¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
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¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
Ya no está. Al despertarme no la veo. Me acostumbré a estar con ella. Verla junto a mí cada mañana al despertar era todo cuanto quería. Al principio me resultaba extraño. Pensaba que era un sueño; y al igual que un sueño, ha desaparecido dejando solo el recuerdo. Idril… ¿Por qué te has ido?
Me cuesta levantarme. Noto mi cuerpo más pesado, casi muerto. Siento que me falta algo, algo importante que no puedo comprender. ¿Qué hago? ¿Cómo me levanto? ¿Cómo sigo de pie? ¿Cómo puedo seguir viviendo sin Idril? Sin ella no hago nada. No entiendo cómo he podido sin ella; no sé cómo podre vivir ahora que no está.
Los primeros días tras irse, fui a buscarla. La busqué por todos los lugares que una vez fui con ella. La cascada, el bosque, la ciudad, la cueva… Gasté las pocas monedas que tenía para coger un barco e ir a buscarla en las otras islas. No la encontré. ¿Por qué no la encontré? ¿Por qué no está junto a mí? No me quedan fuerzas para buscarla. Regresé a mi hogar en el bosque con la esperanza de que ella estuviera esperándome. No estaba. Me quedé sin esperanza.
Al fin consigo levantarme. Bajo de las ramas que me servían de cama. Antes sabía qué hacer después de despertarme. Con Idril siempre tenía algo que hacer. Ella me enseñaba a comportarme, llevaba a la ciudad, me ayudaba a hablar como el resto de personas… Hizo muchas por mí, pero sobre todo me enseñó a amar. La amé y la amo. Sin ella ahora no tengo qué amar.
¿Y ahora qué? Solo camino. No tengo apetito. Solo camino y sigo caminando. Como el día de mi destierro, intento escapar de mis pensamientos. Quiero dejar de estar solo. Quiero volver a estar con Idril.
Sin querer, llego a la cascada. Aquí conocí a Idril. Me paro. Todo me recuerda a ella. Es extraño. Antes, cuando estaba solo. Nadie estaba conmigo, nada me recordaba a nadie. Ahora todo me recuerda a Idril. Los recuerdos son más vivos que nunca. Me siento más pesado que al despertar. Caigo de rodillas frente al lago. No puedo evitar llorar. Mis lágrimas se mezclan entre las aguas del lago. Duele. Jamás había sentido tanto dolor.
-Idril…- Digo su nombre entre llantos. No sé qué decir. Deseo abrazarla, tenerla a mi lado y besarla. No tengo más fuerzas que para desear cosas ya imposibles.
Me cuesta levantarme. Noto mi cuerpo más pesado, casi muerto. Siento que me falta algo, algo importante que no puedo comprender. ¿Qué hago? ¿Cómo me levanto? ¿Cómo sigo de pie? ¿Cómo puedo seguir viviendo sin Idril? Sin ella no hago nada. No entiendo cómo he podido sin ella; no sé cómo podre vivir ahora que no está.
Los primeros días tras irse, fui a buscarla. La busqué por todos los lugares que una vez fui con ella. La cascada, el bosque, la ciudad, la cueva… Gasté las pocas monedas que tenía para coger un barco e ir a buscarla en las otras islas. No la encontré. ¿Por qué no la encontré? ¿Por qué no está junto a mí? No me quedan fuerzas para buscarla. Regresé a mi hogar en el bosque con la esperanza de que ella estuviera esperándome. No estaba. Me quedé sin esperanza.
Al fin consigo levantarme. Bajo de las ramas que me servían de cama. Antes sabía qué hacer después de despertarme. Con Idril siempre tenía algo que hacer. Ella me enseñaba a comportarme, llevaba a la ciudad, me ayudaba a hablar como el resto de personas… Hizo muchas por mí, pero sobre todo me enseñó a amar. La amé y la amo. Sin ella ahora no tengo qué amar.
¿Y ahora qué? Solo camino. No tengo apetito. Solo camino y sigo caminando. Como el día de mi destierro, intento escapar de mis pensamientos. Quiero dejar de estar solo. Quiero volver a estar con Idril.
Sin querer, llego a la cascada. Aquí conocí a Idril. Me paro. Todo me recuerda a ella. Es extraño. Antes, cuando estaba solo. Nadie estaba conmigo, nada me recordaba a nadie. Ahora todo me recuerda a Idril. Los recuerdos son más vivos que nunca. Me siento más pesado que al despertar. Caigo de rodillas frente al lago. No puedo evitar llorar. Mis lágrimas se mezclan entre las aguas del lago. Duele. Jamás había sentido tanto dolor.
-Idril…- Digo su nombre entre llantos. No sé qué decir. Deseo abrazarla, tenerla a mi lado y besarla. No tengo más fuerzas que para desear cosas ya imposibles.
Sarez
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Re: ¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
Mis pasos me han llevado lejos desde las afueras de Lunargenta hasta algún lado donde no soy capaz de ubicarme exactamente. ¿Me he perdido? Evidentemente si me he perdido pero bueno estoy caminando justamente para explorar el mundo y que mejor manera de hacerlo que perderse en él. Estar perdido no es algo que me incomode ni mucho menos. Tengo mi espada para defenderme de lo que sea que se me cruce y si por alguna casual quiero dejar de estar perdido solo tengo que volver por donde he venido y santas pascuas aunque bueno ahora mismo lamento no tener un caballo. Con el caballo la travesía sería mucho mas sencilla pero bueno seguiré mi camino a pie.
Por donde voy caminando es un lugar boscoso de follaje un tanto denso pero aun así los rayos del sol de la mañana lo consiguen atravesar sin problema alguno por lo que no camino a oscuras algo que claramente no es beneficioso para mi y si para diferentes animales y criaturas que puedan morar por este bosque. Que la verdad desde lo de aquel pantano en aquel sitio tan extraño empiezo a darme cuenta que vaya donde vaya debo estar más que alerta siempre.
Bueno mis pasos no son muy rápidos pues aun cojeo un poco de la pierna la cual tengo la cicatriz de la herida que se me hizo en el lugar ya dicho del pantano. La verdad es que después de rescatar aquel joven dragón y mi reposo en Lunargenta no he vuelto a saber de él, espero encontrarlo algún día para poder darle las gracias por llevarme tan rápido al hospital de Lunargenta y así conservar mi pierna sana y salva. Bueno todo lo sana y salva que era posible.
Sigo caminando cuanto un llanto acompañado de la caída de agua me llamo la atención. Miro a mi izquierda que es de donde viene el ruido y decido acercarme con cautela pues no quiero caer en una emboscada de algún grupo de bandidos. Al acercarme veo a un hombre llorando delante de una cascada por lo que me acerco un poco más con la mano en la empuñadura de mi espada por si tengo que desenvainar rápido. –Buenos días ¿se encuentra usted bien?- Le pregunto y aguardo su respuesta y su reacción.
Por donde voy caminando es un lugar boscoso de follaje un tanto denso pero aun así los rayos del sol de la mañana lo consiguen atravesar sin problema alguno por lo que no camino a oscuras algo que claramente no es beneficioso para mi y si para diferentes animales y criaturas que puedan morar por este bosque. Que la verdad desde lo de aquel pantano en aquel sitio tan extraño empiezo a darme cuenta que vaya donde vaya debo estar más que alerta siempre.
Bueno mis pasos no son muy rápidos pues aun cojeo un poco de la pierna la cual tengo la cicatriz de la herida que se me hizo en el lugar ya dicho del pantano. La verdad es que después de rescatar aquel joven dragón y mi reposo en Lunargenta no he vuelto a saber de él, espero encontrarlo algún día para poder darle las gracias por llevarme tan rápido al hospital de Lunargenta y así conservar mi pierna sana y salva. Bueno todo lo sana y salva que era posible.
Sigo caminando cuanto un llanto acompañado de la caída de agua me llamo la atención. Miro a mi izquierda que es de donde viene el ruido y decido acercarme con cautela pues no quiero caer en una emboscada de algún grupo de bandidos. Al acercarme veo a un hombre llorando delante de una cascada por lo que me acerco un poco más con la mano en la empuñadura de mi espada por si tengo que desenvainar rápido. –Buenos días ¿se encuentra usted bien?- Le pregunto y aguardo su respuesta y su reacción.
Keyan Farlander
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Re: ¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
Oigo unos pasos acercarse a mí espalda. Es Idril. Debe de ser ella. No quiero que sea nadie más. Ella fue quien me encontró aquí. Me encontró una vez me encontrará otra. Aprieto fuertemente mis puños hasta marcar el hueso de mis nudillos. Quiero saltar y abrazar los pasos de Idril que se acercan cada vez más hacia mí. Pero, también quiero saber por qué me dejó abandonado. Ésta incertidumbre me hace sentir dolido. Aunque, deseo abrazarla, me siento sin fuerzas y sin la voluntad necesaria para dar el primer paso.
Una voz ronca y grave acompaña a esos pasos. No es la voz de Idril. No es la voz dulce y delicada que estaba esperando con amor y pesar. Giro fugazmente la cabeza para comprobar que la voz no pertenece a la de Idril y vuelvo de nuevo mi mirada al lago. Me siento más furioso por ello. Tengo la sensación de que me han mentido. No es ella. No es Idril. Aprieto con más violencia mis puños. No puedo controlar mis propias reacciones.
Podría coger a Vientoatroz y matar a ese hombre. No tiene derecho de estar aquí. Este es mi bosque, mi hogar y de nadie más. Me desterraron de mi antiguo hogar sin motivo, puedo desterrar yo a quien quiera de mi hogar. Si no es con Idril no quiero estar con nadie. No quiero que nadie esté en mi bosque. Sin moverme de mi posición, llevo mi mano derecha a mi espalda desatando disimuladamente una de las cuerdas que atan a mi arco. Un movimiento preciso y tendría a Vientoatroz agarrado firmemente con la mano izquierda y con la derecha tendría una de mis flechas. Puedo ser muy rápido y preciso, antes que se diera cuenta tendría una de mis flechas clavada en la cabeza. Mas, intento contenerme. Idril no hubiera querido que lo matase. A ella no le gustaba ver morir a nadie aunque se lo mereciese.
Contengo mis fuerzas. No voy a matar a alguien solo porque no es Idril. –Largo.- Digo en un susurro casi suplicando. –Vete.- Mi voz suena ahogada y débil. Las lágrimas caen de mis ojos sin que pueda hacer nada por evitarlo. No me gusta que me vean así. -¡He dicho que te vayas!-
El humano no se va. Me molesta. Quiero que se vaya. Quiero estar solo. Me levanto bruscamente del suelo y me alejo de él dándole la espalda. Solo quiero estar con Idril. ¿Tanto pido? No quiero que venga ningún humano. Quiero que venga ella.
Una voz ronca y grave acompaña a esos pasos. No es la voz de Idril. No es la voz dulce y delicada que estaba esperando con amor y pesar. Giro fugazmente la cabeza para comprobar que la voz no pertenece a la de Idril y vuelvo de nuevo mi mirada al lago. Me siento más furioso por ello. Tengo la sensación de que me han mentido. No es ella. No es Idril. Aprieto con más violencia mis puños. No puedo controlar mis propias reacciones.
Podría coger a Vientoatroz y matar a ese hombre. No tiene derecho de estar aquí. Este es mi bosque, mi hogar y de nadie más. Me desterraron de mi antiguo hogar sin motivo, puedo desterrar yo a quien quiera de mi hogar. Si no es con Idril no quiero estar con nadie. No quiero que nadie esté en mi bosque. Sin moverme de mi posición, llevo mi mano derecha a mi espalda desatando disimuladamente una de las cuerdas que atan a mi arco. Un movimiento preciso y tendría a Vientoatroz agarrado firmemente con la mano izquierda y con la derecha tendría una de mis flechas. Puedo ser muy rápido y preciso, antes que se diera cuenta tendría una de mis flechas clavada en la cabeza. Mas, intento contenerme. Idril no hubiera querido que lo matase. A ella no le gustaba ver morir a nadie aunque se lo mereciese.
Contengo mis fuerzas. No voy a matar a alguien solo porque no es Idril. –Largo.- Digo en un susurro casi suplicando. –Vete.- Mi voz suena ahogada y débil. Las lágrimas caen de mis ojos sin que pueda hacer nada por evitarlo. No me gusta que me vean así. -¡He dicho que te vayas!-
El humano no se va. Me molesta. Quiero que se vaya. Quiero estar solo. Me levanto bruscamente del suelo y me alejo de él dándole la espalda. Solo quiero estar con Idril. ¿Tanto pido? No quiero que venga ningún humano. Quiero que venga ella.
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Re: ¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
— Nunca estamos a salvo de los recuerdos.
Ellos siempre nos perseguirán.—
«Gilbert Keith»
Ellos siempre nos perseguirán.—
«Gilbert Keith»
De nuevo sus pesadillas la habían atrapado. De nuevo ellas, inquietaban su alma, e incapaz de permanecer en silencio mientras el dolor y los recuerdos de la muerte de su familia acudían a torturar su mente, nuevamente decidió huir como antaño de pequeña tantas veces había hecho. Siempre eran las mismas visiones, el mismo recuerdo… Una y otra vez los gritos de su madre y luego, unos colmillos penetrando en la piel de su amiga, sentenciándola a un destino del que hiciera lo que hiciera, siempre terminaba con el mismo desenlace; su muerte. Y de nuevo aquel dolor desgarrándola, la desesperanza adueñándose de la pequeña loba que sola se debatía a sobrevivir en esa soledad hostil. Había sido uno de sus mayores infiernos, el vivir en esas condiciones la había hecho más fuerte; si, pero… ¿a qué precio? ¿Qué era una pequeña loba sin su manada, sin los suyos? Era una muerte en vida, y sin duda alguna, una de las mayores pruebas que la vida podía someterte. Y la vida no satisfecha con aquella dura prueba, durante los primeros años de la muerte de su familia hizo que estas pesadillas fueran constantes, excepto cuando se refugiaba en la loba de su interior y huía de ese dolor dejando que su lado animal mandara sobre su propia consciencia. Sin embargo, llevaba años sin revivir una de aquellas escenas y debido a la sorpresa inesperada de volver a revivirlas esa noche, inmediatamente se alejó de su último refugio buscando un poco de paz para su atormentada alma.
Dejó atrás la cueva en la que por esos últimos días había encontrado la paz y la tranquilidad y convirtiéndose en loba, dejó que todo pensamiento se esfumara, que todo desapareciera para poder así ser una junto a su naturaleza. Ser una con el bosque. No tardó mucho en desaparecer el cuerpo humano y aparecer la forma de una loba gris entre la vegetación. Su cuerpo en apenas unos segundos se estiró para dar a pie a su forma lobuna y dejando tras de sí la ropa que instantes antes había tapado su cuerpo y que ahora se encontraba completamente inservible, rápida y sigilosa como solo ella sabía se internó en el bosque, en las sombras, alejándose de aquel lugar. Sin rumbo fijo, sin pensamientos ni un mapa concreto, sus pasos fueron guiados por su instinto animal. Cuando necesitaba olvidar; evadir su mente, la única salida que tenía para escapar de su propio dolor era y había sido por muchos años, el usar su otra forma para evadir su pesar. Cuando era una loba, ella seguía allí, pero en su cabeza todo era más sencillo. Seguir sus instintos lobunos representaba una grandiosa calma a sus recuerdos, pues mientras su mente se torturaba, convertida en loba sencillamente hacia a un lado el dolor que la atenazaba y se centraba en la única cosa que por ahora la hacía y la había hecho desde siempre feliz; correr. Correr sin parangón, correr entre las sombras, dándole igual si con nieve, por piedra o agua. Sentir sus patas acariciando el suelo veloz, la llenaba de dicha. Sentir el aire en su rostro siempre había sido uno de sus pasatiempos favoritos y aún hoy, años después de la pérdida de su familia aún aquello seguía igual. Habían manías de las que una no lograba desquitarse jamás.
Pasó la noche corriendo y con los primeros rayos de sol la joven loba ya se encontraba muy lejos del punto desde donde había partido inicialmente. En ningún momento por ello, la loba detuvo sus pasos, sino todo lo contrario. Aceleró más su paso hasta internarse en un bosque muy diferente de donde había pasado ese último mes. Dejó atrás los primeros arboles de ese lugar, una zona desconocida para Lenore y esquivando y saltando unos árboles caídos del camino, siguió adelante sin titubear. Los nuevos olores perturbaron su calma y con la suficiente curiosidad como para pensar en detenerse y olisquear, descubrir esos parajes y olores nuevos, tras pasar por unas zarzas y conseguir arañarse las patas al no haber querido rodear esas plantas, detuvo sus pasos al llegar ante lo que parecía un río.
Enseguida se detuvo la cabeza de la loba se levantó y olfateó los alrededores con cuidado. Bien era sabido que en un territorio desconocido, podrían encontrarse otras criaturas. No obstante, al no oler ninguna señal de alarma por los alrededores próximos al río se acercó trotando al agua donde paró a beber, agachando su hocico hasta poder tocar el agua que tanto necesitaba para reponer fuerza. Ante el primer contacto de su lengua con el agua, la joven loba gruñó de necesidad. Con las horas que llevaba corriendo por los bosques, la sed era más grande que ningún otro sentimiento que pudiera sentir, por lo que tras aquel primer contacto, lo siguieron otros frenéticos para calmar su desesperante sed. Solo se oía el golpeteo de su lengua contra el agua y los pájaros que cantaban sintiéndose a salvo en las ramas de los árboles. Parecía un buen sitio para permanecer unas horas y darse un baño en aquellas temperadas aguas. El agua bajó por su garganta hasta colmarla y una vez terminó, en el agua se dejó de reflejar la forma de la loba para dar la bienvenida a la licantropa en su forma humana.
Sus ojos volvieron a tener el mismo brillo azul de siempre y su pelaje gris terminó desapareciendo para dar forma en apenas un segundo; a una piel suave y delicada. Una piel y formas humanas, sin ninguna tela que pudiera esconderla de ojos ajenos. Por suerte, no había nadie y con aquella seguridad en que no había nadie acechándola ni nada parecido, se metió lentamente en el río dejando que el agua calmara toda inquietud que aún pudiera permanecer en su cuerpo. En su mente las pesadillas desaparecieron y agradeciendo aquella paz de no sentir la culpa corroyendo sus entrañas, se permitió el lujo de adentrarse más en el agua dejándose llevar por su masaje, y por la tranquilidad de aquel remanso de paz que parecía tan solitario. Cerró los ojos y tras un suspiro, dejó la mente en blanco zambulléndose hasta los hombros en las oscuras aguas, sin darse cuenta de que ahora sí; ya no se encontraba sola en aquel paraíso. Un invitado acababa de llegar de dentro la espesura del bosque.
*Este tema es un flashback para Lenore, es de antes que la licántropa llegase a Lunargenta.
Lenore Bulgákov
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Re: ¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
No viene Idril. Me voy del humano. Le ignoro. Él no es Idril. No me importa. Solo quiero que venga ella. Solo ella puede ayudarme. No quiero que venga nadie más.
Mi vista está dirigida al bosque, a mi espalda se queda el hombre. En el bosque hay vida. Animales, árboles y plantas. Si sigo recto no estaré solo y yo quiero estar solo. Si no estoy junto a Idril prefiero estar solo. Si ella no viene no quiero que venga nadie. Cierro los ojos. La primera vez que la vi estaba saliendo del agua. Si vuelvo a sumergirme y vuelvo a salir ella estará. Lo sé. Estoy seguro de ello. Vendrá. Escuchará mi lamento y vendrá conmigo. No lo pienso más, me quito la camiseta y los pantalones y me doy la vuelta de cara al lago. Vendrá sé que lo hará.
Trepo por las piedras del acantilado hasta llegar a la cima de la cascada. Si sigo cada paso que hice minutos antes de conocer a Idril ella volverá de nuevo. Me lo repito una y otra vez para hacerme la idea. En mi interior sé que es algo tan inverosímil como el sueño de un loco, pero es lo único que tengo en lo que aferrarme. Si lo suelto Idril se irá y no volverá más.
Al llegar a la cima de la cascada miro hacia el agua. No hay nada. Aprieto contra mi pecho el collar que me hizo la mujer pez igual que lo hice el día que conocí a Idril. Cada detalle es importante. Debo seguir el ritual a la perfección. Solo hay dos diferencias de aquel día y hoy: Llevo puesta la ropa interior y mi cara está mojada por las lágrimas.
Extiendo mis manos en alto y grito con todas mis fuerzas. Sí, grito. Lo que en su día fue un grito de liberación y gozo ahora es un llanto de dolor que estoy obligado hacer para seguir un ritual que sé que es imposible.
Llegó la hora. He llorado al cielo durante largo rato. Ahora, toca volver a la tierra. Junto las palmas de mis manos y salto junto con el agua de las cataratas hacia el lago. Cada gota de agua se junta con mi piel. Vuelvo a sentir el mismo sentimiento de unión entre la cascada y yo. Al saltar somos uno. Las gotas se unen a mi cuerpo y yo al flujo del agua. No hay diferencia entre nosotros dos.
“Chof” suena cuando caigo contra el agua de abajo. Nado de frente, nado de espaldas, buceo, me muevo por el agua de todas las maneras que recuerdo que hice antes de que Idril apareciese. Es mi forma de llorarla.
Veo la figura de una mujer en el agua. Es Idril. Tiene que ser ella. La veo en el fondo del mar. Veo su silueta. Ha funcionado. Sabía que funcionaría. Nado hacia la figura femenina. Quiero verla. Necesito verla. Sin ella no soy el mismo. Necesito recuperarla.
Mis esperanzas se desvanecen al ver que no es ella. La figura que creí ver no es Idril. Es otra mujer. Al acercarme la puedo ver bien. Ella es muy diferente a la Idril que yo conozco. Me quedo paralizado sin dejar de verla. La desilusión, la pena y el dolor se vuelven a apoderar de mi cuerpo y no me dejan moverme.
Mi vista está dirigida al bosque, a mi espalda se queda el hombre. En el bosque hay vida. Animales, árboles y plantas. Si sigo recto no estaré solo y yo quiero estar solo. Si no estoy junto a Idril prefiero estar solo. Si ella no viene no quiero que venga nadie. Cierro los ojos. La primera vez que la vi estaba saliendo del agua. Si vuelvo a sumergirme y vuelvo a salir ella estará. Lo sé. Estoy seguro de ello. Vendrá. Escuchará mi lamento y vendrá conmigo. No lo pienso más, me quito la camiseta y los pantalones y me doy la vuelta de cara al lago. Vendrá sé que lo hará.
Trepo por las piedras del acantilado hasta llegar a la cima de la cascada. Si sigo cada paso que hice minutos antes de conocer a Idril ella volverá de nuevo. Me lo repito una y otra vez para hacerme la idea. En mi interior sé que es algo tan inverosímil como el sueño de un loco, pero es lo único que tengo en lo que aferrarme. Si lo suelto Idril se irá y no volverá más.
Al llegar a la cima de la cascada miro hacia el agua. No hay nada. Aprieto contra mi pecho el collar que me hizo la mujer pez igual que lo hice el día que conocí a Idril. Cada detalle es importante. Debo seguir el ritual a la perfección. Solo hay dos diferencias de aquel día y hoy: Llevo puesta la ropa interior y mi cara está mojada por las lágrimas.
Extiendo mis manos en alto y grito con todas mis fuerzas. Sí, grito. Lo que en su día fue un grito de liberación y gozo ahora es un llanto de dolor que estoy obligado hacer para seguir un ritual que sé que es imposible.
Llegó la hora. He llorado al cielo durante largo rato. Ahora, toca volver a la tierra. Junto las palmas de mis manos y salto junto con el agua de las cataratas hacia el lago. Cada gota de agua se junta con mi piel. Vuelvo a sentir el mismo sentimiento de unión entre la cascada y yo. Al saltar somos uno. Las gotas se unen a mi cuerpo y yo al flujo del agua. No hay diferencia entre nosotros dos.
“Chof” suena cuando caigo contra el agua de abajo. Nado de frente, nado de espaldas, buceo, me muevo por el agua de todas las maneras que recuerdo que hice antes de que Idril apareciese. Es mi forma de llorarla.
Veo la figura de una mujer en el agua. Es Idril. Tiene que ser ella. La veo en el fondo del mar. Veo su silueta. Ha funcionado. Sabía que funcionaría. Nado hacia la figura femenina. Quiero verla. Necesito verla. Sin ella no soy el mismo. Necesito recuperarla.
Mis esperanzas se desvanecen al ver que no es ella. La figura que creí ver no es Idril. Es otra mujer. Al acercarme la puedo ver bien. Ella es muy diferente a la Idril que yo conozco. Me quedo paralizado sin dejar de verla. La desilusión, la pena y el dolor se vuelven a apoderar de mi cuerpo y no me dejan moverme.
Sarez
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Re: ¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
Era extraño lo bien que se sentía mientras su cuerpo era acariciado por las corrientes de agua. Sutiles, cálidas y revitalizantes caricias que la hacían olvidarse de aquel mundo en el que se había envuelto completamente sola desde su niñez. De pequeña muchas veces había acudido junto a Anne a bañarse en la ladera de un lado circundante a su pequeño poblado de cabañas. Era un lugar como aquel, alejado de toda humanidad y únicamente rodeado por naturaleza y vida. Mucha vida. Por aquel entonces jugaban a perseguirse, si tiraban agua y reían mientras intentaban ahogar la una a la otra, sin conseguirlo. Alguna vez Lenore se había dejado ahogar, para darle así confianza a la pequeña Anne y la pequeña, había ido corriendo enseguida a buscar ayuda pensándose que realmente la había ahogado. Una sonrisa cruzó sus labios al recordar el incidente y al rememorar la cara de Anne al verla salir indemne y entera del agua tras ella. Se había ganado una buena charla, pero había merecido la pena solo para ver como su pequeña hermana se había creído más fuerte que ella, e incluso, más valida, más mayor de lo que realmente era.
Nadó un par de veces y llegando a mitad del rio, se quedó inmóvil. Cerró los ojos y dejó que la calma de aquel bello lugar se llevase todo, hasta sus recuerdos más amados y resguardados. En ese lugar no quería recordar a nadie, tampoco sufrir, solo vivir y rodearse de aquel silencio que era paz para su inquieta y atormentada alma y un remanso de paz para su loba. El agua siguió acariciándola, más su cuerpo se quedó en el lugar reposando y tranquila su figura surcaba las aguas hasta que un ruido atrajo su atención y medio adormilada, abrió sus azules ojos y rastreó sus alrededores, buscando, localizando aquel factor inesperado.
Enseguida rastreó el aroma que se inquietó. Jamás antes había tomado consciencia de que existiese aquel aroma o condición que pudiera poseerlo, así que cuando vio frente a si, a unos cuantos metros unas orejas puntiagudas sobresaliendo del fino cabello masculino de un joven, también ella quedó inmóvil. ¿Qué hacer? ¿Correr, atacar? Estaba vulnerable, en el agua y además desnuda. En una pelea no tendría el as vencedor. — ¿Quién sois? ¿Y que hacéis aquí? —Preguntó lo suficientemente alto para que la oyera y por precaución se alejó unos nados de él, acercándose más a la orilla. — No creo que sea de buena educación quedarse mirando mientras una chica sin paños menores se da un baño, ¿No creéis? —Añadió mirándolo con curiosidad. ¿Un elfo? ¿Acababa de encontrar a una de las razas que su madre le había dicho era la más difícil de ver? Eso parecía.
Nadó un par de veces y llegando a mitad del rio, se quedó inmóvil. Cerró los ojos y dejó que la calma de aquel bello lugar se llevase todo, hasta sus recuerdos más amados y resguardados. En ese lugar no quería recordar a nadie, tampoco sufrir, solo vivir y rodearse de aquel silencio que era paz para su inquieta y atormentada alma y un remanso de paz para su loba. El agua siguió acariciándola, más su cuerpo se quedó en el lugar reposando y tranquila su figura surcaba las aguas hasta que un ruido atrajo su atención y medio adormilada, abrió sus azules ojos y rastreó sus alrededores, buscando, localizando aquel factor inesperado.
Enseguida rastreó el aroma que se inquietó. Jamás antes había tomado consciencia de que existiese aquel aroma o condición que pudiera poseerlo, así que cuando vio frente a si, a unos cuantos metros unas orejas puntiagudas sobresaliendo del fino cabello masculino de un joven, también ella quedó inmóvil. ¿Qué hacer? ¿Correr, atacar? Estaba vulnerable, en el agua y además desnuda. En una pelea no tendría el as vencedor. — ¿Quién sois? ¿Y que hacéis aquí? —Preguntó lo suficientemente alto para que la oyera y por precaución se alejó unos nados de él, acercándose más a la orilla. — No creo que sea de buena educación quedarse mirando mientras una chica sin paños menores se da un baño, ¿No creéis? —Añadió mirándolo con curiosidad. ¿Un elfo? ¿Acababa de encontrar a una de las razas que su madre le había dicho era la más difícil de ver? Eso parecía.
Lenore Bulgákov
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Re: ¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
La que no es Idril habla. Me pregunta quién soy y que hago aquí. No le contesto, no por no querer, sino por no poder. Todas mis fuerzas se concentran en no llorar, en no parecer débil y vulnerable ante un desconocido. Agacho levemente la cabeza, como si el peso de las lágrimas me impidiese mantener la cabeza firme. Nunca imaginé que algo como la pérdida de un ser querido pudiera pesar tanto. Recuerdo el día que me desterraron. Mi madre también bajó la cabeza de la misma forma cuando me vio partir. Entonces era solo un niño, no entendía todo lo que sucedía en la cabeza de mi madre ni en siquiera entendía lo que sucedía en la mía. Ahora, no es muy diferente de aquel entonces. No entiendo lo que sucede en mi cabeza, no entiendo por qué me pesa ni por qué no puedo moverme. Hay tantas cosas que no entiendo y tantas cosas que no sé… Idril me las explicó algunas, me enseñó que es el amor y amar a alguien. Pero ahora no está. Ella no está y siento que no la voy a volver a ver. Quizás, sea esto lo que sintiendo mi madre cuando me vio marchar.
La chica se aleja. Dice que no es de buena educación estar mirándola pero yo no quiero mirarla a ella. Quiero mirar a Idril. Quiero estar con Idril no con ella. -¡No soy un maleducado!- Contesto furioso. –No es a ti a quien quiero mirar.- Es Idril quien tenía que haber aparecido no ella. De ser así yo no estaría mirándola a la chica, estaría mirando a Idril. – ¡Tú eres la maleducada!-
Una fuerza que no entiendo de donde sale se apodera de mi cuerpo. Uno mis manos y doy una palmada al lago para lanzar agua contra la chica para hacer que se vaya. Quiero que se vaya. El hombre se fue. ¿Por qué no se va ella? Doy otra palmada al lago. En mi mente se repite la misma frase. “Largo. Fuera. Si no es con Idril no quiero estar con nadie.” Mis manos tiemblan, todo mi cuerpo está temblando. No entiendo qué es lo que me ocurre. Las lágrimas que hacían fuerza por salir han desaparecido y mi cabeza vuelva estar erguida, pero no en una posición cómoda. Me duele estar así, todo me duele. No es un mal físico, es algo más interno que por mucho que me esfuerzo no soy capaz de comprender.
Quiero llorar y estar solo. No, quiero sonreír y estar con Idril, pero ella no está y no puedo hacerlo. Entonces solo puedo llorar y estar solo. Si la chica está no puedo estar solo ni llorar. Ella es la maleducada no yo. Se lo grito de nuevo a la vez que doy una tercera palmada al lago para lanzarle agua. –Maleducada.-
La chica se aleja. Dice que no es de buena educación estar mirándola pero yo no quiero mirarla a ella. Quiero mirar a Idril. Quiero estar con Idril no con ella. -¡No soy un maleducado!- Contesto furioso. –No es a ti a quien quiero mirar.- Es Idril quien tenía que haber aparecido no ella. De ser así yo no estaría mirándola a la chica, estaría mirando a Idril. – ¡Tú eres la maleducada!-
Una fuerza que no entiendo de donde sale se apodera de mi cuerpo. Uno mis manos y doy una palmada al lago para lanzar agua contra la chica para hacer que se vaya. Quiero que se vaya. El hombre se fue. ¿Por qué no se va ella? Doy otra palmada al lago. En mi mente se repite la misma frase. “Largo. Fuera. Si no es con Idril no quiero estar con nadie.” Mis manos tiemblan, todo mi cuerpo está temblando. No entiendo qué es lo que me ocurre. Las lágrimas que hacían fuerza por salir han desaparecido y mi cabeza vuelva estar erguida, pero no en una posición cómoda. Me duele estar así, todo me duele. No es un mal físico, es algo más interno que por mucho que me esfuerzo no soy capaz de comprender.
Quiero llorar y estar solo. No, quiero sonreír y estar con Idril, pero ella no está y no puedo hacerlo. Entonces solo puedo llorar y estar solo. Si la chica está no puedo estar solo ni llorar. Ella es la maleducada no yo. Se lo grito de nuevo a la vez que doy una tercera palmada al lago para lanzarle agua. –Maleducada.-
Sarez
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Re: ¿Y ahora qué? [Interpretativo] [Libre]
Cerrado por abandono
Este tema lleva demasiado tiempo sin respuesta, solo he usuario Sarez está activo en estos días (me encanta hablar de mí en 3º persona xD) y Keyan ya advirtió que iba a estar inactivo. Lenore, sin embargo, no dio una explicación de su ausencia, por lo que se efectuará sobre ella la perdida de puntos tal y como pone en las normas.
Sarez
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