La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
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El guardia no puso impedimento alguno en que cogieran cuanto creyeran necesitar. La verdad es que la mayoría de las cosas parecía más bien chatarra que objetos con valor en sí mismos y seguramente nadie echaría en falta un par de espadas melladas y herrumbrosas de aquel montón. Con razón su propietario no había tenido prisa en ir a recoger nada de aquello, seguramente se encontrara bien calentito en su casa, esperando a que el mal tiempo pasara antes de plantearse siquiera volver allí a por sus cosas. En cualquier caso tampoco es que pudieran quejarse, basura o no parecía que era lo que necesitaban para abrir las puertas, o al menos podrían usarlo para intentarlo, por lo que bastante suerte de contar con ello habían tenido ya pues la opción era esperar, posiblemente horas, a que la guardia resolviera el asunto por sí sola, y no tenían tanta prisa como ellos por salir. De hecho nadie sensato tendría la menor gana de abandonar la ciudad con aquel clima, si dentro de las murallas el viento ya era fuerte y el frío intenso, fuera debía de ser una auténtica pesadilla.
De nuevo fuera, la sensación que la peliblanca tuvo fue como si en apenas los cinco minutos que habían pasado dentro de aquel barracón de piedra la temperatura en la calle hubiese bajado más aún que cuando entraron. Buena parte de aquello sabía que era por culpa del calorcito del interior, pero estaba bastante segura de que cada vez hacía más frío y no parecía que fuese a parar, más bien todo lo contrario. A ese paso en pocas horas la escena que aquel parroquiano de la posada contaba sobre el invierno de la noche eterna dejaría de ser una exageración aumentada a lo largo de los años y las generaciones y se convertiría en algo muy real. Más les valdría estar a cubierto si llegaban a ese punto, ni una nueva dosis de poción de resistencia al frío les ayudaría si la temperatura bajase tanto.
-Uno dos y...!Levantad!- Gritó uno de los soldados a su grupo que levantaba por las asas uno de aquellos grandes braseros encendidos para llevarlo junto al mecanismo tal y como Eoghan había solicitado y recibiendo la ayuda de éste durante la última parte del camino. -Ahora abajo, despacio, con cuidado.- Les indicó mientras comprobaba que los soportes se asentaban bien en el suelo y no quedaba en precario equilibrio o demasiado inclinado. -Vale, soltadlo.- Terminó por decir esperando que Eoghan les dijera qué debían hacer a continuación pues ante aquella nueva idea habían dejado por imposible conseguir algo con los métodos que habían estado usando hasta ese momento. -Ya habéis oído, coged la sal y esperad. Os avisaré para empezar a echarla. El resto preparados para tirar en cuanto el mecanismo comience a descongelarse.- Ordenó el mismo hombre.
Para Níniel la preocupación en esos momentos no era la de echar sal en el momento justo, miraba con aprehensión cómo Eoghan introducía su brazo por un hueco apenas mayor que el contorno de su extremidad. Temía que se quedara atrapado, o algo peor, que el mecanismo hiciera algo inesperado y le causara alguna lesión. Si aquel sistema de engranajes y poleas era capaz de mover aquellas enormes puertas ¿Qué podían hacerle a un brazo humano que se encontrara en el momento inadecuado entre sus ruedas dentadas?. -Ten cuidado, podría ser peligroso.- Le comentó acercándose y pensando si no sería mejor que fuera ella quien lo hiciera pues sus brazos eran mucho más delgados, aunque carentes de la fuerza del humano. Pronto aquella idea comenzó a funcionar que un sonido metálico la puerta se movió unos centímetros dejando entrar por una minúscula rendija una silbante corriente de aire capaz de helar hasta el culo de un ogro. Por desgracia no se abrió más. La peliblanca desde su posición, a pesar que de aquellos mecanismos sabía lo justo y gracias a un niño inventor de mente preclara, pudo reconocer el origen del problema y el motivo del gruñido de disgusto de Eoghan, había más partes congeladas de las que cabría esperar a las que el humano no podía acceder con solo dos manos. Siguió su mirada hasta el brasero y con cuidado tomó uno de los filos al rojo y lo acercó hasta el mecanismo aprovechándose de su tamaño y destreza para seguir las instrucciones del chico y colocar el metal candente en el lugar necesario. Con un nuevo sonido metálico, esta vez encadenado a otro y a otro las puertas comenzaron a abrirse poco a poco, lentamente pero sin pausa a medida que el propio movimiento del mecanismo descongelaba el resto de partes con ayuda de algo de fuerza bruta por parte de los soldados que al abrir lo suficiente el portón como para que pudiese entrar o salir un carromato vitorearon aquella pequeña victoria.
-Excelente, al menos ahora se podrá entrar y salir y ya sabemos qué hacer si vuelven a congelarse. Os lo agradezco. Tened cuidado fuera, la cosa está empeorando y el viento amenaza con arrancar hasta la ropa. Suerte y espero que esa joven se recupere.- Les avisó y deseó aquel amable soldado abrigándose más en su capa ante el insistente viento que ahora entraba por las puertas de la ciudad. El aullido del viento era tal que casi parecía una bestia al acecho, daban ganas de dar media vuelta pero no podían. Arrebujándose en sus ropas y agachándose para ofrecer menor resistencia al fuerte viento, Níniel comenzó a caminar ayudándose de su bastón, justo tras Jasker que parecía saber en todo momento hacia donde continuar andando a pesar de que la elfa apenas era capaz de levantar la vista y no veía nada más que los pies del desgarbado joven un metro por delante de ella.
-Estamos cerca, esta valla...O lo que queda de ella, es el límite de la granja de los Svenson. Espero que estén bien. La siguiente es la granja de los Karhac, mi casa está al lado.- Les comunico Jasker elevando la voz y señalando en una dirección en la que Níniel solo veía viento blanco. -Esperad un momento ¿Qué?- Dijo acercándose un momento a una sección de la valla manchada con una gran cantidad de sangre fresca. Níniel se acercó y tocó la sangre con el dedo índice de su enguantada mano derecha estudiando el rojo líquido en su mayoría ya casi congelado. -Es de animal y hay mucha, el animal debe de estar muerto ya.- Explicó la peliblanca tratando de agudizar la vista para seguir el rastro de sangre siguiendo la valla de madera hasta que llegaron al cuerpo de una oveja casi partida en dos con una evidente marca de un gran mordisco donde faltaba parte de la carne. Desde luego no era obra de un humano, ni de un perro, lobo o algo similar, aquello lo había hecho algo mucho más grande.
-Jasker, démonos prisa, no quiero estar cerca cuando sea lo que sea que ha hecho esto venga a por el resto de su cena.-
De nuevo fuera, la sensación que la peliblanca tuvo fue como si en apenas los cinco minutos que habían pasado dentro de aquel barracón de piedra la temperatura en la calle hubiese bajado más aún que cuando entraron. Buena parte de aquello sabía que era por culpa del calorcito del interior, pero estaba bastante segura de que cada vez hacía más frío y no parecía que fuese a parar, más bien todo lo contrario. A ese paso en pocas horas la escena que aquel parroquiano de la posada contaba sobre el invierno de la noche eterna dejaría de ser una exageración aumentada a lo largo de los años y las generaciones y se convertiría en algo muy real. Más les valdría estar a cubierto si llegaban a ese punto, ni una nueva dosis de poción de resistencia al frío les ayudaría si la temperatura bajase tanto.
-Uno dos y...!Levantad!- Gritó uno de los soldados a su grupo que levantaba por las asas uno de aquellos grandes braseros encendidos para llevarlo junto al mecanismo tal y como Eoghan había solicitado y recibiendo la ayuda de éste durante la última parte del camino. -Ahora abajo, despacio, con cuidado.- Les indicó mientras comprobaba que los soportes se asentaban bien en el suelo y no quedaba en precario equilibrio o demasiado inclinado. -Vale, soltadlo.- Terminó por decir esperando que Eoghan les dijera qué debían hacer a continuación pues ante aquella nueva idea habían dejado por imposible conseguir algo con los métodos que habían estado usando hasta ese momento. -Ya habéis oído, coged la sal y esperad. Os avisaré para empezar a echarla. El resto preparados para tirar en cuanto el mecanismo comience a descongelarse.- Ordenó el mismo hombre.
Para Níniel la preocupación en esos momentos no era la de echar sal en el momento justo, miraba con aprehensión cómo Eoghan introducía su brazo por un hueco apenas mayor que el contorno de su extremidad. Temía que se quedara atrapado, o algo peor, que el mecanismo hiciera algo inesperado y le causara alguna lesión. Si aquel sistema de engranajes y poleas era capaz de mover aquellas enormes puertas ¿Qué podían hacerle a un brazo humano que se encontrara en el momento inadecuado entre sus ruedas dentadas?. -Ten cuidado, podría ser peligroso.- Le comentó acercándose y pensando si no sería mejor que fuera ella quien lo hiciera pues sus brazos eran mucho más delgados, aunque carentes de la fuerza del humano. Pronto aquella idea comenzó a funcionar que un sonido metálico la puerta se movió unos centímetros dejando entrar por una minúscula rendija una silbante corriente de aire capaz de helar hasta el culo de un ogro. Por desgracia no se abrió más. La peliblanca desde su posición, a pesar que de aquellos mecanismos sabía lo justo y gracias a un niño inventor de mente preclara, pudo reconocer el origen del problema y el motivo del gruñido de disgusto de Eoghan, había más partes congeladas de las que cabría esperar a las que el humano no podía acceder con solo dos manos. Siguió su mirada hasta el brasero y con cuidado tomó uno de los filos al rojo y lo acercó hasta el mecanismo aprovechándose de su tamaño y destreza para seguir las instrucciones del chico y colocar el metal candente en el lugar necesario. Con un nuevo sonido metálico, esta vez encadenado a otro y a otro las puertas comenzaron a abrirse poco a poco, lentamente pero sin pausa a medida que el propio movimiento del mecanismo descongelaba el resto de partes con ayuda de algo de fuerza bruta por parte de los soldados que al abrir lo suficiente el portón como para que pudiese entrar o salir un carromato vitorearon aquella pequeña victoria.
-Excelente, al menos ahora se podrá entrar y salir y ya sabemos qué hacer si vuelven a congelarse. Os lo agradezco. Tened cuidado fuera, la cosa está empeorando y el viento amenaza con arrancar hasta la ropa. Suerte y espero que esa joven se recupere.- Les avisó y deseó aquel amable soldado abrigándose más en su capa ante el insistente viento que ahora entraba por las puertas de la ciudad. El aullido del viento era tal que casi parecía una bestia al acecho, daban ganas de dar media vuelta pero no podían. Arrebujándose en sus ropas y agachándose para ofrecer menor resistencia al fuerte viento, Níniel comenzó a caminar ayudándose de su bastón, justo tras Jasker que parecía saber en todo momento hacia donde continuar andando a pesar de que la elfa apenas era capaz de levantar la vista y no veía nada más que los pies del desgarbado joven un metro por delante de ella.
-Estamos cerca, esta valla...O lo que queda de ella, es el límite de la granja de los Svenson. Espero que estén bien. La siguiente es la granja de los Karhac, mi casa está al lado.- Les comunico Jasker elevando la voz y señalando en una dirección en la que Níniel solo veía viento blanco. -Esperad un momento ¿Qué?- Dijo acercándose un momento a una sección de la valla manchada con una gran cantidad de sangre fresca. Níniel se acercó y tocó la sangre con el dedo índice de su enguantada mano derecha estudiando el rojo líquido en su mayoría ya casi congelado. -Es de animal y hay mucha, el animal debe de estar muerto ya.- Explicó la peliblanca tratando de agudizar la vista para seguir el rastro de sangre siguiendo la valla de madera hasta que llegaron al cuerpo de una oveja casi partida en dos con una evidente marca de un gran mordisco donde faltaba parte de la carne. Desde luego no era obra de un humano, ni de un perro, lobo o algo similar, aquello lo había hecho algo mucho más grande.
-Jasker, démonos prisa, no quiero estar cerca cuando sea lo que sea que ha hecho esto venga a por el resto de su cena.-
- Spoiler:
- Hay otra amenaza entre los vientos helados, algo más peligroso que el frío. Aún no podréis verlo pero quizá si intuir algo grande cerca, observando. Nuestro objetivo es llegar a la casa de jasker la cual podéis narrar y usar a la hermana y a la madre del chico como gustéis.
Última edición por Níniel Thenidiel el Miér Abr 13 2016, 18:25, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
La puerta se abrió con el truco que Eogahn había usado, y Eléanör miró la escena impresionada, no sabía nada de metales, a ella lo que se le daban bien eran las plantas, por ello poco o nada sabía sobre lo que habían tenido que hacer para para poder abrirla, solo había visto golpes y sal volando, pero, sin duda había sido complicado, espero paciente y, cuando la puerta estuvo abierta, salió de la ciudad dando una pequeña reverencia de agradecimiento a los guardias.
Avanzó con cuidado, enredada entre las capas, agarrando con fuerza la bolsita de sal, si había hielo en el camino para entrar a la casa, no sería mala idea lanzarlo y que lo deshiciera. Mientras andaba, el paisaje comenzó a volverse blanquecino, y la elfa era a penas capaz de verse las manos, ni mucho menos lo que había frente a ella. Por ello, algo nerviosa, avanzaba mirando a todos lados esperando no separarse del grupo, que era cada vez menos distinguible.
Por suerte, la neblina fría comenzó a despejarse, y una balla se vió salir a su frente, iban por buen camino, pero algo les retuvo. Una mancha de sangre que asustó al chico que les había suplicado por ayuda, y que hizo a Eléanör tragar aire, nerviosa, esperando que no hubiera por allí nada demasiado peligroso. Al fin y al cabo, ella era una chica bastante miedosa, y había tomado la decisión de ayudar al joven, no quería que su miedo la hiciera salir corriendo y llorando sin saber hacia donde se dirigía.
Sobre la cerca, comenzó a distinguirse una reseca y helada mancha de color rojo, que Níniel reconoció como sangre de animal, haciendoles a celerar el paso a todos, antes de que lo que fuera que hubiera acabado con la vida de la criatura volviera para tomar el postre. La elfa tragó saliva y comenzó a andar siguiendo con paso rápido a Jasker, esperando alcanzar pronto el hogar del chico, al fin y al cabo, seguramente sería más cálido que estar allí fuera y más seguro, además, tenían que ayudar a su hermana pequeña.
Eléanör, desde que descubrió que tenía un hermano mayor, se sintió algo más responsable, y, a la vez, más temerosa, como si el tener un hermano significase que tenía a alguien en quien confiar y que confiase en ella más allá de una relación de padres e hijos, unos lazos fuertes, pero sin basarse tanto en el hecho de la superioridad y las oredenes, por eso entendía que el chico debía estar tremenda mente preocupado, y que la pequeña debía estar esperando por él, confiando ciegamente en las capacidades de su hermano.
De momento, ella no podía saber si era capaz o no de confiar en la persona a la que buscaba, pero tneía la esperanza de poder llevarse bien con él y ayudarle a volver a casa, al fin y al cabo, aunque sus padres lo rechazaran, y aunque ella lo hubiera hecho, le hubiera gustado o no, les unía un lazo de sangre que no podía ignorarse tan fácilmente.
A medida que avazaban la niebla se iba haciendo más y más espesa, y el frío aumentaba a cada paso, los extraños sonidos que se escuchaban en el camino no dejaban de hacer temblar a la chica de pelo en llamas, que, tal vez, imaginaba escuchar un ligero gruñido cercano, o movimientos entre los matorrales de un lado del camino. Aceleró el paso, asustada, sin tener nada a mano que la hiciera sentir segura a la hora de enfrentarse a un animal. Al fin y al cabo, lo unico que podía usar eran agujas, que no traspasarían una piel más gruesa que la humana.
Afortunadamente, no tardaron demasiado en alcanzar la puerta de la cerca que rodeaba la pequeña casa de la familia de Jasker. Era una casa peuqeña, a penas debía haber dos dormitorios, y probablemente la cocina y la sala de estar estuvieran unidas, el exterior de madera, algo desgastado, le daba un aspecto bastante viejo y mohoso. Quienes vivían allí, estaba claro, no lo pasarian bien en invierno, aunque, como solía pasar, probablemente la casa, por dentro, estuviera bastante bien resguardada del frio, y más si había alguien enfermo dentro. Eléanör quería decir algo, proponer entrar o lo que fuera, pero temía parecer maleducada impertinenete, por lo que, unicamente, esperó a que alguien diera el primer pasó, mirando ha su espalda cada pocos segundos, temerosa de lo que pudiera ser que le provocaba esa sensación de pánico.
Avanzó con cuidado, enredada entre las capas, agarrando con fuerza la bolsita de sal, si había hielo en el camino para entrar a la casa, no sería mala idea lanzarlo y que lo deshiciera. Mientras andaba, el paisaje comenzó a volverse blanquecino, y la elfa era a penas capaz de verse las manos, ni mucho menos lo que había frente a ella. Por ello, algo nerviosa, avanzaba mirando a todos lados esperando no separarse del grupo, que era cada vez menos distinguible.
Por suerte, la neblina fría comenzó a despejarse, y una balla se vió salir a su frente, iban por buen camino, pero algo les retuvo. Una mancha de sangre que asustó al chico que les había suplicado por ayuda, y que hizo a Eléanör tragar aire, nerviosa, esperando que no hubiera por allí nada demasiado peligroso. Al fin y al cabo, ella era una chica bastante miedosa, y había tomado la decisión de ayudar al joven, no quería que su miedo la hiciera salir corriendo y llorando sin saber hacia donde se dirigía.
Sobre la cerca, comenzó a distinguirse una reseca y helada mancha de color rojo, que Níniel reconoció como sangre de animal, haciendoles a celerar el paso a todos, antes de que lo que fuera que hubiera acabado con la vida de la criatura volviera para tomar el postre. La elfa tragó saliva y comenzó a andar siguiendo con paso rápido a Jasker, esperando alcanzar pronto el hogar del chico, al fin y al cabo, seguramente sería más cálido que estar allí fuera y más seguro, además, tenían que ayudar a su hermana pequeña.
Eléanör, desde que descubrió que tenía un hermano mayor, se sintió algo más responsable, y, a la vez, más temerosa, como si el tener un hermano significase que tenía a alguien en quien confiar y que confiase en ella más allá de una relación de padres e hijos, unos lazos fuertes, pero sin basarse tanto en el hecho de la superioridad y las oredenes, por eso entendía que el chico debía estar tremenda mente preocupado, y que la pequeña debía estar esperando por él, confiando ciegamente en las capacidades de su hermano.
De momento, ella no podía saber si era capaz o no de confiar en la persona a la que buscaba, pero tneía la esperanza de poder llevarse bien con él y ayudarle a volver a casa, al fin y al cabo, aunque sus padres lo rechazaran, y aunque ella lo hubiera hecho, le hubiera gustado o no, les unía un lazo de sangre que no podía ignorarse tan fácilmente.
A medida que avazaban la niebla se iba haciendo más y más espesa, y el frío aumentaba a cada paso, los extraños sonidos que se escuchaban en el camino no dejaban de hacer temblar a la chica de pelo en llamas, que, tal vez, imaginaba escuchar un ligero gruñido cercano, o movimientos entre los matorrales de un lado del camino. Aceleró el paso, asustada, sin tener nada a mano que la hiciera sentir segura a la hora de enfrentarse a un animal. Al fin y al cabo, lo unico que podía usar eran agujas, que no traspasarían una piel más gruesa que la humana.
Afortunadamente, no tardaron demasiado en alcanzar la puerta de la cerca que rodeaba la pequeña casa de la familia de Jasker. Era una casa peuqeña, a penas debía haber dos dormitorios, y probablemente la cocina y la sala de estar estuvieran unidas, el exterior de madera, algo desgastado, le daba un aspecto bastante viejo y mohoso. Quienes vivían allí, estaba claro, no lo pasarian bien en invierno, aunque, como solía pasar, probablemente la casa, por dentro, estuviera bastante bien resguardada del frio, y más si había alguien enfermo dentro. Eléanör quería decir algo, proponer entrar o lo que fuera, pero temía parecer maleducada impertinenete, por lo que, unicamente, esperó a que alguien diera el primer pasó, mirando ha su espalda cada pocos segundos, temerosa de lo que pudiera ser que le provocaba esa sensación de pánico.
Eléanör Gàlathiël
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Eoghan extrajo el brazo con premura del hueco de la puerta en cuanto ésta empezó a funcionar. Una ventolera de aire helado los recibió a las afueras de la ciudad, y resultó ser que el panorama era mucho peor de lo que él se había temido. Si el interior de los muros, que era seguro hasta cierto punto, estaba congelado y se veía a leguas que podía provocar problemas, el exterior era ya una capa blanca que no parecía tener intención de deshacerse así como así.
El joven guerrero gruñó audiblemente y empezó a avanzar en primer lugar. Además de que con el frío seguramente habría bandidos buscando presas descarriadas y confundidas por el ambiente extraño en el que se encontraban, el riesgo de que un animal salvaje anduviera merodeando era alto.
Avanzaron durante un rato, estando Eoghan en silencio, cuando la neblina empezó a despejarse ligeramente dejando ver el vallado de lo que debía ser, o una casa, o una granja... El problema vino en el mismo instante en el que vieron junto a ésta una mancha de sangre bastante copiosa.
-Probablemente haya sido un oso. -Aventuró Eoghan en cuanto vio el cuerpo machacado a dentelladas de la pobre oveja caída. -Suelen ser nocturnos y además recordemos que si vapulean a alguien y luego le calzan un mordisco, lo destrozan como poco.
Eoghan estaba habituado a ver cazadores caídos por un oso. Eran bestias terribles, sobre todo si se trataba de un pardo adulto, y si venía de las montañas, peor todavía. Esos depredadores eran tremendamente fuertes y difíciles de abatir, una locura enfrentarse a ellos cuerpo a cuerpo y para su desgracia, él no tenía nada que arrojar como arma contra la bestia si es que ésta hacía aparición.
-Apresurémonos a llegar a la casa del chico. Si aparece la bestia la distraeré un rato, pero no puedo asegurar que os dé mucho tiempo antes de que se aburra intentando cazarme. -Dijo, confiando en que solo fuera un animal y que, con un poco de suerte, quizás lograse darle esquinazo o espantarlo con alguna treta que se le pudiera ocurrir.
Ahora bien, lo que Eoghan se temía era que no se tratase solo de un oso, si no... Bueno, muchas leyendas circulaban por ahí, desde hombres capaces de transformarse en bestias hasta dragones enloquecidos, ¿qué era lo que le aseguraba que no tendría que enfrentarse a una de esas criaturas él solo si es que ésta se presentaba? La mera idea le hizo ponerse un poco tenso, pues morir no estaba en sus planes, ¿pero qué mejor forma de hacerlo por una buena causa?
El problema estaba en que, precisamente, como todo mortal que se preciaba y de corta vida, tenía no miedo, si no respeto por el concepto de la muerte. Pero si tenía que morir, sería luchando.
El joven guerrero gruñó audiblemente y empezó a avanzar en primer lugar. Además de que con el frío seguramente habría bandidos buscando presas descarriadas y confundidas por el ambiente extraño en el que se encontraban, el riesgo de que un animal salvaje anduviera merodeando era alto.
Avanzaron durante un rato, estando Eoghan en silencio, cuando la neblina empezó a despejarse ligeramente dejando ver el vallado de lo que debía ser, o una casa, o una granja... El problema vino en el mismo instante en el que vieron junto a ésta una mancha de sangre bastante copiosa.
-Probablemente haya sido un oso. -Aventuró Eoghan en cuanto vio el cuerpo machacado a dentelladas de la pobre oveja caída. -Suelen ser nocturnos y además recordemos que si vapulean a alguien y luego le calzan un mordisco, lo destrozan como poco.
Eoghan estaba habituado a ver cazadores caídos por un oso. Eran bestias terribles, sobre todo si se trataba de un pardo adulto, y si venía de las montañas, peor todavía. Esos depredadores eran tremendamente fuertes y difíciles de abatir, una locura enfrentarse a ellos cuerpo a cuerpo y para su desgracia, él no tenía nada que arrojar como arma contra la bestia si es que ésta hacía aparición.
-Apresurémonos a llegar a la casa del chico. Si aparece la bestia la distraeré un rato, pero no puedo asegurar que os dé mucho tiempo antes de que se aburra intentando cazarme. -Dijo, confiando en que solo fuera un animal y que, con un poco de suerte, quizás lograse darle esquinazo o espantarlo con alguna treta que se le pudiera ocurrir.
Ahora bien, lo que Eoghan se temía era que no se tratase solo de un oso, si no... Bueno, muchas leyendas circulaban por ahí, desde hombres capaces de transformarse en bestias hasta dragones enloquecidos, ¿qué era lo que le aseguraba que no tendría que enfrentarse a una de esas criaturas él solo si es que ésta se presentaba? La mera idea le hizo ponerse un poco tenso, pues morir no estaba en sus planes, ¿pero qué mejor forma de hacerlo por una buena causa?
El problema estaba en que, precisamente, como todo mortal que se preciaba y de corta vida, tenía no miedo, si no respeto por el concepto de la muerte. Pero si tenía que morir, sería luchando.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
La suposición de Eoghan sobre la naturaleza de aquello que hubiese dejado a aquella oveja en tal estado no ayudó a la peliblanca a tranquilizarse. Había comprobado de primera mano lo peligrosos que resultaban cuando uno casi se come a su compañero de trabajo durante una noche en el cementerio a pesar de que era un gigantón más grande aún que Eoghan, y a ella la hubiese partido por la mitad al tratar de ayudarlo de no haber llevado la armadura bajo la túnica. Tampoco servía pensar que de ser un oso sería uno de un tamaño colosal para haber dejado semejante marca en su presa. Uno lo bastante grande como para no temer al grupo de cuatro caminantes en mitad de la helada y mantenerse alejado como solía ser habitual en los animales salvajes, pues habían aprendido a temer al fuego y al metal de los hombres salvo cuando algo les empujaba a abandonar su territorio, normalmente el hambre. Con los humanos en sus casas quizá la oportunidad había llevado a aquel a adentrarse en la zona de las granjas, el ganado era presa fácil para un depredador salvaje.
Jasker, que no era ningún tonto, no necesitó nada más para acelerar en lo posible el paso, pues las fuertes rachas de viento no lo ponían fácil estando a descubierto, pronto pudo avisar a los demás, mientras señalaba con una mano, de que estaba a la vista la silueta de una pequeña casa típica desde cuyo interior se filtraba la luz de un acogedor fuego a través de las desiguales y maltrechas contraventanas de madera. El desgarbado joven se acercó a la puerta y llamó tres veces espaciando cada golpeteo de un modo que a la peliblanca le pareció algún tipo de código que indicaba que se trataba de él y no de cualquiera, lo cual era una precaución muy inteligente con la que estaba cayendo aunque quizá algo exagerada. Quizá la mencionada pérdida del padre de familia fuese el origen de aquello. Un instante después y tras el sonido de algo de madera bastante pesado siendo retirado al otro de la puerta esta se entreabrió dejando a la vista el rostro de una mujer cercana a la cuarentena con el pelo oscuro desgreñado y unas ojeras en un rostro enfermizo que denotaban que hacía tiempo que no dormía ni comía demasiado.
-Madre, traigo ayuda, son elfas, ellas curarán a Sif.- Se apresuró a decir el joven esbozando una sonrisa con la que parecía ansiar el reconocimiento de su madre por una tarea bien hecha a la vez que cierta prisa por que les dejara pasar. Pero la mujer no miró a las elfas si no a Eoghan, cuya presencia parecía intimidarla. -Madre, déjanos pasar.-Exigió el chico apartando a su progenitora de la puerta con fuerza pero con cuidado. La mujer se apartó pero se quedó mirando a todos los recién llegados con desconfianza y sin decir nada. -Lo siento, han sido días complicados desde que empezó el frío, bueno y antes. Debería descansar madre.- Añadió sin que su madre reaccionara ni dejara de mirarles a todos con desconfianza, lo cual con su rostro demacrado la hacía parecer casi un espectro de ultratumba.
La casa era muy modesta, apenas tenía mobiliario y el que había era viejo y gastado pero aún funcional. Nada más entrar un comedor- cocina también hacía las veces de recibidor con una mesa y cuatro sillas, un par de armarios y baldas repartidos por el lugar y la chimenea, adaptada para servir también para cocinar al fondo, decorada con varias ramas de laurel, oreja de elfo y una ristra de ajos. Al lado de la chimenea una mesita pequeña que por la smarcas de cortes debía ser usada para preparar los alimentos cerca del fuego. Realmente parecía que el único lujo que se permitían en aquella casa era mantener el fuego encendido, y por lo que podía verse por el pequeño montón de madera cortada y ramas no duraría mucho más. Jasker les condujo hacia la derecha de la puerta donde unos arcos tapados con retazos de pieles de conejo separaban aquella parte de la casa de las habitaciones. Una, vacía, tenía dos camas pequeñas de paja y la otra una cama de matrimonio también de paja sobre la que descansaba con un sueño febril y agitado una pequeña de entorno a los diez años de edad. Era realmente una niña muy bonita, de piel clara perlada por el sudor y una gran cascada de brillante pelo negro. Su frente estaba húmeda y a un lado de la cama había un cubo de agua con un trapo por lo que parecía que hasta que habían llegado la madre había tratado de bajarle la temperatura.
Sin darle tiempo a Jasker a volver a pedir que la ayudaran Níniel se acercó hasta el cabecero de la cama y tocó la frente de la pequeña así como palpó su cuello con maternal delicadeza descubriendo alarmada que no es que estuviera caliente, prácticamente ardía literalmente. Miró a Eléanör e indicó que se acercara. Quería su opinión y diagnóstico, el asunto era grave y cuantos más ojos y más manos estuvieran por la labor de sanar a aquella niña más posibilidades tendrían de salvarla, pues, una cosa estaba clara, se estaba muriendo y ante aquello su idea original de dejar que su joven hermana la tratara sola y solo ayudarla no era ya una opción.
Apenas había indicado a Eléanör que se acercara cuando el relincho aterrorizado de un caballo llegó hasta allí seguido lo que parecían fuertes golpes contra las paredes de la casa y un gruñido gutural que Níniel no había escuchado nunca. Alarmada miró a Eoghan esperando que supiera qué pasaba y que era eso que se escuchaba y que desde luego no sonaba como a un oso, al menos no como ninguno que la peliblanca hubiese escuchado jamás. De nuevo se escuchó otro golpe y un nuevo relincho agónico.
-Es Marlow, el caballo del señor Karhac, el dueño de la granja y la casa.- Musitó asustado Jasker dudando de si salir a ver qué ocurría fuera o quedarse al lado de su hermana pequeña mientras era atendida. Era una locura salir, fuera lo que fuera que hubiese allí afuera parecía demasiado peligroso y más para un chiquillo. Una ráfaga de aire frío llegó hasta allí acompañada por el ruido del viento dejando claro que la puerta o alguna de las ventanas de la casa se habían abierto pero tan pronto como comenzó un portazo puso fín a la corriente helada y se hizo el silencio solo roto por el silbido del viento contra la madera de la casa. Cuando Jasker llegó al comedor de la casa, su madre ya no estaba allí.
Jasker, que no era ningún tonto, no necesitó nada más para acelerar en lo posible el paso, pues las fuertes rachas de viento no lo ponían fácil estando a descubierto, pronto pudo avisar a los demás, mientras señalaba con una mano, de que estaba a la vista la silueta de una pequeña casa típica desde cuyo interior se filtraba la luz de un acogedor fuego a través de las desiguales y maltrechas contraventanas de madera. El desgarbado joven se acercó a la puerta y llamó tres veces espaciando cada golpeteo de un modo que a la peliblanca le pareció algún tipo de código que indicaba que se trataba de él y no de cualquiera, lo cual era una precaución muy inteligente con la que estaba cayendo aunque quizá algo exagerada. Quizá la mencionada pérdida del padre de familia fuese el origen de aquello. Un instante después y tras el sonido de algo de madera bastante pesado siendo retirado al otro de la puerta esta se entreabrió dejando a la vista el rostro de una mujer cercana a la cuarentena con el pelo oscuro desgreñado y unas ojeras en un rostro enfermizo que denotaban que hacía tiempo que no dormía ni comía demasiado.
-Madre, traigo ayuda, son elfas, ellas curarán a Sif.- Se apresuró a decir el joven esbozando una sonrisa con la que parecía ansiar el reconocimiento de su madre por una tarea bien hecha a la vez que cierta prisa por que les dejara pasar. Pero la mujer no miró a las elfas si no a Eoghan, cuya presencia parecía intimidarla. -Madre, déjanos pasar.-Exigió el chico apartando a su progenitora de la puerta con fuerza pero con cuidado. La mujer se apartó pero se quedó mirando a todos los recién llegados con desconfianza y sin decir nada. -Lo siento, han sido días complicados desde que empezó el frío, bueno y antes. Debería descansar madre.- Añadió sin que su madre reaccionara ni dejara de mirarles a todos con desconfianza, lo cual con su rostro demacrado la hacía parecer casi un espectro de ultratumba.
La casa era muy modesta, apenas tenía mobiliario y el que había era viejo y gastado pero aún funcional. Nada más entrar un comedor- cocina también hacía las veces de recibidor con una mesa y cuatro sillas, un par de armarios y baldas repartidos por el lugar y la chimenea, adaptada para servir también para cocinar al fondo, decorada con varias ramas de laurel, oreja de elfo y una ristra de ajos. Al lado de la chimenea una mesita pequeña que por la smarcas de cortes debía ser usada para preparar los alimentos cerca del fuego. Realmente parecía que el único lujo que se permitían en aquella casa era mantener el fuego encendido, y por lo que podía verse por el pequeño montón de madera cortada y ramas no duraría mucho más. Jasker les condujo hacia la derecha de la puerta donde unos arcos tapados con retazos de pieles de conejo separaban aquella parte de la casa de las habitaciones. Una, vacía, tenía dos camas pequeñas de paja y la otra una cama de matrimonio también de paja sobre la que descansaba con un sueño febril y agitado una pequeña de entorno a los diez años de edad. Era realmente una niña muy bonita, de piel clara perlada por el sudor y una gran cascada de brillante pelo negro. Su frente estaba húmeda y a un lado de la cama había un cubo de agua con un trapo por lo que parecía que hasta que habían llegado la madre había tratado de bajarle la temperatura.
Sin darle tiempo a Jasker a volver a pedir que la ayudaran Níniel se acercó hasta el cabecero de la cama y tocó la frente de la pequeña así como palpó su cuello con maternal delicadeza descubriendo alarmada que no es que estuviera caliente, prácticamente ardía literalmente. Miró a Eléanör e indicó que se acercara. Quería su opinión y diagnóstico, el asunto era grave y cuantos más ojos y más manos estuvieran por la labor de sanar a aquella niña más posibilidades tendrían de salvarla, pues, una cosa estaba clara, se estaba muriendo y ante aquello su idea original de dejar que su joven hermana la tratara sola y solo ayudarla no era ya una opción.
Apenas había indicado a Eléanör que se acercara cuando el relincho aterrorizado de un caballo llegó hasta allí seguido lo que parecían fuertes golpes contra las paredes de la casa y un gruñido gutural que Níniel no había escuchado nunca. Alarmada miró a Eoghan esperando que supiera qué pasaba y que era eso que se escuchaba y que desde luego no sonaba como a un oso, al menos no como ninguno que la peliblanca hubiese escuchado jamás. De nuevo se escuchó otro golpe y un nuevo relincho agónico.
-Es Marlow, el caballo del señor Karhac, el dueño de la granja y la casa.- Musitó asustado Jasker dudando de si salir a ver qué ocurría fuera o quedarse al lado de su hermana pequeña mientras era atendida. Era una locura salir, fuera lo que fuera que hubiese allí afuera parecía demasiado peligroso y más para un chiquillo. Una ráfaga de aire frío llegó hasta allí acompañada por el ruido del viento dejando claro que la puerta o alguna de las ventanas de la casa se habían abierto pero tan pronto como comenzó un portazo puso fín a la corriente helada y se hizo el silencio solo roto por el silbido del viento contra la madera de la casa. Cuando Jasker llegó al comedor de la casa, su madre ya no estaba allí.
Níniel Thenidiel
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Al entrar a la casa el aire caliente de la chimenea le golpeó en la cara, haciendo que se tuviera que apartar las capuchas, allí dentro no le harían falta. Sus sospechas se habían vuento confirmadas, la casa no era muy grande, pero su imaginación había hecho la descripción correcta y con bastante detalle.
Se mordió el labio inferior nerviosa, el chico llamaba con fuerza a su madre y a su hermana, pero nadie respondía, ¿iría todo bien? le preocupaba, ¿habrían salido a algún lado creyendo que el chiquillo no iba a volver? Esperaba que no, con el frío que hacía y lo que fuera que hubiera acabado con el ganado, temía que salir fuera de esa casa sería lo más peligroso que pudieran hacer. Recorrió la casa siguiendo al joven con calma, hasta adentrarse en un cuarto con una cama de matrimonio.
Allí, tumbada con aspecto febril, una chiquilla parecía estar pasandolo francamente mal, quiso acercarse, pero la elfa se le adelantó y ella se quedó atrás, esperando, no quería interrumpir lo que fuera que ella estuviera haciendo. Nerviosa, tomó la manga de Eoghan, esperaba poder curar a la chiquilla. No quería haber ido allí para nada.
Cuando por fin la llamó, se acercó corriendo dejando caer las dos capas al suelo con un fino y acompasado movimiento para, al llegar, agacharse junto a la chiquilla y tomarle la temperatura poniendo una de sus delicadas manos bajo el cuello. Estaba muy mal, le ardía la piel, necesitaba tratamiento urgente, debian bajar su temperatura, necesitaban mucha agua y varios trapos. De pronto un atemorizado relincho rompió el silencio. Eléanör prefirió no prestar atención, lo primero era la chiquilla.
Comenzó a hacerse una trenza en el pelo y su habitual inocencia se vio desplazada por la preocupación y la concentración. se lo enganchó con uno de los pañuelos de seda que colgaban de sus tirantes y empezó a hablar, mucho más seria de lo que en un primer momento había parecido que podía ser, sin, por ello, perder ese gesto de dulzura.
- Nosotras no podemos salir fuera, tu hermana nos necesita, necesitamos agua fría y muchos trapos, hay que bajarle la temperatura con urgencia, y necesita calma y tranquilidad, ¿dónde puedo encontrar los trapos?- Si no había agua, estaba dispuesta a salir y usar la nieve si era necesario.
Las indicaciones no tardaron en llegar, e, ignorando los sonidos del exterior, se fue a la cocina a coger la tela que, le habían prometido, estaría allí. Efectivamente, una sábana de algodón colgaba de una silla, la tomó y la empezó a romper por las costuras, mientras lo hacía con la poca fuerza de la que disponía y rapidez, vio a Eoghan acercarse a la salida y, recordando los ruidos, lo miró con preocupación.
- Eo, ten cuidado por favor, no se que hay allí fuera, pero me da miedo.- Le pidió mirandolo mientras se detenía un segundo de su trabajo, moridiendose el labio inferior.
Tragó saliva sin apartar los ojos de la puerta, asintiendo esperando que todo fuera bien, y siguió con su labor, algo más desconcentrada, preocupada por el joven que había salido al exterior. Con prisa volvió al cuarto, y tomó un cubo de agua fresca que había junto a la cama para empezar a mojar y escurrir trapos, y atarlos a las extremiades de la chiquilla: tobillos, rodillas, axilas, muñecas, antebrazos, nuca y frente eran los lugares clave, si ponían ahí la tela mojada, pronto bajaría la fiebre y podrían empezar con el tratamiento, aunque tal vez necesitasen alguna medicina para poder curarla del todo.
- Debemos darle de beber mucha agua, entre la tela y el agua fresca que beba podremos bajarle la fiebre, eso es lo primero que debemos conseguir.- Dijo contemplanto la cara sufriente de la chiquilla, apartandole un mechón de pelo a la pequeña, rezando a su diosa que todo saliera bien, que la niña se recuperase y Eoghan entrase pronto a la casa, sano y salvo.
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Subrayado el uso de habilidad pasiva; primeros auxilios
Permiso de Eogahn para narrar su salida
Se mordió el labio inferior nerviosa, el chico llamaba con fuerza a su madre y a su hermana, pero nadie respondía, ¿iría todo bien? le preocupaba, ¿habrían salido a algún lado creyendo que el chiquillo no iba a volver? Esperaba que no, con el frío que hacía y lo que fuera que hubiera acabado con el ganado, temía que salir fuera de esa casa sería lo más peligroso que pudieran hacer. Recorrió la casa siguiendo al joven con calma, hasta adentrarse en un cuarto con una cama de matrimonio.
Allí, tumbada con aspecto febril, una chiquilla parecía estar pasandolo francamente mal, quiso acercarse, pero la elfa se le adelantó y ella se quedó atrás, esperando, no quería interrumpir lo que fuera que ella estuviera haciendo. Nerviosa, tomó la manga de Eoghan, esperaba poder curar a la chiquilla. No quería haber ido allí para nada.
Cuando por fin la llamó, se acercó corriendo dejando caer las dos capas al suelo con un fino y acompasado movimiento para, al llegar, agacharse junto a la chiquilla y tomarle la temperatura poniendo una de sus delicadas manos bajo el cuello. Estaba muy mal, le ardía la piel, necesitaba tratamiento urgente, debian bajar su temperatura, necesitaban mucha agua y varios trapos. De pronto un atemorizado relincho rompió el silencio. Eléanör prefirió no prestar atención, lo primero era la chiquilla.
Comenzó a hacerse una trenza en el pelo y su habitual inocencia se vio desplazada por la preocupación y la concentración. se lo enganchó con uno de los pañuelos de seda que colgaban de sus tirantes y empezó a hablar, mucho más seria de lo que en un primer momento había parecido que podía ser, sin, por ello, perder ese gesto de dulzura.
- Nosotras no podemos salir fuera, tu hermana nos necesita, necesitamos agua fría y muchos trapos, hay que bajarle la temperatura con urgencia, y necesita calma y tranquilidad, ¿dónde puedo encontrar los trapos?- Si no había agua, estaba dispuesta a salir y usar la nieve si era necesario.
Las indicaciones no tardaron en llegar, e, ignorando los sonidos del exterior, se fue a la cocina a coger la tela que, le habían prometido, estaría allí. Efectivamente, una sábana de algodón colgaba de una silla, la tomó y la empezó a romper por las costuras, mientras lo hacía con la poca fuerza de la que disponía y rapidez, vio a Eoghan acercarse a la salida y, recordando los ruidos, lo miró con preocupación.
- Eo, ten cuidado por favor, no se que hay allí fuera, pero me da miedo.- Le pidió mirandolo mientras se detenía un segundo de su trabajo, moridiendose el labio inferior.
Tragó saliva sin apartar los ojos de la puerta, asintiendo esperando que todo fuera bien, y siguió con su labor, algo más desconcentrada, preocupada por el joven que había salido al exterior. Con prisa volvió al cuarto, y tomó un cubo de agua fresca que había junto a la cama para empezar a mojar y escurrir trapos, y atarlos a las extremiades de la chiquilla: tobillos, rodillas, axilas, muñecas, antebrazos, nuca y frente eran los lugares clave, si ponían ahí la tela mojada, pronto bajaría la fiebre y podrían empezar con el tratamiento, aunque tal vez necesitasen alguna medicina para poder curarla del todo.
- Debemos darle de beber mucha agua, entre la tela y el agua fresca que beba podremos bajarle la fiebre, eso es lo primero que debemos conseguir.- Dijo contemplanto la cara sufriente de la chiquilla, apartandole un mechón de pelo a la pequeña, rezando a su diosa que todo saliera bien, que la niña se recuperase y Eoghan entrase pronto a la casa, sano y salvo.
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Eléanör Gàlathiël
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Al fin llegaron a la casa. Con cierto alivio, el joven suspiró, pero entonces vio a la mujer demacrada por el cansancio y las noches de vigilia, sumado al frío... Conocía bien lo que era tener a alguien en al familia enfermo de aquella manera, y no le extrañaba en absoluto su desconfianza dados los tiempos que corrían. Cuando al fin les abrió, el joven entró el último, inclinándose educadamente ante la mujer para que viera que no iba con malas intenciones.
Subieron al piso superior, tras haber dejado sus armas en el recibidor para que no causase ninguna sensación de hostilidad en la casa. Miró a la niña con cierta lástima, y suspiró. ¿Cuántas veces había visto a Ingrid en aquella situación? La pobre lo pasaba fatal durante los inviernos, siempre había sido débil de cuerpo.
Eoghan se giró hacia las escaleras cuando escuchó el relincho, arrancado de sus pensamientos en un arrebato de alerta. Corrió hacia la puerta bajando a toda prisa, y tomó sus armas, echándose la lanza al hombro y la espada al cinturón. Se detuvo cuando Eléanör le pidió que tuviera cuidado, momento en el que se giró y la miró con una suave sonrisa, aunque ella siendo empática como era, podría ver que él también tenía temor en sus ojos.
-Estaré bien. Ya me he enfrentado a osos antes. -Dijo, aunque omitió el detalle que en aquella ocasión el oso iba a matar a otra persona, que él tenía un caballo, y jabalinas, y un arma de calidad, y una armadura de cuero decente... Y además contaba con que había otra persona armada con una ballesta, lo cual era un apoyo común. Pero no tenía que asustar a Ely, tenía que ser fuerte, al menos para ahuyentar a la bestia de los alrededores, o más de una persona acabaría dañada o muerta como aquellos animales.
Se arrebujó en el capote y se echó la capucha por encima, puso el guardapolvos por delante de la nariz y se dispuso a salir al exterior a enfrentarse al frío y a la niebla. Cerró tras él, y empuñó la lanza por delante, esperando ver al causante de aquellos relinchos y golpes exageradamente extraños.
No dijo nada, solo avanzó cubriéndose del viento helado, tratando de mantener su respiración firme y sosegada, pero en vano pues hasta que no viera cuál era la amenaza, estaría con el corazón en un puño latiendo a toda velocidad. Se había enfrentado más veces a la muerte antes, ¿qué demonios era lo que le sucedía ahora? Gruñó y giró la esquina de la casa, para dirigirse al establo de la casa contigua, intentando mantener su cara tapada con la tela de la capucha notando cómo sus labios se agrietaban pro el frío y los ojos le lloraban por el aire gélido.
Subieron al piso superior, tras haber dejado sus armas en el recibidor para que no causase ninguna sensación de hostilidad en la casa. Miró a la niña con cierta lástima, y suspiró. ¿Cuántas veces había visto a Ingrid en aquella situación? La pobre lo pasaba fatal durante los inviernos, siempre había sido débil de cuerpo.
Eoghan se giró hacia las escaleras cuando escuchó el relincho, arrancado de sus pensamientos en un arrebato de alerta. Corrió hacia la puerta bajando a toda prisa, y tomó sus armas, echándose la lanza al hombro y la espada al cinturón. Se detuvo cuando Eléanör le pidió que tuviera cuidado, momento en el que se giró y la miró con una suave sonrisa, aunque ella siendo empática como era, podría ver que él también tenía temor en sus ojos.
-Estaré bien. Ya me he enfrentado a osos antes. -Dijo, aunque omitió el detalle que en aquella ocasión el oso iba a matar a otra persona, que él tenía un caballo, y jabalinas, y un arma de calidad, y una armadura de cuero decente... Y además contaba con que había otra persona armada con una ballesta, lo cual era un apoyo común. Pero no tenía que asustar a Ely, tenía que ser fuerte, al menos para ahuyentar a la bestia de los alrededores, o más de una persona acabaría dañada o muerta como aquellos animales.
Se arrebujó en el capote y se echó la capucha por encima, puso el guardapolvos por delante de la nariz y se dispuso a salir al exterior a enfrentarse al frío y a la niebla. Cerró tras él, y empuñó la lanza por delante, esperando ver al causante de aquellos relinchos y golpes exageradamente extraños.
No dijo nada, solo avanzó cubriéndose del viento helado, tratando de mantener su respiración firme y sosegada, pero en vano pues hasta que no viera cuál era la amenaza, estaría con el corazón en un puño latiendo a toda velocidad. Se había enfrentado más veces a la muerte antes, ¿qué demonios era lo que le sucedía ahora? Gruñó y giró la esquina de la casa, para dirigirse al establo de la casa contigua, intentando mantener su cara tapada con la tela de la capucha notando cómo sus labios se agrietaban pro el frío y los ojos le lloraban por el aire gélido.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Aquella mujer, la madre de los chicos, había parecido débil y cansada hasta el extremo desde que el grupo entrara a la casa para ayudar a su pequeña o al menos a intentarlo. En aquellas circunstancias Níniel no podía reprocharle ni sus dudas ni su comportamiento pues todo hacía pensar que llevaba tiempo sin dormir debido a la necesidad de atender constantemente a su pequeña y la propia peliblanca hubiese hecho lo mismo en su lugar,, pero abandonar la casa con algo tan grande y peligroso fuera era totalmente distinto. La preocupación, la falta de sueño y otras privaciones debían de haberla trastornado para cometer tamaña insensatez, además desarmada a no ser que mientras Jasker les conducía hasta la pequeña Sif la mujer hubiese sacado algún arma oculta de alguna parte.
-Iré contigo, las elfas deben quedarse para ayudar a mi hermana pero no les hago ninguna falta.- Le dijo el joven a Eoghan tras responder a las preguntas de las sanadoras sobre dónde encontrar agua y telas que pudieran utilizar. -Utilizad lo que queráis, mi ropa si es necesario.- Su tono dejaba claro que no era una petición si no la verbalización de algo que ya había decidido hacer y que no pensaba cambiar de idea ni discutirlo por lo que intentarlo solo sería perder un valioso tiempo. Al fin y al cabo era su madre la que estaba allí fuera. Con par de zancadas el chico fue a su habitación y luego siguió a Eoghan con un rudimentario arco en la mano que parecía fabricado por el mismo de manera tosca y un viejo carcaj con media docena de flechas la mayoría de las cuales estaban prácticamente desplumadas. -Las plumas buenas son caras...Pero tengo buena puntería te lo aseguro. además conozco hasta el último rincón de este lugar-. Explicó como si quisiera demostrar que a pesar de no tener un arma como la de Eoghan podía resultar de gran utilidad.
-He visto muchos osos en mi vida y nunca había oído a ninguno hacer esos ruidos.- Alcanzó a decirles la sacerdotisa susurrando a continuación unas leves palabras en su lengua natal dirigidas a los dioses del bosque que parecían una especie de plegaria para favorecer a los dos humanos tal y como hacían muchos miembros de la casta sacerdotal del resto de religiones, con la salvedad de que tras aquellas leves palabras ambos comenzaron a emitir un tenue brillo que se extendía por todo su cuerpo. -Mi magia actuará durante un tiempo sobre vosotros como si llevarais una armadura sobre vuestras ropas. Que Isil os guarde.-* Les dijo antes de salir centrándose de nuevo en atender a la niña cuando ambas elfas estuvieron solas en la casa.
Mientras Eléanör rasgaba en tiras la tela de algodón y las colocaba con acierto allí donde tras ser humedecidas su efecto sería mejor. Níniel comenzó a buscar en su bolsa los remedios que había seleccionado antes de salir de la posada del Rey y la Reina mientras repasaba mentalmente los ingredientes de cada uno, así como la concentración, efectos y la dosis adecuada para una niña humana de su tamaño y con semejante fiebre y síntomas que indicaban que tenía una infección interna en los pulmones, algo bastante habitual en adultos y que con un poco de atención adecuada no solía ir a más, resultaba especialmente extraño que una niña pequeña sufriera semejantes complicaciones pues estas eran más habituales en adultos. -Creo que su delgadez no es solo por la enfermedad, debe de ser difícil para un chico de la edad de Jasker alimentar a tres personas, la malnutrición ha permitido que la infección se extendiera fácilmente.- Comentó a su compañera.- Tengo lo necesario conmigo. Primero una poción para restablecer sus mermadas fuerzas y luego otra para combatir la infección interna. Dame unos minutos para preparar las dosis-
De su bolsa de viaje sacó una pequeña caja de madera con viales vacíos y con mucho cuidado comenzó a verter gota a gota el contenido de otro vial, un líquido de color azulado. Aquellos viales vacíos tenían pequeñas marcas que medían con precisión la cantidad que contenían lo cual era muy útil para no excederse ni quedarse corta con la dosis. Aquella poción llevaba esencia de flor azul de la montaña destilada con agua de manantial, corazón del tallo de seta brillante y fino polvo de hojas secas de musgo colgante. Así la pequeña vería sus energías renovadas para seguir luchando. Con cuidado le tendió el vial con la dosis justa a su compañera para que se la hiciera tomar a la enferma mientras ella preparaba la siguiente que estaba hecha a partir de extracto pluma de halcón, solo el raquis, cortado con precisión y luego destilado con agua purificada. También semilla de Neien seca y convertida en fino polvo mezcladas con extracto de Barrimorth. Su efecto ayuda a levantar las defensas del paciente a la vez que se combatía la enfermedad.
Con aquellas dos medicinas y los cuidados de Eléanör la mejora de la niña debería comenzar a notarse en poco tiempo. Pronto la fiebre debería comenzar a remitir, los sudores a disminuir y su intranquilo estado debería tornarse en un plácido y reparador sueño. Si todo iba bien bastaría con darle nuevas dosis de la segunda poción cada ciertas horas para que la recuperación fuera total en unos pocos días, y si además conseguían que en ese tiempo comiera algo con sustancia mejor que mejor.
Mientras, fuera de la casa, el viento soplaba con una fuerza endemoniada como si tuviera la firme voluntad de evitar que los dos humanos que valientemente se habían ofrecido para evitar que le ocurriera una desgracia a la madre de los chicos avanzaran con facilidad. Sobre la fina capa de hielo y polvo de nieve se podían distinguir levemente unas huellas que se dirigían a la parte de atrás de la casa y que rápidamente serían borradas por las fuertes rachas de aire y la caída cada vez más continua de nevisca. Más la preocupación por perder el rastro que pudieran sentir pronto había de desaparecer cuando, tras girar en la esquina, otro rastro mucho más macabro se tornó visible sobre la blanquecina capa del suelo de tierra. Era un rastro abundante de sangre fresca que llevaba desde el establo hasta la casa de los dueños de aquellas tierras, una casa mucho mayor que la de Jasker y que denotaba que los que la habitaban debían de ser si no ricos, al menos bastante adinerados.
La cantidad de sangre angustió a Jasker cuyas lágrimas de puro miedo se congelaban en sus mejillas poco después de derramarlas pensando en que aquella sangre fuera de su madre, no obstante un grito femenino de horror proveniente de la gran casa, audible conforme seguía el rastro carmesí, confirmó que la mujer seguía viva aunque en peligro. El joven trató de acelerar el paso mientras gritaba a su madre que estaba allí pero apenas hubo dado unas zancadas un extraño proyectil cayó con fuerza a su lado casi golpeándolo. Era la cabeza de un caballo negro que mostraba un miedo permanente en sus grandes y muertos ojos. -¿Marlow?, pero....- Comenzó a balbucear en shock mientras una enorme silueta se recortaba entre la tormenta sin que el joven se percatara de ella.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia.
*Uso de la habilidad de nivel 1: Abrazo de Isil
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-Iré contigo, las elfas deben quedarse para ayudar a mi hermana pero no les hago ninguna falta.- Le dijo el joven a Eoghan tras responder a las preguntas de las sanadoras sobre dónde encontrar agua y telas que pudieran utilizar. -Utilizad lo que queráis, mi ropa si es necesario.- Su tono dejaba claro que no era una petición si no la verbalización de algo que ya había decidido hacer y que no pensaba cambiar de idea ni discutirlo por lo que intentarlo solo sería perder un valioso tiempo. Al fin y al cabo era su madre la que estaba allí fuera. Con par de zancadas el chico fue a su habitación y luego siguió a Eoghan con un rudimentario arco en la mano que parecía fabricado por el mismo de manera tosca y un viejo carcaj con media docena de flechas la mayoría de las cuales estaban prácticamente desplumadas. -Las plumas buenas son caras...Pero tengo buena puntería te lo aseguro. además conozco hasta el último rincón de este lugar-. Explicó como si quisiera demostrar que a pesar de no tener un arma como la de Eoghan podía resultar de gran utilidad.
-He visto muchos osos en mi vida y nunca había oído a ninguno hacer esos ruidos.- Alcanzó a decirles la sacerdotisa susurrando a continuación unas leves palabras en su lengua natal dirigidas a los dioses del bosque que parecían una especie de plegaria para favorecer a los dos humanos tal y como hacían muchos miembros de la casta sacerdotal del resto de religiones, con la salvedad de que tras aquellas leves palabras ambos comenzaron a emitir un tenue brillo que se extendía por todo su cuerpo. -Mi magia actuará durante un tiempo sobre vosotros como si llevarais una armadura sobre vuestras ropas. Que Isil os guarde.-* Les dijo antes de salir centrándose de nuevo en atender a la niña cuando ambas elfas estuvieron solas en la casa.
Mientras Eléanör rasgaba en tiras la tela de algodón y las colocaba con acierto allí donde tras ser humedecidas su efecto sería mejor. Níniel comenzó a buscar en su bolsa los remedios que había seleccionado antes de salir de la posada del Rey y la Reina mientras repasaba mentalmente los ingredientes de cada uno, así como la concentración, efectos y la dosis adecuada para una niña humana de su tamaño y con semejante fiebre y síntomas que indicaban que tenía una infección interna en los pulmones, algo bastante habitual en adultos y que con un poco de atención adecuada no solía ir a más, resultaba especialmente extraño que una niña pequeña sufriera semejantes complicaciones pues estas eran más habituales en adultos. -Creo que su delgadez no es solo por la enfermedad, debe de ser difícil para un chico de la edad de Jasker alimentar a tres personas, la malnutrición ha permitido que la infección se extendiera fácilmente.- Comentó a su compañera.- Tengo lo necesario conmigo. Primero una poción para restablecer sus mermadas fuerzas y luego otra para combatir la infección interna. Dame unos minutos para preparar las dosis-
De su bolsa de viaje sacó una pequeña caja de madera con viales vacíos y con mucho cuidado comenzó a verter gota a gota el contenido de otro vial, un líquido de color azulado. Aquellos viales vacíos tenían pequeñas marcas que medían con precisión la cantidad que contenían lo cual era muy útil para no excederse ni quedarse corta con la dosis. Aquella poción llevaba esencia de flor azul de la montaña destilada con agua de manantial, corazón del tallo de seta brillante y fino polvo de hojas secas de musgo colgante. Así la pequeña vería sus energías renovadas para seguir luchando. Con cuidado le tendió el vial con la dosis justa a su compañera para que se la hiciera tomar a la enferma mientras ella preparaba la siguiente que estaba hecha a partir de extracto pluma de halcón, solo el raquis, cortado con precisión y luego destilado con agua purificada. También semilla de Neien seca y convertida en fino polvo mezcladas con extracto de Barrimorth. Su efecto ayuda a levantar las defensas del paciente a la vez que se combatía la enfermedad.
Con aquellas dos medicinas y los cuidados de Eléanör la mejora de la niña debería comenzar a notarse en poco tiempo. Pronto la fiebre debería comenzar a remitir, los sudores a disminuir y su intranquilo estado debería tornarse en un plácido y reparador sueño. Si todo iba bien bastaría con darle nuevas dosis de la segunda poción cada ciertas horas para que la recuperación fuera total en unos pocos días, y si además conseguían que en ese tiempo comiera algo con sustancia mejor que mejor.
Mientras, fuera de la casa, el viento soplaba con una fuerza endemoniada como si tuviera la firme voluntad de evitar que los dos humanos que valientemente se habían ofrecido para evitar que le ocurriera una desgracia a la madre de los chicos avanzaran con facilidad. Sobre la fina capa de hielo y polvo de nieve se podían distinguir levemente unas huellas que se dirigían a la parte de atrás de la casa y que rápidamente serían borradas por las fuertes rachas de aire y la caída cada vez más continua de nevisca. Más la preocupación por perder el rastro que pudieran sentir pronto había de desaparecer cuando, tras girar en la esquina, otro rastro mucho más macabro se tornó visible sobre la blanquecina capa del suelo de tierra. Era un rastro abundante de sangre fresca que llevaba desde el establo hasta la casa de los dueños de aquellas tierras, una casa mucho mayor que la de Jasker y que denotaba que los que la habitaban debían de ser si no ricos, al menos bastante adinerados.
La cantidad de sangre angustió a Jasker cuyas lágrimas de puro miedo se congelaban en sus mejillas poco después de derramarlas pensando en que aquella sangre fuera de su madre, no obstante un grito femenino de horror proveniente de la gran casa, audible conforme seguía el rastro carmesí, confirmó que la mujer seguía viva aunque en peligro. El joven trató de acelerar el paso mientras gritaba a su madre que estaba allí pero apenas hubo dado unas zancadas un extraño proyectil cayó con fuerza a su lado casi golpeándolo. Era la cabeza de un caballo negro que mostraba un miedo permanente en sus grandes y muertos ojos. -¿Marlow?, pero....- Comenzó a balbucear en shock mientras una enorme silueta se recortaba entre la tormenta sin que el joven se percatara de ella.
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Níniel Thenidiel
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Con mirada concentrada empezó a mirar los pasos de su hermana mientras tomaba la mano de la chiquilla postrada en la cama, que, mientras recibía el tratamiento de los paños fríos, había empezado a buscar algo de consuelo, lógico, su piel ardía y la diferencia de esta con la helada agua que empapaba los trozos de tela debía resultarle desagradable.
"Desagradable, pero necesaria" Pensó para si la elfa, recordandose a si misma que, si la niña quería ser curada, debía aguantar un poco esa sensación. La madre no podía acercarse mientras la chiquilla era tratada, pues aunque no quisiera, se metería en medio limitando los movimientos que ambas elfas podrían hacer, por ello la misma Eléanör había tomado el lugar de la figura de soporte mientras Níniel le daba una medicina de aspecto, cuanto menos, desagradable.
Por el olor llevaba varias plantas que, sin duda, serían necesarias para mejorar el estado de la chiquilla, seguramente había puesto algo de Hierva de San Juan, que disminuía la presión de la sangre en los vasos sanguineos, para que el dolor de cabeza de la niña remitiera, en parte, la medicina y los paños deberían bajarle la fiebre pronto.
Mientras le tomaba la mano, comenzó a notar el ligero descenso de temperatura, los espasmos eran menores a medida que esta descendía. Pero la chiquilla aun parecía nerviosa. Eléanör comenzó a tararear una melodía suave de una canciń popular humana que había escuchado cantar por algún que otro elfo en su hogar en días de fiesta. Recordaba que, siempre que escuchaba esa tonada tan lenta lano solo ella, si no todos los que oían, se quedaban tranquilos, escuchando en calma.
- Labender's blue, dilly dilly, labender's green, when I am king, dilly dilly you shall be queen..- cantó con calma.
A medida que la niña iba relajandose y aflojando su agarre, llevada a un sueño tranquilo y reparador por la medicina, el agua, los trapos humedos y la nana, la elfa empezó a callar y se alejó dejando paso a la madre, que necesitaba descansar tanto como la chiquilla. Se alzó y, con calma, se dirigió a la ventana, a mirar hacia afuera, esperando que Eoghan y el hermano de la niña estuvieran bien.
- Níniel...- Murmuró llamando a la otra elfa con mirada seria, ago inocente, pero decidida.- Creo que saldré, puede que estén heridos, necesitarán ayuda, no puedo quedarme aquí quieta.- susurró descruzando sus brazos para, después, dirigirse a por, al menos una de las capas. No le gustaba que los dos chicos estuvieran allí afuera sin nadie que pudiera curar sus heridas si se herían.
"Desagradable, pero necesaria" Pensó para si la elfa, recordandose a si misma que, si la niña quería ser curada, debía aguantar un poco esa sensación. La madre no podía acercarse mientras la chiquilla era tratada, pues aunque no quisiera, se metería en medio limitando los movimientos que ambas elfas podrían hacer, por ello la misma Eléanör había tomado el lugar de la figura de soporte mientras Níniel le daba una medicina de aspecto, cuanto menos, desagradable.
Por el olor llevaba varias plantas que, sin duda, serían necesarias para mejorar el estado de la chiquilla, seguramente había puesto algo de Hierva de San Juan, que disminuía la presión de la sangre en los vasos sanguineos, para que el dolor de cabeza de la niña remitiera, en parte, la medicina y los paños deberían bajarle la fiebre pronto.
Mientras le tomaba la mano, comenzó a notar el ligero descenso de temperatura, los espasmos eran menores a medida que esta descendía. Pero la chiquilla aun parecía nerviosa. Eléanör comenzó a tararear una melodía suave de una canciń popular humana que había escuchado cantar por algún que otro elfo en su hogar en días de fiesta. Recordaba que, siempre que escuchaba esa tonada tan lenta lano solo ella, si no todos los que oían, se quedaban tranquilos, escuchando en calma.
- Labender's blue, dilly dilly, labender's green, when I am king, dilly dilly you shall be queen..- cantó con calma.
A medida que la niña iba relajandose y aflojando su agarre, llevada a un sueño tranquilo y reparador por la medicina, el agua, los trapos humedos y la nana, la elfa empezó a callar y se alejó dejando paso a la madre, que necesitaba descansar tanto como la chiquilla. Se alzó y, con calma, se dirigió a la ventana, a mirar hacia afuera, esperando que Eoghan y el hermano de la niña estuvieran bien.
- Níniel...- Murmuró llamando a la otra elfa con mirada seria, ago inocente, pero decidida.- Creo que saldré, puede que estén heridos, necesitarán ayuda, no puedo quedarme aquí quieta.- susurró descruzando sus brazos para, después, dirigirse a por, al menos una de las capas. No le gustaba que los dos chicos estuvieran allí afuera sin nadie que pudiera curar sus heridas si se herían.
Eléanör Gàlathiël
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Eoghan y el joven avanzaron por la nieve, arrastrando consigo algo de la escarcha en el suelo, solo para que a Eoghan se le quedase la sangre todavía más helada cuando, al margen de la cabeza de caballo que salió disparada hacia ellos y que esquivaron de puro milagro, vio la enorme sombra que se cernía entre la niebla.
Las pupilas de Eoghan se dilataron, en parte por el miedo, y por otra parte, por la oscuridad de la noche.
-Thor bendito... -Se le abrió mucho la boca, cortándosele así los labios a medida que la boca se deformaba en una enorme "O". Notó que le lloraban los ojos, ¿era el frío, o es que acaso la impresión del jotun era suficiente como para hacerle flaquear de aquella manera? Sacudió la cabeza. Si había un momento para preguntarse todo aquello, aquel no lo era: Tenían enfrente a una temible bestia que rara vez se dejaba ver... Lo raro era que el chico no se hubiese batido en retirada aun. Eoghan se giró hacia él mientras escuchaba como el trol se acercaba a pasos largos. -Escúchame, este rival nos supera, a los dos. Ve a las puertas, avisa a la guardia... ¡Corre, vamos!
Le instó, mientras enarbolaba la lanza hacia la enorme criatura de pesadilla, aunque todavía no había llegado a verla. Podría distraer al jotun un rato mientras la guardia no llegaga, ¿pero por cuánto tiempo? Tenía que hacer varias cosas, así que en su cabeza empezó a ordenarlas a una velocidad a la que jamás pensó, probablemente propiciado por la adrenalina y una agilidad mental sin precedentes en su persona.
Primero, debía dar tiempo a las chicas de sanar a la niña y a la madre de la muchacha de huir de la bestia. Esa criatura si llegaba a la casa podría destrozarla, o matar todo lo que había en su interior. Ya solo por un inusitado sentido del deber, sentía que debía mantener al jotun alejado de las elfas y la niña; pero no solo eso, si no que en cierta medida sentía ansias de medirse con la criatura.
Segundo, dar tiempo al muchacho para que huyese y que se alejase del conflicto. Aquella familia ya tenía suficientes problemas como para que la mujer se quedase sin su hijo, además de la principal fuente de ingresos de la casa... Él sabía bien lo que era quedarse sin familia, pero él lo miraba desde abajo, desde la perspectiva de un superviviente. Si a él ya le dolió horrores la pérdida del resto de su familia, ¿qué clase de varapalo moral resultaría en el corazón de un padre o una madre que la sangre de su sangre muriese aplastada bajo la mano de un trol?
Y en tercer lugar, intentar matar a la bestia. No, no estaba de broma, si lo hacía se coronaría en su progreso personal como luchador, aunque también estaría poniéndose estúpidamente en riesgo. Bueno, estúpidamente o valientemente, la línea que marcaba un rasgo de otro era extremadamente fina y a veces ni él mismo sabía distinguirla exactamente...
-¡Corre! ¡Vete! ¡Yo me encargo de esto! -Le repitió mientras, ahora sí, avanzaba a un paso más vigoroso hacia la criatura, pero siempre a distancia prudencial hasta que supiera cómo se movia: ¿Serían sus movimientos fluidos, o erráticos? ¿Fieros como los de un oso, o rápidos y fugaces similares a los de un mastín de caza?
Joder, Eoghan, que no te entrenaron para esto.
Las pupilas de Eoghan se dilataron, en parte por el miedo, y por otra parte, por la oscuridad de la noche.
-Thor bendito... -Se le abrió mucho la boca, cortándosele así los labios a medida que la boca se deformaba en una enorme "O". Notó que le lloraban los ojos, ¿era el frío, o es que acaso la impresión del jotun era suficiente como para hacerle flaquear de aquella manera? Sacudió la cabeza. Si había un momento para preguntarse todo aquello, aquel no lo era: Tenían enfrente a una temible bestia que rara vez se dejaba ver... Lo raro era que el chico no se hubiese batido en retirada aun. Eoghan se giró hacia él mientras escuchaba como el trol se acercaba a pasos largos. -Escúchame, este rival nos supera, a los dos. Ve a las puertas, avisa a la guardia... ¡Corre, vamos!
Le instó, mientras enarbolaba la lanza hacia la enorme criatura de pesadilla, aunque todavía no había llegado a verla. Podría distraer al jotun un rato mientras la guardia no llegaga, ¿pero por cuánto tiempo? Tenía que hacer varias cosas, así que en su cabeza empezó a ordenarlas a una velocidad a la que jamás pensó, probablemente propiciado por la adrenalina y una agilidad mental sin precedentes en su persona.
Primero, debía dar tiempo a las chicas de sanar a la niña y a la madre de la muchacha de huir de la bestia. Esa criatura si llegaba a la casa podría destrozarla, o matar todo lo que había en su interior. Ya solo por un inusitado sentido del deber, sentía que debía mantener al jotun alejado de las elfas y la niña; pero no solo eso, si no que en cierta medida sentía ansias de medirse con la criatura.
Segundo, dar tiempo al muchacho para que huyese y que se alejase del conflicto. Aquella familia ya tenía suficientes problemas como para que la mujer se quedase sin su hijo, además de la principal fuente de ingresos de la casa... Él sabía bien lo que era quedarse sin familia, pero él lo miraba desde abajo, desde la perspectiva de un superviviente. Si a él ya le dolió horrores la pérdida del resto de su familia, ¿qué clase de varapalo moral resultaría en el corazón de un padre o una madre que la sangre de su sangre muriese aplastada bajo la mano de un trol?
Y en tercer lugar, intentar matar a la bestia. No, no estaba de broma, si lo hacía se coronaría en su progreso personal como luchador, aunque también estaría poniéndose estúpidamente en riesgo. Bueno, estúpidamente o valientemente, la línea que marcaba un rasgo de otro era extremadamente fina y a veces ni él mismo sabía distinguirla exactamente...
-¡Corre! ¡Vete! ¡Yo me encargo de esto! -Le repitió mientras, ahora sí, avanzaba a un paso más vigoroso hacia la criatura, pero siempre a distancia prudencial hasta que supiera cómo se movia: ¿Serían sus movimientos fluidos, o erráticos? ¿Fieros como los de un oso, o rápidos y fugaces similares a los de un mastín de caza?
Joder, Eoghan, que no te entrenaron para esto.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
El joven Jasker había tenido que echarse sobre los hombros el peso del mundo antes siquiera de haber alcanzado totalmente la madurez. Para hacerlo no había tenido más opción que crecer de golpe y asumir unas responsabilidades impropias para su edad, aunque por desgracia no tan inusuales entre los humanos, con sus cortas vidas, asediados por el conflicto y las enfermedades, privados del don de la magia para ayudarles en su camino. Aquello le había curtido y hecho madurar, pero ni siquiera tan dura prueba podría haberle preparado para lo que estaba a punto de ocurrir, pues el temible enemigo al que la ventisca ayudaba a camuflar como si clima y criatura fueran aliadas haría que incluso el más valiente de los guerreros apretara los dientes, si no por miedo, al menos por respeto a tal desafío.
Estupefacto ante la visión de la cabeza de caballo que a sus pies había comenzado a teñir la nieve de rojo antes de que el frío detuviera el sangrado y acercando su pequeño candil como si al acercarle aquella titilante luz aquella escena se demostrara irreal, el joven parecía atrapado por el reflejo que los ojos muertos del animal le devolvían al ser iluminados. Tan absorto estaba que pareció no ser consciente del peligro que se acercaba extrañamente silencioso, con el sonido de las pisadas amortiguado por el furioso silbar del viento. Ni siquiera las palabras de Eoghan y su gesto fueron suficientes para sacarlo de su ensimismamiento cercano al shock en un primer momento. Sin embargo bastó un poderoso y gutural rugido de aquello que les acechaba para devolverlo al cruel mundo real y hacerle mirar en dirección a la figura que se acercaba hasta ellos, tornándose cada vez mayor en tamaño y más nítida conforme la distancia entre ellos se desvanecía aunque la escasa luz no alcanzaba a revelar mucho más por el momento.
El joven abrió los ojos como platos y desencajó su rostro encapuchado en un gesto de miedo mientras retrocedía paso a paso a la vez que dejaba caer su farol a la nieve y trataba de alcanzar una de las flechas que llevaba en el carcaj a su espalda, tan asustado que ni siquiera era capaz de coger una e incluso llegando a caer de culo al suelo por un instante sin dejar de retroceder.
-¿Qué...Qué es esa cosa?...No te acerques...Dioses tened piedad- Musitaba entre otras palabras y frases más o menos coherentes que denotaban su pavor y que se perdían en el viento sin que pudieran llegar a oídos del fuerte guerrero a pesar de estar tan cerca. -¿La guardia?...Sí, sí la guardia...Pero...- Continuó diciendo por fín prestando atención. Y aunque el miedo lo dominaba y sin duda todo su ser le exigía salir corriendo de allí aún parecía dudar, sin duda por la cercanía de su madre a semejante peligro. No obstante acabó entrando en razón y obedeciendo, dejándolo todo en manos de Eoghan al que dejó solo, únicamente acompañado por la promesa de regresar pronto con toda la ayuda posible.
No tardó mucho el troll en llegar hasta el lugar donde Jasker había dejado caer su lámpara, mostrándose finalmente ante el humano y emitiendo un nuevo y potente rugido con el que parecía querer demostrar su superioridad ante aquel que tenía delante y salpicándolo con su saliva. Su piel parecía dura como la roca, su gran boca llena de grandes y afilados dientes negros, amarillos y rojos por la sangre era una promesa de muerte horrible, y aunque no portaba arma alguna, sus enormes y fuertes manos dejaban claro que no necesitaba ninguna. Su cuerpo estaba cubierto en algunas zonas por pieles de todo tipo que denotaban al menos cierto grado de inteligencia, lo cual explicaría por qué parecía tantear al humano en vez de abalanzarse directamente sobre él. Aunque seguramente no tardaría mucho en hacerlo.
Dentro de la casa, estaba claro que la pequeña mejoraba rápidamente y que lo peor había pasado. Los cuidados y medicinas de ambas elfas habían obrado el milagro y ya con menos fiebre y mucho más tranquila la niña comenzaba por fin a descansar, incluso su rostro se veía mucho más sereno y angelical mientras la peliblanca preparaba las siguientes medicinas que necesitaría. Seguiría necesitando atenciones, cambio de compresas, nuevas dosis de medicinas cada pocas horas, pero gracias a los dioses y a pesar de que el clima no se lo había puesto fácil lo habían logrado, lo cual al igual que parecía ocurrirle a su hermana, causaba que su mente pudiera centrarse en lo que pudiese estar ocurriendo fuera, permitiendo que la preocupación por Eoghan, Jasker y la madre del chico ocupara el lugar que hasta ese momento había tenido el salvarle la vida a la niña.
-Te entiendo.- Dijo mirándola al escuchar sus palabras de preocupación.- Yo también estoy inquieta, ya deberían haber vuelto...Aunque tu amigo parece fuerte y capaz- Respondió asintiendo a su propuesta.-Creo que será mejor que vaya yo y tu te quedes con la pequeña. Sea lo que sea que ronda por los alrededores es grande, puede ser muy peligroso para tí.- Continuó al verla decidida a salir y pensando de manera pragmática que sería bueno que una de las dos se quedara y que ella estaba mejor preparada para afrontar una amenaza que la jovencísima pelirroja, aunque apenas se llevaran dos o tres años de diferencia. En ese momento un gran rugido gutural se dejó escuchar por toda la casa causando que la peliblanca se tensara y se acercará rápidamente a la ventana para ver a aquella cosa tenuemente iluminada por el farolillo en la nieve y a Eoghan plantando cara con su lanza, aunque no pudo ver rastro alguno de Jasker ni de su madre. -Por todos los dioses...eso definitivamente no es ningún oso-
Estupefacto ante la visión de la cabeza de caballo que a sus pies había comenzado a teñir la nieve de rojo antes de que el frío detuviera el sangrado y acercando su pequeño candil como si al acercarle aquella titilante luz aquella escena se demostrara irreal, el joven parecía atrapado por el reflejo que los ojos muertos del animal le devolvían al ser iluminados. Tan absorto estaba que pareció no ser consciente del peligro que se acercaba extrañamente silencioso, con el sonido de las pisadas amortiguado por el furioso silbar del viento. Ni siquiera las palabras de Eoghan y su gesto fueron suficientes para sacarlo de su ensimismamiento cercano al shock en un primer momento. Sin embargo bastó un poderoso y gutural rugido de aquello que les acechaba para devolverlo al cruel mundo real y hacerle mirar en dirección a la figura que se acercaba hasta ellos, tornándose cada vez mayor en tamaño y más nítida conforme la distancia entre ellos se desvanecía aunque la escasa luz no alcanzaba a revelar mucho más por el momento.
El joven abrió los ojos como platos y desencajó su rostro encapuchado en un gesto de miedo mientras retrocedía paso a paso a la vez que dejaba caer su farol a la nieve y trataba de alcanzar una de las flechas que llevaba en el carcaj a su espalda, tan asustado que ni siquiera era capaz de coger una e incluso llegando a caer de culo al suelo por un instante sin dejar de retroceder.
-¿Qué...Qué es esa cosa?...No te acerques...Dioses tened piedad- Musitaba entre otras palabras y frases más o menos coherentes que denotaban su pavor y que se perdían en el viento sin que pudieran llegar a oídos del fuerte guerrero a pesar de estar tan cerca. -¿La guardia?...Sí, sí la guardia...Pero...- Continuó diciendo por fín prestando atención. Y aunque el miedo lo dominaba y sin duda todo su ser le exigía salir corriendo de allí aún parecía dudar, sin duda por la cercanía de su madre a semejante peligro. No obstante acabó entrando en razón y obedeciendo, dejándolo todo en manos de Eoghan al que dejó solo, únicamente acompañado por la promesa de regresar pronto con toda la ayuda posible.
No tardó mucho el troll en llegar hasta el lugar donde Jasker había dejado caer su lámpara, mostrándose finalmente ante el humano y emitiendo un nuevo y potente rugido con el que parecía querer demostrar su superioridad ante aquel que tenía delante y salpicándolo con su saliva. Su piel parecía dura como la roca, su gran boca llena de grandes y afilados dientes negros, amarillos y rojos por la sangre era una promesa de muerte horrible, y aunque no portaba arma alguna, sus enormes y fuertes manos dejaban claro que no necesitaba ninguna. Su cuerpo estaba cubierto en algunas zonas por pieles de todo tipo que denotaban al menos cierto grado de inteligencia, lo cual explicaría por qué parecía tantear al humano en vez de abalanzarse directamente sobre él. Aunque seguramente no tardaría mucho en hacerlo.
Dentro de la casa, estaba claro que la pequeña mejoraba rápidamente y que lo peor había pasado. Los cuidados y medicinas de ambas elfas habían obrado el milagro y ya con menos fiebre y mucho más tranquila la niña comenzaba por fin a descansar, incluso su rostro se veía mucho más sereno y angelical mientras la peliblanca preparaba las siguientes medicinas que necesitaría. Seguiría necesitando atenciones, cambio de compresas, nuevas dosis de medicinas cada pocas horas, pero gracias a los dioses y a pesar de que el clima no se lo había puesto fácil lo habían logrado, lo cual al igual que parecía ocurrirle a su hermana, causaba que su mente pudiera centrarse en lo que pudiese estar ocurriendo fuera, permitiendo que la preocupación por Eoghan, Jasker y la madre del chico ocupara el lugar que hasta ese momento había tenido el salvarle la vida a la niña.
-Te entiendo.- Dijo mirándola al escuchar sus palabras de preocupación.- Yo también estoy inquieta, ya deberían haber vuelto...Aunque tu amigo parece fuerte y capaz- Respondió asintiendo a su propuesta.-Creo que será mejor que vaya yo y tu te quedes con la pequeña. Sea lo que sea que ronda por los alrededores es grande, puede ser muy peligroso para tí.- Continuó al verla decidida a salir y pensando de manera pragmática que sería bueno que una de las dos se quedara y que ella estaba mejor preparada para afrontar una amenaza que la jovencísima pelirroja, aunque apenas se llevaran dos o tres años de diferencia. En ese momento un gran rugido gutural se dejó escuchar por toda la casa causando que la peliblanca se tensara y se acercará rápidamente a la ventana para ver a aquella cosa tenuemente iluminada por el farolillo en la nieve y a Eoghan plantando cara con su lanza, aunque no pudo ver rastro alguno de Jasker ni de su madre. -Por todos los dioses...eso definitivamente no es ningún oso-
- Spoiler:
- Vale, La niña está estable así que podremos ir las dos afuera.
La piel pétrea del troll es muy dura para las armas normales pero no en todas partes es tan dura.
A parte de eso tenéis carta blanca para narrar los alrededores de la granja y usar el entorno o algo del mismo en vuestro favor para ganar tiempo o incluso derrotar a esta cosa tan fea, aunque claro, no es que vaya a ser fácil ni inmediato.
Níniel Thenidiel
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Mientras tomaba la capa que había dejado en un rincón del cuarto a su llegada, Níniel llamó su atención haciendola girar, miró a la elfa con aire triste. Su hermana tenía razón, ella no sabía luchar, defenderse de modo alguno, era asustadiza, miedosa, llorona y débil, poco o nada más que molestar podría hacer si acudía en socorro de la madre y los dos chicos, sin embargo, Eoghan era su amigo, no podía dejarlo solo.
Miró por la ventana, y, nuevamente, a la niña, que dormía plácidamente en la cama, ajena a la pelea que había en el interior de una de sus doctoras. Con un suspiro, comenzó a retirarse la capa, dispuesta a, como decía la otra elfa, quedarse con la niña, vigilando su estado. Sin embargo, un estruendo del exteriorhizo que sus pensamientos se desvanecieran.
Corrió a asomarse a la ventana, acudiendo junto a la otra elfa, que parecía haber escuchado el mismo estruendo y miró al exterior donde una única figura se enfrentaba a una cosa alta, grande y fea, Eoghan, se encontraba solo, ¿dónde se habrían metido la mujer y el otro chico? No lo sabía, no se paro a pensarlo siquiera.
A pesar del escalofrío de miedo que le recorrió la columna vertebral, su cuerpo actuó por su cuenta, y, volviendo a atarse la capa, abrió la puerta y salió del cuarto corriendo, bajó las escaleras con la capa volando al rededor de sus piernas, y abrió la puerta de la casa, dejandola abierta. Era lenta, lo sabía, le costaba llegar, sobretodo por los dos palmos de nieve que le impedían el paso y le dificultaban el avance.
Cuando quiso darse cuenta, se vió corriendo directa hacia el chico que sostenía frente a él la lanza, respirando con dificultad por la carrera. Tomó al joven por la capa y miró hacia arriba, encontrando al horrible monstruo frente a ellos. Notó una sensación terriblemente conocida recorriendole el cuerpo. Tragó saliva y el miedo comenzó a tomar el control.
Primero llegaron los escalofríos y el brillo tenue, que hacía que su piel pareciera de oro, depués, las lágrimas en los ojos, causadas por el mied, y, finalmente, cuando vio como el troll acercaba una mano, el pánico se desató. Cerró los ojos, asustada y notó expandirse su poder. Un afuerte luz salió desde su cuerpo como una explosión blanca y silenciosa que cegó a quien se dignase a mirar.
Cuando abrió los ojos, llorosos, algo cansada y totalmente temblorosa, con las piernas flaqueando hasta el punto de venirse abajo, y acabar sentada en el suelo, notó que el monstruo, frente a ella, parecía cegado, daba manotazos a diestro y siniestro mientras la elfa respiraba con pesadez y una lágrima de miedo y cansancio resvalaba por su mejilla. ¿Podrían con eso tener cierta ventaja? No lo sabía.
Sentía no haber podido controlar su poder, pero no era algo que pudiera hacer, cuando aparecía frente a ella una amenaza, su cuerpo reaccionaba por si mismo, echaba en falta la paz de su hogar, que tan tranquila la mantenía. Con manos temblorosas cogió un puñado de nieve, intentando que el frío la hiciera reaccionar, por mucho que el monstruo estuviera cegado no podía quedarse allí en medio.
Miró por la ventana, y, nuevamente, a la niña, que dormía plácidamente en la cama, ajena a la pelea que había en el interior de una de sus doctoras. Con un suspiro, comenzó a retirarse la capa, dispuesta a, como decía la otra elfa, quedarse con la niña, vigilando su estado. Sin embargo, un estruendo del exteriorhizo que sus pensamientos se desvanecieran.
Corrió a asomarse a la ventana, acudiendo junto a la otra elfa, que parecía haber escuchado el mismo estruendo y miró al exterior donde una única figura se enfrentaba a una cosa alta, grande y fea, Eoghan, se encontraba solo, ¿dónde se habrían metido la mujer y el otro chico? No lo sabía, no se paro a pensarlo siquiera.
A pesar del escalofrío de miedo que le recorrió la columna vertebral, su cuerpo actuó por su cuenta, y, volviendo a atarse la capa, abrió la puerta y salió del cuarto corriendo, bajó las escaleras con la capa volando al rededor de sus piernas, y abrió la puerta de la casa, dejandola abierta. Era lenta, lo sabía, le costaba llegar, sobretodo por los dos palmos de nieve que le impedían el paso y le dificultaban el avance.
Cuando quiso darse cuenta, se vió corriendo directa hacia el chico que sostenía frente a él la lanza, respirando con dificultad por la carrera. Tomó al joven por la capa y miró hacia arriba, encontrando al horrible monstruo frente a ellos. Notó una sensación terriblemente conocida recorriendole el cuerpo. Tragó saliva y el miedo comenzó a tomar el control.
Primero llegaron los escalofríos y el brillo tenue, que hacía que su piel pareciera de oro, depués, las lágrimas en los ojos, causadas por el mied, y, finalmente, cuando vio como el troll acercaba una mano, el pánico se desató. Cerró los ojos, asustada y notó expandirse su poder. Un afuerte luz salió desde su cuerpo como una explosión blanca y silenciosa que cegó a quien se dignase a mirar.
Cuando abrió los ojos, llorosos, algo cansada y totalmente temblorosa, con las piernas flaqueando hasta el punto de venirse abajo, y acabar sentada en el suelo, notó que el monstruo, frente a ella, parecía cegado, daba manotazos a diestro y siniestro mientras la elfa respiraba con pesadez y una lágrima de miedo y cansancio resvalaba por su mejilla. ¿Podrían con eso tener cierta ventaja? No lo sabía.
Sentía no haber podido controlar su poder, pero no era algo que pudiera hacer, cuando aparecía frente a ella una amenaza, su cuerpo reaccionaba por si mismo, echaba en falta la paz de su hogar, que tan tranquila la mantenía. Con manos temblorosas cogió un puñado de nieve, intentando que el frío la hiciera reaccionar, por mucho que el monstruo estuviera cegado no podía quedarse allí en medio.
Eléanör Gàlathiël
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Eoghan observó a la criatura rugir, y la sangre se le heló por un instante. Ahora estaba solo, sin refuerzos, ante una criatura que probablemente usaría sus costillas a modo de mondadientes unos minutos más tarde, eso si no lo dejaba tullido de por vida y lo más gracioso de todo: estaba ante una criatura de leyenda, ¡con una miserable lanza a modo de defensa! ¡Eoghan, estás loco!
Gruñó para sí, cuando notó entonces un peso añadido a su espalda. Rezó porque una de las elfas no hubiese salido fuera. De veras, lo hizo. Imploró silenciosamente a Odín que la puerta se hubiese atrancado por la escarcha y que le dejasen solo allí fuera para que estuvieran a salvo dentro de la casa...
... Y miró atrás. Vio a Ely agarrándose a su capa. Se alegró y se alarmó a partes iguales. Vale, sí, estaba muerto de miedo y sus sentimientos eran todo lo contradictorios que podían ser en una pelea como aquella. Por una parte deseaba tener toda la ayuda posible y por la otra estaba acongojado con la idea de que por su estupidez al plantar cara a aquella bestia ella pudiera salir herida. Fue entonces cuando observó cómo el troll alzó la mano y Eléanör debió de ejecutar alguno de sus poderes de elfa, porque un resplandor hizo que Eoghan se cubriera la vista con el antebrazo y que la criatura rugera. Miró a la elfa y la tomó por la cintura aprovechando el momento de confusión de la bestia, llevándose a la pelirroja fuera del campo de acción del troll.
Cuando recuperase la vista, estaría cabreado. Un jotun no solía tener buen carácter, y aun menos buenos modales con sus enemigos. Arrastró a la joven pelirroja lejos para dejarla a salvo y aprovechó para echar un vistazo a los alrededores de la granja. Observó que había unas cadenas de arado. Estaban oxidadas y probablemente podrían romperse, pero quizás si tenía algo para enganchar al final, podría encajarlas en algún sitio blando del troll...
¿Para qué? Esa criatura era grotescamente fuerte. Pues claro, pensó, si lograba enganchar la cadena a algún sitio fijo al suelo, podría retenerlo un rato hasta que llegase la guardia, ¿no? Bueno, no quedaba claro del todo si era así o no iba a ser de aquella forma; lo que le importaba a él era distraerlo.
Eoghan echó a correr hacia las cadenas y las tomó con la mano tras desengancharlas del arado.
-¡Busca algo que pueda usar como argolla y gancho! -Alzó la voz para que Ely pudiera oirle por encima de la ventisca. [color=#009900-¡Más vale que después de esto la niña esté bien, porque es la mayor locura que he hecho hasta ahora![/color]
Porque sí, aquello que estaban haciendo era una locura en toda regla, y probablemente él acabaría muerto, tullido o con muchos huesos rotos. De nuevo, sentimientos encontrados. Miedo, arrojo, adrenalina, cobardía. Y un insaciable deseo de acabar con aquella criatura.
Sí, aquello le recordaba mucho a las defensas de su pueblo cuando asaltaban los bandidos cuando él era un crío.
Gruñó para sí, cuando notó entonces un peso añadido a su espalda. Rezó porque una de las elfas no hubiese salido fuera. De veras, lo hizo. Imploró silenciosamente a Odín que la puerta se hubiese atrancado por la escarcha y que le dejasen solo allí fuera para que estuvieran a salvo dentro de la casa...
... Y miró atrás. Vio a Ely agarrándose a su capa. Se alegró y se alarmó a partes iguales. Vale, sí, estaba muerto de miedo y sus sentimientos eran todo lo contradictorios que podían ser en una pelea como aquella. Por una parte deseaba tener toda la ayuda posible y por la otra estaba acongojado con la idea de que por su estupidez al plantar cara a aquella bestia ella pudiera salir herida. Fue entonces cuando observó cómo el troll alzó la mano y Eléanör debió de ejecutar alguno de sus poderes de elfa, porque un resplandor hizo que Eoghan se cubriera la vista con el antebrazo y que la criatura rugera. Miró a la elfa y la tomó por la cintura aprovechando el momento de confusión de la bestia, llevándose a la pelirroja fuera del campo de acción del troll.
Cuando recuperase la vista, estaría cabreado. Un jotun no solía tener buen carácter, y aun menos buenos modales con sus enemigos. Arrastró a la joven pelirroja lejos para dejarla a salvo y aprovechó para echar un vistazo a los alrededores de la granja. Observó que había unas cadenas de arado. Estaban oxidadas y probablemente podrían romperse, pero quizás si tenía algo para enganchar al final, podría encajarlas en algún sitio blando del troll...
¿Para qué? Esa criatura era grotescamente fuerte. Pues claro, pensó, si lograba enganchar la cadena a algún sitio fijo al suelo, podría retenerlo un rato hasta que llegase la guardia, ¿no? Bueno, no quedaba claro del todo si era así o no iba a ser de aquella forma; lo que le importaba a él era distraerlo.
Eoghan echó a correr hacia las cadenas y las tomó con la mano tras desengancharlas del arado.
-¡Busca algo que pueda usar como argolla y gancho! -Alzó la voz para que Ely pudiera oirle por encima de la ventisca. [color=#009900-¡Más vale que después de esto la niña esté bien, porque es la mayor locura que he hecho hasta ahora![/color]
Porque sí, aquello que estaban haciendo era una locura en toda regla, y probablemente él acabaría muerto, tullido o con muchos huesos rotos. De nuevo, sentimientos encontrados. Miedo, arrojo, adrenalina, cobardía. Y un insaciable deseo de acabar con aquella criatura.
Sí, aquello le recordaba mucho a las defensas de su pueblo cuando asaltaban los bandidos cuando él era un crío.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Tan pronto como vio aquella enorme figura en la nieve a unos metros de la casa, incluso sin terminar de tener claro de qué clase de criatura se trataba pues la helada difuminaba su contorno hasta el punto de volverlo irreconocible a esa distancia, Níniel comenzó a pensar en cómo actuar y a trazar posibles cursos de acción. Aunque una cosa estaba clara, era realmente grande, seguramente el ser más enorme que Níniel había visto en su vida a excepción de alguno de los antiguos guardianes del bosque y aquel basilisco que casi hunde el barco en el que la elfa navegaba, contra su voluntad, unos meses atrás. Era algo innato en ella someter situaciones de ese tipo a la lógica y la razón y no dejarse llevar por un impulso, sopesar los riesgos y consecuencias y actuar en consonancia, hacer caso a los instintos pero no ser dominada por ellos. Por supuesto eso le había valido en más de una ocasión apelativos tales como "fría", "seria" o incluso "aguafiestas"...Pero si ese era el precio por mantener aún la cabeza pegada a sus hombros a pesar de los múltiples peligros que había afrontado eran más bien cumplidos que descalificaciones.
Lamentablemente aquel no era el caso de su pelirroja compañera, y a pesar de que había sido lo bastante inteligente como para percatarse en un primer momento de la verdad en las palabras de su hermana mayor, al ver en peligro a su amigo humano se lanzó apresuradamente escaleras abajo sin atender a más razones e incluso olvidando aquellas que ya parecían haber calado en su joven cabeza, consiguiendo que Níniel frunciera los labios mientras dividía su atención entre las borrosas figuras que veía a través de la ventana, la cama de la pequeña humana que continuaba durmiendo plácida y profundamente y el sonido de las botas de la joven elfa sobre la madera de los escalones que conducían a la entrada, los cuales emitían un quejumbroso rechinar de protesta a cada nuevo paso, como si también protestaran por la precipitada decisión de la pelirroja.
Níniel no tuvo más remedio que colocarse de nuevo su negra capa para protegerse del frío del exterior, coger su bolsa y su báculo e ir tras la pelirroja dejando sola a la pequeña tras cambiarle la compresa fría sobre su frente de forma cariñosa aunque apresurada. -Descansa tranquila, que el canto del viento te arrulle y la madre Isil guarde tu sueño - Le susurró antes de salir de allí en su idioma natal, el élfico, una frase que las madres de Sandorai les decían a sus pequeños antes de dormir y que equivaldría al "que no te coman las chinches" de los humanos, aunque por supuesto mucho mejor, especialmente porque entre los humanos, que las chinches y otros parásitos te comieran era una posibilidad muy real.
Tan pronto como abrió la puerta de la casa para salir al exterior, la noche la recibió con un golpe de frío que no por esperado resultó más llevadero, ni siquiera la presencia y los gruñidos de protesta de aquella cosa a la que se enfrentaba Eoghan, ahora acompañado por Eléanör y lo que ello implicaba lograba que Níniel pudiera abstraerse totalmente de la punzante e incluso dolorosa sensación heladora. Fue en ese momento cuando un fuerte destello de luz la obligó a entrecerrar aún más los ojos que ya tenía medio cerrados a causa del viento y a protegerse con la capucha de su capa. No había duda de que aquello había sido obra de magia y la peliblanca no pudo si no pensar en que quizá después de todo su joven hermana no estuviera tan indefensa como parecía lo cual era una muy buena noticia. El alarido de furia de aquel gigante fue tal que incluso causó que la capa de nieve sobre el tejado de los cercanos establos cayera al suelo.
Las figuras de sus compañeros se perdieron en la noche cuando corrieron para alejarse de los extraños movimientos de la colosal mole y por un momento Níniel pensó si aquel no sería momento para atacar y no para escapar pues la criatura parecía moverse a ciegas y golpeaba por todas partes pero sin tino alguno, como si peleara con algún enemigo invisible o el propio suelo fuera su rival. Incluso así sus poderosos movimientos hacían retumbar el suelo y asombraban a la elfa que no dudaba que bastaría uno de aquellos golpes, incluso de refilón, para mandarla a volar por los aires con varios huesos rotos...Aunque al menos a pesar de tremendamente fuertes no eran precisamente rápidos, debería de ser capaz de esquivarlos con relativa facilidad si usaba su magia. Durante uno de sus movimientos el gigante pateó el candil del suelo enviándolo contra los establos y dejando el lugar casi totalmente a oscuras durante un momento, aunque solo el que tardó el aceite y la llama en prender la paja de los establos e iniciar un fuego que, con tanto combustible seco, se extendió rápidamente iluminando el lugar, formando una pira que desafiaba incluso a las inclemencias del tiempo. En aquél momento y desistiendo de la idea de intentar atacar ella sola la elfa se apresuró a seguir el camino que habían tomado sus compañeros para reunirse con ellos y quizá así poder idear un plan con más posibilidades de no acabar muy mal.
-Es un troll de las montañas...-Comentó al alcanzarles tras comprobar que estuvieran bien. -Solo los había visto en ilustraciones. su piel es como una coraza y son resistentes a la magia. Pensaba que nunca iban tal al sur.- Les dijo haciéndoles partícipes de lo que conocía de ellos por los libros mientras les veía hacer algo con unas gruesas cadenas y les miraba esperando que la dijeran cuál era su plan. También sabía que con su grasa podían hacerse poderosas pociones alquímicas de defensa y defensa contra el frío, pero aquello no parecía un dato relevante en aquellos momentos.
Comenzó a buscar por el lugar lo que el humano quería pero la nieve ya cubría con dos palmos la mayor parte del suelo y superficies y la escasa luz no ayudaba precisamente. Temía generar una luz y atraer hasta allí al coloso pero buscar prácticamente a ciegas algo útil tampoco es que fuera el mejor de los planes. Por ello la peliblanca generó un orbe de luz en el extremo superior de su bastón con forma de dragón y tras echar un mejor vistazo alrededor realizó con el mismo un movimiento similar al que se hace para lanzar el anzuelo con una caña de pescar. El orbe flotó en aquella dirección hasta solaparse en una de las vallas del lugar e inmediatamente la sacerdotisa repitió el proceso. Aquello les permitiría ver mejor por la zona y si el gigante se dirigía a alguna de las fuentes de luz a través de la helada, no iría directamente a por ellos.
-Llegado el momento puedo hacer que os mováis más rápido y vuestra destreza aumente considerablemente con cualquier propósito, que vuestras armas hagan más daño, sea del tipo que sea, para lo cual debo tocarlas, o que vuestra mente sea mucho más preclara. Tenedlo en cuenta. -Les dijo aunque aquello iba más dirigido para Eoghan pues de los allí presentes era el que más aptitudes guerreras poseía.
Lamentablemente aquel no era el caso de su pelirroja compañera, y a pesar de que había sido lo bastante inteligente como para percatarse en un primer momento de la verdad en las palabras de su hermana mayor, al ver en peligro a su amigo humano se lanzó apresuradamente escaleras abajo sin atender a más razones e incluso olvidando aquellas que ya parecían haber calado en su joven cabeza, consiguiendo que Níniel frunciera los labios mientras dividía su atención entre las borrosas figuras que veía a través de la ventana, la cama de la pequeña humana que continuaba durmiendo plácida y profundamente y el sonido de las botas de la joven elfa sobre la madera de los escalones que conducían a la entrada, los cuales emitían un quejumbroso rechinar de protesta a cada nuevo paso, como si también protestaran por la precipitada decisión de la pelirroja.
Níniel no tuvo más remedio que colocarse de nuevo su negra capa para protegerse del frío del exterior, coger su bolsa y su báculo e ir tras la pelirroja dejando sola a la pequeña tras cambiarle la compresa fría sobre su frente de forma cariñosa aunque apresurada. -Descansa tranquila, que el canto del viento te arrulle y la madre Isil guarde tu sueño - Le susurró antes de salir de allí en su idioma natal, el élfico, una frase que las madres de Sandorai les decían a sus pequeños antes de dormir y que equivaldría al "que no te coman las chinches" de los humanos, aunque por supuesto mucho mejor, especialmente porque entre los humanos, que las chinches y otros parásitos te comieran era una posibilidad muy real.
Tan pronto como abrió la puerta de la casa para salir al exterior, la noche la recibió con un golpe de frío que no por esperado resultó más llevadero, ni siquiera la presencia y los gruñidos de protesta de aquella cosa a la que se enfrentaba Eoghan, ahora acompañado por Eléanör y lo que ello implicaba lograba que Níniel pudiera abstraerse totalmente de la punzante e incluso dolorosa sensación heladora. Fue en ese momento cuando un fuerte destello de luz la obligó a entrecerrar aún más los ojos que ya tenía medio cerrados a causa del viento y a protegerse con la capucha de su capa. No había duda de que aquello había sido obra de magia y la peliblanca no pudo si no pensar en que quizá después de todo su joven hermana no estuviera tan indefensa como parecía lo cual era una muy buena noticia. El alarido de furia de aquel gigante fue tal que incluso causó que la capa de nieve sobre el tejado de los cercanos establos cayera al suelo.
Las figuras de sus compañeros se perdieron en la noche cuando corrieron para alejarse de los extraños movimientos de la colosal mole y por un momento Níniel pensó si aquel no sería momento para atacar y no para escapar pues la criatura parecía moverse a ciegas y golpeaba por todas partes pero sin tino alguno, como si peleara con algún enemigo invisible o el propio suelo fuera su rival. Incluso así sus poderosos movimientos hacían retumbar el suelo y asombraban a la elfa que no dudaba que bastaría uno de aquellos golpes, incluso de refilón, para mandarla a volar por los aires con varios huesos rotos...Aunque al menos a pesar de tremendamente fuertes no eran precisamente rápidos, debería de ser capaz de esquivarlos con relativa facilidad si usaba su magia. Durante uno de sus movimientos el gigante pateó el candil del suelo enviándolo contra los establos y dejando el lugar casi totalmente a oscuras durante un momento, aunque solo el que tardó el aceite y la llama en prender la paja de los establos e iniciar un fuego que, con tanto combustible seco, se extendió rápidamente iluminando el lugar, formando una pira que desafiaba incluso a las inclemencias del tiempo. En aquél momento y desistiendo de la idea de intentar atacar ella sola la elfa se apresuró a seguir el camino que habían tomado sus compañeros para reunirse con ellos y quizá así poder idear un plan con más posibilidades de no acabar muy mal.
-Es un troll de las montañas...-Comentó al alcanzarles tras comprobar que estuvieran bien. -Solo los había visto en ilustraciones. su piel es como una coraza y son resistentes a la magia. Pensaba que nunca iban tal al sur.- Les dijo haciéndoles partícipes de lo que conocía de ellos por los libros mientras les veía hacer algo con unas gruesas cadenas y les miraba esperando que la dijeran cuál era su plan. También sabía que con su grasa podían hacerse poderosas pociones alquímicas de defensa y defensa contra el frío, pero aquello no parecía un dato relevante en aquellos momentos.
Comenzó a buscar por el lugar lo que el humano quería pero la nieve ya cubría con dos palmos la mayor parte del suelo y superficies y la escasa luz no ayudaba precisamente. Temía generar una luz y atraer hasta allí al coloso pero buscar prácticamente a ciegas algo útil tampoco es que fuera el mejor de los planes. Por ello la peliblanca generó un orbe de luz en el extremo superior de su bastón con forma de dragón y tras echar un mejor vistazo alrededor realizó con el mismo un movimiento similar al que se hace para lanzar el anzuelo con una caña de pescar. El orbe flotó en aquella dirección hasta solaparse en una de las vallas del lugar e inmediatamente la sacerdotisa repitió el proceso. Aquello les permitiría ver mejor por la zona y si el gigante se dirigía a alguna de las fuentes de luz a través de la helada, no iría directamente a por ellos.
-Llegado el momento puedo hacer que os mováis más rápido y vuestra destreza aumente considerablemente con cualquier propósito, que vuestras armas hagan más daño, sea del tipo que sea, para lo cual debo tocarlas, o que vuestra mente sea mucho más preclara. Tenedlo en cuenta. -Les dijo aunque aquello iba más dirigido para Eoghan pues de los allí presentes era el que más aptitudes guerreras poseía.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Desde el suelo notó que le daban un tirón alzandola y la cogían de la cintura. Notó como sus pies dejaban de tocar suelo y como, colgando del brazo de Eoghan, se alejaban del monstruo todo lo rápido que el chico podía correr. Alzó la cabeza dejando colgar sus brazos, sin oponer resistencia para no interrumpir la huida del chico, y pudo ver a la criatura dando vandazos haciendo temblar la tierra.
Cuando por fin llegaron a un lugar lo bastante alejado y Eléanör volvió a tocar el suelo, se miró las manos, y tragó saliva, aun tenía el tenue brillo en la piel, señal de miedo, si, sin duda aun estaba asustada. El miedo no era un sentimiento facil de controlar ni mucho menos vencer, y ella, por desgracia, era bastante miedica. Aunque reconocía que, con ese extraño flash que salía de su piel cuando se asustaba, podía resultar bastante útil.
Le costó hubicarse, la carrera, los temblores, el destello y el monstruo agitado a lo lejos la confundían, no podía encajar muy bien todo lo que había sucedido, por ello le costó reconocer a Níniel y a sus orbes de luz, así como entender lo que buscaba Eoghan. Quería un gancho. Miró a los establos, allí debía haber algo.
Corrió a adentrarse en ellos, sabía que podría encontrar algo útil allí. Efectivamente, al entrar, entre paja y escaleras, no muy lejos del único caballo que parecía poseer la familia, colgaba un gancho del techo. Sonrió satisfecha por haberlo encontrado y se apresuró a buscar el mecanismo para bajarlo. Lo encontró en una columna, solo tenía que lograr mover el mecanismo. Estaba algo oxidado, pero no podía ser dificil.
Mientras intentaba que este descendiera, un candil calló al suelo de un temblor, y el establo comenzó a incendiarse. Eléanör gritó, asustada, sabiendose atrapada por las llamas, que cada vez parecían crecer más y más. Miró al caballo, alterado, e intento acercarse a él, para calmarlo, pero estaba tan tenso y nervioso que no podía. Desesperada, buscó que hacer. No podía quedarse allí, el humo comenzaba a lenar la estancia, acabaría ahogandose.
Vió una palanca apollada en el suelo. la tomó, el fuego aun no la había tocado, así que no quemaba, con ella, golpeó la palanca logrando que el gancho bajase con rapidez. Dejando al caballo paralizado por un momento, por el susto. Fue el momento oportuno. agachada, desenganchó el viejo gancho de la polea y subió al caballo que, aun nervioso, al notar el peso sobre su lomo, salió corriendo del establo pasando por entre las llamas.
Al salir al exterior, el frío de la noche la golpeó una vez más, refrescando su rostro y ropas tiznadas, el caballo, aun alterado, la tiró al suelo. Por suerte calló en una ruesa y blanda capa de nieve con el mecanismo a su lado. Se abrazó a su misma, nerviosa y miró el fuego, casi prefería enfrentarse al mosntruo que volver alló dentro. no tenía quemadursa graves, solo estaba llena de ceniza y humo. La nieve, a pesar del frío que le transmitía, era un alivio en ese momento.
- Lo de ir más rápido, me habría venido bien antes de entrar ahí dentro.- comentó temblando de frío y miedo, a la elfa, intentando sonreir, sin conseguirlo del todo, con los ojos empañados por el terror, mientras el caballo se perdía en la oscuridad de la noche.
Cuando por fin llegaron a un lugar lo bastante alejado y Eléanör volvió a tocar el suelo, se miró las manos, y tragó saliva, aun tenía el tenue brillo en la piel, señal de miedo, si, sin duda aun estaba asustada. El miedo no era un sentimiento facil de controlar ni mucho menos vencer, y ella, por desgracia, era bastante miedica. Aunque reconocía que, con ese extraño flash que salía de su piel cuando se asustaba, podía resultar bastante útil.
Le costó hubicarse, la carrera, los temblores, el destello y el monstruo agitado a lo lejos la confundían, no podía encajar muy bien todo lo que había sucedido, por ello le costó reconocer a Níniel y a sus orbes de luz, así como entender lo que buscaba Eoghan. Quería un gancho. Miró a los establos, allí debía haber algo.
Corrió a adentrarse en ellos, sabía que podría encontrar algo útil allí. Efectivamente, al entrar, entre paja y escaleras, no muy lejos del único caballo que parecía poseer la familia, colgaba un gancho del techo. Sonrió satisfecha por haberlo encontrado y se apresuró a buscar el mecanismo para bajarlo. Lo encontró en una columna, solo tenía que lograr mover el mecanismo. Estaba algo oxidado, pero no podía ser dificil.
Mientras intentaba que este descendiera, un candil calló al suelo de un temblor, y el establo comenzó a incendiarse. Eléanör gritó, asustada, sabiendose atrapada por las llamas, que cada vez parecían crecer más y más. Miró al caballo, alterado, e intento acercarse a él, para calmarlo, pero estaba tan tenso y nervioso que no podía. Desesperada, buscó que hacer. No podía quedarse allí, el humo comenzaba a lenar la estancia, acabaría ahogandose.
Vió una palanca apollada en el suelo. la tomó, el fuego aun no la había tocado, así que no quemaba, con ella, golpeó la palanca logrando que el gancho bajase con rapidez. Dejando al caballo paralizado por un momento, por el susto. Fue el momento oportuno. agachada, desenganchó el viejo gancho de la polea y subió al caballo que, aun nervioso, al notar el peso sobre su lomo, salió corriendo del establo pasando por entre las llamas.
Al salir al exterior, el frío de la noche la golpeó una vez más, refrescando su rostro y ropas tiznadas, el caballo, aun alterado, la tiró al suelo. Por suerte calló en una ruesa y blanda capa de nieve con el mecanismo a su lado. Se abrazó a su misma, nerviosa y miró el fuego, casi prefería enfrentarse al mosntruo que volver alló dentro. no tenía quemadursa graves, solo estaba llena de ceniza y humo. La nieve, a pesar del frío que le transmitía, era un alivio en ese momento.
- Lo de ir más rápido, me habría venido bien antes de entrar ahí dentro.- comentó temblando de frío y miedo, a la elfa, intentando sonreir, sin conseguirlo del todo, con los ojos empañados por el terror, mientras el caballo se perdía en la oscuridad de la noche.
Eléanör Gàlathiël
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Eoghan empezó a adecentar las cadenas del arado para que fuese factible manejarlas como si se tratasen de un mangual o de un flagelo pesado dando un fuerte tirón de éstas para arrancarlas de la fina argolla oxidada que las mantenía pegadas a la estructura del instrumento. Con unas tenazas manipuló a su vez la argolla y la cerró para que el eje de la cadena girase alrededor de ésta.
De entretanto escuchó lo que Níniel tenía que decir, a lo que alzó la cabeza.
-Un Jotun... Pensaba que solo eran cuentos de viejas para asustar a los críos cuando no se iban a la cama. -Murmuró el joven guerrero mientras atendía a la sacerdotisa elfa y la explicación que le ofrecía, al tiempo que seguía tironeando de la argolla con las tenazas para tenerla lista. Se percató de que Eléanör se fue a buscar el gancho que había pedido, así que se permitió tomárselo con un poco de calma. -Seguramente el frío lo habrá atraído. Esta maldita helada es la peor que recuerdo desde que nací, y eso que vengo del norte de la península.
Cierto era que, por otra parte, su padre y su abuelo le habían contado que antes las cosas eran mucho más crudas, el invierno era frío y las cosechas se quemaban, había hambrunas y las criaturas campaban a sus anchas, pero el joven siempre se lo había tomado como simples cuentos para que él delirase en su deber de proteger al Jarl... Pero al final se dio cuenta de que su padre y su anciano señor abuelo llevaban mucha razón en sus palabras. Terminó de cerrar la argolla con un último tirón.
Un trabajo simple, pero que bien podría servir para entretener a la criatura y clavarle el gancho que le pudiera traer Ely... Si no fuera porque entonces escuchó el crepitar de las llamas. Eoghan se levantó de pronto, mirando horrorizado cómo el establo estallaba en llamas y escuchaba los relinchos aterrorizados de un caballo, y luego vio con más alivio cómo Eléanör salía del establo intacta. Bueno, muerta de miedo, pero intacta.
Observó que el caballo intentaba huir. En un principio podría haberlo usado para montar y molestar un rato al troll, pero intentar detener a un caballo encabritado era casi tan peligroso como ponerse en medio del manotazo de un jotun. Si el animal se mantenía por los alrededores, podría intentar calmarle y montarlo más tarde, pero lo primero era lo primero, comprobar que Eléanör estuviera bien. Se apresuró a tomarla por los brazos para que se levantase.
-¡Por todos los dioses, Ely, qué susto! -Gruñó Eoghan mientras la ayudaba a incorporarse y le sacudía nieve del vestido. -¿Qué demonios ha ocurrido ahí dentro? Vaya desastre... ¿Tienes el gancho?
Bueno, vale, así dicho sonaba algo brusco, pero no había tiempo para delicadezas: Debía preparar la cadena armada cuanto antes, o estarían en un aprieto muy gordo cuando el Jotun se diera cuenta de que...
De que...
... De que estaban frente a una fuente de luz enorme.
¡El Jotun iba a ir hacia ellos!
-¡Movámonos hacia donde ha huido el caballo! ¡Si logro encontrarle, podre distraer al troll y hacer un poco de tiempo hasta que llegue la guardia, o molestarle con la cadena! -Exclamó mientras intentaba divisar las huellas de cascos del podenco para que el grupo de tres pudiera seguirlas.
De entretanto escuchó lo que Níniel tenía que decir, a lo que alzó la cabeza.
-Un Jotun... Pensaba que solo eran cuentos de viejas para asustar a los críos cuando no se iban a la cama. -Murmuró el joven guerrero mientras atendía a la sacerdotisa elfa y la explicación que le ofrecía, al tiempo que seguía tironeando de la argolla con las tenazas para tenerla lista. Se percató de que Eléanör se fue a buscar el gancho que había pedido, así que se permitió tomárselo con un poco de calma. -Seguramente el frío lo habrá atraído. Esta maldita helada es la peor que recuerdo desde que nací, y eso que vengo del norte de la península.
Cierto era que, por otra parte, su padre y su abuelo le habían contado que antes las cosas eran mucho más crudas, el invierno era frío y las cosechas se quemaban, había hambrunas y las criaturas campaban a sus anchas, pero el joven siempre se lo había tomado como simples cuentos para que él delirase en su deber de proteger al Jarl... Pero al final se dio cuenta de que su padre y su anciano señor abuelo llevaban mucha razón en sus palabras. Terminó de cerrar la argolla con un último tirón.
Un trabajo simple, pero que bien podría servir para entretener a la criatura y clavarle el gancho que le pudiera traer Ely... Si no fuera porque entonces escuchó el crepitar de las llamas. Eoghan se levantó de pronto, mirando horrorizado cómo el establo estallaba en llamas y escuchaba los relinchos aterrorizados de un caballo, y luego vio con más alivio cómo Eléanör salía del establo intacta. Bueno, muerta de miedo, pero intacta.
Observó que el caballo intentaba huir. En un principio podría haberlo usado para montar y molestar un rato al troll, pero intentar detener a un caballo encabritado era casi tan peligroso como ponerse en medio del manotazo de un jotun. Si el animal se mantenía por los alrededores, podría intentar calmarle y montarlo más tarde, pero lo primero era lo primero, comprobar que Eléanör estuviera bien. Se apresuró a tomarla por los brazos para que se levantase.
-¡Por todos los dioses, Ely, qué susto! -Gruñó Eoghan mientras la ayudaba a incorporarse y le sacudía nieve del vestido. -¿Qué demonios ha ocurrido ahí dentro? Vaya desastre... ¿Tienes el gancho?
Bueno, vale, así dicho sonaba algo brusco, pero no había tiempo para delicadezas: Debía preparar la cadena armada cuanto antes, o estarían en un aprieto muy gordo cuando el Jotun se diera cuenta de que...
De que...
... De que estaban frente a una fuente de luz enorme.
¡El Jotun iba a ir hacia ellos!
-¡Movámonos hacia donde ha huido el caballo! ¡Si logro encontrarle, podre distraer al troll y hacer un poco de tiempo hasta que llegue la guardia, o molestarle con la cadena! -Exclamó mientras intentaba divisar las huellas de cascos del podenco para que el grupo de tres pudiera seguirlas.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Níniel no acababa de comprender qué planeaba hacer el humano con aquella cadena de metal herrumbroso incluso conociendo su intención de usarla como un arma. Sin duda alguién como él sería capaz de golpear con ella con una nada despreciable fuerza y asestar dolorosos golpes que bastarían para incapacitar a una persona de acertar de lleno sobre ella...Pero aquella cosa se le antojaba a la peliblanca demasiado grande y su piel demasiado gruesa como para que aquello funcionara, ni siquiera si encontraban un gancho adecuado en semejantes circunstancias. Aún así se guardó sus dudas para ella, en parte por no saber si en la mente del guerrero había un plan que ella desconocía y en parte por no verbalizar que lo único que se les había ocurrido hacer quizá no sirviese de nada, lo cual sería nefasto para un ánimo a punto de quebrarse a manos del pavor que aquel colosal enemigo infundía en sus corazones. Y es que puede que Eléanör fuese de ellos tres la que mayor temor dejaba traslucir, pero si le preguntaran a ella y negase estar asustada mentiría, aunque lograba por el momento mantener la calma.
-¿Dónde están el chico y su madre?- Preguntó la peliblanca al humano elevando la voz aprovechando el momento de respiro mientras Eléanör se dirigía a otra pequeña estructura para animales cercana, donde quizá encontrara lo que necesitaban o cualquier otra cosa de utilidad si tenían suerte. Era una pregunta que había temido hacer pues no los había mencionado ni había rastro alguno de ellos, pero aún así una que necesitaba formular. ¿Qué esperanza había para ellos si se habían cruzado en el camino de semejante criatura?. Especialmente cuando la sangre fresca en la boca del ser no ayudaba a alimentar las esperanzas de la sacerdotisa.
No obstante el pequeño momento de respiro no duró mucho más. A unos metros de allí los movimientos y ruidos producidos por el troll de montaña comenzaban a disminuir, avisándoles de que no permanecería cegado y dolorido mucho tiempo más y su tiempo para prepararse y actuar tocaba a su fin. Pero aunque eso era grave y motivo de nerviosismo y tensión, otro peligro en forma de llamas reclamó la atención de la elfa al ver como el pequeño establo al que había accedido su hermana comenzaba a arder igual que el primero con las lenguas fuego devorando a un ritmo vertiginoso cuanto encontraban a su paso casi con anhelo. Inmediatamente la peliblanca se dirigió hacia allí en busca de la pelirroja, buscando un punto de acceso al interior que la permitiera aunque fuera saber si su compañera seguía dentro, si podía salir de algún modo o si estaba impedida o atrapada. Pudo verla moviéndose en el interior pero aunque trató de hacerse oír y de acercarse no lo logró, e incluso tuvo que apartarse cuando un trozo de madera del techo se desprendió envuelto en llamas y fue a acabar en la nieve a escasos centímetros de ella donde las llamas se extinguieron.
-Maldita sea...-Murmuró para sí misma concentrando su maná, dispuesta a ayudar a su hermana aunque para ello tuviera que arrancar una de las paredes con su bastón imbuido. Pero por suerte no fue necesario. Eléanör logró salir a lomos de un caballo y aunque acabó en el suelo mientras el animal de tiro se alejaba de allí al galope había logrado hacerlo sin sufrir más daño que un poco de suciedad por encima. -Lo hubiera hecho de saber que tenías un modo tan extraño de colaborar con la iluminación del lugar.- Respondió la sacerdotisa al intento de la joven de demostrar que se encontraba bien, siguiendo su pequeña broma con evidente alivio por que estuviera sana y salva mientras Eoghan la levantaba del suelo e incluso retiraba la nieve de su vestido de forma paternal, demostrando una vez más lo mucho que se preocupaba por la pelirroja...Y por el gancho que había ido a buscar.
-No me gusta la idea de alejarnos tanto de la casa...La niña está allí sola y el caballo ni siquiera está ensillado ni seguramente entrenado para algo así.- Fueron sus palabras ante la propuesta de ir tras el caballo huído, aunque estaba totalmente de acuerdo con no permanecer allí, donde tanto llamaban la atención y tan fácil se les vería con el intenso fuego a sus espaldas. Además lo más probable es que el equino no tuviera muchas ganas de permanecer cerca del troll, era un animal fuerte, de tiro y carga, pero no un caballo de batalla, uno de esos costaba mucho dinero y sus dueños no los ponían a tirar de un arado. -A este paso no va a quedar nada de la granja que salvar...- Comentó mientras se alejaban del establo en llamas dando las gracias porque el fuego no pudiera saltar entre edificios al estos bastante separados entre sí. Aunque lo cierto es que el calor y la iluminación de aquellas estructuras no les venían nada mal a pesar de todo, siempre que no se quedaran donde estaban. De hecho ambos fuegos, unidos con las bolas de luz que ella misma había creado permitían una visión relativamente clara de la zona a pesar de las fuertes rachas de viento helado y la nieve que no dejaba de caer.
-¿Crées que esa cadena podría sujetar los pies del troll, al menos un momento?.- Preguntó a continuación mientras una idea tomaba forma en su cabeza al ver la línea de árboles en el linde de la granja. -Es muy fuerte y resistente pero el destello lo ha cegado y es más bien lento...Si sus ojos son débiles solo necesitamos poder alcanzarlos. Quizá podamos llevarlo a una trampa y hacerlo caer, con esta nieve ocultar una cadena en el suelo es sencillo.- Y con un poco de suerte hasta la naturaleza les brindaría las armas que necesitaban si podían afilar algunas ramas hasta convertirlas en afiladas estacas bien situadas.
-¿Dónde están el chico y su madre?- Preguntó la peliblanca al humano elevando la voz aprovechando el momento de respiro mientras Eléanör se dirigía a otra pequeña estructura para animales cercana, donde quizá encontrara lo que necesitaban o cualquier otra cosa de utilidad si tenían suerte. Era una pregunta que había temido hacer pues no los había mencionado ni había rastro alguno de ellos, pero aún así una que necesitaba formular. ¿Qué esperanza había para ellos si se habían cruzado en el camino de semejante criatura?. Especialmente cuando la sangre fresca en la boca del ser no ayudaba a alimentar las esperanzas de la sacerdotisa.
No obstante el pequeño momento de respiro no duró mucho más. A unos metros de allí los movimientos y ruidos producidos por el troll de montaña comenzaban a disminuir, avisándoles de que no permanecería cegado y dolorido mucho tiempo más y su tiempo para prepararse y actuar tocaba a su fin. Pero aunque eso era grave y motivo de nerviosismo y tensión, otro peligro en forma de llamas reclamó la atención de la elfa al ver como el pequeño establo al que había accedido su hermana comenzaba a arder igual que el primero con las lenguas fuego devorando a un ritmo vertiginoso cuanto encontraban a su paso casi con anhelo. Inmediatamente la peliblanca se dirigió hacia allí en busca de la pelirroja, buscando un punto de acceso al interior que la permitiera aunque fuera saber si su compañera seguía dentro, si podía salir de algún modo o si estaba impedida o atrapada. Pudo verla moviéndose en el interior pero aunque trató de hacerse oír y de acercarse no lo logró, e incluso tuvo que apartarse cuando un trozo de madera del techo se desprendió envuelto en llamas y fue a acabar en la nieve a escasos centímetros de ella donde las llamas se extinguieron.
-Maldita sea...-Murmuró para sí misma concentrando su maná, dispuesta a ayudar a su hermana aunque para ello tuviera que arrancar una de las paredes con su bastón imbuido. Pero por suerte no fue necesario. Eléanör logró salir a lomos de un caballo y aunque acabó en el suelo mientras el animal de tiro se alejaba de allí al galope había logrado hacerlo sin sufrir más daño que un poco de suciedad por encima. -Lo hubiera hecho de saber que tenías un modo tan extraño de colaborar con la iluminación del lugar.- Respondió la sacerdotisa al intento de la joven de demostrar que se encontraba bien, siguiendo su pequeña broma con evidente alivio por que estuviera sana y salva mientras Eoghan la levantaba del suelo e incluso retiraba la nieve de su vestido de forma paternal, demostrando una vez más lo mucho que se preocupaba por la pelirroja...Y por el gancho que había ido a buscar.
-No me gusta la idea de alejarnos tanto de la casa...La niña está allí sola y el caballo ni siquiera está ensillado ni seguramente entrenado para algo así.- Fueron sus palabras ante la propuesta de ir tras el caballo huído, aunque estaba totalmente de acuerdo con no permanecer allí, donde tanto llamaban la atención y tan fácil se les vería con el intenso fuego a sus espaldas. Además lo más probable es que el equino no tuviera muchas ganas de permanecer cerca del troll, era un animal fuerte, de tiro y carga, pero no un caballo de batalla, uno de esos costaba mucho dinero y sus dueños no los ponían a tirar de un arado. -A este paso no va a quedar nada de la granja que salvar...- Comentó mientras se alejaban del establo en llamas dando las gracias porque el fuego no pudiera saltar entre edificios al estos bastante separados entre sí. Aunque lo cierto es que el calor y la iluminación de aquellas estructuras no les venían nada mal a pesar de todo, siempre que no se quedaran donde estaban. De hecho ambos fuegos, unidos con las bolas de luz que ella misma había creado permitían una visión relativamente clara de la zona a pesar de las fuertes rachas de viento helado y la nieve que no dejaba de caer.
-¿Crées que esa cadena podría sujetar los pies del troll, al menos un momento?.- Preguntó a continuación mientras una idea tomaba forma en su cabeza al ver la línea de árboles en el linde de la granja. -Es muy fuerte y resistente pero el destello lo ha cegado y es más bien lento...Si sus ojos son débiles solo necesitamos poder alcanzarlos. Quizá podamos llevarlo a una trampa y hacerlo caer, con esta nieve ocultar una cadena en el suelo es sencillo.- Y con un poco de suerte hasta la naturaleza les brindaría las armas que necesitaban si podían afilar algunas ramas hasta convertirlas en afiladas estacas bien situadas.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Dejó que Eoghan la ayudase a levantarse y a sacudirse la nieve y el polvo del vestido mientras aun temblaba y titilaba levemente, más tranquila al haber logrado salir del fuego para, seguidamente, agacharse a buscar el gancho que había sacado y que el guerrero le pedía apresuradamente.
Lo cierto es que la cabeza no le daba para más esa noche, había sido un día tan largo, tan horriblemente eterno, primero pensar que no llegaría a Lunargenta, luego llegar y encontrarse con un lio tal como una mujer a quien le habían secuestrado a su hija, el frío, llegar a una taberna donde no había habitación, un chico altisimo desesperado por ayuda, una chiquilla enferma, el monstruo y el incendio. Ciertamente era dificil para ella no tener la cabezza embotada y las lágrimas a poco de salir de sus ojos.
Revolviendo entre la nieve encontró el gancho y volvió a alzarse dandoselo al chico, para que hiciera lo que fuera que tuviera planeado hacer. No sabía si algo con cadenas tan maltrechas podría funcionar. Pero el plan de Níniel le parecía bastante lógico. Si lograban tumbarlo, tal vez podrían acabar con él desde arriba.
Su hermana tenía razón, no podían permitir que el fuego avanzase, no podían dejar que el fuego llegase a la granja, algo debían hacer para detener las llamas. Tenían, al menos, una ventaja, tanta nieve como había, si la tormenta aumentase de fuerza, posiblemente llegaría acubrir de nieve los establos antes de que las llamas lograran avivarse. Miró del monstruo a la casa, y viceversa, intentando decidirse. Contra él ser que los atemorizaba poco podía hacer, pero tal vez si podía ser de ayuda para apagar las llamas.
-Ah.. yo... yo buscaré a la mujer y al chico, luego intentaré ver que hacer con el fuego.- dijo apretando el cuello de su capa.- No sirvo de mucho para luchar, carezco de fuerza y aun no soy muy poderosa, pero puedo buscar a los demás mientras vosotros defendéis el terreno.
Dicho eso, salió corriendo hacia los arbustos, iluminando el terreno con el tenue brillo de su piel por el miedo que aun sentía e intentaba mantener controlado, en busca de las dos personas perdidas, esperando poder encontrarlas y apagar las llamas antes de que el jotún se sintiera atraido por la enorme luz que desprendía la fogata.
Lo cierto es que la cabeza no le daba para más esa noche, había sido un día tan largo, tan horriblemente eterno, primero pensar que no llegaría a Lunargenta, luego llegar y encontrarse con un lio tal como una mujer a quien le habían secuestrado a su hija, el frío, llegar a una taberna donde no había habitación, un chico altisimo desesperado por ayuda, una chiquilla enferma, el monstruo y el incendio. Ciertamente era dificil para ella no tener la cabezza embotada y las lágrimas a poco de salir de sus ojos.
Revolviendo entre la nieve encontró el gancho y volvió a alzarse dandoselo al chico, para que hiciera lo que fuera que tuviera planeado hacer. No sabía si algo con cadenas tan maltrechas podría funcionar. Pero el plan de Níniel le parecía bastante lógico. Si lograban tumbarlo, tal vez podrían acabar con él desde arriba.
Su hermana tenía razón, no podían permitir que el fuego avanzase, no podían dejar que el fuego llegase a la granja, algo debían hacer para detener las llamas. Tenían, al menos, una ventaja, tanta nieve como había, si la tormenta aumentase de fuerza, posiblemente llegaría acubrir de nieve los establos antes de que las llamas lograran avivarse. Miró del monstruo a la casa, y viceversa, intentando decidirse. Contra él ser que los atemorizaba poco podía hacer, pero tal vez si podía ser de ayuda para apagar las llamas.
-Ah.. yo... yo buscaré a la mujer y al chico, luego intentaré ver que hacer con el fuego.- dijo apretando el cuello de su capa.- No sirvo de mucho para luchar, carezco de fuerza y aun no soy muy poderosa, pero puedo buscar a los demás mientras vosotros defendéis el terreno.
Dicho eso, salió corriendo hacia los arbustos, iluminando el terreno con el tenue brillo de su piel por el miedo que aun sentía e intentaba mantener controlado, en busca de las dos personas perdidas, esperando poder encontrarlas y apagar las llamas antes de que el jotún se sintiera atraido por la enorme luz que desprendía la fogata.
Eléanör Gàlathiël
Experto
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
-¡El muchacho fue a avisar a la guardia de que había un jotün rondando y causando estragos! ¡No debería tardar mucho más en llegar, al menos intentemos resistir! -Exclamó para hacerse oír por encima de la ventisca dado los rugidos furiosos del frío invernal que estaban sufriendo en aquel momento. Miró entonces a Ely. La pobre estaba cansada, se notaba. No había tenido ni un minuto de descanso desde que había llegado a la ciudad, y eso le iba a pasar factura si entablaba combate con ellos.
-Ten cuidado. -Esas fueron las palabras de Eoghan una vez tomó el gancho y Eléanör se ofreció a buscar a la madre y al muchacho, aunque éste ya debería haber llegado al menos a la puerta. Eoghan enganchó el extremo de pico metálico a la cadena y tras asegurarse de que ambos quedaban bien fijos con un chasquido metálico, asintió a Níniel.
-Es una de las posibilidades. La cadena puede aguantar bien el tirón o el resbalón de un jotün si lo atraemos con cuidado. Entre la nieve y la ventisca no creo que se de cuenta. -Dijo a la peliblanca mientras miraba cómo la sombra aun confundida del jotun se movía errática aquí y allá, buscando las fuentes de luz y consecuentemente a sus presas. Eoghan miró a la elfa. -¿Cómo de fuerte te ves para enganchar esto a dos árboles mientras yo lo traigo?
O también podía funcionar al revés, pero su forma de pensar no le permitía poner en peligro a otra persona. Era mucho menos arriesgado preparar la trampa que actuar de cebo. Además, él era relativamente rápido, y estaba acostumbrado al terreno dificultoso, ¿por qué iba a tener problemas para escapar del troll? Era grande, era lento, y ahora mismo estaba confundido. Y además no solo eso, si no que siendo tan grande, Eoghan esperaba no tener muchos problemas para localizarle, incluso en aquella oscuridad. Ahora bien, tendría que llamar la atención del monstruo. Quizás con algo arrojadizo...
Miró alrededor, frunciendo el ceño. Si tuviera unas jabalinas, no tendría problema, pero aquel tipo de arma era rara de haber entre campesinos, más aun si no hacían caza con lanza para matar jabalíes, o algo por el estilo. No, en aquella zona el arco y la ballesta debían de ser probablemente dos denominadores comunes de la caza. Gruñó.
Tendría que arrojar la lanza para llamar su atención... Lo que le daba miedo, era fallar y quedarse sin arma, sin distracción y lo peor de todo, tener que acercarse y arriesgarse a que el troll le masticase miserablemente y terminase con su senda en aquel momento. Era valiente, pero no era estúpido. Tendría que apañárselas de alguna manera, pero por el momento, se levantó y tomó una antorcha de su petate. La empañó en aceite y se acercó a un madero en llamas, prendiendo la antorcha en llamas.
Con aquella fuente de luz seguro que llamaba más la atención. Intentaría dar un poco de tiempo, al menos para que tuvieran tiempo de preparar la improvisada trampa, aunque ahora que lo pensaba, ¿sería posible que con su peso el troll acabase sepultado bajo los árboles si caía entre ellos? Sería cuanto menos, curioso de ver.
-Ten cuidado. -Esas fueron las palabras de Eoghan una vez tomó el gancho y Eléanör se ofreció a buscar a la madre y al muchacho, aunque éste ya debería haber llegado al menos a la puerta. Eoghan enganchó el extremo de pico metálico a la cadena y tras asegurarse de que ambos quedaban bien fijos con un chasquido metálico, asintió a Níniel.
-Es una de las posibilidades. La cadena puede aguantar bien el tirón o el resbalón de un jotün si lo atraemos con cuidado. Entre la nieve y la ventisca no creo que se de cuenta. -Dijo a la peliblanca mientras miraba cómo la sombra aun confundida del jotun se movía errática aquí y allá, buscando las fuentes de luz y consecuentemente a sus presas. Eoghan miró a la elfa. -¿Cómo de fuerte te ves para enganchar esto a dos árboles mientras yo lo traigo?
O también podía funcionar al revés, pero su forma de pensar no le permitía poner en peligro a otra persona. Era mucho menos arriesgado preparar la trampa que actuar de cebo. Además, él era relativamente rápido, y estaba acostumbrado al terreno dificultoso, ¿por qué iba a tener problemas para escapar del troll? Era grande, era lento, y ahora mismo estaba confundido. Y además no solo eso, si no que siendo tan grande, Eoghan esperaba no tener muchos problemas para localizarle, incluso en aquella oscuridad. Ahora bien, tendría que llamar la atención del monstruo. Quizás con algo arrojadizo...
Miró alrededor, frunciendo el ceño. Si tuviera unas jabalinas, no tendría problema, pero aquel tipo de arma era rara de haber entre campesinos, más aun si no hacían caza con lanza para matar jabalíes, o algo por el estilo. No, en aquella zona el arco y la ballesta debían de ser probablemente dos denominadores comunes de la caza. Gruñó.
Tendría que arrojar la lanza para llamar su atención... Lo que le daba miedo, era fallar y quedarse sin arma, sin distracción y lo peor de todo, tener que acercarse y arriesgarse a que el troll le masticase miserablemente y terminase con su senda en aquel momento. Era valiente, pero no era estúpido. Tendría que apañárselas de alguna manera, pero por el momento, se levantó y tomó una antorcha de su petate. La empañó en aceite y se acercó a un madero en llamas, prendiendo la antorcha en llamas.
Con aquella fuente de luz seguro que llamaba más la atención. Intentaría dar un poco de tiempo, al menos para que tuvieran tiempo de preparar la improvisada trampa, aunque ahora que lo pensaba, ¿sería posible que con su peso el troll acabase sepultado bajo los árboles si caía entre ellos? Sería cuanto menos, curioso de ver.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Níniel no pudo evitar cierta mueca irónica ante la pregunta que Eoghan formuló con respecto a su fuerza una vez que se quedaron solos cuando la joven pelirroja salió corriendo en busca de Jasker en dirección a la ciudad, dejándolos a cargo de la defensa del lugar, o en su defecto de la distracción de aquella mole hasta que llegara ayuda. No sabía si el humano estaba intentando hacer alguna broma o si por el contrario desconocía realmente si la peliblanca escondía bajo sus ropas de abrigo un cuerpo forjado por duros entrenamientos y combates a pesar de por su aspecto ya debería suponer de sobra que como ocurría con su hermana, una fuerza notable no estaba entre sus virtudes.
-La fuerza no es uno de mis fuertes, valga la redundancia, pero si estás decidido a hacer de señuelo, creo que puedo suplir esa carencia con maña.- Respondió tendiéndole una mano para tomar aquellos eslabones de metal, notando inmediatamente que pesaban más de lo que parecían por cómo las había manejado el guerrero. -Las colocaré entre esos dos árboles de allí, dame todo el tiempo que puedas.- Continuó diciendo mientras señalaba con la cabeza en la dirección en la que prepararía la trampa para acto seguido iniciar un corto ruego en voz baja a sus dioses en élfico y bendecir tanto a Eoghan como a ella misma con su magia, de tal modo que ambos contarían con un notable incremento en su destreza que estaba claro iban a necesitar. El guerrero para no acabar sirviendo de cena al troll y ella para preparar la trampa con la máxima celeridad. -Ten cuidado, no dejes que te pise...Ni te coma...Ni...Bueno ya me entiendes-.
Se separaron y rápidamente la peliblanca alcanzó la primera línea de árboles dejando caer las cadenas a sus pies, calculando la altura de aquel troll así como la distancia entre sus pies y sus rodillas. Rodeó uno de los árboles con el metal y se dirigió hasta el segundo donde usó el gancho como cierre para ajustar la cadena entre ambos gruesos troncos con firmeza, asegurándose de que permanecían a la altura deseada. Subirlos más los colocaría en una posición donde no cumplirían su propósito pero dejarlos demasiado abajo o dejar que resbalasen hasta el suelo sería aún peor. A parte de eso, aquel par de árboles eran gruesos y de fuertes raíces, aguantarían el tirón, esperaba que Eoghan estuviera en lo cierto y la cadena también lo hiciese.
El proceso le llevó algo más de lo deseado por el peso de las cadenas pero se las apañó y una vez satisfecha con ese punto comenzó a preparar la segunda parte de la trampa. Usando madera del lugar comenzó a afilar unas improvisadas estacas con su daga. El resultado fue tosco y seguramente digno de las risas de más de un soldado, pero lo hizo lo mejor posible a pesar de que era la primera vez que hacía algo como aquello y prácticamente se guiaba por lo que había leído en libros o había visto hacer a otros mucho más duchos que ella a la hora de diseñar y preparar trampas o de trabajar la madera. El resultado fueron dos pares de pequeñas estacas; Las primeras allí donde la peliblanca calculó que el troll de la montaña apoyaría su mano, de hacerlo, para evitar caer de bruces al suelo. y las otras dos, las que mejor parecían haber quedado y las que más fuertes y peligrosas parecían, a la altura donde pensaba que la criatura golpearía con la cabeza contra el suelo. El peso de la criatura haría el resto del trabajo...O no.
Una vez preparada la trampa la peliblanca comenzó a usar la nieve amontonada para ocultarla en la medida de lo posible con la nieve acumulada por el lugar. Usando el resto del tiempo que Eoghan pudiera conseguir en aquel empeño sin permitirse ni un instante de descanso. Si aquello no funcionaba...Bueno, más valía que Eléanör y la ayuda de la ciudad no tardaran mucho en aparecer porque...Tendrían a un gigante muy pero que muy enfadado.
-La fuerza no es uno de mis fuertes, valga la redundancia, pero si estás decidido a hacer de señuelo, creo que puedo suplir esa carencia con maña.- Respondió tendiéndole una mano para tomar aquellos eslabones de metal, notando inmediatamente que pesaban más de lo que parecían por cómo las había manejado el guerrero. -Las colocaré entre esos dos árboles de allí, dame todo el tiempo que puedas.- Continuó diciendo mientras señalaba con la cabeza en la dirección en la que prepararía la trampa para acto seguido iniciar un corto ruego en voz baja a sus dioses en élfico y bendecir tanto a Eoghan como a ella misma con su magia, de tal modo que ambos contarían con un notable incremento en su destreza que estaba claro iban a necesitar. El guerrero para no acabar sirviendo de cena al troll y ella para preparar la trampa con la máxima celeridad. -Ten cuidado, no dejes que te pise...Ni te coma...Ni...Bueno ya me entiendes-.
Se separaron y rápidamente la peliblanca alcanzó la primera línea de árboles dejando caer las cadenas a sus pies, calculando la altura de aquel troll así como la distancia entre sus pies y sus rodillas. Rodeó uno de los árboles con el metal y se dirigió hasta el segundo donde usó el gancho como cierre para ajustar la cadena entre ambos gruesos troncos con firmeza, asegurándose de que permanecían a la altura deseada. Subirlos más los colocaría en una posición donde no cumplirían su propósito pero dejarlos demasiado abajo o dejar que resbalasen hasta el suelo sería aún peor. A parte de eso, aquel par de árboles eran gruesos y de fuertes raíces, aguantarían el tirón, esperaba que Eoghan estuviera en lo cierto y la cadena también lo hiciese.
El proceso le llevó algo más de lo deseado por el peso de las cadenas pero se las apañó y una vez satisfecha con ese punto comenzó a preparar la segunda parte de la trampa. Usando madera del lugar comenzó a afilar unas improvisadas estacas con su daga. El resultado fue tosco y seguramente digno de las risas de más de un soldado, pero lo hizo lo mejor posible a pesar de que era la primera vez que hacía algo como aquello y prácticamente se guiaba por lo que había leído en libros o había visto hacer a otros mucho más duchos que ella a la hora de diseñar y preparar trampas o de trabajar la madera. El resultado fueron dos pares de pequeñas estacas; Las primeras allí donde la peliblanca calculó que el troll de la montaña apoyaría su mano, de hacerlo, para evitar caer de bruces al suelo. y las otras dos, las que mejor parecían haber quedado y las que más fuertes y peligrosas parecían, a la altura donde pensaba que la criatura golpearía con la cabeza contra el suelo. El peso de la criatura haría el resto del trabajo...O no.
Una vez preparada la trampa la peliblanca comenzó a usar la nieve amontonada para ocultarla en la medida de lo posible con la nieve acumulada por el lugar. Usando el resto del tiempo que Eoghan pudiera conseguir en aquel empeño sin permitirse ni un instante de descanso. Si aquello no funcionaba...Bueno, más valía que Eléanör y la ayuda de la ciudad no tardaran mucho en aparecer porque...Tendrían a un gigante muy pero que muy enfadado.
- Spoiler:
- Ely: Al llegar a la ciudad te encuentras con que Jasker no ha sido capaz de convencer a los guardias, ocupados en el asunto de la puerta congelada, de ir a ayudar...Creen que la historia es mentira ya que esa clase de criaturas nunca van tan al sur. Te toca convencerles.
Eoghan: Cuanto más distraigas al Jotum (Me gusta ese nombre), más tiempo le das a Nín a preparar la trampa y más posibilidades de éxito habrá, pero claro, con un mayor riesgo para ti.
En principio esta ronda debería ser la última y en mi siguiente post concluir el tema, aunque si se alarga tampoco habría problema.
Níniel Thenidiel
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Salió corriendo sin esperar a penas una contestación, sintió dejarlos solos, pero estaba claro que necesitaban ayuda, ayuda urgente, si no querían acabar aplastados por un muñeco de nieve gigante y violento. El frío se colaba por entre los rescoldos de su capa, que volaba con el viento y su carrera.
Tras unos quince minutos de carrera, se dio cuenta de que poco o nada iba a lograr, por mucho que corría, y aunque ya había conseguido perder de vista a Níniel y a Eoghan, que debían estar pasándolo bastante mal contra el monstruo. Se detuvo un momento, sintiendo que le quemaba la garganta y los pulmones. Pudo escuchar un relincho descontrolado. El caballo del incendio había acabado allí perdido.
Eléanör corrió hasta el corcel y agarró sus crines, tirando de ellas, para que el animal se calmase y bajase las patas. Cuando lo logró, sin soltarlas, comenzó a acariciarle el hocico, logrando calmarlo. Suspiró más animada, pensando que, si podía ir a caballo, todo sería más rápido y podría alcanzar a los guardias y encontrar a madre e hijo.
Subió al animal, y, enrollando las crines en sus manos, azuzó al caballo para que acelerase. Comenzó a ver pasar los árboles y las granjas a gran velocidad, hasta que, por fin, vislumbró las puertas de la ciudad. Aun entre abiertas. Los guardias parecían seguir peleando con los mecanismos. Y el joven que les había suplicado por ayuda en la posada parecía pelear con ellos, intentando convencerlos.
A medida que se acercaba escuchó las palabras del chico. Advirtiendo de la presencia del Jotún mientras los guardias casi se reían de él. No creían que un ser del norte pudiera encontrarse en el sur de Aerandir, donde las temperaturas eran usualmente cálidas. Lógico, ni siquiera ella terminaba de de creérselo.
Se acercó apresuradamente, y detuvo el caballo a las puertas, mientras detenía la conversación de los presentes, que la miraron extrañados, mientras ella, con aspecto asustado y desesperado, intentaba pensar algún modo de atraer a los guardas con ella. Sin bajar de su montura, intentó recuperar el aliento, perdido por las prisas, los nervios y el frío. Al tiempo que miraba de cabo a rabo a los presentes, aun preguntándose qué decir, cuando, al mirar sus manos, con hollín, lo supo.
- Fuego, hay dos incendios inmensos en unos graneros, los temblores de hace un rato han tirado lamparas de aceite y todo ha empezado a quemarse, miren- Pidió señalando el lugar desde que se alzaba humo y unas luces rojizas demostraban la veracidad de sus palabras.- Por favor, necesitamos ayuda, hay gente en peligro, mis amigos...- Pidió con ojos llorosos, intentando controlar al caballo, dejando la frase inconclusa, pensando que se entendía tal cual.
- Tranquilícese señorita, vamos con usted.- contestó un guardia mientras instaba a dos de sus hombres a ir con él, tras comprobar que, efectivamente, el humo y las luces no cesaban.
- Vamos, tenemos que volver con tu hermana y mis amigos.¿Sabes dónde está tu madre?- dijo al chico señalándole que subiera al caballo tras ella al tiempo que preguntaba sobre el paradero de la mujer, sobre el que no recibió respuesta.
Pocas cosas se le daban bien a la elfa en lo que ejercicio se refería, pero montar a caballo, al menos, sin silla, era una de las pocas que podía presumir de hacer como nadie. Cuando el muchacho estuvo tras ella, y los soldados listos golpeó con los talones al caballo y sintió el tirón del chico en su cintura mientras se ponían en marcha. Unos minutos, dos, puede que tres, no necesitaban más, y llegarían junto a Eoghan y Níniel.
Tras unos quince minutos de carrera, se dio cuenta de que poco o nada iba a lograr, por mucho que corría, y aunque ya había conseguido perder de vista a Níniel y a Eoghan, que debían estar pasándolo bastante mal contra el monstruo. Se detuvo un momento, sintiendo que le quemaba la garganta y los pulmones. Pudo escuchar un relincho descontrolado. El caballo del incendio había acabado allí perdido.
Eléanör corrió hasta el corcel y agarró sus crines, tirando de ellas, para que el animal se calmase y bajase las patas. Cuando lo logró, sin soltarlas, comenzó a acariciarle el hocico, logrando calmarlo. Suspiró más animada, pensando que, si podía ir a caballo, todo sería más rápido y podría alcanzar a los guardias y encontrar a madre e hijo.
Subió al animal, y, enrollando las crines en sus manos, azuzó al caballo para que acelerase. Comenzó a ver pasar los árboles y las granjas a gran velocidad, hasta que, por fin, vislumbró las puertas de la ciudad. Aun entre abiertas. Los guardias parecían seguir peleando con los mecanismos. Y el joven que les había suplicado por ayuda en la posada parecía pelear con ellos, intentando convencerlos.
A medida que se acercaba escuchó las palabras del chico. Advirtiendo de la presencia del Jotún mientras los guardias casi se reían de él. No creían que un ser del norte pudiera encontrarse en el sur de Aerandir, donde las temperaturas eran usualmente cálidas. Lógico, ni siquiera ella terminaba de de creérselo.
Se acercó apresuradamente, y detuvo el caballo a las puertas, mientras detenía la conversación de los presentes, que la miraron extrañados, mientras ella, con aspecto asustado y desesperado, intentaba pensar algún modo de atraer a los guardas con ella. Sin bajar de su montura, intentó recuperar el aliento, perdido por las prisas, los nervios y el frío. Al tiempo que miraba de cabo a rabo a los presentes, aun preguntándose qué decir, cuando, al mirar sus manos, con hollín, lo supo.
- Fuego, hay dos incendios inmensos en unos graneros, los temblores de hace un rato han tirado lamparas de aceite y todo ha empezado a quemarse, miren- Pidió señalando el lugar desde que se alzaba humo y unas luces rojizas demostraban la veracidad de sus palabras.- Por favor, necesitamos ayuda, hay gente en peligro, mis amigos...- Pidió con ojos llorosos, intentando controlar al caballo, dejando la frase inconclusa, pensando que se entendía tal cual.
- Tranquilícese señorita, vamos con usted.- contestó un guardia mientras instaba a dos de sus hombres a ir con él, tras comprobar que, efectivamente, el humo y las luces no cesaban.
- Vamos, tenemos que volver con tu hermana y mis amigos.¿Sabes dónde está tu madre?- dijo al chico señalándole que subiera al caballo tras ella al tiempo que preguntaba sobre el paradero de la mujer, sobre el que no recibió respuesta.
Pocas cosas se le daban bien a la elfa en lo que ejercicio se refería, pero montar a caballo, al menos, sin silla, era una de las pocas que podía presumir de hacer como nadie. Cuando el muchacho estuvo tras ella, y los soldados listos golpeó con los talones al caballo y sintió el tirón del chico en su cintura mientras se ponían en marcha. Unos minutos, dos, puede que tres, no necesitaban más, y llegarían junto a Eoghan y Níniel.
Eléanör Gàlathiël
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Eoghan miró a Níniel cuando le dirigió aquella mirada lacónica.
-Entiendes perfectamente lo que quiero decir. -Suspiró mientras se dirigía a por la criatura a pasos rápidos, o mejor dicho, casi corriendo entre la nieve con la lanza pegada al antebrazo y la antorcha en alto. -¡Y no te preocupes, he pasado por demasiadas historias como para que me coma un puñetero Jotün!
Se acercó al jotun que ya estaba cerniéndose sobre el establo como un mono confuso, rascándose la cabeza. Eoghan enarboló la lanza y la arrojó al aire. La cazó con el brazo en alto y flexionó las piernas, dando cuatro largos pasos, solo para arrojarla contra el troll. La lanza silbó entre la ventisca, pues afortunadamente el brazo del rubio era particularmente fuerte incluso entre los humanos, y el arma se clavó en el cuello de la criatura. El jotün rugió por el dolor, pero lejos de estar malherido, pues no era una zona carnosa,se revolvió y tomó la lanza, partiéndola con su enorme zarpa.
Eoghan gruñó audiblemente. Se había quedado sin arma defensiva. Ya se compraría otra, vale, pero esa lanza llevaba con él un montón de tiempo y le daba hasta pena, eso por no hablar de que le daba más pena todavía tener que pagarse una lanza más o tener que fabricarse otra. Y eso le repateaba muchísimo, pero no le quedaba otra. Se dejó de tonterías, pues vio cómo el troll empezaba a cargar hacia él. ¡Era más rápido de lo que había previsto! Eoghan observó la colosal figura cerniéndose sobre él, luego tirándose de cabeza sobre la nieve con al antorcha en alto. Pasó entre las piernas del troll, y aprovechando un traspié de éste, le asestó un golpe con la antorcha. Los jotün odiaban el fuego, ¿no? Pues eso, intentaría cabrearle todo lo que pudiera.
El jotun rugió de nuevo cuando notó la antorcha quemándole la pierna, y dio un golpe con el talón. Eoghan recibió el impacto en el hombro y salió volando un metro, impactando sobre la nieve fresca. Tosió un par de veces y movió el hombro para comprobar que no estaba dislocado. El troll se giró e intentó aplastarlo con el pie, pero Eoghan rodó sobre sí mismo y se puso en pie aprovechando un desnivel de la ladera. Tomó una rama de árbol gruesa para tomar impulso y echó a correr lejos de las casas, siendo perseguido por los erráticos pasos del troll mientras daba tiempo a la joven sacerdotisa a preparar su trampa. Esperaba que aquello fuera suficiente para matarlo, o al menos para ralentizarle y darle tiempo suficiente para clavarle la espada en alguna zona particularmente sensible y poco protegida como los ojos, pero... ¿Y si la trapa ni siquiera funcionaba? Tendría que confiar en las dotes de Ely para que ella se hiciera cargo...
Cayó en la cuenta de que seguía teniendo la antorcha, pero estaba apagada. Gruñó una vez más y tiró una piedra al troll, acertándole en la cabezota de chorlito que tenía. No le hizo daño, pero eh, eso lo enfadó. Ahora entendía aquella fábula del pastorcillo y el gigante.
La diferencia es que el pastorcillo tuvo una potra de mil demonios porque el gigante no tenía varias capas de piel por encima del cráneo.
-Entiendes perfectamente lo que quiero decir. -Suspiró mientras se dirigía a por la criatura a pasos rápidos, o mejor dicho, casi corriendo entre la nieve con la lanza pegada al antebrazo y la antorcha en alto. -¡Y no te preocupes, he pasado por demasiadas historias como para que me coma un puñetero Jotün!
Se acercó al jotun que ya estaba cerniéndose sobre el establo como un mono confuso, rascándose la cabeza. Eoghan enarboló la lanza y la arrojó al aire. La cazó con el brazo en alto y flexionó las piernas, dando cuatro largos pasos, solo para arrojarla contra el troll. La lanza silbó entre la ventisca, pues afortunadamente el brazo del rubio era particularmente fuerte incluso entre los humanos, y el arma se clavó en el cuello de la criatura. El jotün rugió por el dolor, pero lejos de estar malherido, pues no era una zona carnosa,se revolvió y tomó la lanza, partiéndola con su enorme zarpa.
Eoghan gruñó audiblemente. Se había quedado sin arma defensiva. Ya se compraría otra, vale, pero esa lanza llevaba con él un montón de tiempo y le daba hasta pena, eso por no hablar de que le daba más pena todavía tener que pagarse una lanza más o tener que fabricarse otra. Y eso le repateaba muchísimo, pero no le quedaba otra. Se dejó de tonterías, pues vio cómo el troll empezaba a cargar hacia él. ¡Era más rápido de lo que había previsto! Eoghan observó la colosal figura cerniéndose sobre él, luego tirándose de cabeza sobre la nieve con al antorcha en alto. Pasó entre las piernas del troll, y aprovechando un traspié de éste, le asestó un golpe con la antorcha. Los jotün odiaban el fuego, ¿no? Pues eso, intentaría cabrearle todo lo que pudiera.
El jotun rugió de nuevo cuando notó la antorcha quemándole la pierna, y dio un golpe con el talón. Eoghan recibió el impacto en el hombro y salió volando un metro, impactando sobre la nieve fresca. Tosió un par de veces y movió el hombro para comprobar que no estaba dislocado. El troll se giró e intentó aplastarlo con el pie, pero Eoghan rodó sobre sí mismo y se puso en pie aprovechando un desnivel de la ladera. Tomó una rama de árbol gruesa para tomar impulso y echó a correr lejos de las casas, siendo perseguido por los erráticos pasos del troll mientras daba tiempo a la joven sacerdotisa a preparar su trampa. Esperaba que aquello fuera suficiente para matarlo, o al menos para ralentizarle y darle tiempo suficiente para clavarle la espada en alguna zona particularmente sensible y poco protegida como los ojos, pero... ¿Y si la trapa ni siquiera funcionaba? Tendría que confiar en las dotes de Ely para que ella se hiciera cargo...
Cayó en la cuenta de que seguía teniendo la antorcha, pero estaba apagada. Gruñó una vez más y tiró una piedra al troll, acertándole en la cabezota de chorlito que tenía. No le hizo daño, pero eh, eso lo enfadó. Ahora entendía aquella fábula del pastorcillo y el gigante.
La diferencia es que el pastorcillo tuvo una potra de mil demonios porque el gigante no tenía varias capas de piel por encima del cráneo.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Centrada como estaba en su tarea de preparar la trampa y ocultarla entre la nieve, Níniel apenas tuvo tiempo de levantar la cabeza para tratar de ver cómo le iba a Eoghan. De todos modos incluso de haberlo hecho el viento y la nieve no le hubiesen permitido ver mucho más que los principales focos del incendio en los establos por lo que hubiese sido un gesto inútil. A pesar de ello sí que llegaban hasta ella algunos de los rugidos de la enorme mole a la que se estaba enfrentando y aunque lo hacían de modo tenue y mezclados con el fuerte viento estaba claro que eran sonidos cada vez más altos y furiosos que indicaban, al menos en teoría, que el guerrero seguía en pié y haciendo su trabajo de manera más que eficaz, y que al menos por el momento podía continuar sin preocuparse, más de lo que ya estaba pues distraer a un troll no era ninguna tontería, sobre el estado del voluntario y valiente señuelo.
Al final, jadeante por el esfuerzo aunque satisfecha por el resultado de su trabajo pues había logrado ocultar las cadenas de tal modo que al menos a sus ojos resultaba difícil de distinguir del entorno, se echó unos pasos para atrás y comenzó a crear una fuente de luz en el extremo superior de su bastón comenzando a hacer intermitentes señales luminosas para avisar a su compañero de que todo estaba ya preparado para que condujera a aquella cosa hacia la trampa, y de paso para que supiera donde estaba dicha trampa por si acaso había perdido la orientación durante su enfrentamiento.
Extrañamente, la espera hasta que aquella cosa llegara hasta allí fue peor aún que las prisas y los nervios por preparar la trampa a tiempo. Parada entre los árboles como estaba, muy quieta para evitar echarlo todo a perder, el frió del que había podido olvidarse durante las frenéticas carreras y actividades anteriores volvió a hacer presa en ella y ni siquiera su gruesa capa pudo evitar que su cuerpo comenzara a tiritar y sus dientes a castañetear por mucho que se arrebujara y que buscara que los árboles cercanos la protegieran de lo peor de las heladas ráfagas de viento. Con razón los manuales de supervivencia en el norte hacían constante referencia a mantenerse siempre en movimiento, claro que no decían nada sobre qué hacer en caso de que mantenerse en movimiento te convirtiera en la comida de un gigante con muy mala leche. Al frió había que sumar la intranquilidad que causaba en la sacerdotisa que todo dependiera de unas cadenas gruesas pero herrumbrosas que quizá no aguantaran y dispuestas en una tosca trampa, la cual a cada segundo que pasaba tenía la tentación volver para mejorar, aunque fuera alisando un poco cierta zona de la montaña de nieve para que se camuflara mejor, como si aquello fuera a hacer la diferencia entre el éxito o el fracaso. Por supuesto la sensatez la mantuvo oculta aunque las dudas la reconcomían. Sí, sin duda esperar sin hacer nada era lo peor.
¿Habría logrado Eléanör dar con Jasker y regresar con ayuda?. Ojalá que lo hubiera conseguido porque si todo lo demás fallaba, si no contaban con esa ayuda estaban más que muertos. Podrían intentar tomar a la hermana pequeña del joven estibador y huír a la ciudad pero...En su estado algo así posiblemente resultaría letal para la niña en su estado, incluso aunque Eoghan pudiera cargar con ella y al mismo tiempo dejar atrás al Jotum lo cual se antojaba una difícil tarea incluso para alguien tan fuerte como el humano.
Al final, jadeante por el esfuerzo aunque satisfecha por el resultado de su trabajo pues había logrado ocultar las cadenas de tal modo que al menos a sus ojos resultaba difícil de distinguir del entorno, se echó unos pasos para atrás y comenzó a crear una fuente de luz en el extremo superior de su bastón comenzando a hacer intermitentes señales luminosas para avisar a su compañero de que todo estaba ya preparado para que condujera a aquella cosa hacia la trampa, y de paso para que supiera donde estaba dicha trampa por si acaso había perdido la orientación durante su enfrentamiento.
Extrañamente, la espera hasta que aquella cosa llegara hasta allí fue peor aún que las prisas y los nervios por preparar la trampa a tiempo. Parada entre los árboles como estaba, muy quieta para evitar echarlo todo a perder, el frió del que había podido olvidarse durante las frenéticas carreras y actividades anteriores volvió a hacer presa en ella y ni siquiera su gruesa capa pudo evitar que su cuerpo comenzara a tiritar y sus dientes a castañetear por mucho que se arrebujara y que buscara que los árboles cercanos la protegieran de lo peor de las heladas ráfagas de viento. Con razón los manuales de supervivencia en el norte hacían constante referencia a mantenerse siempre en movimiento, claro que no decían nada sobre qué hacer en caso de que mantenerse en movimiento te convirtiera en la comida de un gigante con muy mala leche. Al frió había que sumar la intranquilidad que causaba en la sacerdotisa que todo dependiera de unas cadenas gruesas pero herrumbrosas que quizá no aguantaran y dispuestas en una tosca trampa, la cual a cada segundo que pasaba tenía la tentación volver para mejorar, aunque fuera alisando un poco cierta zona de la montaña de nieve para que se camuflara mejor, como si aquello fuera a hacer la diferencia entre el éxito o el fracaso. Por supuesto la sensatez la mantuvo oculta aunque las dudas la reconcomían. Sí, sin duda esperar sin hacer nada era lo peor.
¿Habría logrado Eléanör dar con Jasker y regresar con ayuda?. Ojalá que lo hubiera conseguido porque si todo lo demás fallaba, si no contaban con esa ayuda estaban más que muertos. Podrían intentar tomar a la hermana pequeña del joven estibador y huír a la ciudad pero...En su estado algo así posiblemente resultaría letal para la niña en su estado, incluso aunque Eoghan pudiera cargar con ella y al mismo tiempo dejar atrás al Jotum lo cual se antojaba una difícil tarea incluso para alguien tan fuerte como el humano.
- Spoiler:
- Valep, lamento lo corto del post pero, poco más podía hacer a parte de morirme de frío y dudas. Para la siguiente ronda Eoghan posteará primero para resolver el asunto de la trampa como se le antoje.A raíz de ello Eléanör hará su post que, debería ser el último si todo va bien. Como nota para Eléanör. La madre del chico se quedó refugiada cerca de la casa grande de los señores de aquellas tierras.
Níniel Thenidiel
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
El troll al recibir la pedrada cargó contra el joven rubio, que abrió muchísimo los ojos al ver la mole que se le iba a tirar encima así de golpe y porrazo. Desenvainó la espada rota confiando en que le serviría de...
... ¿De qué demonios le iba a servir contra aquella criatura con un pelaje tan duro que parecía que si le clavaba aquello se iba a resbalar como si estuviera intentando rascar una armadura de placas de aceroscuro o algo por el estilo? Bueno, al menos para...
... No tenía tiempo. ¡Estaba casi encima! La criatura saltó y Eoghan observó cómo se disponía a caer en plancha sobre él. Rodó sobre sí mismo, sintiendo el crujido de las rocas del camino, la nieve y algunas ramas cerca de él, además de un tremendo temblor por el peso de aquel enorme jotün. La criatura gruñó, empezando a levantarse, ¡era su oportunidad!
Saltó sobre la espalda del jotün y se agarró al pelaje, empezando a clavar la espada, aunque se escuchaban golpes secos al intentar atravesar el pelaje. La criatura rugió llegado un momento dado y empezó a revolverse, tambaleándose con Eoghan subido a su nuca, que finalmente logró encontrar una zona carnosa. Se agarró con todas sus fuerzas al pelaje blanco de la criatuar, mientras éste intentaba alcanzarle en vano, pues con los vaivenes el propio Eoghan se ponía fuera del alcance del troll, eso mientras le acuchillaba el cuello. La hoja de la espada tenía algo de sangre, pero la herida distaba de ser mortal, solo molesta.
-¡Níniel, no sé si habrás terminado, pero yo aquí poco más podré hacer! -Exclamó el guerrero mientras era movido de lado a lado e intentando ser alcanzado por el troll. Finalmente,su agarre que en un principio era firme, le traicionó por un calambre provocado por el frío, y se escurrió de la espalda de la criatura, sus manos doliéndole horrores por el clima helado y el esfuerzo que tenía que hacer para mantenerse sujeto a la espalda de la criatura. Al resbalarse, la criatura le dio un manotazo que le hizo salir volando. Eoghan gruñó por el dolor del manotazo... Bueno, hasta que acabó rodando sobre el suelo tras chocarse contra un árbol pasada la trampa. Se escuchó un doloroso "Crack" en el hombro del joven, que aulló dolorido. Probablemente se acababa de romper el hombro o la clavícula, no sabía qué le preocupaba más. El troll rugió de nuevo y cargó contra la presa herida, que ahora mismo intentaba levantarse con el brazo sano como podía.
Eoghan no tuvo muy claro si fue suerte, o si fueron los dioses que le sonreían en aquel momento, pero al salir volando, también había pasado por encima de la trampa. Ahora confiaba en que su buena fortuna siguiera en marcha y que la trampa acabase por asesinar al enfurecido troll, porque él ya no podría ofrecer mucho más desafío a aquel rival colosal.
... ¿De qué demonios le iba a servir contra aquella criatura con un pelaje tan duro que parecía que si le clavaba aquello se iba a resbalar como si estuviera intentando rascar una armadura de placas de aceroscuro o algo por el estilo? Bueno, al menos para...
... No tenía tiempo. ¡Estaba casi encima! La criatura saltó y Eoghan observó cómo se disponía a caer en plancha sobre él. Rodó sobre sí mismo, sintiendo el crujido de las rocas del camino, la nieve y algunas ramas cerca de él, además de un tremendo temblor por el peso de aquel enorme jotün. La criatura gruñó, empezando a levantarse, ¡era su oportunidad!
Saltó sobre la espalda del jotün y se agarró al pelaje, empezando a clavar la espada, aunque se escuchaban golpes secos al intentar atravesar el pelaje. La criatura rugió llegado un momento dado y empezó a revolverse, tambaleándose con Eoghan subido a su nuca, que finalmente logró encontrar una zona carnosa. Se agarró con todas sus fuerzas al pelaje blanco de la criatuar, mientras éste intentaba alcanzarle en vano, pues con los vaivenes el propio Eoghan se ponía fuera del alcance del troll, eso mientras le acuchillaba el cuello. La hoja de la espada tenía algo de sangre, pero la herida distaba de ser mortal, solo molesta.
-¡Níniel, no sé si habrás terminado, pero yo aquí poco más podré hacer! -Exclamó el guerrero mientras era movido de lado a lado e intentando ser alcanzado por el troll. Finalmente,su agarre que en un principio era firme, le traicionó por un calambre provocado por el frío, y se escurrió de la espalda de la criatura, sus manos doliéndole horrores por el clima helado y el esfuerzo que tenía que hacer para mantenerse sujeto a la espalda de la criatura. Al resbalarse, la criatura le dio un manotazo que le hizo salir volando. Eoghan gruñó por el dolor del manotazo... Bueno, hasta que acabó rodando sobre el suelo tras chocarse contra un árbol pasada la trampa. Se escuchó un doloroso "Crack" en el hombro del joven, que aulló dolorido. Probablemente se acababa de romper el hombro o la clavícula, no sabía qué le preocupaba más. El troll rugió de nuevo y cargó contra la presa herida, que ahora mismo intentaba levantarse con el brazo sano como podía.
Eoghan no tuvo muy claro si fue suerte, o si fueron los dioses que le sonreían en aquel momento, pero al salir volando, también había pasado por encima de la trampa. Ahora confiaba en que su buena fortuna siguiera en marcha y que la trampa acabase por asesinar al enfurecido troll, porque él ya no podría ofrecer mucho más desafío a aquel rival colosal.
Eoghan Lothannor
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Avanzaban con prisa por la llanura helada, el caballo de tiro sin montura parecía soportar bien el peso recientemente añadido, los guardias a sus espaldas, corrían con uniformes pesados siguiendo las pisadas del corcel y la dirección de las llamas. El frío golpeaba sus mejillas y la fuerza con la que el chico la agarraba de la cintura, luchando por no caer, le hacía daño. Eléanör aguantaba como podía, sabiendo que Eoghan y Níniel necesitaban con urgencia su llegada.
Mientras avanzaban, una voz entre los árboles la hizo detenerse, cerca de la finca más grande de la contornada, la propietaria, probablemente, de las granjas pequeñas de al rededor, escuchó la voz de una mujer rezar a los dioses. Frenó al caballo y, desde su grupa, miró en busca de esa voz en oración. Tardo un poco en localizarla, únicamente con la luz de la luna y las llamas, sobretodo por la fuerte nevada que empezaba a apagar el fuego y le dificultaba la vista.
- ¿Has oído eso?- Preguntó preocupada.
- Si, es mi madre.- Contestó el chico, bajando del caballo, seguro al oír la voz.
Eléanör lo siguió, mientras los guardias se adelantaban, en pos del incendio antes de perderlo de vista, esperando salvar algo o a alguien que realmente, no existían, lo que se encontrarían al llegar, en cambio, sería un inmenso bicho que podía romperles de un solo manotazo. Se acercó junto al chico a su madre, que únicamente murmuraba. El joven intentó hacerla reaccionar, pero parecía que tan solo pudiera rezar.
- Señora, su hija sigue en su casa, necesita a su madre.- murmuró Eléanör, en un intento de que la mujer reaccionara.
- Tus amigos te necesitan a ti.- comentó el chico- ve con ellos, yo me quedo aquí. Cuidad de mi hermana.- Eléanör dudó un momento, pero, tras un instante, se alzó y corrió hasta el caballo para subir y empezar la marcha nuevamente, con respiración agitada y calor.
Adelantó a un par de guardias a lomos del caballo y llegó con ellos siguiéndola de cerca, el incendio extinguiéndose, y la bestia más fiera que nunca, acababa de lanzar volando a Eoghan. Tragó saliva, dudando, algo asustada por acercarse, pero tenían que salir de allí, los tres. Los guardias, que se habían quedado estáticos un momento, empezaron a reaccionar, allí habían acabado ya su trabajo.
Atizó al caballo y este empezó a galopar en dirección al guerrero, deteniéndose a pocos metros de él. Eléanör bajó del caballo y se acercó corriendo. Miró al chico, parecía que le dolía el hombro, lo observó, estaba inflado y un feo bulto sobresalía. Sin esperar, sabiendo que tenían prisa, rompió la camisa del chico, haciendo que se desprendiera la manga. Le indico que tomase aire y que mordiera la tela, que acababa de romper.
- Te va a doler.- susurró con voz tranquila, advirtiéndole.- Se te ha salido el hombro, he de recolocártelo.- explicó mientras situaba las manos una en el bulto, otra, en el pecho del chico.- 1... 2...- e hizo fuerza para colocárselo en el sitio. Arrancó tela de su propio vestido, lo bastante grande como para poder cubrir el hombro, e hizo un vendaje improvisado por encima de la ropa. - Cuando tengamos tiempo intentaré hacerlo mejor.- prometió intentando alzarlo mientras los guardias se encargaban de la bestia. - Vamos, podemos usar el caballo, ya lo devolveremos.- dijo con ojos grandes, sintiéndose culpable, pero tan preocupada que poco le importaba.- ¿Esta... está bien la niña?- Preguntó a la sacerdotisa cuando llegaron junto a ella, preocupada por la niña.
*****************************
Off: Uso de habilidad pasiva, medicina.
Mientras avanzaban, una voz entre los árboles la hizo detenerse, cerca de la finca más grande de la contornada, la propietaria, probablemente, de las granjas pequeñas de al rededor, escuchó la voz de una mujer rezar a los dioses. Frenó al caballo y, desde su grupa, miró en busca de esa voz en oración. Tardo un poco en localizarla, únicamente con la luz de la luna y las llamas, sobretodo por la fuerte nevada que empezaba a apagar el fuego y le dificultaba la vista.
- ¿Has oído eso?- Preguntó preocupada.
- Si, es mi madre.- Contestó el chico, bajando del caballo, seguro al oír la voz.
Eléanör lo siguió, mientras los guardias se adelantaban, en pos del incendio antes de perderlo de vista, esperando salvar algo o a alguien que realmente, no existían, lo que se encontrarían al llegar, en cambio, sería un inmenso bicho que podía romperles de un solo manotazo. Se acercó junto al chico a su madre, que únicamente murmuraba. El joven intentó hacerla reaccionar, pero parecía que tan solo pudiera rezar.
- Señora, su hija sigue en su casa, necesita a su madre.- murmuró Eléanör, en un intento de que la mujer reaccionara.
- Tus amigos te necesitan a ti.- comentó el chico- ve con ellos, yo me quedo aquí. Cuidad de mi hermana.- Eléanör dudó un momento, pero, tras un instante, se alzó y corrió hasta el caballo para subir y empezar la marcha nuevamente, con respiración agitada y calor.
Adelantó a un par de guardias a lomos del caballo y llegó con ellos siguiéndola de cerca, el incendio extinguiéndose, y la bestia más fiera que nunca, acababa de lanzar volando a Eoghan. Tragó saliva, dudando, algo asustada por acercarse, pero tenían que salir de allí, los tres. Los guardias, que se habían quedado estáticos un momento, empezaron a reaccionar, allí habían acabado ya su trabajo.
Atizó al caballo y este empezó a galopar en dirección al guerrero, deteniéndose a pocos metros de él. Eléanör bajó del caballo y se acercó corriendo. Miró al chico, parecía que le dolía el hombro, lo observó, estaba inflado y un feo bulto sobresalía. Sin esperar, sabiendo que tenían prisa, rompió la camisa del chico, haciendo que se desprendiera la manga. Le indico que tomase aire y que mordiera la tela, que acababa de romper.
- Te va a doler.- susurró con voz tranquila, advirtiéndole.- Se te ha salido el hombro, he de recolocártelo.- explicó mientras situaba las manos una en el bulto, otra, en el pecho del chico.- 1... 2...- e hizo fuerza para colocárselo en el sitio. Arrancó tela de su propio vestido, lo bastante grande como para poder cubrir el hombro, e hizo un vendaje improvisado por encima de la ropa. - Cuando tengamos tiempo intentaré hacerlo mejor.- prometió intentando alzarlo mientras los guardias se encargaban de la bestia. - Vamos, podemos usar el caballo, ya lo devolveremos.- dijo con ojos grandes, sintiéndose culpable, pero tan preocupada que poco le importaba.- ¿Esta... está bien la niña?- Preguntó a la sacerdotisa cuando llegaron junto a ella, preocupada por la niña.
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Off: Uso de habilidad pasiva, medicina.
Eléanör Gàlathiël
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Re: La helada. Interpretativo. Libre (3/3). Continuación. [Cerrado]
Eoghan logró entretener a la criatura tiempo más que suficiente y a su llegada a aquel punto en el que la trampa se encontraba ya dispuesta entre los dos árboles con el tronco más grueso de la zona. No obstante en el último momento, su último y desesperado intento por estorbar a aquella enorme mole de fuerza bruta y mala uva a punto estuvo de salir muy pero que muy mal cuando acabó saliendo despedido de la espalda de tan terrible enemigo a la cual se había aferrado. Solo la ayuda de los dioses pudo causar que de todas las direcciones posibles donde el corto vuelo del guerrero podría haber aterrizado lo hiciera justo pasando por entre aquellos dos árboles, por encima de la cadena y a cierta distancia de las estacas del suelo que bien podrían haberle matado o como poco haberle causado unas heridas mucho peores que un hombro dislocado. También debió de ser la gracia divina la que hizo que la joven elfa pelirroja llegara justo en esos momentos para atender al humano y que Níniel tuviera el tiempo justo para advertirla de la trampa y que su hermana no corriera la funesta suerte que Eoghan había evitado por los pelos. En ese momento el troll de las montañas emitió un poderoso rugido y se lanzó contra el pequeño humano que tantos problemas le había causado aquella noche que tan bien había comenzado con comida en abundancia, contra la elfa que casi le había dejado ciego y contra una segunda elfa peliblanca que si bien no le había hecho nada se veía tierna y sabrosa, ignorando a los enlatados que se acercaban por detrás, al menos por el momento, pues sus memorias le decían que el estómago le dolía cuando comía a esos tipos metálicos rellenos de carne.
El coloso dio un par de apresuradas zancadas hacia ellos, abriendo la boca para mostrar sus enormes dientes acostumbrados incluso a machacar las más duras rocas y extendiendo sus manos para agarrar en el primer intento al menos a dos de sus presas, aquellas indefensas al encontrarse una herida y la otra atendiendo a la primera, estaba a punto de alcanzarlos cuando la gruesa cadena oculta entre la nieve se tensó y los árboles emitieron un crujido de protesta ante el potente tirón que debían soportar. Níniel se mordió el labio inferior por la tensión notando como aquel segundo vital se alargaba a su parecer, retrasando el desenlace de aquella inesperada aventura durante la helada. Entonces pudo ver como el gigante perdía el equilibrio por culpa de su propio empuje, como su cuerpo se inclinaba hacia delante en un ángulo cada vez más imposible de corregir y como en un intento por no caer de bruces la mole apoyaba la mano casi en el lugar donde había calculado la joven sacerdotisa que lo haría.
Tal y como había pensado la peliblanca, aquellas burdas estacas preparadas con prisa no hicieron gran cosa, pero se clavaron lo suficiente en la palma de la enorme mano de aquella cosa como para hacerle perder el punto de apoyo al intentar retirar su extremidad ante aquel ataque punzante oculto entre la nieve. Entonces el resto del cuerpo cayó pesadamente a escasa distancia del grupo y el segundo grupo de estacas hizo su trabajo clavándose a la altura del cuello del enemigo y causándole las primeras heridas serias que habían podido hacerle durante toda aquella imprevista complicación durante su invernal salida médica. Por primera vez aquella cosa grito de auténtica agonía mientras su sangre, la cual manaba abundantemente teñía toda la nieve cercana. La guardia, que hasta ese momento había mantenido cierta distancia decidió intervenir en ese momento y con sus lanzas se lanzaron contra el jotum dispuestos a rematarlo aprovechando la ocasión entre gritos furiosos, no obstante, mientras el grupo se alejaba de allí, la criatura aún se resistió durante unos instantes más, tratando de evitar que su sangre saliera de su cuerpo y lanzando manotazos cada vez más débiles a aquellos que lo rodeaban y lo aguijoneaban con sus palos con punta. No tardaría en morir, seguramente lamentando el momento en el que decidió salir de su hogar en el norte para descender a las fértiles tierras del sur. En realidad debería haber lamentado el momento en el que se interpuso entre dos sacerdotisas y sus pacientes.
-Cuando salí estaba bien y la casa de la familia está a salvo, Eoghan se las ha apañado de maravilla para mantener a esa cosa allí donde no pudiera causar más daños y destrozos, los dioses han querido que en tu camino te encontraras con un buen hombre. No muchos se hubieran arriesgado tanto por unos desconocidos. No obstante deberíamos ir hacia allí para comprobarlo y para echar un vistazo al hombro de Eoghan en un lugar algo más a cubierto.- Respondió a su hermana ayudándola a cargar con su amigo hasta la montura. Enseguida llegaron de vuelta a la casa de aquella humilde familia donde ya les esperaba Jasker que aún no había tenido tiempo ni para retirarse la nieve del pelo. Cerca de la chimenea dormitaba su madre que parecía haber llegado finalmente al límite de su resistencia tras velar a su hija durante su enfermedad y luego tras tratar de salvarse del troll. En el piso de arriba la pequeña continuaba durmiendo tranquilamente ajena a todo lo que había ocurrido cerca de su pequeña casa.
Jasker no tuvo inconveniente en dejarles quedarse allí hasta que lo peor de la noche hubiese pasado ya. También se pasaron por allí los guardias para pedir que les contaran todo cuanto había pasado y para asegurarles que habían matado a la criatura.Jasker compartió con ellos lo poco que pudo ofrecerles, aunque al menos para aquellos que comieran carne hubo caballo en el menú. Podía resultar bastante chocante pero ya que el troll había matado uno un campesino como Jasker y su familia no iban a desaprovechar su carne. Níniel por su parte se conformó con una sopa caliente.
-La grasa de troll, su piel así como partes de su cuerpo alcanzan un elevado precio en muchos mercados alquímicos como por ejemplo el de Lunargenta. -Comentó la peliblanca a los demás una vez todos estuvieron acomodados como buenamente pudieron y dando gracias por tener un techo sobre sus cabezas y no tener que regresar a Lunargenta agotados y heridos como estaban cada vez que el aullido del viento helado se dejaba escuchar fuera. -Técnicamente esa cosa está muerta en vuestra casa...Creo que os pertenece. Seguro que podéis sacar suficientes monedas como para no tener que preocuparos por el frío el resto del invierno...Ni el siguiente. Yo puedo ayudaros a venderlo al mejor precio y dónde hacerlo.- Jasker asintió asombrado ante la revelación de que quizá al final todo aquello tuviera algo positivo aunque se mostró reticente a seguir recibiendo ayuda a cambio de nada.
-Bueno, si insistes puedo usar parte de la grasa, haré pociones de resistencia al frío y a la magia con ellas bastante potentes y muy útiles. Con eso cualquier deuda que creas que tienes conmigo te aseguro que estará totalmente zanjada. Como digo son ingredientes muy poco comunes.-Y además poder trabajar con algo así iba a ser muy interesante y divertido, con semejante tamaño y tras haberse alimentado de los animales del sur aquel troll debía tener grasa para un buen número de preparados e investigaciones...Níniel iba a estar ocupada una buena temporada.
El coloso dio un par de apresuradas zancadas hacia ellos, abriendo la boca para mostrar sus enormes dientes acostumbrados incluso a machacar las más duras rocas y extendiendo sus manos para agarrar en el primer intento al menos a dos de sus presas, aquellas indefensas al encontrarse una herida y la otra atendiendo a la primera, estaba a punto de alcanzarlos cuando la gruesa cadena oculta entre la nieve se tensó y los árboles emitieron un crujido de protesta ante el potente tirón que debían soportar. Níniel se mordió el labio inferior por la tensión notando como aquel segundo vital se alargaba a su parecer, retrasando el desenlace de aquella inesperada aventura durante la helada. Entonces pudo ver como el gigante perdía el equilibrio por culpa de su propio empuje, como su cuerpo se inclinaba hacia delante en un ángulo cada vez más imposible de corregir y como en un intento por no caer de bruces la mole apoyaba la mano casi en el lugar donde había calculado la joven sacerdotisa que lo haría.
Tal y como había pensado la peliblanca, aquellas burdas estacas preparadas con prisa no hicieron gran cosa, pero se clavaron lo suficiente en la palma de la enorme mano de aquella cosa como para hacerle perder el punto de apoyo al intentar retirar su extremidad ante aquel ataque punzante oculto entre la nieve. Entonces el resto del cuerpo cayó pesadamente a escasa distancia del grupo y el segundo grupo de estacas hizo su trabajo clavándose a la altura del cuello del enemigo y causándole las primeras heridas serias que habían podido hacerle durante toda aquella imprevista complicación durante su invernal salida médica. Por primera vez aquella cosa grito de auténtica agonía mientras su sangre, la cual manaba abundantemente teñía toda la nieve cercana. La guardia, que hasta ese momento había mantenido cierta distancia decidió intervenir en ese momento y con sus lanzas se lanzaron contra el jotum dispuestos a rematarlo aprovechando la ocasión entre gritos furiosos, no obstante, mientras el grupo se alejaba de allí, la criatura aún se resistió durante unos instantes más, tratando de evitar que su sangre saliera de su cuerpo y lanzando manotazos cada vez más débiles a aquellos que lo rodeaban y lo aguijoneaban con sus palos con punta. No tardaría en morir, seguramente lamentando el momento en el que decidió salir de su hogar en el norte para descender a las fértiles tierras del sur. En realidad debería haber lamentado el momento en el que se interpuso entre dos sacerdotisas y sus pacientes.
-Cuando salí estaba bien y la casa de la familia está a salvo, Eoghan se las ha apañado de maravilla para mantener a esa cosa allí donde no pudiera causar más daños y destrozos, los dioses han querido que en tu camino te encontraras con un buen hombre. No muchos se hubieran arriesgado tanto por unos desconocidos. No obstante deberíamos ir hacia allí para comprobarlo y para echar un vistazo al hombro de Eoghan en un lugar algo más a cubierto.- Respondió a su hermana ayudándola a cargar con su amigo hasta la montura. Enseguida llegaron de vuelta a la casa de aquella humilde familia donde ya les esperaba Jasker que aún no había tenido tiempo ni para retirarse la nieve del pelo. Cerca de la chimenea dormitaba su madre que parecía haber llegado finalmente al límite de su resistencia tras velar a su hija durante su enfermedad y luego tras tratar de salvarse del troll. En el piso de arriba la pequeña continuaba durmiendo tranquilamente ajena a todo lo que había ocurrido cerca de su pequeña casa.
Jasker no tuvo inconveniente en dejarles quedarse allí hasta que lo peor de la noche hubiese pasado ya. También se pasaron por allí los guardias para pedir que les contaran todo cuanto había pasado y para asegurarles que habían matado a la criatura.Jasker compartió con ellos lo poco que pudo ofrecerles, aunque al menos para aquellos que comieran carne hubo caballo en el menú. Podía resultar bastante chocante pero ya que el troll había matado uno un campesino como Jasker y su familia no iban a desaprovechar su carne. Níniel por su parte se conformó con una sopa caliente.
-La grasa de troll, su piel así como partes de su cuerpo alcanzan un elevado precio en muchos mercados alquímicos como por ejemplo el de Lunargenta. -Comentó la peliblanca a los demás una vez todos estuvieron acomodados como buenamente pudieron y dando gracias por tener un techo sobre sus cabezas y no tener que regresar a Lunargenta agotados y heridos como estaban cada vez que el aullido del viento helado se dejaba escuchar fuera. -Técnicamente esa cosa está muerta en vuestra casa...Creo que os pertenece. Seguro que podéis sacar suficientes monedas como para no tener que preocuparos por el frío el resto del invierno...Ni el siguiente. Yo puedo ayudaros a venderlo al mejor precio y dónde hacerlo.- Jasker asintió asombrado ante la revelación de que quizá al final todo aquello tuviera algo positivo aunque se mostró reticente a seguir recibiendo ayuda a cambio de nada.
-Bueno, si insistes puedo usar parte de la grasa, haré pociones de resistencia al frío y a la magia con ellas bastante potentes y muy útiles. Con eso cualquier deuda que creas que tienes conmigo te aseguro que estará totalmente zanjada. Como digo son ingredientes muy poco comunes.-Y además poder trabajar con algo así iba a ser muy interesante y divertido, con semejante tamaño y tras haberse alimentado de los animales del sur aquel troll debía tener grasa para un buen número de preparados e investigaciones...Níniel iba a estar ocupada una buena temporada.
Subrayado uso de Alquimia.
Níniel Thenidiel
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