Entre sol y arena [Quest] [CERRADA]

Recuérdenme de nuevo por qué debo ser la mandadera impelí secando la sangre de la daga en mi falda. Sabía que mi rostro estaba delatando asco y desagrado, pero a esas alturas ya no me importaba que vieran lo terriblemente expresiva que podía llegar a ser. Esmerith puso sus ojos en blanco y negó con la cabeza al tiempo que tomaba la delantera con una canasta de mimbre más grande que ella. Edith hizo un amago de sonrisa, sus palabras fueron tan directas como puñaladas al corazón En primer lugar tú fuiste quién involucró a ese… funcionario. En segundo, tú le comentaste sobre los Onaros, lo cual explica por qué te enviaron; en tercer lugar, hay mejores peleadores que tú para proteger el lugar, es decir, eres más útil fuera que dentro. Calló con una sonrisa avasalladora, como si fuese una reina o algo. Apreté los labios y le devolví una sonrisa falsa.

Miré su espalda y con mi boca arqueada sin gracia. Aparentemente creía que sus canas le daban autoridad para decir las cosas que pensaba sin adornarlas. Tal vez no le hiciera mal una cucharada de su propia medicina, levanté una mano para tomar una venganza algo infantil, pero antes de ejecutar ningún hechizo, por el rabillo del ojo vi unos ramilletes de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Las curaciones y la alquimia era algo que aún estaba estudiando, pero supuse que aquello era algo que podría sernos de utilidad, por lo que me di media vuelta y apunté con el dedo el pequeño puesto para que el guardia que nos acompañaba usara sus recursos. Mis aeros no serían destinados al bien público, yo era un poco más egoísta que eso y en definitiva era su responsabilidad, no la mía.

Edith junto a Esmerith y yo junto al guardia que de alguna forma se parecía bastante al desaparecido de Maiios. Entre los cuatro juntamos algunos ingredientes raros y otros que tal vez podrían servir para hacer las pociones. Entre nuestras canastas se encontraban plantas y flroes de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para devolver energía y levantar muertos, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Habían además, algunas otras plantas y partes de animales que mejor ni para qué preguntar de dónde habían salido y para qué servían. La bruja de los cabellos canos tendría sus motivos por haberlos elegido.

Todo aquello nos tomó un par de horas, la búsqueda de los ingredientes no había sido sencilla y menos aún dar con los lugares de venta que no estaban precisamente alrededor del coliseo. Aquel lugar era como un templo a las armas, no a la opulencia y el entrenamiento de otras artes como la alquimia o la herboristería… aquello era para grupos selectos y reducidos. Lo comprobamos además con las pequeñas cantidades que había por lugar de “cosecha” como me gustaba pensarlo.

De regreso, el guardia parecía más animado. Supuse que tendría que ver con que ya no gastaríamos más de sus fondos. Nos condujo a una especie de cocina gigante a un lado de la arena. Era una especie de anexo que no tenía idea para qué estaba, pero de que era algo que venía a mano, no podía negarlo. Dejé a Esmerith con Edith y el guardia. Iré a ver qué está ocurriendo afuera. Estoy algo preocupada, ahora vuelvo me adelanté a decir antes de cruzar el umbral de la puerta para ir por un pasillo hacia la arena.

No es real, no es real murmuré tapando mis oídos y cerrando los ojos. Di tres vueltas como símbolo de buenos augurios, abrí un ojo y eché un vistazo. Aquello era un pandemónium; con gente violenta en las gradas, fuego y una explosión avasalladora que poco menos me deja de bruces. Vi a la distancia a un brujo que no había dejado de llamarme la atención antes, se trataba de un joven  de cabellos blancos. Al parecer le gustaba aquello del fuego y la sangre, al menos eso me pareció cuando luchó con la ardilla gigante. También parecía un poco perverso… pero mis opiniones podía reservármelas para más adelante, con mayor revisión. El hombre estaba haciendo su mejor intento y yo como una inútil parada mirando. Bajé mis brazos, encuadré los hombros y comencé a atravesar la arena.

El lugar era zona de guerra y al parecer el objetivo eran el elfo que había hecho una aparición de espectáculo y el brujo con espada. Valor Kaliope, no eres cualquier chica dije entre dientes, mientras esquivaba un trozo de queso duro que iba directo a mi hombro derecho. Al parecer ahora hasta la comida era un arma, esa gente realmente estaba mal. Esperaba que Edith y los otros se apresurasen con el tema de la poción o las cabezas comenzarían a rodar pronto.  Un adolescente loco saltó de las gradas y corrió hacia mí, me abrazó por detrás, levantándome varios centímetros en el aire y mordió mi hombro izquierdo. Cerré mi puño y le di tal golpe en el ojo que sentí que me lo dañaba, él por su parte, sorprendido me soltó y cayó de bruces al suelo. Los sacos negros bajo sus ojos estirados por lo desorbitados que estaban sus orbes.

Toqué el suelo y con la inexperiencia tan… inherente en mí, caí y rodé como una bola de carne y huesos hasta dar contra algo duro. Abrí los ojos, vi a un elfo gigante, con rasgos duros y amedrentadores. Sus ojos grises parecían dagas enmarcadas en un brillante y sedoso pelo ébano. Le sonreí por acto reflejo y sin dejar de verle me puse en pie. Estoy bien murmuré. Miré al otro alquimista y luego a él nuevamente Tu magia podría potenciar el antídoto solté apuntando a mis espaldas. Luego cerré la boca y apreté los dientes. Lo siento dije por lo bajo levantando del suelo una roca y enviándola directo a la frente de un tonto que venía corriendo directamente hacia nosotros mientras gritaba. Ya que somos el blanco, tal vez pueda esconder nuestras presencias dije en voz alta, sobre todo para que el brujo me escuchase.

Corrí hacia un lado de la arena, donde habían dejado la piscina con agua y allí me concentré, usando la punta de mi daga por no tener nada mejor con qué dibujar una runa, hice un símbolo apenas rozando la piel de mis brazos para canalizar mejor mi fuerza. Cerré los ojos en plena concentración y levanté en un par de columnas el agua, rodeando la arena con ella. La idea era hacer algo de vapor, pero mi poder no me permitía evaporar toda el área que cubría con el agua además de cuidarme las espaldas con el mismo elemento, ya que los ataques, predominantemente de distancia, no cesaban a mis espaldas. Aunque no quería verbalizarlo, esperaba que el otro brujo me echara una mano con todo aquello. Le estaba echando los restos ahí y podía notarse con un poco elegante sudor que corría desde mi frente y cuello, hacia abajo por mi cuerpo. El vapor poco a poco comenzó a tomar cuerpo, pero mi mejor récord en esa situación no sobrepasaría los tres o cuatro metros de circunferencia. No podía usar los dos elementos con tanta facilidad con lo cansada que estaba y atendiendo a varios frentes, lo mejor que había podido hacer fue desparramar el agua por casi todo el lugar.

El brujo de blancos cabellos usó su poder explosivo para evaporar el agua. Sin dudas tener esas facultades podía ser muy beneficioso en circunstancias como esa, por mi parte sentía que ya no podía realizar más esfuerzos… hasta que el peso y fuerza que ejercía el agua sobre mí y que tanto me extenuaban menguó drásticamente. “¡Claro! Brillante” pensé finalmente comprendiendo el proceder de mi homólogo. Mantener y dispersar el vapor era más sencillo que hacerlo con el elemento puro. Poco tiempo fue necesario para poder mantener el vapor a una distancia prudente del suelo y dispersarlo para cegar a los alborotadores.

El elfo siniestro apareció entonces, con una especie de botella que se quebró en el aire liberando su contenido. Se acercó a nosotros y me ordenó empujar el viento ¿De paso no quieres también que haga llover? pregunté con cierta ironía en un hilo de voz, aunque no tardé en mover el vapor lejos de nosotros junto al polvo extraño que rápidamente se acercaba a nuestra posición. Poco a poco fueron volviendo a la realidad, bueno… por lo menos dejaron de estar agresivos, puesto que los gritos, alaridos y ruidos de peleas fueron cesando proporcionalmente al desplazamiento del remedio.

Cuando todo estuvo más calmado, los organizadores dieron la orden de desalojar el coliseo, dando por concluido el espectáculo. Fue entonces cuando me volví hacia los dos hombres, que se habían reducido al brujo nada más. No sabía en qué momento el elfo se había ido. Me encogí de hombros y trasuna reverencia, me despedí Formamos un equipo invencible. Si algún día necesitas ayuda, no dudes en preguntar por Luka Kaliope”. Tras aquellas palabras, Esmerith, Edith y yo nos perdimos entre la multitud. Ese sería mi último día en Baslodia y pensaba terminarlo de la mejor manera posible. Después de todo, estaba segura que más adelante, volvería a saber algo más de aquellos tipos y por el entretiempo prefería disfrutar más de la vida y prepararme mejor para la acción, no volviendo a ser una reserva.