Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
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Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
El amanecer hacía bastante que inundaba con toda su luz el bosque. Las copas de los árboles impedían que toda su luz pasara y fuese molesta, mis ojos no paraban de mirar hacia arriba una y otra vez contemplando esos rayos que formaban un paisaje precioso. Conseguí descansar sin problemas ni interrupciones por pesadillas y eso, junto quien ahora se había convertido en mi compañía habitual, Sarez, provocaban que la mayoría del tiempo mis labios estuvieran formando una sonrisa casi permanente.
Un hecho que me parecía curioso era que al estar con el elfo, no pensaba las cosas tanto como solía hacerlo, me dejaba llevar por el momento o lo que sentía, es decir, mandaba el corazón y no la mente. En parte era un alivio, ahorraba bastantes quebraderos de cabeza y parecía ayudarme a descubrir sensaciones que antes no había vivido.
Estaba sentada a los pies de un árbol cuyo tronco era mucho más ancho que los demás, me recordaba a mi hogar, el árbol en el que tenía mi casa, mi cama y varias pertenencias más, por lo que me servía para sentir cierto alivio. Aunque tenía que ser sincera conmigo misma, tampoco es que estuviera echando en falta Sandorai tanto como pensaba que lo haría. Al fin y al cabo allí estaba bien, tal vez más que bien, y era agradable hacer sentir a mi semejante que ya no estaba solo.
Cuando me levanté me acerqué hasta su posición, de la bolsita que solía llevar colgada a la cintura saqué un fruto cuyo color estaba entre el morado y el rojo, para mí tenía buena pinta y la conocía de sobra. Se la ofrecí y luego cogí otra para mí, tenía curiosidad por saber si le gustaría lo que usaba como comida casi a diario; a pesar de que a aquellas alturas no es que me quedara demasiado.
-Estas son de sabor dulce, hay otras que son tan ácidas que es imposible comerlas-Expliqué con mi habitual buen ánimo, era fácil mantenerme así si estaba conmigo. Después di un bocado al fruto redondo que tenía en la mano y comencé a comerlo.
Un hecho que me parecía curioso era que al estar con el elfo, no pensaba las cosas tanto como solía hacerlo, me dejaba llevar por el momento o lo que sentía, es decir, mandaba el corazón y no la mente. En parte era un alivio, ahorraba bastantes quebraderos de cabeza y parecía ayudarme a descubrir sensaciones que antes no había vivido.
Estaba sentada a los pies de un árbol cuyo tronco era mucho más ancho que los demás, me recordaba a mi hogar, el árbol en el que tenía mi casa, mi cama y varias pertenencias más, por lo que me servía para sentir cierto alivio. Aunque tenía que ser sincera conmigo misma, tampoco es que estuviera echando en falta Sandorai tanto como pensaba que lo haría. Al fin y al cabo allí estaba bien, tal vez más que bien, y era agradable hacer sentir a mi semejante que ya no estaba solo.
Cuando me levanté me acerqué hasta su posición, de la bolsita que solía llevar colgada a la cintura saqué un fruto cuyo color estaba entre el morado y el rojo, para mí tenía buena pinta y la conocía de sobra. Se la ofrecí y luego cogí otra para mí, tenía curiosidad por saber si le gustaría lo que usaba como comida casi a diario; a pesar de que a aquellas alturas no es que me quedara demasiado.
-Estas son de sabor dulce, hay otras que son tan ácidas que es imposible comerlas-Expliqué con mi habitual buen ánimo, era fácil mantenerme así si estaba conmigo. Después di un bocado al fruto redondo que tenía en la mano y comencé a comerlo.
Última edición por Idril Elensar el Vie Ago 21 2015, 23:13, editado 1 vez
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Salen las primeras luces del sol anunciando un nuevo día. Me despierto confuso sin saber si lo de ayer fue un agradable sueño o fue real. Lo más lógico es pensar que sea algo ficticio que mi mente sea inventado por algún extraño motivo. Una parte de mí desea que sea real, otra disfruta del recuerdo. Abro los ojos lentamente. Por primera vez, lo que veo no son las hojas del árbol al que he subido para dormir, lo que veo es su cara. No fue un sueño. Fue real. Idril es real.
Me siento extraño. No sé cómo explicarlo. Me faltan palabras. Describir mis sentimientos me resulta tan difícil como describir el color verde a un ciego. El mismo color verde de los ojos que me acompañan en un nuevo día. Sonrío, es la mejor forma de explicar cómo me siento.
Me levanto de mi sueño. Me quedo sentado con los pies en el aire. Sigo confuso. Tengo miedo de decir cualquier cosa y la imagen de Idril se desvanezca en el aire como una nube. Ella da el primer paso. Viene hacia mí. Me ofrece una baya de color morado. Durante un instante vacilo. No porque la baya contenga algún tipo de veneno. He comido bayas durante mucho tiempo. Sé distinguirlas. Mi duda nace en ella, en Idril. Hay sueños que parecen reales y no lo son. Puedo, inconscientemente, seguir durmiendo.
Tras unos segundos de duda, tomo la baya que ella me ha ofrecido. Siento el tacto de sus dedos en la palma de mi mano. No se ha ido. Sigue ahí. –Gracias.- No lo digo únicamente por la baya, lo que más agradezco es el haberme dado un día tan agradable que parecía un sueño.
Como la baya al mismo tiempo emulando sus movimientos. Tiene razón. El sabor dulce del fruto me inunda la boca. Es agradable. Otras bayas son tan dulces que resultan molestas. Mis manos y mi boca acaban pegajosas. Es molesto. Pero, esta no. Su sabor dulce y ligero al mismo tiempo, invita a seguir comiendo. -Sabe bien.- Sonrío. Es difícil dejar de sonreír cuando Idril está cerca de mí.
Me siento extraño. No sé cómo explicarlo. Me faltan palabras. Describir mis sentimientos me resulta tan difícil como describir el color verde a un ciego. El mismo color verde de los ojos que me acompañan en un nuevo día. Sonrío, es la mejor forma de explicar cómo me siento.
Me levanto de mi sueño. Me quedo sentado con los pies en el aire. Sigo confuso. Tengo miedo de decir cualquier cosa y la imagen de Idril se desvanezca en el aire como una nube. Ella da el primer paso. Viene hacia mí. Me ofrece una baya de color morado. Durante un instante vacilo. No porque la baya contenga algún tipo de veneno. He comido bayas durante mucho tiempo. Sé distinguirlas. Mi duda nace en ella, en Idril. Hay sueños que parecen reales y no lo son. Puedo, inconscientemente, seguir durmiendo.
Tras unos segundos de duda, tomo la baya que ella me ha ofrecido. Siento el tacto de sus dedos en la palma de mi mano. No se ha ido. Sigue ahí. –Gracias.- No lo digo únicamente por la baya, lo que más agradezco es el haberme dado un día tan agradable que parecía un sueño.
Como la baya al mismo tiempo emulando sus movimientos. Tiene razón. El sabor dulce del fruto me inunda la boca. Es agradable. Otras bayas son tan dulces que resultan molestas. Mis manos y mi boca acaban pegajosas. Es molesto. Pero, esta no. Su sabor dulce y ligero al mismo tiempo, invita a seguir comiendo. -Sabe bien.- Sonrío. Es difícil dejar de sonreír cuando Idril está cerca de mí.
Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Sin darme cuenta terminé de comer el fruto mucho antes que él, lo que me hizo cierta gracia y reí por lo bajo, dándome cuenta de que le gustaba y que además ese sabor dulce que tan agradable me parecía se quedaría en el paladar por un buen rato.
-¿De qué sueles alimentarte?-Se me vino la pregunta de repente y la solté, tenía curiosidad por saber si al igual que yo buscaba frutos y semejantes o si optaría por otra cosa. No le juzgaría negativamente si cazara, no me veía capaz, pero estaba claro que no esperaba eso por su parte y estaba segura de que en ese aspecto era como yo.
Observé el suelo de hojas del bosque y sonreí recordando el lecho que se formaba en Sandorai en la época otoñal, aquel sitio no tenía mucho que envidiarle pero una cosa que los diferenciaba mucho era que los troncos de los árboles no eran tan anchos como allí. Aún así me resultaba suficiente con observar la sonrisa de Sarez como para saber que no echaría de menos mi hogar.
Caminé unos cuantos pasos lejos de él hasta pararme y respirar profundamente, aunque no acababa de amanecer pues ya habían pasado unas cuantas horas, se respiraba un aire tranquilo y puro, además de una calidez que sólo podía notarse en un bosque a aquellas horas del día. Me pregunté cómo los humanos eran capaces de talar los bosques sin justificación alguna, o dañar a los animales por placer,...yo no podía hacer otra cosa que disfrutar de aquello, además de mi compañía, y sonreír.
-...¿me enseñarías más sitios de este bosque?-Giré mi cuerpo en su dirección y le miré esperando una respuesta positiva ya que por muy bien que supiera orientarme, si él lo conocía todo tal y como parecía sabría encontrar sitios tan bonitos como el lago en el que estuvimos.
Además, sin darme cuenta y mientras le miraba me sonrojé levemente al recordar lo del día anterior.
-¿De qué sueles alimentarte?-Se me vino la pregunta de repente y la solté, tenía curiosidad por saber si al igual que yo buscaba frutos y semejantes o si optaría por otra cosa. No le juzgaría negativamente si cazara, no me veía capaz, pero estaba claro que no esperaba eso por su parte y estaba segura de que en ese aspecto era como yo.
Observé el suelo de hojas del bosque y sonreí recordando el lecho que se formaba en Sandorai en la época otoñal, aquel sitio no tenía mucho que envidiarle pero una cosa que los diferenciaba mucho era que los troncos de los árboles no eran tan anchos como allí. Aún así me resultaba suficiente con observar la sonrisa de Sarez como para saber que no echaría de menos mi hogar.
Caminé unos cuantos pasos lejos de él hasta pararme y respirar profundamente, aunque no acababa de amanecer pues ya habían pasado unas cuantas horas, se respiraba un aire tranquilo y puro, además de una calidez que sólo podía notarse en un bosque a aquellas horas del día. Me pregunté cómo los humanos eran capaces de talar los bosques sin justificación alguna, o dañar a los animales por placer,...yo no podía hacer otra cosa que disfrutar de aquello, además de mi compañía, y sonreír.
-...¿me enseñarías más sitios de este bosque?-Giré mi cuerpo en su dirección y le miré esperando una respuesta positiva ya que por muy bien que supiera orientarme, si él lo conocía todo tal y como parecía sabría encontrar sitios tan bonitos como el lago en el que estuvimos.
Además, sin darme cuenta y mientras le miraba me sonrojé levemente al recordar lo del día anterior.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Resulta incómodo. Idril me ve comer a la vez que intenta disimular una pequeña sonrisa. No importa que intente ocultarlo. Dejo de ver el fruto que estoy comiendo para prestar atención a la ligera curvatura que presentan sus labios. ¿Por qué disimula su sonrisa? No soy capaz de entenderlo. Me gusta verla reír. Disfruto con ello. No entiendo por qué me lo oculta. Eso hace que me sienta incómodo. Pese a ello, la curva de sus labios hace que los míos se contagien y quieran sonreír junto a ella. Yo no lo disimulo. Mientras doy ciegos mordiscos a lo que me queda de la baya, en mis labios se forma una amplia sonrisa.
No estoy seguro de la respuesta que dedo darle. No me arrepiento, he necesitado cazar animales para poder comer. Necesito las proteínas de la carne para mantenerme fuerte. Si enfermo, nadie me puede tratar. Por eso necesito ser fuerte. Para no enfermar. Sin embargo, no es fácil. Matar no es fácil. Me lamento. No me arrepiento de haber matado un conejo hace tres días; pero sí me lamento de su muerte, al igual que me lamento de la muerte de cada ser vivo. No soy un asesino. Me desterraron de Sandorai por ser un asesino. Pero no lo soy.
-Me alimento de todo cuanto puedo.- Confieso con cierto pesar apartando mi mirada de su sonrisa. No soy capaz de verla a la cara mientras confieso haber matado animales, aunque sea para comer.
Dejo mi mirada caer hacia los pequeños árboles que se encuentran bajo al roble que hemos subido. En mi memoria Sandorai se muestra diferente a este bosque. Es más grande. Más bello. Más vivo. Un paraíso al que tengo prohibido regresar. Puede haber alimento, agua y amplios árboles donde subirme al caer la noche. Más, este bosque se ha convertido en mi prisión. El único lugar donde puedo estar. Idril dijo que venía de Sandorai, del paraíso prohibido. Me preguntó si le parecerá que vivo en un secarral en comparación al bosque de los elfos.
Levanto lentamente la mirada hacia el horizonte. Veo los árboles alzarse por todas direcciones. Robles, pinos, abetos… La variedad es asombrosa. Sandorai no tiene tanta variedad. En el paraíso solo hay lugar para los mejores árboles; los que ya no existen en ningún otro lugar. Aquí es diferente. Todos los árboles que hay se pueden encontrar en cualquier otro bosque. Son comunes. Muchos árboles diferentes y todos comunes en comparación con otros bosques. Así es mi hogar. Así es mi prisión. Así es el paraíso en el que se me permite estar.
Veo humo. Está lejos, a kilómetros de aquí. No lo diferencio bien. Un humo en el bosque es señal de malas noticias. Puede ser la fogata de unos bandidos o que estén talando los árboles para construir máquinas de guerra. En mis viajes a la ciudad he visto enormes barcos construidos con la madera que una vez había pertenecido a un árbol como el que estoy subido ahora mismo.
Oigo la voz de Idril. Me pide que la lleve a lugares del bosque. La he olvidado. No estoy acostumbrado a compartir de mi vida junto a otras personas. No puedo dejar de pensar en el humo que se está formando enfrente de nosotros.
-Espera.- Ya no sonrío. Mi tez, sin darme cuenta, vuelve a presentar un aspecto frío y severo.
Trepo de rama en rama hasta llegar a la copa del roble. Necesito una visión más amplia de la zona donde he visto el humo. Algo brilla allí abajo. Veo ligeras luces moradas mezcladas con luces verdes. Todas provienen del mismo lugar. Vienen de donde está el humo.
Bajo de nuevo a la rama donde estaba junto a Idril. –Otro día.- Contesto nervioso a su pregunta. – Mira.- – Señaló hacia el lugar donde nace el humo. - No me gusta. No sé qué es pero no me gusta.- Hablo rápido, a penas se me entiendo yo mismo al escucharme hablar. - Este es mi hogar. Debo ir a ver lo que ocurre. – Miro directamente a los ojos verdes de la elfa. –Mañana te llevaré a un lugar hermoso. Lo prometo.- Le muestro a Idril una leve sonrisa junto a mi promesa. Una sonrisa que pronto desaparece ante la amenaza que nace tras ese humo.
No estoy seguro de la respuesta que dedo darle. No me arrepiento, he necesitado cazar animales para poder comer. Necesito las proteínas de la carne para mantenerme fuerte. Si enfermo, nadie me puede tratar. Por eso necesito ser fuerte. Para no enfermar. Sin embargo, no es fácil. Matar no es fácil. Me lamento. No me arrepiento de haber matado un conejo hace tres días; pero sí me lamento de su muerte, al igual que me lamento de la muerte de cada ser vivo. No soy un asesino. Me desterraron de Sandorai por ser un asesino. Pero no lo soy.
-Me alimento de todo cuanto puedo.- Confieso con cierto pesar apartando mi mirada de su sonrisa. No soy capaz de verla a la cara mientras confieso haber matado animales, aunque sea para comer.
Dejo mi mirada caer hacia los pequeños árboles que se encuentran bajo al roble que hemos subido. En mi memoria Sandorai se muestra diferente a este bosque. Es más grande. Más bello. Más vivo. Un paraíso al que tengo prohibido regresar. Puede haber alimento, agua y amplios árboles donde subirme al caer la noche. Más, este bosque se ha convertido en mi prisión. El único lugar donde puedo estar. Idril dijo que venía de Sandorai, del paraíso prohibido. Me preguntó si le parecerá que vivo en un secarral en comparación al bosque de los elfos.
Levanto lentamente la mirada hacia el horizonte. Veo los árboles alzarse por todas direcciones. Robles, pinos, abetos… La variedad es asombrosa. Sandorai no tiene tanta variedad. En el paraíso solo hay lugar para los mejores árboles; los que ya no existen en ningún otro lugar. Aquí es diferente. Todos los árboles que hay se pueden encontrar en cualquier otro bosque. Son comunes. Muchos árboles diferentes y todos comunes en comparación con otros bosques. Así es mi hogar. Así es mi prisión. Así es el paraíso en el que se me permite estar.
Veo humo. Está lejos, a kilómetros de aquí. No lo diferencio bien. Un humo en el bosque es señal de malas noticias. Puede ser la fogata de unos bandidos o que estén talando los árboles para construir máquinas de guerra. En mis viajes a la ciudad he visto enormes barcos construidos con la madera que una vez había pertenecido a un árbol como el que estoy subido ahora mismo.
Oigo la voz de Idril. Me pide que la lleve a lugares del bosque. La he olvidado. No estoy acostumbrado a compartir de mi vida junto a otras personas. No puedo dejar de pensar en el humo que se está formando enfrente de nosotros.
-Espera.- Ya no sonrío. Mi tez, sin darme cuenta, vuelve a presentar un aspecto frío y severo.
Trepo de rama en rama hasta llegar a la copa del roble. Necesito una visión más amplia de la zona donde he visto el humo. Algo brilla allí abajo. Veo ligeras luces moradas mezcladas con luces verdes. Todas provienen del mismo lugar. Vienen de donde está el humo.
Bajo de nuevo a la rama donde estaba junto a Idril. –Otro día.- Contesto nervioso a su pregunta. – Mira.- – Señaló hacia el lugar donde nace el humo. - No me gusta. No sé qué es pero no me gusta.- Hablo rápido, a penas se me entiendo yo mismo al escucharme hablar. - Este es mi hogar. Debo ir a ver lo que ocurre. – Miro directamente a los ojos verdes de la elfa. –Mañana te llevaré a un lugar hermoso. Lo prometo.- Le muestro a Idril una leve sonrisa junto a mi promesa. Una sonrisa que pronto desaparece ante la amenaza que nace tras ese humo.
Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Mi mente quedó un rato vagando por la respuesta que me había dado sobre su forma de alimentarse. Lo cierto es que ya me había imaginado que podía responder algo de eso y aunque no estaba de acuerdo, no fui capaz de juzgarlo ni decir nada negativo. Sólo por mantener una salud adecuada había que incluir algo de carne, pero en mi caso era incapaz de hacerlo, era algo que me sobrepasaba y eso también me hacía propensa algunas veces a caer enferma; no importaba, aún así intentaba compensarlo y era complicado recuperarse rápido de algo tan simple como enfriarse teniendo bajos los niveles de proteína.
-¿Qué? ¿Ocurre algo?-Cuando me dijo que esperara mis pensamientos pasaron de la caza a intentar averiguar qué era lo que pasaba, ya que de repente lo noté frío y dejó de sonreír, me agradaba muy poco cuando lo hacía pero su razón tendría.
Esperé tal y como me dijo, me encontraba debajo y no arriba como él pero en cuanto lo vi trepar lo seguí, no tan alto pero sí lo suficiente como para que minutos después estuviera señalando en dirección a algo que parecía humo. Al igual que a él tampoco me dio buena sensación y borré la sonrisa de forma instantánea:
-No vas a ir solo-Le advertí, no sabía porqué pero aquello de que debía ir me sonó a que sólo le incluía a él; me negaba en rotundo-...iré contigo-Estaba decidida y eso dejaba suficientemente claro que un ''no'' no me serviría como respuesta, así que bajé con toda tranquilidad de un salto y me dispuse a orientarme hacia donde vimos el humo.
Aunque el sitio no estaba muy lejos, tendríamos que darnos prisa porque si era algún tipo de incendio, una fogata sin controlar o alguien que simplemente quisiera hacer daño a los habitantes del bosque y al propio bosque en si, la tranquilidad no tenía lugar. Por eso mismo esperé a una vez que bajó, encaminarnos hacia allí prácticamente corriendo.
En el fondo esperaba que cuando llegáramos al sitio no encontrásemos nada más que una fogata como mucho que pudiera apagarse con facilidad, pero algo me decía que no íbamos a tener tanta suerte, así que sólo nos quedaba llegar cuanto antes.
-¿Qué es ese...olor?-Conforme nos acercábamos comenzó a llegarme cierto olor que no supe identificar muy bien, pero me resultaba familiar de algún modo, como si me hubiera cruzado con ese olor antes.
-¿Qué? ¿Ocurre algo?-Cuando me dijo que esperara mis pensamientos pasaron de la caza a intentar averiguar qué era lo que pasaba, ya que de repente lo noté frío y dejó de sonreír, me agradaba muy poco cuando lo hacía pero su razón tendría.
Esperé tal y como me dijo, me encontraba debajo y no arriba como él pero en cuanto lo vi trepar lo seguí, no tan alto pero sí lo suficiente como para que minutos después estuviera señalando en dirección a algo que parecía humo. Al igual que a él tampoco me dio buena sensación y borré la sonrisa de forma instantánea:
-No vas a ir solo-Le advertí, no sabía porqué pero aquello de que debía ir me sonó a que sólo le incluía a él; me negaba en rotundo-...iré contigo-Estaba decidida y eso dejaba suficientemente claro que un ''no'' no me serviría como respuesta, así que bajé con toda tranquilidad de un salto y me dispuse a orientarme hacia donde vimos el humo.
Aunque el sitio no estaba muy lejos, tendríamos que darnos prisa porque si era algún tipo de incendio, una fogata sin controlar o alguien que simplemente quisiera hacer daño a los habitantes del bosque y al propio bosque en si, la tranquilidad no tenía lugar. Por eso mismo esperé a una vez que bajó, encaminarnos hacia allí prácticamente corriendo.
En el fondo esperaba que cuando llegáramos al sitio no encontrásemos nada más que una fogata como mucho que pudiera apagarse con facilidad, pero algo me decía que no íbamos a tener tanta suerte, así que sólo nos quedaba llegar cuanto antes.
-¿Qué es ese...olor?-Conforme nos acercábamos comenzó a llegarme cierto olor que no supe identificar muy bien, pero me resultaba familiar de algún modo, como si me hubiera cruzado con ese olor antes.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Antes de que pueda debatirla, Idril baja del árbol. No me gusta la idea de que me acompañe. Es peligroso. Si le pasará algo no me lo perdonaría. Ella es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Si muere... No. No va a morir. No quiero pensar en eso. Tengo a alguien que he está junto a mí. Una cara que ver al despertarme. Una sonrisa. No quiero pensar en perderla ahora que por fin está junto a mí.
Bajo del árbol deprisa. No tengo tiempo que perder. Cada vez veo que la humareda se hace mayor. Las chispas de color moradas y verdes aumentan por momentos. Idril ve lo mismo que yo, se adelanta hacia la zona de peligro sin que pueda decir nada. La sigo. Su paso es firme y decidido. La admiro. Ella no tiene miedo. Yo sí. No por mí, no me importa morir. Tengo miedo de que le pueda suceder algo a Idril.
-No lo sé.- Es un aroma extraño. Puede que lo haya olido antes pero, ahora no soy capaz de distiguirlo. Solo puedo pensar en el peligro que nos enfretamos más adelante.
-Idril. Dentente. - Pongo mi mano sobre su hombro para que deje de correr. La miro directamente a los ojos. No sé que decirle. Inconscientemente arrugo mi frente con gesto de pesar. - Es peligroso.- Digo al final tras un largo silencio. -Este es mi bosque, no el tuyo.- No estoy siendo sincero con ella. No me importa que esta no sea su casa, me importa lo que le pueda ocurrir. Siento el deseo de acariciar mi cicatriz. Todo el más sencillo cuando toco mi marca de desterrado. En cambio, mi mano cambia de dirección. Paso la yema de mi pulgar por la cicatriz en el ojo izquierdo de Idril. La acaricio despacio, suavemente. - No quiero perderte. Eres... Importante para mí. Me haces sonreír.- Confieso con una pequeña sonrisa. Sonrisa que desaprece al cabo de muy poco tiempo. Miro al horizonte donde las luces de color morado y verde se han apoderado de los árboles. Me doy cuenta de lo inútil que es detenerla. Ella es valiente y decidida, como yo. -Si vienes prometeme que no te pasará nada.- Le suplico con un suspiro mientras vuelvo a acariciar su cicatriz.
Bajo del árbol deprisa. No tengo tiempo que perder. Cada vez veo que la humareda se hace mayor. Las chispas de color moradas y verdes aumentan por momentos. Idril ve lo mismo que yo, se adelanta hacia la zona de peligro sin que pueda decir nada. La sigo. Su paso es firme y decidido. La admiro. Ella no tiene miedo. Yo sí. No por mí, no me importa morir. Tengo miedo de que le pueda suceder algo a Idril.
-No lo sé.- Es un aroma extraño. Puede que lo haya olido antes pero, ahora no soy capaz de distiguirlo. Solo puedo pensar en el peligro que nos enfretamos más adelante.
-Idril. Dentente. - Pongo mi mano sobre su hombro para que deje de correr. La miro directamente a los ojos. No sé que decirle. Inconscientemente arrugo mi frente con gesto de pesar. - Es peligroso.- Digo al final tras un largo silencio. -Este es mi bosque, no el tuyo.- No estoy siendo sincero con ella. No me importa que esta no sea su casa, me importa lo que le pueda ocurrir. Siento el deseo de acariciar mi cicatriz. Todo el más sencillo cuando toco mi marca de desterrado. En cambio, mi mano cambia de dirección. Paso la yema de mi pulgar por la cicatriz en el ojo izquierdo de Idril. La acaricio despacio, suavemente. - No quiero perderte. Eres... Importante para mí. Me haces sonreír.- Confieso con una pequeña sonrisa. Sonrisa que desaprece al cabo de muy poco tiempo. Miro al horizonte donde las luces de color morado y verde se han apoderado de los árboles. Me doy cuenta de lo inútil que es detenerla. Ella es valiente y decidida, como yo. -Si vienes prometeme que no te pasará nada.- Le suplico con un suspiro mientras vuelvo a acariciar su cicatriz.
Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Estando cada vez más cerca del peligro o al menos eso presentía, no podía pararme a pensar qué era ese aroma ni de qué podía resultarme familiar, pero sí me paré cuando noté la mano del elfo sobre mi hombro, en un principio lo miré algo desconcertada pero luego entendí el motivo de la pausa:
-Que no sea mi bosque no significa que no me importe lo que le ocurra-Y era la verdad, no sólo actuaba de aquella forma porque fuese el hogar de Sarez, si no porque formaba parte de la naturaleza, tanto sus árboles como sus animales tienen derecho a vivir en aquel sitio y no deben sufrir.
Pero tras decir aquello no entendí muy bien qué era lo que se le pasaba por la cabeza y noté cómo con la yema de uno de sus dedos acariciaba mi cicatriz. Puede que me hubiera sentido incómoda si fuese otra persona, pero al ser él y escuchar el resto de sus palabras no pude hacer otra cosa que sonreír levemente y aceptar su gesto, aunque estaba claro que me resultaba extraño ya que no acostumbraba a que alguien se atreviera siquiera a rozarla.
-Tú también eres importante para mí-Su sonrisa ya se ha desvanecido-...pero no puedo prometer que no vaya a suceder nada-Esperé que no malinterpretara esas palabras-Ten por seguro que tendré mucho cuidado...al igual que tú, pero hay factores que no dependen de nosotros.
Antes de que pudiera decir nada más, a lo lejos se oyó cómo un primer árbol cedió ante las llamas de ese color morado y verde que tan extrañas eran. Al momento me alerté y miré en esa dirección y me di cuenta de que la caída de dicho ser vivo no había hecho más que empeorar las cosas pues facilitó que ese fuego se extendiera con más rapidez.
Sin decir nada más y con una mirada y media sonrisa para infundarle seguridad ''animé'' a Sarez para que continuáramos, cuanto más antes tardásemos en llegar más difícil sería controlar la situación. Además, pensaba una y otra vez que no hubiera ningún animal herido, pues sería difícil tratar con ellos en tal caos.
-Que no sea mi bosque no significa que no me importe lo que le ocurra-Y era la verdad, no sólo actuaba de aquella forma porque fuese el hogar de Sarez, si no porque formaba parte de la naturaleza, tanto sus árboles como sus animales tienen derecho a vivir en aquel sitio y no deben sufrir.
Pero tras decir aquello no entendí muy bien qué era lo que se le pasaba por la cabeza y noté cómo con la yema de uno de sus dedos acariciaba mi cicatriz. Puede que me hubiera sentido incómoda si fuese otra persona, pero al ser él y escuchar el resto de sus palabras no pude hacer otra cosa que sonreír levemente y aceptar su gesto, aunque estaba claro que me resultaba extraño ya que no acostumbraba a que alguien se atreviera siquiera a rozarla.
-Tú también eres importante para mí-Su sonrisa ya se ha desvanecido-...pero no puedo prometer que no vaya a suceder nada-Esperé que no malinterpretara esas palabras-Ten por seguro que tendré mucho cuidado...al igual que tú, pero hay factores que no dependen de nosotros.
Antes de que pudiera decir nada más, a lo lejos se oyó cómo un primer árbol cedió ante las llamas de ese color morado y verde que tan extrañas eran. Al momento me alerté y miré en esa dirección y me di cuenta de que la caída de dicho ser vivo no había hecho más que empeorar las cosas pues facilitó que ese fuego se extendiera con más rapidez.
Sin decir nada más y con una mirada y media sonrisa para infundarle seguridad ''animé'' a Sarez para que continuáramos, cuanto más antes tardásemos en llegar más difícil sería controlar la situación. Además, pensaba una y otra vez que no hubiera ningún animal herido, pues sería difícil tratar con ellos en tal caos.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Siento un gran pesar al escucharla hablar. De nuevo, mi razón y mi corazón entran en una guerra interna. La razón comprende a Idril. Sabe que es peligroso, pero también sabe que, si no hacemos algo pronto, el bosque desaparece bajo esas llamas de un color tan extraño. Ella es valiente, decidida, no tiene miedo a la muerte… Al igual que yo. Eso hace que la pueda comprender y pueda aceptar sus duras palabras. Sin embargo, el corazón quiere escuchar la promesa que le había pedido a Idril. Teme por su vida. Gracias a ella, mi corazón ha despertado del sueño que causó mi soledad. Si le pasará algo, sabe que él desaparecería de nuevo, tal vez para siempre. No volvería a sonreír nunca más.
Esta vez, es la razón quien gana. No hay tiempo de sonreír. No hay tiempo de hacer nada. Tras esas llamas de color morado y verde los animales y las plantas están muriendo. Mi hogar está muriendo. –Lo entiendo.- Mi voz suena ruda. Carece de emociones y sentimientos. Es solo la razón quien habla.
A lo lejos se escucha el sonido de un árbol caer devorado por el extraño fuego. El ruido es devastador. Oigo como las llamas consumen el agua que almacena el árbol en su interior. Se parece a un llanto. El llanto de un árbol ardiendo. Idril, con su ligera sonrisa, parece que me esté animando a ir hacia allí. Es una mirada de confianza. No la decepcionaré. Intento sonreír. No puedo hacerlo. Mi razón insiste en recordarme que no hay tiempo para sonreír.
Corro. Corro tan deprisa como puedo. Voy al lugar donde se ha caído el árbol. No miro hacia atrás para asegurarme que Idril me esté siguiendo. Sé que lo hará.
Corro. He de llegar a tiempo. He de apagar el fuego. En los árboles, los animales hacen madrigueras. Son sus hogares. Ardillas, hurones, musarañas… Se están quedando sin hogares.
Llego a la zona del incendio. Encima de mí, las ramas de los árboles se tiñen del extraño color morado y verde de las llamas. El suelo quema. Lo noto en mis pies descalzos. Los vapores del humo no me dejan ver. Me asfixian. Me cuesta respirar. Arranco un trozo de la tela de mi camisa y lo uso como pañuelo para cubrirme la boca y la nariz del humo. La tela hace de barrera. Puedo respirar aire limpio y no el humo.
Corro. No importa que me duelan las plantas de los pies al caminar por un suelo en brasas. Sigo corriendo. De los árboles, caen pequeñas ramas en llamas. Se sacrifican por salvar el resto del árbol. Las esquivo. Soy ágil, puedo esquivarlas.
Ahí está. El árbol que había oído caer. Es un pino. Sus finas hojas ya se habían convertido en cenizas antes de que yo llegase. Sin embargo, puedo saber que se trata de un pino por su corteza firme y dura. Está luchando por resistir a las llamas de color morado y verde que le están devorando.
Al otro lado del tronco se encuentra un ciervo. A penas es una cría. Está confuso. Tiene miedo. Da vueltas en sí mismo. Delante suya se encuentra el tronco ardiendo, a su espalda fuego. Ve su muerte tan claro como yo le estoy viendo a él. No quiere morir. Quiere vivir, desea saltar el tronco y huir del peligro del fuego. No se atreve.
Idril, antes que marchásemos contra las llamas, me ha sonreído. Confía en mí. Recuerdo su sonrisa. Debo de hacer algo. Tengo que salvar al cervatillo. No puedo decepcionar a Idril.
Me quito la camisa. Es mi última camisa pero no me importa. La parto en dos mitades con las que cubro mis pies. Debo darme prisa. Ya no siento el calor al pisar las brasas del suelo. Ya no siento dolor. Doy unos pasos hacia atrás para hacer carrera. Suspiro. Debo tranquilizarme. Un paso en falso y podría consumirme en el fuego.
Vuelvo a correr. Directamente hacia el tronco. Corro. Corro. Corro. Debo ser rápido. Quedan poco metros para llegar al tronco. Seis. Cinco. Cuatro. Los cuento como si fueran una cuenta atrás. Tres. Dos. Uno. ¡Salto! Salto por encima de las llamas del tronco hasta llegar donde el cervatillo.
-Tranquilo.- Le digo con una suave voz. - Vengo a salvarte.- Parece que me comprende. El pequeño ciervo para de dar vueltas. Lo cargo sobre mi hombro. Repito la carrera y el salto sabiendo que ahora cargo más peso que antes.
Llego hacia el lado donde estaba. Dejo al cervatillo en el suelo. Es libre. Corre lejos de las llamas. Sabe que hoy no va a morir. Oigo el sonido de otros animales. Todos están atrapados por las llamas. No puedo salvarles a todos. Dirijo mi mirada hacia el cielo. Las llamas que se posan sobre las llamas no me dejan ver lo. Pienso en Idril. Sé que estará bien. Debo pensar que lo está. Ella me está ayudando a salvar mi hogar. Confía en mí. Yo confío en ella. Entre los dos podremos salvar el bosque de las llamas.
Esta vez, es la razón quien gana. No hay tiempo de sonreír. No hay tiempo de hacer nada. Tras esas llamas de color morado y verde los animales y las plantas están muriendo. Mi hogar está muriendo. –Lo entiendo.- Mi voz suena ruda. Carece de emociones y sentimientos. Es solo la razón quien habla.
A lo lejos se escucha el sonido de un árbol caer devorado por el extraño fuego. El ruido es devastador. Oigo como las llamas consumen el agua que almacena el árbol en su interior. Se parece a un llanto. El llanto de un árbol ardiendo. Idril, con su ligera sonrisa, parece que me esté animando a ir hacia allí. Es una mirada de confianza. No la decepcionaré. Intento sonreír. No puedo hacerlo. Mi razón insiste en recordarme que no hay tiempo para sonreír.
Corro. Corro tan deprisa como puedo. Voy al lugar donde se ha caído el árbol. No miro hacia atrás para asegurarme que Idril me esté siguiendo. Sé que lo hará.
Corro. He de llegar a tiempo. He de apagar el fuego. En los árboles, los animales hacen madrigueras. Son sus hogares. Ardillas, hurones, musarañas… Se están quedando sin hogares.
Llego a la zona del incendio. Encima de mí, las ramas de los árboles se tiñen del extraño color morado y verde de las llamas. El suelo quema. Lo noto en mis pies descalzos. Los vapores del humo no me dejan ver. Me asfixian. Me cuesta respirar. Arranco un trozo de la tela de mi camisa y lo uso como pañuelo para cubrirme la boca y la nariz del humo. La tela hace de barrera. Puedo respirar aire limpio y no el humo.
Corro. No importa que me duelan las plantas de los pies al caminar por un suelo en brasas. Sigo corriendo. De los árboles, caen pequeñas ramas en llamas. Se sacrifican por salvar el resto del árbol. Las esquivo. Soy ágil, puedo esquivarlas.
Ahí está. El árbol que había oído caer. Es un pino. Sus finas hojas ya se habían convertido en cenizas antes de que yo llegase. Sin embargo, puedo saber que se trata de un pino por su corteza firme y dura. Está luchando por resistir a las llamas de color morado y verde que le están devorando.
Al otro lado del tronco se encuentra un ciervo. A penas es una cría. Está confuso. Tiene miedo. Da vueltas en sí mismo. Delante suya se encuentra el tronco ardiendo, a su espalda fuego. Ve su muerte tan claro como yo le estoy viendo a él. No quiere morir. Quiere vivir, desea saltar el tronco y huir del peligro del fuego. No se atreve.
Idril, antes que marchásemos contra las llamas, me ha sonreído. Confía en mí. Recuerdo su sonrisa. Debo de hacer algo. Tengo que salvar al cervatillo. No puedo decepcionar a Idril.
Me quito la camisa. Es mi última camisa pero no me importa. La parto en dos mitades con las que cubro mis pies. Debo darme prisa. Ya no siento el calor al pisar las brasas del suelo. Ya no siento dolor. Doy unos pasos hacia atrás para hacer carrera. Suspiro. Debo tranquilizarme. Un paso en falso y podría consumirme en el fuego.
Vuelvo a correr. Directamente hacia el tronco. Corro. Corro. Corro. Debo ser rápido. Quedan poco metros para llegar al tronco. Seis. Cinco. Cuatro. Los cuento como si fueran una cuenta atrás. Tres. Dos. Uno. ¡Salto! Salto por encima de las llamas del tronco hasta llegar donde el cervatillo.
-Tranquilo.- Le digo con una suave voz. - Vengo a salvarte.- Parece que me comprende. El pequeño ciervo para de dar vueltas. Lo cargo sobre mi hombro. Repito la carrera y el salto sabiendo que ahora cargo más peso que antes.
Llego hacia el lado donde estaba. Dejo al cervatillo en el suelo. Es libre. Corre lejos de las llamas. Sabe que hoy no va a morir. Oigo el sonido de otros animales. Todos están atrapados por las llamas. No puedo salvarles a todos. Dirijo mi mirada hacia el cielo. Las llamas que se posan sobre las llamas no me dejan ver lo. Pienso en Idril. Sé que estará bien. Debo pensar que lo está. Ella me está ayudando a salvar mi hogar. Confía en mí. Yo confío en ella. Entre los dos podremos salvar el bosque de las llamas.
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Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Se notaba que después de que ese árbol cayera tenía más prisa que antes y en cuanto le oí decir que lo entendía y salió a correr sabiendo que lo seguiría, corrí detrás suya sin parar hasta llegar al lugar del peligro. No entendía nada de lo que teníamos a nuestro alrededor, no conocía esas llamas ni cómo se habrían producido pero algo me decía que no de una forma precisamente natural. El humo era más espeso que el de un fuego normal, lo que nos dificultaba ver a ambos por muy buena vista que tuviésemos.
-¡No!-El elfo ya ha desaparecido de mi vista y se me escapa un grito de pena al ver cómo a unos cuantos metros delante de mí cae un nido repleto de huevos sin nacer y es pasto de las llamas.
Después de eso me di cuenta de que no podía lamentarme por las vidas que no podía salvar, si no que debía reaccionar tan a tiempo como pudiera para salvar todas las que fuesen posibles. Aunque no gritaban en mi interior sí lo hacían, podía oír el lamento de los animales atrapados y el crujir de los árboles, era una situación muy difícil y casi me ahogo de no ser porque tuve que tapar mi boca con un trozo de tela rota.
Dentro de todo aquel caos había que concentrarse sobre todo visualmente para poder ver y ser más listos que el fuego. Por mucho que costara lo conseguí y distinguí a un hurón blanco correteando por las llamas del suelo. Estaba claro que los pies le ardían y no dudé ni un segundo en lanzarme a cogerlo. En un principio se asustó pero luego lo acurruqué entre la tela superior azul que cubría la parte de abajo de mi atuendo, no podía soltarlo así por las buenas porque tenía las patas quemadas y si no moría allí sería presa fácil de los depredadores.
-No te preocupes...quédate ahí-Le dije haciendo un nudo entre las telas de mi falda para crear una especie de bolsa.
Pero después de salvar al hurón no podía pensar que ya estaba hecho todo el trabajo y eso me lo recordó la figura de un cervatillo corriendo a unos cuantos metros por allí, salió de entre las llamas por un lugar seguro. Aunque notaba al animalillo en esa especie de bolsa, continué corriendo por el lugar hasta alcanzar a Sarez y tras verle me di cuenta de que no muy lejos se encontraba una cierva indecisa, no sabía si correr o saltar y arriesgar su vida porque estaba rodeada de llamas. Al momento me di cuenta de que sería la madre del anterior cervatillo y quise ir a auxiliarla, pero un árbol cayó en el espacio que nos separaba a ambas y fui incapaz de volver a verla.
En ese momento ni siquiera podía pensar en cómo podíamos extinguir las llamas, tenía la esperanza de que no llegaran muy lejos y arrasaran con todo pero a lo que más prestaba atención era a los animales.
Algunos pájaros pasaron por encima de nuestras cabezas intentando huir, seguramente abandonando sus nidos y hogares...de unos seis que pasaron sólo tres lo consiguieron, el humo era demasiado nocivo para ellos:
-¿Sarez?-No me había dado cuenta de que después de que cayera el árbol cuando fui a salvar a la cierva lo perdí de vista y me preocupé, estaba claro que lo hice, pero continué intentando salvar más criaturas, fuesen grandes o pequeñas.
-¡No!-El elfo ya ha desaparecido de mi vista y se me escapa un grito de pena al ver cómo a unos cuantos metros delante de mí cae un nido repleto de huevos sin nacer y es pasto de las llamas.
Después de eso me di cuenta de que no podía lamentarme por las vidas que no podía salvar, si no que debía reaccionar tan a tiempo como pudiera para salvar todas las que fuesen posibles. Aunque no gritaban en mi interior sí lo hacían, podía oír el lamento de los animales atrapados y el crujir de los árboles, era una situación muy difícil y casi me ahogo de no ser porque tuve que tapar mi boca con un trozo de tela rota.
Dentro de todo aquel caos había que concentrarse sobre todo visualmente para poder ver y ser más listos que el fuego. Por mucho que costara lo conseguí y distinguí a un hurón blanco correteando por las llamas del suelo. Estaba claro que los pies le ardían y no dudé ni un segundo en lanzarme a cogerlo. En un principio se asustó pero luego lo acurruqué entre la tela superior azul que cubría la parte de abajo de mi atuendo, no podía soltarlo así por las buenas porque tenía las patas quemadas y si no moría allí sería presa fácil de los depredadores.
-No te preocupes...quédate ahí-Le dije haciendo un nudo entre las telas de mi falda para crear una especie de bolsa.
Pero después de salvar al hurón no podía pensar que ya estaba hecho todo el trabajo y eso me lo recordó la figura de un cervatillo corriendo a unos cuantos metros por allí, salió de entre las llamas por un lugar seguro. Aunque notaba al animalillo en esa especie de bolsa, continué corriendo por el lugar hasta alcanzar a Sarez y tras verle me di cuenta de que no muy lejos se encontraba una cierva indecisa, no sabía si correr o saltar y arriesgar su vida porque estaba rodeada de llamas. Al momento me di cuenta de que sería la madre del anterior cervatillo y quise ir a auxiliarla, pero un árbol cayó en el espacio que nos separaba a ambas y fui incapaz de volver a verla.
En ese momento ni siquiera podía pensar en cómo podíamos extinguir las llamas, tenía la esperanza de que no llegaran muy lejos y arrasaran con todo pero a lo que más prestaba atención era a los animales.
Algunos pájaros pasaron por encima de nuestras cabezas intentando huir, seguramente abandonando sus nidos y hogares...de unos seis que pasaron sólo tres lo consiguieron, el humo era demasiado nocivo para ellos:
-¿Sarez?-No me había dado cuenta de que después de que cayera el árbol cuando fui a salvar a la cierva lo perdí de vista y me preocupé, estaba claro que lo hice, pero continué intentando salvar más criaturas, fuesen grandes o pequeñas.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Creo escuchar la voz de Idril perdida entre ruido del incendio. Su voz permanece intacta por encima del sonido de las llamas, del crujir de los árboles y del llanto de los animales que no puedo rescatar. No puedo evitar pensar en ella. Estoy preocupado por lo que pueda pasar. Me siento cansado. Bajo la venda de mi cara, oigo mi respiración pausada por el humo que había respirado. En la tela de los pies se ven agujeros creados por las brasas del suelo; pronto se consumirá del todo y mis pies volverán a pisar el ardiente suelo. Si yo estoy así, no quiero pensar en cómo estará ella.
Es irónico. Ayer nadábamos en el lago y hoy luchamos contra el fuego. Entonces, no me preocupaba de nada. Solo disfrutaba. Solo sonreía. Pero, ya no hay sonrisas. Solo un pesar en mi corazón que me sigue atormentando por no estar junto a Idril. Debo encontrarla. Debo saber si está bien.
Cae otra rama ardiendo. Los árboles, van muriendo uno a uno. Si no me doy prisa, todo el bosque morirá. En el suelo, encuentro cadáveres de animales. Pájaros, conejos, osos… Todo acaba siendo cenizas bajo el manto del fuego. Sus muertes me duelen. Cada cadáver es una astilla más que se me clava en el corazón. –Idril.- Susurro con gran pesar. No puedo evitar pensar que le ha pasado algo. No quiero imaginármela tirada en el suelo mientras las llamas de color morado y verde la deshacen como los cadáveres de estos animales. Pero, lo hago.
Una gruesa rama caída en el suelo impide que dos conejos salgan de su madriguera. ¿Qué hago? En mis pensamientos se encuentra la voz de Idril. Sé que la he escuchado. No tengo tiempo que perder. Debo ir tras Idril. Sin embargo, una vida es una vida. Sea la de un conejo o la de una elfa, todas las vidas han de valer lo mismo. Deberían valer lo mismo.
Doy una patada a la rama para hacerla rodar hacia el otro lado y cojo ambos conejos en brazos. Un macho y una hembra. El macho de color gris y la hembra de color blanco. Al cogerlos, noto un bulto en el vientre de la coneja. Está embarazada. Si no la hubiera salvado hubiera matado a toda una nueva camada de conejos.
Con los conejos en mis brazos. Voy hacia el lugar donde he creído escuchar la voz de Idril. No sonríe. No me gusta cuando no sonríe. –Idril.- El timbre de me resulta desconocido para mí mismo. No sé qué sentimiento expreso. ¿Emoción? ¿Preocupación? Es posible que ambas cosas al mismo tiempo. - ¿Estás…?- No me atrevo a terminar de formular la pregunta. –Estás.- Afirmó con una sonrisa tapada por la venda de mi boca al ver que está bien.
Le cedo la coneja. Dado su estado, no me atrevo a ponerla directamente en el suelo ardiendo. – Criará dentro de una semana.- Hablo lento. Recuerdo a todos los animales que no he podido salvar y los árboles que mueren mientras hablamos. –Lo siento. No he podido hacer más.- Idril había confiado en mí y sentía que le había fallado. -Muchos animales y plantas han muerto. No puede hacer nada. - Solo somos dos elfos. No podemos apagar un incendio.
Entre las ramas de los árboles caídas en el suelo aparece la figura de un hombre. Carece de ropa, carece de pelo y carece de cuerpo. Solo es una figura envuelta en llamas de color morado y verde.
-¡AYUDA, AYUDA, AYUDA!- Grita corriendo de un lado a otro. De alguna forma u otra, tengo la sospecha que la extraña figura del hombre es el causante del incendio.
Es irónico. Ayer nadábamos en el lago y hoy luchamos contra el fuego. Entonces, no me preocupaba de nada. Solo disfrutaba. Solo sonreía. Pero, ya no hay sonrisas. Solo un pesar en mi corazón que me sigue atormentando por no estar junto a Idril. Debo encontrarla. Debo saber si está bien.
Cae otra rama ardiendo. Los árboles, van muriendo uno a uno. Si no me doy prisa, todo el bosque morirá. En el suelo, encuentro cadáveres de animales. Pájaros, conejos, osos… Todo acaba siendo cenizas bajo el manto del fuego. Sus muertes me duelen. Cada cadáver es una astilla más que se me clava en el corazón. –Idril.- Susurro con gran pesar. No puedo evitar pensar que le ha pasado algo. No quiero imaginármela tirada en el suelo mientras las llamas de color morado y verde la deshacen como los cadáveres de estos animales. Pero, lo hago.
Una gruesa rama caída en el suelo impide que dos conejos salgan de su madriguera. ¿Qué hago? En mis pensamientos se encuentra la voz de Idril. Sé que la he escuchado. No tengo tiempo que perder. Debo ir tras Idril. Sin embargo, una vida es una vida. Sea la de un conejo o la de una elfa, todas las vidas han de valer lo mismo. Deberían valer lo mismo.
Doy una patada a la rama para hacerla rodar hacia el otro lado y cojo ambos conejos en brazos. Un macho y una hembra. El macho de color gris y la hembra de color blanco. Al cogerlos, noto un bulto en el vientre de la coneja. Está embarazada. Si no la hubiera salvado hubiera matado a toda una nueva camada de conejos.
Con los conejos en mis brazos. Voy hacia el lugar donde he creído escuchar la voz de Idril. No sonríe. No me gusta cuando no sonríe. –Idril.- El timbre de me resulta desconocido para mí mismo. No sé qué sentimiento expreso. ¿Emoción? ¿Preocupación? Es posible que ambas cosas al mismo tiempo. - ¿Estás…?- No me atrevo a terminar de formular la pregunta. –Estás.- Afirmó con una sonrisa tapada por la venda de mi boca al ver que está bien.
Le cedo la coneja. Dado su estado, no me atrevo a ponerla directamente en el suelo ardiendo. – Criará dentro de una semana.- Hablo lento. Recuerdo a todos los animales que no he podido salvar y los árboles que mueren mientras hablamos. –Lo siento. No he podido hacer más.- Idril había confiado en mí y sentía que le había fallado. -Muchos animales y plantas han muerto. No puede hacer nada. - Solo somos dos elfos. No podemos apagar un incendio.
Entre las ramas de los árboles caídas en el suelo aparece la figura de un hombre. Carece de ropa, carece de pelo y carece de cuerpo. Solo es una figura envuelta en llamas de color morado y verde.
-¡AYUDA, AYUDA, AYUDA!- Grita corriendo de un lado a otro. De alguna forma u otra, tengo la sospecha que la extraña figura del hombre es el causante del incendio.
Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Mientras lo buscaba con la mirada y moviéndome como podía pues estando parada en un punto mis botas terminarían por consumirse, dejé de mirar al suelo pues notaba cómo había cadáveres de toda clase de habitantes del bosque y eso me estaba poniendo el corazón en un puño. Aquella escena me estaba trayendo a la memoria recuerdos que no quería ni que existieran en mi mente, y eso no me gustaba nada:
-Idril-Escucho una voz a mi espalda y me giro con alegría para comprobar que es Sarez y que está bien, claro que apenas pude sonreír mucho pues se agolpaban demasiados sentimientos-...está embarazada-Afirmé en cuanto cogí a la conejita del mismo color que el hurón que seguía llevando. La abracé contra mi pecho y usé un poco de la tela de mi falda para que no respirara tanto humo-Has hecho lo que has podido, no te disculpes...ellos te lo agradecen-Me refería a las criaturas que había salvado, que salvamos los dos, debía sentirse orgulloso por ello aunque ni yo misma podía aceptar que no pudiéramos hacer mucho más.
Cuando menos lo esperé, escuché a alguien gritando a pleno pulmón y una figura humana apareció envuelta en llamas. Me pareció horrible de ver y apenas pude mantener la mirada, pero que esa persona estuviera envuelta en fuego y no se consumiera con la misma rapidez con la que lo hacían los árboles hizo que sospechara.
-¿No será...?-La verdad que no tenía muy claro lo que decir, pero sí lo que hacer. Hice una señal a Sarez para que junto a mí intentáramos apagar el fuego que rodeaba a esa persona, luego no le dejaríamos escapar ni mucho menos, antes tendría que darnos alguna que otra explicación.
Uno de los problemas era que por mi parte no podía ayudar tanto como quisiera pues llevando un hurón en una bolsa improvisada y una coneja embarazada, más además su pareja pues se lo quité al elfo de las manos, me resultaría complicado.
El hombre en llamas no paraba de correr y gritar de un lado a otro hasta que salió de entre las mismas hacia la parte del bosque a la cual aún no había llegado el incendio. Esto hizo que me alertara y corriera en su dirección, había que pararlo como fuese pues si no lo hacíamos extendería las llamas por donde pasara.
Por suerte y como iba corriendo apenas se fijaba por donde pisaba, así que tropezó con las raíces de un árbol con tan mala suerte de que incendió el mismo e intentó levantarse a toda prisa para continuar ''cundiendo el pánico''.
-Idril-Escucho una voz a mi espalda y me giro con alegría para comprobar que es Sarez y que está bien, claro que apenas pude sonreír mucho pues se agolpaban demasiados sentimientos-...está embarazada-Afirmé en cuanto cogí a la conejita del mismo color que el hurón que seguía llevando. La abracé contra mi pecho y usé un poco de la tela de mi falda para que no respirara tanto humo-Has hecho lo que has podido, no te disculpes...ellos te lo agradecen-Me refería a las criaturas que había salvado, que salvamos los dos, debía sentirse orgulloso por ello aunque ni yo misma podía aceptar que no pudiéramos hacer mucho más.
Cuando menos lo esperé, escuché a alguien gritando a pleno pulmón y una figura humana apareció envuelta en llamas. Me pareció horrible de ver y apenas pude mantener la mirada, pero que esa persona estuviera envuelta en fuego y no se consumiera con la misma rapidez con la que lo hacían los árboles hizo que sospechara.
-¿No será...?-La verdad que no tenía muy claro lo que decir, pero sí lo que hacer. Hice una señal a Sarez para que junto a mí intentáramos apagar el fuego que rodeaba a esa persona, luego no le dejaríamos escapar ni mucho menos, antes tendría que darnos alguna que otra explicación.
Uno de los problemas era que por mi parte no podía ayudar tanto como quisiera pues llevando un hurón en una bolsa improvisada y una coneja embarazada, más además su pareja pues se lo quité al elfo de las manos, me resultaría complicado.
El hombre en llamas no paraba de correr y gritar de un lado a otro hasta que salió de entre las mismas hacia la parte del bosque a la cual aún no había llegado el incendio. Esto hizo que me alertara y corriera en su dirección, había que pararlo como fuese pues si no lo hacíamos extendería las llamas por donde pasara.
Por suerte y como iba corriendo apenas se fijaba por donde pisaba, así que tropezó con las raíces de un árbol con tan mala suerte de que incendió el mismo e intentó levantarse a toda prisa para continuar ''cundiendo el pánico''.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Los animales, los árboles y las plantas mueren cuando el mar de llamas moradas y verdes se alimenta de sus cuerpos. Todo queda reducido a cenizas. Todo excepto ese hombre. Es extraño. No puedo dejar de mirar como corre de un lado a otro esperciendo llamas del mismo color que el incendio al que nos enfrentamos.
Idril comienza a hablar. No acaba la frase. “No sera…” No lo entiendo. ¿Qué es lo que es y qué es lo que no es? Ayer, la primera vez que la vi ella también hizo algo similar. Comenzó una frase que no acabo. Solo dijo “Que.” Me siento estúpido por no entenderla. Para ella, es posible, que el resto de la frase sea una obviadad. Por eso no la dice. Por eso me siento estúpido. Hace una señal hacia el fuego que rodea el hombre. Su simple gesto habla por sí solo: “Hay que apagarlo”.
Contesto movimiendo ligramente la cabeza de arriba abajo. Debemos apagarle antes que lleve el fuego a más lugares del bosque.
“No sera…” Las palabras de Idril resuenan en mi cabeza. -¡AYUDADME! – Continúa clamanado el hombre en llamas mientras corre hacia el lugar del bosque donde las llamas no han llegado. Me doy cuenta. Él es el causante del fuego el es “…el incendio”. Contesto dentro de mi cabeza la frase inacabada. Ese hombre es el indendio, es el fuego. Vaya donde vaya las llamas de color morado y verde le acompañaran.
Llevo mi mano a la madera de Viento atroz. Podría matar al hombre. Es la única manera de controlar el fuego y no se extienda hacia el interior del bosque. Acaricio la aspera madera del arco sin llegar a descolgarlo de mi espalda. No me atrevo. Matar es difícil. Quitar una vida es sencillo, vivir con ello no. El hombre en llamas no sabe lo que hace. Solo quiere recibir ayuda no que lo maten. Quito mi mano del arco. Debe de haber otra solución.
El hombre se aleja entre los árboles sanos y con él van las llamas que forman su figura. Todo el bosque acabará muerto si no hacemos algo. Miro hacia a Idril con gesto apenado. Este es mi hogar, mi paraiso. No quiero que muera. He pasado malos momentos, también buenos y un mejor momento gracias a ella. No quiero que todo eso desaparezca. Mi mirada es el reflejo de la pena que siento. Quiero poder estar de nuevo en el lago una vez más con Idril.
-¡El lago!- Grito. –El agua apagará las llamas.- Hablo emocionado. Siento que es una gran idea y me siento orgulloso de eso. – Hay que llevarle al lago.-
Idril comienza a hablar. No acaba la frase. “No sera…” No lo entiendo. ¿Qué es lo que es y qué es lo que no es? Ayer, la primera vez que la vi ella también hizo algo similar. Comenzó una frase que no acabo. Solo dijo “Que.” Me siento estúpido por no entenderla. Para ella, es posible, que el resto de la frase sea una obviadad. Por eso no la dice. Por eso me siento estúpido. Hace una señal hacia el fuego que rodea el hombre. Su simple gesto habla por sí solo: “Hay que apagarlo”.
Contesto movimiendo ligramente la cabeza de arriba abajo. Debemos apagarle antes que lleve el fuego a más lugares del bosque.
“No sera…” Las palabras de Idril resuenan en mi cabeza. -¡AYUDADME! – Continúa clamanado el hombre en llamas mientras corre hacia el lugar del bosque donde las llamas no han llegado. Me doy cuenta. Él es el causante del fuego el es “…el incendio”. Contesto dentro de mi cabeza la frase inacabada. Ese hombre es el indendio, es el fuego. Vaya donde vaya las llamas de color morado y verde le acompañaran.
Llevo mi mano a la madera de Viento atroz. Podría matar al hombre. Es la única manera de controlar el fuego y no se extienda hacia el interior del bosque. Acaricio la aspera madera del arco sin llegar a descolgarlo de mi espalda. No me atrevo. Matar es difícil. Quitar una vida es sencillo, vivir con ello no. El hombre en llamas no sabe lo que hace. Solo quiere recibir ayuda no que lo maten. Quito mi mano del arco. Debe de haber otra solución.
El hombre se aleja entre los árboles sanos y con él van las llamas que forman su figura. Todo el bosque acabará muerto si no hacemos algo. Miro hacia a Idril con gesto apenado. Este es mi hogar, mi paraiso. No quiero que muera. He pasado malos momentos, también buenos y un mejor momento gracias a ella. No quiero que todo eso desaparezca. Mi mirada es el reflejo de la pena que siento. Quiero poder estar de nuevo en el lago una vez más con Idril.
-¡El lago!- Grito. –El agua apagará las llamas.- Hablo emocionado. Siento que es una gran idea y me siento orgulloso de eso. – Hay que llevarle al lago.-
Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Conforme se tropezó no tardó mucho en levantarse y seguir gritando, aunque esta vez no echó a correr con la misma rapidez y presté atención a la reacción de mi compañero. Parecía que estaba pensando lo que debíamos hacer y no le culpaba, era difícil, porque en mi caso también se me había pasado por la mente eliminarlo; lo deseché al momento.
-¡Ayuda, ayuda!-El hombre insistía una y otra vez gritando sin parar hasta que comenzó a alejarse de nuevo, extendiendo el fuego sin pausa alguna-...tenemos que hacer alg...-Justo cuando iba a hablar, Sarez dio con la solución y con mucho orgullo decide que lo mejor es llevarlo al lago.
No dudé ni un segundo de su idea, lo cual nos hizo ganar tiempo porque en un primer momento, al menos yo, me adelanté como buenamente pude hasta la posición donde se encontraba el hombre, ahí subí la voz para que me oyera y no continuara gritando:
-¡Escucha!-Me costó unos dos intentos o tres conseguir captar su atención y que parara en seco, era demasiado horrible ver cómo el lecho de hojas a sus pies se convertía en ceniza en apenas segundos-¡Escucha nuestras indicaciones y llegarás hasta el lago!
No escuché que pronunciara ninguna respuesta negativa o positiva al respecto, pero ya que quería salvarse no pareció oponer ''resistencia''. El problema era que yo no podía correr lo suficientemente rápido llevando a los animales encima y tampoco conocía el bosque lo suficientemente bien como para guiarlo sin perdernos. Lo cual significaba que estaba en manos de Sarez el salvar su hogar, el sitio en el que nos encontrábamos. Sería ahora o nunca, tendría una sola oportunidad para conducirlo hasta el agua y esperar con ello que las llamas se extinguieran.
-Vamos...¡tú puedes!-Lo animé haciéndole una señal para que comenzara, no había tiempo que perder, ya se había alejado lo suficiente del foco central del incendio.
-¡Ayuda, ayuda!-El hombre insistía una y otra vez gritando sin parar hasta que comenzó a alejarse de nuevo, extendiendo el fuego sin pausa alguna-...tenemos que hacer alg...-Justo cuando iba a hablar, Sarez dio con la solución y con mucho orgullo decide que lo mejor es llevarlo al lago.
No dudé ni un segundo de su idea, lo cual nos hizo ganar tiempo porque en un primer momento, al menos yo, me adelanté como buenamente pude hasta la posición donde se encontraba el hombre, ahí subí la voz para que me oyera y no continuara gritando:
-¡Escucha!-Me costó unos dos intentos o tres conseguir captar su atención y que parara en seco, era demasiado horrible ver cómo el lecho de hojas a sus pies se convertía en ceniza en apenas segundos-¡Escucha nuestras indicaciones y llegarás hasta el lago!
No escuché que pronunciara ninguna respuesta negativa o positiva al respecto, pero ya que quería salvarse no pareció oponer ''resistencia''. El problema era que yo no podía correr lo suficientemente rápido llevando a los animales encima y tampoco conocía el bosque lo suficientemente bien como para guiarlo sin perdernos. Lo cual significaba que estaba en manos de Sarez el salvar su hogar, el sitio en el que nos encontrábamos. Sería ahora o nunca, tendría una sola oportunidad para conducirlo hasta el agua y esperar con ello que las llamas se extinguieran.
-Vamos...¡tú puedes!-Lo animé haciéndole una señal para que comenzara, no había tiempo que perder, ya se había alejado lo suficiente del foco central del incendio.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Cada minuto que estoy con Idril me siento más estúpido. Ella estaba hablando y yo la he silenciado con un grito cargado de orgullo. La he ofendido. Bajo mi mirada hacia el suelo. Cuando estaba solo nadie me hablaba. Era todo más fácil. Mis conversaciones eran limitadas para los animales. Ellos no me van a contestar con palabras. Es fácil hablarles porque no he de esperar una respuesta.
Miro hacia el conejo que sigue en mis manos. Me hace cosquillas en los brazos con sus bigotes. Con él me entendería mejor. Mas, no quiero estar con él. Quiero estar con Idril. Ella me hace sonreír.
Idril intenta llamar la atención del hombre en llamas. Es difícil pues él no deja de correr y dar vueltas como un roedor atrapado en una caja. Después de varios intentos fallidos, el hombre en llamas se queda quieto. Sigue llorando, pero quieto y callado. Idril le tranquiliza. Le dice que le llevaremos al lago. Suena decidida, valiente y, sobre todo, sincera. No hay dolor en su voz, ni represaría por haber quemado gran parte del bosque. En su voz está una promesa. La promesa de que le ayudaremos y apagaremos el fuego de estos bosques. Yo no hubiera podido hablar de ese modo. De no estar Idril conmigo, no hubiera podido ayudarle
El hombre no contesta. Está asustado. Para él, somos dos desconocidos armados que intentan salvarle la vida.
Lo más peligroso no ha sido entrar en el incendio. Lo más peligroso viene ahora: Correr sabiendo que el hombre que lleva el incendio te persigue. Idril me mira. La miro. Está cargada con la coneja preñada, el cervatillo y una cierva, la cual creo que es su madre, la acompañan a su espalda y un hurón de color blanco sobresale de sus prendas. Los animales dependen de ella. No puede ir cargada, además, de un incendio. No puedo ver su boca, al igual como la mía, está tapada con un trozo de tela. Sin embargo, me imagino que bajo esa venda se esconde una sonrisa que acompaña a sus palabras alentadoras.
El fuego de color morado y verde es cada vez más intenso. Siento como mi pecho desnudo arde por el calor de las llamas. Me siento débil. A pesar de la venda de mi boca, he respirado mucho humo y poco aire sano. Estoy cansado, débil y herido. No puedo correr una carrera contra el fuego. Tengo miedo de fracasar.
Me quito la venda de mi cara. Bajo el conejo a tierra, quien deprisa busca las piernas de Idril para cobijarse. Me quito los trozos de camisa quemada que cubren mis pies. Solo me queda sonreír. Una sonrisa dirigida solo para Idril. Una sonrisa que habla sin palabras: “Gracias; te quiero.”
No voy a rendirme.
Corro. La carrera ha comenzado. La tela de mi boca y las vendas de mis pies hubieran sido estorbos a la hora de correr. Necesito ser rápido. Necesito ser ágil. Necesito llegar a tiempo antes de que el fuego vaya a más.
Corro. El hombre de llamas me sigue. Es rápido. Una llamarada habita en su interior. El mismo fuego que le quema le hace más poderoso. No estoy teniendo una carrera contra un hombre. Estoy luchando contra un incendio. Contra el fuego. Contra uno de los principales elementos de la naturaleza. Y yo la estoy ganando.
Miro hacia el conejo que sigue en mis manos. Me hace cosquillas en los brazos con sus bigotes. Con él me entendería mejor. Mas, no quiero estar con él. Quiero estar con Idril. Ella me hace sonreír.
Idril intenta llamar la atención del hombre en llamas. Es difícil pues él no deja de correr y dar vueltas como un roedor atrapado en una caja. Después de varios intentos fallidos, el hombre en llamas se queda quieto. Sigue llorando, pero quieto y callado. Idril le tranquiliza. Le dice que le llevaremos al lago. Suena decidida, valiente y, sobre todo, sincera. No hay dolor en su voz, ni represaría por haber quemado gran parte del bosque. En su voz está una promesa. La promesa de que le ayudaremos y apagaremos el fuego de estos bosques. Yo no hubiera podido hablar de ese modo. De no estar Idril conmigo, no hubiera podido ayudarle
El hombre no contesta. Está asustado. Para él, somos dos desconocidos armados que intentan salvarle la vida.
Lo más peligroso no ha sido entrar en el incendio. Lo más peligroso viene ahora: Correr sabiendo que el hombre que lleva el incendio te persigue. Idril me mira. La miro. Está cargada con la coneja preñada, el cervatillo y una cierva, la cual creo que es su madre, la acompañan a su espalda y un hurón de color blanco sobresale de sus prendas. Los animales dependen de ella. No puede ir cargada, además, de un incendio. No puedo ver su boca, al igual como la mía, está tapada con un trozo de tela. Sin embargo, me imagino que bajo esa venda se esconde una sonrisa que acompaña a sus palabras alentadoras.
El fuego de color morado y verde es cada vez más intenso. Siento como mi pecho desnudo arde por el calor de las llamas. Me siento débil. A pesar de la venda de mi boca, he respirado mucho humo y poco aire sano. Estoy cansado, débil y herido. No puedo correr una carrera contra el fuego. Tengo miedo de fracasar.
Me quito la venda de mi cara. Bajo el conejo a tierra, quien deprisa busca las piernas de Idril para cobijarse. Me quito los trozos de camisa quemada que cubren mis pies. Solo me queda sonreír. Una sonrisa dirigida solo para Idril. Una sonrisa que habla sin palabras: “Gracias; te quiero.”
No voy a rendirme.
Corro. La carrera ha comenzado. La tela de mi boca y las vendas de mis pies hubieran sido estorbos a la hora de correr. Necesito ser rápido. Necesito ser ágil. Necesito llegar a tiempo antes de que el fuego vaya a más.
Corro. El hombre de llamas me sigue. Es rápido. Una llamarada habita en su interior. El mismo fuego que le quema le hace más poderoso. No estoy teniendo una carrera contra un hombre. Estoy luchando contra un incendio. Contra el fuego. Contra uno de los principales elementos de la naturaleza. Y yo la estoy ganando.
Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Mi mirada iba del hombre en llamas que estaba totalmente quieto a Sarez, quien estaba quitándose el trozo de tela de la boca y me dedicó una sonrisa antes de salir corriendo; por unos instantes esa sonrisa suya permaneció en mi mente.
En un primer momento cuando la ''carrera'' comenzó, no tuve muy claro si sería correcto seguirlos o quedarme en la posición en la que estaba. Opté por lo primero, ya que las llamas estaban peligrosamente cerca.
Antes de comenzar a caminar tomé al otro conejo en brazos para que no le pasara nada e intenté recordar el recorrido que estaba haciendo Sarez a base de correr para guiar al que creía culpable de todo aquel desastre. Era curioso, porque también me di cuenta de que el cervatillo de antes y la que suponía que era su madre seguían mis pasos, por algún motivo tenía la sensación de que querían comprobar que salvábamos el bosque, me alegraba que confiaran en mí, en nosotros.
Conforme me iba acercando al lugar siguiendo el camino que el elfo había elegido, el rastro de llamas que estaba dejando el hombre se extendía, lo que significaba que quedaría muy poco tiempo para que el incendio fuese realmente imparable. Sólo teníamos esa oportunidad y algo en mí no paraba de rezar a un dios que no tenía para que saliera bien.
-¡Cuidado...!-Advertí a ambas criaturas que me seguían antes de que la rama de un árbol se desplomara como si nada al lado nuestro.
De lejos pude oír en ese momento y con toda claridad cómo alguien se tiraba al agua de manera precipitada. Fue en ese momento cuando se me iluminó un poco la cara y me di cuenta de que lo habíamos logrado, Sarez lo había hecho.
El camino de llamas que el hombre había ido dejando al estar siendo guiado ahora comenzaba a desaparecer, las llamas moradas y verdes estaban pasando a ser de un solo color, morado, para luego en algunas partes ir desapareciendo gradualmente.
Con toda mi alegría terminé el camino que quedaba hasta llegar al bosque y allí vi cómo el hombre estaba aún en el agua, me resultaba extraño que en su piel no hubiese ningún rastro de quemaduras ni nada que se le pareciese. Felicité al salvador con una gran sonrisa después de quitarme la tela de la boca y con ambos conejos en brazos y luego me quedé ahí, parada, pensando en cómo debíamos actuar ahora ante el que había sido el causante de todo.
En un primer momento cuando la ''carrera'' comenzó, no tuve muy claro si sería correcto seguirlos o quedarme en la posición en la que estaba. Opté por lo primero, ya que las llamas estaban peligrosamente cerca.
Antes de comenzar a caminar tomé al otro conejo en brazos para que no le pasara nada e intenté recordar el recorrido que estaba haciendo Sarez a base de correr para guiar al que creía culpable de todo aquel desastre. Era curioso, porque también me di cuenta de que el cervatillo de antes y la que suponía que era su madre seguían mis pasos, por algún motivo tenía la sensación de que querían comprobar que salvábamos el bosque, me alegraba que confiaran en mí, en nosotros.
Conforme me iba acercando al lugar siguiendo el camino que el elfo había elegido, el rastro de llamas que estaba dejando el hombre se extendía, lo que significaba que quedaría muy poco tiempo para que el incendio fuese realmente imparable. Sólo teníamos esa oportunidad y algo en mí no paraba de rezar a un dios que no tenía para que saliera bien.
-¡Cuidado...!-Advertí a ambas criaturas que me seguían antes de que la rama de un árbol se desplomara como si nada al lado nuestro.
De lejos pude oír en ese momento y con toda claridad cómo alguien se tiraba al agua de manera precipitada. Fue en ese momento cuando se me iluminó un poco la cara y me di cuenta de que lo habíamos logrado, Sarez lo había hecho.
El camino de llamas que el hombre había ido dejando al estar siendo guiado ahora comenzaba a desaparecer, las llamas moradas y verdes estaban pasando a ser de un solo color, morado, para luego en algunas partes ir desapareciendo gradualmente.
Con toda mi alegría terminé el camino que quedaba hasta llegar al bosque y allí vi cómo el hombre estaba aún en el agua, me resultaba extraño que en su piel no hubiese ningún rastro de quemaduras ni nada que se le pareciese. Felicité al salvador con una gran sonrisa después de quitarme la tela de la boca y con ambos conejos en brazos y luego me quedé ahí, parada, pensando en cómo debíamos actuar ahora ante el que había sido el causante de todo.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Corro. No puedo fallar. Echo una mirada hacia atrás. El fuego se expande a nuestro paso. Los árboles sanos comienzan arder. Morirán. Los animales que habitan en su interior serán los primeros en morir. Solo puedo lamentarme por ellos. El hombre en vuelto en llamas de color morado y verde me está persiguiendo. No puedo entretenerme a salvar todas las vidas que, tras los pasos del hombre en llamas, mueren hundidos en un mar de fuego.
El lago está cerca. Mi pequeño paraíso. El hombre es el incendio. Si apagamos al hombre se apaga el incendio. Es sencillo. Esa es la idea. Suena tan simple y tan complicado al mismo tiempo. A escasos metros del agua, empiezo a dudar de mi propia idea. Podría apagar las llamas del hombre, pero nada me aseguraba que se apagasen también las llamas del bosque. Nada, salvo su extraño color. Si eso no ocurre. Todo lo que he hecho no ha servido de nada.
¡No! No debo pensar en fallar.
Salto. El hombre en llamas salta tras de mí con un grito desgarrador. El agua apaga su fuego. Las llamas de color morado y verde que inundan el bosque van desapareciendo. Una a una, las llamas. Sonrío. Lo hemos conseguido.
El hombre nada hacia mí. –Elfo.- Su aspecto es atroz. No parece un hombre. Es como uno de esos maniquíes que utilizan los comerciales para mostrar sus prendas. Carece de pelo, de uñas, de arugas ni de ninguna otra característica. Solo es una figura. Un maniquí. –El fuego ha quemado mi alma. Voy a morir. Debes hacerme un favor.- Me mira directamente a los ojos. - Bajo el sótano de mi casa están mis trabajos. Mis libros, mis herramientas, mis runas…. ¡Destrúyelo! Destruye todo lo que haya. No me permitas que mi hija lo lea… - El fuego de color morado y verde brota de su boca mientras está hablando. Esta vez, incluso dentro del agua, las llamas acaban consumiéndole empezando desde el interior de su alma hasta el exterior de su carne.
Idril me espera fuera del lago. Voy hacia ella. Intento devolverle su sonrisa. No puedo. Las palabras del hombre resuenan en mí interior. Ha muerto. No he podido salvarle. Hemos salvado un bosque entero, pero no al hombre que ardió por él.
-No he podido…- Miro hacia el lago ahora vacío. - Ha muerto.- Siento como si hubiera sacrificado su vida por salvar mi hogar. Lo he matado yo. –Lo siento.- No puedo disimular la pena que siento en mi corazón.
El lago está cerca. Mi pequeño paraíso. El hombre es el incendio. Si apagamos al hombre se apaga el incendio. Es sencillo. Esa es la idea. Suena tan simple y tan complicado al mismo tiempo. A escasos metros del agua, empiezo a dudar de mi propia idea. Podría apagar las llamas del hombre, pero nada me aseguraba que se apagasen también las llamas del bosque. Nada, salvo su extraño color. Si eso no ocurre. Todo lo que he hecho no ha servido de nada.
¡No! No debo pensar en fallar.
Salto. El hombre en llamas salta tras de mí con un grito desgarrador. El agua apaga su fuego. Las llamas de color morado y verde que inundan el bosque van desapareciendo. Una a una, las llamas. Sonrío. Lo hemos conseguido.
El hombre nada hacia mí. –Elfo.- Su aspecto es atroz. No parece un hombre. Es como uno de esos maniquíes que utilizan los comerciales para mostrar sus prendas. Carece de pelo, de uñas, de arugas ni de ninguna otra característica. Solo es una figura. Un maniquí. –El fuego ha quemado mi alma. Voy a morir. Debes hacerme un favor.- Me mira directamente a los ojos. - Bajo el sótano de mi casa están mis trabajos. Mis libros, mis herramientas, mis runas…. ¡Destrúyelo! Destruye todo lo que haya. No me permitas que mi hija lo lea… - El fuego de color morado y verde brota de su boca mientras está hablando. Esta vez, incluso dentro del agua, las llamas acaban consumiéndole empezando desde el interior de su alma hasta el exterior de su carne.
Idril me espera fuera del lago. Voy hacia ella. Intento devolverle su sonrisa. No puedo. Las palabras del hombre resuenan en mí interior. Ha muerto. No he podido salvarle. Hemos salvado un bosque entero, pero no al hombre que ardió por él.
-No he podido…- Miro hacia el lago ahora vacío. - Ha muerto.- Siento como si hubiera sacrificado su vida por salvar mi hogar. Lo he matado yo. –Lo siento.- No puedo disimular la pena que siento en mi corazón.
Sarez
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Cuando menos lo esperé y mientras el hombre parecía estar diciendo algo a Sarez, vi cómo comenzaba a consumirse. Me quedé pasmada, clavada en el sitio, no entendía cómo después de haber soportado todas aquellas llamas a su alrededor moría ahora, justo cuando le había salvado.
Cogí un poco de aire, él venía hacia mí y estaba claramente apenado, aunque lo recibí con una sonrisa se disculpó por haber fallado:
-No ha muerto por tu culpa-Mis palabras serían un poco duras, pero eran la realidad-...él ha sido el culpable del incendio, muchos animales han muerto, no podíamos saber que le pasaría eso después de entrar en el agua-Estaba claro que a mí también me apenaba que después de todo lo ocurrido y por muy culpable que hubiera sido muriese, pero en ese momento me importaba más el elfo y su bienestar, que no se culpara sin necesidad.
Los dos animales que me seguían llegaron minutos después al lugar, parecían más tranquilos y se acercaron a nosotros dos hasta colocar sus morros a centímetros: querían que los acariciásemos, era una forma de agradecernos lo que habíamos hecho.
Coloqué como buenamente pude una mano sobre la frente del cervatillo, sujetando a los dos conejos entre mis brazos era complicado pero sonreí de forma sincera al hacerlo. Aunque por dentro pensaba que se había perdido una vida humana, habíamos salvado otras muchas gracias a la extinción del incendio y me resultaba complicado no mostrar cariño hacia aquellas criaturas.
-Ahora podréis buscar una nueva madriguera-Le dije a la coneja y su pareja que tenía en brazos.
El roedor macho decidió que estaba ya un tanto cansado de que lo cogiera y lo bajé, regresó a olisquear a Sarez y en ese momento noté cómo el bosque había regresado a su calma habitual. Estaba claro que le costaría recuperar los animales perdidos, los árboles, la flora en si, pero no quedaba ni rastro del caos anterior.
Cogí un poco de aire, él venía hacia mí y estaba claramente apenado, aunque lo recibí con una sonrisa se disculpó por haber fallado:
-No ha muerto por tu culpa-Mis palabras serían un poco duras, pero eran la realidad-...él ha sido el culpable del incendio, muchos animales han muerto, no podíamos saber que le pasaría eso después de entrar en el agua-Estaba claro que a mí también me apenaba que después de todo lo ocurrido y por muy culpable que hubiera sido muriese, pero en ese momento me importaba más el elfo y su bienestar, que no se culpara sin necesidad.
Los dos animales que me seguían llegaron minutos después al lugar, parecían más tranquilos y se acercaron a nosotros dos hasta colocar sus morros a centímetros: querían que los acariciásemos, era una forma de agradecernos lo que habíamos hecho.
Coloqué como buenamente pude una mano sobre la frente del cervatillo, sujetando a los dos conejos entre mis brazos era complicado pero sonreí de forma sincera al hacerlo. Aunque por dentro pensaba que se había perdido una vida humana, habíamos salvado otras muchas gracias a la extinción del incendio y me resultaba complicado no mostrar cariño hacia aquellas criaturas.
-Ahora podréis buscar una nueva madriguera-Le dije a la coneja y su pareja que tenía en brazos.
El roedor macho decidió que estaba ya un tanto cansado de que lo cogiera y lo bajé, regresó a olisquear a Sarez y en ese momento noté cómo el bosque había regresado a su calma habitual. Estaba claro que le costaría recuperar los animales perdidos, los árboles, la flora en si, pero no quedaba ni rastro del caos anterior.
Idril Elensar
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Re: Consecuencia imprudente [Libre][Interpretativo][1/1][Cerrado]
Necesito abrazarla. Necesito sentir lo mismo que sentí ayer mientras la miraba a sus ojos verdes. Necesito sonreír. Necesito… no sé expresar qué es lo que necesito. Sé que es algo que solo ella me puede dar. Pero, no sé que es.
Sus palabras me reconfortan. El hombre envuelto en llamas era el incendio. El fuego se había apoderado de él. Solo era un medio de transporte por el cual extender su mal. Sin embargo, no dejo de preguntarme la diferencia entre matarle con Vientoatroz y tirarle al agua. Con una flecha hubiera muerto en el acto. No hubiera hecho necesidad de hacerle correr por la parte del bosque sana. Muchos árboles y más animales han muerto por mi culpa, por hacer correr al hombre en llamas. Árboles y animales que no hubieran muerto si le hubiera clavado una flecha en la cabeza.
No teníamos forma de saberlo. Lo sé. Pero no por ello me hace sentir mejor. Duele tomar decisiones.
Los ciervos vienen a felicitarnos por nuestro trabajo. Miro a mi alrededor. Los pájaros vuelven a cantar. Veo ardillas trepar por los árboles negros debido a la corteza quemada. A lo lejos, alcanzo a ver a un jabalí rebuscando entre las cenizas del incendio buscando algo que comer. Vuelve a haber vida en este bosque. El fuego se ha ido. Harán falta semanas para que mi hogar vuelva a ser un paraíso. Debería estar orgulloso. Hemos hecho un buen trabajo.
El conejo gris baja de los brazos de Idril. Viene a mis pies. Parece que diga: “Gracias”. Evito devolverle la mirada. Hay cosas más importantes.
–Idril.- Mi voz suena como si fuera una pregunta sin que yo quisiera preguntar nada. Ella ha rescatado a la mayor parte de los animales. Es ella a quien deberían agradecer. Trago saliva. Creo no tener fuerzas para decir algo tan importante. – El hombre me ha pedido un último favor.- Hablo despacio. Debo seleccionar las palabras adecuadas a la hora de hablar sobre la voluntad de un muerto. – En el sótano de su casa guarda su trabajo. Me ha pedido que lo destruya.- Me doy cuenta de lo poco que sé de él. No sé su nombre ni el color de su casa. De estar en algún lugar debe ser la ciudad de Lunargenta. No estoy seguro. Me siento inseguro. - ¿Vendrás conmigo? –Sin ella estoy perdido.
–Hay otra cosa que quiere pedirte.- Cojo sus manos con suma delicadeza, la miro directamente a sus hermosos ojos verdes, me armo de valor y hablo. – Enséñame.- Idril me ha enseñado cosas que nadie más ha hecho. Me ha enseñado a sonreír, me ha enseñado lo que es un abrazo y, lo más importante, me ha enseñado lo que se siente cuando alguien a quien quieres está a tu lado. Sin embargo, siento que vivimos en mundos diferentes. No sé hablar correctamente, muchas son las palabras que desconozco y todas me cuestan pronunciarlas. No es sólo en lenguaje. Mis ropas. Solo me queda el pantalón que llevo puesto; ella viste como vestían las princesas de los cuentos que mi madre me contaba cuando era un niño. En la ciudad todo es extraño. Ella proviene de la ciudad en el bosque de los elfos. Ha estado con ellos. Quiero que me enseñe a vivir con otras personas. Quiero dejar de estar solo.
Sus palabras me reconfortan. El hombre envuelto en llamas era el incendio. El fuego se había apoderado de él. Solo era un medio de transporte por el cual extender su mal. Sin embargo, no dejo de preguntarme la diferencia entre matarle con Vientoatroz y tirarle al agua. Con una flecha hubiera muerto en el acto. No hubiera hecho necesidad de hacerle correr por la parte del bosque sana. Muchos árboles y más animales han muerto por mi culpa, por hacer correr al hombre en llamas. Árboles y animales que no hubieran muerto si le hubiera clavado una flecha en la cabeza.
No teníamos forma de saberlo. Lo sé. Pero no por ello me hace sentir mejor. Duele tomar decisiones.
Los ciervos vienen a felicitarnos por nuestro trabajo. Miro a mi alrededor. Los pájaros vuelven a cantar. Veo ardillas trepar por los árboles negros debido a la corteza quemada. A lo lejos, alcanzo a ver a un jabalí rebuscando entre las cenizas del incendio buscando algo que comer. Vuelve a haber vida en este bosque. El fuego se ha ido. Harán falta semanas para que mi hogar vuelva a ser un paraíso. Debería estar orgulloso. Hemos hecho un buen trabajo.
El conejo gris baja de los brazos de Idril. Viene a mis pies. Parece que diga: “Gracias”. Evito devolverle la mirada. Hay cosas más importantes.
–Idril.- Mi voz suena como si fuera una pregunta sin que yo quisiera preguntar nada. Ella ha rescatado a la mayor parte de los animales. Es ella a quien deberían agradecer. Trago saliva. Creo no tener fuerzas para decir algo tan importante. – El hombre me ha pedido un último favor.- Hablo despacio. Debo seleccionar las palabras adecuadas a la hora de hablar sobre la voluntad de un muerto. – En el sótano de su casa guarda su trabajo. Me ha pedido que lo destruya.- Me doy cuenta de lo poco que sé de él. No sé su nombre ni el color de su casa. De estar en algún lugar debe ser la ciudad de Lunargenta. No estoy seguro. Me siento inseguro. - ¿Vendrás conmigo? –Sin ella estoy perdido.
–Hay otra cosa que quiere pedirte.- Cojo sus manos con suma delicadeza, la miro directamente a sus hermosos ojos verdes, me armo de valor y hablo. – Enséñame.- Idril me ha enseñado cosas que nadie más ha hecho. Me ha enseñado a sonreír, me ha enseñado lo que es un abrazo y, lo más importante, me ha enseñado lo que se siente cuando alguien a quien quieres está a tu lado. Sin embargo, siento que vivimos en mundos diferentes. No sé hablar correctamente, muchas son las palabras que desconozco y todas me cuestan pronunciarlas. No es sólo en lenguaje. Mis ropas. Solo me queda el pantalón que llevo puesto; ella viste como vestían las princesas de los cuentos que mi madre me contaba cuando era un niño. En la ciudad todo es extraño. Ella proviene de la ciudad en el bosque de los elfos. Ha estado con ellos. Quiero que me enseñe a vivir con otras personas. Quiero dejar de estar solo.
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