Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
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Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
— Gracias, estimado granjero. —Asintió, dando la espalda mientras se alejaba del humilde hogar de la familia de campesinos en la que lo acogieron durante una noche en su morada.
— Es un placer ayudar a un caballero tan educado como usted. —Contestó el campesino, refiriéndose con ignorancia al sujeto como un caballero. La gente de su clase no conocía mucho de lo que era la tecnología y su raza, después de todo, nunca salían de su base. — ¿No quiere quedarse un poco más hasta que sus heridas cesen? debería ir a Lunargenta, podrán darle los cuidados necesarios.
— No gracias. —Dio sus últimas palabras al granjero, antes de marcharse.— Pero ya he cumplido mi objetivo por aquí. Lunargenta no es un lugar viable para tratar a hombres como yo. Además, lamento decirle que este hombre que ve aquí no es ningún caballero.
Se alejo de la granja del campesino mientras que sus hijos y él asentían con unos saludos al cibernético, fue cómodo para ellos tener a un protector. Sardinas corría entre los pies de los campesinos tratando de posicionarse al lado del cibernético que cada vez más se alejaba sin esperarlo. Su boca abierta dejaba a su lengua arrastrada a un lado de esta, emocionado, pudo llegar a tiempo al lado de su amo. El perro daba con ánimos unos movimientos de lado a lado de su pequeña cola albina, estaba feliz por un día como aquel en el que ya no estaría mas solo, pero Sajin estaba indiferente a aquel día... era igual a todos.
Estaba herido tras aquel incidente en Lunargenta del que no podía recordar y su único testigo que tenía a su lado, Jinsa, había estado oculto durante mucho tiempo tras aquel suceso. Era extraño incluso para él que su lado mas maligno no lo acechase en un día como ese. Las heridas y quemaduras en su coraza se habían convertido en sus puntos débiles hasta que no cesasen a base de cicatrices o por ayuda médica. Lucía indiferente con ir hacia el hospital de Lunargenta, no quería hacer perder tiempo a pacientes cuya vida valdría mas que la de él. Tal vez, solo tal vez, aquellas heridas serían uno de sus recuerdos más preciados mientras siga en pie como un guerrero. Los campesinos le habían ofrecido una capa de marrón oscuro con una capucha que podría taparlo de la posible lluvia que estaría por venir en el nublado clima grisáceo que caía sobre él y Sardinas.
La flora estaba algo oscura y no tan bella como era a la luz de la mañana, sincronizaba perfectamente con el clima repleto de una aglomeración de nubes negras y la falta de luz en el lugar gracias al encubrimiento del sol por culpa de estas. La naturaleza se había hecho húmeda por la lluvia del día anterior, no tardaría en caer otra vez más sobre la vida vegetal por las indicaciones del cielo. No estaba mal un poco de agua en ese día, luego de escapar de aquel infierno que se destruía así mismo entre sus llamas, un poco de agua suavizaría la dura jornada que el espadachín vivía día a día. Había ganado algo de dinero tras su misión, pero no tendría mucho con lo que poder vivir sin tener que viajar de reino en reino sin un motivo alguno que no fuese sobrevivir. Se había convertido desde el protector de un señor feudal a un nómada que hacía todo por vivir a partir de su espada...
— Será mejor que nos demos prisa, Sardinas. Si tenemos tiempo quizás podamos descansar en una taberna o posada si es que no encontramos a alguna humilde persona que nos de asilo. —El cibernético vio como el perro lo miraba, ahora con la boca cerrada, con algo de temor. — Pero de lo que estoy seguro es que no me veréis sufrir por estas heridas. Esto es tan solo mi regreso a mi jornada...
En su paso por los bosques empezaba a escuchar el sonido de algunas aves ocultas entre los troncos y con sonidos débiles podía alcanzarse a escuchar el bello movimiento del agua sobre un arroyo cercano al sendero del que cruzaba el can y su amo. El cibernético saco de su compartimiento el mapa que había sido ofrecido por uno de los niños de la humilde familia que tuvo el placer de conocer y que tuvieron la solidaridad de acogerlo como un invitado más. Su papel indicaba los años que llevaba entre el polvo y el olvido, no parecía haber sido muy usado durante todo el tiempo que había estado al cuidado de esos campesinos.
— Veamos... —Abrió el mapa de Aerandir en su totalidad, tratando de buscar algún punto viable para continuar con sus viajes mientras que Sardinas mordía su talón.
— Es un placer ayudar a un caballero tan educado como usted. —Contestó el campesino, refiriéndose con ignorancia al sujeto como un caballero. La gente de su clase no conocía mucho de lo que era la tecnología y su raza, después de todo, nunca salían de su base. — ¿No quiere quedarse un poco más hasta que sus heridas cesen? debería ir a Lunargenta, podrán darle los cuidados necesarios.
— No gracias. —Dio sus últimas palabras al granjero, antes de marcharse.— Pero ya he cumplido mi objetivo por aquí. Lunargenta no es un lugar viable para tratar a hombres como yo. Además, lamento decirle que este hombre que ve aquí no es ningún caballero.
Se alejo de la granja del campesino mientras que sus hijos y él asentían con unos saludos al cibernético, fue cómodo para ellos tener a un protector. Sardinas corría entre los pies de los campesinos tratando de posicionarse al lado del cibernético que cada vez más se alejaba sin esperarlo. Su boca abierta dejaba a su lengua arrastrada a un lado de esta, emocionado, pudo llegar a tiempo al lado de su amo. El perro daba con ánimos unos movimientos de lado a lado de su pequeña cola albina, estaba feliz por un día como aquel en el que ya no estaría mas solo, pero Sajin estaba indiferente a aquel día... era igual a todos.
Estaba herido tras aquel incidente en Lunargenta del que no podía recordar y su único testigo que tenía a su lado, Jinsa, había estado oculto durante mucho tiempo tras aquel suceso. Era extraño incluso para él que su lado mas maligno no lo acechase en un día como ese. Las heridas y quemaduras en su coraza se habían convertido en sus puntos débiles hasta que no cesasen a base de cicatrices o por ayuda médica. Lucía indiferente con ir hacia el hospital de Lunargenta, no quería hacer perder tiempo a pacientes cuya vida valdría mas que la de él. Tal vez, solo tal vez, aquellas heridas serían uno de sus recuerdos más preciados mientras siga en pie como un guerrero. Los campesinos le habían ofrecido una capa de marrón oscuro con una capucha que podría taparlo de la posible lluvia que estaría por venir en el nublado clima grisáceo que caía sobre él y Sardinas.
La flora estaba algo oscura y no tan bella como era a la luz de la mañana, sincronizaba perfectamente con el clima repleto de una aglomeración de nubes negras y la falta de luz en el lugar gracias al encubrimiento del sol por culpa de estas. La naturaleza se había hecho húmeda por la lluvia del día anterior, no tardaría en caer otra vez más sobre la vida vegetal por las indicaciones del cielo. No estaba mal un poco de agua en ese día, luego de escapar de aquel infierno que se destruía así mismo entre sus llamas, un poco de agua suavizaría la dura jornada que el espadachín vivía día a día. Había ganado algo de dinero tras su misión, pero no tendría mucho con lo que poder vivir sin tener que viajar de reino en reino sin un motivo alguno que no fuese sobrevivir. Se había convertido desde el protector de un señor feudal a un nómada que hacía todo por vivir a partir de su espada...
— Será mejor que nos demos prisa, Sardinas. Si tenemos tiempo quizás podamos descansar en una taberna o posada si es que no encontramos a alguna humilde persona que nos de asilo. —El cibernético vio como el perro lo miraba, ahora con la boca cerrada, con algo de temor. — Pero de lo que estoy seguro es que no me veréis sufrir por estas heridas. Esto es tan solo mi regreso a mi jornada...
En su paso por los bosques empezaba a escuchar el sonido de algunas aves ocultas entre los troncos y con sonidos débiles podía alcanzarse a escuchar el bello movimiento del agua sobre un arroyo cercano al sendero del que cruzaba el can y su amo. El cibernético saco de su compartimiento el mapa que había sido ofrecido por uno de los niños de la humilde familia que tuvo el placer de conocer y que tuvieron la solidaridad de acogerlo como un invitado más. Su papel indicaba los años que llevaba entre el polvo y el olvido, no parecía haber sido muy usado durante todo el tiempo que había estado al cuidado de esos campesinos.
— Veamos... —Abrió el mapa de Aerandir en su totalidad, tratando de buscar algún punto viable para continuar con sus viajes mientras que Sardinas mordía su talón.
Última edición por Sajin el Sáb Oct 31, 2015 12:05 am, editado 1 vez
Sajin
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Tras mi rápido paseo por el pequeño y extraño pueblo de Wulfufufu, me alejé con la idea y la determinación de no regresar jamás. Había caminado largo rato bajo la lluvia sin llegar a ningún lugar específico cuando tropecé con lo que parecía ser un carruaje detenido misteriosamente en medio del camino, llamó mi atención que el carruaje no tenía ningún caballo que lo arrastrara, me acerqué, más por curiosidad que por querer ayudar y pude escuchar la plática de aquellos dos hombres -Eso es mentira- Decía uno de ellos mientras reía a carcajadas -No hay sentido en lo que dices- Continuaba riendo sin parar mientras el otro sujeto, aparentemente más joven intentaba convencerlo -Te juro que la he visto, su cuerpo está hecho de luz y canta- La historia me parecía bastante difícil de creer, todo indicaba que sería mentira, sin embargo, me generaba cierta curiosidad, si después de haber pasado tantos años creyendo que los fantasmas no existen, ver uno finalmente me había hecho reconsiderar muchas cosas de las que antes dudaba.
Los sujetos parecían estar esperando a alguien, charlaban entre ellos aún sin notar mi presencia, lo más prudente me pareció salir del camino y rodearlos para evitar cualquier malentendido; una de las ruedas del carruaje parecía estar rota, tal vez un tercer sujeto había usado el caballo para ir a repararla o buscar otra para cambiar, aunque de momento no era eso lo importante, la historia de la mujer de luz en el riachuelo me pareció bastante curiosa -Solo un idiota se interesaría en una historia como esa- Fue lo último que escuché decir a uno de los sujetos mientras me alejaba de prisa decidido a investigar si realmente era cierto lo que el tipo aseguraba o era realmente una vil mentira para engañar a los crédulos.
Caminé unos minutos más hasta que finalmente logré llegar al arroyo, recorrí una parte del mismo esperando encontrar a esa fantástica mujer hecha de luz, sin embargo no pude encontrar nada en absoluto, al parecer había sido engañado de manera indirecta, así que cansado y decepcionado me senté junto al río y decidí tomar un poco de agua para sostener mi cuerpo un tiempo más -Pronto me tocará alimentarme- Pensé mientras me dejaba caer sentado en el piso para descansar un rato.
Los sujetos parecían estar esperando a alguien, charlaban entre ellos aún sin notar mi presencia, lo más prudente me pareció salir del camino y rodearlos para evitar cualquier malentendido; una de las ruedas del carruaje parecía estar rota, tal vez un tercer sujeto había usado el caballo para ir a repararla o buscar otra para cambiar, aunque de momento no era eso lo importante, la historia de la mujer de luz en el riachuelo me pareció bastante curiosa -Solo un idiota se interesaría en una historia como esa- Fue lo último que escuché decir a uno de los sujetos mientras me alejaba de prisa decidido a investigar si realmente era cierto lo que el tipo aseguraba o era realmente una vil mentira para engañar a los crédulos.
Caminé unos minutos más hasta que finalmente logré llegar al arroyo, recorrí una parte del mismo esperando encontrar a esa fantástica mujer hecha de luz, sin embargo no pude encontrar nada en absoluto, al parecer había sido engañado de manera indirecta, así que cansado y decepcionado me senté junto al río y decidí tomar un poco de agua para sostener mi cuerpo un tiempo más -Pronto me tocará alimentarme- Pensé mientras me dejaba caer sentado en el piso para descansar un rato.
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Aerandiano de honor
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Con cada paso quedaba cada vez más sus pies se humedecían como el pasto que pisaba, mientras que su perro todavía continuaba con su boca abierta y la lengua colgando fuera de esta como un reverendo animal imbécil. No se detenía a ver el ambiente mientras analizaba el mapa que tenía, tratando de familiarizarse con su letra y su arcaico diseño mientras que, de una manera semi-automática, caminaba sin ver hacia delante. Era más sutil buscar una solución en el lugar que, a pesar de la curiosidad que daba para el cibernético, también había cierta inseguridad en ir allá. Su dedo índice cayo sobre el cuervo metálico en uno de los territorios de la península de Verisar, cuyo estándar solo parecía indicar que era la fortaleza de los hombres de metal como el. Inseguro, decidió enrollar el mapa para poder disfrutar del entorno una vez más, el hecho de conocer a los suyos le preocupaba si estos no serían esclavos o no de su programación sin disfrutar de algún ensueño o meta.
Luego de un tiempo en el que solo podía escuchar sus pasos contra el frondoso pasto y los ladridos de su perro que ahuyentaron a las aves que alguna vez se habían ocultado de su presencia en los arbustos, eran básicamente la canción de día a día en ese lugar. Al cibernético le daba absolutamente igual las tonterías que hiciese su can, pero este tenía un gusto en cierta parte molesto por su hiperactividad con morder la coraza del cibernético. Gusto o no, sentía que era un juguete para su compañero canino. Este último pronto se mantuvo en un silencio impenetrable que, bajando su cabeza con la boca cerrada y yendo a pasos furtivos, parecía indicar que Sardinas había denotado algo fuera de lo normal.
— ¿Que habéis visto, Sardinas? —Se agachó junto a su can, cubiertos entre los arbustos mientras su perro apuntaba con su hocico a el misterioso objetivo que había encontrado y que, al parecer, le había resultado extraño.
El cibernético, del cual el ojo que alguna vez había quedado tuerto por una herida gracias a las trampas del Vigilante y que, por suerte, fue una de las que sanó mucho mas rápido que sus heridas por el fuego, se percato de lo que tenía enfrente. Un carruaje que había caído justamente por delante; sus ruedas se habían distorsionado y habían perdido su rumbo original, quebrándose ciertos aspectos importantes en su locomoción. Sardinas rugía levemente en silencio como si fuese una fiera sigilosa tal es el caso como alguna pantera, pero tras ver una mosca empezó a mover sus ojos en dirección a cada movimiento que hacía entre los aires, olvidándose completamente del carruaje abandonado, del que pronto escuchó las voces de un hombre mayor y un joven.
— Estoy seguro que tu primo Brunwulf esta en camino con los caballos de algún granjero y si no, probablemente requeriremos avisar a los guardias de su desaparición y luego veremos quien nos presta sus malditos potros.
— ¡Pero ya os lo dije, abuelo! —Gritó el joven, incrédulo.— ¡He visto a una mujer blanca y se ha llevado a Brunwulf a las aguas del arroyo en la noche anterior, no me embriagué a solas y mucho menos dejé que mi primo escapase, abuelo!
— ¡Cállate, mentiroso borracho! —Se escuchó el golpe que le dio en la cabeza dentro del carruaje.— ¡Un hombre no miente a su sangre, ¿me entendiste?!
Una discusión familiar se provocaba tras aquel golpe del que el cibernético no querría escuchar en lo absoluto al no brindar ninguna información útil que tuviese que tomar como precaución o necesidad, solo aquel anécdota extraña que para muchos rallaría en lo tétrico. Una mujer blanca, había escuchado esas historias de wraiths, supuestos fantasmas que eran de mal augurio para los viajeros que se cruzasen frente a ella, pero el cibernético no lo creía totalmente, no era un hombre supersticioso. Aerandir esta hecho de supersticiones y un hombre como Sajin indiferente a estas era bastante usual en el estereotipo de las máquinas de la base. Iría allá, en eso él estaba seguro. Pero, ¿qué sería lo que hallaría?...
El viento empezaba a arrastrar su capa mientras que se movía siguiendo el camino memorizado por las demostraciones de los granjeros hacia el arroyo, del que, seguramente, meditaría para llegar a una paz mental. Desde aquel día en el que estuvo con la intimidad del agua y su espada, sintió como todos sus pecados se purificaban que rayaba en el misticismo. El movimiento suave y coordinado de las aguas que se movían por las corrientes al unísono, su pureza tan natural... ello lo hace sentir vivo en días en los que los suyos solo son capaces de analizar cálculos y letras, nunca un ideal en la vida como el estaba tratando de buscar el suyo. Su perro empezaba a olvidarse de los animales que tanto lo idiotizaban para correr y correr sinfín entre los matorrales. No tardo en escuchar como su perro ya empezaba a ladrar, Sardinas ya lo había encontrado de una forma bastante sencilla y astuta a pesar de su torpeza en ciertos momentos.
Agarró su brújula de uno de sus compartimientos ocultos por la capa que se le había ofrecido; las coordenadas estaban algo disparejas al sendero actual para la base de los cibernéticos, pero si se daba podría re-coordinarse nuevamente como si nada hubiese pasado, tenía la oportunidad de hacerlo. Si no era eso, a su suerte, tendría que buscar la ayuda de algún médico a pesar de que este aborreciese esto o no. Cerró la tapa de la brújula tras echar un ojo a su estrella y la dirección que mostraba, guardándola otra vez. No podía perderse el espectáculo en el que el agua lucía tan cristalina como a su vez oscura, reflejando su rostro de metal encubierto por una capucha negra... hasta que Sardinas empezó a beber del arroyo, parecía que él no había encontrado el lugar por Sajin, si no para saciar su sed. Apartó su vista; ascendiéndola al desinteresarse en ver como Sardinas bebía, lo que hizo que notase a una figura algo familiar cercana, tan solo distanciada por unos pocos metros de distancia.
— ¿Sois un viajero más? —Dijo con total ignorancia sobre quien era aquella persona, pero tras un reojo de su rostro, recordó exactamente a aquel hombre. Se mostró sorprendido, cosa que sus ojos inertes no podían describir, trato de cambiar la pregunta. — ¿Señor Bio? ¿es usted?
Luego de un tiempo en el que solo podía escuchar sus pasos contra el frondoso pasto y los ladridos de su perro que ahuyentaron a las aves que alguna vez se habían ocultado de su presencia en los arbustos, eran básicamente la canción de día a día en ese lugar. Al cibernético le daba absolutamente igual las tonterías que hiciese su can, pero este tenía un gusto en cierta parte molesto por su hiperactividad con morder la coraza del cibernético. Gusto o no, sentía que era un juguete para su compañero canino. Este último pronto se mantuvo en un silencio impenetrable que, bajando su cabeza con la boca cerrada y yendo a pasos furtivos, parecía indicar que Sardinas había denotado algo fuera de lo normal.
— ¿Que habéis visto, Sardinas? —Se agachó junto a su can, cubiertos entre los arbustos mientras su perro apuntaba con su hocico a el misterioso objetivo que había encontrado y que, al parecer, le había resultado extraño.
El cibernético, del cual el ojo que alguna vez había quedado tuerto por una herida gracias a las trampas del Vigilante y que, por suerte, fue una de las que sanó mucho mas rápido que sus heridas por el fuego, se percato de lo que tenía enfrente. Un carruaje que había caído justamente por delante; sus ruedas se habían distorsionado y habían perdido su rumbo original, quebrándose ciertos aspectos importantes en su locomoción. Sardinas rugía levemente en silencio como si fuese una fiera sigilosa tal es el caso como alguna pantera, pero tras ver una mosca empezó a mover sus ojos en dirección a cada movimiento que hacía entre los aires, olvidándose completamente del carruaje abandonado, del que pronto escuchó las voces de un hombre mayor y un joven.
— Estoy seguro que tu primo Brunwulf esta en camino con los caballos de algún granjero y si no, probablemente requeriremos avisar a los guardias de su desaparición y luego veremos quien nos presta sus malditos potros.
— ¡Pero ya os lo dije, abuelo! —Gritó el joven, incrédulo.— ¡He visto a una mujer blanca y se ha llevado a Brunwulf a las aguas del arroyo en la noche anterior, no me embriagué a solas y mucho menos dejé que mi primo escapase, abuelo!
— ¡Cállate, mentiroso borracho! —Se escuchó el golpe que le dio en la cabeza dentro del carruaje.— ¡Un hombre no miente a su sangre, ¿me entendiste?!
Una discusión familiar se provocaba tras aquel golpe del que el cibernético no querría escuchar en lo absoluto al no brindar ninguna información útil que tuviese que tomar como precaución o necesidad, solo aquel anécdota extraña que para muchos rallaría en lo tétrico. Una mujer blanca, había escuchado esas historias de wraiths, supuestos fantasmas que eran de mal augurio para los viajeros que se cruzasen frente a ella, pero el cibernético no lo creía totalmente, no era un hombre supersticioso. Aerandir esta hecho de supersticiones y un hombre como Sajin indiferente a estas era bastante usual en el estereotipo de las máquinas de la base. Iría allá, en eso él estaba seguro. Pero, ¿qué sería lo que hallaría?...
El viento empezaba a arrastrar su capa mientras que se movía siguiendo el camino memorizado por las demostraciones de los granjeros hacia el arroyo, del que, seguramente, meditaría para llegar a una paz mental. Desde aquel día en el que estuvo con la intimidad del agua y su espada, sintió como todos sus pecados se purificaban que rayaba en el misticismo. El movimiento suave y coordinado de las aguas que se movían por las corrientes al unísono, su pureza tan natural... ello lo hace sentir vivo en días en los que los suyos solo son capaces de analizar cálculos y letras, nunca un ideal en la vida como el estaba tratando de buscar el suyo. Su perro empezaba a olvidarse de los animales que tanto lo idiotizaban para correr y correr sinfín entre los matorrales. No tardo en escuchar como su perro ya empezaba a ladrar, Sardinas ya lo había encontrado de una forma bastante sencilla y astuta a pesar de su torpeza en ciertos momentos.
Agarró su brújula de uno de sus compartimientos ocultos por la capa que se le había ofrecido; las coordenadas estaban algo disparejas al sendero actual para la base de los cibernéticos, pero si se daba podría re-coordinarse nuevamente como si nada hubiese pasado, tenía la oportunidad de hacerlo. Si no era eso, a su suerte, tendría que buscar la ayuda de algún médico a pesar de que este aborreciese esto o no. Cerró la tapa de la brújula tras echar un ojo a su estrella y la dirección que mostraba, guardándola otra vez. No podía perderse el espectáculo en el que el agua lucía tan cristalina como a su vez oscura, reflejando su rostro de metal encubierto por una capucha negra... hasta que Sardinas empezó a beber del arroyo, parecía que él no había encontrado el lugar por Sajin, si no para saciar su sed. Apartó su vista; ascendiéndola al desinteresarse en ver como Sardinas bebía, lo que hizo que notase a una figura algo familiar cercana, tan solo distanciada por unos pocos metros de distancia.
— ¿Sois un viajero más? —Dijo con total ignorancia sobre quien era aquella persona, pero tras un reojo de su rostro, recordó exactamente a aquel hombre. Se mostró sorprendido, cosa que sus ojos inertes no podían describir, trato de cambiar la pregunta. — ¿Señor Bio? ¿es usted?
Sajin
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
El clima se tornaba cada vez más frío y la leve llovizna amenazaba con transformarse en algo más fuerte, aunque al final acababan siendo solo banales amenazas que no llegaban a ejecutarse. El causal por su parte, comenzaba a sufrir el inevitable efecto causado por la lluvia, crecía inevitablemente mientras yo, sentado justo al riachuelo, miraba al cielo en busca de respuestas que sabía, no llegarían por sí solas.
Nuevamente vino a mi mente la historia de aquellos hombres al escuchar a lo lejos una musitante canción que parecía venir de ningún lugar, no había un eco, o una dirección que me indicara el origen de tan misteriosa melodía, sin embargo seguía sonando de manera llamativa y envolvente, me levanté de donde estaba y traté de caminar para seguir el rastro, aunque una vez de pie no supe a dónde ir, era más bien como si aquella melodía sonara solo dentro de mi cabeza, cosa que era bastante extraña, miré a todos lados en busca de algo sospechoso, si bien, mis oídos estaban siendo engañados, no pasaría lo mismo con mis ojos.
Entre los arbustos cercanos escuché algunos ruidos extraños, así que ni por un momento dudé en sacar mis dagas y prepararme para cualquier amenaza cercana, aunque en medio de dichos ruidos no supe cuando desapareció el tenue eco de la dulce melodía -¿Qué rayos está pasando?- Susurré para mí mismo mientras concentraba toda mi atención en lo que se acercaba; sus pasos eran rápidos pero pequeños, parecía un animal pequeño y rápido, me agaché y cerré mis ojos para hacer uso de mi agudo sentido del oído y escuché algunos pasos adicionales que antes no había notado, imaginando que podrían ser perros de caza, intenté alejarme pero fue demasiado tarde, un pequeño cachorro apareció de entre los arbustos trayendo tras de sí a un viejo amigo.
En principio no había logrado distinguirlo claramente, pero una vez más cerca recordé con gran afecto el encuentro que habíamos tenido en el poblado abandonado -Hola, Sajin, que bueno que llegaste, te estábamos esperando- Dije en tono amigable mientras llevaba mis dagas de nuevo a su lugar correspondiente al entender que de momento no había ningún peligro...
Nuevamente vino a mi mente la historia de aquellos hombres al escuchar a lo lejos una musitante canción que parecía venir de ningún lugar, no había un eco, o una dirección que me indicara el origen de tan misteriosa melodía, sin embargo seguía sonando de manera llamativa y envolvente, me levanté de donde estaba y traté de caminar para seguir el rastro, aunque una vez de pie no supe a dónde ir, era más bien como si aquella melodía sonara solo dentro de mi cabeza, cosa que era bastante extraña, miré a todos lados en busca de algo sospechoso, si bien, mis oídos estaban siendo engañados, no pasaría lo mismo con mis ojos.
Entre los arbustos cercanos escuché algunos ruidos extraños, así que ni por un momento dudé en sacar mis dagas y prepararme para cualquier amenaza cercana, aunque en medio de dichos ruidos no supe cuando desapareció el tenue eco de la dulce melodía -¿Qué rayos está pasando?- Susurré para mí mismo mientras concentraba toda mi atención en lo que se acercaba; sus pasos eran rápidos pero pequeños, parecía un animal pequeño y rápido, me agaché y cerré mis ojos para hacer uso de mi agudo sentido del oído y escuché algunos pasos adicionales que antes no había notado, imaginando que podrían ser perros de caza, intenté alejarme pero fue demasiado tarde, un pequeño cachorro apareció de entre los arbustos trayendo tras de sí a un viejo amigo.
En principio no había logrado distinguirlo claramente, pero una vez más cerca recordé con gran afecto el encuentro que habíamos tenido en el poblado abandonado -Hola, Sajin, que bueno que llegaste, te estábamos esperando- Dije en tono amigable mientras llevaba mis dagas de nuevo a su lugar correspondiente al entender que de momento no había ningún peligro...
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
El cibernético no distinguió lo que parecían ser las amigables palabras del vampiro. No se conocían mucho, después de todo, el tiempo que pasaron tras eso había quedado en el norte y seguiría allí, pues ahora aquello se había ido como una cortina de humo. Sajin ahora estaba en Verisar, lugar de hombres y máquinas, era su momento para poder hacer algo con distinción para ganar el reconocimiento de una gran comunidad como aquella. Pero el hecho de ganar simplemente fama y oro, no era la vida que él quería. Tal vez por eso se sintió mucho más afable al respecto del encuentro con un sujeto que le dio sus ánimos cuando mas lo necesito, si, fue hace tiempo, pero no por eso tendría que desaprovechar la oportunidad para salir del estereotipo de frialdad inquebrantable en los cibernéticos. 'Mercenario', 'Hojalata', 'Aberración'... al menos alguien por fin le llamaba por su nombre, como si tan solo fuese un hombre más.
— ¿Tenéis compañeros por aquí? —Respondió el cibernético, sin captar el porque de sus palabras. Sardinas empezaba a ladrar; Sajin se giró y contemplo, ignorando la presencia del vampiro a su lado, la llegada de un clima que rayaba en lo oscuro. Las grisáceas nubes habían evolucionado en ennegrecidas manchas que cubrían el páramo azul del día hasta oscurecerla, la noche no estaba en poco tiempo de llegar por allá. — ¿Qué os trae por este lugar, señor Bio?
Se había girado nuevamente con su viejo compañero tras su análisis, Bio no era más que los muchos otros compañeros más que había tenido a lo largo del tiempo. Tan solo era eso en la vida de un cibernético; los cibernéticos tan solo viven para su trabajo, para lo que son destinados a base de su programación autoritaria y dogmática que rige en ellos sin que estos puedan dejar de ser esclavos de ella. El no puede tener amigos, amada o alguna familia, tan solo los compañeros que tenía eran lo único cercano a amistad, al menos eso lo movía a continuar. Pero todavía sin ellos, había podido superar su inclinación a acabar con su vida en aquel entonces, todavía seguía dudando si el había tomado la decisión correcta. Aún el cibernético era un don nadie..
— Voy a la base de mi raza. —Le comentó; tras un tiempo en silencio, prefirió mantener una continuación antes de que el vampiro diese sus palabras, quería ser mas específico. Luego de que él hubiese preferido escapar sin previo aviso del norte y aparecer repentinamente en la península de Verisar, era una larga historia. — Estoy empezando a creer que estoy obsoleto, pero cuando combato, todo eso se esfuma. Aunque, por el momento, no puedo... por ello tendré que ir hacia la base para reincorporarme tras el daño que he sufrido. —Proseguía, viendo como las luciérnagas danzaban en el aire.— Como ve estoy iniciando una conversación como suelen hacer los seres inteligentes que carecen de mejoras artificiales, para ver si así soy capaz de redimir los actos de traición que cometí abandonándolo con la vampiresa en los páramos helados.
Se quito la capucha y dejo que esta se moviese al filo del viento junto con su capa negra; podía notarse una cicatriz surcando una de sus cuencas arriba abajo, la coraza de su hombro con las abolladuras de colmillos junto con sus quemaduras y rajaduras en su abdomen. Sí, tenía bastante razón con el hecho de que durante todo su viaje, ya estaba obsoleto, mientras que el vampiro, estaba como nuevo. Pero no importaba, su cuerpo tan solo era la caja que mantendría sus ideales de espadachín para que muy pronto, esos ideales nunca mueran. Lamentablemente debía de conseguirlos, si no la filosofía que había creado con el arte de la espada sería en vano, tan solo ahora tenía el único objetivo que conllevaría al final del camino de la espada: la muerte. Disfrutar de un lugar tan pacífico y sin humanos bebiendo era bastante satisfactorio para su autoestima, luego de que haber sido tan dañado, eso lo hacía sentir con una paz mental como había experimentado antes en tan solo una ocasión con el agua.
Sardinas ladraba a las luciérnagas que se movían entre el bosque y parecían flotar como luces en sus aguas, todo estaba tan tranquilo, tan inofensivo, su cruzada parecía tener un descanso al fin de cuentas... hasta que, desde la penumbra de la oscuridad entre los arbustos cercanos al arroyo, parecía notarse el grito repentino de una joven. Su origen, el porque y que había sucedido eran totalmente desconocidos en la acechadora llegada de la noche en la que los peligros empezaban a salir de las sombras más frecuentemente. Sardinas empezó a morder con mas frecuencia el talón acorazado de Sajin, mientras que su cola temblaba.
— ¿Tenéis compañeros por aquí? —Respondió el cibernético, sin captar el porque de sus palabras. Sardinas empezaba a ladrar; Sajin se giró y contemplo, ignorando la presencia del vampiro a su lado, la llegada de un clima que rayaba en lo oscuro. Las grisáceas nubes habían evolucionado en ennegrecidas manchas que cubrían el páramo azul del día hasta oscurecerla, la noche no estaba en poco tiempo de llegar por allá. — ¿Qué os trae por este lugar, señor Bio?
Se había girado nuevamente con su viejo compañero tras su análisis, Bio no era más que los muchos otros compañeros más que había tenido a lo largo del tiempo. Tan solo era eso en la vida de un cibernético; los cibernéticos tan solo viven para su trabajo, para lo que son destinados a base de su programación autoritaria y dogmática que rige en ellos sin que estos puedan dejar de ser esclavos de ella. El no puede tener amigos, amada o alguna familia, tan solo los compañeros que tenía eran lo único cercano a amistad, al menos eso lo movía a continuar. Pero todavía sin ellos, había podido superar su inclinación a acabar con su vida en aquel entonces, todavía seguía dudando si el había tomado la decisión correcta. Aún el cibernético era un don nadie..
— Voy a la base de mi raza. —Le comentó; tras un tiempo en silencio, prefirió mantener una continuación antes de que el vampiro diese sus palabras, quería ser mas específico. Luego de que él hubiese preferido escapar sin previo aviso del norte y aparecer repentinamente en la península de Verisar, era una larga historia. — Estoy empezando a creer que estoy obsoleto, pero cuando combato, todo eso se esfuma. Aunque, por el momento, no puedo... por ello tendré que ir hacia la base para reincorporarme tras el daño que he sufrido. —Proseguía, viendo como las luciérnagas danzaban en el aire.— Como ve estoy iniciando una conversación como suelen hacer los seres inteligentes que carecen de mejoras artificiales, para ver si así soy capaz de redimir los actos de traición que cometí abandonándolo con la vampiresa en los páramos helados.
Se quito la capucha y dejo que esta se moviese al filo del viento junto con su capa negra; podía notarse una cicatriz surcando una de sus cuencas arriba abajo, la coraza de su hombro con las abolladuras de colmillos junto con sus quemaduras y rajaduras en su abdomen. Sí, tenía bastante razón con el hecho de que durante todo su viaje, ya estaba obsoleto, mientras que el vampiro, estaba como nuevo. Pero no importaba, su cuerpo tan solo era la caja que mantendría sus ideales de espadachín para que muy pronto, esos ideales nunca mueran. Lamentablemente debía de conseguirlos, si no la filosofía que había creado con el arte de la espada sería en vano, tan solo ahora tenía el único objetivo que conllevaría al final del camino de la espada: la muerte. Disfrutar de un lugar tan pacífico y sin humanos bebiendo era bastante satisfactorio para su autoestima, luego de que haber sido tan dañado, eso lo hacía sentir con una paz mental como había experimentado antes en tan solo una ocasión con el agua.
Sardinas ladraba a las luciérnagas que se movían entre el bosque y parecían flotar como luces en sus aguas, todo estaba tan tranquilo, tan inofensivo, su cruzada parecía tener un descanso al fin de cuentas... hasta que, desde la penumbra de la oscuridad entre los arbustos cercanos al arroyo, parecía notarse el grito repentino de una joven. Su origen, el porque y que había sucedido eran totalmente desconocidos en la acechadora llegada de la noche en la que los peligros empezaban a salir de las sombras más frecuentemente. Sardinas empezó a morder con mas frecuencia el talón acorazado de Sajin, mientras que su cola temblaba.
Sajin
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El biocibernético parecía pensativo mientras se acercaba, aunque al verlo en detalle pude ver algunos daños en su coraza -¿Qué te han hecho?- Dije mientras me acercaba para ver mejor sus detalles aunque luego me detuve para no ofender de ninguna manera su orgullo de guerrero -Claro que tengo un compañero aquí, le estoy hablando ahora mismo- Exclamé mientras lo señalaba -Y por favor, no me digas señor, soy solo Bio- La conversación fue interrumpida por el pequeño perro que ahora lo acompañaba, aunque tras unos instantes, Sajín comenzó a hablar de nuevo.
Escuché sus palabras un poco preocupado por sus abolladuras, recordaba cuando casi perdí a Seek en aquella ocasión -Hace poco estuve en esa base- Dije en tono melancólico -Una amiga, de tu raza, fue mutilada en combate, y la llevé a la base para reparar sus daños, seguro te dejarán como nuevo- Comenté de manera optimista -En algún momento, todos nos sentimos obsoletos, eso forma parte de nuestros miedos, eso que nos hace, de alguna forma, humanos- Me quedé pensativo ante sus palabras -No te preocupes, no hiciste nada malo- Concluí finalmente de manera casi tan cordial como era su trato hacia mí.
El bio descubrió su cuerpo dejando ver que sus daños eran más graves de lo que parecían, y aunque me dio una fuerte impresión, también me contuve por respeto a su dignidad de peleador -Parece que has enfrentado a un ejército entero- Dije a modo de chiste -La vez anterior, era yo quien estaba herido y me ayudaste, ésta vez puedo retribuir el favor- Le propuse en modo amigable a Sajín.
Inesperadamente la paz del momento fue interrumpida por lo que parecía ser un grito femenino -¿Oíste eso?- Pregunté al gris personaje mientras comenzaba a caminar en dirección al origen de aquel tétrico sonido.
Escuché sus palabras un poco preocupado por sus abolladuras, recordaba cuando casi perdí a Seek en aquella ocasión -Hace poco estuve en esa base- Dije en tono melancólico -Una amiga, de tu raza, fue mutilada en combate, y la llevé a la base para reparar sus daños, seguro te dejarán como nuevo- Comenté de manera optimista -En algún momento, todos nos sentimos obsoletos, eso forma parte de nuestros miedos, eso que nos hace, de alguna forma, humanos- Me quedé pensativo ante sus palabras -No te preocupes, no hiciste nada malo- Concluí finalmente de manera casi tan cordial como era su trato hacia mí.
El bio descubrió su cuerpo dejando ver que sus daños eran más graves de lo que parecían, y aunque me dio una fuerte impresión, también me contuve por respeto a su dignidad de peleador -Parece que has enfrentado a un ejército entero- Dije a modo de chiste -La vez anterior, era yo quien estaba herido y me ayudaste, ésta vez puedo retribuir el favor- Le propuse en modo amigable a Sajín.
Inesperadamente la paz del momento fue interrumpida por lo que parecía ser un grito femenino -¿Oíste eso?- Pregunté al gris personaje mientras comenzaba a caminar en dirección al origen de aquel tétrico sonido.
Bio
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Las palabras del vampiro daban en cierta parte ánimos a la máquina con aquel trato amistoso y preocupación por él de lo que no se sentía muy conforme con el hecho de ser vulnerable aparentemente en ese momento. El hecho de que hubiese sido programado para ser simple y llanamente un protector era la razón mas clara de su disconformidad de preocupación por el, que desde su falla como protector había perdido totalmente la preocupación tras colapsar el único motivo de su vida. El motivo de la vida era el mismo de siempre: servir a un bien mayor, ya fuese la religión, el oro, los pecados e incluso la misma supervivencia del ser debido a las obligaciones que imponían su cuerpo por la necesidad de sustento. Un mundo que hacía a la vida una cosa sin sentido y sin valor alguno, que, tan solo obstruyéndose de su realidad el hombre podía ser capaz de subsistir a través de esa pobre necesidad existencial. Lo único perseverante y que valía la pena en la vida eran las ideas de los hombres que no pueden satisfacerse ni detenerse por el hecho del sufrimiento de no conseguir sus ambiciones o el profundo tedio cuando lo alcanzaban...
El cibernético lo comprendía, entendía los hilos que estructuraban la vida y solo pudo comprender la tragicómica necesidad de la vida en el mundo como un mero deseo por llenar la soledad y vacío existencial de los dioses. No podía entender esa fraudulenta y poco emotiva broma, solo podía contemplarla como lo que era: un realidad basada bajo los hechos reales de cada hombre, de cada mujer y de cada ser en el mundo. Con esa filosofía tan amargada y en busca del honor bajo la dogmática programación que limitaba a ello, solía pensar que toda la vida en sí tenían valores nulos frente a los que protegía, pero tras esa caída el error que había hundido en él todo ese dilema había terminado por la necesidad de servir a un bien mayor como lo era la moral, la justicia y la amistad que regía el mundo de los hombres entre pecados y desventuras por una realidad tan dura que pocos hombres podían asumir. Tal vez por eso hombres como el vampiro que tenía en frente, desde una profunda inmortalidad, preferían el hecho de seguir alimentando ese motivo a base del mismo cliché de siempre y que todo hombre vive. ¿Qué mueve a un hombre así en un mundo que para este es totalmente vacío? las ideas que, de alguna u otra forma, logran animar de una forma que raya en lo heroico para la egosofía del ser que las cumple.
— Me han atacado, obviamente. —Se obstruyó de su filosofía tan paradójica y amargada al respecto de la vida para acabar en ese involuntario y cínico sarcasmo de su parte. Recibía con la total atención las anécdotas de su compañero sobre una fémina robótica como Sajin. Los tonos de melancolía a optimismo solían descender y ascender según la situación en la que aquella vieja amiga del vampiro había tenido que soportar, indicaban totalmente el sentimiento del vampiro que manifestaba a la que parecía ser su fiel amiga. — Lamento mi error... estimado Bio. —Trató de cambiar la palabra ''señor'' por ''estimado''.— Es tan solo que suelo estar en el dilema moral de no poder entender los paradigmas humanos.
El vampiro era como muchos de los hombres cuyas ideas no solo rayaban en lo correcto para su Yo, si no para bien para los demás. No era simplemente su ego que el vampiro mantenía firme, también era su necesidad de ayudar a los demás por cuestiones de moral al igual que el cibernético. Por primera vez, aceptó ser el vulnerable frente a un viejo, pero admirable compañero. —Si tenéis conocimientos médicos, podréis ayudarme... —Dijo, ignorando a Sardinas mientras jugaba con las luciérnagas. — He ignorado por completo el hospital de Lunargenta y requeriré sellar estas heridas para actualizar mi exoesqueleto acorde mi complexión. ¿Que sugiere usted?
No recibió respuesta de parte del vampiro, pero si del bosque. Notó a Sardinas detrás de el mordiendo su talón mientras que su cola temblaba, seguido de sus extremidades. Se podía entender el porque de su miedo, el grito tan desgarrador y macabro asemejaba la idea de que si ''eso'' que provoco ese violento grito de dolor pudiese hacer eso a uno mismo. El vampiro, impactado como la máquina al respecto del tema, trato de encaminarse junto a la máquina en los páramos oscuros y frondosos del bosque de donde había provenido el llanto de dolor. Sardinas, temeroso por ir solo, decidió aferrarse al talón de su amo, arrastrado como una serpiente con el consuelo de que sería protegido, pero con el temor de ir allá.
— Perdone a Sardinas, estimado Bio. —Comentaba el cibernético mientras que ambos viejos compañeros se encaminaban en la noche del bosque aún húmedo por las recientes lluvias que lo habían llenado su naturaleza de una forma melancólica. — Sardinas tan solo tiene el motivo en su vida de explorar, corretear y comer. No es un guerrero, como podréis notar.
Ese cálido diálogo como respuesta para apaciguar las cosas tras ese grito fue sellado con la llegada de una mórbida y perturbadora imagen delante de ellos. El carruaje de aquellos hombres que el cibernético se había topado estaba totalmente volteado y los hombres en el carruaje estaban aplastados por las ruedas de su carrocería. La sangre emanaba de sus cuerpos inertes cuyos rostros no podían verse totalmente tras estar agachados bocabajo contra el suelo, tan solo el ojo de un cuervo que aprovecho la desgracia de esos viajeros miraba con total calma al robot y al vampiro, con el ojo de uno de ellos siendo aplastado por su pico negro. La presencia de ambos hombres lo espanto y prefirió volar lejos, al menos con comida en mano.
— Una noche más para despertar a mi diosa de metal. —El cibernético comentaba al respecto de la situación que el vampiro y él tenían por delante; Sardinas se había zafado de su talón y ladró tras encontrar en una lámpara con una vela encendida en su interior entre las manos de uno de los difuntos. El cibernético se acercó y la tomó; la luz de la vela ilumino el carruaje del que se vieron grandes huellas que parecían indicar que habían sido aplastados como una especie de tortura mientras se encontraban en su carruaje. Sajin, bajo mera suerte, encontró el trozo de un velo blanco y se lo mostró entre sus dedos al vampiro.
— ¿Tenéis vos alguna idea clara de lo que esta sucediendo, estimado Bio?
El cibernético lo comprendía, entendía los hilos que estructuraban la vida y solo pudo comprender la tragicómica necesidad de la vida en el mundo como un mero deseo por llenar la soledad y vacío existencial de los dioses. No podía entender esa fraudulenta y poco emotiva broma, solo podía contemplarla como lo que era: un realidad basada bajo los hechos reales de cada hombre, de cada mujer y de cada ser en el mundo. Con esa filosofía tan amargada y en busca del honor bajo la dogmática programación que limitaba a ello, solía pensar que toda la vida en sí tenían valores nulos frente a los que protegía, pero tras esa caída el error que había hundido en él todo ese dilema había terminado por la necesidad de servir a un bien mayor como lo era la moral, la justicia y la amistad que regía el mundo de los hombres entre pecados y desventuras por una realidad tan dura que pocos hombres podían asumir. Tal vez por eso hombres como el vampiro que tenía en frente, desde una profunda inmortalidad, preferían el hecho de seguir alimentando ese motivo a base del mismo cliché de siempre y que todo hombre vive. ¿Qué mueve a un hombre así en un mundo que para este es totalmente vacío? las ideas que, de alguna u otra forma, logran animar de una forma que raya en lo heroico para la egosofía del ser que las cumple.
— Me han atacado, obviamente. —Se obstruyó de su filosofía tan paradójica y amargada al respecto de la vida para acabar en ese involuntario y cínico sarcasmo de su parte. Recibía con la total atención las anécdotas de su compañero sobre una fémina robótica como Sajin. Los tonos de melancolía a optimismo solían descender y ascender según la situación en la que aquella vieja amiga del vampiro había tenido que soportar, indicaban totalmente el sentimiento del vampiro que manifestaba a la que parecía ser su fiel amiga. — Lamento mi error... estimado Bio. —Trató de cambiar la palabra ''señor'' por ''estimado''.— Es tan solo que suelo estar en el dilema moral de no poder entender los paradigmas humanos.
El vampiro era como muchos de los hombres cuyas ideas no solo rayaban en lo correcto para su Yo, si no para bien para los demás. No era simplemente su ego que el vampiro mantenía firme, también era su necesidad de ayudar a los demás por cuestiones de moral al igual que el cibernético. Por primera vez, aceptó ser el vulnerable frente a un viejo, pero admirable compañero. —Si tenéis conocimientos médicos, podréis ayudarme... —Dijo, ignorando a Sardinas mientras jugaba con las luciérnagas. — He ignorado por completo el hospital de Lunargenta y requeriré sellar estas heridas para actualizar mi exoesqueleto acorde mi complexión. ¿Que sugiere usted?
No recibió respuesta de parte del vampiro, pero si del bosque. Notó a Sardinas detrás de el mordiendo su talón mientras que su cola temblaba, seguido de sus extremidades. Se podía entender el porque de su miedo, el grito tan desgarrador y macabro asemejaba la idea de que si ''eso'' que provoco ese violento grito de dolor pudiese hacer eso a uno mismo. El vampiro, impactado como la máquina al respecto del tema, trato de encaminarse junto a la máquina en los páramos oscuros y frondosos del bosque de donde había provenido el llanto de dolor. Sardinas, temeroso por ir solo, decidió aferrarse al talón de su amo, arrastrado como una serpiente con el consuelo de que sería protegido, pero con el temor de ir allá.
— Perdone a Sardinas, estimado Bio. —Comentaba el cibernético mientras que ambos viejos compañeros se encaminaban en la noche del bosque aún húmedo por las recientes lluvias que lo habían llenado su naturaleza de una forma melancólica. — Sardinas tan solo tiene el motivo en su vida de explorar, corretear y comer. No es un guerrero, como podréis notar.
Ese cálido diálogo como respuesta para apaciguar las cosas tras ese grito fue sellado con la llegada de una mórbida y perturbadora imagen delante de ellos. El carruaje de aquellos hombres que el cibernético se había topado estaba totalmente volteado y los hombres en el carruaje estaban aplastados por las ruedas de su carrocería. La sangre emanaba de sus cuerpos inertes cuyos rostros no podían verse totalmente tras estar agachados bocabajo contra el suelo, tan solo el ojo de un cuervo que aprovecho la desgracia de esos viajeros miraba con total calma al robot y al vampiro, con el ojo de uno de ellos siendo aplastado por su pico negro. La presencia de ambos hombres lo espanto y prefirió volar lejos, al menos con comida en mano.
— Una noche más para despertar a mi diosa de metal. —El cibernético comentaba al respecto de la situación que el vampiro y él tenían por delante; Sardinas se había zafado de su talón y ladró tras encontrar en una lámpara con una vela encendida en su interior entre las manos de uno de los difuntos. El cibernético se acercó y la tomó; la luz de la vela ilumino el carruaje del que se vieron grandes huellas que parecían indicar que habían sido aplastados como una especie de tortura mientras se encontraban en su carruaje. Sajin, bajo mera suerte, encontró el trozo de un velo blanco y se lo mostró entre sus dedos al vampiro.
— ¿Tenéis vos alguna idea clara de lo que esta sucediendo, estimado Bio?
Sajin
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
El trato del biocibernético resultaba demasiado educado y cordial, algo a lo que no terminaba de acostumbrarme, sin embargo, eventualmente acabaría por hacerlo, esa obsesión por añadir algún adjetivo respetuoso antes del nombre comenzaba a resultarme gracioso, preferí dejar de insistir y permitir que me llamara como se sintiera cómodo y acorde a su programación. La actitud del robot, tan silencioso y encerrado en sus pensamientos siempre me generaba mucha intriga, parecía como si su mente jamás dejara de funcionar, pensaba sin descanso en busca de... Algo que yo no lograba comprender.
Bajé la mirada ante la imposibilidad de ayudarle, mis conocimientos de medicina eran apenas básicos para ayudar a humanos con heridas leves, difícilmente podría ser útil para alguien con una estructura tan compleja -En el hospital, difícilmente sabrán tratar tu anatomía, o al igual que a mí, te tratarán como a una cosa rara, porque somos diferentes, es mejor llegar hasta la base de los bio- Argumenté en tono serio -La doctora Hyre sabrá qué hacer- Finalicé de modo optimista antes de ser atraído por el grito desgarrador.
La escena del perro anclado al talón del robot me resultaba bastante graciosa, pero evitaba reírme por la seriedad del peligroso momento; al llegar al origen del grito pude ver la carreta con la que antes había topado, pero esta vez estaba volteada y sus ocupantes muertos, sirviendo ya solo como comida a las aves de carroña.
La escena resultaba de lo más espeluznante, Sajin había encontrado algunas pistas que tal vez servirían para saciar la insipiente curiosidad de saber lo que había ocurrido a los desafortunados viajeros, entre ellas, un misterioso velo blanco que me mostró entre sus fríos dedos de metal -Parece ser un velo de novia- Respondí a su pregunta de manera casi automática -Pero no vi ninguna novia a bordo de la carreta cuando pasé junto a ellos, esto no tiene mucho sentido- Concluí para acercarme yo también en busca de algún otro indicio que nos ayudara a esclarecer el asunto.
Bajé la mirada ante la imposibilidad de ayudarle, mis conocimientos de medicina eran apenas básicos para ayudar a humanos con heridas leves, difícilmente podría ser útil para alguien con una estructura tan compleja -En el hospital, difícilmente sabrán tratar tu anatomía, o al igual que a mí, te tratarán como a una cosa rara, porque somos diferentes, es mejor llegar hasta la base de los bio- Argumenté en tono serio -La doctora Hyre sabrá qué hacer- Finalicé de modo optimista antes de ser atraído por el grito desgarrador.
La escena del perro anclado al talón del robot me resultaba bastante graciosa, pero evitaba reírme por la seriedad del peligroso momento; al llegar al origen del grito pude ver la carreta con la que antes había topado, pero esta vez estaba volteada y sus ocupantes muertos, sirviendo ya solo como comida a las aves de carroña.
La escena resultaba de lo más espeluznante, Sajin había encontrado algunas pistas que tal vez servirían para saciar la insipiente curiosidad de saber lo que había ocurrido a los desafortunados viajeros, entre ellas, un misterioso velo blanco que me mostró entre sus fríos dedos de metal -Parece ser un velo de novia- Respondí a su pregunta de manera casi automática -Pero no vi ninguna novia a bordo de la carreta cuando pasé junto a ellos, esto no tiene mucho sentido- Concluí para acercarme yo también en busca de algún otro indicio que nos ayudara a esclarecer el asunto.
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
El trozo del velo de una novia, un carruaje aparentemente pisoteado y dos cadáveres con una muerte rotunda e inexplicable. Sin duda era un misterio que hasta la detectivesca análisis del cibernético todavía no podía captar totalmente lo que sucedía, al igual que su compañero. Herido, la máquina sabría que la amenaza que tenía no podría enfrentarla con sus heridas sin la ayuda de su viejo y mejorado compañero que se conformo en ayudarlo en su cruzada junto con su fiel y torpe perro. Arrojo al suelo el trozo de lo que parecía ser un pedazo de un velo de novia como su compañero había deducido tras su descubrimiento; su mano se había adelantado hacia el mango de su sable y el rugido de su espada chirrió ante su desenvaine. Cubierto del manto de luz que le prometía la lámpara encontrada, se encamino a analizar más a fondo con su compañero el crimen que tenían enfrente, investigando más a fondo al respecto de la causa del volteo de la carrocería de los difuntos.
Las huellas que aplastaron el techo del carruaje no cuentan con el hueso del talón como es común en las criaturas humanoides. —El cibernético contemplaba con una mirada azul e inerte de sus ojos a el carruaje.— En sí, pareciera que las supuestas huellas tienen más de circular que la de un pie humano o la pata de un animal, por lo que he de suponer que estamos a merced de una criatura mítica o una especie nueva. —Se arrodilló tras denotar en las huellas marcadas en la carrocería aplastada.— Estas huellas tienen una pobre pero notoria cantidad de astillas en la zona donde aplastaron, tal vez sus patas fueron dañadas por la madera del carruaje, sin embargo, la coloración de las astillas es mucho más oscura que la de la madera del carruaje.
Percatándose de que la sangre que emanaba de uno de los cuerpos estaba comenzando a provocar un charco tras sus pies, elevo la cara de uno de ellos del fango para percatarse de la apertura que provocaba tal desangre, notando como un prominente trozo de madera penetrado como una lanza la garganta de la víctima. La madera, de misma coloración que las astillas, empezaba a pintarse con la sangre del cadáver. La palidez del cuerpo, su mirada de ojos verdes inerte y directamente hacia el cibernético, con aquel río rojo emanando debajo de su quijada era una imagen poco satisfactoria. Arrancó con un tajo ese trozo de madera y bajo el rostro del cuerpo del joven a el fango junto con el del anciano, en el que la sangre no emanaba tanto como la del cuerpo juvenil.
— Tras ver esto, creo que las criaturas que hicieron esto tienen algún material predilecto para sus herramientas de caza. —Comentó, mirando con sus ojos antipáticos la madera ensangrentada.—Vieja, la coloración paso a ser una madera un tanto oscura. Podría decir que se tratasen de bandidos si por lo menos tuviese los datos para identificar el porque de las huellas tan inhumanas en el techo aplastado del carruaje.
Sardinas empezaba a curiosear intrépidamente, extraño, tras el encuentro de la aterradora imagen le había llegado a poner los pelos de punta a la criatura y, al ver que no había ningún cazador por los lares, se había confiado bastante. El animal tenía la suerte de confiar de las habilidades de su amo y el vampiro que lo acompañaba, de ser así su amo no podría contener mucho el daño como su cuerpo lo denotaba tras frecuentes y feroces peleas. Eran pocas, eso demostraba que sus ideales todavía no habían sido forjados. Si no podía crearlos, nunca podría obstruirse para conseguir su motivo en la vida bajo la transformación en un espíritu libre con su propio sistema de valores estructurado, sería otro guerrero más.
Tras la curiosidad del animal, ladró tras ver en el abismo nocturno cercano al sendero. Sajin se agachó junto a un arbusto en el lugar que, si bien no estaba fuera del camino, si estaba al borde de sacarlo de él. Notando como aquella figura vagamente visible en la noche empezaba a notarse cada vez más mientras salía, iba denotando un aspecto mucho más humano y, como consecuencia, mucho más demacrado. Una figura similar a lo que era una novia empezaba a contonearse, sin poder notar sus pies, era como si aquella criatura flotase de una manera fantasmagórica. Escalofriante junto con el carruaje aplastado, el desgarrador grito y ahora ello, los viajeros pasaban un mal momento.
El rostro de aquella mujer flotante estaba oculto entre numerosos mechones de pelo negro, mientras de su blanco vestido empezaba a escapar de su garganta un mar de sangre que empezaba a pintarlo de rojo carmesí. Repentinamente, desapareció de la vista de los viajeros tras ascender. Los viejos árboles del sendero comenzaban a contonearse probablemente por el viento en aquellas zonas o, por el mal augurio que la dama había provocado en su breve aparición...
* Off: Uso de conocimiento antiguo sobre bestias.
Las huellas que aplastaron el techo del carruaje no cuentan con el hueso del talón como es común en las criaturas humanoides. —El cibernético contemplaba con una mirada azul e inerte de sus ojos a el carruaje.— En sí, pareciera que las supuestas huellas tienen más de circular que la de un pie humano o la pata de un animal, por lo que he de suponer que estamos a merced de una criatura mítica o una especie nueva. —Se arrodilló tras denotar en las huellas marcadas en la carrocería aplastada.— Estas huellas tienen una pobre pero notoria cantidad de astillas en la zona donde aplastaron, tal vez sus patas fueron dañadas por la madera del carruaje, sin embargo, la coloración de las astillas es mucho más oscura que la de la madera del carruaje.
Percatándose de que la sangre que emanaba de uno de los cuerpos estaba comenzando a provocar un charco tras sus pies, elevo la cara de uno de ellos del fango para percatarse de la apertura que provocaba tal desangre, notando como un prominente trozo de madera penetrado como una lanza la garganta de la víctima. La madera, de misma coloración que las astillas, empezaba a pintarse con la sangre del cadáver. La palidez del cuerpo, su mirada de ojos verdes inerte y directamente hacia el cibernético, con aquel río rojo emanando debajo de su quijada era una imagen poco satisfactoria. Arrancó con un tajo ese trozo de madera y bajo el rostro del cuerpo del joven a el fango junto con el del anciano, en el que la sangre no emanaba tanto como la del cuerpo juvenil.
— Tras ver esto, creo que las criaturas que hicieron esto tienen algún material predilecto para sus herramientas de caza. —Comentó, mirando con sus ojos antipáticos la madera ensangrentada.—Vieja, la coloración paso a ser una madera un tanto oscura. Podría decir que se tratasen de bandidos si por lo menos tuviese los datos para identificar el porque de las huellas tan inhumanas en el techo aplastado del carruaje.
Sardinas empezaba a curiosear intrépidamente, extraño, tras el encuentro de la aterradora imagen le había llegado a poner los pelos de punta a la criatura y, al ver que no había ningún cazador por los lares, se había confiado bastante. El animal tenía la suerte de confiar de las habilidades de su amo y el vampiro que lo acompañaba, de ser así su amo no podría contener mucho el daño como su cuerpo lo denotaba tras frecuentes y feroces peleas. Eran pocas, eso demostraba que sus ideales todavía no habían sido forjados. Si no podía crearlos, nunca podría obstruirse para conseguir su motivo en la vida bajo la transformación en un espíritu libre con su propio sistema de valores estructurado, sería otro guerrero más.
Tras la curiosidad del animal, ladró tras ver en el abismo nocturno cercano al sendero. Sajin se agachó junto a un arbusto en el lugar que, si bien no estaba fuera del camino, si estaba al borde de sacarlo de él. Notando como aquella figura vagamente visible en la noche empezaba a notarse cada vez más mientras salía, iba denotando un aspecto mucho más humano y, como consecuencia, mucho más demacrado. Una figura similar a lo que era una novia empezaba a contonearse, sin poder notar sus pies, era como si aquella criatura flotase de una manera fantasmagórica. Escalofriante junto con el carruaje aplastado, el desgarrador grito y ahora ello, los viajeros pasaban un mal momento.
El rostro de aquella mujer flotante estaba oculto entre numerosos mechones de pelo negro, mientras de su blanco vestido empezaba a escapar de su garganta un mar de sangre que empezaba a pintarlo de rojo carmesí. Repentinamente, desapareció de la vista de los viajeros tras ascender. Los viejos árboles del sendero comenzaban a contonearse probablemente por el viento en aquellas zonas o, por el mal augurio que la dama había provocado en su breve aparición...
* Off: Uso de conocimiento antiguo sobre bestias.
Sajin
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Las conclusiones del enigmático personaje de metal me habían dejado bastante impresionado, permanecí en silencio observando y escuchando sus conclusiones acerca de lo ocurrido, poseía un gran conocimiento en bestias que antes y de otro modo no habría logrado notar, parecía que ningún detalle se le pasaba por alto, lo cual me generaba mucha confianza para resolver aquel misterio en el menor tiempo posible y ayudarlo a llegar a la base de los bio.
El pequeño perro iba de a poco, ganando más confianza en sí mismo y decidió explorar el territorio en busca de pistas, o tal vez solo para presumir su inagotable energía entre carreras y saltos, hasta que una misteriosa figura comenzó a aparecer a lo lejos, aunque, la distancia lentamente comenzaría a desaparecer, lo cual dibujaba de forma más detallada la silueta de un demacrado rostro femenino, una sensación de espanto me erizó la piel ante aquella lúgubre visión aunque al cabo de un rato, sin más, desapareció, dejando tan solo una estela de brisa fría capaz de balancear los árboles de lado a lado durante unos instantes.
De momento el peligro parecía haber quedado atrás, sin embargo la curiosidad era más fuerte que el deseo de estar a salvo, la precaución resultaba ser muy aburrida y algunas cosas deberían ser respondidas a cualquier costo, quedarse con la curiosidad no era una buena opción -¿Viste eso?- Pregunté a Sajin aunque sin voltear a mirarlo, mantenía mi vista fija en la dirección donde había aparecido la figura para luego simplemente desaparecer -Hemos visto un fantasma o alguien juega con nuestros sentidos- Dije al bio en un tono de voz moderadamente bajo, apenas suficiente para asegurarme que él me escuchaba.
Ilusiones y manipulación mental era algo que venía enfrentando en mis últimas aventuras, así que ya no me resultaba nada extraño el uso de ilusiones por parte de brujos, o la manipulación de la percepción que podían hacer algunos vampiros, no solo para generar una imagen falsa como hacían los brujos, sino para introducir la imagen directamente al cerebro de la víctima de modo que fuera vulnerable aunque tuviera los ojos cerrados -Tengo un mal presentimiento acerca de esto- Dije con cierta preocupación mientras caminaba lentamente hacia el lugar de la extraña visión.
El pequeño perro iba de a poco, ganando más confianza en sí mismo y decidió explorar el territorio en busca de pistas, o tal vez solo para presumir su inagotable energía entre carreras y saltos, hasta que una misteriosa figura comenzó a aparecer a lo lejos, aunque, la distancia lentamente comenzaría a desaparecer, lo cual dibujaba de forma más detallada la silueta de un demacrado rostro femenino, una sensación de espanto me erizó la piel ante aquella lúgubre visión aunque al cabo de un rato, sin más, desapareció, dejando tan solo una estela de brisa fría capaz de balancear los árboles de lado a lado durante unos instantes.
De momento el peligro parecía haber quedado atrás, sin embargo la curiosidad era más fuerte que el deseo de estar a salvo, la precaución resultaba ser muy aburrida y algunas cosas deberían ser respondidas a cualquier costo, quedarse con la curiosidad no era una buena opción -¿Viste eso?- Pregunté a Sajin aunque sin voltear a mirarlo, mantenía mi vista fija en la dirección donde había aparecido la figura para luego simplemente desaparecer -Hemos visto un fantasma o alguien juega con nuestros sentidos- Dije al bio en un tono de voz moderadamente bajo, apenas suficiente para asegurarme que él me escuchaba.
Ilusiones y manipulación mental era algo que venía enfrentando en mis últimas aventuras, así que ya no me resultaba nada extraño el uso de ilusiones por parte de brujos, o la manipulación de la percepción que podían hacer algunos vampiros, no solo para generar una imagen falsa como hacían los brujos, sino para introducir la imagen directamente al cerebro de la víctima de modo que fuera vulnerable aunque tuviera los ojos cerrados -Tengo un mal presentimiento acerca de esto- Dije con cierta preocupación mientras caminaba lentamente hacia el lugar de la extraña visión.
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
El perro había desaparecido entre los arbustos de los que había agitado con sus movimientos en zig zag en el césped, su ánimo era notorio con los ladridos persistentes de confianza que le provocaba aventurarse durante la noche. Temiendo por una desventaja estratégica o peor aún, el peligro de su compañero, el cibernético se decidió por explorar con valentía la penumbra de la noche. Su mano se deslizo suavemente hasta bajar hacia el mango negro de su sable, sacó el filo grisáceo que resplandeció tras la luz de la noche y pronto denoto un brillo mucho mas cálido gracias a la pequeña llama de su lámpara. Se giró hacia atrás para percatarse de que su compañero estuviese a su lado, no trataría de abandonarlo a pesar de su condición con el peligro que había, tal vez era mucho más fuerte que él, pero la moral de un guerrero para hacer lo correcto meritaba el compañerismo fuese o no de una forma altruista.
Veía con atención a su compañero, su mirada inerte era tan fría que hacia juego con el porte de su raza. Los ojos eran las puertas del alma, pero sus ojos lucían sellados y silenciosos, como si esa puerta hubiese sido rota y la mayor parte de su interior, arrebatado. El vampiro tenía paranoia con tal de saber a que se enfrentaba, en la naturaleza de cada ser vivo estaba el hecho de investigar y conocer a algo o simplemente, hacerse una víctima del miedo a lo desconocido. El miedo es algo que él nunca había conocido, desde la dogmática e instintiva presión que ejercía su lado artificial, pero siempre parecía ser precavido a los malos augurios. Si bien no era algo que fuese inútil, siempre resultaba ser un veneno para el combate. Todo sucede a milésimas de segundo, si fracasaba, sería otro fracaso más. La vida era una incesante caza que, prefería que su compañero no se sintiese afectado de ello.
— ¿Está seguro? —Respondió la máquina.— Es tan solo un viaje más, solo nos aguarda el final del Camino o un escalón mas. Y el final es la muerte, es por eso que estoy por así decirlo, feliz. Porque volveré a la nada otra vez, pero a la vez me sentiré triste porque no forjaré mis ideales. Todo desde el punto de vista humano... porque si no no sentiría absolutamente nada.
Junto con su voz, las palabras eran algo crudas viniendo de una máquina. Marcaban exactamente el estereotipo del robot sin emociones, pero si tenía que ejercer su cruzada para vivir en ese nihilismo de siempre, en ese altruismo monótono, no tenía opción. Tal vez eso era lo que el camino de un espadachín pedía, una especie de dedicación, pero por toda la que diese sentía que nada había cambiado. Se habría vuelto fuerte a pesar de sus heridas o débil desde mucho antes, no podía saberlo, solo su espada podía ser su único lazo a sentir en lo que había fallado o no. La espada era su diosa, su fiel compañera, la carne no podía compararse con la inquebrantable y férrea lealtad que emitía a su espada, como si estuviesen conectados como uno solo.
El pasto humedecía sus pies por cada paso y con cada uno podía escuchar el movimiento de los arbustos que movía con cada uno de sus brazos para poder cruzar. Lucía calmado, como si el hecho del peligro que tenía su perro y la mujer que anteriormente había gritado no fuese algo grave. Recordó la vez en la que, enfrentándose en la mansión del Vigilante, su cuerpo se había sentido tan duro. Ahora, se sentía suave como algodón... su espíritu de lucha estaba cubierto en lo profundo de su corazón en el que la calma radiaba de una forma inusual en el cibernético. Ese había sido su búsqueda: paz en la naturaleza. Ya había cumplido su objetivo, ahora tendría que cumplir su deber. Guiándose de los ahora aullidos de soledad de su mascota, llegó a un pequeño cumulo de árboles de aspecto demacrado y aborrecible.
Sintiéndose observado, traería de vuelta a Sardinas a el objetivo de su cruzada una vez más. Pero el perro no parecía captar que su amo estaba ahí para su rescate, no, solo sabía aullar y olfatear un gran árbol viejo entre los demás. Girándose a su compañero, continuó con la conversación pausada por el misterio y la exploración del bosque.
— Perdonadme. —Dijo el cibernético, aún no se sentía seguro en guardar la espada.— Parece que os he desviado del camino.
El gran árbol que yacía en las espaldas del cibernético dejo caer de sus ramas cuerpos flotando, amarrados desde la garganta a raíces que simulaban sogas atadas en sus ramas. Un árbol de viajeros ahorcados y de suicidas, eso era, tan solo la oscura perspectiva de que el viaje no tendría retorno. El cibernético no había visto tal horror, desorientado, empezaba a escuchar los lúgubres y escalofriantes sonidos en el bosque. Miradas amarillentas empezaban a notarse en la oscuridad a espaldas de su compañero así como en la suya, los árboles viejos empezaban a estructurarse a tan solo una parodia retorcida de lo humano.
— Hay enemigos atrás. —El cibernético señalo hacia las espaldas de su compañero la amenaza que tenía por atrás.
Mientras que, Sardinas, persistente en sus aullidos, había dedicado un ladrido a su amo. La máquina se giro en ese momento de tensión e incertidumbre, percatándose del árbol de ahorcados. Se había hecho una figura humanoide mucho más grande, mucho más retorcida y sobretodo, más peligrosa que todas las demás. Las extremidades de los cuerpos empezaban a moverse de una forma inhumana a base de los movimientos que desprendía aquella forma de vida vegetal como si fuesen títeres, lo cual le pareció deshonroso usar los cuerpos de los inocentes de esa forma al cibernético.
— Así que no era una mujer de blanco. —Comentó el cibernético.— Si no una marioneta de carne y hueso... caímos en el señuelo de un cazador.
Veía con atención a su compañero, su mirada inerte era tan fría que hacia juego con el porte de su raza. Los ojos eran las puertas del alma, pero sus ojos lucían sellados y silenciosos, como si esa puerta hubiese sido rota y la mayor parte de su interior, arrebatado. El vampiro tenía paranoia con tal de saber a que se enfrentaba, en la naturaleza de cada ser vivo estaba el hecho de investigar y conocer a algo o simplemente, hacerse una víctima del miedo a lo desconocido. El miedo es algo que él nunca había conocido, desde la dogmática e instintiva presión que ejercía su lado artificial, pero siempre parecía ser precavido a los malos augurios. Si bien no era algo que fuese inútil, siempre resultaba ser un veneno para el combate. Todo sucede a milésimas de segundo, si fracasaba, sería otro fracaso más. La vida era una incesante caza que, prefería que su compañero no se sintiese afectado de ello.
— ¿Está seguro? —Respondió la máquina.— Es tan solo un viaje más, solo nos aguarda el final del Camino o un escalón mas. Y el final es la muerte, es por eso que estoy por así decirlo, feliz. Porque volveré a la nada otra vez, pero a la vez me sentiré triste porque no forjaré mis ideales. Todo desde el punto de vista humano... porque si no no sentiría absolutamente nada.
Junto con su voz, las palabras eran algo crudas viniendo de una máquina. Marcaban exactamente el estereotipo del robot sin emociones, pero si tenía que ejercer su cruzada para vivir en ese nihilismo de siempre, en ese altruismo monótono, no tenía opción. Tal vez eso era lo que el camino de un espadachín pedía, una especie de dedicación, pero por toda la que diese sentía que nada había cambiado. Se habría vuelto fuerte a pesar de sus heridas o débil desde mucho antes, no podía saberlo, solo su espada podía ser su único lazo a sentir en lo que había fallado o no. La espada era su diosa, su fiel compañera, la carne no podía compararse con la inquebrantable y férrea lealtad que emitía a su espada, como si estuviesen conectados como uno solo.
El pasto humedecía sus pies por cada paso y con cada uno podía escuchar el movimiento de los arbustos que movía con cada uno de sus brazos para poder cruzar. Lucía calmado, como si el hecho del peligro que tenía su perro y la mujer que anteriormente había gritado no fuese algo grave. Recordó la vez en la que, enfrentándose en la mansión del Vigilante, su cuerpo se había sentido tan duro. Ahora, se sentía suave como algodón... su espíritu de lucha estaba cubierto en lo profundo de su corazón en el que la calma radiaba de una forma inusual en el cibernético. Ese había sido su búsqueda: paz en la naturaleza. Ya había cumplido su objetivo, ahora tendría que cumplir su deber. Guiándose de los ahora aullidos de soledad de su mascota, llegó a un pequeño cumulo de árboles de aspecto demacrado y aborrecible.
Sintiéndose observado, traería de vuelta a Sardinas a el objetivo de su cruzada una vez más. Pero el perro no parecía captar que su amo estaba ahí para su rescate, no, solo sabía aullar y olfatear un gran árbol viejo entre los demás. Girándose a su compañero, continuó con la conversación pausada por el misterio y la exploración del bosque.
— Perdonadme. —Dijo el cibernético, aún no se sentía seguro en guardar la espada.— Parece que os he desviado del camino.
El gran árbol que yacía en las espaldas del cibernético dejo caer de sus ramas cuerpos flotando, amarrados desde la garganta a raíces que simulaban sogas atadas en sus ramas. Un árbol de viajeros ahorcados y de suicidas, eso era, tan solo la oscura perspectiva de que el viaje no tendría retorno. El cibernético no había visto tal horror, desorientado, empezaba a escuchar los lúgubres y escalofriantes sonidos en el bosque. Miradas amarillentas empezaban a notarse en la oscuridad a espaldas de su compañero así como en la suya, los árboles viejos empezaban a estructurarse a tan solo una parodia retorcida de lo humano.
— Hay enemigos atrás. —El cibernético señalo hacia las espaldas de su compañero la amenaza que tenía por atrás.
Mientras que, Sardinas, persistente en sus aullidos, había dedicado un ladrido a su amo. La máquina se giro en ese momento de tensión e incertidumbre, percatándose del árbol de ahorcados. Se había hecho una figura humanoide mucho más grande, mucho más retorcida y sobretodo, más peligrosa que todas las demás. Las extremidades de los cuerpos empezaban a moverse de una forma inhumana a base de los movimientos que desprendía aquella forma de vida vegetal como si fuesen títeres, lo cual le pareció deshonroso usar los cuerpos de los inocentes de esa forma al cibernético.
— Así que no era una mujer de blanco. —Comentó el cibernético.— Si no una marioneta de carne y hueso... caímos en el señuelo de un cazador.
Sajin
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Seguía al metálico ser a través de la noche espesa mientras iba en busca de su pequeño perro, desconocía a qué clase de peligro nos tocaría enfrentar pero había algo en el ambiente que me erizaba la piel, Sajin volteaba a ratos, tal vez para asegurarse de que yo seguía tras él, sus palabras sonaban tristes y frías a la vez ¿Así ve el mundo un robot? Esa visión tan desprendida y desapegada me recordaba a los tiempos en la que no tenía más razón de vivir que cumplir las misiones que me asignaban, asesinar y volver a la base a esperar tener una próxima víctima.
Caminábamos apartando los abundantes arbustos para seguir el rastro de la mujer flotante que habíamos visto antes y se había desvanecido cual si fuera una simple ilusión -No te preocupes- Respondí a la disculpa de Sajin -No tenía un camino, no esta noche- Dije mientras miraba con atención al perro que llegaba a olfatear un viejo y misterioso árbol.
Pasaron apenas unos instantes y fuimos emboscados por una serie de enemigos que colgaban de un árbol, esperé a que se lanzaran al piso pero entonces pude ver que no estaban colgados por su voluntad, sino que aparentemente estaban ahorcados, colgaban del cuello, muertos e inertes; sin embargo, aunque parecían muertos, sus extremidades comenzaban a moverse de maneras antinaturales.
La alerta del biocibernético había llegado tarde, para entonces ya me encontraba con la boca abierta como el árbol comenzaba a tomar una forma semi humana y comenzaba a extender sus ramas hacia nosotros para que nos atacaran las marionetas; saqué de inmediato mis dagas para defenderme mientras retrocedía levemente esperando que no hubiera nada impidiendo el escape, aunque, de momento no podríamos irnos, no sin la mascota de Sajin que seguía ladrando peligrosamente cerca del árbol, seguramente sería necesario rescatarlo, pero las marionetas que pasaban se interponían en el camino y no sería nada fácil alcanzarlo, avancé primero hacia una de las marionetas realizando varios cortes pero sin lograr que se inmutaran en lo más mínimo, a fin de cuentas, eran cuerpos muertos que nada podrían sentir, aunque bien que se les daba atacar, la marioneta intentó agarrarme pero di un salto hacia atrás para quedar de nuevo al lado de mi metálico compañero -¿Cuál es el plan? Intrépido líder- Pregunté esperando que pudiera pensar en algo más rápido de lo que yo lo haría para rescatar a su peludo amigo.
Caminábamos apartando los abundantes arbustos para seguir el rastro de la mujer flotante que habíamos visto antes y se había desvanecido cual si fuera una simple ilusión -No te preocupes- Respondí a la disculpa de Sajin -No tenía un camino, no esta noche- Dije mientras miraba con atención al perro que llegaba a olfatear un viejo y misterioso árbol.
Pasaron apenas unos instantes y fuimos emboscados por una serie de enemigos que colgaban de un árbol, esperé a que se lanzaran al piso pero entonces pude ver que no estaban colgados por su voluntad, sino que aparentemente estaban ahorcados, colgaban del cuello, muertos e inertes; sin embargo, aunque parecían muertos, sus extremidades comenzaban a moverse de maneras antinaturales.
La alerta del biocibernético había llegado tarde, para entonces ya me encontraba con la boca abierta como el árbol comenzaba a tomar una forma semi humana y comenzaba a extender sus ramas hacia nosotros para que nos atacaran las marionetas; saqué de inmediato mis dagas para defenderme mientras retrocedía levemente esperando que no hubiera nada impidiendo el escape, aunque, de momento no podríamos irnos, no sin la mascota de Sajin que seguía ladrando peligrosamente cerca del árbol, seguramente sería necesario rescatarlo, pero las marionetas que pasaban se interponían en el camino y no sería nada fácil alcanzarlo, avancé primero hacia una de las marionetas realizando varios cortes pero sin lograr que se inmutaran en lo más mínimo, a fin de cuentas, eran cuerpos muertos que nada podrían sentir, aunque bien que se les daba atacar, la marioneta intentó agarrarme pero di un salto hacia atrás para quedar de nuevo al lado de mi metálico compañero -¿Cuál es el plan? Intrépido líder- Pregunté esperando que pudiera pensar en algo más rápido de lo que yo lo haría para rescatar a su peludo amigo.
Bio
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Las criaturas lanzaban una mirada de ojos carmesí que relucían bajo la noche como un despampanante rojo sanguinario que hasta para el más tonto resultaba algo que daba muy mala espina. Las criaturas, formadas entre una aglomeración de ramas retorcidas y raíces de un aspecto tétrico y ruin, caminaban contra sus enemigos de una forma un tanto lenta. Sus raíces entre sus manos terminaban como filosos pares de dedos que amenazaban con poder marcarlos con severas heridas, o eso creían. El cibernético no creería que la madera de la que estaban hechos fuese lo suficientemente fuerte como para amenazar con dañar su coraza a pesar de su estado, pero de lo que si estaba seguro, es que por el tamaño de su líder, sería el único problema a enfrentar entre todos los demás que se ubicaban en el lugar.
— Somos compañeros, no hay líder y subordinado en esto, pero mi plan será arriesgarme a por Sardinas para acabar una vez por todas esto, estimado Bio. —Contestó el cibernético, no pretendía ser un héroe frente a su compañero.
Las marionetas habían parado de moverse entre los hilos que hacían que aquellos cadáveres colgasen del árbol, su titiritero y ejecutor en la cruzada que probablemente se habían prometido durante el camino. Una de las raíces atadas en uno de los cadáveres, curiosamente la de la mujer en velo blanco, comenzó a segmentarse en pequeñas raíces directamente a los fríos labios de la muerta. Llenando su boca de estas de una manera un tanto grotesca, uso aquel títere elegido entre todos para comunicarse de alguna forma con los enemigos que tenía por delante como una voz femenina, curiosamente, mantenía un tono similar a la de la mujer que había lanzado el antiguo grito de horror que los hizo caer en todo el cúmulo de situaciones inesperadas en ese lugar, salvo que en un tono más pasivo y tranquilo, tal vez tras la muerte.
— Destructores, destructores. El bosque estar bien sin destructores, sin su perversión, sin su maldad. ¡Destructores! los animales estar bien por los protectores, ¡morid, Destructores!
Un tanto extraño, costaba al animal entenderse gracias a su método para hablar a base de sus raíces implantadas en la boca de una de sus marionetas. Tratando de ser un líder como esperaba de él su compañero, sugirió una estrategia útil frente al monstruo.
— Mire. —Señaló a las raíces de las que colgaban los cadáveres.— Tal vez cortándolos, la criatura pierda el control de las criaturas. Como una especie de parásito, los cadáveres lucen secos...
Se percató de la luz brillante de su linterna aún con vida, la pequeña flama había obsequiado una gran idea más al cibernético.
— Trataré de quemar el bosque, estimado Bio. Aquí ya no hay vida que se considere sana.
— Somos compañeros, no hay líder y subordinado en esto, pero mi plan será arriesgarme a por Sardinas para acabar una vez por todas esto, estimado Bio. —Contestó el cibernético, no pretendía ser un héroe frente a su compañero.
Las marionetas habían parado de moverse entre los hilos que hacían que aquellos cadáveres colgasen del árbol, su titiritero y ejecutor en la cruzada que probablemente se habían prometido durante el camino. Una de las raíces atadas en uno de los cadáveres, curiosamente la de la mujer en velo blanco, comenzó a segmentarse en pequeñas raíces directamente a los fríos labios de la muerta. Llenando su boca de estas de una manera un tanto grotesca, uso aquel títere elegido entre todos para comunicarse de alguna forma con los enemigos que tenía por delante como una voz femenina, curiosamente, mantenía un tono similar a la de la mujer que había lanzado el antiguo grito de horror que los hizo caer en todo el cúmulo de situaciones inesperadas en ese lugar, salvo que en un tono más pasivo y tranquilo, tal vez tras la muerte.
— Destructores, destructores. El bosque estar bien sin destructores, sin su perversión, sin su maldad. ¡Destructores! los animales estar bien por los protectores, ¡morid, Destructores!
Un tanto extraño, costaba al animal entenderse gracias a su método para hablar a base de sus raíces implantadas en la boca de una de sus marionetas. Tratando de ser un líder como esperaba de él su compañero, sugirió una estrategia útil frente al monstruo.
— Mire. —Señaló a las raíces de las que colgaban los cadáveres.— Tal vez cortándolos, la criatura pierda el control de las criaturas. Como una especie de parásito, los cadáveres lucen secos...
Se percató de la luz brillante de su linterna aún con vida, la pequeña flama había obsequiado una gran idea más al cibernético.
— Trataré de quemar el bosque, estimado Bio. Aquí ya no hay vida que se considere sana.
Sajin
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
La espeluznante escena se dibujaba cada vez peor, las marionetas cadavéricas comenzaban a atacarnos con violencia aun cuando ni siquiera sabíamos por qué lo hacían, las manos de las marionetas acababan en filosas garras de punzante madera que de alcanzarme podrían convertirme en un colador. Me acerqué ligeramente a ms compañeros
Tal como esperaba, Sajin pensaba arriesgarse para salvar a su peludo amigo, así que lo mejor sería crear una distracción que le permitiera llevar a cabo su plan suicida, estaba por lanzarme hacia alguna de las marionetas para atraer la atención de la criatura cuando una de ellas de la manera más grotesca posible comenzó a vociferar palabras que apenas lograban tener sentido, sin embargo, nos acusaba de ser destructores, tal como los humanos lo eran, esos que tanto me hacían enojar, así que en cierto modo, entendía el odio que sentía la criatura hacia los humanos invasores y distractores -No somos tu enemigo- Grité mientras finalmente me lanzaba hacia uno de los cadáveres y al estar ya bastante cerca di un salto para cortar con mis dagas la extraña raíz que sostenía al cuerpo manipulándolo a su antojo, era bastante fuerte, por lo que fue necesario repetir el proceso varias veces hasta que por fin logré cortar el medio de manipulación y el cadáver cayó al suelo estrepitosamente -Uno menos- Dije emocionado -Quedan apenas...- Observé con cierto espanto que a pesar de acabar uno, quedaban muchos iguales y ante la situación retrocedí de nuevo hasta donde se encontraba mi compañero.
La idea de Sajin había resultado ser bastante buena, pero la otra idea definitivamente no lo era -Quemar el bosque sería solamente una última opción- Dije en tono serio -A veces la solución más fácil no es la correcta- Acto seguido me lancé de nuevo hacia la acción consiguiendo esta vez la atención e la criatura -Ahora, ve por el perro- Indiqué mientras esquivaba uno tras otro los ataques de las marionetas que se lanzaban contra mí y yo las esperaba para cortar los hilos del marionetero que lo controlaba -¿Eso es todo lo que tienes?- Pregunté de manera retadora -Necesitas más que eso para derrotarme- Mis palabras parecían haber hecho enfurecer aún más a la criatura que no parecía querer detenerse hasta habernos aniquilado.
Tal como esperaba, Sajin pensaba arriesgarse para salvar a su peludo amigo, así que lo mejor sería crear una distracción que le permitiera llevar a cabo su plan suicida, estaba por lanzarme hacia alguna de las marionetas para atraer la atención de la criatura cuando una de ellas de la manera más grotesca posible comenzó a vociferar palabras que apenas lograban tener sentido, sin embargo, nos acusaba de ser destructores, tal como los humanos lo eran, esos que tanto me hacían enojar, así que en cierto modo, entendía el odio que sentía la criatura hacia los humanos invasores y distractores -No somos tu enemigo- Grité mientras finalmente me lanzaba hacia uno de los cadáveres y al estar ya bastante cerca di un salto para cortar con mis dagas la extraña raíz que sostenía al cuerpo manipulándolo a su antojo, era bastante fuerte, por lo que fue necesario repetir el proceso varias veces hasta que por fin logré cortar el medio de manipulación y el cadáver cayó al suelo estrepitosamente -Uno menos- Dije emocionado -Quedan apenas...- Observé con cierto espanto que a pesar de acabar uno, quedaban muchos iguales y ante la situación retrocedí de nuevo hasta donde se encontraba mi compañero.
La idea de Sajin había resultado ser bastante buena, pero la otra idea definitivamente no lo era -Quemar el bosque sería solamente una última opción- Dije en tono serio -A veces la solución más fácil no es la correcta- Acto seguido me lancé de nuevo hacia la acción consiguiendo esta vez la atención e la criatura -Ahora, ve por el perro- Indiqué mientras esquivaba uno tras otro los ataques de las marionetas que se lanzaban contra mí y yo las esperaba para cortar los hilos del marionetero que lo controlaba -¿Eso es todo lo que tienes?- Pregunté de manera retadora -Necesitas más que eso para derrotarme- Mis palabras parecían haber hecho enfurecer aún más a la criatura que no parecía querer detenerse hasta habernos aniquilado.
Última edición por Bio el Vie Oct 30, 2015 11:34 pm, editado 1 vez
Bio
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Las palabras del árbol un tanto extrañas pero comprendidas por la máquina habían vociferado a lo largo de su mente por la estrecha y corta identificación con tenía con sus palabras. Consideraba así mismo a las personas, no del todo, pero sentía que así era la naturaleza humana en todos los ámbitos que se inmiscuyese. Destructiva, poco comprensiva y que no duda en atacar a lo que le teme sin tratar de averiguar más a fondo, así como los brujos. Se había topado con personas a lo largo de Aerandir que pese a ello resultaban buenas personas,siempre habían excepciones en el bien y el mal. El árbol nunca lo había comprendido, solo, tan solo con lacayos y con una labor extremista en proteger el bosque, tan solo se hallaría en profundo sufrimiento si no lo salvaba y si lo hacía, seguiría en el tedio inacabable que lo enlazaba al bosque eternamente. Los otros árboles andantes que circulaban alrededor del dúo de compañeros no eran más que lacayos sin emoción alguna como la de su amo.
Servían a un bien mayor, algo que los hiciese sentir vivos. Bajo el mismo dilema, todos ellos eran clones de sí mismos de una forma un tanto hilarante, eran lacayos que seguían las órdenes de un ser superior a él. Para algo lo tenían, necesitaban infravalorarse para sentirse menos peligrosos de lo que eran por alguien mucho mayor del que nunca les daría el crédito en el extremismo que llevaban inculcado como en mente y lo que parecía indicar, como en especie. Lamentable, el cibernético estaba decidido actuar tras la distracción que su compañero ejercía a los enfermizos seres de la naturaleza. Se lanzó en zig zag contra dos, abatiendo la aglomeración de raíces secas que los formaban bajo el contundente y clásico filo de la espada. Sentía el calor de la linterna bajo su mano, pero a su vez sentía la calidez del suave movimiento de su espada equilibrado a su filosofía. Eran dos menos enemigos en su camino que tenía como una cruzada insaciable, de la que no escaparía hasta dar con su fiel compañero.
— Detenerse. —Decía en un intento por asemejar el vocablo de Bio y Sajin.— ¡Detenerse! ¡Querer paz, solo paz! ¡Hombre, hombre matad vida! ¡Ahora vida manipular hombre!
El árbol era persistente, no sólo se le inculcaba en su naturaleza... si no que lo había disfrutado durante su vida como una bestia nocturna. Empezaban a estrecharse más en el asemejo del robot y el árbol, pero más en la humanidad fragmentada y reprimida por el cibernético. Era algo aborrecible, pero el hecho no podía dejar de resultar en el cibernético como una especie de rechazo-atracción por la familiaridad y desconocimiento que ello le producía. El perro seguía olfateando la corteza del árbol, hipnotizado, el cálido olor aromático que parecía emitir cerca del perro parecía resultar mucho más eficaz en él. Pero el cibernético no olía nada mientras cada vez más se acercaba, era extraño... los cadáveres no emitían un olor desagradable como era típico en ellos.
— Extraño. —Pensaba el robot, confundido.— Huele normal, siquiera los cadáveres dan a la luz su pútrido olor. ¿Sera que el aroma que usa es lo suficientemente discreto como para ocultar la carne en descomposición para no dar alertas?entonces, así fue como Sardinas durante todo el tiempo, había calcado a la perfección su encuentro con el árbol por su aroma que incluso para mi, me resulta imposible de hallar... parece ser que el aroma no acepta a los seres como yo y Bio como parte de la naturaleza y quizás, todos esos ahorcados también... es escalofriante bajo la perspectiva humana.
Repentinamente, había notado uno de los cadáveres abalanzarse cara a cara contra él, que a su suerte, había destajado en dos a base de un corte trascendental en la cadera del cuerpo. Su espada manchada de la fría sangre del muerto que rayaba del rojo vivo a un negro bajo la noche, fue envainada de vuelta una vez más a su vaina. Tomó a Sardinas desde el cuello, el cual emitió un pequeño chillido gracias al brusco movimiento y poco después, arrojo la linterna contra el árbol. Un espectáculo de luces tras la ruptura del vidrio y liberar el fuego contra el roble del árbol provoco los aullidos de dolor de la criatura a partir de uno de los cadáveres que tenía entre sus ramas.
— ¡Dolor! —La voz femenina demacrada de una de sus marionetas gritaba.— ¡Dolor acabad vida!
La criatura empezaba a incinerarse al punto que, incluso los cadáveres, empezaron a ennegrecerse como la penumbra de la noche. Tras ese repentino movimiento que incomodo a los lacayos de la aberrante forma de vida vegetal, dejaron sus ojos fuera del vampiro y se acercaron al asesino de su amo, trataron de atacar todos a la vez. Las ramas cubiertas de fuego cayeron contra ellos y gracias a su conductividad con el fuego, cayeron mutuamente uno por uno. A su suerte, la máquina había retrocedido a base de una voltereta, junto con su perro en mano.
— Creo que se ha acabado todo. —Comentó, notando el espectáculo de llamas ahogar a las criaturas.— ¿Qué haréis ahora, estimado Bio? pude destruirlo gracias a usted, los cadáveres... no me lo hubiesen permitido con tal cantidad.
Servían a un bien mayor, algo que los hiciese sentir vivos. Bajo el mismo dilema, todos ellos eran clones de sí mismos de una forma un tanto hilarante, eran lacayos que seguían las órdenes de un ser superior a él. Para algo lo tenían, necesitaban infravalorarse para sentirse menos peligrosos de lo que eran por alguien mucho mayor del que nunca les daría el crédito en el extremismo que llevaban inculcado como en mente y lo que parecía indicar, como en especie. Lamentable, el cibernético estaba decidido actuar tras la distracción que su compañero ejercía a los enfermizos seres de la naturaleza. Se lanzó en zig zag contra dos, abatiendo la aglomeración de raíces secas que los formaban bajo el contundente y clásico filo de la espada. Sentía el calor de la linterna bajo su mano, pero a su vez sentía la calidez del suave movimiento de su espada equilibrado a su filosofía. Eran dos menos enemigos en su camino que tenía como una cruzada insaciable, de la que no escaparía hasta dar con su fiel compañero.
— Detenerse. —Decía en un intento por asemejar el vocablo de Bio y Sajin.— ¡Detenerse! ¡Querer paz, solo paz! ¡Hombre, hombre matad vida! ¡Ahora vida manipular hombre!
El árbol era persistente, no sólo se le inculcaba en su naturaleza... si no que lo había disfrutado durante su vida como una bestia nocturna. Empezaban a estrecharse más en el asemejo del robot y el árbol, pero más en la humanidad fragmentada y reprimida por el cibernético. Era algo aborrecible, pero el hecho no podía dejar de resultar en el cibernético como una especie de rechazo-atracción por la familiaridad y desconocimiento que ello le producía. El perro seguía olfateando la corteza del árbol, hipnotizado, el cálido olor aromático que parecía emitir cerca del perro parecía resultar mucho más eficaz en él. Pero el cibernético no olía nada mientras cada vez más se acercaba, era extraño... los cadáveres no emitían un olor desagradable como era típico en ellos.
— Extraño. —Pensaba el robot, confundido.— Huele normal, siquiera los cadáveres dan a la luz su pútrido olor. ¿Sera que el aroma que usa es lo suficientemente discreto como para ocultar la carne en descomposición para no dar alertas?entonces, así fue como Sardinas durante todo el tiempo, había calcado a la perfección su encuentro con el árbol por su aroma que incluso para mi, me resulta imposible de hallar... parece ser que el aroma no acepta a los seres como yo y Bio como parte de la naturaleza y quizás, todos esos ahorcados también... es escalofriante bajo la perspectiva humana.
Repentinamente, había notado uno de los cadáveres abalanzarse cara a cara contra él, que a su suerte, había destajado en dos a base de un corte trascendental en la cadera del cuerpo. Su espada manchada de la fría sangre del muerto que rayaba del rojo vivo a un negro bajo la noche, fue envainada de vuelta una vez más a su vaina. Tomó a Sardinas desde el cuello, el cual emitió un pequeño chillido gracias al brusco movimiento y poco después, arrojo la linterna contra el árbol. Un espectáculo de luces tras la ruptura del vidrio y liberar el fuego contra el roble del árbol provoco los aullidos de dolor de la criatura a partir de uno de los cadáveres que tenía entre sus ramas.
— ¡Dolor! —La voz femenina demacrada de una de sus marionetas gritaba.— ¡Dolor acabad vida!
La criatura empezaba a incinerarse al punto que, incluso los cadáveres, empezaron a ennegrecerse como la penumbra de la noche. Tras ese repentino movimiento que incomodo a los lacayos de la aberrante forma de vida vegetal, dejaron sus ojos fuera del vampiro y se acercaron al asesino de su amo, trataron de atacar todos a la vez. Las ramas cubiertas de fuego cayeron contra ellos y gracias a su conductividad con el fuego, cayeron mutuamente uno por uno. A su suerte, la máquina había retrocedido a base de una voltereta, junto con su perro en mano.
— Creo que se ha acabado todo. —Comentó, notando el espectáculo de llamas ahogar a las criaturas.— ¿Qué haréis ahora, estimado Bio? pude destruirlo gracias a usted, los cadáveres... no me lo hubiesen permitido con tal cantidad.
Sajin
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Re: Vagabundo. [Interpretativo] [Libre] [CERRADO]
Uno tras otro, los árboles pasaban flotando sobre mi cabeza y apenas lograba esquivarlos, hasta ahora atacarlos había resultado inútil pues parecían no sentir dolor alguno, pero a fin de cuenta mi objetivo se había reducido a ser una mera distracción para que Sajin pudiera hacer lo suyo. El enorme ser intentaba comunicarse argumentando que los hombres destruían y mataban, cosa que de hecho era bastante cierta, muchos humanos merecían la más horrible y dolorosa de las muertes, pero no todos, algunos solo debían morir y ya, sin desenlaces épicos.
Hasta el momento, había esquivado los ataques de las marionetas colgantes agachándome en la mayoría de los casos, pero el siniestro árbol resultó ser más listo de lo que yo esperaba y mientras me agachaba para evitar que un cuerpo me golpeara, éste lo dejó caer en mi dirección; al no esperarme tan estratégico ataque de parte de un ser aparentemente menos listo, no alcancé a reaccionar y fui golpeado por la marioneta que tras impactarme fue a dar al piso de forma aparatosa mientras yo era lanzado un par de metros atrás y chocaba contra otro de los vasallos de aquel monstruo, una serie de raíces atraparon mis piernas impidiendo que me siguiera moviendo mientras unas ramas enredaron mis manos elevando mis brazos hacia arriba mientras sujetaban fuertemente mis pies, tal vez con la idea de partirme en dos pedazos -¡¡Maldito!!- Exclamé mientras intentaba liberarme o al menos contrarrestar la enorme fuerza del atacante.
Las acciones del biocibernético cambiaron el rumbo de la historia, al ver al líder en llamas, los otros oponentes entraron en un ataque de furia y tras arrojarme al piso iniciaron un ataque masivo contra mi compañero que habría tenido pocas esperanzas de escapar, de no ser porque al acercarse al que ardía, las llamas se extendieron hacia ellos haciendo que también comenzaran a quemarse, me levanté del piso observando con espanto la horrorosa escena y aunque me sentía aliviado por ya no estar en peligro, también entendía las razones que habrían tenido aquellos seres para querer atacarnos; esperaba que fueran solo esos, pues si se organizaba un ataque masivo de seres como esos contra las ciudades de Verisar, morirían muchos, así que esas criaturas eran un peligro tan grande como pudieron ser los nigromantes de Terpoli.
Contemplé con alivio cómo Sajin conseguía salir del fuego con su perro entre brazos para luego dirigirse a mí en su característico tono amable -Al fin ha terminado, espero que de manera definitiva- Dije mientras veía a los monstruos gritar mientras caían uno a uno ya sin vida -Iré a la base de los bios a encontrar a una amiga- Expresé en tono amable mientras comenzaba a caminar en dirección a la base.
Hasta el momento, había esquivado los ataques de las marionetas colgantes agachándome en la mayoría de los casos, pero el siniestro árbol resultó ser más listo de lo que yo esperaba y mientras me agachaba para evitar que un cuerpo me golpeara, éste lo dejó caer en mi dirección; al no esperarme tan estratégico ataque de parte de un ser aparentemente menos listo, no alcancé a reaccionar y fui golpeado por la marioneta que tras impactarme fue a dar al piso de forma aparatosa mientras yo era lanzado un par de metros atrás y chocaba contra otro de los vasallos de aquel monstruo, una serie de raíces atraparon mis piernas impidiendo que me siguiera moviendo mientras unas ramas enredaron mis manos elevando mis brazos hacia arriba mientras sujetaban fuertemente mis pies, tal vez con la idea de partirme en dos pedazos -¡¡Maldito!!- Exclamé mientras intentaba liberarme o al menos contrarrestar la enorme fuerza del atacante.
Las acciones del biocibernético cambiaron el rumbo de la historia, al ver al líder en llamas, los otros oponentes entraron en un ataque de furia y tras arrojarme al piso iniciaron un ataque masivo contra mi compañero que habría tenido pocas esperanzas de escapar, de no ser porque al acercarse al que ardía, las llamas se extendieron hacia ellos haciendo que también comenzaran a quemarse, me levanté del piso observando con espanto la horrorosa escena y aunque me sentía aliviado por ya no estar en peligro, también entendía las razones que habrían tenido aquellos seres para querer atacarnos; esperaba que fueran solo esos, pues si se organizaba un ataque masivo de seres como esos contra las ciudades de Verisar, morirían muchos, así que esas criaturas eran un peligro tan grande como pudieron ser los nigromantes de Terpoli.
Contemplé con alivio cómo Sajin conseguía salir del fuego con su perro entre brazos para luego dirigirse a mí en su característico tono amable -Al fin ha terminado, espero que de manera definitiva- Dije mientras veía a los monstruos gritar mientras caían uno a uno ya sin vida -Iré a la base de los bios a encontrar a una amiga- Expresé en tono amable mientras comenzaba a caminar en dirección a la base.
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Aerandiano de honor
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Othel
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