[Cerrado]Bajo el pie de la montaña [Interpetativo][libre][2/4]

**Iltharion Dur'Falas** Vie Ago 26 2016, 23:48

EL DESPERTAR:

Los cuatro sacerdotes dragones llegaron a la antesala de sus santuarios.Cada uno portaba tras de si un huevo de mas de un metro, el cual sostenían dos ayudantes. La superficie del mismo había sido trabajada por todos los adeptos de dicho dragón elemental que poseía su clan, un trabajo minucioso y exhaustivo para preparar aquella ofrenda, y ahora, se disponían a dar a los sacrificios un renacer para su alma.
Era una sala como la mayoría de las que se podían encontrar en aquellas instalaciones, subterránea, y ovalada. En sus paredes había escasa decoración, 4 puertas, la de madera sencilla que conducía hacia el intrincado ramal de túneles por la que acababan de entrar y que se hallaba a sus espaldas, y otras tres, mas reseñables, pero no porque portaran lujo alguno, de hecho, la superficie de la madera estaba pintada para que pareciera una continuidad de la roca de la pared. La primera de ellas tenía un símbolo de un triskel allá donde debería de haber habido un pomo. En la segunda un molino estaba unido a la plancha de madera que hacía de puerta. La tercera poseía un pomo redondo y grande, a la altura del suelo, engarzado en una hendidura que llegaba hasta la altura en donde habría estado uno normal.
Entre las puertas, largos estandartes de tela bordada y blanca pendían inmóviles por la carencia de corriente alguna, todos mostraban el mismo símbolo, dos dragones que se mordían la cola mutuamente generando un circulo con cuatro runas encerradas, pero en cada estandarte había uno de ellos que en vez de estar bordado en negro había sido hecho con hilo de oro. Respectivos a sus puertas, tierra, aire, y fuego.
Agua parecería el elemento olvidado para un extraño, pero no era así.
Un altar se erguía en el centro de la estancia, y sobre este, cual mantel, el ultimo de los estandartes reposaba calmo. Detrás del altar de piedra, un estanque que se hacia mas profundo de lo que se alcanzaba a ver a simple vista iluminaba el lugar con sus medusas luminiscentes, que llenaban la estancia de luces rosadas intermitentes.

El primero de los sacerdotes dio un paso al frente, con un rictus solemne se despojó de su túnica, tomó el huevo de las manos de sus adeptos, y se adentró en el santuario de su deidad afín.
Los ayudantes permanecieron en silencio, y cuando los sacerdotes emergieron con las manos vacías, les devolvieron sus vestiduras y desaparecieron una vez mas de aquella caverna, con la misma solemnidad con la que habían entrado en ella.

Le dolía la cabeza, mucho, y se sentía sumamente confuso.Tenía la boca seca, y le pitaban los oídos. Abrió los ojos, y solo le dio la bienvenida una total y rotunda oscuridad. Sentía el cuerpo contorsionado, colocado en una posición fetal, y en cuanto intentó estirarse se percato de que se hallaba encerrado. Paseó la mano por la superficie cóncava en la cual se encontraba encerrado, mientras iba siendo poco a poco cada vez mas consciente de que no era resaca, había sido presa de algún veneno, aunque no era capaz de recordar como. ¿En su bebida?¿En alguna cosa que hubiera comprado a algún mercader?¿Habían sido otros placeres?¿O había sido disparado con una flecha envenenada cual presa?.
Tomó el poco impulso que pudo y dio un puñetazo a la superficie, y luego otro, y otro, y finalmente, su brazo emergió al exterior. Alguien había sido rácano con el veneno, e iba a pagar muy caro su error.

Santuario del dragón de Tierra :

Una estancia de unos ocho metros de diámetro en su punto mas amplio, erosionada casi por completo de forma natural, con muros irregulares que se convertían en el techo al curvarse por encima del suelo.
Los muros eran de roca y tierra compacta, y se encontraban agujereados rudimentariamente a diferentes alturas. Por todos lados, y saliendo de dichos agujeros unas siluetas ojivales plagaban los muros. La única iluminación de la estancia procedía de unos pequeños agujeros en el techo cuyo reducido tamaño no permitiría siquiera sacar una mano por ellos de ser capaces de alcanzar los mismos, a gran altura.
Los haces de luz, clara y tenue, blanca, aterrizaban sobre una pequeña porción del suelo, la única que poseía verdor, y una clapa de pasto verde con un árbol joven cuyas ramas se estiraban en dirección a las luces. El pasto relucía húmedo, y algunas pequeñas gotas pendían de sus briznas cual rocío.
La iluminación, aunque disminuía paulatinamente a medida que se alejaba del punto central de la cámara, permitía distinguir mas detalles de las formas ovaladas que surgían de las paredes y el suelo. Aun que a primera vista sus colores marones y grises pudieran hacer que se confundieran con rocas talladas y construcciónes de arcilla, su superficie estaba plagada de pequeñas escamas que se entrelazaban, como si fuera alguna clase de piel, cada una de esas escamas se hallaba sumamente detallada, y al menos, en las estructuras mas cercanas al foco de luz podían contemplarse diferentes texturas como si fueran de rocas, piedras y minerales diferentes cada una de ellas.
Algunas relucían, como si estuvieran pulidas, o estuvieran húmedas, pese a que superficie era completamente seca al tacto.
Aquellos huevos de mas de un metro de altura plagaban la estancia, y a medida que uno se fijaba en cada rincón, podía descubrir mas y mas de ellos sobresaliendo de la tierra, del techo y de las paredes, algunos casi enterrados por completo, o apilados sobre otros de su especie, pero todos parecían brotar de la misma tierra.

Solo dos cosas rompían aquel continuo. El arbolillo con unas pocas hojas verdes que reflejaban la luz lunar que se colaba en la estancia y una puerta que parecía recubierta por el mismo material escamoso, que poseía por todo pomo y cerrojo dos hendiduras en forma de triskel, cuyos puntos de presión estaban tan separados que separando los dedos no se llegaba a poder presionar todos al mismo tiempo .

Santuario del dragón de Aire:

Una cámara ojival se presentaba, sus paredes se hubiesen hallado completamente pulidos de no ser por los salientes que poseían por sus muros hasta el techo, que emulaban nidos tallados en la roca con motivos curvilíneos, como corrientes, y cuyas formas circulares recordaban a nidos.
No era solo su morfología y el hecho de estar suspendidos lo que daba esa sensación, si no que encima de dichas balconadas se hallaban pilas de huevos de mas de un metro de altura, de relieves escamosos y colores claros en todas las gammas pastel que apenas se distinguían con la penumbra.
Lo mas llamativo de la estancia no era su curiosa distribución, ni los peculiares tallados de la roca, si no los olores que la llenaban, variados y entremezclados entre si, haciendo el aire algo denso.

Una puerta se distinguía sobre una de las paredes curvilíneas, su superficie era también escamosa, y sus tonos pasaban del mas profundo negro medianoche en el suelo, hasta toda la gama de cielo despejado y el anochecer en el arco superior, en el cual, entre algunas escamas pequeñas, sobresalía una pequeña rueda con aspas planas mas arriba de donde alcanzaría saltando un hombre adulto.
El pequeño molino estaba unido a la plancha de madera que hacía de puerta.

Sobre el suelo varios cuencos se hallaban distribuidos a la misma distancia unos de otros, con una pulcritud casi ritual.
Unos inciensos reposan en los primeros, sus varillas se encontraban consumidas hasta la mitad, y sobre la parte honda de los cuencos reposaban sus cenizas. Mas adelante otros objetos cóncavos contenían hojas secas de distintas especies, los últimos cuencos tenían en su interior polvos de diferentes colores. Sales y especias en montículos sobre superficies planas de cerámica pintada.

Santuario del dragón de Agua:

Una luz tenue, de matices rosáceos y titilante se reflejaba en las protuberancias del rugoso suelo de una caverna ojival formada de forma natural, y con el techo lleno de gruesas y cortas estalactitas que dejaban caer sus gotas sobre la oscilante superficie del agua.
Esta apenas cubría unos 50 centímetros en la mayoría de la sala, y sumergidos en el agua, una gran cantidad de huevos de escamosa superficie, pulida, pintada y barnizada se erigían semi sumergidos por doquier. Los colores de los mismos llegan des de todas las gamas de azules y verdes, hasta los colores mas intensos que muestran los corales y las anémonas del mar. Cada escama estaba tallada con sumo detalle, y trabajada con tanto ahínco que podría confundirse con piel de dragón real si no se observara detenidamente.
Bailando alrededor de los huevos, nadando en el agua, miles de pequeños seres semi translucidos flotaban y se movían usando largos apéndices blancuzcos por el agua. Las luces rosadas salían de sus cuerpos, como si estos producieran electricidad. No eran si no pequeñas medusas cuya superficie transparente se halla plagada de pequeños redondeles cobrizos, y cuya luz daba vida a aquella estancia permitiendo ver tanto fuera como dentro del agua.
El rumor del agua que surgía de aquella estancia era el único ruido que se escuchaba, que resonaba como una apacible música como si viniera de todos lados al mismo tiempo, pero cuyo tono suave no llegaba a resultar molesto.
El agua, cristalina, permitía no solo ver a las pequeñas medusas danzar y emitir luces de colores, si no que hacía de ventana a todo aquel mundo submarino, pequeños peces y corales, algas y caracoles plagaban el suelo como si fueran un mosaico viviente.
La caverna no poseía ni puerta ni ventanas en las paredes, pero tras el agua impoluta, había parte del suelo que se hacía mas profunda, hasta llegar a un túnel submarino que iba mas allá de donde alcanzaba la vista sin adentrarse en el, y tan plagado de medusas como el resto del agua.

Santuario del dragón de Fuego:

Lo primero que se notaba de la habitación era el calor, sofocante, llenaba el aire, como si se estuviera dentro de un honro. Las paredes de piedra y su forma cóncava solo acentuaban mas aquello.
Un pequeño agujero en el techo hacía que el humo se escapara y no inundase toda la habitación, no sin antes ennegrecer las paredes que parecían ya pintas por los años y años del efecto de las brasas que recubrían todo el suelo.
La escasa y única luz del lugar provenía de las mismas, de las brasas cubiertas de ceniza que alfombran el suelo al completo, únicamente interrumpidas por cúmulos de huevos, cuya superficie escamosa parecía ser piel de reptil, y de colores cálidos que contenían toda la gama de colores que pudieran adoptar las llamas conocidas por el hombre.
Los huevos sobresalían del suelo, muchos de ellos como si estuvieran enterrados en las brasas, anteriores a las cenizas. Otros, parecían reposar sobre pedazos de cerámica rota que en una de sus caras, la cóncava exterior, mostraban el mismo aspecto que la superficie de los huevos. Las únicas piezas que resultaban irreconocibles si no se tomaban y se miran con detenimiento eran algunas ramas ennegrecidas cercanas a esas cerámicas rotas, eran huesos pelados y que llevaban quemándose desde hacía tiempo en el calor de la sala.
Una puerta grande y de aspecto pesada encerraba ese horno extraño, una puerta hecha en su totalidad de metal, y cuyo pomo era un saliente redondo engarzado en una muesca que tenía la forma de una linea recta que ascendía desde el suelo hacia la mitad de la puerta, y que reposaba en su final. Como si para abrirlo, hubiera que sostener aquella pesada bocha de hierro al rojo vivo con ambas manos y alzarlo por el grabado de la pared. algo que resultaba imposible sin quedar con todas las manos quemadas y ampolladas.

REQUISITOS PARA ENTRAR AL TEMA:

**Níniel Thenidiel** Sáb Ago 27 2016, 21:46

Níniel se sentía casi totalmente tranquila y relajada, ajena a los problemas del mundo en aquel lugar sumido en un silencio prácticamente absoluto solo roto por el sonido sistemático de las gotas de agua golpeando la superficie del infinito lago sobre el que flotaba y que generaban ondas que se perdían más allá de donde alcanzaba su vista de elfa, en el horizonte. Sentía una distensión talque ni siquiera la lógica que normalmente gobernaba sus actos y pensamientos parecía poder alcanzarla allí, hasta el punto de que preguntas como ¿Dónde estoy? o ¿cómo he llegado aquí? parecían no merecer la pena, aunque constantemente tenía la sensación de que estaba olvidando algo importante, algo que de recordarlo seguramente la llevaría a tener que romper con tan agradables sensaciones de sosiego. ¿No quería o no podía recordar?...Otra pregunta absurda, recordar era doloroso, estar allí no lo era...Una decisión sencilla. ¿Entonces por qué no podía quitarse esa sensación de la cabeza que interrumpía su merecido descanso?. ¿Qué era tan importante?.

-Piensa Níniel.- Se dijo en voz baja aún medio adormilada a pesar de que aquello producía una desagradable sensación en su sien que parecía extenderse también por su espalda a la vez que alargaba una de sus manos hacia delante, tratando de palpar lo que en su cabeza no era más que aire y sorprendiéndose al tocar una superficie lisa y fría al contacto, sensación que la llevó a abrir los ojos para no encontrar ante ella nada más que oscuridad. -Pero qué...-Murmuró palpando entonces con ambas manos a su alrededor de forma acelerada, percatándose de que estaba dentro de...algo. De algo que no parecía tener fisura alguna por la que intentar salir para su horror. Era evidente que aquello no era brisa de lago ni ella estaba flotando tranquilamente sobre cálidas aguas ¿Dónde estaba?. Parecía encerrada en un espacio diminuto pero,¿cuándo había ocurrido tal cosa?, ¿cuándo se había quedado dormida?.

Inmediatamente pensó en gritar, en pedir ayuda con la esperanza de que alguien la oyera y acudiese a ayudarla...Pero no lo hizo. Si aquello era obra de alguien que le deseaba algún mal no podía permitirse perder su única baza, que quien fuera creyera que aún estaba dormida. Fue en ese momento en el que trataba de mantenerse calmada y pensar en algo cuando notó un sabor extraño en su boca, que por otro lado sentía seca y pastosa. "Me han sedado...Pusieron algo en mi bebida en la posada". Pensó mientras trataba de recordar a pesar de su dolor de cabeza y a su mente llegaban imágenes de su cena y del vaso de zumo que pidió junto a un plato de caliente sopa de verduras. En aquel momento no había notado nada. Terminó su cena y se dispuso a subir a su habitación pues estaba bastante cansada...Recordaba haber abierto la puerta con una llave de metal de gran tamaño, una de esas imposibles de perder, y luego nada...El lago, las ondas...Ensoñaciones causadas por lo que fuese que le habían puesto en el zumo hasta que había despertado. Sueños que ya habían tratado de avisarla de que algo no iba bien...Claro que eso bien podría ser otro efecto de la sustancia que la había noqueado sin darse cuenta.

Costaba mantenerse tranquila en esas circunstancias pero continuó haciendo su mejor esfuerzo y con cuidado continuó palpando su fría prisión dándose cuenta de que no estaba hecha de metal o madera, aunque tampoco acababa de tener muy claro qué era lo que la rodeaba. Pegó una de sus orejas y prestó atención esperando oír algo que la ayudara. Una conversación, algún ruido...lo que fuera, pero no escuchaba nada, salvo gotas cayendo sobre agua y el sonido del propio agua agitándose muy levemente, o eso parecía. ¿Una fuente?. Muy despacio dio unos golpecitos a las paredes de su ínfimo confinamiento ovalado percatándose de que al menos la mitad de su prisión estaba sumergida en agua mientras que la parte superior no. "Estoy desnuda, medio metida en agua en un contenedor de...¿Cerámica?." Solo eran suposiciones más o menos fundadas pero de ser medianamente cierto aquello era sin duda lo más extraño que le había pasado nunca, y eso que ni siquiera era la primera vez que despertaba siendo prisionera, aunque sí la peor. "Si es cerámica debería poder romper estas paredes..." ¿Pero qué la esperaba fuera?. Parecía que no tenía muchas opciones y no parecía haber nadie cerca aunque no podía estar segura. -Está bien, tengo mi magia, vamos allá...Una, dos y...- Contó mientras imbuía con su magia sus propios puños preparándose para golpear. -Tres- espetó golpeanado la parte superior y logrando hacer un agujero casi lo bastante grande como para salir por allí, golpeando una segunda vez antes de tratar de incorporarse y notando todo su cuerpo entumecido por haber mantenido aquella posición encogida durante a saber cuanto tiempo.

Tan pronto estuvo fuera, o al menos la mitad de su cuerpo lo estuvo, miró a su alrededor en busca de amenazas dispuesta a presentar pelea a cualquier posible enemigo que estuviera cerca, pero allí no había nadie. Solo estaba ella rodeada de enormes huevos similares a aquel del acaba de salir y que ahora era capaz de identificar como tal, aunque de distintos colores. Estaba en una gruta no demasiado grande y en parte cubierta por medio metro de agua cristalina repleta de formas de vida bioluminiscentes de las que provenía la tenue y única luz del lugar, y que como las paredes de roca maciza, también dejaba ver a través del agua cristalina el suelo...Y lo que parecía un túnel sumergido allí donde el agua ganaba profundidad. ¿Una salida?. Todo el lugar apestaba a podrido de un modo que de no ser sanadora y alquimista y estar acostumbrada a olores como aquel la hubiera hecho vomitar.

-Una cueva con olor a muerte, huevos enormes de cerámica con escamas de dragón, un túnel bajo el agua y acabo de salir de un huevo...- Murmuró sacando una de sus piernas y luego la otra hasta haber salido del todo del cascarón, por así decirlo, abrazada a sí misma por el frío, comprobando que estuviese entera y que a pesar de su desnudez nadie se hubiese aprovechado de ella. -Gracias a los dioses.- Dijo tras comprobar que aparte de estar entumecida y un pequeño arañazo en la pierna al rozarse con el huevo al salir estaba perfectamente. ¿Quién era el culpable de todo aquello?. ¿Para qué la quería? ¿Por qué todo eso de los huevos y de dónde provenía esa peste?. ¿Era alguna clase de parafilia extraña? Un violador perturbado?. Era una idea que le puso la piel de gallina, o se la hubiese puesto de no tenerla ya por el frío. La elfa no pensaba dejarse tocar sin luchar, mordería, arañaría y patearía bolas hasta que la vida abandonara su cuerpo fuese quien fuese su secuestrador...Aunque aquel olor la hacía pensar también en algo mucho más macabro que no estaba segura de querer confirmar.

Aún así se acercó con cuidado a otro de aquellos huevos y sin miramientos golpeó uno de sus laterales confirmando, cuando un cadáver medio descompuesto cayó del falso huevo, que a pesar de ser algo de por sí atroz, su primera idea casi parecía de cuento de hadas al lado de la verdad de aquel lugar.

-Madre Isil...- Rogó llevándose las manos a la boca a punto de vomitar ante aquello a pesar de ser una sanadora curtida y haber sido preparada por su madre y por la experiencia para cosas realmente espantosas. Entonces miró al resto de recipientes del lugar rezando a sus dioses al presuponer que todos los demás tenían el mismo contenido y dándose cuenta de que iban a dejarla morir allí, metida en su vasija.

-Tengo que salir de aquí...Informar a la guardia o !AHHH!- Gritó de dolor y sorpresa al notar una picadura en su tobillo derecho que la hizo caer de culo y mirar asustada alrededor en busca de un culpable, dándose cuenta de que había sido una de aquellas medusas y saliendo de nuevo del agua colocándose sobre su huevo para revisar la picadura y aplicar rápidamente su magia sanadora en su tobillo. -Son venenosas las muy condenadas...Eso explica porque no hay nadie aquí...- Dijo mirando hacia el agua, al montón de medusas que en ella había y al túnel submarino que a saber a dónde iba a parar, si es que iba a parar a alguna parte, por mucho que pareciera ser la única salida del lugar. ¿Acaso importaba?, con esas medusas allí no podría ni darse un chapuzón, mucha suerte había tenido de que no la hubiesen picado antes. Lo único bueno que parecía tener aquel lugar era que al menos no moriría de sed, el agua era potable, pura de hecho.

-Ummm.- Dijo mirando al bonito aunque letal espectáculo que representaba la fauna acuática del lugar mientras pensaba en cómo podría salir de allí antes de acabar como el resto de los huéspedes de aquella cueva.- Vuestro veneno no afecta al resto de fauna de este sitio...La naturaleza es sabia...Y puede que pueda aprovecharme de su sabiduría...Baba de caracol anti medusas...Mi piel parecerá años más joven y de paso no sufriré una muerte atroz ni me convertiré en un cadáver hinchado.- También pensó en usar su armadura mágica para evitar las picaduras...La cuestión entonces era si aquella era la salida, y si era así cuánto tiempo tendría que aguantar la respiración.

Finalmente, tras decidirse a intentarlo cuando aún conservaba sus fuerzas en vez de a esperar un milagro, la peliblanca optó por el plan de los caracoles. Con cuidado y paciencia, tras comprobar si su teoría funcionaba, reunió suficiente baba de aquellos caracoles como para impregnar todo su cuerpo, lo cual fue un proceso laborioso y bastante asqueroso, por no hablar de que le costó un par de dolorosas picaduras de medusa más aunque pudo tratárselas con su magia. A continuación se lanzó al agua para recorrer aquel túnel sumergido y comprobó su longitud y sus posibilidades por lo que podía ver gracias a las medusas que ahora la ignoraban. La peliblanca volvió a emerger tras aquella inspección y, tras llenar de nuevo sus pulmones comenzó a recorrer aquel anegado camino que resultó no ser demasiado largo, emergiendo al otro lado en lo que parecía ser...Un estanque en una sala vacía con cuatro puertas. La elfa hubiese deseado salir ya al aire libre...Pero salir de aquel lugar parecía que no iba a ser tan sencillo. Sin pensárselo mucho la joven tomó aquel estandarte que reposaba sobre un altar y lo usó a modo de toalla para tapar su desnudez como buenamente pudo. - Vale, ¿por dónde ahora?-

**Iltharion Dur'Falas** Miér Sep 14 2016, 15:52

Los caballeros dragón llevaban largo tiempo detrás de esas desapariciones, todos los años, alrededor de las mismas fechas algunos desconocidos desaparecían sin dejar rastro, nunca eran muchos, y no siempre había revuelo de los familiares que llegaban al norte siguiendo sus rastros.
Esta vez los hombres dragón habían logrado una pista solida, alguien había visto por accidente como cargaban a una elfa a escondidas e inconsciente y había avisado la guardia. Los efectivos habían tardado en movilizarse, y tenían pocas esperanzas de sacar con vida a la tanda de ese año, pero estaban dispuestos a que no hubiera un siguiente.

Un escuadrón inundó la guarida por cada uno de sus puntos de entrada, y limpiaron a cuchillo dirigentes, adeptos y familias que vivían en ese complejo subterráneo. El chocar del metal resonaba por la roca con extraños ecos, y era amortiguado por lo elaborados tapices ahora salpicados de sangre que habían ilustrado la historia de los dragones en los muros de cada sala y corredor.
Los soldados se adentraron mas y mas bajo la ladera de la montaña, y finalmente llegaron a su salón mas profundo, encontrándose con una elfa apenas abrigada y goteante que respondía a la descripción de la desaparecida gracias a la que habían logrado llevar. Le ofrecieron cobijo y escolta, y de entre las pertenencias de los sectarios le permitieron recuperar sus ropas.

Otros forzaron las puertas a las cámaras. Los despojos de los muertos serían enterrados debidamente, y de tres de esas carcasas unos supervivientes sumamente desorientados fueron tomados bajo el amparo de los caballeros dragón.
Aquella orden aislada pasaría al olvido, pero los que habían visto sus santuarios jamás podrían borrarlos de su memoria.

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