Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
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Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Un nuevo sol volvió a relucir al este, sobre la ciudad de Dundarak. Cuando la luz alcanzó la habitación del tercer piso, la Gran Encantadora Lucy Fireheart despertó. Se estiró y quedó unos minutos más bajo las sábanas. Era consciente de que iban a pasar varios días antes de volver a despertarse en una cama cómoda, y aquello, para una mujer tan “pija” como lo era ella, iba a ser muy duro.
-Será hora de levantarse. – se dijo y se sentó en la cama, tenía que prepararse, empezó a colocarse la falda, los zapatos, tacones rojos, como no podía ser de otra manera, una camiseta de algodón que la abrigara bien. Se echó algo de ese perfume de lila y grosellas que embriagaba cargadamente la habitación para todo aquel que entrase.
Se dirigió a su escritorio, junto a la ventana, abrió las cortinas. Desde lo alto de la torre de la Logia se podía ver toda la ciudad, la ubicación de la estructura, en lo alto de la montaña, era privilegiada. Y las vistas de la ciudad entre la cordillera, con la llanura de fondo, impresionantes.
Pero la encantadora no tenía tiempo para contemplar el paisaje, había quedado a primera hora con Níniel y Vincent y estarían al llegar. Además, aún tenía algo que se había propuesto hacer antes de partir. Se sentó en la mesa y tomó la pluma, desenrolló un papel y comenzó a escribir.
Me alegra haber recibido tu carta. Estoy muy feliz de que todo te vaya bien y estés cerca de conseguir tus objetivos. Tu perseverancia siempre fue una de tus mayores virtudes, y tus habilidades el mejor aval.
Yo también tengo buenas noticias. Estamos a un solo paso de conseguir un importante artilugio que será decisivo en el devenir de la Logia. Es una pena que hayas decidido rechazar mi invitación para unirte, pero entiendo que estés ocupada con tus asuntos. Recuerda que aquí siempre serás bienvenida. De todos modos, si algún día mis motivos de trabajo me llevan de nuevo a las islas, no dudes que pasaré a tomar el té.
Te deseo suerte allá donde estés.
Tu amiga.
Lucy Fireheart.
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La hechicera enrolló la carta y la cerró con un sello de cera rojo. A continuación la metió en un pequeño tubo y la colgó del cuello del cuervo que estaba a su lado en el escritorio. Sintió alguien picar a la puerta. - ¡Adelante! – indicó. Se giró para comprobar que los invitados eran Níniel y Vincent, y no unos asaltadores de medio pelo como los de hacía una semana.
Cuando se cercioró de esto, le dio una palmada en la colita al cuervo para que se dispusiera a volar a través de la ventana en aquel soleado día invernal. El ave voló lejos, a entregar la carta. Aún le quedaba un largo viaje para ello. La encantadora envió un beso al animal y se levantó de su mesa, para dirigirse hacia ellos.
-¡Qué puntualidad! Casi me pilláis desnuda… – dijo con una sonrisa pícara. La encantadora tenía fama de gustarle lo picante. Caminó hacia ellos. - ¿Habéis preparado el equipaje? No olvidéis nada, recordad que en la llanura hará frío. – dijo entre risas, miró a Vincent. - ¿Eso que llevas te abrigará bastante? Espero que sí. Seguro que a tu pareja no le gustaría que tuviera que encenderte yo. – rió mirando a Níniel. Sólo bromeaba, a la encantadora le bastaba con un abrigo rojo más ornamental que necesario, pues ella, una experta tensái de fuego, podía regular la temperatura corporal a su antojo y evitar así la hipotermia.
Se alisaba el pelo, - ¿Has estudiado el libro que te pasé? ¿Lo llevas contigo, no? – preguntó, mirándola por su reflejo en el espejo en el que se peinaba, enrollando su larga y bella melena rojiza en una coleta menos vistosa, pero más práctica.
El ejemplar al que hacía referencia se llamaba: “Enciclopedia de ingredientes mágicos” de Rosean, una obra única y de gran valor de la que sólo existían dos o tres copias en el mundo, pero desaprovechado en las manos de Abbey o Lucy, cuyos conocimientos de alquimia eran nulos. Se lo había entregado a Níniel semanas atrás para que lo leyera, de cara a su nueva misión. Se terminó de pintar los labios y las cejas y lo guardó en un pequeño neceser. – Vamos. A los establos. Os explicaré los detalles de la misión por el camino. – indicó una vez ésta respondió y terminó por guiar apresuradamente a sus compañeros hacia la escalera de caracol.
La superiora le había indicado a la elfa que estudiara dicho libro. Aunque sin darle demasiados detalles. En cualquier caso, su interés en las habilidades de alquimista de la rubia habían quedado patentes desde el momento en que la invitó a la Logia.
-Será hora de levantarse. – se dijo y se sentó en la cama, tenía que prepararse, empezó a colocarse la falda, los zapatos, tacones rojos, como no podía ser de otra manera, una camiseta de algodón que la abrigara bien. Se echó algo de ese perfume de lila y grosellas que embriagaba cargadamente la habitación para todo aquel que entrase.
- Lucy Fireheart arreglándose:
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Se dirigió a su escritorio, junto a la ventana, abrió las cortinas. Desde lo alto de la torre de la Logia se podía ver toda la ciudad, la ubicación de la estructura, en lo alto de la montaña, era privilegiada. Y las vistas de la ciudad entre la cordillera, con la llanura de fondo, impresionantes.
Pero la encantadora no tenía tiempo para contemplar el paisaje, había quedado a primera hora con Níniel y Vincent y estarían al llegar. Además, aún tenía algo que se había propuesto hacer antes de partir. Se sentó en la mesa y tomó la pluma, desenrolló un papel y comenzó a escribir.
Estimada
Me alegra haber recibido tu carta. Estoy muy feliz de que todo te vaya bien y estés cerca de conseguir tus objetivos. Tu perseverancia siempre fue una de tus mayores virtudes, y tus habilidades el mejor aval.
Yo también tengo buenas noticias. Estamos a un solo paso de conseguir un importante artilugio que será decisivo en el devenir de la Logia. Es una pena que hayas decidido rechazar mi invitación para unirte, pero entiendo que estés ocupada con tus asuntos. Recuerda que aquí siempre serás bienvenida. De todos modos, si algún día mis motivos de trabajo me llevan de nuevo a las islas, no dudes que pasaré a tomar el té.
Te deseo suerte allá donde estés.
Tu amiga.
Lucy Fireheart.
La hechicera enrolló la carta y la cerró con un sello de cera rojo. A continuación la metió en un pequeño tubo y la colgó del cuello del cuervo que estaba a su lado en el escritorio. Sintió alguien picar a la puerta. - ¡Adelante! – indicó. Se giró para comprobar que los invitados eran Níniel y Vincent, y no unos asaltadores de medio pelo como los de hacía una semana.
Cuando se cercioró de esto, le dio una palmada en la colita al cuervo para que se dispusiera a volar a través de la ventana en aquel soleado día invernal. El ave voló lejos, a entregar la carta. Aún le quedaba un largo viaje para ello. La encantadora envió un beso al animal y se levantó de su mesa, para dirigirse hacia ellos.
-¡Qué puntualidad! Casi me pilláis desnuda… – dijo con una sonrisa pícara. La encantadora tenía fama de gustarle lo picante. Caminó hacia ellos. - ¿Habéis preparado el equipaje? No olvidéis nada, recordad que en la llanura hará frío. – dijo entre risas, miró a Vincent. - ¿Eso que llevas te abrigará bastante? Espero que sí. Seguro que a tu pareja no le gustaría que tuviera que encenderte yo. – rió mirando a Níniel. Sólo bromeaba, a la encantadora le bastaba con un abrigo rojo más ornamental que necesario, pues ella, una experta tensái de fuego, podía regular la temperatura corporal a su antojo y evitar así la hipotermia.
Se alisaba el pelo, - ¿Has estudiado el libro que te pasé? ¿Lo llevas contigo, no? – preguntó, mirándola por su reflejo en el espejo en el que se peinaba, enrollando su larga y bella melena rojiza en una coleta menos vistosa, pero más práctica.
- Enciclopedia de ingredientes magicos:
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El ejemplar al que hacía referencia se llamaba: “Enciclopedia de ingredientes mágicos” de Rosean, una obra única y de gran valor de la que sólo existían dos o tres copias en el mundo, pero desaprovechado en las manos de Abbey o Lucy, cuyos conocimientos de alquimia eran nulos. Se lo había entregado a Níniel semanas atrás para que lo leyera, de cara a su nueva misión. Se terminó de pintar los labios y las cejas y lo guardó en un pequeño neceser. – Vamos. A los establos. Os explicaré los detalles de la misión por el camino. – indicó una vez ésta respondió y terminó por guiar apresuradamente a sus compañeros hacia la escalera de caracol.
La superiora le había indicado a la elfa que estudiara dicho libro. Aunque sin darle demasiados detalles. En cualquier caso, su interés en las habilidades de alquimista de la rubia habían quedado patentes desde el momento en que la invitó a la Logia.
* * * * * * * * * * * * * * *
Me habéis pedido una misión y aquí la tenéis. Tendremos que cumplir bastantes cosas, así que intuyo que será una misión bastante larga. Además, por ser una misión de alquimia de nivel alto (aunque veréis que esa no será la única temática) y en la que conseguiréis objetos importantes, también conllevará bastantes peligros. Quizás sea hasta el momento la quest y personajes más "raros" que he diseñado, sabéis que mis misiones siempre hay finales buenos y trágicos, todo dependerá de vuestras acciones y la suerte, como siempre. Eso sí, la epicidad estará presente.
Como la misión me la ha pedido Níniel, aprovechándome que los masters lo sabemos todo, la he hecho inspirándome en algo que sé que le gusta.
A menos que os indique lo contrario y sin tocar temas relativos a la trama, podréis controlar todos los personajes que vayan saliendo, respetando sus personalidades. Todos ellos son mortales, así que cuidadlos. De momento, iréis con Lucy Fireheart, a la que ya conocéis. Dicho esto, comenzamos.
¿A quién irá dirigida esa carta? Bueno, no le deis muchas vueltas, os aseguro que el receptor no aparecerá. De primeras, podéis describir cómo ha comenzado el día, pero fuisteis convocados muy temprano por la gran encantadora para acompañarla a la llanura nevada. Necesita a Níniel y sus habilidades pero... ¿para qué? Deberíais preguntarle vuestras inquietudes.
Como la misión me la ha pedido Níniel, aprovechándome que los masters lo sabemos todo, la he hecho inspirándome en algo que sé que le gusta.
A menos que os indique lo contrario y sin tocar temas relativos a la trama, podréis controlar todos los personajes que vayan saliendo, respetando sus personalidades. Todos ellos son mortales, así que cuidadlos. De momento, iréis con Lucy Fireheart, a la que ya conocéis. Dicho esto, comenzamos.
¿A quién irá dirigida esa carta? Bueno, no le deis muchas vueltas, os aseguro que el receptor no aparecerá. De primeras, podéis describir cómo ha comenzado el día, pero fuisteis convocados muy temprano por la gran encantadora para acompañarla a la llanura nevada. Necesita a Níniel y sus habilidades pero... ¿para qué? Deberíais preguntarle vuestras inquietudes.
Ger
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Habían pasado unos días ya desde que sufrieran aquel ataque coordinado a la torre de manos de Bio y sus secuaces y las aguas habían vuelto a su cauce en la Logia, haciendo que sus miembros, ya fueran estos antiguos o nuevos, retomaran sus quehaceres rutinarios con aparente normalidad. Bueno, al menos una vez que por orden de Abbey la seguridad de la torre y el estado de los objetos mágicos que allí se almacenaban fueron concienzudamente revisados para evitar que tales sucesos no pudieran repetirse y mancillar la impecable reputación del gremio como custodios de objetos de naturaleza mágica.
Sencillamente si llegara a extenderse el rumor de que unos asaltantes se habían colado allí y sustraído algún objeto peligroso se generarían unas dudas que bien podían dar al traste con décadas de buen hacer. Por no hablar del hecho de que hacer tratos con piratas y obtener objetos de manera poco lícita para luego sencillamente dejarlos por ahí a merced del primer pícaro algo avispado que tratara de robarlos no sonaba muy profesional. Como dicen los humanos "no hay mal que por bien no venga". Al final aquel asalto había tenido algo positivo en forma de una notoria mejora en las medidas y protocolos contra intrusos. Una lástima que el precio a pagar por ello hubiese sido la captura del vampiro pelinegro, algo que atenazaba el corazón de la joven sacerdotisa, pues a pesar de su condición de maldito y su don para resultar de lo más molesto, había llegado a apreciarlo en gran medida.
-Bah, seguro que se las apañará para escapar.- Se dijo a sí misma la peliblanca por enésima vez tras la noche del asalto, tratando de pensar positivamente, mirando por la ventana de su pequeña habitación para saber qué hora era y cerrando aquel excepcional volumen titulado "Enciclopedia de ingredientes mágicos", el cual había sido su principal objeto de estudio durante los últimos días.
Bien era cierto que aquella tarea había sido una petición de la gran encantadora Lucy, pero incluso de no haber sido así la elfa lo hubiese estudiado igualmente. No solo era un libro casi único y de valor incalculable si no que además en sus páginas encerraba un conocimiento que seguramente muy pocos maestros habían llegado a tener a lo largo de la historia. Bastaba leer alguna de sus páginas menos crípticas para aprender efectos, aplicaciones y técnicas que ya la hacían mejor alquimista y que no había tardado en poner en práctica en la botica...¿Qué más secretos tenía para ella?. ¿Por qué era tan importante que la elfa estuviera familiarizada con el de cara a aquel viaje a las llanuras nevadas?. Sobre ese punto la tensai de fuego había sido incluso más esquiva que las fórmulas más avanzadas de aquel tomo...Pero finalmente el día de emprender el viaje había llegado y la pelirroja no podría evitar más tiempo el darle respuestas. De hecho por la posición del sol en el cielo no solo era el día, si no también la hora.
Níniel se levantó de la silla, guardó con cuidado aquel libro en su bolsa y echándose su negra capa sobre los hombros y tomando su bastón con motivos dragontinos se dispuso a salir de la habitación con la certeza de que todo cuanto creía que podría necesitar para su periplo se encontraba ya preparado y ordenado en las bolsas de su fiel Trickster, el altivo upelero blanco. Ropa de abrigo de recambio, raciones de comida, medicinas, útiles varios...Nunca se estaba demasiado preparada para un viaje, y menos si era uno por el frío norte.
Echó un último vistazo al lugar, solo para comprobar que no se dejaba ningún objeto, y cerró la puerta al salir acudiendo a continuación a encontrarse con Vincent y desde allí hasta la zona privada de Lucy juntos. Comentaron durante el corto trayecto los últimos preparativos que habían hecho para la ocasión y pusieron en común nuevamente el hecho de que a pesar de estar a punto de partir ninguno de ellos sabía muy bien el propósito de aquella travesía, salvo que era importante y estaba relacionado con la Logia...Osea nada vamos. En cualquier caso no tardaron en llegar a la puerta y en llamar a la misma, recibiendo permiso para pasar.
-Buenos días gran encantadora.- Saludó con cortesía la peliblanca a pesar de que la tensai de fuego era con diferencia una persona con un trato bastante más accesible que su contraparte, Abbey, mucho más orgullosa. -Llevo ya un rato preparada la verdad. Es costumbre entre los míos levantarnos tan pronto como amanece.- Respondió a su comentario sin querer verbalizar que si tan puntuales eran ella ya debería estar preparada y no a medio vestir.- Sí...Todo preparado...- Añadió a continuación a las siguientes palabras de la pelirroja, sonrojándose levemente por su atrevido comentario sobre "encender" a Vincent. Y más aún cuando no pudo evitar pensar que en cualquier caso ya se ocuparía ella de calentarlo.
Finalmente pudo controlar el rubor y mirando al reflejo de Lucy en el espejo respondió afirmativamente a su pregunta. -Así es, prácticamente no he hecho otra cosa desde que me lo confiasteis. Una lectura realmente compleja aunque de lo más interesante. Ya he podido poner a prueba algunas de sus fórmulas y técnicas en la botica con excelentes resultados.- Le explicó mientras su interlocutora terminaba de acicalarse. ¿Realmente iban a viajar a las llanuras nevadas o a una fiesta en Dundarak?. Porque tantos preparativos para acabar cubiertas de nieve en un camino alejado de la mano de los dioses...A Lucy le preocupaba demasiado estár siempre fabulosa y resultar tentadora...Especialmente teniendo en cuenta que era una mujer que al natural ya resultaba ser bastante bonita y que no necesitaba de comentarios picantes para llamar la atención.
Una vez la pelirroja estuvo por fin a punto enseguida les guió hasta las escaleras de caracol, manteniendo en ella muy fija su atención tras prometerles contarles todo lo que les había ocultado sobre aquel viaje los días anteriores, aunque lo cierto es que guardó silencio durante buena parte del trayecto, casi como si deseara que la curiosidad creciera hasta el punto máximo en sus compañeros antes de comenzar a decir nada. Finalmente, y ya cuando estaban bajando el último tramo de escaleras que les llevaba hasta el primer piso de la torre, Níniel no pudo si no preguntar, complaciendo a la encantadora.
-Entonces...¿Cuál es nuestro destino exacto y por qué es tan importante?. Doy por hecho que necesitáis a alguien con amplios conocimientos en alquimia y que no es un viaje exento de peligros. -Dijo como algo obvio al solicitar su participación y la de Vincent, un bielemental más que capaz de lidiar con el peligro. -¿Qué tiene que ver el libro con todo ello?- Añadió entonces. Saberlo podría ser de capital importancia y también resultaba evidente que dicho objeto jugaría un papel central, por lo que saber las intenciones de la encantadora serviría para prepararse de la mejor manera posible.
Sencillamente si llegara a extenderse el rumor de que unos asaltantes se habían colado allí y sustraído algún objeto peligroso se generarían unas dudas que bien podían dar al traste con décadas de buen hacer. Por no hablar del hecho de que hacer tratos con piratas y obtener objetos de manera poco lícita para luego sencillamente dejarlos por ahí a merced del primer pícaro algo avispado que tratara de robarlos no sonaba muy profesional. Como dicen los humanos "no hay mal que por bien no venga". Al final aquel asalto había tenido algo positivo en forma de una notoria mejora en las medidas y protocolos contra intrusos. Una lástima que el precio a pagar por ello hubiese sido la captura del vampiro pelinegro, algo que atenazaba el corazón de la joven sacerdotisa, pues a pesar de su condición de maldito y su don para resultar de lo más molesto, había llegado a apreciarlo en gran medida.
-Bah, seguro que se las apañará para escapar.- Se dijo a sí misma la peliblanca por enésima vez tras la noche del asalto, tratando de pensar positivamente, mirando por la ventana de su pequeña habitación para saber qué hora era y cerrando aquel excepcional volumen titulado "Enciclopedia de ingredientes mágicos", el cual había sido su principal objeto de estudio durante los últimos días.
Bien era cierto que aquella tarea había sido una petición de la gran encantadora Lucy, pero incluso de no haber sido así la elfa lo hubiese estudiado igualmente. No solo era un libro casi único y de valor incalculable si no que además en sus páginas encerraba un conocimiento que seguramente muy pocos maestros habían llegado a tener a lo largo de la historia. Bastaba leer alguna de sus páginas menos crípticas para aprender efectos, aplicaciones y técnicas que ya la hacían mejor alquimista y que no había tardado en poner en práctica en la botica...¿Qué más secretos tenía para ella?. ¿Por qué era tan importante que la elfa estuviera familiarizada con el de cara a aquel viaje a las llanuras nevadas?. Sobre ese punto la tensai de fuego había sido incluso más esquiva que las fórmulas más avanzadas de aquel tomo...Pero finalmente el día de emprender el viaje había llegado y la pelirroja no podría evitar más tiempo el darle respuestas. De hecho por la posición del sol en el cielo no solo era el día, si no también la hora.
Níniel se levantó de la silla, guardó con cuidado aquel libro en su bolsa y echándose su negra capa sobre los hombros y tomando su bastón con motivos dragontinos se dispuso a salir de la habitación con la certeza de que todo cuanto creía que podría necesitar para su periplo se encontraba ya preparado y ordenado en las bolsas de su fiel Trickster, el altivo upelero blanco. Ropa de abrigo de recambio, raciones de comida, medicinas, útiles varios...Nunca se estaba demasiado preparada para un viaje, y menos si era uno por el frío norte.
Echó un último vistazo al lugar, solo para comprobar que no se dejaba ningún objeto, y cerró la puerta al salir acudiendo a continuación a encontrarse con Vincent y desde allí hasta la zona privada de Lucy juntos. Comentaron durante el corto trayecto los últimos preparativos que habían hecho para la ocasión y pusieron en común nuevamente el hecho de que a pesar de estar a punto de partir ninguno de ellos sabía muy bien el propósito de aquella travesía, salvo que era importante y estaba relacionado con la Logia...Osea nada vamos. En cualquier caso no tardaron en llegar a la puerta y en llamar a la misma, recibiendo permiso para pasar.
-Buenos días gran encantadora.- Saludó con cortesía la peliblanca a pesar de que la tensai de fuego era con diferencia una persona con un trato bastante más accesible que su contraparte, Abbey, mucho más orgullosa. -Llevo ya un rato preparada la verdad. Es costumbre entre los míos levantarnos tan pronto como amanece.- Respondió a su comentario sin querer verbalizar que si tan puntuales eran ella ya debería estar preparada y no a medio vestir.- Sí...Todo preparado...- Añadió a continuación a las siguientes palabras de la pelirroja, sonrojándose levemente por su atrevido comentario sobre "encender" a Vincent. Y más aún cuando no pudo evitar pensar que en cualquier caso ya se ocuparía ella de calentarlo.
Finalmente pudo controlar el rubor y mirando al reflejo de Lucy en el espejo respondió afirmativamente a su pregunta. -Así es, prácticamente no he hecho otra cosa desde que me lo confiasteis. Una lectura realmente compleja aunque de lo más interesante. Ya he podido poner a prueba algunas de sus fórmulas y técnicas en la botica con excelentes resultados.- Le explicó mientras su interlocutora terminaba de acicalarse. ¿Realmente iban a viajar a las llanuras nevadas o a una fiesta en Dundarak?. Porque tantos preparativos para acabar cubiertas de nieve en un camino alejado de la mano de los dioses...A Lucy le preocupaba demasiado estár siempre fabulosa y resultar tentadora...Especialmente teniendo en cuenta que era una mujer que al natural ya resultaba ser bastante bonita y que no necesitaba de comentarios picantes para llamar la atención.
Una vez la pelirroja estuvo por fin a punto enseguida les guió hasta las escaleras de caracol, manteniendo en ella muy fija su atención tras prometerles contarles todo lo que les había ocultado sobre aquel viaje los días anteriores, aunque lo cierto es que guardó silencio durante buena parte del trayecto, casi como si deseara que la curiosidad creciera hasta el punto máximo en sus compañeros antes de comenzar a decir nada. Finalmente, y ya cuando estaban bajando el último tramo de escaleras que les llevaba hasta el primer piso de la torre, Níniel no pudo si no preguntar, complaciendo a la encantadora.
-Entonces...¿Cuál es nuestro destino exacto y por qué es tan importante?. Doy por hecho que necesitáis a alguien con amplios conocimientos en alquimia y que no es un viaje exento de peligros. -Dijo como algo obvio al solicitar su participación y la de Vincent, un bielemental más que capaz de lidiar con el peligro. -¿Qué tiene que ver el libro con todo ello?- Añadió entonces. Saberlo podría ser de capital importancia y también resultaba evidente que dicho objeto jugaría un papel central, por lo que saber las intenciones de la encantadora serviría para prepararse de la mejor manera posible.
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Un nuevo amanecer se cernía sobre la capital de los dragones. Caía a plomo sobre los edificios de piedra blanca, como uno de sus alados habitantes haría con un enemigo. Aunque el astro solar consigo no traía consigo muerte y destrucción como ocurriría en tal caso, sino todo lo contrario. El sol iluminaba la ciudad alejando toda oscuridad que acechara Dundarak, y al mismo tiempo todo pesar que albergaran los corazones de las personas que vieran tan bello espectáculo.
Sobre todo con los acontecimientos ocurridos en aquella torre hacía una semana. La situación con los ladrones había sido desagradable, no sólo por el hecho de que alguien asaltara la Logia con él presente, sino porque conocía al chico que había sido apresado por Abbey. No entendía que había movido al moreno a hacer algo así, e imaginaba que podría estar relacionado con los motivos que lo habían unido a su hermana, precisamente en aquella misma ciudad. O más bien con las consecuencias de ello.
En cualquier caso, el golpe que se había llevado de la armadura no había ayudado con esa sensación que sentía. Esa maldita cosa lo había noqueado el tiempo suficiente para no poder hacer nada para ayudar a sus camaradas, así que se había sentido un tanto inútil en todo el desarrollo de los acontecimientos.
Aunque, ¿él se podía considerar un miembro más de la Logia? Así parecía ser. O así lo parecían entender las mujeres que mandaban por allí. Lo cierto es que cuando fue al norte, no tenía más pretensiones que realizar un trabajo, pero las brujas que mandaban en la torre tenían una idea diferente para su persona. Bueno, mandaba el Inquisidor, pero a ese no le había visto el pelo todavía, por lo que de momento, tenía como referencia a las hechiceras como líderes de la organización.
De todos modos, la carta que le habían mandado, tanto a Roilkat como a Lunargenta, presagiaba que en algún momento le darían una misión. Ya fuera como mercenario corriente o como soldado de ellos. Y ese día había llegado al fin.
El rubio no perdió más el tiempo mirando por la ventana del pasillo, y comenzó a bajar las escaleras. Sólo dio algunos pasos antes de sentir unas pisadas venir justo en su dirección, desde abajo.
- Vaya. Señorita. Debería subir, y ver las hermosas vistas que hay desde aquí-, bromeó con una sonrisa. Claramente dando a entender con su mirada que se refería a ella, y no a la ciudad bajo la ventana. - Iba a bajar mi equipaje hasta los establos-, alzó su petate para darle énfasis a sus palabras. - Pero imagino que ya vas a ver a Lucy. Iré contigo, y ya prepararé a Alphonse luego-, comentó finalmente, esperándola allí mismo para ir juntos.
Avanzaron hasta la habitación de la encantadora, hablando un poco de lo que los que tendría preparado la tensai de fuego. Pues lo cierto es que no sabían mucho de la misión que tenían ante sí. Eso no le agradaba mucho, y por un extraño parecer, la situación le recordaba a su madre. Por un extraño parecer no, en realidad. Salvo por la diferencia física entre ambas mujeres, Lucy estaba actuando tan parecido a su madre que cualquiera diría que estaba tratando con una hija desaparecida.
Aunque pensar en una hija de Yenn desconocida, le hacía pensar en su hija si conocida. Y en que Elen no distaba mucho de la morena en cuanto a su persona. Desde hacía tiempo la pregunta que se hacía, no era si la benjamina de los Calhoun le ocultaba cosas, sino cuantas y la relevancia de estas.
Maldita sea. El misticismo debía ser cosa de brujas.
Por suerte, el trayecto hasta la habitación de la tensai era corto, y no dio tiempo para pensar mucho más. El rubio dejó que la elfa entrara delante, y cerró la puerta tras de sí, para finalmente dejar su equipaje a un lado, en el suelo.
- Ehm, no se preocupe Lucy. No creo que sea necesario-, rió, aunque lo cierto es que la insinuación de la pelirroja lo había pillado por sorpresa. - Llevo ropa de abrigo en mis bolsas, y yo también manejo el fuego-, contestó.
En otros tiempos, no tenía que imaginar mucho, hacia donde hubieran llevado el cariz de los acontecimientos que tomaban forma en la habitación de la encantadora. Pero esos tiempos habían pasado a mejor vida. Ahora amaba exclusivamente a una mujer, ya no era el chico que viajaba por el mundo de manera solitaria. Sin ataduras sentimentales.
Aún así no dijo nada más. Níniel lo conocía perfectamente, e incluso creía que la pelirroja ya se había hecho una idea del carácter del brujo ante sus ojos. Además, igual que la encantadora se habría hecho una idea de su persona, él había hecho lo propio de ella. Es más, a nadie se le pasaba por alto la forma desenfadada y bromista que solía tener la mujer de pelo rojizo.
- ¿A dónde iremos? - preguntó, mirando las piernas de la bruja, concretamente sus zapatos. - Pensaba que viajaríamos muy lejos, por las instrucciones que nos diste. La de prepararnos para pasar un impresionante frío en las Llanuras nevadas.
Había dicho eso, porque la tensai parecía que llevaba una indumentaria no muy apropiada para cabalgar. Aunque bueno, quizás le gustara montar con estilo.
- Ya tengo todo listo. Solo me queda bajar a los establos para atarlo todo bien sobre mi Alphonse. Por cierto, no sé si alguna de las dos ha viajado alguna vez por esa llanura, pero en serio, cualquier referencia al frío o la hostilidad de esa tierra son ciertas por exageradas que parezcan. No será un viaje sencillo-, comentó, recordando la primera vez que había viajado al Norte, y casi había muerto en aquel paraje helado. - Conozco un poco esas llanuras y hay algunas aldeas en la zona. He de reconocer que esa gente es realmente dura. No creo que existan personas más fuertes de las que viven ahí, la verdad, aunque lo importante es que serán lugares indispensables para sobrevivir.
Habiendo dos brujos que manejaran el fuego, e imaginando que la encantadora sabría perfectamente la dirección que iban a tomar, realmente tampoco eran indispensables esas aldeas para su supervivencia en el páramo. Ni tampoco sus conocimientos en la zona. Pero ya que había viajado por allí, no le parecía mala idea mencionarlo.
Sobre todo con los acontecimientos ocurridos en aquella torre hacía una semana. La situación con los ladrones había sido desagradable, no sólo por el hecho de que alguien asaltara la Logia con él presente, sino porque conocía al chico que había sido apresado por Abbey. No entendía que había movido al moreno a hacer algo así, e imaginaba que podría estar relacionado con los motivos que lo habían unido a su hermana, precisamente en aquella misma ciudad. O más bien con las consecuencias de ello.
En cualquier caso, el golpe que se había llevado de la armadura no había ayudado con esa sensación que sentía. Esa maldita cosa lo había noqueado el tiempo suficiente para no poder hacer nada para ayudar a sus camaradas, así que se había sentido un tanto inútil en todo el desarrollo de los acontecimientos.
Aunque, ¿él se podía considerar un miembro más de la Logia? Así parecía ser. O así lo parecían entender las mujeres que mandaban por allí. Lo cierto es que cuando fue al norte, no tenía más pretensiones que realizar un trabajo, pero las brujas que mandaban en la torre tenían una idea diferente para su persona. Bueno, mandaba el Inquisidor, pero a ese no le había visto el pelo todavía, por lo que de momento, tenía como referencia a las hechiceras como líderes de la organización.
De todos modos, la carta que le habían mandado, tanto a Roilkat como a Lunargenta, presagiaba que en algún momento le darían una misión. Ya fuera como mercenario corriente o como soldado de ellos. Y ese día había llegado al fin.
El rubio no perdió más el tiempo mirando por la ventana del pasillo, y comenzó a bajar las escaleras. Sólo dio algunos pasos antes de sentir unas pisadas venir justo en su dirección, desde abajo.
- Vaya. Señorita. Debería subir, y ver las hermosas vistas que hay desde aquí-, bromeó con una sonrisa. Claramente dando a entender con su mirada que se refería a ella, y no a la ciudad bajo la ventana. - Iba a bajar mi equipaje hasta los establos-, alzó su petate para darle énfasis a sus palabras. - Pero imagino que ya vas a ver a Lucy. Iré contigo, y ya prepararé a Alphonse luego-, comentó finalmente, esperándola allí mismo para ir juntos.
Avanzaron hasta la habitación de la encantadora, hablando un poco de lo que los que tendría preparado la tensai de fuego. Pues lo cierto es que no sabían mucho de la misión que tenían ante sí. Eso no le agradaba mucho, y por un extraño parecer, la situación le recordaba a su madre. Por un extraño parecer no, en realidad. Salvo por la diferencia física entre ambas mujeres, Lucy estaba actuando tan parecido a su madre que cualquiera diría que estaba tratando con una hija desaparecida.
Aunque pensar en una hija de Yenn desconocida, le hacía pensar en su hija si conocida. Y en que Elen no distaba mucho de la morena en cuanto a su persona. Desde hacía tiempo la pregunta que se hacía, no era si la benjamina de los Calhoun le ocultaba cosas, sino cuantas y la relevancia de estas.
Maldita sea. El misticismo debía ser cosa de brujas.
Por suerte, el trayecto hasta la habitación de la tensai era corto, y no dio tiempo para pensar mucho más. El rubio dejó que la elfa entrara delante, y cerró la puerta tras de sí, para finalmente dejar su equipaje a un lado, en el suelo.
- Ehm, no se preocupe Lucy. No creo que sea necesario-, rió, aunque lo cierto es que la insinuación de la pelirroja lo había pillado por sorpresa. - Llevo ropa de abrigo en mis bolsas, y yo también manejo el fuego-, contestó.
En otros tiempos, no tenía que imaginar mucho, hacia donde hubieran llevado el cariz de los acontecimientos que tomaban forma en la habitación de la encantadora. Pero esos tiempos habían pasado a mejor vida. Ahora amaba exclusivamente a una mujer, ya no era el chico que viajaba por el mundo de manera solitaria. Sin ataduras sentimentales.
Aún así no dijo nada más. Níniel lo conocía perfectamente, e incluso creía que la pelirroja ya se había hecho una idea del carácter del brujo ante sus ojos. Además, igual que la encantadora se habría hecho una idea de su persona, él había hecho lo propio de ella. Es más, a nadie se le pasaba por alto la forma desenfadada y bromista que solía tener la mujer de pelo rojizo.
- ¿A dónde iremos? - preguntó, mirando las piernas de la bruja, concretamente sus zapatos. - Pensaba que viajaríamos muy lejos, por las instrucciones que nos diste. La de prepararnos para pasar un impresionante frío en las Llanuras nevadas.
Había dicho eso, porque la tensai parecía que llevaba una indumentaria no muy apropiada para cabalgar. Aunque bueno, quizás le gustara montar con estilo.
- Ya tengo todo listo. Solo me queda bajar a los establos para atarlo todo bien sobre mi Alphonse. Por cierto, no sé si alguna de las dos ha viajado alguna vez por esa llanura, pero en serio, cualquier referencia al frío o la hostilidad de esa tierra son ciertas por exageradas que parezcan. No será un viaje sencillo-, comentó, recordando la primera vez que había viajado al Norte, y casi había muerto en aquel paraje helado. - Conozco un poco esas llanuras y hay algunas aldeas en la zona. He de reconocer que esa gente es realmente dura. No creo que existan personas más fuertes de las que viven ahí, la verdad, aunque lo importante es que serán lugares indispensables para sobrevivir.
Habiendo dos brujos que manejaran el fuego, e imaginando que la encantadora sabría perfectamente la dirección que iban a tomar, realmente tampoco eran indispensables esas aldeas para su supervivencia en el páramo. Ni tampoco sus conocimientos en la zona. Pero ya que había viajado por allí, no le parecía mala idea mencionarlo.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Sus dos acompañantes tenían la misma duda: El destino y el por qué de su misión. Lucy esperaba esas preguntas, por eso rió mientras abría la puerta que daba al exterior. Cuando abandonaron la torre hacía bastante frío, una brisa heladora congelaba el paisaje, la gran encantadora se tapó la cabeza con la capucha y notó como la pintura de sus labios rojos se comenzaba a helar, pero la joven no tenía inconveniente en volver a calentarlos por su naturaleza.
-Lleváis unas semanas aquí, pero básicamente os habréis dado cuenta de que la Logia es una institución oficial que cuenta, básicamente, con dos tareas: Por un lado, la captura de objetos mágicos, su estudio y protección, y por el otro, la persecución de apóstatas. – comenzó explicando la joven. Una explicación relevante para entender el objetivo de su misión. – De la primera tarea nos encargamos los encantadores, y de la segunda… - hizo una pausa prolongada - Seguramente habréis oído hablar de “el Inquisidor”. Él es el verdadero líder de la Logia. Uno de los dragones elementales ancianos más poderosos del mundo. – les explicó de camino al establo, pero era consciente de que ésta información no era nueva. – Durante casi dos centurias, persiguió por todo Aerandir a aquellos que utilizaban la magia para fines ilícitos o intereses particulares o dañinos para la sociedad, los apóstatas. Desde meros bandidos, a grandes sectas, o nigromantes. – declaró – Con la ayuda de los antimagos, guerreros entrenados para combatir la magia, el Inquisidor se enfrentó a ellos y condenó a muerte a la mayoría.
Llegaron a la puerta del establo, que Lucy abrió y accedió a dentro, había una docena de animales, entre los que se encontraba el upelero de Níniel y Alphonse, el rocín de Vincent y, por supuesto, Babieca, el bello y esbelto corcel, blanco como la nieve, de Lucy Fireheart, que se alegró en cuanto vio entrar a su ama.
-Sin embargo, hace unos meses, una magia oscura que aún no identificamos, consumió la energía del Inquisidor – su gesto se tornó en preocupación. – Es como si… un dragón más poderoso que él… le arrebatara su vitalidad para preparar algún fin… ¿maligno? Es algo muy típico de los dragones, aunque poco común – apuntó con su melodiosa voz, pero un evidente gesto de preocupación. Este dato aparentemente intrascendente, resultaría clave en un no muy alejado futuro. - Desde entonces, el Inquisidor reposa en el Pico Más Alto. – luego tornó su mirada hacia los ojos de la elfa. – Tú eres una de las mejores alquimistas de Aerandir, Níniel. Por eso te convocamos. Tiene que haber alguna pócima que le permita recobrar esa energía vital. ¿Has encontrado algo similar en el libro? – le preguntó. -¿Nuestro destino exacto? – preguntó con retórica, mientras amarraba con fuerza el sillín al caballo blanco – Tendrás que decírnoslo tú, Níniel. Lo único que sé es que existen leyendas ambientadas en la Llanura Nevada que relatan la existencia de plantas y criaturas cuyas esencias son capaces de revitalizar dragones, pero nunca nadie las ha encontrado o identificado, y temo que no sea más que eso, una leyenda. – torció su rostro, esperando que la elfa le transmitiera esperanzas.
La gran encantadora esperó la respuesta de la elfa, con atención y un rostro serio, fijando sus pupilas carmesís en cada palabra que salía de la boca de Níniel. Los conocimientos de la elfa eran la última esperanza de la Logia para recuperar al Inquisidor y que éste, entonces, pudiera informarles del terrible mal que se avecinaba sobre Aerandir.
Una vez terminaran de conversar y decidir el destino, la gran encantadora los guiaría hacia el lugar designado por la elfa. Lucy conocía bien cada rincón de la llanura.
* * * * * * * * * * * * * *
La diferencia entre un rol libre y una quest, es que aquí podéis hacer cosas épicas y trascendentes para el universo, y vuestra tarea está a la altura de serlo: Salvar al Inquisidor, pero ya os adelanto que no será sencillo. La explicación de Lucy, además, os permitirá entender algo más el lore de la logia y del por qué de la existencia de las sendas, cuando alcancéis la influencia, tendréis que decidir qué actividad os motiva más.
Níniel: Tú eres la experta en alquimia, no en vano has subido a nivel 99 por algo. Deberás indicar y describir una poción capaz de revitalizar la energía de un dragón anciano, pócima que habrás encontrado en el libro. Para ello necesitarás, además de elementos comunes de alquimia, dos ingredientes que sólo encontraréis en la llanura: Una planta y la grasa de un animal. Ambos serán extremadamente raros. Tienes libertad a la hora de describirlos. Podrás tomarlos del bestiario/herbolario o inventártelos poniendo imágenes de referencia (respetando la ambientación de la llanura). Esos serán vuestros objetivos en la misión. Subraya todo lo relacionado con tu pasiva.
Vincent: Tú describirás la travesía por la llanura, seréis guiados por la encantadora. Cabalgaréis varias horas y dejaréis atrás Dundarak, pero no habrá rastro ni del animal ni de la planta. Los días son cortos en invierno y ante la llegada de la noche tendréis que resguardaros en un pueblo de los que has indicado conocer. Terminarás el turno entrando a una taberna. Puedes poner imágenes de referencia si lo consideras.
Ambos podéis utilizar a Lucy Fireheart para desarrollar la historia como consideréis.
-Lleváis unas semanas aquí, pero básicamente os habréis dado cuenta de que la Logia es una institución oficial que cuenta, básicamente, con dos tareas: Por un lado, la captura de objetos mágicos, su estudio y protección, y por el otro, la persecución de apóstatas. – comenzó explicando la joven. Una explicación relevante para entender el objetivo de su misión. – De la primera tarea nos encargamos los encantadores, y de la segunda… - hizo una pausa prolongada - Seguramente habréis oído hablar de “el Inquisidor”. Él es el verdadero líder de la Logia. Uno de los dragones elementales ancianos más poderosos del mundo. – les explicó de camino al establo, pero era consciente de que ésta información no era nueva. – Durante casi dos centurias, persiguió por todo Aerandir a aquellos que utilizaban la magia para fines ilícitos o intereses particulares o dañinos para la sociedad, los apóstatas. Desde meros bandidos, a grandes sectas, o nigromantes. – declaró – Con la ayuda de los antimagos, guerreros entrenados para combatir la magia, el Inquisidor se enfrentó a ellos y condenó a muerte a la mayoría.
Llegaron a la puerta del establo, que Lucy abrió y accedió a dentro, había una docena de animales, entre los que se encontraba el upelero de Níniel y Alphonse, el rocín de Vincent y, por supuesto, Babieca, el bello y esbelto corcel, blanco como la nieve, de Lucy Fireheart, que se alegró en cuanto vio entrar a su ama.
-Sin embargo, hace unos meses, una magia oscura que aún no identificamos, consumió la energía del Inquisidor – su gesto se tornó en preocupación. – Es como si… un dragón más poderoso que él… le arrebatara su vitalidad para preparar algún fin… ¿maligno? Es algo muy típico de los dragones, aunque poco común – apuntó con su melodiosa voz, pero un evidente gesto de preocupación. Este dato aparentemente intrascendente, resultaría clave en un no muy alejado futuro. - Desde entonces, el Inquisidor reposa en el Pico Más Alto. – luego tornó su mirada hacia los ojos de la elfa. – Tú eres una de las mejores alquimistas de Aerandir, Níniel. Por eso te convocamos. Tiene que haber alguna pócima que le permita recobrar esa energía vital. ¿Has encontrado algo similar en el libro? – le preguntó. -¿Nuestro destino exacto? – preguntó con retórica, mientras amarraba con fuerza el sillín al caballo blanco – Tendrás que decírnoslo tú, Níniel. Lo único que sé es que existen leyendas ambientadas en la Llanura Nevada que relatan la existencia de plantas y criaturas cuyas esencias son capaces de revitalizar dragones, pero nunca nadie las ha encontrado o identificado, y temo que no sea más que eso, una leyenda. – torció su rostro, esperando que la elfa le transmitiera esperanzas.
La gran encantadora esperó la respuesta de la elfa, con atención y un rostro serio, fijando sus pupilas carmesís en cada palabra que salía de la boca de Níniel. Los conocimientos de la elfa eran la última esperanza de la Logia para recuperar al Inquisidor y que éste, entonces, pudiera informarles del terrible mal que se avecinaba sobre Aerandir.
Una vez terminaran de conversar y decidir el destino, la gran encantadora los guiaría hacia el lugar designado por la elfa. Lucy conocía bien cada rincón de la llanura.
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La diferencia entre un rol libre y una quest, es que aquí podéis hacer cosas épicas y trascendentes para el universo, y vuestra tarea está a la altura de serlo: Salvar al Inquisidor, pero ya os adelanto que no será sencillo. La explicación de Lucy, además, os permitirá entender algo más el lore de la logia y del por qué de la existencia de las sendas, cuando alcancéis la influencia, tendréis que decidir qué actividad os motiva más.
Níniel: Tú eres la experta en alquimia, no en vano has subido a nivel 99 por algo. Deberás indicar y describir una poción capaz de revitalizar la energía de un dragón anciano, pócima que habrás encontrado en el libro. Para ello necesitarás, además de elementos comunes de alquimia, dos ingredientes que sólo encontraréis en la llanura: Una planta y la grasa de un animal. Ambos serán extremadamente raros. Tienes libertad a la hora de describirlos. Podrás tomarlos del bestiario/herbolario o inventártelos poniendo imágenes de referencia (respetando la ambientación de la llanura). Esos serán vuestros objetivos en la misión. Subraya todo lo relacionado con tu pasiva.
Vincent: Tú describirás la travesía por la llanura, seréis guiados por la encantadora. Cabalgaréis varias horas y dejaréis atrás Dundarak, pero no habrá rastro ni del animal ni de la planta. Los días son cortos en invierno y ante la llegada de la noche tendréis que resguardaros en un pueblo de los que has indicado conocer. Terminarás el turno entrando a una taberna. Puedes poner imágenes de referencia si lo consideras.
Ambos podéis utilizar a Lucy Fireheart para desarrollar la historia como consideréis.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Tal y como la peliblanca sospechaba que pasaría, tan pronto como las preguntas de sus dos subalternos de la logia llegaron a los oídos de la alta encantadora ésta esbozó una leve sonrisa de complacencia. Pequeña para no resultar pedante pero lo bastante visible como para permitirle reafirmar su posición elevada con respecto a los nuevos miembros que la seguían expectantes, ávidos por escuchar de esos labios rojos las respuestas a una información que desconocían pero que para ella era algo totalmente normal el saber.
La pelirroja se permitió unos instantes más de silencio, en los cuales continuó avanzando hasta el exterior de la torre, y finalmente comenzó a hablar una vez el pequeño grupo estuvo fuera, tras recibir los heladores buenos días por cortesía del frío clima de Dundarak que obligaron a la peliblanca a colocarse su gruesa capa de un mejor modo que le permitiera conservar el calor corporal, prestando especial atención a su capucha pues sus largas orejas eran especialmente sensibles y susceptibles de helarse. Tanto o más que los dedos que tantos viajeros habían perdido tratando de hacer cima en algunas de aquellas montañas que desde la posición privilegiada de la torre de la la logia podían contemplarse en todo su esplendor, ya fuera buscando los codiciados tesoros de los dragones o por alguna especie de prueba a su resistencia física y mental que personalmente Níniel no lograba entender del todo.
En cualquier caso, las palabras de la alta encantadora comenzaron con una amplia recapitulación sobre el funcionamiento de aquel gremio en sí y la existencia de dos modos diferentes y complementarios de realizar la difícil tarea que el grupo se había autoimpuesto desde su fundación. Por un lado la búsqueda y estudio de reliquias llevada a cabo por aquellos que dentro de la logia recibían el título de encantadores...Y por el otro la búsqueda y captura de aquellos sensibles al éter y que hacían un mal uso de aquel regalo de los dioses, de lo que se ocupaban los antimagos.
Aquello no era nada nuevo para Níniel, de hecho la joven elfa llevaba ya unos días tratando de dilucidar cuál de aquellos modos de ayudar al gremio sería el mejor para ella, pero pronto, ya llegados al establo, quedó claro que contarles aquello de nuevo no era más que un modo de Lucy para asegurarse de que sus compañeros la seguían de cara a contarles lo que realmente importaba en aquella situación. Y desde luego que fue una información que con razón había tenido el cuidado de reservar.
Un dragón capaz de drenar la energía del inquisidor, más poderoso que un elemental de fuego bicentenario capaz de dirigir con éxito a un variopinto grupo de miembros que había contado y de hecho contaba con miembros de razas históricamente enfrentadas. Uno capaz de usar magia oscura más allá del conocimiento de las hechiceras que sin duda más experiencia con tales artes tenían...A Níniel solo le venía un nombre a la cabeza capaz de algo así, uno que no pronunciaría allí, no tan a la ligera, pero cuyo mero pensamiento la helaba más que todo el frío de aquel lugar. Cuando Lucy la miró a los ojos tuvo que saber en quién estaba pensando, sin duda vió el temor de la elfa....E hizo bien en sacarla de tales oscuros pensamientos que la habían dejado inmóvil a las puertas de los establos.
-Algo capaz de restablecer las energías perdidas del inquisidor...-Repitió aún algo ausente la peliblanca, esforzándose por abandonar definitivamente aquel mundo de tenebrosas posibilidades para centrarse en algo más útil que un mar embravecido de teorías. -Podría valer con un suministro constante de pociones revitalizantes de gran magnitud, pero eso solo alargaría su tormento y lo convertiría en una fuente de poder inagotable para...Quién esté detrás. Haría falta algo que no solo le ayudara a recuperar sus fuerzas, también a evitar que siga perdiéndolas... Sí, según el libro hay algo así y no creo que sean leyendas. He estudiado el libro y puesto en práctica ya algunas de sus fórmulas...Los resultados son sorprendentes y evidentemente no son ficción o los desvaríos de un loco. El autor era sencillamente un genio, o quizá un escogido por los mismos dioses.-
Respondió la peliblanca adentrándose en la estructura para protegerse del frío y una vez allí sacar el libro que con tanto celo mantenía a buen recaudo en su bolsa. Lo abrió con cuidado y comenzó a pasar las páginas hasta llegar a una de las finales, una cuyos textos y grabados eran tan complejos que casi lo hacían parecer un intrincado glifo arcano más que las notas y apuntes de un alquimista. Incluso las propias letras parecían formar parte de un idioma diferente a cualquier otro conocido por los allí presentes, y con razón, pues como casi todos los alquimistas, el autor había cifrado sus fórmulas más poderosas para que solo pudieran ser entendidas por otro alquimista capaz, poniéndolas así a salvo al dejarlas solo en manos de otro u otra que hubiese seguido su mismo camino.
-Aquí está.- Señaló con el dedo, deslizándolo por aquel extraño galimatías de letras y números como si ella fuese capaz de entender algo. -Requiere un gran número de ingredientes raros y bastante caros. Esta cantidad de extracto concentrado de flor de la felicidad cuesta una pequeña fortuna en oro..Harán falta todas las existencias de la torre. Nirn carmesí, muy difícil de tratar, el más leve error puede convertir una poción de ayuda en un potente veneno...Pero el mayor problema son estos dos; Esencia de vermis de escarcha y flor de arraken. Ambos solo crecen en el norte, y deben de ser el origen de esa leyenda que mencionáis alta encantadora.- Dijo señalando a otro lado de aquellas páginas, mostrándoles sendos hermosos grabados que representaban a la criatura y a la flor mencionada junto a lo que parecía un leve esbozo de un mapa, o al menos parte de uno. -Menciona algo llamado "colmillos hendidos" y "Descanso del errante...o del errado". -Terminó de decir mirando a Lucy y luego a Vincent. Él ya había estado en el norte antes, quizás reconociera aquellos nombres o alguna otra marca o forma en aquel esbozo.
La pelirroja se permitió unos instantes más de silencio, en los cuales continuó avanzando hasta el exterior de la torre, y finalmente comenzó a hablar una vez el pequeño grupo estuvo fuera, tras recibir los heladores buenos días por cortesía del frío clima de Dundarak que obligaron a la peliblanca a colocarse su gruesa capa de un mejor modo que le permitiera conservar el calor corporal, prestando especial atención a su capucha pues sus largas orejas eran especialmente sensibles y susceptibles de helarse. Tanto o más que los dedos que tantos viajeros habían perdido tratando de hacer cima en algunas de aquellas montañas que desde la posición privilegiada de la torre de la la logia podían contemplarse en todo su esplendor, ya fuera buscando los codiciados tesoros de los dragones o por alguna especie de prueba a su resistencia física y mental que personalmente Níniel no lograba entender del todo.
En cualquier caso, las palabras de la alta encantadora comenzaron con una amplia recapitulación sobre el funcionamiento de aquel gremio en sí y la existencia de dos modos diferentes y complementarios de realizar la difícil tarea que el grupo se había autoimpuesto desde su fundación. Por un lado la búsqueda y estudio de reliquias llevada a cabo por aquellos que dentro de la logia recibían el título de encantadores...Y por el otro la búsqueda y captura de aquellos sensibles al éter y que hacían un mal uso de aquel regalo de los dioses, de lo que se ocupaban los antimagos.
Aquello no era nada nuevo para Níniel, de hecho la joven elfa llevaba ya unos días tratando de dilucidar cuál de aquellos modos de ayudar al gremio sería el mejor para ella, pero pronto, ya llegados al establo, quedó claro que contarles aquello de nuevo no era más que un modo de Lucy para asegurarse de que sus compañeros la seguían de cara a contarles lo que realmente importaba en aquella situación. Y desde luego que fue una información que con razón había tenido el cuidado de reservar.
Un dragón capaz de drenar la energía del inquisidor, más poderoso que un elemental de fuego bicentenario capaz de dirigir con éxito a un variopinto grupo de miembros que había contado y de hecho contaba con miembros de razas históricamente enfrentadas. Uno capaz de usar magia oscura más allá del conocimiento de las hechiceras que sin duda más experiencia con tales artes tenían...A Níniel solo le venía un nombre a la cabeza capaz de algo así, uno que no pronunciaría allí, no tan a la ligera, pero cuyo mero pensamiento la helaba más que todo el frío de aquel lugar. Cuando Lucy la miró a los ojos tuvo que saber en quién estaba pensando, sin duda vió el temor de la elfa....E hizo bien en sacarla de tales oscuros pensamientos que la habían dejado inmóvil a las puertas de los establos.
-Algo capaz de restablecer las energías perdidas del inquisidor...-Repitió aún algo ausente la peliblanca, esforzándose por abandonar definitivamente aquel mundo de tenebrosas posibilidades para centrarse en algo más útil que un mar embravecido de teorías. -Podría valer con un suministro constante de pociones revitalizantes de gran magnitud, pero eso solo alargaría su tormento y lo convertiría en una fuente de poder inagotable para...Quién esté detrás. Haría falta algo que no solo le ayudara a recuperar sus fuerzas, también a evitar que siga perdiéndolas... Sí, según el libro hay algo así y no creo que sean leyendas. He estudiado el libro y puesto en práctica ya algunas de sus fórmulas...Los resultados son sorprendentes y evidentemente no son ficción o los desvaríos de un loco. El autor era sencillamente un genio, o quizá un escogido por los mismos dioses.-
Respondió la peliblanca adentrándose en la estructura para protegerse del frío y una vez allí sacar el libro que con tanto celo mantenía a buen recaudo en su bolsa. Lo abrió con cuidado y comenzó a pasar las páginas hasta llegar a una de las finales, una cuyos textos y grabados eran tan complejos que casi lo hacían parecer un intrincado glifo arcano más que las notas y apuntes de un alquimista. Incluso las propias letras parecían formar parte de un idioma diferente a cualquier otro conocido por los allí presentes, y con razón, pues como casi todos los alquimistas, el autor había cifrado sus fórmulas más poderosas para que solo pudieran ser entendidas por otro alquimista capaz, poniéndolas así a salvo al dejarlas solo en manos de otro u otra que hubiese seguido su mismo camino.
-Aquí está.- Señaló con el dedo, deslizándolo por aquel extraño galimatías de letras y números como si ella fuese capaz de entender algo. -Requiere un gran número de ingredientes raros y bastante caros. Esta cantidad de extracto concentrado de flor de la felicidad cuesta una pequeña fortuna en oro..Harán falta todas las existencias de la torre. Nirn carmesí, muy difícil de tratar, el más leve error puede convertir una poción de ayuda en un potente veneno...Pero el mayor problema son estos dos; Esencia de vermis de escarcha y flor de arraken. Ambos solo crecen en el norte, y deben de ser el origen de esa leyenda que mencionáis alta encantadora.- Dijo señalando a otro lado de aquellas páginas, mostrándoles sendos hermosos grabados que representaban a la criatura y a la flor mencionada junto a lo que parecía un leve esbozo de un mapa, o al menos parte de uno. -Menciona algo llamado "colmillos hendidos" y "Descanso del errante...o del errado". -Terminó de decir mirando a Lucy y luego a Vincent. Él ya había estado en el norte antes, quizás reconociera aquellos nombres o alguna otra marca o forma en aquel esbozo.
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Subrayado conocimientos de alquimia avanzados.
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El rubio recogió su equipaje del suelo, y siguió a la dama pelirroja en cuanto se encaminó al exterior de su habitación. La encantadora se encaminó en dirección a los establos mientras los ponía al día con los asuntos de la Logia.
La primera parte ya la había escuchado antes, pero tenía ciertas dudas con respecto a ellas.
- ¿Qué se puede considerar un apóstata? ¿Un brujo con síntomas de locura? - preguntó en serio.
Era difícil clasificar a un brujo como un apóstata, cuando todo nacido en las islas lo era. Cómo harían en la logia para distinguir a uno, de un simple ciudadano de las Illidenses. ¿Cuáles serían sus criterios? Era algo que había estado pensando desde la primera vez que había escuchado a una de las encantadoras mencionarlo. Pero algo que de momento no se había decidido por preguntar.
Y con la cantidad de locos que habían sueltos en ese mundo, seguramente habrían más apóstatas que gente corriente sobre la faz de Aerandir. Sin duda en Beltrexus no faltaban los pirados ambiciosos, con hambre de poder.
No tardó en llegar la explicación de quienes eran esos sujetos llamados apóstatas. Así que su pregunta fue respondida casi en el acto. Quizás se había precipitado, preguntando tan pronto, sin dejar que terminara todo lo que tenía que decir la mujer de rojos cabellos. No obstante era algo que estaba deseoso por conocer, pues lo ayudaría a entender mejor a la Logia, y sus fundamentos.
No le gustaban algunas de sus actitudes, como el robo de objetos mágicos. Pero entendía sus motivos, y de momento se habían mostrado con un interés por ayudar al conjunto de la sociedad. Y no por un interés propio, que sería lo verdaderamente preocupante para él. No podría tolerar algo así, pero si era por un bien mayor… podría adaptarse.
El trayecto tras la pelirroja, los llevó hasta la puerta de los establos, y el rubio se dirigió inmediatamente hacia Alphonse para colocarle todos los pertrechos para el viaje.
- Los antimagos-, comentó, asegurándose de atar bien las correas de su equipaje. - Suenan peligrosos. Sobre todo para alguien como yo-, se permitió bromear.
Aunque solo un instante, pues pronto la conversación giró hacia algo más preocupante
- ¿Has dicho que lo están atacando con magia oscura? Eso es muy preocupante-, comentó en un tono que no albergaba dudas de su propia inquietud por ese hecho. De todos modos, fueron las siguientes palabras de la encantadora las que causaron ese efecto en él. - Cuando dices un dragón, te refieres a un hombre dragón ¿no? No a un dragón, dragón. Porque si es uno de estos últimos, creo que nosotros solos no somos suficientes. Mucho me temo que nos falta un ejército para acabar con él. No es que se pueda matar a un dios con una espada de acero-, sonrió y guió su montura hacia la puerta de salida, agarrada por las riendas.
Confiaba en tener que enfrentarse solo a un hombre, y no a algo tan peligroso como un verdadero dragón. Pero suponía que la encantadora ya habría tenido en cuenta que solo siendo tres era complicado tener éxito contra uno de esas enormes bestias.
El rubio abrió el portón para poder dejar salir los animales, sin dejar de escuchar las palabras de la elfa. Ahora era el turno de que su querida sacerdotisa les diera una pista que pudieran guiarlos hacia su destino. Luego sacó su caballo, y cerró la puerta una vez hubieran salido todos con sus respectivas monturas. Todo estaba preparado para el viaje, pero los nombres que habían mencionado la peliblanca atrajeron su atención, así que dio unos pasos hacia ella para mirar los esbozos en el libro.
- No los conozco. No personalmente. Pero sé que son parte de las leyendas autóctonas. La flor de arraken sólo crece en un lugar concreto del Norte. No sé donde, he escuchado alguna historia de vermis. Creo que con más razón que nunca, tendremos que ir a un pueblo a preguntar. Solo los nativos nos podrán ayudar-, comentó, apoyando su pie sobre el estribo y aupándose sobre Alphonse.
El trío salió de Dundarak con dirección este. La encantadora iba delante, y él por su parte cerraba la marcha. Y el trayecto era fácil y llevadero pese a la altitud, pues simplemente tenían que seguir el camino mientras descendían. Sobre todo al principio, cuando aún estaban relativamente cerca de la ciudad de los dragones.
Con el pasar de las horas, el camino se volvió más difuso, llegando un punto en el que ya no se apreciaba dicho camino con el resto de la nieve acumulada sobre el lugar. Era el inicio de la llanura, y en esa época del año era mejor que buscaran refugio lo antes posible.
Los días eran muy cortos en invierno, y no era una buena idea quedarse a merced de los elementos en ese lugar. Si podían evitarlo.
- Hay un pueblo por aquí cerca-, comentó poniendo su montura al lado del caballo de la encantadora. - Pronto anochecerá, y será mejor que descansemos en un sitio caliente. Ya habrá tiempo de probar nuestra resistencia al frío-, puntualizó.
Por respuesta solo obtuvo un movimiento de cabeza de la pelirroja. Era suficiente, y a partir de entonces fue él quien abrió la marcha.
El pueblo no estaba muy lejos, por ello no tardaron en ver las luces titilantes de las velas de las casas en el horizonte. Era lo bueno de la llanura, un lugar donde se podía ver cualquier cosa en kilómetros a la redonda. Si no había una ventisca, eso sí. Esas malditas tormentas de nieve, hacían que un hombre no pudiera verse ni la longitud de sus brazos si golpeaban con toda su furia. Por ello, era muy importante conocer la zona, si uno no quería perderse y morir helado. Como le pasó la primera vez que estuvo en la llanura. En aquella ocasión lo salvó un caballero dragón. A él y a su hermana. Pero no siempre tendría esa suerte.
Ahora, en cambio, contaba con la experiencia y sus conocimientos para salvar el pellejo en tan inhóspita estepa.
Descabalgó de Alphonse justo delante de la que parecía la posada del pueblo. Muy humilde, pero no importaba. Lo único que interesaba de ella era una cama caliente, y una cena igualmente cálida.
- Iré a llevar los animales a las cuadras. Podéis ir entrando para calentaros-, contestó a las chicas.
El rubio agarró todos los animales por sus riendas, el upelero de Níniel en una mano y las de los caballos en la otra. Los llevó hacia el pequeño establo de la taberna, donde los metió y los distribuyó por el lugar. Aunque antes de que pudiera salir y cerrar el portón, un chico apareció. Era el mozo de cuadras. Seguramente el hijo o sobrino del dueño, o quizás solo uno de los chicos del pueblo. En cualquier caso, dejó al joven a cargo de darles de comer a los animales, ya cambio le dio una moneda como recompensa.
Vincent aún sonreía ante la cara que había puesto el crío al ver a Trickster cuando se adentró al interior de la posada. Seguramente era la primera vez que el chico veía un upelero. Pero dejó esos pensamientos atrás al entrar. Un salón típico que hacía de comedor lo recibió, así como una ola de calor agradable proveniente de su chimenea. Una escalera bajaba a los dormitorios de alquiler, pues en la llanura era mejor dormir bajo el suelo que en un segundo piso. Era más fácil mantener el calor así.
El brujo asintió a las mujeres en cuanto las vio, y les señaló que se acercaría hasta la barra.
- Que tal amigo. ¿Las cosas tranquilas por aquí? - dijo acercándose hacia el mesero, a la vez que se quitaba los guantes para guardarlos en el interior de su chaqueta.
- Sí, no esperábamos visitas esta noche. Normalmente los viajeros no suelen moverse tanto en invierno por estos lares-, contestó el hombre, algo entrado en años.
- Viajeros inteligentes-, bromeó con una sonrisa al dueño. - El invierno en la llanura puede ser mortal-, dijo más serio. - ¿Sería tan amable de traer unas jarra de hidromiel? - comentó, cambiando de tema y tamborileando con los dedos sobre la madera.
El lugar estaba bastante concurrido, aunque el brujo sospechaba que por habitantes del poblado, no por visitantes. En un lugar como ese, uno se divertía tomando alcohol, cantando y bailando, así como contando historias.
- Claro, joven. ¿Quieres también una cena? - contestó el hombre.
- Tres para ser exactos. Tanto de las bebidas como de platos de comida-, le dijo señalando a las damas. - Vengo bien acompañado, eh-, bromeó con una sonrisa al dueño. - Aunque la verdad es que me gustaría conseguir algo más.
Este sonrió.
- Eso parece chico. No todos los días se ven mujeres tan hermosas. ¿Qué más necesitas? Habitaciones supongo.
- Eso y una buena historia. Que mejor manera de pasar la noche ¿Quién es el más versado en leyendas del pueblo?
El mesero hizo un ademán con la cabeza, y el rubio miró en la dirección.
Un hombre anciano estaba acompañado por algunos niños alrededor de una mesa cercana a la chimenea.
- Muchas gracias-, dijo con una última sonrisa hacia el dueño, y con una mano agarró una jarra de hidromiel y se despidió alzándola un momento, antes de tomar un sorbo mientras se encaminaba hacia las mujeres. - Os he pedido unas bebidas, para que entréis en calor-, saludó a las chicas. - Por lo demás, ese hombre de allí puede que sepa más sobre los ingredientes que buscamos-, dijo finalmente, encaminándose hacia la mesa del anciano.
La primera parte ya la había escuchado antes, pero tenía ciertas dudas con respecto a ellas.
- ¿Qué se puede considerar un apóstata? ¿Un brujo con síntomas de locura? - preguntó en serio.
Era difícil clasificar a un brujo como un apóstata, cuando todo nacido en las islas lo era. Cómo harían en la logia para distinguir a uno, de un simple ciudadano de las Illidenses. ¿Cuáles serían sus criterios? Era algo que había estado pensando desde la primera vez que había escuchado a una de las encantadoras mencionarlo. Pero algo que de momento no se había decidido por preguntar.
Y con la cantidad de locos que habían sueltos en ese mundo, seguramente habrían más apóstatas que gente corriente sobre la faz de Aerandir. Sin duda en Beltrexus no faltaban los pirados ambiciosos, con hambre de poder.
No tardó en llegar la explicación de quienes eran esos sujetos llamados apóstatas. Así que su pregunta fue respondida casi en el acto. Quizás se había precipitado, preguntando tan pronto, sin dejar que terminara todo lo que tenía que decir la mujer de rojos cabellos. No obstante era algo que estaba deseoso por conocer, pues lo ayudaría a entender mejor a la Logia, y sus fundamentos.
No le gustaban algunas de sus actitudes, como el robo de objetos mágicos. Pero entendía sus motivos, y de momento se habían mostrado con un interés por ayudar al conjunto de la sociedad. Y no por un interés propio, que sería lo verdaderamente preocupante para él. No podría tolerar algo así, pero si era por un bien mayor… podría adaptarse.
El trayecto tras la pelirroja, los llevó hasta la puerta de los establos, y el rubio se dirigió inmediatamente hacia Alphonse para colocarle todos los pertrechos para el viaje.
- Los antimagos-, comentó, asegurándose de atar bien las correas de su equipaje. - Suenan peligrosos. Sobre todo para alguien como yo-, se permitió bromear.
Aunque solo un instante, pues pronto la conversación giró hacia algo más preocupante
- ¿Has dicho que lo están atacando con magia oscura? Eso es muy preocupante-, comentó en un tono que no albergaba dudas de su propia inquietud por ese hecho. De todos modos, fueron las siguientes palabras de la encantadora las que causaron ese efecto en él. - Cuando dices un dragón, te refieres a un hombre dragón ¿no? No a un dragón, dragón. Porque si es uno de estos últimos, creo que nosotros solos no somos suficientes. Mucho me temo que nos falta un ejército para acabar con él. No es que se pueda matar a un dios con una espada de acero-, sonrió y guió su montura hacia la puerta de salida, agarrada por las riendas.
Confiaba en tener que enfrentarse solo a un hombre, y no a algo tan peligroso como un verdadero dragón. Pero suponía que la encantadora ya habría tenido en cuenta que solo siendo tres era complicado tener éxito contra uno de esas enormes bestias.
El rubio abrió el portón para poder dejar salir los animales, sin dejar de escuchar las palabras de la elfa. Ahora era el turno de que su querida sacerdotisa les diera una pista que pudieran guiarlos hacia su destino. Luego sacó su caballo, y cerró la puerta una vez hubieran salido todos con sus respectivas monturas. Todo estaba preparado para el viaje, pero los nombres que habían mencionado la peliblanca atrajeron su atención, así que dio unos pasos hacia ella para mirar los esbozos en el libro.
- No los conozco. No personalmente. Pero sé que son parte de las leyendas autóctonas. La flor de arraken sólo crece en un lugar concreto del Norte. No sé donde, he escuchado alguna historia de vermis. Creo que con más razón que nunca, tendremos que ir a un pueblo a preguntar. Solo los nativos nos podrán ayudar-, comentó, apoyando su pie sobre el estribo y aupándose sobre Alphonse.
El trío salió de Dundarak con dirección este. La encantadora iba delante, y él por su parte cerraba la marcha. Y el trayecto era fácil y llevadero pese a la altitud, pues simplemente tenían que seguir el camino mientras descendían. Sobre todo al principio, cuando aún estaban relativamente cerca de la ciudad de los dragones.
Con el pasar de las horas, el camino se volvió más difuso, llegando un punto en el que ya no se apreciaba dicho camino con el resto de la nieve acumulada sobre el lugar. Era el inicio de la llanura, y en esa época del año era mejor que buscaran refugio lo antes posible.
Los días eran muy cortos en invierno, y no era una buena idea quedarse a merced de los elementos en ese lugar. Si podían evitarlo.
- Hay un pueblo por aquí cerca-, comentó poniendo su montura al lado del caballo de la encantadora. - Pronto anochecerá, y será mejor que descansemos en un sitio caliente. Ya habrá tiempo de probar nuestra resistencia al frío-, puntualizó.
Por respuesta solo obtuvo un movimiento de cabeza de la pelirroja. Era suficiente, y a partir de entonces fue él quien abrió la marcha.
El pueblo no estaba muy lejos, por ello no tardaron en ver las luces titilantes de las velas de las casas en el horizonte. Era lo bueno de la llanura, un lugar donde se podía ver cualquier cosa en kilómetros a la redonda. Si no había una ventisca, eso sí. Esas malditas tormentas de nieve, hacían que un hombre no pudiera verse ni la longitud de sus brazos si golpeaban con toda su furia. Por ello, era muy importante conocer la zona, si uno no quería perderse y morir helado. Como le pasó la primera vez que estuvo en la llanura. En aquella ocasión lo salvó un caballero dragón. A él y a su hermana. Pero no siempre tendría esa suerte.
Ahora, en cambio, contaba con la experiencia y sus conocimientos para salvar el pellejo en tan inhóspita estepa.
Descabalgó de Alphonse justo delante de la que parecía la posada del pueblo. Muy humilde, pero no importaba. Lo único que interesaba de ella era una cama caliente, y una cena igualmente cálida.
- Iré a llevar los animales a las cuadras. Podéis ir entrando para calentaros-, contestó a las chicas.
El rubio agarró todos los animales por sus riendas, el upelero de Níniel en una mano y las de los caballos en la otra. Los llevó hacia el pequeño establo de la taberna, donde los metió y los distribuyó por el lugar. Aunque antes de que pudiera salir y cerrar el portón, un chico apareció. Era el mozo de cuadras. Seguramente el hijo o sobrino del dueño, o quizás solo uno de los chicos del pueblo. En cualquier caso, dejó al joven a cargo de darles de comer a los animales, ya cambio le dio una moneda como recompensa.
Vincent aún sonreía ante la cara que había puesto el crío al ver a Trickster cuando se adentró al interior de la posada. Seguramente era la primera vez que el chico veía un upelero. Pero dejó esos pensamientos atrás al entrar. Un salón típico que hacía de comedor lo recibió, así como una ola de calor agradable proveniente de su chimenea. Una escalera bajaba a los dormitorios de alquiler, pues en la llanura era mejor dormir bajo el suelo que en un segundo piso. Era más fácil mantener el calor así.
El brujo asintió a las mujeres en cuanto las vio, y les señaló que se acercaría hasta la barra.
- Que tal amigo. ¿Las cosas tranquilas por aquí? - dijo acercándose hacia el mesero, a la vez que se quitaba los guantes para guardarlos en el interior de su chaqueta.
- Sí, no esperábamos visitas esta noche. Normalmente los viajeros no suelen moverse tanto en invierno por estos lares-, contestó el hombre, algo entrado en años.
- Viajeros inteligentes-, bromeó con una sonrisa al dueño. - El invierno en la llanura puede ser mortal-, dijo más serio. - ¿Sería tan amable de traer unas jarra de hidromiel? - comentó, cambiando de tema y tamborileando con los dedos sobre la madera.
El lugar estaba bastante concurrido, aunque el brujo sospechaba que por habitantes del poblado, no por visitantes. En un lugar como ese, uno se divertía tomando alcohol, cantando y bailando, así como contando historias.
- Claro, joven. ¿Quieres también una cena? - contestó el hombre.
- Tres para ser exactos. Tanto de las bebidas como de platos de comida-, le dijo señalando a las damas. - Vengo bien acompañado, eh-, bromeó con una sonrisa al dueño. - Aunque la verdad es que me gustaría conseguir algo más.
Este sonrió.
- Eso parece chico. No todos los días se ven mujeres tan hermosas. ¿Qué más necesitas? Habitaciones supongo.
- Eso y una buena historia. Que mejor manera de pasar la noche ¿Quién es el más versado en leyendas del pueblo?
El mesero hizo un ademán con la cabeza, y el rubio miró en la dirección.
Un hombre anciano estaba acompañado por algunos niños alrededor de una mesa cercana a la chimenea.
- Muchas gracias-, dijo con una última sonrisa hacia el dueño, y con una mano agarró una jarra de hidromiel y se despidió alzándola un momento, antes de tomar un sorbo mientras se encaminaba hacia las mujeres. - Os he pedido unas bebidas, para que entréis en calor-, saludó a las chicas. - Por lo demás, ese hombre de allí puede que sepa más sobre los ingredientes que buscamos-, dijo finalmente, encaminándose hacia la mesa del anciano.
Offrol
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Pusiste que terminara al entrar en la taberna. Pero no estaba seguro de si debía terminar justo al entrar, o si podía conversar con el dueño como hice. Opté por ello para describir un poco el sitio de paso. No encontré buenas fotos para mostrar el pueblo y la posada :s
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Pusiste que terminara al entrar en la taberna. Pero no estaba seguro de si debía terminar justo al entrar, o si podía conversar con el dueño como hice. Opté por ello para describir un poco el sitio de paso. No encontré buenas fotos para mostrar el pueblo y la posada :s
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El primer día fue infructífero, como era de esperar. Los tres eran conscientes de que, a excepción de un golpe de suerte, no encontrarían algo tan sumamente extraño como la flor de arraken o el vermis sin tener alguna idea de por dónde buscar. Lucy Fireheart era consciente de esto y coincidió al igual que Vincent, en que preguntar a la gente local de la llanura sería la mejor.
Así, tras un agotador día y desgastados por la nieve, terminaron llegando al poblado de Clargorn, uno de los más grandes y próximos a Dundarak. Los días eran cortos en invierno y pronto anochecería. Mientras Vincent, como hombre elegante, entregaba las monturas y solicitaba bebida y alojamiento al tabernero, Lucy y Níniel tomaron asiento en una de las pocas mesas libres en el interior de la cantina, abarrotada. Aún de noche, era pronto para ir a cenar y dormir y la gente ante el frío helador del exterior, no tenía más remedio que reunirse en la misma.
La cantina estaba abarrotada, principalmente por hombre, aunque también había mujeres, como una que corría alocada de mesa en mesa, entrevistando a la gente como si no hubiera un mañana. – Señor, soy Pipa, reportera de “Ocurrencias Públicas” ¿Podría dar detalles de qué es exactamente lo que asaltó su granja? - Preguntaba ella, muy interesada, pluma y papiro en mano, a varios hombres.
–¡Y yo que sé! Anoche sentí bramar a las ovejas y salí con la ballesta y vi una especie de globo con tentáculos de metal… sus ojos brillaban… ¡Era un pulpo mecánico! Corrí entrando a casa. – indicó el hombre, asustado. – ¡Me han matado tres ovejas más! – exclamó el hombre. - ¡Tres! – gritó.
-Yo también vi lobos con ojos brillantes y patas metálicas en el jardín. Su ladrido era extraño, falso, chillón. Nunca habíamos visto nada similar. ¡Me estaba destrozando la huerta! – bramó otro, indignado. - No es precisamente una reportera lo que necesitamos, sino una batida de guardias o cazadores. – se quejó el tipo.
¿De qué diablos hablaban? ¿Pulpos mecánicos nocturnos? Lucy miró incrédula, puso cara de extrañada y decidió ignorarla. Bastantes problemas tenían ya de por sí. Volvió su rostro hacia Níniel.
-Pulpos mecánicos… lo que me faltaba por oír. La gente de pueblo es cateta e ignorante, ¿no crees, Níniel? – preguntó la pelirroja. – Habrán visto el candil de algún ciudadano enfurecido y pensarán que era un monstruo. Y lo de los lobos… la llanura está repleta de ellos. –– a continuación, llegó el rubio con las bebidas. – Gracias, cariño. – contestó agradecida, y agarró la jarra de hidromiel con ambas manos, como si buscara calentar la bebida, que estaba helada hasta para la garganta más exigente. - ¿Dices que ese hombre de ahí sabe algo? No estará de más preguntarle entonces. – indicó respecto a su primera indicación.
Cuando la Gran Encantadora se iba a levantar, la reportera llegó justo hasta ella, interrumpiéndola en su ademán de levantarse, algo que la irritó bastante. Una joven muy risueña, de no más de veintecinco años, morena y melena por los hombros, protegida por un largo abrigo rojo, un pañuelo y un sombrero también del mismo color, de apariencia bastante humilde y desgastada.
-¡Saludos, gentes del Norte! ¿Tienen un minuto?– dijo la mujer, muy alegre, que traía una pluma de escritura y varios pergaminos. – Soy Pipa, de “Ocurrencias Públicas”, reportera del semanario de Lunargenta. He venido hasta aquí para investigar "El misterio de las criaturas metálicas". ¿Han tenido un encuentro con alguna de estas fantásticas criaturas que rondan la zona? – apuntó la mujer en su folio, interrumpiéndose a sí misma.
-Es la primera vez que estamos aquí. No hemos visto nada. – respondió la encantadora, algo molesta. Para alguien como ella era un suplicio verse allí y eso alteraba claramente su humor. Iba a levantar la mirada para volverse hacia el tipo que parecía saber de las plantas pero cuando miró, éste ya no estaba. El tipo estaba yéndose de la taberna. – Oh, joder. Está saliendo por la puerta. Muchas gracias, Pipa. – le abroncó la mujer que, lejos de enfadarse, se disculpó con el grupo y continuó su particular entrevista al resto de huéspedes del local.
La encantadora giró su cabeza sensualmente hacia el brujo, y con una mirada de concentración se dirigió a él – Vincent, querido, ¿quieres ir a buscar al hombre? No debe haber ido muy lejos. – preguntó con educación. A continuación, se volvió a Níniel. – El tabernero tiene que saber algo del arraken o la vermis , deberías preguntarle. Yo me quedaré aquí, guardándoos el sitio.– insistió la encantadora dando un trago a su jarra de hidromiel.
Llegáis a la taberna y os encontráis con la escena. Ambos habéis escuchado las conversaciones sobre animales mecánicos. A priori, no debería interesaros a menos que desate vuestra curiosidad. ¿A alguno os suena Pipa, la reportera de “Ocurrencias Públicas”? Puede, pero seguro que no en Aerandir.
Níniel: Sé que te mueres de ganas de preguntarle a Pipa cualquier cosa que te intrigue sobre esos “animales” mecánicos, seguramente sepa algo, pero quizás deberías seguir la intuición de Lucy y preguntarle al tabernero por las plantas o los vermis. En cualquier caso, queda a tu elección a quién de los dos te diriges y las preguntas que les formulas. Al final, todos los caminos terminan llevando a Roma.
Vincent: Cuando sales fuera hay una de esas ventiscas que, como has descrito, no te dejan ver más allá del brazo. Deberás buscar al hombre entre las calles y el frío, casi sin visión. Quizás hubiese sido mejor permanecer dentro. Pero el frío no será lo único que deba preocuparte. Te sientes observado por algo que no tienes ni idea de qué es.
- Pueblo de Clargorn:
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Así, tras un agotador día y desgastados por la nieve, terminaron llegando al poblado de Clargorn, uno de los más grandes y próximos a Dundarak. Los días eran cortos en invierno y pronto anochecería. Mientras Vincent, como hombre elegante, entregaba las monturas y solicitaba bebida y alojamiento al tabernero, Lucy y Níniel tomaron asiento en una de las pocas mesas libres en el interior de la cantina, abarrotada. Aún de noche, era pronto para ir a cenar y dormir y la gente ante el frío helador del exterior, no tenía más remedio que reunirse en la misma.
La cantina estaba abarrotada, principalmente por hombre, aunque también había mujeres, como una que corría alocada de mesa en mesa, entrevistando a la gente como si no hubiera un mañana. – Señor, soy Pipa, reportera de “Ocurrencias Públicas” ¿Podría dar detalles de qué es exactamente lo que asaltó su granja? - Preguntaba ella, muy interesada, pluma y papiro en mano, a varios hombres.
–¡Y yo que sé! Anoche sentí bramar a las ovejas y salí con la ballesta y vi una especie de globo con tentáculos de metal… sus ojos brillaban… ¡Era un pulpo mecánico! Corrí entrando a casa. – indicó el hombre, asustado. – ¡Me han matado tres ovejas más! – exclamó el hombre. - ¡Tres! – gritó.
-Yo también vi lobos con ojos brillantes y patas metálicas en el jardín. Su ladrido era extraño, falso, chillón. Nunca habíamos visto nada similar. ¡Me estaba destrozando la huerta! – bramó otro, indignado. - No es precisamente una reportera lo que necesitamos, sino una batida de guardias o cazadores. – se quejó el tipo.
¿De qué diablos hablaban? ¿Pulpos mecánicos nocturnos? Lucy miró incrédula, puso cara de extrañada y decidió ignorarla. Bastantes problemas tenían ya de por sí. Volvió su rostro hacia Níniel.
-Pulpos mecánicos… lo que me faltaba por oír. La gente de pueblo es cateta e ignorante, ¿no crees, Níniel? – preguntó la pelirroja. – Habrán visto el candil de algún ciudadano enfurecido y pensarán que era un monstruo. Y lo de los lobos… la llanura está repleta de ellos. –– a continuación, llegó el rubio con las bebidas. – Gracias, cariño. – contestó agradecida, y agarró la jarra de hidromiel con ambas manos, como si buscara calentar la bebida, que estaba helada hasta para la garganta más exigente. - ¿Dices que ese hombre de ahí sabe algo? No estará de más preguntarle entonces. – indicó respecto a su primera indicación.
Cuando la Gran Encantadora se iba a levantar, la reportera llegó justo hasta ella, interrumpiéndola en su ademán de levantarse, algo que la irritó bastante. Una joven muy risueña, de no más de veintecinco años, morena y melena por los hombros, protegida por un largo abrigo rojo, un pañuelo y un sombrero también del mismo color, de apariencia bastante humilde y desgastada.
- Pipa:
-¡Saludos, gentes del Norte! ¿Tienen un minuto?– dijo la mujer, muy alegre, que traía una pluma de escritura y varios pergaminos. – Soy Pipa, de “Ocurrencias Públicas”, reportera del semanario de Lunargenta. He venido hasta aquí para investigar "El misterio de las criaturas metálicas". ¿Han tenido un encuentro con alguna de estas fantásticas criaturas que rondan la zona? – apuntó la mujer en su folio, interrumpiéndose a sí misma.
-Es la primera vez que estamos aquí. No hemos visto nada. – respondió la encantadora, algo molesta. Para alguien como ella era un suplicio verse allí y eso alteraba claramente su humor. Iba a levantar la mirada para volverse hacia el tipo que parecía saber de las plantas pero cuando miró, éste ya no estaba. El tipo estaba yéndose de la taberna. – Oh, joder. Está saliendo por la puerta. Muchas gracias, Pipa. – le abroncó la mujer que, lejos de enfadarse, se disculpó con el grupo y continuó su particular entrevista al resto de huéspedes del local.
La encantadora giró su cabeza sensualmente hacia el brujo, y con una mirada de concentración se dirigió a él – Vincent, querido, ¿quieres ir a buscar al hombre? No debe haber ido muy lejos. – preguntó con educación. A continuación, se volvió a Níniel. – El tabernero tiene que saber algo del arraken o la vermis , deberías preguntarle. Yo me quedaré aquí, guardándoos el sitio.– insistió la encantadora dando un trago a su jarra de hidromiel.
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Llegáis a la taberna y os encontráis con la escena. Ambos habéis escuchado las conversaciones sobre animales mecánicos. A priori, no debería interesaros a menos que desate vuestra curiosidad. ¿A alguno os suena Pipa, la reportera de “Ocurrencias Públicas”? Puede, pero seguro que no en Aerandir.
Níniel: Sé que te mueres de ganas de preguntarle a Pipa cualquier cosa que te intrigue sobre esos “animales” mecánicos, seguramente sepa algo, pero quizás deberías seguir la intuición de Lucy y preguntarle al tabernero por las plantas o los vermis. En cualquier caso, queda a tu elección a quién de los dos te diriges y las preguntas que les formulas. Al final, todos los caminos terminan llevando a Roma.
Vincent: Cuando sales fuera hay una de esas ventiscas que, como has descrito, no te dejan ver más allá del brazo. Deberás buscar al hombre entre las calles y el frío, casi sin visión. Quizás hubiese sido mejor permanecer dentro. Pero el frío no será lo único que deba preocuparte. Te sientes observado por algo que no tienes ni idea de qué es.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Por desgracia ni la encantadora ni el brujo supieron reconocer aquellos nombres que figuraban en el escueto mapa, como tampoco el resto de marcadores allí representados. No es que la joven elfa se hubiese hecho muchas ilusiones con ello, pero aún así no pudo evitar soltar un leve suspiro ante el fracaso de algo que podría haberles ahorrado mucho tiempo y esfuerzo y hacerles el viaje mucho más fácil. Níniel estaba bastante segura de haber interpretado bien el código que protegía los secretos de aquel libro de miradas indiscretas, por lo que no era un problema de traducción. Sencillamente o no eran unos marcadores tan reconocibles como el autor del libro creía, o quizá tras tanto tiempo, pues el libro era bastante antiguo, aquellos nombres y la relevancia de los mismos hacía mucho que se había perdido en las corrientes del tiempo. No obstante a Vincent no le faltaba razón. Muy posiblemente las gentes del lugar sin duda reconocerían mejor que ellos esos nombres y lugares o supieran más esa flor y esa criatura. Aquell información del libro aún podría serles muy útil.
-Si alguien sabe algo serán ellos sí, aquellos cuyas familias lleven habitando estas tierras desde hace generaciones. Al menos sabemos qué preguntas hacerles y hasta tenemos imágenes que mostrarles.- Respondió la peliblanca con renovado optimismo entendiendo que su mejor opción siempre había sido la gente del lugar y no un pequeño mapa y un par de nombres centenarios.
Con aquella idea en la cabeza el pequeño grupo abandonó la capital del norte y dirigió sus pasos hacia la gran llanura, dejando pronto atrás el resguardo de los fuertes y altos muros blancos de la ciudad de los dragones y adentrándose cada vez más en los que podría describirse como un frío océano interminable de color blanco que de no ser por la silueta de las altas montañas que cubrían el horizonte a cualquiera se le antojaría infinito.
Para la elfa, que había llegado en barco a Dundarak y cuyo viaje previo al norte la había llevado por otro camino, aquello era tan impactante como podría resultarle a un niño de Roilkat ver el mar por primera vez...Aunque por desgracia la dura belleza de aquel páramo resultaba mucho más difícil de admirar. Y es que sin el abrigo de las montañas y los edificios de Dundarak allí las rachas de viento helado eran mucho peores que en la ciudad, por mucho que para una sureña como ella eso resultase difícil de creer pues ya pensaba que en la ciudad hacía demasiado frío. Era una suerte poder contar con el calor que desprendía Trickster y su suave plumón al enfrentarse a un clima así. Y como no con ropa de la zona pues con una de sus ligeras túnicas no se hubiera atrevido ni a salir de la torre de la logia.
Por extraño que resultase, a pesar del frío y de que cuanto más avanzaban más les costaba moverse pues incluso el camino estaba cubierto de nieve, el día pasó con una sorprendente rapidez para la sacerdotisa. Era cierto que en el norte anochecía temprano pero aún así habían salido bastante pronto también. Apenas si le había dado tiempo de pasar hambre aunque solo hicieron una comida en todo el día, durante una pausa al refugio de una pequeña cueva para dar descanso a sus monturas. No obstante bastó la mera mención del brujo de un pueblo cercano para que la joven pensara en una buena sopa caliente y su dormido estómago despertara de repente.
-Suena de maravilla. Una comida caliente me vendrá muy bien. El pan del camino no está mal pero no quita el frío.- Dijo animada la elfa a su compañero mientras se colocaba a su altura para tratar de ver alguna señal del mencionado pueblo, aunque estas no fueron visibles hasta un poco después.
No pasó mucho tiempo hasta que el trío de aventureros comenzaron a caminar por la calle principal del pueblo. Se trataba de un lugar pequeño y pintoresco en el cual varias casas juntas formaban el núcleo del lugar mientras que el humo de las chimeneas delataba que otro buen número de casas más distantes aunque no demasiado alejadas unas de otras salpicaban los alrededores. Un río congelado dividía el centro del pueblo en dos y un puente de piedra los condujo hasta la pequeña posada de dos plantas, justo frente al edificio más grande de los alrededores que por sus banderas, rígidas por el frío, denotaban que se trataba del ayuntamiento o su equivalente norteño. Gran salón, creía recordar que los llamaban.
Una vez allí Vincent tomó las riendas de sus monturas para acomodarlas en los establos, donde disfrutarían de un merecido descanso y comida, y las dos mujeres se adelantaron a entrar al establecimiento, sintiendo nada más entrar el agradable calor de las chimeneas y los fogones en su rostro, pudiendo por fin tras varias horas retirarse la capucha de la capa y respirar profundamente sin temor a que el frío le doliera al hacerlo...Lo cual fue un error porque aquel lugar hedía a compañerismo y a alcohol lo que la hizo arrugar la nariz.
-Vaya, no esperaba encontrar a tanta gente.- Confesó a su superiora, percatandose de que la gran mayoría de los allí presentes eran de género masculino y que su presencia allí ya había empezado a atraer una atención que Níniel encontraba especialmente molesta...No era de extrañar, las dos mujeres no eran precisamente del tipo habitual en el norte. Una era puro fuego e iba vestida más acorde para una fiesta que para el frío del norte, revelando más de lo que las norteñas debían revelar. La otra una elfa de orejas puntiagudas poseedora de esos extraños y exóticos rasgos de la gente del bosque. Además estaban solas, lo que sin duda muchos podrían interpretar mal para su propio y vulgar beneficio. -Bueno, al menos parece que no nos costará que nos hablen, parecen estar deseándolo.- Añadió para la encantadora mientras la seguía a una de las pocas mesas vacías del lugar vigilando que ninguna mano atrevida tocara donde no debía. Níniel sabía defenderse, pero Lucy bien podría tomarse mucho peor un acto así y recordándoles a aquellas personas lo que pasa cuando se toca una llama.
Vincent no tardó mucho en alcanzarlas y se ofreció a ir a buscarles algo para beber y comer aprovechando de paso para hablar con el posadero. La presencia masculina hizo que buena parte de las miradas de los parroquianos se despegaran de las dos recién llegadas y volvieran a sus respectivas bebidas, pero no todas, y no pasó desapercibido para la elfa que algunos incluso miraban con envidia al rubio, quizá preguntándose quién era y por qué viajaba acompañando a dos mujeres así. De cualquier modo pronto el revuelo de su llegada se calmó y Níniel pudo respirar más tranquila y hasta permitirse prestar oídos a los fragmentos de conversaciones que llegaban hasta sus puntiagudas orejas.
La mayoría resultaban confusas, imposibles de seguir o entender, pero pronto se percató de que había dos temas que se repetían constantemente. Uno era el de unos extraños ataques al ganado y el otro la presencia en el pueblo de una "Metomentodo de Lunargenta" que por lo visto era más molesta que una plaga de chinches, o eso decían. La sacerdotisa no tardó en saber a quién se referían pues no eran las únicas mujeres que destacaban allí...y la otra no paraba de hacer preguntas. Preguntas que recibieron en muchos casos malas respuestas...Pero entre ellas una de lo más interesante relacionadas con los ataques que estaban presentes en buena parte de las conversaciones a su alrededor.
-Es muy posible que sea una confusión. El miedo unido a leyendas no hacen precisamente un favor a la verdad...Aunque los ataques parecen ser ciertos y es verdad que existen criaturas así, reminiscencias de la gran guerra. Mi madre me hablaba de ellas, los terrores que llegaron desde más allá del portal.- Respondió a la pelirroja la joven mostrando un interés por el asunto que la encantadora no parecía compartir. Claro que no era tanto por la implicación o no de esos seres mecánicos si no por el mero hecho de querer ayudar a la gente.
En ese momento llegó Vincent con tres bebidas y Níniel tomó la suya notando enseguida lo fría que estaba, dejándola sobre la mesa y agradiciéndole al brujo su amabilidad con una amplia sonrisa. Níniel no bebía pero aún así fue todo un detalle por lo que se esforzó en aparentar que bebía cuando en realidad apenas daba pequeños sorbos a la jarra helada mientras escuchaba las palabras del brujo y enfocaba su mirada agua marina en la dirección del mencionado anciano. Aquella bebida tenía un sabor extrañamente dulce y a pesar de ello resultaba bastante fuerte...Una mezcla curiosa, y peligrosa.
-Parece que le gusta contar historias, espero que la nuestra sea una de ellas.- Fueron sus palabras antes de imitar a Lucy y tratar de levantarse para ir hacia la mesa de aquel hombre, teniendo que sentarse de nuevo al pasar a su lado aquella mujer de Lunargenta como un huracán, casi empujándola por su exceso de ímpetu y sin pedir siquiera disculpas.
-Pensaba que el único semanario de Lunargenta era el "Correo del caballo blanco".- Dijo la peliblanca con evidente duda y consiguiendo que la tal Pipa la mirase con cierto fastidio. Al parecer la elfa había tocado una fibra sensible con aquellas palabras, quizá porque a la humana no le gustaba que su trabajo fuese opacado por el popular boletín de noticias. Aunque lo cierto es que a Níniel aquello más que noticias le parecían panfletos irrelevantes que nunca se hacían eco de los problemas de la ciudad, que no eran pocos.
En cualquier caso no tenían respuestas para aquella escritora. De hecho saltaba a la vista que no eran de por allí. Por eso la orejas redondas no tardó en dejarles tranquilos aunque por culpa de su interrupción habían perdido la ocasión de preguntar al anciano sobre el importante asunto por el que estaban allí, enfadando a la alta encantadora que no dudó en encargar a sus subordinados que se ocuparan de la búsqueda de información mientras que ella...Bueno, se quedaba allí bebiendo.
-Iré a preguntarle. Ten cuidado Vincent, parece que fuera la cosa está empeorando ahora que Anar descansa.- Dijo la joven preocupada por el brujo que tenía que salir fuera para ir tras el anciano. No obstante para él el frío no sería un gran problema.
Níniel se levantó de su asiento y le ofreció su bebida, que apenas había probado, a la pelirroja. A ella parecía gustarle y era una pena que se quedara casi sin tocar. En cierto modo le parecía una tontería ir a preguntarle al mismo hombre que le había señalado a Vincent que debía hablar con el anciano, pero bueno, Lucy mandaba y Níniel no quería contribuir al enfado que Pipa había causado en ella. Era una buena mujer, mucho más agradable que Abbey pero a pesar de ellos compartía con su compañera alta encantadora un carácter...Que había que saber llevar.
La peliblanca se acercó a la barra y con un leve carraspeo de su melodiosa voz llamó la atención del posadero que se presentó ante ella de dos grandes zancadas mientras se reía por un chiste que acaban de contarle y limpiaba con un trapo una jarra que de hecho estaba ya más que limpia, como si fuera más una costumbre que otra cosa.
-No se ven muchas elfas por aquí...La comida ya casi está. Te la llevaran a la mesa cuando salga del fuego... pero si quieres esperar junto a la barra por mi estupendo, sienta bien mirar algo bonito para variar.- Dijo el hombre añadiendo un piropo que viniendo de un humano no estaba nada mal.
-Estupendo. La verdad es quería preguntarle sobre un par de cosas que...- Comenzó a decir la joven elfa mientras con cuidado sacaba el libro de su bolsa para enseñarle las ilustraciones al hombre y así pudiera decirle si reconocía alguno de los dibujos o alguno de los lugares marcados en aquel simple mapa. Ya tenía medio libro fuera cuando sintió un fuerte golpe que la hizo caer al suelo y que el libro acabara resbalando por el mismo. Instintivamente se incorporó y alargó sus brazos para recuperar el valioso tomo del suelo, pero un hombre descuidado lo pateó sin querer enviándolo justo bajo los pies de aquella humana preguntona que se agachó y sin ningún tipo de respetó lo abrió comenzando a pasar sus páginas sin la más mínima precaución por su fragilidad.
-Lo lamento- Se disculpó un hombre que al parecer era quién había chocado con ella. -No te había visto elfa, perdona...- Decía tratando de disculparse por su torpeza, pero Níniel no le escuchaba. Su atención estaba totalmente centrada en aquella humana y en cómo trataba sin cuidado alguno su libro. Como un rayo se abalanzó sobre ella y le arrebató el volumen, abrazándolo contra su pecho de manera protectora.
-Es privado. No deberías leer los libros de los demás sin su permiso.- Le dijo pasando a continuación a comprobar que a pesar del golpe no le había pasado nada al irremplazable tomo.
-Oh, bueno, parecía interesante...- Respondió con un tono casual que hacía parecer que no se arrepentía ni un ápice por querer satisfacer su curiosidad. De hecho parecía sentirse bien con su modo de comportarse, de preguntar, de chafardear incluso aunque para eso tuviera que molestar a la gente.
-Esa no es la cuestión. Es una falta de respeto, como la que cometiste abordando nuestra mesa sin más. Casi me tiras al suelo.- Increpó la elfa a la humana manteniendo un tono más de regaño maternal que de enfado.
-¿Lo fue? Puede ser, pero si no lo hiciera no sabría ni la mitad de las cosas que he averiguado sobre los ataques. ¿No me negarás que merece la pena?. Será la mejor noticia del año, no, de la década. Dejaré a esos memos del "mensajero del caballo blanco" como los mediocres vendidos que son.- Fue la respuesta de la mujer.
-¿Sólo te preocupa eso?. ¿Lo haces por tí y no para ayudarles?...Seguro que ni siquiera has averiguado nada importante. Solo preguntas a ciegas. Ni siquiera pareces saber qué es lo que ataca a los animales. Solo rumores.-
-Si alguien sabe algo serán ellos sí, aquellos cuyas familias lleven habitando estas tierras desde hace generaciones. Al menos sabemos qué preguntas hacerles y hasta tenemos imágenes que mostrarles.- Respondió la peliblanca con renovado optimismo entendiendo que su mejor opción siempre había sido la gente del lugar y no un pequeño mapa y un par de nombres centenarios.
Con aquella idea en la cabeza el pequeño grupo abandonó la capital del norte y dirigió sus pasos hacia la gran llanura, dejando pronto atrás el resguardo de los fuertes y altos muros blancos de la ciudad de los dragones y adentrándose cada vez más en los que podría describirse como un frío océano interminable de color blanco que de no ser por la silueta de las altas montañas que cubrían el horizonte a cualquiera se le antojaría infinito.
Para la elfa, que había llegado en barco a Dundarak y cuyo viaje previo al norte la había llevado por otro camino, aquello era tan impactante como podría resultarle a un niño de Roilkat ver el mar por primera vez...Aunque por desgracia la dura belleza de aquel páramo resultaba mucho más difícil de admirar. Y es que sin el abrigo de las montañas y los edificios de Dundarak allí las rachas de viento helado eran mucho peores que en la ciudad, por mucho que para una sureña como ella eso resultase difícil de creer pues ya pensaba que en la ciudad hacía demasiado frío. Era una suerte poder contar con el calor que desprendía Trickster y su suave plumón al enfrentarse a un clima así. Y como no con ropa de la zona pues con una de sus ligeras túnicas no se hubiera atrevido ni a salir de la torre de la logia.
Por extraño que resultase, a pesar del frío y de que cuanto más avanzaban más les costaba moverse pues incluso el camino estaba cubierto de nieve, el día pasó con una sorprendente rapidez para la sacerdotisa. Era cierto que en el norte anochecía temprano pero aún así habían salido bastante pronto también. Apenas si le había dado tiempo de pasar hambre aunque solo hicieron una comida en todo el día, durante una pausa al refugio de una pequeña cueva para dar descanso a sus monturas. No obstante bastó la mera mención del brujo de un pueblo cercano para que la joven pensara en una buena sopa caliente y su dormido estómago despertara de repente.
-Suena de maravilla. Una comida caliente me vendrá muy bien. El pan del camino no está mal pero no quita el frío.- Dijo animada la elfa a su compañero mientras se colocaba a su altura para tratar de ver alguna señal del mencionado pueblo, aunque estas no fueron visibles hasta un poco después.
No pasó mucho tiempo hasta que el trío de aventureros comenzaron a caminar por la calle principal del pueblo. Se trataba de un lugar pequeño y pintoresco en el cual varias casas juntas formaban el núcleo del lugar mientras que el humo de las chimeneas delataba que otro buen número de casas más distantes aunque no demasiado alejadas unas de otras salpicaban los alrededores. Un río congelado dividía el centro del pueblo en dos y un puente de piedra los condujo hasta la pequeña posada de dos plantas, justo frente al edificio más grande de los alrededores que por sus banderas, rígidas por el frío, denotaban que se trataba del ayuntamiento o su equivalente norteño. Gran salón, creía recordar que los llamaban.
Una vez allí Vincent tomó las riendas de sus monturas para acomodarlas en los establos, donde disfrutarían de un merecido descanso y comida, y las dos mujeres se adelantaron a entrar al establecimiento, sintiendo nada más entrar el agradable calor de las chimeneas y los fogones en su rostro, pudiendo por fin tras varias horas retirarse la capucha de la capa y respirar profundamente sin temor a que el frío le doliera al hacerlo...Lo cual fue un error porque aquel lugar hedía a compañerismo y a alcohol lo que la hizo arrugar la nariz.
-Vaya, no esperaba encontrar a tanta gente.- Confesó a su superiora, percatandose de que la gran mayoría de los allí presentes eran de género masculino y que su presencia allí ya había empezado a atraer una atención que Níniel encontraba especialmente molesta...No era de extrañar, las dos mujeres no eran precisamente del tipo habitual en el norte. Una era puro fuego e iba vestida más acorde para una fiesta que para el frío del norte, revelando más de lo que las norteñas debían revelar. La otra una elfa de orejas puntiagudas poseedora de esos extraños y exóticos rasgos de la gente del bosque. Además estaban solas, lo que sin duda muchos podrían interpretar mal para su propio y vulgar beneficio. -Bueno, al menos parece que no nos costará que nos hablen, parecen estar deseándolo.- Añadió para la encantadora mientras la seguía a una de las pocas mesas vacías del lugar vigilando que ninguna mano atrevida tocara donde no debía. Níniel sabía defenderse, pero Lucy bien podría tomarse mucho peor un acto así y recordándoles a aquellas personas lo que pasa cuando se toca una llama.
Vincent no tardó mucho en alcanzarlas y se ofreció a ir a buscarles algo para beber y comer aprovechando de paso para hablar con el posadero. La presencia masculina hizo que buena parte de las miradas de los parroquianos se despegaran de las dos recién llegadas y volvieran a sus respectivas bebidas, pero no todas, y no pasó desapercibido para la elfa que algunos incluso miraban con envidia al rubio, quizá preguntándose quién era y por qué viajaba acompañando a dos mujeres así. De cualquier modo pronto el revuelo de su llegada se calmó y Níniel pudo respirar más tranquila y hasta permitirse prestar oídos a los fragmentos de conversaciones que llegaban hasta sus puntiagudas orejas.
La mayoría resultaban confusas, imposibles de seguir o entender, pero pronto se percató de que había dos temas que se repetían constantemente. Uno era el de unos extraños ataques al ganado y el otro la presencia en el pueblo de una "Metomentodo de Lunargenta" que por lo visto era más molesta que una plaga de chinches, o eso decían. La sacerdotisa no tardó en saber a quién se referían pues no eran las únicas mujeres que destacaban allí...y la otra no paraba de hacer preguntas. Preguntas que recibieron en muchos casos malas respuestas...Pero entre ellas una de lo más interesante relacionadas con los ataques que estaban presentes en buena parte de las conversaciones a su alrededor.
-Es muy posible que sea una confusión. El miedo unido a leyendas no hacen precisamente un favor a la verdad...Aunque los ataques parecen ser ciertos y es verdad que existen criaturas así, reminiscencias de la gran guerra. Mi madre me hablaba de ellas, los terrores que llegaron desde más allá del portal.- Respondió a la pelirroja la joven mostrando un interés por el asunto que la encantadora no parecía compartir. Claro que no era tanto por la implicación o no de esos seres mecánicos si no por el mero hecho de querer ayudar a la gente.
En ese momento llegó Vincent con tres bebidas y Níniel tomó la suya notando enseguida lo fría que estaba, dejándola sobre la mesa y agradiciéndole al brujo su amabilidad con una amplia sonrisa. Níniel no bebía pero aún así fue todo un detalle por lo que se esforzó en aparentar que bebía cuando en realidad apenas daba pequeños sorbos a la jarra helada mientras escuchaba las palabras del brujo y enfocaba su mirada agua marina en la dirección del mencionado anciano. Aquella bebida tenía un sabor extrañamente dulce y a pesar de ello resultaba bastante fuerte...Una mezcla curiosa, y peligrosa.
-Parece que le gusta contar historias, espero que la nuestra sea una de ellas.- Fueron sus palabras antes de imitar a Lucy y tratar de levantarse para ir hacia la mesa de aquel hombre, teniendo que sentarse de nuevo al pasar a su lado aquella mujer de Lunargenta como un huracán, casi empujándola por su exceso de ímpetu y sin pedir siquiera disculpas.
-Pensaba que el único semanario de Lunargenta era el "Correo del caballo blanco".- Dijo la peliblanca con evidente duda y consiguiendo que la tal Pipa la mirase con cierto fastidio. Al parecer la elfa había tocado una fibra sensible con aquellas palabras, quizá porque a la humana no le gustaba que su trabajo fuese opacado por el popular boletín de noticias. Aunque lo cierto es que a Níniel aquello más que noticias le parecían panfletos irrelevantes que nunca se hacían eco de los problemas de la ciudad, que no eran pocos.
En cualquier caso no tenían respuestas para aquella escritora. De hecho saltaba a la vista que no eran de por allí. Por eso la orejas redondas no tardó en dejarles tranquilos aunque por culpa de su interrupción habían perdido la ocasión de preguntar al anciano sobre el importante asunto por el que estaban allí, enfadando a la alta encantadora que no dudó en encargar a sus subordinados que se ocuparan de la búsqueda de información mientras que ella...Bueno, se quedaba allí bebiendo.
-Iré a preguntarle. Ten cuidado Vincent, parece que fuera la cosa está empeorando ahora que Anar descansa.- Dijo la joven preocupada por el brujo que tenía que salir fuera para ir tras el anciano. No obstante para él el frío no sería un gran problema.
Níniel se levantó de su asiento y le ofreció su bebida, que apenas había probado, a la pelirroja. A ella parecía gustarle y era una pena que se quedara casi sin tocar. En cierto modo le parecía una tontería ir a preguntarle al mismo hombre que le había señalado a Vincent que debía hablar con el anciano, pero bueno, Lucy mandaba y Níniel no quería contribuir al enfado que Pipa había causado en ella. Era una buena mujer, mucho más agradable que Abbey pero a pesar de ellos compartía con su compañera alta encantadora un carácter...Que había que saber llevar.
La peliblanca se acercó a la barra y con un leve carraspeo de su melodiosa voz llamó la atención del posadero que se presentó ante ella de dos grandes zancadas mientras se reía por un chiste que acaban de contarle y limpiaba con un trapo una jarra que de hecho estaba ya más que limpia, como si fuera más una costumbre que otra cosa.
-No se ven muchas elfas por aquí...La comida ya casi está. Te la llevaran a la mesa cuando salga del fuego... pero si quieres esperar junto a la barra por mi estupendo, sienta bien mirar algo bonito para variar.- Dijo el hombre añadiendo un piropo que viniendo de un humano no estaba nada mal.
-Estupendo. La verdad es quería preguntarle sobre un par de cosas que...- Comenzó a decir la joven elfa mientras con cuidado sacaba el libro de su bolsa para enseñarle las ilustraciones al hombre y así pudiera decirle si reconocía alguno de los dibujos o alguno de los lugares marcados en aquel simple mapa. Ya tenía medio libro fuera cuando sintió un fuerte golpe que la hizo caer al suelo y que el libro acabara resbalando por el mismo. Instintivamente se incorporó y alargó sus brazos para recuperar el valioso tomo del suelo, pero un hombre descuidado lo pateó sin querer enviándolo justo bajo los pies de aquella humana preguntona que se agachó y sin ningún tipo de respetó lo abrió comenzando a pasar sus páginas sin la más mínima precaución por su fragilidad.
-Lo lamento- Se disculpó un hombre que al parecer era quién había chocado con ella. -No te había visto elfa, perdona...- Decía tratando de disculparse por su torpeza, pero Níniel no le escuchaba. Su atención estaba totalmente centrada en aquella humana y en cómo trataba sin cuidado alguno su libro. Como un rayo se abalanzó sobre ella y le arrebató el volumen, abrazándolo contra su pecho de manera protectora.
-Es privado. No deberías leer los libros de los demás sin su permiso.- Le dijo pasando a continuación a comprobar que a pesar del golpe no le había pasado nada al irremplazable tomo.
-Oh, bueno, parecía interesante...- Respondió con un tono casual que hacía parecer que no se arrepentía ni un ápice por querer satisfacer su curiosidad. De hecho parecía sentirse bien con su modo de comportarse, de preguntar, de chafardear incluso aunque para eso tuviera que molestar a la gente.
-Esa no es la cuestión. Es una falta de respeto, como la que cometiste abordando nuestra mesa sin más. Casi me tiras al suelo.- Increpó la elfa a la humana manteniendo un tono más de regaño maternal que de enfado.
-¿Lo fue? Puede ser, pero si no lo hiciera no sabría ni la mitad de las cosas que he averiguado sobre los ataques. ¿No me negarás que merece la pena?. Será la mejor noticia del año, no, de la década. Dejaré a esos memos del "mensajero del caballo blanco" como los mediocres vendidos que son.- Fue la respuesta de la mujer.
-¿Sólo te preocupa eso?. ¿Lo haces por tí y no para ayudarles?...Seguro que ni siquiera has averiguado nada importante. Solo preguntas a ciegas. Ni siquiera pareces saber qué es lo que ataca a los animales. Solo rumores.-
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
No había dado un paso, cuando una mujer abordó la mesa donde estaban sentadas sus compañeras. No le cortó el paso a él en especial, más bien sólo a Níniel y Lucy, pero la situación hizo que esperara junto a ellas, por si lo necesitaran para lidiar con la extravagante chica. No encontraba muchos adjetivos que pudieran definirla mejor que ese.
En cualquier caso, lo cierto es que se había parado más bien por lo contrario. No creía que las mujeres lo necesitaran para desembarazarse de esa periodista. Sin embargo, algo en su interior le decía que tenía que asegurarse de que esa mujer no acababa convertida en una improvisada tea. Suponía que exageraba, que Lucy no llegará a tales extremos, pero lo cierto es que la tal Pipa resultaba ser una chica de lo más cargante por momentos.
Sobre todo cuando la voz llamó su atención hacia la puerta cuando la tensai le echó la bronca a la periodista.
Ese anciano estaba hacía un momento junto a la hoguera, contando sus historias a los niños del local. Y de repente estaba saliendo por la puerta de un modo totalmente inesperado para él. Esa gente solía amenizar toda la noche con sus cuentos y leyendas, así que sólo podía suponer que esa noche estaba demasiado cansado para seguir dándole al pico.
- Sí, claro. No tardaré-, contestó a la encantadora, dejando su jarra en la mesa de ella. - No te preocupes. Sólo será un momento-, sonrió a la elfa, y se encaminó hacia la salida.
Nada más salir notó una bofetada de frío en toda la cara. O más que una bofetada se podría haber considerado todo un directo frontal, y con muy mala leche a decir verdad. Anor bien que se podría haber quedado un ratito más, lo suficiente para cubrir su búsqueda del anciano. Es más. Mentiría si dijera que el “Sí, claro. No tardaré” de antes, no se había tornado en su cabeza en un “Claro que no. Tú también tienes un par de piernas para caminar”, mientras se colocaba bien la capa y la capucha para evitar la ventisca en la mayor medida.
El rubio suspiró resignado. La verdad es que hubiera hecho salido a por el viejo de todos modos, no iba en su carácter hacer algo distinto. Simplemente, sus pensamientos eran fruto de la tormenta de nieva en la que se había visto inmerso de repente. Del cambio tan drástico de temperatura que a todo ser afectaba.
Vincent notó una silueta oscura hacia uno de los lados de la calle. Por ello avanzó hacia allí, casi sin poder ver más allá de un metro, colocándose los guantes que se había retirado al llegar a la barra de la taberna. En medio de la ventisca, esa posada sería como estar en un paraíso terrenal. Alejado de ese frío que convertía todo en blanco y muerte.
- ¡Señor! - gritó. - ¡Señor! ¡Necesito preguntarle algo! - insistió. - ¡Señor! - gritó aún más fuerte, para intentar hacerse oírse por encima del rugir de la cada vez más fuerte ventisca. - Maldita sea-, se dijo esta vez a sí mismo-, arropándose mejor en su capa.
Así era el norte. Dulce y delicado. Con una brisa ligera y suave, que acariciaba la piel con ternura. Y de repente todo lo contrario. Bravo y despiadado. Matando y destruyendo todo lo que se encontraba a su paso.
En este caso en particular a él, Y suponía que al cuentacuentos que iba delante. Era difícil no imaginar la pasta de la que estaba hecho ese hombre. Aunque no era algo que no supiera de antemano. Las gentes de las llanuras eran las más resistentes de las que se había encontrado en sus viajes por el mundo.
De todas formas, debía apretar el paso si quería alcanzar al hombre antes de que llegara hasta su casa, y tuviera que desandar un trecho de camino mucho mayor de vuelta a la taberna. Antes lo pudiera detener, menos tiempo bajo la intemperie estaría. Por ello el brujo no tardó en obedecer sus pensamientos, y aligeró la marcha sobre la nieve acumulada.
Sentía como su bota se enterraba en la nieve unos centímetros con cada paso. Complicando por ello su idea de ir más rápido. Por suerte el anciano no esperaba que nadie lo siguiera, y de todos modos, Vinc era más joven que este. Aunque el nativo estuviera acostumbrado al clima de su tierra, para el brujo pronto fue sencillo acortar la distancia.
Un poco más de esfuerzo y lo alcanzaría de una vez por todas. Así podría contarle lo que supiera a Lucy. Por lo dioses esperaba que todo aquello no fuera una pérdida de tiempo, y que el anciano supiera descifrar los dibujos en el libro de Níniel.
- ¡Señor! - gritó con todas sus fuerzas, pero su voz sonó como el maullido de un gatito afónico contra el rugido del viento.
El rubio volvió a maldecir. No conseguiría hacerse oír por encima del viento de ninguna de las maneras. No al menos cuando aumentaba la intensidad de la ventisca por instantes. Tendría que esperar a que la tormenta descargara parte de su furia y perdiera intensidad. Seguramente no tardaría, el clima cambiante hacía aparecer una tormenta de la nada, y desaparecerla de igual modo. Debilitarse al menos, si no llegaba a desaparecer. Luego volvía a comenzar. Una y otra vez, pero con una tregua de vez en cuando que bien podría valer una supervivencia. Otras veces, cuando comenzaba, ya nada la paraba durante una buena temporada, pero ese tipo de ventiscas eran más fáciles de prever. Y más valía que así fuera, pues había pocas más mortales en ese mundo que entrar en una de ellas. Quien entraba en una de esas. No volvía a ver la luz del sol.
Vincent llegó a la esquina de la calle, y giró por donde el anciano lo había hecho un momento antes. Justo en el instante en el que le había gritado en vano. Apreció una vez más la silueta oscura en la distancia, pero para su alegría, mucho más cerca que en el tramo anterior.
- ¡Señor! - volvió a gritar, aprovechando que la tormenta menguó en intensidad por unos segundos.
Juraría que el cuentacuentos se había detenido esta vez, e incluso se había girado para mirar en su dirección. Sin embargo, con esa nieve cortante era complicado aseverarlo.
El brujo hizo lo propio, y miró en la dirección por la que había venido sin apreciar ninguna otra silueta entre la ventisca. Luego apretó el paso nuevamente, para conseguir llegar hasta el anciano como había prometido a Lucy. Para hacerlo rápidamente y salir de ese frío como se había prometido a él. Para obligar a quien lo seguía a que hiciera lo mismo, y se delatase aún más si quería seguir tras sus pasos.
No creía que fuera ninguna de sus compañeras, o ya habría visto una silueta en la calle, como veía la del anciano delante. Esta vez, o las veces que había mirado con anterioridad. Quien le seguía se molestaba en permanecer oculto ante sus ojos. Y eso no le gustaba. Era sinónimo de problemas.
En cualquier caso, lo cierto es que se había parado más bien por lo contrario. No creía que las mujeres lo necesitaran para desembarazarse de esa periodista. Sin embargo, algo en su interior le decía que tenía que asegurarse de que esa mujer no acababa convertida en una improvisada tea. Suponía que exageraba, que Lucy no llegará a tales extremos, pero lo cierto es que la tal Pipa resultaba ser una chica de lo más cargante por momentos.
Sobre todo cuando la voz llamó su atención hacia la puerta cuando la tensai le echó la bronca a la periodista.
Ese anciano estaba hacía un momento junto a la hoguera, contando sus historias a los niños del local. Y de repente estaba saliendo por la puerta de un modo totalmente inesperado para él. Esa gente solía amenizar toda la noche con sus cuentos y leyendas, así que sólo podía suponer que esa noche estaba demasiado cansado para seguir dándole al pico.
- Sí, claro. No tardaré-, contestó a la encantadora, dejando su jarra en la mesa de ella. - No te preocupes. Sólo será un momento-, sonrió a la elfa, y se encaminó hacia la salida.
Nada más salir notó una bofetada de frío en toda la cara. O más que una bofetada se podría haber considerado todo un directo frontal, y con muy mala leche a decir verdad. Anor bien que se podría haber quedado un ratito más, lo suficiente para cubrir su búsqueda del anciano. Es más. Mentiría si dijera que el “Sí, claro. No tardaré” de antes, no se había tornado en su cabeza en un “Claro que no. Tú también tienes un par de piernas para caminar”, mientras se colocaba bien la capa y la capucha para evitar la ventisca en la mayor medida.
El rubio suspiró resignado. La verdad es que hubiera hecho salido a por el viejo de todos modos, no iba en su carácter hacer algo distinto. Simplemente, sus pensamientos eran fruto de la tormenta de nieva en la que se había visto inmerso de repente. Del cambio tan drástico de temperatura que a todo ser afectaba.
Vincent notó una silueta oscura hacia uno de los lados de la calle. Por ello avanzó hacia allí, casi sin poder ver más allá de un metro, colocándose los guantes que se había retirado al llegar a la barra de la taberna. En medio de la ventisca, esa posada sería como estar en un paraíso terrenal. Alejado de ese frío que convertía todo en blanco y muerte.
- ¡Señor! - gritó. - ¡Señor! ¡Necesito preguntarle algo! - insistió. - ¡Señor! - gritó aún más fuerte, para intentar hacerse oírse por encima del rugir de la cada vez más fuerte ventisca. - Maldita sea-, se dijo esta vez a sí mismo-, arropándose mejor en su capa.
Así era el norte. Dulce y delicado. Con una brisa ligera y suave, que acariciaba la piel con ternura. Y de repente todo lo contrario. Bravo y despiadado. Matando y destruyendo todo lo que se encontraba a su paso.
En este caso en particular a él, Y suponía que al cuentacuentos que iba delante. Era difícil no imaginar la pasta de la que estaba hecho ese hombre. Aunque no era algo que no supiera de antemano. Las gentes de las llanuras eran las más resistentes de las que se había encontrado en sus viajes por el mundo.
De todas formas, debía apretar el paso si quería alcanzar al hombre antes de que llegara hasta su casa, y tuviera que desandar un trecho de camino mucho mayor de vuelta a la taberna. Antes lo pudiera detener, menos tiempo bajo la intemperie estaría. Por ello el brujo no tardó en obedecer sus pensamientos, y aligeró la marcha sobre la nieve acumulada.
Sentía como su bota se enterraba en la nieve unos centímetros con cada paso. Complicando por ello su idea de ir más rápido. Por suerte el anciano no esperaba que nadie lo siguiera, y de todos modos, Vinc era más joven que este. Aunque el nativo estuviera acostumbrado al clima de su tierra, para el brujo pronto fue sencillo acortar la distancia.
Un poco más de esfuerzo y lo alcanzaría de una vez por todas. Así podría contarle lo que supiera a Lucy. Por lo dioses esperaba que todo aquello no fuera una pérdida de tiempo, y que el anciano supiera descifrar los dibujos en el libro de Níniel.
- ¡Señor! - gritó con todas sus fuerzas, pero su voz sonó como el maullido de un gatito afónico contra el rugido del viento.
El rubio volvió a maldecir. No conseguiría hacerse oír por encima del viento de ninguna de las maneras. No al menos cuando aumentaba la intensidad de la ventisca por instantes. Tendría que esperar a que la tormenta descargara parte de su furia y perdiera intensidad. Seguramente no tardaría, el clima cambiante hacía aparecer una tormenta de la nada, y desaparecerla de igual modo. Debilitarse al menos, si no llegaba a desaparecer. Luego volvía a comenzar. Una y otra vez, pero con una tregua de vez en cuando que bien podría valer una supervivencia. Otras veces, cuando comenzaba, ya nada la paraba durante una buena temporada, pero ese tipo de ventiscas eran más fáciles de prever. Y más valía que así fuera, pues había pocas más mortales en ese mundo que entrar en una de ellas. Quien entraba en una de esas. No volvía a ver la luz del sol.
Vincent llegó a la esquina de la calle, y giró por donde el anciano lo había hecho un momento antes. Justo en el instante en el que le había gritado en vano. Apreció una vez más la silueta oscura en la distancia, pero para su alegría, mucho más cerca que en el tramo anterior.
- ¡Señor! - volvió a gritar, aprovechando que la tormenta menguó en intensidad por unos segundos.
Juraría que el cuentacuentos se había detenido esta vez, e incluso se había girado para mirar en su dirección. Sin embargo, con esa nieve cortante era complicado aseverarlo.
El brujo hizo lo propio, y miró en la dirección por la que había venido sin apreciar ninguna otra silueta entre la ventisca. Luego apretó el paso nuevamente, para conseguir llegar hasta el anciano como había prometido a Lucy. Para hacerlo rápidamente y salir de ese frío como se había prometido a él. Para obligar a quien lo seguía a que hiciera lo mismo, y se delatase aún más si quería seguir tras sus pasos.
No creía que fuera ninguna de sus compañeras, o ya habría visto una silueta en la calle, como veía la del anciano delante. Esta vez, o las veces que había mirado con anterioridad. Quien le seguía se molestaba en permanecer oculto ante sus ojos. Y eso no le gustaba. Era sinónimo de problemas.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Taberna
Por suerte del azar o del destino, el libro de alquimia había llegado a manos de Pipa, la reportera, quien descaradamente lo tomó, y no para devolvérselo a su dueña, que venía a reclamarlo, sino para abrirlo y ojearlo con todo su descaro. La elfa lo recuperó rápidamente y le regañó por su comportamiento, desafiándola a que no sabía nada.
-¿Qué no he averiguado nada? – respondió Pipa, picada, haciéndose la ofendida, luego se recolocó la boina y su melena con chulería femenina. Parecía que bajo ese cuerpo adulto había una chica charlatana e infantil. Sacó del bolso que llevaba a su espalda unas notas, se puso al lado de la elfa y se las enseñó. –Mira, hay testigos que aseguran que son los animales metálicos quienes atacan y raptan al ganado desde hace dos semanas. – la miró - Si te soy sincera, no los he visto, pero he hecho algunos bocetos según las descripciones de la gente. – exclamó la cotilla más en una actitud infantil que ofendida. Y le enseñó bocetos de animales que ella misma había hecho: Escorpiones, lobos y arañas pequeñas – ¿Ves? – repasó – Pero más que si existen, me interesa saber de dónde salen y por qué proliferan. Es lo que estoy estudiando. De aquí hay material para escribir una historia muy buena. – le relató a la mujer a la elfa, con los ojos saltones, ilusionada por lo que saldría de ahí.
Pipa colocó su mochila de cuero en el suelo y se agachó para seguir revolviendo. Tenía montones de papeles ahí, era casi en exclusiva lo que guardaba en la misma, y sin ningún orden aparente, tirados de cualquier manera, arrugados. Aunque ella parecía entenderse con aquel desorden.
-Ah, y luego está esto. – y le mostró a la mujer, lo que para la reportera parecía lo más destacable, el boceto de un símbolo. – Ese dibujo salía en tu libro. Pero apenas había ojeado nada cuando me lo quitaste. – le reprendió ahora, pero, de nuevo, en una actitud infantil. La reportera no tenía actos de mala fe. – Lo encontré grabado en algunas rocas, lejos del pueblo. Hay gente que dice que es como un ojo, ¿tú qué opinas? – preguntó entregándole el boceto a la elfa. – Podrían estar en lo cierto pero… ¿desde cuando los ojos tienen pestañas horizontales? – reflexionó, señalándole las barras horizontales que salían del ojo central y mordisqueando una manzana que también sacó de su mochila.
En ese momento, Lucy Fireheart, para quien la conversación entre las dos mujeres no había pasado inadvertida, decidió desdoblar sus largas piernas, levantarse y acercarse a cuchichear, lo cual hizo reír a Pipa en cuanto advirtió su presencia a su espalda.
-Vaya… la que decía que era de mala educación interrumpir. – expresó entre risas sin obtener respuesta de la encantadora, tratando de ser agradable, sabiendo que su relación no había empezado bien. – Bienvenida al grupo. – la hechicera lo observó y pensó cuidadosamente, antes de dar su veredicto.
-Dices que lo has visto en varias rocas. ¿Siguen algún orden en concreto? ¿Una dirección? – preguntó Lucy de manera calmada.
-Sí, eso también lo había estudiado. Fijaos. – indicó, volviendo a revolver en su mochila entre los múltiples papeles que tenía, hasta que sacó un mapa de la zona que desplegó y mostró a elfa y encantadora, que atendían expectantes la explicación de Pipa. – Los puntos que marqué en rojo son los lugares en los que vi el símbolo, si formamos una línea recta tal que así… - comenzó a dibujar a lápiz una perfecta recta en el mapa – terminamos llegando a este lugar apartado, que los lugareños llaman “Descanso del errante” y en el que aseguran que no hay nada más que nieve y hielo.
-Níniel. – dijo la encantadora, exhorta. – Descanso del errante… ¿Es lo que decías que traía tu libro, no? – le preguntó la hechicera, emocionada, animando a la elfa a retomar la lectura y a proporcionar más información sobre lo mismo. – A todas estas, ¿no tarda mucho Vincent? – preguntó Lucy, preocupada por el brujo de fuego, cuando se dio cuenta de que habían pasado un buen rato dialogando.
¿Tendrían alguna relación las criaturas metálicas con el símbolo? ¿Y qué representaría exactamente el mismo? Lo que parecía indicar con toda seguridad, era que tenía alguna relación con el vermis o la flor de arraken, ya que tanto símbolo como lugar venían indicadas en las páginas correspondientes en la Enciclopedia de Ingredientes Mágicos.
El brujo persiguió entre la ventisca al anciano, a ambos les costaba avanzar mucho. ¿Por qué había huido el tipo tan repentinamente del lugar? Tal vez la hora de irse a casa. Lo verdaderamente imprudente era haber abandonado el local con la que estaba cayendo, apenas se podía distinguir nada a diez metros. Por suerte, la cercanía de los edificios indicaba que, al menos, no habían salido del pueblo, pero la nieve ya les llegaba por las rodillas.
Vincent terminaría alcanzando al hombre, cada vez más agotado por su andadura entre la nieve. De camino a su hogar, en cuanto el brujo corriera a atenderlo, el hombre se sentiría muy reconfortado.
-Gra… gracias joven. – gritó agradecido para que pudiera escucharlo con la fuerte ventisca. – Trataba de volver a mi casa antes de la ventisca, pero me entretuve y parece que salí un poco tarde del local. – Bromeó el tipo. – Mi hogar está lejos aún, igual sería mejor que diésemos la vuelta a la taberna. – indicó. El anciano estaba acostumbrado a andar por aquellos lugares, pero ya le costaba más. Estaba claro que allí no podría ayudarles.
Cuando se dieron la vuelta para deshacer el camino, un cánido permanecía postrado ante ellos, sus ojos brillaban en un intenso color amarillo. Metalizado. Era una de las criaturas que tan poca gente aseguraba haber visto, pero de la que tanto brujo como herborista habían oído hablar. – Oh… dios mío. ¿Qué es eso? – preguntó asustado. Tenía miedo, sus pulsaciones se incrementaron y aquello era algo que un cánido podía distinguir, incluso uno de metal, como aquel. No era una ilusión de los presentes, la criatura existía y aquello era algo que el brujo podría certificar a sus acompañantes femeninas en cuanto volviera a la posada.
El animal no parecía violento. Al menos no con las personas. Simplemente giraba la cabeza de un lado a otro. Cualquiera que supiera algo de tecnología biocibernética, sabría que el luberus no era por naturaleza un animal agresivo. Pero su presencia en la ciudad era, cuanto menos, extraña, pues estas criaturas no se acercaban a los poblados y mucho menos vivían en el Norte.
La criatura emitió un pequeño ladrido metalizado, desde luego no era la voz de un perro normal. No mostraba una actitud ofensiva, sino más bien amistosa con el brujo y su acompañante. Poco después, se dio la vuelta y comenzó a caminar.
Vincent: Te has encontrado con un luberus, animal del bestiario cuya descripción puedes leer [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No es agresivo y no os va a atacar a menos que le ataquéis a él, no corre rápido y podrías seguirle. Esto podría ser bueno, pero también peligroso. Es tu decisión seguir el rastro del lobo o dejarlo ir y volver a la taberna junto al hombre que acabas de rescatar para comentárselo a Lucy y a Níniel, que seguro que están preocupadas.
-¿Qué no he averiguado nada? – respondió Pipa, picada, haciéndose la ofendida, luego se recolocó la boina y su melena con chulería femenina. Parecía que bajo ese cuerpo adulto había una chica charlatana e infantil. Sacó del bolso que llevaba a su espalda unas notas, se puso al lado de la elfa y se las enseñó. –Mira, hay testigos que aseguran que son los animales metálicos quienes atacan y raptan al ganado desde hace dos semanas. – la miró - Si te soy sincera, no los he visto, pero he hecho algunos bocetos según las descripciones de la gente. – exclamó la cotilla más en una actitud infantil que ofendida. Y le enseñó bocetos de animales que ella misma había hecho: Escorpiones, lobos y arañas pequeñas – ¿Ves? – repasó – Pero más que si existen, me interesa saber de dónde salen y por qué proliferan. Es lo que estoy estudiando. De aquí hay material para escribir una historia muy buena. – le relató a la mujer a la elfa, con los ojos saltones, ilusionada por lo que saldría de ahí.
Pipa colocó su mochila de cuero en el suelo y se agachó para seguir revolviendo. Tenía montones de papeles ahí, era casi en exclusiva lo que guardaba en la misma, y sin ningún orden aparente, tirados de cualquier manera, arrugados. Aunque ella parecía entenderse con aquel desorden.
-Ah, y luego está esto. – y le mostró a la mujer, lo que para la reportera parecía lo más destacable, el boceto de un símbolo. – Ese dibujo salía en tu libro. Pero apenas había ojeado nada cuando me lo quitaste. – le reprendió ahora, pero, de nuevo, en una actitud infantil. La reportera no tenía actos de mala fe. – Lo encontré grabado en algunas rocas, lejos del pueblo. Hay gente que dice que es como un ojo, ¿tú qué opinas? – preguntó entregándole el boceto a la elfa. – Podrían estar en lo cierto pero… ¿desde cuando los ojos tienen pestañas horizontales? – reflexionó, señalándole las barras horizontales que salían del ojo central y mordisqueando una manzana que también sacó de su mochila.
- Símbolo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
En ese momento, Lucy Fireheart, para quien la conversación entre las dos mujeres no había pasado inadvertida, decidió desdoblar sus largas piernas, levantarse y acercarse a cuchichear, lo cual hizo reír a Pipa en cuanto advirtió su presencia a su espalda.
-Vaya… la que decía que era de mala educación interrumpir. – expresó entre risas sin obtener respuesta de la encantadora, tratando de ser agradable, sabiendo que su relación no había empezado bien. – Bienvenida al grupo. – la hechicera lo observó y pensó cuidadosamente, antes de dar su veredicto.
-Dices que lo has visto en varias rocas. ¿Siguen algún orden en concreto? ¿Una dirección? – preguntó Lucy de manera calmada.
-Sí, eso también lo había estudiado. Fijaos. – indicó, volviendo a revolver en su mochila entre los múltiples papeles que tenía, hasta que sacó un mapa de la zona que desplegó y mostró a elfa y encantadora, que atendían expectantes la explicación de Pipa. – Los puntos que marqué en rojo son los lugares en los que vi el símbolo, si formamos una línea recta tal que así… - comenzó a dibujar a lápiz una perfecta recta en el mapa – terminamos llegando a este lugar apartado, que los lugareños llaman “Descanso del errante” y en el que aseguran que no hay nada más que nieve y hielo.
-Níniel. – dijo la encantadora, exhorta. – Descanso del errante… ¿Es lo que decías que traía tu libro, no? – le preguntó la hechicera, emocionada, animando a la elfa a retomar la lectura y a proporcionar más información sobre lo mismo. – A todas estas, ¿no tarda mucho Vincent? – preguntó Lucy, preocupada por el brujo de fuego, cuando se dio cuenta de que habían pasado un buen rato dialogando.
¿Tendrían alguna relación las criaturas metálicas con el símbolo? ¿Y qué representaría exactamente el mismo? Lo que parecía indicar con toda seguridad, era que tenía alguna relación con el vermis o la flor de arraken, ya que tanto símbolo como lugar venían indicadas en las páginas correspondientes en la Enciclopedia de Ingredientes Mágicos.
* * * * * * * * * * * * *
Calles de Clargorn
El brujo persiguió entre la ventisca al anciano, a ambos les costaba avanzar mucho. ¿Por qué había huido el tipo tan repentinamente del lugar? Tal vez la hora de irse a casa. Lo verdaderamente imprudente era haber abandonado el local con la que estaba cayendo, apenas se podía distinguir nada a diez metros. Por suerte, la cercanía de los edificios indicaba que, al menos, no habían salido del pueblo, pero la nieve ya les llegaba por las rodillas.
Vincent terminaría alcanzando al hombre, cada vez más agotado por su andadura entre la nieve. De camino a su hogar, en cuanto el brujo corriera a atenderlo, el hombre se sentiría muy reconfortado.
-Gra… gracias joven. – gritó agradecido para que pudiera escucharlo con la fuerte ventisca. – Trataba de volver a mi casa antes de la ventisca, pero me entretuve y parece que salí un poco tarde del local. – Bromeó el tipo. – Mi hogar está lejos aún, igual sería mejor que diésemos la vuelta a la taberna. – indicó. El anciano estaba acostumbrado a andar por aquellos lugares, pero ya le costaba más. Estaba claro que allí no podría ayudarles.
Cuando se dieron la vuelta para deshacer el camino, un cánido permanecía postrado ante ellos, sus ojos brillaban en un intenso color amarillo. Metalizado. Era una de las criaturas que tan poca gente aseguraba haber visto, pero de la que tanto brujo como herborista habían oído hablar. – Oh… dios mío. ¿Qué es eso? – preguntó asustado. Tenía miedo, sus pulsaciones se incrementaron y aquello era algo que un cánido podía distinguir, incluso uno de metal, como aquel. No era una ilusión de los presentes, la criatura existía y aquello era algo que el brujo podría certificar a sus acompañantes femeninas en cuanto volviera a la posada.
- Luberus:
El animal no parecía violento. Al menos no con las personas. Simplemente giraba la cabeza de un lado a otro. Cualquiera que supiera algo de tecnología biocibernética, sabría que el luberus no era por naturaleza un animal agresivo. Pero su presencia en la ciudad era, cuanto menos, extraña, pues estas criaturas no se acercaban a los poblados y mucho menos vivían en el Norte.
La criatura emitió un pequeño ladrido metalizado, desde luego no era la voz de un perro normal. No mostraba una actitud ofensiva, sino más bien amistosa con el brujo y su acompañante. Poco después, se dio la vuelta y comenzó a caminar.
* * * * * * * * * * * *
Níniel: Parece que Vincent tarda en volver, pero ahora Pipa te ha ayudado con uno de los símbolos de tu libro. Ayuda a Pipa y a Lucy a descifrar el misterio de los animales mecánicos, los símbolos y su relación con el libro y los ingredientes que buscáis. Si crees que necesitas más ayuda, puedes preguntarle a cualquiera de las dos lo que desees, te ayudarán en lo que puedan o sepan.Vincent: Te has encontrado con un luberus, animal del bestiario cuya descripción puedes leer [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No es agresivo y no os va a atacar a menos que le ataquéis a él, no corre rápido y podrías seguirle. Esto podría ser bueno, pero también peligroso. Es tu decisión seguir el rastro del lobo o dejarlo ir y volver a la taberna junto al hombre que acabas de rescatar para comentárselo a Lucy y a Níniel, que seguro que están preocupadas.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Pronto quedaron claras dos cosas con respecto a aquella humana del semanario de Lunargenta, bueno tres contando el hecho de que ya había dejado más que claro con anterioridad que los comentarios sobre ser una metomentodo que la elfa había podido extraer de las conversaciones de los lugareños allí reunidos eran un fiel reflejo de la realidad y no exageraciones causadas por lo molesto de sus preguntas. La primera era que poseía un carácter infantil y sincero que la llevaba a buscar la aprobación de otros sobre su trabajo y por ende a hablar más de la cuenta, y la segunda que a pesar de ello no era ninguna tonta.
La orejas redondas era buena en su trabajo y no solo se dedicaba a preguntar a cualquiera que tuviese cerca dando palos de ciego en busca de una noticia. La mujer había hecho los deberes y en su bolsa disponía de abundante información entre la que destacaban detalladas descripciones de esos supuestos atacantes robóticos e incluso varios bocetos a carboncillo de los mismos increíblemente detallados. La mayoría representaban diferentes versiones de una especie de lobo metálico con algunas variantes mínimas en cuanto a su tamaño y otros detalles, como la espina dorsal claramente dragontina que podía verse en uno de ellos y que evidentemente debía de ser culpa de un testigo poco fiable. También había otras descripciones y dibujos de otras criaturas aún más desagradables, artrópodos metálicos que en sus representaciones parecían combinar lo peor de esos animales con el frío metal, dándoles un aspecto de lo más inquietante.
-Ciertamente las similitudes entre unos testimonios y otros son claras...y muy detalladas. No creo que nadie de aquí pudiese inventarse algo así...Y menos que los testimonios coincidiesen tanto después.- Comentó la peliblanca examinando un boceto en cada mano y luego leyendo otra vez las descripciones, concentrada. Tanto de hecho que por un instante olvidó que no estaba allí para investigar aquello si no para tratar de averiguar algo más sobre la localización de los dos ingredientes que la logia necesitaba para ayudar a su líder, el inquisidor. -¿Proliferar?. Algo así no es natural. Son como esos bios aliados con Lunargenta. Algo así no nace, se fabrica. Solo conozco un sitio donde algo así sería posible, la base de los bio.- Continuó diciendo claramente confusa debido a la enorme distancia a la que se encontraban de Verisar y al hecho de que los bio no crearían algo que atacase los huertos y granjas de la gente. Pipa levantó la vista de su bolsa y la miró con los ojos brillando por la emoción. Níniel parecía haber llegado a la misma conclusión que ella. Por eso le parecía tan "interesante" de dónde venían esas criaturas.
-¿En mi libro?. Déjame ver- Dijo la joven elfa tomando aquel nuevo papel que la humana le ofrecía y devolviéndole el resto que le había ido pasando para que los guardara en su bolsa. Se trataba de un símbolo de lo más extraño pero que efectivamente no le era totalmente ajeno a ella. Tal y como decía Pipa, demostrando una percepción visual bastante desarrollada para una humana, aquel símbolo aparecía en el valioso tomo de alquimia del que la peliblanca era responsable, concretamente en la página que interesaba a la logia en esos momentos, la del mapa y los ingredientes. Níniel no había sido capaz de descubrir por qué estaban esos símbolos allí ni su significado, pero no le había dado mayor importancia hasta ese momento. Aquel libro guardaba muchos secretos, le llevaría meses descubrirlos todos y apenas había tenido una semana para estudiarlo antes de aquel viaje. Desde luego era muy raro. ¿Por qué aparecía un símbolo usado en un críptico libro de alquimia grabado en varias rocas de la llanura nevada?.
-Sí que parece un ojo...O una diana. Quizá una representación del disco solar, pero nunca había visto los haces de luz dibujados así. Es como si tuviera un agujero en el centro, no me preguntes por qué pero me viene a la cabeza una entrada. Que sensación más curiosa.- Respondió a su pregunta nombrando algunas ideas que se le ocurrían mientras abría su preciado volumen para tratar de averiguar el misterio gracias a esa nueva información, a ese nuevo punto de vista. Entonces la elfa alzó la vista percatándose de que Lucy había decidido unirse a la conversación y le tendió el dibujo del símbolo con la esperanza de que su experiencia con la logia arrojara algo de luz a aquel asunto que, finalmente, parecía estar relacionado de algún modo con los asuntos del gremio allí, aunque no estaba claro cómo acabó la humana revisando aquellas piedras durante su investigación de los ataques. La alta encantadora parecía opinar lo mismo pues lejos de enfadarse se mostró mucho más interesada que antes en todo aquello y hasta llevó la iniciativa de las cuestiones aunque tampoco reconoció el símbolo.
Fue en ese momento, justo cuando Pipa desplegó un mapa detallado de la zona sobre el suelo y vio las marcas allí dibujadas, cuando Níniel cayó en la cuenta. Debería haberse percatado antes. Aquel símbolo extraño se hallaba dibujado varias veces por toda la página, a veces junto a un texto encriptado que indicaba cantidades de cierto ingrediente, otras entre unos apuntes al margen con consejos para obtener una mayor cantidad de esencia de flor de la felicidad para realizar aquella poción de manera más eficaz...Parecía simplemente algún tipo de marca con la que el autor quizá quisiera indicar que esos puntos eran importantes, o quizá partes a mejorar o que tendía a olvidar y de ese modo recordarlo al mirar de nuevo esas páginas, pero no. Ocupaban en la página exactamente la misma posición relativa que ocupaban las marcas hechas por Pipa en su mapa y si se trazaba una línea imaginaría entre ellas...
-!Lo tengo!-Interrumpió a las demás acercando el mapa hacia ella.-Si cada una de esas marcas es la ubicación de una piedra grabada...-Comenzó a decir la joven peliblanca tomando la pluma de Pipa y revisando la página y el mapa con cuidado, marcando hasta cuatro nuevas posiciones en el mapa con una "X" con una "N" pequeña al lado para distinguirlas de las demás. -En esos puntos debería de haberlas también. ¿Veis?. Exactamente la misma posición relativa en la que están distribuidos los símbolos en la página del libro, todas las marcas de Pipa coinciden aunque le faltaban cuatro. ¿Os suena de algo ahora que están todas?¿No?.- Níniel comenzó a unir los puntos en el mapa con un elegante trazo en un orden concreto y poco a poco fue tomando forma la representación astral de la constelación del arquero. -Las piedras representan al arquero, una constelación reverenciada por mi pueblo.- Entonces la sacerdotisa comenzó a dibujar a grandes rasgos la figura de un altivo elfo con un arco tensado que apuntaba claramente en una dirección ligeramente diferente a la trazada por Pipa.
-Ahora la dirección ya no marca hacia "descanso del errante", pasa de largo. Y si miramos el mapa del libro...Aquí está "descanso del errante", pasamos también por los "colmillos hendidos" y llegamos hasta aquí.- Señaló un extraño indicador en el mapa similar a una rueda de molino dentada que no estaba acompañado por nombre alguno. -Lo cual según tu mapa Pipa, sigue siendo ninguna parte...Pero ¿Quién se molesta en ponerle nombre a la nada?. Debe de haber, o quizá en algún momento hubo, algo allí.-Sentenció la peliblanca. -En cualquier caso ahí es donde encontraremos lo que estamos buscando o eso dice el libro.-Al menos lo que buscaba la logia, ya que nada parecía relacionar esas rocas grabadas con los animales metálicos.- Lo que me hace preguntarme...¿Sabes algo más Pipa?. ¿Por qué investigaste esas rocas en relación con los ataques?. Nada de lo que nos has contado me lleva a hacer esa relación.-
La orejas redondas era buena en su trabajo y no solo se dedicaba a preguntar a cualquiera que tuviese cerca dando palos de ciego en busca de una noticia. La mujer había hecho los deberes y en su bolsa disponía de abundante información entre la que destacaban detalladas descripciones de esos supuestos atacantes robóticos e incluso varios bocetos a carboncillo de los mismos increíblemente detallados. La mayoría representaban diferentes versiones de una especie de lobo metálico con algunas variantes mínimas en cuanto a su tamaño y otros detalles, como la espina dorsal claramente dragontina que podía verse en uno de ellos y que evidentemente debía de ser culpa de un testigo poco fiable. También había otras descripciones y dibujos de otras criaturas aún más desagradables, artrópodos metálicos que en sus representaciones parecían combinar lo peor de esos animales con el frío metal, dándoles un aspecto de lo más inquietante.
-Ciertamente las similitudes entre unos testimonios y otros son claras...y muy detalladas. No creo que nadie de aquí pudiese inventarse algo así...Y menos que los testimonios coincidiesen tanto después.- Comentó la peliblanca examinando un boceto en cada mano y luego leyendo otra vez las descripciones, concentrada. Tanto de hecho que por un instante olvidó que no estaba allí para investigar aquello si no para tratar de averiguar algo más sobre la localización de los dos ingredientes que la logia necesitaba para ayudar a su líder, el inquisidor. -¿Proliferar?. Algo así no es natural. Son como esos bios aliados con Lunargenta. Algo así no nace, se fabrica. Solo conozco un sitio donde algo así sería posible, la base de los bio.- Continuó diciendo claramente confusa debido a la enorme distancia a la que se encontraban de Verisar y al hecho de que los bio no crearían algo que atacase los huertos y granjas de la gente. Pipa levantó la vista de su bolsa y la miró con los ojos brillando por la emoción. Níniel parecía haber llegado a la misma conclusión que ella. Por eso le parecía tan "interesante" de dónde venían esas criaturas.
-¿En mi libro?. Déjame ver- Dijo la joven elfa tomando aquel nuevo papel que la humana le ofrecía y devolviéndole el resto que le había ido pasando para que los guardara en su bolsa. Se trataba de un símbolo de lo más extraño pero que efectivamente no le era totalmente ajeno a ella. Tal y como decía Pipa, demostrando una percepción visual bastante desarrollada para una humana, aquel símbolo aparecía en el valioso tomo de alquimia del que la peliblanca era responsable, concretamente en la página que interesaba a la logia en esos momentos, la del mapa y los ingredientes. Níniel no había sido capaz de descubrir por qué estaban esos símbolos allí ni su significado, pero no le había dado mayor importancia hasta ese momento. Aquel libro guardaba muchos secretos, le llevaría meses descubrirlos todos y apenas había tenido una semana para estudiarlo antes de aquel viaje. Desde luego era muy raro. ¿Por qué aparecía un símbolo usado en un críptico libro de alquimia grabado en varias rocas de la llanura nevada?.
-Sí que parece un ojo...O una diana. Quizá una representación del disco solar, pero nunca había visto los haces de luz dibujados así. Es como si tuviera un agujero en el centro, no me preguntes por qué pero me viene a la cabeza una entrada. Que sensación más curiosa.- Respondió a su pregunta nombrando algunas ideas que se le ocurrían mientras abría su preciado volumen para tratar de averiguar el misterio gracias a esa nueva información, a ese nuevo punto de vista. Entonces la elfa alzó la vista percatándose de que Lucy había decidido unirse a la conversación y le tendió el dibujo del símbolo con la esperanza de que su experiencia con la logia arrojara algo de luz a aquel asunto que, finalmente, parecía estar relacionado de algún modo con los asuntos del gremio allí, aunque no estaba claro cómo acabó la humana revisando aquellas piedras durante su investigación de los ataques. La alta encantadora parecía opinar lo mismo pues lejos de enfadarse se mostró mucho más interesada que antes en todo aquello y hasta llevó la iniciativa de las cuestiones aunque tampoco reconoció el símbolo.
Fue en ese momento, justo cuando Pipa desplegó un mapa detallado de la zona sobre el suelo y vio las marcas allí dibujadas, cuando Níniel cayó en la cuenta. Debería haberse percatado antes. Aquel símbolo extraño se hallaba dibujado varias veces por toda la página, a veces junto a un texto encriptado que indicaba cantidades de cierto ingrediente, otras entre unos apuntes al margen con consejos para obtener una mayor cantidad de esencia de flor de la felicidad para realizar aquella poción de manera más eficaz...Parecía simplemente algún tipo de marca con la que el autor quizá quisiera indicar que esos puntos eran importantes, o quizá partes a mejorar o que tendía a olvidar y de ese modo recordarlo al mirar de nuevo esas páginas, pero no. Ocupaban en la página exactamente la misma posición relativa que ocupaban las marcas hechas por Pipa en su mapa y si se trazaba una línea imaginaría entre ellas...
-!Lo tengo!-Interrumpió a las demás acercando el mapa hacia ella.-Si cada una de esas marcas es la ubicación de una piedra grabada...-Comenzó a decir la joven peliblanca tomando la pluma de Pipa y revisando la página y el mapa con cuidado, marcando hasta cuatro nuevas posiciones en el mapa con una "X" con una "N" pequeña al lado para distinguirlas de las demás. -En esos puntos debería de haberlas también. ¿Veis?. Exactamente la misma posición relativa en la que están distribuidos los símbolos en la página del libro, todas las marcas de Pipa coinciden aunque le faltaban cuatro. ¿Os suena de algo ahora que están todas?¿No?.- Níniel comenzó a unir los puntos en el mapa con un elegante trazo en un orden concreto y poco a poco fue tomando forma la representación astral de la constelación del arquero. -Las piedras representan al arquero, una constelación reverenciada por mi pueblo.- Entonces la sacerdotisa comenzó a dibujar a grandes rasgos la figura de un altivo elfo con un arco tensado que apuntaba claramente en una dirección ligeramente diferente a la trazada por Pipa.
-Ahora la dirección ya no marca hacia "descanso del errante", pasa de largo. Y si miramos el mapa del libro...Aquí está "descanso del errante", pasamos también por los "colmillos hendidos" y llegamos hasta aquí.- Señaló un extraño indicador en el mapa similar a una rueda de molino dentada que no estaba acompañado por nombre alguno. -Lo cual según tu mapa Pipa, sigue siendo ninguna parte...Pero ¿Quién se molesta en ponerle nombre a la nada?. Debe de haber, o quizá en algún momento hubo, algo allí.-Sentenció la peliblanca. -En cualquier caso ahí es donde encontraremos lo que estamos buscando o eso dice el libro.-Al menos lo que buscaba la logia, ya que nada parecía relacionar esas rocas grabadas con los animales metálicos.- Lo que me hace preguntarme...¿Sabes algo más Pipa?. ¿Por qué investigaste esas rocas en relación con los ataques?. Nada de lo que nos has contado me lleva a hacer esa relación.-
- El arquero:
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Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Vincent no se había equivocado al notar que el hombre lo había escuchado esta vez. El anciano estaba justo delante, mirando en su dirección y esperándolo.
Aunque quizás para el bien del cuentacuentos sería mejor no haberlo hecho. El rubio no se había volteado más veces para comprobarlo, pues de esa forma sólo conseguiría delatar que notaba que lo seguían. No había perdido esa sensación de estar siendo vigilado por alguien durante parte del camino desde que saliera de la taberna. Y solo imaginaba un motivo por el cual una persona actuaría así.
- Amigo. Es un poco peligroso salir al exterior con este tiempo. Hubiera sido mejor esperar para partir con algún conocido-, gritó aunque estaba a escasos pasos del anciano, pues de otro modo no lo hubiera escuchado. Pese al contenido de sus palabras usó un tono amigable con el hombre para que no se ofendiera en su primera impresión. - Necesito hablar con usted. Sé que puede parecer una tontería ahora mismo, con esta ventisca, pero es importante para mí. Para mí, y para las chicas que me acompañan. Es para encontrar información importante sobre un vermis de escarcha y la flor de arraken-, dijo, ya a una distancia de un palmo del cuentacuentos. El único modo de poder hacerse oír sin gritar.
El hombre se lo tomó bien después de todo, y decidió que sería mejor volver a la taberna que seguir hasta su casa. Por lo visto estaba aún lejos, lo cual hizo pensar al brujo, que ese anciano era cuanto menos alguien bastante imprudente. La idea de que debía haber esperado a un conocido para partir, cobró más fuerza ahora que le había dicho eso. Pero prefirió no seguir insistiendo con ello y evitar así molestarlo.
- Genial. Creo que será lo mejor. Así podremos hablar con mis amigas también-, se mostró de acuerdo con el cuentacuentos en volver a la taberna. - Le invitaré a unos hidromieles-, se mostró amistoso, para animarlo a volver.
La respuesta del hombre no fue lo que se podría decir, algo esperable. ¿O puede que sí? Lo cierto es que sabía que lo estaban siguiendo desde hacía rato, así que una emboscada no era algo imprevisible dadas las circunstancias.
El brujo desenvainó su espada, y se volteó para encararse contra... ¿un perro de metal?
- No. Tranquilo. Es un ser inofensivo-, calmó al hombre, a la vez que escudriñaba la tempestad en busca de algún Bio que lo acompañara.
Aunque quizás esa no fuera la definición correcta, pues eran bastante peligrosos. El adjetivo más adecuado sería pacífico. Esos lobos de acero no ataban a nadie salvo que tuvieran que defenderse.
- Es un Luberus. Son creaciones de los cibernéticos, y es raro que esté solo-, comentó, mirando un poco más entre la ventisca sin éxito. Vincent meneó la cabeza, intentando comprender, y deslizó su acero nuevamente en el cuero de su vaina. - También es extraño que no lo acompañen más Luberus. Estos…-, ¿animales? - seres siempre viajan en manada como los lobos de verdad. Lo sé, porque vivo en Lunargenta, cerca del hogar de estos Luberus.
Y ojalá eso fuera lo único que era rato en todo aquello. Los Luberus eran centinelas del territorio de los Bio, y pocos lugares estaban más lejos de la base de los cibernéticos que ese pueblo. ¿Habría viajando con algún Bio, en una misión al norte como su escolta, y se había extraviado? ¿Habían matado a quien debía proteger? Todo era muy confuso ahora, como para unir las piezas del rompecabezas que se le presentaba delante. Sin contar que no conocía a esos seres más allá de lo básico. Y era todo lo que le había contado al anciano.
- Parece ser que quiere que le sigamos-, comentó, después de escuchar el aullido. - Bien, veamos que quiere-, dijo finalmente, poniéndose tras los pasos del lobo metálico.
No descartó de inmediato que el anciano fuera con ellos, pues el camino del Luberus no era otro que el mismo que habían llevado ambos hombres anteriormente. Sin duda, el lobo venía desde la misma dirección que él, y por ello había notado que lo seguían. Al voltearse no había visto nada, porque el animal de metal era demasiado pequeño como para poder apreciarlo en aquella ventisca.
De todos modos, nada podía ser tan bonito, y después de girar en la esquina por la que había venido, la misma que daba a la calle de la taberna, el Luberus se encaminó hacia otra de las calles, que acaba en perpendicular a esta. Para ir a la taberna debía seguir recto después de doblar la esquina, hasta el fondo del camino, justo al principio del pueblo. La posada, cómo solía ser habitual en la mayoría de poblaciones, solía estar cerca de las entradas a la localidad para que fuera lo primero que se encontraran los viajeros al llegar.
Pero lo que le importaba de todo aquello, es que el lobo había tomado una dirección distinta a la que debería llevar para ir a la taberna. Seguramente desde ese punto era desde donde había comenzando el Luberus a seguirlo.
- Bueno, amigo. Es mejor que a partir de aquí siga solo. Quizás sea peligroso y no quiero que se exponga a ello-, dijo, después de girarse sobre sus talones para mirar cara a cara al anciano. - Vaya a la posada. Como acordamos. Allí encontrará dos mujeres hermosas. Una de pelo rojizo y otra peliblanca. Son las chicas que le comenté antes. Hable con ellas y dígales que estoy siguiendo a un Luberus-, se ladeó, e hizo un gesto señalando al lobo.
Quizás tuviera algo que ver con los ataques de animales metálicos que había escuchado en la posada, y el animal era una pista que no quería desaprovechar.
- Deséeme suerte-, rió quedamente poniéndose en camino, mientras se ajustaba, una vez más, el cuello de la chaqueta ante la inclemencia del tiempo. - Nos vemos-, gritó para hacer oírse por encima de la tormenta, sin voltearse para mirar atrás.
Aunque quizás para el bien del cuentacuentos sería mejor no haberlo hecho. El rubio no se había volteado más veces para comprobarlo, pues de esa forma sólo conseguiría delatar que notaba que lo seguían. No había perdido esa sensación de estar siendo vigilado por alguien durante parte del camino desde que saliera de la taberna. Y solo imaginaba un motivo por el cual una persona actuaría así.
- Amigo. Es un poco peligroso salir al exterior con este tiempo. Hubiera sido mejor esperar para partir con algún conocido-, gritó aunque estaba a escasos pasos del anciano, pues de otro modo no lo hubiera escuchado. Pese al contenido de sus palabras usó un tono amigable con el hombre para que no se ofendiera en su primera impresión. - Necesito hablar con usted. Sé que puede parecer una tontería ahora mismo, con esta ventisca, pero es importante para mí. Para mí, y para las chicas que me acompañan. Es para encontrar información importante sobre un vermis de escarcha y la flor de arraken-, dijo, ya a una distancia de un palmo del cuentacuentos. El único modo de poder hacerse oír sin gritar.
El hombre se lo tomó bien después de todo, y decidió que sería mejor volver a la taberna que seguir hasta su casa. Por lo visto estaba aún lejos, lo cual hizo pensar al brujo, que ese anciano era cuanto menos alguien bastante imprudente. La idea de que debía haber esperado a un conocido para partir, cobró más fuerza ahora que le había dicho eso. Pero prefirió no seguir insistiendo con ello y evitar así molestarlo.
- Genial. Creo que será lo mejor. Así podremos hablar con mis amigas también-, se mostró de acuerdo con el cuentacuentos en volver a la taberna. - Le invitaré a unos hidromieles-, se mostró amistoso, para animarlo a volver.
La respuesta del hombre no fue lo que se podría decir, algo esperable. ¿O puede que sí? Lo cierto es que sabía que lo estaban siguiendo desde hacía rato, así que una emboscada no era algo imprevisible dadas las circunstancias.
El brujo desenvainó su espada, y se volteó para encararse contra... ¿un perro de metal?
- No. Tranquilo. Es un ser inofensivo-, calmó al hombre, a la vez que escudriñaba la tempestad en busca de algún Bio que lo acompañara.
Aunque quizás esa no fuera la definición correcta, pues eran bastante peligrosos. El adjetivo más adecuado sería pacífico. Esos lobos de acero no ataban a nadie salvo que tuvieran que defenderse.
- Es un Luberus. Son creaciones de los cibernéticos, y es raro que esté solo-, comentó, mirando un poco más entre la ventisca sin éxito. Vincent meneó la cabeza, intentando comprender, y deslizó su acero nuevamente en el cuero de su vaina. - También es extraño que no lo acompañen más Luberus. Estos…-, ¿animales? - seres siempre viajan en manada como los lobos de verdad. Lo sé, porque vivo en Lunargenta, cerca del hogar de estos Luberus.
Y ojalá eso fuera lo único que era rato en todo aquello. Los Luberus eran centinelas del territorio de los Bio, y pocos lugares estaban más lejos de la base de los cibernéticos que ese pueblo. ¿Habría viajando con algún Bio, en una misión al norte como su escolta, y se había extraviado? ¿Habían matado a quien debía proteger? Todo era muy confuso ahora, como para unir las piezas del rompecabezas que se le presentaba delante. Sin contar que no conocía a esos seres más allá de lo básico. Y era todo lo que le había contado al anciano.
- Parece ser que quiere que le sigamos-, comentó, después de escuchar el aullido. - Bien, veamos que quiere-, dijo finalmente, poniéndose tras los pasos del lobo metálico.
No descartó de inmediato que el anciano fuera con ellos, pues el camino del Luberus no era otro que el mismo que habían llevado ambos hombres anteriormente. Sin duda, el lobo venía desde la misma dirección que él, y por ello había notado que lo seguían. Al voltearse no había visto nada, porque el animal de metal era demasiado pequeño como para poder apreciarlo en aquella ventisca.
De todos modos, nada podía ser tan bonito, y después de girar en la esquina por la que había venido, la misma que daba a la calle de la taberna, el Luberus se encaminó hacia otra de las calles, que acaba en perpendicular a esta. Para ir a la taberna debía seguir recto después de doblar la esquina, hasta el fondo del camino, justo al principio del pueblo. La posada, cómo solía ser habitual en la mayoría de poblaciones, solía estar cerca de las entradas a la localidad para que fuera lo primero que se encontraran los viajeros al llegar.
Pero lo que le importaba de todo aquello, es que el lobo había tomado una dirección distinta a la que debería llevar para ir a la taberna. Seguramente desde ese punto era desde donde había comenzando el Luberus a seguirlo.
- Bueno, amigo. Es mejor que a partir de aquí siga solo. Quizás sea peligroso y no quiero que se exponga a ello-, dijo, después de girarse sobre sus talones para mirar cara a cara al anciano. - Vaya a la posada. Como acordamos. Allí encontrará dos mujeres hermosas. Una de pelo rojizo y otra peliblanca. Son las chicas que le comenté antes. Hable con ellas y dígales que estoy siguiendo a un Luberus-, se ladeó, e hizo un gesto señalando al lobo.
Quizás tuviera algo que ver con los ataques de animales metálicos que había escuchado en la posada, y el animal era una pista que no quería desaprovechar.
- Deséeme suerte-, rió quedamente poniéndose en camino, mientras se ajustaba, una vez más, el cuello de la chaqueta ante la inclemencia del tiempo. - Nos vemos-, gritó para hacer oírse por encima de la tormenta, sin voltearse para mirar atrás.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Níniel se fijó en que las marcas del mapa que representaban las localizaciones de los símbolos encontrados por Pipa podían ser unidas de tal manera que formasen la constelación del arquero. De esta manera, la elfa pudo predecir el lugar en el que se encontraban los restantes que la reportera no fue capaz de descubrir. Ambas mujeres se impresionaron por el descubrimiento de Níniel, que completó el estudio indicando que lo que buscaban podría encontrarse en un símbolo que figuraba en el mapa como la rueda de molino dentada. A continuación, la elfa preguntó qué llevó a la reportera a buscar los símbolos.
-Algunos de los testigos informaron que dichos símbolos podían apreciarse en los lomos de las criaturas. Cuando vine hacia aquí vi uno parecido y me dediqué a rodear el pueblo en busca de más. – explicó, llevándose la mano al mentón. – Así que es posible que las criaturas vengan de ahí. Sin embargo, este mapa no apareció de la noche a la mañana. Algo tuvo que incitarlas a huir.
-Entonces tendremos que ir hasta allí, Níniel. Descansaremos esta noche y mañana al canto del gallo partiremos hacia allí – sentenció Lucy, y miró todo el local abarrotado buscando a la pareja de la elfa, que aún no había parecido. – A todas estas, ¿dónde está Vincent? – preguntó con un cierto tono de preocupación por la ausencia del brujo, que ya debería haber vuelto.
La puerta se abrió, y la pelirroja miró con la esperanza de que por allí entrara el brujo, mas lejos de ser el quién entrase, otro hombre cayó al suelo según se abrió la puerta. Rendido y agotado por el frío, prácticamente inconsciente. Lucy rápidamente advirtió que se trataba del hombre que había ido a buscar el brujo. Rápidamente fue atendido por las gentes del local, que lo colocaron en una silla junto a la chimenea, le cubrieron con mantas y le trajeron algo de sopa caliente para combatir la hipotermia. Su piel había adoptado un claro color azulado.
La Gran Encantadora, claramente nerviosa, abandonó la conversación con sus compañeras y corrió a él, bastante preocupada por el estado de salud de un compañero a su cargo.
-¿Dónde está Vincent? – preguntó exaltada, aunque el hombre no lo conocía por el nombre – ¿No te encontró un hombre?
-Sí… un chico muy valiente, con barba. Iba rumbo a mi casa y estaba cerca del granero. – repitió aquel señor que tendría casi sesenta años. – Entonces apareció un lobo de metal y fue tras él.
-¿Perseguir a un lobo con la que está cayendo? ¡Qué insensato! – se lamentó Lucy. – Níniel, tenemos que ir a buscarle. Su vida podría correr peligro. – le pidió la encantadora, aunque teniendo en cuenta la relación entre elfa y brujo, seguramente la propia Níniel estaría bastante más preocupada sabiendo que su amante se encontraba persiguiendo a un lobo en medio de la tormenta.
-¿Qué dices? ¡Es un suicidio! – interrumpió el mesonero, señalándole una de las ventanas – ¿A dónde lo vais a ir a buscar? Además, no se ve nada más allá de cinco metros. La nieve os va a cubrir. Calculo que duraréis una media hora a lo sumo antes de que os perdáis y acabéis muertas enterradas bajo la nieve. – recalcó éste poniéndose en el caso extremo, para concienciar a ambas sobre la locura que era salir a buscarle sin rumbo ni dirección claros, y es que las ventiscas de la llanura en invierno eran mortales. Esto hizo a la encantadora detener su ímpetu y mirar a la elfa, en busca de una opinión de ésta.
-Oiga, cállese. Es su amigo. – Volvió a meterse la cotilla – O su amante, creo. Tendremos que rescatarlo, ¿no? Si vais… ¡os acompaño! De aquí también puede salir un buen reportaje. – explicó con una sonrisa. Dejando claro ser, además de chismosa, una temeraria. Puso su mano en el pecho y extendió una mano por todo lo alto, mirando al techo. - La historia de como una valiente mujer acudió al rescate de su novio en peligro... - relató con pasión.
* * * * * * * * * *
Por su parte, el brujo decidió perseguir al luberus tras la ventisca. El frío era agotador y la nieve comenzaba a cubrirle ya hasta la rodilla. Comenzando a congelar los huesos del brujo. La ventisca era tan intensa que el brujo pronto perdería la noción del espacio y la orientación. ¿Seguía en el pueblo? ¿Lo había abandonado? No se sabe. No era capaz de ver más allá de cinco metros, dejándose guiar en ocasiones más por los ladridos mecánicos del luberus que por su propia vista. Hacía tanto frío que sobre sus pestañas comenzaban a formarse pequeños témpanos de hielo.
El luberus iba hacia el lugar sobre el que las tres mujeres se encontraban describiendo en la taberna, pero aquello era algo que el brujo desconocía pues su impaciencia le impidió esperar un poco y saber a qué lugar llegaría. Quizás, acertadamente, ya que tal vez el luberus no se volvería a mostrar y habría perdido la oportunidad de seguirlo hasta su madriguera.
En un determinado momento, el hechicero perdería de su vista al lobo y no tendría manera humana de orientarse para volver. En cualquiera que fuera su dirección, terminaría pisando un agujero en voladizo cubierto por nieve consolidada y caerá a una especie de cavidad o caverna, considerablemente amplia y cubierta de hielo. Sus oídos descansarían por el cese de la ventisca, que ahora se encontraba en el exterior, y le permitían ahora escuchar claramente el aullido del luberus retumbando en forma de eco por toda la caverna, que no estaba para nada iluminada.
* * * * * * * * * * *
Níniel: La decisión de Vincent os condiciona a todos. Tu querido amado no llega. Con el temporal que hace ha ido en busca de lobos metalizados. ¿Querrás ir a buscarlo o esperarás a que amaine la ventisca? Es tu decisión. Aunque puedas deducir dónde se encuentra, el temporal no os dejará orientaros y avanzar bien y llegar a vuestro destino. Vincent perseguía a un luberus, pero vosotras avanzáis sin rumbo. Sólo los dioses sabrán a donde llega vuestra expedición. Por lo que tendrás que lanzar una runa para ver si terminas en el sitio bueno… o en el malo (según te salga la runa dentro del 50% de las mejores o de las peores). Si decides permanecer hasta que amaine, no tendrás que tirar runa, pero perderás un turno de avance con respecto a Vincent. Lucy y Pipa te acompañarán.
Vincent: Has sido valiente, esta es una decisión que puede terminar trayéndote problemas al avanzar solo, pero también recibes una grata recompensa: Justo encima del pequeño nevero sobre el que caes, te encuentras una brillante e impoluta flor de arraken. Has caído desde muy alto y te será imposible volver por ahí. No queda más remedio que avanzar. ¿Tendrá alguna salida la misma? No lo sabes, pero al menos escuchas el sonido de un luberus al fondo de la misma. Describe tu avance por la misma de la manera que desees.
-Algunos de los testigos informaron que dichos símbolos podían apreciarse en los lomos de las criaturas. Cuando vine hacia aquí vi uno parecido y me dediqué a rodear el pueblo en busca de más. – explicó, llevándose la mano al mentón. – Así que es posible que las criaturas vengan de ahí. Sin embargo, este mapa no apareció de la noche a la mañana. Algo tuvo que incitarlas a huir.
-Entonces tendremos que ir hasta allí, Níniel. Descansaremos esta noche y mañana al canto del gallo partiremos hacia allí – sentenció Lucy, y miró todo el local abarrotado buscando a la pareja de la elfa, que aún no había parecido. – A todas estas, ¿dónde está Vincent? – preguntó con un cierto tono de preocupación por la ausencia del brujo, que ya debería haber vuelto.
La puerta se abrió, y la pelirroja miró con la esperanza de que por allí entrara el brujo, mas lejos de ser el quién entrase, otro hombre cayó al suelo según se abrió la puerta. Rendido y agotado por el frío, prácticamente inconsciente. Lucy rápidamente advirtió que se trataba del hombre que había ido a buscar el brujo. Rápidamente fue atendido por las gentes del local, que lo colocaron en una silla junto a la chimenea, le cubrieron con mantas y le trajeron algo de sopa caliente para combatir la hipotermia. Su piel había adoptado un claro color azulado.
La Gran Encantadora, claramente nerviosa, abandonó la conversación con sus compañeras y corrió a él, bastante preocupada por el estado de salud de un compañero a su cargo.
-¿Dónde está Vincent? – preguntó exaltada, aunque el hombre no lo conocía por el nombre – ¿No te encontró un hombre?
-Sí… un chico muy valiente, con barba. Iba rumbo a mi casa y estaba cerca del granero. – repitió aquel señor que tendría casi sesenta años. – Entonces apareció un lobo de metal y fue tras él.
-¿Perseguir a un lobo con la que está cayendo? ¡Qué insensato! – se lamentó Lucy. – Níniel, tenemos que ir a buscarle. Su vida podría correr peligro. – le pidió la encantadora, aunque teniendo en cuenta la relación entre elfa y brujo, seguramente la propia Níniel estaría bastante más preocupada sabiendo que su amante se encontraba persiguiendo a un lobo en medio de la tormenta.
-¿Qué dices? ¡Es un suicidio! – interrumpió el mesonero, señalándole una de las ventanas – ¿A dónde lo vais a ir a buscar? Además, no se ve nada más allá de cinco metros. La nieve os va a cubrir. Calculo que duraréis una media hora a lo sumo antes de que os perdáis y acabéis muertas enterradas bajo la nieve. – recalcó éste poniéndose en el caso extremo, para concienciar a ambas sobre la locura que era salir a buscarle sin rumbo ni dirección claros, y es que las ventiscas de la llanura en invierno eran mortales. Esto hizo a la encantadora detener su ímpetu y mirar a la elfa, en busca de una opinión de ésta.
-Oiga, cállese. Es su amigo. – Volvió a meterse la cotilla – O su amante, creo. Tendremos que rescatarlo, ¿no? Si vais… ¡os acompaño! De aquí también puede salir un buen reportaje. – explicó con una sonrisa. Dejando claro ser, además de chismosa, una temeraria. Puso su mano en el pecho y extendió una mano por todo lo alto, mirando al techo. - La historia de como una valiente mujer acudió al rescate de su novio en peligro... - relató con pasión.
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El luberus iba hacia el lugar sobre el que las tres mujeres se encontraban describiendo en la taberna, pero aquello era algo que el brujo desconocía pues su impaciencia le impidió esperar un poco y saber a qué lugar llegaría. Quizás, acertadamente, ya que tal vez el luberus no se volvería a mostrar y habría perdido la oportunidad de seguirlo hasta su madriguera.
En un determinado momento, el hechicero perdería de su vista al lobo y no tendría manera humana de orientarse para volver. En cualquiera que fuera su dirección, terminaría pisando un agujero en voladizo cubierto por nieve consolidada y caerá a una especie de cavidad o caverna, considerablemente amplia y cubierta de hielo. Sus oídos descansarían por el cese de la ventisca, que ahora se encontraba en el exterior, y le permitían ahora escuchar claramente el aullido del luberus retumbando en forma de eco por toda la caverna, que no estaba para nada iluminada.
- Caverna de hielo:
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Níniel: La decisión de Vincent os condiciona a todos. Tu querido amado no llega. Con el temporal que hace ha ido en busca de lobos metalizados. ¿Querrás ir a buscarlo o esperarás a que amaine la ventisca? Es tu decisión. Aunque puedas deducir dónde se encuentra, el temporal no os dejará orientaros y avanzar bien y llegar a vuestro destino. Vincent perseguía a un luberus, pero vosotras avanzáis sin rumbo. Sólo los dioses sabrán a donde llega vuestra expedición. Por lo que tendrás que lanzar una runa para ver si terminas en el sitio bueno… o en el malo (según te salga la runa dentro del 50% de las mejores o de las peores). Si decides permanecer hasta que amaine, no tendrás que tirar runa, pero perderás un turno de avance con respecto a Vincent. Lucy y Pipa te acompañarán.
Vincent: Has sido valiente, esta es una decisión que puede terminar trayéndote problemas al avanzar solo, pero también recibes una grata recompensa: Justo encima del pequeño nevero sobre el que caes, te encuentras una brillante e impoluta flor de arraken. Has caído desde muy alto y te será imposible volver por ahí. No queda más remedio que avanzar. ¿Tendrá alguna salida la misma? No lo sabes, pero al menos escuchas el sonido de un luberus al fondo de la misma. Describe tu avance por la misma de la manera que desees.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Níniel no pudo si no asentir despacio y de manera reflexiva ante la respuesta de Pipa a su pregunta sobre los extraños derroteros por los que su investigación parecía haberla llevado. Aquella revelación era la pieza de aquel rompecabezas que permitía al resto encajar y les daba una imagen de conjunto que al menos parecía revelar algo con cierto sentido a lo que agarrarse, una teoría plausible y un rumbo que seguir. Por supuesto aún quedaban muchas preguntas sin respuesta, inquietantes muchas de ellas por lo que podían llegar a implicar sus respuestas, pero aún así, llegar a ese punto teniendo en cuenta que aquella misma mañana se habían adentrado en la llanura prácticamente a ciegas era un avance que tenía a las magas de la logia y a su providencial nueva amiga con una sonrisa en los labios mientras continuaban mirando aquellos mapas y las notas de la humana.
-Realmente nuestro encuentro debe de ser obra de los mismos dioses.- No tardó en decir la peliblanca mostrándose más que contenta por primera vez por aquel extraño encuentro con la investigadora de aquel semanario de Lunargenta. Viendo a través de su fé que haber acabado en aquel pueblo justo aquella noche, la intromisión de Pipa cuando estaban sentadas a la mesa y el posterior accidente que había acabado con el libro de alquimia justo a los pies de aquella mujer no habían sido simples sucesos afortunadamente aleatorios. ¿Quién hubiese dicho tan solo unos minutos antes que aquella investigación sobre los misteriosos ataques pudiera ser la pista que tanto necesitaban?.
-No sé, creo que mi olfato para las noticias ha tenido mucho más que ver...Pero es una idea que podría comprarte. Desde luego sin vuestra aparición quizá nunca hubiese sabido dónde buscar. Me hubiese pateado esa zona del "descanso de errante" hasta ponerme azul por el frío y no hubiese encontrado nada por lo que parece.- Fue la alegre respuesta de la mujer que a pesar de no haber empezado con buen pie con la pelirroja y la peliblanca ya parecía sentirse muy agusto en su compañía tras aquella provechosa conversación. Entonces miró a Lucy con los ojos brillantes por la emoción al oírla decir que partirían hacia aquel lugar a la mañana siguiente. Estaba claro que iba a preguntar si podía ir con ellos, no obstante el súbito cambio de tema por parte de la alta encantadora la dejó con la palabra en la boca.
-Desde luego ya ha tenido tiempo más que suficiente para traer de vuelta a aquel anciano.- Fueron las palabras de la peliblanca que al igual que su superiora ya comenzaba a extrañarse por su tardanza. No obstante mostraba una preocupación menor que la de Lucy, que con gestos como aquel demostraba ser una buena persona, preocupada por los suyos y de fiar.
No es que Níniel no quisiera a Vincent, lo hacía con una fuerza que muchas veces la sorprendía a ella misma debido a su inexperiencia en los asuntos del corazón. Más bién era todo lo contrario. Como le quería y le conocía sabía que era un hombre más que capaz y confiaba en sus dotes. Si aquella tormenta le ponía en dificultades sabría apañárselas, el viento y el fuego eran sus aliados. Además había viajado mucho y no era la primera vez que se enfrentaba a las duras condiciones del frío norte. Posiblemente aquel anciano le hubiese llevado hasta su casa para contarle las historias que necesitaban, o simplemente porque la mitad de la calle con la que estaba cayendo no era el mejor sitio para hablar...Quizá sencillamente lo había perdido de vista y el brujo no había tenido más remedio que preguntar en alguna casa si sabían donde vivía aquel anciano.
-Seguro que está bien. Nos escogió personalmente para entrar a la logia.- Añadió entonces para tratar de tranquilizar a Lucy apelando a su orgullo y al hecho de que por ello no hubiese admitido a ningún inútil en el gremio.
Justo en ese momento la puerta de la posada se abrió dejando entrar una fuerte racha de aire frío que transportaba no poca cantidad de nieve con el. Enseguida varios de los parroquianos alzaron su voz en señal de protesta exigiendo que se cerrara la puerta e increpando al recién llegado por su falta de cuidado, al menos hasta que se percataron de quién era y su estado, momento en el que las voces cesaron y no faltaron manos amigas a la hora de atender al hombre. Parecía ser alguien muy apreciado en el lugar pues muchas de las miradas mostraban una genuina preocupación.
-Es el anciano cuenta cuentos. ¿Pero dónde está Vincent?- Preguntó la peliblanca a Lucy de forma retórica comenzando ahora ya sí a preocuparse por su brujo ante tal extrañas circunstancias. Y salió disparada tras la alta encantadora prestando la más absoluta de las atenciones a lo que aquel hombre tenía que decir al respecto. Por desgracia su respuesta no resulto en nada tranquilizadora. ¿Un lobo metálico?. Pensó frunciendo los labios. Debía de ser una de las criaturas que había estado atacando las granjas y al ganado de los aldeanos de aquel pintoresco pueblo. Desde luego sería algo propio de Vincent enfrentarse a algo así, especialmente si ponía en peligro a alguien. Valor no le faltaba, como bien había señalado el anciano, de hecho puede que incluso le sobrara un poco.
-Sí, cuanto más esperemos más podría alejarse. Lo considero más que capaz de enfrentarse a algo así pero no podría quedar tranquila si simplemente me siento a esperar.- Le dijo a la pelirroja mostrándose dispuesta a salir de inmediato en su busca, disposición que sin duda satisfizo a la encantadora que no era precisamente de la clase de personas dispuestas a esperar.
No obstante el mesonero tenía razón, con aquella tormenta bien podría resultarles casi imposible localizar al brujo incluso aunque lo tuvieran a escasos metros de distancia. También carecían, al menos la elfa, de experiencia con aquel clima más allá de lecturas sobre el tema y los relatos de los viajeros...Pero había algo que el mesonero no sabía. Puede que aquellas dos mujeres parecieran una exóticas y delicadas bellezas, pero bien podrían ser consideradas como unas de las mejores en sus respectivos campos, y aquello suponía una gran diferencia entre ellas y cualquier campesino de por allí. Algo que Níniel no sabía si podía decirse también de Pipa, quién se ofreció a acompañarlas. Era una chica lista y llevaba tiempo investigando la zona, podría serles muy útil, ¿pero a parte de inteligente, observadora y con olfato para la snoticias tenía otras cualidades?.
-Pipa, es peligroso. Incluso aunque lo encontremos quizá nos enfrentemos a esas criaturas...-Indicó la peliblanca a su nueva amiga preocupada porque fuese demasiado para ella.
-Tranquilas, me críe en las calles de Lunargenta, sé defenderme. Llevo tiempo aquí ya, conozco un poco la zona, me he acostumbrado ya al frío...Más o menos...- Se justificó la mujer esperando de forma inquisitiva que aquello fuera suficiente y le dieran el visto bueno. -Además no podéis impedirme que os siga.- Puntualizó hablando de forma segura y decidida, haciendo que la sacerdotisa mirara a su superior en busca de su aprobación, o al menos de su indiferencia.
-Decidido entonces. Cogamos toda la ropa de abrigo. Una vez fuera iremos a los establos, vamos a necesitar nuestras cosas. Lucy, con este frío vamos a necesitar tus habilidades a parte de la ropa de abrigo. Avanzaremos juntas, cogidas de la mano si es necesario para no perdernos de vista.- Comenzó a instruir la elfa usando el sentido común mientras se abrigaba tanto como podía bajo la atenta mirada de la mayoría de las personas que había allí y que como el posadero parecían creer que estaban locas. -Si nos separamos usaremos nuestra magia para hacernos señales, si aún así no nos encontramos, nuestro rumbo es hacia el noroeste. Si esas cosas salen de ese punto sin nombre en el mapa y salió corriendo y Vincent tras ella...Es allí hacia donde se estarán moviendo.- Terminó de decir para acto seguido, una vez todas estuvieron a punto para enfrentarse a la tormenta, acercarse hasta el posadero para decirle cual era el rumbo que iban a seguir, por si acaso Vincent regresaba. El hombre les deseó suerte de manera sincera, y tras aquello el trío de jóvenes salió por la puerta rumbo hacia los cercanos establos. Y desde allí...
-Realmente nuestro encuentro debe de ser obra de los mismos dioses.- No tardó en decir la peliblanca mostrándose más que contenta por primera vez por aquel extraño encuentro con la investigadora de aquel semanario de Lunargenta. Viendo a través de su fé que haber acabado en aquel pueblo justo aquella noche, la intromisión de Pipa cuando estaban sentadas a la mesa y el posterior accidente que había acabado con el libro de alquimia justo a los pies de aquella mujer no habían sido simples sucesos afortunadamente aleatorios. ¿Quién hubiese dicho tan solo unos minutos antes que aquella investigación sobre los misteriosos ataques pudiera ser la pista que tanto necesitaban?.
-No sé, creo que mi olfato para las noticias ha tenido mucho más que ver...Pero es una idea que podría comprarte. Desde luego sin vuestra aparición quizá nunca hubiese sabido dónde buscar. Me hubiese pateado esa zona del "descanso de errante" hasta ponerme azul por el frío y no hubiese encontrado nada por lo que parece.- Fue la alegre respuesta de la mujer que a pesar de no haber empezado con buen pie con la pelirroja y la peliblanca ya parecía sentirse muy agusto en su compañía tras aquella provechosa conversación. Entonces miró a Lucy con los ojos brillantes por la emoción al oírla decir que partirían hacia aquel lugar a la mañana siguiente. Estaba claro que iba a preguntar si podía ir con ellos, no obstante el súbito cambio de tema por parte de la alta encantadora la dejó con la palabra en la boca.
-Desde luego ya ha tenido tiempo más que suficiente para traer de vuelta a aquel anciano.- Fueron las palabras de la peliblanca que al igual que su superiora ya comenzaba a extrañarse por su tardanza. No obstante mostraba una preocupación menor que la de Lucy, que con gestos como aquel demostraba ser una buena persona, preocupada por los suyos y de fiar.
No es que Níniel no quisiera a Vincent, lo hacía con una fuerza que muchas veces la sorprendía a ella misma debido a su inexperiencia en los asuntos del corazón. Más bién era todo lo contrario. Como le quería y le conocía sabía que era un hombre más que capaz y confiaba en sus dotes. Si aquella tormenta le ponía en dificultades sabría apañárselas, el viento y el fuego eran sus aliados. Además había viajado mucho y no era la primera vez que se enfrentaba a las duras condiciones del frío norte. Posiblemente aquel anciano le hubiese llevado hasta su casa para contarle las historias que necesitaban, o simplemente porque la mitad de la calle con la que estaba cayendo no era el mejor sitio para hablar...Quizá sencillamente lo había perdido de vista y el brujo no había tenido más remedio que preguntar en alguna casa si sabían donde vivía aquel anciano.
-Seguro que está bien. Nos escogió personalmente para entrar a la logia.- Añadió entonces para tratar de tranquilizar a Lucy apelando a su orgullo y al hecho de que por ello no hubiese admitido a ningún inútil en el gremio.
Justo en ese momento la puerta de la posada se abrió dejando entrar una fuerte racha de aire frío que transportaba no poca cantidad de nieve con el. Enseguida varios de los parroquianos alzaron su voz en señal de protesta exigiendo que se cerrara la puerta e increpando al recién llegado por su falta de cuidado, al menos hasta que se percataron de quién era y su estado, momento en el que las voces cesaron y no faltaron manos amigas a la hora de atender al hombre. Parecía ser alguien muy apreciado en el lugar pues muchas de las miradas mostraban una genuina preocupación.
-Es el anciano cuenta cuentos. ¿Pero dónde está Vincent?- Preguntó la peliblanca a Lucy de forma retórica comenzando ahora ya sí a preocuparse por su brujo ante tal extrañas circunstancias. Y salió disparada tras la alta encantadora prestando la más absoluta de las atenciones a lo que aquel hombre tenía que decir al respecto. Por desgracia su respuesta no resulto en nada tranquilizadora. ¿Un lobo metálico?. Pensó frunciendo los labios. Debía de ser una de las criaturas que había estado atacando las granjas y al ganado de los aldeanos de aquel pintoresco pueblo. Desde luego sería algo propio de Vincent enfrentarse a algo así, especialmente si ponía en peligro a alguien. Valor no le faltaba, como bien había señalado el anciano, de hecho puede que incluso le sobrara un poco.
-Sí, cuanto más esperemos más podría alejarse. Lo considero más que capaz de enfrentarse a algo así pero no podría quedar tranquila si simplemente me siento a esperar.- Le dijo a la pelirroja mostrándose dispuesta a salir de inmediato en su busca, disposición que sin duda satisfizo a la encantadora que no era precisamente de la clase de personas dispuestas a esperar.
No obstante el mesonero tenía razón, con aquella tormenta bien podría resultarles casi imposible localizar al brujo incluso aunque lo tuvieran a escasos metros de distancia. También carecían, al menos la elfa, de experiencia con aquel clima más allá de lecturas sobre el tema y los relatos de los viajeros...Pero había algo que el mesonero no sabía. Puede que aquellas dos mujeres parecieran una exóticas y delicadas bellezas, pero bien podrían ser consideradas como unas de las mejores en sus respectivos campos, y aquello suponía una gran diferencia entre ellas y cualquier campesino de por allí. Algo que Níniel no sabía si podía decirse también de Pipa, quién se ofreció a acompañarlas. Era una chica lista y llevaba tiempo investigando la zona, podría serles muy útil, ¿pero a parte de inteligente, observadora y con olfato para la snoticias tenía otras cualidades?.
-Pipa, es peligroso. Incluso aunque lo encontremos quizá nos enfrentemos a esas criaturas...-Indicó la peliblanca a su nueva amiga preocupada porque fuese demasiado para ella.
-Tranquilas, me críe en las calles de Lunargenta, sé defenderme. Llevo tiempo aquí ya, conozco un poco la zona, me he acostumbrado ya al frío...Más o menos...- Se justificó la mujer esperando de forma inquisitiva que aquello fuera suficiente y le dieran el visto bueno. -Además no podéis impedirme que os siga.- Puntualizó hablando de forma segura y decidida, haciendo que la sacerdotisa mirara a su superior en busca de su aprobación, o al menos de su indiferencia.
-Decidido entonces. Cogamos toda la ropa de abrigo. Una vez fuera iremos a los establos, vamos a necesitar nuestras cosas. Lucy, con este frío vamos a necesitar tus habilidades a parte de la ropa de abrigo. Avanzaremos juntas, cogidas de la mano si es necesario para no perdernos de vista.- Comenzó a instruir la elfa usando el sentido común mientras se abrigaba tanto como podía bajo la atenta mirada de la mayoría de las personas que había allí y que como el posadero parecían creer que estaban locas. -Si nos separamos usaremos nuestra magia para hacernos señales, si aún así no nos encontramos, nuestro rumbo es hacia el noroeste. Si esas cosas salen de ese punto sin nombre en el mapa y salió corriendo y Vincent tras ella...Es allí hacia donde se estarán moviendo.- Terminó de decir para acto seguido, una vez todas estuvieron a punto para enfrentarse a la tormenta, acercarse hasta el posadero para decirle cual era el rumbo que iban a seguir, por si acaso Vincent regresaba. El hombre les deseó suerte de manera sincera, y tras aquello el trío de jóvenes salió por la puerta rumbo hacia los cercanos establos. Y desde allí...
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El brujo caminaba con determinación, y solo se había permitido una mirada atrás, cuando dejó a espaldas la última de las casas de la calle por la que avanzaba el lobo metálico.
Ya había avanzado unos metros desde que saliera del pueblo. Y su mirada seguía la línea de los edificios que conformaban la frontera del poblado con la llanura, mientras esta se difuminaba de forma aleatoria por culpa de la caprichosa ventisca. A duras penas podía ver las luces de candil, de las ventanas de las casas más cercanas, y la forma de dichas viviendas.
Sabía que era el momento de tomar una decisión. O, para ser exactos, el momento de plantearse su elección anterior.
Había seguido al lobo porque le había parecido que quizás le llevara a alguna pista. Después de escuchar los rumores en la taberna sobre seres de metal, ver a un luberus le indicaba que esas historias no eran tan exageradas después de todo. Seguro que tenía algo que ver con todo aquello.
El problema era que el ser de metal no aguardaba por nadie. Después de localizarlo en el pueblo solo avanzaba sin bajar el ritmo. Lento pero constante. Nunca se paraba para comprobar que le seguía, y eso lo había obligado a partir sin ayuda.
Esperaba, o mejor dicho, deseaba que el luberus no fuera muy lejos. Que quizás lo llevara a un lugar cercano al pueblo, o a un sitio dentro del mismo poblado. Una vez que había salido de la localidad había descartado la segunda opción, pero según se alejaba de Clargorn, comenzaba a intuir que la primera tampoco sería factible.
Más razón para haberse parado a pensar si debía continuar. Cuanto más se alejara, más problemas tendría con la ventisca, en una llanura donde no tendría ni la cobertura de los edificios para aplacarla. Y también tendría menos posibilidades de que Lucy y Níniel lo encontraran, después de que el anciano las avisara.
El cuentacuentos ya debería haberlo hecho, en el plazo que llevaba siguiendo al luberus. Pero ese animal de metal no se detenía nunca, así que no pudo sopesar durante mucho tiempo su decisión.
Al cabo de varios minutos, sus piernas semienterradas en la nieve, eran el mejor indicativo, de que había optado por continuar su andadura tras el lobo.
Sin embargo, aún tenía una mala sensación pese a haberse decantado hacía rato por proseguir. No era ningún novato, y ya había tenido una mala experiencia en la llanura, como para no tenerle el debido respeto a ese entorno tan hostil. Sabía que era un lugar peligroso por sí solo, sin necesidad de que ninguna bestia lo atacara. Ese tipo de ventiscas se podían cobrar tantas vidas como el más peligroso de los hechiceros.
Y no ayudaba en absoluto haber perdido de vista al luberus. Su silueta había desaparecido hacía un rato, y esperaba poder volver a hallarla siguiendo caminando en la misma dirección que llevaba el lobo desde hacia tiempo. No había sido así, y ello solo alentaba sus malas vibraciones ante su pasada elección. Ahora no podía estar seguro de si debía seguir al perro o quedarse en el pueblo, sino que además, no podía saber con claridad si debía seguir o volver. Si el luberus había avanzado o se había detenido. Si se había metido en algo hueco en la nieve a pasar la tempestad. Si había girado en algún punto justo cuando había perdido su visión, y él seguía una dirección incorrecta.
Miles de dudas se agolpaban en su cabeza. Golpeteando su sien con insistencia, cada una intentando decir más alto y fuerte dentro de su mente, que era la correcta. Que debía hacerle caso a ella.
Pero lo cierto es que con el panorama que tenía delante, metido en esa tormenta de nieve, lo mejor era continuar la probable estela del lobo en línea recta. Además, aún tenía un as bajo la manga, en forma de sus poderes de viento y fuego, que le permitirían resistir el temporal mejor que a cualquier otro mortal.
Si no hallaba al lobo, como había caminado todo recto desde el pueblo, con darse la vuelta y volver tenía. Aunque evidentemente no sería tan sencillo. En una ventisca así era muy fácil parecer que se caminaba sin desviarse, cuando en realidad era todo lo contrario. Un pequeño error de un grado en un ángulo, se convertía en una diferencia de kilómetros según más lejos estuviera ese destino. Así que no debía alejarse mucho.
Era un motivo más para haberse planteado seguir tras el luberus, una vez habían salido del pueblo. Pero bueno, en momento así era mejor no ponerse nervioso. Ya había tomado una elección, y no había vuelta atrás sobre eso.
Solo debía avanzar calmado. Cuando notara que no iba a encontrar al ser de metal, o cuando sintiera que no era buena idea seguir alejándose, volvería. Con la ayuda de sus poderes y siendo algo precavido, nada tenía por qué salir mal.
Aún estaba pensado en ello, cuando sintió el que el suelo se abría bajo sus pies. Como si pisara sobre un vacío. Y era así en realidad, pues pronto sintió como se escurría por una ladera de hielo y nieve.
El brujo resbaló y chocó de culo contra la loma, y se deslizó cuesta abajo por una abertura de hielo que le hizo sentir escalofríos en todo su cuerpo, sobre todo allá donde la masa helada lo tocaba.
Al cabo de unos segundos que parecieron interminables, sintió el suelo nuevamente, mullido y suave, a diferencia de la muerte dura y rápida que había imaginado en su mente según caía.
Vinc miró bajo sus manos, intentando comprender, y escupió la nieve que se había metido en sus labios por culpa del impacto. Se encontraba sobre una gran cantidad de nieve, atascado y semienterrado en ella. Aunque vivo después de todo.
No había terminado de alegrarse cuando un peso cayó sobre él cuando alzaba. Enterrándolo del todo.
Tardó un rato en poder desembarazarse de toda la nevada. Tanto de la que tenía bajo él, como la que había caído junto a él por el agujero. Pero pasados unos minutos, estaba fuera y al fin libre de su blanco cautiverio.
Aún estaba sacudiéndose el frío polvo cuando miró a su alrededor percatándose de donde estaba. Y un vistazo al techo fue suficiente para entender mejor que había pasado, y cómo había llegado hasta allí.
- Cuando tenga que volver al pueblo, solo tengo que dar media vuelta y desandar el camino recto-, parafraseó los pensamientos que había tenido antes de caer, sin dejar de mirar la abertura en el techo de la cueva. Por ella descendían copos de nieve, fruto de la ventisca en el exterior. - Súper sencillo, vaya-, comentó, mirando a su alrededor una vez más, y dejando un suspiro de resignación al acabar. - Al menos me he librado de la tormenta. No hay mal que por bien no venga. Bien podía encontrar refugio de vuelta en el pueblo, o en otra parte. Y aquí estoy a salvo de ella-, siguió hablando consigo mismo, avanzando por la galería subterránea. - Simplemente los dioses sabrán donde estará la salida de este sitio. Si es que la tiene. Y lo que tardaré en volver al pueblo cuando la encuentre. Genial. Aunque sobreviva, Níniel me matará por haber partido solo, y hacerla sufrir pensando que he muerto en la tormenta. Bravo Vincent, te has lucido esta vez-, se auto reprendió.
Su voz retumbaba en el hielo de la caverna, haciendo que sus palabras sonaran con más énfasis dentro de su cabeza.
Fue entonces cuando escuchó un ruido familiar rebotar en la cueva de hielo, quizás motivado al escuchar la voz del brujo. Al menos esa sensación tuvo él.
- Hey, amiguito. Pensaba que te había perdido-, dijo hacia la galería por la que había sonado el aullido metálico.
Vinc chaqueó los dedos contra su pedernal, y creó una llama que sostuvo sobre sus dedos. En parte para iluminarse, en parte para calentarse de su baño de nieve. Y después calibró posibilidades.
Ahora mismo no había gran cosa que hacer en esa cueva. Así que se decidió por avanzar en la dirección por la que había escuchado al luberus. No solo porque se había internado en la ventisca para ver que tenía que enseñarle el lobo, sino también porque el animal debía haber entrado por algún otro lado, seguramente cuando lo había perdido de vista. Y si el luberus había podido entrar por ahí… él podría salir.
No debía estar tan lejos esa salida después de todo.
Ya había avanzado unos metros desde que saliera del pueblo. Y su mirada seguía la línea de los edificios que conformaban la frontera del poblado con la llanura, mientras esta se difuminaba de forma aleatoria por culpa de la caprichosa ventisca. A duras penas podía ver las luces de candil, de las ventanas de las casas más cercanas, y la forma de dichas viviendas.
Sabía que era el momento de tomar una decisión. O, para ser exactos, el momento de plantearse su elección anterior.
Había seguido al lobo porque le había parecido que quizás le llevara a alguna pista. Después de escuchar los rumores en la taberna sobre seres de metal, ver a un luberus le indicaba que esas historias no eran tan exageradas después de todo. Seguro que tenía algo que ver con todo aquello.
El problema era que el ser de metal no aguardaba por nadie. Después de localizarlo en el pueblo solo avanzaba sin bajar el ritmo. Lento pero constante. Nunca se paraba para comprobar que le seguía, y eso lo había obligado a partir sin ayuda.
Esperaba, o mejor dicho, deseaba que el luberus no fuera muy lejos. Que quizás lo llevara a un lugar cercano al pueblo, o a un sitio dentro del mismo poblado. Una vez que había salido de la localidad había descartado la segunda opción, pero según se alejaba de Clargorn, comenzaba a intuir que la primera tampoco sería factible.
Más razón para haberse parado a pensar si debía continuar. Cuanto más se alejara, más problemas tendría con la ventisca, en una llanura donde no tendría ni la cobertura de los edificios para aplacarla. Y también tendría menos posibilidades de que Lucy y Níniel lo encontraran, después de que el anciano las avisara.
El cuentacuentos ya debería haberlo hecho, en el plazo que llevaba siguiendo al luberus. Pero ese animal de metal no se detenía nunca, así que no pudo sopesar durante mucho tiempo su decisión.
Al cabo de varios minutos, sus piernas semienterradas en la nieve, eran el mejor indicativo, de que había optado por continuar su andadura tras el lobo.
Sin embargo, aún tenía una mala sensación pese a haberse decantado hacía rato por proseguir. No era ningún novato, y ya había tenido una mala experiencia en la llanura, como para no tenerle el debido respeto a ese entorno tan hostil. Sabía que era un lugar peligroso por sí solo, sin necesidad de que ninguna bestia lo atacara. Ese tipo de ventiscas se podían cobrar tantas vidas como el más peligroso de los hechiceros.
Y no ayudaba en absoluto haber perdido de vista al luberus. Su silueta había desaparecido hacía un rato, y esperaba poder volver a hallarla siguiendo caminando en la misma dirección que llevaba el lobo desde hacia tiempo. No había sido así, y ello solo alentaba sus malas vibraciones ante su pasada elección. Ahora no podía estar seguro de si debía seguir al perro o quedarse en el pueblo, sino que además, no podía saber con claridad si debía seguir o volver. Si el luberus había avanzado o se había detenido. Si se había metido en algo hueco en la nieve a pasar la tempestad. Si había girado en algún punto justo cuando había perdido su visión, y él seguía una dirección incorrecta.
Miles de dudas se agolpaban en su cabeza. Golpeteando su sien con insistencia, cada una intentando decir más alto y fuerte dentro de su mente, que era la correcta. Que debía hacerle caso a ella.
Pero lo cierto es que con el panorama que tenía delante, metido en esa tormenta de nieve, lo mejor era continuar la probable estela del lobo en línea recta. Además, aún tenía un as bajo la manga, en forma de sus poderes de viento y fuego, que le permitirían resistir el temporal mejor que a cualquier otro mortal.
Si no hallaba al lobo, como había caminado todo recto desde el pueblo, con darse la vuelta y volver tenía. Aunque evidentemente no sería tan sencillo. En una ventisca así era muy fácil parecer que se caminaba sin desviarse, cuando en realidad era todo lo contrario. Un pequeño error de un grado en un ángulo, se convertía en una diferencia de kilómetros según más lejos estuviera ese destino. Así que no debía alejarse mucho.
Era un motivo más para haberse planteado seguir tras el luberus, una vez habían salido del pueblo. Pero bueno, en momento así era mejor no ponerse nervioso. Ya había tomado una elección, y no había vuelta atrás sobre eso.
Solo debía avanzar calmado. Cuando notara que no iba a encontrar al ser de metal, o cuando sintiera que no era buena idea seguir alejándose, volvería. Con la ayuda de sus poderes y siendo algo precavido, nada tenía por qué salir mal.
Aún estaba pensado en ello, cuando sintió el que el suelo se abría bajo sus pies. Como si pisara sobre un vacío. Y era así en realidad, pues pronto sintió como se escurría por una ladera de hielo y nieve.
El brujo resbaló y chocó de culo contra la loma, y se deslizó cuesta abajo por una abertura de hielo que le hizo sentir escalofríos en todo su cuerpo, sobre todo allá donde la masa helada lo tocaba.
Al cabo de unos segundos que parecieron interminables, sintió el suelo nuevamente, mullido y suave, a diferencia de la muerte dura y rápida que había imaginado en su mente según caía.
Vinc miró bajo sus manos, intentando comprender, y escupió la nieve que se había metido en sus labios por culpa del impacto. Se encontraba sobre una gran cantidad de nieve, atascado y semienterrado en ella. Aunque vivo después de todo.
No había terminado de alegrarse cuando un peso cayó sobre él cuando alzaba. Enterrándolo del todo.
Tardó un rato en poder desembarazarse de toda la nevada. Tanto de la que tenía bajo él, como la que había caído junto a él por el agujero. Pero pasados unos minutos, estaba fuera y al fin libre de su blanco cautiverio.
Aún estaba sacudiéndose el frío polvo cuando miró a su alrededor percatándose de donde estaba. Y un vistazo al techo fue suficiente para entender mejor que había pasado, y cómo había llegado hasta allí.
- Cuando tenga que volver al pueblo, solo tengo que dar media vuelta y desandar el camino recto-, parafraseó los pensamientos que había tenido antes de caer, sin dejar de mirar la abertura en el techo de la cueva. Por ella descendían copos de nieve, fruto de la ventisca en el exterior. - Súper sencillo, vaya-, comentó, mirando a su alrededor una vez más, y dejando un suspiro de resignación al acabar. - Al menos me he librado de la tormenta. No hay mal que por bien no venga. Bien podía encontrar refugio de vuelta en el pueblo, o en otra parte. Y aquí estoy a salvo de ella-, siguió hablando consigo mismo, avanzando por la galería subterránea. - Simplemente los dioses sabrán donde estará la salida de este sitio. Si es que la tiene. Y lo que tardaré en volver al pueblo cuando la encuentre. Genial. Aunque sobreviva, Níniel me matará por haber partido solo, y hacerla sufrir pensando que he muerto en la tormenta. Bravo Vincent, te has lucido esta vez-, se auto reprendió.
Su voz retumbaba en el hielo de la caverna, haciendo que sus palabras sonaran con más énfasis dentro de su cabeza.
Fue entonces cuando escuchó un ruido familiar rebotar en la cueva de hielo, quizás motivado al escuchar la voz del brujo. Al menos esa sensación tuvo él.
- Hey, amiguito. Pensaba que te había perdido-, dijo hacia la galería por la que había sonado el aullido metálico.
Vinc chaqueó los dedos contra su pedernal, y creó una llama que sostuvo sobre sus dedos. En parte para iluminarse, en parte para calentarse de su baño de nieve. Y después calibró posibilidades.
Ahora mismo no había gran cosa que hacer en esa cueva. Así que se decidió por avanzar en la dirección por la que había escuchado al luberus. No solo porque se había internado en la ventisca para ver que tenía que enseñarle el lobo, sino también porque el animal debía haber entrado por algún otro lado, seguramente cuando lo había perdido de vista. Y si el luberus había podido entrar por ahí… él podría salir.
No debía estar tan lejos esa salida después de todo.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Las chicas avanzaron de la mano a través de la ventisca. Lucy era la que sujetaba a las dos pues gracias a sus capacidades podía desprender calor de su cuerpo y evitar que el frío fuera menos severo con elfa y humana. En cuanto al destino, la apuesta de Níniel consistía en avanzar hacia el noroeste, y sus compañeras parecieron aceptarlo.
Decirlo era muy sencillo, pero una vez abandonada la puerta de la taberna comprobaron que apenas podían ver más allá de cinco metros. Anduvieron durante un buen rato y con un lento avance. Además, pese a su cercanía, los gritos eran la única manera de comunicarse por la ventisca.
-Así no vamos a encontrarle y además moriremos nosotras. – se desgañitó la encantadora de fuego, a la que tras un buen rato de caminata sin éxito comenzaba a minársele la moral. Al menos los copos de nieve que impactaban con su rostro se evaporaban al contacto con su piel, fruto del empleo de su maná en mantener a temperatura estable a ella misma y a sus dos compañeras, que iban de su mano.
-Creo que vamos en la buena. Agh. – vociferó en respuesta una más optimista Pipa, que el abrir la boca para hablar hizo que le entrase nieve en la misma. – Dirección.
Ya habían abandonado el pueblo hacía un buen rato y no se intuía nada próximo. ¿Avanzaban en la dirección? Lo cierto es que no tenían ninguna referencia que les permitiera saberlo. Sin embargo el destino a veces es caprichoso y, tal vez por suerte, terminaron pisando un falso techo de nieve que ocultaba otro de los muchos huecos de aquella caverna y, por el peso, terminaron cayendo las tres de la mano unos cuantos metros al vacío. Los gritos de las chicas no evitarían el golpe, de esto se encargaría el montículo de nieve contra el que caerían. Por lo visto cuando se acumulaba mucha nieve en el exterior por la ventisca, esta terminaba cayendo por su propio peso al interior de la caverna, y la cavidad en la superficie volvía a tupirse. Repitiendo este proceso durante muchas veces se conseguía que, abajo, en la cueva, se formaran enormes “colchones” de nieve que amortiguaban las caídas de los seres del exterior.
En su caso, casi matan de un susto al pobre visitante que pasaba por ahí debajo. Lucy fue la primera en identificar el reconocible rostro de un hombre con barba. Al bueno de Vincent casi lo matan de un susto. Él ya llevaba un rato avanzando por la caverna, siguiendo el rastro del sonido del luberus. Y seguramente no contara con que tres chicas cogidas de la mano aparecerían cayendo del cielo.
-¿Estáis bien? – preguntó Lucy a sus compañeras, escupiendo la nieve que había tragado y tratando de incorporarse del mareo que le había supuesto la caída. – Vincent, ¿cómo has llegado hasta aquí? – preguntó con sorpresa. Seguramente por el golpe no se diera cuenta de que había llegado de la misma manera que ella.
-Todo bien, aunque me estoy planteando cambiar la sección del reportaje que salga de aquí. De “sucesos paranormales” a “vida salvaje y aventura”. – rió - ¿Cómo está la elfa? – preguntó, dándole un golpecito amistoso a Níniel en el brazo y bajando del montículo de nieve sobre el que habían caído. Quedándose asombrada, contemplando la inmensidad de la cavidad. – Qué lugar más bonito y enorme. ¿Sabrían los habitantes de Clargorn que bajo sus pies había esta maravilla?.
La curiosa Pipa admiró la inmensidad de la estructura geológica, y se atrevió a comenzar su particular exploración, cuaderno en mano, apuntando todo cuanto veía. Aunque sin perder de vista al grupo, que todavía se recomponía.
-¿Estaremos en el lugar que del símbolo? ¿Encontraremos aquí lo que buscábamos? Y lo que parece más difícil, ¿cómo saldremos?– las dudas acosaban a Lucy, algo más realista que Pipa, dirigiéndose a sus dos compañeros. Aunque ella misma se respondería tras unos instantes. – Mirad, ¡Flor de Arraken! – indicó, señalando un pequeño cúmulo de florecillas de Arraken que había en el interior de la cueva. Aquella debía ser el lugar en el que salían por defecto. Se agachó y tomó varias para guardarlas en su bolso, pero entonces un grito de Pipa atraería la atención del grupo.
-¡Oh! ¡Qué asco, por los dioses! ¿Qué son estos bichos? – exclamó sorprendida corriendo hacia donde se encontraban sus compañeros. – Me he acercado a una pared y han empezado a salir esas cosas. ¡Vienen a por nosotros! – vociferó histérica. Le daba mucho asco el claqueo de las patas y la manera de moverse de los seres. Hasta diez escorpiones metálicos salían de diferentes cavidades en las paredes de la caverna y venían en dirección hacia el grupo de exploradores con muy malas intenciones.
* * * * * * * * * * *
Níniel: Vuestras acciones y suerte os han llevado por este camino. Los dioses han sido muy gratos contigo, de manera que no sólo llegas a la caverna sino que te encuentras con Vincent. Ahora avanzaréis juntos por el interior de la gruta, pero de momento tendréis que despachar los ongiliths. Ayuda al brujo con los escorpiones y vela por la reportera loca de Pipa. Eres la "healer" del grupo, así que su supervivencia dependerá en gran parte de ti.
Vincent: Estás cerca de dar con el luberus, pero la caída repentina de las tres chicas hace que tengas que detener tu búsqueda. Ponte al día con ellas. Al igual que Níniel tendrás que combatir y derrotar a los ongiliths. La aparición de “esta fauna” es un indicador de que podéis estar próximos a alguna guarida de criaturas metálicas. Qué son y de dónde salen lo averiguaréis más adelante.
No es necesario que tiréis runas. ¿qué son unos simples escorpiones para aventureros como vosotros? Podéis usar tanto a Pipa como a Lucy, pero sólo podréis utilizar en combate a la encantadora, ya que la reportera es una civil sin habilidades de combate. Cuidad de ella el resto de la misión.
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Decirlo era muy sencillo, pero una vez abandonada la puerta de la taberna comprobaron que apenas podían ver más allá de cinco metros. Anduvieron durante un buen rato y con un lento avance. Además, pese a su cercanía, los gritos eran la única manera de comunicarse por la ventisca.
-Así no vamos a encontrarle y además moriremos nosotras. – se desgañitó la encantadora de fuego, a la que tras un buen rato de caminata sin éxito comenzaba a minársele la moral. Al menos los copos de nieve que impactaban con su rostro se evaporaban al contacto con su piel, fruto del empleo de su maná en mantener a temperatura estable a ella misma y a sus dos compañeras, que iban de su mano.
-Creo que vamos en la buena. Agh. – vociferó en respuesta una más optimista Pipa, que el abrir la boca para hablar hizo que le entrase nieve en la misma. – Dirección.
Ya habían abandonado el pueblo hacía un buen rato y no se intuía nada próximo. ¿Avanzaban en la dirección? Lo cierto es que no tenían ninguna referencia que les permitiera saberlo. Sin embargo el destino a veces es caprichoso y, tal vez por suerte, terminaron pisando un falso techo de nieve que ocultaba otro de los muchos huecos de aquella caverna y, por el peso, terminaron cayendo las tres de la mano unos cuantos metros al vacío. Los gritos de las chicas no evitarían el golpe, de esto se encargaría el montículo de nieve contra el que caerían. Por lo visto cuando se acumulaba mucha nieve en el exterior por la ventisca, esta terminaba cayendo por su propio peso al interior de la caverna, y la cavidad en la superficie volvía a tupirse. Repitiendo este proceso durante muchas veces se conseguía que, abajo, en la cueva, se formaran enormes “colchones” de nieve que amortiguaban las caídas de los seres del exterior.
En su caso, casi matan de un susto al pobre visitante que pasaba por ahí debajo. Lucy fue la primera en identificar el reconocible rostro de un hombre con barba. Al bueno de Vincent casi lo matan de un susto. Él ya llevaba un rato avanzando por la caverna, siguiendo el rastro del sonido del luberus. Y seguramente no contara con que tres chicas cogidas de la mano aparecerían cayendo del cielo.
-¿Estáis bien? – preguntó Lucy a sus compañeras, escupiendo la nieve que había tragado y tratando de incorporarse del mareo que le había supuesto la caída. – Vincent, ¿cómo has llegado hasta aquí? – preguntó con sorpresa. Seguramente por el golpe no se diera cuenta de que había llegado de la misma manera que ella.
-Todo bien, aunque me estoy planteando cambiar la sección del reportaje que salga de aquí. De “sucesos paranormales” a “vida salvaje y aventura”. – rió - ¿Cómo está la elfa? – preguntó, dándole un golpecito amistoso a Níniel en el brazo y bajando del montículo de nieve sobre el que habían caído. Quedándose asombrada, contemplando la inmensidad de la cavidad. – Qué lugar más bonito y enorme. ¿Sabrían los habitantes de Clargorn que bajo sus pies había esta maravilla?.
La curiosa Pipa admiró la inmensidad de la estructura geológica, y se atrevió a comenzar su particular exploración, cuaderno en mano, apuntando todo cuanto veía. Aunque sin perder de vista al grupo, que todavía se recomponía.
-¿Estaremos en el lugar que del símbolo? ¿Encontraremos aquí lo que buscábamos? Y lo que parece más difícil, ¿cómo saldremos?– las dudas acosaban a Lucy, algo más realista que Pipa, dirigiéndose a sus dos compañeros. Aunque ella misma se respondería tras unos instantes. – Mirad, ¡Flor de Arraken! – indicó, señalando un pequeño cúmulo de florecillas de Arraken que había en el interior de la cueva. Aquella debía ser el lugar en el que salían por defecto. Se agachó y tomó varias para guardarlas en su bolso, pero entonces un grito de Pipa atraería la atención del grupo.
-¡Oh! ¡Qué asco, por los dioses! ¿Qué son estos bichos? – exclamó sorprendida corriendo hacia donde se encontraban sus compañeros. – Me he acercado a una pared y han empezado a salir esas cosas. ¡Vienen a por nosotros! – vociferó histérica. Le daba mucho asco el claqueo de las patas y la manera de moverse de los seres. Hasta diez escorpiones metálicos salían de diferentes cavidades en las paredes de la caverna y venían en dirección hacia el grupo de exploradores con muy malas intenciones.
- Ongilith:
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Vincent: Estás cerca de dar con el luberus, pero la caída repentina de las tres chicas hace que tengas que detener tu búsqueda. Ponte al día con ellas. Al igual que Níniel tendrás que combatir y derrotar a los ongiliths. La aparición de “esta fauna” es un indicador de que podéis estar próximos a alguna guarida de criaturas metálicas. Qué son y de dónde salen lo averiguaréis más adelante.
No es necesario que tiréis runas. ¿qué son unos simples escorpiones para aventureros como vosotros? Podéis usar tanto a Pipa como a Lucy, pero sólo podréis utilizar en combate a la encantadora, ya que la reportera es una civil sin habilidades de combate. Cuidad de ella el resto de la misión.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Níniel no fue consciente de la suerte que habían tenido llegando hasta el pueblo en el momento en el que lo hicieron hasta que aquella ventisca las recibió en el exterior. El viento soplaba tan fuerte que dificultaba en gran medida su avance y lanzaba la nieve contra ellas de forma tan despiadada que hacía que incluso levantar la cabeza para mirar alrededor fuera un tormento que sería mejor evitar en la medida de lo posible. La idea de tener que soportar aquello durante un tiempo prolongado resultaba desmotivadora en sí misma y le daba la razón al posadero y a sus parroquianos que ya las habían avisado antes de salir de que lo que pretendían no iba a ser precisamente un paseo, pero sinceramente permanecer allí sentada a sabiendas de que Vincent estaba allí fuera hubiese sido tan malo o incluso peor para ella.
No tardaron en llegar hasta los establos. Se trataba de una sólida estructura de madera de grandes dimensiones y totalmente cerrada en aquellos momentos a diferencia de muchas de las caballerizas del sur. Las gentes del norte había tenido que adaptarse ellas y sus edificios al duro clima y aquel era un buen ejemplo de ello, junto con las casas bajas con las habitaciones bajo tierra en vez de en una primera planta. En cualquier caso el lugar si bien no era caliente estaba bien protegido de las inclemencias del tiempo haciendo que los animales estuvieran bien allí. El propio calor de las monturas, bestias de tiro y carga y algunas lámparas de aceite hacían el resto, claro que el olor resultaba bastante fuerte.
-¿En qué puedo ayudaros?.- No tardó en preguntar un chiquillo que no debía de ser mucho mayor que Chimar o Demian aunque sí que era más alto y desgarbado lo que indicaba que ya había entrado en la pubertad, una fase en la cual los humanos resultaban especialmente complicados. -Oh, eres tú Pipa. Diamante está bien. ¿Ves?- Dijo señalando a un caballo zaino que debía de pertenecer a la escritora. -Y vosotras debéis de ser las dueñas de los últimos huéspedes que han llegado. Justo antes de la tormenta, por poco os pilla.- Continuó diciendo señalando a continuación al lugar donde las tres monturas de los miembros de la logia descansaban unas junto a otras. Trickster enseguida emitió un agudo chillido para darle la bienvenida a su dueña la cual se retiró la capucha hacia atrás aprovechando estar a cubierto.
-!Una elfa con el pelo blanco como la nieve! El upelero debe ser tuyo. Nunca antes había visto uno. No sabía que tuvieran tan malas pulgas, ha intentado darme un picotazo y eso que solo quería acariciarle las plumas después de quitarle la silla.- Comentó el chiquillo que evidentemente conocía la descripción habitual de los upeleros como animales simples y muy mansos.
-Trickster es muy orgulloso y no está domesticado al estilo humano...Ni a ningún estilo de hecho. ¿Le pediste permiso antes de intentarlo?- Respondió con una cálida sonrisa la joven elfa acercándose hasta su fiel compañero para buscar en sus bolsas los objetos que creía que iba a poder necesitar para aventurarse en la tormenta.
-N...no...No sabía que tuviera que hacerlo. Se dejó quitar la silla...- Fueron las palabras del joven humano que se acercó también hasta allí y se quedó mirando a Trickster como si no supiera cómo pedirle permiso a un animal así. -Esto...¿Puedo...eh, acariciarte las plumas?. Solo un poco.- Añadió al final mientras el upelero le estudiaba con curiosidad desde su imponente altura. Parecía que la respuesta iba a ser no, pero en el último momento la gran ave bajó la cabeza y se dejó acariciar un instante tras el cual pareció pensar que ya había hecho su buena acción del día y volvió a su altiva posición anterior. -Vaya, que suave es...-
-Vale, creo que ya tengo todo.- Dijo entonces la peliblanca a sus compañeras tras haber cogido de sus bolsas su kit de primeros auxilios y una larga y resistente cuerda élfica entre algunos consumibles más por si acaso no daban con el brujo todo lo a corto plazo que esperaban.
-¿Vais a salir? ¿Con la que hay formada fuera?. Os congelaréis. Ni siquiera los mayores del pueblo se atreven a salir cuando hay tormenta, y los que lo hacen no suelen volver.- Les advirtió el chico del mismo modo que ya habían hecho las gentes de la posada. Era un pueblo muy amable aquel, preocupándose tanto por unas forasteras como ellas.
-Tenemos que hacerlo. Pero no te preocupes volveremos. Somos más fuertes de lo que parece.- Tranquilizó la sacerdotisa al joven volviendo a echarse la capucha sobre la cabeza cuando todas estuvieron listas para, esta vez sí, ir tras Vincent. -Usaremos también esta cuerda para no separarnos. Atadla a vuestra cintura.- Indicó entonces a las demás la elfa tras lo cual las tres salieron del establo y se dirigieron al lugar donde el anciano había dicho que se había separado del brujo y desde allí hacia las afueras del pueblo.
Tan pronto como abandonaron el pueblo las aventureras no tardaron en sentir en sus propias carnes toda la furia de aquella tormenta de nieve. Entre las calles habían gozado de cierta protección y resguardo y a pesar de ello no había sido exactamente fácil moverse, pero una vez de vuelta a la llanura la cosa empeoró rápida y sustancialmente. Apenas podían ver lo que tenían delante, el viento tan pronto las ayudaba a avanzar como todo lo contrario dependiendo de hacia donde soplara y la nieve que antes les había llegado por debajo de las rodillas pronto superó aquel punto haciendo que cada paso supusiera un esfuerzo añadido. Al menos el frío no era una amenaza letal gracias al contacto mano con mano con la alta encantadora pero tampoco es que pudieran confiarse por ello.
Llevaban ya un buen rato caminando, tratando de mantener la dirección correcta a pesar de que resultaba prácticamente imposible saberlo con exactitud en aquella situación, pues no podían ver el cielo ni ningún árbol que pudiera orientarlas, cuando Lucy pareció comenzar a creer que habían cometido un error aventurandose en pos del brujo. -Yo diría que sí vamos bien.- Trató de animar a su superiora del gremio girando la cabeza al hablar para que no le pasara lo que a Pipa y le entrara nieve en la boca. -Creo que no nos hemos desviado del camino.- Añadió a pesar de que Lucy tenía razón, bien podrían haber pasado al lado de algún tipo de rastro de Vincent o del propio Vincent y no haberlo visto por culpa de aquella nieve que no las dejaba ver casi nada ni siquiera aunque usaran sus habilidades mágicas que apenas lograban aumentar su rango de visión unos pocos metros. No obstante la vista o el oído no eran los únicos sentidos de los que disponían las magas. -Tenemos que seguir concentradas, tratar de detectar algún signo de su magia.- Recordó la peliblanca. Sí el rubio estaba cerca sin duda estaría usando sus habilidades para mantenerse caliente y eso era un rastro que el viento o la nieve no podían llevarse. Eso si realmente había ido en aquella dirección y no en otra claro. -Aún no podemos rendirnos. Él no lo haría.- Terminó de decir antes de retomar la dura marcha y que el silencio solo roto por los aullidos del viento volviera a instalarse entre ellas para ahorrar energías y calor.
Apenas habían pasado unos minutos más cuando Níniel, que encabezaba la marcha para generar luz y ya que Lucy debía ir en el medio y Pipa que era la más débil detrás, notó como al hundir de nuevo su bota en la nieve está no llegó a hacer pié en la tierra que ocultaba la gruesa capa blanca. Rápidamente trató de retirar el pié de ahí y apoyarlo en otro lugar, pero Lucy que iba detrás no la vio detenerse tan de repente y la empujó sin darse cuenta. Fue un empujón muy leve, pero junto con el viento y lo difícil del terreno fue más que suficiente para que la elfa perdiera el equilibrio y acabara cayendo a través de aquel agujero en el techo de una caverna subterránea y con ello se llevara consigo a la alta encantadora y a la humana tras ella al estar todas atadas las unas a las otras por aquella cuerda.
La sacerdotisa comenzó a gritar al no ver hacia dónde se precipitaba pero apenas tuvo tiempo de hacerlo antes de que con un golpe seco que sonó como un "plof" acabará medio enterrada en un mullido montón de nieve virgen, boca arriba y mirando directamente hacia el agujero por el que había caído notando como los copos de nieve caían lentamente sobre ella, escuchando el ahora más distante sonido del viento con los ojos abiertos como platos por la sorpresa de estar, aparentemente, de una pieza.
-Estoy...- Comenzó a decir la elfa. Aunque al escuchar a Lucy mencionar a Vincent detuvo sus palabras y se incorporó de golpe de modo que quedó sentada sobre la nieve mirando alrededor sin parar hasta posar su mirada aguamarina en el brujo y sintiendo un enorme alivio al verlo allí, sano y salvo. -!Vincent!. Menos mal que estás bien.- Dijo a continuación levantándose aún algo aturdida y lanzándose hacia el bielemental con toda la intención de abrazarlo y de comprobar que efectivamente no estaba herido o hipotérmico. -Sabía que te las podías apañar con la tor...- En ese momento la cuerda con la que seguía atada a Lucy se tensó y la peliblanca acabó de nuevo sobre el montón de nieve, esta vez de culo, haciendo que sus compañeras se rieran por lo cómico que les debía resultar que la elfa se hubiese olvidado de la cuerda al ver al brujo. -...Tormenta.- Finalizó desatándose como ya lo había hecho Pipa y acercándose al brujo para ya sin impedimentos saltar a sus brazos y tal como había querido hacer instantes antes revisar que estuviese bien. -No sabíamos si podríamos encontrarte con esta tormenta...Gracias a los dioses por llevarme de nuevo junto a ti.- Dijo pegada a él mientras Pipa curioseaba y admiraba aquel lugar y la alta encantadora por su parte pensaba de un modo mucho más práctico.
-Debe de haber una salida, lamentablemente no creo que nos sirva el agujero por el que caímos. Esta clase de grutas las forma la erosión de una corriente de agua a lo largo de mucho tiempo...Si el agua entró...debía de poder salir.- Claro que el hecho de que el agua pudiera salir no significaba que ellos también pudieran, aunque eso no lo dijo en voz alta. Sobre si aquel lugar era alguno de los marcados en el mapa Níniel no podía dar una respuesta clara. Habían intentado avanzar en la dirección correcta, y haberse encontrado con Vincent parecía confirmar que así había sido...¿Pero habían recorrido la distancia precisa?.
No fue hasta unos momentos después y tras descubrir que no muy lejos de donde habían caído había un buen número de flores de arraken que el grupo pudo confirmar que efectivamente y a pesar de la ventisca habían llegado al lugar correcto. Bueno, a uno de ellos.
-Isil vela por nosotros. Encontrarnos con Vincent y además hallar uno de los ingredientes...Definitivamente los dioses nos favorecen.- Expresó la sacerdotisa sacando en ese momento de nuevo aquel viejo tomo de alquimia, generando un orbe de luz que comenzó a flotar sobre ella y señalando con el dedo el lugar del mapa donde se indicaba que estaba aquella rara flor y por ende el lugar donde debían estar ellos. -Hemos llegado hasta aquí entonces...Pasados los "colmillos hendidos" este lugar debe ser "el descanso del errante". El nombre le viene que ni pintado. Una gruta así sin duda habrá salvado decenas de vidas de viajeros a lo largo de los siglos.- Expresó la peliblanca agradecida por no estar ya en la superficie. -Entonces hacia el norte llegaremos a esta otra extraña marca sin nombre.- Níniel miró hacia unas rocas del lugar y al ver el musgo crecer en un lado concreto de ellas señaló en una de las direcciones hacia donde se extendía aquella gruta. -Hacía allí.-
Justo en ese momento, en el que las cosas parecían marchar sobre ruedas para el grupo a pesar de las dificultades, Pipa, que se había alejado un tanto para saciar su curiosidad, regresó corriendo con una expresión en su rostro mezcla de miedo y asco vociferando algo sobre unos bichos que habían aparecido al acercarse a una pared. Pues como no lo supiera ella siendo la que los había visto ¿cómo lo iban a saber ellos?. Níniel se puso en guardia ante una amenaza que aún no podía ver y entonces un sonido como de decenas de leves golpecitos sobre la piedra comenzó a sonar cada vez más fuerte denotando que algo se acercaba.
Fuera lo que fuese parecía a punto de mostrarse ante ellos cuando, de repente, el sonido cesó y de nuevo solo pudo escucharse el fuerte viento soplando a unos metros sobre sus cabezas y colándose por el agujero por el que grupo había llegado por accidente hasta allí. Nada más.
Níniel, a pesar de que la tensión podía cortarse con un cuchillo, se permitió bajar levemente el bastón un instante, se giró con expresión interrogante hacia Pipa, que aún estaba asustada a pesar de que nada había aparecido, y esperó que la humana les diera al menos alguna explicación más concreta sobre qué era lo que había visto, cualquier cosa. Sin embargo lo único que obtuvo de ella fue una mueca de terror y su mano elevada señalando con un dedo acusador hacia la pared justo por detrás de donde se encontraba la peliblanca, lo que le puso los pelos de punta a la hija del bosque al interpretar correctamente que lo tenía a su espalda. La elfa tensó todo su cuerpo y muy despacio se giró para ver como detrás suya una especie de escorpión metálico movía sus pinzas y su aguijón de forma amenazante y espeluznante sobre la pared a escasa distancia de ella, mirándola con dos apéndices que parecían ser una especie de ojitos de metal oscuro de lo más horripilantes.
Con cuidado la joven trató de ganar distancia, de separarse de aquella cosa, pero en ese preciso momento aquel bicho saltó hacia ella cayendo en el suelo a tan solo un par de pasos de sus pies, moviéndose rápidamente con sus asquerosas patas repiqueteando sobre la piedra y agitando su aguijón dispuesto a clavarselo en cuanto la tuviera a su alcance mientras mantenía sus pinzas en alto de manera agresiva. Níniel lanzó un golpe sencillo con su bastón hacia aquella cosa pero la criatura de metal lo esquivó saltando hacia un lado y aceleró aún más sus carga mientras una sustancia aceitosa comenzó a gotear desde la punta de su aguijón. La sacerdotisa se dispuso en ese momento a lanzar un segundo golpe para aplastar a aquella cosa, pero antes de descargarlo una flecha de fuego lo atravesó de lado a lado haciendo que comenzara a hacer unos ruidos muy similares a chillidos y que se agitara en algo solo descriptible como agonía hasta que quedó finalmente inmóvil mientras las llamas brotaban de su cuerpo.
-Ese ya no nos molestará- Presumió Lucy tras aquel preciso ataque y mostrando una sonrisa de superioridad muy típica de ella. No obstante cualquier celebración por su parte muy pronto fue evidente que era prematura.
-Es uno de esos bichos metálicos que tenías en tus bocetos Pipa...- Comenzó a decir la elfa, pero entonces aquel ruido de claqueteo que habían dejado de escuchar por unos instantes volvió a dejarse oír y de debajo de las piedras, de los huecos en las paredes y en general de cualquier rincón imaginable comenzaron a salir más y más de aquellas cosas dispuestos a vengar a su hermano caído...Y todos tenían ese extraño símbolo del ojo o del sol que la humana les había mostrado en la posada. En un instante estaba rodeados por al menos diez de aquellas criaturas.
-No los subestiméis, son rápidos y ese aguijón...No sé qué tipo de veneno usen. Que no os piquen.- Aconsejó la peliblanca mientras se acercaba a sus compañeros para cubrir sus espaldas. Preparando su magia por si era necesaria para reforzar, proteger y sanar a sus amigos.
No tardaron en llegar hasta los establos. Se trataba de una sólida estructura de madera de grandes dimensiones y totalmente cerrada en aquellos momentos a diferencia de muchas de las caballerizas del sur. Las gentes del norte había tenido que adaptarse ellas y sus edificios al duro clima y aquel era un buen ejemplo de ello, junto con las casas bajas con las habitaciones bajo tierra en vez de en una primera planta. En cualquier caso el lugar si bien no era caliente estaba bien protegido de las inclemencias del tiempo haciendo que los animales estuvieran bien allí. El propio calor de las monturas, bestias de tiro y carga y algunas lámparas de aceite hacían el resto, claro que el olor resultaba bastante fuerte.
-¿En qué puedo ayudaros?.- No tardó en preguntar un chiquillo que no debía de ser mucho mayor que Chimar o Demian aunque sí que era más alto y desgarbado lo que indicaba que ya había entrado en la pubertad, una fase en la cual los humanos resultaban especialmente complicados. -Oh, eres tú Pipa. Diamante está bien. ¿Ves?- Dijo señalando a un caballo zaino que debía de pertenecer a la escritora. -Y vosotras debéis de ser las dueñas de los últimos huéspedes que han llegado. Justo antes de la tormenta, por poco os pilla.- Continuó diciendo señalando a continuación al lugar donde las tres monturas de los miembros de la logia descansaban unas junto a otras. Trickster enseguida emitió un agudo chillido para darle la bienvenida a su dueña la cual se retiró la capucha hacia atrás aprovechando estar a cubierto.
-!Una elfa con el pelo blanco como la nieve! El upelero debe ser tuyo. Nunca antes había visto uno. No sabía que tuvieran tan malas pulgas, ha intentado darme un picotazo y eso que solo quería acariciarle las plumas después de quitarle la silla.- Comentó el chiquillo que evidentemente conocía la descripción habitual de los upeleros como animales simples y muy mansos.
-Trickster es muy orgulloso y no está domesticado al estilo humano...Ni a ningún estilo de hecho. ¿Le pediste permiso antes de intentarlo?- Respondió con una cálida sonrisa la joven elfa acercándose hasta su fiel compañero para buscar en sus bolsas los objetos que creía que iba a poder necesitar para aventurarse en la tormenta.
-N...no...No sabía que tuviera que hacerlo. Se dejó quitar la silla...- Fueron las palabras del joven humano que se acercó también hasta allí y se quedó mirando a Trickster como si no supiera cómo pedirle permiso a un animal así. -Esto...¿Puedo...eh, acariciarte las plumas?. Solo un poco.- Añadió al final mientras el upelero le estudiaba con curiosidad desde su imponente altura. Parecía que la respuesta iba a ser no, pero en el último momento la gran ave bajó la cabeza y se dejó acariciar un instante tras el cual pareció pensar que ya había hecho su buena acción del día y volvió a su altiva posición anterior. -Vaya, que suave es...-
-Vale, creo que ya tengo todo.- Dijo entonces la peliblanca a sus compañeras tras haber cogido de sus bolsas su kit de primeros auxilios y una larga y resistente cuerda élfica entre algunos consumibles más por si acaso no daban con el brujo todo lo a corto plazo que esperaban.
-¿Vais a salir? ¿Con la que hay formada fuera?. Os congelaréis. Ni siquiera los mayores del pueblo se atreven a salir cuando hay tormenta, y los que lo hacen no suelen volver.- Les advirtió el chico del mismo modo que ya habían hecho las gentes de la posada. Era un pueblo muy amable aquel, preocupándose tanto por unas forasteras como ellas.
-Tenemos que hacerlo. Pero no te preocupes volveremos. Somos más fuertes de lo que parece.- Tranquilizó la sacerdotisa al joven volviendo a echarse la capucha sobre la cabeza cuando todas estuvieron listas para, esta vez sí, ir tras Vincent. -Usaremos también esta cuerda para no separarnos. Atadla a vuestra cintura.- Indicó entonces a las demás la elfa tras lo cual las tres salieron del establo y se dirigieron al lugar donde el anciano había dicho que se había separado del brujo y desde allí hacia las afueras del pueblo.
Tan pronto como abandonaron el pueblo las aventureras no tardaron en sentir en sus propias carnes toda la furia de aquella tormenta de nieve. Entre las calles habían gozado de cierta protección y resguardo y a pesar de ello no había sido exactamente fácil moverse, pero una vez de vuelta a la llanura la cosa empeoró rápida y sustancialmente. Apenas podían ver lo que tenían delante, el viento tan pronto las ayudaba a avanzar como todo lo contrario dependiendo de hacia donde soplara y la nieve que antes les había llegado por debajo de las rodillas pronto superó aquel punto haciendo que cada paso supusiera un esfuerzo añadido. Al menos el frío no era una amenaza letal gracias al contacto mano con mano con la alta encantadora pero tampoco es que pudieran confiarse por ello.
Llevaban ya un buen rato caminando, tratando de mantener la dirección correcta a pesar de que resultaba prácticamente imposible saberlo con exactitud en aquella situación, pues no podían ver el cielo ni ningún árbol que pudiera orientarlas, cuando Lucy pareció comenzar a creer que habían cometido un error aventurandose en pos del brujo. -Yo diría que sí vamos bien.- Trató de animar a su superiora del gremio girando la cabeza al hablar para que no le pasara lo que a Pipa y le entrara nieve en la boca. -Creo que no nos hemos desviado del camino.- Añadió a pesar de que Lucy tenía razón, bien podrían haber pasado al lado de algún tipo de rastro de Vincent o del propio Vincent y no haberlo visto por culpa de aquella nieve que no las dejaba ver casi nada ni siquiera aunque usaran sus habilidades mágicas que apenas lograban aumentar su rango de visión unos pocos metros. No obstante la vista o el oído no eran los únicos sentidos de los que disponían las magas. -Tenemos que seguir concentradas, tratar de detectar algún signo de su magia.- Recordó la peliblanca. Sí el rubio estaba cerca sin duda estaría usando sus habilidades para mantenerse caliente y eso era un rastro que el viento o la nieve no podían llevarse. Eso si realmente había ido en aquella dirección y no en otra claro. -Aún no podemos rendirnos. Él no lo haría.- Terminó de decir antes de retomar la dura marcha y que el silencio solo roto por los aullidos del viento volviera a instalarse entre ellas para ahorrar energías y calor.
Apenas habían pasado unos minutos más cuando Níniel, que encabezaba la marcha para generar luz y ya que Lucy debía ir en el medio y Pipa que era la más débil detrás, notó como al hundir de nuevo su bota en la nieve está no llegó a hacer pié en la tierra que ocultaba la gruesa capa blanca. Rápidamente trató de retirar el pié de ahí y apoyarlo en otro lugar, pero Lucy que iba detrás no la vio detenerse tan de repente y la empujó sin darse cuenta. Fue un empujón muy leve, pero junto con el viento y lo difícil del terreno fue más que suficiente para que la elfa perdiera el equilibrio y acabara cayendo a través de aquel agujero en el techo de una caverna subterránea y con ello se llevara consigo a la alta encantadora y a la humana tras ella al estar todas atadas las unas a las otras por aquella cuerda.
La sacerdotisa comenzó a gritar al no ver hacia dónde se precipitaba pero apenas tuvo tiempo de hacerlo antes de que con un golpe seco que sonó como un "plof" acabará medio enterrada en un mullido montón de nieve virgen, boca arriba y mirando directamente hacia el agujero por el que había caído notando como los copos de nieve caían lentamente sobre ella, escuchando el ahora más distante sonido del viento con los ojos abiertos como platos por la sorpresa de estar, aparentemente, de una pieza.
-Estoy...- Comenzó a decir la elfa. Aunque al escuchar a Lucy mencionar a Vincent detuvo sus palabras y se incorporó de golpe de modo que quedó sentada sobre la nieve mirando alrededor sin parar hasta posar su mirada aguamarina en el brujo y sintiendo un enorme alivio al verlo allí, sano y salvo. -!Vincent!. Menos mal que estás bien.- Dijo a continuación levantándose aún algo aturdida y lanzándose hacia el bielemental con toda la intención de abrazarlo y de comprobar que efectivamente no estaba herido o hipotérmico. -Sabía que te las podías apañar con la tor...- En ese momento la cuerda con la que seguía atada a Lucy se tensó y la peliblanca acabó de nuevo sobre el montón de nieve, esta vez de culo, haciendo que sus compañeras se rieran por lo cómico que les debía resultar que la elfa se hubiese olvidado de la cuerda al ver al brujo. -...Tormenta.- Finalizó desatándose como ya lo había hecho Pipa y acercándose al brujo para ya sin impedimentos saltar a sus brazos y tal como había querido hacer instantes antes revisar que estuviese bien. -No sabíamos si podríamos encontrarte con esta tormenta...Gracias a los dioses por llevarme de nuevo junto a ti.- Dijo pegada a él mientras Pipa curioseaba y admiraba aquel lugar y la alta encantadora por su parte pensaba de un modo mucho más práctico.
-Debe de haber una salida, lamentablemente no creo que nos sirva el agujero por el que caímos. Esta clase de grutas las forma la erosión de una corriente de agua a lo largo de mucho tiempo...Si el agua entró...debía de poder salir.- Claro que el hecho de que el agua pudiera salir no significaba que ellos también pudieran, aunque eso no lo dijo en voz alta. Sobre si aquel lugar era alguno de los marcados en el mapa Níniel no podía dar una respuesta clara. Habían intentado avanzar en la dirección correcta, y haberse encontrado con Vincent parecía confirmar que así había sido...¿Pero habían recorrido la distancia precisa?.
No fue hasta unos momentos después y tras descubrir que no muy lejos de donde habían caído había un buen número de flores de arraken que el grupo pudo confirmar que efectivamente y a pesar de la ventisca habían llegado al lugar correcto. Bueno, a uno de ellos.
-Isil vela por nosotros. Encontrarnos con Vincent y además hallar uno de los ingredientes...Definitivamente los dioses nos favorecen.- Expresó la sacerdotisa sacando en ese momento de nuevo aquel viejo tomo de alquimia, generando un orbe de luz que comenzó a flotar sobre ella y señalando con el dedo el lugar del mapa donde se indicaba que estaba aquella rara flor y por ende el lugar donde debían estar ellos. -Hemos llegado hasta aquí entonces...Pasados los "colmillos hendidos" este lugar debe ser "el descanso del errante". El nombre le viene que ni pintado. Una gruta así sin duda habrá salvado decenas de vidas de viajeros a lo largo de los siglos.- Expresó la peliblanca agradecida por no estar ya en la superficie. -Entonces hacia el norte llegaremos a esta otra extraña marca sin nombre.- Níniel miró hacia unas rocas del lugar y al ver el musgo crecer en un lado concreto de ellas señaló en una de las direcciones hacia donde se extendía aquella gruta. -Hacía allí.-
Justo en ese momento, en el que las cosas parecían marchar sobre ruedas para el grupo a pesar de las dificultades, Pipa, que se había alejado un tanto para saciar su curiosidad, regresó corriendo con una expresión en su rostro mezcla de miedo y asco vociferando algo sobre unos bichos que habían aparecido al acercarse a una pared. Pues como no lo supiera ella siendo la que los había visto ¿cómo lo iban a saber ellos?. Níniel se puso en guardia ante una amenaza que aún no podía ver y entonces un sonido como de decenas de leves golpecitos sobre la piedra comenzó a sonar cada vez más fuerte denotando que algo se acercaba.
Fuera lo que fuese parecía a punto de mostrarse ante ellos cuando, de repente, el sonido cesó y de nuevo solo pudo escucharse el fuerte viento soplando a unos metros sobre sus cabezas y colándose por el agujero por el que grupo había llegado por accidente hasta allí. Nada más.
Níniel, a pesar de que la tensión podía cortarse con un cuchillo, se permitió bajar levemente el bastón un instante, se giró con expresión interrogante hacia Pipa, que aún estaba asustada a pesar de que nada había aparecido, y esperó que la humana les diera al menos alguna explicación más concreta sobre qué era lo que había visto, cualquier cosa. Sin embargo lo único que obtuvo de ella fue una mueca de terror y su mano elevada señalando con un dedo acusador hacia la pared justo por detrás de donde se encontraba la peliblanca, lo que le puso los pelos de punta a la hija del bosque al interpretar correctamente que lo tenía a su espalda. La elfa tensó todo su cuerpo y muy despacio se giró para ver como detrás suya una especie de escorpión metálico movía sus pinzas y su aguijón de forma amenazante y espeluznante sobre la pared a escasa distancia de ella, mirándola con dos apéndices que parecían ser una especie de ojitos de metal oscuro de lo más horripilantes.
Con cuidado la joven trató de ganar distancia, de separarse de aquella cosa, pero en ese preciso momento aquel bicho saltó hacia ella cayendo en el suelo a tan solo un par de pasos de sus pies, moviéndose rápidamente con sus asquerosas patas repiqueteando sobre la piedra y agitando su aguijón dispuesto a clavarselo en cuanto la tuviera a su alcance mientras mantenía sus pinzas en alto de manera agresiva. Níniel lanzó un golpe sencillo con su bastón hacia aquella cosa pero la criatura de metal lo esquivó saltando hacia un lado y aceleró aún más sus carga mientras una sustancia aceitosa comenzó a gotear desde la punta de su aguijón. La sacerdotisa se dispuso en ese momento a lanzar un segundo golpe para aplastar a aquella cosa, pero antes de descargarlo una flecha de fuego lo atravesó de lado a lado haciendo que comenzara a hacer unos ruidos muy similares a chillidos y que se agitara en algo solo descriptible como agonía hasta que quedó finalmente inmóvil mientras las llamas brotaban de su cuerpo.
-Ese ya no nos molestará- Presumió Lucy tras aquel preciso ataque y mostrando una sonrisa de superioridad muy típica de ella. No obstante cualquier celebración por su parte muy pronto fue evidente que era prematura.
-Es uno de esos bichos metálicos que tenías en tus bocetos Pipa...- Comenzó a decir la elfa, pero entonces aquel ruido de claqueteo que habían dejado de escuchar por unos instantes volvió a dejarse oír y de debajo de las piedras, de los huecos en las paredes y en general de cualquier rincón imaginable comenzaron a salir más y más de aquellas cosas dispuestos a vengar a su hermano caído...Y todos tenían ese extraño símbolo del ojo o del sol que la humana les había mostrado en la posada. En un instante estaba rodeados por al menos diez de aquellas criaturas.
-No los subestiméis, son rápidos y ese aguijón...No sé qué tipo de veneno usen. Que no os piquen.- Aconsejó la peliblanca mientras se acercaba a sus compañeros para cubrir sus espaldas. Preparando su magia por si era necesaria para reforzar, proteger y sanar a sus amigos.
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
En cuanto terminó de hablar en alto al luberus, se escuchó un nuevo aullido del lobo. Y eso le daba la sensación, de que el animal metálico podía entenderle mejor de lo que creía.
Sentía que el lobo había aullado por primera vez, en un intento de dejarse localizar por él. Justo después de haber escuchado el ruido de su aparatosa caída por el agujero, y su soliloquio, sin duda lo había reconocido y por eso lo había llamado. O esa impresión daba, más aún con ese nuevo aullido, que bien parecía una respuesta de un ser inteligente.
Aunque, lo cierto, es que no tenía porqué extrañarle. Había visto y conocido suficientes animales, como para saber que muchos de ellos tenían bastante inteligencia. Un ejemplo era el lobo de su hermana. Así que tampoco tenía que ser muy raro que ese luberus creado por los biocibernéticos fuese más listo de lo que parecía.
De todos modos, oírlo le dio más motivos para avanzar en busca del luberus, y encontrar por fin lo que quería que viera. Al fin y al cabo, estaba claro, que el animal quería que encontrara algo desde que se lo cruzara en el pueblo. Así que tenía ganas de llegar hasta el lobo, pues le motivaba hallar la entrada que habría usado el ser de metal. La salida más probable de esa cueva. Aunque mentiría si no dijera que también estaba intrigado por el objetivo del luberus.
Vinc siguió avanzando durante un rato más. Tranquilo. Solamente iluminado por la bola de fuego suspendida a su lado, y acompañado por el silencio y la monotonía del lugar. Esa paz solo se rompía cuando se escuchaba, de cuando en cuando, el ruido de la ventisca sobre su cabeza, y a veces, algunos copos caer. En esos momentos sabía que estaba atravesando bajo alguno de los respiraderos del túnel que transitaba. Bueno, respiraderos por llamarlos de algún modo, pues ese paso debía ser natural, y aquellos orificios obra de la naturaleza como la propia galería. Y no los típicos agujeros hechos para el mantenimiento de los acueductos y demás subterráneos creados por el hombre… Aunque tenía que reconocer, que parecía que había sido construido deliberadamente.
No. No podía ser. Su imaginación le estaba jugando una mala pasada, pues, ¿quién demonios iba a construir esas galerías en la llanura? ¿Y para qué?
Poco importaba por ahora, ya que no había dado dos pasos cuando pudo ver algo interesante en el suelo de la caverna. Dejó de pensar en el túnel para centrarse en la planta que centraba su atención en ese momento.
- Vaya. Flores de Arraken-, musitó para sí mismo, acercándose a la zona donde crecían varios especímenes. - ¿Qué probabilidades había, de que me topase con las flores que estábamos buscando? -, se preguntó en el mismo tono, acariciando sus puntas con suavidad.
Los brotes de Arraken, crecían cerca de la salida de la galería que lo había llevado hasta allí. Algo hacia el centro de la zona a la que estaba accediendo. Mucho más amplia que el corredor que había estado siguiendo, y parecida a la caverna a la que había caído antes.
- Eres tan resistente como bonita, ¿lo sabes? - le habló a la planta, maravillado porque una flor pudiera crecer en un lugar tan frío. - Pero sin duda las probabilidades de encontrarte eran muy escasas. Así que te llevaré con una amiga elfa, si no te importa-, siguió diciendo, pensando en recoger algunas de las flores para el grupo.
Seguramente sería mejor desenterrarlas y llevarlas con la raíz lo más intacta posible. Y sentía cierta pena por no tener algún tipo de recipiente para mantenerlas en agua, ya que así las tendría lo más sanas posibles para Níniel. No sabía si la alquimista las necesitaría frescas o le valdrían secas. Y para mantenerlas solo necesitaba ese jarrón o recipiente que no tenía. Total, agua había por todas partes, solo tenía que coger algunos copos de nieve, o algún trozo de hielo de la caverna.
- En fin, así tendrá que ser-, dijo escarbando con su daga en la dura tierra por el frío.
Sin embargo, no pudo sacar ninguna de las flores. Un ruido a su espalda hizo que guardara rápidamente su daga, para descubrir en esta ocasión su acero más largo.
Vincent dio unos pasos cortos hacia el origen del sonido, en guardia y espada en ristre, preparado para cualquier cosa. Aunque no estaba preparado para eso.
- ¿Lucy? - dijo extrañado, con una ceja alzada. Intentando pensar como había llegado hasta allí, y oteando hacia el techo para observar el agujero por el que habían caído. - Pues, diría que hemos llegado del mismo modo-, comentó finalmente, guardando su espada. - Aunque yo he entrado por otro distinto-, confesó.
De todos modos centró pronto su atención en las mujeres que lo acompañaban, dando un fuerte abrazo a la elfa cuando se aproximó hasta él.
- Bueno, supongo que la he liado un poco-, rió ligeramente, un poco nervioso por su actuación demasiado impulsiva y poco profesional. - Pero he visto un luberus en la ciudad. He relacionado en seguida los rumores de los animales metálicos con el lobo biocibernético, y como parecía querer guiarme a algun sitio, lo he seguido. El luberus no tenía muchas ganas de esperar, así que no pude volver a la taberna, y mandé al anciano a avisaros de mi partida. Por cierto, ¿cómo se encuentra el cuentacuentos? Al veros aquí, imagino que está bien, y que consiguió comunicaros mi partida-, se explicó, aunque no perdió ocasión para dejar la impronta de su calor, en los labios de la mujer con un beso. - Siento haberte preocupado-, dijo más bajo, suavemente, solo dirigiéndose a ella en esta ocasión.
Aunque pronto, el rubio dirigió su mirada a la otra mujer que iba con ellas, y si ya era extraño que lo hubieran encontrado en mitad de la nada, aún lo era más que vinieran con la periodista. Sobre todo porque no parecía ser del agrado de Lucy, antes de salir de la posada en busca del contador de historias.
- Oh sí-, comentó esta vez, virándose y acercándose a la pelirroja. - Iba a recoger algunas de las flores, precisamente cuando cayeron por ese agujero-, confirmó, señalando por encima de su hombro el sitio de la caída. - Y lo cierto es que no te falta razón, Nín. Me habéis encontrado en un lugar de difícil acceso, cayendo por un hoyo justo a mi lado, sin haceros daño, y además en el momento en el que había descubierto Arraken. Hemos tenido mucha suerte, los dioses deben estar velando por nosotros-, respondió a la sacerdotisa con una sonrisa.
Creía en los dioses. Los dragones eran prueba de ello. Pero no solía rezarles, ni hablar con ellos. Y solía vivir de un modo, en el que hacía lo que pensaba que era lo mejor, sin plantearse si en su decisión tendría protección de los dioses o no. De si habría guía por parte de ellos.
No obstante, esta vez habían tenido demasiada suerte, como para no imaginar el toque de algún dios en todo ello. Y deseaba que ese dios siguiera con ellos un rato más.
- Pues, desgraciadamente yo he entrado de forma parecida a ustedes. Pero el luberus que estaba siguiendo antes de caerme aquí dentro, está en algún lugar de la caverna. Escuché un aullido de este animal al poco de caer, y seguía ese sonido, antes de encontrarme con los Arraken y con vosotras-, siguió explicando todo lo que había averiguado hasta que ellas llegaron. - Aún tengo curiosidad por saber los motivos que tiene para haberme traído aquí. Además, supongo que él no ha entrado como nosotros, pues creo que me quería llevar hasta esta caverna, así que también es la clave para salir-, las puso al día. - Por cierto, ¿qué símbolo? ¿Qué me he perdido?
Pero la tranquilidad parecía no querer acompañarlo por más tiempo, pues la reportera volvió con signos de nerviosismo. Tanto que parecía histérica.
- Tranquilícese-, comentó a la reportera, agarrándola por un hombro y colocándola detrás de él. - Quédese a mi espalda, y no le pasará nada-, terminó por decirle, antes de volverse hacia los múltiples enemigos.
Podía verlos con claridad, con su bola de fuego aún flotando por encima de su cabeza alumbrando el lugar. Eran escorpiones, pero ese dato no era impresionante por sí solo. Lo que más llamaba la atención de ellos, era que eran animales mecánicos. Como el luberus, como los de las historias de los pueblerinos. Sin duda algo extraño estaba pasando en ese pueblo, y la clave estaba en esa caverna.
- Formemos un círculo. Pipa, quédate dentro. Nosotros nos encargamos-, comentó, antes de crear un fuego con un chasquido de los dedos metálicos sobre su pedernal.
Vinc aumentó ese fuego, y lo dejó de forma constante delante de las palmas de sus manos, gracias a su maestría en el fuego. Mantuvo ambas hacia el frente, y cada vez que algún escorpión se acercaba demasiado, incrementaba la intensidad de la llama, hasta crear un chorro que abrasaba a todo aquel ser metálico que osara intentara atravesar su zona de defensa.
De todas formas, eso aseguraba su parte en la defensa del círculo improvisado, pero no podía centrarse bien en el resto. Para mantener esa estrategia, todos debía hacer su parte en la preservación de ella. Y bueno, no dudaba de las habilidades de Lucy y Nín, pero la reportera no podía hacer más que mantenerse en el centro. Eso dejaba a los otros tres, con todo el peso de mantener alejados a los bichos, y prefería tener algo más seguro para mantener a raya a los escorpiones de metal.
- Lucy, ayúdame a crear un muro de fuego a nuestro alrededor-, comentó a la hechicera.
Como ambos dominaban el fuego, era mejor que unieran sus poderes para crear algo más potente, y dejaran de hacer ataques de forma individual. Lucy con sus poderes de tensai, podría ayudarlo a generar un fuego mucho más potente que ese chorro de llamas que estaba usando hasta ahora.
Sentía que el lobo había aullado por primera vez, en un intento de dejarse localizar por él. Justo después de haber escuchado el ruido de su aparatosa caída por el agujero, y su soliloquio, sin duda lo había reconocido y por eso lo había llamado. O esa impresión daba, más aún con ese nuevo aullido, que bien parecía una respuesta de un ser inteligente.
Aunque, lo cierto, es que no tenía porqué extrañarle. Había visto y conocido suficientes animales, como para saber que muchos de ellos tenían bastante inteligencia. Un ejemplo era el lobo de su hermana. Así que tampoco tenía que ser muy raro que ese luberus creado por los biocibernéticos fuese más listo de lo que parecía.
De todos modos, oírlo le dio más motivos para avanzar en busca del luberus, y encontrar por fin lo que quería que viera. Al fin y al cabo, estaba claro, que el animal quería que encontrara algo desde que se lo cruzara en el pueblo. Así que tenía ganas de llegar hasta el lobo, pues le motivaba hallar la entrada que habría usado el ser de metal. La salida más probable de esa cueva. Aunque mentiría si no dijera que también estaba intrigado por el objetivo del luberus.
Vinc siguió avanzando durante un rato más. Tranquilo. Solamente iluminado por la bola de fuego suspendida a su lado, y acompañado por el silencio y la monotonía del lugar. Esa paz solo se rompía cuando se escuchaba, de cuando en cuando, el ruido de la ventisca sobre su cabeza, y a veces, algunos copos caer. En esos momentos sabía que estaba atravesando bajo alguno de los respiraderos del túnel que transitaba. Bueno, respiraderos por llamarlos de algún modo, pues ese paso debía ser natural, y aquellos orificios obra de la naturaleza como la propia galería. Y no los típicos agujeros hechos para el mantenimiento de los acueductos y demás subterráneos creados por el hombre… Aunque tenía que reconocer, que parecía que había sido construido deliberadamente.
No. No podía ser. Su imaginación le estaba jugando una mala pasada, pues, ¿quién demonios iba a construir esas galerías en la llanura? ¿Y para qué?
Poco importaba por ahora, ya que no había dado dos pasos cuando pudo ver algo interesante en el suelo de la caverna. Dejó de pensar en el túnel para centrarse en la planta que centraba su atención en ese momento.
- Vaya. Flores de Arraken-, musitó para sí mismo, acercándose a la zona donde crecían varios especímenes. - ¿Qué probabilidades había, de que me topase con las flores que estábamos buscando? -, se preguntó en el mismo tono, acariciando sus puntas con suavidad.
Los brotes de Arraken, crecían cerca de la salida de la galería que lo había llevado hasta allí. Algo hacia el centro de la zona a la que estaba accediendo. Mucho más amplia que el corredor que había estado siguiendo, y parecida a la caverna a la que había caído antes.
- Eres tan resistente como bonita, ¿lo sabes? - le habló a la planta, maravillado porque una flor pudiera crecer en un lugar tan frío. - Pero sin duda las probabilidades de encontrarte eran muy escasas. Así que te llevaré con una amiga elfa, si no te importa-, siguió diciendo, pensando en recoger algunas de las flores para el grupo.
Seguramente sería mejor desenterrarlas y llevarlas con la raíz lo más intacta posible. Y sentía cierta pena por no tener algún tipo de recipiente para mantenerlas en agua, ya que así las tendría lo más sanas posibles para Níniel. No sabía si la alquimista las necesitaría frescas o le valdrían secas. Y para mantenerlas solo necesitaba ese jarrón o recipiente que no tenía. Total, agua había por todas partes, solo tenía que coger algunos copos de nieve, o algún trozo de hielo de la caverna.
- En fin, así tendrá que ser-, dijo escarbando con su daga en la dura tierra por el frío.
Sin embargo, no pudo sacar ninguna de las flores. Un ruido a su espalda hizo que guardara rápidamente su daga, para descubrir en esta ocasión su acero más largo.
Vincent dio unos pasos cortos hacia el origen del sonido, en guardia y espada en ristre, preparado para cualquier cosa. Aunque no estaba preparado para eso.
- ¿Lucy? - dijo extrañado, con una ceja alzada. Intentando pensar como había llegado hasta allí, y oteando hacia el techo para observar el agujero por el que habían caído. - Pues, diría que hemos llegado del mismo modo-, comentó finalmente, guardando su espada. - Aunque yo he entrado por otro distinto-, confesó.
De todos modos centró pronto su atención en las mujeres que lo acompañaban, dando un fuerte abrazo a la elfa cuando se aproximó hasta él.
- Bueno, supongo que la he liado un poco-, rió ligeramente, un poco nervioso por su actuación demasiado impulsiva y poco profesional. - Pero he visto un luberus en la ciudad. He relacionado en seguida los rumores de los animales metálicos con el lobo biocibernético, y como parecía querer guiarme a algun sitio, lo he seguido. El luberus no tenía muchas ganas de esperar, así que no pude volver a la taberna, y mandé al anciano a avisaros de mi partida. Por cierto, ¿cómo se encuentra el cuentacuentos? Al veros aquí, imagino que está bien, y que consiguió comunicaros mi partida-, se explicó, aunque no perdió ocasión para dejar la impronta de su calor, en los labios de la mujer con un beso. - Siento haberte preocupado-, dijo más bajo, suavemente, solo dirigiéndose a ella en esta ocasión.
Aunque pronto, el rubio dirigió su mirada a la otra mujer que iba con ellas, y si ya era extraño que lo hubieran encontrado en mitad de la nada, aún lo era más que vinieran con la periodista. Sobre todo porque no parecía ser del agrado de Lucy, antes de salir de la posada en busca del contador de historias.
- Oh sí-, comentó esta vez, virándose y acercándose a la pelirroja. - Iba a recoger algunas de las flores, precisamente cuando cayeron por ese agujero-, confirmó, señalando por encima de su hombro el sitio de la caída. - Y lo cierto es que no te falta razón, Nín. Me habéis encontrado en un lugar de difícil acceso, cayendo por un hoyo justo a mi lado, sin haceros daño, y además en el momento en el que había descubierto Arraken. Hemos tenido mucha suerte, los dioses deben estar velando por nosotros-, respondió a la sacerdotisa con una sonrisa.
Creía en los dioses. Los dragones eran prueba de ello. Pero no solía rezarles, ni hablar con ellos. Y solía vivir de un modo, en el que hacía lo que pensaba que era lo mejor, sin plantearse si en su decisión tendría protección de los dioses o no. De si habría guía por parte de ellos.
No obstante, esta vez habían tenido demasiada suerte, como para no imaginar el toque de algún dios en todo ello. Y deseaba que ese dios siguiera con ellos un rato más.
- Pues, desgraciadamente yo he entrado de forma parecida a ustedes. Pero el luberus que estaba siguiendo antes de caerme aquí dentro, está en algún lugar de la caverna. Escuché un aullido de este animal al poco de caer, y seguía ese sonido, antes de encontrarme con los Arraken y con vosotras-, siguió explicando todo lo que había averiguado hasta que ellas llegaron. - Aún tengo curiosidad por saber los motivos que tiene para haberme traído aquí. Además, supongo que él no ha entrado como nosotros, pues creo que me quería llevar hasta esta caverna, así que también es la clave para salir-, las puso al día. - Por cierto, ¿qué símbolo? ¿Qué me he perdido?
Pero la tranquilidad parecía no querer acompañarlo por más tiempo, pues la reportera volvió con signos de nerviosismo. Tanto que parecía histérica.
- Tranquilícese-, comentó a la reportera, agarrándola por un hombro y colocándola detrás de él. - Quédese a mi espalda, y no le pasará nada-, terminó por decirle, antes de volverse hacia los múltiples enemigos.
Podía verlos con claridad, con su bola de fuego aún flotando por encima de su cabeza alumbrando el lugar. Eran escorpiones, pero ese dato no era impresionante por sí solo. Lo que más llamaba la atención de ellos, era que eran animales mecánicos. Como el luberus, como los de las historias de los pueblerinos. Sin duda algo extraño estaba pasando en ese pueblo, y la clave estaba en esa caverna.
- Formemos un círculo. Pipa, quédate dentro. Nosotros nos encargamos-, comentó, antes de crear un fuego con un chasquido de los dedos metálicos sobre su pedernal.
Vinc aumentó ese fuego, y lo dejó de forma constante delante de las palmas de sus manos, gracias a su maestría en el fuego. Mantuvo ambas hacia el frente, y cada vez que algún escorpión se acercaba demasiado, incrementaba la intensidad de la llama, hasta crear un chorro que abrasaba a todo aquel ser metálico que osara intentara atravesar su zona de defensa.
De todas formas, eso aseguraba su parte en la defensa del círculo improvisado, pero no podía centrarse bien en el resto. Para mantener esa estrategia, todos debía hacer su parte en la preservación de ella. Y bueno, no dudaba de las habilidades de Lucy y Nín, pero la reportera no podía hacer más que mantenerse en el centro. Eso dejaba a los otros tres, con todo el peso de mantener alejados a los bichos, y prefería tener algo más seguro para mantener a raya a los escorpiones de metal.
- Lucy, ayúdame a crear un muro de fuego a nuestro alrededor-, comentó a la hechicera.
Como ambos dominaban el fuego, era mejor que unieran sus poderes para crear algo más potente, y dejaran de hacer ataques de forma individual. Lucy con sus poderes de tensai, podría ayudarlo a generar un fuego mucho más potente que ese chorro de llamas que estaba usando hasta ahora.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Níniel se defendió de uno de los escorpiones que con sus patas reptantes la trataban de atacar. El claqueteo repugnaba bastante a Pipa, pero Lucy rápidamente hizo gala de sus poderosas habilidades y estiró sus largos dedos para lanzar una poderosa flecha de fuego que salió de su mano. El animal rápidamente explotó entre chillidos por uno de sus lados y murió… o se rompió, de la misma forma en que lo haría un escorpión, quedando de espaldas y sus patas agarrotadas hacia el techo de la caverna. Fuera como fuera, aquellas criaturas parecían ser fieles réplicas de la realidad.
Pero aún quedaban más enemigos, y Vincent apremió a Pipa a quedarse en el centro del trío mientras él y Lucy, principalmente, despachaban a los enemigos. El muro de fuego que crearon alcanzó a la mayoría de los escorpiones mecánicos que comenzaron a chillar y a perecer de la misma manera.
Pronto no habría más de estas molestas criaturas en combate, pero sí una enorme mancha de un líquido negro aceitoso en el suelo.
-Y ahora no te vuelvas a acercar a las paredes. – advirtió Lucy a Pipa.
Ella rápidamente afirmó haber entendido la instrucción, pero que una vez vio la paz no dudó en sacar su cuaderno y aproximarse a uno de los grandes insectos mecánicos. El amago de una de querer levantarse hizo volver a gritar a la joven, pero sólo fue un acto reflejo.
-Hm… Es curioso. Una fiel réplica del escorpius magnus del arenal de Roilkat. Si es completamente fidedigno, el aceite podría ser venenoso. Tal vez sería interesante tomar una muestra y analizarlo. – comentó pensativa, sacando un pequeño vasito. Apuntó en el cuaderno notas sobre la fisionomía de aquella criatura. Tiró de una de sus patas con mucho asco y con algo de temor, para mirarle el caparazón. – Tiene el símbolo del ojo. Qué curioso… - comentó la joven. Vincent no sabía muy bien qué significaba tal y como había destacado antes. Así que no sería mala idea que Níniel o Lucy se lo explicasen.
-Silencio, viene alguien. – ordenó la pelirroja, que había escuchado pasos de alguien aproximarse a la zona.
En escena y por la caverna, apareció un hombre adulto bien abrigado, con barba, prácticamente cubierto de nieve. Un humano, que parecía estar buscando algo, pero no era exactamente a los jóvenes. Portaba un arco también mecánico con un carcaj con flechas del mismo estilo.
El hombre vio a los jóvenes y se acercó a ellos sin mostrar signos de violencia. Sino con cara de incredulidad, más propia de alguien que ve extraterrestres por primera vez que de alguien que se sorprende porque alguien pudiera llegar hasta aquella remota caverna. Se acercó a Níniel, la que tenía más próxima.
-¿Venís del exterior o sois nuevos miembros de la sociedad? – preguntó, mirando a cada uno de los cuatro. Aquel tipo tenía una mirada extraña, que no expresaba demasiado. – Me presento. Soy el cazador número 2 y este es el coto de caza privado del refugio 109. ¿Tenéis permisos del supervisor para entrar? De no ser así, tendré que llevaros con él. – preguntó mirando a Lucy.
-S-Somos… - comenzó a decir la encantadora, que parecía descolocada tras la breve introducción del hombre, quien había dado una explicación demasiado extraña e ininteligible.
¿Aquella cueva era un coto de caza? ¿De un refugio? ¿Y el curioso nombre de aquel tipo? Aquella extraña presentación daba lugar a muchas preguntas, algo que la chismosa de Pipa no tardaría en aprovechar, con sus ojos brillantes como los de un niño cuando encuentra su suelo repleto de nuevos juguetes. – Tengo un par de preguntas que me gustaría hac… - comenzó a preguntar levantando la mano con el lápiz para poder hablar. Pero algo nuevamente la interrumpiría por completo.
Unos enormes chillidos metálicos aterradores retumbaron en toda la cueva. Cuyas formas hacían parecer que provenían de todos lados, aún con mayor énfasis por el eco. Pero provenían de lejos. Muy lejos. Tras esto, aconteció después un pequeño temblor o terremoto en el interior de la misma que duró un mero instante.
-Madre… ¿qué ha sido eso? – preguntó Pipa a Níniel o Vincent. Una vez ruido y temblores cesaron. – Sea lo que sea tiene que ser del tamaño de un dragón, por lo menos. – opinó.
-Es el Argentavis. La nueva creación en la que está trabajando el supervisor. Ya debe haber reunido suficientes vermis como para proporcionarle energía. – mencionó anecdóticamente. - Pero eso no importa. Hoy es el centésimo octogésimo quinto día del año y debo ayudar al cazador número 1 a dar caza al kerrion para que las cocineras número 5 y 6 puedan tenerlo a punto para la fiesta de cumpleaños del noble número 1. – Continuó explicando como si sus interlocutores fuesen a entender nada de lo que decían. En ese momento, tomó a Níniel por los hombros, que ahora era la más próxima a él. – No hay tiempo que perder. Decidme, ¿sois gente del exterior o nuevas creaciones enviadas por el supervisor? De ser así, ¿qué tarea os ha encomendado? – insistió, mirando a los ojos a la elfa.
Todos los ojos se centraron ahora en la elfa. Pipa, de espaldas al enigmático cazador, lse llevó la mano a la boca para hacerle un gesto con el que pretendía animarla a inventarse ser una de las creaciones del susodicho supervisor, mientras que Lucy golpeó en el hombro a esta para regañar a la reportera y hacerle un gesto de negación a Níniel para que no le hiciera caso y dijera la verdad.
* * * * * * * * * * *
Primero de todo, recoged el aceite de ongilith. Os será básico para la armadura que desea crear Níniel. Pero esto no era más que un mero objetivo secundario. Ahora entramos en el "nudo" de la misión y donde las decisiones comenzarán a pesar más. También contáis con la flor de arraken. Únicamente os faltan los vermis, a los que el cazador ha hecho una primera mención (y nada halagüeña, por cierto)
Níniel: Aunque imagino que ya lo sabríais de antes, ahora sabéis el por qué le he puesto el título de la misión. En tus manos está el devenir de la historia. Debes elegir si hacer caso a Pipa y afirmar que sois nuevas creaciones de un “supervisor” que no conocéis, explicando el puesto que ostentáis en dicha sociedad (médico, ingeniero, recolector… lo que quieras). Si optas por esto continuaréis en la cueva en la caza del "kerrion", ¿sabéis qué es?. O bien hacer caso a Lucy y decir la verdad, en cuyo caso el cazador número 2 os guiará al refugio y os veréis las caras con el supervisor.
Vincent: En este turno deberás seguirle el juego a Níniel. Describirás el avance por la cueva (o lo que es lo mismo, por el “coto privado”) ya sea aún más hacia su interior (en la que el paisaje será más natural y se irá ensanchando), o bien hacia el refugio, en el que habrá caminos algo más estrechos y evidencias de tuberías y soportes metálicos. Todo mucho más robotizado.
Podéis hacerle las preguntas que consideréis al hombre. Tenéis mucho material sobre el que podéis preguntar. En el siguiente turno os contará todo lo que sepa y la información podrá resultaros útil.
Pero aún quedaban más enemigos, y Vincent apremió a Pipa a quedarse en el centro del trío mientras él y Lucy, principalmente, despachaban a los enemigos. El muro de fuego que crearon alcanzó a la mayoría de los escorpiones mecánicos que comenzaron a chillar y a perecer de la misma manera.
Pronto no habría más de estas molestas criaturas en combate, pero sí una enorme mancha de un líquido negro aceitoso en el suelo.
-Y ahora no te vuelvas a acercar a las paredes. – advirtió Lucy a Pipa.
Ella rápidamente afirmó haber entendido la instrucción, pero que una vez vio la paz no dudó en sacar su cuaderno y aproximarse a uno de los grandes insectos mecánicos. El amago de una de querer levantarse hizo volver a gritar a la joven, pero sólo fue un acto reflejo.
-Hm… Es curioso. Una fiel réplica del escorpius magnus del arenal de Roilkat. Si es completamente fidedigno, el aceite podría ser venenoso. Tal vez sería interesante tomar una muestra y analizarlo. – comentó pensativa, sacando un pequeño vasito. Apuntó en el cuaderno notas sobre la fisionomía de aquella criatura. Tiró de una de sus patas con mucho asco y con algo de temor, para mirarle el caparazón. – Tiene el símbolo del ojo. Qué curioso… - comentó la joven. Vincent no sabía muy bien qué significaba tal y como había destacado antes. Así que no sería mala idea que Níniel o Lucy se lo explicasen.
-Silencio, viene alguien. – ordenó la pelirroja, que había escuchado pasos de alguien aproximarse a la zona.
En escena y por la caverna, apareció un hombre adulto bien abrigado, con barba, prácticamente cubierto de nieve. Un humano, que parecía estar buscando algo, pero no era exactamente a los jóvenes. Portaba un arco también mecánico con un carcaj con flechas del mismo estilo.
- Cazador:
El hombre vio a los jóvenes y se acercó a ellos sin mostrar signos de violencia. Sino con cara de incredulidad, más propia de alguien que ve extraterrestres por primera vez que de alguien que se sorprende porque alguien pudiera llegar hasta aquella remota caverna. Se acercó a Níniel, la que tenía más próxima.
-¿Venís del exterior o sois nuevos miembros de la sociedad? – preguntó, mirando a cada uno de los cuatro. Aquel tipo tenía una mirada extraña, que no expresaba demasiado. – Me presento. Soy el cazador número 2 y este es el coto de caza privado del refugio 109. ¿Tenéis permisos del supervisor para entrar? De no ser así, tendré que llevaros con él. – preguntó mirando a Lucy.
-S-Somos… - comenzó a decir la encantadora, que parecía descolocada tras la breve introducción del hombre, quien había dado una explicación demasiado extraña e ininteligible.
¿Aquella cueva era un coto de caza? ¿De un refugio? ¿Y el curioso nombre de aquel tipo? Aquella extraña presentación daba lugar a muchas preguntas, algo que la chismosa de Pipa no tardaría en aprovechar, con sus ojos brillantes como los de un niño cuando encuentra su suelo repleto de nuevos juguetes. – Tengo un par de preguntas que me gustaría hac… - comenzó a preguntar levantando la mano con el lápiz para poder hablar. Pero algo nuevamente la interrumpiría por completo.
Unos enormes chillidos metálicos aterradores retumbaron en toda la cueva. Cuyas formas hacían parecer que provenían de todos lados, aún con mayor énfasis por el eco. Pero provenían de lejos. Muy lejos. Tras esto, aconteció después un pequeño temblor o terremoto en el interior de la misma que duró un mero instante.
- Sonidos:
A partir de minuto 1:16 en adelante
-Madre… ¿qué ha sido eso? – preguntó Pipa a Níniel o Vincent. Una vez ruido y temblores cesaron. – Sea lo que sea tiene que ser del tamaño de un dragón, por lo menos. – opinó.
-Es el Argentavis. La nueva creación en la que está trabajando el supervisor. Ya debe haber reunido suficientes vermis como para proporcionarle energía. – mencionó anecdóticamente. - Pero eso no importa. Hoy es el centésimo octogésimo quinto día del año y debo ayudar al cazador número 1 a dar caza al kerrion para que las cocineras número 5 y 6 puedan tenerlo a punto para la fiesta de cumpleaños del noble número 1. – Continuó explicando como si sus interlocutores fuesen a entender nada de lo que decían. En ese momento, tomó a Níniel por los hombros, que ahora era la más próxima a él. – No hay tiempo que perder. Decidme, ¿sois gente del exterior o nuevas creaciones enviadas por el supervisor? De ser así, ¿qué tarea os ha encomendado? – insistió, mirando a los ojos a la elfa.
Todos los ojos se centraron ahora en la elfa. Pipa, de espaldas al enigmático cazador, lse llevó la mano a la boca para hacerle un gesto con el que pretendía animarla a inventarse ser una de las creaciones del susodicho supervisor, mientras que Lucy golpeó en el hombro a esta para regañar a la reportera y hacerle un gesto de negación a Níniel para que no le hiciera caso y dijera la verdad.
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Primero de todo, recoged el aceite de ongilith. Os será básico para la armadura que desea crear Níniel. Pero esto no era más que un mero objetivo secundario. Ahora entramos en el "nudo" de la misión y donde las decisiones comenzarán a pesar más. También contáis con la flor de arraken. Únicamente os faltan los vermis, a los que el cazador ha hecho una primera mención (y nada halagüeña, por cierto)
Níniel: Aunque imagino que ya lo sabríais de antes, ahora sabéis el por qué le he puesto el título de la misión. En tus manos está el devenir de la historia. Debes elegir si hacer caso a Pipa y afirmar que sois nuevas creaciones de un “supervisor” que no conocéis, explicando el puesto que ostentáis en dicha sociedad (médico, ingeniero, recolector… lo que quieras). Si optas por esto continuaréis en la cueva en la caza del "kerrion", ¿sabéis qué es?. O bien hacer caso a Lucy y decir la verdad, en cuyo caso el cazador número 2 os guiará al refugio y os veréis las caras con el supervisor.
Vincent: En este turno deberás seguirle el juego a Níniel. Describirás el avance por la cueva (o lo que es lo mismo, por el “coto privado”) ya sea aún más hacia su interior (en la que el paisaje será más natural y se irá ensanchando), o bien hacia el refugio, en el que habrá caminos algo más estrechos y evidencias de tuberías y soportes metálicos. Todo mucho más robotizado.
Podéis hacerle las preguntas que consideréis al hombre. Tenéis mucho material sobre el que podéis preguntar. En el siguiente turno os contará todo lo que sepa y la información podrá resultaros útil.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Pronto quedó patente que aquellos escorpiones, fruto de la muchas veces perversa genialidad de los habitantes del otro lado del portal, habían escogido realmente mal a sus oponentes. Con su número seguramente podrían apañárselas para acabar con algún viajero desorientado o con alguno de los animales autóctonos de la llanura helada que les importunase en busca de alimento o refugio, pero dos brujos de fuego eran mucho más de lo que podían manejar. Bastaron unas llamaradas para que todos, al menos todos los que habían aparecido, acabaran como el primero, churruscados y patas arriba como si alguna vez hubiesen estado realmente vivos, rodeados por un gran charco de...lo que fuera que habían intentado inyectarles con sus aguijones.
¿Por qué les habían atacado? ¿ el grupo había irrumpido en su territorio o incluso en su nido? ¿Tenían nidos siquiera esa clase de cosas? Realmente eran un gran misterio de Aerandir desde su llegada. Como los propios biocibernéticos que a pesar de mostrarse tan colaborativos con los humanos guardaban sus secretos con celo. Quizá esa sustancia aceitosa revelase alguno de ellos como bien decía Pipa, tomar muestras era una excelente idea. Además Níniel sabía de cierto pequeño humano con predilección por esa clase de cosas que pronto cumpliría años y a quien sin duda le gustaría estudiar un espécimen de aquellos, seguro que agradecería el gesto si le llevara algo así, por lo que la elfa enfrió uno de los restos en mejor estado con algo de nieve y lo guardó en su bolsa.
Tras aquello, Níniel se agachó también junto aquel charco de aceitosa y extraña sustancia y con cuidado comenzó a tomar una buena cantidad de la misma y a guardarla en un par de viales vacíos para pociones así como a realizar un pequeño examen preliminar basándose en su color, su estado físico en aquellas frías condiciones y su reacción al acercarla a la luz o al fuego. Por supuesto harían falta estudios mucho más detallados y con un equipo como con el que contaba la torre de la logia, pero ya podía destacar una propiedad más que interesante de aquel fluido...Era ignífugo incluso ante la llama de los brujos. -Muy interesante...- Musitó para sí misma.
A su lado, Pipa comentaba que tal y como había dicho la peliblanca antes aquellos bichos tenían la misma marca que ella había encontrado grabada en varias rocas de la llanura. Rocas que con los conocimientos adecuados indicaban una dirección a seguir que conducía hasta...Bueno eso aún no lo sabían, pero a un lugar donde el autor del libro de alquimia que tenía a buen recaudo ya había estado y donde había encontrado ingredientes para una fórmula magistral que la logia necesitaba en esos momentos con urgencia. -Es la prueba irrefutable de que vamos en buen camino- Fue la respuesta de la sacerdotisa, que enseguida le explicó por encima a Vincent como aquel símbolo grabado en varias rocas también aparecía en el libro y que su disposición se correspondía a una constelación que sobre el mapa les había indicado el camino a seguir. -Tal como sospechaba el luberus que seguiste también te llevaba en esta dirección y gracias a eso y a los dioses nos encontramos. Esta zona debe ser el punto de origen de todas las diferentes criaturas de metal que atacaban el pueblo.- Añadió al final de su breve explicación para que todos estuvieran bien atentos. Muy posiblemente por allí hubiese cosas mucho más peligrosas que unos escorpiones de acero.
Puede que Vincent aún tuviera dudas debido a lo resumido de la explicación, pero aunque Níniel podría haberle seguido contando muchos más detalles el tono imperativo de la voz de Lucy al instarles a guardar silencio la hizo callar de golpe, e incluso contener el aliento para no hacer ni el más mínimo ruido o movimiento más allá de volver a aprestar el bastón para el combate. ¿Qué producía ese sonido de pasos? ¿Más escorpiones? ¿Una de esas cosas peores que la joven imaginaba con ayuda de los bocetos de Pipa? No, en aquella ocasión lo que apareció ante sus ojos fue algo mucho más común, un hombre. Y precisamente que se tratara de algo tan común en un lugar como aquel resultaba de lo más extraño.
Aquel sujeto, abrigado con gruesas prendas de piel y armado con un extraño arco al que sin embargo no hizo el menor atisbo de echar mano, se acercó hasta ellos de forma pacífica y hasta amistosa. Parecía tan sorprendido de verles a ellos como Níniel de verlo a él y se detuvo a dos cortos y escasos pasos de la elfa, que a pesar de su aspecto amigable mantuvo su bastón al frente en posición defensiva y sus habilidades preparadas para ser lanzadas al menor gesto hostil por su parte. Gesto que no se produjo pues se limitó a hablar sin rastro de amenaza en sus palabras...Aunque lo que dijo era tan extraño como su presencia allí.
Coto de caza privado, refugio 109, permisos de un supervisor...En sí eran cosas que tenían sentido en sí mismas. Aquella zona era donde la gente de un refugio, que en vez de nombre como "refugio del errante" tenía una numeración, cazaba, y él era el segundo cazador...¿Era el segundo por habilidad o por otro tipo de circunstancia? ¿Y si aquel era el 109 significaba que había al menos 108 refugios más? Eran muchos refugios, ¿dónde estaban los demás? ¿Sabía algo de las criaturas metálicas? La factura de su arco parecía indicar que así era.
Eran muchas preguntas, pero el hombre también tenía cuestiones propias. No obstante antes de responder a las suyas o de formular alguna de las muchas que el grupo de la logia tenía un espantoso chillido retumbó por toda la caverna reverberando en las paredes de piedra y hielo del lugar. Níniel nunca había oído algo así pero era un sonido que le puso los pelos de punta y apretar los dientes. Era como el graznido de un ave, pero con tintes metálicos y otros ruidos incalificables y espantosos. Todo ello acompañado por un leve temblor que no hizo si no confirmar las siguientes palabras de Pipa sobre el tamaño que el causante de aquello debía de poseer.
¿No había mencionado la alta encantadora al salir de la torre que algo tremendamente poderoso estaba drenando las energías del inquisidor?. En aquel momento Níniel pensó en un dragón, uno tremendamente poderoso y oscuro...Pensó en el mismísimo...¿No estarían cerca de algo así no? Del causante del mal que aquejaba al inquisidor.
Fue una suerte que el hombre respondiera a la pregunta de la humana sobre el origen de aquel sonido y temblor antes que la elfa...Cualquier cosa resultaba un alivio al lado de un dios oscuro, incluso una creación de alguien que respondía al título de supervisor y que por lo visto era el líder de aquel refugio 109.
-Somos del exterior, eruditos en busca de ingredientes y conocimiento- Fue la respuesta de la peliblanca a la pregunta del extraño sujeto. Ignorando las gesticulaciones de Pipa y estando de acuerdo con lo que parecía sugerir Lucy. Mentir no era el estilo del la peliblanca salvo que fuera necesario y en aquella ocasión no lo parecía, aquel tipo no se había mostrado agresivo en ningún momento a pesar de no saber si eran del exterior o no. Además no sabían nada sobre ese refugio, sus funciones ni sobre nada de lo que aquel hombre sugería...Níniel no sabía de hecho ni qué era un kerrion. Una mentira así en esas condiciones no tardaría en desmoronarse y quizá el cazador 2, el 1 y los guerreros del 1 al 20 decidieran mostrarse mucho menos amables con ellos. Además, ¿cómo podrían preguntarle por cosas que como miembros de aquella comunidad debían de saber ya?. -No obstante quizá podríamos ayudarnos mutuamente si ser del exterior no resulta una obstáculo insalvable. Estoy personalmente interesada en esas vermis y disponemos de conocimientos al respecto de su procesamiento que podrían interesarle al...supervisor.- Añadió la peliblanca a sabiendas de que en toda relación el intercambio de bienes y servicio era algo base.
-He respondido a su pregunta. ¿Es posible que pueda corresponderme respondiendo a algunas sobre este lugar y sus habitantes? Me temo que es en general un gran misterio. Su relación con las criaturas mecánicas que últimamente se han visto por la zona por ejemplo. Acaba de decir que el supervisor...crea cosas.- Preguntó sin hacer clara alusión a los ataques por temor a su reacción. -También siento curiosidad por sus títulos y numeraciones. ¿A qué se deben? ¿Cuál es el nombre tras el título de cazador 2? El mio es Níniel, del clan Thenidiel de Sandorai.-
¿Por qué les habían atacado? ¿ el grupo había irrumpido en su territorio o incluso en su nido? ¿Tenían nidos siquiera esa clase de cosas? Realmente eran un gran misterio de Aerandir desde su llegada. Como los propios biocibernéticos que a pesar de mostrarse tan colaborativos con los humanos guardaban sus secretos con celo. Quizá esa sustancia aceitosa revelase alguno de ellos como bien decía Pipa, tomar muestras era una excelente idea. Además Níniel sabía de cierto pequeño humano con predilección por esa clase de cosas que pronto cumpliría años y a quien sin duda le gustaría estudiar un espécimen de aquellos, seguro que agradecería el gesto si le llevara algo así, por lo que la elfa enfrió uno de los restos en mejor estado con algo de nieve y lo guardó en su bolsa.
Tras aquello, Níniel se agachó también junto aquel charco de aceitosa y extraña sustancia y con cuidado comenzó a tomar una buena cantidad de la misma y a guardarla en un par de viales vacíos para pociones así como a realizar un pequeño examen preliminar basándose en su color, su estado físico en aquellas frías condiciones y su reacción al acercarla a la luz o al fuego. Por supuesto harían falta estudios mucho más detallados y con un equipo como con el que contaba la torre de la logia, pero ya podía destacar una propiedad más que interesante de aquel fluido...Era ignífugo incluso ante la llama de los brujos. -Muy interesante...- Musitó para sí misma.
A su lado, Pipa comentaba que tal y como había dicho la peliblanca antes aquellos bichos tenían la misma marca que ella había encontrado grabada en varias rocas de la llanura. Rocas que con los conocimientos adecuados indicaban una dirección a seguir que conducía hasta...Bueno eso aún no lo sabían, pero a un lugar donde el autor del libro de alquimia que tenía a buen recaudo ya había estado y donde había encontrado ingredientes para una fórmula magistral que la logia necesitaba en esos momentos con urgencia. -Es la prueba irrefutable de que vamos en buen camino- Fue la respuesta de la sacerdotisa, que enseguida le explicó por encima a Vincent como aquel símbolo grabado en varias rocas también aparecía en el libro y que su disposición se correspondía a una constelación que sobre el mapa les había indicado el camino a seguir. -Tal como sospechaba el luberus que seguiste también te llevaba en esta dirección y gracias a eso y a los dioses nos encontramos. Esta zona debe ser el punto de origen de todas las diferentes criaturas de metal que atacaban el pueblo.- Añadió al final de su breve explicación para que todos estuvieran bien atentos. Muy posiblemente por allí hubiese cosas mucho más peligrosas que unos escorpiones de acero.
Puede que Vincent aún tuviera dudas debido a lo resumido de la explicación, pero aunque Níniel podría haberle seguido contando muchos más detalles el tono imperativo de la voz de Lucy al instarles a guardar silencio la hizo callar de golpe, e incluso contener el aliento para no hacer ni el más mínimo ruido o movimiento más allá de volver a aprestar el bastón para el combate. ¿Qué producía ese sonido de pasos? ¿Más escorpiones? ¿Una de esas cosas peores que la joven imaginaba con ayuda de los bocetos de Pipa? No, en aquella ocasión lo que apareció ante sus ojos fue algo mucho más común, un hombre. Y precisamente que se tratara de algo tan común en un lugar como aquel resultaba de lo más extraño.
Aquel sujeto, abrigado con gruesas prendas de piel y armado con un extraño arco al que sin embargo no hizo el menor atisbo de echar mano, se acercó hasta ellos de forma pacífica y hasta amistosa. Parecía tan sorprendido de verles a ellos como Níniel de verlo a él y se detuvo a dos cortos y escasos pasos de la elfa, que a pesar de su aspecto amigable mantuvo su bastón al frente en posición defensiva y sus habilidades preparadas para ser lanzadas al menor gesto hostil por su parte. Gesto que no se produjo pues se limitó a hablar sin rastro de amenaza en sus palabras...Aunque lo que dijo era tan extraño como su presencia allí.
Coto de caza privado, refugio 109, permisos de un supervisor...En sí eran cosas que tenían sentido en sí mismas. Aquella zona era donde la gente de un refugio, que en vez de nombre como "refugio del errante" tenía una numeración, cazaba, y él era el segundo cazador...¿Era el segundo por habilidad o por otro tipo de circunstancia? ¿Y si aquel era el 109 significaba que había al menos 108 refugios más? Eran muchos refugios, ¿dónde estaban los demás? ¿Sabía algo de las criaturas metálicas? La factura de su arco parecía indicar que así era.
Eran muchas preguntas, pero el hombre también tenía cuestiones propias. No obstante antes de responder a las suyas o de formular alguna de las muchas que el grupo de la logia tenía un espantoso chillido retumbó por toda la caverna reverberando en las paredes de piedra y hielo del lugar. Níniel nunca había oído algo así pero era un sonido que le puso los pelos de punta y apretar los dientes. Era como el graznido de un ave, pero con tintes metálicos y otros ruidos incalificables y espantosos. Todo ello acompañado por un leve temblor que no hizo si no confirmar las siguientes palabras de Pipa sobre el tamaño que el causante de aquello debía de poseer.
¿No había mencionado la alta encantadora al salir de la torre que algo tremendamente poderoso estaba drenando las energías del inquisidor?. En aquel momento Níniel pensó en un dragón, uno tremendamente poderoso y oscuro...Pensó en el mismísimo...¿No estarían cerca de algo así no? Del causante del mal que aquejaba al inquisidor.
Fue una suerte que el hombre respondiera a la pregunta de la humana sobre el origen de aquel sonido y temblor antes que la elfa...Cualquier cosa resultaba un alivio al lado de un dios oscuro, incluso una creación de alguien que respondía al título de supervisor y que por lo visto era el líder de aquel refugio 109.
-Somos del exterior, eruditos en busca de ingredientes y conocimiento- Fue la respuesta de la peliblanca a la pregunta del extraño sujeto. Ignorando las gesticulaciones de Pipa y estando de acuerdo con lo que parecía sugerir Lucy. Mentir no era el estilo del la peliblanca salvo que fuera necesario y en aquella ocasión no lo parecía, aquel tipo no se había mostrado agresivo en ningún momento a pesar de no saber si eran del exterior o no. Además no sabían nada sobre ese refugio, sus funciones ni sobre nada de lo que aquel hombre sugería...Níniel no sabía de hecho ni qué era un kerrion. Una mentira así en esas condiciones no tardaría en desmoronarse y quizá el cazador 2, el 1 y los guerreros del 1 al 20 decidieran mostrarse mucho menos amables con ellos. Además, ¿cómo podrían preguntarle por cosas que como miembros de aquella comunidad debían de saber ya?. -No obstante quizá podríamos ayudarnos mutuamente si ser del exterior no resulta una obstáculo insalvable. Estoy personalmente interesada en esas vermis y disponemos de conocimientos al respecto de su procesamiento que podrían interesarle al...supervisor.- Añadió la peliblanca a sabiendas de que en toda relación el intercambio de bienes y servicio era algo base.
-He respondido a su pregunta. ¿Es posible que pueda corresponderme respondiendo a algunas sobre este lugar y sus habitantes? Me temo que es en general un gran misterio. Su relación con las criaturas mecánicas que últimamente se han visto por la zona por ejemplo. Acaba de decir que el supervisor...crea cosas.- Preguntó sin hacer clara alusión a los ataques por temor a su reacción. -También siento curiosidad por sus títulos y numeraciones. ¿A qué se deben? ¿Cuál es el nombre tras el título de cazador 2? El mio es Níniel, del clan Thenidiel de Sandorai.-
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
La combinación de los poderes de los brujos se podría definir como un rotundo éxito. No solo consiguieron mantener a raya a los escorpiones falsos, sino que además pillaron a la mayoría desprevenidos, consiguiendo con ello destruirlos con su círculo de fuego.
Donde antes había varios de los seres mecánicos, ahora solo quedaba un líquido residual que bien parecía una copia de la sangre que llevaba todo ser vivo. Entendiéndose, que de algún modo ese líquido debía ser como la sangre para ellos, pues por aspecto no se parecían mucho. Al contrario que el verdadero fluido vital, este era negro como la más oscura noche.
Era un material muy curioso. Y el rubio no perdió la ocasión de probar su fuego sobre este, con un leve chorro de fuego. Lo mantuvo unos instantes, y finalmente dejó de calentarlo, para pasar a mirarlo más de cerca.
El adjetivo curioso se le quedaba corto. Pues era bastante singular. El líquido había burbujeado mientras lo había calentado, para luego reposar como instantes antes de haberlo caldeado. Y lo que más le llamaba la atención, es que no parecía que se hubiera calentado en exceso con la llama.
En cualquier caso, por intrigante y singular que aquel producto fuera, la experta en alquimia era Níniel. Así que dejó en sus manos el estudio de la sustancia, y se encaminó hacia las flores de Arraken para seguir escarbando con su daga.
Al rato tuvo un puñado de ellas con las raíces. Iba a dárselas a Nín, pero el descubrimiento de la peroidista atrajo su atención.
- ¿Ojo? ¿Qué ojo? - preguntó para intentar poner un poco de luz ante la falta de información. - ¿Es ese símbolo del que habían hablado antes?
No obstante, la sacerdotisa se ilusionó tanto por el hallazgo de Pipa, que fue ella la que se pronunció primero. Al principio feliz por encontrar una prueba de su búsqueda, y luego explicándole al fin a él que pasaba en realidad.
No tardó en escuchar, un relato corto y resumido de la historia de la taberna con el símbolo y la contestación.
- Entiendo. Finalmente consiguieron descifrar el libro-, dijo, medio ausente, mirando hacia ninguna parte mientras se acaricia el rostro, asimilando la nueva información. - Eh. Un momento. Eso significa que no me andaban buscando. Sino que ha sido una casualidad que me encontraran-, comentó, manteniendo su rictus serio unos segundos, para después reír tras su fingida seriedad. - Es broma. El anciano os habrá dicho lo del luberus y habréis atado cabos de hacia donde me llevaba. No había nada que temer por mí, lo tenía todo bajo control. Estaba bastante seguro con el lobo metálico, e intuía que me llevaría a buen puerto.
Quizás mintiera un poco con lo que no había nada que temer por él, y bastante con lo de tenerlo todo bajo control. Pero en fin, no hacía falta poner un ambiente melodramático ahora, y era mejor quitar hierro al asunto. Y qué demonios, siempre era buena idea quedar bien de paso.
- Perdí su rastro justo cuando entró aquí. Bueno, cuando me caí por uno agujero como vosotras. Pero veo que no me equivoqué. al pensar que el luberus podría ser la clave de los problemas en el pueblo. Y bueno, los dioses han sido generosos con nosotros. Habéis descubierto el enigma que escondía el libro, y de este modo estaremos juntos para enfrentar este problema-, terminó por decir.
No había mucho más que hablar. Todo había quedado explicado. Así que el brujo entregó las flores a su querida elfa, y se dispuso a continuar la marcha por la caverna. Con las flores y todo aclarado, solo tenían que investigar el lugar y encontrar al lobo. Igual que el ingrediente que les faltaba.
Sin embargo, la llegada de un extraño cambió esos planes.
El brujo posó su mano sobre la empuñadura de su espada, preparado para cualquier ataque inesperado por parte del hombre. Pero con el tiempo relajó su postura y alejó la mano de su espada. Era bastante evidente por su forma de hablar, que no iba a hacerles ningún daño. Una persona civilizada. Maldita sea, los dioses sí que estaban de su lado. Normalmente, cuando se encontraba con alguien en un sitio como ese, esa persona intentaba robarle, matarle, o cualquier cosa negativa que se le viniera a la cabeza.
Eso sí, ante su pregunta, no supo muy bien que decir. Y para cuando se había decidido por decir la verdad, Níniel había sido más ágil y se le había adelantado a ello. Mentir podría suponerles graves problemas más adelante, pues más pronto que tarde los habrían descubierto como unos impostores. La gente que vivía ahí abajo no se habría tomado eso nada bien.
Cierto que hablando con el supervisor, a lo mejor también encontraban problemas. Pero de la otra forma los hubieran hallado de forma segura.
En cualquier caso, el hombre no pareció molestarse porque fueran extraños del exterior, y comenzó a guiarlos hacia ese famoso supervisor que había mencionado anteriormente.
- Argentavis. ¿Qué es un Argentavis? - preguntó curioso, mientras avanzaban por la caverna guiados por aquella persona. - Como ha dicho nuestra amiga, debe tener el tamaño de un dragón. ¿Tan grande es? - siguió intentando sonsacarle información.
En esos momentos, sus pasos los llevaron hasta un lugar mucho más extraño. Se adentraron por túneles estrechos, como el primero que había atravesado antes de encontrar las Arraken. Pero en esta ocasión se podían ver algún tipo de tuberías, pegadas al techo y a los laterales, y soportes metálicos de cuando en cuando, según iban avanzando.
De alguna manera, tenía la sensación de que se estaba adentrando en territorio Bio. Y, teniendo en cuenta que había visto escorpiones metálicos y un luberus inclusive, quizás así fuera. Sin embargo, nunca había oído de un asentamiento bio-cibernético tan al norte. Los Bio se habían quedado cerca de la península de Verisar, y no sabía de poblaciones de ellos fuera de su base principal. Incluso había conocido algún bio-cibernético que vivía fuera de su territorio principal, en la Logia sin ir más lejos había ingresado una el mismo día que él. Rachel. ¿Pero que lo hicieran en gran número? Eso nunca. Y por la pinta que tenía el camino por el que los llevaba el hombre, bien parecía que era, o había sido, un lugar donde vivían los Bio.
- Por cierto, mi nombre es Vincent-, decidió presentarse.
El hombre se había mostrado pacífico hasta el momento, así que, pese a todo lo extraño que era aquello, no veía mal en presentarse como era debido.
Donde antes había varios de los seres mecánicos, ahora solo quedaba un líquido residual que bien parecía una copia de la sangre que llevaba todo ser vivo. Entendiéndose, que de algún modo ese líquido debía ser como la sangre para ellos, pues por aspecto no se parecían mucho. Al contrario que el verdadero fluido vital, este era negro como la más oscura noche.
Era un material muy curioso. Y el rubio no perdió la ocasión de probar su fuego sobre este, con un leve chorro de fuego. Lo mantuvo unos instantes, y finalmente dejó de calentarlo, para pasar a mirarlo más de cerca.
El adjetivo curioso se le quedaba corto. Pues era bastante singular. El líquido había burbujeado mientras lo había calentado, para luego reposar como instantes antes de haberlo caldeado. Y lo que más le llamaba la atención, es que no parecía que se hubiera calentado en exceso con la llama.
En cualquier caso, por intrigante y singular que aquel producto fuera, la experta en alquimia era Níniel. Así que dejó en sus manos el estudio de la sustancia, y se encaminó hacia las flores de Arraken para seguir escarbando con su daga.
Al rato tuvo un puñado de ellas con las raíces. Iba a dárselas a Nín, pero el descubrimiento de la peroidista atrajo su atención.
- ¿Ojo? ¿Qué ojo? - preguntó para intentar poner un poco de luz ante la falta de información. - ¿Es ese símbolo del que habían hablado antes?
No obstante, la sacerdotisa se ilusionó tanto por el hallazgo de Pipa, que fue ella la que se pronunció primero. Al principio feliz por encontrar una prueba de su búsqueda, y luego explicándole al fin a él que pasaba en realidad.
No tardó en escuchar, un relato corto y resumido de la historia de la taberna con el símbolo y la contestación.
- Entiendo. Finalmente consiguieron descifrar el libro-, dijo, medio ausente, mirando hacia ninguna parte mientras se acaricia el rostro, asimilando la nueva información. - Eh. Un momento. Eso significa que no me andaban buscando. Sino que ha sido una casualidad que me encontraran-, comentó, manteniendo su rictus serio unos segundos, para después reír tras su fingida seriedad. - Es broma. El anciano os habrá dicho lo del luberus y habréis atado cabos de hacia donde me llevaba. No había nada que temer por mí, lo tenía todo bajo control. Estaba bastante seguro con el lobo metálico, e intuía que me llevaría a buen puerto.
Quizás mintiera un poco con lo que no había nada que temer por él, y bastante con lo de tenerlo todo bajo control. Pero en fin, no hacía falta poner un ambiente melodramático ahora, y era mejor quitar hierro al asunto. Y qué demonios, siempre era buena idea quedar bien de paso.
- Perdí su rastro justo cuando entró aquí. Bueno, cuando me caí por uno agujero como vosotras. Pero veo que no me equivoqué. al pensar que el luberus podría ser la clave de los problemas en el pueblo. Y bueno, los dioses han sido generosos con nosotros. Habéis descubierto el enigma que escondía el libro, y de este modo estaremos juntos para enfrentar este problema-, terminó por decir.
No había mucho más que hablar. Todo había quedado explicado. Así que el brujo entregó las flores a su querida elfa, y se dispuso a continuar la marcha por la caverna. Con las flores y todo aclarado, solo tenían que investigar el lugar y encontrar al lobo. Igual que el ingrediente que les faltaba.
Sin embargo, la llegada de un extraño cambió esos planes.
El brujo posó su mano sobre la empuñadura de su espada, preparado para cualquier ataque inesperado por parte del hombre. Pero con el tiempo relajó su postura y alejó la mano de su espada. Era bastante evidente por su forma de hablar, que no iba a hacerles ningún daño. Una persona civilizada. Maldita sea, los dioses sí que estaban de su lado. Normalmente, cuando se encontraba con alguien en un sitio como ese, esa persona intentaba robarle, matarle, o cualquier cosa negativa que se le viniera a la cabeza.
Eso sí, ante su pregunta, no supo muy bien que decir. Y para cuando se había decidido por decir la verdad, Níniel había sido más ágil y se le había adelantado a ello. Mentir podría suponerles graves problemas más adelante, pues más pronto que tarde los habrían descubierto como unos impostores. La gente que vivía ahí abajo no se habría tomado eso nada bien.
Cierto que hablando con el supervisor, a lo mejor también encontraban problemas. Pero de la otra forma los hubieran hallado de forma segura.
En cualquier caso, el hombre no pareció molestarse porque fueran extraños del exterior, y comenzó a guiarlos hacia ese famoso supervisor que había mencionado anteriormente.
- Argentavis. ¿Qué es un Argentavis? - preguntó curioso, mientras avanzaban por la caverna guiados por aquella persona. - Como ha dicho nuestra amiga, debe tener el tamaño de un dragón. ¿Tan grande es? - siguió intentando sonsacarle información.
En esos momentos, sus pasos los llevaron hasta un lugar mucho más extraño. Se adentraron por túneles estrechos, como el primero que había atravesado antes de encontrar las Arraken. Pero en esta ocasión se podían ver algún tipo de tuberías, pegadas al techo y a los laterales, y soportes metálicos de cuando en cuando, según iban avanzando.
De alguna manera, tenía la sensación de que se estaba adentrando en territorio Bio. Y, teniendo en cuenta que había visto escorpiones metálicos y un luberus inclusive, quizás así fuera. Sin embargo, nunca había oído de un asentamiento bio-cibernético tan al norte. Los Bio se habían quedado cerca de la península de Verisar, y no sabía de poblaciones de ellos fuera de su base principal. Incluso había conocido algún bio-cibernético que vivía fuera de su territorio principal, en la Logia sin ir más lejos había ingresado una el mismo día que él. Rachel. ¿Pero que lo hicieran en gran número? Eso nunca. Y por la pinta que tenía el camino por el que los llevaba el hombre, bien parecía que era, o había sido, un lugar donde vivían los Bio.
- Por cierto, mi nombre es Vincent-, decidió presentarse.
El hombre se había mostrado pacífico hasta el momento, así que, pese a todo lo extraño que era aquello, no veía mal en presentarse como era debido.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
-Gentes del exterior. Impresionante. – comentó sorprendido. - De ser así, debo llevaros ante el supervisor. – dijo en respuesta a Níniel, quien optó por decir la verdad, hecho que disgustó a Pipa a tenor de la mueca que puso en su rostro. La periodista creía que conseguirían mayor cantidad de información si decían que eran nuevos miembros del refugio. Así, el cazador número 2 se dispuso a guiar a los cuatro visitantes por la caverna helada hasta la entrada del refugio, de manera que pudiesen dialogar con el supervisor.
Tras las correspondientes presentaciones, y ya próximos al refugio, Níniel hizo varias cuestiones al cazador. Que, con un tono cortés, le respondería.
-No entiendo tu pregunta, Níniel del clan Thenidiel. Somos gente normal que desarrolla su labor en una sociedad civilizada. La labor de cada individuo es clave para que la sociedad evolucione. Y la del supervisor, añadir nuevos miembros a la sociedad. – el hombre no parecía tener mucha idea de por qué la elfa veía tan extraño el lugar. Algo coherente para alguien que había vivido tantos años bajo tierra. - ¿Nuestros títulos y numeraciones? No tengo otro nombre. Soy el cazador número 2. Mi profesión y el número en la cadena de producción. ¿Debería tener otro nombre? – preguntó extrañado, sin saber muy bien qué responder.
La pregunta de Vincent sí que podría relatarla con mayor con claridad. Y hacía referencia al argentavis. – El supervisor lleva años buscando dar vida a nuestro Dios, el argentavis. – cuando dijo esto, los mismos sonidos guturales de ave metálica volvieron a sonar y, las paredes, a retumbar. – Debe estar muy cerca de despertarlo. Sigamos avanzando. El refugio está justo aquí mismo. – pidió el cazador.
Terminaron llegando a una especie de enorme compuerta férrica. Que junto a los cables, daba apariencia biocibernética al lugar. -¡Es el ojo! - susurró Pipa a Níniel y Lucy. Aquel misterioso símbolizaba la entrada al refugio.- El hombre tocó una especie de controles y la puerta dentada circular se despresuró y rodó hacia un lateral, permitiendo el acceso de los visitantes. El lugar era un conjunto de extraños pasillos completamente metálicos. Dieron a una especie de mercado en el que vendían frutas metalizadas. - ¡Manzanas! ¡Manzanas al mejor precio! – gritaba un hombre que vendía fruta metalizada. Cada lugar estaba repleto de personas que, si bien parecían humanas, tenían una falsa sonrisa robotizada. Con unos atuendos que no parecían pertenecer a aquella época. Estaban aislados del mundo, y la presencia de los extraños les sorprendía tanto. Los cuatro jóvenes pasaron a ser la comidilla de la noche. Y todos cuchicheaban respecto a ellos.
–¡Es una base biocibernética…! - exclamó Lucy, sorprendida. El lugar estaba completamente lleno de vida. Pipa sacó su libreta y comenzó a hacer anotaciones de todo lo que veía casi sin descanso. La reportera prepararía una gran noticia con ello.
–Por aquí, por favor. – indicó el cazador, introduciéndolos en una nueva sala de la misma ambientación.
Parecía ser la entrada al aula de un colegio, con unos diez niños de apenas seis o siete años y una profesora, adulta.
-¡Bienvenido Cazador 2! – corearon al únisono los niños y las niñas, que se giraron para ver.
-Maestra número 5. Estos invitados han entrado por error en el coto de caza y quieren ver al supervisor. – indicó el hombre.
-Oh, claro. Ve a buscar al supervisor mientras yo les hago el test de personalidad. – dijo la mujer, de avanzada edad y pelo rizado y grisáceo. El cazador sonrió y abandonó la sala y la mujer, sonriente, se dirigió a los cuatro presentes. Que sacaban cuerpo y medio a los chicos. – Tomad sitio, chicos. - dijo, acercándose a su escritorio a extraer una serie de papeles.
Había varios pupitres libres en la sala. Separados unos de otros. Sin preguntar demasiado, Lucy y Pipa procedieron a sentarse. Los asientos eran tan bajos y hechos para niños que sus cuerpos de adulto eran desproporcionados para el tamaño de silla y pupitre. A la encantadora, con sus altos tacones, casi no le daba entraban sus largas piernas.
-Tengo que haceros un pequeño test de personalidad para comprender cómo sois. – explicó la mujer, con una sonrisa entrañable. – Es el procedimiento habitual con los extranjeros. El supervisor vendrá ahora. - y procedió a entregarles un folio con preguntas y una pluma para que pudieran contestar a las preguntas. – No podéis hablar ni copiar. – indicó.
La encantadora tomó resignada el papel y comenzó a leer en silencio las preguntas y las respuestas posibles. Pero su rostro era un poema. Y es que no tenía ni la más remota idea de qué contestar. Hecho por el que no tardaría en protestar en voz alta.
-¿Pero qué preguntas son estas? – protestó Lucy después de haberse leído por completo el cuestionario. – Yo al menos no me identifico con ninguna de las opciones.
-¿Ni siquiera con la pregunta 1, respuesta "d"? - le preguntó Pipa desde su pupitre, riéndose con sorna. Ella también se lo había leído pero se lo tomaba más a cachondeo.
-Contesta una. A partir de ellas podré determinar si sois peligrosos para el refugio y os sacrificaremos ante el argentavis. – contestó la mujer sonriente, pero en un aspecto que daba. – Si contestáis mal o no lo hacéis. Os sacrificaremos como método de previsión como indica el Decreto 37.
En aquel momento. Comenzaron a entrar varios guardias de seguridad. Que intimidaban la escena y ponían aún más presión. La encantadora comenzó a plantearse quién le había mandado entrar ahí. Sin embargo, Pipa parecía divertirse.
-Ji ji ji… - se escuchaba reír a Pipa respondiendo al cuestionario divertida. Lo cual hizo a Lucy alzar la vista, planteándose qué demonios estaría contestando la reportera. Podía meterles en un verdadero aprieto si le daba por tomarse en broma el cuestionario.
-¡No respondas tonterías! – le regañó la encantadora, que ya se temía lo peor, alzando la vista desde su pupitre.
-¿Has leído las preguntas? ¿Cómo quieres que me lo tome en serio? – replicó la reportera en voz baja. Dejando claro qué iba a contestar ella. Metiendo al grupo probablemente en un buen lío.
-¡Silencio! ¡No se puede hablar ni copiar durante el cuestionario! ¡U os sacrificaremos al argentavis!
-¡No habléis! – dijo una niña a Lucy, que la miró extrañada. - ¡Ya han sacrificado diez niños ante el argentavis este año!
-Muy bien dicho, alumna 17. – replicó la maestra.
Así, los jóvenes no tendrían más que contestar con la mayor coherencia posible y en completo silencio mientras el supervisor llegaba y ante la intimadamente mirada de los vigilantes.
* * * * * * * * * * * * *
El test os ayudará a entender algo más la sociedad en la que os encontráis. Podéis describir la base como queráis o las escenas que consideréis, utilizando imágenes si lo consideráis necesario.
Una vez en el aula, sois libres de responder lo que consideréis, pero ya sabéis que puede haber problemas. Es un poco más de suerte que de lógica. Pues estáis en una sociedad con valores probablemente distintos. Dejad claras las respuestas que marcáis.
En el próximo turno os encontraréis con el supervisor.
Níniel, únicamente tú, como opción adicional, estás en el pupitre próximo a Pipa, que no deja de reírse. Deberías persuadirla para que responda lo más coherentemente posible. La profesora ya os ha advertido de que no podéis hablar ni copiar. Si la adviertes, deberás lanzar la voluntad de los dioses. Si es buena o media, Pipa responderá con lógica. Si es mala, la profesora te pillará. Tu alternativa es no decirle nada y confiar en sus respuestas, sin riesgo a ser pillada.
Tras las correspondientes presentaciones, y ya próximos al refugio, Níniel hizo varias cuestiones al cazador. Que, con un tono cortés, le respondería.
-No entiendo tu pregunta, Níniel del clan Thenidiel. Somos gente normal que desarrolla su labor en una sociedad civilizada. La labor de cada individuo es clave para que la sociedad evolucione. Y la del supervisor, añadir nuevos miembros a la sociedad. – el hombre no parecía tener mucha idea de por qué la elfa veía tan extraño el lugar. Algo coherente para alguien que había vivido tantos años bajo tierra. - ¿Nuestros títulos y numeraciones? No tengo otro nombre. Soy el cazador número 2. Mi profesión y el número en la cadena de producción. ¿Debería tener otro nombre? – preguntó extrañado, sin saber muy bien qué responder.
La pregunta de Vincent sí que podría relatarla con mayor con claridad. Y hacía referencia al argentavis. – El supervisor lleva años buscando dar vida a nuestro Dios, el argentavis. – cuando dijo esto, los mismos sonidos guturales de ave metálica volvieron a sonar y, las paredes, a retumbar. – Debe estar muy cerca de despertarlo. Sigamos avanzando. El refugio está justo aquí mismo. – pidió el cazador.
- Entrada al refugio:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Terminaron llegando a una especie de enorme compuerta férrica. Que junto a los cables, daba apariencia biocibernética al lugar. -¡Es el ojo! - susurró Pipa a Níniel y Lucy. Aquel misterioso símbolizaba la entrada al refugio.- El hombre tocó una especie de controles y la puerta dentada circular se despresuró y rodó hacia un lateral, permitiendo el acceso de los visitantes. El lugar era un conjunto de extraños pasillos completamente metálicos. Dieron a una especie de mercado en el que vendían frutas metalizadas. - ¡Manzanas! ¡Manzanas al mejor precio! – gritaba un hombre que vendía fruta metalizada. Cada lugar estaba repleto de personas que, si bien parecían humanas, tenían una falsa sonrisa robotizada. Con unos atuendos que no parecían pertenecer a aquella época. Estaban aislados del mundo, y la presencia de los extraños les sorprendía tanto. Los cuatro jóvenes pasaron a ser la comidilla de la noche. Y todos cuchicheaban respecto a ellos.
–¡Es una base biocibernética…! - exclamó Lucy, sorprendida. El lugar estaba completamente lleno de vida. Pipa sacó su libreta y comenzó a hacer anotaciones de todo lo que veía casi sin descanso. La reportera prepararía una gran noticia con ello.
–Por aquí, por favor. – indicó el cazador, introduciéndolos en una nueva sala de la misma ambientación.
Parecía ser la entrada al aula de un colegio, con unos diez niños de apenas seis o siete años y una profesora, adulta.
-¡Bienvenido Cazador 2! – corearon al únisono los niños y las niñas, que se giraron para ver.
-Maestra número 5. Estos invitados han entrado por error en el coto de caza y quieren ver al supervisor. – indicó el hombre.
-Oh, claro. Ve a buscar al supervisor mientras yo les hago el test de personalidad. – dijo la mujer, de avanzada edad y pelo rizado y grisáceo. El cazador sonrió y abandonó la sala y la mujer, sonriente, se dirigió a los cuatro presentes. Que sacaban cuerpo y medio a los chicos. – Tomad sitio, chicos. - dijo, acercándose a su escritorio a extraer una serie de papeles.
Había varios pupitres libres en la sala. Separados unos de otros. Sin preguntar demasiado, Lucy y Pipa procedieron a sentarse. Los asientos eran tan bajos y hechos para niños que sus cuerpos de adulto eran desproporcionados para el tamaño de silla y pupitre. A la encantadora, con sus altos tacones, casi no le daba entraban sus largas piernas.
-Tengo que haceros un pequeño test de personalidad para comprender cómo sois. – explicó la mujer, con una sonrisa entrañable. – Es el procedimiento habitual con los extranjeros. El supervisor vendrá ahora. - y procedió a entregarles un folio con preguntas y una pluma para que pudieran contestar a las preguntas. – No podéis hablar ni copiar. – indicó.
La encantadora tomó resignada el papel y comenzó a leer en silencio las preguntas y las respuestas posibles. Pero su rostro era un poema. Y es que no tenía ni la más remota idea de qué contestar. Hecho por el que no tardaría en protestar en voz alta.
- TEST:
Te han asignado la función de Limpiadora de aseos número 5. Pero desde niño siempre soñaste con ser el Ingeniero número 10. ¿Qué haces?
a) Mato a un ingeniero. Así habrá una vacante y podré optar a ella.
b) A fuerza de ballesta, obligo a un residente a prestarse voluntario para mi puesto.
c) Me suicido. No estoy dispuesto a ser limpiador de aseos toda mi vida.
d) (Sólo para mujeres de buen ver) Ir a hablar con el supervisor a ver si puede hacer algo. (Una carita pícara aparece dibujada al lado de la respuesta)
Medicina: ¡Conceptos básicos de primeros auxilios! Un residente entra por la puerta del refugio con una infección en el pie. ¿Qué haces?
a) Amputarle el pie antes de que la infección se extienda.
b) Chillar histérico. ¡Sangre! Qué asco.
c) Actitud pasiva, retener al paciente y limitarte a observar cómo se extiende la infección.
d) Rezar, con suerte el argentavis se apiadará de él.
Jerarquía: Tu madre te invita a tomar el té, pero para tu sorpresa te da una ballesta y te ordena que mates a otro residente del refugio. ¿Qué haces?
a) Siempre se debe obedecer a las personas mayores.
b) Preguntarle cuánto me va a pagar. El dinero es lo importante.
c) Le pido a mi madre una ballesta pesada. Al fin y al cabo, no quiero fallar.
d) Tirarle el té a la cara.
Ingenio: Tu mejor amigo está en posesión de un objeto que siempre quisiste. ¿Cuál es la mejor manera de conseguirlo si no tienes nada que ofrecerle?
a) El anillo de boda de mis padres podría ser un buen objeto de intercambio.
b) Robarle el objeto a punta de ballesta.
c) Entrar en el cuarto del residente y robarle el objeto de su escritorio cuando no esté.
d) Echarle unas gotas de somnífero y llevarte el objeto cuando esté inconsciente.
-¿Pero qué preguntas son estas? – protestó Lucy después de haberse leído por completo el cuestionario. – Yo al menos no me identifico con ninguna de las opciones.
-¿Ni siquiera con la pregunta 1, respuesta "d"? - le preguntó Pipa desde su pupitre, riéndose con sorna. Ella también se lo había leído pero se lo tomaba más a cachondeo.
-Contesta una. A partir de ellas podré determinar si sois peligrosos para el refugio y os sacrificaremos ante el argentavis. – contestó la mujer sonriente, pero en un aspecto que daba. – Si contestáis mal o no lo hacéis. Os sacrificaremos como método de previsión como indica el Decreto 37.
En aquel momento. Comenzaron a entrar varios guardias de seguridad. Que intimidaban la escena y ponían aún más presión. La encantadora comenzó a plantearse quién le había mandado entrar ahí. Sin embargo, Pipa parecía divertirse.
-Ji ji ji… - se escuchaba reír a Pipa respondiendo al cuestionario divertida. Lo cual hizo a Lucy alzar la vista, planteándose qué demonios estaría contestando la reportera. Podía meterles en un verdadero aprieto si le daba por tomarse en broma el cuestionario.
-¡No respondas tonterías! – le regañó la encantadora, que ya se temía lo peor, alzando la vista desde su pupitre.
-¿Has leído las preguntas? ¿Cómo quieres que me lo tome en serio? – replicó la reportera en voz baja. Dejando claro qué iba a contestar ella. Metiendo al grupo probablemente en un buen lío.
-¡Silencio! ¡No se puede hablar ni copiar durante el cuestionario! ¡U os sacrificaremos al argentavis!
-¡No habléis! – dijo una niña a Lucy, que la miró extrañada. - ¡Ya han sacrificado diez niños ante el argentavis este año!
-Muy bien dicho, alumna 17. – replicó la maestra.
Así, los jóvenes no tendrían más que contestar con la mayor coherencia posible y en completo silencio mientras el supervisor llegaba y ante la intimadamente mirada de los vigilantes.
* * * * * * * * * * * * *
El test os ayudará a entender algo más la sociedad en la que os encontráis. Podéis describir la base como queráis o las escenas que consideréis, utilizando imágenes si lo consideráis necesario.
Una vez en el aula, sois libres de responder lo que consideréis, pero ya sabéis que puede haber problemas. Es un poco más de suerte que de lógica. Pues estáis en una sociedad con valores probablemente distintos. Dejad claras las respuestas que marcáis.
En el próximo turno os encontraréis con el supervisor.
Níniel, únicamente tú, como opción adicional, estás en el pupitre próximo a Pipa, que no deja de reírse. Deberías persuadirla para que responda lo más coherentemente posible. La profesora ya os ha advertido de que no podéis hablar ni copiar. Si la adviertes, deberás lanzar la voluntad de los dioses. Si es buena o media, Pipa responderá con lógica. Si es mala, la profesora te pillará. Tu alternativa es no decirle nada y confiar en sus respuestas, sin riesgo a ser pillada.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Aquel extraño hombre de mirada sin brillo pareció estar sorprendido ante la confirmación salida de labios de Níniel sobre su procedencia exterior en un primer momento, aunque tal sentimiento fue rápidamente apartado y ya de vuelta a su expresión neutra y sin ningún tipo de muestra emocional más se limitó a repetirles que ya que aquel era el caso debía conducirles ante el líder de aquella comunidad. Sin miedo, sin aprensión, como si sencillamente fuese lo que había hacer y fuese algo normal y rutinario a pesar de su evidente extrañeza inicial. Ni siquiera se molestó en pedirles que le entregaran sus armas o pareció preocupado por si podían llegar a suponer una amenaza...Debía de ser una gente de lo más peculiar aquellos habitantes del refugio. Claro que enseguida quedó claro que quizá el término gente les venía un poco "grande".
Lo cierto es que Níniel ya tenía sus sospechas sobre la naturaleza de aquel sujeto desde el primer momento en el que lo vio. Todos los bios tenían un algo diferente que los diferenciaba del resto así como siempre había algo que diferenciaba al resto entre sí. No era algo bueno o malo en sí mismo aunque sí que había voces que se decantaban claramente por lo segundo y no dudaban en tacharlos categóricamente de abominaciones e incluso de un insulto hacia los propios dioses, al no considerarlos como algo realmente "vivo". Había quien decía incluso que no eran diferentes de no-muertos, criaturas mantenidas o devueltas a la vida mediante procesos impuros...Afirmaciones que a ojos de Níniel merecían un largo debate del que difícilmente saldría una respuesta clara y que seguramente sus padres y sus abuelos antes que ellos ya habían tenido en más de una ocasión y que siempre acabaría en el mismo punto: ¿Qué es la vida? Pregunta a la que ni siquiera los elfos, tan vinculados a la naturaleza, a la tierra y a sus energías podían afirmar conocer la respuesta.
-Ya veo. En nuestras sociedades usamos otros nombres a parte del que nos pueda ser asignado por nuestra función, rango, sexo u otros orígenes. De hecho podemos responder a muchos nombres pero tomamos uno como nuestro al que llamamos "propio".- Fue la respuesta de la elfa que no quiso insistir en el resto de sus preguntas indirectas para no parecer descortés. Aunque encontró extraño que aquel tipo no dijera nada sobre la mención de la peliblanca sobre poseer conocimientos sobre el trabajo con vermis. Parecía que sería algo sobre lo que debía opinar el supervisor y no el el cazador 2. Una sociedad con funciones claramente definidas e instanciadas...No era algo tan diferente al de los propios Thenidiel, claro que sin una rigurosidad tan absoluta como la que parecía regir a sus anfitriones que d ehecho parecía mas rígida que la de otros biocibernéticos que la sacerdotisa había conocido.
En cuanto a cosas extrañas, mención aparte merecía el hecho de que con su respuesta a Vincent aquel individuo mostrara lo que a todas luces era una creencia religiosa. ¿Biocibernéticos creyentes? Era algo que Níniel nunca había oído y de hecho nunca se había planteado. Claro que si los bios fueron convertidos en bios y antes fueron otra cosa tampoco resultaba tan descabellado pensar que pudieran conservar detalles de su vida anterior o que como el resto de razas inteligentes o semi inteligentes desarrollaran un interés como aquel, así como por el arte y la música. Al fin y al cabo solo eran metálicos en parte ¿no? Quizá fuera algo mucho más habitual en ellos de lo que nadie de los allí presentes creía. Era difícil saber gran cosa de ellos debido a su hermetismo y a lo reticentes que se mostraban a compartir esa clase de cosas. Fuere como fuese había algo en todo aquello de dar vida o despertar a un dios que a Níniel le resultó muy inquietante y así se lo hizo saber a los demás con la mirada.
En cualquier caso, y tras un breve caminar por una serie de túneles que paulatinamente iban tornándose cada vez menos naturales y más metálicos, con planchas cubriendo las paredes así como tuberías de diferentes formas y tamaños y paneles con palabras escritas en un idioma extraño para la peliblanca, el grupo llegó ante lo que a todas luces era la entrada al refugio 109.
Resultaba realmente impresionante, aquella gigantesca puerta de metal debía de resultar impenetrable. No solo sería inútil tratar de usar un ariete con ella, la magia salvo quizá la más poderosa debía de resultar ineficaz contra algo así, e incluso la alquimia más avanzada muy posiblemente no lograse hacer mella en tan imponente sello.
-Con razón lo llaman refugió...Tiene la misma forma que el símbolo en el mapa del libro, una rueda dentada.- Fue la respuesta de la peliblanca a los susurros de Pipa que parecía extasiada al ir de emocionante descubrimiento en emocionante descubrimiento. -Tranquilízate, recuerda que no estamos aquí para jugar. Necesitamos esas vermis para la logia y criaturas mecánicas atacan el pueblo, ¿recuerdas?- Añadió manteniendo en todo momento el tono susurrante, tratando de conseguir que la reportera se centrara y haciéndoles a continuación a sus compañeros un leve gesto con la cabeza para que se fijaran en como el cazador 2 toqueteaba una serie de botones sobre una extraña mesa llena de lucecitas y cosas raras tras lo cual aquella enorme puerta emitió un fuerte sonido y desprendió algo de vapor para acto seguido comenzar a abrirse de forma tremendamente ruidosa hasta finalmente darles paso a ...Bueno, una especie de estructura subterránea de paredes de metal. Un complejo de pasillos y cámaras de diferentes tamaños que Níniel no podría describir de otra manera más que como un enorme hormiguero metálico. Impresionante, artificial y tan ajeno a la naturaleza que Níniel tuvo que tragar saliva para entrar allí dentro, obligándose a pensar en extensos campos de flores y grandes bosques para evitar que resultara demasiado opresivo para ella.
-Eso...parece. Una que por lo visto nadie sabía que estuviera aquí. Salvo el escritor de mi libro.- Comentó la peliblanca a Pipa que si ya antes estaba emocionada ahora ya era un incontrolable remolino de hiperactividad desenfrenada. ¿Cómo era posible que hubiera algo así y nadie lo supiera? ¿Lo sabían los humanos cuando tras la gran guerra se firmaron los acuerdos entre razas? ¿Lo sabía Dundarak? ¿Cuánto había llegado a saber el escritor de aquel tomo de alquimia que les había llevado hasta allí? Y es que el lugar a pesar de estar oculto no era precisamente pequeño y allí parecían vivir como si de una ciudad se tratara cientos de biocibernéticos que les miraban con curiosidad y sorpresa con sus ojos sin vida, cuchicheando entre ellos a su paso de una forma sinceramente grosera. ¿En serio nadie sabía nada sobre algo así?
El cazador número 2 hizo caso omiso de las reacciones de sus compañeros de refugio y continuó andando, guiándoles por aquel entramado sin que nadie pareciera atreverse a interactuar con ellos aunque tampoco se apartaban ni les rehuían, hasta que tras unos minutos de caminar por aquel laberinto de pasillos se detuvo ante una de aquellas salas cuya puerta se abrió al pulsar un botoncito al lado de la misma, desplazándose hacia arriba lo cual al menos a la elfa le llamó la atención ya que no era lo más normal para una puerta.
Dentro, en un espacio relativamente reducido, varias hileras de mesas y sillas se hallaban colocadas en perfecto orden frente a una de mayor tamaño y que estaba al lado de una gran pizarra. En total debían de ser una treintena de ellas aunque solo algunas de ellas estaban ocupadas por niños y niñas de más o menos la misma edad...Claro que debían de ser biocibernéticos iguales que el cazador 2 y seguramente respondieran al nombre de alumno seguido de un número variable dependiendo de su orden de creación, lo de la edad era relativo con ellos. También había una mujer mayor que debía de ser la maestra mas cierto número. Era una imagen que a la joven le resultaba conocida, claro que en Sandorai las clases eran al aire libre.
-¿Test de personalidad?- Preguntó en voz alta la peliblanca recibiendo de la maestra número 5 un leve asentimiento como respuesta a lo que luego sumó una escueta explicación sobre el objetivo de algo así. Aquello era bastante atípico pero ¿qué no lo era en aquel lugar? Lo mejor era acatar sus extrañas costumbres siempre que no se pasaran de la raya, claro que la mención de aquella mujer sobre que era el procedimiento “habitual” con los extranjeros dejó a Níniel bastante descolocada. Todos parecían estar soprendidos por su presencia allí, como si nunca hubiesen visto a alguien del exterior...¿Entonces por qué tenían un procedimiento para esos casos? Era muy raro. ¿Podría ser que simplemente los biocibernéticos tenían procedimientos para todo, incluso para situaciones poco probables e incluso únicas? ¿Tenía algo que ver el escritor del libro con la creación de ese protocolo?
-Está bien, veamos ese test.- Dijo la peliblanca ocupando uno de aquellos pequeños asientos pensados para niños de mucho menor tamaño y que resultaban realmente incómodos para alquien que como ella, a pesar de su estilizada, figura medía más de un metro ochenta. Aunque pronto la incomodidad de las sillas se convirtió en la menor de sus preocupaciones.
Aquel test no tenía ni pies ni cabeza. La mayoría de las respuestas a las preguntas eran acciones que Níniel directamente ni se plantearía llevar a cabo de verse en las situaciones mencionadas. Como por ejemplo la de prostituirse, engañar y hasta matar por querer optar a un puesto diferente para el que había sido asignada y hasta creada si se veía desde un punto biocibernético. ¿Existía esa problemática en el refugio? Ahora que lo pensaba ¿de donde conseguían los componentes biologicos para la creación de nuevos biocibernéticos?
Las amenazas posteriores de la profesora, que bién parecía no dudaría en ejecutar si los resultados de aquel test absurdo no les gustaban bien podría ser la respuesta. ¿Habían sacrificado a mas viajeros a su dios o solo a miembros de su comunidad? ¿De ser así a cuántos? No debían de ser muchos si tan sorprendidos estaban de su presencia allí...Demasiados interrogantes, demasiados enigmas...Y demasiados guardias en la puerta como para negarse a seguirles las corriente, aunque al menos ella comenzó a prepararse para la peor de las situaciones, por si tenía que proteger y apoyar a todos o a algún compañero. Pues una cosa estaba clara, no dejaría que sacrificaran ni a uno de ellos sin luchar, ni siquiera aunque fuera aquella humana que parecía tomarselo todo a cachondeo. De hecho que sacrificaran a sus propios niños, existiendo en su mente ese debate moral sobre si los bio eran o no seres vivos como un humano o un elfo...Quizá tendrían que acabar luchando contra ellos con test o sin él...Aunque responder bien al mismo quizá les brindara más información o incluso una oportunidad mejor llegado el caso.
Lo malo es que Pipa tenía razón en una cosa, era imposible responder con lógica a ese test. Era absurdo jugársela en pos de tratar de hacerla responder seriamente a algo que no tenía ni pies ni cabeza y cuyas respuestas eran todas nefastas y te obligaban a escoger el mal menor como mucho o a ponerte en la piel de un enajenado mental. Con que respondiera como buenamente pudiera bastaría y quien sabe si tendría más suerte que el resto.
-Veamos a ver- Musitó para si misma releyendo al primera pregunta para sí misma. -Sí me asignaran una función que no me gustase y quisiera otra que no está vacante..lo hablaría exponiendo los motivos por los que considero adecuada para ese puesto ya que allí sería de mayor ayuda a mi clan. Lo cierto es que fui preparada para ser sacerdotisa desde niña, pero es algo que me gusta, no se...Supongo que hablaría con él y usaría mis encantos aunque preferiría no hacerlo- Dijo para si misma algo sonrojada y marcando la letra “d”.
A continuación siguió el mismo proceso con el resto de preguntas marcando la “a” en la segunda, aunque lo cierto es que estaba bastante segura de ser capaz de detener cualquier infección sin recurrir a medidas tan drásticas como la amputación. También marcó la “a” en la tercera pregunta, quizá la más sencilla para ella. Su madre era sabía y poderosa, si quería a alguien muerto era por un buen motivo y nunca dudaría de ella. En cuanto a la última pregunta...Preferiría una opción de quedarse con las ganas pero ya que no la había marcó la letra “d”. Jamás haría algo en contra de sus amados progenitores y de las otras opciones la opción menos violenta y más segura gracias a sus conocimientos de alquimia era esa.
Solo quedaba esperar la corrección de la maestra 5. Con los nervios de quien hubiese preferido no marcar muchas de esas opciones.
Lo cierto es que Níniel ya tenía sus sospechas sobre la naturaleza de aquel sujeto desde el primer momento en el que lo vio. Todos los bios tenían un algo diferente que los diferenciaba del resto así como siempre había algo que diferenciaba al resto entre sí. No era algo bueno o malo en sí mismo aunque sí que había voces que se decantaban claramente por lo segundo y no dudaban en tacharlos categóricamente de abominaciones e incluso de un insulto hacia los propios dioses, al no considerarlos como algo realmente "vivo". Había quien decía incluso que no eran diferentes de no-muertos, criaturas mantenidas o devueltas a la vida mediante procesos impuros...Afirmaciones que a ojos de Níniel merecían un largo debate del que difícilmente saldría una respuesta clara y que seguramente sus padres y sus abuelos antes que ellos ya habían tenido en más de una ocasión y que siempre acabaría en el mismo punto: ¿Qué es la vida? Pregunta a la que ni siquiera los elfos, tan vinculados a la naturaleza, a la tierra y a sus energías podían afirmar conocer la respuesta.
-Ya veo. En nuestras sociedades usamos otros nombres a parte del que nos pueda ser asignado por nuestra función, rango, sexo u otros orígenes. De hecho podemos responder a muchos nombres pero tomamos uno como nuestro al que llamamos "propio".- Fue la respuesta de la elfa que no quiso insistir en el resto de sus preguntas indirectas para no parecer descortés. Aunque encontró extraño que aquel tipo no dijera nada sobre la mención de la peliblanca sobre poseer conocimientos sobre el trabajo con vermis. Parecía que sería algo sobre lo que debía opinar el supervisor y no el el cazador 2. Una sociedad con funciones claramente definidas e instanciadas...No era algo tan diferente al de los propios Thenidiel, claro que sin una rigurosidad tan absoluta como la que parecía regir a sus anfitriones que d ehecho parecía mas rígida que la de otros biocibernéticos que la sacerdotisa había conocido.
En cuanto a cosas extrañas, mención aparte merecía el hecho de que con su respuesta a Vincent aquel individuo mostrara lo que a todas luces era una creencia religiosa. ¿Biocibernéticos creyentes? Era algo que Níniel nunca había oído y de hecho nunca se había planteado. Claro que si los bios fueron convertidos en bios y antes fueron otra cosa tampoco resultaba tan descabellado pensar que pudieran conservar detalles de su vida anterior o que como el resto de razas inteligentes o semi inteligentes desarrollaran un interés como aquel, así como por el arte y la música. Al fin y al cabo solo eran metálicos en parte ¿no? Quizá fuera algo mucho más habitual en ellos de lo que nadie de los allí presentes creía. Era difícil saber gran cosa de ellos debido a su hermetismo y a lo reticentes que se mostraban a compartir esa clase de cosas. Fuere como fuese había algo en todo aquello de dar vida o despertar a un dios que a Níniel le resultó muy inquietante y así se lo hizo saber a los demás con la mirada.
En cualquier caso, y tras un breve caminar por una serie de túneles que paulatinamente iban tornándose cada vez menos naturales y más metálicos, con planchas cubriendo las paredes así como tuberías de diferentes formas y tamaños y paneles con palabras escritas en un idioma extraño para la peliblanca, el grupo llegó ante lo que a todas luces era la entrada al refugio 109.
Resultaba realmente impresionante, aquella gigantesca puerta de metal debía de resultar impenetrable. No solo sería inútil tratar de usar un ariete con ella, la magia salvo quizá la más poderosa debía de resultar ineficaz contra algo así, e incluso la alquimia más avanzada muy posiblemente no lograse hacer mella en tan imponente sello.
-Con razón lo llaman refugió...Tiene la misma forma que el símbolo en el mapa del libro, una rueda dentada.- Fue la respuesta de la peliblanca a los susurros de Pipa que parecía extasiada al ir de emocionante descubrimiento en emocionante descubrimiento. -Tranquilízate, recuerda que no estamos aquí para jugar. Necesitamos esas vermis para la logia y criaturas mecánicas atacan el pueblo, ¿recuerdas?- Añadió manteniendo en todo momento el tono susurrante, tratando de conseguir que la reportera se centrara y haciéndoles a continuación a sus compañeros un leve gesto con la cabeza para que se fijaran en como el cazador 2 toqueteaba una serie de botones sobre una extraña mesa llena de lucecitas y cosas raras tras lo cual aquella enorme puerta emitió un fuerte sonido y desprendió algo de vapor para acto seguido comenzar a abrirse de forma tremendamente ruidosa hasta finalmente darles paso a ...Bueno, una especie de estructura subterránea de paredes de metal. Un complejo de pasillos y cámaras de diferentes tamaños que Níniel no podría describir de otra manera más que como un enorme hormiguero metálico. Impresionante, artificial y tan ajeno a la naturaleza que Níniel tuvo que tragar saliva para entrar allí dentro, obligándose a pensar en extensos campos de flores y grandes bosques para evitar que resultara demasiado opresivo para ella.
-Eso...parece. Una que por lo visto nadie sabía que estuviera aquí. Salvo el escritor de mi libro.- Comentó la peliblanca a Pipa que si ya antes estaba emocionada ahora ya era un incontrolable remolino de hiperactividad desenfrenada. ¿Cómo era posible que hubiera algo así y nadie lo supiera? ¿Lo sabían los humanos cuando tras la gran guerra se firmaron los acuerdos entre razas? ¿Lo sabía Dundarak? ¿Cuánto había llegado a saber el escritor de aquel tomo de alquimia que les había llevado hasta allí? Y es que el lugar a pesar de estar oculto no era precisamente pequeño y allí parecían vivir como si de una ciudad se tratara cientos de biocibernéticos que les miraban con curiosidad y sorpresa con sus ojos sin vida, cuchicheando entre ellos a su paso de una forma sinceramente grosera. ¿En serio nadie sabía nada sobre algo así?
El cazador número 2 hizo caso omiso de las reacciones de sus compañeros de refugio y continuó andando, guiándoles por aquel entramado sin que nadie pareciera atreverse a interactuar con ellos aunque tampoco se apartaban ni les rehuían, hasta que tras unos minutos de caminar por aquel laberinto de pasillos se detuvo ante una de aquellas salas cuya puerta se abrió al pulsar un botoncito al lado de la misma, desplazándose hacia arriba lo cual al menos a la elfa le llamó la atención ya que no era lo más normal para una puerta.
Dentro, en un espacio relativamente reducido, varias hileras de mesas y sillas se hallaban colocadas en perfecto orden frente a una de mayor tamaño y que estaba al lado de una gran pizarra. En total debían de ser una treintena de ellas aunque solo algunas de ellas estaban ocupadas por niños y niñas de más o menos la misma edad...Claro que debían de ser biocibernéticos iguales que el cazador 2 y seguramente respondieran al nombre de alumno seguido de un número variable dependiendo de su orden de creación, lo de la edad era relativo con ellos. También había una mujer mayor que debía de ser la maestra mas cierto número. Era una imagen que a la joven le resultaba conocida, claro que en Sandorai las clases eran al aire libre.
-¿Test de personalidad?- Preguntó en voz alta la peliblanca recibiendo de la maestra número 5 un leve asentimiento como respuesta a lo que luego sumó una escueta explicación sobre el objetivo de algo así. Aquello era bastante atípico pero ¿qué no lo era en aquel lugar? Lo mejor era acatar sus extrañas costumbres siempre que no se pasaran de la raya, claro que la mención de aquella mujer sobre que era el procedimiento “habitual” con los extranjeros dejó a Níniel bastante descolocada. Todos parecían estar soprendidos por su presencia allí, como si nunca hubiesen visto a alguien del exterior...¿Entonces por qué tenían un procedimiento para esos casos? Era muy raro. ¿Podría ser que simplemente los biocibernéticos tenían procedimientos para todo, incluso para situaciones poco probables e incluso únicas? ¿Tenía algo que ver el escritor del libro con la creación de ese protocolo?
-Está bien, veamos ese test.- Dijo la peliblanca ocupando uno de aquellos pequeños asientos pensados para niños de mucho menor tamaño y que resultaban realmente incómodos para alquien que como ella, a pesar de su estilizada, figura medía más de un metro ochenta. Aunque pronto la incomodidad de las sillas se convirtió en la menor de sus preocupaciones.
Aquel test no tenía ni pies ni cabeza. La mayoría de las respuestas a las preguntas eran acciones que Níniel directamente ni se plantearía llevar a cabo de verse en las situaciones mencionadas. Como por ejemplo la de prostituirse, engañar y hasta matar por querer optar a un puesto diferente para el que había sido asignada y hasta creada si se veía desde un punto biocibernético. ¿Existía esa problemática en el refugio? Ahora que lo pensaba ¿de donde conseguían los componentes biologicos para la creación de nuevos biocibernéticos?
Las amenazas posteriores de la profesora, que bién parecía no dudaría en ejecutar si los resultados de aquel test absurdo no les gustaban bien podría ser la respuesta. ¿Habían sacrificado a mas viajeros a su dios o solo a miembros de su comunidad? ¿De ser así a cuántos? No debían de ser muchos si tan sorprendidos estaban de su presencia allí...Demasiados interrogantes, demasiados enigmas...Y demasiados guardias en la puerta como para negarse a seguirles las corriente, aunque al menos ella comenzó a prepararse para la peor de las situaciones, por si tenía que proteger y apoyar a todos o a algún compañero. Pues una cosa estaba clara, no dejaría que sacrificaran ni a uno de ellos sin luchar, ni siquiera aunque fuera aquella humana que parecía tomarselo todo a cachondeo. De hecho que sacrificaran a sus propios niños, existiendo en su mente ese debate moral sobre si los bio eran o no seres vivos como un humano o un elfo...Quizá tendrían que acabar luchando contra ellos con test o sin él...Aunque responder bien al mismo quizá les brindara más información o incluso una oportunidad mejor llegado el caso.
Lo malo es que Pipa tenía razón en una cosa, era imposible responder con lógica a ese test. Era absurdo jugársela en pos de tratar de hacerla responder seriamente a algo que no tenía ni pies ni cabeza y cuyas respuestas eran todas nefastas y te obligaban a escoger el mal menor como mucho o a ponerte en la piel de un enajenado mental. Con que respondiera como buenamente pudiera bastaría y quien sabe si tendría más suerte que el resto.
-Veamos a ver- Musitó para si misma releyendo al primera pregunta para sí misma. -Sí me asignaran una función que no me gustase y quisiera otra que no está vacante..lo hablaría exponiendo los motivos por los que considero adecuada para ese puesto ya que allí sería de mayor ayuda a mi clan. Lo cierto es que fui preparada para ser sacerdotisa desde niña, pero es algo que me gusta, no se...Supongo que hablaría con él y usaría mis encantos aunque preferiría no hacerlo- Dijo para si misma algo sonrojada y marcando la letra “d”.
A continuación siguió el mismo proceso con el resto de preguntas marcando la “a” en la segunda, aunque lo cierto es que estaba bastante segura de ser capaz de detener cualquier infección sin recurrir a medidas tan drásticas como la amputación. También marcó la “a” en la tercera pregunta, quizá la más sencilla para ella. Su madre era sabía y poderosa, si quería a alguien muerto era por un buen motivo y nunca dudaría de ella. En cuanto a la última pregunta...Preferiría una opción de quedarse con las ganas pero ya que no la había marcó la letra “d”. Jamás haría algo en contra de sus amados progenitores y de las otras opciones la opción menos violenta y más segura gracias a sus conocimientos de alquimia era esa.
Solo quedaba esperar la corrección de la maestra 5. Con los nervios de quien hubiese preferido no marcar muchas de esas opciones.
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El brujo siguió avanzando tras los pasos de su improvisado guía. Y pensar en él de este modo, le hizo imaginar un comentario socarrón, donde ya no era el cazador número dos, sino el guía número uno.
Sin embargo decidió mantenerlo en su mente, pues no quería que el hombre se ofendiera ante su humor. No quería un malentendido por culpa de una broma fallida. No ahora que el chico era tan amable de llevarlos ante el supervisor. La persona que podría aclararles bien todo lo que estaba ocurriendo allí abajo.
Aunque tenía que reconocer, que tampoco hizo la broma porque la mención del hombre a un dios, era algo impactante. Esas gentes no solo vivían allí abajo, aislados, sino que además, tenían un tipo de ser al que adoraban. Y al que el supervisor, precisamente, intentaba dar vida.
Una mala sensación recorrió su mente, pues, aunque el chico lo había dicho de una manera amistosa y sin importancia. No parecía ser el tipo de información fácil de encajar. No era agradable imaginar a qué demonios intentaban dar vida esas personas. Sin contar, que todo lo que pasaba en esa caverna tenía que ver con el supervisor.
Cada pregunta o cuestión, sin importar de que índole fuera, acababa siempre con el supervisor de por medio. Comenzaba a parecerle que esa persona controlaba demasiado, y eso le hacía pensar, que quizás fuera mejor idea olvidar hablar con ese supervisor. Allí dentro, estaban en una ratonera de la que sería difícil salir.
Sensación que se vio acrecentada al ver el tamaño y grosor de la puerta que les bloqueaba el paso al refugio de esas gentes.
Tenía una pinta magnífica, y de momento solo podía imaginar su gran espesor. Algo que no tardó en verificar con sus propios ojos, cuando el portón se hizo a un lado entre fuertes ruidos de metal y vapor.
En cualquier caso, la particularidad de ese supervisor metido en todos los meollos posibles, así como la gran defensa del lugar, le daban malas vibraciones. Un megalómano, en una fortaleza subterránea a la que era prácticamente imposible entrar, y por tanto, salir. No era la mejor invitación de bienvenida a ningún lugar.
No obstante, no dijo nada, y accedió al refugio con el resto de sus compañeros. Pues a esas alturas poco se podía hacer. Salir corriendo los convertirían en enemigos de esas gentes inmediatamente, provocando, probablemente, una guerra evitable con las personas del exterior. Con los habitantes de Clargorn. Así que quizás solo era una mala sensación sin importancia, y estaba exagerando. Era mejor seguir el plan inicial, hablar con franqueza y conocer al famoso supervisor. Que simplemente, puede que fuera un líder atento, y no alguien controlador en exceso, como le estaba pareciendo.
De todos modos, de momento sus premoniciones estaban siendo acertadas. Ya que si le había parecido que se adentraba en territorio biocibernético, por las tuberías y soportes que había en el camino hasta allí, la puerta no había sido menos indicativo de ello. ¿Quién podría haber hecho un portón tan formidable, salvo los Bios, y los humanos que habían llegado con ellos? Además, solo se había adentrado un trecho dentro del refugio, para comprobar que estaban rodeados de biocibernéticos, como bien había apuntado Lucy.
- Sí, pero es extraño que nunca se haya mencionado en ninguna parte-, comentó el brujo antes las palabras de sus compañeras. Después de todo, tampoco estaba demasiado lejos de un pueblo. - Supongo que el autor de ese libro, jamás puedo hacer referencia a este lugar-, comentó más bajo a sus amigas. Los motivos para que esto fuera así, podían ser diversos. Incluido el asesinato o que quisiera guardar el secreto solo para él. - Aunque a lo mejor, simplemente lo tomaron como un loco. Y nadie se molestó en comprobar que decía la verdad-, dijo abriendo el abanico de posibilidades.
Igualmente, pensar en esto, no le ayudaba a mejorar esa corazonada que estaba teniendo con el refugio. Aunque, por suerte, no tuvo que pensar más en ello, ya que el cazador número dos los dejó ante la profesora número cinco. Esta forma que tenían para nombrarse allí abajo, comenzaba a ser más confuso por momentos. Pues en algún momento, en cuanto se descuidase, acabaría rodeado de profesiones con números, en vez de personas.
De todos modos, no pudo hacer otra cosa que seguir las pautas, que ahora había indicado la maestra. Tenía que seguir haciéndoles caso de forma pacífica si quería hablar con ese supervisor. Pero cada petición o comentario de esas gentes, le hacían preguntarse si estaba haciendo lo correcto. Casi podía notar como una soga se le cerraba al cuello, por seguir haciéndoles caso.
El cazador se fue, y quedaron solos con la maestra. Sentados en sillas que sin duda no había sido creadas para personas de su estatura. Bien parecía que había vuelto a la academia de magia, en sus inicios. Pero esta vez con el cuerpo de un hombre adulto que no encajaba bien en esa silla.
Vinc suspiró resignado, y tomó el papel que la profesora le cedió amablemente. Si algo podía destacar de esos cibernéticos, era su carácter amable en todo momento. Incluso cuando te decían que te iban a sacrificar si no contestabas bien un cuestionario. Gente maja, sin duda. Nada como un psicópata asesino con un dulce sonrisa, se permitió bromear mentalmente, mientras miraba el contenido del papel que les había dado.
Las preguntas eran… extrañas. Pero dado el caso, no era algo que le sorprendiera. Sin embargo, las posibles respuestas eran aún más peliagudas que las propias cuestiones. No había que ser muy listo, para saber que era una forma de calibrar la conducta de una persona. Negarse a realizar el cuestionario era una manera de hacerlo, directamente. El problema es que el abanico de respuestas era escueto, por definirlo de alguna manera. En casi todas las preguntas no podía hacer algo que medianamente se pudiera considerar, como hacer algo al estilo Vincent.
Tendría que improvisar.
Estuvo tentando de hacer la gracia de poner la D en la primera cuestión, pues realmente era la única que no implicaba forzar a otra persona o matarse por una nimiedad. Y maldita sea, que tipo de opción sexista era esa. ¿Por qué solo las mujeres tenían derecho a usar sus capacidades “técnicas”? Él estaba de buen ver, y podía perfectamente conseguir lo que se propusiera con el poder de su entrepierna. Estúpido supervisor, él se lo perdía, volvió a bromear dentro de su mente, esta vez con una sonrisa escrita en sus labios, antes de rodear con un círculo la opción B.
Con la segunda pregunta, lo tenía bastante fácil, así que eligió la A sin pensárselo demasiado.
La tercera parecía igual de sencilla, ya que su madre no le mandaría a matar a alguien que no fuera peligroso. Pero sin duda, el que hizo el cuestionario no sabía cómo era su madre. Era una pregunta, que a priori, parecía hecha para calibrar el liderazgo de una persona, o cuan sumisa fuera. Sin embargo, entendía que intentaba encontrar esa sumisión más que lo primero. Era una cuestión, creada por alguien que lo había hecho para comprobar quien era obediente, sin preguntarse los motivos de una orden. Quien obedecería a cualquier precio. Y sabía a quién se suponía que debía someterse de esa manera, pues era un nombre recurrente cuando se hablaba con los biocibernéticos de ese refugio. Un cazador y una maestra que no paraban de mentarlo eran suficiente prueba.
Pero el que había creado esa encuesta, no había pensado en alguien que pudiera razonar como él. En alguien que pudiera entender las palabras entre líneas. Y por supuesto mentir. Hecha la ley, hecha la trampa. Así que eligió la opción A. Les daría lo que querían.
La cuarta pregunta era tan mala como la primera. En el sentido de que no tenía una opción que pudiera hacer realmente. Ninguna iba con su carácter, así que eligió la más probable entre las cuatro como en la primera ocasión. Esta vez hizo un círculo alrededor de la letra C.
Consideraba que era mejor dejar la fuerza bruta como última elección, y probar con la diplomacia o el sigilo primero. Como estaba haciendo en ese mismo refugio, precisamente.
- He terminado-, comentó a la profesora, con una sonrisa dibujada en los labios.
Sin embargo decidió mantenerlo en su mente, pues no quería que el hombre se ofendiera ante su humor. No quería un malentendido por culpa de una broma fallida. No ahora que el chico era tan amable de llevarlos ante el supervisor. La persona que podría aclararles bien todo lo que estaba ocurriendo allí abajo.
Aunque tenía que reconocer, que tampoco hizo la broma porque la mención del hombre a un dios, era algo impactante. Esas gentes no solo vivían allí abajo, aislados, sino que además, tenían un tipo de ser al que adoraban. Y al que el supervisor, precisamente, intentaba dar vida.
Una mala sensación recorrió su mente, pues, aunque el chico lo había dicho de una manera amistosa y sin importancia. No parecía ser el tipo de información fácil de encajar. No era agradable imaginar a qué demonios intentaban dar vida esas personas. Sin contar, que todo lo que pasaba en esa caverna tenía que ver con el supervisor.
Cada pregunta o cuestión, sin importar de que índole fuera, acababa siempre con el supervisor de por medio. Comenzaba a parecerle que esa persona controlaba demasiado, y eso le hacía pensar, que quizás fuera mejor idea olvidar hablar con ese supervisor. Allí dentro, estaban en una ratonera de la que sería difícil salir.
Sensación que se vio acrecentada al ver el tamaño y grosor de la puerta que les bloqueaba el paso al refugio de esas gentes.
Tenía una pinta magnífica, y de momento solo podía imaginar su gran espesor. Algo que no tardó en verificar con sus propios ojos, cuando el portón se hizo a un lado entre fuertes ruidos de metal y vapor.
En cualquier caso, la particularidad de ese supervisor metido en todos los meollos posibles, así como la gran defensa del lugar, le daban malas vibraciones. Un megalómano, en una fortaleza subterránea a la que era prácticamente imposible entrar, y por tanto, salir. No era la mejor invitación de bienvenida a ningún lugar.
No obstante, no dijo nada, y accedió al refugio con el resto de sus compañeros. Pues a esas alturas poco se podía hacer. Salir corriendo los convertirían en enemigos de esas gentes inmediatamente, provocando, probablemente, una guerra evitable con las personas del exterior. Con los habitantes de Clargorn. Así que quizás solo era una mala sensación sin importancia, y estaba exagerando. Era mejor seguir el plan inicial, hablar con franqueza y conocer al famoso supervisor. Que simplemente, puede que fuera un líder atento, y no alguien controlador en exceso, como le estaba pareciendo.
De todos modos, de momento sus premoniciones estaban siendo acertadas. Ya que si le había parecido que se adentraba en territorio biocibernético, por las tuberías y soportes que había en el camino hasta allí, la puerta no había sido menos indicativo de ello. ¿Quién podría haber hecho un portón tan formidable, salvo los Bios, y los humanos que habían llegado con ellos? Además, solo se había adentrado un trecho dentro del refugio, para comprobar que estaban rodeados de biocibernéticos, como bien había apuntado Lucy.
- Sí, pero es extraño que nunca se haya mencionado en ninguna parte-, comentó el brujo antes las palabras de sus compañeras. Después de todo, tampoco estaba demasiado lejos de un pueblo. - Supongo que el autor de ese libro, jamás puedo hacer referencia a este lugar-, comentó más bajo a sus amigas. Los motivos para que esto fuera así, podían ser diversos. Incluido el asesinato o que quisiera guardar el secreto solo para él. - Aunque a lo mejor, simplemente lo tomaron como un loco. Y nadie se molestó en comprobar que decía la verdad-, dijo abriendo el abanico de posibilidades.
Igualmente, pensar en esto, no le ayudaba a mejorar esa corazonada que estaba teniendo con el refugio. Aunque, por suerte, no tuvo que pensar más en ello, ya que el cazador número dos los dejó ante la profesora número cinco. Esta forma que tenían para nombrarse allí abajo, comenzaba a ser más confuso por momentos. Pues en algún momento, en cuanto se descuidase, acabaría rodeado de profesiones con números, en vez de personas.
De todos modos, no pudo hacer otra cosa que seguir las pautas, que ahora había indicado la maestra. Tenía que seguir haciéndoles caso de forma pacífica si quería hablar con ese supervisor. Pero cada petición o comentario de esas gentes, le hacían preguntarse si estaba haciendo lo correcto. Casi podía notar como una soga se le cerraba al cuello, por seguir haciéndoles caso.
El cazador se fue, y quedaron solos con la maestra. Sentados en sillas que sin duda no había sido creadas para personas de su estatura. Bien parecía que había vuelto a la academia de magia, en sus inicios. Pero esta vez con el cuerpo de un hombre adulto que no encajaba bien en esa silla.
Vinc suspiró resignado, y tomó el papel que la profesora le cedió amablemente. Si algo podía destacar de esos cibernéticos, era su carácter amable en todo momento. Incluso cuando te decían que te iban a sacrificar si no contestabas bien un cuestionario. Gente maja, sin duda. Nada como un psicópata asesino con un dulce sonrisa, se permitió bromear mentalmente, mientras miraba el contenido del papel que les había dado.
Las preguntas eran… extrañas. Pero dado el caso, no era algo que le sorprendiera. Sin embargo, las posibles respuestas eran aún más peliagudas que las propias cuestiones. No había que ser muy listo, para saber que era una forma de calibrar la conducta de una persona. Negarse a realizar el cuestionario era una manera de hacerlo, directamente. El problema es que el abanico de respuestas era escueto, por definirlo de alguna manera. En casi todas las preguntas no podía hacer algo que medianamente se pudiera considerar, como hacer algo al estilo Vincent.
Tendría que improvisar.
Estuvo tentando de hacer la gracia de poner la D en la primera cuestión, pues realmente era la única que no implicaba forzar a otra persona o matarse por una nimiedad. Y maldita sea, que tipo de opción sexista era esa. ¿Por qué solo las mujeres tenían derecho a usar sus capacidades “técnicas”? Él estaba de buen ver, y podía perfectamente conseguir lo que se propusiera con el poder de su entrepierna. Estúpido supervisor, él se lo perdía, volvió a bromear dentro de su mente, esta vez con una sonrisa escrita en sus labios, antes de rodear con un círculo la opción B.
Con la segunda pregunta, lo tenía bastante fácil, así que eligió la A sin pensárselo demasiado.
La tercera parecía igual de sencilla, ya que su madre no le mandaría a matar a alguien que no fuera peligroso. Pero sin duda, el que hizo el cuestionario no sabía cómo era su madre. Era una pregunta, que a priori, parecía hecha para calibrar el liderazgo de una persona, o cuan sumisa fuera. Sin embargo, entendía que intentaba encontrar esa sumisión más que lo primero. Era una cuestión, creada por alguien que lo había hecho para comprobar quien era obediente, sin preguntarse los motivos de una orden. Quien obedecería a cualquier precio. Y sabía a quién se suponía que debía someterse de esa manera, pues era un nombre recurrente cuando se hablaba con los biocibernéticos de ese refugio. Un cazador y una maestra que no paraban de mentarlo eran suficiente prueba.
Pero el que había creado esa encuesta, no había pensado en alguien que pudiera razonar como él. En alguien que pudiera entender las palabras entre líneas. Y por supuesto mentir. Hecha la ley, hecha la trampa. Así que eligió la opción A. Les daría lo que querían.
La cuarta pregunta era tan mala como la primera. En el sentido de que no tenía una opción que pudiera hacer realmente. Ninguna iba con su carácter, así que eligió la más probable entre las cuatro como en la primera ocasión. Esta vez hizo un círculo alrededor de la letra C.
Consideraba que era mejor dejar la fuerza bruta como última elección, y probar con la diplomacia o el sigilo primero. Como estaba haciendo en ese mismo refugio, precisamente.
- He terminado-, comentó a la profesora, con una sonrisa dibujada en los labios.
Vincent Calhoun
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