. Si no calculaba mal era imposible que con la caída nadie sufriera daño alguno, simplemente cundiría el pánico, un pánico que ni los asaltantes podrían controlar.
Finalmente hizo el último corte en la gruesa cuerda provocando la caída de la enorme iluminación. Con el peso, la lampara fue a estrellarse contra el suelo provocando un tremendo estruendo, las esquirlas volaron como gotas de agua el sonido al romperse el cristal fue como el de campanas agudas, como había calculado la guarda, no había heridos.
Primero hubo silencio, luego, cundió el pánico, pero el mayor de los asaltantes, el tipo del martillo, había captado la presencia de la joven, y, por encima de todo el barullo, gritó con furia:
- ¡Cogedla!
Bien, ya había logrado que Niniel tuviera una oportunidad de escapar, estaba cerca del balcón, no le sería difícil, ahora el problema lo tenía ella. algunos de los tipos comenzaba trepar unos sobre otros para llegar a la biga donde se encontraba la chica. El primero en llegar comenzó a avanzar de forma tambaleante, dando espadazos sin cálculo, haciendo que Alanna se tuviera que retirar sin embargo, poco le duró el hombre, era tan grande que, al intentar dar un salto hizo temblar el techo. La Gata a penas logró mantenerse, el tipo cayó al suelo sin remedio.
El siguiente llegó al instante, este, más ágil, tenía un plan. Tomó la cuerda y comenzó a tirar de ella, rodeando a la joven, sin embargo no calculó bien, y terminó por caer arrastrando con el a la chica.
Con un grito, Alanna se cogió de la cuerda que aguantó en un principio, el tipo le suplicaba que le ayudara, pues estaba a punto de caer, pero la chica no tuvo tiempo siquiera de pensarlo, el mecanismo había comenzado a romperse al quedar súbitamente desprovisto de peso, y ahora parecía a punto de soltarse del todo. Un bandazo hizo estrellarse al tipo contra el suelo. Mientras la guardia quedaba colgando en el centro del lugar. No obstante poco le quedaba de estar así, un hombre delgado, enjuto, de aspecto torpe, había localizado el lugar desde el que salía la cuerda y comenzado a cortarla. poco a poco, la cuerda iba rompiéndose.
A la guarda le quedaban dos opciones, o caer o saltar, y sin nadie bajo, ninguna de las dos le parecía adecuada, nunca es buena idea caer desde dos pisos de altura.
La enorme entrada de madera maciza se vio abierta de golpe y un gran número de personas, unas treinta, acababan de irrumpir en la fiesta liderados por un hombre corpulento con un parche cubriendo un ojo y un gran martillo en sus manos. Durante un primer momento la menta de la chica se quedó en blanco, su pareja de baile había puesto un brazo delante de ella con aire protector, aunque estaban tan retirados que posiblemente no los hubieran visto todavía.
Los bandidos comenzaron a moverse por los que se encontraban frente a la puerta, "Niniel, Eltrant" pensó la chica, sabía que el mercenario podría defenderse de algún modo, pero la elfa... necesitaba encontrar alguna forma para que no llegasen a ella. Miró con rapidez a su alrededor, y fijó su vista en la lámpara de araña que colgaba algo más atrás de su cabeza. "Eso es" ¿Pero cómo podría subir? Las telas y aros del espectáculo entraron en su campo de visión, además contaba con un ilusionista, tal vez podría hacer algo.
Se quitó los tacones dejándolos ahí tirados y, agachada, se dirigió a los artistas, que, en un rincón, se miraban asustados.
- Necesito vuestra ayuda.- susurró la chica que, en a penas unos instantes les explicó el plan.
El brujo comenzó a cubrir la zona donde se encontraban los utensilios para el espectáculo con una pantalla ilusoria que evitaría que se viesen los movimientos. Con premura, bajaron uno de los aros y Alanna se subió en él para dejar que la elevaran hasta el techo.
Debía darse prisa, los asaltantes comenzaban a acerarse a la zona de atrás.
Cuando estuvo arriba, enganchó la tela y con ella, terminó de llegar a la biga gruesa que sostenía la lampara con una gruesa cuerda. La ilusión desapareció en ese momento, pero ya poco importaba, pues la chica ya estaba fuera del campo de visión. Con cuidado, como si fuera una equilibrista, llegó cerca de la lampara y sacó una de sus dagas. Si no calculaba mal era imposible que con la caída nadie sufriera daño alguno, simplemente cundiría el pánico, un pánico que ni los asaltantes podrían controlar.
Finalmente hizo el último corte en la gruesa cuerda provocando la caída de la enorme iluminación. Con el peso, la lampara fue a estrellarse contra el suelo provocando un tremendo estruendo, las esquirlas volaron como gotas de agua el sonido al romperse el cristal fue como el de campanas agudas, como había calculado la guarda, no había heridos.
Primero hubo silencio, luego, cundió el pánico, pero el mayor de los asaltantes, el tipo del martillo, había captado la presencia de la joven, y, por encima de todo el barullo, gritó con furia:
- ¡Cogedla!
Bien, ya había logrado que Niniel tuviera una oportunidad de escapar, estaba cerca del balcón, no le sería difícil, ahora el problema lo tenía ella. algunos de los tipos comenzaba trepar unos sobre otros para llegar a la biga donde se encontraba la chica. El primero en llegar comenzó a avanzar de forma tambaleante, dando espadazos sin cálculo, haciendo que Alanna se tuviera que retirar sin embargo, poco le duró el hombre, era tan grande que, al intentar dar un salto hizo temblar el techo. La Gata a penas logró mantenerse, el tipo cayó al suelo sin remedio.
El siguiente llegó al instante, este, más ágil, tenía un plan. Tomó la cuerda y comenzó a tirar de ella, rodeando a la joven, sin embargo no calculó bien, y terminó por caer arrastrando con el a la chica.
Con un grito, Alanna se cogió de la cuerda que aguantó en un principio, el tipo le suplicaba que le ayudara, pues estaba a punto de caer, pero la chica no tuvo tiempo siquiera de pensarlo, el mecanismo había comenzado a romperse al quedar súbitamente desprovisto de peso, y ahora parecía a punto de soltarse del todo. Un bandazo hizo estrellarse al tipo contra el suelo. Mientras la guardia quedaba colgando en el centro del lugar. No obstante poco le quedaba de estar así, un hombre delgado, enjuto, de aspecto torpe, había localizado el lugar desde el que salía la cuerda y comenzado a cortarla. poco a poco, la cuerda iba rompiéndose.
A la guarda le quedaban dos opciones, o caer o saltar, y sin nadie bajo, ninguna de las dos le parecía adecuada, nunca es buena idea caer desde dos pisos de altura.
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Níniel no se sentía con humor para bailes por lo que agradecía que sus puntiagudas orejas echasen atrás a la mayoría de los posibles candidatos y se escorzaba por mantener la etiqueta para rechazar a aquellos con la suficiente curiosidad o respeto como para no prejuzgarla en base a las historias sobre elfos. Tenía mucho en lo que pensar, las terribles noticias del fallecimiento de la hermana de Alanna, el extrañó lío que había acabado convirtiendo a un hombre en una mujer y que parecía implicar la participación de avanzadas artes arcanas...Y la indecencia del tal Eltrant. Trataba de hacer memoria y de de recordar algún fragmento de conversación, de historia, de leyenda o algo que hubiese podido leer en algún libro que mencionara algo así, pero no lograba conseguir nada, solo podía pensar en que sabía quién podría despejar aquella incógnita pero se encontraba demasiado lejos. La única opción era hablar con el propio Eltrant para saber cómo le había pasado algo así, qué hacia, con quién estaba cuando pasó... Pero la danza no parecía tener fin, ni Ellie ni Alanna prisa. "Por los dioses, que le dé ya a su pareja el pisotón de gracia y acabe con su tormento".
Lo más curioso era que, ella que no conocía a aquel hombre salvo como un pervertido, ella que no estaba en un cuerpo equivocado, parecía la que más vueltas le daba al asunto mientras las otras bailaban. Los humanos eran criaturas muy extrañas.
Cuando Eltrant por fin acabó de hacer el ridículo, y mientras que Alanna parecía olvidarse de los problemas de su amigo, se apartó del centro de la pista de baile y comenzó a mantener lo que a todas luces era una íntima conversación con el joven Vivant de los pies de hierro, pues de otro modo Níniel no entendía como podía seguir manteniéndose en pié aquel humano. No hacía falta ser muy perspicaz para saber por su postura que estaba intentando ganarse a la chica, lo cuál era aún más divertido de ver que el vestidito y el baile de Eltrant, pero la peliblanca, muy a su pesar debía interrumpir el ritual de conquista humano y hablar con el amigo de Alanna. ¿Quién podía afirmar que lo que fuera que le había cambiado no pudiese ir a peor? ¿Acaso sabían sí tenían todo el tiempo del mundo?
Sin embargo la velada aún guardaba mas desagradables sorpresas. Antes de que la elfa avanzase unos pasos la puerta de la mansión se abrió de par en par con un ruido sordo y comenzaron a entrar un montón de sujetos armados con una pinta que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones. Algunos guardias trataron de detenerlos pero los enemigos eran tantos que no tuvieron muchas dificultades en matar a algunos y de ese modo demostrarles a los demás lo en serio que iban para que arrojaran sus espadas al suelo. Ahora si que era una velada como a las que Níniel solía asistir.
El que parecía el líder, un tipo grande con un solo ojo y con martillo como arma dejó enseguida claras sus intenciones. Quería todas las joyas que llevasen encima y todo lo de valor. Níniel no se lo creyó, o era el grupo de ladrones mas estúpido de Aerandir o aquella no era su intención real. ¿Robar a la nobleza de Lunargenta con los rostros al descubierto y encima resultando tan inconfundible como aquel grandullón tuerto?. Al día siguiente tendría a un ejercito siguiéndole el rastro y no habría piedra bajo la que pudiese esconderse. Incluso aunque escapara no habría día en el que no mirara hacia atrás temiendo ver allí a un asesino o cazarecompensas amenazando su cuello, hasta de sus camaradas de fechorías debería desconfiar, de hecho especialmente de ellos. Níniel pensó que ojalá estuviera equivocada y realmente solo fueran un atajo de idiotas, será mas sencillo. Además ella no llevaba joyas ni nada de valor, solo llevaba aquel vestido y como único accesorio los dones que los dioses habían tenido a bien otorgarle.
Los asaltantes comenzaron entonces a dispersarse para recoger el botín, llenando poco a poco las bolsas que llevaban consigo. Cuando llegó el turno de la elfa y el bandido de turno pudo comprobar que no llevaba nada pareció molestarse. -¿Las elfas no usáis joyas?. Seguro que si, ¿Dónde las has escondido?. Ese vestido tuyo no parece tener bolsos...Pero ¿qué me dices de aquí?- Aquel desagradable sujeto quiso llevar sus sucias manos al escote de la peliblanca y por su cara poco le importaba encontrar algo de valor allí o no, pero Níniel no le dejó. Con toda la fuerza que pudo le soltó un guantazo que lo puso de vuelta y media.
-No sin mi permiso- Le espetó la elfa al sorprendido humano que se había llevado una mano a la cara dolorida mientras algunos de sus compañeros se reían. -Tendrás que matarme para poder tocarme-. El hombre la amenazó con la daga pero Níniel se mantuvo firme a pesar del miedo, estaba convencida de su decisión y con tipos mucho más duros había estado dispuesta a vérselas para defender su honor, no iba a venderse barata.
En aquel momento la gran lámpara del salón se desplomó contra el suelo y el lugar volvió a llenarse de gritos de miedo y sorpresa y toda la atención se dirigió hacia la lámpara y hacía las columnas dónde la gata de algún modo se las había apañado para subir. Níniel comprendió que ante aquel gran número de enemigos aquello no podía ser más que una distracción aunque no supo para qué, ni Alanna podría sola con tantos. En cualquier caso la elfa aprovechó la oportunidad. Tomó a aquel asaltante entre los hombros mientras estaba distraído y le dio un rodillazo en los pendientes reales que lo dejó en el suelo. Entonces cogió sus armas y su saco de botín y salió a la terraza dónde se escondió tras mirar si por allí habría alguien.
Lo más curioso era que, ella que no conocía a aquel hombre salvo como un pervertido, ella que no estaba en un cuerpo equivocado, parecía la que más vueltas le daba al asunto mientras las otras bailaban. Los humanos eran criaturas muy extrañas.
Cuando Eltrant por fin acabó de hacer el ridículo, y mientras que Alanna parecía olvidarse de los problemas de su amigo, se apartó del centro de la pista de baile y comenzó a mantener lo que a todas luces era una íntima conversación con el joven Vivant de los pies de hierro, pues de otro modo Níniel no entendía como podía seguir manteniéndose en pié aquel humano. No hacía falta ser muy perspicaz para saber por su postura que estaba intentando ganarse a la chica, lo cuál era aún más divertido de ver que el vestidito y el baile de Eltrant, pero la peliblanca, muy a su pesar debía interrumpir el ritual de conquista humano y hablar con el amigo de Alanna. ¿Quién podía afirmar que lo que fuera que le había cambiado no pudiese ir a peor? ¿Acaso sabían sí tenían todo el tiempo del mundo?
Sin embargo la velada aún guardaba mas desagradables sorpresas. Antes de que la elfa avanzase unos pasos la puerta de la mansión se abrió de par en par con un ruido sordo y comenzaron a entrar un montón de sujetos armados con una pinta que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones. Algunos guardias trataron de detenerlos pero los enemigos eran tantos que no tuvieron muchas dificultades en matar a algunos y de ese modo demostrarles a los demás lo en serio que iban para que arrojaran sus espadas al suelo. Ahora si que era una velada como a las que Níniel solía asistir.
El que parecía el líder, un tipo grande con un solo ojo y con martillo como arma dejó enseguida claras sus intenciones. Quería todas las joyas que llevasen encima y todo lo de valor. Níniel no se lo creyó, o era el grupo de ladrones mas estúpido de Aerandir o aquella no era su intención real. ¿Robar a la nobleza de Lunargenta con los rostros al descubierto y encima resultando tan inconfundible como aquel grandullón tuerto?. Al día siguiente tendría a un ejercito siguiéndole el rastro y no habría piedra bajo la que pudiese esconderse. Incluso aunque escapara no habría día en el que no mirara hacia atrás temiendo ver allí a un asesino o cazarecompensas amenazando su cuello, hasta de sus camaradas de fechorías debería desconfiar, de hecho especialmente de ellos. Níniel pensó que ojalá estuviera equivocada y realmente solo fueran un atajo de idiotas, será mas sencillo. Además ella no llevaba joyas ni nada de valor, solo llevaba aquel vestido y como único accesorio los dones que los dioses habían tenido a bien otorgarle.
Los asaltantes comenzaron entonces a dispersarse para recoger el botín, llenando poco a poco las bolsas que llevaban consigo. Cuando llegó el turno de la elfa y el bandido de turno pudo comprobar que no llevaba nada pareció molestarse. -¿Las elfas no usáis joyas?. Seguro que si, ¿Dónde las has escondido?. Ese vestido tuyo no parece tener bolsos...Pero ¿qué me dices de aquí?- Aquel desagradable sujeto quiso llevar sus sucias manos al escote de la peliblanca y por su cara poco le importaba encontrar algo de valor allí o no, pero Níniel no le dejó. Con toda la fuerza que pudo le soltó un guantazo que lo puso de vuelta y media.
-No sin mi permiso- Le espetó la elfa al sorprendido humano que se había llevado una mano a la cara dolorida mientras algunos de sus compañeros se reían. -Tendrás que matarme para poder tocarme-. El hombre la amenazó con la daga pero Níniel se mantuvo firme a pesar del miedo, estaba convencida de su decisión y con tipos mucho más duros había estado dispuesta a vérselas para defender su honor, no iba a venderse barata.
En aquel momento la gran lámpara del salón se desplomó contra el suelo y el lugar volvió a llenarse de gritos de miedo y sorpresa y toda la atención se dirigió hacia la lámpara y hacía las columnas dónde la gata de algún modo se las había apañado para subir. Níniel comprendió que ante aquel gran número de enemigos aquello no podía ser más que una distracción aunque no supo para qué, ni Alanna podría sola con tantos. En cualquier caso la elfa aprovechó la oportunidad. Tomó a aquel asaltante entre los hombros mientras estaba distraído y le dio un rodillazo en los pendientes reales que lo dejó en el suelo. Entonces cogió sus armas y su saco de botín y salió a la terraza dónde se escondió tras mirar si por allí habría alguien.
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Los ladrones no perdieron tiempo y comenzaron a saquear los bolsillos de todos los presentes.
Los asistentes a la fiesta, mientras dejaban caer sus pertenencias en amplios sacos cargados por los bandidos, murmuraban insultos y juraban vengarse entre dientes de estos, quienes en mayor parte, respondían a carcajeándose ante aquellas pobres insinuaciones de poder, no fueron pocos los que recibieron un fuerte golpe con el envés de una espada por tratar de sublevarse, habían dejado claro que iban en serio y que no tenían miedo alguno de las represalias.
Tomó aire, por mucha valentía que quisiesen demostrar aquellos tipos, a simple vista no parecía la jugada más inteligente, estaban en el corazón de la ciudad de los humanos, en una de las mansiones más importantes de toda la urbe, la guardia no tardaría en llegar, o al menos eso esperaba.
Los segundos pasaban lentamente, la multitud permanecía en silencio, en su mayoría mirando al suelo, sin terminar de creerse lo que estaba sucediendo, cada vez que alguna voz disconforme se levantaba sobre las demás, un rápido grito de dolor la acallaba, de haber tenido un cuchillo podría haber cortado la tensión que se podía apreciar en el ambiente sin ningún esfuerzo.
Eltrant repasó la sala buscando a la guarda y a la elfa, no es que pudiese hacer mucho en aquel momento, pero no estaba demás tenerlas localizadas, sobre todo si se veían obligado a improvisar una huida. Logró situar a la peliblanca a pocos metros de él, justo después de que esta le propinase una fuerte bofetada a uno de los asaltantes, que al parecer tenía las manos demasiado largas, tanto Alanna como su pareja de baile habían desaparecido, aquello no era una buena señal.
Tras haber estudiado la sala se giró hacia el heredero de los Vivant, desarmado y superado en número de aquella forma no podía hacer nada sino esperar, el sucesor del legado Vivant mantenía clavada su mirada en el que parecía el líder de los asaltantes, el cual no tardó en acercarse a él, tras unos segundos sin mediar palabra alguna, sonrió.
-“Leo Vivant… ¿Cierto? De ti quiero algo más que joyas… ” – El mencionado no contestó, simplemente sostuvo la mirada del líder de los asaltantes. Entonces, sin previo aviso, la lámpara del techo se descolgó.
Fue apenas un segundo, nadie lo habría visto venir, en menos de lo que dura un pestañeo esquirlas de cristal y metal surcaron la habitación de un lado a otro al tiempo que la lámpara de araña que colgaba del techo se convierta en un amasijo de metal irregular a causa del impacto.
La multitud estalló en un pánico generalizado que solo hizo que los asaltantes se pusieran nerviosos y tratasen de reducir a los nobles que huían por la fuerza, antes de que el mercenario pudiese entender que estaba sucediendo, el líder, que estaba frente a él, señaló a un punto indeterminado del techo gritando, dónde estaba la chica causante de pánico.
Eltrant chasqueó la lengua al ver a la guarda sobre las vigas del techo y zafándose del brazo protector del joven Vivant desenvainó la ornamentada espada de ceremonias que tenía este en su cinto.
Aquello no era lo que tenía pensando, pero los bandidos, previsores, se habían deshecho de todas las armas que habían soltado los guardias de la mansión, incluida la que llevaba vigilando desde hacía un rato, esa que hasta poco antes de que la lámpara se estrellase contra suelo yacía a pocos metros de él.
–“¡Espera!” – Gritó Leo a la joven que acababa de robarle la espada y comenzaba a correr hacia donde la guarda luchaba por su vida, nadie pareció esperarse que la chica de la capa rosa reaccionase de alguna forma, pues entre todo aquel caos, nadie se preocupó por prestarle demasiada atención, ni siquiera el líder de los bandidos.
Leo, por otro lado, fue inmediatamente contenido por un fuerte martillazo en la espalda por parte del tipo tuerto, quien enseguida se giró hacia sus hombres. –“¡Llevaos a este a los pisos interiores y aprisionadlo!” – Exclamó señalando al cuerpo inerte de Leo –“Y por los dioses, si queréis recibir una recompensa, no dejéis que nadie escape” – El líder se giró entonces hacia el balcón y dejando reposar el martillo sobre uno de sus hombros comenzó a caminar hacia allí, interesado por algo que parecía haber visto.
El mercenario maldijo por lo bajo mientras desviaba por poco la espada de uno de los asaltantes y lo placaba para quitárselo de encima momentáneamente, pudiese ser que no estuviese en el cuerpo correcto en aquel momento, pero seguía siendo perfectamente capaz de blandir una espada.
Por otro lado parecía que no podía tener a la vista a la peliblanca y a la guarda al mismo tiempo, aunque ahora sabía exactamente donde se encontraba Alanna, la cual colgaba de una cuerda a varios metros del suelo, había perdido todo rastro de la elfa.
Apretó los dientes, si Niniel era igual de capaz que Eärwen combatiendo no habría ningún problema, trató de tranquilizarse a sí mismo obligándose a pensar que la agilidad era algo inherente en los elfos y después de bloquear la embestida de otro de los atacantes se lanzó contra un tipo menudo que, agachado en uno de los laterales de la habitación, estaba tratando de cortar la cuerda de la que se agarraba Alanna.
Golpeando repetidas veces al enjuto asaltante en la nuca con el pomo de la espada se aseguró de que este no volviera a levantarse del suelo en un buen rato, así como de que la cuerda de la que estaba agarrada no se viniese abajo de momento.
Pero no tenia tiempo para tomarse un respiro, los soldados seguían tratando de evitar que todos los presentes se escapasen, por lo que el mercenario tuvo el tiempo justo para bloquear el ataque de otro bandido, el cual hizo estallar en mil pedazos la espada que poseía Eltrant, cosa que facilitó el trabajo a otro de los oponentes, el cual no tuvo que esforzarse mucho para alcanzar una de las piernas del mercenario con su arma.
No era la primera vez que una espada de aquel estilo se fragmentaba en sus manos, el mercenario estaba empezando a entender el patrón, cuantas más joyas engarzadas tuviese, más probabilidades de que esta se rompiese en un combate real.
Sin tiempo que perder y con la pierna sangrando, comenzó a correr. seguido de cerca por varios ladrones, hacia una de las puertas laterales. Quedarse en aquel lugar era una sentencia de muerte, simplemente había demasiados como para hacerles frente, la mansión esa lo suficientemente grande como para perderlos de vista un tiempo.
Los asistentes a la fiesta, mientras dejaban caer sus pertenencias en amplios sacos cargados por los bandidos, murmuraban insultos y juraban vengarse entre dientes de estos, quienes en mayor parte, respondían a carcajeándose ante aquellas pobres insinuaciones de poder, no fueron pocos los que recibieron un fuerte golpe con el envés de una espada por tratar de sublevarse, habían dejado claro que iban en serio y que no tenían miedo alguno de las represalias.
Tomó aire, por mucha valentía que quisiesen demostrar aquellos tipos, a simple vista no parecía la jugada más inteligente, estaban en el corazón de la ciudad de los humanos, en una de las mansiones más importantes de toda la urbe, la guardia no tardaría en llegar, o al menos eso esperaba.
Los segundos pasaban lentamente, la multitud permanecía en silencio, en su mayoría mirando al suelo, sin terminar de creerse lo que estaba sucediendo, cada vez que alguna voz disconforme se levantaba sobre las demás, un rápido grito de dolor la acallaba, de haber tenido un cuchillo podría haber cortado la tensión que se podía apreciar en el ambiente sin ningún esfuerzo.
Eltrant repasó la sala buscando a la guarda y a la elfa, no es que pudiese hacer mucho en aquel momento, pero no estaba demás tenerlas localizadas, sobre todo si se veían obligado a improvisar una huida. Logró situar a la peliblanca a pocos metros de él, justo después de que esta le propinase una fuerte bofetada a uno de los asaltantes, que al parecer tenía las manos demasiado largas, tanto Alanna como su pareja de baile habían desaparecido, aquello no era una buena señal.
Tras haber estudiado la sala se giró hacia el heredero de los Vivant, desarmado y superado en número de aquella forma no podía hacer nada sino esperar, el sucesor del legado Vivant mantenía clavada su mirada en el que parecía el líder de los asaltantes, el cual no tardó en acercarse a él, tras unos segundos sin mediar palabra alguna, sonrió.
-“Leo Vivant… ¿Cierto? De ti quiero algo más que joyas… ” – El mencionado no contestó, simplemente sostuvo la mirada del líder de los asaltantes. Entonces, sin previo aviso, la lámpara del techo se descolgó.
Fue apenas un segundo, nadie lo habría visto venir, en menos de lo que dura un pestañeo esquirlas de cristal y metal surcaron la habitación de un lado a otro al tiempo que la lámpara de araña que colgaba del techo se convierta en un amasijo de metal irregular a causa del impacto.
La multitud estalló en un pánico generalizado que solo hizo que los asaltantes se pusieran nerviosos y tratasen de reducir a los nobles que huían por la fuerza, antes de que el mercenario pudiese entender que estaba sucediendo, el líder, que estaba frente a él, señaló a un punto indeterminado del techo gritando, dónde estaba la chica causante de pánico.
Eltrant chasqueó la lengua al ver a la guarda sobre las vigas del techo y zafándose del brazo protector del joven Vivant desenvainó la ornamentada espada de ceremonias que tenía este en su cinto.
Aquello no era lo que tenía pensando, pero los bandidos, previsores, se habían deshecho de todas las armas que habían soltado los guardias de la mansión, incluida la que llevaba vigilando desde hacía un rato, esa que hasta poco antes de que la lámpara se estrellase contra suelo yacía a pocos metros de él.
–“¡Espera!” – Gritó Leo a la joven que acababa de robarle la espada y comenzaba a correr hacia donde la guarda luchaba por su vida, nadie pareció esperarse que la chica de la capa rosa reaccionase de alguna forma, pues entre todo aquel caos, nadie se preocupó por prestarle demasiada atención, ni siquiera el líder de los bandidos.
Leo, por otro lado, fue inmediatamente contenido por un fuerte martillazo en la espalda por parte del tipo tuerto, quien enseguida se giró hacia sus hombres. –“¡Llevaos a este a los pisos interiores y aprisionadlo!” – Exclamó señalando al cuerpo inerte de Leo –“Y por los dioses, si queréis recibir una recompensa, no dejéis que nadie escape” – El líder se giró entonces hacia el balcón y dejando reposar el martillo sobre uno de sus hombros comenzó a caminar hacia allí, interesado por algo que parecía haber visto.
El mercenario maldijo por lo bajo mientras desviaba por poco la espada de uno de los asaltantes y lo placaba para quitárselo de encima momentáneamente, pudiese ser que no estuviese en el cuerpo correcto en aquel momento, pero seguía siendo perfectamente capaz de blandir una espada.
Por otro lado parecía que no podía tener a la vista a la peliblanca y a la guarda al mismo tiempo, aunque ahora sabía exactamente donde se encontraba Alanna, la cual colgaba de una cuerda a varios metros del suelo, había perdido todo rastro de la elfa.
Apretó los dientes, si Niniel era igual de capaz que Eärwen combatiendo no habría ningún problema, trató de tranquilizarse a sí mismo obligándose a pensar que la agilidad era algo inherente en los elfos y después de bloquear la embestida de otro de los atacantes se lanzó contra un tipo menudo que, agachado en uno de los laterales de la habitación, estaba tratando de cortar la cuerda de la que se agarraba Alanna.
Golpeando repetidas veces al enjuto asaltante en la nuca con el pomo de la espada se aseguró de que este no volviera a levantarse del suelo en un buen rato, así como de que la cuerda de la que estaba agarrada no se viniese abajo de momento.
Pero no tenia tiempo para tomarse un respiro, los soldados seguían tratando de evitar que todos los presentes se escapasen, por lo que el mercenario tuvo el tiempo justo para bloquear el ataque de otro bandido, el cual hizo estallar en mil pedazos la espada que poseía Eltrant, cosa que facilitó el trabajo a otro de los oponentes, el cual no tuvo que esforzarse mucho para alcanzar una de las piernas del mercenario con su arma.
No era la primera vez que una espada de aquel estilo se fragmentaba en sus manos, el mercenario estaba empezando a entender el patrón, cuantas más joyas engarzadas tuviese, más probabilidades de que esta se rompiese en un combate real.
Sin tiempo que perder y con la pierna sangrando, comenzó a correr. seguido de cerca por varios ladrones, hacia una de las puertas laterales. Quedarse en aquel lugar era una sentencia de muerte, simplemente había demasiados como para hacerles frente, la mansión esa lo suficientemente grande como para perderlos de vista un tiempo.
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Ahí colgada, a varios pisos de altura, arriesgándose a caer sobre cristales, pudo notar que, finalmente, la cuerda dejaba de temblar, miró hacia el tipo que había empezado a cortarla, ya no estaba, y quien quedaba allí era Elli, que había asegurado la cuerda. Alanna sonrió, ya podía subir.
Comenzó a escalar por la cuerda hasta, finalmente llegar a la viga. tenía que darse prisa y encontrar a Niniel, Eltrant podía apañárselas, eso lo sabía de sobra, si había podido sacarla del embrollo de la cuerda, seguro que no tendría problemas. Caminó con rapidez hasta llegar a la altura de la tela del espectáculo, era momento de bajar.
Se cogió a la tela y comenzó a descender por ella hasta llegar al suelo, los artistas se encontraban luchando allí cerca, y ya habían acabado con un par de bandidos. Alanna aprovechó para sacar sus dagas. Imaginó que su amiga estaría en el jardín, así que intentó salir de allí. Vio la ventana que daba al jardín, y cortó parte de la tela del espectáculo dirigiéndose allí con prisa. Sin embargo, un mal pisotón la hizo caer.
El lugar se volvió oscuro, miró hacia arriba donde el sitio por el que había entrado se cerraba. ¿Cómo demonios había caído por un agujero? Juraría que no había nada allí arriba. Debía encontrar una forma de salir. El cuarto estaba iluminado por antorchas, y un enorme número de hiervas y botellas se agrupaban en estanterías ordenadas. Había aparatos, similares a los que usaban en la guarda para practicar la creación de venenos y varias botellas llenas de liquido y humo. No era la primera vez que veía algo así, y sabía que era muy útil.
Cogió varias, y siguió buscando un modo de salir. No fue complicado, había una puerta justo tras la mesa de laboratorio. La abrió y volvió a salir al barullo, abriendo la parte baja de un enorme cuadro. Cerró y vio acercarse a un grupo de tres tipos con espadas, hizo lo primero que le vino a la cabeza, rompió una de las botellas delante de ellos. Un humo rosa salió de ella, y, cuando desapareció se escucharon unos "oing oing" los asaltantes se habían convertido en cerditos.
La guarda aguantó la risa, eso podía ser divertido. Comenzó a bajar las escaleras buscando a su amiga mientras tiraba las botellas por el camino. Pronto la sala se volvió un zoo, avestruces, conejos, cerdos, loros, gallinas, ovejas, rondaban, corrían asustados y gritaban. Desde el balcón, un hombre corpulento, el del parche en el ojo, se giró a mirar, tras él, la elfa con una bolsa en los brazos.
La Gata corrió aprovechando el barullo hasta una ventana cercana a la terraza. Solo le quedaba una botella, y notaba que se había abierto, pero con sus dagas no podía hacer mucho, esa poción era su mejor baza. Saltó por la ventana, con cuidado y tocó el cesped con los pies, y desde allí, llamó a la elfa tirando de su vestido.
El tipo del parche se giró, se había dado cuenta, y se acercó a ellas blandiendo el martillo. Pero la guarda reaccionó, le lanzó la botella que le quedaba, que dio de lleno al tipo, sin embargo, ella también se había mojado la mano del liquido azul. ¿Cuánto tardaría en hacer efecto...?
- Niniel, creo que estoy en un lío.- comentó mientras echaba a correr.
A medida que avanzaba hacia la parte trasera de la casa, notaba como cada vez le costaba más avanzar, como el vestido comenzaba a venírle muy grande, también la ropa interior, y las cosas a su alrededor se volvían más grandes. En un momento, tropezó con la tela y salió rodando.
- Jolín.- dijo una voz infantil donde debería estar la propia.- espera, ¿qué?- La chica se levantó e intentó mirarse en una ventana, pero estaba demasiado alta, se miró las manos, los pies, invisibles por lo enorme que era el vestido en el que intentaba seguir metida, y se tocó la cara.- ¿Qué es esto, Nin, Nin,? ay... no...- murmuró quejándose parecía que había vuelto a los 5 años...
Comenzó a escalar por la cuerda hasta, finalmente llegar a la viga. tenía que darse prisa y encontrar a Niniel, Eltrant podía apañárselas, eso lo sabía de sobra, si había podido sacarla del embrollo de la cuerda, seguro que no tendría problemas. Caminó con rapidez hasta llegar a la altura de la tela del espectáculo, era momento de bajar.
Se cogió a la tela y comenzó a descender por ella hasta llegar al suelo, los artistas se encontraban luchando allí cerca, y ya habían acabado con un par de bandidos. Alanna aprovechó para sacar sus dagas. Imaginó que su amiga estaría en el jardín, así que intentó salir de allí. Vio la ventana que daba al jardín, y cortó parte de la tela del espectáculo dirigiéndose allí con prisa. Sin embargo, un mal pisotón la hizo caer.
El lugar se volvió oscuro, miró hacia arriba donde el sitio por el que había entrado se cerraba. ¿Cómo demonios había caído por un agujero? Juraría que no había nada allí arriba. Debía encontrar una forma de salir. El cuarto estaba iluminado por antorchas, y un enorme número de hiervas y botellas se agrupaban en estanterías ordenadas. Había aparatos, similares a los que usaban en la guarda para practicar la creación de venenos y varias botellas llenas de liquido y humo. No era la primera vez que veía algo así, y sabía que era muy útil.
Cogió varias, y siguió buscando un modo de salir. No fue complicado, había una puerta justo tras la mesa de laboratorio. La abrió y volvió a salir al barullo, abriendo la parte baja de un enorme cuadro. Cerró y vio acercarse a un grupo de tres tipos con espadas, hizo lo primero que le vino a la cabeza, rompió una de las botellas delante de ellos. Un humo rosa salió de ella, y, cuando desapareció se escucharon unos "oing oing" los asaltantes se habían convertido en cerditos.
La guarda aguantó la risa, eso podía ser divertido. Comenzó a bajar las escaleras buscando a su amiga mientras tiraba las botellas por el camino. Pronto la sala se volvió un zoo, avestruces, conejos, cerdos, loros, gallinas, ovejas, rondaban, corrían asustados y gritaban. Desde el balcón, un hombre corpulento, el del parche en el ojo, se giró a mirar, tras él, la elfa con una bolsa en los brazos.
La Gata corrió aprovechando el barullo hasta una ventana cercana a la terraza. Solo le quedaba una botella, y notaba que se había abierto, pero con sus dagas no podía hacer mucho, esa poción era su mejor baza. Saltó por la ventana, con cuidado y tocó el cesped con los pies, y desde allí, llamó a la elfa tirando de su vestido.
El tipo del parche se giró, se había dado cuenta, y se acercó a ellas blandiendo el martillo. Pero la guarda reaccionó, le lanzó la botella que le quedaba, que dio de lleno al tipo, sin embargo, ella también se había mojado la mano del liquido azul. ¿Cuánto tardaría en hacer efecto...?
- Niniel, creo que estoy en un lío.- comentó mientras echaba a correr.
A medida que avanzaba hacia la parte trasera de la casa, notaba como cada vez le costaba más avanzar, como el vestido comenzaba a venírle muy grande, también la ropa interior, y las cosas a su alrededor se volvían más grandes. En un momento, tropezó con la tela y salió rodando.
- Jolín.- dijo una voz infantil donde debería estar la propia.- espera, ¿qué?- La chica se levantó e intentó mirarse en una ventana, pero estaba demasiado alta, se miró las manos, los pies, invisibles por lo enorme que era el vestido en el que intentaba seguir metida, y se tocó la cara.- ¿Qué es esto, Nin, Nin,? ay... no...- murmuró quejándose parecía que había vuelto a los 5 años...
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Níniel, escondida tras una gran maceta de una planta exótica que seguro aquella adinerada familia había hecho traer de lejanas tierras a un elevado coste, abrió el sacó que había conseguido para ver si algo de lo que allí había podía serle de utilidad. Revisó las diferentes piezas de joyería y aunque algunas eran magníficas de poco le iba a servir en aquel momento el oro y las piedras preciosas pero en el fondo encontró algo que al menos podría usar para defenderse. Se trataba de una hermosa daga ceremonial que debía de valer una fortuna solo por los zafiros de su empuñadura y cuyo filo había sido cuidado con mimo por su dueño o dueña, la peliblanca podía verse reflejada en su hoja como si se tratara de un espejo. se guardó aquella arma y empuñó la espada que también había obtenido de aquel ladrón que en más de un sentido tenía las manos largas.
Pensó en que la única opción realista que tenía de solucionar aquella situación era salir del recinto y avisar a la guardia, en cuanto estuviesen enterados sin duda mandarían a un nutrido contingente de tropas para socorrer a aquellos nobles con celeridad, sin duda mucha más de la que se darían en otros casos, por la cuenta que les traía si querían cobrar aquella semana, pero no quería dejar a las demás allí...
Salió de su escondite y comenzó a correr hasta los límites de la finca pero pronto su plan se vio truncado pues la voz de aquel enorme bandido de un solo ojo la detuvo en seco apenas había comenzado a moverse.
-¿Dónde crees que vas?, ¿Crees que puedes robarle a un ladrón elfa?. Te daré una lección que no olvidarás jamás-
Níniel se giró con el saco de botín entre los brazos, y sopesando las posibilidades que tenía vencer en un enfrentamiento contra aquel hombre y vivir para contarlo le miró a la cara, también trató de avaluar si podría correr más que él y si sería o no buena idea en el caso de que decidiera decantarse por aquella opción, cosa que tampoco tenía muy clara.
-Tu amigo también me subestimó y no podrá sentarse en una buena temporada, eso si no lo cuelgan antes claro.-
-Vaya, vaya, tienes carácter chica, por desgracia para ti eso me gusta y no soy como ese tonto de Skior, se merecía aquella patada en los huevos por imbécil.-
Entonces algo pasó en el interior de la mansión. Desde que la gata tirase al suelo aquella gran lámpara el lugar se había llenado de forcejeos, gritos y ruidos de cosas rompiéndose...Pero de repente comenzaron a sonar ruidos de animales con total claridad. Cerdos, gallinas, ovejas...Níniel no pudo evitar intentar de ver a traves de los cristales qué diantres estaba ocurriendo y el hombre del martillo tampoco, momento que la peliblanca aprovechó para dejar el saco con cuidado en el suelo y tratar de alejarse de allí lo más posible antes de empezar a correr. Sin duda el tuerto apenas tardaría un par de segundos en volver a girarse pero aquella ventaja, por pequeña que fuera, era importante. Sin embargo Níniel no contó con lo que pasó a continuación. Una especie de pájaro grande como un caballo y con plumaje blanco y negro salió por la puerta de la terraza y se paseó por delante del humano que no daba crédito a lo que veía y, mencionando a sus dioses, siguió a aquel extraño animal con la vista hasta que se hubo alejado, olvidándose de la elfa momentáneamente, perdiéndola de vista.
Níniel había vuelto a ocultarse tras aquella gran maceta lo vio recoger la bolsa de joyas y sopesarla con una sonrisa, pero sin duda no se había olvidado de ella.
-No te escondas elfa-
En ese momento la ventana junto a la elfa se abrió y Alanna llamó su atención tironeando de su vestido. La peliblanca quiso advertirle de que tuviera cuidado y de señalar en dirección al grandullón pero ya era tarde, las había visto y se acercaba a ellas martillo en mano, amenazante, pero ahora que estaban las dos juntas no había por qué temer a aquel sujeto ni a su gran arma, podrían con él, o eso pensaba. No obstante Alanna no sacó ninguna de sus dagas en aquella ocasión si no que le arrojó al tipo un frasco que estallo en pedazos sobre su pecho, salpicando su cara y luego sus manos cuando trató de limpiarse el líquido azul que le impedía ver. Acto seguido la guardia la instó a salir corriendo de allí.
-¿Que guarrería es esta...Maldita sea.- Mascullaba el humano y maldecía con su atronadora voz, pronto dejaron de oírla.
Níniel corrió tras su amiga en dirección a la parte trasera de la casa y pronto notó que ocurría algo raro. La elfa no era lenta, no era ni mucho menos la mas rápida de entre los suyos, pero gozaba de la destreza de movimientos típica de la gente del bosque, sin embargo Alanna siempre había sido más rápida...Salvo en aquel momento. Parecía como si le costase mantener el ritmo y Níniel tuvo que parar pues la dejaba atrás.
-¿Qué te pasa? ¿Te han herido?- Preguntó preocupada. Sin embargo la verdad era algo para lo que la elfa no estaba preparada..Alanna había encogido y entre los restos de su ropa ahora se movía una pequeña niña humana de unos cinco años. Nín estaba mirándola con la boca abierta y sin saber qué hacer. Aquella cosita pequeña, supermona y de grandes y vivarachos ojos decía su nombre con cara de sorpresa.
-¿ Alanna?...Por todos los dioses ¿Qué te ha pasado?-
De nuevo volvieron a escucharse maldiciones que se acercaban y la silueta de aquel humano se recortó al aparecer ante ellas con la luz de una antorcha a sus espaldas y se pudo escuchar con total claridad sus palabras de rabia incontenida.
-Por loz dioced, ¿Pod qué ed toddo tan grandde dde depente?-
Cuando la luz las dejó ver bien vieron que lo que tenían delante ambas chicas era un niño pelirojo, sin barba y con un parche en el ojo que apenas era visible pues un casco que le venía muy grande ocultaba parte de su cara. No debía de tener mucha más edad que la ahora diminuta Alanna. Su ropa le estaba enorme y caminaba sujetándose los calzones con una mano de forma cómica.
-Mujered ¿Qué me habeid hecho?...Brujeria...Voy a matarodd- Aquel mocoso avanzó hasta ellas, o mas concrétamente contra Alanna, que era la de su tamaño, con la intención de pegarla, pero Níniel lo evitó sin ningún esfuerzo y le dio unos azotes a aquel niño en el culo. El muchacho salió corriendo de allí medio llorando y casi se cae un par de veces por correr tanto mientras los calzones se le iban cayendo por el camino.
-Vale, un problema menos...Alanna...Es evidente que has tocado algo que no debías tocar. ¿Puedes indicarme el lugar dónde encontraste esos frascos? Pero antes habrá que hacer algo con tu ropa.-
Níniel tomo algunas de las prendas de la Alanna adulta y con algunos broches de dentro de la bolsa le apañó algo que llevar por encima. No era lo último en moda infantil pero tendría que servir por el momento. Luego tomó a la pequeña en vrazos de manera protectora y pidió que la guiara. Quizá en el lugar donde la humana había cogido aquella extraña poción que parecía convertir en niños a quienes la tocaban encontraría alguna cura, o al menos alguna información sobre qué era y cómo se revertía.
Dentro de la mansión la cosa estaba...Sucia. El lugar estaba lleno de animales que lo estaban rompiendo todo y atacaban a la gente. Del gran banquete preparado sobre la mesa solo quedaban restos esparcidos por toda la sala, y por los dragones si no había al menos dos cerdos sobre la mesa devorando restos y defecando sobre un mantel bordado con hilos de oro. Por si aquello fuera poco, una cabra estaba masticando tan tranquila uno de los extremos del cuadro que ocultaba el acceso al laboratorio de alquimia. No le hizo gracia dejar de degustar al Vivant del que aquel cuadro era retrato, sin embargo se fue cuando una mirada de la elfa le demostró que no estaba para bromas. Una vez en el laboratorio y tras cerrar la puerta tras ella, Níniel se permitió un largo suspiro antes de ponerse a trabajar.
-Esto es de locos-
La peliblanca, con la ayuda su pequeña ayudante de laboratorio, comenzó a buscar en los libros y por las notas que allí había buscando cualquier cosa que hiciera referencia al problema que tenía entre manos, pero había mucho que revisar y la mansión, no es que fuera el lugar mas seguro en aquellos momentos para una documentación e investigación exhaustiva. Entonces dio con un antiguo tomo de desgastada encuadernación, con unas páginas que parecían poder romperse por solo mirarlas demasiado fíjamente. El título rezaba "Transmutación" y en el Níniel no vio solo referencias al estado de Alanna, también las había al estado de Ellíe-Eltrant. ¿Qué clase de laboratorio era aquel? ¿Por qué tenían los Vivant semejante y peligroso tomo en sus manos?. Como fuera no tenían tiempo para revisar aquel libro en ese momento, necesitaban poner la mansión de nuevo en orden, avisar a la guardia, ocuparse de los maleantes y de los animales, poner a salvo a los invitados...
-Alanna, vamos a necesitar preparar algo para poner fin a este peligroso absurdo...¿Recuerdas aquel polvo somniféro que los ladrones usaron en la plaza aquella vez?. Estoy pensando en algo parecido.-
Pensó en que la única opción realista que tenía de solucionar aquella situación era salir del recinto y avisar a la guardia, en cuanto estuviesen enterados sin duda mandarían a un nutrido contingente de tropas para socorrer a aquellos nobles con celeridad, sin duda mucha más de la que se darían en otros casos, por la cuenta que les traía si querían cobrar aquella semana, pero no quería dejar a las demás allí...
Salió de su escondite y comenzó a correr hasta los límites de la finca pero pronto su plan se vio truncado pues la voz de aquel enorme bandido de un solo ojo la detuvo en seco apenas había comenzado a moverse.
-¿Dónde crees que vas?, ¿Crees que puedes robarle a un ladrón elfa?. Te daré una lección que no olvidarás jamás-
Níniel se giró con el saco de botín entre los brazos, y sopesando las posibilidades que tenía vencer en un enfrentamiento contra aquel hombre y vivir para contarlo le miró a la cara, también trató de avaluar si podría correr más que él y si sería o no buena idea en el caso de que decidiera decantarse por aquella opción, cosa que tampoco tenía muy clara.
-Tu amigo también me subestimó y no podrá sentarse en una buena temporada, eso si no lo cuelgan antes claro.-
-Vaya, vaya, tienes carácter chica, por desgracia para ti eso me gusta y no soy como ese tonto de Skior, se merecía aquella patada en los huevos por imbécil.-
Entonces algo pasó en el interior de la mansión. Desde que la gata tirase al suelo aquella gran lámpara el lugar se había llenado de forcejeos, gritos y ruidos de cosas rompiéndose...Pero de repente comenzaron a sonar ruidos de animales con total claridad. Cerdos, gallinas, ovejas...Níniel no pudo evitar intentar de ver a traves de los cristales qué diantres estaba ocurriendo y el hombre del martillo tampoco, momento que la peliblanca aprovechó para dejar el saco con cuidado en el suelo y tratar de alejarse de allí lo más posible antes de empezar a correr. Sin duda el tuerto apenas tardaría un par de segundos en volver a girarse pero aquella ventaja, por pequeña que fuera, era importante. Sin embargo Níniel no contó con lo que pasó a continuación. Una especie de pájaro grande como un caballo y con plumaje blanco y negro salió por la puerta de la terraza y se paseó por delante del humano que no daba crédito a lo que veía y, mencionando a sus dioses, siguió a aquel extraño animal con la vista hasta que se hubo alejado, olvidándose de la elfa momentáneamente, perdiéndola de vista.
Níniel había vuelto a ocultarse tras aquella gran maceta lo vio recoger la bolsa de joyas y sopesarla con una sonrisa, pero sin duda no se había olvidado de ella.
-No te escondas elfa-
En ese momento la ventana junto a la elfa se abrió y Alanna llamó su atención tironeando de su vestido. La peliblanca quiso advertirle de que tuviera cuidado y de señalar en dirección al grandullón pero ya era tarde, las había visto y se acercaba a ellas martillo en mano, amenazante, pero ahora que estaban las dos juntas no había por qué temer a aquel sujeto ni a su gran arma, podrían con él, o eso pensaba. No obstante Alanna no sacó ninguna de sus dagas en aquella ocasión si no que le arrojó al tipo un frasco que estallo en pedazos sobre su pecho, salpicando su cara y luego sus manos cuando trató de limpiarse el líquido azul que le impedía ver. Acto seguido la guardia la instó a salir corriendo de allí.
-¿Que guarrería es esta...Maldita sea.- Mascullaba el humano y maldecía con su atronadora voz, pronto dejaron de oírla.
Níniel corrió tras su amiga en dirección a la parte trasera de la casa y pronto notó que ocurría algo raro. La elfa no era lenta, no era ni mucho menos la mas rápida de entre los suyos, pero gozaba de la destreza de movimientos típica de la gente del bosque, sin embargo Alanna siempre había sido más rápida...Salvo en aquel momento. Parecía como si le costase mantener el ritmo y Níniel tuvo que parar pues la dejaba atrás.
-¿Qué te pasa? ¿Te han herido?- Preguntó preocupada. Sin embargo la verdad era algo para lo que la elfa no estaba preparada..Alanna había encogido y entre los restos de su ropa ahora se movía una pequeña niña humana de unos cinco años. Nín estaba mirándola con la boca abierta y sin saber qué hacer. Aquella cosita pequeña, supermona y de grandes y vivarachos ojos decía su nombre con cara de sorpresa.
-¿ Alanna?...Por todos los dioses ¿Qué te ha pasado?-
De nuevo volvieron a escucharse maldiciones que se acercaban y la silueta de aquel humano se recortó al aparecer ante ellas con la luz de una antorcha a sus espaldas y se pudo escuchar con total claridad sus palabras de rabia incontenida.
-Por loz dioced, ¿Pod qué ed toddo tan grandde dde depente?-
Cuando la luz las dejó ver bien vieron que lo que tenían delante ambas chicas era un niño pelirojo, sin barba y con un parche en el ojo que apenas era visible pues un casco que le venía muy grande ocultaba parte de su cara. No debía de tener mucha más edad que la ahora diminuta Alanna. Su ropa le estaba enorme y caminaba sujetándose los calzones con una mano de forma cómica.
-Mujered ¿Qué me habeid hecho?...Brujeria...Voy a matarodd- Aquel mocoso avanzó hasta ellas, o mas concrétamente contra Alanna, que era la de su tamaño, con la intención de pegarla, pero Níniel lo evitó sin ningún esfuerzo y le dio unos azotes a aquel niño en el culo. El muchacho salió corriendo de allí medio llorando y casi se cae un par de veces por correr tanto mientras los calzones se le iban cayendo por el camino.
-Vale, un problema menos...Alanna...Es evidente que has tocado algo que no debías tocar. ¿Puedes indicarme el lugar dónde encontraste esos frascos? Pero antes habrá que hacer algo con tu ropa.-
Níniel tomo algunas de las prendas de la Alanna adulta y con algunos broches de dentro de la bolsa le apañó algo que llevar por encima. No era lo último en moda infantil pero tendría que servir por el momento. Luego tomó a la pequeña en vrazos de manera protectora y pidió que la guiara. Quizá en el lugar donde la humana había cogido aquella extraña poción que parecía convertir en niños a quienes la tocaban encontraría alguna cura, o al menos alguna información sobre qué era y cómo se revertía.
Dentro de la mansión la cosa estaba...Sucia. El lugar estaba lleno de animales que lo estaban rompiendo todo y atacaban a la gente. Del gran banquete preparado sobre la mesa solo quedaban restos esparcidos por toda la sala, y por los dragones si no había al menos dos cerdos sobre la mesa devorando restos y defecando sobre un mantel bordado con hilos de oro. Por si aquello fuera poco, una cabra estaba masticando tan tranquila uno de los extremos del cuadro que ocultaba el acceso al laboratorio de alquimia. No le hizo gracia dejar de degustar al Vivant del que aquel cuadro era retrato, sin embargo se fue cuando una mirada de la elfa le demostró que no estaba para bromas. Una vez en el laboratorio y tras cerrar la puerta tras ella, Níniel se permitió un largo suspiro antes de ponerse a trabajar.
-Esto es de locos-
La peliblanca, con la ayuda su pequeña ayudante de laboratorio, comenzó a buscar en los libros y por las notas que allí había buscando cualquier cosa que hiciera referencia al problema que tenía entre manos, pero había mucho que revisar y la mansión, no es que fuera el lugar mas seguro en aquellos momentos para una documentación e investigación exhaustiva. Entonces dio con un antiguo tomo de desgastada encuadernación, con unas páginas que parecían poder romperse por solo mirarlas demasiado fíjamente. El título rezaba "Transmutación" y en el Níniel no vio solo referencias al estado de Alanna, también las había al estado de Ellíe-Eltrant. ¿Qué clase de laboratorio era aquel? ¿Por qué tenían los Vivant semejante y peligroso tomo en sus manos?. Como fuera no tenían tiempo para revisar aquel libro en ese momento, necesitaban poner la mansión de nuevo en orden, avisar a la guardia, ocuparse de los maleantes y de los animales, poner a salvo a los invitados...
-Alanna, vamos a necesitar preparar algo para poner fin a este peligroso absurdo...¿Recuerdas aquel polvo somniféro que los ladrones usaron en la plaza aquella vez?. Estoy pensando en algo parecido.-
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Avanzó por los pasillos de la mansión sin parar de correr, ignorando las puertas por las que pasaba, simplemente centrándose en avanzar.
¿Cuántos le seguían? No podía detenerse a contarlos, pero por el sonido de los pasos a sus espaldas al menos unos tres, con solamente la empuñadura de una espada rota no tenía ninguna posibilidad de vencer a aquellos tipos.
Por suerte para él, como solía suceder en las viviendas de aquel tamaño el lugar era un laberinto, por lo que aprovechando que vestía prendas más ligeras y con las que se podía mover más rápidamente, no tardó en dejarlos atrás; al menos de momento.
Jadeando, dejó caer la espada rota a un lado y se apoyó contra una pared para recuperar el aliento, puede que en aquel momento no estuviese en peligro inmediato, pero los gritos, los golpes, y por alguna extraña razón, el sonido de numerosos animales procedentes de algún punto indefinido de la mansión indicaba que todo estaba lejos de haber finalizado.
Esperó en mitad de aquel corredor varios minutos, ganando fuerzas, cuando la chica de la capa rosa interpretó que de encontrarse de nuevo cara a cara contra algún oponente podría, o bien o huir o encargarse de él sin mayores problemas, volvió a emprender la marcha.
A pesar de que ahora no tenía a nadie tras él, Eltrant se encontraba perdido en la inmensidad de la mansión, un sinfín de pasillo y habitaciones se desplegaban ante él, sin ningún tipo de guía, lo único que podía hacer es seguir hacia adelante.
No supo por cuántos corredores exactamente iguales pasó, y tampoco sabía qué estaba sucediendo en aquel momento, todo había comenzado con una especie de asalto por parte de bandidos, pero algo le decía que aquello había derivado a algo mucho más extraño, ya que cada pasó que daba se encontraba espectáculos cada vez más incomprensibles.
-“¿Ese cerdo lleva armadura?” – Preguntó en voz alta, sin terminar de creerse lo que estaba viendo cuando, al detenerse en una especie de cruce de pasillos por el sonido de algo parecido a pasos, un cerdo pasó frente a él y siguió avanzando a través de la vivienda hasta perderse de vista.
Llevándose la mano derecha a la sien cerró los ojos y respiró hondo. –“Vale, no te estas volviendo loco, es esta casa, algo raro está pasando aquí” – Se dijo para tranquilizarse, hacía minutos que no se encontraba con ningún humano que no quisiera apresarle y lo primero que veía era a un cerdo con armadura, estaba claro que o algo raro estaba pasando o en su cabeza, o en aquel lugar; prefería pensar lo segundo.
Después de ignorar durante, quizás demasiado tiempo, el hecho de que se había cruzado con más de un animal de granja por su pequeña travesía por la mansión, vislumbró dos siluetas avanzando hacia él desde el fondo del pasillo.
Eltrant no se lo pensó dos veces, sin ningún sitio al que huir, decidió que su mejor opción era ocultarse en el interior de una de las habitaciones , cosa que tampoco salió como esperaba, pues en cuanto estuvo dentro de la misma, y contempló de que se trataba de un simple estudio en el que solo había varias estanterías y un escritorio, esos dos individuos que había visto a lo lejos, entraron en la habitación.
-“No eres muy espabilada joven, eres consciente de que si nos ves a nosotros, nosotros podemos verte, ¿Verdad? Encerrarte en una habitación sin salida no ha sido precisamente una decisión muy inteligente” – Una voz masculina, casi paternal, sonó a su espalda.
Eltrant, o Ellie en aquel momento, se giró preparado para embestir a aquellos dos tipos que le habían seguido hasta su improvisado escondite, no iba a dejarse atrapar por los bandidos, no de una forma tan ridícula.
El hombre que había hablado, alto y de larga y castaña barba tranzada, en la que se podían ver ya algunas canas, vestía una hermosa túnica de color plateado, mientras que su pareja, una mujer rubia igual de alta que su compañero, ataviaba ropas más oscuras del mismo estilo que las del hombre. Ambos portaban largos báculos acabados cada uno en una gema que hacia juego con sus ropajes.
-“Marie, amor, recuérdame porque seguimos celebrando estas cenas, si siempre acaban igual” – Suspiró el hombre a la vez que cerraba la puerta del estudio tras él –“El año pasado Lord Ferguson acabó convertido en un dragón, Lady Bruna en un pato, la mayoría de nuestros guardias en gatos y todos los demás en niños, por no hablar de que Alex volvió a intentar matar a Leo, cada año es peor” – Eltrant arqueó una ceja, y miró nervioso la puerta que el hombre acababa de cerrar –“Ya sabes por qué las hacemos cariño, es nuestro deber…” – Contestó la mujer encogiéndose de hombros, después se giró hacia Eltrant, que seguía mirando posibles salidas de escape y le dedicó una sonrisa tranquilizadora –“No te asustes querida ¿Puedes contarnos que ha pasado? Sé que la casa esta un poco desorganizada ahora mismo” –La mujer dejó escapar una ligera carcajada.
- “Mi nombre es Marie Vivant y este caballero con cara de enfadado…” – “Marie…” – “No me niegues que tienes siempre esa cara Wilhelm” – La mujer se giró hacia el susodicho sonriendo –“Bueno, es mi marido Wilhelm Vivant, creo que ha entrado una multitud de personas armadas a la mansión ¿Cierto?” – El mercenario no supo que decir, principalmente por que los dueños del lugar en el que se encontraba y anfitriones de la fiesta que había resultado ser un zoológico con espadas estaban frente a él y, contra a todo pronóstico, tranquilos.
-“Yo… euh, soy Eltrant Tale y… ” – Lo primero que hizo fue presentarse, no se dio cuenta de que lo hizo con su verdadero nombre hasta que vio las caras de los Vivant iluminarse –“¡Tale!” – Dijo Wilhelm estrechando su mano vigorosamente –“ El pequeño bastardo al que ha atrapado fue el que fastidió la cena del año pasado, ¡Muchas gracias señorita Tale! Aunque pensaba que era usted un varón, mis más sinceras disculpas” – El hombre siguió agitando la mano de la chica mientras sonreía abiertamente - “Jamás habría imaginado que quien atrapó a Uroboros vestiría una falda con tanta clase. ¡Un color exquisito, querida!” – Añadió la señora Vivant mientras repasaba la prenda de vestir del mercenario - “¡Mira Wilhelm, esta es la ropa interior que te decía, la que venden en esa tienda tan pequeña!” – Agregó Marie levantando la falda a Eltrant quien se apartó de ambos nobles en cuanto pudo –“¡Me gusta!” – Contestó su marido asintiendo con los brazos cruzados –“¿Quieres que vayamos a comprarla después de que solucionemos todo esto?” – Marie levantó el dedo pulgar conforme y Eltrant, que se encontraba a una distancia prudente de los Vivant, se sentó en una de las sillas tratando de ordenar lo que estaba pasando.
Wilhem al ver esto, se aclaró la garganta y volvió a sonreír – “Disculpa nuestro entusiasmo, ahora por favor, cuéntenos que ha sucedido, no creo que sea muy diferente de los demás años”
¿Cuántos le seguían? No podía detenerse a contarlos, pero por el sonido de los pasos a sus espaldas al menos unos tres, con solamente la empuñadura de una espada rota no tenía ninguna posibilidad de vencer a aquellos tipos.
Por suerte para él, como solía suceder en las viviendas de aquel tamaño el lugar era un laberinto, por lo que aprovechando que vestía prendas más ligeras y con las que se podía mover más rápidamente, no tardó en dejarlos atrás; al menos de momento.
Jadeando, dejó caer la espada rota a un lado y se apoyó contra una pared para recuperar el aliento, puede que en aquel momento no estuviese en peligro inmediato, pero los gritos, los golpes, y por alguna extraña razón, el sonido de numerosos animales procedentes de algún punto indefinido de la mansión indicaba que todo estaba lejos de haber finalizado.
Esperó en mitad de aquel corredor varios minutos, ganando fuerzas, cuando la chica de la capa rosa interpretó que de encontrarse de nuevo cara a cara contra algún oponente podría, o bien o huir o encargarse de él sin mayores problemas, volvió a emprender la marcha.
A pesar de que ahora no tenía a nadie tras él, Eltrant se encontraba perdido en la inmensidad de la mansión, un sinfín de pasillo y habitaciones se desplegaban ante él, sin ningún tipo de guía, lo único que podía hacer es seguir hacia adelante.
No supo por cuántos corredores exactamente iguales pasó, y tampoco sabía qué estaba sucediendo en aquel momento, todo había comenzado con una especie de asalto por parte de bandidos, pero algo le decía que aquello había derivado a algo mucho más extraño, ya que cada pasó que daba se encontraba espectáculos cada vez más incomprensibles.
-“¿Ese cerdo lleva armadura?” – Preguntó en voz alta, sin terminar de creerse lo que estaba viendo cuando, al detenerse en una especie de cruce de pasillos por el sonido de algo parecido a pasos, un cerdo pasó frente a él y siguió avanzando a través de la vivienda hasta perderse de vista.
Llevándose la mano derecha a la sien cerró los ojos y respiró hondo. –“Vale, no te estas volviendo loco, es esta casa, algo raro está pasando aquí” – Se dijo para tranquilizarse, hacía minutos que no se encontraba con ningún humano que no quisiera apresarle y lo primero que veía era a un cerdo con armadura, estaba claro que o algo raro estaba pasando o en su cabeza, o en aquel lugar; prefería pensar lo segundo.
Después de ignorar durante, quizás demasiado tiempo, el hecho de que se había cruzado con más de un animal de granja por su pequeña travesía por la mansión, vislumbró dos siluetas avanzando hacia él desde el fondo del pasillo.
Eltrant no se lo pensó dos veces, sin ningún sitio al que huir, decidió que su mejor opción era ocultarse en el interior de una de las habitaciones , cosa que tampoco salió como esperaba, pues en cuanto estuvo dentro de la misma, y contempló de que se trataba de un simple estudio en el que solo había varias estanterías y un escritorio, esos dos individuos que había visto a lo lejos, entraron en la habitación.
-“No eres muy espabilada joven, eres consciente de que si nos ves a nosotros, nosotros podemos verte, ¿Verdad? Encerrarte en una habitación sin salida no ha sido precisamente una decisión muy inteligente” – Una voz masculina, casi paternal, sonó a su espalda.
Eltrant, o Ellie en aquel momento, se giró preparado para embestir a aquellos dos tipos que le habían seguido hasta su improvisado escondite, no iba a dejarse atrapar por los bandidos, no de una forma tan ridícula.
El hombre que había hablado, alto y de larga y castaña barba tranzada, en la que se podían ver ya algunas canas, vestía una hermosa túnica de color plateado, mientras que su pareja, una mujer rubia igual de alta que su compañero, ataviaba ropas más oscuras del mismo estilo que las del hombre. Ambos portaban largos báculos acabados cada uno en una gema que hacia juego con sus ropajes.
-“Marie, amor, recuérdame porque seguimos celebrando estas cenas, si siempre acaban igual” – Suspiró el hombre a la vez que cerraba la puerta del estudio tras él –“El año pasado Lord Ferguson acabó convertido en un dragón, Lady Bruna en un pato, la mayoría de nuestros guardias en gatos y todos los demás en niños, por no hablar de que Alex volvió a intentar matar a Leo, cada año es peor” – Eltrant arqueó una ceja, y miró nervioso la puerta que el hombre acababa de cerrar –“Ya sabes por qué las hacemos cariño, es nuestro deber…” – Contestó la mujer encogiéndose de hombros, después se giró hacia Eltrant, que seguía mirando posibles salidas de escape y le dedicó una sonrisa tranquilizadora –“No te asustes querida ¿Puedes contarnos que ha pasado? Sé que la casa esta un poco desorganizada ahora mismo” –La mujer dejó escapar una ligera carcajada.
- “Mi nombre es Marie Vivant y este caballero con cara de enfadado…” – “Marie…” – “No me niegues que tienes siempre esa cara Wilhelm” – La mujer se giró hacia el susodicho sonriendo –“Bueno, es mi marido Wilhelm Vivant, creo que ha entrado una multitud de personas armadas a la mansión ¿Cierto?” – El mercenario no supo que decir, principalmente por que los dueños del lugar en el que se encontraba y anfitriones de la fiesta que había resultado ser un zoológico con espadas estaban frente a él y, contra a todo pronóstico, tranquilos.
-“Yo… euh, soy Eltrant Tale y… ” – Lo primero que hizo fue presentarse, no se dio cuenta de que lo hizo con su verdadero nombre hasta que vio las caras de los Vivant iluminarse –“¡Tale!” – Dijo Wilhelm estrechando su mano vigorosamente –“ El pequeño bastardo al que ha atrapado fue el que fastidió la cena del año pasado, ¡Muchas gracias señorita Tale! Aunque pensaba que era usted un varón, mis más sinceras disculpas” – El hombre siguió agitando la mano de la chica mientras sonreía abiertamente - “Jamás habría imaginado que quien atrapó a Uroboros vestiría una falda con tanta clase. ¡Un color exquisito, querida!” – Añadió la señora Vivant mientras repasaba la prenda de vestir del mercenario - “¡Mira Wilhelm, esta es la ropa interior que te decía, la que venden en esa tienda tan pequeña!” – Agregó Marie levantando la falda a Eltrant quien se apartó de ambos nobles en cuanto pudo –“¡Me gusta!” – Contestó su marido asintiendo con los brazos cruzados –“¿Quieres que vayamos a comprarla después de que solucionemos todo esto?” – Marie levantó el dedo pulgar conforme y Eltrant, que se encontraba a una distancia prudente de los Vivant, se sentó en una de las sillas tratando de ordenar lo que estaba pasando.
Wilhem al ver esto, se aclaró la garganta y volvió a sonreír – “Disculpa nuestro entusiasmo, ahora por favor, cuéntenos que ha sucedido, no creo que sea muy diferente de los demás años”
Eltrant Tale
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Alanna estaba por responder con su voz de niña cuando una voz las interrumpió desde atrás y la chica se giró con pasitos pequeños intentando no caer con la suave y resbaladiza tela del vestido. Desde una esquina, salió un niño de su mismo tamaño, que no hablaba bien y que decía como pensó la pequeña "muchas palabrotas".
El pequeño, después de despotricar, se lanzó contra Alanna que comenzó a golpear en el aire con sus manitas intentando darle al niño. Pero no llegó a pegarle, escuchó unas protestas, unas palmadas y unos quejidos y vio a Niniel golpear al niño en el culo. Este se fue llorando y Alanna sonrió triunfante, enseñando todos los diente, como si fuera ella la que hubiera vencido al niño y no la adulta.
Vio acercarse a la elfa, que, con aire maternal, le arregló la ropa para que, de algún modo, no se le cayese. Alanna, después extendió los brazos para que la chica la cogiera en brazos. Aupada, comenzó a guiar a la mujer hasta la puerta por la que había salido ella del laboratorio, más alta pudo mirarse en las ventanas, efectivamente, su relejo era el de una niña, aunque, a esas alturas, la pequeña no parecía darse cuenta.
Se abrazó a la elfa con cariño, olía a flores, "como una mami", llegaron las palabras a su cabecita. El sonido de animales le hizo alzar la cabeza y mirar, vio un montón de animales y, durante unos momentos, se revolvió intentando llegar a los animalillos, pero en cuanto entraron en el laboratorio y vio todos los frascos con los que "jugar" se le olvidaron los animalillos.
Niniel la dejó en el suelo y la pequeña, enseguida empezó a trastear. se subió en la silla frente a la mesa tras patalear un poco y un par de saltos y miró los apuntes que había sobre la mesa, aun recordaba como leer, pero los apuntes no decían nada interesante para la pequeña, "solo" algo sobre "poción de invisibilidad" que a la niña le pareció aburrido. Tiró los papeles al suelo y miró las botellas vacías sobre la mesa, quería hacer algo divertido.
La voz de la elfa irrumpió en sus cavilaciones que se sentó en la silla con las piernas a lo indio a escuchar mirando atentamente a la mujer, de verdad prestaba atención. "Polvo somnifero... polvo somnifero...." Las palabras se tuvieron que abrir paso por entre la cabecita que ahora pensaba como una niña, pero si, los recuerdos seguían intactos.
La carita de la pequeña se iluminó con una sonrisa brillante que habría hecho sonreír a cualquiera, con eso, la pequeña, bajó de la silla dejándose colgar de espaldas a la habitación, cogiéndose de la silla con los bracitos y, cuando tocó suelo, inició su correteo. Llegó frente a la estantería y saltó intentando coger un polvo blanco, cloro, no llegaba. Con ceño fruncido, detuvo a la elfa estirando su bracito, quería hacerlo ella.
Arrastró la silla y se volvió a subir a ella, de pie, logrando, tras ponerse de puntillas, tomar la botella y, acercándose a la mesa, alzándose sobre la punta de sus pies, la dejó sobre la superficie dando un pequeño empujoncito al cristal. Repitió el proceso y consiguió acetona, volvió a dejarla sobre la mesa. Tras tenerlo todo sobre la mesa, volvió a arrastras la silla, e intentó subir, dejando el culete colgando por un momento, por no poder llegar bien, finalmente consiguió llegar arriba pronto.
Subida en la mesa, se puso una pañuelo en la cara, y comenzó a mezclar el cloro y la acetona, pidió ayuda para encender el fuego, y dejó que la mezcla se convirtiera en vapor dentro de las botellas, hasta seis veces lo hizo y, al terminar, se giró triunfante a la elfa, con las seis vasijas cerradas a sus espaldas y sonrió diciendo con su vocecilla.
- Clorofro... cloforomo.- negó con la cabeza como si estuviera molesta y, tras repetirlo tres veces en voz baja, contando con los deditos, dijo por fin, volviendo a sonreír, satisfecha.- Cloroformo. En humo.
Mientras estaba bajando ella solida, como había pedido, de la mesa y la silla, ya en el suelo, escuchó un "beeee" y salió corriendo gritando "Ovejitaaaaa", sin dar la oportunidad de que la atraparan.
Salió al barullo y comenzó a perseguir a los animales, se notaba su infancia de granjera, en algo debía apreciarse. Se olvidó pronto de la oveja cuando un conejito blanco, con aspecto blandito, cola redondita, como un pompón, y regordete, pasó por delante. La pequeña salió tras él, imitando sus saltitos con sus pequeñas manos delante del cuello y se adentró en un pasillo.
Allí, finalmente, atrapó al conejito, gritando "conejitoooo" y achuchándolo con sus cortos brazos poniendo una mejilla roja junto a la cara del animal. Unas voces de adultos se escucharon desde un cuarto y ella, se acercó, curiosa, y asomó la cabeza por la puerta. Allí, un hombre y dos mujeres, una con capa rosa, hablaban con aspecto bastante animados. La pequeña reconoció a la chica de la capa rosa y entró al cuarto con una sonrisa llamandola:
- ¡Eltrant!- dijo corriendo hacia el chico, soltando al conejito por el camino y dando un par de traspies, pasando de largo de los otros dos adultos y llegando frente al mercenario, ante el cual se puso a saltar con brazos extendidos hacia arriba pidiendo.- ¡Aupa, aupa!- sonreía la niña con sus adorables modos.
*****************
off: Subrayado el uso de habilidad pasiva, Trampas y venenos
El pequeño, después de despotricar, se lanzó contra Alanna que comenzó a golpear en el aire con sus manitas intentando darle al niño. Pero no llegó a pegarle, escuchó unas protestas, unas palmadas y unos quejidos y vio a Niniel golpear al niño en el culo. Este se fue llorando y Alanna sonrió triunfante, enseñando todos los diente, como si fuera ella la que hubiera vencido al niño y no la adulta.
Vio acercarse a la elfa, que, con aire maternal, le arregló la ropa para que, de algún modo, no se le cayese. Alanna, después extendió los brazos para que la chica la cogiera en brazos. Aupada, comenzó a guiar a la mujer hasta la puerta por la que había salido ella del laboratorio, más alta pudo mirarse en las ventanas, efectivamente, su relejo era el de una niña, aunque, a esas alturas, la pequeña no parecía darse cuenta.
Se abrazó a la elfa con cariño, olía a flores, "como una mami", llegaron las palabras a su cabecita. El sonido de animales le hizo alzar la cabeza y mirar, vio un montón de animales y, durante unos momentos, se revolvió intentando llegar a los animalillos, pero en cuanto entraron en el laboratorio y vio todos los frascos con los que "jugar" se le olvidaron los animalillos.
Niniel la dejó en el suelo y la pequeña, enseguida empezó a trastear. se subió en la silla frente a la mesa tras patalear un poco y un par de saltos y miró los apuntes que había sobre la mesa, aun recordaba como leer, pero los apuntes no decían nada interesante para la pequeña, "solo" algo sobre "poción de invisibilidad" que a la niña le pareció aburrido. Tiró los papeles al suelo y miró las botellas vacías sobre la mesa, quería hacer algo divertido.
La voz de la elfa irrumpió en sus cavilaciones que se sentó en la silla con las piernas a lo indio a escuchar mirando atentamente a la mujer, de verdad prestaba atención. "Polvo somnifero... polvo somnifero...." Las palabras se tuvieron que abrir paso por entre la cabecita que ahora pensaba como una niña, pero si, los recuerdos seguían intactos.
La carita de la pequeña se iluminó con una sonrisa brillante que habría hecho sonreír a cualquiera, con eso, la pequeña, bajó de la silla dejándose colgar de espaldas a la habitación, cogiéndose de la silla con los bracitos y, cuando tocó suelo, inició su correteo. Llegó frente a la estantería y saltó intentando coger un polvo blanco, cloro, no llegaba. Con ceño fruncido, detuvo a la elfa estirando su bracito, quería hacerlo ella.
Arrastró la silla y se volvió a subir a ella, de pie, logrando, tras ponerse de puntillas, tomar la botella y, acercándose a la mesa, alzándose sobre la punta de sus pies, la dejó sobre la superficie dando un pequeño empujoncito al cristal. Repitió el proceso y consiguió acetona, volvió a dejarla sobre la mesa. Tras tenerlo todo sobre la mesa, volvió a arrastras la silla, e intentó subir, dejando el culete colgando por un momento, por no poder llegar bien, finalmente consiguió llegar arriba pronto.
Subida en la mesa, se puso una pañuelo en la cara, y comenzó a mezclar el cloro y la acetona, pidió ayuda para encender el fuego, y dejó que la mezcla se convirtiera en vapor dentro de las botellas, hasta seis veces lo hizo y, al terminar, se giró triunfante a la elfa, con las seis vasijas cerradas a sus espaldas y sonrió diciendo con su vocecilla.
- Clorofro... cloforomo.- negó con la cabeza como si estuviera molesta y, tras repetirlo tres veces en voz baja, contando con los deditos, dijo por fin, volviendo a sonreír, satisfecha.- Cloroformo. En humo.
Mientras estaba bajando ella solida, como había pedido, de la mesa y la silla, ya en el suelo, escuchó un "beeee" y salió corriendo gritando "Ovejitaaaaa", sin dar la oportunidad de que la atraparan.
Salió al barullo y comenzó a perseguir a los animales, se notaba su infancia de granjera, en algo debía apreciarse. Se olvidó pronto de la oveja cuando un conejito blanco, con aspecto blandito, cola redondita, como un pompón, y regordete, pasó por delante. La pequeña salió tras él, imitando sus saltitos con sus pequeñas manos delante del cuello y se adentró en un pasillo.
Allí, finalmente, atrapó al conejito, gritando "conejitoooo" y achuchándolo con sus cortos brazos poniendo una mejilla roja junto a la cara del animal. Unas voces de adultos se escucharon desde un cuarto y ella, se acercó, curiosa, y asomó la cabeza por la puerta. Allí, un hombre y dos mujeres, una con capa rosa, hablaban con aspecto bastante animados. La pequeña reconoció a la chica de la capa rosa y entró al cuarto con una sonrisa llamandola:
- ¡Eltrant!- dijo corriendo hacia el chico, soltando al conejito por el camino y dando un par de traspies, pasando de largo de los otros dos adultos y llegando frente al mercenario, ante el cual se puso a saltar con brazos extendidos hacia arriba pidiendo.- ¡Aupa, aupa!- sonreía la niña con sus adorables modos.
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off: Subrayado el uso de habilidad pasiva, Trampas y venenos
Última edición por Alanna Delteria el Sáb Ago 01 2015, 15:47, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
Níniel esperaba que el cambio en Alanna no fuese tan grande como para afectar también a la psique y personalidad de su amiga. Ahora que sabía que Eltrant era en realidad un hombre, entendía que su modo de actuar durante toda la tarde era debido a que detrás de su nueva imagen seguía estando la personalidad de siempre, y de hecho por el modo en el que había mirado su culo, ni siquiera se había visto afectada su identidad sexual. Podría haber pasado lo mismo con su amiga, cuerpo diferente pero con la mentalidad de la valiente guardia intacta...Por desgracia pronto se dio cuenta de que no era así, fuese lo que fuese lo que afectó a Eltrant no era lo mismo que había afectado a Alanna o al menos no lo había hecho de la misma forma.
En cuanto se centró en el modo de actuar de Alanna se dio cuenta de que, si bien parecía conservar los recuerdos de su "yo" adulta, su comportamiento era el de una niña pequeña, una pequeña y adorable terromoto con una sonrisa y unos mofletes que daban ganas de comérsela. Por ello enseguida quiso evitar que se acercara a los productos, ingredientes y reactivos de alquimia de aquel lugar, muchos de ellos eran tóxicos, venenosos y hasta volátiles si no se manejaban con cuidado. No se perdonaría que la pequeña se lastimara mientras estaba a su cuidado.
-Alanna espera, yo lo cojo, vas a hacerte daño- Intentó hacerle entender a la pequeñaja, que sin embargo parecía conservar la determinación de su forma adulta, o quizá ya de pequeña era así. Níniel no pudo evitar sonreír a pesar de que la situación no estaba como para muchas risas. Aunque la pequeña insistía en hacerlo todo por si misma, Níniel se mantuvo constantemente detrás de ella para asegurarse de que nada le pasase, especialmente cuando vio los ingredientes que había cogido. Era gracioso verla tomando precauciones de seguridad y realizando las mezclas con aquellas pequeñas manitas. -Con cuidado, poco a poco- Le dijo ayudándola con las mezclas sin poder evitar recordar las lecciones de Alquimia con su madre mientras controlaba que el fuego y la reacción se mantuvieran estables. "Cloroformo", sentenció con su lengua de trapo una vez finalizado el proceso y la peliblanca no pudo contenerse y por mucho que la Alanna adulta estuviese en alguna parte de aquel pequeño cuerpo le dio un cariñoso achuchón. -Muy bien Alanna, ahora es mi turno. Quédate sentada en esta silla un momento, voy a preparar algo para atender a los invitados heridos.-
La dejó allí sentada, con un papel y un par de carboncillos para que se entretuviera y no liara alguna y la elfa comenzó a preparar una poción de curación básica. Los ingredientes escogidos para aquella poción serían ala de mariposa en polvo y flor azul de montaña, ingredientes bastante comunes. La poción no tendría la magnitud de otras pociones mas complejas y con ingredientes mas potentes, pero era fácil y rápida de hacer. Colocó los pétalos de la flor azul en el alambique con agua para obtener su esencia y mientras se dedicó a pulverizar rápidamente las alas de mariposa para después verter el polvillo resultante en otro alambique. Una vez ambos procesos estuvieron acabados mezcló los líquidos resultantes y deposito dicha mezcla resultante en un único frasco. Habría suficiente para varios sorbos.
-Vale Alanna ya he terminado ya podemos irnos- Le dijo a la pequeña que se bajó de un salto de la silla y de repente salió corriendo de allí gritando "Ovejiiita". -Espera, Alanna, es peligroso, espérame-. La elfa cogió la poción, el libro y sin tiempo para mirar nada más de aquel laboratorio salió corriendo tras la niña.
Mini-Alanna parecía conservar cierta soltura de movimientos por cómo se movía entre aquel Zoo en el que se había convertido el lujoso salón de los Vivant. Níniel estuvo a punto de cogerla pero un cerdo con armadura se interpuso en su camino y casi hace que la elfa acabase en el suelo. Para cuando volvió a localizar con la vista a la pequeña la vio seguir a un conejo a través de una de las puertas. -No, espera...-
Entonces ocurrió lo peor que podía pasar, uno de los asaltantes pareció ver a la pequeña y se lanzó hacia la puerta por donde había ido Alanna arma en mano. Níniel no lo dudó y si lanzó a por él sin ni siquiera desenvainar su arma. Llegó hasta a aquel humano justo cuando se asomaba a la puerta y antes de que pudiera seguir tras la niña lo cogió por los hombros desde su espalda y lo tiró al suelo. -Ni se te ocurra humano-. En lo que se podía llamar "un ataque de furia-materno-protectora" cogió uno de los cuadros de la pared y se lo estampó al sujeto antes de que pudiera levantarse. Aquel no se levantaría en un rato. sin perder ni un instante, emprendió de nuevo su carrera en post de Alanna.
Níniel no la vio en el pasillo pero escuchó una conversación proveniente de una de las habitaciones cercanas. Mentiría si dijese que no pensó en que podía estar escuchando hablar a un grupo de enemigos pero lo cierto es que no le importaba. Si aquella posibilidad terminaba siendo la verdad y se habían atrevido a tocar a Alanna...Iban a saber lo que ocurría cuando se enfadaba a una sacerdotisa. Preparó aquella daga que había conseguido anteriormente, cruzó el umbral de aquella sala y vio allí a Ellie con la niña.
-Gracias a los dioses- Dijo bajando la daga ornamentada y suspirando aliviada.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia para supervisar a Alanna y para preparar un poción de curación básica.
En cuanto se centró en el modo de actuar de Alanna se dio cuenta de que, si bien parecía conservar los recuerdos de su "yo" adulta, su comportamiento era el de una niña pequeña, una pequeña y adorable terromoto con una sonrisa y unos mofletes que daban ganas de comérsela. Por ello enseguida quiso evitar que se acercara a los productos, ingredientes y reactivos de alquimia de aquel lugar, muchos de ellos eran tóxicos, venenosos y hasta volátiles si no se manejaban con cuidado. No se perdonaría que la pequeña se lastimara mientras estaba a su cuidado.
-Alanna espera, yo lo cojo, vas a hacerte daño- Intentó hacerle entender a la pequeñaja, que sin embargo parecía conservar la determinación de su forma adulta, o quizá ya de pequeña era así. Níniel no pudo evitar sonreír a pesar de que la situación no estaba como para muchas risas. Aunque la pequeña insistía en hacerlo todo por si misma, Níniel se mantuvo constantemente detrás de ella para asegurarse de que nada le pasase, especialmente cuando vio los ingredientes que había cogido. Era gracioso verla tomando precauciones de seguridad y realizando las mezclas con aquellas pequeñas manitas. -Con cuidado, poco a poco- Le dijo ayudándola con las mezclas sin poder evitar recordar las lecciones de Alquimia con su madre mientras controlaba que el fuego y la reacción se mantuvieran estables. "Cloroformo", sentenció con su lengua de trapo una vez finalizado el proceso y la peliblanca no pudo contenerse y por mucho que la Alanna adulta estuviese en alguna parte de aquel pequeño cuerpo le dio un cariñoso achuchón. -Muy bien Alanna, ahora es mi turno. Quédate sentada en esta silla un momento, voy a preparar algo para atender a los invitados heridos.-
La dejó allí sentada, con un papel y un par de carboncillos para que se entretuviera y no liara alguna y la elfa comenzó a preparar una poción de curación básica. Los ingredientes escogidos para aquella poción serían ala de mariposa en polvo y flor azul de montaña, ingredientes bastante comunes. La poción no tendría la magnitud de otras pociones mas complejas y con ingredientes mas potentes, pero era fácil y rápida de hacer. Colocó los pétalos de la flor azul en el alambique con agua para obtener su esencia y mientras se dedicó a pulverizar rápidamente las alas de mariposa para después verter el polvillo resultante en otro alambique. Una vez ambos procesos estuvieron acabados mezcló los líquidos resultantes y deposito dicha mezcla resultante en un único frasco. Habría suficiente para varios sorbos.
-Vale Alanna ya he terminado ya podemos irnos- Le dijo a la pequeña que se bajó de un salto de la silla y de repente salió corriendo de allí gritando "Ovejiiita". -Espera, Alanna, es peligroso, espérame-. La elfa cogió la poción, el libro y sin tiempo para mirar nada más de aquel laboratorio salió corriendo tras la niña.
Mini-Alanna parecía conservar cierta soltura de movimientos por cómo se movía entre aquel Zoo en el que se había convertido el lujoso salón de los Vivant. Níniel estuvo a punto de cogerla pero un cerdo con armadura se interpuso en su camino y casi hace que la elfa acabase en el suelo. Para cuando volvió a localizar con la vista a la pequeña la vio seguir a un conejo a través de una de las puertas. -No, espera...-
Entonces ocurrió lo peor que podía pasar, uno de los asaltantes pareció ver a la pequeña y se lanzó hacia la puerta por donde había ido Alanna arma en mano. Níniel no lo dudó y si lanzó a por él sin ni siquiera desenvainar su arma. Llegó hasta a aquel humano justo cuando se asomaba a la puerta y antes de que pudiera seguir tras la niña lo cogió por los hombros desde su espalda y lo tiró al suelo. -Ni se te ocurra humano-. En lo que se podía llamar "un ataque de furia-materno-protectora" cogió uno de los cuadros de la pared y se lo estampó al sujeto antes de que pudiera levantarse. Aquel no se levantaría en un rato. sin perder ni un instante, emprendió de nuevo su carrera en post de Alanna.
Níniel no la vio en el pasillo pero escuchó una conversación proveniente de una de las habitaciones cercanas. Mentiría si dijese que no pensó en que podía estar escuchando hablar a un grupo de enemigos pero lo cierto es que no le importaba. Si aquella posibilidad terminaba siendo la verdad y se habían atrevido a tocar a Alanna...Iban a saber lo que ocurría cuando se enfadaba a una sacerdotisa. Preparó aquella daga que había conseguido anteriormente, cruzó el umbral de aquella sala y vio allí a Ellie con la niña.
-Gracias a los dioses- Dijo bajando la daga ornamentada y suspirando aliviada.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia para supervisar a Alanna y para preparar un poción de curación básica.
Níniel Thenidiel
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Re: Cena de Alquimistas [Interpretativo][Libre][Cerrado]
-“…Pues para ser un hombre vistes esa falda con una naturalidad digna de elogio Tale” – Contestó Wilhelm después de oír toda la explicación de lo que había sucedido por parte del mercenario, su esposa asintió conforme antes estas palabras, como si su marido acabase de desvelar una verdad absoluta ante los presentes, Eltrant no pudo sino dejar escapar un suspiro.
–“No me debería de llevar mucho tiempo arreglar esto…” – Comentó al final de toda la historia que le relató el mercenario– “Típico de Mordecai, robar mis recetas… aunque debo admitir que ha logrado un resultado encomiable” – Dijo entonces el supuesto alquimista atusándose la barba mientras miraba a la chica de pelo castaño fijamente, Eltrant no pudo evitar sentirse en aquel momento como una cobaya –“¿Pero y los animales querido?” – Agregó Marie – “¿Cuántas pociones harán falta?” – El hombre negó con la cabeza pesadamente –“Las necesarias Marie… pero tienes razón” – Se giró hacia el mercenario –“Espero que entiendas que la prioridad es devolver a los demás a su forma humana, Tale, usted no corre peligro inminente en su actual forma” – El mercenario asintió a regañadientes, por mucho que quisiera volver a ser quien era comprendía lo que le decía Vivant, no podía hacer otra cosa si no esperar.
–“Aunque quizás si esperamos mucho tiempo puede que…” – Siguió atusándose la barba mientras miraba a la joven –“¿Tu qué crees cariño?” – La mujer se encogió de hombros –“Yo diría que por lo pronto esta bien” – Eltrant frunció el ceño tratando de disimular el pánico que comenzó a recorrer su cuerpo al oír aquellas palabras –“¿De que estáis hablando?” – Preguntó con un hilo de voz –“De nada, no te preocupes Tale” – Le contestó Marie con una sonrisa.
-“En cualquier caso, lo mejor que podemos hacer ahora es encontrar a Alex y…” – Antes de que pudiese terminar la frase una joven de grandes ojos castaños y sonrisa endiabladamente adorable, irrumpió en la habitación.
El mercenario, que no esperaba que la niña supiese su nombre real, arqueó una ceja cuando esta, esquivando a los demás adultos y colocándose justo frente a él, pidió que la llevase en brazos. Los Vivant, por otro lado, miraron a la chiquilla durante varios segundos hasta que Marie se agachó junto a ella –“¡Pero qué cosita tan adorable!” – Dijo la señora Vivant, emocionada, pellizcando a la pequeña en los mofletes. –“Me recuerda a Leo y Alex antes de que… ya sabes, se volvieran idiotas” – Añadió Wilhelm haciendo alarde de una sorprendente sinceridad paternal mientras observaba a la niña.
Eltrant se quedó mirando durante varios segundos más a la joven ¿A quién le recordaba? La niña por su parte seguía dando saltitos tratando de que el mercenario la levantase. No tardó en comenzar a atar cabos, aquellas ropas claramente improvisadas le recordaba a otro vestido que había visto demasiado bien, la sonrisa de la chiquilla, los grandes y expresivos ojos marrones que ya conocía; la palidez que adquirió la cara de Eltrant demostró que sabía quién era.
–“Creo que esta niña… tiene… veinte años” – Dijo Eltrant al final, mientras, contra todo pronóstico, aupaba a la joven del suelo. Los Vivant simplemente sonrieron como si aquello tuviese todo el sentido del mundo –“Aun así sigue siendo adorable” – Añadió Marie.
Justo tras aquellas palabras otra persona entró en la habitación, lo primero que apreció el mercenario fue el frío brillo metálico inherente a la hoja de la daga que portaba esta persona, Eltrant rodeó inmediatamente a Mini-Alanna con sus brazos, él era el primero que no se esperaba aquella reacción, pero por alguna razón la pequeña guarda producía un extraño y poderoso sentimiento protector, los Vivant, por otro lado, contemplaron impasibles como la peliblanca se adentraba en la habitación, Eltrant suspiró aliviado al comprobar quien era.
-“Bienvenida a nuestra morada dama de los bosques” – Dijo Wilhelm a la recién llegada sin dejar de sonreír, para enseguida hacerle una pequeña reverencia que al momento fue imitada por su esposa, Eltrant arqueó una ceja, por lo que sabían los dueños de la mansión la elfa podía ser un enemigo, ¿Por que no estaban a la defensiva? –“Nos congratula que haya decidido venir a la fiesta señorita” – Agregó Marie justo después –“… A pesar de ello no podemos sino disculparnos por el estado de la velada, querida, lamentamos los problemas ocasionados” – Comentó esta afligida al ver la daga que tenía Niniel en la mano.
-“Es… Alanna, ¿Verdad?” – Preguntó entonces Eltrant a la peliblanca, ignorando todo lo que habían dicho los Vivant, sabía la respuesta, pero no pudo resistir la tentación de preguntarla.
-“¡Bien!” – Dijo el hombre dando una fuerte palmada para llamar la atención de los presentes –“Me temo que debemos solucionar esto cuanto antes” – Sonrió de nuevo a los presentes –“Señoritas, si no deseáis inmiscuiros quedaos aquí con la pequeña dama y estaréis a salvo, de cualquier otra forma, os agradecería encarecidamente que bajarais al sótano y le dierais una lección a Alex” – “Alex es nuestro segundo hijo” – Comentó Marie –“Sí, y como siempre estará tratando de matar a Leo por la herencia” – Dijo el hombre entornando los ojos –“¿Contratar un pequeño ejército? Si no hubiese un ecosistema en mitad de mi casa bajaría yo mismo y le daría una lección a ese pequeño bastardo” – Dijo Wilhelm ahora demostrando, por primera vez en todo el rato que Eltrant había estado en la habitación, algo parecido a enfado, pero después de atusarse la barba y sonreír a los presentes continuó hablando. –“Disculpadnos y por favor, si decidís bajar al sótano, sed precavidos, no me extrañaría que Alexander hubiese decidido liberar al prisionero para ponerlo de su lado”
Dicho esto y después de decir un, “El deber nos llama Marie” Wilhelm abandonó la habitación, no sin antes dedicar una educada reverencia a los presentes, la señora Vivant, al contrario que su marido no abandonó la habitación de inmediato, sino que se acercó a la elfa y, sonriendo, le tendió su báculo –“Tómalo querida” – Dijo dejándole el bastón acabado en la gema de color negro –“Te ayudará algo más que esa daga, por si os cruzáis con algún problema” – Justo tras aquellas palabras abandonó la habitación.
-“…Entonces… ¿Qué hacemos?” – Preguntó Eltrant dejando a la niña en el suelo.
–“No me debería de llevar mucho tiempo arreglar esto…” – Comentó al final de toda la historia que le relató el mercenario– “Típico de Mordecai, robar mis recetas… aunque debo admitir que ha logrado un resultado encomiable” – Dijo entonces el supuesto alquimista atusándose la barba mientras miraba a la chica de pelo castaño fijamente, Eltrant no pudo evitar sentirse en aquel momento como una cobaya –“¿Pero y los animales querido?” – Agregó Marie – “¿Cuántas pociones harán falta?” – El hombre negó con la cabeza pesadamente –“Las necesarias Marie… pero tienes razón” – Se giró hacia el mercenario –“Espero que entiendas que la prioridad es devolver a los demás a su forma humana, Tale, usted no corre peligro inminente en su actual forma” – El mercenario asintió a regañadientes, por mucho que quisiera volver a ser quien era comprendía lo que le decía Vivant, no podía hacer otra cosa si no esperar.
–“Aunque quizás si esperamos mucho tiempo puede que…” – Siguió atusándose la barba mientras miraba a la joven –“¿Tu qué crees cariño?” – La mujer se encogió de hombros –“Yo diría que por lo pronto esta bien” – Eltrant frunció el ceño tratando de disimular el pánico que comenzó a recorrer su cuerpo al oír aquellas palabras –“¿De que estáis hablando?” – Preguntó con un hilo de voz –“De nada, no te preocupes Tale” – Le contestó Marie con una sonrisa.
-“En cualquier caso, lo mejor que podemos hacer ahora es encontrar a Alex y…” – Antes de que pudiese terminar la frase una joven de grandes ojos castaños y sonrisa endiabladamente adorable, irrumpió en la habitación.
El mercenario, que no esperaba que la niña supiese su nombre real, arqueó una ceja cuando esta, esquivando a los demás adultos y colocándose justo frente a él, pidió que la llevase en brazos. Los Vivant, por otro lado, miraron a la chiquilla durante varios segundos hasta que Marie se agachó junto a ella –“¡Pero qué cosita tan adorable!” – Dijo la señora Vivant, emocionada, pellizcando a la pequeña en los mofletes. –“Me recuerda a Leo y Alex antes de que… ya sabes, se volvieran idiotas” – Añadió Wilhelm haciendo alarde de una sorprendente sinceridad paternal mientras observaba a la niña.
Eltrant se quedó mirando durante varios segundos más a la joven ¿A quién le recordaba? La niña por su parte seguía dando saltitos tratando de que el mercenario la levantase. No tardó en comenzar a atar cabos, aquellas ropas claramente improvisadas le recordaba a otro vestido que había visto demasiado bien, la sonrisa de la chiquilla, los grandes y expresivos ojos marrones que ya conocía; la palidez que adquirió la cara de Eltrant demostró que sabía quién era.
–“Creo que esta niña… tiene… veinte años” – Dijo Eltrant al final, mientras, contra todo pronóstico, aupaba a la joven del suelo. Los Vivant simplemente sonrieron como si aquello tuviese todo el sentido del mundo –“Aun así sigue siendo adorable” – Añadió Marie.
Justo tras aquellas palabras otra persona entró en la habitación, lo primero que apreció el mercenario fue el frío brillo metálico inherente a la hoja de la daga que portaba esta persona, Eltrant rodeó inmediatamente a Mini-Alanna con sus brazos, él era el primero que no se esperaba aquella reacción, pero por alguna razón la pequeña guarda producía un extraño y poderoso sentimiento protector, los Vivant, por otro lado, contemplaron impasibles como la peliblanca se adentraba en la habitación, Eltrant suspiró aliviado al comprobar quien era.
-“Bienvenida a nuestra morada dama de los bosques” – Dijo Wilhelm a la recién llegada sin dejar de sonreír, para enseguida hacerle una pequeña reverencia que al momento fue imitada por su esposa, Eltrant arqueó una ceja, por lo que sabían los dueños de la mansión la elfa podía ser un enemigo, ¿Por que no estaban a la defensiva? –“Nos congratula que haya decidido venir a la fiesta señorita” – Agregó Marie justo después –“… A pesar de ello no podemos sino disculparnos por el estado de la velada, querida, lamentamos los problemas ocasionados” – Comentó esta afligida al ver la daga que tenía Niniel en la mano.
-“Es… Alanna, ¿Verdad?” – Preguntó entonces Eltrant a la peliblanca, ignorando todo lo que habían dicho los Vivant, sabía la respuesta, pero no pudo resistir la tentación de preguntarla.
-“¡Bien!” – Dijo el hombre dando una fuerte palmada para llamar la atención de los presentes –“Me temo que debemos solucionar esto cuanto antes” – Sonrió de nuevo a los presentes –“Señoritas, si no deseáis inmiscuiros quedaos aquí con la pequeña dama y estaréis a salvo, de cualquier otra forma, os agradecería encarecidamente que bajarais al sótano y le dierais una lección a Alex” – “Alex es nuestro segundo hijo” – Comentó Marie –“Sí, y como siempre estará tratando de matar a Leo por la herencia” – Dijo el hombre entornando los ojos –“¿Contratar un pequeño ejército? Si no hubiese un ecosistema en mitad de mi casa bajaría yo mismo y le daría una lección a ese pequeño bastardo” – Dijo Wilhelm ahora demostrando, por primera vez en todo el rato que Eltrant había estado en la habitación, algo parecido a enfado, pero después de atusarse la barba y sonreír a los presentes continuó hablando. –“Disculpadnos y por favor, si decidís bajar al sótano, sed precavidos, no me extrañaría que Alexander hubiese decidido liberar al prisionero para ponerlo de su lado”
Dicho esto y después de decir un, “El deber nos llama Marie” Wilhelm abandonó la habitación, no sin antes dedicar una educada reverencia a los presentes, la señora Vivant, al contrario que su marido no abandonó la habitación de inmediato, sino que se acercó a la elfa y, sonriendo, le tendió su báculo –“Tómalo querida” – Dijo dejándole el bastón acabado en la gema de color negro –“Te ayudará algo más que esa daga, por si os cruzáis con algún problema” – Justo tras aquellas palabras abandonó la habitación.
-“…Entonces… ¿Qué hacemos?” – Preguntó Eltrant dejando a la niña en el suelo.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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