Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Página 1 de 1. • Comparte
Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Encontrar comida en medio del bosque es difícil. Parece fácil. No lo es. La gente piensa que hay comida en los árboles frutales. La gente piensa que en verano los animales salen de sus madrigueras. Creen que es más fácil comer frutas y cazar animales. No lo es. En verano, la fruta se estropea antes. Es por culpa de los insectos. Ellos son quienes estropean la fruta antes de que yo me la pueda comer. En verano, no solo los conejos salen de sus madrigueras. Hay osos, pumas, lobos y todo tipo de animales salvajes dispuestos a cazar y a cazarme.
Hace días que solo me alimento a base de unas pocas bayas que encuentro por los arbustos. Eso no es comida. Necesito comer. A lo lejos veo un pequeño humo ondulando por el cielo. No viene del bosque, viene de más allá de mi bosque. Hay una pequeña cabaña de madera. Gente. Gente que cocina. En otras circunstancias no me atrevería a ir hacia la cabaña, pero tengo hambre. Quiero comer. No me lo pienso más de lo necesario y voy a la casa de madera con la esperanza de poder entrar sin que nadie me vea, coger comida e irme como si nada hubiera pasado. Por favor que tengan una tarta de manzana.
Al llegar noto un aroma conocido. Huele a muerte. No le doy importancia. Mi hambre mantiene la esperanza de que ese aroma sea señal de que han cazado algo sabroso y lo están cocinando.
Soy precavido. Antes de entrar, me asomo por la ventana. Si no es por el olor, la casa parece completamente desierta. No hay rastro de que allí hubiera vivido alguien. No hay comida. No está la tarta de manzana que tanto había deseado. El único signo de que allí habita alguien es el fuego de la chimenea.
El olor se hace cada vez más insoportable. Viene de la planta de arriba. Mi esperanza de encontrar comida es cada vez más escasa. Subo a las habitaciones de arriba. Hay tres cuartos. Dos pequeños laterales y uno más grande que queda justo en frente de la escalera. Abro el primer cuarto de la derecha. Solo hay una coma y un armario vacío. Segundo cuarto. Solo hay una cama. Pruebo suerte con el cuarto central. No me creo lo que veo. Simplemente, es demasiado horrendo para creerlo. Cierro la puerta muy despacio. No quiero que se hayan dado cuenta de que les he visto. Tenía razón, en la cabaña había comida, pero no es para mí. Cuatro enormes lobos están teniendo un festín con los cuerpos desembrados de una mujer y dos niños, al juzgar por las ropas, uno de los niños es una niña; no hay forma de saberlo con certeza pues no se le puede ver la cara. Ya no tiene cara.
La puerta chirría al cerrarla. Los lobos me plantan las orejas. Me miran. Les veo. Corro. Me persiguen. Corro más rápido. Bajo las escaleras de un salto. Salgo por la misma ventana que había entrado. Los lobos me siguen persiguiendo. Huyo por el bosque que conozco. Esta es mi zona. Tengo ventaja. Debería tener ventaja. Dos de los lobos avanzan más rápido que yo, cada uno por un lateral, uno por mi izquierda otro por mi derecha, los otros dos me persiguen por detrás. Tengo la sensación de haber perdido mi ventaja. Es como si me estuvieran guiando. Como si no quisieran que perdiese el camino que ellos me obligan a seguir.
Llego a un claro. Aquí les podré tomar la delantera. Otra vez, los lobos demostraron ser más sabios que yo. En el claro, más lobos me están esperando. De sus bocas veo salir una espuma de color blanca y sus ojos están coloreados de rojo fuego.
Los lobos delante. Lobos a la izquierda. Lobos a la derecha. Lobos detrás. Me han traído a una emboscada. Me única oportunidad es subir al árbol más cercano. Arriba del árbol estoy seguro. Trepo de rama en rama tan rápido como puedo. Arriba del árbol estoy seguro. Aquí no pueden hacerme nada. No pueden hacer lo que le han hecho a esa familia.
Hace días que solo me alimento a base de unas pocas bayas que encuentro por los arbustos. Eso no es comida. Necesito comer. A lo lejos veo un pequeño humo ondulando por el cielo. No viene del bosque, viene de más allá de mi bosque. Hay una pequeña cabaña de madera. Gente. Gente que cocina. En otras circunstancias no me atrevería a ir hacia la cabaña, pero tengo hambre. Quiero comer. No me lo pienso más de lo necesario y voy a la casa de madera con la esperanza de poder entrar sin que nadie me vea, coger comida e irme como si nada hubiera pasado. Por favor que tengan una tarta de manzana.
Al llegar noto un aroma conocido. Huele a muerte. No le doy importancia. Mi hambre mantiene la esperanza de que ese aroma sea señal de que han cazado algo sabroso y lo están cocinando.
Soy precavido. Antes de entrar, me asomo por la ventana. Si no es por el olor, la casa parece completamente desierta. No hay rastro de que allí hubiera vivido alguien. No hay comida. No está la tarta de manzana que tanto había deseado. El único signo de que allí habita alguien es el fuego de la chimenea.
El olor se hace cada vez más insoportable. Viene de la planta de arriba. Mi esperanza de encontrar comida es cada vez más escasa. Subo a las habitaciones de arriba. Hay tres cuartos. Dos pequeños laterales y uno más grande que queda justo en frente de la escalera. Abro el primer cuarto de la derecha. Solo hay una coma y un armario vacío. Segundo cuarto. Solo hay una cama. Pruebo suerte con el cuarto central. No me creo lo que veo. Simplemente, es demasiado horrendo para creerlo. Cierro la puerta muy despacio. No quiero que se hayan dado cuenta de que les he visto. Tenía razón, en la cabaña había comida, pero no es para mí. Cuatro enormes lobos están teniendo un festín con los cuerpos desembrados de una mujer y dos niños, al juzgar por las ropas, uno de los niños es una niña; no hay forma de saberlo con certeza pues no se le puede ver la cara. Ya no tiene cara.
La puerta chirría al cerrarla. Los lobos me plantan las orejas. Me miran. Les veo. Corro. Me persiguen. Corro más rápido. Bajo las escaleras de un salto. Salgo por la misma ventana que había entrado. Los lobos me siguen persiguiendo. Huyo por el bosque que conozco. Esta es mi zona. Tengo ventaja. Debería tener ventaja. Dos de los lobos avanzan más rápido que yo, cada uno por un lateral, uno por mi izquierda otro por mi derecha, los otros dos me persiguen por detrás. Tengo la sensación de haber perdido mi ventaja. Es como si me estuvieran guiando. Como si no quisieran que perdiese el camino que ellos me obligan a seguir.
Llego a un claro. Aquí les podré tomar la delantera. Otra vez, los lobos demostraron ser más sabios que yo. En el claro, más lobos me están esperando. De sus bocas veo salir una espuma de color blanca y sus ojos están coloreados de rojo fuego.
Los lobos delante. Lobos a la izquierda. Lobos a la derecha. Lobos detrás. Me han traído a una emboscada. Me única oportunidad es subir al árbol más cercano. Arriba del árbol estoy seguro. Trepo de rama en rama tan rápido como puedo. Arriba del árbol estoy seguro. Aquí no pueden hacerme nada. No pueden hacer lo que le han hecho a esa familia.
Última edición por Sarez el Sáb Ago 22 2015, 20:17, editado 1 vez
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Después de lo acontecido con el casi secuestro la mujer bestia no quería prolongar su estancia en los Bosques del Este más tiempo del necesario. Había emprendido un trote ligero sin embargo no había tardado en sentirse cansada y con cierto malestar. Decidió disminuir la velocidad e ir al paso, aún a cuatro patas. Imaginaba que se trataba de los restos del sedante que no había expulsado de su organismo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía hambre. Había perdido... ¿cuántas horas?... mientras había estado sedada. No estaba segura de cuándo había comido "bien" por última vez. Su estómago emitió un gruñido, ella suspiró.
Lo mejor sería detenerse y tratar de encontrar algo que comer. Vael aprovechó para revisar con tranquilidad sus pertenencias. Tenía la esperanza de tener carne seca, pero solo quedaban unas pocas avellanas. Se las llevó a la boca sin contemplaciones. Eso calmaría un poco el hambre.
Se tomó aquel momento de calma para descansar un poco y poner a punto su arco y contar cuántas flechas tenía en condiciones. Intentaría encontrar algún rastro, se había planteado tratar de poner alguna trampa, pero no iba a estar tanto tiempo por la zona como para esperar. Mientras cavilaba al respecto se aseguró de que el arco estuviera tenso, fue entonces cuando sus orejas captaron algo. Un aullido, cerca, otros lo corearon. La mujer bestia había pasado suficiente tiempo en los bosques como para reconocer lobos de caza cuando los oía.
Los lobos procuraban dejarla en paz normalmente, igual que evitaban a los jabalíes adultos o los osos, eran lo suficientemente inteligentes como para distinguir que ciertas presas suponían un riesgo demasiado grande. Ella normalmente evitaba también cruzarse en su camino. Pero tenía hambre. Sabía que podía robarles la presa a los lobos, lo había visto hacer a osos, ¿por qué ella no? Sabía que podía hacerlo sin tener que luchar.
Así pues cargó con sus cosas y se puso a cuatro patas una vez más, dejándose guiar por los aullidos. Cuando estuvo cerca se agazapó instintivamente, andando con desesperante lentitud en contra del viento, concentrada en no emitir un solo sonido. Podía esperar a que los lobos abatieran a la presa. Era lo más práctico, si no corría el riesgo a que el animal huyera.
La sorpresa llegó cuando Vael descubrió que la presa no se trataba de un jabato, ni un cervatillo, ni nada parecido... Era un elfo. La mujer bestia casi sintió la decepción de sus tripas. Eso no podía comérselo...
La joven decidió intervenir, no obstante algo la detuvo en su sitio. Vio la espuma en las fauces de los lobos, aquello le recordó al encontronazo con los perros rabiosos. Si aquellos animales tenían la rabia, era mejor mantener la distancia. No tendrían en cuenta ni el tamaño ni el fiero aspecto de Vael, atacarían indiscriminadamente. No serviría de nada tratar de ahuyentarlos... Por suerte el elfo parecía a salvo de momento, subido en el árbol y fuera del alcance de las bestias. Ella no lo reconoció entonces. Aún así no pensaba dejarlo a su suerte.
Debía pensar en algo antes de que cambiara el viento.
Lo mejor sería detenerse y tratar de encontrar algo que comer. Vael aprovechó para revisar con tranquilidad sus pertenencias. Tenía la esperanza de tener carne seca, pero solo quedaban unas pocas avellanas. Se las llevó a la boca sin contemplaciones. Eso calmaría un poco el hambre.
Se tomó aquel momento de calma para descansar un poco y poner a punto su arco y contar cuántas flechas tenía en condiciones. Intentaría encontrar algún rastro, se había planteado tratar de poner alguna trampa, pero no iba a estar tanto tiempo por la zona como para esperar. Mientras cavilaba al respecto se aseguró de que el arco estuviera tenso, fue entonces cuando sus orejas captaron algo. Un aullido, cerca, otros lo corearon. La mujer bestia había pasado suficiente tiempo en los bosques como para reconocer lobos de caza cuando los oía.
Los lobos procuraban dejarla en paz normalmente, igual que evitaban a los jabalíes adultos o los osos, eran lo suficientemente inteligentes como para distinguir que ciertas presas suponían un riesgo demasiado grande. Ella normalmente evitaba también cruzarse en su camino. Pero tenía hambre. Sabía que podía robarles la presa a los lobos, lo había visto hacer a osos, ¿por qué ella no? Sabía que podía hacerlo sin tener que luchar.
Así pues cargó con sus cosas y se puso a cuatro patas una vez más, dejándose guiar por los aullidos. Cuando estuvo cerca se agazapó instintivamente, andando con desesperante lentitud en contra del viento, concentrada en no emitir un solo sonido. Podía esperar a que los lobos abatieran a la presa. Era lo más práctico, si no corría el riesgo a que el animal huyera.
La sorpresa llegó cuando Vael descubrió que la presa no se trataba de un jabato, ni un cervatillo, ni nada parecido... Era un elfo. La mujer bestia casi sintió la decepción de sus tripas. Eso no podía comérselo...
La joven decidió intervenir, no obstante algo la detuvo en su sitio. Vio la espuma en las fauces de los lobos, aquello le recordó al encontronazo con los perros rabiosos. Si aquellos animales tenían la rabia, era mejor mantener la distancia. No tendrían en cuenta ni el tamaño ni el fiero aspecto de Vael, atacarían indiscriminadamente. No serviría de nada tratar de ahuyentarlos... Por suerte el elfo parecía a salvo de momento, subido en el árbol y fuera del alcance de las bestias. Ella no lo reconoció entonces. Aún así no pensaba dejarlo a su suerte.
Debía pensar en algo antes de que cambiara el viento.
Vael
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 99
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Offrol: Este es un flashforward de los viajes que Umbral hizo luego de salir de Dundarak.
____________________________________________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________________________
El aroma del bosque bailaba en la nariz escamosa de Bral y agradaba a sus sentidos a medida que avanzaba lentamente en el bosque. Se volvía más espeso y los árboles se hacían cada vez más angostos y frecuentes, lo que le dificultaba mover sus alas y volar libremente, así que decidió transformarse en humano, avanzaría más lento pero era más fácil.
El sonido de la naturaleza, el canto de las aves, insectos, plantas y bestias haciendo sonidos a lo lejos, este sitio le agradaba mucho, se oía como una mina de vida y muchas bestias a las cuales estudiar. A Umbral le encantaba recopilar información de los animales, eran muy similares a él, por eso se identificaba con ellos. No deseaba capturarlos, sólo quería verlos alguna vez, le gustaba admirarlos en su ambiente natural.
A cada paso que daba, el sonido que hacían las hojas al crujir lo llenaba de agrado, era un sonido placentero y destructivo, se preguntaba si las hojas sentían el dolor al ser destruidas de esta forma, pero ellas ya estaban secas y muertas, no sentirían nada. Escuchó que a sus pasos le acompañaba otro sonido con más fuerza a medida que avanzaba, un sonido que hacía eco en los húmedos árboles y rebotaba en los oídos del dragón como una llamada de alerta. Se dirigió cautelosamente hacia el ruido, que se intensificaba cada vez más a medida que se acercaba, paso a paso, árbol tras árbol, hasta que los gruñidos de los lobos se hicieron notorios y Umbral supo lo que eran. Se aproximó lentamente, entre la hierba, con su arco al hombro, tres flechas en su carcaj y una espada corta en su cintura, tenía lo necesario para defenderse en caso de peligro y su escasa habilidad de vuelo le permitiría volar lo suficiente entre los árboles y escapar. Al estar en visión para observar lo que ocurría pudo percatarse que un grupo de lobos rodeaban hambrientos, con sus colmillos completos en el exterior, saliva cayendo estrepitosamente de sus hocicos y una mirada asesina hacia el cielo, eran cuatro y estaban furiosos por algo que estaba arriba del árbol. Se movían en círculos, gruñendo y tratando de trepar inútilmente.
Umbral se preguntó qué habría arriba que generara tal reacción en los lobos, así que se acercó aún más, tras un árbol y en ese momento pudo verlo. Era un elfo que se resguardaba en el árbol, asustado e inquieto, era obvio que estaba en problemas. "¿Qué debo hacer? ¿Debo intervenir? ¿Puedo contra ellos? Desde esta distancia mi arco no funcionaría y en forma dragón no podría hacer mucho, aún no aprendo a utilizar el aire de mis pulmones para atacar ¿Estaré seguro luego de que intervenga? ¿El elfo es amigable?" Umbral tenía muchas preguntas y no tenía tiempo para responderlas todas, había alguien en problemas y sus antiguas creencias lo habían configurado para que siempre fuera el que ayudaría al otro, independiente de quien se tratara. Esto le apestaba, pero no podía dejarlo allí. Pensó en sus alas, podrían generar mucho aire si aleteaba fuerte y distraería por un momento a los lobos. No sabía qué haría después, pero eso le daría tiempo para que el elfo bajara del árbol y corriera lejos. No estaba seguro, se quejó con un gesto con sus dientes y su lengua, seseando ligeramente. Su método no era muy viable, los lobos lo alcanzarían si corría, así que lo descartó. No se le ocurría nada hasta que vio un ligero movimiento en las plantas que habían a su lado. Lo que sea que estuviera entre la hierba se acercaba velozmente hasta que una silueta felina apareció frente al dragón, pillándolo por sorpresa. Umbral se levantó y se apoyó en el tronco del árbol, asustado, a la defensiva. La figura le hizo un gesto de silencio y un ademán para que se agachara. Observó que era un hombre-bestia, con dos cuernos y una apariencia felina robusta, sin embargo, ella era mujer y el dragón no se había percatado de aquello, sus grandes atributos de fuerza la hacían ver como un hombre y con esa idea se quedó Bral. Luego de la sorpresa y al ver que ella no le hacía daño, bajó su defensa.
—¿Qué hacemos para ayudarlo?— Preguntó Umbral, era inteligente y había interpretado la situación a su modo. No había tiempo para presentaciones y el elfo necesitaba ayuda, el dragón lo entendió y dedujo que el hombre-bestia también estaba intentando ayudarlo, ya que su mirada expresaba eso, su intuición raramente le fallaba y no creía que esta fuera la excepción.
Dos de los lobos que rodeaban el árbol escucharon uno de los ruidos que hizo Umbral al asustarse del hombre-bestia y se giraron a los árboles, olfatearon e identificaron a Umbral, emprendiendo el ataque hacia los dos nuevos huéspedes que estaban molestando en su cacería. El elfo también se percató de su presencia, ya que tenía una vista privilegiada desde el árbol.
Dos lobos se dirigían hacia Umbral y la felina, con un instinto asesino que se sentía en el aire, estaban decididos a matar.
El sonido de la naturaleza, el canto de las aves, insectos, plantas y bestias haciendo sonidos a lo lejos, este sitio le agradaba mucho, se oía como una mina de vida y muchas bestias a las cuales estudiar. A Umbral le encantaba recopilar información de los animales, eran muy similares a él, por eso se identificaba con ellos. No deseaba capturarlos, sólo quería verlos alguna vez, le gustaba admirarlos en su ambiente natural.
A cada paso que daba, el sonido que hacían las hojas al crujir lo llenaba de agrado, era un sonido placentero y destructivo, se preguntaba si las hojas sentían el dolor al ser destruidas de esta forma, pero ellas ya estaban secas y muertas, no sentirían nada. Escuchó que a sus pasos le acompañaba otro sonido con más fuerza a medida que avanzaba, un sonido que hacía eco en los húmedos árboles y rebotaba en los oídos del dragón como una llamada de alerta. Se dirigió cautelosamente hacia el ruido, que se intensificaba cada vez más a medida que se acercaba, paso a paso, árbol tras árbol, hasta que los gruñidos de los lobos se hicieron notorios y Umbral supo lo que eran. Se aproximó lentamente, entre la hierba, con su arco al hombro, tres flechas en su carcaj y una espada corta en su cintura, tenía lo necesario para defenderse en caso de peligro y su escasa habilidad de vuelo le permitiría volar lo suficiente entre los árboles y escapar. Al estar en visión para observar lo que ocurría pudo percatarse que un grupo de lobos rodeaban hambrientos, con sus colmillos completos en el exterior, saliva cayendo estrepitosamente de sus hocicos y una mirada asesina hacia el cielo, eran cuatro y estaban furiosos por algo que estaba arriba del árbol. Se movían en círculos, gruñendo y tratando de trepar inútilmente.
Umbral se preguntó qué habría arriba que generara tal reacción en los lobos, así que se acercó aún más, tras un árbol y en ese momento pudo verlo. Era un elfo que se resguardaba en el árbol, asustado e inquieto, era obvio que estaba en problemas. "¿Qué debo hacer? ¿Debo intervenir? ¿Puedo contra ellos? Desde esta distancia mi arco no funcionaría y en forma dragón no podría hacer mucho, aún no aprendo a utilizar el aire de mis pulmones para atacar ¿Estaré seguro luego de que intervenga? ¿El elfo es amigable?" Umbral tenía muchas preguntas y no tenía tiempo para responderlas todas, había alguien en problemas y sus antiguas creencias lo habían configurado para que siempre fuera el que ayudaría al otro, independiente de quien se tratara. Esto le apestaba, pero no podía dejarlo allí. Pensó en sus alas, podrían generar mucho aire si aleteaba fuerte y distraería por un momento a los lobos. No sabía qué haría después, pero eso le daría tiempo para que el elfo bajara del árbol y corriera lejos. No estaba seguro, se quejó con un gesto con sus dientes y su lengua, seseando ligeramente. Su método no era muy viable, los lobos lo alcanzarían si corría, así que lo descartó. No se le ocurría nada hasta que vio un ligero movimiento en las plantas que habían a su lado. Lo que sea que estuviera entre la hierba se acercaba velozmente hasta que una silueta felina apareció frente al dragón, pillándolo por sorpresa. Umbral se levantó y se apoyó en el tronco del árbol, asustado, a la defensiva. La figura le hizo un gesto de silencio y un ademán para que se agachara. Observó que era un hombre-bestia, con dos cuernos y una apariencia felina robusta, sin embargo, ella era mujer y el dragón no se había percatado de aquello, sus grandes atributos de fuerza la hacían ver como un hombre y con esa idea se quedó Bral. Luego de la sorpresa y al ver que ella no le hacía daño, bajó su defensa.
—¿Qué hacemos para ayudarlo?— Preguntó Umbral, era inteligente y había interpretado la situación a su modo. No había tiempo para presentaciones y el elfo necesitaba ayuda, el dragón lo entendió y dedujo que el hombre-bestia también estaba intentando ayudarlo, ya que su mirada expresaba eso, su intuición raramente le fallaba y no creía que esta fuera la excepción.
Dos de los lobos que rodeaban el árbol escucharon uno de los ruidos que hizo Umbral al asustarse del hombre-bestia y se giraron a los árboles, olfatearon e identificaron a Umbral, emprendiendo el ataque hacia los dos nuevos huéspedes que estaban molestando en su cacería. El elfo también se percató de su presencia, ya que tenía una vista privilegiada desde el árbol.
Dos lobos se dirigían hacia Umbral y la felina, con un instinto asesino que se sentía en el aire, estaban decididos a matar.
Última edición por Umbral el Lun Ago 31 2015, 04:05, editado 4 veces
Umbral
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 23
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Alba y ocaso. Era así como el sapo percibía el pasar de los días. Colocar un pie delante de otro y avanzar con la incertidumbre y el peligro de los bosques, siempre era un tema de preocupación para él. Había tenido ya la mala fortuna de pasar por algunas situaciones que habían atentado contra su integridad física y ahora sería más cauteloso en su avance. No obstante, la jovialidad y optimismo del anfibio se mantenían siempre en alto. A pesar de los contras, intentaba mantener un buen humor y disfrutar del viaje que había emprendido. En ocasiones, ni él mismo podía creer lo lejos que había llegado por si solo, pero esa era el único sendero que quería tomar. Haber salido del pantano había sido solo su primer paso y así, poco a poco, se vería más cercano hasta encontrarse en el interior de los famosos muros grisáceos de piedra tallada de la gloriosa ciudad de Lunargenta, donde demostraría de algún modo su valía y engrosaría las filas de la guardia.
El gentil viento se colaba entra la espesura del bosque, susurrando tenuemente en el claro del camino. Los sonidos del bosque eran conocidos y reconfortantes para él, no muy distintos a los murmullos del pantano, su hogar. Mientras las hojas se mecían, Hatzkhaminei silbaba una vieja y conocida canción. Lo hacia en voz baja pues no quería atraer la atención de ninguna criatura peligrosa e indeseable. Mientras avanzaba, recordaba a sus hermanos, sus hermanas, su padre y madre. Siempre se preguntaba cual habría sido su reacción al darse cuenta que Hatzkhaminei no estaba en su cama o en la granja de champiñones, cultivando los hongos maduros y preparándolos para su venta. El recuerdo, pensar en todo ello le agobiaba, de cierta forma, le ponía triste. Siempre había dedicado su vida a ayudar a su padre con las labores, a ver por su madre enferma y a cuidar a sus hermanos menores. – Espero que estén bien. Susurro al mismo tiempo que cesaba su melodía.
La mañana, afortunadamente quizás, había pasado sin novedades. La espesura del bosque siempre ocultaba secretos. Podrías pasar días en él en una confinada soledad y de un momento a otro, podrías encontrar un terrible peligro, quizás una aparición extraña y atrayente sin una explicación aparente, viajeros con buenas intenciones o malhechores que intentan refugiarse en la clandestinidad de su cobijo. Sin importar lo que fuese, el sapo estaba feliz de la paz que hasta ahora le envolvía. Su camino en solitario se había convertido en algo productivo y por algún desconocido motivo, prefería que se mantuviera de ese modo pues no se atrevería a tentar a la suerte.
El anuro detuvo su paso de repente. Un desconocido ruido había llamado de pronto su atención. Intentó agudizar su percepción y averiguar de donde provenía. Los sonidos parecían provenir del Este. Hatzkhaminei dirigió la mirada hacia aquella dirección y mantuvo la calma por algunos instantes. Tras analizar los sonidos, llegó a la conclusión de que no se trataba de los sonidos habituales con los que había estado compartiendo la atmósfera durante estos días. Dubitativo, dio un par de pasos hacia adelante, pero volvió a detenerse. Sus pensamientos debatían internamente por si debía acudir y asegurarse que era aquel misterio que envolvía esos sonidos o simplemente dar la vuelta y continuar con su camino. Perdió, ante su naturaleza curiosa había perdido su duelo interno y prosiguió la marcha.
Cauteloso, se acercó hasta un montón de arbustos que le ayudaría a mantenerse oculto. Su color podría jugar eficazmente con el cuerpo del sapo y quedaría fuera de la vista. Con su mano, retiró una pequeña y frondosa rama de su vista para mirar. Sus ojos se abrieron sorprendidos al contemplar la peligrosa escena. Se trataba de una jauría de lobos. Al parecer todos ellos luchaban por dar alcance a un hombre, quien se mantenía fuera de sus garras en la altura de los árboles. Petrificado, el anuro se mantuvo en silencio mientras observaba. De un momento a otro, un par de lobos se separo del resto y se dirigieron a gran velocidad hacia otra dirección. Al sapo le pareció raro, probablemente habrían encontrado otro objetivo, pero a pesar de que un par de ellos se retiraban, el hombre sobre el árbol seguía corriendo peligro.
Quería hacer algo para ayudar, pero sus ideas solo le detenían, le hacían retroceder sin mucho derecho a replica. Después de todo, él solo era uno y no tenia la habilidad necesaria para encarar a esas feroces bestias. Quizás lo más sensato sería retirarse con el mismo silencio con el que había llegado y alejarse lo más posible de los alrededores, pero eso no le dejaría tranquilo. No podría cargar con eso en la conciencia. El sapo apretó los puños con determinación y en sus ojos se dibujo una clara muestra de frustración. - No. Soy un caballero y debo actuar como tal. Se dijo a si mismo para obtener un ápice de motivación. Desenfundo su espada y escudo y salio de su escondite. Con orgullo y valentía se planto frente a las bestias. - E... escuchadme, bestias feroces. Dejad en paz a ese hombre o deberéis probar el filo de mi espada. Menciono trémulo mientras dirigía el filo de su arma hacia ellos. Las bestias, incrédulas de lo que veían, se miraron los unos a los otros hasta que decidieron responder a ese obstinado reto. Su atención se desvió hacia el sapo mientras sus blancos y afilados colmillos sobresalían desde sus fauces y los pelos de su lomo se erizaban.
Sin retroceder, las piernas del sapo temblaban mientras tragaba saliva y ponía en duda su tonta decisión.
El gentil viento se colaba entra la espesura del bosque, susurrando tenuemente en el claro del camino. Los sonidos del bosque eran conocidos y reconfortantes para él, no muy distintos a los murmullos del pantano, su hogar. Mientras las hojas se mecían, Hatzkhaminei silbaba una vieja y conocida canción. Lo hacia en voz baja pues no quería atraer la atención de ninguna criatura peligrosa e indeseable. Mientras avanzaba, recordaba a sus hermanos, sus hermanas, su padre y madre. Siempre se preguntaba cual habría sido su reacción al darse cuenta que Hatzkhaminei no estaba en su cama o en la granja de champiñones, cultivando los hongos maduros y preparándolos para su venta. El recuerdo, pensar en todo ello le agobiaba, de cierta forma, le ponía triste. Siempre había dedicado su vida a ayudar a su padre con las labores, a ver por su madre enferma y a cuidar a sus hermanos menores. – Espero que estén bien. Susurro al mismo tiempo que cesaba su melodía.
La mañana, afortunadamente quizás, había pasado sin novedades. La espesura del bosque siempre ocultaba secretos. Podrías pasar días en él en una confinada soledad y de un momento a otro, podrías encontrar un terrible peligro, quizás una aparición extraña y atrayente sin una explicación aparente, viajeros con buenas intenciones o malhechores que intentan refugiarse en la clandestinidad de su cobijo. Sin importar lo que fuese, el sapo estaba feliz de la paz que hasta ahora le envolvía. Su camino en solitario se había convertido en algo productivo y por algún desconocido motivo, prefería que se mantuviera de ese modo pues no se atrevería a tentar a la suerte.
El anuro detuvo su paso de repente. Un desconocido ruido había llamado de pronto su atención. Intentó agudizar su percepción y averiguar de donde provenía. Los sonidos parecían provenir del Este. Hatzkhaminei dirigió la mirada hacia aquella dirección y mantuvo la calma por algunos instantes. Tras analizar los sonidos, llegó a la conclusión de que no se trataba de los sonidos habituales con los que había estado compartiendo la atmósfera durante estos días. Dubitativo, dio un par de pasos hacia adelante, pero volvió a detenerse. Sus pensamientos debatían internamente por si debía acudir y asegurarse que era aquel misterio que envolvía esos sonidos o simplemente dar la vuelta y continuar con su camino. Perdió, ante su naturaleza curiosa había perdido su duelo interno y prosiguió la marcha.
Cauteloso, se acercó hasta un montón de arbustos que le ayudaría a mantenerse oculto. Su color podría jugar eficazmente con el cuerpo del sapo y quedaría fuera de la vista. Con su mano, retiró una pequeña y frondosa rama de su vista para mirar. Sus ojos se abrieron sorprendidos al contemplar la peligrosa escena. Se trataba de una jauría de lobos. Al parecer todos ellos luchaban por dar alcance a un hombre, quien se mantenía fuera de sus garras en la altura de los árboles. Petrificado, el anuro se mantuvo en silencio mientras observaba. De un momento a otro, un par de lobos se separo del resto y se dirigieron a gran velocidad hacia otra dirección. Al sapo le pareció raro, probablemente habrían encontrado otro objetivo, pero a pesar de que un par de ellos se retiraban, el hombre sobre el árbol seguía corriendo peligro.
Quería hacer algo para ayudar, pero sus ideas solo le detenían, le hacían retroceder sin mucho derecho a replica. Después de todo, él solo era uno y no tenia la habilidad necesaria para encarar a esas feroces bestias. Quizás lo más sensato sería retirarse con el mismo silencio con el que había llegado y alejarse lo más posible de los alrededores, pero eso no le dejaría tranquilo. No podría cargar con eso en la conciencia. El sapo apretó los puños con determinación y en sus ojos se dibujo una clara muestra de frustración. - No. Soy un caballero y debo actuar como tal. Se dijo a si mismo para obtener un ápice de motivación. Desenfundo su espada y escudo y salio de su escondite. Con orgullo y valentía se planto frente a las bestias. - E... escuchadme, bestias feroces. Dejad en paz a ese hombre o deberéis probar el filo de mi espada. Menciono trémulo mientras dirigía el filo de su arma hacia ellos. Las bestias, incrédulas de lo que veían, se miraron los unos a los otros hasta que decidieron responder a ese obstinado reto. Su atención se desvió hacia el sapo mientras sus blancos y afilados colmillos sobresalían desde sus fauces y los pelos de su lomo se erizaban.
Sin retroceder, las piernas del sapo temblaban mientras tragaba saliva y ponía en duda su tonta decisión.
Hatzk
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 15
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Lobos. Hay más lobos de lo que yo mismo soy capaz de contar. Decenas y decenas de lobos se reúnen bajo el árbol. Esperan a que cometa un error y me caiga. Yo, espero a que ellos se vayan. Un error por mi parte y estoy muerto. Un error por la suya y saldré vivo.
Grises, marrones y negros. Los observo desde mi posición. Todos son diferentes entre ellos. Al igual que las personas, cada lobo tiene sus propias características que lo diferencia del resto. El color del pelo, la forma del hocico, las arrugas de la cara e incluso el sonido de su voz. Cada uno es diferente. Sin embargo, todos parecen igual. Todos estos lobos tienen los ojos de color rojo fuego y una boca repleta de espuma.
Unos lobos huyen. Más lobos llegan al árbol. El número de animales sigue aumentando. Saltan. Intentan llegar a las ramas más altas del árbol. No llegan. No saltan lo suficiente. La corteza del tronco pronto queda recubierta de arañazos. Las astillas empiezan a saltar del tronco que cada vez está más dañado. Me he equivocado. No están intentando saltar para llegar a mí; están intentando tirar el árbol. Debo de pensar en algo antes de que puedan llegar a hacerlo. Debo pensar rápido.
Alzo la vista a mí alrededor buscando otros árboles donde pueda saltar con la esperanza de poder huir de rama en rama. Mas, no veo ninguno. Me doy cuenta que estoy en un claro del bosque en cuyo centro ha crecido el árbol al que estoy subido. Los otros están demasiado lejos. No debo arriesgarme. Los lobos quieren que me arriesgue.
A lo lejos del árbol distingo una figura conocida. Es la mujer bestia que estuvo atrapada por los enemigos de Ryomaru. A pesar de la gran distancia que nos separa, puedo reconocerla. Su imagen similar a la de un oso y sus cuernos de carnero hacen que su figura sea inconfundible. Al lado de la mujer bestia distingo a un hombre. ¿Ryomaru? No lo sé. Es posible. Estoy demasiado lejos para poder verle la cara. Unos lobos van hacia ellos. Debo de hacer algo para llamar su atención. No puedo permitir que ellos mueran por salvarme a mí.
Cojo una piña del árbol. La lanzo para llamar la atención de los lobos. No sirve de nada. Una mitad se queda conmigo destrozando mi árbol mientras la otra se dirige hacia la mujer bestia y el hombre que parece Ryomaru. El número de lobos sigue siendo incalculable.
Un animal salta de entre unos matorrales cercanos a los lobos. Es una rana, quizás un sapo, en sus manos tiene una espada y un escudo de madera. ¿Qué ha hecho? Se ha puesto en peligro en lugar de huir. Está loco. ¿Qué he hecho? Él se ha puesto en peligro para salvarme a mí. La culpa es mía.
Debo pensar. Debo pensar rápido. Hay demasiados lobos como para poder luchar. Aunque fuésemos cuatro, no podríamos contra todos ellos. Debo pensar. Por mi culpa, tres personas han quedado atrapadas por la manada de lobos salvajes. Ellos quieren dar sus vidas para salvarme. No lo voy a permitir.
Debo ser rápido. Cojo la punta de mis flechas y talo la madera del tronco que está sobre mis pies. Cuchillada tras cuchillada, poco a poco, el tronco empieza a inclinarse dirección al sapo. Me pongo de pie. Con mi peso ayudo a que el tronco se balancee. Suelto la punta de flecha. Debo ser ágil, cualquier distracción en mis manos podría convertirse en el error que esperan los lobos a que cometa. Me muevo hacia el tronco. Lo que antes era la copa del pino ahora es el lugar que descansan mis pies mientras el árbol sigue cediendo por los cortes que he hecho. Comienza a caer dirección al anfibio. Más cerca más cerca. Si no acaba conmigo la caída hacia el suelo lo harán los lobos. Debo estar atento. Rápido, ágil y atento.
A un metro escaso del suelo salto hacia el suelo. Cojo al sapo cargado de mi brazo de derecho como si fuera un fardo. Corro. Los lobos nos persiguen. Ahora, solo puedo correr. -Hay un río cerca. Si lo pasamos estaremos seguros.- Le digo al anfibio mientras mis piernas siguen corriendo. – No lo vuelvas a hacer.-
Grises, marrones y negros. Los observo desde mi posición. Todos son diferentes entre ellos. Al igual que las personas, cada lobo tiene sus propias características que lo diferencia del resto. El color del pelo, la forma del hocico, las arrugas de la cara e incluso el sonido de su voz. Cada uno es diferente. Sin embargo, todos parecen igual. Todos estos lobos tienen los ojos de color rojo fuego y una boca repleta de espuma.
Unos lobos huyen. Más lobos llegan al árbol. El número de animales sigue aumentando. Saltan. Intentan llegar a las ramas más altas del árbol. No llegan. No saltan lo suficiente. La corteza del tronco pronto queda recubierta de arañazos. Las astillas empiezan a saltar del tronco que cada vez está más dañado. Me he equivocado. No están intentando saltar para llegar a mí; están intentando tirar el árbol. Debo de pensar en algo antes de que puedan llegar a hacerlo. Debo pensar rápido.
Alzo la vista a mí alrededor buscando otros árboles donde pueda saltar con la esperanza de poder huir de rama en rama. Mas, no veo ninguno. Me doy cuenta que estoy en un claro del bosque en cuyo centro ha crecido el árbol al que estoy subido. Los otros están demasiado lejos. No debo arriesgarme. Los lobos quieren que me arriesgue.
A lo lejos del árbol distingo una figura conocida. Es la mujer bestia que estuvo atrapada por los enemigos de Ryomaru. A pesar de la gran distancia que nos separa, puedo reconocerla. Su imagen similar a la de un oso y sus cuernos de carnero hacen que su figura sea inconfundible. Al lado de la mujer bestia distingo a un hombre. ¿Ryomaru? No lo sé. Es posible. Estoy demasiado lejos para poder verle la cara. Unos lobos van hacia ellos. Debo de hacer algo para llamar su atención. No puedo permitir que ellos mueran por salvarme a mí.
Cojo una piña del árbol. La lanzo para llamar la atención de los lobos. No sirve de nada. Una mitad se queda conmigo destrozando mi árbol mientras la otra se dirige hacia la mujer bestia y el hombre que parece Ryomaru. El número de lobos sigue siendo incalculable.
Un animal salta de entre unos matorrales cercanos a los lobos. Es una rana, quizás un sapo, en sus manos tiene una espada y un escudo de madera. ¿Qué ha hecho? Se ha puesto en peligro en lugar de huir. Está loco. ¿Qué he hecho? Él se ha puesto en peligro para salvarme a mí. La culpa es mía.
Debo pensar. Debo pensar rápido. Hay demasiados lobos como para poder luchar. Aunque fuésemos cuatro, no podríamos contra todos ellos. Debo pensar. Por mi culpa, tres personas han quedado atrapadas por la manada de lobos salvajes. Ellos quieren dar sus vidas para salvarme. No lo voy a permitir.
Debo ser rápido. Cojo la punta de mis flechas y talo la madera del tronco que está sobre mis pies. Cuchillada tras cuchillada, poco a poco, el tronco empieza a inclinarse dirección al sapo. Me pongo de pie. Con mi peso ayudo a que el tronco se balancee. Suelto la punta de flecha. Debo ser ágil, cualquier distracción en mis manos podría convertirse en el error que esperan los lobos a que cometa. Me muevo hacia el tronco. Lo que antes era la copa del pino ahora es el lugar que descansan mis pies mientras el árbol sigue cediendo por los cortes que he hecho. Comienza a caer dirección al anfibio. Más cerca más cerca. Si no acaba conmigo la caída hacia el suelo lo harán los lobos. Debo estar atento. Rápido, ágil y atento.
A un metro escaso del suelo salto hacia el suelo. Cojo al sapo cargado de mi brazo de derecho como si fuera un fardo. Corro. Los lobos nos persiguen. Ahora, solo puedo correr. -Hay un río cerca. Si lo pasamos estaremos seguros.- Le digo al anfibio mientras mis piernas siguen corriendo. – No lo vuelvas a hacer.-
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Los pensamientos de Vael se vieron interrumpidos al toparse repentinamente con lo que parecía ser un muchacho. Tras un breve momento de tensión el joven pareció darse cuenta de que ambos estaban en el mismo bando. Si querían intervenir y salir con vida parecía conveniente trabajar en equipo. La mujer bestia miró de nuevo hacia los animales, eran demasiados, se preguntaba de dónde podrían haber salido tantos lobos. Era la manada más numerosa que había visto nunca. Ella seguía devanándose los sesos para tratar de encontrar una idea, una solución al problema y una forma de aprovechar que los lobos aún no habían detectado su presencia.
El factor sorpresa les duró poco tiempo. El joven muchacho le hizo una pregunta y Vael le hizo un gesto de apremiante silencio. No obstante el daño ya estaba hecho, fuera el sonido de sus palabras o sus pasos, los lobos habían descubierto su presencia. Ya no quedaba tiempo para planes ni ideas. Con el arco tenso en la mano, flecha cargada mientras sostenía algunas más en la otra mano, apuntaba a los lobos, esperando el mejor momento para disparar. El joven también tenía un arco, así que entre ambos podrían matar varios lobos antes de que se acercaran. Una vez a corto alcance lo mejor sería usar el martillo.
-Procura que no te muerdan, parece que tienen la rabia.- Advirtió Vael, que tampoco las tenía todas consigo. Prefería evitar ponerse al alcance de esos animales. Pero quizás ahora que varios estaban entretenidos con ellos, el elfo podría escapar. Aún quedaban varios lobos acosando al hombre en el árbol. Y parecían llegar más, la situación era desesperada.
La mujer bestia lanzó la primera fecha, hiriendo a un lobo que intentaba rodearlos, en el lomo. El animal soltó un aullido lastimero, la herida no lo había matado, pero probablemente acabaría por hacerlo. Los lobos no iban a darle tregua, otro ocupó su lugar. Ella rugió con todas sus fuerzas, intentando que los animales desistieran. Sin embargo, intuía que sería inútil. En esos momentos no se percató de que otro grupo de lobos había abandonado el árbol en pos de una nueva presa. Demasiado ocupada como estaba en esos momentos intentando mantener a los lobos a distancia.
Y entonces cayó el árbol, bueno, parte del árbol. Vael se quedó estupefacta un momento, los lobos también se sobresaltaron por el ruido y miraron en la dirección que provenía. La joven bestia pudo ver como el elfo descendía del tronco y echaba a correr, tomando a un ¿hombre rana? bajo el brazo. No parecía tener intención de detenerse.
-C-creo que deberíamos seguir su ejemplo.- Dijo Vael, apartando con un brazo a un lobo que había intentado saltar sobre ella. Hecho esto, se colgó el arco y echaba a correr, esperando que el hombre le siguiera. Cualquier otra opción sería un suicidio. La mujer bestia se preguntaba qué habría hecho ella para merecer tamaña mala suerte. Desde el casi secuestro parecía que todo eran problemas. No deseaba sino salir de aquel bosque infestado de trasgos y lobos, y regresar a Lunargenta. Quién lo hubiera dicho varios días atrás.
La mujer bestia corrió en dirección al elfo y el hombre bestia, convencida de que entre los cuatro podrían defenderse mejor que si cada uno huía en distintas direcciones. Podía oír a los lobos chasqueando mandíbulas y gruñendo. Ella miraba atrás cada cierto tiempo, pendiente de que el hombre le siguiera. Creyó reconocer al elfo, cuando lo tuvo más cerca. Era aquel que le había ayudado, junto con el mago. No recordaba sus nombres, ni si se habían llegado a presentar.
Pudo escuchar como el elfo le decía al hombre bestia algo de un río, intuía que ahí se dirigían. ¿No lo cruzarían los lobos? No parecía el mejor de los planes, pero era la única opción medianamente viable en esos momentos...
----
Off: Mis discuplas por la tardanza.
El factor sorpresa les duró poco tiempo. El joven muchacho le hizo una pregunta y Vael le hizo un gesto de apremiante silencio. No obstante el daño ya estaba hecho, fuera el sonido de sus palabras o sus pasos, los lobos habían descubierto su presencia. Ya no quedaba tiempo para planes ni ideas. Con el arco tenso en la mano, flecha cargada mientras sostenía algunas más en la otra mano, apuntaba a los lobos, esperando el mejor momento para disparar. El joven también tenía un arco, así que entre ambos podrían matar varios lobos antes de que se acercaran. Una vez a corto alcance lo mejor sería usar el martillo.
-Procura que no te muerdan, parece que tienen la rabia.- Advirtió Vael, que tampoco las tenía todas consigo. Prefería evitar ponerse al alcance de esos animales. Pero quizás ahora que varios estaban entretenidos con ellos, el elfo podría escapar. Aún quedaban varios lobos acosando al hombre en el árbol. Y parecían llegar más, la situación era desesperada.
La mujer bestia lanzó la primera fecha, hiriendo a un lobo que intentaba rodearlos, en el lomo. El animal soltó un aullido lastimero, la herida no lo había matado, pero probablemente acabaría por hacerlo. Los lobos no iban a darle tregua, otro ocupó su lugar. Ella rugió con todas sus fuerzas, intentando que los animales desistieran. Sin embargo, intuía que sería inútil. En esos momentos no se percató de que otro grupo de lobos había abandonado el árbol en pos de una nueva presa. Demasiado ocupada como estaba en esos momentos intentando mantener a los lobos a distancia.
Y entonces cayó el árbol, bueno, parte del árbol. Vael se quedó estupefacta un momento, los lobos también se sobresaltaron por el ruido y miraron en la dirección que provenía. La joven bestia pudo ver como el elfo descendía del tronco y echaba a correr, tomando a un ¿hombre rana? bajo el brazo. No parecía tener intención de detenerse.
-C-creo que deberíamos seguir su ejemplo.- Dijo Vael, apartando con un brazo a un lobo que había intentado saltar sobre ella. Hecho esto, se colgó el arco y echaba a correr, esperando que el hombre le siguiera. Cualquier otra opción sería un suicidio. La mujer bestia se preguntaba qué habría hecho ella para merecer tamaña mala suerte. Desde el casi secuestro parecía que todo eran problemas. No deseaba sino salir de aquel bosque infestado de trasgos y lobos, y regresar a Lunargenta. Quién lo hubiera dicho varios días atrás.
La mujer bestia corrió en dirección al elfo y el hombre bestia, convencida de que entre los cuatro podrían defenderse mejor que si cada uno huía en distintas direcciones. Podía oír a los lobos chasqueando mandíbulas y gruñendo. Ella miraba atrás cada cierto tiempo, pendiente de que el hombre le siguiera. Creyó reconocer al elfo, cuando lo tuvo más cerca. Era aquel que le había ayudado, junto con el mago. No recordaba sus nombres, ni si se habían llegado a presentar.
Pudo escuchar como el elfo le decía al hombre bestia algo de un río, intuía que ahí se dirigían. ¿No lo cruzarían los lobos? No parecía el mejor de los planes, pero era la única opción medianamente viable en esos momentos...
----
Off: Mis discuplas por la tardanza.
Vael
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 99
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Los lobos corrían rápidamente, como si no pensaran en algo más que no fuera matar y saciar su hambre salvaje, saltaban hacia Umbral y la felina que estaba a su lado, la cual tomó acción de inmediato y lanzó algunas flechas, hiriendo a un lobo. Y sin perder tiempo, Bral emuló aquella acción y lanzó dos proyectiles, uno fue a parar lejos, entre los árboles y otro impactó de lleno en la cabeza del lobo que había saltado sobre él, rápidamente sacó otra flecha de su carcaj, pero hubo algo que interrumpió su acción. Escuchó un fuerte estruendo delante de él y vio al árbol donde estaba el elfo caer precipitadamente sobre los lobos, mientras su morador saltaba y tomaba a un hombre-sapo entre sus brazos. Al dragón le sorprendió la presencia del sapo en el lugar, era un hombre-bestia y no sabía que estaba ahí, era pequeño y la situación no permitía que se fijara en otra cosa que no fueran los lobos.
Escuchó las palabras de la mujer-bestia que estaba a su lado y recién pudo reaccionar, mientras un lobo era expulsado automáticamente de su hombre con su espada que él había sacado por reflejo. Sólo se limitó a responderle con un gesto de asentimiento mientras ella salía disparada tras los hombres que corrían adelante. Analizó la situación en pocos lapsos de segundos y se dio cuenta que el territorio era demasiado estrecho para convertirse en dragón, así que sólo se limitó a correr como los demás. Daba grandes zancos con toda su energía, deseaba con todas sus fuerzas convertirse en dragón y elevarse por los árboles, pero no podía dejarlos ahí.
Un lobo corría con tanta rapidez tras él que no parecía un animal común y corriente, le pisaba los talones y sus dientes estaban a punto de penetrar la carne de sus piernas, así que lo pateó con todas sus fuerzas, dejándolo fuera de combate, sin embargo, tras él, aparecieron cuatro lobos más, parecía que no acabarían nunca.
Cuando percibió que el bosque comenzaba a volverse menos espeso, vio una oportunidad y cuando los lobos estaban a punto de alcanzarlo, comenzó su transformación. Primero fue su mandíbula, luego sus brazos, sus piernas, sus garras y al final sus alas, acelerando el proceso de metamorfosis lo más rápido posible, adquiriendo la forma dragón en pocos segundos. Un dragón se vislumbraba entre los árboles, majestuoso, verde-vainilla, extrañamente se mimetizaba con el verde del bosque y su aura verdosa se diluía en la niebla. Juntó todo el aire que pudo, se posó frente a los lobos y lo intentó. Le dio potencia al aire que albergaba en sus pulmones con toda le energía que pudo, pensó en su madre, en sus entrenamientos y sobre todo, pensó en el fuerte viento que había en su hogar, en el lugar que ya había abandonado hace tiempo. Imaginó que el aire le pertenecía, que tenía poder total sobre él y lo concentró en sus pulmones, se levantó una fuerte brisa y Umbral por fin exhaló. La potente ráfaga de aire que salió de su hocico expulsó a los lobos por 20 metros, como si fuesen muñecos de papel que jugaban con él, los árboles se estremecieron y las hojas volaron.
Emprendió vuelo entre los árboles, esquivándolos, hasta que logró divisar a los demás que corrían rápidamente delante de él. Desde su altura también logró distinguir que un grupo de lobos se acercaba por la derecha y ellos no se habían percatado, así que apuró el vuelo, golpeó algunos árboles con sus alas, provocándole un gran dolor, el cual no lo detuvo. Cuando vio que los lobos estaban cerca de ellos, el dragón emitió un fuerte gruñido para que voltearan y vieran lo que venía. Desde su interior gritaba y trata de articular palabras, pero no podía.
—¡Oigan! ¡Lobos a su derecha! ¡Escúchenme!— Gritaba Umbral, desesperado, pero sólo salían gruñidos de su forma dragón.
Esperaba con todas sus fuerzas que lo oyeran, y mientras lo hacía, se dio cuenta, se dio cuenta que estaba deseando algo que antes no había hecho, estaba queriendo ayudar a otros, a otras razas, a personas de las que desconfiaba, de seres que recién conocía, ¿qué le estaba pasando?
Escuchó las palabras de la mujer-bestia que estaba a su lado y recién pudo reaccionar, mientras un lobo era expulsado automáticamente de su hombre con su espada que él había sacado por reflejo. Sólo se limitó a responderle con un gesto de asentimiento mientras ella salía disparada tras los hombres que corrían adelante. Analizó la situación en pocos lapsos de segundos y se dio cuenta que el territorio era demasiado estrecho para convertirse en dragón, así que sólo se limitó a correr como los demás. Daba grandes zancos con toda su energía, deseaba con todas sus fuerzas convertirse en dragón y elevarse por los árboles, pero no podía dejarlos ahí.
Un lobo corría con tanta rapidez tras él que no parecía un animal común y corriente, le pisaba los talones y sus dientes estaban a punto de penetrar la carne de sus piernas, así que lo pateó con todas sus fuerzas, dejándolo fuera de combate, sin embargo, tras él, aparecieron cuatro lobos más, parecía que no acabarían nunca.
Cuando percibió que el bosque comenzaba a volverse menos espeso, vio una oportunidad y cuando los lobos estaban a punto de alcanzarlo, comenzó su transformación. Primero fue su mandíbula, luego sus brazos, sus piernas, sus garras y al final sus alas, acelerando el proceso de metamorfosis lo más rápido posible, adquiriendo la forma dragón en pocos segundos. Un dragón se vislumbraba entre los árboles, majestuoso, verde-vainilla, extrañamente se mimetizaba con el verde del bosque y su aura verdosa se diluía en la niebla. Juntó todo el aire que pudo, se posó frente a los lobos y lo intentó. Le dio potencia al aire que albergaba en sus pulmones con toda le energía que pudo, pensó en su madre, en sus entrenamientos y sobre todo, pensó en el fuerte viento que había en su hogar, en el lugar que ya había abandonado hace tiempo. Imaginó que el aire le pertenecía, que tenía poder total sobre él y lo concentró en sus pulmones, se levantó una fuerte brisa y Umbral por fin exhaló. La potente ráfaga de aire que salió de su hocico expulsó a los lobos por 20 metros, como si fuesen muñecos de papel que jugaban con él, los árboles se estremecieron y las hojas volaron.
Emprendió vuelo entre los árboles, esquivándolos, hasta que logró divisar a los demás que corrían rápidamente delante de él. Desde su altura también logró distinguir que un grupo de lobos se acercaba por la derecha y ellos no se habían percatado, así que apuró el vuelo, golpeó algunos árboles con sus alas, provocándole un gran dolor, el cual no lo detuvo. Cuando vio que los lobos estaban cerca de ellos, el dragón emitió un fuerte gruñido para que voltearan y vieran lo que venía. Desde su interior gritaba y trata de articular palabras, pero no podía.
—¡Oigan! ¡Lobos a su derecha! ¡Escúchenme!— Gritaba Umbral, desesperado, pero sólo salían gruñidos de su forma dragón.
Esperaba con todas sus fuerzas que lo oyeran, y mientras lo hacía, se dio cuenta, se dio cuenta que estaba deseando algo que antes no había hecho, estaba queriendo ayudar a otros, a otras razas, a personas de las que desconfiaba, de seres que recién conocía, ¿qué le estaba pasando?
Umbral
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 23
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Los latidos de su corazón se aceleraban a cada segundo. Se respiración se agitaba mientras internamente se llamaba "idiota" por haber incurrido en semejante temeridad. Luego de inspeccionar con más detalle, el anfibio notaba con desgracia su gran desventaja numérica. Por si eso fuera poco, los ojos de esas bestias parecían distintos a todo lo que hubiera visto antes, en efecto. Su mirada no estaba centrada, no se debatían por conseguir alimento para sustentar sus vidas y las bocas hambrientas de cada uno de los miembros de su manada, no. Sus grandes ojos estaban inyectados por furia, frenesí y rabia, algo por lo que estaba seguro no guardarían misericordia alguna ante cualquier obstáculo.
Temeroso, retrocedió lentamente un par de pasos, pero sabia que ya era tarde. Intentar correr solo le aseguraría una muerte irremediable y dolorosa. Un naciente escalofrió recorrió su espina, sacudiendo su cuerpo de forma violenta. Le aterraba imaginar su posible fin siendo desmembrado pieza por pieza, trozo por trozo en vida, mientras en momentos rápidos e intermitentes podía escuchar aun el terrible sonido de su carne siendo desgarrada acompañado por horribles gritos de agonía. El sapo trago saliva sin poder articular una idea para salir de este predicamento. Sus patas cortas no le hacían buen corredor, podría saltar e intentar hacerse de unas ramas como el elfo lo había hecho, pero solo tenía una oportunidad y estaba casi seguro de que ni sus fuertes músculos alcanzarían la rama más alta. - Maldición. Debí pensarlo mejor. Masculló mientras tomaba sus armas con fuerza y se preparaba para lo peor.
Las feroces bestias se aproximaban cada vez más con sus hocicos goteando saliva desde sus afiladas fauces. Sin haberse percatado antes, un extraño sonido se hizo presente sobre el árbol en el que se había mantenido cautivo el elfo. El crujir de la madera se manifestó en el lugar, alertando a cada uno de los presentes. Hatzkhaminei dirigió la mirada hacia arriba solo para notar como el gran y pesado cuerpo vegetal se precipitaba hacia él. Un grito ahogado emano desde la garganta del anuro. Sus parpados se cerraron con fuerza mientras sus posaderas aterrizaban irremediablemente contra el suelo. Levanto el brazo instintivamente con la intención de protegerse con su escudo y espero. El estruendoso sonido que provoco la caída le dejo pasmado, pero por alguna razón él seguía vivo. - ¿Ah? No... No fui aplastado. Dijo aliviado mientras volvía a abrir los ojos e inspeccionaba su cuerpo, pero poco tiempo tuvo para reconocer lo que había sucedido ya que de un momento a otro, se elevo desde el suelo atraído por una desconocida y ajena fuerza, transportándolo con agitación y premura.
-¿Qué? Esto es un atropello. Bajadme de una vez. Puedo valerme por mi mismo. Pidió con autoridad, pero sus palabras fueron amedrentadas por la terrorífica imagen de los lobos persiguiéndolos a toda velocidad. - ¡Olvídalo! Si tenéis voluntad de vivir, este es el momento perfecto para huir. Corred, corred con todo acopio de vuestras sublimes fuerzas. Rogó a su salvador con euforia mientras croaba desesperadamente. Apenas si pudo oír las indicaciones del joven que le estaba ayudando a escapar. - ¿Un río? Repitió internamente. Si lograban llegar hasta ese sitio, estaba seguro de que podrían perder a esas bestias. Por suerte para el sapo, sabia que no podría ganar a un lobo en una carrera siempre y cuando se mantuvieran sobre la tierra, pero dentro de un río eso sería totalmente distinto.
- ¡Tened cuidado con esa rama!, ¡Esquivad esa roca! Gritaba, dando indicaciones a su salvador para no terminar chocando con alguno de los obstáculos en su camino. Pronto el anuro se percato de nuevas presencias. Su boca pareció desarticularse cuando vio a una enorme criatura con cuernos corriendo al lado de él y su salvador. El sapo se quedo sin palabras al verle, pero pronto dedujo que hacia lo mismo que ellos: intentar sobrevivir. El anfibio se dio cuenta de que uno de los lobos se aproximaba peligrosamente hacia la espalda del hombre. - Cuidado. Alerto sobre el peligro. Levanto su espalda y repelió la proximidad del lobo con un certero golpe del dorso de su espada sobre la cabeza de la bestia, la cual cayó al suelo, fuera de combate. - Ha estado cerca. Añadió mientras suspiraba.
Temeroso, retrocedió lentamente un par de pasos, pero sabia que ya era tarde. Intentar correr solo le aseguraría una muerte irremediable y dolorosa. Un naciente escalofrió recorrió su espina, sacudiendo su cuerpo de forma violenta. Le aterraba imaginar su posible fin siendo desmembrado pieza por pieza, trozo por trozo en vida, mientras en momentos rápidos e intermitentes podía escuchar aun el terrible sonido de su carne siendo desgarrada acompañado por horribles gritos de agonía. El sapo trago saliva sin poder articular una idea para salir de este predicamento. Sus patas cortas no le hacían buen corredor, podría saltar e intentar hacerse de unas ramas como el elfo lo había hecho, pero solo tenía una oportunidad y estaba casi seguro de que ni sus fuertes músculos alcanzarían la rama más alta. - Maldición. Debí pensarlo mejor. Masculló mientras tomaba sus armas con fuerza y se preparaba para lo peor.
Las feroces bestias se aproximaban cada vez más con sus hocicos goteando saliva desde sus afiladas fauces. Sin haberse percatado antes, un extraño sonido se hizo presente sobre el árbol en el que se había mantenido cautivo el elfo. El crujir de la madera se manifestó en el lugar, alertando a cada uno de los presentes. Hatzkhaminei dirigió la mirada hacia arriba solo para notar como el gran y pesado cuerpo vegetal se precipitaba hacia él. Un grito ahogado emano desde la garganta del anuro. Sus parpados se cerraron con fuerza mientras sus posaderas aterrizaban irremediablemente contra el suelo. Levanto el brazo instintivamente con la intención de protegerse con su escudo y espero. El estruendoso sonido que provoco la caída le dejo pasmado, pero por alguna razón él seguía vivo. - ¿Ah? No... No fui aplastado. Dijo aliviado mientras volvía a abrir los ojos e inspeccionaba su cuerpo, pero poco tiempo tuvo para reconocer lo que había sucedido ya que de un momento a otro, se elevo desde el suelo atraído por una desconocida y ajena fuerza, transportándolo con agitación y premura.
-¿Qué? Esto es un atropello. Bajadme de una vez. Puedo valerme por mi mismo. Pidió con autoridad, pero sus palabras fueron amedrentadas por la terrorífica imagen de los lobos persiguiéndolos a toda velocidad. - ¡Olvídalo! Si tenéis voluntad de vivir, este es el momento perfecto para huir. Corred, corred con todo acopio de vuestras sublimes fuerzas. Rogó a su salvador con euforia mientras croaba desesperadamente. Apenas si pudo oír las indicaciones del joven que le estaba ayudando a escapar. - ¿Un río? Repitió internamente. Si lograban llegar hasta ese sitio, estaba seguro de que podrían perder a esas bestias. Por suerte para el sapo, sabia que no podría ganar a un lobo en una carrera siempre y cuando se mantuvieran sobre la tierra, pero dentro de un río eso sería totalmente distinto.
- ¡Tened cuidado con esa rama!, ¡Esquivad esa roca! Gritaba, dando indicaciones a su salvador para no terminar chocando con alguno de los obstáculos en su camino. Pronto el anuro se percato de nuevas presencias. Su boca pareció desarticularse cuando vio a una enorme criatura con cuernos corriendo al lado de él y su salvador. El sapo se quedo sin palabras al verle, pero pronto dedujo que hacia lo mismo que ellos: intentar sobrevivir. El anfibio se dio cuenta de que uno de los lobos se aproximaba peligrosamente hacia la espalda del hombre. - Cuidado. Alerto sobre el peligro. Levanto su espalda y repelió la proximidad del lobo con un certero golpe del dorso de su espada sobre la cabeza de la bestia, la cual cayó al suelo, fuera de combate. - Ha estado cerca. Añadió mientras suspiraba.
Hatzk
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 15
Re: Lobos [interpretativo][Libre][Vael + 2/2] [Cerrado]
Pesa más de lo que suponía al verle por primera vez mientras estaba en la copa del árbol. Me debe de llegar por la cintura estando de pie y debe de pesar más de la mitad de lo que yo peso. Sin duda, es el sapo más grande que jamás he conocido. Soy consciente de que mi carrera es más lenta debido al peso que cargo a en uno de mis brazos. Solo veo algo positivo de haber cogido al hombre en bestia en brazos. Ahora sé que se trata de un sapo y no una rana. Su piel es rugosa y áspera a diferencia de las ranas que tienen la piel lisa.
El sapo no deja de hablar. Habla sin decir nada. Pide que le suelte, luego me dice que no lo haga. No lo entiendo qué es lo que en verdad quiere. Mas, no me voy a parar a preguntárselo. Los lobos siguen su carrera al son de mis pasos. Si me entretengo, si pienso en otra cosa que no sea el correr, los lobos nos devorarán. No quiero morir. No voy a contestar al sapo.
En mi silencio escucho las indicaciones del anfibio. Veo la rama. La me agacho para esquivarla. Veo la pierda. La salto. Presto atención a todos los obstáculos que se cruzan en nuestro camino. No solo a las ramas y a las piedras como dice el hombre sapo, también me fijo en la inclinación de suelo. Si corro cuesta abajo iré más rápido y tendré la posibilidad de que los lobos se resbalen y caigan rodando.
Alguien nos sigue. No es un lobo. Es una felino; una felina. Es la bestia similar a un oso con cuernos que conocí hace unos días. La miro a los ojos y asiento con la cabeza con la intención de darle mi apoyo para seguir corriendo. No veo a Ryomaru, me pareció ver a un hombre junto a la bestia cuando estaba subido en el árbol. Ahora no está. No puedo evitar pensar en lo peor. No ha sido lo suficientemente rápido para poder alcanzarnos y ha muerto. Siento lástima por él. Recuerdo lo que los lobos hicieron a la familia de la cabaña. Fue una masacre y ni siquiera se comieron la carne. Siento arcadas al imaginarme el cuerpo del brujo destrozado al igual como lo estaban la madre y sus hijos.
Mi velocidad ha menguado. Es por culpa de haberme entretenido al pensar en Ryomaru. Uno de los lobos se salta a mi espalda. Por fortuna, el hombre sapo consigue repelerle con una estocada. Puede que el brujo esté muerto pero, nosotros tres no. Debemos continuar corriendo. Él lo hubiera preferido así.
-El río está cerca.- Informo a mis compañeros de carrera. -Debemos darnos prisa.-
El sapo no deja de hablar. Habla sin decir nada. Pide que le suelte, luego me dice que no lo haga. No lo entiendo qué es lo que en verdad quiere. Mas, no me voy a parar a preguntárselo. Los lobos siguen su carrera al son de mis pasos. Si me entretengo, si pienso en otra cosa que no sea el correr, los lobos nos devorarán. No quiero morir. No voy a contestar al sapo.
En mi silencio escucho las indicaciones del anfibio. Veo la rama. La me agacho para esquivarla. Veo la pierda. La salto. Presto atención a todos los obstáculos que se cruzan en nuestro camino. No solo a las ramas y a las piedras como dice el hombre sapo, también me fijo en la inclinación de suelo. Si corro cuesta abajo iré más rápido y tendré la posibilidad de que los lobos se resbalen y caigan rodando.
Alguien nos sigue. No es un lobo. Es una felino; una felina. Es la bestia similar a un oso con cuernos que conocí hace unos días. La miro a los ojos y asiento con la cabeza con la intención de darle mi apoyo para seguir corriendo. No veo a Ryomaru, me pareció ver a un hombre junto a la bestia cuando estaba subido en el árbol. Ahora no está. No puedo evitar pensar en lo peor. No ha sido lo suficientemente rápido para poder alcanzarnos y ha muerto. Siento lástima por él. Recuerdo lo que los lobos hicieron a la familia de la cabaña. Fue una masacre y ni siquiera se comieron la carne. Siento arcadas al imaginarme el cuerpo del brujo destrozado al igual como lo estaban la madre y sus hijos.
Mi velocidad ha menguado. Es por culpa de haberme entretenido al pensar en Ryomaru. Uno de los lobos se salta a mi espalda. Por fortuna, el hombre sapo consigue repelerle con una estocada. Puede que el brujo esté muerto pero, nosotros tres no. Debemos continuar corriendo. Él lo hubiera preferido así.
-El río está cerca.- Informo a mis compañeros de carrera. -Debemos darnos prisa.-
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Temas similares
» Una casa de lobos [Interpretativo] [Libre 1/1 ] [/cerrado]
» Yo no fui [Libre][Interpretativo][CERRADO]
» Una vez más en la ciudad [Interpretativo - Libre][Cerrado]
» El contrato [interpretativo] [Libre][CERRADO]
» Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
» Yo no fui [Libre][Interpretativo][CERRADO]
» Una vez más en la ciudad [Interpretativo - Libre][Cerrado]
» El contrato [interpretativo] [Libre][CERRADO]
» Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 04:27 por Zagreus
» Una sombra sobre Lunargenta: 2ª parte. [Privado]
Hoy a las 04:03 por Níniel Thenidiel
» Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Ayer a las 21:35 por Cohen
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 20:55 por Aylizz Wendell
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Ayer a las 20:16 por Seraphine Valaryon
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Ayer a las 16:30 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Miér Nov 20 2024, 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Miér Nov 20 2024, 16:18 por Mina Harker
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr