La noche más oscura [Quest temática Halloween][Cerrado]

Se sentó sobre la cornisa más elevada del tejado a dos aguas de la casa, y lanzó un suspiro, por fin podía descansar un poco, parecía que su truco funcionaba a las mil maravillas. Los aldeanos que rodeaban la casa caían como moscas, quedandose dormidos en el suelo. Era el momento perfecto para que, de una maldita vez, les dieran la puñetera medicina que llevaban esperando toda la noche.

Una noche que se le había hecho eterna, nunca se había arrepentido tanto de no quedarse en casa como en ese momento, definitivamente odiaba tener insomnio, lo odiaba con todas sus fuerzas, y, en ese momento, lo odiaba más que nunca, no sabía que era peor, si las pesadillas que la visitaban en sueños o esa. ¿Es que nunca podían sucederle cosas normales? "Yo que se, una pelea de taberna, un noble salidillo que celebre una maldita orgia que fastidiar, no se, algo normal, no.... zombies" Pensó molesta, el sueño la volvía irritable y las constantes ordas de aldeanos, más. Era una aldea pequeña, ¿cómo demonios podía haber tanta gente? De dónde salían, ¿los cagaban?

Suspiró al ver acercarse a más gente, estaba cansada, y las multitudes la agobiaban, prefería meterse por el hueco estrecho de una chimenea o entre dos paredes que verse rodeada de gente. Suspiró cansada, le quedaban 10 botellas, con algo de suerte, bastarían para dormir a todos los pesados aldeanos que seguían acudiendo tras ella. Nadie podía imaginarse las ganas que tenía de irse a casa, acurrucarse en la cama y dormir durante todo el día.

Repitiendo el proceso anterior, dejó que el aroma a cloroformo se esparciera llevado por el aire, mientras las gotas caían desde la botella como si fuera lluvia, empapando a los aldeanos que se acercaban, mientras el aroma hacía el resto con los que se quedaban más rezagados, solo quería correr, dejarlos allí a todos, durmiendo quemandose o lo que demonios fueran a hacer y acostarse en la cama.

Escuchó los golpes de cuerpo contra cuerpo, mientras los zombies caían uno tras otro, durmiendose, gastó otras ocho botellas en dormir a los que se acercaban, pero, por fin, todo el maldito pueblo estaba sedado. Usando la cuerda, haciendo un lazo que enganchó en la chimenea de la casa de al lado, y el otro extremo en la chimenea del techo en el que ella estaba, se colgó de pies y manos y cruzó al otro lado, estando, finalmente, algo más alejada de la locura que quedaba en el otro techo.

Aun le quedaban dos botes de cloroformo, por si acaso se encontraba con algún inoportuno en su descenso. Con cuidado, tomando impulso, saltó hacia un árbol que se encontraba cerca de la casa, las hojas ya lo habían abandonado con la llegada del otoño, y sus ramas eran fŕagiles en las puntas, por ello se apresuró a bajar. En el suelo, comenzó a rodar por la zona, en busca de alguno de sus compañeros, quería acabar ya. Dar la maldita medicina de una vez, y volver a casa, la noche había sido extremadamente larga.

Alterada como estaba, había agarrado mis cosas precipitadamente y salido, dejando a Huracán allí dentro peleando con aquel hombre, que más que hombre parecía alelado.

La conciencia me mordía la mente, no quería dejarla allí. Miré a ambos lados detenidamente unos instantes, tratando de pensar con claridad, pero con la respiración agitada y la cabeza confusa: era cierto que no quería dejarla sola, pero se sabía defender, y llevaba armas… ¡Pero el suelo estaba lleno de preparados alquímicos! Era horrible.

Un estruendo me hizo volver la cabeza; a lo lejos, una figura estilizada que me resultaba extrañamente familiar bajaba por un árbol y caía rodando al suelo. Un escalofrío me estremeció, ante la sola posibilidad de que alguien conocido estuviese metida en aquella pesadilla.

Pero tras agudizar la vista concienzudamente, el pecho me dio un vuelco al reconocer a la chica guardia… ¡Alanna! Eché a correr con presteza, necesitaba llegar junto a ella pronto, tal vez necesitase medicina, o tal vez incluso estuviese herida.. ¿Y dónde estaba Azoth?

Tragué, atosigada por la carrera; bordeé dos calles y emprendí una cuesta hacia la especie de colina donde se encontraba ella.

– ¡Alanna! Menos mal, estaba asustada. ¡Esto es un caos! –dije, medio susurrando, no quería alertar a aquellos individuos de nuestra posición. – Tengo las medicinas, he conseguido prepararlas, ahora debemos administrarlas… Lo antes posible. ¿Azoth está bien? ¿Habéis sufrido daños? –la cogí de las manos, mirándola angustiada. Tenía cientos de preguntas, lo que no teníamos, era tiempo.

Dejé que contestase, mientras sacaba varios frascos de mi bolsa, cruzada. Le puse cuatro de ellos en las manos, yo me quedé con tres, suponiendo que ella, siendo guardia, tendría mucha más experiencia que yo. – Tenemos que conseguirlo, supongo que si se infectan con el agua, ingerida o… ¿Empapados? Por la Madre.. No tengo ni idea. Podemos rociarles con la medicina, o tal vez hacérsela tragar… O también podemos diluirla en agua, en algún depósito y tratar de extenderla por la población… Ohg.

Me estaba desesperando. Aquello no eran más que tonterías, ¡estaba diciendo sandeces! Miré a la muchacha, que de seguro estaría pensando en lo estúpida que estaba siendo. Traté de serenarme y suspiré. – Tal vez el modo más directo sea tratar de hacer que.. ingieran esto, vía oral…

Me llegó entonces el olor de la chica, olfateé algo que parecía cloroformo, lo conocía por haberlo usado alguna vez… – Alanna, ¿has usado alguna droga? Tal vez debamos empezar por aquellos que estén inconscientes, he visto algunos viniendo hasta ti.

La miré, expectante. Necesitábamos probar aquella medicina, en inconscientes o en algunos que no pudiesen hacernos daño. También suponía que no era bueno volvernos a separar… No la estaba dejando hablar, me reprendí. –¿Tu qué opinas?

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La elfa, Nübian, si no se equivocaba de nombre, llegó corriendo con aspecto preocupado, al parecer su pequeña maniobra había asustado a sus compañeros, normal, ella misma había sentido miedo, estar totalmente rodeada por esa orda de personas enfermas, semejantes a muertos vivientes no era algo que se viera normalmente, y ciertamente, era aterrador, cada vez que se encontraba con algo similar, como en Térpoli o en las catacumbas, sentía el miedo en la garganta. Lo cierto es que solía sentirse una cobarde. Pero las palabras que le dijo su madre una vez de pequeña resonaban aun en su mete. "El valor no es no tener miedo, es enfrentarse a lo que se teme" dándole fuerza.

Suspiró y se acercó a la elfa con una sonrisa. Intentando calmarla. Hablaba con rapidez, parecía nerviosa, y, si no acostumbraba a tratar con este tipo de cosas, era lógico. Alanna alzó las manos moviendolas con lentitud, como quien dirige una orquesta e intenta que la música baje de tonalidad, los aldeanos dormían, y permanecerían así un largo tiempo, pero no podían arriesgarse a que alguno que no hubiera olido bastante la droga se despertase.

- Calma Nübian, todo está bien, lo prometo.- Le sonrió tranquilizadoramente.- Les he bañado en cloroformo, no despertarán en un buen rato, pero cuando lo hagan, tendrán sed, si ahora los curamos pero no purificamos el agua no valdrá de nada.- reflexionó, cuando un humo con aroma a medicina empezaba a notarse por el lugar. el humo blancuzco cubría el suelo entrando por las fosas nasales y la boca de los dormidos- Uf, huele a poción.- protestó tapándose la nariz.- Vamos- instó corriendo un poco, girando para salir de detrás de la casa para ver quien estaba haciendo eso. A lo lejos, era posible ver a los otros dos integrantes del grupo, la chica parecía estar haciendo algo con las manos, y el aire se arremolinaba a su alrededor- Vaya, así que una bruja...-supuso.- Bueno, creo que la parte de administrar la cura está cubierta, vayamos a limpiar el agua, el suministro principal debe venir del pozo que hemos visto al entrar.- siguió suponiendo.- ¿puedo?- le preguntó a la chica pidiéndole poder coger la poción y olerla. Efectivamente, olía igual que el humo. Asintió y, con un movimiento de cabeza, la invitó a seguirla.

Avanzó con calma entre niebla de color rojizo y azul que se movía entre sus piernas y cuerpos de aldeanos dormidos, iban a tener un buen dolor de cabeza cuando se levantaran, a lo lejos comenzó a ver el pozo, aceleró el paso esquivando brazos, piernas, cuerpos y cabezas tendidos en el suelo, se sentía como en el escenario de una masacre, por suerte tenía en claro que estaban dormidos, sin embargo, los primeros rayos de sol se elevaban ya en la distancia, pronto sería, efectivamente, un campo de cadáveres.

Llegó al pozo con rapidez, y sacó un cubo, olisqueó el agua, apestaba a veneno, como había supuesto, esa era la causa. Sin perder un instante, abrió el tarro y dejó caer un par de gotas del antídoto, comprobando como el agua cambiaba de color y pasaba de oler a demonios a no tener olor.

Satisfecha con el resultado, lanzó parte de la poción al agua del pozo, para, al final, acabar lanzando todo el bote, si no se equivocaba, las continuas corrientes que hacían que el poco estuviera lleno, transportarían la medicina al lugar de donde se sacaba el agua y no habría mayor problema, estaría todo arreglado.

- Ahora a esperar a que el agua vuelva a ser clara....- murmuró cruzando los dedos.

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Las palabras de Alanna me calmaron, aunque aquello no había terminado. Teníamos la poción, estábamos todos a salvo y gran parte de los aldeanos enfermos estaban dormidos, pero… Aún quedaba administrar el antídoto.

– Les he bañado en cloroformo, no despertarán en un buen rato, pero cuando lo hagan, tendrán sed, si ahora los curamos pero no purificamos el agua no valdrá de nada. –asentí, grave, centrándome en el asunto. Sin embargo, un vapor blanco se arremolinaba como el humo en torno al suelo, a nuestro alrededor y más allá. – Uf, huele a poción. Vamos.

– El vapor es similar al que había en la casa donde estaba con Huracán…. Dioses, puede que le haya ocurrido algo.

La seguí. Corrimos rodeando las casas hasta un punto en que pudimos ver a Huracán a lo lejos, moviendo las manos profusamente y… – Humo. Es fuego, huele… Puedo olerlo. ¡Claro! El humo se cuela por las fosas nasales, es la cura, es la medicina que preparé.

Al fin, una buena noticia. En medio de todo aquel lío por fin un pequeño rayo de claridad. Sin embargo el tiempo apremiaba y el amanecer estaba cerca.

– Vaya, así que una bruja. – Asentí y saqué de mi bolsa algunos frascos escuchando las siguientes palabras de la chica. – Bueno, creo que la parte de administrar la cura está cubierta, vayamos a limpiar el agua, el suministro principal debe venir del pozo que hemos visto al entrar. ¿Puedo?

Le puse en las manos la mitad de los frascos y nos pusimos en marcha buscando el lugar del que parecía partir todo el problema, pues como bien había dicho ella, no hacíamos nada curando a los enfermos si iban a seguir cayendo en aquella epidemia que no tenía nada de natural. El humo se arremolinaba entre los pies de ambas, avanzando entre las calles con cuerpos por doquier.

– Esto es un desastre…. Es de locos, por el amor de la Madre. Parece mentira que estemos solucionando esto, porque al menos parece que se puede arreglar…. Pero tiene tal magnitud que me resulta difícil de creer, difícil de confiar.

Llegamos al pozo, y Alanna empezó a verter poción, observando ambas cómo cambiaba el agua de color satisfactoriamente. Una sonrisa afloró con un asomo de alivio, no obstante no era bueno cantar victoria aún… La chica vertió un tanto. Luego otro poco. – Échalo todo.

Ante la duda, vertió el resto de contenido y nos apartamos del pozo. – Queda más cura. Esperemos que sea suficiente y se distribuya… Supongo que el resto de pozos estarán conectados. Más nos vale… –Miré los frascos. Si nos poníamos en lo peor, todo lo que podía pasar era que tuviésemos que dejar allí las medicinas para que fuesen administradas a los enfermos que pudiesen quedar.

– Deberíamos buscar a los demás… Espero que estén bien, Huracán es fuerte y por lo que hemos visto es muy lista… Sin el humo habría sido muy difícil administrar la cura.

Miré a la chica cogiéndola del brazo e instándola a volver con los demás cuanto antes. – Además… Todos amanecerán como has dicho con dolor de cabeza y bueno, no creo que ocurriese nada pero supongo que les extrañaría encontrar a cuatro extraños aquí que casualmente han salido ilesos y que tienen señales de haber estado moviéndose toda la noche…

La miré con aprehensión, emprendiendo la vuelta y reparando realmente en lo que acababa de decir; lo mejor sería reagruparnos.

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Subir al tejado iba a ser más complicado de lo que creía. Una vez en el piso de superior, la escalera apoyable que llevaba al tejado se encontraba partida en dos en mitad de la sala. No había manera humana de llegar hasta ahí.

Abrí al ventana y bajo mi pude ver gran cantidad de gente infectada realizando ruidos cuanto menos extraños. Pero tenía que subir de alguna manera. Había una pequeña columna junto a la ventana actuando de tabique a la que fácilmente me podía agarrar y trepar. Con cuidado de no caerme, observé como comenzaba a producirse fuego en la casa, atrayendo hacia el laboratorio a más infectados. El humo comenzaba a salir.

Fui trepando poco a poco, y estaba muy nerviosa por miedo a caerme, pero finalmente conseguí llegar hasta el techo, que era bastante plano por fortuna. Así como noté como el humo ya comenzaba a salir por la chimenea.

Cerré los ojos por unos instantes, intentando entrar en sintonía con el viento. Resoplé fuerte. Me costó bastante concentrarme por la presión de la situación. No era una bruja poderosa ni mucho menos, pero conocía lo suficiente como para poder crear una brisa.

-¡Ven a mí! – susurré emitiendo una profunda exhalación mientras estiraba los brazos y con los ojos cerrados, al tiempo que escuchaba a mi fiel amigo fluir, mover mi pelo y susurrar en mis oídos. Que existiera viento simplemente ayudaría a distribuir todo el humo, pero tenía que tratar de dirigirlo. Cuando volví en mí ya empezaba a notar cierto calor en los pies. La casa entera estaba ardiendo y el humo se expandía por toda la ciudad. Abrí los ojos. El incendio con los primeros rayos de sol al amanecer frente a mí dejaban una estampa preciosa, aunque muy peligrosa.

Noté como el viento soplaba claramente en una dirección, me puse a hacer movimientos con los brazos para tratar de dirigirlo en las otras direcciones. A un lado, al otro. Siempre acompañado de un movimiento de ambos brazos estirados. Aquella brisa consumía poca energía pues no era un ataque propiamente dicho. Fui tratando de dirigir el humo frente a todos los huecos en los que hubiera infectados a los que el humo de por sí no llegaba.

El techo comenzaba a quemarse y a caerse a pedazos, por lo que tuve que bajar rápidamente por donde había subido. Con mucho cuidado conseguí llegar abajo. Me tapé la boca con la manga para evitar tragar el humo que en aquel momento invadía las calles. Afortunadamente la casa no había ardido del todo y los tabiques de la estructura habían resistido.

No sé donde estaba Azoth, pero imagino que no hubiese sido tan inconsciente de quedarse ahí. La casa estaba lo suficientemente esquinada como para poder salir sin problemas de toparme con nadie. Entre gritos de pesadumbre de los enfermos salí corriendo hacia el bosque. Tenía ganas de terminar de una vez con todas con aquella maldita noche, que ya empezaba a no serlo pues comenzaba a amanecer. Estaba agotada por todo lo que había sucedido y sólo quería dormir. No sé si aquello valdría. Pero era mejor que nada. Ahora tenía que dar un rodeo a ver si encontraba a Nübian o al resto de compañeros.

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Caminábamos entre las casas siguiendo el rastro del humo para encontrar a Huracán, a la que habíamos visto a lo lejos utilizar sus habilidades mágicas para conjurar la fuerza del viento.

Suspiré preguntándome qué habría sido de nosotros y sobre todo del pueblo sin su idea y sin su capacidad… Pues sí, los demás habíamos allanado el camino y preparado la medicina pero sin un modo de administrarla no habríamos hecho nada. Di gracias en silencio a la diosa Madre por haber podido arreglar aquello y preguntándome a mi pesar si realmente la Madre había intercedido: éramos nosotros los que habíamos actuado realmente…

Sacudí el rostro y me dirigí a Alanna.
– Azoth es quien nos falta por localizar… Esperemos que esté cerca, y ojalá sano y salvo. Hay mucha valentía encerrada en ese cuerpo tan pequeño, de un niño.

Diciendo aquello llegamos al origen del incendio, que había sido provocado como pudimos comprobar más tarde y por fin, reunirnos de nuevo todos entre gestos de alivio y sonrisas cansadas. El sol bañaba ya poco a poco cada recoveco de la ciudad que de seguro despertaría con jaqueca y con lagunas en su memoria, pero a fin de cuentas era un pueblo… Terminarían pensando que fue alguna clase de suerte mística la que se cernió sobre sus casas y sobre los vecinos. Y por un lado era mejor así, claro, pero por otro deberían saber qué había ocurrido.

– Me alegra haber ayudado a estas gentes, y me alegra sobre todo haber tenido el placer de hacerlo con vosotros; lamento mi inexperiencia en cambio, y espero podamos recordarnos todos como amigos. –comenté sonriendo a todos una vez nos hubimos reunido, y sacudí el pelo de Azoth. Mi educación y mi pueblo me había inculcado esos valores, sabía que a menudo los demás miraban raro que los elfos nos anduviéramos de aquel modo con melindres por así decirlo, pero a fin de cuentas era parte de nuestra esencia. El cansancio hacía mella en todos nosotros, y estaba segura de que cada quién estaba deseando volver a sus asuntos.– Sea lo que fuere lo que envenenó el agua, espero que no vuelva a extenderse… Sería horrendo que se extendiese como una epidemia, el agua es vida.

Reparé entonces en la muchacha que nos había pedido ayuda en el pueblo vecino; deberíamos volver para comprobar su estado y llevarle medinas e informarla de todo… Estaba segura de que le alegraría conocer el devenir que nos había deparado la noche. Lo mejor sería desaparecer de allí, antes de que los aldeanos se hiciesen preguntas extrañas y reparasen en nuestra presencia.

Una vez relajada y con los músculos sin tensión, comenzaba a notar el tremendo cansancio de aquella noche. Tanto que me empezaba a pesar la ballesta a mi espalda. Aunque la idea del humo parecía haber funcionado. Me dirigí a la entrada del pueblo, donde se encontraban los demás. Me prestó ver a la otra mujer… a la autoridad local… que no la había visto desde el comienzo de la noche y ya la daba por muerta. Me puse al lado del grupo reunido, manteniendo las distancias.

-Y yo preocupada por ti, guardia – le dije tratando de ser bromista, aunque con un tono tan seco, tan poco expresivo y tan serio, que espero que no pensase que me estaba quedando con ella.

También estaba la que había sido mi acompañante la mayor parte del tiempo, la desquiciante Nübian. Cada peligro era doble con ella al lado, pues sus constantes agarres cuando tenía miedo, sus gritos chillones, o correr como pollo sin cabeza por delante de mi ballesta no era algo muy sencillo… Definitivamente sí, aunque le dije al niño que no viniese con nosotros tampoco me había librado de hacer de niñera. Aunque ella fue el detonante principal de la cura, pues gracias a sus conocimientos en medicina se pudo fabricar la poción y de poco hubiese servido que yo controlara las brisas.

-Gracias por crear la poción – le agradecí de nuevo con un gesto de cabeza. Definitivamente, siempre era bueno tener a un elfo sabio acompañándote. Al niño iba a decirle algo también y agradecer su valentía al hacer arder la casa, pero ya había desaparecido en cuanto lo busqué.

En mi pensamiento estaba saber qué habría sido de la joven enferma… ¿habría muerto? Ya iba a ser tarde para comprobarlo pues se encontraba en un gran estado de debilidad.

Todo había acabado y los pájaros ya trinaban. Tenía que reposar un poco en alguna posada y continuar mis pasos. Aún quedaba mucho por hacer.


OFF: Un placer gente. Ha sido una quest interesante :). Nübian no te preocupes, me lo he pasado genial cuidando de tu elfa desquiciante xD

Por fin había acabado todo, el sol despuntaba a por el horizonte, iluminando la aldea dormida, donde el espeso humo de colores cubría a las gentes, la guarda no podía si no sonreír satisfecha, al final, a pesar de todo, había sido una gran noche, no es que disfrutara de pelear, ni que le gustase ver a la gente cayendo a sus pies, pero una noche que pintaba aburrida, había acabado siendo una total batalla campal en la que había conocido a fieras guerreras.

Un bruja con malos humos que, al acercarse a ella, había intentado bromear, a pesar de ser ruda, estaba claro que tenía su corazoncito, y que, aun concentrada en su labor, se había preocupado por una persona a la que solo había visto una vez en su vida, y no más de un par de horas. La guarda, ante eso, solo había sonreído en respuesta, con aspecto cansado, ella también se alegraba de que la chica estuviera bien.

Una elfa, peculiar donde las halla, que destacaba por su dulzura, y que, aun con sus rarezas, parecía tener una mente lógica y bastante brillante. Al fin y al cabo, ella parecía ser quien había creado la cura para esa extraña enfermedad que había azotado el pueblo. Sin duda, una buena compañera de aventuras, que, por sus palabras, se preocupaba por todos aquellos que la rodeaban.

Finalmente, Azoth, ese muchacho que tanto le recordaba a Demian y a Chimar y que le había confirmado, una vez más, que los niños, igual que lo fue ella en su día, eran pequeños pero matones, y que ni un ejercito de muertos los amedrentaba, sonrió al verlo alejarse en silencio y, cuando pasó a su lado, le revolvió los cabellos sin intercambiar una sola palabra, estaba segura de que el chiquillo estaría bien, y si no era el caso, esperaba que, sabiendo donde trabajaba ella, pudiera encontrarla y pedir ayuda.

Con un suspiro, se estiró soltando vaho al frío amanecer, y, haciendo caso de lo que Nübian había propuesto, con toda la razón del mundo, avanzó para salir de la aldea, estaba tan cansada, pero satisfecha, era hora de volver a casa y dormir un poco, estaba claro que, había días, en los que valía la pena tener insomnio, aunque este le pasara factura, y las personas a las que había conocido esa noche, eran la prueba de ello.

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Off: Como ha dicho Huri, un placer chicos, siento la tardanza, estoy aun de vacaciones >-< Pero por fin hemos acabado, he disfrutado mucho, espero que coincidamos de nuevo n.n