Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
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Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Esa carta, esa simple nota, era lo que necesitaba, lo único que había buscado durante años, lo único que la había mantenido con esperanzas. Su hermana estaba viva, estaba bien, sana y salva, era lo único que necesitaba saber Alanna para recuperar la fe en todo. Sin preocuparse por nada ni por nadie, la joven se acercaba a Lunargenta a toda prisa, directa al palacio donde su contacto la esperaba para decirle donde encontrar a Elise.
¿Cuando fue la última vez que sonreía de forma tan brillante y real? No lo recordaba, hacía muchos años que no se había sentido tan llena de vida, tan eufórica, tan nerviosa, tan feliz, tan... tan ella. Esa niña inocente que se revolcaba en el barro y buscaba bichos, que jugaba sin preocupaciones, que tomaba el pelo a su hermana había desaparecido hacía tanto tiempo, que en ese momento, cuando todos los recuerdos felices se agolpaban en su cabeza, que toda la pena quedaba relegada a un segundo plano, se sentía tan eufórica que incluso su equilibrio tambaleaba más de lo normal.
Bajando una cuesta que llevaba hasta las calles de la ciudad, sin darse cuenta de que se había alejado del camino principal, tropezó y rodó sobre la hierva húmeda mientras el alba arrebolaba las casas con sus primeras luces. A pesar del cansancio por su carrera, con la ropa húmeda por haber rodado por el suelo, húmedo por el rocío de la madrugada, siguió corriendo hasta internarse en las calles de la ciudad.
El lugar, aun tranquilo, no despertaba de su larga noche, la calma dominaba los paseos y los pájaros iniciaban su canto mañanero, todo era tan idílico que parecía increíble, y, ciertamente, lo era, el día era normal y corriente, no había nada anormal, o que hubiese mejorado de un día a otro, pero la visión de Alanna, que normalmente estaba empañado por un aire pesimista que intentaba disimular, se había teñido de rosa. Sin importar a quien despertase dio un salto gritando con alegría y siguió corriendo para llegar a una plaza, al girar la esquina se chocó contra alguien cayendo al suelo, con una pequeña risa. Iba a disculparse cuando, al abrir los ojos vio con quien había tropezado y se lanzó a darle un abrazo:
- ¡La he encontrado! ¡He encontrado a mi hermana!- dijo separándose del abrazo, estaba tan eufórica que no podía estarse quieta, e, incluso esperando la respuesta de la otra persona, no podía evitar dar pequeños saltos nerviosos, sin acabar de alzar los pies del suelo.
¿Cuando fue la última vez que sonreía de forma tan brillante y real? No lo recordaba, hacía muchos años que no se había sentido tan llena de vida, tan eufórica, tan nerviosa, tan feliz, tan... tan ella. Esa niña inocente que se revolcaba en el barro y buscaba bichos, que jugaba sin preocupaciones, que tomaba el pelo a su hermana había desaparecido hacía tanto tiempo, que en ese momento, cuando todos los recuerdos felices se agolpaban en su cabeza, que toda la pena quedaba relegada a un segundo plano, se sentía tan eufórica que incluso su equilibrio tambaleaba más de lo normal.
Bajando una cuesta que llevaba hasta las calles de la ciudad, sin darse cuenta de que se había alejado del camino principal, tropezó y rodó sobre la hierva húmeda mientras el alba arrebolaba las casas con sus primeras luces. A pesar del cansancio por su carrera, con la ropa húmeda por haber rodado por el suelo, húmedo por el rocío de la madrugada, siguió corriendo hasta internarse en las calles de la ciudad.
El lugar, aun tranquilo, no despertaba de su larga noche, la calma dominaba los paseos y los pájaros iniciaban su canto mañanero, todo era tan idílico que parecía increíble, y, ciertamente, lo era, el día era normal y corriente, no había nada anormal, o que hubiese mejorado de un día a otro, pero la visión de Alanna, que normalmente estaba empañado por un aire pesimista que intentaba disimular, se había teñido de rosa. Sin importar a quien despertase dio un salto gritando con alegría y siguió corriendo para llegar a una plaza, al girar la esquina se chocó contra alguien cayendo al suelo, con una pequeña risa. Iba a disculparse cuando, al abrir los ojos vio con quien había tropezado y se lanzó a darle un abrazo:
- ¡La he encontrado! ¡He encontrado a mi hermana!- dijo separándose del abrazo, estaba tan eufórica que no podía estarse quieta, e, incluso esperando la respuesta de la otra persona, no podía evitar dar pequeños saltos nerviosos, sin acabar de alzar los pies del suelo.
Última edición por Alanna Delteria el Mar Jul 14 2015, 01:59, editado 2 veces
Alanna Delteria
Aerandiano de honor
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Bostezó ¿Por qué se había levantado tan temprano? Si iba a llegar a Ulmer independientemente de la hora a la que partiese, que saliese un par de horas antes o después no iba a significar nada; pero ya estaba despierto, y aunque la tentación de volverse a la posada y dormir hasta bien entrada la mañana era grande, lo cierto era que pronto se vio a si mismo dirigiéndose a la salida de la ciudad.
Protegiéndose de la suave pero gélida brisa matinal con la capa continuó caminando por las casi despobladas calles de la ciudad, no se cruzó con prácticamente nadie, un par de guardias haciendo su ronda, el panadero preparando las primeras hogazas del día, y algún que otro mercader que llegaba listo para abrir su tenderete.
Mientras caminaba una voz que, de algún modo le resultó familiar, llegó hasta sus oídos. Por la efusividad de la misma el mercenario adivinó que se estaba celebrando algo no muy lejos de allí –“Un poco pronto para estar dando gritos… – Susurró para sí mientras, justo después de volver a bostezar, buscaba el origen de la voz movido por la curiosidad, probablemente sería una borracha a la que se le había pasado la hora de irse a la cama.
Cuando fue a cruzar la esquina el individuo que estaba dando gritos se chocó contra él, el joven mantuvo el equilibro como buenamente pudo y miró a la persona contra la que había chocado, que no tuvo tanta suerte –“¿Alanna…?” – Fue lo único decir antes de que la chica, de buen humor por algún motivo, le abrasase. –“Euh… yo… también me alegro de verte…” – Dijo dándole palmadas en la cabeza a la mujer, nervioso, sin saber cómo responder al aquella repentina muestra de afecto.
Pronto la mujer lo liberó de aquel efusivo abrazo de oso y con una sonrisa cruzando su rostro le desveló que había encontrado a su hermana. –“Espera… ¿A tu hermana?” – Dijo haciendo memoria, seguía un poco aturdido por tantas emociones y noticias tan repentinas, pero según creía recordar Alanna desveló tiempo atrás, en Ulmer, que uno de sus principales motivos para viajar por Aerandir era localizar a su hermana – “Me alegro”– Contestó Eltrant sonriéndole, quizás había sonado un poco seco, pero aun no había terminado de ordenar toda aquella información.
Eltrant miró a su alrededor, el sol seguía avanzando inexorable y dentro de poco estaría en alto, hacia un par de semanas, quizás meses que no se veían, no parecía haber cambiado mucho. La última vez que la vio fue en la entrada a la ciudad, poco antes del carnaval, desde entonces había estado incluso varios días en el calabozo, una gran parte de él esperaba que no se hubiese enterado de aquello.
–“¿Esta aquí en la ciudad?” – No estaba seguro de si era apropiado inmiscuirse en un tema tan personal, pero al fin y al cabo, era ella quien le había hablado de él; no obstante el mercenario pensaba que estaba demasiado eufórica como para enfadarse con él por eso.
En cualquier caso, tenía que seguir, no iba a meterse en una reencuentro fraternal así como así, en sí ni siquiera creía recordar a la joven, Eltrant sonrió a la guarda; intercambiaría un par de palabras amables con ella y, aunque no le hiciera ninguna gracia dejarla tan pronto como se habían encontrado, no podía sino salir hacia el norte.
Protegiéndose de la suave pero gélida brisa matinal con la capa continuó caminando por las casi despobladas calles de la ciudad, no se cruzó con prácticamente nadie, un par de guardias haciendo su ronda, el panadero preparando las primeras hogazas del día, y algún que otro mercader que llegaba listo para abrir su tenderete.
Mientras caminaba una voz que, de algún modo le resultó familiar, llegó hasta sus oídos. Por la efusividad de la misma el mercenario adivinó que se estaba celebrando algo no muy lejos de allí –“Un poco pronto para estar dando gritos… – Susurró para sí mientras, justo después de volver a bostezar, buscaba el origen de la voz movido por la curiosidad, probablemente sería una borracha a la que se le había pasado la hora de irse a la cama.
Cuando fue a cruzar la esquina el individuo que estaba dando gritos se chocó contra él, el joven mantuvo el equilibro como buenamente pudo y miró a la persona contra la que había chocado, que no tuvo tanta suerte –“¿Alanna…?” – Fue lo único decir antes de que la chica, de buen humor por algún motivo, le abrasase. –“Euh… yo… también me alegro de verte…” – Dijo dándole palmadas en la cabeza a la mujer, nervioso, sin saber cómo responder al aquella repentina muestra de afecto.
Pronto la mujer lo liberó de aquel efusivo abrazo de oso y con una sonrisa cruzando su rostro le desveló que había encontrado a su hermana. –“Espera… ¿A tu hermana?” – Dijo haciendo memoria, seguía un poco aturdido por tantas emociones y noticias tan repentinas, pero según creía recordar Alanna desveló tiempo atrás, en Ulmer, que uno de sus principales motivos para viajar por Aerandir era localizar a su hermana – “Me alegro”– Contestó Eltrant sonriéndole, quizás había sonado un poco seco, pero aun no había terminado de ordenar toda aquella información.
Eltrant miró a su alrededor, el sol seguía avanzando inexorable y dentro de poco estaría en alto, hacia un par de semanas, quizás meses que no se veían, no parecía haber cambiado mucho. La última vez que la vio fue en la entrada a la ciudad, poco antes del carnaval, desde entonces había estado incluso varios días en el calabozo, una gran parte de él esperaba que no se hubiese enterado de aquello.
–“¿Esta aquí en la ciudad?” – No estaba seguro de si era apropiado inmiscuirse en un tema tan personal, pero al fin y al cabo, era ella quien le había hablado de él; no obstante el mercenario pensaba que estaba demasiado eufórica como para enfadarse con él por eso.
En cualquier caso, tenía que seguir, no iba a meterse en una reencuentro fraternal así como así, en sí ni siquiera creía recordar a la joven, Eltrant sonrió a la guarda; intercambiaría un par de palabras amables con ella y, aunque no le hiciera ninguna gracia dejarla tan pronto como se habían encontrado, no podía sino salir hacia el norte.
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Ante la pregunta del joven Alanna no pudo más que asentir feliz, como si fuera una niña a quien le preguntaban si le habían regalado un caramelo. quería echar a correr pero sabía que sería de mala educación así que esperó a la charla de rigor, aunque estaba tan activa que posiblemente aguantase a penas un par de frases antes de iniciar un monologo, o una carrera, o cualquier cosa, no era capaz de estarse quieta, como si fuera un bio-cibernetico y le hubieran puesto un motor defectuoso que la hacía estar en constante movimiento.
- No lo se, iba ahora mismo a que me dijeran dónde está, me han mandado esta carta, he de ir al cuartel, un amigo me lo dirá todo. Vamos, hay prisa.- Dijo empezando a correr, tirando al chico por la manga, sin soltarlo en su carrera, para que la siguiera.
Tan centrada estaba en su objetivo que no se había dado ni cuenta de que, posiblemente, el chico tuviera otras cosas que hacer y que, posiblemente, le molestase verse inmiscuido en sus asuntos, pero en ese momento era como si todos los años alejada de la granja se hubieran esfumado de un plumazo. Como si tanto Elise, como Eltrant, incluso ella misma, fueran niños aun y solo estuviera arrastrando a su amigo a una nueva aventura por la granja, donde las gallinas eran feroces dragones y la paja lava ardiente que no debían pisar.
El palacio no tardo en aparecer a su frente y, fuera de este, un chico desaliñado y de pelo alborotado esperaba con la espalda en la pared, tenía un aspecto curioso, parecía más un genio loco que no un miembro de la guardia real, pero es que claro, era ambas, el mejor investigador de todo Aerandir. Su ropa mal colocada, su sombrero bajo con una especie de gafas movibles, esos guantes sin dedos de aspecto viejo, parecían decir de él todo, menos lo que en realidad era.
- ¡Evy!- dijo la chica en un susurro alto mientras seguía arrastrando a su viejo amigo hasta llegar junto a quien la esperaba.- ¿lo tienes? ¿dónde está?
- Calma gatita- se burló él- claro que lo tengo, no por nada me pediste ayuda.- contestó- hace poco se la vio en esa pequeña aldea a las afueras de Lunargenta, parece que ha menguado su movimiento, con algo de suerte aun la encuentras allí.- explicó dándole un papel con el nombre del lugar a una Alanna que, con ojos brillantes apretó el papel entre ambas manos en cuanto lo tuvo en su poder.
- Muchas Gracias Evy, te debo un favor enorme.- dijo ella sin alzar la vista del papel.
- Ey, me salvaste la vida, soy yo quien aun te debe mucho.- respondió él- y ahora largo, antes de que te manden algo, ¿quieres que entregue yo a este?- preguntó señalando a Eltrant logrando que Alanna frunciera el ceño y se plantase delante de su amigo.
- Él no es ningún ladronzuelo, es mi amigo, déjalo en paz.
- Perdón por la confusión- se disculpó ante el mercenario- como lo traías a rastras....- aclaró el genio burlándose de ella.
- A trabajar.- le contestó a Evy sacandole la lengua justo antes de que se alejase.- Perdona, Evy es... algo especialito, y lo siento mucho, te he arrastrado conmigo, debes estar ocupado.
La chica volvió a mirar el papel tras disculparse y comenzó a comerse la cabeza, ¿y si su hermana no quería verla? ¿y si estaba siendo una entrometida? Como si buscase ayuda de alguien más maduro miró al chico que se encontraba a su frente, ¿qué debía hacer? ¿Estaría bien irrumpir, así como así, en la vida de alguien que, posiblemente, ya la debía haber olvidado? Cierto, ¿y si ya la había olvidado? eso sería peor que el hecho de que no quisiera saber nada de ella, ¿o no? Tenía la cabeza hecha un autentico lío.
- ¿Ahora que hago? ¿Esta bien que vaya? ¿No se molestará? ¿y si me odia?- se dio cuanta de que lo había dicho en voz alta e intentó ocultarlo con una sonrisa.- que tonterías digo, ni que tuviera miedo- intentó disimular, sin lograrlo para nada. Habría colado, si no le hubiera temblado la voz, pero no era el caso.
- No lo se, iba ahora mismo a que me dijeran dónde está, me han mandado esta carta, he de ir al cuartel, un amigo me lo dirá todo. Vamos, hay prisa.- Dijo empezando a correr, tirando al chico por la manga, sin soltarlo en su carrera, para que la siguiera.
Tan centrada estaba en su objetivo que no se había dado ni cuenta de que, posiblemente, el chico tuviera otras cosas que hacer y que, posiblemente, le molestase verse inmiscuido en sus asuntos, pero en ese momento era como si todos los años alejada de la granja se hubieran esfumado de un plumazo. Como si tanto Elise, como Eltrant, incluso ella misma, fueran niños aun y solo estuviera arrastrando a su amigo a una nueva aventura por la granja, donde las gallinas eran feroces dragones y la paja lava ardiente que no debían pisar.
El palacio no tardo en aparecer a su frente y, fuera de este, un chico desaliñado y de pelo alborotado esperaba con la espalda en la pared, tenía un aspecto curioso, parecía más un genio loco que no un miembro de la guardia real, pero es que claro, era ambas, el mejor investigador de todo Aerandir. Su ropa mal colocada, su sombrero bajo con una especie de gafas movibles, esos guantes sin dedos de aspecto viejo, parecían decir de él todo, menos lo que en realidad era.
- ¡Evy!- dijo la chica en un susurro alto mientras seguía arrastrando a su viejo amigo hasta llegar junto a quien la esperaba.- ¿lo tienes? ¿dónde está?
- Calma gatita- se burló él- claro que lo tengo, no por nada me pediste ayuda.- contestó- hace poco se la vio en esa pequeña aldea a las afueras de Lunargenta, parece que ha menguado su movimiento, con algo de suerte aun la encuentras allí.- explicó dándole un papel con el nombre del lugar a una Alanna que, con ojos brillantes apretó el papel entre ambas manos en cuanto lo tuvo en su poder.
- Muchas Gracias Evy, te debo un favor enorme.- dijo ella sin alzar la vista del papel.
- Ey, me salvaste la vida, soy yo quien aun te debe mucho.- respondió él- y ahora largo, antes de que te manden algo, ¿quieres que entregue yo a este?- preguntó señalando a Eltrant logrando que Alanna frunciera el ceño y se plantase delante de su amigo.
- Él no es ningún ladronzuelo, es mi amigo, déjalo en paz.
- Perdón por la confusión- se disculpó ante el mercenario- como lo traías a rastras....- aclaró el genio burlándose de ella.
- A trabajar.- le contestó a Evy sacandole la lengua justo antes de que se alejase.- Perdona, Evy es... algo especialito, y lo siento mucho, te he arrastrado conmigo, debes estar ocupado.
La chica volvió a mirar el papel tras disculparse y comenzó a comerse la cabeza, ¿y si su hermana no quería verla? ¿y si estaba siendo una entrometida? Como si buscase ayuda de alguien más maduro miró al chico que se encontraba a su frente, ¿qué debía hacer? ¿Estaría bien irrumpir, así como así, en la vida de alguien que, posiblemente, ya la debía haber olvidado? Cierto, ¿y si ya la había olvidado? eso sería peor que el hecho de que no quisiera saber nada de ella, ¿o no? Tenía la cabeza hecha un autentico lío.
- ¿Ahora que hago? ¿Esta bien que vaya? ¿No se molestará? ¿y si me odia?- se dio cuanta de que lo había dicho en voz alta e intentó ocultarlo con una sonrisa.- que tonterías digo, ni que tuviera miedo- intentó disimular, sin lograrlo para nada. Habría colado, si no le hubiera temblado la voz, pero no era el caso.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Escuchó atentamente lo que la chica le decía con una sonrisa, no podía negar que el humor de la muchacha era contagioso –“Bueno, me alegro mucho Ali, de verdad, pero tengo que ir a…” – Antes de acabar la frase Alanna ya le había agarrado de la manga de la camisa y lo arrastraba por media ciudad.
Por mucho que el hombre quisiera, en aquel momento su amiga estaba en otro lugar, le pidió que parara en varias ocasiones y esta, sonriendo, hizo caso omiso a su sugerencia, por lo que al final Eltrant se limitó a suspirar y a dejarse llevar por su animada compañera, tenía tiempo, no iba a pasar nada por desviarse un par de minutos. A pesar de encontrarse en aquella situación en contra de su voluntad no le sorprendía, aun siendo él el mayor siempre había sido la chica la que llevaba la voz cantante en la granja, decidiendo todo lo que hacían, siempre, cosa que en realidad nunca le había importado.
Minutos despues el palacio de Lunargenta se alzaba frente a él, Eltrant no pudo evitar mirarlo con cierto asombro, siempre trataba de alejarse de él, puesto que su apariencia no le ayudaba mucho a pasar desapercibido en un lugar tan lujoso como aquel. No obstante, no entraron en el edificio, la mujer se dirigió a un callejón oculto en uno de los laterales del mismo, donde un individuo, no mucho mejor vestido que él esperaba apoyado en uno de los laterales.
Alanna intercambió varias palabras con el hombre mientras el mercenario permanecía en silencio, jugueteando con el cierre de su capa, en realidad no captó la mayoría de lo que dijeron, solo que, como de costumbre, el hombre le confundió con un ladronzuelo –“La dura vida del granjero ” – Pensó Eltrant mientras Alanna le excusaba colocándose frente a él.
Una vez terminada la conversación el hombre, el cual según había oído Eltrant se llamaba Evy, entregó un sobre a la mujer y se marchó. Fue entonces cuando el joven escuchó a su amiga dudar sobre el contenido de la misma, sobre ir a ver a su hermana, Eltrant suspiró y sonrió a su amiga –“No tienes nada que perder” – Dijo intentando animarla –“… Y es tu hermana, estoy seguro que como tú no la has olvidado a ella, ella no te ha olvidado a ti, es lo que tiene la familia” – Despeinó a la guarda y se cruzó de brazos –“…Este que me quería meter en la cárcel decía que estaba a las afueras ¿Verdad?” – Eltrant se atusó la barba pensativo durante varios segundos, estudiando el tiempo que podía permitirse perder –“Te acompaño”- Dijo finalmente - “Creo que me pilla de paso de todas formas...” – Sonrió encogiéndose hombros –“Así me aseguro de que no te escapes en el último momento” – Bromeó.
Un sentimiento de culpabilidad emergió de pronto de lo más profundo de su ser, sin embargo se esforzó por ocultarlo, estaba habituado a hacerlo. Era irónico que le dijese a su amiga aquello cuando él no podía siquiera acercarse a la granja en la que se crió, no dejaba de ser un hipócrita. Una parte de él sabía que solo estaba retrasando lo inevitable, pero por lo pronto eso inevitable estaba muy lejos, lo suficiente como para que la mayor parte del tiempo pudiese permitirse no pensar en ello.
Dicho esto se cruzó de brazos y esperó a que la muchacha empezase a andar, al fin y al cabo era ella la que sabía dónde estaba el lugar al que se dirigía.
Por mucho que el hombre quisiera, en aquel momento su amiga estaba en otro lugar, le pidió que parara en varias ocasiones y esta, sonriendo, hizo caso omiso a su sugerencia, por lo que al final Eltrant se limitó a suspirar y a dejarse llevar por su animada compañera, tenía tiempo, no iba a pasar nada por desviarse un par de minutos. A pesar de encontrarse en aquella situación en contra de su voluntad no le sorprendía, aun siendo él el mayor siempre había sido la chica la que llevaba la voz cantante en la granja, decidiendo todo lo que hacían, siempre, cosa que en realidad nunca le había importado.
Minutos despues el palacio de Lunargenta se alzaba frente a él, Eltrant no pudo evitar mirarlo con cierto asombro, siempre trataba de alejarse de él, puesto que su apariencia no le ayudaba mucho a pasar desapercibido en un lugar tan lujoso como aquel. No obstante, no entraron en el edificio, la mujer se dirigió a un callejón oculto en uno de los laterales del mismo, donde un individuo, no mucho mejor vestido que él esperaba apoyado en uno de los laterales.
Alanna intercambió varias palabras con el hombre mientras el mercenario permanecía en silencio, jugueteando con el cierre de su capa, en realidad no captó la mayoría de lo que dijeron, solo que, como de costumbre, el hombre le confundió con un ladronzuelo –“La dura vida del granjero ” – Pensó Eltrant mientras Alanna le excusaba colocándose frente a él.
Una vez terminada la conversación el hombre, el cual según había oído Eltrant se llamaba Evy, entregó un sobre a la mujer y se marchó. Fue entonces cuando el joven escuchó a su amiga dudar sobre el contenido de la misma, sobre ir a ver a su hermana, Eltrant suspiró y sonrió a su amiga –“No tienes nada que perder” – Dijo intentando animarla –“… Y es tu hermana, estoy seguro que como tú no la has olvidado a ella, ella no te ha olvidado a ti, es lo que tiene la familia” – Despeinó a la guarda y se cruzó de brazos –“…Este que me quería meter en la cárcel decía que estaba a las afueras ¿Verdad?” – Eltrant se atusó la barba pensativo durante varios segundos, estudiando el tiempo que podía permitirse perder –“Te acompaño”- Dijo finalmente - “Creo que me pilla de paso de todas formas...” – Sonrió encogiéndose hombros –“Así me aseguro de que no te escapes en el último momento” – Bromeó.
Un sentimiento de culpabilidad emergió de pronto de lo más profundo de su ser, sin embargo se esforzó por ocultarlo, estaba habituado a hacerlo. Era irónico que le dijese a su amiga aquello cuando él no podía siquiera acercarse a la granja en la que se crió, no dejaba de ser un hipócrita. Una parte de él sabía que solo estaba retrasando lo inevitable, pero por lo pronto eso inevitable estaba muy lejos, lo suficiente como para que la mayor parte del tiempo pudiese permitirse no pensar en ello.
Dicho esto se cruzó de brazos y esperó a que la muchacha empezase a andar, al fin y al cabo era ella la que sabía dónde estaba el lugar al que se dirigía.
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Ante las primeras palabras del chico Alanna alzó la cabeza, siempre había sido igual, ella se alteraba y luego el intentaba calmarla, se sentía de nuevo como una niña pequeña, asintió a todo lo que decía el chico, sin duda tenía razón, pero siempre estaba la duda del "y si....?" Alanna era una persona que intentaba ser fuerte, aparentar que no le importaba nada y que podía con todo, pero en realidad era más débil de lo que ella misma creía ser. Por eso cuando el chico le dijo que la acompañaría la sorpresa, el alivio por no tener que enfrontar sola el reencuentro y la alegría consiguieron una nueva sonrisa.
Se rió un poco por el comentario de escaparse, lo cierto es que era probable que, si no la vigilase, huyese como un asesino de la escena del crimen. Comenzó a andar, agradeciendo en silencio el apoyo que estaba dándole su amigo, que, aun ocupado, se había ofrecido a acompañarla, estaba claro que estaba ocupado. Alanna tuvo una pequeña idea que ahorraría tiempo al chico, aunque haría que ella se pusiera más nerviosa, al fin y al cabo aceleraría el encuentro, pero antes o después iba a encontrar a su hermana así que...
- Vamos a un sitio antes, tomaré prestada la montura del teniente.- dijo con una sonrisa, ocultando sus nervios, tenía miedo de encontrarse con su hermana.
Llegaron a la casa de los padrastros de Alanna y la madrastra, una mujer joven, de pelo castaño, ya canoso, salió a recibirlos limpiando sus manos en un delantal, con una sonrisa:
- Alanna, por fin vuelves, y acompañada- dijo tras darle un abrazo a la chica.- Soy Meredith, la madre de esta niña, espero que no te cause problemas.- saludó al chico tendiéndole la mano, madre, a Alanna, aun con los años pasados, le costaba aceptar ese termino.
- Meredith, ¿podemos coger el caballo del teniente? Tenemos que ir a las afueras y tenemos algo de prisa.- dijo Alanna con cierta tensión en la garganta, no se le pasaría el miedo hasta que viese a su hermana.
- Claro, cogedlo, pero no os hagáis daños, cada vez que vuelves de un viajecito llegas llena de magulladuras y heridas, suerte tienes de tener tan pocas marcas, además, debes tener cuidado, aun no se te ha curado lo del hombro, ¿verdad?- riño cariñosamente la mujer sin que Alanna fuera capaz de contestar.
La chica tenía un gran respeto hacia Meredith y el teniente, no solo la habían acogido, la habían criado, le habían dado un oficio y una meta, si no hubiera sido por ellos la chica habría sido tratada como una asesina con a penas 14 años de edad, por estas razones no era capaz de responder antes sus regañinas y, simplemente, asentía con cabeza gacha. Sin ser capaz de hablar entró al establo a por el único caballo de la casa y salió con el animal ya preparado para despedirse.
- Nos vamos ahora Meredith, gracias por prestármelo, lo devolveré sin un rasguño.- prometió como una niña buena.
- Esta bien, no te preocupes, pero te repito lo que te dije, queremos verte más, estás muy desaparecida y tanto al teniente como a mi nos gustaría que nos llamases padre y madre, sabemos que papa y mama para ti es demasiado, pero tenlo en cuenta.- pidió la mujer antes de darle un abrazo, Meredith desarmaba a la chica, podía mostrar orgullo ante todos, excepto ante ella, era demasiado maternal, pero no se sentía capaz de llamarlos de ese modo.- Volved pronto.- dijo Meredith dándole también un abrazo a Eltrant antes de dejarlos marchar.
Aun a pie, por las calles de Lunargenta, habiendo dejado atrás la casa de sus padrastros, Alanna dio un suspiro reflexionando, era demasiado para un día, no acostumbraba a afrontar tantas emociones, solía mantenerlas ocultas, bajo control, tras sus sonrisas, pero cuando le llegaban tan de golpe... era difícil:
- Es muy buena.- comentó al chico mientras caminaba con el caballo bien sujeto por las riendas, a su lado.- ambos lo son, estoy segura de que, ahora que te conoce, si necesitas ayuda, estará ahí.- dijo hablando acerca de Meredith- bueno, y ya sabes que, siendo amigos, yo también te ayudaré cuando lo necesites- sonrió mientras atravesaban las murallas de la ciudad. Ya fuera, Alanna subió al caballo y tomó aire, era momento de ir en busca de su hermana.
- ¿Vamos?- preguntó extendiendo la mano para que el chico también subiera, de ese modo sería mucho más rápido, la aldea, a pie, estaba a una jornada de distancia, pero acaballo solo tardarían medio día.
Era probable que Elise pensara que Alanna la había abandonado a su suerte, que la hubiera olvidado y dejado de buscar, la chica estaba segura de que su hermana la despreciaría. Pero debía enfrentarla, ¿cierto? Al fin y al cabo, seguían siendo familia...
Se rió un poco por el comentario de escaparse, lo cierto es que era probable que, si no la vigilase, huyese como un asesino de la escena del crimen. Comenzó a andar, agradeciendo en silencio el apoyo que estaba dándole su amigo, que, aun ocupado, se había ofrecido a acompañarla, estaba claro que estaba ocupado. Alanna tuvo una pequeña idea que ahorraría tiempo al chico, aunque haría que ella se pusiera más nerviosa, al fin y al cabo aceleraría el encuentro, pero antes o después iba a encontrar a su hermana así que...
- Vamos a un sitio antes, tomaré prestada la montura del teniente.- dijo con una sonrisa, ocultando sus nervios, tenía miedo de encontrarse con su hermana.
Llegaron a la casa de los padrastros de Alanna y la madrastra, una mujer joven, de pelo castaño, ya canoso, salió a recibirlos limpiando sus manos en un delantal, con una sonrisa:
- Alanna, por fin vuelves, y acompañada- dijo tras darle un abrazo a la chica.- Soy Meredith, la madre de esta niña, espero que no te cause problemas.- saludó al chico tendiéndole la mano, madre, a Alanna, aun con los años pasados, le costaba aceptar ese termino.
- Meredith, ¿podemos coger el caballo del teniente? Tenemos que ir a las afueras y tenemos algo de prisa.- dijo Alanna con cierta tensión en la garganta, no se le pasaría el miedo hasta que viese a su hermana.
- Claro, cogedlo, pero no os hagáis daños, cada vez que vuelves de un viajecito llegas llena de magulladuras y heridas, suerte tienes de tener tan pocas marcas, además, debes tener cuidado, aun no se te ha curado lo del hombro, ¿verdad?- riño cariñosamente la mujer sin que Alanna fuera capaz de contestar.
La chica tenía un gran respeto hacia Meredith y el teniente, no solo la habían acogido, la habían criado, le habían dado un oficio y una meta, si no hubiera sido por ellos la chica habría sido tratada como una asesina con a penas 14 años de edad, por estas razones no era capaz de responder antes sus regañinas y, simplemente, asentía con cabeza gacha. Sin ser capaz de hablar entró al establo a por el único caballo de la casa y salió con el animal ya preparado para despedirse.
- Nos vamos ahora Meredith, gracias por prestármelo, lo devolveré sin un rasguño.- prometió como una niña buena.
- Esta bien, no te preocupes, pero te repito lo que te dije, queremos verte más, estás muy desaparecida y tanto al teniente como a mi nos gustaría que nos llamases padre y madre, sabemos que papa y mama para ti es demasiado, pero tenlo en cuenta.- pidió la mujer antes de darle un abrazo, Meredith desarmaba a la chica, podía mostrar orgullo ante todos, excepto ante ella, era demasiado maternal, pero no se sentía capaz de llamarlos de ese modo.- Volved pronto.- dijo Meredith dándole también un abrazo a Eltrant antes de dejarlos marchar.
Aun a pie, por las calles de Lunargenta, habiendo dejado atrás la casa de sus padrastros, Alanna dio un suspiro reflexionando, era demasiado para un día, no acostumbraba a afrontar tantas emociones, solía mantenerlas ocultas, bajo control, tras sus sonrisas, pero cuando le llegaban tan de golpe... era difícil:
- Es muy buena.- comentó al chico mientras caminaba con el caballo bien sujeto por las riendas, a su lado.- ambos lo son, estoy segura de que, ahora que te conoce, si necesitas ayuda, estará ahí.- dijo hablando acerca de Meredith- bueno, y ya sabes que, siendo amigos, yo también te ayudaré cuando lo necesites- sonrió mientras atravesaban las murallas de la ciudad. Ya fuera, Alanna subió al caballo y tomó aire, era momento de ir en busca de su hermana.
- ¿Vamos?- preguntó extendiendo la mano para que el chico también subiera, de ese modo sería mucho más rápido, la aldea, a pie, estaba a una jornada de distancia, pero acaballo solo tardarían medio día.
Era probable que Elise pensara que Alanna la había abandonado a su suerte, que la hubiera olvidado y dejado de buscar, la chica estaba segura de que su hermana la despreciaría. Pero debía enfrentarla, ¿cierto? Al fin y al cabo, seguían siendo familia...
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Alanna pareció agradecer los consejos de Eltrant, pues asintió a todo lo que dijo sonriendo y después le pidió que le siguiera a la casa de un tal “teniente”. Obedeciendo a la muchacha y Eltrant, cada vez más preocupado por los numerosos desvíos que estaban tomando, permaneció cerca de su amiga hasta que llegaron a una casa medianamente grande, no muy lejos del palacio de la ciudad.
Una vez ahí Alanna llamó a la puerta y una mujer que rondaría fácilmente los cincuenta años salió a recibirlos. Para sorpresa de Eltrant no era sino la madrastra de Alanna, el mercenario estrechó la mano de la mujer con una sonrisa incomoda mientras trataba infructuosamete de ocultar la luna que tenía bordada sobre el hombro de la capa girándose levemente a un lado. ¿Es que Alanna no sabía a qué se dedicaba? No era precisamente el tipo de persona que quieres presentar a tus padres.
Entonces fue cuando la guarda desveló el motivo por el cual estaban allí, el caballo del tal teniente, el cual por como hablaba la chica de él y por el lugar en el que se encontraban, no podía ser otro que su padrastro. Aquello le resultó interesante, explicaba por qué alguien tan pacifista como su amiga había ingresado en un cuerpo como la guardia de Lunargenta, también que fuese así de diestra con la espada, pues si su padre era Teniente básicamente tenía un profesor para ella sola las veinticuatro horas del día.
El muchacho, como había hecho durante todo el tiempo que había acompañado a la mujer, se mantuvo en silencio mientras hablaba con su madrastra, la mujer se despidió de su hija con un efusivo abrazo y antes de que Eltrant pudiese escapar le dio a él otro –“Eh… esto… ¿Gracias?” – Dijo Eltrant un poco fuera de lugar ante aquella sorpresiva muestra de afecto, demasiados abrazos para una mañana.
Al abandonar la casa Eltrant no pudo sino asentir antes las palabras de Alanna –“Es bastante distinto a lo que recuerdo de casa” – Contestó simplemente a la vez que analizaba mentalmente la actitud de la mujer, los Tale no se caracterizaban por ser precisamente amables con los extraños, y aunque ayudaban a la gente que de verdad necesitaba ayuda, viajeros perdidos o personas extraviadas en mitad de una tormenta, siempre se mostraban cautos; principalmente porque no hacerlo te podía costar la cosecha de un año si daba la casualidad de que habías invitado a bandidos a entrar en tu casa, su padre solía recordarle eso constantemente. –“Son buenas personas” – Añadió al final hablando consigo mismo, casi en un susurro.
Una vez salieron de la ciudad la muchacha le tendió la mano y le ofreció un lugar sobre el animal que habían ido a buscar a su casa, Eltrant negó con la cabeza sonriendo y le hizo a la joven unas señas para que le siguiera, si seguía el plan que tenía previsto iba a continuar hacia el norte una vez se separase de Alanna, por lo que iba a necesitar su propia montura.
Minutos después estaban en un pequeño establo no muy lejos de las murallas, dónde un viejo conocido de los Tale cuidaba de diferentes corceles para los viajeros. Eltrant se acercó al hombre de avanzada edad que descansaba sentado sobre un barril, y sonriendo le saludo con la mano –“Buenos días” – Dijo, el hombre imitó la sonrisa del mercenario y bajó del barril de un salto –“Buenos días Isaac, ¿Vienes a por Mohr? ” – Por supuesto, Eltrant no iba a decirle su nombre real a aquel hombre, por lo que sabía estaba aún contacto con su familia y se enviaban cartas constantemente.
Eltrant asintió a la pregunta y en segundos tenía a su corcel junto a él, trotando nerviosamente como de costumbre –“¿Me has echado de menos?” – Dijo acariciando al animal cuando este se detuvo junto a él, quien respondió de la misma forma dándole un pequeño cabezazo al muchacho, por muy frío que se mostrara, el corcel le tenía bastante cariño.
Llevó bien sujeto por las bridas al caballo hasta dónde se encontraba Alanna y una vez junto a ella se subió a su montura –“Te presento a Mohr’akdu” – Dijo pasándole la mano por las crines –“Pero me ha dicho que prefiere que le llamen Mohr” - Agregó con una sonrisa.
El caballo, como había hecho con él cuando se lo entregaron, estudio a la mujer durante varios segundos para ladear la cabeza al cabo de un rato y seguir a lo suyo, casi ignorando el peso del hombre que tenía sobre él –“No es muy hablador.” – Bromeó Eltrant justo antes de dejar escapar una leve carcajada.
–“Bueno, te sigo” – Dijo a continuación –“Vamos a encontrar a tu hermana”
Una vez ahí Alanna llamó a la puerta y una mujer que rondaría fácilmente los cincuenta años salió a recibirlos. Para sorpresa de Eltrant no era sino la madrastra de Alanna, el mercenario estrechó la mano de la mujer con una sonrisa incomoda mientras trataba infructuosamete de ocultar la luna que tenía bordada sobre el hombro de la capa girándose levemente a un lado. ¿Es que Alanna no sabía a qué se dedicaba? No era precisamente el tipo de persona que quieres presentar a tus padres.
Entonces fue cuando la guarda desveló el motivo por el cual estaban allí, el caballo del tal teniente, el cual por como hablaba la chica de él y por el lugar en el que se encontraban, no podía ser otro que su padrastro. Aquello le resultó interesante, explicaba por qué alguien tan pacifista como su amiga había ingresado en un cuerpo como la guardia de Lunargenta, también que fuese así de diestra con la espada, pues si su padre era Teniente básicamente tenía un profesor para ella sola las veinticuatro horas del día.
El muchacho, como había hecho durante todo el tiempo que había acompañado a la mujer, se mantuvo en silencio mientras hablaba con su madrastra, la mujer se despidió de su hija con un efusivo abrazo y antes de que Eltrant pudiese escapar le dio a él otro –“Eh… esto… ¿Gracias?” – Dijo Eltrant un poco fuera de lugar ante aquella sorpresiva muestra de afecto, demasiados abrazos para una mañana.
Al abandonar la casa Eltrant no pudo sino asentir antes las palabras de Alanna –“Es bastante distinto a lo que recuerdo de casa” – Contestó simplemente a la vez que analizaba mentalmente la actitud de la mujer, los Tale no se caracterizaban por ser precisamente amables con los extraños, y aunque ayudaban a la gente que de verdad necesitaba ayuda, viajeros perdidos o personas extraviadas en mitad de una tormenta, siempre se mostraban cautos; principalmente porque no hacerlo te podía costar la cosecha de un año si daba la casualidad de que habías invitado a bandidos a entrar en tu casa, su padre solía recordarle eso constantemente. –“Son buenas personas” – Añadió al final hablando consigo mismo, casi en un susurro.
Una vez salieron de la ciudad la muchacha le tendió la mano y le ofreció un lugar sobre el animal que habían ido a buscar a su casa, Eltrant negó con la cabeza sonriendo y le hizo a la joven unas señas para que le siguiera, si seguía el plan que tenía previsto iba a continuar hacia el norte una vez se separase de Alanna, por lo que iba a necesitar su propia montura.
Minutos después estaban en un pequeño establo no muy lejos de las murallas, dónde un viejo conocido de los Tale cuidaba de diferentes corceles para los viajeros. Eltrant se acercó al hombre de avanzada edad que descansaba sentado sobre un barril, y sonriendo le saludo con la mano –“Buenos días” – Dijo, el hombre imitó la sonrisa del mercenario y bajó del barril de un salto –“Buenos días Isaac, ¿Vienes a por Mohr? ” – Por supuesto, Eltrant no iba a decirle su nombre real a aquel hombre, por lo que sabía estaba aún contacto con su familia y se enviaban cartas constantemente.
Eltrant asintió a la pregunta y en segundos tenía a su corcel junto a él, trotando nerviosamente como de costumbre –“¿Me has echado de menos?” – Dijo acariciando al animal cuando este se detuvo junto a él, quien respondió de la misma forma dándole un pequeño cabezazo al muchacho, por muy frío que se mostrara, el corcel le tenía bastante cariño.
Llevó bien sujeto por las bridas al caballo hasta dónde se encontraba Alanna y una vez junto a ella se subió a su montura –“Te presento a Mohr’akdu” – Dijo pasándole la mano por las crines –“Pero me ha dicho que prefiere que le llamen Mohr” - Agregó con una sonrisa.
El caballo, como había hecho con él cuando se lo entregaron, estudio a la mujer durante varios segundos para ladear la cabeza al cabo de un rato y seguir a lo suyo, casi ignorando el peso del hombre que tenía sobre él –“No es muy hablador.” – Bromeó Eltrant justo antes de dejar escapar una leve carcajada.
–“Bueno, te sigo” – Dijo a continuación –“Vamos a encontrar a tu hermana”
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
El chico rechazó la oferta de a joven y, siguiendo a pie, la llevó hasta un establo, Alanna desmontó de Juvia y esperó de pie, arreglando la crin trenzada de la yegua, escuchó como el hombre lo llamaba Isaac, "¿Isaac?" Se preguntó extrañada mientras el chico se acercaba montado en un gran caballo de color marrón.
Era un animal grande, bien podía ser un caballo de guerra, de los que portan a quienes llevan armaduras pesadas, o un caballo de tiro, de los que se usan en las granjas, tenía el pelaje brillante y unas manchas de color blanco, al parecer se llamaba Mohr’akdu pero, para acortar, Eltrant lo llamaba Mohr, Alanna no sabía que quería decir el nombre, pero pensó que el animal tenía suerte, si de ella se hubiera tratado, con esas manchas blancas en las patas, le habría puesto botitas o calcetines, el caballo se acercó a olisquearla haciéndole cosquillas para, luego, girar la cabeza, ignorándola, estaba claro que el animal tenía caracter.
Con un suspiro Alanna subió a Juvia y empezó a andar en silencio por el camino que, entre los árboles, se abría ante ellos. La brisa suave y la sombra de los árboles les permitían avanzar con facilidad. Con dos caballos y a paso ligero no tardarían en llegar a la aldea.
A medida que se acercaban la velocidad de Alanna comenzó a aminorar, la yegua notaba la duda en su jinete y respondía de ese modo. Era curioso, Juvia, a pesar de ser el caballo del teniente, era más obediente con Alanna que con su propio dueño. El camino se había hecho corto para la chica que, en ese momento, seguía preguntándose si estaba actuando de forma adecuada. Ante los dos jinetes apareció, bajo una colina, un pequeño pueblo de casas esparcidas, humo en las chimeneas, niños jugando, era un lugar tan tranquilo que si entraban en él, si ella se inmiscuía en la vida del lugar, sentía que lo rompería.
- Es ahí.- habló por fin tragándose el nudo de la garganta.
Su hermana habia encontrado, tras dar muchos tumbos, un hogar, a no se que hubiera estado siempre allí, si era el caso eso no decía mucho de la técnica de rastreo de la guardia o eso o la pequeña Elise se había vuelto una experta ocultándose, y, con lo que recordaba Alanna de su hermanita, la primera era la opción más viable.
Ahora que estaba a minutos de encontrarse con ella, ¿que le diría? ¿"Hola soy tu hermana a la que no ves desde hace años y que dejó que un padre asesino se te llevase sin poder evitarlo"? No, no podía, su hermana había encontrado un hogar similar al de su infancia, donde se sentía bien y protegida, si ahora irrumpía así como así, lo rompería, siempre lo rompía todo.
- No puedo...- susurró, iniciando el giro de Juvia para volver por donde había llegado.
Era un animal grande, bien podía ser un caballo de guerra, de los que portan a quienes llevan armaduras pesadas, o un caballo de tiro, de los que se usan en las granjas, tenía el pelaje brillante y unas manchas de color blanco, al parecer se llamaba Mohr’akdu pero, para acortar, Eltrant lo llamaba Mohr, Alanna no sabía que quería decir el nombre, pero pensó que el animal tenía suerte, si de ella se hubiera tratado, con esas manchas blancas en las patas, le habría puesto botitas o calcetines, el caballo se acercó a olisquearla haciéndole cosquillas para, luego, girar la cabeza, ignorándola, estaba claro que el animal tenía caracter.
Con un suspiro Alanna subió a Juvia y empezó a andar en silencio por el camino que, entre los árboles, se abría ante ellos. La brisa suave y la sombra de los árboles les permitían avanzar con facilidad. Con dos caballos y a paso ligero no tardarían en llegar a la aldea.
A medida que se acercaban la velocidad de Alanna comenzó a aminorar, la yegua notaba la duda en su jinete y respondía de ese modo. Era curioso, Juvia, a pesar de ser el caballo del teniente, era más obediente con Alanna que con su propio dueño. El camino se había hecho corto para la chica que, en ese momento, seguía preguntándose si estaba actuando de forma adecuada. Ante los dos jinetes apareció, bajo una colina, un pequeño pueblo de casas esparcidas, humo en las chimeneas, niños jugando, era un lugar tan tranquilo que si entraban en él, si ella se inmiscuía en la vida del lugar, sentía que lo rompería.
- Es ahí.- habló por fin tragándose el nudo de la garganta.
Su hermana habia encontrado, tras dar muchos tumbos, un hogar, a no se que hubiera estado siempre allí, si era el caso eso no decía mucho de la técnica de rastreo de la guardia o eso o la pequeña Elise se había vuelto una experta ocultándose, y, con lo que recordaba Alanna de su hermanita, la primera era la opción más viable.
Ahora que estaba a minutos de encontrarse con ella, ¿que le diría? ¿"Hola soy tu hermana a la que no ves desde hace años y que dejó que un padre asesino se te llevase sin poder evitarlo"? No, no podía, su hermana había encontrado un hogar similar al de su infancia, donde se sentía bien y protegida, si ahora irrumpía así como así, lo rompería, siempre lo rompía todo.
- No puedo...- susurró, iniciando el giro de Juvia para volver por donde había llegado.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
A medida que avanzaban Eltrant notaba como Alanna aminoraba el paso hasta el punto que fue él quien se encargó de mantener el ritmo. La cara de la guarda la delataba, seguía igual de preocupada, y aunque le hubiese gustado decirle algo para animarla el mercenario solo podía tratar de adivinar lo que podía estar pasando por la cabeza de su amiga en aquel momento, por lo que, después de varios pobres intentos de entablar una conversación mínimamente coherente, Eltrant decidió que lo mejor era permanecer en silencio hasta llegar al destino de la muchacha, y dejar que esta tratase de ordenar sus ideas.
Durante el resto del trayecto fue el joven quien avanzó en cabeza por el pequeño camino que, hasta dónde sabia, conducía hasta la aldea en la cual habían visto por última vez a la hermana de Alanna.
La aldea no estaba muy alejada de la ciudad, en sí estaba realmente cerca de la misma, según calculaba no habrían pasado ni dos horas cuando empezaron a vislumbrarse las primeras casas a lo lejos, dada la cercanía del lugar con la urbe de la que acababan de salir, Eltrant supuso que aquel lugar era más bien un sitio de paso para viajeros, o un pueblo de agricultores.
Era curioso, aunque conocía a la guarda desde hace años no recordaba a su hermana, no podía evitar pensar que se estaba inmiscuyendo en asuntos muy personales.
Cuando se encontraron frente al lugar se pararon a pocos metros del mismo y durante varios minutos contemplaron la aldea, pequeñas casas de madera ligeramente distanciadas unas de otras, niños jugando despreocupadamente frente a ellas, algún adulto simplemente paseando por el lugar, aquel sitio parecía sacado directamente de uno de sus libros.
Eltrant miró a Alanna, esperando que ella tomase la iniciativa y preguntase a algún lugareño por su hermana, esta sin embargo murmuró algo que el joven no capto a la primera, pero que, por lo que hizo la mujer justo después, supo de lo que se trataba.
Antes de que su amiga pudiese emprender la marcha en dirección a la ciudad, el mercenario dirigió a su montura frente a la muchacha y la sujetó por uno de sus brazos, no sabía lo que debía de estar pasándole por la cabeza en aquel momento, pero estaba seguro de que si la muchacha abandonaba aquel lugar sin haber hablado con la persona que buscaba, iba a arrepentirse el resto de su vida.
-“¿Estas segura de que quieres hacerlo así?” – Preguntó, obviamente él no era nadie para obligarla a quedarse, si la joven decidía marcharse él la acompañaría de vuelta hasta el camino principal y después de despedirse de ella emprendería su viaje hacia el norte, como si nada hubiese pasado; la decisión final era de la guarda, no era sino su hermana la que esperaba en algún lugar de aquel poblado, no obstante trataría de hacerle pensar un poco más la decisión que estaba a punto de tomar –“¿Qué tienes que perder?” – Añadió –“Esto era lo que querías ¿Verdad?”
Durante el resto del trayecto fue el joven quien avanzó en cabeza por el pequeño camino que, hasta dónde sabia, conducía hasta la aldea en la cual habían visto por última vez a la hermana de Alanna.
La aldea no estaba muy alejada de la ciudad, en sí estaba realmente cerca de la misma, según calculaba no habrían pasado ni dos horas cuando empezaron a vislumbrarse las primeras casas a lo lejos, dada la cercanía del lugar con la urbe de la que acababan de salir, Eltrant supuso que aquel lugar era más bien un sitio de paso para viajeros, o un pueblo de agricultores.
Era curioso, aunque conocía a la guarda desde hace años no recordaba a su hermana, no podía evitar pensar que se estaba inmiscuyendo en asuntos muy personales.
Cuando se encontraron frente al lugar se pararon a pocos metros del mismo y durante varios minutos contemplaron la aldea, pequeñas casas de madera ligeramente distanciadas unas de otras, niños jugando despreocupadamente frente a ellas, algún adulto simplemente paseando por el lugar, aquel sitio parecía sacado directamente de uno de sus libros.
Eltrant miró a Alanna, esperando que ella tomase la iniciativa y preguntase a algún lugareño por su hermana, esta sin embargo murmuró algo que el joven no capto a la primera, pero que, por lo que hizo la mujer justo después, supo de lo que se trataba.
Antes de que su amiga pudiese emprender la marcha en dirección a la ciudad, el mercenario dirigió a su montura frente a la muchacha y la sujetó por uno de sus brazos, no sabía lo que debía de estar pasándole por la cabeza en aquel momento, pero estaba seguro de que si la muchacha abandonaba aquel lugar sin haber hablado con la persona que buscaba, iba a arrepentirse el resto de su vida.
-“¿Estas segura de que quieres hacerlo así?” – Preguntó, obviamente él no era nadie para obligarla a quedarse, si la joven decidía marcharse él la acompañaría de vuelta hasta el camino principal y después de despedirse de ella emprendería su viaje hacia el norte, como si nada hubiese pasado; la decisión final era de la guarda, no era sino su hermana la que esperaba en algún lugar de aquel poblado, no obstante trataría de hacerle pensar un poco más la decisión que estaba a punto de tomar –“¿Qué tienes que perder?” – Añadió –“Esto era lo que querías ¿Verdad?”
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Cuando el chico le cortó el paso y la detuvo sosteniéndola del brazo Alanna no pudo más que reflexionar ante las preguntas del joven, cierto, era lo que quería, ¿no? volver a recuperar parte de su familia, volver a tener a alguien a quien llamar hermana, a quien acudir si se sentía triste o sola, y que esa persona también pudiera acudir a ella. Pero si la había dejado sola durante todo ese tiempo.... ¿no sería por algo? Es decir, Alanna no se había estado ocultando precisamente, no podía ser más conocida en la península de Verisar, si su hermana no la había encontrado era porque no quería.
Aunque... ¿y si la pequeña de las Delteria tenía las mismas dudas que ella? ¿y si su hermana, al igual que ella ahora, había sucumbido al miedo? ¿y si se dejaban atemorizar las dos...? Nunca volverían a verse... Tomando aire con fuerza, con ojos cerrados, asintió y volvió a abrirlos y asintió bajando de Juvia y dándole la vuelta, entraría a pie a la aldea, de lo contrario llamaría mucho la atención.
Miró a Eltrant antes de comenzar a andar, con pasos dudosos, solo había caminado un metro y ya había tropezado con sus pies cayendo al suelo. Estaba demasiado nerviosa como para saber dónde pisaba, al menos no había caído de encima del caballo, o se habría roto la crisma. Dando un suspiro, sentada en el suelo, se abrazó las rodillas intentando calmarse y no llorar, respiro hondo varias veces, estaba demasiado tensa. Cuando, más calmada, alzó la vista, una mujer caminaba hacia ellos, al ver el rostro de la chica la sorpresa cruzó el rostro de la anciana que, soltando su bastón, aceleró su cansado paso para acercarse a los jóvenes.
- ¡Eres tu! oh, por todos los dioses eres tu. Chiquilla, pensaba que no vendrías, te has tomado tu tiempo, ¿eh?- dijo la hastiada voz de la mujer.
- Yo... ¿qué?- preguntó Alanna alzandose del suelo acercándose a Eltrant y, medio escondiéndose tras él, nerviosa, era increíble que la joven fuera capaz de enfrentar a cualquier bandido sin que le temblase el pulso pero que, ante situaciones que implicaran sentimientos, actuase como un animalillo asustado.
- Venid, venid- ordenó la mujer- no podemos hablar aquí, es peligroso, peligroso os digo.- comentó como una vieja loca. Alanna miró a Eltrant dudosa, que debía hacer, la señora, no daba la impresión de estar muy cuerda, con su ropa negra, el pelo cano despeinado y esas palabras inconexas...- quieres saber de tu hermana, ¿o no?
- ¿Cómo sabe usted qué..?- intentó preguntar la chica saliendo un poco más del escondite.
- Ella no está aquí ya, no está aquí ya, pero se donde está instalada, se fue hace un par de semanas, ha tenido que esconderse. no puedo contar más aquí, veníos, veníos.- ordenó mientras seguía andando.- tu, jovencito, no te escapes, que te veo venir.- advirtió la anciana girándose.
Elise, ¿esconderse? ¿Por qué? Pero si ella no había hecho nada nunca... ¿Es que acaso quienes perseguían a Alanna habían localizado a su hermana antes que ella? No entendía nada, ¿era su culpa? ¿Su hermana había perdido la paz que la guardia perseguía a una organización peligrosa? Necesitaba respuestas, salió completamente de su medio escondite y comenzó a seguir a la mujer sin pararse a pensar en las posibilidades.
Dejando a Juvia atada a la entrada del pueblo, entró en la casa de la mujer, era un sitio pequeño, suficiente para dos personas, en el centro, una mesa cuadrada, con cuatro sillas. La mujer, preparando un té, cerró la puerta e hizo que se sentara, para luego, servir la bebida, sentarse ella también, y empezar a hablar:
- Bueno... esto será algo largo... por donde empiezo, bueno, si, se por donde, empezar, por tu padre...- dijo la señora tomando un sorbo.
Aunque... ¿y si la pequeña de las Delteria tenía las mismas dudas que ella? ¿y si su hermana, al igual que ella ahora, había sucumbido al miedo? ¿y si se dejaban atemorizar las dos...? Nunca volverían a verse... Tomando aire con fuerza, con ojos cerrados, asintió y volvió a abrirlos y asintió bajando de Juvia y dándole la vuelta, entraría a pie a la aldea, de lo contrario llamaría mucho la atención.
Miró a Eltrant antes de comenzar a andar, con pasos dudosos, solo había caminado un metro y ya había tropezado con sus pies cayendo al suelo. Estaba demasiado nerviosa como para saber dónde pisaba, al menos no había caído de encima del caballo, o se habría roto la crisma. Dando un suspiro, sentada en el suelo, se abrazó las rodillas intentando calmarse y no llorar, respiro hondo varias veces, estaba demasiado tensa. Cuando, más calmada, alzó la vista, una mujer caminaba hacia ellos, al ver el rostro de la chica la sorpresa cruzó el rostro de la anciana que, soltando su bastón, aceleró su cansado paso para acercarse a los jóvenes.
- ¡Eres tu! oh, por todos los dioses eres tu. Chiquilla, pensaba que no vendrías, te has tomado tu tiempo, ¿eh?- dijo la hastiada voz de la mujer.
- Yo... ¿qué?- preguntó Alanna alzandose del suelo acercándose a Eltrant y, medio escondiéndose tras él, nerviosa, era increíble que la joven fuera capaz de enfrentar a cualquier bandido sin que le temblase el pulso pero que, ante situaciones que implicaran sentimientos, actuase como un animalillo asustado.
- Venid, venid- ordenó la mujer- no podemos hablar aquí, es peligroso, peligroso os digo.- comentó como una vieja loca. Alanna miró a Eltrant dudosa, que debía hacer, la señora, no daba la impresión de estar muy cuerda, con su ropa negra, el pelo cano despeinado y esas palabras inconexas...- quieres saber de tu hermana, ¿o no?
- ¿Cómo sabe usted qué..?- intentó preguntar la chica saliendo un poco más del escondite.
- Ella no está aquí ya, no está aquí ya, pero se donde está instalada, se fue hace un par de semanas, ha tenido que esconderse. no puedo contar más aquí, veníos, veníos.- ordenó mientras seguía andando.- tu, jovencito, no te escapes, que te veo venir.- advirtió la anciana girándose.
Elise, ¿esconderse? ¿Por qué? Pero si ella no había hecho nada nunca... ¿Es que acaso quienes perseguían a Alanna habían localizado a su hermana antes que ella? No entendía nada, ¿era su culpa? ¿Su hermana había perdido la paz que la guardia perseguía a una organización peligrosa? Necesitaba respuestas, salió completamente de su medio escondite y comenzó a seguir a la mujer sin pararse a pensar en las posibilidades.
Dejando a Juvia atada a la entrada del pueblo, entró en la casa de la mujer, era un sitio pequeño, suficiente para dos personas, en el centro, una mesa cuadrada, con cuatro sillas. La mujer, preparando un té, cerró la puerta e hizo que se sentara, para luego, servir la bebida, sentarse ella también, y empezar a hablar:
- Bueno... esto será algo largo... por donde empiezo, bueno, si, se por donde, empezar, por tu padre...- dijo la señora tomando un sorbo.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
La joven que tenía delante le miró y, después de unos largos segundos sin decir nada, se bajó del caballo –“Así que he hecho que cambie de idea” – Se dijo en su cabeza con un deje de satisfacción, no dejaba de ser una mera exageración, Alanna tenía la voluntad de estar allí, simplemente necesitaba un empujoncito.
Reproduciendo las acciones de su compañera, Eltrant se bajó de su montura, y dejó a Mohr bien atado junto a un árbol, sabía de sobra que al caballo no le gustaba estar atado, pero tampoco podía permitir que el animal aprovechase la ausencia del jinete para galopar por los bosques colindantes a su antojo, no iba a quedarse en lugar a pasar la noche.
Alanna le dedicó una última mirada repleta de dudas antes de comenzar a andar hacia la aldea; Eltrant respondió a esto con una sonrisa y con la mano le indicó a la mujer que avanzase, la muchacha pareció hacerle caso en un principio y comenzó a andar, mirando al suelo, de forma errática y hasta dónde veía el mercenario, en zigzag. Como Eltrant había anticipado al ver la forma de andar de su compañera, la mujer se precipitó contra el suelo en el mismo instante en el que la primera de las piedras que yacían desperdigadas por ahí se cruzó en su camino.
Eltrant no pudo sino sonreír ante esto y cruzarse de brazos, no podía entender exactamente como se sentía su compañera, pero obligarla a levantarse y a continuar caminando no iba a hacer que se sintiese mejor; dejando que la mujer se tomase su tiempo y asimilase lo que estaba a punto de pasar miró al cielo y respiró hondo, lo cierto es que la aldea en la que se encontraban era encantadora, no dejaba de ser un bueno aquel cambio de aires respecto a la urbe de la que habían partido horas antes.
Una vez se giró de nuevo hacia una amiga no estaba sola, sino con una mujer enjuta que por lo que decían las arrugas de su rostros y el pelo color cano, había visto pasar bastantes primaveras. Para sorpresa del mercenario la anciana conocía a la guarda cosa que no era recíproca, pues su compañera se ocultó parcialmente tras él después de levantarse rápidamente del suelo; era un poco extraño verla a si de vulnerable.
La octogenaria por su parte, después de lanzar rápidas miradas a los lados, nerviosa, ordenó a su amiga que le siguiese a un lugar más seguro para hablar acerca de su hermana, quien al parecer, ya no estaba en aquel lugar.
Eltrant miró preocupado a su amiga, después de tanto tiempo buscando a su hermana se le había escapado prácticamente de entre las manos, pero eso no era lo que al mercenario le había sonado raro, enarcando una ceja el joven miró a su alrededor, el sol brillaba con fuerza y cubría con su cálida luz todo el poblado, lo único audible en aquel momento, salvo sus propias voces, eran las risas de los niños jugando cerca – “¿Qué puede ser tan peligroso aquí afuera?” – Pensó mientras escudriñaba el entorno en busca de la razón de la mujer para ir a hablar en privado.
No se opuso a seguir a la anciana, quien se aseguró de que el muchacho no se fuese, de todas formas Eltrant no tenía intención de marcharse, no después de haber escuchado de que la hermana de Alanna se había tenido que esconder de alguien, había algo que no terminaba de encajar en todo aquello, por otro lado aquella mujer no le inspiraba precisamente confianza.
Dejando a Mohr junto a la montura de Alanna siguió a la anciana hasta su hogar, una vivienda humilde de una sola planta, la cual a pesar de su tamaño, estaba bien mantenida y cuidada; una de vez dentro del edificio la mujer les condujo hasta una especie de sala de estar, dónde después de esperar unos instantes, la mujer les sirvió una bebida y se sentó frente a la guarda.
Eltrant frunció el ceño esperando que la anciana comenzase a hablar, cuando esta abrió los labios lo primero que dijo fue que todo comenzaba con el padre de Alanna, el mercenario miró a su amiga a su lado, aquello era demasiado personal como para estar él presente. Levantándose de su asiento y dejando a un lado el té que había preparado la mujer, se acercó a Alanna –“Te espero fuera” – Susurró sonriéndole –“Tomate tu tiempo”
Haciendo caso omiso a las quejas de la dueña del hogar, el mercenario se encaminó a la puerta de la vivienda, no confiaba en la anciana, pero hasta dónde sabia casa estaba completamente vacía, si había problemas a Alanna no le sería muy complicado defenderse.
Una vez estuvo fuera cerró lentamente la puerta tras él dejándole intimidad a las dos personas que habían en su interior se sentó sobre un barril y esperó a la vez que se distraía con el cierre de su capa. –“Si llego a saber esto me habría traído uno de mis libros” – Dijo para si mientras limpiaba la luna que tenía bordada en el hombro izquierdo de polvo.
No paso mucho hasta que, unos hombres vestidos completamente de negro irrumpieron en el lugar. No hicieron nada, en principio ni le miraron, desmontaron de sus caballos al llegar y, caminando, pasaron de largo la casa frente a la que se encontraba. – “¿Lugareños?” – Pensó mientras les estudiaba, descartó rápidamente aquella idea, cuando vio como algunos de ellos llevaban elaboradas espadas atadas al cinto.
Eltrant no hizo nada, se quedó dónde estaba, esperando a su compañera.
Lo más probable es que fuesen simples mercenarios que pasaban por allí, aunque aún esa explicación no terminaba de encajar, estaban demasiado cerca de la ciudad como para que pretendiesen pasar allí la noche. No obstante, no estaban causando problemas, esto no impidió sin embargo, que el muchacho hubiese depositado su mano, disimuladamente, cerca de la empuñadura de su espada.
Reproduciendo las acciones de su compañera, Eltrant se bajó de su montura, y dejó a Mohr bien atado junto a un árbol, sabía de sobra que al caballo no le gustaba estar atado, pero tampoco podía permitir que el animal aprovechase la ausencia del jinete para galopar por los bosques colindantes a su antojo, no iba a quedarse en lugar a pasar la noche.
Alanna le dedicó una última mirada repleta de dudas antes de comenzar a andar hacia la aldea; Eltrant respondió a esto con una sonrisa y con la mano le indicó a la mujer que avanzase, la muchacha pareció hacerle caso en un principio y comenzó a andar, mirando al suelo, de forma errática y hasta dónde veía el mercenario, en zigzag. Como Eltrant había anticipado al ver la forma de andar de su compañera, la mujer se precipitó contra el suelo en el mismo instante en el que la primera de las piedras que yacían desperdigadas por ahí se cruzó en su camino.
Eltrant no pudo sino sonreír ante esto y cruzarse de brazos, no podía entender exactamente como se sentía su compañera, pero obligarla a levantarse y a continuar caminando no iba a hacer que se sintiese mejor; dejando que la mujer se tomase su tiempo y asimilase lo que estaba a punto de pasar miró al cielo y respiró hondo, lo cierto es que la aldea en la que se encontraban era encantadora, no dejaba de ser un bueno aquel cambio de aires respecto a la urbe de la que habían partido horas antes.
Una vez se giró de nuevo hacia una amiga no estaba sola, sino con una mujer enjuta que por lo que decían las arrugas de su rostros y el pelo color cano, había visto pasar bastantes primaveras. Para sorpresa del mercenario la anciana conocía a la guarda cosa que no era recíproca, pues su compañera se ocultó parcialmente tras él después de levantarse rápidamente del suelo; era un poco extraño verla a si de vulnerable.
La octogenaria por su parte, después de lanzar rápidas miradas a los lados, nerviosa, ordenó a su amiga que le siguiese a un lugar más seguro para hablar acerca de su hermana, quien al parecer, ya no estaba en aquel lugar.
Eltrant miró preocupado a su amiga, después de tanto tiempo buscando a su hermana se le había escapado prácticamente de entre las manos, pero eso no era lo que al mercenario le había sonado raro, enarcando una ceja el joven miró a su alrededor, el sol brillaba con fuerza y cubría con su cálida luz todo el poblado, lo único audible en aquel momento, salvo sus propias voces, eran las risas de los niños jugando cerca – “¿Qué puede ser tan peligroso aquí afuera?” – Pensó mientras escudriñaba el entorno en busca de la razón de la mujer para ir a hablar en privado.
No se opuso a seguir a la anciana, quien se aseguró de que el muchacho no se fuese, de todas formas Eltrant no tenía intención de marcharse, no después de haber escuchado de que la hermana de Alanna se había tenido que esconder de alguien, había algo que no terminaba de encajar en todo aquello, por otro lado aquella mujer no le inspiraba precisamente confianza.
Dejando a Mohr junto a la montura de Alanna siguió a la anciana hasta su hogar, una vivienda humilde de una sola planta, la cual a pesar de su tamaño, estaba bien mantenida y cuidada; una de vez dentro del edificio la mujer les condujo hasta una especie de sala de estar, dónde después de esperar unos instantes, la mujer les sirvió una bebida y se sentó frente a la guarda.
Eltrant frunció el ceño esperando que la anciana comenzase a hablar, cuando esta abrió los labios lo primero que dijo fue que todo comenzaba con el padre de Alanna, el mercenario miró a su amiga a su lado, aquello era demasiado personal como para estar él presente. Levantándose de su asiento y dejando a un lado el té que había preparado la mujer, se acercó a Alanna –“Te espero fuera” – Susurró sonriéndole –“Tomate tu tiempo”
Haciendo caso omiso a las quejas de la dueña del hogar, el mercenario se encaminó a la puerta de la vivienda, no confiaba en la anciana, pero hasta dónde sabia casa estaba completamente vacía, si había problemas a Alanna no le sería muy complicado defenderse.
Una vez estuvo fuera cerró lentamente la puerta tras él dejándole intimidad a las dos personas que habían en su interior se sentó sobre un barril y esperó a la vez que se distraía con el cierre de su capa. –“Si llego a saber esto me habría traído uno de mis libros” – Dijo para si mientras limpiaba la luna que tenía bordada en el hombro izquierdo de polvo.
No paso mucho hasta que, unos hombres vestidos completamente de negro irrumpieron en el lugar. No hicieron nada, en principio ni le miraron, desmontaron de sus caballos al llegar y, caminando, pasaron de largo la casa frente a la que se encontraba. – “¿Lugareños?” – Pensó mientras les estudiaba, descartó rápidamente aquella idea, cuando vio como algunos de ellos llevaban elaboradas espadas atadas al cinto.
Eltrant no hizo nada, se quedó dónde estaba, esperando a su compañera.
Lo más probable es que fuesen simples mercenarios que pasaban por allí, aunque aún esa explicación no terminaba de encajar, estaban demasiado cerca de la ciudad como para que pretendiesen pasar allí la noche. No obstante, no estaban causando problemas, esto no impidió sin embargo, que el muchacho hubiese depositado su mano, disimuladamente, cerca de la empuñadura de su espada.
Última edición por Eltrant Tale el Lun Jun 29 2015, 23:27, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Eltrant, aun teniendo prisa, la había acompañado hasta el interior mismo de la casa y, cuando la mujer había empezado a hablar, dándole intimidad, había decidido salir de la casa y esperarla fuera. Alanna habría preferido que no se fuera, no estaba lista para escuchar una historia, y mucho menos sobre el padre que tanto odiaba, siguiendo la figura del chico mientras salía, dándose cuenta de la luna que adornaba su capa, miró hasta que se cerró la puerta.
Desesperanzada, sabiendo que sin la presencia del chico ya no habría forma humana de librarse, volvió a mirar a la mujer que, con una sonrisa añeja, señalo con la cabeza la puerta que acababa de cerrarse mientras, con sus manos rugosas, rodeaba la taza de te.
- Es un buen chico.- comentó haciendo que Alanna asintiera, aun nerviosa por la información que podía hacerse presente- bien, veo que estas tensa, tranquila, empezaré a contar, pero tal vez, sea más fácil que lo veas por ti misma...- con voz temblorosa, la mujer lanzó un suspiro y alzó las manos, tras unos extraños movimientos, una burbuja neblinosa apareció en el entro de la mesa. Alanna, sorprendida, tiró la silla al suelo, cayendo también ella.
- A...au..- protestó alzándose, se había dado un buen golpe en la cabeza.
- Niña, comportate, que esto no es nada, me habían contado que eras más valiente, aix, el amor paterno, tiene ciego a ese hombre...- protesto la mujer mientras Alanna volvía a sentarse en la silla.
- Amor paterno... ya.- comentó sin más con voz cortante.
- Si, amor paterno niña, y ahora calla y escucha, que no sabes nada.- enfurruñada tras haber recibido una regañina tan gratuita observó la burbuja en la que la mujer hacía aparecer imágenes, la primera, la de su padre, de joven, tal y como Alanna lo recordaba, pero sin la sonrisa que había caracterizado al hombre antes de la sequía.- Cedrick, tu padre, abandonó la granja buscando trabajo, y llegó a la ciudad, allí, tras muchas semanas de ser casi un mendigo, le ofrecieron un trabajo, el pensó que sería de astillero, de forjador, pero no, una secta con un puño carmesí lo metió en sus filas...- ¿el puño carmesí?
- ¡¿QUÉ?!- exclamó ella volviendo a tirar la silla al suelo, entonces era su propio padre la perseguía para matarla... se notaba que el amor era mutuo...
- ¡He dicho que te calles!- dijo la mujer que, con un movimiento de mano, hizo que un paño envolviera la boca de la joven impidiéndole hablar- ahora siéntate y escucha, la historia es larga, ya te lo he dicho.- cuando la chica hubo obedecido, la cara de su padre se volvió difusa, y figuras completamente negras comenzaron a moverse a medida que la anciana bruja contaba los sucesos.- el trabajo, como tu sabes, era de asesino... ganó renombre y apodo, y tras un tiempo, demasiado tarde para vuestra madre, y para vosotras, volvió a la granja, os buscaba para esconderos, pero lo único que encontró, fue una tumba, con una cruz caída, y unas flores secar en el suelo.- los ojos de Alanna se encharcaron ante la visión de la tumba de su madre, ¿cuánto tiempo hacía que no la visitaba? Solo había ido a verla una vez, antes de salir en busca de su hermana...- imaginándose lo sucedido, entendió que tu, siendo la mayor, habrías tomado la decisión de salir a buscarte la vida para cuidar de tu hermana, porque no te engañes, muchacha, tu padre siempre te conoció muy bien, y sabía que a cabezota y a decidida, no te ganaba nadie. Al volver a la ciudad, me encontró a mi, pero esto vendrá mas tarde. Cuando llegó os buscó a ambas, asta encontraros, y te vio entrar al orfanato con los brazos llenos de comida. Cuando intentó adoptaros a ambas, no se lo permitieron, y tuvo que escoger, se llevó, como sabes, a tu hermana.- la cara de Alanna iba entristeciéndose más, claro que lo sabía, siempre era ella la que se quedaba sola.- lo hizo porque tu siempre fuiste fuerte, tu hermana no, ella era una pequeña mimada que no habría resistido un solo día sin tí, bueno, el caso, la trajo conmigo, y él, fue subiendo rangos en la organización- oh, encima era de los jefazos, ni se molestaba en asesinarla el mismo, precioso- tu padre intenta desmantelar la secta desde dentro, pero nunca ha dejado de vigilarte, venía a visitar a tu hermana de vez en cuando y le contaba tus hazañas, se alegró tanto cuando te aceptaron en la guardia... y Elise... bueno, las comparaciones son horribles, y tu hermana no estaba feliz de que tu padre estuviera tan pendiente de "su gata" como te suele llamar, porque si Aly, todos aquí sabemos tu apodo.- todo era demasiado raro para Alanna, y demasiado largo...- el caso es, que por intentar parecerse a ti, se metió en problemas, y algunos brujos de la organización de tu padre comenzaron a buscarla, hace poco la localizaron y...
La mujer no pudo terminar la frase, una enorme explosión sonó fuera y la chica, arrancándose la mordaza, salió corriendo, secándose los ojos llenos de lágrimas, la tensión de la charla la estaba superando, unos hombres, completamente vestidos de negro, con espadas, apuntaban a varias casas con sonrisas malvadas, la explosión había sido el sonido de un pajar al estallar en llamas, ¿Que sucedía?
- Oh, no, ya están aquí, es peligroso es peligroso, vamos vamos, entrad entrad.- ordenó la mujer nerviosa.- estos son asesinos de la secta, han perdido la pista de tu hermana, pero ahora van a por ti, tu padre intenta evitarlo, pero estáis marcadas en su lista debeis...
Esta vez la explosión fue dirigida a ellos, la anciana, con una rapidez y una facilidad pasmosa, los cubrió con una especie de burbuja de luz mientras los hombres que se habían quitado las capas, mostraban en su uniforme un símbolo rojo...
- Gata... te encontramos...- susurró uno de ellos.
Desesperanzada, sabiendo que sin la presencia del chico ya no habría forma humana de librarse, volvió a mirar a la mujer que, con una sonrisa añeja, señalo con la cabeza la puerta que acababa de cerrarse mientras, con sus manos rugosas, rodeaba la taza de te.
- Es un buen chico.- comentó haciendo que Alanna asintiera, aun nerviosa por la información que podía hacerse presente- bien, veo que estas tensa, tranquila, empezaré a contar, pero tal vez, sea más fácil que lo veas por ti misma...- con voz temblorosa, la mujer lanzó un suspiro y alzó las manos, tras unos extraños movimientos, una burbuja neblinosa apareció en el entro de la mesa. Alanna, sorprendida, tiró la silla al suelo, cayendo también ella.
- A...au..- protestó alzándose, se había dado un buen golpe en la cabeza.
- Niña, comportate, que esto no es nada, me habían contado que eras más valiente, aix, el amor paterno, tiene ciego a ese hombre...- protesto la mujer mientras Alanna volvía a sentarse en la silla.
- Amor paterno... ya.- comentó sin más con voz cortante.
- Si, amor paterno niña, y ahora calla y escucha, que no sabes nada.- enfurruñada tras haber recibido una regañina tan gratuita observó la burbuja en la que la mujer hacía aparecer imágenes, la primera, la de su padre, de joven, tal y como Alanna lo recordaba, pero sin la sonrisa que había caracterizado al hombre antes de la sequía.- Cedrick, tu padre, abandonó la granja buscando trabajo, y llegó a la ciudad, allí, tras muchas semanas de ser casi un mendigo, le ofrecieron un trabajo, el pensó que sería de astillero, de forjador, pero no, una secta con un puño carmesí lo metió en sus filas...- ¿el puño carmesí?
- ¡¿QUÉ?!- exclamó ella volviendo a tirar la silla al suelo, entonces era su propio padre la perseguía para matarla... se notaba que el amor era mutuo...
- ¡He dicho que te calles!- dijo la mujer que, con un movimiento de mano, hizo que un paño envolviera la boca de la joven impidiéndole hablar- ahora siéntate y escucha, la historia es larga, ya te lo he dicho.- cuando la chica hubo obedecido, la cara de su padre se volvió difusa, y figuras completamente negras comenzaron a moverse a medida que la anciana bruja contaba los sucesos.- el trabajo, como tu sabes, era de asesino... ganó renombre y apodo, y tras un tiempo, demasiado tarde para vuestra madre, y para vosotras, volvió a la granja, os buscaba para esconderos, pero lo único que encontró, fue una tumba, con una cruz caída, y unas flores secar en el suelo.- los ojos de Alanna se encharcaron ante la visión de la tumba de su madre, ¿cuánto tiempo hacía que no la visitaba? Solo había ido a verla una vez, antes de salir en busca de su hermana...- imaginándose lo sucedido, entendió que tu, siendo la mayor, habrías tomado la decisión de salir a buscarte la vida para cuidar de tu hermana, porque no te engañes, muchacha, tu padre siempre te conoció muy bien, y sabía que a cabezota y a decidida, no te ganaba nadie. Al volver a la ciudad, me encontró a mi, pero esto vendrá mas tarde. Cuando llegó os buscó a ambas, asta encontraros, y te vio entrar al orfanato con los brazos llenos de comida. Cuando intentó adoptaros a ambas, no se lo permitieron, y tuvo que escoger, se llevó, como sabes, a tu hermana.- la cara de Alanna iba entristeciéndose más, claro que lo sabía, siempre era ella la que se quedaba sola.- lo hizo porque tu siempre fuiste fuerte, tu hermana no, ella era una pequeña mimada que no habría resistido un solo día sin tí, bueno, el caso, la trajo conmigo, y él, fue subiendo rangos en la organización- oh, encima era de los jefazos, ni se molestaba en asesinarla el mismo, precioso- tu padre intenta desmantelar la secta desde dentro, pero nunca ha dejado de vigilarte, venía a visitar a tu hermana de vez en cuando y le contaba tus hazañas, se alegró tanto cuando te aceptaron en la guardia... y Elise... bueno, las comparaciones son horribles, y tu hermana no estaba feliz de que tu padre estuviera tan pendiente de "su gata" como te suele llamar, porque si Aly, todos aquí sabemos tu apodo.- todo era demasiado raro para Alanna, y demasiado largo...- el caso es, que por intentar parecerse a ti, se metió en problemas, y algunos brujos de la organización de tu padre comenzaron a buscarla, hace poco la localizaron y...
La mujer no pudo terminar la frase, una enorme explosión sonó fuera y la chica, arrancándose la mordaza, salió corriendo, secándose los ojos llenos de lágrimas, la tensión de la charla la estaba superando, unos hombres, completamente vestidos de negro, con espadas, apuntaban a varias casas con sonrisas malvadas, la explosión había sido el sonido de un pajar al estallar en llamas, ¿Que sucedía?
- Oh, no, ya están aquí, es peligroso es peligroso, vamos vamos, entrad entrad.- ordenó la mujer nerviosa.- estos son asesinos de la secta, han perdido la pista de tu hermana, pero ahora van a por ti, tu padre intenta evitarlo, pero estáis marcadas en su lista debeis...
Esta vez la explosión fue dirigida a ellos, la anciana, con una rapidez y una facilidad pasmosa, los cubrió con una especie de burbuja de luz mientras los hombres que se habían quitado las capas, mostraban en su uniforme un símbolo rojo...
- Gata... te encontramos...- susurró uno de ellos.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Minutos más tarde aquellos individuos que acababan de llegar a la aldea se dispersaron por todo el lugar en parejas de a dos, Eltrant los contó mentalmente, serian una veintena, todos aparentemente armados.
Aquello no pintaba bien, parecía que estaban buscando algo.
Uno de ellos se acercó hasta dónde se encontraba, luciendo una sonrisa digna del mejor de los mercaderes le saludo alzando una mano cuando estuvo frente al mercenario, este, que se había levantado del barril tan pronto como noto al desconocido acercarse se cruzó de brazos frente al recién llegado.
-“¡Buenos días!” – Saludó el extraño cordialmente –“Buenos días” – Contestó Eltrant fingiendo la mejor sonrisa que pudo. Disimuladamente miró tras el tipo que le había saludado, un segundo hombre, probablemente compañero del que tenía enfrente, miraba a su alrededor nervioso con cara de pocos amigos, por algún motivo los niños que hasta hace unos segundos estaban jugando frente a la casas, ya no estaban. –“No eres de por aquí ¿Verdad?” – Preguntó el desconocido sin dejar de sonreír –“A decir verdad, sí que lo soy” – Mintió Eltrant mientras señalaba con el pulgar la casa que tenía tras el –“Visitando a la abuela, se le va un poco la cabeza, pero hace unos rollitos de canela riquísimos” – El hombre ensanchó su sonrisa –“Ya veo… ya veo” – Se giró hacia su compañero –“Esta en esa casa, sacadla”
El hombre que esperaba detrás alzó su mano derecha, segundos después una bola de fuego emergió de aquella extremidad y, sin que el mercenario pudiese hacer nada para evitarlo, se estrelló contra el edificio mas apartado de la aldea, que estalló en llamas.
Eltrant apretó los dientes y ensimismado, miró como se quemaba el granero, el cual lentamente se iba viniendo abajo, la característica voz de su padre diciéndole que no podía fiarse de los desconocidos volvió a resonar en su cabeza y sin previo aviso desenvainó la espada de acero, la cual dirigió inmediatamente hacia el tipo que tenía frente a él, buscando su cuello.
El tipo evadió el golpe carcajeándose y dio un salto atrás alejándose inmediatamente del alcance de la espada del mercenario, justo en ese instante Alanna salió a toda prisa de la casa que tenía tras él, Eltrant miró a la guarda rápidamente, los ojos enrojecidos le indicaron que quizás debería de haberse quedado dentro, la anciana salió tras la guarda gritando que entrasen en la casa, que se estaban enfrentando a una secta peligrosa que iba tras la pista de la hermana de Alanna –“¿Secta? ¿La pista de su hermana?” – Antes de que el mercenario pudiese preguntar qué era lo que estaba sucediendo el brujo que había incendiado el granero repitió aquel ataque, esta vez contra ellos, la octogenaria mostrando que era bastante más de lo que aparentaba ser les cubrió con una especie de burbuja de luz, la cual absorbió la mayor parte del ataque.
Una vez la burbuja se deshizo, los atacantes se deshicieron de sus capas y desvelaron sus verdaderas intenciones, iban a por Alanna.
Eltrant tragó saliva, no conocía de nada el símbolo de color rojo que portaban aquellos tipos, pero no iba a quedarse a averiguarlo. Frunciendo el ceño agarró a la guarda por un brazo y a la anciana por el cuello del vestido y las arrastró rápidamente dentro de la vivienda –“¡Que no escapen!” – Oyó gritar a uno de los asaltantes antes de que cerrase la puerta tras ellos.
–“¡Señora, espero que tenga alguna forma de huir de aquí!” – Gritó Eltrant a la anciana mientras empujaba una estantería frente a la puerta –“Por qué no creo que las paredes de esta casa ardan menos que las de ese granero”
La mujer demostrando que para su edad era bastante ágil, enrolló la única manta que yacia sobre el suelo de madera de la modesta vivienda, la cual escondía una trampilla bajo ella –“Esto dirige a las afueras, no muy lejos de dónde habéis dejado a vuestras monturas” – La mujer tiró con fuerza de la trampilla desvelando una especie de sótano en el cual solo se veía oscuridad. –“Vamos, entrad” – Apremió a los presentes.
Sin previo aviso y para asombro del mercenario una mole que portaba una armadura de color blanco con aquel símbolo de color rojo dibujado sobre el peto atravesó literalmente una de las paredes de la vivienda, trozos de madera y cristal volaron por todas partes y dónde antes había una sólida pared ahora lo único que quedaba de ella era un enorme agujero –“¡Tienes que estar de broma!” – Exclamó Eltrant cuando aquella bestia corpulenta que llegaría fácilmente a los dos metros veinte se giró hacia Alanna –“Ven aquí gatita…” – La voz de aquel tipo, profunda y áspera resonó en todo el lugar.
-“Alanna, al sótano, ya” – Ordenó apretando los dientes, sabia de sobra que la mujer podía combatir contra aquellos tipos sin ningún problema, y que probablemente lo haría bastante mejor que él mismo debido a su entrenamiento, pero si los portadores de aquel símbolo rojo la buscaban, iban a centrar todas sus fuerzas en matarla, no iba a permitirlo.
El enemigo alzó su maza dispuesta a aplastar a su amiga en aquel lugar, sin pensárselo dos veces y dejando escapar un gritó atacó a aquella cosa por un costado, dónde una pequeña apertura en la armadura desvelaba la tela que tenía bajo esta.
Un leve movimiento involuntario por parte de aquel mastodonte y el único resultado que logró fue un sonoro “clanck” al impactar su espada contra aquel tipo a la altura del pecho, Eltrant maldijo su puntería y por fortuna, pudo bloquear parcialmente el contraataque del gigante con la espada, esto sin embargo no evitó que la fuerza del impacto lo lanzase por los aires.
El mercenario voló varios metros haciendo piruetas en el aire y salió de a casa atravesando una de las ventanas más cercanas a la puerta, había tenido la suerte al poder bloquear aquello, no era adivino, pero algo le decía que algún día se le iba a acabar.
Tosiendo copiosamente en el suelo debido al impacto se recompuso justo a tiempo para evitar que uno de los que se habían quedado fuera le diese el golpe de gracia. Respirando agitadamente volvió a evitar la espada del atacante arrastrandose por el suelo para justo antes de levantarse, cerrar su puño en torno a un buen puñado de arena suelta, el cual se encargó de lanzar a su contrincante a la cara segundos después de haberse incorporado.
El contrincante, cegado, no pudo hacer nada para evitar la estocada a la altura del cuello por parte de Eltrant, este soltó una ligera exclamación de júbilo al ver como la espada penetraba a su oponente con facilidad; lo que no se esperaba es que el hombre estallase en llamas al ser alcanzado por uno de los ataques del brujo que estaba tras él.
El mercenario frunció el ceño y después de extraer la espada del aquel cadáver incandescente evitó otra bola de fuego saltando hacia un lado, la cual chocó contra uno de los árboles detrás de él, haciéndolo prender con suma facilidad.
-“¿En qué te has metido Alanna?” – Varios de aquellos enemigos, armados con espadas, se congregaron en torno a Eltrant tratando de rodearle, mientras que el brujo preparaba otro de sus ataques.
Al menos se había librado de uno de ellos.
Aquello no pintaba bien, parecía que estaban buscando algo.
Uno de ellos se acercó hasta dónde se encontraba, luciendo una sonrisa digna del mejor de los mercaderes le saludo alzando una mano cuando estuvo frente al mercenario, este, que se había levantado del barril tan pronto como noto al desconocido acercarse se cruzó de brazos frente al recién llegado.
-“¡Buenos días!” – Saludó el extraño cordialmente –“Buenos días” – Contestó Eltrant fingiendo la mejor sonrisa que pudo. Disimuladamente miró tras el tipo que le había saludado, un segundo hombre, probablemente compañero del que tenía enfrente, miraba a su alrededor nervioso con cara de pocos amigos, por algún motivo los niños que hasta hace unos segundos estaban jugando frente a la casas, ya no estaban. –“No eres de por aquí ¿Verdad?” – Preguntó el desconocido sin dejar de sonreír –“A decir verdad, sí que lo soy” – Mintió Eltrant mientras señalaba con el pulgar la casa que tenía tras el –“Visitando a la abuela, se le va un poco la cabeza, pero hace unos rollitos de canela riquísimos” – El hombre ensanchó su sonrisa –“Ya veo… ya veo” – Se giró hacia su compañero –“Esta en esa casa, sacadla”
El hombre que esperaba detrás alzó su mano derecha, segundos después una bola de fuego emergió de aquella extremidad y, sin que el mercenario pudiese hacer nada para evitarlo, se estrelló contra el edificio mas apartado de la aldea, que estalló en llamas.
Eltrant apretó los dientes y ensimismado, miró como se quemaba el granero, el cual lentamente se iba viniendo abajo, la característica voz de su padre diciéndole que no podía fiarse de los desconocidos volvió a resonar en su cabeza y sin previo aviso desenvainó la espada de acero, la cual dirigió inmediatamente hacia el tipo que tenía frente a él, buscando su cuello.
El tipo evadió el golpe carcajeándose y dio un salto atrás alejándose inmediatamente del alcance de la espada del mercenario, justo en ese instante Alanna salió a toda prisa de la casa que tenía tras él, Eltrant miró a la guarda rápidamente, los ojos enrojecidos le indicaron que quizás debería de haberse quedado dentro, la anciana salió tras la guarda gritando que entrasen en la casa, que se estaban enfrentando a una secta peligrosa que iba tras la pista de la hermana de Alanna –“¿Secta? ¿La pista de su hermana?” – Antes de que el mercenario pudiese preguntar qué era lo que estaba sucediendo el brujo que había incendiado el granero repitió aquel ataque, esta vez contra ellos, la octogenaria mostrando que era bastante más de lo que aparentaba ser les cubrió con una especie de burbuja de luz, la cual absorbió la mayor parte del ataque.
Una vez la burbuja se deshizo, los atacantes se deshicieron de sus capas y desvelaron sus verdaderas intenciones, iban a por Alanna.
Eltrant tragó saliva, no conocía de nada el símbolo de color rojo que portaban aquellos tipos, pero no iba a quedarse a averiguarlo. Frunciendo el ceño agarró a la guarda por un brazo y a la anciana por el cuello del vestido y las arrastró rápidamente dentro de la vivienda –“¡Que no escapen!” – Oyó gritar a uno de los asaltantes antes de que cerrase la puerta tras ellos.
–“¡Señora, espero que tenga alguna forma de huir de aquí!” – Gritó Eltrant a la anciana mientras empujaba una estantería frente a la puerta –“Por qué no creo que las paredes de esta casa ardan menos que las de ese granero”
La mujer demostrando que para su edad era bastante ágil, enrolló la única manta que yacia sobre el suelo de madera de la modesta vivienda, la cual escondía una trampilla bajo ella –“Esto dirige a las afueras, no muy lejos de dónde habéis dejado a vuestras monturas” – La mujer tiró con fuerza de la trampilla desvelando una especie de sótano en el cual solo se veía oscuridad. –“Vamos, entrad” – Apremió a los presentes.
Sin previo aviso y para asombro del mercenario una mole que portaba una armadura de color blanco con aquel símbolo de color rojo dibujado sobre el peto atravesó literalmente una de las paredes de la vivienda, trozos de madera y cristal volaron por todas partes y dónde antes había una sólida pared ahora lo único que quedaba de ella era un enorme agujero –“¡Tienes que estar de broma!” – Exclamó Eltrant cuando aquella bestia corpulenta que llegaría fácilmente a los dos metros veinte se giró hacia Alanna –“Ven aquí gatita…” – La voz de aquel tipo, profunda y áspera resonó en todo el lugar.
-“Alanna, al sótano, ya” – Ordenó apretando los dientes, sabia de sobra que la mujer podía combatir contra aquellos tipos sin ningún problema, y que probablemente lo haría bastante mejor que él mismo debido a su entrenamiento, pero si los portadores de aquel símbolo rojo la buscaban, iban a centrar todas sus fuerzas en matarla, no iba a permitirlo.
El enemigo alzó su maza dispuesta a aplastar a su amiga en aquel lugar, sin pensárselo dos veces y dejando escapar un gritó atacó a aquella cosa por un costado, dónde una pequeña apertura en la armadura desvelaba la tela que tenía bajo esta.
Un leve movimiento involuntario por parte de aquel mastodonte y el único resultado que logró fue un sonoro “clanck” al impactar su espada contra aquel tipo a la altura del pecho, Eltrant maldijo su puntería y por fortuna, pudo bloquear parcialmente el contraataque del gigante con la espada, esto sin embargo no evitó que la fuerza del impacto lo lanzase por los aires.
El mercenario voló varios metros haciendo piruetas en el aire y salió de a casa atravesando una de las ventanas más cercanas a la puerta, había tenido la suerte al poder bloquear aquello, no era adivino, pero algo le decía que algún día se le iba a acabar.
Tosiendo copiosamente en el suelo debido al impacto se recompuso justo a tiempo para evitar que uno de los que se habían quedado fuera le diese el golpe de gracia. Respirando agitadamente volvió a evitar la espada del atacante arrastrandose por el suelo para justo antes de levantarse, cerrar su puño en torno a un buen puñado de arena suelta, el cual se encargó de lanzar a su contrincante a la cara segundos después de haberse incorporado.
El contrincante, cegado, no pudo hacer nada para evitar la estocada a la altura del cuello por parte de Eltrant, este soltó una ligera exclamación de júbilo al ver como la espada penetraba a su oponente con facilidad; lo que no se esperaba es que el hombre estallase en llamas al ser alcanzado por uno de los ataques del brujo que estaba tras él.
El mercenario frunció el ceño y después de extraer la espada del aquel cadáver incandescente evitó otra bola de fuego saltando hacia un lado, la cual chocó contra uno de los árboles detrás de él, haciéndolo prender con suma facilidad.
-“¿En qué te has metido Alanna?” – Varios de aquellos enemigos, armados con espadas, se congregaron en torno a Eltrant tratando de rodearle, mientras que el brujo preparaba otro de sus ataques.
Al menos se había librado de uno de ellos.
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Mientras la chica se quedaba paralizada observando la bola de luz que los rodeaba, sintió un tirón del brazo, Eltrant había reaccionado y la arrastraba a ella y a la señora al interior del lugar. Una vez dentro, con la puerta asegurada, la joven escuchó la conversación sin acabar de entender los sucesos, cómo su padre podía perseguirlas así, a ella y a Elise, en realidad, Alanna ya sabía la respuesta, siempre había sido alguien sin corazón, y lo que la bruja le había contado sobre él no eran más que patrañas.
Con una agilidad y una fuerzas dignas de alguien de cuarenta años, la octogenaria dama retiró una manta y alzó una puerta en el suelo que llevaba a un sótano, su vía de escape. Por desgracia, no dio tiempo siquiera para finalizar toda la explicación, pues una enorme mole atravesó una de las paredes y se dirigió hacia ellos. Eltrant, con un grito, le ordenó que se escondiera.
- ¿Estás de broma? No pienso dejarte solo luchando contra...- de pronto sintió un empujón y calló hacia atrás.
Rodando por unas escaleras, terminó en el suelo, a tiempo de ver como la anciana cerraba la puerta y escuchar el chasquido de una llave, ¿estaban de broma? Recuperándose del golpe, subió las escaleras y comenzó a golpear la madera, los sonidos que desde dentro se oían no presagiaban nada bueno para quienes estaban fuera.
- ¡Eltrant, Eltrant, abuela! ¡Abridme!.- no podían dejarla ahí encerrada, no podían enfrentarse ante esos tipos ellos solos- ¡Dejadme salir de aquí!- protestó a voz en grito, sin resultado alguno.
Con un suspiro se sentó en el último peldaño, abrazándose las rodillas, no iba a largarse abandonando allí a Eltrant, él no tenía nada que ver, era ella quien lo había metido en ese atolladero, no podía permitir que al único amigo que le quedaba de su época en la granja le pasara nada, y menos por su culpa. Debía pensar en algo. Alzó la mirada y notó la oscuridad que la rodeaba, en ese sótano no había puerta o ventana alguna, suponía que la mujer lo iluminaría con su magia, pero eso para ella era algo totalmente imposible.
Se alzó y comenzó a palpar la pared al tiempo que andaba, al menos, así tendría una guía de por donde iba. El lugar parecía un laberinto, tras un par de giros a la izquierda, una luz comenzó a iluminar el camino, Alanna, curiosa, preguntándose si sería la salida por la que podría volver al campo de batalla, se acercó a ella. Al llegar al frente encontró una sala cuadrada, sin puerta alguna, un mero rincón, lleno de estantes, una mesa, y una silla, las estanterías repletas de libros, excepto una, donde un gran número de ampollas de cristal se alineaban en filas de cinco, eran esas ampollas las que causaban la luz.
Dentro de algunas había truenos, en otras vientos o niebla, curiosa, Alanna se acercó y leyó los carteles que había bajo ellas: Trueno, Rayo, relámpago, tormenta eléctrica, tifón, ciclón, huracán... ¿Magia embotellada? y, al parecer, poderosa, que mortal normal podría luchar contra un tifón y salir ileso, si las sacaba, tenían una oportunidad. Tomó dos hileras completas y las guardó en una tela que encontró sobre la mesa, sin pararse a mirar en una carta que había sobre ella con una letras que, tal vez, le hubiera resultado familiar si se hubiera parado a leer. Pero Alanna no lo pensó, no tenía tiempo, debía salir de allí y enfrentarse al problema que ella misma había causado.
Corriendo con cuidado de no romper las botellas, logró abandonar ese laberinto, salió de entre unos matorrales a escasos metros de juvia y Mohr y corrió hacia ellos, soltó a ambos animales y mientras el caballo de Eltrant se quedaba allí a esperas de su jinete, Alanna subió en Juvia y avanzó rauda al campo de batalla.
Allí la abuela cubría con sus escudos a su amigo, y le cubría las espaldas, fue ella la sengunda en ver aparecer a la chica, los primeros fueron los sectarios:
- ¡Ahí está!- gritó uno.
- ¡Corre niña, corre!- Gritó la anciana
Pero Alanna no iba a correr, nerviosa, con ojos abiertos por el miedo, destapó la primera botella y un tremendo vendaval salió de ella con fuerza, intentando dirigir el viento, dio un grito apuntando a dos tipos que se encontraban cerca y que se volaron por los aires. Pero el viento no era eterno, y otro hombre que se había acercado por detrás, la tiró del caballo haciéndola caer al suelo y logrando que las botellas rodasen. Alanna se alejó por el suelo, pero recibió un tremendo golpe en la cara que le abrió el labio por un costado. La espada del rival la apuntaba a ella, que no podía sacar la propia por las botellas atadas a la cintura con el trapo. Notando correr la sangre de su boca, sacó una nueva ampolla y la abrió sin saber de que se trataba, un rayo tremendo salio de ella y fue a caer justo entre la joven y el hombre armado.
Eso atemorizó a Alanna más que la posibilidad de un nuevo golpe. Y, de la nada, la niebla comenzó a cubrir el lugar, una niebla espesa, que no dejaba ver a nadie.
- ¡Eltrant, abuela!- llamó a ciegas, la bruja había abierto una de las botellas que habían rodado, creando esa espesa nieba que solo ella podía controlar. Sintió un tirón del brazo, la anciana la había empujado:
- Corred niños,- antes de que Alanna protestase, la mujer trajo a Juvia- estos van a por ti pequeña, a mi no me harán nada, no pueden, pero a vosotros si, alejaos y buscad el lugar donde los árboles no duermen, allí encontrareis a tu hermana, corred, corred.- dijo la mujer creando una nueva burbuja de luz blanca.
Con una agilidad y una fuerzas dignas de alguien de cuarenta años, la octogenaria dama retiró una manta y alzó una puerta en el suelo que llevaba a un sótano, su vía de escape. Por desgracia, no dio tiempo siquiera para finalizar toda la explicación, pues una enorme mole atravesó una de las paredes y se dirigió hacia ellos. Eltrant, con un grito, le ordenó que se escondiera.
- ¿Estás de broma? No pienso dejarte solo luchando contra...- de pronto sintió un empujón y calló hacia atrás.
Rodando por unas escaleras, terminó en el suelo, a tiempo de ver como la anciana cerraba la puerta y escuchar el chasquido de una llave, ¿estaban de broma? Recuperándose del golpe, subió las escaleras y comenzó a golpear la madera, los sonidos que desde dentro se oían no presagiaban nada bueno para quienes estaban fuera.
- ¡Eltrant, Eltrant, abuela! ¡Abridme!.- no podían dejarla ahí encerrada, no podían enfrentarse ante esos tipos ellos solos- ¡Dejadme salir de aquí!- protestó a voz en grito, sin resultado alguno.
Con un suspiro se sentó en el último peldaño, abrazándose las rodillas, no iba a largarse abandonando allí a Eltrant, él no tenía nada que ver, era ella quien lo había metido en ese atolladero, no podía permitir que al único amigo que le quedaba de su época en la granja le pasara nada, y menos por su culpa. Debía pensar en algo. Alzó la mirada y notó la oscuridad que la rodeaba, en ese sótano no había puerta o ventana alguna, suponía que la mujer lo iluminaría con su magia, pero eso para ella era algo totalmente imposible.
Se alzó y comenzó a palpar la pared al tiempo que andaba, al menos, así tendría una guía de por donde iba. El lugar parecía un laberinto, tras un par de giros a la izquierda, una luz comenzó a iluminar el camino, Alanna, curiosa, preguntándose si sería la salida por la que podría volver al campo de batalla, se acercó a ella. Al llegar al frente encontró una sala cuadrada, sin puerta alguna, un mero rincón, lleno de estantes, una mesa, y una silla, las estanterías repletas de libros, excepto una, donde un gran número de ampollas de cristal se alineaban en filas de cinco, eran esas ampollas las que causaban la luz.
Dentro de algunas había truenos, en otras vientos o niebla, curiosa, Alanna se acercó y leyó los carteles que había bajo ellas: Trueno, Rayo, relámpago, tormenta eléctrica, tifón, ciclón, huracán... ¿Magia embotellada? y, al parecer, poderosa, que mortal normal podría luchar contra un tifón y salir ileso, si las sacaba, tenían una oportunidad. Tomó dos hileras completas y las guardó en una tela que encontró sobre la mesa, sin pararse a mirar en una carta que había sobre ella con una letras que, tal vez, le hubiera resultado familiar si se hubiera parado a leer. Pero Alanna no lo pensó, no tenía tiempo, debía salir de allí y enfrentarse al problema que ella misma había causado.
Corriendo con cuidado de no romper las botellas, logró abandonar ese laberinto, salió de entre unos matorrales a escasos metros de juvia y Mohr y corrió hacia ellos, soltó a ambos animales y mientras el caballo de Eltrant se quedaba allí a esperas de su jinete, Alanna subió en Juvia y avanzó rauda al campo de batalla.
Allí la abuela cubría con sus escudos a su amigo, y le cubría las espaldas, fue ella la sengunda en ver aparecer a la chica, los primeros fueron los sectarios:
- ¡Ahí está!- gritó uno.
- ¡Corre niña, corre!- Gritó la anciana
Pero Alanna no iba a correr, nerviosa, con ojos abiertos por el miedo, destapó la primera botella y un tremendo vendaval salió de ella con fuerza, intentando dirigir el viento, dio un grito apuntando a dos tipos que se encontraban cerca y que se volaron por los aires. Pero el viento no era eterno, y otro hombre que se había acercado por detrás, la tiró del caballo haciéndola caer al suelo y logrando que las botellas rodasen. Alanna se alejó por el suelo, pero recibió un tremendo golpe en la cara que le abrió el labio por un costado. La espada del rival la apuntaba a ella, que no podía sacar la propia por las botellas atadas a la cintura con el trapo. Notando correr la sangre de su boca, sacó una nueva ampolla y la abrió sin saber de que se trataba, un rayo tremendo salio de ella y fue a caer justo entre la joven y el hombre armado.
Eso atemorizó a Alanna más que la posibilidad de un nuevo golpe. Y, de la nada, la niebla comenzó a cubrir el lugar, una niebla espesa, que no dejaba ver a nadie.
- ¡Eltrant, abuela!- llamó a ciegas, la bruja había abierto una de las botellas que habían rodado, creando esa espesa nieba que solo ella podía controlar. Sintió un tirón del brazo, la anciana la había empujado:
- Corred niños,- antes de que Alanna protestase, la mujer trajo a Juvia- estos van a por ti pequeña, a mi no me harán nada, no pueden, pero a vosotros si, alejaos y buscad el lugar donde los árboles no duermen, allí encontrareis a tu hermana, corred, corred.- dijo la mujer creando una nueva burbuja de luz blanca.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Respiró hondo, se acercaban.
Preparó su espada, no iba a poder hacerles frente a todos, pero al menos se llevaría a alguno por delante, si salía de allí con vida Alanna iba a tener que explicarle muchas cosas.
Tragó saliva, le temblaba el brazo derecho, ¿Cuántos estaban tratando de rodearle? No se paró a contarlos, pero calculó que unos ocho; eso sin contar al brujo que, desde una distancia prudente, se preparaba para lanzar otro de sus ataques de fuego.
Afortunadamente muchos de los asaltantes se habían desvanecido sin dejar rastro, no obstante Eltrant dudaba que se hubiesen marchado sin más, quizás estuviesen vigilando a los lugareños, aunque también podían estar custodiando los caminos que salían del pueblo para evitar que escapasen, no dejaba de ser un alivio, no era lo mismo enfrentarse a ocho hombres que a veinte.
Después de esperar pacientemente a que el mercenario hiciese algo, el primero de los atacantes se lanzó contra él gritando, Eltrant leyó este movimiento fácilmente y desvió a un lado la espada de su enemigo sin problema alguno, aprovechando que el hombre perdió el equilibrio a causa de esto, el joven contraatacó sin perder un solo instante, sin embargo, antes de que pudiese impactar contra su objetivo el arma de otro de los hombres del símbolo rojo interrumpió su embestida facilitando la labor a un tercer soldado que, sacándole partido al hecho de que Eltrant no podía moverse en aquel momento, lanzó una estocada contra el mercenario.
Eltrant apretó los dientes y se preparó para lo que estaba a punto de suceder justo cuando la hoja de su enemigo chocó contra un muro de luz invisible, el hombre confuso imitó aquel movimiento varias veces consiguiendo el mismo resultado. Eltrant frunció el ceño ante este inesperado evento y se zafó de la espada del tipo que le tenía inmovilizado consiguiendo de paso evitar otro ataque de fuego del brujo, que golpeó una vez más a uno de sus aliados incinerándolo casi al instante.
La anciana salió de la morada respirando agitadamente y con la cara empapada en sudor, tras ella, por el agujero de la pared podía verse al tipo de la pesada armadura tumbado en el suelo, aparentemente inerte.
–“¿Y Alanna?” – Preguntó Eltrant frunciendo el ceño a la mujer en cuanto esta hubo lanzado por los aires a otro de sus enemigos solo con haberlo desearlo mentalmente , esta sonrió al ver el cuerpo de su contrincante chocar contra una de las casas de sus vecinos –“A salvo” – Contestó sencillamente, el mercenario se preparó para otra oleada de ataques y asintió. –“Bien”
Protegido ahora con la burbuja de luz no le fue muy difícil impedir algún que otro ataque, así como numerosas bolas de fuego que el brujo del bando contrario se encargaba de lanzar. Si algo sabía el joven de los brujos, es que su poder no era ilimitado, según bloqueaba aquel escudo invisible se iba debilitando, hasta tal punto que el mercenario empezó a notar como este se fracturaba con cada golpe que recibía; por fortuna aquello era reciproco, y los ataques ígneos que estaba bloqueando cada vez eran más débiles.
La anciana por otro lado no parecía necesitar escudo, era una bruja de un poder realmente encomiable, a la altura de Herman; Cada soldado que se le acercaba salía disparado por los aires con un sencillo movimiento de muñeca por parte de la octogenaria, esto sin embargo, aunque los aturdía no los dejaba fuera de combate –“¡¿No puedes lanzarles bolas de fuego tú también o algo?!” – Gritó Eltrant mientras evitaba a duras penas las estocadas de otro oponente, la anciana que parecía estar realmente agotada en aquel momento se encargó de que este no se pudiese levantar fácilmente después de lanzarlo contra un grueso árbol –“¿¡Te crees que soy una Tensai o algo así?!” – Rugió la mujer a la vez que retrocedía alejándose de la hoja de una espada enemiga.
Contra todo pronóstico la guarda apareció en aquel momento escena, y tan pronto como lo hizo, todas las miradas se volvieron hacia ella, los atacantes que quedaban en pie se giraron hacia la mujer, y los que no estaban y podían aún luchar se levantaron rápidamente cuando esta apareció.
-“¿No decías que estaba a salvo?” –Inquirió Eltrant justo después de que la veterana mujer le gritase a su compañera que huyese, lejos de hacerlo su amiga extrajo el corcho de una botella que, como descubrió Eltrant en ese momento, mantenía sellado un vendaval dentro del pequeño frasco. Los dos atacantes que se encontraban más cerca de la mujer salieron despedidos, el mercenario tuvo que clavar su espada en el suelo para no ser lanzado hacia atrás.
Apretando los dientes corrió hacia ella en un vano intento de ayudarla, pues varios enemigos le cortaron el paso –“¿¡Es que no os acabáis nunca!?” – Exclamó al atacar al tipo que tenía frente a él, desde allí vio cómo, primero su amiga se caía de su montura al ser atacada por un enemigo por la espalda y justo después esta usaba lo que parecía ser un rayo para zafarse de él.
Fuera de toda lógica, justo después de que la tenue luz del rayo que había invocado su amiga se apagase la niebla más espesa que el mercenario había visto hasta la fecha cubrió todo, en menos de un instante. De pronto se vio solo, desaparecieron todos, la anciana, Alanna, y los demás enemigos que seguían con vida.
-“¡Alanna!” – Gritó para hacerse oír a través de la niebla, no veía nada más allá de sus propios pies, escuchó a su amiga llamándole, mascullando por lo bajo el mercenario avanzó a través de la bruma en dirección a la voz mientras trataba de apartar la neblina, inútilmente, con sus manos.
Oyó a través de la niebla como la bruja le decía que corrieran –“¿Correr hacia dónde?” – Pensó Eltrant, que seguía estando tan perdido como hacía unos instantes, en cualquier caso, tenía razón, aquella era una oportunidad de escapar única. –“¡Corre Ali!” – Gritó el mercenario mientras comenzaba a esprintar en una dirección indeterminada.
Mientras lo hacía se cruzó con varios enemigos, los cuales estaban tan desorientados como él mismo, por suerte, solo tuvo que saltar a un lado, seguir corriendo y pronto hubo salido de su campo de visión.
Siguió corriendo, sin mirar atrás, esperando que su compañera hubiese hecho lo mismo, por el número de pasos que sentía siguiéndole, debía de haber más de una persona tras sus pies. –“¡DELTERIA!” – Escuchó gritar a uno de aquellos tipos, totalmente henchido de ira.
Preparó su espada, no iba a poder hacerles frente a todos, pero al menos se llevaría a alguno por delante, si salía de allí con vida Alanna iba a tener que explicarle muchas cosas.
Tragó saliva, le temblaba el brazo derecho, ¿Cuántos estaban tratando de rodearle? No se paró a contarlos, pero calculó que unos ocho; eso sin contar al brujo que, desde una distancia prudente, se preparaba para lanzar otro de sus ataques de fuego.
Afortunadamente muchos de los asaltantes se habían desvanecido sin dejar rastro, no obstante Eltrant dudaba que se hubiesen marchado sin más, quizás estuviesen vigilando a los lugareños, aunque también podían estar custodiando los caminos que salían del pueblo para evitar que escapasen, no dejaba de ser un alivio, no era lo mismo enfrentarse a ocho hombres que a veinte.
Después de esperar pacientemente a que el mercenario hiciese algo, el primero de los atacantes se lanzó contra él gritando, Eltrant leyó este movimiento fácilmente y desvió a un lado la espada de su enemigo sin problema alguno, aprovechando que el hombre perdió el equilibrio a causa de esto, el joven contraatacó sin perder un solo instante, sin embargo, antes de que pudiese impactar contra su objetivo el arma de otro de los hombres del símbolo rojo interrumpió su embestida facilitando la labor a un tercer soldado que, sacándole partido al hecho de que Eltrant no podía moverse en aquel momento, lanzó una estocada contra el mercenario.
Eltrant apretó los dientes y se preparó para lo que estaba a punto de suceder justo cuando la hoja de su enemigo chocó contra un muro de luz invisible, el hombre confuso imitó aquel movimiento varias veces consiguiendo el mismo resultado. Eltrant frunció el ceño ante este inesperado evento y se zafó de la espada del tipo que le tenía inmovilizado consiguiendo de paso evitar otro ataque de fuego del brujo, que golpeó una vez más a uno de sus aliados incinerándolo casi al instante.
La anciana salió de la morada respirando agitadamente y con la cara empapada en sudor, tras ella, por el agujero de la pared podía verse al tipo de la pesada armadura tumbado en el suelo, aparentemente inerte.
–“¿Y Alanna?” – Preguntó Eltrant frunciendo el ceño a la mujer en cuanto esta hubo lanzado por los aires a otro de sus enemigos solo con haberlo desearlo mentalmente , esta sonrió al ver el cuerpo de su contrincante chocar contra una de las casas de sus vecinos –“A salvo” – Contestó sencillamente, el mercenario se preparó para otra oleada de ataques y asintió. –“Bien”
Protegido ahora con la burbuja de luz no le fue muy difícil impedir algún que otro ataque, así como numerosas bolas de fuego que el brujo del bando contrario se encargaba de lanzar. Si algo sabía el joven de los brujos, es que su poder no era ilimitado, según bloqueaba aquel escudo invisible se iba debilitando, hasta tal punto que el mercenario empezó a notar como este se fracturaba con cada golpe que recibía; por fortuna aquello era reciproco, y los ataques ígneos que estaba bloqueando cada vez eran más débiles.
La anciana por otro lado no parecía necesitar escudo, era una bruja de un poder realmente encomiable, a la altura de Herman; Cada soldado que se le acercaba salía disparado por los aires con un sencillo movimiento de muñeca por parte de la octogenaria, esto sin embargo, aunque los aturdía no los dejaba fuera de combate –“¡¿No puedes lanzarles bolas de fuego tú también o algo?!” – Gritó Eltrant mientras evitaba a duras penas las estocadas de otro oponente, la anciana que parecía estar realmente agotada en aquel momento se encargó de que este no se pudiese levantar fácilmente después de lanzarlo contra un grueso árbol –“¿¡Te crees que soy una Tensai o algo así?!” – Rugió la mujer a la vez que retrocedía alejándose de la hoja de una espada enemiga.
Contra todo pronóstico la guarda apareció en aquel momento escena, y tan pronto como lo hizo, todas las miradas se volvieron hacia ella, los atacantes que quedaban en pie se giraron hacia la mujer, y los que no estaban y podían aún luchar se levantaron rápidamente cuando esta apareció.
-“¿No decías que estaba a salvo?” –Inquirió Eltrant justo después de que la veterana mujer le gritase a su compañera que huyese, lejos de hacerlo su amiga extrajo el corcho de una botella que, como descubrió Eltrant en ese momento, mantenía sellado un vendaval dentro del pequeño frasco. Los dos atacantes que se encontraban más cerca de la mujer salieron despedidos, el mercenario tuvo que clavar su espada en el suelo para no ser lanzado hacia atrás.
Apretando los dientes corrió hacia ella en un vano intento de ayudarla, pues varios enemigos le cortaron el paso –“¿¡Es que no os acabáis nunca!?” – Exclamó al atacar al tipo que tenía frente a él, desde allí vio cómo, primero su amiga se caía de su montura al ser atacada por un enemigo por la espalda y justo después esta usaba lo que parecía ser un rayo para zafarse de él.
Fuera de toda lógica, justo después de que la tenue luz del rayo que había invocado su amiga se apagase la niebla más espesa que el mercenario había visto hasta la fecha cubrió todo, en menos de un instante. De pronto se vio solo, desaparecieron todos, la anciana, Alanna, y los demás enemigos que seguían con vida.
-“¡Alanna!” – Gritó para hacerse oír a través de la niebla, no veía nada más allá de sus propios pies, escuchó a su amiga llamándole, mascullando por lo bajo el mercenario avanzó a través de la bruma en dirección a la voz mientras trataba de apartar la neblina, inútilmente, con sus manos.
Oyó a través de la niebla como la bruja le decía que corrieran –“¿Correr hacia dónde?” – Pensó Eltrant, que seguía estando tan perdido como hacía unos instantes, en cualquier caso, tenía razón, aquella era una oportunidad de escapar única. –“¡Corre Ali!” – Gritó el mercenario mientras comenzaba a esprintar en una dirección indeterminada.
Mientras lo hacía se cruzó con varios enemigos, los cuales estaban tan desorientados como él mismo, por suerte, solo tuvo que saltar a un lado, seguir corriendo y pronto hubo salido de su campo de visión.
Siguió corriendo, sin mirar atrás, esperando que su compañera hubiese hecho lo mismo, por el número de pasos que sentía siguiéndole, debía de haber más de una persona tras sus pies. –“¡DELTERIA!” – Escuchó gritar a uno de aquellos tipos, totalmente henchido de ira.
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Escuchó la voz de Eltrant llamándola entre la bruma, y se giró a mirar a todos lados cuando sintió un fuerte tirón, tras un golpe, la anciana había golpeado el trasero de Juvia y el animal había salido corriendo llevándose a Alanna a rastras. La joven, forzando un giro, se cogió de la brida con ambas manos, su hombro, aun herido tras el encuentro con la secta días atrás, se resintió abriendo la herida.
Mientras era arrastrada por el suelo, la chica notó la sangre correr por su barbilla y empapar la venda de su hombro a medida que salía de la espesa bruma. Entre nubes blancas, vio a Eltrant correr también, incapaz de hablar, espero a salir de la niebla, mientras escuchaba un furioso grito, diciendo su apellido. Una vez sobre la colina, Juvia se detuvo en seco haciendo volar a Alanna hacia un árbol, con el que dio con la espalda.
Abrió los ojos respirando con dificultad, le dolía el labio, le sería imposible sostener las bridas de Juvia con el hombro de esa guisa, el golpe en la espalda había hecho que el desgarro se abriera aun más, se levantó usando de apoyo su mano sana y subió a Juvia como buenamente pudo para, en cuanto Eltrant hubo estado a su lado, iniciar una carrera al galope.
A sus espaldas, un numeroso grupo de perseguidores se veía detenido por el increíble poder mágico de la anciana, ¿es que esa mujer no se cansaba nunca? La abuela les dio una mirada, ella los retendría. Manteniéndose al galope, Alanna, sujetándose a la brida con una sola mano, intentaba no perder el equilibrio, cuando se hubieran alejado, se detendría para comprobar que Eltrant no hubiera salido herido.
- Lo siento, lo siento....- murmuró intentando que la culpabilidad no inundase sus ojos, solo le faltaba no poder ver por donde iba.
Llevaban como una media hora corriendo, y sin rastro de que nadie los siguiera, cuando a la Gata se le resbaló el agarre y cayó de la yegua con un grito, afortunadamente los matorrales detuvieron esta vez su caída. Sintiéndose completamente inútil con tantas heridas y tantas idas y venidas de su cabeza, se quedó allí sentada, sin poder alzarse.
¿Cómo habían llegado a esa situación? Si solo tuviera una familia normal... Era todo tan confuso, ¿qué quería decir la mujer con el lugar dónde los árboles no duermen? Entendía que el puño carmesí la persiguiera a ella, era guardia, se había entrometido en sus planes no una, si no ya, dos veces, pero su hermana... ¿Por qué su padre lanzaba a sus perros de caza contra Elise? Ella siempre fue buena chica, dulce, cariñosa, atenta, no salí de casa, se quedaba ayudando a su madre, la problemática era Alanna, y ahora, había metido en problemas también a Eltrant, al fin y al cabo, el nuevo símbolo de su capa no habría pasado desapercibido ante las miradas de esos asesinos.
- Lo siento Eltrant, te he metido en un buen lío, nunca pensé que sucedería nada de esto, lo siento mucho....- repitió conteniéndose, no pensaba ponerse a llorar como una niña, por muchas ganas que tuviese de hacerlo, por muy inútil que se sintiera al no poder ni siquiera montar bien a Juvia, estúpidas heridas abiertas....
Intentó levantarse del matorral, pero le era imposible, no podía hacia delante, porque únicamente era capaz de apoyarse con un brazo, no podía girar porque las ramas se clavarían en su herida y hacia atrás forzaría el hombro abriendo el rasguño aun más, Hasta que punto le estaba afectando esto, no era normal en ella dejarse herir con tanta facilidad, por no hablar de las heridas causadas por el arrastre de Juvia....
Mientras era arrastrada por el suelo, la chica notó la sangre correr por su barbilla y empapar la venda de su hombro a medida que salía de la espesa bruma. Entre nubes blancas, vio a Eltrant correr también, incapaz de hablar, espero a salir de la niebla, mientras escuchaba un furioso grito, diciendo su apellido. Una vez sobre la colina, Juvia se detuvo en seco haciendo volar a Alanna hacia un árbol, con el que dio con la espalda.
Abrió los ojos respirando con dificultad, le dolía el labio, le sería imposible sostener las bridas de Juvia con el hombro de esa guisa, el golpe en la espalda había hecho que el desgarro se abriera aun más, se levantó usando de apoyo su mano sana y subió a Juvia como buenamente pudo para, en cuanto Eltrant hubo estado a su lado, iniciar una carrera al galope.
A sus espaldas, un numeroso grupo de perseguidores se veía detenido por el increíble poder mágico de la anciana, ¿es que esa mujer no se cansaba nunca? La abuela les dio una mirada, ella los retendría. Manteniéndose al galope, Alanna, sujetándose a la brida con una sola mano, intentaba no perder el equilibrio, cuando se hubieran alejado, se detendría para comprobar que Eltrant no hubiera salido herido.
- Lo siento, lo siento....- murmuró intentando que la culpabilidad no inundase sus ojos, solo le faltaba no poder ver por donde iba.
Llevaban como una media hora corriendo, y sin rastro de que nadie los siguiera, cuando a la Gata se le resbaló el agarre y cayó de la yegua con un grito, afortunadamente los matorrales detuvieron esta vez su caída. Sintiéndose completamente inútil con tantas heridas y tantas idas y venidas de su cabeza, se quedó allí sentada, sin poder alzarse.
¿Cómo habían llegado a esa situación? Si solo tuviera una familia normal... Era todo tan confuso, ¿qué quería decir la mujer con el lugar dónde los árboles no duermen? Entendía que el puño carmesí la persiguiera a ella, era guardia, se había entrometido en sus planes no una, si no ya, dos veces, pero su hermana... ¿Por qué su padre lanzaba a sus perros de caza contra Elise? Ella siempre fue buena chica, dulce, cariñosa, atenta, no salí de casa, se quedaba ayudando a su madre, la problemática era Alanna, y ahora, había metido en problemas también a Eltrant, al fin y al cabo, el nuevo símbolo de su capa no habría pasado desapercibido ante las miradas de esos asesinos.
- Lo siento Eltrant, te he metido en un buen lío, nunca pensé que sucedería nada de esto, lo siento mucho....- repitió conteniéndose, no pensaba ponerse a llorar como una niña, por muchas ganas que tuviese de hacerlo, por muy inútil que se sintiera al no poder ni siquiera montar bien a Juvia, estúpidas heridas abiertas....
Intentó levantarse del matorral, pero le era imposible, no podía hacia delante, porque únicamente era capaz de apoyarse con un brazo, no podía girar porque las ramas se clavarían en su herida y hacia atrás forzaría el hombro abriendo el rasguño aun más, Hasta que punto le estaba afectando esto, no era normal en ella dejarse herir con tanta facilidad, por no hablar de las heridas causadas por el arrastre de Juvia....
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Siguió corriendo a través de la espesura sin mirar una sola vez atrás, aunque de haberlo hecho tampoco habría visto nada, la niebla seguía siendo tan espesa que Eltrant habría asegurado que de haberlo intentando podría haberla cortado con la espada que tenía en la mano.
Trató de ignorar los gritos de los hombres que le perseguían, le hubiese gustado decir que aquella huida a través del bosque era una ingeniosa táctica con la cual tornaría la escaramuza a su favor, pero no, no había meditado nada aquello, simplemente quería alejar al mayor número de aquellos tipos de Alanna; cosa que según parecía había conseguido, aunque esto conllevase el tener un grupo de tipos sedientos de sangre detrás su cabeza.
Agotado, se apoyó el tiempo suficiente en un árbol para recuperar el aliento y echar un vistazo a sus heridas, nada grave, algún pequeño corte que otro y magulladuras, el escudo de luz que la anciana se había encargado de fabricar a su alrededor en mitad de la pelea se había llevado la peor parte.
Permaneció allí parado, en silencio, durante varios minutos hasta que las voces de sus perseguidores volvieron a hacerse audibles, momento en el cual, después de envainar su espada, volvió a emprender la marcha. –“Dadme un respiro…” – Dijo cuándo el terreno empezó a tornarse en una ligera pendiente hacia arriba, si tuviese a Mohr con él ya estaría cerca del camino principal, Eltrant frunció el ceño, era un animal duro y testarudo, el mercenario no creía que tuviese ningún problema para huir de aquellos hombres, le preocupaba más el destino de la guarda.
Mientras subía no pudo evitar percibir que la niebla comenzaba a desaparecer sutilmente, poco a poco su rango de visión comenzó a extenderse, para cuando llegó a la cumbre de la pequeña colina, no quedaba un rastro de ella.
Respiró aliviado cuando descubrió que su compañera ya estaba allí arriba con su yegua, no sabía cómo la guarda se había hecho con aquellos frascos ni como había recuperado a su montura, pero era un alivio saber que tenían un medio de transporte del que salir de allí.
Sin perder un solo segundo se acercó a ella, una vez estuvo más cerca no pudo sino fruncir el ceño. –“Alanna, ¿Me oyes?” – Trató de llamar su atención, pero la mujer estaba simplemente en otro lugar, tenía el labio roto y la sangre que manaba de su hombro no indicaba nada bueno, el hombre chasqueó la lengua y se subió junto a la guarda al animal, justo tras ella. Una vez sobre el caballo el mercenario alargó los brazos y tomo ambas bridas desde donde estaba, dejando que la guarda sujetara una de ellas, que seguía murmurando disculpas –“No te preocupes por eso ahora” – Dijo Eltrant mientras espoleaba a Juvia, asegurándose a su vez de que tenía bien sujeta a su amiga.
Por la sangre que manaba de su hombro y su aspecto que tenía era todo un hito que hubiese llegado hasta la cima de aquella colina sin desplomarse del caballo, no descartaba, sin embargo, que las heridas no tuviesen aquel origen.
Al poco de emprender de nuevo la huida, una serie de gritos seguidos de una intensa luz tras ellos indicó al mercenario que la anciana seguía reteniendo a los asaltantes, de algún modo aquella mujer estaba haciendo frente a un pequeño ejército de enemigos, si alguna vez volvía por allí tendría que encontrar un modo de darle las gracias.
Prosiguió de igual manera durante un largo rato, guiando al corcel del Alanna a través del bosque sin parar, esquivando árboles y matorrales, ignorando el hecho de que hacia minutos que no escuchaban nada que no fuesen los sonidos del bosque, no iba a arriesgarse a detenerse, no estando aún tan cerca de la aldea.
Fue entonces cuando se vio obligado a evitar una zanja en el suelo, debido al brusco movimiento que tuvo que hacer para rodearla, Alanna escapó de su agarre y se precipitó contra el suelo. Eltrant incapaz de hacer nada para mantener a su amiga sobre el animal, observó impotente como esta caía sobre unos arbustos cerca de donde estaban.
Dando un fuerte tirón de las bridas de Juvia, deteniéndola en seco en menos de lo que dura un segundo, se bajó en un instante del corcel y corrió hacia dónde estaba la guarda, quien después de incorporarse se había quedado allí sentada, bajo un árbol.
Miró a su alrededor, ni siquiera estaban en un claro, estaban en mitad de la nada rodeado de árboles y matorrales, no le agradaba la idea de quedarse allí, pero tampoco podía obligar a su amiga a continuar, no encontrándose así; segundos después su amiga volvió a disculparse, bajo el pretexto de que había involucrado al mercenario en algo que escapaba a su control. Eltrant sonrió y se agachó frente a Alanna.
– “Más gente que quiere matarme, menuda novedad” – Le dijo mientras le daba un pequeño golpe en la frente con su dedo índice, la sensación de peligro se había vuelto una constante en su vida, si bien era cierto que aquel ataque le había tomado por sorpresa, no es como si fuese culpa de la mujer que tenía en frente. Por otro lado, el hecho de que tuviesen un símbolo común y que se hablasen de esa forma entre ellos dijo a Eltrant que los tipos a los que acababa de enfrentar pertenencia a algún tipo de organización, una con bastantes recursos, según parecía; no iba a ser fácil ocultarse de ellos.
Eltrant, ahora más serio, examinó más detenidamente las heridas de su compañera, le resultaba raro no ser el que estaba herido, por primera vez en mucho tiempo se encontraba en el lado opuesto de la situación; no obstante aquello no le tranquilizaba, no tenía ni la más remota idea de cómo tratar a Alanna.
Cualquier persona normal se habría interesado un poco por estudiar lo mínimo sobre medicina, lo justo para alguien que estaba constantemente cortándose, pero el seguía sin hacerlo. –“Agárrate” – Susurró mientras levantaba a la guarda, después de un rato sin saber qué hacer, decidió que el primer paso lógico era apartar a la guarda de aquellas ramas puntiagudas.
Sorpresivamente pesaba menos de lo que se esperaba, la dejó en un pequeño hueco en el que no había ramas ni matojos y después, procedió a, con uno de los extremos de su capa, tratar de parar la hemorragia del hombro.
–“No servirá de mucho si no encontramos a alguien que sepa cómo hacer esto” – Se dijo para a sí mismo, estudió su alrededor, Mohr seguía sin aparecer, no estaba dispuesto a marcharse de allí sin él, pero tampoco podía esperar a que Alanna se desangrase.
-“Creo que no estamos muy lejos…” – Susurró, era una posibilidad, no le gustaba, pero era la mejor opción –“Un par de días de camino a caballo, una semana a pie” – Siguió hablando consigo mismo, justo después miró a Juvia, con Alanna en aquel estado tardarían demasiado, Lunargenta en cambio seguía estando a menos de un día de viaje, pero entrar por la puerta de la ciudad con la guarda en aquel estado era colocarse una diana en la espalda y esperar a que la matasen en el hospital, tenía que decidir que hacer.
Trató de ignorar los gritos de los hombres que le perseguían, le hubiese gustado decir que aquella huida a través del bosque era una ingeniosa táctica con la cual tornaría la escaramuza a su favor, pero no, no había meditado nada aquello, simplemente quería alejar al mayor número de aquellos tipos de Alanna; cosa que según parecía había conseguido, aunque esto conllevase el tener un grupo de tipos sedientos de sangre detrás su cabeza.
Agotado, se apoyó el tiempo suficiente en un árbol para recuperar el aliento y echar un vistazo a sus heridas, nada grave, algún pequeño corte que otro y magulladuras, el escudo de luz que la anciana se había encargado de fabricar a su alrededor en mitad de la pelea se había llevado la peor parte.
Permaneció allí parado, en silencio, durante varios minutos hasta que las voces de sus perseguidores volvieron a hacerse audibles, momento en el cual, después de envainar su espada, volvió a emprender la marcha. –“Dadme un respiro…” – Dijo cuándo el terreno empezó a tornarse en una ligera pendiente hacia arriba, si tuviese a Mohr con él ya estaría cerca del camino principal, Eltrant frunció el ceño, era un animal duro y testarudo, el mercenario no creía que tuviese ningún problema para huir de aquellos hombres, le preocupaba más el destino de la guarda.
Mientras subía no pudo evitar percibir que la niebla comenzaba a desaparecer sutilmente, poco a poco su rango de visión comenzó a extenderse, para cuando llegó a la cumbre de la pequeña colina, no quedaba un rastro de ella.
Respiró aliviado cuando descubrió que su compañera ya estaba allí arriba con su yegua, no sabía cómo la guarda se había hecho con aquellos frascos ni como había recuperado a su montura, pero era un alivio saber que tenían un medio de transporte del que salir de allí.
Sin perder un solo segundo se acercó a ella, una vez estuvo más cerca no pudo sino fruncir el ceño. –“Alanna, ¿Me oyes?” – Trató de llamar su atención, pero la mujer estaba simplemente en otro lugar, tenía el labio roto y la sangre que manaba de su hombro no indicaba nada bueno, el hombre chasqueó la lengua y se subió junto a la guarda al animal, justo tras ella. Una vez sobre el caballo el mercenario alargó los brazos y tomo ambas bridas desde donde estaba, dejando que la guarda sujetara una de ellas, que seguía murmurando disculpas –“No te preocupes por eso ahora” – Dijo Eltrant mientras espoleaba a Juvia, asegurándose a su vez de que tenía bien sujeta a su amiga.
Por la sangre que manaba de su hombro y su aspecto que tenía era todo un hito que hubiese llegado hasta la cima de aquella colina sin desplomarse del caballo, no descartaba, sin embargo, que las heridas no tuviesen aquel origen.
Al poco de emprender de nuevo la huida, una serie de gritos seguidos de una intensa luz tras ellos indicó al mercenario que la anciana seguía reteniendo a los asaltantes, de algún modo aquella mujer estaba haciendo frente a un pequeño ejército de enemigos, si alguna vez volvía por allí tendría que encontrar un modo de darle las gracias.
Prosiguió de igual manera durante un largo rato, guiando al corcel del Alanna a través del bosque sin parar, esquivando árboles y matorrales, ignorando el hecho de que hacia minutos que no escuchaban nada que no fuesen los sonidos del bosque, no iba a arriesgarse a detenerse, no estando aún tan cerca de la aldea.
Fue entonces cuando se vio obligado a evitar una zanja en el suelo, debido al brusco movimiento que tuvo que hacer para rodearla, Alanna escapó de su agarre y se precipitó contra el suelo. Eltrant incapaz de hacer nada para mantener a su amiga sobre el animal, observó impotente como esta caía sobre unos arbustos cerca de donde estaban.
Dando un fuerte tirón de las bridas de Juvia, deteniéndola en seco en menos de lo que dura un segundo, se bajó en un instante del corcel y corrió hacia dónde estaba la guarda, quien después de incorporarse se había quedado allí sentada, bajo un árbol.
Miró a su alrededor, ni siquiera estaban en un claro, estaban en mitad de la nada rodeado de árboles y matorrales, no le agradaba la idea de quedarse allí, pero tampoco podía obligar a su amiga a continuar, no encontrándose así; segundos después su amiga volvió a disculparse, bajo el pretexto de que había involucrado al mercenario en algo que escapaba a su control. Eltrant sonrió y se agachó frente a Alanna.
– “Más gente que quiere matarme, menuda novedad” – Le dijo mientras le daba un pequeño golpe en la frente con su dedo índice, la sensación de peligro se había vuelto una constante en su vida, si bien era cierto que aquel ataque le había tomado por sorpresa, no es como si fuese culpa de la mujer que tenía en frente. Por otro lado, el hecho de que tuviesen un símbolo común y que se hablasen de esa forma entre ellos dijo a Eltrant que los tipos a los que acababa de enfrentar pertenencia a algún tipo de organización, una con bastantes recursos, según parecía; no iba a ser fácil ocultarse de ellos.
Eltrant, ahora más serio, examinó más detenidamente las heridas de su compañera, le resultaba raro no ser el que estaba herido, por primera vez en mucho tiempo se encontraba en el lado opuesto de la situación; no obstante aquello no le tranquilizaba, no tenía ni la más remota idea de cómo tratar a Alanna.
Cualquier persona normal se habría interesado un poco por estudiar lo mínimo sobre medicina, lo justo para alguien que estaba constantemente cortándose, pero el seguía sin hacerlo. –“Agárrate” – Susurró mientras levantaba a la guarda, después de un rato sin saber qué hacer, decidió que el primer paso lógico era apartar a la guarda de aquellas ramas puntiagudas.
Sorpresivamente pesaba menos de lo que se esperaba, la dejó en un pequeño hueco en el que no había ramas ni matojos y después, procedió a, con uno de los extremos de su capa, tratar de parar la hemorragia del hombro.
–“No servirá de mucho si no encontramos a alguien que sepa cómo hacer esto” – Se dijo para a sí mismo, estudió su alrededor, Mohr seguía sin aparecer, no estaba dispuesto a marcharse de allí sin él, pero tampoco podía esperar a que Alanna se desangrase.
-“Creo que no estamos muy lejos…” – Susurró, era una posibilidad, no le gustaba, pero era la mejor opción –“Un par de días de camino a caballo, una semana a pie” – Siguió hablando consigo mismo, justo después miró a Juvia, con Alanna en aquel estado tardarían demasiado, Lunargenta en cambio seguía estando a menos de un día de viaje, pero entrar por la puerta de la ciudad con la guarda en aquel estado era colocarse una diana en la espalda y esperar a que la matasen en el hospital, tenía que decidir que hacer.
Última edición por Eltrant Tale el Sáb Jul 04 2015, 22:51, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Había estado mucho más segura sobre el caballo y entre los brazos de Eltrant, si no hubiera sido por esa estúpida zanja... El chico se acercó a ella, parecía preocupado, sin embargo, tras oir su disculpa, Alanna vio como el chico se agachaba frente a ella y sonriendo intentaba calmarla. Como respuesta Alanna correspondió con una diminuta sonrisa, que le costó un pinchazo en los labios, hinchados por el corte.
Aun con eso Alanna, pensaba que el chico no llegaba a entender el peligro que esa organización significaba, no era solo un hombre cabreado, no era un simple psicópata sin recursos, eran un montón de locos, reunidos en un mismo lugar, donde los unos aumentaban el peligro de los otros. Nuevamente escuchó la voz del chico advirtiéndola de que se cogiera, aunque la joven no lo entendió al principio, se tensó al verse en el aire y el hombro, al sentir el tirón se resintió un poco, aunque eso no evito la sorpresa de la chica, no solía recibir atenciones. Miro a Eltrant, que la llevaba en brazos, avergonzada, menuda impresión de debilucha debía estar dándole al joven. Cuando este la bajó a un lugar despejado de maleza, la chica dejó que el joven observara el hombro, y, al verle cortar un trozo de capa para vendarla, intentó medio sonreír:
- Recuerdame que te debo una capa- le comentó tras un quejido por la nueva presión.- ¿Tu estás bien? ¿Te han herido?- Preguntó
Lo cierto es que no parecía que el joven estuviera herido, salvo por un par de rasguños, pero teniendo en cuenta la tendencia del chico a ser un muñeco de golpes, Alanna no podía estar segura. El murmullo del joven le cambió el hilo de los pensamientos, ¿dos días? ¿El que estaba a dos días? Le importaba poco, mientras no volvieran a Lunargenta, le daba igual donde ir. y así se lo hizo saber a su compañero:
- Eltrant, no podemos volver a Lunargenta ahora, la ciudad debe estar infestada de esa plaga, seguro que incluso saben donde vivo ya, y aunque podríamos ir a la casa del teniente o al hospital, pondría en peligro a más gente, no puedo hacer eso, si a mis padres, a ti o alguien que me importase como vosotros le sucediera algo por mi culpa, no podría perdonármelo en la vida.- confesó con sinceridad absoluta para, después, con dificultad, levantarse tambaleante, desató las riendas y la silla de Juvia para con el brazo sano, retirarlas de la yegua.- Juvia, busca a Morh.- pidió sabiendo de las capacidades especiales que el teniente se había encargado de enseñar al caballo.
El alazán salió al galope, volvería al lugar en un rato, mientras tanto, Alanna tenía una obligación para con su amigo, algo mareada, por la perdida de sangre, se sentó de nuevo, casi se tiró, al suelo, y dio unas palmadas con la mano a su lado para que su amigo la imitase:
- Juvia encontrará a tu caballo sin problemas, mientras tanto... creo que te debo una explicación.- dijo con un suspiro, no iba a pasarlo bien contando todo lo que tenía que contar, eso lo sabía, pero era lo que le debía al joven.- Creo que... debo empezar por el principio.- Comenzó explicando como se marchó de la granja, pasando por su estancia en el orfanato, sin olvidarse de su crimen para defender a los niños, y de como el teniente la había salvado de una condena, la forma en la que había entrenado como si su vida fuera en ello para entrar a la guardia y lo que le había contado la mujer, necesitó varias pausas, era duro para ella recordar su historia, y debía respirar para no lagrimear, no era una persona que llorase, podía herirse mil veces, mancharse las manos de sangre y sentir la culpabilidad, ver morir a alguien y aguantar las lágrimas, pero eso era algo que la tocaba demasiado hondo, en más de una ocasión, mientras hablaba, se había disculpado por una pequeña rotura en la voz, o se había tocado las mejillas con los dedos para asegurarse de que no se hubiera escapado ninguna lágrima traicionera. Tras secarse una lágrima que se le había escapado, sonrió con tristeza- Puede que no entiendas, pero al menos me ha servido para darme cuenta de algo, la soledad, no es igual cuando se elige, que cuando te la encuentras....- susurró cesando su charla, reflexionando, y ella que había pensado que ese día dejaría de estar sola... se había equivocado infinitamente, parecía que el destino quería jugarle malas pasadas. Aunque, lo cierto era que Alanna, parecía ser ciega para ciertas cosas.
De pronto, el sonido de dos galopes comenzó a oírse, ¿serían enemigos? Tragando saliva, tensa, intentó buscar donde esconderse, pero no fue necesario, Juvia, seguida por el enorme caballo de Eltrant, entró en el lugar a paso rápido, y se detuvo frente a la chica, como esperando una recompensa. Con un suspiro, Alanna se apartó un mechón de pelo e intentó levantarse, pero se sentía mareada con todos los sucesos, así que, tras un intento infructuoso, se quedó en el suelo. Y eso que parecía que iba a ser un buen día...
Aun con eso Alanna, pensaba que el chico no llegaba a entender el peligro que esa organización significaba, no era solo un hombre cabreado, no era un simple psicópata sin recursos, eran un montón de locos, reunidos en un mismo lugar, donde los unos aumentaban el peligro de los otros. Nuevamente escuchó la voz del chico advirtiéndola de que se cogiera, aunque la joven no lo entendió al principio, se tensó al verse en el aire y el hombro, al sentir el tirón se resintió un poco, aunque eso no evito la sorpresa de la chica, no solía recibir atenciones. Miro a Eltrant, que la llevaba en brazos, avergonzada, menuda impresión de debilucha debía estar dándole al joven. Cuando este la bajó a un lugar despejado de maleza, la chica dejó que el joven observara el hombro, y, al verle cortar un trozo de capa para vendarla, intentó medio sonreír:
- Recuerdame que te debo una capa- le comentó tras un quejido por la nueva presión.- ¿Tu estás bien? ¿Te han herido?- Preguntó
Lo cierto es que no parecía que el joven estuviera herido, salvo por un par de rasguños, pero teniendo en cuenta la tendencia del chico a ser un muñeco de golpes, Alanna no podía estar segura. El murmullo del joven le cambió el hilo de los pensamientos, ¿dos días? ¿El que estaba a dos días? Le importaba poco, mientras no volvieran a Lunargenta, le daba igual donde ir. y así se lo hizo saber a su compañero:
- Eltrant, no podemos volver a Lunargenta ahora, la ciudad debe estar infestada de esa plaga, seguro que incluso saben donde vivo ya, y aunque podríamos ir a la casa del teniente o al hospital, pondría en peligro a más gente, no puedo hacer eso, si a mis padres, a ti o alguien que me importase como vosotros le sucediera algo por mi culpa, no podría perdonármelo en la vida.- confesó con sinceridad absoluta para, después, con dificultad, levantarse tambaleante, desató las riendas y la silla de Juvia para con el brazo sano, retirarlas de la yegua.- Juvia, busca a Morh.- pidió sabiendo de las capacidades especiales que el teniente se había encargado de enseñar al caballo.
El alazán salió al galope, volvería al lugar en un rato, mientras tanto, Alanna tenía una obligación para con su amigo, algo mareada, por la perdida de sangre, se sentó de nuevo, casi se tiró, al suelo, y dio unas palmadas con la mano a su lado para que su amigo la imitase:
- Juvia encontrará a tu caballo sin problemas, mientras tanto... creo que te debo una explicación.- dijo con un suspiro, no iba a pasarlo bien contando todo lo que tenía que contar, eso lo sabía, pero era lo que le debía al joven.- Creo que... debo empezar por el principio.- Comenzó explicando como se marchó de la granja, pasando por su estancia en el orfanato, sin olvidarse de su crimen para defender a los niños, y de como el teniente la había salvado de una condena, la forma en la que había entrenado como si su vida fuera en ello para entrar a la guardia y lo que le había contado la mujer, necesitó varias pausas, era duro para ella recordar su historia, y debía respirar para no lagrimear, no era una persona que llorase, podía herirse mil veces, mancharse las manos de sangre y sentir la culpabilidad, ver morir a alguien y aguantar las lágrimas, pero eso era algo que la tocaba demasiado hondo, en más de una ocasión, mientras hablaba, se había disculpado por una pequeña rotura en la voz, o se había tocado las mejillas con los dedos para asegurarse de que no se hubiera escapado ninguna lágrima traicionera. Tras secarse una lágrima que se le había escapado, sonrió con tristeza- Puede que no entiendas, pero al menos me ha servido para darme cuenta de algo, la soledad, no es igual cuando se elige, que cuando te la encuentras....- susurró cesando su charla, reflexionando, y ella que había pensado que ese día dejaría de estar sola... se había equivocado infinitamente, parecía que el destino quería jugarle malas pasadas. Aunque, lo cierto era que Alanna, parecía ser ciega para ciertas cosas.
De pronto, el sonido de dos galopes comenzó a oírse, ¿serían enemigos? Tragando saliva, tensa, intentó buscar donde esconderse, pero no fue necesario, Juvia, seguida por el enorme caballo de Eltrant, entró en el lugar a paso rápido, y se detuvo frente a la chica, como esperando una recompensa. Con un suspiro, Alanna se apartó un mechón de pelo e intentó levantarse, pero se sentía mareada con todos los sucesos, así que, tras un intento infructuoso, se quedó en el suelo. Y eso que parecía que iba a ser un buen día...
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
El mercenario se sentó junto a la mujer herida y escuchó atentamente toda la historia que esta empezó a relatarle, no hizo ningún comentario al respecto a lo que decía, ya debía de ser lo suficientemente duro para la joven el estar contándole todo aquello sin que este la interrumpiera para dar su opinión.
Eltrant no añadió nada cuando Alanna hubo terminado de hablar, simplemente respiró hondo y trató de asimilar todo lo que le acababa de decir su amiga.
Momentos después de que aquella parte del bosque se hubiese sumido en el más profundo silencio la montura de Alanna llegó acompañada de Mohr’Akdu, Eltrant arqueó una ceja, no había podido evitar pensar que la mujer estaba exagerando cuando le había pedido a Juvia que fuese a buscar a su caballo.
Una vez con ambos animales allí el mercenario ya no tenía ninguna excusa para seguir esperando, dejando escapar un ligero suspiro se levantó y sonrió a la joven herida que tenía frente a él –“Para haber perdido tanta sangre hablas mucho” – Bromeó, en un principio para animar un poco a una joven a la que le hacía falta tener la cabeza alejada de todo aquel drama, y de paso para evitar decir algo relacionado con ello, que al mercenario no se le daba bien hablar de sentimientos e historias personales no era ningún secreto.
–“Cuidado con la cabeza” – Advirtió a Alanna cuando, de la misma forma que había hecho poco antes, la levantó y evitó que esta se diese contra la rama de unos árboles.
Cargó con la mujer hasta su montura, dónde la depositó con cuidado. Mohr podía ser bastante nervioso y bruto en la mayoría de los casos, pero era la montura ideal para Alanna en aquel momento, resistente y estable. –“Cuida de ella campeón” – Dijo acariciando al caballo, que como toda respuesta volvió a ladear la cabeza –“Tú elocuencia sigue fascinándome” – Le dijo al animal sonriendo a la vez que se cruzaba de brazos, este ladeó la cabeza hacia el otro lado y aguardó paciente a que su dueño le dijese de partir.
Justo después de aquello se quitó la capa y se la entregó a Alanna –“Póntela, disimulará la sangre, si nos están buscando no nos conviene que haya gente que pueda describirte con facilidad, sujetate fuerte y sígueme de cerca, saldrás de esta, te lo prometo”
Minutos después cabalgaban a través del bosque, alejándose de Lunargenta - “El puño Carmesí… ” – Mientras galopaba esquivando árboles el mercenario no pudo evitar seguir dándole a aquel nombre, no lo había oído nunca, lo cual no dejaba de sorprenderle, una institución tan grande y bien adiestrada debía de estar presente en muchos de los embrollos y trabajos que se producían en Lunargenta, no debía de ser fácil pasar desapercibido cuando tus hombres se dedican a asaltar pequeños poblados a apenas unas horas de una de las ciudades más grandes de todos los reinos, aquello era más complicado de lo que a él le gustaba admitir.
No tardaron mucho en llegar hasta el amplió camino que salía de Lunargenta y conducía hacia el norte, nadie en su sano juicio atacaría en un lugar tan transitado como aquel, pero estaban hablando de unos tipos que habían intentado quemar un pueblo entero solo para matar a la guarda, tenían que pasar desapercibidos.
Ya a un ritmo un poco más rápido, debido al buen estado de aquella calzada pudieron llegar hasta un amplio claro antes de anochecer, siempre que viajaba hacia el norte solía descansar allí, un lugar lo suficiente alejado del camino como para sentirse tranquilo, pero a su vez lo suficientemente cerca como para poder huir de allí de ser preciso.
Había ido controlando el estado de su amiga durante todo el trayecto, temiendo que esta se desplomase de la montura en cualquier momento debido al dolor o al cansancio, no obstante Mohr se portó bien, y no dejó que esto sucediese.
Rápidamente bajó a la mujer de su montura y la dejó recostada contra una piedra para seguidamente fabricar una hoguera improvisada con un par de palos, si estuviese en su mano cabalgaría sin pasar hasta estar seguro de que estaban completamente a salvo, pero aunque no sabía nada de medicina era bastante obvio de que la guarda necesitaba un descanso.
-“Relájate” – Dijo sonriendo mientras atizaba la pequeña hoguera con la espada, avivandola –“Mañana partimos al alba, aún nos queda bastante camino” – Añadió –“Me encargaré de hacer guardia, no te preocupes por eso, tu descansa”
Aquel sitio estaba bien escondido, dudaba que alguien les encontrase, pero no podía tentar más a la suerte, de encontrarse con enemigos allí no iba a poder hacer gran cosa con su amiga herida.
Eltrant no añadió nada cuando Alanna hubo terminado de hablar, simplemente respiró hondo y trató de asimilar todo lo que le acababa de decir su amiga.
Momentos después de que aquella parte del bosque se hubiese sumido en el más profundo silencio la montura de Alanna llegó acompañada de Mohr’Akdu, Eltrant arqueó una ceja, no había podido evitar pensar que la mujer estaba exagerando cuando le había pedido a Juvia que fuese a buscar a su caballo.
Una vez con ambos animales allí el mercenario ya no tenía ninguna excusa para seguir esperando, dejando escapar un ligero suspiro se levantó y sonrió a la joven herida que tenía frente a él –“Para haber perdido tanta sangre hablas mucho” – Bromeó, en un principio para animar un poco a una joven a la que le hacía falta tener la cabeza alejada de todo aquel drama, y de paso para evitar decir algo relacionado con ello, que al mercenario no se le daba bien hablar de sentimientos e historias personales no era ningún secreto.
–“Cuidado con la cabeza” – Advirtió a Alanna cuando, de la misma forma que había hecho poco antes, la levantó y evitó que esta se diese contra la rama de unos árboles.
Cargó con la mujer hasta su montura, dónde la depositó con cuidado. Mohr podía ser bastante nervioso y bruto en la mayoría de los casos, pero era la montura ideal para Alanna en aquel momento, resistente y estable. –“Cuida de ella campeón” – Dijo acariciando al caballo, que como toda respuesta volvió a ladear la cabeza –“Tú elocuencia sigue fascinándome” – Le dijo al animal sonriendo a la vez que se cruzaba de brazos, este ladeó la cabeza hacia el otro lado y aguardó paciente a que su dueño le dijese de partir.
Justo después de aquello se quitó la capa y se la entregó a Alanna –“Póntela, disimulará la sangre, si nos están buscando no nos conviene que haya gente que pueda describirte con facilidad, sujetate fuerte y sígueme de cerca, saldrás de esta, te lo prometo”
Minutos después cabalgaban a través del bosque, alejándose de Lunargenta - “El puño Carmesí… ” – Mientras galopaba esquivando árboles el mercenario no pudo evitar seguir dándole a aquel nombre, no lo había oído nunca, lo cual no dejaba de sorprenderle, una institución tan grande y bien adiestrada debía de estar presente en muchos de los embrollos y trabajos que se producían en Lunargenta, no debía de ser fácil pasar desapercibido cuando tus hombres se dedican a asaltar pequeños poblados a apenas unas horas de una de las ciudades más grandes de todos los reinos, aquello era más complicado de lo que a él le gustaba admitir.
No tardaron mucho en llegar hasta el amplió camino que salía de Lunargenta y conducía hacia el norte, nadie en su sano juicio atacaría en un lugar tan transitado como aquel, pero estaban hablando de unos tipos que habían intentado quemar un pueblo entero solo para matar a la guarda, tenían que pasar desapercibidos.
Ya a un ritmo un poco más rápido, debido al buen estado de aquella calzada pudieron llegar hasta un amplio claro antes de anochecer, siempre que viajaba hacia el norte solía descansar allí, un lugar lo suficiente alejado del camino como para sentirse tranquilo, pero a su vez lo suficientemente cerca como para poder huir de allí de ser preciso.
Había ido controlando el estado de su amiga durante todo el trayecto, temiendo que esta se desplomase de la montura en cualquier momento debido al dolor o al cansancio, no obstante Mohr se portó bien, y no dejó que esto sucediese.
Rápidamente bajó a la mujer de su montura y la dejó recostada contra una piedra para seguidamente fabricar una hoguera improvisada con un par de palos, si estuviese en su mano cabalgaría sin pasar hasta estar seguro de que estaban completamente a salvo, pero aunque no sabía nada de medicina era bastante obvio de que la guarda necesitaba un descanso.
-“Relájate” – Dijo sonriendo mientras atizaba la pequeña hoguera con la espada, avivandola –“Mañana partimos al alba, aún nos queda bastante camino” – Añadió –“Me encargaré de hacer guardia, no te preocupes por eso, tu descansa”
Aquel sitio estaba bien escondido, dudaba que alguien les encontrase, pero no podía tentar más a la suerte, de encontrarse con enemigos allí no iba a poder hacer gran cosa con su amiga herida.
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Agradeciendo el silencio del chico, aunque sin saber si prefería eso o saber su opinión, medio sonrió con la broma, pero sin responder, la herida del labio empezaba a hincharse y ya le costaba hablar, parecía menos grave de la impresión que había tenido en un primer momento, posiblemente la sangre del labio era por ser zona blanda.
Haciendo caso de la advertencia del chico, se sostuvo a él con la mano del brazo sano y agachó la cabeza, aun no se acostumbraba a las atenciones, solía ser ella la que cuidaba, no al revés. Le daba bastante vergüenza que tuvieran que cuidarla así, aunque confiaba en Eltrant, de pequeños, aunque de forma menos amable, también la había cuidado siempre. Pensando que ella iría sobre Juvia, le extraño ver que Eltrant la subía a su caballo, ¿no la tiraría? por lo que había dicho el chico al presentárselo, el animal tenía carácter. Sin embargo, parecía que el chico confiaba en su caballo, así que, con ojos abiertos como platos, tragó saliva e intentó no moverse demasiado. Suspiró aun mareada, aunque parecía que la herida comenzaba a dejar de sangrar gracias a que la tela se había pegado a la herida, cuando se despegara dolería, dolería mucho, Alanna lo sabía, pero no importaba, al menos dejaría de perder sangre.
Entendió el razonamiento del chico y se anudó la capa que el joven le había puesto sobre los hombros con cuidado. Como si no le debiera ya bastante al joven, sus deudas con él iban aumentando. Asintió con una sonrisa débil, la sangre se secaba pero ella había perdido ya una cantidad notable, y no podía moverse bien, solo levantar un brazo le resultaba un enorme esfuerzo.
Se mantuvo en silencio durante el camino, intentando estar erguida para que no se notase su debilidad, los de la organización buscaban a un joven con capa y a una chica herida. Era una suerte que el caballo del joven fuera tan resistente, firme y grande, si no era muy posible que la chica hubiera caído. Si hubiera montado a Juvia, estaría por el suelo, la yegua no era firme, lo suyo era la velocidad.
El camino se le hizo eterno a la joven, que no podía casi ni hablar con el mareo. solo esperaba que no le subiera fiebre, no quería causar más problemas al chico, ya le estaba dando bastantes y, encima, retrasándolo en su camino. A medida que avanzaba el día, las palabras de la anciana resonaban en su cabeza, el lugar donde los árboles no duermen, ¿dónde estaría eso? ¿Qué quería decir? ¿algún bosque, tal vez?
Con sus pensamientos rodando por la cabeza, no se dio cuenta de que la noche había caído sobre ellos, cuando el caballo se detuvo Alanna tuvo que sostenerse como pudo para no caer, y fue cuando alzó la vista y vio las estrellas, "Vaya..." pensó.
Eltrant se apresuró a bajarla, realmente agradecía la ayuda, si ella hubiera intentado bajar, se habría pegado un morrazo contra el suelo. Pensó que la dejaría de pie, pero la tumbó apoyándola con cuidado sobre una piedra y se puso a hacer una fogata. Para la guardia era todo tan extraño, no creía poder acostumbrarse a que la cuidasen tanto, se sentía cohibida, aunque en ese momento era inevitable. Posiblemente era solo cuestión de orgullo, se había esforzado por ser fuerte, por tener una reputación, por no depender de nadie, aunque, más que esforzarse, era algo que se había visto obligada a hacer... aun con todo eso, sabía que tendría que compensar al joven de algún modo, no era la primera vez que la salvaba.
Sonrió ante las palabras del joven, que le traían recuerdos de la granja, de cuando jugaban juntos y no pudo evitar soltar una risilla:
- Cuando eramos pequeños no eras tan amable si me hería, aunque, bueno, yo de pequeña era bastante insoportable y mandona, lo que no se es cómo me soportabas.- rió un poco, sintiendo que la cabeza le empezaba a dejar de dar vueltas, aun estaba débil pero, al menos, al estar quita un rato se le había pasado el mareo. Pronto caería dormida.
Haciendo caso de la advertencia del chico, se sostuvo a él con la mano del brazo sano y agachó la cabeza, aun no se acostumbraba a las atenciones, solía ser ella la que cuidaba, no al revés. Le daba bastante vergüenza que tuvieran que cuidarla así, aunque confiaba en Eltrant, de pequeños, aunque de forma menos amable, también la había cuidado siempre. Pensando que ella iría sobre Juvia, le extraño ver que Eltrant la subía a su caballo, ¿no la tiraría? por lo que había dicho el chico al presentárselo, el animal tenía carácter. Sin embargo, parecía que el chico confiaba en su caballo, así que, con ojos abiertos como platos, tragó saliva e intentó no moverse demasiado. Suspiró aun mareada, aunque parecía que la herida comenzaba a dejar de sangrar gracias a que la tela se había pegado a la herida, cuando se despegara dolería, dolería mucho, Alanna lo sabía, pero no importaba, al menos dejaría de perder sangre.
Entendió el razonamiento del chico y se anudó la capa que el joven le había puesto sobre los hombros con cuidado. Como si no le debiera ya bastante al joven, sus deudas con él iban aumentando. Asintió con una sonrisa débil, la sangre se secaba pero ella había perdido ya una cantidad notable, y no podía moverse bien, solo levantar un brazo le resultaba un enorme esfuerzo.
Se mantuvo en silencio durante el camino, intentando estar erguida para que no se notase su debilidad, los de la organización buscaban a un joven con capa y a una chica herida. Era una suerte que el caballo del joven fuera tan resistente, firme y grande, si no era muy posible que la chica hubiera caído. Si hubiera montado a Juvia, estaría por el suelo, la yegua no era firme, lo suyo era la velocidad.
El camino se le hizo eterno a la joven, que no podía casi ni hablar con el mareo. solo esperaba que no le subiera fiebre, no quería causar más problemas al chico, ya le estaba dando bastantes y, encima, retrasándolo en su camino. A medida que avanzaba el día, las palabras de la anciana resonaban en su cabeza, el lugar donde los árboles no duermen, ¿dónde estaría eso? ¿Qué quería decir? ¿algún bosque, tal vez?
Con sus pensamientos rodando por la cabeza, no se dio cuenta de que la noche había caído sobre ellos, cuando el caballo se detuvo Alanna tuvo que sostenerse como pudo para no caer, y fue cuando alzó la vista y vio las estrellas, "Vaya..." pensó.
Eltrant se apresuró a bajarla, realmente agradecía la ayuda, si ella hubiera intentado bajar, se habría pegado un morrazo contra el suelo. Pensó que la dejaría de pie, pero la tumbó apoyándola con cuidado sobre una piedra y se puso a hacer una fogata. Para la guardia era todo tan extraño, no creía poder acostumbrarse a que la cuidasen tanto, se sentía cohibida, aunque en ese momento era inevitable. Posiblemente era solo cuestión de orgullo, se había esforzado por ser fuerte, por tener una reputación, por no depender de nadie, aunque, más que esforzarse, era algo que se había visto obligada a hacer... aun con todo eso, sabía que tendría que compensar al joven de algún modo, no era la primera vez que la salvaba.
Sonrió ante las palabras del joven, que le traían recuerdos de la granja, de cuando jugaban juntos y no pudo evitar soltar una risilla:
- Cuando eramos pequeños no eras tan amable si me hería, aunque, bueno, yo de pequeña era bastante insoportable y mandona, lo que no se es cómo me soportabas.- rió un poco, sintiendo que la cabeza le empezaba a dejar de dar vueltas, aun estaba débil pero, al menos, al estar quita un rato se le había pasado el mareo. Pronto caería dormida.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Siguió golpeando los trozos de madera incandescentes con la espada mientras escuchaba a su amiga hablar sobre lo mandona e insoportable que se consideraba de pequeña –“¿De verdad?” – Preguntó dejando la espada a un lado –“Pues lo cierto es que…” – Se calló y miró a su compañera, quien claramente estaba manteniéndose despierta a duras penas, sonrió y se encogió de hombros. –“… Duérmete”
Mientras su amiga combatía al sueño e irremediablemente perdía contra él, Eltrant no pudo evitar pensar en lo que esta le había dicho.
¿Mandona? No recordaba que hubiese sido así, y eso que él siempre se había considerado bastante cabezota, era alguien al que le costaba dar su brazo a torcer cuando pensaba que tenía razón, pero al fin y al cabo cuando se la encontró por primera vez después de tantos años en los bosques cerca de Ulmer no la reconoció, por lo que no se sorprendió que aún hubiese cosas ocultas en algún rincón de su memoria.
La noche se le antojó lenta, inusualmente lenta, cada sonido del bosque le ponía en alerta, cada brisa que mecía levemente los árboles o cada pequeño animal que pasaba junto a la hoguera para entrar en claro.
Afortunadamente no ocurrió nada fuera de lo común, leyó durante la mayor parte de la noche y pensó seriamente sobre todo lo que le había contado Alanna, era mucha información para asimilarla en tan poco tiempo, pero aquello ayudó algo; incluso tuvo la oportunidad de dar varias cabezadas rápidas, lo único audible era el suave crepitar del fuego y a su amiga murmurando en sueños. Como había sospechado aquel lugar estaba bien escondido, nada les perturbó.
Se levantó y envainó la espada en cuanto los primeros rayos de sol comenzaron a alzarse sobre las copas de los árboles, bostezando copiosamente se acercó hasta la guarda y la meció un poco para despertarla –“Arriba, es hora de irse” – Susurró.
Mientras esta se despertaba revisó la herida del hombro de la mujer, la cual aunque ya no sangraba, seguía sin tener mejor aspecto que la noche anterior. Sus ropajes se habían encargado de cortar la hemorragia pegándose contra la herida, tomando la cantimplora que tenía vertió un poco del líquido sobre la herida para limpiarla un poco, pero no iba a poder hacer mucho más. La inflamación del labio de la joven por otra parte, había disminuido, y aunque era perfectamente visible que había recibido un golpe en la cara, la guarda podría hablar sin muchos problemas.
Mientras Alanna se despejaba Eltrant se encargó de preparar los caballos, se lanzó el poco agua que tenían en la cara para aclararse, con unas ojeras bastante pronunciadas volvió ayudar a la guarda a que se subiese a Mohr.
Media hora después del alba, se encontraban de nuevo en el camino principal cabalgando en dirección opuesta a la ciudad, se aseguró de ir de ser él quien iba cabeza guiando en todo momento a Mohr el camino por el que tenían que ir, también se procuró el no forzar mucho la marcha, montar a caballo no era precisamente una actividad relajada y comedida, cualquier persona con un mínimo de sentido común no hubiese dejado siquiera que la mujer cabalgase en aquel estado, no podía permitir que empezase a sangrar de nuevo.
Según avanzaban empezó a notar, por las miradas de algún viajero que otro, que los tipos del Puño Carmesí habían preguntado por ellos y la descripción que habían dado no parecía estar muy errada, pues no fueron pocos los que se quedaron mirándoles fijamente.
Afortunadamente la noche de descanso les había proporcionado un tipo inusual de ventaja, sus perseguidores habían obviado que no iban a volver a Lunargenta y habían decidido seguir su rastro en dirección hacia el norte, pero habían pasado de largo y ahora podían estar a varias horas de viaje frente a ellos, si eran cautelosos podrían seguir evitándolos hasta que llegasen a su destino.
Eltrant se giró hacia la mujer, si continuaban a aquel ritmo podían estar a salvo a menos de un día de viaje, esto era siempre y cuando no parasen a descansaran, cosa que no podían permitirse, por lo que cuando el sol se encontraba en su punto más alto detuvo a Juvia y por extensión, a Mohr.
-“Descansamos un poco y continuamos” – Le dijo a la guarda con una sonrisa bajándose de su montura junto al camino.
Aquello quizás les obligaría a acampar otra noche más, pero prefería arriesgarse a ser encontrados que a matar a su amiga de cansancio.
Mientras su amiga combatía al sueño e irremediablemente perdía contra él, Eltrant no pudo evitar pensar en lo que esta le había dicho.
¿Mandona? No recordaba que hubiese sido así, y eso que él siempre se había considerado bastante cabezota, era alguien al que le costaba dar su brazo a torcer cuando pensaba que tenía razón, pero al fin y al cabo cuando se la encontró por primera vez después de tantos años en los bosques cerca de Ulmer no la reconoció, por lo que no se sorprendió que aún hubiese cosas ocultas en algún rincón de su memoria.
La noche se le antojó lenta, inusualmente lenta, cada sonido del bosque le ponía en alerta, cada brisa que mecía levemente los árboles o cada pequeño animal que pasaba junto a la hoguera para entrar en claro.
Afortunadamente no ocurrió nada fuera de lo común, leyó durante la mayor parte de la noche y pensó seriamente sobre todo lo que le había contado Alanna, era mucha información para asimilarla en tan poco tiempo, pero aquello ayudó algo; incluso tuvo la oportunidad de dar varias cabezadas rápidas, lo único audible era el suave crepitar del fuego y a su amiga murmurando en sueños. Como había sospechado aquel lugar estaba bien escondido, nada les perturbó.
Se levantó y envainó la espada en cuanto los primeros rayos de sol comenzaron a alzarse sobre las copas de los árboles, bostezando copiosamente se acercó hasta la guarda y la meció un poco para despertarla –“Arriba, es hora de irse” – Susurró.
Mientras esta se despertaba revisó la herida del hombro de la mujer, la cual aunque ya no sangraba, seguía sin tener mejor aspecto que la noche anterior. Sus ropajes se habían encargado de cortar la hemorragia pegándose contra la herida, tomando la cantimplora que tenía vertió un poco del líquido sobre la herida para limpiarla un poco, pero no iba a poder hacer mucho más. La inflamación del labio de la joven por otra parte, había disminuido, y aunque era perfectamente visible que había recibido un golpe en la cara, la guarda podría hablar sin muchos problemas.
Mientras Alanna se despejaba Eltrant se encargó de preparar los caballos, se lanzó el poco agua que tenían en la cara para aclararse, con unas ojeras bastante pronunciadas volvió ayudar a la guarda a que se subiese a Mohr.
Media hora después del alba, se encontraban de nuevo en el camino principal cabalgando en dirección opuesta a la ciudad, se aseguró de ir de ser él quien iba cabeza guiando en todo momento a Mohr el camino por el que tenían que ir, también se procuró el no forzar mucho la marcha, montar a caballo no era precisamente una actividad relajada y comedida, cualquier persona con un mínimo de sentido común no hubiese dejado siquiera que la mujer cabalgase en aquel estado, no podía permitir que empezase a sangrar de nuevo.
Según avanzaban empezó a notar, por las miradas de algún viajero que otro, que los tipos del Puño Carmesí habían preguntado por ellos y la descripción que habían dado no parecía estar muy errada, pues no fueron pocos los que se quedaron mirándoles fijamente.
Afortunadamente la noche de descanso les había proporcionado un tipo inusual de ventaja, sus perseguidores habían obviado que no iban a volver a Lunargenta y habían decidido seguir su rastro en dirección hacia el norte, pero habían pasado de largo y ahora podían estar a varias horas de viaje frente a ellos, si eran cautelosos podrían seguir evitándolos hasta que llegasen a su destino.
Eltrant se giró hacia la mujer, si continuaban a aquel ritmo podían estar a salvo a menos de un día de viaje, esto era siempre y cuando no parasen a descansaran, cosa que no podían permitirse, por lo que cuando el sol se encontraba en su punto más alto detuvo a Juvia y por extensión, a Mohr.
-“Descansamos un poco y continuamos” – Le dijo a la guarda con una sonrisa bajándose de su montura junto al camino.
Aquello quizás les obligaría a acampar otra noche más, pero prefería arriesgarse a ser encontrados que a matar a su amiga de cansancio.
Última edición por Eltrant Tale el Sáb Jul 04 2015, 22:54, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Lo último que escuchó antes de dormirse fue la sonrisa de Eltrant dándole permiso para descansar, le habría gustado permanecer despierta, haciendo compañía al joven, al fin y al cabo el también debía estar cansado, pero el cansancio la superó. La noche anterior no había dormido nada, y la perdida de sangre solo había servido para empeorar el agotamiento.
La noche no fue agradable, las pesadillas asaltaron a la joven, unida a una subida de fiebre, comenzó a murmurar en sueños, intentando controlar sus pesadillas. Las imágenes de personas importantes para ella desapareciendo se reproducían en su mente haciendo que la chica se revolviera en sueños. A penas descansó nada a pesar de haber dormido. y cuando Eltrant la despertó con cuidado, fue como si no hubiera dormido nada.
Solo reaccionó al notar el contacto del agua sobre su herida, soltando un gemido de dolor intentó recuperar la compostura. Solo era limpiarle la herida, pero escocía y posiblemente eso hiciera que la costra de sangre se ablandara y fuera más fácil que la herida se reabriera. Sacudiendo la cabeza, despejándose y olvidándose del dolor, logró lo que observar lo que la rodeaba. Al parecer no había habido incidente alguno en el claro.
Pronto volvieron a estar en marcha, ella, nuevamente, sobre la grupa del caballo de Eltrant. El balanceo no hizo más que acrecentar el estado de duermevela de la chica, que, tras un par de horas, acabó durmiéndose con la cara sobre las crines del animal. Despertó algo más tarde, aun sobre el caballo,era una suerte que no se hubiera caído, pero, al menos, ya se sentía algo más recuperada, la hinchazón del labio había bajado durante la noche, aunque sentía que le iba a salir un moretón en el labio, y que le dolía al hablar, al menos, no sangraba, la herida se había cerrado y, posiblemente, al día siguiente ya no estuviera inflado y solo quedase una marca amoratada en sus labios rosados.
Eltrant se detuvo cuando el sol estuvo en su punto álgido, diciendo que era necesario descansar, a Alanna le preocupaba la posibilidad de que los alcanzaran, pero el chico también necesitaba dormir un poco, se había pasado la noche en vela vigilando su sueño. Con una pequeña sonrisa, decidió intentar bajar por si misma del caballo, pasó una pierna sobre la cabeza del animal y se dejó resbalar hasta el suelo. Cuando tuvo los dos pies en tierra, perdió ,el equilibrio, quedando en el suelo.
- Oh, por todos los...- estaba molesta consigo misma, cierto que había perdido mucha sangre, pero ni mantenerse en pie...
Tal vez si que sería buena idea descansar, Alanna no esperaba estar tan débil como para no sostenerse en pie, aunque no debería extrañarse, la cabeza le seguía dando vueltas y las pesadillas de la noche anterior rodaban por sus pensamientos, mientras ella intentaba buscar una forma de librar a su compañero de la persecución de la secta y pensaba en las palabras de la mujer.
- Dónde los árboles no duermen...- susurró sin darse cuenta, para apartar ideas extrañas sacudió la cabeza e intentó sonreír al chico aun con el labio dolorido- Eltrant, ¿por qué no intentas dormir tu un rato? no podré defenderme, pero estoy muy despierta, si pasa algo puedo avisarte.- explicó esperando que el joven aceptase, él debía sentirse agotado, no solo no había dormido la noche anterior, si no que, además, estaba cuidando de ella, el chico necesitaba dormir, y si no se alejaba mucho, a la chica no le costaría despertarlo si era necesaria una huida rápida.
La noche no fue agradable, las pesadillas asaltaron a la joven, unida a una subida de fiebre, comenzó a murmurar en sueños, intentando controlar sus pesadillas. Las imágenes de personas importantes para ella desapareciendo se reproducían en su mente haciendo que la chica se revolviera en sueños. A penas descansó nada a pesar de haber dormido. y cuando Eltrant la despertó con cuidado, fue como si no hubiera dormido nada.
Solo reaccionó al notar el contacto del agua sobre su herida, soltando un gemido de dolor intentó recuperar la compostura. Solo era limpiarle la herida, pero escocía y posiblemente eso hiciera que la costra de sangre se ablandara y fuera más fácil que la herida se reabriera. Sacudiendo la cabeza, despejándose y olvidándose del dolor, logró lo que observar lo que la rodeaba. Al parecer no había habido incidente alguno en el claro.
Pronto volvieron a estar en marcha, ella, nuevamente, sobre la grupa del caballo de Eltrant. El balanceo no hizo más que acrecentar el estado de duermevela de la chica, que, tras un par de horas, acabó durmiéndose con la cara sobre las crines del animal. Despertó algo más tarde, aun sobre el caballo,era una suerte que no se hubiera caído, pero, al menos, ya se sentía algo más recuperada, la hinchazón del labio había bajado durante la noche, aunque sentía que le iba a salir un moretón en el labio, y que le dolía al hablar, al menos, no sangraba, la herida se había cerrado y, posiblemente, al día siguiente ya no estuviera inflado y solo quedase una marca amoratada en sus labios rosados.
Eltrant se detuvo cuando el sol estuvo en su punto álgido, diciendo que era necesario descansar, a Alanna le preocupaba la posibilidad de que los alcanzaran, pero el chico también necesitaba dormir un poco, se había pasado la noche en vela vigilando su sueño. Con una pequeña sonrisa, decidió intentar bajar por si misma del caballo, pasó una pierna sobre la cabeza del animal y se dejó resbalar hasta el suelo. Cuando tuvo los dos pies en tierra, perdió ,el equilibrio, quedando en el suelo.
- Oh, por todos los...- estaba molesta consigo misma, cierto que había perdido mucha sangre, pero ni mantenerse en pie...
Tal vez si que sería buena idea descansar, Alanna no esperaba estar tan débil como para no sostenerse en pie, aunque no debería extrañarse, la cabeza le seguía dando vueltas y las pesadillas de la noche anterior rodaban por sus pensamientos, mientras ella intentaba buscar una forma de librar a su compañero de la persecución de la secta y pensaba en las palabras de la mujer.
- Dónde los árboles no duermen...- susurró sin darse cuenta, para apartar ideas extrañas sacudió la cabeza e intentó sonreír al chico aun con el labio dolorido- Eltrant, ¿por qué no intentas dormir tu un rato? no podré defenderme, pero estoy muy despierta, si pasa algo puedo avisarte.- explicó esperando que el joven aceptase, él debía sentirse agotado, no solo no había dormido la noche anterior, si no que, además, estaba cuidando de ella, el chico necesitaba dormir, y si no se alejaba mucho, a la chica no le costaría despertarlo si era necesaria una huida rápida.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Tomó todo el aire que pudo, dejó que este penetrase en sus pulmones y lo expulsó de los mismos lentamente, necesitaba un respiro, se dio varias palmadas en la cara en un vano intento para despejarse; sin embargo, mientras se forzaba a seguir, se dijo a si mismo que aquello no era nada, aun recordaba cuando estuvo varios días sin dormir en Sacrestic, poco antes de conocer a Alanna, justo cuando coincidió con Demian y Eärwen.
Si salió con vida de una sucesión de catástrofes que involucraban a vampiros, trolls y un pueblo entero que les era hostil, saldría con vida de aquello.
Una vez más, ayudo a su amiga, que se había caído al bajarse de su montura, a levantarse y a llegar hasta un lugar más cómodo, sonrió a la mujer y se sentó junto a ella, no iban a pararse mucho tiempo, lo justo para que la guarda recuperase el aliento; pero él también iba a aprovechar todo lo posible aquel descanso.
-“¿Dónde los arboles no duermen?” – Preguntó, era algo que había oído a la mujer susurrar en más de una ocasión desde que abandonaron la aldea dónde le habían emboscado, el joven negó con la cabeza ante la proposición de echarse una cabezada de su amiga –“No, no podemos perder más tiempo, no estoy tan cansado, descuida” – Sonrió, las ojeras que tenía le habían delatado, pero por mucho sueño que tuviese no podía hacer otra cosa.
El mercenario negó con la cabeza y para sacarse aquellos pensamientos de la cabeza se acercó a la joven y tomando al estar junto a ella la extremidad cuyo hombro estaba herido. -“¿Qué tal te sientes?” – Preguntó palpando el brazo de la mujer, la última vez que le habían herido de aquella manera, no hacía mucho, sintió como el brazo se le quedaba preocupantemente frio, según descubrió después, tuvo suerte de no perderlo –“¿Notas esto?” – Inquirió, seguía sin tener buena pinta, frunció el ceño. –“Nos vamos” – Dijo inmediatamente después, él había sentido el brazo entumecido poco después del combate, no podía ni imaginar cómo tenía que sentirse ella.
Eltrant volvió a levantarla, y haciendo caso omiso a lo que dijese la subió de nuevo al caballo, al fin y al cabo, la mujer tampoco tenía fuerzas en aquel momento para zafarse del agarre del mercenario.
Tan pronto como esta estuvo encima del caballo Eltrant espoleó a Juvia y volvieron de nuevo a la calzada, estaba cansado, sí, pero Alanna lo estaba más, él se había sentido así en infinidad de ocasiones, la guarda podía perder el brazo o la vida si no se daban prisa, aquello no era nada que no pudiese superar.
No encontraron muchos problemas durante el recorrido, algún que otro curioso preguntando por qué les buscaban, aquello solo indicó al mercenario que seguían muy atrás del grupo del puño que estaba encargado de rastrearlo, tenían que aprovechar aquello antes de que decidiesen volverse de nuevo hacia la ciudad de los humanos, si los encontraban de frente no iban a poder huir.
Por fin, después de varias horas de viaje a toda marcha, tras pasar un pequeño pueblo aún más remoto del que habían emprendido aquella carrera contrarreloj y de sortear los gruesos arboles de un extenso bosque que había justo tras esa aldea, una pequeña casa se vislumbraba a lo lejos.
El sol estaba descendiendo, anochecía otra vez, habían llegado mucho antes de lo que él esperaba, se sentía muy culpable por haber forzado a la guarda hasta aquel punto, pero ya habían llegado, iba a poder descansar todo lo que quisiera.
El mercenario se quedó allí parado, contemplando la estructura durante varios largos minutos, indeciso, después miró a la guarda, al hombro que tenía oculto bajo su capa, la cual empezaba a teñirse también de rojo – “Vamos” – Dijo Eltrant desmontando de Juvia para justo después agarrarla por las bridas y dirigirse hacia el edificio.
Quería huir, volver sobre sus pasos, llevar a la guarda al hospital de Lunargenta, pero ya era tarde, estaba allí, Alanna iba estar a salvo, él en cambio, lo dudaba. Según se aproximaban a la casa una silueta fue agrandándose poco a poco hasta desvelar la figura de una mujer corpulenta, no mucho mayor que los recién llegados.
Una vez estuvo frente a esta el mercenario forzó una sonrisa y se quedó ahí plantado, sin decir nada. La mujer, de larga melena castaña recogida en una coleta y tez morena debido a largas horas al sol, miró al mercenario durante unos segundos con la boca entreabierta para al cabo de un rato enarcar una ceja y sonreír –“Mira tú quien ha vuelto…” – Dijo cruzándose de brazos –“Hola, Cassandra” – Contestó Eltrant a su hermana mayor.
La mujer dejó caer a un lado la pala con la que estaba trabajando y después de limpiarse las manos llenas de polo y barro en el pantalón le dio una fuerte palmada en la espalda a su hermano pequeño. –“Hemos oído que ganaste una competición de caballos en Ulmer ¿Es verdad? ¡Estas hecho todo un machote! ¡Padre no para de hablar del tema!”
Cassandra le dio ahora un puñetazo en el brazo al mercenario y se giró hacia la guarda automáticamente–“¿Y tu amiga es…?” – Dijo sonriendo, momentos después se percató de que estaba sangrando, sin perder un segundo la granjera se acercó a ella –“¡¿Por qué no me has dicho que estaba herida pedazo de imbécil?!” – Cassandra bajó a su compañera de Mohr como si no pesara más que una pluma y señaló a la casa–“Ve a ver a mamá, tras la casa, dónde siempre, yo me encargo de cuidarla, por suerte Thomas trajo ayer medicinas del pueblo”
Eltrant contempló como su hermana mayor se llevaba a la guarda hasta el interior del edificio –“Hogar dulce hogar” – El mercenario suspiró mientras, haciendo caso a la veterana de los hijos Tale, rodeó la casa.
Una vez lo hizo se encontró con una mujer rechoncha y enjuta, de tez oscura también, que según recordaba siempre estaba trabajando el pequeño jardín que había tras la casa, dónde se encargaba de hacer crecer distintos tipos de flores que después vendía en el pueblo.
Esta mujer, se levantó inmediatamente al oír pasos tras ella, y se quedó congelada durante varios segundos al ver de quien se trataba, el mercenario al no encontrar exactamente las palabras exactas que decirle a su madre simplemente esbozó una sonrisa.
La mujer se acercó lentamente al mercenario, como si no se creyese que su hijo estaba allí, y justo cuando parecía que iba a decir algo, cuando el mercenario creyó que su madre iba a darle un abrazo.
Le propinó una bofetada.
–“¡Mírate to’ polvoriento!" – Gritó, Eltrant se llevó la mano a la parte de la cara que se había vuelto de color rojo incandescente y abrió la boca para contestar, cosa que no llegó a hacer, pues le cayó una segunda bofetada –“¡Hartita me tienes! ¡Harta! ¿¡Que es eso que nos hemos enterao de que andas con mujerzuelas por la’ ciudah?!”- Una tercera bofetada en la única parte de la cara que aún no estaba de color rojo –“¡No es eso mamá es que..!” – Un cuarto manotazo -“¡No me repliques! ¡Mujerzuelas Eltrant! ¡Mujerzuelas! ¡En Lurgen… Lunaget… en la ciudad!” – Zarandeó ahora al joven, que en cierto modo, se esperaba esto –“¡Yo no te he criao pa’ ser asín! ¡Mira al Thomas! ¡Curandero! O a tu hermana Gwen, ahí está en el pueblo la moza, que se nos ha casao’ con el quesero, ha abierto una tienda la chiquilla ¡De repollos!” – Se alejó ahora de su hijo y empezó a dar vueltas en círculos –“Pero no, tú tenia’ que seh el gamberro, si ya se lo decía yo a tu padre: que el Elt este es mu cabezón, que se cree lo que pone en lo’ libro” – Se giró hacia el mencionado y le dio un quinto guantazo –“Tira, tira pa la casa ya, si no quiereh que te de otra leche” – Eltrant cabizbajo obedeció a su madre y se giró hacia la puerta trasera de su antiguo hogar, la que daba a la cocina, pero justo antes de eso recibió otro golpe de su madre en el cogote –“¡Por la de delante alma en pena, por la delante! ¡Que acabo de fregar el suelo!” –“Sí mamá…” – Justo antes de salir del campo de visión de su madre escucho su voz por última vez - “Te hemo’ seguio comprando lo libros esoh que te gustan tanto, en tu cuarto están” – Eltrant sonrió –“Gracias”
Si salió con vida de una sucesión de catástrofes que involucraban a vampiros, trolls y un pueblo entero que les era hostil, saldría con vida de aquello.
Una vez más, ayudo a su amiga, que se había caído al bajarse de su montura, a levantarse y a llegar hasta un lugar más cómodo, sonrió a la mujer y se sentó junto a ella, no iban a pararse mucho tiempo, lo justo para que la guarda recuperase el aliento; pero él también iba a aprovechar todo lo posible aquel descanso.
-“¿Dónde los arboles no duermen?” – Preguntó, era algo que había oído a la mujer susurrar en más de una ocasión desde que abandonaron la aldea dónde le habían emboscado, el joven negó con la cabeza ante la proposición de echarse una cabezada de su amiga –“No, no podemos perder más tiempo, no estoy tan cansado, descuida” – Sonrió, las ojeras que tenía le habían delatado, pero por mucho sueño que tuviese no podía hacer otra cosa.
El mercenario negó con la cabeza y para sacarse aquellos pensamientos de la cabeza se acercó a la joven y tomando al estar junto a ella la extremidad cuyo hombro estaba herido. -“¿Qué tal te sientes?” – Preguntó palpando el brazo de la mujer, la última vez que le habían herido de aquella manera, no hacía mucho, sintió como el brazo se le quedaba preocupantemente frio, según descubrió después, tuvo suerte de no perderlo –“¿Notas esto?” – Inquirió, seguía sin tener buena pinta, frunció el ceño. –“Nos vamos” – Dijo inmediatamente después, él había sentido el brazo entumecido poco después del combate, no podía ni imaginar cómo tenía que sentirse ella.
Eltrant volvió a levantarla, y haciendo caso omiso a lo que dijese la subió de nuevo al caballo, al fin y al cabo, la mujer tampoco tenía fuerzas en aquel momento para zafarse del agarre del mercenario.
Tan pronto como esta estuvo encima del caballo Eltrant espoleó a Juvia y volvieron de nuevo a la calzada, estaba cansado, sí, pero Alanna lo estaba más, él se había sentido así en infinidad de ocasiones, la guarda podía perder el brazo o la vida si no se daban prisa, aquello no era nada que no pudiese superar.
No encontraron muchos problemas durante el recorrido, algún que otro curioso preguntando por qué les buscaban, aquello solo indicó al mercenario que seguían muy atrás del grupo del puño que estaba encargado de rastrearlo, tenían que aprovechar aquello antes de que decidiesen volverse de nuevo hacia la ciudad de los humanos, si los encontraban de frente no iban a poder huir.
Por fin, después de varias horas de viaje a toda marcha, tras pasar un pequeño pueblo aún más remoto del que habían emprendido aquella carrera contrarreloj y de sortear los gruesos arboles de un extenso bosque que había justo tras esa aldea, una pequeña casa se vislumbraba a lo lejos.
El sol estaba descendiendo, anochecía otra vez, habían llegado mucho antes de lo que él esperaba, se sentía muy culpable por haber forzado a la guarda hasta aquel punto, pero ya habían llegado, iba a poder descansar todo lo que quisiera.
El mercenario se quedó allí parado, contemplando la estructura durante varios largos minutos, indeciso, después miró a la guarda, al hombro que tenía oculto bajo su capa, la cual empezaba a teñirse también de rojo – “Vamos” – Dijo Eltrant desmontando de Juvia para justo después agarrarla por las bridas y dirigirse hacia el edificio.
Quería huir, volver sobre sus pasos, llevar a la guarda al hospital de Lunargenta, pero ya era tarde, estaba allí, Alanna iba estar a salvo, él en cambio, lo dudaba. Según se aproximaban a la casa una silueta fue agrandándose poco a poco hasta desvelar la figura de una mujer corpulenta, no mucho mayor que los recién llegados.
Una vez estuvo frente a esta el mercenario forzó una sonrisa y se quedó ahí plantado, sin decir nada. La mujer, de larga melena castaña recogida en una coleta y tez morena debido a largas horas al sol, miró al mercenario durante unos segundos con la boca entreabierta para al cabo de un rato enarcar una ceja y sonreír –“Mira tú quien ha vuelto…” – Dijo cruzándose de brazos –“Hola, Cassandra” – Contestó Eltrant a su hermana mayor.
La mujer dejó caer a un lado la pala con la que estaba trabajando y después de limpiarse las manos llenas de polo y barro en el pantalón le dio una fuerte palmada en la espalda a su hermano pequeño. –“Hemos oído que ganaste una competición de caballos en Ulmer ¿Es verdad? ¡Estas hecho todo un machote! ¡Padre no para de hablar del tema!”
Cassandra le dio ahora un puñetazo en el brazo al mercenario y se giró hacia la guarda automáticamente–“¿Y tu amiga es…?” – Dijo sonriendo, momentos después se percató de que estaba sangrando, sin perder un segundo la granjera se acercó a ella –“¡¿Por qué no me has dicho que estaba herida pedazo de imbécil?!” – Cassandra bajó a su compañera de Mohr como si no pesara más que una pluma y señaló a la casa–“Ve a ver a mamá, tras la casa, dónde siempre, yo me encargo de cuidarla, por suerte Thomas trajo ayer medicinas del pueblo”
Eltrant contempló como su hermana mayor se llevaba a la guarda hasta el interior del edificio –“Hogar dulce hogar” – El mercenario suspiró mientras, haciendo caso a la veterana de los hijos Tale, rodeó la casa.
Una vez lo hizo se encontró con una mujer rechoncha y enjuta, de tez oscura también, que según recordaba siempre estaba trabajando el pequeño jardín que había tras la casa, dónde se encargaba de hacer crecer distintos tipos de flores que después vendía en el pueblo.
Esta mujer, se levantó inmediatamente al oír pasos tras ella, y se quedó congelada durante varios segundos al ver de quien se trataba, el mercenario al no encontrar exactamente las palabras exactas que decirle a su madre simplemente esbozó una sonrisa.
La mujer se acercó lentamente al mercenario, como si no se creyese que su hijo estaba allí, y justo cuando parecía que iba a decir algo, cuando el mercenario creyó que su madre iba a darle un abrazo.
Le propinó una bofetada.
–“¡Mírate to’ polvoriento!" – Gritó, Eltrant se llevó la mano a la parte de la cara que se había vuelto de color rojo incandescente y abrió la boca para contestar, cosa que no llegó a hacer, pues le cayó una segunda bofetada –“¡Hartita me tienes! ¡Harta! ¿¡Que es eso que nos hemos enterao de que andas con mujerzuelas por la’ ciudah?!”- Una tercera bofetada en la única parte de la cara que aún no estaba de color rojo –“¡No es eso mamá es que..!” – Un cuarto manotazo -“¡No me repliques! ¡Mujerzuelas Eltrant! ¡Mujerzuelas! ¡En Lurgen… Lunaget… en la ciudad!” – Zarandeó ahora al joven, que en cierto modo, se esperaba esto –“¡Yo no te he criao pa’ ser asín! ¡Mira al Thomas! ¡Curandero! O a tu hermana Gwen, ahí está en el pueblo la moza, que se nos ha casao’ con el quesero, ha abierto una tienda la chiquilla ¡De repollos!” – Se alejó ahora de su hijo y empezó a dar vueltas en círculos –“Pero no, tú tenia’ que seh el gamberro, si ya se lo decía yo a tu padre: que el Elt este es mu cabezón, que se cree lo que pone en lo’ libro” – Se giró hacia el mencionado y le dio un quinto guantazo –“Tira, tira pa la casa ya, si no quiereh que te de otra leche” – Eltrant cabizbajo obedeció a su madre y se giró hacia la puerta trasera de su antiguo hogar, la que daba a la cocina, pero justo antes de eso recibió otro golpe de su madre en el cogote –“¡Por la de delante alma en pena, por la delante! ¡Que acabo de fregar el suelo!” –“Sí mamá…” – Justo antes de salir del campo de visión de su madre escucho su voz por última vez - “Te hemo’ seguio comprando lo libros esoh que te gustan tanto, en tu cuarto están” – Eltrant sonrió –“Gracias”
Eltrant Tale
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
El chico no descansaría, eso dejó a Alanna preocupada, ella sabía lo que era no dormir, e ir cabalgando, con alguien tan herido como ella, sin descansar, debía ser un suplicio. Sin embargo, le devolvió la sonrisa, no podía obligarlo a descansar. Cuando el chico se acercó y le tomó el brazo, un tremendo dolor, que daba la impresión de estar adormecido, se extendió hasta el hombro haciéndola cerrar el puño y soltar una exclamación, el movimiento de su mano le costo un nuevo pinchazo.
Asintiendo ante la pregunta de Eltrant, se alivió al saber que, al menos, no tenía tocado el nervio, si no, no notaría el tacto del joven ni los pinchazos. Sosteniéndose del chico mientras este la alzaba miró su hombro, volvía a sangrar, pero no tardaría en formarse una nueva costra. Mientras el chico la dejaba sobre el caballo, lo observó atentamente, ¿a dónde quería ir?
Empezaron a avanzar, los terrenos se le hacían cada vez más conocidos a la joven, que, aun sin acabar de entender hacia donde iban, se dejó guiar, si Eltrant pensaba que era un lugar seguro, es que lo era. Algunos curiosos que encontraron por el camino preguntaron porque los buscaban, recibiendo como única respuesta una ligera sonrisa de la chica, negando con la cabeza, esa parecía ser razón suficiente como para que creyeran que no eran ellos.
La senda se alargaba, y la guardia empezaba a marearse, notaba la sangre que se empezaba a secar y un dolor de cabeza tremendo. El viaje fue bastante rápido, cosa que no ayudó a que Alanna se sintiera demasiado bien, pero si el chico podía con el cansancio, ella podía con la herida. Entraron a un pequeño y apartado pueblo, ese sitio... Alanna juraría que le sonaba, pero no lograba encajarlo en sus recuerdos, no con esa fiebre. Aun podía mantenerse, la fiebre no debía ser demasiado alta si aun lograba mantenerse erguida, sin embargo, notaba la capa mojada con su sangre pesar en su brazo.
Pasada la aldea, llegado el crepúsculo, una granja empezó a verse, notó que los caballos se detenían, y observó a Eltrant, parecía dudar de si ir o no, ¿sería un sitio peligroso? No, no la llevaría a un lugar peligroso en su estado, dónde... la chica no comprendía por qué todo le resultaba tan familiar, porque en cierta forma, sentía que estaba volviendo a su pasado.
Eltrant, que había pasado todo el viaje a sus espaldas, guiando a Juvia, descendió de ella y acercó al caballo hacia la casa. A medida que avanzaban, Alanna, algo ida, empezó a observar el lugar, juraría que ya había estado allí antes, miró a Eltrant, que parecía una palo o un soldadito de madera, nervioso, tenso, ¿asustado? Quiso preguntarle qué sucedía, pero entonces ya era tarde. Habían llegado frente a la puerta del hogar, donde una mujer corpulenta "saludó" a Eltrant, que respondió con un sencillo Hola, seguido del nombre de la chica.
Cassandra... ¿Cassandra? ¿la hermana del chico? Mirando a la joven mientras duraba la conversación, en realidad, monologo, concluyo en que, efectivamente, era su hermana, eso solo podía significar una cosa, el chico había vuelto a casa.
Con presteza, sin que Alanna hubiera escuchado la conversación, la mujer la entró en la casa, casi a rastras, Alanna, nerviosa, y debilitada, miró hacia atrás en un par de ocasiones, si no recordaba mal, la delicadeza de la hermanar mayor de los Tale era escasa, más bien, nula.
Entraron a un cuarto repleto de libros, "extraño" pensó ella, no recordaba que a los Tale les gustase leer. Dejandola caer sobre la cama, llamó a voz en grito a Thomas, ¿ese no era otro de los hermanos de Eltrant? El chico tenía tanta familia que a Alanna le costaba recordarlos a todos.
- Bien, ahora vamos a quitarte eso.- dijo la mujer remangándose.
- ¿Eh?- preguntó Alanna, despistada por la fiebre.
Cuando Cassandra se acercó y le desanudó el corsé de cuero que usaba de protección, para luego tirarlo a una esquina del cuarto Alanna entendió las intenciones de la chica, y comenzó a patalear, ni loca dejaría que la desnudasen, entre gritos e intentos vanos, por su debilidad, de zafarse de la mujer, acabó agotada y aun más mareada, tras la discusión con la guardia, la granjera logró quitarle la camisa de lino ensangrentada. Avergonzada, Alanna se tapó con un cojín, aunque poco aguantaría con fuerzas como para ese tipo de cosas.
La puerta se abrió entonces, y un chico, un par de años mayor que Eltrant, entró en el lugar, parecía sorprendido con la situación, no era para menos, si no estuviera tan débil incluso a Alanna le resultaría cómico. Pero no era el caso. El chico se acercó con calma y mandó a Cassandra a por una palangana con agua caliente y un paño, hilo, aguja, y una tisana para adormecer a la chica.
- No te preocupes, déjame ver la herida.- dijo con calma como quien hablaba con un cervatillo asustado. Daba la impresión de ser bastante tranquilo. Alanna, con ceño fruncido, se acercó sin desprenderse del cojín que le tapaba el pecho, sabía que para vendarle le hombro de forma adecuada era necesario, ¿pero no podía habérselo pedido?- dime si notas cuando palpo- ordenó el chico comenzando a tocar el brazo y el hombro de la chica, que a cada toque hacía una mueca, era doloroso- parece que no ha tocado ningún nervio, además, debía estar ya algo curada, si ha sangrado tanto es porque también se te ha salido el hombro y eso no deja que la herida se cierre bien.- explicó.- Voy a recolocarte el hombro, te dolerá, así que muerde la almohada para no morderte la lengua.- dijo antes de colocarse tras Alanna.
Obediente, mordió el cojín y sintió el movimiento del hueso, intentó no gritar pero, a cambio, los ojos comenzaron a llorarle. Dolía mucho. Fue ese el momento que escogió la mujer para entrar con el té y lo que le había pedido el chico, la aguja parecía soltar humo, la habría puesto al fuego para desinfectarla. La guardia bebió obediente la infusión sintiendo como, a cada trago, el sueño la inundaba.
La chica cayó pesadamente sobre la cama mientras el joven tranquilo comenzaba a limpiar y coser la herida. No tardó demasiado, con la paciente dormida era sencillo hacer ese tipo de cosas, en cambio, fue Cassandra quien se encargó de la venda, en parte, cuando la chica tuvo cubierto el pecho, Thomas tomó el relevo y se aseguró de dejar el hombro preparado para que se curase bien. Dejaron a la chica tumbada, semitapada con una sábana, y un trapo de agua ría en la cabeza. Al cuarto entró una chica, la pequeña de los Tale y miró a sus hermanos con cara de duda, pero sin hablar para no despertar a la chica que dormía en el cuarto.
Asintiendo ante la pregunta de Eltrant, se alivió al saber que, al menos, no tenía tocado el nervio, si no, no notaría el tacto del joven ni los pinchazos. Sosteniéndose del chico mientras este la alzaba miró su hombro, volvía a sangrar, pero no tardaría en formarse una nueva costra. Mientras el chico la dejaba sobre el caballo, lo observó atentamente, ¿a dónde quería ir?
Empezaron a avanzar, los terrenos se le hacían cada vez más conocidos a la joven, que, aun sin acabar de entender hacia donde iban, se dejó guiar, si Eltrant pensaba que era un lugar seguro, es que lo era. Algunos curiosos que encontraron por el camino preguntaron porque los buscaban, recibiendo como única respuesta una ligera sonrisa de la chica, negando con la cabeza, esa parecía ser razón suficiente como para que creyeran que no eran ellos.
La senda se alargaba, y la guardia empezaba a marearse, notaba la sangre que se empezaba a secar y un dolor de cabeza tremendo. El viaje fue bastante rápido, cosa que no ayudó a que Alanna se sintiera demasiado bien, pero si el chico podía con el cansancio, ella podía con la herida. Entraron a un pequeño y apartado pueblo, ese sitio... Alanna juraría que le sonaba, pero no lograba encajarlo en sus recuerdos, no con esa fiebre. Aun podía mantenerse, la fiebre no debía ser demasiado alta si aun lograba mantenerse erguida, sin embargo, notaba la capa mojada con su sangre pesar en su brazo.
Pasada la aldea, llegado el crepúsculo, una granja empezó a verse, notó que los caballos se detenían, y observó a Eltrant, parecía dudar de si ir o no, ¿sería un sitio peligroso? No, no la llevaría a un lugar peligroso en su estado, dónde... la chica no comprendía por qué todo le resultaba tan familiar, porque en cierta forma, sentía que estaba volviendo a su pasado.
Eltrant, que había pasado todo el viaje a sus espaldas, guiando a Juvia, descendió de ella y acercó al caballo hacia la casa. A medida que avanzaban, Alanna, algo ida, empezó a observar el lugar, juraría que ya había estado allí antes, miró a Eltrant, que parecía una palo o un soldadito de madera, nervioso, tenso, ¿asustado? Quiso preguntarle qué sucedía, pero entonces ya era tarde. Habían llegado frente a la puerta del hogar, donde una mujer corpulenta "saludó" a Eltrant, que respondió con un sencillo Hola, seguido del nombre de la chica.
Cassandra... ¿Cassandra? ¿la hermana del chico? Mirando a la joven mientras duraba la conversación, en realidad, monologo, concluyo en que, efectivamente, era su hermana, eso solo podía significar una cosa, el chico había vuelto a casa.
Con presteza, sin que Alanna hubiera escuchado la conversación, la mujer la entró en la casa, casi a rastras, Alanna, nerviosa, y debilitada, miró hacia atrás en un par de ocasiones, si no recordaba mal, la delicadeza de la hermanar mayor de los Tale era escasa, más bien, nula.
Entraron a un cuarto repleto de libros, "extraño" pensó ella, no recordaba que a los Tale les gustase leer. Dejandola caer sobre la cama, llamó a voz en grito a Thomas, ¿ese no era otro de los hermanos de Eltrant? El chico tenía tanta familia que a Alanna le costaba recordarlos a todos.
- Bien, ahora vamos a quitarte eso.- dijo la mujer remangándose.
- ¿Eh?- preguntó Alanna, despistada por la fiebre.
Cuando Cassandra se acercó y le desanudó el corsé de cuero que usaba de protección, para luego tirarlo a una esquina del cuarto Alanna entendió las intenciones de la chica, y comenzó a patalear, ni loca dejaría que la desnudasen, entre gritos e intentos vanos, por su debilidad, de zafarse de la mujer, acabó agotada y aun más mareada, tras la discusión con la guardia, la granjera logró quitarle la camisa de lino ensangrentada. Avergonzada, Alanna se tapó con un cojín, aunque poco aguantaría con fuerzas como para ese tipo de cosas.
La puerta se abrió entonces, y un chico, un par de años mayor que Eltrant, entró en el lugar, parecía sorprendido con la situación, no era para menos, si no estuviera tan débil incluso a Alanna le resultaría cómico. Pero no era el caso. El chico se acercó con calma y mandó a Cassandra a por una palangana con agua caliente y un paño, hilo, aguja, y una tisana para adormecer a la chica.
- No te preocupes, déjame ver la herida.- dijo con calma como quien hablaba con un cervatillo asustado. Daba la impresión de ser bastante tranquilo. Alanna, con ceño fruncido, se acercó sin desprenderse del cojín que le tapaba el pecho, sabía que para vendarle le hombro de forma adecuada era necesario, ¿pero no podía habérselo pedido?- dime si notas cuando palpo- ordenó el chico comenzando a tocar el brazo y el hombro de la chica, que a cada toque hacía una mueca, era doloroso- parece que no ha tocado ningún nervio, además, debía estar ya algo curada, si ha sangrado tanto es porque también se te ha salido el hombro y eso no deja que la herida se cierre bien.- explicó.- Voy a recolocarte el hombro, te dolerá, así que muerde la almohada para no morderte la lengua.- dijo antes de colocarse tras Alanna.
Obediente, mordió el cojín y sintió el movimiento del hueso, intentó no gritar pero, a cambio, los ojos comenzaron a llorarle. Dolía mucho. Fue ese el momento que escogió la mujer para entrar con el té y lo que le había pedido el chico, la aguja parecía soltar humo, la habría puesto al fuego para desinfectarla. La guardia bebió obediente la infusión sintiendo como, a cada trago, el sueño la inundaba.
La chica cayó pesadamente sobre la cama mientras el joven tranquilo comenzaba a limpiar y coser la herida. No tardó demasiado, con la paciente dormida era sencillo hacer ese tipo de cosas, en cambio, fue Cassandra quien se encargó de la venda, en parte, cuando la chica tuvo cubierto el pecho, Thomas tomó el relevo y se aseguró de dejar el hombro preparado para que se curase bien. Dejaron a la chica tumbada, semitapada con una sábana, y un trapo de agua ría en la cabeza. Al cuarto entró una chica, la pequeña de los Tale y miró a sus hermanos con cara de duda, pero sin hablar para no despertar a la chica que dormía en el cuarto.
Alanna Delteria
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Eltrant entró en la casa, lo primero que percibió fue, por el olor, que alguien estaba cocinando algo, lo segundo, que todo seguía tal y como estaba. Repasó la habitación en la que se encontraba con un rápido vistazo, el lugar era bastante amplio, pero solo contaba con un par de muebles, sonrió.
La casa en si no era muy grande, ni siquiera recordaba el tener habitación propia, siempre la había compartido con alguno de sus hermanos, pero no pudo evitar advertir que había partes más recientes que otra ¿Habían ampliado la casa? ¿Arreglado? No le extrañaba, su padre siempre decía que lo iba a hacer algún día, aunque según transcurría el tiempo ese día se iba distanciaba más y más en el tiempo.
Mientras se encontraba allí, enfrascado en sus recuerdos otra cara familiar salió a recibirle, un joven bien afeitado, con el pelo del mismo color del suyo y con gafas apareció por la puerta que daba al pasillo central limpiándose la manos manchadas de sangre con un trapo de color blanco.
El hombre sonrió al ver al mercenario y se ajustó las gafas -“Ya era hora de que vinieras a visitarnos” – Dijo mientras pasaba junto a Eltrant y procedía a guardar diferente instrumental médico en el interior de una especie de maleta – “La chica está bien…” – Se apresuró a decir antes de que al muchacho le diese tiempo a decir algo –“… Necesitará guardar mínimo una semana de reposo, ha perdido mucha sangre Elt, tiene suerte de seguir con vida” – Terminó de guardarlo todo y se giró hacia su hermano – “¿Se puede saber en qué lío os habéis metido?” – Dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño, Eltrant sencillamente se encogió de hombros, no sabía muy bien cómo explicarle a su hermano que estaba siendo perseguido por un grupo de sicarios sedientos de sangre.
–“Verás…” – Thomas negó con la cabeza –“¿Sabes qué? Prefiero no saberlo, nos llegan rumores Elt, padre se ha asegurado de ello ¿Es verdad que has estado inmerso en una especie de pelea en el carnaval de Lunargenta?” – Eltrant sonrió tímidamente –“Sí, es verdad…” – Su hermano volvió a ajustarse las gafas y suspiró –“Me temía que fuese el caso… eres un caso perdido”
-“¿Dónde están los demás?” – Preguntó entonces Eltrant haciendo caso omiso a lo que le había dicho su hermano, lo cierto es que la casa estaba particularmente vacía –“¿Ahora tienes ganas de verlos a todos?” – Dijo el médico riendo –“Bueno, padre está recogiendo leña, no tardará mucho en llegar, Lau anda en la habitación con la herida, esa chica te idolatra Elt, compórtate, madre teme que cualquier día de estos escape siguiendo tu ejemplo “- Eltrant frunció el ceño ante esto si no estaba equivocado Lau no tendría más de quince años, él se marchó de allí a los veinte.
Sin hacer ningún comentario al respecto dejó que su hermano continuase hablando –“Cassandra está haciendo la cena… por tu cara supongo que ya has visto a madre” – Eltrant se llevó de forma automática una de sus manos a la mejilla y sonrió –“Gwen ya no viene mucho por aquí desde que se casó… los gemelos están haciendo el reparto y por último…” – Thomas se calló durante unos segundos y suspiró –“…Alexander …murió hace dos años… las fiebres se lo llevaron, no pude hacer nada”
Eltrant no dijo nada al oír esto, se dejó caer sobre una de las sillas que rodeaban la amplia mesa que descansaba en el centro de la habitación y cerró los ojos –“Entiendo…” – Alexander era el segundo hermano mayor de la familia, justo detrás de Cassandra, no podía decir que estaban muy unidos, pero eso no quitaba el hecho de que su hermano había muerto mientras él no estaba en casa.
Thomas se sentó junto a él y le dio un par de palmadas en la espalda –“No te culpes Elt, ninguno de nosotros lo hace” – Dijo sonriendo –“Ni siquiera Alex, todos sabíamos que te irías algún día, lo que no sabíamos es que lo harías sin avisar” - Le dio un pequeño golpe en el brazo al decir esto, Eltrant no sabía si su hermano le estaba diciendo aquellas palabras simplemente por ser amable, o por qué realmente las pensaba de verdad, pero las agradeció encarecidamente.
Sin previo aviso Cassandra emergió de la cocina portando un plato de comida humeante, Eltrant se quedó mirando el cuenco durante unos segundos –“No es para ti, tarugo” – Dijo la granjera con una sonrisa burlona –“Si quieres comer sírvetelo tú mismo que no soy ninguna criada, esto es para la chica, no debería dormirse con el estómago vacío” – Dijo caminando hacia el pasillo dónde se encontraban las habitaciones.
–“¿Cómo se llama por cierto?” – Pregunto girándose un momento, antes de continuar el camino hasta la habitación –“¿Oh? Es Alanna” – Contestó el mercenario, la mujer volvió a poner la misma cara que había puesto al volver a verle, mientras que Thomas simplemente dejó escapar un suspiro –“¿Alanna? ¿Esa Alanna?” – Volvió a preguntar Cassandra, Eltrant asintió mientras se pasaba la mano por la cara –“Mira que os gusta complicar las cosas” – Concluyó Thomas levantándose de la silla.
La casa en si no era muy grande, ni siquiera recordaba el tener habitación propia, siempre la había compartido con alguno de sus hermanos, pero no pudo evitar advertir que había partes más recientes que otra ¿Habían ampliado la casa? ¿Arreglado? No le extrañaba, su padre siempre decía que lo iba a hacer algún día, aunque según transcurría el tiempo ese día se iba distanciaba más y más en el tiempo.
Mientras se encontraba allí, enfrascado en sus recuerdos otra cara familiar salió a recibirle, un joven bien afeitado, con el pelo del mismo color del suyo y con gafas apareció por la puerta que daba al pasillo central limpiándose la manos manchadas de sangre con un trapo de color blanco.
El hombre sonrió al ver al mercenario y se ajustó las gafas -“Ya era hora de que vinieras a visitarnos” – Dijo mientras pasaba junto a Eltrant y procedía a guardar diferente instrumental médico en el interior de una especie de maleta – “La chica está bien…” – Se apresuró a decir antes de que al muchacho le diese tiempo a decir algo –“… Necesitará guardar mínimo una semana de reposo, ha perdido mucha sangre Elt, tiene suerte de seguir con vida” – Terminó de guardarlo todo y se giró hacia su hermano – “¿Se puede saber en qué lío os habéis metido?” – Dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño, Eltrant sencillamente se encogió de hombros, no sabía muy bien cómo explicarle a su hermano que estaba siendo perseguido por un grupo de sicarios sedientos de sangre.
–“Verás…” – Thomas negó con la cabeza –“¿Sabes qué? Prefiero no saberlo, nos llegan rumores Elt, padre se ha asegurado de ello ¿Es verdad que has estado inmerso en una especie de pelea en el carnaval de Lunargenta?” – Eltrant sonrió tímidamente –“Sí, es verdad…” – Su hermano volvió a ajustarse las gafas y suspiró –“Me temía que fuese el caso… eres un caso perdido”
-“¿Dónde están los demás?” – Preguntó entonces Eltrant haciendo caso omiso a lo que le había dicho su hermano, lo cierto es que la casa estaba particularmente vacía –“¿Ahora tienes ganas de verlos a todos?” – Dijo el médico riendo –“Bueno, padre está recogiendo leña, no tardará mucho en llegar, Lau anda en la habitación con la herida, esa chica te idolatra Elt, compórtate, madre teme que cualquier día de estos escape siguiendo tu ejemplo “- Eltrant frunció el ceño ante esto si no estaba equivocado Lau no tendría más de quince años, él se marchó de allí a los veinte.
Sin hacer ningún comentario al respecto dejó que su hermano continuase hablando –“Cassandra está haciendo la cena… por tu cara supongo que ya has visto a madre” – Eltrant se llevó de forma automática una de sus manos a la mejilla y sonrió –“Gwen ya no viene mucho por aquí desde que se casó… los gemelos están haciendo el reparto y por último…” – Thomas se calló durante unos segundos y suspiró –“…Alexander …murió hace dos años… las fiebres se lo llevaron, no pude hacer nada”
Eltrant no dijo nada al oír esto, se dejó caer sobre una de las sillas que rodeaban la amplia mesa que descansaba en el centro de la habitación y cerró los ojos –“Entiendo…” – Alexander era el segundo hermano mayor de la familia, justo detrás de Cassandra, no podía decir que estaban muy unidos, pero eso no quitaba el hecho de que su hermano había muerto mientras él no estaba en casa.
Thomas se sentó junto a él y le dio un par de palmadas en la espalda –“No te culpes Elt, ninguno de nosotros lo hace” – Dijo sonriendo –“Ni siquiera Alex, todos sabíamos que te irías algún día, lo que no sabíamos es que lo harías sin avisar” - Le dio un pequeño golpe en el brazo al decir esto, Eltrant no sabía si su hermano le estaba diciendo aquellas palabras simplemente por ser amable, o por qué realmente las pensaba de verdad, pero las agradeció encarecidamente.
Sin previo aviso Cassandra emergió de la cocina portando un plato de comida humeante, Eltrant se quedó mirando el cuenco durante unos segundos –“No es para ti, tarugo” – Dijo la granjera con una sonrisa burlona –“Si quieres comer sírvetelo tú mismo que no soy ninguna criada, esto es para la chica, no debería dormirse con el estómago vacío” – Dijo caminando hacia el pasillo dónde se encontraban las habitaciones.
–“¿Cómo se llama por cierto?” – Pregunto girándose un momento, antes de continuar el camino hasta la habitación –“¿Oh? Es Alanna” – Contestó el mercenario, la mujer volvió a poner la misma cara que había puesto al volver a verle, mientras que Thomas simplemente dejó escapar un suspiro –“¿Alanna? ¿Esa Alanna?” – Volvió a preguntar Cassandra, Eltrant asintió mientras se pasaba la mano por la cara –“Mira que os gusta complicar las cosas” – Concluyó Thomas levantándose de la silla.
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Re: Los recuerdos ilusos [interpretativo][Libre][Completo][Trama][Cerrado]
Los sonidos que entraban por la puerta no le permitían dormir, se revolvió un poco en sueños, escuchando los pasos de alguien acercarse por la puerta. Al abrir los ojos, solo una niña, no tan niña, la observaba, con mirada fija, sentada en el suelo, en completo silencio.
Alanna, que aun seguía mareada y a penas recordaba nada, se dio un buen susto al ver la mirada de la chiquilla y, sin poder evitarlo, dio un salto hacia atrás, lo que le provocó un nuevo pinchazo en el brazo, y aun más mareo. Golpeándose la cabeza contra la pared, murmuro dolorida, chirriando los dientes, el hombro... Con todo eso, adiós al efecto de la tisana. Con un gemido de dolor, miró a la chica, que la observaba aun, sonriendo burlona, sin mediar palabra, señalo su pecho, solo tapado por la venda. La guardia miró hacia abajo, y, nerviosa y sonrojada, tomó con su brazo sano la sábana y se cubrió con ella.
- Lau, no juegues con ella, ha de recuperarse.- regañó Cassandra al entrar en el cuarto con un cuenco de sopa.- Toma, será mejor que comas.- dijo la mujer, sentándose en la cama, hundiéndola, mientras le pasaba el cuenco a la chica. Alanna la miró en silencio, de ella a la sopa, de la sopa a ella.- Vaya, te recordaba más valiente, ¿te ha comido la lengua el gato?
- ¿Me... Me recuerdas?- Preguntó la chica con voz ronca, adormilada, por culpa del té.
- No te recordaba.- confesó mientras Alanna enganchaba la tela en la venda y estiraba el brazo para tomar el cazo murmurando un "gracias" para comer mientras la chica seguía hablando.- pero cuando Elt nos ha dicho que eras tu, enseguida he visto el parecido, has crecido mucho.- Sonrió la mujer.- mucho... mucho...- pasó a decir mirando su pecho, como bromeando. Alanna, volviendo a sonrojarse, comenzó a toser, atragantándose con la sopa.- Venga venga, que viniendo de la ciudad... peores cosas te habrán dicho.
- Ca... Cassandra...- intentó protestar- yo no...
- Vamos, para meterte en un lío tal como para salir así.- comentó poniéndose sería, sin dejar, por ello, su actitud ruda.
- En realidad, si hay una forma más, verás, soy guardia de Lunargenta, y, bueno, un caso no salió bien y... he acabado así.- dijo tomando otro sorbo de sopa- Si no fuera por Elt habría muerto, no lo regañéis demasiado, desde que nos volvimos a encontrar me ha ayudado mucho.- comentó sabiendo el carácter de los Tale a quienes conocía, en especial la madre no gozaba de tener fama por su personalidad amable, era una mujer buena, pero definitivamente, dura.
La mujer pareció reflexionar, pareciendo estupefacta por la revelación de la chica, incluso en el pueblo se sabía lo difícil que era entrar a formar parte de la guardia, Alanna, siguió comiendo en silencio, para, al acabar, sentirse agotada por ese simple acto, estaba claro que le faltaba bastante para recuperarse. La mujer, dando gala de una comprensión que Alanna no había visto nunca, decidió salir de allí y llevarse a la pequeña con ella, no sin antes, como no, volver a asustar a la herida.
Antes de coger el cuenco, dandose cuenta de que la chica también tenía los pantalones manchados, se acercó a ella y se decidió a arrancárselos, Alanna, sin poderse defender dio un grito, asustada, la mujer había conseguido dejar a la chica en ropa interior, ¿pero en qué pensaba? Antes de salir, la mujer abrió el armario y le tiró una especie de camiseta que, claramente, le venía grande a la chica. Pero la guardia no tenía fuerzas ni para protestar, con cuidado, se puso la camisa y volvió a taparse con la sábana. Estaba cansada, pero la fiebre parecía haber bajado, normal, tras curarle la herida, con la comida y el sudor por los sustos, era lógico que la cabeza ya no le diera vueltas. Pero no se sentía capaz de moverse, era posible que, si intentara levantarse, acabara en el suelo, sin modo alguno de subir.
Suspiró mirando el dormitorio, no era muy grande, de aspecto modesto, parecía un añadido, tal vez una ampliación, la ropa era, claramente, de hombre, por lo que llevaba puesto, y los libros se apilaban, no eran demasiados, pero si muchos más de los que esperaba encontrar en la granja de los Tale, pensaba que el único que disfrutaba de la lectura allí era Eltrant, ¿se habría equivocado? ¿De quien serían esos libros? ¿y el cuarto? a la chica le habría gustado preguntar por como estaba la familia, pero no había tenido tiempo, y le escaseaban las fuerzas. Fuera, escuchó voces nuevamente, era tan agradable ese ambiente cálido, como cuando los visitaba siendo niña. Con una ligera risilla, se le empezaron a cerrar los ojos, la joven volvió a dormirse.
Alanna, que aun seguía mareada y a penas recordaba nada, se dio un buen susto al ver la mirada de la chiquilla y, sin poder evitarlo, dio un salto hacia atrás, lo que le provocó un nuevo pinchazo en el brazo, y aun más mareo. Golpeándose la cabeza contra la pared, murmuro dolorida, chirriando los dientes, el hombro... Con todo eso, adiós al efecto de la tisana. Con un gemido de dolor, miró a la chica, que la observaba aun, sonriendo burlona, sin mediar palabra, señalo su pecho, solo tapado por la venda. La guardia miró hacia abajo, y, nerviosa y sonrojada, tomó con su brazo sano la sábana y se cubrió con ella.
- Lau, no juegues con ella, ha de recuperarse.- regañó Cassandra al entrar en el cuarto con un cuenco de sopa.- Toma, será mejor que comas.- dijo la mujer, sentándose en la cama, hundiéndola, mientras le pasaba el cuenco a la chica. Alanna la miró en silencio, de ella a la sopa, de la sopa a ella.- Vaya, te recordaba más valiente, ¿te ha comido la lengua el gato?
- ¿Me... Me recuerdas?- Preguntó la chica con voz ronca, adormilada, por culpa del té.
- No te recordaba.- confesó mientras Alanna enganchaba la tela en la venda y estiraba el brazo para tomar el cazo murmurando un "gracias" para comer mientras la chica seguía hablando.- pero cuando Elt nos ha dicho que eras tu, enseguida he visto el parecido, has crecido mucho.- Sonrió la mujer.- mucho... mucho...- pasó a decir mirando su pecho, como bromeando. Alanna, volviendo a sonrojarse, comenzó a toser, atragantándose con la sopa.- Venga venga, que viniendo de la ciudad... peores cosas te habrán dicho.
- Ca... Cassandra...- intentó protestar- yo no...
- Vamos, para meterte en un lío tal como para salir así.- comentó poniéndose sería, sin dejar, por ello, su actitud ruda.
- En realidad, si hay una forma más, verás, soy guardia de Lunargenta, y, bueno, un caso no salió bien y... he acabado así.- dijo tomando otro sorbo de sopa- Si no fuera por Elt habría muerto, no lo regañéis demasiado, desde que nos volvimos a encontrar me ha ayudado mucho.- comentó sabiendo el carácter de los Tale a quienes conocía, en especial la madre no gozaba de tener fama por su personalidad amable, era una mujer buena, pero definitivamente, dura.
La mujer pareció reflexionar, pareciendo estupefacta por la revelación de la chica, incluso en el pueblo se sabía lo difícil que era entrar a formar parte de la guardia, Alanna, siguió comiendo en silencio, para, al acabar, sentirse agotada por ese simple acto, estaba claro que le faltaba bastante para recuperarse. La mujer, dando gala de una comprensión que Alanna no había visto nunca, decidió salir de allí y llevarse a la pequeña con ella, no sin antes, como no, volver a asustar a la herida.
Antes de coger el cuenco, dandose cuenta de que la chica también tenía los pantalones manchados, se acercó a ella y se decidió a arrancárselos, Alanna, sin poderse defender dio un grito, asustada, la mujer había conseguido dejar a la chica en ropa interior, ¿pero en qué pensaba? Antes de salir, la mujer abrió el armario y le tiró una especie de camiseta que, claramente, le venía grande a la chica. Pero la guardia no tenía fuerzas ni para protestar, con cuidado, se puso la camisa y volvió a taparse con la sábana. Estaba cansada, pero la fiebre parecía haber bajado, normal, tras curarle la herida, con la comida y el sudor por los sustos, era lógico que la cabeza ya no le diera vueltas. Pero no se sentía capaz de moverse, era posible que, si intentara levantarse, acabara en el suelo, sin modo alguno de subir.
Suspiró mirando el dormitorio, no era muy grande, de aspecto modesto, parecía un añadido, tal vez una ampliación, la ropa era, claramente, de hombre, por lo que llevaba puesto, y los libros se apilaban, no eran demasiados, pero si muchos más de los que esperaba encontrar en la granja de los Tale, pensaba que el único que disfrutaba de la lectura allí era Eltrant, ¿se habría equivocado? ¿De quien serían esos libros? ¿y el cuarto? a la chica le habría gustado preguntar por como estaba la familia, pero no había tenido tiempo, y le escaseaban las fuerzas. Fuera, escuchó voces nuevamente, era tan agradable ese ambiente cálido, como cuando los visitaba siendo niña. Con una ligera risilla, se le empezaron a cerrar los ojos, la joven volvió a dormirse.
Alanna Delteria
Aerandiano de honor
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