¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
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¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
- música:
Era día de fiesta, la celebración, los bailes y las canciones se entremezclaban con grandes festines; comida y bebida corrían por todos lados. Era la fiesta de la cosecha. Como todos los años, los alegres aldeanosescogieron a su reina, una madre joven y bella, de cabellos dorados como el oro, labios rojos cuan carmín y piel blanca y tersa como la seda más fina. Como era tradición, le fue entregada la capa que, a falta de corona, la distinguía como soberana de la cosecha, y, como todas las reinas habían hecho durante décadas, debía añadir un nuevo trozo a la capa, un bordado, o un retazo nuevo.
Una mujer de cabellos negros preparó la rueca con la que la mujer alargaría la capa, en el escenario, todo quedó preparado, y la mujer, capa en mano, subió y se sentó a iniciar su tarea que demostraría ser merecedora del título otorgado. Frente a todos, inició su costura, vítores, música, danzas y risas la rodeaban en su labor, la cerveza y el alcohol rodaba, los juegos se volvían cada vez más fuertes y el marido de la coronada la miraba con ternura, olvidándose del paradero de los pequeños.
De pronto hubo una exclamación en el pequeño escenario, que a penas servía para mantener sobre él a dos personas. Una gota de sangre cayó del dedo, y un golpe seco se escuchó en la madera. La musica cesó, el alcohol dejó de correr, las risas se acallaron y los juegos pararon dando paso a un tremendo silencio. Los gritos del marido intentando despertarla rompieron el silencio, asustado, cundió el pánico, todos se acercaron a ver a la mujer caída, en la confusión, los pequeños desaparecieron. Alguien les tendió una mano tranquilizadora en ese momento de desmadre.
Entre el barullo, llegaron a la conclusión de que la mujer no estaba muerta, si no, simplemente, dormida. Fue ahí cuando el marido, sin soltarla, buscó con la mirada a sus hijos, lastima que ya no estuvieran allí. Pasó la tarde buscando a los pequeños mientras su mujer descansaba en su cama, intentaron despertarla de mil formas, pero no fue posible.
Sin encontrar a sus hijos, y sin lograr despertar a su mujer, mandó a un emisario a Lunargenta en busca de dos personas que lo ayudaran, ¿quiénes serían los valientes dispuestos a despertar a la "bella durmiente"?
- Aldea:
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Si teneis la suficiente ambición, el suficiente valor como para ayudar a un pobre hombre en su busqueda de socorro, debereis escribir un post en el que narreis la razón por la que decidís amparar al hombre y el viaje que haceis hasta la aldea.
Raza: Cualquiera.
Nivel: Desde nivel 0.
Personajes: 2 participantes máximo.
Recompensa:
- 15p. de experiencia +10p. posibles por buen desarrollo.
- 450 Aeros por descubrir al secuestrador y al envenenador, 100 más por salvar a los niños y despertar a la mujer.
- Posibilidad de algún objeto dependiendo de como se desarrolle la historia.
*- No se debe estar participando en otra quest/mastereado.
- No debe estar participando en duelo/entrenamiento/trabajo.
- Se debe notificar si no se responderá dentro de las 48h establecidas.
- 10 post onrol
- Este rol puede ocasionar daño medio y leve a los PJ's.
- El orden de posteo será : Master - PJ1 - PJ22
Última edición por Othel el Dom Nov 01 2015, 09:42, editado 1 vez
Othel
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
La lluvia que incesante se dejaba caer sobre una adormecida Lunargenta había espantado a todos de las calles, cada quién se mantenía refugiado bajo la protección de su respectivo hogar, o al menos, todos los que podían hacerlo, yo por mi parte, corría de prisa hacia el puerto de Lunargenta en busca de un barco que me pudiera llevar de prisa a Beltrexus, tenía un par de amigos que de estar por ahí, no pondrían peros para llevarme, sin embargo, aún me faltaba un buen trecho para llegar al puerto, las calles de la ciudad se dibujaban interminables, incluso parecían estirarse para alargar mi camino tanto como fuera posible hasta que en una esquina, un misterioso personaje interrumpió mi camino, aunque su sorpresa no fue diferente a la mía al momento de voltear a verme, también traía bastante prisa, tal vez más que yo, y al final, ninguno alcanzó a frenar a tiempo; esto trajo como consecuencia una épica colisión de cuerpos que fueron a dar al piso mojado.
Reaccioné casi en el aire y apenas caer al suelo ya había tomado impulso para levantarme y ponerme en guardia ante cualquier ataque, eventos recientes me habían dejado con una recurrente paranoia, y me sentía constantemente perseguido -¿Quién eres y qué quieres?- Dije en tono severo mientras llevaba mis manos a mis dagas y me colocaba en una posición ofensiva con la pierna izquierda ligeramente adelantada y preparada para atacar de un salto a la más mínima sospecha de hostilidad de parte del sujeto que a duras penas intentaba levantarse mientras sacudía su cabeza intentando recuperarse del golpe -No, No, No, señor, no me lastime, solo soy un humilde mensajero- Dijo el hombre un poco nervioso ante mi actitud ofensiva, sin duda, no parecía ser un guerrero, tenía más que todo aspecto de mensajero, pero ¿Qué mensaje podría llevar?
Levanté una ceja mientras lo miraba de arriba hasta abajo -¿Qué mensaje llevas?- Pregunté a sabiendas de que difícilmente me daría la información tan fácilmente, pero para mi sorpresa el hombre accedió a responderme -Ayuda, la reina necesita ayuda- Dijo el sujeto mientras apretaba los puños con una mirada llena de frustración e impotencia; la escena se mantuvo en silencio por unos instantes, nuestros cuerpos inmóviles podrían simular ser tan solo un retrato, de no ser por las incontables gotas de lluvia que no dejaban de caer hasta que el sujeto rompió el silencio para relatarme la historia de lo ocurrido...
Tras unos instantes ya me había contado toda la historia, y sin decir una palabra me preparé para ir hacia el lugar que me había descrito en su historia, no por creerme un héroe, sino porque a fin de cuentas, yo también había perdido a mi esposa, y eso me generaba cierta empatía hacia el sujeto, sumado esto a la impotencia de haber tenido que destruir el cuerpo de mi amada mientras era controlado por los nigromantes en Terpoli, me llevaban sin duda a sentirme en cierto modo identificado con el sujeto -Vámonos, ayudaré en lo que pueda... Y tal vez un poco más- Dije mientras daba unos pasos en la dirección indicada, pero el hombre aún con cierta desconfianza, insistió en buscar alguien más para el trabajo, a fin de cuentas no podía juzgarlo, nada aseguraba que yo pudiera realmente ayudar, a veces no basta con las ganas de hacer algo, y son necesarios más elementos -Suerte con eso- Le dije al emisario mientras me preparaba para emprender el viaje hacia la citada aldea -Busca rápido y no tardes, te estaremos esperando- Le grité mientras me alejaba a toda prisa para salir de la ciudad.
Una vez en las afueras de la ciudad no fue difícil encontrar la aldea de la que me había hablado el sujeto, casualmente había escuchado algunos rumores sobre la fiesta de la cosecha, así que sabía bien a dónde dirigirme, aunque una vez en la aldea estaría completamente a ciegas, sin información alguna, aunque apenas llegar encontré en las calles miles de rumores e historias acerca de lo ocurrido, la gran fiesta y la manera como la reina había caído en su extraño sueño, algo extraño había sucedido acá y ahora que estaba dentro no me detendría hasta averiguarlo.
Reaccioné casi en el aire y apenas caer al suelo ya había tomado impulso para levantarme y ponerme en guardia ante cualquier ataque, eventos recientes me habían dejado con una recurrente paranoia, y me sentía constantemente perseguido -¿Quién eres y qué quieres?- Dije en tono severo mientras llevaba mis manos a mis dagas y me colocaba en una posición ofensiva con la pierna izquierda ligeramente adelantada y preparada para atacar de un salto a la más mínima sospecha de hostilidad de parte del sujeto que a duras penas intentaba levantarse mientras sacudía su cabeza intentando recuperarse del golpe -No, No, No, señor, no me lastime, solo soy un humilde mensajero- Dijo el hombre un poco nervioso ante mi actitud ofensiva, sin duda, no parecía ser un guerrero, tenía más que todo aspecto de mensajero, pero ¿Qué mensaje podría llevar?
Levanté una ceja mientras lo miraba de arriba hasta abajo -¿Qué mensaje llevas?- Pregunté a sabiendas de que difícilmente me daría la información tan fácilmente, pero para mi sorpresa el hombre accedió a responderme -Ayuda, la reina necesita ayuda- Dijo el sujeto mientras apretaba los puños con una mirada llena de frustración e impotencia; la escena se mantuvo en silencio por unos instantes, nuestros cuerpos inmóviles podrían simular ser tan solo un retrato, de no ser por las incontables gotas de lluvia que no dejaban de caer hasta que el sujeto rompió el silencio para relatarme la historia de lo ocurrido...
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Tras unos instantes ya me había contado toda la historia, y sin decir una palabra me preparé para ir hacia el lugar que me había descrito en su historia, no por creerme un héroe, sino porque a fin de cuentas, yo también había perdido a mi esposa, y eso me generaba cierta empatía hacia el sujeto, sumado esto a la impotencia de haber tenido que destruir el cuerpo de mi amada mientras era controlado por los nigromantes en Terpoli, me llevaban sin duda a sentirme en cierto modo identificado con el sujeto -Vámonos, ayudaré en lo que pueda... Y tal vez un poco más- Dije mientras daba unos pasos en la dirección indicada, pero el hombre aún con cierta desconfianza, insistió en buscar alguien más para el trabajo, a fin de cuentas no podía juzgarlo, nada aseguraba que yo pudiera realmente ayudar, a veces no basta con las ganas de hacer algo, y son necesarios más elementos -Suerte con eso- Le dije al emisario mientras me preparaba para emprender el viaje hacia la citada aldea -Busca rápido y no tardes, te estaremos esperando- Le grité mientras me alejaba a toda prisa para salir de la ciudad.
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Una vez en las afueras de la ciudad no fue difícil encontrar la aldea de la que me había hablado el sujeto, casualmente había escuchado algunos rumores sobre la fiesta de la cosecha, así que sabía bien a dónde dirigirme, aunque una vez en la aldea estaría completamente a ciegas, sin información alguna, aunque apenas llegar encontré en las calles miles de rumores e historias acerca de lo ocurrido, la gran fiesta y la manera como la reina había caído en su extraño sueño, algo extraño había sucedido acá y ahora que estaba dentro no me detendría hasta averiguarlo.
Última edición por Bio el Sáb Oct 24 2015, 08:07, editado 1 vez
Bio
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
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En las calles de Lunargenta, llovía fuertemente en la oscuridad de la noche, Dal' necesitaba comprar comida y reponer sus provisiones, lo ocurrido recientemente al entrar en la ciudad le había dejado exhausto, pero al menos había dormido bien, eran varios días los que habían pasado y le quedaban solo unas migajas de pan y una manzana, así que en vez de ir por los barrios periféricos de la ciudad, busco el mercado. Un guardia le había dibujado un mapa de las calles, era muy rustico, pero tenía dibujado cosas clave como estatuas o grandes salones.
La poca gente caminaba apresurada por las calles, una vez que se adentraba mas Dalorian, veía tipos encapuchados igual que el, misteriosos deambulaban. Dal' con la esperanza de encontrar una taberna cerca del mercado para obtener información, tapaba el mapa de las gotas de agua y trataba de mirarlo con la luz de la luna pero era dificil notar algo. En una parte de la calle al dejar de mirar el mapa, Dalo' observo que había un hombre con su cara enterrada en un charco, Dal' se apresuró para ayudarle, podía estarse ahogando, le tomó del pelo largo y lo volteó. — Heeehehaj, esta cervueza ista de lujjjo —,decía el hombre en el suelo, le faltaban dos dientes adelante y sonreía a todo dar. Su cara estaba mas sucia que el barro mismo, así que Dalo' lo agarró de los hombros y lo sentó en una banca, — Grrracias caaampeón,hehe, he, heheeejah, tu si eresh mi amiggo. —,— Hombre, ¿ Sabes donde hay una taberna por aquí cerca? —, — Bah, esos *hip* no saben lo que es beberr y me sacaron. —dijo apuntando al fondo de la cuadra. Dalorian miró hacía allá y la diviso entre la oscuridad, luego miro al borracho y ya estaba dormido, le colgaba un moco de la nariz.
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Al ingresar en la taberna observó que era grande y no veía al que atendía el lugar, divisó a una señora barriendo y le preguntó,— Señora disculpe,¿donde encuentro el mercado de este pueblo?, necesito comprar comida.—Ella lo miro de reojo barriendo y tenía pinta de estar amargada, se detuvo y dijo,—aj, dos cuadras mas allá, hacía el sur, los ambiciosos cada vez tienen mas cara la verdura, como no se aburren de subir los precios, a mi me da comezón.—, el quería preguntarle a que hora se colocaban en sus puestos de venta, para levantarse temprano a ir a comprar, pero se veía de tan mal humor que se le quitaron las ganas , así que se despidió —gracias, que tenga una buena noche.—, —Seeh, seguro. — decía ella en tono sarcástico, claramente si estaba caro todo, en la taberna le saldría un ojo de la cara, aun así quería beber algo, así que se sentó en una esquina del lugar.
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De pronto entro a la taberna rápidamente alguien muy agotado, muchos lo miraron y se quedarón en silenció, tal que solo se escuchaba a la señora barrer y borrachos que se oían cantar, gente que ni sabía que pasaba. Este se aproximo a Dalorian y se sentó junto a el, estaba todo mojado y su cara tenía un signo de angustia y desesperación, aquel hombre le dijo,— Tu ayúdanos, por favor, si tu, — juntó sus manos como orando, —Tu tienes la pinta de ser alguien capaz de ayudarnos, algo extraño paso y necesitamos a quien sea, por favor, en nuestra aldea la reina de la cosecha cayó dormida y sus hijos fueron secuestrados, hay que rescatarlos y saber quien fue, me da una impotencia tan grande, te lo suplico.— dijo en tono preocupado.
— A cuanto queda de aquí tal aldea. —,dijo en tono desconfiado Dal', le parecía raro lo que ocurría, podía ser una trampa a las afueras de la taberna, pero al mirar los ojos de el tenía la corazonada que decía la verdad. —Menos de unas horas, ya me encontré a un guerrero de camino y le pedí ayuda, debe estar dirigiéndose hacía allí, solo me dijeron que buscara a dos personas, discretas, temo por nuestras vidas en la aldea, puede estar plagado de asesinos. — Para eso era el ideal que le había sido otorgado a Dalorian, si se le topaba una petición de socorro, debía hacer lo correcto, así que no dudo en aceptar su suplica, olvido por completo abastecerte y le dijo al mensajero. — Bien, te ayudare en lo que pueda. — volvió a ponerse su capa con capucha y salieron del lugar en dirección a tal aldea. En una calle principal el mensajero miraba a todos lados preocupado, —Se supone que por aquí estaba el otro guerrero, me iba a esperar, pero no esta, ojala ya haya partido a ayudar, sigamos. —
Al salir de los muros, el mensajero le dijo a Dalorian, — vamos a ir en carreta, tenemos que llegar cuando antes—, sacó unos aeros de su bolsa y golpeo la puerta de una choza tres veces, luego la luz que salía por debajo de la puerta desapareció, alguien seguramente estaba del otro lado y vocifero en tono molesto. — ¡Que quieren a esta hora!, no vendo ningún caballo solo me queda uno, —,a ello le respondió el mensajero, —Señor usted me conoce, somos de una aldea que queda a unas horas y trae trigo con su carreta de vez en cuando a Lunargenta, necesitamos que nos lleve urgente —, pasaron unos segundos de espera, el señor abrió, preparado para partir y le dijo a los dos, — Hola, eeh disculpen, aquí fuera uno no tiene mucha seguridad, me han robado dos veces, bien vamos, me cuentas todo de camino.—
El guerrero vio al caballo y de paso le hizo cariño en la frente, junto al mensajero se subieron por la parte de atrás de la carreta y su carretero le pego unas palmadas al caballo y le dijo, — vamos despierta vrik, llevemos a estas personas a su aldea—, a trote rápido salió el caballo del establo.
Dal' nunca había resuelto un misterio de este tipo, pero si estaba dispuesto a ayudar en lo que pueda y luchar para defender a la gente inocente si era necesario, fluyendo entre lo inesperado.
En las calles de Lunargenta, llovía fuertemente en la oscuridad de la noche, Dal' necesitaba comprar comida y reponer sus provisiones, lo ocurrido recientemente al entrar en la ciudad le había dejado exhausto, pero al menos había dormido bien, eran varios días los que habían pasado y le quedaban solo unas migajas de pan y una manzana, así que en vez de ir por los barrios periféricos de la ciudad, busco el mercado. Un guardia le había dibujado un mapa de las calles, era muy rustico, pero tenía dibujado cosas clave como estatuas o grandes salones.
La poca gente caminaba apresurada por las calles, una vez que se adentraba mas Dalorian, veía tipos encapuchados igual que el, misteriosos deambulaban. Dal' con la esperanza de encontrar una taberna cerca del mercado para obtener información, tapaba el mapa de las gotas de agua y trataba de mirarlo con la luz de la luna pero era dificil notar algo. En una parte de la calle al dejar de mirar el mapa, Dalo' observo que había un hombre con su cara enterrada en un charco, Dal' se apresuró para ayudarle, podía estarse ahogando, le tomó del pelo largo y lo volteó. — Heeehehaj, esta cervueza ista de lujjjo —,decía el hombre en el suelo, le faltaban dos dientes adelante y sonreía a todo dar. Su cara estaba mas sucia que el barro mismo, así que Dalo' lo agarró de los hombros y lo sentó en una banca, — Grrracias caaampeón,hehe, he, heheeejah, tu si eresh mi amiggo. —,— Hombre, ¿ Sabes donde hay una taberna por aquí cerca? —, — Bah, esos *hip* no saben lo que es beberr y me sacaron. —dijo apuntando al fondo de la cuadra. Dalorian miró hacía allá y la diviso entre la oscuridad, luego miro al borracho y ya estaba dormido, le colgaba un moco de la nariz.
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Al ingresar en la taberna observó que era grande y no veía al que atendía el lugar, divisó a una señora barriendo y le preguntó,— Señora disculpe,¿donde encuentro el mercado de este pueblo?, necesito comprar comida.—Ella lo miro de reojo barriendo y tenía pinta de estar amargada, se detuvo y dijo,—aj, dos cuadras mas allá, hacía el sur, los ambiciosos cada vez tienen mas cara la verdura, como no se aburren de subir los precios, a mi me da comezón.—, el quería preguntarle a que hora se colocaban en sus puestos de venta, para levantarse temprano a ir a comprar, pero se veía de tan mal humor que se le quitaron las ganas , así que se despidió —gracias, que tenga una buena noche.—, —Seeh, seguro. — decía ella en tono sarcástico, claramente si estaba caro todo, en la taberna le saldría un ojo de la cara, aun así quería beber algo, así que se sentó en una esquina del lugar.
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De pronto entro a la taberna rápidamente alguien muy agotado, muchos lo miraron y se quedarón en silenció, tal que solo se escuchaba a la señora barrer y borrachos que se oían cantar, gente que ni sabía que pasaba. Este se aproximo a Dalorian y se sentó junto a el, estaba todo mojado y su cara tenía un signo de angustia y desesperación, aquel hombre le dijo,— Tu ayúdanos, por favor, si tu, — juntó sus manos como orando, —Tu tienes la pinta de ser alguien capaz de ayudarnos, algo extraño paso y necesitamos a quien sea, por favor, en nuestra aldea la reina de la cosecha cayó dormida y sus hijos fueron secuestrados, hay que rescatarlos y saber quien fue, me da una impotencia tan grande, te lo suplico.— dijo en tono preocupado.
— A cuanto queda de aquí tal aldea. —,dijo en tono desconfiado Dal', le parecía raro lo que ocurría, podía ser una trampa a las afueras de la taberna, pero al mirar los ojos de el tenía la corazonada que decía la verdad. —Menos de unas horas, ya me encontré a un guerrero de camino y le pedí ayuda, debe estar dirigiéndose hacía allí, solo me dijeron que buscara a dos personas, discretas, temo por nuestras vidas en la aldea, puede estar plagado de asesinos. — Para eso era el ideal que le había sido otorgado a Dalorian, si se le topaba una petición de socorro, debía hacer lo correcto, así que no dudo en aceptar su suplica, olvido por completo abastecerte y le dijo al mensajero. — Bien, te ayudare en lo que pueda. — volvió a ponerse su capa con capucha y salieron del lugar en dirección a tal aldea. En una calle principal el mensajero miraba a todos lados preocupado, —Se supone que por aquí estaba el otro guerrero, me iba a esperar, pero no esta, ojala ya haya partido a ayudar, sigamos. —
Al salir de los muros, el mensajero le dijo a Dalorian, — vamos a ir en carreta, tenemos que llegar cuando antes—, sacó unos aeros de su bolsa y golpeo la puerta de una choza tres veces, luego la luz que salía por debajo de la puerta desapareció, alguien seguramente estaba del otro lado y vocifero en tono molesto. — ¡Que quieren a esta hora!, no vendo ningún caballo solo me queda uno, —,a ello le respondió el mensajero, —Señor usted me conoce, somos de una aldea que queda a unas horas y trae trigo con su carreta de vez en cuando a Lunargenta, necesitamos que nos lleve urgente —, pasaron unos segundos de espera, el señor abrió, preparado para partir y le dijo a los dos, — Hola, eeh disculpen, aquí fuera uno no tiene mucha seguridad, me han robado dos veces, bien vamos, me cuentas todo de camino.—
El guerrero vio al caballo y de paso le hizo cariño en la frente, junto al mensajero se subieron por la parte de atrás de la carreta y su carretero le pego unas palmadas al caballo y le dijo, — vamos despierta vrik, llevemos a estas personas a su aldea—, a trote rápido salió el caballo del establo.
Dal' nunca había resuelto un misterio de este tipo, pero si estaba dispuesto a ayudar en lo que pueda y luchar para defender a la gente inocente si era necesario, fluyendo entre lo inesperado.
Dalorian
Honorable
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Off: siento el retraso, estoy de regreso.
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Cuando los dos buenos samaritanos que habían decidido ayudar al hombre desesperado llegaban a la aldea, una suave llovizna cubría el cielo otoñal mientras las hojas caían de los arboles de forma suave, el guía los guió al hogar de James, el hombre, lloroso, giró la cabeza desde su sitio junto al lecho conyugal, donde su esposa seguía durmiendo de forma pacífica y miró por la puerta hacia el comedor.
La puerta se abrió dando paso a una sala pequeña, donde una anciana ponía la mesa y un doctor, a quien sería mejor llamar matasanos, miraba sentado en un sillón frente a la chimenea. Una joven de belleza comparable a la de la mujer durmiente, de pelo negro cual carbón, piel blanca como marfil, y labios rojos como el carmín, paseaba nerviosa. Todos se giraron a ver a los recién llegados, y al verlos entrar el marido volvió a bajar la cabeza cabizbajo, la anciana volvió a poner la mesa, añadiendo dos platos más, el doctor se centró en la chimenea y la joven se acercó a darles la bienvenida. Parecía que había llegado la caballería.
- Bienvenidos a nuestro pequeño pueblo.- dijo con voz suave.- James, querido, han venido dos forasteros, deben ser los que han querido ayudar.- llamó al marido doloso.- Por favor, pasen y sientense, deben tener preguntas.- Les propuso.
James, abandonando por fin el lado de su esposa, cerró la puerta del dormitorio y salió al salón. Un lugar cálido, con una enorme mesa de madera en el centro, que, en lugar de sillas, rodeaban dos bancos largos, una chimenea que chisporroteaba en un lado, frente a dos sillones y una tupida alfombra, al fondo una cocina de la que salía un delicioso aroma a estofado, y a un lado, un cuarto de baño cerrado.
- Bienvenidos- dijo el hombre extendiendo la mano.- les doy las gracias por acudir a socorrerme, intentaré ser todo lo útil que me sea posible.-prometió.
- Lo mismo digo.- se apresuró a soltar Elise, la joven de largos cabellos negros y brillantes.
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*
- Podéis interactuar con todos los presentes excepto la mujer dormida, y el campesino que os fue a buscar, que no está dentro del cuarto.
- Os recomiendo preguntar por las relaciones entre los allí presentes y presentarles cualquier duda que os pueda surgir, por estúpida que os parezca, todo puede ser útil.
- No salgáis de la casa, es tiempo de recolectar información.
- Podréis hacerlos durante dos rondas, a cada una yo postearé respondiendo las preguntas. Suerte con ellas.
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Cuando los dos buenos samaritanos que habían decidido ayudar al hombre desesperado llegaban a la aldea, una suave llovizna cubría el cielo otoñal mientras las hojas caían de los arboles de forma suave, el guía los guió al hogar de James, el hombre, lloroso, giró la cabeza desde su sitio junto al lecho conyugal, donde su esposa seguía durmiendo de forma pacífica y miró por la puerta hacia el comedor.
La puerta se abrió dando paso a una sala pequeña, donde una anciana ponía la mesa y un doctor, a quien sería mejor llamar matasanos, miraba sentado en un sillón frente a la chimenea. Una joven de belleza comparable a la de la mujer durmiente, de pelo negro cual carbón, piel blanca como marfil, y labios rojos como el carmín, paseaba nerviosa. Todos se giraron a ver a los recién llegados, y al verlos entrar el marido volvió a bajar la cabeza cabizbajo, la anciana volvió a poner la mesa, añadiendo dos platos más, el doctor se centró en la chimenea y la joven se acercó a darles la bienvenida. Parecía que había llegado la caballería.
- Bienvenidos a nuestro pequeño pueblo.- dijo con voz suave.- James, querido, han venido dos forasteros, deben ser los que han querido ayudar.- llamó al marido doloso.- Por favor, pasen y sientense, deben tener preguntas.- Les propuso.
James, abandonando por fin el lado de su esposa, cerró la puerta del dormitorio y salió al salón. Un lugar cálido, con una enorme mesa de madera en el centro, que, en lugar de sillas, rodeaban dos bancos largos, una chimenea que chisporroteaba en un lado, frente a dos sillones y una tupida alfombra, al fondo una cocina de la que salía un delicioso aroma a estofado, y a un lado, un cuarto de baño cerrado.
- Bienvenidos- dijo el hombre extendiendo la mano.- les doy las gracias por acudir a socorrerme, intentaré ser todo lo útil que me sea posible.-prometió.
- Lo mismo digo.- se apresuró a soltar Elise, la joven de largos cabellos negros y brillantes.
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- Podéis interactuar con todos los presentes excepto la mujer dormida, y el campesino que os fue a buscar, que no está dentro del cuarto.
- Os recomiendo preguntar por las relaciones entre los allí presentes y presentarles cualquier duda que os pueda surgir, por estúpida que os parezca, todo puede ser útil.
- No salgáis de la casa, es tiempo de recolectar información.
- Podréis hacerlos durante dos rondas, a cada una yo postearé respondiendo las preguntas. Suerte con ellas.
- personajes:
La mujer dormida
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Elise
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James
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Doctor
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Anciana:
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Última edición por Othel el Sáb Oct 17 2015, 13:51, editado 1 vez
Othel
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
El camino había sido largo, sin embargo la suave llovizna que delicadamente se dejaba caer a tierra, me había mantenido fresco durante el viaje, a pesar de todo, me encontraba algo cansado, pensando en que el deber de aquel emisario había sido traerme en algún carruaje en vez de dejar que me viniera solo; levanté una ceja al ver que de un apresurado carruaje bajaba el emisario junto a otro sujeto, habían venido en carruaje -Debí esperarlos- Pensé mientras observaba a ambos sujetos, había uno al que no había visto antes, seguro se trataba de más ayuda, Saludé a ambos con un gesto inclinando levemente la cabeza aunque sin decir una palabra.
Con bastante prisa, el campesino nos llevó hasta la casa indicada donde fuimos recibidos por una escena digna de analizar; personalmente, yo no había venido a ayudar al esposo de la mujer, o a ninguno de los presentes, mi objetivo era ayudar a la mujer durmiente; así que de momento, todos eran sospechosos. Observé con detenimiento la escena hasta que fui interrumpido por alguien, una pálida chica de cabello negro anunciaba al esposo nuestra llegada para luego invitarnos a pasar y sentarnos.
Dejé escapar una amable pero fingida sonrisa bastante discreta para no dejar ver mis colmillos, pero a la vez tan sincera como la pudiera fingir -Entiendo su dolor, buen hombre- Dije en tono pausado -Yo perdí a mi esposa de manera similar- Cerré los ojos y con un pequeño golpe a la mesa dejé escapar una pequeña promesa -No permitiré que mi historia se repita- La actuación era bastante creíble; aunque no era del todo falso, trataba de exagerar un poco para generar empatía y ganarme la confianza del esposo.
Observé a los presentes enumerando posibles sospechosos: un esposo que bien podría estar cansado del matrimonio y sus hijos, una anciana que podría ser una suegra descontenta, otro hombre con aspecto de médico barato que podría ser algún amante o peor, un admirador rechazado y finalmente una hermosa mujer que podría haber deseado lo que la otra tenía, cierto nerviosismo en ella se dejaba hacer evidente a ratos, leves destellos inconscientes se escapaban a momentos, lo que daba a entender a la vez otras suposiciones, todo sin dejar de lado al otro sujeto que había venido a ayudar, un culpable intentando esconder las huellas de su crimen, tal vez; aunque de momento debería controlar mi paranoia hasta haber obtenido más información.
Con la misma sonrisa que había mantenido hasta ahora me dispuse a saber más de los presentes -Mi nombre es Víctor- Dije en tono pausado -¿Cuáles son sus nombres?- Recorrí a todos con la mirada -¿Y qué relación tienen con la “reina”?- Eso en primer lugar ayudaría a despejar algunas dudas -¿Sospechan de alguien en particular?- Al decir esto miré a la pelinegra de manera discreta esperando analizar su reacción, no esperaba que me dijeran nombres de sospechosos, sería tener demasiada suerte, pero cualquier gesto podría servir para aumentar o reducir sospechas.
Con bastante prisa, el campesino nos llevó hasta la casa indicada donde fuimos recibidos por una escena digna de analizar; personalmente, yo no había venido a ayudar al esposo de la mujer, o a ninguno de los presentes, mi objetivo era ayudar a la mujer durmiente; así que de momento, todos eran sospechosos. Observé con detenimiento la escena hasta que fui interrumpido por alguien, una pálida chica de cabello negro anunciaba al esposo nuestra llegada para luego invitarnos a pasar y sentarnos.
Dejé escapar una amable pero fingida sonrisa bastante discreta para no dejar ver mis colmillos, pero a la vez tan sincera como la pudiera fingir -Entiendo su dolor, buen hombre- Dije en tono pausado -Yo perdí a mi esposa de manera similar- Cerré los ojos y con un pequeño golpe a la mesa dejé escapar una pequeña promesa -No permitiré que mi historia se repita- La actuación era bastante creíble; aunque no era del todo falso, trataba de exagerar un poco para generar empatía y ganarme la confianza del esposo.
Observé a los presentes enumerando posibles sospechosos: un esposo que bien podría estar cansado del matrimonio y sus hijos, una anciana que podría ser una suegra descontenta, otro hombre con aspecto de médico barato que podría ser algún amante o peor, un admirador rechazado y finalmente una hermosa mujer que podría haber deseado lo que la otra tenía, cierto nerviosismo en ella se dejaba hacer evidente a ratos, leves destellos inconscientes se escapaban a momentos, lo que daba a entender a la vez otras suposiciones, todo sin dejar de lado al otro sujeto que había venido a ayudar, un culpable intentando esconder las huellas de su crimen, tal vez; aunque de momento debería controlar mi paranoia hasta haber obtenido más información.
Con la misma sonrisa que había mantenido hasta ahora me dispuse a saber más de los presentes -Mi nombre es Víctor- Dije en tono pausado -¿Cuáles son sus nombres?- Recorrí a todos con la mirada -¿Y qué relación tienen con la “reina”?- Eso en primer lugar ayudaría a despejar algunas dudas -¿Sospechan de alguien en particular?- Al decir esto miré a la pelinegra de manera discreta esperando analizar su reacción, no esperaba que me dijeran nombres de sospechosos, sería tener demasiada suerte, pero cualquier gesto podría servir para aumentar o reducir sospechas.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
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Durante el viaje, el emisario le contaba lo poco que sabía al carretero, le había sido enviado para pedir ayuda, pero Dal' pensando en que tenía que investigar a las personas y preguntar en demasía, se mentalizo para ser efectivo, puso oído a toda la conversación, callado y luego hizo un par de preguntas tratando de sacar información al mensajero, pero no hubo caso.
Llegando a la aldea todo empapados, el emisario le dijo que había que ingresar al domicilio justo donde se habían detenido, Dalorian bajo despidiéndose del carretero y diviso un tipo con una vestimenta muy peculiar, este les saludo al mensajero y a Dal' con un gesto, era el otro hombre que iba a ayudar en el misterio, y a juzgar por su apariencia, parecía alguien contratado o interiorizado en la investigación de casos similares.
Lo único que le servía para esta situación, era recordar que en la Base Bio, los cibernéticos podían mentirles a Dalorian si es que se lo proponían, pues no tenían expresión facial alguna, el nunca supo si mentían o no, quizás nunca lo hicierón. En cambio, había seres bio-cibernéticos muy emotivos en los cuales se notaba la gran diferencia, mirarlos a los ojos y ver los gestos de una persona, cuanto demora en responder, y detalles como esos podían darte datos vagos pero útiles para sospechar, Dal' era un ser desconfiado siempre, desconfiaba incluso del mensajero, hasta del carretero que no tenía nada que ver... así que esta vez, no sería diferente.
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Al ingresar en el hogar, Dalorian se saco la capa con capucha y la dejo encima de lo que encontró mas cerca, no quería empapar toda la casa, sacudió fuerte sus pies y entro, al interiorizarse fue presentado a la familia, habían cuatro personas, dos hombres, una joven, y una señora.
Si el otro tipo que vino a ayudar, era alguien que sabía del tema, Dal' prefirió seguir la corriente y ser ubicado, pues no quería obstaculizar lo que tuviera que decir o preguntar, así lo hizo, el tipo de pelo negro saludo a las personas que habitaban allí, les dirigió unas palabras de aliento y comenzó a hacer preguntas.
Dalorian solo asintió su cabeza saludándolos, quería emitir seriedad, quería que el o los culpables se pusieran nerviosos si es que los había, por que si alguien llego a secuestrar a niños, quitarle la celebración a un pueblo, y estaba involucrado, no sería una buena persona, y jamas diría la verdad, así que pronto recurriría a la presión, psicológica... o por la fuerza con quien Dal' tuviera la certeza de que fuese culpable, no iba a dar tantos rodeos.
Dal' era un ser muy compasivo y empatico, le complicaba el pesar del rey. Aunque acá no servía la compasión, pero estaba su lado b, que generaba el respeto,Dalo' era serio, al punto de ser inquietante y este lado de el se detono al sentir la maldad de los actos que habían ocurrido en esta aldea.
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Miro a los que parecían una nueva pareja a los ojos, la joven de piel clara, parecía anfitriona del lugar por su manera de hablar, demasiado hospitalaria y que cada vez que el señor hablaba, ella le seguía.
Paso, al lado de la señora que vio poner la mesa y le pregunto cerca del oído con una voz grave y baja,— ¿Cuantas personas viven en esta casa, cuantos hay ahora y cuantas salidas hay?. —Luego continuó hasta la chimenea, se sentó en un sillón frente a ella y la miró fijamente al igual que un hombre que estaba en el otro, sentado, tenía una apariencia robusta como la de un guardia, pero le importo nada a Dalo', ante esto vocifero en un tono leve y tranquilo para todos en el lugar.
— Si demoran mucho en decir la verdad los tipos que hicieron esto, arderán igual que la leña, —Dal' mirando la reacción del tipo que se encontraba a su costado, continuó,— ¿Quién eres tu?, cuéntame todo por favor...
Todos parecían sospechosos en el lugar, lo que lo hacía aun mas difícil, quizás ninguno era culpable y los que si estaban allí fuera, o en tal caso de que uno o unos lo fuesen, podían ser brujos, seres de alguna raza peligrosa. Dalorian, tenía en cuenta de que quizás podría estar generando ira en ellos y que sería mas compleja la situación, o tal vez podía estar intimidandolos, pero no tenía mucha alternativa y tendría que enfrentarlos igual, en alguna ocasión, por la Reina...
Durante el viaje, el emisario le contaba lo poco que sabía al carretero, le había sido enviado para pedir ayuda, pero Dal' pensando en que tenía que investigar a las personas y preguntar en demasía, se mentalizo para ser efectivo, puso oído a toda la conversación, callado y luego hizo un par de preguntas tratando de sacar información al mensajero, pero no hubo caso.
Llegando a la aldea todo empapados, el emisario le dijo que había que ingresar al domicilio justo donde se habían detenido, Dalorian bajo despidiéndose del carretero y diviso un tipo con una vestimenta muy peculiar, este les saludo al mensajero y a Dal' con un gesto, era el otro hombre que iba a ayudar en el misterio, y a juzgar por su apariencia, parecía alguien contratado o interiorizado en la investigación de casos similares.
Lo único que le servía para esta situación, era recordar que en la Base Bio, los cibernéticos podían mentirles a Dalorian si es que se lo proponían, pues no tenían expresión facial alguna, el nunca supo si mentían o no, quizás nunca lo hicierón. En cambio, había seres bio-cibernéticos muy emotivos en los cuales se notaba la gran diferencia, mirarlos a los ojos y ver los gestos de una persona, cuanto demora en responder, y detalles como esos podían darte datos vagos pero útiles para sospechar, Dal' era un ser desconfiado siempre, desconfiaba incluso del mensajero, hasta del carretero que no tenía nada que ver... así que esta vez, no sería diferente.
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Al ingresar en el hogar, Dalorian se saco la capa con capucha y la dejo encima de lo que encontró mas cerca, no quería empapar toda la casa, sacudió fuerte sus pies y entro, al interiorizarse fue presentado a la familia, habían cuatro personas, dos hombres, una joven, y una señora.
Si el otro tipo que vino a ayudar, era alguien que sabía del tema, Dal' prefirió seguir la corriente y ser ubicado, pues no quería obstaculizar lo que tuviera que decir o preguntar, así lo hizo, el tipo de pelo negro saludo a las personas que habitaban allí, les dirigió unas palabras de aliento y comenzó a hacer preguntas.
Dalorian solo asintió su cabeza saludándolos, quería emitir seriedad, quería que el o los culpables se pusieran nerviosos si es que los había, por que si alguien llego a secuestrar a niños, quitarle la celebración a un pueblo, y estaba involucrado, no sería una buena persona, y jamas diría la verdad, así que pronto recurriría a la presión, psicológica... o por la fuerza con quien Dal' tuviera la certeza de que fuese culpable, no iba a dar tantos rodeos.
Dal' era un ser muy compasivo y empatico, le complicaba el pesar del rey. Aunque acá no servía la compasión, pero estaba su lado b, que generaba el respeto,Dalo' era serio, al punto de ser inquietante y este lado de el se detono al sentir la maldad de los actos que habían ocurrido en esta aldea.
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Miro a los que parecían una nueva pareja a los ojos, la joven de piel clara, parecía anfitriona del lugar por su manera de hablar, demasiado hospitalaria y que cada vez que el señor hablaba, ella le seguía.
Paso, al lado de la señora que vio poner la mesa y le pregunto cerca del oído con una voz grave y baja,— ¿Cuantas personas viven en esta casa, cuantos hay ahora y cuantas salidas hay?. —Luego continuó hasta la chimenea, se sentó en un sillón frente a ella y la miró fijamente al igual que un hombre que estaba en el otro, sentado, tenía una apariencia robusta como la de un guardia, pero le importo nada a Dalo', ante esto vocifero en un tono leve y tranquilo para todos en el lugar.
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— Si demoran mucho en decir la verdad los tipos que hicieron esto, arderán igual que la leña, —Dal' mirando la reacción del tipo que se encontraba a su costado, continuó,— ¿Quién eres tu?, cuéntame todo por favor...
Todos parecían sospechosos en el lugar, lo que lo hacía aun mas difícil, quizás ninguno era culpable y los que si estaban allí fuera, o en tal caso de que uno o unos lo fuesen, podían ser brujos, seres de alguna raza peligrosa. Dalorian, tenía en cuenta de que quizás podría estar generando ira en ellos y que sería mas compleja la situación, o tal vez podía estar intimidandolos, pero no tenía mucha alternativa y tendría que enfrentarlos igual, en alguna ocasión, por la Reina...
Última edición por Dalorian el Miér Oct 14 2015, 08:06, editado 2 veces
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
James se sintió comprendido por el hombre que se hacia llamar Victor, aunque no tanto por aquel que no se haía molestado en presentarse siquiera, que parecía haberse vuelto el dueño de su hogar en un momento que, para él, era tan crítico, por ello, sin atreverse a mirar siquiera a aquel que tan maleducado le resultaba, se giró hacia el hombre moreno y se dispuso a responderle.
- Mi nombre es James, llevo casado con Trice desde hace 2 años- sonrió con nostalgia- Siempre ha sido una mujer buena y amable, ayudaba a quien podía, siempre está ahí para todos... no se quien puede haber sido el malnacido que...- finalizó con rabia, cerrando los puños con fuerza, aguantando las lágrimas.- y, para colmo, se han llevado a mis hijos, mis pequeños... no se que es peor, si se despierta y ve que no están, acabará muriendo....- murmuró con ojos en llanto y voz rota.- lo siento... yo... voy a volver a su lado, por si despierta, no puedo perder las esperanzas...- dijo excusándose para volver al cuarto, cerrando a sus espaldas.
- Pobre hombre...- murmuró la anciana lanzando un suspiro de pena mientras se sentaba en una silla a comer el estofado que acababa de servir.
- Yo soy Elise, amiga de la familia, Trice y yo jugábamos juntas desde niñas....- de pronto, miró a los lados, y se acercó al hombre de cabellos negros, para, en un susurro en su oido, decir.- Pregúntele al doctor, es el hermano de James, siempre estuvo enamorado de Trice, y ya se sabe, una persona enamorada puede hacer mil locuras.
Se separó del hombre y tomó uno de los platos servidos por la anciana para, al instante, entraralo en el dormitorio conyugal, posiblemente para dárselo al afligido marido, la joven no tardó en salir de allí, con cara molesta nariz fruncida y el plato aun en las manos. Se sentó en la mesa, intentando disimular su fastidio.
Al tiempo que esto sucedía, el otro recién llegado saludaba con un mero asentimiento de cabeza a los que allí estaban, la atestada sala parecía no dejar de llenarse, aun tendrían que dar gracias por no tener correteando a los pequeños por los alrededores. La anciana miró de reojo al hombre, era una mujer de mal carácter, y aun más con la desaparición de los pequeños y la joven dormida que no daba signos de ir a despertar con prontitud.
- Hay solo una salida, la misma por la que habéis entrado, pero me parece una suma idiotez preguntar algo así cuando se supone que ya os han explicado que los sucesos acontecieron en el exterior...- dijo la mujer tomando un sorbo de sopa, pasando a ignorar al tipo alto.
El doctor, sentado frente a la chimenea. miró acercarse al tipo, y sonrió encendiéndose una pipa, era una persona altanera, que soportaba poco o nada a los desconocidos, y, aunque pudiera ser agradable en apariencia, siempre podría notarse ese aire de superioridad en su cara.
- Soy Mathew, el doctor del pueblo, y el cuñado de Trice.- le contestó al tipo, dando una calada mientras miraba a la hoguera.-- en esta casa solo viven trice, James y los gemelos, aunque ahora somos unos.... cinco, aunque si hablas mucho con la madre de Trice- señaló a la mujer que comía en la mesa- cuidado, no tiene buen humor, y, ahora, aun menos, no estaba feliz con su matrimonio con James, esto solo ha hecho que aun se moleste más y hacer huir a la persona que mejor conoce a la víctima no creo que sea buena idea.- comentó con sorna, terminando así su charla dando una calada a su pipa y soltando el humo, no pensaba que hablar o explicar nada a nadie mereciera la pena y, mucho menos, con una persona ajena a la casa.
-----------------------------------
Editado
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Último turno de preguntas, aprovechadlo bien.
- Mi nombre es James, llevo casado con Trice desde hace 2 años- sonrió con nostalgia- Siempre ha sido una mujer buena y amable, ayudaba a quien podía, siempre está ahí para todos... no se quien puede haber sido el malnacido que...- finalizó con rabia, cerrando los puños con fuerza, aguantando las lágrimas.- y, para colmo, se han llevado a mis hijos, mis pequeños... no se que es peor, si se despierta y ve que no están, acabará muriendo....- murmuró con ojos en llanto y voz rota.- lo siento... yo... voy a volver a su lado, por si despierta, no puedo perder las esperanzas...- dijo excusándose para volver al cuarto, cerrando a sus espaldas.
- Pobre hombre...- murmuró la anciana lanzando un suspiro de pena mientras se sentaba en una silla a comer el estofado que acababa de servir.
- Yo soy Elise, amiga de la familia, Trice y yo jugábamos juntas desde niñas....- de pronto, miró a los lados, y se acercó al hombre de cabellos negros, para, en un susurro en su oido, decir.- Pregúntele al doctor, es el hermano de James, siempre estuvo enamorado de Trice, y ya se sabe, una persona enamorada puede hacer mil locuras.
Se separó del hombre y tomó uno de los platos servidos por la anciana para, al instante, entraralo en el dormitorio conyugal, posiblemente para dárselo al afligido marido, la joven no tardó en salir de allí, con cara molesta nariz fruncida y el plato aun en las manos. Se sentó en la mesa, intentando disimular su fastidio.
Al tiempo que esto sucedía, el otro recién llegado saludaba con un mero asentimiento de cabeza a los que allí estaban, la atestada sala parecía no dejar de llenarse, aun tendrían que dar gracias por no tener correteando a los pequeños por los alrededores. La anciana miró de reojo al hombre, era una mujer de mal carácter, y aun más con la desaparición de los pequeños y la joven dormida que no daba signos de ir a despertar con prontitud.
- Hay solo una salida, la misma por la que habéis entrado, pero me parece una suma idiotez preguntar algo así cuando se supone que ya os han explicado que los sucesos acontecieron en el exterior...- dijo la mujer tomando un sorbo de sopa, pasando a ignorar al tipo alto.
El doctor, sentado frente a la chimenea. miró acercarse al tipo, y sonrió encendiéndose una pipa, era una persona altanera, que soportaba poco o nada a los desconocidos, y, aunque pudiera ser agradable en apariencia, siempre podría notarse ese aire de superioridad en su cara.
- Soy Mathew, el doctor del pueblo, y el cuñado de Trice.- le contestó al tipo, dando una calada mientras miraba a la hoguera.-- en esta casa solo viven trice, James y los gemelos, aunque ahora somos unos.... cinco, aunque si hablas mucho con la madre de Trice- señaló a la mujer que comía en la mesa- cuidado, no tiene buen humor, y, ahora, aun menos, no estaba feliz con su matrimonio con James, esto solo ha hecho que aun se moleste más y hacer huir a la persona que mejor conoce a la víctima no creo que sea buena idea.- comentó con sorna, terminando así su charla dando una calada a su pipa y soltando el humo, no pensaba que hablar o explicar nada a nadie mereciera la pena y, mucho menos, con una persona ajena a la casa.
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Último turno de preguntas, aprovechadlo bien.
Última edición por Othel el Sáb Oct 17 2015, 13:51, editado 1 vez
Othel
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Los minutos desfilaban sigilosos en el tobogán del tiempo mientras mi mente se llenaba de ideas acerca de los presentes; a medida que respondían las preguntas iba notando ciertos detalles que mantendría en mi mente durante un largo rato de análisis, sin embargo, estaba consciente que debía ser rápido, cada instante que dejábamos perder podría ser la diferencia entre la vida y la muerte, si los niños habían sido raptados para ser vendidos, podrían ir ya muy lejos, así que esclarecer el asunto debía hacerse lo más pronto posible.
Al parecer, había ganado la confianza del esposo, al menos un poco, se expresaba de manera pausada, lleno de melancolía y pena, realmente parecía estarla pasando mal; me recordaba a mí mismo cuando me tocó padecer la agonía de mi amada Victoria. Tras algunas respuestas, cortas y directas, el acongojado hombre se retiró a estar cerca de su esposa, dejándonos al resto en un momento lleno de tensión; dos extraños encerrados en una habitación con tres integrantes de una familia fracturada, aunque técnicamente ninguno era familiar directo entre sí, y no solo eso, sino que además de todo no parecían llevarse del todo bien; en un inesperado momento, Elise discretamente se acercó a susurrar a mi oído algo acerca del médico aunque luego sin dejarme preguntar más, tomó uno de los platos que servía la anciana y entró al cuarto tras el esposo aunque no pasó mucho rato ahí, la expresiones en su rostro delataban cierto disgusto, y por alguna razón me parecía sumamente sospechosa, incluso cuando me había dado la pista del doctor, que sin duda investigaría luego, pensaba que podría haber tratado de desviar mi atención de ella para sentirse segura.
Me acerqué lentamente a la pelinegra mientras observaba la manera como el doctor le hablaba al otro sujeto que había venido de Lunargenta, me parecía demasiado pedante para ser médico, daba un aire refinado que intentaba ser aristocrático, sin embargo su aspecto no le permitía más, aunque tras unos instantes, nos dio una importante pista, además de confirmar que era quien me advirtió Elise, había indicado que la anciana nos podría dar algo más de información.
De momento, continué caminando hacia la pelinegra mientras detallaba con la vista al sujeto cuyo nombre aún no había escuchado, no me parecía una mala persona, incluso me resultaba algo ingenuo, pero con buenas aptitudes físicas, sería bueno tenerlo de aliado en caso de problemas. Me senté junto a la pelinegra y la miré a los ojos con toda la sinceridad que pude llegar a fingir -Una mujer de tal hermosura jamás debería pasar malos momentos- Le dije aludiendo a sus expresiones previas -Te contagiaré mi sonrisa- Dije mientras sonreía para ella y llevaba mi dedo índice hasta tocar levemente su hombro con la punta de éste, esperaba que su mal humor fue menos grave de lo que parecía, sacarle una sonrisa sería solo el primer paso -Te contaré una historia- Dije mientras me ponía de frente hacia ella -Hace unos años- Dije en tono serio -Hubo una hermosa joven que estaba muy enamorada de un mercenario; obviamente sus padres estaban en contra, y tras muchas discusiones acabó por idear un plan para escaparse de casa- Hice una pequeña pausa para generar suspenso -La joven decidió fingir su muerte con una misteriosa poción- Hice una pausa para ver la expresión en su rostro -Esa poción era capaz de hacer que su corazón latiera más despacio y suave hasta ser casi imperceptible cada latido, y su respiración tan pausada que realmente simulaba estar muerta- Mientras hablaba, me mantenía atento a su mirada -Al creerla muerta, sus padres la enterraron, sin embargo, la inteligente chica había enviado un mensaje con una amiga a su amado mercenario, aunque el mensaje jamás llegó y traicionada por su amiga, se quedó atrapada hasta morir de verdad.
La historia tenía a la vez dos intenciones, una era captar sus reacciones acerca de la traición de la amiga, un poco de culpa tal vez, pero en segundo lugar -El nombre de la poción era... - Hice una pausa completamente intencionada fingiendo tratar de recordar -Olema, aunque una mujer tan joven como tú, no tendría tiempo para conocer ese tipo de sustancias, incluso yo, dudo que exista tal poción- Dije con una leve sonrisa como si todo aquello hubiese sido solo una historia casual, pero si la chica revelaba saber algo de esa poción me daría una importante pista.
Al parecer, había ganado la confianza del esposo, al menos un poco, se expresaba de manera pausada, lleno de melancolía y pena, realmente parecía estarla pasando mal; me recordaba a mí mismo cuando me tocó padecer la agonía de mi amada Victoria. Tras algunas respuestas, cortas y directas, el acongojado hombre se retiró a estar cerca de su esposa, dejándonos al resto en un momento lleno de tensión; dos extraños encerrados en una habitación con tres integrantes de una familia fracturada, aunque técnicamente ninguno era familiar directo entre sí, y no solo eso, sino que además de todo no parecían llevarse del todo bien; en un inesperado momento, Elise discretamente se acercó a susurrar a mi oído algo acerca del médico aunque luego sin dejarme preguntar más, tomó uno de los platos que servía la anciana y entró al cuarto tras el esposo aunque no pasó mucho rato ahí, la expresiones en su rostro delataban cierto disgusto, y por alguna razón me parecía sumamente sospechosa, incluso cuando me había dado la pista del doctor, que sin duda investigaría luego, pensaba que podría haber tratado de desviar mi atención de ella para sentirse segura.
Me acerqué lentamente a la pelinegra mientras observaba la manera como el doctor le hablaba al otro sujeto que había venido de Lunargenta, me parecía demasiado pedante para ser médico, daba un aire refinado que intentaba ser aristocrático, sin embargo su aspecto no le permitía más, aunque tras unos instantes, nos dio una importante pista, además de confirmar que era quien me advirtió Elise, había indicado que la anciana nos podría dar algo más de información.
De momento, continué caminando hacia la pelinegra mientras detallaba con la vista al sujeto cuyo nombre aún no había escuchado, no me parecía una mala persona, incluso me resultaba algo ingenuo, pero con buenas aptitudes físicas, sería bueno tenerlo de aliado en caso de problemas. Me senté junto a la pelinegra y la miré a los ojos con toda la sinceridad que pude llegar a fingir -Una mujer de tal hermosura jamás debería pasar malos momentos- Le dije aludiendo a sus expresiones previas -Te contagiaré mi sonrisa- Dije mientras sonreía para ella y llevaba mi dedo índice hasta tocar levemente su hombro con la punta de éste, esperaba que su mal humor fue menos grave de lo que parecía, sacarle una sonrisa sería solo el primer paso -Te contaré una historia- Dije mientras me ponía de frente hacia ella -Hace unos años- Dije en tono serio -Hubo una hermosa joven que estaba muy enamorada de un mercenario; obviamente sus padres estaban en contra, y tras muchas discusiones acabó por idear un plan para escaparse de casa- Hice una pequeña pausa para generar suspenso -La joven decidió fingir su muerte con una misteriosa poción- Hice una pausa para ver la expresión en su rostro -Esa poción era capaz de hacer que su corazón latiera más despacio y suave hasta ser casi imperceptible cada latido, y su respiración tan pausada que realmente simulaba estar muerta- Mientras hablaba, me mantenía atento a su mirada -Al creerla muerta, sus padres la enterraron, sin embargo, la inteligente chica había enviado un mensaje con una amiga a su amado mercenario, aunque el mensaje jamás llegó y traicionada por su amiga, se quedó atrapada hasta morir de verdad.
La historia tenía a la vez dos intenciones, una era captar sus reacciones acerca de la traición de la amiga, un poco de culpa tal vez, pero en segundo lugar -El nombre de la poción era... - Hice una pausa completamente intencionada fingiendo tratar de recordar -Olema, aunque una mujer tan joven como tú, no tendría tiempo para conocer ese tipo de sustancias, incluso yo, dudo que exista tal poción- Dije con una leve sonrisa como si todo aquello hubiese sido solo una historia casual, pero si la chica revelaba saber algo de esa poción me daría una importante pista.
Off: Subrayado el uso de mi habilidad pasiva: Conocimiento Antiguo (Historia)
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
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La señora no respondió de una manera amable a Dal', seguramente estaba enojada, o no le gustaban los extraños, tenía sus motivos, quizás solo era la edad. Luego, el hombre frente a la chimenea respondió su pregunta, era el doctor del pueblo, fumaba tranquilamente mientras respondía todo, parecía tenerlo todo bajo control, era inteligente, algo que Dal' podía tomar como sospecha, pero las cosas se logran con pruebas. Dalorian quería mas información, pero si había una señora que era hostil y quizás no era culpable, había que ser persuasivo.
Mirando las llamas de la chimenea, que se movían como la vez que se quemaba un molino en donde rescató a una niñita, la recordó y aquella le hizo volver en si, de alguna extraña manera, en un inicio veía a cada uno como si fuese la gente cruel o desquiciada que se había topado en el trayecto hacía Lunargenta, estaba sobrecargado, eso para nada le hacía bien,
no estaba acostumbrado a este tipo de cosas, solo a luchar, recapacitó y se dio cuenta que de la manera ruda, no sacaría ninguna información, se calmo de los malos recuerdos y tanta agresividad reciente que había vivido, entonces, fue nuevamente el mismo. A cada uno les otorgaría comprensión y empatia.
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*suspiró*,— bien doctor, no se que esta pasando aquí, espero nadie de la familia sea el culpable, sería una lastima, pero hay que averiguarlo.
Dal' tenía casi memorizadas las preguntas que estaba ideando mientras venía en la carreta.
— Quiero preguntarle mas cosas doctor —, Dal' no quería que los demás escuchasen, y comenzó en tono bajo casi susurrado. — ¿Qué enemistad tiene o ha tenido la familia, o los amigos? ¿Cómo define usted a James,a los niños y a Trice?, ¿Puede contarme su relación con los demás que no me a dicho? ¿Conoce de alguien en la aldea de aspecto sospechoso y de ser así, sabe donde vive?, ¿Si estuviese obligado a sospechar de alguien en este lugar, ¿quién o quiénes serían? los que venimos a ayudar no contamos.¿Qué hacía usted el día de la fiesta y donde estaba exactamente?, y los demás, ¿dónde estaban ellos? ¿Vio anteriormente algo sospechoso en relación a los niños o alguien sospechoso en la fiesta de la cosecha? .—
Esta pregunta solo iba para el doctor,— usted seguro examino a la reina, ¿Hay algún dato útil?, necesito saber todo lo que pudo averiguar sobre su estado y si hay algo, ¿alguna hierba, un veneno?, algo que le haya podido hacer eso, y si es que es así, ¿Donde se puede encontrar, o con quien se puede conseguir?.
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Al termino y escuchar lo que el doctor tenía que decir se levanto y llamo la atención de todos.
— Disculpen mis modales, no suelo decir mi nombre, pero ya que hago y haré muchas preguntas a ustedes, vallamos iguales, soy Dalorian *sonrió levemente*, miro a todos y asintió su cabeza,— un guerrero común y corriente, con un ideal de ayudar, no por aeros, sino por que lo considero lo correcto. Una vez leí un libro que me prestó una vez un guardia, si, se leer, *sonrió* trataba de los calabozos, y en una parte decía, para saber la verdad en un grupo, divídelo y pregunta a cada uno en privado, diferentes versiones de lo que pasa develará la verdad. Miró a todos a los ojos en busca de reacciones y continuó,— perdonen la molestia, pero esa es la mejor manera de ayudarme a mi, y a Victor—...miro al hombre de pelo negro haciendo un gesto amable,— compañero de causa. Les haré una serie de preguntas, nos alejamos del resto y luego le toca a otro, así, puede ser donde estén mas cómodos, agradecería que cuando sea el turno del señor James lo llamen. —dicho esto, se dirigió a la señora que comía.
— Disculpe por lo de recién señora, se que no ha pasado gratos momentos, lo que le pregunte fue por su seguridad, los culpables de esto pueden o escapar, o si había otra entrada, ingresar y hacer mas daño del que ya han hecho, lo primero es protegerlos y debía cerciorarme de donde estoy para ello, necesitamos su ayuda para ayudar a sus seres queridos, mientras mas rápido sea todo, mas podremos ayudar a su familia, así quizás mas adelante pueda probar su plato de comida que huele muy bien, seguro tiene buena mano para cocinar, pero no soy digno de comer, debo ayudarles primero. (dijo Dal' a pesar de que su yo interno quería noquearlo por negarse a comer).
Luego, Dal' trato de hablar uno por uno y repetir las preguntas que le hizo al doctor, agregando unas como preguntar los nombres y quienes eran a los que no lo había hecho y...— ¿Que les dijo el doctor sobre el estado de Trice? —, noto al principio de todo que con su seriedad y mala entrada había bajado el animo de James, así que para reivindicarse a cada persona le daría unas palabras de aliento, no había razón para perder la fe, había que ser positivo.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Mientras Elise estaba enfurruñada en la mesa, vio acercarse al chico de pelo largo y volvió a imprimir una sonrisa en su gesto, la chica no terminaba de entender que sucedía, ni porqué el chico actuaba como lo estaba haciendo, por ello, escuchó la historia con calma, sin comprender, sin embargo, a medida que avanzaba la historia, necesitaba esforzarse más por mantener el gesto, dos veces sucedió que se le frunció el ceño de forma rápida, casi imperceptible. Pero, al finalizar la historia, el semblante de la chica era la perfecta estampa de la pena y el horror:
- Vaya, que historia más horrible....- murmuró- ¿Cómo puede alguien hacer algo así?- negó con la cabeza horrorizada. Siguió escuchando la historia del hombre, y, ante el nombre de la planta, abrió los ojos de modo inocente- ¿Olema? ¿Qué es? si se puede encontrar por aquí, avíseme, no quiero recoger una por descuido cuando vaya a colectar hiervas al campo.- pidió frunciendo los labios, sus gestos eran tan pequeños, que solo quien estuviera en frente sería capaz de distinguirlos, y su voz tan suave que solo quien se encontrase a su lado podría escucharla.
Al tiempo que esto sucedía, el doctor ignoraba completamente todas las preguntas que hacía el recién llegado que aun no se había siquiera presentado, alzó una ceja ante la cascada de preguntas y, tras acabar su pipa, se levantó dejandolo plantado con una sola frase:
- Me niego a seguir hablando con usted, señor, no es interesante- comentó antes de cubrir el escaso espacio que había entre su sillón y la cocina en la sala abierta.
Cuando el tipo se presentó, ya era demasiado tarde, no había dado ninguna buena impresión a los presentes, por ello, la anciana se levantó y, apuntandolo con la cuchara, replicó:
- Muchacho, la mala educación se paga, no tuviste en cuenta nuestra situación y entraste preguntando como si la casa fuera tuya, siento decir que, ni yo ni nadie de la familia habla con maleducados, a partir de ahora solo responderemos las preguntas de este mozalbete que, si bien es también un extraño, tiene educación y empatía, en cuanto a ti, sera mejor que salgas ahora mismo de esta casa o no respondo de mis actos.- amenazó la mujer, totalmente enfadada.
Alazándose, viendo que el chico no hacía caso, tomó una escoba cercana y a escobazos, lo sacó de la casa sin permitirle hablar con nadie más, a su salida, cerró la puerta con llave y lo dejó a merced de la lluvia, que empezaba a ser cada vez más fuerte. El interior de la casa quedó en silencio, los presentes, al menos la familia, comprendía la actuación de la mujer, y poco les importaba que el otro sujeto lo hiciera, no se podía llegar a casa de una familia rota y tratarlos como si fueran basura, no se podía llegar ante una madre y abuela desesperada y preguntarle sin siquiera presentarse.
Cuando la mujer se sentó de nuevo en la mesa a seguir con sus sopa, miró de reojo al chico moreno, aun con cara de malos humos, no solo no le gustaban los extraños, si no que, ese que acababa de abandonar la casa, había empeorado aun más su humor.
- ¿Qué?- le preguntó al tipo que se hacía llamar Víctor, de mala manera.
- Abuela, relájese, ya sabe que no es bueno para su tensión.- comentó el doctor repantigado sobre la encimera, con una tremenda calma, como si lo sucedido fuera totalmente normal.- señor, el otro desconocido será un maleducado, pero ha hecho preguntas interesantes- cambió para hablar con el hombre- mi diagnostico fue que Trice tiene una cosa llamada "síndrome de Klein-Levin" suele aparecer por estrés o por cierto consumo de drogas, y los sintomas son somnolencia y dormirse en cualquier lado, pudiendo mantener el estado de sueño durante días incluso semanas, los casos más graves, caen en coma, pero esto no se lo he dicho a James, ya está bastante mal el hombre.- explicó sirviéndose una copa de malta.
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*
Dalorian, dije que tu actitud tendría consecuencias, esta es, de momento, te quedas sin respuesta a tus preguntas, te has ganado la desconfianza de la familia y poco o nada te ayudarán a encontrar al culpable, si quieres información, deberás ingeniartelas más tarde para conseguirla.
Bio, tienes un turno más para preguntar.
- Vaya, que historia más horrible....- murmuró- ¿Cómo puede alguien hacer algo así?- negó con la cabeza horrorizada. Siguió escuchando la historia del hombre, y, ante el nombre de la planta, abrió los ojos de modo inocente- ¿Olema? ¿Qué es? si se puede encontrar por aquí, avíseme, no quiero recoger una por descuido cuando vaya a colectar hiervas al campo.- pidió frunciendo los labios, sus gestos eran tan pequeños, que solo quien estuviera en frente sería capaz de distinguirlos, y su voz tan suave que solo quien se encontrase a su lado podría escucharla.
Al tiempo que esto sucedía, el doctor ignoraba completamente todas las preguntas que hacía el recién llegado que aun no se había siquiera presentado, alzó una ceja ante la cascada de preguntas y, tras acabar su pipa, se levantó dejandolo plantado con una sola frase:
- Me niego a seguir hablando con usted, señor, no es interesante- comentó antes de cubrir el escaso espacio que había entre su sillón y la cocina en la sala abierta.
Cuando el tipo se presentó, ya era demasiado tarde, no había dado ninguna buena impresión a los presentes, por ello, la anciana se levantó y, apuntandolo con la cuchara, replicó:
- Muchacho, la mala educación se paga, no tuviste en cuenta nuestra situación y entraste preguntando como si la casa fuera tuya, siento decir que, ni yo ni nadie de la familia habla con maleducados, a partir de ahora solo responderemos las preguntas de este mozalbete que, si bien es también un extraño, tiene educación y empatía, en cuanto a ti, sera mejor que salgas ahora mismo de esta casa o no respondo de mis actos.- amenazó la mujer, totalmente enfadada.
Alazándose, viendo que el chico no hacía caso, tomó una escoba cercana y a escobazos, lo sacó de la casa sin permitirle hablar con nadie más, a su salida, cerró la puerta con llave y lo dejó a merced de la lluvia, que empezaba a ser cada vez más fuerte. El interior de la casa quedó en silencio, los presentes, al menos la familia, comprendía la actuación de la mujer, y poco les importaba que el otro sujeto lo hiciera, no se podía llegar a casa de una familia rota y tratarlos como si fueran basura, no se podía llegar ante una madre y abuela desesperada y preguntarle sin siquiera presentarse.
Cuando la mujer se sentó de nuevo en la mesa a seguir con sus sopa, miró de reojo al chico moreno, aun con cara de malos humos, no solo no le gustaban los extraños, si no que, ese que acababa de abandonar la casa, había empeorado aun más su humor.
- ¿Qué?- le preguntó al tipo que se hacía llamar Víctor, de mala manera.
- Abuela, relájese, ya sabe que no es bueno para su tensión.- comentó el doctor repantigado sobre la encimera, con una tremenda calma, como si lo sucedido fuera totalmente normal.- señor, el otro desconocido será un maleducado, pero ha hecho preguntas interesantes- cambió para hablar con el hombre- mi diagnostico fue que Trice tiene una cosa llamada "síndrome de Klein-Levin" suele aparecer por estrés o por cierto consumo de drogas, y los sintomas son somnolencia y dormirse en cualquier lado, pudiendo mantener el estado de sueño durante días incluso semanas, los casos más graves, caen en coma, pero esto no se lo he dicho a James, ya está bastante mal el hombre.- explicó sirviéndose una copa de malta.
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Dalorian, dije que tu actitud tendría consecuencias, esta es, de momento, te quedas sin respuesta a tus preguntas, te has ganado la desconfianza de la familia y poco o nada te ayudarán a encontrar al culpable, si quieres información, deberás ingeniartelas más tarde para conseguirla.
Bio, tienes un turno más para preguntar.
Othel
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Al final de la historia la chica pareció sorprendida, aparentemente no tenía suficiente malicia para realizar algo como eso, aunque sus gestos a veces se hacían merecedores de sospecha, y aunque de momento la dejaría de lado para continuar la investigación, tampoco la descartaría de mi lista de sospechosos, había algo extraño en ella que no dejaba de captar mi atención.
Lo que siguió a eso fue sin duda una de las escenas más desconcertantes que había visto en mucho tiempo, el otro sujeto había sido dejado en el aire por el doctor, quien se negaba a hablar con él por falta de interés; pero eso no sería lo peor, la anciana de un evidente mal carácter, se levantó para agredirlo de la manera más tragicómica que había visto en mucho tiempo. Guardé silencio durante el transcurso de la escena, la anciana me resultaba realmente aterradora en ese estado y no quería ser la siguiente víctima de su poderosa ira.
Tras la salida del sujeto, un ensordecedor silencio se adueñó de la sala durante unos instantes, no me atrevía a decir nada, apenas y tenía valor para mirar discretamente a la anciana que al darse cuenta me habló de forma tan brusca que me erizó la piel -¿Qué?- Dijo en tono severo haciéndome callar incluso antes de poder decir algo, aunque afortunadamente fue calmada por el médico que se atrevió a intentar aplacarla.
Tras regalarle una sonrisa a Elise, me acerqué al médico escuchando su respuesta a la pregunta de Dalorian, me resultaba bastante curioso, pues jamás había escuchado acerca de eso, y si no le quería decir a James, lo mejor sería acercarme y hablarlo en voz baja -Has dicho drogas ¿Qué tipo de drogas?- Pregunté en voz baja mientras lo miraba a los ojos -Además de usted ¿Hay alguien más que sepa acerca de eso?- Me acerqué un poco más para evitar ser oído por el resto de los presentes -¿Podría alguien haberlo causado intencionalmente?- Tras esperar su respuesta unos instantes me levanté tomando aire y valor para acercarme a la anciana -Mi señora- Dije en tono pausado con algo de temor a que también me sacara a escobazos -Mi único interés acá es ayudar con el caso, también perdí a mi esposa tras verla agonizar por días, y tengo una niña pequeña a la que no soportaría que algo malo le pasara- Hice una pequeña pausa para suspirar mientras bajaba la mirada de forma melancólica para luego mirarla a los ojos -Mi deseo de ayudar se ha convertido en una necesidad, si me responde un par de preguntas, podremos dar con los niños y salvar a Trice- Una vez que conseguí su atención, preguntaría esperando no ser apaleado con la escoba -¿Dónde estaban exactamente los niños cuando fueron raptados... y Quién cuidaba de ellos?- Bajando un poco la voz hasta hacerla casi un susurro -¿Cómo es la relación entre James y Elise?- Me intrigaba también la relación entre el doctor y Trice pero ya la pelinegra me había dado algunos datos, así que de momento me enfocaría en esa misteriosa pareja, pues por los eventos vistos, parecía haber un amor no correspondido de parte de la hermosa Elise...
Lo que siguió a eso fue sin duda una de las escenas más desconcertantes que había visto en mucho tiempo, el otro sujeto había sido dejado en el aire por el doctor, quien se negaba a hablar con él por falta de interés; pero eso no sería lo peor, la anciana de un evidente mal carácter, se levantó para agredirlo de la manera más tragicómica que había visto en mucho tiempo. Guardé silencio durante el transcurso de la escena, la anciana me resultaba realmente aterradora en ese estado y no quería ser la siguiente víctima de su poderosa ira.
Tras la salida del sujeto, un ensordecedor silencio se adueñó de la sala durante unos instantes, no me atrevía a decir nada, apenas y tenía valor para mirar discretamente a la anciana que al darse cuenta me habló de forma tan brusca que me erizó la piel -¿Qué?- Dijo en tono severo haciéndome callar incluso antes de poder decir algo, aunque afortunadamente fue calmada por el médico que se atrevió a intentar aplacarla.
Tras regalarle una sonrisa a Elise, me acerqué al médico escuchando su respuesta a la pregunta de Dalorian, me resultaba bastante curioso, pues jamás había escuchado acerca de eso, y si no le quería decir a James, lo mejor sería acercarme y hablarlo en voz baja -Has dicho drogas ¿Qué tipo de drogas?- Pregunté en voz baja mientras lo miraba a los ojos -Además de usted ¿Hay alguien más que sepa acerca de eso?- Me acerqué un poco más para evitar ser oído por el resto de los presentes -¿Podría alguien haberlo causado intencionalmente?- Tras esperar su respuesta unos instantes me levanté tomando aire y valor para acercarme a la anciana -Mi señora- Dije en tono pausado con algo de temor a que también me sacara a escobazos -Mi único interés acá es ayudar con el caso, también perdí a mi esposa tras verla agonizar por días, y tengo una niña pequeña a la que no soportaría que algo malo le pasara- Hice una pequeña pausa para suspirar mientras bajaba la mirada de forma melancólica para luego mirarla a los ojos -Mi deseo de ayudar se ha convertido en una necesidad, si me responde un par de preguntas, podremos dar con los niños y salvar a Trice- Una vez que conseguí su atención, preguntaría esperando no ser apaleado con la escoba -¿Dónde estaban exactamente los niños cuando fueron raptados... y Quién cuidaba de ellos?- Bajando un poco la voz hasta hacerla casi un susurro -¿Cómo es la relación entre James y Elise?- Me intrigaba también la relación entre el doctor y Trice pero ya la pelinegra me había dado algunos datos, así que de momento me enfocaría en esa misteriosa pareja, pues por los eventos vistos, parecía haber un amor no correspondido de parte de la hermosa Elise...
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Aerandiano de honor
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
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El doctor no quiso cooperar con Dalorian, de una extraña manera cambio su disposición a una negación.
"¿Que no soy interesante?, lo que faltaba, ahora vengo a entretener a este tipo, debería hacerle entrar en razón que el esta como un inútil fumando ahí sentado sin hacer nada por sus sobrinos, ni siquiera cooperar con la poca ayuda que tiene, debería estar buscándolos en este momento." pensaba Dal' al escuchar lo que dijo el doctor.
Luego la abuela de la familia se puso agresiva, Dalo' se estaba preguntando que hacía allí perdiendo el tiempo. Se supone que Victor y Dal', habían viajado desde Lunargenta como investigadores, no menor esfuerzo, para ayudar a los hijos y a la esposa de un hombre desvalido, otro investigador podría haber sido mucho mas frío y rudo que Dal', claramente comenzó con una mala actitud, pero en el trasfondo lo que importaba no era eso, sino que cooperaran con quienes venían a ayudar con toda su disposición, por que independiente el carácter del investigador, sabían que el estaba allí para ayudarles, ser efectivo en su labor, rescatar a los niños e intentar mejorar el estado de Trice, algo el cual pareció no importarles a ninguno de la casa, pareciera que querían mas un arlequín que les complaciera.
James parecía el único que no había perdido el sentido común, la actitud de Dalorian y de la señora claramente chocaron, fue algo inesperado, ninguna fue buena, pero al menos el guerrero se reivindico, cosa que no se tomó en cuenta, y que al parecer nadie mas debatió.
La señora comenzó a sacar a Dal' de la casa golpeándole con una escoba luego de unas palabras orgullosas, parece que nadie nunca le hizo la contraria a la abuela y le enderezó el pensamiento, ¿Sería que ella escondía un poder oculto?.
Dalorian no le temía, temía mas de que le diera un infarto a la vieja si es que el guerrero le sostenía su mano para que no le siguiese golpeando, sintió el deseo de tomar la escoba y quebrarla en dos, decirles a todos los de ese lugar que se dejaran de tonterías, solo fueron detalles los que desataron todo, pero no quería afectar a James, menos con una hostilidad, no quería otra tragedia.
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Cerraron la puerta, era media noche y seguía lloviendo, esta vez mas fuerte, pero Dal' no lo comparaba a las lluvias torrenciales de pantano misterioso, estaba tranquilo, lo que le incomodaba era su hambre, quería comer, era lo que mas tenía en mente, debía haber un mercado o puestos de comerciantes cerca, camino un poco y dio con una plaza donde en su centro había un poso, allí habían unos puestos, no sabía si eran de feria o estaban construidos por la fiesta de la cosecha, pero debía esperar hasta que los comerciantes volvieran, si es que cesaba la lluvia claro, quería ver si algún comerciante llegaba al otro día a pesar de la lluvia a vender, o a ver las condiciones de su puesto instalado en la plaza de la aldea, entonces allí preguntaría la posibilidad de conseguir comida.
En el lugar,Dal' examinaba su situación y pensaba marcharse a Lunargenta luego de comer , pero en ese momento recordó a los niños, que culpa tenían de su abuela, que culpa tenían de la poca cooperación o el orgullo de algunos seres de esa casa, tenía que salvarlos, si no se lamentaría por ellos.
Busco donde dormir o pasar las horas. Camino hasta un pequeño establo techado y se quedo en una esquina bajo el, luego, con el pensamiento de que cuando el despertara, alguien le acusara de robo o le reclamara por estar en su establo, se levanto y prefirió sentarse cerca de el poso bajo la lluvia con su capucha puesta, sin dormir, no se sentía seguro, así que mirando el pueblo y su alrededor se quedo. Al amanecer trataría de preguntar a los vendedores si es que estos se aparecían, que pasó ese día de la fiesta, buscando testigos, tenía que llegar a la verdad, debía salvarlos.
Dalorian
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Dalorian
___________
Una espesa neblina verde comienza a cubrir la aldea, todos aquellos que no están seguros en una casa la respira y caen dormidos, incluido el hombre que dormita junto al pozo, no despertarán hasta que alguien les proporcione una cura para la maldición del sueño.
__________________________________
El doctor miró al hombre con calma y le hizo un gesto para que lo siguiera, si iban a hablar, mejor alejarse, las ventanas, cerradas a cal y canto y cubiertas por las contra ventanas, no permitían ver nada del exterior. Cuando hubieron estado en el rincón más lejano del diminuto cuarto, el hombre sin pelo tomó una última calada de su pipa y empezó a hablar.
- Hay una droga hecha con semillas de pasiflora y el liquido del hongo de sangre, que, en dosis altas, puede ser mortal, no creo que Trice haya tomado tanto, no comió nada durante la fiesta, la única forma de que le entrase la sangre, fue por el pinchazo, la aguja de la rueca debía estar contaminada, pero la lluvia no habrá dejado marcas de ello...- murmuró pensativo. Alzó la cabeza a escuchar la otra pregunta- no lo se, soy el único que sabe de medicina en el pueblo, y conozco algo de alquimia, pero mis conocimientos son teóricos, la abuela suele preparar medicinas, sabe mucho de venenos y de sus curas, y Elise suele ayudarla, a Trice nunca le gustaron esas cosas....- explicó antes de dar un nuevo suspiro. La ultima pregunta que el hombre le dirigía a él no se hizo esperar.- ¿Intencional? No lo se, nadie en la aldea tiene rencor a Trice o a James, son buenas personas, no se merecen esto.- negó con la cabeza mostrando, por primera vez el cansancio que realmente sentía.
La anciana, que había estado observando la escena en silencio, mientras se terminaba su sopa, corto un trozo de pan, y lo remojó en los restos de comida y se lo llevó a la boca y miró con desagrado al hombre que se le acercaba. Sin embargo, cuando el tipo explicó sus intenciones, la anciana asintió cerrando los ojos, sabía que iba a tener que contar los sucesos tarde o temprano y mejor a alguien que realmente parecía querer ayudar que a un inepto que no sabía tratar con la gente.
- Se supone que era yo quien los vigilaba, estaban en los juegos, con los puzles de madera, tan felices hasta que escucharon gritar a su padre. Yo... me despisté un momento, temí que hubiera sucedido algo, y... pensé que los niños estarían bien.... mis pequeños... no debería haberles quitado la vista de encima....-dijo dejando de lado la comida y mirándose las manos con tristeza. Había hablado en voz tan baja, que nadie más podría haberla oído, Elise se había levantado hacía unos minutos para coser frente a la chimenea, el doctor seguía apartado, rumiando en sus propios pensamientos. Entristecida como estaba, al borde del llanto, disimulando solo porque no quería que extraño alguno la viera llorar, escuchó a penas la pregunta del hombre.- ¿La relación entre James y Elise?- preguntó aun en susurros, sorprendida- pues... que yo sepa, James no tiene nada que ver con ella, incluso de joven, solo tenía ojos para mi Trice.- sonrió con añoranza la anciana, a la que, recordar viejos tiempos, le solía devolver la sonrisa.- Elise.... era amiga de Trice, de joven estaba enamorada de James, pero cuando él y mi niña se prometieron, olvidó sus afanes de robar al hombre y apoyó a Trice en todo momento...- dijo con calma sus suposiciones.- Por favor, soy una persona mayor, poca vida me queda ya por delante, por favor, deje que me vaya yo antes que mi hija y mis nietos.- suplicó al hombre con pena.
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Dalorian, como he dicho por mp, me he cansado, estás siendo demasiado problemático, tus posts carecen de sentido y perjudicas a tu compañero de quest, así que, a partir de este post, no es necesario que vuelvas a postear hasta nuevo aviso, quedas dormido y adquieres la "Maldición del sueño" Desde esta quest, te dormirás en todos tus temas en el peor momento, ya sea una lucha, un viaje o una charla, en este tema solo te despertarás para hacer un último post de cierre y solo si Bio tiene a bien darte una poción de curación.
Bio, si tienes alguna pregunta más que hacer, es el momento, de lo contrario te digo que la niebla ya se habrá disipado fuera y tienes libertad para investigar la aldea y podrás hablar con los aldeanos que tengas a bien encontrarte, ten en cuenta que habrá una o dos personas dormidas a causa de la niebla verde.
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Una espesa neblina verde comienza a cubrir la aldea, todos aquellos que no están seguros en una casa la respira y caen dormidos, incluido el hombre que dormita junto al pozo, no despertarán hasta que alguien les proporcione una cura para la maldición del sueño.
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El doctor miró al hombre con calma y le hizo un gesto para que lo siguiera, si iban a hablar, mejor alejarse, las ventanas, cerradas a cal y canto y cubiertas por las contra ventanas, no permitían ver nada del exterior. Cuando hubieron estado en el rincón más lejano del diminuto cuarto, el hombre sin pelo tomó una última calada de su pipa y empezó a hablar.
- Hay una droga hecha con semillas de pasiflora y el liquido del hongo de sangre, que, en dosis altas, puede ser mortal, no creo que Trice haya tomado tanto, no comió nada durante la fiesta, la única forma de que le entrase la sangre, fue por el pinchazo, la aguja de la rueca debía estar contaminada, pero la lluvia no habrá dejado marcas de ello...- murmuró pensativo. Alzó la cabeza a escuchar la otra pregunta- no lo se, soy el único que sabe de medicina en el pueblo, y conozco algo de alquimia, pero mis conocimientos son teóricos, la abuela suele preparar medicinas, sabe mucho de venenos y de sus curas, y Elise suele ayudarla, a Trice nunca le gustaron esas cosas....- explicó antes de dar un nuevo suspiro. La ultima pregunta que el hombre le dirigía a él no se hizo esperar.- ¿Intencional? No lo se, nadie en la aldea tiene rencor a Trice o a James, son buenas personas, no se merecen esto.- negó con la cabeza mostrando, por primera vez el cansancio que realmente sentía.
La anciana, que había estado observando la escena en silencio, mientras se terminaba su sopa, corto un trozo de pan, y lo remojó en los restos de comida y se lo llevó a la boca y miró con desagrado al hombre que se le acercaba. Sin embargo, cuando el tipo explicó sus intenciones, la anciana asintió cerrando los ojos, sabía que iba a tener que contar los sucesos tarde o temprano y mejor a alguien que realmente parecía querer ayudar que a un inepto que no sabía tratar con la gente.
- Se supone que era yo quien los vigilaba, estaban en los juegos, con los puzles de madera, tan felices hasta que escucharon gritar a su padre. Yo... me despisté un momento, temí que hubiera sucedido algo, y... pensé que los niños estarían bien.... mis pequeños... no debería haberles quitado la vista de encima....-dijo dejando de lado la comida y mirándose las manos con tristeza. Había hablado en voz tan baja, que nadie más podría haberla oído, Elise se había levantado hacía unos minutos para coser frente a la chimenea, el doctor seguía apartado, rumiando en sus propios pensamientos. Entristecida como estaba, al borde del llanto, disimulando solo porque no quería que extraño alguno la viera llorar, escuchó a penas la pregunta del hombre.- ¿La relación entre James y Elise?- preguntó aun en susurros, sorprendida- pues... que yo sepa, James no tiene nada que ver con ella, incluso de joven, solo tenía ojos para mi Trice.- sonrió con añoranza la anciana, a la que, recordar viejos tiempos, le solía devolver la sonrisa.- Elise.... era amiga de Trice, de joven estaba enamorada de James, pero cuando él y mi niña se prometieron, olvidó sus afanes de robar al hombre y apoyó a Trice en todo momento...- dijo con calma sus suposiciones.- Por favor, soy una persona mayor, poca vida me queda ya por delante, por favor, deje que me vaya yo antes que mi hija y mis nietos.- suplicó al hombre con pena.
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Dalorian, como he dicho por mp, me he cansado, estás siendo demasiado problemático, tus posts carecen de sentido y perjudicas a tu compañero de quest, así que, a partir de este post, no es necesario que vuelvas a postear hasta nuevo aviso, quedas dormido y adquieres la "Maldición del sueño" Desde esta quest, te dormirás en todos tus temas en el peor momento, ya sea una lucha, un viaje o una charla, en este tema solo te despertarás para hacer un último post de cierre y solo si Bio tiene a bien darte una poción de curación.
Bio, si tienes alguna pregunta más que hacer, es el momento, de lo contrario te digo que la niebla ya se habrá disipado fuera y tienes libertad para investigar la aldea y podrás hablar con los aldeanos que tengas a bien encontrarte, ten en cuenta que habrá una o dos personas dormidas a causa de la niebla verde.
Othel
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
El doctor me había llevado a un rincón alejado del resto de los presentes para revelarme lo que sabía, parecía ser bastante cooperativo al menos de momento, y evidentemente dejaba ver que sabía un poco más de lo que estaba dispuesto a decirme; me quedé pensando unos instantes en la mencionada aguja hasta que su siguiente respuesta me sacó de mi inconsciente letargo.
Al parecer, nadie más en el pueblo sabía de medicina, o nadie que él supiera, y aun así, un buen alquimista sabría mantener su arte en secreto, sobre todo si se trataba de cosas que podían venderse en el mercado negro; aunque finalmente llamó mi atención el hecho, no solo de que la abuela supiera preparar algunas cosas, sino además, que Elise la ayudara, en secreto podría haber aprendido más de una cosa mientras aparentaba no saber nada, justo como había hecho conmigo hacía poco tiempo, lentamente, la hermosa pelinegra se iba convirtiendo en una potencial sospechosa, sin embargo, quedarían muchos cabos sueltos, no podría hacer todo sola.
La anciana por su parte se portó un poco más receptiva que como esperaba, y no vi aterrizar ninguna escoba sobre mi cabeza, por lo que bajé las manos que había llevado al cuello disimuladamente en caso de algún ataque de escobas, sus respuestas también resultaron ser bastante reveladoras, si los niños estaban junto a ella, para que alguien se los llevara tendría que ser muy veloz... O ser alguien conocido por los niños, de ese modo podría hacer que lo siguieran en lugar de tomarlos por la fuerza.
Finalmente en el punto más determinante, me dio más evidencias contra Elise al decirme que ella estaba enamorada del pobre James, el primer amor es algo que difícilmente se olvida, y si se convierte en obsesión puede conllevar a años de resentimiento aunque la anciana parecía demasiado ingenua para ver algo como eso, o tal vez yo estaba siendo muy paranoico con la pobre mujer -Le aseguro que pronto volverá a abrazar a los niños y a ver la sonrisa de Trice- Dije mientras con algo de temor llevaba mi mano izquierda intentando alcanzar levemente su hombro a modo de consuelo.
Tras unos instantes de incómodo silencio, decidí salir de la casa para explorar el resto del pueblo, además de ir en primer lugar en busca de la famosa aguja, aunque tal vez no quedara rastro del supuesto veneno, no perdía nada con ir a investigar -Todo va a estar bien- Dije en un susurro a la anciana mientras me dirigía a la puerta de la casa para salir, no sin antes detenerme en la puerta y despedirme del médico y Elise con un gesto de la cabeza.
La lluvia parecía haber menguado a menos un poco, pero aparentemente había caído un torrencial aguacero delatado por los profundos charcos que me tocaría saltar para poder desplazarme -¿Dónde estará el otro sujeto?- Pensé mientras avanzaba hasta una casa donde una mujer y dos niños lloraban a un hombre tendido de bruces en el suelo, me acerqué por mera curiosidad hasta escuchar las palabras que balbuceaba la mujer; al parecer intentaba “despertar” al hombre que aunque parecía estar muerto, roncaba como un trasgo gritando bajo el agua. Solo dormía, pero misteriosamente no había manera de despertarlo; intenté ayudar, pero al acercarme la mujer y los niños metieron al hombre a la casa y cerraron la puerta -Ha sido la niebla- Escuché decir a alguien con una molesta y aguda voz a mis espaldas mientras daba un salto ante el gran susto que me había dado aquel repentino comentario.
Al darme vuelta pude ver a un pequeño niño andrajoso -¿Qué no deberías estar durmiendo en tu hogar? ¿Y de qué niebla hablas?- Dije en tono de sermón al pequeño que no tardó en poner cara de perro triste -Yo no tengo hogar- Respondió en tono lastimoso -Y pues, esa cosa que pasó hace rato, yo estaba en casa del señor Thomson hasta que se dio cuenta que yo estaba ahí y quiso sacarme, pero desde la puerta vimos acercarse una espantosa nube verde, el señor Thomson me haló hacia dentro de la casa y cerró la puerta asustado mientras nos rociaba a ambos con cosas raras, y luego sin más, me echó de su casa... Como siempre- Levantó sus brazos para oler una de sus axilas -Aún apesto a esa cosa- El caso me resultaba bastante extraño, pero decidí no darle mucha importancia, tenía misterios más importantes que resolver que el loco invento de un niño así que caminé de prisa hasta el lugar de los acontecimientos -¿No te da miedo la niebla?- Dijo el niño que por desgracia se había ido tras de mí; ignoré su pregunta hasta que la repitió con más insistencia -¿Por qué no te da miedo la niebla?- El pequeño comenzaba a desesperarme así que me vi obligado a responderle -No sé de qué hablas- Al decir eso pude ver a lo lejos al otro sujeto, Dalorian, misteriosamente dormido junto a un pozo, me acerqué de prisa hasta ver que se encontraba profundamente dormido -¿Qué tiene este lugar que duerme a todos?- Susurré para mí mismo -Es la niebla, es la niebla- Insistió el pequeño que ya me tenía al borde de la locura, así que rompí un par de tiras de mi camisa, con una le vendé la boca para callarlo y con otra lo dejé atado de manos junto al pozo -Cuida de mi amigo, si algo le pasa desearás que te alcance la niebla y no yo- Dije en el tono más tétrico gutural que pude hacer.
Me dirigí de prisa hacia el lugar donde se encontraba la rueca, donde misteriosamente la aguja había desaparecido, no estaba en el lugar que le correspondía -¡¡Rayos!!- Exclamé cayendo de rodillas al piso y golpeando la plataforma de madera con ambas manos, abrí los ojos alertado por el sonido metálico de un objeto que había saltado por el golpe -¿La aguja?- Pensé mientras abría los ojos como platos esperando encontrar el pequeño objeto que seguro me daría una pista de lo que había sucedido.
Al parecer, nadie más en el pueblo sabía de medicina, o nadie que él supiera, y aun así, un buen alquimista sabría mantener su arte en secreto, sobre todo si se trataba de cosas que podían venderse en el mercado negro; aunque finalmente llamó mi atención el hecho, no solo de que la abuela supiera preparar algunas cosas, sino además, que Elise la ayudara, en secreto podría haber aprendido más de una cosa mientras aparentaba no saber nada, justo como había hecho conmigo hacía poco tiempo, lentamente, la hermosa pelinegra se iba convirtiendo en una potencial sospechosa, sin embargo, quedarían muchos cabos sueltos, no podría hacer todo sola.
La anciana por su parte se portó un poco más receptiva que como esperaba, y no vi aterrizar ninguna escoba sobre mi cabeza, por lo que bajé las manos que había llevado al cuello disimuladamente en caso de algún ataque de escobas, sus respuestas también resultaron ser bastante reveladoras, si los niños estaban junto a ella, para que alguien se los llevara tendría que ser muy veloz... O ser alguien conocido por los niños, de ese modo podría hacer que lo siguieran en lugar de tomarlos por la fuerza.
Finalmente en el punto más determinante, me dio más evidencias contra Elise al decirme que ella estaba enamorada del pobre James, el primer amor es algo que difícilmente se olvida, y si se convierte en obsesión puede conllevar a años de resentimiento aunque la anciana parecía demasiado ingenua para ver algo como eso, o tal vez yo estaba siendo muy paranoico con la pobre mujer -Le aseguro que pronto volverá a abrazar a los niños y a ver la sonrisa de Trice- Dije mientras con algo de temor llevaba mi mano izquierda intentando alcanzar levemente su hombro a modo de consuelo.
Tras unos instantes de incómodo silencio, decidí salir de la casa para explorar el resto del pueblo, además de ir en primer lugar en busca de la famosa aguja, aunque tal vez no quedara rastro del supuesto veneno, no perdía nada con ir a investigar -Todo va a estar bien- Dije en un susurro a la anciana mientras me dirigía a la puerta de la casa para salir, no sin antes detenerme en la puerta y despedirme del médico y Elise con un gesto de la cabeza.
La lluvia parecía haber menguado a menos un poco, pero aparentemente había caído un torrencial aguacero delatado por los profundos charcos que me tocaría saltar para poder desplazarme -¿Dónde estará el otro sujeto?- Pensé mientras avanzaba hasta una casa donde una mujer y dos niños lloraban a un hombre tendido de bruces en el suelo, me acerqué por mera curiosidad hasta escuchar las palabras que balbuceaba la mujer; al parecer intentaba “despertar” al hombre que aunque parecía estar muerto, roncaba como un trasgo gritando bajo el agua. Solo dormía, pero misteriosamente no había manera de despertarlo; intenté ayudar, pero al acercarme la mujer y los niños metieron al hombre a la casa y cerraron la puerta -Ha sido la niebla- Escuché decir a alguien con una molesta y aguda voz a mis espaldas mientras daba un salto ante el gran susto que me había dado aquel repentino comentario.
Al darme vuelta pude ver a un pequeño niño andrajoso -¿Qué no deberías estar durmiendo en tu hogar? ¿Y de qué niebla hablas?- Dije en tono de sermón al pequeño que no tardó en poner cara de perro triste -Yo no tengo hogar- Respondió en tono lastimoso -Y pues, esa cosa que pasó hace rato, yo estaba en casa del señor Thomson hasta que se dio cuenta que yo estaba ahí y quiso sacarme, pero desde la puerta vimos acercarse una espantosa nube verde, el señor Thomson me haló hacia dentro de la casa y cerró la puerta asustado mientras nos rociaba a ambos con cosas raras, y luego sin más, me echó de su casa... Como siempre- Levantó sus brazos para oler una de sus axilas -Aún apesto a esa cosa- El caso me resultaba bastante extraño, pero decidí no darle mucha importancia, tenía misterios más importantes que resolver que el loco invento de un niño así que caminé de prisa hasta el lugar de los acontecimientos -¿No te da miedo la niebla?- Dijo el niño que por desgracia se había ido tras de mí; ignoré su pregunta hasta que la repitió con más insistencia -¿Por qué no te da miedo la niebla?- El pequeño comenzaba a desesperarme así que me vi obligado a responderle -No sé de qué hablas- Al decir eso pude ver a lo lejos al otro sujeto, Dalorian, misteriosamente dormido junto a un pozo, me acerqué de prisa hasta ver que se encontraba profundamente dormido -¿Qué tiene este lugar que duerme a todos?- Susurré para mí mismo -Es la niebla, es la niebla- Insistió el pequeño que ya me tenía al borde de la locura, así que rompí un par de tiras de mi camisa, con una le vendé la boca para callarlo y con otra lo dejé atado de manos junto al pozo -Cuida de mi amigo, si algo le pasa desearás que te alcance la niebla y no yo- Dije en el tono más tétrico gutural que pude hacer.
Me dirigí de prisa hacia el lugar donde se encontraba la rueca, donde misteriosamente la aguja había desaparecido, no estaba en el lugar que le correspondía -¡¡Rayos!!- Exclamé cayendo de rodillas al piso y golpeando la plataforma de madera con ambas manos, abrí los ojos alertado por el sonido metálico de un objeto que había saltado por el golpe -¿La aguja?- Pensé mientras abría los ojos como platos esperando encontrar el pequeño objeto que seguro me daría una pista de lo que había sucedido.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
La anciana sonrió al hombre antes de verle salir por la puerta, que alguien la escuchase había resultado ser un alivio, había podido contar lo sucedido y eso había quitado un ligero peso de sus hombros. Elise y el doctor miraron hacia la puerta cuando el "invitado" salió, y volvieron a sus que haceres, cuando a Elise se le acabó el hilo, salió de la casa en dirección a la propia a buscar sus propios utensilios de costura.
Mientras la joven cruzaba la pequeña aldea un niño explicaba al joven moreno los sucesos, una espesa niebla habían cubierto minutos antes el pueblo y, con su suave devenir, había adormecido a todos aquellos que se encontraban fuera de sus hogares. el miedo había comenzado a cubrir la aldea y solo unos cuantos curiosos se habían atrevido a salir de sus hogares buscando a quienes aun no habían vuelto a sus casas.
El lugar donde se había celebrado la fiesta seguía erguido, la preocupación no había permitido que nadie desmontase lo usado para la celebración, excepto los mercaderes que por allí habían estado de paso, que, habían recogido sus puestos y acampado algo alejados del pueblo a la espera de que la celebración volviera a retomarse con algo de suerte. Las banderillas caídas, los juegos empapadados por la lluvia que comenzaba a cesar por fin y el escenario pisoteado donde aun se encontraba la rueca. En el suelo, algo centelleó con el primer rayo de luna que podía observarse entre las nubes que volvían a moverse, despejando el cielo.
La aguja era fina y delgada, se había roto, la mitad seguía enganchada en el aparato, con un grabado diminuto, las iniciales de un nombre, E.F, la otra, en el suelo. Estaba enganchada entre dos tablones de madera. Al sacarla de allí, podría verse que la madera había protegido el metal de la anterior lluvia, y que podían distinguirse dos colores, el rojo, de la gota de sangre que había caído del dedo de la joven al pincharse y un segundo liquido verde, seco, de un tono muy similar al de la niebla que había cubierto el pueblo.
Mientras el guerrero era cuidado por el niño, y el joven de pelo negro buscaba por el escenario, un grito se escuchó en el pueblo y poco tardó el doctor en correr hacia Victor con claro aspecto alterado. Había sido la voz de Elise la que había atronado por el pueblo.
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*
Bio, has encontrado la aguja que puede darte algunas pistas, por otro lado, tienes al niño, puede que él tenga alguna información a parte de la de la niebla, finalmente, Elise ha desaparecido, ¿podrás deducir que ha pasado?
Mientras la joven cruzaba la pequeña aldea un niño explicaba al joven moreno los sucesos, una espesa niebla habían cubierto minutos antes el pueblo y, con su suave devenir, había adormecido a todos aquellos que se encontraban fuera de sus hogares. el miedo había comenzado a cubrir la aldea y solo unos cuantos curiosos se habían atrevido a salir de sus hogares buscando a quienes aun no habían vuelto a sus casas.
El lugar donde se había celebrado la fiesta seguía erguido, la preocupación no había permitido que nadie desmontase lo usado para la celebración, excepto los mercaderes que por allí habían estado de paso, que, habían recogido sus puestos y acampado algo alejados del pueblo a la espera de que la celebración volviera a retomarse con algo de suerte. Las banderillas caídas, los juegos empapadados por la lluvia que comenzaba a cesar por fin y el escenario pisoteado donde aun se encontraba la rueca. En el suelo, algo centelleó con el primer rayo de luna que podía observarse entre las nubes que volvían a moverse, despejando el cielo.
La aguja era fina y delgada, se había roto, la mitad seguía enganchada en el aparato, con un grabado diminuto, las iniciales de un nombre, E.F, la otra, en el suelo. Estaba enganchada entre dos tablones de madera. Al sacarla de allí, podría verse que la madera había protegido el metal de la anterior lluvia, y que podían distinguirse dos colores, el rojo, de la gota de sangre que había caído del dedo de la joven al pincharse y un segundo liquido verde, seco, de un tono muy similar al de la niebla que había cubierto el pueblo.
Mientras el guerrero era cuidado por el niño, y el joven de pelo negro buscaba por el escenario, un grito se escuchó en el pueblo y poco tardó el doctor en correr hacia Victor con claro aspecto alterado. Había sido la voz de Elise la que había atronado por el pueblo.
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Bio, has encontrado la aguja que puede darte algunas pistas, por otro lado, tienes al niño, puede que él tenga alguna información a parte de la de la niebla, finalmente, Elise ha desaparecido, ¿podrás deducir que ha pasado?
Othel
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
La historia del niño me había resultado demasiado absurda, parecía uno de esos mitos que se inventan para asustar a los infantes y obligarlos a obedecer, aunque venían a mi mente las imágenes del hombre dormido llorado por su familia, y luego Dalorian en el mismo estado, ambos casos podrían estar conectados mediante la loca historia de la niebla verde, como la llamaba el enano molesto.
Con el golpe a las tablas de madera que formaban la plataforma de escenario, varias cosas metálicas y pequeñas cayeron al suelo, imaginé que alguna sería la aguja que había venido a buscar pero al parecer no había tenido tanta suerte, solo eran algunos botones y dedales de metal, pero finalmente pude ver algo que no había notado antes; no había visto el filo de la aguja en la rueca debido a que la misma se había roto, apenas una pequeña parte de ésta había quedado aún en su lugar, lo cual me daba una pista para buscar en el suelo el paradero del resto del diminuto instrumento, pero al agacharme pude notar unas pequeñas marcas en ese pedazo de la aguja; de lejos parecían ser unas imperceptibles fisuras, pero al acercarme y verlas en detalle pude notar unas iniciales grabadas en ellas: “E.F.” -¿Qué pueden significar?- Pensé mientras llevaba mi mano izquierda a mi barbilla y la frotaba ligeramente como si eso sirviera de estímulo para que mi cerebro comenzara a funcionar -¿Estamos Fregados?- Pensé en primer lugar, seguido de una serie de suposiciones acerca de la posible heráldica de dicho acrónimo -¿Elefantes Flacos? ¿Escorpiones Fritos? ¿Elise...?- Estaba decidido a hacer algún chiste interno acerca de Elise, pero nuevamente la evidencia la hacía parecer sospechosa.
Agité la cabeza hacia los lados, comenzaba a creerme en exceso de paranoia o culpándola sin evidencia real y decisiva para incriminarla, no había nada concreto para acusar a nadie, por lo que sería completamente injusto dar por hecho que era culpable de algo, al mirar al suelo, con algo de dificultad logré ver el resto de la aguja, enganchada entre dos pedazos de madera, la retiré con cuidado para no terminar de romperla y pude ver cómo afortunadamente la misma madera había evitado que la lluvia borrara toda la evidencia, un par de líquidos se dibujaban difusos pero visibles en la superficie de la aguja, uno era sin duda la sangre de la reina, pero la otra cosa de un extraño color verde era algo que jamás había visto, pero sin lugar a dudas el doctor le podría encontrar algún significado, estaba por levantarme cuando la molesta voz del chico se escuchó detrás de mí -Es del color de la niebla- Dijo un poco nervioso aunque su repentina aparición me había hecho saltar del susto logrando que casi soltara la aguja que tanto me había costado encontrar -Deja de aparecer así- Dije intentando ocultar el susto que me había dado -¿Cómo has podido liberarte?- Pregunté con algo de curiosidad -¿De tu intento de nudo?- Presumió el enano con orgullo -Todos en el pueblo dicen que soy un vulgar ladronzuelo, pero la verdad es que soy un habilidoso ladronzuelo, escapar de tus nudos de niña no ha sido problema- Levanté una ceja mirando al arrogante enano hasta que un tétrico grito recorrió el aire como un relámpago de media noche; me levanté de prisa y bajé del escenario dispuesto a correr hacia la dirección del grito cuando la silueta de Mathew que se acercaba a toda prisa con evidente nerviosismo.
No hizo falta palabras, al mirarnos, ambos coincidimos en que sin lugar a dudas era la voz de Elise la que habíamos escuchado, seguí al médico hasta la casa de la pelinegra donde encontramos la puerta abierta y ningún rastro de ella en todo el lugar -Vaya pueblo, quien no se duerme, desaparece- Dije a modo de sarcasmo antes de ser interrumpido de nuevo por la molesta voz del niño -La niebla, la niebla- Lo miré con enojo mientras venía a mi mente una extraña teoría que podría dar un poco de sentido a la situación -¿Qué tal si hubiera un implicado más? Tal vez Elise había hecho un trato con ese personaje, quien le ofrecería algo que ella deseara... El amor de James, a cambio, ella le ayudaría a secuestrar a los niños, pero al darse cuenta que no tenía el amor de James de ese modo y las cosas se salían de control, intentó confesarlo, pero este culpable no querría ser delatado, lo lógico sería hacerla desaparecer; por otro lado, si el culpable tomaba a los niños por la fuerza, tendría que irse del pueblo, pero de esta manera mantiene su anonimato, puede mantenerse en el pueblo sin que nadie sospeche de él- La teoría parecía poder responder algunas cosas, pero al mismo tiempo dejaba nuevas interrogantes ¿Quién podría estar detrás de todo? ¿Y qué juego hacía la famosa niebla verde?
Había pensado entregarle la aguja al médico, pero ante la desconfianza de la situación actual, decidí entregarla disimuladamente al niño mientras me acercaba discretamente para susurrarle que la escondiera y me esperara junto a mi amigo el dormilón del pozo.
Con el golpe a las tablas de madera que formaban la plataforma de escenario, varias cosas metálicas y pequeñas cayeron al suelo, imaginé que alguna sería la aguja que había venido a buscar pero al parecer no había tenido tanta suerte, solo eran algunos botones y dedales de metal, pero finalmente pude ver algo que no había notado antes; no había visto el filo de la aguja en la rueca debido a que la misma se había roto, apenas una pequeña parte de ésta había quedado aún en su lugar, lo cual me daba una pista para buscar en el suelo el paradero del resto del diminuto instrumento, pero al agacharme pude notar unas pequeñas marcas en ese pedazo de la aguja; de lejos parecían ser unas imperceptibles fisuras, pero al acercarme y verlas en detalle pude notar unas iniciales grabadas en ellas: “E.F.” -¿Qué pueden significar?- Pensé mientras llevaba mi mano izquierda a mi barbilla y la frotaba ligeramente como si eso sirviera de estímulo para que mi cerebro comenzara a funcionar -¿Estamos Fregados?- Pensé en primer lugar, seguido de una serie de suposiciones acerca de la posible heráldica de dicho acrónimo -¿Elefantes Flacos? ¿Escorpiones Fritos? ¿Elise...?- Estaba decidido a hacer algún chiste interno acerca de Elise, pero nuevamente la evidencia la hacía parecer sospechosa.
Agité la cabeza hacia los lados, comenzaba a creerme en exceso de paranoia o culpándola sin evidencia real y decisiva para incriminarla, no había nada concreto para acusar a nadie, por lo que sería completamente injusto dar por hecho que era culpable de algo, al mirar al suelo, con algo de dificultad logré ver el resto de la aguja, enganchada entre dos pedazos de madera, la retiré con cuidado para no terminar de romperla y pude ver cómo afortunadamente la misma madera había evitado que la lluvia borrara toda la evidencia, un par de líquidos se dibujaban difusos pero visibles en la superficie de la aguja, uno era sin duda la sangre de la reina, pero la otra cosa de un extraño color verde era algo que jamás había visto, pero sin lugar a dudas el doctor le podría encontrar algún significado, estaba por levantarme cuando la molesta voz del chico se escuchó detrás de mí -Es del color de la niebla- Dijo un poco nervioso aunque su repentina aparición me había hecho saltar del susto logrando que casi soltara la aguja que tanto me había costado encontrar -Deja de aparecer así- Dije intentando ocultar el susto que me había dado -¿Cómo has podido liberarte?- Pregunté con algo de curiosidad -¿De tu intento de nudo?- Presumió el enano con orgullo -Todos en el pueblo dicen que soy un vulgar ladronzuelo, pero la verdad es que soy un habilidoso ladronzuelo, escapar de tus nudos de niña no ha sido problema- Levanté una ceja mirando al arrogante enano hasta que un tétrico grito recorrió el aire como un relámpago de media noche; me levanté de prisa y bajé del escenario dispuesto a correr hacia la dirección del grito cuando la silueta de Mathew que se acercaba a toda prisa con evidente nerviosismo.
No hizo falta palabras, al mirarnos, ambos coincidimos en que sin lugar a dudas era la voz de Elise la que habíamos escuchado, seguí al médico hasta la casa de la pelinegra donde encontramos la puerta abierta y ningún rastro de ella en todo el lugar -Vaya pueblo, quien no se duerme, desaparece- Dije a modo de sarcasmo antes de ser interrumpido de nuevo por la molesta voz del niño -La niebla, la niebla- Lo miré con enojo mientras venía a mi mente una extraña teoría que podría dar un poco de sentido a la situación -¿Qué tal si hubiera un implicado más? Tal vez Elise había hecho un trato con ese personaje, quien le ofrecería algo que ella deseara... El amor de James, a cambio, ella le ayudaría a secuestrar a los niños, pero al darse cuenta que no tenía el amor de James de ese modo y las cosas se salían de control, intentó confesarlo, pero este culpable no querría ser delatado, lo lógico sería hacerla desaparecer; por otro lado, si el culpable tomaba a los niños por la fuerza, tendría que irse del pueblo, pero de esta manera mantiene su anonimato, puede mantenerse en el pueblo sin que nadie sospeche de él- La teoría parecía poder responder algunas cosas, pero al mismo tiempo dejaba nuevas interrogantes ¿Quién podría estar detrás de todo? ¿Y qué juego hacía la famosa niebla verde?
Había pensado entregarle la aguja al médico, pero ante la desconfianza de la situación actual, decidí entregarla disimuladamente al niño mientras me acercaba discretamente para susurrarle que la escondiera y me esperara junto a mi amigo el dormilón del pozo.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
- Dudo mucho que haya varias personas implicadas, es un pueblo pequeño, nos conocemos todos, incluso conocemos a los mercaderes que acampan en el bosque....- reflexionó el doctor- si hay alguien culpable, ha de ser únicamente una persona. La niebla que dice el niño... no la he visto, pero una niebla normal no hace dormirse a la gente, debe haberla provocado alguien, hay modos de hacerlo.
La casa de Elise estaba desierta, la puerta, abierta y unas huellas de fango se adentraban en el bosque, si alguien era capaz de seguirlas, entraría en la espesura, pasaría un claro, un campo lleno de flores y, finalmente, tras volver a adentrarse entre los árboles, encontraría una cueva, oscura, oculta entre la maleza, nada fácil de ver ni mucho menos entrar, pues tras la maleza, una enorme roca ocultaba la entrada, y esta, si alguien intentaba abrirla sin la magia pertinente, lanzaría un calambre al entrometido.
No parecía que nadie hubiera secuestrado a la joven, pero esas huellas eran la mejor pista que nadie podría encontrar en ese lugar. Tal vez, en el camino, localizasen algo, alguna... migaja, que les guiase a lugar pertinente. Sin embargo, el camino embarrado no sería la única dificultad, el claro estaba vigilado por cierta criatura, un enorme perro de tres cabezas que sin duda daría problemas, se pelaje oscuro, que ocultaba su presencia en las sombras, sus ojos furiosos, sus enormes dientes babeantes y su imponente altura, aterrorizaban a aquel viajero que pasaba por el lugar, y no había más modo de encontrar esa cueva perdida.
Sin mejor camino que seguir más que una senda de marcas de pies, no muy grandes, pero tampoco pequeños, de zapatos delicados, como bailarinas, y que no parecían ser fuertes ni pesadas, se acentrarían en busca de su futuro, dos opciones, o bien salir con vida o bien perecer en el intento.
*
Bio, ahora es cuando empieza la acción, el bosque es el siguiente paso, animales, ruidos nocturnos y, al llegar al claro siguiendo las huellas un cerbero que no os permite el paso, el doctor sabe usar la espada, lleva una al cinto, puedes manejarlo para que te ayude, no será necesario que lances los dados, haz tu acción contra el can, y que siga la aventura.
La casa de Elise estaba desierta, la puerta, abierta y unas huellas de fango se adentraban en el bosque, si alguien era capaz de seguirlas, entraría en la espesura, pasaría un claro, un campo lleno de flores y, finalmente, tras volver a adentrarse entre los árboles, encontraría una cueva, oscura, oculta entre la maleza, nada fácil de ver ni mucho menos entrar, pues tras la maleza, una enorme roca ocultaba la entrada, y esta, si alguien intentaba abrirla sin la magia pertinente, lanzaría un calambre al entrometido.
No parecía que nadie hubiera secuestrado a la joven, pero esas huellas eran la mejor pista que nadie podría encontrar en ese lugar. Tal vez, en el camino, localizasen algo, alguna... migaja, que les guiase a lugar pertinente. Sin embargo, el camino embarrado no sería la única dificultad, el claro estaba vigilado por cierta criatura, un enorme perro de tres cabezas que sin duda daría problemas, se pelaje oscuro, que ocultaba su presencia en las sombras, sus ojos furiosos, sus enormes dientes babeantes y su imponente altura, aterrorizaban a aquel viajero que pasaba por el lugar, y no había más modo de encontrar esa cueva perdida.
Sin mejor camino que seguir más que una senda de marcas de pies, no muy grandes, pero tampoco pequeños, de zapatos delicados, como bailarinas, y que no parecían ser fuertes ni pesadas, se acentrarían en busca de su futuro, dos opciones, o bien salir con vida o bien perecer en el intento.
- Cancerbero:
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Bio, ahora es cuando empieza la acción, el bosque es el siguiente paso, animales, ruidos nocturnos y, al llegar al claro siguiendo las huellas un cerbero que no os permite el paso, el doctor sabe usar la espada, lleva una al cinto, puedes manejarlo para que te ayude, no será necesario que lances los dados, haz tu acción contra el can, y que siga la aventura.
Othel
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
El doctor en su casual reflexión había dado en el clavo y anulado mis suposiciones, sin embargo, al final había dicho algo que consiguió llamar mi atención -¿Hay modos de provocar esa niebla?- Pregunté intrigado ante la seguridad que había mostrado en su afirmación -Si lograra conseguir una pequeña muestra de ese veneno verde ¿Alguien podría preparar un antídoto?- Pregunté de manera discreta sin demostrar que efectivamente lo había conseguido.
Entre la vaciedad de la casa de Elise, unas huellas fangosas se dibujaban en el suelo formando un misterioso rastro hacia el bosque -Al parecer, estas huellas son la única pista que nos queda- Dije a Mathew mientras señalaba el suelo para hacerle notar las huellas si es que no las había notado antes.
Me disponía a correr siguiendo el rastro de las huellas cuando el médico puso su mano en mi hombro -Espera- Dijo en tono severo -Iré contigo, tal vez pueda ayudarte en algo, conozco el lugar... Y sus peligros- En su cinto llevaba una espada, así que algo tendría que saber hacer con ella, y como no terminaba de caerme bien, tampoco sentía que se perdería mucho si algo le pasaba -Pues en marcha- Dije mientras comenzaba una vertiginosa carrera, frenando a ratos para no dejar atrás al doctor que era mucho más lento.
Nos adentramos en una fangosa espesura donde inevitablemente me vi forzado a bajar mi ritmo, mis pies a ratos se hundían en el fango, por lo que el doctor se adelantó para indicarme el mejor camino; seguir sus pasos hizo el viaje un poco más rápido, y evitó que acabara pisando algunos animales peligrosos. Diversos sonidos cruzaban el aire, desde los más sutiles hasta los más espeluznantes, hasta que finalmente conseguimos salir a un pequeño claro donde se podía seguir con facilidad el rastro de las huellas que gracias al doctor, no habíamos perdido de vista.
Sentía los pies pesados así que sacudí mis pies para deshacerme de tanto fango pegado, el claro parecía más tranquilo así que intenté adelantarme pero Mathew me detuvo extendiendo su brazo izquierdo frente a mí; prestando suficiente atención, noté un extraño jadeo de animales, seguido de unos fuertes pasos que se acercaban a nosotros -Mantente quieto- Dijo mi compañero mientras veíamos aparecer casi sobre nosotros la espantosa cabeza de un perro que parecía sacado de las peores pesadillas. Llevé mis manos a la espalda para buscar mis dagas y estar preparado para defenderme cuando un segundo perro asomó la cabeza junto al otro, parecían ser animales de grandes proporciones que venían emergiendo de un sombrío rincón del bosque directo hacia el claro donde habíamos ido a parar -Son solo dos, uno para cada uno- Dije con sarcasmo hasta que vi aparecer lentamente una tercera cabeza al lado de las otras, un paso hacia adelante bañó una parte más de su cuerpo con algo de la iluminación que nos brindaba la luna -¿Qué... Es... Eso?- Pregunté retrocediendo con cierto espanto ante tan imponente criatura, no eran tres enormes perros, sino uno... Con tres cabezas.
El animal parecía funcionar como una especie de guardián, así que no lograríamos avanzar sin antes enfrentarlo -La astucia puede vencer a la fuerza- Me repetía en susurros al ver a la criatura acercarse y gruñir de una manera que me erizaba la piel -¿Qué tan bueno eres con esa espada?- Pregunté a Mathew de manera desafiante -Soy de ataques rápidos, y tú pareces de ataques fuertes, mantente a distancia, a mi señal, ataca la cabeza que te quede más cerca- No era el mejor plan del mundo, tal vez con más tiempo algo mejor habría surgido, pero de momento, necesitábamos pasar a cualquier costo.
Cerré mis ojos y respiré profundo para lanzarme contra la bestia, esta vez atacar en sigilo no era mi mejor opción, necesitaba llamar su atención para evitar que atacara al doctor; corrí hasta estar a su alcance y no tardó en estirar una de sus cabezas para intentar morderme, pero conseguí esquivarlo saltando hacia la izquierda y finalizando en un par de volteretas en el suelo -Necesitarás más que eso perrito- Dije mientras avanzaba de nuevo hacia él y corría justo hacia la cabeza de en medio que no tardó en intentar alcanzarme de nuevo; me lancé al piso de espalda y aproveché el piso mojado para deslizarme bajo su cuerpo hasta quedar a su espalda, salir de su campo de visión era justo lo que buscaba después de enfocar su atención en mí, aunque debía actuar rápido si no quería que se desquitara con Mathew que seguía atento a mi señal.
Mientras el enorme animal se daba la vuelta usé mis dagas para herir una de sus patas delanteras, incrustándolas completamente para luego deslizarlas hacia abajo rompiendo un buen pedazo de su piel y haciendo que cayera al piso -¡¡AHORA!!- Alcancé a gritar antes que la misma pata herida me golpeara, enviándome al suelo; el médico debería atacar alguna de las cabezas pero al estar en el piso no logré ver nada y al levantarme ya se había alejado de nuevo mi compañero para esperar y prepararse para el siguiente ataque.
El can parecía un poco más lento ahora, intenté ver si alguna cabeza mostraba heridas pero el constante movimiento y lo fea de sus cabezas no me permitía diferenciar lo sano de lo dañado; sin embargo, tocaba ir de nuevo, esta vez a la otra pata. Me lancé de nuevo al ataque pero esta vez mientras corría tomé del piso un poco de tierra mojada que a una distancia prudente lancé a los ojos de la primera cabeza que me atacó, pretendía distraerlo mientras me escabullía directo hacia su otra para para acabar en un devastador ataque con mis dagas expresado en un torbellino de cortes precisos con la intención de inutilizar esa pata y hacerlo caer al suelo para que el doctor pudiera de nuevo atacarlo a mi señal -¡¡AHORA!!- Esperaba que el doctor lograra herir otra de sus cabezas mientras yo estaba ocupado rodando en el piso de lado a lado para evitar ser atrapado por las patas del animal.
Mientras me encontraba debajo me vi forzado a intentar algo sin saber si funcionaría, me concentré para intentar transmitir una fuerte intimidación directamente al cerebro del animal [1] Si funcionaba, no solo evitaría que atacase durante unos instantes, sino que además daría a Mathew la oportunidad de atacar la otra cabeza, aunque estaba consciente que aunque mi habilidad había funcionado antes, jamás la había intentado contra tres mentes al mismo tiempo.
De momento el animal se detuvo, tal vez por el éxito de mi técnica, o tal vez porque había despedazado al doctor, pero ese pequeño instante me bastó para salir de entre sus patas y tomar un poco de aliento entre la terrible batalla.
Entre la vaciedad de la casa de Elise, unas huellas fangosas se dibujaban en el suelo formando un misterioso rastro hacia el bosque -Al parecer, estas huellas son la única pista que nos queda- Dije a Mathew mientras señalaba el suelo para hacerle notar las huellas si es que no las había notado antes.
Me disponía a correr siguiendo el rastro de las huellas cuando el médico puso su mano en mi hombro -Espera- Dijo en tono severo -Iré contigo, tal vez pueda ayudarte en algo, conozco el lugar... Y sus peligros- En su cinto llevaba una espada, así que algo tendría que saber hacer con ella, y como no terminaba de caerme bien, tampoco sentía que se perdería mucho si algo le pasaba -Pues en marcha- Dije mientras comenzaba una vertiginosa carrera, frenando a ratos para no dejar atrás al doctor que era mucho más lento.
Nos adentramos en una fangosa espesura donde inevitablemente me vi forzado a bajar mi ritmo, mis pies a ratos se hundían en el fango, por lo que el doctor se adelantó para indicarme el mejor camino; seguir sus pasos hizo el viaje un poco más rápido, y evitó que acabara pisando algunos animales peligrosos. Diversos sonidos cruzaban el aire, desde los más sutiles hasta los más espeluznantes, hasta que finalmente conseguimos salir a un pequeño claro donde se podía seguir con facilidad el rastro de las huellas que gracias al doctor, no habíamos perdido de vista.
Sentía los pies pesados así que sacudí mis pies para deshacerme de tanto fango pegado, el claro parecía más tranquilo así que intenté adelantarme pero Mathew me detuvo extendiendo su brazo izquierdo frente a mí; prestando suficiente atención, noté un extraño jadeo de animales, seguido de unos fuertes pasos que se acercaban a nosotros -Mantente quieto- Dijo mi compañero mientras veíamos aparecer casi sobre nosotros la espantosa cabeza de un perro que parecía sacado de las peores pesadillas. Llevé mis manos a la espalda para buscar mis dagas y estar preparado para defenderme cuando un segundo perro asomó la cabeza junto al otro, parecían ser animales de grandes proporciones que venían emergiendo de un sombrío rincón del bosque directo hacia el claro donde habíamos ido a parar -Son solo dos, uno para cada uno- Dije con sarcasmo hasta que vi aparecer lentamente una tercera cabeza al lado de las otras, un paso hacia adelante bañó una parte más de su cuerpo con algo de la iluminación que nos brindaba la luna -¿Qué... Es... Eso?- Pregunté retrocediendo con cierto espanto ante tan imponente criatura, no eran tres enormes perros, sino uno... Con tres cabezas.
El animal parecía funcionar como una especie de guardián, así que no lograríamos avanzar sin antes enfrentarlo -La astucia puede vencer a la fuerza- Me repetía en susurros al ver a la criatura acercarse y gruñir de una manera que me erizaba la piel -¿Qué tan bueno eres con esa espada?- Pregunté a Mathew de manera desafiante -Soy de ataques rápidos, y tú pareces de ataques fuertes, mantente a distancia, a mi señal, ataca la cabeza que te quede más cerca- No era el mejor plan del mundo, tal vez con más tiempo algo mejor habría surgido, pero de momento, necesitábamos pasar a cualquier costo.
Cerré mis ojos y respiré profundo para lanzarme contra la bestia, esta vez atacar en sigilo no era mi mejor opción, necesitaba llamar su atención para evitar que atacara al doctor; corrí hasta estar a su alcance y no tardó en estirar una de sus cabezas para intentar morderme, pero conseguí esquivarlo saltando hacia la izquierda y finalizando en un par de volteretas en el suelo -Necesitarás más que eso perrito- Dije mientras avanzaba de nuevo hacia él y corría justo hacia la cabeza de en medio que no tardó en intentar alcanzarme de nuevo; me lancé al piso de espalda y aproveché el piso mojado para deslizarme bajo su cuerpo hasta quedar a su espalda, salir de su campo de visión era justo lo que buscaba después de enfocar su atención en mí, aunque debía actuar rápido si no quería que se desquitara con Mathew que seguía atento a mi señal.
Mientras el enorme animal se daba la vuelta usé mis dagas para herir una de sus patas delanteras, incrustándolas completamente para luego deslizarlas hacia abajo rompiendo un buen pedazo de su piel y haciendo que cayera al piso -¡¡AHORA!!- Alcancé a gritar antes que la misma pata herida me golpeara, enviándome al suelo; el médico debería atacar alguna de las cabezas pero al estar en el piso no logré ver nada y al levantarme ya se había alejado de nuevo mi compañero para esperar y prepararse para el siguiente ataque.
El can parecía un poco más lento ahora, intenté ver si alguna cabeza mostraba heridas pero el constante movimiento y lo fea de sus cabezas no me permitía diferenciar lo sano de lo dañado; sin embargo, tocaba ir de nuevo, esta vez a la otra pata. Me lancé de nuevo al ataque pero esta vez mientras corría tomé del piso un poco de tierra mojada que a una distancia prudente lancé a los ojos de la primera cabeza que me atacó, pretendía distraerlo mientras me escabullía directo hacia su otra para para acabar en un devastador ataque con mis dagas expresado en un torbellino de cortes precisos con la intención de inutilizar esa pata y hacerlo caer al suelo para que el doctor pudiera de nuevo atacarlo a mi señal -¡¡AHORA!!- Esperaba que el doctor lograra herir otra de sus cabezas mientras yo estaba ocupado rodando en el piso de lado a lado para evitar ser atrapado por las patas del animal.
Mientras me encontraba debajo me vi forzado a intentar algo sin saber si funcionaría, me concentré para intentar transmitir una fuerte intimidación directamente al cerebro del animal [1] Si funcionaba, no solo evitaría que atacase durante unos instantes, sino que además daría a Mathew la oportunidad de atacar la otra cabeza, aunque estaba consciente que aunque mi habilidad había funcionado antes, jamás la había intentado contra tres mentes al mismo tiempo.
De momento el animal se detuvo, tal vez por el éxito de mi técnica, o tal vez porque había despedazado al doctor, pero ese pequeño instante me bastó para salir de entre sus patas y tomar un poco de aliento entre la terrible batalla.
Off: He dejado abiertas todas las acciones de Mathew para que Othel decida si tiene éxito o no
[1] Uso mi habilidad de nivel 3 para intentar evitar que el can ataque al menos un instante.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Mientras el hombre de pelo oscuro combatía contra la bestia, el doctor esperaba a su señal, observando con atención los movimientos, con cara seria, fijeza y presteza, esperó el grito y con el sonido de "Ahora" que retumbó entre las hojas de los árboles, se lanzó hacia la cabeza más cercana, haciendo un corte profundo que hirió al can. Apresuradamente, volvió a tirar hacia atrás, y retomo la espera mientras la cabeza se retorcía dolorida y las otras dos se enfurecían al ver a uno de los suyos herido y sangrando.
Cuando el moreno corrió y se dejó resvalar en el fango para clavar su daga en la pata, y el monstruo notó el fuerte pinchazo, se alzó sobre sus dos patas traseras y comenzó a moverse con furiosa desesperación, un segundo grito igual al anterior se escuchó por el lugar, dándole pie al doctor a su segundo ataque, golpeó con fuerza otra de las cabezas, hiriendo esta en el hocico. Nuevamente comenzó el cancerbero a retorcerse, la cabeza central, y la derecha, una sin herida y la otra comenzando a centrarse nuevamente, centraron su atención en el vampiro y, de pronto, sintieron un tirón, y se detuvieron en seco, retrocediendo un par de pasos, agachando la cabeza con un quejido.
Los sonidos lastimeros del animal se escucharon de forma débil, la sensación que les causaba Víctor había hecho que sintieran respeto y temor a la par, dándole así su lealtad. Con cabeza gacha, el can se acercó mirando con ojos tristes, y esperó el beneplácito del hombre para poder llegar a él y seguirle en su camino, desde ese momento el can sería una ayuda más para el hombre de cabellos negros.
Ya a penas quedaba una parada para llegar a la cueva, un prado lleno de flores blancas, campanillas, que se encontraban cerradas, bañadas por la luz de la luna, pero que, al notar la presencia de personas, se abrían y expulsaban un gas grisáceo que podía volver loco a cualquiera, cambiando las personalidades de los presentes, la belleza puede ser peligrosa en ocasiones.
*
Bio, con tu habilidad te has ganado la confianza del perro, podrás usarlo durante varios turnos como una especie de alarma o rastreador, también, si aparece algún ente nuevo, luchará en tu bando. Es hora de seguir, ánimo.
Cuando el moreno corrió y se dejó resvalar en el fango para clavar su daga en la pata, y el monstruo notó el fuerte pinchazo, se alzó sobre sus dos patas traseras y comenzó a moverse con furiosa desesperación, un segundo grito igual al anterior se escuchó por el lugar, dándole pie al doctor a su segundo ataque, golpeó con fuerza otra de las cabezas, hiriendo esta en el hocico. Nuevamente comenzó el cancerbero a retorcerse, la cabeza central, y la derecha, una sin herida y la otra comenzando a centrarse nuevamente, centraron su atención en el vampiro y, de pronto, sintieron un tirón, y se detuvieron en seco, retrocediendo un par de pasos, agachando la cabeza con un quejido.
Los sonidos lastimeros del animal se escucharon de forma débil, la sensación que les causaba Víctor había hecho que sintieran respeto y temor a la par, dándole así su lealtad. Con cabeza gacha, el can se acercó mirando con ojos tristes, y esperó el beneplácito del hombre para poder llegar a él y seguirle en su camino, desde ese momento el can sería una ayuda más para el hombre de cabellos negros.
Ya a penas quedaba una parada para llegar a la cueva, un prado lleno de flores blancas, campanillas, que se encontraban cerradas, bañadas por la luz de la luna, pero que, al notar la presencia de personas, se abrían y expulsaban un gas grisáceo que podía volver loco a cualquiera, cambiando las personalidades de los presentes, la belleza puede ser peligrosa en ocasiones.
- flores:
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Salí del alcance de la bestia tan pronto como pude y tras una voltereta en el suelo acabé mirando a la bestia que se acercaba de nuevo, me preparé con mis dagas para algún desesperado ataque frontal ante las pocas opciones que me quedaban pero ahora había algo diferente en él, un ligero aire de sumisión se dejaba ver entre atisbos de miedo y respeto; retrocedí un par de pasos ante lo incomprensible de la situación pero para mi asombro el feroz y salvaje guardián parecía comportarse como un cachorrito, al menos de momento, pues seguía sin perder su intimidante aspecto depredador.
Tímidamente el animal acabó por acercarse de manera sumisa como arrepentido por sus acciones; aunque con algo de desconfianza, decidí hacer caso al gesto de Mathew que me sugería acercarme al animal, puse mi mano en su frente. Miré a Mathew con ojos interrogantes pero sus manos me hicieron un gesto de calma, por alguna razón había ganado el respeto del animal que ahora parecía dispuesto a seguirme; finalmente se hizo a un lado dejándome avanzar para luego seguir de cerca mis pasos.
Avanzamos de prisa el doctor y yo, seguidos por el extraño perro deforme cuyos quejidos me hacían sentir culpable, me detuve repentinamente para ser casi arrollado por el animal al que por su tamaño y velocidad le costó un poco detenerse pero cuando finalmente lo logró, quité mi camisa y la usé para limpiar la sangre de su hocico, luego volví a ponerme la camisa, un poco ensangrentada pero al menos había calmado emocionalmente al can con ese pequeño gesto.
Al pasar el claro llegamos a un campo de flores blancas que parecía ser lo más inofensivo de aquella espantosa noche -Vamos- Dije al doctor con un gesto de confianza pero mi camino fue cortado por el canino de tres cabezas quien parecía decidido a no dejarme avanzar -Adelántate- Dije al doctor mientras me preparaba para tener que combatir de nuevo contra el salvaje animal, aunque esta vez había algo diferente, su intención no parecía ser atacarme sino simplemente detenerme, incluso, alertarme, sus gestos confusos comenzaron a ser más claros al expulsar fuertemente aire por las narices mientras sacudía sus cabezas, aunque el doctor no había corrido la misma suerte; Mathew había avanzado casi hasta la mitad del campo de flores cuando estas blancas flores acampanadas comenzaron abrirse y dejaron salir de ellas un extraño y apenas perceptible gas.
Al principio no parecía ser nada peligroso, hasta que el doctor comenzó a gritar llevando las manos a su cabeza y agachándose -Aléjalos de mí, están por todos lados- Sus palabras me parecieron extrañas porque no había nada cerca de él; intenté acercarme pero de nuevo el perro me impidió el paso, y a fin de cuentas tenía razón -Quítamelos, quítamelos- Gritaba aterrado el pobre hombre quien hasta ahora había parecido tan rudo.
A pesar de todo, debía ayudarle, no podía dejarlo ahí, y a fin de cuentas, era necesario cruzar ese campo de misteriosas flores, así que, esperando a que ese misterioso gas solo afectara al inhalarlo, usé mi camisa para rodear mi cabeza y cubrir mi nariz y corrí directo a donde se encontraba el doctor para derribarlo de un golpe; desmayarlo parecía ser la mejor opción para sacarlo sin que pusiera resistencia, lo cargué como pude y corrí entre las flores aguantando la respiración tanto como podía mientras el enorme perro venía detrás.
Al cabo de un rato logramos atravesar el campo de flores aunque igual seguí corriendo un poco más hasta donde pude cargar con el doctor al que puse en el suelo hasta que comenzó a reaccionar de nuevo -¿Estás bien?- Pregunté al médico aunque sin obtener una respuesta, nada más allá de una ligera afirmación con la cabeza; descansamos unos minutos para retomar el aliento hasta que finalmente el trío de compañeros, vampiro-doctor-perro, se puso en marcha hacia el rastro, no sin antes quitarme la camisa de la cabeza y volverla a colocar, al menos lo que quedaba de ella, en su lugar correspondiente cubriendo mi pecho y espalda.
Avanzamos siguiendo el rastro de huellas que gracias al enorme perro habíamos logrado rastrear, al cabo de un rato el animal se detuvo junto a una sobrecrecida maleza, di un par de palmadas suaves al can mientras avanzaba hacia la maleza esperando descubrir lo que sea que hubiera detrás.
Tímidamente el animal acabó por acercarse de manera sumisa como arrepentido por sus acciones; aunque con algo de desconfianza, decidí hacer caso al gesto de Mathew que me sugería acercarme al animal, puse mi mano en su frente. Miré a Mathew con ojos interrogantes pero sus manos me hicieron un gesto de calma, por alguna razón había ganado el respeto del animal que ahora parecía dispuesto a seguirme; finalmente se hizo a un lado dejándome avanzar para luego seguir de cerca mis pasos.
Avanzamos de prisa el doctor y yo, seguidos por el extraño perro deforme cuyos quejidos me hacían sentir culpable, me detuve repentinamente para ser casi arrollado por el animal al que por su tamaño y velocidad le costó un poco detenerse pero cuando finalmente lo logró, quité mi camisa y la usé para limpiar la sangre de su hocico, luego volví a ponerme la camisa, un poco ensangrentada pero al menos había calmado emocionalmente al can con ese pequeño gesto.
Al pasar el claro llegamos a un campo de flores blancas que parecía ser lo más inofensivo de aquella espantosa noche -Vamos- Dije al doctor con un gesto de confianza pero mi camino fue cortado por el canino de tres cabezas quien parecía decidido a no dejarme avanzar -Adelántate- Dije al doctor mientras me preparaba para tener que combatir de nuevo contra el salvaje animal, aunque esta vez había algo diferente, su intención no parecía ser atacarme sino simplemente detenerme, incluso, alertarme, sus gestos confusos comenzaron a ser más claros al expulsar fuertemente aire por las narices mientras sacudía sus cabezas, aunque el doctor no había corrido la misma suerte; Mathew había avanzado casi hasta la mitad del campo de flores cuando estas blancas flores acampanadas comenzaron abrirse y dejaron salir de ellas un extraño y apenas perceptible gas.
Al principio no parecía ser nada peligroso, hasta que el doctor comenzó a gritar llevando las manos a su cabeza y agachándose -Aléjalos de mí, están por todos lados- Sus palabras me parecieron extrañas porque no había nada cerca de él; intenté acercarme pero de nuevo el perro me impidió el paso, y a fin de cuentas tenía razón -Quítamelos, quítamelos- Gritaba aterrado el pobre hombre quien hasta ahora había parecido tan rudo.
A pesar de todo, debía ayudarle, no podía dejarlo ahí, y a fin de cuentas, era necesario cruzar ese campo de misteriosas flores, así que, esperando a que ese misterioso gas solo afectara al inhalarlo, usé mi camisa para rodear mi cabeza y cubrir mi nariz y corrí directo a donde se encontraba el doctor para derribarlo de un golpe; desmayarlo parecía ser la mejor opción para sacarlo sin que pusiera resistencia, lo cargué como pude y corrí entre las flores aguantando la respiración tanto como podía mientras el enorme perro venía detrás.
Al cabo de un rato logramos atravesar el campo de flores aunque igual seguí corriendo un poco más hasta donde pude cargar con el doctor al que puse en el suelo hasta que comenzó a reaccionar de nuevo -¿Estás bien?- Pregunté al médico aunque sin obtener una respuesta, nada más allá de una ligera afirmación con la cabeza; descansamos unos minutos para retomar el aliento hasta que finalmente el trío de compañeros, vampiro-doctor-perro, se puso en marcha hacia el rastro, no sin antes quitarme la camisa de la cabeza y volverla a colocar, al menos lo que quedaba de ella, en su lugar correspondiente cubriendo mi pecho y espalda.
Avanzamos siguiendo el rastro de huellas que gracias al enorme perro habíamos logrado rastrear, al cabo de un rato el animal se detuvo junto a una sobrecrecida maleza, di un par de palmadas suaves al can mientras avanzaba hacia la maleza esperando descubrir lo que sea que hubiera detrás.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Pasado el prado sin mayor problemática, llegaron, guiados por el can, a una enredadera, una gran losa de piedra taponaba lo que, según señalaba el perro, debía ser la entrada, y una entraña adivinanaza en una lengua antigua, aparecía grabada.
"Tantum intelligere propositionem solvere vitae complexionem et solus dignus introitum speluncae latebant" cantaba la piedra en una lengua desconocida.
"Quarum una est qui autem graditur ,cras at quattuor tantum habet pedes, meridie duabus et vespera cum tribus"
La luz de la luna bañaba la losa permitiendo la lectura, sin embargo, estaba desgastada, y las raíces enredaban aun más las palabras, y no era sencillo leerlas, los árboles de alrededor se balanceaban con la brisa que soplaba y un sonido, a duras penas perceptible, se colaba entre las hojas, solo el can podría percibirlo, pero era una persona conocida, por ello, no advertiría en este caso a los presentes, aunque su comportamiento si sería extraño.
Cabezas alzadas, orejas estiradas y cola en movimiento, como un cachorro que quiere jugar, hasta ver a la persona, y notar su gesto, volviendo así a relajarse el cánido, sentándose a esperar. ¿Podría su nuevo amo entrar en el lugar?
Al entrar una profunda oscuridad ocultaría lo que pudiera haber en el lugar, permitiendo solamente sentir una respiración profunda, y sentir un viento cálido en la cara, el cancerbero, se encogería primero asustado, luego se escucharía un gruñido gutural desde la garganta del perro de tres cabezas y se pondría en guardia, ¿qué sentiría el perro dentro de esa altísima y enorme cueva?
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Como pista, puedo decirte que es un conocido enigma de la obra Edipo Rey.
"Tantum intelligere propositionem solvere vitae complexionem et solus dignus introitum speluncae latebant" cantaba la piedra en una lengua desconocida.
"Quarum una est qui autem graditur ,cras at quattuor tantum habet pedes, meridie duabus et vespera cum tribus"
La luz de la luna bañaba la losa permitiendo la lectura, sin embargo, estaba desgastada, y las raíces enredaban aun más las palabras, y no era sencillo leerlas, los árboles de alrededor se balanceaban con la brisa que soplaba y un sonido, a duras penas perceptible, se colaba entre las hojas, solo el can podría percibirlo, pero era una persona conocida, por ello, no advertiría en este caso a los presentes, aunque su comportamiento si sería extraño.
Cabezas alzadas, orejas estiradas y cola en movimiento, como un cachorro que quiere jugar, hasta ver a la persona, y notar su gesto, volviendo así a relajarse el cánido, sentándose a esperar. ¿Podría su nuevo amo entrar en el lugar?
Al entrar una profunda oscuridad ocultaría lo que pudiera haber en el lugar, permitiendo solamente sentir una respiración profunda, y sentir un viento cálido en la cara, el cancerbero, se encogería primero asustado, luego se escucharía un gruñido gutural desde la garganta del perro de tres cabezas y se pondría en guardia, ¿qué sentiría el perro dentro de esa altísima y enorme cueva?
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Como pista, puedo decirte que es un conocido enigma de la obra Edipo Rey.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
El perro nos llevó hasta una encrucijada, se detuvo aparentemente frente a nada, sin embargo, al apartar la enredadera y algunos arbustos, encontramos una enorme roca con una inscripción en ella, la piedra era grande, pero con algo de esfuerzo seguro podría hacerse girar, así que me dispuse a intentarlo, coloqué mis manos en un lado de ella pero al comenzar a empujar un fuerte calambre me recorrió desde los brazos hasta los dedos de los pies haciéndome desistir de la idea de inmediato.
Volví atrás y me paré junto a Mathew que miraba con detenimiento e intriga la extraña inscripción en la roca, el idioma, aunque antiguo, me resultaba ligeramente familiar y alcanzaba a entender algunas palabras; el doctor por su parte, también parecía conocer algunas, así que entre ambos podríamos colaborar para resolver el enigma, la primera parte, tras completar entre ambos la frase -Solo quienes entiendan y expongan el enigma de la vida serán dignos de entrar a la cueva- Recité luego de ordenar las palabras en mi mente y darles un sentido lógico gracias al conocimiento que tenía y lo que había logrado conocer de esa extraña lengua, pero eso era apenas el principio, pues faltaba traducir la siguiente frase que seguro sería el misterioso enigma.
Comencé a asociar las palabras por contexto en una frase que aparentemente no tenía sentido alguno, entre todo podía leer “Mañana, tarde y noche”, mientras Mathew por su parte había conseguido traducir una especie de pregunta sobre un animal de tres patas, o de dos o cuatro, resultaba bastante confuso traducirla y más aún, ordenar el significado en algo que tuviera sentido -Uno de ellos es el que camina por la mañana en cuatro patas, al medio día con dos y por la noche con tres- Dije casi murmurando sin encontrarle mucho sentido, aunque habíamos logrado traducir el enigma, aún faltaba resolverlo, era un enigma dentro de otro enigma
Resultaba bastante difícil hallar un ser que cumpliera con esas características literalmente, así que definitivamente debía ser una metáfora, una alusión a la realidad mediante el planteamiento de una comparación vaga, Retrocedí y me senté en el piso a pensar minuciosamente mientras el doctor hacía lo mismo de pie hasta que al verse cansado, fijó su espada en el piso y se recostó sobre ella -¡¡Es el ser humano!!- Dije mientras me levantaba de prisa mirando al doctor -Me lo acabas de mostrar al apoyarte sobre tu espada como si fuera un bastón; los seres mágicos como brujos, elfos o vampiros, no lo enfrentan de la misma manera, los vampiros difícilmente llegarían a pasar la tercera etapa, pero un humano sí- Dije dispuesto a explicar el enigma -Si la vida fuese un día, la mañana sería el inicio, donde el hombre como bebé se desplaza gateando, en 4 patas, el medio día sería la juventud, donde se anda erguido en dos pies, pero finalmente, en la noche que representa el final de la vida, el humano suele necesitar un bastón para caminar, que es como andar con tres patas- Exclamé con emoción al haber resuelto el extraño misterio -¿Y ahora qué?- Pregunté al aire pero fui interrumpido por un estruendoso sonido, la enorme piedra se desplazaba sola hacia un lado dejando abierta la entrada a la cueva.
Me dispuse a entrar pero me detuve a ver al perro que se comportaba de manera extraña, a fin de cuentas, no tenía el derecho de obligarlo a seguirme, así que sería su decisión acompañarme o no -Vamos adentro- Dije al médico pero de modo fuerte para que el can también se sintiera invitado, entramos solo dos, pero al cabo de unos instantes el perro vino junto a nosotros aunque no dejaba de comportarse extraño, como atemorizado por algo, incluso a ratos intentaba detenerme con sutileza para no parecer hostil, finalmente un aire misteriosamente cálido saturó la oscura cueva donde no alcanzábamos a ver casi nada, el can se puso en guardia a mi lado mirando hacia el interior de la cueva, luego se acercó sutilmente sin quitar la vista del fondo de la cueva ¿Qué encontraríamos en ese lugar?
Volví atrás y me paré junto a Mathew que miraba con detenimiento e intriga la extraña inscripción en la roca, el idioma, aunque antiguo, me resultaba ligeramente familiar y alcanzaba a entender algunas palabras; el doctor por su parte, también parecía conocer algunas, así que entre ambos podríamos colaborar para resolver el enigma, la primera parte, tras completar entre ambos la frase -Solo quienes entiendan y expongan el enigma de la vida serán dignos de entrar a la cueva- Recité luego de ordenar las palabras en mi mente y darles un sentido lógico gracias al conocimiento que tenía y lo que había logrado conocer de esa extraña lengua, pero eso era apenas el principio, pues faltaba traducir la siguiente frase que seguro sería el misterioso enigma.
Comencé a asociar las palabras por contexto en una frase que aparentemente no tenía sentido alguno, entre todo podía leer “Mañana, tarde y noche”, mientras Mathew por su parte había conseguido traducir una especie de pregunta sobre un animal de tres patas, o de dos o cuatro, resultaba bastante confuso traducirla y más aún, ordenar el significado en algo que tuviera sentido -Uno de ellos es el que camina por la mañana en cuatro patas, al medio día con dos y por la noche con tres- Dije casi murmurando sin encontrarle mucho sentido, aunque habíamos logrado traducir el enigma, aún faltaba resolverlo, era un enigma dentro de otro enigma
Resultaba bastante difícil hallar un ser que cumpliera con esas características literalmente, así que definitivamente debía ser una metáfora, una alusión a la realidad mediante el planteamiento de una comparación vaga, Retrocedí y me senté en el piso a pensar minuciosamente mientras el doctor hacía lo mismo de pie hasta que al verse cansado, fijó su espada en el piso y se recostó sobre ella -¡¡Es el ser humano!!- Dije mientras me levantaba de prisa mirando al doctor -Me lo acabas de mostrar al apoyarte sobre tu espada como si fuera un bastón; los seres mágicos como brujos, elfos o vampiros, no lo enfrentan de la misma manera, los vampiros difícilmente llegarían a pasar la tercera etapa, pero un humano sí- Dije dispuesto a explicar el enigma -Si la vida fuese un día, la mañana sería el inicio, donde el hombre como bebé se desplaza gateando, en 4 patas, el medio día sería la juventud, donde se anda erguido en dos pies, pero finalmente, en la noche que representa el final de la vida, el humano suele necesitar un bastón para caminar, que es como andar con tres patas- Exclamé con emoción al haber resuelto el extraño misterio -¿Y ahora qué?- Pregunté al aire pero fui interrumpido por un estruendoso sonido, la enorme piedra se desplazaba sola hacia un lado dejando abierta la entrada a la cueva.
Me dispuse a entrar pero me detuve a ver al perro que se comportaba de manera extraña, a fin de cuentas, no tenía el derecho de obligarlo a seguirme, así que sería su decisión acompañarme o no -Vamos adentro- Dije al médico pero de modo fuerte para que el can también se sintiera invitado, entramos solo dos, pero al cabo de unos instantes el perro vino junto a nosotros aunque no dejaba de comportarse extraño, como atemorizado por algo, incluso a ratos intentaba detenerme con sutileza para no parecer hostil, finalmente un aire misteriosamente cálido saturó la oscura cueva donde no alcanzábamos a ver casi nada, el can se puso en guardia a mi lado mirando hacia el interior de la cueva, luego se acercó sutilmente sin quitar la vista del fondo de la cueva ¿Qué encontraríamos en ese lugar?
Offrol: Subrayado el uso de mi pasiva: Conocimiento antiguo (Lenguas)
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Al avanzar algo más por la cueva, ambos hombres y el perro podrían comenzar a distinguir una forma, grande, inmensa, que tapaba la luz del exterior, era una figura oscura, gigantesca, enroscada sobre si misma que dormitaba mientras salía humo de su nariz, su respiración era grave, lo que indicaba que dormía profundamente, y de su nariz humeante salía, en ocasiones, un aliento que ardía.
Si ese aliento les rozaba siquiera, las quemaduras no serían bonitas, eso lo debían tener claro, y mucho peor sería si despertaban al enorme ser de proporciones extraordinarias que se alzaría en toda su magnificencia para acabar con los invasores, silencio y discreción, rapidez y calma, saber mantener los nervios, era lo que más necesitaban en ese momento. Un solo gemido del can, y todo se iría al garete, una sola patada a una piedra, y podían despedirse de todo, por no hablar del aliento del lagarto, que, de un profundo color verde, podría dormir a toda Lunargenta. Posiblemente, lo verían al pasar por su lado.
Sin embargo, si lograban dejar atrás a esa enorme masa de escamas negras y músculos, encontrarían un prado lleno de flores de mil colores, allí podrían encontrar lo necesario para despertar a todos los dormidos, y, jugando en paz, a los pequeños, junto a alguien conocido. Una joven de pelo oscuro que jugaba con los gemelos.
¿Podría ser posible que el causante de todo se la hubiera llevado para que los niños no llorasen? ¿O, tal vez, había algo más oculto tras todo eso? Eso es algo que Víctor debería averiguar, y decidir si las apariencias, engañan o no lo hacen.
*
¿Despertarás al dragón dormido? Esta vez deberás decidir tu el riesgo, si llevas contigo al perro o lo dejas rezagado, dependiendo de la lógica que tengas en tu narración, te sonreirá o no la suerte, se precavido, y la fortuna estará de tu parte.
Si ese aliento les rozaba siquiera, las quemaduras no serían bonitas, eso lo debían tener claro, y mucho peor sería si despertaban al enorme ser de proporciones extraordinarias que se alzaría en toda su magnificencia para acabar con los invasores, silencio y discreción, rapidez y calma, saber mantener los nervios, era lo que más necesitaban en ese momento. Un solo gemido del can, y todo se iría al garete, una sola patada a una piedra, y podían despedirse de todo, por no hablar del aliento del lagarto, que, de un profundo color verde, podría dormir a toda Lunargenta. Posiblemente, lo verían al pasar por su lado.
Sin embargo, si lograban dejar atrás a esa enorme masa de escamas negras y músculos, encontrarían un prado lleno de flores de mil colores, allí podrían encontrar lo necesario para despertar a todos los dormidos, y, jugando en paz, a los pequeños, junto a alguien conocido. Una joven de pelo oscuro que jugaba con los gemelos.
¿Podría ser posible que el causante de todo se la hubiera llevado para que los niños no llorasen? ¿O, tal vez, había algo más oculto tras todo eso? Eso es algo que Víctor debería averiguar, y decidir si las apariencias, engañan o no lo hacen.
- Dragón:
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¿Despertarás al dragón dormido? Esta vez deberás decidir tu el riesgo, si llevas contigo al perro o lo dejas rezagado, dependiendo de la lógica que tengas en tu narración, te sonreirá o no la suerte, se precavido, y la fortuna estará de tu parte.
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Re: ¡Dios salve a la reina! [Quest][CERRADO]
Avanzamos siguiendo al can que a ratos se detenía y nos miraba sin hacer ningún sonido, caminaba pegado a la pared como indicando que lo siguiéramos de la misma manera hasta que finalmente nos indicó el camino a seguir, pasando justo al lado de una enorme criatura de color negro, una especie de dragón como nunca antes había visto uno, a pesar de estar enrollado sobre sí mismo su aspecto era imponente aunque afortunadamente estaba dormido, lo mejor sería mantenerlo de ese modo.
Me adelanté al can que se mantenía intimidado ante el enorme dragón negro y tras poner mi mano en la frente de su cabeza central intenté dejarlo atrás, primero porque con su tamaño podría resultarle difícil ser sigiloso; pero más aún, si encontrábamos a los niños, un tétrico perro de tres cabezas no sería lo mejor para hacerlos sentir a salvo -Necesito que nos esperes acá- Dije mirando a los ojos al can, al menos a los ojos de la cabeza del medio; el perro se resistió por unos instantes, pero finalmente logré convencerlo y tras acariciar su cuello como recompensa, lo dejamos atrás.
Avancé junto a Mathew con mucho cuidado evitando tropezar cualquier cosa, caminamos pegados a la pared alejándonos del dragón tanto como fuera posible, en parte por evitar despertarlo, pero a la vez para evitar ese aliento de color verde, un poco similar al de la aguja, tal vez tenía algo que ver con la misteriosa niebla, lancé una mirada interrogante al doctor mientras le señalaba el aliento verdoso aunque sin esperar respuesta de momento. Tardamos casi un par de minutos en pasar al lado de la bestia, cada paso era calculado milimétricamente para no cometer un error que despertara a la bestia y finalmente logramos pasar, aunque igual continuamos caminando en sigilo, pues aun habiendo pasado, despertarlo no era ventajoso ahora que estábamos atrapados en la cueva.
Finalmente, tras dejar lejos a la bestia encontramos una escena que parecía un completo sueño, un prado cubierto de flores de todos colores me hacían sentir en una especie de paraíso y en el centro, unos niños jugaban con una pelinegra -¿Elise?- Susurré para mí mismo mientras el doctor se lanzaba a correr hacia ella -¡¡Espera, no!!- Intenté detenerlo pero fue en vano, avanzaba hacia los niños y Elise, tal vez por la emoción de haberlos encontrado y no me quedó más opción que seguirlo aunque manteniendo cierta distancia.
Me acerqué primero para asegurarme de que realmente era ella, luego pensaba en las posibilidades ¿Cómo una inocente chica podría haber venido a parar a un sitio como éste? Al estar cerca me dirigí a ella de manera inquisitiva -Conozco la historia de una mujer que decidió robar la felicidad de su amiga, pero que historia más horrible- Dije citando las palabras que ella me había respondido antes -¿Cómo puede alguien hacer algo así?- Aún quedaban cabos sueltos, pero se veía tan feliz, sin culpa ni remordimiento, a menos que su mente estuviera siendo controlada, todo la señalaba como la culpable, solo le faltaba el amor de James para robar todo lo que tenía la pobre Trice.
Mathew pareció entender mis indirectas de inmediato y se detuvo a medio camino -Niños, vengan, saldremos de aquí, sus padres los esperan- Dijo esperando a que los niños se acercaran a nosotros, si era Elise quien había orquestado todo esto, seguramente era más peligrosa de lo que aparentaba.
Me adelanté al can que se mantenía intimidado ante el enorme dragón negro y tras poner mi mano en la frente de su cabeza central intenté dejarlo atrás, primero porque con su tamaño podría resultarle difícil ser sigiloso; pero más aún, si encontrábamos a los niños, un tétrico perro de tres cabezas no sería lo mejor para hacerlos sentir a salvo -Necesito que nos esperes acá- Dije mirando a los ojos al can, al menos a los ojos de la cabeza del medio; el perro se resistió por unos instantes, pero finalmente logré convencerlo y tras acariciar su cuello como recompensa, lo dejamos atrás.
Avancé junto a Mathew con mucho cuidado evitando tropezar cualquier cosa, caminamos pegados a la pared alejándonos del dragón tanto como fuera posible, en parte por evitar despertarlo, pero a la vez para evitar ese aliento de color verde, un poco similar al de la aguja, tal vez tenía algo que ver con la misteriosa niebla, lancé una mirada interrogante al doctor mientras le señalaba el aliento verdoso aunque sin esperar respuesta de momento. Tardamos casi un par de minutos en pasar al lado de la bestia, cada paso era calculado milimétricamente para no cometer un error que despertara a la bestia y finalmente logramos pasar, aunque igual continuamos caminando en sigilo, pues aun habiendo pasado, despertarlo no era ventajoso ahora que estábamos atrapados en la cueva.
Finalmente, tras dejar lejos a la bestia encontramos una escena que parecía un completo sueño, un prado cubierto de flores de todos colores me hacían sentir en una especie de paraíso y en el centro, unos niños jugaban con una pelinegra -¿Elise?- Susurré para mí mismo mientras el doctor se lanzaba a correr hacia ella -¡¡Espera, no!!- Intenté detenerlo pero fue en vano, avanzaba hacia los niños y Elise, tal vez por la emoción de haberlos encontrado y no me quedó más opción que seguirlo aunque manteniendo cierta distancia.
Me acerqué primero para asegurarme de que realmente era ella, luego pensaba en las posibilidades ¿Cómo una inocente chica podría haber venido a parar a un sitio como éste? Al estar cerca me dirigí a ella de manera inquisitiva -Conozco la historia de una mujer que decidió robar la felicidad de su amiga, pero que historia más horrible- Dije citando las palabras que ella me había respondido antes -¿Cómo puede alguien hacer algo así?- Aún quedaban cabos sueltos, pero se veía tan feliz, sin culpa ni remordimiento, a menos que su mente estuviera siendo controlada, todo la señalaba como la culpable, solo le faltaba el amor de James para robar todo lo que tenía la pobre Trice.
Mathew pareció entender mis indirectas de inmediato y se detuvo a medio camino -Niños, vengan, saldremos de aquí, sus padres los esperan- Dijo esperando a que los niños se acercaran a nosotros, si era Elise quien había orquestado todo esto, seguramente era más peligrosa de lo que aparentaba.
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El dragón seguía dormido, la suerte y la precaución habían seguido al joven Víctor y al doctor que, entrando en el jardín, vieron una escena idílica, una hermosa joven de cabellos negros jugando con dos chiquillos de pelo rubio como el sol del medio día alzó la vista al ver a los niños saludar y salir corriendo a los brazos de su tío. Quien, tras haber salido corriendo al encuentro de los pequeños, los tomaba en brazos y retrocedía para, precavido, los esconderlos tras su espalda.
El hombre de pelo oscuro se había ido acercando a la mujer mientras los pequeños que habían atendido a su llamada, se miraban entre ellos y Elise, altanera, se levantaba con la cabeza alzada, y una sonrisa en los labios, dio un paso hacia el chico y, alzando las manos, comenzó a aplaudir con lentitud "clap.... clap.... clap...."
- Bravo, bravo.... has descubierto a la envenenadora, pero... por desgracia, te quedas en la base, solo un amor simple, efímero, no merecería la pena, te dejas lo más importante, pero está claro que es algo que no entiendes- dijo haciendo círculos alrededor del hombre.- Llevo siglos, esperandor, James y yo siempre estuvimos destinados- comentó haciendo una burbuja de luz en la que varias sombras se movían, ilustrando la historia que ella narraba.- las vidas pasaban, moríamos y resucitábamos para reencontrarnos, hasta que, un día, una joven de pelo de maiz, piel de marmol y ojos de cielo, se cruzo en nuestro camino- la rabia era patente en su descripción.- Lo intenté de mil formas justas, luché con todas mis armas, pero está claro que los hombres las prefieren rubias....- escupió las palabras- al final, me cansé, no podía permitir que siguiera su vida feliz, mientras yo, una vez más me quedaba sola, no podía permitirlo.- murmuró haciendo desaparecer la imagen de una joven dormida, desvaneciéndola de un golpe entre sus dedos.- No puedo permitir que se lo contéis a James, ¡no puedo permitíroslo!- Gritó antes de lanzar una bola de luz negra que casi rozó al joven de pelo negro.
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Muy bien, ya sabes toda la historia, y tienes confirmado que es ella quien ha envenenado a la aldea, te queda, únicamente, derrotarla. No podrás usar al doctor, él estará ocupado protegiendo a los niños, y el cancerbero está fuera, así que únicamente quedas tu, recuerda no despertar al dragón dormido.
- No necesitas lanzar las runas. Mucha suerte.
El hombre de pelo oscuro se había ido acercando a la mujer mientras los pequeños que habían atendido a su llamada, se miraban entre ellos y Elise, altanera, se levantaba con la cabeza alzada, y una sonrisa en los labios, dio un paso hacia el chico y, alzando las manos, comenzó a aplaudir con lentitud "clap.... clap.... clap...."
- Bravo, bravo.... has descubierto a la envenenadora, pero... por desgracia, te quedas en la base, solo un amor simple, efímero, no merecería la pena, te dejas lo más importante, pero está claro que es algo que no entiendes- dijo haciendo círculos alrededor del hombre.- Llevo siglos, esperandor, James y yo siempre estuvimos destinados- comentó haciendo una burbuja de luz en la que varias sombras se movían, ilustrando la historia que ella narraba.- las vidas pasaban, moríamos y resucitábamos para reencontrarnos, hasta que, un día, una joven de pelo de maiz, piel de marmol y ojos de cielo, se cruzo en nuestro camino- la rabia era patente en su descripción.- Lo intenté de mil formas justas, luché con todas mis armas, pero está claro que los hombres las prefieren rubias....- escupió las palabras- al final, me cansé, no podía permitir que siguiera su vida feliz, mientras yo, una vez más me quedaba sola, no podía permitirlo.- murmuró haciendo desaparecer la imagen de una joven dormida, desvaneciéndola de un golpe entre sus dedos.- No puedo permitir que se lo contéis a James, ¡no puedo permitíroslo!- Gritó antes de lanzar una bola de luz negra que casi rozó al joven de pelo negro.
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Muy bien, ya sabes toda la historia, y tienes confirmado que es ella quien ha envenenado a la aldea, te queda, únicamente, derrotarla. No podrás usar al doctor, él estará ocupado protegiendo a los niños, y el cancerbero está fuera, así que únicamente quedas tu, recuerda no despertar al dragón dormido.
- No necesitas lanzar las runas. Mucha suerte.
Othel
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