Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Las nubes grises amenazaban con nuevas lluvias, pero por el momento se mantenían expectantes sin derramar su preciado líquido sobre los campos. Preciadas para quien las quisiera, pues ahora mismo para el brujo eran tan valiosas como una patada en las pelotas. Llevaba lloviendo desde que había partido desde la capital, y estaba bastante arto de la borrasca. Al menos si volvía a llover tendría un techo donde resguarecerse, pensó, azuzando su montura hacia su objetivo.
Después de tanto tiempo de viaje al final podía ver la ciudad desde su posición ventajosa. Solo había estado una vez tan cerca del bosque de Sandorai, y sobraba decir los motivos que tenía el rubio para mantenerse alejado de dicho bosque. Aquella vez había estado en zona sagrada para ellos, gracias a las ideas peculiares de su hermana de cómo aprender sobre los elfos; siendo una situación bastante peligrosa, que por suerte no fue a mayores.
Esta vez era distinto. Vulwulfar era un punto de reunión entre elfos y humanos. Un verdadero símbolo de convivencia, aunque no por ello el brujo iba a alardear de sus poderes por allí. En lo que a él respectaba, solo sería un humano buscando trabajo. Uno en concreto.
Semanas atrás había ido a mirar el tablón de trabajos de la guardia en Lunargenta. Siempre había algo interesante por allí. Generalmente alguna recompensa por algún bandido de poca monta, que ayudaba al rubio a ganarse unos aeros. No sabía exactamente que le había movido a preguntar por una recompensa de una ciudad tan lejana como Vulwulfar, pero sintió una gran curiosidad por los secuestros. Sin contar que era algo que no estaba al alcance de cualquiera, y que necesitaban a alguien de su experiencia. Meterse en líos constantemente había servido para algo después de todo.
Los motivos ya carecían de importancia. Ya estaba allí, y después de darle una moneda al mozo para que cuidara de su semental, alquiló una habitación de la propia posada. El dueño, como todo buen mesero, estaba bien informado de la situación, así que unas pintas de hidromiel más tarde, tenía lo que necesitaba. Para conseguir el trabajo necesitaba conseguir la aprobación del capitán de la guardia. Un tal Caster, Jasper, o algo así.
Las risas de los guardias de la entrada del cuartel, hizo que supiera que en realidad se llamaba Craster. El capitán lo recibió en su despacho, y además de los pormenores de lo que había ocurrido durante el último mes, también supo que era el tipo más escueto que había conocido. No sabía si era porque no quería decirle demasiado, pero contando que lo había aceptado para el encargo le extrañaba que fuera ese el caso. Tenía un mal día, estaba hasta los mismísimos de ver posibles candidatos, o ambas cosas. Simplemente lo aceptó en el grupo de investigación y lo mandó a reunirse con el resto que ya había sido seleccionado.
Vincent se encaminó hacia su nuevo destino, esperando que al menos con los demás el capitán hubiera sido más comunicativo. Si la guardia realmente no sabía más del tema, sería muy complicado dar con el paradero de las mujeres. Tendrían que peinar los alrededores, y como no hubiera toda una tropa para ello, la posibilidades de éxito serían escasas, por no decir inexistentes.
El rubio estaba alcanzando el edificio asignado a los mercenarios contratados para la misión, cuando escuchó varios gritos en la dirección que se encaminaba, siendo al menos uno de mujer. Vinc apretó el paso, mientras quitaba la cuerda de seguridad que ataba la guarda de la espada a la vaina.
Después de tanto tiempo de viaje al final podía ver la ciudad desde su posición ventajosa. Solo había estado una vez tan cerca del bosque de Sandorai, y sobraba decir los motivos que tenía el rubio para mantenerse alejado de dicho bosque. Aquella vez había estado en zona sagrada para ellos, gracias a las ideas peculiares de su hermana de cómo aprender sobre los elfos; siendo una situación bastante peligrosa, que por suerte no fue a mayores.
Esta vez era distinto. Vulwulfar era un punto de reunión entre elfos y humanos. Un verdadero símbolo de convivencia, aunque no por ello el brujo iba a alardear de sus poderes por allí. En lo que a él respectaba, solo sería un humano buscando trabajo. Uno en concreto.
Semanas atrás había ido a mirar el tablón de trabajos de la guardia en Lunargenta. Siempre había algo interesante por allí. Generalmente alguna recompensa por algún bandido de poca monta, que ayudaba al rubio a ganarse unos aeros. No sabía exactamente que le había movido a preguntar por una recompensa de una ciudad tan lejana como Vulwulfar, pero sintió una gran curiosidad por los secuestros. Sin contar que era algo que no estaba al alcance de cualquiera, y que necesitaban a alguien de su experiencia. Meterse en líos constantemente había servido para algo después de todo.
Los motivos ya carecían de importancia. Ya estaba allí, y después de darle una moneda al mozo para que cuidara de su semental, alquiló una habitación de la propia posada. El dueño, como todo buen mesero, estaba bien informado de la situación, así que unas pintas de hidromiel más tarde, tenía lo que necesitaba. Para conseguir el trabajo necesitaba conseguir la aprobación del capitán de la guardia. Un tal Caster, Jasper, o algo así.
Las risas de los guardias de la entrada del cuartel, hizo que supiera que en realidad se llamaba Craster. El capitán lo recibió en su despacho, y además de los pormenores de lo que había ocurrido durante el último mes, también supo que era el tipo más escueto que había conocido. No sabía si era porque no quería decirle demasiado, pero contando que lo había aceptado para el encargo le extrañaba que fuera ese el caso. Tenía un mal día, estaba hasta los mismísimos de ver posibles candidatos, o ambas cosas. Simplemente lo aceptó en el grupo de investigación y lo mandó a reunirse con el resto que ya había sido seleccionado.
Vincent se encaminó hacia su nuevo destino, esperando que al menos con los demás el capitán hubiera sido más comunicativo. Si la guardia realmente no sabía más del tema, sería muy complicado dar con el paradero de las mujeres. Tendrían que peinar los alrededores, y como no hubiera toda una tropa para ello, la posibilidades de éxito serían escasas, por no decir inexistentes.
El rubio estaba alcanzando el edificio asignado a los mercenarios contratados para la misión, cuando escuchó varios gritos en la dirección que se encaminaba, siendo al menos uno de mujer. Vinc apretó el paso, mientras quitaba la cuerda de seguridad que ataba la guarda de la espada a la vaina.
Última edición por Vincent Calhoun el Dom 15 Nov - 0:52, editado 1 vez (Razón : Ponerle el cierre al tema)
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Gritaba, gritaba totalmente iracunda a los guardias que le impedían el paso. La furia subía por su garganta, quería salir ya en busca de el cabrón, de ese imbécil que había cometido el peor crimen que un tipo podía cometer en su presencia, pero no se lo permitían, le decían que debía esperar al resto. "¿Esperar? Una mierda, los va a esperar su madre" pensaba con rabia.
Todo había sucedido con demasiada rapidez, desde que volvió del norte se había asentado en una posada, trabajaba como bailarina a cambio de un lugar donde quedarse un par de días para descansar de tanta aventura, estaba cansada, solo quería descansar un par de días, una semana para olvidarse de los sucesos, del frío y estar en calma.
La taberna se había vuelto más transitada desde su llegada, la voz se había corrido y algunos viajeros desviaban su ruta solo para ver a la que ya comenzaba a conocerse como "Hada" Sin embargo, eso, a pesar de ser un buen argumento para mantener su puesto en la taberna, la agotaba, por ello, había salido hacía varias horas de la taberna a pesar de las gotas de lluvia que caían, decidida a visitar Sindorai, el bosque donde conoció a Fire.
El camino solía ser tranquilo, los viajeros pacíficos, demasiado cerca del bosque de los elfos como para que, con la vigilancia férrea que tenían estos en sus territorios, alguien sufriera ataque alguno, sin embargo, ese día de lluvia un capullo se había armado de valor y, mientras andaba bajo la lluvia con calma, dejando que el agua resbalase por su pelo y espalda, sin importarle que se empapase totalmente el vestido, había decidido atacarla.
Fire, como siempre, se había interpuesto, el tipo de algún extraño modo, había tomado a la halcón y dándole un mordisco, había iniciado su huida, Keira, había gritado el nombre de Fire, no recordaba la última vez que había llorado, había sentido tensión o miedo por alguien, pero, en ese momento, se le cortó la respiración, a duras penas podía no llorar, sin saber como, lanzó una llamarada que hirió al malnacido en el brazo.
Por suerte, no estaba lejos de una ciudad, con una rapidez que sorprendería a un leopardo, aceleró hasta llegar al lugar, la guardia le dio el alto, la vieron tan tensa, asustada y empapada, que no se opusieron a que un sanador elfo que iba al lugar cada cierto tiempo tratase al halcón.
El ave se quedó durmiendo, descansando. Viva y sana, con un descanso volvería a estar como nueva, pero la rabia de Keira latía en su cuello, a pesar de que le habían prestado ropa seca, a pesar de que Fire estaba bien, no iba a permitir que quien había herido a Fire saliera indemne, por ello, en ese instante, gritaba a los guardias que no le permitían salir a tomar su venganza. Con la rabia, acabó por quemarles los brazos, logrando así, pasar.
Durante un instante, se miró las manos, horrorizada, y los miró a ellos, que se miraban el brazo, doloridos. Sin embargo, no podía dejar las cosas así, debía hacer escarmentar a ese tipo. Con una carrera, tan asustada, de si misma, como iracunda, avanzó bajo la lluvia, hasta, que, en su despiste, tropezó con un tipo, un tipo al que, por suerte o desgracia, conocía muy bien, parecía que, una vez más, el azar decidía unirlos.
Todo había sucedido con demasiada rapidez, desde que volvió del norte se había asentado en una posada, trabajaba como bailarina a cambio de un lugar donde quedarse un par de días para descansar de tanta aventura, estaba cansada, solo quería descansar un par de días, una semana para olvidarse de los sucesos, del frío y estar en calma.
La taberna se había vuelto más transitada desde su llegada, la voz se había corrido y algunos viajeros desviaban su ruta solo para ver a la que ya comenzaba a conocerse como "Hada" Sin embargo, eso, a pesar de ser un buen argumento para mantener su puesto en la taberna, la agotaba, por ello, había salido hacía varias horas de la taberna a pesar de las gotas de lluvia que caían, decidida a visitar Sindorai, el bosque donde conoció a Fire.
El camino solía ser tranquilo, los viajeros pacíficos, demasiado cerca del bosque de los elfos como para que, con la vigilancia férrea que tenían estos en sus territorios, alguien sufriera ataque alguno, sin embargo, ese día de lluvia un capullo se había armado de valor y, mientras andaba bajo la lluvia con calma, dejando que el agua resbalase por su pelo y espalda, sin importarle que se empapase totalmente el vestido, había decidido atacarla.
Fire, como siempre, se había interpuesto, el tipo de algún extraño modo, había tomado a la halcón y dándole un mordisco, había iniciado su huida, Keira, había gritado el nombre de Fire, no recordaba la última vez que había llorado, había sentido tensión o miedo por alguien, pero, en ese momento, se le cortó la respiración, a duras penas podía no llorar, sin saber como, lanzó una llamarada que hirió al malnacido en el brazo.
Por suerte, no estaba lejos de una ciudad, con una rapidez que sorprendería a un leopardo, aceleró hasta llegar al lugar, la guardia le dio el alto, la vieron tan tensa, asustada y empapada, que no se opusieron a que un sanador elfo que iba al lugar cada cierto tiempo tratase al halcón.
El ave se quedó durmiendo, descansando. Viva y sana, con un descanso volvería a estar como nueva, pero la rabia de Keira latía en su cuello, a pesar de que le habían prestado ropa seca, a pesar de que Fire estaba bien, no iba a permitir que quien había herido a Fire saliera indemne, por ello, en ese instante, gritaba a los guardias que no le permitían salir a tomar su venganza. Con la rabia, acabó por quemarles los brazos, logrando así, pasar.
Durante un instante, se miró las manos, horrorizada, y los miró a ellos, que se miraban el brazo, doloridos. Sin embargo, no podía dejar las cosas así, debía hacer escarmentar a ese tipo. Con una carrera, tan asustada, de si misma, como iracunda, avanzó bajo la lluvia, hasta, que, en su despiste, tropezó con un tipo, un tipo al que, por suerte o desgracia, conocía muy bien, parecía que, una vez más, el azar decidía unirlos.
Keira Brabery
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 247
Nivel de PJ : : 1
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
La tímida lluvia que repiqueteaba sobre la tierra de manera insistente aquellos días acompañó a la comitiva elfa enviada a Vulwulfar desde Sindorai durante todo su viaje, causando que el frío y la sensación de humedad tornara las habituales conversaciones amenas de los viajes entre hermanos del bosque a un ambiente mucho más introspectivo de lo normal. Tampoco ayudaba que acompañando a la suma sacerdotisa Ashara Thenidiel y a su única hija, flanqueando las monturas de éstas, escoltándolas en su camino, estuvieran miembros de la guardia conocida como los caballeros esmeralda, la élite de las fuerzas del clan Thenidiel, guardianes con siglos de experiencia y perfeccionamiento de habilidades a sus espaldas y unos tipos que resultaban demasiado serios incluso a la propia Níniel. A veces la peliblanca pensaba que debían de poseer alguna técnica secreta por la cual se tornaban más fuertes cuanto menos abrieran la boca y que les debilitaba si sonreían...Pero de todos modos su dedicación y aptitudes les hacía contar con todo su respeto y el de los suyos. No eran los mejores conversadores pero con ellos cerca solo un loco se atrevería a intentar si quiera mirarlas mal a ella o a su madre, esa era su función y por los dioses que la cumplían.
Ashara también estaba menos habladora que de costumbre. Normalmente había aprovechado las escasas oportunidades que había tenido durante los últimos meses de hablar largo tiempo con su hija para preguntarle por sus experiencias con los humanos y otras razas, comprobar cuánto había aprendido y si crecía como esperaba de ella como sacerdotisa. Solía convertir cada conversación en una prueba que lejos de incomodar o molestar a su primogénita le servía para seguir mejorando, como si las lecciones y los exámenes nunca fuesen a terminar. Un buen hábito en opinión de Níniel. La peliblanca sospechaba, aunque no había cometido la falta de respeto que sería preguntar, que aquel silencio era causado por el motivo que las llevaba a la más cercana de las ciudades de los hombres a Sindorai, un motivo lúgubre sin duda. Durante las últimas semanas habían desaparecido varias chicas, humanas al principio pero también elfas, en la zona, las suficientes para alarmar a la guardia y también para que la suma sacerdotisa quisiera pedir a los humanos una explicación personalmente así como una mayor contundencia a la hora de buscarlas. Sindorai era asunto de los elfos, pero más allá imperaba la ley del hombre, ley a la que a veces había que dar un empujón, especialmente cuando se trataba de elfos en problemas.
Cuando por fin cruzaron los muros de la ciudad, a pesar del largo viaje, el grupo se dirigió directamente hacia los cuarteles de la guardia de la ciudad levantando cierta expectación a su paso. En aquel lugar era común ver a los elfos por las calles, regentar sus negocios y hacer en general una vida bastante normal, pero las sumas sacerdotisas no eran algo tan común ni mucho menos. Los guardias sabían que debían tratarla con respeto y los elfos la saludaban con las fórmulas de la gente del bosque en cuanto la veían bajando sus cabezas, incluso algunos humanos lo hacían también. Quizá los padres de los padres de sus padres la vieran mucho tiempo atrás por aquellas calles, caminando al lado de grandes leyendas, uniendo sus fuerzas a las de los humanos en la gran guerra, eso hasta los orejas redondas lo respetaban.
Desmontaron en las caballerizas del cuartel y Ashara pidió ver con su siempre melodioso tono de voz al oficial al cargo. Había algo en su forma de hablar que resultaba...Era como si cuanto decía fuese una orden imperativa que no podías negarte a cumplir y sin embargo a la vez fuera la caricia de una madre a un hijo. Níniel lo definía como una dulce y severa ahora de nobleza. El oficial de la guardia no tardó en aparecer realizando una elegante reverencia e invitando al grupo a pasar dentro a pesar de que muchos guardias miraban con recelo a la escolta elfa de la suma sacerdotisa.
-¿ A qué debemos este honor mi señora?- Preguntó el oficial, un tal Craster.
-Me temo que no a la cortesía, oficial. Vengo a hablar sobre las jóvenes desaparecidas en las últimas fechas. Concretamente a saber por qué la guardia no hace nada para encontrarlas y castigar al o a los culpables.-
-Hacemos cuanto podemos...Hemos...Rastreado la ciudad y las afueras, buscado ayuda externa, investigado...- Comentó nervioso el hombre a sabiendas de que, si bien aquella mujer elfa no era su superior debía satisfacerla.
-No lo suficiente por lo que veo, quizá haga falta un poco de colaboración por nuestra parte. Podría enviar a grupos de forestales a registrar palmo a palmo la zona si no se ve capaz.-
-Eso no...No será necesario, le aseguro que resolveré el asunto, tiene mi palabra.-
-Bien, no obstante algunas de las desaparecidas son elfas, me gustaría colaborar. Esta es mi hija Níniel, quizá pueda unirse a ese grupo externo que mencionó antes.- Dijo la mujer elfa señalando a la joven de ojos aguamarina que caminaba a su lado, de nuevo con ese tono de voz que instaba a obedecer incluso lo que podría ser considerado una simple y amable propuesta.
-Por supuesto, será un honor contar con su colaboración.-Contestó el humano más por mantener las formas que por convicción. En su foro interno su orgullo comenzaba a sentirse demasiado herido por tener que agachar la cabeza ante una elfa.
Níniel mantuvo la compostura a pesar de que no esperaba que aquel viaje fuese a acabar con ella formando parte de ningún grupo de búsqueda, aunque no le extrañaría que aquella fuese la intención de su madre desde el principio. En cualquier caso obedecería sin rechistar los deseos de Ashara y por supuesto haría cuanto estuviera en su mano para encontrar a aquellas hermanas desaparecidas por las que estaba preocupada. La conversación no duró mucho más y pronto el grupo de elfos salió de los cuarteles rumbo a una posada regentada por elfos y con una clientela mayoritariamente élfica. Allí descansarían aquella noche y tanto Ashara como su guardia partirían al día siguiente de vuelta a Sindorai. Níniel permanecería allí hasta que el grupo del que debía formar parte fuese reclutado y entonces se reuniría con ellos. Mientras aprovecharía para empaparse de los rumores y habladurías de la gente sobre aquellas desapariciones e investigaría por su cuenta esperando conocer mejor el caso.
El momento de la reunión no se hizo esperar en demasía, el lugar elegido para ello sería un edificio de la guardia de la ciudad, concretamente el primer nivel de una de las torres de la muralla, cerca de las puertas de la ciudad. La lluvia de aquellos días no había cesado y pequeños riachuelos recorrían las calles de piedra allí donde la pendiente era pronunciada. Níniel avanzó hasta allí con su negra capa cubriendola por completo y la capucha echada hacia delante para evitar mojarse y para protegerse del frío. Llamó a la puerta del lugar señalado y esperó a que alguien abriera pero nadie lo hizo. "No creo haberme equivocado de lugar". Miró hacia los lados y hacia arriba tratando de ver si veía a algún guardia por allí sin tener más suerte cuando, a la carrera, llegó un grupo de ellos que llevaban a un par de heridos leves por quemadura atendidos por un elfo.No le habían parecido quemaduras muy graves pero daba la sensación de que habían tocado algo al rojo, tocado o abrazado.
-Que raro...-
En cualquier caso aquellos hombres pasaron de largo y la peliblanca continuaba esperando allí plantada a que alguien abriese la dichosa puerta por lo que se fijó en un encuentro a unos metros de allí en el que un hombre y una mujer tropezaron el uno con el otro. Parecía un simple encontronazo pero parecía que aquel par se conocían, se podría decir que saltaban chispas.
-Ah, el amor, ni siquiera esta persistente lluvia puede apagar su llama.-
Ashara también estaba menos habladora que de costumbre. Normalmente había aprovechado las escasas oportunidades que había tenido durante los últimos meses de hablar largo tiempo con su hija para preguntarle por sus experiencias con los humanos y otras razas, comprobar cuánto había aprendido y si crecía como esperaba de ella como sacerdotisa. Solía convertir cada conversación en una prueba que lejos de incomodar o molestar a su primogénita le servía para seguir mejorando, como si las lecciones y los exámenes nunca fuesen a terminar. Un buen hábito en opinión de Níniel. La peliblanca sospechaba, aunque no había cometido la falta de respeto que sería preguntar, que aquel silencio era causado por el motivo que las llevaba a la más cercana de las ciudades de los hombres a Sindorai, un motivo lúgubre sin duda. Durante las últimas semanas habían desaparecido varias chicas, humanas al principio pero también elfas, en la zona, las suficientes para alarmar a la guardia y también para que la suma sacerdotisa quisiera pedir a los humanos una explicación personalmente así como una mayor contundencia a la hora de buscarlas. Sindorai era asunto de los elfos, pero más allá imperaba la ley del hombre, ley a la que a veces había que dar un empujón, especialmente cuando se trataba de elfos en problemas.
Cuando por fin cruzaron los muros de la ciudad, a pesar del largo viaje, el grupo se dirigió directamente hacia los cuarteles de la guardia de la ciudad levantando cierta expectación a su paso. En aquel lugar era común ver a los elfos por las calles, regentar sus negocios y hacer en general una vida bastante normal, pero las sumas sacerdotisas no eran algo tan común ni mucho menos. Los guardias sabían que debían tratarla con respeto y los elfos la saludaban con las fórmulas de la gente del bosque en cuanto la veían bajando sus cabezas, incluso algunos humanos lo hacían también. Quizá los padres de los padres de sus padres la vieran mucho tiempo atrás por aquellas calles, caminando al lado de grandes leyendas, uniendo sus fuerzas a las de los humanos en la gran guerra, eso hasta los orejas redondas lo respetaban.
Desmontaron en las caballerizas del cuartel y Ashara pidió ver con su siempre melodioso tono de voz al oficial al cargo. Había algo en su forma de hablar que resultaba...Era como si cuanto decía fuese una orden imperativa que no podías negarte a cumplir y sin embargo a la vez fuera la caricia de una madre a un hijo. Níniel lo definía como una dulce y severa ahora de nobleza. El oficial de la guardia no tardó en aparecer realizando una elegante reverencia e invitando al grupo a pasar dentro a pesar de que muchos guardias miraban con recelo a la escolta elfa de la suma sacerdotisa.
-¿ A qué debemos este honor mi señora?- Preguntó el oficial, un tal Craster.
-Me temo que no a la cortesía, oficial. Vengo a hablar sobre las jóvenes desaparecidas en las últimas fechas. Concretamente a saber por qué la guardia no hace nada para encontrarlas y castigar al o a los culpables.-
-Hacemos cuanto podemos...Hemos...Rastreado la ciudad y las afueras, buscado ayuda externa, investigado...- Comentó nervioso el hombre a sabiendas de que, si bien aquella mujer elfa no era su superior debía satisfacerla.
-No lo suficiente por lo que veo, quizá haga falta un poco de colaboración por nuestra parte. Podría enviar a grupos de forestales a registrar palmo a palmo la zona si no se ve capaz.-
-Eso no...No será necesario, le aseguro que resolveré el asunto, tiene mi palabra.-
-Bien, no obstante algunas de las desaparecidas son elfas, me gustaría colaborar. Esta es mi hija Níniel, quizá pueda unirse a ese grupo externo que mencionó antes.- Dijo la mujer elfa señalando a la joven de ojos aguamarina que caminaba a su lado, de nuevo con ese tono de voz que instaba a obedecer incluso lo que podría ser considerado una simple y amable propuesta.
-Por supuesto, será un honor contar con su colaboración.-Contestó el humano más por mantener las formas que por convicción. En su foro interno su orgullo comenzaba a sentirse demasiado herido por tener que agachar la cabeza ante una elfa.
Níniel mantuvo la compostura a pesar de que no esperaba que aquel viaje fuese a acabar con ella formando parte de ningún grupo de búsqueda, aunque no le extrañaría que aquella fuese la intención de su madre desde el principio. En cualquier caso obedecería sin rechistar los deseos de Ashara y por supuesto haría cuanto estuviera en su mano para encontrar a aquellas hermanas desaparecidas por las que estaba preocupada. La conversación no duró mucho más y pronto el grupo de elfos salió de los cuarteles rumbo a una posada regentada por elfos y con una clientela mayoritariamente élfica. Allí descansarían aquella noche y tanto Ashara como su guardia partirían al día siguiente de vuelta a Sindorai. Níniel permanecería allí hasta que el grupo del que debía formar parte fuese reclutado y entonces se reuniría con ellos. Mientras aprovecharía para empaparse de los rumores y habladurías de la gente sobre aquellas desapariciones e investigaría por su cuenta esperando conocer mejor el caso.
El momento de la reunión no se hizo esperar en demasía, el lugar elegido para ello sería un edificio de la guardia de la ciudad, concretamente el primer nivel de una de las torres de la muralla, cerca de las puertas de la ciudad. La lluvia de aquellos días no había cesado y pequeños riachuelos recorrían las calles de piedra allí donde la pendiente era pronunciada. Níniel avanzó hasta allí con su negra capa cubriendola por completo y la capucha echada hacia delante para evitar mojarse y para protegerse del frío. Llamó a la puerta del lugar señalado y esperó a que alguien abriera pero nadie lo hizo. "No creo haberme equivocado de lugar". Miró hacia los lados y hacia arriba tratando de ver si veía a algún guardia por allí sin tener más suerte cuando, a la carrera, llegó un grupo de ellos que llevaban a un par de heridos leves por quemadura atendidos por un elfo.No le habían parecido quemaduras muy graves pero daba la sensación de que habían tocado algo al rojo, tocado o abrazado.
-Que raro...-
En cualquier caso aquellos hombres pasaron de largo y la peliblanca continuaba esperando allí plantada a que alguien abriese la dichosa puerta por lo que se fijó en un encuentro a unos metros de allí en el que un hombre y una mujer tropezaron el uno con el otro. Parecía un simple encontronazo pero parecía que aquel par se conocían, se podría decir que saltaban chispas.
-Ah, el amor, ni siquiera esta persistente lluvia puede apagar su llama.-
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
-¡Joder! Qué día de perros. – fue lo primero que me dije a mi misma mientras veía el suelo encapotado y el sol brillar. El arcoiris brillaba en lo más alto. Hacía un frío que aquella mañana.
Había tardado varios días en atravesar el bosque de Sandorai. El mal tiempo interrumpió bastante mi viaje. Pero no debía de estar ya muy lejos de las fronteras con Verisar. El trayecto desde Ulmer había sido relativamente tranquilo. Quitando alguna aventurilla que me había ocurrido. Pero estaba cerca, muy cerca, de conocer el destino de mi madre. Alguna ciudad no debería de quedar muy lejos. Hace poco me encontré un cartel que indicaba 5 km a Wulvufar.
El camino estaba bastante solitario aquel día, a diferencia de otros en los que me encontraba algún mercader. Fue entonces, casi en las afueras del bosque. Cuando sentí una especie de voz muy ligera que se intercalaba con el cantar de algún pájaro.
-MMMmhhhh – decía la voz, de una mujer supongo. La voz venía de las profundidades del bosque, ya en su final, en su parte más al sur.
Decido acercarme con mi habitual sigilo, a ver que ocurre. No tengo ni idea de que podría estar pasando por allí. Según me acerco a la zona, la voz es cada vez más intensa. Una mujer elfa, atada y amordazada a un gran árbol, hacía ruidos y observaba en todas las direcciones con cara de terror.
Pero allí no parecía haber nadie. De manera que salí de mi escondite. Una mujer ahí podría ser una trampa, un señuelo. O tal vez fuese una cautiva por alguna circunstancia. En cuanto me vio pareció tranquilizarse. Fui andando hacia ella con la ballesta pesada en ristre, por si alguien me atacaba.
-MMMMHHHHH – la cara de terror de la mujer iba aumentando según me acercaba. ¿Pensaría que soy la asesina? Ni mucho menos. En tal caso sería su rescatadora.
-¿Qué ocurre? – le pregunté cuando llegué a su altura.
Levantaba la cabeza con gestos extraños, fue entonces cuando caí en que tal vez alguien estuviera detrás mía.
-¿Alguien det…? – pero no tuve tiempo a terminar la frase. Un hombre extraño y encapuchado se sitúa tras de mí e intenta golpearme con un cuchillo. Me defiendo con la ballesta pesada, pero es mucho más fuerte que yo y consigue despojarme de mi arma por excelencia.
Rápidamente esquivo otro intento de atacarme. Le propino una patada en el abdomen y un puñetazo en la cara, consiguiendo que retrocediera. El hombre se detiene y me mira desafiadamente. Se pone contra el sol. Tiene el rostro pálido y me muestra sus colmillos. Es un vampiro.
-Has ido a dar con la persona equivocada – le dije quitándome con la parte anterior de la mano la sangre de la boca, pues del golpe a mi ballesta, esta me había golpeado la cara.
No se detuvo y se lanzó a por mí. Tenía que evitar que me mordiera de cualquier manera, si no quería convertirme en los que tanto odiaba y cazaba. Pero esos eran los gajes del oficio de mi profesión y estaba acostumbrada a labrar con ellos. Le esquivé su primer golpe y le zancadilleé. Tomé mis ballestas de mano para dispararle, pero el hombre. Rápidamente hizo una especie de giro con los brazos y se utilizó de las piernas para derribarme. Muy rápidamente se lanzó sobre mí.
-¡Ash balla ná! – conjuré desde el suelo. El efecto provocó una fuerte corriente de aire que evitó que el vampiro, que ya venía con sus colmillos, llegase a mí. La corriente del aire lo arrastró fuertemente contra un árbol. Me levanté rápidamente y corrí hacia él, aún dolorido del golpe, dispuesto a clavarle la daga de plata en su corazón, pero de nuevo de una patada me sacó volando por los aires.
Tuve suerte pues caí justo delante de mi ballesta pesada, cargada con puntas de plata, tiré de la palanca de recámara rápidamente para cargar la flecha mientras el hombre venía hacia mí y disparé. Le di justamente en el corazón. Quedando este empotrado contra un árbol y atravesado por la flecha 40 cm de longitud.
Observé antes de dirigirme a la mujer que no hubiera ninguno más. Como así parecía ser. Tomé y le quité la mordaza y la liberé con mi daga.
-Tuviste suerte. – le dije mientras la desataba – No todos los días pasa una cazadora de vampiros a tu lado.
-¡Por favor! ¡No me deje sola! – me suplicaba la elfa – Se lo ruego. Ayúdeme.
-Me dirijo a Wulvufar. Si quieres puedes venir conmigo – le respondí seriamente cargando un nuevo tubo de flecha y sacando de mi faltriquera una punta de plata.
-¡A donde sea! ¡Sígame! Es por aquí – y me dispuse a caminar con ella. Que iba a ritmo rápido. Parecía querer salir de allí cuanto antes.Por el camino le preguntaría que era lo que había pasado allí.
Había tardado varios días en atravesar el bosque de Sandorai. El mal tiempo interrumpió bastante mi viaje. Pero no debía de estar ya muy lejos de las fronteras con Verisar. El trayecto desde Ulmer había sido relativamente tranquilo. Quitando alguna aventurilla que me había ocurrido. Pero estaba cerca, muy cerca, de conocer el destino de mi madre. Alguna ciudad no debería de quedar muy lejos. Hace poco me encontré un cartel que indicaba 5 km a Wulvufar.
El camino estaba bastante solitario aquel día, a diferencia de otros en los que me encontraba algún mercader. Fue entonces, casi en las afueras del bosque. Cuando sentí una especie de voz muy ligera que se intercalaba con el cantar de algún pájaro.
-MMMmhhhh – decía la voz, de una mujer supongo. La voz venía de las profundidades del bosque, ya en su final, en su parte más al sur.
Decido acercarme con mi habitual sigilo, a ver que ocurre. No tengo ni idea de que podría estar pasando por allí. Según me acerco a la zona, la voz es cada vez más intensa. Una mujer elfa, atada y amordazada a un gran árbol, hacía ruidos y observaba en todas las direcciones con cara de terror.
Pero allí no parecía haber nadie. De manera que salí de mi escondite. Una mujer ahí podría ser una trampa, un señuelo. O tal vez fuese una cautiva por alguna circunstancia. En cuanto me vio pareció tranquilizarse. Fui andando hacia ella con la ballesta pesada en ristre, por si alguien me atacaba.
-MMMMHHHHH – la cara de terror de la mujer iba aumentando según me acercaba. ¿Pensaría que soy la asesina? Ni mucho menos. En tal caso sería su rescatadora.
-¿Qué ocurre? – le pregunté cuando llegué a su altura.
Levantaba la cabeza con gestos extraños, fue entonces cuando caí en que tal vez alguien estuviera detrás mía.
-¿Alguien det…? – pero no tuve tiempo a terminar la frase. Un hombre extraño y encapuchado se sitúa tras de mí e intenta golpearme con un cuchillo. Me defiendo con la ballesta pesada, pero es mucho más fuerte que yo y consigue despojarme de mi arma por excelencia.
Rápidamente esquivo otro intento de atacarme. Le propino una patada en el abdomen y un puñetazo en la cara, consiguiendo que retrocediera. El hombre se detiene y me mira desafiadamente. Se pone contra el sol. Tiene el rostro pálido y me muestra sus colmillos. Es un vampiro.
-Has ido a dar con la persona equivocada – le dije quitándome con la parte anterior de la mano la sangre de la boca, pues del golpe a mi ballesta, esta me había golpeado la cara.
No se detuvo y se lanzó a por mí. Tenía que evitar que me mordiera de cualquier manera, si no quería convertirme en los que tanto odiaba y cazaba. Pero esos eran los gajes del oficio de mi profesión y estaba acostumbrada a labrar con ellos. Le esquivé su primer golpe y le zancadilleé. Tomé mis ballestas de mano para dispararle, pero el hombre. Rápidamente hizo una especie de giro con los brazos y se utilizó de las piernas para derribarme. Muy rápidamente se lanzó sobre mí.
-¡Ash balla ná! – conjuré desde el suelo. El efecto provocó una fuerte corriente de aire que evitó que el vampiro, que ya venía con sus colmillos, llegase a mí. La corriente del aire lo arrastró fuertemente contra un árbol. Me levanté rápidamente y corrí hacia él, aún dolorido del golpe, dispuesto a clavarle la daga de plata en su corazón, pero de nuevo de una patada me sacó volando por los aires.
Tuve suerte pues caí justo delante de mi ballesta pesada, cargada con puntas de plata, tiré de la palanca de recámara rápidamente para cargar la flecha mientras el hombre venía hacia mí y disparé. Le di justamente en el corazón. Quedando este empotrado contra un árbol y atravesado por la flecha 40 cm de longitud.
Observé antes de dirigirme a la mujer que no hubiera ninguno más. Como así parecía ser. Tomé y le quité la mordaza y la liberé con mi daga.
-Tuviste suerte. – le dije mientras la desataba – No todos los días pasa una cazadora de vampiros a tu lado.
-¡Por favor! ¡No me deje sola! – me suplicaba la elfa – Se lo ruego. Ayúdeme.
-Me dirijo a Wulvufar. Si quieres puedes venir conmigo – le respondí seriamente cargando un nuevo tubo de flecha y sacando de mi faltriquera una punta de plata.
-¡A donde sea! ¡Sígame! Es por aquí – y me dispuse a caminar con ella. Que iba a ritmo rápido. Parecía querer salir de allí cuanto antes.Por el camino le preguntaría que era lo que había pasado allí.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Maldita era su fortuna, pues la lluvia había vuelto para molestarlo de nuevo. Podría haber llovido cuando estaba en la taberna o en el cuartel, pero no, tenía que llover cuando andaba por la calle al descubierto. De todos modos eso era algo indiferente ahora mismo. Había escuchado gritos hacia la zona a la que se dirigía, y si no le fallaba el oído el de una mujer destacaba sobre el resto.
Teniendo en cuenta los acontecimientos que habían ocurrido en la ciudad, el brujo no dudó en moverse con rapidez al lugar, encontrándose con un tremendo golpe al dar vuelta a la esquina. El tropiezo hizo que trastabillara y acabara empotrado contra el puesto de frutas de al lado. Las disculpas no fueron suficientes, por lo que el rubio tuvo que hacer uso de su ingenio para calmar a la anciana regente del puesto. Siempre y cuando sacar unas monedas compensatorias de su bolsa se considerara algo ingenioso. La verdad, teniendo en cuenta que la señora no paró de golpearlo con un palo en la cabeza mientras intentaba disculparse, hizo que optara por el remedio más sencillo.
- Maldita sea-, comentó para sí mismo cuando ya hubo solucionado su problema con la mujer. - Aún no he comenzado la búsqueda y ya me han partido la cabeza. Esta debe ser mi mejor marca.
Al menos se había librado de la furiosa anciana, pudiendo centrarse de nuevo en lo que tenía entre manos, es decir, la persona que había causado su colisión. Mentiría si dijese que no había suficiente materia en el cuerpo de la fémina como para desbordar sus manos. Evidentemente él no le diría algo así a la muchacha, en primer lugar porque era lo suficientemente educado para no soltar algo así de sopetón, y sobre todo, porque no quería acabar como la nueva antorcha de alumbrado de la ciudad.
- Tú-, dijo algo asombrado. - No sé, creo que debería extrañarme de volverme a encontrarme contigo en un lugar tan alejado, pero supongo que prefiero alegrarme-, le sonrió. - El azar puede ser algo muy curioso, a no ser que me hayas estado siguiendo todo este tiempo-, rió después de hacer la broma, pues sabía que a la mujer le encantaba ir por libre. - Y por Tyr, espero que no hayas perdido tu humor, no quisiera morir en llamas en este momento.
La chica era un mujer con un carácter muy fuerte, pero a él le daba un poco de tregua, gracias a las muchas aventuras que habían vivido juntos. Se habían salvado el culo el uno al otro en demasiadas ocasiones como para no tenerlo en cuenta. No obstante a Keira le pasaba algo, pues se le notaba el enfado en el rostro.
- ¿Que te ocurre? Pareces alterada-, se puso más serio. - Será mejor que hablemos en un lugar donde la lluvia nos deje en paz, o acabaremos mucho más empapados de lo que ya estamos. Me dirigía a ese edificio de allí-, señaló la torre de guardia. - Justo al lado de aquella persona encapuchada. Me han dado un papel que me acredita para entrar allí, ya te contaré. Qué me dices-, le volvió a sonreír, a la vez que hacía un movimiento con su brazo, mostrando que si estaba dispuesta a ir con él la acompañaría hasta el edificio.
Teniendo en cuenta los acontecimientos que habían ocurrido en la ciudad, el brujo no dudó en moverse con rapidez al lugar, encontrándose con un tremendo golpe al dar vuelta a la esquina. El tropiezo hizo que trastabillara y acabara empotrado contra el puesto de frutas de al lado. Las disculpas no fueron suficientes, por lo que el rubio tuvo que hacer uso de su ingenio para calmar a la anciana regente del puesto. Siempre y cuando sacar unas monedas compensatorias de su bolsa se considerara algo ingenioso. La verdad, teniendo en cuenta que la señora no paró de golpearlo con un palo en la cabeza mientras intentaba disculparse, hizo que optara por el remedio más sencillo.
- Maldita sea-, comentó para sí mismo cuando ya hubo solucionado su problema con la mujer. - Aún no he comenzado la búsqueda y ya me han partido la cabeza. Esta debe ser mi mejor marca.
Al menos se había librado de la furiosa anciana, pudiendo centrarse de nuevo en lo que tenía entre manos, es decir, la persona que había causado su colisión. Mentiría si dijese que no había suficiente materia en el cuerpo de la fémina como para desbordar sus manos. Evidentemente él no le diría algo así a la muchacha, en primer lugar porque era lo suficientemente educado para no soltar algo así de sopetón, y sobre todo, porque no quería acabar como la nueva antorcha de alumbrado de la ciudad.
- Tú-, dijo algo asombrado. - No sé, creo que debería extrañarme de volverme a encontrarme contigo en un lugar tan alejado, pero supongo que prefiero alegrarme-, le sonrió. - El azar puede ser algo muy curioso, a no ser que me hayas estado siguiendo todo este tiempo-, rió después de hacer la broma, pues sabía que a la mujer le encantaba ir por libre. - Y por Tyr, espero que no hayas perdido tu humor, no quisiera morir en llamas en este momento.
La chica era un mujer con un carácter muy fuerte, pero a él le daba un poco de tregua, gracias a las muchas aventuras que habían vivido juntos. Se habían salvado el culo el uno al otro en demasiadas ocasiones como para no tenerlo en cuenta. No obstante a Keira le pasaba algo, pues se le notaba el enfado en el rostro.
- ¿Que te ocurre? Pareces alterada-, se puso más serio. - Será mejor que hablemos en un lugar donde la lluvia nos deje en paz, o acabaremos mucho más empapados de lo que ya estamos. Me dirigía a ese edificio de allí-, señaló la torre de guardia. - Justo al lado de aquella persona encapuchada. Me han dado un papel que me acredita para entrar allí, ya te contaré. Qué me dices-, le volvió a sonreír, a la vez que hacía un movimiento con su brazo, mostrando que si estaba dispuesta a ir con él la acompañaría hasta el edificio.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Con su tropiezo acabó en el suelo embarrado mientras que la persona con quien había chocado cayó sobre un puesto del mercado, una mujer anciana que empezaba a recoger, enfadada por el estropicio, golpeó al chico en la cabeza. Mientras esto sucedía, Keira se levantó intentando quitarse el barro de la ropa, no era demasiado, pero era incomodo. El golpe, al menos, la había ayudado a calmarse, aunque un aire apático comenzaba a cubrirla y la ira no había cesado.
La chica miró con enfadada tristeza al hombre que aun con todo se atrevía a bromear, no sabía lo que había sucedido, eso era algo que Keira sabía, pero ya era raro verla acelerada como, para colmo, bromear sobre ello. Respirando hondo intentó recuperar la compostura, el enfado seguía latente en su garganta y su paciencia era corta, pero no podía dejar solo a ese zote, se habían salvado el culo mutuamente en varias ocasiones, podía considerar al tipo un amigo, algo incordio, pero un amigo al fin y al cabo.
Con un asentimiento silencioso, volviendo a su aspecto altivo de usual, y en un silencio que podría ser tenso, empezó a andar y, a medida que se acercaban a la zona cubierta donde una sombra encapuchada esperaba, explicó.
- Un idiota me asaltó en el camino hacia el bosque de los elfos, Fire se interpuso y acabó herida, ese cerdo me las va a pagar todas juntas.- la frialdad que denotaba en ese instante la voz de la joven mostraba más ira que la que la podría haberse notado instantes antes, cuando, alterada, había perdido el contro quemando a un guardia.- Yo también tengo permiso para entrar aquí, me dijeron que esperase a quienes debían llegar, pero mi paciencia es corta, y no voy a dejar que quien hirió a Fire respire tranquilo. Voy a quemarle los pulmones con tal lentitud que deseará morir.- murmuró rabiosa, entrando al lugar cubierto.
Bajo la techumbre, otra persona, una mujer, si miraba por debajo de la capucha, una elfa, esperaba, estaría también en todo el lío, si era así, tal vez fuera útil, siempre era bueno tener un sanador que evitase las marcas, ya tenía bastante con la del hombro, no quería ninguna más.
La chica miró con enfadada tristeza al hombre que aun con todo se atrevía a bromear, no sabía lo que había sucedido, eso era algo que Keira sabía, pero ya era raro verla acelerada como, para colmo, bromear sobre ello. Respirando hondo intentó recuperar la compostura, el enfado seguía latente en su garganta y su paciencia era corta, pero no podía dejar solo a ese zote, se habían salvado el culo mutuamente en varias ocasiones, podía considerar al tipo un amigo, algo incordio, pero un amigo al fin y al cabo.
Con un asentimiento silencioso, volviendo a su aspecto altivo de usual, y en un silencio que podría ser tenso, empezó a andar y, a medida que se acercaban a la zona cubierta donde una sombra encapuchada esperaba, explicó.
- Un idiota me asaltó en el camino hacia el bosque de los elfos, Fire se interpuso y acabó herida, ese cerdo me las va a pagar todas juntas.- la frialdad que denotaba en ese instante la voz de la joven mostraba más ira que la que la podría haberse notado instantes antes, cuando, alterada, había perdido el contro quemando a un guardia.- Yo también tengo permiso para entrar aquí, me dijeron que esperase a quienes debían llegar, pero mi paciencia es corta, y no voy a dejar que quien hirió a Fire respire tranquilo. Voy a quemarle los pulmones con tal lentitud que deseará morir.- murmuró rabiosa, entrando al lugar cubierto.
Bajo la techumbre, otra persona, una mujer, si miraba por debajo de la capucha, una elfa, esperaba, estaría también en todo el lío, si era así, tal vez fuera útil, siempre era bueno tener un sanador que evitase las marcas, ya tenía bastante con la del hombro, no quería ninguna más.
Keira Brabery
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 247
Nivel de PJ : : 1
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Níniel acababa de hacer aquel aquel comentario sobre la parejita que había chocado a unos metros de ella mientras les observaba y enseguida se arrepintió de haberlo hecho en voz alta, temiendo que a pesar de la distancia y el ruido de la lluvia aquellos dos la hubiesen oído pues tras intercambiar unas palabras ambos se giraron y se encaminaron en aquella dirección de forma decidida. De hecho incluso vio sin lugar a dudas como la mujer la miraba mientras se acercaban, además parecía molesta, enfadada. ¿Se habría molestado?. Quizá no eran pareja ni nada por el estilo y pensaran que les había faltado al respeto, cosa que no era así ni por asomo, se había tratado de un comentario con la mera intención de pensar en algo que no fuera la lluvia que calaba su capa.
La peliblanca preparaba una disculpa formal por inapropiado comentario, segura ya de que era el objetivo de aquellos dos cuando la puerta de madera de la torre se abrió y la figura de un guardia elfo equipado con el equipo típico de los soldados humanos hizo su aparición mirando de arriba a abajo a la sacerdotisa de forma evaluativa. Tenía el pelo negro y largo en una cola de caballo hasta por debajo de los hombros y no ocultaba sus puntiagudas orejas en modo alguno.
-Debes de ser Níniel, la hija de Ashara, adelante pasa, eres la primera en llegar.- Dijo en el idioma común y refiriéndose de una forma muy coloquial a una suma sacerdotisa. También la había tuteado a ella pero eso le daba igual a la peliblanca, no como usar el nombre de pila de alguien como su madre, a quien ni ella misma trataba con esa familiaridad en público, de hecho siempre la llamaba madre. En cualquier caso no rechazó su invitación a entrar, no sin antes echar otra mirada atrás a aquella pareja que continuaba yendo hacia allí.
Aquella primera parte de la torre parecía más bien una sala de estar que parte de una estructura defensiva de la muralla. Era más amplia de lo que parecía, de forma circular y daba una agradable sensación de calor gracias a las antorchas de las paredes que también iluminaban decentemente el lugar. En el centro había una mesa de tamaño medio con algunas botellas y jarras rodeada por seis sillas mientras que las paredes estaban cubiertas de muebles armeros con espadas de acero, arcos y carcajs de flechas. Una escalerilla de madera parecía conducir a los niveles superiores de la torre a través d euna trampilla que se encontraba cerrada en esos momentos. A parte del elfo no había nadie más allí. Níniel no se había aún no retirado la capucha cuando el elfo en vez de cerrar la puerta la abrió más para dejar entrar ni más ni menos que a la extraña pareja.
-El brujo y...!Ah sí!, la temperamental última incorporación...Pasad.- Así que al final no la habían oído, simplemente y por pura coincidencia formaban parte de aquel prometido grupo que debía encontrar a las mujeres desaparecidas. Menos mal, empezaba a resultar preocupante semejante persecución por un simple e inocente comentario -Os presento a Níniel, parte del grupo. Señorita Níniel, Vincent Calfound...Calhoun...Y...- Miró un trozo de papel que por su humedad acababan de llevarle. -Keira...Bien con esto ya estamos todos, no somos un grupo muy grande pero la verdad es que lo prefiero así. Sentaos, serviros algo de bebida y os pondré al día.- Níniel inclinó la cabeza hacia los recién llegados a modo de respetuoso saludo y tras echar para atrás la capucha de su capa y dejar esta cerca de la entrada tomo asiento, apartando una jarra con fuerte olor a alcohol de delante del sitio que había escogido. -Bien yo soy Laurent, sargento Laurent de la guardia de la ciudad, estoy a cargo de...-
No pudo acabar la frase porque llamaron a la puerta de madera de forma fuerte e insistente, fuese quien fuese parecía tener prisa por entrar. El sargento fue hacia la puerta con rápidas zancadas y abrió la mirilla antes de abrir la puerta. Entraron tres personas que no podían parecer más diferentes entre ellos, dos mujeres y un guardia de la ciudad. Una era una elfa de Sandorai, vestía con las ropas típicas de uno de los clanes fronterizos. La segunda joven parecía la clase de chica que sabía defenderse sola e iba armada con una ballesta.
-Sargento.- Saludó el guardia.- Me mandan con estas dos mujeres a verle, parece que tienen que ver con el asunto ese de las desapariciones.- El hombre miró al resto de los allí presentes sin decir nada.
-Bien...¿En qué sentido?-
-La elfa fue atacada en un lugar donde ya han desaparecido otras mujeres, o cerca. Esta joven la salvo de...Un vampiro.-Laurent miró a Huracán asintiendo, como si creyera esa declaración y viera con buenos ojos que aquella chica hubiese podido matar a un vampiro. Actitud muy diferente a la de ese guardia que parecía considerar la mención de un vampiro como si fuera una especie de broma.
-Me lo temía...Perfecto, puede retirarse soldado, yo me haré cargo. - El soldado se retiró saliendo del lugar por la puerta. -Bien señoritas, soy el sargento Laurent y como iba diciendo.- Con esto ya se dirigió a todos.- Estoy a cargo de la investigación de las mujeres desaparecidas. Tomen asiento. ¿Puedo ofreceros algo de beber?. Antes de tomar la palabra me gustaría escuchar esa historia, la del vampiro. Y no omitan detalles por favor.- Dijo tomando asiento en la última silla libre y dando un largo sorbo a una de las jarras.
La peliblanca preparaba una disculpa formal por inapropiado comentario, segura ya de que era el objetivo de aquellos dos cuando la puerta de madera de la torre se abrió y la figura de un guardia elfo equipado con el equipo típico de los soldados humanos hizo su aparición mirando de arriba a abajo a la sacerdotisa de forma evaluativa. Tenía el pelo negro y largo en una cola de caballo hasta por debajo de los hombros y no ocultaba sus puntiagudas orejas en modo alguno.
-Debes de ser Níniel, la hija de Ashara, adelante pasa, eres la primera en llegar.- Dijo en el idioma común y refiriéndose de una forma muy coloquial a una suma sacerdotisa. También la había tuteado a ella pero eso le daba igual a la peliblanca, no como usar el nombre de pila de alguien como su madre, a quien ni ella misma trataba con esa familiaridad en público, de hecho siempre la llamaba madre. En cualquier caso no rechazó su invitación a entrar, no sin antes echar otra mirada atrás a aquella pareja que continuaba yendo hacia allí.
Aquella primera parte de la torre parecía más bien una sala de estar que parte de una estructura defensiva de la muralla. Era más amplia de lo que parecía, de forma circular y daba una agradable sensación de calor gracias a las antorchas de las paredes que también iluminaban decentemente el lugar. En el centro había una mesa de tamaño medio con algunas botellas y jarras rodeada por seis sillas mientras que las paredes estaban cubiertas de muebles armeros con espadas de acero, arcos y carcajs de flechas. Una escalerilla de madera parecía conducir a los niveles superiores de la torre a través d euna trampilla que se encontraba cerrada en esos momentos. A parte del elfo no había nadie más allí. Níniel no se había aún no retirado la capucha cuando el elfo en vez de cerrar la puerta la abrió más para dejar entrar ni más ni menos que a la extraña pareja.
-El brujo y...!Ah sí!, la temperamental última incorporación...Pasad.- Así que al final no la habían oído, simplemente y por pura coincidencia formaban parte de aquel prometido grupo que debía encontrar a las mujeres desaparecidas. Menos mal, empezaba a resultar preocupante semejante persecución por un simple e inocente comentario -Os presento a Níniel, parte del grupo. Señorita Níniel, Vincent Calfound...Calhoun...Y...- Miró un trozo de papel que por su humedad acababan de llevarle. -Keira...Bien con esto ya estamos todos, no somos un grupo muy grande pero la verdad es que lo prefiero así. Sentaos, serviros algo de bebida y os pondré al día.- Níniel inclinó la cabeza hacia los recién llegados a modo de respetuoso saludo y tras echar para atrás la capucha de su capa y dejar esta cerca de la entrada tomo asiento, apartando una jarra con fuerte olor a alcohol de delante del sitio que había escogido. -Bien yo soy Laurent, sargento Laurent de la guardia de la ciudad, estoy a cargo de...-
No pudo acabar la frase porque llamaron a la puerta de madera de forma fuerte e insistente, fuese quien fuese parecía tener prisa por entrar. El sargento fue hacia la puerta con rápidas zancadas y abrió la mirilla antes de abrir la puerta. Entraron tres personas que no podían parecer más diferentes entre ellos, dos mujeres y un guardia de la ciudad. Una era una elfa de Sandorai, vestía con las ropas típicas de uno de los clanes fronterizos. La segunda joven parecía la clase de chica que sabía defenderse sola e iba armada con una ballesta.
-Sargento.- Saludó el guardia.- Me mandan con estas dos mujeres a verle, parece que tienen que ver con el asunto ese de las desapariciones.- El hombre miró al resto de los allí presentes sin decir nada.
-Bien...¿En qué sentido?-
-La elfa fue atacada en un lugar donde ya han desaparecido otras mujeres, o cerca. Esta joven la salvo de...Un vampiro.-Laurent miró a Huracán asintiendo, como si creyera esa declaración y viera con buenos ojos que aquella chica hubiese podido matar a un vampiro. Actitud muy diferente a la de ese guardia que parecía considerar la mención de un vampiro como si fuera una especie de broma.
-Me lo temía...Perfecto, puede retirarse soldado, yo me haré cargo. - El soldado se retiró saliendo del lugar por la puerta. -Bien señoritas, soy el sargento Laurent y como iba diciendo.- Con esto ya se dirigió a todos.- Estoy a cargo de la investigación de las mujeres desaparecidas. Tomen asiento. ¿Puedo ofreceros algo de beber?. Antes de tomar la palabra me gustaría escuchar esa historia, la del vampiro. Y no omitan detalles por favor.- Dijo tomando asiento en la última silla libre y dando un largo sorbo a una de las jarras.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Íbamos avanzando por el bosque, andando a paso ligero. Tuve tiempo para preguntarle a la mujer algunas cuestiones sobre el ataque que había recibido hace poco.
-¿Quién era ese vampiro y por qué te ha raptado? – le pregunté con el semblante serio.
-No lo sé. Llevan desapareciendo chicas desde hace un mes. No sé qué harán con ellas. – respondió con voz temblorosa – Nadie hace nada… démonos prisa. Vendrán más.
Continuamos caminando. La elfa miraba cada poco miraba para atrás. Estaba totalmente aterrorizada.
-Por favor, démonos prisa. – me pidió con la misma voz asustada - ¿Us… Usted… Caza vampiros?
Bonita cuestión. Esa era una forma de describir mi profesión. Asentí con la cabeza. Pero desde luego, no iba a jugarme el pellejo por nada. Poco después de responder, la elfa, comenzó a correr.
-Vienen – dijo. Y comenzó a correr. Yo es cierto que sentí una presencia. Pero la villa de Wulvufar ya se encontraba a la vista. Tan solo había que bajar la colina. Había que correr si queríamos que no nos pillaran. Hice lo propio y vi cómo venían unos cuantos al fondo. Eran muy veloces. Venían como fieras por nosotras.
Corrí lo más rápido que pude. No tenía intención de enfrentarme a todos ellos sola. Parecían más de quince. Todos encapuchados. Una auténtica plaga. Había que salir del bosque como fuera. Pues cando se expusieran al sol probablemente detendrían su persecución.
Eran muy rápidos. Y eso que yo no era especialmente lenta. Tuvimos suerte pues los árboles terminarían dentro de poco, dando lugar a un claro soleado donde los vampiros dejarían de perseguirnos. Se quedaron todos quietos. Observando como huíamos bajo la sombra del último árbol. Podía tratar de dispararles. Pero seguramente fuera tirar la flecha pues estaban a una distancia considerable y la esquivarían. La elfa continuó corriendo, y yo con ella, tratando de calmarla.
-¡Ya no hay peligro! Espera – le grité. Pero me desoyó totalmente. Entró directamente a una especie de torre alta situada en el centro del pueblo. Accediendo yo detrás. Histéricamente se puso a contar que un vampiro la había atacado y que yo la había salvado. “Estas elfas son muy temperamentales”, pensé.
Un guardia nos acompañó hasta lo alto de la torre. Donde había dos mujeres más, una de ellas elfa, y un hombre. Nos instó a que tomáramos asiento y se presentó como el maestro Laurent. Yo no dije nada y me mostré bastante contenida. No quería tener nada que ver con la autoridad local, pues mi destino era otro. Fue la elfa la que habló por mí ante mi rostro serio y de pocos amigos.
-Iba caminando hacia el árbol madre... Y un vampiro salió de la nada y capturó con violencia – dijo enseñando sus brazos, con heridas de fuerza – Me ató a un árbol y pretendía hacer alguna especie de ritual conmigo... Fue a llamar a más vampiros… - se detuvo mirando al suelo unos instantes – Entonces, apareció esta mujer, y acabó con su vida. – dijo mirando hacia mí – Luego nos dirigimos aquí y habría como quince más persiguiéndonos.
Era una buena forma de resumir la escena. Pero yo tenía que reanudar la búsqueda de mi madre y ya había perdido mucho tiempo aquella mañana. Y estaba ansiosa de salir de allí.
-¿Cuál es su nombre? – me preguntó el sargento.
-Huracán – le respondí descaradamente.
-Ese no es un nombre. Identifíquese como corresponde – me respondió con voz seria y algo prepotente. Lo cual no hacía sino enfadarme. Pues yo era fácilmente irascible. Mi nombre auténtico sólo lo sabían mis más íntimos. Y no es algo que me gustara recordar especialmente. – Ya que es una profesional. Va a usted a ayudar al grupo a eliminar a esa plaga.
Esa frase terminó por hacerme enfadarme. ¿Quién se cree que es ese señor para mí? ¿El maestro Dorian?
-¡Eh, sea cortés! – le respondí levantándome de la silla - ¿Acaso cree que soy uno de sus perros de presa a los que puede dar órdenes? Profesional significa dinero – le aclaré, por si todavía no se había dado cuenta de que no iba a jugarme el tipo por unos tipos que ni me iban ni me venían. Aunque tal vez me interesara no solo por la parte económica. Que iba un poco pelada, sino también por conocer si aquellos vampiros tenían algún tipo de vinculación con la posible secta que había raptado a mi madre.
-¿Quién era ese vampiro y por qué te ha raptado? – le pregunté con el semblante serio.
-No lo sé. Llevan desapareciendo chicas desde hace un mes. No sé qué harán con ellas. – respondió con voz temblorosa – Nadie hace nada… démonos prisa. Vendrán más.
Continuamos caminando. La elfa miraba cada poco miraba para atrás. Estaba totalmente aterrorizada.
-Por favor, démonos prisa. – me pidió con la misma voz asustada - ¿Us… Usted… Caza vampiros?
Bonita cuestión. Esa era una forma de describir mi profesión. Asentí con la cabeza. Pero desde luego, no iba a jugarme el pellejo por nada. Poco después de responder, la elfa, comenzó a correr.
-Vienen – dijo. Y comenzó a correr. Yo es cierto que sentí una presencia. Pero la villa de Wulvufar ya se encontraba a la vista. Tan solo había que bajar la colina. Había que correr si queríamos que no nos pillaran. Hice lo propio y vi cómo venían unos cuantos al fondo. Eran muy veloces. Venían como fieras por nosotras.
Corrí lo más rápido que pude. No tenía intención de enfrentarme a todos ellos sola. Parecían más de quince. Todos encapuchados. Una auténtica plaga. Había que salir del bosque como fuera. Pues cando se expusieran al sol probablemente detendrían su persecución.
Eran muy rápidos. Y eso que yo no era especialmente lenta. Tuvimos suerte pues los árboles terminarían dentro de poco, dando lugar a un claro soleado donde los vampiros dejarían de perseguirnos. Se quedaron todos quietos. Observando como huíamos bajo la sombra del último árbol. Podía tratar de dispararles. Pero seguramente fuera tirar la flecha pues estaban a una distancia considerable y la esquivarían. La elfa continuó corriendo, y yo con ella, tratando de calmarla.
-¡Ya no hay peligro! Espera – le grité. Pero me desoyó totalmente. Entró directamente a una especie de torre alta situada en el centro del pueblo. Accediendo yo detrás. Histéricamente se puso a contar que un vampiro la había atacado y que yo la había salvado. “Estas elfas son muy temperamentales”, pensé.
Un guardia nos acompañó hasta lo alto de la torre. Donde había dos mujeres más, una de ellas elfa, y un hombre. Nos instó a que tomáramos asiento y se presentó como el maestro Laurent. Yo no dije nada y me mostré bastante contenida. No quería tener nada que ver con la autoridad local, pues mi destino era otro. Fue la elfa la que habló por mí ante mi rostro serio y de pocos amigos.
-Iba caminando hacia el árbol madre... Y un vampiro salió de la nada y capturó con violencia – dijo enseñando sus brazos, con heridas de fuerza – Me ató a un árbol y pretendía hacer alguna especie de ritual conmigo... Fue a llamar a más vampiros… - se detuvo mirando al suelo unos instantes – Entonces, apareció esta mujer, y acabó con su vida. – dijo mirando hacia mí – Luego nos dirigimos aquí y habría como quince más persiguiéndonos.
Era una buena forma de resumir la escena. Pero yo tenía que reanudar la búsqueda de mi madre y ya había perdido mucho tiempo aquella mañana. Y estaba ansiosa de salir de allí.
-¿Cuál es su nombre? – me preguntó el sargento.
-Huracán – le respondí descaradamente.
-Ese no es un nombre. Identifíquese como corresponde – me respondió con voz seria y algo prepotente. Lo cual no hacía sino enfadarme. Pues yo era fácilmente irascible. Mi nombre auténtico sólo lo sabían mis más íntimos. Y no es algo que me gustara recordar especialmente. – Ya que es una profesional. Va a usted a ayudar al grupo a eliminar a esa plaga.
Esa frase terminó por hacerme enfadarme. ¿Quién se cree que es ese señor para mí? ¿El maestro Dorian?
-¡Eh, sea cortés! – le respondí levantándome de la silla - ¿Acaso cree que soy uno de sus perros de presa a los que puede dar órdenes? Profesional significa dinero – le aclaré, por si todavía no se había dado cuenta de que no iba a jugarme el tipo por unos tipos que ni me iban ni me venían. Aunque tal vez me interesara no solo por la parte económica. Que iba un poco pelada, sino también por conocer si aquellos vampiros tenían algún tipo de vinculación con la posible secta que había raptado a mi madre.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
El brujo no dudaba sobre la amenaza de la mujer. Estaba completamente seguro que haría sufrir al asaltante de ese modo tan literal, si había sido tan estúpido como para herir al pájaro. Había pocas cosas que quisiera más Keira en este mundo que su halcón, por no decir que era lo único que realmente amaba.
- Espero que Fire se ponga pronto bien-, comentó caminando junto a ella.
Sinceramente estaba preocupado por el animal. Le había demostrado ser muy inteligente durante su viaje al sur, además, le había cogido cariño. Por una extraña razón lo recordaba con su ropa de abrigo en el norte, pero desechó esa imagen para centrarse en lo que tenía entre manos.
- Entonces, eres uno de los miembros del grupo al que me tengo que unir-, afirmó acercándose a la puerta de sus destino. - Será interesante que volvamos a trabajar juntos-, sonrió.
La puerta se abrió antes de que llegara hasta ella. De ella salió un guardia que dio pasó al encapuchado que esperaba junto a esta. ¿Así que era otro de los miembros del grupo? Tenía la pinta de ser así, mas hasta que entrara a la torre no lo sabría con certeza. Estaba expectante por saber de cuantas personas sería el equipo.
En solo una sola frase el rubio tubo ganas de consumir en llamas a su interlocutor, aunque tenía más ganas de abrasar al idiota que había ido por ahí diciendo que era un brujo. Seguro que la guardia de Lunargenta había mandado una carta a sus homónimos de Vulwulfar, avisando de que iba para allá, aunque hubiera preferido que olvidaran mencionar su condición de brujo. Qué demonios, lo habrían hecho para reforzar su candidatura como buscador competente. Solo esperaba que no se difundiera por ahí, y acabara lleno de flechas por unos bárbaros descerebrados. Sabía que exageraba un poco, pero él era de los que prefería prevenir que curar, pese a que todos los golpes que se había llevado durante su vida sugiriesen lo contrario.
- Sí, Vincent Calhoun es mi nombre. Veo que está bien informado sargento-, respondió al guardia, que dijo llamarse Laurent.
Por lo demás todo era de lo más normal. Una habitación de una guarnición, sin abalorios ni decoración excesiva. Solo muebles útiles y confortables, aunque por el momento el rubio decidió no sentarse a la mesa, decidiendo que estaría más cómodo apoyado en la pared, justo al lado del asiento de la mujer que había entrado antes que ellos.
Sí, mujer, pues aunque antes, con la distancia y la capucha, no había sido capaz de reconocer ningún rasgo del individuo que esperaba junto a la puerta, ahora con el rostro descubierto podía decir que estaba en presencia de una de las mujeres más hermosas que había visto en su vida. Sus rasgos élficos estaban cincelados en mármol blanco sin fisura alguna, destacando en ella sus labios sonrosados y sus ojos zafiro.
Vincent le dedicó una sonrisa y asintió con la cabeza cuando la mujer lo observó, como estaban haciendo los unos con los otros, ahora que sabían que eran el grupo de rescate y tendrían que trabajar juntos.
- No somos un grupo muy grande creo que es la mejor descripción que se puede hacer-, bromeó. - Pensaba que seríamos un grupo numeroso, porque será complicado para tan pocas personas recabar información en poco tiempo. A no ser que ya tengáis pistas de los sucesos-, empezó a pensar que la guardia debía de estar cerca de encontrar a los culpables. - Si es así, todo será mucho más sencillo.
En cuanto el brujo terminó de hablar entraron a la sala otras tres personas. Dos mujeres y otro guardia. La chica de negro parecía una guerrera, y no era muy comunicativa, pues solo decidió comentar que se llamaba Huracán. Evidentemente se trataba de un apodo, cosa que no le agradó al sargento que quiso saber su verdadero nombre. Que preguntara todo lo que quisiera, por su forma de actuar esa mujer no iba a soltar la lengua a la ligera. Al menos la elfa que la acompañaba dio un dato interesante.
- Creo que es hora de poner todas las cartas sobre la mesa Laurent. Y más tratándose de vampiros. Esas chicas están en gran peligro-, intercedió serio.
El sargento asintió y salió con la muchacha elfa, seguramente para ponerla a disposición de otro guardia. Luego volvió y desplegó un mapa sobre la mesa. Vinc se acercó para ver las señalizaciones del elfo.
- Algunas mujeres que se han salvado, más este dato nuevo de la elfa atada en el bosque por aquí, como me ha confirmado ella misma cuando le he mostrado el mapa hace un momento, nos ha puesto a la guardia sobre aviso sobre una posible guarida por esta zona-, hizo un circulo con el dedo sobre el mapa en una porción del bosque.
- Pero eso son varios kilómetros-, comentó, sabiendo que serían muy pocos para tamaña empresa. Ni siquiera con la nueva incorporación de Huracán lograría muchos progresos.
- Bueno, da el caso que yo he sido batidor durante muchos años antes de ingresar en la guardia. Y me conozco esa zona al dedillo. Hay varias cuevas en esta montaña junto al bosque. Estoy completamente seguro de que es allí donde descansan esos vampiros-, comentó con bastante seguridad.
El rubio asintió ante tal afirmación. El sargento parecía que sabía lo que se traía entre manos, e investigar esas cuevas era un opción mucho mejor que mirar el techo sin hacer nada.
- Creo que todos tendrán sus posesiones en diversas posadas del pueblo. Propongo que vayan a recoger sus cosas y cenen algo antes de partir. Así llegaremos con los primeros rayos del sol al lugar. Nos reuniremos en la puerta de la muralla aledaña a esta torre dentro de una hora-, se giró dispuesto para salir de la habitación, pero antes de hacerlo volvió a girarse hacia Huracán. - Y no se preocupe por el dinero. Hay una suculenta recompensa para los que consigan resolver el misterio-, seguidamente salió por la puerta.
- Será mejor hacerle caso. Volveré a mi posada a recoger mis posesiones y nos vemos en el lugar acordado-, comentó al resto de miembros. Ahora que se fijaba, todas eran chicas menos el sargento y él. - Esperemos que mañana sigamos vivos y seamos un poco más ricos-, sonrió a las chicas antes de salir.
- Espero que Fire se ponga pronto bien-, comentó caminando junto a ella.
Sinceramente estaba preocupado por el animal. Le había demostrado ser muy inteligente durante su viaje al sur, además, le había cogido cariño. Por una extraña razón lo recordaba con su ropa de abrigo en el norte, pero desechó esa imagen para centrarse en lo que tenía entre manos.
- Entonces, eres uno de los miembros del grupo al que me tengo que unir-, afirmó acercándose a la puerta de sus destino. - Será interesante que volvamos a trabajar juntos-, sonrió.
La puerta se abrió antes de que llegara hasta ella. De ella salió un guardia que dio pasó al encapuchado que esperaba junto a esta. ¿Así que era otro de los miembros del grupo? Tenía la pinta de ser así, mas hasta que entrara a la torre no lo sabría con certeza. Estaba expectante por saber de cuantas personas sería el equipo.
En solo una sola frase el rubio tubo ganas de consumir en llamas a su interlocutor, aunque tenía más ganas de abrasar al idiota que había ido por ahí diciendo que era un brujo. Seguro que la guardia de Lunargenta había mandado una carta a sus homónimos de Vulwulfar, avisando de que iba para allá, aunque hubiera preferido que olvidaran mencionar su condición de brujo. Qué demonios, lo habrían hecho para reforzar su candidatura como buscador competente. Solo esperaba que no se difundiera por ahí, y acabara lleno de flechas por unos bárbaros descerebrados. Sabía que exageraba un poco, pero él era de los que prefería prevenir que curar, pese a que todos los golpes que se había llevado durante su vida sugiriesen lo contrario.
- Sí, Vincent Calhoun es mi nombre. Veo que está bien informado sargento-, respondió al guardia, que dijo llamarse Laurent.
Por lo demás todo era de lo más normal. Una habitación de una guarnición, sin abalorios ni decoración excesiva. Solo muebles útiles y confortables, aunque por el momento el rubio decidió no sentarse a la mesa, decidiendo que estaría más cómodo apoyado en la pared, justo al lado del asiento de la mujer que había entrado antes que ellos.
Sí, mujer, pues aunque antes, con la distancia y la capucha, no había sido capaz de reconocer ningún rasgo del individuo que esperaba junto a la puerta, ahora con el rostro descubierto podía decir que estaba en presencia de una de las mujeres más hermosas que había visto en su vida. Sus rasgos élficos estaban cincelados en mármol blanco sin fisura alguna, destacando en ella sus labios sonrosados y sus ojos zafiro.
Vincent le dedicó una sonrisa y asintió con la cabeza cuando la mujer lo observó, como estaban haciendo los unos con los otros, ahora que sabían que eran el grupo de rescate y tendrían que trabajar juntos.
- No somos un grupo muy grande creo que es la mejor descripción que se puede hacer-, bromeó. - Pensaba que seríamos un grupo numeroso, porque será complicado para tan pocas personas recabar información en poco tiempo. A no ser que ya tengáis pistas de los sucesos-, empezó a pensar que la guardia debía de estar cerca de encontrar a los culpables. - Si es así, todo será mucho más sencillo.
En cuanto el brujo terminó de hablar entraron a la sala otras tres personas. Dos mujeres y otro guardia. La chica de negro parecía una guerrera, y no era muy comunicativa, pues solo decidió comentar que se llamaba Huracán. Evidentemente se trataba de un apodo, cosa que no le agradó al sargento que quiso saber su verdadero nombre. Que preguntara todo lo que quisiera, por su forma de actuar esa mujer no iba a soltar la lengua a la ligera. Al menos la elfa que la acompañaba dio un dato interesante.
- Creo que es hora de poner todas las cartas sobre la mesa Laurent. Y más tratándose de vampiros. Esas chicas están en gran peligro-, intercedió serio.
El sargento asintió y salió con la muchacha elfa, seguramente para ponerla a disposición de otro guardia. Luego volvió y desplegó un mapa sobre la mesa. Vinc se acercó para ver las señalizaciones del elfo.
- Algunas mujeres que se han salvado, más este dato nuevo de la elfa atada en el bosque por aquí, como me ha confirmado ella misma cuando le he mostrado el mapa hace un momento, nos ha puesto a la guardia sobre aviso sobre una posible guarida por esta zona-, hizo un circulo con el dedo sobre el mapa en una porción del bosque.
- Pero eso son varios kilómetros-, comentó, sabiendo que serían muy pocos para tamaña empresa. Ni siquiera con la nueva incorporación de Huracán lograría muchos progresos.
- Bueno, da el caso que yo he sido batidor durante muchos años antes de ingresar en la guardia. Y me conozco esa zona al dedillo. Hay varias cuevas en esta montaña junto al bosque. Estoy completamente seguro de que es allí donde descansan esos vampiros-, comentó con bastante seguridad.
El rubio asintió ante tal afirmación. El sargento parecía que sabía lo que se traía entre manos, e investigar esas cuevas era un opción mucho mejor que mirar el techo sin hacer nada.
- Creo que todos tendrán sus posesiones en diversas posadas del pueblo. Propongo que vayan a recoger sus cosas y cenen algo antes de partir. Así llegaremos con los primeros rayos del sol al lugar. Nos reuniremos en la puerta de la muralla aledaña a esta torre dentro de una hora-, se giró dispuesto para salir de la habitación, pero antes de hacerlo volvió a girarse hacia Huracán. - Y no se preocupe por el dinero. Hay una suculenta recompensa para los que consigan resolver el misterio-, seguidamente salió por la puerta.
- Será mejor hacerle caso. Volveré a mi posada a recoger mis posesiones y nos vemos en el lugar acordado-, comentó al resto de miembros. Ahora que se fijaba, todas eran chicas menos el sargento y él. - Esperemos que mañana sigamos vivos y seamos un poco más ricos-, sonrió a las chicas antes de salir.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
La chica asintió ante el deseo del joven, ella también lo esperaba, en realidad, sabía que Fire ya estaba bien, que el médico elfo la había tratado al instante, no obstante, no podía estar tranquila, y no lo estaría hasta que el idiota que se había atrevido a herir al halcón se lo pagase, hasta que se lo pagase caro.
Cuando finalmente les hicieron pasar, el guardia que les abrió, portando una libreta, les nombró, ella, nerviosa, se sentó cruzando una pierna sobre la otra sin poder evitar que el pie empezase a moverse le. Escuchó desganada, histérica, con ganas de saltar de la silla mientras el tipo se presentaba, por fin empezaban. Sin embargo, una nueva interrupción, dos mujeres entraron en escena acompañadas de otro guardia que fue fulminado por la mirada de Keira.
Una elfa y la otra... bueno, parecía que tenía, al menos, la mitad de carácter que ella, por el modo con el que habló al guardia.
Terminadas las presentaciones de rigor, se dieron algunas notas, sabían más o menos la situación, y el mapa no hacía más que dar pistas. Cuando todo pareció finalizado, se alzó con prisas, pero la propuesta de Vincent dejó claro que aun no iban a partir.
- Yo le quemé a uno el brazo, posiblemente no pueda moverlo, si veis a un manco, cuidado.- dijo la chica intentando fingir calma.
No, ella no podía esperar, volvería a su posada a por sus armas, y partiría por su cuenta, no tenía tiempo para esperar a nadie, los culpables debían recibir su merecido. En un momento de distracción, tomó el mapa y salió de allí con rapidez. Dejando atrás el cuartel y a todos los presentes. Pasó a recoger a Fire, que, entusiasta y sana, por fin, saltó hacia ella revoloteando.
Una sonrisa de alivio saltó en su cara, tan extraño era verla sonreír, y más de forma dulce, que los allí presentes no eran consciente de la suerte que tenían de poder ver aquello. Dando las gracias, salió de allí con la decisión por bandera. Y tomó el camino hacia su posada con rapidez.
Allí, tomó sus dagas y una capa, se caló la capucha y, dejando a Fire segura en el cuarto, salió con prisa. Dejó atrás la ciudad y a la entrada del bosque, miró el mapa, oteó a sus espaldas una vez, por si alguien había sido rápido y había acudido y, después, se adentró en la espesura daga en mano,y mapa abierto para no perderse demasiado, no podía esperar, la venganza no siempre se sirve mejor fría.
************************
Off: lo siento, debía ser fiel al pj y Keira no espera a nadie y menos con el cabreo que tiene encima, trucaré para que se encuentren en el bosque T^T
Cuando finalmente les hicieron pasar, el guardia que les abrió, portando una libreta, les nombró, ella, nerviosa, se sentó cruzando una pierna sobre la otra sin poder evitar que el pie empezase a moverse le. Escuchó desganada, histérica, con ganas de saltar de la silla mientras el tipo se presentaba, por fin empezaban. Sin embargo, una nueva interrupción, dos mujeres entraron en escena acompañadas de otro guardia que fue fulminado por la mirada de Keira.
Una elfa y la otra... bueno, parecía que tenía, al menos, la mitad de carácter que ella, por el modo con el que habló al guardia.
Terminadas las presentaciones de rigor, se dieron algunas notas, sabían más o menos la situación, y el mapa no hacía más que dar pistas. Cuando todo pareció finalizado, se alzó con prisas, pero la propuesta de Vincent dejó claro que aun no iban a partir.
- Yo le quemé a uno el brazo, posiblemente no pueda moverlo, si veis a un manco, cuidado.- dijo la chica intentando fingir calma.
No, ella no podía esperar, volvería a su posada a por sus armas, y partiría por su cuenta, no tenía tiempo para esperar a nadie, los culpables debían recibir su merecido. En un momento de distracción, tomó el mapa y salió de allí con rapidez. Dejando atrás el cuartel y a todos los presentes. Pasó a recoger a Fire, que, entusiasta y sana, por fin, saltó hacia ella revoloteando.
Una sonrisa de alivio saltó en su cara, tan extraño era verla sonreír, y más de forma dulce, que los allí presentes no eran consciente de la suerte que tenían de poder ver aquello. Dando las gracias, salió de allí con la decisión por bandera. Y tomó el camino hacia su posada con rapidez.
Allí, tomó sus dagas y una capa, se caló la capucha y, dejando a Fire segura en el cuarto, salió con prisa. Dejó atrás la ciudad y a la entrada del bosque, miró el mapa, oteó a sus espaldas una vez, por si alguien había sido rápido y había acudido y, después, se adentró en la espesura daga en mano,y mapa abierto para no perderse demasiado, no podía esperar, la venganza no siempre se sirve mejor fría.
************************
Off: lo siento, debía ser fiel al pj y Keira no espera a nadie y menos con el cabreo que tiene encima, trucaré para que se encuentren en el bosque T^T
Keira Brabery
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 247
Nivel de PJ : : 1
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Niniel permaneció callada mientras escuchaba a los demás hablar y evaluaba sus palabras, gestos y movimientos para hacerse una idea mejor de con quién iba a compartir la noble carga del deber aquella vez, pues a pesar de que ya se las había visto en un sin fin de situaciones peliagudas, la peliblanca aún tendía a no confiar en los desconocidos, especialmente si uno de ellos era un brujo tal y como había dicho el sargento. Lo cierto era que sus experiencias personales con brujos habían sido netamente positivas y bastante distantes de lo que creía saber sobre los brujos, pero décadas de comentarios e historias en Sindorai no eran fáciles de dejar a un lado, como tampoco lo era aquel brujo de hielo que la atacó en el bosque o Terpoli.
Primero estaba el sargento Laurent, elfo sí, pero el más extraño a pesar de ello. Era directo, y su forma de hablar era la de alguien poco amigo de los buenos modos y el trato de cortesía. No solo por tutear a todo el mundo con una familiaridad apabullante, si no también por cómo actuaba y trataba a los allí presentes. A Níniel le pareció un elfo muy...Humano, aunque aún no tenía claro si algo así era bueno o malo. A continuación estaba Vincent Calhound, el brujo. Era bastante apuesto a pesar de su condición y parecía inteligente y precavido, a la elfa no se le pasó por alto su mirada cuando el sargento dijo mal su apellido, tampoco que le devolvió la mirada con total normalidad a ella. También estaba Keira, bruja a juzgar por su comentario de haber quemado el brazo de alguien, lo cual reforzaba la teoría de Níniel de aquella pareja tenían una historia detrás. Era muy guapa y tenía una delantera tal que hizo que Níniel bajara la mirada hasta su propio pecho con disimulo para comparar tamaño, comparación en la que salió perdiendo. Temperamental se quedaba corto para describirla. Por último, la recién llegada y aún no confirmada como miembro Huracán. Aquel nombre por el que se hacía llamar parecía perfecto para ella. Se trataba de una especie de cazadora experta y sin duda su incorporación reforzaría en gran medida al grupo, Níniel esperaba contar con ella para aquel trabajo. Iban a necesitarla.
En general una cosa estaba clara, aquel capitán de la guardia había mentido descaradamente cuando dijo que estaba haciendo todo lo posible para encontrar a las mujeres desaparecidas durante el encuentro con la madre de Níniel. Laurent quizá llevara un tiempo tras la pista de las chicas, pero el resto del grupo, lejos de tener un recorrido y ser fruto de una meticulosa selección, más bien parecía el resultado de las prisas y las ganas de aparentar de cara a la galería. ¿Sería suficiente un grupo así montado para enfrentarse a los vampiros que parecían estar tras las desapariciones?. La peliblanca por azares del destino había conocido a algunos de los hijos de la noche, incluso podría decirse que era amiga de uno de ellos y no eran asunto para tomarse a la ligera. Eran rápidos, fuertes y capaces de usar trucos mentales con sus objetivos...Si además eran tantos ya podrían tener un buen plan para acabar con ellos o se convertirían en su cena. Aunque parecía que los demás no compartían el mismo temor que la elfa al respecto, Keira incluso parecía ansiosa por ir a por ellos.
-¿Me lo parece a mí o se ha llevado mi mapa?. Bueno da igual, conozco el lugar como la palma de mi mano. Lo dicho, dentro de una hora. Antes si no queremos que esa chica cometa una estupidez...Me gustan las chicas así, sería una pena encontrarla muerta.-
Níniel asintió despacio y volviendo a colocarse su capa salió afuera, una vez más al frío y la lluvia. Caminó a paso veloz por las calles de la ciudad de vuelta hasta su posada y ya en su habitación recogió rápidamente sus cosas pues las tenía casi preparadas por si tenía que salir rápido. Lo único que la retrasó fue colocarse la armadura de cuero negra y meter en la bolsa alguna poción más por si acaso las cosas se torcían, si es que no lo habían hecho ya al saber a qué se estaban enfrentando. ¿Estarían aún vivas las mujeres desaparecidas? ¿Qué clase de rito era ese que la elfa salvada por Huracán había mencionado sin dar más detalles?. Ya pensaría sobre eso más tarde, no quería ser la culpable de retrasar la marcha del grupo por llegar la última, no con la temperamental Keira llevándoles la delantera y enfrentándose sola al peligro. Volvió a echarse la capa por encima, bajó a los establos, ensilló su caballo y preparó las alforjas. Ya lista instó a Nahar a avanzar al trote por las calles de Vulwulfar llegando rápidamente a las, a esas horas de la noche, cerradas puertas de la ciudad. Un par de centinelas la miraron con curiosidad al acercarse. Parecía haber llegado la primera pero la voz del sargento Laurent la hizo mirar en dirección a una pequeña caseta de vigilancia. El elfo soldado estaba ya preparado y con su caballo ensillado, pero por lo visto no pensaba dejar que ni una gota de agua más de lo necesario le tocara.
-Niniel, has sido rápida. Hay sitio para los dos aquí, ¿Quieres venir?.- Quizá era esa condescendencia con la que hablaba o quizá su mirada...Pero Níniel prefirió no aceptar esa invitación. Aquel elfo era definitivamente demasiado humano.
Primero estaba el sargento Laurent, elfo sí, pero el más extraño a pesar de ello. Era directo, y su forma de hablar era la de alguien poco amigo de los buenos modos y el trato de cortesía. No solo por tutear a todo el mundo con una familiaridad apabullante, si no también por cómo actuaba y trataba a los allí presentes. A Níniel le pareció un elfo muy...Humano, aunque aún no tenía claro si algo así era bueno o malo. A continuación estaba Vincent Calhound, el brujo. Era bastante apuesto a pesar de su condición y parecía inteligente y precavido, a la elfa no se le pasó por alto su mirada cuando el sargento dijo mal su apellido, tampoco que le devolvió la mirada con total normalidad a ella. También estaba Keira, bruja a juzgar por su comentario de haber quemado el brazo de alguien, lo cual reforzaba la teoría de Níniel de aquella pareja tenían una historia detrás. Era muy guapa y tenía una delantera tal que hizo que Níniel bajara la mirada hasta su propio pecho con disimulo para comparar tamaño, comparación en la que salió perdiendo. Temperamental se quedaba corto para describirla. Por último, la recién llegada y aún no confirmada como miembro Huracán. Aquel nombre por el que se hacía llamar parecía perfecto para ella. Se trataba de una especie de cazadora experta y sin duda su incorporación reforzaría en gran medida al grupo, Níniel esperaba contar con ella para aquel trabajo. Iban a necesitarla.
En general una cosa estaba clara, aquel capitán de la guardia había mentido descaradamente cuando dijo que estaba haciendo todo lo posible para encontrar a las mujeres desaparecidas durante el encuentro con la madre de Níniel. Laurent quizá llevara un tiempo tras la pista de las chicas, pero el resto del grupo, lejos de tener un recorrido y ser fruto de una meticulosa selección, más bien parecía el resultado de las prisas y las ganas de aparentar de cara a la galería. ¿Sería suficiente un grupo así montado para enfrentarse a los vampiros que parecían estar tras las desapariciones?. La peliblanca por azares del destino había conocido a algunos de los hijos de la noche, incluso podría decirse que era amiga de uno de ellos y no eran asunto para tomarse a la ligera. Eran rápidos, fuertes y capaces de usar trucos mentales con sus objetivos...Si además eran tantos ya podrían tener un buen plan para acabar con ellos o se convertirían en su cena. Aunque parecía que los demás no compartían el mismo temor que la elfa al respecto, Keira incluso parecía ansiosa por ir a por ellos.
-¿Me lo parece a mí o se ha llevado mi mapa?. Bueno da igual, conozco el lugar como la palma de mi mano. Lo dicho, dentro de una hora. Antes si no queremos que esa chica cometa una estupidez...Me gustan las chicas así, sería una pena encontrarla muerta.-
Níniel asintió despacio y volviendo a colocarse su capa salió afuera, una vez más al frío y la lluvia. Caminó a paso veloz por las calles de la ciudad de vuelta hasta su posada y ya en su habitación recogió rápidamente sus cosas pues las tenía casi preparadas por si tenía que salir rápido. Lo único que la retrasó fue colocarse la armadura de cuero negra y meter en la bolsa alguna poción más por si acaso las cosas se torcían, si es que no lo habían hecho ya al saber a qué se estaban enfrentando. ¿Estarían aún vivas las mujeres desaparecidas? ¿Qué clase de rito era ese que la elfa salvada por Huracán había mencionado sin dar más detalles?. Ya pensaría sobre eso más tarde, no quería ser la culpable de retrasar la marcha del grupo por llegar la última, no con la temperamental Keira llevándoles la delantera y enfrentándose sola al peligro. Volvió a echarse la capa por encima, bajó a los establos, ensilló su caballo y preparó las alforjas. Ya lista instó a Nahar a avanzar al trote por las calles de Vulwulfar llegando rápidamente a las, a esas horas de la noche, cerradas puertas de la ciudad. Un par de centinelas la miraron con curiosidad al acercarse. Parecía haber llegado la primera pero la voz del sargento Laurent la hizo mirar en dirección a una pequeña caseta de vigilancia. El elfo soldado estaba ya preparado y con su caballo ensillado, pero por lo visto no pensaba dejar que ni una gota de agua más de lo necesario le tocara.
-Niniel, has sido rápida. Hay sitio para los dos aquí, ¿Quieres venir?.- Quizá era esa condescendencia con la que hablaba o quizá su mirada...Pero Níniel prefirió no aceptar esa invitación. Aquel elfo era definitivamente demasiado humano.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
El sargento instó a que cenáramos algo y nos reuniéramos al anochecer a las puertas del fuerte. Que idea más estúpida. Pasear por los bosques de noche perseguidos por vampiros. Todo un figura aquel hombre. Preferí no decir nada al respecto.
Mis compañeros evacuaron el lugar, quería leer el informe sobre quienes eran, no quería meterme en peligro con unos mindundis. Dos brujos y una elfa bastante joven. Vincent Calhoun… ese apellido… ¿tendrá alguna relación con Elen? A poco que sea la mitad de versátil y poderoso como demostró ser ella, ya será buena compañía para cazar vampiros. La otra, Keira… Me da bastante menos confianza, es puro nervio y temperamental. Yo soy propensa a enfadarme, pero mantengo la calma en momentos críticos. Aquella no lo parecía. La elfa, Niniel, ni fú ni fa. No tenía pinta de ser muy hábil, pero parecía muy agradable y cortés. Como casi todos los elfos, vaya.
Dejé el informe sobre la mesa y me fui a cenar a una especie de barracón. Estaba muy cansada. Llevaba un día entero caminando y encima ahora querían que me pegara otra caminata retrocediendo lo que había avanzado. Casi me duermo. No obstante, me mantuve en vela y me dirigí a donde nos había indicado. Allí estaba la elfa, Niniel, a caballo, hablando con el sargento. Me puse al lado de la joven, a la que saludé con la cabeza mientras le pegaba un bocado a la manzana que me estaba comiendo.
Al poco aparecería Vincent. Que ya había mostrado en la torre su conformidad en aparecer por allí. Me sorprendía que no viniese con Keira, por la que estuvimos esperando un rato.
-¿Dónde está tu novia? – le pregunté mientras le pegaba el último bocado a la manzana. Imaginaba que no sería su pareja, pero era el que más parecía conocer a la otra bruja. ¿No se le habría ocurrido a la muy incrédula adentrarse sola en el bosque? Que no estuviera por allí ya me mostraba cierta desconfianza.
El sargento Laurent se cansó de esperar por la impuntualidad de la joven. Yo ya estaba sentada en un árbol maldiciendo el haber aceptado ir allí. Ahora íbamos a ser solo cuatro los rescatadores.
-Parece que Keira nos ha dejado colgados – dijo el elfo, con el temblante serio y cara de concentración, más falsa que un aero con la cara de un basilisco - Será hora de que partáis – esto terminó de rematarme. Ese no era el plan inicial. ¿Íbamos a ir solos? ¿Sin ni siquiera una guarnición? Ahora éramos solo tres. Aquel elfo nos debía de querer enviar a la tumba – Si alguno necesitáis un caballo, os lo cederemos, además de un mapa. - Bonito regalo de consolación, pero en Beltrexus por el tamaño de la isla no acostumbrábamos a utilizar rocín, pues las distancias eran relativamente cortas.
-Yo no sé montar a caballo – comenté, y miré hacia mis dos compañeros, Vincent o Niniel, que ya montaba a caballo, con la esperanza de que alguno de ellos me permitiera montar, si no directamente no iría, estaba demasiado cansada y con pocas ganas de caminar. De preferir, preferiría montar con la elfa, el otro tiene pinta de mujeriego. Pero me subiré a cualquiera, todo sea por no tener que mover las piernas.
Mis compañeros evacuaron el lugar, quería leer el informe sobre quienes eran, no quería meterme en peligro con unos mindundis. Dos brujos y una elfa bastante joven. Vincent Calhoun… ese apellido… ¿tendrá alguna relación con Elen? A poco que sea la mitad de versátil y poderoso como demostró ser ella, ya será buena compañía para cazar vampiros. La otra, Keira… Me da bastante menos confianza, es puro nervio y temperamental. Yo soy propensa a enfadarme, pero mantengo la calma en momentos críticos. Aquella no lo parecía. La elfa, Niniel, ni fú ni fa. No tenía pinta de ser muy hábil, pero parecía muy agradable y cortés. Como casi todos los elfos, vaya.
Dejé el informe sobre la mesa y me fui a cenar a una especie de barracón. Estaba muy cansada. Llevaba un día entero caminando y encima ahora querían que me pegara otra caminata retrocediendo lo que había avanzado. Casi me duermo. No obstante, me mantuve en vela y me dirigí a donde nos había indicado. Allí estaba la elfa, Niniel, a caballo, hablando con el sargento. Me puse al lado de la joven, a la que saludé con la cabeza mientras le pegaba un bocado a la manzana que me estaba comiendo.
Al poco aparecería Vincent. Que ya había mostrado en la torre su conformidad en aparecer por allí. Me sorprendía que no viniese con Keira, por la que estuvimos esperando un rato.
-¿Dónde está tu novia? – le pregunté mientras le pegaba el último bocado a la manzana. Imaginaba que no sería su pareja, pero era el que más parecía conocer a la otra bruja. ¿No se le habría ocurrido a la muy incrédula adentrarse sola en el bosque? Que no estuviera por allí ya me mostraba cierta desconfianza.
El sargento Laurent se cansó de esperar por la impuntualidad de la joven. Yo ya estaba sentada en un árbol maldiciendo el haber aceptado ir allí. Ahora íbamos a ser solo cuatro los rescatadores.
-Parece que Keira nos ha dejado colgados – dijo el elfo, con el temblante serio y cara de concentración, más falsa que un aero con la cara de un basilisco - Será hora de que partáis – esto terminó de rematarme. Ese no era el plan inicial. ¿Íbamos a ir solos? ¿Sin ni siquiera una guarnición? Ahora éramos solo tres. Aquel elfo nos debía de querer enviar a la tumba – Si alguno necesitáis un caballo, os lo cederemos, además de un mapa. - Bonito regalo de consolación, pero en Beltrexus por el tamaño de la isla no acostumbrábamos a utilizar rocín, pues las distancias eran relativamente cortas.
-Yo no sé montar a caballo – comenté, y miré hacia mis dos compañeros, Vincent o Niniel, que ya montaba a caballo, con la esperanza de que alguno de ellos me permitiera montar, si no directamente no iría, estaba demasiado cansada y con pocas ganas de caminar. De preferir, preferiría montar con la elfa, el otro tiene pinta de mujeriego. Pero me subiré a cualquiera, todo sea por no tener que mover las piernas.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
El brujo volvió a la posada lo más rápido que pudo. Recorrer la distancia de vuelta a la posada no le supuso ningún problema, más allá de la persistente lluvia, que parecía dispuesta a no dar tregua en toda la noche.
Al menos ahora, echado en la cama de su habitación alquilada, el agua de la tormenta lo dejaba en paz; e incluso el repicar de las gotas contra su ventana le daba esa sensación agradable que sentía cuando llovía y estaba a cubierto. Era difícil de explicar los motivos que hacía que tuviera ese sentimiento de paz tan agradable, cuando estaba arropado con las inclemencias del tiempo azotando en el exterior. Debía ser algo instintivo del hombre, algo de antes incluso de que existieran los brujos; pero realmente poco importaba, solo sabía que le gustaba. Aunque todo lo bueno acaba, y más le valía darse prisa si quería llegar a la hora señalada.
Ya había reposado el estómago el tiempo suficiente para que la cena no le sentara mal, así que solo tocaba colocarse los pertrechos. Una vez estuvo bien seguro de que las correas de su armadura de cuero estaban bien sujetas, se colocó las vainas de sus armas en el cinto. Luego recogió el resto de pertenencias en su petate, para salir al patio a recoger su caballo.
Nada más salir, la tormenta lo recibió de la manera que lo tenía acostumbrado, con el abrazo húmedo y ligero de sus cristalinas lluvias. El joven mozo había hecho un trabajo rápido y eficiente, recordándole los tiempos en que él había sido uno cuando tendría su misma edad. Era curioso como una simple escena, de su semental ensillado por un mozalbete, podría retrotraer a una persona tantos años hacia atrás en el tiempo. Al rubio le hubiera gustado charlar más tiempo con ese chico tan majo, pero debía ir al encuentro de su nuevos aliados, además que el tiempo no estaba como para estar mucho tiempo al raso. Le dio una moneda al muchacho por su trabajo, para luego poner al trote a su montura.
Alphonse avanzaba feliz hacia su destino y no era para menos. Hacía tiempo que no viajaban tanta distancia. Últimamente Vicent solo paseaba con su amigo cuadrúpedo por las inmediaciones de la capital, dejando al blanquito animal al cuidado de su amiga Caroline cuando iba a hacer un viaje largo. Esta vez al bueno de Alphonse le había tocado estirar las patas como era debido.
Al llegar a la puerta de la muralla, el brujo se encontró que todos habían llegado menos Keira. Al principio pensó que se estaba retrasando, pero pasados los minutos, la idea de que podría haber partido por su cuenta empezó a rondar su cabeza. Ella le había comentado que uno de los asaltantes había herido a Fire antes de entrar en la torre, y conociendo lo impulsiva que podía llegar a ser, era plausible que decidiera matar a todos los vampiros ella sola.
- ¿Mi novia? - preguntó un tanto extrañado. - Ah, te refieres a Keira. No es mi pareja, solo es una amiga y supongo que como dice el sargento no piensa venir-, contestó, esperando poder partir pronto.
Tanto si la mujer no había venido, como si había decidido ir por su cuenta, lo mejor era ir cuanto antes. Sobre todo si se había decidido por la segunda opción.
- ¿De qué partáis? - dijo sorprendido el brujo. - Ya es bastante jodido que nos manden solos al cubil de unos vampiros sedientos de sangre, pero pensaba que al menos nos guiarías hasta allí-, empezó a razonar con el elfo. - Seguro que te habrán mandado cosas que hacer Laurent, pero ahora mismo creo que no hay nada más importante para esta ciudad que salvar a esas mujeres-, acercó su montura hasta el sargento mientras hablaba. - Vamos, ensilla un caballo y guíanos hasta la zona al menos, luego te vuelves y nos dejas el trabajo sucio a nosotros. Seguro que si le comentas a tu capitán, que de este modo tendremos más posibilidades de volver con las chicas, este accederá encantado a que seas nuestro guía. ¿Qué te parece? - le sonrió.
El elfo dudó por unos instantes, pero finalmente cedió.
- Ahh, maldita sea. Se lo comentaré a mi superior. No tardaré-, dijo para luego perderse por las calles de Vulwulfar
El brujo desmontó, y se resguardó de la lluvia bajo la muralla con las riendas de su caballo en la mano. Desde allí observó a las mujeres. No podían ser más distintas, una ruda, directa, sin tapujos ni medias tintas; la otra con la solemne seriedad de los elfos, pero a la vez melosa y dulce.
- Antes dijiste que no sabías montar. Puedes ir con Niniel o conmigo, o incluso con el sargento si al final va. Tú decides-, comentó a Huracan desde su posición.
Y si yo fuera tú, iría con la elfa, pensó, pues tenía el suficiente sentido común como para solo pensarlo. No era momento de que nadie se llevara una mala imagen de él, y de llevarse un golpe de paso.
Al cabo de un tiempo que se le hizo algo eterno al rubio, apareció Laurent pertrechado y montando un caballo castaño.
- El capitán ha dado el visto bueno a que sea el guía-, dijo alegre. Seguramente estaba emocionado por poder salir de la ciudad, aunque solo fuera en un viaje de ida y vuelta. - Como ya está todo preparado, será mejor partir. Síganme.
Salieron en noche cerrada, nadie en las calles salvo los guardias. La distancia hasta el lugar era bastante larga, provocando que el grupo de salvadores llegara al límite del bosque con tiempo de amanecida. Solo un poco del astro habría salido, notándose porque ya no era tan oscura la noche, siendo esa penumbra que precedía a la salida del sol en toda su plenitud. De todos modos, por culpa del cielo encapotado no pasarían de tener esa luz tenue durante todo el día.
A pesar de las nubes grises que los sobrevolaban, la lluvia había escampado. El trayecto por el bosque se volvió más lento, en parte a causa del terreno más accidentado y embarrado. Desgraciadamente para ellos la lluvia llevaba tanto tiempo regando esas tierras, que el terreno no se secaría con rapidez. A la compañía no le quedaba otra que acostumbrarse al barro.
El otro motivo para su lentitud era la cautela. Estaban en supuesto territorio vampiro, y sus enemigos podrían estar acechándolos. El sol no iluminaba todo lo fuerte que el brujo hubiese deseado, aunque cuando llegaran a las cuevas poco importaría si lo hacía. Allí dentro, su caricia mortal para los chupópteros no llegaría.
- No falta mucho-, dijo el sargento, justo antes de que silbara una flecha junto a la cabeza del brujo.
- ¡Nos atacan! - gritó, alertando innecesariamente a sus compañeros. Evidentemente no estaban ciegos y habrían notado lo mismo que él.
Giró su montura, poniéndose detrás de un árbol desde la dirección en la que había venido la flecha. Allí se bajó sabiendo que Alphonse no se iría por su entrenamiento, y que además estaría a salvo. Luego avanzó por un flanco para aproximarse a su enemigo. Era raro que los vampiros usaran flechas, pues preferían explotar su virtud de velocidad en cuerpo a cuerpo. Aún no podía ver de quien se trataba, pero algo le decía por su forma de atacar y situación que debían ser humanos, esclavos de sus amos de la noche. Esos malnacidos que solían velar de los vampiros durante el día, entre otros requerimientos diurnos, algunos simplemente por dinero, otros incluso por ser agradecidos algún día con el vampirismo.
El brujo siguió acercándose para presentar batalla, esperando que sus compañeros estuvieran bien. Ya tenían su primera prueba de fuego ante sus propias narices.
Al menos ahora, echado en la cama de su habitación alquilada, el agua de la tormenta lo dejaba en paz; e incluso el repicar de las gotas contra su ventana le daba esa sensación agradable que sentía cuando llovía y estaba a cubierto. Era difícil de explicar los motivos que hacía que tuviera ese sentimiento de paz tan agradable, cuando estaba arropado con las inclemencias del tiempo azotando en el exterior. Debía ser algo instintivo del hombre, algo de antes incluso de que existieran los brujos; pero realmente poco importaba, solo sabía que le gustaba. Aunque todo lo bueno acaba, y más le valía darse prisa si quería llegar a la hora señalada.
Ya había reposado el estómago el tiempo suficiente para que la cena no le sentara mal, así que solo tocaba colocarse los pertrechos. Una vez estuvo bien seguro de que las correas de su armadura de cuero estaban bien sujetas, se colocó las vainas de sus armas en el cinto. Luego recogió el resto de pertenencias en su petate, para salir al patio a recoger su caballo.
Nada más salir, la tormenta lo recibió de la manera que lo tenía acostumbrado, con el abrazo húmedo y ligero de sus cristalinas lluvias. El joven mozo había hecho un trabajo rápido y eficiente, recordándole los tiempos en que él había sido uno cuando tendría su misma edad. Era curioso como una simple escena, de su semental ensillado por un mozalbete, podría retrotraer a una persona tantos años hacia atrás en el tiempo. Al rubio le hubiera gustado charlar más tiempo con ese chico tan majo, pero debía ir al encuentro de su nuevos aliados, además que el tiempo no estaba como para estar mucho tiempo al raso. Le dio una moneda al muchacho por su trabajo, para luego poner al trote a su montura.
Alphonse avanzaba feliz hacia su destino y no era para menos. Hacía tiempo que no viajaban tanta distancia. Últimamente Vicent solo paseaba con su amigo cuadrúpedo por las inmediaciones de la capital, dejando al blanquito animal al cuidado de su amiga Caroline cuando iba a hacer un viaje largo. Esta vez al bueno de Alphonse le había tocado estirar las patas como era debido.
Al llegar a la puerta de la muralla, el brujo se encontró que todos habían llegado menos Keira. Al principio pensó que se estaba retrasando, pero pasados los minutos, la idea de que podría haber partido por su cuenta empezó a rondar su cabeza. Ella le había comentado que uno de los asaltantes había herido a Fire antes de entrar en la torre, y conociendo lo impulsiva que podía llegar a ser, era plausible que decidiera matar a todos los vampiros ella sola.
- ¿Mi novia? - preguntó un tanto extrañado. - Ah, te refieres a Keira. No es mi pareja, solo es una amiga y supongo que como dice el sargento no piensa venir-, contestó, esperando poder partir pronto.
Tanto si la mujer no había venido, como si había decidido ir por su cuenta, lo mejor era ir cuanto antes. Sobre todo si se había decidido por la segunda opción.
- ¿De qué partáis? - dijo sorprendido el brujo. - Ya es bastante jodido que nos manden solos al cubil de unos vampiros sedientos de sangre, pero pensaba que al menos nos guiarías hasta allí-, empezó a razonar con el elfo. - Seguro que te habrán mandado cosas que hacer Laurent, pero ahora mismo creo que no hay nada más importante para esta ciudad que salvar a esas mujeres-, acercó su montura hasta el sargento mientras hablaba. - Vamos, ensilla un caballo y guíanos hasta la zona al menos, luego te vuelves y nos dejas el trabajo sucio a nosotros. Seguro que si le comentas a tu capitán, que de este modo tendremos más posibilidades de volver con las chicas, este accederá encantado a que seas nuestro guía. ¿Qué te parece? - le sonrió.
El elfo dudó por unos instantes, pero finalmente cedió.
- Ahh, maldita sea. Se lo comentaré a mi superior. No tardaré-, dijo para luego perderse por las calles de Vulwulfar
El brujo desmontó, y se resguardó de la lluvia bajo la muralla con las riendas de su caballo en la mano. Desde allí observó a las mujeres. No podían ser más distintas, una ruda, directa, sin tapujos ni medias tintas; la otra con la solemne seriedad de los elfos, pero a la vez melosa y dulce.
- Antes dijiste que no sabías montar. Puedes ir con Niniel o conmigo, o incluso con el sargento si al final va. Tú decides-, comentó a Huracan desde su posición.
Y si yo fuera tú, iría con la elfa, pensó, pues tenía el suficiente sentido común como para solo pensarlo. No era momento de que nadie se llevara una mala imagen de él, y de llevarse un golpe de paso.
Al cabo de un tiempo que se le hizo algo eterno al rubio, apareció Laurent pertrechado y montando un caballo castaño.
- El capitán ha dado el visto bueno a que sea el guía-, dijo alegre. Seguramente estaba emocionado por poder salir de la ciudad, aunque solo fuera en un viaje de ida y vuelta. - Como ya está todo preparado, será mejor partir. Síganme.
Salieron en noche cerrada, nadie en las calles salvo los guardias. La distancia hasta el lugar era bastante larga, provocando que el grupo de salvadores llegara al límite del bosque con tiempo de amanecida. Solo un poco del astro habría salido, notándose porque ya no era tan oscura la noche, siendo esa penumbra que precedía a la salida del sol en toda su plenitud. De todos modos, por culpa del cielo encapotado no pasarían de tener esa luz tenue durante todo el día.
A pesar de las nubes grises que los sobrevolaban, la lluvia había escampado. El trayecto por el bosque se volvió más lento, en parte a causa del terreno más accidentado y embarrado. Desgraciadamente para ellos la lluvia llevaba tanto tiempo regando esas tierras, que el terreno no se secaría con rapidez. A la compañía no le quedaba otra que acostumbrarse al barro.
El otro motivo para su lentitud era la cautela. Estaban en supuesto territorio vampiro, y sus enemigos podrían estar acechándolos. El sol no iluminaba todo lo fuerte que el brujo hubiese deseado, aunque cuando llegaran a las cuevas poco importaría si lo hacía. Allí dentro, su caricia mortal para los chupópteros no llegaría.
- No falta mucho-, dijo el sargento, justo antes de que silbara una flecha junto a la cabeza del brujo.
- ¡Nos atacan! - gritó, alertando innecesariamente a sus compañeros. Evidentemente no estaban ciegos y habrían notado lo mismo que él.
Giró su montura, poniéndose detrás de un árbol desde la dirección en la que había venido la flecha. Allí se bajó sabiendo que Alphonse no se iría por su entrenamiento, y que además estaría a salvo. Luego avanzó por un flanco para aproximarse a su enemigo. Era raro que los vampiros usaran flechas, pues preferían explotar su virtud de velocidad en cuerpo a cuerpo. Aún no podía ver de quien se trataba, pero algo le decía por su forma de atacar y situación que debían ser humanos, esclavos de sus amos de la noche. Esos malnacidos que solían velar de los vampiros durante el día, entre otros requerimientos diurnos, algunos simplemente por dinero, otros incluso por ser agradecidos algún día con el vampirismo.
El brujo siguió acercándose para presentar batalla, esperando que sus compañeros estuvieran bien. Ya tenían su primera prueba de fuego ante sus propias narices.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Níniel se acomodó en la parte delantera de la silla de montar para hacer sitio a Huracán a modo de invitación a compartir montura y le tendió la mano para ayudarla a montar. La peliblanca supuso que la cazadora preferiría viajar con otra mujer que con alguno de los otros candidatos, aunque eso lo pensó poniéndose en su lugar y con sus propias preferencias, bastante pudorosas. El paso de los caballos al compartir corcel podía causar contactos muy poco propios y montar de lado resultaba muy poco práctico para algo más que meros y ociosos paseos. Una vez todos estuvieron a punto y quedó claro que Keira no iba a aparecer por allí, seguramente porque había salido antes que ellos con el mapa del sargento en mano, llegó el momento de aquel reducido grupo de ponerse en marcha.
Tan pronto como cruzaron las puertas Níniel se colocó mejor la capucha de su capa sobre el rostro para evitar en la medida de lo posible que las gotas de lluvia mecidas por el viento no la molestaran y prácticamente con las riendas sueltas dejó que fuese Nahar quien siguiera al Sargento Laurent y su montura. El elfo era quien iba a la vanguardia del grupo portando un candil de aceite ante las inclemencias del tiempo para iluminar el camino en plena noche y que le daba al grupo y al entorno un aspecto ciertamente fantasmagórico, como si se trataran de miembros de esos grupos de jinetes espectrales que tan comunes eran en las historias para no dormir de los orejas redondas. Cuantos malentendidos habrían causado esas historias a grupos de viajeros nocturnos y cuantas noches sin dormir a pueblerinos que con toda probabilidad se habían encerrado en sus casas y atrancado las puertas ante la aparición de unos simple trotamundos que lejos de estar buscando almas inocentes simplemente querrían un techo bajo el que cobijarse y un caldo caliente.
Pronto las miradas hacia atrás dejaron de permitir ver los fuegos de los braseros de la cada vez más distante ciudad y no mostrarían más que oscuridad. Aún así quedaba largo trecho por delante pues no llegarían a su destino hasta llegar a las primeras líneas de árboles que marcaban el final del dominio del hombre y el comienzo de las tierras de los elfos. Un lugar que las diferencias entre elfos y humanos había convertido en una zona de nadie en la que la naturaleza crecía salvaje y peligrosa y donde seres de oscuro corazón encontraban refugio...Si es que no eran la presa de seres aún más peligrosos. Era temerario salirse del camino en zonas como aquella, especialmente cuando el propio camino muchas veces no era del todo seguro. A Níniel no le extrañaba que aquellos vampiros hubiesen asentado su guarida por allí.
Cuando por fin la figura de los primeros árboles quedó a la vista, esta lo hizo iluminada por la tenue luz del sol que comenzaba a despuntar por el este. Amanecía un nuevo día que parecía que no iba a traer consigo el fin de las lluvias a juzgar por cómo continuaba de cubierto el cielo aunque en ese momento en concreto el cielo les daba una pequeña tregua. Después de tan largo viaje pasado por agua, Níniel sentía que debía tener mojada hasta la ropa interior a pesar de lo mucho que la capa la había protegido, a ese paso si no la mataban los vampiros acabaría con ella una pulmonía, por ello mientras se adentraban en terreno forestal y mientras se movía un poco sobre la silla de montar para evitar que se le durmieran el culo y las piernas, pensaba en las diferentes pociones que la protegerían de pulmonías gripes y fiebres con la idea de preparar algunas tan pronto como tuviera ocasión.
Acababa de volver a sentarse bien sobre la silla cuando llegó el silbante sonido de una flecha volando hacia ellos e instintivamente la peliblanca trató de ser un blanco lo más pequeño y difícil de acertar posible mientras controlaba a Nahar para que no se pusiera demasiado nervioso. Níniel no había visto de dónde había llegado aquella flecha pero por lo visto Vincent y Laurent si, por lo que acabó desmontando y colocándose a cubierto imitando a elfo y brujo tras instar a Nahar a que se alejara de allí para que no fuese el blanco de ningún proyectil. Algunos bandidos y criaturas evitaban disparar a los caballos pues eran un recurso valioso pero otros solo los veían como carne para el estofado y no dudarían en dispararles. Esperó a cubierto unos instantes esperando a que llegara algún proyectil más pero se había hecho el silencio total en el lugar. Desde donde estaba vio moverse al brujo y a Laurent preparar una flecha en su arco dispuesto a disparar en cuanto tuviera un objetivo. Se escuchó el crujido de una rama al romperse y con con un rápido movimiento el elfo salió de su cobertura y disparó sin dudas una saeta que enseguida se confirmó ser certera pues llegó el ahogado sonido de una queja seguido el ruido de algo cayendo al suelo. También dos flechas acabaron clavándose cerca de donde estaba el elfo...Señal de que al menos había otros dos enemigos más, lo que no evitó que el sargento hiciera una mueca de satisfacción por su gran disparo.
En aquella situación Níniel no podía ser de mucha ayuda, no era buena con el arco. Pero si que sabía moverse entre los árboles con soltura y en silencio. Así que con cuidado optó por, al igual que Vincent, tratar de ganar la posición a los enemigos, sorprenderlos o como poco tratar de descubrir cuántos eran y dónde estaban. Se desplazó unos metros y comenzó a agudizar sus sentidos atenta a cualquier cosa que notara que estaba mal allí, que denotara una posición enemiga. En seguido vio que a un par de pasos del cuerpo del arquero muerto, entre los matorrales, sobresalían unos centimetros del arco de otra persona. Había uno más sobre el tronco de un árbol joven y escucho los susurros de al menos dos más en la dirección en la que había ido Vincent. Con esa información comenzó a indicarle a los demás, a Laurent y a Huracán, donde debían mirar mediante signos.
Tan pronto como cruzaron las puertas Níniel se colocó mejor la capucha de su capa sobre el rostro para evitar en la medida de lo posible que las gotas de lluvia mecidas por el viento no la molestaran y prácticamente con las riendas sueltas dejó que fuese Nahar quien siguiera al Sargento Laurent y su montura. El elfo era quien iba a la vanguardia del grupo portando un candil de aceite ante las inclemencias del tiempo para iluminar el camino en plena noche y que le daba al grupo y al entorno un aspecto ciertamente fantasmagórico, como si se trataran de miembros de esos grupos de jinetes espectrales que tan comunes eran en las historias para no dormir de los orejas redondas. Cuantos malentendidos habrían causado esas historias a grupos de viajeros nocturnos y cuantas noches sin dormir a pueblerinos que con toda probabilidad se habían encerrado en sus casas y atrancado las puertas ante la aparición de unos simple trotamundos que lejos de estar buscando almas inocentes simplemente querrían un techo bajo el que cobijarse y un caldo caliente.
Pronto las miradas hacia atrás dejaron de permitir ver los fuegos de los braseros de la cada vez más distante ciudad y no mostrarían más que oscuridad. Aún así quedaba largo trecho por delante pues no llegarían a su destino hasta llegar a las primeras líneas de árboles que marcaban el final del dominio del hombre y el comienzo de las tierras de los elfos. Un lugar que las diferencias entre elfos y humanos había convertido en una zona de nadie en la que la naturaleza crecía salvaje y peligrosa y donde seres de oscuro corazón encontraban refugio...Si es que no eran la presa de seres aún más peligrosos. Era temerario salirse del camino en zonas como aquella, especialmente cuando el propio camino muchas veces no era del todo seguro. A Níniel no le extrañaba que aquellos vampiros hubiesen asentado su guarida por allí.
Cuando por fin la figura de los primeros árboles quedó a la vista, esta lo hizo iluminada por la tenue luz del sol que comenzaba a despuntar por el este. Amanecía un nuevo día que parecía que no iba a traer consigo el fin de las lluvias a juzgar por cómo continuaba de cubierto el cielo aunque en ese momento en concreto el cielo les daba una pequeña tregua. Después de tan largo viaje pasado por agua, Níniel sentía que debía tener mojada hasta la ropa interior a pesar de lo mucho que la capa la había protegido, a ese paso si no la mataban los vampiros acabaría con ella una pulmonía, por ello mientras se adentraban en terreno forestal y mientras se movía un poco sobre la silla de montar para evitar que se le durmieran el culo y las piernas, pensaba en las diferentes pociones que la protegerían de pulmonías gripes y fiebres con la idea de preparar algunas tan pronto como tuviera ocasión.
Acababa de volver a sentarse bien sobre la silla cuando llegó el silbante sonido de una flecha volando hacia ellos e instintivamente la peliblanca trató de ser un blanco lo más pequeño y difícil de acertar posible mientras controlaba a Nahar para que no se pusiera demasiado nervioso. Níniel no había visto de dónde había llegado aquella flecha pero por lo visto Vincent y Laurent si, por lo que acabó desmontando y colocándose a cubierto imitando a elfo y brujo tras instar a Nahar a que se alejara de allí para que no fuese el blanco de ningún proyectil. Algunos bandidos y criaturas evitaban disparar a los caballos pues eran un recurso valioso pero otros solo los veían como carne para el estofado y no dudarían en dispararles. Esperó a cubierto unos instantes esperando a que llegara algún proyectil más pero se había hecho el silencio total en el lugar. Desde donde estaba vio moverse al brujo y a Laurent preparar una flecha en su arco dispuesto a disparar en cuanto tuviera un objetivo. Se escuchó el crujido de una rama al romperse y con con un rápido movimiento el elfo salió de su cobertura y disparó sin dudas una saeta que enseguida se confirmó ser certera pues llegó el ahogado sonido de una queja seguido el ruido de algo cayendo al suelo. También dos flechas acabaron clavándose cerca de donde estaba el elfo...Señal de que al menos había otros dos enemigos más, lo que no evitó que el sargento hiciera una mueca de satisfacción por su gran disparo.
En aquella situación Níniel no podía ser de mucha ayuda, no era buena con el arco. Pero si que sabía moverse entre los árboles con soltura y en silencio. Así que con cuidado optó por, al igual que Vincent, tratar de ganar la posición a los enemigos, sorprenderlos o como poco tratar de descubrir cuántos eran y dónde estaban. Se desplazó unos metros y comenzó a agudizar sus sentidos atenta a cualquier cosa que notara que estaba mal allí, que denotara una posición enemiga. En seguido vio que a un par de pasos del cuerpo del arquero muerto, entre los matorrales, sobresalían unos centimetros del arco de otra persona. Había uno más sobre el tronco de un árbol joven y escucho los susurros de al menos dos más en la dirección en la que había ido Vincent. Con esa información comenzó a indicarle a los demás, a Laurent y a Huracán, donde debían mirar mediante signos.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Níniel fue la primera en tenderme la mano para que subiera al caballo. Lo cierto es que ir con una mujer me daba más confianza. Parece ser que el sargento Laurent finalmente nos acompañaría como guía. Por lo que seríamos cuatro los que finalmente emprenderíamos la aventura. A falta de saber qué haría al final Keira.
El trayecto de noche fue largo. Pero al menos no nos atacó ningún vampiro. Yo estaba muy cansada y no pude evitar dormirme sobre el caballo durante algún momento. Al menos iba con gente y no sola como había pasado todos esos días. Y eso daba cierta seguridad. Aunque dormir sobre un caballo en movimiento no era lo más cómodo del mundo y me provocaba despertarme cada poco tiempo, al menos apenas caían cuatro gotas de lluvia mal contadas.
Añoraba la tranquilidad de mi habitación en la academia Tensai de Beltrexus, donde podía relajarme, dormir y bañarme con agua caliente. Llevaba ya casi dos meses desde que abandoné mi hogar en una persecución alrededor en busca de mi madre, que esperaba estuviera más cerca de su fin. O al menos eso decía la nota del cadáver de la bruja de Ulmer.
Cuando desperté por última vez, ya se veían los primeros rayos de sol, aunque el cielo seguía encapotado, sin llover. Poco después, el sargento nos informó de que faltaba poco para llegar a nuestro destino. ¡Menos mal! Pero el camino no sería lo sencillo que parecía. Una flecha pasó rozando la oreja de Vincent, que enseguida dio la voz de alarma.
Rápidamente nos desmontamos de las monturas y tendimos a escondernos bajo los bosques. Yo me escondí tras un árbol. La última del grupo. Mientras calibraba mi ballesta pesada, perfecta para largas distancias. Mi experiencia me decía, sin embargo, que los vampiros siempre solían buscar el cuerpo a cuerpo. Por lo que aquello probablemente fuesen asaltadores o algún tipo de mercenario humano que protegería a los vampiros durante el día.
Vincent comenzó a avanzar a regañadientes bajo la lluvia de flechas. Él parecía más un guerrero cuerpo a cuerpo.
-Yo os cubro – Me defendía mejor a modo de francotirador que de cuerpo a cuerpo, ya que mis poderes tensái estaban aún en desarrollo. Laurent mató al primero de ellos.
Niniel, que había avanzado un poco más. Cerca del hombre que acababa de morir, Niniel nos indicó que había otro hombre allí. Le hice un gesto al elfo con la mano de que se encargara también de él, ya que ya se encontraba apuntando hacia allí.
Níniel también nos indicó que dos iban en dirección a donde se encontraba Vincent, dispuestos a dispararle. Por fin iba a probar las novedades que le habíamos introducido a la ballesta antes de partir. Había una distancia de unos 400 metros entre yo y los dos hombres. Demasiado para un arco normal. Aquellos hombres eran míos.
Tensé la cuerda con la manivela para proporcionar un disparo potente - unos ¾,- y con la rosca de carraca ajusté la velocidad de giro del eje de la flecha sobre sí mismo, que otorgaba un efecto de perforación, como si de una taladradora se tratara, esto era especialmente útil para enemigos situados tras objetos o monstruos de piel dura. Pero también para dar a dos con la misma flecha. “Calibre de entrada 50 mm, de salida 150 mm. ¿Me han puesto hasta una burbuja para corregir la dirección del viento? ¡Qué tiempos aquellos en los que corregías a ojo!", pensé, y que ahora no tendría que hacer gracias a los avances tecnológicos. De cualquier modo, en aquel momento no soplaba el viento. Me dispuse a apuntar.
Esperé a que los dos, que iban corriendo frente a Vincent, estuvieran en línea, para engancharlos a los dos del mismo tiro.
-¡Deja de ajustar y dispara!– gritó Laurent ahora desquiciado. Que había disparado al suyo pero en esta ocasión había fallado. Niniel estaba cerca, tendría que tener cuidado con él.
-Paciencia – dije mientras continuaba mirando por la mirilla.
Aguanté lo justo para que se alinearan los dos con mi línea de visión. La flecha atravesó al primero y quedó clavada en la segunda. Ambos por la espalda. El grado de perforación había sido perfecto. Sonreí. El tiro a larga distancia era un arte, y yo era una artista del mismo. Volví a cargar otra flecha, repetiría el proceso con más enemigos dispersos que iba viendo o de los que me informaba Niniel.
El trayecto de noche fue largo. Pero al menos no nos atacó ningún vampiro. Yo estaba muy cansada y no pude evitar dormirme sobre el caballo durante algún momento. Al menos iba con gente y no sola como había pasado todos esos días. Y eso daba cierta seguridad. Aunque dormir sobre un caballo en movimiento no era lo más cómodo del mundo y me provocaba despertarme cada poco tiempo, al menos apenas caían cuatro gotas de lluvia mal contadas.
Añoraba la tranquilidad de mi habitación en la academia Tensai de Beltrexus, donde podía relajarme, dormir y bañarme con agua caliente. Llevaba ya casi dos meses desde que abandoné mi hogar en una persecución alrededor en busca de mi madre, que esperaba estuviera más cerca de su fin. O al menos eso decía la nota del cadáver de la bruja de Ulmer.
Cuando desperté por última vez, ya se veían los primeros rayos de sol, aunque el cielo seguía encapotado, sin llover. Poco después, el sargento nos informó de que faltaba poco para llegar a nuestro destino. ¡Menos mal! Pero el camino no sería lo sencillo que parecía. Una flecha pasó rozando la oreja de Vincent, que enseguida dio la voz de alarma.
Rápidamente nos desmontamos de las monturas y tendimos a escondernos bajo los bosques. Yo me escondí tras un árbol. La última del grupo. Mientras calibraba mi ballesta pesada, perfecta para largas distancias. Mi experiencia me decía, sin embargo, que los vampiros siempre solían buscar el cuerpo a cuerpo. Por lo que aquello probablemente fuesen asaltadores o algún tipo de mercenario humano que protegería a los vampiros durante el día.
Vincent comenzó a avanzar a regañadientes bajo la lluvia de flechas. Él parecía más un guerrero cuerpo a cuerpo.
-Yo os cubro – Me defendía mejor a modo de francotirador que de cuerpo a cuerpo, ya que mis poderes tensái estaban aún en desarrollo. Laurent mató al primero de ellos.
Niniel, que había avanzado un poco más. Cerca del hombre que acababa de morir, Niniel nos indicó que había otro hombre allí. Le hice un gesto al elfo con la mano de que se encargara también de él, ya que ya se encontraba apuntando hacia allí.
Níniel también nos indicó que dos iban en dirección a donde se encontraba Vincent, dispuestos a dispararle. Por fin iba a probar las novedades que le habíamos introducido a la ballesta antes de partir. Había una distancia de unos 400 metros entre yo y los dos hombres. Demasiado para un arco normal. Aquellos hombres eran míos.
Tensé la cuerda con la manivela para proporcionar un disparo potente - unos ¾,- y con la rosca de carraca ajusté la velocidad de giro del eje de la flecha sobre sí mismo, que otorgaba un efecto de perforación, como si de una taladradora se tratara, esto era especialmente útil para enemigos situados tras objetos o monstruos de piel dura. Pero también para dar a dos con la misma flecha. “Calibre de entrada 50 mm, de salida 150 mm. ¿Me han puesto hasta una burbuja para corregir la dirección del viento? ¡Qué tiempos aquellos en los que corregías a ojo!", pensé, y que ahora no tendría que hacer gracias a los avances tecnológicos. De cualquier modo, en aquel momento no soplaba el viento. Me dispuse a apuntar.
Esperé a que los dos, que iban corriendo frente a Vincent, estuvieran en línea, para engancharlos a los dos del mismo tiro.
-¡Deja de ajustar y dispara!– gritó Laurent ahora desquiciado. Que había disparado al suyo pero en esta ocasión había fallado. Niniel estaba cerca, tendría que tener cuidado con él.
-Paciencia – dije mientras continuaba mirando por la mirilla.
Aguanté lo justo para que se alinearan los dos con mi línea de visión. La flecha atravesó al primero y quedó clavada en la segunda. Ambos por la espalda. El grado de perforación había sido perfecto. Sonreí. El tiro a larga distancia era un arte, y yo era una artista del mismo. Volví a cargar otra flecha, repetiría el proceso con más enemigos dispersos que iba viendo o de los que me informaba Niniel.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Vincent avanzó con el mayor sigilo posible, intentando no llamar la atención de los tiradores nuevamente. Ellos estaban con el terreno a su favor y, aunque la pendiente no era demasiado pronunciada, las lluvias habían dejado el terreno embarrado, haciendo que su transito cuesta arriba fuera más complicado. Por otro lado las lluvias otoñales habían jugado a su favor, provocando que los matorrales y marojos del bosque fueran altos y verdes, permitiendo silenciar sus pasos un poco.
No obstante no fue suficiente para mantenerlo oculto. Dos hombres cercanos que estaban conversando entre ellos, seguramente sobre la estrategia que seguirían para el combate, lo divisaron y dispararon sendas flechas. El brujo se lanzó a un lado para salvar su vida, y desde detrás de un árbol espió como pudo los movimientos de estos. No podía sacar mucho la cabeza si no quería que le abrieran un nuevo agujero en ella, pero al menos podía ver lo suficiente.
Los hombres avanzaron hasta su posición, uno arco en mano, el otro con una espada. Estaba claro que buscaban sacarlo de allí, para que el que estaba armado con el arco lo atravesara, y si optaba por no salir, el de la espada tendría ventaja sobre él, al estar todo lo pequeño que podía tras el árbol. Con lo que no contaban era con sus poderes, pensó el rubio, a la vez que preparaba uno de sus conjuros mentalmente, aunque seguro que tampoco contaron con que una saeta los atravesara. ¿Qué coño había sido eso? pensaba esta vez el brujo, bastante sorprendido. Estaba claro que había sido una saeta, hasta un tonto lo sabría, pero nunca había visto una volar con tanta fuerza.
De todos modos una de las victimas seguía viva, con el objeto homicida clavado en su espalda, y en un intento impresionante de continuar el combate. Era increíble de lo que eran capaces las personas cuando sus vidas pendían de un hilo. Ya lo había visto en el pasado, tanto en enemigos como en su propia persona, y no era algo que se debiera tomar a la ligera. Por ello, Vinc cargó contra el enemigo clavando su espada antes de que este pudiera incorporarse del todo. El soldado de rodillas agarró el arma del brujo en un último intento de evitar su funesto final, mas ya era demasiado tarde. El rubio solo tuvo que dejar caer su propio peso para enterrar su arma aún más, acabando con la vida del muchacho.
Apoyó su pierna sobre el pecho del enemigo para desenterrar su arma, y en cuanto la tuvo alejada de la prisión del cadáver pudo ojear de nuevo a su alrededor. Justo a tiempo para rechazar con ella el ataque de un nuevo adversario, que hizo que cayera de espaldas sobre el embarrado terreno. Maldito hijo de mala madre, ¿de dónde había salido ese tipo?
Su nuevo adversario iba cubierto de barro y de hojas del bosque, como una medida impresionante de camuflaje. Vinc había salvado su vida de milagro al ver el reflejo de la espada enemiga por el rabillo del ojo, y ahora, tumbado boca arriba, tenía que hacer un esfuerzo titánico para que la mole de músculos que era su enemigo no lo matara allí mismo. Rechazaba con su espada cada ataque como podía, mientras el hombretón golpeaba con fiereza, necesitando incluso de sus dos manos, una en el mango, la otra sobre la parte plana de su arma, para soportar las sacudidas de este.
El grito gutural de la bestia fue la señal que necesitó el brujo para columpiarse lo que pudo hacia adelante desde su mala posición, golpeando con todas sus fuerzas el tobillo de su adversario. El esclavo vampiro no se lo esperó, cayendo de bruces hacia adelante, justo contra la espada que Vincent ya había colocado en vertical. La gravedad hizo el resto.
- ¿Como sabías que me gusta que se pongan encima de mí? - bromeó al cadáver. Atrapado como estaba sobre el peso del titán.
El rubio intentó levantarse, pero no había modo de mover al bruto para conseguirlo. Finalmente optó por moverlo hacia un lado haciéndolo rodar. Cuando al fin pudo estar nuevamente sobre sus dos piernas, sacó su arma del tipo como había hecho con el anterior enemigo. Al no oír más señales de lucha supuso que la batalla había terminado, así que corrió hacia donde estaban los demás.
- ¿Estáis todos bien? - preguntó en cuanto los alcanzó.
Su pregunta debía sonar a chiste cubierto de barro como estaba. Parecía uno con el terreno embarrado, y ahora que ya no estaba en tensión, notó un hilo caliente en el costado de su frente. Pasó su mano enguantada por la zona afectada, y un simple vistazo a sus dedos sirvió para comprobar lo evidente. Al principio supuso que se trataba de la sangre de su adversario, pero un escrutinio más exhaustivo con su mano, esta vez desnuda, y el dolor ligero que le provocó hacerlo, le mostraron que estaba equivocado. No recordaba que nadie le hubiera alcanzado, así que no tenía ni idea de cómo se había hecho la herida. De todas formas no parecía nada grave. Solo hacía su pregunta más estúpida, cuando él parecía un hombre de paja de los que vapuleaban los niños para divertirse en las fiestas.
Al levantar los ojos se encontró con la mirada de Niniel y le sonrió.
- Gajes del oficio, supongo-, bromeó.
No obstante no fue suficiente para mantenerlo oculto. Dos hombres cercanos que estaban conversando entre ellos, seguramente sobre la estrategia que seguirían para el combate, lo divisaron y dispararon sendas flechas. El brujo se lanzó a un lado para salvar su vida, y desde detrás de un árbol espió como pudo los movimientos de estos. No podía sacar mucho la cabeza si no quería que le abrieran un nuevo agujero en ella, pero al menos podía ver lo suficiente.
Los hombres avanzaron hasta su posición, uno arco en mano, el otro con una espada. Estaba claro que buscaban sacarlo de allí, para que el que estaba armado con el arco lo atravesara, y si optaba por no salir, el de la espada tendría ventaja sobre él, al estar todo lo pequeño que podía tras el árbol. Con lo que no contaban era con sus poderes, pensó el rubio, a la vez que preparaba uno de sus conjuros mentalmente, aunque seguro que tampoco contaron con que una saeta los atravesara. ¿Qué coño había sido eso? pensaba esta vez el brujo, bastante sorprendido. Estaba claro que había sido una saeta, hasta un tonto lo sabría, pero nunca había visto una volar con tanta fuerza.
De todos modos una de las victimas seguía viva, con el objeto homicida clavado en su espalda, y en un intento impresionante de continuar el combate. Era increíble de lo que eran capaces las personas cuando sus vidas pendían de un hilo. Ya lo había visto en el pasado, tanto en enemigos como en su propia persona, y no era algo que se debiera tomar a la ligera. Por ello, Vinc cargó contra el enemigo clavando su espada antes de que este pudiera incorporarse del todo. El soldado de rodillas agarró el arma del brujo en un último intento de evitar su funesto final, mas ya era demasiado tarde. El rubio solo tuvo que dejar caer su propio peso para enterrar su arma aún más, acabando con la vida del muchacho.
Apoyó su pierna sobre el pecho del enemigo para desenterrar su arma, y en cuanto la tuvo alejada de la prisión del cadáver pudo ojear de nuevo a su alrededor. Justo a tiempo para rechazar con ella el ataque de un nuevo adversario, que hizo que cayera de espaldas sobre el embarrado terreno. Maldito hijo de mala madre, ¿de dónde había salido ese tipo?
Su nuevo adversario iba cubierto de barro y de hojas del bosque, como una medida impresionante de camuflaje. Vinc había salvado su vida de milagro al ver el reflejo de la espada enemiga por el rabillo del ojo, y ahora, tumbado boca arriba, tenía que hacer un esfuerzo titánico para que la mole de músculos que era su enemigo no lo matara allí mismo. Rechazaba con su espada cada ataque como podía, mientras el hombretón golpeaba con fiereza, necesitando incluso de sus dos manos, una en el mango, la otra sobre la parte plana de su arma, para soportar las sacudidas de este.
El grito gutural de la bestia fue la señal que necesitó el brujo para columpiarse lo que pudo hacia adelante desde su mala posición, golpeando con todas sus fuerzas el tobillo de su adversario. El esclavo vampiro no se lo esperó, cayendo de bruces hacia adelante, justo contra la espada que Vincent ya había colocado en vertical. La gravedad hizo el resto.
- ¿Como sabías que me gusta que se pongan encima de mí? - bromeó al cadáver. Atrapado como estaba sobre el peso del titán.
El rubio intentó levantarse, pero no había modo de mover al bruto para conseguirlo. Finalmente optó por moverlo hacia un lado haciéndolo rodar. Cuando al fin pudo estar nuevamente sobre sus dos piernas, sacó su arma del tipo como había hecho con el anterior enemigo. Al no oír más señales de lucha supuso que la batalla había terminado, así que corrió hacia donde estaban los demás.
- ¿Estáis todos bien? - preguntó en cuanto los alcanzó.
Su pregunta debía sonar a chiste cubierto de barro como estaba. Parecía uno con el terreno embarrado, y ahora que ya no estaba en tensión, notó un hilo caliente en el costado de su frente. Pasó su mano enguantada por la zona afectada, y un simple vistazo a sus dedos sirvió para comprobar lo evidente. Al principio supuso que se trataba de la sangre de su adversario, pero un escrutinio más exhaustivo con su mano, esta vez desnuda, y el dolor ligero que le provocó hacerlo, le mostraron que estaba equivocado. No recordaba que nadie le hubiera alcanzado, así que no tenía ni idea de cómo se había hecho la herida. De todas formas no parecía nada grave. Solo hacía su pregunta más estúpida, cuando él parecía un hombre de paja de los que vapuleaban los niños para divertirse en las fiestas.
Al levantar los ojos se encontró con la mirada de Niniel y le sonrió.
- Gajes del oficio, supongo-, bromeó.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Ya había pasado de largo la hora a la que, supuestamente, habían quedado, y llevaba tiempo internada en el bosque, sin lograr encontrar nada, con un suspiro, maldijo sus prisas y su furia, así como su poca paciencia. El día empezaba a clarear, los culpables, seguían habían dicho, no tardarían en esconder sus traseros en algún lugar oscuro y hacer quien sabía que con las secuestradas.
Apoyo la espalda en un árbol con suavidad, y respiro hondo notando la humedad del ambiente, había vuelto a empaparse, y el frío comenzaba a calarla, pero no podía permitir que eso la detuviera, no solo por la venganza, si no porque ella también había estado secuestrada no hacía mucho, y aun le afectaba subir a un escenario, sentía una ligera presión en el pecho que reducía en cuanto sonaban sus golpes, pero era consciente de que las chicas secuestradas, si no morían, y aunque salieran ilesas, no acabarían totalmente bien paradas, lo sabía de sobras.
Alzó la vista al cercano amanecer y frunció el ceño antes de, de un ligero empujón, volver a iniciar su carrera con el mapa abierto. Corrió a penas unos metros cuando se abrió un claro ante ella, y unos sonidos de matorrales sonaron a su alrededor. La chica giró sobre si misma, observando, cierto que se movía, y eran movimientos suaves, no había más de uno a la vez, lo cual le indicaba que, posiblemente, solo fuera un... algo, lo que se moviera a su alrededor, un algo muy rápido, casi tanto como ella.
Sacó sus dagas, notando las manos humedas por el frío y la lluvia que la había calado, y, despacio, se quitó la capa, no podía luchar con algo tan pesado sobre los hombros, la fuerza no era su fuerte. Cerró los ojos, atenta a los sonidos, la vista de poco le valía con la oscuridad que aun persistía a pesar de los primeros rayos del sol, y, cuando notó el viento desde su izquierda, dio un tajo hacia allí abriendo los ojos.
Pareció verlo a cámara lenta, un hombre de cabello oscuro, ojos verdes con bordes rojos y una sonrisa colmilluda, saltó esquivando su corte y saltándola a ella. La joven se giró con prisas para mirar al tipo que le seguía sonriendo con superioridad, Keira no pudo más que devolver una mueca de desagrado, no soportaba que nadie la mirase como ese tipo lo hacía, como una presa, como comida...
- Parece que el pájaro pica.- comentó el tipo, socarrón, dando vueltas lentas al rededor de Keira.- Por fin una que opone resistencia, lástima que no te vaya a servir de nada.- Comentó deteniéndose, relamiéndose y volviendo a lanzarse al ataque.
Los golpes se sucedieron con rapidez mientras la chica guardaba silencio y el otro tipo lanzaba puyas, intentando distraerla, estaba claro que era rápido y que sus colmillos eran un problema, pero la joven logró esquivarlas con relativa facilidad y dar, finalmente, el golpe de gracia. Se quedó tumbado en el suelo, con el cuello cortado.
Cansada, respiró hondo y dejó allí la capa, mojada, sucia y bajo el cadaver sangriento, cerró sus ojos dando una pequeña petición al cielo por el alma de ese pobre desgraciado que había caído en la oscuridad del mundo y, con paso rápido volvió a ponerse en marcha sacando el mapa de uno de sus enganches de las piernas, donde lo había metido antes de iniciar la pelea. Si uno de ellos había muerto, no tardarían en llegar más a reclamar sangre, igual que lo estaba haciendo ella.
Apoyo la espalda en un árbol con suavidad, y respiro hondo notando la humedad del ambiente, había vuelto a empaparse, y el frío comenzaba a calarla, pero no podía permitir que eso la detuviera, no solo por la venganza, si no porque ella también había estado secuestrada no hacía mucho, y aun le afectaba subir a un escenario, sentía una ligera presión en el pecho que reducía en cuanto sonaban sus golpes, pero era consciente de que las chicas secuestradas, si no morían, y aunque salieran ilesas, no acabarían totalmente bien paradas, lo sabía de sobras.
Alzó la vista al cercano amanecer y frunció el ceño antes de, de un ligero empujón, volver a iniciar su carrera con el mapa abierto. Corrió a penas unos metros cuando se abrió un claro ante ella, y unos sonidos de matorrales sonaron a su alrededor. La chica giró sobre si misma, observando, cierto que se movía, y eran movimientos suaves, no había más de uno a la vez, lo cual le indicaba que, posiblemente, solo fuera un... algo, lo que se moviera a su alrededor, un algo muy rápido, casi tanto como ella.
Sacó sus dagas, notando las manos humedas por el frío y la lluvia que la había calado, y, despacio, se quitó la capa, no podía luchar con algo tan pesado sobre los hombros, la fuerza no era su fuerte. Cerró los ojos, atenta a los sonidos, la vista de poco le valía con la oscuridad que aun persistía a pesar de los primeros rayos del sol, y, cuando notó el viento desde su izquierda, dio un tajo hacia allí abriendo los ojos.
Pareció verlo a cámara lenta, un hombre de cabello oscuro, ojos verdes con bordes rojos y una sonrisa colmilluda, saltó esquivando su corte y saltándola a ella. La joven se giró con prisas para mirar al tipo que le seguía sonriendo con superioridad, Keira no pudo más que devolver una mueca de desagrado, no soportaba que nadie la mirase como ese tipo lo hacía, como una presa, como comida...
- Parece que el pájaro pica.- comentó el tipo, socarrón, dando vueltas lentas al rededor de Keira.- Por fin una que opone resistencia, lástima que no te vaya a servir de nada.- Comentó deteniéndose, relamiéndose y volviendo a lanzarse al ataque.
Los golpes se sucedieron con rapidez mientras la chica guardaba silencio y el otro tipo lanzaba puyas, intentando distraerla, estaba claro que era rápido y que sus colmillos eran un problema, pero la joven logró esquivarlas con relativa facilidad y dar, finalmente, el golpe de gracia. Se quedó tumbado en el suelo, con el cuello cortado.
Cansada, respiró hondo y dejó allí la capa, mojada, sucia y bajo el cadaver sangriento, cerró sus ojos dando una pequeña petición al cielo por el alma de ese pobre desgraciado que había caído en la oscuridad del mundo y, con paso rápido volvió a ponerse en marcha sacando el mapa de uno de sus enganches de las piernas, donde lo había metido antes de iniciar la pelea. Si uno de ellos había muerto, no tardarían en llegar más a reclamar sangre, igual que lo estaba haciendo ella.
Keira Brabery
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 247
Nivel de PJ : : 1
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
La lucha no duró mucho y no acabó nada bien para aquellos sujetos que tan sorpresivamente les habían atacado. La cazadora no había mentido ni exagerado cuando unas horas antes, mientras ella y aquella elfa contaban lo sucedido, habían dicho que habían dejado a un vampiro empalado por un virote, con aquella arma sin duda era posible. También resultó sorprendente cómo Vincent el brujo despachaba a un tipo bastante grande e imponente sin recurrir a sus habilidades brujeriles. Parecía ser una norma en los brujos saber cómo blandir armas convencionales, al menos todos los brujos y brujas que la peliblanca había conocido compartían ese rasgo en común. La elfa se auto concienció de que debía esforzarse más en las prácticas con su amiga Alanna cuando volviera a Lunargenta, si los brujos podían, ella también. Por su parte Laurent había demostrado que, a pesar de su manera de ser, era letal con su arco, pues a pesar de fallar un disparo rápidamente enmendó su error con otra flecha y sumó su segunda baja sin despeinarse y evitando que Níniel tuviera que liarse a manporros con nadie. No era ningún forestal, pero estaba claro que aunque viviese con los humanos había aprendido con los elfos.
-Perfectamente.- Respondió a la pregunta del brujo sobre el estado de los demás.
Pasado el combate y tras asegurarse de que no parecía haber ningún enemigo más por allí escondido esperando su momento para saltar sobre nadie de los presentes, era el momento de plantearse quiénes eran esos tipos. Vampiros desde luego no, eso estaba claro, pero estaban en la zona que Laurent había marcado como lugar por donde buscar a los secuestradores chupasangre, si eran bandidos habían escogido uno de los peores lugares sobre la faz de Aerandir para refugiarse, el territorio de caza de los malditos, pocas ideas podrían resultar peores, salvo quizás acampar en un nido de sanguinarios...Esas cosas podían atravesar una coraza pesada con sus garras.
-Creo que hemos dado en el clavo, estos tipos son sirvientes de vampiros.- Dijo Laurent volteando con evidente desprecio el cuerpo de su primera diana y señalando una extraña marca semejante a la que se usaba en el ganado en el cuello de aquel muerto. -Podríamos haber estado horas buscando por el lugar y las cuevas y no haber encontrado nada, ahora sabemos que estamos muy cerca, estad atentos, la entrada a la guarida debe estar por aquí.-
El lugar estaba lleno de vegetación y maleza por lo que a pesar de todo encontrar esa "entrada" podría no ser tan sencillo como aventuraba el elfo, por lo que antes de ayudar a buscar Níniel se acercó a Vincent para tratar la pequeña herida que tenía en la frente, apenas un roce que sanaría en un instante. -Espera, me ocuparé de esa herida antes de que se ensucie o que la sangre te moleste en el ojo, las heridas en la frente son un incordio.- Dijo con su siempre melodiosa voz. Avanzó hacía el rubio con paso decidido y cuando estaba a solo un par de pasos de él notó como su pie no tocó suelo firme al dar aquel último paso. Emitiendo un leve grito de miedo y sorpresa vio como el suelo cedía bajo ella y acababa deslizándose por un pequeño túnel en pendiente hasta acabar de culo en el suelo en un lugar iluminado por una lamparita. Se levantó recogiendo su bastón del suelo como precaución pero allí no había nada ante lo que estar precavida. Ante ella el túnel por el que había caído se ensanchaba hasta una altura de tres metros por otros tres de ancho, estaba claro que todo aquello no era natural si no obra de de seres inteligentes, inteligentes y hábiles a juzgar del liso de aquellas paredes. La peliblanca se giró para ver si alcanzaba a ver algo por donde había caído y comenzó a gritar para ver si los demás podían oírla. Al hacerlo vio como allí mismo, en el suelo, había una tiara de flores trenzadas típica entre las doncellas elfas, de hecho casi la había pisado sin darse cuenta.
-¿HOLAAA?. ESTOY BIEN, CREO QUE HE ENCONTRADO LA ENTRADA QUE BUSCÁBAMOS. NO ES UNA TRAMPA GRACIAS A LOS DIOSES, ES MÁS BIEN COMO UN TOBOGÁN. AL MENOS UNA ELFA PASÓ POR AQUÍ.-
-Perfectamente.- Respondió a la pregunta del brujo sobre el estado de los demás.
Pasado el combate y tras asegurarse de que no parecía haber ningún enemigo más por allí escondido esperando su momento para saltar sobre nadie de los presentes, era el momento de plantearse quiénes eran esos tipos. Vampiros desde luego no, eso estaba claro, pero estaban en la zona que Laurent había marcado como lugar por donde buscar a los secuestradores chupasangre, si eran bandidos habían escogido uno de los peores lugares sobre la faz de Aerandir para refugiarse, el territorio de caza de los malditos, pocas ideas podrían resultar peores, salvo quizás acampar en un nido de sanguinarios...Esas cosas podían atravesar una coraza pesada con sus garras.
-Creo que hemos dado en el clavo, estos tipos son sirvientes de vampiros.- Dijo Laurent volteando con evidente desprecio el cuerpo de su primera diana y señalando una extraña marca semejante a la que se usaba en el ganado en el cuello de aquel muerto. -Podríamos haber estado horas buscando por el lugar y las cuevas y no haber encontrado nada, ahora sabemos que estamos muy cerca, estad atentos, la entrada a la guarida debe estar por aquí.-
El lugar estaba lleno de vegetación y maleza por lo que a pesar de todo encontrar esa "entrada" podría no ser tan sencillo como aventuraba el elfo, por lo que antes de ayudar a buscar Níniel se acercó a Vincent para tratar la pequeña herida que tenía en la frente, apenas un roce que sanaría en un instante. -Espera, me ocuparé de esa herida antes de que se ensucie o que la sangre te moleste en el ojo, las heridas en la frente son un incordio.- Dijo con su siempre melodiosa voz. Avanzó hacía el rubio con paso decidido y cuando estaba a solo un par de pasos de él notó como su pie no tocó suelo firme al dar aquel último paso. Emitiendo un leve grito de miedo y sorpresa vio como el suelo cedía bajo ella y acababa deslizándose por un pequeño túnel en pendiente hasta acabar de culo en el suelo en un lugar iluminado por una lamparita. Se levantó recogiendo su bastón del suelo como precaución pero allí no había nada ante lo que estar precavida. Ante ella el túnel por el que había caído se ensanchaba hasta una altura de tres metros por otros tres de ancho, estaba claro que todo aquello no era natural si no obra de de seres inteligentes, inteligentes y hábiles a juzgar del liso de aquellas paredes. La peliblanca se giró para ver si alcanzaba a ver algo por donde había caído y comenzó a gritar para ver si los demás podían oírla. Al hacerlo vio como allí mismo, en el suelo, había una tiara de flores trenzadas típica entre las doncellas elfas, de hecho casi la había pisado sin darse cuenta.
-¿HOLAAA?. ESTOY BIEN, CREO QUE HE ENCONTRADO LA ENTRADA QUE BUSCÁBAMOS. NO ES UNA TRAMPA GRACIAS A LOS DIOSES, ES MÁS BIEN COMO UN TOBOGÁN. AL MENOS UNA ELFA PASÓ POR AQUÍ.-
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Todavía tuve tiempo de disparar a un par de ellos más. Aunque a una distancia más cercana, y se observar como algunos de mis compañeros hacían lo propio. Rápidamente disolvimos el grupo y fue cesando la batalla. Sin bajas nuestras, más que una pequeña herida que Vincent decía tener en la frente. Nada especialmente grave.
Nos volvimos a reunir todos en el centro. El general Laurent afirmó que aquellos humanos eran sirvientes de vampiros, y que gracias a esto sabríamos que la cueva debía estar cerca. Asentí con la cabeza mientras guardaba mi arma. Definitivamente, sí, tal vez había sido estúpido poner hombres a cuidar la entrada a una cueva, aunque supongo que no pensarían con que apareciésemos nosotros por allí.
Niniel se acercó a Vincent para curarle la herida, miré para ella, giré un vistazo la vista para contemplar si había alguien más, y cuando volví a mirar para ella había desaparecido. ¿Pero qué demonios…? ¿Dónde coño se ha metido? El sargento Laurent parecía mostrar el mismo desconcierto que yo.
Fue entonces cuando escuché una voz en forma de eco, que se escuchaba como muy lejana y de la parte más baja del suelo. Apenas oía nada. Pero estaba claro que era la de Niniel. Me acerqué a donde se había esfumado y, efectivamente, se escuchaba a la voz venir del fondo. No lograba entender casi nada de lo que decía. Miré hacia abajo y vi que había un pequeño agujero en el suelo, totalmente circular y perfecto. Adelanté mi cintura por delante de los pies para ver el sitio por el que había caído.
-Níniel ha caído por aquí – dije a los dos hombres que me acompañaban.
Si la elfa había caído y se encontraba dando voces desde abajo, con toda seguridad que la caída no sería peligrosa. Además creí escuchar algo de un tobogán. Iba a proceder a lanzarme por ahí. Ante que Vincent y Laurent parecían no haberse decidido aún a bajar, intercedí yo por ellos.
-Supongo que ahora irán las damas primero, ¿verdad? – dije con una sonrisa, ya sentada sobre la gatera, ante la poca determinación que veía para lanzarse por el mismo, no fuera a ser que los dos “valientes” se hicieran una herida.
Y de un saltito pasé a deslizarme por el tobogán. Caí a bastante velocidad. Allí abajo me esperaba Niniel. Era la entrada de un túnel, no de una cueva. Todo era artificial, el túnel contaba con entibaciones de madera como sostenimiento y no estaba muy iluminado. Puse una cara de circunstancias. Ahora sí que estábamos en peligro de ser atacados por vampiros.
De nuevo, coloqué mi ballesta en ristre, y mientras bajaban los otros dos me decidí a adelantarme un poco, para hacer un análisis más exhaustivo de la zona. Debido a las intensas lluvias de los últimos días, la roca del estrato superior debía ser una autopista para el agua, ya que parecía que estaba lloviendo constantemente, el túnel no estaba aislado. La sensación de humedad y el calor por la profundidad era constante.
Un poco más al fondo, llegué a una bifurcación. Las paredes tenían un muy oscuro color negruzco. Las toqué y observé como mis dedos se cubrían de un polvillo negro. Todo parecía indicar que aquello era carbón. Miré al suelo y descubrí una lámpara de carburo. Tal vez sería útil para ver. Volví al grupo.
-Esto es una mina – Afirmé algo inquieta por la sensación claustrofóbica. Lo cual era peor a que fuese simplemente un túnel o una guarida lineal. Las minas suelen ser laberínticas y la probabilidad de perderse por la difícil de orientación son muy elevadas. A saber dónde estaban los vampiros. O lo que es peor, ¡la salida! Encima, en una mina estás expuesto a posibles desprendimientos o emisiones de gases que no existen en una cueva natural.
Puse la lámpara de carburo a disposición del grupo, por si alguien podía encenderla. No iluminaría mucho. Pero tomando también la lamparita que iluminaba la entrada, ya tendríamos dos fuentes de luz.
Nos volvimos a reunir todos en el centro. El general Laurent afirmó que aquellos humanos eran sirvientes de vampiros, y que gracias a esto sabríamos que la cueva debía estar cerca. Asentí con la cabeza mientras guardaba mi arma. Definitivamente, sí, tal vez había sido estúpido poner hombres a cuidar la entrada a una cueva, aunque supongo que no pensarían con que apareciésemos nosotros por allí.
Niniel se acercó a Vincent para curarle la herida, miré para ella, giré un vistazo la vista para contemplar si había alguien más, y cuando volví a mirar para ella había desaparecido. ¿Pero qué demonios…? ¿Dónde coño se ha metido? El sargento Laurent parecía mostrar el mismo desconcierto que yo.
Fue entonces cuando escuché una voz en forma de eco, que se escuchaba como muy lejana y de la parte más baja del suelo. Apenas oía nada. Pero estaba claro que era la de Niniel. Me acerqué a donde se había esfumado y, efectivamente, se escuchaba a la voz venir del fondo. No lograba entender casi nada de lo que decía. Miré hacia abajo y vi que había un pequeño agujero en el suelo, totalmente circular y perfecto. Adelanté mi cintura por delante de los pies para ver el sitio por el que había caído.
-Níniel ha caído por aquí – dije a los dos hombres que me acompañaban.
Si la elfa había caído y se encontraba dando voces desde abajo, con toda seguridad que la caída no sería peligrosa. Además creí escuchar algo de un tobogán. Iba a proceder a lanzarme por ahí. Ante que Vincent y Laurent parecían no haberse decidido aún a bajar, intercedí yo por ellos.
-Supongo que ahora irán las damas primero, ¿verdad? – dije con una sonrisa, ya sentada sobre la gatera, ante la poca determinación que veía para lanzarse por el mismo, no fuera a ser que los dos “valientes” se hicieran una herida.
Y de un saltito pasé a deslizarme por el tobogán. Caí a bastante velocidad. Allí abajo me esperaba Niniel. Era la entrada de un túnel, no de una cueva. Todo era artificial, el túnel contaba con entibaciones de madera como sostenimiento y no estaba muy iluminado. Puse una cara de circunstancias. Ahora sí que estábamos en peligro de ser atacados por vampiros.
De nuevo, coloqué mi ballesta en ristre, y mientras bajaban los otros dos me decidí a adelantarme un poco, para hacer un análisis más exhaustivo de la zona. Debido a las intensas lluvias de los últimos días, la roca del estrato superior debía ser una autopista para el agua, ya que parecía que estaba lloviendo constantemente, el túnel no estaba aislado. La sensación de humedad y el calor por la profundidad era constante.
Un poco más al fondo, llegué a una bifurcación. Las paredes tenían un muy oscuro color negruzco. Las toqué y observé como mis dedos se cubrían de un polvillo negro. Todo parecía indicar que aquello era carbón. Miré al suelo y descubrí una lámpara de carburo. Tal vez sería útil para ver. Volví al grupo.
-Esto es una mina – Afirmé algo inquieta por la sensación claustrofóbica. Lo cual era peor a que fuese simplemente un túnel o una guarida lineal. Las minas suelen ser laberínticas y la probabilidad de perderse por la difícil de orientación son muy elevadas. A saber dónde estaban los vampiros. O lo que es peor, ¡la salida! Encima, en una mina estás expuesto a posibles desprendimientos o emisiones de gases que no existen en una cueva natural.
Puse la lámpara de carburo a disposición del grupo, por si alguien podía encenderla. No iluminaría mucho. Pero tomando también la lamparita que iluminaba la entrada, ya tendríamos dos fuentes de luz.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
La herida era poca cosa, pero fue suficiente para que Niniel se presentase voluntaria para sanarlo. La situación le hizo al rubio recordar nuevamente su viaje al sur desde Dundarak, cuando casi estuvo a punto de morir a manos de un brujo bastante talentoso, a la par que frío. Si no hubiera sentido en sus propias carnes el doloroso abrazo de los ataques eléctricos de aquel tipo, hubiera jurado que era un tensai de hielo, pues su carácter parecía idóneo para dicho elemento. No obstante, aunque le estaba inmensamente agradecido a Destino, ahora era distinto. No estaba ni mucho menos al borde de la muerte como entonces, y sobre todo, el elfo carecía de la dulce voz de la dama de los bosques.
- No es nada-, dijo un tanto cohibido, porque una elfa tuviera que gastar sus poderes en algo tan nimio. - Seguro que se cierra sola en poco tiempo-, siguió comentando a la vez que volteaba la cabeza para echar un ojo a Alphonse.
El grito de la mujer puso en tensión nuevamente al brujo, preocupado por si alguien que no habían visto la había herido. Pero al volver de nuevo el rostro hacia ella no vio absolutamente nada. ¿Qué extraño? pensó, a la vez que caminaba hacia la zona donde debería estar Niniel, y donde ahora se encontraba Huracán. El comentario de la cazadora le puso nervioso, ya que al decirle que la elfa había caído por allí, lo primero que le vino a la cabeza fue que era una trampa de los esclavos vampiros.
No pudo suspirar más aliviado, cuando la voz de la chica resonó por el agujero dando a entender, en lo poco que alcanzó a escuchar, que no era una trama.
- Espera un momento…-, comenzó a decirle a Huracán, antes de que esta se lanzara por el agujero de manera decidida. El brujo se acarició la frente al verla desaparecer con resignación, haciéndose daño en la estúpida herida de la frente. - ¿Pero cómo piensa que volveremos a salir si simplemente nos lanzamos por el agujero? - preguntó retórico a Laurent, ya que era el único que quedaba con él.
Este solo se rió y el brujo hizo lo propio al oír la risa de su compañero. Si ya no tenía suficiente con la impulsiva Keira, ahora además tenía otra mujer impulsiva con un apodo que le iba como anillo al dedo. Esto hizo pensar al rubio sobre donde se encontraría la chica de fuego, conociéndola haciendo estragos por ahí. Solo esperaba que no se pusiera en excesivo peligro por su descontrolado enfado.
- Al mejor solo me preocupo en vano, y ni siquiera ha salido de Vulwulfar. La verdad es que siempre ha sido una chica que iba muy a lo suyo-, se dijo mientras recogía la cuerda de Alphonse. Luego lo condujo junto a las otras dos monturas para que se hicieran compañía en su ausencia. - Portaos bien, eh-, se despidió, dando unas caricias tranquilizadoras a todos los caballos.
Volvió hasta el agujero, y le enseñó la cuerda que llevaba en las manos, a lo que los hombres volvieron a reír. Ató con firmeza un extremo a un árbol cercano, para después tirar con fuerza y comprobar que estaba en perfecto estado el cabo. Finalmente lanzó el otro extremo por el hoyo.
- Nos vemos al otro lado-, dijo al elfo justo antes de desaparecer por la entrada.
Al bajar deslizándose por la cuerda su llegada fue muy suave. Había sobrado bastante soga, por lo que calculó que estaría varios metros bajo el suelo. Su cuerda era muy larga para permitirle escalar grandes alturas, o como en este caso, salvar largas bajadas, así que sus enemigos habían trabajado mucho la zona para crear esos pasadizos.
Huracán expuso con palabras lo que Vincent ya temía.
- Sí, esta antigua mina es un sitio perfecto para estos chupasangres. Déjame la lámpara-, comentó mientras cogía la lámpara. Con una pequeña llama de sus dedos pronto estuvo encendida. - Yo no necesito nada para iluminarme el camino, así que creo que es mejor que la lleve otra persona-, alargó la mano con la lámpara hacia Niniel. - Ten, te será más útil que a mí-, se giró para inspeccionar el camino, pero antes de marcharse se volteó nuevamente hacia la elfa - Por cierto, tienes un bonito caballo. ¿Cómo se llama? - Luego dudó si decirle el resto. - Si salimos de esta, me gustaría conversar contigo, solo si quieres claro. Al fin y al cabo no sé si estarás cómoda siendo yo un brujo. Lo último que quiero es molestarte-, le sonrió.
Se adelantó justo a donde estaba Huracán y señaló el suelo.
- Mira, ¿lo ves? - se arrodilló junto al suelo. - Varios se van por esa dirección, y por lo poco profundos que son estas huellas, deben tratarse de pasos de una persona con muy poco peso.
- Yo iba a decir justo lo mismo. ¿Dónde has aprendido a rastrear? - dijo Laurent, que ya se había sumado al resto
- La de cosas que puede aprender un hombre, que va solo con su hermana, en busca de sus padres a lo largo de todo este maldito continente-, contestó medio en broma.
Los vampiros se habían ido por la derecha, y además suponía que llevaban una de sus presas con ellos. Miró hacia atrás. Una ballestera, un arquero y una dama que solo llevaba un cayado, siendo además la única que podría curarlos. Estaba claro que le tocaba ir delante.
- Cuando queráis, esas chicas no tienen mucho tiempo.
- No es nada-, dijo un tanto cohibido, porque una elfa tuviera que gastar sus poderes en algo tan nimio. - Seguro que se cierra sola en poco tiempo-, siguió comentando a la vez que volteaba la cabeza para echar un ojo a Alphonse.
El grito de la mujer puso en tensión nuevamente al brujo, preocupado por si alguien que no habían visto la había herido. Pero al volver de nuevo el rostro hacia ella no vio absolutamente nada. ¿Qué extraño? pensó, a la vez que caminaba hacia la zona donde debería estar Niniel, y donde ahora se encontraba Huracán. El comentario de la cazadora le puso nervioso, ya que al decirle que la elfa había caído por allí, lo primero que le vino a la cabeza fue que era una trampa de los esclavos vampiros.
No pudo suspirar más aliviado, cuando la voz de la chica resonó por el agujero dando a entender, en lo poco que alcanzó a escuchar, que no era una trama.
- Espera un momento…-, comenzó a decirle a Huracán, antes de que esta se lanzara por el agujero de manera decidida. El brujo se acarició la frente al verla desaparecer con resignación, haciéndose daño en la estúpida herida de la frente. - ¿Pero cómo piensa que volveremos a salir si simplemente nos lanzamos por el agujero? - preguntó retórico a Laurent, ya que era el único que quedaba con él.
Este solo se rió y el brujo hizo lo propio al oír la risa de su compañero. Si ya no tenía suficiente con la impulsiva Keira, ahora además tenía otra mujer impulsiva con un apodo que le iba como anillo al dedo. Esto hizo pensar al rubio sobre donde se encontraría la chica de fuego, conociéndola haciendo estragos por ahí. Solo esperaba que no se pusiera en excesivo peligro por su descontrolado enfado.
- Al mejor solo me preocupo en vano, y ni siquiera ha salido de Vulwulfar. La verdad es que siempre ha sido una chica que iba muy a lo suyo-, se dijo mientras recogía la cuerda de Alphonse. Luego lo condujo junto a las otras dos monturas para que se hicieran compañía en su ausencia. - Portaos bien, eh-, se despidió, dando unas caricias tranquilizadoras a todos los caballos.
Volvió hasta el agujero, y le enseñó la cuerda que llevaba en las manos, a lo que los hombres volvieron a reír. Ató con firmeza un extremo a un árbol cercano, para después tirar con fuerza y comprobar que estaba en perfecto estado el cabo. Finalmente lanzó el otro extremo por el hoyo.
- Nos vemos al otro lado-, dijo al elfo justo antes de desaparecer por la entrada.
Al bajar deslizándose por la cuerda su llegada fue muy suave. Había sobrado bastante soga, por lo que calculó que estaría varios metros bajo el suelo. Su cuerda era muy larga para permitirle escalar grandes alturas, o como en este caso, salvar largas bajadas, así que sus enemigos habían trabajado mucho la zona para crear esos pasadizos.
Huracán expuso con palabras lo que Vincent ya temía.
- Sí, esta antigua mina es un sitio perfecto para estos chupasangres. Déjame la lámpara-, comentó mientras cogía la lámpara. Con una pequeña llama de sus dedos pronto estuvo encendida. - Yo no necesito nada para iluminarme el camino, así que creo que es mejor que la lleve otra persona-, alargó la mano con la lámpara hacia Niniel. - Ten, te será más útil que a mí-, se giró para inspeccionar el camino, pero antes de marcharse se volteó nuevamente hacia la elfa - Por cierto, tienes un bonito caballo. ¿Cómo se llama? - Luego dudó si decirle el resto. - Si salimos de esta, me gustaría conversar contigo, solo si quieres claro. Al fin y al cabo no sé si estarás cómoda siendo yo un brujo. Lo último que quiero es molestarte-, le sonrió.
Se adelantó justo a donde estaba Huracán y señaló el suelo.
- Mira, ¿lo ves? - se arrodilló junto al suelo. - Varios se van por esa dirección, y por lo poco profundos que son estas huellas, deben tratarse de pasos de una persona con muy poco peso.
- Yo iba a decir justo lo mismo. ¿Dónde has aprendido a rastrear? - dijo Laurent, que ya se había sumado al resto
- La de cosas que puede aprender un hombre, que va solo con su hermana, en busca de sus padres a lo largo de todo este maldito continente-, contestó medio en broma.
Los vampiros se habían ido por la derecha, y además suponía que llevaban una de sus presas con ellos. Miró hacia atrás. Una ballestera, un arquero y una dama que solo llevaba un cayado, siendo además la única que podría curarlos. Estaba claro que le tocaba ir delante.
- Cuando queráis, esas chicas no tienen mucho tiempo.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Ya estaba cerca de las cuevas, no tardaría más de dos minutos en llegar, el mapa era ya inútil, al menos esa impresión le daba, pues en realidad, no era complicado encontrar el que parecía ser el refugio de los secuestradores, sospechaba que, si el mapa era tan estúpido, algo más debía haber allí que ocultase la entrada, al menos estaba claro que los guardias no eran especialmente fuertes, aunque, sinceramente, el que se había enfrentado a ella no podía considerarse precisamente débil.
Avanzó silenciosa, aprovechando la ligereza de sus pasos cuando, de pronto, escuchó un sonido y terminó colgando de un árbol. Chasqueó la lengua rabiosa, y soltó una especie de grito ahogado, quejándose en un intento de no hacer demasiado ruido. Moviéndose como se lo permitía esa maldita red, sintiéndose un besugo colgando de una rama, sacó una de sus dagas y, sin preocuparse de donde caería, comenzó a cortar.
Tras serrar un par de veces, calló al suelo, embarrándose el pantalón. Pero al menos ya estaba en el suelo, no dio dos pasos cuando resbaló cayendo por el interior de lo que parecía una madriguera. Una madriguera larguísima, debía estar entrando a una especie de submundo por un horrible tobogán de tierra húmeda. Llegó finalmente al suelo, aterrizando con el trasero, eso le dejaría un moretón. Miró hacia arriba, el lugar era húmedo, frío, e incomodo, la piedra dura parecía estar recorrida por algún tipo de vías metálicas. Iluminó el lugar creando unas pequeñas burbujas anaranjadas que flotaban en el aire, en el interior de estas, unas diminutas llamas bailaban creando luz. Aun en el suelo, observó el lugar, parecía ser una excavación, tal vez, una mina, pues las paredes parecían refulgir con la luz de sus esferas.
Se fue a levantar, notando un pinchazo en el tobillo, y no pudiendo evitar soltar un gemido dolorido. No debería andar, el tobillo pronto se inflaría, pero no quería detenerse, por Fire y por las chicas a las que, por desgracia, podía entender con demasiada facilidad. Dio un primer paso cojeando, para, al instante, que su orgullo actuase y la hiciera fingir que no sentía dolor alguno, aunque claro estaba que, quien la conociera bien, notaría sus pasos más pesados y cuidadosos de lo que solían ser.
Andó varios metros cuando, en un cambio de sentido, vio aparecer lo que parecían varias luces de antorcha, apagó sus pequeñas burbujas y esperó semiescondida en el rincón a que se acercasen, cuando los pasos de lo que, por lo que se escuchaba, eran un grupo, cuando estuvieron bastanteó cerca, avanzando con una llama les cortó el paso y salió con lentitud por el dolorido tobillo, dispuesta a atacar y sonsacar información, sin embargo, pronto abandonó sus ganas de pelea al distinguir a quienes deberían haber sido su equipo, y, bajando las dagas, volviendo a crear, nuevamente, las esferas, les protestó:
- Llegáis tarde.
Avanzó silenciosa, aprovechando la ligereza de sus pasos cuando, de pronto, escuchó un sonido y terminó colgando de un árbol. Chasqueó la lengua rabiosa, y soltó una especie de grito ahogado, quejándose en un intento de no hacer demasiado ruido. Moviéndose como se lo permitía esa maldita red, sintiéndose un besugo colgando de una rama, sacó una de sus dagas y, sin preocuparse de donde caería, comenzó a cortar.
Tras serrar un par de veces, calló al suelo, embarrándose el pantalón. Pero al menos ya estaba en el suelo, no dio dos pasos cuando resbaló cayendo por el interior de lo que parecía una madriguera. Una madriguera larguísima, debía estar entrando a una especie de submundo por un horrible tobogán de tierra húmeda. Llegó finalmente al suelo, aterrizando con el trasero, eso le dejaría un moretón. Miró hacia arriba, el lugar era húmedo, frío, e incomodo, la piedra dura parecía estar recorrida por algún tipo de vías metálicas. Iluminó el lugar creando unas pequeñas burbujas anaranjadas que flotaban en el aire, en el interior de estas, unas diminutas llamas bailaban creando luz. Aun en el suelo, observó el lugar, parecía ser una excavación, tal vez, una mina, pues las paredes parecían refulgir con la luz de sus esferas.
Se fue a levantar, notando un pinchazo en el tobillo, y no pudiendo evitar soltar un gemido dolorido. No debería andar, el tobillo pronto se inflaría, pero no quería detenerse, por Fire y por las chicas a las que, por desgracia, podía entender con demasiada facilidad. Dio un primer paso cojeando, para, al instante, que su orgullo actuase y la hiciera fingir que no sentía dolor alguno, aunque claro estaba que, quien la conociera bien, notaría sus pasos más pesados y cuidadosos de lo que solían ser.
Andó varios metros cuando, en un cambio de sentido, vio aparecer lo que parecían varias luces de antorcha, apagó sus pequeñas burbujas y esperó semiescondida en el rincón a que se acercasen, cuando los pasos de lo que, por lo que se escuchaba, eran un grupo, cuando estuvieron bastanteó cerca, avanzando con una llama les cortó el paso y salió con lentitud por el dolorido tobillo, dispuesta a atacar y sonsacar información, sin embargo, pronto abandonó sus ganas de pelea al distinguir a quienes deberían haber sido su equipo, y, bajando las dagas, volviendo a crear, nuevamente, las esferas, les protestó:
- Llegáis tarde.
Keira Brabery
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 247
Nivel de PJ : : 1
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
Al final acabaron todos allí abajo, aunque los que bajaron tras Níniel tuvieron más suerte que la peliblanca y no tuvieron que amortiguar la caída con el pandero gracias a contar con una cuerda en su descenso, si no fuese una señorita aún estaría frotándose las nalgas para aliviar el dolor del aterrizaje que se había vuelto más acuciante en cuanto había dejado de estar sola en aquel túnel y el miedo se había diluido un poco. La cuerda serviría también para salir de allí por aquel mismo agujero en el suelo si la situación se ponía muy mal o si a pesar de las pistas no encontraban lo que buscaban por allí. Todo parecía apuntar a que de producirse una de esas situaciones seguramente sería la primera, que por allí había pasado al menos una mujer del bosque estaba claro.
Níniel tomó la lámpara que Vincent había encendido y se extrañó por las palabras que el brujo dijo mientras se la entregaba. En un primer momento esa extrañeza venía por el lugar y la situación en la que estaban y que tan poco adecuadas eran para una proposición así, pero enseguida eso dio paso a un ligero rubor en sus mejillas al verle sonreír que a la luz de aquel farol sería por suerte casi indetectable. ¿Aquel hombre le estaba pidiendo una cita?, ¿para hablar de qué?. Si era un brujo...Algo así no estaba bien, ¿o sí?. Rápidamente pensó que seguramente estaba entendiendo mal sus palabras y solo quisiera hablar sobre magia o algo puramente académico relacionado.
-No tengo nada personal contra ti, ni contra los brujos. No me incomodaría, siempre que mantengas las manos a la vista- Eso último lo añadió un poco como una broma para sacudirse los nervios de encima mientras llevaba una de sus manos a la cabeza del brujo y sanaba su herida de la frente, de la que no se había olvidado, con un leve contacto devolviéndole la sonrisa. -Se llama Nahar, en honor al primero de los caballos.- Finalizó, mostrándose orgullosa de ser la amazona de tan noble animal.
Continuaron avanzando por el túnel hasta llegar a una bifurcación que les planteaba la duda de por dónde continuar. Ambos caminos parecían iguales y nada a ojos de la peliblanca inclinaba la balanza a favor de uno u otro. No obstante Vincent parecía saber bastante bien en qué fijarse en momentos así y sin dudas indicó en qué dirección debían seguir tras mirar unas huellas que a la elfa se le antojaron de difícil lectura y que fueron confirmadas por Laurent.
-Veo que a las sacerdotisas del dragón siguen sin enseñarlas a seguir un rastro. Es algo muy útil que quizá deberíais aprender desde niñas.- Comentó el elfo de forma bastante condescendiente aunque divirtiendo a la peliblanca. Ese comentario la hizo recordar las largas jornadas de estudio y las sanas competiciones constantes entre aquellos elfos que se decantaban hacia la magia y los que no.
-Agradecerás que dedicara mi tiempo al estudio de los dones sanadores si uno de los vampiros decide convertirte en su "nuevo mejor amigo"- Respondió Níniel enseguida consiguiendo que el elfo sonriera un instante antes de volver a ponerse serio y centrado en la misión. E hizo bien porque en ese momento apareció de repente una figura femenina portando fuego en su mano y que del susto casi causa una desgracia, por suerte se trataba de Keira y en el último instante se evitó que nadie saliera herido innecesariamente.
-Por todos los dioses Keira...Casi te convierto en un alfiletero...¿Cómo has llegado hasta aquí?. Bah da igual, me alegra ver que sigues de una pieza, sabía que te habías adelantado, por eso robaste mi mapa.- Seguramente no pasaría por alto de la bruja de fuego que mientras el elfo decía lo de alegrarse de verla la había mirado directamente al escote. -¿Has descubierto algo?-
-¿Estás bien?- Preguntó Níniel también.
Tras el reencuentro el grupo continuó hasta que el final de aquel túnel apareció a unos metros de ellos iluminado con suficiente luz como la de el gran salón de un castillo el día de un banquete. Para los oídos atentos de aquella dirección llegaban varios sonidos de voces y del movimiento de platos y vasos sobre una mesa de madera. El túnel tenía una última bifurcación ascendente justo a la derecha antes de desembocar en aquel mar de luz que tras acercarse lo suficiente resultaría ser una gran gruta natural convertida en una guarida a la que no le faltaba de nada. El lugar era bastante amplio y estaba dividido en varias zonas según su función. Cerca de donde estaba el grupo había un par de largas mesas de banquete con bancos de madera y con tres sujetos sentados en una de ella hablando mientras bebían de copas de madera. Al fondo sobre una tarima de madera elevada había varias camas de paja y pieles de las cuales solo una estaba ocupada por alguien. A la izquierda de la gruta, aprovechando la forma natural de la misma había unas jaulas de metal cuadradas, tres concretamente, en las cuales se intuía que había varias personas encerradas, las mujeres seguramente. A la derecha había bastantes cajas y barriles amontonados y sobre ellos había una especie de balconada improvisada aprovechando la altura de varios metros del lugar y que debía de ser el lugar donde llevaba ese camino ascendente antes del final del túnel. A parte de los sujetos ya mencionados había otros cuatro hombres por el lugar...Quizá alguno más ya que desde donde estaba el grupo no era visible toda la gruta.
-¿Son vampiros o humanos?- Preguntó Níniel sabiendo que quizá la respuesta podría estar en el medio de las opciones mencionadas. -Cuento ocho...-
Níniel tomó la lámpara que Vincent había encendido y se extrañó por las palabras que el brujo dijo mientras se la entregaba. En un primer momento esa extrañeza venía por el lugar y la situación en la que estaban y que tan poco adecuadas eran para una proposición así, pero enseguida eso dio paso a un ligero rubor en sus mejillas al verle sonreír que a la luz de aquel farol sería por suerte casi indetectable. ¿Aquel hombre le estaba pidiendo una cita?, ¿para hablar de qué?. Si era un brujo...Algo así no estaba bien, ¿o sí?. Rápidamente pensó que seguramente estaba entendiendo mal sus palabras y solo quisiera hablar sobre magia o algo puramente académico relacionado.
-No tengo nada personal contra ti, ni contra los brujos. No me incomodaría, siempre que mantengas las manos a la vista- Eso último lo añadió un poco como una broma para sacudirse los nervios de encima mientras llevaba una de sus manos a la cabeza del brujo y sanaba su herida de la frente, de la que no se había olvidado, con un leve contacto devolviéndole la sonrisa. -Se llama Nahar, en honor al primero de los caballos.- Finalizó, mostrándose orgullosa de ser la amazona de tan noble animal.
Continuaron avanzando por el túnel hasta llegar a una bifurcación que les planteaba la duda de por dónde continuar. Ambos caminos parecían iguales y nada a ojos de la peliblanca inclinaba la balanza a favor de uno u otro. No obstante Vincent parecía saber bastante bien en qué fijarse en momentos así y sin dudas indicó en qué dirección debían seguir tras mirar unas huellas que a la elfa se le antojaron de difícil lectura y que fueron confirmadas por Laurent.
-Veo que a las sacerdotisas del dragón siguen sin enseñarlas a seguir un rastro. Es algo muy útil que quizá deberíais aprender desde niñas.- Comentó el elfo de forma bastante condescendiente aunque divirtiendo a la peliblanca. Ese comentario la hizo recordar las largas jornadas de estudio y las sanas competiciones constantes entre aquellos elfos que se decantaban hacia la magia y los que no.
-Agradecerás que dedicara mi tiempo al estudio de los dones sanadores si uno de los vampiros decide convertirte en su "nuevo mejor amigo"- Respondió Níniel enseguida consiguiendo que el elfo sonriera un instante antes de volver a ponerse serio y centrado en la misión. E hizo bien porque en ese momento apareció de repente una figura femenina portando fuego en su mano y que del susto casi causa una desgracia, por suerte se trataba de Keira y en el último instante se evitó que nadie saliera herido innecesariamente.
-Por todos los dioses Keira...Casi te convierto en un alfiletero...¿Cómo has llegado hasta aquí?. Bah da igual, me alegra ver que sigues de una pieza, sabía que te habías adelantado, por eso robaste mi mapa.- Seguramente no pasaría por alto de la bruja de fuego que mientras el elfo decía lo de alegrarse de verla la había mirado directamente al escote. -¿Has descubierto algo?-
-¿Estás bien?- Preguntó Níniel también.
Tras el reencuentro el grupo continuó hasta que el final de aquel túnel apareció a unos metros de ellos iluminado con suficiente luz como la de el gran salón de un castillo el día de un banquete. Para los oídos atentos de aquella dirección llegaban varios sonidos de voces y del movimiento de platos y vasos sobre una mesa de madera. El túnel tenía una última bifurcación ascendente justo a la derecha antes de desembocar en aquel mar de luz que tras acercarse lo suficiente resultaría ser una gran gruta natural convertida en una guarida a la que no le faltaba de nada. El lugar era bastante amplio y estaba dividido en varias zonas según su función. Cerca de donde estaba el grupo había un par de largas mesas de banquete con bancos de madera y con tres sujetos sentados en una de ella hablando mientras bebían de copas de madera. Al fondo sobre una tarima de madera elevada había varias camas de paja y pieles de las cuales solo una estaba ocupada por alguien. A la izquierda de la gruta, aprovechando la forma natural de la misma había unas jaulas de metal cuadradas, tres concretamente, en las cuales se intuía que había varias personas encerradas, las mujeres seguramente. A la derecha había bastantes cajas y barriles amontonados y sobre ellos había una especie de balconada improvisada aprovechando la altura de varios metros del lugar y que debía de ser el lugar donde llevaba ese camino ascendente antes del final del túnel. A parte de los sujetos ya mencionados había otros cuatro hombres por el lugar...Quizá alguno más ya que desde donde estaba el grupo no era visible toda la gruta.
-¿Son vampiros o humanos?- Preguntó Níniel sabiendo que quizá la respuesta podría estar en el medio de las opciones mencionadas. -Cuento ocho...-
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
No me decepcionó Vincent sobre mis primeras impresiones sobre él. Hizo su truquito de magia encendiendo la lámpara y aprovechó esto para hacerse el interesante ante Niniel. Vincent me recuerda a Mortdecái, el mecánico de la academia, cada vez que me incluye algún nuevo artilugio en mi armamento. No pude evitar suspirar mientras la elfa le curaba la herida y me adelanté.
A continuación se acercó a mí, e hizo alusión a unas huellas de alguien poco pesado. Podía ser que fuese vampiros. Comenzamos a seguirlo. Laurent le preguntó sobre cómo había aprendido a rastrear. La respuesta del brujo me hizo pensar… ¿Va con su hermana... a lo largo del continente buscando a sus padres? Ya había oído esa historia antes. Alguien me había dicho hace no mucho algo de qué es buscar a una madre. Eso y su apellido del informe… Eran demasiadas coincidencias.
-¿Tu hermana no se llamará Elen, verdad? – le pregunté a Vincent, mirándolo por primera vez en lo que iba de viaje, a pesar de todo lo mujeriego que parecía, tenía pinta de ser buen tipo. – Es amiga mía. La conocí hace un par de meses en las islas. – me preguntaba si él tendría una maldición como ella. Pero ni mucho menos iba a sacar ese tema. Yo era alguien de absoluta confianza, y esos asuntos eran temas privados. Yo también prefería que Elen no revelara mi verdadero nombre.
Mientras tanto, unos pasos más atrás, Laurent iba bromeando con Niniel sobre por qué no enseñaban a los elfos a rastrear. Por un momento, parece que no había tensión en el grupo, y todos mostrábamos cierta relajación. Sin embargo, seguramente fuese el momento más crítico.
Fue entonces cuando al fondo, vimos a aparecer a la bruja que antes nos había abandonado. La tal Keira. Yo sólo me había cruzado como mucho dos minutos con ella. Lo que tardó en coger el mapa y largarse, poco más. Todos la recibieron muy cortésmente, aunque ella llegó protestando. A mí no terminaba de darme confianza la gente tan impulsiva. Habría que ver si dejaba de comportarse como una cría a partir de ahora. No hice ningún gesto ni nada. No porque me cayera mal ni mucho menos, sino porque aún no la conocía lo suficiente.
Tras un rato más caminando siguiendo las huellas. Comenzamos a oír ruidos, tal vez de una vajilla, como si de un comedor se tratara. Llegamos ahora a una gruta que parecía ser natural. Era un amplio espacio. Con mesas de banquete. Que desembocaba en un mar de luz artificial, nada peligroso para vampiros. También se veían jaulas en las que parecía haber mujeres encerradas.
-Luz artificial. Tonalidad de piel blanquecina. No hay duda. Son vampiros. – respondí a la pregunta de Niniel apretando los ojos distinguir la tonalidad de piel de los seres, no había solo vampiros, también se apreciaba alguna figura femenina vampiresa. Giré la cabeza hacia el camino - Creo que este camino ascendente llevará a aquel balcón de allí – dije señalándolo con la ballesta - Laurent y yo podemos proporcionar apoyo a distancia desde el balcón. Vincent, Keira y tú podríais tratar de ir por debajo y sorprenderlos sigilosamente y liberar a los prisioneros.
Era solo una opinión, no pretendía parecer marimandona. Y si otro proponía un plan mejor estaría dispuesta a acatarlo por el bien del grupo. De todos modos creía que sería importante combinar bien nuestras bazas tanto a larga distancia como otra. Yo tenía mi daga y mis poderes del viento poco desarrollados para cuerpo a cuerpo, pero eran más un recurso de supervivencia que uno ofensivo.
Fuera lo que fuera tenía ganas de acabar con aquellos vampiros, y mis ojos y mirada así lo reflejaban. Mi odio hacia aquella raza era inculcado desde niña, desde que me entrenaron para cazarlos, pero se había acrecentado cuando supe que mi madre estaba siendo cautiva por una secta formada por estos indeseables seres de la noche. Sentía impotencia ante tamaña injusticia y no quería que aquellas mujeres corrieran una suerte indeseable. Aunque aquellos parecían ser menos sofisticados y sanguinarios que a los que supuestamente me debería de enfrentar inevitablemente más adelante. Sin duda alguna sería necesaria la colaboración de alguno de los presentes, pero eso sería más adelante. Por eso pensaba rechazar el oro del general Laurent cuando acabáramos la misión.
A continuación se acercó a mí, e hizo alusión a unas huellas de alguien poco pesado. Podía ser que fuese vampiros. Comenzamos a seguirlo. Laurent le preguntó sobre cómo había aprendido a rastrear. La respuesta del brujo me hizo pensar… ¿Va con su hermana... a lo largo del continente buscando a sus padres? Ya había oído esa historia antes. Alguien me había dicho hace no mucho algo de qué es buscar a una madre. Eso y su apellido del informe… Eran demasiadas coincidencias.
-¿Tu hermana no se llamará Elen, verdad? – le pregunté a Vincent, mirándolo por primera vez en lo que iba de viaje, a pesar de todo lo mujeriego que parecía, tenía pinta de ser buen tipo. – Es amiga mía. La conocí hace un par de meses en las islas. – me preguntaba si él tendría una maldición como ella. Pero ni mucho menos iba a sacar ese tema. Yo era alguien de absoluta confianza, y esos asuntos eran temas privados. Yo también prefería que Elen no revelara mi verdadero nombre.
Mientras tanto, unos pasos más atrás, Laurent iba bromeando con Niniel sobre por qué no enseñaban a los elfos a rastrear. Por un momento, parece que no había tensión en el grupo, y todos mostrábamos cierta relajación. Sin embargo, seguramente fuese el momento más crítico.
Fue entonces cuando al fondo, vimos a aparecer a la bruja que antes nos había abandonado. La tal Keira. Yo sólo me había cruzado como mucho dos minutos con ella. Lo que tardó en coger el mapa y largarse, poco más. Todos la recibieron muy cortésmente, aunque ella llegó protestando. A mí no terminaba de darme confianza la gente tan impulsiva. Habría que ver si dejaba de comportarse como una cría a partir de ahora. No hice ningún gesto ni nada. No porque me cayera mal ni mucho menos, sino porque aún no la conocía lo suficiente.
Tras un rato más caminando siguiendo las huellas. Comenzamos a oír ruidos, tal vez de una vajilla, como si de un comedor se tratara. Llegamos ahora a una gruta que parecía ser natural. Era un amplio espacio. Con mesas de banquete. Que desembocaba en un mar de luz artificial, nada peligroso para vampiros. También se veían jaulas en las que parecía haber mujeres encerradas.
-Luz artificial. Tonalidad de piel blanquecina. No hay duda. Son vampiros. – respondí a la pregunta de Niniel apretando los ojos distinguir la tonalidad de piel de los seres, no había solo vampiros, también se apreciaba alguna figura femenina vampiresa. Giré la cabeza hacia el camino - Creo que este camino ascendente llevará a aquel balcón de allí – dije señalándolo con la ballesta - Laurent y yo podemos proporcionar apoyo a distancia desde el balcón. Vincent, Keira y tú podríais tratar de ir por debajo y sorprenderlos sigilosamente y liberar a los prisioneros.
Era solo una opinión, no pretendía parecer marimandona. Y si otro proponía un plan mejor estaría dispuesta a acatarlo por el bien del grupo. De todos modos creía que sería importante combinar bien nuestras bazas tanto a larga distancia como otra. Yo tenía mi daga y mis poderes del viento poco desarrollados para cuerpo a cuerpo, pero eran más un recurso de supervivencia que uno ofensivo.
Fuera lo que fuera tenía ganas de acabar con aquellos vampiros, y mis ojos y mirada así lo reflejaban. Mi odio hacia aquella raza era inculcado desde niña, desde que me entrenaron para cazarlos, pero se había acrecentado cuando supe que mi madre estaba siendo cautiva por una secta formada por estos indeseables seres de la noche. Sentía impotencia ante tamaña injusticia y no quería que aquellas mujeres corrieran una suerte indeseable. Aunque aquellos parecían ser menos sofisticados y sanguinarios que a los que supuestamente me debería de enfrentar inevitablemente más adelante. Sin duda alguna sería necesaria la colaboración de alguno de los presentes, pero eso sería más adelante. Por eso pensaba rechazar el oro del general Laurent cuando acabáramos la misión.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
El brujo se sintió intrigado por la pregunta de la cazadora. No esperaba oír el nombre de su hermana por esa ciudad, mucho menos en una gruta subterránea llena de vampiros, aunque tendría que acostumbrarse. Ella viajaba tanto como él, haciéndose muy fuerte en el dominio de sus poderes, y se metía en casi tanto líos como él. En eso todavía superaba a su hermana.
- Sí, Elen es mi hermana. Hace un tiempo que no la veo ¿Cómo se encuentra? - contestó, pensando ahora que tendría que hacerle una visita. Siempre disfrutaba de su compañía, y ya la había dejado mucho tiempo a su aire. Era hora de volver a verla, aunque solo fuera para comentarle su visita a los caballeros dragón en el norte.
Vincent pensó un instante que la elfa partiría el cayado sobre la cabeza del sargento, pero al menos el explorador tuvo el sentido común de hacer notar que era en broma. Por ello, en vez de un bastonazo solo se llevó una respuesta igual de bromista de la sanadora. ¿O debía decir sacerdotisa? Laurent se había dirigido a ella de ese modo, y Níniel no lo había corregido. Eso le recordó lo poco que sabía de la cultura de los elfos, algo que siempre lo había intrigado desde pequeño. Lo poco que sabía de ellos era que habían sido expulsados de las islas por los brujos, dato no muy halagüeño para él. No era para estar orgullosos el haber echado una raza de sus tierras, aunque evidentemente no todos los brujos pensaban de la misma manera.
- Joder Keira, pero como se te ocurre hacer una aparición así-, saludó a la chica, reponiéndose del susto inicial. Casi había estado a punto de convertirla en dos Keiras con su espada, o al menos en dos Keiras más cortas. - ¿Se había llevado el mapa? ¿Por qué no me lo había dicho? - preguntó al elfo algo asombrado - En fin, de todos modos ya imaginaba que estarías intentando matar al tipo que hirió a Fire, y cuantos más seamos mejor.
No estuvo desacertado con ese comentario. En cuanto alcanzaron una gruta natural, pudieron comprobar la cantidad de enemigos presentes en la cueva. Necesitarían toda la ayuda posible, y la bruja de fuego era un portento destruyendo cosas. Esta zona era distinta a todo el camino que habían realizado desde que bajaran al subsuelo. No era obra de ninguna criatura pensante como lo era el túnel, aunque los vampiros se habían acomodado allí, con todo lo necesario para vivir cómodamente.
- Yo también veo ocho. Lo malo es que no sé cuantos habrá en el resto de pasadizos. No creo que muchos, los vampiros no suelen ser muy amistosos ni con los de su misma especie. Calculo que estarán todos aquí y que como mucho serán diez-, razonó sus experiencias pasadas con el resto. - Si, son vampiros-, contestó a Huracan. - Pese a todo no puedo asegurar si todos lo son. No lo creo, y la única forma de comprobarlo es darnos de mamporros con ellos. Supongo que ese es mi papel en todo esto-, bromeó.
El rubio siguió observando el lugar hasta que vio lo que tanto ansiaba. Las jaulas con las mujeres. Desde su posición no podía saber la cantidad exacta de ellas, pero había varias, al menos cuatro. No quería lazarse a un combate contra tantos enemigos, mas no veía muchas opciones. Era complicado alcanzar las celdas sin ser vistos, aún más complicado sacar a las mujeres.
- Es una buena idea. Subid hasta allí con cuidado de que no haya nadie por los alrededores. Que seáis los que nos van a cubrir significa que nadie os cubre a vosotros. La señal para que ataquéis será algo tan sencillo como llamas por todas partes. Ya lo entenderéis en su momento. Níniel, ven con nosotros-, hizo ademán de irse pero se paró un momento. - Buena suerte a todos-, terminó por decir, para luego acercarse a un lugar esquinado.
Desde allí volvió a comprobar lo complicado que era hacerlo todo por el modo del sigilo. Al brujo le gustaban las opciones más sutiles, pero en esa ocasión tendría que optar por otro método.
- Bien, como no nos queda otra que atacar. Debemos hacerlo con toda la brutalidad posible. Debemos aprovechar el efecto sorpresa y equilibrar la balanza de fuerzas lo antes posible-, se aproximó hasta la dama de los bosques. - Toma, preferiría darte un arma más contundente, pero una daga es más fácil de manejar-, extrayendo la daga de su vaina se la entregó a la elfa. - Quédate aquí escondida. Keira y yo vamos a caldear el ambiente. Ten mucho cuidado-, le sonrió antes de volver a la esquina.
- Yo me encargaré de lanzarme contra los enemigos, tú me cubres y luego te encargas de las mujeres-, comentó a la bruja. - Y si piensas rechistarme porque quieres matarlos personalmente, tendrás que esperar tu turno. No creas que no me he dado cuenta de tu extraño andar-, susurró a la mujer de rubios cabellos.
Vinc besó el amuleto de lobo que llevaba colgado del cuello, y después se concentró mentalmente en conjurar su poder. Él podía hacer bolas de fuego entre los dedos de la mano, haciendo normalmente una o dos en su mano zurda mientras manejaba su espada con la diestra. Esta vez conjuraría todas las posibles en ambas. El rubio salió con fuerza, con sus manos cargadas de fuego que lanzó sobre las mesas próximas, convirtiendo a los dos tipos que estaban en ellas en dos piras andantes. Para cuando el otro hombre, que estaba vigilando las celdas, fue consciente de la situación, el brujo ya lo había ensartado en su espada, antes incluso de que el enemigo hubiera conseguido desenvainar su espada del todo.
- ¡Vamos Keira! Encárgate de las mujeres-, gritó para hacerse oír entre la algarabía que se había formado en la cueva.
Avanzó unos pasos, atento para cubrir a la bruja, pero de la nada salió algo desde las sombras. Ni siquiera fue capaz de verlo, simplemente sintió como unas piernas menudas, pero firmes, lo envolvieron desde detrás suya, a la altura del pecho, atorándolo y provocando que le costara respirar. El ataque había provenido justo de su espalda, y casi por intuición supo que era un vampiro quien intentaba matarlo. Una vampira para ser exactos. Pudo verla cuando su rostro se acercaba por un lateral, buscando su cuello y su preciada sangre. Vinc no tuvo más remedio que agarrar la cabeza de la mujer y evitar su destino final, pues había perdido su arma cuando lo había asaltado. La mujer era demasiado fuerte, y el abrazo mortal de sus piernas le estaba restringiendo parte del preciado aire que necesitaba, provocando en él menos fuerza de la normal.
En un intento de ganar tiempo encendió las palmas de sus manos, provocando un grito de dolor en la vampiresa, consiguiendo ganar un tiempo precioso de vida. Aunque no estaba seguro de cuanto más podía aguantar.
- Sí, Elen es mi hermana. Hace un tiempo que no la veo ¿Cómo se encuentra? - contestó, pensando ahora que tendría que hacerle una visita. Siempre disfrutaba de su compañía, y ya la había dejado mucho tiempo a su aire. Era hora de volver a verla, aunque solo fuera para comentarle su visita a los caballeros dragón en el norte.
Vincent pensó un instante que la elfa partiría el cayado sobre la cabeza del sargento, pero al menos el explorador tuvo el sentido común de hacer notar que era en broma. Por ello, en vez de un bastonazo solo se llevó una respuesta igual de bromista de la sanadora. ¿O debía decir sacerdotisa? Laurent se había dirigido a ella de ese modo, y Níniel no lo había corregido. Eso le recordó lo poco que sabía de la cultura de los elfos, algo que siempre lo había intrigado desde pequeño. Lo poco que sabía de ellos era que habían sido expulsados de las islas por los brujos, dato no muy halagüeño para él. No era para estar orgullosos el haber echado una raza de sus tierras, aunque evidentemente no todos los brujos pensaban de la misma manera.
- Joder Keira, pero como se te ocurre hacer una aparición así-, saludó a la chica, reponiéndose del susto inicial. Casi había estado a punto de convertirla en dos Keiras con su espada, o al menos en dos Keiras más cortas. - ¿Se había llevado el mapa? ¿Por qué no me lo había dicho? - preguntó al elfo algo asombrado - En fin, de todos modos ya imaginaba que estarías intentando matar al tipo que hirió a Fire, y cuantos más seamos mejor.
No estuvo desacertado con ese comentario. En cuanto alcanzaron una gruta natural, pudieron comprobar la cantidad de enemigos presentes en la cueva. Necesitarían toda la ayuda posible, y la bruja de fuego era un portento destruyendo cosas. Esta zona era distinta a todo el camino que habían realizado desde que bajaran al subsuelo. No era obra de ninguna criatura pensante como lo era el túnel, aunque los vampiros se habían acomodado allí, con todo lo necesario para vivir cómodamente.
- Yo también veo ocho. Lo malo es que no sé cuantos habrá en el resto de pasadizos. No creo que muchos, los vampiros no suelen ser muy amistosos ni con los de su misma especie. Calculo que estarán todos aquí y que como mucho serán diez-, razonó sus experiencias pasadas con el resto. - Si, son vampiros-, contestó a Huracan. - Pese a todo no puedo asegurar si todos lo son. No lo creo, y la única forma de comprobarlo es darnos de mamporros con ellos. Supongo que ese es mi papel en todo esto-, bromeó.
El rubio siguió observando el lugar hasta que vio lo que tanto ansiaba. Las jaulas con las mujeres. Desde su posición no podía saber la cantidad exacta de ellas, pero había varias, al menos cuatro. No quería lazarse a un combate contra tantos enemigos, mas no veía muchas opciones. Era complicado alcanzar las celdas sin ser vistos, aún más complicado sacar a las mujeres.
- Es una buena idea. Subid hasta allí con cuidado de que no haya nadie por los alrededores. Que seáis los que nos van a cubrir significa que nadie os cubre a vosotros. La señal para que ataquéis será algo tan sencillo como llamas por todas partes. Ya lo entenderéis en su momento. Níniel, ven con nosotros-, hizo ademán de irse pero se paró un momento. - Buena suerte a todos-, terminó por decir, para luego acercarse a un lugar esquinado.
Desde allí volvió a comprobar lo complicado que era hacerlo todo por el modo del sigilo. Al brujo le gustaban las opciones más sutiles, pero en esa ocasión tendría que optar por otro método.
- Bien, como no nos queda otra que atacar. Debemos hacerlo con toda la brutalidad posible. Debemos aprovechar el efecto sorpresa y equilibrar la balanza de fuerzas lo antes posible-, se aproximó hasta la dama de los bosques. - Toma, preferiría darte un arma más contundente, pero una daga es más fácil de manejar-, extrayendo la daga de su vaina se la entregó a la elfa. - Quédate aquí escondida. Keira y yo vamos a caldear el ambiente. Ten mucho cuidado-, le sonrió antes de volver a la esquina.
- Yo me encargaré de lanzarme contra los enemigos, tú me cubres y luego te encargas de las mujeres-, comentó a la bruja. - Y si piensas rechistarme porque quieres matarlos personalmente, tendrás que esperar tu turno. No creas que no me he dado cuenta de tu extraño andar-, susurró a la mujer de rubios cabellos.
Vinc besó el amuleto de lobo que llevaba colgado del cuello, y después se concentró mentalmente en conjurar su poder. Él podía hacer bolas de fuego entre los dedos de la mano, haciendo normalmente una o dos en su mano zurda mientras manejaba su espada con la diestra. Esta vez conjuraría todas las posibles en ambas. El rubio salió con fuerza, con sus manos cargadas de fuego que lanzó sobre las mesas próximas, convirtiendo a los dos tipos que estaban en ellas en dos piras andantes. Para cuando el otro hombre, que estaba vigilando las celdas, fue consciente de la situación, el brujo ya lo había ensartado en su espada, antes incluso de que el enemigo hubiera conseguido desenvainar su espada del todo.
- ¡Vamos Keira! Encárgate de las mujeres-, gritó para hacerse oír entre la algarabía que se había formado en la cueva.
Avanzó unos pasos, atento para cubrir a la bruja, pero de la nada salió algo desde las sombras. Ni siquiera fue capaz de verlo, simplemente sintió como unas piernas menudas, pero firmes, lo envolvieron desde detrás suya, a la altura del pecho, atorándolo y provocando que le costara respirar. El ataque había provenido justo de su espalda, y casi por intuición supo que era un vampiro quien intentaba matarlo. Una vampira para ser exactos. Pudo verla cuando su rostro se acercaba por un lateral, buscando su cuello y su preciada sangre. Vinc no tuvo más remedio que agarrar la cabeza de la mujer y evitar su destino final, pues había perdido su arma cuando lo había asaltado. La mujer era demasiado fuerte, y el abrazo mortal de sus piernas le estaba restringiendo parte del preciado aire que necesitaba, provocando en él menos fuerza de la normal.
En un intento de ganar tiempo encendió las palmas de sus manos, provocando un grito de dolor en la vampiresa, consiguiendo ganar un tiempo precioso de vida. Aunque no estaba seguro de cuanto más podía aguantar.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Luz entre tinieblas [Interpretativo][Libre][3/3] [Cerrado]
La chica se cruzó de brazos con un gesto serio y un peuqeño puchero, casi imperceptible, en el labio, mientras escuchaba las protestas del brujo. No le gustaba, no estaba para nada contenta, el tobillo le dolía, Fire estaba lejos de ella, aunque, al menos, estaba bien, se encontraba en un sitio frío, oscuro, le costaba usar sus poderes con la humedad, y, para colmo, se encontraba entre un grupo con el que no se sentía a gusto.
No tenía nada en contra de ninguno, aunque la tipa del arco y el elfo que iba de lider y no mandaba una.... no le gustaban un pelo, Huracán, si no recordaba mal el nombre de la chica, parecía ser igual de decidida que ella, la diferencia, la tensai de fuego iba a su bola, no arrastraba a nadie a hacer nada, en cambio, la otra, por su modo de hablar, dejaba claro que le gustaba llevar la voz cantante, y, para colmo, no es que fuera ella la que quisiera arriesgarse, no, es que ella se encontraría cómoda mente en retaguardia mientras Vincent y ella misma se metían en la boca del lobo.
La elfa, en cambio, no le parecía alguien a tener muy en cuenta, callada, correcta, algo estirada, y, al parecer, importante, aunque eso a la bruja le tenía totalmente igual, un rango no es más que eso, un título que acredita que tu familia es poderosa, su utilidad se demostaría en el campo de batalla, tal vez tuviera alguna sorpresa escondida, ella misma aparentaba ser más debilucha de lo que era en realidad, sobretodo cuando dejaba salir su genio, que, en ese instante, estaba por explotar.
El elfo... idiota, lo resumía bien, no le gustaba su sonrisa pedante y confiada, los llevaba a una misión suicida y tampoco pensaba arriesgarse, debía ser uno de esos que se pasaban el día en los despachos, engordando el trasero, con estos pensamientos, intentó no poner los ojos en blanco, alterada, y Vincent.... bueno, Vincent era Vincent, irremediablemente bueno, demasiado, pues ni siquiera se lo pensó dos veces antes de aceptar la propuesta de la loca de las flechas.
Suspiró y fue a corregirle, aun con el tobillo herido, no pensaba permitir que él se lanzara solo contra unos vampiros sanguinarios, y mucho menos cuando era ella la que más tenía contra ellos de los dos, pagarían mil veces el dolor que le habían causado a Fire y a esas chicas, no saldrían de allí con vida, y las cenizas serían el único recuerdo que quedase de esos idiotas, sin embargo, cuando el chico mencionó su tobillo, frunció el ceño y apartó la mirada, molesta y algo dolida en su orgullo, la había descubierto.
Todos en sus puestos, con el ambiente ya caldeado, y con sus manos listas para lanzar fuego, Vincent se lanzó hacia los vampiros, y ella, sin importarle disimular su cojera, olvidandose de los ligerísimos pinchazos de su pie, se lanzó hacia delante a soltar a las jóvenes, sin embargo, su plan se fue al garete, una vampiresa lo sostenía con fuerza, justo frente a ella.
-¡Ey, tu!- llamó con llamas en sus manos antes de lanzarlas a la mujer que tenía frente a ella. La vampiresa soltó al hombre intentnado apagar su pelo y vestido, rodando por el suelo sin conseguir nada.- a mi no se me ignora.- murmuró Keira antes de, olvidandose de la secuestradora, cuyo rostro ya ardía quemandole la piel, lanzarse nuevamente al rescate.
Tomandola de la mano, la alzaron del suelo, un vampiro sonriente la miraba airado, la chica, sin patalear, alzó una de sus dagas, de modo amenazante, siendo detenida por la otra mano del mismo vampiro, que negó con la cabeza, sonriendo con altanería.
- Lo siento, preciosa, pero aqui no se juega con fuego- murmuró mientras la chica colgaba sin protestas, mirando con rabia a quien la mantenía presa y, con intenciones claras, se disponía a morder su cuello descubierto.
"Como se acerque un centimetro más, me incendio yo y lo quemó a él, aunque sea lo último que haga" Planeó en silencio, con asco.
No tenía nada en contra de ninguno, aunque la tipa del arco y el elfo que iba de lider y no mandaba una.... no le gustaban un pelo, Huracán, si no recordaba mal el nombre de la chica, parecía ser igual de decidida que ella, la diferencia, la tensai de fuego iba a su bola, no arrastraba a nadie a hacer nada, en cambio, la otra, por su modo de hablar, dejaba claro que le gustaba llevar la voz cantante, y, para colmo, no es que fuera ella la que quisiera arriesgarse, no, es que ella se encontraría cómoda mente en retaguardia mientras Vincent y ella misma se metían en la boca del lobo.
La elfa, en cambio, no le parecía alguien a tener muy en cuenta, callada, correcta, algo estirada, y, al parecer, importante, aunque eso a la bruja le tenía totalmente igual, un rango no es más que eso, un título que acredita que tu familia es poderosa, su utilidad se demostaría en el campo de batalla, tal vez tuviera alguna sorpresa escondida, ella misma aparentaba ser más debilucha de lo que era en realidad, sobretodo cuando dejaba salir su genio, que, en ese instante, estaba por explotar.
El elfo... idiota, lo resumía bien, no le gustaba su sonrisa pedante y confiada, los llevaba a una misión suicida y tampoco pensaba arriesgarse, debía ser uno de esos que se pasaban el día en los despachos, engordando el trasero, con estos pensamientos, intentó no poner los ojos en blanco, alterada, y Vincent.... bueno, Vincent era Vincent, irremediablemente bueno, demasiado, pues ni siquiera se lo pensó dos veces antes de aceptar la propuesta de la loca de las flechas.
Suspiró y fue a corregirle, aun con el tobillo herido, no pensaba permitir que él se lanzara solo contra unos vampiros sanguinarios, y mucho menos cuando era ella la que más tenía contra ellos de los dos, pagarían mil veces el dolor que le habían causado a Fire y a esas chicas, no saldrían de allí con vida, y las cenizas serían el único recuerdo que quedase de esos idiotas, sin embargo, cuando el chico mencionó su tobillo, frunció el ceño y apartó la mirada, molesta y algo dolida en su orgullo, la había descubierto.
Todos en sus puestos, con el ambiente ya caldeado, y con sus manos listas para lanzar fuego, Vincent se lanzó hacia los vampiros, y ella, sin importarle disimular su cojera, olvidandose de los ligerísimos pinchazos de su pie, se lanzó hacia delante a soltar a las jóvenes, sin embargo, su plan se fue al garete, una vampiresa lo sostenía con fuerza, justo frente a ella.
-¡Ey, tu!- llamó con llamas en sus manos antes de lanzarlas a la mujer que tenía frente a ella. La vampiresa soltó al hombre intentnado apagar su pelo y vestido, rodando por el suelo sin conseguir nada.- a mi no se me ignora.- murmuró Keira antes de, olvidandose de la secuestradora, cuyo rostro ya ardía quemandole la piel, lanzarse nuevamente al rescate.
Tomandola de la mano, la alzaron del suelo, un vampiro sonriente la miraba airado, la chica, sin patalear, alzó una de sus dagas, de modo amenazante, siendo detenida por la otra mano del mismo vampiro, que negó con la cabeza, sonriendo con altanería.
- Lo siento, preciosa, pero aqui no se juega con fuego- murmuró mientras la chica colgaba sin protestas, mirando con rabia a quien la mantenía presa y, con intenciones claras, se disponía a morder su cuello descubierto.
"Como se acerque un centimetro más, me incendio yo y lo quemó a él, aunque sea lo último que haga" Planeó en silencio, con asco.
Keira Brabery
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 247
Nivel de PJ : : 1
Página 1 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Prisioneros en las tinieblas [Interpretativo -Libre] (2/2) [Cerrado]
» Entre la niebla [Libre][Interpretativo][Eltrant Tale][Cerrado]
» Una esfera para encontrarlos y arrastrarlos a las tinieblas [Libre] [4/4] [Cerrado]
» Entre Fantasmas. [Interpretativo][Libre][4/4]
» Entre la niebla y los recuerdos [Interpretativo] [Privado][Noche][Cerrado]
» Entre la niebla [Libre][Interpretativo][Eltrant Tale][Cerrado]
» Una esfera para encontrarlos y arrastrarlos a las tinieblas [Libre] [4/4] [Cerrado]
» Entre Fantasmas. [Interpretativo][Libre][4/4]
» Entre la niebla y los recuerdos [Interpretativo] [Privado][Noche][Cerrado]
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 19:18 por Raven
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Hoy a las 16:30 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 5:53 por Lukas
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar 19 Nov - 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar 19 Nov - 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun 18 Nov - 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun 18 Nov - 4:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb 16 Nov - 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér 13 Nov - 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar 12 Nov - 4:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom 10 Nov - 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie 8 Nov - 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie 8 Nov - 1:19 por Tyr