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Mensaje  Vincent Calhoun Lun 28 Mar - 20:20

Las historias nunca acaban como uno se imagina. O al menos eso pasa en la mayoría de las veces de las historias que no son una novela. En la literatura muchas veces era fácil encontrar el punto en común de una historia, conocer el estilo del autor y poder suponer el final, sin embargo, en la vida real todo era distinto. Casi nada podía presuponerse, y mucho menos acabar volviendo a casa con más equipaje del esperado.

Si una niña se podía considerar equipaje. Era difícil de explicar como un tipo como él, un brujo mercenario, había acabando siendo el padre de una pequeña que no tendría mucho más de ocho o nueve años, pero así era. Suponía que el resumen de una niña secuestrada desde pequeña por un culto vampírico, torturada para minar su moral, y rescatada en última instancia por él sería suficiente para explicar cómo se había convertido en padre de la noche a la mañana.
Vincent padre. Nadie se lo iba a creer. Nadie que lo conociera muy bien, aunque viendo el panorama de esa noche no podía negar que entendía muy bien el por qué.

- ¿Dónde se ha metido esta niña? - preguntó más para sí mismo que para su acompañante.

- En eso ha salido al padre-, comentó, intentando quitar hierro al asunto la morena.

- Muy graciosa madre. Pero ahora no es el momento. Tengo que encontrar a Allyson-, dijo nervioso.

- No te preocupes. La encontraremos. No debe haber ido muy lejos-, respondió Yenn, agarrándolo por el hombro.

El rubio se estaba despidiendo de Níniel en la loma cercana a la ciudad, cuando al despedirse de ella notó que faltaba alguien. Su nueva hija adoptiva. Era imposible que hubiera bajado hasta la ciudad, pues hacia allá miraba cuando la elfa dividió su camino del suyo. No obstante bajó hasta allí para comprobar que estaba en lo cierto, pues la guardia de la puerta de entrada a Lunargenta no había visto ninguna niña, solo a una elfa en lo que llevaban esperando.

Ya era mala suerte que en la noche donde sabía que sentiría pesar por separarse de la dama de los bosques, perdiera a la niña que prometió proteger. De todos modos su madre tenía razón, no debía de haberse alejado mucho, solo seguiría a algún animal del bosque por su espíritu inquieto tan característico.

Vincent suspiró con resignación. Tenía razón hasta en lo que había salido al padre, pues él aprovechaba cada vez que podía, para perderse cerca del bosque cercano a la residencia familiar cuando era un niño. Si hubiera sabido en aquellos instantes lo que sentirían sus padres al no encontrarlo por casa nunca lo hubiera hecho. Tener esta vivencia desde el otro lado del prisma lo hacía sentir extraño. Suponía que se estaba haciendo viejo, y que el paso de la vida había caminado lentamente pero inexorable. Sin detenerse un instante. Al menos podía decir que si podía hacerlo, era que había sobrevivido a todos los enemigos que se había encontrado a lo largo de esa vida.

- ¡Allyson! - gritó a la espesura de la noche. - Ya está bien de jugar por hoy. Tenemos que irnos a casa-, siguió vociferando esperando respuesta de la niña.

Tenía esa sensación que le venía cuando había problemas. Esa sensación que le decía que sería una noche larga, sin embargo, normalmente esos problemas solían ser unos bandidos o alguna misión. Un combate en definitiva. Nunca pensó que llegaría a tener esas sensaciones en la noche por buscar a una niña en el bosque. El brujo no podía dejar de pensar que iba a tener que acostumbrarse a su nueva vida.


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Mensaje  Elen Calhoun Mar 29 Mar - 23:17

Para cuando la bruja levantó la vista de sus libros, el sol ya comenzaba a ocultarse tras el horizonte, dando al bosque aquel hermoso toque anaranjado tan propio del atardecer, que pronto desaparecería para dar paso a la noche. Elen había decidido apartarse del bullicio de Lunargenta aquel día, y por ello se encontraba en las afueras, cómodamente sentada contra el tronco de un árbol y acompañada únicamente por Fenrir, ya que el camino de regreso a la ciudad era corto y podía cubrirlo a pie. - Va siendo hora de volver, ¿no crees? - preguntó a su peludo compañero, que levantó la cabeza en respuesta y emitió un corto ladrido. - Me tomaré eso como un sí. - musitó la hechicera esbozando una leve sonrisa, al tiempo que cerraba el tomo que tenía entre manos y se levantaba.

Sin embargo, la joven no se dio prisa en regresar a Lunargenta, por una vez había podido disfrutar de un día de tranquilidad lejos de los problemas que parecían perseguirla a todas partes, así que se tomaría el trayecto de vuelta como un paseo. Fenrir iba a su lado, deteniéndose de vez en cuando para olisquear el aire, pero en cuanto la oscuridad se cernió sobre ellos, el perro prefirió seguir caminando sin apartarse de su dueña, atento a cualquier posible amenaza que se pudiese estar escondiendo entre la vegetación. Con solo ver su comportamiento quedaba claro que el animal se había visto envuelto en algún que otro incidente, relacionados sobre todo con asaltantes de caminos y bandidos de poca monta, criminales que por desgracia solían abundar en las zonas boscosas.

Elen en cambio iba tranquila, un par de esferas de energía flotaban por delante de ella para alumbrar el camino, de modo que ningún desnivel u obstáculo la tomara por sorpresa, a lo que había que sumar la notable mejoría que había desarrollado en cuanto a sus poderes, hecho que la hacía sentir muy segura a pesar de que la oscuridad se hubiese adueñado del cielo. Así pues, la tensai continuó andando a un ritmo calmado, hasta que su peludo amigo se detuvo repentinamente, gruñendo y estirando las orejas, como si acabase de escuchar algo que la bruja se había perdido.

- ¿Pasa algo? - preguntó en un susurro, que fue contestado con una rápida mirada y un corto ladrido. Fenrir echó a correr por entre la vegetación, obligando a la maga a dejar de lado la ruta que llevaba a Lunargenta, para seguir al can a toda prisa, manipulando la electricidad de las esferas para que la intensidad de su brillo disminuyese. Con ello esperaba poder acercarse a lo que hubiese captado su compañero sin ser detectada, o al menos intentarlo, ya que la mala suerte parecía estar empeñada en perseguirla todavía.

De repente comenzó a escuchar unas voces, de al menos tres personas diferentes, dos hombres y una niña, que sollozaba y pedía encarecidamente que le devolviesen algo llamado señor guau guau, cosa que no hacía sino provocar las risas de quienes se encontraban con ella. - Lo siento niña, has entrado en nuestro territorio y te toca pagar peaje. - dijo uno de ellos, un individuo menudo y desgreñado, ataviado con ropajes demasiado elaborados para un simple viajero, lo que hacía pensar que podían ser robados. - ¿Cuánto crees que nos darán por el muñeco? - preguntó el delgado, dirigiéndose a su compinche, un tipo robusto que probablemente tenía más músculos que cerebro.

- No valdrá la pena llevarlo a la ciudad, pero podría divertirme viendo la cara que se le queda a esta cría cuando lo haga pedazos. - respondió el fortachón, sonriendo maliciosamente y mostrando con ello una deformada dentadura. - ¿Es que nunca se acaban los imbéciles? - pensó la bruja, que por fin se encontraba lo suficientemente cerca del lugar como para ver a los presentes. Fenrir se mantenía justo al borde de los arbustos, con el cuerpo tenso y listo para saltar en cuanto su dueña le diese la señal o la pequeña se viese en peligro, cosa que tarde o temprano terminaría pasando.

La niña parecía horrorizada ante las palabras de aquel desgraciado, pero ¿qué podía hacer al respecto? Muy poco de momento, solo mirar como el idiota con que había tenido la mala suerte de toparse destrozaba su juguete, pero Elen no permitiría tal cosa. Con un simple gesto de su mano, envió a Fenrir a que se acercase de frente, saliendo justo desde detrás de la pequeña para llamar la atención de los ladrones, de modo que ella pudiese abordarlos por la espalda. El perro saltó desde los arbustos y se situó junto a la niña, ladrando agresivamente a ambos extraños, que se sobresaltaron al verlo.

- ¡Calla estúpido! - exclamó el más fuerte, mientras su compañero retrocedía levemente para poner algo de distancia extra entre su persona y el animal. Aprovechando la distracción, la de ojos verdes se acercó por detrás al menudo y le soltó una descarga en el centro de la espalda, para luego dirigir una potente patada a una de sus corvas y conseguir que cayese hacia delante, estampándose de morros contra el suelo. - Bien, ¿me lo das por las buenas o por las malas? - dijo con tono firme, desviando la vista hacia el fortachón, que se quedó mirándola dubitativo.
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Mensaje  Dahlia Lockhart Miér 30 Mar - 2:50

El sonido de los grillos comenzó a sonar con tenuidad, y poco a poco lo que comenzó con un susurrado canto se empezó a convertir en la orquesta de que invadía la noche. Aquel era el mejor despertador que jamás tendría, pero seguía siendo eso, un despertador, y claramente a nadie le gusta que le despierten. Al final, cuando el sonido era tan grande que despertaría a un snorlax no pude evitar hacerme la remolona sobre la cama y hablar sola como si me refiriese a los grillos.

- Ay ya voy, ya voy ...
- Me puse en pie con dificultad mirando a la ventada y abriendo la cortina que separaba la luz exterior del interior de la casa. Una vez asomada no pude evitar sonreír al ver las hojas de los árboles y el césped bailar al son del viento- Buenas noches bosque....

No debía demorarme demasiado. La noche anterior no había logrado cazar nada por lo que estaba bastante hambrienta, o mejor dicho sedienta. Me puse un pantalón y una camisa ancha negra con un cinturón del mismo color y me apresuré a salir por la puerta en busca y captura de algún animal al que hincarle el diente.

Después de aproximadamente una hora me encontré con un lobo grande y negro (si, en mi vida todo es color negro) que vagaba por el bosque en busca de lo mismo que yo, una presa. Solo que el pobre no se imaginaba lo equivocado que se encontraba. Aquella noche la presa sería él, o al menos eso pensaba yo.

Justo antes de abalanzarme sobre aquel precioso animal y saciar la sed que me quemaba la garganta un sonido me detuvo. Era un llanto, el llanto de una niña pequeña. De hecho me quedé tan desconcertada que el lobo al escucharlo salió huyendo por patas y yo ni siquiera me molesté en perseguirlo. ¿Qué narices hacía una niña por esa zona? Pensé que posiblemente se habría extraviado ya que nos encontrábamos cerca de las afueras de la ciudad y esa información hizo que me preocupase por aquella frágil criatura que lloraba así que decidí ir en su busca siguiendo el sonido de sus lágrimas y llantos.

No fue difícil encontrarla, pero no me gustó nada lo que vi. Al parecer junto a ella se encontraban unos señores malos que habían decidido secuestrar a su amigo, el señor guau-guau que era ni más ni menos que un gracioso animalillo de peluche. La niña lloraba desconsolada y los hombres se encargaban de que esas lágrimas no cesasen a la vez que la amenazaban con que iban a hacer pedazos a aquel muñeco. Al ver la escena se me partía el corazón y decidí que tenía que actuar y hacer algo. Saqué mi Chakram con intención de lanzarlo y cortarles la cabeza, pero algo me detuvo a hacerlo.

"¿Estás loca? ¿Quieres dejar a la niña con un trauma de por vida al ver como degüellan a dos hombres delante de su cara?"


Mi cerebro tenía razón, pero tampoco podía dejar que aquellos hombres se saliesen con la suya y torturasen a aquella niña de aquel modo. Antes de poder decidir nada vi como un perro saltaba de entre los arbustos posándose cerca de la niña y ladrando a los maleantes con intención de protegerla. Al verlo me desorienté aún más sin entender. Entonces mientras los malditos mantenían su mirada fija al animal una joven de cabellos plateados y blanquecinos aparecía por detrás del más delgado y sin saber cómo hizo que este se estremeciera para luego darle una patada y hacerle caer al suelo mientras le amenazaba. Se giró mirando al fortachón pidiéndole que le devolviese el muñeco. Al principio este parecía que iba a obedecerla pero en vez de eso sacó una ballesta con intención de disparar de inmediato a la joven de ojos verdes. Al ver aquello y ser consciente de la presencia de la niña lancé el Chakram con precisión hacia la mano del hombre consiguiendo hacerle un corte lo suficientemente profundo como para que soltase el arma y no tuviese tiempo de disparar. Cuando el Chakram volvió a mí decidí salir de entre los árboles mientras miraba como ambos maleantes se estremecían de dolor en el suelo.

- Eh ¿No la has oído? ¡Te ha dicho que le des el muñeco!


Di un par de pasos en dirección a los hombres acercándome al más fuerte, que aún seguía cogiendo el muñeco con la mano buena, por lo que le di una patada consiguiendo que lo soltase. Me agaché recogiendo al señor guau-guau y tras limpiarlo un poco de tierra me acerqué a la niña que miraba la escena casi sin comprender y le sonreí devolviéndole aquel animalillo tan simpático.

- Aquí tienes bonita
- Miré al perro que la había estado defendiendo de los maleantes- Oye ¡Qué suerte tienes de tener un guardián tan bueno y eficaz! - sonreí y giré mi mirada hacia la primera salvadora de la noche- Aunque supongo que el perro es tuyo.

Me levanté y me dirigí a ella. Era mayor que yo, le echaba unos 20 años aproximadamente por lo que pensé que igual era la responsable de la niña. No sabía muy bien qué decirle, pues no se me ocurría nada, pero estaba claro que tampoco me podía callar e irme haciendo la croqueta como si nada hubiese pasado. Aproveché que estaba de espaldas a la niña para limpiar la sangre del Chakram mientras me acercaba a la joven.

- ¿Estás bien? Espero no haberte asustado
- Le sonreí con intención de ser amable - ¿Es tu hija? Supuse que estaba sola y perdida y no me lo pensé dos veces antes de actuar y tratar de ayudar.


Última edición por Dahlia Lockhart el Jue 31 Mar - 23:03, editado 1 vez
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Mensaje  Wyn Jue 31 Mar - 15:59

Elen, ¿llevas el huevo encima?

Deberías...

¿no se esta moviendo?
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Mensaje  Vincent Calhoun Jue 31 Mar - 23:46

La niña estaba muy asustada. Esos hombres le recordaban a los secuaces de su tío Centi, y como la golpeaban y maltrataban cada vez que le apetecía divertirse un poco. Para colmo esos idiotas tenían a su querido Señor Guau Guau. Lo pagarían caro en cuanto llegase su prisionero.

- ¡No, Malditos! ¡Devolvédmelo devolvédmelo! - gritó la pequeña desesperada, forcejeando con su captor.

Ya les había pedido varias veces a los hombres que le dieran al Señor Guau Guau para poder irse con su nuevo protector, pero cuando uno de ellos amenazó con destrozarlo, la rabia se agolpó en sus mejillas en forma de color sonrosado, no pudiendo evitar que les gritara aún más.

Pero un perro salió de los arbustos, confundiendo a todos los presentes en el pequeño claro, incluida la niña. ¿De dónde había venido ese animal? se preguntó extrañada, olvidado por unos instantes a los malhechores y al propio peluche. El can no tardó en ponerse agresivo con los hombres, por lo que sin duda era un buen perro como su Guau Guau.

El hombre que la sostenía por un brazo la soltó, y ambos hombres recularon con terror hacia el fiero animal, para diversión de Allyson. Era placentero ver a los tipos, que hacía un momento eran bravucones con ella, tener miedo. De todos modos no duró mucho, una chica peliblanca salió detrás de ellos, reduciendo a uno con facilidad para mayor diversión de la pequeña. Esa chica era fuerte, y usaba magia como ella, por lo que no pudo evitar pensar si sería así de poderosa cuando fuera mayor.

Uno los bandidos decidió que rendirse no era una opción válida, por lo que sacó una ballesta de mano. Ally pensó en usar uno de sus poderes contra él como había hecho la peliblanca, pero antes de que pudiera hacerlo una cuchilla hizo una herida lo suficientemente profunda como para que tuviera que soltar la ballesta.

Una mujer bella, de piel pálida y pelo cobrizo apareció, quitándole al hombre que sostenía el peluche de sus manos con un golpe de su pierna. Seguidamente lo recogió y se lo entregó a ella, que sintió una mezcla de felicidad por recuperar el peluche, y de admiración por las damas.

- ¡Sois geniales! - gritó a las mujeres al cabo de un rato, cuando su mente volvió a la realidad después de quedarse embelesada.

El malhechor que tenía le brazo herido hizo ademán de agarrar la ballesta con su otra mano, así que Ally hizo un golpe de viento que alejó el arma de sus manos. Los hombres, asombrados por tener que enfrentarse a dos chicas poderosas, un perro y una niña con poderes decidieron salir corriendo sin mirar atrás.

Allyson rió y se acercó a las damas corriendo igualmente, pero en dirección contraria a los hombres.

- Yo también soy fuerte-, sonrió. - No, no es mi madre. Yo viajo con mi prisionero. Un señor barbudo muy majo. Deberías conocerle. Es como vosotras, va ayudando a la gente allá donde va-. Puso el peluche delante suya para que las damas lo vieran bien. - El Señor Guau Guau os agradece que lo hayáis salvado.

A unos metros de ese claro, el prisionero subía una cuesta junto a la morena que llevaba desde las islas viajando con él.

- He escuchado ladridos aquí arriba. Espero que no la haya atacado ningún perro salvaje-, comentó el rubio.

- Si ocurriera eso, seguramente el perro ya nunca más podrá volver a ladrar. Esa niña sabe defenderse bastante bien-, contestó su madre.

Yenn tenía razón, pero sus palabras no terminaban de convencerle. Estaba preocupado por el estado de la pequeña, más al ver lo que ocurría en el claro cuando al fin alcanzó la loma era de lo más extraño.

- ¿Pero qué cojones? ¿Habéis montado una fiesta y no me habéis invitado? - preguntó a nadie en particular, aunque ver a su hermana allí no entraba en su mente.

Además, ¿de quién demonios era ese perro? ¿De la chica de pelo castaño con matices rojizos? No entendía nada. Mucho menos como había acabado Allyson con ellas.

- Tío Vincent-, dijo la niña corriendo hacia las piernas del brujo para abrazarse a ellas. - Ven te presentaré a unas amigas-, comentó tirando de su mano con la mano libre, mientras sostenía a su querido peluche en la otra.

El rubio miró hacia atrás un momento, buscando la mirada de su madre extrañado, a lo que esta le dedicó una sonrisa tapándose los labios con unos de sus brazos, apoyando el codo de este en el antebrazo del otro.

- El mundo es un pañuelo-, musitó para sí misma, entrando al claro detrás de su hijo azuzado por la pequeña.
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Mensaje  Elen Calhoun Sáb 2 Abr - 0:48

El ladrón que seguía en pie dudó durante unos segundos, para luego optar por sacar una ballesta y apuntar a la bruja, craso error. Elen podía echarse a un lado, y antes de que aquel desgraciado volviese a recargar el arma ella ya lo habría dejado frito, pero no fue necesario, pues un extraño aro metálico irrumpió en la escena, para dar justo en la mano del delincuente, desarmándolo. Entonces la dueña de tal objeto emergió de entre los árboles, exigiendo al fortachón que entregase el muñeco, aunque poco le costó arrebatárselo, tras asestarle una contundente patada. Sin embargo, aquel musculitos debía tener el cerebro del tamaño de un guisante, y no se le ocurrió otra cosa que intentar recuperar su ballesta, cosa que gracias a un golpe de viento de la niña no consiguió.

- Sal de mi vista antes de que me enfade de verdad. - amenazó la de cabellos cenicientos, dejando que la electricidad le envolviese ambos puños de forma visible y sin apartar su intensa mirada del criminal, mientras la recién llegada devolvía el peluche a la pequeña. Esta vez el extraño captó perfectamente el mensaje, y sin siquiera ayudar a su compañero, echó a correr hacia la vegetación, seguido de cerca por el menudo, en cuanto consiguió levantarse del suelo.

En cuanto los perdió de vista, la tensai se permitió observar con mayor detenimiento a aquella otra mujer, que pronto se acercó a ella para hacerle algunas preguntas. - Puedes estar tranquila, no me asusto con facilidad. - respondió con tono calmado, mientras la electricidad que rodeaba sus manos se disipaba. - La verdad es que no la conozco, Fenrir escuchó las voces y me trajo hasta aquí… parece que ha tenido suerte de que estuviésemos cerca. - añadió, justo antes de que la niña se acercase para corroborar que no se trataba de su madre ni nada parecido. Según lo que decía, la pequeña viajaba acompañada de un prisionero, pero por los alrededores no parecía haber nadie más, aunque quizá se hubiese perdido o quedado atrás, en cuyo caso el mencionado compañero terminaría apareciendo, en cuanto se diese cuenta de que ya no estaba con él.

- Deberías tener más cuidado por estos lares, hay mucho delincuente suelto y te aseguro que algunos no se conformarán con romper un juguete. - dijo la maga, tratando de no sonar excesivamente seria pero sí firme. Aquello lo decía por el bien de la niña, no podía ir por ahí sola y menos de noche, pues no solo había que tener en cuenta a los ladrones sino también a las bestias salvajes del bosque, que podrían ver a la brujita como un aperitivo y tratar de atacarla aprovechando cualquier despiste.

Entonces una inconfundible voz llegó desde una loma cercana, trayendo de inmediato la atención de la tensai, que no esperaba encontrarse a su hermano en aquellas condiciones. - ¿Vince?... ¿mamá?...- preguntó algo incrédula al verlos, aunque lo mejor estaba por venir. La imprudente maga corrió hacia las piernas del rubio y tiró de él para presentarle a las nuevas amigas que había hecho en el camino, dando a entender que él era el prisionero con que viajaba, dato que consiguió hacer reír a la de ojos verdes. - ¿Tío Vincent? Dejo de visitaros un par de meses y resulta que nos sale un hermano nuevo, y con hija incluida. - comentó en cuanto se encontraron algo más cerca, teniendo en cuenta que la única hermana del rubio era ella.

Fenrir se colocó junto a su dueña  y siguió con la mirada a Yennefer, solía quedarse con ella cuando Elen tenía que realizar algún viaje, y volver a ver a la hechicera de rizados cabellos negros le alegraba bastante. Sin poder contenerse, el animal levantó las patas delanteras para apoyarlas en las piernas de la maga, que le obsequió una cariñosa caricia antes de acercarse a la benjamina de la familia, para abrazarla. - Sé que he estado algo desaparecida, no volverá a pasar. - musitó la joven, para luego separarse de su madre y sonreír ampliamente, un inesperado reencuentro familiar no venía mal de vez en cuando.

- Mi pequeña Chispa, me alegra ver que estás bien, y ten en cuenta que te tomo la palabra, deberías venir más a la ciudad en vez de andar viajando todo el tiempo. - respondió Yenn, devolviéndole la sonrisa. - Bueno, es evidente que me he perdido algo, ¿de dónde ha salido esta niña? - preguntó finalmente la tensai, para luego bajar la vista hacia su bolsa de cuero, extrañada. Algo se movía en el interior, pero ¿qué podía ser? Solo llevaba consigo algunas hierbas, brebajes, un par de libros y el huevo de Karen…espera, ¿habría llegado el momento de descubrir qué contenía? Emocionada e intrigada, la hechicera extrajo el misterioso huevo y notó cómo algo se movía dentro, después de casi tres meses cuidándolo por fin daba señales de vida.
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Mensaje  Dahlia Lockhart Sáb 2 Abr - 17:52

La chica del cabello blanquecino los tenía muy bien puestos, eso era innegable. Cuando le fui a devolver el muñeco a la niña esta mostró una expresión muy diferente a la primera que había tenido y expresó felicidad al tener de vuelta a aquel peluche sobre sus manos. Sonreí con añoranza y ternura al recordar el cariño y amor que los niños podían tener por simples objetos que para otras personas no tendrían ningún sentido. Era muy emocionante y a la vez triste que los niños tuvieran más cariño por sus muñecos que los adultos por otras personas similares a ellos.

De pronto noté un ruido a mi espalda, y era nada más y nada menos que el prototipo de Hércules intentando coger de nuevo su arma. Hay gente tonta, gente muy tonta y luego estaba aquel individuo. La joven y yo le miramos de forma amenazante esperando que fuese consciente de nuestra muda amenaza, pero como ya he dicho, aquel ser inmundo era muy tonto y no lo hizo. Ambas estábamos preparadas para volver a atacarle. No sabía cuales serían las intenciones de la chica de ojos verdes, pero el mío era darle una patada en los huevos, solo que no hizo falta. De pronto el arma del bandido salió por los aires y la cara del fortachón se volvió casi tan pálida como la mía, para posteriormente salir pitando de ahí. Miré a la otra joven pensando que aquel poder provendría de ella, pero no parecía así ya que ella estaba casi tan sorprendida como yo. De pronto la voz de la niña llamó mi atención mostrándonos la verdad de que había sido ella la causante de aquel hechizo volador de armas.

- Vaya, ha sido increíble la verdad .


Le guiñé un ojo a la pequeña. En verdad siempre había sentido debilidad por los niños ya que eran las criaturas más inocentes y buenas de las que contaba el mundo, al menos la mayoría de ellos. Siempre he pensado que las personas al nacer estamos destinadas a ser buenas y puras, pero no siempre ocurre eso porque siempre hay adultos que nos convierten en seres malvados, vengativos, que nos quieren enseñar que el dinero es lo verdaderamente importante, más que las propias vidas del resto de la gente. Al final siendo niños nos utilizan para crecer como ellos quieren que seamos.

La otra joven se acercó a nosotras y alegó que no la conocía, y que simplemente había llegado ahí gracias a su perro, al cual le puso por nombre Fenrir. Le sonreí tanto a ella como al perro, y ella luego advirtió a la niña que era muy peligroso estar por ahí sola, por lo que no pude evitar darle la razón y asintiendo con la cabeza.

- En eso tiene razón bonita. Es muy peligroso que estés sola por aquí. Aunque he de decir que eres muy afortunada. No todas las niñas tienen dos ángeles de la guarda como nosotras.


Le sonreí. En verdad lo que acababa de decir no era ninguna tontería. Miles de veces me había topado con cadáveres de cientos de personas asesinadas por vampiros, o criaturas y no era agradable. En cambio aquella niña no solo había sobrevivido, sino que además la habíamos encontrado 2 chicas con artes en la lucha para salvarla. Si eso no era suerte no sabía que más podía serlo.

Aunque también podía ser el destino.

La niña contó que viajaba con un señor barbudo muy majo que ayudaba a la gente, y nada más decir aquello aquel ser descriptivamente parecido a las palabras de la niña apareció. Su expresión al principio era de preocupación y luego al vernos a la otra joven y a mí se quedó sorprendido dejando escapar un comentario sobre una fiesta que no entendí muy bien. La niña le invitó a acercarse para presentarle a unas amigas por lo que para ser simpática traté de presentarme.

- Si bueno... yo me llamo Dahlia y...


Y ahí me quedé porque a partir de ese momento tanto el hombre como la mujer que le acompañaba se acercaron a la chica. Al parecer eran hermanos pero la chica no tenía ni idea de la existencia de la niña. Escuchando su conversación descubrí que se llamaban Vincent y Elen,y que eran los hijos de la otra mujer que había llegado con el rubio. Miré a la niña que estaba en un segundo plano como yo y que tampoco parecía enterarse mucho de la vida.

- Bueno... creo que hemos pasado a un segundo plano
- sonreí- Aunque bueno por lo que he oído, te presento a tu tía.

Al decir aquella última frase le señalé a la del pelo estilo khaleesi y me reí. Al señalarla de pronto algo comenzó a moverse en la bolsa de cuero que colgaba de su cintura. Eran movimientos en principio pequeños y casi innotables, pero poco a poco aquella bolsa se movía y se retorcía más dejándome bastante flipada.

- Uau... o tienes dos lagartos bailando salsa en tu bolsa o deberías mirar qué está pasando.


No me dio tiempo a decir más cuando de repente me atrajo un olor. Sangre. Alguien estaba sangrando o mejor dicho el hombre que había huido de nosotras acababa de ser asesinado no demasiado lejos de aquel lugar pues el olor de su sangre llegó a mí como un puñetazo dejándome así saber que había sido completamente desangrado por algo o alguien. Tras aquello me preocupé y miré a mis compañeros.

- Hay que irse de aquí. Hay algo cerca, algo muy peligroso.


Pensé que me tomarían por loca ya que no había ningún indicio de que pudiese pasar nada y yo desde luego no estaba por la labor de contarles que era vampiresa y que olía la sangre a varios metros de distancia. Pero entonces se empezaron a escuchar pasos que cada vez sonaban más cercanos. Pocas cosas se podían sacar de aquel sonido, pero estaba claro que no se trataba de un animal pequeño ni de un humano así que me puse al lado de la niña y opté una posición defensiva para cualquier cosa que pusiese aparecer.
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Mensaje  Vincent Calhoun Lun 4 Abr - 20:43

La situación era demasiada extraña, con toda su familia en el mismo bosque de casualidad, más una dama que no conocía y un perro que jamás había visto.

- Ya ves. El tiempo pasa volando-, contestó en broma a su hermana. - Te descuidas y mamá hace la familia más numerosa.

Yennefer meneó la cabeza con una sonrisa ante los comentarios de su hijo. Para ella ya era un caso perdido su hijo.

- Es mi prisionero. Lo encontré en las islas-, comentó la niña.

- No deberías llamarme así pequeña. Suena…-, pensó como podía decirlo, - raro.

La niña rió.

- Bueno. No lo haré muy a menudo-, dijo con una sonrisa apretando su peluche. - Estas chicas han salvado a Señor Guau Guau. Son muy simpáticas.

- ¿Ah sí? Pues la del pelo blanco es mi hermana-, le contestó mirando hacia su hermana. - Y la chica hermosa que la acompaña supongo que es su amiga-, miró a la chica de pelo cobrizo y realizó una ligera reverencia con la cabeza. - Me alegro mucho de que hayáis ayudado a mi pequeña Allyson. Digamos… que es mi hija. Sí, eso.

No sabía cómo se tomaría Elen que le dijera que era su hermana. Seguramente pensaría que era su hija perdida en algún romance antiguo en las islas, pero no sabía otro modo de explicarse mejor.

- Vincent me salvó del malvado Centinela-, gritó la niña de repente. - Era un hombre muy malvado.

Un escalofrío pareció recorrer el cuerpo de la pequeña, así que el rubio acarició su cabeza para animarla.

- Ya ves. Tú hermano es todo un salvador de damiselas en apuros. Ayudó a un gremio de cazadores a luchar contra unos vampiros, y ha decidido convertirse en padre. Que los dioses asistan a esta pobre niña-, bromeó con ironía la morena.

- Muy graciosa madre-, meneó la cabeza. Aunque la verdad es que pasaría más tiempo la niña con su madre que con él. Ya que su vida de mercenario no era la indicada para un niña pequeña. - ¿Y este perro? ¿Es tuyo o de tu amiga? Por cierto, que casualidad que estuvieras por aquí. Hace demasiado tiempo que no te veo-, se sinceró. - Creo que es hora de que volvamos a viajar juntos.

El comentario de la mujer de pelo cobrizo le causó gracia. Lagartos bailando en su bolsa, aunque la verdad es que parecía que su hermana tenía algún animal en el bolso.

- ¿Cómo te llamas “pelo cobrizo”? Han pasado muchas cosas y no he podido presentarme como es debido. Soy Vincent, el hermano de Elen. Un gusto conocerla-, sonrió después de saludarla.

De todos modos no pudo seguir con el hilo de la conversación. Ya que la chica pareció concentrarse en algo fuera del claro, comentando que era hora de salir de allí.

- ¿Qué has notado? - preguntó sacando un poco el filo de su espada de la vaina. No necesitaba preguntar que era malo, pues la mujer ya había expresado que era peligroso. Y su estado de alerta ya señalaba que era una amenaza para ellos.

La maleza se movió, así que Vinc desenvainó su acerro del todo preparándose para el combate. De repente salió un hombre del bosque. No se detuvo ahí, ni tampoco les plantó cara, simplemente siguió corriendo como un poseso. Alejándose de la zona de la que venía, pero también evitando el contacto con las personas del claro.

- ¿Hay algo que no me hayáis contado? - preguntó esta vez al ver la cara de sorpresa del tipo.

No tardó mucho en volver a moverse los arbustos por los que había aparecido el muchacho. Esperaba encontrarse muchas cosas, pero no un trasgo con una especie de aro de oro en la cabeza.

- Máz humanoz eztúpidoz a loz que robar-, gritó, y de repente toda la maleza alrededor del claro comenzó agitarse.

- Estúpidos trasgos más bien-, le replicó. - Es que no puedo tener un noche tranquila-, comento con un deje de indignación el tono de voz. Así mismo hizo que la niña se pusiera detrás de ella. - Mantente detrás de mí, y no te expongas al peligro.

- Atacad miz valientez-, gritó lanzándose a la carga.

- ¿Y este quién es? ¿El rey de los tragos? - bufó, a la vez que con un chasquido de sus guantes creaba un proyectil de fuego que hizo que el supuesto líder saliera despedido hacia atrás por la explosión.

Uno menos. El problema era que los tragos, aunque eran idiotas, siempre atacaban con una buena superioridad numérica.
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Mensaje  Elen Calhoun Miér 6 Abr - 22:35

Como de costumbre, Vincent optó por bromear acerca de la procedencia de la niña, pero tras cruzar unas palabras con la pequeña, el rubio dio las gracias a ambas, refiriéndose a Allyson como su hija, lo que la convertía en sobrina de la hechicera. ¿Padre? ¿Su hermano se había convertido en padre de la noche a la mañana? Eso la dejó realmente confusa, sobre todo por la edad que aparentaba tener la brujita. A diferencia de la tensai, el rubio no se privaba de los placeres de la vida, había mantenido romances con diferentes mujeres y no se avergonzaba de ello, pero ¿podría alguna de aquellas jóvenes haber quedado embarazada? Las cuentas no le salían.

Además, que posibilidades había de que tras ocho o diez años, que era lo que aparentaba tener la pequeña, el rubio se hubiese reencontrado con aquel viejo amor de juventud, encontrando con ello la sorpresa de haberse convertido en padre, muy pocas. Todo resultaba muy extraño, pero no eran ni el mejor momento ni lugar para hablar de ello, ya tendría ocasión de preguntarle los detalles en cuanto estuviesen de regreso en Lunargenta, a salvo de los peligros que acechaban en el bosque. Antes de que pudiese tomar la palabra para instar al grupo a ponerse en marchar hacia la ciudad, Allyson gritó de forma repentina que el mago la había salvado de un malvado centinela, palabra que de inmediato llamó la atención de Elen.

Mientras un escalofrío recorría el pequeño cuerpo de la niña, Yennefer intervino para arrojar algo de luz acerca de aquel tema, revelando que el rubio había ayudado a un gremio de cazadores de vampiros, y que como fruto de aquello también se había convertido en padre. - ¿Se habrá topado con Huracán? - se preguntó interiormente, pues su amiga era la única cazadora de aquel tipo que conocía, aunque quizá el clan al que pertenecía su familia ya hubiese conseguido reagruparse, con lo que el rubio podría haber coincidido con cualquier otro integrante del mismo.

- Sí que ha pasado tiempo, ya ni siquiera reconoces a Fenrir. - respondió la de ojos verdes, al tiempo que inclinaba la cabeza en dirección al animal, para aclarar que le pertenecía. Con curiosidad, el perro volvió a acercarse a la pequeña, no solía tratar con niños así que resultaba comprensible que le llamase la atención, sobre todo por el peluche que sujetaba. - Estaría bien volver a viajar juntos, como antes. - añadió, esbozando una leve sonrisa. Vincent había sido su protector desde que apenas tenía nueve años, así que apreciaba mucho su compañía, pero de momento les quedaba el trayecto de vuelta a Lunargenta, luego podrían ponerse de acuerdo para realizar algún que otro viaje corto, siempre y cuando su nueva hija lo permitiese.

Tras presentarse de cara a Dahlia, esta hizo un comentario del todo preocupante, asegurando que había algo peligroso cerca de donde se encontraban, cosa que puso en tensión a la de cabellos cenicientos. Algo comenzó a moverse entre la maleza, provocando que el rubio extrajese su espada de la vaina y se preparase para entrar en combate, pero lo que emergió de la vegetación no era una amenaza para ellos, se trataba simplemente de uno de los ladrones, el menudo, que huía despavorido y pasó de largo sin siquiera cruzar palabra con ellos. ¿Qué lo habría asustado hasta tal punto?

Solo unos instantes después, los arbustos volvieron a sonar a causa de nuevos movimientos, que pronto dieron paso a un ser de orejas puntiagudas y rostro salvaje, ataviado con ropajes roídos y un aro de oro sobre la cabeza. - Trasgos. - musitó la bruja, para de inmediato devolver el misterioso huevo de Karen a la seguridad de su bolsa, pues sabía de sobra que aquellas criaturas se deleitaban saqueando a cuantos se encontraban en el camino. - No mientras estés conmigo hermano. - respondió la de ojos verdes, ante el comentario del rubio sobre que no podía tener ni una noche tranquila. - Fenrir, quédate con Allyson. - indicó a su compañero, que obedeció de inmediato y se situó junto a la niña mostrando los dientes en dirección al ser que acababa de irrumpir en escena.

El trasgo dio la señal a sus seguidores, que no tardaron en salir de la vegetación para atacar a los viajeros, a pesar de que su cabecilla hubiese salido despedido contra un árbol cercano gracias a un ataque del hechicero bi - elemental. Elen permitió que la electricidad le envolviese ambos brazos y contó rápidamente a los objetivos, que sin tener en cuenta al del aro dorado eran diez, los superaban en número. Debían neutralizar cuanto antes a los más cercanos, así que sin perder tiempo, la tensai liberó dos ráfagas eléctricas, una desde cada mano, para ocuparse del par de trasgos que iban directamente hacia su posición. Ambos objetivos fueron alcanzados, y tras recibir los tres impactos, cayeron de rodillas sobre el suelo, mientras sus cuerpos convulsionaban bruscamente.

Entonces Elen aprovechó para dejarlos fuera de juego, utilizando una onda de aire que los devolvió a los matorrales de que habían salido.
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Mensaje  Dahlia Lockhart Miér 6 Abr - 23:32

Dado que la familia había vuelto a reunirse la niña y yo pasamos a un segundo plano, decidí entablar conversación con ella. No me extrañaba que se hubiese extraviado y no se hubiesen percatado, pues en aquel momento si me hubiese dado la gana podría haberla secuestrado que no se habrían dado cuenta, aunque claramente no iba a llevarme una niña.

Entonces le hombre escuchó mi conversación con la pequeña y se dirigió a mí. Pensé que igual se enfadaría conmigo pero en vez de eso preguntó mi nombre y se disculpó por no prestarme atención. Tras aquellas palabras no pude evitar usar mi cabeza negando con nerviosismo y hacer un movimiento similar con las manos.

- No, no por Dios si es normal que queráis hablar entre vosotros. ¿Os acabáis de reconciliar no?
- sonreí preguntando lo que a su vez era una afirmación - Me llamo Dahlia Lockhart y vivo en una pequeña cabaña en el bosque. Me encontraba paseando y escuché los gritos de la niña. Lo demás ya os lo podéis imaginar - devolví una mirada cariñosa a la niña - Bueno será mejor que me vaya.

Pero no, no me fui, No porque no quisiera por supuesto, sino porque sentí el fuerte olor a sangre y supuse que algo peligroso se acercaba a nosotros.Pensé que al contarlo no me creerían pero ocurrió todo lo contrario. Los familiares allí presentes se pusieron en guardia y mantuvieron silencio esperando a que apareciese lo que quiera que se encontraba oculto entre los árboles, hasta que al fin escuchamos huellas acercándose. Al parecer los hermanos estaba acostumbrados a líos como aquel y no perdieron la calma ni la concentración en ningún momento, y de hecho se atrevieron a bromear con que "no podían tener una noche tranquila".

De pronto se escuchó una voz ronca del fondo y antes de que apareciese aquel ser ya sabía que se trataba de una manada de trasgos, pues siempre iban en grupo y en el caso de que hubiese habido uno solo no habría sido capaz de desangrar a nadie. Cuando aparecieron conté rápidamente que eran 11 trasgos amontonados unos con otros y sonriendo al vernos asegurando que eramos unos humanos estúpidos.

- Eh, cuidado con lo que dices duende de jardín.


Los trasgos eran... bueno, eran los duendes más feos que te podías echar encima. Normalmente se dedicaban únicamente a robar, pero aquellos trasgos salvajes no parecían muy pacíficos y de hecho varios de ellos iban mínimamente armados con lanzas hechas a mano.

El rubio de nombre Vincent actuó con rapidez, pues en cuanto el que parecía el jefe ordenó a los demás que atacasen este chasqueó los dedos produciendo así un proyectil que lanzó a aquel arrogante trasgo varios metros atrás estampándole contra un árbol y dejándole básicamente fuera de combate. La bruja hizo una llamada para que su honorable perro se mantuviese al lado de la niña protegiéndolo.

"Vale, ahora quedan 10"


Al parecer al resto del grupo no les hizo especial ilusión que hubiesen lanzado por los aires así de fácil a su líder por lo que decidieron colocarse en posición de ataque y correr hacia nosotros. Elen no esperó a que diesen 3 pasos para que de sus manos surgieran ráfagas de electricidad logrando alcanzar con ellas a dos de los duendes feos que se encontraban en primera fila. Al ser consciente de lo que ocurría a mi alrededor saqué el Chakram y me decidí a lanzarlo, pero antes de hacerlo recordé la presencia de la niña. Me quedé paralizada un segundo pues no sabía que hacer ¿Estaba bien que una niña viese tal atrocidad?

"Dioses Dahlia, o lo haces o morís todos, incluida la niña a la que tratas de proteger"


Eso era verdad. Su padre parecía un bravo guerrero así que igual estaba acostumbrada, pero de todas formas prefería prevenir, pues faltaba poco para tener a los trasgos encima. Se acercó a la niña y la giró de golpe colocándola de espaldas.

- No te muevas... no te gires... no mires.

Al escucharme a mi misma daba la impresión de que al final la iba a asustar más yo diciendo eso que viendo el espectáculo. Volví la mirada a los trolles feos y lancé mi Chakram con precisión. Mi intención era cortarles la cabeza a los 3 que iban delante. De repente cuando el Chakram volvió a mi manos 2 cabezas de Trasgos cayeron al suelo dejando tras de si un charco prominente color carmesí. Miré al tercer trasgo al que quería derribar y se encontraba en el suelo con un grave corte de hombro a hombro. No le había matado, pero al menos tampoco estaba en condiciones de seguir luchando.

"Ya solo quedan 6"
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Mensaje  Vincent Calhoun Vie 8 Abr - 20:43

Las palabras de su hermana resonaron en su cabeza como un credo religioso. O mejor aún, como esas frases hechas que se dicen sabiendo que son ciertas, por lo menos en la mayoría de los casos.

- Ya veo que no puedo verte sin que pase nada-, comentó medio en broma, en cuanto su hermana acabó con dos de los trasgos que los atacaban.

Lo cierto es que él era una atracción por si sola para los problemas, así que no necesitaba la presencia de la peliblanca para que un grupo de trasgos lo atacara. Aunque en realidad era más porque el brujo iba hacia los desastres y no al revés. Su vida como mercenario hacía que siempre estuviera dispuesto a enfangarse con todo tipo de asuntos por unas monedas, muchas veces solo por ayudar sin esperar nada a cambio.

Con esa forma de vivir no era un secreto que para muchos no era esperado que llegara a viejo. Para él tampoco, pues ya había visto la muerte de cerca en demasiadas ocasiones, pero bueno, ahí seguía. Todavía le quedaba cuerda para rato al rubio.

La mujer de piel nívea volteó a la niña después de dirigirles algunas palabras. Y menos mal, pues las cabezas de los tragos rodaron con el ataque de la mujer de pelo cobrizo. No hubiera importado demasiado en realidad, la niña había sufrido tortura y había visto mucho peores que esa a lo largo de su corta vida, más el brujo prefería alejarla de cosas así. No obstante, el ataque no le dejó de sorprender, era un manera interesante de luchar para él.

- Vincent, llévate la niña atrás, Nosotras nos encargaremos del resto-, comentó su madre dando unos pasos al frente.

- Allyson. Que te dije. Quédate detrás de nosotros-, reprendió la pequeña, cogiéndola con el brazo libre y aupándola hasta su pecho.

- Jo, pero yo quiero ayudar. Yo sé luchar-, comentó, aunque no dejó que Vincent evitara que la cogiera.

- Olvídate de las costumbres de Centinela. Conmigo las cosas serán distintas-, contestó dando pasos hacia atrás, alejándose del combate pero sin dejar de observar, con la cabeza de la niña sobre su hombro.

El perro se mantuvo a su lado en todo momento, obedeciendo las órdenes de Elen de guardar a la niña. Así que ese perro era Fenrir, era lo único que podía pensar respecto al animal. Sí que había crecido que no lo había reconocido, se había vuelto un gran perro, y sin duda muy inteligente y bien entrenado, pues seguía las directrices de la peliblanca al pie de la letra.

- ¡Atrás! -, gritó su madre, justo antes de que varios rayos eléctricos salieran de las palmas de sus manos.

Yennefer con sendas palmas puestas hacia el frente, realizó cuatro descargar que volaron por el aire en forma de arco, impactando cada una en alguno de los trasgos, que además, a su vez cada arco eléctrico saltó de cada cuerpo de los asaltantes creándose todo un artificio de electricidad en los seis desgraciados.

Finalmente su madre concluyó su ataque con golpe de viento, corto y seco, pero extremadamente potente que lanzó a los hombrecillos en todas direcciones. Yennefer podía ser muchas cosas, entre ellas una mujer con un halo místico, y aunque era una mujer muy simpática de un carácter similar a sus hijos, no era buena idea enfadarla.

- No zon humanoz, zon brujoz. Huyamoz-, comentó uno de los seis trasgos restantes, uno de los menos afectados por el ataque de la morena.

El rubio volvió a caminar hacia el claro, observando cómo algunos tragos se levantaban a duras penas para huir, y como otros nunca más lo harían.

- Y así fue como Yennefer Cousland inventó un nuevo juego. El lanzamiento de trasgo-, bromeó uniéndose a las mujeres.

Por su parte su madre solo sonrió y le cogió por el mentón un momento, como hacía con él desde que era un niño.

- Impresionante su ataque-, ese dirigió la mujer de tez blanca. - Ha sido muy interesante. ¿Dónde has aprendido a luchar así? - preguntó intrigado, dejando a Allyson en el suelo nuevamente, sin miedo a que esta pudiera ver algo inapropiado. El claro estaba limpio de muertos y cabezas, así lo había dejado la bestia de su madre. - Por cierto, aún no se cómo te llamas. Aunque supongo que eres amiga de Elen-, miró por encima de su hombro a su hermana.

Había pasado mucho tiempo desde que viera por última vez a la peliblanca. Muchas cosas tendría que explicarle, aunque él también tenía mucho que explicar, razonó, mirando a la niña que acariciaba su peluche.
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Mensaje  Elen Calhoun Dom 10 Abr - 9:12

Dahlia no tardó en unirse también a la lucha, pero antes de entrar en acción, se dirigió hacia la pequeña para girarla, de modo que no viese lo que estaba a punto de hacer con su arma.  Una vez hecho esto el chakram de la joven voló por el claro a gran velocidad, cercenando limpiamente las cabezas a dos de los trasgos, para luego herir a un tercero en el hombro, dejándolo también fuera de combate. Con ello el grupo ya se había cargado a seis de los enemigos, reduciendo la superioridad numérica con que las criaturas habían empezado al llegar, pero aún quedaban objetivos por neutralizar, y éstos al parecer no se asustaban fácilmente, siguieron avanzando en su frenética carrera hacia los viajeros.

Entonces fue Yennefer quien tomó el mando, indicando a su primogénito que tomase a la niña y se alejase de la pelea, al tiempo que se adelantaba unos pasos. Vincent obedeció y se quedó con Allyson en un segundo plano, lo suficientemente alejado de los trasgos como para ser seguro, mientras Fenrir, ansioso por participar en el enfrentamiento, se quedaba a su lado y seguía gruñendo a los de orejas puntiagudas. Después de todas las peleas en que había tenido que participar, contra bandidos y delincuentes de poca monta en los caminos, el perro prefería ayudar a su dueña en el campo de batalla y no fuera, pero había recibido una orden y la cumpliría, tal como ella le había enseñado.

Yennefer, que al igual que su hija era una tensai de aire, utilizó la forma avanzada de su elemento para electrocutar al resto de enemigos que quedaban en pie, mostrando lo poderosa que podía llegar a ser cuando se la provocaba. La de ojos verdes tenía mucho que aprender aún de ella, pero quizá aquella fuese la ocasión idónea para hacerlo, pues en cuanto regresasen todos a Lunargenta ambas podrían compartir más tiempo, tiempo que la benjamina de los Calhoun aprovecharía para pedir a su madre que la entrenase en el dominio de sus poderes. Elen se deleitó observando la actuación de la morena, a la que rara vez veía en acción, y cuando ésta finalizó su ataque con una onda de viento no pudo evitar esbozar una sonrisa, al pensar en lo mucho que se parecían incluso atacando.

Aquellos trasgos que aún podían caminar salieron corriendo, mientras el resto de heridos y cadáveres salían volando fuera del claro gracias al golpe de viento de la hechicera, que dejó la escena casi limpia por completo, a excepción de la sangre. Elen disipó la electricidad que le envolvía los brazos y relajó su postura, para luego crear dos esferas de energía y hacerlas flotar alrededor de ellos, de modo que pudiesen ver algo a pesar de que el oscuro manto de la noche siguiese sobre sus cabezas. Todo había salido bien y de hecho la pelea había durado más bien poco, así que podían estar tranquilos, pues quedaba bastante claro que ninguna criatura del bosque podría hacerles frente.

Vincent regresó junto a ellas bromeando, como de costumbre, para luego alabar a Dahlia por su preciso ataque con el chakram y preguntarle dónde había aprendido a luchar de aquel modo. Tras dejar a la pequeña en el suelo, dando por hecho que el peligro había pasado y podían relajarse un poco, el rubio volvió a tomar la palabra y dirigió una mirada a su hermana, que trataba de mantener la sonrisa en el rostro como si no pasase nada. Lo cierto era que llevaba bastante tiempo sin coincidir con su hermano, no tanto con su madre, a la que visitaba cada vez que se encontraba en Lunargenta y tenía ocasión, pero al rubio no lo había visto en meses, y tenía mucho que contarle e incluso algo que pedirle, pero esto último lo reservaría para cuando se encontrasen en la ciudad y a solas, ya que no le sentaba bien hablar del tema.

Ni él ni su madre creerían lo que iba a contarles, todo lo ocurrido con Tarivius, las pruebas que había tenido que superar para hacerse con los fragmentos de Kinvar, el amuleto, eran demasiadas cosas, y probablemente ninguno de los dos se tomase bien que lo hubiese hecho sola, pudiendo haberles pedido ayuda. Sin embargo, aquel no era el momento ni lugar para abordar el tema, si querían tener el resto de la noche tranquila tendrían que ponerse en marcha cuanto antes.

- Buen chico. - comentó de forma cariñosa, al tiempo que se acercaba a Fenrir y le acariciaba detrás de las orejas. Luego la de cabellos cenicientos introdujo una mano en su bolsa, esperando notar nuevamente movimiento en el interior del huevo, pero no fue el caso, quizá lo que estuviese dentro empezara a reaccionar lentamente, pero al menos ya había dado señales de estar vivo. La última voluntad de Karen había sido que cuidase de aquel misterioso huevo del cual apenas tenía información, solo una palabra, Kot'hiku, pero la intriga cada vez era mayor, ¿qué habría en el interior? Puede que pronto lo descubriese.

- En realidad nos topamos por casualidad, tal como ha dicho, los gritos de Allyson la atrajeron hasta aquí, igual que a Fenrir y a mí. - comentó la bruja, mientras se colocaba junto a su madre. - Está claro que me queda mucho por aprender de ti todavía, será mejor que nos pongamos en camino hacia la ciudad, antes de que otra criatura del bosque decida probar suerte con nosotros. - añadió, para luego quedar expectante.
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Mensaje  Dahlia Lockhart Mar 12 Abr - 1:51

Tras mi actuación contra aquellos feos trasgos la mujer más mayor del grupo dio un paso hacia adelante. Ordenó a su hijo que se llevase a la pequeña niña hacia atrás. En un principio pensé que este no lo haría y continuaría con la lucha, pero sorprendentemente obedeció a pesar de las quejas de la niña, la cual estaba ansiosa por participar en aquella pelea.

Mi intención era la de volver a lanzar el Chakram contra aquellos repugnantes seres, pero los brazos de la mujer comenzaron a iluminarse con chispas y rayos y me quedé mirándola esperando a que cumpliese su turno de ataque. Tanto ella como la joven de pelo blanquecino dominaban el mismo arte mágico del aire y la  electricidad (si esto es erróneo por favor, decírmelo), así que no era de extrañar que fuesen madre e hija. En un principio creí que abatiría a uno o dos de los duendes, pero no fue así. Aquella mujer daba verdadero miedo. Con apenas un simple movimiento lanzó 4 descargas que aterrizaron en 4 de los trasgos que aún seguían en pie, y estos al recibir tal golpe no pudieron evitar ser lanzados hacia atrás causándoles varios espasmos que no llegaron a matarlos por completo.

Atolondrados por la situación nos miraron y señalaron a la morena con miedo soltando por la boca lo que acababa de demostrarse: que eran un familia de brujos. Todos salieron huyendo y los que no... bueno, la mujer con su ataque ya se había encargado de limpiar el terreno de cabezas y cuerpos, por lo que me quedé bastante más relajada al saber que la niña no vería aquello que había provocado.

Una vez todo acabó nuestros cuerpos dejaron de mostrar tanta tensión para volver a una postura más cómoda y cotidiana. Cogí unas hojas del suelo para limpiar la sangre de mi Chakram hasta que la voz del rubio llamó mi atención alabando el ataque que anteriormente había logrado con mi Chakram. La verdad es que lo que me parecía sorprendente es que aquel hombre aún recordase mi anterior ataque después de la brillante actuación de su madre.

- Bueno... una mujer debe aprender a defenderse
- Observé  mi arma recordando la cantidad de aventuras que habíamos vivido juntos- Digamos que el destino nos unió y tuve que aprender a utilizarlo. Para mí es un arma muy cómoda ya que puedes utilizarla tanto para cortas como largas distancias y siempre vuelve a ti, por lo que es un objeto muy fiel - sonreí-  Aunque he de decir que los asombrosos sois vosotros, es decir, vuestra lucha es increíble. Siempre he pensado que la magia es un don que solo personas realmente especiales pueden llegar a alcanzar, así que deberíais sentiros muy afortunados de ello. En cierto modo me dais envidia. - Posé mi mirada fascinada en todos y cada uno de ellos mientras el hombre volvía a preguntar mi nombre- Me llamo Dahlia... de hecho es la tercera vez que te lo digo. Si quieres te lo escribo para que no se te olvide.

Tras aquella frase reí y quise responder al brujo sobre si su hermana y yo nos conocíamos, pero Elen se adelantó comentando lo ocurrido. En verdad había sido una verdadera casualidad que justo en ese instante estuviésemos todos tan cerca y que el sonido del llanto de una niña nos juntase. Desde luego el mundo era una sucesión de casualidades cuanto menos escalofriantes.

La joven dijo algo de volver a la ciudad, por lo que asumí que mi función en ese lugar había terminado. Les miré sonriendo con intención de despedirme, pero entonces recordé que las cosas en la ciudad no iban bien, o al menos no para intentar entrar en ella por la noche.

- No ... no os aconsejo ir a la ciudad ahora
- intervine - Perdonar por meterme pero, ayer escuché que el primer oficial del rey había sido asesinado a las afueras, por lo que a cualquiera que divisen de noche tratando de entrar o simplemente rondando por los alrededores los sentenciarán a morir. - les miré con preocupación, en especial a la niña- No es mi intención asustaros, y de hecho estoy segura de que estáis más que capacitados de vencer a los guardias, pero supongo que las cosas serían mejor si no os viesen, ya que podrían quedarse con vuestras caras y ser unos proscritos de por vida.

Igual ya lo eran, pero por si acaso lo mejor era avisarles. Aquella noticia llegó a mis oídos la noche anterior mientras estaba en la ciudad. Así que me costó bastante volver a casa sin que me vieran, solo que yo contaba con que me conocía el bosque como la palma de mi mano, al menos en lo que se refiere llegar a la ciudad por cualquier parte.

- Si queréis yo os puedo ayudar a entrar sin que os vean
- añadí - Me conozco el bosque prácticamente al completo, y conozco algunos pasadizos para entrar a la ciudad sin ser vista, además de también conocer algunos "fallos" en la construcción de la fortaleza que la rodea, así que si os sirvo de ayuda no me importaría escoltaros.

Por un momento temí que pensaran que yo era una psicópata por decirles aquellos sin conocerles, pero había una niña de por medio y tenía debilidad por los niños, así que toda ayuda sería buena.

[OFF: Si algo no funciona, o queréis que lo cambie decírmelo por favor ^-^ ]
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Mensaje  Vincent Calhoun Jue 14 Abr - 2:17

Las chicas habían llegado por separado. Curioso dato. Ya había asistido a situaciones de ese tipo a lo largo de su vida, momentos en los que un conjunto de casualidades haciendo coincidir a varias personas en un punto complicado para un encuentro. Tal y como lo era esta vez un bosque.

Igual de curioso que el hecho de que le hubiera preguntado ya, por lo menos, dos veces el nombre a la chica de pelo cobrizo.

- Ah, ehm, perdone-, comenzó a decir un poco nervioso por su falta. - Ha sido una noche larga y me temo que mi mente está un poco espesa-, rió.

El brujo se sentía un tanto avergonzado por el hecho de haberle preguntado más de una vez por la misma cuestión, pues no había estado muy fino al respecto. Solo podía achacharlo a la sorpresa de ver a su hermana en pleno bosque, y a lo mal que lo había pasado buscando a la chiquilla. Solo esperaba no haber molestado a la dama.

- Mis disculpas Dahlia. Dahlia Lockhart. Intentaré no olvidarme en un plazo de un minuto como he hecho hasta ahora-, sonrió, aunque no estaba si esa broma era muy buena. Menuda estaba liando. - Haré las presentaciones de todos formalmente, ya que esos trasgos nos cortaron con su emboscada de…-, que podría decir al respecto de ella-, …muy baja calidad. Sí, eso. Los tragos no son los mejores pensadores de este planeta-, rió, pero a este paso él no debía parecerlo tampoco.

- Mi nombre es Vincent Calhoun como dije anteriormente. La peliblanca es mi hermana menor Elen-, hizo un movimiento con el brazo hacia ella. - La pequeña es Allyson Calhoun, mi hija adoptiva-, agarró por los hombros suavemente a la niña, que estaba concentrada en su peluche. - Y la señora que lanza trasgos volando por doquier es Yennefer Cousland, nuestra madre. Has conocido a toda la familia al completo, y teniendo en cuenta los dispersos que solemos estar, pues se puede decir que es toda una hazaña-, bromeó.

El perro ladró dos veces ansioso cuando el brujo terminó las presentaciones, que en realidad solo hacía por educación, y por dar conversación. Seguramente su hermana ya se había presentado anteriormente a llegar él.

- Ah, sí. Y ese de ahí es el perro de mi hermana. El gran Fenrir-, hizo un movimiento con la cabeza señalándolo. A lo que este contestó con otro ladrido meneando la cola.

Era como poco curioso, que una joven viajara sola por los bosques, pero que podría decir él, que tantas veces lo había hecho a lo largo de su vida. Menos aún cuando su hermana también lo hacía, y tenía pinta de que lo había vuelto a hacer esa noche, aunque esta vez acompañada de su fiel mascota.

- Pues sí. En este mundo hay que saber defenderse. No siempre es un lugar bonito y hermoso-, contestó a la chica recordando sus palabras. - Ciertamente eso me atrajo la atención de ataque. Es un arma muy versátil, y no debe ser fácil manejarla con soltura. Vamos, como haces vos. Deben de haber sido años de práctica.

Iba a disponer a despedirse, para dejar a la chica tranquila antes de volver a la ciudad junto a su familia, pero las palabras de Dah le hicieron cambiar de opinión.

- El asesinato de un oficial. Mal asunto. Se avecinan tiempos turbulentos en la urbe-, dijo su madre.

- Tranquila. No lucharíamos contra el guardia, vivo en la ciudad y ya he trabajado con ellos en otras ocasiones. Pero dados los hechos, no creo que dejen entrar a nadie sin dar problemas. Seguramente nos acosarían a preguntas y comprobaciones antes de dejarnos pasar-, se acarició la barba pensativo.

La elfa había entrado sin problemas, pero era conocida en su trabajo en el hospital como le había comentado durante el viaje, sin contar que había entrado hacía ya bastante tiempo. La búsqueda de Allyson por los bosques lo había retrasado, y a estas altas horas y con ese asesinato, las órdenes de la guardia serían revisar cualquier entrada en mitad de la noche con extremo celo.

Y no podía perder más tiempo en entrar. Era mejor descansar cuanto antes con las mantas y sacos de su morral de viaje, allí al raso, en un campamento improvisado como había hecho otras veces durante el viaje a casa. Aunque tendría que ceder un poco para su hermana, así que no dormiría muy cómodo.

- ¿Conoces un pasadizo para poder entrar en la ciudad? - eso parecía interesante, aunque lo cierto es que no sabía que un pasillo de ese tipo no estuviera vigilado. Quizás no fuera buena idea usarlo..., o puede que sí lo fuera. Al fin y al cabo, si la chica los conocía era porque debía ir por ellos con regularidad. ¿Sería contrabandista o algo así?

- Dijiste antes que vivías en el bosque ¿no? En una cabaña creo recordar-, comentó su madre.

Cierto, vivía fuera. En el bosque. No era nada extraño, pues muchos lo hacían, pero lo normal era que utilizaran las puertas de entrada la ciudad, no los pasadizos. Puede que no fuera tan desacertado pensar en que se ganaba la vida de un modo ilegal, sin embargo, era buena chica. Había ayudado a Allyson, lo cual no cuadraba con su posible oficio de dudosa reputación.

- Podemos intentar entrar por unos de esos pasadizos. Imagino que son unos túneles subterráneos olvidados. O podemos dormir al raso, no es algo que no hayamos hecho antes. O en última instancia podemos acompañaros a vuestra casa Dahlia, se que sería extraño que dejéis a unos desconocidos dormir en vuestra cabaña, pero bueno, no somos mala gente, y solo dormiría la niña en casa. Los demás dormiríamos fuera para no molestaros-, se le ocurrió hilar en última instancia. - ¿Qué os parecen las dos primeras dos opciones? - preguntó a su hermana y madre, evidentemente la última opción sería cosa de Dahlia aceptarla. - ¿Cuál os gusta más? Paseo por los subterráneos, o descanso viendo las estrellas-, sonrió.

Era una forma delicada y bonita de decir: viaje peligroso por el subsuelo, o un frío de cojones en el bosque.
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Mensaje  Elen Calhoun Dom 17 Abr - 10:04

La búsqueda de la pequeña y el encontronazo con los trasgos tenían a Vincent algo despistado, tanto que preguntó por tercera vez el nombre a la extraña joven que se habían encontrado, pero Dahlia no se tomó a mal aquello, volvió a recordárselo e incluso rió levemente con la situación. El rubio se disculpó rápidamente, para luego hacer las presentaciones pertinentes, de modo que la muchacha también conociese los nombres del resto, que formaban al completo la familia Calhoun. Era mucha casualidad que coincidiesen todos en un lugar como aquel, ya que normalmente las pocas veces que se reunían lo hacían en la modesta casa que Yennefer tenía en Lunargenta, y no solía ser por más de un par de horas, pero en aquella ocasión el destino había querido juntarlos, cosa que la de ojos verdes agradecía, pues tenía mucho que contar a su hermano y a su madre.

En cuanto se mencionó el tema de regresar a la ciudad, Dahlia intervino para advertirles de que podría no ser una buena idea, el primer oficial del rey había sido asesinado a las afueras y la guardia buscaba al culpable, con lo que se habían puesto controles en todas las entradas y no se veía con buenos ojos a la gente que deambulaba de noche por los alrededores. La joven incluso dijo que cualquiera que fuese visto sería sentenciado a muerte, pero eso era una clara exageración, sin pruebas no se podía hacer tal cosa, menos aún en un lugar tan civilizado como Lunargenta, que se regía por las leyes creadas para que todas las razas pudiesen convivir dentro de sus muros.

Sin embargo, lo cierto era que probablemente de querer entrar, la guardia intentase interrogarlos y les pusiese trabas, cosa que a Elen no le preocupaba, pues llevaba consigo la medalla que el mismísimo rey le había otorgado por su participación en el asalto a Terpoli, pero el resto no tendrían la misma suerte, así que quizá era mejor buscar otra alternativa. Entonces la joven se ofreció a meterlos en la ciudad a través de un pasadizo que conocía, dato que llamó la atención de la hechicera, pues ese tipo de entradas solo las usaban algunos maleantes de la zona, cosa que no encajaba con la apariencia de la chica.

Vincent hizo un resumen de las posibilidades que tenían, que en realidad no eran muchas, colarse por el pasadizo que mencionaba la muchacha, pasar la noche al raso fuera de la ciudad o acompañar a Dahlia hasta su casa, en caso de que permitiese dormir allí a la pequeña Allyson. A la de cabellos cenicientos no le agradaban mucho las dos últimas, una por hacer pasar a la niña el frío del exterior y la otra porque no conocían bien con quien trataban, motivo por el que instaría a su hermano a no dejar sola a su hija adoptiva con ella, a pesar de que hubiese participado en su rescate. - No creo que sea recomendable pasar la noche aquí fuera, ya hemos visto que no estamos solos y a decir verdad, entre los ladrones y los trasgos ya he completado el cupo de problemas por esta noche, pero tampoco deberíamos molestar a Dahlia, voto por usar el pasadizo. - comentó, tratando de sonar amable en lo referente a la joven del chakram.

- Si surgen problemas dejad que me ocupe yo, tengo algo que los guardias deberían respetar a pesar de la situación que se está viviendo. - añadió al poco, sin especificar nada acerca de la medalla. Elen confiaba bastante en que aquel objeto serviría para que la dejasen en paz, pero si podía evitar el encontronazo con las autoridades mejor, aunque eso supusiera un incómodo paseo por los túneles que había bajo las calles. Seguramente en algún momento del camino terminasen en las catacumbas, zona que conocía bien y por la que sabía moverse para salir, tanto hacia la zona del puerto como hacia la plaza central, así que no habría mayor problema que mantener a raya a los criminales que solían frecuentarla.

Algunos incluso se acordarían de ella, de la época en que también pasaba las noches dentro de la taberna subterránea, y de lo que había hecho la noche que intentaron engañarla para meterla en un espectáculo de lucha, junto con Johannes, su lobo y el hombre bestia perruno Wernack. A todos los habían conducido hasta una arena con mentiras, pero quienes osaron enfrentarse a ellos murieron en aquel lugar, y los asistentes al combate se vieron obligados a huir a toda prisa para no correr la misma suerte.

Por un momento la hechicera esbozó una sonrisa al recordar al tabernero de la rata pulgosa, aquel hombre que la miraba con miedo y hasta se había permitido ponerle un apodo, demonio de ojos verdes. Muchos al verla en aquellos meses podrían haber pensado lo mismo, pues no era ella misma sino otra versión más oscura de su persona la que predominaba, a causa de la maldición que llevaba consigo. Aquellos duros primeros meses, en que apenas se permitía dormir para no ver las atrocidades que los jinetes le mostraban a través de las pesadillas hicieron mella en ella, volviéndola fría y consiguiendo que se desentendiese de cuanto la rodeaba, ya no le importaba el dolor ajeno ni se preocupaba demasiado por ayudar a la gente, pero por suerte eso cambió, en cuanto se dio cuenta de que manteniendo a raya sus emociones, conseguía evitar las pesadillas.

Así se había mantenido durante años, controlando sus emociones para no recaer, pero tras ver tantas masacres ya se había insensibilizado ante la muerte, y no era algo que temiese. Solo esperaba aguantar lo suficiente para llevarse consigo a todos los demonios que pudiese, pero por primera vez, gracias al amuleto ya no tenía por qué contenerse, en parte podía intentar volver a ser una joven normal de su edad, aunque a aquellas alturas, y tras todo lo ocurrido durante la misión que Tarivius le había encomendado, eso le parecía imposible. - Bueno ¿qué decís? ¿nos ponemos en marcha? - preguntó, dejando de lado aquellos pensamientos que la habían asaltado de repente.
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Mensaje  Dahlia Lockhart Mar 19 Abr - 23:59

Tras decir mi nombre por tercera vez y puntuar que ya me había presentado antes, el hombre pareció sentir una punzada de nerviosismo por su fallo al no haberme escuchado con anterioridad, y aquello me hizo reír aún más por la situación. Me pidió unas disculpas que no eran necesarias y posteriormente comenzó a presentarme al resto del personal que allí se encontraba, aunque yo ya me sabía los nombres de todos porque se habían referido entre ellos con anterioridad. Cuando hizo tales presentaciones levanté la mano apretando los labios en una nerviosa sonrisa, pero el único que reaccionó a mi intento de saludo fue el perro de la joven, el resto simplemente me miraban sin hacer gesto alguno.

Cuando dijeron de volver a la ciudad les avisé del asesinato producido la noche anterior a aquella. Se lo podían tomar a broma, pero la verdad es que las cosas estaban muy mal en Lunargenta debido a varios casos de asesinatos, por esa razón quise alertarles del peligro. Los guardias habían optado por arrestar a todo aquel que viesen deambulando a las afueras por la noche, así que desde luego no era un buen momento para acercarse a la entrada principal. Al contarles mi conocimiento sobre externas salidas a la puerta principal las miradas de ambos mostraron más interés hacia mí, y no sabía si eso era bueno o malo. Después caí en la cuenta de que los pasadizos no los suele conocer nadie más que los bandidos o los seres que de verdad tienen algo que temer, como en mi caso, que era vampiresa y si a los guardias les daba por investigarme podrían descubrirme y quemarme en la hoguera.

- Si, conozco un par de pasadizos.
- Hice una pausa mirándoles- No suelo utilizarlos salvo cuando quiero entrar por la noche a la ciudad, porque sinceramente no me apetece demasiado perder el tiempo en que me interroguen y cacheen.

Vincent tras escucharme concluyó que tenían 3 posibilidades, una de ellas incluía ir a mi casa y mantenerlos bajo mi techo hasta que pasase la noche. Aquella idea no me gustó demasiado, primero porque no me hacía gracia llevar a desconocidos a mi escondido hogar, y segundo porque acabarían descubriendo mi raza vampírica y me pondría en peligro. Cuando el hombre soltó aquella propuesta me puse nerviosa y algo tiesa, y al parecer Elen se dio cuenta, pues desechó la idea antes de que pudiese yo decir algo al respecto. Al escucharla respiré aliviada sonriendo.

- Tiene razón, además que mi casa es demasiado pequeña para todos y no podría dormir bien sabiendo que hay 3 personas fuera a la intemperie. Lo mejor será que os guíe hacia el pasadizo más cercano que conozco.


"Si... sobretodo dormir."


Conocía dos formas. La primera por un agujero que había en el interior de un gran árbol del bosque que llevaba directamente a las catacumbas, y la otra era una pequeña abertura secreta que había en la muralla de Lunargenta, que en realidad trataba de varias rocas sueltas puestas estratégicamente tapando un agujero por donde se podían colar los bandidos y ladrones sin ser vistos. Barajé ambas posibilidades y lo más seguro sería ir a través de las catacumbas y cañerías, puesto que para poder utilizar la otra opción correríamos mayor riesgo al tener que acercarnos.

Antes de decir nada la joven anunció que si las cosas se torcían ella poseía un objeto que debería ser suficiente llave de entrada para que nos dejasen pasar sin problemas. No sabía quién era ella ni que clase de objeto tenía, pero tampoco debíamos ir tan seguros.

- Bien, aunque deberíamos tener cuidado llegados a ese caso, pues podrían alegar que el objeto es robado y el problema aumentaría.

Igual estaba hablando demasiado, pues no la conocía a ella ni al resto de su familia, pero nunca estaban de más las advertencias.

Les guié a través del bosque. No quedaba lejos el lugar, a unos 20 minuto andando, pero había que andar con cuidado y ser precavidos. Nunca sabes lo que te puede ocurrir en un bosque de noche. Mientras caminábamos nuestro mayor compañero era el sonido del viento y de las hojas, acompañado por aullidos de lobos. Dado que caminar 20 minutos en silencio se volvía algo incómodo preferí sacar algún tema de conversación.

- ¿Y qué hacíais en el bosque a estas horas de la noche?


Después de preguntar aquello me arrepentí, pues ellos podrían hacerme la misma pregunta.

Pasados los minutos llegamos a la base de un enorme árbol oculto entre el resto de árboles de tamaño más enclenque. Me acerqué al tronco e introduje 3 dedos en un agujero bien camuflado. Hice fuerza y de pronto parte del tronco se abrió como si de una puerta se tratara. Aquel árbol estaba hueco por dentro, y si intentabas mirar abajo solo había oscuridad, pura y plena oscuridad.

- Bueno, aquí es. La experiencia va a ser cuanto menos emocionante porque no vamos a ver nada. Esto es pura caída libre hasta llegar a una especie de tobogán que nos guiará varios metros bajo tierra. Una vez abajo nos amortiguará la caida un gran montón de hojas, así que no nos haremos daño. Cuando lleguemos, a la derecha deberíamos encontrar antorchas y   piedras con las que hacer fuego golpeándolas entre ellas.
- Sonreí asomándome a la oscuridad del interior del árbol-  Y bien ¿Quién quiere ser el primero?
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Mensaje  Vincent Calhoun Vie 22 Abr - 2:31

Vincent enarcó una ceja con una sonrisa en los labios ante las palabras de Elen.

- ¿Cupo de problemas? Desde cuando nosotros tenemos límite para los problemas, querida hermanita-, bromeó.

No obstante tenía razón, no quería pasarse la noche viendo como su madre mandaba trasgos volando por los aires con dudosas probabilidades de un buen aterrizaje, y tampoco era bueno aprovecharse en demasiado de la mujer castaña. Se había encontrado con una familia de locos y con eso ya debía de tener suficiente por aquella noche.

- ¿A que te refieres con algo que los guardias deberían respetar? ¿Te has vuelto importante en mi ausencia hermanita? - sonrió. - Recuerda recomendar al mejor brujo de fuego para sus trabajos-, le guiñó un ojo.

Como la posibilidad de acabar con la guarida de unos molestos trasgo. Esos personajillos no solían estar tan cerca de la capital de los humanos, así que seguramente debían de estar en alguna cueva cercana. Una cueva que sería todo un entramado de túneles subterráneos que esas bestias eran expertas en crear. Necesitaría ayuda para conseguir limpiar la red pasadizos de trasgos, pero estaba seguro de que lo conseguiría con tiempo y paciencia, por una módica cantidad de monedas de las arcas del rey, claro está.

- Sí-, dijo pensativo. - No ha sido una buena idea, pero por barajar todas las opciones posibles. Todas las no bélicas-, comentó acariciándose el mentón. - Madre siempre podría mandar a los guardias a volar junto a los trasgos, más aprecio dormir en mi cómoda cama y no en una celda-, rió.

Yennefer meneó la cabeza ante las estupideces de su hijo.

- Pues ya está todo decidido. El pasadizo es la mejor opción. Guíanos Dahlia, te seguimos-, comentó su madre con amabilidad, y ese halo de misticismo en sus palabras que acostumbraba a usar.

Avanzaron detrás de la mujer, siguiéndola hacia la entrada a ese pasadizo subterráneo que los llevaría a Lunargenta. Tenía bastante curiosidad por donde se hallaría, y por donde acabarían apareciendo dentro de la ciudad, y por supuesto, también le causaba interés saber como la chica de pelo cobrizo lo sabría. Decidió guardarse sus elucubraciones para sí mismo, siguiendo simplemente a la dama por la espesura, aunque llegado el momento Dahlia abrió conversación.

- Pues mi madre, mi hija-, tendría que acostumbrarse a decir “mi hija” con el tiempo, - y yo, acabamos de llegar de un viaje largo. Y este terremoto de niña me ha dado esquinazo cuando me despedía de una amiga y ya nos preparábamos para entrar a la ciudad.

- Es que te pones muy meloso con esa elfa, tío Vincent-, dijo la pequeña sobre sus hombros. - Y me aburría.

- Eso no es cierto-, contestó, quizás demasiado rápido y azorado, notando como su madre se cubría una sonrisa con su mano. - De todos modos eso no es excusa para que te escapes sola por los bosques.

- Bueno, me portaré mejor de aquí en adelante-, movió las piernas de forma juguetona.

Vincent solo pudo menear la cabeza. Esa chica era adoptada, pero le hacía tanto caso como cualquier otra mujer de la familia.

- En fin. Elen no se que hacía con su lobo por los bosques. Seguramente electrocutar a algún pobre hombre-, bromeó. - ¿Y vos? Dijiste que vivías por el bosque, pero aún así es tarde. ¿Disfrutando de los placeres de la noche estrellada?

Podría ser que tuviera algo que ver con su oficio. Ese posible trabajo nocturno e ilegal que tuviera. No obstante la joven se había portado bien con ellos, no debían confiarse demasiado, pero tampoco podían desconfiar en exceso, no con lo que había hecho ayudando a salvar a Allyson. Si tenía algún trabajo contrario a los intereses de la guardia y el rey, no debía ser algo muy malvado, quizás unos robos para ganarse la vida. No todo el mundo tenía una vida fácil y sencilla, y tenían que acabar delinquiendo para meramente sobrevivir, pero con esas habilidades quizás…

- ¿Has pensado alguna vez en ser una mercenaria? Tienes talento para la lucha-, le comentó al poco de mencionar Dah que habían llegado.

Dejó que a la mujer hacer, y al poco sostenía la corteza del árbol como si de una pequeña puerta se tratara.

- Vaya, que ingenioso-, dijo dejando a Allyson a sus pie, y observando la caída al vacío, después de que Dahlia lo hiciera. La pequeña hizo lo propio entre sus piernas. - Entonces solo es dejarse caer eh. Debería dejar a las damas primeros, al fin y al cabo este pasadizo lo conoces mejor que nadie-, sonrió a la mujer castaña. - Pero por esta vez iré yo primero.

- Quiero probar, quiero probar-, dijo entusiasmada Ally.

- Después de mí-, contestó a la niña dejándola con su madre. - Cuando de un aviso del fondo te lanzas.

Y sin mediar más palabra se lanzó por el agujero. Como había dicho la chica, después de unos segundos de caída, notó como su cuerpo chocaba contra el terreno, que sin embargo dejaba que se deslizara sin problemas hacia abajo. Justo como aquella vez en la que había escapado de la guarida de unos trasgos. Al poco de deslizarse volvió a caer, esta vez hasta dar contra la hojarasca que había comentado la dama de los bosques.

- Qué casualidad. La última vez que había usado uno así fue para escapar de trasgos, y esta misma noche he visto trasgos-, musitó para sí, justo antes de encogerse de hombros. - ¡Allyson, lánzate! - gritó por el orificio de salida.

No estaba seguro de si lo escucharía, pero ya acabarían lanzándose todos por su cuenta cuando pasara un tiempo, así que decidió inspeccionar el túnel un poco. Dahlia había dicho que a la derecha había piedras y antorchas para hacer fuego. ¿A la derecha o era a la izquierda? Da igual, pensó el brujo, chasqueando los dedos metálicos de su guante contra su pedernal.

El brujo sostuvo una llama sobre su palma.

- Sí, era a la derecha-, comentó al mirar hacia ese lado. - Impresionante.

Un gran túnel excavado en la tierra aparecía ante sus ojos. Era similar a los pasadizos de una mina. Se notaba la obra de personas sobre la tierra, los arcos de madera para darle estabilidad al túnel y que no se derrumbara. Una ruta para contrabando como había pensado anteriormente, o más probable, un túnel antiguo secreto de escape. Muchas mansiones tenían esos secretos bajo sí. No sería extraño que alguien hubiera dado con uno de ellos por casualidad, y a partir de ahí comenzara a utilizarse para otros usos.

El ruido de un grito ahogado, y el movimiento de  hojas a su espalda llamaron su atención.

- Hala. ¿Has visto eso? Otra vez, otra vez, quiero tirarme otra vez-, comentó con gran alegría su hija saliendo de entre las hojas.

Vicent no pudo evitar sonreír ante las cosas que podían hacer feliz a un niño.
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Mensaje  Elen Calhoun Sáb 23 Abr - 9:15

Dahlia se mostró de acuerdo con ella, decantándose también por la opción de utilizar el pasadizo en vez de pasar la noche con cuatro extraños en su casa, algo del todo natural dadas las circunstancias, pues aunque los Calhoun pareciesen amables seguían siendo unos completos desconocidos para ella, y siempre era mejor prevenir que curar. En cuanto la joven, en respuesta a las palabras de la tensai y sin tener idea de lo que se trataba, agregó que quizá podían tomar el objeto que portaba como robado, Elen no pudo evitar reír, puede que aquella chica no la conociese de nada pero se mostraba bastante negativa e incrédula.

- Créeme, la guardia me conoce de sobra, incluso me vieron el día que se me entregó la medalla. - dijo con tranquilidad, al tiempo que sacaba la pequeña y brillante condecoración de su bolso, para satisfacer de paso la curiosidad de su hermano. - Participe en la toma de Terpoli y el rey nos entregó estas medallas públicamente, ante todas las autoridades y ciudadanos que se acercaron a la celebración. - explicó, mientras los recuerdos de aquella lucha volvían a su mente. A ella le había tocado ayudar en el hospital de campaña, pero los nigromantes se encargaron de que la batalla llegase hasta allí, a través de aquellos asquerosos gusanos y los muertos que volvían a la vida.

No le gustaba demasiado recordar aquel día, pues tras sacar a rastras a una de las criaturas que habían regresado de la muerte, la de ojos verdes se vio obligada a cortarle la cabeza y desmembrarla para asegurarse de que no supusiera un peligro para el resto de heridos, cosa que la hizo sentir bastante mal. Por un momento llegó a compararse con los jinetes, que mutilaban a diestro y siniestro en sus pesadillas, pero ella lo había hecho por el bien del hospital, aunque nunca podría olvidar la visión del cuerpo de aquella mujer hecho pedazos en el suelo. Después de aquello la bruja organizó con rapidez a los camilleros para que sacasen del campamento a los muertos y cavaran una fosa común, tan profunda como para que no pudiesen salir de ella y resultase más fácil eliminarlos, reduciéndolos a cenizas con algo de brea y fuego.

- Ya ves Vince, si los problemas no van a tu hermanita ella sola busca donde encontrarlos. - comentó tras unos instantes, devolviendo la medalla al interior de su bolsa. Luego todos se pusieron de acuerdo en utilizar el pasadizo y emprendieron el camino a través del bosque, siguiendo los pasos de Dahlia, que iba en cabeza. Al poco de ponerse en marcha, la joven preguntó al resto qué hacían en el bosque a unas horas como aquellas, cuestión a la que el rubio y su pequeña contestaron en primer lugar. - Lo mío la verdad ha sido un mero despiste, salí de Lunargenta esta mañana para relajarme a las afueras y apartarme del bullicio de la ciudad pero los libros me absorbieron y no me di cuenta de que se había hecho tan tarde, aunque tampoco me importaba demasiado. - explicó, encogiéndose de hombros al pronunciar las últimas palabras.

Su elemento le proporcionaba la luz necesaria para avanzar aunque fuese de noche, motivo por el cual no se preocupó ni se dio prisa en regresar, además tampoco había considerado que la guardia pudiese ponerle problemas para entrar, no teniendo aquella medalla, pero ahora que no era ella sola sino un grupo, y que uno de los miembros era desconocido para la familia, lo mejor sería entrar sin que los vieran. Mientras su hermano devolvía la pregunta a Dahlia, la de cabellos cenicientos escrutó los alrededores con la mirada para asegurarse de que ninguna criatura más los molestaría aquella noche, luego se acercó al árbol en cuestión y observó la entrada al pasadizo.

- ¿Piedras y antorchas? Con nosotros eso no hará falta. - comentó, justo antes de que su hermano se lanzase a la oscuridad. En cuanto el rubio llegó abajo sano y salvo, hizo una señal para que Allyson fuese la siguiente, y la pequeña no dudó ni un instante, se dejó caer por el pasadizo gritando, a causa de la emoción y de no ver absolutamente nada. Con un simple gesto de cabeza, Elen indicó a su madre que hiciera lo propio y se reuniese con los demás, de modo que por unos breves instantes, Dahlia y ella quedaron solas. Lo prefería así, puede que la muchacha los hubiese ayudado pero a ella le costaba más confiar en la gente que al resto, quizá por todo el mal que había encontrado en su camino.

- Te veré abajo. - musitó, para acto seguido entrar en el árbol hueco y dejarse caer también. A diferencia del resto, la hechicera manipuló su electricidad de modo que le envolviese los brazos, cosa que le permitió ver en todo momento por donde estaba pasando. Tal como había indicado Dahlia, un montón de hojas amortiguó su caída, algo que agradeció enormemente, pues habían pasado solo un par de semanas desde que se recuperó totalmente, tras los retos que Tarivius le había impuesto para poner a raya su maldición. - ¡Vamos, lánzate! - exclamó a través del túnel, para que la joven se uniese a ellos.

Tras esto creó una brillante esfera de energía y echó un vistazo al lugar, que a juzgar por los soportes de madera que lo mantenían en pie debía ser alguna especie de mina antigua.


Última edición por Elen Calhoun el Miér 27 Abr - 7:45, editado 1 vez
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Mensaje  Dahlia Lockhart Miér 27 Abr - 1:11

Elen no parecía de acuerdo con mi desconfianza ante los guardias, y para demostrarlo al final cayó por sacar el objeto, que no era ni más ni menos que una medalla dorada de condecoración. Al sacarla no pude evitar sorprenderme a la vez que escuchaba a la chica como explicaba con orgullo la forma en que había llegado a sus manos aquel objeto. Supe que debía llevar cuidado con ellos, pues estaba claro que eran bastante seguidores de la ley y si descubrían mi raza me delatarían ante las autoridades.

"Si es que tu sola te metes en estos "fregaos".... ¿Quién te mandaría a ti?"

En verdad si me encontraba en aquella situación era por culpa de la niña. Si no se hubiese desviado y perdido en el bosque no la habrían encontrado los bandidos, y entonces no habría necesitado ayuda y yo estaría tan tranquila en casa sentada frente al fuego haciendo punto de cruz. Miré a la niña tratando de convencerme de aquel pensamiento, pero en el fondo sabía que la culpa de mis propias acciones era únicamente mía.

"Esto me pasa por ser buena."


Al final por votación unánime nos decidimos todos a ir en busca del pasadizo, y la mujer de nombre Yennefer me pidió con amabilidad que les guiase, a lo que respondí con una señal de asentimiento y una sonrisa. Mientras caminamos la familia de brujos fue respondiendo a mi pregunta. Vincent, Yennefer y Allyson se encontraban despidiéndose de alguien, y desde luego no fue muy difícil descubrir que se trataba de una elfa. Me hizo reír el momento en que la niña conseguía picar a su padre poniéndole nervioso y no pude evitar aguantar la risa colocándome la mano sobre la boca intentando que el hombre no me viese. Por otro lado Elen quiso aislarse del ruido de la ciudad yendo al bosque enfrascándose en la lectura y el tiempo se le echó encima. La verdad es que la comprendía perfectamente, estar cada día rodeada de personas, de ruido y de olor a pescado resultaba bastante agobiante. Igual por esa razón yo me había decidido a ir a vivir al bosque.

Entonces ocurrió lo que temía. Vincent me hizo a mí la misma pregunta que yo les había hecho a ellos. Suspiré un segundo. No me gustaba mentir, así que dentro de lo posible no lo haría.

- Bueno, la verdad es me encantan los paseos nocturnos porque hay cosas que solo se pueden ver por la noche
.- Expliqué. Cuando Vincent preguntó sobre si tenía intención de hacerme mercenaria le miré con extrañeza - Pues... la verdad es que no me lo había planteado, aunque sinceramente tampoco creo que pueda funcionar.

"Sobretodo por la parte en la que no puedo salir de día"


Sonreí tras aquella decir aquello. Era verdad, aquel bosque podía llegar a ser muy mágico. No sabía si aquella respuesta era suficiente para ellos o no, pero daba igual porque ya habíamos llegado al gran árbol que dirigía al túnel. Me paré frente a él explicándoles cómo llegar abajo y colarnos en Lunargenta. Mientras hablaba no pude evitar ruborizarme dado que rara vez me prestaban atención tantas personas. Al final acabé con un "¿Quién quiere ser el primero?" que esperaba nadie contestase. Pero para mi sorpresa Vincent alzó su voz anunciándose así el primero en bajar. La verdad es que aquello me sorprendió bastante, porque después de todo yo era una desconocida para ellos y él estaba mostrando plena confianza en mis palabras. Ahí abajo podría haber un agujero sin salida, o una poza con tiburones que a aquel hombre le daba igual porque ya se había lanzado hacia la caída libre. Tras unos segundos se escuchó el eco de su voz llamando a la niña que se lanzó como loca con ansias de vivir aquella experiencia.

Posteriormente se lanzó Yennefer dejándonos solas a Elen y a mí. La miré esperando que ella decidiese cual de las dos se lanzaba primero. La verdad es que de toda aquella familia era Elen la que a mi parecer era más cautelosa e inteligente, pues estaba bastante claro que no llegaba a confiar en mí tanto como los demás, y por supuesto no la culpaba, pues era lo más lógico.

Tras un "te veo abajo" se lanzó hacia el árbol. En ese momento yo podría huir de ahí y dejarles solos ahí para que se perdieran en medio de las catacumbas subterráneas y acabasen en cualquier lugar, pero no iba a hacer eso. Por desgracia mis remordimientos me lo prohibirían, así que esperé un rato y me lancé por el árbol. Mientras caía sentí la adrenalina en mis huesos y una sonrisa se me dibujó con esa sensación de libertad.

Una vez abajo caí de culo contra las hojas que amortiguaron mi caída. Allí ya estaban todos preparado. Vincent había encendido una antorcha, pero en cambio Elen había creado una bola de luz mucho más potente que el fuego. Al verlo me levanté espolsándome la tierra de la ropa.

- Vaya, la verdad es que es una suerte que seáis brujos.


Y tanto. Muchos ladrones acababan perdiéndose o muriendo por el simple hecho de que se les apagaba el fuego y eran incapaces de encontrar la salida. Miré el lugar. Olía a ... bueno, se podría decir que no olía a rosas. Las paredes estaban mohosas y llenas de goteras y aquel lugar se abría a 4 túneles. Al mirarlos me dirigí al que se encontraba a mi izquierda.

- Es por aquí.

Caminé hacia el túnel descubriendo que llegado un momento solo se podía caminar por un latera, pues por el centro se componía de un río negro y profundo de heces y orines. El lugar no era agradable, pero pronto llegaríamos a la ciudad. De vez en cuando se escuchaban ecos y sonidos extraños acompañados por los grititos de las ratas que pasaban entre nuestros pies.

- No hay que tener miedo de los ruidos ni de las ratas
- dije dirigiéndome a la niña con una sonrisa - Son inofensivas. Y si veis alguna serpiente recomiendo no atacarlas, ellas no os atacarán tampoco.

Hacía tiempo que no iba por ahí, y de hecho una vez que te acostumbras al mal olor el sitio tampoco está tan mal. Caminé dando saltitos sin darme cuenta de que no estaba sola y sacando mi lado aniñado hasta llegar a una escalera que ascendía.

- Es aquí. La escalera llega hasta una trampilla que se encuentra en el suelo del sótano de la taberna central de Lunargenta. Hay que conseguir salir sin que nadie nos vea.
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Bienvenida a casa, Allyson {Libre} {2/3} {Cerrado} Empty Re: Bienvenida a casa, Allyson {Libre} {2/3} {Cerrado}

Mensaje  Vincent Calhoun Vie 29 Abr - 2:34

El brujo golpeó sus ropas con la mano libre para limpiase un poco de la tierra que había acumulado deslizándose por el agujero del árbol.

- Eso no es posible Allyson, ni siquiera sé por dónde se sale de aquí-, comentó a la niña amable.

Si bien su rostro mostró desilusionó unos instantes, pronto volvió su atención nuevamente a su querido Guau Guau, dejando atrás el tema de volver a usar la caída del árbol.

Vincent observó el camino que lo llevaría hacia la superficie, sin saber cuál de todos los túneles sería el correcto. Podría jugar con el fuego, que titilaría con el aire que siempre buscaba una salida, y se movería con mayor fuerza donde habría salidas en ambos extremos, en este caso el túnel correcto. O eso esperaba, esas cosas no siempre funcionaban. No obstante no haría falta, o eso creía, pues Dahlia sabría el camino correcto y le ahorraría muchas horas tanteando el terreno subterráneo.

No tardaron en aparecer tanto Yennefer como Elen detrás de su hija, cosa que le extrañó bastante, pues conocía como eran ambas mujeres como para que hicieran algo así.

- ¿Te has vuelto confiada mi querida hermanita? - bromeó unos instantes antes de que el cuerpo de la mujer castaña cayera sobre las hojas.

Su hermana era mucho menos confiada que él, no obstante el brujo tampoco lo era tanto. Simplemente la chica le había dado buenas vibraciones, y el hecho de que hubiera intentando salvar a su pequeña era el principal motivo para confiar en ella. Hasta cierto punto al menos.

El rubio estiró su brazo diestro hacia una de las antorchas en el lateral, y con el poder de su telequinesis hizo que saltara hacia su mano sin moverse del sitio. Una vez la atrapó la encendió con el fuego de sus poderes, así no tendría que estar concentrado en mantener la llama encendida.

- Ser brujo tiene sus ventajas-, sonrió a Dah. - Te seguimos.

La mujer los llevó por el túnel más alejado de la izquierda, y anduvieron un buen rato por este hasta que llegaron a una parte donde no se podía seguir con comodidad por la zona central.

- Todo el esplendor de Lunargenta ante nuestros ojos-, comentó llevándose una mano para taparse la nariz.

El olor era muy fuerte en ese lugar y le había pillado por sorpresa. Había sido como chocar contra una pared. Más razón para irse lo antes posible, así que siguió a la mujer castaña por uno de los laterales, vigilando los paso de Allyson. Al ser más pequeña podía pasar con mayor comodidad por el lateral, pero aún así era una niña, y se podía despistar.

Por fortuna no ocurrió nada grave, y pudieron continuar por el túnel. Era muy largo, y teniendo en cuenta que comenzaba en el bosque de las afueras de la ciudad era lógico. Le hubiera costado mucho dar con la salida sin la guía de Dahlia.

- Las ratas son bonitas. Son peluditas como el señor Guau Guau-, respondió Ally sin atisbo de miedo, haciendo un saludo a Dah con la mano del peluche.

No había muchas cosas que temiera esa niña con lo que había vivido y sufrido en su vida. Probablemente lo único que temería sería al Centinela. El hombre que se había autoproclamado su tío y en realidad la había torturado desde que naciera. Después de secuestrar, torturar y matar a su madre. Todo un ejemplo a seguir el Centinela. Solo lamentaba no haber podido matarlo, si es que seguía vivo. La misteriosa magia que alejó su cuerpo caído del combate le hacía suponer que aún vivía. Y que detrás de él había alguien aún más poderoso.

Seguramente nunca podría encontrar a Allyson. No obstante no podía estar del todo seguro. Si se volvía a encontrar con él se aseguraría de matarlo esta vez. Tanto por proteger a la niña como el resto del mundo de ser tan vil.

El ruido que hizo su guía al dar saltitos lo sacó del hilo de sus pensamientos, a la vez que le provocaba una sonrisa. Una mujer así no podía ser malvada. No había hecho mal en confiar en ella.

- Directamente al centro eh. Esto de viajar por debajo de la tierra tiene sus ventajas-, sonrió.

- Subiré primero-, comentó su madre con autosuficiencia.

- Bien, pero ten cuidado-, dijo de manera instintiva, aunque bien sabía que Yennefer sabía defenderse sola. - Danos una señal cuando salgas.

La mujer vestida totalmente de negro se fundió con la oscuridad subiendo por la escalerilla. Y solo se volvió a ver por la luz que entró por la trampilla ligeramente levantada cuando Yenn la abrió. Desde allí abajo no se podía apreciar gran cosa, pero el brujo supuso que su madre estaba oteando si había alguien en la salida. Como la mujer abrió del todo la trampilla y salió, supuso que no vio a nadie.

Al poco hizo un gesto con la mano para que los demás subieran.

- Elen, ayuda a madre a vigilar. Luego subirá Allyson y después el resto-, comentó a su hermana. - Nosotros tendremos que quedarnos un poquito más en este idílico sitio, joven Dah-, le guiñó un ojo de buen humor.
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Mensaje  Elen Calhoun Sáb 30 Abr - 9:32

En cuanto la joven de cabellos rojizos se reunió con el resto, el grupo pudo iniciar su particular paseo por los túneles subterráneos, bajo la guía de Dahlia, que no tardó en señalarles el camino correcto. Aquel lugar, a pesar de lo antiguo que era, aún debía utilizarse para la entrada ilegal de mercancías o personas, pues había bastantes antorchas en las paredes, y en la tierra todavía se podían distinguir huellas de los últimos individuos que habían pasado por allí. Eso habría puesto nervioso a cualquiera, ya que encontrarse con contrabandistas o bandidos en medio de sus operaciones no era muy recomendable, pero después de todo lo que había pasado la hechicera poco le importaban los delincuentes de poca monta, si llegaban a toparse con alguno ella se encargaría de eliminar la amenaza, para luego llevarlos ante la ley y limpiar de paso un poco las calles de Lunargenta.

Con tranquilidad, la bruja siguió el camino hasta que éste se volvió más estrecho y menos agradable, ya que para esquivar los desperdicios solo se podía avanzar por uno de los laterales. No era el mejor lugar para una niña, pero a decir verdad Allyson era la que menos problemas tendría para seguir adelante, dado su tamaño. El hedor era realmente molesto, y obligó a la de ojos verdes a taparse a medias el rostro con la manga de la camisa, mientras los recuerdos volvían a asaltar su mente. Su época en las catacumbas, la huida de Dundarak a través de las alcantarillas con Lazid, sin duda ya había pasado por aquel tipo de situación en un par de ocasiones, pero eso no servía para hacerlo más llevadero.

Aquel era el paraíso para las ratas y demás bichos, que se movían a sus anchas por el túnel y correteaban alrededor de los intrusos, apartándose en cuanto estos se acercaban demasiado a ellas. - Si hay serpientes por aquí deben ser enormes. - comentó en voz baja la maga, tras ver la cantidad de roedores que moraban allí abajo. Dahlia comenzó a dar saltitos mientras avanzaba por el túnel, como si de una niña se tratase, sin reparar en que se encontraba junto a unos extraños que la observaban atentamente. Sin duda aquella chica era más joven que ella, y puede que hubiese hecho mal al desconfiar de ella, pues viéndola de ese modo no parecía una amenaza, pero a la benjamina de los Calhoun le costaba más fiarse de la gente, aunque eso no lo veía como algo malo.

Por fin, tras un rato de camino el grupo se encontró ante la escalera que los llevaría al sótano de la taberna central de Lunargenta, y ni siquiera les había hecho falta pasar por las catacumbas, cosa que era de agradecer. - A estas alturas la mayoría de clientes estarán tan borrachos que no nos prestaran atención, pero tengamos cuidado, también les gusta montar peleas por cualquier cosa. - intervino la hechicera, para luego observar como su madre era la primera en salir del túnel. Yennefer abrió la trampilla y se coló en el sótano, para instantes después volver a abrirla y hacer un gesto a los demás, indicándoles que podían salir sin problemas.

Siguiendo las indicaciones de su hermano, Elen fue la siguiente en subir, y nada más llegar arriba hizo que su esfera de energía se desvaneciese, para poder acercarse al otro tramo de escaleras que conducía a la taberna y echar un vistazo. No había mucha gente, solo un par de mesas ocupadas junto al fuego, donde se reunían algunos de los asiduos usuarios del pasadizo, que discutían sobre cómo hacer el reparto de las ganancias de su último trapicheo mientras bebían. - Diles que se den prisa, crearé una distracción. - susurró la de ojos verdes, solo para que su madre la escuchase.

Tras esto esperó un par de minutos, considerando que ese sería el tiempo que necesitaría el resto para reunirse con ellas, y luego volvió a su posición en las escaleras que llevaban al comedor. No le gustaba del todo lo que estaba a punto de hacer pero era necesario, sino los verían y puede que el propietario del local les diese problemas, ya que teniendo un pasadizo en el sótano probablemente se llevaba algún tipo de comisión cuando los contrabandistas lo utilizaban. Puede que no le gustase que unos extraños hubiesen dado con el túnel, o que para asegurarse de que la guardia siguiese sin conocerlo intentase detenerlos, así que lo mejor sería que pasaran desapercibidos.

Echando mano a su telequinesis, y aprovechando lo despistados que estaban los clientes con sus bebidas,  la bruja consiguió que una pequeña bolsita de aeros se descolgase del cinturón de uno de los hombres, para luego flotar hasta el regazo de otro de ellos, que se encontraba sentado en otra mesa,  con lo que solo quedaba esperar a que el conflicto estallase. No pasó mucho antes de que el primero se diese cuenta de que le faltaba algo, y tal como esperaba la joven, su reacción inmediata fue culpar al resto de los presentes, exigiendo que le devolviesen su dinero. Por supuesto, los demás se mostraron ofendidos al escuchar tal acusación, pero en cuanto la bolsa de tela cayó al suelo, inculpando a uno de los presentes, la pelea estalló de inmediato.

Todos comenzaron a insultarse y maldecir a viva voz, pero no era algo que no les hubiese pasado ya antes, entre criminales era complicado que no surgiesen discusiones, sobre todo cuando había dinero de por medio. Mientras la discusión subía de tono, haciendo que el propio tabernero abandonase su lugar tras la barra para tratar de calmar los ánimos, la de cabellos cenicientos creó una corriente de aire y apagó todas las lámparas del local, sumiéndolo en una oscuridad casi completa, que les serviría para salir de allí sin ser vistos. - Ahora. - indicó en un susurro, para acto seguido dirigirse a la puerta y abandonar a toda prisa el lugar, valiéndose de la luz de la plateada luna para orientarse.

Una vez fuera corrió hacia el callejón más cercano esperando que el resto la siguiera, aprovechando la situación y el grado de embriaguez de los individuos de la taberna, que les impediría ver nada.
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Mensaje  Dahlia Lockhart Jue 5 Mayo - 1:41

El pasadizo era oscuro y sombrío, al igual que los animales que allí habitaban. Los roedores eran los mejores amigos que te podías echar en aquel lugar, ya que el resto de seres serían o bien serpientes, cucarachas o rufianes que tratarían aprovechar cualquier oportunidad para apuñalarte por la espalda y robarte.

En cuanto el camino comenzó a estrecharse el olor empezaba a golpear como un puño, tanto era así que el gesto que hicimos todos fue muy similar tratando de evadirnos de aquel agobiante y asqueroso ambiente. A pesar de haber ido por ese lugar varias veces jamás lograba acostumbrarme a ese olor tan grotesco, por lo que evitaba respirar el máximo tiempo posible.

Miré a Allyson. La verdad es que era curioso porque aunque era la más vulnerable también era a la que menos le agobiaba y molestaba aquel sitio. Claramente le molestaba el olor, pero no se quejaba ni mostraba ningún gesto de hastío por la situación, al contrario, se encontraba bastante entretenida viendo a las ratas y alabando su peludo cuerpo.

- Bueno Ally, te aconsejo que no te acerques tampoco demasiado ni intentes adoptar a ninguna.... la mayoría muerden si intentas tocarlas, te lo digo por experiencia.


Si... yo era la tonta que había intentado hacerme amiga de las ratas y a cambio había conseguido mordeduras muy feas. Recordé que en el peor caso la mordedura venía acompañada de alguna enfermedad que me hizo estar en cama un par de días. La verdad es que no me habría gustado saber que hubiese pasado si en vez de vampiresa hubiese sido una humana normal y corriente.

Elen al ver el panorama hizo un comentario muy certero sobre el tamaño de las serpientes.

- Pues si, son bastante grandes, aunque no me extraña ya que aquí a cada metro que avancen pueden encontrar un banquete con el que hartarse.


Aquel comentario iba porque estaba claro que las serpientes se alimentaban de las enormes y gordas ratas que allí moraban. Cuando me puse a dar saltitos acercándome a la salida pude notar como los ojos de los demás se clavaban a mi espalda y al darme cuneta de mi actitud infantil no pude evitar sonrojarme y girarme sonriendo con timidez.

- Bueno ehh.... si... ya estamos.


Vincent decidió el orden de salida dejando claro que nosotros seríamos los últimos a la vez que me guiñaba un ojo. Asentí con la cabeza sin entender ese gesto por su parte, pero en general me pareció bien el orden establecido, por lo que la mujer mayor salió primero por la trampilla que había en el techo al otro lado de la escalera.

Elen asumió lo que posiblemente fuese cierto: que los clientes en su mayoría estarían borrachos y no nos prestarían atención. De todas formas mejor era prevenir que curar así que en cuanto subió miré a Allyson que jugaba con su muñeco el señor GuauGuau. Al verla no pude evitar sonreír y ponerme a jugar con ella un rato. Fingíamos que la pequeña estaba secuestrada y el peluche y yo la habíamos ido a rescatar de las garras del ejército de ratas gigantes que la tenían presa.

- No se preocupe princesa Allyson. Su leal guerrero el señor Guau Guau y la valiente campesina Dahlia han venido a rescatarla.


Comenzamos a reír a la vez que espantábamos a las ratas mientras jugábamos. No sabía lo que pensaría Vincent de mí en aquel momento pero me daba bastante igual. De pronto arriba se empezó a escuchar un estruendo de hombres peleándose y paramos en seco mirando al agujero por el que habían desaparecido Elen y Yennefer. A los pocos segundos se asomó la de cabellos claros avisándonos de que era hora de salir de aquel lugar por lo que ayudé a la niña a salir y posteriormente hacer yo lo propio.

Cuando subimos la escalera todo estaba sumido en una inmensa oscuridad donde no se veía nada. No me costó entender que alguien había conseguido apagar todas las luces del lugar, y apostaría mi cabellera a que había sido o bien Yennefer o Elen. Sentí la presencia de la joven alejarse e intenté seguirla sujetando a Allison de la mano para no perderla, pero allí había demasiados hombres gritando y peleandose a oscuras por lo que resultaba difícil seguirla sin ver nada. De pronto un par de antorchas fueron encendidas por dos hombres y la taberna volvió a iluminarse levemente. Aproveché ese momento para ver a Elen salir por la puerta y tratar de seguirla sin que nadie se percatase de nosotros.

Tras aquel intento de alcanzar a la joven vi como una botella rota de cristal se dirigía por los aires hacia el rostro de la niña. Sin pensarlo dos veces me interpuse y conseguí apartar la botella con la mano haciéndome un superficial corte en la zona exterior de la palma. Al ser consciente que había logrado interceptarla consiguiendo que Allyson no sufriera el golpe suspiré aliviada. Miré al culpable de aquel lanzamiento y me encaré con él.

- ¡Eh tú, ten más cuidado! Has estado a punto de dañar a una niña. ¡Pide perdón!


Última edición por Dahlia Lockhart el Lun 9 Mayo - 0:27, editado 1 vez
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Mensaje  Vincent Calhoun Vie 6 Mayo - 2:15

El brujo observó como su hermana se perdía por la trampilla como antes había hecho su madre. Nadie conocía a esas mujeres mejor que él, así que sabía con bastante seguridad que si la cosa se les complicaba arriba, ellas solas podrían resolver la situación sin problemas. De todos modos las voces de las chicas en las alcantarillas llamaron su atención.

- Eres muy graciosa, Dahlia.  Sin duda el señor Guau Guau no tendrá problemas para rescatarme con tu ayuda-, dijo muy animada la pequeña siguiendo el juego de la chica.

Vincent se acarició la barba pensativo, observándolas. Esa mujer tenía buena manera para tratar con niños, y eso le hacía pensar si él podría conseguirlo. Si la pequeña se llevaría bien con él. Desde que salieran de las islas, Allyson se había mostrado feliz y alegre con su nuevo tutor, pero aún así para el brujo era difícil pensar si sería un buen padre para ella. Quizás se había precipitado acogiendo a la niña, más tampoco tenía muchas más opciones cuando decidió tomar esa elección.

A los minutos, Yenn apareció por la puerta de la escalerilla para darles al resto la señal de que debían subir.

- Vamos Allyson, te toca-, comentó afable y con una sonrisa a la niña, que dejó los juegos con Dah para iniciar la subida.

Tardó un poco más que un adulto en llegar hasta los brazos de su madre, que la cogió y ayudó a salir en cuanto llegó hasta la cima.

- Su turno señorita Dahlia-, hizo un movimiento afirmativo con la cabeza.

Todo estaba saliendo según lo planeado, lo cual alegraba al rubio, ya que parecía que la noche que se había torcido sobremanera con la desaparición de la niña, ahora parecía controlada. Ya casi podía saborear el calor de su cama, que tanto tiempo había estado sin ver con su viaje al oeste, y posterior a las islas de los brujos.

Con un gesto sutil usó sus poderes de aire para extinguir la llama de su antorcha, dejándola a un lado de la escalerilla apoyada contra la pared, y seguidamente iniciar el ascenso que le acercaba cada vez más a su objetivo de poder descansar. Lo héroes de los libros de literatura solían luchar por causas cada cual más justa y pura, pero él esa noche no tenía madera de héroe en absoluto. Ahora mismo solo necesitaba un lugar cómodo donde tumbarse.

Y según se acercaba y escuchaba cada vez mejor el sonido de la batalla que se debía estar produciendo en la taberna su sueño de una cama caliente se fue desvaneciendo poco a poco. El rubio no perdió el tiempo y cerró la trampilla tras de sí, y luego se dirigió al lugar donde se producía el ruido.

No le sorprendió demasiado lo que vio al llegar, pues ya se escuchaba de lejos, y una leve mirada le sirvió para comprobar que los parroquianos de aquella taberna, de dudosa reputación, estaban demasiados distraídos dándose golpes como para fijarse en ellos.

- Es hora de salir de aquí-, comentó su madre, a lo que el brujo asintió con la cabeza.

Desgraciadamente aquella noche no salía nada a derechas, y una botella casi impacta en Allyson, teniendo que intervenir la joven que los había guiado hasta allí para que no le pasara nada. Superado el susto inicial de ver a la niña en peligro, pudo volver a centrarse en idea de su cama, y en que ese merecido descanso no quería llegar hasta él por designio divino.

- ¿Perdón? Quienes demonios sois vosotros-, comentó de manera autoritaria un tipo fortachón, con claros signos de embriaguez.

- Solo buscábamos una taberna en la que tomar una buena cena-, dijo rápidamente el brujo, ya que contaba con el factor que no los habían visto llegar.

Podrían haber salido por la trampilla de las alcantarillas, o simplemente entrar por la puerta de entrada, así que el brujo jugó con eso.

- Pero ya nos íbamos, tranquilo-, dijo colocando a la niña con su madre detrás de él. - No queremos molestar. Sigan… con sus cosas-, siguió en su mismo tono conciliador.

Otro tipo alto pero delgado que estaba a su lado, fue muy rápido para su estatura y estado, igualmente embotado por la bebida como su acompañante; más estaba claro que aún estando borracho podía moverse como un gato, pues el sonido del golpe contra su cara fue, además de sonoro, bastante doloroso.

Vincent no pudo evitar abalanzarse contra él, y levantándolo por la cintura, lo elevó por los aires estampándolo contra una mesa que se doblo por el peso de ambos. El golpe fue sin duda peor para el tipo que había osado agredirle, no en vano había caído con todo su peso sobre él.

El rubio se levantó como pudo después de la tremenda colisión, y nada más hacerlo, sintió otro golpe en su cara que lo hizo tambalearse.

¿Cómo siempre conseguía meterse en líos unos detrás de otro? Algún día debería pararse un momento a estudiarlo, pues sin duda era digo de estudio.
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Mensaje  Elen Calhoun Mar 10 Mayo - 0:24

Una vez fuera de la vista, gracias a la oscuridad reinante y a encontrarse en un callejón poco transitado, la de ojos verdes giró sobre sus talones para buscar con la mirada al resto, pero solo Fenrir la había seguido hasta el exterior. - ¿Por qué no han salido ya? - preguntó a la nada, con el ceño fruncido. Se trataba de salir sin ser vistos, pero al parecer sus compañeros no lo habían conseguido, y el alboroto procedente de la taberna daba a entender que los habían descubierto. - Maldita sea. - masculló, sin comprender cómo su plan no había funcionado, había dejado todo listo para que no tuviesen problemas. Aun así, tanto su madre como su hermano podían hacerse cargo de la situación, motivo por el cual decidió esperar fuera, vigilando por si a alguna patrulla se le ocurría pasar por allí.

Como si de una adivina se tratase, no tardaron en aparecer dos guardias calle abajo, con el semblante serio y las diestras apoyadas en las empuñaduras de sus armas. El revuelo por el reciente asesinato mantenía a la guardia en vilo, y había provocado un aumento significativo de la seguridad en torno al castillo, pero también se podía percibir en las principales calles de la ciudad, donde se habían doblado las rondas de vigilancia y se realizaban registros incluso a aquellas horas. Cualquiera que pudiese resultar sospechoso recibía la visita de las autoridades, que tras comprobar las coartadas pertinentes, decidían si descartar a los individuos o llevarlos a la oficina para interrogarlos con mayor detenimiento, pero hasta el momento no habían conseguido sacar nada en claro, cosa que no hacía sino frustrar a sus superiores.

Sabiendo que de acercarse más a la taberna, ambos escucharían el jaleo y optarían por investigar, lo que ponía en riesgo a todos los presentes, la bruja decidió salirles al paso, con la idea de distraerlos y conseguir que cambiasen de ruta. - ¡Alto! ¿Quién va? - preguntó el más alto, al tiempo que sujetaba con más fuerza la empuñadura de su espada. - Elen Calhoun, ya me conocéis. - respondió la hechicera, acercándose lo suficiente para que la viesen con claridad. - Disculpe señorita, estamos algo nerviosos con lo ocurrido…- comentó el otro, un joven delgado y de cabellos oscuros, que había estado presente en la entrega de medallas tras los sucesos de Terpoli.

- Lo sé, me han informado de ello. ¿Alguna idea de quién ha podido ser? - preguntó, en un intento por averiguar algo más y de paso mantenerlos ocupados. Ambos guardias cruzaron una mirada que apenas duró un instante, para luego relajar los hombros y apartar las manos de las armas, ya que se encontraban con alguien a quien habían visto antes y que hasta el momento, había ayudado a las autoridades en más de una ocasión. - Apenas hay pistas, estamos en ello pero está resultando más complicado de lo que esperábamos. - reveló el más alto, con tono molesto. - Quizá deberíais vigilar las entradas a las catacumbas, ahí abajo se reúne gente de la peor calaña. - aconsejó la hechicera, mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.

- Los rumores corren rápido y siempre hay algún idiota al que le gusta alardear de sus crímenes, si atrapáis a un par puede que consigáis algo de información. Cerca del muelle se encuentra una de las entradas, una vieja trampilla en el callejón que hay junto a la taberna, podéis probar suerte allí. - añadió al poco, sabiendo que no mentía. - Podría funcionar. - musitó el bajito, pensativo. - Está bien, lo haremos. - anunció, girando el rostro hacia su compañero. - Buena suerte. - dijo la bruja, antes de verlos darse la vuelta para dirigirse al puerto, lejos de la taberna en que se encontraban tanto su madre como su hermano y la pequeña que acababa de unirse a la familia.

Mientras tanto, en el interior del local, Yennefer tomaba el control de la situación para arreglar el problema de los alterados ladrones, creando una potente ráfaga de viento que los lanzó por los aires en todas direcciones, haciendo que sus cuerpos chocasen bruscamente contra las paredes. Como daño colateral, el tabernero también perdió el equilibrio y cayó de espaldas contra el suelo, pero no se levantaría lo suficientemente rápido como para intervenir en el repentino caos que se había desatado en su local. - Nos vamos. Ya. - instó la tensai de cabellos negros como ala de cuervo, aunque sus palabras solo tenían efecto en los miembros de la familia Calhoun, Dahlia era libre de hacer lo que quisiese.

Sin perder tiempo, la maga se acercó a Allyson y la sujetó de la mano, para acto seguido dirigirse con paso decidido hasta la puerta, sacando a la pequeña del lugar. En cuanto ambas se encontraron fuera, Elen las alcanzó en cuestión de segundos, con expresión interrogativa. - ¿Qué ha pasado? - preguntó, dando tiempo a que Vincent y Dahlia se reuniesen con ellas. - Surgió una complicación, pero ya me he ocupado de ello. - respondió Yennefer, al tiempo que echaba un vistazo a los alrededores. - Será mejor salir de las calles, es hora de volver a casa. - añadió, bajando la vista hacia Allyson, que por primera vez vería el hogar en que iniciaría su nueva vida.
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Mensaje  Dahlia Lockhart Miér 11 Mayo - 2:09

Tras conseguir defender a Allyson de un doloroso golpe en la cara, el rostro de Vincet cambió por completo. En sus ojos comenzó a surgir una furia que no había visto antes, y no era para menos, yo hubiese mostrado la misma expresión si un ser muy querido para mí hubiese estado en peligro mortal.

De pronto un borracho se acercó a nosotros con un fétido aliento a alcohol y comida de mala calidad. Aquel hombre, si es que se le podía llamar así, comenzó a hablar con nosotros de forma amenazante a la vez que Vincent se esforzaba por mantener la compostura e intentar sacarnos de allí por las buenas. Pero otro hombre se le acercó y le propinó un puñetazo en la cara. Al ver ese golpe tanto Ally como yo nos llevamos las manos a la boca y aguantamos la respiración a modo de sorpresa. Entonces Vincent se giró y lanzó por los aires al tipo estampándole contra una mesa. Al ver aquello me quedé perpleja al descubrir que Vincent trenía mucha más fuerza de la que creía.

Lo que ocurrió después fue que el rubio barbudo se acercó al hombre que acababa de colisionar contra la mesa y le propinó un fuerte puñetazo en el rostro que lo dejó inconsciente y sangrando por la nariz y el ojo izquierdo. Recordé que Allyson se encontraba a mi lado y no pude evitar declararme en contra de aquel espectáculo. Me acerqué a Vincent tocándole el hombro con mi mano.

- Para ya
- miré los ojos del hombre en cuanto se giró- No está bien que una niña presencie este tipo de espectáculos, y menos por parte de su padre.

Yo no era nadie para darle lecciones a ningún hombre, pero aquella charla me pareció necesaria. Vincent debería saber que tener una hija lo cambia todo y no se debe usar la violencia frente a ella a menos que sea estrictamente necesario. No sabía si su intención era responderme algo o no, pues en aquel instante me empecé a percatar que un enorme grupo de hombres nos miraba con embriaguez y odio. Estaba claro que iban a atacarnos así que debíamos defendernos.

Me coloqué a la defensiva, pero no me hizo falta enfrentarme a nadie, ya que la bruja mayor se encargó de lanzar a todos los presentes por los aires estampándoles contra las paredes del lugar y haciéndoles caer al suelo. Una vez tuvimos vía libre nos dirigimos a la puerta donde nos encontramos con Elen.

- Dioses, menos mal que estás aquí
-suspiré- Ahí dentro estaba todos muy oscuro y apenas veíamos nada. Para cuando se encendieron las luces los hombres nos impidieron el paso.

Elen nos miró preguntando qué acababa de ocurrir ahí dentro, a lo que Yennefer le respondió con serenidad. Aquella familia se dirigía por fin a su casa y lo mejor sería que yo hiciese lo propio antes de que saliera el sol.

- Bueno chicos, supongo que....

No pude acabar porque tras nosotros se aceran un par de soldados para investigar el revuelo descontrolado de la taberna. Cuando los vi la preocupación abordó mi cuerpo por completo, ya que temía que pudiesen descubrirme. Los hombres al vernos frente a la puerta se dirigieron a nosotros con el semblante serio mirando primeramente a Vincent y después a las mujeres que componíamos aquel grupo.

- Buenas noches Señor, señoritas
- El que hablaba nos observó con destreza hasta posar la mirada en Elen. De repente su seriedad desapareció mostrándole una sonrisa a la peliblanca - Vaya Señorita Elen, me alegro de verla ¿Se encuentra bien?

Al ver aquella escena y descubrir que efectivamente Elen era reconocida entre los soldados y su historia sobre el colgante fuese cierta aproveché para dar un par de pasos hacia atrás ocultándome medianamente tras de Vincent. Aquel hombre se mostraba amigable con Elen y eso me ayudó a relajar mi preocupación, aunque seguía alerta de cualquier cosa que pudiese ocurrir.

- Nos han informado de que en el interior de esta taberna ha habido una pelea bastante estridente y hemos venido a poner orden en el lugar. Pero no se preocupe, detendremos a los maleantes que hayan empezado el conflicto. Por supuesto no dudamos de ustedes por lo que son libres de marcharse


Tras aquellas palabras fui capaz de sonreír mínimamente. La verdad es que ir con Elen en un caso así tenía sus ventajas.

"Si, pues cuando vean que ahí dentro ahora está todo el mudo tirado por el suelo se van a reír"

El soldado que hablaba con Elen comenzó a dirigirse a la puerta del local, pero el otro nos miraba a los demás con desconfianza y antes de moverse agarró a su amigo por el hombro mostrandole así su negativa a entrar tan rápido en la taberna.

- Lo siento mucho señores
- dijo con una voz grave y tersa- Pero deben entender que se encuentran demasiado cerca del área de la investigación así que espero que comprendan que debemos someterles a un chequeo mínimo, así que espero que cooperen ya que si no han hecho nada malo no tienen nada que temer.

El compañero se mostró en contra del chequeo ya que le parecía una verguenza tener que mostrar tales medidas con Elen. Aquella chica cada vez llamaba más mi atención, ya que parecía ser alguien bastante importante. El otro soldado se impuso aún más alegando que "La ley es la ley para todos", así que no nos quedó más remedio que dejarles hacer. Cuando el soldado de voz grave se acercó a mí no pude evitar bajar la mirada, como si así pudiera desaparecer y no ser vista. Aquellas situaciones se me hacían demasiado incómodas. Entonces sentí las manos del hombre arrebatándome mi bolsa donde apenas llevaba una pocas monedas. Posteriormente empezó a tocar mis brazos, piernas y torso sin llegar a rozar siquiera ninguna parte íntima, cosa que agradecí bastante por su parte. Entonces encontró mi Chakram y me lo mostró con asombro y negatividad en su rostro.

- Es un Chakram, lo utilizo para defenderme. No lo he utilizado ahí dentro.... pu... puede usted verificarlo.


Aquello pareció convencer al hombre que en suma se apartó de mí con desgana. Parecía que todo estaba correcto y al fin podíamos irnos, pero el soldado serio hizo una pausa antes de dejarnos marchar por completo.

- Un momento por favor
- nos miró de nuevo con aquella mirada penetrante mientras se acercaba de nuevo a nosotros.- Se que les sonará extraño pero... ¿Les importaría abrir sus bocas?

Aquella frase hizo que un escalofrío me recorriese todo el cuerpo y sin quererlo retrocediese de nuevo otro par de pasos. Mi respiración se agitó a la vez que los soldados observaban a mis compañeros. De pronto uno de ellos se acercó a mí y yo me mantuve quieta sin separar mis labios.

- Abre la boca
- negué con la cabeza mientras mirada con agobio a mis acompañantes - Vamos ábrela, no tenemos todo el día.

Al final no me quedó más remedio que resignarme y obedecer mostrándoles así mis puntiagudos y afilados colmillos vampíricos. Al verlos el guardia me agarró del brazo con fuerza anunciando a los demás lo que acababa de descubrir.

- Es una vampiresa.


Miré a mis compañeros con súplica y deseando que la tierra me tragase en aquel momento. Me sentía como una traidora, como si les hubiese estado engañando aunque no fuese así debido a que en ningún momento había negado ser lo que era. Pero saber que el cariño que aquellas personas me habían mostrado podría ser transformado en odio me derrumbaba por dentro. Me mordí el labio inferior con deshonra sin saber qué decir ni qué hacer.

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Dahlia Lockhart
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