Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
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Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
El oscuro manto azul de la serena noche comenzaba a agrietarse dejando entrever pequeños halos de luz que comenzaban a cubrir las copas de los árboles, bastarían apenas unos minutos para que un caluroso amanecer estuviera por fin sobre nosotros, por lo que permanecer al aire libre no era la mejor de las ideas que se podían tener, era necesario entrar a algún refugio en el que pudiéramos descansar al menos hasta el final del día, o al menos para mí, encontrar un techo pronto era cuestión de vida o muerte.
Sajín fue el primero en interactuar con el misterioso anciano que había salido de aquella solitaria morada; resultaba algo extraño que viviera en un lugar tan apartado y solitario -¿Será algún tipo de ermitaño misántropo?- Pensé sin llegar a decir nada mientras escuchaba la explicación de Sajin, quien parecía conocer algo acerca de las extrañas costumbres que estaba manifestando el viejo. Sajin había preguntado por el camino a seguir, sin embargo, el anciano parecía tener otros planes para nosotros -Por ahora no es conveniente para alguno de ustedes, seguir adelante- Dijo mientras me miraba fijamente como si adivinara mi condición de vampiro -Ir siempre hacia adelante solo lleva al agotamiento, en ocasiones, descansar ayuda a recuperar las fuerzas necesarias para acabar el resto del camino- Explicó mientras nos señalaba el camino hacia el interior de su pequeña cabaña; sin decir palabras, y ante la amenaza que significaba mirar arriba y ver los rayos del día bañando las copas de los árboles, no lo pensé dos veces antes de lanzarme adentro de la vivienda del anciano, aunque no sin antes invitar a mis compañeros a entrar, no quería parecer tan desesperado, con un gesto de mi mano los invité a seguirme hasta que fui zacudido por un golpe a mi cabeza de parte de un largo bastón que el anciano había tomado del suelo y que hasta entonces no había visto -¿Qué fue eso?- Pregunté con las manos en la cabeza buscando rastros de sangre aunque el golpe había llevado la potencia necesaria para solo golpear sin romper -Así no- Dijo el aciano mientras señalaba con su bastón mi calzado sucio y lleno de fango por el largo viaje -Despréndete de las huellas que arrastran tu pasado- Sabía que se refería a quitarme las botas, pero algo me había creer que había más en esa frase, más de lo que de momento lograría entender.
Sin pensarlo dos veces me desprendí mis botas y salté adentro justo a tiempo para evitar ser incinerado por el inclemente amanecer que apresurado me perseguía, pero una vez dentro me detuve a pensar -¿Cómo lograrán entrar ellos?- Dije en mi mente al recordar que Sajin llevaba una especie de armazón entera, no parecía tener botas que quitarse, y por otro lado el dragón, no cargaba nada encima ¿Qué tendrían que quitarse? ¿Qué deberían dejar para poder entrar? Esperé expectante con la certeza de que encontrarían la manera de entrar sin ensuciar con sus fangosos pies el pulcro suelo de aquel reluciente lugar.
Sajín fue el primero en interactuar con el misterioso anciano que había salido de aquella solitaria morada; resultaba algo extraño que viviera en un lugar tan apartado y solitario -¿Será algún tipo de ermitaño misántropo?- Pensé sin llegar a decir nada mientras escuchaba la explicación de Sajin, quien parecía conocer algo acerca de las extrañas costumbres que estaba manifestando el viejo. Sajin había preguntado por el camino a seguir, sin embargo, el anciano parecía tener otros planes para nosotros -Por ahora no es conveniente para alguno de ustedes, seguir adelante- Dijo mientras me miraba fijamente como si adivinara mi condición de vampiro -Ir siempre hacia adelante solo lleva al agotamiento, en ocasiones, descansar ayuda a recuperar las fuerzas necesarias para acabar el resto del camino- Explicó mientras nos señalaba el camino hacia el interior de su pequeña cabaña; sin decir palabras, y ante la amenaza que significaba mirar arriba y ver los rayos del día bañando las copas de los árboles, no lo pensé dos veces antes de lanzarme adentro de la vivienda del anciano, aunque no sin antes invitar a mis compañeros a entrar, no quería parecer tan desesperado, con un gesto de mi mano los invité a seguirme hasta que fui zacudido por un golpe a mi cabeza de parte de un largo bastón que el anciano había tomado del suelo y que hasta entonces no había visto -¿Qué fue eso?- Pregunté con las manos en la cabeza buscando rastros de sangre aunque el golpe había llevado la potencia necesaria para solo golpear sin romper -Así no- Dijo el aciano mientras señalaba con su bastón mi calzado sucio y lleno de fango por el largo viaje -Despréndete de las huellas que arrastran tu pasado- Sabía que se refería a quitarme las botas, pero algo me había creer que había más en esa frase, más de lo que de momento lograría entender.
Sin pensarlo dos veces me desprendí mis botas y salté adentro justo a tiempo para evitar ser incinerado por el inclemente amanecer que apresurado me perseguía, pero una vez dentro me detuve a pensar -¿Cómo lograrán entrar ellos?- Dije en mi mente al recordar que Sajin llevaba una especie de armazón entera, no parecía tener botas que quitarse, y por otro lado el dragón, no cargaba nada encima ¿Qué tendrían que quitarse? ¿Qué deberían dejar para poder entrar? Esperé expectante con la certeza de que encontrarían la manera de entrar sin ensuciar con sus fangosos pies el pulcro suelo de aquel reluciente lugar.
Bio
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Por un momento se creía por parte del cibernético que las probabilidades de que hubiese alguien más en el camino fuesen posibles, pero de lo que no esperaba era encontrar una cabaña alejada de la civilización solamente para únicamente estar entre la naturaleza y en el medio del camino de los transeúntes. El anciano se mostró afable a primeras, buscando convencer a los viajeros que lo mejor que podían hacer era descansar en su humilde morada para recomponerse de sus fuerzas, como si acaso conociese la condición del vampiro y el cibernético tras su reparación. De todas maneras, luego de la jornada que habían hecho Bio y Sajin para llegar a la base bio-cibernética habían demorado básicamente todo el tiempo que la noche podía ofrecerles, para poco a poco estar por llegar el deslumbrante y cálido brillo del amanecer. No faltaba mucho para que llegase, no le preocupaba, pero si la condición de su compañero, el cual había cedido en ir junto a él en jornadas que implicaban la valía y la suficiente voluntad como para esquivar cada uno de los conflictos que tenían en el camino como para que al final, el sol lo hiciese trizas.
Empezaba a demostrarse en la tenue luz amarillenta que empezaba a bañar las copas de los árboles y el despertar de algunas aves con sus melodiosos cantos para iniciar una mañana. Bio trató de invitarlos a la morada, pero al poco tiempo de entrar el anciano se había aprovechado de la confianza del vampiro para tomar a su lado su bastón y golpearle la cabeza. Por un momento Sajin pensó que se trataba de una acción hostil por parte del anciano hacia su compañero, que lo llevo al punto de levantar su espada envainada que usaba como bastón del suelo y poco después, colocar su mano sobre su vaina con intenciones de zafar su hoja de ella. Paró de momento, notó como las verdaderas intenciones del anciano se trataban de convencer al vampiro a base de reprenderlo con aquel golpe tan solo para que se quitase sus zapatos manchados del fango durante el camino.
— Vuestras intenciones son vigiladas, anciano. —Comentó el cibernético, encerrando la hoja de su espada de vuelta a la vaina que había estado entreabierta. Habían peleado incluso con aldeanos y mercenarios, no era de esperarse que el anciano también fuese un enemigo en su camino que hiciera tomar a la máquina una alternativa tan bélica como mostrar su hoja.
A fin de cuentas, el vampiro ya había logrado entrar al humilde hogar del anciano tras la caída del sol con un cómodo amanecer. El anciano lo miró como había observado al vampiro, estoico, ninguna emoción parecía irradiar como respuesta a la advertencia del robot como sucedía en muchos de los casos que terminaban en conflictos. Sajin se movió con confianza hacia la puerta de la cabaña donde su compañero había entrado, no tardaría en hacerlo Arygos también, pero algo que no estaba en sus planes no tardó en llegar. — No tan rápido. —Declaró el anciano, parando al cibernético con un bastonazo contra su pecho.— Has amenazado la paz de mi hogar con mostrar esa arma manchada de la sangre de los hombres y ahora, entras confiado a mi morada con las intenciones de descansar tras haber intentado atemorizarme...
El bastonazo no había significado algo dañino para el robot, pero aún así era considerado por el como una acción ofensiva de su parte. Lo había hecho retroceder cuando estaba por adentrarse y ahora, el anciano había alejado el bastón de su pecho. El anciano pronto colocó el bastón en el suelo y descansó ambas manos en el palo, esperando la respuesta del robot como si supiese con exactitud lo que le esperaba por parte de la máquina.
— Era una advertencia a sus acciones hostiles con los invitados y parece que lo ha entendido de mala gana. Como verá, mis compañeros necesitan entrar y parece que vuestro trato había incomodado a mi compañero Bio, pero me temo decirle que no puedo permitir que nos haga sumisos a sus órdenes.
— Eres como los otros guerreros que cruzan por aquí, pero al menos no eres tan ignorante. —Contestó el anciano.— Estás buscando imponer los deseos de tus compañeros con entrar a mi morada a la fuerza, aún si ni siquiera te percatas de que estás imponiendo tus necesidades sobre mis costumbres, muchacho de metal. Eso provoca guerras y luchas...
— Despréndete de las huellas que arrastran tu pasado. —Repitió el cibernético, para luego comentar.— ¿Deberé de dejar una de mis pertenencias como tributo para poder respetar vuestras arcaicas creencias, estimado anciano? si es así, lo aceptó.
El anciano esbozó una sonrisa tras escuchar la fácil forma en la que hizo entender al espadachín. Pero la verdad era que al igual que un joven guerrero, aún en lo profundo de una inteligencia mucho más ágil que la de una persona normal, el espadachín era un obstinado frente a la sabiduría del anciano. Lo que hacía, no era más que disciplina para pasar junto con sus compañeros.
— No lo dices con el corazón. —Contestó.— Si lo dijeses con el corazón, te hubieses disculpado. Esa forma tuya es tóxica para mis costumbres pacíficas aquí, eso me ha llevado a alejarme de la sociedad en general. Tu espada ha de cargar con la sangre de hombres y mujeres que tenían aspiraciones, sueños, metas, una familia, amigos y quizás, un romance e hijos que esperaron toda su vida a aquellas personas que marcharon. Destruyes vidas para que de forma egoísta estar en una tachada de altruismo con los que te acompañan como si de tal forma impartes justicia, guerrero.
— He vivido lo suficiente como para que mi ideología haya evolucionando a lo largo de lo que he experimentado en mis viajes en el Camino de la Espada, vuestro pensamiento subjetivo no puede imponerse al respecto a eso.
El anciano se giró y dio un bostezo, como si la respuesta del cibernético hubiesen sido puras habladurías que no prestó siquiera atención en escuchar. El anciano movió su mano hacia atrás como una forma de seña para indicar que se largase, había aceptado al vampiro y tal vez aceptaría al dragón, pero de la máquina, ni hablar.
— Dañarás el ambiente de mi morada. —Dijo el anciano, con la espalda hacia el cibernético.— Espera aquí o lárgate en el sendero para siempre de aquí, muchacho de metal.
— Estoy dispuesto a entrar junto con mis compañeros. —Replicó la máquina.— ¿Qué necesita de mi?
Como si se tratase de algo que tenía previsto, el anciano se dio la vuelta y fijó su vista entrecerrada hacia él, su sonrisa aún seguía allí como forma de apaciguar las oposiciones del forastero con paz y tranquilidad. Colocó una de sus manos en el hombro de la máquina y tendió la punta de su bastón en el suelo, no tardó mucho en decir lo que requería del guerrero.
— Limpia tus pecados en el arroyo. —Ordenó al cibernético y volvió a ignorarlo, pasando de él mientras con la espalda hacia el guerrero como si fuese una especie de cosa que no merecía su atención. Con la sonrisa de aspecto bonachón y simpático, fue con la que el anciano había dejado fuera de su morada al robot. El anciano miró desde el rabillo del ojo al dragón mientras se marchaba, mostrando interés en dirigir las primeras palabras hacia el reptil. — ¿Y qué hay de ti?
Empezaba a demostrarse en la tenue luz amarillenta que empezaba a bañar las copas de los árboles y el despertar de algunas aves con sus melodiosos cantos para iniciar una mañana. Bio trató de invitarlos a la morada, pero al poco tiempo de entrar el anciano se había aprovechado de la confianza del vampiro para tomar a su lado su bastón y golpearle la cabeza. Por un momento Sajin pensó que se trataba de una acción hostil por parte del anciano hacia su compañero, que lo llevo al punto de levantar su espada envainada que usaba como bastón del suelo y poco después, colocar su mano sobre su vaina con intenciones de zafar su hoja de ella. Paró de momento, notó como las verdaderas intenciones del anciano se trataban de convencer al vampiro a base de reprenderlo con aquel golpe tan solo para que se quitase sus zapatos manchados del fango durante el camino.
— Vuestras intenciones son vigiladas, anciano. —Comentó el cibernético, encerrando la hoja de su espada de vuelta a la vaina que había estado entreabierta. Habían peleado incluso con aldeanos y mercenarios, no era de esperarse que el anciano también fuese un enemigo en su camino que hiciera tomar a la máquina una alternativa tan bélica como mostrar su hoja.
A fin de cuentas, el vampiro ya había logrado entrar al humilde hogar del anciano tras la caída del sol con un cómodo amanecer. El anciano lo miró como había observado al vampiro, estoico, ninguna emoción parecía irradiar como respuesta a la advertencia del robot como sucedía en muchos de los casos que terminaban en conflictos. Sajin se movió con confianza hacia la puerta de la cabaña donde su compañero había entrado, no tardaría en hacerlo Arygos también, pero algo que no estaba en sus planes no tardó en llegar. — No tan rápido. —Declaró el anciano, parando al cibernético con un bastonazo contra su pecho.— Has amenazado la paz de mi hogar con mostrar esa arma manchada de la sangre de los hombres y ahora, entras confiado a mi morada con las intenciones de descansar tras haber intentado atemorizarme...
El bastonazo no había significado algo dañino para el robot, pero aún así era considerado por el como una acción ofensiva de su parte. Lo había hecho retroceder cuando estaba por adentrarse y ahora, el anciano había alejado el bastón de su pecho. El anciano pronto colocó el bastón en el suelo y descansó ambas manos en el palo, esperando la respuesta del robot como si supiese con exactitud lo que le esperaba por parte de la máquina.
— Era una advertencia a sus acciones hostiles con los invitados y parece que lo ha entendido de mala gana. Como verá, mis compañeros necesitan entrar y parece que vuestro trato había incomodado a mi compañero Bio, pero me temo decirle que no puedo permitir que nos haga sumisos a sus órdenes.
— Eres como los otros guerreros que cruzan por aquí, pero al menos no eres tan ignorante. —Contestó el anciano.— Estás buscando imponer los deseos de tus compañeros con entrar a mi morada a la fuerza, aún si ni siquiera te percatas de que estás imponiendo tus necesidades sobre mis costumbres, muchacho de metal. Eso provoca guerras y luchas...
— Despréndete de las huellas que arrastran tu pasado. —Repitió el cibernético, para luego comentar.— ¿Deberé de dejar una de mis pertenencias como tributo para poder respetar vuestras arcaicas creencias, estimado anciano? si es así, lo aceptó.
El anciano esbozó una sonrisa tras escuchar la fácil forma en la que hizo entender al espadachín. Pero la verdad era que al igual que un joven guerrero, aún en lo profundo de una inteligencia mucho más ágil que la de una persona normal, el espadachín era un obstinado frente a la sabiduría del anciano. Lo que hacía, no era más que disciplina para pasar junto con sus compañeros.
— No lo dices con el corazón. —Contestó.— Si lo dijeses con el corazón, te hubieses disculpado. Esa forma tuya es tóxica para mis costumbres pacíficas aquí, eso me ha llevado a alejarme de la sociedad en general. Tu espada ha de cargar con la sangre de hombres y mujeres que tenían aspiraciones, sueños, metas, una familia, amigos y quizás, un romance e hijos que esperaron toda su vida a aquellas personas que marcharon. Destruyes vidas para que de forma egoísta estar en una tachada de altruismo con los que te acompañan como si de tal forma impartes justicia, guerrero.
— He vivido lo suficiente como para que mi ideología haya evolucionando a lo largo de lo que he experimentado en mis viajes en el Camino de la Espada, vuestro pensamiento subjetivo no puede imponerse al respecto a eso.
El anciano se giró y dio un bostezo, como si la respuesta del cibernético hubiesen sido puras habladurías que no prestó siquiera atención en escuchar. El anciano movió su mano hacia atrás como una forma de seña para indicar que se largase, había aceptado al vampiro y tal vez aceptaría al dragón, pero de la máquina, ni hablar.
— Dañarás el ambiente de mi morada. —Dijo el anciano, con la espalda hacia el cibernético.— Espera aquí o lárgate en el sendero para siempre de aquí, muchacho de metal.
— Estoy dispuesto a entrar junto con mis compañeros. —Replicó la máquina.— ¿Qué necesita de mi?
Como si se tratase de algo que tenía previsto, el anciano se dio la vuelta y fijó su vista entrecerrada hacia él, su sonrisa aún seguía allí como forma de apaciguar las oposiciones del forastero con paz y tranquilidad. Colocó una de sus manos en el hombro de la máquina y tendió la punta de su bastón en el suelo, no tardó mucho en decir lo que requería del guerrero.
— Limpia tus pecados en el arroyo. —Ordenó al cibernético y volvió a ignorarlo, pasando de él mientras con la espalda hacia el guerrero como si fuese una especie de cosa que no merecía su atención. Con la sonrisa de aspecto bonachón y simpático, fue con la que el anciano había dejado fuera de su morada al robot. El anciano miró desde el rabillo del ojo al dragón mientras se marchaba, mostrando interés en dirigir las primeras palabras hacia el reptil. — ¿Y qué hay de ti?
Sajin
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Mientras yo llevaba a cabo mis peripecias intentando la postura de la meditación, abstraída con mantener el equilibrio en esa postura que no estaba preparada para las bestias, escuché y observé de refilón lo que sucedía entre el anciano y mis dos compañeros.
Bio entró en la morada como un rayo, tras sacarse os zapatos, que tenia que ver un objeto material con su pasado, era algo que solo incumbia al anciano, ya que no dejo de parecerme una metáfora innecesaria y estrafalaria apegar algo tan complejo como la historia de uno a un par de botas.
Por otro lado Sajin se puso alerta, cosa que desagradó al anciano y no tardaron en ponerse a debatir. Dejé de intentar mantener la postura de meditación apra acomodarme sobre mis cuatro patas, y me estire, encorvando la espalda y estirando las alas desperezandome, mientras esbozaba un gran bostezo.
Los aportes que el viejo le había hecho al humano, eran puramente inofensivos, pero la ristra de cosas que le había dedicado al cibernético, para una criatura con tan poco aprecio hacia si misma, y una visión de su camino tan triste, me resultaron gratuitamente crueles, aun así no le saqué la parte de razón que merecía el viejo, era su casa, eran sus costumbres, y como invitados había que respetarlas, o aceptar no recibir hospitalidad por su parte.
— ¿Y qué hay de ti?
Miré hacia atrás hasta percatarme de que el anciano me hablaba a mi. No era difícil darse cuenta de que si quería entrar tendría que hacer maniobras para lograr, con mucha suerte no destrozarle el marco de la puerta. Por otro lado, mi cuello se giró, encarando mi rostro hacia el interior donde estaba Bio y hacia afuera donde se encontraba Sajin. Si permanecía afuera abandonaba al humano, si permanecía adentro, dejaba al cibernético a su propia suerte, ninguna de ambas soluciones eran de mi agrado, así que caminé con lentitud hasta acomodarme debajo de la ventana adyacente a la puerta lo que constituía un término medio, tenía a ambos compañeros dentro de mi rango de visión, y podía establecer mi precaria comunicación con cualquiera de ellos.
Me dejé caer sobre mi panza, enrollando la cola entorno mi cuerpo para adoptar una posición de reposo, y mantuve el cuello erguido, en contraste, indicando que no pensaba dormir por ahora.
No estaba dentro de su morada,a si que poco podía decirme, y si intentaba golpearme a mi con el bastón, difícilmente me dañaría, con algo que podía quebrar entre los dientes con suma facilidad. Mirando al anciano, hice un pequeño gorjeo para llamar su atención, señalé con el hocico al interior por donde había desaparecido bio e incline la cabeza en señal de gratitud.
Luego con el mismo gorjeo, señala a sajin, y al enfocarme de nuevo en el anciano, solté un siseo de desagrado, haciendo que se erizaran de golpe todos los cuernos y púas que poblaban mi cuerpo, mostrando por la comisura del hocico, los colmillos más grandes y filosos que poseía, en señal de desagrado por el trato que le había proporcionado, no por la negativa a dejarle entrar si no por sus palabras. Aunque dudaba que fuera capaz de filtrar mis intenciones del todo.
Con la zarpa barri la tierra delante de mi cuerpo, acordandome entonces del nuevo medio de comunicación que había ideado en ese viaje y con una de las zarpas escribí en el suelo de tierra.
"Le agradezco que ofrezca refugio al humano. Sin embargo, para hablar de compasión, no ha seguido ud. su propio consejo, separando a dos amigos por un capricho carente de datos. La mejor forma de predicar algo es con el ejemplo. Ud. no dio ejemplo, ud. juzgó sin hacer las preguntas correctas."
Tras eso, ignore al anciano con el mismo descaro que este había dedicado a mis compañeros, y abrir las fauces, soltando un rugido amistoso para llamar a Sajin, mirándolo fijamente para que este entendiese que lo llamaba a el, y golpeé con la punta de la cola el suelo al lado de donde yacía, invitando a aguardar allí a que Bio se hubiera recuperado de la caminata.
Bio entró en la morada como un rayo, tras sacarse os zapatos, que tenia que ver un objeto material con su pasado, era algo que solo incumbia al anciano, ya que no dejo de parecerme una metáfora innecesaria y estrafalaria apegar algo tan complejo como la historia de uno a un par de botas.
Por otro lado Sajin se puso alerta, cosa que desagradó al anciano y no tardaron en ponerse a debatir. Dejé de intentar mantener la postura de meditación apra acomodarme sobre mis cuatro patas, y me estire, encorvando la espalda y estirando las alas desperezandome, mientras esbozaba un gran bostezo.
Los aportes que el viejo le había hecho al humano, eran puramente inofensivos, pero la ristra de cosas que le había dedicado al cibernético, para una criatura con tan poco aprecio hacia si misma, y una visión de su camino tan triste, me resultaron gratuitamente crueles, aun así no le saqué la parte de razón que merecía el viejo, era su casa, eran sus costumbres, y como invitados había que respetarlas, o aceptar no recibir hospitalidad por su parte.
— ¿Y qué hay de ti?
Miré hacia atrás hasta percatarme de que el anciano me hablaba a mi. No era difícil darse cuenta de que si quería entrar tendría que hacer maniobras para lograr, con mucha suerte no destrozarle el marco de la puerta. Por otro lado, mi cuello se giró, encarando mi rostro hacia el interior donde estaba Bio y hacia afuera donde se encontraba Sajin. Si permanecía afuera abandonaba al humano, si permanecía adentro, dejaba al cibernético a su propia suerte, ninguna de ambas soluciones eran de mi agrado, así que caminé con lentitud hasta acomodarme debajo de la ventana adyacente a la puerta lo que constituía un término medio, tenía a ambos compañeros dentro de mi rango de visión, y podía establecer mi precaria comunicación con cualquiera de ellos.
Me dejé caer sobre mi panza, enrollando la cola entorno mi cuerpo para adoptar una posición de reposo, y mantuve el cuello erguido, en contraste, indicando que no pensaba dormir por ahora.
No estaba dentro de su morada,a si que poco podía decirme, y si intentaba golpearme a mi con el bastón, difícilmente me dañaría, con algo que podía quebrar entre los dientes con suma facilidad. Mirando al anciano, hice un pequeño gorjeo para llamar su atención, señalé con el hocico al interior por donde había desaparecido bio e incline la cabeza en señal de gratitud.
Luego con el mismo gorjeo, señala a sajin, y al enfocarme de nuevo en el anciano, solté un siseo de desagrado, haciendo que se erizaran de golpe todos los cuernos y púas que poblaban mi cuerpo, mostrando por la comisura del hocico, los colmillos más grandes y filosos que poseía, en señal de desagrado por el trato que le había proporcionado, no por la negativa a dejarle entrar si no por sus palabras. Aunque dudaba que fuera capaz de filtrar mis intenciones del todo.
Con la zarpa barri la tierra delante de mi cuerpo, acordandome entonces del nuevo medio de comunicación que había ideado en ese viaje y con una de las zarpas escribí en el suelo de tierra.
"Le agradezco que ofrezca refugio al humano. Sin embargo, para hablar de compasión, no ha seguido ud. su propio consejo, separando a dos amigos por un capricho carente de datos. La mejor forma de predicar algo es con el ejemplo. Ud. no dio ejemplo, ud. juzgó sin hacer las preguntas correctas."
Tras eso, ignore al anciano con el mismo descaro que este había dedicado a mis compañeros, y abrir las fauces, soltando un rugido amistoso para llamar a Sajin, mirándolo fijamente para que este entendiese que lo llamaba a el, y golpeé con la punta de la cola el suelo al lado de donde yacía, invitando a aguardar allí a que Bio se hubiera recuperado de la caminata.
Arygos Valnor
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Mientras yo había entrado en ese pulcro lugar, Sajín y “Babitas”, como había decidido llamar al dragón, se quedaron fuera, me habría gustado acompañarlos, pero había tenido que moverme al rincón más alejado de la puerta para evitar el daño solar. Una vez dentro había entendido por qué el hombre me había pedido desprenderme de mi calzado, en interior de aquel lugar se veía reluciente, brillante, con un olor a limpio que no había sentido en mucho tiempo, aunque pensándolo bien, el dragón tenía muy buen olor.
Quedé atrapado en un inexpugnable asombro al ver lo que guardaba el viejo en el fondo de aquella gran sala, una impresionante colección de espadas, desde las más grandes hasta las más pequeñas, todas cuidadas de la mejor manera -¿Qué clase de hombre es este anciano?- Pensé mientras recorría con la vista todo lo que guardaba, algunas espadas se mostraban intactas, sin una sola marca de haber sido usadas en batalla, otras por su parte mostraban severas abolladuras y otras incluso llegaban al punto de estar rotas, resultaba difícil saber de cuantas batallas habría participado aquel anciano y más aún, calcular la experiencia en combate que habría podido acumular a lo largo de sus innumerables peleas.
Intenté acercarme hacia una de las espadas pero me detuve al pensar que mis compañeros tardaban demasiado en entrar, así que intenté volver a la entrada hasta donde la luz del sol me permitiera avanzar, sin embargo al dar apenas un par de pasos el piso bajo mis pies se abrió, haciéndome caer a una especie de sótano subterráneo, oscuro y con un olor bastante desagradable, al llegar abajo rompí algunas cosas en el suelo a pesar de que logré quedar de pie y sin daños, pero al mirar abajo pude notar que el piso estaba lleno de huesos rotos y esqueletos de lo que parecían ser espadachines, sin embargo ninguno de ellos tenía una espada, solamente conservaban sus vainas vacías, lo cual resultaba bastante extraño, entonces recordé las espadas en la parte superior -¿Algún tipo de coleccionista?- Pensé un poco alarmado mientras buscaba la manera de salir para alertar a Sajin pero entonces, el hueco por donde había caído se cerró, dejándome sumido en la más completa oscuridad.
Quedé atrapado en un inexpugnable asombro al ver lo que guardaba el viejo en el fondo de aquella gran sala, una impresionante colección de espadas, desde las más grandes hasta las más pequeñas, todas cuidadas de la mejor manera -¿Qué clase de hombre es este anciano?- Pensé mientras recorría con la vista todo lo que guardaba, algunas espadas se mostraban intactas, sin una sola marca de haber sido usadas en batalla, otras por su parte mostraban severas abolladuras y otras incluso llegaban al punto de estar rotas, resultaba difícil saber de cuantas batallas habría participado aquel anciano y más aún, calcular la experiencia en combate que habría podido acumular a lo largo de sus innumerables peleas.
Intenté acercarme hacia una de las espadas pero me detuve al pensar que mis compañeros tardaban demasiado en entrar, así que intenté volver a la entrada hasta donde la luz del sol me permitiera avanzar, sin embargo al dar apenas un par de pasos el piso bajo mis pies se abrió, haciéndome caer a una especie de sótano subterráneo, oscuro y con un olor bastante desagradable, al llegar abajo rompí algunas cosas en el suelo a pesar de que logré quedar de pie y sin daños, pero al mirar abajo pude notar que el piso estaba lleno de huesos rotos y esqueletos de lo que parecían ser espadachines, sin embargo ninguno de ellos tenía una espada, solamente conservaban sus vainas vacías, lo cual resultaba bastante extraño, entonces recordé las espadas en la parte superior -¿Algún tipo de coleccionista?- Pensé un poco alarmado mientras buscaba la manera de salir para alertar a Sajin pero entonces, el hueco por donde había caído se cerró, dejándome sumido en la más completa oscuridad.
Bio
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
El cibernético fijó su mira telescópica que le proporcionaba una vista mucho más prolongada hacia Arygos y el anciano, el dragón había regresado a las escrituras sobre la tierra para dar su veredicto a la incógnita del anciano. Sajin tomó las palabras del dragón como un acto de honor y compañerismo, parecía que en el fondo del dragón había un profundo sentido del compañerismo, era como verse así mismo reflejado en Arygos. Pero la diferencia era clara entre ambos, Arygos era mucho más simpática que él había sido en aquel entonces y sobretodo, reprochaba la actitud del anciano seguido de la obstinación que tuvo con Sajin, que debido a los modales que lo regían, el cibernético no pudo llegar a tal punto.
El anciano había unido sus manos, cubiertas y unidas por las mangas de la túnica que portaba, se dirigió con aquella compostura de vuelta a su morada, probablemente iba a ver en que se había metido Bio tras entrar con suerte al hogar del ermitaño. Un rugido que no transmitía siquiera miedo o amenaza había resonado, girándose hacia la dirección de la que provenía, pudo percatarse que se trataba de una simpática llamada de su compañera para esperar a el vampiro. Se acercó, notando como la cola del dragón indicaba un puesto en el suelo que ella había guardado especialmente para el espadachín mientras esperaban a que volviese el vampiro tras recuperarse, pero eso tardaría bastante. Incluso para un ser al cual le resultaban irrelevantes la cantidad de años que pasasen, no le sabía bien el hecho de que esperasen como dos lacayos a su compañero. Ambos se habían sacrificado por igual y el dragón también, Arygos lo había protegido de un posible final y aún así, se había dignado a quedarse con él allí pese a la obstinación entre la máquina y el hombre. Tal vez el ser su amigo había hecho que la dragona lo hubiese apoyado en vez del anciano, pero no le sentaba cómodo que ella hubiese querido acompañarlo aún cuando podía cumplir esos caprichos e ir con ellos al interior, ella no tenía la necesidad de quedarse. Pero tras lo escrito hacia el anciano, dudaba de que Arygos volviese a entrar.
— Arygos... no voy a sentarme. —Comentó al dragón, pese a sus acciones amistosas, seguía con el tono de siempre.— No puedo permitir que pase usted esto por mi, tendré que acatar lo que dice el anciano para reunirnos los tres. Verás, dragón, esto es una información que he debido de clasificar por el bien de mi compañero, pero es la verdad. —Cambió su tono a uno más susurrante, uno con el cual trataba de ser más precavido, con tal de que no fuese escuchado por su anfitrión.— Bio es un vampiro, de ahí la razón a que nos encontrásemos él y yo con usted en la noche y no hubiésemos parado hasta el amanecer.
Se dio la vuelta, pese a que el anciano le hubiese indicado que bañase sus pecados en el lago, debería de aventurarse por sí mismo a buscar uno. El ermitaño no había siquiera querido decirle la ubicación exacta, ello parecía tratarse de un reto o una prueba, pero el anciano parecía no darse cuenta de que la condición orgánica de Sajin se veía acompañada de mejoras artificiales. Si acaso buscaba darle una sorpresa, no llegaría a mucho. Mientras se alejaba, dijo unas pocas palabras a Arygos sin siquiera dedicarle una mirada antes de marchar a cumplir el requisito que el anciano le exigía.
— Vigile a ese humano. —Comentó el cibernético.
Alejó con sus brazos los arbustos y las herbáceas que cubrían el frondoso pasto, olvidándose del recto sendero del que en cualquier momento podría ir y marcharse de allí de regreso a la sociedad humana. Pudo escuchar ladridos acercarse y pronto notar como si fuese invulnerable a ello, a Sardinas colgándose de un costado de su pierna con sus dientes. El perro ya se había acostumbrado a morder su coraza de una manera muy simpática, eso parecía significar confianza con él, su nuevo amo. Si se perdía o no en busca del lago, al menos sabía que tenía a un compañero que estaría allí aún cuando las travesías que tenía entre Arygos y Bio terminasen tras marchar en el sendero en el que probablemente tomarían rumbos diferentes.
El anciano había unido sus manos, cubiertas y unidas por las mangas de la túnica que portaba, se dirigió con aquella compostura de vuelta a su morada, probablemente iba a ver en que se había metido Bio tras entrar con suerte al hogar del ermitaño. Un rugido que no transmitía siquiera miedo o amenaza había resonado, girándose hacia la dirección de la que provenía, pudo percatarse que se trataba de una simpática llamada de su compañera para esperar a el vampiro. Se acercó, notando como la cola del dragón indicaba un puesto en el suelo que ella había guardado especialmente para el espadachín mientras esperaban a que volviese el vampiro tras recuperarse, pero eso tardaría bastante. Incluso para un ser al cual le resultaban irrelevantes la cantidad de años que pasasen, no le sabía bien el hecho de que esperasen como dos lacayos a su compañero. Ambos se habían sacrificado por igual y el dragón también, Arygos lo había protegido de un posible final y aún así, se había dignado a quedarse con él allí pese a la obstinación entre la máquina y el hombre. Tal vez el ser su amigo había hecho que la dragona lo hubiese apoyado en vez del anciano, pero no le sentaba cómodo que ella hubiese querido acompañarlo aún cuando podía cumplir esos caprichos e ir con ellos al interior, ella no tenía la necesidad de quedarse. Pero tras lo escrito hacia el anciano, dudaba de que Arygos volviese a entrar.
— Arygos... no voy a sentarme. —Comentó al dragón, pese a sus acciones amistosas, seguía con el tono de siempre.— No puedo permitir que pase usted esto por mi, tendré que acatar lo que dice el anciano para reunirnos los tres. Verás, dragón, esto es una información que he debido de clasificar por el bien de mi compañero, pero es la verdad. —Cambió su tono a uno más susurrante, uno con el cual trataba de ser más precavido, con tal de que no fuese escuchado por su anfitrión.— Bio es un vampiro, de ahí la razón a que nos encontrásemos él y yo con usted en la noche y no hubiésemos parado hasta el amanecer.
Se dio la vuelta, pese a que el anciano le hubiese indicado que bañase sus pecados en el lago, debería de aventurarse por sí mismo a buscar uno. El ermitaño no había siquiera querido decirle la ubicación exacta, ello parecía tratarse de un reto o una prueba, pero el anciano parecía no darse cuenta de que la condición orgánica de Sajin se veía acompañada de mejoras artificiales. Si acaso buscaba darle una sorpresa, no llegaría a mucho. Mientras se alejaba, dijo unas pocas palabras a Arygos sin siquiera dedicarle una mirada antes de marchar a cumplir el requisito que el anciano le exigía.
— Vigile a ese humano. —Comentó el cibernético.
Alejó con sus brazos los arbustos y las herbáceas que cubrían el frondoso pasto, olvidándose del recto sendero del que en cualquier momento podría ir y marcharse de allí de regreso a la sociedad humana. Pudo escuchar ladridos acercarse y pronto notar como si fuese invulnerable a ello, a Sardinas colgándose de un costado de su pierna con sus dientes. El perro ya se había acostumbrado a morder su coraza de una manera muy simpática, eso parecía significar confianza con él, su nuevo amo. Si se perdía o no en busca del lago, al menos sabía que tenía a un compañero que estaría allí aún cuando las travesías que tenía entre Arygos y Bio terminasen tras marchar en el sendero en el que probablemente tomarían rumbos diferentes.
Sajin
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
El anciano volvió adentro, sin reflexionar sobre lo que le había dicho sobre el cibernético, lo cual, no hablaba muy bien de el, alguien que llama a pensarse las cosas, dispuesto a cuestionar al resto pero no a si mismo. Sin embargo, dejé de prestarle atención cuando sajin se acercó tras mi llamado.
Ladeé la cabeza hacia un costado, sin entender porqué tanto apuro, y porque le resultaba tan grave al cibernético que no entraremos en la choza, añadiendo, ademas, apra que no se culpase por mi estadía afuera, dos verdades a mi escrito en el suelo .
"No quepo por la puerta. Y si cambio de forma, haré un espectaculo exhibicionista con el que no me siento comoda."
Esperaba que con eso entendiese, que la ropa no era algo que se mantuviera en el éter mientras estaba en esa forma, y comprendiese que volver a una humanoide implicaba hacerlo tal y como había llegado al mundo, y lo incomodo que podía ser eso, con un anciano desconocido dando vueltas.
Sin embargo, los motivos más importantes para seguir a bio distaban mucho de la culpabilidad o no que pudiera sentir ese ser. La revelación de que nuestro acompañante era un vampiro me chocó, no para bien o para mal, por suerte, no era el primero de su especie con el que me topaba, y por lo que había podido ver, había buenos y malos, como de cualquier otra criatura.
Mientras sajin se alejaba buscando un lago, colé mi cuello por a ventana buscando a Bio, un nauseabundo olor impregnó mis fosas nasales, uno que me sonaba familiar, y que se pegaba al interior de las narinas como si tuviera profusos garfios. Putrefacción. ¿Acaso guardaba gatos muertos en el armario?
Recordaba ese olor de algunos animales que habían quedado muertos en las heladas, y que al llegar el deshielo, demasiado añejos para algunos carroñeros se descomponían al sol, llenando largas extensiones con su terrible aroma, por suerte, siempre algún pastor, aldeano, o dragon,quemaban los restos. No es que el olor a carne putrefacta quemada fuera mejor, pero desde luego, se iba mucho más rápido.
Fuere como fuere, no era algo que nadie quisiera tener en su casa, no nadie cuerdo, y la advertencia de Sajin parecía adoptar ahora un calibre mucho más serio y siniestro.
Las púas y espinas de mi cuerpo se erizaron, algo no me daba buena espina, y para colmo, o podía ver a bio por ningún lado.
Empecé a rugir, no demasiado alto, llamándole, por si se había metido en algún recoveco de la pequeña morada, pero no recibí respuesta alguna, así que, esperando que se creyese en ataque y saliera corriendo a prestar su ayuda, inspire llenando por completo mis pulmones, aguantando las ganas de vomitar por el nauseabundo aroma del aire, y rugió con todas mis fuerzas hacia el interior de la casa, si no salía bio, saldría el anciano por lo menos, a intentar calmar el alboroto, que había hecho volar algunos pajaritos cercanos de sus nidos.
Dudaba, seriamente, de que fueran capaces de identificar dicho ruido como un llamado, pero si pensaban que me estaban descuartizando y venían en mi ayuda, tampoco estaría mal.
Con la cola barrí el suelo rasguñando sin cuidado la tierra para escribirle al anciano, si es que acudía a ver que ocurria.
"Necesito ver a mi compañero el humano ahora, o me temo que tendré que entrar, por la puerta, o por la ventana, a perjuicio de su morada."
Ladeé la cabeza hacia un costado, sin entender porqué tanto apuro, y porque le resultaba tan grave al cibernético que no entraremos en la choza, añadiendo, ademas, apra que no se culpase por mi estadía afuera, dos verdades a mi escrito en el suelo .
"No quepo por la puerta. Y si cambio de forma, haré un espectaculo exhibicionista con el que no me siento comoda."
Esperaba que con eso entendiese, que la ropa no era algo que se mantuviera en el éter mientras estaba en esa forma, y comprendiese que volver a una humanoide implicaba hacerlo tal y como había llegado al mundo, y lo incomodo que podía ser eso, con un anciano desconocido dando vueltas.
Sin embargo, los motivos más importantes para seguir a bio distaban mucho de la culpabilidad o no que pudiera sentir ese ser. La revelación de que nuestro acompañante era un vampiro me chocó, no para bien o para mal, por suerte, no era el primero de su especie con el que me topaba, y por lo que había podido ver, había buenos y malos, como de cualquier otra criatura.
Mientras sajin se alejaba buscando un lago, colé mi cuello por a ventana buscando a Bio, un nauseabundo olor impregnó mis fosas nasales, uno que me sonaba familiar, y que se pegaba al interior de las narinas como si tuviera profusos garfios. Putrefacción. ¿Acaso guardaba gatos muertos en el armario?
Recordaba ese olor de algunos animales que habían quedado muertos en las heladas, y que al llegar el deshielo, demasiado añejos para algunos carroñeros se descomponían al sol, llenando largas extensiones con su terrible aroma, por suerte, siempre algún pastor, aldeano, o dragon,quemaban los restos. No es que el olor a carne putrefacta quemada fuera mejor, pero desde luego, se iba mucho más rápido.
Fuere como fuere, no era algo que nadie quisiera tener en su casa, no nadie cuerdo, y la advertencia de Sajin parecía adoptar ahora un calibre mucho más serio y siniestro.
Las púas y espinas de mi cuerpo se erizaron, algo no me daba buena espina, y para colmo, o podía ver a bio por ningún lado.
Empecé a rugir, no demasiado alto, llamándole, por si se había metido en algún recoveco de la pequeña morada, pero no recibí respuesta alguna, así que, esperando que se creyese en ataque y saliera corriendo a prestar su ayuda, inspire llenando por completo mis pulmones, aguantando las ganas de vomitar por el nauseabundo aroma del aire, y rugió con todas mis fuerzas hacia el interior de la casa, si no salía bio, saldría el anciano por lo menos, a intentar calmar el alboroto, que había hecho volar algunos pajaritos cercanos de sus nidos.
Dudaba, seriamente, de que fueran capaces de identificar dicho ruido como un llamado, pero si pensaban que me estaban descuartizando y venían en mi ayuda, tampoco estaría mal.
Con la cola barrí el suelo rasguñando sin cuidado la tierra para escribirle al anciano, si es que acudía a ver que ocurria.
"Necesito ver a mi compañero el humano ahora, o me temo que tendré que entrar, por la puerta, o por la ventana, a perjuicio de su morada."
- Off-Rol:
1-No me siento cómoda manejando npc que no me perteneces, ex. anciano, asi que dejare sus reacciones a vuestro criterio.
2- Puesto que por el olor que describes, que los huesos no generan, debe de ser a carne descompuesta, interpreto que al abrirse la trampilla llega bien lejos, ya que la descomposición tiene un fuerte olor que se huele a muchísima distancia. Si es de otra cosa, mandame un mp y edito el post.
Arygos Valnor
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Me encontraba completamente a oscuras, caminando entre huesos que se partían como galleta, aunque algunos de ellos parecían más recientes, con algunos rastros de tejidos en plena descomposición pero unos alarmantes sonidos me hicieron sentir que no era el único ahí abajo, sin embargo, al parecer, lo que sea que hubiera ahí abajo, tampoco podía verme y tan solo reaccionaba al sonido de mis pisadas, por lo que si me mantenía quieto estaría a salvo al menos hasta saber a qué rayos me estaba enfrentando.
Guardé un completo y profundo silencio mientras observaba a mi alrededor en busca de una posible salida, ya ni siquiera podía reconocer el lugar por donde había caído pero de pronto comencé a escuchar pasos sobre la madera del suelo que se encontraba sobre mi cabeza, caminaba despacio y era liviano, sin duda tenía que ser el anciano pues tanto el dragón como Sajin eran demasiado pesados para tal sonido -Hey, anciano- Dije desde abajo casi en un grito ahogado pero no obtuve respuesta alguna de parte la superficie, más bien un feroz rugido sonó acercándose a mí, por lo que saqué mis dagas para mantenerme alerta pero al mismo tiempo me quedé completamente calmado y en silencio, si gritaba pidiendo ayuda le daría mi ubicación a la criatura que se encontraba conmigo, pero si no lo había no me encontrarían, esa cosa de abajo me había escuchado llamar al viejo y se acercaba convencido de encontrarme; yo al no tener idea de a qué me enfrentaba, tendría que reaccionar para intentar que los daños fueran los menos posibles; fue entonces cuando un fuerte y feroz rugido como no había escuchado en mucho tiempo, llamó la atención del animal que retrocedió en busca del origen de aquello, parecía el fuerte rugido de un dragón -Babitas- Pensé con cierta alegría al saber que el dragón vomitador se encontraba cerca, aunque igual de momento no podría avisarle de nada, el más mínimo ruido llamaría la atención de esa cosa acechante.
En la superficie los pasos del anciano se dirigieron a la entrada, en dirección a donde se había escuchado el fuerte rugido, pero no sin antes tomar un par de sus espadas, dejándolas escondidas tras la pared que daba a la puerta para seguramente tomarlas en caso de complicaciones y finalmente salió a hacer frente al dragón -Lamento decirte esto, criatura- Dijo el anciano con voz pausada y calmada -Pero... Tu amigo se ha marchado- Mintió de tal manera que hasta parecía que él mismo se lo había creído -Dijo que ustedes... Tú y tu compañero de la armadura, eran solo una carga para él- Agachó la cabeza como señal de pena antes de continuar con su plan de confusión -Se fue hacia el este, con un radiante sol bañando su cuerpo, deberías tratar de alcanzarle, no irá muy lejos aún, yo me encargaré de tu otro amigo cuando regrese- Dijo el anciano cuyo plan parecía ser separarnos aunque no se me ocurría con qué propósito estaba haciendo todo esto, seguidamente regresó hasta la entrada y dejando solo la mitad de su cuerpo fuera de la casucha, sujetó una de las espadas que había dejado cerca de ese lugar, en caso de que el dragón actuara de manera diferente a como él lo tenía planeado.
Guardé un completo y profundo silencio mientras observaba a mi alrededor en busca de una posible salida, ya ni siquiera podía reconocer el lugar por donde había caído pero de pronto comencé a escuchar pasos sobre la madera del suelo que se encontraba sobre mi cabeza, caminaba despacio y era liviano, sin duda tenía que ser el anciano pues tanto el dragón como Sajin eran demasiado pesados para tal sonido -Hey, anciano- Dije desde abajo casi en un grito ahogado pero no obtuve respuesta alguna de parte la superficie, más bien un feroz rugido sonó acercándose a mí, por lo que saqué mis dagas para mantenerme alerta pero al mismo tiempo me quedé completamente calmado y en silencio, si gritaba pidiendo ayuda le daría mi ubicación a la criatura que se encontraba conmigo, pero si no lo había no me encontrarían, esa cosa de abajo me había escuchado llamar al viejo y se acercaba convencido de encontrarme; yo al no tener idea de a qué me enfrentaba, tendría que reaccionar para intentar que los daños fueran los menos posibles; fue entonces cuando un fuerte y feroz rugido como no había escuchado en mucho tiempo, llamó la atención del animal que retrocedió en busca del origen de aquello, parecía el fuerte rugido de un dragón -Babitas- Pensé con cierta alegría al saber que el dragón vomitador se encontraba cerca, aunque igual de momento no podría avisarle de nada, el más mínimo ruido llamaría la atención de esa cosa acechante.
En la superficie los pasos del anciano se dirigieron a la entrada, en dirección a donde se había escuchado el fuerte rugido, pero no sin antes tomar un par de sus espadas, dejándolas escondidas tras la pared que daba a la puerta para seguramente tomarlas en caso de complicaciones y finalmente salió a hacer frente al dragón -Lamento decirte esto, criatura- Dijo el anciano con voz pausada y calmada -Pero... Tu amigo se ha marchado- Mintió de tal manera que hasta parecía que él mismo se lo había creído -Dijo que ustedes... Tú y tu compañero de la armadura, eran solo una carga para él- Agachó la cabeza como señal de pena antes de continuar con su plan de confusión -Se fue hacia el este, con un radiante sol bañando su cuerpo, deberías tratar de alcanzarle, no irá muy lejos aún, yo me encargaré de tu otro amigo cuando regrese- Dijo el anciano cuyo plan parecía ser separarnos aunque no se me ocurría con qué propósito estaba haciendo todo esto, seguidamente regresó hasta la entrada y dejando solo la mitad de su cuerpo fuera de la casucha, sujetó una de las espadas que había dejado cerca de ese lugar, en caso de que el dragón actuara de manera diferente a como él lo tenía planeado.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
El amanecer había ayudado en su búsqueda, había alzado su mirada para llegar a percatarse de lo que tenía por delante entre las verdes hojas amontonadas en las ramas de los árboles de las que tenía que evadir, pero su perro ya se había lanzado a por la tan buscada agua del lago que había hablado el anciano. Cuando pudo deshacerse de las hojas que entorpecían su camino pudo sentir la cálida brisa caer contra él mientras que el agua cristalina y resplandeciente gracias a la luz del sol hacían de aquel lago un bello y majestuoso panorama. De tantas noches en las que se había aventurado con sus compañeros debido a la condición del vampiro, ver de nuevo la luz del sol ya no era vista tan seguida por el cibernético. Su perro bebía tranquilamente del agua, mientras agitaba lado a lado su pequeña cola como una mera expresión de alegría.
Ahora comprendía a que se refería el anciano, se trataba de una mera metáfora acerca del limpiar los pecados de su espada. Purificarse en esa paz que irradiaba de la naturaleza, esa debía haber sido la razón por la cual había abandonado en su totalidad la civilización para ser un ermitaño, la vida urbana o rural no siempre era tan tranquila como allí. El melodioso canto de los pichones podía oírse llenar la naturaleza del lago, la calma hacía al espadachín poder conectarse consigo mismo. Se sentía cómodo, toda su vida era tan solo luchar por no morir fuera de allí, irse sería solo seguir la monótona rutina que llevaba siempre a lo mismo. Esa paz tal vez pronto se desmoronaría si regresaba, donde todo volvería a ser tan agitado y tan obtuso para su manera de pensar.
Disfrutar de la tranquilidad no estaba de más antes de volver a su desventurada vida, supuso que el dragón habría aceptado una vez por todas ir al interior de la morada del anciano junto con el vampiro, pero él podía quedarse allí a esperarlos. Su perro se había marchado tras llenarse del agua que había bebido como loco, se había contenido mucho sin beber agua y con sus fuerzas repuestas salió disparado como una flecha a lo profundo del bosque como era común en él. Sajin se recostó en la orilla junto al lago y desenvainó su espada, sumergiéndola en el agua. Unas cuantas burbujas habían sido expulsadas de la fría agua del lago. El relajante y satisfactorio sonido del agua no dejaba de producir alivio y seguridad para la máquina.
Aquí estoy en paz conmigo mismo. El cantar de las aves, el sereno flujo del agua moverse entre mis manos, la verde naturaleza y el despampanante brillo del sol superan por creces las duras noches que he pasado con ellos. Ellos están en perfecto estado, no hay peligros y pronto habrán llegado a tierras humanas. pensaba, las preocupaciones que lo afligían habían desaparecido mientras se olvidaba por completo de sus compañeros y aquel misterioso anciano. Se acostumbró al dejar su espada ser limpiada por las corrientes del lago, al punto en que cerró sus ojos. Era uno con la naturaleza.
Sardinas no se había hecho uno a fin de cuentas, su amo estaba muy ocupado como para interferir aún cuando fuese a juguetear. El perro tenía ansias de corretear y jugar ahora que había recuperado sus fuerzas, aunque sea mordiendo la coraza de su amo, pero él no tenía las ganas de querer ser estorbado por el can. El pequeño perro había decidido que lo mejor sería ir a por los compañeros que había conseguido un tanto de confianza en el viaje y que su amo también la tenía por ellos. Cuando llegó hacia la choza en donde se hospedaba el anciano y de forma temporal el vampiro, se percató de que el anciano estaba algo cerca del dragón que su amo había estado protegiendo durante largos viajes. Rodeó en círculos de manera juguetona al dragón durante unos segundos y pronto se acercó hacia la puerta en donde estaba ese misterioso anciano cerca de su compañera.
El perro ladró, mientras que su cabeza arqueada a un lado parecía suponer que el animal había visto una acción extraña hecha por parte del anciano que estaba a medio camino de salir de la choza.
Ahora comprendía a que se refería el anciano, se trataba de una mera metáfora acerca del limpiar los pecados de su espada. Purificarse en esa paz que irradiaba de la naturaleza, esa debía haber sido la razón por la cual había abandonado en su totalidad la civilización para ser un ermitaño, la vida urbana o rural no siempre era tan tranquila como allí. El melodioso canto de los pichones podía oírse llenar la naturaleza del lago, la calma hacía al espadachín poder conectarse consigo mismo. Se sentía cómodo, toda su vida era tan solo luchar por no morir fuera de allí, irse sería solo seguir la monótona rutina que llevaba siempre a lo mismo. Esa paz tal vez pronto se desmoronaría si regresaba, donde todo volvería a ser tan agitado y tan obtuso para su manera de pensar.
Disfrutar de la tranquilidad no estaba de más antes de volver a su desventurada vida, supuso que el dragón habría aceptado una vez por todas ir al interior de la morada del anciano junto con el vampiro, pero él podía quedarse allí a esperarlos. Su perro se había marchado tras llenarse del agua que había bebido como loco, se había contenido mucho sin beber agua y con sus fuerzas repuestas salió disparado como una flecha a lo profundo del bosque como era común en él. Sajin se recostó en la orilla junto al lago y desenvainó su espada, sumergiéndola en el agua. Unas cuantas burbujas habían sido expulsadas de la fría agua del lago. El relajante y satisfactorio sonido del agua no dejaba de producir alivio y seguridad para la máquina.
Aquí estoy en paz conmigo mismo. El cantar de las aves, el sereno flujo del agua moverse entre mis manos, la verde naturaleza y el despampanante brillo del sol superan por creces las duras noches que he pasado con ellos. Ellos están en perfecto estado, no hay peligros y pronto habrán llegado a tierras humanas. pensaba, las preocupaciones que lo afligían habían desaparecido mientras se olvidaba por completo de sus compañeros y aquel misterioso anciano. Se acostumbró al dejar su espada ser limpiada por las corrientes del lago, al punto en que cerró sus ojos. Era uno con la naturaleza.
Sardinas no se había hecho uno a fin de cuentas, su amo estaba muy ocupado como para interferir aún cuando fuese a juguetear. El perro tenía ansias de corretear y jugar ahora que había recuperado sus fuerzas, aunque sea mordiendo la coraza de su amo, pero él no tenía las ganas de querer ser estorbado por el can. El pequeño perro había decidido que lo mejor sería ir a por los compañeros que había conseguido un tanto de confianza en el viaje y que su amo también la tenía por ellos. Cuando llegó hacia la choza en donde se hospedaba el anciano y de forma temporal el vampiro, se percató de que el anciano estaba algo cerca del dragón que su amo había estado protegiendo durante largos viajes. Rodeó en círculos de manera juguetona al dragón durante unos segundos y pronto se acercó hacia la puerta en donde estaba ese misterioso anciano cerca de su compañera.
El perro ladró, mientras que su cabeza arqueada a un lado parecía suponer que el animal había visto una acción extraña hecha por parte del anciano que estaba a medio camino de salir de la choza.
Sajin
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Las palabras del anciano, en un principio me desconcertaron, pero al escuchar el final, entrecerré la mirada, conteniendome de no hacer nada imprudente, el desventurado hombre poco sabia que si hubiera acallado la mitad de su mentira esta misma no lo hubiera delatado.
En ese momento,ese apetitoso can apareció, dando vueltas a mi alrededor, busque a su dueño con la mirada, por el margen de los bosques, pero no había ni rastro de el. ¿También estaría en peligro? ¿Lo habría enviado a una trampa el anciano?, el perro corrió a jugar con el el anciano, sus gestos y ladridos resultaban mucho más comprensibles que algunas de las facciones humanas a las que tan poco acostumbrada estaba, y no fue difícil suponer que algo no iba bien cuando estos se tiñeron de alerta, no solo ello, claro está , si no por la suma de las mentiras del viejo y el olor a podredumbre que había emanado de su casa hacia poco.
Me alejé unos pocos metros, de un gran salto, y llamé al perro con la cola, tal y como había visto hacer con las manos a los pastores con sus canes, cuando este se acercó lo suficiente, arqueó el cuello haciendo que mi morral quedara colgando de la criatura, y lo acomode con el hocico para que no se perdiera, no era una pesada carga ni mucho menos, y si iba con ello hacia su amo, quizás entendiera que lo estaba mandando a buscar. Luego, le señale el bosque con la cabeza, hice un par de ruidos, le palmee las patas traseras para que entrase a correr en esa dirección.
El can salió escopeteado, si cumplía mi encomienda o no, era algo que decidiría la suerte.
En el mismo lugar y algo alejada como estaba, escribí en el suelo con las garras, tanto para Sajin, como para el anciano, si es que curioso, se acercaba a leerlo.
"Libera a mi amigo que tienes prisionero, o voy a cenar dos veces hoy anciano."
Por algún motivo, los mios tenian fama de comerse a la gente, y no es que comiéramos criaturas mucho mas pequeñas, así que, pese no haber probado nunca la carne humana, no estaba de mas intentar asustar al vejestorio.
Ahora, tocaba algo mucho más difícil, enfrentar al anciano, que probablemente tendría secuestrado al vampiro. Entrar en la casa no era una buena opción, un espacio reducido me volvería más torpe y una presa fácil, pero, ¿cómo hacerlo salir? Paseé la mirada por la choza de madera, si tuviera el poder del fuego , podría incendiarla, aunque eso hacía peligrar a mi compañero... la casa! Por supuesto el anciano defendería su morada, instinto primario que ninguna raza civilizada había logrado dejar atrás. Quizás no podría prender fuego, pero mis zarpas, cola y colmillos era fuertes y afilados.
Me empuje, alzandome en el aire para tomar impulso, y descendí sobre el tejado,quedando fuera del alcance del anciano, por si venía a agredirme, y descendí en picado hacia el techo del habitaculo, aterrizando con brusquedad sobre el mismo.
Las maderas del techo se estremecieron pro el impacto, y algunas empezaron a crujir, pero ninguna cedió. Tomé altura, e impacte sobre el mismo de nuevo, soltando rugidos a cada embate para dejar bien claro, quien era la culpable de tales agravios contra su morada.
Cuando las maderas del techo se sintieron sueltas, las agarre con fuerza entre las zarpas delanteras y con mis fauces, y apoyándome en las traseras en otra superficie, tire, y aleteé con todas mis fuerzas hasta arrancar ese pedazo, que lancé por los aires, haciendo colarse en el interior de la casa, un haz de luz.
El pedazo de techo impacto en el suelo, levantando polvo, y rompiendo algunas de las partes, flojas y arañadas.
¡Cuan útil sería en ese momento ser más grande y más fuerte! Pero no importaba, tenia determinación, y si el viejo no se explicaba y devolvía a mi compañero en ese instante, terminara destrozado al igual que su casa.
En ese momento,ese apetitoso can apareció, dando vueltas a mi alrededor, busque a su dueño con la mirada, por el margen de los bosques, pero no había ni rastro de el. ¿También estaría en peligro? ¿Lo habría enviado a una trampa el anciano?, el perro corrió a jugar con el el anciano, sus gestos y ladridos resultaban mucho más comprensibles que algunas de las facciones humanas a las que tan poco acostumbrada estaba, y no fue difícil suponer que algo no iba bien cuando estos se tiñeron de alerta, no solo ello, claro está , si no por la suma de las mentiras del viejo y el olor a podredumbre que había emanado de su casa hacia poco.
Me alejé unos pocos metros, de un gran salto, y llamé al perro con la cola, tal y como había visto hacer con las manos a los pastores con sus canes, cuando este se acercó lo suficiente, arqueó el cuello haciendo que mi morral quedara colgando de la criatura, y lo acomode con el hocico para que no se perdiera, no era una pesada carga ni mucho menos, y si iba con ello hacia su amo, quizás entendiera que lo estaba mandando a buscar. Luego, le señale el bosque con la cabeza, hice un par de ruidos, le palmee las patas traseras para que entrase a correr en esa dirección.
El can salió escopeteado, si cumplía mi encomienda o no, era algo que decidiría la suerte.
En el mismo lugar y algo alejada como estaba, escribí en el suelo con las garras, tanto para Sajin, como para el anciano, si es que curioso, se acercaba a leerlo.
"Libera a mi amigo que tienes prisionero, o voy a cenar dos veces hoy anciano."
Por algún motivo, los mios tenian fama de comerse a la gente, y no es que comiéramos criaturas mucho mas pequeñas, así que, pese no haber probado nunca la carne humana, no estaba de mas intentar asustar al vejestorio.
Ahora, tocaba algo mucho más difícil, enfrentar al anciano, que probablemente tendría secuestrado al vampiro. Entrar en la casa no era una buena opción, un espacio reducido me volvería más torpe y una presa fácil, pero, ¿cómo hacerlo salir? Paseé la mirada por la choza de madera, si tuviera el poder del fuego , podría incendiarla, aunque eso hacía peligrar a mi compañero... la casa! Por supuesto el anciano defendería su morada, instinto primario que ninguna raza civilizada había logrado dejar atrás. Quizás no podría prender fuego, pero mis zarpas, cola y colmillos era fuertes y afilados.
Me empuje, alzandome en el aire para tomar impulso, y descendí sobre el tejado,quedando fuera del alcance del anciano, por si venía a agredirme, y descendí en picado hacia el techo del habitaculo, aterrizando con brusquedad sobre el mismo.
Las maderas del techo se estremecieron pro el impacto, y algunas empezaron a crujir, pero ninguna cedió. Tomé altura, e impacte sobre el mismo de nuevo, soltando rugidos a cada embate para dejar bien claro, quien era la culpable de tales agravios contra su morada.
Cuando las maderas del techo se sintieron sueltas, las agarre con fuerza entre las zarpas delanteras y con mis fauces, y apoyándome en las traseras en otra superficie, tire, y aleteé con todas mis fuerzas hasta arrancar ese pedazo, que lancé por los aires, haciendo colarse en el interior de la casa, un haz de luz.
El pedazo de techo impacto en el suelo, levantando polvo, y rompiendo algunas de las partes, flojas y arañadas.
¡Cuan útil sería en ese momento ser más grande y más fuerte! Pero no importaba, tenia determinación, y si el viejo no se explicaba y devolvía a mi compañero en ese instante, terminara destrozado al igual que su casa.
Arygos Valnor
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Continuaba atrapado e inmóvil mientras arriba parecía haber iniciado una discusión donde el dragón no parecía estar muy complacido, escuché unos ladridos conocidos, tal vez el pequeño cachorro de Sajin, ¿Estaría también él ahí? Me mantuve sin poder moverme hasta que unos fuertes sonidos en el techo de aquella cabaña comenzaron a alarmarme, pues si la casa era destruida nada me protegería del sol, temí por unos instantes pensando en cómo iba a refugiarme si la cabaña era destruida, aunque no todo era malo, cuando los primeros pedazos del techo fueron arrancados, pude notar que aún me quedaba la protección del piso de madera, que aunque no cubría completamente, al menos me daría un pequeño refugio hasta llegar la noche.
El viejo, sin mostrar rastros de enojo, le gritaba al dragón -Detente, insensata criatura, no sabes lo que haces- Aunque quisiera, no podría hacer nada contra el reptil alado, o al menos no con una espada, así que fue de prisa en busca de un arco ligero y algunas flechas -Detente, criatura, o me veré obligado a detenerte yo- Dijo mientras apuntaba hacia uno de los agujeros que el reptil había hecho en el techo para luego hacer un disparo de advertencia que se clavó en la madera levantada a unos centímetros de una de las zarpas del dragón -La próxima irá hacia tu cabeza si no te detienes, tu amigo no está aquí, ya te lo dije- Aseguró el viejo mientras preparaba la siguiente flecha.
Las aberturas en el techo habían hecho que algunos delgados halos de luz de colaran por entre las delgadas aberturas de la madera, aunque me alarmé cuando un pedazo grande del techo cayó sobre el suelo haciendo un gran agujero donde la luz del día me permitió ver a la bestia a la que me enfrentaba, un extraño animal con un pelaje mezclado entre el negro de la noche y el rojo de la sangre me observaba expectante, aguardando el momento para saltar sobre mí, ahora que me había visto no había motivos para mantenerme callado -Babitas, aquí estoy, bajo el piso- Grité para llamar la atención del reptil y evitar que dejara caer algo sobre la parte donde me encontraba -No me vayas a babeaaaaaa...- Mi grito fue interrumpido por la carrera de la criatura que corrío hasta abalanzarse sobre mí, dándome tiempo apenas de poner mis manos de por medio para evitar que me mordiera, tomé su cuello para mantener su mandíbula alejada mientras ambos caíamos sobre algunos huesos secos que se desquebrajaron al instante.
Mi grito seguramente habría deshecho las mentiras del anciano que ahora debía inventar una explicación para lo que sucedía, hasta ahora había negado que yo estuviera en ese lugar, sin embargo ahora resultaba evidente que había mentido, con un dragón sobre él, la suerte no estaba de su parte, además si el cachorro había tenido éxito, Sajin no tardaría en llegar, serían dos contra uno, lo que lo dejaría en una clara desventaja, sin mucho qué hacer, el anciano se decidió a disparar contra el reptil -No quería hacer esto, pero me has llevado a ello- Dijo mientras tensaba la cuerda del arco para luego soltarla y dejar salir la flecha que el dragón debería evitar.
El viejo, sin mostrar rastros de enojo, le gritaba al dragón -Detente, insensata criatura, no sabes lo que haces- Aunque quisiera, no podría hacer nada contra el reptil alado, o al menos no con una espada, así que fue de prisa en busca de un arco ligero y algunas flechas -Detente, criatura, o me veré obligado a detenerte yo- Dijo mientras apuntaba hacia uno de los agujeros que el reptil había hecho en el techo para luego hacer un disparo de advertencia que se clavó en la madera levantada a unos centímetros de una de las zarpas del dragón -La próxima irá hacia tu cabeza si no te detienes, tu amigo no está aquí, ya te lo dije- Aseguró el viejo mientras preparaba la siguiente flecha.
Las aberturas en el techo habían hecho que algunos delgados halos de luz de colaran por entre las delgadas aberturas de la madera, aunque me alarmé cuando un pedazo grande del techo cayó sobre el suelo haciendo un gran agujero donde la luz del día me permitió ver a la bestia a la que me enfrentaba, un extraño animal con un pelaje mezclado entre el negro de la noche y el rojo de la sangre me observaba expectante, aguardando el momento para saltar sobre mí, ahora que me había visto no había motivos para mantenerme callado -Babitas, aquí estoy, bajo el piso- Grité para llamar la atención del reptil y evitar que dejara caer algo sobre la parte donde me encontraba -No me vayas a babeaaaaaa...- Mi grito fue interrumpido por la carrera de la criatura que corrío hasta abalanzarse sobre mí, dándome tiempo apenas de poner mis manos de por medio para evitar que me mordiera, tomé su cuello para mantener su mandíbula alejada mientras ambos caíamos sobre algunos huesos secos que se desquebrajaron al instante.
Mi grito seguramente habría deshecho las mentiras del anciano que ahora debía inventar una explicación para lo que sucedía, hasta ahora había negado que yo estuviera en ese lugar, sin embargo ahora resultaba evidente que había mentido, con un dragón sobre él, la suerte no estaba de su parte, además si el cachorro había tenido éxito, Sajin no tardaría en llegar, serían dos contra uno, lo que lo dejaría en una clara desventaja, sin mucho qué hacer, el anciano se decidió a disparar contra el reptil -No quería hacer esto, pero me has llevado a ello- Dijo mientras tensaba la cuerda del arco para luego soltarla y dejar salir la flecha que el dragón debería evitar.
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Última edición por Bio el Dom Ene 03 2016, 18:46, editado 1 vez
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Sardinas había sido arrojado por el dragón, parecía tratarse de que aquellos compañeros de su amo no entendían a que se refería. El animal estaba asustado luego de lo que el anciano le había encomendado a su amo que básicamente estaba perdido en su subconsciente. Pero si ellos no podrían hacerlo, tal vez él podría solucionar lo que le sucedía a Sajin.
Sumergido en sus pensamientos y olvidándose de su conexión con el mundo solo para mantenerse como un hombre y su espada en una aparente inquebrantable paz, aquel místico momento se esfumaba lentamente mientras alcanzaba a escuchar los ladridos de su perro llegar hacia él. Sajin abrió sus ojos tras aquel período de calma, sacando del agua su vieja espada con la que siempre estaba, había sido expulsado de la tranquilidad que lo había llenado en aquel momento por los ladridos de su perro del que no podría atreverse a castigar por aquella razón. La inteligencia del animal no era tal como para entender lo que había hecho, pero tal vez se trataba de algo importante de lo que el cibernético debería de encargarse...
Eso podría ser. Sus sentidos habían quedado dormidos durante el tiempo en el que estuvo limpiando su espada, al punto en que parecía haberse olvidado de su parte que aquel anciano no era del todo confiable y el hecho de que su perro hubiese llegado de corretear a ladrar una y otra vez estando cerca suyo ya decía mucho. Podrían estar en peligro, podría ser que había sido abandonado en aquel momento o aún peor, tal vez estaban siendo torturados por el anciano en su morada. Se levantó rápidamente sin pensarlo dos veces del suelo, con su espada desenvainada en sus manos, siguió a Sardinas que correteó entre los arbustos para llegar a la localización en donde parecía suceder todo el alboroto.
Mientras cada vez más iba a espaldas de su perro, sin saber si se trataba de un juego o no, siguió a su animal sin pensarlo dos veces. Pudo notar mientras se acercaba a un ser en pleno vuelo, no como una bandada de aves o el vuelo de un murciélago, se trataba de algo mucho más grande... se trataba de Arygos. Salió de los arbustos y las hojas mucho más rápido que su perro, que habrían hecho ella y Bio en la casa era un misterio, un misterio del que debería de desentrañar cómo y porque. Salió disparado junto con su perro, notando como era ignorado por el anciano que tan solo se preocupaba de lo que haría el dragón en su humilde morada. No fue una sorpresa satisfactoria, había despedazado básicamente el techo solo para buscar al vampiro.
— Quédate aquí. —Bajó su mirada hacia su perro, solo para dedicarle esa orden. El animal bajó su cabeza y su cuerpo como si Sajin hubiese dado un reproche, pero no, tan solo buscaba el no tener que preocuparse del can como ya lo estaba de sus compañeros allí dentro. Caminó lentamente hacia la entrada de aquella choza parcialmente destrozada y se colocó a espaldas del anciano que ahora había conseguido un arco y unas cuantas flechas. Eso había sido contradictorio, las espadas matan tanto como los arcos. El anciano parecía tratarse de un falso, su frase había sido un método de distracción o tal vez, un método para que pudiese ahogar al cibernético en sus propios pensamientos. Tal vez por eso era hora de ajustar las cuentas.
La próxima irá hacia tu cabeza si no te detienes, tu amigo no está aquí, ya te lo dije aseguró al anciano tras lanzar una flecha hacia el dragón, si bien podría resultarle probablemente difícil al dragón el moverse para esquivar las flechas en una choza tan pequeña, Sajin no permitiría que sucediese una matanza. No trataría de dañar al anciano, quería demostrarle como su espada podría resolver aquel conflicto sin siquiera derramar una gota de sangre de la que tanto recriminaba a la máquina, suponiendo que se trataba de un posible odio o disgusto generalizado a los guerreros.
— ¿Qué cosa irá a su cabeza, humano? —Preguntó el cibernético, sabía bien lo que había dicho el humano, pero tal como era en el combate, buscaba ver la reacción de su enemigo al respecto. Ahora tenía a un problema más — Arygos, necesito información sobre los acontecimientos posteriores que provocaron todo esto y también, necesito informes del estado actual de nuestro compañero. Tu ve por él, yo me encargaré del anciano.
Retrocedió unos cuantos pasos atrás mientras mantenía una posición de combate, sujetó ambas manos a su mango. Aunque haya sido un tanto falsa aquella afirmación mentirosa del anciano, el cibernético buscaba, dándose cuenta o no, de la aprobación de aquel hombre para asegurar que su reflexión en el lago no había sido en vano.
Sumergido en sus pensamientos y olvidándose de su conexión con el mundo solo para mantenerse como un hombre y su espada en una aparente inquebrantable paz, aquel místico momento se esfumaba lentamente mientras alcanzaba a escuchar los ladridos de su perro llegar hacia él. Sajin abrió sus ojos tras aquel período de calma, sacando del agua su vieja espada con la que siempre estaba, había sido expulsado de la tranquilidad que lo había llenado en aquel momento por los ladridos de su perro del que no podría atreverse a castigar por aquella razón. La inteligencia del animal no era tal como para entender lo que había hecho, pero tal vez se trataba de algo importante de lo que el cibernético debería de encargarse...
Eso podría ser. Sus sentidos habían quedado dormidos durante el tiempo en el que estuvo limpiando su espada, al punto en que parecía haberse olvidado de su parte que aquel anciano no era del todo confiable y el hecho de que su perro hubiese llegado de corretear a ladrar una y otra vez estando cerca suyo ya decía mucho. Podrían estar en peligro, podría ser que había sido abandonado en aquel momento o aún peor, tal vez estaban siendo torturados por el anciano en su morada. Se levantó rápidamente sin pensarlo dos veces del suelo, con su espada desenvainada en sus manos, siguió a Sardinas que correteó entre los arbustos para llegar a la localización en donde parecía suceder todo el alboroto.
Mientras cada vez más iba a espaldas de su perro, sin saber si se trataba de un juego o no, siguió a su animal sin pensarlo dos veces. Pudo notar mientras se acercaba a un ser en pleno vuelo, no como una bandada de aves o el vuelo de un murciélago, se trataba de algo mucho más grande... se trataba de Arygos. Salió de los arbustos y las hojas mucho más rápido que su perro, que habrían hecho ella y Bio en la casa era un misterio, un misterio del que debería de desentrañar cómo y porque. Salió disparado junto con su perro, notando como era ignorado por el anciano que tan solo se preocupaba de lo que haría el dragón en su humilde morada. No fue una sorpresa satisfactoria, había despedazado básicamente el techo solo para buscar al vampiro.
— Quédate aquí. —Bajó su mirada hacia su perro, solo para dedicarle esa orden. El animal bajó su cabeza y su cuerpo como si Sajin hubiese dado un reproche, pero no, tan solo buscaba el no tener que preocuparse del can como ya lo estaba de sus compañeros allí dentro. Caminó lentamente hacia la entrada de aquella choza parcialmente destrozada y se colocó a espaldas del anciano que ahora había conseguido un arco y unas cuantas flechas. Eso había sido contradictorio, las espadas matan tanto como los arcos. El anciano parecía tratarse de un falso, su frase había sido un método de distracción o tal vez, un método para que pudiese ahogar al cibernético en sus propios pensamientos. Tal vez por eso era hora de ajustar las cuentas.
La próxima irá hacia tu cabeza si no te detienes, tu amigo no está aquí, ya te lo dije aseguró al anciano tras lanzar una flecha hacia el dragón, si bien podría resultarle probablemente difícil al dragón el moverse para esquivar las flechas en una choza tan pequeña, Sajin no permitiría que sucediese una matanza. No trataría de dañar al anciano, quería demostrarle como su espada podría resolver aquel conflicto sin siquiera derramar una gota de sangre de la que tanto recriminaba a la máquina, suponiendo que se trataba de un posible odio o disgusto generalizado a los guerreros.
— ¿Qué cosa irá a su cabeza, humano? —Preguntó el cibernético, sabía bien lo que había dicho el humano, pero tal como era en el combate, buscaba ver la reacción de su enemigo al respecto. Ahora tenía a un problema más — Arygos, necesito información sobre los acontecimientos posteriores que provocaron todo esto y también, necesito informes del estado actual de nuestro compañero. Tu ve por él, yo me encargaré del anciano.
Retrocedió unos cuantos pasos atrás mientras mantenía una posición de combate, sujetó ambas manos a su mango. Aunque haya sido un tanto falsa aquella afirmación mentirosa del anciano, el cibernético buscaba, dándose cuenta o no, de la aprobación de aquel hombre para asegurar que su reflexión en el lago no había sido en vano.
Sajin
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Las palabras del anciano no producían efecto alguno en mi, me revelara la ubicación del humano, o terminaría siendo un sintecho, al menos, eso pensaba hasta que la flecha pasó rozando mi cabeza. Me detuve un instante, mi idea inicial no había sido la de lastimar al anciano, sino más bien amedrentarlo y coaccionarlo... pero si estaba dispuesto a dispararme, yo tampoco tendría reparo alguno en defender mi integridad física.
Por suerte, sajin apareció en ese momento tras el anciano, parecía que Sardinas había cumplido de forma ejemplar con su cometido, atrayendo a su dueño a ese lugar.
— Arygos, necesito información sobre los acontecimientos posteriores que provocaron todo esto y también, necesito informes del estado actual de nuestro compañero. Tu ve por él, yo me encargaré del anciano.
Asentí una sola vez, soltando un rugido de afirmación para acompañar mi gesto, priorizaría la localización de bio, y mas adelante, cuando hubiéramos solventado la problemática actual habría tiempo para las explicaciones pertinentes.
Asomé la cabeza por el hueco que había abierto en el techo, buscando cualquier rastro de mi compañero, había una especie de grieta en el suelo, fruto de parte del desprendimiento que había generado en la débil estructura de madera. Como si el destino no quisiera mas que confirmar mis sospechas, la familiar voz de nuestro amigo extraviado se alzó proveniente de ese lugar, a la vez de que volvía a ambientar el aire, el olor fétido que parecía provenir de esa misma abertura.
-Babitas, aquí estoy, bajo el piso.- Aun si no hubiera podido reconocer la voz, el ofensivo e inconfundible apodo que el vampiro me había puesto, era la puntilla que faltaba si alguien aún dudaba de las habladurías del anciano. Resoplé por la nariz, casi con desaire, cuando su siguiente grito fue interrumpido,poniendome en alerta.
Esperaba que Sajin pudiera lidiar con ese anciano, porque la unica forma que tenia de ayudar a nuestro compañero, y a su vez protegerlo del sol, iba a dejarme con una notoria desventaja si el viejo ganaba la contienda.
Con ambas garras, separe lo mas que pude los tablones, rompiendolos y arrancando unos pedazos, mientras forzaba mi entrada por allí, usando el impulso de la caída, y propulsandome en una parte del techo que aún permanecía intacta, encogí las alas y me lancé en picado hacia la abertura del suelo, para terminar de romperla en mi descenso.
El crujir de las maderas fue el primer indicio de mi éxito, y mientras sentía que estas caían sobre mi cuerpo, extendi ambas alas, ya en el sótano, cubriendo toda la luz del lugar para evitar que los rayos del sol llegaran a alumbrar la estancia, y por ende, impidiendome a su vez, salir por el hueco que había creado para entrar, al ser este, del tamaño de mi cuerpo plegado y estar ahora extendida por completo.
Una figura oscura y grande se encontraba forcejeando con algo que estaba bajo de si, por el olor, el tamaño, y lo poco del pelaje que podía distinguir en la penumbra, no se trataba de bio, si no de una posible amenaza, asi que clavé mis garras en su espalda, y cerré las fauces entorno al primer pedazo de carne de la criatura que quedó a mi alcance, haciéndola rugir de dolor, y aflojar su agarre hacia el vampiro.
La piel gruesa fue lo mas difícil de traspasar, pero tras eso, mis colmillos rasgaron la carne con la suavidad de cualquier predador, y el familiar sabor de la sangre, salado, metálico y espeso, inundó mi lengua con unos matices desconocidos. Nos e trataba de ninguna bestia que hubiera comido con anterioridad, aun que tenia cierta familiaridad con alguna criatura que ahora ni podía, ni era el momento de rememorar.
La bestia se sacudió, apartándose del humano, permitiendome finalmente entrever bien su figura, y voltear bien las alas, para asegurarme de que no saliera de su amparo, sin embargo, mi agarré era firme, por lo que solo consiguió moverme ligeramente, y hacerme chocar contra las paredes del lugar. Las púas del final de mis alas palmeadas arañaron parte de las paredes, y estas a su vez, hicieron saltar alguna de las escamas del hueso exterior de dicha extremidad. Volverían a crecer. No podía preocuparme eso ahora. Y aun que dolió, eso solo sirvió para que tensara mas la mandíbula, casi arrancándole de cuajo, un pedazo de carne a la criatura, aun viva.
Por suerte, sajin apareció en ese momento tras el anciano, parecía que Sardinas había cumplido de forma ejemplar con su cometido, atrayendo a su dueño a ese lugar.
— Arygos, necesito información sobre los acontecimientos posteriores que provocaron todo esto y también, necesito informes del estado actual de nuestro compañero. Tu ve por él, yo me encargaré del anciano.
Asentí una sola vez, soltando un rugido de afirmación para acompañar mi gesto, priorizaría la localización de bio, y mas adelante, cuando hubiéramos solventado la problemática actual habría tiempo para las explicaciones pertinentes.
Asomé la cabeza por el hueco que había abierto en el techo, buscando cualquier rastro de mi compañero, había una especie de grieta en el suelo, fruto de parte del desprendimiento que había generado en la débil estructura de madera. Como si el destino no quisiera mas que confirmar mis sospechas, la familiar voz de nuestro amigo extraviado se alzó proveniente de ese lugar, a la vez de que volvía a ambientar el aire, el olor fétido que parecía provenir de esa misma abertura.
-Babitas, aquí estoy, bajo el piso.- Aun si no hubiera podido reconocer la voz, el ofensivo e inconfundible apodo que el vampiro me había puesto, era la puntilla que faltaba si alguien aún dudaba de las habladurías del anciano. Resoplé por la nariz, casi con desaire, cuando su siguiente grito fue interrumpido,poniendome en alerta.
Esperaba que Sajin pudiera lidiar con ese anciano, porque la unica forma que tenia de ayudar a nuestro compañero, y a su vez protegerlo del sol, iba a dejarme con una notoria desventaja si el viejo ganaba la contienda.
Con ambas garras, separe lo mas que pude los tablones, rompiendolos y arrancando unos pedazos, mientras forzaba mi entrada por allí, usando el impulso de la caída, y propulsandome en una parte del techo que aún permanecía intacta, encogí las alas y me lancé en picado hacia la abertura del suelo, para terminar de romperla en mi descenso.
El crujir de las maderas fue el primer indicio de mi éxito, y mientras sentía que estas caían sobre mi cuerpo, extendi ambas alas, ya en el sótano, cubriendo toda la luz del lugar para evitar que los rayos del sol llegaran a alumbrar la estancia, y por ende, impidiendome a su vez, salir por el hueco que había creado para entrar, al ser este, del tamaño de mi cuerpo plegado y estar ahora extendida por completo.
Una figura oscura y grande se encontraba forcejeando con algo que estaba bajo de si, por el olor, el tamaño, y lo poco del pelaje que podía distinguir en la penumbra, no se trataba de bio, si no de una posible amenaza, asi que clavé mis garras en su espalda, y cerré las fauces entorno al primer pedazo de carne de la criatura que quedó a mi alcance, haciéndola rugir de dolor, y aflojar su agarre hacia el vampiro.
La piel gruesa fue lo mas difícil de traspasar, pero tras eso, mis colmillos rasgaron la carne con la suavidad de cualquier predador, y el familiar sabor de la sangre, salado, metálico y espeso, inundó mi lengua con unos matices desconocidos. Nos e trataba de ninguna bestia que hubiera comido con anterioridad, aun que tenia cierta familiaridad con alguna criatura que ahora ni podía, ni era el momento de rememorar.
La bestia se sacudió, apartándose del humano, permitiendome finalmente entrever bien su figura, y voltear bien las alas, para asegurarme de que no saliera de su amparo, sin embargo, mi agarré era firme, por lo que solo consiguió moverme ligeramente, y hacerme chocar contra las paredes del lugar. Las púas del final de mis alas palmeadas arañaron parte de las paredes, y estas a su vez, hicieron saltar alguna de las escamas del hueso exterior de dicha extremidad. Volverían a crecer. No podía preocuparme eso ahora. Y aun que dolió, eso solo sirvió para que tensara mas la mandíbula, casi arrancándole de cuajo, un pedazo de carne a la criatura, aun viva.
Arygos Valnor
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
El alboroto en la superficie parecía más intenso mientras yo forcejaba con la criatura que planeaba con ansias arrancarme el cuello de un mordisco; era un animal con una fuerza increíble, necesitaba ambas manos para sostener su cuello y evitar que sus filosos colmillos me hicieran pedazos, por lo que había tenido que soltar mis dagas, ignorando dónde podrían encontrarse ahora, intenté patear pero en la posición que me encontraba no tenía suficiente equilibrio para ser preciso y fallaba en todos mis intentos, mis brazos comenzaban a cansarse haciendo que la bestia comenzara a obtener ventaja del forcejeo y se acercara a ratos, aunque luego su frustración por no lograrlo rápido hacía que se sacudiera moviéndome sobre el piso como si fuera un pedazo de trapo con el que se limpia el piso; miré a mi alrededor en busca de algo con qué golpear al animal y encontré un cráneo que tal vez podría servir, intenté mantener a raya al animal con una sola mano mientras estiraba la otra para alcanzar el cráneo y golpear la cabeza de la criatura aunque el esfuerzo fue en vano, el cráneo se rompió como si fuera una galleta y mi brazo flaqueó haciendo que la mandíbula llena de filosos colmillos se acercara peligrosamente a mí, cerré los ojos esperando lo peor cuando un fuerte impacto se escuchó muy cerca, seguido del estruendo que producían al abrirse las alas del dragón.
Había conseguido algo de tiempo, sin embargo la criatura continuó con sus intentos de desprenderme el cuello de un mordisco cuando un espantoso rugido de dolor salió del animal que me acosaba, algunas gotas de sangre cayeron sobre mi cuerpo, evidenciando que la bestia había sido herida; al abrir los ojos el dragón ya estaba intentando devorarla sin piedad y con ello, me había salvado, aunque ahora era ella quien estaba en problemas ¿O no? La criatura se retorcía intentando escapar del fuerte agarre del reptil y aunque lograba mover al dragón, no conseguía zafarse haciendo que todos sus esfuerzos fueran en vano, tras varios gritos de dolor y furia finalmente la criatura se dejó caer, perdiendo completamente sus fuerzas.
Arriba mientras tanto, el anciano había sido incapaz de detener al dragón en su avance hacia el sótano, así que trataría de conseguir algo con Sajin; dejó caer a un lado su arco y caraj, en parte porque ya no los necesitaba contra el dragón, pero también porque sabía que poco podría hacer con eso contra la coraza del biocibernético, su coraza parecía bastante fuerte, pero eso no significaba que su corazón también lo fuera -No soy tu enemigo- Dijo el anciano mientras señalaba a Sajin -Tu amigo es un vampiro, un maléfico ser de la noche que vive de asesinar a otros, un portador de muerte- Dijo en tono despectivo el anciano -El dragón ha destruido mi casa sin dudarlo, es un completo irrespeto, ha dejado que sus instintos animales primen por encima de su razonamiento- Señaló al agujero que había dejado “Babitas” en su descenso -No eres como ellos ¿Estás del lado de tales criaturas?- Preguntó de forma severa -Si te rodeas de asesinos, serás uno más de ellos, sin importar cuánto limpies tus pecados, los pecados ajenos irán caminando a tu lado, ensuciando tus pasos- El anciano caminaba en círculos mientras hablaba, acercándose discretamente hacia las espadas que había dejado junto a la puerta, sin embargo, al final no las tomó, solamente se quedó cerca de éstas en caso de necesitarlas, de momento confiaba en que sus palabras lograrían confundir el frágil corazón del guerrero metálico -Sólo estás confundido- Dijo mientras le extendía la mano -Sé mi aprendiz y te mostraré un camino hacia la paz de tu alma- Dijo finalmente en una tentadora oferta que luego tomaría un tinte más oscuro -No eres como ellos, no son como tú... Acaba con tus compañeros y te llevaré por una senda de armonía como ni siquiera puedes imaginar- Concluyó el anciano con una mirada inexpresiva, convencido de que podría manipular a Sajin.
Había conseguido algo de tiempo, sin embargo la criatura continuó con sus intentos de desprenderme el cuello de un mordisco cuando un espantoso rugido de dolor salió del animal que me acosaba, algunas gotas de sangre cayeron sobre mi cuerpo, evidenciando que la bestia había sido herida; al abrir los ojos el dragón ya estaba intentando devorarla sin piedad y con ello, me había salvado, aunque ahora era ella quien estaba en problemas ¿O no? La criatura se retorcía intentando escapar del fuerte agarre del reptil y aunque lograba mover al dragón, no conseguía zafarse haciendo que todos sus esfuerzos fueran en vano, tras varios gritos de dolor y furia finalmente la criatura se dejó caer, perdiendo completamente sus fuerzas.
Arriba mientras tanto, el anciano había sido incapaz de detener al dragón en su avance hacia el sótano, así que trataría de conseguir algo con Sajin; dejó caer a un lado su arco y caraj, en parte porque ya no los necesitaba contra el dragón, pero también porque sabía que poco podría hacer con eso contra la coraza del biocibernético, su coraza parecía bastante fuerte, pero eso no significaba que su corazón también lo fuera -No soy tu enemigo- Dijo el anciano mientras señalaba a Sajin -Tu amigo es un vampiro, un maléfico ser de la noche que vive de asesinar a otros, un portador de muerte- Dijo en tono despectivo el anciano -El dragón ha destruido mi casa sin dudarlo, es un completo irrespeto, ha dejado que sus instintos animales primen por encima de su razonamiento- Señaló al agujero que había dejado “Babitas” en su descenso -No eres como ellos ¿Estás del lado de tales criaturas?- Preguntó de forma severa -Si te rodeas de asesinos, serás uno más de ellos, sin importar cuánto limpies tus pecados, los pecados ajenos irán caminando a tu lado, ensuciando tus pasos- El anciano caminaba en círculos mientras hablaba, acercándose discretamente hacia las espadas que había dejado junto a la puerta, sin embargo, al final no las tomó, solamente se quedó cerca de éstas en caso de necesitarlas, de momento confiaba en que sus palabras lograrían confundir el frágil corazón del guerrero metálico -Sólo estás confundido- Dijo mientras le extendía la mano -Sé mi aprendiz y te mostraré un camino hacia la paz de tu alma- Dijo finalmente en una tentadora oferta que luego tomaría un tinte más oscuro -No eres como ellos, no son como tú... Acaba con tus compañeros y te llevaré por una senda de armonía como ni siquiera puedes imaginar- Concluyó el anciano con una mirada inexpresiva, convencido de que podría manipular a Sajin.
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
El dragón se las había ingeniado de ir hacia el sótano con la ayuda de los bestiales rasgos de un dragón, tal vez carecía de lo que era un tamaño frente a los dragones reales, pero no por eso dejaba de ser un monstruo cercano a aquellas míticas criaturas. El dragón no era como el can, no era como un animal y sabía bien lo que debía de hacer en una situación tan delicada que podría poner en peligro la vida del vampiro con la amenaza del sol tras la apertura del techo y un probable peligro acechando en el suelo. Los gruñidos bajo sus pies que resonaban fuera del hueco le hacían preguntarse a Sajin la clase de criatura con la que combatía. Por un momento deseaba empuñar su espada y por los cuatro vientos ir a ayudar a ambos compañeros con la fiera debajo del suelo, pero no podía, no sin entonces comprender a que se refería su astuto némesis que tenía cara a cara.
El anciano no era como un monstruo del cual podía cortar, o algún mago u guerrero con el cual pudiese planear una estrategia para poder dar un impacto certero de su espada. El daño físico no era el fuerte en el combate que parecían tener ambas miradas de las que cada uno parecía imponer su voluntad frente al otro, y el anciano lo demostró con sus palabras. Un ser de cualquier raza tal vez hubiese ignorado lo que decía el anciano y hubiese salido de aquel conflicto de una manera tan fácil como lo parecía, pero excepto Sajin. Sus compañeros no comprenderían tal vez lo que pasaba frente a esas palabras, tan punzantes como espadas, que tenían una manera astuta que, probablemente a lo largo de sus años acompañando a sus compañeros, no había visto a un enemigo que hiciera lo que el anciano hacía ahora con él: destruir su código de honor.
No era solo un código, tampoco eran reglas o caprichos que seguía por orgullo o para conformarse consigo mismo. Eran cosas tan antiguas como las enseñanzas de su antiguo amo, no solo era un simple código, tampoco bastaba con ser una filosofía, el camino de la espada era un modo de vida que el anciano buscaba destruir a base de esas palabras. No hubiesen sido tan chocantes cuando el cibernético recordó la vez en la que conoció junto con su compañero a Arygos, cuando se dio cuenta como prefirió apoyar la vida de un maldito que a la de los humanos. Había sido creado para protegerlos a ellos más que nada, entonces, ¿por qué no protegía al anciano del dragón y el vampiro? ¿por qué si el anciano, aparentemente humano, era atacado en su humilde morada por aquellas criaturas él no hacía nada? para eso había sido hecho. No para patrañas de amistad, no para distraerse con aquellos que llamaba compañeros, e incluso amigos, solo para llenar la amargura que le guardó la muerte de sus amos.
Retrocedió lentamente, tal vez Sajin tuviese el arma en esos instantes luego de que el anciano dejase a un lado su arco, pero el anciano tenía la palabra. Las duras y contundentes palabras de la verdad. Podría tener una inteligencia fuera de lo común, pero en la labia, cualquier raza era capaz de encararse a una máquina que tenían un limitado libre albedrío. Era cierto que solo obedecía a figuras importantes de la raza humana, pero, ¿acaso la vida de un vampiro o un dragón salvaje valía mas que la de un humano? muchas incógnitas, incógnitas que solo sabían hundir al cibernético en un mar de duda. Escuchar los gruñidos de aquella fiera que estaba bajo sus pies solo lo empeoraba más, la paranoia le subía lentamente con saber a que peligro se enfrentaban sus compañeros mientras él no podía salir de su dilema moral. ¿Qué habría hecho su amo en aquel momento? probablemente él había sido el que programo a Sajin, pero era en vano, ese difunto se había llevado sus secretos al otro mundo...
Hasta que recordó las primeras palabras que le dedicó el anciano la primera vez que se encontraron.
— Usted dijo que cargaba con la sangre de hombres y mujeres en mi espada. Gente con familia, enamorados, gente con amigos o alguna mascota que los apreciase. —Continuaba, las palabras lo hacían olvidarse de sus dudas existenciales por breve tiempo.— Gente que tenía grandes sueños, gente que quizás no tenía nada. Cada sangre que cubre mi espada se lleva los ideales inalcanzables de las personas por proteger a los demás... pero ahora soy ordenado a asesinar a mis compañeros para ser acogido por usted y sus enseñanzas para ir a por un camino de paz. He acabado con la vida de personas que a día de hoy no significan nada para mi y usted piensa que puedo remediarlo en una vida de tranquilidad. ¿No es eso egoísta? ...
¿Por qué debo yo decidir mi muerte cuando yo terminé las vidas de esas personas? tengo entendido que ellos no querían morir en aquel momento. La paz en el lago que sugirió me hizo retractarme de mis errores... cada una de las vidas que enmarcan la naturaleza con la que usted convive tienen un valor y una razón por la cual deben vivir. ¿Cómo no podría aplicarse en seres cuya inteligencia sobrepasa a esas aves que escuchamos en el amanecer y esas ardillas que vemos en las copas de los árboles? ¿cómo un vampiro, licántropo, dragón, humano, brujo, elfo, hombre bestia... y bio-cibernético, no valen al igual que las otras? es por esa la razón de la que mi camino significará la muerte. Algún día seré cortado. Viví ochenta y ocho años, ¿pero para qué?
Arrojó su sable al suelo sin siquiera prestarle atención por un momento a la hoja que ahora relucía como nunca tras bañarla, el anciano no era esta vez el que había tocado el corazón del espadachín, el mismo se había apuñalado con sus propias palabras. — Ya soy un asesino, las vidas de los que arrebaté cambiados por vidas a las que su ideología considera impura no hará que eso cambie lo que mi espada ha hecho... o lo que he hecho yo. —Continuó, alzando su rostro para ver al anciano.— En mi dogmático sistema que me reduce a acatar leyes de las cuales no me siento simpatizado, yo, Sajin, he decidido no volver a matar a ningún ser de ninguna otra raza más. —Finalizó con una pregunta.— El vampiro es maléfico, el dragón es una bestia. En ese caso... —Hizo una pausa, había cambiado de la paz que irradiaba en sus palabras a lo desafiante, acercándose al anciano en vez de retroceder.— ¿Cómo me ve usted a mi?
Antes de la próxima respuesta del anciano, Sajin agarró la empuñadura de su pequeño sable de soporte oculto entre sus compartimientos y la desenvainó de su funda negra. Era Viento Nocturno, a la cual lanzó al abismo del que el vampiro y el dragón se enmarcaban en la tarea de sobrevivir. Si no podía combatir para ayudar a sus amigos, uno de ellos podría usar el arma que el cibernético les ofrecía por aquellos instantes. No lo había hecho por compañerismo del todo, si no con amistad que encontró en ellos.
El anciano no era como un monstruo del cual podía cortar, o algún mago u guerrero con el cual pudiese planear una estrategia para poder dar un impacto certero de su espada. El daño físico no era el fuerte en el combate que parecían tener ambas miradas de las que cada uno parecía imponer su voluntad frente al otro, y el anciano lo demostró con sus palabras. Un ser de cualquier raza tal vez hubiese ignorado lo que decía el anciano y hubiese salido de aquel conflicto de una manera tan fácil como lo parecía, pero excepto Sajin. Sus compañeros no comprenderían tal vez lo que pasaba frente a esas palabras, tan punzantes como espadas, que tenían una manera astuta que, probablemente a lo largo de sus años acompañando a sus compañeros, no había visto a un enemigo que hiciera lo que el anciano hacía ahora con él: destruir su código de honor.
No era solo un código, tampoco eran reglas o caprichos que seguía por orgullo o para conformarse consigo mismo. Eran cosas tan antiguas como las enseñanzas de su antiguo amo, no solo era un simple código, tampoco bastaba con ser una filosofía, el camino de la espada era un modo de vida que el anciano buscaba destruir a base de esas palabras. No hubiesen sido tan chocantes cuando el cibernético recordó la vez en la que conoció junto con su compañero a Arygos, cuando se dio cuenta como prefirió apoyar la vida de un maldito que a la de los humanos. Había sido creado para protegerlos a ellos más que nada, entonces, ¿por qué no protegía al anciano del dragón y el vampiro? ¿por qué si el anciano, aparentemente humano, era atacado en su humilde morada por aquellas criaturas él no hacía nada? para eso había sido hecho. No para patrañas de amistad, no para distraerse con aquellos que llamaba compañeros, e incluso amigos, solo para llenar la amargura que le guardó la muerte de sus amos.
Retrocedió lentamente, tal vez Sajin tuviese el arma en esos instantes luego de que el anciano dejase a un lado su arco, pero el anciano tenía la palabra. Las duras y contundentes palabras de la verdad. Podría tener una inteligencia fuera de lo común, pero en la labia, cualquier raza era capaz de encararse a una máquina que tenían un limitado libre albedrío. Era cierto que solo obedecía a figuras importantes de la raza humana, pero, ¿acaso la vida de un vampiro o un dragón salvaje valía mas que la de un humano? muchas incógnitas, incógnitas que solo sabían hundir al cibernético en un mar de duda. Escuchar los gruñidos de aquella fiera que estaba bajo sus pies solo lo empeoraba más, la paranoia le subía lentamente con saber a que peligro se enfrentaban sus compañeros mientras él no podía salir de su dilema moral. ¿Qué habría hecho su amo en aquel momento? probablemente él había sido el que programo a Sajin, pero era en vano, ese difunto se había llevado sus secretos al otro mundo...
Hasta que recordó las primeras palabras que le dedicó el anciano la primera vez que se encontraron.
— Usted dijo que cargaba con la sangre de hombres y mujeres en mi espada. Gente con familia, enamorados, gente con amigos o alguna mascota que los apreciase. —Continuaba, las palabras lo hacían olvidarse de sus dudas existenciales por breve tiempo.— Gente que tenía grandes sueños, gente que quizás no tenía nada. Cada sangre que cubre mi espada se lleva los ideales inalcanzables de las personas por proteger a los demás... pero ahora soy ordenado a asesinar a mis compañeros para ser acogido por usted y sus enseñanzas para ir a por un camino de paz. He acabado con la vida de personas que a día de hoy no significan nada para mi y usted piensa que puedo remediarlo en una vida de tranquilidad. ¿No es eso egoísta? ...
¿Por qué debo yo decidir mi muerte cuando yo terminé las vidas de esas personas? tengo entendido que ellos no querían morir en aquel momento. La paz en el lago que sugirió me hizo retractarme de mis errores... cada una de las vidas que enmarcan la naturaleza con la que usted convive tienen un valor y una razón por la cual deben vivir. ¿Cómo no podría aplicarse en seres cuya inteligencia sobrepasa a esas aves que escuchamos en el amanecer y esas ardillas que vemos en las copas de los árboles? ¿cómo un vampiro, licántropo, dragón, humano, brujo, elfo, hombre bestia... y bio-cibernético, no valen al igual que las otras? es por esa la razón de la que mi camino significará la muerte. Algún día seré cortado. Viví ochenta y ocho años, ¿pero para qué?
Arrojó su sable al suelo sin siquiera prestarle atención por un momento a la hoja que ahora relucía como nunca tras bañarla, el anciano no era esta vez el que había tocado el corazón del espadachín, el mismo se había apuñalado con sus propias palabras. — Ya soy un asesino, las vidas de los que arrebaté cambiados por vidas a las que su ideología considera impura no hará que eso cambie lo que mi espada ha hecho... o lo que he hecho yo. —Continuó, alzando su rostro para ver al anciano.— En mi dogmático sistema que me reduce a acatar leyes de las cuales no me siento simpatizado, yo, Sajin, he decidido no volver a matar a ningún ser de ninguna otra raza más. —Finalizó con una pregunta.— El vampiro es maléfico, el dragón es una bestia. En ese caso... —Hizo una pausa, había cambiado de la paz que irradiaba en sus palabras a lo desafiante, acercándose al anciano en vez de retroceder.— ¿Cómo me ve usted a mi?
Antes de la próxima respuesta del anciano, Sajin agarró la empuñadura de su pequeño sable de soporte oculto entre sus compartimientos y la desenvainó de su funda negra. Era Viento Nocturno, a la cual lanzó al abismo del que el vampiro y el dragón se enmarcaban en la tarea de sobrevivir. Si no podía combatir para ayudar a sus amigos, uno de ellos podría usar el arma que el cibernético les ofrecía por aquellos instantes. No lo había hecho por compañerismo del todo, si no con amistad que encontró en ellos.
Sajin
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
El fuerte felino me hizo impactar con toda la fuerza que ea capaz con los muros a un costado y otro, pero tan entretenida como estaba intentando soltar mi agarre había abandonado la caza del vampiro. Aunque los choques resultaban dolorosos para mi, la criatura gemía con más dolor del que escapaba de mi hocico, haciendo que mis garras desgarrasen su carne cada vez que me alejaba de su cuerpo, desangrándola a pasos mas agigantados, hasta que se desplomó en el suelo.
Hambre, no podía negarla aun y cuando había comido hacía tan poco. Pese a no ser un impulso ferreo, estaba allí, tentandome a tomarme un merecido descanso y zamparme la criatura a la que había dado muerte unos segundos atrás, pero algo disipó cualquier tentación que eso pudiera suponer.
La voz del anciano. Con el silencio que se había formado tras la muerte del animal, su voz llegaba semi clara a nuestra posición. Ser salvaje me había llamado el secuestrador. ¡¿Salvaje yo?! era el quien tenia un osario en el sotano sobre el que caminábamos, con una bestia enjaulada para que hiciera el trabajo que no tenia el valor de llevar a cabo con sus propias manos. Un ególatra que se creía con el poder de juzgar al prójimo por su condición u especie. ¡¿A eso llamaban sabio los humanos?! ¿Que clase de concepto enfermizo era ese?
Sin embargo, de alguna manera las palabras del anciano calaban en el cibernetico sembrando la duda, y eso era lo mas alarmante de todo. Debía subir antes de que el viejo hiciera mas daño, pero a su vez, tenia que proteger al vampiro del sol. No podía permitirme plegar las alas, ahora que había destrozado su cobijo... ¿Que podía hacer?...
Paseé la mirada a mi alrededor, buscando algo que se me hubiera pasado desapercibido, alguna revelación milagrosa, pero solo había huesos, restos de madera, y una bestia muerta...Sardinas, si tan solo tuviera mi morral de nuevo, podría cubrir al vampiro con la capa...
¡Eso era! No era la mejor idea del mundo, y resultaría incomoda pero serviría. Agarre a la bestia y se la coloque encima a Bio, acomodandola para que lo cubriese del sol allí donde no lo harían las tablas, y sisee para que supiera que no tardaría en volver. Plegué las alas y clavando las zarpas en los muros empecé a escalar y reptar hasta emerger del agujero, nada mas fuera, me impulsé y sali en busca del perro.
Sardinas había quedado en el margen, no demasiado lejos de su amo, tampoco demasiado cerca, con una postura algo compungida como si le hubieran regido, y entorno a su cuello, mi morral. Lo saqué con toda la delicadeza que fui capaz, asesinar accidentalmente a la mascota del cibernético no seria de ayuda ahora que estaba tan confuso.
Volví planeando sobre el agujero, y solté el morral haciéndolo caer a pocos centímetros de bio, aterrizó con un ruido sordo, haciendo crujir algunos huesos secos bajo su peso, que tampoco era demasiado, dentro había una capa gruesa y grande, le daría calor, pero podría cubrirse del sol con mas comodidad que con el felino.
-No eres como ellos, no son como tú... Acaba con tus compañeros y te llevaré por una senda de armonía como ni siquiera puedes imaginar- La voz del anciano me hizo entrar en alerta, sin una bestia a la cual acudir, recurria ahora a Sajin para hacer las tareas que el no tenia el valor de realizar. Cobarde víbora manipuladora.
Sajin hablaba ahora, no sabia lo que podía haberme perdido de la conversación, pero debía de ser algo importante, sajin acababa de arrojar su arma al suelo.
— Ya soy un asesino, las vidas de los que arrebaté cambiados por vidas a las que su ideología considera impura no hará que eso cambie lo que mi espada ha hecho... o lo que he hecho yo. En mi dogmático sistema que me reduce a acatar leyes de las cuales no me siento simpatizado, yo, Sajin, he decidido no volver a matar a ningún ser de ninguna otra raza más. El vampiro es maléfico, el dragón es una bestia. En ese caso... ¿Cómo me ve usted a mi?
Sacó algo de una funda, y lo dejó caer hacia el abismo donde reposaba el vampiro. Tarde unos segundos en comprender lo que estaba ocurriendo. Sajin no iba a defenderse, ni a el ni a nadie, no iba a combatir. ¿era eso no? Legaba al resto la elección de tomar medidas o no.
No terminaba de comprender que había dicho el anciano para lograr del cibernético tal resolución, si, era cierto, algo en lo que no me había parado a pensar demasiado, habíamos asesinado, los tres, en las ultimas horas, eramos asesinos, pero, ¿como llamar entonces al hombre que tiraba desdichados a su sotano para ser devorados vivos? Matar para protegerse, ¿el resto de razas vivían tan lejos de la naturaleza como para juzgar sus propios sentidos de supervivencia? Que triste realidad hacerse un juicio moral por protegerse de aquellos que querían dañar a uno gratuitamente.
Quería discutirle a aquel hombre que se hacia llamar sabio, pero sus palabras habían resultado ser, tan peligrosas para nuestro compañero, como el sol para el vampiro, o para mi una espada. El silencio de la tumba protegería los oídos del mundo de ser embaucados por las patrañas del ermitaño.
Abrí mis fauces, y conteniendo mis ganas de rugir con ira, escupí en su dirección un chorro de agua hirviendo, sin pararme a mirar si había acertado o no, ascendi a los cielos, y empecé a volar serpenteando para complicarle la tarea si volvía a alcanzar su arco.
Hambre, no podía negarla aun y cuando había comido hacía tan poco. Pese a no ser un impulso ferreo, estaba allí, tentandome a tomarme un merecido descanso y zamparme la criatura a la que había dado muerte unos segundos atrás, pero algo disipó cualquier tentación que eso pudiera suponer.
La voz del anciano. Con el silencio que se había formado tras la muerte del animal, su voz llegaba semi clara a nuestra posición. Ser salvaje me había llamado el secuestrador. ¡¿Salvaje yo?! era el quien tenia un osario en el sotano sobre el que caminábamos, con una bestia enjaulada para que hiciera el trabajo que no tenia el valor de llevar a cabo con sus propias manos. Un ególatra que se creía con el poder de juzgar al prójimo por su condición u especie. ¡¿A eso llamaban sabio los humanos?! ¿Que clase de concepto enfermizo era ese?
Sin embargo, de alguna manera las palabras del anciano calaban en el cibernetico sembrando la duda, y eso era lo mas alarmante de todo. Debía subir antes de que el viejo hiciera mas daño, pero a su vez, tenia que proteger al vampiro del sol. No podía permitirme plegar las alas, ahora que había destrozado su cobijo... ¿Que podía hacer?...
Paseé la mirada a mi alrededor, buscando algo que se me hubiera pasado desapercibido, alguna revelación milagrosa, pero solo había huesos, restos de madera, y una bestia muerta...Sardinas, si tan solo tuviera mi morral de nuevo, podría cubrir al vampiro con la capa...
¡Eso era! No era la mejor idea del mundo, y resultaría incomoda pero serviría. Agarre a la bestia y se la coloque encima a Bio, acomodandola para que lo cubriese del sol allí donde no lo harían las tablas, y sisee para que supiera que no tardaría en volver. Plegué las alas y clavando las zarpas en los muros empecé a escalar y reptar hasta emerger del agujero, nada mas fuera, me impulsé y sali en busca del perro.
Sardinas había quedado en el margen, no demasiado lejos de su amo, tampoco demasiado cerca, con una postura algo compungida como si le hubieran regido, y entorno a su cuello, mi morral. Lo saqué con toda la delicadeza que fui capaz, asesinar accidentalmente a la mascota del cibernético no seria de ayuda ahora que estaba tan confuso.
Volví planeando sobre el agujero, y solté el morral haciéndolo caer a pocos centímetros de bio, aterrizó con un ruido sordo, haciendo crujir algunos huesos secos bajo su peso, que tampoco era demasiado, dentro había una capa gruesa y grande, le daría calor, pero podría cubrirse del sol con mas comodidad que con el felino.
-No eres como ellos, no son como tú... Acaba con tus compañeros y te llevaré por una senda de armonía como ni siquiera puedes imaginar- La voz del anciano me hizo entrar en alerta, sin una bestia a la cual acudir, recurria ahora a Sajin para hacer las tareas que el no tenia el valor de realizar. Cobarde víbora manipuladora.
Sajin hablaba ahora, no sabia lo que podía haberme perdido de la conversación, pero debía de ser algo importante, sajin acababa de arrojar su arma al suelo.
— Ya soy un asesino, las vidas de los que arrebaté cambiados por vidas a las que su ideología considera impura no hará que eso cambie lo que mi espada ha hecho... o lo que he hecho yo. En mi dogmático sistema que me reduce a acatar leyes de las cuales no me siento simpatizado, yo, Sajin, he decidido no volver a matar a ningún ser de ninguna otra raza más. El vampiro es maléfico, el dragón es una bestia. En ese caso... ¿Cómo me ve usted a mi?
Sacó algo de una funda, y lo dejó caer hacia el abismo donde reposaba el vampiro. Tarde unos segundos en comprender lo que estaba ocurriendo. Sajin no iba a defenderse, ni a el ni a nadie, no iba a combatir. ¿era eso no? Legaba al resto la elección de tomar medidas o no.
No terminaba de comprender que había dicho el anciano para lograr del cibernético tal resolución, si, era cierto, algo en lo que no me había parado a pensar demasiado, habíamos asesinado, los tres, en las ultimas horas, eramos asesinos, pero, ¿como llamar entonces al hombre que tiraba desdichados a su sotano para ser devorados vivos? Matar para protegerse, ¿el resto de razas vivían tan lejos de la naturaleza como para juzgar sus propios sentidos de supervivencia? Que triste realidad hacerse un juicio moral por protegerse de aquellos que querían dañar a uno gratuitamente.
Quería discutirle a aquel hombre que se hacia llamar sabio, pero sus palabras habían resultado ser, tan peligrosas para nuestro compañero, como el sol para el vampiro, o para mi una espada. El silencio de la tumba protegería los oídos del mundo de ser embaucados por las patrañas del ermitaño.
Abrí mis fauces, y conteniendo mis ganas de rugir con ira, escupí en su dirección un chorro de agua hirviendo, sin pararme a mirar si había acertado o no, ascendi a los cielos, y empecé a volar serpenteando para complicarle la tarea si volvía a alcanzar su arco.
Arygos Valnor
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Retrocedí para evitar ser alcanzado por los feroces movimientos que realizaban ambas criaturas, una intentando zafarse y la otra apretando hasta casi partirla en dos, algunos huesos rotos sonaros dentro del felino que una vez liberado de la mordida fue incapaz de mantenerse en pie y cayó al piso sobre el charco de su propia sangre, agradecí con un gesto al dragón hasta que lo que estaba pasando sobre nosotros llamó nuestra atención; el anciano parecía ser totalmente consciente de lo que estaba pasando abajo, también del final que había tenido su endemoniada mascota, sabía que ahora estaba solo, no tardaríamos en salir de este lugar así que contar son Sajin para defenderlo sería una gran ventaja, no solo por las evidentes habilidades del espadachín, sino porque además, conocía las desventajas de la amistad, sabía que no atacaríamos a nuestro propio compañero y con las órdenes correctas él sí nos atacaría aunque no quisiera, sería una obligación.
Mientras el dragón tiraba sobre mí el cadáver del felino que casi me aplasta con su peso, escuché las confundidas palabras de Sajín; temí lo peor y procuré ponerme en marcha aunque el dragón se me adelantó, al parecer también estaba preocupada por nuestro compañero y aunque entre los tres, de diferentes razas cada uno, habíamos forjado ya una amistad, la posición protectora del dragón le daba un aspecto incluso maternal, lo cual aunque tierno, a veces me resultaba un poco gracioso.
Perdí de vista al dragón por unos instantes y me frustraba mucho no poder salir de ese lugar, no porque no pudiera saltar a la superficie, sino porque de hacerlo, la luz del sol sería fulminante para mí, en unos instantes el dragón apareció de nuevo dejando caer por el agujero su pequeño morral en donde guardaba una capa, la misma capa azul que había usado antes para cubrirme y que en este momento podría ser lo indicado para mantenerme a salvo bajo el sol; una pequeña espada cayó desde la superficie hasta quedar clavada en el piso con el mango hacia arriba -Tú eres un protector- Dijo el anciano -Así es como te veo, un guardián de acero- Sus palabras parecían ser muy dulces hacia Sajín, pero para alguien acostumbrado a mentir como yo, era claro que intentaba seducirlo con sus palabras para ponerlo de su lado -Ahora tienes el deber de protegerme de lo que puedan hacer tus ami...- Detuvo en seco su frase para evitar decir esa palabra que podría causar un retroceso en la confusión que había causado al guerrero metálico -Lo que puedan hacer ellos- Dijo finalmente mientras el dragón parecía prepararse para atacar de nuevo con sus poderosos e inclementes chorros de baba caliente, aunque el anciano en una demostración de increíble destreza esquivó ser bañado y se acercó como pudo a donde se encontraba el biocibernético; estaba seguro de que el robot no lo atacaría y al mismo tiempo, dicha posición hacía que si el dragón lanzaba un nuevo chorro de baba podría correr el riesgo de empapar a Sajín quien parecía hechizado por las palabras del astuto anciano.
De momento no me parecía seguro salir a la superficie, pero tenía que encontrar la manera de sacar de su letargo mental al robot -Sajin, este hombre no es lo que crees- Dije a modo de susurro y aunque no parecía poder llegar muy lejos el sonido, al cerrar los ojos y realizar un gran esfuerzo mental, una segunda voz aparecería cerca del biocibernético y sin duda podría escucharla -Su sótano está lleno de cadáveres, sus manos están más manchadas de sangre que la de todos nosotros- Tal vez revelando el oscuro secreto del anciano podría eliminar esa especie de respeto que el robot le tenía -Babitas solo ha intentado rescatarme, de no ser por él ya habría sido devorado acá abajo, este anciano miente descaradamente- Dije con el mismo tono susurrante -No somos malvados, lo que hemos hecho hasta ahora ha sido por defendernos, pero no hemos iniciado ningún ataque- Realizar aquella mágica voz me causaba un fuerte agotamiento mental, tal vez no estaba aún preparado para controlarla, pero al menos me había servido para explicar la situación a Sajín, quien ahora podría entender el enojo del dragón -¡¡Cállate!!- Gritó el anciano al entender que su ventajosa imagen de víctima estaba siendo derribada por mis palabras -Intenté salvarte al menos a ti, pero ahora sufrirás el mismo destino que todos- Dijo el viejo furioso mientras se agachaba para tomar la espada del mismo sajín y usarla contra el bio, pero justo en ese momento, envuelto con la capa del dragón Babitas, avancé a toda prisa hacia el muro más cercano y salté hacia éste para apoyarme y realizar un segundo salto que me llevaría a la superficie, necesitaba una mano para sostener la capa que me cubría, pero con mi mano libre sostenía el sable cuya hoja negra se deslizó en un corte limpio por la espalda del viejo quien acabó soltando la espada de Sajín, la cual dejó caer de nuevo a los pies del bio.
No era todo el techo lo que estaba abierto, sino algunos lugares específicos, así que bastó una pequeña carrera para ponerme a salvo bajo techo -¡¡Reacciona Sajin!!- Dije casi a gritos mientras le arrojaba de nuevo su sable negro -Eres un protector, pero no puedes proteger a un asesino como éste, si no lo detenemos seguirá asesinando personas- Esperaba que mis palabras tuvieran algún buen efecto en la consciencia de Sajin, pero hasta ahora el anciano había demostrado ser muy inteligente, y ahora con su espalda herida no le sería difícil hacerse la víctima para ganarse la protección del guardián de acero.
Mientras el dragón tiraba sobre mí el cadáver del felino que casi me aplasta con su peso, escuché las confundidas palabras de Sajín; temí lo peor y procuré ponerme en marcha aunque el dragón se me adelantó, al parecer también estaba preocupada por nuestro compañero y aunque entre los tres, de diferentes razas cada uno, habíamos forjado ya una amistad, la posición protectora del dragón le daba un aspecto incluso maternal, lo cual aunque tierno, a veces me resultaba un poco gracioso.
Perdí de vista al dragón por unos instantes y me frustraba mucho no poder salir de ese lugar, no porque no pudiera saltar a la superficie, sino porque de hacerlo, la luz del sol sería fulminante para mí, en unos instantes el dragón apareció de nuevo dejando caer por el agujero su pequeño morral en donde guardaba una capa, la misma capa azul que había usado antes para cubrirme y que en este momento podría ser lo indicado para mantenerme a salvo bajo el sol; una pequeña espada cayó desde la superficie hasta quedar clavada en el piso con el mango hacia arriba -Tú eres un protector- Dijo el anciano -Así es como te veo, un guardián de acero- Sus palabras parecían ser muy dulces hacia Sajín, pero para alguien acostumbrado a mentir como yo, era claro que intentaba seducirlo con sus palabras para ponerlo de su lado -Ahora tienes el deber de protegerme de lo que puedan hacer tus ami...- Detuvo en seco su frase para evitar decir esa palabra que podría causar un retroceso en la confusión que había causado al guerrero metálico -Lo que puedan hacer ellos- Dijo finalmente mientras el dragón parecía prepararse para atacar de nuevo con sus poderosos e inclementes chorros de baba caliente, aunque el anciano en una demostración de increíble destreza esquivó ser bañado y se acercó como pudo a donde se encontraba el biocibernético; estaba seguro de que el robot no lo atacaría y al mismo tiempo, dicha posición hacía que si el dragón lanzaba un nuevo chorro de baba podría correr el riesgo de empapar a Sajín quien parecía hechizado por las palabras del astuto anciano.
De momento no me parecía seguro salir a la superficie, pero tenía que encontrar la manera de sacar de su letargo mental al robot -Sajin, este hombre no es lo que crees- Dije a modo de susurro y aunque no parecía poder llegar muy lejos el sonido, al cerrar los ojos y realizar un gran esfuerzo mental, una segunda voz aparecería cerca del biocibernético y sin duda podría escucharla -Su sótano está lleno de cadáveres, sus manos están más manchadas de sangre que la de todos nosotros- Tal vez revelando el oscuro secreto del anciano podría eliminar esa especie de respeto que el robot le tenía -Babitas solo ha intentado rescatarme, de no ser por él ya habría sido devorado acá abajo, este anciano miente descaradamente- Dije con el mismo tono susurrante -No somos malvados, lo que hemos hecho hasta ahora ha sido por defendernos, pero no hemos iniciado ningún ataque- Realizar aquella mágica voz me causaba un fuerte agotamiento mental, tal vez no estaba aún preparado para controlarla, pero al menos me había servido para explicar la situación a Sajín, quien ahora podría entender el enojo del dragón -¡¡Cállate!!- Gritó el anciano al entender que su ventajosa imagen de víctima estaba siendo derribada por mis palabras -Intenté salvarte al menos a ti, pero ahora sufrirás el mismo destino que todos- Dijo el viejo furioso mientras se agachaba para tomar la espada del mismo sajín y usarla contra el bio, pero justo en ese momento, envuelto con la capa del dragón Babitas, avancé a toda prisa hacia el muro más cercano y salté hacia éste para apoyarme y realizar un segundo salto que me llevaría a la superficie, necesitaba una mano para sostener la capa que me cubría, pero con mi mano libre sostenía el sable cuya hoja negra se deslizó en un corte limpio por la espalda del viejo quien acabó soltando la espada de Sajín, la cual dejó caer de nuevo a los pies del bio.
No era todo el techo lo que estaba abierto, sino algunos lugares específicos, así que bastó una pequeña carrera para ponerme a salvo bajo techo -¡¡Reacciona Sajin!!- Dije casi a gritos mientras le arrojaba de nuevo su sable negro -Eres un protector, pero no puedes proteger a un asesino como éste, si no lo detenemos seguirá asesinando personas- Esperaba que mis palabras tuvieran algún buen efecto en la consciencia de Sajin, pero hasta ahora el anciano había demostrado ser muy inteligente, y ahora con su espalda herida no le sería difícil hacerse la víctima para ganarse la protección del guardián de acero.
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
No quería matar a nadie, pese a los intentos por atacar a Arygos, no caería convirtiéndose en un asesino como profanaban las palabras del anciano. Era egoísta, ya lo había demostrando tratando de llevarlo a un camino de paz de la que aunque quisiese, no podría salir. La enseñanza de su antiguo amo era mucho mayor que la del anciano, el camino de la espada no podía ser negado por un camino de paz para alguien que algún día sería cortado, según sus propias palabras. Desde que había decidido allí y ahora no matar a nadie, había pensado si en realidad sus acciones se diferenciaban de las de su antítesis. Ambos mataban, solo que uno de ellos lo hacía por que había encontrado satisfacción en lo que hacía. Eso no significaba para él ser un protector, si no, un asesino que merecía ser castigado. Eso siempre provocaba problemas continuos entre ambas personalidades. Pero nunca un desenlace bélico entre ambas, las dos caras eran la misma moneda.
Todo era muy confuso para su perspectiva. Habían personas que lo tachaban como un asesino y otras como un héroe, un guardián. Pero la verdad era que tan solo buscaba seguir la moral que había sido implantada en su mente artificial por aquellos creadores que nunca conoció. No todas las razas seguían la ética, ¿por qué entonces cada acción del cibernético debía de ser hecha a base de esta? siempre habían restricciones, o dificultades que resultaban tan complejas para él como lo era la emotividad de las persona. Matar o no matar, aquellas acciones siempre eran vistas como lo bueno y lo malo. No hubiese dudado dos veces en arrebatar la vida del anciano si se le permitía, pero ahora, era algo que hacía por su propia voluntad. Si seguía en ese espiral de muerte, también tal vez sería cortado como decían sus palabras. ¿Entonces debía de abandonar el camino de la espada del que tanto había vivido en los últimos ochenta y ocho años?
Un chorro de agua fue disparado por Arygos tras inesperadamente salir del hueco, alcanzando la seguridad en el cielo tras alzarse con sus alas. El anciano esquivó el agua con la suficiente destreza como para pensar que aquello había sido fácil para aquel hombre que le rogaba por su ayuda. Un guardián, otra persona lo veía así. Pero el dragón y el vampiro lo habían visto así antes, pero también como un amigo. De lo que el anciano, aún en su intento de no completar la frase, ya lo había dejado muy claro. El cibernético podía ser algo lento en captar la elocuencia en las palabras de las personas hacia él y las emociones del resto, pero no era ningún tonto. Una especie de voz susurrante había irrumpido allí también, una voz que sonaba familiar para él, pese al disimulo en aparentar una voz más silenciosa, se trataba del vampiro.
Ya de por si le había resultado misterioso el anciano tras conocerse, pero ahora ya rayaba en el desagrado. Un asesino, un mentiroso, una imagen falsa de erudito. Su estoicismo había terminado en una furia como último recurso, la desesperación, el miedo a fallar. Era como cada enemigo, siempre acababan así. No podían nunca aceptar una derrota decente, se apegaban a su miserable vida aún sin abstenerse a que la muerte sería el fin de su consciencia y encontrarían la paz allí. El anciano había tomado del suelo su espada, tratando de usarla contra él como su único recurso. Pero con rapidez, su compañero ahora envuelto de una capa azul contra los rayos del sol había saltado contra las espaldas del anciano para arremeter con un tajo con el sable que Sajin le había otorgado. La sangre empapó su espalda y el anciano terminó arrojando la espalda al suelo, notando como era acabado como la fiera que mantenía en su sótano por aquel grupo de viajeros.
Levantó su espada del suelo y la sostuvo con un dominio mucho mejor al que había tenido el anciano con ella, que la había agarrado de una forma torpe gracias a su desespero. Sajin agarró el cuello del anciano mientras, tratando de que no bajase la mirada por la sangre que le escurría de la espalda. No era momento de que se aferrase a vivir mientras se desangraba en el suelo luego de intentar cortarlo. El asesino ahora era la víctima y el cibernético tenía la oportunidad de ser su verdugo, el que pondría fin a su vida. Había desilusión en él, por un momento pensó que aquel momento de paz que tuvo no era si no más que una ilusión que no significo nada. Pero había dado su palabra para no matar, ahora, no podría negar eso en vano...
Así que arrojó al anciano a aquel agujero que se hacía en el suelo, donde cayó junto con los huesos que el vampiro había mencionado por experiencia propia habitando en su sótano. Puso su fuerza y en el momento en el que vio desde la orilla del agujero lo que había hecho, se percató de como el anciano estaba ahora inerte en el charco de sangre de su fiera junto con la aglomeración de esqueletos. La herida seguía empapando su vestimenta y por un momento Sajin pensó que lo había asesinado, que había roto con su palabra. Pero podría haber sido un simple desmayo, junto con uno o dos huesos rotos.
La casa no le daba ninguna satisfacción. No había ningún peligro ahora que el anciano había sido eliminado, pero no valía nada seguir quedándose allí para el cibernético. Ya se acabó todo y la desilusión se intensificó, pero al menos al fin había recobrado a sus compañeros del interior de ese oscuro abismo de huesos y charcos de sangre de esa morada que se hacía llamar humilde. Salió de la choza al momento de acabar esa horrorosa historia.
Otra desventura más. Clavó su espada en el césped y acostó su antebrazo sobre el pomo de su espada. El sol había bajado durante el tiempo que había bajado un poco más, no tardaría mucho para que pronto sucediese el bello atardecer que podría hacerle olvidar junto con la naturaleza lo que había sucedido. Pero por todo lo que quisiera negarlo, lo único que lo hacía seguir abrazando la vida era el continuar puliendo sus habilidades como espadachín...
¿Cuántos infortunios me seguirá llevando la vida? —Pensó, clavando su mirada en el cielo. No había otra razón para apegarse a su vida que no fuese su espada y proteger a la gente, luego, ¿qué otra cosa podía hacerle sentir bien consigo mismo en lo que hacía? el anciano, por muy falso que fue, pudo abrirle los ojos en eso. ¿Cuál era el verdadero ideal que tenía para su cruzada? ninguno. Tan solo contaba con el apoyo de sus amigos, pero era una lucha personal.
Todo era muy confuso para su perspectiva. Habían personas que lo tachaban como un asesino y otras como un héroe, un guardián. Pero la verdad era que tan solo buscaba seguir la moral que había sido implantada en su mente artificial por aquellos creadores que nunca conoció. No todas las razas seguían la ética, ¿por qué entonces cada acción del cibernético debía de ser hecha a base de esta? siempre habían restricciones, o dificultades que resultaban tan complejas para él como lo era la emotividad de las persona. Matar o no matar, aquellas acciones siempre eran vistas como lo bueno y lo malo. No hubiese dudado dos veces en arrebatar la vida del anciano si se le permitía, pero ahora, era algo que hacía por su propia voluntad. Si seguía en ese espiral de muerte, también tal vez sería cortado como decían sus palabras. ¿Entonces debía de abandonar el camino de la espada del que tanto había vivido en los últimos ochenta y ocho años?
Un chorro de agua fue disparado por Arygos tras inesperadamente salir del hueco, alcanzando la seguridad en el cielo tras alzarse con sus alas. El anciano esquivó el agua con la suficiente destreza como para pensar que aquello había sido fácil para aquel hombre que le rogaba por su ayuda. Un guardián, otra persona lo veía así. Pero el dragón y el vampiro lo habían visto así antes, pero también como un amigo. De lo que el anciano, aún en su intento de no completar la frase, ya lo había dejado muy claro. El cibernético podía ser algo lento en captar la elocuencia en las palabras de las personas hacia él y las emociones del resto, pero no era ningún tonto. Una especie de voz susurrante había irrumpido allí también, una voz que sonaba familiar para él, pese al disimulo en aparentar una voz más silenciosa, se trataba del vampiro.
Ya de por si le había resultado misterioso el anciano tras conocerse, pero ahora ya rayaba en el desagrado. Un asesino, un mentiroso, una imagen falsa de erudito. Su estoicismo había terminado en una furia como último recurso, la desesperación, el miedo a fallar. Era como cada enemigo, siempre acababan así. No podían nunca aceptar una derrota decente, se apegaban a su miserable vida aún sin abstenerse a que la muerte sería el fin de su consciencia y encontrarían la paz allí. El anciano había tomado del suelo su espada, tratando de usarla contra él como su único recurso. Pero con rapidez, su compañero ahora envuelto de una capa azul contra los rayos del sol había saltado contra las espaldas del anciano para arremeter con un tajo con el sable que Sajin le había otorgado. La sangre empapó su espalda y el anciano terminó arrojando la espalda al suelo, notando como era acabado como la fiera que mantenía en su sótano por aquel grupo de viajeros.
Levantó su espada del suelo y la sostuvo con un dominio mucho mejor al que había tenido el anciano con ella, que la había agarrado de una forma torpe gracias a su desespero. Sajin agarró el cuello del anciano mientras, tratando de que no bajase la mirada por la sangre que le escurría de la espalda. No era momento de que se aferrase a vivir mientras se desangraba en el suelo luego de intentar cortarlo. El asesino ahora era la víctima y el cibernético tenía la oportunidad de ser su verdugo, el que pondría fin a su vida. Había desilusión en él, por un momento pensó que aquel momento de paz que tuvo no era si no más que una ilusión que no significo nada. Pero había dado su palabra para no matar, ahora, no podría negar eso en vano...
Así que arrojó al anciano a aquel agujero que se hacía en el suelo, donde cayó junto con los huesos que el vampiro había mencionado por experiencia propia habitando en su sótano. Puso su fuerza y en el momento en el que vio desde la orilla del agujero lo que había hecho, se percató de como el anciano estaba ahora inerte en el charco de sangre de su fiera junto con la aglomeración de esqueletos. La herida seguía empapando su vestimenta y por un momento Sajin pensó que lo había asesinado, que había roto con su palabra. Pero podría haber sido un simple desmayo, junto con uno o dos huesos rotos.
La casa no le daba ninguna satisfacción. No había ningún peligro ahora que el anciano había sido eliminado, pero no valía nada seguir quedándose allí para el cibernético. Ya se acabó todo y la desilusión se intensificó, pero al menos al fin había recobrado a sus compañeros del interior de ese oscuro abismo de huesos y charcos de sangre de esa morada que se hacía llamar humilde. Salió de la choza al momento de acabar esa horrorosa historia.
Otra desventura más. Clavó su espada en el césped y acostó su antebrazo sobre el pomo de su espada. El sol había bajado durante el tiempo que había bajado un poco más, no tardaría mucho para que pronto sucediese el bello atardecer que podría hacerle olvidar junto con la naturaleza lo que había sucedido. Pero por todo lo que quisiera negarlo, lo único que lo hacía seguir abrazando la vida era el continuar puliendo sus habilidades como espadachín...
¿Cuántos infortunios me seguirá llevando la vida? —Pensó, clavando su mirada en el cielo. No había otra razón para apegarse a su vida que no fuese su espada y proteger a la gente, luego, ¿qué otra cosa podía hacerle sentir bien consigo mismo en lo que hacía? el anciano, por muy falso que fue, pudo abrirle los ojos en eso. ¿Cuál era el verdadero ideal que tenía para su cruzada? ninguno. Tan solo contaba con el apoyo de sus amigos, pero era una lucha personal.
Sajin
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Viraba en el cielo cuando vi al anciano tomar la espada, por muy rápida que fuera, no lograria llegar a tiempo para proteger al cibernético. Grazné, con fuerza, intentando alertarlo, despistar al anciano, sin éxito. Fue entonces cuando una silueta emergió del agujereado sotano, ataviado con la familiar y ajada capa de viaje azul oscura, y se apego al anciano que alzó el rostro con sorpresa ante el golpe de muerte.
Aunque el descanso eterno tardaría en llegarle, su suerte estaba ya escrita, herido y rodeado de enemigos acérrimos, no le quedaba nada más que sumirse en los brazos de la muerte. Solo deseaba, que su final fuera tan doloroso como aquellos que había propiciado en la mortal fosa sobre la que habitaba.
Ese pensamiento me sorprendió, jamás antes había deseado el dolor ajeno, jamas con esa intensidad que ebullía por mi cuerpo, y cuando el cibernético arrojó al falso sabio a la fosa, mi cuerpo se movio como por impulso propio, negándose a concederle descanso en sus últimos momentos a esa despiadada criatura.
Era una sensación desagradable, la del odio, la de la ira, y un deseo de venganza susurraba en mis oídos prometiendo un dulce desahogo. ¿Porque concederle paz en los últimos momentos a semejante monstruo en un cuerpo humano? Por piedad.
Cuan fácil había clamado por piedad en otros sin haber experimentado la tentación de la ira extrema que ahora me embargaba. Había sido ingenua, ahora lo sabia, era muy difícil desprenderse de ese canto que susurraba con dolor y muerte. Probablemente la cosa mas difícil a la que me había enfrentado hasta el momento, subyugar el cuepro a la mente, pero solo a la parte mas bondadosa de la misma.
Justicia, le había clamado en contra al anciano por ello, por creerse juez de otros sin conocerlos, sin embargo, no era eso lo que estaba haciendo yo ahora? me había metido en el agujero arrastrando ese cuerpo débil con mis zarpas hasta lo profundo del sotano donde no pudieran verlo, y arremetía contra el mismo eludiendo las zonas letales, ni me fijaba si se movía, o respiraba, una parte de mi quería creer que si, la otra que ya había perecido con la caída, y no era capaz de intentar corroborar ninguna de ambas.
Sin darme cuenta había juzgado que morir no era suficiente para pagar por sus pecados, y que sobre los huesos de todos aquellos desventurados que habían encontrado su fin a manos del cobarde anciano, alguien debía darle su justo castigo.
Finalmente el cuerpo no fue mas que un amasijo irreconocible que se mezclaba con las decenas de cadáveres allí apilados, y con un profundo vacío y sensación de desconcierto, emergí del agujero sin saber si me encontraba satisfecha con mis actos, en busca de mis compañeros de viaje. No los culparía si tras este comportamiento salvaje había seguido sin mi, o preferían no mantenerme en su partida, asi como habia cobrado yo los actos de ese monstruo, no privaria a mis cercanos, de devolverme con la misma moneda que le había pagado.
El sol aún no había desaparecido en el ciielo, bio seguía bajo lo que quedaba del techo, que era la mayoría de la casa, Sajin sin embargo se encontraba a fuera contemplando el cielo, yo sin embargo, no pude mas que mirar el piso, ver mis zarpas normalmente blancas como la nieve, teñidas de escarlata, y dedicar los próximos momentos en limpiar todo mi cuerpo de los restos de esa desafortunada contienda.
No habría esperado nunca, que el mundo fuera un lugar tan cruel. Jamás me habría aventurado a imaginar, que existían semejantes anhelos en mi alma.
No fue mucho lo que tardé en hacer desaparecer la huella de mi comportamiento de mis escamas, solo entonces me aventure a acercarme a mis compañeros. Sajin parecía absorto, y probablemente fuera el mas tocado por las venenosas palabras del viejo, me acerque al mismo, y extendiendo con lentitud el cuello para no alarmarle, pose mi frente sobre la suya, rozandole con cuidado con las escamas de la frente, no lo culpaba por su quietud, ni por su decisión, tampoco por que tanto decidiera aceptar de las palabras del anciano.
Con la misma calma con la que me había acercado al cibernético volví sobre mis pasos entrando en la casa, lastimando los margenes de la puerta con mis púas, y me acerque al vampiro. Vire el cuello hasta que mi cabeza quedo a su espalda y lo empuje casi sin fuerza en dirección a la puerta, no quería moverlo, solo comunicarme, luego señalé al cibernético con el hocico y a el repetidas veces, y escribí sobre las tablas.
"Creo que necesita un amigo."
Tras eso, extendi un ala lo que me permitió la estancia, haciendole de parasol, ofreciendome a ejercer esa función, si elegía seguir mi consejo.
Aunque el descanso eterno tardaría en llegarle, su suerte estaba ya escrita, herido y rodeado de enemigos acérrimos, no le quedaba nada más que sumirse en los brazos de la muerte. Solo deseaba, que su final fuera tan doloroso como aquellos que había propiciado en la mortal fosa sobre la que habitaba.
Ese pensamiento me sorprendió, jamás antes había deseado el dolor ajeno, jamas con esa intensidad que ebullía por mi cuerpo, y cuando el cibernético arrojó al falso sabio a la fosa, mi cuerpo se movio como por impulso propio, negándose a concederle descanso en sus últimos momentos a esa despiadada criatura.
Era una sensación desagradable, la del odio, la de la ira, y un deseo de venganza susurraba en mis oídos prometiendo un dulce desahogo. ¿Porque concederle paz en los últimos momentos a semejante monstruo en un cuerpo humano? Por piedad.
Cuan fácil había clamado por piedad en otros sin haber experimentado la tentación de la ira extrema que ahora me embargaba. Había sido ingenua, ahora lo sabia, era muy difícil desprenderse de ese canto que susurraba con dolor y muerte. Probablemente la cosa mas difícil a la que me había enfrentado hasta el momento, subyugar el cuepro a la mente, pero solo a la parte mas bondadosa de la misma.
Justicia, le había clamado en contra al anciano por ello, por creerse juez de otros sin conocerlos, sin embargo, no era eso lo que estaba haciendo yo ahora? me había metido en el agujero arrastrando ese cuerpo débil con mis zarpas hasta lo profundo del sotano donde no pudieran verlo, y arremetía contra el mismo eludiendo las zonas letales, ni me fijaba si se movía, o respiraba, una parte de mi quería creer que si, la otra que ya había perecido con la caída, y no era capaz de intentar corroborar ninguna de ambas.
Sin darme cuenta había juzgado que morir no era suficiente para pagar por sus pecados, y que sobre los huesos de todos aquellos desventurados que habían encontrado su fin a manos del cobarde anciano, alguien debía darle su justo castigo.
Finalmente el cuerpo no fue mas que un amasijo irreconocible que se mezclaba con las decenas de cadáveres allí apilados, y con un profundo vacío y sensación de desconcierto, emergí del agujero sin saber si me encontraba satisfecha con mis actos, en busca de mis compañeros de viaje. No los culparía si tras este comportamiento salvaje había seguido sin mi, o preferían no mantenerme en su partida, asi como habia cobrado yo los actos de ese monstruo, no privaria a mis cercanos, de devolverme con la misma moneda que le había pagado.
El sol aún no había desaparecido en el ciielo, bio seguía bajo lo que quedaba del techo, que era la mayoría de la casa, Sajin sin embargo se encontraba a fuera contemplando el cielo, yo sin embargo, no pude mas que mirar el piso, ver mis zarpas normalmente blancas como la nieve, teñidas de escarlata, y dedicar los próximos momentos en limpiar todo mi cuerpo de los restos de esa desafortunada contienda.
No habría esperado nunca, que el mundo fuera un lugar tan cruel. Jamás me habría aventurado a imaginar, que existían semejantes anhelos en mi alma.
No fue mucho lo que tardé en hacer desaparecer la huella de mi comportamiento de mis escamas, solo entonces me aventure a acercarme a mis compañeros. Sajin parecía absorto, y probablemente fuera el mas tocado por las venenosas palabras del viejo, me acerque al mismo, y extendiendo con lentitud el cuello para no alarmarle, pose mi frente sobre la suya, rozandole con cuidado con las escamas de la frente, no lo culpaba por su quietud, ni por su decisión, tampoco por que tanto decidiera aceptar de las palabras del anciano.
Con la misma calma con la que me había acercado al cibernético volví sobre mis pasos entrando en la casa, lastimando los margenes de la puerta con mis púas, y me acerque al vampiro. Vire el cuello hasta que mi cabeza quedo a su espalda y lo empuje casi sin fuerza en dirección a la puerta, no quería moverlo, solo comunicarme, luego señalé al cibernético con el hocico y a el repetidas veces, y escribí sobre las tablas.
"Creo que necesita un amigo."
Tras eso, extendi un ala lo que me permitió la estancia, haciendole de parasol, ofreciendome a ejercer esa función, si elegía seguir mi consejo.
Arygos Valnor
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Observé inmutable cómo el anciano comenzaba a desangrarse, debilitándose lentamente pero con un único destino seguro; no era la primera vez que usaba una espada, y al ser corta, no era tan diferente al uso de mis dagas a las que estaba tan acostumbrado, aun así, el golpe había sido tan certero que me sorprendía a mí mismo, tal vez había sido más desesperación que habilidad, aunque de cualquier manera, ya estaba hecho.
Sajin se resistió a matar al anciano, al parecer su decisión de no asesinar era incluso más determinada que la mía, pues aunque deseara no hacerlo siempre acababa dejando un rastro de sangre tras mis pasos, tal vez los vampiros sí seamos los asesinos viles y despiadados que todos dicen; Sajin en lugar de dar el golpe de gracia decidió arrojar al viejo por el agujero y que quedara atrapado en su propia trampa, aunque Babitas no fue tan benevolente y se introdujo tras el cuerpo como una fiera para hacer cosas que me espantaban de solo imaginarlas, hasta ahora me había parecido una cosita adorable, pero también era capaz de una gran devastación si era llevada a tal extremo, eso me llevaba a pensar -¿Hemos ganado?- La pregunta se repitió en mi mente un par de veces, si bien el anciano ahora era tan solo un recuerdo, había conseguido remover cosas dentro de nosotros que hasta ahora tal vez habíamos ignorado, había sacado lo peor de cada quien, pero no de Sajin, y aunque había sido el menos agresivo parecía ser el más afectado.
Sajin caminó hacia afuera de la casa sin decir una palabra, no era el mejor momento para nadie y yo, quien había marcado el devastador final del anciano, tal vez no sería la mejor persona para hacerlo sentir mejor; había pasado muchos de mis años aborreciéndome por aquellos años, aquellas misiones de asesinatos que llevé a cabo sin sentir remordimiento alguno, ahora todas esas imágenes regresaban a mi cabeza ¿Y si el anciano tenía razón? Había asesinado a mucha gente, muchas personas que jamás llegué a conocer ¿Merecían morir? ¿Lo merecía yo? Babitas me sacó de mi momento de duda ofreciéndome el manto de sus alas para salir a donde estaba Sajin, tal vez no sería mala idea; caminé junto a el dragón hasta cierto punto, pero aunque dentro de la casa me era posible sobrevivir por la poca luz que entraba, salir me resultaría fatal, apenas intentarlo me hacía arder la piel y como acto reflejo me aferré al costado del dragón para detenerlo en ese lugar -No puedo avanzar más- Dije con algo de pena por tener que admitir esa limitación -Somos lo que somos, Sajin- Exclamé intentando llamar su atención -No podemos borrar las cosas que hemos hecho, pero podemos escribir las cosas que haremos- Tal vez la frase no podría hacer mucho por él, pero al menos le daría algo en qué pensar como me lo había dado a mí -No debes juzgarte por las cosas que haz hecho, sino por las razones que has tenido para hacerlo- Dije finalmente al notar que mi cuerpo comenzaba a doler a causa de la larga exposición a la luz del día, retrocedí abandonando el manto bajo las alas del dragón y busqué abrazar las sombras que quedaban en la casa, aún faltaban unas horas para el anochecer; usaría ese tiempo para meditar un poco y bajar a recuperar mis dagas que se habían perdido en el mar de huesos -Deben adelantarse sin mí- Dije al dragón -Yo los alcanzaré luego, por favor cuida de él- Le dije al reptil con una sonrisa mientras mi figura se perdía entre las sombras de la casa... O lo que quedaba de ésta.
Sajin se resistió a matar al anciano, al parecer su decisión de no asesinar era incluso más determinada que la mía, pues aunque deseara no hacerlo siempre acababa dejando un rastro de sangre tras mis pasos, tal vez los vampiros sí seamos los asesinos viles y despiadados que todos dicen; Sajin en lugar de dar el golpe de gracia decidió arrojar al viejo por el agujero y que quedara atrapado en su propia trampa, aunque Babitas no fue tan benevolente y se introdujo tras el cuerpo como una fiera para hacer cosas que me espantaban de solo imaginarlas, hasta ahora me había parecido una cosita adorable, pero también era capaz de una gran devastación si era llevada a tal extremo, eso me llevaba a pensar -¿Hemos ganado?- La pregunta se repitió en mi mente un par de veces, si bien el anciano ahora era tan solo un recuerdo, había conseguido remover cosas dentro de nosotros que hasta ahora tal vez habíamos ignorado, había sacado lo peor de cada quien, pero no de Sajin, y aunque había sido el menos agresivo parecía ser el más afectado.
Sajin caminó hacia afuera de la casa sin decir una palabra, no era el mejor momento para nadie y yo, quien había marcado el devastador final del anciano, tal vez no sería la mejor persona para hacerlo sentir mejor; había pasado muchos de mis años aborreciéndome por aquellos años, aquellas misiones de asesinatos que llevé a cabo sin sentir remordimiento alguno, ahora todas esas imágenes regresaban a mi cabeza ¿Y si el anciano tenía razón? Había asesinado a mucha gente, muchas personas que jamás llegué a conocer ¿Merecían morir? ¿Lo merecía yo? Babitas me sacó de mi momento de duda ofreciéndome el manto de sus alas para salir a donde estaba Sajin, tal vez no sería mala idea; caminé junto a el dragón hasta cierto punto, pero aunque dentro de la casa me era posible sobrevivir por la poca luz que entraba, salir me resultaría fatal, apenas intentarlo me hacía arder la piel y como acto reflejo me aferré al costado del dragón para detenerlo en ese lugar -No puedo avanzar más- Dije con algo de pena por tener que admitir esa limitación -Somos lo que somos, Sajin- Exclamé intentando llamar su atención -No podemos borrar las cosas que hemos hecho, pero podemos escribir las cosas que haremos- Tal vez la frase no podría hacer mucho por él, pero al menos le daría algo en qué pensar como me lo había dado a mí -No debes juzgarte por las cosas que haz hecho, sino por las razones que has tenido para hacerlo- Dije finalmente al notar que mi cuerpo comenzaba a doler a causa de la larga exposición a la luz del día, retrocedí abandonando el manto bajo las alas del dragón y busqué abrazar las sombras que quedaban en la casa, aún faltaban unas horas para el anochecer; usaría ese tiempo para meditar un poco y bajar a recuperar mis dagas que se habían perdido en el mar de huesos -Deben adelantarse sin mí- Dije al dragón -Yo los alcanzaré luego, por favor cuida de él- Le dije al reptil con una sonrisa mientras mi figura se perdía entre las sombras de la casa... O lo que quedaba de ésta.
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
¿Qué había hecho bien? o mejor dicho, que era lo que había hecho mal durante todo el camino que se había dedicado a seguir. No tenía un ideal predefinido que no fuese acabar ese camino que lo envolvía entre lucha y lucha entre las armas de los enemigos que tenía y su fiel y sencilla espada, pero las palabras del anciano habían sido más afilada que cualquiera de las espadas que había hecho frente durante el camino. Siquiera los aldeanos, siquiera los suyos, pudieron decirle lo que en verdad hacía. Tal vez la moral humana ya de por sí era obsoleta, o se hacía compleja para el intelecto de una máquina, muy diferente al de alguna otra raza. Contemplar el cielo por un momento podría hacerle cambiar de idea. Las bandadas de aves que se reflejaban en ese atardecer hacían un vuelo tan dedicado y majestuoso, aún sabiendo que al parar caerían y morirían en una dolorosa caída, lo hacían.
Vuelan por encima de todos aún sabiendo que el caer significará su muerte, pero llegará el día en el que desciendan sin temor a ello. Era lo que mejor podía reflejar el estado del espadachín, apenas había alzado sus alas, pero tal vez todavía no estaba listo para surcar los cielos con su frente en alto e impulsado por un ideal en particular. El usar su espada tal vez no lo convertía en un asesino con la sangre de los desdichados impregnando el acero de su sable, el dominio de la espada de su señor no tenían otro fin que no fuese el que fuesen útiles para cada ocasión, y que fuesen útiles en todos los caminos. Debería de descubrirlo por sí mismo antes de iniciar su cruzada como un espadachín de verdad. Pero para ser eso, tal vez debería alejarse de aquellos a los que llama amigos, sus dos únicos amigos. Si lo hacía entonces estaría solo, y tal vez lo monótono regresaría a su vida.
Llegaría a extrañar la emotividad del dragón, que cruzó su frente con la suya y pasó su piel escamosa en ella, dándole la espalda probablemente para ir hacia la casa en donde el vampiro aún no había tenido el interés de salir de la casa. Pronto escuchó la voz de su compañero dirigiéndose hacia él. Si bien algunas veces el vampiro era un mentiroso para garantizar la supervivencia de él y sus amigos, fue inesperado que sus palabras fuesen sabias para el espadachín. — Gracias por todo. —Comentó, giró su rostro atento a el dragón y el vampiro que estaban juntos en lo que quedaba de la cabaña. — Amigos.
Hubiese deseado el ser más emotivo como lo era el dragón y tener la carisma del vampiro en aquel momento, pero era lo que era, un bio-cibernético. No podía cambiar eso, pero podría escribir cosas nuevas según las palabras de su viejo amigo. Sus razones, sus ideales, todo parecía concordar con que al final de todo lo que dudó, su ideal siempre estuvo delante de sus ojos. Trascender en el dominio de la espada era todo por lo que había luchado, si no su existencia hubiese sido en vano como el simple peón de un amo muerto. El camino del guerrero que había optado, aún cuando el final significase la aceptación de la muerte, de lo que el guerrero nunca podía olvidarse era de lo que la emoción que le impulsaba a vivir por este.
La vida estaba llena de infortunios para el bio-cibernético, pero tal vez, en algún día le tocaría ver de nuevo la esperanza delante de sus ojos. Como había sido conocer a los que ahora llamaba amigos, como había sido el conocer a quiénes había protegido. Ya no era bajo estrictos mandamientos que se daba para dar lo mejor de sí, en medio de esa confianza, solo lo envolvía lo que era su propia voluntad por vivir una vez más sin el temor por otra desventura. — Enserio... —Dijo, esta vez mostró mas emotividad que la primera vez tras poner su esfuerzo. — No hay palabras para mi que me permitan poder demostrarlo, mi lazo empático por ustedes podrá ser estrecho, pero puedo declararlo como lo más sincero que puedo ofrecerles. Decidieron seguirme aún en los tormentos personales de mi cruzada, no puedo pedir más cuando me habéis dado no solo algo por que luchar, si no el significado de la amistad. Esto no es un adiós.
Extrajo su sable de la tierra con el impulso de su mano al haber agarrado su empuñadura y su perro lo encontró, Sajin no supo donde se había metido durante todo el tiempo en el que había sido olvidado, pero pudo notar que había regresado de otra carrera por el bosque. El animal se mostró amistoso hacia su amo, y perdiéndose en el sendero, ambos marcharon juntos. Con la frente en alto, ya no se atormentaría por los demonios de su pasado, ahora estaba ante la merced de aceptar su vida tal y como es.
Vuelan por encima de todos aún sabiendo que el caer significará su muerte, pero llegará el día en el que desciendan sin temor a ello. Era lo que mejor podía reflejar el estado del espadachín, apenas había alzado sus alas, pero tal vez todavía no estaba listo para surcar los cielos con su frente en alto e impulsado por un ideal en particular. El usar su espada tal vez no lo convertía en un asesino con la sangre de los desdichados impregnando el acero de su sable, el dominio de la espada de su señor no tenían otro fin que no fuese el que fuesen útiles para cada ocasión, y que fuesen útiles en todos los caminos. Debería de descubrirlo por sí mismo antes de iniciar su cruzada como un espadachín de verdad. Pero para ser eso, tal vez debería alejarse de aquellos a los que llama amigos, sus dos únicos amigos. Si lo hacía entonces estaría solo, y tal vez lo monótono regresaría a su vida.
Llegaría a extrañar la emotividad del dragón, que cruzó su frente con la suya y pasó su piel escamosa en ella, dándole la espalda probablemente para ir hacia la casa en donde el vampiro aún no había tenido el interés de salir de la casa. Pronto escuchó la voz de su compañero dirigiéndose hacia él. Si bien algunas veces el vampiro era un mentiroso para garantizar la supervivencia de él y sus amigos, fue inesperado que sus palabras fuesen sabias para el espadachín. — Gracias por todo. —Comentó, giró su rostro atento a el dragón y el vampiro que estaban juntos en lo que quedaba de la cabaña. — Amigos.
Hubiese deseado el ser más emotivo como lo era el dragón y tener la carisma del vampiro en aquel momento, pero era lo que era, un bio-cibernético. No podía cambiar eso, pero podría escribir cosas nuevas según las palabras de su viejo amigo. Sus razones, sus ideales, todo parecía concordar con que al final de todo lo que dudó, su ideal siempre estuvo delante de sus ojos. Trascender en el dominio de la espada era todo por lo que había luchado, si no su existencia hubiese sido en vano como el simple peón de un amo muerto. El camino del guerrero que había optado, aún cuando el final significase la aceptación de la muerte, de lo que el guerrero nunca podía olvidarse era de lo que la emoción que le impulsaba a vivir por este.
La vida estaba llena de infortunios para el bio-cibernético, pero tal vez, en algún día le tocaría ver de nuevo la esperanza delante de sus ojos. Como había sido conocer a los que ahora llamaba amigos, como había sido el conocer a quiénes había protegido. Ya no era bajo estrictos mandamientos que se daba para dar lo mejor de sí, en medio de esa confianza, solo lo envolvía lo que era su propia voluntad por vivir una vez más sin el temor por otra desventura. — Enserio... —Dijo, esta vez mostró mas emotividad que la primera vez tras poner su esfuerzo. — No hay palabras para mi que me permitan poder demostrarlo, mi lazo empático por ustedes podrá ser estrecho, pero puedo declararlo como lo más sincero que puedo ofrecerles. Decidieron seguirme aún en los tormentos personales de mi cruzada, no puedo pedir más cuando me habéis dado no solo algo por que luchar, si no el significado de la amistad. Esto no es un adiós.
Extrajo su sable de la tierra con el impulso de su mano al haber agarrado su empuñadura y su perro lo encontró, Sajin no supo donde se había metido durante todo el tiempo en el que había sido olvidado, pero pudo notar que había regresado de otra carrera por el bosque. El animal se mostró amistoso hacia su amo, y perdiéndose en el sendero, ambos marcharon juntos. Con la frente en alto, ya no se atormentaría por los demonios de su pasado, ahora estaba ante la merced de aceptar su vida tal y como es.
Sajin
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Re: Letanías del Maestro [Interpretativo-Libre] [2/3]
Con una rapidez asombrosa, ambos compañeros hasta entonces tomaron sus propios caminos, no sin antes dedicar sinceras y emotivas palabras.
Me quede quieta en el pórtico de la casa, mirando alternativamente por donde había partido el vampiro y el cibernético, intentando procesar el tiempo que habíamos compartido. Habíamos convergido de la nada, y de la nada nos separabamos ahora, el destino era, sin duda alguna extraño.
No me había parado a pensar cuando nos separariamos como tampoco me había preguntado como habíamos terminado juntos actuando como viejos compañeros, por el mismo motivo, había resultado una comunicación tan natural pese nuestras diferencias y naturalezas, que no había sido capaz de percibir lo extraño de aquello hasta que el momento había pasado.
Una despedida sencilla, sin muchos gestos, sin tristeza, como si simplemente fuéramos a volvernos a encontrar en cualquier momento. La verdad es que era de suponerse, si me hubiera detenido a examinarlo, ellos tenían sus caminos, como yo el mio, y difícilmente, iríamos todos en la misma dirección para siempre.
Había aprendido mucho de esos sujetos, y de si misma, de esa ristra de desventuras que habían compartido, y aunque sajin y bio habían partido, llevaría siempre esos conocimientos conmigo.
Dedique unos últimos instantes a mirar el sendero con el deseo de que nuestros caminos volvieran a cruzarse en algún momento, y ver que tanto habíamos crecido todos como seres, luego me meti en el sotano una ultima vez para recuperar mi morral, y dirigí el rostro hacia las sombras de la casa donde se refugiaba el vampiro, incline la cabeza a modo de despedida, y salí volando.
Conseguiría una capa mas adelante, de hecho ni me percate de su falta mientra buscaba al cibernético entre las copas de los árboles, planeando por la arboleda, pero se había perdido entre la vegetación y la luz cada vez más escasa no contribuian en mi búsqueda. Dedicando un silencioso adiós en dirección a la arboleda, viré en el cielo y tomé rumbo a lunargenta
A fin de cuentas, mi viaje acababa de empezar.
Me quede quieta en el pórtico de la casa, mirando alternativamente por donde había partido el vampiro y el cibernético, intentando procesar el tiempo que habíamos compartido. Habíamos convergido de la nada, y de la nada nos separabamos ahora, el destino era, sin duda alguna extraño.
No me había parado a pensar cuando nos separariamos como tampoco me había preguntado como habíamos terminado juntos actuando como viejos compañeros, por el mismo motivo, había resultado una comunicación tan natural pese nuestras diferencias y naturalezas, que no había sido capaz de percibir lo extraño de aquello hasta que el momento había pasado.
Una despedida sencilla, sin muchos gestos, sin tristeza, como si simplemente fuéramos a volvernos a encontrar en cualquier momento. La verdad es que era de suponerse, si me hubiera detenido a examinarlo, ellos tenían sus caminos, como yo el mio, y difícilmente, iríamos todos en la misma dirección para siempre.
Había aprendido mucho de esos sujetos, y de si misma, de esa ristra de desventuras que habían compartido, y aunque sajin y bio habían partido, llevaría siempre esos conocimientos conmigo.
Dedique unos últimos instantes a mirar el sendero con el deseo de que nuestros caminos volvieran a cruzarse en algún momento, y ver que tanto habíamos crecido todos como seres, luego me meti en el sotano una ultima vez para recuperar mi morral, y dirigí el rostro hacia las sombras de la casa donde se refugiaba el vampiro, incline la cabeza a modo de despedida, y salí volando.
Conseguiría una capa mas adelante, de hecho ni me percate de su falta mientra buscaba al cibernético entre las copas de los árboles, planeando por la arboleda, pero se había perdido entre la vegetación y la luz cada vez más escasa no contribuian en mi búsqueda. Dedicando un silencioso adiós en dirección a la arboleda, viré en el cielo y tomé rumbo a lunargenta
A fin de cuentas, mi viaje acababa de empezar.
Arygos Valnor
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